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CURSO DE ASTROLOGIA

NIVELACION UCLA

Dictado por Ariadna Flores Vitelli


Astróloga

Temario:
 Cap.1. Algo de Historia.
 Cap. 2a. La base del simbolismo.
 Cap. 2b. Cualidades Primitivas.
 Cap.3a. Estado cósmico de los planetas: Regencias y Dignidades planetarias.
Determinaciones esenciales y accidentales. Gozos y Tristezas. Términos,
decanatos, triplicidades, dodecatemorias. Otras determinaciones.
 Cap. 3b. El Temperamento. Almuten del Ascendente.
 Cap. 4. Máximo dispositor / Dispositor único.
 Cap. 5. Edades planetarias.
 Cap. 6. Sistemas de coordenadas celestes y terrestres. Estrellas
 Cap. 7. Sistemas de Casas.
 Cap. 8. Shodasavargas y armónicos
 Cap. 9. Figuras de aspectos mayores y menores, incluidos los exóticos.
 SOFTWARE: Taller Manejo de ARMON.
 SOFTWARE: Taller Manejo de CPA 4 de Miguel García.

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Material recopilado en el año 2019 por Ariadna Flores, Astróloga.
CURSO DE ASTROLOGIA. NIVELACION UCLA 1

NIVELACION UCLA

Introducción

La Universidad Clandestina de Astrología (UCLA) es un proyecto liderado por Tito Macia y tomó cuerpo
en 2015 en una primera reunión llevada a cabo en México. A dicha reunión asistieron astrólogos de
diversos países de habla hispana y se conformó un grupo de profesores dispuestos a seguir adelante
con este proyecto, escribir los libros de apoyo para las enseñanzas, acordar un pensum homologado de
tres años, con el fin de estudiar seriamente la Astrología en cualquier país iberoamericano.

Luego de dos reuniones más en Colombia y México, se formalizó el inicio de las clases en el año 2019 y
hoy en día hay reconocidos astrólogos en Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Uruguay, Argentina,
Venezuela, México, España, Brasil, Italia y USA impartiendo cursos de Astrología con este pensum
homologado. Así, el estudiante puede escoger indistintamente con quién estudiar y en cuál país,
gracias a la tecnología, pues las clases pueden ser presenciales y online. Puede incluso cambiar de país
y el pensum es idéntico, y los certificados otorgados por los diversos profesores UCLA son válidos para
todos y entre todos.

Este curso de Nivelación ha sido diseñado para todos aquellos estudiantes avanzados y graduados que
desean obtener su certificado UCLA del primer año del pensum, completando los temas no vistos en
otras escuelas. Pueden apoyarse en los libros escritos por los profesores de la UCLA y que están
disponibles en Amazon (se encuentran con mayor facilidad buscándolos por Tito Macia como autor).

Nota: si haces click sobre la imagen de cada libro, te llevará directamente al link de Amazon para su compra.

Es importante aclarar que a pesar del nombre, no es un curso formal universitario con título avalado
por algún Ministerio de Educación de ninguno de los países que forman parte del proyecto, pero podría
ser un primer paso para que llegue a ser una carrera que forme parte de una facultad de alguna
universidad en un futuro no tan lejano. Es nuestra visión.

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Material inicialmente recopilado por Ariadna Flores, Astróloga. Año 2019.
e-mail: astroariflores@gmail.com
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Capítulo 1: Historia de la Astrología


En el Nivel 1 del curso de la profesora Ariadna Flores Vitelli, se resumió la historia de la Astrología en
este cuadro:

Tablas Astrológicas Zodíaco occidental actual


Astrolatría
3000 a.C, Mesopotamia 2000 a.C, Caldeos

Separación religión – raciocionio Propagación por India,


Evolución de la Astrología (Grecia) Persia, China, Grecia

Fuente asirio-caldea + griega + Roma Imperial


Astronomía + matemáticas (Egipto) •Influencia sobre emperadores.
•Charlatanería.

Los Arabes resguardan la Ptolomeo (S. II)


tradición astrológica. Tratado de Astrología

Medioevo Renacimiento
Astrología combatida Separación ciencia – fe, Astronomía – Astrología.
(riñe con libre albedrío) Astrología = superstición

S. XX Finales S. XIX
Astrología = relación del ser humano con el Hermetismo / Esoterismo
cosmos. Sincronicidad. “New Age”.

Ahora profundizaremos en algunos detalles.

La astronomía babilónica designa las teorías y métodos astronómicos desarrollados en la antigua


Mesopotamia, región situada entre los ríos Tigris y Éufrates (en el actual Irak) y donde se
desarrollaron algunas de las civilizaciones precursoras de la astronomía occidental. Entre estas
civilizaciones se destacan los sumerios, los acadios, los babilonios y los caldeos. La astronomía
babilónica cimentó las bases de la astronomía de civilizaciones posteriores como la griega, la hindú, la
de los sasánidas, la del imperio bizantino y la de los sirios, así como la astronomía medieval
musulmana y europea.

Los autores clásicos griegos y latinos citan frecuentemente astrónomos de Mesopotamia llamándolos
«caldeos», los cuales eran en realidad sacerdotes y escribas especializados en la astrología y otras
formas de adivinación.

Entre el siglo VIII y VII a. C., los caldeos desarrollaron un acercamiento empírico a la astronomía,
elaborando una cosmología que detalla una versión ideal del universo. También desarrollan la
astrología, ligada a la posición de los planetas, que se basa sobre un razonamiento lógico, contribución
decisiva a la astronomía y a la filosofía de la ciencia. Para algunos pensadores e investigadores esta
podría ser la primera revolución científica.

Las técnicas y métodos desarrollados por la astronomía babilónica serían retomados en gran medida
por la astronomía clásica y helenística.

Entre el 3500 a. C. y el 3000 a. C., los sumerios desarrollaron una forma de escritura conocida bajo el
nombre de cuneiforme, lo que les permitió crear los primeros registros acerca de los eventos celestes.
Aunque los sumerios practicaban una forma de astronomía rudimentaria, tuvieron una influencia
considerable en el nacimiento de la astronomía sofisticada de los babilonios, los cuales heredaron de
ellos, entre otros conceptos, una teología astral que consideraba a los planetas como dioses
importantes.

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Los babilonios fueron los primeros en registrar por escrito el carácter periódico de ciertos fenómenos
astronómicos y en haber aplicado cálculo escrito para formular sus previsiones. Las tablillas de arcilla
del período paleobabilónico (1792 al 1595 a. C.) muestran que se usaban métodos matemáticos para
determinar la variación de la duración del día durante el año solar. En la actualidad se conservan siglos
de observaciones de fenómenos astronómicos bajo la forma de tablillas cuneiformes denominadas
Enûma anu enlil. El más antiguo de estos textos astronómicos reconocible del cual se dispone hoy en
día es la Tablilla 63 llamada también Tablilla de Venus de Ammisaduga, que da una lista de las salidas
y puestas del planeta Venus en un ciclo de 21 años. Se trata de la primera identificación de un
movimiento astral periódico.

Otra tablilla destacable es la de Mul-Apin, que ofrece un catálogo de estrellas y constelaciones así
como métodos para encontrar los ortos helíacos y las puestas de los planetas.

Durante el reino de Nabonassar (747-733 a. C.) se observa una mejora notoria en las observaciones
astronómicas tanto en cantidad como en calidad. Se comenzaron a archivar de forma sistemática los
fenómenos celestes considerados importantes para la adivinación, lo que conllevó el descubrimiento de
nuevas periodicidades como el ciclo de 18 años que separan dos eclipses lunares. El astrónomo griego
Ptolomeo (100-170 d. C.) fijó el origen de su calendario en el comienzo del reino de Nabonassar,
juzgando que las primeras observaciones fiables se remontan a esa época.

En el siglo III a. C., los astrónomos comienzan a utilizar cronogramas para predecir el movimiento de
los planetas. Estos textos son anales de observaciones anteriores que servían para detectar
repeticiones periódicas en los planetas con algún significado astrológico importante. Durante este
tiempo o poco después los astrónomos comenzaron a reemplazar las tablillas por fórmulas de cálculo
para encontrar la fecha de los próximos eventos.

La mayoría de los astrónomos caldeos se interesaron únicamente en crear efemérides y no en


desarrollar teorías que explicaran los movimientos vistos. Los modelos planetarios de los pueblos de
Mesopotamia eran estrictamente empíricos y se trataban mediante aritmética, contrariamente a los
modelos helenísticos posteriores que tenían en cuenta también la geometría, la cosmología y la
filosofía especulativa.

Entre los principales descubrimientos de los astrónomos caldeos durante este período se encuentran el
descubrimiento de los ciclos de eclipses y los ciclos de saros, además de varias observaciones
astronómicas muy precisas.

El astrónomo caldeo Seleuco de Seleucia (190-130 a. C.) propuso un modelo heliocéntrico para
explicar los fenómenos celestes.

Si bien muchos escritos de los autores griegos del período clásico y helenístico (entre ellos los de
matemáticos, astrónomos y geógrafos) han sobrevivido hasta nuestros tiempos, las obras de otros
pueblos o civilizaciones del Cercano Oriente antiguo como los babilonios, han quedado en el olvido
durante siglos. No fue sino hasta las excavaciones del siglo XIX que varias tablillas de arcilla escritas
en cuneiforme fueron descubiertas, de las cuales algunas hablaban de astronomía.

Desde el redescubrimiento de la civilización babilónica se volvió evidente que la astronomía griega


tomó muchas de sus ideas de los caldeos. Evidencias de esto se encuentran documentadas en los
textos de Hiparco (190-120 a. C.) y Ptolomeo (100-170 d. C.).

Se estima que los descubrimientos de los caldeos llegaron a Grecia poco después de la conquista del
Imperio persa por parte de Alejandro Magno en el siglo IV a. C., cuando los pensadores griegos y
babilonios tuvieron la posibilidad de estudiar e intercambiar conocimientos entre sí.

Muchos estudiosos concuerdan en que el ciclo metónico fuera conocido por los griegos probablemente
gracias a los escribas babilónicos. Metón, un astrónomo ateniense del siglo V a. C., propuso un
calendario lunisolar fundado sobre la casi equivalencia entre 19 años solares y 235 meses lunares,
observación ya conocida por los babilonios.

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En el siglo IV a. C., Eudoxo de Cnidos (390-337 a. C.) escribió un libro sobre las astros fijos. Las
descripciones que da de varias constelaciones, particularmente aquellas de los 12 signos del zodíaco,
son extrañamente similares a las de los babilonios. Un siglo más tarde, Aristarco de Samos (310-230
a. C.) utilizó un ciclo de eclipses descubiertos por los babilonios, el saros, para determinar la duración
de un año. Sin embargo las relaciones entre astrónomos griegos y caldeos son suposiciones y no se
conocen enlaces precisos entre autores de ambas culturas.

Luego de la conquista de Persia, Mesopotamia tomó el nombre árabe de Irak. Bajo el califato abasí, la
capital del imperio fue trasladada a Bagdad, ciudad fundada en Irak en el siglo VIII. Desde el siglo VIII
al siglo XIII ―período llamado frecuentemente como la Edad de oro del islam―, Irak se convirtió en el
centro de la actividad astronómica y la ciudad de Basora pasó a ser el mayor centro de estudios de
esta materia. El árabe se volvió la lengua de los estudiosos y los musulmanes de Irak siguieron
aportando descubrimientos a la astronomía hasta el año 1258, cuando Bagdad fue conquistada por los
mongoles marcando así el final de la dinastía abasí.

Las creencias astrológicas en las correspondencias entre la observación del cielo y los eventos
terrestres han influido en numerosos aspectos de la historia humana, incluyendo su cosmovisión, el
lenguaje y muchos elementos de cultura social.

Entre los pueblos indoeuropeos, el nacimiento de la astrología se ha fechado en torno al II milenio a.


C., a raíz de los sistemas calendáricos empleados para predecir los cambios estacionales y para
interpretar los ciclos celestes como símbolo de comunicaciones divinas. Hasta el siglo XVII se consideró
a la astrología una tradición académica, y ayudó al desarrollo de la astronomía. Era comúnmente
aceptada en círculos políticos y culturales, y algunos de sus conceptos se empleaban en otras
disciplinas tradicionales como la alquimia, la meteorología y la medicina. Hacia finales del siglo XVII,
los conceptos científicos emergentes en astronomía, como el heliocentrismo, comenzaron a diezmar
irrevocablemente la base teórica de la astrología, que fue perdiendo paulatinamente su carácter
académico.

Se ha argumentado que la astrología comenzó como disciplina de estudio en el momento en que los
seres humanos llevaron a cabo esfuerzos conscientes para medir, registrar y predecir cambios
estacionales teniendo como referencia los ciclos astronómicos.

Las primeras evidencias de estas prácticas aparecen en forma de marcas en huesos y paredes de las
cavernas, lo que demuestra que los ciclos lunares ya se registraban hace 25 000 años; es el primer
paso para discernir la influencia de la Luna sobre las mareas y los ríos, y para organizar un calendario
común. Con el advenimiento de la revolución neolítica surgieron nuevas necesidades gracias al
creciente conocimiento de las constelaciones, cuyas apariciones en el firmamento nocturno cambian
con las estaciones, dado lo cual se asociaba la aparición de determinados grupos de estrellas con el
anuncio de inundaciones anuales o el comienzo de las estaciones. Hacia el II milenio a. C., las
civilizaciones avanzadas habían desarrollado un conocimiento sofisticado de los ciclos celestes, y se
piensa que sus templos se orientaron a conciencia para alinearse con el orto helíaco de las estrellas.

En Mesopotamia creían que cada ciudad tenía su dios particular. Así, cuando la capital fue Babilonia,
los dioses más importantes fueron Marduk, dios de la ciudad, e Istar, la diosa madre. Los mitos y
leyendas de su cultura influyeron mucho sobre otros pueblos: como por ejemplo, el relato del diluvio
universal, que es de origen sumerio, o el de la creación del hombre a partir del barro.

En Mesopotamia nació la astrología, es decir, la creencia de que el destino de cada hombre está escrito
en las estrellas, y ellos inventaron los doce signos del Zodiaco que todos conocemos. Pero también
hicieron importantes descubrimientos científicos relacionados con el espacio: conocían muchos
planetas y eran capaces de predecir los eclipses. Además, gracias a sus observaciones, crearon la
división del círculo en 360 grados, con la que hoy trabajan los matemáticos.

Existen evidencias dispersas que sugieren que las referencias astrológicas más antiguas conocidas son
copias de textos escritos durante el II milenio a. C, en particular en Mesopotamia (Sumeria, Acad,
Asiria y Babilonia). Se ha dicho que dos de ellos, encontrados en la tablilla de Venus de Ammisaduqa
(datada en Babilonia hacia el 1700 a. C.), se compusieron durante el reinado de Sargón I de Acad
(2334-2279 a. C.).
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La evidencia incontestable más antigua del uso de la astrología como un sistema integrado de
conocimiento se atribuye, pues, a los registros derivados de la primera dinastía de Mesopotamia
(1950-1651 a. C.).

Hacia el siglo XVI a. C. se puede evidenciar el empleo reiterado de la astrología basada en presagios
en la compilación de un amplio libro de referencia conocido como Enuma Anu Enlil. Contenía 70
tablillas cuneiformes que comprendían 7 000 presagios celestiales. Los textos de esta época también
hacen referencia a una tradición oral, cuyo origen y contenido solo pueden especularse. En aquel
tiempo la astrología babilónica era exclusivamente mundana, dedicada a la predicción de asuntos
meteorológicos y políticos, y antes del siglo VII a. C. el conocimiento astronómico de los que la
practicaban era bastante rudimentario. Parece que los símbolos astrológicos representaban tareas
estacionales, y se empleaba como un almanaque anual de actividades listadas que recordaban a la
comunidad las tareas apropiadas a la estación o al tiempo atmosférico (tales símbolos representaban
los tiempos de la cosecha, la recogida de marisco, la pesca con caña o con red, la siembra de cultivos,
la recogida o administración de reservas de agua, la caza o tareas críticas que aseguraban la
supervivencia de niños o crías de animales).

El Enuma Anu Ennil, agrupa los presagios en cuatro capítulos: el primero, la luna; el segundo es el sol;
el tercero se corresponde con las plantas-estrellas; y el cuarto es la meteorología. Cada fenómeno es
estudiado por cada día de trece meses lunares. Los presagios eran ante todo meteorológicos. Frente a
estos presagios, los mesopotámicos elaboraron una especie de manual para la vida cotidiana que
constituye un antídoto ante los malos augurios. Hay varios ejemplos de ello, como que la salida fuera
del palacio estaba prohibida en algunos días; el rey sería víctima de un sortilegio o, peor todavía, sería
asesinado. Otras prescripciones serían, por ejemplo, nada de viajes en carro en ciertos días, nada de
promulgar edictos, y muchas prohibiciones para evitar el mal.

Hacia el siglo IV a.C., sus métodos matemáticos habían progresado lo suficiente como para calcular
posiciones planetarias futuras con una precisión razonable; en este punto comenzaron a aparecer
extensas efemérides.

En el 525 a. C., Egipto fue conquistado por los persas, por lo que pudo existir alguna influencia
mesopotámica sobre la astrología egipcia. El historiador Tamsyn Barton se posiciona a favor de esto y
da un ejemplo de lo que parece ser una influencia mesopotámica en el zodíaco egipcio, con el que
compartía dos signos —la Balanza y el Escorpión—, evidenciados en el Zodíaco de Denderá (en la
versión griega, la Balanza se conocía como las Pinzas del Escorpión).

Tras su ocupación por Alejandro Magno en 332 a. C., Egipto cayó bajo dominio e influencia
helenísticos. La ciudad de Alejandría fue fundada por Alejandro Magno tras la conquista, y durante los
siglos III a. C. y II a. C., los eruditos alejandrinos fueron prolíficos escritores. Allí, en la Alejandría
ptolemaica, la astrología babilónica se mezcló con la tradición egipcia de la astrología decánica para
crear la astrología de horóscopos. Ésta contenía el zodíaco babilonio con su sistema de exaltaciones
planetarias, las triplicidades de los signos y la importancia de los eclipses. Junto con estos elementos
también incorporó el concepto egipcio de dividir el zodíaco en 36 decanatos de 10º cada uno, con
énfasis en el decanato ascendente, y el sistema griego de dioses planetarios, regímenes de signos y
cuatro elementos.

Los decanatos eran un sistema de medida temporal basado en las constelaciones, tomando como
referencia la constelación de Sotis, o Sirio. La ascensión de los decanatos nocturnos se empleaba para
dividir la noche en «horas». El ascenso de una constelación justo antes del amanecer (orto helíaco) se
consideraba la última hora de la noche. A lo largo del año, cada constelación se alzaba justo antes del
amanecer durante diez días. Cuando pasaron a formar parte de la astrología de la Época Helenística,
cada decanato se asociaba con diez grados del zodíaco. Los textos del II milenio a. C. listan
predicciones basándose en las posiciones de los planetas en los signos zodiacales en el momento del
orto de determinados decanatos, especialmente Sotis. El zodíaco más antiguo encontrado en Egipto
data del siglo I a. C., el zodíaco de Denderá.

Nadie sabe cómo, pero hace ocho o nueve mil años, algunos egipcios descubrieron una coincidencia
cíclica anual. En esa simultaneidad relacionaban la aparición de la estrella Sirio sobre el horizonte este,
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antes de la salida del Sol, con las crecidas del Nilo. Por ello, los antiguos habitantes de esta cuenca
sabían que en una época determinada del año, (en la actualidad hacia finales de septiembre) venía la
crecida del Nilo y se producía año tras año en la época en que, tras un prolongado periodo de
invisibilidad, aparecía por primera vez en el cielo precediendo al Sol, centelleando con su azulado
brillo, la estrella más brillante del firmamento, Sirio, la alfa del Can mayor. Para las gentes que
habitaban el valle del Nilo era la señal que les indicaba que debían de partir a las tierras altas para
resguardarse de la inminente inundación. Los egipcios formaron un grupo social que conocía este
mecanismo gigantesco de riego. La desaparición de esta cultura también tiene que ver con un
fenómeno astronómico desconocido para ellos, como es la precesión equinoccial. Rareza esta que
provoca un movimiento mínimo de desplazamiento de las estrellas en el sentido de occidente a
oriente. De tal manera que en el transcurso de cuatro mil años, la estrella Sirio aparece después de
estas crecidas, sobre todo en el área del Antiguo Imperio.

De particular relevancia en el desarrollo de la astrología de horóscopos fue el astrólogo y astrónomo


Ptolomeo, que vivió en Alejandría, en Egipto. La obra ptolemaica Tetrabiblos sentó las bases de la
tradición astrológica occidental, y como fuente de referencia posterior se dice que «ejerció una
autoridad casi bíblica entre los escritores astrológicos de los mil años posteriores, o más». Fue uno de
los primeros textos astrológicos que circularon en la Europa medieval tras ser traducido del árabe al
latín por Platón de Tívoli (Tiburtinus) en España en 1138.

La conquista de Asia por Alejandro Magno expuso a los griegos a las culturas e ideas cosmológicas de
Siria, Babilonia, Persia y Asia central. El griego sustituyó a la escritura cuneiforme como la lengua
internacional de comunicación intelectual, y parte de este proceso fue la transmisión de la astrología
del cuneiforme al griego. Alrededor de 280 a. C., Beroso, un sacerdote de Bel, en Babilonia, se
trasladó a la isla griega de Cos para enseñar astrología y cultura babilonia a los griegos. Con esto, la
astrología se desplazó hacia el oeste, al mundo helenístico griego y egipcio (proceso llamado «la
energía innovadora» de la astrología). La astrología que llegó desde Oriente estaba marcada por su
complejidad, con diferentes formas emergentes de astrología. Hacia el siglo I a. C. existían dos
variedades de astrología: una requería la lectura de los horóscopos para establecer detalles precisos
acerca del pasado, el presente y el futuro; la otra, teúrgica, enfatizaba el ascenso del alma a las
estrellas. Aunque no eran mutuamente excluyentes, la primera daba información sobre la vida,
mientras que la segunda estaba relacionada con la transformación personal, en la que la astrología
funcionaba como forma de diálogo con lo Divino.

Como con muchas otras cosas, la influencia griega desempeñó un rol fundamental en la transmisión de
la teoría astrológica a Roma.

Uno de los primeros astrólogos en llevar la astrología hermética a Roma fue Trasilo, quien, en el siglo
I, ejerció de astrólogo para el emperador Tiberio. Este fue el primer emperador del que se dijo que
poseía un astrólogo oficial, aunque su predecesor Augusto también había empleado la astrología para
ayudar a legitimizar sus derechos imperiales. En el siglo II, el astrólogo Claudio Ptolomeo estaba tan
obsesionado con obtener horóscopos certeros que llevó a cabo el primer intento de elaborar un mapa
correcto del mundo (pues anteriormente los mapas eran más relativos o alegóricos) para poder
cartografiar la relación entre el lugar de nacimiento de la persona y los cuerpos celestes. Mientras lo
hacía, acuñó el término «geografía».

Tras la rendición de Alejandría a los árabes en el s. VII y la fundación del califato abasí en el s. VIII,
los eruditos islámicos recibieron la astrología con entusiasmo. El segundo califa abasí, Al-Mansur (754-
775), fundó la ciudad de Bagdad para que funcionase como centro intelectual, y en su diseño incluyó
una biblioteca y escuela de traducción conocida como Bayt al-Hikma 'casa de la sabiduría', que
continuó desarrollándose bajo sus herederos y dio impulso a las traducciones árabes de textos
astrológicos helenísticos. Entre los primeros traductores se contaban Masha'allah, que contribuyó a
fijar la fecha para la fundación de Bagdad, y Sahl ibn Bishr (Zael), cuyos textos influyeron
poderosamente en los astrólogos europeos posteriores, como Guido Bonatti en el s. XIII y William Lilly
en el s. XVII. El conocimiento de los textos árabes comenzó a exportarse a Europa durante las
traducciones latinas del siglo XII, a consecuencia de las cuales se sentaron los precedentes de lo que
sería el Renacimiento.

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Entre los astrólogos árabes más importantes, uno de los más influyentes fue Albumasar, cuya obra
Introductorium in Astronomiam se convirtió más tarde en un popular tratado de la Europa medieval.
Otro de ellos fue el matemático, astrónomo, astrólogo y geógrafo persa Al-Juarismi. Los árabes
sumaron muchos conocimientos a este campo, y muchos nombres de estrellas conocidos actualmente,
como Aldebarán, Altair, Betelgeuse, Rigel y Vega retienen el legado de su lenguaje. También
desarrollaron la lista de partes helenísticas hasta tal punto que se conocen históricamente como partes
arábigas, razón por la cual se afirma a menudo que fueron los astrólogos árabes quienes las
inventaron, por más que se sepa a ciencia cierta que fueron un rasgo fundamental de la astrología
helenística.

Durante el progreso de la ciencia islámica, algunas prácticas astrológicas fueron refutadas en el ámbito
teológico, puesto que sugerían que “la Voluntad de Dios se puede conocer y predecir con precisión”.
Paralelamente, la Iglesia se ocupó de reducir al mínimo cualquier indicio de predicción astrológica y de
otras artes adivinatorias, con la Inquisición. Muchos sabios y libros fueron quemados en la hoguera. El
argumento: la herejía. La Iglesia católica define como herejía: "... la negación pertinaz, después de
recibido el bautismo, de una verdad que ha de creerse con fe divina y católica, o la duda pertinaz
sobre la misma". A lo largo de los siglos muchas fueron las tendencias consideradas como herejías
(hasta nuestros días). Aquí nombro solo unos ejemplos: Gnosticismo, Monarquianismo,
Macedonianismo, Iconoclastas, Hermanos moravianos, Protestantismo, Iglesia de la Ciencia Cristiana,
Movimiento de los Santos de los Últimos Días o Mormones, Testigos de Jehová.

Muy famoso el caso de Giordano Bruno, que superó el modelo copernicano, pues propuso que el Sol
era simplemente una estrella; que el universo debía contener un infinito número de mundos habitados
por animales y seres inteligentes. Miembro de la Orden de los Dominicos, propuso en el campo
teológico una forma particular de panteísmo, lo cual difería considerablemente de la visión cosmológica
sostenida por la Iglesia católica. Además de estos razonamientos, sus afirmaciones teológicas también
fueron otra de las causas de su condena, que lo llevaron a ser ejecutado por las autoridades civiles de
Roma después de que la Inquisición romana lo declarara culpable de herejía. Fue quemado en la
hoguera.

Nicolás Copérnico fue un monje astrónomo polaco del Renacimiento que formuló la teoría heliocéntrica
del sistema solar. Su libro De revolutionibus orbium coelestium (”Sobre las revoluciones de las esferas
celestes”) suele ser considerado como el punto inicial o fundador de la astronomía moderna, además
de ser una pieza clave en lo que se llamó la Revolución científica en la época del Renacimiento.
Copérnico pasó cerca de veinticinco años trabajando en el desarrollo de su modelo heliocéntrico del
universo. En aquella época resultó difícil que los científicos lo aceptaran, ya que suponía una auténtica
revolución. El modelo heliocéntrico es considerado una de las teorías más importantes en la historia de
la ciencia.

Johannes Kepler, figura clave en la revolución científica, fue un astrónomo y matemático alemán;
conocido fundamentalmente por sus leyes sobre el movimiento de los planetas en su órbita alrededor
del Sol.

Galileo Galilei fue un astrónomo, filósofo, ingeniero, matemático y físico italiano, relacionado
estrechamente con la revolución científica. Eminente hombre del Renacimiento, mostró interés por casi
todas las ciencias y artes (música, literatura, pintura). Sus logros incluyen la mejora del telescopio,
gran variedad de observaciones astronómicas, la primera ley del movimiento y un apoyo determinante
a la «Revolución de Copérnico». Ha sido considerado como el «padre de la astronomía moderna», el
«padre de la física moderna» y el «padre de la ciencia». Su trabajo experimental es considerado
complementario a los escritos de Francis Bacon en el establecimiento del moderno método científico y
su carrera científica es complementaria a la de Johannes Kepler. Su trabajo se considera una ruptura
de las teorías asentadas de la física aristotélica y su enfrentamiento con la Inquisición romana de la
Iglesia católica se presenta como un ejemplo de conflicto entre religión y ciencia en la sociedad
occidental. Por supuesto, también fue juzgado por la Inquisición y obligado a retractarse de sus teorías
heliocéntricas.

A él se la atribuye la famosa frase “Eppur si muove” (“y, sin embargo, se mueve,” en castellano) que
habría pronunciado después de abjurar de la visión heliocéntrica del mundo ante el tribunal de la Santa
Inquisición. No es verosímil que en ese momento en el que Galileo no se encontraba libre, fuera
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desafiante en extremo como para pronunciar ante el tribunal de cardenales de la Inquisición una frase
que contradecía su abjuración. Si esa frase fue pronunciada, lo fue en otro momento.

Mientras que en Oriente la astrología floreció tras el desmembramiento del imperio romano, con las
influencias de la India, Persia y el mundo islámico sobre los eruditos y un activo movimiento de
proyectos de traducción, en el mismo período la astrología occidental se había vuelto «fragmentada y
poco sofisticada (...) debido en parte a la pérdida de la astronomía científica griega y en parte a que
estaba condenada por la Iglesia». Las traducciones de obras árabes al latín comenzaron a llegar a
España a finales del siglo X, y en el siglo XII la transmisión de obras astrológicas de Arabia a Europa
«adquirió gran ímpetu».

Conocemos hoy en día textos de Alí Aben Ragel y Ben Ezra, entre otros, que fueron traducidos en
España bajo el patrocinio y supervisión de Alfonso X El Sabio, que han permitido recuperar el
conocimiento astrológico medieval olvidado en la etapa cientificista. De ellos conocemos ahora diversos
aforismos que aplican en Astrología Horaria, Electiva, Mundana y Gemoastrología.

Hacia el siglo XIII, la astrología formaba parte de las prácticas médicas habituales en Europa. Los
médicos combinaban la medicina galénica (del fisiólogo griego Galeno, 129-216 d. C.) y el estudio de
las estrellas. Para finales del siglo XVI, a los médicos se les requería por ley calcular la posición de la
Luna antes de llevar a cabo procedimientos médicos como sangrías o cirugías.

Los trabajos más influyentes del siglo XIII incluyen los del monje británico Johannes de Sacrobosco
(1195-1256 aprox.) y del astrólogo italiano Guido Bonatti. Bonatti prestaba servicio a los gobiernos
comunales de Florencia, Siena y Forlì, de donde era originario, y era consejero de Federico II
Hohenstaufen. Su libro de texto astrológico Liber Astronomiae, escrito en torno a 1277, se granjeó la
fama de ser «la obra astrológica escrita en latín más importante del siglo XIII». Dante Alighieri
inmortalizó a Bonatti en la Divina Comedia (principios del siglo XIV) al colocarle en el octavo Círculo
del Infierno, lugar al que iban a parar los que adivinaban el futuro y donde se les mantenía con la
cabeza vuelta del revés.

En la Europa medieval, la educación superior se dividía en siete materias, cada una representada por
un planeta distinto, y conocidas como las siete artes liberales. Dante atribuyó un planeta a cada una
de ellas. Puesto que se concebían en orden ascendente, eso se hizo con los planetas, en orden
decreciente de velocidad planetaria: a la gramática se le asignó la Luna, el cuerpo celeste más veloz; a
la dialéctica se le asignó Mercurio; a la retórica, Venus; a la música, el Sol; a la aritmética, Marte;
Júpiter a la geometría y la astrología-astronomía el cuerpo celeste más lento, Saturno.

Los escritores medievales utilizaban el simbolismo astrológico en la literatura. Por ejemplo, la Divina
Comedia muestra variadas referencias a las asociaciones planetarias cuando describe la arquitectura
del Infierno, el Purgatorio y el Paraíso (como los siete pisos de la montaña del Purgatorio donde se
expían los siete pecados capitales que se corresponden con los siete planetas clásicos de la astrología).

Durante el Renacimiento, los astrólogos de la corte complementarían su uso de los horóscopos con
observaciones y descubrimientos astronómicos. Muchos a los que hoy se elogia por subvertir el antiguo
orden astrológico, como Tycho Brahe, Galileo Galilei y Johannes Kepler, eran astrólogos practicantes.

A finales del Renacimiento disminuyó la confianza antaño depositada en la astrología, con el derrumbe
de la física aristotélica y el rechazo de la distinción entre el reino celeste y el reino sublunar, que se
habían comportado históricamente como los fundamentos de la teoría astrológica. Keith Thomas
escribe que, aunque el heliocentrismo es consistente con la teoría astrológica, los avances
astronómicos de los siglos XVI y XVII significaron que «el mundo ya no se podía concebir como un
organismo compacto e interrelacionado; pasó a ser un mecanismo de dimensiones infinitas, del cual
había desaparecido irrefutablemente la subordinación jerárquica de la tierra al cielo». En un primer
momento, entre los astrónomos de la época, «casi ninguno intentó una refutación seria a la luz de los
nuevos principios», y en realidad los astrónomos «eran reticentes a abandonar la satisfacción
emocional que proveía un universo coherente e interrelacionado». Hacia el siglo XVIII el interés
intelectual que hasta entonces habían mantenido el estatus de la astrología fue abandonado casi por
completo.

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La representación de las esferas celestes se puede resumir en este gráfico (en el que se muestran
Urano, Neptuno y Plutón, visibles solo con telescopio y que no se conocían para la época renacentista).
Ellas representan el camino para llegar a Dios a través de la Astrología.

La esfera más externa es la banda zodiacal.


Dentro de ella está la esfera de las estrellas
fijas (simbolizadas con un asterisco, que se
mueven muy lentamente por lo que no son
realmente fijas, 1º cada 72 años, tiempo en
el que el ser humano ve la estrella
aparentemente en el mismo lugar). Esta
esfera es el límite de nuestro cosmos visible.
Dentro de la esfera de las estrellas fijas está
contenida la esfera de Saturno, que tiene
que ver con la Justicia Divina. Saturno es un
pasadizo a lo divino, con una puerta
estrecha.
Júpiter es la siguiente esfera concéntrica en
nuestro viaje hacia adentro. Este par de
planetas van de la mano: contracción-
expansión, castigo-misericordia.

A ambos lados de la esfera solar encontramos a Marte y Venus: la fuerza y la conciliación. No se nos olvide que
Venus puede ser tan maléfica como Marte, desviándonos de nuestro verdadero camino. Y Marte es el ardor que nos
lleva a Dios. Sin la justa guía de la esfera solar que está entre ellos, cada uno de estos planetas gemelos puede ser
tan peligroso como el otro. Tenemos que buscar la reconciliación con la parte buena de nosotros.
Dentro de la esfera de Venus está la de Mercurio: la razón, antiguo regente de la Astrología. Los astrólogos
antiguos se consideraban pensadores.
Todos los planetas dependen de la guía correcta y por eso el Sol ocupa la esfera central. El Sol es la manifestación
de Dios.
La esfera más interna es la de la Luna. Todo lo que está por encima de este nivel se considera inmutable. Por
debajo está el mundo sublunar: el mundo en que vivimos, la Tierra, que puede llegar a ser un mundo de
generación y corrupción.

Si se sigue el orden de estas esferas tenemos:


*j h g a f d s:
Nótese que el Sol queda en el centro aunque la Tierra sea el centro de las esferas (modelo
geocéntrico). Si se deja el Sol en el centro y se colocan los planetas a los lados se tendrá la estructura
que explica las regencias antiguas: Marte quedará al frente de Venus, así como Aries-Libra y Escorpio-
Tauro son signos opuestos. Júpiter quedará al frente de Mercurio, así como Sagitario-Géminis y Piscis-
Virgo son signos opuestos. Y Saturno quedará frente a la Luna, tal como sus signos opuestos
Capricornio-Cáncer. Y se cierra el ciclo con Saturno también frente al Sol, con sus opuestos signos
Acuario-Leo. Acuario el signo del hombre, Leo el signo del Sol, la manifestación de Dios. La polaridad
entre lo humano y lo divino.
a
g f
h d
j s
j

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Al cambiar la visión del modelo geocéntrico, donde la Tierra es la esfera central pero el Sol queda en el
centro, y pasar al modelo heliocéntrico (pues ahora sabemos que es la Tierra la que gira alrededor del
Sol y no al contrario), colocamos los planetas en el orden en que están en el sistema solar y
encontramos lo siguiente:
j h g : f d a
Ahora queda la Tierra en el centro, pasando de un mundo espiritual a uno material. La Luna
desaparece y queda relegada a satélite. Y las estrellas fijas también desaparecen: ya no son una
esfera límite de nuestro cosmos visible, sino infinitos sistemas solares.

Si ahora agregamos a Urano y Neptuno, también en el orden del sistema solar, encontraremos que
Marte pasa a ser el centro. No hace falta sacar conclusiones conociendo el significado de Marte:
l k j h g : f d a

Y si añadimos Plutón, el centro pasa a un punto intermedio entre Júpiter y Marte, es decir, al cinturón
de Asteroides: fragmentos de polvo desestructurados…

; l k j h __ g : f d a

Es parcialmente una descripción de lo que ha pasado al cambiar de geocentrismo a heliocentrismo.


Aunque astronómicamente es correcto, filosóficamente significó un cambio muy importante en la
civilización humana.

En otras latitudes, el sistema chino se basa en la astronomía y en los calendarios y su gran desarrollo
está ligado al de la astronomía, que floreció durante la dinastía Han (siglo II a. C.-siglo II d. C.).

La astrología china mantiene una relación estrecha con la filosofía china (teoría de las tres armonías,
cielo, tierra y agua) y usa los principios del yin y el yang, así como conceptos que no se hallan en la
astrología occidental, como el Wu Ching, los Diez Troncos Celestiales, las Doce Ramas Terrestres, el
calendario lunisolar y el cómputo del tiempo en años, meses, días y shichen (時辰).

Tradicionalmente, la astrología en China estaba bien considerada, y se dice que Confucio la trataba con
respeto, pues dijo: «El Cielo envía sus símbolos bondadosos o malignos y los hombres sabios actúan
en consecuencia». El ciclo de 60 años que combina los cinco elementos con los doce signos del zodíaco
chino se ha documentado desde, por lo menos, los tiempos de la dinastía Shang (1766-1050 a. C.). Se
han encontrado huesos oraculares que datan de este período, con las fechas enmarcadas en el ciclo de
60 años inscritas en ellos, junto con el nombre del adivino y el asunto sobre el que se adivina. Uno de
los astrólogos chinos más famosos fue Tsou Yen, que vivió en torno al 300 a. C. y escribió: «Cuando
está a punto de alzarse una nueva dinastía, el cielo muestra signos auspiciosos para el pueblo».

En cambio, los calendarios de la Mesoamérica precolombina se basan en un sistema de uso común en


toda la región, que se remonta hasta por lo menos el siglo VI a. C. Los primeros calendarios eran
empleados por pueblos como los zapotecas y los olmecas, y posteriormente por los mayas, los
mixtecas y los aztecas. Aunque el calendario mesoamericano no nació con los mayas, las extensiones y
refinamientos posteriores que éstos le aplicaron fueron las más sofisticadas. Junto con los de los
aztecas, los calendarios mayas son los mejor documentados y los mejor entendidos.

El característico calendario maya utilizaba dos sistemas principales; el primero trazaba el año solar de
360 días, que regía la siembra de las cosechas y otros asuntos domésticos, mientras que el segundo
(Tzolkin), de 260 días, estaba dedicado al uso ritual. Cada uno de ellos estaba relacionado con un
elaborado sistema astrológico que cubría todas las facetas de la vida. El quinto día tras el nacimiento
de un niño, los astrólogos-sacerdotes mayas levantaban su horóscopo para determinar su futura
profesión: guerrero, sacerdote, siervo o víctima de sacrificio. También se observaba el ciclo de 584
días de Venus, que registraba las apariciones y conjunciones de Venus, el cual se veía como un planeta
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de malos auspicios y nefasta influencia, por lo que los gobernantes mayas solían planear las campañas
militares coincidiendo con el ascenso de Venus. Existen evidencias de que los mayas también
registraban los tránsitos de Mercurio, Marte y Júpiter, y de que poseían un zodíaco de algún tipo. El
nombre maya para la constelación de Escorpio también era 'escorpión', mientras que el nombre de
Géminis era 'pecarí'. Algunas evidencias sugieren que existían otras constelaciones con nombres de
animales. El observatorio maya más conocido, aún intacto, es el observatorio Caracol, en la antigua
ciudad maya de Chichén Itzá (México).

El calendario azteca comparte la misma estructura básica con el calendario maya, con dos ciclos
principales de 360 y 260 días. El calendario de 260 días era llamado Tonalpohualli y se empleaba sobre
todo con fines adivinatorios. Como el calendario maya, estos dos ciclos formaban un «siglo» de 52
años.

No debemos olvidar el hecho de que la cosmogonía forma parte de la astrología desde sus inicios.
Cada civilización tuvo sus dioses relacionados con arquetipos que son comunes para todos y que hoy
en día hemos profundizado con la psicología arquetipal (C.G. Jung). Podemos ver esquemas de dioses
griegos, egipcios, y nórdicos representando el mismo significado. En la Astrología occidental, hemos
heredado la base de los dioses griegos con sus correspondientes nombres romanos.

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Cosmognogía griega: Cosmogonía egipcia:

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Después de la separación astrología-astronomía para dar mayor peso a esta última, la parte filosófica
de la astrología y su relación con el camino para encontrar a Dios se perdió por varios siglos, hasta ser
recuperada a finales del s. XIX, primero por grupos herméticos y finalmente hasta hacerse masiva en
estos tiempos de rupturas de barreras e internet.

Copérnico, Kepler, Newton, entre otros, fueron físicos, matemáticos, astrónomos y astrólogos. Sin
embargo, fueron simultáneamente los precursores en el dar mayor peso a la comprobación científica y
al heliocentrismo, que alejó al Ser Humano del encuentro con Dios, como ya se describió. Surge aquí la
ruptura definitiva entre Astrología y Astronomía.

Ahora pareciera estarse retomando el camino filosófico, gracias a la Sincronicidad y muchos


movimientos holísticos que dan suma importancia al crecimiento espiritual.

Los cálculos astronómicos son la base matemática para los movimientos planetarios estudiados en
Astrología, pero ésta requiere, además, del conocimiento psicológico, filosófico, histórico y espiritual
para servir como ciencia y terapia.

Referencias para este capítulo:

https://es.wikipedia.org/wiki/Astronom%C3%ADa_babil%C3%B3nica
https://es.wikipedia.org/wiki/Historia_de_la_astrolog%C3%ADa
http://www.diariosigloxxi.com/texto-diario/mostrar/296816/mundo-astrologia-mesopotamica
https://incognitasindespejar.wordpress.com/2015/05/11/mesopotamia-el-inicio-de-la-astrologia/

Nota: no se ha incluido en esta sección nada referido a la Astrología védica, su origen, su historia, su
uso actual y su diferencia con la Astrología trópica occidental.

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