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EL SOL COMO CORAZÓN CÓSMICO

Walter Bühler

Sin la realización de una mirada hacia el cosmos, no es posible una profunda comprensión del hombre. El
sol, la luna y las estrellas y sus ritmos, son el lado externo de un mundo de esferas de imágenes primarias,
cuya consonancia promueve la cristalización del microcosmos ser-humano. Esto cobra validez asimismo
también con referencia a todo sistema orgánico u órgano en particular. “Aquello, que está contenido en
cada órgano, es posible de comprender tan solo cuando el órgano en cuestión es comprendido a partir del
cosmos”.
Es empero la entelequia humana misma, que participa en la tarea en tales procesos suprasensorios, en
ocasión del paso a través de las esferas según su destino. Estos procesos luego se convierten en elemento
impulsador del desarrollo embrional humano.
“Tomemos al más noble de los órganos: el corazón humano…esa formación plástica, externa, el corazón
humano, tal como es de manera individual en cada persona es el resultado de aquello que ha elaborado en
común tarea con los dioses desde la muerte y un nuevo nacimiento- en primer lugar, la persona tiene que
trabajar en la dirección que desde la tierra va hacia Leo. Hacia la imagen estelar de leo en el zodíaco. Esa
dirección es corriente desde la tierra hacia la imagen estelar del hombre, para que pueda producir al corazón
en forma de germen; allí se encuentran fuerzas cósmicas-.
Luego, cuando el hombre ha pasado por esa región que se encuentra en las vastedades del espacio sideral,
tiene que llegar a regiones más próximas de la tierra, a la región solar. Allí, a su vez también se desarrollan
fuerzas, que siguen perfeccionando al corazón. Y luego el hombre llega a la región tal, en la cual ya es
tocado por aquello, que llamamos calor terrestre. Allí, se prepara al corazón en una tercera etapa.” Luego
Rudolf Steiner refiere, como en la región de Leo actúan en principio “fuerzas puramente morales y
religiosas”, que en la región solar, son captadas por las fuerzas etéricas. Y recién en la región fogosa,
próxima a la tierra, “las fuerzas comienzan a entrar en actividad, que luego configuran al germen físico
para el hombre, que luego desciende como ser espiritual-anímico.” A diferencia de órganos tales como el
hígado o el pulmón, “que recién se forman en la proximidad de la existencia terrenal”, el corazón ocupa una
posición especial, dado que es configurado procedente de las lejanías de todo el cosmos.
“Con respecto al pulmón, el hígado, en lo cósmico el hombre se asemeja a la proximidad terrestre, con
respecto al corazón, es un amplio ser cósmico… al pasar al corazón quisiéramos anotar al universo entero.”
Este origen de amplitud cósmica del corazón, también lo convierte en el cuerpo humano en un órgano
universal, que mediante el sistema arterial y circulatorio de modo sin par, llega a todos los órganos, los une
entre sí, los refiere a sí mismo, aunándolos en integridad de organismo. Por lo tanto en ocasión del estudio
del sistema circulatorio-cardíaco y sus enfermedades, es una necesidad procedente de la naturaleza del
objeto, el tomar en cuenta en mayor medida los aspectos cosmológicos. Esto empero nos conduce a
contemplar al más majestuoso fenómeno del cosmos mismo, al SOL. Al considerarlo a modo de estrella
fija, entonces a su vez es el representante de los misterios más cercanos a nosotros de las lejanías
macrocósmicas del espacio. De hecho, la observación solar y la física solar, a modo de una rama especial
de la astronomía moderna, es fomentada con todos los medios, porque a través de cada información y
aclaración referida a nuestro astro central, se aguarda una conclusión con respecto a los enigmas de toda la
galaxia y sus miles de millones soles de estrellas fijas, es decir, conocimientos que de esta manera tan solo
pueden ser obtenidos mediante este objetivo, de modo relativamente fácil. Rudolf Steiner así lo ha
expresado: “Elevando la mirada puedo ver al poderoso corazón del mundo, en el luminoso circulo del sol.
Elevando la mirada puedo sentir, al animado sol humano, en el cálido latir del corazón.”
No se trata aquí de algo simbólico, sino del contexto de lo espiritual en el hombre, con la espiritualidad del
mundo: “Dado que aquello que se encuentra en el interior de nuestra piel no es otra cosa que la imagen
espejo del organismo exterior del mundo. Cuando entonces a modo de esquema tenemos aquí al hombre y
tenemos allí de alguna manera su circulación sanguínea, entonces seguimos la vía de esta circulación
sanguínea… eso acontece en el interior del hombre. Al salir al espacio sideral y vamos en dirección al sol,
vemos que se corresponde con el corazón en el interior del hombre. Y aquello que desde el corazón pasa
por el cuerpo, o en realidad desde el cuerpo llega al corazón, por irregular que en cierto modo es, es similar
a los movimientos relacionados con el curso del sol… en lugar de trazar una forma en el pizarrón,
tendríamos que indagar los jeroglíficos contenidos en nuestro interior. Luego empero tendríamos que
aprender a partir de esto cualitativo, entender aquello que acontece allá afuera en el universo.”
Una exposición más pormenorizada de las referidas corrientes cósmicas, las brinda Rudolf Steiner en una
conferencia acerca de leyes estéticas de formas (caminos para un nuevo estilo de edificación”, del
5.7.1914). Muestra allí como entidades de naturaleza elemental y de organizaciones jerárquicas inferiores,
son enviadas por el sol a determinados cuerpos celestes, a los que compenetran vivificándolos retornando al
sol a modo circulatorio. Al respecto “al observador oculto se le aparece el sol como dividido en cuatro
partes, en cuatro espacios, en forma de cruz”. Son lugares solares, denominados como “cámaras”. “Así
podemos ver una corriente tal de entidades migratorias, a partir de una determinada cámara – diríamos –
desde el sol hacia la tierra, penetrando en la tierra, transvivificando la tierra, vale decir con la fuerza
espiritual del sol, luego retornando al sol y a esta cámara aquí”.
De similar manera, entidades “rodean y transponen con su fluir a la luna que proceden de una cámara
segunda. “Por un lado las entidades, después de haber transpuesto a la luna en su fluir, retornan a la cuarta
cámara, pero además se forma otra corriente, que consiste en el hecho de que determinadas entidades no
participan del trayecto hasta la luna, sino que antes de llegar a la luna, emprenden el camino de retorno al
sol. De esta figura vemos una especie de imagen-espejo, diríase en el universo.”
En otro dibujo, Rudolf Steiner equipara la luna al cerebro, la tierra al pulmón, y en sol dividido en cuatro
partes, al corazón compuesto por cuatro cámaras, mostrando como en la figura del fluir cósmico que
forman las entidades nombradas, pueden ser experimentados como la imagen arquetípica de la corriente
sanguínea humana.
Parece ser significativo, que Rudolf Steiner habla del hecho que estas corrientes recién al cabo de una
“contemplación más detenida se disuelven en una multitud, en muchedumbre de entidades espirituales, que
migran de un cuerpo celestial a otro, y que en principio, como corrientes magnéticas cósmicas o eléctricas,
van de un cuerpo celestial a otro. Dado que esto muestra que tales procesos suprasensorios poseen un
destello o reflejo que llega hasta el plano de percepción de nuestros sentidos exteriores. Y es de hecho la
física solar, la que observa en relación con el sol, enormes y múltiples fenómenos magnéticos y eléctricos.
W. y D. Babcock por ejemplo han desarrollado un complicado magnetógrafo solar, que mediante el efecto
zeeman permite recorrer y registrar la distribución de los campos magnéticos de toda la superficie solar de
manera automática en un cuarto de hora. Sobre la tierra a su vez, en los trastornos globales de los campos
magnéticos terrestres en las así llamadas tormentas magnéticas, en el estallido de la aurora boreal, el fluir
de determinadas radiaciones corpusculares del sol.
Podemos suponer que también en los fenómenos externos podamos recibir indicaciones significativas con
respecto a lo subyacente espiritual. “Dado que como los rayos solares físicos caen sobre la tierra, brindando
luz y calor a la tierra, así los actos y los efectos de los espíritus del sol caen sobre nuestra tierra.
Los rayos solares físicos, son tan solo la expresión extra-física de los actos de los seres solares
espirituales.” Dado que no es posible una espiritualización de los resultados de investigación de las ciencias
naturales sin su exacto conocimiento y su consideración, a continuación contemplaremos algunos datos
referidos al estado actual de la astronomía solar.

EL LADO EXTERNO DEL SOL


En el sentido científico-espiritual, el sol puede ser tomado como un cuerpo espacial al cual por lo tanto le
corresponde un determinado tamaño medible. El diámetro del globo solar se calcula en 1, 4 millones de
kilómetros, lo que representa las 109 veces del diámetro de la tierra. Este tamaño que resulta ser difícil de
imaginar resulta ser más comprensible si imaginamos a la tierra en su tamaño, a modo de una manzana de
9cm. de diámetro. Entonces el sol se corresponde a un globo de 10metros de altura. Lo llenarían recién, 1,3
millones de manzanas. Por lo tanto, la tierra conjuntamente con la vía lunar tendría lugar cómodamente en
el sol, cuya masa se presume como 332000 veces la masa de la tierra, eso es 2x1033 gr.
Ya el aspecto resplandeciente, titilante de la esfera solar está señalando que cada punto de su superficie – a
diferencia de la luna, se encuentra en constante movimiento. La luz visible proviene de la capa de fotosfera,
de tan solo unos kilómetros de espesor que comparado con el tamaño del sol, se asemeja tan solo a una
finísima envoltura cuya temperatura desde adentro hacia afuera decrece de 7000 grados a 4000.
Debajo de esa envoltura, hasta 70.000 kilómetros de profundidad (= a un décimo del radio solar), se
encuentra la zona inestable de convección hidrógena, transpuesta por turbulentas corrientes de convección.
Las mismas promueve enormes alteraciones en la fotósfera lindante, en forma de masas de gases
ascendentes y descendentes, con diferencias de temperatura de hasta 1.000 grados, que se tornan visibles en
la burbujeante rede de malla, de las granulaciones de la superficie solar. Su aspecto se asemeja a un ciclo
cubierto por cirros o también al ojo en facetas de un insecto; dado que como parece, “las granulaciones se
encuentran encajadas entre sí de manera hexagonal, como el panal de abeja”.
Se trata de poderosos remolinos de gas, que constantemente se generan y se disuelven – de un tamaño
aproximado como de Francia – cuya duración de vida es tan solo de pocos minutos. “La fotósfera del sol, la
de la cual procede la radiación solar, muestra ser un campo en transformación constante, de tempestades de
remolino, ubicados uno próximo al otro.”
Tan solo en ocasión de un eclipse solar, podemos observar sin la ayuda de un instrumento, una radiancia
circular que rodea al sol, en el cual aparecen rayos cortos y rayos largos y arcos lumínicos la CORONA. Se
compone de una atmósfera gasífera, muy delgada que constituye tan solo un millonésimo de la luminosidad
del sol, en su esfera. Como el 99por ciento de su luz solo es luz reflejada en la fotósfera, tiene que
sorprender en tanta mayor medida el hecho que en ella la temperatura de golpe asciende a 1, 2 hasta 1, 5
millones de grados. No nos equivocamos al ver en esta envoltura calórica, de por sí oscura, un resto del
antiguo desarrollo saturnino. Dado que ya en la época del antiguo estado solar del desarrollo planetario,
alrededor del astro luminoso, se encuentra una envoltura fogosa: “El sol mismo ha sido una especie de
masa de aire, aquello que lo rodeaba era la materia aquella que con anterioridad formaba al Saturno mismo:
el fuego el calor- la parte que se había concentrado, había formado al solen forma de gas, y lo que no pudo
compenetrarse era un ondulante mar de fuego-“ la fotósfera incandescente en cambio se origina en el
antiguo estado solar de la evolución planetaria. La Corona, sin límites reconocibles, pasa al espacio sideral
y en la actualidad hasta se la relaciona con la luz zodíaca. “Sus ramificaciones más extremas
ocasionalmente hasta pueden tocar a la tierra”.
Entre la corona y la fotosfera crece un “mar de gramíneas”, transpuesto de colores, con poderosas lenguas
de fuego en movimiento (spícules) que forman la cromosfera. La observación de esta envoltura del globo
solar de algunos miles de kilómetros, pertenece a los problemas más difíciles de la física solar, ya que
puede ser realizada tan solo por unos segundos, al comienzo y al final de un eclipse solar. Los spícules con
su carácter de fuente pueden alcanzar una altura de 10.000 a 20.000 kilómetros y con ello, avanzar hasta la
corona.
Existen tan solo durante unos pocos minutos y tienen sus raíces en las ya mencionadas granulaciones de la
fotósfera. En la cromósfera inferior se hallan tan unidos que ya no pueden ser separados en unidades. Estas
fogosas salpicaduras de gas se elevan con velocidades de 30 kilómetros por segundo. “Sin lugar a dudas, un
visitante de la cromosfera (o también de la fotosfera con sus granulaciones en veloz ascenso)
experimentaría un ruido ensordecedor, tal como se genera en ocasión de todos los movimientos de procesos
con velocidad supersónica.”
A modo de ejemplo con respecto a la exactitud de las observaciones aquí representadas, mencionamos que
los spícules en los polos del sol son más largos y allí, a consecuencia de la influencia de los campos
magnéticos del sol, se encuentran inclinados en direcciona su superficie, como los rayos polares de la
corona. El hecho de que su espectro tan solo muestre 3.000 líneas de cromósfera, indica cuan diferenciado
tienen que ser estos árboles lumínicos. Dado que “nuestro sol de la actualidad es el descendiente de la
antigua masa solar”, podemos ver en la gaseosa, luminosa y hasta colorida fotósfera y cromósfera la
especial resonancia del antiguo sol. Este mismo refleja los ingredientes del cosmos, brillaba en los más
bellos colores, despedía un maravilloso resonar, un delicioso aroma fluía del mismo. El antiguo sol ha sido
un maravilloso ser.”
El así llamado CALENTAMIENTO de la corona, que de manera constante entrega su calor al entorno
cósmico, le ha casado mucho dolor de cabeza a los físicos solares y se dice que procede de la zona de
convección hidrógena del interior solar, a causa de intermitencias “que a modo de ondas elásticas
transponen la fotósfera y la cromósfera superior, pasando con ello a ondas de empuje… para cubrir la
radiación de la corona, es decir mantener su temperatura, ya basta que una de diez mil partes de la energía
kinética contenida en las granulaciones llegue a la corona”.
En el interior del sol mismo que no puede ser observado de manera directa, se supone que imperan
temperaturas y estados de concentración inimaginables de materia. Partiendo de masa solar conocida
supuestamente, que parece estar compuesta sobre todo de hidrógeno y helio, los físicos calculan para el
centro solar, temperaturas de 17 hasta 21 millones de grados, siendo e estos gases son comprimidos a una
concentración entre 45 a 115 g/cm3 bajo una presión de 1011 atmósferas. “Al respecto se integran paso a
paso con ecuaciones conocidas de la hidrostática y la termodinámica, desde la superficie hasta el centro…”
Toda la masa solar en su conjunto, lleva a cabo un continuo movimiento de giro, que sobre todo puede ser
detectado en las manchas solares. Al respecto se evidencia de manera sorprendente que un punto de la
superficie solar se mueve con una velocidad tanto más acelerada, cuanto más próximo se encuentra del
trazo ecuatorial, mientras que la velocidad de rotación disminuye en la proximidad de los polos. En las
amplitudes medias, la duración de rotación es de 25, 38 días. En la zona ecuatorial se acorta en 9 horas y se
desacelera en (-70, 70) grados de amplitud heliográfica en cuatro días.
Al elegir 3 puntos (A, B, C) (ver figura 1) de un meridiano solar, entonces los mismos al cabo de un giro
(ver figura 2) estarán desplazados (A’, B’, C’ ). El globo solar de esa manera se transforma en un
gigantesco remolino, cuyas masas constantemente se desplazan entre sí, mezclándose. Por cierto que a ese
remolino de esa ronda de granulaciones, que se generan y desaparecen en la superficie solar, lo podemos
considerar como destello del gran remolino solar.

EL SOL COMO ESPACIO HUECO


En oposición absoluta, a los mencionados conceptos de cálculo de la astronomía de la actualidad, referidos
al interior del sol a modo de una gigantesca masa candente de materia en constate transformación atómica,
se encuentra el resultado de una investigación de Rudolf Steiner, que podemos considerar revolucionario:
“Los físicos estarían muy asombrados, si pudieran preparar una expedición para llegar, donde opinan que
se encuentra un cúmulo de gases candentes, que según su opinión forman al sol: sucede que los físicos
hallarían que allí donde se suponían la existencia de los gases candentes, nada existe, existe aun menos que
el espacio – menos que nada: ¡un hueco en el espacio sideral!
¿Qué significa espacio? Los hombres no saben lo que es el espacio, y los que menos lo saben, que mucho
reflexionan acerca de ello son los filósofos. Dado que, si aquí hay una silla y sigo caminando sin tomarla en
cuenta, voy a chocar con ella, es solida y no me deja pasar. Si la silla no está allí, recorro el espacio sin
problema. Existe empero un tercer caso. En ese tercer caso, al caminar no tendría que detenerme, ni me
golpearía, pero sería absorbido, chupado, desaparecería: allí FALTA el espacio, existe lo opuesto al
espacio. Y este hecho opuesto al espacio, se encuentra en el sol. El sol es ESPACIO NEGATIVO, es
espacio dejado en blanco”.
Este desarrollo polar del concepto, experimenta una complementación en el curso astronómico, donde
Rudolf Steiner introduce el concepto de la “materia negativa”: “En el sol no tenemos un cuerpo cósmico
simplemente diluido con respecto a la tierra, sino que en cierto sentido, si a la tierra en su materialidad la
planteamos como positiva, en el sol, en la parte interior del sol, tenemos MATERIA NEGATIVA.
Podemos manejarnos con las manifestaciones tan solo al imaginar materia negativa en el espacio interior
del sol”
De hecho, en el espacio opuesto cobran validez leyes muy diferentes que en el espacio positivo circundante.
Allí impera la fuerza de gravedad y la presión de la materia. Aquel es referido como “espacio hueco, de
succión, que aniquila todo lo que se encuentra en su interior, de modo tal que es más un espacio hueco. Un
espacio hueco al menos no hace otra cosa que recibir todo aquello que allí colocamos. El sol empero es un
espacio tal que cuando algo colocamos en ese espacio, de inmediato lo succiona, lo hace desaparecer. No
tan solo hay anda, hay menos que nada.”
Esta inversión de la dinámica en el interior del sol por lo tanto es tan enorme que allí desaparece la ley de
conservación de la materia.
En el efecto de succión del espacio solar hueco, revive el éter cósmico; dado que la materia no solamente se
convierte en espacio vacío, sino que se torna negativa, se convierte en menos que nada, se torna en efecto
de succión. Y el éter es succionador. El sol es en su conjunto un globo que en realidad succiona y por
doquier donde existe éter, existe fuerza de succión… no es un globo contenedor de gas, sino que allí existe
menos que espacio, existe un cuerpo de succión.”
Una y otra vez Rudolf Steiner remarca en los últimos años de su vida este concepto del sol a modo de un
espacio cósmico-hueco. Los físicos “creen que allá afuera está flotando un gran globo lleno de gas en el
cosmos. Ya lo he dicho reiteradas veces: los físicos estarían muy asombrados, si pudiesen construir un
globo cósmico – y allí donde suponen un gran globo contenedor de gas, hallarían un espacio negativo, que
de inmediato no solo los convertiría en nada, sino que trasladaría más allá del nada. Todo eso que hoy se
está desarrollando mediante las cosmologías materiales, es ilusión pura.
En la siguiente conferencia del mismo ciclo encontramos las palabras: el sol no tiene condición material
alguna. Lo que los físicos dicen al respecto – lo he dicho reiteradas veces – es fantasía pura. A ello parecen
contradecir por completo lo referido en otros lugares. Dado que “ya en el sol antiguo, que es el precursor
del actual, la sustancia calórica subyacente al sistema planetario “e había condensado en aire o en gas”.
Este “sol antiguo, ya posee una corporeidad más densa que Saturno, es comparable a la densidad del aire de
la actualidad-“ pocos años más tarde, Rudolf Steiner dice: “Al orientar nuestra mirada hacia el espacio
sideral en dirección al sol entonces en el primer término tenemos que ver un resto del sol antiguo, en cierto
modo, al revivido antiguo sol, que en la actualidad está imitando aquello que hubo sobre el sol antiguo… el
sol tal como hoy está flotando en el cosmos, no tan solo para la mirada clarividente se encuentra allí como
figura etérica, sino que está en existencia como un globo de gas, como algo concentrado hasta la cualidad
del aire.”
En concordancia a ello, encontramos en la “Ciencia oculta”, la explicación referida a la generación del sol
actual, afirmando que el sol actual se ha desarrollado por el hecho de que determinados seres en la época
hiperboreica, del estado gasífero luminoso del concentrado cuerpo cósmico han extraído las finas
sustancias calóricas y gaseosas materiales a modo de cuerpo solar, para no compartir la sucesiva
solidificación de la tierra.
La aparente contradicción se resuelve sin consideramos que también el sol, como toda manifestación
mundial tiene dos aspectos y depende de qué lado lo estamos mirando. Dado que la concepción del espacio
hueco, en realidad solo ataña una parte del sol, la parte INTERIOR”, al cual para el conjunto de la
concepción le corresponde una parte material, externa, periférica. El investigador espiritual, frente a la
concepción unilateral dentro del ámbito material científica-natural, que obstruye el camino a una verdadera
contemplación del sol, tiene que remarcar con decisión al lado supera sensorio-espiritual, como aporte
original al estudio científico espiritual del sol.
Lo que estamos viendo del sol, de hecho es tan solo la envoltura gasífera periférica luminosa, llameante en
calor, que oculta su verdadero misterio, el interior solar. En nuestro modelo solar de los 10 metros, la
fotosfera sería tan solo una capa envoltoria de 4mm de grosor de gas. El grosor de la cromosfera, que es
tomada como “es espuma de las olas del océano ondulante de la fotosfera”, en la misma tendría tan solo
unos pocos centímetros y este “llano incendiado” ya es 1000 – a 10.000 veces más delgado que la fotósfera.
La contradicción planteada es superada a través de una síntesis respectiva de la parte exterior y la parte
interior del sol. Se obtiene a partir de la descripción dada en el curso astronómico. La transición de la
materia, “que rodeando aún es aquello que hasta un cierto grado ejerce presión”, hacia el espacio de la
esfera, tiene que ser presentado por etapas: desde la materia relativamente más compacta, entramos a la
materia delgada, luego a la negación de la materia. Por cierto que no nos equivocaron al suponer en la zona
de convección hidrógena, esa región de envoltura de la superación definitiva de la materia circundante.
Esta concepción del sol empero tiene sus consecuencias para la concepción de la constitución de todo el
sistema planetario y el significado de sus condiciones del movimiento. Ya que no se trata ya de la fuerza de
gravedad de una inmensa masa, que por ejemplo atrae a la tierra en el sentido del “tiracuerda Newton”.
“Dado que el sol como “conjunto de fuerza de succión… ya es una explicación de la gravitación”. El
movimiento del sol, imaginado por Rudolf Steiner en forma de lemniscate, que arrastra tras de sí a la tierra,
solo puede ser imaginado científicamente cuando fuera de la fuerza de gravedad, se toman en cuenta
factores nuevos del movimiento, fuera de la fuerza de gravedad. “Comprendemos de esta manera aquello,
que de otro modo no podríamos acompañar interiormente con representaciones.
No podremos manejarnos jamás con una representación que mantiene unida las manifestaciones, si no
empleamos el fundamento de representaciones tales, al no contemplar en la materia una intensidad positiva
y una negativa”

EL SOL COMO FUENTE DE VIDA


Aquí nos encontramos en el punto decisivo, en el cual los modelos de movimiento del sistema planetario
pensado de manera mecánica tiene que ser conducidos a un modo de contemplación que toma en cuenta
principios que constituyen la esencia de lo orgánico- esa es la condición previa objetiva, para poder hablar
de un ORGANISMO PLANETARIO, en el cual no tan solo un candente globo gasífero muerto es un
centro de gravedad, sino en el cual es sol es viviente miembro del conjunto, vale decir, es un órgano- ya
una contemplación cualitativa acorde a la realidad de la luz solar y de los colores mismos, posibilitará
captar al sol a modo de entidad viviente: “Cuando alguna vez habrá llegado el momento de entender
debidamente la teoría de los colores de Goethe, se podrá comprender asimismo que no tan solo a la luz
podemos dividir en siete colores básicos, sino que detrás de aquello que es luz física, se encuentra la vida
transfluída por el sol.”
De hecho en el proceso de succión del interior solar, aparecen los cuatro tipos etéricos: “Al estar
contemplando al sol de la actualidad tan solo de manera física. Tenemos que decir: los estados que tenemos
en la tierra y que denominamos sólidos y líquidos, no los tenemos que buscar en el sol físico. A lo sumo
podemos decir, que el sol aún desciende hasta lo gaseoso. De esta manera aun nuestra física contempla al
sol… cuando de los siete estados de la existencia elemental queremos localizar los tres estados superiores
elementales – éter-luz, éter-sonido, éter de vida -, entonces tenemos que decir: los tenemos que buscar en
mayor medida en lo referido al sol- en lo terrenal, tenemos que buscar lo referido a la tierra, lo referido a lo
líquido, lo referido al aire… a lo referido al sol, tendremos que ubicar más bien lo luminoso, lo
espiritualmente sonoro y también lo referido a la vida. Lo generador de vida, lo tenemos que buscar en lo
referido al sol.”
Mediante aquello, “que en el sol son impulsos de calor, luz, son impulsos químicos, impulsos vitales”, el
sol se convierte de manera constante en fuente cósmica desbordante de vida. De hecho, “al sol se lo
percibirá como fuente divina de vida, sobretodo aun en la tercera época cultural post-atlántica. En esa
condición empero yace una imprescindible condición de poder elevar a nuestro astro diurno al rango
orgánico de un corazón cósmico.
La representación del solo como espacio hueco de succión, destructor de materia, sin embargo dador de
vida. No se halla tan lejano a nuestra capacidad conceptual como podríamos suponer en principio. Dado
que tanto en el organismo humano ,como también afuera en la naturaleza, de manera constante en el
accionar de lo etérico de modo concreto nos encontramos con el reflejo del efecto solar de succión,
pudiendo ejercitar nuestra mirada y nuestro sentimiento sensorio-ético en el mismo- así por ejemplo, el
ascenso de la sabia en los vasos en el tallo vegetal, superando la fuerza de gravedad que de manera amplia
excede al efecto capilar y que por la mañana puede aparecer de manera tan impresionante en la formación
de la gota (gutación) en la punta de la hoja, es una expresión del fluir del éter de succión. La tendencia
radial del tallo que desde allí se concentra como es sabido en menor medida sigue a la succión que en
medida mayor ejerce el sol sobre la tierra que lo sigue - ¿y en el interior de una flor de un tulipán o de una
rosa, dentro de los cuales el órgano arquetípico de la planta la hoja se disuelve en polvo y se dispersa en
fragancia, un relejo es del espacio opuesto, perteneciente al sol? Sería una idea grotesca, suponer un
espacio dentro de la fruta, hacia cuyo interior imprime las sustancias requeridas, siendo que en cierta
manera, procede al bombeo del contenido de un grano de uva. En ese mismo grano, a modo de un todo
pleno de vida, yacen las fuerzas de succión de un espacio opuesto metamorfoseado, que atrae la sustancia
orgánica. Sin destruirla pero transformándola en dirección a la luminosidad solar de la dulzura del azúcar y
la formación del aceite, purificándola, arrebatándola a las fuerzas centrales de la tierra. Dado que “cuando
la materia común choca contra algo, lo empuja- cuando el éter se aproxima a un asunto de esa índole lo
atrae mediante la succión y lo absorbe.”
De manera similar, Rudolf Steiner nos pide, ejercitar nuestra mirada con respecto a los efectos de presión y
de succión: “Si el éter no practicara efectos de succión, entonces las personas tendrían el mismo aspecto
atrás como adelante, dado que en aquello que genera la diferencia en el hombre, atrás y adelante, por un
lado es el resultado del efecto de presión de la materia pesada y del efecto de succión de la materia etérica,
o del éter. Nuestra nariz está empujada hacia afuera de nuestro organismo por el efecto de presión de la
materia pesada. La cavidad de los ojos es succionada hacia el interior por la fuerza de succión del éter y así,
siendo diferente atrás que adelante, adelante diferente que atrás, en nosotros está actuando sustancialidad de
presión y de succión.” En la convexidad y la concavidad de la columna vertebral por ejemplo, podemos
observar asimismo, esa reciprocidad de las fuerzas.
Sin reconocer a sol como formación de espacio hueco etérico, cuyo espacio opuesto puede ser considerado
como la “cámara interior del corazón del sistema planetario”, también queda cerrado el camino del
reconocimiento de uno de los misterios espirituales-fisiológicos del corazón humano. ¡La eterización de la
sangre! Sin ese proceso, el ser humano no podría alcanzar su meta terrenal. De la misma, Rudolf Steiner ha
hablado por vez primera en la octava conferencia del cielo “Milagros del universo, sondeos del alma,
revelaciones del espíritu”. Explica allí como la circulación sanguínea y el corazón, a partir de estados
etéricos previos en la época lemúrica, por vez primera se han densificado llegando así al estado físico.
“Para el desarrollo terrenal estas fuerzas que allí se han concentrado siendo nuestro sistema cardíaco y de la
sangre hubiesen significado una especie de fin, una especie de muerte… en el momento de alcanzar esa
densidad, que evidencian hoy. Nuestro corazón físico y la sangre física todo ese sistema.” Rudolf Steiner lo
atribuye “a los más importantes impulsos de la evolución terrenal que en esa época se hacen valer fuerzas
que a un sistema orgánico también pueden volver a disolver y re-transformarlo en éter, tal como se
especifica con respecto a la sangre en el corazón- el modo como acontece esa disolución lo podemos saber
de manera exacta mediante nuestro corazón y la sangre que a través del mismo fluye…
La sangre se eteriza y desde el corazón constantemente fluyen corrientes de éter en dirección a la cabeza
humana.” Aun cuando no se nombran “los determinados poderes del macrocosmos, desde los cuales se
irradia el impulso de la transición interior con respecto al desarrollo de los órganos humanos por cierto que
no nos equivocamos al suponer allí un proceso íntimamente ligado al propio ser del sol. Dado que en el
espacio opuesto del corazón del mundo desde el cual fluye el éter, en la negación y la destrucción de la
materia y con la conversión de efectos de presión física y también efectos de condensación en procesos de
succión y de dilución, en parámetros cósmicos constantemente tiene lugar algo que puede ser considerado
como la imagen arquetípica de la eterización de la sangre. Con ello en la época lémur, en la cual de todos
modos al ser humano – a causa de la salida de las fuerzas del sol para la tierra – se le ha otorgado un
impulso solar interior que de modo natural sigue actuando hasta la actualidad.
Según lo declarado por Rudolf Steiner, su corriente etérica posibilita a su vez el desarrollo de la corteza
cerebral en el sentido de la organización del yo y la liberación de la conciencia del hombre de la mera
ligadura a la esfera de la vivencia de lo físico-animal-
Recién las fuerzas etéricas liberadas, convierten al cerebro en un instrumento del objetivo conocimiento de
la naturaleza. Así, el futuro desarrollo intelectual de la humanidad es preparado hasta la conciencia del yo
actual. Con ello a su vez se aclara la importante relación de función del corazón con la normal conciencia
terrenal del hombre, del cual Rudolf Steiner habló en las conferencias referidas a la “conciencia de los
iniciados”, en contexto con la función del oro.
Y esta conciencia orientada hacia el lado externo del mundo, a través de la investigación espiritual se ve
requerido a superar al concepto del sol a modo de candente masa de gas, para avanzar mediante el
conocimiento hacia el etérico espacio opuesto con todas las consecuencias inherentes para la teoría de los
movimientos planetarios.
Con ello nos ubicamos frente a la contra-imagen de la problemática cardíaca-circulatoria, orientada hacia lo
cósmico, donde la teoría del bombeo mecánico eleva al muro limítrofe, que debe ser eliminado. Con ello,
sin lugar a dudas, en el futuro, los problemas se clarificarán. En la medida en la cual entendamos en
realidad algo de los procesos en el interior del sol, dispondremos de fuerzas cognitivas que nos permitirán
penetrar de mejor manera en los procesos del espacio interior del corazón. Como sistema de espacio hueco
de la cámara de la musculatura de estriado transversal, evidentemente ocupa una posición tan única en el
organismo como el espacio hueco solar en el sistema planetario.
La teoría de la boba realiza un efecto de presión procedente de la contracción del músculo del corazón, vale
decir, una fuerza que se inserta desde afuera, con respecto a la causa casi sobre-entendida del movimiento
sanguíneo. Siendo sin embargo, que el fluir de la sangre en el corazón se interrumpe cuatro veces y que el
movimiento atascado de la sangre en la relación con la mecánica de las válvulas cardiacas – aunque fuese
por un breve instante – llega en lo físico a una plena detención este hecho nos recuerda el mencionado
proceso de densificación, que conduce “a una especie de final, una especia de muerte”. Es empero
inimaginable, que en esta situación particular, no al menos tengamos que tomar en cuenta, la cuestión de un
efecto de succión del cuerpo etérico. Dado que aquí nos encontramos en el acontecer, en el cual comienza
la eterización de la sangre, siendo entonces que así interviene un adicional impulso solar. ¿Acaso el
aniquilamiento de la materialidad sanguínea y su traslado al éter no podría ser una especia de efecto
opuesto en el plano orgánico-físico, sin cuya comprensión quedaría incompleto el tratamiento de la función
del corazón? La “presión de las raíces” sobre la sabia de una planta cortada al ras del suelo muestra, que los
efectos primarios de succión etérica, en el plano físico pueden transformarse de manera directa, en presión
mecánicamente medible ¿acaso la presión sanguínea no tendría que ser contemplada bajo estos aspectos?
Estamos conscientes de que así en el corazón, mediante la intervención de lo astral y lo referido al yo, las
condiciones se complican aún más.
EL SOL COMO SER CALÓRICO
Con respecto a todos los problemas que aquí puedan aparecer, la comprensión del calor y los procesos
referidos al calor, tanto en el sol, que posee una organización calórica diferenciada, como así también en el
corazón, pueden tener una condición previa decisiva. Dado que el corazón entre los cuatro órganos
formadores de albúmina en su relación con los cuatro estados de agregación, tiene una especial referencia
hacia el calor- recordamos que radica en la región de leo del zodíaco, donde tiene su morada las fuerzas
morales fogosas de la exaltación, “a partir de las cuales se prepara al corazón, y recién cuando el ser
humano se aproxima a la tierra, al calor, a la región del fuego, por cierto a la preparación se le adicionan los
últimos pasos, allí las fuerzas comienzan a entrar en acción, que luego configuran al germen físico…”
En el calor, en el cual lo físico y lo etérico se confunden de manera directa, a su vez hallamos el puente,
que en los siete estados elementales, relaciona los físicos con los etéricos. En lo calórico se encuentra el
rubicón, que debe ser atravesado debidamente. De otro modo quedamos atascados en una manera de pensar
mecánica, que se orienta tan solo en las leyes de los tres planos inferiores, en los estados elementales
inferiores, sujetándolo unilateralmente a lo terrenal. En el cosmos mismo empero, el calor forma el puente
que une la tierra y el sol. “Dado que el calor forma parte de ambos, de lo terrenal y de lo solar.”
Al respecto del sol, se nos indica el accionar del hidrógeno, que le es propio, como el oxígeno al hígado, el
nitrógeno al riñón y el carbono al pulmón. Esta materia más liviana que todas, que arde con la lama más
caliente y posee la conocida relación hacia el calor, se ubica en el inicio del sistema periódico de los
elementos, siendo que de esta manera introduce toda materialización- a su vez se encuentra en la altura de
la atmósfera, en la región del fuego, siendo envoltura de los planetas. Con el proceso del hidrógeno, que
podríamos llamar el “hipomoclion” entre el espíritu y la materia, con toda seguridad tiene que ver la
eterización de la sangre, por cierto que tiene que ver en la eterización de la sangre. Recordamos al lema:
“En el corazón vive un miembro del hombre, que de todo contiene materia, que en mayor medida es
espiritual”. La continuación de ese lema; “que de todos vive de la manera espiritual del modo tal que en
mayor medida se manifiesta materialmente”, está señalando un lado polar de la función del corazón, que
podemos observar entre otros en su incomparable dominio de la materia. Dado que el corazón con cada
latido traslada aproximadamente 75 gramos de sangre por cada cámara cardíaca, trasporta cada día 72 x 60
x 24 x 150 gramos de sustancia sanguínea, ¡que son 15.562 toneladas! En el amplio marco entre este
dominio físico de la materia y la eterización de la sangre, el ritmo cardíaco lleva a cabo sus múltiples
funciones equiparativas entre el hombre superior y el hombre inferior, entre el centro y a periferia, entre la
circulación mayor y la menor, etc. Las siguientes palabras de Rudolf Steiner: “Por lo tanto el sol en el
universo del hombre es el corazón…” están indicando la imagen arquetípica cósmica de esa función de la
cual Rudolf Steiner en la 6ta conferencia del primer curso para médicos. Partiendo de la contradicción de la
ponderable y lo imponderable muestra allí, como cada planta “en esa lucha entre la gravedad y la luz, entre
aquello que va en pos de la ceniza y aquello que va en busca del fuego… que en cierto modo está
conectado”. Al cabo de ello desarrolla, como lo mercurial, en lo cual la función cardíaca tiene una
participación tan amplia “la equiparación entre lo telúrico y lo ciertamente supratelúrico.”
“Existe empero otro estado de equilibrio entre aquello que de manera uniforme compenetra todo lo terrenal
y lo extra-terrenal y a esto mismo, es decir, entre lo espiritual y lo material de manera independiente a si lo
material es imponderable o ponderable. En cada punto de lo material, nuevamente deberá imperar el
equilibrio entre lo espiritual y esto material; pero también en el universo. Lo próximo donde para nosotros
tiene que estar sostenido en el universo es el sol mismo. El sol mantiene el estado de equilibrio entre lo
espiritual en el universo y lo material en el universo-. Y es por ello, que el sol al mismo tiempo se
corresponde con un cuerpo cósmico que mantiene el orden en el sistema planetario, pero que también
promueve el orden entre las fuerzas que penetran en nuestro sistema material…” en este lugar, donde
Rudolf Steiner al mismo tiempo desarrolla el contexto entre nuestro astro diurno y la sustancia del oro, nos
acercamos a la función arquetípica mercurial del sol como rozón del sistema planetario. En los conceptos y
en los cálculos de la actual física solar, ya hallamos – aunque de manera muy difusa aun – un reflejo de este
ámbito de tareas del sol. En la pregunta acerca de la procedencia de sus enormes energías, que sumergen a
todo el sistema planetario en una mar de luz y de calor, la física – por cierto no de manera casual – se
encuentra con el hidrógeno. Del mismo se supone que consiste en la masa solar principal. Mediante el
efecto recíproco de las piedras de construcción arquetípicas de toda materia, dos protones idénticos con el
núcleo del átomo de hidrógeno, a través de algunas etapas intermedias, en el interior del sol se generaría
helio normal.
Al respecto “casi un uno por ciento de la masa es transformada en energía… bajo las condiciones
imperantes en el interior del sol, los elementos pesados se forman en cantidades ínfimas. A 10 24 núcleos de
helio, se produce recién un núcleo de carbono de reciente formación.” Tan solo de breve manera
mencionamos un segundo proceso formador de energía, el ciclo Bethe-Weizsäcker, en el cual un núcleo de
carbono capta un núcleo de hidrogeno, formando un núcleo de nitrógeno, para “regenerarse por completo”
bajo la formación de helio, vale decir “actuar en todo el proceso, tan solo como catalizador”, dado que en el
sol lo que prevalece, es el proceso protón-protón.
Los siguientes cálculos de los físicos – como sea que fuese la realidad – que al respecto a modo de
gigantescas transformaciones de materia se llevan a cabo en el sol, nos muestran lo siguiente: “En el
interior del sol en total se transforman 700 millones de toneladas de hidrógeno por segundo en helio. La así
generada energía es transportada paulatinamente hacia afuera, hacia la superficie del sol, en parte a través
de radiación, en parte a través de convección, donde lego de manera preponderante parte al universo a
modo de radiación. La pérdida de masa del sol a causa de su radiación, es de alrededor de 4,3 millones de
toneladas por segundo.
Todas estas representaciones fisicales-solares, no las estamos reportando por considerarlas acordes a la
realidad. Permiten sin embargo observar, que la ciencia natural aquí está tratando de aproximarse a los
misterios primarios de la generación y la extinción de la materia y su efecto recíproco, sin saberlo. Ya que
los físicos en la actualidad ya se ven obligados, a causa de determinadas observaciones de la física atómica,
de formar el concepto de anti-partículas y una anti-materia. Y además en la actualidad encontramos con
respecto a la física solar un estado en el cual los problemas se tornan más complicados y múltiples, con el
avance de las tareas teóricas y el mejoramiento del material a ser observado”.
Al respecto, las representaciones proyectadas al interior del sol no se corresponden con la realidad. Sin
embargo, en las últimas décadas, la física atómica pudo investigar transformaciones atomares como fuentes
efectivas de procesos productores de energía y aprovecharlas técnicamente. Por esa razón, se tendrá que
examinar de manera imparcial, si acaso similares procesos, también en el sol en el ámbito de transición del
espíritu de la materia, visto espacialmente, en la así llamada zona de convección hidrógena, juegan un rol
decisivo para el gobierno físico- energético del sol. Esto no excluye, que las representaciones fisicales-
solares de la actualidad, en lo futuro, mediante la inclusión del concepto del espacio opuesto, tendrán que
cambiar de enorme manera. Dado que, sin una transformación de esa índole, no será posible una real
comprensión de los procesos solares.
El cálculo integral mencionado antes, en dirección hacia el interior del sol, lo tendríamos que realizar ahora
en dirección inversa, recién el concepto de espacio opuesto podrá crear la posibilidad de evaluar la
aniquilación de la materia y la generación de la materia virgen del sol, a partir de los estados etéricos
elementales, a través de la mediación de lo calórico. Recién entonces se habrá liberado el camino para la
comprensión del sol en su función universal del corazón en la equiparación de lo espiritual y lo material de
mundo. Ahora en principio tan solo podemos intuir en las inmensas masas de gas ascendentes y
descendentes de las granulaciones de la fotósfera, que promueven al resplandeciente centelleo del disco
solar, y en las alteraciones de la zona de convección del hidrógeno, un reflejo de la constante equiparación
de los efectos de la succión del espacio etérico hueco y los efectos de presión de la materia gasífera
circundante.
A continuación nos referiremos a la relación recíproca del centro solar hacia la periferia planetaria y el
ritmo consecuente del globo solar, que se refleja entre otros, en la así llamada actividad.

LA FUNCIÓN RITMIZADORA DEL SOL


Como órgano pulsador, el corazón es el centro del sistema rítmico. Toda su esencia es de naturaleza rítmica
y su actividad se encuentra ligada de manera irreversible, con funciones mediadoras y equiparadoras entre
múltiples polaridades ¿Acaso no también en el sol, cuando queremos comprenderlo como corazón del
mundo, los fenómenos rítmicos tienen que ocupar un lugar de privilegio? Esto no parece ser el caso;
mientras que la luna y los planetas aparecen en ritmos lumínicos ascendentes y descendentes, el globo solar
por su carácter de estrella fija, se destaca por la inamovible proporción de su fuerza lumínica. Esto no es
sobreentendido, dado que, entre las 6.000 estrellas visibles a simple vista, existen alrededor de 180
estrellas, así llamadas cambiantes. Con el telescopio ya se han descubierto unos 10.000 de esas estrellas en
todo el firmamento. La fuera lumínica de los soles de estrellas fijas de un cambio rigurosamente periódico
ascendente y descendente en regular armonía en mayores y menores espacios de tiempo. En los cambios de
corto período, el largo del período es de 0,5 a 30 días, mientras que el ritmo lumínico es las estrellas de
largos periodos, abarca de 100 a 700dias. “Las causas del impulso para el mantenimiento de la pulsación
prácticamente se desconocen.”
Mientras que nuestro sol no posee ese ritmo de pulsación, todas sus relaciones hacia la tierra están
edificadas sobre funciones rítmicas tal como se manifiestan en el ritmo del día y de la noche y en los ritmos
de las estaciones anuales.
También las relaciones del sol hacia los demás miembros del sistema planetario -vistas de manera
geocéntrica – se hallan reguladas mediante procesos rítmicos, los así llamados ritmos sinódicos.
La concepción kopérnica se opone a la viva comprensión del sistema planetario, que al sol considera como
punto central fijo – es decir sin ritmo real - de cuerpos giratorios y que además desconoce la respiración de
las esferas planetarias. Para una consideración de esta índole, el recorrido anual del sol, a través del zodiaco
y el ascenso del sol de primavera y el descenso del sol en otoño, es tan solo una impostura, o bien un
aparente movimiento, que tan solo refleja la circunvalación de la tierra y su posición oblicua del eje. Algo
similar parece cobrar validez para el alumbrar de Venus como estrella vespertina o estrella matutina, que
siempre en su oposición al sol, desarrolla su máximo brillo y en su conjunción con él alcanza su mínimo
lumínico, que empero “en realidad” siempre posee la misma luminosidad.
Aquí tenemos que tomar en cuenta que también a la concepción geocéntrica del sistema planetario, vale
decir, a la contemplación ptolemeica del mundo, debe ser concedida una relativa justificación y que el
aspecto científico-espiritual de la relación de la tierra y el sol tendrá que hablar de una movilidad propia del
sol en el espacio planetario. El sol y la tierra oscilan rítmicamente alrededor del centro común de una
dinámica de lemniscata, donde el sol, como activo cuerpo celestial, tiene la delantera. El sol determina la
vía y arrastra la tierra detrás de sí, mediante la poderosa succión de su esfera etérica del espacio opuesto.
Por lo tanto no se desconoce su posición central, comparable al corazón y por el contrario, adquiere un
carácter mucho más activo y evidentemente – por el tipo de la vía – ritmizadora. No es tan solo como el
corazón, centro de un movimiento circulatorio, sino que participa de su movimiento.
Esta función ritmizadora del sol, la podemos contemplar por doquier en los ritmos sinódicos de la luz y el
movimiento de los planetas y de la luna, entendiendo el mensaje, al interpretarlo en el sentido
goetheanístico. En los así llamados movimientos aparentes, trasluce entonces la realidad de una ley
superior, el ritmo esférico mismo.
Para la contemplación por ejemplo, llama la atención en medida mucho mayor, el resplandor de Júpiter en
el ritmo de un año y 33 días a un brillo máximo, y el simultáneo movimiento de retroceso en la formación
del lazo, que su paso por el zodiaco en escasos doce años. El doble juego, que se produce en un año y siete
meses con Venus en la fase de estrella matutina y vespertina en el ciclo de oriente y de occidente, no puede
ser dejado de advertir, mientras que a los 225 días de circunvalación al sol, lo obtiene a través de un
trabajoso cálculo. De manera similar, la fase rítmica sinódica de una duración de 30 días aparece en mayor
medida en un primer plano que la circunvalación sideral entre las imágenes estelares con una duración de
27 días.
Mientras que así, en los ritmos sidéreos tenemos frente a nosotros el respectivo movimiento propio de los
respectivos cuerpos celestiales, en todo el ritmo sinódico que transpone al sistema planetario, se expresa
una relación directa hacia el sol, y hasta una dependencia del mismo. Ya que el punto de rotación de todos
los ritmos sinódicos se encuentra de manera respectiva en la conjunción o de la oposición al sol. El paso de
Venus frente a Júpiter, nada significa con respecto a su curso externo y la imagen de su presencia. En
relación al sol empero, en la conjunción superior y la inferior, se produce en cada caso un cambio de la
velocidad y la rotación de la fase matutina de la estrella, a la fase vespertina, o viceversa. La conjunción
oposición del más veloz Marte al más lento Júpiter entre sí, no modifica la luminosidad ni la velocidad de
estos planeta. Las mismas posiciones de Marte hacia el sol, requieren sin embargo al cambio de rotación de
un movimiento más lento, hacia la aceleración (conjunción) o el movimiento más veloz en la curva
(oposición) para el frenado del emprendido curso de retorno. Al estar situado a la derecha del sol, los
planetas situados a mayor altura, muestran un aumento de su luminosidad, siendo que del lado izquierdo,
una disminución de su fuerza lumínica. De hecho, la polaridad entre la mayor proximidad al sol del planeta
en conjunción y la lejanía mayor del sol en oposición, es la raíz de todos los ritmos sinódicos. Esta singular
referencia de la rítmica sinódica de la periferia planetaria hacia el sol, o bien hacia el eje terrestre-solar,
descubre al sol como centro ritmizador, que sub-miembra la rítmica sidérica, con lo cual cobra vida.
Permite a su vez hacer la lectura de la polaridad autentica, fenomenológicamente dada de los planetas
supra-solares e infra solares. En esa polaridad, el sol, como corazón cósmico desarrolla una actividad
mediadora. Dado que frente a las circunvalaciones planetarias supra-solares, más lentas, tiene una función
aceleradora, diferenciadora. Allí los ritmos sinódicos son más cortos que las circunvalaciones sidéricas. A
cada circunvalación Saturno de 10.759 días, corresponden por ejemplo, 28 ritmos sinoidales(o formaciones
de lazo) de 378 días cada uno. A los períodos infra solares, relativamente cortos, se les superponen ritmos
sinoidales más lentos. Así por ejemplo cinco ritmos sinoidales con 584 días cada uno, reúnen trece
circunvalaciones sidéricas de Venus con cada una de 225 días en ocho años terrestres. De la misma manera,
solo 12 plenilunios (ritmos sinoidales) caen sobre 13 circunvalaciones lunares sidéreas en el zodiaco. Al
responder el sol de esta manera a la polaridad de los planetas supra-solares, más lentos y los planetas infra-
solares más veloces, con una función por su parte equiparadora de manera polar de igualación, no
solamente confirma la función mediadora y armonizadora de todo auténtico ritmo, sino que también aquí
mantiene al “estado de equilibrio” y “al mismo tiempo en el universo se corresponde con un cuerpo
cósmico en el universo, que mantiene el ordenen en el sistema planetario.”

EL SOL COMO RESULTADO DEL MEDIO CIRCUNDANTE


La consideración hasta aquí realizada nos ha mostrado que todo lo autentico aparece tan solo en relación
con una polaridad que busca equiparar y mediar. Sucede que también en el caso del corazón y de su
función estamos frente a múltiples polaridades, como aquella del hombre superior y el hombre inferior,
entre otros, la circulación mayor y la menor. A todas estas polaridades se encuentra superpuesta aquella
periferia y centro. Ya que mediante la circulación, todos los órganos y sistemas orgánicos del organismo,
obtienen una relación directa para el corazón, a modo de un centro radiante de vida! Recién en la
configuración de esta polaridad, a partir de un movimiento sanguíneo de flujo continuo de manera
filogenética y ontogenética, se forma un sistema circulatorio de funcionamiento bifásico, que en
centrifugalidad del sistema arterial y de la centripedalidad del sistema venoso se separa, para ser aunado
luego por el ritmo cardíaco.
Por más que en el corazón desarrollado, el movimiento sanguíneo que irradia a todos los órganos parece
ocupar un lugar de primer plano, en el momento de la generación del corazón debe ser tomado en cuenta, el
desarrollo procedente de la periferia. Sin esta referencia originaria hacia la viva plenitud primaria del
organismo, no puede ser entendido el órgano separado a modo de miembro. En relación con la tarea de
superar la teoría de la bomba, Rudolf Steiner una y otra vez ha señalado a ese proceso “centrípeto” de la
generación del corazón, y con ello, la causa primaria de la circunvalación periférica para el movimiento de
la sangre. Así ha dicho el 11.4.1920: “Que en la ciencia espiritual se trata de reconocer que el corazón no
actúa como una bomba que empuja a la sangre a través del cuerpo, sino que el corazón es movido por la
circulación sanguínea, que dentro de sí es algo viviente. La circulación sanguínea a su vez es condicionada
por loso órganos. El corazón – y lo podemos observar embrionalmente – no es otra cosa, que el resultado
de la circulación de la sangre.”
Para la vivencia exterior del sol como centro vertedor de luz y de calor, es el elemento radiante que ocupa
un primer plano ¿Acaso, a esa emanación no le correspondería una debida afluencia desde la periferia, que
de manera indisoluble está asociada con la generación de la función del sol? Recién entonces se podría
hablar de una referencia bifásica, de naturaleza circulatoria de la periferia planetaria hacia su centro, y del
sol, como corazón del mundo, en un sentido mucho más profundo como hasta ahora. A su vez en una
polaridad de esa índole, que constantemente se entreteje, estaría dado el campo del origen cósmico y la
condición previa dinámica, de las ya descubiertas – y aun por mencionar -de las funciones rítmicas del sol.
Ya hemos visto que la ciencia espiritual, del sol en el sentido propio, tienen que hablar de un espacio
hueco, que posee un carácter de succión. “El lugar donde está el sol, es más vacío que vacío”. Este vacío
está llenando de manera constante a partir de su dinámica de succión desde las esferas energéticas supra-
sensorias de la periferia cósmica planetaria. En la misma, en definitiva se hallan ocultos los cuernos de la
abundancia, que de manera centrípeta se vierten en el sol, brindándole las fuerzas que luego hacia nosotros
irradia en un proceso polarmente opuesto “de modo tal que con aquello que del sol proviene, estamos frente
a algo, que no procede de alguna cosa que se genera en el sol mediante una combustión o algo así sino que
es retro-irradiado de lo que fuera irradiado hacia allí desde el universo.”
“Aquello que a nosotros llega a través de la luz, es la retro-radiación de aquello que recién entra desde el
espacio universal – así como el movimiento del corazón no es otra cosa, como aquello que a partir de la
vitalidad de la sed y del hambre, etc., se aglomera en el corazón en la acción conjunta de los órganos, en el
movimiento de la sangre.
Del mismo modo, como el corazón a modo de órgano viviente y pulsante, solo puede existir en el contexto
funcional con la dinámica de la circulación en su conjunto, tampoco el sol es cuerpo universal concluido,
colmado con una cantidad enorme – pero limitada y por lo tanto expuesto al agotamiento – de materia y de
energía.
Es un órgano cósmico, que por cierto de manera diastólica se renueva a modo de constante y se constituye
a partir del cúmulo vital espiritual de todo el macro-cosmos, siendo regalado de manera centrífuga y
gastado de manera sistólica en su enajenación, que llega a nuestros sentidos y rodea a nuestra corporeidad
de manera anabólica, al igual como la sangre del corazón a los órganos. “Al comprender aquello que es el
corazón en el cuerpo humano, también prendemos a comprender que el sol no es aquello que Newton
opina, el traidor general de las sogas, que envía sus cuerdas, llamadas fuerza de gravitación hacia los
planetas, hacia Mercurio, Venus, Tierra, Marte, etc. – tira de las cuerdas invisibles, que son fuerza de
atracción o hacia ellos lanza su luz, etc. Si no, de la misma manera como el movimiento del corazón es el
resultado de la vitalidad de la circulación, el sol no es otra cosa que el resultado de todo el sistema
planetario. El sol es resultado y no punto de partida. El vivo accionar conjunto del sistema solar, provoca
una concavidad en el centro, que refleja. Y eso es el sol.
Una concepción total, tuvo que contradecir todas las representaciones que habían desarrollado la
astronomía y la física solar, en la época de la vida de Rudolf Steiner. En el ínterin también aquí se está
planteando un cambio. La generación de estrellas fijas mediante aglomeración y concentración de la
materia comprobada interestelarmente, se está discutiendo seriamente. Así, por ejemplo, la enorme
nebulosa de Orión, visible a simple vista en nuestro sistema de vía láctea, que debe su visibilidad a la
reflexión de la luminosidad de estrellas fijas de su visibilidad a la reflexión de la luminosidad de estrellas
fijas adyacentes, en la actualidad ya es considerada “regazo materno de soles en formación”. Estas
concepciones de hecho aun languidecen de su modo de contemplación unilateralmente materialista. Las
mencionamos aquí, como ejemplo de que el pensamiento astronómico de los investigadores de la
naturaleza, se ve obligado a establecer cambios de orientación no imaginables de un siglo atrás. Los
mismos empero son indispensables para una fructífera transformación e incremento de las ideas científicas-
naturales a través de una consideración científica espiritual.
Un avance concreto en la “cuestión de la reflexión”, lo puede brindar la siguiente consideración: Hemos
conocido al globo solar como un torbellino gigantesco que gira dentro de sí mismo. Sucede empero que
también el sistema planetario puede ser considerado como un solo enorme torbellino, cuya dinámica
arrastra a cada uno de los planetas, a modo de corchos sobre un remolino acuático. Si el tiempo de
recorrido de todos los planetas fuese el mismo, el sistema se asemejaría a un disco giratorio rígido en el
cual todos los puntos guardan su posición recíproca. Había una sola constelación básica, fija dentro de sí,
de todos los planetas. Desde afuera hacia adentro empero se aceleran los tiempos de la circunvalación. Si
por ejemplo a una circunvalación de Júpiter, le corresponde seis circunvalaciones de Marte, ese número
aumenta a cuarenta y nueve en Mercurio. Por lo tanto, los planetas se desplazan constantemente entre sí, en
el sentido de un remolino, siendo que los planetas interiores, cercanos al sol, corren por delante de los
planetas externos. La velocidad se asemeja a un remolino acuático, es más veloz próximo al centro y más
lento en la periferia. De ello resulta un hecho aunque conocido pero de ninguna manera valorado en la
astronomía actual la ronda diferenciada de todos los planetas que de manera constante se trasladan,
conduce a las constelaciones, oposiciones, conjunciones, cuadraturas y posiciones de trigón, etc., que
constantemente se forman. El remolino planetario en su conjunto y sus partes materiales, los planetas, por
lo tanto son vivificados mediante el rítmico juego del movimiento de las constelaciones, siendo llevado así
a formar un conjunto, un todo.
Al mirar de la periferia al centro, es de suponer, comprender al remolino solar mismo, como unan especie
de reflejo de la periferia, en el sentido de un proceso de percepción del corazón del mundo para el
organismo del remolino planetario que le pertenece.
De hecho, el sol en principio se vale del movimiento del conjunto. Sus masas gasíferas se mueven en el
mismo sentido de giro (hacia la izquierda en dirección oeste-este, visto desde el polo norte al sol) y aceptan
hasta la tendencia de aceleración, imperante frente al centro del remolino. Dado que el cordón solar
ecuatorial incrementa la velocidad del planeta Mercurio, cercano al Sol que posee un tiempo de
circunvalación de tan solo 88 días, llevándolo a más de lo triple. Pero, así como imagen e imagen-espejo se
encuentran permutados, ahora se desarrolla la dinámica inversa. Las pares más próximas al centro del
conjunto solar -en sí movible – de creciente manera se retrasan detrás de las partes más rápidas del cordón
ecuatorial. El remolino solar que si se produce, se conserva de manera polar con respecto a la imagen-
remolino del sistema planetario. Así, como el corazón es el único lugar de la circulación sanguínea en el
cual el movimiento sanguíneo de flujo continuo de la periferia en relación con la función de cierre de las
válvulas cardíacas, es llevado al cese orgánico absoluto, así el corazón del mundo, le opone una tendencia
de retardación central, a la tendencia de aceleración de la circulación periférica de los planetas. Se
comporta como “la calma en la tormenta” la contemplación siguiente referida a la actividad solar, intenta
mostrar de manera aun más contundente, como ambos remolinos, el remolino planetario materno y su
imagen opuesta solar, pueden ser considerados como una unidad funcional. De todos modos, las fuerzas
impulsoras, hoy aun desconocida, para la formación de los remolinos del cuerpo solar, sin lugar a dudas
deben ser buscadas en los procesos del entorno cósmico, reflejo de lo cuales es.
Con una contemplación dinámica tal nos aproximamos con primeros pasos indagatorios, a una concepción
viva en lo espiritual del misterio solar, que recién en el 4to siglo de la era cristiana entró al oscurecimiento.
Dado que “alrededor del cuarto siglo de la era cristiana… comenzó la época, en la cual el sol era percibido
tan solo como un globo nebuloso allá En el espacio, en la cual para el hombre el sol en realidad se ha
oscurecido. El persa percibía al sol a modo de un real reflector de la luz ondulante e impetuosa. El egipcio
y el caldeo percibían al sol, como la vida pulsante en el universo. El griego percibía al solo aquello que
inculca amor al ser orgánico, que conduce a Eros a través de las ondas del sentir… y elegir penetrando más
y más en el ser humano, esa vivencia del sol desapareció en sus profundidades, en las marítimas
profundidades del alma. Y es allí, en las profundidades marítimas del alma, donde hoy el ser humano porta
lo referido al sol”.
Recién en la medida en la cual allí lo encontramos dentro de nosotros mismo, en la fuerza que otorga vida
al pensamiento muerto, aprenderemos a desarrollar una teoría, un aprendizaje acorde a la realidad por
tratarse de una enseñanza espiritual del corazón y del sol. Ambas empero son indispensables para el sano
progreso de la evolución de la humanidad. Dado que ahora estamos viviendo en otro polo de la evolución
histórica. En aquel entonces, en el 4to siglo de la era cristiana sucedió el ocaso, ahora necesitamos el
ascenso… tenemos que volver a encontrar al misterio del Sol”.

ALTERACIÓN Y CURA DEL CORAZÓN CÓSMICO


En lo hasta ahora referido no hemos tomado encuentra todas las manifestaciones, que el físico de los astros
resumen bajo el concepto de actividad solar. Cuando en la tierra de pronto se enciende la aurora boreal,
cuando cabía el tenue resplandor de la luz zodíaca, cando tiemblan las agujas del compás y oscilan y se
interrumpe la comunicación internacional, estamos hablando de tormentas magnéticas. Todas estas
irritaciones globales se deben a poderosas alteraciones en el curso normal del organismo solar y se
anuncian allí en primer lugar en una zona de alteraciones inicialmente invisible, delimitada, del campo
magnético solar. Pronto empero “siguen revoluciones contundentes, visibles en todas las envolturas del sol:
corrientes de remolinos centrípetas perforan a gigantescos orificios, a modo de embudo, en la superficie de
la fotósfera, por encima de ello, en la cromósfera, se inicia una viva actividad, semejante a fuentes
lumínicas. Además, la corona y la luz zodiacal modifican su volumen y la forma de sus radiantes figuras
lumínicas, siendo que los fibrosos dedos lumínicos de la corona aparecen como alargues de los focos
activos fotoesféricos y cromoesféricos”. Estas alteraciones en el ámbito de la radiación solar, acompañan al
sol con estallidos radiantes irregulares y gigantescos y abruptos de diversa índole, como por ejemplo las
“tormentas radiales”, con el repentino ascenso de las radiaciones en el ámbito de las ondas métricas, en un
valor de cien mil de lo normal. De esa manera, del manto gaseoso del sol, se arrancan trizas de materia,
siendo arrojadas al espacio. Nubes de erupción con protones y electrones con carga magnética especial,
como impulsos de radiación son enviados al espacio con una velocidad de mil a dos mil km. “Como ondas
de tempestad, derrames de plasma solar de manera periódica son vertidos al espacio interplanetario, de
modo tal que el sistema solar en su conjunto, de hecho se encuentra sumergido en la atmósfera del sol”. El
choque de tales nubes y radiaciones con la tierra, conduce a manifestaciones como las antes mencionadas
de tormentas, etc.
El centro de todas irregularidades – visibles a simple vista – es la mancha solar. La actividad relacionada
con la generación y la desaparición de las manchas solares interrumpe el curso normal de todas las
funciones del globo solar y afecta a todos los ámbitos de las esferas del sol en su conjunto. Con respecto al
cúmulo y la particularidad de los fenómenos de alteración hasta ahora conocidos, el lector podrá informarse
en una obra-standard.
Las manchas solares aparecen por separado o en grupo, y su tamaño varía desde los “poros” apenas
perceptibles de una duración de solo un día hasta manchas gigantes de una medida de varios diámetros de
la tierra, que durante meses acompañan la circunvalación solar. Las manchas están relacionadas con la
formación de enormes campos magnéticos, cuya enigmática generación está señalando alteraciones
primarias en la zona de las convecciones del hidrógeno del interior solar. Las corrientes relacionadas con
las manchas, tienen una “estructura de remolino del tipo de ciclón” mientras que la mancha es oscura, y su
temperatura es 1000 menor que la fotósfera ininterrumpida, todos los grupos de manchas están rodeadas
por superficies “antorcha” más claras y más calientes. Las llamas de antorcha empero también aparecen de
manera independiente, en relación con la actividad de las manchas.
Las protuberancias son formas substanciales a modo de puente o de la minilla, que con sus pilares se
afirman en la cromósfera. Emergen de los grupos de manchas o de las superficies de antorchas y en la
mayoría de los casos, recién al cabo de varios meses de la desaparición de las manchas, alcanzan su medida
máxima. En ocasión de su aparición, se diferencia entre las fases estacionarias y las fases de actividad. La
estructura de la protuberancia flotante – en oposición a la fuerza de gravedad solar – forma un campo
magnético, a lo largo de cuyas líneas energéticas se condensa materia de la corona, fluyendo hacia abajo en
forma de lluvia. Bajo protuberancias activas se entienden erupciones directas de las manchas de una
duración ya sea de segundos o sea hasta de horas, que, entre otros, se relacionan con las ya mencionadas
erupciones de radiación. La aparición temporal y del tamaño de toda las diferentes manchas, antorchas,
protuberancias y golpes de la radiación, es irregular e incalculable. Recuerda la irregularidad de los
procesos meteorológicos en la tierra, que se encuentra en oposición con respecto a la uniformidad de los
ritmos astronómicos.
La creciente actividad de las manchas, es comparable a un proceso patológico en aumento, que interfiere de
profunda manera en el acontecer conjunto del globo solar, ocasionando su temblor en conjunto, que llega
hasta la periferia más externa. En el momento del máximo de las manchas, la corona tiene una forma
disarmónica, desgarrada (ver figura 4), mientras que en la época del mínimo de las manchas, la forma se
asemeja a la armonía de los pétalos del girasol.
En realidad, la actividad del sol es expresión de una lucha que llevan a cabo seres espirituales retardados
con los seres solares de avanzada. La ciencia espiritual muestra, como el desarrollo, el origen de las
manchas lo tenemos que buscar ya en el desarrollo solar antiguo, en la sustancia saturnina remanente y la
espiritualidad inherente a la misma, que se resiste a la transiluminación. Rudolf Steiner entre otras ha dado
la indicación, que las manchas solares constituyen penetraciones al interior del solen forma de embudo, que
en su tendencia centrípeta, se corresponden polarmente a los estallidos volcánicos terrenales con
orientación centrífuga. La superación de las manchas significa a su vez el mantenimiento limpio y erguido
del sol, como espacio hueco dador de vida etérica, transpuesta de espiritualidad, frente a efectos injustos
desde la envoltura material. Los antes mencionados expulsiones con orientación centrífuga, como las
erupciones, por lo tanto podrían ser tomados como el contragolpe, mediante el cual el sol se libera de los
impulsos que no son acordes con su ser.
El real artificio empero, mediante el cual el sol lleva a cabo su auto-purificación magistral, es el ritmo. Ya
en el año 1843, Heinrich Schwabe descubrió al regular aumento y la disminución regular respectiva de las
manchas y pocos años después, el astrónomo suizo Rudolf Wolf determinó el valor medio válido del
período de las machas en 11,3 años. De hecho allí, no tan solo oscila la altura del tiempo máximo, sino
también el rimo mismo, en un margen entre siete y diecisiete años. Con respecto al dominio de la
irregularidad de la actividad de las manchas, es menester la coordinación de las mismas en abarcativos
cursos funcionales del sol en su conjunto, que hallan su expresión destacada en la facultad ritmizadora del
sol. A esta última, la podríamos llamar una actividad positiva propia del sol, que se opone a la actividad
ajena impuesta, negativa, de la actividad de las manchas solares (figura 3).
Una regularidad superior, propia del sol se evidencia ya en la consecuencia de la aparición de las manchas
individuales, que siempre aparecen primero en los 35 grados de amplitud heliográfica, avanzando
lentamente hasta el final del periodo de las manchas, hasta el octavo grado de amplitud ecuatorial. (Esto en
la tierra se corresponde aproximadamente a los grados de amplitud de la altura de Chipre y Etiopía, o la
posición de la India, vale decir, regiones subtropicales o tropicales (figura 4, zona f). Una franja ecuatorial
de 16° de ancho y las amplias zonas polares por lo tanto siempre quedan libres de manchas. El regular
recorrido ecuatorial o desplazamiento, en el cual a los grupos de las manchas se le señala una ubicación
determinada sobre la superficie solar, revela enormes seguimientos orgánicos superiores en el globo solar.
Podemos encontrar otra expresión reveladora, en la generación de una segunda zona de protuberancia, que
sin simultánea formación de mancha aparece a una latitud de alrededor de unos 50 grados, poco antes del
mínimo de manchas, se aleja lentamente en dirección al polo, alcanzando su máxima actividad allí luego de
lo cual, pronto desaparece en la proximidad de los polos (Figura 4, zona P). Las antorchas polares, que
aparecen con preferencia en los años anteriores al mínimo, dispersos sin regla y separados, constituyen otra
indicación de la independencia superior de procesualidad solar. La misma se evidencia asimismo en la gran
circulación meridional, la cual hoy se superpone a partir de las migraciones de los polos de la segunda zona
de las protuberancias y los arcos de los puentes, que crecen en dirección a los polos y se desmoronan en
dirección a los arcos de los puentes de las lamelas protuberantes sujetas a las manchas. A esta corriente
centrípeta del remolino solar, por estar orientada hacia el polo, se opone el centrífugo desplazamiento de las
manchas, polarmente hacia el ecuador (figura 4).
Todos los fenómenos empero, hasta aquí mencionados y los procesos de la actividad solar negativa y
positiva, son transaccionados y resumidos por el ritmo de once años de duración. Su tamaño de oscilación
relativamente ancho, al respecto puede ser tomado como expresión de una autentica vitalidad del proceso,
propio de la respiración elástica propia y la capacidad de adaptación de todo ritmo.
La coronación definitiva empero, que siempre procede de la polaridad de la actividad ritmizadora propia
del sol, en el siguiente fenómeno particular: en un grupo de manchas existe siempre una mancha P de
avanzada, seguida por una mancha F ¡El grupo se halla edificado de manera magnética-bipolar! En un
periodo de manchas, todas las manchas que se generan en tiempos diferentes entre sí, tienen el mismo
sentido giratorio magnético de sus campos energéticos y de fluctuación. En la zona de manchas del
hemisferio solar-sur, a su vez la construcción bipolar del grupo de las manchas siempre posee el sentido
inverso.
¡El estado de cosas mencionado, en el siguiente periodo de manchas siempre experimenta un retroceso! Las
manchas de avanzada, ostentan ahora el carácter magnético opuesto, parecería que la regularidad de los
grupos de las manchas del hemisferio norte del sol, tenga validez en el hemisferio sur y viceversa. Por lo
tanto, la física solar se ve obligada a la conclusión, de que el real periodo de las manchas, es un
acontecimiento bi-fásico en términos medio de duración de 22,6 años. Habla de la ley de polaridad de la
actividad de las manchas solares. De esta manera el sol se evidencia una vez más como un organismo de
elevada vida propia, independiente.
Los majestuosos procesos que tienen lugar sobre el sol en relación con la actividad de las manchas, por
cierto, en medida cada vez mayor, mostraran ser un caso especial de discusión entre los efectos de presión
de lo físico material y los efectos de succión de lo etérico-espiritual. En comparación con la Tierra, en la cal
prepondera de manera extrema lo material, Rudolf Steiner tiene que decir “que el sol tan solo es elemento
etérico, elemento de succión”, dado que su propio ser se sitúa en lo supra-terrenal.
Dado empero que también posee una materialidad periférica – aunque relativamente escasa – también para
el sol debería cobrar validez, “ese hecho, de que ese torbellino que ejerce presión y succión, es de materia
tangible y de éter, dentro de una viviente organización. Que respira de constante manera…”
Con referencia a la tierra, R. Steiner declara que ese “respirar” durante 18 años y siete meses encuentra una
expresión principal en la liberación de la luna y la consecuente nutación del eje terrestre. Dentro de ese
“respirar del macrocósmos” se manifiesta empero el mundo astral mismo de sus leyes: “Los movimientos
que se expresan en la nutación, son movimientos que provienen de la astralidad y no por una cosa
cualquiera, sugerida por los principios de Newton… allí también intuimos por cierto un segundo miembro
del mundo en sí: un miembro del mundo, ejerciendo presión y succionando, de manera física y etérica, y
luego en segundo miembro del mundo, lo astral. Esto no es lo uno ni lo otro, sino es inhalado y exhalado y
es la nutación la cual esto no informa.”
Al buscar este “segundo miembro del mundo” también en el sol, que tiene que tener participación en ello,
entonces, sin lugar a duda lo podemos descubrir en la dinámica y el ritmo superpuesto a las manchas
solares y a todas las manifestaciones del movimiento de amplias miras y gran espacio que rodean la
circunferencia solar y ordenan los pormenores, integrándolos a su influencia. Es la astralidad del sol, que
podemos señalar como alma solar en sí, que por un lado se expresa en esa corriente centrípeta, orientada en
dirección a los polos, de los ardores solares, y en el movimiento centrifugo con orientación ecuatorial por el
otro lado. Sobre todo, empero es una dinámica respiratoria superpuesta a los efectos de presión y de
succión, que sincroniza al giro polar del magnetismo de las manchas del hemisferio norte y sur del cuerpo
solar, como un gran cambio de épocas magnéticas anuales en un ritmo conjunto de 22,6 años, en el sentido
de la ley de polaridad de la actividad solar de las manchas.
El organismo solar está dotado de alma y como tal maneja de perfecta manera, la ley originaria del ritmo,
que ejerce el efecto recíproco, con lo cual lo armoniza y lo domina. La respectiva purificación de la
actividad de las manchas y la superación de todos los trastornos con ella relacionada, brinda la impresión
de una regeneración del cuerpo solar. La “auto-cura” de los golpes febriles de la “enfermedad de las
manchas” que es mantenida en las curvas de las cifras relativas de las machas solares, se produce de
manera PERIODICA a partir de la esfera energética de una rítmica, extendida de manera elástica, que
abarca todas las contrariedades y pormenores.
En su teoría de los pormenores, Goethe ha dicho cierta vez: “Nada es más apropiado a la naturaleza de que
aquello que intenciona en el conjunto, lo lleve a la efectividad mediante lo individual.” También esa ley
originaria de todo lo orgánico, la podemos descubrir en el ritmo de las manchas solares. Ya hemos visto,
como el sol al remolino planetario de la periferia, que se acelera en dirección al centro, opone la formación
de un remolino central, con la tendencia polar. En el hecho de que las formaciones de remolino de las
manchas de uno de los períodos con duración de once años, se enfrenta un acontecer de remolino de las
anchas, o bien de una dinámica magnética cambiada del otro periodo, vemos una especie de imagen espejo
de la ley originaria arriba mencionada del sistema en su conjunto. Este último encuentra su real
permanencia a modo de un todo, en la dinámica que subyace a ese proceso originario. El sol mismo maneja
esa ley básica de soberana manera, tal como lo hace respirar y pulsar en el ritmo de las manchas dentro de
los once años, conservando así, su salud cósmica.

EL CORAZÓN CÓSMICO COMO ÓRGANO SENSORIO


Cuando Rudolf Steiner nos pide hablar del corazón en el organismo humano a modo de un órgano sensorio,
conduce al modo de pensar en dirección opuesta al camino que lleva a la concepción de la bomba. Dado
que las percepciones sensorias solo son posibles en un ser dotado de alma. Del desliz al plano tan solo
mecánico, la reflexión es elevada al plano de la conciencia, a la esfera de la interioridad anímica, desde la
cual, recién se tornan posibles adicionales incrementos; los mismos conducen a la concepción del corazón
como órgano del carma en gestación. Como tal, se convierte en motivo principal de arraigo de la
organización del yo, y hasta de la entelequia misma.
Ya en el hecho antes mencionado, de que al efecto solar externo lo tenemos que concebir como invisible,
reflexión de fuerzas cósmicas entrantes, también para el sol, como corazón del mundo, se encuentra allí el
punto de partida de una consideración tal. Dado que de hecho los órganos sensorios en primer lugar son
reflectores – muy complicados – aparatos-espejo, referidos al entorno a registrar.
En la toma de conocimiento de la relación de un centro hacia la periferia, de cada parte del mundo hacia el
conjunto, el universo, ya sea que el centro fuese el corazón o el sol, siempre se abre el camino hacia una
contemplación verídica de los misterios del mundo.
Es menester, no tan solo aislar cada objeto de estudio y analízalo, sino vincularlo a un todo superior o a la
totalidad, y en definitiva, al universo mismo. Dado que ese es el error de nuestra contemplación del mundo
hoy, que en ninguna oportunidad miramos al macro-cosmos, que jamás tomamos conciencia del lugar
donde nuestras fuerzas residen, esas fuerzas que estamos contemplando”. En el modo de contemplación
señalado, Steiner hasta está viendo la clave, mediante la cual la física moderna podría aproximarse a una
consideración real del átomo, que aun siendo pensado como punto masivo, hoy se resuelve, pero se rigidece
en las abstracciones de las ecuaciones de ondas. “En realidad en el caso de la molécula más diminuta
sucede, es que sobre esa molécula cobra efecto el cielo estrellado en su totalidad. Supongamos que aquí
hubiese un planeta, allá otro planeta, luego estrellas fijas; las estrellas fijas envían energías. Estas fuerzas
que son enviadas, se cruzan de la manera más diversa, se convierten en puntos de intersección. Los planetas
también envían sus fuerzas que se cruzan, de manera tal que en esa molécula no existe otra cosa que la
conjunción de las fuerzas del macrocosmos. Es el anhelo de la ciencia actual, avanzar de tal manera con la
microscopía, que sea posible contemplar los átomos en una molécula. Este modo de observación tiene que
terminar. En lugar de pretender investigar de manera microscópica la estructura de la molécula, la tenemos
que contemplar afuera, en el cielo estrellado, en la constelación. Contemplemos la estructura de las
moléculas, que tan solo se refleja en la molécula, allá afuera, en el macrocosmos. En lugar de querer
introducirnos a lo más diminuto, tendríamos que orientar la mirada hacia lo más grande, dado que allí debe
ser buscado, lo que vive en lo más pequeño.”
En el sentido de una indicación tal, en el caso de la actividad del sol de manera rítmica, es lógico, que para
una explicación contemplemos al espacio circundante, planetario, transpuesto por ritmos. De hecho, ya el
pionero R. Wolf, observador sistemático de las manchas, en el siglo pasado ha intentado atribuirle aumento
periódico y la disminución de la actividad solar, a las periodicidades del movimiento planetario. No lo ha
logrado, porque estaba en búsqueda de la manifestación de un ritmo planetario de 11,3 años, no existente.
Tampoco pudo comprobarse la relación a menudo supuesta con la circunvalación aproximadamente similar
de 11,86 años de Júpiter. Aquí podrá ser conducente la indicación de Rudolf Steiner, en el sentido de que la
consonancia constelativa de los ritmos, vistos de manera heliocéntrica, pueda adquirir en rol esencial en la
periodicidad de las manchas solares. De manera similar como la conjunción y la oposición del sol y de la
luna pueden incrementar la corriente común de los mares a marea viva, y la cuadratura en la época de
cuarto de luna tiene la capacidad de reducir al flujo y reflujo, así Rudolf Steiner le adjudica a la conjunción
y a la oposición de dos planetas en relación al sol una intensificación, a su posición en el ángulo recto
(cuadratura) una disminución de la actividad solar.
Al tomar este resultado de la investigación espiritual como fecundante indicación para la investigación
científica-natural, entonces en el periodo de la actividad de las manchas y sus manifestaciones
acompañantes, debería hallarse ocultos una gran cantidad de ritmos, o bien estar superpuestos o
combinados. De hecho de la gran cantidad de posibilidades de encuentros de los nueve planetas conocidos
que giran alrededor del sol, resulta un cúmulo de ritmos de constelación, cuya posibilidad de generación, en
oportunidad de consideración del sistema planetario, lo hemos señalado como remolino macrocósmico. P.
G. Hunziger, ha mostrado que resultan 36 ritmos característicos de diferente largo, que mediante las cuatro
constelaciones básicas en cada caso, de la conjunción, la oposición, de la cuadratura oriental y la
occidental, son membrados de cuádruple manera. Es así, que por ejemplo de la conjunción de los planetas
más veloces de Mercurio y Venus hasta la primera cuadratura, se requieren 36 días, hasta la oposición, 72
días, hasta la segunda cuadratura 108 días y hasta la conjunción siguiente, en término medio 144 días. En el
caso de los planetas lentos, Júpiter y Saturno, los tiempos respectivos son 5, 9,9, 14,9 y 19,9 años mientras
que el ritmo de encuentro de Neptuno y Plutón hasta abarca 495 años.
Justamente la constante irregularidad de la curva de las manchas permite la posibilidad de suponer allí, la
expresión de un juego de impulsos rítmicos confluyentes entre sí. El así llamado análisis armonioso,
permite una relación de tales relaciones. “El astro-físico C. G. Abott (1942) ha llevado a cabo análisis de
esa índole de manera muy exhaustiva, por un lado, a partir de los apuntes de la actividad solar (constante-
solar) y por otro lado, en anales meteorológicos de muchos años. Encontró unos treinta periodos
persistentes (entre oros, los mismos que fueron hallados en los ciclos de los árboles y en las
verveglaciones), que sin cabio de fase corren sin interrupción a través de los ciclos de la actividad solar y
de la misma manera por más de cien años de anales meteorológicos. Pudo brindar la comprobación de un
ritmo de 240 días con considerable amplitud a través de un espacio de 140 años, sin cabio de fase, en las
estadísticas de temperatura de Kopenhage, Viena y New Haven según Abbot, el ciclo de los 11 años, tanto
en los calores de la constante solar como en los anales meteorológicos, llega a la expresión con una
amplitud muy diminuta.
Como es sabido, a las ondas sinusales obtenidas mediante el análisis no se les puede adjudicar de buenas a
primeras una realidad física. Sin embargo, la persistencia y la simultaneidad con la cual aparecen en varios
apuntes obtenidos de manera independiente entre sí, referidos a diferentes procesos de la naturaleza le
otorgan a estas periodicidades, un carácter de realidad bien fundado… la persistencia y regularidad con la
cual estos impulsos rítmicos aparecen a través de los siglos y los milenios en los procesos naturales,
lógicamente conducen a buscar al factor de impulso en el campo que rodea al sol. Únicamente en el ámbito
astronómico, pueden ser encontradas periodicidades tan constantes, que recorren espacios de tiempo tan
enormes. “También queremos remarcar con Hunziker “que las periodicidades calculadas por Abbot,
Douglas y otros a partir del curso de diversos procesos natrales, todas aparecen en los ritmos de
constelación de los planetas”. Mediante estas investigaciones, las antes mencionadas indicaciones de la
investigación espiritual, referida a la relación de la actividad solar y los ritmos planetarios se actualiza y se
aproxima a su verificación.
En cambio no queremos dar la razón a Hunziker, cuando al ciclo de los once años de las manchas mismas,
quiere ver considerado tan solo, “como resultado de una gran cantidad de periodicidades de avance
menores, persistentes, sin cambio de fase por el acontecer natural.”
Hemos adjudicado el ritmo superior, a la actividad positiva, armonizadora del sol. También la astronomía
de la actualidad se inclina a buscar en el interior mismo del sol, el origen de la pulsación global de la
actividad de las manchas. Así por ejemplo escribe Kiepenheuer, director del Instituto Frauenhofer en el
“Schauinsland” de Freiburg: “Antiguamente se creía que la actividad de las manchas del sol realmente era
un proceso periódico, que se producía por la superposición de diversos periodos. Algunos hasta opinaban
que los planetas que giraban alrededor del sol, causaban esos periodos…, en el ínterin empero, se ha
revelado que esos ascensos y descensos de la curva de las manchas son procesos singulares, casi
independientes. Por lo tanto, tenemos que descartar la idea de una periodicidad a dado de la hipótesis de la
erupción. La misma afirma, que cada ciclo de manchas es un estallido independiente del sol, se extingue
dentro de un aproximado curso de once años.”
Según nuestro criterio, tanto a la concepción exógena como a la endógena del rimo de la actividad de las
manchas le corresponde una justificación. Dependerá del hecho de mostrar como las oscilaciones en el
espacio del tiempo y la amplitud del ritmo condicionado de manera endógena, son una manifestación de
adaptación a los ritmos con acción procedentes del sistema planetario.
Puede pertenecer a una tarea fecunda, interesante y responsable de jóvenes pioneros de la conexión de la
investigación natura y espiritual de seguir de manera correspondiente, al camino aquel señalado. La
aparición diferenciada de las manchas solares, a modo de regiones menores y mayores de remolino dentro
del grado de regiones menores y mayores de remolino dentro del gran remolino solar, podrá evidenciarse
entonces de manera definitiva como fenómeno de resonancia, como reflejo de las sub-membraciones
constelativas del abarcativo remolino planetario del sistema global. El “sentimiento astral del cosmos”, del
cual participa el corazón del cosmos a modo de órgano sensorio receptivo, halla así su expresión elocuente
en la actividad solar. El corazón del cosmos es oído y boca a su vez, con respecto a las armonías, y las
disarmonías de su entorno. Del mismo modo, como todo órgano sensorio, también tiene un lado activo. Al
mismo lo hace valer a través del ritmo básico, doble-fásico con una duración de 22 años.

EL INTERIOR DEL CORAZÓN CÓSMICO


Cada sistema orgánico del hombre participa de todos los miembros del ser. Es por ello que cada órgano, al
lado de su misión orgánica de primer plano, tiene asimismo una especie de función espiritual-fisiológica, o
función moral. Este lado de la función del corazón, pertenece a los misterios más profundos de la existencia
humana terrenal. En “la conciencia de la Iniciación”, Rudolf Steiner revela un lado de la misión central
anímica-espiritual del corazón, en la relación con la función de la sustancia metálica que le es coordinada,
el oro.
Describe como la normal conciencia del yo terrenal constituye un centro, un espacio del medio, entre
formas de conciencia, que al ser humano no-culto lo podrían disolver impotente, en esferas planetarias
supra-solares o deberían comprimirlo intra-humanamente a través de estados de dolor. Frente a ello
“tenemos una especie de conciencia media en la vida terrenal ordinaria, entre el nacimiento y la muerte,
donde nos tenemos que mantenernos erguidos.” La posibilidad y la fuerza para ello, nos brinda el corazón.
“En aquello, donde físicamente se encuentran los músculos del corazón, allí se acumula todo aquello que
nos otorga un firme sostén. Una vez que con la conciencia hemos avanzado de manera tal como acabo de
referirlo, nos daremos cuenta de que todo aquello que durante la conciencia despierta, lo que a esa
conciencia la convierte en la así llamada normal… se encuentra diseminado en el mundo, con enorme
finura, pero en ningún otro órgano, con unan inminencia tal como el oro, actuante sobre el corazón, Aurum.
Dentro de nosotros sabemos que la fuerza expandida en dosificación enormemente fina, porta nuestro
corazón y con ello mantiene viva la conciencia que tenemos, al encontrarnos en la vida diurna, en la
ordinaria vida de todos los días.”
La organización cerebral, a diferencia de la función del corazón tan solo tiene la misión de reflejar esa
conciencia, que se corresponde a una determinada conjunción de los cuatro miembros del ser, a través de la
imagen de la concepción del yo, que como tal, no posee realidad. La realidad de nuestro yo y con ello de
nuestra entelequia misma, está arraigada fundamentalmente en nuestro corazón. Con ello empero se torna
visible, una vez más, la función superior a todos los demás órganos, con luminosidad solar, del corazón.
Está relacionada de manera profunda con la misión propiamente dicha de la evolución terrestre misma, la
adquisición del yo del ser humano, en el sentido de las palabras de Rudolf Steiner: “En el corazón humano
duermen las más elevadas fuerzas de la tierra”.
En el corazón del cosmos podemos suponer la imagen arquetípica de la creación de la fuente energética
cósmica, siempre fluctuante de esa función. El proceso-Aurum que en el corazón confluye, la sustancia
aurea expandida en el universo, por el sol formada, al respecto extiende el puente de las esferas. Dado que
el oro, sustancia que transteje al corazón y “que en mayor medida es espiritual, tenemos que avanzar sobre
ese camino desde la sustancia hacia el espíritu mismo, desde la apariencia externa del sol, hacia su ser en el
espíritu.
Acerca de las entidades espirituales y sus hechos, para los cuales “los rayos solares físicos son tan solo la
expresión” y su diferenciada relación con los cuerpos celestiales, Rudolf Steiner ha dado muchas
descripciones concretas. La universalidad del sol requiere que con él y sus misiones cósmicas, se
encuentren ligadas las nueve jerarquías. De ello tomamos rápida conciencia en oportunidad de pasar el
umbral, ya sea en la iniciación o en el momento de la muerte. Dado que: al cabo de la muerte, el sol
desaparece de inmediato, ya que nosotros mismo somos el sol, y lo que somos, no lo vemos. Simplemente
pasamos a la vida solar… es decir, somos sol y vemos al verdadero sol, que es espiritual… cuando por
cierto estamos en el sol y miramos hacia atrás, detrás nuestro tenemos todo el mundo espiritual, el mundo
de las Jerarquías.”
El mayor misterio de antiquísima sabiduría del TRIPLE SOL, tiene su trasfondo en el conocimiento de las
tres veces tres jerarquías.
A modo de bosquejo, trataremos de descubrir sus relaciones espirituales-espaciales hacia el sol mismo, de
una manera algo más concreta. Ya al ascender con la imaginación desde la luz exteriormente perceptible,
hacia la vida etérica allí radiante, somos conducidos hacia el sol real, el espacio negativo, como lugar de
acción de la Tercera Jerarquía: “Justamente por el hecho de que allí existe espacio negativo, espacio en
blanco, es la morada común de las entidades más próximas al hombre, situados por encima de él: Angeloi,
Arcangeloi, Arkai.”
En la luminosa envoltura esférica-gasífera en cambio, podemos intuir con preferencia, la presencia de la
Segunda Jerarquía. La delimitación nítida del disco solar visible de las masas de gas, siempre en
movimiento de remolinos y erupciones, contra la corona ardiente sin límites en el universo por un lado y
contra el espacio hueco negativo-interior por el otro hacia el perceptible globo solar, sigue siendo aun un
enigma para la astronomía. La delimitación es una expresión de la actividad formadora de los Exusiai,
como Espíritus de la Forma. Lo que han realizado para las esferas espaciales de los planetas, cobra validez
asimismo para el espacio esférico del sol y su límite. “Los Espíritus de la Forma han extendido la
substancia etérica hasta una determinada distancia desde el sol… en nuestro sistema planetario establecen
los limites.”
En enorme movilidad y dinámica de las granulas, antorchas, erupciones, etc. Referida por los físicos
solares, podemos ver al reverso de la actividad de los Espíritus del Movimiento, los Dynamis. El hecho de
que la luz del sol así y todo posee la proporción que nos parece confiable y sobre-entendida, y que es una
condición previa de la existencia de toda la vida terrestre, le debemos a la sabia actividad de los Kiriotetes.
Dado que son ellos los que por vez primera, sobre el Antiguo Sol, al cálido y oscuro globo saturnino, le
sonsacaron la corriente del fluir de la luz y de la vida.
En esa fluida acción de la Segunda Jerarquía brillaba para Zoroastro, el Espíritu del Sol mismo, como el
Yo-Cósmico.”Todo aquello que desde el sol irradia al espacio sideral, de similar manera como lo hemos
referido, por parte de las entidades centradas de las Jerarquías Superiores, eso, Zorastro lo adjudicó al
Espíritu al que llamó Ahura-Mazdao.”
De hecho es la corona, la cromosfera y la fotosfera, la vestidura materialmente visible de la segunda
jerarquía, a la cual, sobre todo se había unido al Cristo, la Entidad Crística. “Mientras que entidades divinas
supra-terrenales, tan solo querían vivir en los elementos más refinados, en el elemento calórico, en el
elemento lumínico, esta entidad, que más tarde descendió mediante el Bautismo de Juan en el rio Jordán” –
en ocasión de la separación solar en la época hiperbórea – “a partir de íntima sabiduría… en su descenso
desde la evolución global al espacio del mundo… llevó consigo al elemento del aire, de modo tal que
guardó el parentesco con la tierra, de modo tal que constantemente, en ocasión de toda evolución venidera,
mediante esa entidad afuera en el espacio sideral, a través de esa entidad hubo un elemento familiar de la
tierra. Aquello que sobre el Antiguo Sol ya se había concentrado en aire o en gas… aquello que sobre el
sol es gaseoso, de hecho es cuerpo del Cristo… El sol como globo gaseoso, afuera en el espacio cósmico,
no es tan solo aquello que propone nuestra química astral, no tan solo lo que descubre nuestro análisis
espectral, sino que el sol como globo de aire o gas, afuera en el cosmos, es el cuerpo original del Cristo.”
Al preguntarnos acerca del domino de la primera jerarquía, nos estamos aproximando al mayor misterio del
sol, que posee intima relación con la generación del yo del hombre, a través del anclaje de su entelequia en
el corazón. En ese anclaje tenemos que buscar al impulso, que hace que el corazón palpite como órgano
físico, su separación significa su detención. La pregunta cósmica complementaria referida a la fuerza
impulsiva solar, al proceso energético originario, al cual le debe su inmenso, inagotable cumulo radiante, es
la pregunta clave de la moderna física solar, el problema clave con referencia al cosmos de las estrellas fijas
y en definitiva, la generación del universo accesible a nuestros sentidos. Ya hemos dicho, que esta
pregunta – visto materialmente – conduce al misterio del hidrógeno, como punto de partida de la
generación de toda materialidad. Es el punto en el cual en el futuro tiene que ser construido el puente
cognitivo desde la materia hacia la primacía del espíritu. Mientras que no se ha creado la condición previa
para un tratamiento acorde a la realidad del mundo material, la física solar tiene que perderse en el callejón
sin salida de hipótesis materialista - cuando, como Emden y Eddington, como primeros, intenta establecer
los fundamentos para el cálculo de la estructura interior de estrellas.
Así y todo, aquí queremos referirnos a una determinada concepción del problema energético-solar, porque
contiene una determinada orientación: y es aquella que se orienta hacia el centro solar, al concepto de un
núcleo –solar especial. Ha sido Eddington, quien ha realizado el primer “modelo-standard” del sol. “Los
parámetros fisicales y la composición química, al respecto tienen que ser elegidos de manera tal, que la
integración suministre con exactitud la masa solar global, conocida a partir de los movimientos planetarios
y que la generación energética, condicionada principalmente por la temperatura, brinde la radiación
correcta. Se trata de un modelo en el cual la generación energética se encuentra distribuida de manera
uniforme en todo el interior. Hoy se sabe que la generación energética tiene lugar dentro de un núcleo
relativamente pequeño, por lo cual, se emplea un modelo FUENTE DE PUNTOS.” Por lo tanto el
investigador natural se ve obligado a presentar al interior solar desconocido a modo de capas, al menos,
trimembrado. A la ya mencionada zona hidrógena – convencional, debajo de la fotosfera, se opone un
núcleo-solar, mediado por una esfera de transición. Con ello, la física solar, aun oscurecida por la sombra
de concepciones sujetas a lo sensorio, se aproxima al misterio central del sol, en su condición de estrella
fija.
También la conciencia espiritual, en la contemplación del sol como corazón del cosmos, nos ubica frente a
un problema fuente de puntos. Pero en su luz, desde el lado espiritual experimenta una aclaración profunda,
orientada al corazón del hombre. El misterio inagotable a ello ligado, está relacionado con el hecho tan
elocuente, y a su vez tan enigmático de que a todo yo humano individual que germina sobre la tierra, le está
coordinando una estrella fija en el macro-cósmos, que solo a él pertenece. Dado que en el sentido de la
investigación científica-espiritual, existen tantos millones de seres humanos, como soles de estrellas fijas se
hallan creadas en el universo. Así como el yo-mundial del Cristo es representado por el sol, así cada ser
humano tiene la coordinación hacia una estrella, y podemos decir: su estrella. Tal vez las palabras de María
a Juan en el tercer drama de los misterios, están señalando ese hecho: “Veo a tu estrella en plena
radiancia.”
La naturaleza del yo, que resumen todos los miembros del ser del hombre, que se arraiga esencialmente en
el corazón como yo de la tierra y en principio tan solo vivencia de manera puntual, necesita del arraigo en
el corazón de un sol de estrella fija. Es la primera jerarquía, sobre todo, la fuerza espiritual de luz y de amor
de los querubíes y serafines, que irradia esa fuerza solar constituyente del yo. Una indicación respectiva
contiene las siguientes palabras de Rudolf Steiner: “Los Serafines y Querubínes, son las Jerarquías aquellas
que tienen la misión, de trasladar hacia afuera, desde el punto central del sistema planetario, la fuerza de la
luz. Al convertirse en portadores de la luz de las entidades de las Jerarquías Superiores, los Querubínes y
Serafines, tienen la misma relación con la luz, como los Espíritus de la Forma la tienen con la substancia
etérica.”
Recién una aproximación tal a lo más profundo del corazón cósmico, al misterio central del sol, como
estrella fija, nos abre el portal a la toma de conocimiento de la función espiritual del corazón. Visto
cósmicamente, es el taller en el cual los “Seres de la acción” de la Primera Jerarquía “resucitan las justas
configuraciones de la vida terrenal de los hombres”, vale decir, al realidad del karma, cristalizada en la
esfera funcional del corazón del cosmos, como asiento de la conciencia cósmica. Allí se originan las
fuerzas que permiten al corazón, madurar para su función íntima, rectora de todas las demás funciones:
palpitar como órgano de conciencia para el karma en generación, con cuyo tejer está ligado
irreversiblemente, el futuro de la entelequia humana, por proceder del corazón y a su vez del sol.
Es el empuje de la corriente del karma, que a la entelequia, al cabo de cada nueva vida terrenal, a través del
portal solar hace retornar al corazón del cosmos, conduciéndolo a través del portal de la luna hacia la tierra.
En la esfera solar, como espacio del corazón cósmico, recibe la fuerza, que hace que el corazón terrenal lata
como morada de la conciencia. Allí empero a su vez vivencia al armonioso accionar conjunto de las tres
jerarquías, que al sol lo convierten en fuente divina de la luz, la vida y el amor, a la vez que ordenan al
karma.
A su vez vivimos en la armonía de las esferas, procedente de todo el universo que en definitiva encuentra
su reflejo y definición en aquella sustancia que une al corazón cósmico y al corazón humano y a modo de
oro “actúa sobre el ser humano interior, de manera armonizadora, equiparadora.”

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