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La ciudad en el imaginario republicano en De re publica, de Cicerón

Patricia Beatriz Vega


aurea_mediocritas@live.com.ar
UNPA UARG

La presente comunicación se propone analizar en De re publica de Cicerón los semas que


construyen y delimitan el concepto de ciudad en el imaginario republicano. El análisis se
fundamenta en la perspectiva estoica, para la cual la ciudad es consecuencia de un proceso
histórico que se inicia en la capacidad natural del hombre para agruparse. Cuando ese grupo
entiende que debe regirse por las leyes de la naturaleza para buscar el bien común, se
convierten en sociedad.
En este marco podemos afirmar que, desde sus orígenes, Roma ha construido su imagen
recuperando en el pasado los ideales de la virtud. Cicerón recurre en el inicio del tratado a la
construcción discursiva de la figura de Escipión (hombre asociado con “la experiencia de los
asuntos más importantes de la República”) y ot ros hombres ilustres, presentados como un gran
modelo funcional a los ideales de reconstrucción de ese sistema . En esta perspectiva, postula que
la organización básica del ser humano es la de pueblo, cuyo fundamento se sostiene bajo el
arbitrio del ius, dado que la ciudad y la República tienen su origen en este concepto.
Ninguno de ellos puede existir sin el pueblo, puesto que son su continuación. No obstante,
distingue hominum coetus quoquo modo congregatus del coetus multitudinis iuris consensu
et utilitatis communione sociatus (I, 25). Si el pueblo “no es la unión de todos los hombres
reunidos de cualquier modo”, sino que está unido en base al derecho y a la utilidad, estos
dos ejes (ius / utilitas) son los primeros en delimitar el concepto político de “ciudad”.

I- Urbs / Civitas. Acerca de la utilidad pública en el gobierno de las ciudades

En un contexto donde prima la conciencia jerárquica que subordina el individuo a los


diferentes grupos sociales, en De Re Publica el orador activa estrategias discursivas que
referencian las cualidades del ciudadano con un sentido de pertenencia al universo
republicano. Por ello el término urbs se vincula con el concepto más general de “ciudad”;
1
compone enunciados anclados en pasados (esplendorosos, unos,; marcados por el desorden,
otros) de la vida romana y, eventualmente, de comunidades griegas –en alusiones a La
República de Platón-. Civitas, en cambio, configura ese imaginario junto a conceptos claves
de la república romana, que definen el objetivo político de reforzar un sistema de creencias
en pleno resquebrajamiento, situación previa a las guerras civiles. En este sentido sostiene
Defant de Bravo (2003:128) que la crisis del siglo I se mide en relación con el esplendor
del siglo III a.C, caracterizado por el equilibrio de las instituciones políticas y sociales.
Después de la expansión de Roma, el crecimiento demográfico no fue acompañado por una
organización institucional necesaria para adaptarse a la nueva situación, se sumó a ello la
crisis socioeconómica caracterizada por un enfrentamiento entre clases muy ricas y un
proletariado creciente. Dada esta situación, se hace necesario para el orador desde el
discurso distinguir el concepto de urbs como emplazamiento geográfico del de civitas,
vinculado al orden jurídico y estamental:

… eiusmodi coniunctionem tectorum oppidum, vel urbem apellaverunt,


delubris distinctam, spatiisque communibus. Omnis ergo populus, qui est talis
coetus multitudinis (…); omnis civitas, quae est constitutio populi; omnis
respublica, quae populi res est, consilio quodam regenda est, ut diuturna
sit… (I, XXVI)

De este modo, llamaron ciudad al grupo unido de techos, separados de templos


y espacios comunes. Por lo tanto, todo pueblo, que es tal conjunción de
multitud, toda ciudad que es la condición del pueblo, debe ser regida por un
consejo, para que sea duradera…

La recurrencia de conceptos relacionados con el campo político, como los señalados,


estructuran la fuerza argumentativa del enunciado. Urbem, como señalábamos, aparece
vinculada semánticamente a cuestiones edilicias, y completa su sentido en civitas, como la
conformación social del pueblo de la república unido por los valores esenciales del cosmos
romano, resumidos en la virtus1. La idea de populus, en consonancia con este pensamiento,
1
Uno de los fragmentos que resume cabalmente este conjunto de valores republicanos como base
estructural del sistema se encuentra al inicio del Libro Primero, en el que Escipión expresa ante su
auditorio:
…Unde enim pietas? Aut a quibus religio? Unde ius aut gentium, aut hoc ipsum civile quod dicitur?
Unde iustitia, fides, aequitas? Unde pudor, continentia, fuga turpi (tu) dinis, appetentia lauids et
honestatis? Unde in laboribus et periculis fortitudo?... (1, II)
2
no reúne a multitudes heterogéneas sino a hombres libres dotados de derechos civiles, en
una organización política a cargo de los optimi2. Por ello es necesario el uso del gerundivo
con matiz de obligatoriedad referido a la necesidad de mantener esa organización para
garantizar la perdurabilidad del sistema. La natural tendencia de los hombres a unirse se
convierte en cuestión social sólo cuando es aprendida y transmitida a través de esta línea,
para solidificar una determinada manera de comportarse el individuo regida por el amor a
las leyes, como la esencia del civis romano.
En el ejemplo precedente, populus es considerado sujeto y objeto político. Desde el inicio
del tratado aparece vinculado a conceptos tales como el consenso y la utilitas, que tiende a
la conformación de las ciudades y al bien común de la res publica. Es decir, la ciudad
presupone al pueblo, y no a la inversa. Es la justificación para mantener los roles políticos y
ciudadanos de aquellos que nacieron en un determinado orden social para servir a las
funciones de la patria. La utilitas, en consecuencia, se resume en la búsqueda del bien
común, y determina que los roles que ordenan el espacio público y privado se traduzcan en
acciones concretas, originadas en el ideal de virtud:

… Eas artes, quae efficiant ut usui civitati simus: id enim esse praeclarissimum
sapientiae munus, maximumque virtutis vel documentum, vel officium puto… (I,
XX)

… (Debemos aprender) Esas habilidades que se realizan para que seamos de utilidad
a la ciudad: ése en efecto considero que es el mayor servicio de la sabiduría y el
máximo modelo y deber de la virtud…

La mención a artes al inicio del fragmento delinea la idea global a partir de la cual se
desarrolla el concepto de utilitas. Las “cualidades mentales o morales” a las que alude el
primer término se complementan con su acepción de “oficio, profesión o técnica” 3, es decir,
a la concreción en el plano práctico de habilidades de naturaleza intelectual. Refuerzan esta
idea el uso del verbo efficio (con el matiz de “ejecutar”, “producir”, “concretar” 4) seguido

2
En este sentido, cf. en el libro I los fragmentos XXXII, XXXVII, XLV entre otros.
3
Cf. acepciones en Diccionario Ilustrado Latino-Español Español-Latino VOX, Larousse Editorial, España,
2012
4
Idem nota 3
3
de la construcción subordinada que explicita el concepto de utilidad pública como fin,
modelo y deber de la virtud.

A lo largo del libro I del tratado esta concepción se reforzará a partir de la contraposición
de la figura del hombre público con la del filósofo. El arte de la gubernatio requiere de
sujetos con capacidad y ejercicio en la labor pública; por ello el orador cuestiona a los
filósofos y consejeros, quienes siendo presuntamente sabios en el decir sólo teorizan y no
ponen en práctica la virtud en el gobierno de la ciudad:

… virtus in usu sui tota posita est. Usus autem eius est maximus, civitatis
gubernatio, et earum ipsarum rerum, quas isti in angulis personant, reapse, non
oratione, perfectio (…). Neque enim est ulla res, in qua propius ad deorum numen
virtus accedat humana quam civitates aut condere novas, aut conservare iam
conditas… (I, II y VII)

… La virtud está completamente depositada en su práctica. Pero la máxima práctica


de ésta es el gobierno de la ciudad, y de aquellas cosas de las que estos (los
ciudadanos) predican en sus salones privados, no de palabra sino realmente en
concreto (…). Pues no hay nada en lo que la virtud humana se acerque más a la
voluntad de los dioses que construir nuevas ciudades o bien conservar las ya
edificadas…

II- Ius, Civitas. Acerca del “orden natural” en el gobierno de las ciudades.
El derecho en la ideología romana, está conformado por los conceptos de fas y ius, que
legitiman la consideración axiológica del término. Ese derecho está garantizado ad initium
por un orden cósmico superior a cualquier individuo o comunidad, con basamentos
incuestionables, y se estructura en una serie de elementos jerarquizados en relación a su
funcionalidad para ese sistema. Es la base del vínculo entre los ciudadanos y la garantía de
que éstos dispondrán de las mejores condiciones para restituir el orden republicano que
requiere el fundamento de una sociedad organizada sobre la base de derechos convenidos e
intereses comunes:
… Iura certe paria debent esse eorum inter se, qui sunt cives in eadem república.
Quidest enim civitas, nisi iuris societas? (I, XXXII)

4
…Deben ser iguales los derechos entre los que son ciudadanos de una misma
república. Pues ¿qué es una ciudad sino una sociedad en el derecho civil?...

Este ejemplo resume una línea de pensamiento extensamente desarrollada en el tratado: la


igualdad de derechos civiles entre los integrantes del populus. Igualdad que de ningún
modo presupone masividad ni supresión de la diferencia. En De re publica el esfuerzo
continuo de las expresiones tienden a separar jerárquicamente a la masa informe, impetuosa
e indómita (“vulgus”, “plebs”, “turba”) del grupo de “hombres sumamente honorables”,
ciudadanos selectos y por lo mismo perfectamente identificables. Sus acciones, basadas en
la utilidad, el derecho y el bien común han demostrado la voluntad y, en especial, la
idoneidad de este conjunto aristocrático para ejercer la gubernatio a lo largo de
generaciones. De este modo, el discurso político de Cicerón no haría más que justificar un
orden natural y cósmico eterno y que los optimi deberán mantener y el vulgus, acatar.

... certe in optimorum consiliis posita est civitatum salus; praesertim cum hoc
natura tulerit, non solum ut sumí virtute et animo praeessent imbecillioribus, sed ut
hi etiam parere summis velint… (I, XXXIV)

… la conservación de las ciudades depende del gobierno de los mejores, teniendo


en cuenta sobre todo que, por naturaleza, no sólo los superiores por su valor y
espíritu se imponen a los más débiles, sino que también estos están dispuestos a
obedecer a los que son superiores…

Dentro del orden estamentado de la sociedad y a pesar de su crisis, la jerarquía es uno de


los pilares que debe ser fortalecido. Desde esta mirada, los hombres “por naturaleza” están
unos llamados a mandar y otros a obedecer. Todo lo que se aparte de esta regla es lo que
favorece la idea de “motu reipublicae”, una república convulsionada. El gobierno de los
mejores garantiza la perdurabilidad de la ciudad romana, y en esa práctica política concreta
se manifiesta la virtud tanto de los que administran el orden como de los que son
ordenados. La naturalización de este sistema es la que permite configurar la estructura
política que jerarquiza a los hombres unidos por el civile nexo.
La ciudad funciona entonces como contención y garantía de este orden jerárquico; el
derecho natural –que precede y origina al pueblo y a la ciudad- necesita de ella para poder
realizarse. La base de la república es la existencia de ese derecho común a los ciudadanos;
para Cicerón y su audiencia hablar de ius consensu no implica en grado alguno que los
5
hombres libres acuerden un derecho, sino que éste sea común, dado desde el inicio por un
orden superior, esté al servicio del pueblo y establezca las bases y jerarquías de la civitas
romana y en extensión de la humanidad toda, pues
… Quis enim hunc hominem rite dixerit, qui sibi cum suis civibus, qui denique cum
omni hominum genere nullam iuris communionem, nullam humanitatis societatem
velit?... (II, XXVI)

… ¿Quién llamaría hombre debidamente a uno que para sí y para con sus
conciudadanos, en fin con todo el género humano, no desee una comunidad en el
derecho ni sociedad humana alguna?...

Conclusión
La construcción discursiva del concepto de ciudad en De Re Publica de Cicerón explicita su
finalidad de búsqueda de legitimación del orden republicano romano, al que considera en su
forma como ideal, tanto desde el punto de vista histórico (compendio de los aciertos de
otros pueblos y de sus particularidades propias) como social (expresión de la justicia). Para
lograr esa construcción, recurre a un conjunto de categorías ideológicas y morales (ius,
utilitas, virtus) que fundamentan la teoría del bien común y propone a la civitas como
resultado necesario de dicha práctica social.
La recurrencia de conceptos y semas vinculados al orden político y civil de las ciudades
romanas pone de manifiesto que lo relevante en la sociedad no es la forma de gobierno o la
estructura política, sino la virtud de los hombres que se dedican a gobernar efectivamente.
Esta idea, esbozada ya en el preámbulo del diálogo ciceroniano, es una línea que se
mantiene a lo largo de todo el tratado y culmina apoteósicamente en el “ Somnium
Escipionis” (Libro VI), en el que se lleva a la gloria celestial no al gran filósofo sino al
virtuoso gobernante de las ciudades.
Para el orador, el amor a las leyes y la búsqueda del bien común son las bases en la
construcción de una ciudad, independientemente de los tiempos y los espacios. Pero
particularmente en ese contexto de crisis política y social, el propósito de gestar un cambio
en la mentalidad de sus iguales contemporáneos se nutre en la convicción de que salvar la
república es una empresa colectiva, ya que la vida cívica en Roma no es cosa añadida, sino
la condición misma de su existencia, y asunto de todos los ciudadanos.

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… Lo mismo que las grandes ciudades aventajan a los villorrios y alquerías, superan
los que gobiernan las ciudades con su consejo y autoridad a los que viven alejados de
los negocios públicos. Y puesto que nos sentimos atraídos a aumentar las
consecuciones del género humano (…) puesto que la naturaleza misma nos imprime el
impulso, perseveremos en este camino, que siempre fue el de los mejores…

Fuentes primarias:
- Cicerón; De la República. Texto latino de fragmentos conservados. Bosch Casa Editorial,
Barcelona, 1971.
- Cicerón; Sobre la República. Gredos, Planeta DeAgostini, España, 1998. Traducción de
Álvaro D’Ors.

Fuentes secundarias:
- Defant de Bravo A. y Orce de Llobeta A.; “El ciudadano común en los discursos de
Cicerón y Salustio”; en Interclássica Letras del Mundo Clásico N° 4, Interclassica.um.es.,
1996. Pp. 77-92.
- García Mac Gaw, C.; “La ciudad-estado y las relaciones d eproducción esclavista en el
Imperio Romano”, en Gallego J. y García Mac Gaw C. (comp.); La ciudad en el
Mediterráneo Antiguo; El Signo editorial; UBA; Bs. As., 2007

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