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… Eas artes, quae efficiant ut usui civitati simus: id enim esse praeclarissimum
sapientiae munus, maximumque virtutis vel documentum, vel officium puto… (I,
XX)
… (Debemos aprender) Esas habilidades que se realizan para que seamos de utilidad
a la ciudad: ése en efecto considero que es el mayor servicio de la sabiduría y el
máximo modelo y deber de la virtud…
La mención a artes al inicio del fragmento delinea la idea global a partir de la cual se
desarrolla el concepto de utilitas. Las “cualidades mentales o morales” a las que alude el
primer término se complementan con su acepción de “oficio, profesión o técnica” 3, es decir,
a la concreción en el plano práctico de habilidades de naturaleza intelectual. Refuerzan esta
idea el uso del verbo efficio (con el matiz de “ejecutar”, “producir”, “concretar” 4) seguido
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En este sentido, cf. en el libro I los fragmentos XXXII, XXXVII, XLV entre otros.
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Cf. acepciones en Diccionario Ilustrado Latino-Español Español-Latino VOX, Larousse Editorial, España,
2012
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Idem nota 3
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de la construcción subordinada que explicita el concepto de utilidad pública como fin,
modelo y deber de la virtud.
A lo largo del libro I del tratado esta concepción se reforzará a partir de la contraposición
de la figura del hombre público con la del filósofo. El arte de la gubernatio requiere de
sujetos con capacidad y ejercicio en la labor pública; por ello el orador cuestiona a los
filósofos y consejeros, quienes siendo presuntamente sabios en el decir sólo teorizan y no
ponen en práctica la virtud en el gobierno de la ciudad:
… virtus in usu sui tota posita est. Usus autem eius est maximus, civitatis
gubernatio, et earum ipsarum rerum, quas isti in angulis personant, reapse, non
oratione, perfectio (…). Neque enim est ulla res, in qua propius ad deorum numen
virtus accedat humana quam civitates aut condere novas, aut conservare iam
conditas… (I, II y VII)
II- Ius, Civitas. Acerca del “orden natural” en el gobierno de las ciudades.
El derecho en la ideología romana, está conformado por los conceptos de fas y ius, que
legitiman la consideración axiológica del término. Ese derecho está garantizado ad initium
por un orden cósmico superior a cualquier individuo o comunidad, con basamentos
incuestionables, y se estructura en una serie de elementos jerarquizados en relación a su
funcionalidad para ese sistema. Es la base del vínculo entre los ciudadanos y la garantía de
que éstos dispondrán de las mejores condiciones para restituir el orden republicano que
requiere el fundamento de una sociedad organizada sobre la base de derechos convenidos e
intereses comunes:
… Iura certe paria debent esse eorum inter se, qui sunt cives in eadem república.
Quidest enim civitas, nisi iuris societas? (I, XXXII)
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…Deben ser iguales los derechos entre los que son ciudadanos de una misma
república. Pues ¿qué es una ciudad sino una sociedad en el derecho civil?...
... certe in optimorum consiliis posita est civitatum salus; praesertim cum hoc
natura tulerit, non solum ut sumí virtute et animo praeessent imbecillioribus, sed ut
hi etiam parere summis velint… (I, XXXIV)
… ¿Quién llamaría hombre debidamente a uno que para sí y para con sus
conciudadanos, en fin con todo el género humano, no desee una comunidad en el
derecho ni sociedad humana alguna?...
Conclusión
La construcción discursiva del concepto de ciudad en De Re Publica de Cicerón explicita su
finalidad de búsqueda de legitimación del orden republicano romano, al que considera en su
forma como ideal, tanto desde el punto de vista histórico (compendio de los aciertos de
otros pueblos y de sus particularidades propias) como social (expresión de la justicia). Para
lograr esa construcción, recurre a un conjunto de categorías ideológicas y morales (ius,
utilitas, virtus) que fundamentan la teoría del bien común y propone a la civitas como
resultado necesario de dicha práctica social.
La recurrencia de conceptos y semas vinculados al orden político y civil de las ciudades
romanas pone de manifiesto que lo relevante en la sociedad no es la forma de gobierno o la
estructura política, sino la virtud de los hombres que se dedican a gobernar efectivamente.
Esta idea, esbozada ya en el preámbulo del diálogo ciceroniano, es una línea que se
mantiene a lo largo de todo el tratado y culmina apoteósicamente en el “ Somnium
Escipionis” (Libro VI), en el que se lleva a la gloria celestial no al gran filósofo sino al
virtuoso gobernante de las ciudades.
Para el orador, el amor a las leyes y la búsqueda del bien común son las bases en la
construcción de una ciudad, independientemente de los tiempos y los espacios. Pero
particularmente en ese contexto de crisis política y social, el propósito de gestar un cambio
en la mentalidad de sus iguales contemporáneos se nutre en la convicción de que salvar la
república es una empresa colectiva, ya que la vida cívica en Roma no es cosa añadida, sino
la condición misma de su existencia, y asunto de todos los ciudadanos.
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… Lo mismo que las grandes ciudades aventajan a los villorrios y alquerías, superan
los que gobiernan las ciudades con su consejo y autoridad a los que viven alejados de
los negocios públicos. Y puesto que nos sentimos atraídos a aumentar las
consecuciones del género humano (…) puesto que la naturaleza misma nos imprime el
impulso, perseveremos en este camino, que siempre fue el de los mejores…
Fuentes primarias:
- Cicerón; De la República. Texto latino de fragmentos conservados. Bosch Casa Editorial,
Barcelona, 1971.
- Cicerón; Sobre la República. Gredos, Planeta DeAgostini, España, 1998. Traducción de
Álvaro D’Ors.
Fuentes secundarias:
- Defant de Bravo A. y Orce de Llobeta A.; “El ciudadano común en los discursos de
Cicerón y Salustio”; en Interclássica Letras del Mundo Clásico N° 4, Interclassica.um.es.,
1996. Pp. 77-92.
- García Mac Gaw, C.; “La ciudad-estado y las relaciones d eproducción esclavista en el
Imperio Romano”, en Gallego J. y García Mac Gaw C. (comp.); La ciudad en el
Mediterráneo Antiguo; El Signo editorial; UBA; Bs. As., 2007
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