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Nombre: Cristhian Alessandro Paz Farfán

Registro: 217037828
Abordaje Organizacional I

EL SUJETO Y LAS INSTITUCIONES: UNA LECTURA DE SUS


SÍNTOMAS DESDE EL PSICOANÁLISIS

«He visto con mis ojos, dice San Agustín, y observado a un pequeño dominado por los celos: todavía no
hablaba y no podía mirar sin palidecer el espectáculo amargo de su hermano de leche»

(Lacan, 1938, p.44)

“«Precisamente porque tu prójimo no merece tu amor y es más bien tu enemigo, debes amarlo como a ti
mismo.»

(Freud,1930, p. 24)

A lo largo de la historia, partiendo desde las primeras agrupaciones de hombres primitivos hasta las
organizaciones gubernamentales a nivel mundial más contemporáneas, algo siempre ha estado claro
y es que lo social y lo individual no son elementos insolubles, sino que, por el contrario, se implican
(y complican) mutuamente en configuraciones tan diversas como individuos y agrupaciones existen.
Sin embargo, estas “configuraciones”, no se desarrollan, ni desenvuelven en un terreno sin
delimitaciones, es más, por mucho tiempo la palabra “institución” fue sinónimo de estructura, orden
y sistematicidad o por lo menos, así fue en la época de los reyes y la Santa Inquisición, periodos en
los que instituciones como la Iglesia y el Estado, regentaban la ley cual padre de la horda, y que
llegado su momento, se vieron sacudidas en sus cimientos con la llegada de los movimientos
independentistas a nivel mundial y en los cuales los significantes que les otorgaban prestigio, fuerza
y dominio, perdieron fuerza; para teóricos como Lacan, la caída de estos significantes devinieron en
una crisis que denominó como “la caída del nombre del padre” y la cual, a pesar de que han pasado
85 años de su formulación teórica, sigue igual de vigente al darnos cuenta que de una u otra forma
dudamos y cuestionamos los cimientos y el accionar de las estructuras políticas, religiosas, educativas
y económicas que en la antigüedad nos gobernaban sin derecho a réplica.
Sin embargo, es imperativo señalar que el presente trabajo no busca realizar una lectura histórica de
la compleja relación entre el sujeto y las instituciones, sino que su enfoque, se dirige hacia la
identificación y comprensión de algunos modos y formas específicos, síntomas, que ha tenido que
articular el sujeto, para darle lugar a su deseo a través del goce en el entramado institucional.
Viñeta
María José es una joven estudiante de 23 años de la carrera de derecho, su vocación fue marcada por
la creencia de que un sistema de justicia limpio e igualitario es posible para todos, por lo cual se
destaca en clase por su fuerte moralidad y la dura aplicación de la teoría en su práctica preprofesional.
Sin embargo, esta joven está a punto de encontrarse con un real que le resultará en el desencanto de
su carrera y en la necesidad de tomarse un sabático para replantearse si debe seguir en el área penal
de la misma.
Al comenzar el verano, María José decide empezar una pasantía junto al docente que más admira, el
cual siempre la ha elogiado por sus aportaciones en clase y a la cual este le dice que la convertirá en
su mejor aprendiz hasta el momento, papel que la joven toma muy en serio y por lo cual después de
un periodo de tiempo realizando papeleos de oficina en el cual se limitaba a recibir y entregar
documentaciones como parte de su formación, exige a “su maestro” que le deje ir al campo de juego.
Su licenciado, el cual debo aclarar es un cotizado abogado penalista, extasiado por el espíritu
“entrador” de la joven, le plantea que al día siguiente irá al juzgado a dejar memorándums y revisar
libros de actas como forma de subir de nivel su entrenamiento y a lo cual esta acepta muy emocionada.
Sin embargo, al día siguiente, grande fue su horror al ver como su admirado docente al mandarla al
juzgado en búsqueda de un acta, le tiende un billete de 10bs “para que entrepapele en la solicitud que
debe entregar a “la doctora” que la atienda en ventanilla” y como si esto no fuera suficiente para
generarle conmoción, y al encontrarse en ventanillas del juzgado del Palacio de Justicia, dicha
“doctora” al momento de encontrarse con el infame billete, se lo devuelve alegando “que con eso no
era suficiente”. María José, abrumada por toda la situación, vuelve a la oficina de su docente, entrega
el folio con el dinero y pide libre por el resto del día; por la tarde, hace una llamada y comunica a su
maestro, que ya no volverá al día siguiente.
Como a María José, a muchos de nosotros nos ha tocado vernos cara a cara con la corrupción, en
ocasiones frente a funcionarios que omiten la ley y la doblegan a su voluntad y en otras, como los
que la omiten y doblegan personalmente, esto, sin embargo, es a mi parecer, el resultado sintomático
del sujeto como respuesta a una organización (igual sintomática) que le genera tensiones y conflictos.
Debemos recordar que, para el psicoanálisis y como expone Lacan a lo largo de su seminario X en el
que teoriza sobre la angustia, el síntoma no es sinónimo de enfermedad, sino que más bien, resulta
ser la forma en la cual los sujetos resuelven problemáticas que han entrado en conflicto con su deseo
y se mantienen en el tiempo debido al goce que le traen.
Burocracia y tramitadores
Me gustaría empezar desarrollando sobre la burocracia, mecanismo sobre el cual las instituciones
tanto publicas como privadas se apoyan bajo el ideal de descentralizar tareas, optimizar el desempeño
y la atención al público; sin embargo, aunque esto fuera así (y en muchos casos no lo es), a lo largo
de la historia la burocracia es vista como uno de los aparatos fundamentales en el proceso de
destrucción del individuo y de mecanización de la sociedad(González García, 2007); desde una
perspectiva psicoanalítica, la burocracia vendría a alienar al sujeto al entramado social ya que en esta,
se presentan un conjunto de significantes que imponen una lógica estandarizada sobre el sujeto, que
lo despoja de su capacidad de expresión auténtica.
Es en este punto en el que me quiero detener y es que frente a este dispositivo super yoico tan tajante,
rígido y mecanizado, que opera bajo el semblante de “formalidad”, el sujeto ha tenido que desarrollar
varios síntomas para hacerle frente, síntomas que no solo alivian su cuerpo su mente, sino que también
alivian(an) su bolsillo, como efecto colateral de darle lugar a su goce; y es que a quién no le ha pasado
(y ha pasado más de una vez) que ha escuchado o vivido en carne propia el “necesito una fotocopia
de su carnet”, “tiene que ir a la oficina 612 (que convenientemente no está en el mismo edificio) a
conseguir la firma y sello de fulanito”, “en este momento no lo podemos atender, no hay sistema”,
etc. que tanto nos hacen maldecir y dar dolores de cabeza. Frente a esto, aparecen los famosos
tramitadores, estos individuos que tan amablemente (y que a cambio de una buena cantidad de pesos
bolivianos) nos resuelven la vida y a los que solamente de tanto en tanto hay que llamar para ver
como va yendo nuestro trámite. El tramitador entonces se convierte en un agente que facilita la
articulación del goce, al proporcionar los medios y conocimientos necesarios para sortear los
obstáculos administrativos y al hacer de intérprete que decodifica el lenguaje institucional y media
por el sujeto en el tan complejo (y tedioso) entramado burocrático. Sin embargo, esta facilitación del
goce no está exenta de implicaciones, ya que también llega a desencadenar nuevas formas de
alienación al insertar al sujeto en un sistema que requiere de intermediarios y lo despoja de su posición
de sujeto autónomo relegando la expresión directa de su goce a través de un proceso mediado.
El soborno y el dinero
Ahora bien, tanto en la viñeta sobre la joven María José como en el anterior apartado sobre la
burocracia, mencioné que había un efecto colateral que daba “alivio” al sujeto en su agotadora tarea
de hacerle frente a las estructura super yoicas de las instituciones, este efecto colateral, que del mismo
modo me gustaría presentar en términos de síntoma, es el del dinero y siendo más específico, el dinero
como soborno. Para el psicoanálisis, “el dinero es un canal de goce para cada sujeto, y en tanto tal
está regulado por una economía deseante particular.” (Patricia Polari, 1998), sin embargo, desde su
invención, el dinero adquirió rápidamente el significante de poder, aquel que tenga el dinero suficiente
jamás tendrá que pasar hambre o necesidad, aquel que tenga dinero irá a una buena universidad y no
desfallecerá ante la enfermedad y por qué no (y en términos de los sujetos insertados en las
instituciones) aquel que tenga dinero, podrá obtener un trato justo, agilidad en su proceso, un crédito
más alto, justicia, libertad, una sentencia menor, arresto domiciliario y en el mejor de los casos,
inmunidad ante todo contratiempo. El soborno, ofrece una vía al sujeto mediante la cual se le de paso
a un goce sin límites (claro está que con el riesgo de ser atrapado en el acto) y podemos asegurar
entonces (desde una postura psicoanalítica), que el soborno aparece como síntoma para desafiar o
evadir la autoridad simbolizada por el Nombre del Padre. Al corromper (a otros y a sí mismo) a través
del soborno, el sujeto busca sortear las restricciones normativas y satisfacer su deseo al margen de las
reglas establecidas, es una expresión de la lucha simbólica del sujeto contra la autoridad que tanto
toma de él (tiempo), buscando satisfacer su deseo de manera directa, aunque transgrediendo las
normas sociales.
Conclusiones
A lo largo de este trabajo hemos podido observar los mecanismos que ha tenido que desarrollar el
sujeto para poder darle lugar a su deseo dentro de las instituciones mediante el goce, la burocracia y
los tramitadores, el soborno y el poder del dinero son goces que no estamos aquí para sentenciar o
calificar como positivos o negativos, más bien, resulta crucial estudiar y analizar la postura subjetiva
del sujeto frente a estos mecanismos de goce. Cada individuo, inmerso en su historia, contexto y
estructuras psíquicas, experimenta y aborda estos goces de manera única y la comprensión de su
posición subjetiva será esencial para captar la complejidad de las dinámicas psicológicas y sociales
que subyacen en la relación entre el sujeto y las instituciones.
Bibliografía
Freud, S. (1929). El malestar en la cultura.

González García, J. M. (2007). Jaulas, máquinas y laberintos (Imágenes de la burocracia en Kafka, Musil y Weber) . Revista
de observaciones filosóficas. https://www.observacionesfilosoficas.net/kafkaylaneurosis.htm#2not

Lacan, J. (2003). La familia (Argonautas).

Lacan, J. (2007). La Angustia (Paidos).

Patricia Polari. (1998). El psicoanalisis del dinero. ACHERONTA Revista de Psicoanálisis y Cultura.
https://www.acheronta.org/acheronta7/dinero.html

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