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Semblanza sobre el Doctor Fernando Cabieses Molina

Nacimiento y muerte
El doctor Fernando Cabieses nació un 20 de abril de 1920 en Mérida, México. Él fue
hijo de don Eduardo Cabieses Valle-Riestra. En ese país vivió la persecución dada
por la revolución mexicana y donde su padre, quién era el cónsul, perdió su fortuna
familiar. Tenía un gran apego a la religión, y decía que era el único dogma que su
mente científica aceptaba.
Él fue un ejemplo de tener una vida feliz con una mezcla de conocimiento científico,
de un gran prestigio como médico y una humildad única que le permitió un goce
profundo en el hospital, laboratorio y con los sabios de las aldeas.
Así también, es una muestra de lucha, entrega y aventura, pues llegó a la Antártida
a los 80 años. El gran doctor muere el 13 de enero del 2009.
Estudios realizados y premios
Como todo gran sabio, desarrollo sus estudios en diversas instituciones muy
prestigiosas, tal como la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en la que
estudio medicina. Es su tesis de bachiller “El sistema nervioso vegetativo
cardiovascular y la vida en la altura” que le permite ser invitado por los laboratorios
de Randolph Field, en Texas para seguir estudiando el Soroche.
Después de los grandes avances en su carrera y su interés genuino por la medicina,
que fue su primer amor, el doctor Cabieses estudió neurología y neurocirugía en la
universidad de Pensilvania en Estados unidos, donde se especializó en las cirugías
de aneurismas. En este grado de su trabajo profesional desarrolló su investigación
“El tronco encefálico en las lesiones expansivas supratentoriales” para obtener su
grado de doctor. Este trabajo le hizo acreedor del premio Javier Prado del Certamen
Nacional de Fomento a la Cultura.
Una mirada a su amor al saber y al paciente.
La gran característica de estos grandes ancianos sabios, es el amor al prójimo y por
ende la felicidad con su persona. Pues el doctor Cabieses vivía enamorado del
saber, pero su felicidad se complementaba al aplicar en curar y enseñar su
conocimiento. Es así como publicó cientos de artículos relacionados con la
neurocirugía y demostraba un gran amor a sus pacientes.
Él no dejó de trabajar en difundir sus experiencias y en analizar paradigmas de la
sociedad que no dejaban progresar, pues tanto opresores como oprimidos se ven
uno al otro como perezosos, y de ahí la idea de que el trabajo es dañino. Cosa muy
contraria a lo que predicaba el doctor, pues él hasta su muerte siguió produciendo
escribiendo, y cuando ya no puedo hacer cirugías seguía acompañando en las salas
de operaciones brindando su experiencia y conocimiento.
Por otro lado, la evidencia de este amor al paciente se resume en una de sus frases
escritas en su libro “Apuntes de medicina tradicional, la racionalización de lo
irracional” de 1993, en donde afirma que ser médico es amar al paciente, entender
las dimensiones más profundas de las personas, que no solo traen las dolencias
físicas. Asimismo, se destaca la deshumanización de los médicos al no tener en
cuenta el binomio de la medicina, que consiste en curar y cuidar, pues los médicos
no ven la diferencia entre el sufrimiento y la dolencia. Ellos solo se dedican, a través
de sus métodos y estudios a tratar la dolencia, pero no cuidan para aliviar el
sufrimiento de las personas. Tras la reflexión de estas situaciones nace su otro
amor, la antropología.
Su relación amorosa con la antropología
En realidad, todo aquí nació en la década de los 50s cuando empezó a estudiar
sobre las trepanaciones craneanas del antiguo Perú, por invitación de Juan Lastres,
un historiador sanmarquino. Producto de ello escribió su obra “Trepanaciones del
cráneo en el antiguo Perú” en 1960.
También el doctor, fue muy consciente del menosprecio que recibían los indígenas,
en una sociedad corrupta y racista; donde los médicos no tenían en cuenta el
sufrimiento de estas personas, al no respetar su cosmovisión, la que involucra a
puntos de vista más profundos y muchas veces desconocidos como el chucaque, el
mal de ojo. Además, el doctor Fernando, se interesaba en temas como “por qué las
mujeres de Chorochocay prefieren a las parteras y las de ciudad a un médico”.
Todas estas son cuestiones del Perú profundo que se ha tratado de desaparecer en
nuestra sociedad, pues es muy cierto que hasta los sistemas de educación
pretenden que las personas se alejen de su cultura, y lo terrible es que ya no
transmiten ese conocimiento a sus hijos.
A partir de ello, el doctor Cabieses hace hincapié en la vinculación de la medicina
con la cultura. Estas tienen una relación muy intrínseca porque la cosmovisión de
cada uno impregna problemáticas de salud. De allí también nace su interés por las
historias vivas, que tienen conocimiento de nuestros antepasados y su cultura.
Impulsado por ello escribe “Los dioses vinieron del mar” en 1972 y en 1988 el
segundo tomo “Narración de una conquista”. Donde se concibe como un hombre
quechua y relata el sufrimiento de este.
El doctor Fernando Cabieses fue de los pocos profesionales que se avocaron a
tratar de eliminar los estigmas sociales del Perú, pues este amor por la medicina y la
humanidad lo conllevaron a pensar en la equidad de todos.
Sus preocupaciones y lucha por las culturas indígenas
Fernando Cabieses observó que un país construido por indígenas, se los ignoraba y
despreciaba. En cambio, él encontraba belleza en sus conocimientos, en como
buscar en su pasado, resultaba en verdades en el presente. Así nos muestra que
hay vínculos más profundos entre los conocimientos prehispánicos y médicos
modernos. Así lo demuestra en sus artículos “Reflexiones sobre el indígena” o “La
terminología neuropsiquiátrica en el quechua del siglo XVI”.
Para complementar el apartado anterior, también su inicio social y antropólogo se
dio al iniciar sus estudios con la coca y la relación que tiene con los indígenas. Y
muestra que no es por un vicio sino más bien por la opresión que sufren. Es su
refugio por la dominación y encima los juzgamos por ello y los marginamos. Así
pues, el doctor escribió su tesis “La relación de nuestro pueblo con la coca solo
puede ser resuelta mediante la investigación seria y empática con los involucrados
en este problema. Comprendió que la coca nunca fue ni es el placer del campesino”.
Además, el utilizó la medicina como una herramienta de lucha social, congenió con
el aprismo peruano y fue médico de Víctor Raúl Haya de la Torre. Claramente el no
fue un fanático que avasallaba otras ideas, es más, era abierto a las concepciones.
Por ejemplo, en el conflicto social, pedía “que Dios y Viracocha nos amparen”, que
para él, al final son lo mismo; esto a pesar de su gran influencia religiosa que incluso
poseía y presumía su cuadro de Juan Pablo II.
Otros amores ilícitos
También, el gran Cabieses llevó la carrera de ciencias biológicas en la Universidad
Nacional de San Marcos, a la cual describe como “amor a las moscas” dando a
conocer que los insectos fueron el inició para su interés en este campo, que también
está vinculado con la medicina. Allí, fue alumno de August Weberbauer, quién
incluso se sorprendía por la forma en que Cabieses hablaba de las plantas, o como
viajaba para poder aprender algo nuevo.
Es también en este campo, donde la botánica lo llevó a publicar su artículo “Las
plantas mágicas del Perú primigenio” en 1988, en donde describía a la coca, San
Pedro y el Ayahuasca, que pertenecen a la sierra, costa y selva respectivamente. Y
también como antropólogo muestra que estos actos son hechos de manera seria
con fines supremos de su cultura y no por vicio. También investigó el tabaco,
chamico y el floripondio que lo hicieron ganar el Premio Roussel con la publicación
de su artículo ya mencionado.
Del mismo modo, nos enseñó las que la ciencia necesita de paradigmas para ser
rotos por otros, y así desarrollarse, en cambio en el chamanismo todo en sincrético
y acepta todo conocimiento.
Por otra parte, al ser un investigador nato, se encaminó en pensamientos que lo
aterraban, que iban más allá de lo físico e incluso de lo científico. De cómo los
pensamientos chamánicos se afilian a las personas e incluso a lo desconocido. Ya
que, a pesar de su enorme conocimiento no sabía en realidad cómo funciona la
conciencia, el cerebro. Cómo las neuronas nos conectan con algo inexplicable hasta
ahora. ¿Es acaso los traumas dejados por la evolución un déjà-vu de una vida
pasada? Así encuentra lo racional en lo irracional.
Trampas en el camino
La soberbia de la medicina occidental, conllevó que cuando él junto a su Carlos
Alberto Seguín, fueran amonestados por el colegio médico por crear el primer
congreso de Medicina Tradicional en 1979. Sin embargo, él siguió con sus ideas y
en 1990 creó el Instituto de Medicina Tradicional.
Principales instituciones que fundó o ayudó a fundar.
Su preocupación por la educación, en especial de los médicos lo llevó a salir de la
UNMSM a fundar la Universidad Peruana Cayetano Heredia. Así también fundó el
Instituto Peruano de Fomento Educativo, para poder difundir el conocimiento
científico.
En la educación; él, influenciado por Tomas Unger, muestra como el
conservadurismo español con llevó al desinterés investigativo, y por ende de la
ciencia. Aquí también recalca, cómo el sistema chamánico permite tener ideas
sincréticas sobre el mundo, y por ende también conlleva al campo científico.
En este aspecto el doctor Cabieses tuvo grandes aportes, como la publicación de
muchos artículos sobre educación como “Filosofía del crédito educativo”, “Cambios
en la educación para el cambio”, “Las migraciones intelectuales” y “Educación para
la ciencia y tecnología”, entre otros. Así también fue miembro y director de muchas
sociedades científicas, fue profesor destacado en siete universidades públicas
destacadas del país y también ocupó el cargo de profesor clínico de Neurología en
la Universidad de Miami. Además, fundó el Museo Peruano de Ciencias de la Salud
y el Museo de la Nación. Décadas después, fue el rector fundador de la Universidad
Científica del Sur. Por ello se le otorgó el título de Amauta en Ecuador y el grado de
Palmas Magisteriales en Perú.
Asimismo, formó los servicios de Neurología en el Instituto de Enfermedades
Neoplásicas, en el Hospital del Niño, en el Hospital Loayza, en el Dos de Mayo y en
los tres hospitales de la Fuerzas Armadas.

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