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Militar lambayecano del grado de Capitán, hijo de hacendados y acaudalados comerciantes y de


descendencia de otro gran héroe lambayecano como lo fue don José Leonardo Ortiz Salcedo, así
como también del mismo tronco familiar del Presidente Augusto B. Leguía Salcedo. Este gran
militar fue compañero de guerra de Grosio Prado, hijo del Presidente Mariano Ignacio Prado, con
quien son destinados al Ejército del Sur, que operó bajo las órdenes del General de División EP
Juan Buendía. Ambos Pelearon valientemente en la batalla del Cerro de San Francisco en Tarapacá
el 19 de noviembre de 1879 en la guerra con Chile. A pesar del gran problema del desierto por
falta de agua que los obligaba a caminar grandes distancias para llenar sus cantimploras, logró con
éxito, tras una apuesta gloriosa con Grocio Prado y don Justo, tomar la cima del cerro San
Francisco. La tropa aliada peruano- boliviana empezó a subir, ganando posiciones lentamente.
Grocio Prado subía con su unidad, pero fue sorprendido y detenido, siendo fusilado por las tropas
chilenas que se encontraban en la cumbre. Mientras Apolinario Salcedo junto al teniente coronel
Ladislao Espinar capturan con audacia dos cañones chilenos permitiéndoles seguir hacia adelante
pero a escasos metros de la cumbre, el teniente coronel Ladislao Espinar cae herido y debilita el
avance. Apolinario Salcedo continua en la lucha, mientras en la parte baja ya se empezaba la lucha
cuerpo a cuerpo. Entonces sucede lo peor, las fuerzas bolivianas comandadas por Hilarión Daza
que comandaba las tropas “Casacas Rojas bolivianas” con uno 3000 soldados empezaron a sentir
un incontrolable temor por la lucha cuerpo a cuerpo e hizo que abandonaran la lucha dejando sus
armas regadas por el desierto y huyendo rumbo a su tierra. Los pocos soldados que estaban a
punto de tomar el cerro comandados por Apolinario Salcedo se vieron obligados también a
retirarse, ellos fueron los últimos que abandonaron el cerro conquistado con tanto heroísmo y que
tanta sangre había costado. Cuando se produce el desbande boliviano, los chilenos cargan por
tercera vez y arrojan de la cima a exhaustos soldados peruanos siendo derrotados.
Hans Heinrich Brüning o Enrique Brüning (n. 20 de agosto de 1848, en Hoffeld, Alemania - † 2 de
julio de 1928, en Bordesholm, Alemania) fue un investigador alemán de la Cultura Moche.

Biografía

Sus padres fueron Jochim Brüning y Anna Magdalena Brookstedt. En sus inicios el joven Hans
Heinrich se graduó de ingeniero mecánico y a la edad de 27 años, decidió embarcarse a Perú
llegando al puerto del Callao el 12 de septiembre de 1875. Cinco días después desembarca en el
puerto Eten de Chiclayo y se puso inmediatamente al servicio como mecánico de la hacienda
azucarera de Pátapo. Pero curiosamente Brüning no se presentó como ingeniero, sino como
comerciante y luego como administrador.

Una vez radicado en el norte peruano, comenzó a visitar las haciendas aledañas y sería recién a
partir de 1894 que se le conoce con el nombre de Enrique, según el diario guardado en los
archivos del Hamburgisches Museum Für Völkerkunde de Berlín. Pero estos apuntes personales
revelan algo asombroso: están escritos en alemán hasta 1890, y luego lo hace en español entre
1906 y 1909, para finalmente volver a su lengua materna hasta el final de sus días.

Se sabe que el romance de Brüning por la arqueología empieza en 1883 cuando conoce a Adolph
Bandelier, un diestro en los estudios arquitectónicos de los edificios prehispánicos y, desde
entonces, Brüning tomó su pesada cámara fotográfica y empezó a retratar las construcciones más
antiguas y también a los habitantes de la época.
Fotógrafo aficionado y buen dibujante, logra levantar planos que hasta hoy llaman la atención de
los entendidos, además de registrar más de 2 mil fotos en placas de vidrio, en películas negativas y
positivas, como lo afirma Corinna Raddatz, estudiosa de la colección visual de Brüning.

Empieza a comprar y recolectar piezas arqueológicas como ceramios, metales, piedras preciosas y
tallados en maderas. Su vida empieza a inclinarse por la etnografía, la arqueología y como un
hombre querido y respetado aunque de muy pocos amigos. Fue sin duda un ser modesto: casi
nunca se autorretrataba.

Cuando Enrique Brüning contaba con 49 años de edad (en 1897) y con veinte años en el Perú,
decide regresar a su país. Todavía se mantenía soltero. En Alemania completa su biblioteca y se
vincula con instituciones de primer nivel. Regresa al Perú en 1898 a bordo del vapor Amasis.

En 1902, Brüning inicia una arriesgada expedición a fin de encontrar el camino más corto entre la
cuenca del Marañón y el litoral del Pacífico. Esta travesía la realiza junto con el ingeniero polaco
Eduardo de Habich y el hacendado Manuel Antonio Mesones Muro, con quienes llega hasta el
pongo de Manseriche. Brüning aprovechó la ocasión para escribir una descripción etnográfica de
los pueblos aguarunas.

Los habitantes muchik del norte peruano le rehuían a los extraños, pero Brüning hizo un trabajo
paciente, tomó chicha de jora con ellos, y se ganó su confianza a tal punto que tuvo más de cien
compadres. Esta acogida le valió para quedarse a vivir en la Villa de Etén con la intención de
estudiar el idioma muchik, y más adelante escribir un diccionario de esta lengua nativa que fuera
publicado en 1917. Es autor de otras publicaciones como "Estudios Monográficos del
Departamento de Lambayeque", y una serie de artículos que publicó en las revistas alemanas
"Anthropophyteia" y "Globus".

Así como se dedicaba a manuscritos etnográficos, Brüning como gran violinista y amante de la
música, se consiguió algunos cilindros de cera y empezó a grabar música en el dialecto muchik.
Hoy los originales se conservan en el Museo Antropológico de Hamburgo de Alemania y forman
parte de las primeras grabaciones de música popular hechas en Perú.

Durante los 50 años que estuvo en Perú, se dedicó a comprar y coleccionar cerámicas, tanto así
que en 1916, las piezas ya no cabían en su habitación y empezaron a estorbarle, por lo que decide
vender parte de su colección al Estado peruano en 60,000 soles, cuando era presidente Augusto B.
Leguía.

Las piezas desde entonces formaron parte del Primer Museo Regional del Perú ubicada en la
propia casa de Brüning, y ya en 1921 se convirtió en el Museo de Brüning, siendo el propio Enrique
el primer director nombrado con un sueldo de cuatro soles mensuales.

Pero el cargo le duró muy poco tiempo debido a sus 77 años de edad y los malestares de salud.
Renunció para marcharse una tarde lluviosa del 17 de junio de 1925, sin que nadie lo despidiera en
el embarcadero de Puerto Etén. Ya en su patria, un fulminante paro cardíaco apagó su vida el 2 de
julio de 1928, en la ciudad de Bordesholm, a pocos días de cumplir 80 años de edad.

Estas imágenes nos muestran la presencia de obreros de origen extranjero que llegaron a
Pomalca. En la primera observamos a un Chino Culie, en condición de esclavo, con grilletes en los
pies para evitar su fuga. Estos llegaron desde el año 1849 después de la abolición de la esclavitud.
La segunda imagen Bruning señala Chino y negro de la hacienda Pomalca. Los esclavos de origen
negro llegaron junto a los españoles. la tercera imagen nos muestra a un grupo de japoneses
haciendo un descanso en la tarea de corte de caña. La cuarta imagen nos muestra una familia de
japoneses en algún lugar de Pomalca.

Perú tierra de promisión

DESARROLLO DE LA MIGRACIÓN JAPONESA POR CONTRATO


En 1898 llegó al Perú Teikichi Tanaka, agente de la Compañía de Emigración Morioka.
Encontrándose Tanaka en Brasil –promoviendo la migración japonesa a dicho país- recibió un
telegrama de Augusto B. Leguía, su amigo personal y ex compañero de estudios en los Estados
Unidos. Leguía, quien entonces se desempeñaba como gerente general de la British Sugar
Company, lo instaba a visitar el Perú, expresándole el interés de los industriales azucareros por la
contratación de los trabajadores japoneses.

Makoto Morioka, jefe de la compañía del mismo nombre, solicitó a la Oficina de Asuntos
Extranjeros del Japón incorporar al Perú a las áreas autorizadas para enviar migrantes. Ya que ello
no se podía hacer sin una investigación in situ, dicha oficina ordenó a Yoshibumi Murota, entonces
ministro residente en México a quién también se le había encargado el área peruana, viajar para
realizar un estudio.

La inspección tuvo resultados favorables. Sin embargo, debido a que el Perú era un país de
inmigración libre, los contratos tenían que ser tratados por medios diplomáticos. Un funcionario
del gobierno peruano, haciendo referencia al incidente del barco “María Luz”, le señaló al ministro
Murota: Sin consultar al Perú, su país una vez capturó un barco nuestro, sostuvo que estaba en el
tráfico de esclavos y liberó a 200 chinos de a bordo. Después de ello, el Perú sólo ha permitido la
entrada de inmigrantes libres. Ahora usted quiere enviar migrantes contratados; ésta es una
suerte de trata de esclavos y es contraria a nuestras políticas actuales. Nosotros no podemos
permitirlo.

Murota replicó que la migración por contrato, contrariamente a lo que ocurría con el tráfico de
esclavos, buscaba la protección de los migrantes, prohibiendo su reclutamiento y transporte al
extranjero, excepto por agentes oficialmente aprobados.

Mientras tanto Leguía un personaje muy influyente en círculos financieros y políticos, continuaba
sus conversaciones con los funcionarios del gobierno y con la Sociedad Nacional Agraria para
evitar que sus planes fracasaran. Finalmente, el 19 de setiembre de 1898 el Ministerio de Fomento
expidió una resolución suprema que decía: Vistos los anteriores oficios del Ministerio de
Relaciones Exteriores, y el texto conforme el cual debe celebrarse entre la Casa Morioka y
Compañía de Japón y los Agricultores del país, contratos para la inmigración de operarios
japoneses con las modificaciones introducidas en el primitivo proyecto de contrato; apareciendo
de dichos documentos y del dictamen Fiscal respectivo que las estipulaciones consignadas no se
hallan en oposición con las leyes de la República; y siendo conveniente favorecer los trabajos
agrícolas ensayando el medio propuesto de proporcionarle brazos.
Permítase en tal carácter la emigración de operarios japoneses, conforme a los documentos
citados, cuya publicación debe hacerse en el Registro Oficial, Comuníquese, regístrese y
publíquese. Rúbrica de S.E. Loayza.

REQUISITOS PARA LA MIGRACIÓN

Los migrantes debían tener entre 20 y 45 años, estar físicamente sanos y demostrar solvencia
moral. La compañía Morioka, que inició los viajes al Perú, señalaba las siguientes condiciones:

- El contrato será por cuatro años y durante este tiempo el migrante trabajará en la hacienda de
caña o en los ingenios azucareros.

- El pago será de 2 libras 10 chelines por mes, o su equivalente en moneda peruana.

- Se trabajará 10 horas en el campo y 12 en los ingenios. El sobretiempo no deberá exceder de dos


horas y por ello se pagará 2 ½ peniques. Los domingos y feriados son días de descanso.

- Por los primeros 25 meses la Cia. Morioka deducirá 8 chelines por mes de los salarios para pagar
los gastos del viaje de retorno. Esta cantidad servirá para asegurar el cumplimiento del contrato.
En el caso de que un trabajador escape, la pérdida en perjuicio de la Cia. Morioka será deducida de
este monto.

- Los dueños de las haciendas pagarán todos los gastos desde el puerto de embarque en el Japón
hasta el lugar de destino en el Perú y proporcionarán vivienda, cama y medicamentos.
- Al momento de la partida se le proporcionará a cada persona un juego de ropa de trabajo, un
sombrero y un par de zapatos.

Además existía el compromiso de que, en caso de accidente o muerte ocurridos durante el


desarrollo del trabajo, o en el caso de incapacidad permanente, la compañía de emigración
recibiría 10 libras del empleador y le pagaría al trabajador o a sus familiares esta cantidad más las
deducciones mensuales acumuladas, cancelándose el contrato.

Por un lado, el empleador aportaría 10 libras por migrante para el pasaje en barco, las vacunas y
los medicamentos durante el viaje.

El 8 de octubre de 1898 Makoto Morioka obtuvo el permiso para incluir al Perú en las áreas de
migración a su cargo. En el Japón se comenzó a promover los viajes al Perú con anuncios
prometedores.

Aparte de los anuncios en los periódicos, se colocaron banderolas y avisos en los lugares públicos
y en los postes de luz. Los trámites se realizaban en las oficinas locales pero los permisos
definitivos eran dados por los gobiernos prefecturales. Después de recibir sus pasaportes del
Ministerio de Asuntos Extranjeros los futuros migrantes viajaban por su propia cuenta hasta
Yokohama, donde se firmaban contratos individuales con la compañía de emigración.

Para el primer viaje se consiguió inscribir un total de 790 varones, que se aventuraron a viajar a un
país desconocido y situado al otro lado del mundo. Ellos procedían de las prefecturas de Niigata
(372), Yamaguchi (187),Hiroshima (176), Okayama (50), Tokio (4) e Ibaraki (1) ubicadas en la isla
Honshu, la más grande del archipiélago japonés. Los acompañaban 12 supervisores japoneses,
quienes los tendrían bajo su responsabilidad en las haciendas costeñas.

Este primer grupo partió el 28 de febrero de 1899 de Yokohama, puerto principal del Imperio del
Sol Naciente, en el “Sakura Maru”, un barco especialmente fletado para el viaje. Después de
navegar 8,600 millas naúticas cruzando el Pacífico en dirección suroriente, arribaron al Callao el 3
de abril del mismo año con emocionados gritos de banzai (¡viva!) y grandes ilusiones.
Al día siguiente se inició el viaje por la costa para la distribución de los japoneses en diferentes
haciendas. El “Sakura Maru” fue primero al norte, dejando 130 migrantes para las haciendas
Puente Piedra, Caudevilla y Estrella en el puerto de Ancón. Luego desembarcaron 30 en Chancay
para la hacienda Palpa. En Supe quedaron 150, destinados a San Nicolás, y 50 a Huaito. Entró al
puerto de Salaverry dejando 50 para Pampas y en Pacasmayo desembarcaron 50 para Lurifico. El
puerto más norteño a donde llegaron migrantes japoneses fue Eten, donde quedaron 50 para
Cayaltí y 50 para Pomalca. Luego el “Sakura Maru” viró hacia el sur y fue al puerto Cerro Azul, 27
millas náuticas al sur del Callao. Allí fueron dejados los restantes 230 para las haciendas Casa
Blanca y Santa Bárbara. El 12 de abril el barco regresó al Callao.

La hacienda Casa Blanca, que ocupaba gran parte del valle de Cañete y que había sido transferida
a la British Sugar Company –con la cual Leguía estaba vinculado-, empleó el mayor número de
migrantes, seguida por la hacienda San Nicolás. En todas las plantaciones los japoneses se
dedicaron al corte y acarreo de caña y a la limpia de las acequias, trabajos a los cuales no estaban
acostumbrados pues habían estado dedicados al cultivo de arroz.

EL FANTASMA DEL PUENTE DEL FERROCARRIL DE ETEN

Año 1938. Medianoche de un día de luna llena, el joven Martín Olivos regresaba caminando desde
el puerto de Eten. No era la primera vez que a cambio del placer de estar cerca de una bella mujer,
se decidía a esta larga caminata guiado por las líneas del ferrocarril. Estando frente a Samán
repentinamente se le empezó a escalofriar su cuerpo sin motivo alguno, siguió caminando unos
pasos más y luego sacó su puñal del bolsillo y haciendo con el, la señal de la cruz, primero al aire y
luego en su rostro dijo en voz alta: ¿Quién eres? ……¡No me vas asustar! Tan pronto acabó de
darse animo y caminar unos pasos mas, estuvo bajo sus pies un estrecho puente que cruzaba una
acequia y al dar el primer paso para atravesarlo, escuchó un gran ruido como si alguien se hubiera
tirado de espaldas al agua, en ese momento Martín se acobardó y decidió retroceder, pero de
pronto escuchó acercarse unos trotes de caballo y un jinete en él; esperó que se le acercara y
luego lo saludó, el jinete mirándolo directamente al rostro le dijo: Pomalca. Si le respondió Martín,
el jinete le dijo: San Luis. Muy tarde por este lugar, Martin le contó todo lo sucedido al oportuno
compañero y este le dijo: Yo también lo he visto siempre por acá y anda acompañado de un gran
perro negro, tuviste mucha suerte que nos encontráramos, la presencia de mi caballo lo ha
ahuyentado, sino te hubiera jalado de los pies al momento de pasar por el puente, por eso
escuchaste cuando él se tiró al agua. Este es un alma en pena, ten cuidado, ya no andes a estas
horas solo por acá.

EL FANTASMA DE LA CARRETERA

Alfredo, colaborador nuestro, nos relata la siguiente historia.

Erase el año 1980, yo trabajaba en el área de servicentro, en el taller de mecánica con los colegas:
Niño, Tirado Zapata, Florindez, entre otros. En aquellos tiempos todos deseaban tener un carrito y
el pavo Martínez ya había adquirido el suyo y le había puesto el nombre de “”Folleque” porque se
movilizaba con gasolina de Pomalca. Con las gratificaciones de julio y diciembre logré comprar un
carro usado, era un Ford Taunus de 4 puertas y lo trabajaba como colectivo en mishoras libres,
mas que todo por las noches, de Pomalca a los anexos. Nos estacionábamos al costado de la ex
cooperativa de crédito y hacíamos carreras al El Triunfo, Casa de Madera, Ventarrón, La Aviación,
entre otros. Cierto día se me presentó la oportunidad de transportar a unos pasajeros al brujo de
Saltur que quedaba en la entrada junto al llamado “El Bache”, estos trabajos se hacían los viernes
y la paga era bastante buena, por una carrera con espera hasta el día siguiente pagaban hasta cien
soles. Aquí quiero contar lo que me sucedió. Aquella noche de un viernes cuya fecha no recuerdo,
pero lo que me pasó no lo olvidaré nunca.

A las diez de la noche salí con mis pasajeros de Pomalca a Saltur llevando tres personas, un
hombre y dos mujeres, llegue a Saltur aproximadamente a las once de la noche y los deje en la
casa del curandero y el trato era que tenía que esperarlos hasta el amanecer. Me estacioné junto
al grifo que queda en el cruce de Saltur y Pampagrande y entablé conversación con el guardián un
buen rato, la conversación se puso muy amena, sin embargo yo empecé a sentir la necesidad de
estar en mi casa y en mi cama, y pensé: mejor me voy y regreso mañana a recogerlos a las cinco de
la mañana, cuando le manifesté mi intención al guardián, él me dijo: No lo haga, son las doce de la
noche, el camino es pesado.
Yo ya lo había decidido, me levanté y me dirigí a mi auto y enrumbé de regreso a Pomalca, cuando
ya había recorrido unos 500 metros sentí como si alguien hubiera subido al asiento posterior y el
carro se hizo pesado y el motor empezó a “ratear”, durante el camino el carro no avanzaba y así se
mantuvo hasta llegar a la altura del Puente Quemado por donde había sucedido el accidente y
aquí el motor se apagó. Bajé del carro a revisar el motor, pero el carro no arrancaba, ya estaba
pensando en pasar la noche allí o si tal vez tenía suerte esperar que algún carro pase y me ayude,
en ese momento me doy cuenta que al lado derecho entre la calle del cuartel de caña había una
choza de un regador con una linterna encendida, me dirigí hacia ella y llamé al regador, le expliqué
mi problema y él me dijo: a esta hora no debe andar solo por estos caminos porque son muy
pesados, seguramente que usted ha sentido al salir de Saltur como si alguien hubiese subido a su
carro y de allí para adelante empezó a fallar, le dije que así fue exactamente y me volvió a replicar,
al salir de Saltur de la mano izquierda hay una cruz de mala muerte, allí sube una sombra y si no le
pasa nada, bajará exactamente por aquí.

Ese es el recorrido de este fantasma, pero no se preocupe amigo, lo voy a ayudar, yo soy regador
mas de veinte años y he visto cosas que no me va a creer y cogiendo su machete lo restregó en el
asfalto por varias veces gritando ¡Vete sombra del más allá! Este no es tu mundo, es el mundo de
los vivos, el no te pertenece ¡Vete! ¡Vete carajo y no lo jodas! Y me calmó diciéndome: Suba
amigo, arranque su carro, yo lo voy a acompañar en mi bicicleta hasta más allacito, no tenga
miedo , nada le va a pasar, vaya de frente, no mire para atrás ni a los costados, después de la
huaca San Juan estará libre.

Así fue, arrancó el carro como por magia, tomé la pista y aceleré pero jamás me di cuenta si me
siguió durante el recorrido. No pasó nada, llegué a mi casa asustado, le conté a mi esposa e hija lo
que me había sucedido, eran las tres de la mañana, mi esposa me preparó una bebida, me
frotaron con agua florida y me dormí pensando en el regador que me ayudó. Me propuse
identificarlo para darle las gracias, acudí a la administración de campo, en el “parte” me
comuniqué con el mayordomo de la zona y le pregunté quien era el regador que estuvo de turno
esa noche en ese campo y el señor García, quien era el mayordomo me respondió que en ese
campo nadie ha estado regando, por que ese campo está agotado desde hace mucho tiempo.
Vendí mi carro, me jubilé y hasta ahora sigo pensando quién fue el que me ayudó.

EL PERRO FANTASMA DE VENTARRON

La noche del primero de mayo del año 1951. Óscar Míñope, joven residente en Ventarrón se
alistaba para dirigirse a la fiesta de la Cruz de su natal Collús mientras su padre le recomendaba
que no se hiciera tarde ya que el camino a medianoche era muy pesado, también le recordó que
debería de llevar siempre en sus bolsillos unas monedas pues era muy bueno para ahuyentar a los
malos espíritus. Ya en la fiesta, tan alegre y entretenido con chicas tan bonitas perdió la noción del
tiempo que pasó tan rápido sin que el se diera cuenta, cuando preguntó por la hora ya eran mas
de las doce de la noche así que tuvo que retirarse y dirigirse solo hacia Ventarrón; bajando ya de
Collús y habiendo pasado por las últimas casas donde los perros aún ladraban y por las huacas de
Zarpán hizo su ingreso a un largo camino aún mas oscuro que la noche por las sombras de
frondosos algarrobos, entonces recordando lo recomendado por su padre empezó a hacer sonar
sus monedas que llevaba en el bolsillo.

todo iba muy normal hasta que a medio camino le salió al encuentro un enorme perro que sin
ladrar se le acercó, le mordió la pierna y luego rápidamente desapareció, muy adolorido y
sintiendo la pierna humedecida por el sangrado apresuró y alargó sus pasos y al llegar a la tranca
ubicada en el último tramo que daba frente a Ventarrón en medio de ella un hombre lo esperaba,
el, temeroso por lo sucedido pensó regresar a Collus, pero se acordó del feroz perro, así que se
llenó de valor y se dirigió a la tranca y por un costado sin decir nada ni mirar para atrás logró
pasar, en ese preciso momento los animales del campo y de los corrales empezaron a gritar, zorros
aullaban, las chilalas cantaban, y demás aves se asustaban, con los pasos mas largos y con la
pierna aún adolorida alcanzó llegar a la puerta de su casa y con apresurados golpes empezó a
llamar a su hermano.

Al reconocer la voz de Óscar apenas abrió la puerta para mirarlo, pero no le permitió ingresar por
que el también había oído el susto de los animales, Óscar rápidamente le contó del perro y del
fantasma de la tranca, lo que convenció mas al hermano de Óscar que dijo: La muerte te ha venido
siguiendo, quédate afuera, por que si ingresas, la muerte también entrará a la casa y cerrando
fuertemente la puerta con una tranca dejó a Óscar en la calle. El, sin alternativa se sentó a un
costado de su puerta a ver su pierna herida pero al levantarse la manga del pantalón no encontró
la herida ni el sangrado, estaba tan confuso, pero se alegró por ello, luego levantó la mirada hacia
la tranca y ya no estaba el fantasma del hombre, los animales ya se habían tranquilizado y sentado
allí amaneció.

LOS TRES CABRITOS

Era un viernes de día nublado de los años treinta del siglo pasado, tres obreros de la palana habían
quedado alejados del resto de sus compañeros en la tarea de deshierbo de la acequia que pasa
por la Huaca del Cementerio, la caña tenía ya unos 6 meses de edad y estaba tan alta que cubría
todo sus cuerpos y a la distancia no podían verse unos a otros. Los tres palaneros de pronto
escucharon el trote apresurado de un caballo acercase hacia ellos y levantando la cabeza vieron
acerarse un jinete vestido de blanco de cabeza hasta los pies, un gran sombrero impedía distinguir
su rostro. El, montado en su caballo negro, se les acercó un poco mas, los obreros lo saludaron
muy atentamente pensando que se trataba de su patrón don Augusto diciéndole, patrón, ¿Qué es
lo que desea? Pero al mirarlo mas de cerca se dieron cuenta que no era su patrón.

El misterioso jinete en tono sonriente les contestó: Díganle a su patrón que he venido por los tres
cabritos que me ofreció y en este momento me los voy a llevar. Tirando fuerte de las riendas e
hincando con sus puntiagudas espuelas hizo que su caballo en dos patas se parara y girara
dándoles la espalda. Ellos se miraron entre si y sin saber que responder, no atinaron en decir nada.
Horas más tarde el caporal de la zona al pasar el control de las tareas encontró a tres moribundos
obreros que apenas pudieron contar lo sucedido y luego murieron. Estos obreros fueron unos de
los tantos que fueron entregados como parte del gran pacto entre los hacendados de La Piedra y
el diablo.

RESEÑA SOBRE BORO

UBICACIÓN GEOGRÁFICA.

* El centro Poblado “Boró” se encuentra ubicada en el distrito de Pomalca, provincia de Chiclayo,


departamento de Lambayeque.

* La Laguna de Boro ubicada a 2 Km. de Pomalca, vía a Sipán, es la despensa de abastecimiento de


agua de la ciudad de Chiclayo.

IMPORTANCIA HISTÓRICA
* El cerró Boró esconde en sus entrañas hechos históricos que lo hacen mágico y enigmático.

* En este Centro Poblado podemos encontrar restos históricos que para algunos pertenecen a la
Cultura Mochica, para otros es la quinta ciudad pérdida de los Waris.

* En él podemos visualizar unas imponentes y majestuosas iguanas, la cabeza de una serpiente, el


rostro de un gobernante perteneciente a esta cultura, todas trabajadas en enormes piedras.

* Se encierran muchos mitos con respecto a este lugar, pero cabe resaltar que sus antiguos
pobladores adoraban a muchos dioses, entre ellos encontramos a la iguana que representaba a la
Diosa de la muerte que se llevaba a los difuntos a la otra vida.

* Se cree que este fue un lugar estratégico, desde el cual el gobernante podía observar todos sus
dominios, organizar y administrar todo su territorio.

* Lo enigmático de este cerro Boró está en investigaciones y se pretende que estas sean
concretizadas lo más pronto posible, y así tener más luces de lo que verdaderamente este lugar
encierra.

IMPRESIONES DEL VIAJE A BORÒ

Al llegar a Boró un conjunto de múltiples sensaciones nos embarga, puedes sentir el misticismo y
la magia del lugar, el encuentro con la naturaleza y la paz del lugar es muy agradable.

En Boró existe una Fortaleza Arqueológica de origen preinca, es muy bella, muy hermosa y
conocerla nos hace sentir orgullosos de nuestra cultura, fortalece nuestra identidad y a la vez nos
hace reflexionar que como este hermoso lugar hay muchos otros esperando de especialistas y
estudiosos que realicen investigaciones sobre estas interesantes culturas que florecieron y
tuvieron gran apogeo y dominaron sobre los valles costeños del norte de nuestro Perú.

Por tal razón, Boró, debe constituirse en uno de los destinos turísticos de nuestro país, esperemos
que las autoridades den la importancia debida para que sea una realidad, dado que la inversión en
cultura genera el desarrollo sostenible de los pueblos.Las palabras resultan cortas para describir
este hermosos lugar, sugiero visitar Boró, y apreciar la belleza de la Fortaleza, que otrora un gran
reino.

Personalmente, el agradecimiento al Profesor Julio César Valera por compartir y motivar para este
viaje que fue una experiencia inolvidable y grata, en su cátedra de Recursos Humanos de la UCV
en el postgrado de educación.

NUESTROS ANCESTROS LOS ANTIGUOS PERUANOS HICIERON TODO ESTO Y A PESAR DEL TIEMPO
SU OBRA PERDURA PARA MOSTRARNOS QUE LOS PERUANOS SOMOS CAPACES DE GRANDES
COSAS...

HAY MOTIVOS SUFICIENTES PARA SENTIRNOS MUY ORGULLOSOS DE SER POMALQUEÑOS Y CADA
UNO DE NOSOTROS DEBE ASUMIR EL COMPROMISO DE SEGUIR ENGRADECIENDO CADA DIA MAS
NUESTRO QUERIDO PERU.

EL ESLABÓN PERDIDO

A finales de octubre del año 2009 arqueólogos residentes en nuestro distrito fueron alertados por
los continuos saqueos en la huaca “El Chorro”, razón por lo que decidieron visitar y evaluar los
daños así como excavar en la zona dándose con la grata sorpresa de encontrar tumbas
pertenecientes a una cultura aun no identificada. Este descubrimiento ayudará a entender qué
pasó en esta etapa de nuestra historia poco conocida. Los arqueólogos que desde hace décadas
investigan el pasado histórico de nuestra región Lambayeque ahora han dirigido su mirada hacia la
huaca de “El Chorro”, complejo arqueológico de 5 hectáreas ubicado al este de la ciudad de
Pomalca donde se han encontrado un conjunto de tumbas pertenecientes a diversos períodos que
datan de 2.000 años de antigüedad a 1.200 d.c. con vestigios de culturas desarrolladas entre
Chavín y Mochica lo que agruparía en un solo sector una escalera histórica de todas las culturas
desarrolladas en nuestro departamento.
Hasta la fecha allí se han encontrado cinco contextos funerarios completos, incluido el de una
mujer adulta, una de las tumbas halladas está cubierta con una bella pintura de un guerrero, se
hallaron cuchillos ceremoniales, los que pertenecen al período Formativo Tardío, además agujas
metálicas, fibras de algodón y otros instrumentos que se habrían utilizado para tejer prendas de
vestir; vasijas de cerámica de gran tamaño, las que también son analizadas para conocer el estilo y
la cultura a la que pertenecen.

Edgar Bracamonte, arqueólogo encargado de las excavaciones indica que estas tumbas serían de
los períodos Intermedio Temprano hasta Formativo Tardío de las culturas Vicús, Chimú y
Lambayeque y refiere que lo más sorprendente es el hallazgo de objetos metálicos con diseños
diferentes a los hallados en excavaciones previas, como adornos redondos de cobre dorado y
placas rectangulares que pertenecerían a la cultura Vicús. Además se han rescatado telares, 19
vasijas de cerámica con características Vicús y siete objetos de cobre dorado que fueron colocados
en los brazos y en la cabeza de los personajes, además de pectorales en regular estado de
conservación.

Por otra parte el arqueólogo Luis Chero destaca la importancia del lugar por que permitirá
entender lo que pasó entre los períodos Chavín y Mochica, etapa de la que no se tiene mucha
información científica. "Lo que se ha encontrado es una especie de eslabón perdido, que nos
permitirá tener datos sobre lo que ocurrió en el tránsito del ocaso de la cultura Chavín y el inicio
del esplendor mochica".

SOY DE UN PUEBLO

Soy de un pueblo conocido y desconocido… Conocido por muchos pero solo por el nombre
asociado a un Ron, y desconocido por muchos como pueblo. Nací y me crié en él, jugueteando en
la tierra con mis propios juguetes creados de mi ingenio, construyendo carritos con trozos de
madera y chapitas de gaseosas La Concordia como ruedas o buscando los bordes de los cilindros
viejos tirados en el “huesero” del taller de Pomalca para conjuntamente con un alambre fungiendo
de timón, hacer piruetas por las calles y por los bordes de las “sangrías” cual malabarista digno del
circo de “Folleque” que continuamente llegaba a la hacienda para alegría de sus ciudadanos y en
especial de nosotros los niños de ese entonces.
Soy de un pueblo donde nos reuníamos los niños para conversar y hacer planes para ir a bañarnos
a las acequias para luego regresar empolvados y más sucios que cuando íbamos…..pero
regresábamos felices comiendo nuestras cañas arrancadas en el camino de los cuarteles de
sembríos.

Soy de un pueblo pequeño, amigable y respetuoso, donde saludábamos a las personas aun sin
conocerlas pero por respeto inculcado por nuestros padres.

Soy de un pueblo donde solo recibía propinas los sábados y esta apenas alcanzaba para pagar mi
entrada de CAZUELA en el cine y comprarme una tortita de 10 centavos; pero salía feliz y
contento.

Soy de un pueblo donde camino al colegio tenía que buscar cáscaras de plátanos para lustrar mis
zapatos antes que recibir los palmetazos del director Mujica por encontrarlos sucios .

Soy de un pueblo donde mis profesores me castigaban si hacía algo incorrecto tan simple como no
saludar a las personas mayores y esto era apoyado por mis padres porque querían un hijo correcto
y con valores.

Soy de un pueblo donde el viento y el polvo eran parte de nuestra vida…pero éramos felices.

Soy de un pueblo donde llegaba gente a visitar a mi madre y encontraba la puerta abierta o
amarrada con pita una de las hojas; generalmente por costumbre cortadas en 2 hojas, y siempre
se encontraba intacta la casa aun dejando el poco “sencillo” que se tenía.

Soy de un pueblo donde cada mañana muy temprano veías a las señoras barriendo y regando las
puertas de sus casas, porque todas eran muy limpias y ordenadas.

Soy de un pueblo, donde orgullosamente los niños nos dirigíamos al “paradero” cada mañana y
tarde de lunes a sábado para tomar los buses de Cande o Medina y después el “Titanic” o tomar a
la volada una camioneta de la hacienda que raudamente se dirigía a Chiclayo en alguna
oportunidad y ahorrarnos el pasaje y tener así como comernos un helado o caramelo “ extra”,
para luego caminar el largo trayecto hasta nuestro querido “San José”, y luego en la tarde regresar
a nuestro Pomalca casi en la penumbra escuchando las notas de “Hit” Moreno , Paul Anka o al
padre de nuestro Gianmarco… pero éramos felices..

Soy de pueblo donde los peluqueros eran japoneses y teníamos que acudir obligatoriamente a
cortarnos el pelo donde Uyequi o Kamimura y donde los jovencitos de la época iban más que todo
por apreciar la belleza de una de sus hijas a la que denominábamos: la Kiko.

Soy de un pueblo donde los días sábados eran de fiesta por dos motivos: Una: los trabajadores
recibían su paga y Dos: Llegaban de Chiclayo y de otras partes innumerables comerciantes a
ofrecer sus mercaderías en los alrededores del Mercado y donde la Pensión Muro se veía
abarrotada por parroquianos por los sabrosos potajes ofrecidos y la gente se veía muy bien
vestida con sus trajes sacados de sus baúles y lucían su brillante y bien peinada cabellera con la
infaltable GLOSTORA o el aceite de coco vendido en la tienda de Meneses.

Aún hoy cuando esporádicamente regreso a mi Pomalca y veo sus calles me siento feliz y
orgulloso de ser pomalqueño y quiero gritar y grito: “SOY POMALQUEÑO… Y QUE?

El Remolino del diablo

Bien dicen los antiguos, que los remolinos los trae el diablo. El llega en el centro de ellos y a toda
velocidad corre dando vueltas tras la gente para poseerlos, por este motivo la gente se corre
haciéndole la señal de la cruz para ahuyentarlos. En la época de la hacienda, el señor Pasache
como de costumbre fue a recoger su pasto junto a su burro al bosque donde hoy es el botadero de
basura cerca de San Luis.

Era ya mediodía cuando él llegó a este lugar, se adentró un poco mas al bosque montado en su
burro y observó una muy buena mancha de pasto, bajó de su burro y sin soltarlo de su soga se
dirigió hacia un algarrobo cercano para amarrarlo, pero la gran cantidad de arbustos espinosos a
su alrededor le impidieron amarrarlo allí, así que decidió cortar una estaca de otro algarrobo
pequeño y plantarlo en un lugar cercano y mas despejado para amarrarlo y permitirle al burro
comer su pasto. Don Pasache, luego de cortar toda esa mancha de pasto se alejó un poco en busca
de otro lugar y de pronto un gran remolino pasó por su lado quitándole el sombrero para hacerlo
volar por los aires y dejarlo caer cerca a la estaca que había plantado para amarrar a su burro.
Gran sorpresa se dio don Pasache al ver que su burro ya no se encontraba amarrado donde él lo
dejó, levantó un poco la mirada y con asombro vio a su burro junto al algarrobo que el no pudo
amarrarlo. Pensando que el burro se había asustado con el remolino y había corrido a protegerse
al algarrobo, se acercó dando un gran salto por encima de los matorrales y con gran estupor vio al
animal amarrado en el algarrobo que el no pudo hacerlo. Por un momento se quedó paralizado,
sus manos no querían tocar la soga, después de vociferar sacó de su cintura su machete y dando
un fuerte golpe sobre la soga que colgaba por el suelo, cortó a esta y cogiéndola fuertemente pasó
abruptamente sobre las espinas y matorrales jalando a su burro, dejando el nudo del diablo en el
algarrobo. Ya lejos del maléfico lugar sacó de su alforja su botella de yonque y echándose unos
tres tragos rápidamente se retiró antes que llegara el siguiente remolino.

EL FANTASMA DE LA CARRETERA

Alfredo, colaborador nuestro, nos relata la siguiente historia.

Erase el año 1980, yo trabajaba en el área de servicentro, en el taller de mecánica con los colegas:
Niño, Tirado Zapata, Florindez, entre otros. En aquellos tiempos todos deseaban tener un carrito y
el pavo Martínez ya había adquirido el suyo y le había puesto el nombre de “”Folleque” porque se
movilizaba con gasolina de Pomalca. Con las gratificaciones de julio y diciembre logré comprar un
carro usado, era un Ford Taunus de 4 puertas y lo trabajaba como colectivo en mishoras libres,
mas que todo por las noches, de Pomalca a los anexos. Nos estacionábamos al costado de la ex
cooperativa de crédito y hacíamos carreras al El Triunfo, Casa de Madera, Ventarrón, La Aviación,
entre otros. Cierto día se me presentó la oportunidad de transportar a unos pasajeros al brujo de
Saltur que quedaba en la entrada junto al llamado “El Bache”, estos trabajos se hacían los viernes
y la paga era bastante buena, por una carrera con espera hasta el día siguiente pagaban hasta cien
soles. Aquí quiero contar lo que me sucedió. Aquella noche de un viernes cuya fecha no recuerdo,
pero lo que me pasó no lo olvidaré nunca.

A las diez de la noche salí con mis pasajeros de Pomalca a Saltur llevando tres personas, un
hombre y dos mujeres, llegue a Saltur aproximadamente a las once de la noche y los deje en la
casa del curandero y el trato era que tenía que esperarlos hasta el amanecer. Me estacioné junto
al grifo que queda en el cruce de Saltur y Pampagrande y entablé conversación con el guardián un
buen rato, la conversación se puso muy amena, sin embargo yo empecé a sentir la necesidad de
estar en mi casa y en mi cama, y pensé: mejor me voy y regreso mañana a recogerlos a las cinco de
la mañana, cuando le manifesté mi intención al guardián, él me dijo: No lo haga, son las doce de la
noche, el camino es pesado.

Yo ya lo había decidido, me levanté y me dirigí a mi auto y enrumbé de regreso a Pomalca, cuando


ya había recorrido unos 500 metros sentí como si alguien hubiera subido al asiento posterior y el
carro se hizo pesado y el motor empezó a “ratear”, durante el camino el carro no avanzaba y así se
mantuvo hasta llegar a la altura del Puente Quemado por donde había sucedido el accidente y
aquí el motor se apagó. Bajé del carro a revisar el motor, pero el carro no arrancaba, ya estaba
pensando en pasar la noche allí o si tal vez tenía suerte esperar que algún carro pase y me ayude,
en ese momento me doy cuenta que al lado derecho entre la calle del cuartel de caña había una
choza de un regador con una linterna encendida, me dirigí hacia ella y llamé al regador, le expliqué
mi problema y él me dijo: a esta hora no debe andar solo por estos caminos porque son muy
pesados, seguramente que usted ha sentido al salir de Saltur como si alguien hubiese subido a su
carro y de allí para adelante empezó a fallar, le dije que así fue exactamente y me volvió a replicar,
al salir de Saltur de la mano izquierda hay una cruz de mala muerte, allí sube una sombra y si no le
pasa nada, bajará exactamente por aquí.

Ese es el recorrido de este fantasma, pero no se preocupe amigo, lo voy a ayudar, yo soy regador
mas de veinte años y he visto cosas que no me va a creer y cogiendo su machete lo restregó en el
asfalto por varias veces gritando ¡Vete sombra del más allá! Este no es tu mundo, es el mundo de
los vivos, el no te pertenece ¡Vete! ¡Vete carajo y no lo jodas! Y me calmó diciéndome: Suba
amigo, arranque su carro, yo lo voy a acompañar en mi bicicleta hasta más allacito, no tenga
miedo , nada le va a pasar, vaya de frente, no mire para atrás ni a los costados, después de la
huaca San Juan estará libre.

Así fue, arrancó el carro como por magia, tomé la pista y aceleré pero jamás me di cuenta si me
siguió durante el recorrido. No pasó nada, llegué a mi casa asustado, le conté a mi esposa e hija lo
que me había sucedido, eran las tres de la mañana, mi esposa me preparó una bebida, me
frotaron con agua florida y me dormí pensando en el regador que me ayudó. Me propuse
identificarlo para darle las gracias, acudí a la administración de campo, en el “parte” me
comuniqué con el mayordomo de la zona y le pregunté quien era el regador que estuvo de turno
esa noche en ese campo y el señor García, quien era el mayordomo me respondió que en ese
campo nadie ha estado regando, por que ese campo está agotado desde hace mucho tiempo.
Vendí mi carro, me jubilé y hasta ahora sigo pensando quién fue el que me ayudó.

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