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Y la evolmi6n, en el mundo capitalista, equivale a sostener la explotacibn


. de Iris obreros por los patrones, de Ios trabajadores por los ociosos, a=! los
pobres por 10s ricos. Jefe del Gobierne y Ministro de Guerra en 1918, tra-
dujo en la famosa "Victoria del Derecho y de la Libertad", esta fidelidad
aI inteds de clase del Estado. La ocasidn de una guerra salvaje entre Ios
diversos bandos de1 imperialismo mundial puso en sus manos la garra del
Tigre frands, hambriento de Alsacia y Lorena, de los dominios coloniales
alemanes y demas botines del Tratado de Versalles. "Yo hago Ia guerra - re-
petia ante e1 mundo estupefacto -. Toda mi poIitica se resume en una sola
f0rmula: yo hago la guerra. Política interior: ya hago la guerra. Polftica ex-
terior: yo hago la guerra. Nos traiciona Rusia: ya sigo hacienda la guerra.
CapituIa Rumania: yo sigo haciendo la guerra. Yo me bato delante de París, en
Parfs y detrás de Pasls. Yo me bato en todas partes. Yo hago la guerra siem-
pre". Geoffroy dice, a este pmp6sito: "El hombre de partido y hasta el polirico
desaparecen en el Clemenceau de 1918 y no queda en t l sino el franctc (el
frands de la elase dominante, deberfa- precisar Geoffroy), llamando a las
amqs a todos los franceses" (a todos los franceses aherrojadas en la mise-
ria y la explotacidn de los campos y las fhbricas, -debería precisar G8offmy).
Clemenceau fue, pues, un representativo, digo, un representante y apoderado
público de los sindicatos, trusts y carteles patronales, dueños guardianes
a Ia sazón de la mhquina de Estado y de la conciencia francesa. Este ha sido
el verdadero sol de Clemenceau. Esta es su gloria. Si gloria es haber pronun-
ciado, en todos los momentos de su gestibn oficial, estas bArbaras pala
bras que aún resuenan y resonarfin en la historia, como el mAs aut~ntico
signo de su obra: NO mAs campañas pacifistas! ¡S610 la guerra y nada
mds que la guerra. ..!"' Si gloria es haber predicado y hecho la guerra, CQ
m o el más sanguinario de los totems primitivos.

(Mundial, N? 499, 11 de enero de 1930).

AUTOPSIA DEL SUPERREALISMO *

La inteligencia capitalista ofrece,entre otros sintomas de su agonia, el


vicio del cen~culo.Es ninoso observar cdmo las crisis mhs agudas y re-
-
cientes del imperialismo econbmico la guerra, Pa racionalizaci6n industriaI,
h miseria de las masas, los cracs financieros y bursAtiJes, el desarrollo de
Ia rerobcibn obrera, las insurrecciones coloniales. etc. -
~orrespondensin-
crónicamente a una furiosa multiplicación de escuelas literarias, tan impro-
visadas como efímeras. Hacia 1914, nacia el expresionisrno (Dvoraek, Fretzer).
Hacia 1915, nacia el cubismo (Apoiiinaire, Reverdy). En 1917 nacía eF da-
daismo (Tzara, Pieabia). En 1924, el. superrealismo (Breton, Ribemont-Dessaig-
nes). Sin contar las escuelas ya existentes: simbolismo, Euturismo, neosimba
lismo, unanimismo, etc. Por Último, a partir de la pronunciacibn cupcrrea-
Este mfcuIa, fue publicado en Ydcdadci, N? 1151. ?ó de mamo de 1930: en la ri.ri*ia m--
g m t h himmimr N? m.Buenos Aires. m a n a de 1930; y cn iCmiuti. N? 311, abril.ni;ryri de
t930. con algunas variantes.
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lista, imimpc caii mensualmente una nueva esesnida litera&. Nunca e1 pen-
samiento socid se fraccian6 en tantas y m fuga- fdrmulas. N u c a expe-
rimentó un gusto tan frenetito y una td necesidad por estereotiparse en re
cetas y clisls, como s i tuviera miedo de su libertad o como si no pudiese
pFoduelrse en su unidad orgánica Anarquía y desagregación semejantes no se
vieron sino enbe los filósofos y p t a s de la decadencia. en el ocaso de la
civilizaeidn grtxmfatiaa. Las de hoy, a su sunio. anrmcian nueva d m
dencia del espirltu: el ocaso de la civilización capitalista.
La úitima escuela de mayor cartel, el supemealisrno, acaba de morir d.
cidmente.
En vedad, el s u p m d s m o , como escuela literaria, m reprsentaba
ningún aporte constructivo. Era una receta m6s de hacer poemas sobre m?
dida, como lo son y s e r h las 'escuelas literarias de toáos los tiempos. M&
todada. No era ni siquiera una receta aripinal. Toda la pomposa teoría y el
abracadabrante m&tododel superwaüsmo fueron condensados y vienen de
unos cuantos pensamientos esbOzados al respecto por Apolünah. Basados
sobre estas ideas del autor de Cdigrarmzs, loa manifiestos s-sta
se limitaban a &edificar inteligentes juegos de 4 6 1 1relativos a Ia escritura
automAtica, a moral, a la religidn, a la politica,
Juegos de &u, he dicho, e inteligente tambih: cerebrales, debiera
decir. Cuando el s u p e d s m o 11eg6, por la dialktica ineluctable de las ea
sas, a afrontar los problemas vivientes de la realidad - que no dependen pm
cisamente de las eIucubraciones abstractas y rnetafísias de ninguna esme
la literaria -, el superrealismo se vio en a-. Para ser eon&ente con
lo qm los propios supemealistas limaban "espíritu crítico y rwolucio&o"
de este movimiento, habia quk saltar al medio de la calle y hacerse cargo,
cutre otros, del problema político y econ6miw de miestra dpwa. El supe-
rrealismo se hizo entonces anarquista, forma 6s- la m& abstracta, mística
y cerebral de la politica y ia que mejor se avenia con el &ter ontolbgico
por excelencia y hasta ocultista del ceniculo. Dentro del anarquismo, los su-
penealistas W a n seguir remnociéndose pues con é i podía convivir y hasta
cansustanciarse el orghico nihilismo de la escuela.
Pero, m á s tarde, andando las cosas, los s u p e d s i a s I- a apeiici-
b e de que, fuera del catecismo supe.Wsta, habia otro m4todo revolucia
naria, tan "interesante" como el que elbs proponlan: me refiero al m a r x i ~
mo. Leyeron, meditamn y, por un mil+gm muy burgués de cclaetieismo o
de '"wmbinaci6n" inextricable, Bretw propuso a sus amigos la coordina-
ci6rs y sintesis de ambos m6todos. Zns supe'rreaktas st hicieron inmediata-
mente comunistas.
- -
Es s61o en este momento y no antes ni después que eI superrcallb
mo adquiert cierta fxawmdencia d. Dt simple fAbnea de gottas en se
rie se transforma en un mdmiaito polftim mititante y en una pragmática
intelectual realmen- vha y maluciaiaria. El mrperrealismo m 4 6 cntom
cm ser tomado en aansideracidn y dificado como una de las #mientes i&
terarias más vivientes y consmictivas de la m.
Sin embargo, este wnccpto no -taba exento de bmcñdo de inventario.
Habia que seguir los mCrodos y disciplinas superrtalistas uiterim, para
saber hasta q d p t o su contenido y ni accibn eran cn verdas y sincera
mente revolucionarios, Auu niando se sabia que aquello de coordinar el
&todo superrealista con el marxismo, no pasaba de un. disparate juvenil o
de una rnistificaci6n p r o v i d , quedaba Ia esperanza de que, poeo a pooo,
se k h r a d i d h n d o los flamantes e imprevistos militantes bolcheviques.
A
DESDE EUROPA 4a I

Por desgracia, Breton y sus amigos, contrariando y desmintiendo siis es-


tridentes declaraciones de fe marxista, siguieron sicndo, sin poderSo evitar y ,
subconscientemente, unos inteIectvales anarquistac incurables; Del pesimismo
y desesperaci6n superrealistas de los primeros momentos - pesimismo g d e
sesperacidn que, a su hora, pudieron motorizar eficazmente la conciencia del
cenáculo - se hizo un sistema permanente y estAtico, un módulo académico.
La crisis moral e jntelecual que el superreaIismo se propuse promover y que
(otra falta de originalidad de Ia escuela) arrancara y tuviera su primera y
máxima expresidn en el dadaísmo, se anquilosó en psicopatía de bufete y en
clisé literario, pese a las inyecciones diaIkclicas de Marx y a la adhesibn for-
mal y oficiosa de los inquietos jbvenes al comunismo. El pesimismo y la
aesesperacidn deben ser siempre etapas y no metas. Para que ellos agiten
y fecunden el espíritu, deben desenvoIverse hasta tmsformarse en afirma-
ciones constructivas. De otra manera, no pasan de gérmenes patolbgicos, con-
denados a devorarse a si mismos. Los superrealistas, burlando la ley del d e
venir vital, se academizaron, repito, en su famosa crisis moral e intelectual
y fueron impotentes para excederla y superarla con formas realmente revo-
dtrcianarias. es decir, desmctiv~oastmctivas.Cada superrealista hizo lo
que le vino en gana. Rompieron con numerosos miembros del partido y con
sus brganos de prensa y procedieron, en todo, en perpetuo divorcio con las
grandes directivas marxistas. Desde el punto de vista literario, sus pmduc-
clones dguieron caracterizándose por un evidente refinamiento burguds. LL
adhesidn al comunismo no tuvo reflejo aigtmo sobre el sentido y las fonnns
esenciales de sus obras. El superreaLismo se declaraba, por todos estos mo-
tivos, incapaz para comprender y practicar el verdadero y único espiritu
~evoZucionariode estos tiempos: el marxismo. El superrealismo perdió rá-
pidamente la soIa prestancia s h a l que habria podido ser la r d n d e su
existencia y =pez6 a agonizar irremediablemente.
-
A la hora en que estamos. el superrealisma como mwirniento manis-
ta- es un cadher, (Como cenhculo meramente literaria - -
repito
siempre, como todas las escuelas,una impostura de la vida, un vulgar espanta-
fue

psjams). La declamcibn de su defuTlciiín acaba de traducirse en dos docu-


mentos de m e interesada: e1 Segundo Manifiesto Superredista de Bretm
y el que, con e1 titulo de Ue cddvar, firman contra B r e t ~ nnurherosos su-
p e r r d i s t a s , encabezados por Ribemont-Decsaignes. Ambos manifiestos esta-
blecen, junto con la muerte y descomposicidn ideo1.6gica del superrealismo,
su disoIución como grupo o agregado físico. Se trata de un cisma o dernim.
be total de la c a p i h , y eí msls grave y el úitimo de la serie ya larga de sus
derrumkes.
Bretm, ea su Segundo Manifiesto, revisa la doctrina superrealista mos.
trslndose satisfecha de mlizacibn y resultados. Bieton continiia siendo,
hasta sus postreros instantes, un Entelectuai profesional, un ideólogo e s a
lástiw, un rebelde de bufete, un &mine recafcitrante, un polemista estilo
&unas, en fin, un anarquista de barrio. Declara, de nuevo, que el supe
rrealismo ha tdunfado porque ba obtenido 10 que se proponía: "suscitar,
desde el punto de vista moral e intelectual, una crisis de conciencia'". B r e
ton se equivoca: si, en verdad, ha leido y se ha suscrito al rnanrisma, no me
explico wmo olvida que, dentro de esta doctrina, el rol de los escritores no
esta en suscitar crisis morales e intelectuales mls o menos graves o genera-
les, es decir, en hacer la revolucidn por arriba, sino, al contrario, en hihamr.
la por abajo. Breton olvida que no hay mis que una sola Lwolucf6n: la pro-
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Iebria, y que esta fev01uci6n la hardn los obreros con la acci6n y no los in
telectuales con sus "crisis de conciencia'" La Laca crisis es la crisis ccon6.
mica y ella se halla planteada - como hecho y no simplemente como n e
ci6n o como "diIetantisrno" - desde hace siglos. En cuanto al resto del
Segundo Manifiesto, Breton Ic dedica a atacar, con vociferaciones e injurias
personales de poiicfa literario, a sus antiguos cofrstdes; injurias y vocifera-
ciones que denuncian el cadcter hurgues, y b -s de intima entrafia, de
su "crisis de canciencia".
El:otro manifiesto, tituIado Un cactdver, o- lapidarios pasajes neero-
16gicos sobre Breton. "Un instante - -
dct Ribemont-Dessaignes nos gust6
el superrealismo. Amores de juventud, amores, si se quiere, de dombsticos.
Loc jovencitos esun autorhdos a amar hasta a Ia mujer de un gendarme
(esta mujer esti encarnada en la tstdtica de Breton). Faisd compañero, fal-
so comunista, falsa revolucionario pero verdadero y autkntim farsante, Bre-
ton debe cuidarse de la guillotina: j q d estoy diciendo! No se guillotina a los
caüiiveres".
"Breton garabateaba- dice Roger Vitrac-. Garabateaba un estilo de
~wccionarioy de santurrón, sobre ideas subversivas. obteniendo un curioso
resultado,que no dejd de asombrar a los pequeño burgueses, a los pequeños
comerciantes e industriales, a los acblitos de seminano y a los cardiacos de
las escuelas primarias".
"Breton - dice Jaques - fue un tartamudo y lo confundid t*
do: la desesperacidn y el dolor al hígado, la BibIin y los Cmtos de Maldoror,
Dios y Dios, la tinta y la mesa., las barricadas y el d i v h de =dame Saba
tier, el marqués de Sade y Jean b m i n , la Revolucifin Rusa y la Revolución
supersealista.. . Mayordomo lírico, disrribuy6 dipIornas a los enamorados que
versifican y, en los días de indulgencia, a las principiantes en desesperación".
"'1 ea&= -
de Bretan.- dice Micliel Zeiris me da asco, entre otras
causas, porque es el de un hombre que viv*i siempre de cadhveres".
"Naturalmente- dice Sacques Rigaut- Bmton hablaba muy bien del
amor pera en la vida era un personaje de Cartelbe".
Etc., etc., etc.
SbIo que estas mismas apreciaciones sobre Breton pueden ser aplicadas
a todos los supemaEistas sin exeepci6n, y a fa propia escuela difunta. Se
tiirsi que este es el lada downesco y circunstancial de los hombres y no el
fondo hist6rico del movimiento. Muy bien dicho. C m taI que este fondo
histdrico exista en verdad, lo que, en este caso, no es nd. El fondo hist6rico
del superrealismo es casi nulo, desde cualquier aspecto que se le examuie.
Asf pasan las escuelas literarias. Tal es el destino de toda inquietud
que, en vez de devenir austero Iaboratorio c d m , no llega a sw m& que
una mera fbrmuia. Iniitiles resultan entonces los rét1mes tonantes, los p e
*es para el vulgo, la publicidad en ~ I o r t sen , fin, las p~estidigimcionesy
m c o s del oficio. Junto c m el &bol abortado se a s m a la hojarasca.
Veremos si no sucede lo propio con el populisrno, la novfsima escuela
literaria que, sobre la -a recién abierta del superrealismo, acaba de fun-
dar An&& Thdrive y sus amigos.

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