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lista, imimpc caii mensualmente una nueva esesnida litera&. Nunca e1 pen-
samiento socid se fraccian6 en tantas y m fuga- fdrmulas. N u c a expe-
rimentó un gusto tan frenetito y una td necesidad por estereotiparse en re
cetas y clisls, como s i tuviera miedo de su libertad o como si no pudiese
pFoduelrse en su unidad orgánica Anarquía y desagregación semejantes no se
vieron sino enbe los filósofos y p t a s de la decadencia. en el ocaso de la
civilizaeidn grtxmfatiaa. Las de hoy, a su sunio. anrmcian nueva d m
dencia del espirltu: el ocaso de la civilización capitalista.
La úitima escuela de mayor cartel, el supemealisrno, acaba de morir d.
cidmente.
En vedad, el s u p m d s m o , como escuela literaria, m reprsentaba
ningún aporte constructivo. Era una receta m6s de hacer poemas sobre m?
dida, como lo son y s e r h las 'escuelas literarias de toáos los tiempos. M&
todada. No era ni siquiera una receta aripinal. Toda la pomposa teoría y el
abracadabrante m&tododel superwaüsmo fueron condensados y vienen de
unos cuantos pensamientos esbOzados al respecto por Apolünah. Basados
sobre estas ideas del autor de Cdigrarmzs, loa manifiestos s-sta
se limitaban a &edificar inteligentes juegos de 4 6 1 1relativos a Ia escritura
automAtica, a moral, a la religidn, a la politica,
Juegos de &u, he dicho, e inteligente tambih: cerebrales, debiera
decir. Cuando el s u p e d s m o 11eg6, por la dialktica ineluctable de las ea
sas, a afrontar los problemas vivientes de la realidad - que no dependen pm
cisamente de las eIucubraciones abstractas y rnetafísias de ninguna esme
la literaria -, el superrealismo se vio en a-. Para ser eon&ente con
lo qm los propios supemealistas limaban "espíritu crítico y rwolucio&o"
de este movimiento, habia quk saltar al medio de la calle y hacerse cargo,
cutre otros, del problema político y econ6miw de miestra dpwa. El supe-
rrealismo se hizo entonces anarquista, forma 6s- la m& abstracta, mística
y cerebral de la politica y ia que mejor se avenia con el &ter ontolbgico
por excelencia y hasta ocultista del ceniculo. Dentro del anarquismo, los su-
penealistas W a n seguir remnociéndose pues con é i podía convivir y hasta
cansustanciarse el orghico nihilismo de la escuela.
Pero, m á s tarde, andando las cosas, los s u p e d s i a s I- a apeiici-
b e de que, fuera del catecismo supe.Wsta, habia otro m4todo revolucia
naria, tan "interesante" como el que elbs proponlan: me refiero al m a r x i ~
mo. Leyeron, meditamn y, por un mil+gm muy burgués de cclaetieismo o
de '"wmbinaci6n" inextricable, Bretw propuso a sus amigos la coordina-
ci6rs y sintesis de ambos m6todos. Zns supe'rreaktas st hicieron inmediata-
mente comunistas.
- -
Es s61o en este momento y no antes ni después que eI superrcallb
mo adquiert cierta fxawmdencia d. Dt simple fAbnea de gottas en se
rie se transforma en un mdmiaito polftim mititante y en una pragmática
intelectual realmen- vha y maluciaiaria. El mrperrealismo m 4 6 cntom
cm ser tomado en aansideracidn y dificado como una de las #mientes i&
terarias más vivientes y consmictivas de la m.
Sin embargo, este wnccpto no -taba exento de bmcñdo de inventario.
Habia que seguir los mCrodos y disciplinas superrtalistas uiterim, para
saber hasta q d p t o su contenido y ni accibn eran cn verdas y sincera
mente revolucionarios, Auu niando se sabia que aquello de coordinar el
&todo superrealista con el marxismo, no pasaba de un. disparate juvenil o
de una rnistificaci6n p r o v i d , quedaba Ia esperanza de que, poeo a pooo,
se k h r a d i d h n d o los flamantes e imprevistos militantes bolcheviques.
A
DESDE EUROPA 4a I
Iebria, y que esta fev01uci6n la hardn los obreros con la acci6n y no los in
telectuales con sus "crisis de conciencia'" La Laca crisis es la crisis ccon6.
mica y ella se halla planteada - como hecho y no simplemente como n e
ci6n o como "diIetantisrno" - desde hace siglos. En cuanto al resto del
Segundo Manifiesto, Breton Ic dedica a atacar, con vociferaciones e injurias
personales de poiicfa literario, a sus antiguos cofrstdes; injurias y vocifera-
ciones que denuncian el cadcter hurgues, y b -s de intima entrafia, de
su "crisis de canciencia".
El:otro manifiesto, tituIado Un cactdver, o- lapidarios pasajes neero-
16gicos sobre Breton. "Un instante - -
dct Ribemont-Dessaignes nos gust6
el superrealismo. Amores de juventud, amores, si se quiere, de dombsticos.
Loc jovencitos esun autorhdos a amar hasta a Ia mujer de un gendarme
(esta mujer esti encarnada en la tstdtica de Breton). Faisd compañero, fal-
so comunista, falsa revolucionario pero verdadero y autkntim farsante, Bre-
ton debe cuidarse de la guillotina: j q d estoy diciendo! No se guillotina a los
caüiiveres".
"Breton garabateaba- dice Roger Vitrac-. Garabateaba un estilo de
~wccionarioy de santurrón, sobre ideas subversivas. obteniendo un curioso
resultado,que no dejd de asombrar a los pequeño burgueses, a los pequeños
comerciantes e industriales, a los acblitos de seminano y a los cardiacos de
las escuelas primarias".
"Breton - dice Jaques - fue un tartamudo y lo confundid t*
do: la desesperacidn y el dolor al hígado, la BibIin y los Cmtos de Maldoror,
Dios y Dios, la tinta y la mesa., las barricadas y el d i v h de =dame Saba
tier, el marqués de Sade y Jean b m i n , la Revolucifin Rusa y la Revolución
supersealista.. . Mayordomo lírico, disrribuy6 dipIornas a los enamorados que
versifican y, en los días de indulgencia, a las principiantes en desesperación".
"'1 ea&= -
de Bretan.- dice Micliel Zeiris me da asco, entre otras
causas, porque es el de un hombre que viv*i siempre de cadhveres".
"Naturalmente- dice Sacques Rigaut- Bmton hablaba muy bien del
amor pera en la vida era un personaje de Cartelbe".
Etc., etc., etc.
SbIo que estas mismas apreciaciones sobre Breton pueden ser aplicadas
a todos los supemaEistas sin exeepci6n, y a fa propia escuela difunta. Se
tiirsi que este es el lada downesco y circunstancial de los hombres y no el
fondo hist6rico del movimiento. Muy bien dicho. C m taI que este fondo
histdrico exista en verdad, lo que, en este caso, no es nd. El fondo hist6rico
del superrealismo es casi nulo, desde cualquier aspecto que se le examuie.
Asf pasan las escuelas literarias. Tal es el destino de toda inquietud
que, en vez de devenir austero Iaboratorio c d m , no llega a sw m& que
una mera fbrmuia. Iniitiles resultan entonces los rét1mes tonantes, los p e
*es para el vulgo, la publicidad en ~ I o r t sen , fin, las p~estidigimcionesy
m c o s del oficio. Junto c m el &bol abortado se a s m a la hojarasca.
Veremos si no sucede lo propio con el populisrno, la novfsima escuela
literaria que, sobre la -a recién abierta del superrealismo, acaba de fun-
dar An&& Thdrive y sus amigos.