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Revista de Literatura Hispanoamericana

No. 54, Enero-Junio, 2007: 100 - 112


ISSN 0252-9017 ~ Dep. legal pp 197102ZU50

El relato del retorno a la naturaleza


en el personaje doña Bárbara

Rosaura Sánchez Vegas


Universidad “Dr. José Gregorio Hernández”

Resumen
Este estudio dedicado al personaje doña Bárbara, indaga en la fi-
gura del doble representada por el Socio que pone de manifiesto el des-
plazamiento del envilecimiento simplista a la complejidad de un perso-
naje literario del mal. Se relaciona el relato de retorno explicitado en la
frase del Socio “Las cosas vuelven al lugar de donde salieron” con el
proceso de constitución en un personaje del mal. Se determinan los me-
canismos textuales especulares que reflejan la caracterización de perso-
naje del mal, hasta confrontar el peso de la tipicidad social para ampliar
el espectro de significaciones del personaje.
Palabras clave: Figura del doble, envilecimiento, personaje del mal.

The Story of Return to Nature


in the Character Doña Bárbara

Abstract
This study, dedicated to the character Doña Bárbara, investigates
the figure of the double represented by the “Socio” who progresses
from simple debasement to the complexity of a literary evil character.
The story of the return made explicit in the Socio’s sentence, “The

Recibido: 16-11-05 • Aceptado: 27-03-06


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things return to the place from where they left,” is related to the process
of constitution in an evil character. The speculative text mechanisms
that reflect the characterization of the evil personage are determined,
even to confronting the weight of social typing in order to broaden the
spectrum of the character’s meanings.
Key words: Figure of the double, debasement, evil character.

Sin duda, a doña Bárbara, de la El Socio, la figura del doble: del


novela homónima de Rómulo Ga- envilecimiento a personaje del mal
llegos publicada en 1929, se le po-
dría calificar de personaje célebre El envilecimiento podría resultar
o memorable. Los personajes céle- un recurso efectivo a la hora de
bres concebidos, según Noe Jitrik construir un personaje tipo en nega-
(2002: 157), como el centro privi- tivo que sintetice los males sociales.
legiado de los elementos del relato Pero la suma de peyorativos (andró-
y “el todo de la narración”, se co- gina, devoradora de hombres, dañe-
rresponden con el realismo natura- ra, barragana) atribuidos a doña Bár-
lista. En el caso de Doña Bárbara bara, que se agregan a las acciones
el énfasis en el personaje, se rela- criminales propias de un personaje
ciona con la visión de la literatura envilecido, acentúan la pobreza es-
destinada a cumplir una finalidad tética del procedimiento textual del
social, como el propio Gallegos envilecimiento aplicado al persona-
declara: “no he compuesto Doña je. El envilecimiento y su conse-
Bárbara sino para que […] su tre- cuencia (la villanía), se repite en los
menda figura contribuya a que nos personajes secundarios, El Brujea-
quitemos del alma lo que de ella dor, Balbino Paiba y los hermanos
tengamos” (Gallegos, 1954: 404). Mondragón, espalderos de doña
Tremenda figura, pero como mo- Bárbara, para reforzar la representa-
delo en negativo para erradicar lo tividad del caciquismo feudal. Sin
que amenaza el orden de la socie- embargo, la configuración de este
dad, opuesto al personaje ejempla- personaje se hace eco de una ambi-
rizante de Santos Luzardo. Para ta- valencia: el envilecimiento predomi-
les efectos, una parte de la cons- na en el pasado de la narración y en
trucción de doña Bárbara, con el presente comienza un proceso de
acento en la representatividad de la cambios que obstruye la forma tan
problemática social, encuentra su unidimensional de envilecerla.
expresión en el envilecimiento.
Rosaura Sánchez Vegas
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Los signos de la ambivalencia se tormentosas, de ella al fantasma y


patentizan en la figura del Socio. Al de éste a ella” (170). Las frases que
comienzo de la novela la imagen del el ente le dice las percibe como pro-
Socio proviene de las creencias su- cedentes de una figura externa, aun-
persticiosas de doña Bárbara: “Se- que se trate de otra forma de objeti-
gún ella era el propio Nazareno de var el diálogo consigo misma. Pérdi-
Achaguas” (Gallegos, 1999: 41)1; o da del control sobre el propio yo
deriva de la leyenda: para los demás sustituido por un yo ajeno, el Socio
personajes era el producto de “un es una proyección de doña Bárbara,
pacto con el diablo” (41). La figura su alter ego.
participa de definiciones opuestas: Cuando la rivalidad con Marisela
“Dios o demonio tutelar” (41); se fractura las esperanzas de amor con
asocia a misteriosos “conciliábulos” Santos Luzardo, doña Bárbara expe-
nocturnos y solitarios con el perso- rimenta un estado de confusión en-
naje femenino, quien lo considera su tre dos tensiones opuestas: “el hábi-
ente protector, consejero y premoni- to del mal y el ansia del bien, lo que
tor. Pero en el capítulo “La dañera y era ella y lo que anhelaba ser para
su sombra” en un diálogo con doña que pudiese amarla Santos Luzardo,
Bárbara, el Socio aparece despojado chocaron, se encresparon y se con-
de la carga demoníaca contenida en fundieron deshechos, en una masa
la leyenda para convertirse en con- informe de sentimientos elementa-
ciencia moral. les” (168). Este conflicto interior se
En el diálogo, la confusión de vo- define como pugna de: “dos porcio-
ces pone en escena la pérdida de nes irreconciliables”, “del alma des-
unidad de la conciencia de doña doblada” (170). Como doble del
Bárbara: “Quería oír lo que le acon- personaje, la frase del Socio “-Si
sejara el Socio; mas apenas comen- quieres que él venga a ti entrega tus
zaba éste, ella tenía formulada la ré- obras-” (170), indicadora de conse-
plica y las dos frases se encabalga- jos de una práctica del bien, provie-
ban y se atropellaban y ambas eran ne de su propia conciencia, es un ha-
percibidas por sus oídos como aje- llazgo de sí misma surgido de su
nas, siendo sentidas como propias, proceso de búsqueda interior. Una
cual si su pensamiento fuera arras- búsqueda de sí expresada desde con-
trado en un flujo y reflujo de mareas trarios que se niegan: “Se buscaba, y

1 Todas las citas de Doña Bárbara pertenecen a la edición de la Biblioteca Ayacucho de


1985, en lo sucesivo solamente aparecerá el número de la página entre paréntesis.
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sin dejar de hallarse, no se encontra- vida, tendencias de una naturaleza


ba” (170). Bajtin (1993) opone el vigorosa a realizar recónditas posi-
héroe de Dostoievski, en cuanto no bilidades postergadas” (190). Si-
coincide consigo mismo, al de Raci- guiendo la tradición clásica que va
ne, siempre igual a sí mismo, estable de Platón al psicoanálisis pasando
y firme. A pesar del tipo de realismo por Kant, el deseo surge del recono-
monológico de la novela, el perso- cimiento de una carencia que se bus-
naje doña Bárbara se muestra no ca llenar. El mal se concibe enton-
coincidente consigo misma. ces, como carencia del bien sobre el
La villanía, siempre reductora, que se coloca el centro de una bús-
plana, se proyecta hacia una exterio- queda de orden existencial que esti-
ridad: el poder, el daño al otro, se mula una transformación. La con-
concentra en acciones destructivas; ciencia sobre el mal desencadena la
se caracteriza por su estatismo, el constitución progresiva del mundo
personaje permanece igual de prin- subjetivo del personaje con la culpa,
cipio a fin; desconoce el tormento el arrepentimiento, la condena de su
del drama interior, de la culpa, el pasado criminal. En Dorian Gray, la
arrepentimiento y la toma de con- existencia de su retrato cuyas defor-
ciencia sobre el mal impulsora de maciones monstruosas constituían
los deseos de cambio propios de un las marcas del mal realizado y de la
personaje del mal. En doña Bárbara degradación progresiva, lo atormen-
la aparición de la conciencia del ta porque significa la muerte en
bien enfrentada al mal, revierte la vida, el asedio de la conciencia. El
exterioridad de la villanía hacia la retrato se convierte desde el inicio
subjetividad hasta privilegiar con- en “el emblema visible de su con-
tornos individualizados sobre la re- ciencia” (Wilde, 1951: 148), una
presentación de lo colectivo. El con- forma de consagrar la importancia
flicto interior fractura el perfil unidi- de la conciencia en un personaje del
mensional de la villanía; se desplaza mal por excelencia como éste de Os-
así, del envilecimiento a personaje car Wilde. El deseo de una nueva
del mal definido por el deseo de vida, tardío en Dorian, surge acom-
transformarse, puesto de manifiesto pañado del impulso de destruir el
en la frase que se repite así misma: cuadro que por ser la expresión de
“seré otra mujer” (190). Un deseo su alma, consigue su propia muerte.
de cambio que no sólo lo impulsa el El proceso de cambio traducido
amor: ”no todo era sed de amor, en acciones justas en doña Bárbara,
sino también ansia de renovación, incluye recaídas en el ejercicio del
curiosidad de nuevas formas de mal derivadas de la inestabilidad de
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la conciencia, pero ahora impulsado pliegue de la subjetividad, el amor


por pasiones, no por el ansia de po- como imposibilidad conducente a la
der. Una gama de pasiones, desde soledad, consiguen los efectos resi-
reacciones primarias, la venganza a duales que hacen de doña Bárbara
causa de los celos, hasta lo elevado un personaje memorable. Lo estéti-
de la desesperanza y el fatalismo del co forcejea con la finalidad morali-
amor no correspondido calificado de zante de la tesis sociológica que rige
“vehemencia del alma atormentada” el envilecimiento.
(128). En palabras de Valéry (1986: El cambio de perfil en el Socio de
30) “la conciencia es, por esencia, figura del mal a consejero del bien,
inestable”. Para Safranski (2000: es signo de las mutaciones ocurridas
13) la conciencia al desgajarse, al no en doña Bárbara y de su ambivalen-
constituirse en ser consciente esta- cia. Bajo el perfil de demonio tutelar,
ble, “se erige con libertad ante un se adecua a la vida ilegal del pasado
horizonte de posibilidades”; y entre y como conciencia moral, marca el
esas posibilidades se encuentra la desarrollo subjetivo ubicado en el
elección del mal inherente “al drama presente de la narración. Así como
de la libertad humana”. El personaje las Erinias, demonios alados, se
responde a actuaciones acordes con transforman en las bienhechoras Eu-
una conciencia fluctuante entre los ménides, el Socio pasa de figura de-
contrarios del bien y del mal como moníaca a conciencia del bien.
si en ella se corroborara la interde- El perfil del Socio escapa al
pendencia que señala Nietzsche en- psicologismo realista al remitir a
tre los instintos buenos y malos se- dos figuras literarias que no disi-
gún la cual los primeros derivan de mulan las trazas del artificio fic-
los segundos. Precisamente en el os- cional: los temas fantásticos del
cilar entre pasiones contrarias, sin demonio y del doble. Cuando el
ubicarse cabalmente ni en un extre- doble representa el mal, es un
mo, ni en otro, radica parte de su opuesto del yo original aunque el
complejidad, opuesta a los persona- físico, generalmente, sea idéntico.
jes villanos polarizados solamente La diferenciación del físico lleva-
en el ejercicio del mal. El plantea- do paulatinamente a la monstruosi-
miento del mal por transgresivo y dad, se hace patente en el doble
como expresión de la condición hu- pintado de El retrato de Dorian
mana, ofrece posibilidades estéticas Gray (1891) de Wilde, en contras-
al configurar un personaje. El papel te con la belleza y juventud del fí-
de la conciencia y el doble, los alti- sico del protagonista. Con el Socio
bajos del espectro pasional, el des- se repite esta modalidad: el perso-
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naje del mal de físico hermoso como lo siniestro se cumple “cuando se


Gray es ella, su doble se corporeiza desvanecen los límites entre fanta-
como un ente masculino de físico sía y realidad” y lo fantástico se
difuso y tenebroso que representa la ofrece como real. Pero el requisito
conciencia moral como la del retra- de lo siniestro no se cumple en la
to, por ello la atribución de fuerza novela de Gallegos, por cuanto el
demoníaca y siniestra de la leyenda narrador impositivo atendiendo a
termina siendo falsa. Para Freud lo los fines didácticos y al reflejo rea-
siniestro amerita de intenciones ma- lista, deja muy en claro que los pá-
lévolas acompañadas de fuerzas se- jaros son fantásticos sólo en la
cretas particulares e independientes. mente supersticiosa de Juan Primi-
La atribución de lo demoníaco al to, desvaneciendo la posibilidad
Socio, proviene de la imagen de si- del efecto fantástico. La imagen de
niestralidad de doña Bárbara que in- lo siniestro en doña Bárbara tam-
ventan los trabajadores altamireños poco se constituye en su núcleo
quienes la imaginan dotada de pode- configurador; lo siniestro no pasa
res misteriosos. Pero el narrador, de- de ser un calificativo más de toda
masiado explícito como el de Euge- la suma de peyorativos del envile-
nia Grandet (1833) de Balzac, des- cimiento, pero el Socio sí participa
mitifica desde el inicio, sus pode- de lo fantástico al constituirse
res externos de hechicera: “Era en como doble.
efecto, una de las innumerables
trácalas de que solía valerse doña El relato de retorno a la
Bárbara para administrar su fama naturaleza
de bruja y el temor que con ello
inspiraba” (56). Los “rebullones”, Asistida de lo cabalístico como
unos pájaros negros que solamente afirma el narrador, la frase que pro-
Juan Primito ve volar sedientos, a nuncia el Socio en el diálogo con
los cuales les da potajes para con- doña Bárbara: “Las cosas vuelven al
trarrestar las hechicerías del perso- lugar de donde salieron” como for-
naje femenino, participan de una mulación de un destino, se constitu-
cierta imagen siniestra. Los pája- ye en sentencia clave que le atribuye
ros que “eran una especie de mate- carácter de relato de retorno a toda
rialización de los malos instintos su trayectoria. La frase pone en es-
de doña Bárbara” (114), serían otra cena el relato concerniente a este
proyección dual de lo maligno del personaje, alude a la circularidad de
personaje. Para Freud (1978: 51) terminar como comienza.
Rosaura Sánchez Vegas
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La segunda frase que pronuncia Las tres frases del Socio operan de
el Socio en el diálogo, explicita uno igual forma que un relato inserto,
de los pasos del recorrido vital del cada frase anticipa el relato de doña
personaje: “-Si quieres que él venga Bárbara antes del final; su trayecto-
a ti entrega tus obras-” (170). Las ria no es más que el desarrollo na-
dos sentencias del diálogo, se ase- rrativo del contenido de estas tres
mejan a otra que aparece en un capí- sentencias. Las tres frases al sinteti-
tulo anterior: “Las mudanzas de zar y anticipar el acontecer del per-
doña Bárbara”, pero sin atribuírsela sonaje dentro de la trama novelesca,
al Socio. La frase se le adjudica a hacen que su historia pueda recono-
“alguien” que le contiene la mano cerse como específica del personaje
impidiéndole matar a Santos Luzar- regida por la circularidad de regreso
do al decirle: “-No matarás. Ya tú al inicio.
no eres la misma-” (132). Aún sin El amor por Santos Luzardo im-
mencionarlo, la similitud de la for- pulsa el cambio cualitativo: la conde-
ma imperativa y el tipo de contenido na a su pasado criminal, la culpa y el
de la frase, es un indicador de su arrepentimiento como sentimientos
pertenencia al Socio. en lucha debido a la irrupción del an-
La referencia literaria del Socio a sia de bien “que ahora quería adue-
la figura del doble, no puede hacer ñársele del corazón hastiado de vio-
menos que emplazar sentencias de lencias” (129). La frase “ya no eres
igual remisión ficcional. De acuerdo la misma” corresponde a la etapa ini-
a Dällenbach, (1991: 15-16) “la cial del recorrido vital, se refiere al
mise en abyme” es “todo enclave cambio cualitativo que da lugar a la
que guarde relación de similitud con supresión de los actos ilegales.
la obra que lo contiene”. La historia La otra sentencia “entrega tus
de doña Bárbara se refleja de forma obras” consiste en llevar a la acción
especular en las tres frases, sus res- el cambio subjetivo, en realizar al-
pectivos contenidos se asemejan al gunas acciones justas; dictamina la
relato total del personaje, por tanto necesidad de deslastrarse de los ma-
las frases son autorreferenciales, re- les derivados del poder arbitrario
miten a la textualidad misma, al re- como son los secuaces. La entrega
lato del personaje. Según Dällen- de las obras incluye la muerte del
bach (1991: 77-78) el relato dentro espaldero, El Brujeador, a manos de
de otro relato por su relación espe- Pajarote y la del ex amante, Balbino
cular, condensa una novela comple- Paiba, en un enfrentamiento, des-
ta y de forma “prospectiva, refleja pués de descubrirlo ella misma
antes del final la historia por venir”. como autor de un robo y de asesina-
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tos, así como permitir que Santos terno, como despliegue de la subjeti-
Luzardo atrape los hermanos Mon- vidad, sella la individualización de
dragón y los entregue a la justicia. un personaje del mal. En las pulsio-
El proceso de deslastrarse de las po- nes del amor y del drama personal,
sesiones comienza cuando ofrece se diluye el énfasis sobre lo social:
devolver las tierras y el ganado ro- “Soñaba, como una jovencita ante
bado a Santos y con una repentina su primer amor, haciéndose la ilu-
generosidad con los peones. sión de haber nacido a una vida nue-
El sentimiento amoroso convierte va y diferente, olvidada de su pasa-
la hacienda en espacio de la libertad do, cual si éste hubiera desaparecido
contemplativa a la espera de Santos con el espaldero siniestro [...] y con
Luzardo: “se le iban las horas junto el amante del grosero amor” (223).
al palenque, la mirada en el horizon- Para Ortega y Gasset (2000: 122) el
te hacia los lados de Altamira, o se alma de la mujer por ser “concéntri-
salía a vagar por la sabana. [...] ca” tiene la capacidad de unificarse
Todo había sido un sosegado errar en torno a un solo eje de atención, el
pensativa” (128). Para Barthes amor, lo que consigue perfeccionar
(1999: 124-126), la espera del ser el sentimiento amoroso y enriquecer
amado es un “encantamiento” inmo- la existencia. Sentir, aunque sea ilu-
vilizador, “un delirio”, una “identi- sión, su vida renovada es prueba de
dad fatal” o signo del enamorado: el ese enriquecimiento que le genera el
que espera al otro establece una re- amor y se traduce en el cambio cua-
lación de dependencia. El estado litativo: “la bondad, la alegría la im-
contemplativo o de “éxtasis” propio pulsaba a actos generosos” (128).
del amor, según Ortega y Gasset En términos de Jankélévitch (1960:
(2000: 117) es un ”estar fuera de sí 300), el verdadero amor que radica en
y del mundo” debido al exclusivis- lo gratuito y desinteresado, deviene en
mo del pensamiento concentrado en modelo, en “el límite y la norma de
el amado. Situarse fuera del mundo toda pureza” y la pureza, atributo pri-
a causa de estar ocupado por el otro, vilegiado, “a su vez se nos entrega
es lo que cobra sentido hasta anular buena y bella, categóricamente buena
cualquier otro centro de interés. Se y absolutamente bella”. La autentici-
produce en doña Bárbara el reem- dad del amor de doña Bárbara por
plazo del poder corrupto propio del Santos Luzardo nunca se somete a
envilecimiento, por un tipo de vida duda, por el contrario, se describe
orientada hacia la esperanza del como “el deseo del amor verdadero
amor de Santos. En consecuencia, el en la crisis de los cuarenta” (128). Por
amor, eje de su mundo interno y ex- el efecto purificador del amor a doña
Rosaura Sánchez Vegas
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Inés, don Juan Tenorio salva su to trágico del amor: “hay en la hon-
alma antes de morir. Pero, la visión dura del amor una hondura del eter-
del amor en la novela de Gallegos no desesperarse, de la cual brotan la
va atado a un planteamiento mora- esperanza y el consuelo”. Pero de la
lista ejemplarizante; su amor por esperanza y el sueño de conquistar a
Santos, a pesar de su autenticidad, Santos cae en la desesperanza sin
no puede constituirse en signos de salida: el sentimiento trágico del
bondad y belleza, ni puede conse- amor no correspondido no induce la
guir purificarla de la vida corrupta, muerte como a Ofelia de Hamlet
este proceso es irreversible. Por ello, (1601), induce la retirada. Es en los
el pasado indeseable continuamente momentos finales cuando el conflic-
regresa por una u otra vía, se inter- to interior se agudiza y alcanza el
pone, le impide quemar etapas: plano existencial propio de un per-
“Una vez más, sus obras le habían sonaje del mal: se describe consumi-
salido al paso, cerrándole el camino da por el desasosiego, el sin sentido
que insistiera en buscar” (202). Las y la soledad absoluta ante una deci-
obras criminales del pasado le impi- sión radical: ”Había envejecido en
den convocar el olvido, uno de los una noche, tenía la faz cavada por
efectos del río Leteo cuyas aguas las huellas del insomnio, pero mos-
hacen olvidar la vida anterior: “la traba también impresa en el rostro y
historia que ella se empeñaba en ol- en la mirada, la calma trágica de las
vidar” (224). Pero el Leteo es un río determinaciones supremas” (228).
del infierno solamente accesible a La atmósfera de misterio que
los condenados. Para doña Bárbara asiste la desaparición del personaje
es imposible lograr el olvido del pa- es la misma de su origen. El título
sado manchado; borrar esa vida an- del capítulo final “Toda horizontes,
terior convertiría el olvido en fuente toda caminos...” y las señales de de-
vital, en apertura a un renacer que el senterramiento de oro en el cuarto
sentido alegórico de la novela debe de doña Bárbara, descartan la hipó-
negar. tesis del suicidio de arrojarse a la
Arrepentirse de asesinar a la hija ciénaga, y afirman la huida como
por celos al sentir el amor maternal, causa de su desaparición. Su retirada
reconocerla como hija y cederle to- sería el cumplimiento de la frase
dos sus bienes, completa la fase de destino “Las cosas vuelven al lugar
entregar las obras. de donde salieron” que culmina en
Unamuno (1999: 166) expone la el retorno al espacio natural, el mis-
relación paradójica entre el desespe- mo de la comunidad indígena de su
rar y el esperar propia del sentimien- historia inicial hasta completar un
El relato del retorno a la naturaleza en el personaje doña Bárbara 109

recorrido vital de continuidad circu- desde una perspectiva opuesta, la de


lar: el final se liga al comienzo, al los curiosos de San Fernando de
punto de partida. Apure a donde ella viaja para vender
las plumas de garza que Balbino
El juego de espejos Paiba roba a Santos Luzardo. El
mismo narrador califica de “repara-
El juego especular implícito en las ciones insólitas” (222) las acciones
sentencias del Socio que completan justas de devolver a Santos las tie-
el recorrido de su relato, sintetiza un rras y el cuantioso dinero de la venta
entramado de relaciones que amplía de las plumas. Cuando las acciones
el campo de referencias y la dimen- benefactoras se hacen del dominio
sión del personaje. Al reconocerse público, los llaneros curiosos la con-
como historia con especificidades, la ciben desde las secuelas de la fama
de doña Bárbara, como la misma no- y de la inventiva, pero apoyada en el
vela, se divide en tres partes: la ini- hecho real de las “reparaciones
cial del espacio natural y Asdrúbal, insólitas”: “inventando cada cual lo
la del ejercicio del poder ilegal, la del que se le antojara, pero contra la co-
amor por Santos. Esta historia ad- rriente de las antiguas versiones,
quiere un carácter abierto, se rehace, empezaron a circular por la pobla-
se le agrega a la parte envilecedora ción novísimos episodios de la vida
del pasado criminal otros procesos y de doña Bárbara, edificantes casi to-
sentidos. Las añadiduras, el desarro- dos” (222). Por el contrario, los per-
llo narrativo de las tres etapas de las sonajes secundarios, los trabajadores
sentencias: cambio cualitativo, entre- de Santos, crean una imagen tan ne-
ga de las obras, regreso al lugar de gativa como la que informa el narra-
origen, al hacer más complejo el de- dor: “Esto contaban. Tal vez había
venir del personaje, determina su mucho de leyenda en cuanto se de-
constitución en personaje del mal. cía a propósito de su fortuna; pero
El paso del envilecimiento a perso- bastante rica y muy avara sí era
naje del mal individualizado, se pone doña Bárbara” (41). El relato del
de manifiesto en la imagen que de personaje femenino construido so-
ella proyectan los demás personajes y bre el hecho de “tener historia”
el propio narrador. La voz narrativa, (224), un pasado, adquiere un carác-
paralelamente a la insistencia de adju- ter abierto, se convierte en algo para
dicarle casi todos los peyorativos en- ser contado por otros; y esos relatos
vilecedores, en el capítulo “La hija de participan del carácter fantasioso de
los ríos”, recurre a la pericia literaria la leyenda tanto negativa como posi-
de enfocar la imagen del personaje tiva. Carácter abierto porque otros
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pueden rehacer su historia, agregarle real. Los pobladores la contemplan a


episodios, cambiar las versiones en- modo de espectadores absortos ante
vilecedoras por narraciones más fa- un famoso personaje: “No se habló
vorecedoras. El enfoque de los cu- de otra cosa durante toda la tarde
riosos de San Fernando, cultores de [...] y en la noche la calle del hotel
la leyenda positiva, contradice la donde ella se había alojado estuvo
imagen siniestra de las descripcio- muy concurrida” (222). La atención
nes del narrador; niega con las nue- que concentra, pareciera describir el
vas versiones la mala fama de doña efecto del personaje sobre el lector.
Bárbara avalada por los trabajadores En este capítulo se invierten los
altamireños, cultores de la leyenda papeles previamente atribuidos, la
negativa. antagonista de la novela pasa a he-
No sólo se confrontan dos pers- roína de leyenda, los curiosos se
pectivas, sino dos expresiones narra- convierten en narradores y el narra-
tivas, la leyenda y la versión realista dor en observador y crítico de lo que
del narrador. La imaginación popu- cuentan aquellos. El narrador de la
lar de los curiosos la convierte en novela de Gallegos parece abando-
objeto de la inventiva ficcional, nar un poco la severidad, al menos,
construye diferentes modos de re- en un momento de la narración: la
presentarla al punto de definirla inversión de papeles responde a un
“casi como un personaje de leyen- efecto lúdico que resulta inesperado
da” (222). El carácter oral repetitivo en el realismo monológico de la no-
propio de la leyenda tiende a alterar vela. La voz narrativa apela a la iro-
o desplazar una historia original nía, para refutar la veracidad del en-
hasta desviarla hacia lo ficticio: “en noblecimiento de los llaneros en res-
las ponderaciones la mujerona ad- guardo del perfil de cacica feudal
quiría caracteres de heroína som- maligna, y con ello corregir las posi-
bría, pero al mismo tiempo fascina- bles aspiraciones del lector de redi-
dora como si la fiereza bajo la cual mir a doña Bárbara por sus buenas
se la representaba, más odio que re- acciones. Pero, los fines correctivos
pulsa, tradujera una íntima devoción de la ironía quedan rebasados por-
de sus paisanos” (222). Los curiosos que el discurso narrativo pone en
la desplazan del papel de una simple discusión dos modos de representar-
antagonista característica de histo- la; indaga en una problemática del
rias truculentas, a heroína carismáti- narrar: en las relaciones de represen-
ca engrandecida. La transforman en tar para referirse a la realidad exter-
un personaje legendario de gran vi- na, como hace el narrador, y de re-
sibilidad y sin exacta referencia a lo presentar para remitir a lo ficticio,
El relato del retorno a la naturaleza en el personaje doña Bárbara 111

como pretenden los llaneros curio- elementos constructivos del texto, el


sos. mismo de las sentencias del Socio.
Las diferencias entre ambas En palabras de Dällenbach (1991:
perspectivas llegan a un punto de 77-78) el relato dentro del relato re-
coincidencia cuando el narrador al fuerza las significaciones al hacer
calificar las ponderaciones de los dialogar la obra consigo misma, “su-
curiosos de “atenuaciones a las tru- ministrándole un aparato de auto-in-
culentas anécdotas que la pintaban terpretación”. Exponer la potenciali-
como un ser siniestro y odioso” dad metaficcional del personaje,
(222), describe y evalúa todo el abre otras posibilidades, amplía el
perfil de doña Bárbara que él mis- campo de referencias y las significa-
mo ha narrado. En esta frase el dis- ciones del personaje. Así como el
curso se refleja a sí mismo en la in- relato de retorno del personaje se re-
negable de forma de examinar, a ni- fleja en las tres frases que lo sinteti-
vel textual, el personaje, ya que el zan, los comentarios del narrador
calificativo “atenuaciones” se le sobre las narraciones de los curio-
podría atribuir al proceso de cam- sos, reflejan el desplazamiento del
bio cualitativo del presente, y el de envilecimiento a un personaje del
“truculentas” a las acciones crimi- mal porque de la combinación de los
nales del relato retrospectivo del rasgos envilecidos con los ennoble-
pasado. El narrador como testigo de cedores, surge el mundo subjetivo
lo contado por otros narradores, le del personaje que se mueve entre
atribuye a ellos lo que él mismo pasiones contrarias. En la oscila-
hace: atenúa el envilecimiento con ción, los límites entre el bien y el
las mutaciones y acciones justas; y mal se diluyen, el personaje no se
las atenuaciones son las añadiduras, ubica de forma estable ni en un ex-
otros procesos y sentidos agregados tremo ni en otro, por tanto, la conde-
que rehacen la historia de carácter na del mal y la identificación con el
abierto del personaje. Al comentar bien del fin edificante de la novela
las apreciaciones de los curiosos, no se cumple a cabalidad. El juego
comenta su propio discurso. especular implícito en las tres frases
Este mencionar directamente la claves y en la perspectiva de los cu-
representatividad de un personaje, la riosos, descubre los artificios crea-
narratividad de los curiosos, la in- dores de la ilusión de realidad, lo
vención de una heroína legendaria, que disminuye el peso de la referen-
de evaluar un personaje desde el cia a lo real, y coloca a doña Bárba-
texto a través de dos perspectivas ra un poco más allá de ese “reflejar”
opuestas, tiene como referente los o representar solamente la proble-
Rosaura Sánchez Vegas
112 Revista de Literatura Hispanoamericana No. 54, 2007

mática social. Su campo de sentido didácticos, el modelo ejemplar debía


se independiza un tanto de la reali- tener mayor celebridad que el mode-
dad extra textual: apunta a la auto- lo negativo, lo contrario, que doña
nomía de lo ficticio. Lo especular al Bárbara opaque al protagonista, per-
usurpar la referencia social, que de mite que la versión engrandecedora
modo irónico solamente sucede con de los narradores de San Fernando,
el personaje alegórico de los males prevalezca sobre la versión envileci-
sociales, desestabiliza las intencio- da del narrador.
nes del autor. El narrador al hacer lo El relato de retorno plantea la di-
mismo que los narradores, atenuar la ferencia entre la doña Bárbara con-
maldad, desmonta, sin proponérselo, tada desde lo que fue y la que se va
lo que busca representar el envileci- haciendo a lo largo de un recorrido
miento, un modelo en negativo vital, cuyo desenlace es incierto,
opuesto a la ejemplaridad de Santos ambiguo, sin cierre.
Luzardo. De acuerdo con los fines

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