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Jueves de compadres

Dice llamarse jueves de compadres y comadres, empero, el acopio, es más; tan sólo se llena
de botellas de alcohol en una mesa y otros cuantos se ven envueltos con una escasa serpentina
descolorida de cultura, mientras otros observan a la soberana del año anterior y del presente
sólo por distraer sus ojos. ¿Dónde está el frutero que engalana a la mesa, esa rica cancha en
tiesto, la rica harina o mashca, los banderines y ese bizcocho llamado torta, los aplausos
melodiosos al son de las guitarras al nombrar compadre y madre, el banquete de la comidita
para festejar el nombramiento y las cuecas, seguidas del contrapunto de las coplas, del baile
de antaño seguidas recién del agua ardiente, de esa rica caña? Ahora los barrios de la mano
con el alcohol y soy compadre y comadre... Para eso dejemos de celebrar el carnaval y
llamémoslo parranda en la que se toma hasta no poder más, no digan que celebran carnaval ni
manchen su nombre de una tradición tan hermosa que tiende a ser tergiversada en una
parranda pobre que no hace más que rasgar el vestido de la cultura.

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