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SEMINARIO BÍBLICO IGLESIA DE DIOS

Extensión Bíblica y Teológica en Puerto Plata

Iglesia De Dios Centro De Amor

Urb: Ortega C/1era #14

Materia: Introducción al nuevo testamento

Tema: Biografía del apóstol Pablo

Presentado por:

Facilitador: Pastor Francisco Eusebio

Director: Rafael A. Pérez

Lugar: Iglesia de dios centro de amor

Puerto plata R.D, Día 09 Mes Diciembre año 2023


Introducción
San Pablo de Tarso

Saulo nació en Tarso, en el seno de una familia judía. Esta ciudad era
la capital de Cilicia, gran centro comercial y cultural. Esto hace de él un
hombre de doble lengua y doble cultura, en casa habla el arameo y en
las escuelas de la culta Tarso aprende el griego y se inicia en la cultura
helénica. Sus dos nombres, Saulo y Pablo, reflejan esta doble faceta de
su personalidad.

En Jerusalén continúa su formación judía al lado del maestro Gamaliel


que le hace apreciar el ideal fariseo y el fanatismo por la religión judía.
El cristianismo naciente será para él un motivo de encarnizada
persecución.

La primera vez que aparece su nombre en el Nuevo testamento es para


contarnos como se encargó de guardar las ropas de los agresores de
Esteban, mientras este era apedreado hasta morir. (Hechos de los
Apóstoles 7, 54-60) También nos cuenta cómo Saulo entraba en las
casas de los cristianos de Jerusalén para detener a hombres y mujeres
y llevarlos a la cárcel. (Hechos de los Apóstoles 8, 1-3)

De las epístolas paulinas nos han llegado copias tan antiguas como el datado
de los años 175-225.2 Las epístolas paulinas fueron aceptadas unánimemente
por todas las Iglesias y son para el cristianismo, ya desde sus primeros
tiempos, una fuente ineludible de pensamiento y de espiritualidad.

Los esfuerzos de San Pablo para llevar a buen fin su visión de una iglesia
mundial fueron decisivos en la rápida difusión del cristianismo y en su posterior
consolidación como una religión universal. Ninguno de los seguidores de
Jesucristo contribuyó tanto como él a establecer los fundamentos de la doctrina
y la práctica cristianas.

Desarrollo
Biografía

El apóstol Pablo o Saulo, que era su nombre hebreo, nació en Tarso en o después del
año 5 d. C., dentro de una familia fiel a la ley judaica. Su padre era fariseo y Saulo fue
criado guardando celosamente la ley judía.

Las fuentes fundamentales acerca de la vida de San Pablo pertenecen todas al


Nuevo Testamento: los Hechos de los Apóstoles y las trece Epístolas que se le
atribuyen, dirigidas a diversas comunidades cristianas. De ellas, diversos
sectores de la crítica bíblica han puesto en duda la autoría paulina de las
llamadas cartas pastorales (la primera y segunda Epístola a Timoteo y la
Epístola a Tito), en tanto que existe una práctica unanimidad en considerar la
Epístola a los hebreos como escrita por un autor diferente. Pese a la
disponibilidad de tales fuentes, los datos cronológicos de las mismas resultan
vagos, y cuando existen divergencias entre los Hechos y las Epístolas se suele
dar preferencia a estas últimas.

Saulo (tal era su nombre hebreo) nació en el seno de una familia acomodada
de artesanos, judíos fariseos de cultura helenística que poseían el estatuto
jurídico de ciudadanos romanos. Después de los estudios habituales en la
comunidad hebraica del lugar, Saulo fue enviado a Jerusalén para continuarlos
en la escuela de los mejores doctores de la Ley, en especial en la del famoso
rabino Gamaliel. Adquirió así una sólida formación teológica, filosófica, jurídica,
mercantil y lingüística (hablaba griego, latín, hebreo y arameo).

No debía, sin embargo, residir en Jerusalén el año 30, en el momento de la


crucifixión de Jesús de Nazaret; pero habitaba en la ciudad santa seguramente
cuando, en el año 36, fue lapidado el diácono Esteban, mártir de su fe. En
concordancia con la educación que había recibido, presidida por la más rígida
observancia de las tradiciones farisaicas, Saulo se significó por aquellos años
como acérrimo perseguidor del cristianismo, considerado entonces una secta
herética del judaísmo. Inflexiblemente ortodoxo, el joven Saulo de Tarso estuvo
presente no sólo en la lapidación de Esteban, sino que se ofreció además a
vigilar los vestidos de los asesinos.

La conversión

Los jefes de los sacerdotes de Israel le confiaron la misión de buscar y hacer


detener a los partidarios de Jesús en Damasco. Pero de camino a esta ciudad,
Saulo fue objeto de un modo inesperado de una manifestación prodigiosa del
poder divino: deslumbrado por una misteriosa luz, arrojado a tierra y cegado, se
volvió a levantar convertido ya a la fe de Jesucristo (36 d. C.). Según el relato
de los Hechos de los Apóstoles y de varias de las epístolas del propio Pablo, el
mismo Jesús se le apareció, le reprochó su conducta y lo llamó a convertirse
en el apóstol de los gentiles (es decir, de los no judíos) y a predicar entre ellos
su palabra.

La conversión de San Pablo

Tras una estancia en Damasco (donde, después de haber recuperado la vista,


se puso en contacto con el pequeño núcleo de seguidores de la nueva religión),
se retiró algunos meses al desierto (no se sabe exactamente adónde),
haciendo así más firmes y profundos, en el silencio y la soledad, los cimientos
de su creencia. Vuelto a Damasco, y violentamente atacado por los judíos
fanáticos, en el año 39 hubo de abandonar clandestinamente la ciudad
descolgándose en un gran cesto desde lo alto de sus murallas.

Aprovechó la ocasión para marchar a Jerusalén y ponerse en contacto con los


jefes de la Iglesia, San Pedro y los demás apóstoles, no sin dificultades, porque
estaba todavía muy vivo en la Ciudad Santa el recuerdo de sus actividades
como perseguidor. Le avaló en el seno de la comunidad cristiana San Bernabé,
que lo conocía bien y quizá era pariente suyo. Regresó después a su ciudad
natal de Tarso, en cuya región residió y predicó hasta que hacia el año 43 vino
a buscarlo Bernabé. A consecuencia de una carestía que atacó duramente a
Palestina, Pablo y Bernabé fueron enviados a Antioquía (Siria), ciudad
cosmopolita donde eran numerosos los seguidores de Jesús (allí se les había
dado por primera vez el sobrenombre de "cristianos"), para llevar la ayuda
fraternal de la comunidad de Antioquía a la de Jerusalén.

El apóstol de los gentiles

En compañía de San Bernabé, San Pablo inició desde Antioquía el primero de


sus viajes misioneros, que lo llevó en el año 46 a Chipre y luego a diversas
localidades del Asia Menor. En Chipre, donde obtuvieron los primeros frutos de
su trabajo, abandonó Saulo definitivamente su nombre hebreo para adoptar el
cognomen latino de Paulus, que llevaba probablemente desde niño como
segundo apellido. Su romanidad podía parecer oportuna para el desarrollo de
la misión que el apóstol se proponía llevar a cabo en los ambientes gentiles. En
adelante, sería él quien llevaría la palabra del Evangelio al mundo pagano; con
Pablo, el mensaje de Jesús saldría del marco judaico, palestiniano, para
convertirse en universal.

A lo largo de su predicación, San Pablo iba presentándose sucesivamente en


las sinagogas de las diversas comunidades judaicas; pero esta presentación
terminaba casi siempre en un fracaso. Bien pocos fueron los hebreos que
abrazaron el cristianismo por obra suya. Mucho más eficaz caía su palabra
entre los gentiles y entre los indiferentes que nada sabían de la religión
monoteísta hebraica. En este primer viaje recorrió, además de Chipre, algunas
regiones apartadas del Asia Menor. Creó centros cristianos en Perge (Panfília),
en Antioquía de Pysidia, en Listra, Iconio y Derbe de Licaonia. El éxito fue
notable; pero también fueron numerosas las dificultades. En Listra escapó de la
muerte sólo porque sus lapidadores creyeron erróneamente que ya había
muerto.

Entre el primer y el segundo viaje, San Pablo residió algún tiempo en Antioquía
(49-50 d. C.), desde donde marchó a Jerusalén para asistir al llamado "Concilio
de los Apóstoles". Las cuestiones que iban a tratarse en el concilio eran de una
gravedad difícilmente concebible en nuestros días. Había que dilucidar la licitud
de bautizar a los paganos (algunos judeo-cristianos se oponían aún a tal
iniciativa), y, sobre todo, establecer o rechazar la obligatoriedad de los
preceptos judíos para los conversos que procedían del paganismo. El éxito de
su labor evangelizadora permitió a San Pablo imponer la tesis de que los
cristianos gentiles debían tener la misma consideración que los judíos;
profundo expositor del valor de la Ley mosaica y de su importancia histórica,
San Pablo defendió que la redención operada por Cristo marcaba el definitivo
ocaso de dicha ley y rechazó la obligatoriedad de numerosas prácticas
judaicas.

San Pablo curando a un lisiado en Listra. El segundo viaje evangélico (50-53)


comprendió la visita a las comunidades cristianas de Anatolia, fundadas unos
años antes; luego fue recorriendo parte de la Galaxia propiamente dicha, visitó
algunas ciudades del Asia proconsular y marchó después a Macedonia y
Acaya. La evangelización se hizo particularmente patente en Filipos,
Tesalónica, Berea y Corinto. También Atenas fue visitada por San Pablo, quien
pronunció allí el famoso discurso del Areópago, en el que combatió la filosofía
estoica. El resultado, desde el punto de vista evangelizador, fue más bien
exiguo. Durante su estancia en Corinto, donde estuvo en contacto con el
gobernador de la provincia, Gallón (hermano de Séneca), inició al parecer San
Pablo su actividad como escritor, enviando la primera y segunda Epístola a los
tesalonicenses, en las que ilustra a los fieles acerca de la parusía o segunda
venida de Cristo y de la resurrección de la carne.

El tercer viaje (53-54-58) se inició con la visita a las comunidades del Asia
Menor y continuó también por Macedonia y Acaya, donde San Pablo Apóstol
estuvo tres meses. Pero como centro principal fue escogida la gran ciudad de
Éfeso. Allí permaneció durante casi tres años, trabajando con un grupo de
colaboradores en la ciudad y su región, especialmente en las localidades del
valle del Lico. Fue un apostolado muy provechoso, pero también lleno de
fatigas para San Pablo: culminaron éstas con el tumulto de Éfeso, provocado
por Demetrio, representante de los numerosos comerciantes que explotaban la
venta de las estatuillas-recuerdo de Artemisa. San Pablo, refiriéndose a un
episodio anterior, habla de una lucha con las fieras; es casi seguro que la
expresión es metafórica, pero convergen muchos indicios en favor de la
hipótesis de una auténtica prisión.

San Pablo Apóstol

Desde Éfeso escribió la primera Epístola a los corintios, en la que se


transparentan muy bien las dificultades encontradas por el cristianismo en un
ambiente licencioso y frívolo como era el de la ciudad del Istmo. Probablemente
se sitúa en la misma ciudad la redacción de la Epístola a los gálatas y la
Epístola a los filipenses, en tanto que la segunda Epístola a los corintios fue
escrita poco después en Macedonia. Desde Corinto envió el apóstol la
importante Epístola a los romanos, en la que trata a fondo la relación entre la fe
y las obras respecto a la salvación. Con ello pretendía preparar su próxima
visita a la capital del imperio.

Últimos años

Sin embargo, los hechos se desarrollaron de un modo distinto. Habiéndose


dirigido Pablo a Jerusalén para entregar una cuantiosa colecta a aquella pobre
iglesia, fue encarcelado por el quiliarca Lisia, quien lo envió al procónsul
romano Félix de Cesarea. Allí pasó el apóstol dos años bajo custodia militar.
Decidieron embarcarlo, fuertemente custodiado, con destino a Roma, donde los
tribunales de Nerón decidirían sobre él. El viaje marítimo fue, por otra parte,
fecundo en episodios pintorescos (como el del naufragio y la salvación
milagrosa), y durante el mismo el prestigio del apóstol se impuso al fin a sus
guardianes (invierno de 60-61).

De los años 61 a 63 vivió San Pablo en Roma, parte en prisión y parte en una
especie de libertad condicional y vigilada, en una casa particular. En el
transcurso de este primer cautiverio romano escribió por lo menos tres de sus
cartas: la Epístola a los efesios, la Epístola a los colosenses y la Epístola a
Filemón.

San Pablo escribiendo sus epístolas

Puesto en libertad, ya que los tribunales imperiales no habían considerado


consistente ninguna de las acusaciones hechas contra él, reanudó su
ministerio; pero a partir de este momento la historia no es tan precisa. Falta
para este período la ayuda preciosa de los Hechos de los Apóstoles, que se
interrumpen con su llegada a Roma. San Pablo anduvo por Creta, Iliria y
Acaya; con mucha probabilidad estuvo también en España. De este período
datarían dos cartas de discutida atribución, la primera Epístola a Timoteo y la
Epístola a Tito; también por entonces habría compuesto la Epístola a los
hebreos. Se percibe en ellas una intensa actividad organizadora de la Iglesia.
En el año 66, cuando se encontraba probablemente en la Tréade, San Pablo
fue nuevamente detenido por denuncia de un falso hermano. Desde Roma
escribió la más conmovedora de sus cartas, la segunda Epístola a Timoteo, en
la que expresa su único deseo: sufrir por Cristo y dar junto a Él su vida por la
Iglesia. Encerrado en horrenda cárcel, vivió los últimos meses de su existencia
iluminado solamente por esta esperanza sobrenatural. Se sintió humanamente
abandonado por todos. En circunstancias que han quedado bastante oscuras,
fue condenado a muerte; según la tradición, como era ciudadano romano, fue
decapitado con la espada. Ello ocurrió probablemente en el año 67 d. C., no
lejos de la carretera que conduce de Roma a Ostia. Según una tradición
atendible, la abadía de las Tres Fontanas ocupa exactamente el lugar de la
decapitación.

Las epístolas de pablo o paulina


 Carta a los Romanos
 Primera carta a los Corintios
 Segunda carta a los Corintios
 Carta a los Gálatas
 Carta a los Efesios
 Carta a los Filipenses
 Carta a los Colosenses
 Primera carta a los Tesalonicenses
 Segunda carta a los Tesalonicenses
 Primera carta a Timoteo
 Segunda carta a Timoteo
 Carta a Tito
 Carta a Filemón
 Hebreos

El pensamiento paulino

De forma imprudente se ha exagerado en ocasiones la significación de la obra


de San Pablo: algunos lo consideraron como el auténtico fundador del
cristianismo; otros lo acusaron de ser el primer mixtificador de las enseñanzas
de Jesucristo. Es cierto que trabajó más que los demás apóstoles y que, en sus
cartas, sentó las bases del desarrollo doctrinal y teológico del cristianismo.
Pero su realmente meritoria labor, de la que él mismo se sentía con razón
orgulloso, reside en el hecho de haber sido intérprete e incansable
propagandista del mensaje de Jesús.

A San Pablo se debe, más que a los otros apóstoles, la oportuna y neta
separación entre el cristianismo y el judaísmo; y es falso que tal separación se
alcanzara mediante la creación de un sistema religioso especial, que habría
sido elaborado bajo la influencia de la filosofía griega, del sincretismo cultural o
de las numerosas religiones de misterios. En el curso de sus viajes
evangelizadores, San Pablo propagó su concepción teológica del cristianismo,
cuyo punto central era la universalidad de la redención y la nueva alianza
establecida por Cristo, que superaba y abolía la vieja legislación mosaica. La
Iglesia, formada por todos los cristianos, constituye la imagen del cuerpo de
Cristo y debe permanecer unida y extender la palabra de Dios por todo el
mundo.

Conclusión

A San Pablo le ha tocado vivir en el momento culminante de la historia,


en la plenitud de los tiempos, cuando «Dios envió a su Hijo» al mundo,
«para rescatar a los que se hallaban bajo la ley y para que recibiéramos
la filiación adoptiva» (Gal. 4,4-5). El momento en que, con la venida de
Cristo se ha manifestado a los hombres y se ha realizado el misterio de
la salvación escondido y mantenido en secreto durante siglos eternos
(Rom. 16, 25-26; Ef. 3, 5-6).

En llamativo contraste con su juventud de fariseo intransigente, cerrado a toda


amplia visión religiosa y celoso de las prerrogativas espirituales de su pueblo,
San Pablo dedicaría toda su vida a "derribar el muro" que separaba a los
gentiles de los judíos. En su esfuerzo por hacer universal el mensaje de Jesús,
San Pablo lo desligó de la tradición judía, insistiendo en que el cumplimiento de
la ley de Moisés (los mandatos bíblicos) no es lo que salva al hombre de sus
pecados, sino la fe en Cristo; en consecuencia, polemizó con otros apóstoles
hasta liberar a los gentiles de las obligaciones rituales y alimenticias del
judaísmo (incluida la circuncisión).

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