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CAMPESINADO Y

REVOLUCIONES EN
AMÉRICA LATINA EN
EL SIGLO XX
Trabajo Fin de Grado

Grado en Historia

Marta Valdeón Álvarez


Tutor: Francisco Manuel Erice Sebares

Oviedo
Junio 2019
Índice

Introducción ........................................................................................... 2

Conceptualizaciones y debates sobre el campesinado como sujeto


histórico .................................................................................................. 3

Marx, Engels y el Marxismo Agrario ............................................. 5

El neopopulismo .......................................................................... 10

Movimientos campesinos ............................................................... 12

Movimientos campesinos en América Latina ............................... 15

Colombia .............................................................................................. 20

Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del


Pueblo (FARC - EP) ............................................................................ 24

Perú ...................................................................................................... 27

El caso de La Convención. ........................................................... 30

Brasil .................................................................................................... 34

MST ............................................................................................ 36

Conclusiones ......................................................................................... 39

Bibliografía........................................................................................... 42

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Introducción

El propósito del presente trabajo es llevar a cabo un análisis de los movimientos


sociales iniciados y liderados por el campesinado en América Latina a lo largo del siglo
XX, resaltar la importancia de este grupo social en la eclosión de las diferentes
reivindicaciones que tuvieron lugar, y ver cuál ha sido el desarrollo y resultado de los
mismos.

La estructura del trabajo comienza con un análisis general para finalmente


focalizarse en tres casos prácticos. Partiremos de una aproximación teórica al objeto de
estudio, que en este caso es el campesinado, viendo las diferentes acepciones que se le han
otorgado desde distintas disciplinas para finalmente aportar la definición de campesinado
con la cual se trabajará en este proyecto. Seguidamente se analizarán de forma breve los
debates teóricos que han abordado la cuestión campesina, centrándonos en dos grupos, los
teóricos clásicos marxistas por un lado y el neopopulismo por otro. Una vez perfilados los
planteamientos teóricos se realizará un repaso por la historia de los movimientos sociales
de carácter campesino, como han ido evolucionado con la penetración del capitalismo en
la agricultura, y cuál ha sido el resultado de estas movilizaciones. Dentro de estos
movimientos se incluirán otros que, aunque no sean netamente campesinos, pueden
incorporase a los mismos, como son el milenarismo y el bandolerismo social. Para finalizar
con las cuestiones teóricas se llevará a cabo un análisis del movimiento campesino en
América Latina. Viendo sus etapas y principales causas, así como las formas de lucha que
se han tenido lugar y las interpretaciones que se han hecho del mismo. Cuando hablamos
de movimientos sociales en América Latina, bien sean urbanos o rurales, no podemos dejar
de mencionar su relación con Estados Unidos, por lo que se verá como ha sido esta desde
el siglo XX hasta la actualidad.

El marco cronológico escogido ha sido el siglo XX, ya que fue un periodo de especial
agitación agraria dentro del continente, principalmente en la segundad mitad del siglo.
Además, el movimiento campesino latinoamericano continua vigente en la actualidad. La
amplitud territorial hace que la horquilla geográfica sea de una magnitud inasumible, por
lo que, dada la extensión que debe de tener el proyecto quedará constreñida únicamente a
tres casos prácticos, Brasil, Perú y Colombia. Para poder llevar a cabo un análisis óptimo
sobre el campesinado y los movimientos sociales en América Latina sería necesario
analizar cada caso de forma individual, ya que en cada uno de ellos actúan diferentes
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variables. Aun así, la elección de estos tres países se debe principalmente a que son
representativos de la situación campesina en Latinoamérica debido a sus contextos tan
variados, a pesar de sus aparentes similitudes. En cada uno de estos tres países han tenido
lugar una serie de movilizaciones campesinas dentro de sus fronteras a lo largo de su
historia, por lo que nos centraremos en un movimiento concreto en cada caso. Esto se
realizará de forma cronológica. Comenzando con Colombia y los movimientos campesinos
que se remontan a las protestas de las bananeras en los años treinta y la posterior formación
en los años cuarenta de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). En
segundo lugar, se verá Perú y el movimiento campesino que se produjo en La Convención
a mediados de 1960. Finalmente, el caso más reciente tiene su génesis en Brasil durante
los años ochenta, es el Movimento dos Trabalhadores Rurais Sem Terra, conocido como
MST.

Las fuentes utilizadas han sido íntegramente bibliográficas. Aun así, se ha llevado a
cabo un recorrido desde las primeras teorizaciones de Marx y la denominada Antigua
Tradición de Estudios Campesinos, pasando por los grandes teóricos de la cuestión agraria
y el resurgir de esta gracias la Nueva Tradición de Estudios Campesinos, hasta llegar a las
publicaciones más recientes de la revista Sem Terra, que a día de hoy sirve de altavoz para
dar a conocer la situación del proletariado agrario brasileño.

El mayor obstáculo a la hora de realizar este proyecto ha sido la progresiva


ramificación que la cuestión agraria presenta a medida que se profundiza en ella, ya que
son muchas las categorías que la atraviesan. Otra de las trabas se presentó en el momento
de encontrar una bibliografía crítica y veraz que analice los movimientos campesinos que
siguen vigentes, por ello en algún caso los análisis han sido superficiales

Conceptualizaciones y debates sobre el campesinado como sujeto


histórico

Ha de comenzarse señalando la dificultad para llevar a cabo estudios sobre el


campesinado cuando a día de hoy aún no se tiene una definición consensuada acerca del
mismo. Se ha pretendido llegar a una acepción de carácter global por parte de la Nueva
Tradición de Estudios Campesinos, la cual recoge una serie de pautas para definir al
campesinado. La primeria de ellas sería considerar a los campesinos como un segmento de
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clase dentro de una sociedad mayor. Asimismo, ha de tenerse en cuenta su relación con los
mercados; pero sin olvidar que una parte de lo producido va destinada al autoconsumo, y
finalmente prestar atención al hecho de que su interacción con el resto de la sociedad está
definida por una interdependencia y subordinación que ha pervivido a lo largo de la historia
(Sevilla Guzmán 1983:36). Esta definición abrió un importante debate en el seno de la
antropología a mediados del siglo pasado, lo que trajo consigo una gran variedad de
enfoques dentro de los cuales destacaremos el del evolucionismo multilineal, también
conocido como ecología cultural (Sevilla Guzmán 1983:37), cuyo precursor fue Julian A.
Stewar y su corriente analítica ha sido continuada por autores como Eric Wolf o Ángel
Palerm.

El evolucionismo multilineal es una corriente teórica que analiza al campesinado


incidiendo en elementos más allá de los meramente sociales o culturales, centrando así la
atención en los factores económicos y tecnológicos, los cuales son considerados como
determinantes. Este será sin duda un enfoque materialista donde se define al campesinado
desde una perspectiva económica. Lo que determina qué es un campesino y qué no, es su
modo de explotar los recursos naturales mediante una tecnología simple pero adaptada al
entorno natural que los rodea, así como un alto grado de aprovechamiento de la energía
natural y del medio.

Otros teóricos también han dado una perspectiva diferente a la conceptualización del
campesinado. Para el sociólogo polaco, Theodor Shanin, los campesinos son un conjunto
de pequeños productores agrícolas cuyo trabajo es realizado de manera familiar. Además,
cuentan con unos medios de producción poco complejos. La producción está destinada
principalmente a autoabastecer sus necesidades, así como cumplir con los deberes
contraídos con las elites económicas y políticas. En esta definición, Shanin nos aporta un
rasgo esencial, y es la relación que tiene el campesinado con su unidad de producción que
es la familia, pero también con el resto de la comunidad campesina.

Sin duda un elemento que diferencia a las sociedades agrarias del resto es su modo
de explotación, el cual puede variar dependiendo de la estructura. A. Stinchombe propone
diferentes formas de organización del trabajo en las comunidades campesinas, las cuales
serán determinantes a la hora de articular las relaciones sociales de la comunidad. La
primera de ellas es el sistema de hacienda, donde se combinan las pequeñas parcelas para
el autoconsumo del trabajador con las grandes propiedades pertenecientes generalmente a
un terrateniente, cuya producción está destinada a los intercambios de carácter comercial.

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Otra estructura sería la tenencia de tamaño familiar, que tiene dos variantes en las cuales
el campesino puede ser propietario de la tierra o simplemente un arrendatario de la misma.
De gran relevancia es en la actualidad el sistema de plantación, donde la propiedad de la
tierra está en manos de empresas multinacionales, los trabajadores son proletariado
agrícola y el total de la producción va destinada al mercado. El último de estos modelos de
explotación es el sistema de rancho, donde primaría la ganadería frente a la agricultura y
los trabajadores serian asalariados (Stinchcombe, Sevilla Guzmán 1983:61).

Tal es la heterogeneidad dentro de las comunidades campesinas, que estas también


pueden dividirse usando como criterio su relación con la propiedad de la tierra. Hablamos
aquí de sociedades agrarias integradas y sociedades agrarias no integradas. Las primeras
serían aquellas donde el reparto de la tierra es relativamente similar, lo que trae consigo
una escasa diferenciación interna por lo que no vemos una evidente polarización social,
esto evita que sea un grupo social conflictivo y que cuente con una gran cohesión, se
caracterizan por su conformidad con el orden social existente. Por otro lado, se
encontrarían las sociedades agrarias no integradas, en las cuales la tenencia de la tierra es
muy desigual ya que la mayor parte de la comunidad campesina está formada por
jornaleros, por lo que hay un mayor enfrentamiento interno entre las clases esto da como
resultado con una enorme conflictividad. En este tipo de sociedades agrarias el grupo social
mayoritario; que es el campesinado, no acepta el orden social establecido y pretende
cambiarlo.

En el presente trabajo se otorgará la categoría de campesino a todo aquel individuo


que emplee su fuerza de trabajo en la producción agrícola con independencia de su relación
con la propiedad de la tierra, su hábitat o su estructura familiar y teniendo siempre en
cuenta su subordinación a otras clases sociales. Siendo este el criterio utilizado, quedarán
exentos de dicha categoría los terratenientes rurales y los empresarios agrícolas dedicados
a la explotación agroindustrial pues estos operan con la lógica industrial y no con la lógica
campesina.

Marx, Engels y el Marxismo Agrario

Únicamente serán motivo de reseña las discusiones teóricas que se han realizado a
partir del siglo XIX por autores cuyas contribuciones a la tradición intelectual de los

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estudios campesinos han tenido mayor relevancia. Estas se detallarán de forma somera, tan
solo se recogerán los puntos principales y las líneas ideológicas que vertebraron sus
estudios.

Utilizando el criterio cronológico como punto de partida comenzaremos con Karl


Marx, quien solo abordó la cuestión campesina de forma directa en el libro tercero de El
Capital. Para su análisis, toma como ejemplo la formación social inglesa de mediados del
XIX.

Para Marx, la propiedad campesina o parcelaria era un régimen de producción en el


que el trabajador directo era propietario de sus medios de trabajo, la tierra es el instrumento
fundamental de producción, el campo de acción y el capital (Colino Sueiras 1983:54). Es
en este tipo de producción donde tienen su origen las relaciones de producción feudales,
pero durante la Edad Moderna se lleva a cabo una consolidación del modelo de producción
capitalista y por ello mientras que en el feudalismo la renta era en especie ahora pasa a ser
monetaria por lo que la situación económica del campesinado da un cambio drástico.

Marx hace referencia a la transitoriedad de la economía campesina ya que, con el


desarrollo del capitalismo, este acabará instalándose también en el sector agrícola. Él
productor directo será separado de sus medios de producción y las relaciones de
producción dentro del mundo agrícola serán capitalistas. Esto tendrá una serie de
consecuencias como es la destrucción de la propiedad comunal o el empobrecimiento de
la tierra sometida a este ritmo de producción. Por lo tanto, para Marx el futuro de la
sociedad campesina en el marco del capitalismo es de pauperización, hasta que finalmente
los pequeños propietarios serán desalojados y sustituidos, teniendo así lugar un proceso
similar al ocurrido en el gremio artesanal.

Otras obras del filósofo alemán también nos pueden aportar información sobre la
cuestión campesina, títulos como El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, La guerra
civil en Francia o Las luchas de clases en Francia nos llevan a diversas consideraciones
acerca del campesinado como clase. Marx entiende la propiedad parcelaria como un modo
de producción integrado por campesinos, los cuales son una “clase en si” ya que viven bajo
situaciones económicas similares que los distinguen de otras clases, tienen una serie de
intereses comunes, unas formas de vida análogas y comparten cultura, empero, con escasa
interacción entre ellos como consecuencia de este modo de producción que los aísla a unos
de otros. Esto tiene como consecuencia directa la ausencia de una lucha conjunta en pos

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de una serie de intereses comunes, efectuándose así la lucha de clases y constituyéndose
como “clase para sí”, extendiendo el conflicto de la esfera laboral a la política (Hobsbawm,
Alavi 1976:53).

La teórica polaca Rosa Luxemburgo aportó interesantes matizaciones a la estrategia


utilizada por Marx en El capital cuando negaba la viabilidad de la existencia paralela de
diferentes sistemas socioeconómicos, esta afirmación haría de la teoría de Marx algo
inaplicable como explicaba Luxemburgo en su obra La acumulación del capital:

“En los países capitalistas, aun en aquellos de industria más desarrollada, quedan
todavía, junto a las empresas capitalistas agrícolas e industriales, numerosas
manifestaciones de tipo artesano y campesino, basas en el régimen de producción
simple de mercancías” (Luxemburgo, en Sevilla Guzmán 1990:207)

Asimismo, Luxemburgo también realizó sus contribuciones teóricas sobre el


campesinado considerando que este grupo social pertenecía a una categoría propia la cual
tendría evidentes diferenciaciones con las demás, y así lo expresa:

“Constituye una abstracción vacía de sentido el aplicar simultáneamente todas las


categorías de la producción capitalista al campesinado, el concebir al campesinado
como un ente que es a la vez su propio empresario, su propio asalariado y su propio
propietario. La particularidad económica de los campesinos reside en el hecho de
que no pertenecen ni a la clase de los empresarios capitalistas, ni a la clase de del
proletariado asalariado, en que no representan la producción capitalista, ni la
producción simple de mercancía” (Luxemburgo, en Colino Sueiras 1983:71)

De gran interés para la cuestión campesina son las aportaciones realizadas por
Friedrich Engels, para quien la pequeña explotación agrícola era de un residuo histórico de
un modo de producción caduco, y al igual que Marx, consideraba que ineluctablemente
desaparecería, ya que la gran explotación capitalista sustituiría a la pequeña propiedad
campesina. Una de las características del campesinado es la propiedad individual, mediante
la cual está unido al capital comercial, financiero e industrial (Colino Sueiras 1983:60),
por lo que para liberarlo de este el primer paso sería finalizar con su estatus socio-
económico.

Para Engels, es totalmente incompatible el mantenimiento de la pequeña propiedad


privada en las estructuras socialistas, ya que una de las principales premisas del socialismo

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como modo de producción es transferir los medios de producción a los productores como
propiedad colectiva:

“En nuestro partido no hay lugar para el campesino que quiere que le eternicemos
su propiedad parcelaria, como no hay tampoco para el pequeño maestro artesano
que quiere eternizarse como maestro.” (Engels, en Colino Sueiras, 1983:60).

Engels atacó tanto a los socialistas franceses, como Jaurès y Lafargue, como a los
miembros del SPD, ya que mientras que estos pretenden un acercamiento a los pequeños
campesinos alemanes, Engels aboga por establecer relaciones con los trabajadores
asalariados de las grandes explotaciones capitalistas, el proletariado agrícola. Mientras que
Marx, durante su etapa final, llegó a considerar importante atraer al campesinado a la lucha
proletaria, Engels que terminaría desapareciendo gracias al desarrollo de las fuerzas
productivas en la agricultura al tratarse esta de residuo histórico.

Dentro de las corrientes que abordan la cuestión agraria, destacan los planteamientos
teóricos del marxismo agrario, cuyo origen se encuentra en la obra de Engels, de 1884, El
origen de la familia, la propiedad y el Estad. Sin embargo, los principales constructores
de este marco teórico acerca del campesinado son Lenin, a través de su análisis sobre cómo
se forma el mercado nacional, El desarrollo del capitalismo en Rusia, y Karl Kautsky con
su obra La cuestión agraria. Ambos autores pretendían explicar la evolución y
funcionalidad de la agricultura dentro del capitalismo, ya que creían que la teoría marxista
era poco prolifera en este ámbito.

Lenin analizó el desarrollo del capitalismo en la agricultura rusa. Consideraba que el


pequeño campesinado se estaba disolviendo lentamente y siendo desplazado por dos
grupos polarizados, la burguesía rural y el proletariado rural. Además, veía al campesinado
ruso de su época como un campesino capitalista (Alavi, Shanin. 1988:45). El teórico
marxista consideró que podían encontrarse tres tipos de clases dentro de campesinado las
cuales están determinadas en función a sus relaciones producción. La primera de ellas, y
también la más antigua, son las relaciones feudales de producción que comprenden a los
propietarios y a los aparceros. Por otro lado, estarían las relaciones capitalistas que
engloban al granjero capitalista y al proletariado rural y la tercera de ellas haría referencia
al campesino medio que cultiva su propia tierra, pero está vinculado a la comuna.
(Hobsbawm, Alavi 1976:56). Para Lenin, la pequeña unidad familiar de producción
presentaba una serie de mecanismos de resistencia para así poder competir con la

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producción agrícola capitalista denominados “saqueo del trabajo”. No será hasta la
revolución de 1905 cuando cambie su pensamiento acerca del campesinado y vea que el
sector agrario ruso se semejaba más al modelo de supervivencias feudales que al modelo
de producción capitalista, pudiendo así llegar a ser un aliado de la causa socialista.

En 1899 Karl Kautsky elabora La cuestión agraria donde tomó como ejemplo
Alemania para explicar la penetración del capitalismo en la agricultura. Kautsky ve en la
concentración de producción la eliminación de la producción de bienes de escaso valor
añadido, esto en la agricultura supondría la aniquilación del campesinado y la polarización
del mismo en proletariado rural y capitalismo agrario, lo que se conoce como teoría de la
polarización (Sevilla Guzmán 1990:212).

Si bien Kautsky comienza planteando una posible disolución del campesinado a


causa del capitalismo, como ya habían hecho con anterioridad Marx o Engels,
posteriormente explica los métodos utilizados por las pequeñas producciones campesinas
para sobrevivir dentro de dicho modelo económico. Esto sería posible gracias a una serie
de resistencias que presentan el modo de producción y la sociedad campesina. En primer
lugar, no puede darse el mismo trato de bien de escaso valor añadido a un producto de
carácter industrial que a la producción campesina, ya que una parte de esta se dedica al
autoabastecimiento. En segundo lugar, la tierra es un bien de producción no reproductible,
tiene un carácter limitado. Mientras que en la industria el aumento de la dimensión de la
unidad productiva supone una mayor concentración de las fuerzas productivas en la
agricultura el aumento de la superficie de la unidad productiva supone dispersión, lo que
por ende significa mayores gastos. En tercer lugar, las granjas familiares de producción a
pequeña escala son una fuente de mano de obra, por lo que a los grandes terratenientes no
les interesa que desaparezcan.

Además, Kautsky explica la actividad campesina en términos de sobreexplotación


de la mano de obra. La producción campesina puede llegar a ofrecer mayores beneficios
que el modelo capitalista. Esto se debe a que el campesinado está dispuesto a aceptar bajos
niveles de consumo y trabajo excesivo (Colino Sueiras 1983:63). A pesar de que la
agricultura a gran escala de carácter capitalista es más efectiva, los campesinos resisten a
esta mejorando las ofertas a la hora de arrendar tierras y proporcionan mayores beneficios
a los terratenientes (Alavi, Shanin 1988:48).

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Al igual que Lenin, Kautsky también duda del papel que desempeñará el
campesinado en proceso hacia el socialismo. Planteaba que este podría llegar a ser
contraproducente ya que era visto como una fuerza conservadora, por lo que los socialistas
concluyeron que era mejor neutralizar al campesinado que movilizarlo (Alavi, Shanin
1988:47).

El marxismo agrario considera que las pequeñas explotaciones agrarias conocen


mecanismos para no desaparecer ante el avance ineluctable del capitalismo, el cual tiende
a la concentración de propiedades. Tanto Lenin como Kautsky desarrollan conceptos para
referirse a los esfuerzos que hace el agricultor para pervivir, aceptando bajos niveles de
consumo y realizando trabajo excesivo. Aunque el campesinado conoce las técnicas para
la resistencia al proceso técnico hará que las economías campesinas se vayan desplazando
progresivamente, siendo sustituidas por los procesos tecnológicos hasta llegar a
desaparecer.

El neopopulismo

El neopopulismo es un movimiento ideológico de los años veinte del siglo pasado


que teoriza acerca de la colectivización en la Unión Soviética y cuyos principales
planteamientos metodológicos son aportados por Alexander Chayanov. El epicentro de los
análisis realizados por Chayanov fueron las pequeñas explotaciones familiares agrarias
propietarias de la tierra, cuya producción tiene como fin el autoabastecimiento, aunque hay
un parte de dicha producción que se dedica a los intercambios comerciales, pero estos son
marginales (Amin, Vergopoulos 1980:30).

Un punto clave dentro del análisis que hace Chayanov de las pequeñas explotaciones
familiares agrícolas es que las sitúa como un modelo productivo que no se asemeja a la
agricultura capitalista a pesar de estar en un ambiente económico dominado por la
economía de mercado. Por lo tanto, la economía campesina no puede analizarse con los
conceptos de la economía clásica, así que es necesario crear una metodología propia para
el estudio del modo de producción campesino. Asimismo, también subraya que no por no
tratarse de un modelo económico no capitalista es feudal.

Teniendo en cuenta la diferencia logística entre un tipo de producción y otra,


Chayanov señaló que los campesinos propietarios de una pequeña explotación agrícola

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pueden llegar a competir con la agroindustria; cuyos trabajadores son mano de obra
asalariada, lo que ha llevado a esta última a retirarse en muchas ocasiones y dejar la
producción a los propietarios la actividad agraria (Shanin 1988:45). En este ámbito de
trabajo la lógica capitalista fracasa porque no es capaz de entender cuál es el método de
trabajo empleado por las pequeñas familias agrícolas, las cuales cuentan con una mano de
obra flexible integrada tanto por los miembros de la estructura familiar como por vecinos
de dicha explotación que se prestan de forma desinteresada a la cooperación.

Dentro de las obras del autor ruso, destaca Le teoría de la economía campesina, en
la que pretende explica cómo desarrollar la economía campesina familiar mediante tres
acciones: la formación de cooperativas rurales, los óptimos diferenciales y la cooperación
vertical (Shanin 1988:150). En esta última se aboga por una optimización de las unidades
productivas frente a la maximización de las mismas. Lleva a cabo una defensa del
cooperativismo rural en el cual imperase una democracia de base desde abajo donde el
campesinado regulase sus propias fórmulas de acción para mantener y garantizar la
socialización del trabajo.

El concepto de óptimos diferenciales está vinculado al económico de


“autoexplotación” campesina. Este último no debe ser entendido como la extenuación del
campesinado por un trabajo agotador sino como la técnica de resistencia utilizada para
frenar a la competencia capitalista. Consiste en aceptar remuneraciones tan bajas que
quitan todo el poder competitivo a la agricultura capitalista (Amin, Vergopoulos 1980:33).
Por su parte el termino óptimos diferenciales debe entenderse por la combinación de
estructuras económicas y sociales que las diferentes formas de explotación agrarias traen
consigo.

Como hemos visto, los planteamientos teóricos acerca de la relación del sistema
económico capitalista con el campesinado y el devenir de este han sido diversos. Mientras
que a finales del siglo XIX e inicios del XX se especulaba con la posible desaparición del
pequeño campesino o su conversión en proletariado agrícola, vemos como a día de hoy
sigue perviviendo la pequeña unidad agrícola de carácter familiar gracias a las resistencias
anteriormente señaladas y que son inherentes a este modelo de producción. El proceso de
globalización y deslocalización empresarial ha traído consigo un aumento de la
expropiación de tierras y la conversión de pequeños propietarios en proletariado rural,
principalmente en aquellas zonas menos desarrolladas económicamente, como es el caso
de América Latina. Paralelamente a este hecho los terratenientes locales han llevado a cabo

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una progresiva apropiación ilegal de las tierras comunales, lo que ha dado lugar al aumento
de campesinos sin tierra. A pesar de estas situaciones que tiene lugar en la actualidad es
significativo el número de pequeñas explotaciones de carácter familiar que resisten a día
de hoy y su importancia tanto como actor económico como social, siendo en la mayoría de
los casos la voz del descontento con la situación del campesinado y en última instancia
instigadores movimientos sociales de base campesina.

Movimientos campesinos

Es imposible no retrotraerse a épocas pretéritas cuando hablamos de campesinado,


pues es la clase productora por excelencia hasta la época industrial. Dentro del proceso
evolutivo del campesinado nos encontramos con tres etapas. La primera de ellas es el
mercantilismo, que abarca desde el siglo XV al XIX. Esta estará marcada por la
mercantilización y disgregación de las relaciones de producción feudales. Será aquí cuando
se produzca la acumulación primitiva y se creen los dos pilares fundamentales para la
consolidación de capitalismo, el capital y el proletariado, aunque el primero aun tendrá un
carácter feudal. El feudalismo garantizaba el acceso a la tierra, pero con el fin de este una
parte de la población agrícola pasa ser excedentaria por lo que emigra a la ciudad donde
será mano de obra para las fábricas.

La segunda etapa hará referencia al siglo XIX, caracterizado por la consolidación del
modo de producción industrial en detrimento de la agricultura, que pasa a ocupar un
segundo plano en la actividad comercial. Finalmente, una tercera etapa, ya en el siglo XX,
que es la industrialización de la agricultura, momento en el que esta queda totalmente
supeditada al capital. Las relaciones de producción capitalista tienen como primer espacio
de actuación el ámbito rural, pasan al mundo urbano donde penetran en el artesanado;
siendo allí donde el capitalismo lleve a cabo su perfeccionamiento y consolidación, para
finalmente apoderarse de toda la vida social (Amin, Vergopoulos 1980:22).

Cuando en todas las sociedades la principal actividad económica era la agropecuaria


fue el campesinado el máximo exponente de los movimientos sociales; acompañado
ocasionalmente y siempre en menor medida por los artesanos. Estos agricultores se

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caracterizaban por el aislamiento, aunque en ocasiones se organizaban en pequeñas
comunidades. La causa de las protestas era una alteración de las condiciones habituales en
las que se desarrollaba la vida de la comunidad (Guillem Mesado 2003:9), aunque debemos
de tener en cuenta que generalmente hay insatisfacciones más profundas que aquellas
expresadas en la protesta mayoritaria (Pérez Yruela 1979:249). Los métodos empleados
para reivindicar eran principalmente violentos y desorganizados, no obstante, llegaban a
formarse estructuras más complejas de forma coyuntural, las cuales desaparecían una vez
había finalizado las reivindicaciones. Estas iban dirigidas a los propietarios tanto laicos
como eclesiásticos hasta la consolidación de los Estados en la Edad Moderna. A finales de
la Edad Moderna e inicios de la Contemporánea las protestas tendrían como principal
motivo el brusco cambio económico que se produjo al pasar de una sociedad tradicional a
una donde prima el capitalismo, el paso de una economía de autoconsumo a una economía
de mercado (Pérez Yruela 1979:251). La respuesta a estos sucesos era o la atención de las
quejas presentadas o la represión mediante la violencia.

Pero no siempre el campesinado responde ante los cambios o la explotación mediante


la protesta, sino que hay ocasiones en las que están dispuestos a aceptarlos. El sociólogo
Barrintong Moore relaciona directamente los levantamientos campesinos con los distintos
niéveles de explotación a los que estos pueden estar sometidos. En aquellas zonas donde
el campesinado tiene unos fuertes vínculos con las elites políticas y económicas que los
gobiernan, es muy difícil que pueda estallar una rebelión, ya que este o estos superiores no
se ven como enemigos sino como individuos que prestan una serie de servicios a la
comunidad y cuyo coste el campesinado está dispuesto a asumir. Moore considera que el
campesinado es capaz de saber cuándo está pagando en exceso por los servicios que presta
a la comunidad un superior y cuándo estos son necesarios o innecesarios. En los casos en
los que hay un pago desproporcionado por unos servicios insuficientes o inútiles es cuando
es más probable que se produzca una sublevación. La comunidad campesina puede tolerar
ciertos niveles de explotación si por ello obtiene ciertos beneficios, pero esta es intolerable
y respondida cuando hay un desequilibrio entre lo soportado y lo recibido (Pérez Yruela
1979:253).

Un factor fundamental para el desarrollo de las protestas es la existencia de líderes


carismáticos en torno a los cuales se agrupe el campesinado. Estos dirigentes pueden
pertenecer tanto al ámbito rural como estar fuera del mismo, siendo lo más común la acción
coetánea de ambos líderes. Actualmente se intentan demostrar que no es cierta la teoría de

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que únicamente un líder externo puede dirigir las sublevaciones aprovechándose del
descontento y la inexperiencia del campesinado (Wolf, en Pérez Yruela 1979:266). Aquí
se abriría un debate histórico, en el que novamos a profundizar, donde se discute acerca de
la necesidad de la clase trabajadora de un dirigente del exterior que encabece la lucha.

Aun así, el campesinado ha sido un grupo social ambiguo, pues si bien se le ha


tildado de revolucionario, conflictivo y reaccionario también se le ha acusado de ser un
actor pasivo. Además, se le ha atribuido a la protesta campesina un carácter conservador,
ya que solo se ha producido cuando se han visto privados de sus derechos tradicionales.

Dentro del campesinado, será el proletariado rural el grupo en el que más fácilmente
podría desarrollarse la iniciativa para la acción colectiva, ya que su situación de trabajo es
similar a la del proletariado industrial, pero este tiene una serie de dificultades. Una de
ellas es su situación de extrema pobreza, lo que le hace tener una gran dependencia del
propietario, pues es de este de quien estriba su subsistencia. La otra es la dificultad que
tiene proletariado agrícola para adquirir una clara conciencia de clase (Pérez Yruela
1979:261). Para que esto último ocurra los trabajadores deben pasar un proceso individual
de autoreconocimiento de que su situación es similar a la de cada uno de sus compañeros.
Será en este grupo social en el que se apoyaran partidos y sindicatos para llevar a cabo las
reivindicaciones.

Una tendencia que se puede incluir dentro de los movimientos de carácter agrícola
es el milenarismo y los movimientos campesinos de carácter utópico, muy ambiguos
respecto a los cambios que se producirán y cómo estos se llevarán a cabo. Todos ellos
tienen un trasfondo de insatisfacción con el presente. Además, cuentan con una base
religiosa y consideran próxima la venida del fin del mundo cuya consecuencia será la
transformación absoluta de la vida de las personas. Estos grupos milenaristas solían estar
dirigidos por un líder carismático. El milenarismo no es un movimiento revolucionario per
se puesto que carece de un ideario revolucionario, de una metodología de actuación y de
una estructura sólida acerca de cuál será la sociedad resultante tras dichos cambios
(Guillem Mesado 2003:78).

Otro tipo de protesta muy extendido en el ámbito agrario, y unido al milenarismo, es


el bandolerismo social (Hobsbawm 2018:150). La acción principal, llevada a cabo por
campesinos y jornaleros, tenía como fin reparar los abusos cometidos por las clases
dominantes contra el mundo rural, en el que encontraban apoyo y refugio de las

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autoridades. Pero estos bandoleros no pretendían erradicar los motivos por los que se
producían las injusticias, por lo que no se puede decir que inicialmente son reformistas, no
revolucionarios (Hobsbawm 2018:148). Sin embargo, el bandolerismo puede acabar
convertido en movimiento revolucionario cuando se convierte en un símbolo de resistencia
contra los atropellos cometidos contra los trabajadores rurales. El bandolerismo social ha
ido evolucionando a lo largo del siglo XX y los sistemas agrarios modernos capitalista ya
no son las sociedades tradicionales campesinas por lo que dejan de producir bandidos
sociales (Hobsbawm 2018:147).

Pero ¿cuál ha sido el resultado obtenido por las distintas movilizaciones campesinas?
El éxito de las protestas campesinas se debe a que han contado con el apoyo de otros
sectores en la lucha contra un enemigo común. Aun así, a pesar del triunfo de dichas
movilizaciones este no ha hecho que el campesinado recupere una posición predominante
en la sociedad ni ocupe el poder, sino que sus éxitos han repercutido a pequeña escala
cambiando únicamente la situación a nivel local o regional. Es cierto que el campesinado
en otras ocasiones ha logrado cambiar el orden social, pero siempre con la ayuda
determinante de otras clases sociales. Además, las transformaciones sufridas son fruto del
cambio generalizado y de las decisiones tomadas por otros sectores respecto al
campesinado, no de este mismo (Pérez Yruela 1979:271).

Movimientos campesinos en América Latina

Una vez planteados estos enfoques sobre el tema, veamos cómo se han desarrollado
los movimientos campesinos en América Latina, cuáles han sido sus etapas, motivos, y
formas de lucha y como se han abordado estas cuestiones desde el ámbito teórico. Además,
debe hacerse una breve mención a la compleja relación de Estados Unidos con América
Latina, la cual ha condicionado las movilizaciones que se produjeron en esta última.

Las reivindicaciones campesinas en América Latina han pasado por diferentes


etapas. A inicios del siglo XX estas respondían más al ya mencionado bandolerismo social,
pues eran grupos bastante desorganizados cuyas protestas se quedaban en la escala local o
regional. Con el inicio de la II Guerra Mundial y hasta la década de los ochenta la
producción agraria tuvo un papel importante en el modelo de sustitución de importaciones,
lo que llevó a que la inversión económica en el ámbito rural fuera altamente rentable. En

15
este periodo la tierra se convirtió en un recurso muy valioso y los precios de los productos
agropecuarios tenían un rendimiento económico constante, fundamentalmente los bienes
de exportación. Por lo que en este momento la lucha campesina se da esencialmente por la
propiedad de la tierra (Rubio Vega 2017:16). Durante esta etapa diferentes corrientes de
izquierda tienen su auge, como es el caso de los partidos de corte maoísta o trotskista, pero
estos fueron violentamente reprimidos por la implantación dictaduras, generalmente
militares.

En la década de los ochenta el modelo de sustitución de importaciones entró en crisis


lo que trajo consigo la exclusión de los campesinos como productores de alimentos básicos
para la población nacional. En consecuencia, la lucha dejó de ser por la posesión de la
tierra sino por los recursos productivos que exigían los campesinos para continuar
integrados en el sistema. Este movimiento expresaba la crisis de la vía campesina la cual
había entrado en confrontación con el modelo neoliberal (Rubio Vega 2017:17). La
confluencia de la crisis económica y el fin de los regímenes militares dio lugar a la
reaparición de los antiguos movimientos, pero estas movilizaciones eran más moderadas
que las que se habían producido con anterioridad.

Con el ascenso y consolidación del neoliberalismo en los años noventa se agudizó


también la exclusión rural. La producción campesina autóctona fue sustituida por
importaciones procedentes principalmente de Estados Unidos, con las cuales no podía
compartir el marcado nacional. Además, se impulsó la privatización de las empresas
nacionales y se frenó la inversión para el desarrollo rural. Esto trajo consigo la marginación
del campesinado y el progresivo empobrecimiento del mismo. La respuesta a este
fenómeno fue una masiva migración a las urbes, las cuales no han podido acoger tal
magnitud de mano de obra. Es en este periodo cuando resurgen con fuerza los movimientos
de carácter indigenista, los cuales trabajan con un movimiento más amplio como es el
campesino. Estos expresan su descontento con el carácter altamente excluyente del
neoliberalismo y su incapacidad para integrar amplias masas de campesinos (Rubio Vega
2017:17).

Una de las causas por las que durante el periodo de los noventa resurge el
movimiento campesino es el debilitamiento de los grupos sindicales urbanos de la década
anterior (Petras 2000:33). A esto debe añadirse la decepción con los movimientos de los
ochenta ya que consideraban que estos habían tenido la oportunidad de ser revolucionarios

16
y se quedaron en una mera transición democrática (Petras 2000:129), llegando muchos de
ellos a virar progresivamente hacia coaliciones parlamentarias de centro-izquierda

A diferencia de las reivindicaciones anteriores donde tuvieron gran importancia los


intelectuales universitarios pertenecientes al mundo urbano, las nuevas reivindicaciones
campesinas pasan a estar lideradas por jóvenes pertenecientes al mundo rural. Debe tenerse
en cuenta que la explosión de los movimientos campesinos en los noventa no es una
reedición de los acontecidos en la década de los sesenta, y aunque hay similitudes y
vínculos entre aquellos y los actuales, las estrategias organizativas y dinámicas son
distintas.

El resurgimiento de la izquierda, entendida esta principalmente como la lucha de


clases y el deseo de la construcción de una sociedad equitativa mediante la revolución,
tiene su epicentro en las zonas rurales del continente y las verdaderas acciones
revolucionarias se dan en el ámbito campesino (Petras 2000:28). A día de hoy la oposición
más férrea al neoliberalismo que impregna la economía de los diferentes Estados de
América Latina, se encuentra en el mundo rural. La fuerza principal de las revoluciones
que se llevan a cabo desde el mundo del agro reside en ya mencionado campesinado medio,
no muy vinculado a la nueva economía de mercado como son los empresarios agrícolas o
propietarios ricos, denominados kulaks, pero tampoco proletariado agrícola (Hobsbawm
2018:268). Estos grupos sociales llevan a cabo distintas formas de lucha siendo una de las
más habituales es la vía extraparlamentaria.

Dentro de las acciones extraparlamentarias que tienen lugar en América Latina las
más importante de todas ellas es la formación de grupos campesinos de autodefensa
armada los cuales no se deben confundir con guerrilla, aunque se puede dar el paso de la
primera a la segunda. Los grupos de autodefensa protegen intereses de carácter meramente
local mientras que la guerrilla tiene unos horizontes más amplios de transformación social.
Esta forma de actuar ha intentado ser controlada por los gobiernos y oligarcas mediante
innovación tecnológica y estrategia militar, como el cercamiento y hostigamiento con
contraguerrillas, como en el caso de las Contras en Nicaragua. Casi todas las guerrillas de
Sudamérica que han podido perdurar están formadas en su mayoría por población
campesina, por ejemplo, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el
Ejército de Liberación Nacional (ELN) en Perú; donde más del 90% de sus miembros son
de base agraria, o las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) en Venezuela
(Hobsbawm 2018:308-309).

17
Pero no solo se lleva a cabo una lucha a través de la vía extraparlamentaria, sino que
diversos sindicatos y organizaciones de base campesina han intentado que tengan lugar
transformaciones el ámbito rural. A pesar de que estas actúan únicamente dentro del ámbito
nacional progresivamente hay una mayor interacción gracias a instituciones como la
Coordinadora Latinoamérica de Organizaciones del campo (CLOC) o a Vía Campesina
que fomentando una lucha campesina de carácter internacionalista.

No podemos disociar los movimientos campesinos de las realidades económicas y


políticas tanto nacionales como internaciones. Por ello los sistemas políticos que han
tenido lugar en América Latina han condicionado enormemente la lucha campesina.
Realizando una generalización puede afirmarse en las dos principales formas de gobierno
en Latinoamérica han sido las dictaduras militares y el populismo, siendo este último más
afín al movimiento campesino y teniendo en cuentas las reivindicaciones por las que
pugnaba. El populismo tuvo su auge de 1930 a 1950, será en este periodo cuando se
produzca el verdadero cambio social en Latinoamérica, la depresión de 1930 marca el fin
de la Edad Media en América Latina (Hobsbawm 2018:58). El populismo latinoamericano
es a la vez nacionalista y revolucionario en lo social, con una estructura un tanto peculiar
y poco solida este suele situarse alrededor de la figura de un líder carismático. Ejemplo de
esto son el peronismo en Argentina, Gerturlio Vargas en Brasil, la Acción Democrática
(AD) en Venezuela, la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) en Perú, o
Jorge Eliecer Gaitán en Colombia (Hobsbawm 2018:56). Este populismo no buscaba la
independencia política, pues los Estados ya lo eran desde hacía años, pero si una
independencia económica la cual en estos momentos ya se encontraba subyugada a los
intereses de Estados Unidos

No podemos hablar del desarrollo económico y social de América Latina en el siglo


XX sin mencionar la presencia estadounidense y su penetración económica, militar e
incluso cultural gracias a su influencia en instituciones como el Banco Mundial o el FMI.
Las incursiones estadounidenses en el sector militares han usado como pretexto la lucha
contra la droga y por ello han entrenado y organizando fuerzas armadas dentro de cada uno
de los países, el caso más significativo es el de Colombia. Actualmente las
administraciones publicas de los países latinos se encuentra bajo supervisión
estadounidense y son evaluadas por los criterios impuestos por estos (Petras, 2000:78).

Pero la forma más efectiva de control por parte de la administración estadounidense


se produce mediante pactos diplomáticos. Se fomenta la creación de reformas agrarias y el

18
consiguiente reparto de la tierra de una manera equitativa, ya que esto evitaría tensiones
sociales que llegado cierto momento pretendan llevar a cabo una revolución con el fin de
acabar con el sistema económico imperante (Le Coz 1976:149). Además, uno de los
motivos principales de esta dominación es la necesidad de buscar mercados donde colocar
el superávit de capital y exceso de producción, y la salida más habitual se halla en
Latinoamérica.

Actualmente los planteamientos teóricos a cerca de las revoluciones de carácter


agrario en América Latina son realmente variados. Por un lado, tenemos un análisis de
procesos de movilización campesina en América Latina desde una teoría critica de corte
marxista (Esteve 2010:334) las cuales llevan a cabo un análisis holístico y sitúan el eje de
estos movimientos campesinos en las luchas y conflictos que se generan por la imposición
del modelo económico capitalista como modelo de desarrollo. Dentro de los
planteamientos marxistas Esteve establece dos categorías. Una de ellas es el marxismo
abierto pretende que se llevan a cabo cambios sin necesidad de tomar el poder. Una
emancipación total del Estado el cual sería un medio de dominación del hombre por el
hombre, cambiar la situación sin tomar el Estado sino creando espacios autónomos (Esteve
2010:329). La otra categoría es marxismo sistémico el cual, si considera que el objetivo de
los movimientos campesinos debe ser tomar el Estado, pues solo así se encontrará la
independencia económica de las naciones latinoamericanas (Esteve 2010:344-347).

Por otro lado, desde la historiografía más actual, estarían las teorías agrupadas bajo
el individualismo metodológico, dentro de las cuales distinguimos las aportaciones
norteamericanas con la Teoría de la Acción Colectiva y la Teoría de la movilización de
recursos. En Europa se elabora la Teoría de los Nuevos Movimientos Sociales (Esteve
2020:330), la cual se centra el ámbito cultural, ya no operan factores económicos sino
elementos identitarios como la cultura o el género, ya que la clase deja de ser el eje
articulador, estos movimientos serian transclasistas y socioculturales. Algunos autores
consideran que este tipo de interpretaciones permiten análisis profundos respecto a las
formaciones de identidad, pero debemos situarlas en un marco más amplio que es el
económico ya que es la columna vertebradora del poder y la sociedad. Por ello son
indisociables los movimientos de carácter agrario en América Latina y las fuerzas
económicas.

Sin embargo, la hora de abordar las revoluciones en América de Latina, debemos


tener en cuenta dos cuestiones relevantes. Una de ellas es la gran trascendencia que los

19
modelos de cambio social ocurridos en otros países tienen dentro de Sudamérica. La otra
es la asombrosa divergencia entre lo que suponen dichos modelos en sus respectivos países
de aplicación y el contexto de Latinoamérica en el cual se proyectan. Las ideologías que
aplica América Latina no fueron diseñadas para este entorno por lo que se lleva a cabo una
readaptación de las mismas que las puede llegar a hacer difícilmente reconocibles
(Hobsbawm 2018:53).

Colombia

Comenzando de manera cronológica, el primer ejemplo de movimientos campesinos


es el que tuvo lugar en Colombia a lo largo del siglo XX y que continúa hasta la actualidad.
Este guarda grandes similitudes con el de Perú, ya que en ambos casos hubo una fuerte
presencia de la violencia armada en el mundo rural. Al igual que en el país andino, aunque
no de forma tan significativa, ya que aquí la población indígena es mucho menor, Colombia
también tuvo que hacer frente a la cuestión indígena dentro del ámbito campesino.
Además, aquí hay el movimiento campesino se encuentra enormemente ligado a las
guerrillas campesinas dentro de las cuales destacan las Fuerzas Armadas Revolucionarias
de Colombia (FARC).

Como ya se mencionó en la primera parte de este trabajo, la agricultura de carácter


familiar sigue teniendo una incipiente importancia en el sector agrícola. por ello en
Colombia diversas organizaciones y movimientos sociales promueven la agricultura
familiar como forma alternativa de producción y organización social entiendo que esta
lucha por la diversificación productiva, la soberanía alimentaria, la sostenibilidad de los
procesos productivos y de la conservación ambiental. Este es el caso de la Red Nacional
de Agricultura Familiar (RENAF) (Acevedo Osorio, 2018:153)

A pesar de este intento por mantener las explotaciones agrícolas de carácter familiar,
Colombia ha sido uno de los países de Latinoamérica en el que mayor presencia han tenido
las multinacionales estadounidenses llegando a suponer más de la tercera parte de las
empresas extranjeras que hay en el país. Estas estaban enfocadas esencialmente en la
extracción de materias primas para su comercialización en mercados internacionales.
Desde comienzos del siglo XX la zona de la costa del Pacífico al Caribe estuvo ocupada
por la United Fruit Company, esta franja de territorio se dedicó el monocultivo de bananas

20
llegando Colombia en 1929 a ser el tercer productor de bananas del mundo. Además,
dichas empresas han estado condenadas por financiación de grupos armados ilegales,
tráfico de drogas y violaciones a los derechos humanos, como es el caso de Chiquita Brands
(Fajardo Sánchez 2011:7).

A pesar de esta situación Colombia tiene una serie de peculiaridades en la producción


de bananas. A diferencia de otros países la extensión de terreno dedicada a la explotación
de dicho producto ocupaba tan solo una pequeña parte del territorio, evitado así que se
convirtiese en una de las denominadas como “repúblicas bananeras”. Asimismo, una parte
importante de la producción venía dada por agricultores locales los cuales tenían sus
propios conflictos con la multinacional estadounidense. Otra de las características es que
mientras que en zonas del Caribe se utilizaba mano de obra negra aquí era mano de obra
nacional la cual acudía a las plantaciones bananeras.

Los conflictos de los pequeños productores de bananas encontraron un respaldo en


el Partido Socialista Revolucionario (PSR), fundado en 1926. En 1928 se produce una
huelga sin precedentes en el país la cual estuvo apoyada precipuamente por el sindicato de
trabajadores quedando en un segundo plano el PSR (Hobsbawm 2018:225). Dicha huelga
fue reprimida con dureza dando lugar a varios centenares de muertos, lo que trajo como
consecuencia más levantamientos por parte de los agricultores bananeros.

Aunque la producción de bananas fue importante el cultivo de exportación


característico de Colombia es el café, pasando de 50 mil hectáreas en 1915 a 90 mil en la
década de 1960, y siendo actualmente el segundo productor mundial de café, después de
Brasil (Hobsbawm 2018:87). Este tipo de producción cafetalera se realiza en pequeñas
explotaciones, a pesar de la creciente concentración de plantaciones comerciales estas no
tienen una ventaja económica significativa. A día de hoy la unidad óptima de producción
sigue siendo la pequeña explotación familiar, que ocasionalmente puede llegar a contratar
trabajadores en poca de recogida (Hobsbawm 2018:234).

La tenencia de la tierra en el caso de las explotaciones cafetaleras también ha dado


lugar a conflictos entre propietarios y arrendatarios. Su punto álgido fue en la década de
los treinta con la crisis económica y la caída de los precios. En estos momentos los
propietarios bajaron los salarios de los peones para subsanar la pérdida de ingresos sufrida
debido a la caída de los precios del café, como respuesta los arrendatarios, apoyados por
el Partido Comunista de Colombia, se negaron a pagar las rentas. Esto trajo consigo una

21
huelga de trabajadores y la formación de grupos campesinos de autodefensa (Hobsbawm
2018:236).

Será durante este periodo de decrecimiento económico cuando tenga lugar el auge
del Partido Liberal, lo que intensificó la agitación campesina. Además, en esta década,
durante el gobierno de López Pumarejo, se intenta llevar a cabo una reforma social basada
en el apoyo popular. Dentro de este proyecto de reforma destaca la Ley de 1936 la cual
reconoció los derechos de los colonos además de establecer que toda tierra que no se
cultivase en un periodo de más de diez años pasaría a ser propiedad del Estado (Hobsbawm
2018:239). Ya en la década de los cuarenta el movimiento campesino perdió el apoyo del
gobierno que fue fuertemente presionado por la oligarquía terrateniente, por ello revirtió
la Ley de 1936 y volvió a dar el control de las tierras a los grandes propietarios.

Dentro del Partido Liberal destaca la figura de Jorge Eliecer Gaitán quien iba a ser
presidente de Colombia, pero su asesinato en 1948 lo impidió. Esto dio lugar a numerosos
disturbios en la capital del país los cuales se extendió a otras zonas, este momento se
denomina popularmente como Bogotazo. Dicho suceso desató un periodo conocido como
La Violencia, que es el proceso de pudrimiento de la vida social, política y económica del
país, que desembocó en una guerra civil entre conservadores y liberales, a pesar de que
esta no se había declarado oficialmente.

Durante el periodo en el que se produce La Violencia tiene lugar la mayor


movilización armada de campesinos en la historia del hemisferio occidental. No se ha
establecido aun una fecha concreta para esta ya que mientras que unos la sitúan ente 1946
a 1966 (Hobsbawm 2018:244), otros autores estiman que su duración fue de 1948 a 1958.
A pesar de que las cifras no pueden darse con total exactitud se estima que este suceso dejó
doscientos mil muertos (Hobsbawm 2018:244) y alrededor de treinta mil personas se
vieron forzadas a emigrar de sus tierras. Los desplazados serían casi todos campesinos, de
entre catorce y treinta y cinco años y mayoritariamente analfabetos (Hobsbawm 2018:86).

Los enfrentamientos se produjeron principalmente entre dos grupos campesinos


armados, por un lado, Los Chulavitas favorables a los liberales y por otro Los Pájaros,
defensores de los conservadores. La principal característica de este periodo es el sadismo
y la brutalidad con la que se lleva a cabo, tal es la magnitud que se usa el término
“genocidio local” para definir a estos incidentes (Hobsbawm 2018:92).

22
La violencia eclipsó los movimientos campesinos y después de acabar la guerra civil,
en 1953, continuaba presente en gran parte del país. A pesar de ello en diversas zonas
rurales de Colombia el Partido Comunista tomó el control llegando incluso a formarse
cantones independientes. Los núcleos comunistas más significativos se encentraban en
Tolima, la zona de Cauca y la zona noreste, en los Llanos Orientales. Desde las montañas
centrales hacia las llanuras y la cuenca del Amazonas se fueron instalando grupos
campesinos independientes afines al comunismo. Estas zonas fueron, y continúan siendo,
base para el adiestramiento guerrillero debido a su difícil accesibilidad. La relativa
autonomía de estas áreas hace que resulten atractivas para el campesinado, aunque su gran
debilidad era que su proyección y horizonte político se centraba completamente local sin
pretensiones de superar estos niveles de administración.

Durante este periodo de La Violencia el gobierno estuvo ocupado por el régimen


conservador de Laureano Gómez, hasta que en 1951 este le cedería el poder a Roberto
Urdaneta. En 1953 los militares, al mando de Gustavo Rojas Pinilla, toman el gobierno
para poner fin a la situación que estaba viviendo el país. Pero la violencia en el ámbito
rural se reanudó en 1954 y el gobierno de Rojas Pinilla cae principalmente por no contar
del apoyo de la Iglesia y los sectores populares. En mayor de 1957 decide dimitir y se
exilia a España pasando a presidir el país la Junta Militar de Gobierno.

En 1962 debido a la creciente influencia del comunismo dentro del país y de la


reciente Revolución Cubana; que fue modelo para América Latina en la repartición de
tierras, se pusieron en marcha proyectos de reforma agraria para evitar otra revolución ya
que la situación geográfica de Colombia la convierte en un potente trasmisor de
movimientos sociales. Esto es debido tanto a su extensión demográfica como a su
delimitación territorial, que la ponen en contacto con otros países latinoamericanos ya
listos para la agitación social. La revolución social en Colombia podría llegar a tener
mayores efectos sobre América Latina que los propiciados por la revolución cubana,
además esta sería más difícil de controlar. (Hobsbawm 2018:70) La Reforma Agraria en
Colombia auspiciada por Estados Unidos y la oligarquía nacional pretendía llevar a cabo
un reparto de tierras y acabar con el régimen latifundista y minifundista. Pero la pretensión
real de esta política agraria era garantizar la seguridad económico y social en el campo,
por ello las primeras adjudicaciones que se hicieron en las zonas más azotadas por La
Violencia. Además, el gobierno del liberal de Lleras Restrepo apoyado económicamente
por Estados Unidos pretendía incentivar con veinte millones el crecimiento de la

23
producción en el campo mediante la tecnificación y desarrollo acelerado del capitalismo
(Jaimes Galvis 2016:21). Otra medida de la administración Lleras Restrepo fue la creación,
entre 1966 y 1967, de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC), la cual
tuvo un notable avance hasta 1971, dicha organización lideró numerosas ocupaciones de
tierras.

Podemos resumir las medias de la Reforma Agraria colombiana entre 1962 y 1982
del siguiente modo: 34.918 familias campesinas percibieron un total de 648.234 hectáreas
pertenecientes al Fondo Agrario Nacional, a razón de 18.5 hectáreas en promedio. También
se hizo entrega de 2.111.236 hectáreas carentes de dominio a 27.933 familias, lo que sería
aproximadamente 75.5 hectáreas por unidad de producción. El Censo Agropecuario de
1970 estimaba en 800.000 las familias sin tierra, lo que indicaría que la reforma agraria
sólo benefició al 4.36 % de las familias potenciales para adjudicación de tierras por la
Reforma Agraria. (Arango Restrepo 1986:175)

Ya en la década de los noventa las políticas económicas de apertura al mercado


internacional impulsadas por el gobierno liberal de César Gaviria llevaron al país a la
recesión económica. Además, confluyeron en este momento una serie de cuestiones como
la caída de los precios de internacionales, las condiciones meteorológicas desfavorables
como las fuertes sequías, la revalorización de la tasa de cambien, la disminución de las
medidas que protegían a los cultivos importables, la agudización de la crisis permanente
de la Caja Agraria y el recrudecimiento de la violencia, lo que hicieron de este uno de los
momentos más críticos que ha vivido el sector agrario.

Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (FARC -


EP)

En el caso de Colombia el movimiento campesino más significativo y con mayor


repercusión han sido las FARC-EP. Se realizará un análisis breve de estas ya que
únicamente se valorará su relación de las con el ámbito campesino, la cual es más fuerte
en sus inicios puesto que tiene sus orígenes aquí. Sin embargo, en el trascurso de su
evolución las FARC-EP han tenido una deriva compleja que la aleja del movimiento
campesino, sin abandonarlo, para penetrar en otros ámbitos que no son concernientes a
este trabajo. Asimismo, mencionar la dificultad a la hora de llevar a cabo una recopilación

24
bibliográfica precisa ya que es un movimiento que a día de hoy continúa en plena
efervescencia social y política.

Los antecedentes de las FARC-EP se encuentran en la aparición de formaciones


campesinas de autodefensa de carácter comunista en las zonas rurales, estas se localizaban
principalmente en el sur del departamento de Tolima. Esta forma de lucha, aunque escasa,
ya había estado presente en el ámbito campesino colombiano anteriormente y en 1948 era
todo un hecho.

En noviembre de 1949 el Partido Comunista de Colombia lanza su consigna de


autodefensa campesina para aquellas las zonas en las que habían tenido una notable
influencia y desde los años treinta se habían convertido en sus baluartes. Las regiones más
importantes son Tequendama, Sumapaz, Líbano, Tolima y San Vicente de Chucurí, estas
áreas tenían ya una larga tradición de luchas agrarias.

Durante el gobierno de Rojas Pinilla, este pide a las guerrillas campesinas que
entreguen las armas, asegurando que se llevará a cabo una amnistía a todos aquellos que
hayan participado en la lucha armada. Sin embargo, los campesinos comunistas de
Cundinamarca, Tolima, Santander, Antioquia y el Huila, se niegan a entregar sus armas
continuando con su proceso de crecimiento y consolidación, aumentando la fuerza del
movimiento mediante la anexión de guerrillas liberales cercanas a su zona de influencia
(Pataquiva 2009:158).

En 1955 las crecientes presencia de acciones armadas de las guerrillas comunistas


de la región de Villarrica, en el departamento de Tolima, llevaron al gobierno a desarrollar
operaciones de desarticulación de los grupos campesinos armados en lo que se denomina
como "Guerra de Villarrica". En esta destacó una de las primeras mujeres combatientes,
Rosalba Velásquez de Ruiz, también conocida como la Sargento Matacho. (Pataquiva
2009:159)

Posteriormente los guerrilleros del Sumapaz, departamento de Cundinamarca, en


pleno centro del país, aparentemente suspendieron sus acciones militares. Sin embargo,
no hicieron entrega de las armas y conservaron sus estructuras organizativas, basadas en
comités de autodefensa, por lo que progresivamente fueron conformado las denominadas
“Áreas Base” o de acumulación de fuerza. Desde dichas zonas grupos campesinos armados
llevan a cabo un proceso de expansión a nuevas áreas combinando distintas formas de
lucha. Por ello en 1964 el gobierno decide atacar estas “Áreas Base”, las cuales fueron

25
constituyéndose en Repúblicas Independientes con una alta capacidad de acción
(Pataquiva 2009:160). Estas zonas comenzaron a preocupar al gobierno colombiano que
empezó a centrar su atención en ellas para llevar a cabo un control de las mismas y erradicar
el movimiento que allí se había asentado.

Las FARC-EP llevan a cabo una defensa de los derechos de los campesinos
asentados en los territorios de los terratenientes por ello sus acciones tiene lugar en ámbito
rural. Una de las primeras actividades, quizá una de las más importante, se produce en julio
de 1964 cuando aprueban el "Programa agrario de las guerrillas". En este se plantea la
lucha por una reforma agraria revolucionaria que erradique las bases de la propiedad
latifundista y entregara la tierra al campesino garantizando las condiciones para su
explotación económica. Permitiendo desde un comienzo ver que la organización armada
da prioridad a la tierra como elemento fundamental de su lucha (Pataquiva 2009:162).

El nombre de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) aparece


por primera vez en la Segunda Conferencia Guerrillera, que se realiza en abril de 1966.En
ella planean expandir la acción de guerra de guerrillas móviles a otras áreas del país.
(Pataquiva 2009:164). En la Séptima Conferencia realizada en 1982, deciden añadir el
término Ejército del Pueblo.

El clima de violencia aumentó progresivamente y esto dio lugar a que durante la


década de los sesenta, y de forma progresiva, fuesen surgieron grupos guerrilleros
insurgentes. Ejemplo de ese suceso es el Ejército de Liberación Nacional (ELN), de
inspiración cubana y seguidores de la teoría foquista. Asimismo, se crearon otros grupos,
como una escisión del Partido Comunista de Colombia que formó el Ejército Popular de
Liberación (EPL) de carácter maoísta, cuyo lema era “Combatiendo venceremos” o el
Movimiento 19 de abril (M-19) (Hobsbawm 2018:449). Este último no tenía un vínculo
con la realidad rural y campesina, sino que respondía a una insatisfacción revolucionaria
por parte de las clases medias urbanas.

Progresivamente las FARC-EP amentaban su influencia dentro del campesinado, así


como el nivel de violencia, tanto contra este como contra las instituciones
gubernamentales, por lo que el conservador Belisario Betancourt pretendió durante su
mandato llevar a cabo diálogos con la formación guerrillera. De este modo en marzo de
1984 se firman los Acuerdos de cese al Fuego, Paz y Tregua, también conocidos como

26
Acuerdos de La Uribe, este acuerdo buscaba el compromiso de un alto el fuego tanto por
parte de las FARC-EP como de las autoridades gubernamentales y paramilitares.

Durante este periodo de tregua las FARC-EP y otros movimientos revolucionarios;


aunque estos en menor medida, fundaron el partido político Unión Patriótica (UP) siendo
este la expresión política de las FARC- EP. Unión Patriótica es probablemente el primer
partido campesino de la historia de Colombia cuyo apoyo reside esencialmente en el
mundo rural pues su presencia en las ciudades es insignificante (Hobsbawm 2018:452).
Desde el comienzo de su fundación los miembros de Unión Patriótica fueron perseguidos
y represaliados por el ala derechista, los cuales llevaron a cabo asesinatos sistemáticos a
los integrantes de esta organización política, principalmente aquellos que ocupaban algún
cargo democráticamente electo. Se estima fueron asesinados al menos trescientos activistas
de UP. También desde los sectores más reaccionarios se crearon así escuadrones de la
muerte que asesinaban a todos aquello que no sigan su línea moral, como vagabundos o
homosexuales. Sus principales víctimas residían en el ámbito urbano, aunque estos
también son apoyados por terratenientes del entorno rural y por jefes del ejército.

En septiembre de 2016 se firman los pactos de la Habana para llegar a un nuevo


dialogo entre gobierno y las FARC-EP. En de agosto de 2017 se celebró en Bogotá el
congreso fundacional del nuevo partido que mantiene las siglas FARC, pero con el
significado de Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común

Perú

Otro de los casos prácticos seleccionado para poder ver la actividad revolucionaria
del campesinado en América Latina es Perú. Al igual que en Brasil en Perú nos
encontramos con diferencias internas dentro del territorio, mientras que en Brasil la zona
sur es más productiva que la zona norte, aquí se aprecia una evidente distinción entre la
zona costera y las zonas de la interior. A pesar de que las revoluciones campesinas tienen
un esencial factor de clase, en Perú el componente étnico es de vital importancia dado el
significativo número de población indígena en las zonas rurales. Pero si algo caracteriza el
movimiento campesino en Perú es la desmedida violencia con la que este se ha intentado
tanto llevar a cabo como controlar. A diferencia de Colombia donde nos encontramos una

27
fuerte presencia del bipartidismo, en Perú proliferaban los diferentes partidos creados a
partir de escisiones, especialmente en el ámbito de la izquierda.

Antes de comenzar a analizar el desarrollo de la revolución campesina en el país


andino veamos la situación económica que desata la misma. A mediados del siglo XX en
Perú las regiones montañosas aun pervivían las formas más arcaicas del sistema
latifundista, en las cuales el indígena se encontraba en un estado de casi servidumbre. Aquí
el 0,4% de las explotaciones tenían bajo su dominio el 74,4% de la superficie (Le Coz
1976:186). Por su parte en la costa se producía un cultivo intensivo principalmente de caña
de azúcar y de algodón y los campesinos que trabajaban en las haciendas azucareras
contaban con grandes ventajas sociales y económicas.

El aumento demográfico, con el consiguiente éxodo rural, y las catastróficas


cosechas de 1955-1956, hicieron que el gobierno de Fernando Belaúnde Terry se plantease
una reforma agraria a partir de 1956, la cual no se llevaría a cabo hasta ocho años después.
Esta reforma contó con opositores como la Sociedad Nacional Agraria lo que produjo un
enfrentamiento entre aquellos que buscaban una reforma nacional e integra y los
partidarios de una reforma regional y selectiva (Le Coz 1976:188). Finalmente, en mayo
de 1964 se promulgo la Reforma Agraria, fijándose unas normas de expropiación del
territorio; aunque esta tenía sus variaciones en dependencia del territorio. Por ello quedaron
exentas de dicha ley las empresas de transformación industrial de productos agrícolas
como son las plantaciones de cañas de azúcar. La parte más significativa de esta Reforma
Agraria es la erradicación de cualquier tipo de servidumbre personal de carácter feudal.

Tras el golpe militar en 1968, comenzó el Gobierno Revolucionario de la Fuerza


Armada, presidido por Velasco Alvarado quien promulgó una nueva Reforma Agraria en
1969 la cual ya no se dejan al margen a las haciendas azucareras de la costa. Esta Reforma
Agraria no contentó a la clase campesina pues tan solo la mitad de las familias habían
recibido las tierras de las que se beneficiaría (Hobsbawm 2018:390). Además, los
campesinos buscaban una parcelación del latifundio mientras que el gobierno quería
implementar un sistema de cooperativas (Hobsbawm 2018:375).

La Confederación Nacional Agraria (CNA) fue, sin lugar a dudas, la organización


campesina más grande y representativa durante las décadas de los setenta y ochenta en el
Perú. Si bien su crecimiento se debió inicialmente al apoyo del Estado, a partir de 1976,
después del golpe del general Francisco Morales Bermúdez, de 1975 a 1980, fue declarada

28
ilegal debido a su actitud de franca oposición al desmontaje de las reformas iniciado por el
nuevo gobernante.

Es casi imposible desasociar el movimiento campesino en Perú del indigenismo, el


cual en las décadas de 1920 y 1930 tuvo un importante auge, aunque este nunca fue un
movimiento de masas (Fernández Fontenoy 2013:198), y sus integrantes pasaron
posteriormente a formar parte de reivindicaciones más amplias. Desde la ideología
socialista se aportó una nueva óptica para el movimiento indigenista no de identidad sino
de clase; pasaron de ser vistos como indígenas a trabajadores. Aunque Mariátegui,
fundador del Partido Comunista de Perú, no perdió nunca la óptica de la situación étnica
del campesinado peruano y así lo explicita:

“El socialismo ordena y define las reivindicaciones de las masas, de la clase


trabajadora. Y en el Perú las masas -la clase trabajadora- son en sus cuatro
quintas partes indígenas. Nuestro socialismo no sería, pues, peruano -ni
sería siquiera socialismo- si no se solidarizase, primeramente, con las
reivindicaciones indígenas... Y en este ‘indigenismo’ vanguardista... no
existe absolutamente ningún calco de ‘nacionalismo exótico’, no existe, en
todo caso, sino la creación de un ‘nacionalismo peruano” (Mariátegui, en
Fernández Fontenoy 2013:199)

El campesinado pasó a ser un sector esencial en la construcción del socialismo en


Perú, por ello además de campesino debía ser también un revolucionario y no un mero
actor pasivo. Por este motivo se crearon grupos guerrilleros campesinos como el
Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y el Ejército de Liberación Nacional
(ELN). El movimiento campesino que tuvo lugar en Perú en los años sesenta fue la mayor
movilización espontanea de carácter campesino que tuvo lugar en dicha década en América
Latina, pero, aunque dará lugar a una agitación general, no produjo una revolución
(Hobsbawm, Alavi 1976:22).

El contexto internacional afectó a la integridad del movimiento comunista en Perú,


ya que se produjo una escisión dentro del Partido Comunista – Unidad; fundado por
Mariátegui, el cual tenía un carácter prosoviético, y se creó el Partido Comunista - Bandera
Roja (PCP-BR) que sigue la corriente ideología maoísta. Será la facción pro-china, la que
mayor arraigo alcance en la región andina debido a los postulados de Mao sobre
agricultura. (Fernández Fontenoy 2013:204).

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Dentro del Partido Comunista de Perú - Bandera Roja surgieron dos escisiones, el
Partido Comunista de Perú - Patria Roja (PCP-PR) y el Partido Comunista de Perú -
Sendero Luminoso (PCP-SL). Este último fue fundado por el profesor universitario
peruano Abimael Guzmán, popularmente conocido como Presidente Gonzalo, en los
inicios de los setenta, pero desarrolló su actividad de forma más intensa en los años ochenta
cuando declaró la guerra al Estado de Perú. Sendero Luminoso reclutó para sus filas a
campesinos, pero también actuó duramente contra estos, así como contra infraestructuras
públicas y dirigentes sindicales. La violencia se extendió notablemente en el mundo rural,
por lo que se encontraban más en una situación de guerra que de reivindicación agraria lo
cual fue contraproducente y debilitó la lucha campesina. El objetivo del Sendero Luminoso
era acabar con las instituciones estatales consideradas burguesas y sustituirlas por un
régimen revolucionario campesino comunista cercano al concepto maoísta de Nueva
Democracia.

Dentro del PCP - SL se creó el Movimiento Femenino Popular (MFP), dedicado a la


politización de las mujeres del partido. (Romero Delgado, Fernández Villanueva
2011:183) En 1984 se suma a la lucha armada del Sendero Luminoso el Movimiento
Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), fundado por Víctor Polay Campos, iniciándose así
un conflicto armado que se prolongará hasta el año 2000.

Los métodos violentos de los movimientos armados a mediados de la década de los


ochenta de Sendero Luminoso y Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA)
hacen que el movimiento campesino se repliegue pues habían ampliado su campo de
acción y habían militarizado el espacio rural. La lógica de la guerra empezó a desplazar a
la actividad política en las zonas rurales del Perú. Esta situación provocó un debilitamiento
de las organizaciones campesinas (Fernández Fontenoy 2013:203).

Actualmente la actividad del Sendero Luminoso es casi inexistente, pero se vincula


al Movimiento por la Amnistía y los Derechos Fundamentales (Movadef). La Comisión de
la Verdad y Reconciliación de Perú, creada en 2001 fue la institución encargada de evaluar
los alcances económicos y sociales de la época del terrorismo en Perú que duró dos
décadas.

El caso de La Convención.

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El movimiento campesino de La Convención, provincia al norte del departamento
de Cuzco, fue el más importante en la década de los setenta dentro de Perú y quizá en todo
América Latina (Sereni, 1974:267).

Esta zona se caracteriza por la abundancia de tierras dominadas por las grandes
haciendas donde se pretendía desarrollar la producción mediante el arrendamiento laboral
de carácter neofeudal. En esta zona la mayoría de los campesinos son indios provenientes
del altiplano. Aun en los sesenta las mediciones sobre la extensión del territorio y el censo
sobre la población eran realmente deficientes y se consideran tan solo aproximaciones. De
vital importancia para entender el posterior desarrollo económico de la zona es la epidemia
de malaria de los años treinta que afecto a un 65,5% de la población (Sereni 1974:272), y
que haría de la escasez de mano de obra el principal problema de la agricultura. Debe
resaltarse el aislacionismo cultural y económico en el que se encontraba esta región, esto
se debe en gran parte a las deficientes comunicaciones que la conectaban con el reto del
país (Sereni 1974:263), lo que hizo que se insertase en la economía mundial hasta casi
finales del XIX.

La producción agrícola más importante era el aguardiente y la coca, aunque había


cultivos a menor escala de cacao y cría de ganado, posteriormente se impulsó el cultivo de
café y té. En La Convención el sistema de tenencia de la tierra estaba dividido entre
diferentes grupos, el grupo principal era el del campesino que alquilaba la tierra al
propietario mediante el sistema de arriendo, este individuo era conocido como arrendire.
El arrendire cedía parte de sus tierras a uno o varios allegados a cambio de que este
asumiese parte de los trabajaos forzosos que le imponía el patrón, el allegado a su vez
subarrendaba el terreno a campesinos libres sin tierra llamados habilitados. Por ello
podemos decir que la mano de obra de la convención se divide en arrendires, allegados y
habilitados.

En 1940 comienza a producirse un desarrollo económico debido a distintos factores


como la construcción de un ferrocarril y el incremento de la población tras la crisis
demográfica debido a la malaria. Del mismo modo, no debemos olvidar el contexto
internacional, ya que durante la II Guerra Mundial se produjo un boom de materias primas
el cual afectó directamente a aquellos países productores de las mimas y no implicados en
el conflicto bélico. Aun así, solamente entre el 8 y el 10% del total de la superficie de la
provincia se encontraba cultivada (Sereni 1974:279). Esto se debe principalmente a la

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escasez de mano de obra, por ello se intentó atraer a indios de las zonas más selváticas para
trabajar la tierra.

Los arrendires estaban sujetos a la tierra durante un periodo estimado entre nueve y
diez años, durante el primer año no se realizaban pagos de renta y tampoco durante el
periodo dedicado por los campesinos a acondicionar el terreno. La renta, llamada canon,
era variable pues aumentaba si la tierra se volvía más productiva. El canon de arriendo se
realizaba tanto a través de pagos monetarios como en trabajo. Además, este tipo de contrato
carece de garantía ya que podrían ser expulsados del territorio en cualquier momento si así
lo decidía el propietario.

Los trabajos que debían hacer para la hacienda eran muy diversos. Un ejemplo de
estos es la palla, que es la obligación de proporcionar una mujer recolectora de hoja de
coca para cada cosecha de coca. El maquipura o huata faena que es trabajo anual de un
mes aproximadamente sin retribución económica alguna. Además, el campesinado tenía el
deber de proveer a la casa del patrón de servicio doméstico femenino durante un periodo
de tiempo limitado, por el cual no recibiría ningún tipo de salario (Sereni 1974:284).
Dentro de sus obligaciones económicas estaba el herbaje que era una tasa sobre el ganado
que tenían los arrendires, así como pago por madera y otras materias primas que se
encontraban dentro de la hacienda. El trato vejatorio era muy usual, como el caso de la
carimba, que consistía en marcar a fuego a los campesinos las iniciales del propietario de
la hacienda, como si de ganado se tratase (Hobsbawm 2018:133),

El movimiento campesino en La Convención tiene sus orígenes en 1930, pero no


sería hasta caída de la dictadura de Odría en 1956 cuando resurgiría con fuerza. El primer
acto de protesta fue contra la hacienda Romainville donde los malos tratos a sus
trabajadores eran habituales, además habían usurpado tierras comunales. Finalmente, la
escala de violencia fue aumentado y la familia acabó huyendo de la hacienda. En 1961 se
produjo una gran huelga por parte de los arrendires, en ella toman parte cuarenta y dos
sindicatos que movilizaron a treinta mil campesinos para que la secundasen. Dicha huelga
trajo la primera Reforma Agraria de Perú y en ese momento se fundó una Federación de
Campesinos y Comunidades del Cuzco dentro de la cual había doscientas catorce
organizaciones afiliadas (Hobsbawm 2018:205). El gobierno comprendió la magnitud del
movimiento que se estaba gestando y llevo a cabo medidas livianas con el fin de que
erradicar las revueltas. Pero esto no fue suficiente y las haciendas de la región fueron
progresivamente tomadas por los campesinos y los hacendados abandonaron la zona. El

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momento álgido del movimiento fue en 1962 cuando comienzan a producir las primeras
escisiones dentro de movimiento comunista entre aquellos más ortodoxos y los que
consideraban que estos eran demasiado moderados y buscaban una lucha armada mediante
guerrillas.

Dentro de este último grupo destaca el revolucionario trotskista, Hugo Blanco cuyo
lema era “tierra o muerte”. Blanco creó la Federación Departamental de Campesinos un
grupo de autodefensa armado. Los sectores más moderados consideraban que la propuesta
de Blanco podría ser contraproducente y traer la represión. La ocupación de la tierra y
expulsión de los hacendados, aunque permitiendo la permanencia de los administradores,
se debe bastante a las iniciativas de carácter trotskista, aunque los marxistas ortodoxos
también la aceptaban (Hobsbawm 2018:208).

En 1962, con la ocupación total de las tierras de La Convención, las autoridades no


emprendieron represalias contra los campesinos sino contra los efectivos armados
coordinados por Blanco, los cuales no eran totalmente apoyados por la comunidad agraria.
El Gobierno consciente de la situación llevó a cabo la expropiación de manera legal de
veintitrés fincas en La Convención en beneficio de catorce mil campesinos (Hobsbawm
2018:209). Pero en 1963 estas medidas no se habían cumplido y la revolución campesina
se estaba extendiendo al resto del país.

Una de las grandes incógnitas es la de por qué los campesinos de La Convención


soportaron esos niveles de explotación hasta la rebelión de 1958-1963. Vemos, así como
las categorías a lo que hacía referencia los teóricos marxistas como “saqueo del trabajo y
“autoexplotación” son aun aplicables a la situación del campesinado de ese momento. En
el caso de La Convención nos encontramos con abundancia de tierras y escasez de mano
de obra, lo que le otorgaba al campesinado capacidad de negociación y facilitaba su
asentamiento en las tierras incultas de las grandes propiedades o en terrenos que aún no
tuviesen un dueño. Debemos tener en cuenta que la zona de influencia de La Convención
era la sierra Cuzco la cual se caracteriza por el atraso económico. Los indios del altiplano
peruano que deciden dirigirse hacia esta zona del interior estaban tan acostumbrados a la
explotación y la imposibilidad de hacer valer sus derechos que no se planteaban la
sublevación. Además, el trabajo como inquilino dentro de La Convención garantizaba por
un lado la explotación, pero por otro la oportunidad de llegar ser pequeños propietarios
(Sereni 1974:291). Mientras que la libertad traía consigo una economía de subsistencia y
la pobreza. Tampoco debemos olvidar la deficitaria red de comunicaciones por lo que la

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marcha a otras tierras no era una opción contemplada. Por ello la organización colectiva
como forma de protesta vino dada desde fuera, por el Partido Comunista en 1934.

En la actualidad en la región hay un fuerte surgimiento de movimientos indígenas,


el control del gobierno lo lleva la agrupación regionalista Fuerza Inka Amazónica (FIA)

Brasil

El último y más reciente de los ejemplos seleccionados para ver la capacidad de


movilización de masas y poder transformador social que tiene el campesinado es Brasil.
Comenzaremos haciendo un repaso de la evolución económica del país a lo largo del siglo
XX para posteriormente analizar el movimiento campesino por antonomasia, el
Movimiento da Trabalhadores Rurais Sem Terra, más conocido como MST. Como
observaremos, mientras que en los otros dos piases serán los partidos políticos de izquierda
los que marquen la hoja de ruta del movimiento campesino en Brasil son las organizaciones
de carácter sindical y cooperativista las dirigentes de la lucha.

La situación económica de la agricultura brasileña en la actualidad puede definirse


por una aceleración del capitalismo en su interior la cual tuvo lugar a partir de los años
sesenta del siglo pasado. Este desarrollo capitalista se produjo sin llevar a cabo una reforma
agraria, sino que se implantó sobre las estructuras de carácter latifundista que
predominaban desde la época colonial; esta es conocida como la “vía prusiana”. Consiste
en transformar paulatinamente el latifundio en capitalismo y convertir así a los pequeños
trabajadores dependientes en trabajadores asalariados. Este proceso da como resultado la
integración de la agricultura en los flujos capitalistas y de mercado, estableciendo
relaciones intersectoriales como en el resto de los sectores de la economía, estas relaciones
darán lugar al llamado complejo agroindustrial (Germer, en Stedile 1994:262).

En la década de los ochenta, tras la caída de la dictadura militar en 1985 y el triunfo


de José Sarney; líder del Movimiento Democrático Brasileño, la agricultura fue el sector
que más creció dentro de la economía brasileña. Las causas de esta mejora fue la presencia
de un sector empresarial experimentado y la sucesión de unas cosechas extremadamente
favorables, lo que facilitó el desarrollo de la economía agraria. Pero este crecimiento solo
repercutió en el sector empresarial, ya que los pequeños agricultores proseguían su
trayectoria de pauperización y proletarización.
34
Se observa cómo a mediados de la década de los ochenta la burguesía agraria tan
solo representa un 9.8% del total de los establecimientos agropecuarios, pero poseen más
de las tres cuartas partes de la tierra. Además, hay una diferencia notable dentro de los
cultivos y es que los pertenecientes a productores capitalistas son cultivos de mercado;
como la caña de azúcar o el caco, mientras los de los productores de menor tamaño son
cultivos de bajo rendimiento económico como la mandioca o las habas.

En 1990 comienza el gobierno de Fernando Collor, hasta 1992, la denominada Era


Collor. Este instaura en el país una serie de medidas económicas de carácter neoliberal, lo
que hace que los sectores populares luchen por evitar las privatizaciones. Con este gobierno
los movimientos rurales pierden su vitalidad principalmente por las duras represiones.

En la agricultora brasileña conviven diversos tipos agricultores. Por ello desde los
distintos sectores del campesinado se lleva a cabo una lucha por la Reforma Agraria en
Brasil. Ejemplo de ello son organizaciones como Movimento de Mulheres Camponesas
(MMC), Pastoral da Juventude Rural (PJR), Coordenaçao Nacional das Comunidades
Quilombolas (CONAQ), Movimento dos Pequenos Agricultores (MPA) y el Movimento
dos Trabalhadores Sem Terra (MST). Centremos nuestra atención en este último en que ya
que es este el que en la actualidad tiene mayor poder de movilización.

Las revoluciones campesinas no son un fenómeno actual en Brasil, sino que cuentan
con un importante recorrido, además las luchas pasadas han servido de inspiración para los
movimientos campesinos vigentes en la actualidad. A inicios del siglo XX la empresa
estadounidense Brasil Railway Company fue la encargada de construir el ferrocarril desde
Sao Paulo a Rio Grande do Sul. Para ello las tierras fueron asoladas y muchos de los
trabajadores rurales se quedaron sin sus tierras a causa de la expropiación lo que provocó
masivas protestas en el mundo agrario. También en esta época nos encontramos con
importantes actuaciones del bandolerismo social que fueron duramente reprimidos, como
en el caso de los cangaçeiros.

En la década de los cincuenta se organizan las Ligas campesinas. Estas pugnaban


por una Reforma Agraria y su lema era “Reforma agraria, por la ley o por la fuerza”. Las
Ligas estaban integradas por pequeños propietarios y proletariado agrícola que se dedicaba
a la ocupación de tierras, buscaban la reforma agraria radical para acabar con el monopolio
de la tierra. Dentro de las organizaciones campesinas, destacó la Unión de Labradores y
Trabalhadores Agrícolas (ULTAB) dirigida por el Partido Comunista de Brasil (PCdoB),

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de corte marxista. Otro movimiento es el del Movimento dos Agricultores Sem Terra
(MASTER) apoyados por el Partido Trabalhista Brasileiro (PTB). En 1963 nació la
Confederação Nacional dos Trabalhadores na Agricultura (CONTAG) (Mançao Fernandes
2000:33-35). Pero con el golpe militar de 1964 y la implantación de la dictadura todas estas
agrupaciones fueron borradas del panorama político y la situación del campesinado
empeoró aún más debido a las medidas económicas de corte liberal tomadas por el
régimen. En 1969 se creó la guerrilla de Araguaia integrada por varios militantes del
Partido Comunista Brasileño (PCB) de tendencia maoísta. La guerrilla llevó a cabo la
ocupación de tierras de la región de Tocantis, durante varios años tuvo lugar una guerra de
guerrillas hasta finalmente ser desarticulados por el ejército en 1974.

La primera Ley Agraria se promulgó en 1964 bajo la dictadura militar. Está afectaba
principalmente a latifundistas y grandes propietarios, pero no se llegó a aplicar. Con la
llegada de la democracia en 1985 se creó un Ministerio de la reforma agraria y el primer
Plan de la Reforma Agraria, pero de las medidas que se pretendían llevar a cabo solo se
cumplieron un en un 10%.

Un factor que debemos tener en cuenta a la hora de analizar los movimientos


sociales, y más los de carácter agrario en Brasil, es la importancia que en estos ha tenido
la Iglesia. Ha habido, y continua vigente, una gran implicación de párrocos en las luchas
campesinas e incluso la aportación teórica, como puede ser la Teología de la liberación,
destacan en este ámbito de lucha eclesiásticos como el Monje José María o Frai Betto.

MST

El MST es el fruto del proceso histórico de resistencia y lucha campesina en Brasil.


Puede decirse que la génesis del movimiento se encuentra en Rio Grande Do Sul en 1979
con la ocupación de la hacienda Macali por varias familias campesinas (Arnáez, Arjona
2002:27). Progresivamente, pero siempre de manera regional, fue aumentando la extensión
de los territorios ocupados. Pero no será hasta 1984 cuando finalmente en el I Encuentro
Nacional de los Trabajadores sin Tierra, se realiza la fundación oficial. La consigna de
dicho encuentro era “La ocupación es la única solución”. En el año 2000 el MST actuaba
ya en 23 estados de Brasil, consiguiendo tierras para 350.000 familias y otras 100.000 que
se encontraban en campamentos a la espera de ella (Arnáez, Arjona 2002:70). Un punto de

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apoyo fundamental para la creación del MST es la Iglesia de base, a través de la Comisión
Pastoral de la Tierra (CPT) muy vinculada; a la ya mencionada Teología de la liberación.

La lucha principal del MST se centra en el reparto de las tierras improductivas de los
latifundios irregulares. Pero este tiene un trasfondo mayor ya que no es un movimiento que
busque la mera supervivencia del proletariado agrícola sino la plena transformación de la
sociedad. Es evidente el reparto desigual de tierras ya que veinte latifundistas tienen la
misma propiedad que 3.300.000 pequeños agricultores, el 0,9% controlan el 44% de las
tierras mientras que el 90% solo tienen el 21% (Arnáez, Arjona 2002:29).

El principal método de acción del MST es la ocupación de la tierra, la cual se realiza


por una serie de etapas. Primeramente, los campesinos sin tierra se encuentran de manera
provisional establecidos en campamentos de construcción sencilla, allí se elige un territorio
para la ocupación y luego, mediante sorteo, a un grupo de familias para asentarse en él.
Una vez allí se inicia el asentamiento con la construcción de infraestructuras y viviendas
para posteriormente comenzar a trabajar la tierra (Arnáez, Arjona 2002:04). Después de
ocupar la tierra, el Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria (INCRA)
reconoce la tierra como área de interés social y es expropiada para los fines de la Reforma
Agraria, pero este es un proceso muy largo. Aunque desde diversos sectores se intente
negar, el MST trabaja dentro de legalidad. ya que la Constitución brasileña de 1988 se
recoge, en el Artículo 184, que las tierras no cultivadas pueden ser expropiadas para uso
social.

En aquellos lugares donde ya hay asentamientos del MST produciendo, se ha creado


el Sistema Cooperativista de los Asentados. Este está destinado a reconducir las tereas
agrícolas que se llevan a cabo para que lo cultivado pueda ser comercializado sin trabas
dando así paso a una economía alternativa. Gracias a la cooperativa se reúne una cantidad
de capital lo suficientemente elevada que hace que los bancos les otorguen créditos.
Además, se creó la Confederación de Cooperativas de la Reforma Agraria de Brasil
(CONCRAB) y la marca BioNatur que pertenece a las cooperativas de los MST libres de
pesticidas.

Los motivos por los que se inició la actuación del MST fueron varios. Por un lado,
el incumplimiento de las promesas del presidente Fernando Collor; entre 1990 y 1992,
quien había asegurado que daría tierras al campesinado. Por otro lado, la llegada al poder
de Fernando Henrique Cardoso muy vinculado a las fuerzas políticas derechistas y

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conservadores además de sus relaciones con las multinacionales y el Banco Mundial. Otro
motivo fue la desmoralización sufrida tras la derrota del Partido de los Trabajadores (PT)
en las elecciones presidenciales de 1995. Muchos miembros del MST abogaban por una
política más radical, activa y directa que la desarrollada por el PT. Además, consideraban
que las condiciones en el campo eran ya favorables para dar comienzo a las ocupaciones
(Petras 2000:38). Si bien es cierto que el MST ha manifestado su apoyo al ex presidente
brasileño Lula da Silva, entendiendo que este sería un articulador de cambios económicos
y sociales en Brasil, nunca se ha mostrado dependiente de ningún partido, sindicato, ONG
o institución religiosa manteniendo así en todo momento su autonomía.

El MST como movimiento revolucionario tiene numerosos enemigos, tanto dentro


de las instituciones gubernamentales como fuera de las mismas. Uno de estos opositores
es la Unión Democrática Ruralista (UDR, una asociación de grandes propietarios los cuales
pretenden preservar la propiedad de la tierra y evitar la Reforma Agraria. Además, han
fomentado el conflicto armado en el mundo rural llevando a cabo asesinatos contra
miembros del MST. La Unión Democrática Ruralista ha contado con representación en el
Congreso Nacional donde intenta frenar el desarrollo de cualquier transformación en el
ámbito agrario. El MST también ha sido duramente reprimido por el Estado, tanto a través
de medidas económicas como de represión violenta. La Comisión Pastoral de la Tierra
(CPT) lleva a cabo un registro de las personas que han sido asesinados. En total desde el
año 1985 hasta nuestros días doscientas treinta personas han fallecido a causa de la
represión al MST (CPT 2019). Un hecho significativo es el asesinato a diecinueve
campesinos el 19 de abril de 1996, este hecho dio lugar a que actualmente sea ese el Día
de la Lucha Campesina.

El MST no es un movimiento campesino al uso como se han venido desarrollando


en América Latina. Tiene diversas peculiaridades y diferenciaciones que le dan un carácter
propio. Uno de ellos es que en este caso proletariado agrícola y no el pequeño campesinado
propietario de una unidad de producción de carácter familiar quien lidere la lucha
campesina. Además, a diferencia de los sindicatos, el MST no tiene afiliados sino
participantes y pueden tomar parte en el movimiento toda la familia lo que aumenta la
potencialidad del movimiento. La otra diferencia es que no es obligatorio ser campesino
para formar parte del movimiento, sino que este se puede incorporar todo que lo desee, no
se cierra a los límites del movimiento campesino típico. Una de las particularidades del
MST es que cuenta con una dirección colectiva, ya que la experiencia de los diferentes

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movimientos sociales de América Latina demuestra la suerte que suelen correr los lideres
únicos de un movimiento, la muerte, la traición al movimiento o el personalísimo.

El MST recibe una gran influencia de la revolución cubana. Por ello no solo llevan
a cabo una conquista de la tierra, sino que se encargan de otro tipo de cuestiones sociales
como es la salud de sus miembros o la formación educativa y política de estos.

En 1985 en el I congreso del MST se conformó la Comisión Nacional de Mujeres


del MST y al año siguiente dejaron de estar emancipadas de padres y hermanos y
comenzaron a recibir lotes de tierras. En el año 2000 llevaron a cabo su primera ocupación
en solitario. También existe la Articulación de Mujeres Rurales sin Tierra.

Actualmente el gobierno ultraderechista de Jair Bolsonaro ha declarado las


ocupaciones llevadas a cabo por el MST como invasión de la propiedad privada y pretende
que el movimiento pase a ser considerado como organización terrorista.

Conclusiones

La pretensión inicial de este trabajo era llevar a cabo un estado de la cuestión acerca
de la situación del campesinado en América Latina. El cual ha sufrido a lo largo del pasado
siglo XX, y continua a día de hoy, un proceso de cambio significativo debido a la
penetración del capitalismo en sus estructuras. Con el deseo de conocer cuáles han sido las
repuestas a tal fenómeno se ha elaborado un breve análisis de los movimientos campesinos
que han tenido lugar, y aún perviven en la actualidad, en los países de Brasil, Perú y
Colombia.

En primer lugar, se ha vuelto a la eterna cuestión sobre si el campesinado es una


“clase para sí” o únicamente una” clase en sí”. Sin poder llegar a dar una respuesta rotunda,
y tras los casos examinados podría considerarse que la afirmación de Karl Marx ha de
entenderse en su contexto histórico, donde primaba una agricultura basada en la pequeña
unidad de producción de carácter familiar, las cuales se encontraban dispersas a lo largo
del territorio. Esto complicaba la interacción entre campesinos y por tanto era más difícil
la organización a la hora de llevar a cabo reivindicaciones conjuntas. Sin embargo, a día
de hoy con el aumento del proletariado agrícola, y el desarrollo de las comunicaciones, se

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ha producido una mayor relación entre los campesinos, llegando a tomar plena conciencia
de su situación de opresión y subordinación para con los poderes económicos y políticos.

En otros casos son agentes externos como partidos políticos o sindicatos los que se
acercan al mundo rural y facilitan esta conexión y movilización. Esto nos llevará a otra de
las grandes cuestiones acerca del movimiento campesino y es si realmente es necesaria la
presencia de un líder carismático externo al campesinado que facilite su movilización y
cohesión. Teniendo en cuanta los casos anteriormente analizados vemos que ninguno de
los precursores de los movimientos campesinos más significativos es un trabajador de la
tierra, bien sea como propietario o jornalero. En el caso de Colombia el histórico líder de
las FARC, Pedro Antonio Marín, más conocido como Manuel Marulanda o Tirofijo, si
procedía de una familia campesina, de tradición liberal, pero este no había trabajado nunca
como campesino, sino que desempeñó diversos empleos en el ámbito urbano. Similar es la
situación de Abimael Guzmán dirigente de Sendero Luminoso quien era profesor de
filosofía en la Universidad de Lima. En Brasil nos encontramos con Joao Pedro Stedile, el
rostro más conocido del MST, es licenciado en economía y mantiene una fuerte trayectoria
ligada a los movimientos sociales y la política ya que también es miembro del Partido de
los Trabajadores.

En el caso de Brasil no puede considerarse a Stedile como un líder único, sino que
la dirección del MST ha optado por un liderazgo conjunto evitando así que se reproduzcan
los errores que han tenido lugar dentro de la lucha campesina en Latinoamérica, como es
el del personalismo. Además, esta bifurcación de la dirección dificultará que se lleven a
cabo asesinatos contra los máximos dirigentes del movimiento ya que desde las esferas de
poder se ha producido una autentica persecución con el fin de acabar con la cabeza visible
para así desarticularlo.

Los levantamientos de carácter agrario han estado marcados históricamente por el


uso de la violencia como método para conseguir sus objetivos llegando el campesinado a
organizarse en grupos armados. Las acciones de estos grupos dan una mayor visibilidad a
la situación del mundo rural, el cual ha perdido relevancia económica y social desde inicios
del siglo XX, y hacen que tanto gobierno como medios de comunicación pongan el foco
en este sector. Aunque a su vez causan un efecto contraproducente ya que realmente
pueden llegar a opacar la lucha campesina, quedando está en un segundo plano y
centrándose las instituciones únicamente en solventar el conflicto armado sin tener en
cuenta sus auténticas reivindicaciones de carácter agrario. Pero esta violencia ha sido

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bidireccional y en casos como los de Colombia y Brasil, especialmente en este último, se
ha llevado a cabo una persecución al campesinado tanto por parte de las autoridades
gubernamentales, como de forma privada por terratenientes y grandes propietarios que
también han propiciado la articulación de grupos armados para acallar la protesta
campesina.

Llevando a cabo un análisis del liderazgo y eficacia de los movimientos campesinos


se ha podido observar que la efectividad de estos es parcial. Si bien es cierto que la lucha
campesina en América Latina no busca meras reformas agrarias sino una auténtica
revolución de carácter socialista, las movilizaciones y presiones ejercidas tan solo han
traído consigo ligeras modificaciones de sus condiciones de vida haciendo que
permanezcan como un colectivo subordinado. Su liderazgo es relativo pues necesita del
apoyo de otras clases sociales para poder llevar a cabo una transformación social de un
modo conjunto. Si bien es cierto que el campesinado a través de estas movilizaciones ha
tenido una serie de respuestas, estas se han producido principalmente cuando los partidos
políticos afines a su causa y reivindicaciones han estado en el poder. Con el retorno de los
partidos conservadores y sus políticas de carácter neoliberal dichas reformas han sido
paralizadas y se ha vuelto a la persecución del movimiento campesino.

Uno de los síntomas más significativos que se ha podido apreciar dentro del
campesinado latinoamericano, especialmente en Perú, es la penetración de la corriente
maoísta un muchos de los partidos políticos y sectores agrarios. Pasando así de una deriva
presoviética a acercarse más a los postulados de Mao los cuales tenían una clara óptica
campesinista. También ha tenido una influencia significativa el Movimiento 26 de Julio y
la Revolución Cubana de 1959, la cual ha servido de inspiración y horizonte a los
movimientos campesinos en Sudamérica. Esta es sin duda un paradigma de cambio social
encumbrado a través de una revolución de carácter socialista que es a la que los países
latinoamericanos han aspirado desde mediados del siglo XX.

No se pueden abordar los problemas del campesinado en América Latina sin insertar
a este en el sistema económico mundial dentro del cual requiere especial mención su
relación con Estados Unidos. Los intentos del país anglosajón por llevar a cabo acuerdos
de libre comercio con el resto del continente han sido constantes pues es conocedor de las
ventajas económicas que estos supondrían como es el caso de la fallida Área de Libre
Comercio de las Américas (ALCA) de 1994. Actualmente los intercambios comerciales se
rigen por los Tratados de Libre Comercio entre América Latina y Estados Unidos los cuales

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son desiguales y la balanza se inclina favorablemente al lado estadounidense (FAO 2012).
Por este motivo se han desarrollado numerosas organizaciones internaciones de carácter
comercial; de las cuales ha quedado excluido Estados Unidos, como son la Comunidad
Andina (CAN), Mercado Común del Sur (Mercosur) o el Foro para el Progreso de América
del Sur (Prosur).

Pero la incursión de Estados Unidos no se produce solo en el aspecto económico,


dificultando que se lleve a cabo una industrialización en América Latina, lo que garantiza
la continuidad de intercambios económicos desiguales, sino que también ha penetrado en
el ámbito cultural. Progresivamente se ha producido una homogenización de las culturas
latinas que gradualmente van perdiendo sus rasgos identitarios. Este hecho ha favorecido
el apogeo de movimientos de corte indigenista que llevan a cabo una lucha por mantener
las tradiciones, la cultura y la lengua. En ocasiones estos movimientos que apelan a la
etnicidad dejando en un segundo plano la situación económica bajo la cual se encuentra
todo el campesinado, independientemente de su procedencia, dividen la lucha.

A pesar de la creciente urbanización e industrialización del continente y de la


reducción de las exportaciones de productos básicos los cuales pasaron de 40% en 1990 a
27% en 1999 (Kouzmine 2012:5) América Latina es eminentemente una sociedad agraria.
Puede verse como a pesar de las incursiones del capital extranjero, mayoritariamente
estadounidense, y la presencia de multinacionales que llevan a cabo una producción
destinada al mercado, la pequeña producción agrícola de carácter familiar subsiste e integra
el grueso de las reivindicaciones campesinas, salvo excepciones, como en el caso de Brasil.
Los productos básicos desempeñan un papel importante en las exportaciones de la región
en su conjunto y en las de la mayoría de los países que la integran, los rubros alimenticios
aportaron dos terceras partes de las exportaciones de productos básicos, las materias primas
agrícolas, 8%, y los minerales y metales, una cuarta parte. (Kouzmine 2012:6) Esta
importancia del sector agrario hace que pervivan el movimiento campesino, en ocasiones
por encima del movimiento obrero. Actualmente la lucha campesina continua, algunos
ejemplos de ello son el Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE) en
Argentina o la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia
(CSUTCB).

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