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La Familia en la Biblia

a. Palabra: Ef 5,19-33
Reciten entre ustedes salmos, himnos y cánticos inspirados; canten y salmodien en su
corazón al Señor, dando gracias siempre y por todo a Dios Padre, en nombre de
nuestro Señor Jesucristo. Sean sumisos los unos a los otros en el temor de Cristo: las
mujeres a sus maridos, como al Señor, porque el marido es cabeza de la mujer, como
Cristo es cabeza de la Iglesia, el salvador del cuerpo. Como la Iglesia está sumisa a
Cristo, así también las mujeres deben estarlo a sus maridos en todo. Maridos, amen a
sus mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para
santificarla, purificándola mediante el baño del agua, en virtud de la palabra, y
presentársela resplandeciente a sí mismo, sin que tenga mancha ni arruga ni cosa
parecida, sino que sea santa e inmaculada. Así deben amar los maridos a sus mujeres
como a sus propios cuerpos. El que ama a su mujer se ama a sí mismo. Porque nadie
aborrece jamás su propia carne; antes bien, la alimenta y la cuida con cariño, lo mismo
que Cristo a la Iglesia, pues somos miembros de su cuerpo. Por eso dejará el hombre a
su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una carne. Gran
misterio es éste, lo digo respecto a Cristo y la Iglesia.
En todo caso, también ustedes, que cada uno ame a su mujer como a sí mismo; y la
mujer, que respete al marido.

b. Oración:
La Biblia está poblada de familias, de generaciones, de historias de amor y de crisis
familiares, desde la primera página, donde entra en escena la familia de Adán y Eva
con su peso de violencia, pero también con la fuerza de una vida que continúa (cf. Gn
4), hasta la última página donde aparecen las bodas de la Esposa y del Cordero (cf. Ap
21,2.9). Las dos casas que Jesús describe, construidas una sobre roca, la otra sobre
arena (cf. Mt 7,24-27) son expresión simbólica de tantas situaciones familiares,
originadas por las libertades de sus miembros.
Entremos ahora en una de esas casas, guiados por el Salmista, a través de un canto
que todavía hoy se proclama tanto en la liturgia nupcial judía como en la cristiana,
oremos juntos:
«¡Dichoso el que teme al Señor,
y sigue sus caminos! Esta es la bendición del hombre
Del trabajo de tus manos comerás, que teme al Señor.
serás dichoso, te irá bien. Que el Señor te bendiga desde Sión,
Tu esposa, como parra fecunda, que veas la prosperidad de Jerusalén,
en medio de tu casa; todos los días de tu vida;
tus hijos como brotes de olivo, que veas a los hijos de tus hijos.
alrededor de tu mesa. ¡Paz a Israel!» (Sal 128,1-6).
c. La familia hoy

La familia hoy, como en los tiempos bíblicos, sufre por muchas situaciones que le
afectan, tanto desde dentro, la libertad de sus miembros y el mal que no descansa;
como desde fuera, la familia incluso podríamos decir que enfrenta ataques ideológicos
y políticos.
 Problemas sociales: enumeraremos solo algunos que afectan duramente a la
familia. La migración que rompe los hogares temporalmente y a veces
definitivamente. La violencia que deja huérfanos a tantos niños o hace llorar a
tantos padres, de manera especial en nuestro país, es uno de los problemas que
más duele. Las familias monoparentales, en Guatemala es evidente que cada día
son más las mamás solteras, en parte por una educación sexual deficiente, el
machismo que se evidencia en la falta de educación en la paternidad responsable.
 Iglesia doméstica: una de las insistencias más grandes del Antiguo Testamento,
trasmitir la fe de generación en generación, educar en los valores, hoy se ha dejado
de hacer en muchas familias. Nuestras familias han dejado de ser iglesias
domésticas que oran y escuchan la palabra juntos y los papás ya no son siempre
educadores en la fe. La familia es atacada por la ideología de género, que usa las
redes sociales para debilitar la institución familiar. Los jóvenes por varias razones
ya no están dispuestos al matrimonio, les da miedo el compromiso estable, no
creen en el amor para siempre. El mismo miedo al compromiso provoca que se
limite o anule la posibilidad de hijos en el matrimonio.
 Todos estos problemas que afronta la familia no son indiferentes a Dios, con su
palabra acompaña el dolor, el miedo y las lágrimas de tantas familias a lo largo del
mundo y de la historia.

d. Introducción:

Abordaremos el capítulo uno de Amoris Laetitia, estas son hermosas páginas en las
que se hace un recorrido por: 1. Las verdades del matrimonio y la familia a partir del
génesis. 2. El papel de los padres e hijos en la familia, para constituirla como una
iglesia doméstica. 3. Como la palabra de Dios acompaña los problemas que la familia
afronta hoy, a través de la experiencia de familias que también han enfrentado
problemas similares en la historia de la salvación.
Haremos el camino propuesto por el papa Francisco, retomando el texto de la
exhortación apostólica, con la libertad de simplificar algunas palabras. La letra en
cursiva es nota explicativa o aclaratoria.
1. Algunas afirmaciones fundamentales desde el Génesis:

a. La pareja humana es imagen viva y eficaz de Dios, porque son capaces de


trasmitir la vida a otro ser humano, y este es un signo visible del acto
creador de Dios. (cf. AL 9-10)
En este texto inicial de la Biblia destacan algunas afirmaciones decisivas. La primera,
citada sintéticamente por Jesús, declara: «Dios creó al hombre a su imagen, a imagen
de Dios lo creó, varón y mujer los creó» (1,27).
La pareja que ama y engendra la vida es la verdadera «imagen» viva (no la imagen de
piedra o de oro que prohíbe el Decálogo), capaz de manifestar al Dios creador y
salvador. Por eso el amor fecundo se convierte en símbolo de las realidades íntimas de
Dios (cf. Gn 1,28; 9,7; 17,2-5.16). A eso se debe que la narración del génesis contenga
abundantes genealogías1 (cf. 4,17-22.25-26; 11,10-32), puesto que la capacidad de
engendrar de la pareja humana es el camino del desarrollo de la historia de la
salvación.

b. La relación fecunda (que trasmite vida) de la pareja, es imagen y reflejo


viviente de la Santísima Trinidad, que es comunión de Amor. (cf. AL 11)
La relación fecunda de la pareja, es decir, su capacidad de trasmitir vida se convierte
en la imagen para descubrir y describir el misterio de Dios que es Trinidad, Dios que es
Padre, Hijo y Espíritu Santo. Cuando decimos que Dios es Trinidad, decimos que es
comunión de amor, y que la familia es su reflejo viviente. Nos iluminan las palabras de
san Juan Pablo II: «Nuestro Dios, en su misterio más íntimo, no es una soledad, sino
una familia, puesto que lleva en sí mismo paternidad, filiación y la esencia de la familia,
que es el amor. Este amor, en la familia divina, es el Espíritu Santo»2.

c. Al varón no solo le faltaba algo, le faltaba Alguien… (cf. AL 12-13)


Pero Jesús, en su reflexión sobre el matrimonio, nos remite a otra página del Génesis,
el capítulo 2, donde aparece un admirable retrato de la pareja con detalles luminosos.
Elijamos sólo dos.
El primero es la inquietud del varón que busca «una ayuda recíproca» (vv. 18.20),
capaz de resolver esa soledad que le altera y que no es calmada por la cercanía de los
animales y de todo lo creado. Es el encuentro con un rostro humano, con un «tú» que
refleja el amor divino y es «el comienzo de la fortuna, una ayuda semejante a él y una
columna de apoyo» (Si 36,24), como dice un sabio bíblico. Es decir, Adán encuentra en
Eva la ayuda ideal, una columna de apoyo y alguien a quien puede amar y con quien
puede formar una comunidad.
Este es el segundo detalle que podemos destacar: De este encuentro, que sana la
soledad, surgen la generación y la familia.

1
Genealogía se refiere a la lista de antepasados de una persona.
2
Homilía en la Eucaristía celebrada en Puebla de los Ángeles (28 enero 1979), 2: AAS 71 (1979), 184.
Adán, junto con su mujer, da origen a una nueva familia, como repite Jesús citando el
Génesis: «Se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne» (Mt 19,5; cf. Gn 2,24).
El verbo «unirse» en el original hebreo indica una relación profunda, una unión física e
interior, hasta el punto de que se utiliza para describir la unión con Dios: «Mi alma está
unida a ti» (Sal 63,9), canta el orante.
Se recuerda así, que la unión matrimonial conlleva la dimensión sexual y corporal, pero
también la donación voluntaria de amor. El fruto de esta unión es «ser una sola carne»,
sea en el abrazo físico, sea en la unión de los corazones y de las vidas y, quizás, en el
hijo que nacerá de los dos, el cual llevará en sí, uniéndolas no sólo genéticamente sino
también espiritualmente, las dos «carnes».

2. Los hijos como bretes de olivo (cf. AL 14-18)

a. El don de los hijos construye a la familia y le da plenitud


Retomemos el canto del Salmista. En la casa donde el hombre y su esposa están
sentados a la mesa, se encuentran los hijos que los acompañan «como brotes de
olivo» (Sal 128,3), es decir, llenos de energía y de vitalidad. Si los padres son como los
cimientos de la casa, los hijos son como las «piedras vivas» de la familia (cf. 1 P 2,5).
Es significativo que en el Antiguo Testamento la segunda palabra que más aparece
sea (ben) que significa «hijo» y procede del verbo hebreo (banah) que significa
«construir». Por eso el salmo 128 (leer), exalta a los hijos con imágenes que se
refieren a la construcción de una casa.

b. La familia, iglesia doméstica: Jesús entra en ella “para comer juntos”


Es importante señalar otra dimensión de la familia. Sabemos que en el Nuevo
Testamento se habla de «la iglesia que se reúne en la casa» (cf. 1 Co 16,19; Rm 16,5;
Col 4,15; Flm 2). El espacio vital de una familia se podía transformar en iglesia
doméstica, en sede de la Eucaristía, de la presencia de Cristo sentado a la misma
mesa. Es inolvidable la escena de Apocalipsis: «Estoy tocando a la puerta: si alguien
oye y me abre, entraré y comeremos juntos» (3,20). Así se describe una casa que, en
su interior, tiene la presencia de Dios, la oración común y, por tanto, la bendición del
Señor. Hoy más que nunca, se necesita fortalecer la dimensión domestica de la Iglesia,
en la que los papás juegan un papel fundamental.

c. La familia y la transmisión de la fe: es el primer lugar de la catequesis de


los hijos.
La Biblia considera también a la familia como lugar de la primera catequesis de los
hijos. Se resalta este aspecto en la descripción de la celebración pascual (cf. Ex 12,26-
27; Dt 6,20-25), Más aún, un Salmo exalta el anuncio familiar de la fe: «Lo que oímos y
aprendimos, lo que nuestros padres nos contaron, no lo ocultaremos a sus hijos, lo
contaremos a la futura generación…» (Sal 78,3-6).
Los padres deben ser los primeros maestros de fe para sus hijos (Ex 13,14; Sal
148,12). Los padres tienen el deber de cumplir con seriedad su misión educadora; así
lo enseñan con frecuencia los sabios de la Biblia (cf. Pr3,11-12; 6,20-22; 13,1; 29,17).
Los hijos están llamados a acoger y practicar el mandamiento: «Honra a tu padre y a tu
madre» (Ex 20,12), donde el verbo «honrar» indica el cumplimiento de los
compromisos familiares y sociales en su plenitud, sin descuidarlos con excusas
religiosas (cf. Mc 7,11-13). En efecto, «el que honra a su padre expía sus pecados, el
que respeta a su madre acumula tesoros» (Si 3,3-4).

d. Pero los hijos nos son propiedad de la familia, tienen su propio camino
Los hijos son un don, una tarea, pero también deben realizar su propio camino. Jesús
es modelo de obediencia a sus padres terrenos, sometiéndose a ellos (cf. Lc 2,51), es
verdad; pero es cierto también que él mismo presenta la elección de vida por parte del
hijo y su misma vocación cristiana como posible exigencia de separación respecto a la
propia familia, cuando se trata de realizar la propia entrega al Reino de Dios (cf. Mt
10,34-37; Lc 9,59-62). Los padres deben enseñar a sus hijos a escuchar la voluntad de
Dios y corresponder al llamado que les haga, para realizarse plenamente (Lc 2,48-50).
Jesús mismo deja su familia de Nazaret (sin romper con ella) para formar una nueva
familia con sus discípulos (cf. Lc 8,21).

3. Jesús cercano a las familias con problemas (AL 19-22)

La biblia refleja los problemas de las familias, Se trata de la presencia del dolor, del
mal, de la violencia que rompen la vida de la familia y su íntima comunión de vida y de
amor. Jesús habla de la familia haciendo referencia al drama del divorcio (cf. Mt 19,3-
9). Se describe el dolor que genera la violencia fratricida de Caín sobre Abel, litigios
entre hijos y tragedias que llenan de sangre a la familia de David. La necesidad de
migrar e incluso la enfermedad que separa familias (cf. Job 19,13.17).
Jesús mismo nace en una familia modesta que pronto tiene que huir a una tierra
extranjera. Él entra en la casa de Pedro donde su suegra está enferma (Mc 1,30-31),
se involucra en el drama de la muerte en la casa de Jairo o en el hogar de Lázaro (cf.
Mc 5,22-24.35-43); escucha el grito desesperado de la viuda de Naím ante su hijo
muerto (cf. Lc 7,11-15), atiende el clamor del padre del epiléptico en un pequeño
pueblo campesino (cf. Mt 9,9-13; Lc 19,1-10). Se encuentra con publicanos como
Mateo o Zaqueo en sus propias casas, y también con pecadoras, como la mujer que
irrumpe en la casa del fariseo (cf. Lc 7,36-50). Conoce las angustias y las tensiones de
las familias y las incorpora en sus parábolas: desde los hijos que dejan sus casas para
intentar alguna aventura (cf. Lc 15,11-32) hasta los hijos difíciles con comportamientos
inexplicables (cf. Mt 21,28-31) o víctimas de la violencia (cf. Mc 12,1-9).
Y se interesa incluso por las bodas que corren el riesgo de resultar bochornosas por la
falta de vino (cf. Jn 2,1-10), así como conoce la pesadilla por la pérdida de una moneda
en una familia pobre (cf. Lc 15,8-10).
Hoy la Palabra de Dios sigue acompañando a las familias, no con ideas abstractas,
sino como una compañera de viaje también para las familias que están en crisis o en
medio de algún dolor, y les muestra la meta del camino, cuando Dios «enjugará las
lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor» (Ap 21,4).

Actividad Familiar:

Proponemos la elaboración de
una Tablero Kanban en el que
asignaremos actividades en
familia y/o individuales con el
objetivo de integrarse como
equipo en los quehaceres
diarios, espirituales y
comunitarios.
Ejemplo 

Preparación:
A. Se puede utilizar una pizarra o una cartulina. Puede ser en forma digital
también.
B. Se necesitan al menos 3 columnas y 5 actividades sugeridas.
(Cada columna visualiza una fase de su proceso y las filas representan
diferentes tipos de actividades específicas.)
C. Para las fichas de cada actividad se utiliza cuadros de papel de colores o notas
adhesivas.

Proceso:
 Rotular cada columna: POR HACER – EN CURSO – TERMINADO
 Asignar en la columna: POR HACER las actividades sugeridas.
 Establecer en cada ficha una fecha o tiempo límite considerable.
 Las fichas se van cambiando de columna conforme se realice la actividad.
 El objetivo es llevar todas las fichas a la columna: TERMINADO

Actividades Sugeridas:
 Siendo ayudas recíprocas, prepararán una comida en pareja o en familia.
 Realizar un dibujo en el que toda la familia participe.
 Tener una reunión familiar y hablar sobre la protección a la vida. (punto 1)
Distribuir la oración, lectura de la palabra, reflexión y conclusiones.
 Preparar unos boletines con la cita bíblica: Salmo 128,1-6 (al inicio de este tema)
y entregarlos a los vecinos o familiares. (transmisión de la fe)
 Los hijos deberán escribir lo que desean ser o estudiar y por qué. Lo muestran a
sus padres y se conversa al respecto

Consejos:
 No hacer cambios drásticos, sino comenzar con lo cotidiano 
Comprometerse a buscar e implementar cambios paso a paso.  Respetar el
proceso de cada actividad y las responsabilidades de cada uno.  Hacer cumplir
los tiempos establecidos y minimizar interrupciones.  Animar el liderazgo de
cada integrante en las acciones del día a día, asimismo procurar la integración
en equipo.
Recapitulación:

 La pareja que ama y engendra la vida es la verdadera «imagen» viva, capaz de


manifestar al Dios creador y salvador.
 La capacidad de transmitir la vida, en pareja, se convierte en la imagen para
descubrir y describir el misterio de la Santísima Trinidad.
 La inquietud del varón que busca «una ayuda recíproca» capaz de resolver esa
soledad, a quien pueda amar y con quien pueda formar una comunidad; de
donde surgen la generación y la familia.
 Si los padres son como los cimientos de la casa, los hijos son como las «piedras
vivas» de la familia.
 El espacio vital de la familia se podría transformar en iglesia doméstica, en sede
la Eucaristía, de la presencia de Cristo sentado a la misma mesa.
 Los padres tienen el deber de cumplir con seriedad su misión educadora,
transmisores de la fe. Enseñar la a escuchar la voluntad de Dios y corresponder
al llamado que les haga, para realizarse plenamente.
 Hoy, Jesús sigue acompañando a las familias que están en crisis o en medio de
algún dolor, y les muestra la misericordia de Dios.

Reflexión:

En un mundo ensimismado, estamos llamados a salvaguardar los valores


humanos, especialmente la vida y la familia. Que siendo, ya, una generación
más virtual que presencial, tomemos el tiempo de «sentarnos a la mesa» y partir
el pan; el pan de la Palabra, una familia que se comunica, que discute temas
transcendentales y que también escucha y provoca cambios.

Que, como padres, puedan comprometerse seriamente a la transmisión de la fe,


en sus hogares. Poniendo bases sólidas en la construcción de los hijos, es decir
nuevas familias a futuro.

Y que, conformando una comunidad, seamos promotores de esperanza dentro


de aquellas realidades dolorosas de otros. Siendo sensibles, solidarios y
próximos a los demás. De modo que, en oración y con testimonio de vida
alentemos y hagamos menos pesada la carga de muchas familias.
Oración por mi familia
Que nuestra familia sea como la de Nazaret
Por: Madre Teresa

Padre Celestial, nos has dado un modelo de vida en la Sagrada


Familia de Nazaret, ayúdanos, Padre amado, a hacer de nuestra
familia otro Nazaret, donde reine amor, la paz y la alegría. Que sea
profundamente contemplativa, intensamente eucarística y vibrante
con alegría.

Ayúdanos a permanecer unidos por la oración en familia en los


momentos de gozo y de dolor.

Enséñanos a ver a Jesucristo en los miembros de nuestra familia


especialmente en los momentos de angustia. Haz que el corazón de
Jesús Eucaristía haga nuestros corazones mansos y humildes como
el suyo y ayúdanos a sobrellevar las obligaciones familiares de una
manera santa.

Haz que nos amemos más y más unos a otros cada día como Dios
nos ama a cada uno de nosotros y a perdonarnos mutuamente
nuestras faltas, como Tú perdonas nuestros pecados.

Ayúdanos, Oh, Padre amado, a recibir todo lo que nos das y a dar
todo lo que quieres recibir con una gran sonrisa.

Inmaculado Corazón de María, causa de nuestra alegría, ruega por


nosotros. Santos Ángeles de la Guarda permanezcan a nuestro lado,
guíennos y protéjannos.

Amén.

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