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El primer objetivo del análisis de alimentos ha sido tradicionalmente, y aún lo es, garantizar la
seguridad alimentaria. Para cumplir con este objetivo, los laboratorios de alimentos se ven
obligados a cambiar sus procedimientos clásicos por técnicas analíticas modernas que les
permitan dar una respuesta adecuada a esta demanda global. Además, las nuevas regulaciones
europeas en los países de la UE (por ejemplo, el Reglamento CE 258/97 o EN 29000 y ediciones
posteriores), la Ley de Etiquetado y Educación Nutricional en los Estados Unidos y el Protocolo
de Montreal han tenido un impacto importante en los laboratorios de alimentos. En
consecuencia, los químicos de alimentos, las agencias reguladoras y los laboratorios de control
de calidad buscan procedimientos analíticos más potentes, limpios y económicos. Estas
demandas han aumentado la necesidad de instrumentación más sofisticada y métodos más
apropiados que puedan ofrecer resultados cualitativos y cuantitativos mejores al tiempo que
aumentan la sensibilidad, precisión, especificidad y/o velocidad del análisis.
En la actualidad, también hay una tendencia general en la ciencia de los alimentos a vincular los
alimentos con la salud. Así, hoy en día, los alimentos se consideran no solo una fuente de energía,
sino también una manera asequible de prevenir enfermedades futuras. El número de
oportunidades derivadas de esta tendencia, como nuevas metodologías, conocimientos
generados, nuevos productos, etc., es impresionante e incluye, por ejemplo, la posibilidad de
desarrollar productos alimenticios adaptados para promover la salud y el bienestar de grupos de
población identificados en función de sus genomas individuales. La introducción en esta área de
investigación de enfoques avanzados de "ómicas", como la Foodómica, ha permitido que los
científicos de alimentos aborden problemas impensables hace unos años. Sin embargo, para
alcanzar estos objetivos, los investigadores involucrados en la ciencia moderna de los alimentos
necesitan una formación adecuada en herramientas analíticas avanzadas para extraer todo el
potencial de estas nuevas metodologías. Por lo general, una condición sine qua non es trabajar
dentro de equipos multidisciplinarios para poder abordar la enorme complejidad del problema
y manejar los resultados generados de manera racional. Así, el análisis de alimentos es, en la
actualidad, una de las áreas de aplicación más importantes de la química analítica. En este
trabajo, se presentarán las principales técnicas analíticas empleadas en el análisis de alimentos
a principios del siglo XXI, junto con sus principales áreas de aplicación y dificultades actuales,
concluyendo con una perspectiva sobre algunos desafíos futuros anticipados.
QUÍMICA ANALÍTICA Y ANÁLISIS DE ALIMENTOS EN EL SIGLO XXI
Una descripción del gran número de técnicas analíticas comúnmente utilizadas en el análisis de
alimentos está fuera del alcance de este trabajo. Solo por mencionar algunas, las técnicas
analíticas típicamente utilizadas en el análisis de alimentos pueden clasificarse como (i)
espectroscópicas, como la espectrometría de masas (MS), la resonancia magnética nuclear
(NMR), infrarrojo (IR), espectroscopía atómica (AS), fluorescencia, etc.; (ii) biológicas, como la
reacción en cadena de la polimerasa (PCR), técnicas inmunológicas, biosensores, etc.; (iii) de
separación, como la cromatografía líquida de alto rendimiento (HPLC), cromatografía de gases
(GC), electroforesis capilar (CE), cromatografía con fluido supercrítico (SFC), etc.; (iv) preparación
de muestras, como la extracción en fase sólida (SPE), extracción con fluido supercrítico (SFE),
espacio de cabeza (HS), análisis por inyección de flujo (FIA), purga y trampa (PAT), extracción
líquida presurizada (PLE), extracción asistida por microondas (MAE), desorción térmica
automática (ATD), etc.; (v) electroquímicas; (vi) técnicas híbridas, etc. El número de técnicas en
el análisis de alimentos es aún mayor si se consideran las subdisciplinas bajo las técnicas
mencionadas anteriormente.
Para resumir la gran cantidad de técnicas analíticas utilizadas y los temas abordados en el análisis
de alimentos, se incluye la Tabla S-1 como Información de Apoyo para describir todos los trabajos
publicados en los últimos 3 años (es decir, 2009-2011), como revisiones, libros y capítulos de
libros (más de 160) sobre diversos temas de análisis de alimentos. Además, las Figuras 1 y 2
proporcionan información sobre el número de trabajos publicados en el período 2001-2011
encontrados a través de una búsqueda en la base de datos Food Science and Technology
Abstracts (FSTA) utilizando como términos clave los nombres de la técnica analítica indicada en
cada caso.
Existen algunos problemas importantes que se pueden concluir de las Figuras 1 y 2 al
compararlas con figuras similares publicadas por nuestro grupo a fines del siglo XX, resumiendo
los trabajos publicados en el período 1990-2000 sobre análisis de alimentos. La tendencia más
importante es el enorme aumento en las técnicas biológicas y de preparación de muestras en
comparación con el período anterior, y la importante disminución en el uso de técnicas
radioquímicas y térmicas, probablemente debido a la información específica que proporcionan
esas técnicas y la necesidad de técnicas de alto rendimiento basadas ampliamente en
tecnologías nuevas y avanzadas capaces de proporcionar información de mejor calidad. Así, no
es sorprendente que técnicas como las térmicas y radioquímicas hayan disminuido a la mitad (en
comparación con el período anterior), y otras como las técnicas espectroscópicas, biológicas y
de preparación de muestras hayan aumentado 2, 3 y 4 veces, respectivamente.
Otras técnicas bien establecidas, como las técnicas de separación, siguen siendo utilizadas en
gran medida, pero en la actualidad no son las más ampliamente utilizadas (como en el período
1990-2000), ya que las técnicas espectroscópicas han ganado importancia y son actualmente las
más ampliamente utilizadas en el análisis de alimentos. De hecho, la detección y el contenido de
varios componentes alimentarios, así como el estudio de las propiedades de los alimentos,
pueden lograrse midiendo la interacción de la radiación electromagnética (absorción en el
visible, infrarrojo, fluorescencia, Raman, etc.) con los alimentos. Gracias a los nuevos desarrollos
instrumentales de las técnicas espectroscópicas junto con métodos quimiométricos
multivariados, apropiados y útiles para la evaluación de espectros de fluorescencia o infrarrojos
que presentan pequeñas diferencias, como los registrados en productos alimenticios, ha sido
posible desarrollar modelos de predicción.
Otras áreas de aplicación más específicas en el análisis de alimentos también han experimentado
un gran desarrollo como resultado de la combinación de varios avances analíticos que se han
reunido. Este es el caso del análisis de la fracción volátil de los alimentos, que se sabe que tiene
un efecto crucial en la calidad y aceptación de los alimentos. El estudio de la fracción volátil de
los alimentos o bebidas requiere métodos y tecnologías analíticas capaces no solo de evaluar
exhaustivamente su composición, sino también de monitorear las variaciones en su perfil y
detectar componentes traza que caracterizan el alimento investigado. Las estrategias de análisis
han cambiado significativamente en los últimos 15-20 años debido a la introducción de nuevos
enfoques, en particular (i) técnicas de preparación de muestras sin solventes; (ii) cromatografía
de gas rápida y técnicas relacionadas; (iii) nuevas técnicas analíticas, como la cromatografía de
gas integral; (iv) nuevas estrategias operativas basadas en enfoques desarrollados para otros
campos y aplicados al análisis de alimentos; y (v) estrategias de elaboración de datos que
producen un mayor nivel de información. El análisis quiral también ha experimentado un
crecimiento importante en el análisis de alimentos, ya que los métodos quirales se pueden
utilizar para estudiar y caracterizar alimentos y bebidas mediante la separación enantiomérica
de diferentes compuestos alimentarios como aminoácidos, pesticidas, polifenoles, etc.
Otro ejemplo es la investigación de la textura de los alimentos, en la que se investigan las
características físicas percibidas por los sentidos. La investigación en esta área ha evolucionado
enormemente en la última década basada en enfoques multidisciplinarios que abarcan la
química, la física, la fisiología y la psicología, para estudiar la fractura de los alimentos, los sonidos
que produce durante la mordida y la masticación, su microestructura, los movimientos
musculares durante la masticación, la deglución y la aceptabilidad, etc.
Se necesitan técnicas analíticas más adecuadas por parte de la protección al consumidor y las
fuerzas del orden para la detección de alérgenos en los alimentos. La alergia alimentaria es un
problema importante en el análisis de alimentos porque cantidades mínimas del alérgeno
pueden tener consecuencias críticas en personas sensibilizadas, lo que ha generado requisitos
muy exigentes en cuanto a la higiene y regulaciones legales impuestas a la industria alimentaria.
Los métodos inmunológicos son actualmente los preferidos seguidos por métodos
confirmatorios. La determinación de proteínas alergénicas mediante LC y MS ha avanzado
considerablemente en los últimos años y se utiliza con frecuencia para la identificación y
cuantificación de alérgenos alimentarios. A pesar de estos avances, aún se necesitan alternativas
confirmatorias capaces de enfrentar otros problemas adicionales originados, por ejemplo, por
interferencias de la matriz alimentaria o procesamiento de alimentos, que pueden no influir en
la alergenicidad pero sí dificultan la detección de alérgenos.
La variedad de residuos tóxicos en los alimentos continúa aumentando como consecuencia del
desarrollo industrial, nuevas prácticas agrícolas, contaminación ambiental y cambio climático.
Este aumento está provocando el desarrollo de metodologías analíticas cada vez más potentes,
sensibles y rápidas capaces de detectar contaminantes emergentes en alimentos como
contaminantes orgánicos industriales, nanomateriales, residuos farmacéuticos, antibióticos y
coccidiostáticos, o grupos emergentes de biotoxinas marinas. La nanotecnología y los
nanomateriales tienen un potencial notable para mejorar el suministro de alimentos a través de
nuevas aplicaciones, incluidos sistemas de absorción y liberación de nutrientes y bioactivos;
detección y control microbianos, alergenos y contaminantes; propiedades y rendimiento de
envases de alimentos; y colores y sabores mejorados. Sobre la base de estas múltiples
aplicaciones, la exposición a nanomateriales en la cadena alimentaria humana puede ocurrir no
solo a través de usos intencionales en la fabricación de alimentos, sino también a través de usos
en la producción agrícola y transferencia desde el uso en otras industrias. Por lo tanto, se
necesitan métodos analíticos nuevos para detectar y caracterizar completamente los
nanomateriales incorporados en alimentos y en otros medios. Además, también se necesita
realizar estudios toxicológicos adicionales sobre diferentes tipos de nanomateriales para
comprender cómo pueden afectar la seguridad alimentaria.
Uno de los principales desafíos en el análisis de alimentos será mejorar nuestra comprensión
limitada de los roles de los compuestos alimentarios a nivel molecular (es decir, su interacción
con los genes y su consecuente efecto en proteínas y metabolitos) para el diseño racional de
estrategias destinadas a manipular las funciones celulares a través de la dieta, lo cual se espera
que tenga un impacto extraordinario en nuestra salud. En este contexto, la foodómica se ha
definido como una nueva disciplina que estudia los dominios de alimentos y nutrición mediante
la aplicación de tecnologías omics avanzadas para mejorar el bienestar, la salud y la confianza
del consumidor. Así, la foodómica se presenta como una disciplina global en la que se combinan
alimentos (incluida la nutrición), técnicas analíticas avanzadas (principalmente herramientas
omics) y bioinformática. El desarrollo de la genómica, la transcriptómica, la proteómica y la
metabolómica ha brindado oportunidades extraordinarias para aumentar nuestra comprensión
sobre diversos problemas que ahora pueden abordarse mediante la foodómica. Solo por
mencionar algunos: (i) entender los mecanismos bioquímicos, moleculares y celulares que
subyacen a los efectos beneficiosos o adversos de ciertos componentes bioactivos de los
alimentos mediante enfoques nutrigenómicos; (ii) comprender las diferencias basadas en genes
entre individuos en respuesta a un patrón dietético específico mediante enfoques
nutrigenéticos; (iii) conocer la identidad de los genes involucrados en la etapa previa al inicio de
la enfermedad, y por lo tanto, posibles biomarcadores moleculares; (iv) determinar el efecto de
los constituyentes bioactivos de los alimentos en vías moleculares cruciales; (v) establecer el
papel y las funciones globales del microbioma intestinal, un tema que se espera abra un
impresionante campo de investigación; (vi) entender las respuestas de adaptación al estrés de
patógenos transmitidos por alimentos para garantizar la higiene, procesamiento y conservación
de alimentos; (vii) investigar el uso de microorganismos alimentarios como sistemas de entrega,
incluido el impacto de los sistemas de inactivación y eliminación de genes; (viii) llevar a cabo la
investigación sobre efectos no deseados en cultivos genéticamente modificados; (ix) la
evaluación integral de la seguridad alimentaria, calidad y trazabilidad idealmente en su conjunto;
(x) entender la base molecular de procesos biológicos de interés agronómico y relevancia
económica, como la interacción entre cultivos y patógenos, así como los cambios fisicoquímicos
que ocurren durante la maduración de frutas; (xi) comprender completamente los fenómenos
postcosecha mediante un enfoque global que vincule respuestas genéticas y ambientales e
identifique las redes biológicas subyacentes. En este sentido, se espera que las nuevas
tecnologías omics combinadas con la biología de sistemas, según propuesto por la foodómica,
conduzcan la investigación postcosecha hacia una nueva era. Ahora es bien sabido que la salud
está fuertemente influenciada por la genética. Sin embargo, la dieta, el estilo de vida y el entorno
pueden tener una influencia crucial en el epigenoma, el microbioma intestinal y, por asociación,
el transcriptoma, el proteoma y, en última instancia, el metaboloma. Cuando la combinación de
genética y nutrición/estilo de vida/entorno no está adecuadamente equilibrada, resulta en una
mala salud.
La foodómica es una herramienta importante para detectar pequeños cambios inducidos por
el(los) ingrediente(s) alimentario(s) en diferentes niveles de expresión. En la Figura 3 se muestra
una representación de una estrategia ideal de foodómica para investigar el efecto del(los)
ingrediente(s) alimentario(s) en un sistema dado (célula, tejido, órgano u organismo). Siguiendo
esta estrategia de foodómica, se obtienen resultados sobre el efecto del(los) ingrediente(s)
alimentario(s) a nivel genómico/transcriptómico/proteómico y/o metabolómico, lo que
posibilita nuevas investigaciones a nivel molecular sobre la bioactividad alimentaria y su efecto
en la salud humana. El interés en la foodómica también coincide con un claro cambio en la
medicina y las ciencias biológicas hacia la prevención de enfermedades futuras mediante una
ingesta alimentaria adecuada y el desarrollo de los llamados alimentos funcionales. En este
sentido, se ha mencionado que probablemente sea demasiado pronto para concluir sobre el
valor de muchas sustancias para la salud, y lo mismo puede aplicarse a otras relaciones de salud
que aún se encuentran en estudio. Por lo tanto, la foodómica podría ayudar a superar estas
limitaciones. Para lograr este objetivo, será necesario realizar más estudios para descubrir más
polimorfismos de un nucleótido, identificar genes relacionados con trastornos complejos,
ampliar la investigación sobre nuevos productos alimentarios y demostrar un mayor grado de
evidencia a través de estudios epidemiológicos basados en foodómica que puedan llevar a
recomendaciones públicas. Además, a pesar de los resultados significativos esperados de una
estrategia global de foodómica, prácticamente no hay artículos publicados en la literatura en los
que se presenten y fusionen simultáneamente resultados de los tres niveles de expresión
(transcriptómico, proteómico y metabolómico). En la Figura 4 se muestran los resultados de un
estudio global de foodómica sobre el efecto quimiopreventivo de los polifenoles dietéticos
contra las células de cáncer de colon HT29, presentando los genes, proteínas y metabolitos
identificados (después del análisis transcriptómico, proteómico y metabolómico) que están
involucrados en los procesos biológicos principales alterados en las células de cáncer de colon
HT29 después del tratamiento con polifenoles de romero. Para demostrar todo su valor, la
foodómica aún necesita ser traducida a métodos o enfoques con impacto medicinal, por
ejemplo, a través de la llamada nutrición personalizada. En este sentido, la interpretación e
integración de datos al tratar con sistemas tan complejos no es sencilla y se ha identificado como
uno de los principales cuellos de botella. En un trabajo reciente, se aplicó un enfoque de
foodómica para investigar el efecto de los polifenoles dietéticos en dos líneas de leucemia
humana, una mostrando un fenotipo sensible al medicamento (K562) y otra que exhibe un
fenotipo resistente al medicamento (K562/R). Para este fin, se utilizó un microarray de
transcriptoma completo junto con un enfoque analítico no dirigido basado en MS
(espectrometría de masas de electroforesis capilar de tiempo de vuelo, CE-TOF MS, y
espectrometría de masas líquida ultrarrápida de tiempo de vuelo, UPLC-TOF MS) para llevar a
cabo análisis transcriptómicos y metabolómicos, respectivamente. Se realizó un análisis de
enriquecimiento funcional utilizando el software Ingenuity Pathway Analysis (IPA) como paso
previo para una interpretación confiable de los perfiles transcriptómicos y metabolómicos.