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Capítulo 1 Salutación
Carta dirigida a la iglesia de Dios que está en Corinto de parte del apóstol Pablo
Pablo da siempre gracias a Dios por ellos, por la gracia de Dios que les fue dada en Cristo
Jesús; porque en todo fueron enriquecidos en él, de modo que nada les faltaba en ningún
don.
Pablo ruega que hablen todos una misma cosa, que estén perfectamente unidos en una
misma mente y en un mismo parecer, y que no haya entre ellos divisiones. Ya que Pablo
había sido informado que había entre ellos contiendas.
Algunos decían: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo.
Luego Pablo les pregunta: ¿Acaso está dividido Cristo? ¿Fue crucificado Pablo por
vosotros? ¿O fuisteis bautizados en el nombre de Pablo?
Pablo había bautizado a algunos, pero a la gran mayoría no; y por ello daba gracias a Dios
para que ninguno diga que fue bautizados en su nombre.
Culmina diciendo que no fue enviado por Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio; no
con sabiduría de palabras, para que no se haga vana la cruz de Cristo.
Para los que se pierden la palabra de la cruz es locura; pero a los que se salvan la palabra
de la cruz es poder de Dios.
(v21) Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la
sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación.
Nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para
los gentiles locura; mas para los llamados Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios.
Pablo les hace ver que entre ellos no son muchos sabios, ni poderosos, ni nobles según la
carne; sino que Dios ha escogido lo necio del mundo para avergonzar a los sabios; y lo
débil para avergonzar lo fuerte; lo vil, lo menospreciado escogió Dios; a fin de que nadie
se jacte en su presencia, para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor.
Pablo cuando fue a los corintos, no fue con excelencia de palabras o de sabiduría, no fue
con palabras persuasivas de humana sabiduría; sino con demostración del Espíritu y de
poder.
Nuestra fe no debe estar fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.
La revelación por el Espíritu de Dios
Nosotros no hablamos sabiduría humana, ni de este siglo, sino que hablamos sabiduría de
Dios; la cual nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña,
aun lo profundo de Dios.
Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios,
para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos con palabras
enseñadas por el Espíritu de Dios (sabiduría de Dios)
Las cosas que son del Espíritu de Dios se han de discernir espiritualmente, por lo cual el
hombre natural no lo percibe, no lo entiende, para él son locuras.
(v15) En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie.
Nosotros tenemos la mente de Cristo porque hemos recibido el Espíritu que proviene de
Dios.
Pablo le dice a los corintos que él aún no puede hablarles como espirituales, ya que aún
son carnales, por lo cual tuvo que tratarlos como niños en Cristo. Y como tales, no están
preparados para recibir comidas más pesadas o nutritivas; ya que entre ellos había celos,
contiendas y disensiones.
Pablo les aclara que él y Apolos son servidores por medio de los cuales habían creído.
Además, también son colaboradores de Dios, y que ellos son labranza de Dios, edificio de
Dios.
(v6) Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios.
Así que ninguno es algo, solamente Dios que merece todo reconocimiento, honor y gloria.
El fundamento de nuestras vidas es Jesucristo, y eso nadie lo puede cambiar; pero
debemos tener cuidado en como sobreedificamos en nuestro edificio, porque aquello será
probado por fuego y revelará la obra de cada uno. Por tanto, debemos ver bien con qué
elementos sobreedificamos; tenemos a nuestra disposición: oro, plata, piedras preciosas,
madera, heno (hierba seca) y hojarasca (hojas secas).
Recibiremos recompensa si permanece la obra que sobreedificamos; en cambio,
sufriremos pérdidas si se quema, si bien igual se será salvo. (Juicio llevado en el tribunal de
Cristo)
(v16) ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?
(v17) Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de
Dios, el cual sois vosotros, santo es.
La sabiduría de este mundo es insensatez para con Dios.
Ninguno debe gloriarse en los hombres, ya que todos somos de Cristo, y Cristo de Dios.
Pablo tenía en poco el ser juzgado por los hombres, ya que el único real juez es el Señor.
Por tanto, no debemos juzgar nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual
sabe y manifestará todas las cosas.
Pablo los llama a no pensar más de lo que está escrito, porque no sea que por uno, se
envanezcan unos contra otros. Les muestra que ya están saciados, ricos y que sin ellos ya
reinan.
(v9-13) Padecimientos de los apóstoles.
Pablo los trata como hijos suyos amados, porque aunque tuvieran muchos educadores en
Cristo, no tendrían muchos padres; y les dice: pues en Cristo Jesús yo os engendré por
medio del evangelio.
(v16) Por tanto, os ruego que me imitéis.
(v20) Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder.
Pablo expone un caso de fornicación, la cual ni aun se nombra entre los gentiles; alguien
teniendo la mujer de su padre.
Pablo les reclama que deberían haberse lamentado para que fuese quitado de en medio
de ellos tal persona.
Al final Pablo juzga que el tal sea entregado a satanás para destrucción de la carne, a fin
de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús.
(v6) No es buena vuestra jactancia. ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la
masa?
Pablo hace el llamado a no juntarse con aquellos que se hacen llamar hermanos y son
fornicarios o avaros o ladrones o idólatras o maldicientes o borrachos, etc.
Termina diciendo: (v13) Quitad, pues, a ese perverso de entre vosotros.
Los santos habremos de juzgar al mundo, por tanto, ante cosas pequeñas que ocurran
dentro de un grupo de hermanos, debemos de juzgarlas nosotros, no ir al mundo.
(v3) ¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿Cuánto más las cosas de esta vida?
Pablo les reclama que van ante los incrédulos para resolver sus pleitos, y el cómo no iban
a tener siquiera a un sabio entre ellos que pueda juzgar entre los hermanos.
Culmina diciéndoles que los injustos no heredarán el reino de Dios, ni fornicarios, ni
idólatras, ni adúlteros, ni afeminados, ni homosexuales, ni ladrones, ni avaros, ni
borrachos, ni maldicientes, ni estafadores.
Esto erais algunos; mas ya fuisteis lavados, santificados, justificados en el nombre del
Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.
Glorificad a Dios en vuestro cuerpo
(v12) Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son
lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna.
Nosotros somos templo de Dios, y como tal, el Espíritu de Dios mora en nosotros. Nuestro
cuerpo es templo del Espíritu Santo. Fuimos comprados por precio, por ende,
pertenecemos completamente a Dios, y debemos glorificarle en nuestro cuerpo y espíritu.
Nuestros cuerpos no son para fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo.
Nuestros cuerpos son miembros de Cristo, por tanto, no debemos sacarlos y hacerlos
miembros de una ramera.
Nosotros que nos unimos al Señor, un espíritu somos con él.
(v14) Y Dios, que levantó al Señor, también a nosotros nos levantará con su poder.
Pablo les recuerda lo vivido por sus padres en el desierto en tiempos de Moisés, y que se
debe tomar como ejemplo; para no codiciar, ni ser idólatras, no fornicar, ni tentar al
Señor, ni murmurar.
(v12) Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.
(v13) No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que
no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente
con la tentación la salida, para que podáis soportar.
Pablo hace un llamado a huir de la idolatría, ya que cada ídolo es un demonio y no
podemos participar del Señor y también de los demonios.
(v23) Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica.
No debemos ser tropiezo para nadie, sino ser agradables a todos, procurando a través de
esto la salvación de muchos. No buscando nuestro propio bien, sino el de los demás. Sea
lo que sea lo que hagamos, debemos hacer todo para la gloria de Dios.
Capítulo 11
Jesús, la noche que fue entregado, enseñó que, en memoria de él, debíamos comer pan y
vino que representan su cuerpo y sangre (que simboliza el nuevo pacto). Al hacer esto,
anunciamos la muerte del Señor hasta que él venga.
Si yo hablase todos los idiomas (tanto humanos como angelicales), tuviese profecía, fuera
entendido en todo misterio y ciencia, tuviera toda la fe, repartiere todos mis bienes a los
pobres, si diera mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, nada soy; sería como
metal que resuena, o címbalo que retiñe.
El amor es sufrido, benigno, se goza de la verdad, todo lo cree, todo lo espera, todo lo
soporta, nunca deja de ser.
El amor no tiene envidia, no es jactancioso, no se envanece, no hace nada indebido, no
busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor, no se goza de la injusticia.
Se aconseja seguir el amor y que procuremos los dones espirituales (sobre todo el de
profecía)
Mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas (a no ser que se interpreten para
que la iglesia se edifique), porque el que habla en lenguas habla por el Espíritu misterios
solamente con Dios, y a sí mismo se edifica; en cambio el que profetiza habla a los
hombres para edificación, exhortación y consolación.
Debemos procurar abundar en dones espirituales para edificación de la iglesia, por tanto,
el que habla en lengua extraña debe pedir en oración poder interpretarla.
(v14) Porque si yo oro en lengua desconocida, mi espíritu ora, pero mi entendimiento
queda sin fruto.
(v15) ¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento.
(v20) Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en la malicia, pero
maduros en el modo de pensar.
Si toda la iglesia estuviera reunida en un lugar, y todas hablan lenguas, y entran
incrédulos, dirían que estamos locos; en cambio, si todos profetizásemos, el incrédulo por
todos será convencido, juzgado, y lo oculto de su corazón se hará manifiesto, y así adorará
y declarará a Dios.
Todo debe hacerse decentemente y en orden. Si hay lenguas, debe ser por 2-3 hermanos
y por turno, habiendo un intérprete. Si no hay intérprete, deben callar en la iglesia, y
hablar para sí mismo y para Dios. Si hay profecía, debe ser uno por uno para que todos
aprendan y sean exhortados.
(v33) Dios no es Dios de confusión, sino de paz.
Cristo murió por nuestros pecados, fue sepultado y resucitó al tercer día, conforme a las
Escrituras.
Después apareció a los 12, después a más de 500 hermanos, y al último de todos, a mí
(Pablo)
Por cuanto la muerte llegó por un hombre (Adán), también por un hombre (Jesús) la
resurrección de los muertos. En Adán todos mueren, más en Cristo somos todos
vivificados.
*Pablo en Éfeso batalló contra fieras.
(v33) No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres.
Pablo aconseja velar y no pecar.
(v50) La carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la
incorrupción.
(v51-56) El arrebatamiento
(v58) Estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que
vuestro trabajo en el Señor no es en vano.
Planes de Pablo
Salutaciones finales
2 Corintios
Con sencillez y sinceridad de Dios, con la gracia de Dios, Pablo y su grupo se han
conducido en el mundo.
Pablo les menciona que ellos son su gloria, y de igual manera, él para ellos, para el día del
Señor Jesús.
Con esto, de confianza, quiso ir primero a corinto, para que tuvieran una segunda gracia.
(v21) Dios nos confirma en Cristo, nos unge, nos sella y nos ha dado las arras del Espíritu
en nuestros corazones.
Por la fe estamos firmes.
Pablo amó en demasía al pueblo en corinto.
Al que ha causado tristeza, no la ha causado solo a uno, sino a todos. Le basta a tal
persona, una reprensión; asique el resto debe perdonarle y consolarle, para que no sea
consumido de demasiada tristeza. Y debemos perdonar para que satanás no gane ventaja
alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones.
Triunfantes en Cristo
Nuestra competencia proviene de Dios, el cual nos hizo ministros de un nuevo pacto, no
de la letra, sino del espíritu (el cual vivifica)
Ministerio de muerte en letras en piedra vs Ministerio del espíritu, de justificación.
(v17) donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.
Viviendo por la fe
Capítulo 5
Hechos 22:3
Hechos 5: 34-39