Está en la página 1de 6

12.

8a En los análisis tradicionales de la oposición <<nombre propio-nombre


común>> las consideraciones semánticas han recibido más atención que las sintácticas por
parte de filósofos y gramáticos. Los nombres propios se caracterizan por designar ENTES
ÚNICOS, como se ha hecho notar repetidamente en la tradición. Se conoce hoy que este
CRITERIO INTENCIONAL presenta algunos problemas. Nótese en primer lugar, que
Toledo, Córdoba o Santiago son nombres propios, a pesar de que existen varias ciudades
con estos nombres. En segundo lugar, la pregunta tradicional acerca de si son nombre
propios o comunes sustantivos como sol, luna, oeste o sur recibe respuestas
aparentemente contradictorias. Estos sustantivos designan entes únicos, luego habrían de
ser nombres propios. A la vez, todos ellos aparecen en los diccionarios, lo que implica que
no lo son o no deberían serlo.

12.8b Las convenciones ortográficas intervienen en alguna medida en la paradoja


que se plantea, pero no condicionan su solución de manera determinante. Es correcto
escribir Sol con mayúscula en el primero de estos dos textos (una obra de Astronomía en la
que se analiza esta estrella), y con minúscula en el segundo:

La idea de que el Sol es una estrella [..] fue adquiriendo cada vez más fuerza (Maza,
Astronomía). El mayor inconveniente de la generación eléctrica fotovoltáica estriba en que el sol hace
de día, pero consumimos mucha energía de noche (Bueno, M., Libro)

En uno y otro caso la expresión sol designa el mismo astro, por tanto un ser único, al igual
que lo es la luna en [...] mirando a la luna aulló dos, tres veces (Cano Gaviria, Abismo).
Como se ve, la convención ortográfica según la cual los nombres de galaxias, estrellas o
planetas se escriben con mayúsculas en los textos que traen de Astronomía (no
necesariamente en los demás) no implica que estos sustantivos dejen de designar seres
humanos cuando se usan en esos contextos. Recuérdese, por otro lado, que el Sol, la Luna,
o la Tierra son grupos nominales que designan de manera unívoca ciertos seres. Aun así, el
artículo que aparece en estas expresiones no está integrado léxicamente en ellas (en el
sentido explicado en el § 12.7j). A la pregunta ¿Cómo se llama este astro? podría
responderse: el Sol, pero también Sol. Estos sustantivos (con artículo o sin él) aparecen en
un paradigma del que forman parte otros planetas, satélites o galaxias: Ganímedes, Marte,
Orión, Pasiafe, Plutón, Saturno, Venus, etc., todos ellos nombres propios. Algunos términos
que podrían entrar en esta relación no son exactamente sustantivos, sino grupos nominales
de designación unívoca, como (la) Cruz del Sur, (la) Osa Mayor, (la) Vía Láctea, etc.

12.8 En los estudios gramaticales contemporáneos se suele resaltar el hecho de


que la distinción nombre propio/nombre común forma parte de la Gramática, pero la
información necesaria para saber si un ente es único o no lo es corresponde a nuestro
conocimiento del mundo, siempre parcial, con frecuencia modificado por los avances
científicos y ajeno a los principios que articulan el sistema gramatical. Se puede usar, en
efecto, el sustantivo universo como nombre común sin que en nuestra decisión intervenga la
cuestión (no poco debatida entre los científicos) de si existen o no otros universos además
del nuestro. Los grupos nominales pueden designar, en efecto, estantes únicos sin que esta
propiedad designativa los convierta en nombres propios. Muchos de esos grupos nominales
se constituyen con artículo determinado, pero no se refieren a seres que hayan sido
introducidos antes en el discurso. Se dice, en efecto, Voy a la ciudad; Eso no será bueno
para el país; Están destruyendo el planeta; Me gusta mirar la luna, sin que los interlocutores
suelan tener dificultad para identificar las entidades de las que se habla, ya que se hace
referencia a la ciudad, el país, el planeta o, en general, el ENTORNO en que se vive (véase
también sobre esta cuestión § 14.4). Cuando se dice El Presidente abrió el acto se habla
igualmente de cierto individuo particular. Será único en cada comunidad (o, en general en
cada dominio; §14.4e y ss.), pero será, a la vez, distinto en función del lugar en que se use
la expresión. En estos y otros muchos casos similares se crean grupos nominales definidos
con nombres comunes. Estas expresiones designarán en ocasiones entes únicos, o tenidos
por tales en un determinado ámbito de mayor o menor extensión. Así pues, el que los
nombres definidos designen entidades FAMILIARES para los interlocutores (en el sentido
de indefinidos con facilidad por ellos sin mención previa) no los convierte necesariamente
en nombres propios, y justifica además su aparición en los diccionarios.

12.8d La interpretación de algunos nombres propios como comunes es inmediata


en ciertos casos (§ 12.7l,m), pero no tanto en los otros. Así, el sustantivo Luna designa el
satélite de la Tierra, pero —usado como nombre común— se aplica también a los de otros
planetas, como en las lunas de Saturno. El sustantivo lunas se refiere a cierto tipo de luz en
el primero de estos textos, de forma similar a como sol se refiere a ciertas radiación en el
segundo:

El camino no era fácil en la oscuridad, pues había muy poca luna y casi
siempre cubierta (Pérez-Reverte, Sol); Rechazaba tomar sol en el patio y no
acudía al salón de recreo (Chavarría, Rojo).

Se usa tomar sol en la mayor parte de los países americanos (también tomar mucho sol o
demasiado sol), pero se prefiere la variante con el artículo (Tomar el sol) en el español
europeo. En uno y otro caso, sol se emplea como nombre común. COmo los nombres no
contables se construyen también con artículo, es esperable que este aparezca en los
mismos contextos, como en la luz que despiden las velas o El sol mañanero entraba a
raudales dibujando figuras fantásticas a través del humo del fogón (Britton, Siglo).

12.8e Se utilizan como nombres comunes los sustantivos que designan marcas de
muy diversos productos: un Mercedes (en el sentido de ’un coche de la marca Mercedes’),
una Ducatti, un Rolex, una coca-cola, etc. Este proceso de conversión de nombres propios
en comunes se extiende a los que se refieren a premios (Recibió un óscar, un césar, dos
goyas), y muy especialmente a los que denotan obras de arte, sobre todo pictóricas,
identificadas por el nombre de su autor: ¿Quién viaja a Sidney, al otro lado del mundo, para
admirar un Rubens, un Rembrandt, un Velázquez o un Picasso? Nadie (Leguineche, Tierra).
Todos estos procesos se consideran formas de METONIMIA, puesto que comportan
recategorizaciones tales como ‘el nombre del autor por un ejemplar de su obra’; ‘el nombre
de una marca por uno de sus productos’, etc.

12.8f Se aplicó desde la antigüedad una variante del proceso metonímico que se
acaba de describir a los nombres propios de persona que designan ARQUETIPOS
HUMANOS. Se usan de forma general como nombres comunes los sustantivos que
aparecen en los grupos nominales siguientes:

una celestina (‘alcahueta’); un demóstenes (‘hombre muy elocuente’); un


donjuán (‘seductor’); un lazarillo (‘cierto tipo de guía’); una magdalena (‘una
mujer penitente o visiblemente arrepentida’); un nerón (‘hombre muy cruel’);
un quijote (‘hombre idealista o desinteresado’); un séneca (‘hombre muy
sabio’); un tartufo (‘hombre hipócrita y falso’); un jeremías (‘persona que se
lamenta de continuo’).

Tanto en estos últimos casos como en los descritos en el apartado anterior suele
mantenerse en la conciencia lingüística de los hablantes el nombre propio que está en el
origen de tales expresiones. Aun así, el origen de estos sustantivos se pierde
progresivamente en la conciencia de muchos hablantes, que no reconocen a Méntor
(personaje de la Odisea, consejero de Telémaco) en Yo era su mentor principal y me sentía
orgulloso de él (Somoza, Caverna) o al noble romano Cayo Cilnio Mecenas en De poco le
sirvió dedicarse a ser madrina de poetas y artistas, inquieta mecenas de su tiempo de
miriñaques y recato (Belli, Mujer). De manera análoga, solo algunos hablantes reconocen
hoy la marca Kleenex en un clínex (‘pañuelo de papel’).

12.8g Tanto en el proceso que se acaba de describir como su contrario (por tanto,
<<nombre común > nombre propio>>) constituyen formas de ANTONOMASIA. En la
segunda variante se usa como nombre propio un grupo nominal definido que no necesita
ser restringido contextualmente para referirse a un solo individuo. Es lo que sucede cuando
se emplea el Ángel caído para designar a Satanás; la Divina por Greta Garbo; el Filósofo
por Aristóteles; el Liberador por Bolívar o San Martín (según los países); el Profeta por
Mahoma o la Voz por Frank Sinatra. Estas denominaciones son muy frecuentes en la
cultura católica, en la que el Apóstol designa con frecuencia a San Pablo (aunque también a
otros apóstoles en el culto particular de algunas regiones), el Maestro a Jesucristo, la Virgen
a María, etc.

12.8h Los procesos de metonimia no se deben confundir con los propiamente


METALINGÜÍSTICOS (es decir, aquellos en los que se usa el lenguaje para hablar del
lenguaje mismo). Aun así, los nombres comunes se comportan en estos últimos casos de
forma parecida a como lo hacen los propios. Se dice, por ejemplo, Rosa es el nombre de
esta flor, de manera análoga a como se afirma Rosa es muy simpática.La sintaxis rechaza,
por el contrario *Rosa es la flor que prefiero (frente a La rosa…). Ello es así porque en los
procesos de denominación y definición se crean construcciones metalingüísticas en las que
el sujeto deja de denotar el nombre de una clase de entidades para convertir en propio el
nombre mismo de la palabra rosa. Lo mismo sucede en “Rosa” tiene cuatro letras, frente a
Rosa tiene cuatro hijos, y en otros muchos casos análogos. Así pues, el que los nombres
comunes puedan aparecer sin determinante en contextos denominativos como los
siguientes pone de manifiesto que esas preguntas con metalingüísticas:

—¿Cómo se llama el árbol? —Ombú.


—¿Cómo se denomina ese ácido? —Acetilsalicílico.
—¿Cómo se llama este objeto? —Compresor.

No es, en cambio, metalingüística la pregunta ¿Cómo se llama este niño?, en la que se


solicita el nombre propio del individuo.

12.8i Los nombre propios de persona se llaman ANTROPÓNIMOS (Luis, Clara) y


los de los animales se denominan ZOÓNIMOS (Babieca, Micifuz, Pegaso). Son también
nombres propios los que designan el nombre de las divinidades, figuras religiosas y seres
sobrenaturales en distintas culturas (Alá, Apolo, BUda, Cristo, Dios, Fortuna, Morfeo), así
como los que se refieren a seres mitológicos, fantásticos o legendarios, como Blancanieves,
Caronte, Hérfcules, Papá Noel, Pulgarcito, etc. Ello no impide que algunos de estos
nombres se usen a veces como comunes. Así, el sustantivo dios designa deidades o seres
sobrenaturales en las religiones politeístas: El culto a Santa Bárbara era la adoración de
Changó, el más hombre de los dioses africanos (Cabrera Infante, Habana).

12.8j Entre los antropónimos se suelen distinguir los NOMBRES DE PILA (Pablo,
Clara) y los APELLIDOS (García, Martínez). Muchos apellidos son a la vez NOMBRES
PATRONÍMICOS, es decir, derivados morfológicos de los nombre de pila (Fernández, de
Fernando; MArtínez de Martín: Pérez de Pero), ya que era habitual en la Edad Media que el
nombre propio de los hijos estuviera formado a partir del nombre de sus padres. Los
SOBRENOMBRES constituyen sustantivos o grupos nominales de valor identificativo, tanto
si constituyen apodos o motes (el Cojo, el Tuerto) como si se trata de SEUDÓNIMOS
(Azorín, el Brocense, Cantinflas) o de calificativos atribuidos a alguna personalidad (el
Magnánimo, el Sabio). Su posición sintáctica en las aposiciones se analizará en el §12.13.
Los seudónimos son nombres que emplean los autores para ocultar el propio: En 1970,
Perón admitió que había firmado algunos de sus artículos con el seudónimo Descartes
(Marínez, Perón). Los motes y apodos designan a los individuos a los que se refieren con
términos que revelan confianza o ironía, pero también con calificativos que pueden ser
hostiles o hirientes.

12.8k Los apodos son grupos nominales definidos constituidos muy a menudo por
un artículo determinado que inicie sobre un adjetivo calificativo (el Bizco, la Chata, el
Negro), o un sustantivo, sea en singular (la Beba, el Mono, el Rulo, el Tigre) o en plural (la
Ojos, la Pecas, el Piernas). esta última opción, con sustantivo plural, es algo más frecuente
en el español europeo que en el americano; las demás son comunes en todos los países.

Se apodaban “el Currinche”, “el Pecas”, “el Adobe” y “el Mustafá” (Luca
Tena, Renglones); [...] y aunque Ilabaca, el Guatón y Pereda, el
Incandescente, y el Negro y el Turco, y el Tigre Mundano, ya no estén para
acompañarlo a uno (Edwards, Anfitrión); Los personajes anónimos
descansan si fatiga hasta la próxima aventura. La vara de “La Cueva” (el
Zorro, el Zurdo, Pichón, el Pata ‘e Loro,el Fósforo) (Clarín 16/1/1979)

12.8l Se suele denominar ALIAS al tipo de seudónimo que algunos individuos


emplean como nombre artístico o profesional, pero también como denominación que les
atribuye el público: la Chunga, el Cordobés, la Fornarina. Asimismo, se utiliza alias, en el
sentido de ‘apodo’ o de ‘sobrenombre’, en especial entre individuos que viven al margen de
la ley. Estos usos no poseen necesariamente función descalificadora: el Cacho, el Colorado,
el Purrete, el Zurdo, etc. El término alias se puede anteponer en estas construcciones al
grupo nominal que introduce: Sin embargo, el propio Sánchez, tras su captura, los identificó
como Rolando de Jesús Sánchez Álvarez, alias el Gordo, y Gilberto Carrillo, alias Quénque
(Hora 14/1/2000).

12.8m Constituyen un tipo particular de nombres de pila los HIPOCORÍSTICOS. Se


llama así a los nombres propios de persona (y, ocasionalmente, también de animales) que
se usan en la lengua familiar como designaciones afectivas. Muchos se crean por reducción
silábica. EL procedimiento de formación más frecuente es la APÓCOPE, es decir, la pérdida
del segmento final de la palabra (Edu por Eduardo; Nico por Nicolás: Reme por Remedios;
Sebas por Sebastián; Tere por Teresa), pero a veces se forman por AFÉRESIS, es decir, por
supresión de sonidos o sílabas iniciales (Colás por Nicolás; Lina por Catalina; Lupe por
Guadalupe; Queta por Enriqueta). Este último procedimiento es poco frecuente fuera de los
nombres propios (chelo por violonchelo o bus por autobús), pero es común entre los
hipocorísticos. La apócope y la aféresis se combinan en algún caso, como Poli (de Hipólito)
y Mili (de Emilia). No son tampoco infrecuentes los hipocorísticos que proceden de la
combinación de dos elementos de un nombre compuesto, como en Juanra (de Juan
Ramón), Maite (de María Teresa), Josema (de José Manuel o José María). Otras veces, el
hipocorístico sufre simplificaciones o alteraciones mayores:

Beto por Roberto; Chabela o Chabeli por Isabel; Charo por Rosario; Chelo
por Consuelo; Chulo por Saúl; Lalo por Eduardo; Manola por Manuela;
Manolo por Manuel; Merche o Mercha por Mercedes; Nacho por Ignacio;
Suso por Jesús; Tavo por Octavio.

12.8n En unos pocos casos, el hipocorístico no manifiesta una relación morfológica


clara con el nombre de pila correspondiente: Lola por Dolores; Paco, Pancho o Curro por
Francisco. Muchos hipocorísticos admiten también diminutivos (Charito, Chelito, Lolita,
Lupita, Manolita, Panchito, Paquito), muy a menudo formados con -i final, por influjo del
ingleś: Conchi, Fonsi, Javi, Manoli, Niqui o Nicki, Paqui o Pili, Toni o Toñi. Sobre la
terminación de los diminutivos de algunos hipocorísticos (Charito, Rosarito, no *Charita,
*Rosarita) véanse los §9.5i yss. En Loli y Rosi el hipocorístico se forma directamente sobre
el nombre (Loa y Rosario) alterando la última vocal. En unos pocos casos, la formación de
hipocorísticos está determinada por factores etimológicos, como en Perico por Pedro (ant.
Pero). El sustantivo hipocorístico Pepe se forma para algunos autores sobre la abreviatura
p.p. (‘padre putativo’), pero para otros constituye una reducción del italiano Giuseppe.

12.8ñ Como se señaló en el §12.7, los nombres propios de lugar se denominan


TOPÓNIMOS. Designan continentes (América); países (Costa Rica); estados (Jalisco);
provincias (Entre Ríos); principados (Asturias); departamentos (Florida); ciudades
(Santiago); pueblos (Casupá); aldeas (Valdoncina); calles (Corrientes); barrios (Chacarita);
montañas o picos (Aconcagua); cordilleras (HImalaya); volcanes (Chimborazo); cabos (San
Lucas); golfos (San Matías); penínsulas (Labrador); islas (Menorca); estrechos (Magallanes);
istmos (Panamá), entre otros accidentes geográficos. Se hizo referencia a ciertas
propiedades gramaticales de los nombres que designan montañas, cordilleras y volcanes en
el §12.7i. Todos estos nombres propios se emplean a menudo en construcciones apositivas
(la ciudad de Buenos Aires, l a isla de Jamaica), a veces con alternancia entre la presencia y
la ausencia de la preposición . Se analizarán estas construcciones en los v 12.13t y ss.

12.8o Forman un grupo particular de topónimos (aunque un grupo separado de ellos


según algunos autores) los HIDRÓNIMOS, es decir, los nombres propios que designan ríos
(Lempa), canales (Yucatán), arroyos (Miguelete), mares (Mediterráneo), océanos (Atlántico),
etc. Estos sustantivos también se construyen a menudo en aposiciones: el río Duero
(antiguamente el río de Duero §12.13u), el mar Mediterráneo, el océano Atlántico, si bien
puede dejar implícito el nombre común: el Duero, el Mediterráneo, el Atlántico. Todos estos
nombres se acompañan del artículo aunque sean nombres propios. Compárese Luis dijo
que Alemania tiene pocos kilómetros de costa (donde Alemania no lleva artículo) con Luis
dijo que el Amazonas (no *Amazonas) tiene más de seis mil kilómetros de longitud.

12.8p Otros muchos grupos nominales de designación unívoca se asimilan a los


nombres propios. Denon festividades o conmemoraciones (la Ascensión, el Ramadán);
representaciones alegóricas (la Muerte); títulos de obras (Simón Bocanegra); fundaciones
(Lolita Rubial); órdenes religiosas (Santa Clara); empresas (El Mercurio de Antofagasta);
clubes (Club Deportivo Istmeño); corporaciones (Real Academia Española), y otras muchas
asociaciones, agrupaciones o instituciones de diversa naturaleza. Sobre el uso del artículo
en nombres de siglas (la CGT, la ONU, pero YPF), véanse los §1.7ñ y ss. y 14.2m, n.

También podría gustarte