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JORGE PRADA SÁNCHEZ

Magistrado ponente

SL2578-2023
Radicación n.° 94624
Acta 39

Bogotá, D. C., treinta y uno (31) de octubre de dos mil


veintitrés (2023).

La Sala decide los recursos de casación interpuestos


por cada uno de los demandados, contra la sentencia
proferida por la Sala Laboral del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Tunja, el 29 de julio de 2021, en el
proceso que ELVER FERNEY SUÁREZ PEÑA adelantó
contra ESTHER BUITRAGO OVALLE, y HÉCTOR ZAMIR y
RAMIRO EDUARDO CABANZO BUITRAGO.

I. ANTECEDENTES

El demandante pidió declarar que estuvo vinculado


con los demandados mediante un contrato de trabajo,
ejecutado entre el 19 de abril y el 26 de junio de 2017,
cuando sufrió un accidente de trabajo en que medió culpa
del empleador. Reclamó el pago de los derechos laborales
causados hasta la terminación del vínculo, junto con la

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indemnización plena de perjuicios, ‹‹los intereses corrientes y


moratorios», la indexación y las costas del proceso.

Relató que trabajó en la mina de esmeraldas la


Fortuna, vereda Palo Arañado, municipio de Macanal, al
servicio de los demandados. Que cumplió labores de
perforador con martillo de aire y columna, en jornada de
07:00 AM a 05:00 PM, de lunes a viernes y sábados de 7:00
AM a 12:00 M.

Precisó que nunca fue afiliado al sistema general de


seguridad social y que el 26 de junio de 2017, mientras
desarrollaba su trabajo, sufrió un accidente laboral cuando
‹‹se estalló un tiro de dinamita que le había quedado sin
detonar al señor Víctor, polvorero de la mina». Añadió que no
contaba con medios de protección y el empleador no
realizaba la medición de gases y demás controles para
evitar siniestros como el ocurrido.

Ramiro Eduardo y Héctor Zamir Cabanzo Buitrago se


opusieron a las pretensiones y formularon las excepciones
de falta de causa para demandar y culpa exclusiva de la
víctima. Negaron la existencia de una relación laboral con el
actor, como quiera que ‹‹el único vínculo existente es una
relación comercial debido a las actividades comerciales que
realizan de compra y venta de esmeraldas a diferentes
guaqueros». Negaron poseer un título minero sobre el
yacimiento en el que se accidentó el demandante.

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Esther Buitrago Ovalle también repudió las


pretensiones y blandió las excepciones de inexistencia de la
relación laboral, inepta demanda, inexistencia de
presupuestos legales y fácticos para la prosperidad de las
pretensiones, falta de legitimación en la causa, culpa
exclusiva de la víctima, mala fe y temeridad de la
demandante, buena fe de la parte demandada, objeto ilícito
y causa ilícita.

Negó la relación laboral y adujo que el accidente


sufrido por el demandante fue ‹‹a cuenta y riesgo propio pues
las esmeraldas que encuentran son de su propiedad y las
pueden comercializar libremente». Enfatizó que se dedica a la
‹‹guaquería y la compra y venta de esmeraldas», y que el
accionante llegó a la zona a realizar su labor en forma
independiente. Negó algún vínculo societario con los otros
demandados, quienes ‹‹se dedican a la comercialización de
esmeraldas para venderlas posteriormente en Bogotá».

II. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

El 20 de mayo de 2021, el Juzgado Civil del Circuito


de Garagoa declaró que entre el actor y los demandados
existió un contrato de trabajo desde el 19 de abril hasta el
26 de junio de 2017, y que existió culpa suficientemente
comprobada del empleador en el accidente de trabajo
ocurrido el último día. Declaró no probadas las excepciones.

Condenó al pago indexado del auxilio de cesantía por


$137.297, intereses sobre la cesantía por $16.475, prima de

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servicios en $137.297, compensación por vacaciones por


$68.648. Impuso indemnización plena de perjuicios,
teniendo en cuenta un lucro cesante consolidado de
$59.801.394 y futuro por $212.746.422; perjuicios morales
por $18.170.520 para el actor y $9.085.270 para su hijo
menor de edad.

Adicionalmente, condenó a los demandados a pagar al


actor la pensión de invalidez a la que tendría derecho de
haber sido afiliado al sistema, con base en una pérdida de
capacidad laboral (PCL) del 79%. La tasó en un salario
mínimo legal mensual, por 13 mesadas al año, pagadera
desde el 26 de junio de 2017 y ‹‹durante el tiempo que
persistan las causas que dieron origen a esta prestación».
Calculó el retroactivo de 2017 en $5.164.019; 2018 por
$10.156.546; 2019 en $10.765.508; 2020, $11.411.439;
2021, en $4.542.630, junto con los intereses del artículo
141 de la Ley 100 de 1993. Dispuso la afiliación a la EPS
que eligiera el demandante y habilitó el descuento del
porcentaje a cargo de este. Gravó a los accionados con las
costas del proceso y absolvió en lo restante.

III. SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA

Al resolver la apelación de los demandados, el Tribunal


confirmó la sentencia del a quo, con costas a cargo de los
apelantes.

Anunció que se ocuparía de esclarecer si existió una


relación laboral entre las partes, si se demostró culpa

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patronal, si había lugar a compensar la pensión de invalidez


con la indemnización de perjuicios y ‹‹si era posible utilizar
facultades extra petita para establecer la fecha de
estructuración de la invalidez».

En lo que interesa al recurso extraordinario, refirió los


artículos 23 y 24 del Código Sustantivo del Trabajo, así
como apartes de la sentencia CSJ SL, 12 feb. 2020, rad.
68636, sobre la presunción de existencia del contrato de
trabajo. En esa línea, advirtió que los demandados no
desconocieron que el demandante laboraba en la extracción
de esmeraldas en la mina Palo Arañado, ‹‹pero han afirmado
que lo hacía de manera independiente, como guaquero, sin
dependencia de ellos pues su actividad principal era la
comercialización de esmeraldas y no la explotación de
minería».

Precisó que, en contra de lo argumentado en la


apelación, ‹‹en virtud de la citada presunción, la
subordinación no necesita su demostración sino, por el
contrario, es necesario desvirtuar su existencia en caso de
probarse la prestación personal del servicio». Acotó que la
labor personal del promotor del proceso quedó acreditada
con abundante prueba testimonial, que daba cuenta de las
condiciones en que se realizaba la actividad, suficiente para
colegir que los enjuiciados fueron los patronos del
accionante.

Dedujo que los primeros suministraban a los


guaqueros «los elementos necesarios para realizar la labor,

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dándoles además alojamiento y alimentación y se


beneficiaban de la actividad personal del demandante pues,
contrariamente a lo que afirman los demandados, no es
cierto que el material extraído puedan comercializarlo
libremente».
Descartó, entonces, que los convocados a juicio
hubieran probado que la labor se ejercía con
independencia. Halló despejada toda duda ‹‹acerca de la
identidad de los demandados», en tanto los testigos fueron
contestes en señalarlos como las personas que ejercían
control sobre la mina y se lucraban de esa actividad, bajo
un esquema que si bien, no supuso una sociedad comercial
formal, sí conllevó una relación comercial para la
explotación conjunta del yacimiento, empleando para el
efecto al actor, entre otros mineros. Continuó:

No existe la confesión a que alude la apelación, afirmando que


el hecho de que el actor se haya referido a los señores NESTOR
JULIO SANCHEZ y GUSTAVO SANABRIA como sus compañeros
significa que reconoce que su patrono era GUSTAVO NOVOA,
pues lo que se concluye del análisis conjunto de su exposición
es que, por compartir espacios comunes, todos se consideran
compañeros, independientemente de que prestaran servicio en
el corte de Gustavo o en el de los demandados, pues ambos
tenían una misma entrada y las condiciones en que
desarrollaban labores eran similares.

De cara a la culpa del empleador en el accidente de


trabajo, refirió que según lo inferido por el a quo, cuando el
actor ejecutaba su labor como perforista ‹‹estalló el tiro de
pólvora que al parecer había dejado sin activar en la tarde
anterior la persona encargada». Además, que el trabajador
ingresó a la mina ‹‹sin contar con los elementos y

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herramientas propias de la seguridad industrial», por lo que


‹‹el empleador faltó tanto a sus deberes de tomar las
precauciones de brindar la seguridad industrial para la
explotación de esmeraldas en la mina como también faltó a
su deber de afiliar al trabajador a la seguridad social».
De ahí, dedujo la falta de cuidado que debe tener todo
hombre prudente en sus negocios, en tanto ‹‹no tomó las
medidas preventivas para evitar la ocurrencia de un hecho
dañoso, no suministró los elementos propios de la seguridad
industrial». Descartó que los argumentos de los demandados
desvirtuaran la claridad que tuvo el juez singular acerca de
las circunstancias en que ocurrió el accidente, en tanto se
dedicaron a negar la existencia de la relación laboral.
Asimismo, que la insistencia en que cada guaquero asume
su propia responsabilidad al ingresar a la mina, no suponía
la culpa exclusiva de la víctima.

IV. RECURSO DE CASACIÓN

Interpuesto por Esther Buitrago Ovalle, fue concedido


por el Tribunal y admitido por la Corte. Se procede a
resolver.

V. ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN

Mediante un cargo, que denomina primero, y fue


replicado en tiempo, pretende que la Corte case la sentencia
‹‹confirmada en segunda instancia», para que, en sede de
instancia, revoque la condenatoria de primer grado.

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VI. CARGO ÚNICO

Acusa violación directa, por interpretación errónea, del


artículo 24 del estatuto laboral.

En lo que denomina ‹‹errores de hecho», se pregunta si


‹‹¿la presunción del artículo 24 admite prueba en contrario?» y
si ‹‹¿la subordinación no necesita probarse por la prestación
personal del servicio?».

Cuestiona la intelección de la norma, dado que no se


acreditó ‹‹la subordinación por parte de mi mandante a el
señor ELVER FERNEY SUAREZ PEÑA y su vez al interior del
proceso no existe prueba que respalde o se comprueba la
subordinación». Acusa ‹‹como pruebas que no fueron
valoradas en su integridad, interrogatorio de parte del
demandante (…) Y LAS TESTIMONIALES de VICTOR MANUEL
RINCON».

Asegura que de la declaración del actor no se


desprende ‹‹la configuración de los elementos propios de una
relación laboral», lo que se hace más evidente ‹‹cuando dicho
interrogatorio se confronta con las Testimoniales recibidas
tanto de la parte Demandante como de la Parte Demandada».
Añade que ninguno de los testigos ‹‹de la parte Demandante
pudo explicar por qué afirmaron la condición de socia de la
Señora BUITRAGO OVALLE, ya que a pesar de así decirlo, lo
cierto es que el interrogárseles sobre la razón de su dicho,
sus afirmaciones constituían simples apreciaciones
subjetivas».

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Deplora que el Tribunal realizara ‹‹una valoración de la


totalidad de las pruebas recaudadas», en las que ‹‹se permite
verificar que la parte demandante demostró la existencia de
un accidente ocurrido en una actividad no regulada como lo
es la Guaquería de Esmeraldas», pero ‹‹no se entró a
demostrar las acciones u omisiones que motivaron el mismo,
y que ellas se hubieren dado por culpa grave o dolo de los
demandados». Para concluir esgrime:

Es clara, con base en la actividad de trabajo de guaquería y


experiencia que para la fecha de los hechos tenía el
demandante en la extracción minera, que él contaba con la
experticia propia, así como la de los demás guaqueros, y que las
lesiones acaecidas al Señor ELVER FERNEY SUAREZ PEÑA, fue
originada por causas extrañas a los demandados, y en especial
a ESTHER BUITRAGO OVALLE, hecho por el cual al romperse
el nexo de causalidad, se deslegitima cualquier responsabilidad
en cabeza de quien represento.

VII. RÉPLICA

El demandante sostiene que la censura se equivoca en


la identificación del fallo gravado, en tanto pide el quiebre
de la decisión de primer grado. En todo caso, dice, uno solo
de los demandados no puede aspirar a que se revoque la
decisión proferida en contra de todos. Asimismo, que la
recurrente mezcla indistintamente disquisiciones jurídicas y
fácticas, en un cargo enderezado por la senda del derecho.

VIII. CONSIDERACIONES

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Al identificar el pronunciamiento objeto del recurso


extraordinario, la censura llama a confusión, pues alude a
la sentencia ‹‹confirmada en segunda instancia». Sin
embargo, se trata de una imprecisión que no impide
entender que lo perseguido es el quiebre de la decisión de
segundo grado, para que, en sede de instancia, se revoque
la del a quo y, en su lugar, se nieguen las pretensiones.

Tampoco pasa inadvertido que la recurrente introduce


planteamientos de orden fáctico, pese a que el único cargo
propuesto se encamina a discutir la intelección del artículo
24 del Código Sustantivo del Trabajo. La Sala se centrará
en lo segundo, que constituye el sentido inequívoco de la
acusación, y desechará lo primero; con mayor razón, si
ningún esfuerzo realiza la censura por acreditar un
desacierto en la valoración de pruebas calificadas en la
casación laboral.

Superado lo anterior, importa recordar que el Tribunal


corrigió a los demandados, en tanto aclaró que en virtud de
la presunción prevista en el artículo 24 del estatuto laboral,
«la subordinación no necesita su demostración sino, por el
contrario, es necesario desvirtuar su existencia en caso de
probarse la prestación personal del servicio». Desde esa
perspectiva, señaló que la abundante prueba testimonial no
ofrecía duda de la actividad personal del demandante a
favor de los convocados al proceso, activando así la
presunción de contrato de trabajo, que no fue desvirtuada
en tanto los segundos no acreditaron que la labor se ejecutó
en forma autónoma e independiente.

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En ese orden y en armonía con los interrogantes que


se formulan en el cargo, compete a la Sala verificar si el
colegiado de instancia se equivocó, cuando consideró que la
acreditación de la prestación personal del servicio relevaba
al actor de probar la subordinación jurídica a que estuvo
sometido y si ‹‹la presunción del artículo 24 admite prueba en
contrario».
Basta acudir al tenor literal de la norma en cuestión
para descartar el error endilgado al fallador de segundo
grado, porque no queda duda de que su sentido y alcance
coincide con lo que el colegiado entendió luego de su
lectura. Reza la disposición que ‹‹se presume que toda
relación de trabajo personal está regida por un contrato de
trabajo»; de ahí que, como pacífica e inveteradamente lo ha
enseñado esta Corporación, probada la prestación personal
del servicio se presume la existencia del contrato de trabajo
«y es a la empleadora a quien le corresponde desvirtuar
dicha presunción con la que quedó beneficiado el operario»
(CSJ SL, 24 abr. 2012, rad. 39600).

Al tratarse de una presunción legal, desde luego que


admite prueba en contrario o puede ser desvirtuada. Por
ello, si las pruebas aportadas dan cuenta de que la relación
entre los contendientes no fue de índole laboral, por haber
primado la autonomía o independencia del prestador del
servicio o por no estar regida por un contrato de trabajo, así
habrá de declararse (CSJ SL, 29 nov, 2005, rad. 23795).
Empero, mal puede afirmarse que el Tribunal ignoró o
tergiversó esa regla; cosa muy distinta es que, del ejercicio

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de valoración probatoria, que no es objeto de ataque, coligió


que el demandado no desvirtuó tal presunción en tanto no
acreditó alguno de los escenarios descritos; por ello, se
mantuvo intacta la ventaja probatoria en beneficio del actor.

De lo dicho, queda claro que la insistencia de la


recurrente en que debió acreditarse la subordinación
ejercida sobre el trabajador, constituye una aspiración
abiertamente infundada.

Por otra parte, las escasas alusiones a lo concluido en


segunda instancia sobre la culpa patronal no estructuran
una verdadera acusación, en punto a las inferencias del ad
quem en esta materia. En cualquier caso, si se entendiera
que el reproche va encaminado a que el Tribunal no se
ocupó de verificar la culpa suficientemente demostrada del
empleador en el accidente de trabajo, tal planteamiento no
tiene de donde asirse.

El juez colegiado no solo corroboró y prohijó el


escenario fáctico delineado desde la primera instancia, en
cuanto al obrar negligente del empleador por no
suministrar los medios de protección requeridos y omitir
sus deberes en materia de seguridad industrial; también,
desestimó por superfluos los argumentos de los
demandados en función de desvirtuar la claridad que tuvo
el a quo sobre las circunstancias en que ocurrió el
accidente, en tanto se dedicaron a negar la existencia de la
relación laboral. Tales inferencias no son objeto de
cuestionamiento, por la senda correspondiente.

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El cargo no prospera.

Las costas en el recurso extraordinario estarán a cargo


de la recurrente y a favor del demandante. Se fija la suma
de $10.600.000 a título de agencias en derecho, que deberá
ser tenida en cuenta dentro de la liquidación que realice el
juez de conocimiento, en los términos del artículo 366 del
Código General del Proceso.

IX. RECURSO DE CASACIÓN

Interpuesto por Héctor Zamir Cabanzo Buitrago, fue


concedido por el Tribunal y admitido por la Corte. Se
procede a resolver.

X. ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN

Mediante un cargo, que denomina primero y fue


replicado en tiempo, pretende que la Corte case la sentencia
impugnada, para que, en sede de instancia, revoque la
condenatoria de primer grado.

XI. CARGO ÚNICO

Acusa violación indirecta, por aplicación indebida,


de los artículos 23, 24 y 216 del Código Sustantivo del
Trabajo.

A título de errores manifiestos de hecho, señala:

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1. Dar por demostrado sin estarlo que el señor EVER FERNEY


SUAREZ PEÑA prestó sus servicios personales a favor de
HÉCTOR ZAMIR CABANZO BUITRAGO.
2. Dar por demostrado sin estarlo que el señor ZAMIR
CABANZO BUITRAGO fue beneficiario de la labor desplegada
por el señor EVER FERNEY SUÁREZ PEÑA.

3. Dar por demostrado sin estarlo que la labor desempeñada


por el señor EVER FERNEY SUÁREZ PEÑA era subordinada al
señor ZAMIR CABANZO BUITRAGO.

4. Dar por demostrado sin estarlo que el señor EVER FERNEY


SUÁREZ PEÑA, al momento del accidente, estaba laborando a
órdenes del señor HÉCTOR ZAMIR CABANZO.

Como pruebas no valoradas, menciona ‹‹el


interrogatorio de parte del demandante» y ‹‹la declaración
extra-juicio del señor CRISTIAN CAMILO VILLAMIL». Como mal
apreciadas, las ‹‹certificaciones expedidas a favor de los
señores ZAMIR, WILSON y RAMIRO CABANZO BUITRAGO, en donde
denotan que su actividad económica es el comercio de
esmeraldas».

Se detiene en la declaración del demandante para


destacar que al ser indagado sobre ‹‹la forma en que se
hacían los remates, él evade la pregunta, por lo que
evidentemente debe cargar con las consecuencias negativas
al evadir
la respuesta en una pregunta dentro del interrogatorio de
parte».

Reprocha que el Tribunal coligiera un lucro derivado


de la explotación de la mina, ‹‹aspecto que en nada implica
que una relación comercial en procura de obtener piedras

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preciosas a un buen precio en los mentados remates derive


en que sea declarado como beneficiario de la labor
desarrollada por el demandante». De ahí que, en su parecer,
‹‹el punto de utilidad no fue debidamente probado, e incluso
la respuesta evasiva del demandante implica unas
consecuencias negativas en su contra al momento de evaluar
el interrogatorio».
Sostiene que los testimonios recaudados en el proceso
no permiten inferir lo contrario, en tanto no ‹‹les consta
personalmente, y valga señalar, usan una fórmula genérica
de asignación de responsabilidad laboral a los hermanos
Cabanzo, sin individualizar ni señalar las actividades
propias de cada uno, así como tampoco dan razón de su
dicho».

Asegura que de las «certificaciones expedidas por los


señores Jesús Ángel Martínez Sánchez, Javier Alirio
Fernández Salas, Jairo Sandoval Mora y Pablo Antonio
Malaver Parada», es fácil concluir que ‹‹el Señor ZAMIR
CABANZO labora en la compra y venta de esmeraldas, razón

por la cual se desplaza a diferentes minas del sector a fin de


comprarlas sin que este hecho implique que era el
beneficiario de la prestación personal del servicio del
trabajador».

Pide examinar ‹‹la declaración extra-juicio del señor


Cristian Camilo Villamil», dado que permite entrever que el
actor ‹‹estaba trabajando bajo su cuenta y riesgo en un sitio
diferente al indicado como de propiedad de los señores

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CABANZO y ESTHER OVALLE, por lo que el beneficiario de su

labor era un tercero diferente a los acá demandados».

Asevera que en su declaración, el demandante siempre


‹‹aludió al señor VÍCTOR RINCÓN, quien, como encargado de la
mina, verificaba la entrada, la salida, el producido y los
horarios de apertura y cierre de la mina». Que al ser
indagado sobre el vínculo entre Rincón y Héctor Zamir
Cabanzo Buitrago, ‹‹el demandante sólo atina a decir que la
mina era de propiedad de los Cabanzo, que VÍCTOR RINCÓN
era el administrador y que él trabajaba en el corte de ellos».
Es decir, sostiene, que el declarante ‹‹se aviene que la
subordinación jurídica la realizaba el señor VÍCTOR RINCÓN».

Afirma que, como no se benefició de la actividad del


accionante, no tenía posibilidad de derruir la presunción
del artículo 24 del Código Sustantivo del Trabajo, por
manera que el Tribunal no podía asignarle el deber de
demostrar algo que no estaba a su alcance.

En cuanto a la culpa patronal en el accidente de


trabajo, pide revisar la declaración extrajuicio de Cristian
Camilo Villamil, de donde infiere que ‹‹la exposición al riesgo
fue exclusiva del trabajador al abordar una zona de
explotación que le corresponde a otra persona y no a los
demandados».

XII. RÉPLICA

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En lo fundamental, el actor anota que el Tribunal sí


valoró su declaración; que, en todo caso, el cargo se
sustenta en pruebas no calificadas en casación y no explica
en qué consistieron los desaciertos fácticos enrostrados.

XIII. RECURSO DE CASACIÓN

Interpuesto por Ramiro Eduardo Cabanzo Buitrago,


fue concedido por el Tribunal y admitido por la Corte. Se
procede a resolver.

XIV. ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN

Mediante un cargo, que denomina primero y fue


replicado en tiempo, pretende que la Corte case la sentencia
impugnada, para que, en sede de instancia, revoque la
condenatoria de primer grado.

XV. CARGO ÚNICO

Acusa violación indirecta, por aplicación indebida, de


los artículos 23 y 24 del Código Sustantivo del Trabajo.

A título de errores manifiesto de hecho, denuncia:

1. Dar por demostrado sin estarlo que el señor EVER FERNEY


SUAREZ PEÑA prestó sus servicios personales a favor de
RAMIRO CABANZO BUITRAGO.
2. Dar por demostrado sin estarlo que el señor RAMIRO
CABANZO BUITRAGO fue beneficiario de la labor desplegada
por el señor EVER FERNEY SUAREZ PEÑA.

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Como prueba no valorada, menciona ‹‹el interrogatorio


de parte del demandante». Como mal apreciadas, ‹‹las
certificaciones expedidas a favor de los señores ZAMIR,
WILSON y RAMIRO CABANZO BUITRAGO, donde denotan
que su actividad económica es el comercio de esmeraldas».

Explica que, al referirse a la propiedad de la mina, el


demandante respondió ‹‹en general que los hermanos
CABANZO, al preguntarle por quién entregaba los elementos

de trabajo, elude la respuesta y en su lugar, indica que éstos


eran de propiedad de los hermanos CABANZO, y en algunas
otras oportunidades menciona, ellos (sic)». Sin embargo,
expone, a partir del minuto 14 de su declaración, ‹‹el
demandante confiesa que únicamente se relacionaba
laboralmente con la señora ESTHER OVALLE y con el señor
ZAMIR CABANZO, por lo que existe confesión que mi
patrocinado no era beneficiario de las supuestas labores
desempeñadas por el demandante».

Asevera que el promotor del litigio enfatizó que recibía


órdenes del administrador Víctor Rincón, pero no precisó
quién lo nombró, a quién rendía cuentas, ni a quién le
prestaba servicios; tampoco, supo identificar al beneficiario
de la labor que esta persona desplegaba, ni la
representación que supuestamente ostentaba, «suponiendo
la existencia de una sociedad de hecho entre los señores
RAMIRO y ZAMIR CABANZO con la señora ESTHER OVALLE, sin un

conocimiento cierto de su dicho». Añade que:

Evidentemente el deber del trabajador es probar los supuestos


de hechos consagrados en los artículos 23 y 24 del C. S. T., esto

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a fin de obtener la declaratoria de existencia de un contrato de


trabajo y obtener la ventaja probatoria de subvertir la carga de
la prueba, en lo que a subordinación se refiere, aspecto que fue
omitido por el Tribunal ya que el trabajador se limitó a señalar
que “los hermanos CABANZO” y ESTHER OVALLE eran quienes
daban herramientas, mercado y compraban las esmeraldas
producidas, más no demostró que fueran a ellos a quienes le
prestaba sus servicios.

Asegura que como ‹‹lo anterior da paso a estudiar las


pruebas testimoniales», cuestiona que los declarantes no
señalaron concretamente a Ramiro Cabanzo Buitrago como
uno de los empleadores; con mayor razón, en tanto aquel
‹‹es conocido por su labor comercial en la compra y venta de
esmeraldas, queriéndolo hacer pasar como patrono sin que
haya prueba de que haya sido beneficiario de la labor
desplegada por el demandante».

XVI. RÉPLICA

En lo central, el demandante anota que el Tribunal sí


valoró su declaración; que, en todo caso, el cargo se
sustenta en pruebas no calificadas en casación y no explica
en qué consistieron los desaciertos fácticos enrostrados.

XVII. CONSIDERACIONES

Dada la evidente similitud en propósito,


argumentación y medios de prueba denunciados, la Sala
estudiará en conjunto los recursos presentados por los
demandados Cabanzo Buitrago.

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En ese horizonte y en armonía con las acusaciones,


lo que sigue es discernir si el colegiado de instancia se
equivocó por no hallar infirmada la presunción de
existencia del contrato de trabajo de cada uno de los
recurrentes, así como por dar por demostrada la culpa de
estos en el accidente de trabajo que afectó al
demandante.

Sin duda, lejos está la censura de probar que el


Tribunal ignorara algún elemento con alcance de confesión,
en la declaración del actor. Como los propios recurrentes lo
admiten, el promotor del proceso insistió en que prestó
servicios para los demandados; que estos le suministraban
alojamiento, alimentos y medios de trabajo y que
recibía órdenes directas del administrador que aquellos
designaron. Desde luego, de allí mal podría
derivarse el reconocimiento de un actuar autónomo e
independiente.

Por lo demás, la Sala observa que los recursos


estudiados van encaminados, de un lado, a argumentar que
los aparentes silencios o respuestas evasivas del actor le
deben reportar consecuencias negativas y, del otro, a
promover una especie de división de la declaración, a
fin de que se tenga en cuenta la parte en que
omitió mencionar a uno de los empleadores, por encima de
aquellas oportunidades en que se refiere indistintamente a
los tres.

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Lo primero, se exhibe extemporáneo y desborda la


senda por la cual se orienta la acusación, en tanto no
persigue demostrar que el Tribunal ignoró lo que el actor
habría confesado, sino que se le tenga por confeso debido a
unas respuestas evasivas. Lo segundo, simplemente
colisiona contra las restricciones que se derivan del artículo
196 del Código General del Proceso.

En vista de lo anterior, la Sala no puede adentrarse en


el análisis de los testimonios y las declaraciones extra juicio
de terceros, ni en las certificaciones emitidas por personas
naturales acerca de sus relaciones comerciales con los
demandados. Ninguno tiene la condición de prueba
calificada en casación laboral (art. 7 Ley 16/69), de suerte
que su estudio solo se abriría paso si se hubiera acreditado
un desacierto en la valoración de una prueba que tuviera
esa condición, que no es el caso.

Corolario de lo expuesto, no prospera ninguno de los


recursos de casación.

Las costas en el recurso extraordinario estarán a cargo


de los recurrentes y a favor del demandante. Se fija la
suma de $10.600.000 a título de agencias en derecho, a
cargo de cada impugnante, que deberá ser tenida en cuenta
dentro de la liquidación que realice el juez de conocimiento,
en los términos del artículo 366 del Código General del
Proceso.

SCLAJPT-10 V.00
21
Radicación n.° 94624

XVIII. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de


Justicia, Sala de Casación Laboral, administrando justicia
en nombre de la República y por autoridad de la ley, NO
CASA la sentencia dictada el 29 de julio de 2021 por la Sala
Laboral del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Tunja,
dentro del proceso ordinario laboral seguido por ELVER
FERNEY SUÁREZ PEÑA contra ESTHER BUITRAGO
OVALLE, HÉCTOR ZAMIR y RAMIRO EDUARDO
CABANZO BUITRAGO.

Costas, como se dejó dicho.

Cópiese, notifíquese, publíquese, cúmplase y


devuélvase el expediente al Tribunal de origen.

DONALD JOSÉ DIX PONNEFZ

JIMENA ISABEL GODOY FAJARDO


Ausente con excusa

JORGE PRADA SÁNCHEZ

SCLAJPT-10 V.00
22

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