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Pensamiento cubano:

la relación del pensamiento martiano


y el marxista-leninista

Leonardo Pérez Leyva


Leonardo Pérez Leyva, 2010
Editorial Feijóo, 2010

Edición: Liset Ravelo Romero


Corrección: Estrella Pardo Rodríguez
Diagramación: Roberto Suárez Yera
Cubierta: Claudia María Larrea Marin

ISBN: 978-959-250-521-6

Editorial Samuel Feijóo, Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas, Carretera a
Camajuaní, km 5 ½, Santa Clara, Villa Clara, Cuba. CP 54830
Índice

Introducción

Capítulo I. Principios teórico-metodológicos para la relación

- José Martí y el pensamiento filosófico en Cuba: una reflexión necesaria.

- El pensamiento filosófico de José Martí y su presencia en el pensamiento marxista-


leninista en Cuba.

- Fidel Castro Ruz acerca de la relación entre el pensamiento martiano y el marxista-


leninista: análisis cronológico.

- José Martí y el problema del método en la filosofía. ¿Síntesis o articulación?

- Las fuentes teóricas en la recepción de José Martí y Carlos Marx sobre las clases
sociales y sus relaciones.

Capítulo II. Caracterización de la relación como síntesis

- La dialéctica individuo-sociedad en la síntesis del pensamiento martiano y marxista-


leninista: la identidad como el principio fundamental.

- Otros principios que contribuyen a la identidad individuo-sociedad en la síntesis del


pensamiento martiano y marxista-leninista.

- Necesidad de adecuar la enseñanza de la filosofía marxista-leninista en Cuba a las


exigencias del desarrollo ideológico.

- Proyección filosófica del pensamiento de José Martí en el siglo XXI: la síntesis del
pensamiento martiano y marxista-leninista.

Conclusiones generales
Introducción

En el libro sobre Pensamiento cubano: la relación entre el pensamiento martiano y


marxista-leninista se parte de los estudios que sobre este pensamiento ha desarrollado
un grupo de investigadores de la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas. La
necesidad de estudiar esta relación ha sido señalada por prestigiosos investigadores
de la obra de José Martí, con diversas formaciones y ocupaciones profesionales como
son: Armando Hart Dávalos,1 Gaspar Manuel Jorge García Gallo,2 José Cantón
Navarro,3 Roberto Fernández Retamar4 y Luis Toledo Sande,5 entre otros que han
insistido igualmente en su importancia.

Los estudios desde la perspectiva señalada sobre el pensamiento cubano después del
triunfo de la Revolución cubana, se han desarrollado por parte de numerosos
investigadores, entre los que pueden mencionarse a Armando Hart Dávalos,6 Raúl
Valdés Vivó,7 Olivia Miranda Francisco,8 José Cantón Navarro,9 María Caridad
Pacheco10 y Juana Rosales García11, entre otros.

Estos estudios también han ocupado un espacio cada vez más amplio en libros como:
Pensamiento político cubano12 y Selección de lecturas de cultura política.13

Aunque esta relación ha sido concebida con diversos términos, las dificultades para el
estudio de la relación entre el pensamiento martiano y marxista-leninista como síntesis
se expresan en que al examinar las diferencias reales y supuestas, entre el
pensamiento martiano y el marxista-leninista «encontraríamos desde luego, enfoques
distintos sobre asuntos de mayor o menor importancia, sobre todo en el campo de las
concepciones filosóficas o en el análisis de los sistemas y clases sociales (formación,
lugar que ocupan, papel que desempeñan, métodos de lucha). Pero hallaríamos
también un número insospechado de coincidencia esenciales».14 Incidir en la búsqueda
y complementación de las diferencias e identidades permite su comprensión como
síntesis.

Las dificultades de enfoques distintos en el campo de las concepciones filosóficas


tienen que ver con la mayoritaria valoración que se ha hecho acerca de la posición
filosófica idealista con que se caracteriza al pensamiento de José Martí. Sin embargo,
en primer lugar, este criterio no es absoluto y existe igualmente, sin considerar a los
que han hecho valoraciones que lo acercan al materialismo del marxismo, una
tendencia mayoritaria a diferenciar sus posiciones filosóficas (realistas) respecto a los
problemas sociales; ello tiene relación con un problema teórico no resuelto en el
marxismo-leninismo, la relación entre el llamado materialismo dialéctico y el
materialismo histórico; en segundo lugar ha existido un problema que tiene que ver con
el dogmatismo en la utilización del valor metodológico del problema fundamental de la
filosofía que no ha sido superado aunque se observa una tendencia a la superación.

Otro tanto ocurre con el análisis de los sistemas y clases sociales (formación, lugar que
ocupan, papel que desempeñan, métodos de lucha) donde la mayoría de los
estudiosos coinciden en las diferencias de concepciones entre el pensamiento martiano
y el marxista-leninista. Pero, al respecto es necesario destacar, en primer lugar, el
desarrollo del pensamiento martiano sobre el tema al llegar a concebir la revolución de
liberación nacional con la participación de todas las clases interesadas en el empeño, e
incluso, destacar el tema de la relación entre clases y partido, ya que al concebir José
Martí la creación de un solo partido se adelantó al leninismo, las diferencias entre ellos
se complementan en la idea idéntica de que para dirigir la revolución y la sociedad solo
basta con la existencia de un partido; en segundo lugar, los estudios realizados al
respecto no profundizan lo necesario en las fuentes teóricas que generaron diferencias
pero también identidades. En ambos temas se imponen nuevas reflexiones a la luz del
propio desarrollo del pensamiento filosófico.

Otra de las dificultades que debemos considerar cuando de la relación entre el


pensamiento martiano y el marxista-leninista se trata es la cuestión ideología-filosofía.
Esta problemática quedó expresada en la convocatoria al IV Congreso del PCC, en ella
se decía que: «nuestro partido único, martiano y marxista-leninista, asume grandes
responsabilidades ante la sociedad. […] si en años anteriores por determinadas
causas, se relegó la tarea de sintetizar los fundamentos teóricos de nuestro camino al
socialismo, y de colocar en su justo lugar los aportes de nuestro proceso a la teoría
universal de Marx, Engels y Lenin, ahora es preciso impulsarla vigorosamente […]
nuestras ciencias sociales y humanísticas, debilitadas en el pasado por la falta de
auténtico debate científico y la tendencia a copiar y repetir supuestas verdades
establecidas por otros, están llamadas a resurgir con fuerza y hacer sentir su papel en
la investigación, el conocimiento y la transformación de nuestras realidades sociales».15
Esta idea, se encuentra reiterada en otros documentos partidistas por dirigentes de la
revolución.16

Para la ideología de la Revolución cubana tal y como considera Miguel Limia,17 parece
claro que al estudiarla, ésta no se circunscribe al análisis de su pensamiento político,
sin menoscabar por ello el relevante papel organizador que este ha desempeñado en el
desarrollo de la cultura nacional. Ha de verse por necesidad toda la percepción del
mundo, la concepción del hombre, la representación de la sociedad y los proyectos
revolucionarios genuinos que en estos planos se han venido promoviendo desde
comienzo del siglo XIX.

Esto quiere decir que ha de pensarse a fondo el pensamiento estético-artístico, ético,


político, pedagógico, cosmovisivo-filosófico, jurídico, económico, etc., de la aún
naciente comunidad humana cubana.

Por eso, afirmar a secas que la ideología revolucionaria cubana es el marxismo-


leninismo constituye una tesis incompleta, inexacta e histórica y sociológicamente
insostenible en esta forma abstracta de su formulación. Otra cuestión sería referirnos a
su carácter marxista-leninista en la última etapa de la historia vivida por el país.

Continúa diciendo Limia que el marxismo-leninismo se ha incorporado a la ideología de


la revolución cubana en este siglo, pero ha devenido su configuración sólo después de
la revolución triunfante de 1959. Por demás, el marxismo-leninismo no es una
protoideología o una realidad espiritual preexistente y con un contenido «vacío» o
esquemático, sino un programa de asimilación cognoscitivo-valorativa y práctico-
transformadora de la realidad, social en particular, y en esa misma medida sólo puede
funcionar en una cultura de manera histórico-concreta.

Sustentar exclusivamente que el marxismo-leninismo equivale a la ideología


revolucionaria cubana aporta poco al propósito del contenido específico de la realidad
espiritual, de nuestra especificidad humana, de lo que nos distingue como
revolucionarios, de cómo en nuestra cultura se articulan el pensamiento y la obra de los
próceres y las distintas generaciones de revolucionarios, de cómo se determina y
funciona en su realidad el pensamiento transformador de las masas populares vivas y
reales.

Además, resulta evidente que el marxismo-leninismo se ha hecho un fenómeno


dominante en la configuración de la vida espiritual cubana y en la inspiración de la
actividad revolucionaria a través de la labor dirigente y pedagógica de Fidel Castro,
mediante cuya creación personal pasa la manera particular en que se han
concientizado los intereses cardinales del pueblo en las distintas etapas de la
revolución triunfante en 1959, y se han trazado los correspondientes objetivos de
actividad y principios de su organización.

Los intereses de liberación nacional y social de las masas revolucionarias cubanas se


han expresado en programas de transformación revolucionaria de la realidad y en
modos de concebir al hombre y la sociedad en conjunto, de naturaleza
fundamentalmente política y con una elevada carga ética, desde José Martí hasta Fidel
Castro. Y a esos programas y modos de actividad y conducta se ha accedido desde
posiciones cosmovisivo-filosóficas diferentes, incluidas las religiosas militantes, aún
cuando la marxista pueda catalogarse potencialmente como la visión más coherente y
científica.

Lo anterior parece otorgar fundamento, finalmente nos dice Limia, para afirmar que en
su realidad la ideología de la Revolución Cubana es la doctrina acerca de la
independencia nacional, el antimperialismo, el latinoamericanismo, la emancipación
social y la dignificación del hombre, que encuentra mediante el marxismo-leninismo su
expresión más alta y acabada, pero que lo trasciende y enriquece por su origen,
contenido, forma, portadores sociales y extensión histórica.

La complejidad de los debates sobre ideología-filosofía aconseja su concreción en el


propio marxismo-leninismo, al conceptualizarse el pensamiento filosófico como una de
las formas de la conciencia social y a la ideología junto a la psicología social sus
elementos estructurales más importantes. A su vez, formando parte de la
superestructura, y sus otros elementos estructurales, que interactúa dialécticamente
con la base económica de una sociedad histórico-concreta que tiene como su
contenido fundamental a cada uno de los hombres a nivel de un país o conjunto de
países que conforman una época determinada.

Se trata entonces de la identidad supraestructural que caracteriza a ambos conceptos,


ideología y filosofía, para expresar la identidad del pensamiento del hombre en una
época determinada y por el fundamento económico que caracteriza a dicha
superestructura al nivel comunal de que se trate con la influencia de todas sus
interacciones, particularmente del tipo de formación social de que se trate e incluyendo
la diversidad de influencia que recibe socialmente cada hombre en sus distintos niveles
del desarrollo biológico como individuo-social.

Ello significa que la ideología existente potencia a las distintas formas del pensamiento
humano y éstas de manera reciproca lo hacen con la ideología y la psicología social, en
la sociedad histórico-concreta de que se trate, pero en el caso de la ideología del
socialismo, a diferencia de las que han caracterizado la historia de las sociedades
clasistas antagónicas, adquiere una importancia singular, dicha reciprocidad, al ser
mucho mayor la necesidad de potenciación reciproca entre la ideología y las formas de
pensamiento como la filosofía por su carácter nuclear respecto a la concepción del
mundo de cada hombre, grupo, clase o sociedad de que se trate.

El objetivo del libro es propiciar un acercamiento a la comprensión y sistematización de


la relación ideológica entre el pensamiento martiano y el marxista-leninista desde la
filosofía.

Es por esta razón que se presentan dos capítulos: el primero para fundamentar teórica
y metodológicamente la relación, y el segundo para caracterizarla como síntesis:

El capítulo I fundamenta teórica y metodológicamente la posibilidad de síntesis en la


relación cada vez más reconocida entre ambos pensamientos de la manera en que se
ha considerado al pensamiento martiano en el pensamiento filosófico cubano y como
un tema inicial que es necesario reflexionar; a continuación se impone el análisis de la
presencia de dicho pensamiento en el pensamiento marxista-leninista cubano; el
análisis cronológico de lo expresado por Fidel Castro Ruz, máximo conductor de la
Revolución Cubana y principal promotor de la relación como síntesis se hace
insoslayable; para la comprensión teórica de la síntesis entre el pensamiento martiano
y el marxista-leninista, resulta ineludible el tratamiento brindado por José Martí al
problema del método en la filosofía y poder encontrar el hilo conductor que permitió con
la utilización del método electivo que caracteriza al pensamiento cubano desde
posiciones realistas, sintetizar lo mejor del pensamiento universal y nacional desde
posiciones filosóficas; finalmente se hace un primer acercamiento a las fuentes teóricas
que contribuyeron tanto en Carlos Marx como en José Martí a sustentar sus
concepciones sobre las clases sociales y sus relaciones, y que muestra sus diferencias
pero contribuyendo a la identidad en el tema.

Y el capítulo II caracteriza la relación entre el pensamiento martiano y el marxista-


leninista como síntesis; al expresarse en la dialéctica individuo-sociedad a la identidad
como el principio fundamental que la caracteriza y no a la diferencia en dicho juego
dialéctico, aspectos que se complementan al formar las dos caras de una misma
moneda (contradicción) en la dialéctica materialista; se caracterizan otros principios
que igualmente contribuyen a caracterizar la identidad individuo-sociedad y no sus
diferencias, las cuales son tantas que no existe la identidad absoluta; se argumenta
entonces la necesidad de adecuar la enseñanza de la filosofía marxista-leninista en
Cuba a las exigencias del desarrollo ideológico alcanzado por la Revolución Cubana,
justamente, dado en el desarrollo teórico-metodológico que alcanza la relación entre el
pensamiento martiano y el marxista-leninista y, finalmente se caracteriza la proyección
filosófica del pensamiento de José Martí para el siglo XXI, a partir de dicha síntesis.

Notas y referencias

1
Al dejar oficialmente constituido el Centro de Estudios Martianos, el 19 de julio de 1977, el Ministro de
Cultura, compañero Armando Hart, expreso: «Dentro de pocos días celebraremos el vigésimo cuarto
aniversario del ataque al cuartel Moncada, que fue el homenaje más profundo, entrañable y fértil que se
le rindiera a José Martí. Cuando el compañero Fidel replicara a sus captores que el autor intelectual de
aquel ataque glorioso era Martí, subrayó el vínculo entre la revolución que quedaría trunca con la
intervención imperialista en 1898, y la nueva etapa de la revolución social de nuestro siglo. Orientado por
el materialismo histórico, e inspirado en la enseñanza de Fidel en el Moncada, el Centro de Estudios
Martianos debe cumplir el compromiso de estudiar las relaciones entre el pensamiento de José Martí y
las tareas de la Revolución socialista». Hart Dávalos Armando: «Discurso de inauguración del Centro de
Estudios Martianos. En Anuario No 1, p. 17 del Centro de Estudios Martianos.
2
Véase «Prólogo» al libro de Pablo Guadarrama González. Valoraciones del pensamiento filosófico
cubano y latinoamericano, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1985.
3
Véase de José Cantón Navarro. «El legado de José Martí y los revolucionarios del Moncada». En
revista Cuba Socialista Año III No. 2 (7) junio-agosto 1983.
4
Fernández Retamar, Roberto. Introducción a José Martí, p. 256. Ed. Letras cubanas, 2006. (primera
edición 2001), señala que: Pocos trabajos más urgentes, en este orden, que el que presente de manera
sistemática las posturas martiana prosocialistas, aunque, no es ocioso repetirlo, no aparezcan con tal
terminología en Martí.
5
Toledo Sande, Luís. En Ideología y práctica en José Martí seis aproximaciones, p. 12. Editorial de
Ciencias Sociales, La Habana, 1982. Aquí dice: «Pocos meses antes de su muerte, Juan Marinello habló
a quien suscribe acerca de un proyecto que lamentablemente no alcanzó a realizar: escribir un libro para
explicar cómo —o por qué— Martí preparó en nuestra tierra el camino para su entendimiento del
marxismo-leninismo. En el Simposio Internacional ya mencionado, el mexicano Pablo González
Casanova presentó páginas iluminadoras en este sentido. Fidel Castro ha dado la lección más alta. Me
satisfaría que estas seis aproximaciones dieran prueba, al menos, de una experiencia personal: si el
marxismo-leninismo me ha servido como instrumento insuperable para comprender a Martí, el
acercamiento entrañable al héroe de nuestra América me ha brindado la mejor disposición para asimilar
aquella doctrina»
6
Véase de Armando Hart Dávalos: «Martí y Marx, raíces de la Revolución Socialista de Cuba». Revista
«Cuba Socialista» No. 28. 2003
7
Valdés Vivó, Raúl: «El humanismo de Marx y Martí concilia sus diferencias». Revista «Cuba Socialista»
No. 28. 2003.

8
Miranda Francisco, Olivia: «La articulación del pensamiento de Marx, Engels y Lenin con las tradiciones
nacionales». Revista «Cuba Socialista No. 2. 1996. Y «Articulación del marxismo, el leninismo y las
tradiciones nacionales revolucionarias en Cuba». Marx Ahora no. 8, 1999.Y «El marxismo y el leninismo
en Cuba: la articulación con las tradiciones nacionales revolucionarias». olivia@filosofia.cu . Y «La
articulación del marxismo, el leninismo y las tradiciones nacionales. Fidel Castro. En Filosofía y
Sociedad, Tomo 1, coordinadores Pablo Guadarrama González y Carmen Suárez Gómez, Editorial Félix
Varela, pp. 311-343. La Habana, 2000. Y Filosofía, ciencia y sociedad en Fidel Castro donde aborda el
«pensamiento martiano, marxismo y leninismo en Fidel Castro Ruz». Editorial Academia. La Habana,
2005

9 Véase José Cantón Navarro Una revolución martiana y marxista, Centro de Estudios Martianos, 2008

10Pacheco, María Caridad: «Marxismo y tradición en Juan Marinello (1935-1953)», en la revista «Cuba
Socialista» No 38 del 2006.

11
Juana Rosales García: «Marxismo y tradición nacional: Raúl Roa (1920-1935), en Revista «Cuba
Socialista» No. 34 del 2005, Rubén Martínez Villena: maestro y precursor. (Artículo) 1999. Desafío
escolar. Revista Iberoamericana de pedagogía. Año 2, vol. 7.enero-febrero, 1999. Pp. 53-54. Rubén
Martínez Villena: reflexiones en su centenario. (Artículo) 1999 Cuba Socialista. Revista trimestral editada
por el CC del PCC, # 16, La Habana, 1999. Pp. 49-61. Martí en Rubén Martínez Villena. (Artículo)
Anuario del Centro de Estudios Martianos 1999. Marxismo y tradición nacional en Julio Antonio Mella.
(Artículo) 2000. Marx Ahora. Revista internacional, La Habana, Cuba, no. 8, 2000. Marxismo y tradición
nacional en Rubén Martínez Villena. (Artículo) 2000 Marx Ahora. Revista internacional, La Habana,
Cuba, no. 9, 2000. Marxismo y tradición nacional: a propósito del centenario de Pablo de la Torriente
Brau." (Artículo). Cuba Socialista. Revista trimestral editada por el CCPCC 3ª época número 23, 2002.
Revolución y antimperialismo en Antonio Guiteras. (Artículo). Revista Cuba Socialista. Nº32. (2004).
Rubén Martínez Villena. (Artículo). Revista Cubana de Filosofía en formato
digital.http:www.filosofiacuba.org. (2004). Marxismo y tradición nacional en Raúl Roa (1920-1935).
(Artículo). Revista Cuba Socialista. No. 34. 2005. Martí, Marx y Lenin en Raúl Roa García (1920-1935):
Reflexiones en su Centenario. Revista de la Biblioteca Nacional José Martí. 2007.

12
Véase Colectivo de autores: Pensamiento político cubano. Ediciones Verde Olivo, Ciudad de la
Habana, p. 194. 2000. (Utilizado en la preparación de de los oficiales de las FAR, de la Academia militar
«Máximo Gómez»)
13
Véase de Teresita Miranda Lena: «La síntesis del pensamiento revolucionario cubano y el marxismo-
leninismo: fundamento ideológico de la Revolución Cubana». Selección de lecturas de cultura política,
segunda parte, provisional, de la Editorial Pueblo y Educación, 2002.

14 Cantón Navarro, José. Una revolución martiana y marxista, p. 12. Centro de Estudios Martianos, 2008
15
Convocatoria al IV Congreso del PCC. Periódico Granma. 16 de marzo de 1990.
16
Véase de Ramón Machado Ventura: «Discurso por el XXX Aniversario de la Escuela Superior del
Partido “Ñico López”», en Granma 2 de Diciembre, 1995.
17
Miguel Limia David «La ideología de la revolución cubana». Revista Cubana de Ciencias Sociales No.
28, pp. 10-16, 1994.
Capítulo I. Principios teórico-metodológicos para

la relación
José Martí y el pensamiento filosófico en Cuba: una reflexión necesaria

Reflexionar sobre la relación que se establece entre el pensamiento de José Martí y las
valoraciones hechas acerca del pensamiento filosófico cubano es un tema complejo y
polémico que tiene como base los juicios emitidos acerca de la existencia o no de un
pensamiento filosófico en Martí. Igualmente, incide la ubicación de su pensamiento en
una filosofía esencialmente «idealista» y no «materialista» por parte de la mayoría de
sus estudiosos. Y finalmente están los que consideran la existencia de una relación de
su pensamiento con el marxismo-leninismo a partir de diversas interpretaciones, y que
incluyen a su filosofía como parte integrante.

En la investigación publicada con el título: El pensamiento filosófico en Cuba en el


siglo XX: 1900-19601 se aprecia la necesidad de tomar en mayor consideración el
pensamiento filosófico de José Martí, aunque se señala que: «No constituye un objetivo
del presente análisis —que solo intenta fundamentar una periodización generalizadora
del pensamiento filosófico en Cuba— profundizar en la caracterización del pensamiento
filosófico de José Martí»,2 aunque en realidad está presente dicha relación.

Pero, desde el punto de vista metodológico la causa fundamental de que no se


profundizara adecuadamente fue la interpretación dogmática no sólo del marxismo-
leninismo, que prevaleció y sigue prevaleciendo, sino de su filosofía y particularmente
del valor metodológico de su problema fundamental. Se respeta la periodización
presentada en el libro desde una posición autocrítica que contribuya a su indiscutible
valor en la historia del pensamiento filosófico cubano.

El objetivo es «valorar la relación entre el pensamiento martiano y el pensamiento


filosófico cubano de la primeras seis décadas del siglo XX» y la importancia de hacer
esta valoración, con pretensiones críticas y autocríticas, radica en la necesidad de
intensificar hoy la divulgación de la vida y obra de José Martí dada la necesaria batalla
de ideas que fue convocada por Fidel Castro Ruz.

Se asume la posición de considerar en la relación Ideología-Filosofía3 la marxista-


leninista que apunta a considerar a la Filosofía como parte integrante de la Ideología,
en su concepción de «forma de la conciencia social», y entendiendo por ella la
dialéctica de lo individual y lo social en la conciencia del hombre como individuo-social.

En el tratamiento brindado a la relación entre el pensamiento filosófico de José Martí4 y


el pensamiento filosófico en Cuba, en el período señalado, es posible comprobar que
no fue objetivo del libro lo cual significó haber desaprovechado nuevos matices que no
se correspondían con el momento histórico, dado el predominio de un marxismo-
leninismo dogmático que se enseñaba, a partir del triunfo de la Revolución Cubana,
fundamentalmente con libros elaborados y editados en la desaparecida URSS y con los
cuales se formaron sus autores.

La periodización del pensamiento filosófico en Cuba comienza con la escolástica


(1728-1780) y continúa con la ilustración (1780-1878). Reflexionar sobre la tercera
etapa de periodización del pensamiento filosófico en Cuba, la del predominio del
positivismo (1878-1920), significa ubicar la vida y obra de José Martí (1853-1895) como
la figura que sintetizó las dos etapas anteriores, sin dejarse cautivar por éste.5 Es la
etapa, además, donde se ubica la génesis del proceso de recepción del marxismo en
Cuba, la cual estableció una relación histórica de su pensamiento con el marxismo,
desde el siglo XIX, que acompaña todo el desarrollo posterior de la filosofía en Cuba
durante el XX y su proyección hacia el XXI cada vez mayor.

En la etapa en que vivió Martí confluyeron tres líneas de pensamiento; la de sostén


teórico e instrumento ideológico de la dominación colonial española; la que fundamentó
a las fuerzas patrióticas que lucharon por la liberación nacional, y la del pensamiento
incipiente de la clase obrera.

Durante los primeros años del siglo XX y de la república neocolonial las principales
corrientes ideológicas fueron igualmente tres: «una reaccionaria, pro imperialista,
continuadora de las concepciones anexionistas del siglo XIX cubano; otra nacionalista,
heredera de las ideas esenciales del programa martiano por la independencia, que en
su desarrollo se presenta en dos vertientes bien diferenciadas: la nacional reformista y
la nacional-revolucionaria y la tercera, la corriente proletaria, que unió el ideario más
radical de la liberación nacional a las concepciones del marxismo-leninismo acerca de
la revolución social».6 Todas acompañadas igualmente de las más diversas
expresiones filosóficas.

En el estudio realizado de las publicaciones vinculadas al tema puede observarse


igualmente la poca profundidad de un estudio que vincule al pensamiento filosófico
cubano y al pensamiento martiano. Un ejemplo significativo lo constituye la centenaria
revista Bohemia.7 Otro ejemplo es la cincuentenaria revista Islas, particularmente en su
existencia después del triunfo de la revolución, cuando se valora cómo se han
divulgado las ciencias sociales en ésta,8 en dicha valoración está ausente la
divulgación del pensamiento martiano que es uno de los ejes temáticos que caracteriza
a esta publicación, se desconocen los artículos publicados por prestigiosos
intelectuales cubanos como Juan Marinello9 y Gaspar Jorge García Galló,10
particularmente este último por su vínculo con la filosofía, por sólo mencionar a dos
personalidades entre otras muchas que han publicado sobre Martí en esta prestigiosa
publicación.

Entre las principales figuras estudiadas, en el libro analizado puede señalarse que:
Medardo Vitier11 y Juan Isidro Jiménez-Grullón,12 constituyen las figuras mejor
estudiadas en su relación con el pensamiento martiano; no ocurre así con figuras
como: Humberto Piñera Llera;13 Jorge Mañach;14 Luís A. Baralt;15 Emilio Roig de
Leuchsenrig;16 Antonio Martínez Bello17 y otros. En todos los casos sería necesario
seguir profundizando su vínculo con el pensamiento martiano que aquí no se pretende
para cumplir el objetivo señalado.

De los ejemplos citados son los más significativos los estudios presentados sobre
Jorge Mañach dentro de la definición filosófica de «la herencia cultural y el
condicionamiento axiológico» y Emilio Roig de Leuchsenrig definido en «la filosofía
política y el antimperialismo», por el conocimiento ya existente de la ausencia de
bibliografía martiana en estos autores, particularmente en relación con los artículos
publicados, cerca del centenar en el primero y de trescientos en el segundo, para
interpretar sus respectivos pensamientos filosóficos.
Al tratarse a los pensadores reconocidos como confluyentes o en la tendencia marxista
se señala a un grupo de representantes que no recibieron igual tratamiento porque un
objetivo fue investigar el pensamiento filosófico burgués en Cuba en la fecha señalada
y otro hacer un libro sobre el pensamiento filosófico en Cuba y que al hacerse
referencia a representantes de estas corrientes no se aprecia el vínculo con el
pensamiento martiano tan ampliamente existente. Con este argumento es posible
apreciar un considerable desequilibrio entre el análisis que reciben otras etapas con
las señaladas respecto al pensamiento martiano y su relación con el pensamiento
filosófico del marxismo que tampoco fue objetivo de investigación colectiva para este
libro.

Aunque, es justo señalar que otros estudios realizados sobre esas figuras muestran
una tendencia al rescate de la relación entre el pensamiento martiano y el marxista-
leninista, no es así respecto a su filosofía, aún se manifiesta un déficit dañino para la
comprensión del pensamiento filosófico cubano de esta etapa y para su repercusión en
las posteriores como se reconoce en el propio libro, ya que la investigación “de seguro
ofrecerá valiosos resultados en los próximos años. Ya comienzan incluso a apreciarse
sus primeros frutos […] sin embargo, una investigación sistemática sobre las
especificidades de la vida filosófica cubana de este período está aún por realizarse”.18
Sistematización que debe avanzar a pasos más acelerados, por las necesidades que
impone la batalla de ideas en la actualidad.

Finalmente argumentaremos acerca de la causa fundamental de las deficiencias que


presenta esta obra y que está presente en otras que igualmente analizan el
pensamiento cubano e incluso no solo de esta etapa. Se trata de las valoraciones
hechas acerca del pensamiento filosófico de José Martí.

Dicha valoración no se hace siempre a partir de la manera en que se ha utilizado el


problema fundamental de la filosofía como el principio teórico-metodológico desde el
marxismo-leninismo y cuando se ha hecho predomina su interpretación reduccionista.
Este principio en otras ocasiones y de forma predominante se abandona, en ambos
casos se encubren las valoraciones que acerca del pensamiento filosófico de José
Martí existen.
Son ejemplos de lo dicho anteriormente autores como Medardo Vitier,19 Miguel Jorrin,20
y J. I. Jiménez Grullón.21 Particular importancia revisten los criterios de Carlos Rafael
Rodríguez22 y Noël Salomón23 por su trascendencia. Pueden mencionarse otros
muchos autores como Luís Toledo Sande24, Adalberto Ronda Varona25, José Antonio
Escalona, quien había escrito en 1982. «En torno al problema fundamental de la
filosofía en José Martí»26 y En torno a los aspectos filosóficos del pensamiento
martiano27 (1987), Antonio Martínez Bello,28 Alexis Jardines y Jorge González en
«Reflexiones en torno al espiritualismo en José Martí»29 (1990), Arsenio Suárez
Franscheci en «Martí, “idealista práctico”: la fuerza impulsora de la utopía y la lucha por
transformar la realidad de América Latina»30 (1990).

Dictinio Díaz en «Los estudios de la filosofía en Martí ¿Ha predominado la duda o la


certeza?» (2000)31 considera al hacer un recorrido por algunos estudios realizados
antes y después del triunfo de la revolución y, valorar la existencia o no de la filosofía
en José Martí, que la mayoría de estas publicaciones tiene como algo común resaltar
las respuestas de corte idealista de Martí al problema fundamental de la filosofía, y aún
más, destacar esta solución como vía para tratar de destruir su pensamiento
revolucionario.

Sin embargo, al responderse ¿Cuáles son las tendencias fundamentales con las que
nos encontramos?, señala Dictinio en relación con la tercera tendencia que: «Su
filiación filosófica aún no está nítidamente desentrañada, aunque existe una opinión
mayoritaria sobre la respuesta idealista de Martí al problema fundamental de la filosofía
en lo que respecta a la relación pensar-ser. El problema mayor está en su adscripción a
un tipo de idealismo o a otro, en el que las posiciones abarcan un abanico de variantes
bastante discordantes entre sí».32 La contradicción de este autor respecto a lo señalado
se aprecia con claridad en la cuarta tendencia al decir que: «Es imprescindible
continuar el estudio de la filosofía martiana en campos en los que apenas se ha
iniciado, tal es el caso de la […] teoría del conocimiento […]».33¿Es que acaso el
problema fundamental de la filosofía no se expresa en la teoría del conocimiento?, y si
la respuesta es afirmativa cómo no cuestionar la consideración del Martí idealista de la
tercera tendencia.
Armando Hart Dávalos en «Martí y Marx, raíces de la Revolución Socialista de
Cuba»,34 (2003) llama la atención sobre la necesidad de establecer una relación entre
el pensar de Martí y el de Marx, por dos razones, la primera, porque en el siglo XX

ambas corrientes de pensamiento se articularon en la Revolución Cubana y ello reviste


una gran importancia para la formación política y cultural de las nuevas generaciones; y
la segunda, porque la necesidad de alcanzar la síntesis de diferentes corrientes del
pensamiento socialista es una exigencia para la evolución intelectual y moral de la
humanidad; apunta Hart que para los cubanos Carlos Marx y José Martí representan
los planos más altos del saber filosófico y humanista de la cultura europea y
latinoamericana del siglo XIX, respectivamente. Su utilización del problema fundamental
es igualmente limitada, aunque puede observarse la utilización de la concepción
materialista de la historia de la forma siguiente:

Señala Hart que: «El error o la insuficiencia presente desde el origen de las ideas
filosóficas estuvo en trazar un abismo infranqueable entre lo que se llamó objetivo
(materia) y lo que se llamó subjetivo (espíritu) cuando ambos planos tienen una
profunda interrelación, forman parte de la unidad material del mundo —para decirlo en
el lenguaje de Marx— o la unidad de la naturaleza —para expresarlo en términos que
empleaba Martí».35

Y refiriéndose a la autocrítica engelsiana, de cómo el contenido (lo material) les hacía


olvidar a Marx y a él la forma (lo ideal), apunta que: «No obstante estas advertencias
del ilustre amigo de Marx, se continuó cometiendo el error y se cayó en un materialismo
tosco en que se simplificaban hasta el absurdo las relaciones entre la estructura y la
superestructura […]».36

En «Martí y el problema fundamental de la filosofía»37 puede observarse la utilización


del problema fundamental como principio teórico-metodológico que se concreta en la
concepción materialista de la historia del marxismo.

El concepto problema fundamental de la filosofía detalladamente formulado pertenece


dentro de la historia de la filosofía al marxismo y es en él donde adquiere su más
adecuada solución. El propio Marx decía que «el pensar y el ser son, a no dudarlo,
cosas distintas, pero al mismo tiempo están en unidad recíproca»;38 consideraba
también que: «subjetivismo y objetivismo, espiritualismo y materialismo, actividad y
sufrimiento, solo pierden su carácter antitético, y así su existencia, como antítesis en la
condición social; se verá cómo la resolución de la antítesis teórica es sólo posible de
una manera práctica, en virtud de la energía práctica del hombre. Por lo tanto, su
resolución no es en modo alguno sólo un problema de conocimiento, sino un problema
real de la vida, que la filosofía no podía resolver, precisamente porque concebía este
problema simplemente como problema teórico».39 Significa que su formulación y
solución parte de él y debe ser interpretado sin absolutizar lo planteado por Engels de
una manera dogmática cuando se reduce sólo a lo planteado por éste como se
acostumbra.

O sea, que para Marx la solución al problema fundamental de la filosofía como


problema gnoseológico es un problema teórico, pero resulta que la teoría filosófica no
incluía en sí a la práctica como fundamento y fin, tampoco quedaba incluida en todo el
proceso de su formación. Ello significa la incomprensión dialéctica de la formulación y
solución del mismo, a partir de la dialéctica de lo individual y lo social, y no sólo en la
relación individual «cuerpo-alma».

Particularmente desarrollado fue el problema por Federico Engels en su obra Ludwig


Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana, cuando decía que «el gran problema
cardinal de toda la filosofía, especialmente de la moderna, es el problema de la relación
entre el pensar y el ser»,40 problema que presentado de tal manera no llegó a conocer
José Martí.

La síntesis realizada por Engels fue colosal,41 partiendo del análisis de sus raíces.42 Es
necesario considerar que el problema fundamental de la filosofía, tal y como lo
planteara Engels, encierra además, otro aspecto a saber: ¿qué relación guardan
nuestros pensamientos acerca del mundo que nos rodea con este mismo mundo? ¿Es
nuestro pensamiento capaz de conocer el mundo real, podemos nosotros en nuestras
ideas y conceptos acerca del mundo real, formarnos una imagen refleja exacta de la
realidad? Es el problema de la identidad entre el pensar y el ser, el cual es contestado
afirmativamente por la mayoría de los filósofos.
Es importante prestar atención a este problema de la cognoscibilidad del mundo, pues
no constituye un problema distinto al problema fundamental de la filosofía, sino que,
como se acostumbra a decir, se trata de otro aspecto o faceta del mismo problema.

En Lenin, también es apreciable que dicho problema quedó expresado esencialmente


como problema gnoseológico y mostrando su identidad con los problemas de la lógica
y la dialéctica como método. Justamente, la relación entre el materialismo y la
dialéctica materialista permite concretar dicho problema en la concepción materialista
de la historia del marxismo y considerarla como el «gran viraje» o «la revolución»
causada en la filosofía por el marxismo-leninismo.

Viraje apreciado en que: «el materialismo de Marx y Engels no solucionó el problema


de la relación entre el pensar y el ser en abstracto, sino el problema del vínculo de la
conciencia social y el ser social, a partir de la diferenciación de las relaciones sociales
en materiales y espirituales, argumentando cómo las segundas son un reflejo y están
determinadas por las primeras».43 Se concretó así en el marxismo-leninismo dicha
solución a partir de la concepción materialista de la historia.

Quiere esto decir que: «la tradicional solución materialista al problema fundamental de
la filosofía —el ser determina la conciencia— perdió su carácter abstracto y unilateral
con su nueva formulación: el ser social determina la conciencia social. Y no se trata de
que haya cambiado el problema mismo, presente a través de toda la historia de la
filosofía. Lo que cambió radicalmente fue su interpretación y solución».44 La concepción
marxista-leninista definía a la formación social (piedra angular de la concepción
materialista de la historia) y al hombre como «el conjunto de las relaciones sociales» y
es aquí precisamente, en la dialéctica de lo individual y lo social en el hombre, que
adquiere su solución.

La posición de José Martí respecto al problema fundamental de la filosofía, es la de


considerarlo fundamentalmente como método y puede apreciarse en su crítica al
positivismo cuando señala: «¡Novedad el positivismo! ¡pues si la ha habido en toda la
Filosofía, aun en las más remotas, como sana reacción de la inteligencia libre del
hombre contra las imposturas o soberbias sacerdotales! Es un método permanente en
la historia del hombre. Lo único que varía, y que le da aire de novedad cada vez que
aparece, es el mayor saber acumulado con el tiempo»45 es decir, el conocimiento
acumulado acerca del ser y del pensar para concebir el desarrollo de la filosofía como
método permanente en la historia del hombre.

Se caracteriza por su crítica al materialismo y al idealismo. Consideró que «al estudio


del mundo tangible, se ha llamado física; y, al estudio del mundo intangible, metafísica.
La exageración de aquella escuela se llama materialismo; y corre con el nombre de
espiritualismo, aunque no debe llamarse así, la exageración de la segunda. Todas las
escuelas filosóficas pueden concretarse en estas dos».46 Es necesario apreciar que
Martí está utilizando el término metafísica, en el sentido que se usaba en la época,
como lo usó también Marx, como lo que va después de la física, y, la física entendida
como la ciencia de la naturaleza, nunca en el sentido que le atribuyó posteriormente el
marxismo como método antidialéctico, ni como una parte especial de la filosofía.

En su crítica al materialismo, considera como «un argumento contra los materialistas. Y


la impresión que hace en nosotros una palabra insultante o dolorosa, que no es
materia, y subleva la dignidad y el dolor, que no se encuentra al disecar el cadáver, sin
golpe alguno material».47 En otro momento señala que «[…] no es el cerebro el que
hace crecer la inteligencia».48 O decía que: «no nos dice en qué nervio reside el honor
de los hombres, el pudor de las mujeres, el amor de la madre, el amor patrio,
rechazamos por falta de pruebas a esa filosofía que no ha sabido probar lo que
pretende».49 Está criticando un tipo de materialismo, el mismo materialismo vulgar que
igualmente criticó Marx en sus Tesis sobre Feuerbach y otras obras por no incluir a la
práctica. Y criticara Engels en el propio capítulo en que se refiere al problema
fundamental de la filosofía cuando le critica a Feuerbach su incomprensión de la
subjetividad en el hombre que le impone la historia y no la antropología.

José Martí llegó a sustentar definiciones importantes acerca de la filosofía


materialista,50 como crítica al materialismo vulgar de su tiempo.

También decía, criticando al idealismo: «el espíritu es el señor del cuerpo, y como con
nuestros ojos vemos que, si bien es verdad que un dolor como fenómeno espiritual
perturba a veces el cuerpo, también es verdad que, un veneno, un dolor de cuerpo, una
maldad, perturba a veces la razón, rechazamos esta segunda escuela, como la otra,
por exclusivista, teorizante y pretenciosa»,51 y rechazaba así al idealismo de esta y
otras muchas maneras.52 Y afirmaba rotundamente «se me confunde con idealismo
metafísico; teorías antropocéntricas, ¡cotejo de los que oponen a la ciencia la
personalidad humana».53 Las críticas de Marx y Engels también son semejantes a las
realizadas por Martí.

Pero Martí no se limita a criticar ambas escuelas, al igual que Marx y Engels quiso
lograr una síntesis de la historia de la filosofía, al criticar a ambas escuelas filosóficas y
proponer una nueva, a la cual denominó «Filosofía de relación», y dio un conjunto de
definiciones sobre la filosofía como las siguientes: «la filosofía es la ciencia de las
causas, de la causalidad»;54 «Filosofía es el conocimiento de las causas de los seres,
de sus distinciones, de sus analogías y de sus relaciones»;55 la filosofía «no es más
que el secreto de la relación de varias formas de existencia»;56 la filosofía «como el
animado seno en que palpita, como objeto inmediato y presente, la posible
acomodación de lo real, de lo que el alma guarda como ideal anterior, posterior y
perpetuo»,57 que también presenta analogía con la definición marxista.

Como cuestiones importantes que caracterizan a dicha filosofía y que son muestra de
su lógica de pensamiento, se encuentra el considerar que la religión es parte de la
filosofía, exactamente dijo: «[…] la filosofía y la religión que es una parte de ella […];58
otra cuestión importante lo constituyó su rechazo a la «filosofía sin historia
examinadora y concienzuda»;59 con ello también se diferenciaba del marxismo en
algunos aspectos mientras coincidía en otros.

En su «Filosofía de relación» decía que la misma no debía de fundamentarse


unilateralmente ni sobre el ser (mundo físico), ni sobre el pensar (mundo metafísico),
sino justamente sobre su relación y con un tipo de solución materialista como la citada,
donde reclama por un materialismo que conjugue en la comprensión de las leyes
objetivas que rigen en el mundo a la persona humana, un materialismo cuya dialéctica
se exprese entre lo objetivo y lo subjetivo en el hombre.
Pero en el pensamiento martiano al igual que en el marxista, no solo hay un rechazo a
las exageradas interpretaciones del materialismo y del idealismo, sino que la solución
al problema fundamental de la filosofía situado justamente como problema
gnoseológico, es un plano de análisis fundamental en Martí, tiene la convicción de que
«la certeza, pues, existe. El trabajo de la filosofía consiste en investigar sus
fundamentos, y la manera de adquirirla».60 Aborda los problemas relativos al sujeto del
conocimiento, al objeto y su relación. Especial tratamiento brindó a las cuestiones
referidas al sujeto del conocimiento (al hombre) a diferencia de Marx y el marxismo que
lo hicieron respecto al objeto (la realidad objetiva).

José Martí critica consecuentemente la exageración del idealismo anterior, y al igual


que el marxismo, prestó atención a esta escuela de la filosofía clásica alemana, y
aquellos representantes que consideraron al sujeto que conoce aislado del objeto, es
así que critica a Fichte por estudiar al hombre en sí, como sujeto de cuanto piensa, y
quedarse en él; criticó a Schelling por no ver al hombre análogo a lo que le rodea y
confundir el sujeto y el objeto. Sin embargo, valoró de grande a Hegel por relacionar el
sujeto y el objeto. Pero, a diferencia del marxismo consideró a Krause más grande por
estudiar el sujeto y el objeto en el Sujeto, en el Objeto y en la manera subjetiva
individual a que la relación lleva al sujeto que examina al objeto examinado.

Los análisis que se han hecho de la influencia del Krausismo en Martí no han tomado
en consideración que la concepción hegeliana acerca del hombre, dada su posición
idealista, y a pesar de reconocer al hombre como un ser social (sujeto-objeto) resultaba
abstracta de tal manera que para Martí no era suficiente ese análisis del hombre que
no toma en consideración en aras de la esencia al fenómeno, al hombre real de «carne
y hueso» individual, tal y como lo quiso ver Feuerbach ignorando en su caso lo
esencial.

Martí coincide con Marx en la unidad de la esencia y el fenómeno, el hombre es un ser


social como individuo-social, o dicho con palabras de Marx «el individuo es el ser
social»,61 es imposible, por tanto, no tomar en consideración esa manera subjetiva
individual.
Precisamente, en la “Filosofía de relación” el análisis del sujeto del conocimiento, le
permitió a Martí enunciar el problema fundamental de la filosofía de la forma siguiente:
“toda la investigación filosófica se reduce al “yo, lo que no es yo” y cómo yo me
comunico con lo que no es yo, —son los tres objetos de la filosofía— y en el yo, lo que
hay de propio individual y lo que hay de adquirido y puesto”.62 O sea, la relación
pensar-ser, se concreta en la relación sujeto-objeto, y a su vez, en la relación entre el
yo y el no yo.

El análisis martiano del yo, como relación sujeto-objeto es profundamente dialéctico, si


para Marx el ser de los hombres es su proceso de vida real y la conciencia jamás
puede ser otra cosa que el ser consciente de los hombres; para Martí “la vida es la
relación constante de lo material con lo inmaterial”,63 “la vida humana es la mutua e
indeclinable relación entre lo subjetivo y lo objetivo”.64 Ello le permitió una comprensión
materialista del pensamiento, al igual que el marxismo.

Siguiendo la lógica del yo, como la de la relación del sujeto y el objeto en el Sujeto,
decía Martí que: «lo que yo soy no me lo debo a mí mismo. Yo no nací por mi voluntad.
Yo no me di lo que en mi vale. Lo que hay en mi, solo es mío, en cuanto temporalmente
es ello en mí. Soy lo que soy, sin que yo sea responsable de un espíritu que no puedo
elegir: sin que yo pueda vanagloriarme de un alma que yo no creé».65 O sea, el hombre
como individuo social está determinado material y espiritualmente.

Se aprecia en relación con el problema fundamental de la filosofía, que el pensamiento


de Martí y el de Marx, se identifican y se diferencian complementándose. En Marx,
Engels y Lenin hubo más hincapié en lo material, que en lo ideal; mientras que en
Martí, hay más hincapié en los aspectos referidos al pensar, al espíritu; pero desde las
mismas posiciones humanistas, que toman al hombre, como individuo, grupo, clase,
sociedad, como la base de la relación materialista entre lo objetivo y lo subjetivo.

Tanto el pensamiento marxista como el martiano coinciden en considerar al problema


fundamental de la filosofía como problema gnoseológico, cuya existencia real se da en
el conocimiento como fenómeno espiritual individual (expresión de la contraposición
absoluta entre el pensar y el ser), y, en la práctica a partir del doble carácter de las
relaciones sociales que establecen los individuos desde su pertenencia a un grupo,
clase o sociedad histórico-concreta de que se trate.

Es entonces, en la dialéctica entre lo individual y lo social en el hombre, donde se


fundamenta la formulación y solución al problema fundamental de la filosofía, por
establecerse la relación de concreción en la concepción materialista del hombre y su
historia, concreción que no alcanzan otras interpretaciones del marxismo que no sea la
marxista-leninista.

Ello permite la síntesis metodológica expresada en la tendencia que relaciona a ambas


doctrinas complementándose para brindar una nueva perspectiva dialéctica de
interpretación a la concepción materialista de la historia del marxismo-leninismo,
particularmente a su concepción sobre la sociedad y considerando al hombre como su
contenido fundamental.

El análisis de los aspectos sociales en un pensador se convierte entonces en la


concreción de la solución al problema formulado como la relación entre el ser y el
pensar, entre el ser social y la conciencia social, se trata de cómo resuelve el problema
gnoseológico en esa dialéctica no sólo de lo individual sino también en lo social, y
finalmente en la concreción de cómo aporta o no el individuo a la sociedad. El
humanismo que contiene esta síntesis es excepcional. Aquella filosofía que en la
dialéctica de lo individual y lo social excluya a uno solo de los hombres como individuo
real de «carne y hueso» deja de ser «tan humana», pero ello es posible alcanzarlo
como ideal comunista.

La contradicción en el análisis de la posición filosófica y las concepciones sociales de


Martí debe solucionarse a partir de una formulación y solución dialéctica al problema
fundamental de la filosofía que significa abordar todos los problemas desde la relación
de cada hombre con el universo, entendida como la relación de cada hombre con la
naturaleza y de todos los hombres (sociedad) con ella, relación que tiene como
característica la de ser esencialmente gnoseológica.

Haber concebido al hombre como ser social al igual que Marx, y lograr la síntesis de
sus concepciones acerca del hombre (individuo-social) se complementan al aportar
Marx más en lo social
y José Martí hacerlo desde lo individual. La reducción de uno u otro pensamiento
desequilibra la dialéctica de lo individual y lo social en el hombre, lejos de identificarlos
los diferencia. En ambos hay una «Filosofía de relación» entre lo material y lo espiritual,
haber aportado uno más y otro menos en cada uno de los aspectos para comprender la
unidad del mundo los identifica en vez de diferenciarlos, ni Marx era un «materialista
economicista» que significa catalogarlo de ignorante de los aspectos espirituales, ni
José Martí fue el «idealista» con tan diversos calificativos; ambos concibieron la unidad
del hombre como individuo-social, que es la única forma de interpretar «la unidad del
mundo» en su esencia gnoseológica, la cual tampoco debe ser interpretada como
naturaleza, en ocasiones, a la manera en que se le atribuye a Martí, ni como práctica
social al margen de la naturaleza como se le atribuye al marxismo-leninismo con un
abstraccionismo que no lo caracteriza.

Recordemos cómo definía Engels dicha unidad del mundo: «La unidad del mundo no
consiste en su ser, aunque su ser es una premisa de su unidad, ya que el mundo tiene
ante todo que ser, para ser una unidad. En general, el ser se plantea como problema a
partir del límite donde termina nuestro círculo visual. La unidad real del mundo consiste
en su materialidad que no tiene su prueba precisamente en unas cuantas frases de
prestidigitador, sino en el largo y penoso desarrollo de la filosofía y las ciencias
naturales».66 Insistir en esta unidad permitirá la solución a la formulación y solución del
problema fundamental de la filosofía definida por José Martí y enriquecida por el
marxismo-leninismo y a cuya síntesis arribó el pensamiento cubano, no como
eclecticismo.

Al valorar las causas que no permiten comprender la reconocida relación del


pensamiento martiano con el marxismo-leninismo como síntesis, debe señalarse en
primer lugar la no utilización del carácter metodológico del problema fundamental de la
filosofía, y en segundo lugar el carácter dogmático de su utilización al reducirlo a la
formulación engelsiana mal interpretada, problema que no es deducido a partir de
Carlos Marx para su formulación y solución, y luego con los aportes leninistas.
Notas y referencias

1
Véase de Pablo Guadarrama y Miguel Rojas Gómez: El pensamiento filosófico en Cuba en el siglo XX:
1900-1960, Editorial Félix Varela, La Habana, 1998, Primera edición 1995. Existen otras muchas
valoraciones sobre el tema pero el resultado de esta investigación se destaca por su sistematicidad.
2
Véase de Pablo Guadarrama González y Miguel Rojas Gómez. El pensamiento filosófico en Cuba en el
siglo XX: 1900-1960; segunda edición, pp. 49 y 50, Editorial Félix Varela, La Habana, 1998 (Primera
edición 1995).
3
Relación compleja y bastante debatida.
4
Cada vez reconocido por un número mayor de autores que no es necesario referenciar. Pero que
Incluye al colectivo de investigadores de la obra trabajada que comparten su existencia en José Martí,
aunque con distintos matices. Y donde se destacan junto a otros los autores principales de este libro.
5
Un estudio que profundiza el tema puede encontrarse en El pensamiento filosófico en Cuba en el
siglo XX: 1900-1960; y en Pablo Guadarrama González: Martí y el humanismo latinoamericano
6
Díaz Ruiz Soto, A. y otros: La sociedad neocolonial cubana. Corrientes ideológicas y partidos políticos,
p. 5, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1984.
7
Véase el subsitio «José Martí» en Bohemia digital. Antes de la revolución autores como Enrique José
Varona, Alfonso Hernández Catá, Gonzalo de Quesada y Miranda, Jorge Mañach, Loló de la Torriente,
Ángel Augier, María Zambrano y Manuel Feijóo. Después de ésta: El Indio Naborí, Manuel Navarro Luna,
Juan Marinello, María Luz de Nora, Juan Ramón Jiménez, Fabricio Ojeda, Cintio Vitier, Pedro Pablo
Rodríguez, Roberto Fernández Retamar, Luís Toledo Sande, Ramón de Armas, Ibrahím Hidalgo,
también lo hicieron. Sin demeritar la autenticidad del subsitio, es necesario señalar la existencia de otros
trabajos que enriquecen el tema después del triunfo de la revolución y que no son referenciados como el
de Adalberto Ronda Varona: «José Martí alcance de su presencia», Bohemia, La Habana, 85 (4): 4-7, 22
de enero 1993. Enrique Castro. «125 aniversarios de Martí. Un gigantesco desfile». Bohemia (Habana)
70(5): 55-56; 3 de febrero, 1978. iIus. Y “Por la Casa Natal”. Bohemia (La Habana) 70(4):4-S; 27 enero,
1978. ilus. A la cabeza del título: Un museo para que el pueblo conozca la obra revolucionaria de José
Martí.
8
Véase de Antonio Bermejo Santos. «La divulgación de las Ciencias Sociales en la Revista Islas». Aquí
se señala al valorar los años sesenta que «Se aprecia el interés de la dirección de la revista en rescatar
la herencia de las figuras importantes del pensamiento político cubano. Sobresalen los estudios sobre
José Martí». No aparece ninguna otra mención cuando se valoran los años setenta y ochenta. En Islas,
año 45, no. 135, enero-marzo, pp., 147-148. 2003.
9
Véase la revista Islas no. 41. 1972.
10
Véase la revista Islas no. 43. 1972.
11
Véase de Miguel Rojas el amplio análisis sobre la figura de Medardo Vitier y obras como: Las ideas en
Cuba, 1938; La filosofía en Cuba, 1948. «Cincuenta años de estudio de la filosofía de la República», en
Bohemia, año 45, (1): 220, mayo 10 de 1953. Martí, estudio integral, 1954; Valoraciones I y II,
1960-1961. En Pablo Guadarrama y Miguel Rojas Gómez: El pensamiento filosófico en Cuba en el siglo
XX: 1900-1960, Editorial Félix Varela, La Habana, 1998, Primera edición 1995. (Miguel Rojas ha escrito
otros trabajos y tutorado tesis de doctorado sobre el autor que profundizan sobre el tema martiano).
12
Véase de Miguel Rojas: el análisis sobre el domicano-cubano Juan Isidro Jiménez-Grullón y su obra
La filosofía de José Martí, Universidad Central de Las Villas, 1960. En Pablo Guadarrama y Miguel Rojas
Gómez: El pensamiento filosófico en Cuba en el siglo XX: 1900-1960, Editorial Félix Varela, La Habana,
1998, Primera edición 1995.
13
Véase Leonardo Pérez Leyva sobre Humberto Piñera Llera y el no haber contemplado la siguiente
bibliografía martiana de Humberto Piñera Llera: Su libro Idea, sentimiento y sensibilidad de José Martí,
Miami, Florida, Ediciones Universal, 1980; «Martí pensador», En Pensamiento y acción de José Martí,
Santiago de Cuba, 1983. De la misma manera, en el análisis de Elías Entralgo, no consideró obras
como Antología de Martí sobre lo económico y lo social. En Pablo Guadarrama y Miguel Rojas Gómez: El
pensamiento filosófico en Cuba en el siglo XX: 1900-1960, Editorial Félix Varela, La Habana, 1998,
Primera edición, 1995.
14
Miguel Rojas Gómez sobre Jorge Mañach afirma que: «sus obras sobre el tema martiano han
generado juicios dispares, en particular, Martí el Apóstol, pero no profundizó en el tema. No se consultó
“Perfil de Martí”. Letras y Cultura en Cuba, Tomo I, Editorial Pueblo y Educación, 1989. Pero, aparte de
sus textos editados en libros y folletos. la producción martiana de Jorge Mañach ronda el centenar de
artículos publicados en periódicos y revistas. Y su importancia no radica principalmente en este dato
cuantitativo, sino, sobre todo, en la evidente calidad de ellos. Véase de Salvador Arias, «Martí en Jorge
Mañach», Anuario No. 20 del Centro de Estudios Martianos.
15
Véase Vilma Figueroa Casas, en Pablo Guadarrama y Miguel Rojas Gómez: El pensamiento filosófico
en Cuba en el siglo XX: 1900-1960, Editorial Félix Varela, La Habana, 1998, Primera edición 1995.
16
Véase María Hernández. En Pablo Guadarrama y Miguel Rojas Gómez: El pensamiento filosófico en
Cuba en el siglo XX: 1900-1960, Editorial Félix Varela, La Habana, 1998, Primera edición 1995. Señala
que «Luchó porque no quedaran en el olvido Varela […] y Martí», sin embargo, el tema al no ser
trabajado dejó en la sombra el análisis de libros como: Martí en España. La Habana, Cultural, 1938. La
Revolución de Martí, 24 de febrero de 1895. La Habana, Municipio de La Habana, 1941 (Cuadernos de
historia habanera, 19). Martí antimperialista. Segunda edición. La Habana, Ministerio de Relaciones
Exteriores, 1961. La República de Martí. Quinta edición. La Habana. Oficina del Historiador de la Ciudad,
1961. A ello hay que agregar que en «La bibliografía martiana de Emilio Roig de Leuchsenring» de María
Benítez (su esposa) se relacionan casi 300 artículos. Véase Cuadernos Martianos no. 2 de 1979.
17
Véase Cira Varona. En Pablo Guadarrama y Miguel Rojas Gómez: El pensamiento filosófico en Cuba
en el siglo XX: 1900-1960, Editorial Félix Varela, La Habana, 1998, Primera edición 1995. No sucede lo
mismo con su trabajo sobre Antonio Martínez Bello porque valoró, aunque quizás pudo hacerlo más
detalladamente, obras como: Ideas Sociales y Económicas de José Martí, Ed. Verónica, 1940. El
temperamento de Martí. (Ensayo de interpretación psicológica). La Habana, Ed. Neptuno, 1948. José
Martí, antimperialista y conocedor del imperialismo, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1986.
Ideas filosóficas de José Martí. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1989. Sin embargo no
consideró una parte de su obra, particularmente martiana que incluye: La adolescencia de Martí,
Imprenta P. Fernández y Cía, La Habana, 1944. Idealismo y materialismo en la obra de José Martí,
Ensayo inédito de 1978.
18
Véase Pablo Guadarrama y Miguel Rojas Gómez: El pensamiento filosófico en Cuba en el siglo XX:
1900-1960, p. 5, Editorial Félix Varela, La Habana, 1998.
19
Medardo Vitier (1954) dice en su estudio sobre el pensamiento filosófico en José Martí que: «Cualquier
estudio del contenido filosófico de un hombre notable puede hacerse en una, o más, de estas cuatro
direcciones: apreciándolo como profesor de Filosofía; por su doctrina propia, sí la posee en forma
desenvuelta; por la cultura filosófica, según la muestran algunos escritores, sin más pretensión; y por la
capacidad de pensador, aun con escasa información sobre los sistemas Medardo Vitier «Dimensión
filosófica [de José Martí], sobre todo en su sentido de la vida». En José Martí (valoraciones múltiples)
Tomo I, p. 217, Edición a cargo de Luís Toledo Sande, Fondo Editorial Casa de las Américas, 2007.
Tomado de Martí estudio integral, 1954. O sea, nada que tenga que ver con la utilización del principio
marxista-leninista, lo cual se justifica por no ser considerado un estudioso con formación marxista, al
igual que otros tantos investigadores.
20
Aquí relaciona a Martí con el idealismo existencialista sin hacer uso del problema fundamental. Miguel
Jorrín: Martí y la filosofía., pp. 13-16. Comisión Nacional cubana de la UNESCO, La Habana, 1954.
21
J.I. Jiménez Grullón en La filosofía de José Martí. (1960). Señala que «del conjunto de temas
expuestos en los capítulos precedentes se deriva una conclusión muy importante: el sistema filosófico de
Martí traduce una interpretación personalísima del mundo y de la vida. Pero esta interpretación, nacida
de sus estereotipos dinámicos, revela el positivismo y el romanticismo […] La filosofía de Martí
encuéntrase, obviamente, entre éstas. Su esencia y raíz es idealista, pero su realismo es también
notorio. El idealismo aparece en la admisión de una sustancia creadora de tipo espiritual, en la
supremacía del espíritu como base de la comprensión del mundo, en sus tesis sobre el devenir y la
Naturaleza, en la visión teleológica del alma. En cuanto al realismo, lo encontramos en su concepción del
mundo externo como una realidad independiente del yo, sobre la cual ésta actúa con fines de
transformación. Su sistema realiza el enlace de ambas doctrinas. Y el resultado es de una coherencia
admirable, que precisa reconocer aun cuando en el orden personal se disienta de sus fundamentos y
conclusiones. Tal sistema es, en suma, una manifestación de realismo crítico girando alrededor de un eje
idealista». Jiménez Grullón en ninguno de los temas tratados usa metodológicamente el problema
fundamental a la manera engelsiana, particularmente en su segundo aspecto. J.I. Jiménez Grullón La
filosofía de José Martí. pp., 205-208. Universidad Central de Las Villas, La Habana, 1960.
22
Carlos Rafael Rodríguez en José Martí, contemporáneo y compañero (1972), señala que: «Hay que
decir que José Martí fue, dentro de los pensadores descollantes de nuestro siglo XIX, el que desde el
punto de vista filosófico tuvo posiciones idealistas más definidas. Martí dio la posición avanzada en todo
menos en filosofía […] Pero Martí es más decididamente idealista en sus posiciones filosóficas, y esto se
aprecia en su polémica con el positivismo mexicano, doctrina que abrazaría después, con perfiles de un
22
positivismo más avanzado […]». Pero tampoco utilizó metodológicamente el problema fundamental.
Carlos Rafael Rodríguez en José Martí, contemporáneo y compañero, En Siete enfoques Marxistas
sobre José Martí, pp. 87-88, Editora Política, La Habana, 1985, primera edición 1978, (Versión del
discurso pronunciado con motivo de la culminación de la Jornada Martiana en la Universidad de La
Habana, el 27 de enero de 1972).
23
Francia, 1917-1977. Sobresalió como militante comunista y combatiente antifascista, y por una fértil
obra docente e investigativa, gran parte de ella sobre temas relacionados con España y con la América
Latina. Publicó varios volúmenes, a los cuales póstumamente se sumó Cuatro estudios martianos
(1980). La fundamentación desarrollada por Salomón se centra en que: «[…] el humanismo de José
Martí integra en sí distintos estratos y aportes de la tradición idealista desde los estoicos y el cristianismo
hasta los filósofos dieciochescos amigos del hombre y culmina en una postura claramente liberal, típica
del XIX (de contenido avanzado en el tiempo y en el mundo de José Martí), que se sitúa en una etapa
anterior a la revolución verdaderamente «copernicana» realizada por Marx al definir al «ser» del hombre
como «producto de la historia». Establecerlo históricamente no significa disminuir ni mermar el mérito
trascendental de José Martí. Al contrario, lo engrandece […]». Concluye Salomón considerando que: […]
me atrevería yo a proponer una fórmula dialéctica, bipolar: el idealismo de José Martí es un «idealismo
práctico». En tal «idealismo práctico» reside —a pesar de las limitaciones que implica todo idealismo
filosófico— una de las muchas grandezas humanas del Apóstol cubano. Inspirándome en una conocida
definición de Marx en La Ideología alemana yo diré que uno de los méritos trascendentales del inmenso
y gigantesco Martí fue haber contribuido poderosamente a transformar el mundo, cuando su formación
23
teórica —heredada de su mundo— le incitaba solo a pensarlo y soñarlo […]» . Tal valoración ha
trascendido entre los estudiosos del pensamiento de José Martí y es ello lo que justifica su amplia
referencia, pues tampoco se utiliza de manera concreta lo dicho por Engels respecto al problema
fundamental de la filosofía como principio metodológico.
24
Luís Toledo Sande en Ideología y práctica en José Martí seis aproximaciones (1982), dedica un
capítulo al análisis de «el idealismo en José Martí» y en él considera que si la práctica en Martí es
comparable, sin lugar a duda, con la del materialista más consecuente, sus concepciones filosóficas
—especialmente las relacionadas con el ser y la conciencia— son predominantemente idealistas. Este
planteamiento, desarrollado con ciertos argumentos a favor del idealismo a partir de la cuestión de la
primacía no es continuado consecuentemente con el problema gnoseológico y mucho menos
relacionado con el metodológico para perderse en una crítica a Oleg Ternevói y sus valoraciones sobre
el pensamiento filosófico martiano, que culmina con la sentencia de autoridad de lo dicho por Carlos
Rafael Rodríguez. Luís Toledo Sande en Ideología y práctica en José Martí seis aproximaciones, pp.
138-153, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1982.
25
Adalberto Ronda Varona, quien ya había escrito “La esencia filosófica del pensamiento democrático-
revolucionario de José Martí”. En Anuario del centro de estudios martianos. 3-1980. Y “Acerca de la
filiación filosófica de José Martí” (1983) considera que en Martí se “observa una importante tendencia a
la comprensión materialista de diversos fenómenos de la naturaleza y la sociedad, sin que por esto se
produzca una ruptura con el idealismo filosófico…”. Véase de Adalberto Ronda Varona. “Acerca de la
filiación filosófica de José Martí”, en Anuario del Centro de Estudios Martianos 6, p. 80. 1983. Consideró
que su identificación con el idealismo es particularmente con el idealismo objetivo. Para ello hace un uso
limitado del problema fundamental que no incluye el aspecto gnoseológico.
26
Véase de José Antonio Escalona: «En torno al problema fundamental de la filosofía en José Martí». En
Anuario Filosófico Universidad de Oriente, pp., 77-118, 1982.
27
Aquí señala que en la concepción del mundo de Martí «uno de los aspectos en donde se manifiesta su
idealismo es en el tratamiento que da a la relación materia-espíritu. Si bien plantea que la vida es una y
que se caracteriza por la relación constante entre lo material y lo inmaterial, trata el problema de la
primacidad de una forma ambigua y algunas ocasiones claramente a favor de un espíritu de ribetes
hegelianos». Véase de José Antonio Escalona En torno a los aspectos filosóficos del pensamiento
martiano, p. 42, Universidad de Oriente, 1987. Y agrega: que «si en la relación materia-espíritu, plantea
que este último, es el agente activo, semejante análisis ejerce sobre la relación cuerpo-alma […] Como
vemos, su concepción idealista que se basa en la coexistencia de la materia y el espíritu, se extiende al
análisis del hombre, que es el centro de todo el pensamiento martiano, en la relación cuerpo-alma […] Es
decir, Martí se adhiere a la doctrina del separatismo del alma […]» Ibídem, p. 50. Como puede
apreciarse hay un tratamiento dogmático de la relación materia-espíritu, al utilizarse el valor
metodológico del problema fundamental de la filosofía, ya que no se relaciona adecuadamente con el
problema gnoseológico, lo cual puede apreciarse cuando señala que en Martí: «los criterios acerca de la
cognoscibilidad del mundo ocupan una posición de vanguardia en el conjunto de ideas que integran el
pensamiento filosófico martiano» Ibídem, p. 57, valoración que podría inducir a considerar que en Martí
lejos de su filiación a «una doctrina separatista del alma» se encontrará una comprensión del carácter
objetivo de lo ideal tal y como lo valora el marxismo. Se añade a lo anterior que sin tratar la concreción
del problema en la concepción materialista de la historia. Al analizar la concepción de Martí respecto a la
relación hombre-universo, se señala que: «No es atrevido decir que aquí Martí indirectamente se acerca
a Marx al comprender que el dominio consciente de la naturaleza por los hombres es lo que
efectivamente los lleva a dicha condición esencial. Es decir, que es en este proceso de apropiación, en
esta relación práctica, donde se configura la naturaleza humana del hombre. Mientras más se humaniza
la naturaleza más humano es el hombre, comprensión que de por sí entraña un rechazó al idealismo»
Ibídem, p. 55. Pero, además, que dice mucho de la concepción de Martí acerca del hombre como ser
social.
28
Antonio Martínez Bello se presenta como uno de los autores más destacados en la utilización del
principio metodológico marxista-leninista del problema fundamental y su defensa como principio
metodológico necesario para valorar el pensamiento filosófico de Martí. Tanto en su libro Ideas sociales y
económicas de José Martí (1942), como en Las ideas filosóficas de José Martí (1989), según el autor no
se trata de afiliarlo al materialismo, sino de mostrar su visible evolución hacia él. En ambos libros se
aprecia uno de los intentos más completos de esclarecer lo que hubo o no de idealismo y de
materialismo en la ideología del maestro.
29
Hacen un uso limitado del valor metodológico del problema fundamental de la filosofía. Aunque se
destaca en el libro la explicación que brinda de éste y la manera marxista en que lo hace a partir de la
obra clásica de Engels, Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana. Lamentablemente, los
autores olvidan interpretar en ese propio capítulo II que Engels le reprocha a Feuerbach confundir «el
materialismo que es una concepción general del mundo basada en determinada relaciones ente la
materia y el espíritu, con la forma concreta que esta concepción revistió en una determinada fase
histórica» ya que el materialismo recorre una serie de fases de desarrollo y «desde que el método
materialista se aplica también a la historia, se abre ante él un camino nuevo de desarrollo». Este análisis
no le permitiría parafrasear a Fernando Ortiz, para decir que «Martí fue un filósofo sin filosofía» Jardines
Alexis y Jorge González Reflexiones en torno al espiritualismo en José Martí, p. 20, Editorial de Ciencias
Sociales, La Habana, 1990. Y por tanto, en la misma medida que Engels está formulando y explicando
el problema, está brindando también su solución marxista con la concepción materialista de la historia.
30
Hace sus valoraciones siguiendo a Salomón y a Jiménez Grullón sin hacer uso del valor metodológico
del problema. Véase de Suárez Franscheci «Martí, “idealista práctico”: la fuerza impulsora de la utopía y
la lucha por transformar la realidad de América Latina». Anuario del CEM La Habana (13): 252-257,
1990.
31
Dictinio Díaz: «Los estudios de la filosofía en Martí, ¿Ha predominado la duda o la certeza?», pp. 301-
311, En Pablo Guadarrama González y Carmen Suárez Gómez. Filosofía y Sociedad, Tomo 1, Editorial
Félix Varela, La Habana, 2000.
32
Ibídem, p. 309.
33
Ibídem, p. 310.
34
Véase de Armando Hart Dávalos. «Martí y Marx, raíces de la Revolución Socialista de Cuba», en
revista Cuba Socialista, tercera época, número 28-2003.

35
Ibídem, p. 27.
36
Ibídem, p. 32.
37
Véase Leonardo Pérez Leyva «Martí y el problema fundamental de la filosofía», en IX Simposio de
Pensamiento Filosófico Latinoamericano, Santa Clara, 2004.
38
Carlos Marx. Manuscritos Económicos y Filosóficos de 1844, p. 110, Editora Política. La Habana,
1965.

39
Ibídem, p. 115.
40
Federico Engels. «Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana», en Obras Escogidas en
tres tomos, tomo III, p. 362, Editorial Progreso, Moscú, 1974.
41
Pues «en la mayoría de los casos, los filósofos premarxistas (y una buena parte de los filósofos no
marxistas contemporáneos) no solo no formularon con precisión el problema de la relación del
pensamiento y el ser, sino que, en su autoconciencia, creyeron firmemente ocuparse de cuestiones
radicalmente diferentes o que sólo guardan con él una relación tangencial». Colectivo de autores.
Coordinador Pablo Guadarrama. Lecciones de Filosofía marxista leninista, tomo 1, p. 272, Dirección de
Marxismo-Leninismo, La Habana, 1991.

42
Las raíces o causas de este problema, según Engels, se enmarcan al igual que toda religión, en las
ideas limitadas e ignorantes del estado de salvajismo, dice que fue necesario que la humanidad
despertara de su letargo en la Edad Media cristiana, donde el problema de saber qué es lo primario; si el
espíritu o la naturaleza, se expresó de forma tal que daba respuesta a la pregunta de si ¿el mundo fue
creado por Dios, o existe desde toda la eternidad? Es por ello que el problema del conocimiento acerca
del espíritu y la naturaleza, así como su relación serán causas de la existencia del mismo. La pretensión
de hacerlo desaparecer queda entonces sin fundamento.
43
Colectivo de autores, coordinador Pablo Guadarrama. Lecciones de Filosofía marxista leninista, tomo
1, p. 110. Dirección de Marxismo Leninismo. La Habana, 1991.
44
Ibídem, p. 272.
45
Martí decía al respecto: «¡Novedad el positivismo! ¡pues si la ha habido en toda la Filosofía, aun en las
más remotas, como sana reacción de la inteligencia libre del hombre contra las imposturas o soberbias
sacerdotales! Es un método permanente en la historia del hombre. Lo único que varía, y que le da aire
de novedad cada vez que aparece, es el mayor saber acumulado con el tiempo». En José Martí, Ob, cit.,
tomo 19. p. 368.
46
José Martí. Ob. cit., t. 19, p. 361.
47
José Martí. Ob. cit., t. 21, p. 47.

48
Ibídem, p. 67.

49
José Martí. Ob. cit., t. 19, p. 364.

50
Dijo que: «la filosofía materialista, que no es más que la vehemente expresión del ser humano a la
verdad, y un levantamiento saludable del espíritu de análisis contra la pretensión y soberbia de los que
pretenden dar leyes sobre un sujeto que desconocen, la filosofía materialista al extremar, sus sistemas,
viene a establecer la indispensabilidad de estudiar las leyes del espíritu. De negar el espíritu –la cual
negación fue provocada en estos tiempos, como ha sido en todos, por la afirmación excesiva del espíritu-
viene a parar que el espíritu está sujeto a leyes y se mueve por ellas, aceleradas o detenidas en su
cumplimiento por las causas mecánicas y circunstancias rodeantes que influyen y suelen ser tan
poderosas que las truecan o determinan. No hay contradicción entre reconocer las leyes generales que
se deducen de la observación de los hechos de los hombres, y la hermosa majestad, originalidad
fructífera y fuerza propia y personal que hace interesante, renovadora y sorprendente la persona
50
humana»; valoración que caracteriza su posición ante la filosofía materialista vulgar que predominó en
su tiempo.
51
Ibídem.
52
Respecto a la presuntuosidad del idealismo decía «la teoría antropocéntrica concepción presuntuosa
de la sistemática escuela espiritualista». José Martí Ob. cit., tomo 15, p. 194. En otro momento señaló:
«No sé si soy un loco, puesto que soy un idealista tan completo. El realismo, santo maravilloso,
milagroso, es la lógica de la naturaleza» en Ob. cit., tomo 19, p.429. Criticó el subjetivismo de la filosofía
india «…Y es que aquella filosofía india embriaga, como bosque de azahares, y acontece con ella como
con ver volar aves, que enciende ansias de volar. Se siente el hombre, cuando penetra en ella,
dulcemente aniquilado, y como mecido; camino de lo alto, en llamas azules. Y se pregunta entonces sino
es fantasmagoría la naturaleza, y el hombre fantaseador y todo el Universo una idea, y Dios la idea pura,
y el ser humano la idea aspiradora que irá a parar al cabo, como perla en su concha y flecha en tronco
de árbol, en el seno de Dios. Y empieza a andamiar, y a edificar el Universo. Pero al punto echa abajo
los andamios, avergonzado de la ruindad de su edificio, y de la pobreza de la mente, que parece, cuando
se da a construir mundos, hormiga que arrastra a su espalda una cadena de montañas». En Ob. cit.,
tomo 13, p. 27.
53
José Martí rechazaba al idealismo cuando decía que «se me confunde con idealismo metafísico;
teorías antropocéntricas, ¡cotejo de los que oponen a la ciencia la personalidad humana», en Obras
Completas, Tomo 19, p. 420, Editora Política, La Habana, 1975.
54
José Martí. Ob. cit., t. 21, p. 42.

55
José Martí. Ob. cit., t. 19, p. 259.
56
José Marti. Ob. cit., t. 7, p. 232.

57
José Martí. Ob. cit., t. 19, p. 365.
58
José Martí. Ob. cit., t. 13, p. 33.
59
José Martí. Ob. cit., t. 21, p. 75.

60
José Martí. Ob. cit., t. 19, p. 359.
61
Marx, Carlos. Manuscritos Económicos y Filosóficos de 1844, p. 110. Editora Política, La Habana,
1965.
62
José Martí. Ob. cit., t. 19, p. 369.
63
José Marti. Ob. cit., t. 21, p. 42.
64
José Marti. Ob. cit., t. 21, p. 54.
65
José Martí. Ob. cit., t. 19, p. 361.

66
Federico Engels. Anti Duhring, p. 58, quinta edición, Editorial Pueblo y Educación, La Habana, Cuba,
1977.
El pensamiento filosófico de José Martí y su presencia en la recepción del
marxismo-leninismo en Cuba

Para analizar la presencia del pensamiento filosófico martiano en la recepción


del marxismo en Cuba y particularmente en El pensamiento filosófico en Cuba
en el siglo XX: 1900-19601 hay que comenzar a rastrearla en «La Revolución
Cubana y la herencia filosófica» desde las etapas principales del desarrollo del
pensamiento filosófico en Cuba, donde José Martí (1853-1895) se ubica como la
figura que sintetizó las dos etapas anteriores, sin dejarse cautivar por éste; hasta
las premisas y tendencias principales que dieron lugar a tres tendencias de la
recepción del marxismo como son: «la anticomunista y antimarxista», «la
parcialmente confluyente con el marxismo» y «la tendencia marxista».

Aunque existen otros autores y otras periodizaciones del pensamiento filosófico


cubano, así como criterios diferentes acerca de la recepción del marxismo en
Cuba, la posición autocrítica que aquí se asume pretende considerar como
bibliografía fundamental la obra mencionada, así como el libro Despojado de
todo fetiche. Autenticidad del pensamiento marxista latinoamericano,2 donde se
incluye desde el punto de vista teórico: algunas consideraciones sobre la
relación Ideología-Filosofía y la presencia del pensamiento filosófico martiano en
los momentos en que se considera al pensamiento filosófico cubano como parte
integrante del latinoamericano.

El objetivo es: valorar la presencia del pensamiento martiano en la recepción del


pensamiento filosófico marxista-leninista en Cuba.

Aunque se ha señalado con anterioridad, es necesario repetir que: «No


constituye un objetivo del presente análisis —que solo intenta fundamentar una
periodización generalizadora del pensamiento filosófico en Cuba— profundizar
en la caracterización del pensamiento filosófico de José Martí»,3 pero la realidad
es que dicha relación está presente.

Y reiterar también que, al tratarse a los pensadores reconocidos como


confluyentes o en la tendencia marxista, se señala a un grupo de representantes
que no recibieron igual tratamiento porque un objetivo fue investigar el
pensamiento filosófico burgués en Cuba en la fecha señalada y otro hacer un
libro sobre el pensamiento filosófico en Cuba, y que al hacerse referencia a
representantes de estas corrientes no se aprecia el vínculo con el pensamiento
martiano tan ampliamente existente en la realidad.

Por tanto, la atención se centra ahora en los representantes de las distintas


tendencias de recepción del marxismo señaladas y nunca con la pretensión de
un análisis exhaustivo, sino a manera de ejemplos. De esa forma se aprecia,
sobre los representantes de «La tendencia anticomunista y antimarxista» de la
recepción del marxismo en Humberto Piñera Llera,4 la necesidad de dialogar con
autores latinoamericanos5 donde se valora a esta figura ubicada en dos
corrientes filosóficas distintas «El Problema de la Esencia de la Filosofía
Latinoamericana» y de «El Movimiento Fenomenológico en América Latina». En
la primera valoración llega a afirmarse que «aunque refleja en varios pasajes de
su estudio algunas ideas de Husserl, Piñera Llera no es propiamente idealista».
Criterio que no puede ser desconocido cuando Humberto Piñera Llera en su
prólogo al libro De la Filosofía en la Habana de José Manuel Mestre, afirma que:
«[…] ni por la vía del materialismo a secas, ni por la de un espiritualismo
absolutamente replegado en sí propio, es posible llegar a soluciones
aceptables». Ello no lo saca de la tendencia en que se ubicó pero permite
profundizar en su pensamiento.

La siguiente valoración de Humberto Piñera Llera en el libro Pensamiento


Filosófico de José Martí: «El contenido filosófico de su pensamiento es el
aspecto más delicado […] en primer término, si fue Martí filósofo y la respuesta
sería forzosamente negativa: no fue un filósofo y no podía serlo quien como él
pretendía idealizar lo real, no aspirando jamás a la utópica pretensión del filósofo
de realizar lo ideal. […]».6 Demuestra la importancia de la referencia martiana al
valorar un autor desde posiciones filosóficas.

En el análisis de los representantes de la tendencia confluyente con el marxismo


se dice que: «la segunda tendencia sí constituyó desde sus inicios una forma de
continuidad de la tradición filosófica progresista anterior, que había alcanzado su
máxima expresión en las ideas y la obra de José Martí y Enrique José Varona».7

Resulta positivo en general reconocer que «Martí como figura cimera del
pensamiento cubano marca el punto de partida principal de esta segunda
tendencia en la recepción del marxismo en este país. Los que continuarían en
ella, así como los representantes de la tercera tendencia (la marxista-leninista),
estarían siempre imbuidos por su ejemplo, por eso sus ideas y su obra
constituyen el punto de entronque de las dos líneas progresistas del
pensamiento filosófico cubano».8

Lo lamentable es haber llegado a esta conclusión a partir de la posición ecléctica


expresada en la idea de que «La filiación filosófica de Martí si bien descansaba
en una concepción idealista del mundo, estaba preñada de valiosas
proyecciones materialistas en la interpretación de múltiples fenómenos
gnoseológicos, de la naturaleza y la sociedad».9 Ello corrobora la tesis del
trabajo anterior: que desde el punto de vista metodológico la causa fundamental
de que no se profundizara adecuadamente, en este libro, fue la interpretación
dogmática no sólo del marxismo-leninismo que prevaleció, sino de su filosofía y
particularmente del valor metodológico de su problema fundamental.

El error cometido se agrava si la presentación hecha sobre Enrique José Varona


(1849-1933) se hace desconociendo en su obra toda la producción martiana y se
presenta entonces como seguidores a Medardo Vitier, Fernando Lles y Rafael
García Bárcena, quienes entre los más significativos «trataron de mantener viva
la tradición progresista de la filosofía cubana […] Algunos de ellos mantuvieron
posiciones idealistas y otros se orientaron más hacia el materialismo sin llegar a
posiciones marxistas. Otros evolucionaron más en su pensamiento y llegaron
finalmente a las posiciones del marxismo-leninismo […] Juan Isidro
Jiménez-Grullón […] Justo Nicola y Antonio Sánchez de Bustamante y Montoro,
por hacer referencia a los dedicados básicamente a la actividad filosófica […]
Fernando Ortiz y Emilio Roig de Leuchsenring […] Antonio Guiteras […]».10
Los argumentos del error son fácilmente observables en la reflexión siguiente:
Medardo Vitier había sido definido en «La herencia filosófica cubana y el
racionalismo»; Fernando Lles dentro del «naturalismo ateísta»; Rafael García
Bárcena en «El humanismo trascendentalista»; Juan Isidro Jiménez-Grullón en
«El materialismo racionalista»; Antonio Sánchez de Bustamante y Montoro en
«La filosofía del derecho y la axiología jurídica».

En los autores diferenciados por no dedicarse básicamente a la actividad


filosófica se encuentran: Fernando Ortiz, quien no obstante se investigó y se
definió en «El positivismo transicional»; Emilio Roig de Leuchsenring en «La
filosofía política y el antimperialismo» y Antonio Guiteras quedó fuera de toda
valoración filosófica.

Si analizamos ahora «La tendencia marxista» es posible distinguir entre los


representantes de sus antecedentes a Enrique Roig San Martín y a Ricardo
García Garófalo para comenzar el análisis con «El primer gran marxista cubano
[…] Carlos Baliño […]»; continuar con «El fundador del Partido Comunista de
Cuba y máximo dirigente de la juventud revolucionaria de los años veinte, Julio
Antonio Mella […]» y Rubén Martínez Villena. Hasta aquí el nombre de José
Martí sólo es mencionado para decir que: «La teoría marxista era enseñada
desde 1923 en la Universidad Popular José Martí […]».

Se mencionan otros representantes de esta tendencia como Fabio Grobart, Blas


Roca, Juan Marinello, Carlos Rafael Rodríguez, Gaspar Jorge García Galló,
Salvador García Agüero, Raúl Roa, José Antonio Portuondo, Julio Le Riverend,
Sergio Aguirre, Juan Marinello, Fidel Castro y Ernesto Che Guevara.

Para cumplir con el objetivo planteado lo primero que hay que señalar es que: se
comprueba igualmente la tesis sostenida en el trabajo anterior de que: Al
tratarse a los pensadores reconocidos como confluyentes o en la tendencia
marxista se señala a un grupo de representantes que no recibieron igual
tratamiento porque un objetivo fue investigar el pensamiento filosófico burgués
en Cuba en la fecha señalada y otro hacer un libro sobre el pensamiento
filosófico en Cuba y que al hacerse referencia a representantes de estas
corrientes no se aprecia el vínculo con el pensamiento martiano tan ampliamente
existente. Con este argumento es posible apreciar un considerable desequilibrio
entre el análisis que reciben otras etapas con las señaladas respecto al
pensamiento martiano y su relación con el pensamiento filosófico del marxismo
que tampoco fue objetivo de investigación colectiva para este libro.

Otro argumento se puede apreciar al analizarse «El grupo minorista y su ideal


sociofilosófico», donde se afirma que: «La filiación marxista, en conjunción con
Martí, está presente en Martín Casanovas, Juan Marinello y Rubén Martínez
Villena».11 En esta ocasión analizados dentro de «Las corrientes del naturalismo,
la filosofía científico natural y el progresismo social». Pero en el caso de Martín
Casanova ¿cómo definir su pensamiento filosófico?

Quizás una investigación siguiente del Grupo de Investigación de Pensamiento


Filosófico de la UCLV hubiera sido continuar la investigación en la etapa
siguiente, pero razones que no aportan al cumplimiento del objetivo propuesto
en este trabajo, hicieron que el grupo se definiera como «Cubano y
Latinoamericano», y lo que corresponde al objetivo trazado es la reflexión sobre
el texto Despojado de todo fetiche. Autenticidad del pensamiento marxista
latinoamericano, que constituyó una investigación que permite indagar en la
relación propuesta.

Aquí la búsqueda de la presencia de José Martí se hace aún más difícil en su


«aparente sencillez» pues prácticamente se encuentra ausente su pensamiento.
Ahora no tanto por el debate de si ¿existe o no un pensamiento filosófico en
José Martí?, sino en la certeza casi absoluta de que ¡José Martí no fue marxista!
A lo anterior se agrega la complejidad que introduce la relación Ideología-
Filosofía, pues aquí el concepto ya no es «El pensamiento filosófico […]» sino
«Autenticidad del pensamiento marxista […]». No obstante, un rastreo cuidadoso
nos permite descubrir el tratamiento real que recibió la relación objeto de
análisis.
En el capítulo I, dedicado a un «Bosquejo histórico del marxismo en América
Latina» (1-72 pp.), sólo aparece el nombre de José Martí en la cita siguiente: «El
tema de la identidad cultural latinoamericana ha sido objeto de Enrique Ubieta
en Ensayos de Identidad (1993), quien ha estudiado a la vez la evolución de las
ideas filosóficas cubanas, especialmente de José Martí».

El capítulo II. “Socialismo y Marxismo: presupuestos teóricos para la autenticidad


del marxismo latinoamericano” (pp. 73-75).

Las referencias martianas que aquí aparecen en el contexto de: «Humanismo y


socialismo en la óptica del pensamiento marxista en América Latina» son:

a) Recitándose a Juan Marinello.12

b) «Algunos de los intelectuales marxistas más destacados tenían clara


conciencia de que su labor era continuadora de las mejores tradiciones
del pensamiento latinoamericano. No en balde, los marxistas cubanos
Julio Antonio Mella, Juan Marinello, Carlos Rafael Rodríguez, y otros,
plantearon la urgencia de reivindicar a Martí, pero expresaron también
que era necesario volver a Marx para rescatar el valor de su propuesta
humanista».13

c) Recitándose a Armando Hart Dávalos.14

En ningún otro trabajo aparece referencia alguna a José Martí.

El capítulo III. «El problema político: Revolución, Estado, y Democracia en el


marxismo latinoamericano» (pp. 197-333).

En el contexto de «Dependencia e identidad política y económica de América


Latina: historia, presente y retos frente al nuevo siglo» aparece la referencia, «La
Revolución Cubana […] En esta isla se ha hecho realidad lo que el héroe
nacional José Martí reclamó a finales del siglo XIX para los pueblos de nuestra
América: la necesidad de una segunda independencia».15 Que es la única
respecto al resto de los trabajos que integran el capítulo.
El capítulo IV. «El postmodernismo y la cultura latinoamericana en la perspectiva
marxista».

En el trabajo «Para una estética abierta» las referencias son las siguientes:

a) «Uno de los pensadores […] fue Juan Marinello. Desde los años veinte
comenzó a forjar una estética de la libertad en correspondencia con la
Estética de la libertad de José Martí. Recordará que el martismo, es decir,
la acción de las esencias vitales y estéticas del […] gran hombre, no está
ceñido a un plazo determinado y crece con el paso del tiempo».16

b) Recitándose a Marinello.17

En el trabajo «La identidad cultural de América Latina en su literatura» las


referencias son:

a) Recitándose dentro de una cita de Saúl Yurkievich.18

b) «[…] Tales son los casos de las crónicas del Inca Garcilaso de la Vega,
los discursos de Bolívar y el epistolario martiano».19

c) «En igual sentido, las consideraciones de Rufinelli coinciden con las de


Cintio Vitier de raíz martiana […] se hicieron por primera vez visibles a
escala universal precisamente con el surgimiento de nuestro
20
“modernismo”, el de Darío y de Martí».

Finalmente, en las conclusiones sobre «Autenticidad del pensamiento marxista


en América Latina» no se dice una palabra aunque en ellas radica nuevamente
el error de tal concepción.

En ellas se dice que: «El pensamiento marxista latinoamericano hace mucho


tiempo dejó atrás las interpretaciones deterministas y economicistas, que, por lo
general, caracterizan los ataques más usuales a la concepción materialista de la
historia».21
La conclusión anterior tiene la demostración de la necesidad de su reformulación
en el propio libro, ya que en esa misma página se dice que el concepto
formación económico-social ha tenido por lo regular el reconocimiento de su
valor metodológico para la interpretación de múltiples fenómenos y momentos
de la evolución histórica. La mayoría de los análisis coinciden en considerarle
como elemento esencial del núcleo duro de la teoría; pero también algunos
marxistas la han empleado como una camisa de fuerza y esto ha dado lugar a
que se evite su utilización por otros investigadores tal vez no menos marxistas.

Una revisión de las cuarenta páginas dedicadas a la teoría de las formaciones


socioeconómicas y el pensamiento marxista latinoamericano, permiten
demostrar que justamente los problemas de interpretación del marxismo
latinoamericano radican en los diversos matices con que se analiza la
concepción materialista de la historia sin la relación que esconde con el
problema fundamental de la filosofía y que hace de dicho problema la verdadera
causa de las interpretaciones marxista-leninista, gramsciana, habermaniana y
althusseriana que son analizadas en este trabajo y que pueden ser enriquecidas
con los análisis de otras interpretaciones que también se abordan en el libro.

Resulta necesario decir, finalmente, que en este proceso de superación de la


causa principal que no permite la más adecuada interpretación del marxismo y
su filosofía en América Latina, se han hecho importantes contribuciones entre
las que destaca el pensamiento de Fidel Castro Ruz.
Notas y referencias

1
Véase de Pablo Guadarrama: El capítulo VI. En Pablo Guadarrama y Miguel Rojas Gómez: El
pensamiento filosófico en Cuba en el siglo XX: 1900-1960, Editorial Félix Varela, La Habana,
1998, Primera edición 1995.
2
Pablo Guadarrama González-Director. Despojado de todo fetiche. Autenticidad del
pensamiento marxista latinoamericano, Universidad INCCA de Colombia, Universidad Central de
Las Villas, Santa Clara, Villa Clara, Cuba, 1999.
3
Véase de Pablo Guadarrama González y Miguel Rojas Gómez. El pensamiento filosófico en
Cuba en el siglo XX: 1900-1960; Editorial Félix Varela, pp. 49 y 50, Segunda edición, 1998
(Primera edición 1995).
4
Pablo Guadarrama, y Miguel Rojas Gómez: El pensamiento filosófico en Cuba en el siglo XX:
1900-1960, Editorial Félix Varela, p. 159, La Habana, 1998, Primera edición 1995.
5
Véase de Alfredo Carrillo La trayectoria del pensamiento filosófico en Latinoamérica. Editorial
Casa de la Cultura Ecuatoriana, pp. 187-189 y 207-208, Quito, 1959.
6
Elena Rivas Toll: Pensamiento Filosófico de José Martí., Editorial de Ciencias Sociales, p. 5, La
Habana, 2008.
7
Pablo Guadarrama y Miguel Rojas Gómez: El pensamiento filosófico en Cuba en el siglo XX:
1900-1960, p. 320, Editorial Félix Varela, La Habana, 1998, Primera edición 1995.
8
Ibídem, p. 322.
9
Ibídem, p. 321.
10
Ibídem pp. 323-324.
11
Ibídem, p. 96.
12
Pablo Guadarrama González-Director. Despojado de todo fetiche. Autenticidad del
pensamiento marxista latinoamericano, Universidad INCCA de Colombia, Universidad Central de
Las Villas, p.74, Santa Clara, Villa Clara, Cuba, 1999.
13
Ibídem, pp. 78-79.
14
Ibídem p. 110.
15
Ibídem, p. 239.
16
Ibídem p. 362.
17
Ibídem p. 365.
18
Ibídem, p. 399.
19
Ibídem, p. 408.
20
Ibídem p. 417.
21
Ibídem, p. 425.
Fidel Castro Ruz sobre la relación entre el pensamiento martiano y el marxista-
leninista: análisis cronológico

En el pensamiento de Fidel Castro Ruz, al hacerse un análisis cronológico de la idea de


relación entre el pensamiento martiano y el marxista-leninista, se utilizó como
bibliografía fundamental: los discursos que han sido publicados en el periódico Granma
en formato digital, aunque se incorporaron otros materiales.1 En ambos casos la
pretensión es la de una muestra lo suficientemente representativa y ello se cumple,
aunque la consulta bibliográfica puede ser enriquecida y actualizada, tratándose de un
hombre en plena madurez intelectual y en producción constante.

En cinco grandes grupos se clasifica a los estudiosos de la relación entre el


pensamiento martiano y el marxista-leninista2. Fidel podría incluirse en el cuarto que
son los que destacan las proximidades y puntos de contactos, y le dan o reconocen
mayor peso y relevancia que a las disidencias en relación con el marxismo.

El objetivo es: Valorar las ideas de Fidel Castro Ruz sobre la relación entre el
pensamiento martiano y el marxista-leninista: a partir de una exposición cronológica.

Dicho objetivo se cumple al analizarse la evolución del pensamiento de Fidel respecto


al tema, con conclusiones parciales por décadas, para poder llegar a determinadas
conclusiones generales.

Los antecedentes para valorar las ideas sobre esta relación se encuentran en la
formación revolucionaria de Fidel Castro Ruz. Declaró desde 1953 que el autor
intelectual del cuartel Moncada había sido José Martí y cuando se le acusó por estar
leyendo un libro de Lenin, declaró que el no hacerlo era de ignorantes. Los años que
antecedieron al triunfo de la revolución no implicaron declaraciones públicas sobre la
relación analizada en la bibliografía consultada.

Las primeras valoraciones públicas de Fidel durante los años 59 y 60 son sobre el
pensamiento martiano y no sobre el marxista-leninista por razones obvias, sin
embargo, en 1961 cuando habla del marxismo-leninismo lo hace vinculándolo con el
pensamiento martiano de distintas formas. En el mes de marzo de este año hace
referencia a Lenin, cuando señala: «[…] Aquí debía implantarse aquel principio leninista
de que «el que no trabaja, no come» […]”3 principio que se identifica con el
pensamiento martiano en ideas como las siguientes: «[…] nadie tiene derecho a lo que
no trabaja»;4 «Es inútil y generalmente dañino, el hombre que goza del bienestar que
no ha sido creador»;5 «Cada cual viva de su sudor o no viva»;6 o esta otra idea
finalmente «Ni indirectamente debe la sociedad humana alimentar a quien no trabaja
directamente en ella».7 En mayo cuando se le entrega el premio Lenin decía Fidel:
«¡Gloria, […] a nuestro gran José Martí! ¡Gloria a nuestro gran Vladimir Ilich Ulianov
Lenin!».8

En este propio año, no sólo daba gloria a Martí y a Lenin, también se preguntaba si
«¿Martí era marxista-leninista? y se respondía que no, que Martí no era marxista-
leninista. Martí dijo de Marx que, puesto que se puso del lado de los pobres, tenía
todas sus simpatías. […]».9 A pesar de la diferencia establecida señala la identidad en
la simpatía por la defensa a los pobres, con lo cual comienza a destacarse la idea de la
identidad en la relación entre ellos.

Para poder comprender la importancia de destacar la idea de identidad en la relación


entre ambos pensamientos, es necesario señalar que en este propio año, en la reunión
con los directores de las escuelas de instrucción revolucionaria, a las que llamó
marxistas-leninistas, se preguntaba igualmente Fidel: Bien, ¿nosotros éramos
marxistas-leninistas cabales? No, no éramos marxistas-leninistas cabales. Yo era, por
ejemplo, un tipo de marxista-leninista que me había aferrado a unas cuantas ideas que
había tomado del marxismo-leninismo en mi etapa de formación. Luego aclara en esa
propia reunión que es importante, sobre todo, que entiendan que el marxismo-
leninismo no es una doctrina muerta, que no es un catecismo, que no es un esquemita,
que llega y se le pone a cualquier problema; que no se trata de una serie de uniformes
o de modelos de vestidos que se escogen para este caso o para el otro caso, sino que
es un método, es una guía, es un instrumento que, precisamente, tiene que usarlo el
revolucionario en la solución concreta de los problemas que se le presentan. Es una
doctrina viva, que al individuo lo arma, lo prepara, lo capacita, lo lleva a resolver
adecuadamente los problemas; de lo contrario, se vuelven revolucionarios dogmáticos,
de lo contrario se vuelven cerebros muertos, y los cerebros tienen que ser cerebros
vivos, para aplicar fórmulas vivas a cada problema concreto que tienen.

Agregaba que es necesario que cada marxista-leninista comprenda que él puede


contribuir al marxismo-leninismo con un átomo de su experiencia, que cada solución
que él encuentre, cada experiencia que él adquiere, en la solución correcta de un
problema, será una experiencia más con la cual enriquece al marxismo-leninismo,
porque el marxismo–leninismo se ha enriquecido tanto precisamente por la experiencia
de millones y millones de marxista-leninistas actuando en la realidad de la vida, que la
idea que debe tener cada marxista-leninista es de que los problemas son infinitos, de
que los problemas son variados, y de que constantemente la vida nos irá presentando
delante nuevos problemas, nuevas tareas.10

O sea, en el año 1961 dice Fidel, que ni Martí era marxista-leninista, ni él era marxista-
leninista cabal, porque se había aferrado a unas cuantas ideas que había tomado del
marxismo-leninismo en su etapa de formación, pero expresando ideas sobre la relación
llama la atención acerca de que el marxismo-leninismo sea interpretado de manera
revolucionaria, dialéctica y no dogmática y que en relación con su aplicación le
corresponde a cada individuo aportar en su dialéctica con la sociedad.

Fidel reflexionaba al año siguiente sobre ¿qué es un pensamiento revolucionario? Y lo


aclaraba en su discurso por el 13 de marzo, a raíz de valorar la religiosidad en José
Antonio Echeverría lo cual no le impedía ser un revolucionario. Durante los años
siguientes se aprecia el desarrollo de esa idea. Ello contribuía a expresar que el
carácter revolucionario de un pensamiento que se reduce a un tipo como el
pensamiento marxista es dogmatismo. Se abría así paso la idea de relacionar tipos de
pensamiento con carácter revolucionario, en particular la relación entre el pensamiento
martiano y el marxista-leninista.

En 1965 expresaba Fidel la necesidad de desarrollar el carácter creador de la


revolución, a partir de un pensamiento revolucionario propio y decía: “hemos de buscar
nuestras instituciones revolucionarias, nuestras instituciones nuevas, partiendo de
nuestras condiciones, de nuestra idiosincrasia, de nuestras costumbres, de nuestro
carácter, de nuestro espíritu, de nuestro pensamiento, de nuestra imaginación
creadora. No copiaremos. Cuando decimos no copiaremos, no lo decimos con
menosprecio hacia nadie ni hacia nada; cuando decimos no copiaremos, simplemente
decimos que copiar es un mal hábito, que copiar enerva el espíritu creador y la
inteligencia de los pueblos. […] Y cada país tiene sus peculiaridades, cada país tiene
sus problemas propios. […], este pueblo ha de saber pensar siempre con sus propias
cabezas”.11 O sea, buscar un pensamiento revolucionario propio y aplicarlo en la nueva
sociedad, solo era posible relacionando lo más revolucionario de nuestro pensamiento
con lo más revolucionario en el mundo y representado por el pensamiento marxista-
leninista, portador de un ideal social comunista.

Insistía en la búsqueda del carácter revolucionario del pensamiento, así al año


siguiente criticaba la resistencia que se hacía al carácter creador de la revolución en
defensa de posiciones dogmáticas. Decía Fidel que: «[…] Hay espíritus serviles, hay
espíritus domesticados, hay gentes que se ofenden, gentes de aquí, que se ofenden
cuando decimos: ¡Hacer nuestra Revolución!, cuando decimos que el pueblo hará su
Revolución. Lo estiman como una especie de pecado, como una especie de sacrilegio
marxista-leninista […]»12, cuando en realidad ello fue la manera revolucionaria de su
aplicación en Cuba.

En 1967 Fidel continúa argumentando la necesidad de un camino propio en la


construcción del socialismo y señalaba que: «Nosotros respetamos las interpretaciones
que otros den a sus realidades en cuanto a la forma y al modo de construir el
socialismo y el comunismo; en cuanto a la forma y al modo de aplicar las ideas
marxistas […] Cuando nosotros decimos marxismo-leninismo como revolución, es que
adoptamos una posición profundamente revolucionaria y desarrollamos nuestras vías,
desarrollamos nuestros caminos, aplicamos las ideas a nuestra situación».13 Estas
ideas están caracterizando a los años sesenta como expresión de la necesidad de
relacionar ideas revolucionarias que permitieran un ideal social superior al capitalismo.

Entre las ideas más revolucionarias y propias, en los años sesenta y particularmente en
1969 se refería Fidel a que: «la combinación del estudio y del trabajo, la combinación
del trabajo intelectual y el trabajo manual, no son simples frases: son ideas que
contienen la esencia de la sociedad del futuro”.14 Idea que se convertiría en columna
vertebral de la relación entre el pensamiento martiano y el marxista-leninista, a partir
del humanismo desarrollado por la Revolución Cubana.

Este principio martiano y marxista-leninista, constituye uno de los principios más


importantes, que junto a otros, permiten comprender teóricamente la manera creadora
en que se ha producido la relación entre ambos pensamientos revolucionarios.

Se trata de la formulación y solución martiana y marxista-leninista al problema


fundamental de la filosofía, que parte de la relación ser-pensar para llegar hasta la
relación producción material-producción espiritual. No puede desconocerse que: “La
educación al igual que el trabajo constituye una condición natural de la existencia de la
sociedad humana, tiene lugar en todas las formaciones, manifestándose como una de
las funciones atributivas de la producción social”.15 La relación dialéctica ser-pensar
tiene una importante expresión en la relación dialéctica trabajo-educación que
teóricamente desarrollada constituye la relación dialéctica entre la producción material
y la espiritual.

En los años setenta Fidel decía que: «[…] la concepción que inspiró la estrategia
revolucionaria que dio lugar al triunfo de 1959 fue precisamente la unión, la hibridación
de una tradición, de una experiencia peculiar de nuestro país con las ideas esenciales
del marxismo y del leninismo […]”.16 Los términos unión e hibridación caracterizan a la
relación entre la experiencia de nuestro país y el marxismo-leninismo como estrategia
que dio lugar al triunfo.

En esa estrategia destacó, en 1971, la manera en que se aplicaban los apotegmas


marxistas y martianos, de la combinación del estudio y el trabajo, considerando la
importancia de este principio en la formación del hombre, al tener a la escuela como el
centro donde se forma integralmente vinculándolo al trabajo productivo, creador. Y en
1972 reforzaba la idea de la formación del hombre, vinculada a la eliminación de la
diferencia entre los trabajadores manuales e intelectuales e introducía la idea del
internacionalismo diciendo que con ideas como estas se educa de forma
verdaderamente revolucionaria. Consideró Fidel que el desarrollo de la sociedad
humana nos conduciría obligadamente al instante en que toda la sociedad tenga que
trabajar con la inteligencia y tenga que trabajar también con las manos.

Para Fidel, José Martí, guía y apóstol de nuestra guerra de independencia contra
España, nos enseñó ese espíritu internacionalista que Marx, Engels y Lenin
confirmaron en la conciencia de nuestro pueblo.

En el discurso del 26 de julio de 197317 distingue Fidel entre el pensamiento de Martí y


el ejemplo de otros héroes relacionando a Martí y a Lenin. Destacó el patriotismo de
Martí, su amor a la libertad, la dignidad y el decoro del hombre, su repudio al
despotismo y su fe ilimitada en el pueblo. Reiteró la idea de que Martí fue el autor
intelectual del Moncada, argumentando que lo fue por su prédica revolucionaria que
daba fundamento moral y legitimaba la acción armada. En este discurso señalaba
como los aportes del marxismo: el concepto clasista de la sociedad; la concepción
materialista de la historia; y veía a las relaciones de producción burguesas como la
última forma antagónica del proceso de producción social; y el advenimiento de una
sociedad sin clases como consecuencia de la revolución social. Al mismo tiempo
reconocía que Martí, Marx, Engels y Lenin guiaron su pensamiento político.

En 1974 se aprecian las ideas siguientes: en la visita de Brezhnev se refiere a la


relación entre las ideas de Martí y las de Marx, Engels y Lenin al señalar que: «[…] no
estaban muertas las heroicas tradiciones de lucha de nuestro pueblo, ni olvidada la
senda decorosa de Martí; ni las ideas revolucionarias de Marx, Engels y Lenin,
perseguidas, calumniadas y proscritas, dejaban de tener su irresistible fuerza de
atracción y su extraordinario valor como armas ideológicas para interpretar la realidad e
inspirar la acción de los revolucionarios».18 Recuerda la aplicación del principio
marxista y martiano de combinación del estudio y el trabajo. Expresa que la relación de
las ideas de Marx y Engels se produjo en Rusia con las ideas de Lenin y en Cuba con
las ideas de Martí. Relacionó las ideas de Marx, Engels y Lenin con las de Martí
respecto a la mujer.
En 1975 planteaba Fidel la convergencia entre el pensamiento de Lenin y el de Martí
respecto a la guerra hispanoamericana como la primera guerra imperialista; destaca la
relación entre la lucha de liberación nacional llevada a cabo por Martí y la revolución
socialista que encabezó Lenin a partir de un partido sólido y disciplinado. Relaciona las
ideas de Martí y los principios del marxismo-leninismo. Aclara que cuando dice Martí se
refiere a que a su nombre están unidos todos los que lucharon en las distintas épocas
por la libertad, por el bienestar y la felicidad de nuestro pueblo.

Fidel destacaba, además, cómo sus libros fueron los de Martí, Marx, Engels y Lenin.
Considera que Carlos Baliño simboliza el enlace directo entre el Partido Revolucionario
de José Martí, y el primer Partido Comunista de Cuba. Señala que no había dos
hombres más admiradores y más seguidores de José Martí, y más devotos de José
Martí, que Carlos Baliño y Julio Antonio Mella. Refiere, también en este año, que el
pensamiento martiano y la heroica lucha de Martí y de los patriotas de 1895, estaban
estrechamente vinculados a la historia de la heroica guerra de 1868 de la misma forma
que nuestro Partido está indisolublemente unido a esa historia.

Para 1977 la relación entre ambos pensamientos es presentada como fusión al señalar:
«no fue ningún milagro, sino la fuerza invencible de la ideología marxista-leninista,
fundida con nuestras tradiciones revolucionarias […]».19 Define al revolucionario como
una síntesis de la filosofía científica del marxismo-leninismo. Y señala que: «[…]
aunque fuésemos petroleros, habría sido altamente conveniente universalizar el
trabajo, altamente formativo en todos los sentidos, y altamente revolucionario. Que por
algo estas ideas fueron planteadas hace mucho tiempo por Marx y por Martí»20 tal fue
la importancia que le concedió a este principio.

Consideró que toda la generación del centenario había recibido una gran influencia de
las tradiciones históricas de nuestra Patria y de Martí y que él tenía una doble
influencia: una influencia de la historia de nuestra Patria, de sus tradiciones, del
pensamiento de Martí y de la formación marxista-leninista que había adquirido ya en la
vida universitaria.
Para Fidel no se pueden separar ambas influencias en nuestro país porque Martí, en su
época, cumplió la tarea que le correspondía y fue exponente del pensamiento más
revolucionario de ésta. Sostuvo que: «la vinculación de este pensamiento patriótico, de
ese pensamiento revolucionario más moderno con el marxismo-leninismo, la
combinación de esos fueron los elementos que más influyeron en nosotros y que más,
realmente, nos inspiraron»,21 influencia e inspiración que conserva la revolución cubana
hasta nuestros días.

Al finalizar los años setenta Fidel sigue relacionando a Marx, Engels y Lenin con
grandes revolucionarios, incluyendo a Martí, y destacaba cómo el Moncada reinició las
luchas del 68 y cómo sin Marx, Engels y Lenin no se hubiera alcanzado el desarrollo
obtenido en lo social y político.

Los años ochenta aumentan la riqueza de ideas de Fidel respecto a la relación entre el
pensamiento martiano y el marxista-leninista. En 1983 señalaba que se unieron el
ejemplo de nuestros antepasados y el pensamiento luminoso de Martí con las ideas de
Marx, Engels y Lenin. El tratamiento especial brindado por Fidel a lo excepcional del
pensamiento de Martí queda nuevamente expresado en el año 1985, particularmente
en la entrevista que le hiciera Frei Betto.

Decía en esta entrevista que «antes de ser comunista utópico o marxista, fui martiano,
lo voy siendo desde el Bachillerato: no debo olvidar la atracción enorme del
pensamiento de Martí sobre todos nosotros, la admiración por Martí. Fui siempre
también un profundo y devoto admirador de las luchas heroicas de nuestro pueblo por
su independencia en el siglo pasado. Antes de ser marxista, fui un gran admirador de la
historia de nuestro país y, de Martí, fui martiano. Los dos nombres empiezan con M, y
creo que los dos se parecen mucho».

Agregaba en dicha entrevista que en el pensamiento martiano hay cosas tan fabulosas
y tan bellas que uno puede convertirse en marxista partiendo del pensamiento
martiano. Claro que Martí no explicaba la división de la sociedad en clases, aunque era
el hombre que siempre estuvo del lado de los pobres, y fue un crítico permanente de
los peores vicios de una sociedad de explotadores.
Resalta Fidel la necesidad de comprender que donde todo parecía consecuencia de la
maldad de los hombres, de los defectos de los hombres, de la perversidad de los
hombres, de la inmoralidad de los hombres, era necesario ver otros factores que no
dependen ya del hombre con su moral o su actitud individual; empiezas a comprender
la sociedad humana.

Y concluía diciendo que: «Yo digo que no tuve un preceptor. Grande tiene que haber
sido el esfuerzo de razonamiento en tan poco tiempo, para elaborar y poner en práctica
esas ideas. Para ello fue decisivo lo que aprendí del marxismo-leninismo. Creo que mi
contribución a la Revolución Cubana consiste en haber realizado una síntesis de las
ideas de Martí y del marxismo-leninismo, y haberla aplicado consecuentemente en
nuestra lucha».22 Es la primera vez que utiliza el término de síntesis para referirse a la
relación entre ambos pensamientos y de forma personalizada, lo cual le imprime un
valor al término para ser conceptualizado, si recordamos como nos decía que en la
aplicación del marxismo «corresponde a cada individuo aportar».

Este texto fundamental para el análisis del tema en Fidel, se caracteriza por destacar el
parecido entre Marx y Martí, es así que no deja de señalar la diferencia que establecen
en relación con la comprensión clasista de la sociedad, a pesar del tipo de comprensión
que hacía Martí de ella al lado de los pobres y como crítico de la sociedad de
explotadores. Análisis que pone en el centro la dialéctica individuo-sociedad para
destacar lo aportativo del marxismo sin menoscabar la visión martiana. La invitación a
repensar la relación Marx-Martí desde la dialéctica de lo individual y lo social en el
hombre es aportada por Fidel en los ochenta.

En 1986 al valorar las ideas de combinar el estudio y el trabajo, dice que con las
primeras escuelas al campo y en el campo que empezaron a funcionar más adelante
se empezó a cumplir ese precepto martiano: por la mañana en el campo y por la tarde
en las escuelas, o a la inversa, y un precepto marxista también, porque estaba en la
doctrina marxista la cuestión de la combinación del estudio y del trabajo.

Y al año siguiente en otras ocasiones Fidel seguía refiriéndose a la aplicación del


principio de la combinación del estudio y el trabajo para considerarlo «maravillosa
fórmula marxista y martiana». Y que en los planes educacionales, la aplicación de ese
principio tan revolucionario planteado ya desde los tiempos de Marx y de Martí, no
habría sido posible sin esos planes agrícolas, concebidos como formas superiores de
producción agrícola. Apuntaba que en el desarrollo de esos planes invirtió la revolución
grandes recursos.

En estos años definía el socialismo al decir que: «es una sociedad nueva, es un mundo
nuevo en que hay mucho de experimento todavía y de ensayo; pero si hay una política
correcta, si se sigue una política de principios, si la dirección del Partido, si el Partido
no se aparta de las masas y el Partido es el instrumento [...] Y no hay que tenerle temor
al Partido, porque el fundador de nuestra nacionalidad o, digamos, el gran forjador de
nuestra independencia, que fue José Martí, lo primero que hizo fue organizar un partido
—está en la tradición de Cuba—, el Partido Revolucionario Cubano; no organizó ni 15
ni 25 partidos, organizó uno. Antes que Lenin, Martí desarrolló el concepto de un
partido para dirigir la revolución, donde unió a todos los sectores de la sociedad».23
Retomaba la importancia del partido único en la relación entre ambos pensamientos.

El 5 de diciembre de 1988 Fidel caracteriza al pensamiento martiano y al marxista-


leninista como corrientes de pensamientos al que: «Partiendo, yo diría que de dos
corrientes del pensamiento —para ser más exactos—: partiendo del pensamiento
marxista-leninista y partiendo del pensamiento martiano, partiendo de una valoración
correcta de nuestro pueblo, de su idiosincrasia, de su historia, de las realidades
objetivas que sufría, aunque no fueran tan terribles como las que padecen otros países
de nuestro continente, llegamos a la conclusión de que la revolución era posible en
nuestro país, y por eso, nuestro país, que fue el último, ¡el último!, en independizarse
de España, fue el primero en independizarse del imperialismo yanqui en este
hemisferio, ¡el primero!, y el primero en llevar a cabo una revolución socialista».

-Y agregaba «[…] Por eso digo que la primera gran prueba de que nuestra Revolución
fue una revolución creadora es que no siguió los esquemas, y, en la construcción del
socialismo, nuestra Revolución hizo muchos aportes, siendo fiel a los principios del
marxismo-leninismo: el principio del estudio y del trabajo, por ejemplo, proclamado por
Marx a partir de la historia de la clase obrera inglesa, donde había los niños explotados
que se convertían en una fuerza productiva, concibió la idea de que en el socialismo se
podía y se debía combinar el estudio y el trabajo; y Martí, a partir del conocimiento de
la idiosincrasia y las realidades de nuestro pueblo dijo lo mismo. Nuestro país fue el
primero en el mundo en aplicar masiva y consecuentemente esos principios, y hoy
vemos los frutos en la conducta de nuestra juventud, porque no por casualidad estas
nuevas generaciones poseen las cualidades revolucionarias que vemos en ellas».

- Así advierte «[…] Por eso nosotros no podemos utilizar mecanismos, ninguna clase
de instrumentos que huelan a capitalismo; es cuestión esencial de supervivencia de la
Revolución, por eso la Revolución tiene que apegarse resueltamente a los principios
más puros del marxismo-leninismo y del pensamiento martiano, apegarse a ellos y no
andar jugando ni coqueteando con cosas del capitalismo.»25

Creo que nuestro país ha hecho una proeza histórica extraordinaria al construir el
socialismo aquí en las condiciones geográficas en que lo ha construido, y por eso
nosotros debemos velar por la pureza ideológica de la Revolución, por la solidez
ideológica de la Revolución.

Particular importancia tiene este discurso citado ampliamente para mostrar, no sólo que
Fidel está caracterizando el pensamiento martiano con el concepto «corriente de
pensamiento» junto a la reconocida corriente de pensamiento que representa el
marxismo-leninismo, sino que lo hace destacando una vez más el principio de
combinación entre el estudio y el trabajo. Incorporar la idea de universalización práctica
del principio como uno de los más importantes aportados por la revolución cubana al
marxismo-leninismo; destacando la necesidad de apegarnos a estos principios que
conforman la síntesis del pensamiento martiano y marxista-leninista como la pureza y
solidez ideológica de la revolución.

Al año siguiente Fidel insiste en que el sistema de estudio y trabajo implantado en


nuestra educación es único en el mundo, ningún otro país lo tiene. La combinación del
estudio y del trabajo, que es la aplicación consecuente de las ideas de Marx y de Martí.
Y agregaba que no solo nos limitamos a tomar nota de esta idea de Marx y de Martí,
estábamos absolutamente convencidos de que si se universalizaba la educación había
que universalizar el trabajo o las sociedades futuras serían simplemente sociedades de
intelectuales.

Los años ochenta definen como síntesis la relación entre el pensamiento martiano y el
marxista-leninista. La defensa a la revolución y su carácter creador la caracteriza,
justamente, con el apego a los principios más puros de ambos pensamientos y
reiterando la importancia de lo alcanzado con la aplicación del principio de combinar el
estudio y el trabajo.

Los años noventa enriquecen aún más el análisis de la relación entre ambos
pensamientos. En 1990 señalaba Fidel que: nuestras dos inmortales consignas, unen a
Marx, Lenin y Engels con Martí, con Maceo, con Céspedes y con todos los héroes
gloriosos de nuestra independencia y nuestra libertad. Esas dos consignas son como
se conocen: «Socialismo o muerte» y «Patria o muerte. Venceremos».

Reitera su insistencia, en este año, sobre la importancia del principio del vínculo del
estudio y del trabajo al señalar que: «la concepción del estudio y del trabajo sí era de
antes, ¡Muy importante!, porque esa era una idea de Marx y una idea de Martí».24
Considera que se seguía perfeccionando esa concepción que en realidad aunque no
fue concebida desde el primer día «había ideas básicas que se fueron desarrollando a
lo largo de estos años, para llegar a lo que tenemos ahora; y cada una de estas
instituciones tiene que ser sometida constantemente a análisis y a críticas —lo estamos
haciendo—, para tratar de hacer las cosas cada vez mejores».25 Obsérvese el uso del
término concepción para referirse al principio.

Respecto al partido único como principio de la síntesis reiteraba Fidel que: «[…]
mantendremos, además, inconmovible el principio del partido único, que no nos vino
solo de Lenin, nos vino también de Martí cuando fundó el Partido Revolucionario para
la independencia de Cuba, y no hizo tres ni diez, sino uno para dirigir la Revolución y la
lucha por la independencia del país.
Nosotros al principio de la Revolución teníamos varios partidos y varias organizaciones
y los unimos, porque descubrimos un día la conveniencia de luchar por la unidad de
todas las fuerzas. Son principios sagrados para nosotros, martianos. Creo que Martí
habló del Partido antes que Lenin, habría que revisar en los libros de historia cuándo es
que por primera vez Martí habla del Partido y de organizar el Partido, y después es
cuando Lenin habla del Partido. De modo que esto para nosotros tiene una doble
inspiración: una inspiración martiana y una inspiración leninista, pero, además, una
inspiración revolucionaria que parte de una realidad y de una necesidad».26

En el año 1991 Fidel reiteraba la idea de que el principio de combinación del estudio y
el trabajo estaba en el pensamiento de Martí de forma muy clara, y estaba en el
pensamiento de Marx y Engels, pero no se aplicó en ninguna parte y el primer país que
realmente aplica de forma consecuente el principio del estudio y el trabajo es Cuba.

Sostuvo en este año la idea de síntesis claramente expuesta al decir que: «[…] Nuestra
Revolución se inspiró en las ideas martianas y en las ideas marxistas-leninistas; es una
síntesis de ambas, y sigue siendo esa síntesis, lo que debe es ser más perfecta, más
completa, más cabal. Sobre todo, hay que poner mucho énfasis ahora en lo propio, en
lo nacional, en lo martiano, sin olvidarnos ni un minuto del marxismo y del leninismo».27

En este propio discurso agrega la idea de suma entre ambos pensamientos, para
explicar la fortaleza ideológica alcanzada, al decir que: «[…] en nuestro país se
interpretaron, de manera creadora, las ideas del marxismo-leninismo y las sumamos a
ese tesoro inmenso que es el pensamiento martiano; creo que eso explica la fortaleza
ideológica de nuestra Revolución y el espíritu de nuestro pueblo […]».28

En 1992, al ser entrevistado por Tomás Borges, Fidel reclama su militancia martiana
unida al marxismo-leninismo al señalar que siempre habían dicho que eran marxistas-
leninistas y martianos, ¡siempre lo dijimos! nunca, ni por un segundo, se olvidaron las
ideas de Martí, las enseñanzas de Martí, ¡nunca! y por eso tenemos tan legítimos
títulos para reclamar nuestra militancia martiana unida al marxismo-leninismo.29
Junto al reclamo de su militancia en dicha ideología, en ese año, reiteraba de manera
explícita el término de síntesis al decir que: «(…) ¿Y por qué todo el énfasis y el acento
que pongamos en el marxismo-leninismo tiene que llevarnos a ignorar las raíces de
nuestro país, el camino heroico y glorioso seguido para llegar hasta aquí, para poder
llegar a hacer esta síntesis? Desgraciadamente eso ocurría y nos duele mucho, y lo
consideramos una tendencia sumamente negativa. Y no es ahora, ya veníamos hace
algún tiempo, desde que tomamos conciencia de estos problemas, luchando por
revertir la situación».30 O sea, Fidel está calificando el no reconocimiento de la síntesis
como tendencia sumamente negativa en la que se ha venido trabajando para revertirla.

En 1993 abordaba una vez más la concepción del estudio y el trabajo, como la
aplicación de ese principio marxista y martiano. Señalaba que tanto Marx como Martí
descubrieron que el trabajo podía ser un gran instrumento de educación. Y reitera una
vez más que la aplicación del principio marxista y martiano del estudio y el trabajo era
algo, a su juicio, que constituye una creación de la Revolución Cubana.

Al clausurar la asamblea de balance del PCC en Ciudad de La Habana expresaba que:


«(…) por eso nosotros no renunciamos ni renunciaremos jamás a nuestras ideas, ni
renunciaremos a los principios del marxismo, ni a los principios del leninismo, y mucho
menos a los principios del pensamiento martiano».31 Para insistir de esa manera en la
defensa de la verdadera ideología de la revolución cubana.

En 1995 reiteraba la idea sobre la verdadera formación de nuestra ideología cuando


decía: «Lo hemos dicho siempre: ha sido con la combinación de las ideas martianas y
del pensamiento revolucionario cubano, con los principios del socialismo, con las ideas
de Marx, de Engels y de Lenin, que se ha ido formando nuestra ideología
revolucionaria».32

En ese año, reiteraba acerca de su formación martiana y marxista-leninista que: «lo


fundamental para mí fue mi propia formación política y mi toma de conciencia
revolucionaria. Yo tenía la vieja idea de la guerra de independencia, las cosas
martianas, la gran simpatía por Martí y el pensamiento de Martí.
(…) Es por ello que cuando por primera vez tengo oportunidad de encontrarme con el
famoso Manifiesto Comunista de Marx, me hace un gran impacto, y hubo algunos
textos universitarios que ayudaron. La "Historia de la legislación obrera", escrita por un
personaje que después no fue consecuente con su historia, pero escribió un buen libro;
también la obra de Roa y las historias de las ideas políticas. Es decir que había algunos
textos de algunos profesores que ayudaron a entrar en materia, hasta que en la
biblioteca del Partido Socialista Popular —y fiado, porque no tenía con qué pagarlo—
fui adquiriendo toda una biblioteca marxista-leninista. Ellos fueron los que me
suministraron los materiales, con los cuales yo después, con una enorme fiebre, me
dediqué a leer

(…) Fue un privilegio ingresar en esta universidad también, sin duda, porque aquí
aprendí mucho, y porque aquí aprendí quizás las mejores cosas de mi vida; porque
aquí descubrí las mejores ideas de nuestra época y de nuestros tiempos, porque aquí
me hice martiano y porque aquí me hice socialista, primero socialista utópico, gracias a
las conferencias de aquel profesor que mencionaba anteriormente, Delio, que daba
clases de economía política, y de economía política capitalista, tan difícil de
comprender y tan fácil de descubrir en su irracionalidad y en sus cosas absurdas. Por
eso fui primero socialista utópico, aunque también gracias a mis contactos con la
literatura política, aquí en la universidad y en la escuela de derecho, me convertí al
marxismo-leninismo».33

En 1997 consideraba Fidel que: «Martí, que fue inspirador de nuestra Revolución, fue
ejemplo y labró el camino, despejó el camino para que un día se pudiera proclamar la
Revolución socialista en Cuba».34 Esta consideración lo llevó a decir que Martí fue el
autor intelectual no sólo del Moncada sino de la Revolución; al respecto señaló en el
Congreso Pedagogía 97:

«Nos hemos referido infinidad de veces a Martí, ustedes y muchos compañeros que
han hablado en este Congreso, y ya Martí enseñó mucho, mucho, mucho acerca de
cómo debe ser el hombre, cómo debe ser el político y cómo debe ser el revolucionario.
Nosotros decíamos que Martí fue el autor intelectual del Moncada y podríamos decir
que fue también el autor intelectual de esta Revolución, que ya fue una Revolución
moderna, porque se unió a las corrientes más progresistas, más humanas y justas de
nuestra época (…)».35

En 1998 se refería al fortalecimiento de nuestros ideales de la manera siguiente: «(...)


Hoy los ideales son más altos. Antes luchábamos por nuestro país, hoy luchamos por
el mundo, y luchamos por el mundo debido a dos razones (…): una, porque adquirimos
conciencia de humanidad, tan bellamente expresada en aquella frase martiana: “Patria
es humanidad” (…); otra, porque adquirimos estos conceptos por nuestra educación
política, revolucionaria, martiana, marxista, leninista, socialista. Hemos unido la esencia
de las mejores ideas de nuestros pensadores y la esencia de las mejores ideas de los
pensadores que nacieron en otras tierras y con ellas hemos ido fortaleciendo y
desarrollando nuestros ideales de hoy (...)”.36 Y apuntaba “(…) Me considero,
modestamente, un discípulo de Marx, de Engels, y de Lenin, que tuvo, además, el
privilegio de contar con un maestro como Martí».37

Los años noventa muestran su riqueza respecto a la relación entre el pensamiento


martiano y el marxista-leninista, destacando como muy importante la aplicación del
principio del estudio y el trabajo. Destaca, además, la importancia de la aplicación del
principio del partido único. Conceptualiza la relación de síntesis entre ambos
pensamientos con prioridad en lo propio, en lo nacional, en lo martiano. Vincula Fidel la
relación entre ambos pensamientos a la fortaleza ideológica de la revolución. Reclama
su militancia martiana junto al marxismo-leninismo y la necesidad de evitar la grave
tendencia negativa de ver al marxismo-leninismo desvinculado de nuestras raíces.
Refiere el papel de la relación en la formación de nuestra ideología revolucionaria.

Fidel se refiere en estos años una vez más a cómo fue su formación martiana y
marxista-leninista y llega a considerar a Martí no sólo autor intelectual del Moncada
sino que lo considera autor intelectual de la revolución y llega a considerarse un
discípulo de Marx, Engels y Lenin, que tuvo además el privilegio de contar con un
maestro como Martí.
En los años transcurridos del nuevo milenio la idea de la relación entre el pensamiento
martiano y el marxista-leninista, tiene como características que, en 2001 se refería a la
relación utilizando el término inserción y decía: «Tus ideas, Martí, que en nosotros se
han insertado con las de aquel que, como nos dijiste, por haberse puesto del lado de
los pobres merecía honor, y las del otro gigante que estudió a fondo y describió con
irrebatibles pruebas lo que tú fuiste el primero en descubrir y llamar imperialismo en el
sentido más moderno del concepto, han demostrado ser mucho más fuertes que todo
el poder del mayor imperio que ha existido jamás (…)».38

A raíz de la entrevista que le hiciera Ignacio Ramonet, en 2006, Fidel expresa ideas
como las siguientes:

«(…) El mérito de Martí, su mayor mérito es el siguiente: se acaba la guerra aquella


que tuvo lugar entre 1868 y 1878, él es un joven intelectual y patriota, poeta, escritor,
con ideas independentistas, tiene entonces sólo 25 años de edad al finalizar la
contienda, y comienza a dar los primeros pasos en el camino que lo llevaría a la unión
y dirección de los veteranos de aquella dura y gloriosa guerra de diez años. No hay
nada más difícil en el mundo que dirigir a militares veteranos, sobre todo si quien
pretende unirlos es un intelectual que ha vivido en España y que no ha estado en la
guerra, Martí logró unirlos. ¡Qué talento y capacidad! ¡Qué pensamiento, qué firmeza,
qué fuerza moral! Elabora una doctrina, desarrolla la filosofía de la independencia y un
pensamiento humanista excepcional. Martí más de una vez habló sobre el odio: «No
albergamos odio contra el español (…)» Era muy comprensivo en eso.

¿Era su principal mérito? –Pregunta Ramonet.

Su mayor mérito, desde mi punto de vista, es que logra unir y dirigir políticamente a
generales famosísimos. Tenía mucho carácter, sabía discutir, y en cierto momento
hasta rompe con alguno de ellos. Pero reúne a la emigración cubana, la organiza en un
partido revolucionario, predica, recoge fondos, lleva a cabo un colosal trabajo concreto
y multifacético. Desarrolla, además, una concepción integradora para América Latina.
Era un gran admirador de Bolívar, un gran admirador de Juárez, de todos los
luchadores por la independencia de los pueblos latinoamericanos. Escribe que el día
que llegó a Venezuela antes de quitarse el polvo del camino lo primero que hizo fue
visitar la estatua de Bolívar. Es una lástima que no se conozca mejor su pensamiento
en el ámbito de «Nuestra América».

“Pero ya adolescente, usted empieza a leer a Martí y a comprender su importancia


política –dice Ramonet.

Lo primero que leo en mi adolescencia es acerca de las guerras de independencia y los


textos de Martí. Me convierto en un simpatizante de Martí cuando comienzo a leer sus
obras. Así como Bolívar intuyó en 1823 el imperialismo cuando escribió aquello de que
«los Estados Unidos parecen destinados por la providencia para plagar la América de
miserias a nombre de la libertad», Martí lo avizoró. El primero que habló de
imperialismo fue Martí, del naciente imperialismo. Él sí sabía del expansionismo, de la
guerra de Estados Unidos contra México y de otras guerras. Era muy opuesto y muy
crítico de la política exterior de Estados Unidos. Fue un precursor. Antes que Lenin,
Martí organiza un partido para hacer la revolución, el Partido Revolucionario Cubano.
No era un partido socialista, puesto que ésta era una sociedad esclavista donde un
puñado de hombres libres y patriotas estaba luchando por la independencia. Sin
embargo tenía un pensamiento muy avanzado, antiesclavista, independentista y
profundamente humanista.

¿Martí había leído a Marx?

Parece que algo leyó de Marx, porque en sus obras habla sobre él. Tiene dos o tres
frases magníficas, cuando menciona a Marx, y una de ellas, recuerdo ahora, dice:
«Puesto que se puso del lado de los pobres, merece honor». Así, hay otras frases que
son elogiosas de Marx.

¿Piensa usted que las tesis de Marx pudieron influir de alguna manera en el
pensamiento de Martí?

La teoría de Marx parte del desarrollo de las fuerzas productivas en los países
capitalistas más avanzados. Estima que el surgimiento de la clase obrera sepultaría
aquel sistema capitalista. Él escribía esto cuando, precisamente, Estados Unidos
invade a México, y se anexiona Texas, en 1845. Y Marx escribe, según me han dicho,
que él considera positiva aquella anexión, puesto que eso contribuiría al rápido
desarrollo de las fuerzas productivas, de la clase obrera, de las contradicciones y de las
crisis que conducirían al socialismo. Ése era el esquema. Del problema de las colonias
no se hablaba en aquella época. Lenin es el primero que aborda la cuestión desde un
enfoque socialista.

¿Qué influencia tuvo Marx sobre Martí?

No sé si incluso los más expertos en el pensamiento martiano conocen lo que él llegó a


saber de Marx, pero sí sabía muy bien que éste era un luchador a favor de los pobres.
Acuérdese que Marx estaba luchando por la organización de los obreros, fundando la
Internacional Comunista. Y Martí seguramente lo conoció, aunque aquellos debates
giraban casi exclusivamente en torno a Europa, y Martí estaba luchando por la
independencia de un país colonizado y esclavista.

Una de las cosas que más impactó a Martí fue el fusilamiento atroz e injusto de los
ocho estudiantes cubanos de Medicina en 1871. Él tenía entonces —cuando los
fusilan, el 27 de noviembre de 1871— sólo 16 años. Escribió un poema maravilloso,
además de los escritos que le mencioné: A mis hermanos muertos el 27 de noviembre.
Él conoce también la ejecución de los mártires de Chicago, aquel Primero de mayo de
1886 que por esa razón se convierte en el Día Internacional de los Trabajadores. Martí
lucha, inicia su guerra en 1895 y muere en mayo de ese año. »

«Y martiano también, claro (…)

Por supuesto, primero fui martiano y después fui martiano, marxista y leninista.

¿Usted se inscribe en la prolongación del pensamiento de Martí?

Mi primer pensamiento político fue el de Martí; pero ya cuando el ataque al Moncada,


en 1953, había leído lo suficiente sobre el socialismo, tenía un pensamiento martiano
desarrollado y además ideas socialistas radicales, un pensamiento que he sostenido
después firmemente a lo largo de toda mi vida. Por eso, cuando usted dice que la
Revolución comienza el 26 de julio de 1953, nosotros decimos que comienza el 10 de
octubre de 1868 y se prolonga a lo largo de la historia. Le he explicado el papel de
Martí y por qué nos convertimos nosotros en martianos. Perdóneme que me haya
extendido tanto, pero ya que abordamos el tema tenía que decir algunas cosas. »

«Mella fue un joven extraordinariamente capaz y precoz, una de las principales figuras
que descollaron después de Martí. Él hablaba, incluso de una «Universidad obrera»,
idea brillante. Entonces, los estudiantes llegaban a la Universidad y lo escuchaban
hablar de la historia y sus héroes. Es cierto que ya se había producido, en 1917, la
famosa revolución bolchevique, y él había fundado el Partido Comunista, sin duda
inspirado en el radicalismo de aquella revolución, y en los principios que la impulsaban.
Mella era muy martiano, y simpatizante decidido de la revolución bolchevique. Eso
tiene que haber influido en el hecho de que junto a un marxista que había sido amigo
de Martí, Carlos Baliño, fundara el primer Partido Comunista de Cuba».39

Los años trascurridos del nuevo milenio, con la intención de actualizar el análisis hasta
aquí, muestran la reiteración del reconocimiento de la relación particularmente con el
término inserción. Destaca cómo el mérito de Martí es elaborar una doctrina, desarrollar
la filosofía de la independencia y un pensamiento humanista excepcional. Considera
que es una lástima que no se conozca mejor su pensamiento en el ámbito de «Nuestra
América». Caracteriza la influencia de Marx sobre Martí. Se define primero como
martiano y después como martiano, marxista y leninista.

Fidel Castro Ruz comienza a expresar sus ideas sobre la relación entre el pensamiento
martiano y el de Lenin desde antes de 1959. En los años sesenta se aprecia en su
concepción que al diferenciar entre tipos de pensamiento revolucionario elude con ello
toda interpretación dogmática de llegar a considerar al pensamiento marxista-leninista
como el único pensamiento revolucionario; sentaba así la premisa necesaria para
comprender la relación entre el pensamiento de José Martí y el marxista-leninista. Para
que se comprendiera la necesidad de buscar un pensamiento revolucionario propio que
al aplicarse en Cuba condujera al país a la construcción de una sociedad superior al
capitalismo. Particular importancia adquiría el principio martiano y marxista-leninista de
vínculo entre el estudio y el trabajo, junto a la búsqueda de nuestras instituciones
propias, éste se convertía en la expresión práctica de la formulación y solución al
problema fundamental de la filosofía, Fidel señala que dicho principio es la esencia de
la sociedad del futuro.

Los años setenta evidencian un desarrollo de las ideas de Fidel respecto a la relación
entre el pensamiento martiano y el marxista-leninista al expresar con toda claridad, que
si bien en Rusia se había dado la relación de las ideas de Marx y Engels con las de
Lenin; en Cuba había sucedido con las de José Martí; y utiliza para caracterizar la
relación términos como unión, hibridación, fusión, combinación, conversión, suma,
inserción. Al referirse a Martí lo hace como síntesis de todo lo mejor del pensamiento y
acción de los héroes cubanos, como síntesis de nuestras tradiciones revolucionarias.
Continúa destacando la importancia del principio del vínculo entre el estudio y el
trabajo, entre el trabajo manual e intelectual por todo lo que aporta a la formación del
hombre en su dialéctica con la sociedad. Destaca igualmente el principio del partido
único y cómo en este principio se expresa también lo martiano y lo marxista-leninista.

En los años ochenta adquiere particular importancia en el desarrollo de sus ideas sobre
el tema, la entrevista que le hiciera Frei Betto a Fidel Castro Ruz, al hacer uso del
término síntesis. Ello significó un salto definitivo de lo terminológico a lo conceptual.
Destaca el parecido entre Marx y Martí sin dejar de señalar la diferencia que establecen
en relación con la comprensión clasista de la sociedad, a pesar del tipo de comprensión
que hacía Martí también desde el lado de los pobres y como crítico de la sociedad de
explotadores, sitúa en el centro de la dialéctica individuo-sociedad lo aportativo del
marxismo sin menoscabar la visión martiana. La invitación a repensar la relación Marx-
Martí desde la dialéctica de lo individual y lo social en el hombre es aportada por Fidel
en los ochenta. Agregaba Fidel la idea de considerar que el pensamiento martiano es
una «corriente de pensamiento» junto a la reconocida corriente de pensamiento que
representa el marxismo-leninismo. Incorporar la idea de universalización práctica del
principio de vínculo entre el estudio y el trabajo, como uno de los más importantes
aportados por la Revolución cubana al marxismo-leninismo; destaca la necesidad del
apego a estos principios, que conforman la síntesis del pensamiento martiano y
marxista-leninista, como expresión de la pureza y solidez ideológica de la revolución; el
principio del partido único adquiere cada vez más fuerza en el desarrollo del
pensamiento de Fidel Castro Ruz sobre el tema y la comprensión de la dialéctica
individuo-sociedad para la construcción del socialismo.

Los años noventa caracterizan la afirmación del concepto de síntesis en el


pensamiento de Fidel sobre la relación entre el pensamiento martiano y el marxista-
leninista, destaca la necesidad de hacerla más completa con énfasis en lo propio y
advierte que el no hacerlo significaba una tendencia sumamente negativa. En estos
años señala que la principal idea de la síntesis del pensamiento martiano y el marxista-
leninista se encuentra en el humanismo. El realismo de tal concepción se expresa, por
una parte, en lo aportado por el marxismo-leninismo con su concepción acerca de la
sociedad, en particular con el aporte de la concepción materialista de la historia y el
aporte leninista acerca de la teoría del Estado; y por otra parte, los aportes de la
Revolución cubana al marxismo-leninismo con la síntesis lograda a partir del
pensamiento martiano en principios tales como el de vínculo entre el estudio y el
trabajo, entre el trabajo manual y espiritual que califica como «concepción» y señala
que tanto Marx como Martí descubrieron que el trabajo podía ser un gran instrumento
de educación, y el principio del partido único, como de los más importantes, entre otros.
El estudio de los principios aplicados en la construcción del socialismo en Cuba
permitirá profundizar en la concepción de síntesis entre el pensamiento martiano y el
marxista-leninista, particularmente en la comprensión de la dialéctica individuo-
sociedad como esencia de la formulación y solución al problema fundamental de la
filosofía.
Notas y referencias

1
Especial interés presenta para enriquecer el tema el libro José Martí en el ideario de Fidel Castro,
ediciones especiales, Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2004. Esta compilación hecha por
Dolores Guerra, Margarita Concepción y Amparo Hernández, en un sentido más amplio incorpora
nuevas ideas al tema, en la misma medida pueden encontrarse en los discursos de Granma ideas que
enriquecerían la compilación.
2
Véase de Antonio Martínez Bello. «Idealismo y materialismo en la obra de José Martí». Conferencia
inédita. 1978. Aquí hace la clasificación siguiente:

Primero: Los que omiten en sus obras o bien niegan toda afinidad entre Martí y Marx a la par que afirman
la existencia de antagonismos entre sus ideologías respectivas;

Segundo: Los que admiten la existencia de algunas proximidades, pero también destacan con mayor
énfasis las contradicciones; dado lo cual el Apóstol revolucionario se nos muestra más lejos que cerca
del socialismo y el materialismo;

Tercero: Los que confieren fuerza de convicción igual a las coincidencias y a las disidencias, por lo que
la resultante de ambas tendencias adviene indecisa o neutra: es decir, el lector se queda sin saber si la
obra martiana es afín o no al socialismo y al materialismo, o bien al idealismo y al individualismo;

Cuarto: Los que destacan las proximidades y puntos de contactos, y le dan o reconocen mayor peso y
relevancia que a las disidencias en relación con el marxismo. A los escritores de este grupo ha solido
identificárseles, erróneamente desde luego con el siguiente;

Quinto: Los que afirman la filiación inclástica de Martí con el marxismo, sin admitir diferencias.
3
Discurso pronunciado en el acto conmemorativo del primer aniversario del sabotaje del vapor La
Coubre en el muelle LA PAN AMERICAN DOCKS. 4 de marzo de 1961.
4
José Martí: Obras Completas, t. 19, p. 381, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1963-1973.
5
Ibídem, pp. 203-204.
6
Ob. cit. t. 28, p. 442.
7
Ob. cit. t. 8, p. 379.
8
Discurso pronunciado en el homenaje que le tributara la CTC revolucionaria y el movimiento nacional
por la paz, con motivo de habérsele otorgado el premio Lenin por la paz. 19 de mayo de 1961.

9
D. Guerra, A. Concepción y A. Hernández: (2004) José Martí en el ideario de Fidel Castro, pp. 119-120
(Ediciones especiales.) La Habana: Centro de Estudios Martianos

10
Discurso pronunciado en la reunión celebrada por los directores de las escuelas de instrucción
revolucionaria, efectuada en el local de las ORI. 20 de diciembre de 1961. En versión digitalizada del
periódico Granma.
11
Duodécimo aniversario del ataque al Cuartel “Moncada”, 26 de julio de 1965. En Obra Revolucionaria,
junio/julio 65, pp. 165/166, 1965. En versión digitalizada del periódico Granma.
12
Discurso pronunciado en la conmemoración del VI Aniversario de los CDR, Plaza de la Revolución, 28
de septiembre de 1966. En versión digitalizada del periódico Granma.
13
Discurso pronunciado, el 2 de enero de 1967. En versión digitalizada del periódico Granma.
14
Discurso pronunciado en la concentración efectuada en la escalinata de la Universidad de La Habana
como culminación de los actos organizados para honrar a los mártires del 13 de marzo de 1957. La
Habana, marzo 13 de 1969. En versión digitalizada del periódico Granma.
15
Véase de V. I., Tolstyj. La producción espiritual, Cap. V, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana,
1989.
16
Discurso pronunciado en la velada solemne en conmemoración del centenario del natalicio de Vladimir
Ilich Lenin, efectuada en el teatro «Chaplin», el 22 de abril de 1970, «Año de los diez millones».
17
Este discurso fue publicado por Granma el 4 de julio de 2008.
18
Discurso pronunciado en la concentración popular efectuada en la plaza de la revolución «José Martí»,
en honor del compañero Leonid Ilich Brezhnev, secretario general del comité central del partido
comunista de la Unión Soviética y la delegación que lo acompaña, el 29 de enero de 1974, «Año del XV
Aniversario».
19
Discurso pronunciado en la apertura de la 79 reunión del comité ejecutivo del CAME, en el salón de los
embajadores del hotel Habana Libre, en La Habana, el 18 de enero de 1977, «Año de la
institucionalización».
20
Discurso pronunciado en el acto de graduación del primer contingente del destacamento pedagógico
«Manuel Ascunce Domenech», en el teatro «Lázaro Peña», el 20 de julio de 1977, «Año de la
institucionalización».
21
Entrevista concedida por Fidel Castro Ruz, presidente de la república de Cuba, a periodistas de la TV
sueca, Ciudad de La Habana, 15 de diciembre de 1977, «Año de la institucionalización».
22
Fidel y la Religión. Conversaciones con Frei Betto. Oficinas de Publicaciones del Consejo de Estado,
pp. 163-164, 1985.

23
Discurso pronunciado en la clausura de la VIII Conferencia de la asociación americana de juristas,
celebrada en el palacio de las convenciones, el 17 de septiembre de 1987, «Año 29 de la Revolución».

24
Véase de Fidel Castro Ruz el discurso pronunciado en la clausura del congreso de «Pedagogía 90» .
9 de febrero de 1990.
25
Ídem.
26
Véase de Fidel Castro Ruz el discurso pronunciado en la clausura del V Congreso de la Federación de
Mujeres Cubanas, 7 de marzo de 1990.

27
Véase de Fidel Castro Ruz el discurso pronunciado en la clausura del VII Congreso del Sindicato
Nacional de Trabajadores de la Educación, la Ciencia y el Deporte, efectuada en el Palacio de las
convenciones, el 22 de diciembre de 1991.

28
Ibídem.

29
Conversación del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central del
Partido Comunista de Cuba y Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros con Tomás Borges.
18 y 20 de abril de 1992.
30
Véase de Fidel Castro Ruz el discurso pronunciado en la clausura del encuentro 20 años después de
la creación del Destacamento Pedagógico «Manuel Ascunce Domenech», el 30 de mayo de 1992, en
Granma 2 de junio de 1992.
31
Véase de Fidel Castro Ruz el discurso pronunciado en la clausura de la asamblea de balance del
trabajo, renovación y ratificación de mandatos del PCC en ciudad de La Habana. 7 de noviembre de
1993.
32
Véase de Fidel Castro Ruz el discurso pronunciado en la clausura del VI Congreso de la Federación
de Mujeres Cubanas, efectuado en el Palacio de las Convenciones. Ciudad de La Habana, el 3 de marzo
de 1995, «Año del centenario de la de José Martí».
33
Véase de Fidel Castro Ruz el discurso pronunciado con motivo del inicio del curso escolar 1995/96 y
sus 50 años de vida revolucionaria, iniciada en la facultad de derecho, efectuado en el aula magna de la
Universidad de la Habana, el 4 de septiembre de 1995, «Año del centenario de la caída de José Martí».
34
Véase de Fidel Castro Ruz el discurso pronunciado en la clausura del V Congreso del Partido
Comunista de Cuba, efectuada en el Palacio de las Convenciones, el 10 de octubre de 1997.
35
Véase de Fidel Castro Ruz el discurso pronunciado en la clausura del Congreso Pedagogía 97, 7 de
febrero de 1997. En Granma, 11 de febrero de 1997.

36
Véase de Fidel Castro Ruz el discurso pronunciado en el acto central por el 45 aniversario del asalto a
los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, efectuado en Santiago de Cuba, el día 26 de julio
de 1998.

37
Comparecencia del comandante en jefe Fidel Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central del
Partido Comunista de Cuba y Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, ante la televisión
cubana, 16 de julio de 1998.

38
Véase de Fidel Castro Ruz el discurso pronunciado en la Tribuna Abierta de la Revolución, efectuada
en el área deportiva “Eduardo Saborit”, del municipio Playa, el 31 de marzo de 2001.

39
Ramonet, Ignacio. Cien horas con Fidel. Introducción a la segunda edición, en periódico Juventud
Rebelde, Tabloide del Capítulo 2-3, (capítulo 2, p. 7.), agosto de 2006.
José Martí y el problema del método en la filosofía: ¿síntesis o
articulación con el marxismo-leninismo?

En su conversación con Frei Betto, Fidel Castro Ruz señalaba «(…) nuestro
mérito consiste en haber realizado una síntesis de las ideas de Martí y del
marxismo-leninismo, y haberla aplicado consecuentemente en nuestra lucha».1
Posteriormente, en el discurso pronunciado en la clausura del VII Congreso del
Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, la Ciencia y el Deporte,
efectuada en el Palacio de las Convenciones, el 22 de diciembre de 1991,
ampliaba esta idea al expresar «hemos aplicado, de manera consecuente, las
ideas revolucionarias y las ideas del marxismo-leninismo. (…) Nuestra
Revolución se inspiró en las ideas martianas y en las ideas marxista-leninistas;
es una síntesis de ambas, y sigue siendo esa síntesis, lo que debe es ser más
perfecta, más completa, más cabal. Sobre todo, hay que poner mucho énfasis
ahora en lo propio, en lo nacional, en lo martiano, sin olvidarnos ni un minuto
del marxismo y del leninismo. (…). Es decir que en nuestro país se
interpretaron, de manera creadora, las ideas del marxismo-leninismo y las
sumamos a ese tesoro inmenso que es el pensamiento martiano; creo que eso
explica la fortaleza ideológica de nuestra Revolución y el espíritu de nuestro
pueblo (…)».

Más tarde, en 1992, reiteraba «(...) ¿Y por qué todo el énfasis y el acento que
pongamos en el marxismo-leninismo tiene que llevarnos a ignorar las raíces de
nuestro país, el camino heroico y glorioso seguido para llegar hasta aquí, para
poder llegar a hacer esta síntesis? Desgraciadamente eso ocurría y nos duele
mucho, y lo consideramos una tendencia sumamente negativa. Y no es ahora,
ya veníamos hace algún tiempo, desde que tomamos conciencia de estos
problemas luchando por revertir la situación».2

Profundizar en las relaciones que se producen entre el pensamiento martiano y


el marxista-leninista en el proceso revolucionario cubano necesariamente
requiere abordar las múltiples aristas de ambos pensamientos y sus posibles
entrecruzamientos.

Por su importancia en cualquier análisis de esta naturaleza consideramos que


uno de los aspectos a los que se le debe prestar especial atención es al
método filosófico ya que hablar de método es responder la pregunta de ¿cuál
es el comportamiento del mundo? O sea, el comportamiento de la realidad, sus
relaciones.

Si nos remitimos a las definiciones marxista-leninistas acerca del método:


«Método: (del griego “camino hacia algo”). (…) en el sentido especialmente
filosófico, como medio de cognición, el método es la manera de reproducir en el
pensar el objeto que se estudia (…) El método es objetivo y apropiado si
corresponde al objeto que estudia (…) En la base de todos los métodos de
conocimiento se encuentran las leyes objetivas de la realidad. De ahí que el
método se halle indisolublemente unido a la teoría (…)».3

Entre las ideas de Marx y Engels que ayudan a definir el método, se encuentra
lo expuesto por ellos en La ideología alemana al señalar que: «Totalmente al
contrario de lo que ocurre en la filosofía alemana, que desciende del cielo
sobre la tierra, aquí asciende de la tierra, al cielo (…) Allí donde termina la
especulación de la vida real, comienza también la ciencia real y positiva, la
exposición de la acción práctica del proceso práctico de desarrollo de los
hombres (…)»4. Un método que no especula de la «vida real» y la ve de
manera científica como proceso práctico del desarrollo de los hombres.

En particular, decía Marx, que al definir (I. Kaufman LPL) tan justamente lo que
llama mi verdadero método «(…) ¿qué hace sino definir el método dialéctico?
(...)

Mi método dialéctico no sólo es en su base distinto del método de Hegel, sino


que es directamente su reverso. Para Hegel, el proceso del pensamiento al que
convierte incluso, bajo el nombre de idea, en sujeto con vida propia, es el
demiurgo de lo real, y lo real su simple apariencia. Para mi, por el contrario, lo
ideal no es más que lo material transpuesto y traducido en la cabeza del
hombre (…)».5 O sea, una «Filosofía de Relación» entre lo material y lo ideal
que existe en la unidad material del mundo, y que tendría al decir de Engels su
demostración en «el largo y penoso desarrollo de la filosofía y las ciencias
naturales». Y en otro momento agregaba, sobre la interpretación adecuada a la
concepción materialista de la historia, que: «(…) Según la concepción
materialista de la historia, el factor que en última instancia determina la historia
es la producción y reproducción de la vida real. Ni Marx ni yo hemos afirmado
nunca más que esto (…)».6

A la verdad pertenece no sólo el resultado, sino también el camino. La


investigación de la verdad debe ser ella misma. Esto encuentra su explicación
en la identidad entre la lógica, la teoría del conocimiento y la dialéctica,
principio desarrollado fundamentalmente por Lenin.

Dicha unidad radica en que el pensamiento refleja la realidad objetiva cuya


forma de existencia es dialéctica, por lo tanto existe una dialéctica subjetiva
que refleja a la dialéctica objetiva. El pensamiento no es otra cosa que la
imagen ideal del mundo material, pero no es una copia, ese reflejo gracias al
papel de la práctica, se expresa en forma de conceptos y leyes. Al reflejar la
realidad, puede descubrir cómo es esa realidad y se convierte en método.

Teniendo en cuenta lo anterior nos proponemos los objetivos siguientes:


1. Analizar las concepciones sobre el método filosófico en el pensamiento
cubano anterior a José Martí.
2. Establecer cómo (si) las ideas de José Martí respecto al método filosófico
constituyen una continuidad del pensamiento cubano precedente.
3. Comparar las ideas de José Martí respecto al método filosófico con las de
Carlos Marx.

Según Armando Hart «el método filosófico de la mejor tradición espiritual


cubana, es (…) el método electivo (…)»7 cuyos máximos exponentes son José
Agustín Caballero y Rodríguez de la Barrera (1762-1835), Félix Varela y
Morales (1788-1853) y José de la Luz y Caballero (1800-1862).

Sobre estos hombres escribe José Martí en reiteradas oportunidades para


reconocer y alabar su obra como patriotas y como pensadores.

El método de Agustín Caballero puede encontrarse en su obra Philosophia


electiva (1789). Para Edelberto Leiva Lajara el «electivismo filosófico, debe ser
entendido como oposición al principio de autoridad escolástico (…) y libertad de
elección entre las diversas escuelas de pensamiento, que es también libertad
de readecuación de estas escuelas y doctrinas (…)”.8 Pero, aclara que en
Caballero se dio como “una fundamentación casi teológica del derecho de
libertad de elección».

La caracterización del aparato o propedéutica filosófica elaborada por J. A.


Caballero definía la Filosofía (palabra inventada por Pitágoras al proclamarse
modestamente «filósofo», es decir, amante de la sabiduría) como: «El
conocimiento cierto y evidente de todas las cosas por sus últimas causas,
logrado con la sola luz natural»,9 el método como una especie de modo de
proceder ordenadamente en el conocimiento de la verdad, de la cual distinguía
tres clases de verdad: metafísica, moral y lógica.

En José Agustín Caballero existe una identidad entre teoría y método, y la


expresa, en su época, como identidad entre filosofía y lógica, tal es la
identidad, que su primer libro lo titula Primera parte de la Filosofía o Lógica. La
palabra griega Lógica, (racional en latín) significa la disciplina de la razón, que
prepara el espíritu para alcanzar la verdad en cualquier lugar y en todo tiempo.
«Se la llama también Dialéctica, esto es, disciplina de la discusión».10

Decía que la «Verdad lógica, que es de la que se trata aquí, es la conveniencia


de nuestras ideas con el objeto. Hay dos clases de método: el lógico-analítico o
de investigación y el lógico-sintético o de trasmisión de conocimiento».11 O sea,
para elegir es necesaria la conveniencia, pero esta no significa en él provecho,
beneficio, sino ajuste, correspondencia, congruencia, conformidad, es decir
identidad entre las ideas y el objeto.

Semejante pensamiento, que rompe con muchas de las concepciones


imperantes en la época que le tocó vivir a José Agustín Caballero, explica por
qué José Martí, en artículo escrito en 1889 con motivo del fallecimiento de
Antonio Bachiller y Morales, lo llamó padre de los pobres y de nuestra
filosofía.12
El más destacado continuador de las concepciones de José A. Caballero
respecto al método electivo fue Félix Varela, quien expone sus principales
tesis respecto a dicho método en su obra Instituciones de filosofía ecléctica.

Mediante la demostración, objeción y respuesta, concluye:


- «Concedo que no seguimos a ningún maestro, en el hecho de no ligarnos
indisolublemente a su doctrina; niego que esto signifique que procedamos sin
norma y que rechacemos todas las enseñanzas. Lo que la Filosofía ecléctica
pretende es tomar de todos cuanto la razón y la experiencia aconsejan como
norma, sin adscribirse pertinazmente a ninguno. (…)
- Niego que siga diversas y opuestas opiniones; concedo que sigue diversas
opiniones, pero concordantes entre sí. Muy equivocados están los que piensan
que los filósofos eclécticos admiten teorías disconformes. Nunca podrá
consistir en ese error la tan exaltada libertad de filosofar, sino en liberarnos de
la servidumbre de cualquier maestro y en buscar exclusivamente la verdad
dondequiera que se encuentre (…).
- Niego que no se le pueda entender en lo que se refiere a las sagradas
doctrinas, concedo que no se les puede entender en sus inútiles controversias
escolásticas (…)

Abundan demasiado quienes pretenden con este argumento, como si se


tratase de un pavoroso fantasma, asustar a la juventud y apartarla de los
estudios más recomendables. Lo injustamente que proceden se aprecia
advirtiendo que no es posible asentar en principios erróneos las más
trascendentales enseñanzas. (…)».13

La aclaración acerca de por qué Varela utiliza el término ecléctico y no electivo


es de suma importancia. Eduardo Torres-Cuevas considera que Varela utiliza
el término ecléctico como sinónimo de electivo y argumenta «cuando el
pensador cubano, (…), define la escuela de la etapa helenística de la historia
de la filosofía que llevaba por nombre ecléctica, escribe: “En el siglo IV de la
Iglesia, Potamón Alejandrino estableció un género de filosofía más libre, en que
cada uno buscaba la verdad, sin jurar en la palabra de ningún maestro, y estos
filósofos se llamaron eclécticos porque elegían libremente lo que juzgaban más
cierto”».14
Torres-Cuevas llama la atención en los tres elementos que sostiene Varela en
esta definición: a) la filosofía ecléctica es más libre; b) ello resulta posible
porque no jura en la palabra de ningún maestro, y c) la actitud de los filósofos
que pertenecen a esa escuela es la de elegir libremente lo que estiman útil
para llegar a la verdad.
Este autor, al resumir apretadamente los tópicos por los que se puede
considerar a Varela como reformador, no solo de los estudios de filosofía y
ciencias (que entonces formaban parte de una misma cátedra), sino del
pensamiento filosófico como tal, destaca que son los siguientes:
- «La aprehensión de la filosofía como una conjunción bien articulada de
saberes: de los antiguos y de los modernos, y de las diversas escuelas, sin
exclusiones a priori. De ahí el calificativo de ecléctica o electiva que dio a su
filosofía. (…)
- la renovación por parte de Varela consistió no tanto en la concepción de lo
científico y lo filosófico, sino: (…)
- en la relación copulativa entre su pensamiento propio –eje articulador– y las
cotas de pensamiento veraz que creía encontrar en cada uno de los autores
consultados».15

En este propio texto el autor destaca, entre otros interesantes aspectos, que:
«Lo extraordinario del pensamiento de Varela estriba en que comprende la
insuficiencia del materialismo de su época y la del idealismo que por entonces
se proyectaba. No es que logre totalmente la solución del problema, pero, al
menos intenta trascenderlo, salirse de una polémica que en los términos de la
época adquiere un carácter de discusión metafísica. (…) Asombran los pasos
que en esta dirección da Varela. Sus Lecciones de Filosofía ven la luz en el
año en que nace Carlos Marx»16

El otro gran continuador del método electivo fue José de la Luz y Caballero,
quien justamente, en el Elenco de 1840, define la Filosofía como: «un sistema
de doctrinas o dogmas que así se ocupa de la exposición de las leyes del
hombre y del universo, como en la práctica de sus pensamientos y acciones» y
que «todo el sistema que aspire al nombre de Filosofía ha de ofrecer respuesta
plausible a esta triple pregunta: ¿quién eres? ¿de dónde vienes? Y ¿a dónde
vas? (…) problema siempre renovado (…) que presenta la humanidad».17

En su artículo «José de la Luz y Caballero: El silencioso fundador de la idea


cubana», Eduardo Torres-Cuevas define cómo entendió Luz el método electivo
a diferencia de sus antecesores cuando señala que: «(…) Luz no es un
krausista en el sentido clásico del término; él se sirve de Krause, no sirve a
Krause; Luz tiene su propia doctrina: todas las escuelas y ninguna escuela,
esta es la escuela. En ella, Krause encuentra un espacio de privilegio (…) sólo
eso.»18

No es de extrañar entonces que José Martí haya considerado a José Agustín


Caballero como el «padre de los pobres y de nuestra filosofía», que Varela la
«descubre» y a José de la Luz y Caballero lo calificara de maestro, sabio,
«arrebataba», fue «nuestro Sócrates».19

Las ideas de estos hombres encuentran continuidad (unión, encadenamiento,


persistencia, prolongación, etc.,) en el pensamiento de José Martí,
20
particularmente en sus «Juicios».

En el juicio (1)
Define la Filosofía como «el conocimiento de las causas de los seres, de sus
distinciones, de sus analogías y de sus relaciones».

Y su método lo resume a la manera de Luz en el sentido de que todo sistema


que aspire al nombre de Filosofía ha de ofrecer respuesta a la triple pregunta
que explica al hombre en un sentido histórico (pasado, presente y futuro).
También coincide, en otros momentos, en que este problema de la Filosofía,
por la razón anteriormente señalada, se presenta siempre como un problema
renovado.

Pero José Martí entiende por el Ser a diferencia de Luz. ¿Qué somos? ¿Qué
éramos? ¿Qué podemos ser? Lo ve como un Ser compuesto (todo el
conocimiento del mundo que entra en «mi Ser»).

En el juicio (2)

Expresa la complejidad de dicho Ser al responder la pregunta, ¿Qué es la


Naturaleza? Y responder que es: «(…) todo lo que existe, en toda forma,-
espíritus y cuerpos (…). El misterioso mundo íntimo, el maravilloso mundo
externo (…)». Para expresar esta definición ha considerado, en este juicio, que
una parte de la naturaleza es tangible, por tanto material: la Filosofía que lo
estudia se llama Filosofía Física. Otra es inmaterial, y versa sobre lo que se
llama generalmente —para combatirlo o para aceptarlo— espíritu: la Filosofía
que la estudia se llama Metafísica.

Las dos unidas son la verdad: cada una aislada es sólo una parte de la verdad,
que cae cuando no se ayuda de la otra.

Deduce José Martí que la Filosofía debe estudiar al hombre que observa, los
medios con que observa y lo que observa: Filosofía interna, Filosofía externa y
Filosofía de relación.

Definiendo la filosofía como teoría dice que: «Filosofía es la ciencia de las


causas». Pero esa teoría solo es posible usando «(…) los medios libres y
correctos para investigar (…)».

Tenemos que para conocer es necesario examinar: que la fuente más creíble
de verdad es nuestro propio examen; que el examen; medio seguro de conocer
la aplicación de nuestra aptitud de conocer a la cosa conocible: observación,
—y el pensamiento sobre lo observado: reflexión—.

Luego, estos elementos son: observación y reflexión.


Hay para José Martí una identidad entre teoría y método en su «Filosofía de
Relación» al definir la Naturaleza y continúa argumentando el por qué. Señala
que: «¿Deben darse leyes para el mundo real y palpable por las intuiciones del
individuo, ente antilógico? Es irracional, puesto que las leyes de las cosas
deben deducirse de la observación de las cosas: he aquí el error de la
Metafísica.

Deben subordinarse los altivos movimientos del impalpable y extraordinario ser


humano, distinto por su esencia excelsa, de cuanto le rodea, a causas
mezquinas cuya manera de obrar no está (palabra ininteligible),
Es irracional también; porque la hipótesis no está premeditada a la ciencia de
las pruebas: he ahí el error de la escuela física, que en sus extravagancias ha
llegado a negar todo fenómeno espiritual».

Concluye Martí que: «Puesto que a esta confusión nos lleva el examen ajeno
¿qué hemos de hacer para saber? Examinar con nuestro criterio el examen
que ha hecho el criterio ajeno, o, lo que es más seguro, examinar por nosotros
mismos.

No se puede ver una cosa sin mirarla. No se puede entender una cosa sin
examinarla. El examen es el ojo de la razón.-
Luego nosotros mismos somos el primer medio del conocimiento de las cosas,
el medio natural de investigación, el medio natural filosófico».

En el juicio (3)

José Martí concreta su verdadera posición filosófica, como realista. Da forma a


su «Filosofía de Relación». Insiste entonces en que: «Método bueno filosófico
es aquel que, al juzgar al hombre; lo toma en todas las manifestaciones de su
ser» y propone entender la Filosofía, «no como el cristal frío que refleja las
imágenes que cruzan ante él; sino, como el animado seno en que palpita, como
objeto inmediato y presente, la posible acomodación de lo real de lo que el
alma guarda como ideal anterior, posterior y perpetuo —al objeto en la vida se
dedican todos estos realistas objetivos».

En el juicio (4)

Al proponer como método la Historia de la Filosofía lo hace porque es el


examen crítico del origen, de los estados distintos y transitorios por los que ha
pasado y por los que ha llegado la Filosofía a su estado actual. Fundamenta
así a la Filosofía como crítica, entendida no como la censura; sino
sencillamente y basta en su acepción formal —su etimología— es eso, el
ejercicio del criterio.
En el juicio (5)

Con el argumento alemán de la crítica krausista y otros, recuerda desde las


posiciones de su método que: «Estamos, pues, reacios a los copistas, y luego,
fatigados de esta menuda, volverá a reinar la moral pura, que consistirá en
otra, y como consistió en Sócrates, la reunión del espíritu y del cuerpo: sólo
que esta de hoy, más estudiada, perecerá más; así como la Roma de hoy, más
enseñada, tardará más que la Roma vieja en perecer».
Por ello define que: la Filosofía, aun la de las épocas más remotas, es «como
sana reacción de la inteligencia libre del hombre contra las imposturas o
soberbias sacerdotales». Es un método permanente en la historia del hombre.
Lo único que varía, y le da aire de novedad cada vez que aparece, es el mayor
saber acumulado con el tiempo.

Eso le permitió afirmar que: «Yo tuve gran placer cuando hallé en Krause esa
filosofía intermedia, secreto de los dos extremos, que yo había pensado en
llamar Filosofía de relación».
En el jucio (6)

Partiendo de Kant, para el análisis de la relación sujeto-objeto en el


conocimiento, concluye que: «Krause —y esto es más grande y completo—,
estudia al sujeto, al objeto, y a la manera con que se unen: relación», pero
antes había dicho que: «Fichte examina el sujeto y se detiene en él. Schelling
lo identifica con el objeto. Hegel —y esto es grande— lo pone en relación».

Ello lo llevó a destacar que: «El Naturalismo filosófico, el escolasticismo que


Abelardo creó, como la única forma de la libertad del pensamiento en la Edad
Media, y que fue después la cárcel y el azote de la facultad libre de pensar».

En el juicio (7)

Reiteraba la existencia de un método permanente en la historia del hombre: la


«sana reacción de la inteligencia libre del hombre contra las imposturas o
soberbias sacerdotales». Y que lo único que varía, y le da aire de novedad
cada vez que aparece, es el mayor saber acumulado con el tiempo.

En el juicio (8)

Reitera la crítica al idealismo (Schopenhauer) apuntando que: «El conocimiento


de sí mismo no puede llegar hasta desposeernos del conocimiento de los
demás».
En el juicio (9)

Criticando la filosofía kantiana y Spenceriana dice: «Si el desarrollo espiritual


depende del cuerpo, lo que hay que probar es que conforme se va
desarrollando el cuerpo, se va desarrollando el espíritu.

El ver de nada me sirve, si no está la explicación de lo que veo, si mi


entendimiento no convierte en elemento de juicio la visión. El objeto está fuera
de mí; pero la inteligencia del objeto está en mí. Yo me comunico con él. EI
conocimiento del orden de las comunicaciones es la filosofía, en cuanto al
hombre. A esto se reduce toda la investigación filosófica: —“Yo, lo que no es
yo”, y “cómo yo me comunico con lo que no es yo”, —son los tres objetos de la
filosofía.-Y en el Yo, lo que hay de propio individual, y lo que hay de adquirido y
puesto».
En el juicio (10)

Vuelve José Martí a la relación filosófica y la compara con la religiosa


señalando una vez más cómo filosofía y teología se van separando y señala:
«Lo que hay que ver es si espíritu y cuerpo se desarrollan al mismo tiempo; si,
por ejemplo, entre el amor maternal de la gallina y el de la mujer hay una
diferencia correspondiente a la diferencia física entre la estructura corporal de
la gallina y la de la mujer.

La resignación sincera en la desdicha produce la misma hermosura interior y


majestad, la misma calma y “espíritu tranquilo” que en los católicos produce la
“sumisión a la voluntad de Dios”. La calma está, no en creer que es Dios quien
nos envía la pena, y sabe para qué, y será para nuestro bien, —sino en llevarla
dignamente, aun cuando no veamos bien posible de ella. Más mérito hay mil
veces en la resignación filosófica que en la resignación cristiana.»

En el juicio (11)

Refiriéndose a Emerson coincide con no ver «contradicción entre que el mundo


fuese espíritu, y el espíritu tomase formas graduadas y crecientes». Verdadera
solución al problema fundamental de la filosofía como teoría y método a partir
de cada individuo «Yo» en su relación con la realidad objetiva «no Yo» y la
comunicación entre ambos que permita «el Yo creador» capaz de transformar
la realidad.

Y finalmente para cumplir el tercer objetivo que nos hemos propuesto, ante las
diversas opiniones sobre la existencia o no de una filosofía en José Martí,
hemos preferido seguir utilizando para esta reflexión el texto inobjetable: los
«Juicios» de Filosofía de José Martí a los que podríamos llamar Tesis de Martí
sobre la Filosofía y compararlas con las Tesis de Marx sobre Feuerbach.21 Ello
permite apreciar las coincidencias siguientes:

Primera coincidencia martiana y marxista acerca del Ser.


¿Que qué somos? ¿Que qué éramos? ¿Que qué podemos ser? Se trata de
uno y todos los seres humanos asociados a todos los seres existentes, a través
del conocimiento.
Segunda coincidencia acerca de la verdad.
Idéntica idea respecto al criterio de la verdad como relación entre ambas
escuelas y su solución como problema práctico.
Tercera coincidencia sobre la práctica.
«La práctica revolucionaria» solo es posible con «hombres revolucionarios».
Ello se alcanza educándolos «en todas las manifestaciones de su ser».

Cuarta coincidencia sobre la solución a la contradicción.


Ambos se identifican en la solución práctica a la contradicción.

Quinta coincidencia sobre el carácter concreto de la verdad.


Coinciden en no debe ser «abstracta» según Marx. Y al decir de Martí, con el
«Yo» no copista, no dogmático, no metafísico.

Sexta coincidencia sobre la esencia humana.


Esta coincidencia merece un especial detenimiento pues se trata de: ¿Qué
entender por la esencia humana? Problema que tanto debate ha causado en la
filosofía y en la marxista-leninista en particular. Se trata de la solución a la
contradicción hombre-sociedad; en ambos casos la contradicción radica en el
carácter individual y permanente del hombre en relación con lo variable en él a
partir del cúmulo de conocimientos y realidades transformadas con estos. En
palabras marxistas de solucionar la contradicción de ver al hombre «como el
conjunto de las relaciones sociales» y a la sociedad «como el conjunto de las
relaciones sociales» a partir del «Yo» y su relación con el «no Yo».

Séptima coincidencia sobre identidad teoría-método.

La coincidencia es concebir al hombre como individuo-social.

Octava coincidencia sobre la solución práctica a la contradicción teoría-


método.

Dada en la insistencia en la solución a la contradicción entre lo individual y lo


social como práctica (uso, rutina, aplicación, modo, manera, método, sistema,
etc.) y su contrario, la teoría (práctica, pragmatismo, empirismo, realismo). Las
dos caras de la «moneda» marxista.
Mientras, la comunicación (relación, correspondencia, intercambio, trato, unión,
enlace, vínculo, lazo) y su contrario la incomunicación (exclusión, separación,
aislamiento etc.) son las dos caras de la «moneda» martiana.

Novena coincidencia a la solución individuo-sociedad.

No como «sociedad civil» sino como «vida social», según Marx. Para José
Martí como: -«Yo, lo que no es yo», y «cómo yo me comunico con lo que no es
yo», —son los tres objetos de la filosofía— Y en el Yo, lo que hay de propio
individual, y lo que hay de adquirido y puesto.

Décima coincidencia sobre la sociedad «humana».


Se identifican en la necesidad de comprender la sociedad humana o la
humanidad socializada. En su humanismo (en su ser).

Oncena coincidencia sobre el papel de la filosofía (los filósofos) en la


transformación del mundo
La identidad con Marx se presenta ahora en la conclusión de que la verdad
puede ser alcanzada no sólo por la vía de la escuela materialista ni por la vía
de la escuela idealista, sino con el método que elige lo mejor del materialismo y
del idealismo, como hicieran Carlos Marx y también José Martí.

José Martí expresa la identidad entre teoría y método de la manera siguiente:


«Cada cual se ha de poner, en la obra del mundo, a lo que tiene más cerca; no
porque lo suyo sea, por ser suyo, superior a lo ajeno, y más fino o virtuoso, sino
porque el influjo del hombre se ejerce mejor, y más naturalmente, en aquello
que conoce, y de donde le viene inmediata pena o gusto: y ese repartimiento
de la labor humana, y no más, es el verdadero e inexpugnable concepto de la
patria. Patria es humanidad, es aquella porción de la humanidad que vemos
más de cerca, y en que nos tocó nacer: —y ni se ha de permitir que con el
engaño del santo nombre se defienda a monarquías inútiles, religiones
ventrudas o políticas descaradas y hambronas, ni porque a estos pecados se
dé a menudo el nombre de patria, ha de negarse el hombre a cumplir su deber
de humanidad, en la porción de ella que tiene más cerca». Está considerando a
cada hombre como «un pensador generalizado», un filósofo.

Y Marx ve el carácter clasista de la filosofía y la necesidad de que el filósofo


transforme la realidad desde las posiciones de la clase obrera, aquí el filósofo
no puede ser «un pensador generalizado» a la manera martiana pero sí debe
serlo, he ahí la diferencia sobre la que es necesario reflexionar.

La relación entre el pensamiento martiano y el marxista-leninista debe ser


comprendida como síntesis (elaboración, construcción, producción, creación
etc.) o como articulación (unión, vínculo enlace, acoplamiento), no como un
presupuesto que considere que: «En Cuba, la relación del marxismo y el
leninismo con las tradiciones nacionales revolucionarias no tuvo un carácter
externo, superficial. No se trata de una suma de elementos diversos, ni siquiera
de una fusión; semejante enfoque conduciría al eclecticismo. A la hora de
intentar una articulación de estos nexos habrá que hablar de articulación,
teniendo en cuenta que esta implica la existencia de nexos de continuidad,
ruptura y superación (…)».22

Para continuar argumentando al respecto a continuación se analizan las


fuentes teóricas que influyeron en las concepciones de Carlos Marx y José
Martí respecto a las clases sociales.
Notas y referencias

1
Castro Ruz, Fidel: Fidel y la Religión. Conversaciones con Frei Betto, pp. 163-164, Oficinas de
Publicaciones del Consejo de Estado, 1985.
2
________: Discurso pronunciado en el encuentro 20 años después de la creación del
Destacamento Pedagógico Manuel Ascunce Domenech, el 30 de mayo de 1992, en periódico
Granma del 2 de junio de 1992.
3
M. Rosental y P. Ludin: Diccionario Filosófico, Editora Política, La Habana, 1981.
4
C. Marx y F. Engels: La ideología alemana, Editora Política. Ciudad de La Habana, pp. 25-26,
1979.
5
Véase de Carlos Marx: “Prólogo a la primera edición alemana de El Capital, en Obras
Escogidas de Marx y Engels, tomo II, pp. 98-99, Editorial Progreso, Moscú, 1973.
6
Obras Escogidas, tomo 3, p. 514.
7
Armando Hart Dávalos “Un momento de filosofía”, Revista Honda 25, pp. 3-4. 2009.
8
Leiva Lajara, Edelberto: “José Agustín Caballero y el pensamiento ilustrado cubano en la
frontera de los siglos XVIII y XIX. En Revista Honda 25, p.9, 2009.
9
Caballero, José Agustín: Philosophia electiva, Editorial de la Universidad de la Habana, p. 9,
1944.
10
Ídem, p. 29.
11
Ídem, p. 147.
12
Véase de José Martí: Revista Universal. México, 25 de agosto de 1875, tomo 6, pp. 312-317,
Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975.
13
Varela Félix. Instituciones de filosofía ecléctica, Lógica, tomo I. pp. 106-107. Cultural. S. A.
La Habana, 1952.
14
Torres-Cuevas, Eduardo. “Félix Varela: la liberación del pensamiento; el pensamiento de
liberación. En busca de la cubanidad, tomo II, p. 19, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana,
2006.
15
Ibídem
16
Ídem, p. 21.
17
Ídem, p. 69.
18
Torres-Cuevas, Eduardo: “José de la Luz y Caballero”, (El silencioso fundador de la idea
cubana). En Historia del Pensamiento cubano, p. 95, volumen I, tomo 2, Editorial de Ciencias
Sociales, La Habana, 2006.
19
Véase de José Martí: “El Economista Americano, Nueva York, 23 de marzo de 1888”, tomo
5 pp. 249-250, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975.
20
Los Juicio martianos acerca de la filosofía para la comparación con el texto que se desarrolla
a continuación.
En el Juicio 1.

La identidad martiana entre método y teoría es:


“Filosofía”:
Filosofía es el conocimiento de las causas de los seres, de sus distinciones, de sus analogías y
de sus relaciones.
“Método”: Puedo hacer dos libros: uno dando a entender que sé lo que han escrito los demás:-
placer a nadie útil, y no especial mío. Otro, estudiándome a mi por mí, placer original, e
independiente.
Redención mía por mí, que gustaría a los que quieran redimirse. Prescindo, pues, de cuanto
sé, y entro en mí Ser. ¿Que qué somos? ¿Que qué éramos? ¿Que qué podemos ser?
En el Juicio 2.
La identidad martiana entre método y teoría es:
“Filosofía”:
Así, pues, hay en nosotros mismos una parte de naturaleza tangible, como el brazo, y una
intangible; como la simpatía.-
Al estudio del mundo tangible, se ha llamado física; y al estudio del mundo intangible,
metafísica.
La exageración de aquella escuela se llama materialismo; y corre con el nombre de
espiritualismo, aunque no debe llamarse así, la exageración de la segunda.
Todas las escuelas filosóficas pueden concretarse en estas dos. Aristóteles dio el medio
científico que ha elevado tanto, dos veces ya en la gran historia del mundo, a la escuela física.
Platón, y el divino Jesús, tuvieron el purísimo espíritu y fe en otra vida que hacen tan poética,
durable, la escuela metafísica.
Las dos unidas son la verdad: cada una aislada es sólo una parte de la verdad, que cae
cuando no se ayuda de la otra.-No es necesario fingir a Dios desde que se le puede probar.-
Por medio de la ciencia se llega a Dios.-No Dios, como hombre productor; sino Dios como
inmenso mar de espíritus, adonde han de ir a confundirse, ya resueltas, todas las soberbias
inconformidades de los hombres.-Lo cual tal vez pueda afirmarlo la Poesía, intuitiva, pero no
debe apresurarse a afirmarlo la Filosofía, experimental.
Repitamos, para esclarecer, una parte de la naturaleza es tangible, por tanto material: la
Filosofía que lo estudia se llama Filosofía Física. Otra es inmaterial, y versa sobre lo que se
llama generalmente-para combatirlo o para aceptarlo espíritu: la Filosofía que la estudia, se
llama Metafísica.
Hay, pues, en Filosofía sujeto que conoce, y que aislado, produce la Filosofía subjetiva
alemana: objeto conocible, que aislado, produce la Filosofía naturalista moderna, y medios de
conocer.
Dedúcese que la Filosofía debe estudiar al hombre que observa, los medios con que observa y
lo que observa: Filosofía interna, Filosofía externa y Filosofía de relación.-
Filosofía es la ciencia de las causas.-
Conocer las causas posibles, y usar los medios libres y correctos para investigar las no
conocidas, es ser filósofo. -Pensar constantemente con elementos de ciencia, nacidos de la
observación, en todo lo que cae bajo el dominio de nuestra razón, y en su causa: -he ahí los
elementos para ser filósofo.
“Método”.
¿Deben darse leyes para el mundo real y palpable por las intuiciones del individuo, ente
antilógico? Es irracional, puesto que las leyes de las cosas deben deducirse de la observación
de las cosas: he aquí el error de la Metafísica.
Deben subordinarse los altivos movimientos del impalpable y extraordinario ser humano,
distinto por su esencia excelsa, de cuanto le rodea, a causas mezquinas cuya manera de obrar
no está (palabra ininteligible),
Es irracional también; porque la hipótesis no está premeditada a la ciencia de las pruebas: he
ahí el error de la escuela física, que en sus extravagancias ha llegado a negar todo fenómeno
espiritual.
Tenemos que para conocer es necesario examinar: que la fuente más creíble de verdad es
nuestro propio examen; que el examen; medio seguro de conocer la aplicación de nuestra
aptitud de conocer a la cosa conocible: observación,-y el pensamiento sobre lo observado:
reflexión.-
Luego estos elementos son: observación y reflexión.
Cualquier otro elemento ayuda a averiguar, pero no es una base firme de filosofía. No debemos
afirmar lo que no podemos probar. -La intuición es un auxilio, muchas veces poderoso, pero no
es una vía científica e indudable para llegar al conocimiento.
Razón práctica no quiere decir razón material, sino razón experimental. Yo no afirmaría la
relación constante y armónica del espíritu y el cuerpo, si yo mismo no fuese su confirmación.
Yo no asentaría que, en caso de necesidad de empleo de fuerza, los móviles morales, -
voluntad, dignidad, orgullo patrio, educación, -son superiores a los medios materiales --fuerza,
costumbre, musculatura,-si no fuese de esta verdad ejemplo vivo.
No podemos conocer las causas de las cosas en sí mismas. Las causas no se revelan a
nosotros directamente. Tenemos siempre delante la obra de la Creación, y siempre en nosotros
el deseo de saber cómo obró. ¿A quién lo podemos preguntar? ¿A Dios?- ¡Ay! No responde,
porque nos han enseñado a creer en un Dios que no es el verdadero.- El verdadero impone el
trabajo como medio de llegar al reposo,’ la investigación como medio de llegar a la verdad, la
honradez como medio de llegar a la pureza. ¡Qué alegre muere un mártir! ¡Qué satisfecho vive
un sabio! Cumple su deber, lo cual, si no es el fin, es el medio. ¿A quién preguntaremos? ¿A la
fe?- ¡Ay! No basta. En nombre de la fe se ha mentido mucho. Se debe tener fe en la existencia
superior, conforme a nuestras soberbias agitaciones internas, -en el inmenso poder creador,
que consuela, -en amor, que salva y une,-en la vida que empieza con la muerte. Una voz
interior y natural, la primera voz que los pueblos primitivos oyeron, y el hombre de siempre oye,
clama por todo esto. -Pero la fe mística, la fe en la palabra cósmica de los Brahmanes, en la
palabra exclusivista de los Magos, en la palabra tradicional, metafísica e inmóvil de los
Sacerdotes, la fe, que enfrente del movimiento en la tierra, dice que se mueve de otra manera;
la fe, que enfrente del mecánico de Valencia, lo aherroja y lo ciega; la fe, que condena por
brujos al Marqués de Villena, a Bacon y Galileo; la fe, que niega primero lo que luego se ha
visto obligada a aceptar;-esa fe no es un medio para llegar a la verdad, sino para oscurecerla y
detenerla; no ayuda al hombre, sino que lo detiene; no le responde, sino que lo castiga; no le
satisface, sino que lo irrita. -Los hombres libres tenemos ya una fe diversa. Su fe es la eterna
sabiduría. Pero su medio es la prueba.
Y con esta fe científica, se puede ser un excelente cristiano, un deísta amante, un perfecto
espiritualista. Para creer en el cielo, que nuestra alma necesita, no es necesario creer en el
infierno, que nuestra razón reprueba.-
¿A quién preguntaremos, pues? A la naturaleza. Los seres luminosos están en el cielo; los
seres opacos están en la tierra. La inquietud permanente, sin peso, sin color, sin forma, está-
viva como una luz-en el pensamiento de cada hombre. ¿Quién o qué mueve a los astros?
¿Quién o qué formó a la tierra? ¿Quién o qué es este ser curioso, infatigable, melancólico y
rebelde que tenemos en nosotros mismos?-
¿Preguntáremos a los libros? Una escuela nos dice que los movimientos del alma son
movimientos nerviosos, y como esa escuela no nos dice en qué nervio residen el honor de los
hombres, el pudor de las mujeres, el amor de madre, el amor patrio,-rechazamos por falta de
pruebas a esa filosofía que no ha sabido probar lo que pretende.-Otra escuela nos dice que el
espíritu es señor del cuerpo, y como con nuestros ojos vemos que, si bien es verdad que un
dolor, como fenómeno espiritual, perturba a veces el cuerpo, también es verdad que, un
veneno, un dolor de cuerpo, una maldad perturban a veces la razón,-rechazamos esta segunda
escuela, como la otra, por exclusivista, teorizante y pretenciosa.
Puesto que a esta confusión nos lleva el examen ajeno ¿qué hemos de hacer para saber?
Examinar con nuestro criterio el examen que ha hecho el criterio ajeno, o, lo que es más
seguro, examinar por nosotros mismos.
No se puede ver una cosa sin mirarla. No se puede entender una cosa sin examinarla. El
examen es el ojo de la razón.-
Luego nosotros mismos somos el primer medio del conocimiento de las cosas, el medio natural
de investigación, el medio natural filosófico. ¿Qué es la Naturaleza? El pino agreste, el viejo
roble, el bravo mar, los ríos que van al mar como a la Eternidad vamos los hombres: la
Naturaleza es el rayo de luz que penetra las nubes y se hace arco iris; el espíritu humano que
se acerca y eleva con las nubes del alma, y se hace bienaventurado. Naturaleza es todo lo que
existe, en toda forma,- espíritus y cuerpos; corrientes esclavas en su cauce; raíces esclavas en
la tierra; pies, esclavos como las raíces; almas, menos esclavas que los pies. El misterioso
mundo intimo, el maravilloso mundo externo, cuanto es, deforme o luminoso u oscuro, cercano
o lejano, vasto- o raquítico, licuoso o terroso, regular todo, medido todo menos el cielo y el
alma de los hombres (palabra ininteligible) es Naturaleza.”

En el Juicio 3

La identidad martiana entre método y teoría es:


Método:
“Método bueno filosófico es aquel que, al juzgar al hombre; lo toma en todas las
manifestaciones de su ser; y no deja en la observación por secundario y desdeñable lo que,
siendo tal vez por su confusa y difícil esencia primaria no le es dado fácilmente observar.
Debilidad científica, filosófico raquitismo, censurable anemia voluntaria de todos esos, en la
forma severa y marmórea, y en el fondo incompletos y arenosos sistemas de accidentes.
“Filosofía”:
Debe tomar el hombre la Filosofía, no como el cristal frío que refleja las imágenes que cruzan
ante él; sino, como el animado seno en que palpita, como objeto inmediato y presente, la
posible acomodación do lo real de lo que el alma guarda como ideal anterior, posterior y
perpetuo-al objeto en la vida se dedican todos estos realistas objetivos. -Pero todavía, cumplido
ese objeto, tiene el humano poderosas ansias que como quien abre tenacísima reja, se revelan
en la última sonrisa de los que saben morir bien.-, -Oh; cuán hermoso! se deben decir los que
bien mueren-Y se debe llorar en la última hora, de dolor por los amados que se dejan, de
inmenso regocijo por la libertad que tal vez se entra a disfrutar.-“
En el Juicio 4.
La identidad martiana entre método y teoría es:
“Método”
“¿Qué será, pues, Historia de la Filosofía? Ciencia moderna, debe conformarse a la acepción
moderna de la Historia. Antes se asignaban hechos; ahora se encadenan y razonan. Antes se
narraba; ahora se traba, se funde, se engranan los sucesos y explican-
Historia de la Filosofía es pues el examen crítico del origen, estados distintos y estados
transitorios que ha tenido, por que ha llegado la Filosofía a su estado actual.
Y digo pensador generalizado, y no pensador sólo, porque el pensador que no generaliza, que
no universaliza, no es creador de un sistema filosófico.
“Filosofía”
Comentando esta acepción de la Historia a mi misión en esta cátedra, Historia de la Filosofía
no querrá decir exposición de los diversos sistemas filosóficos, porque eso, dicho de ésta, lleva
exposición y no es historia. Quiere decir estudio de los orígenes, desarrollo, estado actual,
porque el probable venidero no me compete; de los conocimientos filosóficos, enumerando sus
accidentes, sus adelantos, sus reacciones, las razones que ha habido para cada una de estas
variantes y el espíritu sucesivo que los ha ido determinando y modificando.
Examen critico, que vale como ejercicio unido de la atención y del criterio. Porque lo escribía:
no la crítica francesa, sino la alemana; no la de Ste. Beuve, sino la de Krause, Fischer; no la
exhibición del que censura, sin el desapasionado y analizador estudio de una obra de cuyo
autor, como de nuestra simpatía o antipatía, prescindimos. La crítica no es la censura; es
sencillamente y basta en su acepción formal- su etimología- es eso, el ejercicio del criterio.
Se dice por los hombres perezosos, se dice por los espíritus temerosos, que no convienen a
pueblos nacientes conocimientos de este género, que podría llamarse de acabamiento y
perfilamiento del espíritu.
Esto, dicen, no es una droga y no se vende: no es, pues, útil como la Farmacia. No es una
yerba, y no sana: no es, pues, útil como la Medicina: no es una ley, no se dice en latín, no se
aplica el tiempo de Alfonso el Sabio a los pueblos de Bolívar; no es útil, pues, como nuestro
Derecho. ¡Ah! de manera que esta avaricia de cultura, esta inquietud de cosas nuevas, ese
dolor de no saber las cosas que otros hombres saben, que a mí me ha hecho verter muchas
veces llanto amargo, ese anhelo de conocerse a sí mismo, esa plenitud y brío de espíritu que
se alcanzan con la cultura de la educación; ¡todo ese mundo, invisible sí, pero creador, pasa
como inútil, y hasta pernicioso para los hombres mismos cuyo primer artículo de fe es la
invisibilidad de un Creador! ¡Niegan al Dios que creen en cuanto no les aprovecha!-
No, no se es -se es mejor, se sabe más, se empuja con más fuerza, se goza más en el amor,
en la paternidad, en el trabajo, mientras más conciencia se tiene de todas esas excelsitudes de
la vida. La frecuencia de los grandes hombres da un deseo invencible de imitarlos. Si no se les
ve de cerca, ni se les sospecha, ¿cómo ha de nacer en el alma el andar que sólo despierta el
estímulo? Estudiándolos, no sólo se tiene el deseo vago, que esto sería funesto si no se diera
enseguida el medio de satisfacerlo; estudiándolo se ve el lugar a que llegaron y la manera con
que llegaron a él. Así, dueños de sus mismas alas.
En el Juicio 5

La identidad martiana entre método y teoría es:


“Método”
“(….) subjetiva de éste, al renacimiento del principio griego de que todo lo que existe es
examinable.
Luego Condillac, el filósofo de !as sensaciones.
Leibnitz, Platonismo.-
Europeístas, duda.-
Kant.-Idealista platoniano.- Se dedicó a estudiar la elaboración del conocimiento.
En él comienzan dos filosofías: la subjetiva, Fichte; la objetiva y pesimista, Schopenhauer:-
Fichte estudia el hombre en sí, como sujeto de cuanto piensa, y se queda en él.
Schelling ve al hombre análogo a lo que le rodea, y confunde el Sujeto y el Objeto.
Hegel, el grande, los pone en relación y Krause, más grande, los estudia en el Sujeto, en el
Objeto, y en la manera subjetiva individual a que la Relación lleva el sujeto que examina al
objeto examinado.-
Estamos, pues, reacios a los copistas, y luego, fatigados de esta menuda, volverá a reinar la
moral pura, que consistirá otra, y como consistió en Sócrates, la reunión del espíritu y del
cuerpo: sólo que esta de hoy, más estudiada, perecerá más; así como la Roma de hoy, más
enseñada, tardará más que la Roma vieja en perecer.”
Filosofía:
Yo tuve gran placer cuando hallé en Krause esa filosofía intermedia, secreto de los dos
extremos, que yo había pensado en llamar Filosofía de relación.
Relaciones.
Aristóteles y Bacon
Descartes, y Platón.-
Metafísicos y espiritualistas
Físicos y materialistas,
Elea y Darwin.-
Naturalismo filosófico-Empédocles y Heráclito.

En el Juicio 6.

La identidad martiana entre método y teoría es:


“Kant.-Idealista platoniano-quiso el ciudadano universal. -Elaboración del conocimiento.
Fichte examina el sujeto y se detiene en él.
Schelling lo identifica con el objeto.
Hegel-y esto es grande-lo pone en relación.
Krause-y esto es más grande y completo, estudia al sujeto, al objeto, y a la manera con que se
unen: relación:
Tiberghien:
El Naturalismo filosófico, el escolasticismo que Abelardo creó, como la única forma de la
libertad del pensamiento en la Edad Media, y que fue después la cárcel y el azote de la facultad
libre de pensar.
Escolasticismo.-
Subordinación de la Filosofía a la Teología.
Alianza de la Filosofía y la Teología-
Separación gradual.”

En el Juicio 7

La identidad martiana entre método y teoría es:


Filosofía
“Lo único que en Filosofía no he podido llegar a ser, es desesperado como Leopardi, más
sincero que cuantos por moda, o por su natural maligno y frío lo imitan.
¡Novedad el positivismo! ¡Pues si lo ha habido en toda la Filosofía, aun en las más remotas,
como sana reacción de la inteligencia libre del hombre contra las imposturas o soberbias
sacerdotales!
Método
Es un método permanente en la historia del hombre. Lo único que varia, y le da aire de
novedad cada vez que aparece, es el mayor saber acumulado con el tiempo.

En el Juicio 8
La identidad martiana entre método y teoría es:
“Que el dolor es perenne”-Schopenhauer.
Lo que es perenne es la causa del dolor. El dolor es el resultado de la inconformidad de la
naturaleza sentidora –alma --con la existencia real.-o la inconformidad del deseo con el logro.
Aquél es el dolor de los pensadores y poetas, --ultrahombre.- Este es el dolor de los hombres.
Aquel es el dolor filosófico. Sobre aquel debe recaer exclusivamente mi examen. La
inconformidad es constante; pero no incesante. El conocimiento de si mismo no puede llegar
hasta desposeernos del conocimiento de los demás.
Si sufrimos por la falta de analogía entre el mundo adivinado posterior, y el mundo actual
sufrido ¡hemos de ser acaso los únicos que suframos de esta manera? La relación entre los
mismos afligidos disminuye la aflicción. La soledad nos abruma, y cuando hallamos un
hermano de la pena ya no estamos solos. Cesa el dolor, porque cesa instantáneamente uno de
sus motivos: Se encuentra algo de lo que se busca,-y como el ser humano, volante, sentidor y
queredor, tiende siempre a concentrar, cree hallado todo en la porción que ha hallado. Por
ficción y exaltación, el dolor cesa -y ése es el placer.
Son orígenes tan puros de placer las dos formas de esta relación consoladora: la amistad y el
amor.”

En el Juicio 9

La identidad martiana entre método y teoría es:


“KANT Y SPENCER
La perfección de un órgano no puede estar más que en su adecuación al objeto para que
existe. ¿En qué otra cosa puede ser perfecto un órgano? Es verdad que la forma primitiva del
corazón es una simple vejiga de pulsaciones, una dilatación de la gran arteria: pero esa forma
primitiva del corazón es tan perfecta, propia y útil en el animal que la posee, como seria
imperfecta, impropia e inútil en un animal más complicado, que requiriese otro instrumento más
vasto para la circulación, o como la de este instrumento más vasto sería imperfecta, impropia e
inútil en el animal de forma primitiva.
Si el desarrollo espiritual depende del cuerpo, lo que hay que probar es que conforme se va
desarrollando el cuerpo, se va desarrollando el espíritu.
El ver de nada me sirve, si no está la explicación de lo que veo, si mi entendimiento no
convierte en elemento de juicio la visión. El objeto está fuera de mí; pero la inteligencia del
objeto está en mí. Yo me comunico con él. EI conocimiento del orden de las comunicaciones es
la filosofía, en cuanto al hombre. A esto se reduce toda la investigación filosófica:-“Yo, lo que
no es yo”, y ‘cómo yo me comunico con lo que no es yo”,--son los tres objetos de la filosofía.-Y
en el Yo, lo que hay de propio individual, y lo que hay de adquirido y puesto.
Lo imperfecto de esta existencia se conoce en que en toda ella apenas hay unos cuantos
momentos de dicha absoluta, dicha pura, que son los de pleno desinterés, los de confusión del
hombre con la naturaleza. (Emerson. La tarde de Emerson: cuando pierde el hombre el sentido
de sí, y se transfunde en el mundo.)
¡La novedad de Spencer!-Y Eickborn?
Y Brotteneck?”.

En el Juicio 10

La identidad martiana entre método y teoría es:


“Lo que hay que ver es si espíritu y cuerpo se .desarrollan al mismo tiempo; si, por ejemplo,
entre el amor maternal de la gallina y el de la mujer hay una diferencia correspondiente a la
diferencia física entre la estructura corporal de la gallina y la de la mujer.
La resignación sincera en la desdicha produce la misma hermosura interior y majestad, la
misma calma y “espíritu tranquilo” que en los católicos produce la “sumisión a la voluntad de
Dios”. La calma está, no en creer que es Dios quien nos envía la pena, y sabe para qué, y será
para nuestro bien,-sino en llevarla dignamente, aun cuando no veamos bien posible de ella.
Más mérito hay mil veces en la resignación filosófica que en la resignación cristiana.”

En el Juicio 11

La identidad martiana entre método y teoría es:


“¿Y por qué no ha de ser todo el mundo como Emerson, que escribió en un lugar: The world is
mind precipitated, y en otro,-como para probar que no veía contradicción entre que el mundo
fuese espíritu, y el espíritu tomase formas graduadas y crecientes.-
Mounts and striving to be man the worm through all the spires of form.”
21
Véase de Carlos Marx: Tesis de Marx sobre Feuerbach, en Obras Escogidas, tomo 1, pp.
7-10, Editorial Progreso, Moscú, 1973.
22
Miranda Francisco Olivia: “La articulación del pensamiento de Marx, Engels y Lenin con las
tradiciones nacionales”, Revista Cuba Socialista, No. 3, p. 46, 1996.
Las fuentes teóricas en la concepción de José Martí y Carlos Marx respecto a las
clases sociales y sus relaciones

La relación entre el pensamiento de José Martí y el de Carlos Marx a partir de las


fuentes teóricas que nutrieron a ambos pensadores en sus concepciones sobre las
clases sociales y sus relaciones es un tema importante para conocer las causas de sus
identidades y diferencias al respecto. Sobre dichas concepciones se han expresado
figuras de la talla de Julio Antonio Mella,1 el que consideró el tema de las clases
sociales como una de las facetas más importantes de la obra de José Martí y, señaló la
necesidad de escribir sobre ella para destacar que «su espíritu se asomó a ese gran
paraíso del socialismo internacional».

Diferentes investigadores de la obra martiana se han pronunciado al respecto: Miguel


Limia2, Olivia Miranda3 y José Cantón Navarro quien legó uno de los estudios más
completos sobre Martí y los trabajadores.4

Una figura de la talla de Fidel Castro Ruz5 también se ha referido al tema con ideas de
mucho interés. En Fidel se puede apreciar la idea esencial de que la concepción
martiana y la marxista-leninista sobre las clases sociales tienen relación con la
dialéctica entre los individuos y los sistemas sociales (formación social), y ello permite
comprender que la lucha de clases no significa odio entre las personas sino odio a los
sistemas de clases.

Esa misma dialéctica individuo-sociedad se observa en la posición de Carlos Marx


acerca del tema, posición que fue sintetizada por él en su carta a Joseph Weydemeyer
el 5 de marzo de 1852.6 En ella expresó que el mérito de haberse referido a las clases
sociales correspondía a los historiadores y economistas burgueses; los primeros
refiriéndose al desarrollo de la lucha de clases y los segundos a su anatomía. Enumera
Marx en esta carta sus aportes respecto al tema.

Desde las primeras obras de Carlos Marx existe la comprensión de la dialéctica


individuo-sociedad a partir de la identidad que se da sobre la base de la diferencia, idea
que reaparece con el Manifiesto del Partido Comunista y en La ideología alemana, en
esta última se destaca fundamentalmente la principal diferencia entre los individuos
desde el punto de vista clasista. Ello significa que la concepción individuo-clase
sustentada en dicho texto y en otros argumenta la necesidad de luchar por la identidad
individuo-sociedad prestando atención a la lucha de clases como medio para la
destrucción del sistema social capitalista y el establecimiento de un sistema social
comunista sin clases, que se lograría a través de la dictadura del proletariado.

Toda la obra martiana constituyó igualmente una defensa a la identidad individuo-


sociedad a partir de reconocer y luchar no sólo contra la diferenciación clasista sino
contra cualquier otro tipo de diferenciación entre los hombres (racial, de sexo, étnica,
religiosa, cultural, etc.) y a partir de la implantación de un sistema social, sobre el cual
no pudo expresarse teóricamente con la abundancia y precisión que lo hiciera Marx.

Hacía prevalecer Martí su concepción de identidad entre el individuo y el pueblo, la


patria y la humanidad, sin descartar la diferencia entre los hombres que encarna la
concepción de la lucha de clases y, lo hizo no sólo como problema teórico, sino de
manera práctica ya que durante toda su vida luchó contra «el sistema colonial español»
y contra el «nuevo sistema colonial». El grito de libertad de Martí es para todos los
tiempos en que exista la pretensión de querer colonizar a uno solo de los hombres que
representa al género humano.

El objetivo de este trabajo es valorar las fuentes teóricas respecto a las clases sociales
y sus relaciones en el pensamiento de José Martí y Carlos Marx.

Las crónicas martianas sobre asuntos europeos publicadas en Caracas, según Paul
Estrade, atestiguan el interés de José Martí «por los historiadores de Francia (Michelet,
Thierry, Thiers, Guizot) y de Italia (Cesar Cantú) cuyas obras representan para él a la
vez monumentos de erudición y esfuerzos logrados de renovación del género.»7

Martí fue un «lector sediento, estando en Nueva York lo que le pide a su amigo
Estrázulas, quien a la sazón reside en París, es que le mande libros de Historia, tales
como Thierry, Mignet, Thiers, Guizot, etc».8
En el 2008 se publica el libro Martí. Crítica a historiadores y sus obras de Manuel López
Díaz, donde se señala que: «La historia fue un componente de suma importancia (…)
Asombra observar la cantidad de historiadores que menciona, los juicios que emitió
sobre muchos de ellos y los libros históricos que fueron objeto de su análisis, además
de los que aspiraba a escribir (Martí menciona no menos de 100 autores que
escribieron sobre historia, y en decenas de casos, hace de ellos, o de sus obras,
breves o largos comentarios y análisis. Además, según lo que dejó escrito, manifestó
su intención de escribir alrededor de 40 libros, de ellos cerca de 15 sobre historia)».9

Entre los autores seleccionados por el autor con el objetivo de familiarizar al lector con
las concepciones de Martí sobre la crítica y cómo la ejerció en sus análisis referidos a
la historia, se encuentran Alejandro Marure, Cecilio Acosta, Ernesto Renán, César
Cantú, George Bancroft, Jules Michelet, John Lothrop Motley, Antonio Batres, José
Domingo Cortés, José Vergara, Thomas Carlyle, Antonio Bachiller y Morales y Vicente
G. Quesada.

Sobre los historiadores franceses y en el caso particular de Francisco Guizot10 (1787-


1874) podemos apreciar que Martí hizo muy pocas referencias a su obra.11 Sobre
Agustin Thierry12 (1795-1856) no existen otros criterios que los referidos por Paul
Estrade.

Al escribir Martí en 1880 sobre Thiers señaló la relación entre historia y filosofía de la
manera siguiente: «Mucho, y a muchos, escribió Thiers sobre arte, sobre guerra, sobre
administración, sobre filosofía, sobre historia, —que tales vuelos ha tomado ya la
historia que hablar de ella vale tanto como hablar de filosofía»,13 relación que dice
mucho de la concepción filosófica de José Martí en relación con el marxismo-leninismo.
Su valoración acerca de tal relación, puede apreciarse también en la crítica que hace al
historiador italiano Cesar Cantú.14 En el artículo citado expone la necesidad de que la
concepción filosófica no influya sobre la concepción acerca de la historia desde un solo
bando, entiéndase materialismo o idealismo.
La idea anterior caracteriza su «Filosofía de Relación» y puede apreciarse en 1883 al
prologar y escribir un artículo sobre el libro Cuentos de hoy y mañana de Rafael de
Castro Palomino, donde señala que: «De todos los problemas que pasan hoy por
capitales, sólo Io es uno: y de tan tremendo modo que todo tiempo y celo fueran pocos
para conjurarlo: la ignorancia de las clases que tienen de su lado la justicia. (…) La
mente humana, artística y aristocrática de suyo, rechaza a la larga (…) las flaquezas de
los nobles sistemas ideológicos discurridos para ver desequilibrar y asentar sobre
bases menos inseguras, crueles y desproporcionadas la vida humana; (…) La solución,
pues, viene de suyo. Cual sea, bueno es discutirla: predecirla, es vano. La que deba
ser será. Darle forma prehecha, sería deformarla. Como cada pensamiento trae su
molde, cada condición humana trae su expresión propia. Lo que importa no es acelerar
la solución que viene: lo que importa es no retardarla.

Sobre la tierra no hay más que un poder definitivo: la inteligencia humana. El derecho
mismo, ejercitado por gentes incultas, se parece al crimen. Los hombres fuertes que se
sienten torpes, se abrazan a las rodillas de los hombres inteligentes, como Hércules
montuoso a las rodillas mórbidas de Omphala. La inteligencia da bondad, justicia y
hermosura: como un ala, levanta el espíritu; como una corona, hace monarca al que la
ostenta; como un crisol, deja al tigre en la taza y da curso feliz a las águilas y a las
palomas. Del puñal hace espada, de la exasperación, derecho; del gobierno, éxito; de
lo lejano, cercanía. En el problema moderno, el triunfo rudo de los hombres que tienen
de su lado la mayor parte de la justicia, sería a poco la reacción prolongada de los
hombres inteligentes que todavía tienen buena parte de la justicia de su lado. Al
resplandor del derecho, el abuso ceja, como ruin galancete ante el enojo de una dama
pura. Mas si el derecho se echa encima manto de ira, los mismos que el derecho
reconocen, se alzarán contra él tristemente, como padre que ata a su hijo loco.
Quien intenta triunfar, no inspire miedo; que nada triunfa contra el instinto de
conservación amenazado. Y quien intenta gobernar, hágase digno del gobierno, porque
si, ya en él, se le van las riendas de la mano, o de no saber qué hacer con ellas,
enloquece, y las sacude como látigos sobre las espaldas de los gobernados, de fijo que
se las arrebatan, y muy justamente, y se queda sin ellas por siglos enteros. iOh!
Sépase y dígase: una masa menor de hombres inteligentes que se resisten a
reconocer una mejora justa, no podrá contrastar a una masa mayor de hombres
inteligentes que traen la forma incruenta de la reforma necesaria: —una masa menor
de hombres laxos por el goce, no podrá resistir, a una masa mayor de hombres
enérgicos, templados en la privación y en la amargura. La victoria no está sólo en la
justicia, sino en el momento y modo de pedirla: no en la suma de armas en la mano,
sino en el número de estrellas en la frente.

Y este libro que enseña todo esto, es más que un buen libro: —es una buena acción.
Los libros que definen, calman. En toda palabra, ha de ir envuelto un acto. La palabra
es una coqueta abominable, cuando no se pone al servicio del honor y del amor».15

De Jules Michelet José Martí señala que para éste la historia es «la más seductora
novela».16 Podemos apreciar la alta valoración que tuvo de Michelet cuando escribió en
La Opinión Nacional, el 21 de abril de 188217 y destacó en ella su concepción de la
revolución francesa de 1789, la Revolución, que según José Martí, parece que con un
brazo colosal sacude al mundo, lo alza y lo deja, en la montaña que remata en la
síntesis eterna, en un lugar más alto que el que antes de la Revolución ocupaba el
mundo de los hombres. En ese artículo Martí también señala cómo esa es la lucha
moderna: la lucha entre los espíritus medrosos, que incapaces de sufrir la luz de un sol
más vivo que aquel a que están habituados, quieren volver a sus covachas de antaño,
y los espíritus bravos y juveniles, a quienes no hace mal la luz del sol.

Un conocedor de la obra de Michelet, el japonés Daisaku Ikeda lo considera uno de los


más destacados historiadores del siglo XIX y estudioso de la gesta de la libertad
humana. Escribe Daisaku que: «la concepción de Michelet sobre el pueblo encuentra
eco en la aspiración de Martí por llevar adelante un movimiento de ciudadanos
inspirados en ideales revolucionarios».18 Justamente, también se aprecia la influencia
de Michelet, según este autor, en la manera en que se pone Martí al lado del pueblo y
dice al respecto que: «Michelet tendía más bien a lograr una liberación del hombre,
como ente integral; es decir, a la libertad del género humano en su totalidad (…)
Michelet estaba muy consciente de esta realidad (…) De ahí que la revolución integral,
propuesta por Michelet, implicaba una transformación de todos los niveles, no solo en
el orden político y económico, sino también en los terrenos educativo y cultural.
Michelet apuntaba a una transformación mucho más esencial, a una revolución a nivel
de la espiritualidad del hombre. En este contexto, la revolución socialista no era más
que una parte o un proceso intermedio, dentro de esta transformación integral a la que
él aspiraba».19 Se aprecia en este criterio una visión limitada al hablar de la revolución
socialista en general por no considerar los señalamientos autocríticos que hiciera el
propio Engels en los noventa.

Daisaku Ikeda, después de citar a Michelet respecto al concepto de revolución, dice


que “este pensamiento de Michelet se sitúa en el mismo horizonte que las ideas de
Martí cuando Martí dice que: «el problema de la independencia no era el cambio de
forma, sino el cambio de espíritu»20 y finalmente señala que: «Para los grandes
abanderados de la transformación popular, como Martí o Michelet, trazar proyectos o
planes prescindibles, no sólo podía ser innecesario, sino incluso tener un efecto
contraproducente».21 Este es un criterio interesante cuando de la relación entre el
pensamiento martiano y marxista-leninista se trata ya que la experiencia de la
Revolución cubana y su carácter creador así lo demuestran.

De los historiadores burgueses y en particular de los franceses e italianos puede


apreciarse que lejos de asumir el desarrollo de la lucha de clases, como lo esencial que
pudo haber servido de fuente a su concepción, se abordan temáticas como: el
concepto de pueblo, y el análisis filosófico de la historia evadiendo siempre el
desequilibrio de tomar partido por uno de los dos partidos en filosofía que prevalecía en
su época y hacerlo sobre lo que quiso escribir y llamó «Filosofía de Relación» que en
su método se encontraba relacionada con el electivismo y no con el eclecticismo.
Sobre los historiadores burgueses Carlos Marx y Federico Engels no acostumbraban a
referirse ni a valorar sus obras, al tiempo que sus muchas referencias se concentran en
algunos de ellos particularmente sobre Thiers y Guizot.22 No obstante, este criterio
merece ser profundizado. Un historiador cubano tan respetado como Eduardo Torres-
Cuevas, señala al referirse a José de la Luz y Caballero que «la historicidad francesa le
penetrará desde entonces a través del encanto de Michelet, tan respetado por Marx.»23

Son las valoraciones de Engels las más amplias sobre los historiadores franceses
cuando dice que: «En Francia, se hizo patente este mismo hecho —se refiere a que en
Inglaterra la política giraba toda en torno a las pretensiones de dominación de dos
clases LPL— con el retorno de los Borbones; los historiadores del periodo de la
Restauración, desde Thierry hasta Guizot, Mignet y Thiers lo proclaman
constantemente como el hecho que da la clave para entender la historia de Francia
desde la Edad Media».24 Y que «Marx descubrió la concepción materialista de la
historia, pero Thierry, Mignet, Guizot y todos los historiadores ingleses hasta 1850
demuestran que ya se tendía a ello (…)».25 No existen referencias en Carlos Marx y
Federico Engels26 sobre otros historiadores franceses que sí fueron valorados por José
Martí.

La valoración de Martí sobre Thier es interesante por la apreciación que hace de la


relación de la historia y la filosofía junto a las críticas que le hace a Cesar Cantú por la
toma de partido filosófico unilateral al valorar la historia.

Si bien los historiadores burgueses y en particular los franceses como fuente teórica,
sirvieron a Carlos Marx para expresar la importancia de la lucha de clases en la
concepción materialista de la historia, también nutrieron en Martí la comprensión de
dicha concepción no como «lucha» en lo fundamental sino como «unidad» entre las
clases. Si Marx priorizó la lucha Martí priorizaba la unidad, y en ambos se aprecia el
carácter dialéctico de dicha concepción.

Si analizamos a continuación la comprensión de la anatomía de las clases sociales a


partir de los economistas burgueses y en particular los clásicos ingleses como fuente
que también contribuyó a la formación de la concepción materialista de la historia,
puede apreciarse que el conocimiento de Martí sobre los economistas políticos clásicos
ingleses lo adquiere en: «Los estudios que en España realizara de Economía Política
—en el texto del economista español Álvaro Florez Estrada,27 divulgador de los clásicos
ingleses Adam Smith y David Ricardo— (…)»,28 quienes según Graciela Chailloux
Laffita no resultaban suficientes para que el revolucionario cubano dispusiera de los
instrumentos cognoscitivos necesarios para la interpretación de la cambiante situación
que debía razonar.

Conocido es, a favor de la valoración que hace Graciela, que estos economistas
ingleses29 no fueron más allá de consideraciones metafísicas sobre la sociedad como
suma mecánica de individuos. No comprendieron la dialéctica entre el individuo y la
sociedad que José Martí30 sí comprendió y que constituye la esencia de la concepción
materialista de la historia en la interpretación de la relación ser social-conciencia social
ya que parte de la premisa marxista de que el individuo es el ser social, premisa que
superaba a la interpretación «alma-cuerpo» inherente al pensamiento filosófico anterior
para caracterizar al individuo sin historia. Concepción materialista de la historia que
como se ha repetido concreta la solución al problema fundamental de la filosofía.

Existen otras fuentes teóricas en Martí sobre economistas burgueses europeos: se


conocen las de José Garnier y Gabriel Rodríguez (España)31, Molinari32 y M. L.
Gaguerer.33 Particular importancia revisten las referencias a Carlos Marx34 en 1883
junto a las de Spencer.35 Valora también a George36 y a Carrol Wight37 en 1887.

Y en 1890 particular importancia tiene en las concepciones de Martí una nueva


referencia a Karl Marx, cuando decía que: «¿Y la federación de obreros que está
agregándose a la de agricultores, y es toda de norteamericanos socialistas? ¿Y la
misión del rico Huntington, el monje episcopal, que vive entre los pobres, como el ruso
Tolstoi, y les ha abierto club, donde vayan a hablar, en conversación absolutamente
libre, sobre los modos de sacarle los cimientos al orden social de hoy, y ponerle otros
más seguros, sin que se venga abajo la casa? Lo que queremos, dicen, es resolver
nuestros problemas con remedios nuestros. Cada pueblo se cura conforme a su
naturaleza, que pide diversos grados de la medicina, según falte este u otro factor en el
mal, o medicina diferente. Ni Saint-Simón, ni Karl Marx, ni Marlo, ni Bakunin. Las
reformas que nos vengan al cuerpo. —Y continúa Martí— Asimilarse lo útil es tan
juicioso, como insensato imitar a ciegas».38
En los años noventa pueden apreciarse las referencias al libro de Rafael Serra, en
1892, donde entresaca sus ideas y cita la siguiente: «Las clases oprimidas, que lejos
de pensar en el por qué de su infortunio se complacen en mantener su existencia entre
los vicios, podrán luego tratar de redimirse por la violencia; pero serán por sus mismas
flaquezas débiles y vencidas».39

De sus estudios de economía, Martí no deduce la importancia que atribuyó el marxismo


al concepto de clase social, no analizó el vínculo entre el modo de producción y su
surgimiento, ni la importancia de la dictadura del proletariado para su desaparición. Por
el contrario, sustenta que todo lo que diferencie a los hombres no contribuye a su
unidad.

La posición de Martí a favor de la necesidad de «la conciliación entre las clases», cuyo
significado debe ser interpretado desde otra perspectiva como identidad individuo-
sociedad en su dialéctica; no es excluyente del reconocimiento de la lucha de clases
cuyo significado es odio al sistema social que caracteriza a la sociedad colonial o de
toda forma de explotación de unos hombres por otros; ello es apreciable en su
concepción sobre las etapas de la historia.

Al respecto señaló que: «(…) en la formación de los pueblos se empieza por la guerra,
se continúa con la tiranía, se siembra con las revoluciones, se afianza con la paz».40
Esto que está diciendo Martí en 1876 es analizado en sus causas en 1894, al comentar
que las etapas de los pueblos «no se cuentan por sus épocas de sometimiento
infructuoso, sino por sus instantes de rebelión. Los hombres que ceden no son los que
hacen a los pueblos, sino los que se rebelan (…)».41 Es una presentación del desarrollo
social desde la dialéctica del individuo y la masa social y no desde la lucha de clases
como ya se ha analizado.

En la concepción martiana el concepto «conciliación entre las clases» reclama que


cuando se analice Acerca del concepto de política en Martí42, se vea este llamado a la
unidad hecho por Martí distinto al concepto «conciliación de clase», criterio que
además no es exacto ni justo. En primer lugar, aunque en la práctica significó la unidad
del rico y del pobre en pos de los ideales independentistas, esta unión se analiza en el
plano táctico, fiel al concepto que de revolución tiene Martí que no es el de la manigua,
sino el de la República. Por lo tanto, no posee la connotación ideológica de lo que se
denomina «conciliación de clases».

La dialéctica individuo-sociedad mediada por las clases sociales en José Martí se


caracteriza por las ideas siguientes: llegó a decir en 1875 que: «(…) la vida real es la
identificación del individuo con la masa social en que se mueve (…)».43

En los años setenta reconoce al igual que lo había hecho Marx con anterioridad que:
«Es hermoso fenómeno el que se observa ahora en las clases obreras (…). Así
nuestros obreros se levantan de masa guiada a clase consciente: saben ahora lo que
son, y de ellos mismos les viene su influencia salvadora. Un concepto ha bastado para
la transformación: el concepto de la personalidad propia. Se han adivinado hombres:
trabajan para serlo. El estímulo los mantiene; los ocupa el trabajo; la honradez los
salvará».44

En los años ochenta preguntaba Martí «¿Qué nos hemos redimido? Henos en clase,
como en los tiempos viejos: brahmanes, y chatrias, y suras. —Casta— de abogados,
casta de sacerdotes, casta de trabajadores. —Y sobre el mal de las castas, nuestra
confusión viene de manera que no puede cada una de ellas llegar, como llegaría, a su
progreso relativo».45 Llega a valorar en estos años las causas económicas de las
diferencias entre los hombres, pero al hacer estas valoraciones particular importancia
tiene el año 1884, después de la muerte de Carlos Marx cuando señala que:

«Se intenta en estos tiempos lo que parece posible conseguir: la reducción del hombre,
con todas sus facultades espirituales y agencias físicas, a un ente regular científico
(…); la reducción a leyes fijas de los movimientos humanos. (…) No hay contradicción
entre reconocer las leyes generales que se deducen de la observación de los actos de
los hombres, y la hermosa majestad, originalidad fructífera y fuerza propia y personal
que hace interesante, innovadora y sorprendente la persona humana. Observando a
los hombres, se ve que no es cada uno una entidad definitivamente aislada y con un
carácter exclusivo (…) La gran división que pone de un lado a unos seres humanos, y
conserva a otros, como ornamentos, de otro lado, es la división entre egoístas y
altruistas, entre aquellos que ven exclusivamente para su propio beneficio y el pequeño
grupo de seres que dependen directamente de ellos, egoístas estos últimos en grado
menor y con circunstancia atenuante; y aquellos a quienes más que el propio bien, o
tanto por lo menos preocupa el bien de los demás. El avaro es el tipo esencial del
egoísta; el héroe es el tipo esencial del altruista. (…) Esta época nuestra es grande, no
por lo que ha aprendido, sino porque ha descubierto lo que tiene que aprender. En
cuanto el hombre, nacido en 1793 (1789 LPL), aunque venía ya encinta desde tres
siglos antes, comenzó a entender la libertad y a ejercitarla, comenzó a ser luminoso.
Ha tomado con mano segura la razón, y la está paseando, absorto y jubiloso ante las
bellezas que descubre, por las profundidades de sí mismo (…) Las cualidades de los
padres quedan en el espíritu de los hijos, como quedan los dedos del niño en las alas
de la fugitiva mariposa».46

Los años noventa llevan a Martí a la lucha por una sociedad sin clases a partir de la
lucha por la independencia.

En 1891 decía que los emigrados de Tampa, unidos en el calor de su corazón y en la


independencia de su pensamiento, proclaman en la tercera de sus resoluciones no
han de trabajar directamente: «(…) por el predominio actual o venidero de clase
alguna, (…)».47

En 1892 escribía: «Hermoso era, a medida que el discurso crecía, el discurso


imponente y de creación republicana, el discurso que en el entusiasmo liberal moldea
precavido la ley futura, el discurso firme y piadoso de los que no buscan en el triunfo de
su ideal la victoria de una parcialidad o de una casta: sino la concordia de todas en la
justicia, y la conformidad de su pueblo a la geografía y la historia en que viven (…)».48

Al escribir en este año sobre el Partido Revolucionario Cubano decía Martí: «La política
real fue (…) la de impedir entre los emigrados la batalla de clases que los políticos
dormidos, por escasez de previsión y justicia, han permitido que en la Isla se apasione
(…)».49

«(…) Y una entrañable y viril simpatía entre los hombres de las más opuestas clases.
De Cuba ya llegan cantos a esta unión».50

En este año escribía Martí sobre el obrero cubano que:


«Patria, llena de quehaceres de preparación, no ha entrado aún en su campaña
definitiva, su campaña de explicación y enganche. Ahora ya puede, segura de la fuerza
de almas. Pero si el tiempo no le alcanza, ni le alcanzará jamás, para aumentar las
discordias entre los hombres, siempre le sobrará para proclamar el mérito cubano; para
celebrar la disposición del hombre de Cuba, mérito esencial en las repúblicas, a
enorgullecerse del valer de sus compatriotas, a ponerse del lado de la justicia y de la
generosidad, vengan del lado de sus contrincantes o de sus parciales. Con esta alma,
se va a todo. Sin esta alma, en que la brava rebeldía contra lo injusto no es mas, en
sus mismas exaltaciones, que la pasión sagrada por lo justo, no se va a nada. El
animal anda en manadas: el hombre, con su pensamiento libre. Por su aspiración pura
a la mejora de las desdichas humanas; por su atención entusiasta a uno de los
problemas activos de la vida de Cuba que los políticos burócratas desdeñan
torpemente, el problema, picado de innecesario extranjerismo, de nuestra culta clase
obrera-; y se nos queman los labios, de estas palabras innecesarias de “obreros” y de
“clase”; por la demostración diaria y elocuente en sus columnas de la capacidad
dichosa del cubano para defender su interés sin olvidar culpablemente el interés de los
demás, para defender a la vez los derechos particulares del oficio mudable en que
trabaja y los derechos superiores y radicales de la patria inmutable en que los oficios
han de padecer bajo la colonia militar y de ensancharse con la república libre; por la
total ausencia del odio en sus francas columnas, -se gana la voluntad, y es factor
patente de la independencia del país, el periódico de Cayo Hueso que lleva un nombre
que enluta el pensamiento y apena el corazón, porque en nuestra patria generosa y
abundante no podrá existir causa para él, “El Proletario”: ¡verdad que no estamos aún
en nuestra patria! ¡Ya vemos en nuestro pueblo la casita limpia, el ajuste equitativo de
los intereses encontrados y la razón que ha de venir a los arreglos económicos entre
los factores de la producción, cuando la aspiración legítima del obrero al trato
respetuoso y a la paga justa no se exacerbe, como hoy, por la degradación sistemática
del hombre a su alrededor, la arrogancia y desvío censurable de los defensores
titulados de los derechos públicos, el odio a un gobierno inicuo e incorregible, y el ansia
involuntaria de la independencia patria! No hay campo, ni nuestro campo cubano
siquiera, libre de la serpiente; pero es mucho el señorío natural del hijo de Cuba, y
mucha ya la cultura del obrero de Cuba, nacido en ella o no, para que en un régimen
de justicia se conviertan los hombres que batallan por su libertad en azote de la libertad
ajena. Patria, que no entiende que se pueda negar a un ser humano la plenitud de su
derecho sin rebajar en el tanto en que se le niegue el derecho propio, Patria dice,
donde todo el mundo lo oiga, que ha hallado entre los obreros de Cuba algunos de los
hombres que con más decoro y juicio preparan el país al orden y república de su
libertad, que con sus virtudes de carácter y pensamiento honran más al país cubano.
Mueve estas líneas, no menos fervientes porque aparezcan retrasadas, el placer de ver
la calurosa felicitación de “El Proletario” a “El Yara”, por los robustos artículos, por la
valerosa actitud con que el periódico indomable condenó, y contribuyó a que el Cayo
entero en junta viril condenase, el atentado de la turba del país que, so pretexto de
indignación contra un cubano acusado de feo crimen, dio rienda al encono y desamor
de sus pechos hostiles e inhospitalarios».51

Y Martí recomendaba también en Patria en 1892: «Que continuamos la revolución para


el beneficio equitativo de todas las clases, y no para el exclusivo de una sola, por lo
que se ha de recomendar a los soberbios el reconocimiento fraternal de la capacidad
humana en los humildes, y a los humildes la vigilancia indulgente e infatigable de su
derecho, y el perdón de los soberbios».52

En «El tercer año del Partido Revolucionario Cubano», en 1894, agregaba José Martí
en el periódico Patria: «Bella es la acción unida, (…) —por la equidad de sus propósitos
confesos, que no ven la dicha del país en el predominio, de una clase sobre otra en un
país nuevo, sin el veneno y rebajamiento voluntario que va en la idea de clases, sino en
el pleno goce individual de los derechos legítimos del hombre, que sólo pueden
mermarse con la desidia o exceso de los que los ejercitan, —(…)».53

Y continuaba diciendo Martí en 1894 que: «Un pueblo está hecho de hombres que
resisten y de hombres que empujan: del acomodo, que acapara, y de la justicia, que se
rebela: de la soberbia, que sujeta y deprime, del decoro, que no priva al soberbio de su
puesto, ni cede el suyo: de los derechos y opiniones de sus hijos todos está hecho un
pueblo, y no de los derechos y opiniones de una clase sola de sus hijos: y el gobierno
de un pueblo es el arte de ir encaminando sus realidades, bien sean rebeldías o
preocupaciones, por la vía más breve posible, a la condición única de paz, que es
aquella en que no haya un solo derecho mermado. En un día no se hacen repúblicas:
ni ha de lograr Cuba, con las simples batallas de la independencia, la victoria a que, en
sus continuas renovaciones, y lucha perpetua entre el desinterés y la codicia y entre la
libertad y la soberbia, no ha llegado aun, en la faz toda del mundo, el género humano
(…)».54

En 1895 dijo: «Los cubanos en presencia de la guerra, se inclinan conforme a la ley


general de la naturaleza humana, que conduce a los hombres generosos, cultos o
incultos, del lado del sacrificio, que es el más puro goce de la humanidad, y retiene a
los egoístas, que son la rémora del mundo, del lado de los sacrificadores. Los nombres
políticos son nuevas vestiduras de esta condición en que se apartan los hombres; y el
triunfo de las religiones y de las repúblicas, que llevan en su piedad humana mucho del
fuego religioso, enseña que el ímpetu tenaz de los consolados, y el juicio previsor que
aprovecha esta fuerza que de otro modo acaso se desvariaría, pueden siempre más
que el saco de pudibundo a las llagas del pobre, y el apego de los hombres sedentarios
a las sandalias del hogar y a las prebendas de la vida (…)».55

Si reflexionamos acerca de las ideas que caracterizan la comprensión de la dialéctica


individuo-sociedad en José Martí encontramos la defensa de la identidad y no de la
diferencia. Considera que no hay contradicción entre reconocer las leyes generales que
se deducen de la observación de los actos de los hombres, y la hermosa majestad,
originalidad fructífera y fuerza propia y personal que hace interesante, innovadora y
sorprendente la persona humana.
La dialéctica individuo-sociedad mediada por las clases sociales en Carlos Marx se
caracteriza por las ideas siguientes: desde La cuestión judía es posible argumentar el
desarrollo de su concepción sobre la dialéctica individuo-sociedad y el lugar atribuido a
la existencia de las clases sociales y sus relaciones. En ese año 1843 en que escribió
la obra, consideró que: «el judío y el cristiano deben de reconocer que sus religiones no
son más que diferentes fases de desarrollo del espíritu humano, diferentes pieles de
serpiente que ha cambiado la historia, y el hombre la serpiente que muda en ellas la
piel»56. O sea, Marx está reconociendo que el hombre es lo permanente y la sociedad
(su vida espiritual: las religiones) lo cambiante.

Esta dialéctica individuo-sociedad puede apreciarse cuando señala que: «el Estado es
el mediador entre el hombre y la libertad del hombre».57 Y cuando concluye que: «Toda
emancipación es la reducción del mundo humano, de las relaciones, al hombre
mismo».58

En Crítica del derecho político hegeliano señalaba Marx que: «(…) el hombre no es un
ser abstracto, agazapado fuera del mundo. El hombre es el mundo de los hombres, el
Estado, la sociedad (…)».59

Entre estas obras se encuentran igualmente los Manuscritos económicos y filosóficos


de 1844, aquí es posible apreciar ideas como las siguientes: «Lo que debe evitarse
sobre todo es el restablecimiento de la “Sociedad” como vis a vis del individuo. El
individuo es el ser social. Su vida, aunque no aparezca en la forma de vida comunal
conducida junto a otros —es por consiguiente una expresión y confirmación de la vida
social—. La vida del hombre, como individuo y como especie no es, con mucho,
diferente —y esto es inevitable— el modo de existencia del individuo es un modo de
vida más particular y más general de la especie, o la vida de la especie es una vida
individual más particular o más general».60

En 1845 Las tesis de Marx sobre Feuerbach61 y particularmente la sexta promovieron


debates que han tergiversado la dialéctica individuo-sociedad que desarrolló Marx. Ello
ocurre al hacer su aparición el tratamiento del individuo-clase entre 1845-1846 con La
ideología alemana. Aquí señalan Marx y Engels que «el modo de producción no debe
considerarse solamente en el sentido de la reproducción de la existencia física de los
individuos. Es ya más bien, un determinado modo de la actividad de estos individuos,
un determinado modo de manifestar su vida, un determinado modo de vida de los
mismos.

Los individuos son tal y como manifiestan su vida. Lo que son coincide, tanto con lo
que producen como con el modo de cómo producen. Lo que los individuos son
depende, por tanto, de las condiciones materiales de su producción».62

Marx y Engels apuntan que: «No es la conciencia la que determina la vida, sino la vida
la que determina la conciencia. Desde el primer punto de vista, se parte de la
conciencia como si fuera un individuo viviente; desde el segundo punto de vista, que es
el que corresponde a la vida real, se parte del mismo individuo real viviente y se
considera la conciencia solamente como su conciencia».63

Y agregan que: «Esta suma de fuerzas productivas, capitales y forma de relación social
con que cada individuo y cada generación se encuentran como con algo dado es el
fundamento real de lo que los filósofos se representan como “la sustancia” y la “esencia
del hombre” (…)».64

Para ellos: «Los individuos que forman la clase dominante tienen también, entre otras
cosas, la conciencia de ello y piensan a tono con ello»65 y «esta inclusión de los
individuos en determinadas clases no podrá superarse, en efecto, hasta que se forme
una clase que no tenga ya por qué oponer ningún interés especial de clase a la clase
dominante».66

Es así que Marx y Engels consideran respecto a la dialéctica entre los individuos y la
sociedad que: «Los filósofos se han representado como un ideal, al que llaman el
“Hombre”, a los individuos que no se ven ya subordinados a la división del trabajo,
concibiendo todo este proceso que nosotros acabamos de exponer como el proceso de
desarrollo del “hombre” para lo que en lugar de los individuos que hasta ahora hemos
visto actuar en cada fase histórica se desliza el concepto de “Hombre”, presentándolo
como la fuerza propulsora de la historia».67
En 1846 Marx, en su carta a Annenkov, precisa que: «la historia social de los hombres
no es nunca más que la historia de su desarrollo individual, tengan o no ellos mismos la
conciencia de esto. Sus relaciones materiales forman la base de todas sus relaciones.
Estas relaciones materiales no son más que las formas necesarias bajo las cuales se
realiza su actividad material e individual».68 Aquí puntualiza que la sociedad es el
producto de la acción recíproca entre los hombres.

Entre 1846-1847, Marx en Miseria de la filosofía se refiere a dicha dialéctica aclarando


que la sociedad son las relaciones sociales basadas en el antagonismo de clases, que
estas relaciones no son relaciones entre un individuo y otro, sino entre el obrero y el
capitalista, entre el arrendatario y el propietario de la tierra, etc., que si se suprimen
esas relaciones se habrá destruido toda la sociedad.

Sin embargo, critica que: «En lugar del individuo ordinario, con su manera ordinaria de
hablar y de pensar, no tenemos otra cosa que esta manera ordinaria completamente
pura, sin el individuo».69

En 1847 definía dicha dialéctica de la forma siguiente: «Las relaciones sociales en las
que los individuos producen, las relaciones sociales de producción, cambian, por tanto,
se transforman, al cambiar y desarrollarse los medios materiales de producción, las
fuerzas productivas.

Las relaciones de producción forman en conjunto lo que se llaman las relaciones


sociales, la sociedad, y concretamente una sociedad con un determinado grado de
desarrollo histórico, una sociedad de carácter peculiar y distintivo».70

Ya en El Manifiesto del Partido Comunista (1847-1848) se apuntan ideas que expresan


la comprensión del hombre como individuo-social, a partir de la identificación entre el
individuo y la sociedad en su conjunto, son ellas las siguientes:

«Las colisiones entre el obrero individual y el burgués individual adquieren más y más
el carácter de colisiones entre dos clases».71

«Ser capitalista significa ocupar no sólo una posición puramente personal en la


producción, sino también una posición social».72
«En la sociedad burguesa el capital es independiente y tiene personalidad, mientras
que el individuo que trabaja carece de independencia y está despersonalizado».73

«En la misma medida en que sea abolida la explotación de un individuo por otro, será
abolida la explotación de una nación por otra».74

«En sustitución de la antigua sociedad burguesa, con sus clases y sus antagonismos
de clase, surgirá una asociación en que el libre desenvolvimiento de cada uno será la
condición del libre desenvolvimiento de todos».75

Particular importancia reviste en 1859 el Prólogo a la contribución a la crítica de la


economía política, cuando Marx señala que:

«Mi investigación desemboca en el resultado de que, tanto las relaciones jurídicas


como las formas de Estado no pueden comprenderse por sí mismas ni por la llamada
evolución general del espíritu humano, sino que radican por el contrario, en las
condiciones materiales de vida cuyo conjunto resume Hegel, siguiendo el precedente
de los ingleses y franceses del siglo XVIII, bajo el nombre de «sociedad civil» y que la
anatomía de la sociedad civil hay que buscarla en la Economía política (…)».76

En el prólogo al primer tomo de El Capital (1867) Marx aclaraba: «(…) para evitar
posibles interpretaciones falsas».

«A los capitalistas y propietarios de tierra no los he pintado de color de rosa. Pero aquí
se habla de las personas sólo como personificación de categorías económicas, como
portadores de determinadas relaciones e intereses de clase. Mi punto de vista, que
enfoca el desarrollo de la formación económica de la sociedad como proceso histórico-
natural, puede menos que ningún otro hacer responsable al individuo de unas
relaciones de las cuales socialmente es producto, aunque subjetivamente pueda estar
muy por encima de ellas».77

En 1870 insistía que: «Así nos lo enseña la historia toda. Ocurre con las naciones lo
mismo que con los individuos (…)».78
En 1873 decía Marx que: «mi método dialéctico no sólo es en su base distinto del
método de Hegel, sino que es directamente su reverso. Para Hegel, el proceso del
pensamiento al que convierte incluso, bajo el nombre de idea, en sujeto con vida
propia, es el demiurgo de lo real, y lo real su simple apariencia. Para mi, por el
contrario, lo ideal no es más que lo material transpuesto y traducido en la cabeza del
hombre (…)».79

La concepción de Marx acerca del hombre como individuo-social, constituye el


concepto concreto a través del cual es posible comprender la dialéctica entre el
individuo y la sociedad. Insiste en que los hombres hacen su propia historia pero no la
hacen a su libre arbitrio. Destaca en dicha dialéctica, la pre-historia y la verdadera
historia de los hombres, la primera caracterizada por las diferencias fundamentales de
los hombres como individuo-clase y la segunda por la identidad entre el individuo y la
sociedad.

A manera de conclusiones al valorar las fuentes teóricas respecto a las clases sociales
y sus relaciones en el pensamiento de José Martí y Carlos Marx, es posible
comprender las diferencias y coincidencias entre ambos si se utiliza
metodológicamente la síntesis hecha por Carlos Marx en su carta a Weydemeyer,
donde destaca los aportes de los historiadores y economistas burgueses,
particularmente los historiadores franceses y los economistas ingleses.

José Martí, de los historiadores franceses como Guizot, Thier, Thierry y Mignet, criticó
fundamentalmente a Thier a la vez que elogiaba en su obra la relación filosofía-historia.
Le critica la manera en que toma partido unilateralmente en su posición filosófica, ello
puede apreciarse igualmente respecto al historiador italiano Cesar Cantú. En ambas
críticas defiende su concepción sobre la «Filosofía de Relación» que esbozó y quiso
escribir.

Consecuente con su concepción filosófica, José Martí no concebía como fundamental


solo a la lucha de clases que ignoraba la «conciliación entre las clases» y por tanto su
unidad. En la dialéctica entre la unidad y lucha de los contrarios Martí explica la
existencia y desarrollo del hombre priorizando más la unidad que la lucha entre ellos,
pues siempre reconoció lo permanente y esencial en el ser humano como lo que más le
interesaba y no lo cambiante. Así, priorizaba Martí más al individuo en su relación con
la sociedad como totalidad que al individuo identificado con una clase o en cualquier
otra manifestación de lo diferente y cambiante entre los hombres.

La prioridad de la lucha de los contrarios como fuente del desarrollo, no puede ser
comprendida al margen del objeto que se desarrolla, que es el hombre. La concepción
materialista dialéctica del marxismo-leninismo interpreta el desarrollo del hombre en
relación con la sociedad y viceversa. José Martí defiende en esa relación lo individual
cuando se exagera lo social y, si bien Marx priorizó la comprensión de la sociedad para
explicar los individuos, Martí prioriza la comprensión del hombre como individuo-social
y ambos se complementan en sus concepciones.

Notas y referencias

1
Mella, Julio Antonio: “Glosas al pensamiento de José Martí: un libro que debe escribirse”. En J.A. Mella.
Documentos y artículos, pp. 272-274, Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución
Socialista en Cuba, 1975.
2
Véase de Miguel Limia David: Individuo y sociedad en José Martí: análisis del pensamiento político
martiano, Editorial Academia, La Habana, 1998.
3
Véase de Olivia Miranda: “Significación actual de Federico Engels para el pensamiento universal”. En
Memorias del II Taller de Pensamiento Cubano, pp. 217-218, Ediciones Creart, 1996.
4
Véase de José Cantón Navarro: José Martí y los trabajadores, Centro de Estudios Martianos, La
Habana, 2005.
5
Véase Fidel y la Religión. Conversaciones con Frei Betto, Oficinas de Publicaciones del Consejo de
Estado, 1985.
6
“(…) Por lo que a mí se refiere, no me cabe el mérito de haber descubierto la existencia de las clases
en la sociedad moderna ni la lucha entre ellas. Mucho antes que yo, algunos historiadores burgueses
habían expuesto ya el desarrollo histórico de esta lucha de clases y algunos economistas burgueses la
anatomía económica de éstas. Lo que yo he aportado de nuevo ha sido demostrar: 1) que la existencia
de las clases sólo va unida a determinadas fases históricas del desarrollo de la producción; 2) que la
lucha de clases conduce, necesariamente, a la dictadura del proletariado; 3) que esta misma dictadura
no es de por sí más que el tránsito hacia la abolición de todas las clases y hacia una sociedad sin
clases…”. Carlos Marx y Federico Engels. Obras Escogidas, tomo 1, p. 542, Editorial Progreso, Moscú,
1973.
7
Estrade Paul: “Las exigencias de una nueva historiografía latinoamericana en la óptica de José Martí”
(ponencia de 1995). En Paul Estrade Martí en su siglo y en el nuestro, p. 137, Centro de Estudios
Martianos, La Habana, 2008.
8
Ibídem, cita a Martí en su carta a Enrique Estrázulas, New York, 20 de octubre de 1887. En epistolario,
t.1, p. 414.
9
López Díaz, Manuel: Martí. Crítica a historiadores y sus obras, p. 9, Editora Historia, 2008.
10
Estadista desde 1840 hasta 1848, realizando de hecho la política interior y exterior de Francia.
Sostenía ideas como las siguientes: 1) Con atisbos materialistas habla de la dependencia de la filosofía y
la literatura inglesa respecto del incremento de la riqueza industrial y de los cambios de las relaciones
económicas; 2) Afirmaba que toda la historia de Francia se ve presidida por “la lucha de clases con el
ropaje de partidos”; 3) Sus concepciones se aprecian en obras como: Historia de la Revolución inglesa.
(1826); Historia de la civilización europea (1828); 4) distinguía la existencia de tres grupos sociales: la
aristocracia, la burguesía y el pueblo. A este último no lo consideró sujeto de la historia.
11
José Martí: “Fragmentos”, En Obras Completas, tomo 22, p. 152, Editorial de Ciencias Sociales, La
Habana, 1975.
12
Sostenía ideas como las siguientes: 1) Opuso los grupos, y clases sociales a los individuos. También
oponía la vida civil de los hombres, la sociedad civil, a la organización política. Thierry consideraba esta
última “el ropaje de la sociedad”; 2) Adepto de Saint-Simón, evolucionó hacia el liberalismo burgués y
escribió Ensayos sobre el tercer estado (1853), donde oponía el tercer estado a la nobleza y al clero.
13
O.C., tomo 15, p. 193.
14
Véase de José Martí “Carta al director de la Opinión Nacional” Nueva York, 17 de febrero de 1882,
Obras Completas, tomo 14, pp. 397-400. Aquí señala que: “(…) el pensador rebelde, que de una parte
mira a la Biblia como libro capaz de errar, y no como libro revelado, y por otra parte acusa a su época de
ciega y pretenciosa (…) batalla contra esa fe en la omnisciencia humana que oscurece y mengua, y saca
de Dios el espíritu de los hombres (…). Para César Cantú, la mente tiene límites. Cierto es que ha de
pretenderse trasponerlos, porque los astros andan, y deben andar los hombres, -más es cierto también,
como Cantú piensa, que reconocerlos es más honrado y más científico, y más saludable, que negarlos.
La historia universal no ha de construirse con arreglo a las creencias parciales y sectarias del que la
escriba- sino como un reflejo leal de lo que el Universo dé de sí (…) Pero en cuanto a hombres, no
quiere el anciano lombardo creer que corren parejos el adelanto moral y el material, ni quiere creer que
acusen adelanto esa fe nueva en el abolengo del hombre, que la hace nacer de simios, ni la creencia en
que el conocimiento de sí ha venido desenvolviéndose de seres que no tienen conocimiento de
fenómenos psíquicos, el soberano mundo espiritual haya nacido como un vástago del orden físico, del
bajo mundo corpóreo (…) La ciencia histórica ha crecido y cambiado, a la par de todas las ciencias (…)
Errará probablemente (Cantú LPL) el anciano maravilloso. Historiar es juzgar, y es fuerza para historiar
estar por encima de los hombres, y no soldadear de un lado de la batalla. El que puede ser reo, no ha de
ser juez. El que es falible, no ha de dar fallo. El que milita ardientemente en un bando político, o en un
bando filosófico, escribirá su libro de historia con la tinta del bando. Más la verdad, como el sol, ilumina la
tierra a través de las nubes. Y con las mismas manos que escribe el error, va escribiendo la verdad. La
pluma, arrebatada por un poder que no conoce, va rompiendo las nubes que alza. Y a despecho de sí
mismo y de sus pasiones, la verdad quedará dicha, porque reposa en el fondo de los actos humanos,
como la felicidad en el fondo de la muerte; y el escritor glorioso, buen hijo de la brava Lombardía, habrá
hecho un servicio a los hombres (…) Unos son padres de hijos; y otros, como Garibaldi, cuya muerte se
aguarda, padres de pueblos”.
15
Véase de José Martí: “Prólogo de Martí” y artículo sobre Cuentos de Hoy y de mañana”. La América,
Nueva York, octubre de 1883. En Obras Completas, tomo 5, pp. 101-115, Editorial Ciencias Sociales, La
Habana 1975.
16
Martí, José: “Sección Constante”, La opinión Nacional (Caracas) 21 de abril de 1882. En sus OCEC, t.
13, p. 39.
17
Véase de José Martí: “Sección constante”. La Opinión Nacional, 22 de abril de 1882, tomo 23, p. 272,
Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1975.
18
Véase de Daisaku Ikeda y Cintio Vitier: “El concepto de pueblo”, pp. 134-135, en Dialogo sobre José
Martí, el apóstol de Cuba, Editora Especial, Centro de Estudios Martianos, La Habana, Cuba, 2001.
19
Ídem pp. 148-149.
20
Ídem pp. 149-150.
21
Ídem p. 150.
22
Véase las referencias hechas en la OE de Marx y Engels, en tres tomos, Editorial Progreso, Moscú,
1974.
23
Torres-Cuevas, Eduardo: Historia del Pensamiento Cubano, volumen I, tomo 2, p. 94, Editorial de
Ciencias Sociales, La Habana, 2006.
24
Engels Federico: “Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana”, en OE de Marx y Engels,
Tomo III, p. 287, Editorial Progreso, Moscú, 1974.
25
________: Carta a W. Borgius del 25 de enero de 1894, en OE de Marx y Engels, tomo III, p. 531,
Editorial Progreso, Moscú, 1974.
26
Se ha tomado como muestra para la investigación, las obras contenidas en las Obras Escogidas de
Carlos Marx y Federico Engels en tres tomos, Editorial Progreso, Moscú, 1974.
27
Álvaro Florez Estrada: Curso de Economía Política, 2 t., 6ta, ed., corregida y aumentada, Madrid,
Imprenta Nacional, 1848; M. Jiménez Catalán y J. Simón y Urbiola: Historia de la Real y Pontifica
Universidad de Zaratoga, Zaratoga, Tipografía La Academia, Cinegio 3, 1923, t. II, pp. 73-104.
28
Chailloux Laffita, Graciela: “José Martí: pensamiento económico para la emancipación nacional y
social” En Valoraciones múltiples, tomo 1, p. 596. (1993, inédito), compilación a cargo de Luís Toledo,
Fondo Editorial Casa de las Américas, 2007.
29
Véase de Adam Smith (1723-1790), Investigaciones de la naturaleza y causas de la riqueza de las
naciones, prólogo de José M. Talleda, Casa Editorial Bosch, Barcelona, 1955. Y Teoría de los
sentimientos morales prólogo de Eduardo Nicol. Fondo de cultura económica, México, 1941, De David
Ricardo (1772-1823), Principios de economía política y de tributación, ediciones Aguilar, Madrid, 1959.
30
Véase de Diego Jorge González Serra: “Martí, Vigotski y el carácter socio-histórico del ser humano”.
En Por el Equilibrio del Mundo, tomo 1, México, 2003.
31
Véase de José Martí: “Sección Constante en la Opinión Nacional del 25 de noviembre de 1881, ”tomo
23, pp. 98-99, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975. Aquí señala que: “-José Garnier, el
elocuente vulgarizador de las modernas doctrinas económicas, acaba de morir (…) y ha trabajado
activamente por hallar modos pacíficos de acomodo a las diferencias que surgen entre los hombres (…)
Aborrecía la monarquía de las clases privilegiadas, y la monarquía de las clases rencorosas (…)
Combatió briosamente, en brillantes y acaloradas reuniones públicas, las teorías socialistas. Como
Gabriel Rodríguez en España, Garnier iba a sentarse entre los socialistas y a discutir con ellos. Quería
convencerlos, no vencerlos. Deseaba unir “república de sentido común, honrada y francamente liberal”
(…) Si le faltaba a veces profundidad le sobraba visión del momento presente y buen sentido. Nadie deja
de entender lo que explica (…).”
32
Idem, p. 150. Aquí señala que: “-En esta Sección hemos dado cuenta de la muerte de Garnier (…)
Otro economista notable, Molinari, ha ocupado el puesto de Garnier en el periódico.”
33
Véase de José Martí: “Cuadernos de apuntes. Rusia”, en Obras Completas, tomo 21, p. 235, Editorial
de Ciencias Sociales, La Habana, 1975. Aquí la cita dice: “No saben los nihilistas – (…) - luego que se
decidiera en su favor la gran catástrofe que esperan –se constituiría la Rusia conforme al colectivismo
anárquico de Bakounine, a la asociación integral de Fourier, al patriarcado tutelar de Comte, al
comunismo de Marx, o al banco de cambio de Prudhon.- M. L Gaguerer”.
34
Véase de José Martí. “Carta al director de La Nación del 29 de marzo de 1883”. En Obras Completas,
tomo 13, p. 245, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975. Aquí dice: “ (…): y diez mil hombres de
manos inquietas, burdos vestidos, sombreros irreverentes y corazones inflamados, a aplaudir a los
fervorosos oradores multilingües que excitan a la guerra a los hijos del trabajo, en memoria de aquel
alemán de alma sedosa y mano férrea, de Karl Marx famosísimo, cuya reciente muerte honran.”
35
Véase de José Martí “La futura esclavitud”. En Obras Completas, t. 15, pp. 389-391, Editorial de
Ciencias Sociales, La Habana, 1975. Aquí señala que: “Juzga Spencer como victorias crecientes de la
idea socialista, y concesiones débiles de los buscadores de popularidad, esa nobilísima tendencia,
precisamente para hacer innecesario el socialismo, nacida de todos los pensadores generosos que ven
como el justo descontento de las clases llanas les lleva a desear mejoras radicales y violentas, y no
hallan más modo natural de curar el daño de raíz que quitar motivo al descontento (…) Teme Spencer,
no sin fundamento, (…) Y es verdad que si llegara la benevolencia a tal punto que los páuperos no
necesitasen trabajar para vivir –a lo cual jamás podrán llegar- se iría debilitando la acción individual (…)
Spencer exagera (…) el espíritu humano tiene tendencia natural a la bondad y a la cultura (…) construye
Spencer el edificio venidero, de veras tenebroso (…) no señala con igual energía, al echar en cara a los
páuperos su abandono e ignominia, los modos naturales de equilibrar la riqueza pública divida con tal
inhumanidad en Inglaterra, que ha de mantener naturalmente en ira, desconsuelo y desesperación a
seres humanos que se roen los puños de hambre en las mismas calles por donde pasean hoscos y
erguidos otros seres humanos que con las rentas de un año de sus propiedades pueden cubrir a toda
Inglaterra de guineas. Nosotros diríamos a la política ¡Yerra, pero consuela! Que el que consuela nunca
yerra”.
36
Véase de José Martí: “Carta al Sr. Director de El Partido Liberal. Nueva York, 16 de enero de 1887”.
Obras Completas, tomo 11, p. 146. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975. Aquí señala que:
“No sólo para los obreros, sino para los pensadores fue una revelación el libro de George. Sólo Darwin
en las ciencias naturales ha dejado en nuestros tiempos una huella comparable a la de George en la
ciencia de la sociedad.”
37
Véase de José Martí. “Carta al Sr. Director de El Partido Liberal. Nueva York, 16 de enero de 1887”.
Obras Completas, tomo 11, p. 292. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975. Aquí citándolo
agrega “(…) Eso que decía ayer en Saratoga, Carrol Wight (…) ante el congreso de ciencia social,
reunido para tratar de cuanto atañe a su averiguación y mejora: de reformar las leyes de modo que
concuerden con el país a que se aplican: de dirigir la educación de manera que prepare a los hombres
para vivir sin ahogo en la patria en que nacieron: de inquirir la verdad sobre las relaciones entre el capital
y el trabajo, que urge saber como realmente sean, para que los abusos de aquel y las ilusiones de éste
no tengan al país, como hoy lo tienen, alarmado e inquieto. Para qué, sino para poner paz entre los
hombres, han de ser los adelantos de la ciencia? (…) Es preciso que el censo investigue cuánto emplea
el empresario, cuánto recoge del trabajo de sus empleados, cuanto paga a éstos así como otros detalles
que impidan al uno dar menos de lo que en justicia ha de dar y al otro pedir más aquello a que su porción
de trabajo y la especie de él le dan derecho. Y el capitalista debe (…)”.
38
Véase de José Martí: La Nación. Buenos Aires, 20 de febrero de 1890. Obras Completas, tomo 12, p
378, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975.
39
Véase de José Martí. “Ensayos políticos”, en Obras Completas tomo 5, p 202, Editorial Ciencias
Sociales, La Habana, 1975.
40
Martí, José: “La democracia práctica”, Revista Universal, 7 de marzo de 1876. En sus OCEC, t. 3, p.
166. En Martí en su siglo y en nuestro Siglo, p. 139, Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2008.
41
________: Discurso en honor de Fermín Valdés Domínguez, New York, 24 de febrero de 1894. En
OC, t. 4, p. 324. En Paul Estrade: Martí en su siglo y en nuestro Siglo, p. 102, Centro de Estudios
Martianos, La Habana, 2008.
42
Véase de José Antonio Escalona Delfino: Acerca del concepto de política en Martí. Dirección de
Información Científico Técnica, pp. 13-16, Universidad de Oriente, s/f (1982 ¿?)
43
Véase de José Martí: “El libro talonario”, en Obras Completas, tomo 15, p. 79, Editorial Ciencias
Sociales, La Habana, 1975.
44
Véase de José Martí: “Revista Universal 14 de julio 1875.” En Obras Completas, tomo 6, p. 265,
Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975.
45
Véase de José Martí. “Cuaderno No. 7”, en Obras Completas, tomo 21, p. 219, Editorial de Ciencias
Sociales, La Habana, 1975.
46
Véase de José Martí: “Libro nuevo y curioso”, en Obras Completas, tomo 15, pp. 396-398, Editorial de
Ciencias Sociales, La Habana, 1975.
47
Véase de José Martí “Resoluciones tomadas por la emigración cubana de Tampa el 28 de noviembre
de 1891”, en Obras Completas, tomo 1, p. 272, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975.
48
Véase de José Martí: “El Club “Borinquen” y Betances”, Patria, 4 de junio de 1892, en Obras
Completas, tomo 5 p. 45, Editorial de Ciencias Sociales, 1975.
49
Véase de José Martí. “El Partido Revolucionario Cubano”, 3 de abril de 1892, en Obras Completas,
tomo 1, p. 368, Editorial de Ciencias Sociales, 1975.
50
Ídem, p. 399.
51
Véase de José Martí: “El obrero cubano”, en Obras Completas, tomo 2, pp. 51-53, Editorial de
Ciencias Sociales, 1975.
52
Véase de José Martí: “Recomendaciones”, en Obras Completas, tomo 2, p. 155, Editorial de Ciencias
Sociales, 1975.
53
Véase de José Martí: “El tercer año del Partido Revolucionario Cubano”, en Obras Completas, tomo 3,
p. 138-139, Editorial de Ciencias Sociales, 1975.
54
Véase de José Martí: “Los pobres de la tierra”, en Obras Completas, tomo 3, pp. 304-305, Editorial de
Ciencias Sociales, 1975.
55
Véase de José Martí: “Carta al New York Herald”, en Obras Completas, tomo 4, pp. 149-150, Editorial
de Ciencias Sociales, 1975.
56
Carlos Marx: La cuestión judía, en Carlos Marx y Federico Engels, La Sagrada Familia y otros escritos,
Ciencias Económicas y Sociales, Editorial Grijalbo, S.A. México, D.F., pp. 17-18, 1958.
57
Ídem, p. 22.
58
Ídem, p. 38.
59
Carlos Marx: Crítica del derecho político hegeliano, pp. 13-14, Editorial de Ciencias Sociales, La
Habana, 1976.
60
Carlos Marx: Manuscritos económicos y filosóficos, pp. 110-1111, Editora Política, La Habana, 1965.
61
Véase Carlos Marx: Tesis sobre Feuerbach, en Obras Escogidas, tomo I, p. 9, Editorial Progreso,
Moscú, 1973.
62
Carlos Marx y Federico Engels: “La Ideología alemana”, Obras Escogidas, p. 16, Editorial Progreso,
tomo I, 1973.
63
Ídem, pp. 21-22.
64
Ídem, p. 40.
65
Ídem, p. 45.
66
Ídem, p. 65.
67
Ídem, p. 76.
68
Carlos Marx: “Marx a P.V. Annenkov”, en Miseria de la filosofía, Editorial Progreso, Moscú, p. 151, s/a.
69
________: Miseria de la filosofía, Editorial Progreso, URSS, p. 90, s/a.
70
________: Trabajo asalariado y capital, en Obras Escogidas de Carlos Marx y Federico Engels, tomo I,
p. 163, Editorial Progreso, Moscú.
71
Carlos Marx y Federico Engels: Manifiesto del partido comunista”, en Obras Escogidas, tomo 1, p. 119,
Editorial Progreso, Moscú, 1973.
72
Ibídem, p. 123.
73
Ibídem, p. 124.
74
Ibídem, p. 127.
75
Ibídem, p. 130.
76
Véase Carlos Marx: Prólogo de la contribución crítica de la economía política, en Obras Escogidas,
tomo I, pp. 517-519, Editorial Progreso, Moscú, 1973.
77
Carlos Marx: “Prólogo a la primera edición alemana de El Capital, en Obras Escogidas de Marx y
Engels, tomo II, p. 90, Editorial Progreso, Moscú, 1973.
78
________: “Segundo Manifiesto del consejo general de la asociación internacional de los trabajadores
sobre la guerra franco-prusiana”, en Obras Escogidas de Marx y Engels, tomo II, p. 209, Editorial
Progreso, Moscú, 1973.
79
________: “Prólogo” a la primera edición alemana de El Capital, en Obras Escogidas de Marx y
Engels, tomo II, pp. 98-99, Editorial Progreso, Moscú, 1973.
Capítulo II. Caracterización de la relación como

síntesis
La dialéctica individuo-sociedad en la síntesis del pensamiento martiano y
el marxista-leninista

La dialéctica individuo-sociedad ha sido considerada en distintas


interpretaciones del marxismo de manera desequilibrada a favor de la diferencia
entre ambos conceptos sin atender debidamente a la identidad, ello ocurre
particularmente al priorizarse la diferenciación clasista. Se ignora así la identidad
de los individuos con la sociedad en general, su papel en la historia,
particularmente el de las grandes masas de individuos, no así en el caso de las
grandes personalidades.

El objetivo de este trabajo es valorar la dialéctica individuo-sociedad en la


síntesis entre el pensamiento martiano y el marxista-leninista.

En la filosofía clásica alemana la figura de Hegel sobresale en relación con el


tema que nos ocupa, en todo su sistema es apreciable «una descripción del
proceso mediante el cual el individuo se hace universal».1 Hegel habla de los
hombres como personas, «como individuos, como criatura de carne y hueso, tal
y como lo hace Marx y lo hacemos todos».2 No es difícil coincidir con estos
criterios cuando se recuerda que para Marx el individuo es el ser social.

Sin embargo, el cómo Marx desarrolló la idea del individuo como ser social,
adquiere diversos matices cuando se trata de la interpretación de su sexta tesis
sobre Feuerbach3; estos matices aparecen también en la psicología4, en la
sociología, etc.

El análisis de esta problemática sugiere que en el marxismo-leninismo la


formulación y solución al problema fundamental de la filosofía no permitía: «(…)
entender el materialismo marxista como un materialismo de la subjetividad, cuya
esencia se expresa en la concepción materialista de la historia, conllevó a la
ilusión surgida ya a fines del siglo pasado y que se repite empecinadamente
hasta nuestros días, de la existencia de una filosofía marxista que se encerraría
en los marcos de un “materialismo dialéctico” que tendría como objeto
explicarnos el mundo, rebajando al “materialismo histórico” a la aplicación mera
de las leyes más generales de aquel al ámbito más particular de la sociedad. La
filosofía marxista estudiará “el mundo”, el materialismo histórico “tan sólo la
sociedad”. La sociedad y el hombre dejaban así de ser objetos del conocimiento
filosófico como tal y pasaban a ser estudiados por un híbrido intermedio entre la
sociología y la filosofía, que no era ni una cosa ni otra».5 Ello propiciaba el
modelo de conocimiento social típicamente objetivista característico del
marxismo-leninismo o marxismo soviético.6

Se impone entonces el análisis de la pregunta siguiente: ¿Cómo se ha llegado a


dicha unidad, entre el llamado materialismo dialéctico e histórico,
particularmente al considerarse la dialéctica entre el individuo y la sociedad?

Esta pregunta puede responderse tomando como ejemplo el caso de Cuba.


Felipe Sánchez Linares (1986)7 dirigió la confección de un texto para la
enseñanza de la filosofía marxista-leninista de transición hacia una
interpretación que pretendía dar identidad a aquella concepción materialista del
marxismo-leninismo que se presentaba con el dualismo: materialismo dialéctico
e histórico.

Teóricamente, Sánchez Linares lo hacía a partir de una original interpretación


sobre la concepción que sustenta el marxismo-leninismo acerca de la sociedad
como formación social, intención loable pero limitada, al definir que: “La
formación económico social es la sociedad en un momento determinado de su
desarrollo a la cual corresponde un modo de producción, al que le son
inherentes determinadas relaciones sociales de producción, como expresión del
nivel alcanzado por sus fuerzas productivas. Con la superestructura de ideas e
instituciones y las formas ideológicas y psicológicas de la conciencia social que
corresponden a esa sociedad y que son en última instancia un reflejo del ser
social”. Dejaba así sepultadas las relaciones ideológicas al reducir el conjunto de
las relaciones sociales a las de producción, sin distinguir igualmente a la base
económica del modo de producción.
Veía Sánchez Linares acertadamente que: «La importancia filosófica de la
categoría formación económico social reside en que su contenido reproduce las
relaciones entre el pensar y el ser en condiciones en que, para ambos lo social
es un denominador común y además determinante (…)». Es la manera teórica
de hacer corresponder la solución al problema fundamental de la filosofía con la
concepción materialista de la historia, de lo contrario el problema fundamental se
vería sometido a su desvalorización teórico-metodológica.

Aclaraba Felipe que: «El ser social (el contenido de la categoría ser social es
diferente de aquel con el que afirmamos que el hombre es un ser social). (La
aclaración es de Felipe) se define como el sistema de relaciones y condiciones
materiales de vida de la sociedad regido por leyes objetivas que se cumplen
independientemente de la voluntad de los hombres, aunque estos se abran paso
a través de su acción consciente encaminada a un fin». Olvidaba así que para
Marx, como ya se ha reiterado, el individuo es el ser social, y reproducía de esta
manera el dualismo que se pretende criticar. Ocultaba la identidad individuo-
sociedad para destacar sus diferencias.

A partir de 19908 y hasta hoy se ha seguido considerando ese dualismo en la


enseñanza del marxismo-leninismo, al tratarse la dialéctica entre el individuo y la
sociedad en los marcos de un humanismo que, en el caso cubano, tiene raíces
históricas ligadas a la contradicción metrópoli-colonia y a las ansias de
independencia, en función de la formación de la nación cubana.

José Martí asimiló con su extraordinaria visión la realidad de su época, logró asir
lo más progresista y avanzado del humanismo y del ideario democrático
revolucionario que constituye el antecedente más genuino del pensamiento
humanista socialista en Cuba. Sin el pensamiento humanista de Martí, sin su
posición antimperialista y su sentido de la unidad revolucionaria, no se hubiesen
arraigado en nuestro país, con esa fuerza y rapidez, las ideas del humanismo
socialista.
Para una mejor comprensión del tema se señala la necesidad de delimitar el
alcance de los conceptos individuo y personalidad. Se dice al respecto que: «el
individuo es por tanto, el hombre concreto, específico, que siente, actúa y
piensa, que tiene características propias y que es portador de determinadas
relaciones sociales». Concluyéndose que la comprensión del humanismo, de la
individualidad y de la personalidad debe tener como fundamento el conjunto de
relaciones sociales, en cuya dinámica el individuo sea capaz de realizarse y que
constituyen la verdadera esencia humana.

Cuando se hacen estas valoraciones, acerca del tránsito hacia una única
filosofía que elimine el dualismo materialismo dialéctico e histórico, es válido
hacer dos preguntas cuyas respuestas requieren ser ampliadas, la primera es:
¿cómo entender la identidad del individuo con las relaciones sociales si al
definirse la esencia humana y la formación social se definen como «el conjunto
de las relaciones sociales»?

Su respuesta, antes de cuestionarnos la segunda pregunta, puede encontrarse


siguiendo la historia del marxismo, ya que no se trata de presentar en sustitución
de la esencia abstracta que representa el hombre como individuo sin historia,
otro tipo de esencia o una esencia sin fenómeno representada por «el conjunto
de las relaciones sociales» sin individuos concretos y reales.

La verdadera solución de la esencia humana el marxismo la plantea con el


concepto individuo-social, dando continuidad al concepto marxista fundacional
de toda su filosofía «el individuo es el ser social». El marxismo se ocupó
esencialmente de estudiar la formación social como proceso histórico-natural,
para explicar al hombre como individuo-social y contenido fundamental de la
sociedad.

Pero no sólo en la enseñanza del marxismo-leninismo en Cuba se deja de


precisar el término que define con claridad el concepto de hombre en su
identidad con la sociedad. Al investigarse acertadamente la relación entre
Individuo y Sociedad en José Martí9, se dice que: «Martí opuso a una sociedad
donde la lógica de las cosas organizaba y subordinaba los vínculos entre las
personas, un modelo donde la lógica del trato, la comunicación y el amor,
deviniera eje organizador de la vida, si bien no estuvo en condiciones de ofrecer
el fundamento económico y social objetivo de este proyecto».10 Pero, más que
oponer, Martí complementa, pues parte al igual que Marx de una concepción
cuyas premisas son los individuos reales existentes para volver a ellos, y donde
si bien la lógica de las cosas subordina la lógica de las personas, también la
lógica de las personas transforma la lógica de las cosas que determinan «en
última instancia», al decir de Engels, quien reconocía además, la falta de estudio
del marxismo respecto al papel de la subjetividad.

Se sostiene en dicha investigación, que entre los principios martianos se


encuentra el concerniente a la relación del individuo con la sociedad en general11
y que ello posee una significación particular en el pensamiento y la obra del
Maestro, pues en el centro de sus preocupaciones y proyectos siempre se
encontró el hombre, pero no como figura genérica abstracta sino como individuo
concreto solidario, entendido en calidad de tirantez entre lo que es y puede y
debe ser, a través de su «reconquista social». Se afirma que Martí con ello
contribuyó a que en nuestra cultura nacional se comprendiera mejor y más a
fondo el problema de lo individual social.

La crítica principal que se hace en esta investigación es a la concepción


martiana acerca de las clases,12 aunque es necesario señalar que el propio Marx
no llegó a definirlas13 y las consideraciones que se han hecho acerca del por qué
no lo hizo tampoco lo aclaran.14 En la definición de las clases sociales que
hiciera Lenin en su trabajo «Una gran iniciativa» puntualiza que son grandes
grupos de hombres que se diferencian entre sí por relaciones que no dependen
de su conciencia y voluntad; pero reconoce que igualmente establecen los
hombres relaciones que sí dependen de su conciencia y voluntad y pueden
organizarse como grupos, organizaciones e instituciones, de las cuales Lenin no
habla en la definición, a pesar de que le debemos a él la valoración filosófica de
las relaciones sociales como relaciones sociales materiales e ideológicas, lo cual
sugiere contextualizar dicha definición.

Debe considerarse, además, para comprender la crítica que se le hace a Martí


sobre las clases sociales que: «José Martí ocupa un lugar fundamental, en torno
al problema del carácter histórico social del ser humano, cuyo esclarecimiento
constituyó el aporte teórico fundamental del psicólogo soviético Lev Vigostski al
acervo mundial de la Psicología»,15 lo cual no sólo lo identifica con las
concepciones marxista-leninistas acerca del hombre como ser social, sino que
reclama para la filosofía marxista-leninista la asunción de los conocimientos de
la psicología igualmente marxista-leninista. También se considera en la relación
Martí-Vigostki, que existen «convergencias entre estos autores en cuanto a la
concepción del desarrollo humano, el papel central de la Educación y la
Enseñanza».16 Es la identidad individuo-sociedad en coincidencia con el
marxismo lo que más preocupa a Martí, y no la diferencia clasista como hace el
marxismo-leninismo, lo cual implica no sólo diferencias entre ambos
pensamientos sino una identidad que se pretende ignorar.

El problema de la identidad individuo-sociedad en general y no sólo como


identidad clasista, se presenta en Martí con más claridad si igualmente
analizamos que: «A José Martí, (…), no le fue ajena la discusión en torno a un
tipo de ciencia diferente a las ciencias naturales, que reflejara la necesidad del
estudio específico de la sociedad, y que unos quisieron llamar ciencias del
espíritu o de la historia, como fue el caso de W. Diltey y los neokantianos, y otras
ciencias de la sociedad o sociología, como ocurrió con A. Comte y los restantes
positivistas. Sin perder de mira la esencia del debate, él optó por el término
ciencias de la vida».17 En ellas expresa Martí sus concepciones acerca de la
sociedad18 de manera dialéctica.

El vuelo definitivo de la sociología como ciencia diferente de la filosofía y la


psicología por su objeto de estudio, queda demostrado fehacientemente por
primera vez sólo en la obra de Emile Durkheim Las reglas del método
sociológico, publicada en el año 1895, ello explica la no utilización del término
por Martí, según aclaran Guzmán y Tamara.

La seriedad del análisis presentado por estos sociólogos está en considerar que
José Martí cuando le pedía al materialismo que extremara su sistema y al
espiritualismo que no exagerara las cuestiones espirituales en la vida, no estaba
abogando realmente por un tercer partido en filosofía conciliador del
materialismo y el idealismo, sino por una ciencia diferente, la sociológica, que
para poder realizarse no puede dar primacía a uno u otro aspecto de la realidad,
sino tener en cuenta la relación que en la vida se presenta entre lo ideal y lo
material, para poder constituir lo social, o sea, la producción y reproducción de la
vida real al decir de Engels. Esto explica que para Martí cualquier cambio en las
condiciones materiales y espirituales de los hombres, se convierte en una causa
de cambio de su religión y cultura, al mismo tiempo que éstas se convierten en
causa del comportamiento de los hombres en la sociedad específica donde
viven.

La psicología y la sociología se han encontrando para interpretar en el


pensamiento martiano la dialéctica del individuo y la sociedad, quiere decir del
hombre como individuo-social, pero no solo como producto sino como productor
de la sociedad desde su condición de individuo, grupo, clase y sociedad.

Es necesario considerar, además, que: «las concepciones jurídicas de Martí


trascienden la filosofía del derecho para convertirse en filosofía del hombre y de
la sociedad (…) Martí se percata de la diferencia entre las leyes naturales y
sociales, y del carácter socio-histórico de la naturaleza humana (…) No elabora
Martí un programa que definiera la sociedad que se levantaría tras la
independencia, pero sí algo estaba claro, la guerra justa y necesaria arrasaría
con la estructura colonialista en la isla, y alzaría desde todos los espacios
fundamentos nuevos (…)».19 Este análisis político jurídico que parte del proyecto
de república martiana «no establece distinción entre los poderes públicos y
privados, el gobierno del país responderá a los intereses de cada uno de sus
hijos. No contrapone el individuo al poder social, sino que se expresa el
significado del sujeto en la ejecución de los poderes públicos»,20 ello ratifica
fundamentalmente la identidad y no solo la diferencia entre el hombre y la
sociedad.

José Martí coincidió con Marx, al señalar que lo que un hombre como individuo
es y hace, representa su esencia social en otros individuos y estos a su vez, con
lo que son y hacen, representan la esencia social de él. Pero Martí fue mucho
más lejos al caracterizar esta representación señalando que: «cada cual se ha
de poner, en la obra del mundo, a lo que tiene más cerca; no porque lo suyo
sea, por ser suyo, superior a lo ajeno, y más fino o virtuoso, sino porque el influjo
del hombre se ejerce mejor, y más naturalmente, en aquello que conoce, y de
donde le viene inmediata pena o gusto: y ese repartimiento de la labor humana,
y no más, es el verdadero e inexpugnable concepto de la patria. Patria es
humanidad, es aquella porción de la humanidad que vemos más de cerca, y en
que nos tocó nacer: —y ni se ha de permitir que con el engaño del santo nombre
se defienda a monarquías inútiles, religiones ventrudas o políticas descaradas y
hambronas, ni porque a estos pecados se dé a menudo el nombre de patria, ha
de negarse el hombre a cumplir su deber de humanidad, en la porción de ella
que tiene más cerca».21 Con ello sintetizaba la manera en que cada individuo
participa en la transformación de la sociedad.

La centralidad que ocupan los hombres como individuos reales vivientes en la


concepción martiana acerca de la sociedad al igual que en la concepción
marxista, tiene como fundamento la identidad del hombre como individuo con la
sociedad en general, tal y como señala el ideal comunista del marxismo, ello no
excluye a la identidad clasista, sino que se subsume en ambas concepciones.

Martí no fue ajeno a la identidad clasista, la superó para los fines de la liberación
nacional y dio prioridad a la identidad del individuo con la sociedad en general.
De ello dan sólidos argumentos ciencias como la psicología, la sociología, el
derecho y la política, entre otras, como se ha señalado.
Debe considerarse además la utilización del concepto sociedad por Martí; un
análisis de cómo lo hizo brinda una nueva opción de interpretación. Este
concepto lo vinculaba al de humanidad22 diferenciando etapas en su desarrollo;
caracterizaba el concepto23 desde la contradicción dialéctica entre el individuo y
la sociedad en que le tocó vivir, reconocía dicha dialéctica a partir del trabajo y
con el principio de que ni indirectamente debe la sociedad humana alimentar a
quien no trabaja directamente en ella, pero siempre destacando que el hombre
es uno, y el orden y la entidad son leyes sanas e irrefutables de la naturaleza.
Caracterizaba a la sociedad sin dejar de relacionarla con las clases.24

Caracterizó a la sociedad cubana al decir que: «La desigualdad tremenda con


que estaba constituida la sociedad cubana, necesitó de una convulsión para
poner en condiciones de vida común los elementos deformes y contradictorios
que la componían. Tanto era la desigualdad, que el primer sacudimiento bastó
para echar a tierra el edificio abominable, y levantar la casa nueva con las
ruinas».25 Y dijo, además, que José de la Luz y Caballero: «ha creado desde su
sepulcro, entre los hijos más puros de Cuba, una religión natural y bella, que en
sus formas se acomoda a la razón nueva del hombre, y en el bálsamo de su
espíritu a la llaga y soberbia de la sociedad cubana; él, el padre, -es
desconocido sin razón por los que no tienen ojos con que verlo, y negado a
veces por sus propios hijos».26

Criticó la sociedad autoritaria.27 Al referirse al perfeccionamiento de la sociedad


apuntaba: «El perfeccionamiento de la sociedad provoca sus imperfecciones; las
imperfecciones producen la reacción, y la forma de ésta es la comedia (…) ¿Sin
sociedad propia puede haber teatro cómico propio que refleje un cuerpo que no
existe? Lo que es en sí abigarrado, no puede ser original en el reflejo».28
Criticaba así y de otras muchas maneras la ausencia de lo propio inherente a
una sociedad y que es alcanzado con el método electivo.

Identificaba y distinguía a los conceptos de pueblo y sociedad, destacando la


importancia de lo propio, cuando señala: «Vive un pueblo, y vive sin teatro: ¿vive
un pueblo acaso sin sociedad propia?»,29 establecía de esta forma la identidad y
diferencia entre el concepto de pueblo y el de sociedad.

En otro momento decía que: «La ciencia de las cosas de los pueblos, no es el
ahitar el cañón de la pluma de digestos extraños, y remedios de otras
sociedades y países, sino estudiar, a pecho de hombre, los elementos, ásperos
o lisos, del país, y acomodar al fin humano del bienestar en el decoro los
elementos peculiares de la patria, por métodos que convengan a su estado, y
puedan fungir sin choque dentro de él. Lo demás es hierba seca y pedantería
(…) Las sociedades mueren o viven conforme a su composición y a sus
antecedentes; si se salen de ellas, si viven siglos enteros fuera de su armonía
natural, y de la obra ineludible, por penosa que sea, de su propio desarrollo, al
cabo de siglos reaparecen, cuando se pudre el cuerpo ajeno que viciaron, y
recomienzan la labor interrumpida. Ni hombres ni pueblos pueden rehuir la obra
de desarrollarse por sí –de costearse el paso por el mundo. En este mundo,
todos, pueblos y hombres, hemos de pagar el pasaje».30 Expresaba así la
identidad entre los hombres y sus pueblos siendo contrario al tipo de sociedad
que no se corresponda con su armonía natural y propio desarrollo.

Es necesario señalar que para Martí «el ideal de hombre se refiere tanto al
individuo como al pueblo»31 y su obra nos indica que el hombre es un reflejo de
la sociedad y que sin modificarse en ésta sus instituciones y su conciencia social
no es posible transformarlo.

Al relacionar Martí los conceptos de sociología y pueblo decía que: «De nuestra
sociología se sabe poco, y de esas leyes, tan precisas como esta otra: los
pueblos de América son más libres y prósperos a medida que más se apartan de
los Estados Unidos».32 Lo cual significa que no rechazaba la existencia de leyes
precisas en la sociedad.

El concepto de pueblo lo vincula de tal manera a cada individuo que decía: «Si
se desgrana un pueblo, cada grano ha de ser un hombre (…) un pueblo no es un
juguete heroico (…); sino nuestras mismas entrañas (…)».33 La dialéctica
individuo sociedad se expresa para Martí fundamentalmente en la dialéctica
individuo pueblo.

En la valoración martiana: «(…) Pretender fijar las leyes que dan forma y guía al
hombre ¿sin contar con el hombre? Sería aquella virginal, sensata, patriarcal,
artística América de los indios, de sí propia desenvuelta en tierra propia,
juntando y concretando en sí las seculares influencias de un continente fastuoso
y sereno. (…) Se han de estudiar a la vez, si se quiere de sociedades humanas,
las influencias extrahumanas, los motivos generales de agencia humana, y las
causas precipitantes o dilatorias que han obrado para alterar el ajuste natural
entre estas dos fuerzas paralelas».34 O sea, abogaba Martí por estudiar a las
leyes sociales en la solución a la contradicción de lo objetivo y lo subjetivo.

Sobre los congresos sociológicos de su época Martí dijo: «La época es de


congresos de asociaciones científicas y literarias. Poco hace terminó sus
sesiones el Congreso Sociológico de Dublín, en el que se han debatido las más
vitales cuestiones que atañen al presente y al porvenir de las sociedades
modernas, tales como la guerra, la propiedad, las instituciones políticas y los
recursos económicos de las naciones (…)».35 Esto evidencia su preocupación
por mantenerse informado al respecto.

Señaló que la clave del error sociológico está en: «(…) tomar como inferior una
raza porque se la ve (porque está) en uno de los grados inferiores de su
desarrollo. (…) así se va, por las ciencias verdaderas, a la equidad humana:
mientras que lo otro es ir, por la ciencia superficial, a la justificación de la
desigualdad, que en el gobierno de los hombres es la de la tiranía».36 Defendía
Martí la equidad entre los hombres, en el camino que va desde la diferencia a la
identidad, teniendo por causa la incomprensión de la inexistencia de las razas,
de lo permanente en el hombre en distintos grados de desarrollo.

Utilizó el término ciencia de la sociedad y lo hizo de la forma siguiente: «No sólo


para los obreros, sino para los pensadores fue una revelación el libro de George.
Sólo Darwin en las ciencias naturales ha dejado en nuestros tiempos una huella
comparable a la de George en la ciencia de la sociedad (…)».37 Lo cual
evidencia la importancia que le concedió al autor en su crítica, que identificada
con el amor no dejaba de contener la censura.

Definía Martí la sociedad metafóricamente relacionándola con el cuerpo humano


al decir que: «(…) hay viciosos, porque la sociedad es como el cuerpo humano,
que también tiene llagas (…)».38 Pero coincidía con la definición dada por: «(…)
Lemennais que con una sola frase había superado de antemano la obra toda de
los Gencourt: -con esta frase:- “La verdadera sociedad no es en su esencia, ni
debe ser de hecho, más que la organización de la fraternidad” (…)».39 O sea,
coincidía Martí con la definición de sociedad como organización y además la
concebía como la fraternidad con todos y para el bien de todos los hombres.

Reconocía el papel transformador de las ideas respecto a la sociedad, al señalar


que «a ideas nuevas sociedades nuevas».40

Como puede observarse responder a la primera pregunta es posible porque el


marxismo se ocupó esencialmente de estudiar la formación económica de la
sociedad como proceso histórico-natural, para explicar al hombre como
individuo-social. Pero en el pensamiento martiano existe el fundamento
necesario para comprender lo permanente en el hombre como individuo-social,
como resultado y protagonista principal de dicho proceso. Ninguna diferencia
entre los hombres se encuentra al margen de su identidad, que es lo que
destaca la síntesis entre el pensamiento martiano y el marxista-leninista.

La segunda pregunta que necesita ampliar su respuesta es la siguiente: ¿cómo


las ideas marxistas son la continuación del pensamiento humanista martiano
respecto a la identidad individuo-sociedad en otras condiciones históricas? Para
responderla es necesario analizar cronológicamente lo planteado por algunos de
los representantes de la síntesis martiana y marxista-leninista.

En el caso de Fidel Castro Ruz, desde 1960 dijo: «(…) Tenemos que hacer
realidad aquel apotegma martiano que él quería que fuese la Ley primera de la
República, el culto a la dignidad plena del hombre (…)».41 En estos años
sesenta42 se refiere a la identidad de cada hombre, con sus formas de
organización, con su sindicato, su cooperativa, su asociación campesina, en su
condición de individuo-campesino, individuo-obrero, individuo-estudiante, y se
refiere también a cómo todos tienen la condición de individuo-pueblo. En 198543
Fidel ve cierto grado de predeterminación de la actitud del individuo en la
educación y se refiere a la identidad entre el individuo y la sociedad a partir de
su identidad con el Estado.

En 199044 reitera la idea de identidad del individuo con el Estado y la desarrolla,


analizándola como identidad obrero-Estado, campesino-Estado, estudiante-
Estado y argumentando que esto es posible porque Estado y pueblo son la
misma cosa. Se refiere Fidel a que se produjo esa identidad que en la historia no
existió nunca, que en las sociedades de clase no existió nunca ni puede existir,
entre el poder y el ciudadano, entre el Estado y el ciudadano, entre el ciudadano
y la propiedad que es de todo el pueblo; entre el ciudadano y los ómnibus, entre
el ciudadano y las tiendas.

Exhortaba Fidel a que se meditase por parte de los profesores de marxismo-


leninismo, entre otros, en esa identidad total del ciudadano con todo, porque
todo es del ciudadano. Porque nos falta saber, realmente, ser buenos
ciudadanos y buenos dueños, lo cual repercutía en que algunas fábricas se
administraran de modo capitalista y no socialista, generando paradojas.
Concluía Fidel señalando que tenemos que aprender a no robarnos a nosotros
mismos.

En 199145 luego de explicar las causas tan excepcionales que lo llevaban a


elaborar la filosofía para enfrentar tan altas responsabilidades del pueblo
cubano, decía: «yo digo que esta idea es muy importante. Cada uno de ustedes
debe decir: ¡Yo soy la Revolución! ¡Yo soy la independencia del país!, ¡Yo soy la
fuerza, el ejército del país!, donde quiera que esté». Y concluía, luego de una
sólida argumentación, reiterando e incluyendo nuevas formas de identidad al
señalar las ideas siguientes: «¡Yo soy la independencia de la Patria!, ¡yo soy el
honor de la Patria!, ¡yo soy la fuerza, el ejército de la Patria!, ¡yo soy la victoria
de la Patria!»

En abril de ese mismo año46 Fidel abunda y aclara una vez más sobre el tema,
cuando decía que muchos se preguntan por qué la fuerza de la Revolución, y
responde que la razón es bien sencilla: «esta Revolución es la Revolución de
nuestro pueblo; es la Revolución de nuestros jóvenes; es la Revolución de
nuestros estudiantes. Juntos la hicimos. Juntos la defendemos. Somos la misma
cosa y no podemos dejar jamás de serlo».

Luego de insistir y aclarar la identidad pueblo-revolución, estudiante-revolución,


jóvenes-revolución, y recordando su referencia en marzo, señala la necesidad
de pensar la relación ciudadano-revolución, combatiente-revolución, joven-
revolución, estudiante-revolución, ya que la Revolución, la Patria, el honor y la
dignidad de la Patria, el soldado de la Patria, era cada uno de los ciudadanos,
combatientes, jóvenes, estudiantes. Recordaba Fidel lo dicho por él al respecto y
aclaraba las confusiones que ello podía haber generado.

Definía, en esta ocasión, la identidad del individuo con la sociedad como


principio por el cual la revolución es invencible, exactamente dijo: «(…) Es decir
nos preparamos para dificultades mayores. Por eso ese principio de: “La Patria
soy yo, la Revolución soy yo, la dignidad del país soy yo, el honor del país soy
yo”, o: “Yo soy el honor del país, yo soy el ejército del país”, hay que aplicarlo en
todos los aspectos, incluido el económico, porque tenemos una responsabilidad
muy grande sobre nuestros hombros, tenemos una página de la historia muy
importante que escribir, y esa página sólo se puede escribir con la voluntad de
luchar y con la voluntad de vencer».47

En 199248 daba una nueva visión de la identidad individuo-sociedad, como


identidad genio-sociedad. En 199349 aparecen ideas como: la idea de identidad
entre el hombre y la sociedad, como derecho de organizarse del hombre
(individuo-organización social). Se refiere así a la identidad como obligación del
Estado a dar atención, empleo, educación, salud pública, recreación, cultura,
condiciones materiales, a cada ciudadano. Reclamaba igualmente la identidad
como obligación del individuo con el Estado. Fidel define dialécticamente al
hombre como ser natural capaz de vivir civilizadamente, de unirse, estrechar
filas y luchar por grandes ideas.

En 1997 decía que: «mientras haya un revolucionario en este país –y son


muchos-, mientras estén saliendo revolucionarios de las escuelas con el nivel de
preparación y de conciencia que tienen, no importa lo que ofrezcan, no importa
que a algunos pocos los puedan confundir. ¡Mientras haya un revolucionario no
habrá transición del socialismo al capitalismo! (…)».50 Tal es la idea de la
identidad que llega a afirmar.

Desde el punto de vista político Fidel insiste respecto a la dialéctica entre el


individuo y la sociedad no solo en las diferencias sino en la identidad. Como ha
podido apreciarse, es significativo el alcance que da a dicha identidad en el
momento histórico de mayor peligro para la Revolución Cubana con el derrumbe
del campo socialista.

Para Armando Hart51, Marx, Engels y Martí presentan en su pensamiento


profundas raíces humanistas, aunque hay quienes han querido apoyarse en las
raíces humanistas de Marx y Engels, expresadas desde los tiempos de su
juventud, para trazar la absurda división entre esas raíces y su desenvolvimiento
ulterior. Precisamente para entender el pensamiento martiano y su relación con
el pensamiento marxista-leninista hay que tomar en cuenta que el humanismo
de Marx y Martí concilia sus diferencias.52

En su concepción del hombre Hart destaca, en 1988 que: «(…) como se sabe el
hombre es un ser social, con características específicas dentro de la sociedad,
pero al hombre individual es necesario llegar, y sólo es posible hacerlo
mediante la educación popular, debemos aspirar cada vez más a llegar al
hombre con sus particularidades y especificidades, al hombre como individuo
dentro de la sociedad. Cuando Fidel y el Che hablan de la importancia del factor
humano, se están refiriendo al ser humano individual, y no sólo a la gran masa.
En este empeño se inserta la fuerza de la educación, de un trabajo político e
ideológico bien entendido. La didáctica consiste en llegar al individuo, en discutir
y dialogar (…)».53

Hart no defiende el individualismo, pero sí afirma que «el socialismo es la


defensa de la individualidad de todos los seres humanos. El socialismo es la
defensa de lo mejor de la individualidad. El individuo es un ser social, como tal,
no puede ser solo lo que individualmente es, sino que tiene, además, que
comprender su sistema de relaciones con la sociedad».54 Así Hart se pronuncia
por el humanismo martiano y fidelista, y se manifiesta en contra de caer en la
trampa del humanismo exclusivista, aristocrático y favorecedor de minorías.
Para él es necesario avanzar hacia el humanismo de los pobres, pues ellos
constituyen la inmensa mayoría de la población del mundo.

Relaciona el humanismo con la cultura al afirmar que: «no hay cultura socialista,
si no existe educación humanista. Sin ella podremos tener hombres que sean
aptos para analizar pragmáticamente la vida, pero no serán capaces de la
transformación práctica social (…) El socialismo se propone alcanzar una forma
superior de humanismo, vale decir también, una forma superior de integración
de todas las partes componentes de la cultura (con la sociología, con la historia,
y desde luego, con la formación filosófica y tecnológica)».55

En 199056 Hart defendía la interpretación del humanismo marxista-leninista en


su teoría de la base y la superestructura, al señalar como conclusión que el
movimiento económico acabó por imponerse como tendencia principal. Pero
también podrá observarse que los factores de la superestructura y las decisiones
de los hombres, profundamente interrelacionadas con esta tendencia principal,
influyeron de una manera muy importante. No cabe decir que el factor
económico fue el único que resultó de peso. La acción humana, influida por un
condicionamiento de carácter superestructural, desempeño un papel muchas
veces decisivo y, sobre todo —para emplear la propia expresión de Engels—,
determinó sus formas.
En 199557, insiste sobre el tema en relación con la ética, así como en considerar
problema central la cuestión de la superestructura y su relación con la base
económica.

En 199758 Hart se refiere a las potencialidades que alcanzan a desempeñar los


factores de la superestructura en los procesos históricos y el análisis que
hicieran de ello Mariátegui y Gramsci.

En 1999,59 al analizar la relación entre la base y la superestructura, Hart la


plantea como una relación de causa y efecto, donde no puede existir la una sin
la otra y no comprenderla de esa manera sería un error filosófico. Posterior al
período analizado Hart ha continuado abordando el tema.60

No abandonar la teoría marxista de la base y la superestructura, y situar al


humanismo como principio filosófico es fundamental en Hart para la
comprensión de la identidad individuo-sociedad.61

La concepción de Armando Hart Dávalos acerca de la dialéctica entre el


individuo y la sociedad, plantea la necesidad de conciliar las diferencias entre
ambos pensamientos y también se caracteriza por destacar la identidad sobre la
base de la diferencia, al hacerlo desde posiciones teórico-filosóficas, se aprecia
la necesidad de interpretar la concepción del hombre como ser social en relación
con la teoría de la formación social y sus elementos estructurales
fundamentales, la base y la superestructura, pero destacando el papel de la
cultura como el elemento que contribuye a la inserción del individuo en el
conjunto de las relaciones sociales.

En 1962 decía Juan Marinello: «Fue nuestro héroe quien dijo que “nadie tiene
derecho a dormir tranquilo mientras haya un solo hombre infeliz”. Y elevándose
a una concepción que nuestro tiempo acata, afirmó: “La igualdad social no es
más que el reconocimiento de la equidad visible de la naturaleza”. Una
revolución que trabaja por la felicidad de todos los hombres y que lucha sin
descanso por la igualdad social, puede levantar sus banderas en honor de José
Martí».62 Identificaba así el pensamiento martiano con la revolución cubana a
partir del humanismo.

En 1974, según Roberto Fernández Retamar, Marinello deslinda a Martí de sus


coetáneos, y señala en qué medida sus anticipaciones miran a nuestro presente:
«la devoción sabia y ardiente de Martí por sus pueblos posee un entendimiento
que hasta él no se conocía. Alzándose contra una corriente acatada sin
contradicción, es nuestro Apóstol el primer hombre de su jerarquía que no afinca
el progreso de sus repúblicas en el crecimiento de la población blanca,
depositaria, en la opinión dominante, de las virtudes civilizadoras de Europa.
Para Martí, opinión discrepante y precursora, todo hombre es una posibilidad
latente de excelencia y creación».63 Argumenta con la posibilidad latente de
excelencia y creación de todo hombre, la identidad con los pueblos
latinoamericanos a partir de la posibilidad de hacerlo por parte de todos y cada
uno de los hombres.

En 1977 decía Marinello64: «Pero para poseer, como poseyó, la confluencia de


mirajes capaz de ofrecerle las relaciones verdaderas entre las dos Américas,
cuenta Martí con el superior entendimiento del hombre, sin color ni apellido, y
con el registro incansable de sus miserias y grandezas». Reitera así la
excepcionalidad del humanismo martiano.

Y agregaba que: «Si se me forzase a precisar las vías maestras en que se


muestra la más inviolable condición de Martí, miraría hasta su culto a la unidad y
a la libertad del hombre (…) A través de toda su escritura, tan cuantiosa y varia,
enarbola Martí lo que llama la identidad fundamental humana. (…) La libertad del
individuo fue para Martí un reflejo inextinguible, inseparable de su ser, a más de
constituir su final destino; “la libertad”, escribió “es la religión definitiva” (…)». Se
aprecia en la concepción martiana, según Marinello, que la identidad individuo-
sociedad está presente en el humanismo martiano a partir de la posibilidad
latente de excelencia y creación de cada hombre la cual genera su unidad y
libertad.
En Marinello la dialéctica entre el individuo y la sociedad se da a partir de la
identidad fundamental humana que sustenta Martí y que hace de todo hombre
una posibilidad latente de excelencia y creación, idea que permite comprender la
conciliación que existe entre el humanismo martiano y el marxista-leninista.

En 1974 Gaspar M. Jorge García Galló65 señala que: «En esa crítica que José
Martí hizo de la educación norteamericana está implícita su concepción de la
formación multilateral del hombre, en muchos aspectos, similar a la concepción
marxista».

Al analizar «el humanismo martiano y sus raíces», Gaspar M. Jorge García


Galló66, lo hace partiendo de «la reacción en cadena que hizo al hombre-Martí,
el hombre-humanidad a través del hombre». Consideró que: «La razón de ser de
Martí tuvo su asiento en una concepción del mundo fundada en la certeza de la
existencia de un orden universal, donde la voluntad humana —aunque sujeta a
ese orden— podía contribuir, impulsada por factores de índole moral, a la
perfección de la especie y de la propia naturaleza».

Para García Galló en Martí «hay el reconocimiento de la ineluctabilidad del


desarrollo, o dicho en otros términos, la sujeción a leyes del mundo material y de
la vida humana. (…) No hace falta mucho esfuerzo para reconocer la cercanía
de Martí, a la científica concepción del determinismo y del libre albedrío».

Aunque en este trabajo consideró que no era ocasión de exponer en detalle las
concepciones filosóficas de José Martí, lo hizo analizando las preguntas
siguientes: ¿Qué somos? ¿Qué éramos? ¿Qué podemos ser?

Consideró que al contestar José Martí aquella primera pregunta que se había
hecho en 1877: ¿Qué somos?, definió la cuestión ontológica tal como él la veía.
En su respuesta también está la clave, no solo de lo que él juzga la esencia del
ser, sino de las relaciones del universo y el hombre.

Para Martí este universo del cual el hombre es siervo y rey, es cognoscible.
Conocimiento que se obtiene mediante las ciencias fundadas en la razón y la
analogía, en la vinculación de todas las cosas. Para Gaspar Jorge, el valor de la
ciencia ocupa un lugar destacado en el pensamiento de José Martí.

Plantea que la naturaleza es otra de las grandes categorías que maneja el


pensamiento martiano. En ella la dualidad materia y espíritu se funda en el
monismo del ser universal; pero, de los dos elementos, el espíritu es el que tiene
la función rectora porque: «El espíritu sumergido en lo abstracto, ve el conjunto;
la ciencia insecteando por lo concreto, no ve más que el detalle (...)».

Que la dualidad espíritu-materia alcanza —según Martí— su más alto nivel en el


hombre, que es además excelsa porción del espíritu universal en devenir, y tiene
conciencia de su propia existencia. El espíritu humano, como parte del espíritu
universal, contribuye, por ley forzosa, al devenir, y como este no se efectúa al
azar, es admisible la realidad de su sabiduría por encima de la razón.

Que la razón, que nace de la vida, tiene como función conducirnos de lo relativo
a lo absoluto, es decir, llevarnos a la identificación con el espíritu universal. De
aquí que el humanismo martiano constituya la parte central de su sistema; la
médula de su ser. El hombre es para Martí ente intermediario entre lo variado y
lo uno del universo, entre lo relativo y lo absoluto. El hombre es quien descubre
el ser, gobierna sus propias relaciones y precipita la trasmutación de las otras
relaciones que le son anteriores.

Y observaba Galló: «¿se comprende ahora que Martí tiene una gran parte en el
justo énfasis que hace nuestra revolución sobre el papel que desempeñan el
hombre y los móviles morales de su conducta, en su voluntariosa lucha por
trasformar la naturaleza (espíritu y materia en dialéctica dualidad) y donde la
conciencia es ciudadana del mundo?»

Al entrar en el análisis del humanismo martiano y sus raíces comenzaba Galló


por los estímulos morales de la conducta, afincados en el cumplimiento del
deber. Señaló que su amor por el hombre toma siempre formas concretas,
aunque arranca de una raíz universal cuando exclama: «jamás di asiento sobre
el amor al hombre, a amor alguno y bajo tierra, y a mis plantas siento todo otro
amor, menguado e importuno». Para Galló el humanismo martiano se manifiesta
también contra la discriminación racial.

Y concluía diciendo: «José Martí que a los 24 años se preguntaba ¿qué somos,
qué éramos, qué podemos ser?, cuando la vida despejó las brumas de su
formación juvenil supo trazar la ruta de lo que debíamos ser y cómo podíamos
ser. Aquella ruta se fundió con el camino universal que conduce a la plena
liberación del hombre: el socialismo, por eso marcha hoy de brazos con Marx
con Engels con Lenin, en el pensamiento y en la acción de su mejor discípulo:
Fidel». Galló, al recurrir a la formulación y solución al problema fundamental de
la filosofía en el humanismo martiano, parte de su concepción acerca del
universo y su conocimiento por parte del hombre. Considera que para Martí el
hombre es la solución al dualismo espíritu-materia, pues es en él donde este
alcanza su más alto nivel.

Este análisis de la identidad y la diferencia entre el individuo y la sociedad que


caracteriza a la tendencia de síntesis entre el pensamiento martiano y el
marxista-leninista concibe como el contenido fundamental de la sociedad al
hombre como individuo-social, esencialmente en su identidad con la sociedad en
general sin dejar de concebir las diferencias, particularmente las clasistas, por
cuya eliminación hay que luchar a través de todos aquellos principios que
contribuyan a ello.

A manera de conclusiones podemos señalar que la dialéctica individuo-sociedad


en el marxismo-leninismo pasa por la interpretación que se haga acerca del
materialismo dialéctico e histórico como su cosmovisión filosófica. El ejemplo
analizado de la manera en que ha ocurrido esto en Cuba muestra la necesidad
de responder a las preguntas: ¿cómo entender la identidad del individuo con las
relaciones sociales, si al definirse la esencia humana y la formación social se
definen como «el conjunto de las relaciones sociales»? Y ¿cómo las ideas
marxistas son la continuación del pensamiento humanista martiano respecto a la
identidad individuo-sociedad en otras condiciones históricas?
Las respuestas permiten apreciar que en Cuba la solución se alcanza con la
concepción humanista de José Martí que concilia sus diferencias con el
humanismo marxista-leninista a través de la identidad entre el individuo y la
sociedad que tiene por base la diferencia entre los hombres, incluyendo la
diferencia fundamental clasista destacada por el marxismo-leninismo. Martí no
fue ajeno a la identidad clasista, la superó para los fines de la liberación nacional
y dio prioridad a la identidad del individuo con la sociedad en general, de ello
dan sólidos argumentos ciencias como la psicología, la sociología, el derecho y
la política, entre otras.

José Martí coincidió con Marx, al señalar que lo que un hombre como individuo
es y hace, representa su esencia social en otros individuos y estos a su vez, con
lo que son y hacen, representan la esencia social de él. Pero Martí fue mucho
más lejos al caracterizar esta representación señalando que: «cada cual se ha
de poner, en la obra del mundo, a lo que tiene más cerca; no porque lo suyo
sea, por ser suyo, superior a lo ajeno, y más fino o virtuoso, sino porque el influjo
del hombre se ejerce mejor, y más naturalmente, en aquello que conoce, y de
donde le viene inmediata pena o gusto: y ese repartimiento de la labor humana,
y no más, es el verdadero e inexpugnable concepto de la patria. Patria es
humanidad, es aquella porción de la humanidad que vemos más de cerca, y en
que nos tocó nacer: —y ni se ha de permitir que con el engaño del santo nombre
se defienda a monarquías inútiles, religiones ventrudas o políticas descaradas y
hambronas, ni porque a estos pecados se dé a menudo el nombre de patria, ha
de negarse el hombre a cumplir su deber de humanidad, en la porción de ella
que tiene más cerca». Con ello sintetizaba la manera en que cada individuo
participa en la transformación de la sociedad.

Los representantes de la síntesis entre el pensamiento martiano y el marxista-


leninista que se analizan coinciden en priorizar la identidad y no la diferencia por
las razones siguientes: Porque «la identidad fundamental humana» hace de todo
hombre «una posibilidad de excelencia y creación» (Marinello); el hombre es la
solución martiana al dualismo espíritu-materia que existe en el universo (Galló).
Porque la propia teoría marxista-leninista en su concepción acerca de la
formación social permite destacar dicha solución a la contradicción a favor de la
identidad cuando se analiza la dialéctica de sus elementos estructurales a través
de la cultura (Hart). Porque Fidel siempre insistió respecto a la dialéctica entre el
individuo y la sociedad desde la identidad para destacarla como principio dentro
de la contradicción en la relación dialéctica. La fuerza con que lo hizo en el
momento histórico de mayor peligro para la Revolución cubana con el derrumbe
del campo socialista es muy importante. En dicha síntesis es posible concluir
que la identidad individuo-sociedad constituye su principio fundamental.

Notas y Referencias

1
Marcuse Herbert: Razón y Revolución, Alianza editorial, Madrid, p. 93, 1972.
2
Plamenatz, John: Karl Marx y su filosofía del hombre, Fondo de Cultura Económica, México, p.
83, primera edición en inglés, 1975. Primera edición en español 1986.
3
Véase de Lucien Séve: Marxismo y teoría de la personalidad, Amorrortu editores, Buenos
Aires, 1975, primera edición en francés 1969.
4
Véase Bozhovich, L. I.: La personalidad y su formación en la edad infantil, Editorial Pueblo y
Educación, p. 92, 1976.
5
Acanda González, Jorge Luís: “¿Existe una crisis con el marxismo?”, Casa de las Américas, 31
(178), enero-febrero, p. 19, 1990.
6
Sobre la crítica a esta formulación y solución del problema fundamental de la filosofía. Véase
de Néstor Kohan. Marx en su (Tercer) Mundo. Hacia un socialismo no colonizado. Centro de
Investigaciones y desarrollo de la cultura Juan Marinello, 2003. (Primera edición 1998)
7
Véase de Felipe Sánchez Linares: “La teoría de la formación económico-social en la filosofía
marxista-leninista. Ser social y conciencia social”. Capítulo XI. En Filosofía marxista leninista:
materialismo dialéctico e histórico, tomo I, ENPES, La Habana, 1986.
8
Véase “Problemática humanística. Individuo y sociedad”. En Lecciones de Filosofía marxista-
leninista, Dirección de Marxismo-Leninismo, tomo 2, pp. 217-234, 1990.
9
Véase de Miguel Limia David: Individuo y Sociedad en José Martí. Análisis del pensamiento
político martiano, Editorial Academia, La Habana, 1998. Al analizar la relación entre el individuo
y la sociedad Miguel Limia David es del criterio que el análisis del pensamiento político martiano
revela la solución progresiva del problema constituido por la relación individuo-sociedad, ya que
este fue planteado de manera diferente a como se hizo en el pensamiento temprano de la
burguesía y en el liberalismo. Considera Limia que Martí no se limita a postular como Kant que la
norma a que se sujete la conducta individual ha de tener pretensión de universalidad, sino que la
conducta individual debe encaminarse, al menos, a intentar universalizar empíricamente esa
norma, a hacerla empíricamente internacional. Señala que Martí pone énfasis en la esfera de
“las relaciones prácticas”, en la conducta sujeta al deber transformador. Y que para él, la vida
pública es una vida de participación activa, de materialización de lo específicamente humano, de
lo social del hombre, de su esencia más íntima; la vida privada es más limitada y estrecha. Él ve
a esta última valiosa sólo en relación con la vida pública enlazada a la dignificación, está en
consecuencia más cerca de Aristóteles y de Platón que de los liberales en ello, concluye Miguel.
10
Ibídem, p. 62.
11
Véase la valoración hecha por Roberto Hernández Biosca, al comentar el libro de Miguel Limia
David: Individuo y Sociedad en José Martí. Análisis del pensamiento político martiano. Editorial
Academia, La Habana, 1998. En Anuario del Centro de Estudios Martianos, No. 21, 1998.
12
Limia David, Miguel. Ob. Cit., p. 21.
13
Obsérvese que ni Marx ni Engels definen a las clases sociales, el capítulo LII del tomo III de El
Capital, titulado “las clases” quedó inconcluso. Véase de Carlos Marx, El Capital Editorial de
Ciencias Sociales, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1973.
14
“Marx no llegó a terminar el capítulo último del tomo III. Sobre su posible contenido se puede
juzgar por lo que acerca de la sección séptima del tomo III dice en carta dirigida a Engels (C.
Marx, Carta a Engels del 30 de abril de 1869. El Capital, tomo III, p. 837, Edición del Fondo de
Cultura Económica). En ella Marx subraya que el proceso de desarrollo de la producción
capitalista finaliza inevitablemente con su destrucción como resultado de la lucha de clases del
proletariado”. Véase de un colectivo de autores “Estructura y problemas fundamentales del Tomo
II de El Capital, en Historia de las doctrinas económicas, tomo 1, pp. 492-493, Editorial Pueblo y
Educación, 1981 (Tomado de la edición de 1964 de la Editorial Grijalbo).
15
Diego J. González Serra: “Martí, Vigotski y el carácter socio-histórico del ser humano”. En Por
el Equilibrio del Mundo, tomo I, p. 237, México, D.F, 2003.
16
Véase de María Febles, “Martí, Vigotski y el carácter socio-histórico del ser humano”
(Conclusiones). En Por el Equilibrio del Mundo, tomo I, México, D.F, 2003.
17
Guzmán Miranda, Omar y Tamara Caballero Rodríguez: El pensamiento socio-filosófico y
político de José Martí, Capítulo 1, Santiago de Cuba, 2003.
18
Guzmán Miranda, Omar y Tamara Caballero Rodríguez, en la obra citada, plantean que: “(…)
esta dimensión de la sociología a raíz de una diferenciación nuestra de los tipos de sociología
en: sociología objetiva, sociología subjetiva y sociología dialéctica. Para la sociología objetiva lo
fundamental es la influencia de lo externo (lo macro, lo objetivo) en la existencia de individuos y
demás entes sociales. En esta dimensión sociológica descollan Comte, Duerkheim y el
Estructural-funcionalismo. La sociología subjetiva es aquella en la que se destaca la influencia de
los factores internos, micro o subjetivos en la explicación de la realidad social. En ella las figuras
y corrientes fundamentales son: Max Weber, el interaccionismo simbólico y la fenomenología. En
la sociología dialéctica para poder entender la sociedad es necesario una comprensión dialéctica
de la relación entre lo macro y lo micro, lo objetivo y lo subjetivo, lo externo y lo interno. En ella
se explica que en la misma medida que las circunstancias crean al hombre, el hombre es quien
crea las circunstancias. Este planteamiento propio de Carlos Marx es secundado en la actualidad
por pensadores que no tratan de crear nuevas teorías, como es propio del pensamiento
sociológico contemporáneo, sino que se plantean la síntesis creadora de las existentes, tratando
de superar los extremos de las perspectivas objetivistas y subjetivistas de la sociología.
Encontramos aquí los intentos de A. Giddens, G. Ritzer, J. Alexander, J. Habermas, entre otros.
José Martí, como veremos más adelante, está ubicado en esta perspectiva dialéctica de la
sociología”.
19
Morales Pacheco, Graciela: Por el Equilibrio del Mundo, “Mujer y sociedad en José Martí”,
tomo III, pp. 27-28, México, 2003.
20
Ídem, p. 35.
21
Martí, José: Obras Completas, tomo 5, p. 468, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana,
1975.
22
Cuando señalaba: “(…) ¿Cómo hemos del llegar al conocimiento de la humanidad futura y
probable sin el conocimiento exacto de la humanidad presente y pasada? Esta es una
humanidad que se desenvuelve y se concentra en estaciones y en fases. Lo que pasa en algo
queda. Para estudiar los elementos de la sociedad de hoy es necesario estudiar en algo los
residuos que han vivido”. Véase de José Martí: Obras Completas, tomo 21, Cuaderno No. 2, pp.
75-76, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975.
23
Señalando que: “…En la sociedad actual, se tuerce muchas veces la voluntad, se desvía de su
objeto el sentimiento, comercian las madres con el tálamo de las hijas e influye en la convicción
la suma mayor de bienestar…”. Véase de José Martí: Obras Completas, tomo 15: “El Estómago”
de Enrique Gaspar, en Revista Universal, p. 72, 15 de octubre de 1875, Editorial de Ciencias
Sociales, La Habana, 1975. Señalaba que: “En las actuales sociedades, lo imaginativo cede su
cetro a lo inteligente, lo realizable se hace dueño de lo que dominaba antes lo soñado: lo práctico
se impone en nuestros tiempos con una soberbia fatal y poderosa.” Véase José Martí: Obras
Completas, tomo 6: “Las elecciones del domingo.-La oposición no fue a votar.-Casillas tristes y
alameda animada.- Crítico novel.-Honrado artículo”. Revista Universal, p. 246, 29 de junio de
1875, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975. También decía que: “Cuando una
sociedad vive entre dos extremos, el uno audaz –que adelanta, y el otro tenaz- que no camina,
no se puede ser oportuno para todos.” Y agregaba que: “Como no se tiene derecho para ser
criminal, no se tiene derecho para ser perezoso. Ni indirectamente debe la sociedad humana
alimentar a quien no trabaja directamente en ella”. Véase de José Martí: Obras Completas, tomo
7, “Carta a Valero Pujol”, p. 111, mayo 27 de noviembre (1877). Editorial de Ciencias Sociales,
La Habana, 1975. Y que “(…) Con ver el mundo cualquiera que sea la época de la graduación,
salvo las modificaciones de lugar y ambiente, hay filosofía magna e infalible para entender cada
trance social, (…) El hombre es uno, y el orden y la entidad son leyes sanas e irrefutables de la
23
naturaleza” Véase de José Martí: Obras Completas, tomo 7, pp. 370-371, Editorial de Ciencias
Sociales, La Habana, 1975.
24
Relacionó el concepto de sociedad con el de clases, entre otras, de la forma siguiente: “Que
de ningún modo queremos promover, ni una guerra parcial de arriba, que deje sin representación
suficiente a los elementos populares sin los cuales es imposible, ni en Cuba, ni en parte alguna,
la revolución, -ni una guerra parcial de abajo; que para hacerse de prosélitos, contraiga
compromisos inmorales y funestos con unas clases de la sociedad contra otras y con las incultas
contra las cultas”, O. C., tomo 2, p. 86: “Carta a Gerardo Castellanos”, del 4 de agosto de 1892,
Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975.
25
Martí José: Obras Completas, tomo 4, p. 236. “Discurso conmemorativo del 10 de octubre de
1869”, en Hardman Hall, Nueva York, 10 de octubre de 1889. Editorial de Ciencias Sociales, La
Habana, 1975.
26
________: Obras Completas, tomo 5, p. 272. “José de la Luz”, Patria, 17 de noviembre de
1894, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975.
27
Decía que: “(…) la sociedad, ya hueca, que se acaba (…) Carrera: el cauce abierto y fácil, la
gran tentación, la satisfacción de las necesidades, sin el esfuerzo original que desata y
desenvuelve al hombre, y lo cría por el respeto a los que padecen y producen como él, en la
igualdad única duradera, porque es una forma de la arrogancia y el egoísmo, que asegura a los
pueblos la paz (…) Las carreras, como aún se las entiende, son odioso, y pernicioso, residuo de
la trama de complicidades con que, desviada por los intereses propios de su primitiva y justa
potencia unificadora, se mantuvo y mantiene aún la sociedad autoritaria. -Sociedad autoritaria,
es por supuesto, aquella basada en el concepto sincero o fingido, de la desigualdad humana, en
la que exige el cumplimiento de los deberes sociales a aquellos a quienes niegan los derechos,
en beneficio principal del poder y placer de los que se lo niegan: mero resto de estado bárbaro-“.
O. C., tomo 19: “Diario de Montecristi a Cabo Haitiano”, p. 204, 3 de marzo, de 1895, Editorial de
Ciencias Sociales, La Habana, 1975.
28
Martí José: Obras Completas, tomo 6, p. 450, “Los Maurel”, Revista Universal, México, 4 de
enero de 1876, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975.
29
Ibídem: pp. 294-295. “El proyecto de Guasp. Teatro y Literatura. Medio de aplicación. Teatro
mexicano”. Revista Universal, 4 de agosto de 1875. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana,
1975.
30
Martí, José: Obras Completas, tomo 3, pp. 117-118. “Crece”. Patria, 5 de abril de 1894.
Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975.

31
Véase de Diego Jorge González Serra: “El ideario martiano y la formación del hombre” (El
ideal martiano de hombre), en Anuario del Centro de Estudios Martianos, No. 23.
32
Martí, José. Obras Completas, tomo 6, pp. 26-27. “Las guerra civiles en Sudamérica”. Patria,
Nueva York, 22 de septiembre de 1894, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975.
33
________: Obras Completas, tomo 2, p. 17, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975.
34
________: Obras Completas, “Serie de artículos para La América”, tomo. 23, pp. 44-45,
Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975.
35
________: Obras Completas, tomo 23, p. 110, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana,
1975.
36
________: Obras Completas, tomo 21, pp. 431-432, “Cuaderno de apuntes No. 18”, Editorial
de Ciencias Sociales, La Habana, 1975.
37
________: Obras Completas, tomo 11, p. 146. “Carta al Partido Liberal del 14 de abril 1887”,
Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975.
38
________: Obras Completas, “Persona, y Patria”, tomo 2, p. 279, Editorial de Ciencias
Sociales, La Habana, 1975.
39
________: Obras Completas, “Cuaderno de apunte No. 18”, tomo 21, p. 430, Editorial de
Ciencias Sociales, La Habana, 1975.
40
________: Obras Completas, tomo 21, p. 120, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana,
1975.
41
Castro Ruz, Fidel: Discurso en el aula martiana, efectuado en la Plaza cívica el 27 de enero de
1960.
42
La importancia atribuida por Fidel Castro Ruz a la relación entre el individuo y la sociedad, se
aprecia desde 1960 cuando decía que: “(…) ¡Tenía que llegar un día en que el pueblo dijera:
Afíliame en esa milicia, porque esa es la milicia de mi sindicato, esa es la milicia de mi
cooperativa, esa es la milicia de mi asociación campesina! Y yo soy campesino –el de aquí como
el de Oriente-, y yo obrero –el de aquí, como el de Oriente-, y soy estudiante –el de aquí, como
el de Oriente-, y yo soy igual al guajiro de Oriente, y yo soy igual al obrero de Oriente, y yo soy
igual al estudiante de Oriente; yo pertenezco a esa fuerza tremenda que se llama pueblo. ¡Yo
formo parte de esa fuerza extraordinaria y poderosa que se llama pueblo, más poderosa que
todos los privilegiados de ayer, más poderosa que aquellos militares que ayer nos oprimían! ¡Yo
formo parte de ese pueblo que peleó, yo formo parte de ese pueblo que cerró filas, yo formo
parte de ese pueblo victorioso! ¡Yo soy una sola cosa, yo soy pueblo, y soy pueblo unido y soy
pueblo fuerte, y ahora no soy yo solo, ahora no podrá venir nadie a golpearme, porque para
42
golpearme a mí tendrán que golpear a todo el pueblo! (…)” Discurso en concentración popular
en Pinar del Río, 20 de mayo de 1960. En El Pensamiento de Fidel Castro, Selección temática,
tomo 1, volumen 2, p. 587, enero 1959-abril 1961, Editora Política, La Habana, 1983.
43
En 1985 Fidel relata en su entrevista con Frei Betto y recordando el bachillerato “las primeras
nociones de Filosofía, que una de las cosas que se discutía era que si el individuo estaba
predeterminado a hacer ciertas cosas, o actuaba de modo absolutamente conciente de la
gravedad y el daño que hacía, y los hechos eran de su absoluta responsabilidad. Eso se discutió
mucho, acerca de la responsabilidad de los individuos. Creo que un poco se inclinaban a la
teoría, en aquella época, los que nos enseñaron en la escuela de los jesuitas, de que en el
individuo no había nada de predeterminación y todo era responsabilidad personal. Yo creo que
muchas veces hay una mezcla de las dos cosas: (…) Hay individuos que recibieron una
educación, una ideología determinada, que los lleva a determinados hechos. Realmente en esos
casos la actitud del individuo fue en cierto grado predeterminada.” En Fidel y la Religión.
Conversaciones con Frei Betto, Oficinas de Publicaciones del Consejo de Estado, p. 344. 1985.
La identidad entre el individuo y la sociedad es expresada por Fidel, como identidad con el
Estado, cuando dice, en 1985 que: “(…) en Cuba el ciudadano puede decir: “El Estado soy yo”,
porque él es el que tiene la responsabilidad, él es la autoridad, él es el ejército, él es el que tiene
las armas, él es el que tiene el poder. (…)”. En Fidel y la Religión. Conversaciones con Frei
Betto, Oficinas de Publicaciones del Consejo de Estado, p. 344. 1985.
44
Véase de Fidel Castro Ruz el discurso en la Clausura del Congreso de la FEU, 20 de
diciembre `de 1990. En periódico Granma, pp. 3-8, 31 de Diciembre de 1990.
Hoy cada obrero, cada campesino, cada estudiante puede decir: “El Estado soy yo y al Estado lo
defiendo yo”, porque Estado y pueblo son la misma cosa, cualesquiera que sean los defectos del
Estado, las deficiencias del Estado. Porque en definitiva, los funcionarios del Estado no se
importaron de ninguna parte, son de aquí, muchos eran jóvenes al triunfo de la Revolución y casi
todos, los que no son los más veteranos, los que no salieron de la clandestinidad o de la Sierra,
salieron de las universidades, salieron de las fábricas y salieron de los campos, y han ido a ser
mejor o peor, pero no son los capitalistas, no son los terratenientes, no son los burgueses, no
son los yanquis, no son los ejecutivos de las transnacionales y de las empresas extranjeras, ¡son
cubanos!

Es decir, se produjo esa identidad que en la historia no existió nunca, que en las sociedades de
clase no existió nunca ni puede existir, entre el poder y el ciudadano, entre el Estado y el
ciudadano, entre el ciudadano y la propiedad, que es todo el pueblo; entre el ciudadano y los
ómnibus, entre el ciudadano y las tiendas. Es su tienda, es su ómnibus, que no lo cuide es otra
cosa; demuestra, en todo caso, que somos malos propietarios. Que no le saquemos todo lo que
les podemos sacar, es otra cosa; demuestra que somos ineficientes propietarios.

(…) Pero piénsese, medítese en esa identidad total del ciudadano con todo, porque todo es del
ciudadano. No quiere decir que todos los ciudadanos sepan ser buenos dueños, que sepan,
incluso, hacer un uso correcto de los recursos del país, que todos sean patriotas o que todos
sean honrados. Y digo que hay patriotas que, incluso, no son honrados –no sé cómo se explica
eso-; hay algunos que son capaces de morirse allí en un batallón y, sin embargo, le meten mano
a la caja que están administrando en una tienda. Hasta esas paradojas hemos conocido, porque
nos falta una cultura, nos faltan muchas cosas; nos falta saber, realmente, ser buenos
ciudadanos y buenos dueños.

-Y añadía Fidel- (…) Es verdad que todos los ciudadanos no son iguales, es verdad que todos no
tienen el mismo grado de conciencia (…) Era increíble que en un Estado socialista donde el
pueblo es propietario de los medios de producción, los estudiantes universitarios no podían ir a
practicar en una fábrica. Se empezaban a comportar como unos vulgares e indecentes
capitalistas: (…)

“Invito a nuestro profesores de marxismo-leninismo, de economía, a todos los invito, realmente,


con placer a que piensen, a que mediten, a que ayuden a elaborar ideas, a que partamos de
todas estas realidades y pensemos para después desarrollar y aplicar las teorías nuestras, los
métodos nuestros, cuando el período especial sea rebasado, porque algún día el país tendrá
recursos, sobre todo, aquellos por los cuales luchamos y no descansaremos de luchar.”

-Y concluía señalando que-: “(…) tenemos que aprender a no robarnos a nosotros mismos. Es
como el que en la casa roba, y a veces hay quien roba en la casa, le llevó al hermano, al primo o
al otro. La nueva cultura es una de las tareas históricas que la Revolución espera de nuestros
centros pedagógicos, de nuestros profesores y de nuestros maestros. Pero es que el fraude es
como el robo. ¿A quién estamos engañando? (…)”.
45
En 1991 insistía Fidel en el tema con motivo del XXXIV aniversario del asalto al Palacio
Presidencial y a Radio Reloj, al señalar que: “Nadie pidió tan altas responsabilidades como las
que han caído hoy sobre nuestra Revolución y nuestro pueblo; pero, sencillamente, debemos
saber cumplirlas. No importan los problemas, no importan las dificultades: nuestro pueblo y
nuestra revolución sabrán cumplir sus sagradas obligaciones, y tenemos que elaborar toda la
filosofía en torno a esto. Voy a decir algo, con el deseo de que ninguno de ustedes lo olvide. La
Revolución, la independencia del país, la libertad del país, el honor del país, la fuerza del país no
es nadie, sino cada uno de ustedes”.

Luego de explicar las causas tan excepcionales que lo llevaban a elaborar la filosofía para
enfrentar tan altas responsabilidades del pueblo cubano, decía Fidel, yo digo que esta idea es
muy importante. Cada uno de ustedes debe decir: ¡Yo soy la Revolución! ¡Yo soy la
independencia del país!, ¡Yo soy la fuerza, el ejército del país!, donde quiera que esté. Y
concluía, luego de una sólida argumentación, reiterando e incluyendo nuevas formas de
identidad entre el individuo y la sociedad como ¡Yo soy la independencia de la Patria!, ¡yo soy el
honor de la Patria!, ¡yo soy la fuerza, el ejército de la Patria!, ¡yo soy la victoria de la Patria!

En abril de ese mismo año, Fidel abunda y aclara una vez más sobre el tema, cuando decía:
“Muchos se preguntan por qué la fuerza de la Revolución (…) -, y la razón es bien sencilla: esta
Revolución es la Revolución de nuestro pueblo; es la Revolución de nuestros jóvenes; es la
Revolución de nuestros estudiantes. Juntos la hicimos. Juntos la defendemos. Somos la misma
cosa y no podemos dejar jamás de serlo”.
Luego de insistir y aclara la identidad pueblo-revolución, estudiante-revolución, jóvenes-
revolución, y recordando su reciente referencia, en marzo, a la necesidad de pensar la relación
ciudadano-revolución, combatiente-revolución, joven-revolución, estudiante-revolución, ya que la
Revolución era él, la Patria era él, el honor y la dignidad de la Patria era él, que el soldado de la
Patria era él, o sea cada uno de los ciudadanos, combatientes, jóvenes, estudiantes. Recordaba
Fidel lo dicho por él al respecto y aclaraba las confusiones que ello podía haber generado.
Definía, en esta ocasión, tal identidad como “principio” con el cual la revolución es invencible.
46
Discurso en el acto central por los aniversarios XXIX de la Unión de Jóvenes Comunistas y el
XXX de la organización de Pioneros José Martí, el 3 de abril de 1991. En periódico Granma, 5 de
abril de 1991.
Por eso, en días recientes, nosotros lanzábamos una idea para cada ciudadano, para cada
combatiente, para cada joven, para cada estudiante, cuando les exhortaba a pensar en que la
Revolución era él, la Patria era él, el honor y la dignidad de la Patria era él, que el soldado de la
Patria era él (…)

-Y recordaba Fidel que- “Por eso les decía a los estudiantes el 13 de marzo que la Revolución no
es ninguno de nosotros, la Revolución no soy yo, la Revolución no son los miembros del Buró
Político, la Revolución no son los miembros del Comité Nacional de la UJC, la Revolución no son
los dirigentes; la Revolución es el pueblo, la Revolución es cada uno de nosotros. Quise decir –y
espero que muchos me hayan comprendido-, ahora lo digo con más claridad: Cualquiera de
nosotros puede desaparecer de muerte natural o en la guerra.

(…) Cuando un pueblo está imbuido de estas ideas, ese pueblo es invencible, y no hay armas,
por sofisticadas que sean, capaces de vencerlo. Si ese principio se inculca en el alma de cada
cual, de cada hombre o mujer, de cada compatriota, de cada soldado, de cada miliciano, de cada
obrero, de cada joven, de cada estudiante, la Revolución es invencible, ¡la Revolución es
invencible!”.
47
Discurso en el acto central por los aniversarios XXIX de la Unión de Jóvenes Comunistas y el
XXX de la Organización de Pioneros José Martí, el 3 de abril de 1991. En periódico Granma,
p. 4,5 de abril de 1991.
48
Discurso en el acto central por los aniversarios XXIX de la Unión de Jóvenes Comunistas y el
XXX de la Organización de Pioneros José Martí, el 3 de abril de 1991. En periódico Granma, 5
de abril de 1991.
Por eso, en días recientes, nosotros lanzábamos una idea para cada ciudadano, para cada
combatiente, para cada joven, para cada estudiante, cuando les exhortaba a pensar en que la
Revolución era él, la Patria era él, el honor y la dignidad de la Patria era él, que el soldado de la
Patria era él (…)

-Y recordaba Fidel que- “Por eso les decía a los estudiantes el 13 de marzo que la Revolución no
es ninguno de nosotros, la Revolución no soy yo, la Revolución no son los miembros del Buró
Político, la Revolución no son los miembros del Comité Nacional de la UJC, la Revolución no son
los dirigentes; la Revolución es el pueblo, la Revolución es cada uno de nosotros. Quise decir –y
espero que muchos me hayan comprendido-, ahora lo digo con más claridad: Cualquiera de
nosotros puede desaparecer de muerte natural o en la guerra.

(…) Cuando un pueblo está imbuido de estas ideas, ese pueblo es invencible, y no hay armas,
por sofisticadas que sean, capaces de vencerlo. Si ese principio se inculca en el alma de cada
cual, de cada hombre o mujer, de cada compatriota, de cada soldado, de cada miliciano, de cada
obrero, de cada joven, de cada estudiante, la Revolución es invencible, ¡la Revolución es
invencible!”.
-Y concluía que: “(…) Es decir nos preparamos para dificultades mayores. Por eso ese principio
de: “La Patria soy yo, la Revolución soy yo, la dignidad del país soy yo, el honor del país soy yo”,
o: “Yo soy el honor del país, yo soy el ejército del país”, hay que aplicarlo en todos los aspectos,
incluido el económico, porque tenemos una responsabilidad muy grande sobre nuestros
hombros, tenemos una página de la historia muy importante que escribir, y esa página sólo se
puede escribir con la voluntad de luchar y con la voluntad de vencer” .
49
En 1993 aparecen ideas enriquecedoras de lo dicho hasta entonces: en febrero decía Fidel:
“(…) el problema de la sociedad humana es organizarse de tal manera que todas las personas
puedan ser útiles, que todas las personas tengan la preparación suficiente para un trabajo útil,
porque la clave de todo, más que el dinero, más que los recursos materiales, son los recursos
humanos (…) una sociedad, tal como lo vemos nosotros, dentro de nuestro concepto
revolucionario, nuestro concepto socialista es que el hombre tiene derecho a organizarse de una
manera racional, (…) ¿Es acaso racional una sociedad donde haya cientos de millones de
personas desempleadas? (…) El capitalismo ha sido incapaz de crear una sociedad racional,
(…)” Véase clausura de Pedagogía 93, 5 de febrero de 1993. En Granma, 9 de febrero de 1993

En el propio mes de febrero agregaba que: “Lo que pasa es que en nuestro país nosotros nos
sentimos en la obligación de darle atención a cada ciudadano, empleo a cada ciudadano,
educación a cada ciudadano, salud pública a cada ciudadano, recreación a cada ciudadano,
cultura a cada ciudadano, condiciones materiales de vida adecuada a cada ciudadano, a todos.
No podemos resignarnos a la idea de que haya uno solo allí viviendo en pésimas condiciones.
Por eso existe la Revolución, para eso existe la Revolución, para ayudar a todos los ciudadanos,
no se puede olvidar a nadie. (…)” Véase Discurso, en la segunda reunión de trabajo con los
Candidatos a Diputados y Delegados a la Asamblea Provincial de Ciudad de la Habana, 20 de
febrero de 1993. En Granma, 23 de febrero de 1993.

En octubre decía que: “La patria (…) es cuna y no pedestal, como decía Martí: ara o altar donde
depositar sin ruido ni alarde lo mejor de cada cual en beneficio de una obra colectiva, inaplazable
y no estrado o pedestal donde levantar una vana pretensión de acumula méritos dudosos y
tardíos sobre la base de la intriga y la traición (…).” Respuesta del comandante en jefe Fidel
Castro Ruz, primer secretario del Comité Central del PCC y presidente de los Consejos de
Estado y de Ministros, a las instituciones firmantes del mensaje del gobierno revolucionario, el
día 13 de octubre de 1993.

Y en noviembre aporta la idea de que: “La solución está clara, por eso nosotros no renunciamos
ni renunciaremos jamás a nuestras ideas, ni renunciaremos a los principios del marxismo, ni a
los principios del leninismo, y mucho menos a los principios del pensamiento martiano. (…) El
ser humano es el ser humano. (…) cada uno es diferente, que cada uno es un mundo; pero lo
bueno que tiene el ser humano es que si bien es un ser natural con problemas, con necesidades
–necesidades materiales, necesidades espirituales, complejidades psicológicas-, el ser humano
es el único ser capaz de vivir civilizadamente, capaz de unirse, capaz de estrechar filas, capaz
de luchar por grandes ideas. El ser humano es capaz del vicio, pero es capaz también de la
virtud, es capaz del vicio o de grandes vicios, pero también es capaz de grandes virtudes, de
grandes heroísmos (…) No debemos pensar siempre los defectos del hombre, que hay que
pensar en ellos, tenemos presentes y combatirlos, hay que pensar en aquellas cosas que
estimulan tanto como las virtudes de este pueblo que un día estuvo dispuesto a enviar a decenas
de miles de maestros y médicos y que un día envió cientos de miles de combatientes y de
trabajadores internacionalistas.” Véase clausura de la Asamblea de Balance del Trabajo,
Renovación y Ratificación de mandatos del PCC en Ciudad de la Habana. 7 de noviembre 1993.
50
Clausura del Congreso Pedagogía 97. 7 de Febrero de 1997. En Granma, 11 de febrero, p. 6,
1997.
51
En 1975 decía Hart: “Si analizamos la formación de las ideas de Marx y Engels en los años de
su juventud, apreciaríamos las profundas raíces humanistas y democráticas del socialismo
científico. Los enemigos del marxismo han ocultado este hecho para negarle al socialismo su
raíz humanista y democrática. En Cuba, dada la influencia de Martí, heredamos el pensamiento
humanista y democrático en sus expresiones más avanzadas. Y ello nos ha servido de manera
importante para entender el proceso de formación del pensamiento marxista. Hay quienes han
querido apoyarse en la raíz humanista y democrática de Marx y Engels, expresadas desde los
tiempos de su juventud, para trazar la absurda división entre esas raíces y su desenvolvimiento
ulterior, cuando las ideas de la dictadura del proletariado, la necesidad de aplastar a la burguesía
y los estudios de la Economía Política burguesa cobran toda su fuerza en el pensamiento de los
forjadores de la ideología comunista.

Tal pretensión es tan absurda como intentar ver antagonismos entre el culto a la dignidad del
hombre que hay en Martí y la necesidad de organizar la guerra necesaria para alcanzar ese
objetivo. Esta profunda e íntima relación entre el pensamiento marxista y el ideal democrático
revolucionario y humanista es la que permite situar en el preámbulo del Anteproyecto de
Constitución Socialista, el pensamiento martiano: «Yo quiero que la ley primera de la República
sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre» (…) Por esto, para entender el
pensamiento de Martí, hay que tomar en cuenta su humanismo, su democratismo revolucionario,
su latinoamericanismo y su sentido universal”. Véase de Armando Hart: “Discurso en Dos Ríos”,
(“Discurso pronunciado en el acto central por el 80 Aniversario de la caída de José Martí,
efectuado en Dos Ríos, Oriente, el 19 de mayo de 1975). En Siete enfoques marxistas sobre
José Martí, Editora Política, pp.122-123, La Habana, 1985.
52
Véase de Raúl Valdés Vivó. “El humanismo de Marx y Martí concilia sus diferencias”, en
revista Cuba Socialista, tercera época, no. 28, 2003.
53
Hart, Armando: “Sobre socialismo, espiritualidad y tradición”, en Casa de las Américas, No.
171, 1988, p.132.
54
Ibídem
55
Hart, Armando. Marx, Engels y la condición humana: una visión desde Cuba. La Habana,
Editorial de Ciencias Sociales, 2005, p. 51.
56 56
En 1990 Hart estableció la necesidad de combatir la presentación del marxismo-leninismo
como “dogma” y defender su condición de “teoría y una guía para la acción; es decir no es una
receta”. Para ello destacó que: “Un planteamiento esencial del marxismo está en que, al estudiar
la evolución histórica, el movimiento económico se impone, como tendencia principal, en última
instancia. Este texto de Engels nos puede servir de guía para interpretar la historia real de las
últimas décadas, es decir, el periodo posterior a la muerte de Lenin hasta nuestros días. Y así
llegaremos a la conclusión de que el movimiento económico acabó por imponerse como
tendencia principal. Pero también podrá observarse que los factores de la superestructura y las
decisiones de los hombres, profundamente interrelacionadas con esta tendencia principal,
influyeron de una manera muy importante. No cabe decir que el factor económico fue el único
que resultó de peso. La acción humana, influida por un condicionamiento de carácter
superestructural, desempeñó un papel muchas veces decisivo y, sobre todo –para emplear la
propia expresión de Engels-, determinó sus formas.
Si ello es así, la esencia del problema de la interpretación histórica está en la capacidad que
tengamos para establecer cuáles son los hilos principales de un periodo dado. (…)
Aquí, queremos subrayar el principio expuesto por Lenin de que el marxismo es una guía para la
acción, el cual también aparece explicado por Engels en estos textos. (…) El pensamiento
científico, en el terreno de la sociedad y de la historia, se hace, pues, infinitamente más complejo
que en las ciencias naturales. Aquí las variantes son mucho más numerosas; puede decirse que
son infinitas. Esto, porque se trata de acciones y reacciones en un paralelogramo de líneas
infinitas. (…)
Y las contradicciones de clases fundamentales entre explotadores y explotados, el carácter
violento que estas toman, el juego dialéctico de las acciones y reacciones recíprocas, así como
el hecho de que el movimiento económico acaba a la postre, como tendencia, por imponerse, no
restan valor al papel que debemos desempeñar los hombres, tal y como, con claridad y
brillantez, expone Engels en estos textos.
Los hombres estamos en posibilidades de influir a favor del curso revolucionario de la historia
(…)
Estos párrafos de Engels enseñan que debemos procurar la investigación acerca de las
tendencias económicas esenciales y, además, de los factores superestructurales que influyeron
en el curso de la historia vivida y que pueden influir en el curso de la historia por vivir. Y hacerlo
para que nuestras acciones sean profundamente revolucionarias. (…). Véase de Armando Hart
Dávalos: “Volvamos a leer a Engels”, en Revista Cuba Socialista, Año X No. 2 (44), abril-junio,
pp. 1-15, 1990.
57
En 1995 Hart señala: “Lo ético nos debe llevar a comprender que la relación entre la economía
y las exigencias, de un lado, y lo que se denomina superestructura, del otro, constituye una
identidad. Se trata de una de las cuestiones de mayor interés político. Basta recordar que no
habrá solución duradera si no hallamos la relación entre lo que en lenguaje marxista llamamos
base y superestructura”. Véase “La cultura: escenario de combate”. En Granma 12 de agosto de
1995.
Y en ese año añadía: “Invito a todos los revolucionarios a tomar muy en cuenta que lo ético se
decide en cada persona en concreto, pero si somos consecuentes con una historia, tenemos que
formarnos y orientarnos en una ética como la de Martí y Fidel. (…) debemos plantearnos como
problema central la cuestión de la superestructura y su relación con la base económica, y
debemos promover la solidaridad humana y social como fuerza espiritual en nuestra convivencia
57
diaria (…)” Véase de Armando Hart. “Renovar para cumplir un compromiso irrenunciable”. En
Granma, 7 de octubre de 1995.
58
En 1997 Hart decía: “Hoy, cuando la izquierda está ante la vital necesidad de estudiar la
evolución del pensamiento socialista, encuentra ante sí, eslabones de éste no suficientemente
valorados. En América puede señalarse el ejemplo de José Carlos Mariátegui y en Europa el de
Antonio Gramsci, las ideas de ambos corrieron igual suerte, olvidándose que lo realmente
interesante en estos dos casos es el análisis de las potencialidades que alcanzan a desempeñar
los factores de la superestructura en los procesos históricos” Véase de Armando Hart Dávalos,
“Prólogo” En Gramsci y la filosofía de la praxis, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1997
59
En 1999 Hart decía: “La solución teórica que nos puede conducir hacia una practica
consecuente de las relaciones entre la economía y la cultura, viene por entender que las leyes
económicas existen y se desarrollan a través de las llamadas categorías de superestructura, no
existen propiamente, al margen de los sistemas jurídicos y éticos .El error filosófico consistió en
no comprender que la relación entre base y superestructura es la de causa y efecto y no existe
59
una sin la otra” . Véase de Armando Hart Dávalos: “Mariátegui y Martí: los hilos invisibles que
unen a los hombres en la historia”. En Anuarios del Centro de Estudios Martianos # 22. (1999).
60
En el 2002 decía que: “Mientras no se aborde con rigor científico el tema de la ética, y en
general de la superestructura y, por tanto, de la cultura, no se hallarán las vías eficaces para
marchar hacia delante a favor de la Revolución y el socialismo. Para alcanzar una política eficaz
en defensa de los explotados hay que descifrar en primer lugar, el tema de la moral y su papel
en la lucha revolucionaria.” Cfr. Hart, Armando. Perfiles: figuras cubanas. La Habana, Editorial
Pueblo y Educación, 2002.

Ha dicho Hart que: "Es indispensable estudiar con rigor, desde el plano del pensamiento de Marx
y Engels, los principios materialistas fundamentados en el surgimiento y evolución de la cultura
formulados por S. Freud. La interpretación materialista después de Marx, Engels y Lenin, no
podía llegar a estas conclusiones, porque todo reclamo de situar al humanismo como principio
filosófico era rechazado políticamente y caracterizado como ajeno al marxismo. Sin embargo, el
materialismo de Marx y Engels había profundizado en la consideración del hombre como ser
social y lo situó como el agente principal de la historia”. http://www.habanaradio.cu “José Martí,
un misterio que nos acompaña”.
61
Al respecto, en distintos momentos de Marx, Engels y la condición humana: una visión desde
Cuba escribe: “La Economía Política abarca mucho más, porque se entrelaza por medio de las
relaciones que los hombres establecen el proceso de producción con la superestructura política,
ideológica y moral.”

Y alerta que: “tenemos el deber de estudiar las categorías llamadas de la superestructura;


hemos asistido a la subversión de valores jurídicos, éticos y culturales, levantados en un largo y
trabajoso proceso de siglos. Es indispensable situar la solidaridad, la capacidad humana para
asociarse a favor de propósitos colectivos, en el centro de un empeño renovador orientado por el
esfuerzo científico, tecnológico y profesional de todas las ramas del saber hacia los fines de
promover la justicia entre los hombres sin fronteras ni distinciones”.

Señala además que es necesario fortalecer la autoridad del Estado socialista: “pero ello sólo se
logra de una manera acertada, con la ampliación progresiva de la democracia desde la base
hasta la cúspide, el incremento e influencia de la sociedad civil socialista y con una sistemática
labor de educación y cultura. Así se pueden forjar categorías de la superestructura y articularlas
con las de la base material. Es en la relación dialéctica de la base y la superestructura donde
está la esencia del pensamiento de Engels, el distanciamiento y la ruptura entre ambas
equivalen a la quiebra del sistema vigente”.

Que “Para insertar la cultura en una civilización que se proponga transitar hacia el socialismo, se
deberá romper definitivamente con la vieja ideología de la dicotomía entre lo material y lo
espiritual como si fueran mundos divorciados. Empecemos por reconocer que la base material
de la sociedad no tiene existencia real, si no se relaciona con una superestructura ideológica,
cultural e institucional, y ahí es donde se aprecia su importancia práctica, social e histórica.
Tratar de forma divorciada las luchas por el pan, por un lado, y la vida espiritual por el otro, se
convierte en fuente de distorsiones peligrosas para la sociedad. Incluso el pan es posible porque
la mano, inteligencia y destreza del hombre lo han creado, y eso es cultura. Pero no se podrá
distribuir de manera justa, sin el conocimiento y la cultura indispensable para ello. La equidad
exige más cultura que la arbitrariedad, he ahí la cuestión”.
62
Véase de Juan Marinello: Dieciocho Ensayos Martianos, Edición Unión, Ciudad Habana.1998.
63
Marinello, Juan. “Discurso pronunciado en la clausura del III Seminario Juvenil Nacional de
Estudios Martianos”, 1974, en Anuario Martiano, no. 6, La Habana, 1976.
64
Véase en Dieciocho ensayos, pp. 340 y 346, respectivamente. También en la última
conferencia ¨Sobre las raíces antimperialistas de José Martí”, en Casa de las Américas, no. 103,
julio-agosto de 1977.
65
Véase de Gaspar M. Jorge García Galló: Bosquejo histórico de la educación en Cuba. Editado
por Libros para la educación, 1980, 94 pp. Primera edición 1974 por el MINED. Fueron
publicados varios artículos en revista Educación, 12, 13, 14, Año 73-74.
66
Véase de Gaspar M. Jorge García Galló: “El humanismo martiano y sus raíces”, en Anuarios
del Centro de Estudios Martianos. No. 2, 1979.
Otros principios que contribuyen al principio de identidad individuo-
sociedad en la síntesis del pensamiento martiano y el marxista-leninista

Entre los principios de la síntesis entre el pensamiento martiano y el marxista-


leninista que contribuyen a desarrollar el principio fundamental de la identidad
entre el individuo y la sociedad se encuentran: el principio del antimperialismo
(como principio de rechazo a la sociedad capitalista e identidad con la
socialista); el principio de identidad del individuo con el Estado a partir de la
propiedad social sobre los medios de producción; el principio del partido único; el
principio de vínculo entre el estudio y el trabajo, entre el trabajo manual e
intelectual en el proceso de la formación del hombre; el principio del desarrollo
cultural. La cultura general integral y masiva; etc. En fin, el principio de que todo
lo que se haga en la construcción de la sociedad socialista sea con todos y para
el bien de todos, siempre que ello sea posible, hasta que así sea.

El objetivo es: valorar algunos de los principios que contribuyen al principio de


identidad individuo-sociedad en la síntesis del pensamiento martiano y marxista-
leninista a través de algunos de sus representantes.

Un acercamiento a la valoración de estos principios es posible encontrarla en


representantes como Fidel Castro Ruz, Armando Hart Dávalos, Juan Marinello
Vidaurreta y Gaspar Manuel Jorge García Galló, entre otros, a través de un
análisis cronológico.

Principio del antimperialismo

En relación con el principio del antimperialismo, principio de rechazo a la


sociedad capitalista en su última fase de desarrollo e identificación con una
sociedad nueva y superior como el socialismo, en los años sesenta Fidel Castro
Ruz1 destaca la genialidad de Martí al percatarse del desarrollo del imperialismo
cuando este no había empezado a manifestarse como fuerza mundial y el haber
señalado el peligro que representaba para América2. En 19663 expresa la
inmoralidad que caracteriza al imperialismo al dar refugio a todos aquellos que
no se identifican con la nueva sociedad.

En los años setenta se aprecia la admiración de Fidel por el testamento político


de Martí al señalar de manera reiterada que: «(…) ya Martí, cuando habló con
más libertad que nunca, cuando sencillamente escribió todo lo que tenía dentro,
en aquella carta a su amigo mexicano, dijo con una claridad incuestionable la
felicidad que sentía de estar en disposición de dar todos los días la vida por su
patria y de cumplir aquel deber elemental de evitar con la independencia de
Cuba que Estados Unidos se extendiera por las Antillas y que con esa fuerza
más cayera sobre los pueblos de América. Y añadió enseguida que todo cuanto
había hecho hasta ese día y haría era para eso».4 Y por esa identificación de
Martí con su patria y con los pueblos de lo que definiría como Nuestra América.
Esta idea es reiterada ese año en Chile5.

En estos años reitera también la idea de la identidad de Martí no sólo con su


patria, con los pueblos de América, sino que alude a la máxima filosófica
martiana «patria es humanidad», como expresión de su posición
internacionalista, al decir que: «José Martí, guía y apóstol de nuestra guerra de
independencia contra España, nos enseñó ese espíritu internacionalista que
Marx, Engels y Lenin confirmaron en la conciencia de nuestro pueblo. Martí
pensaba que "patria es humanidad", y nos trazó la imagen de una América
Latina unida frente a la otra América imperialista y soberbia, "revuelta y brutal"
—como él decía—, que nos despreciaba»6 e insistía una vez más, que: «(…)
cuando Martí reveló lo más íntimo de su pensamiento, dijo que todo cuanto
había hecho hasta ese día y hacía, era para evitar que Estados Unidos se
apoderara de Cuba, y que con esa fuerza más cayera sobre los pueblos
hermanos de América Latina».7 Esta última idea la continuaba reiterando en
1979.8

En los años setenta, Juan Marinello explica que si Martí no penetró el resorte
determinante del fenómeno imperialista y ello correspondía hacerlo a Lenin, más
de dos décadas después de Martí, en cambio sí penetró su naturaleza opresora
y su magnitud continental. Marinello afirma que: «vistas las cosas en su desnuda
realidad y en su coyuntura histórica, la condición premonitoria y libertadora del
héroe cubano alcanza toda su estatura. El médico que ignora el origen del mal,
pero da en el diagnóstico exacto por la certera interpretación de los síntomas,
merece el más alto premio».9 Expresaba así la importancia de la premonición
martiana respecto al imperialismo.

En los años ochenta10 Fidel expresaba su indignación ante la agresión radial de


los Estados Unidos y en 198211 reiteraba la idea del peligro que representaba
Estados Unidos para América según había señalado Martí. En 198312 se refería
a la contraposición entre las dos Américas señaladas por Martí y a la identidad
que él establecía con los pueblos de Nuestra América a la vez que se
diferenciaba de la América que no era nuestra.

En los años noventa13 reiteraba ideas del testamento político martiano e


intensifica su utilización en este año 199014, también decía que: «Martí calificó al
imperio naciente de EUA como un monstruo que conocía bien, porque había
vivido en sus entrañas».15 En 199116 insistía en las ideas expresadas a su amigo
Manuel Mercado y las volvía a reiterar en este año en México17 y en la
inauguración del IV Congreso de PCC.18 En 199819 lo hacía en el acto
conmemorativo por el 26 de julio. En 199920 insistía, en Venezuela, una vez más
en el testamento político de Martí. Luego del período analizado Fidel ha
continuado exponiendo ideas al respecto21 que siguen expresando la necesidad
de rechazo al imperialismo, a partir del legado antimperialista martiano y en
defensa de la construcción de la nueva sociedad socialista.

En los años noventa también Armando Hart Dávalos22 se preguntaba: ¿Cuál fue
la profecía de José Martí? Y respondía que bastaba decir que hace más de un
siglo previó uno de las principales peligros: el intento de los Estados Unidos de
apoderarse de Cuba y las Antillas para caer, una vez logrado, con esa fuerza
más sobre las tierras de América, y formar así un imperio contra el mundo; y
éste, celoso del peligro que lo acechaba, debía prepararse para negarle su
poder.
Y recordaba Hart en 199723 que: «en un debate en el Consejo de Ministros en
noviembre de 1959, es decir, año y medio antes de proclamarse el carácter
socialista de la Revolución, cuando se presentaban dificultades para la
comprensión de las ideas marxistas, -había señalado que-: “Para entender el
momento político hay que comprender que Fidel está haciendo una revolución
socialista a partir de la tradición antimperialista latinoamericana de José Martí.”»

Principio del partido único.

Respecto al principio del partido único: en los años sesenta Fidel Castro Ruz24
defendía la definición de partido marxista-leninista comunista ante la primera
Conferencia de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS).

En los años setenta25 señalaba cómo Martí había creado un partido único a
partir de la experiencia de 1868 y partiendo de la realidad. En 1975 trató el tema
con motivo del Primer Congreso del PCC, en el acto de masa por la clausura
del congreso y la velada solemne por el 50 aniversario de la constitución del
primer partido marxista-leninista en Cuba.26

En estos años la defensa de Armando Hart Dávalos al principio del partido único,
puede apreciarse en las ideas siguientes: señalaba que: «El gran mérito
histórico de Martí fue unir todos los factores dispuestos a la guerra, organizarla,
hacerla viable y partiendo de ello trasmitirle una ideología y una proyección
política. Para dirigir la guerra con criterio y métodos políticos había que buscar
los medios a través de los cuales auxiliarla y apoyarla en todo el territorio
nacional y el extranjero. Martí, a quien se le planteó la necesidad de unificar el
mando de la lucha armada, tenía tal claridad en el asunto que llevó este mismo
principio no solo a lo militar, sino incluso a la política. Porque como ha dicho
Fidel “organizó un solo partido de la independencia”. Fundó un partido con un
programa ultrademocrático y antimperialista y confiaba en él como la fuerza
espiritual e ideológica del futuro».27

Gaspar M. Jorge García Galló también reconocía en estos años setenta que en
Martí: «Su sentido de lo real –en los problemas sociales –fue tan aguzado y
claro que sin haber “manejado” previamente la teoría marxista, pudo organizar
un Partido Revolucionario, en cierto modo parecido al complejo de
organizaciones que crearon los bolcheviques bajo la guía de Lenin (…)»28
afirmaba Galló.

En estos años, también Juan Marinello valoraba al partido revolucionario


cubano, como creación ejemplar de José Martí29, vinculándolo al partido único
de la revolución cubana.

En los años ochenta30 Fidel Castro Ruz reiteraba la idea del partido único e
insistía en la importancia de conservar el partido único frente a las exigencias de
pluripartidismo31.

Armando Hart32 compara, en estos años ochenta, algunas similitudes sin


soslayar las diferencias organizativas y programáticas evidentes, entre las tesis
de Martí y Lenin acerca del Partido, y se refiere a su continuidad con el triunfo de
la revolución.

En los años noventa33 defendía Fidel el principio del partido único como
expresión de la tendencia de síntesis entre el pensamiento martiano y el
marxista-leninista. En 1991 insistía en el principio al decir que: «Nadie se haga
ilusiones de que el socialismo cubano hará concesiones, de que la Revolución
Cubana hará concesiones, porque tendremos un Partido, ¡un único Partido,
como el que se corresponde con la larga etapa revolucionaria! ¡Un único Partido,
como el que fundó José Martí para llevar adelante la Guerra de
Independencia!».34 Al concluir el IV Congreso del PCC35 valoraba lo sucedido en
la desaparecida URSS con el partido y reiteraba la necesidad del partido único.

Los años noventa expresan mayor intensidad en la reiteración, por parte de


Fidel, del principio del partido único. Lo hacía en 199236, 199437, 199638, y en
1999.39 En el V Congreso del Partido Comunista de Cuba, éste se definió como
el partido de la unidad, la democracia y los derechos humanos que
defendemos.40 El documento recoge cómo respecto al partido único de los
revolucionarios de su época, al defenderlo de las intrigas de los colonialistas
españoles, Martí afirmó que: «Nació uno, de todas partes a la vez. Y erraría, de
afuera o de adentro, quien lo creyese extinguible o deleznable. Lo que un grupo
ambiciona, cae. Perdura, lo que un pueblo quiere. El Partido Revolucionario
Cubano es el pueblo cubano».

Con posterioridad al período analizado Fidel ha continuado refiriéndose al tema41


y destacando fundamentalmente como la creación del único partido creado por
Martí fue antes que el creado por Lenin.

En los años noventa42 Armando Hart al explicar el por qué existe un partido
único en Cuba coincide con las valoraciones de Fidel y al respecto resalta la
necesidad de continuar profundizando en el tema.

Hart se refiere a que: «(…) no es el pluripartidismo lo que decide el carácter


democrático de una nación. Las formas de la democracia, vienen condicionadas
por particularidades específicas, y no por un rígido esquema impuesto, que
acaba convirtiéndose en su caricatura. En la historia de nuestro país, ni el
pluripartidismo, ni la teoría de los tres poderes, resolvió la cuestión de la
democracia. Si el pueblo no participa en la realización de un empeño
revolucionario, ya hay algo que traba su espiritualidad. La participación de los
individuos en el quehacer y en los objetivos sociales es un elemento clave,
decisivo, de la espiritualidad».43

Para Hart, el partido de la Revolución Cubana -como dice el documento al IV


Congreso del PCC-, es el partido del socialismo, es el partido único, heredero
del Partido Revolucionario Cubano de 1895 y del Partido Comunista de Cuba de
1925, es el partido de José Martí, de Julio Antonio Mella, de Fidel Castro.

Con posterioridad al período analizado Armando Hart ha expresado ideas


valiosas sobre el tema44 comparando al partido único martiano y el marxista-
leninista creado por Lenin, así como destacando su importancia no sólo para
Cuba, sino para América Latina a partir de la experiencia de Chile.45
Principio de unidad entre el estudio y el trabajo, entre el trabajo manual e
intelectual.
Respecto al principio de unidad entre el estudio y el trabajo, entre el trabajo
manual e intelectual en el aspecto teórico Fidel46 vio este principio no sólo como
la esencia del sistema educativo cubano; sino como la esencia de la sociedad
del futuro, tal es la importancia que le brindaba a este principio.

En esta etapa preparatoria para la aplicación del principio se destaca el rol


teórico y práctico de Armando Hart Dávalos al asumir la responsabilidad de
Ministro de Educación desde 1959 hasta1965.

Gaspar Manuel Jorge García Galló desde el triunfo de la revolución «parte de las
ideas de Martí y los clásicos del marxismo-leninismo sobre la politecnización y el
papel del trabajo. El vínculo entre el estudio y el trabajo no lo ve sólo como un
método didáctico, sino como la esencia del sistema educativo cubano, aplicado
a todos los niveles y que además, de romper la contradicción entre la teoría y la
práctica, entre el trabajo físico y el intelectual, llega a la conciencia, a la
comprensión de donde proviene la riqueza social, el valor del trabajo humano.
También destaca el significado que tiene en la preparación del estudiante para la
futura vida laboral».47

La concepción de Galló sobre el vínculo entre el estudio y el trabajo, forma parte


de todo lo que escribió en relación con la educación y la pedagogía: o sea, sobre
la enseñanza de la historia, la moral y la cívica; los fines de la educación y el
hombre nuevo; los organismos de la educación y sus funciones; la concepción
marxista-leninista de la educación; sobre la educación en Cuba y en el mundo.
Toda esta obra junto a las altas responsabilidades desempeñadas en su vida, lo
hacen acreedor de un respetable criterio sobre el tema.
Al tratar sobre los fines de la educación y el hombre nuevo, escribe sobre: «La
lucha contra el analfabetismo en Cuba»;48 «El trabajo del inspector y el maestro
de estudios sociales en la secundaria básica y pre-universitario»;49 «La
educación física, el deporte y la recreación como un principio fundamental de la
educación socialista»;50 «La educación socialista y sus fundamentos
ideológicos».51 Estos aspectos que desarrolla con tanta intensidad en los años
sesenta, son continuados posteriormente.

Sobre la educación en Cuba y el mundo, escribe sobre temas como los


siguientes: “El VIII Congreso de educadores americanos”;52 “Conferencia de
maestros en Argelia”;53 “la unidad del sistema escolar cubano”;54 y el “encuentro
de maestros en Bejucal”.55

En el caso de Galló, es significativa la crítica que éste hiciera en 196756 a los


soviéticos, cuando señalaba que era necesario no caer en el error de programar
la enseñanza solamente con vistas a la naturaleza local de la actividad
productiva de una comunidad social dada.

En los años setenta las ideas de Fidel respecto a la defensa del principio
señalado se expresaron en las inauguraciones de nuevas escuelas en el
campo;57 en el II Congreso de la UJC;58 en la graduación de los estudiantes de
la Universidad de la Habana59 y en la graduación del primer destacamento
pedagógico “Manuel Ascunce Domenech”.60

Destacaba Fidel, en estos años setenta, cómo el pensamiento marxista concibe


a la educación, a la formación del hombre; cómo Marx y Martí concibieron la
escuela vinculada al trabajo, es decir concibieron la escuela como el centro
donde se forma integralmente al hombre; señala que el desarrollo de la sociedad
humana nos conducirá obligadamente al instante en que toda la sociedad tenga
que trabajar con la inteligencia y tenga que trabajar también con las manos; que
la combinación del estudio y del trabajo es la forma verdaderamente
revolucionaria de educar y que Marx había dicho que era el único método de
producir hombres plenamente desarrollados; etc.
En los años setenta Galló continúa escribiendo sobre la educación en Cuba y el
mundo;61 respecto a la concepción marxista-leninista de la educación62 y
continúa argumentando el por qué del principio del vínculo entre el estudio y el
trabajo.63

Para Galló64 el principio de vinculación entre el trabajo intelectual y manual


constituye la esencia del sistema de educación en Cuba. En 1974, al escribir
Bosquejo histórico de la educación en Cuba65 comparaba las concepciones de
Marx y Martí respecto a la educación señalando que José Martí al igual que
Carlos Marx, fue maestro en tres sentidos, porque además de haber ejercido
como tal, también supo analizar críticamente el sistema educacional de su
tiempo, analizó teóricamente los fundamentos filosóficos de la educación y trazó
normas prácticas de como debía formarse el hombre.

Consideraba Galló que antes de que apareciera El Capital Carlos Marx definió
en unas proposiciones elevadas al 2do Congreso de la Internacional, celebrado
en Ginebra durante 1864, los tres fundamentales aspectos de la educación del
niño: intelectual, física y politécnica.

Que la enseñanza politécnica fue desarrollada más a fondo en El Capital y que


Marx demostró allí, la contradicción inherente al sistema capitalista en la que el
desarrollo de las fuerzas productivas –con el crecimiento y la diversidad de la
gran industria- exige del obrero un cambio de trabajo, un desplazamiento de
funciones y una máxima movilidad; mientras que por otra parte las relaciones de
producción llevan a su extremo la división entre el trabajo intelectual y el trabajo
físico, obligan al obrero a especializarse en una actividad de esfera limitada, a
servir a una determinada profesión unilateral, que lo degrada física y
moralmente. La necesidad de una educación integral, polifacética, se hacía
sentir ya en el régimen capitalista por el momento revolucionario que lleva
consigo las fuerzas productivas. Pero el capitalismo no puede resolver esa
necesidad.
Señaló que aunque quizás José Martí, no estaba percatado de la base teórica
de la cuestión, combatió la enseñanza formal, verbalista y fue campeón de la
educación científica politécnica.

En los años ochenta, también Fidel se refiere a ideas como las siguientes:
consideró que la aplicación de ese principio tan revolucionario planteado ya
desde los tiempos de Marx y de Martí, no habría sido posible sin esos planes
agrícolas, concebidos como formas superiores de producción.66 Y que el
principio del estudio y del trabajo nuestro país fue el primero en el mundo en
aplicarlo masiva y consecuentemente, y se veían los frutos en la conducta de
nuestra juventud, porque no por casualidad estas nuevas generaciones poseen
las cualidades revolucionarias que vemos en ellas.67

Señaló que se creía en esa idea, porque estaban absolutamente convencidos de


que si se universalizaba la educación, había que universalizar el trabajo68 y
reiteraba en este año que la combinación del estudio y del trabajo, es la
aplicación consecuente de las ideas de Marx y de Martí.69

En los años ochenta Galló continúa escribiendo sobre educación, pero es en


1989 cuando escribe su libro Ante el futuro: algunos problemas de la formación
vocacional y la orientación profesional70 donde sistematiza su concepción sobre
el tema.71

Refiere Galló en ese texto, que en noviembre de 1883 José Martí publicó un
trabajo de pedagogía comparada en “La América”, donde analizaba las escuelas
de artes y oficios de Nicaragua, Guatemala, Uruguay y Chile. Pero que en este
trabajo al presentar Martí el destino de nuestra América, aparece un
pensamiento que enlaza al Marx que escribió su disertación del Gimnasio sobre
“cómo escoger carrera” con la línea de nuestra revolución de “preparar hombres
con mentalidad de productores y no de consumidores”. Al decir Martí allí: “Que
cada hombre aprenda a hacer algo de lo que necesitan los demás”.
En los años noventa vincula Fidel la concepción del estudio y el trabajo con la
concepción de identidad entre el individuo y la sociedad cuando dice que: “(…)
La concepción del estudio y el trabajo sí era de antes, ¡muy importante!, porque
esa era una idea de Marx y una idea de Martí, que en ningún país se había
llevado a la práctica, realmente no se había llevado a la práctica de una manera
general. Y para nosotros siempre fue muy clara la importancia de la combinación
del estudio y el trabajo, porque cada ciudadano tenía que ser un intelectual y
cada ciudadano tenía que saber también trabajar con sus manos, porque no
podíamos formar solo una sociedad de intelectuales Esa concepción, a mi juicio,
es una de las más importantes, desde el principio estaba elaborada (…)”.72 Y
destacaba así la causa principal por la cual se aplicó dicho principio y su
importancia; lo destacó en la inauguración de obras de la construcción.

Reiteraba Fidel, al año siguiente, la idea de universalizar el principio incluyendo


a los universitarios73, y respecto a su aplicación puntualizaba en este año 199174
que la idea en su aplicación era ciento por ciento cubana y perfectible.

En 199275 valoró la importancia de divulgar la obra de Martí en el mundo y sus


concepciones revolucionarias, entre las que mencionó el principio de combinar el
estudio con el trabajo, algo que también defendió Marx, recordaba. En 199376
señalaba a Martí como la piedra angular de nuestro concepto de educación. En
este año77 expresaba igualmente la idea acerca de la originalidad de la
revolución sobre el tema. En 199678 explicaba Fidel cómo las presiones en el
desarrollo del sistema educativo aconsejaban la aplicación del principio de la
vinculación del estudio y del trabajo.

Después del período analizado la posición de Fidel en “Autocrítica de Cuba”79,


evidencia el desarrollo del principio en nuevas circunstancias y la necesidad de
su adecuación.

Principio del desarrollo cultural: la cultura general integral y masiva.


Respecto al principio del desarrollo cultural: la cultura general integral y masiva,
en los años sesenta Armando Hart Dávalos, en su condición de Ministro de
Educación y en la dirección de la Campaña de Alfabetización, conocida como la
más vasta y eficaz llevada a cabo en América Latina, porque logró extender la
enseñanza pública a toda la población y creó las bases para el sistema
educacional cubano en el período analizado, se refiere reiteradamente al término
de cultura general integral retomado por Fidel.

Pero en los años setenta, Armando Hart Dávalos fue también Ministro de Cultura
desde la constitución de ese organismo en 1976 hasta 1997 y realizó una
fructífera labor al implantar numerosas instituciones culturales y una articulada
red de enseñanza artística.

En los años ochenta decía Fidel Castro Ruz que: “La profunda raíz nacional de
nuestra Revolución y la fidelidad al ideario de José Martí, nos llevó a plasmar en
realidades su apotegma de "ser culto es el único modo de ser libre".80

Y en los años noventa decía Fidel: “(...) como diría Martí, más cultos y más
preparados en la dirección de los sentimientos. (...) Repito: El pueblo más feliz
es el que tenga mejor educados a sus hijos en la instrucción del pensamiento y
en la dirección de los sentimientos. Un pueblo instruido será siempre fuerte y
libre. ¡Gracias, Maestro, autor intelectual del Moncada, que inculcaste en
nosotros esas ideas! Un pueblo analfabeto no puede ser fuerte ni libre, y eso es
lo que vemos por todas partes. ¡Cumplimos contigo, Maestro!, podemos decir
hoy, a los 45 años de aquel noble esfuerzo”.81 Después del período señalado
Fidel ha continuado pronunciándose sobre el principio.82

En los años noventa Armando Hart Dávalos vincula el principio del desarrollo
cultural, la cultura general integral y masiva a la concepción marxista-leninista de
la formación social. En 1999 plantea que: “La solución teórica que nos puede
conducir hacia una práctica consecuente de las relaciones entre la economía y
la cultura, viene por entender que las leyes económicas existen y se desarrollan
a través de las llamadas categorías de superestructura, no existen propiamente,
al margen de los sistemas jurídicos y éticos. El error filosófico consistió en no
comprender que la relación entre base y superestructura es la de causa y efecto
y no existe una sin la otra”.83 Se dan en una identidad social e individual.

En los años posteriores al período analizado84 se observan las valoraciones de


Hart acerca de la cultura general integral y masiva. Considera que Cuba deberá
alcanzar entre los objetivos esenciales, relacionados con la Batalla de Ideas: el
de afianzar una cultura general integral y masiva, a lo que precisamente se viene
refiriendo, con insistencia, el compañero Fidel. No hay cuestión moral, filosófica,
jurídica o política de mayor interés, en especial para las universidades, que
profundizar en las formas prácticas de lograr la integralidad de la cultura y su
masividad y, por tanto, la necesidad de relacionarla con el movimiento popular.

Estos representantes de la tendencia de síntesis del pensamiento martiano y el


marxista-leninista brindan un primer acercamiento teórico a la manera en que los
principios aplicados en la construcción del socialismo en Cuba contribuyen a la
identidad del individuo con la sociedad y con ello al desarrollo del verdadero
humanismo socialista.

Valorar algunos de los principios que contribuyen a la identidad individuo-


sociedad como los principios del antimperialismo, el partido único, el vínculo
entre el estudio y el trabajo, entre el trabajo manual y el intelectual, y el principio
de la cultura general, integral y masiva en la síntesis del pensamiento martiano y
marxista-leninista, a través de algunos representantes de esta tendencia de
pensamiento como Fidel Castro Ruz, Armando Hart Dávalos, Juan Marinello
Vidaurreta y Gaspar Manuel Jorge García Galló permite concluir que:

Respecto al principio del antimperialismo, desde los años sesenta y hasta hoy,
se ha destacado el valor de este principio martiano y marxista-leninista, en
particular la aportación leninista; la genialidad de Martí al percatarse del
desarrollo del imperialismo cuando este no había empezado a manifestarse
como fuerza mundial y el haber señalado el peligro que representaba para
América; la importancia de reiterar constantemente la idea del contenido
antimperialista del testamento político de Martí, y su previsión apuntando al
internacionalismo, esencia del marxismo-leninismo; la necesidad de la unidad de
Nuestra América y la previsión de la necesidad de identidad con la humanidad
en su apotegma “Patria es Humanidad”.

Sobre el principio del partido único, principio igualmente martiano y marxista-


leninista, se destaca su creación por Martí antes que Lenin; su significación para
la unidad en relación con la Revolución Cubana; como Martí fundó un partido
con un programa ultrademocrático y antimperialista y confiaba en él como la
fuerza espiritual e ideológica del futuro, en cierto modo parecido al complejo de
organizaciones que crearon los bolcheviques bajo la guía de Lenin; la
importancia de conservar el partido único frente a las exigencias de
pluripartidismo ha sido una insistencia permanente.

Acerca del principio del vínculo entre el estudio y el trabajo, entre el trabajo
manual e intelectual, se destaca que este principio, martiano y marxista-leninista,
no solo es la esencia del sistema educativo cubano; sino la esencia de la
sociedad del futuro, tal es la importancia que se le brinda a este principio; se
advierte la necesidad de no caer en el error de programar la enseñanza
solamente con vistas a la naturaleza local de la actividad productiva de una
comunidad social dada, sino para la formación del hombre; que el principio del
estudio y del trabajo Cuba fue el primer país en el mundo en aplicarlo masiva y
consecuentemente; la necesidad de adecuar el principio a los niveles del
desarrollo del sistema educativo.

Y finalmente, sobre el principio de desarrollar una cultura general integral y


masiva, se destaca que el ideario de José Martí llevó a plasmar en realidades su
apotegma de "ser culto es el único modo de ser libre”, principio martiano que se
presenta vinculado a la concepción marxista-leninista sobre la formación social.
Notas y referencias

1
En 1960 decía Fidel: “(…) Y ¿que otra visión tuvo Martí? Una visión también genial en el año
1895. Tuvo la visión del imperialismo norteamericano, cuando el imperialismo norteamericano
todavía no había empezado a ser imperialismo. Eso se llama tener visión política de largo
alcance. Martí prevé en el año 1895 el desarrollo de los estados unidos como potencia
imperialista. Y escribe, y alerta al pueblo contra eso, y se pronuncia contra eso. Véase si Martí
era realmente un revolucionario genial que se percató del desarrollo del imperialismo en el año
1895 cuando todavía este no había empezado a manifestarse como fuerza mundial (…)”. Véase
José Martí en el ideario de Fidel Castro, pp. 119-120
2
En 1962 reiteraba que: “Ya Martí, en 1895, señaló el peligro que se cernía sobre América y
llamó al imperialismo por su nombre: imperialismo. A los pueblos de América advirtió que ellos
estaban más que nadie interesados en que Cuba no sucumbiera a la codicia yanqui,
despreciadora de los pueblos latinoamericanos. Y con su propia sangre vertida por Cuba y por
América, rubricó las póstumas palabras que en homenaje a su recuerdo el pueblo de Cuba
suscribe hoy a la cabeza de esta Declaración”. Véase José Martí en el Ideario de Fidel Castro.
Segunda Declaración de La Habana. (Discurso de la Segunda Declaración de La Habana. La
Habana, 4 de febrero de 1962).
3
Véase en la versión digitalizada de los discursos de Fidel Castro Ruz en el periódico Granma,
el discurso pronunciado en el acto de conmemoración del V Aniversario de la Victoria en Playa
Girón, efectuado en el Teatro “Chaplin”, el 19 de abril de 1966.
4
Véase en la versión digitalizada de los discursos de Fidel Castro Ruz en el periódico Granma,
el discurso pronunciado en el acto central en conmemoración del X Aniversario de la victoria de
Playa Girón, el 19 de abril de 1971.
5
Señaló Fidel que: “Él dijo en esa carta, vísperas de su muerte: “Todo cuanto he hecho hasta
hoy y haré es para impedir que Estados Unidos se apodere de Cuba y caiga con esa fuerza más
sobre los pueblos hermanos de América Latina.” Véase en la versión digitalizada de los
discursos de Fidel Castro Ruz en el periódico Granma, el discurso pronunciado en el estadio de
Rancagua, Chile, el 24 de noviembre de 1971.
6
Véase en la versión digitalizada de los discursos de Fidel Castro Ruz en el periódico Granma,
el discurso pronunciado en la sesión conjunta del Comité Central del PCUS, el Soviet Supremo
de la Unión Soviética y el Soviet Supremo de la Federación Socialista Soviética Rusa, en
homenaje al cincuentenario de la Unión Soviética, celebrado en el Palacio de los Congresos del
Kremlin, Moscú, URSS, el 22 de diciembre de 1972.
7
Véase en la versión digitalizada de los discursos de Fidel Castro Ruz en el periódico Granma.
el discurso pronunciado por Fidel Castro Ruz, en la velada solemne por el centenario de la caída
en combate del mayor general Ignacio Agramonte Loynaz, Camagüey, el 11 de mayo de 1973.
8
En 1979 lo hacía una vez más, al decir que: “Siempre tenemos presente lo que unos días antes
de morir en combate aquel hombre extraordinario que fue José Martí escribía: en silencio ha
tenido que ser y todo lo que he hecho hasta hoy y haré es para impedir con la independencia de
Cuba que Estados Unidos se extienda sobre nuestros pueblos de América.” Véase en la versión
digitalizada de los discursos de Fidel Castro Ruz en el periódico Granma, el discurso
pronunciado en la comida ofrecida por la delegación cubana a la delegación mexicana en el hotel
presidente, en la Isla Cozumel, Quintana Roo, México, el 17 de mayo de 1979.
9
Véase de Juan Marinello: “Sobre las raíces antimperialistas de José Martí”, en Casa de las
Américas, no. 103, julio-agosto de 1977.
10
Véase en la versión digitalizada de los discursos de Fidel Castro Ruz en el periódico Granma,
el discurso pronunciado en el acto de Graduación de 10658 egresados del destacamento
pedagógico universitario “Manuel Ascunce Doménech”, el 7 de julio de 1981.
11
Véase el mensaje de Fidel dirigido al presidente de los Estados Unidos Mexicanos, Lic. José
López Portillo, con motivo de los pronunciamientos del presidente mexicano al recibir la
condecoración “Augusto César Sandino”, en Nicaragua. Ciudad de La Habana, 22 de febrero de
1982. Ediciones OR (enero-febrero-marzo) La Habana, 1982.
12
Véase en la versión digitalizada de los discursos de Fidel Castro Ruz en el periódico Granma,
el discurso pronunciado en la VII Cumbre del Movimiento de Países no Alineados. Nueva Delhi.
India.7 de marzo de 1983.
13
Véase en la versión digitalizada de los discursos de Fidel Castro Ruz en el periódico Granma,
el discurso pronunciado en la Clausura del Congreso de “Pedagogía 90”, 9 de febrero de 1990.
14
Decía que: “(…) Unos días antes de su muerte en combate, José Martí le escribió en una carta
a un amigo una idea extraordinaria, decía que en silencio ha tenido que ser -y la cita que hago
no es textual pero la idea era esta- (…)”. Véase el discurso pronunciado en el acto de entrega del
Premio Estado de Sao Paolo al Etnólogo “Orlando Villas Boas”. (Memorial de América Latina,
Brasil 17 de marzo de 1990). En José Martí en el ideario de Fidel Castro, pp. 263-264.
15
Véase en la versión digitalizada de los discursos de Fidel Castro Ruz en el periódico Granma,
el discurso pronunciado en la conferencia ofrecida a la prensa nacional y extranjera, 3 de abril de
1990.

16
Véase en la versión digitalizada de los discursos de Fidel Castro Ruz en el periódico Granma,
el discurso pronunciado en el acto central conmemorativo del XXX Aniversario de la Victoria de
Playa Girón, el 19 de abril de 1991.
17
Véase en la versión digitalizada de los discursos de Fidel Castro Ruz en el periódico Granma,
el discurso pronunciado en la sesión inaugural de la primera cumbre iberoamericana, efectuada
en Guadalajara, México, el 18 de julio de 1991.

18
Decía Fidel que: “Antes eran las luchas por los destinos de nuestro pueblo, aunque ya eran en
parte también las luchas por los destinos de América, sobre todo cuando Martí escribió en su
última carta que todo lo que había hecho y haría era para impedir a tiempo con la independencia
de Cuba que los Estados Unidos se extendieran como una fuerza más sobre los pueblos de
América. Ya la prédica y el pensamiento martiano tenían un alto contenido universal, un alto
contenido internacionalista y se proclamaba la lucha por la independencia de Cuba y de Puerto
Rico -que todavía está allí en manos de los yankis-, un país que no tiene ni derecho a invitar a un
visitante. Ya Martí se preocupaba por toda la América, ya Martí continuaba los sueños de
Bolívar, ya Martí pensaba en la unidad latinoamericana y en la independencia de América Latina
frente al coloso del Norte, el monstruo en cuyas entrañas vivió”. Véase en la versión digitalizada
de los discursos de Fidel Castro Ruz en el periódico Granma, el discurso pronunciado en la
inauguración del IV Congreso del PCC, efectuado en el Teatro “Heredia”, Santiago de Cuba, el
10 de octubre de 1991.

19
Véase en la versión digitalizada de los discursos de Fidel Castro Ruz en el periódico Granma,
el discurso pronunciado en el acto central por el 45 Aniversario del asalto a los cuarteles
Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, Santiago de Cuba, 26 de julio de 1998.

20
Véase en la versión digitalizada de los discursos de Fidel Castro Ruz en el periódico Granma,
el discurso pronunciado en el aula magna de la Universidad Central de Venezuela, el 3 de
febrero de 1999.

21
En 2000 continúa reiterando la idea al decir que: “(…) la primera trinchera de América, como la
vio Martí, cuando en vísperas de su muerte en combate, confesó que todo lo que había hecho a
lo largo de su fecunda vida era para "...impedir a tiempo, con la independencia de Cuba, que se
extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras
tierras de América”. Véase en la versión digitalizada de los discursos de Fidel Castro Ruz en el
periódico Granma, el discurso pronunciado en la sesión solemne de la Asamblea Nacional, en el
Palacio Federal Legislativo, Caracas, República Bolivariana de Venezuela, el 27 de octubre del
2000.

22
Véase de Armando Hart Dávalos: “José Martí: Hombre universal.” En Anuario Martianos # 16,
1993.
23
Véase de Armando Hart Dávalos: “Martí: clave decisiva en el presente y hacia el porvenir”, en
Anuario Martiano, No. 20 1997.
24
Véase en la versión digitalizada de los discursos de Fidel Castro Ruz en el periódico Granma,
el discurso pronunciado en la clausura de la Primera Conferencia de la Organización
Latinoamericana de Solidaridad (OLAS), celebrada en el teatro “Chaplin”, el 10 de agosto de
1967.
25
Véase en la versión digitalizada de los discursos de Fidel Castro Ruz en el periódico Granma,
el discurso pronunciado en la velada solemne por el centenario de la caída en combate del
mayor general Ignacio Agramonte Loynaz, Camagüey. El 11 de mayo de 1973.
26
Decía Fidel: “Ya Martí en la época de la independencia había tenido la luminosa idea, idea que
después en otro país y en otras circunstancias históricas había desarrollado también Lenin. Martí
organiza un partido para dirigir la lucha por la independencia nacional”. En la velada solemne por
el 50 aniversario de la fundación del primer partido marxista-leninista en Cuba. 22 de agosto de
1975. En Discursos. Fidel Castro, t. III, p. 59, Editorial de Ciencias Sociales, 1979.
27
Véase de Armando Hart Dávalos. “Discurso pronunciado en el acto central por el 80
Aniversario de la caída de José Martí”, efectuado en Dos Ríos, Oriente, el 19 de mayo de 1975.
En Siete enfoques marxistas sobre José Martí. Editora Política, La Habana, 1985.
28
García Galló, Gaspar M. Jorge. Bosquejo histórico de la educación en Cuba. Editado por
Libros para la educación, 1980, p. 48. Primera edición 1974.
29
Véase de Juan Marinello su discurso en el teatro Lázaro Peña, de la Central de Trabajadores
de Cuba, la noche del 5 de diciembre de 1975. En Doce ensayos… p. 361, 1980.

30
Decía Fidel que: “(…) José Martí, lo primero que hizo fue organizar un partido —está en la
tradición de Cuba—, el Partido Revolucionario Cubano; no organizó ni 15 ni 25 partidos, organizó
uno. Antes que Lenin, Martí desarrolló el concepto de un partido para dirigir la revolución, donde
unió a todos los sectores de la sociedad”. Véase en la versión digitalizada de los discursos de
Fidel Castro Ruz en el periódico Granma, el discurso pronunciado en la clausura de la VIII
Conferencia de la Asociación Americana de Juristas, celebrada en el palacio de las
convenciones, el 17 de septiembre de 1987.

31
Véase en la versión digitalizada de los discursos de Fidel Castro Ruz en el periódico Granma,
el discurso pronunciado en el acto por la conmemoración del XXXII Aniversario del desembarco
del “Granma” y de la fundación de las FAR, el 5 de diciembre de 1988.
32
Véase de Armando Hart Dávalos. “José Martí y el triunfo definitivo”. Anuario del Centro de
Estudios Martianos, no. 6, 1983.
33
Decía Fidel: “(…) mantendremos, además, inconmovible el principio del partido único, que no
nos vino solo de Lenin, nos vino también de Martí cuando fundó el Partido Revolucionario para la
independencia de Cuba, y no hizo tres ni diez, sino uno para dirigir la Revolución y la lucha por la
independencia del país. Nosotros al principio de la Revolución teníamos varios partidos y varias
organizaciones y los unimos, porque descubrimos un día la conveniencia de luchar por la unidad
de todas las fuerzas. Son principios sagrados para nosotros, martianos. Creo que Martí habló del
Partido antes que Lenin, habría que revisar los libros de historia cuándo es que por primera vez
Martí habla del Partido y de organizar el Partido, y después es cuando Lenin habla del Partido.
De modo que esto para nosotros tiene una doble inspiración: una inspiración martiana y una
inspiración leninista, pero, además, una inspiración revolucionaria que parte de una realidad y de
una necesidad”. Véase en la versión digitalizada de los discursos de Fidel Castro Ruz en el
periódico Granma, el discurso pronunciado en la clausura del V Congreso de la Federación de
Mujeres Cubanas. 7 de marzo de 1990.

34
Véase en la versión digitalizada de los discursos de Fidel Castro Ruz en el periódico Granma,
el discurso pronunciado en el acto central conmemorativo del XXX Aniversario de la Victoria de
Playa Girón, 19 de abril de 1991.

35
Decía Fidel que: “No existe siquiera el glorioso partido comunista fundado por Lenin, forjador
de la Revolución incomparable de Octubre, dirigente de los pueblos heroicos que destruyeron la
intervención, que reconstruyeron aquel país a partir de cero, que lo defendieron del fascismo a
un costo de más de 20 millones de vidas, que salvaron al mundo del dominio fascista, que
hicieron posible la liberación de decenas y decenas de colonias, que reconstruyeron el país de
nuevo y lo desarrollaron en el lapso de unos pocos años, que tan solidarios fueron con Cuba
(…). Pero tenemos un Partido, un solo Partido, como tuvo Martí un Partido, un solo Partido para
hacer la Revolución (…)”.Véase en la versión digitalizada de los discursos de Fidel Castro Ruz
en el periódico Granma, el discurso pronunciado en la clausura del IV Congreso del PCC,
efectuado en la Plaza, General “Antonio Maceo”, Santiago de Cuba, 14 de octubre de 1991.
36
Decía que: “(…) acogiéndonos a los principios martianos, porque Martí creó un partido para
hacer la revolución, creemos en un partido para defender la Revolución”. Conversación de Fidel
Castro Ruz con Tomás Borges, 18 y 20 de abril de 1992.

37
Insistía Fidel en que: “(…) nuestro Partido tiene un origen en la historia (…) porque Martí, cuyo
aniversario conmemoramos hoy, fundó un partido para dirigir al pueblo en la lucha por la
independencia, (…)”.Véase en la versión digitalizada de los discursos de Fidel Castro Ruz en el
periódico Granma, el discurso pronunciado en la clausura del IV Encuentro Latinoamericano y
del Caribe, 28 de enero de 1994.

38
Se preguntaba Fidel: “¿Cómo habríamos podido, sin nuestro Partido, sin este glorioso Partido,
continuador del Partido glorioso de la independencia de Cuba fundado por José Martí? Si algún
día vuelven a crear el paraíso terrenal y se acabara el imperialismo y el egoísmo en este mundo,
entonces podría no ser necesario ningún partido, porque Marx soñó con que un día
desapareciera incluso el Estado”. Véase en la versión digitalizada de los discursos de Fidel
Castro Ruz en el periódico Granma, el discurso pronunciado en la clausura de la Asamblea
Provincial del Partido de ciudad de la Habana, 23 de noviembre de 1996.

39
Decía Fidel que: “(…) Es verdad que Lenin creo que organizó el partido bolchevique de la
Unión Soviética en un congreso de 10 ó 12 delegados (…)”.Véase en la versión digitalizada de
los discursos de Fidel Castro Ruz en el periódico Granma, el discurso pronunciado en la clausura
del VIII Congreso de la FELAP, el 12 de noviembre de 1999.

40
Véase El partido de la unidad, la democracia y los derechos humanos que defendemos.
Granma, suplemento especial. 12 de noviembre de 1997.
41
En el 2002 Fidel reiteraba la idea de que: “Martí fundó un partido para organizar, dirigir y hacer
la Revolución antes de que Lenin fundara su partido revolucionario en Minsk; fue el primero, y no
era marxista porque no podía serlo" Véase en la versión digitalizada de los discursos de Fidel
Castro Ruz en el periódico Granma, el discurso pronunciado en la clausura del IV Encuentro
Internacional de Economistas. Palacio de las Convenciones, 15 de febrero de 2002
42
Véase de Armando Hart Dávalos: Discurso de clausura del XVIII Seminario Juvenil de
Estudios Martianos (celebrado en la provincia de Granma, los días 17 y 18 de mayo de 1991). En
Anuario Martianos No. 14, 1991.
43
Hart, Armando. Hacia una dimensión cultural del desarrollo. La Habana, Ediciones Creart, p.
95,1996.
44
Véase de Armando Hart Dávalos: “Martí y Marx, raíces de la Revolución Socialista de Cuba”,
Revista Cuba Socialista, 2003.
45
Véase de Armando Hart Dávalos. “Identidad esencial en Che y Allende”. Periódico Granma, 4
de julio 2008.
46
Respecto a dicho principio en 1966 decía Fidel: “(…) Hablábamos de que un día la técnica
sería instrumento de toda la sociedad. ¿Y qué quiere decir eso? Quiere decir que un día llegará
a ser posible el apotegma marxista, o la aspiración marxista, comunista, de que el trabajo
manual y el trabajo intelectual se combinen, y que llegue un día en que todo ciudadano
desarrolle una actividad intelectual y a la vez desarrolle una actividad manual (…)”. Véase en la
versión digitalizada de los discursos de Fidel Castro Ruz en el periódico Granma, el discurso
pronunciado en el acto de graduación de los primeros 425 técnicos del Consejo del Plan de
Enseñanza Tecnológica de Suelos, Fertilizantes y Ganadería, en la escalinata de la Universidad
de La Habana, efectuado el 18 de diciembre de 1966.

Fidel en los años sesenta (1969) también decía: “De manera que esas ideas de las que se
habló, esas ideas que fueron esencia del pensamiento marxista: la combinación del estudio y del
trabajo, la combinación del trabajo intelectual y el trabajo manual, no son simples frases: son
ideas que contienen la esencia de la sociedad del futuro”. Véase en la versión digitalizada de los
discursos de Fidel Castro Ruz en el periódico Granma, el discurso pronunciado en la
concentración efectuada en la escalinata de la universidad de la Habana como culminación de
los actos organizados para honrar a los mártires del 13 de marzo de 1957. La Habana, marzo 13
de 1969.
47
Las publicaciones de Galló en los sesenta respecto al tema fueron: En 1961 Galló. “Martí y los
tabaqueros”. Revista Islas (9) 61. UCLV, pp.63-67. En 1965 Galló. “Algunas cuestiones sobre
politecnización”. Cuadernos de orientación ideológica, Año 1, No. 3, enero 1965. La Habana, pp.
28-38 En este año también escribe: “La enseñanza de la historia y la politecnización”. Periódico
Hoy, 8 de junio de 1965, p. 2 En 1966 Galló. “Generalidades sobre la politecnización” Revista
Islas (21) 66, pp. 51-63 En este año también escribe “Generalidades sobre la politecnización”.
Revista Islas (21) 66, pp. 51-63. En 1967 Galló. “La Escuela al campo”, Revista Educación en
Cuba, Año 1, No. 1, enero-febrero 1967, Ministerio de Educación, La Habana, pp. 7-25. Véase
de Arsenio R. Vergara Cardoso. “La Obra de Gaspar J. García Galló: un estudio bibliográfico”.
Tesis en opción al título de Máster en Pensamiento Filosófico Latinoamericano”, p. 54. Tutor Dr.
Domingo Rodríguez Fragoso, enero 2003. (sin publicar)
48
Véase de Gaspar M. Jorge García Galló. “La lucha contra el analfabetismo en Cuba”. Revista
Cuba Socialista (2) 61, La Habana, pp. 69-81. Y Simientes (2) 61, octubre, pp. 68-81.
49
Véase de Gaspar M. Jorge García Galló: “El trabajo del inspector y el maestro de estudios
sociales en la Secundaria Básica y Pre-Universitario” Conferencia sobre Educación. Editada por
el MINED, La Habana, 30 de julio de 1962.
50
Véase de Gaspar M. Jorge García Galló: “La educación física, el deporte y la recreación como
un principio fundamental de la educación socialista”. Conferencia ofrecida el 9 de abril de 1963
Impresa por el Consejo Provincial del SNTEC, La Habana.
51
Véase de Gaspar M. Jorge García Galló: “Charla sobre la educación socialista y sus
fundamentos ideológicos”, diciembre 1962, a máquina 50 pp., inconclusa. En su archivo
personal.
52
Véase de Gaspar M. Jorge García Galló “El VIII Congreso de educadores americanos”
Revista Islas (9) 61, Universidad Central de Las Villas, pp. 63-67.
53
Véase de Gaspar M. Jorge García Galló “Conferencia de maestros en Argelia”. Periódico Hoy
los días 1, 2, 3, 4, 6, 9, 10, 12 y 16 de marzo de 1965.
54
Véase de Gaspar M. Jorge García Galló. “la unidad del sistema escolar cubano”. Periódico
Hoy, p. 2. 27 de marzo de 1965.
55
Véase de Gaspar M. Jorge García Galló. “Encuentro de maestros en Bejucal”. Periódico Hoy,
p. 2. 30 de mayo de 1965.
56
Véase de Gaspar M. Jorge García Galló. “La Escuela al campo” En Revista Educación en
Cuba, Año 1, No 1, pp. 7-25. Enero-febrero, pp. 7-25.1967.
57
En 1971, las ideas de Fidel al respecto se expresan en las inauguraciones de nuevas escuelas
en el campo; señala en enero que: “De acuerdo con lo más profundo del pensamiento marxista,
que concibe la educación, la formación del hombre, vinculada al trabajo productivo, al trabajo
creador; de acuerdo con las concepciones tradicionales de nuestra patria, de acuerdo con la
concepción martiana (…) Entonces, cuando veo todo aquello: el origen de la sociedad humana,
la división en clases, todo, fue tan persuasivo para mí que me quedé maravillado, me quedé
convertido a aquellas ideas. Ahora, ¡qué lejos estaba de ser un comunista!” Véase en la versión
digitalizada de los discursos de Fidel Castro Ruz en el periódico Granma, el discurso
pronunciado en el acto de inauguración de la Secundaria Básica Ceiba 1, el 7 de enero de 1971.

Y en la inauguración de otra Secundaria Básica en el Campo señalaba, en abril, que: “Esta


escuela reúne dos ideas que son fundamentales, dos ideas que son similares, (…) de Marx y de
Martí. Ambos concibieron la escuela vinculada al trabajo, es decir concibieron la escuela como el
centro donde se forma integralmente al hombre”. Véase en la versión digitalizada de los
discursos de Fidel Castro Ruz en el periódico Granma, el discurso pronunciado en el acto de
inauguración de la Secundaria Básica en el Campo “La Taza de oro”, el 25 de abril de 1971.

Al inaugurar otra escuela en junio, decía: “(…) De esta manera construiremos los apotegmas
marxistas y martianos.” Véase en la versión digitalizada de los discursos de Fidel Castro Ruz en
el periódico Granma, el discurso pronunciado en el acto de inauguración de la Secundaria Básica
en el Campo, construida en Isla de Pinos, el 29 de junio de 1971.
58
En el II Congreso de la UJC decía Fidel que: “(…) hay una idea que no es nueva —es una idea
marxista, es una idea martiana—, que es la idea de la combinación del estudio y el trabajo.”
Véase en la versión digitalizada de los discursos de Fidel Castro Ruz en el periódico Granma, el
discurso pronunciado por Fidel Castro, en la clausura del II Congreso de la Unión de Jóvenes
Comunistas, el 4 de Abril de 1972.

59
Decía Fidel: “De modo también que el principio marxista de que algún día tendrá que
desaparecer la cruel diferenciación, la cruel división entre trabajadores manuales y trabajadores
intelectuales como únicamente trabajadores manuales y únicamente trabajadores intelectuales,
ese principio marxista responde a una realidad. Y el desarrollo de la sociedad humana nos
conducirá obligadamente al instante en que toda la sociedad tenga que trabajar con la
inteligencia y tenga que trabajar también con las manos (…) Y los hombres más preclaros, (…)
plantearon además la cuestión de la combinación del estudio y del trabajo como la forma
verdaderamente revolucionaria de educar. De ello hablaron Marx y Martí mucho. Y Marx dijo que
era el único método de producir hombres plenamente desarrollados”. Véase en la versión
digitalizada de los discursos de Fidel Castro Ruz en el periódico Granma, el discurso
pronunciado en las conclusiones del acto de graduación de 2095 estudiantes de la Universidad
de la Habana, efectuado en el Teatro de la CTC, el 8 de diciembre de 1972.
60
En 1977 decía: “(…) aunque fuésemos petroleros, habría sido altamente conveniente
universalizar el trabajo, altamente formativo en todos los sentidos, y altamente revolucionario.
Que por algo estas ideas fueron planteadas hace mucho tiempo por Marx y por Martí.” Véase en
la versión digitalizada de los discursos de Fidel Castro Ruz en el periódico Granma, el discurso
pronunciado en el acto de graduación del primer contingente del destacamento pedagógico
“Manuel Ascunce Domenech”, el 20 de julio de 1977.
61
En 1970 continúa escribiendo Galló sobre la educación en Cuba y el mundo en los años
setenta, particularmente sobre El Sistema educacional en Bolivia. Véase de Gaspar M. Jorge
García Galló y René Montero. El Sistema educacional en Bolivia, Editado por Casa de las
Américas, No. 7 1970, 137 pp.
62
Véase de Gaspar M. Jorge García Galló “José Martí y la formación multilateral del hombre”,
Periódico Granma, septiembre 9 de 1974 y en Revista Educación, abril-junio de 1970.
63
Véase de Gaspar M. Jorge García Galló. “Con motivo del primer aniversario del Congreso
Nacional de Educación y Cultura”. Periódico Granma, 28 de abril de 1972, p. 2. Y “la difícil
heroicidad cotidiana”. Periódico Granma, p. 2, 13 de noviembre de 1972.
64
Véase de Gaspar M. Jorge García Galló: “José Martí y la educación”. Revista Islas (41) 72.
65
Bosquejo histórico de la educación en Cuba. Editado por Libros para la educación, 1980.
Primera edición 1974 por el MINED. Fueron publicados varios artículos en las Revista
Educación, 12, 13, 14, Año 73-74.

66
En 1987 decía que: “Ninguno de aquellos planes educacionales, la aplicación de ese principio
tan revolucionario planteado ya desde los tiempos de Marx y de Martí, habría sido posible sin
esos planes agrícolas, concebidos como formas superiores de producción agrícola. En el
desarrollo de esos planes invirtió la Revolución grandes recursos (…) en esa maravillosa fórmula
marxista y martiana de la combinación del estudio y del trabajo; nuestros estudiantes de
secundaria, de preuniversitario, de los tecnológicos, asistiendo al campo, recogiendo vegetales,
cítricos, tabaco, etcétera, porque nuestro país conoció formas superiores y formas muy justas de
66
producción. Véase en la versión digitalizada de los discursos de Fidel Castro Ruz en el
periódico Granma, el discurso pronunciado en el acto clausura del VII Congreso de la ANAP,
efectuado en el Teatro “Karl Marx”, el 17 de mayo de 1887.

67
En 1988 señala que: “(…) la primera gran prueba de que nuestra Revolución fue una
revolución creadora es que no siguió los esquemas, y, en la construcción del socialismo, nuestra
Revolución hizo muchos aportes, siendo fiel a los principios del marxismo-leninismo: el principio
del estudio y del trabajo, por ejemplo, proclamado por Marx a partir de la historia de la clase
obrera inglesa, donde había los niños explotados que se convertían en una fuerza productiva,
concibió la idea de que en el socialismo se podía y se debía combinar el estudio y el trabajo; y
Martí, a partir del conocimiento de la idiosincrasia y las realidades de nuestro pueblo dijo lo
mismo. Nuestro país fue el primero en el mundo en aplicar masiva y consecuentemente esos
principios, y hoy vemos los frutos en la conducta de nuestra juventud, porque no por casualidad
estas nuevas generaciones poseen las cualidades revolucionarias que vemos en ellas”. Véase
en la versión digitalizada de los discursos de Fidel Castro Ruz en el periódico Granma, el
discurso pronunciado en el acto en conmemoración del XXXII Aniversario del desembarco del
"Granma" y de la fundación de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, y la proclamación de
Ciudad de La Habana Lista para la Defensa en la Primera Etapa, el 5 de diciembre de 1988.

68
En 1989 señalaba que: “(…) no solo nos limitamos a tomar nota de esta idea de Marx y de
Martí, dos grandes pensadores, dos grandes revolucionarios que plantearon aquella idea, sino
en un momento determinado nosotros propusimos llevarla a la práctica porque creíamos en esa
idea, porque estábamos absolutamente convencidos de que si se universalizaba la educación,
había que universalizar el trabajo o las sociedades futuras serían simplemente sociedades de
intelectuales incapaces de trabajar con sus manos, y que puede ser uno de los problemas más
serios que se le presente al mundo en el futuro, y, sobre todo, a los que quieren hacer un
régimen social justo, a los que quieren construir el socialismo”. Véase en la versión digitalizada
de los discursos de Fidel Castro Ruz en el periódico Granma, el discurso pronunciado en el acto
solemne en conmemoración del XXX Aniversario del triunfo de la Revolución, en Santiago de
Cuba, el 1º de enero de 1989.
69
Decía Fidel: “Pienso que, por ejemplo, el sistema de estudio y trabajo implantado en nuestra
educación es único en el mundo, ningún otro país lo tiene. La combinación del estudio y del
trabajo, que es la aplicación consecuente de las ideas de Marx y de Martí. Pero no solo nos
limitamos a tomar nota de esta idea de Marx y Martí. Dos grandes pensadores, dos grandes
revolucionarios que plantearon aquella idea, sino en un momento determinado nosotros
propusimos llevarla a la práctica porque creíamos en esa idea, porque estábamos absolutamente
convencidos de que si se universalizaba la educación, había que universalizar el trabajo o las
sociedades futuras serían simplemente sociedades de intelectuales incapaces de trabajar con
sus manos, y que puede ser uno de los problemas más serios que se le presente al mundo en el
futuro y, sobre todo, a los que quieran hacer un régimen social justo, a los que quieren construir
el Socialismo”. Véase en la versión digitalizada de los discursos de Fidel Castro Ruz en el
periódico Granma, el discurso pronunciado en el acto central por el XXX aniversario del triunfo
de la revolución, el 4 de enero de 1989.

70
Véase de Gaspar M. Jorge García Galló: Ante el futuro: algunos problemas de la formación
vocacional y la orientación profesional. Editora Abril, La Habana, 1989.
71
Véase de Arsenio R. Vergara Cardoso: “La obra de Gaspar J. García Galló: un estudio
bibliográfico”. Tesis en opción al título de Máster en Pensamiento Filosófico Latinoamericano”, p.
54. Tutor Dr. Domingo Rodríguez Fragoso, enero 2003. (sin publicar)
72
Véase en la versión digitalizada de los discursos de Fidel Castro Ruz en el periódico Granma,
el discurso pronunciado en la clausura del congreso de “Pedagogía 90” 9 de febrero de 1990.
73
Decía Fidel que: “(…) al universalizar la educación teníamos que universalizar el trabajo,
porque si no íbamos a crear una sociedad de intelectuales puros además, que nunca en su vida
hubieran hecho nada con sus manos. Por eso lo defendimos y defendimos, de ahí nació la
escuela al campo, y después la escuela en el campo la participación, incluso, de los
73
universitarios” . Véase en la versión digitalizada de los discursos de Fidel Castro Ruz en el
periódico Granma, el discurso pronunciado en el octavo congreso de la FEEM, Ciudad de la
Habana, 6 de diciembre1991. Y en Juventud Rebelde, La Habana, 15 de diciembre de 1991.

74
Decía Fidel que: “La idea del estudio y del trabajo —para citar un ejemplo— es cubana en su
aplicación, ciento por ciento cubana. Ya la habían postulado Marx y Martí, los dos la postularon,
acuérdense de aquello que dijo Martí del libro por la mañana y el arado por la tarde, o algo
similar. La idea del estudio y del trabajo estaba en el pensamiento de Martí de forma muy clara, y
estaba en el pensamiento de Marx y Engels, pero no se aplicó en ninguna parte. El primer país
que realmente aplica de forma consecuente el principio del estudio y el trabajo es Cuba. Gracias
a eso hoy cualquier ciudadano hace cualquier cosa, no se asustan si van a una microbrigada a
construir, o si lo mandan al campo, o lo mandan al surco, va a una zafra o va a hacer un trabajo
físico. Precisamente –como explique el otro día-, para no convertirnos en una sociedad de
intelectuales y sin productores manuales, se estableció de manera consecuente el principio del
estudio y el trabajo, y se crearon las escuelas en el campo. Ese sistema de escuela no lo tiene
nadie en ninguna parte.

Recientemente estuve conversando con Nyerere, que era presidente de Tanzania, y allí hicimos
tres de estas escuelas; las construimos los cubanos, están orgullosos de aquellas instituciones,
era una idea. Para los países del Tercer Mundo es tal idea que tiene un sentido pedagógico, en
primer lugar, pero tiene también un sentido económico. Si un país del Tercer Mundo quiere
educar a todos los jóvenes, a todos los adolescentes y a todos los niños, es conveniente aplicar
ese principio, porque ayudan a la producción de alimentos. ¿Lo hemos aplicado de manera
totalmente consecuente? ¡No! ¿Lo hemos hecho de una manera perfecta? ¡No! Sabemos
cuántos vicios ha habido en estas cosas del estudio y del trabajo, debilidades, blandenguerías y
pérdidas de tiempo en la agricultura y en la dirección del proceso. No se practicó de manera
óptima, pero sí en un grado muy alto. (…)”.Véase en la versión digitalizada de los discursos de
Fidel Castro Ruz en el periódico Granma, el discurso pronunciado en la clausura del VII
Congreso del Sindicato nacional de trabajadores de la educación, la ciencia y el deporte, el 22 de
diciembre de 1991.
75
Véase de Fidel Castro Ruz el discurso con congresistas del PARLATINO. Periódico Granma
28 de marzo de 1992
76
Decía Fidel que: “José Martí, condenado a prisión y trabajos forzados a la temprana edad de
17 años, debió concluir sus estudios superiores en España. Allí encontró adhesión y aliento a su
ideario emancipador, se percató de que en nuestros pueblos, la escuela y la universidad debían
forjar al ser humano de cara a la naturaleza, a la agricultura, a la experimentación y a las
ciencias, Martí es la piedra angular de nuestro concepto de la educación universal”. Véase en la
versión digitalizada de los discursos de Fidel Castro Ruz en el periódico Granma, el discurso
pronunciado con motivo de concedérsele el Título de Doctor Honoris Causa, el 10 de febrero de
1993.

77
Decía Fidel que: “La concepción del estudio y el trabajo, la aplicación de ese principio marxista
y martiano —no podemos olvidar a Marx, no fue solo Martí, y quién puede sentir más amor por
Martí que nosotros, los cubanos, — tanto Marx como Martí plantearon el principio del estudio y
del trabajo, desde aquellos análisis que había hecho Engels en la sociedad inglesa donde
obligaban a trabajar a los niños de siete, de ocho, de diez años. (…) Pero tanto Marx como Martí
descubrieron que el trabajo podía ser un gran instrumento de educación, que el problema no
estaba en el moderado esfuerzo físico o mental que tuviera que hacer un adolescente como
parte de su educación, sino en las razones por las cuales les imponían un esfuerzo físico y
mental desproporcionado, en condiciones despiadadas, a aquellos adolescentes. La aplicación
del principio marxista y martiano del estudio y el trabajo es algo, a mi juicio, que constituye una
creación de la Revolución Cubana, ¡su aplicación!, que fue también elaborada, porque de
aquellas ideas se había hablado, pero era necesario ponerlas en práctica, y la Revolución
Cubana elaboró las ideas para poner en práctica aquel principio”. Véase en la versión
digitalizada de los discursos de Fidel Castro Ruz en el periódico Granma, el discurso
pronunciado en la clausura de Pedagogía 93, el 5 de febrero de 1993.

78
Decía Fidel: “Bueno, escuelas primarias hubo que construir, pero llegó un momento en que la
gran masa estaba en cuarto grado, quinto grado y sexto grado, y no había escuelas secundarias;
pero tampoco había maestros, era peor, no había profesores de secundaria. Ya por aquellos
tiempos estaban desarrollándose las ideas de combinar el estudio y el trabajo, con las primeras
escuelas al campo y en el campo que empezaron a funcionar más adelante. Se empezó a
cumplir ese precepto martiano: por la mañana en el campo y por la tarde en las escuelas, o a la
inversa, y un precepto marxista también, porque estaba en la doctrina marxista la cuestión de la
combinación del estudio y del trabajo”. Véase en la versión digitalizada de los discursos de Fidel
Castro Ruz en el periódico Granma, el discurso pronunciado en el acto por el XXXV Aniversario
de la Campaña de Alfabetización, el día 22 de Diciembre de 1996.

79
Véase la reflexión de Fidel Castro Ruz “La autocrítica de Cuba” en
http://www.juventudrebelde.cu/cuba/2007-07-11/autocritica-de-cuba/

80
Véase en la versión digitalizada de los discursos de Fidel Castro Ruz en el periódico Granma,
el discurso pronunciado en la inauguración del II Congreso de Economistas del Tercer Mundo, el
26 de abril de 1981.
81
Véase en la versión digitalizada de los discursos de Fidel Castro Ruz en el periódico Granma,
el discurso pronunciado en el acto central por el 45 aniversario del asalto a los cuarteles
Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, 26 de julio de 1998.

82
En el 2000 decía Fidel “El hombre primitivo tenía más libertad de pensar. José Martí dijo: “Ser
cultos para ser libres”. Habrá que añadir un apotegma: sin cultura no hay libertad posible (…)”.
Véase la compilación de Dolores Guerra, Margarita Concepción y Amparo Hernández. José
Martí en el ideario de Fidel Castro, Ediciones especiales, Centro de Estudios Martianos, p. 330,
La Habana, 2004.
En el 2003 decía: “(…) Hace más de 100 años José Martí afirmó categóricamente y sin réplica
posible “ser culto es el único modo de ser libre” (…)”. Véase el discurso de Fidel Castro Ruz por
la clausura del Congreso Pedagogía 2003 en el Teatro Carlos Marx, 7 de febrero del 2003.

En el 2005 dijo: “…la madre del decoro, la savia de la libertad, el mantenimiento de la República
y el remedio de sus vicios, es, sobre todo lo demás, la propagación de la cultura”, dijo con
profundidad y belleza José Martí”. Véase el discurso pronunciado por Fidel Castro Ruz, en el
acto nacional de la segunda graduación de instructores de arte, el 28 de octubre de 2005.
83
Véase de Armando Hart Dávalos: “Mariátegui y Martí: los hilos invisibles que unen a los
hombres en la historia”. En Anuarios del Centro de Estudios Martianos # 22. (1999)
84
En el 2003 decía que: “En los inicios del XXI, trabajamos para fortalecer en nuestra patria el
pensamiento socialista y ayudar a rescatarlo internacionalmente, a partir de la cultura cubana de
dos siglos de historia, en la cual se destaca la figura de José Martí. Para arribar a conclusiones
teóricamente válidas es necesario profundizar en los conceptos de cultura general integral y
masiva en que viene insistiendo el compañero Fidel Castro. A este fin solo se llega a través del
concepto de integralidad de la cultura presente en el pensamiento de Carlos Marx, Federico
Engels y de todos los grandes humanistas de la historia. Esta es la revolución humanista,
socialista y martiana que Fidel está promoviendo. Señaló que con el concepto de integralidad
de la cultura lo enseña la escuela cubana, y en especial Martí, pero que el pensamiento de Marx
y Engels nos confirma”. Véase http://www.cubasocialista.cu “Martí y Marx, raíces de la
revolución socialista de Cuba” o en Revista Cuba Socialista, tercera época, número 28-2003.

En el 2005 argumenta la necesidad de enriquecer el concepto de cultura general integral. Por tal
motivo refiere que “hoy en Cuba estamos estudiando una cultura general integral, que no sea
referida exclusivamente al conocimiento aislado, sino una cultura compleja que abarque todos
los aspectos de la personalidad: la orientación del pensamiento y la formación de los
sentimientos. Hay que instruir y hay que educar. Hace falta una filosofía muy profunda de la
educación. Martí relacionaba la inteligencia con la bondad y la felicidad. Debemos aspirar a que
las personas sean felices y la mejor forma masiva de hacerlo es educando. Creo que el gran
déficit de la civilización, en relación a las ideas filosóficas del siglo XX, es la necesidad de
estimular los sentimientos. La educación es un factor decisivo para que los hombres seamos
distintos. Los hombres podemos ser mejores.” Véase de Armando Hart Dávalos Marx, Engels y
la condición humana: una visión desde Cuba. La Habana, Editorial de Ciencias sociales, p. 35
2005.

En el 2006 decía Hart que: “Lo original en Martí, que también asume y enriquece Fidel, es que
además de esa cultura general integral, que todos los grandes pensadores concibieron, está en
que sentaron las bases para la cultura de hacer política, de cómo debe hacerse política” Véase
de Armando Hart Dávalos. “El misterio de Cuba”. En Anuario Martianos, No. 29, 2006.
Necesidad de adecuar la enseñanza de la filosofía marxista-leninista en Cuba al
desarrollo ideológico

Es una necesidad de la enseñanza en la educación superior y en todos los niveles, su


constante desarrollo como reflejo del mundo que se desea enseñar y el hombre que se
requiere formar. En la universidad cubana los conocidos planes de desarrollo
«designados con letras» así lo evidencia; en la actualidad se trata de la aplicación del
plan D. Sin entrar en las cuestiones didácticas del mismo, se trata el caso particular de
la enseñanza de la filosofía marxista en la actualidad.

La enseñanza de la filosofía marxista requiere no olvidar su relación con el contenido


que se enseña, en ese sentido es que se pronunció en 1995 Joaquín Santana Castillo,
cuando escribió sobre «Algunos problemas de la filosofía marxista y su enseñanza en
Cuba»1 para hacer un análisis fundamentalmente de los avatares y vicisitudes de la
filosofía marxista, su desarrollo o retraso en la vida académica.

El objetivo es: «valorar la necesidad de adecuar la enseñanza de la filosofía marxista-


leninista en Cuba para el fortalecimiento de la dimensión político ideológica de la
formación profesional del estudiante universitario»; para cumplirlo se agrega una nueva
etapa al esquema de periodización del marxismo cubano después de 1959, utilizado
por Santana, para lograr una mayor actualización de dicho esquema.

Se pretende validar que la enseñanza del marxismo-leninismo debe asumir la


tendencia de síntesis entre el pensamiento martiano y el marxista-leninista en los
momentos actuales.

No se brindan recetas acabadas sino consideraciones preliminares, a manera de


conclusiones, para un debate que no soporta más su postergación.

Primera etapa: «La primera etapa transcurre en la década de los sesenta y se inaugura
con la enseñanza de la filosofía marxista a gran escala» 2
En los años sesenta, el marxismo en Cuba no puede ignorar la caracterización de la
relación entre el pensamiento martiano y el marxista-leninista, por la necesidad de
aplicar el marxismo-leninismo con carácter creador para su desarrollo, lo cual era
posible por ser interpretado fundamentalmente como un método, una guía, por parte de
Fidel Castro Ruz; O sea, una síntesis de la dialéctica, la lógica y de la teoría del
conocimiento, que como lógica de pensamiento no es más que eso.

Además, por la necesidad de buscar instituciones revolucionarias nuevas; de luchar


contra el dogmatismo en la interpretación y aplicación del marxismo-leninismo. Aparece
en estos años sesenta el principio de combinación del estudio y el trabajo, del trabajo
intelectual y manual, como fundamental principio martiano y marxista-leninista a
desarrollar.

Sin embargo, en «El proceso de difusión del marxismo soviético en Cuba»3 cuyas
características se alejaban de lo señalado, ha llegado a reconocerse en 2006, con un
estudio más profundo del Marxismo y Revolución, que en la década de los sesenta,
década de búsqueda, «lo marxista y lo martiano se funden en la Revolución Cubana».4
Se asegura que la presencia de Martí y el ideal independentista nos salvaron del
mimetismo absoluto que prevaleció en otras latitudes.

Particularmente en la filosofía, la cuestión de la relación entre el pensamiento martiano


y el marxista-leninista, en los años sesenta se expresaba en la contradicción que
generaba el materialismo filosófico del marxismo (materialismo dialéctico-materialismo
histórico), entre las posiciones asumidas por Juan Marinello y Blas Roca,
fundamentalmente, aunque estos debates fueron ignorados por la enseñanza de la
filosofía en la Universidad.

Un recorrido a partir de 1962, año de la reforma universitaria, permite situar los


comienzos de la impartición del marxismo en Cuba, ya que se consideró que: «El
contenido de la educación superior no estaba completo, ni correspondería al proceso
revolucionario que vive Cuba, si los universitarios no recibieran una información
ideológica que les permitiera enfocar la ciencia, la vida y los problemas políticos con la
óptica científica que el marxismo-leninismo nos brinda. De ahí que se haya introducido
la enseñanza del materialismo dialéctico e histórico en todas las carreras […] La
filosofía que la universidad socialista ha de enseñar tiene que ser materialista,
marxista-leninista».5

Como complemento de este proceso de enseñanza del marxismo-leninismo, apareció


en 1967, «La divulgación del marxismo en la revista Pensamiento Crítico»,6 que tuvo
entre sus méritos, contribuir como «medio para conformar una interpretación propia del
marxismo». Pero, ¿en qué consistió realmente esa interpretación propia del marxismo?
Ello es apreciable cuando se observa que «entre las figuras a estudiar en el curso
(“Curso de Historia del Pensamiento Marxista”) —se señalan— por ejemplo a
Bernstein, Luxemburgo, Trotsky, Dimitrov, Stalin, Lukacs, Korsh, Gramsci, Mao.
También está presente la mirada latinoamericana: Mariátegui, Mella, Che […]». Ello
significaba que: «la enseñanza del marxismo no puede desvincularse de lo que el
marxismo es, de los momentos de su propia historia».

No obstante, entre las tendencias de búsqueda sobre la historia del marxismo que
reflejan los artículos publicados en la revista se encuentra que:

-Una primera tendencia es «la de tomar determinada obra de los clásicos y


contextualizarla […]»

-«Una segunda forma de incursión histórica del marxismo es aquella que se propuso el
abordaje de una coyuntura particular en su trayectoria teórico-política». Aquí, por
ejemplo, «Tablada […] expresa que Kautsky y Plejanov al buscar la obra filosófica de
Marx y no encontrarla, la inventaron: El llamado problema fundamental de la filosofía, la
contraposición materia-conciencia; la lucha del materialismo contra el idealismo y todos
los demás problemas en que se debate esta posición filosófica, fueron situados como el
centro de la filosofía marxista, como su problemática».7

-«Una tercera variante de incursión en la historia del marxismo es la empleada por


Jesús Díaz en “El marxismo de Lenin” y por Fernando Martínez Heredia en “Marx y el
origen del marxismo” […]».
En el análisis de la revista se concluye que «coherentemente con los criterios
editoriales de Pensamiento crítico en torno al marxismo y las tendencias teóricas que
hemos destacado en artículos elaborados por profesores del Departamento de
Filosofía, se presenta cierta concepción historicista asociada a la figura de Gramsci
[…]». Se destacan así las posiciones de Jorge Gómez Barranco y Carlos Tablada,
donde se alude al rechazo de la problemática filosófica anterior, por parte de Carlos
Marx.

Se cita para el primer caso que: «La especulación sobre las relaciones naturaleza-
hombre (ser-conciencia), que caracteriza todo el pensamiento filosófico anterior […] ha
dejado su lugar a una […] nueva óptica a partir de la cual el problema tiene sentido en
la formulación ser social-conciencia social […]»8 Y en el caso del segundo, se repite la
cita anterior sobre el autor, para añadir que: «Plejanov efectúa una desfiguración
esquemática de la teoría marxista al hacer renacer problemas filosóficos anteriores a
Marx que fueron desechados por el propio Marx».

Podríamos decir, que las interpretaciones del marxismo soviético y la tendencia


historicista a la manera gramsciana, expresada en Pensamiento Crítico, durante los
años sesenta se manifestó en la contradicción de la interpretación que hacían del
problema fundamental de la filosofía.

Segunda etapa: “Los años 70 marcaron un viraje en la vida intelectual (…) conducente
a la adopción del modelo soviético de construcción del socialismo”9

Los años setenta muestran que mientras Fidel Castro Ruz está concibiendo la relación
entre lo martiano y lo marxista-leninista como unión, hibridación y fusión, aparecen en
otros autores los términos de afinidad, eslabón y como uno de los más cercanos a los
expresados por Fidel, el de unidad, por parte de Armando Hart Dávalos, quien también
inauguraba en 1977 el Centro de Estudios Martianos, con el compromiso de estudiar
las relaciones entre el pensamiento de José Martí y las tareas de la Revolución
Socialista.

Ello no sería tan difícil de comprender si valoramos que «los años 70 marcaron un
viraje en la vida intelectual […] En consecuencia, la interpretación soviética del
marxismo-leninismo y su concepción filosófica devienen predominantes y dan lugar a
un proceso masivo de aprendizaje en las universidades y otras instituciones docentes,
caracterizado en general por sus tendencias manualescas, escolásticas y
homogenizantes […] En estos años el dogmatismo cobra enormes fuerzas y provoca
un estancamiento de la creación intelectual en las ciencias sociales […]»,10 afirma
Joaquín Santana.

Podría decirse, además, que la característica fundamental desde el punto de vista


filosófico en los años setenta, respecto a la interpretación de la relación entre el
pensamiento martiano y el marxista-leninista, fue la valoración hecha por Noël Salomón
sobre el «idealismo práctico» que caracterizaba al pensamiento de José Martí, la cual
venía a coronar las posiciones de Marinello y Carlos Rafael Rodríguez al respecto;
frente a la posición de acercamiento al materialismo que encabezaba
fundamentalmente Gaspar Jorge García Galló.

Quiere esto decir que continuaba el debate sobre la relación entre el pensamiento
martiano y el marxista-leninista, sin esclarecerse el materialismo filosófico del marxismo
soviético. El debate materialismo-idealismo en José Martí, pasaba en estos años por el
ambiente de la época, el cual reforzaba la valoración del idealismo en Martí.

Tercera etapa: Con el proceso de rectificación se inicia la tercera etapa que llega hasta
el IV Congreso del Partido Comunista. O sea, desde 1985 hasta 1990.

En 1985 Fidel expresaba por primera vez el término de «síntesis» al señalar que:
«Creo que mi contribución a la Revolución Cubana consiste en haber realizado una
síntesis de las ideas de Martí y del marxismo-leninismo, y haberla aplicado
consecuentemente en nuestra lucha».11 Con posterioridad seguiría insistiendo en el
término que caracteriza a la tendencia que relaciona a ambos pensamientos en
América Latina. Los años ochenta puntualizan el término de «síntesis» que se defiende
para la interpretación del marxismo, en particular de su filosofía.

El debate filosófico fundamental, en los años ochenta, respecto a la incomprensión de


la «síntesis» se caracteriza por el predominio de una valoración idealista sobre el
pensamiento martiano; así para Adalberto Ronda Varona, principal protagonista en
dicho debate: «La esencia filosófica de la concepción del mundo de Martí, es la etapa
de su pensamiento sociopolítico en expresión del ideario revolucionario más radical y
consiste en una interpretación idealista del mundo en la que se observa una
comprensión materialista de diversos fenómenos de la naturaleza y la sociedad».12
También se suma al debate, la posición de Luís Toledo Sande, quien sostiene frente a
las valoraciones materialistas que hiciera Oleg Ternevoi, que: «Con todo, es indudable
que fue idealista, a su manera, pero idealista en fin».13

Cuarta etapa: «Desde la realización del cuarto Congreso del PCC hasta hoy».14 O sea,
1990-2009. Los años noventa se caracterizan por reafirmar con mayor fuerza el término
de síntesis, frente a aquellos que se alejaban de éste; por la necesidad de continuar
con la aplicación del principio del estudio y el trabajo y del principio del partido único,
como principios fundamentales; por la prioridad a lo propio, lo nacional, lo martiano; por
considerarla fortaleza ideológica de la revolución cubana; por reclamar Fidel su
militancia martiana junto al marxismo-leninismo y la necesidad de evitar la grave
tendencia negativa de ver al marxismo-leninismo desvinculado de nuestras raíces, lo
cual quedó plasmado en los principales documentos del Partido y en la Constitución.

En los años noventa se destaca de manera particular la figura de Armando Hart


Dávalos, en el sentido filosófico. Hart abre la década con la publicación de «Volvamos
a leer a Engels» (1990); clausura el Coloquio Internacional Cien años de recepción
martiana y prologa Gramsci y la filosofía de la praxis (1997); y en «Mariátegui y Martí:
los hilos invisibles que unen a los hombres en la historia» (1999) retoma lo que podría
señalarse como aspecto relevante en su interpretación de la relación que nos ocupa, lo
referido a la teoría de la base y la superestructura, siguiendo la crítica gramsciana al
respecto.

A partir de 2000 es notorio igualmente el texto de Armando Hart Marx, Engels, Lenin y
la condición humana, fundamental para comprender su posición respecto a la relación
entre el pensamiento martiano y el marxista-leninista y dentro de éste, el texto «Martí y
Marx: raíces de la Revolución Socialista de Cuba»15, el cual expresa el resultado del
empeño establecido con la fundación del Centro de Estudios Martianos en 1977.
Justamente, las consideraciones que son presentadas se hacen atendiendo
fundamentalmente a lo señalado por Hart y a manera de conclusiones preliminares que
sirvan para el debate sobre la enseñanza de la filosofía marxista en 2009.

Primera consideración:

En las etapas primera y segunda el tratamiento brindado al problema fundamental de la


filosofía, que parte de la solución a la contradicción entre el materialismo dialéctico e
histórico; y teniendo como fondo doctrinal la imposibilidad de vincular al marxismo-
leninismo un pensamiento martiano valorado de idealista, es solucionado por Hart al
considerar que: «El error o la insuficiencia presente desde el origen de las ideas
filosóficas estuvo en trazar un abismo infranqueable entre lo que se llamó objetivo
(materia) y lo que se llamó subjetivo (espíritu), cuando ambos planos tienen una
profunda interrelación y forman parte de la unidad material del mundo —para decirlo en
el lenguaje de Marx— o la unidad de la naturaleza —para expresarlo en términos que
empleaba José Martí».

Y continúa señalando Hart: «Como hemos dicho, a pesar de las advertencias de


Engels, en el siglo XX, se incurrió en un materialismo grosero, en el que se
simplificaban hasta el absurdo las relaciones entre la estructura y la superestructura; se
pasó por alto la importante cuestión de la génesis de las ideas. Precisamente en ello
está el fundamento de las diferencias y aproximaciones entre la cultura de Marx y de
Martí. Ambos recogieron la evolución intelectual anterior con distintos matices, pero en
esencia expresaron el drama social y la necesidad de utilizar la ciencia y la cultura para
abordarlo, y asociarse para ese fin. En las ideas de Marx y las de Martí se observan
diferencias en la forma de plantear la aspiración, pero hay una complementación entre
ambas que nos orienta a tener en cuenta los factores espirituales que resaltó Martí y
los de índole económico-social en los que insistieron Marx y Engels».

Segunda consideración:

«Otro aspecto de la relación entre el pensamiento del Apóstol y el de los autores del
Manifiesto Comunista, radica en que tanto en la filosofía de Marx y Engels como en el
pensamiento del prócer cubano, podemos encontrar una concepción orientada a
proyectar la cultura hacia la transformación del mundo».

Tercera consideración:

«Podemos apuntar también otro elemento en Martí que muestra un acercamiento al


ideal socialista. Señaló que el secreto de lo humano está en la facultad de asociarse. El
principio de liberación radical del hombre que enunciaran los forjadores del socialismo
científico y que está presente también en el centro del ideal martiano, son puntos de
coincidencia bastante profundos los cuales permitieron, en el siglo XX, que los primeros
comunistas cubanos surgieran del pensamiento martiano; estas ideas las podemos
defender hoy como martianos y socialistas».

Cuarta consideración:

«Resulta muy esclarecedor para este estudio desde el materialismo histórico de las
aproximaciones y diferencias entre el pensamiento de Marx y Martí, las ideas
expuestas por Marx en su Carta a la Redacción de los Anales de la Patria: A todo
trance quieren convertir mi esbozo histórico sobre los orígenes del capitalismo en la
Europa occidental en una teoría filosófico-histórica sobre la trayectoria general a que se
hallan sometidos fatalmente todos los pueblos, cualesquiera que sean las
circunstancias históricas que en ella concurra, para plasmarse por fin en aquella
formación económica que, a la par que el mayor impulso de las fuerzas productivas, del
trabajo social asegura el desarrollo del hombre en todos y cada uno de sus aspectos.
(Esto es hacerme demasiado honor y al mismo tiempo, demasiado escarnio) […]
Estudiando cada uno de estos procesos históricos por separado y comparándolos
luego entre sí, encontraremos fácilmente la clave para explicar estos fenómenos,
resultado que jamás lograríamos, en cambio con la clave universal de una teoría
general filosófica de la historia, cuya mayor ventaja reside precisamente en el hecho de
ser una teoría suprahistórica».

«Hoy se requiere una síntesis universal de cultura, que articule lo mejor de las más
diversas corrientes para el futuro humano. El materialismo histórico y la tradición
filosófica cubana pueden servirnos para conformar dicha síntesis, con las mejores
ideas y sentimientos universales de los últimos dos siglos».

Quinta consideración:

«Esta es la revolución socialista y martiana que Fidel está promoviendo. Es necesario


estudiar las fórmulas prácticas de hacer política presentes en Martí, desarrolladas en el
siglo XX y hasta la actualidad por el propio Fidel. Ello se relaciona con los vínculos entre
cultura y política. Estudiar los factores que determinaron el alejamiento e incluso el
divorcio de estos dos planos de la vida social es el primer deber de quienes, en el siglo
XXI, se propongan luchar por la redención del hombre, único camino para salvar a la
civilización del colapso que la amenaza».

«El ideario nacional nutrió y enriqueció a las ideas socialistas, a su vez les dio validez
latinoamericana y universal; fue elemento esencial para la comprensión entre nosotros
de las ideas de Marx y Engels. Si Mella y sus compañeros rescataron de la mutilación y
el olvido en que había caído en las primeras décadas del siglo XX, el pensamiento
patriótico y antiimperialista de nuestro pueblo, hoy trabajamos por fortalecer el ideal
socialista en Cuba y ayudar a rescatarlo internacionalmente. Lo podemos llevar a cabo
a partir de la cultura cubana de dos siglos de historia, en la cual destaca la figura de
José Martí».

Notas y referencias
1
Véase de Joaquín Santana Castillo. «Algunos problemas de la filosofía marxista y su enseñanza en
Cuba», en Revista Temas, No 3. 1995
2
Ob, cit., p. 29
3
Véase de Fidel A. Díaz Sosa. «El proceso de difusión del marxismo soviético en Cuba. Apuntes
preliminares». En Marxismo y Revolución, Editorial de Ciencias Sociales, Centro de Investigación y
Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello, La Habana, 2006.
4
Ibídem, p. 79.
5
Carlos Rafael Rodríguez: «Reforma Universitaria», en Letras con filo, t. 3, p. 506, Editorial de Ciencias
Sociales, La Habana, 1983.
6
Véase de Natascha Gómez Velázquez. «La divulgación del marxismo en la revista Pensamiento
Crítico», en Marxismo y Revolución, Editorial de Ciencias Sociales/Centro de Investigación y Desarrollo
de la Cultura Cubana Juan Marinello, La Habana, 2006.
7
Carlos Tablada: “Marxismo y II internacional”, Pensamiento Crítico, La Habana, No. 44, p. 132, 1970.
8
Jorge Gómez. «Los conceptos del marxismo determinista», Pensamiento Crítico, La Habana, No. 41, p.
55, 1970.
9
Ídem.
10
Joaquín Santana Castillo: «Algunos problemas de la filosofía marxista y su enseñanza en Cuba», en
Revista Temas No. 3, p. 29. 1995
11
Fidel y la Religión. Conversaciones con Frei Betto, Oficinas de Publicaciones del Consejo de Estado,
p.164. 1985.
12
Véase de Adalberto Ronda: «Acerca de la filiación filosófica de José Martí», en Anuario del Centro de
Estudios Martianos, No. 3, 1983.
13
Véase de Luís Toledo Sande: Ideología y práctica en José Martí seis aproximaciones, Editorial de
Ciencias Sociales, La Habana, 1982.
14
Esta etapa que hemos considerado cuarta, Santana la considera dentro de la tercera. Nuestro criterio
es que a partir del IV Congreso de PCC se produce otro viraje en la ideología de la Revolución cubana.
15
Véase de Armando Hart Dávalos: «Martí y Marx, raíces de la Revolución Socialista de Cuba» Texto
que constituye dentro de toda su producción teórica respecto a su concepción sobre la relación entre
ambos pensadores, justamente su concepción de «Raíces». En Marx, Engels y la condición humana.
Una visión desde Cuba.2005. En http://www.cubasocialista.cu «Martí y Marx, raíces de la revolución
socialista de Cuba». En Armando Hart Dávalos. «Martí y Marx, raíces de la Revolución Socialista de
Cuba», en revista Cuba Socialista, tercera época, número 28, 2003.
Proyección filosófica de José Martí en el siglo XXI: la síntesis del pensamiento
martiano y marxista-leninista

La proyección del pensamiento martiano en Cuba y para el mundo, está dada en


que Martí «elabora una doctrina, desarrolla una filosofía de la independencia y un
pensamiento humanista excepcional»,1 y eso lo relaciona con el marxista-leninista
como doctrina, con su filosofía y su humanismo.

En cinco grandes grupos se clasifica a los estudiosos de la relación entre el


pensamiento martiano y el marxista.2 Teniendo como fundamento a la doctrina
martiana, Fidel Castro Ruz ha definido que su aporte: «[…] a la Revolución Cubana
consiste en haber realizado una síntesis de las ideas de Martí y del marxismo-
leninismo, y haberla aplicado consecuentemente en nuestra lucha».3 O sea, haber
elaborado una doctrina que combina a ambas y aporta una nueva ideología.

Particular importancia presenta el tratamiento del tema cuando leemos en Fidel que:
«una conclusión que he sacado al cabo de muchos años: entre los muchos errores
que hemos cometido todos, el más importante error era creer que alguien sabía de
cómo se construye el socialismo».4 Esta afirmación de Fidel evidencia un nuevo
cuestionamiento y el más serio, a los tantos que ya había hecho a la interpretación y
aplicación dogmática del marxismo.

La intelectualidad cubana ha expresado el conocimiento de esta síntesis en las más


diversas direcciones. Así se ha considerado sobre la ideología de la revolución
cubana que: «[…] es la doctrina acerca de la independencia nacional, el
antimperialismo, el latinoamericanismo, la emancipación social y la dignificación del
hombre, que encuentra mediante el marxismo-leninismo su expresión más alta y
acabada, pero que lo trasciende y enriquece por su origen, contenido, forma,
portadores sociales y extensión histórica […]».5 Aquí se incluye su núcleo
cosmovisivo-filosófico, que tiene a su vez al problema fundamental de la filosofía
como su lógica interna.

El reconocimiento de este tipo de proyección filosófica tiene antecedentes, tanto en


América Latina como en otras partes del mundo, y de ello son muestra Michael
Löwy6 y el historiador inglés G.D.H. Cole, en su Historia del pensamiento socialista.7
El objetivo de este trabajo es entonces: comparar y sintetizar las doctrinas marxista-
leninista y la martiana, desde el problema fundamental de la filosofía y mostrar la
proyección de su humanismo para el siglo XXI.

La importancia de cumplir este objetivo radica en la necesidad de atender al


constante desarrollo de la metodología filosófica para la evaluación del pensamiento,
que en el caso de José Martí se ha interpretado de las más disímiles formas. La
importancia está igualmente en la necesidad de superar los dogmatismos inherentes
a la interpretación, investigación y enseñanza del marxismo-leninismo.

La necesidad de cumplimentar este objetivo ha sido señalada por estudiosos de


José Martí de tanto prestigio, como Gaspar Manuel Jorge García Gallo8 y Armando
Hart Dávalos,9 quienes han insistido en la necesidad e importancia del estudio de la
relación Martí-Marx por las nuevas generaciones de filósofos.

En este trabajo se parte del principio metodológico que establece el problema


fundamental de la filosofía y su solución, como el primero de todos los demás
principios filosóficos, como la síntesis de toda la lógica desplegada en la filosofía de
que se trate. Sin embargo, en la interpretación de dicho problema se ha padecido de
los mismos dogmatismos que han existido en la interpretación del marxismo en
general y esto reclama para su superación de un primer acercamiento.

En América Latina Althusser y sus seguidores son ejemplo de este dogmatismo al


considerar que «el problema del `sujeto´ de la historia desaparece. La historia es un
inmenso `sistema natural humano` en movimiento, cuyo motor es la lucha de clase.
La historia es un proceso sin sujeto».10 Ejemplo fehaciente de absolutización a
diferenciación en menosprecio de la identidad entre el individuo y la sociedad en su
dialéctica.

La formulación y solución marxista-leninista al problema fundamental de la filosofía.

En Marx, tras lo que esconde el término «obras tempranas», se ha desechado una


magnífica interpretación del problema, cuando señalaba en 1844 que: «el pensar y
el ser, son a no dudarlo, distintos, pero al mismo tiempo están en unidad recíproca.
La muerte parece una dura victoria de la especie sobre lo definitivo individual y
contradecir su unidad. Pero el individuo determinado es sólo un ser esencial
determinado, y como tal, es mortal».11 Justamente esa contradicción, existente en
cada hombre como individuo, es la que el pensamiento anterior a Marx no había
podido solucionar.

La solución que propuso Marx, fue que: «se verá cómo subjetivismo y objetivismo,
espiritualismo y materialismo, actividad y sufrimiento, sólo pierden su carácter
antitético, y así su existencia, como antítesis en la condición social; se verá cómo la
resolución de la antítesis teórica es sólo posible de una manera práctica, en virtud de
la energía práctica del hombre. Por lo tanto, su resolución no es en modo alguno
sólo un problema de conocimiento, sino un problema real de la vida, que la filosofía
no podía resolver, precisamente porque concebía este problema simplemente como
problema teórico».12 O sea, Marx hacía una aplicación consecuente del principio de
unidad entre la teoría y la práctica.

Engels, por su parte, hizo su muy conocida interpretación a partir de la obra Ludwig
Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana que ha sido muy criticada. Pero, en
realidad la síntesis que realizara Engels fue colosal pues «en la mayoría de los
casos, los filósofos premarxistas (y una buena parte de los filósofos no marxistas
contemporáneos) no sólo no formularon con precisión el problema de la relación del
pensamiento y el ser, sino que, en su autoconciencia, creyeron firmemente ocuparse
de cuestiones radicalmente diferentes o que sólo guardan con él una relación
tangencial».13

Al absolutizarse el tratamiento al problema fundamental de la filosofía brindado por


Engels, en la enseñanza del marxismo-leninismo a partir de los manuales llegados
de la desaparecida URSS,14 éste fue interpretado dogmáticamente. Es por ello, que
desde el año 1991 comienza a utilizarse el primer texto elaborado por encargo del
Ministerio de Educación Superior a un colectivo de autores cubanos, con el título de
Filosofía y Sociedad, en dos tomos, que es el utilizado en la actualidad, tratando de
superar las críticas al respecto.

En él se considera que: «el materialismo de Marx y Engels no solucionó el problema


de la relación entre el pensar y el ser en abstracto, sino el problema del vínculo de la
conciencia social y el ser social, a partir de la diferenciación de las relaciones
sociales en materiales y espirituales, argumentando cómo las segundas son un
reflejo y están determinadas por las primeras»,15 criterio que muestra un vínculo
entre el problema fundamental de la filosofía y la concepción materialista de la
historia, con una perspectiva de pensamiento dialéctico y como intento de solución
a la separación injustificada entre el «materialismo dialéctico» y el «materialismo
histórico». A ello contribuyeron los aportes de Lenin.

La manera en que profundizó Lenin en la teoría del conocimiento del marxismo,


permitió comprender, que: «naturalmente, la oposición entre la materia y la
conciencia tampoco tiene significado absoluto más que dentro de un dominio muy
restringido: exclusivamente dentro de los límites de la cuestión gnoseológica
fundamental acerca de qué se debe tener por lo primario y qué por lo secundario.
Más allá de estos límites la relatividad de tal oposición no suscita duda alguna».16 Se
trata de la interpretación adecuada de la relación entre los dos aspectos del
problema fundamental de la filosofía, en la cual la importancia de la «primacía
absoluta» se expresa en la «determinación relativa entre sus elementos», como un
desarrollo indiscutible a la dialéctica materialista.

Igualmente pueden considerarse las aportaciones leninistas en la profundización de


la concepción materialista de la historia y, por tanto, de los elementos que se
relacionan en el problema, particularmente en la teoría de formación económico-
social.

Lo cierto es que Marx y Martí coinciden desde perspectivas diferentes que se


complementan en la formulación y solución del problema fundamental de la
filosofía,17 su síntesis se muestra entonces como enriquecimiento creador, que en el
quehacer del pueblo cubano se proyecta en este siglo con una fuerza nueva y
necesaria para su desarrollo ideológico y donde la proyección filosófica de José
Martí en dicha síntesis no deja lugar a duda para muchos prestigiosos intelectuales.

La lectura que hiciera Iliénkov, destacado filósofo de la desaparecida URSS, plantea


que el problema no consiste en diferenciar y contraponer mutuamente todo lo que se
encuentra en la conciencia de una persona a todo aquello que está fuera de esa
conciencia individual, sino en diferenciar el mundo de las representaciones
colectivamente profesadas, es decir, todo el mundo de la cultura espiritual
socialmente organizado, con todos sus esquemas universalmente estables y
cosificados en objetos del mundo material y como él existe fuera e
independientemente de su expresión se refleja en estas formas sociales de la
experiencia humana. Sólo en este sentido la diferencia entre lo material y lo ideal
adquiere un sentido científico y serio.
La coincidencia entre Marx y Martí a la hora de formular y solucionar el problema
fundamental de la filosofía a partir del hombre como individuo-social, puede
apreciarse en la autocrítica del marxismo hecha por Engels en la década de los
noventa, cuando decía que: «[…] según la concepción materialista de la historia, el
factor que en última instancia determina la historia es la producción y reproducción
de la vida real. Ni Marx ni yo hemos afirmado nunca más que esto […]».18

Un estudio de la diversidad interpretativa sobre qué entender por «concepción


materialista de la historia» con la teoría de las formaciones económico-sociales
como su piedra angular es un argumento muy serio del por qué de la síntesis que
nos ocupa.

La concepción marxista-leninista acerca del hombre. El carácter permanente o lo


absoluto en el hombre

En la proyección de la formulación y solución al problema fundamental de la filosofía


del marxismo-leninismo se define que: «el sujeto, […] designa al hombre
sociohistóricamente determinado y portador de la práctica social. En sus distintas
determinaciones se expresa como hombre individual, grupo, clase, sociedad»,19 ello
permite interpretar la diferencia pero no la identidad, afectando su verdadera
comprensión dialéctica. Tan metafísico es ver la existencia sólo de lo diferente,
como de lo idéntico al analizar al hombre como individuo-social. Más aún, si esa
identidad se expresa en contrarios dialécticos, que a la vez se excluyen y se
presuponen. No existen hombres al margen de las diversas formas sociales, así
como no existen formas sociales sin hombres reales.

Pero el marxismo no fue ajeno a lo más permanente del hombre, su naturaleza


humana o historia natural. Marx consideró en La cuestión judía que: «tan pronto
como el judío y el cristiano conozcan que sus respectivas religiones no son más que
diferentes fases de desarrollo del espíritu humano, diferentes pieles de serpiente que
han cambiado en la historia, y el hombre la serpiente que muda en ellas la piel, no
se enfrentará ya en un plano religioso, sino solamente en un plano crítico, científico,
en un plano humano […]».20 En esa propia obra de 1843 decía que: «toda
emancipación es la reducción del mundo humano, de las relaciones, al hombre
mismo»,21 y que:

«Sólo cuando el hombre individual real recobra en sí al ciudadano abstracto y se


convierte, como hombre individual, en ser genérico, en su trabajo individual y en sus
relaciones individuales; sólo cuando el hombre ha reconocido y organizado sus
fuerzas propias como fuerzas sociales y cuando, por tanto, no desglosa ya de sí la
fuerza social bajo la forma de fuerza política, sólo entonces se lleva a cabo la
emancipación humana».22 Obsérvese cómo Marx parte realmente de la comprensión
absoluta del hombre como «individuo real».

Al hacerlo plantea que «el hombre es […] la sociedad»,23 trata de evitar el


enfrentamiento del individuo a la «sociedad» y considera que: «[…] el individuo es el
ser social. […] La vida del hombre, como individuo y como especie no es, con
mucho, diferente».24 Ello lo llevó a la búsqueda de la solución a dicha contradicción
entre lo individual y lo social, que consiste en la existencia real del hombre como
individuo y su existencia consciente como especie.

Lo relativo en el hombre propio o el hombre en sí, en el marxismo-leninismo

La investigación de la solución a tal contradicción llevó a Marx a considerar que el


hombre propio no puede ser comprendido de otra manera que no sea
perteneciendo, en realidad, a una «determinada forma de sociedad» y dedicó su
vida, justamente, al conocimiento de lo que más tarde el marxismo-leninismo llamó
formación económico-social.

La formulación y solución al problema fundamental de la filosofía, dadas por Marx,


decían que: «la conciencia jamás puede ser otra cosa que el ser consciente, y el ser
de los hombres es su proceso de vida real […] No es la conciencia la que determina
la vida, sino la vida la que determina la conciencia. Desde el primer punto de vista,
se parte de la conciencia como si fuera un individuo viviente; desde el segundo
punto de vista, que es el que corresponde a la vida real, se parte del mismo
individuo real viviente y se considera la conciencia solamente como su
conciencia».25

Esta relación del individuo con la sociedad, la formularon Marx y Engels superando
el concepto de «Hombre» existente, o sea, «a los individuos que no se ven ya
subordinados a la división del trabajo».26 Es por ello que aclaraba Marx en el prólogo
a su obra cumbre El Capital que: «a los capitalistas y propietarios de tierra no los he
pintado de color de rosa. Pero aquí se habla de las personas sólo como
personificación de categorías económicas, como portadores de determinadas
relaciones e intereses de clase».27 Esto significa que el mayor hincapié hecho por el
marxismo-leninismo ha sido sobre el hombre propio, el hombre en sí, como el
individuo-clase.

El hombre para los demás o lo concreto del hombre en el marxismo-leninismo

Obras del marxismo-leninismo como El Manifiesto del partido comunista,28 El


dieciocho brumario de Luis Bonaparte,29 el Prólogo a la Contribución de la Crítica a
la Economía política,30 El Capital, etc., dieron continuidad a las llamadas «obras
tempranas» y muestran también la identidad entre el hombre y la sociedad luego de
superadas las diferencias clasistas. Es justamente en la teoría de la revolución social
socialista del marxismo-leninismo donde se concreta la existencia del individuo-
social. Aquí se define su condición humana a partir de quién es cada cual y qué
hace.

En la crítica de Marx a la concepción hegeliana del derecho, se aprecia el rol del


hombre como individuo real, así afirma que Hegel se planteaba a sí mismo el dilema:
o bien la sociedad civil (los muchos, la masa) toma parte, por medio de delegados,
en la deliberación y resolución de los asuntos generales del Estado, o bien todos lo
hacen individualmente.

Y respondía Marx que: «[…] El poder legislativo es aquí representación en el sentido


en que toda función es representativa, como por ejemplo, la del zapatero que,
mientras atiende una necesidad social, es mi representante; como cualquier
actividad social determinada sólo representa, en tanto que actividad genérica, al
género, es decir, que representa una determinación de mi propia esencia, como todo
hombre es representante del otro. Aquí es representante, no por medio de otro, por
lo que representa, sino por lo que él es y hace».31 O sea, el carácter de
representación social del individuo está dado por lo que él es y por lo que hace de
modo directo o en representación de los demás.

La formulación y solución martiana al problema fundamental de la filosofía: el primer


aspecto del problema

¿Cómo el pensamiento de José Martí contribuye a complementar una comprensión


marxista-leninista acerca del problema fundamental de la filosofía? Esta es la
pregunta adecuada a nuestro objetivo de trabajo. Martí se ocupó del problema
fundamental de la filosofía partiendo de su crítica al materialismo y al idealismo, pero
desde 1874 veía que: «cuerpo y alma son ciertamente encarnizados contrarios»,32
es decir, se sitúa en la comprensión de sentido común que caracterizó todo el
pensamiento anterior al marxismo.

Consideró luego que «al estudio del mundo tangible, se ha llamado física; y, al
estudio del mundo intangible, metafísica. La exageración de aquella escuela se
llama materialismo; y corre con el nombre de espiritualismo, aunque no debe
llamarse así, la exageración de la segunda. Todas las escuelas filosóficas pueden
concretarse en estas dos […] Las dos unidas son la verdad: cada una aislada es
sólo una parte de la verdad, que cae cuando no se ayuda de la otra […]».33
Obsérvese el rechazo a la toma de partido unilateral, metafísico.34

El 5 de abril de 1875, en el Liceo Hidalgo, México, se desarrolló un interesante


debate filosófico en el que participó José Martí y en él dijo: «[…] Yo estoy entre el
materialismo que es la exageración de la materia, y el espiritualismo que es la
exageración del espíritu. (Sensación). […]»35. Si se observa con cuidado el contexto,
se aprecia que Martí está situando el problema en un plano antropológico cuando da
respuesta a la pregunta sobre el espíritu y la pregunta sería ¿Pero existe otra
manera de hacerlo y ser consecuente? Claro que no, el problema no está en partir
del hombre de «carne y hueso», sino en quedarse en él sin asumir lo social.

En otra discusión filosófica desarrollada en 1879, Martí fue acusado de


antropocéntrico y respondió: «Se me confunde con idealismo metafísico: teoría
antropocéntrica. Devuelvo la lanza por inoportuna».36 Y aclaraba que dicha teoría es
«[…] cotejo de los que oponen a la ciencia la personalidad humana».37 Para concluir
con la siguiente autovaloración de su posición filosófica: «no sé si soy un loco,
puesto que soy un idealista tan completo. El realismo santo maravilloso, milagroso,
es la lógica de la naturaleza».38 Veamos en qué consiste dicho idealismo completo,
o realismo a que Martí alude.

El segundo aspecto del problema fundamental de la filosofía en José Martí

Consecuente con la teoría del conocimiento de su filosofía de relación, y con el


sentido común de que el hombre es el único agente de la filosofía, consideró,
respecto al segundo aspecto del problema, que en la «[…] elaboración del
conocimiento. Fichte examina el sujeto y se detiene en él. Schelling lo identifica con
el objeto. Hegel —y esto es grande— los pone en relación. Krause —y éste es más
grande y completo, estudia al sujeto, al objeto y la manera con que se unen:
relación».39 Rechaza por tanto, al idealismo subjetivo fichteano40 y al de Schelling. El
hombre como un principio absoluto, también fue presentado por Hegel en su
idealismo objetivo y, como se observa, fue rechazado por Martí.

Al compartir la posición de Krause, realmente lo que está asumiendo Martí es que el


proceso del conocimiento debe ser entendido a partir de la relación (S-O) en el
sujeto y en el objeto, pero también en la manera subjetiva individual en que el sujeto
refleja al objeto y esto último es lo que aporta José Martí.

En la solución dada por Martí en 1882 al problema fundamental de la filosofía se


aprecia que: «[…] Tan metafísicos son los que por ignorancia, o soberbia espiritual,
niegan la importancia indiscutible del elemento material en nuestra vida, y la
dependencia de la materia a que está sujeto el espíritu -como aquellos que, por
ignorancia también, y también por espiritual soberbia, niegan la importancia visible
del espíritu en la vida del hombre y la dependencia del espíritu a que la materia está
también sujeta! […] ¡Y ése sí es el magnífico fenómeno repetido en todas las obras
de la naturaleza: la coexistencia, la interdependencia, la interrelación de la materia y
el espíritu! […]».41 Obsérvese la insistencia dialéctica de «dependencia» e
«importancia» (indiscutible y visible), de uno y el otro elemento de la relación
materia-espíritu.

Por ello en 1884 consideraba que: «[…] La filosofía materialista, […] al extremar sus
sistemas, viene a establecer la indispensabilidad de estudiar las leyes del espíritu.
[…] No hay contradicción entre reconocer las leyes generales que se deducen de la
observación de los actos de los hombres, y la hermosa majestad, originalidad
fructífera y fuerza propia y personal que hace interesante, innovadora y
sorprendente la persona humana […]. La gran división que pone de un lado a unos
seres humanos, y conserva a otros, como ornamentos, de otro lado, es la división
entre egoístas y altruistas, […]. La vida espiritual es una ciencia, como la vida física
[…]».42 Se trata en Martí de una filosofía de relación, donde se destaca en su época,
como en la presente, la necesidad de desarrollar el conocimiento de la vida espiritual
y equilibrar el conocimiento de la vida física adquirido. Y siempre teniendo por
fundamento al hombre como individuo-social.

Es entonces que para 1894 Martí formulaba y solucionaba el problema reiterando


consecuentemente su propuesta antropológica de solución anunciada al señalar
que: «el conocimiento del orden de las comunicaciones es la filosofía, en cuanto al
hombre. A eso se reduce toda la investigación filosófica: —«Yo», «lo que no es yo»,
y «como yo me comunico con lo que no es yo», Son los tres objetos de la filosofía—.
Y en el yo lo que hay de propio individual, y lo que hay de adquirido y funesto».43 La
cuestión está en la interpretación que se haga de ese «humanismo excepcional» de
Martí, que no tiene nada que ver con la defensa al individualismo burgués.

José Martí está reconociendo que el «yo» y el «no yo» están regidos por leyes pero
que ellas no anulan la importancia del hombre individual cuya esencia y existencia
es individualizada, y es necesario defender esta idea. De aquí el «humanismo
extraordinario» de José Martí.44

La concepción martiana sobre el hombre, su carácter permanente o lo absoluto

Martí en la relación individuo-social profundizó más en el individuo,45 a diferencia de


lo social, como hace el marxismo-leninismo. La historia de las críticas efectuadas a
esta última doctrina, justamente por priorizar lo social sobre lo individual, muestra la
«aparente» debilidad de la problemática humanista inherente a esta doctrina. La
necesidad de dar respuesta a las críticas efectuadas por esta razón, hicieron que un
martiano y marxista-leninista tan consecuente como Ernesto Che Guevara, entre
otros, respondiera a ellas, particularmente en El socialismo y el hombre en Cuba.46

En su etapa de mayor madurez, Martí considera que para entender cada etapa
social, existe la filosofía magna e infalible de considerar que «el hombre es uno, y el
orden y la entidad son las leyes sanas e irrefutables de la naturaleza»;47 destacaba
con ello más que la diferencia, la identidad entre el hombre y la sociedad, a la cual
atribuyó mucha importancia, dada la necesidad de mirar desde lo absoluto para
comprender lo relativo.

Sin embargo, Martí comprende la relatividad como expresión de lo absoluto y no


solo se preocupa por el estudio científico de una etapa histórico-social de la vida del
hombre, sino también con respecto a lo más permanente de él. Esa idea la expresa,
por ejemplo, cuando señala que «en América hay dos pueblos, y no más que dos,
de alma muy diversa por los orígenes, antecedentes y costumbres, y sólo
semejantes en la identidad fundamental humana».48 O sea, su esencia absoluta
como individuo de «carne y hueso».

Ya con anterioridad es posible apreciar esta idea, en la década de los ochenta,


cuando decía que: «[…] razas, lenguas, historias, religiones, todo eso son vestiduras
de quitaipón, debajo de las cuales surge, envolviéndolas y dominándolas, la esencial
e invariable naturaleza humana […]».49

Para él, «el género humano no tiene más que una mejilla: ¡dondequiera que un
hombre recibe un golpe en su mejilla, todos los demás hombres la reciben!».50 Estos
son algunos argumentos que, con sentido cronológico, muestran su concepción
sobre lo absoluto en el conocimiento del hombre.

La concepción martiana sobre el hombre propio o el hombre en sí, como lo relativo

Junto a su concepción del hombre en su esencia permanente se encuentra su


concepción de «el hombre propio, el hombre de sí mismo».51 Martí distinguía que
«pensar en sí es propio del hombre; su existencia inevitable y encarnizadamente se
lo impone; mas en unos se desenvuelve el pensamiento en sí, a poco que justifique
su persona la fortuna, con tenacidad y plenitud odiosas, que en la esfera de la vida
común engendra los egoístas, y en la esfera del gobierno produce los déspotas; y
otros se miran en sí como una palabra que tienen que comunicar o una indicación
que tienen que cumplir o una capacidad que tienen que hacer, y dirigen su vida con
el segundo pensamiento en sí y el primero y dominante en el beneficio humano a
que han venido padeciendo ásperamente —como de un delito— mientras no han
sacado su elocuencia, su ternura o su energía afuera».52 Esta contradicción del
hombre como individuo le hacía tomar partido, advirtiendo que: «el que se preocupa
excesivamente de sí, es olvidado de los demás en justicia; y el que trabaja en pro
del rincón de tierra en que aprovecha, y no de la tierra vasta humana en que sólo la
conciencia se beneficia, no merece salir, y no saldrá, de su rincón de tierra. Sólo el
amor penetra».53

Atribuyó Martí gran importancia a la formación del hombre en sí, ya que «ha de
tenderse a desenvolver todo el hombre y no un lado del hombre […]».54 En tal
sentido dio una particular importancia a la educación, y al principio del estudio y el
trabajo.

Para Martí «entregar el hombre a sí será ordenar la tierra. Sus convulsiones vienen
de que el hombre no ha sido aún completamente puesto en posesión de sí mismo,
sino de manera más nominal que efectiva».55 Pero veía «¡[…] cuánto trabajo cuesta
hallarse a sí mismo! […]».56
Para José Martí era necesario «[…] continuar la pelea de poner al hombre en el
goce pleno de sí mismo […]».57 Idea que mantiene su plena vigencia en la
humanidad del siglo XXI.

La concepción martiana sobre el hombre para los demás o lo concreto del hombre

Al considerar Martí que «[…] la esencia humana ha de vivir determinados días con
existencia terrenal»,58 está analizando al hombre con una esencia que rebasa su
existencia individual. Así planteó que «[…] la vida real es la identificación del
individuo con la masa social en que se mueve; […]»59 y que «no se vive más que en
la comunidad».60

Para él, la generación de su tiempo, al igual que la actual, podría añadirse, «es
eminentemente individualista: la única manera de concebir el bien general es
halagar y proteger el trabajo y el interés de cada uno».61 Consideró que el hombre
por esencia individualista «no piensa que la vergüenza ajena le avergüenza […]»62 y
concibió la solución a la contradicción entre lo individual y lo social, a partir de lo
difícil que resulta entonces ser hombre, de la manera siguiente:

Sostiene que «[…] el mejor hombre es el que sabe darse a los hombres»,63 que: «la
vida individual es un resumen breve de la vida histórica: estudiando con espíritu
analógico, de maravillosos efectos, se entiende el monismo de Platón y las Monadas
de Leibnitz.- […] Uno soñó demasiado y otro materializó demasiado. La concreción
es la divinidad».64 Y sobre tal concreción de identidad sobre la base de la diferencia
podemos apreciar en Martí disímiles argumentos, como son:

La identidad con el pueblo al señalar que: «[…] Así se es hombre vertido en todo un
pueblo».65 Y que «cuando el pueblo en que se ha nacido no está al nivel de la época
en que vive, es preciso ser a la vez el hombre de su época y el de su pueblo, pero
hay que ser ante todo el hombre de su pueblo».66 Para él «nada es un hombre en sí,
y lo que es, lo pone en él su pueblo […] Los hombres son productos, expresiones,
reflejos. Viven, en lo que coinciden con su época o en lo que se diferencian
marcadamente de ella; […]».67 En otro momento agregaba que: «[…] hombres haga
quien quiera hacer pueblos».68 Y dijo que «Bolívar murió; […], y dejó una familia de
pueblos».69

Martí planteó en los últimos años de su vida que: «el oficio de un pueblo es crear, y
la fuerza del mundo está en los que producen»,70 destacando así el rol de las masas
trabajadoras en los pueblos. También decía que «¡sólo el cobarde se prefiere a su
pueblo; y el que lo ama, se le somete! [...] ¡Póngase el hombre de alfombra de su
pueblo! [...] Yo amo con pasión la dignidad humana»,71 afirmaba.

Martí llegó a concebir en identidad plena con el marxismo-leninismo que: «No es que
los hombres hacen los pueblos, sino que los pueblos, con su hora de génesis,
suelen ponerse vibrantes y triunfantes, en un hombre. A veces está el hombre listo y
no está su pueblo. A veces está listo el pueblo y no aparece el hombre».72

Establecía Martí esta identidad entre el hombre y el pueblo con otros argumentos
como estos: «Si se desgrana un pueblo, cada grano ha de ser un hombre […] un
pueblo no es un juguete heroico […]; sino nuestras mismas entrañas, […]».73 El
hombre es «[…] criatura y compuesto de su pueblo, […]».74 «Un pueblo no es […];
sino una masa […], de hombres a quienes se ha de querer y servir como sirve el
médico al enfermo que le muerde las manos».75 Que «un pueblo no es la voluntad
de un hombre solo, por pura que ella sea, […] Un pueblo es composición de muchas
voluntades, viles o puras […]».76 Su concepción (individuo-pueblo) también la
expresaba como individuo-época,77 o individuo-patria,78 etc.

José Martí79 resuelve la contradicción que genera la relación entre lo individual y lo


social del hombre. Esa solución que parte de la identidad entre el individuo y la
sociedad fue retomada por Fidel Castro Ruz,80 el cual la llega a calificar como
principio.

Al comparar y sintetizar las doctrinas marxista-leninista y la martiana, desde el


problema fundamental de la filosofía, se muestra la proyección de su humanismo en
el siglo XXI. Así se debe destacar que:

La síntesis del pensamiento marxista-leninista y martiano revalora la interpretación


de la formulación y solución del problema fundamental de la filosofía y ello es posible
porque la proyección del pensamiento filosófico martiano en el siglo XXI contribuye a
ello, complementando la interpretación de la génesis del marxismo, hasta llegar a su
interpretación dogmática por el marxismo-leninismo. Este hecho se produjo,
particularmente, por la absolutización de la interpretación engelsiana acerca del
problema.

La síntesis que nos ocupa permite su proyección humanista en el siglo XXI,

alcanzada de manera práctica por la revolución cubana, y su líder indiscuble, el


discípulo más aventajado de José Martí, Fidel Castro Ruz, a partir de su realismo. O
sea, la identidad de la dialéctica entre lo material y lo ideal, que se concreta en el
«yo» (el individuo) enriquecido con lo propio y no con lo adquirido y funesto (de su
condición humana). Esta atención al hombre como individuo-social la ha
materializado esencialmente la Revolución Cubana a partir del principio martiano y
marxista-leninista, que en su síntesis y aplicación práctica ha permitido la formación
de un hombre nuevo.

Comparar el problema fundamental de la filosofía, como relación entre el «pensar» y


el «ser» con la relación entre «el yo» y «el no yo» es una comparación mediatizada
por la relación entre «base» y «superestructura», que no se comprende sin la
participación del individuo-social, por ser el protagonista en las relaciones sociales. A
partir de las autocríticas que se hicieran los propios clásicos del marxismo-leninismo
se debe concebir la superación a la interpretación dogmática de esta doctrina,
particularmente, la dialéctica de lo social y lo individual en el hombre. Es, por tanto,
una necesidad de su desarrollo que se complemente con la dialéctica desarrollada
por José Martí, en sus reflexiones acerca de la historia de la humanidad como la
historia del hombre y no tan solo como la historia de la sociedad a la manera
marxista-leninista. En ambas doctrinas el fin es el mismo, el mejoramiento humano a
partir del mejoramiento social y viceversa, es por ello la síntesis necesaria y posible.

La importancia de destacar lo individual en el hombre, según la concepción


martiana, tiene como objetivo el enriquecimiento necesario de su condición social,
para de este modo contribuir a eliminar su egoísmo e individualismo. El concepto
individuo-social concreta todas las formas sociales en que el individuo tiene
necesidad de ser culto. Es la manera de alcanzar la libertad siendo idéntico consigo
mismo, que significa luchar contra todo tipo de diferenciación que perjudique la
condición social de cada cual, particularmente la generada por las sociedades
divididas en clases sociales.
Notas y referencias

1
Fidel Castro Ruz. Cien horas con Fidel. Entrevista con Ignacio Ramonet, capítulo 1, p. 12, Tabloide
editado por Juventud Rebelde, 2006.
2
Véase de Antonio Martínez Bello. “Idealismo y materialismo en la obra de José Martí”. 1978.
Conferencia inédita. Este autor se incluye en el cuarto grupo de su clasificación.
3
Fidel Castro Ruz: Fidel y la Religión. Conversaciones con Frei Betto. pp. 163-164. Oficinas de
Publicaciones del Consejo de Estado. 1985.
4
Fidel Castro Ruz. Podemos construir la sociedad más justa del mundo, Oficina de Publicaciones del
Consejo de Estado, p. 41, La Habana, 2005.
5
Miguel Limia David: «La ideología de la revolución cubana», en Selección de lecturas de cultura
política, segunda parte, Unidad 3. La síntesis del pensamiento revolucionario cubano y el marxismo-
leninismo: fundamento ideológico de la revolución cubana, p. 5. Compilación, Editorial Pueblo y
Educación, 2002.
6
Michael Löwy. «Fidel Castro: de Martí a Marx», en El marxismo en América Latina, (de 1909 a
nuestros días) Antología, p. 47. Ediciones Era, México, 1982 (primera edición 1980).
7
Véase G.D.H. Cole: Historia del pensamiento socialista, tomo IV, Fondo de Cultura Económica,
México, 1960
8
Véase «Prólogo» al libro de Pablo Guadarrama González. Valoraciones del pensamiento filosófico
cubano y latinoamericano, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1985.
9
Véase de Armando Hart Dávalos, (Director de la Oficina del Programa Martiano). “Martí y Marx.
Raíces de la revolución socialista en Cuba”. revista Cuba Socialista, Tercera época, número 28, 2003.
10
Louis Althusser. Para una crítica de la práctica teórica, respuesta a John Lewis, p. 35, Siglo XX,
México, 1974. Véase además de Leonardo Pérez Leyva. “La teoría de las formaciones
socioeconómicas y el pensamiento latinoamericano”. En Pablo Guadarrama González-Director;
Despojado de todo fetiche. Universidad INCA de Colombia y Universidad Central de Las Villas, Santa
Clara, Cuba, 1999.
11
Carlos Marx. Manuscritos económicos y filosóficos de 1844, p. 110, Editora Política, La Habana,
1965.
12
Íbídem, p. 115.
13
Colectivo de autores (Coordinado por Pablo Guadarrama González) Lecciones de filosofía
marxista-leninista, tomo 1, p. 272, La Habana, 1991.
14
Véase Konstantinov y otros: Fundamentos de Filosofía Marxista-Leninista, Parte primera. pp. 13-
22. Editorial Progreso, Moscú, 1977.
15
Colectivo de autores (Coordinados por Pablo Guadarrama González). Lecciones de Filosofía
Marxista-Leninista, tomo 1, p. 110. Dirección de Marxismo-Leninismo, La Habana, 1991
16
Vladimir Ilich Lenin Materialismo y Empiriocriticismo, pp.149-150. Editorial Progreso, Moscú, 1978.
17
Véase de Leonardo Pérez Leyva. “Martí y el problema fundamental de la filosofía”. En formato
digital como ponencia presentada la Simposio de Pensamiento Latinoamericano y al evento “Patria es
Humanidad” de la filial de la Sociedad Cultural José Martí de Villa Clara, 2005.
18
Carlos Marx y Federico Engels: Obras Escogidas en tres tomos, tomo 3, p. 514, Editorial Progreso,
1975.
19
Colectivo de autores (Coordinados por Pablo Guadarrama González). Lecciones de Filosofía
Marxista-Leninista,. tomo 2, p. 20, Dirección de Marxismo-Leninismo, La Habana, 1991
20
Véase “La cuestión judía”. En La sagrada familia y otros escritos; Carlos Marx y Federico Engels,
Ciencias Económicas y Sociales, pp. 17-18, Editorial Grijalbo, S, A, México, D.F, 1958.
21
ÍIbídem, p. 38.
22
Ibídem.
23
Carlos Marx, Crítica del derecho político hegeliano, p. 13, Editorial de Ciencias Sociales, La
Habana, 1976.
24
Ibídem, p. 109.
25
Carlos Marx y Federico Engels: «La contraposición entre las concepciones idealistas y
materialistas», tomo I, pp. 21-22, Editorial Progreso, 1975.
26
Ibídem, p 76.
27
Carlos Marx, «Prólogo a la primera edición alemana de “El Capital”», en Obras Escogidas de Marx
y Engels, tomo II, p. 90, Editorial Progreso, Moscú, 1973.
28
Así se señala en el Manifiesto que: «en sustitución de la antigua sociedad burguesa, con sus clases
y sus antagonismos de clase, surgirá una asociación en que el libre desenvolvimiento de cada uno
será la condición del libre desenvolvimiento de todos». Véase Carlos Marx y Federico Engels,
«Manifiesto del Partido Comunista», en Obras Escogidas, tomo 1, p. 130, Editorial Progreso, Moscú,
1973
29
En «El dieciocho Brumario» se insiste en que: «los hombres hacen su propia historia, pero no la
hacen a su arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias
con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado». Véase
Carlos Marx, «El dieciocho brumario de Luis Bonaparte», en Obra Escogidas de Carlos Marx y
Federico Engels, tomo I, p. 408. Editorial Progreso, Moscú, 1973.
30
En el Prólogo se expresa la misma idea, con la misma «apariencia», y se dice que: «las relaciones
burguesas de producción son la última forma antagónica del proceso social de producción;
antagónica, no en el sentido de un antagonismo individual, sino de un antagonismo que proviene de
las condiciones sociales de vida de los individuos». Véase Carlos Marx, «Prólogo de la contribución a
la crítica de la economía política», en Obras Escogidas, tomo I, p. 519, Editorial Progreso, Moscú,
1973.
31
Carlos Marx, Crítica del derecho político hegeliano, p. 194, Editorial de Ciencias Sociales, La
Habana, 1976.
32
A partir de aquí las referencias de Martí se harán de las Obras Completas, Editorial de Ciencias
Sociales, La Habana, 1975, señalando Ob. cit., tomo 18, p. 27.
33
Ob. Cit. tomo 19, p. 361.
34
Apréciese que Martí está utilizando el término metafísica en el sentido en que se usaba en la
época, como lo usó también Marx, o sea, como lo que va después de la física, y, la física entendida
como la ciencia de la naturaleza, no en el sentido que le atribuyó posteriormente el marxismo como
método antidialéctico ni como una parte especial de la filosofía. No obstante, Martí asume una
posición monista a partir de querer encontrar una lógica respecto al objeto de estudio de la filosofía, o
sea, comprender su problema fundamental.
35
Ob. cit., t. 28, pp. 323-328.
36
Ob. cit., t. 19, p. 414.
37
Ibídem, p. 420.
38
Ibídem, p. 429.
39
Ob. cit., t. 22, p. 128.
40
Rechazo que respecto a Fichte también expresó, al señalar que: «[…] no existe el principio
absoluto, de los conocimientos humanos que busca Fichte con tanto afán en su Doctrina de la
Ciencia. […] El yo no es un principio absoluto de los conocimientos humanos. Es un agente dispuesto
a conocer». Ob. cit., t. 21, pp. 55-56.
41
Ob. cit., t. 23, pp. 315-317.
42
Ob. cit., t. 15, pp. 395-397.
43
Ob. cit., t. 21, p. 387.
44
Véase de Leonardo Pérez Leyva, «Martí y el problema del hombre». Ponencia presentada al XI
Simposio de Pensamiento Latinoamericano, (en formato digital del sitio Web del Departamento de
marxismo UCLV, y al evento «Patria es Humanidad» de la filial de la Sociedad Cultural José Martí de
Villa Clara, 2006.
45
Al respecto decía Martí: «¿Qué me importa saber lo que el hombre hizo en este determinado
momento de su vida, en esta o aquella época concreta, accidental y transitoria? Su esencia
permanente es lo que quiero investigar, no efectos que pasan, sino la causa que las produce busco.
No me importan las estaciones del camino humano que se levantan y destruyen en arreglo a las
conveniencias de los vivientes, sino el vapor —acomodable, pero libre, que echa a andar el tren por
ellas». Ob. cit., t. 21, p. 186.
46
Véase de Ernesto Guevara. El Socialismo y el hombre en Cuba, Editora Política, La Habana, 1988.
47
Ob. cit., t. 21, 7, p. 371.
48
Ob. cit., t. 8, p. 351.
49
Ob. cit., t. 10, p. 475.
50
Ibídem, p. 288.
51
Ob. cit., t. 19, p. 223.
52
Ob. cit., t. 13, pp. 108-109.
53
Ob. cit., t. 10, p. 149.
54
Ob. cit., t. 8, pp. 407-408.
55
Ob. cit., t. 10, p. 87.
56
Ob. cit., t. 7, pp. 229-230.
57
Ob. cit., t. 1, p. 439.
58
Ob. cit., t. 14, p. 20.
59
Ob. cit., t. 15, pp. 78-79.
60
Ob. cit., t. 21, pp. 167-168.
61
Ob. cit., t. 6, p. 271.
62
Idem, p. 277.
63
Ob. cit., t. 28, p. 331.
64
Ob. cit., t. 19, pp. 441-442.
65
Ob. cit., t. 6, p. 314.
66
Ob. cit., t. 19, p. 154.
67
Ob. cit., t. 13, p. 34.
68
Ibídem, p. 301.
69
Ob. cit., t. 18, p. 306.
70
Ob. cit., t. 5, p. 319.
71
Ob. cit., t. 4, p. 295.
72
Ob. cit., t. 8, p. 251.
73
Ob. cit., t. 2, p. 17.
74
Ob. cit., t. 5, p. 230.
75
Ob. cit., t. 2, p. 255.
76
Ob. cit., t. 3, p. 139.
77
Ob. cit., t. 15, p. 104.
78
Ob. cit., t. 4, pp. 473-474.
79
José Martí decía que: «cada cual se ha de poner, en la obra del mundo, a lo que tiene más cerca;
no porque lo suyo sea, por ser suyo, superior a lo ajeno, y más fino o virtuoso, sino porque el influjo
del hombre se ejerce mejor, y más naturalmente, en aquello que conoce, y de donde le viene
inmediata pena o gusto: y ese repartimiento de la labor humana, y no más, es el verdadero e
inexpugnable concepto de la patria. Patria es humanidad, es aquella porción de la humanidad que
vemos más de cerca, y en que nos tocó nacer: -y ni se ha de permitir que con el engaño del santo
nombre se defienda a monarquías inútiles, religiones ventrudas o políticas descaradas y hambronas,
ni porque a estos pecados se dé a menudo el nombre de patria, ha de negarse el hombre a cumplir
su deber de humanidad, en la porción de ella que tiene más cerca». Ob. cit., tomo 5, p. 468.
80
Decía Fidel que: «nadie pidió tan altas responsabilidades como las que han caído hoy sobre
nuestra Revolución y nuestro pueblo; pero, sencillamente, debemos saber cumplirla. […] Voy a decir
algo, con el deseo de que ninguno de ustedes lo olvide. La Revolución, la independencia del país, la
libertad del país, el honor del país, la fuerza del país no es nadie, sino cada uno de ustedes. Yo digo
que esta idea es muy importante. Cada uno de ustedes debe decir: ¡Yo soy la Revolución! ¡Yo soy la
independencia del país!, ¡Yo soy la fuerza, el ejército del país!, donde quiera que esté. […] Este
concepto es muy importante, […] Creo que esta debe ser la lección número uno de todas; esta debe
ser la ley primera de nuestra educación política, revolucionaria, de nuestra educación marxista-
leninista, de nuestra educación comunista, esa idea y esa convicción en cada hombre y mujer de
nuestra Patria». Véase el discurso con motivo del XXXIV aniversario del Asalto al Palacio
Presidencial y a Radio Reloj, 13 de marzo de 1991. En Granma, 16 de marzo de 1991.
Conclusiones generales

El objetivo de propiciar un acercamiento a la comprensión y sistematización de la


relación ideológica entre el pensamiento martiano y el marxista-leninista desde la
filosofía, debe considerar a las cuestiones de carácter ideológico pero en su relación
con las de carácter filosófico en particular y, específicamente, el problema de la
existencia de un pensamiento filosófico en José Martí y su relación con la filosofía
cubana y con la filosofía marxista-leninista que se recepcionó en Cuba y en América
Latina. Ello incluye, además, la necesidad de su teorización para la enseñanza y de las
posibilidades reales de su realización en el siglo XXI a partir de la interrelación que se
establece entre la ideología y la filosofía.

La causa fundamental que nos permite valorar adecuadamente la existencia de una


forma filosófica de pensamiento en José Martí se encuentra en la utilización del valor
metodológico del problema fundamental de la filosofía, lo cual puede apreciarse en la
presencia de José Martí en la filosofía cubana de las primeras seis décadas del siglo
XX. También puede observarse en las tendencias que recepcionan el pensamiento
marxista en Cuba y en América Latina.

Cuando se trata de la relación entre el pensamiento martiano y el marxista-leninista,


puede apreciase, en la interpretación del problema fundamental de la filosofía, que en
Marx, Engels y Lenin hubo más hincapié en lo material que en lo ideal; mientras que en
Martí hay más hincapié en los aspectos referidos al pensar, al espíritu; pero desde las
misma posiciones humanistas que comprenden al hombre como individuo, grupo,
clase, sociedad y como la raíz de la relación dialéctico-materialista entre lo objetivo y lo
subjetivo. Al hombre en su concreción como individuo-social cuya existencia se
expresa en la dialéctica entre el individuo y la sociedad. Pero en Marx esa dialéctica es
desde lo social a lo individual y en Martí desde lo individual a lo social. En ambos se
trata de la producción y la reproducción de la vida real de los hombres.

Un análisis de la presencia del pensamiento de José Martí en la recepción del


marxismo-leninismo en Cuba en los textos: El pensamiento filosófico en Cuba en el
siglo XX: 1900-1960 donde se analizan tres tendencias de la recepción del marxismo
como son: “la anticomunista y antimarxista”, “la parcialmente confluyente con el
marxismo” y “la tendencia marxista”. Y en el texto Despojado de todo fetiche.
Autenticidad del pensamiento marxista latinoamericano, permite observar la presencia
prácticamente nula del pensamiento martiano responde en primer caso a la utilización
dogmática del problema fundamental de la filosofía y en el segundo a su sustitución por
el concepto núcleo duro del marxismo. Ello permitió la presentación de un Martí no-
filósofo, o de un Martí idealista de un tipo u otro, o idealista con concepciones
materialistas en algunos temas pero al fin “idealista”.

El análisis cronológico del pensamiento de Fidel Castro Ruz sobre el tema reviste
importancia desde el punto de vista ideológico y con ello aporta al desarrollo de una
forma de la conciencia social como la filosofía. La práctica revolucionaria le hizo
destacar, en la primera década de la Revolución Cubana, la importancia que adquiría el
principio martiano y marxista-leninista de vínculo entre el estudio y el trabajo, junto a la
búsqueda de nuestras instituciones propias, éste se convertía en la expresión práctica
de la formulación y solución al problema fundamental de la filosofía y, principio
relacionado con la esencia de la sociedad del futuro que se siguen desarrollando hasta
hoy junto a otros principios de no menos importancia en la construcción del socialismo
cubano.

Si bien los años setenta le hacen caracterizar a Fidel la relación con términos como
unión, hibridación, fusión, combinación, conversión, suma, inserción. En los años
ochenta adquiere particular importancia en el desarrollo de sus ideas sobre el tema, la
entrevista que le hiciera Frei Betto al hacer uso del término síntesis. Los años noventa
caracterizan la afirmación del concepto de síntesis en su pensamiento para destacar la
necesidad de hacer dicha relación más completa con énfasis en lo propio y advierte
Fidel Castro Ruz que el no hacerlo significaba una tendencia sumamente negativa.

Esta influencia ideológica sobre la filosofía como forma de la conciencia social requería
analizar las concepciones que sobre el método filosófico existían en el pensamiento
cubano anterior a José Martí y cómo en él se sintetiza dicho método y es posible
compararlo con el marxista-leninista, particularmente con el interés de comprender el
porqué el marxismo-leninismo debe ser visto esencialmente como guía, como método,
en la dialéctica que establece con la teoría y no en el sentido inverso que pretendió
imponer el marxismo-leninismo soviético y que lo hacía dogmático por querer imponer
una teoría.

La relación entre el pensamiento martiano y el marxista-leninista debe ser comprendida


como síntesis (elaboración, construcción, producción, creación, etc.) o como
articulación (unión, vínculo, enlace, acoplamiento) y no como una suma de elementos
diversos, cuyo enfoque conduciría al eclecticismo y no al electivismo.

También se requería valorar las fuentes teóricas respecto a las clases sociales y sus
relaciones en el pensamiento de José Martí y Carlos Marx, lo cual posibilitó
comprender sus diferencias y coincidencias sobre el tema, a partir de los aportes de los
historiadores y economistas burgueses, particularmente de los historiadores franceses
y los economistas ingleses.

José Martí de los historiadores franceses como Guizot, Thier, Thierry y Mignet, criticó
fundamentalmente a Thier a la vez que elogiaba en su obra la relación filosofía-historia,
le crítica la manera en que toma partido unilateralmente en su posición filosófica; ello
puede apreciarse igualmente respecto al historiador italiano Cesar Cantú. En ambas
críticas defiende su concepción sobre la “Filosofía de Relación” que esbozó y quiso
escribir como síntesis del método electivo cubano, para desarrollar la ideología
nacional liberadora. Carlos Marx y Federico Engels, igualmente, elegían lo mejor del
materialismo y el idealismo para elaborar una nueva filosofía materialista (concepción
materialista de la historia) que le permitiera desarrollar una ideología socialista.

Consecuente con su concepción filosófica, José Martí no concebía como fundamental


solo a la lucha de clases que ignoraba la “conciliación entre las clases” y por tanto su
unidad. En la dialéctica entre la unidad y lucha de los contrarios Martí explica la
existencia y desarrollo del hombre priorizando más la unidad que la lucha entre ellos,
pues siempre reconoció lo permanente y esencial en él como lo que más le interesaba
respecto a lo cambiante. Así, priorizaba Martí más al individuo en su relación con la
sociedad como totalidad que al individuo identificado con una clase o cualquier otra
manifestación de lo diferente y cambiante entre los hombres.

La prioridad de la lucha de los contrarios como fuente del desarrollo que hace el
marxismo-leninismo no puede ser comprendida al margen del objeto que se desarrolla,
que es el hombre. La concepción materialista dialéctica del marxismo-leninismo
interpreta el desarrollo del hombre en relación con la sociedad y viceversa. José Martí
defiende en esa relación lo individual cuando se exagera lo social y, si bien Marx
priorizó la comprensión de la sociedad para explicar los individuos-sociales, Martí
prioriza la comprensión del hombre como individuo-social y ambos se complementan
en sus concepciones.

A partir de esta fundamentación teórico-metodológica es posible valorar la dialéctica


individuo-sociedad en la síntesis entre el pensamiento martiano y el marxista-leninista,
y concluir que:

La dialéctica individuo-sociedad en el marxismo-leninismo pasa por la interpretación


que se haga acerca del materialismo dialéctico e histórico como su cosmovisión
filosófica. El ejemplo analizado de la manera en que ha ocurrido esto en Cuba muestra
la necesidad de responder a las preguntas: ¿cómo entender la identidad del individuo
con las relaciones sociales, si al definirse la esencia humana y la formación social se
definen como “el conjunto de las relaciones sociales”? Y ¿cómo las ideas marxistas son
la continuación del pensamiento humanista martiano respecto a la identidad individuo-
sociedad en otras condiciones históricas?

Las respuestas permiten apreciar que en Cuba la solución se alcanza con la


excepcional concepción humanista de José Martí que concilia sus diferencias con el
humanismo marxista-leninista a través de la identidad entre el individuo y la sociedad
que tiene como base la diferencia entre los hombres, incluyendo la diferencia
fundamental clasista destacada por el marxismo-leninismo en su concepción
materialista de la historia. José Martí coincidió con Marx al señalar que lo que un
hombre como individuo es y hace, representa su esencia social en otros individuos y
estos a su vez, con lo que son y hacen representan la esencia social de él.
Los representantes de la síntesis entre el pensamiento martiano y el marxista-leninista
que se analizan coinciden en priorizar la identidad y no la diferencia por las razones
siguientes: Porque “la identidad fundamental humana” hace de todo hombre “una
posibilidad de excelencia y creación” (Marinello); el hombre es la solución martiana al
dualismo espíritu-materia que existe en el universo (Galló). Porque la propia teoría
marxista-leninista en su concepción acerca de la formación social permite destacar
dicha solución a la contradicción a favor de la identidad cuando se analiza la dialéctica
de sus elementos estructurales a través de la cultura (Hart). Porque Fidel siempre
insistió respecto a la dialéctica entre el individuo y la sociedad desde la identidad para
destacarla como principio dentro de la contradicción en la relación dialéctica, la fuerza
con que lo hizo en el momento histórico de mayor peligro para la Revolución Cubana
con el derrumbe del campo socialista es muy importante. En dicha síntesis es posible
concluir que la identidad individuo-sociedad constituye su principio fundamental.

Valorar algunos de los principios que contribuyen al principio de identidad


individuo-sociedad en la síntesis del pensamiento martiano y marxista-leninista a través
de algunos de sus representantes como Fidel Castro Ruz, Armando Hart Dávalos, Juan
Marinello Vidaurreta y Gaspar Manuel Jorge García Galló permite concluir que:

Respecto al principio del antimperialismo, desde los años sesenta y hasta hoy, se ha
destacado el valor de este principio martiano y marxista-leninista, en particular la
aportación leninista; la genialidad de Martí al percatarse del desarrollo del imperialismo
cuando este no había empezado a manifestarse como fuerza mundial y el haber
señalado el peligro que representaba para América; la importancia de reiterar
constantemente la idea del contenido antimperialista del testamento político de Martí, y
su previsión apuntando al internacionalismo, esencia del marxismo-leninismo; la
necesidad de la unidad de Nuestra América y la previsión de la necesidad de identidad
con la humanidad en su apotegma “Patria es Humanidad”. Este principio en el
humanismo excepcional de José Martí puede ser nombrado igualmente como el
“Principio de la defensa del hombre” y a cuya práctica convocaba que “en silencio ha
tenido que ser” entre otras maneras de desarrollarlo como “la batalla de ideas”, al decir
que “Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedras,” etc., y que conforma
para la juventud cubana un principio junto al estudio y el trabajo en la consigna
“estudio, trabajo y fusil”.

Sobre el principio del partido único, principio igualmente martiano y marxista-leninista,


se destaca su creación por Martí antes que Lenin; su significación para la unidad en
relación con la Revolución Cubana; como Martí fundó un partido con un programa
ultrademocrático y antimperialista y confiaba en él como la fuerza espiritual e ideológica
del futuro, en cierto modo parecido al complejo de organizaciones que crearon los
bolcheviques bajo la guía de Lenin; la importancia de conservar el partido único frente a
las exigencias de pluripartidismo ha sido una insistencia permanente.

Acerca del principio del vínculo entre el estudio y el trabajo, entre el trabajo manual e
intelectual, se señala que este principio, martiano y marxista-leninista, no solo es la
esencia del sistema educativo cubano, sino la esencia de la sociedad del futuro, tal es
la importancia que se le brinda. Se advierte la necesidad de no caer en el error de
programar la enseñanza solamente con vistas a la naturaleza local de la actividad
productiva de una comunidad social dada, sino para la formación del hombre; que
Cuba fue el primer país del mundo en aplicar el principio del estudio y el trabajo masiva
y consecuentemente; así como la necesidad de adecuar el principio a los niveles del
desarrollo del sistema educativo.

Y finalmente, sobre el principio de desarrollar una cultura general integral y masiva, se


destaca que el ideario de José Martí llevó a plasmar en realidades su apotegma de
"ser culto es el único modo de ser libre”, principio martiano que se presenta vinculado a
la concepción marxista-leninista sobre la formación social.

Valorar la necesidad de adecuar la enseñanza de la filosofía marxista-leninista en Cuba


para el fortalecimiento de la dimensión político-ideológica de la formación profesional
del estudiante universitario, permite tomar algunas consideraciones para comparar y
sintetizar las doctrinas marxista-leninista y la martiana, desde el problema fundamental
de la filosofía, y mostrar la proyección de su humanismo para el siglo XXI.

La síntesis del pensamiento marxista-leninista y martiano revalora la interpretación de


la formulación y solución del problema fundamental de la filosofía y ello es posible
porque la proyección del pensamiento filosófico martiano en el siglo XXI contribuye a
ello, complementando la interpretación de la génesis del marxismo hasta llegar a su
interpretación dogmática por el marxismo-leninismo. Este hecho se produjo,
particularmente, por la absolutización de la interpretación engelsiana acerca del
problema y no considerarse que la exposición del mismo se hacía junto a la concepción
acerca del hombre, de cuya interpretación de raíz parte el verdadero dogmatismo, al
absolutizar el “Yo” de la manera que lo había hecho tanto el materialismo como el
idealismo anterior y que, justamente, no le permitía arribar a una comprensión
materialista sobre la sociedad.

Comparar el problema fundamental de la filosofía, como relación entre el “pensar” y el


“ser”, con la relación entre “el yo” y “el no yo” es una comparación que debe
mediatizarse con la relación entre la “base” y la “superestructura” de la sociedad, que
no es posible sin la comprensión del hombre como individuo-social por ser el
protagonista en las relaciones sociales. A partir de las autocríticas que se hicieran los
propios clásicos del marxismo-leninismo se debe concebir la superación a la
interpretación dogmática de esta doctrina, particularmente la relación de lo social y lo
individual en el hombre en su sentido dialéctico. Es, por tanto, una necesidad de su
desarrollo, que se complemente con la dialéctica desarrollada por José Martí (el
electivismo), en sus reflexiones acerca de la historia de la humanidad como la historia
del hombre y no tan solo como la historia de la sociedad a la manera marxista-leninista.
En ambas doctrinas el mejoramiento humano a partir del mejoramiento social y
viceversa es el fin y por ello la síntesis se hace necesaria y posible en las condiciones
histórico-concretas actuales.

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