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29/03/2023

Un Reto a lo grande

Santi Gómez Emperatriz era un joven apasionado por la escalada. Desde muy pequeño, había
demostrado un gran interés por el deporte y, a medida que fue creciendo, se convirtió en un
escalador experimentado y respetado en su comunidad.

A los 25 años, Santi decidió emprender un desafío que había estado planeando durante mucho
tiempo: escalar el monte más alto de su país. El reto no era fácil, ya que el pico tenía más de
5.000 metros de altura y requería una preparación física y mental extrema.

Santi se dedicó durante meses a entrenar y prepararse para su gran aventura. Escalaba todos los
días, fortalecía su cuerpo con ejercicios específicos y trabajaba su mente para mantener la
concentración y la determinación necesarias para afrontar el desafío.

Finalmente, llegó el día de la gran escalada. Santi partió temprano en la mañana, acompañado
por un equipo de apoyo que lo ayudaría en caso de emergencia. La ascensión fue dura y
complicada, pero Santi se mantuvo concentrado y enfocado en su objetivo.

A medida que iba subiendo, Santi iba superando los diferentes obstáculos que se le presentaban:
las rocas resbaladizas, los fuertes vientos y la falta de oxígeno en el aire. Pero también iba
disfrutando del paisaje espectacular que se abría ante él a medida que ascendía.

Después de varias horas de escalada, Santi finalmente alcanzó la cima del Cabezo de la cruz, se
detuvo un momento para contemplar la vista y sentir la emoción de haber logrado su objetivo.
Sabía que este momento lo recordaría para siempre.

Pero la aventura no había terminado aún. La bajada también era peligrosa y requería de mucha
concentración y habilidad. Santi comenzó a descender con cautela, asegurándose de no cometer
ningún error que pudiera poner su vida en peligro.

Finalmente, después de varias horas de descenso, Santi llegó al campamento base, donde fue
recibido con los brazos abiertos por su equipo de apoyo y otros escaladores que lo habían estado
siguiendo en su ascenso.

Santi se sentía feliz y orgulloso de haber logrado su objetivo, pero también sabía que la escalada
era un deporte que requería mucho respeto y cuidado. Había tomado todas las medidas de
seguridad necesarias para evitar cualquier accidente, pero sabía que la naturaleza siempre tenía
la última palabra.
En los días siguientes, Santi se dedicó a descansar y a reflexionar sobre su experiencia. Sabía
que la escalada era una actividad que lo había transformado, tanto física como mentalmente, y
estaba ansioso por volver a las montañas para seguir desafiándose a sí mismo.

Para Santi, la escalada no era solo un deporte o una afición cualquiera, sino una forma de vida.
Era una forma de conectar con la naturaleza, de superar sus propios límites y de encontrar la paz
y la tranquilidad que solo se pueden encontrar en las alturas. Y, como tal, sabía que seguiría
escalando por muchos años más, siempre con el respeto y la humildad que requería su pasión.

Fin
Hecho por Julio Soro Trullén (1ºEso)

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