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EL TERRORISMO

La época del terrorismo o del conflicto armado interno del Perú, denominada oficialmente por
el Estado peruano como guerra o lucha contra el terrorismo, o Pacificación Nacional, hace
referencia a un periodo ocurrido entre 1980 y 2000 durante el cual desplegaron sus acciones grupos
subversivos que buscaban derrocar al Estado democrático existente e instaurar en su reemplazo
un Estado socialista.

El inicio de este periodo se identifica con las primeras acciones armadas del grupo de
inspiración maoísta Sendero Luminoso (PCP-SL) en 1980 (iniciado con el atentado de Chuschi), el
cual se agravó con la aparición del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) de
inspiración guevarista en 1982 (véase: acciones terroristas del MRTA). Sendero Luminoso era
liderado por Abimael Guzmán (cuyos integrantes le juraban lealtad a través de las "cartas de
sujeción" adhiriéndose a su interpretación antirrevisionista del marxismo conocida
como Pensamiento Gonzalo y a la idea de la "cuota de sangre") mientras que el MRTA era liderado
por Víctor Polay Campos secundado por Peter Cárdenas Schulte (siguiendo sus miembros el
ejemplo de la revolución cubana, la Junta de Coordinación Revolucionaria y el pensamiento
del "Che" Guevara y Luis de La Puente Uceda); contando ambos grupos con una red de apoyo
internacional como los "Comités de Apoyo a la Revolución Peruana" en el caso de Sendero
Luminoso o los diversos movimientos subversivos latinoamericanos relacionados al MRTA y una
red local organizada a través de "organismos generados" (ligados a Sendero Luminoso) y
los FEDIP (enlazados al MRTA). Las acciones de ambos grupos se tradujeron en asesinatos,
secuestros (y reclusión en las "cárceles del pueblo" en el caso del MRTA), atentados con
explosivos, paros armados, agitprop, tomas de barrios, instrumentalización de colegios y
universidades, sabotajes (como la destrucción de torres de alta tensión), campañas de limpieza
social (como las "cruzadas contra el vicio" o las "listas negras"), entre otros mecanismos que
utilizaban el terror como medio para el logro de sus objetivos, motivando a su vez una violenta
respuesta por parte del Estado Peruano que en ocasiones llegó a trasgredir los cauces legales y la
creación de grupos paramilitares antisubversivos (como el Comando Rodrigo Franco). En los años
noventa, sin embargo, el Estado cambió su estrategia de lucha contra estas organizaciones
subversivas, priorizando las acciones de inteligencia, en paralelo al establecimiento de un
grupo paramilitar —el Grupo Colina—, por sobre la represión aplicada por las fuerzas del orden,
lográndose la captura de los principales líderes terroristas: Abimael Guzmán en la Operación
Victoria y Víctor Polay Campos en la Operación Café, con lo cual finalmente se alcanzó a
desarticular a las dos organizaciones armadas (Néstor Cerpa Cartolini asumiría el liderazgo del
MRTA pero sería ultimado en la Operación Chavín de Huántar tras secuestrar a cientos de
personas en la residencia del embajador de Japón mientras que Óscar Ramírez Durand asumiría el
liderazgo de los remanentes de Sendero Luminoso afines a la línea Pro-Seguir siendo capturado en
la Operación Cerco 99. La línea Pro-Seguir surgió en oposición al llamado de Abimael Guzmán a
los "acuerdos de paz").

En la actualidad, sólo Sendero Luminoso mantiene una limitada presencia que se focaliza en una
zona selvática y poco poblada denominada VRAEM, en alianza con el narcotráfico, estando dividido
en diversas facciones.
La época del terrorismo es considerada la más brutal de la historia peruana por el número de
víctimas. Según la estimación de la Comisión de la Verdad y Reconciliación que se conformó en
2001 para estudiar los sucesos de este periodo, cerca de 77,552 personas habrían fallecido a
consecuencia de las acciones de los grupos subversivos y de su enfrentamiento con las fuerzas del
Estado, siendo la mayoría de estas víctimas campesinos, personas humildes, mendigos; así como
minorías étnicas, religiosas y sexuales. Entre los museos que están dedicados a esta etapa están
el Lugar de la Memoria (LUM) y el Museo de la DIRCOTE. En total se estima que murieron 69 000
personas en el conflicto.

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