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Mohines sugestivos, á las manólas,


y á los claros de luna, todas sus liras,
cuando pones alegras de barcarolas
en el triste lamento de las guajiras.
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Estimulas los vicios más denigrantes;
>' entornas con las mismas genuflexiones,
! dicha pasajera de los amantes
i lie la puerta maciza de las prisiones.

A tu acorde nocturno vive el suburbio,


•uando arriban los mozos con sus morenas,
tupir el recinto raleado y turbio
•on batones, con gachos y con melenas.

El conjunto raquítico de los violines


Insinuante bullicio de melodías turba con notas agrias el piano afónico;
en el compás lascivo, rítmico y hondo, y empiezan las parejas de bailarines
con que llorar parecen tus alegrías á esbozar mesuradas el ciclo armónico.
recónditas nostalgias del bajo fondo.

Se mecen las mujeres como banderas,


La sombra canallesca de algún tugurio, en tardo y somnoliento ritmo de hamacas;
obscureció la estirpe de tus blasones; formando con el ruedo de las polleras
y han sido tus voceros de mal augurio^ extrañas curvaturas afrodisíacas.
con sus notas gangosas los acordeones.

Antípodas cadencias riman tu exordio; Tienes el gesto típico de los matones,


y llegan á conjuros de tu molicie, y aquilatan la injuria con que prosternas,
los motivos hidalgos del clavicordio la esgrima tenebrosa de los facones
y las torpes matracas de la negricie. y la musa plebeya de las tabernas.

Tu robaste á la jota, todo su fuego, Julián ENCISO.


a la ingenua milonga, su alma pampeana,
las curvas elegantes, al baile griego, Dib. de Zavattaro.
los giros solapados, á una gitana.

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