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Menester.

Un viento fresco adormece mi rostro

Aire divino que me hace sentir vivo,

Como dádiva de un amanecer hermoso

Agradecido por un cuerpo aún sensitivo.

Mis piernas van cansadas de tanto andar

Pero han dejado huellas inmarcesibles,

Danzantes en zambras para aligerar

Las penas de algunos días incorregibles.

Y los besos de amor fueron cinceladas

De aquella cual escultora hoy me talla.

Y el viento fresco trajo consigo la paz

Traspasando los muros pedantes del mal,

Que habitaba en mi alma con su fino disfraz

Desprendiéndome así de la torpeza espiritual.

Mis manos son el yunque y la pluma

Según la forma que mi mente les da,

Pero sólo son efecto de la luz o bruma

Que en mi corazón vibrando este con afán.


Las noches largas se volvieron exquisitas

Desempolvando en mi este don tortuoso.

Emigrando versos con raíces cosmopolitas

Pues pertenezco al numen extranjero,

Que me atestó de su expresión bendita

Siendo el arte literario mi titiritero.

Y aquél joven yo que ese día se entregó

No sabía que al abrirse le dolería mas,

Pues derramarse en su dolor le consumió

Obteniendo de premio su lenguaje perspicaz.

Otro día, un nuevo mar, un nuevo cielo

Y un latido pretérito embravecido.

Era menester adormecer mi ayer

Para ser un ser cuántico soberano,

Así mis pasos no me harían retroceder

Llevando la paz y calma de mi mano.

Hoy echo brotes de pensamientos nobles

Pues mi existir es un breve intervalo,


Y no procuro que la protervia me poble

Así amando el odio pude socavarlo.

Y el porvenir arcano labraba tan veroz

Para hurtar con su astucia mi armonía.

Era inevitable desyugular la ansiedad

Para visionar y no fundar días bisuteros,

El ahora vibrante es mi única verdad

Pues lo que siento es lo singular que poseo.

Exhibo mi ritmo visceral despabilado

Que exime mi alma del placer mundano,

Aunque soy idéntico transito cambiado

En el mismo hueso el nuevo yo emano.

Busca tu propósito no sos un depósito

El mundo espera, pero, tú te tamizas.

Tras una tapia alta vi partir mis sueños

Chocantes y naufragantes se fueron,

Y quede tieso, lánguido y pedigüeño

Del carácter y valentía que no volvieron.


Hoy arremeto inquino contra el miedo

Monstro imaginario que venzo intentando,

Creyendo en mi, diciéndome: "Si puedo"

Pues mas me pesaba lo que iba dejando.

Y educo el brusco tumulto de ideas

Cuando incrusto en ese bulto el amor.

Abrazo a mi madre, extrañando a mi padre

Contemplando sus ojos danzantes fugitivos,

Cuando ya no este, eso va a consolarme

Sin darme a luz, es el fulgor que sigo.

Me salvó el amor, el himno de estar vivo

Donde resido cual tornillo a su perno,

Nada mas pido, emotivo y cognitivo

De su belleza y su encanto sempiterno.

Respiro yo y era menester demostrarlo

Al leerme tú, he podido lograrlo.

Bryan Alexander Salinas.

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