Está en la página 1de 76

CENTRO DE ESTUDIOS UNIVERSITARIOS

VIZCAYA DE LAS AMÉRICAS


Campus Ciudad Obregón

LICENCIATURA EN DERECHO

PENSION ALIMENTARIA PARA ADULTOS MAYORES POR PARTE


DE HIJOS O DESCENDIENTES MAS PROXIMOS EN GRADO PARA
GARANTIZAR SU DESARROLLO INTEGRAL.

TESIS
PARA OBTENER EL TITULO DE

LICENCIADO EN DERECHO
PRESENTA:

HUMBERTO SALGUERO OLVERA


ANTELMO MANCINAS RAMOS
ASESOR: LIC. MARISELA GONZÁLEZ ROMÁN.

CD. OBREGÓN, SONORA, A 29 DE OCTUBRE DE 2021


TIPO DE ACTIVIDAD:

Tesis

TITULO DE LA ACTIVIDAD:

Pensión Alimentaria para Adultos Mayores por parte de Hijos o Descendientes


más Próximos en Grado para Garantizar su Desarrollo Integral.

ALUMNO(A):

Humberto Salguero Olvera


Francisco Javier Arellano Alamilla

ASESOR(A):

Lic. Marisela González Román

ENTIDAD ORGANIZADORA:

Centro de Estudios Universitarios Vizcaya de las Américas

LUGAR DE REALIZACION:

Centro de Estudios Universitarios Vizcaya de las Américas

Ciudad Obregón, Sonora. 2021


DEDICATORIA Y AGRADECIMIENTOS
RESUMEN
ABSTRACT
INDICE GENERAL

1. Capitulo l: Introducción
1.1 Antecedentes.
1.2 Planteamiento del Problema.
1.3 Justificación.
1.4 Objetivos.
1.4.1 Objetivo General.
1.4.2 Objetivo Específico.
1.5 Definición de Variables
1.6 Limitaciones.
2. Capitulo ll: Marco Teórico

2. La familia como pilar de la sociedad.


2.1.1 Antecedentes de la familia.
2.1.2 Definición sociológica de la familia.
2.1.3 Definición biológica de la familia.
2.1.4 Definición de la familia en la iglesia católica.
2.1.5 Definición jurídica de la familia.
2.1.6 Elementos de la familia.
2.1 El adulto mayor y su papel en la sociedad.
2.2.1 La percepción de la sociedad del Adulto Mayor
2.2.2 La percepción del Adulto Mayor desde el punto de vista demográfico.
2.3 Marco regulatorio de los derechos de la familia.
2.3.1 Código de Familia.
2.3.2 Ley de los derechos humanos de las personas adultas.
2.4 Principales necesidades de los Adultos Mayores.
2.4.1 La salud en los Adultos Mayores.
2.4.2 Bullying y maltrato a los Adultos Mayores.
2.4.3 Abandono al Adulto Mayor.
2.5 Calidad de Vida de los Adultos Mayores.
2.6 Incapacidad y dependencia de los Adultos Mayores.
2.6.1 Adulto Mayor Productivo.
2.6.2 Adulto Mayor Incapacitado.
2.7 Programas de Apoyo a los Adultos Mayores.
2.7.1 Instituto Nacional Para el Adulto Mayor (INAPAM).
2.7.2 Desarrollo Integral de la Familia (DIF).
2.7.3 Programa 65 y Mas.
2.7.4 Residencias para Adultos Mayores.
2.8 Jubilación y Pensión a Adultos Mayores.
2.8.1 Pensión alimenticia a Adultos Mayores.
3. Capitulo lll: Marco Metodológico
3.1 Contexto.
3.2 Tipo de Investigación.
3.3 Diseño de Investigación.
3.4 Sujeto de Investigación.
3.4.1 Población.
3.4.2 Muestra.
3.5 Instrumentos para la Recopilación de Datos.
3.6 Procedimientos.
3.7 Aspectos Éticos de la Investigación.
INDICE DE TABLAS
INDICE DE GRAFICAS
CAPÍTULO l. INTRODUCCION

Un adulto mayor de 60 años tiene el derecho de exigir, por la vía civil, pensión
alimenticia a sus hijos, hermanos o hasta nietos, ya que la familia está obligada a
velar por el bienestar de ellos cuando estos no puedan.

Así como los menores de edad tienen derecho a recibir una pensión alimenticia en
caso de que sus padres se separen, los adultos mayores en México también
pueden exigir este derecho a sus hijos o nietos.
De acuerdo con el Código Civil Federal de México las personas de la tercera edad
tienen derecho a exigir que sus hijos les brinden este apoyo, pues la obligación de
dar alimentos es recíproca. El que los da tiene a su vez derecho de pedirlos,
según apunta el artículo 301.

El artículo 304 del Código Civil Federal establece que los hijos están obligados a
dar alimentos a los padres. A falta o por imposibilidad de los hijos, lo están los
descendientes más próximos en grado.

Los artículos contemplados como “alimentos” la ley en el caso de los adultos


mayores son cuatro: comida, vestido, habitación, asistencia médica.

En caso de que los hijos no puedan cubrir estos gastos, la responsabilidad recae
en los nietos. Si fueren varios los que deben dar los alimentos y todos tuvieren
posibilidad para hacerlo, el juez repartirá el importe entre ellos.

Ahora bien, si sólo algunos tuvieren posibilidad, entre ellos se repartirá el importe
de los alimentos; y si uno sólo la puede, él cumplirá únicamente la obligación.

Si cualquiera de las partes se opone a brindar la ayuda compete a un juez, según


las circunstancias, fijar la manera de ministrar los alimentos. Estos tienen ser
proporcionados a las posibilidades del que debe darlos y a las necesidades de
quien debe recibirlos.

Su incumplimiento traería como consecuencias sanciones civiles, similares a las


de la pensión alimenticia para hijos, tales como el embargo de salario. En el peor
de los casos podría tener consecuencias penales, por el delito de incumplimiento
de obligaciones de asistencia familiar.

En la presente investigación se busca conocer a través de una investigación


descriptiva exploratoria el grado de necesidad que existe de parte de los adultos
mayores de esta pensión.
1.1 ANTECEDENTES

Al igual que otras naciones, México está en un proceso de envejecimiento con


base en proyecciones demográficas y se anticipa que el número y proporción de
personas mayores se incrementará con respecto a otros grupos de población más
joven, lo cual significa un desafío para las políticas de desarrollo social y
económico, así como para los programas de reducción de la pobreza. Los factores
que contribuyen a dicho proceso son la reducción de las tasas de mortalidad y el
decremento de la tasa de fecundidad; los avances tecnológicos y médicos influyen
en la esperanza de vida (Rubio y Garfias, 2010; Cervantes, 2013).

El envejecimiento demográfico se entiende con el crecimiento absoluto y


porcentual de la población en edades avanzadas, y es un proceso dinámico a
través del tiempo y el espacio que adquiere dimensiones sociales, económicas,
políticas e institucionales. En diversos estudios se considera como límite de edad
de la etapa de la tercera edad o adulto mayor a partir de 65 años (Jasso-Salas et
al., 2011)

La vulnerabilidad de los adultos mayores debería mitigarse con el acceso a la


seguridad social. Sin embargo, las pensiones que son instrumentos de ahorro
vinculados al salario del individuo durante su vida laboral contribuyen a contener la
disminución del ingreso en la vejez, pero no llegan a toda esta población; de siete
millones de AM, solo 1.3 de ellos son pensionados o jubilados y 5.7 millones no
perciben ingresos (INEGI, 2010).

Algunas proyecciones para el 2030 muestran que en regiones rurales se reducirá


a 18 % y el ámbito urbano alcanzará 82% (CONAPO, 2012).

Ante esta situación, el estado mexicano a través de las políticas de desarrollo


social establece programas de atención a este grupo específico por medio de
diversas acciones; entre ellas están la promoción del empleo, establecido por el
Instituto Nacional de las Personas Adultos Mayores (INAPAM); Programa de
Capacitación para el Trabajo y Ocupación del Tiempo Libre, Tercera Edad y el
Programa Pensión para Adultos Mayores.
Una consecuencia directa de este envejecimiento es el aumento gradual en la
edad promedio de la población mexicana, de 28 años en 2005 a 30 en 2010;
según proyecciones, la tendencia será de 42.7 años en 2050 (CONAPO, 2012).
También se espera que para 2030 el porcentaje de personas mayores sea de 12.5
%, aumentando a 22.6 % para 2050 (Cervantes, 2013).

De acuerdo con las pirámides poblacionales, en México cada año hay más adultos
mayores; el crecimiento se refleja más en el grupo de mujeres (porque son más
longevas que los varones). Uno de los riesgos más preocupantes del
envejecimiento demográfico está acompañado de otros fenómenos de carácter
social y relativo empobrecimiento. El riesgo, asociado a la reducción de
oportunidades laborales a las personas de edad avanzada Paulatina pérdida de
salud, insuficiente cobertura del sistema de seguridad nacional y mayor
dependencia de sus familiares (Brambila, 2006).

La población de Adultos Mayores se encuentra vulnerable debido a la caída del


ingreso económico, al final de su vida productiva con el deterioro en su salud,
resultado de las enfermedades crónicas. El problema se agrava más en las
comunidades rurales y marginadas, pues el sistema de pensiones deja fuera a un
número importante de AM, quienes no cuentan con acceso a los beneficios que
otorgan las instituciones de seguridad social (Rubio y Garfias, 2010).

El Adulto Mayor es una persona que se caracteriza porque pertenece al grupo que
tiene más de 65 años de edad; hoy en día juega un papel muy importante en la
sociedad, aunque no se le reconozca su relevancia. Por esta situación, las
acciones pueden estar orientadas a atender una necesidad determinada: curar y
proteger a aquellas personas que necesitan de la atención gubernamental o de
instituciones privadas que complementan el quehacer del estado (Chossudovsky,
2002).

En este contexto se plantea la siguiente interrogante ¿Cuál es la calidad de vida


que buscan los Adultos Mayores? Así, cuando se refiere a su condición, no solo se
hace referencia a prestar servicios, sino también a entender el alto nivel de
bienestar, satisfacción, y autoestima y, a su vez, fomenta su independencia y
desarrollo personal. El concepto “calidad de vida” toma especial relevancia cuando
se trata del Adulto Mayor, debido a que los servicios recibidos están limitados a
niveles asistenciales, solo cubriendo necesidades básicas en lugar de considerar a
la persona como un ser integral, a tener los derechos de acceso a recursos en la
búsqueda de su bienestar (Sen, 1992).

Por esta situación, el principal problema de la persona que no cuenta con una
pensión está en la incapacidad de conseguir mayores beneficios para cubrir sus
necesidades básicas y tener una vida digna. A su vez, estos factores se
manifiestan en un limitado ejercicio de sus derechos sociales, una dependencia
económica, así como una baja autoestima y depresión (Fierro, 1999).

La Mtra. Yadira Ahumada, Directora del Centro de Asesoría Legal de CETYS


Campus Tijuana nos dice que un adulto mayor de 60 años tiene el derecho de
exigir, por la vía civil, pensión alimenticia a sus hijos, hermanos o hasta nietos, ya
que la familia está obligada a velar por el bienestar de ellos cuando estos no
puedan.

Ahumada (2020) refirió que esto lo establece la Ley de los Derechos de las
Personas Adultas Mayores y en algunos estados a través de sus Códigos Civiles,
tal es el caso de Baja California en su Artículo 299 y subsecuentes. Esta ley
establece en su Artículo 5 los derechos de estas personas, específicamente el
apartado tercero, que habla de protección de la salud, de la alimentación y familia,
es aquí donde habla de que tengan acceso a satisfactores necesarios, ya sea
bienes, alimentos, servicios, condiciones humanas y de capacidad funcional que
les permita desempeñar su rol social.

“La Ley establece que aquellos padres que carecen de los alimentos, los hijos
estarían obligados a dar el alimento. Sin embargo, si por ejemplo, un adulto mayor
tiene tres hijos, pero uno no tiene posibilidades económicas, entonces este se
divide entre los que sí pueden. Y en el caso de que estos tampoco puedan, la
obligación alimentaria se pasa a los hermanos, a los primos, a los tíos, es decir es
una obligación derivada del parentesco consanguíneo hasta el cuarto grado”,
comentó.
Su incumplimiento traería como consecuencias sanciones civiles, similares a las
de la pensión alimenticia para hijos, tales como el embargo de salario. En el peor
de los casos podría tener consecuencias penales, por el delito de incumplimiento
de obligaciones de asistencia familiar.

Ahumada (2020) hace mención de que el hijo(s) o el deudor alimentista puede


pedir excepción de pagar la pensión alimenticia solicitada cuando demuestren
abandono, judicialmente demostrado, tanto económica como moral, o bien, porque
alguno de los hijos no puede cumplir con la obligación sin afectar a otros cercanos,
es decir si pone en riesgo el sustento de los hijos, puede exentarse del pago al
adulto mayor.

Como se puede observar existe mucha información acerca de los adultos


mayores, pensiones y la calidad de vida que merecen estos mismos. A si mismo
se encontró en múltiples paginas gubernamentales información dirigida a los
ciudadanos acerca de la pensión alimenticia que tienen derecho a exigir los
adultos mayores a sus hijos o familiares, se hace mención de que no se encontró
información alguna en investigaciones, libros o revistas digitales acerca del tema
en particular.

1.2 PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

La problemática abarca impacta a las personas de edad avanzada de


aproximadamente 60 años en adelante provenientes de familias escasos recursos
y a así mismo como a familias de buenos ingresos económicos que a la vez
abandonan a sus familiares por causa de su edad o enfermedades graves, no
graves o que ya no quieren hacerse cargo de ellos por diversos motivos ya sea
por enfermedades o por falta de interés hacia ellos.

Existe un gran desconocimiento de la pensión alimenticia fija a la que tienen


derecho a ella los padres o madres, y gracias a esto existen muchos casos de
deficiencia de alimentación, que a la larga lleva a la desnutrición y posteriormente
a contraer enfermedades más graves de las que ya puedan padecer y que pueden
desencadenar a un abandono total.

Este problema se puede atender o disminuir por medio de orientación a través de


programas del adulto mayor y dependencias gubernamentales encargadas del
desarrollo hacia al adulto en abandono y la familia, donde se puede orientar y
ayudar legalmente a estas personas que solicitan una pensión alimenticia para
garantizar su bienestar.

1.3 JUSTIFICACION

Envejecer es un proceso natural de todo ser humano, en el cual, dependiendo de


cada individuo, se observa un deterioro en las habilidades físicas y cognitivas; lo
que consecuentemente crea la necesidad de atención de distintos tipos.

Según Bobadilla (2015) La percepción social hacia las personas mayores juega un
papel de suma importancia en la vida de este sector y en la futura vida de todos.

Según Morales (2015) La definición de familia importa en tanto que el derecho de


alimentos tiene un fuerte contenido moral que surge de los principios de
solidaridad y socorro entre los miembros de una familia, los cuales permiten y
garantizan la supervivencia de los más débiles o vulnerables como ocurre con los
adultos mayores. Además, el aludido concepto se refiere a la conformación de la
familia no solamente con los progenitores y sus hijos, sino también con otros
parientes, lo que resulta relevante ya que la obligación alimenticia se extiende
hasta los parientes en el cuarto grado colateral, lo cual amplía el círculo familiar
obligado a alimentar a un adulto mayor en estado de necesidad.

La vejez es entonces considerada como una etapa en donde se pierden los


buenos atributos de la vida, es decir, que en nuestra sociedad se produce el
etaísmo, es decir, la discriminación por la edad. Además de ello, socialmente el
adulto mayor está concebido como improductivo, y casi inexistente en una cultura
basada en producir y consumir.

A la vulnerabilidad del grupo adulto mayor se le suma la vigencia del sistema


sexo- género lo cual origina que hacia las mujeres exista una doble exclusión: por
edad y la exclusión por género; lo que las convierte en un parte de la población
adulta aún más desprotegida. Por ello es imperante la necesidad de aplicar la
perspectiva de género en estudios como el actual.

El sector adulto mayor en la presente investigación abarca en concordancia con la


Ley de los Derechos de las Personas Adultas Mayores, todos aquellos hombres y
mujeres de 60 años o más.

Una gran parte del grupo de adultos mayores en el Estado de México, así como en
el país, se encuentra en desventajas económicas y sociales, como prueba de ello
destacan las siguientes proyecciones del Consejo Nacional de Población
(CONAPO, 2020), al 1 de julio de 2020 el 11.0% de la población total del estado
eran personas adultas mayores de 60 años o más, lo que equivale a 923 mil 131
habitantes.

Poniendo como ejemplo el caso de Jalisco, con datos de las proyecciones, en


2015 el 9.7% de su población tenía 60 años o más; no obstante, se espera que
para 2030 esa proporción sea de 14.3%, alcanzando un volumen de 1 millón 302
mil 346 personas adultas mayores. Situación que traerá como consecuencia
desafíos importantes ante las necesidades de este sector de la población.

La presente tesis enfoca su investigación y resultados en el estado de Sonora,


municipio de Cajeme, pero previamente se mencionan datos de otros estados
como un ejemplo del incremento de la población señalada y que, así como se
puede notar este incremento en estos estados, de la misma manera sucede en
todos los demás estados de la república mexicana.
En busca de una respuesta a toda esta situación, en 1979 se establece en nuestro
país el Instituto Nacional de la Senectud (INSEN), y en el 2002 se crea la Ley de
los Derechos de los Adultos Mayores. A partir de la creación de esta Ley, el
INSEN se convierte en INAPAM Instituto Nacional de las Personas Adultas
Mayores, con el objetivo de proteger, atender, ayudar y orientar a las personas
adultas mayores (INAPAM, 2010)

Para que los Estados puedan cumplir con su deber de brindar una vida digna a
sus ciudadanos, se utilizan los programas como la herramienta para llevar a cabo
las políticas públicas previstas, y es por medio de estos programas, su contenido y
aplicación, que se deben crear soluciones para las problemáticas que enfrentan
los diferentes sectores vulnerables de la población, entre ellos el de los adultos
mayores.

A pesar de ello, los programas existentes, como lo son “ 65 y más” a nivel federal
y a nivel estatal la “Pensión alimenticia para adultos mayores”, llegan sólo a una
parte de la totalidad de los perfilados a ser beneficiarios, son paliativos y no
responden a un problema desde raíz.

1.4 OBJETIVOS

1.4.1 OBJETIVO GENERAL

Difundir el derecho a seguridad alimenticia de los adultos mayores en Ciudad


Obregón, a través de proyectos de difusión y orientación a las familias, para
que protejan a sus antecesores y les gestionen una vida de calidad.

1.4.2 OBJETIVO ESPECIFICO


1. Conocer las políticas gubernamentales sobre las pensiones de adultos
mayores.
2. Determinar en qué consiste el beneficio que las políticas gubernamentales
proporcionan a la calidad de vida de la población adulta mayor en México.
3. Conocer las necesidades básicas insatisfechas más sobresalientes del
adulto mayor.
4. Conocer las condiciones más sobresalientes acerca del bienestar del adulto
mayor.

1.5 DEFINICION DE VARIABLES

1. Adultos Mayores: Concepto general y su papel en la sociedad.


2. Pensión Alimentaria: Conceptualización, ventajas e importación de la
pensión alimenticia a adultos mayores.
3. Necesidades de los Adultos Mayores: Principales necesidades que
presentan los adultos mayores en México.
4. Calidad de vida de los Adultos Mayores: Factores asociados a la calidad de
vida de los adultos mayores.
5. Programas de apoyo: Beneficios de los Programas de apoyo dirigidos a los
Adultos Mayores.

1.6 LIMITACIONES

La limitante más sobresaliente de esta investigación es la poca información


específicamente del tema de la presente tesis, ya que los datos que fueron
recopilados se encontraron en páginas gubernamentales, así como en blogs
educativos de algunas universidades. La información expuesta son temas
relacionados en general como lo son la calidad de vida y necesidades de adultos
mayores, las problemáticas más sobresalientes de los adultos mayores y los
programas y pensiones ya existentes dirigidas a adultos mayores y sus beneficios.
Sin embargo, a pesar de si existir información en otro tipo de fuentes no se
encontraron datos del tema en específico en investigaciones científicas, revistas
científicas y demás fuentes que puedan ser referenciadas y citadas según las
reglas del formato APA, el cual es el adecuado para la elaboración de una tesis,
esto con el fin de que toda la información expuesta en la tesis sea fidedigna y
provenga de sitios fiables y así mismo la información pueda ser confiable y
verificable.

Otra limitante que se puede encontrar es la falta de disposición de instituciones


como lo son el Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (INAPAM) para
brindar información como estadísticas o información no expuesta al público.

CAPÍTULO III. MARCO TEORICO

2.1 La familia como pilar de la sociedad.

Morales (2015) considera a la familia como la más antigua de las instituciones


humanas y constituye un elemento clave para la comprensión y funcionamiento de
la sociedad, es por ello que se habla de que la familia es la base de toda sociedad.
A través de ella, la comunidad no sólo se provee de sus miembros, sino que se
encarga de prepararlos para que cumplan satisfactoriamente el papel social que
les corresponde.
El Diccionario de la Real Academia Española, nos dice que la palabra familia
proviene (Del lat. familia).1. Grupo de personas emparentadas entre sí que viven
juntas. 2. Conjunto de ascendientes, descendientes, colaterales y afines de un
linaje. 3. Hijos o descendencia.

La Familia es reconocida también como un derecho humano, Pérez (2007)


describe a la familia como el grupo social primario donde hombres y mujeres
encontramos los satisfactores básicos de nuestras necesidades. Es esencialmente
un grupo dinámico cuyas relaciones al interior y al exterior delimitan características
culturales en las que van incluidos los diferentes tipos de normatividad de la
comunidad en que se desarrollan y, al mismo tiempo, hace que los hombres y
mujeres que la integran hagan suyos los valores, también culturales, que se
perfilan en esa comunidad.

La familia es el núcleo social básico, en el que recae todo tipo de


responsabilidades para que una sociedad se defina y desarrolle. De ahí su
importancia y la necesidad de que exista una normatividad adecuada, que la
proteja, fortalezca y garantice su permanencia e integridad.

Los grupos familiares han existido en todas las culturas a lo largo de la historia del
hombre, y dieron origen a diversos tipos de familias, ello ha permitido que la
familia como institución sea definida de muy diversas formas las cuales reflejan
una gran variedad de situaciones económicas, sociales, políticas, jurídicas, entre
otras, las cuales son mencionadas a detalle más adelante en la presente
investigación.

2.1.1 Antecedentes de la familia.

Morales (2015) nos dice que las normas representan intereses y supremacía de
quien lo ejercita, de igual forma representan a los partidos que están en el poder y
los juegos de poder. La familia es la estructura por excelencia donde se reflejan
estas relaciones inequitativas de poder. De allí la importancia del derecho de
garantizar la protección al núcleo básico denominado Familia, además de ser un
instrumento importante para propiciar equitativas relaciones de género, motivo de
transformación cultural.

La familia es la institución histórica y jurídica de más profundo arraigo a lo largo de


las distintas etapas de la civilización y su origen se remonta a los albores de la
humanidad. Tiene una existencia independiente del orden jurídico, pues siendo
una institución no nace a través la norma, su existencia es natural y sus fines
fundamentan la protección a su permanencia.

El clan fue la primera manifestación de solidaridad humana, la forma más primitiva


de unión destinada a lograr una posibilidad de defensa, que hiciera factible la
supervivencia en un medio hostil. Pero a medida que los sentimientos de los
individuos se afinaban, el vínculo común y general fue siendo remplazado,
paulatinamente, por la solidaridad familiar que aunó a grupos más pequeños y
discriminados. Los indicios más remotos, que nos permiten con su vislumbre
rasgar la oscuridad de la historia, nos muestran que en el comienzo de los
comienzos la mujer desempeñaba el papel más importante en el seno familiar; su
rol era fundamental, mientras que el del hombre se presentaba con carácter
accidental y transitorio. (Morales, 2015)

La condición de la mujer fue mejorando paulatinamente, en ciclos discontinuos


determinados por la mayor o menor necesidad que se tenía de su colaboración.
En los pequeños grupos familiares de la época arcaica y pastoril, luego en los más
evolucionados de Grecia y Roma, hasta llegar a las bases domésticas de las que,
con el correr del tiempo, se convertirían en grandes industrias.

Cuando la economía primitiva fue remplazada por otra más compleja, el hombre
comenzó a apoderarse de todas las formas de trabajo remunerado, y sintiéndose
dueño de la situación, se convirtió en el señor de su grupo, plantando firmemente
los cimientos de la familia patriarcal. Esto trajo aparejado el perfeccionamiento de
la herencia por la vía masculina y la correspondiente exigencia de fidelidad
absoluta de parte de la mujer.
La institución de la familia patriarcal relegó a la mujer a la sombra por muchos
siglos, tanto desde el punto de vista personal como legal, y recién las legislaciones
occidentales de este siglo la han colocado en un plan de relativa igualdad dentro
del seno de la familia. Las creencias patriarcales fueron conformando la identidad
masculina para el ejercicio de la autoridad principal, más jerarquizada, y la
identidad femenina, para un tipo de poder sin autoridad.

Morgan (1971), expresa que, en el principio de la humanidad, existió un estado


primitivo de comercio sexual sin trabas, que al evolucionar hacia un núcleo de
mayor cohesión, tuvo como primera manifestación la familia Consanguínea.

2.1.2 Definición sociológica de la familia

Morales (2015) nos menciona que el concepto de familia es ante todo sociológico
antes que jurídico. La Sociología concibe a la familia como una estructura social.
Todos los niveles de organización y funcionamiento de la vida familiar son de
interés para el sociólogo; la familia en su relación con: la nación, religión,
comunidad, etc. La familia no es una agrupación inmutable, sino como antes
mencionamos un conjunto de individuos que se han organizado de diferentes
maneras en durante distintas épocas y lugares.

Por lo que continuando con un enfoque sociológico, el concepto de familia se


refiere a la forma en que sus miembros se organizan para sobrevivir, de ahí que
su definición resulte cambiante en el tiempo y en el espacio, pues desde esta
perspectiva la familia no es una agrupación inmutable sino un conjunto de
individuos que pueden o no estar unidos por lazos sanguíneos, los cuales se han
organizado de diferentes maneras durante distintas épocas y lugares por intereses
de sobrevivencia: económicos, religiosos, de ayuda, culturales, etcétera.
(Baqueiros y Buenrostro, 2005)

Se estima de especial interés para este trabajo la definición de familia aportada


por Chávez (1984), quien la considera como una institución, con una connotación
de fuerte contenido moral, en tanto que constituye una comunidad humana de
vida, con una finalidad propia y supraindividual, que se conforma con los
progenitores y con los hijos, a quienes se pueden incorporar otros parientes, o
constituirse solamente de parientes, cuyas relaciones interpersonales y vínculos
jurídicos se originan en el matrimonio, en el concubinato, en la filiación y en el
parentesco.

La anterior definición importa en tanto que el derecho de alimentos tiene un fuerte


contenido moral que surge de los principios de solidaridad y socorro entre los
miembros de una familia, los cuales permiten y garantizan la supervivencia de los
más débiles o vulnerables como ocurre con los adultos mayores. Además, el
aludido concepto se refiere a la conformación de la familia no solamente con los
progenitores y sus hijos, sino también con otros parientes, lo que resulta relevante
ya que la obligación alimenticia se extiende hasta los parientes en el cuarto grado
colateral, lo cual amplía el círculo familiar obligado a alimentar a un adulto mayor
en estado de necesidad.

2.1.3 Definición Biológica de familia.

Baqueiros, Buenrostro (2005) no hablan que el primer enfoque nos coloca frente a
un concepto de familia en el que se sostiene que ella se forma por la unión sexual
de la pareja compuesta por un hombre y una mujer y a través de la procreación,
generando lazos de sangre; por lo tanto, deberá entenderse como el grupo
constituido por la pareja primitiva y sus descendientes, sin limitación alguna.

La familia conyugal es la más conocida, ya hemos visto que surge en todas las
culturas de una pareja heterosexual de adultos y con fines de procreación, la
supervivencia de la especie ha requerido su protección, este modelo desde su
perspectiva nuclear, es el que se mantiene en la práctica en la totalidad de los
países. Desde esta perspectiva, familia implica los conceptos de unión sexual y
procreación.

2.1.4 Definición de familia en la Iglesia Católica


La carta apostólica LAETAMUR MAGNOPERE por la que se aprueba la edición
típica latina del catecismo de la Iglesia Católica, aprobada y promulgada el 15 de
agosto de 1997, recoge la doctrina católica tanto de la fe como de la moral, en ella
es posible conocer aquello que la iglesia profesa y celebra en su quehacer diario.
Esta Carta surge 5 años después de la promulgación de la Constitución Apostólica
Fidei Depositum, del día 11 de octubre de 1992, la cual encabeza la publicación
del texto del Catecismo universal.

En el catecismo de la Iglesia Católica (2009) se reconoce al matrimonio, como la


unión del hombre y la mujer, quienes con sus hijos conforman la familia, cada uno
poseedores de dignidad, con deberes, obligaciones y responsabilidades. Además,
menciona que “la vida en familia es la iniciación de la vida en sociedad”.

2.1.5 Definición jurídica de la familia.

Desde la definición jurídica se atiende a las relaciones derivadas de la unión de los


sexos por vía del matrimonio o el concubinato y la procreación, conocidas como
parentesco, así como a las provenientes de las formas de constitución y de
organización del grupo familiar, a las que la ley reconoce ciertos efectos: deberes,
derechos y obligaciones entre sus miembros, hasta cierto límite. De ahí que este
concepto de familia se refiera al conjunto de vínculos jurídicos que rigen a los
miembros de la familia. (Baqueiro y Buenrostro, 2005)

La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos no contempla un


concepto de familia, aunque sí establece el deber legal de proteger su
organización y desarrollo, de ahí surge la obligación de los Estados de la
República Mexicana de promulgar leyes tendientes a la protección del grupo
familiar, en especial de los miembros más vulnerables como suelen ser los adultos
mayores, niños y mujeres.

Por otra parte, tanto en la Convención Americana sobre Derechos Humanos


“Pacto de San José de Costa Rica” como en el Protocolo Adicional a la
Convención Americana Sobre Derechos Humanos en Materia de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales “Protocolo de San Salvador” se define a la
familia como el elemento natural y fundamental de la sociedad, la cual debe ser
protegida por el Estado, quien deberá velar por el mejoramiento de su situación
moral y material.

Asimismo, en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos se considera a


la familia como el elemento natural y fundamental de la sociedad, concediéndole el
derecho a la protección de la misma sociedad y del Estado.

Los mencionados protocolos constituyen el marco legal internacional que permite


considerar a la familia como la base social cuya protección queda a cargo del
Estado, encomienda que sólo puede alcanzarse mediante la regulación de las
relaciones jurídicas entre sus miembros conforme las circunstancias personales y
particulares de cada uno de ellos.

2.1.6 Elementos de la familia

En principio debemos decir que el hombre es un ser sociable por naturaleza, trata
de estar siempre en constante relación con otras personas, de tal forma que como
ser humano vive en comunidad, que va desde la más pequeña que es la familia
hasta la nación, comprendiendo la comunidad internacional. Esta comunidad
pequeña que se identifica como familia, se considera la más antigua de las
instituciones humanas y constituye un elemento clave para la comprensión y
funcionamiento de la sociedad, es por ello que se habla de que la familia es la
base de toda sociedad. A través de ella, la comunidad no sólo se provee de sus
miembros, sino que se encarga de prepararlos para que cumplan
satisfactoriamente el papel social que les corresponde. (Chávez, 2003)

Bradshaw (2006) hace mención que por medio de esta institución, el hombre logra
sus fines ya sean éstos sociales, políticos, económicos, personales o particulares,
que se reflejan ante la sociedad de manera positiva, cuando estos van
encaminados a realizar el bien; pero también si hablamos de una familia que no
está funcionando o cumpliendo el papel que le corresponde dentro de la sociedad,
entonces a través de ésta, se refleja todo lo negativo que la familia inyecta a la
sociedad, inclinándola hacia la destrucción. La familia es la unidad de
supervivencia y crecimiento, que satisface las necesidades emocionales de sus
miembros, logrando un balance entre autonomía y dependencia, entre sociabilidad
y sexualidad. Ésta permite el crecimiento y el desarrollo de todos sus miembros,
en esta institución es donde los individuos obtienen una autoestima sólida. La
sociedad sólo puede perdurar basándose en la familia, pues es en ella
principalmente, donde los individuos aprenden a socializar, se forman el carácter y
los valores morales de los niños.

Rawls (2002) nos dice que esta institución es de suma importancia, ya que forma
parte de la estructura básica de la sociedad, por la razón de que uno de sus
cometidos esenciales es asegurar la producción y reproducción ordenadas de ésta
y de su cultura de una generación a otra.

Chávez (2007) hace mención a que la familia es una institución natural, de


contenido ético, que como núcleo primario constituye una comunidad humana de
vida, vinculada por lazos de matrimonio, parentesco o concubinato, cuyas
relaciones interpersonales y jurídicas constituyen un conjunto de deberes,
derechos y obligaciones con respeto a la dignidad de las personas y a su
integridad física y psíquica, cuyos miembros conviven en un domicilio común, tiene
un patrimonio y fines propios.

También es considerada a la familia como la institución social permanente y


natural, compuesta por un grupo de personas ligadas por vínculos jurídicos
emergentes de la relación intersexual y de la filiación. (Guitron, 1988)

De manera más amplía la Suprema Corte de Justicia de la Nación, se ha


pronunciado aludiendo que la familia se halla constituida por el conjunto de
personas entre los que existan relaciones jurídicas familiares de parentesco,
matrimonio o concubinato, entendiéndose por relaciones jurídicas familiares el
conjunto de deberes, derechos y obligaciones de las personas integrantes de una
familia, tales como la consideración, solidaridad y respeto recíprocos.
2.2 El adulto mayor y su papel en la sociedad.

Cuando se habla del adulto mayor y su entorno en la sociedad, es necesario


conocer aspectos teóricos relacionados con su ambiente que contribuyen a
entender mejor su situación para determinar la función que ejerce este grupo
social.

Guerrero (1999), al tratar de definir al adulto mayor o la llamada “tercera edad”


indican que la persona adulta mayor es determinada así después de los sesenta
años; en esta calificación intervienen factores sociales, biológicos y cronológicos,
difíciles de describir. Asimismo, la Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento,
presidida por las Naciones Unidas, fijó al adulto mayor como aquella persona cuya
edad oscila entre 60-80 años, y al mayor de 80 años lo clasificó como anciano.
Esta asamblea definió el envejecimiento como los cambios fisiológicos que
ocurren en un organismo a través del tiempo (Organización Mundial de la Salud,
1989).

El envejecimiento es reconocido como un proceso natural e inevitable, ya que, de


acuerdo con la ley de la vida, todo ser vivo envejece; por tanto, no se puede
analizar como si fuera una enfermedad, sino simplemente como una etapa de la
vida que se debe aprender a vivir y disfrutar al máximo, pues - por lo general - ya
se han logrado plasmar todos los proyectos de vida y es el momento de disfrutar
de lo que se logró a través de los años. (Ballestero, 1999).

Almanza (2021) menciona que en las culturas primitivas las personas mayores
eran las que garantizaban la transmisión del saber y difundían las experiencias del
pasado, representando la sabiduría. Esto hacía que les fueran atribuidas
condiciones sobrenaturales o mágicas. En las tribus y los clanes la autoridad
pasaba por el jefe de familia o patriarca y/o matriarca, que era designado o
designada en forma automática, por ser el padre o madre de la familia, por
representar el tronco o la base familiar.
En países como Australia, Japón o China, donde la edad sigue siendo sinónimo de
sabiduría, se valora con especial interés la contribución de los mayores al
desarrollo cultural, intelectual y político. Son este tipo de actitudes y no las que
contribuyen al distanciamiento, los prejuicios y la soledad, las que deberían marcar
el rumbo de un cambio de perspectiva en pro de la recuperación del papel de las
personas mayores en la sociedad.

Rodríguez (2008) menciona que la vida es un proceso cíclico, el cual debe ser
analizado detenidamente, ya que comprender los cambios que van ocurriendo a
través de los años es una tarea de difícil asimilación. En relación con las personas
adultas mayores, es necesario considerar que, al igual que las demás personas,
también necesitan gozar de independencia, autorrealización, participación,
dignidad y cuidados; principios que se establecen para proteger a este segmento
social, muy vulnerable en una sociedad caracterizada por el consumismo y el
materialismo, aspectos que no le permiten al adulto mayor alcanzar.

Con respecto al verdadero rol que debe desempeñar la persona adulta mayor, es
importante que la sociedad actual se plantee algunos propósitos, con los cuales
mejorarían considerablemente su estructura. El envejecimiento debe ser percibido
como parte de un proceso de vida que tiene varias etapas o ciclos vitales. De este
modo, las personas adultas mayores no constituyen individuos desechables, sino
que pueden y deben ser integrados a la sociedad.

2.2.1 La percepción de la sociedad del adulto mayor.

En nuestro país se evidencian prejuicios, estereotipos y mitos respecto a la


adultez; acciones que afectan a las personas mayores como producto de una
construcción social que los condiciona en términos de profecía auto cumplida.
(Almanza, 2021)

El papel de las personas mayores en la sociedad ha ido evolucionando con el


paso del tiempo. Así como en las culturas más tradicionales el adulto mayor sigue
siendo una figura respetada y venerada, las sociedades modernas han relegado a
un segundo plano el papel de las personas mayores en la sociedad actual. La
inclusión, la participación y la recuperación de su espacio es fundamental para
ofrecer una perspectiva más optimista de lo que representa la tercera edad.

Rodríguez (2021) menciona que, en algunas sociedades, como por ejemplo las
orientales, la edad es sinónimo de importancia y veneración. Las personas adultas
mayores son vistas como todo un ejemplo por seguir, son cuidadas y apreciadas
como lo más valioso de la sociedad. Sin embargo, en Occidente, el consumismo y
la modernización han hecho que estas personas sean vistas, en muchas
ocasiones, como un estorbo y, por lo tanto, lo más fácil y cómodo es llevarlas y
entregarlas al olvido en un hogar o centro de atención para esta población.

Almanza (2021) explica que, con la irrupción de la tecnología y la expansión del


conocimiento, las enseñanzas de las personas mayores dejaron de ocupar ese
lugar privilegiado. Poco a poco no solo fueron sus historias y lecciones las que
cayeron en el olvido: también lo hizo el interés de esforzarse en el cuidado de
personas que, desde el punto de vista práctico, ya no suponían un aporte de
fuerza, protección o riqueza para la sociedad.

Así, los adultos mayores pasaron de convertirse en un valor añadido en ser una
carga para la comunidad. Una visión reduccionista y sesgada sobre un grupo de
población que, tanto entonces como ahora, sigue teniendo mucho que ofrecer. La
experiencia acumulada es una riqueza que solo se obtiene con el tiempo.

Rodríguez (2008) nos dice que un aporte para la solución de los problemas
relacionados con el envejecimiento de la población lo constituye ciertamente la
inserción efectiva del adulto mayor en el entramado social, utilizando la aportación
de experiencia, conocimientos y sabiduría que él puede ofrecer. Este grupo social,
en efecto, no debe ser considerado como un peso para la sociedad, sino como un
recurso que puede contribuir a su bienestar.

Palma (2005) comenta que las personas adultas mayores, además, pueden dar
testimonio de que hay aspectos de la vida, como los valores humanos y culturales,
morales y sociales, que no se miden en términos económicos o funcionales, por
ello ofrecen una aportación en el ámbito laboral y en el de la responsabilidad. Se
trata, en fin, no solo de hacer algo por las personas adultas mayores, sino de
aceptarlas como colaboradoras responsables, con modalidades que las posibiliten
como agentes de proyectos compartidos, bien en fase de programación, de
diálogo o de actuación. Es indispensable que la familia brinde el apoyo social,
emocional y económico sin condiciones.

Al analizar el rol de la persona adulta mayor, se determina que esta es percibida


como un elemento de importancia en la sociedad y que la función que este grupo
cumple en su entorno debe ser considerada como una herramienta muy útil si
realmente se busca el crecimiento y fortalecimiento social. De igual modo, el
aprovechamiento de este recurso, va a estar limitado por la capacidad que se
tenga para que el rol de la persona adulta mayor, fundamentada en la experiencia
que posee, en el conocimiento y en la capacidad de guiar, se complemente con
las generaciones posteriores para crear una sociedad más equitativa y justa para
todos.

2.2.2 La percepción del Adulto Mayor desde el punto de vista


demográfico.

De acuerdo a Ham-Chandee (1999) en la última década del siglo XX, las


estadísticas demográficas de México dan cuenta del notable incremento en los
números absolutos y porcentuales de la población en edades avanzadas, esto es,
de las personas mayores de cierta edad, por ejemplo, contadas a partir de los 60 o
65 años.

La población mundial está envejeciendo a un ritmo muy acelerado. De hecho, la


Organización Mundial de la Salud (OMS), estima que para el 2050, el 22% de la
población serán adultos mayores y además, el número de personas de 80 años o
más aumentará casi cuatro veces hasta alcanzar los 395 millones.

De acuerdo con Salas (2001), una de las características más sobresalientes de


nuestra época es el cambio derivado principalmente, de los avances científicos y
tecnológicos, así como su aplicación a la vida del ser humano. Por ejemplo, en el
campo de la medicina los avances han sido importantes y dan como resultado una
mayor esperanza de vida para las personas. Esto conlleva a que actualmente, las
personas mayores de sesenta años, constituyan un buen porcentaje de la
población total del país: los hombres y mujeres mayores de sesenta años
alcanzan una cifra muy alta, que continúa ascendiendo año con año. El aumento
en el porcentaje de personas adultas mayores crea la necesidad de conocer
realmente cómo se concibe este grupo poblacional dentro de la sociedad en que
está inserto; además, cómo son visualizadas las personas adultas mayores desde
la perspectiva del joven, y cuál es la realidad que vive este grupo generacional.

El comportamiento de las variables demográficas que determinan esta


transformación es, principalmente, el descenso en la mortalidad y fecundidad,
cuyas tendencias dan lugar al proceso de envejecimiento de la población, de
acuerdo con el conocido patrón de la transición demográfica.

El fenómeno del envejecimiento ha sido un camino anunciado con mucha


anterioridad, pero hasta ahora es que se le está prestando atención en vista de los
niveles que está alcanzando, dentro de una inercia de tal grado que en el siglo XXI
el sector de la población en edades.

Esta aseveración parte de las diversas dimensiones que tiene el proceso de


envejecimiento demográfico, las cuales transformarán la manera de mirar a la
población en su composición, capacidades y necesidades.

Ham-Chandee (1999), menciona que habrá cambios sustanciales en las


capacidades de trabajo y productividad, los patrones de demanda y consumo de
bienes y servicios, las necesidades de atención a la salud, los requerimientos a la
seguridad social, las relaciones familiares, la conformación de redes de apoyo, las
transferencias de recursos y los sistemas políticos y administrativos.

A consecuencia de lo anteriormente mencionado la tercera edad genera un


regreso a la dependencia hacia la familia en particular, y hacia la sociedad en
general, con necesidades de manutención y cuidado.
2.3 Marco regulatorio de los derechos de la familia.

Para hacer efectivos los derechos de las personas adultas mayores se requieren
acciones conjuntas de los sectores público, social, privado y sociedad civil, a
efecto de evitar el olvido en que viven algunas personas al llegar a esa etapa de
vida. Es necesario trabajar conjuntamente para promover el mejoramiento de su
calidad de vida; establecer accesos preferentes a los servicios médicos;
proporcionar orientación respecto a su salud, nutrición, higiene, y en todos
aquellos aspectos que favorezcan su cuidado personal.

Debemos transitar a una etapa de verdadera protección de sus derechos


económicos, culturales, civiles y políticos. Corresponde, fundamentalmente, a los
organismos autónomos de derechos humanos la protección, observancia,
promoción, estudio y divulgación de los derechos de las personas adultas
mayores. Resulta necesaria la difusión de éstos y de los principios que deben regir
el actuar en su atención, tales como la autonomía y autorrealización, la
participación, la equidad, la corresponsabilidad y la atención preferente.

Esos organismos públicos deben estar vigilantes de que el diseño, implementación


y evaluación de las políticas dirigidas a ellos, se lleve a cabo bajo una visión
integral de los derechos de ese grupo etario para fomentar su independencia e
integración intergeneracional en condiciones de igualdad, a través de la
construcción de una población incluyente y respetuosa de su dignidad humana.
Los jóvenes deben concientizarse de la valía de la vejez y coadyuvar en el
reposicionamiento de los adultos mayores en la sociedad e integrarlos en la
dinámica familiar.

2.3.1 Código de Familia.

La familia es un elemento fundamental de la sociedad y requiere de protección


legal al igual que los individuos que la integran, esto justifica la existencia del
derecho de familia. El derecho de familia regula las relaciones de carácter
personal y patrimonial entre los miembros de la familia y frente a terceros.

La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos reconoce y protege


todas las formas y manifestaciones de familia como realidad social. Se trata de
una visión progresista y garantista a favor de las personas en un plano de igualdad
y con reconocimiento absoluto a los Derechos Humanos.

El tratamiento que las legislaciones estatales dan a temas de derecho de familia


pueden variar de un Estado a otro, pues las mismas han ido evolucionando y
adaptándose a las nuevas formas de relacionarse que tienen los individuos y al
reconocimiento, respeto y protección que debe darse y garantizarse a los seres
humanos y a sus intereses.

En la vida cotidiana a medida que nos relacionamos los seres humanos damos
vida o bien resultamos inmersos en hechos y actos jurídicos reconocidos por el
derecho de familia, lo hacemos de manera consciente o inconsciente y que lo
hagamos de una u otra forma no exime que dichos hechos o actos produzcan
consecuencias jurídicas.

Las relaciones de familia reconocidas por el derecho mexicano son el matrimonio,


el divorcio, el concubinato, la paternidad, la adopción, la patria potestad y aunada
a ellas la tutela. Se consideran sujetos del derecho de familia los cónyuges,
concubinos, parientes, adoptantes y adoptados, personas que ejercen la patria
potestad y las personas sujetas a ella, tutores e incapaces.

Entre los principales derechos y obligaciones que nacen de la familia son: los
alimentos, la guarda y custodia, entre otros.

Los órganos estatales y jurisdiccionales intervienen en las relaciones familiares


como auxiliares en la observancia y aplicación de las disposiciones del derecho de
familia.
Según el portal de Transparencia del Estado de Sonora y la última reforma
realizada el 09 de Abril de 2007 en consecuencia a las exigencias derivadas de las
nuevas estructuras que adopta la familia; la necesidad de reforzar sus formas de
comunicación y enlace, admitiendo que el concubinato cumple, al igual que el
matrimonio, las funciones del sistema conyugal, además de las nutricias y
normativas propias del vínculo paterno filial, nos indican que el Estado debe
intervenir en la regulación de la familia para solucionar sus conflictos, pero en la
medida mínima necesaria y con conocimiento de las cargas emotivas que
caracterizan a este derecho sectorial, porque no se trata de violentar los valores
que caracterizan a nuestra sociedad.

Y es que el progreso y la estabilidad de cualquier sociedad radica en la sanidad de


sus miembros, y éstos no son otra cosa que un producto hecho en la familia, de
forma tal que un sistema disfuncional sólo puede producir individuos enfermos,
antisociales o suicidas.

Aunque la realidad opere en contra, el principio de igualdad entre el hombre y la


mujer debe imponerse en las normas jurídicas, porque las leyes de vanguardia
facilitan el cambio de valores. Por eso el Derecho de Familia debe ser de carácter
social, es decir, tutelar a individuos filosóficamente iguales, pero desamparados y
débiles en la práctica, como son las mujeres, los menores, los incapacitados y los
ancianos, tal y como ocurre en el derecho laboral y en el agrario.

Aquellas situaciones de grave desigualdad deben corregirse por la fuerza del


proceso legislativo y la decisión política de hacer efectivo estos cambios, porque
todos sabemos que las leyes de papel, aunque expresen valores de avanzada,
sólo tienen virtualidad cuando sus destinatarios las cumplan, lo que requiere de la
decisión sincera de sus operadores.

Crear un Código de Familia y su correspondiente Código Adjetivo, es una


oportunidad histórica, siempre que éste último parto legislativo del anquilosado
Derecho Civil, se aproveche para reformar aquellas normas que no correspondan
a la realidad social o adicionar dispositivos que cubran las lagunas de la ley,
siguiendo la evolución de los valores sociales y los descubrimientos de la ciencia,
particularmente los que informan las técnicas de reproducción asistida y las
pruebas biológicas de la paternidad.

Frente a otros Códigos de Familia Latinoamericanos, como el de Bolivia, Costa


Rica, Honduras, Panamá, El Salvador y Cuba, el Derecho Mexicano comienza a
preocuparse por reglamentar en un derecho sectorial, independiente y moderno, la
solución jurídica de todos los conflictos de familia que constituyan un motivo de
desavenencia conyugal o de ruptura entre padres, hijos, hermanos y demás
miembros.

El Código que ahora se propone, respeta la estructura civilista de la mayoría de


las instituciones familiares, pero ajusta sus normas para ajustarlas a las modernas
orientaciones de la Sociología y la Psicología de la Familia. Crea, por ejemplo, un
capítulo introductorio sobre la familia y el estado civil, en el que califica toda su
normativa como de carácter público y social; define al matrimonio y sus funciones,
identificando las que corresponden a los subsistemas conyugal, paterno-filial y
fraterno, anunciando la inscripción del concubinato, al que se reconoce como
institución de derecho familiar, cuando cumpla los fines del matrimonio.

2.3.2 Ley de los derechos humanos de las personas adultas.

El 15 de junio de 2015, la Asamblea General de la Organización de Estados


Americanos (OEA), aprobó la Convención Interamericana sobre la Protección de
los Derechos Humanos de las Personas Mayores (La Convención). La Convención
enfatiza que, conforme a la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, sólo puede realizarse el ideal
del ser humano libre, exento del temor y de la miseria, si se crean condiciones que
permitan a cada persona gozar tanto de sus derechos económicos, sociales y
culturales, como de sus derechos civiles y políticos, y se cumpla con la obligación
de eliminar todas las formas de discriminación, en particular, aquella por motivos
de edad.

En su texto se reconoce que la persona, a medida que envejece, debe seguir


disfrutando de una vida plena, independiente y autónoma, con salud, seguridad,
integración y participación activa en los ámbitos político, económico, social y
cultural; de ahí la necesidad de abordar los asuntos de la vejez y el envejecimiento
desde una perspectiva de derechos humanos, en la que se reconozca las valiosas
contribuciones actuales y potenciales de la persona mayor al bienestar común, a
la identidad cultural, a la diversidad de sus comunidades, al desarrollo humano,
social y económico.

En el instrumento en mención, se hace una remembranza de algunos documentos


que constituyen antecedentes en el reconocimiento y protección de los derechos
de las Personas Mayores: los Principios de las Naciones Unidas en favor de las
Personas de Edad (1991); la Proclamación sobre el Envejecimiento (1992); la
Declaración Política y el Plan de Acción Internacional de Madrid sobre el
Envejecimiento (2002); instrumentos interamericanos como la Estrategia Regional
de Implementación para América Latina y el Caribe del Plan de Acción
Internacional de Madrid sobre el Envejecimiento (2003); la Declaración de Brasilia
(2007); el Plan de Acción de la Organización Panamericana de la Salud de las
personas mayores, incluido el envejecimiento activo y saludable (2009); la
Declaración de Compromiso de Puerto España (2009), y la Carta de San José
sobre los derechos de las personas mayores de América Latina y el Caribe (2012).

La Convención tiene como objeto que los Estados firmantes incorporen y den
prioridad al tema del envejecimiento en las políticas públicas y programas
gubernamentales; destinen y gestionen recursos humanos, materiales y
financieros para lograr una adecuada implementación y evaluación de medidas
especiales en favor de las personas mayores, a través de la inclusión de la
perspectiva de género, y de la prevención del abuso, abandono, negligencia,
maltrato y violencia contra la persona mayor. En ese sentido, es necesario
impulsar que el Estado mexicano firme y ratifique la Convención, e incidir en el
proceso de armonización –aún inacabado– de las legislaciones locales con el
marco que establece la Ley General de los Derechos de las Personas Adultas
Mayores (2002), la cual esta CNDH ha decidido publicar para su difusión,
aplicación y seguimiento.

La Ley de los Derechos de las Personas Adultas Mayores, fue publicada el 25 de


junio de 2002 y ha contribuido en la construcción de un marco jurídico general que
favorezca las condiciones óptimas de salud, educación, nutrición, vivienda,
desarrollo integral y seguridad social de ese grupo de la sociedad.

Esta ley tiene por objeto lograr mejorar su calidad de vida, con la puesta en
práctica de políticas y programas que permitan un tránsito digno de la persona en
el proceso de envejecimiento, orientados a fortalecer su independencia, capacidad
de decisión, participación activa en procesos productivos, en actividades culturales
y deportivas que les haga sentirse incluidas, evitar la discriminación por razones
de edad y proporcionarles las condiciones idóneas para el ejercicio pleno de sus
derechos. Para ello resulta importante que los adultos mayores conozcan sus
derechos y tengan la posibilidad de envejecer con dignidad.

Para coadyuvar con ese objetivo, la CNDH publicó para su divulgación, y con el
objeto de contribuir con la armonización legislativa en la materia, la Ley de los
Derechos de las Personas Adultas Mayores. Su aplicación y seguimiento nos
corresponde a todas y todos —gobierno, sociedad y familia—, así como también la
construcción y proyección de un envejecimiento exitoso, activo y de buen trato.

2.4 Principales necesidades de los Adultos Mayores.

Ayala (2017) hace mención acerca de la población mundial está envejeciendo a


pasos acelerados. Entre 2000 y 2050, la proporción de los habitantes del planeta
mayores de 60 años se duplicará, pasando del 11% al 22%. En números
absolutos, este grupo de edad pasará de 605 millones a 2000 millones en el
transcurso de medio siglo.
El incremento de la población adulta mayor nos indica que, siendo una población
en riesgo, también se dará un incremento en la atención 13 de salud que se les
brinda para la satisfacción de sus necesidades tanto en los establecimientos de
salud y en la atención de enfermería. En un sentido amplio, una necesidad es
aquello que resulta indispensable para vivir en un estado de salud pleno.

Las necesidades se diferencian de los deseos en que el hecho de no satisfacerlas


produce unos resultados negativos evidentes, como puede ser una disfunción o
incluso el fallecimiento del individuo. Pueden ser de carácter fisiológico, como
respirar, hidratarse o nutrirse; o de carácter psicológico, como la autoestima, el
amor o la aceptación. (Ayala, 2017)

Según Maslow, hay una jerarquía u orden para las necesidades humanas:
fisiológica, de seguridad, de amor y pertenencia, de estima y de autorrealización.
Cuando un nivel de necesidades se satisface se puede pasar al próximo. Las
necesidades inferiores son déficit y las necesidades superiores se relacionan con
requerimientos del desarrollo, siendo las primeras más potentes y que una vez
satisfechas aparecen las superiores donde la persona, para satisfacer sus
necesidades, debe encontrar los medios apropiados para hacerlo y los
satisfactores adecuados.

A medida que las sociedades envejecen, que el porcentaje de adultos mayores


aumenta aceleradamente, los temas que les atañen deben transformarse, cada
vez más, es una preocupación mundial. Los paradigmas relacionados con la vejez
hacen del adulto mayor un ser vulnerable que necesita de cuidado.

Según Ayala (2017) el envejecimiento de las personas es un proceso natural,


irreversible y continuo, durante el ciclo de vida. Igualmente, es indiscutible que
toda persona adulta mayor tiene derecho a una mejor calidad de vida, al acceso y
buenos servicios de salud. Una mayor calidad de atención de la salud compromete
brindar cuidados en base a lo que realmente el adulto mayor necesita, y esto
mejora la equidad y la inclusión social.

Rodríguez (2008) menciona que es importante razonar que las personas


envejecen y con el envejecimiento individual cambian las necesidades y resultan
efectivos ciertos derechos derivados de la situación como personas adultas
mayores.

Independientemente de la exactitud de los pronósticos poblacionales, el


envejecimiento de la población es un hecho concreto. La magnitud alcanzada en
este orden y la rapidez con la que se transforma la pirámide poblacional,
constituye una preocupación para los años futuros, que plantea decisivos retos
para la política económica y social del país y para la sociedad en su conjunto.

La preocupación antes referida no está dada solo por el hecho de que la población
envejece a un ritmo acelerado, sino por los efectos que dicho fenómeno
poblacional tiene para el país y las estrategias que el estado y el gobierno deben
seguir para minimizar los efectos negativos que este proceso podría tener.

Las consecuencias del envejecimiento están directamente vinculadas con cambios


en la estructura económica y social y de manera específica, con aspectos
relacionados con el cuadro de salud de la población, la disponibilidad de recursos
laborales, la seguridad social, la composición familiar, el incremento en la
demanda de servicios de geriatría y gerontología y un aumento importante de los
gastos en salud y otros factores básicos de la dinámica social y económica del
país, todo lo cual se enmarca en un proceso de rediseño del modelo económico y
una crisis económica a escala mundial. (Rodríguez et al., 2015)

2.4.1 La salud en los Adultos Mayores.

(Aguado et al., 1994) El crecimiento de la población de ancianos constituye un


desafío para la sociedad en general y para los servicios de salud en particular en
lo que se refiere a la ordenación y adecuación de la oferta. Conforme avanzan los
años los órganos del cuerpo envejecen de forma diferente, lo que conduce a
variaciones individuales en la velocidad de deterioro de los órganos y sistemas;
por ello no existe una escala razonablemente buena de la salud física global en
oposición, por ejemplo, a las áreas del estado funcional y de la salud psicológica.
Determinadas actitudes culturales ante el envejecimiento y la disponibilidad de
atención a la salud también dificultan la medición Por todo esto, la historia del
paciente anciano debe realizase bajo una óptica integral. mediante una búsqueda
sistemática de problemas y una valoración global de sus necesidades de salud.
(Aguado et al., 1994)

La valoración del anciano consiste en la cuantificación de todos los atributos y


déficits importantes médicos, funcionales y psicosociales, con el fin de conseguir
un plan racional de tratamiento, atención y recursos. Es de naturaleza
multifactorial, por Jo que exige un equipo multidisciplinario con instrumentos de
valoración estandarizados.

Rodríguez et al., (2015) comenta que las personas de la tercera edad no solo
tienen enfermedades, sino que se ven afectados por sus percepciones de estar o
no enfermos, muchas de ellas condicionadas, entre otros, por situaciones de
índole económica, alimentaria, familiar, entorno social y las formas particulares de
cada individuo de afrontar y percibir la salud que hacen que sus necesidades sean
valoradas de formas diferentes.

En muchos casos, la ancianidad llega aparejada con la presencia de muchas


enfermedades y padecimientos, pero esto no es absoluto; por lo que para
entender mejor el binomio salud/enfermedad, hay que verlo como un estado de
autopercepción de lo que es estar enfermo o saludable.

Un aspecto vital vinculado con el estado de salud de los ancianos son las
condiciones económicas en que viven, y que en ocasiones hace que las
demandas en los servicios de salud se acrecienten. Hay que tener presente que a
esas edades muchos de los que trabajan se jubilan, lo que conlleva a una
disminución considerable en la cantidad de dinero percibido, por lo que las
posibilidades monetarias de estas personas se ven seriamente disminuidas.

Vinculado con las condiciones económicas y de vida está el tipo de alimentación a


que tiene acceso el adulto mayor. Se sabe que una mala dieta, sumada a la falta
de ejercicios físicos, influye entre otras cosas en la aparición o padecimiento de
enfermedades, por ejemplo, las del corazón, cerebrovasculares, obesidad,
diabetes, incluso algunos tipos de cáncer. No es, por tanto, exagerado afirmar que
las dietas inadecuadas tienen repercusiones en la morbilidad, en la mortalidad, y
en los sistemas públicos sanitarios, cuyos gastos pueden verse incrementados.
Por otra parte, el entorno familiar y social es otro aspecto de gran importancia
asociado al estado de salud del adulto mayor. Proporcionarles afecto y
considerarlos en la toma de decisiones familiares constituye aspectos esenciales y
están vinculados con sus estados emocionales y en la aparición de muchos
problemas de salud en el anciano. Rodríguez et al., (2015)

Sin embargo, un alto porcentaje de adultos mayores padece de depresión, de leve


a moderada, debida principalmente a factores de tipo socioeconómico, por ello el
envejecimiento debe ser comprendido como un proceso individual de adaptación a
las condiciones provenientes del propio organismo, del medio o de ambos, cuyo
carácter depende de cómo se encaren y resuelvan los problemas en esta etapa de
vida (Contreras, 2000).

Huenchuan y Rodríguez (2015) comenta que es responsabilidad del Estado


asegurar la calidad y accesibilidad de todos los ciudadanos y ciudadanas a los
servicios existentes, y ejercer un rol activo en su prestación. Muy vinculado a este
principio se encuentra el de la seguridad, en la medida que todas las personas
deben contar con la certeza que su necesidad de cuidado será atendida con
independencia de su trayectoria individual y generacional, que esa atención será
sostenible y que no se perderá por razones de índole presupuestaria.

2.4.2 Bullying y maltrato a los Adultos Mayores.


Alrededor de uno de cada seis ancianos sufre algún tipo de maltrato, una cifra
superior a las estimaciones anteriores y que, según las previsiones, aumentará
debido al envejecimiento de la población en todo el mundo.

El maltrato y el abuso puede sucederle a cualquier persona, sin importar la edad,


el sexo, la raza, la religión, o el origen étnico o cultural de la persona. Cada año,
cientos de miles de personas mayores de 60 años son maltratadas, abandonadas
o económicamente explotadas. A esto se le llama maltrato o abuso de ancianos.

El maltrato de ancianos puede ocurrir en muchos lugares, incluso en el hogar de la


persona mayor, en la casa de un familiar, en un lugar de vivienda asistida o en un
hogar de ancianos. El maltrato a las personas mayores puede darse por parte de
familiares, desconocidos, proveedores de atención médica, cuidadores o amigos.

Las personas mayores pueden ser objeto de abusos por comportamientos o


palabras perjudiciales hacia ellas, o si se les priva de aspectos necesarios. Por lo
general, con el tiempo el abuso resulta más frecuente y más intenso. Respecto
las personas mayores no maltratadas, las personas mayores maltratadas tienen
peor salud física, mayor daño psicológico, más hospitalizaciones repetidas, más
pérdidas económicas y mayor muerte prematura.

El maltrato a las personas de edad es un acto único o repetido que causa daño o
sufrimiento a una persona de edad, o también la falta de medidas apropiadas para
evitar otros daños, que se produce en una relación basada en la confianza. Este
tipo de violencia constituye una violación de los derechos humanos y puede
presentarse en forma de maltrato físico, sexual, psicológico o emocional; violencia
por razones económicas o materiales; abandono; desatención, y menoscabo
grave de la dignidad y falta de respeto.

Según Yon Y et al., (2017) el maltrato a las personas de edad es un problema


importante de salud pública. Según una revisión de 2017 de 52 estudios
realizados en 28 países de diversas regiones durante el último año, una de cada
seis personas (15,7%) de 60 años o más fueron objeto de alguna forma de
maltrato. Aunque no hay muchos datos rigurosos al respecto, la revisión
proporciona estimaciones de la proporción de personas mayores afectadas por los
diferentes tipos de maltrato.

Los datos sobre el alcance del problema en instituciones, como hospitales,


residencias de ancianos y otros centros de atención crónica, son escasos. Con
todo, según una revisión de estudios recientes sobre el maltrato a las personas de
edad en entornos institucionales, el 64,2% del personal informó haber cometido
alguna forma de abuso en el último año. (Yon Y et al, 2018)

El maltrato a las personas de edad puede tener graves consecuencias físicas,


mentales, financieras y sociales, como por ejemplo lesiones corporales, mortalidad
prematura, depresión, deterioro cognitivo, ruina financiera y necesidad de ingresar
en una residencia de ancianos. Para las personas de edad, las consecuencias del
maltrato pueden ser especialmente graves y la recuperación puede llevar más
tiempo que para las personas de otros grupos de edad. (Lachs et al., 1998)

Algunos factores individuales que aumentan el riesgo de sufrir maltrato son la


dependencia funcional o discapacidad, una mala salud física o mental, el deterioro
cognitivo y unos bajos ingresos. Algunos factores individuales que aumentan el
riesgo de cometer maltrato a las personas de edad son las enfermedades
mentales, el abuso de sustancias y la dependencia, a menudo financiera, que
puede tenerse con la víctima.

En el ámbito de las relaciones, su tipo, por ejemplo, matrimonial o de pareja, o


entre padres e hijos, y el estado civil pueden estar asociados con un riesgo
elevado de maltrato, aunque estos factores varían según el país y la región. En
cuanto a los factores comunitarios y sociales relacionados con el maltrato a las
personas de edad cabe citar el edadismo contra las personas mayores y ciertas
normas culturales. El apoyo social y vivir solo reducen la probabilidad de que se
produzcan maltrato a las personas de edad.

En algunos países ha sido el sector de la salud el que ha asumido un papel


destacado en sensibilizar a la opinión pública sobre el maltrato a las personas de
edad, en otros ha sido el sector del bienestar social el que ha tomado la iniciativa.
A nivel mundial, se sabe muy poco sobre el maltrato a las personas de edad y
cómo prevenirlo, en particular en los países en desarrollo.

2.4.3 Abandono al Adulto Mayor.

Palacios (2001) indica que el apoyo familiar hacia la persona adulta mayor es
fundamental para que esta funcione con éxito en todos los campos de acción y su
interacción con el medio. La familia, entonces, es la principal fuente de apoyo.

La familia es un importante punto de partida, si en ella los ancianos son queridos,


respetados, comprendidos e incorporados a la vida familiar, los niños aprenderán
actitudes positivas hacia ellos y así progresivamente la sociedad mejorará su
comportamiento. (Rodríguez, 2008)

La persona adulta mayor, al jubilarse no se le da un seguimiento, sino que se le


saca de golpe de la función que cumplía sin prepararla ni darle otra ocupación que
pueda cumplir. Esto provoca que se deprima, enferme y se deteriore más rápido
de lo natural. La estructura de la sociedad no contempla la verdadera importancia
que posee el “viejo” dentro del contexto que lo rodea y lo relega en muchas
ocasiones a un asilo de ancianos en donde es olvidado y dejado a su suerte.

La sociedad ha creado un estereotipo, en donde lo más importante es verse joven


y si ya se es viejo, se está acabado y, por tanto, es visto como un ser inútil, carga
de la misma sociedad a la que con su aporte ayudó a fortalecer. Hay que dejar
claro que gracias a la experiencia, conocimientos y capacidad que la persona
adulta mayor posee, es importante que pueda formar parte activa de la sociedad
en que convive, que se relacione con todas las generaciones a su alrededor. Esto
ayudaría a mejorar su autoestima y elevaría su grado de productividad, para que
deje de percibirse como una carga social. (Rodríguez, 2008)

La persona adulta mayor, entonces, quiere que sea tomada en cuenta y, en la


medida en que esto se dé, muchos problemas sociales que giran alrededor de
este grupo social se resolverían, pues el mantenerse ocupada y en plena
producción hace que se olvide de los problemas y males que la aquejan.

No siempre el adulto mayor se considera abandonado porque se encuentre en la


calle desprotegido o viviendo solo en una casa o en una habitación. Diariamente
se observa en cada esquina de las calles del centro de la ciudad, en los paraderos
de los buses, adultos mayores, pidiendo limosnas, ejerciendo de cualquier manera
la mendicidad. Se puede decir que ya tienen sus sitios establecidos, encontrando
una forma bastante lucrativa para poder mantener a su familia.

Álvarez (2005) menciona que con frecuencia estos adultos mayores son enviados
por sus familiares, para que consigan dinero y de esta forma no se conviertan en
una carga para ellos, quiero decir que aporten dinero y asimismo sostengan a los
que en la familia se encuentran desempleados, o cuando conviven con un hijo que
es vicioso, lo obligan a buscar dinero para poder mantener su vicio. De otro lado
estos adultos mayores en ocasiones no soportan la presión, el maltrato, el
abandono a que son sometidos dentro del núcleo familiar por su misma condición
y prefieren huir y refugiarse en la calle. Para ellos estar fuera de su contorno
familiar, les brinda mayor seguridad, tranquilidad, libertad e independencia y por
ello lo hacen.

Cabe recordar que no solo es obligación de la familia proteger a los adultos


mayores, también el Estado es solidario cuando se encuentren en situación de
abandono, pero por alguna razón termina tomando una actitud pasiva, y por
desconocimiento, ignorancia, o bien no saber dónde ir, no exigen los derechos que
constitucionalmente y por ley el mismo Estado les proporciona.

2.5 Calidad de Vida de los Adultos Mayores.

El envejecimiento de la población puede considerarse un éxito de las políticas de


salud pública y el desarrollo socioeconómico, pero también constituye un reto para
la sociedad, que debe adaptarse a ello para mejorar al máximo la salud y la
capacidad funcional de las personas mayores, así como su participación social y
su seguridad (OMS, 2014).

Rodríguez (2008) cuenta que la sociedad percibe como a los adultos mayores
como personas que ya cumplieron con su labor productiva en la vida y que en esta
etapa de sus vidas deben disfrutar de un verdadero descanso, del cual
probablemente no han gozado a lo largo de sus vidas. Que el rol de producción
debe dejárselo a las personas jóvenes, ya que estas cuentan con el entusiasmo y
la energía que ya el viejo no tiene. Sin embargo, las personas adultas mayores
poseen los mismos derechos y necesidades de realización que cualquier otra
persona, sobre todo porque muchas no han tenido la oportunidad, a lo largo de
sus vidas, de desarrollar sus potencialidades.

Es importante considerar al adulto mayor en su dignidad de persona, la cual no


merma con el pasar de los años, a pesar del deterioro de la salud física y psíquica.
Resulta evidente que esta consideración positiva solo puede encontrar terreno
fecundo en una cultura capaz de superar los estereotipos sociales, según los que
el valor de la persona consiste en la juventud, la eficiencia, la vitalidad física y la
plena salud. Cuando falta esta visión positiva, es fácil que se margine al adulto
mayor y se le relegue a una soledad comparable a una verdadera muerte social.
Además, se debe adquirir el compromiso de preparar el camino hacia esa etapa
de vida, tal y como lo indica Stella (1998) al comentar que “para vivir a plenitud
nuestra ancianidad es preciso planificar este proyecto desde muy temprano, es
indispensable que esa búsqueda de calidad de vida y bienestar se inicie con
suficiente antelación y no necesariamente persiguiendo la fuente de la eterna
juventud”.

Al tratar de conocer la percepción que se tiene de adulto mayor, se reconoce que


la sociedad consumista induce a la idea de que toda gira en torno a jóvenes
dinámicos, triunfadores. Hay que disimular el paso de los años, como una
vergüenza y no como un triunfo de la vida, olvidando que aquel que llega a edad
avanzada ha ganado la batalla, ha triunfado sobre toda vicisitud física y moral; por
lo tanto, desea plenamente disfrutar de toda esa experiencia como realmente lo
merece. Hay que ocultar a los viejos muy deteriorados o segregarlos en centros de
jubilados y evitar así el contagio de la vejez. Esa modernización de la sociedad
occidental incluye que se le limite la participación a este grupo social (Contreras,
2000).

Palma (2005) comenta que el ser humano actual está enfrentado a la realidad del
envejecimiento en medio de una sociedad masificada, caracterizada por la alta
competitividad, la necesidad de ser eficientes, la pérdida de valores morales y
espirituales. Es una sociedad acelerada en donde las transformaciones
tecnológicas, sociales, políticas, económicas, culturales han dado paso a la familia
pequeña en donde no hay espacio para que el abuelo sea figura importante y, más
bien, gracias al aumento en la esperanza de vida, se ha convertido en un
problema. Es probable, entonces, que la persona adulta mayor viva la etapa de su
jubilación y retiro como una situación de pérdida y minusvalía, como una especie
de marginación social. Es fácil que se sienta a sí misma como alguien que ya no
cuenta mucho para los demás porque percibe que los demás no cuentan con él, y
en el nivel familiar, que es el lugar donde aún podría sentirse tomado en cuenta, la
nueva realidad de la familia permite que el abuelo vaya poco a poco sintiendo o
percibiendo que tampoco en ese ámbito su presencia sea tan necesaria. No es
raro, por lo tanto, que algunas personas adultas mayores, sufran la experiencia de
vivir un serio menoscabo en su autoestima.
Álvarez (s.f.) explica que a esa edad se comienza otra etapa de la vida muy
importante, se empieza a sentir la soledad, el abandono, se pierden algunas
aptitudes, facultades que de alguna manera hacen sentir útiles e importantes a las
personas. Además, comienzan a salir todos los problemas en salud asociados a la
misma edad. Se deja de trabajar, pero también es cierto que tenemos que
prepararnos para llevarla de la mejor forma posible. Desde este contexto se
considera que los proyectos de vida ya se han consumados durante la etapa
productiva o activa, y comienza otra la de poder transmitir las experiencias,
sabidurías, a los que se encuentran a su alrededor y puedan encontrar en sus
aportes cotidiano una satisfacción personal dentro del núcleo familiar, o dentro de
la sociedad.

Muchos países latinoamericanos por encontrarse en vía de desarrollo, y donde


existe un mayor grado de pobreza, generado algunas veces por el alto grado de
corrupción, la mayor precariedad en el empleo, o también por la incorporación de
la mujer al trabajo, las familias se han visto en la necesidad de agruparse en un
solo domicilio, donde existe mayor presencia de niños y niñas, y una menor
cantidad de integrantes en edad plenamente productiva, y con muchas
limitaciones económicas.

Ahora bien, casi siempre dentro del núcleo familiar se encuentra un Adulto Mayor,
persona de más de 62 años, etapa donde se producen los cambios biológicos y
sociales por el envejecimiento, pero también existe más conocimiento, prudencia,
sensatez y experiencia. Generalmente los adultos mayores que se encuentran
dentro del núcleo familiar son mujeres que pueden ser viudas, separadas, en fin,
muy pocas veces son hombres.

Álvarez (s.f.) explica que un gran porcentaje de estos adultos mayores no tienen
acceso a una pensión porque en su vida productiva nunca trabajaron por quedarse
en sus hogares cuidando a sus hijos y por ello no aportan económicamente. Su
estado de salud ya no es el mejor, por la misma condición de la edad deben tener
controles médicos, algunos son abandonados, los someten a malos tratos, son
considerados un estorbo; cuando suceden estas situaciones se genera violencia
intrafamiliar hacia el adulto mayor.

Le ocurre lo contrario a las personas que, si trabajaron, que son los adultos que
aportan económicamente al núcleo familiar, porque obtienen ingresos
provenientes de la pensión contributiva o riqueza propia y en cambio son tratados
de manera especial, aunque hayan perdido alguna de sus capacidades por su
misma condición del envejecimiento. Por ello es común encontrar en las entidades
bancarias a los hijos, nietos, nueras entre otros acompañándolos para que puedan
cobrar su mesada pensional, o son autorizados mediante escrito para retirar el
dinero y de esta manera son quienes lo administran y deciden utilizarlo, dejando
sin una moneda a estos adultos mayores.

Desde estas ópticas se debe mirar que tan importante es la familia para los
adultos mayores, sin tener en cuenta que tanto aportan económicamente o las
condiciones en que se encuentre dentro del núcleo familiar, por ser este el
principal proveedor de cuidado y tener el deber y la obligación de aportar
satisfacción, comprensión, seguridad, bienestar y transmitir aceptación hacia estas
personas para que más tarde no tengan repercusiones graves, que puedan llegar
hasta el abandono. (Álvarez, s.f.)

La formación de Comisiones de nivel gubernamental destinadas a promover una


mejor atención a las necesidades de los Adultos Mayores; Cursos y actividades
organizadas por las Municipalidades para apoyar a éstos en esta etapa de su vida.
Todas estas actividades destinadas a motivarlos a conservar su energía física, su
lucidez mental, su deseo de vivir y a la vez, ayudarlos a encontrar roles sociales
satisfactorios para su realización personal en ancianidad. Se advierte también esta
preocupación en las aún incipientes y poco divulgadas investigaciones sobre las
características biológicas, sociales y antropológicas del envejecimiento, como,
asimismo, en los esfuerzos que se realizan en los círculos académicos para
sensibilizar y capacitar a los distintos profesionales en gerontología social y aún,
formar personal de nivel intermedio que atienda adecuadamente las necesidades
de los Adultos Mayores.

2.5 Incapacidad y dependencia de los Adultos Mayores.

Huenchuan y Rodríguez (2015) explican que la dependencia es un riesgo


constante en la vida del ser humano. Las personas pueden necesitar cuidados de
otros debido a una discapacidad, una enfermedad crónica o un trauma,
situaciones que pueden limitar su capacidad para llevar a cabo el cuidado
personal básico o tareas que se deben realizar todos los días. Tradicionalmente,
esas actividades de la vida diaria se clasifican como básicas (ABVD) —comer,
vestirse, bañarse, acostarse y levantarse de la cama, ir al baño y contener los
esfínteres— e instrumentales (AIVD) —preparar comidas propias, limpiar, lavar,
tomar medicamentos, trasladarse a lugares más allá de distancias que pueden
recorrerse a pie, ir de compras, gestionar los asuntos de dinero y utilizar el
teléfono o la Internet.

Una persona es dependiente si tiene limitaciones tanto para realizar las ABVD
como las AIVD. Aunque el número de limitaciones para definir a una persona
como dependiente varía entre los países, existe consenso en que se trata de un
criterio adecuado que tiene como característica la imposibilidad de vivir de manera
independiente y la necesidad de ayuda de otro para llevar a cabo ciertas tareas.

Actualmente, los avances en medicina, y la mejora continua de los factores


ambientales, como son, por ejemplo, la alimentación, el ejercicio, la educación y el
acceso a los diferentes servicios sociales, han logrado retrasar la aparición de
muchas enfermedades y procesos degenerativos asociados al envejecimiento o,
en muchos casos, reducir y paliar sus consecuencias. Esta mejora ha significado
que el aumento de dicha esperanza de vida corra parejo a un importante descenso
de la morbilidad, (Instituto de Mayores y Servicios Sociales, 2012).

Este éxito alcanzado respecto de la supervivencia hasta edades muy avanzadas


supone, no obstante, que las sociedades han de enfrentarse al problema del
envejecimiento que conlleva, en muchas ocasiones, deterioro físico y cognitivo, y
puede suponer la pérdida en mayor o menor grado de la autonomía de la persona
mayor para hacerse cargo de su autocuidado.

Afortunadamente, la dependencia física que podemos asociar directamente con el


envejecimiento se encuentra ahora, en la inmensa mayoría de los casos, asociada
a edades muy avanzadas, aproximadamente a partir de los 80 años. Hasta ese
umbral de edad, es habitual que la salud de las personas mayores sea buena o
muy buena (Instituto de Mayores y Servicios Sociales, 2012).

Sin embargo, en el grupo de 85 y más años, el 82,08 % tiene algún grado de


dificultad para las tareas domésticas habituales, 68,05 % de los hombres y el
89,73 % de las mujeres (Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad,
2014).

Por ello, el envejecimiento de la población de personas mayores tiene


implicaciones que van más allá del ámbito estrictamente demográfico, y se
relacionan directamente con el grado de dependencia para realizar las actividades
básicas de la vida diaria (Instituto de Mayores y Servicios Sociales, 2012).

No obstante, si bien la pérdida progresiva de autonomía a partir de este rango de


edad está directamente relacionada con la aparición de enfermedades
degenerativas, y con las condiciones de salud en general, también influyen de
manera decisiva las condiciones sociales y económicas de las personas mayores.

La situación de dependencia tiene mayor incidencia cuando, al debilitamiento de la


salud, se suman condiciones socioeconómicas que no permiten a la persona
mayor contar con recursos propios familiares, sociales, y/o económicos y siguen
siendo los ancianos de los sectores más pobres de la sociedad quienes padecen
con mayor frecuencia situaciones de dependencia que requieren asistencia formal
por parte de las instituciones públicas.

Huenchuan y Rodríguez (2015) también mencionan que es responsabilidad del


Estado asegurar la calidad y accesibilidad de todos los ciudadanos y ciudadanas a
los servicios existentes, y ejercer un rol activo en su prestación. Muy vinculado a
esto se encuentra el de la seguridad, en la medida que todas las personas deben
contar con la certeza que su necesidad de cuidado será atendida con
independencia de su trayectoria individual y generacional, que esa atención será
sostenible y que no se perderá por razones de índole presupuestaria.

2.6.1 Adulto Mayor Productivo.


La imagen que la sociedad tiene de las personas mayores, de la vejez como
fenómeno social y del envejecimiento como proceso y estado demográfico, está
asociada de forma casi automática a elementos negativos.

Cuando las personas llegan a la tercera edad, muchas veces se ven alejadas de
la vida productiva no solo por enfrentar su jubilación sino por la existencia de
prejuicios y estereotipos sociales, que los sentencian a una vida pasiva y alejada
de posibilidades de permanecer en el mercado productivo.

Culturalmente, ha prevalecido una visión de la vejez que tiende a identificar a las


personas mayores como un grupo poblacional supuestamente homogéneo
caracterizado por la inactividad, improductividad y dependencia. Así pues, en las
aproximaciones sociológicas predominantes, la mirada sobre el envejecimiento y
la vejez gira en torno al impacto y las consecuencias alarmistas que sobre el
desarrollo económico, social y cultural tiene, por ejemplo, el acelerado
envejecimiento poblacional en cuestiones de salud, previsión social,
modificaciones de la fuerza de trabajo en el mercado laboral, en fin, aspectos que
relacionan al conjunto de los adultos mayores con el espacio de la carga
presupuestaria y social, el retiro, las pérdidas y la ruptura de vínculos sociales.
(Miralles, 2011)

No obstante, el aumento de la longevidad y las mejores condiciones físicas y


mentales de las personas mayores para continuar trabajando, el retiro obligatorio
del mercado laboral a una edad temprana, la crisis de solvencia económica que
han sufrido en las últimas décadas las instituciones que brindan servicios a los
adultos mayores, entre otros factores, han dado cuenta de un grupo importante de
la población que habiendo alcanzado los 60 o 65 años, umbral de edad que
establece arbitrariamente el cese de la vida laboral y el inicio de la vejez,
continúan o desean continuar realizando una variedad de actividades productivas
y contribuyendo significativamente al desarrollo y bienestar de la familia y la
sociedad.
La falta de reconocimiento de dichas actividades productivas se debe en parte a la
creencia socialmente compartida que considera que el trabajo y la vejez son
realidades opuestas o difícilmente conciliables. Sin embargo, a la par de esta idea,
hay especialistas que cuestionan la equivocada asociación entre productividad y
empleo remunerado y destacan la importancia de valorar las capacidades y
contribuciones de las personas mayores a la sociedad, con un criterio más amplio
que el de productividad en términos estrictamente económicos. Sí observamos
con detenimiento las experiencias asociadas a la vejez en los actuales contextos
de cambio, nos encontramos frente a un sector importante de la población con una
esperanza de vida superior a la de generaciones precedentes y llenos de vitalidad,
cuya actividad en el mercado laboral ha finalizado, pero se encuentra en situación
de seguir activo y productivo más allá de la edad oficial del retiro laboral.

Hay que comprender que no se trata de que la persona adulta mayor se jubile y se
aísle, se trata de que cambie de ámbito de acción, que se dedique a otra actividad
en la que se le requiera. Esto la mantiene en forma y activa; como lo menciona
Contreras (2000) “Envejecer en nuestra sociedad significa adquirir un intercambio
de nuevos roles para involucrarse en ella de forma activa”. Es entonces cuando
entra en juego la capacidad que posee la persona adulta mayor para
desempeñarse en cualquier función social o económica que se le asigne, logrando
resultados convincentes, ya que su ventaja se basa en los amplios conocimientos
y capacidades adquiridas en el transcurso de la vida.

De acuerdo con estas consideraciones, las personas adultas mayores son


productivas y poseen las mismas expectativas y necesidades que cualquier otro
grupo social. Es por esto que se les debe brindar la oportunidad de desarrollarse
en su entorno, en vez de relegarlos a convertirse en una carga para la sociedad.
Su aporte será de mucho provecho para el fortalecimiento de la estructura social.

Rodríguez (2008) comenta que a pesar de sus buenas posibilidades de


desarrollarse normalmente, es importante considerar que la persona adulta mayor
posee algunas limitaciones de diferente naturaleza que la vuelven, hasta cierto
punto, dependiente de la sociedad en que convive. También hay que considerar
que las limitaciones físicas constituyen un punto importante en la persona adulta
mayor, pues como ya se acotó, las condiciones generadas por el deterioro de las
capacidades físicas que se acentúan con el paso de los años y la incorporación de
un estado de vida sedentario son un atenuante por tomar en cuenta cuando de
desempeño se trata. El ritmo de trabajo se puede ver disminuido
considerablemente, lo que logra generar un ambiente negativo en las perspectivas
de la sociedad. La persona adulta mayor ya no posee las mismas condiciones
físicas que poseía cuando era joven o cuando menos no se podrían comparar la
energía y capacidad física que ostenta una persona saludable de veinticinco años
con la que luce una persona de setenta años. Por esta razón, la persona adulta
mayor no podrá exponerse a las mismas actividades que realiza una persona
joven, pero puede desarrollar todas aquellas actividades en las cuales no se
comprometa su estado físico y sí sus capacidades de experiencia y conocimiento.
Se debe tomar en cuenta que una de las limitaciones que está afectando más a la
persona adulta mayor es la creada por la sociedad, en la cual se le solicita que
ceda su lugar a la persona joven para que esta se desarrolle. Se le inhibe de su
función o papel protagónico en la sociedad y se le relega a convertirse en un
estorbo social.

2.6.2 Adulto Mayor Incapacitado.

La discapacidad es un término general que abarca las deficiencias, las


limitaciones de la actividad y las restricciones de la participación. Las deficiencias
son problemas que afectan a una estructura o función corporal; las limitaciones de
la actividad son dificultades para ejecutar acciones o tareas; y las restricciones de
la participación son problemas para participar en situaciones vitales. Por
consiguiente, la discapacidad es un fenómeno complejo que refleja una interacción
entre las características del organismo humano y las características de la sociedad
en la que vive. (Bayarre, 2016)

La discapacidad es un término genérico que incluye deficiencias en funciones y


estructuras, limitaciones en la actividad, y/o restricciones de participación en la
sociedad. Indica los aspectos negativos de interacción entre un individuo (con una
condición de salud) y sus factores contextuales como factores ambientales y
personales. (Clasificación Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y
de la Salud)

Según Mejía (2014) el envejecimiento, aunque no equivale a enfermedad, suele


acompañarse de un incremento de la carga de enfermedades crónicas, las cuales
contribuyen considerablemente a la carga de discapacidad por enfermedad, lo que
deteriora el estado funcional y la calidad de vida del adulto mayor. Esto limita la
independencia para realizar las actividades de la vida cotidiana y la participación
en la vida familiar y social.

En el mundo, se considera que una de cada cinco personas al envejecer


desarrolla algún tipo de discapacidad, y que una de cada cuatro familias tiene un
miembro discapacitado.

La discapacidad encierra deficiencias en funciones y estructuras, limitaciones en la


actividad, y/o restricciones en la participación social. Además de la edad, también
repercuten negativamente en la funcionalidad y autonomía del adulto mayor las
enfermedades crónicas, caídas, vivir solo y falta de ocupación, entre otros.

Según Ham-Chande (1999) la edad avanzada, no es mayor problema individual o


social, las dificultades vienen de que, en las últimas etapas del curso de una vida,
y con ello la parte final de la vida misma, se incrementan fuertemente los riesgos
de pérdida de las capacidades físicas y mentales, disminución de la autonomía y
la adaptabilidad, menoscabo de roles familiares y sociales, retiro del trabajo,
pérdida de capacidad económica, cese de otras actividades y deterioros en la
salud de consecuencias incurables y progresivas.
Esto es dar por entendido que las personas mayores se les ve con imagen
negativa al asociar esta etapa con incapacidad, lo cual genera que
inmediatamente sean considerados como focos de enfermedades. Además, en
muchas ocasiones se les considera carentes de autonomía, asexuadas, con
dificultades para aprender, improductivas, aisladas socialmente e inflexibles.

Algunas personas han asumido estos estereotipos como propios sin cuestionar
esa estructura social que los condiciona, otras, han sido un poco más rebeldes y
han manifestado que tienen mucho que ofrecer a pesar de ese molde denominado
edad y que siguen produciendo, ofrendando y en muchos casos son más
productivos algunos llamados jóvenes. Sin embargo, el peso socio cultural de este
prejuicio es muy fuerte.

Si no prestamos atención a la salud mental y bienestar de los adultos mayores


perderíamos un capital humano invaluable, pues la edad no puede ser un
determinante para creer que se tiene el derecho de decidir por ellos, sobre todo
aquellos que gozan de sus facultades y aun son muy activos.

En el caso de las personas que no pueden valerse por sí mismos, debe indagarse
por un grupo de apoyo especializado y entrenado en el cuidado de sus
necesidades básicas. Este tipo de cuidados generalmente no se encuentra en
ningún miembro de la familia, para estos lo mejor es una institución, un hogar de
retiro que cuente con personal profesional.

Buscando el bienestar de un adulto mayor autosuficiente es importante llegar a


acuerdos familiares, en donde se evidencie los intereses de los mayores y se
valoren sus habilidades, destrezas y competencias, dándoles el espacio para el
desenvolvimiento, teniendo en cuenta, los autocuidados y las medidas de
seguridad que son requeridos.

2.6 Programas de Apoyo a los Adultos Mayores.


De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) se considera adulto
mayor a cualquier persona mayor de 60 años. Algunos de ellos se consideran
adultos mayores disfuncionales debido a que, a causa de los problemas naturales
que conlleva el envejecimiento, necesitan ayuda para llevar a cabo sus actividades
cotidianas. Además, las personas de la población de adultos mayores son más
vulnerables a diversas enfermedades y por lo tanto requieren una constante
observación y atención médica.

El envejecimiento es un proceso de cambios a través del tiempo, natural, gradual,


continuo, irreversible y completo. Estos cambios se dan a nivel biológico,
psicológico y social, y están determinados por la historia, la cultura y la situación
económica, de los grupos y las personas.

Cada persona envejece de manera diferente, dependiendo de sus características


innatas, de las que adquiere a través de la experiencia y de las circunstancias a
las que se haya enfrentado durante su vida.

El adulto mayor necesita ciertas atenciones especiales, ya que a causa del estilo
de vida que ha llevado, su cuerpo va teniendo cierto deterioro, es por ello que se
le debe de atender de una manera específica.

El cuidado es la acción social dirigida a garantizar la supervivencia social y


orgánica de las personas que carecen o han perdido la autonomía personal y que
necesitan ayuda de otros para realizar los actos esenciales de la vida diaria.

En México, la introducción de programas sociales como el Programa 65 y más, el


componente para adultos mayores del Programa Oportunidades, el Seguro
Popular y más recientemente la Pensión Universal, han logrado apoyos para los
adultos mayores, pero su impacto en la dinámica de los hogares y las relaciones
entre los cuidados familiares y los institucionales no han sido ampliamente
evaluados.

Según Amieva (2015), Secretario de Desarrollo Social del Distrito Federal, el


envejecimiento poblacional es uno de los retos más importantes que están
enfrentando la mayoría de los países. Las personas mayores representan un tema
cada vez más visible en la agenda de las políticas públicas, sobre todo las de
desarrollo social y en el ámbito de los derechos humanos. Una consecuencia del
incremento de la esperanza de vida es la dependencia, situación que se ha
convertido en un nuevo riesgo social y los cuidados en un derecho.

El país de México está inmerso en un importante proceso de envejecimiento, el


12.6% del total de su población tiene 60 años y más, con una de las mayores
esperanzas de vida al nacer de 75,4 años (78 años para las mujeres y 73 años
para los hombres), una evidente feminización de la vejez, puesto que, de cada 10
personas mayores, seis son mujeres. (INEGI, 2011)

A partir de los 75 años las personas pueden experimentar una independencia


inestable y el riesgo de pérdida funcional. (INEGI, 2011)

La Organización Mundial de la Salud (OMS) refiere que el envejecimiento plantea


a la vez problemas y oportunidades. Por un lado, sin duda, se impondrá una gran
carga sobre los sistemas de pensiones y seguridad social, aumentará la demanda
de atención de problemas agudos y de atención primaria de salud, el estado
requerirá un personal sanitario más numeroso y mejor capacitado y aumentará la
necesidad de asistencia a largo plazo, en particular para hacer frente a la
demencia.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), apoya la meta de los gobiernos de


fortalecer y mejorar la salud mental de los adultos mayores y de basar los planes
de acción y las políticas en estrategias eficaces. La problemática que se plantea
es que la proporción de adultos mayores está aumentando aceleradamente y se
estima que entre el 2015 y 2050 se duplique pasando de 12 a 22%.

El envejecimiento de la población se vincula estrechamente con el desarrollo


económico. Los problemas a enfrentar se tienen que afrontar en el principio del
ciclo del desarrollo, esto hará que sea más sencillo resolverlos. Una estrategia es
la instauración de pensiones básicas pagadas por el Estado que permitan proteger
a las personas mayores de la pobreza extrema. Por encima de todo, es
indispensable hacer hincapié en la salud por sí misma mediante políticas que
ayuden a prevenir las enfermedades crónicas y fomenten la implicación social
constante de los adultos mayores.

Como gobierno es importante estar enfocado en prestar atención a las


necesidades particulares de las personas de edad y los problemas a que se
enfrentan muchas de ellas y ellos. No obstante, es igualmente importante validar y
reconocer a las personas mayores como sujetos de derechos humanos, donde se
destaca una vida con calidad y calidez, capaz de disfrutar una vida libre de
violencia, con respeto a su integridad física, psicoemocional y sexual; contar con
acceso de salud que lo lleve a gozar bienestar.

2.7.1 Instituto Nacional Para el Adulto Mayor (INAPAM).

Según el artículo 24 de la Ley de los Derechos de las Personas Adultas Mayores,


El INAPAM es un organismo público descentralizado de la Administración Pública
Federal, con personalidad jurídica, patrimonio propio y autonomía técnica y de
gestión para el cumplimiento de sus atribuciones, objetivos y fines.

Este organismo público es rector de la política nacional a favor de las personas


adultas mayores, teniendo por objeto general coordinar, promover, apoyar,
fomentar, vigilar y evaluar las acciones públicas, estrategias y programas que se
deriven de ella, de conformidad con los principios, objetivos y disposiciones
contenidas en la Ley de los Derechos de las Personas Adultas Mayores. (Artículo
25, Ley de los Derechos de las Personas Adultas Mayores)

El instituto procurará el desarrollo humano integral de las personas adultas


mayores, entendiéndose por éste, el proceso tendiente a brindar a este sector de
la población, empleo u ocupación, retribuciones justas, asistencia y las
oportunidades necesarias para alcanzar niveles de bienestar y alta calidad de vida
orientado a reducir las desigualdades extremas y las inequidades de género que
aseguren sus necesidades básicas y desarrollen su capacidad e iniciativas en un
entorno social incluyente. (Artículo 25, Ley de los Derechos de las Personas
Adultas Mayores)
Su misión se basa en contribuir al bienestar de las Personas Adultas Mayores en
el país, a través de garantizar el goce y ejercicio, en condiciones de igualdad, de
todos los derechos humanos y libertades fundamentales, así como de su plena
inclusión, integración y participación en la vida económica, política y social.

Por otro lado, la visión de este organismo público es ser el órgano rector de la
política pública nacional para el bienestar de las personas mayores, con
perspectiva de derechos, de género, de igualdad y no discriminación, y que
reconoce las valiosas contribuciones actuales y potenciales de la persona mayor
al bienestar común, a la identidad cultural, a la diversidad de sus comunidades, al
desarrollo político, democrático, social y económico de nuestro país.

2.7.2 Desarrollo Integral de la Familia (DIF).

El Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (SNDIF) brinda


atención integral que comprende el cuidado, atención médica, psicológica, social y
de rehabilitación de alta calidad a personas adultas mayores residentes en los
Centros Gerontológicos que opera, con la finalidad de mantener su capacidad
funcional en lo máximo posible y favorecer su independencia y calidad de vida, en
un clima de calidad y calidez.

A través de estos servicios, el SNDIF contribuye al desarrollo de políticas y


programas en el campo de la asistencia social y para atender personas adultas
mayores en situación de vulnerabilidad en los Centros Nacionales Modelo de
Atención, Investigación y Capacitación Gerontológicos y Casas Hogar para
Ancianos, por medio de supervisiones y seguimientos para verificar que se cumpla
con la normatividad vigente, el ejercicio de sus derechos y la igualdad de
oportunidades.

Las Modalidades de Atención son:

De residencia: Consiste en otorgar atención integral residencial (habitación 24


horas, alimentación, actividades recreativas, sociales y culturales, médica,
psicológica y de trabajo social) a la persona adulta mayor dentro del Centro los
365 días del año.
De atención de día: Atención diurna (alimentaria, actividades recreativas, sociales
y culturales, médica -atención primaria en salud, en caso de ser necesario
canalización al área correspondiente-, psicológica y de trabajo social a la persona
adulta mayor).

2.7.3 Programa 65 y Mas.

A nivel federal, el Programa 65 y más (antes 70 y más) surge como resultado de


las negociaciones del presupuesto 2007 en la Cámara de Diputados. Se trata de
una pensión no contributiva universal para los adultos mayores, originalmente,
inicio para aquellos residentes en localidades rurales de hasta 2.500 habitantes.
Cada año los diputados han incrementado el presupuesto asignado al programa,
así como su cobertura geográfica. En el 2009 la pensión beneficia a los adultos
mayores que viven en asentamientos de hasta 30 mil habitantes, con un
presupuesto de poco más de 13.000 millones de pesos alrededor del 0,1% del
PIB, representando el segundo programa de desarrollo social con mayor
presupuesto después de Oportunidades.

El programa consiste en una transferencia de $1, 925 pesos mexicanos


mensuales con entregas bimestrales a adultos mayores de 65 años y más de edad
mexicano por nacimiento o con un mínimo de 25 años de residencia en el país.
Para evitar la duplicidad de apoyos, los adultos mayores que participan en el
programa 65 y más deben renunciar al apoyo para Adultos Mayores de
Oportunidades en caso de ser beneficiarios.

Al día de hoy la pensión es recibida por 10.3 millones de derechohabientes y el


monto del pago ha ido incrementando con el transcurso de los años, con el inicio
del año 2022 hubo un incremento en el monto y el pago fijado fue de $3,850 pesos
mexicanos bimestrales.

2.7.4 Residencias para Adultos Mayores.


Para Rodríguez (1995) una residencia es definido de la siguiente forma “centro
gerontológico abierto de desarrollo personal y atención socio-sanitaria
interprofesional en el que viven temporal o permanentemente personas mayores
con algún grado de dependencia”.

Rodríguez (1995) destaca que, en una residencia para personas mayores, el


centro ha de ser considerado abierto en el sentido de que las personas mayores
disponen de completa libertad para salir y entrar del mismo, ya sea por períodos
más o menos largos durante el día, o por períodos vacacionales prolongados.

Al mismo tiempo son abiertos puesto que se favorecen la entrada y participación


continua de los familiares y allegados del residente, así como un intenso
intercambio entre la residencia y la comunidad más cercana.

Para Rodríguez el desarrollo personal a lo largo de la vida debe constituir una de


las prioridades de la institución residencial, y supone la existencia de un proyecto
vital, entendido como una necesidad destacada de las personas mayores que
viven en centros residenciales. S

e señala también el carácter integral de la atención a las personas mayores en las


residencias, la necesidad de una eficaz labor de coordinación socio-sanitaria y el
papel de las estancias temporales. Las mismas, al facilitar la permanencia de la
persona mayor en su domicilio, convierten la imagen de la residencia en un lugar
de reposo, recuperación e incluso vacacional, y suponen una descarga de la
demanda asistencial para los centros.

Por último, Rodríguez (19959 dedica un apartado completo al análisis de la


correcta distinción entre los conceptos de “dependencia” y de “autonomía”.
Entiende la dependencia como un grado de necesidad para la realización de las
actividades básicas y/o instrumentales de la vida diaria, y la autonomía como la
facultad humana de gobernar las propias acciones y la propia vida. Distinción
importantísima, por cuanto el posible deterioro asociado a la edad muy avanzada
no ha de implicar, en la mayoría de los casos, que las personas que conviven en
residencias pierdan la libertad de ejercer su libre voluntad, ni que la atención o los
cuidados que puedan necesitar se asocien a una actitud paternalista por parte de
los profesionales, que aumente la situación de dependencia práctica, o
menoscabe la dignidad y el bienestar personal de los residentes.

2.7 Jubilación y Pensión a Adultos Mayores.

La jubilación no es ni debe ser un sinónimo de inactividad para las personas


mayores y menos aún suponer que dejan de contribuir con su esfuerzo al
desarrollo económico y social. Muy al contrario, salvo las que tienen algún grado
importante de incapacidad siguen manteniendo una importante actividad
contributiva, muchas veces desde el propio ámbito familiar.

La crisis, por ejemplo, ha hecho que muchos jubilados hayan tenido que acoger y
mantener en sus casas a la familia de alguno de sus hijos y ello con el único
recurso de la jubilación, muchas veces escasas. También se ocupan del cuidado
de sus nietos mientras los padres de éstos trabajan. O cuidan a familiares
enfermos dependientes. O realizan un trabajo de apoyo social no remunerado,
acompañando a personas que viven solas, atendiendo comedores sociales, o
desarrollando numerosas actividades de este tipo bajo el paraguas de alguna
ONG.
Muchas otras, por ejemplo, las que viven de la agricultura, siguen trabajando hasta
que el cuerpo aguante aun estando jubilados. La edad de jubilación de hecho,
carece de argumentos biológicos que impongan limitaciones a la capacidad de las
personas. Y, por otra parte, el incremento de la esperanza de vida hace que los
mayores tengan una necesidad continua de mantenerse no sólo activos, sino
también productivos. Una inquietud que, dicho sea de paso, muchas veces se
desaprovecha. Ellos sólo necesitan oportunidades y cauces adecuados para
desarrollar todo su potencial y lo hacen generalmente de forma desinteresada o no
remunerada, como se prefiera decir.

Afortunadamente, cada vez se estimula más la actividad de las personas mayores


como medio de mantener una buena salud, un mayor nivel de bienestar y unas
relaciones sociales plenas que les alejen de la soledad y el dejar pasar el tiempo.
Pero lo cierto es que por el momento este estímulo se concentra en el
voluntariado, permitiendo suplir carencias que el propio sistema no es capaz de
llenar.

Un gran porcentaje de estos adultos mayores no tienen acceso a una pensión


porque en su vida productiva nunca trabajaron por quedarse en sus hogares
cuidando a sus hijos y por ello no aportan económicamente. Le ocurre lo contrario
a las personas que, si trabajaron, que son los adultos que aportan
económicamente al núcleo familiar, porque obtienen ingresos provenientes de la
pensión contributiva o riqueza propia y en cambio son tratados de manera
especial, aunque hayan perdido alguna de sus capacidades por su misma
condición del envejecimiento. Por ello es común encontrar en las entidades
bancarias a los hijos, nietos, nueras entre otros acompañándolos para que puedan
cobrar su mesada pensional, o son autorizados mediante escrito para retirar el
dinero y de esta manera son quienes lo administran y deciden utilizarlo, dejando
sin una moneda a estos adultos mayores. (Álvarez, s.f.)

2.8.1 Pensión Alimenticia a Adultos Mayores.


Morales (2015) menciona que el derecho de alimentos tiene un fuerte contenido
moral que surge de los principios de solidaridad y socorro entre los miembros de
una familia, los cuales permiten y garantizan la supervivencia de los más débiles o
vulnerables como ocurre con los adultos mayores. Además, el aludido concepto se
refiere a la conformación de la familia no solamente con los progenitores y sus
hijos, sino también con otros parientes, lo que resulta relevante ya que la
obligación alimenticia se extiende hasta los parientes en el cuarto grado colateral,
lo cual amplía el círculo familiar obligado a alimentar a un adulto mayor en estado
de necesidad.

Aunado a las instituciones jurídicas a las que hemos hecho referencia en los
párrafos anteriores, el derecho de familia se refiere a la obligación de dar
alimentos y el derecho a pedirlos. Los alimentos comprenden la comida, el vestido,
la habitación y la asistencia en caso de enfermedad.

En el 2001 inicia la operación del Programa de Apoyo Alimentario, Atención


Médica y Medicamentos Gratuitos para Adultos Mayores de 70 años residentes en
el Distrito Federal que en un principio estuvo focalizado territorialmente a la
población adulta mayor en zonas de alta y muy alta marginación, y posteriormente
se universalizó.

Este programa surge como una inquietud del Gobierno de la Ciudad de México por
“avanzar en la construcción de los derechos e instituciones de un Estado de
Bienestar que garantice a todos los ciudadanos una vida digna y segura” (GDF,
2001). Este programa otorgaba un apoyo de 600 pesos mensuales y
medicamentos gratuitos, y organizaba actividades grupales de promoción de la
salud y control de padecimientos crónicos.

El presupuesto original fue de 1.224 millones de pesos que se obtuvieron del


ahorro derivado del Programa de Austeridad Republicana del Gobierno del Distrito
Federal (DF). En el 2003, se publicó la ley que establece el derecho a la pensión
alimentaria para los adultos mayores de setenta años, residentes en el DF. En
esta ley se estipula el derecho de los residentes de la Ciudad a recibir una pensión
diaria no menor a la mitad del salario mínimo vigente en el DF una vez que
cumplan la edad requerida, así como la obligación del ejecutivo y legislativo de
asegurar la disponibilidad presupuestal para su cumplimiento.

La pensión se deposita mensualmente en una tarjeta electrónica expedida por el


gobierno, utilizable en centros comerciales autorizados y mercados públicos del
DF19. Para el año 2009, se tiene programado un padrón de derechohabientes de
la pensión alimentaria de al menos 470 mil adultos mayores con una asignación
presupuestal de 4.340 millones de pesos. El monto de la pensión es de 822 pesos
(US$63,2) mensuales.

CAPÍTULO III. MARCO METODOLÓGICO

3.1. Contexto.
La presente investigación se realizara en el Instituto Nacional Para Adultos
Mayores (INAPAM) y en la Secretaria de Bienestar Municipal de Cajeme , ambas
se encuentran localizadas en Ciudad Obregón, ciudad mexicana ubicada en el sur
del estado de Sonora, es cabecera del Municipio de Cajeme y es la
segunda ciudad más poblada de la entidad, por detrás de Hermosillo, la capital
estatal. Según el Censo de Población y Vivienda realizado en 2020 por el Instituto
Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), la ciudad cuenta con un total de

329,404 habitantes de los cuales 160,857 son hombres y 168,547 son mujeres.

Se estudiará a la población adulta mayor de 60 años en adelante que asiste por


ayuda a INAPAM y a la Secretaria de Bienestar de Cajeme, para poder medir las
necesidades y las condiciones en el que se encuentran, así como la calidad de
vida de los adultos mayores de esta zona y la el grado de necesidad de una
pensión alimenticia por parte de los hijos o descendientes más próximos en grado.

3.2. Tipo de investigación.


La presente investigación será de carácter descriptivo y cualitativo, como
menciona Hernández, Fernández y Baptista (2010) la investigación descriptiva
especifica las propiedades, características y los perfiles de personas, grupos,
comunidades o cualquier otro fenómeno que sea sometido a análisis. Es decir,
únicamente pretenden medir o recoger información de manera independiente o
conjunta sobre las variables a las que se refieren. Su objetivo no es como se
relacionan éstas. Es útil para mostrar con precisión los ángulos o dimensiones de
los fenómenos, suceso, comunidad, contexto o situación. La investigación
cualitativa según Vasilachis (2006) “abarca el estudio, uso y recolección de una
variedad de materiales empíricos –estudio de caso, experiencia personal, historia
de vida, entrevista, textos– que describen los momentos habituales y
problemáticos y los significados en la vida de los individuos”.

Con este estudio se quiere saber si existe la necesidad por parte de los adultos mayores en
recibir una pensión alimenticia por parte de los hijos o familiares más próximos en grado
según sus necesidades.

3.3. Diseño de investigación.

La presente es una investigación no experimental transversal, el diseño no


experimental según Hernández, Fernández y Baptista (2010) los diferencian “por su
dimensión temporal o el número de momentos o puntos en el tiempo, en los cuales
se recolectan datos”. El diseño transaccional o transversal son estudios que
recolectan datos en un solo momento y uno de sus propósitos es evaluar una
situación, comunidad, evento, fenómeno o contexto en un punto del tiempo.

3.4. Sujetos de Investigación.


3.4.1. Población.
En este estudio se seleccionó una población determinada, correspondiente a los adultos
mayores que forman parte del Instituto Nacional Para Adultos Mayores (INAPAM) y a
personas de la tercera edad que acuden por apoyo a la Secretaria de Bienestar
Municipal, ambas con ubicación en Ciudad Obregón, Sonora, el instrumento será
aplicado a las personas que visitan estas dependencias gubernamentales.

3.4.2. Muestra.
El tipo de muestra seleccionado para esta investigación es el muestreo
probabilístico, ya que en ellos la característica común es que todos los elementos
a estudiar tienen la misma posibilidad de formar parte de la muestra, estando
todos al alcance y siendo seleccionados de manera que cualquier muestra sea
posible. Es considerados los mejores métodos que van a dar una información más
completa y fiable. El tipo de muestreo será aleatorio simple se elige totalmente al
azar entre todos los que forman parte de la población.

Los sujetos de investigación serán personas adultas mayores de 60 años en


adelante, de ambos sexos, que residen en Ciudad Obregón, Sonora, y asisten a
ambas dependencias, en el caso de la Secretaria de Bienestar se tomara como
sujeto de muestra a los adultos mayores que visiten la dependencia
gubernamental por orientación para programas de apoyo o que vienen en busca
de apoyo del programa de corrección de actas de nacimiento que por lo general
recibe muchos adultos mayores de escasos recursos.

3.5. Instrumentos para la recopilación de datos.


El instrumento aplicado en la presente investigación será la encuesta, este método
consiste en obtener información de los sujetos de estudio, es proporcionada por
ellos mismos; sobre opiniones, actitudes o sugerencias. La encuesta será aplicada
por medio de un cuestionario, este está destinado a obtener respuestas sobre el
problema en estudio y que el investigado o consultado llena por sí mismo. El
cuestionario contara con un aparto para los datos generales del sujeto, seguido de
un pequeño texto donde se explica el objetivo de la encuesta y constara de 20
preguntas relacionadas netamente con el tema de la investigación.
Instrumento:
https://docs.google.com/forms/d/1Qmtx4fgWTZjyYAq776AEp06vO80wnN_BL9YB-
6-C2eU/edit?usp=drive_web

3.6. Procedimiento.
El procedimiento para la recopilación de información de esta investigación fue en
un inicio la creación del instrumento, el instrumento fue creado de forma digital e
impreso para poder dejar 50 copias en una dependencia y las otras 50 copias en
la otra dependencia, ya que se han llenado las 100 encuestas se introdujeron los
datos en la plataforma digital donde se creo la encuesta para que de esta forma se
generaran las gráficas con nuestra información.

3.7. Aspectos éticos de la investigación.


La presente investigación toma en cuenta los principios éticos básicos como lo son
el respeto a las personas, la beneficencia, la no maleficencia y la justicia se
tendrán en cuenta aspectos éticos que estarán presentes durante el estudio en
relación con humanos, animales o medio ambiente.

Toda investigación que incluya sujetos humanos debe ser realizada de acuerdo
con los principios éticos básicos: el respecto a las personas, la beneficencia, la no
maleficencia y la justicia.

El respeto por las personas incorpora al menos otros dos principios éticos
fundamentales, a saber la autonomía, que exige que a las personas que estén en
condiciones de deliberar acerca de sus metas personales se les respete su
capacidad de autodeterminación, y la protección de las personas cuya autonomía
está menoscabada o disminuida, lo que requiere que a quienes sean
dependientes o vulnerables se los proteja contra daños o abuso.

La beneficencia es la búsqueda del bien es la obligación ética de lograr los


máximos beneficios posibles y de reducir al mínimo la posibilidad de daños e
injusticias. Este principio da origen a normas que exigen que los riesgos de la
investigación sean razonables frente a los beneficios previstos, que la
investigación esté bien concebida, y que los investigadores sean competentes
para llevar cabo la investigación y para garantizar el bienestar de los que
participan en ella.

La no maleficencia ocupa un lugar preponderante en la tradición de la ética


médica, y protege contra daños evitables a los participantes en la investigación.

La justicia exige que los casos considerados similares se traten de manera similar,
y que los casos considerados diferentes se traten de tal forma que se reconozca la
diferencia. Cuando se aplica el principio de la justicia a personas dependientes o
vulnerables, su aspecto más importante son las reglas de la justicia distributiva.
Los estudios deben planificarse de modo de obtener conocimientos que beneficien
al grupo de personas del cual sean representativos los participantes: quienes
sobrelleven el peso de la participación deben recibir un beneficio adecuado, y el
grupo que se va a beneficiar debe asumir una proporción equitativa de los riesgos
y del peso del estudio.

ANEXOS

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

1. Bobadilla, M. E. (2015). “Población Adulta Mayor: programas y apoyos


gubernamentales en el Estado de México”. Universidad Autónoma del
Estado de México. México
2. Ham-Chande, R. (2011). El envejecimiento en México: el siguiente reto de
la transición demográfica. Tijuana, B.C, El Colegio de la Frontera Norte.
3. Rubio, G., Garfias, F. (2010). Análisis comparativo sobre los programas
para adultos mayores en México. Naciones Unidas. Santiago de Chile, pp:
16-22.
4. Cervantes, L. (2013). Apoyos en hogares con al menos un adulto en el
Estado de México. Universidad Autónoma del Estado de México. Toluca,
pp: 1-30.
5. INEGI (Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática).
2010. Censo Nacional de Población y vivienda 2010. México,
CONAPO (Consejo Nacional de Población). 2012. Proyecciones de
Población 2010-2050. México.
6. Brambila, J. L. (2006). En el umbral de una agricultura nueva. México,
Universidad Autónoma Chapingo. pp: 20-65.
7. Chossudovsky, M. (2002). Globalización de la pobreza y nuevo orden
mundial. México, pp: 10-50.
8. Sen, A. (1992). Nuevo examen de la desigualdad. Madrid, Alianza Editorial.
pp: 7-69.
9. Fierro, A. 1(999). El desarrollo de la personalidad en la adultez y la vejez.
Psicología Evolutiva. Madrid, Alianza editorial.
10. Ahumada, Y. (2020). Adultos mayores con derecho de exigir pensión
alimenticia a hijos, hermanos o hasta nietos. VOCETYS.
https://www.cetys.mx/noticias/adultos-mayores-con-derecho-de-exigir-
pension-alimenticia-a-hijos-hermanos-o-hasta-nietos/
11. Lewis, H. (1971). La Sociedad primitiva. 2da. Edición. Madrid. Ayuso
Editorial. pp. 97-98
12. Baqueiro, R., Buenrostro, R. (2005). Derecho a la familia. Oxford University
Press. México. pp. 5-6
13. Chávez, M. (1984). La familia en el derecho, derecho de familia y relaciones
jurídicas familiares. México, Porrua. pp. 215
14. Catecismo de la Iglesia Católica. (2009). Coeditores Católicos de México,
México. p: 593.
15. Artículo 17.1, Convención Americana sobre Derechos Humanos “Pacto de
San José de Costa Rica”,http://proteo2.sre.gob.mx/tratados/archivos/CONV.
%20AMERICANA%20SOBRE%20DERECHO S%20HUMANOS.pdf.
16. Artículo 15.1, Protocolo Adicional a la Convención Americana Sobre
Derechos Humanos en Materia de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales “Protocolo de San
Salvador”,http://www.equidad.scjn.gob.mx/spip.php?
page=ficha_biblioteca&id_article=79.
17. Artículo 23, Pacto Internacional de Derecho Civiles y Políticos, versión
electrónica http://www.ordenjuridico.gob.mx/TratInt/Derechos
%20Humanos/D47.pdf.
18. Pérez, A. (2007). Derecho de Familia. Fondo de Cultura Económica.
México. pp: 12.
19. Chávez, M., H, J. (2003). La violencia Intrafamiliar. México, Porrúa. p:1
20. Bradshaw, J. (2006). La familia. México, Editorial Selector. p: 82
21. Rawls, J. (2002). La justicia como equidad. España, Editorial Paidós. p: 217
22. Chávez, M. (2007). La familia en el derecho. México, Porrua. p: 226
23. Guitron, J. (1988). Derecho familiar. México, Editorial Universidad
Autónoma de Chiapas. p:67
24. Morales, S. (2015). La familia y su evolución. Articulo Científico: Perfiles de
las Ciencias Sociales. México
25. Almanza, C. (01 de octubre del 2021). Adulto Mayor: Sinónimo de legado y
sabiduría. DoctorAki.
https://www.doctoraki.com/blog/bienestar-y-salud/importancia-del-adulto-
mayor-en-la-sociedad/
26. Rodríguez, M. (2008). La percepción de la persona adulta mayor n la
sociedad ramonense actual. Revista Pensamiento Actual, Universidad de
Costa Rica. pp: 31-39
27. Salas, E. (2001). El Adulto Mayor y las Problemáticas Derivadas, un desafío
para la educación. http://www.gerontologia.uchile.cl/ docs/emma_1.htm>
(27 de julio de 2007).
28. Ballestero, C. 1999. “Las modificaciones del estado físico, anímico, calidad
de vida y autoestima en adultas mayores por medio de un programa de
actividad sistemática de karate do”. Tesis. Universidad de Costa Rica.
29. Guerrero, E. Hernández, G. Rodríguez, A. (1999). Taller de capacitación
para la atención de necesidades básicas del adulto mayor, dirigido al
personal y familia Hogar de Ancianos Alfredo y Delia González Flores.
Informe final. Escuela de enfermería. Facultad de Medicina. Universidad de
Costa Rica
30. Organización Mundial de la Salud. 1989. La salud de las personas de edad.
Informe del comité de expertos de la OMS. Serie de informes técnicos 779.
Ginebra, Suiza.
31. Palma, A., R. (2005). La protección real hacia el adulto mayor que brindan
la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), Ministerio de Salud,
Juzgado Contravencional y menor Cuantía, Centro Diurno y hogar de
ancianos; respecto a la ampliación de la ley integral para la persona adulta
mayor (7935), Palmares. Tesis. Facultad de Derecho. UMCA. Costa Rica.
32. Stella, F. (1998). Plenitud después de los 60: Proyecto de toda una vida.
San José: Editorial UCR
33. Contreras, Z. (2000). “Factores determinantes que inciden en la calidad de
vida en adultos mayores que residen en condiciones de pobreza”. Tesis.
Universidad de Costa Rica.
34. Palacios, M. (2001). Envejecimiento exitoso en adultos mayores de 70 años
del centro diurno de Cartago. Tesis. Universidad de Costa Rica.
35. Rodríguez, C., Collazo, R., Álvarez, V., et al. (2015). Necesidades de
atención en salud percibidas por adultos mayores cubanos. Revista Cubana
de Salud Pública.
36. Álvarez, E. (s.f.). EL ADULTO MAYOR EN LA SOCIEDAD ACTUAL. Tesis.
URL:https://www.google.com.mx/url?
sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=&ved=2ahUKEwiQy5PjnoL2AhWZ
IkQIHaL_Bb4QFnoECBUQAQ&url=https%3A%2F%2Fdialnet.unirioja.es
%2Fdescarga%2Farticulo
%2F6261720.pdf&usg=AOvVaw2vfwPBxm3_AtQMeGRMOjyf
37. Instituto de Mayores y Servicios Sociales. (2012). Informe 2010: Las
personas mayores en España. Datos estadísticos estatales y por
Comunidades Autónomas. Datos por ámbito territorial. Tomo II. Obtenido de
http://www.imserso.es/imserso_01/documentacion/estadisticas/informe_pp
mm/index.htm
38. Ministerio de Sanidad, S. S. (2014). La encuesta europea de Salud en
España, 2014. Tendencias de salud en 30 indicadores. Obtenido de
https://www.msssi.gob.es/estadEstudios/estadisticas/EncuestaEuropea/
Tend_salud_30_indic.pdf
39. Huenchuan, S., Rodríguez, R. (2015). Necesidades de cuidado de las
personas mayores en la Ciudad de México. Comisión Económica para
América Latina y el Caribe (CEPAL). Naciones Unidas. Santiago de Chile.
40. Reid-Cunningham A. (2008). Maslow’s Theory of Motivation and Hierarchy
of Human Needs: A Critical Analysis. PhD Qualifying Examination School of
Social Welfare University of California, Berkeley.
41. Yon Y, M., Gassoumis, Z., Wilber, K., (2017). Elder abuse prevalence in
community settings: a systematic review and meta-analysis. Lancet Glob
Health. Recuperado de: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/28104184
42. Yon Y, M., Ramiro-Gonzalez, M., Mikton, C., Huber, M., Sethi, D., (2018).
The prevalence of elder abuse in institutional settings: a systematic review
and meta-analysis. European Journal of Public Health. Recuperado
de: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/29878101
43. Lachs, M., Obrien, S., Pillemer, K., CHarlson, M., (1998). The mortality of elder
mistreatment. Recuperado de: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/9701077
44. Clasificación Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y de la
Salud CIF. Madrid: IMSERSO; 2001:11-19.
45. Mejía, M. (2014). Discapacidad en el adulto mayor: características y
factores relevantes. Rev. Fac. Cienc. Méd. Honduras. Disponible
en: http://www.bvs.hn/Honduras/UICFCM/Articulo2_RFCMVol11-2-2014-
5.Revision.Discapacidad.Adulto.Mayor.pdf
46. Bayarre, H. (2000). Prevalencia y factores de riesgo de discapacidad en
ancianos. Ciudad de La Habana y Las Tunas. Tesis. La Habana: Escuela
Nacional de Salud Pública
47. Amieva, J., R., (2015). Sistemas de apoyo formal e informal para personas
adultas mayores, en México y Estados Unidos en el contexto de las
reformas en salud y seguridad social. Ciudad de México. Seminario-Taller.
Recuperado de:
http://www.geriatria.salud.gob.mx/descargas/publicaciones/ponencias-
apoyo/12_AMIEVA_Y_GAMBLE.pdf
48. Organización Mundial de la Salud (OMS). Datos interesantes acerca
del envejecimiento. Sitio web mundial.
https://www.who.int/ageing/about/ageing_life_course/es/
49. Ley de los derechos humanos de las personas adultas. URL:
https://www.cndh.org.mx/sites/all/doc/programas/ninez_familia/material/ley-
derechos-adultos-mayores.pdf

50. Instituto Nacional de Estadística y Geografía, "INEGI" (2020). «Censo de


Población y Vivienda 2020».
51. Hernández, R., Fernández, C. y Baptista M. P. (2010). Metodología de la
Investigación. 5ta. Edición. México: Mc Graw Hill
52. Vasilachis, I. (2006). Estrategias de investigación cualitativa. Barcelona:
Gedisa

También podría gustarte