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El tiempo contado

Paul Ricoeur

neste artículo me propongo llevar acabo una exposi¬


E ción esquemática de la interpretación del tiempo que
formulo al final de Temps et récit III. Esta interpretación es
el residtado de un largo itinerario que me ha hecho
recorrer las formas más destacadas de la actividad narrati¬
va, repartidas entre la historia de los historiadores ylas
narraciones de ficción, de la epopeya ala novela. La^
pregunta ala que intento contestar es la siguiente: ¿De qué *
manera la experiencia normal del tiempo de la acción yel
sufidmiento cotidiano está remodelada asu paso por la
mba de la narración? La respuesta que propongo ha sido
largamente preparada por el análisis de las operaciones de
configuración que pueden asignarse ala actividad narrati¬
va en los dos campos que estudiamos. No hablaremos en
esta ocasión de los graves problemas encontrados en b^ta
exploración paralela de la narración histórica yde la de
ficción, desde el punto de vista estricto de la puesta en
forma narrativa del discurso. Estudio aquí el problema de
si la idea aristotélica del ¡nuthos —que yo traduzco por
puesta en intriga— puede ser el punto de comparación
apropiado para esta doble investigación de la actividad
configurante.Enestaspáginasquieroconcentrarmeenel
conjuntodeproblemasquegravitan,noyaalrededordela
configuración del tiempo en el plano formal de la composi-
42 Mario Bunge El tienqm contado 43

ción narrativa, sino de la refiguración del tiempo de la habían sido convocadas anteriormente para responder al
actuación yel sufidmiento que hace la narración tomada problema de saber si —y de qué manera— las formas
en toda la amplitud de sus expresiones discursivas. El elaboradas de explicación histórica yde lógica de la
problema que planteo aquí es paralelo al que trato en La narración literaria permiten su derivación de la matriz de
métaphore vive bajo el título de la referencia metafórica. Si puesta en intriga, tal como, en ima comprensión inicial,
en Temps et réeit abandono el vocabulario fregiano de nos inclinaría apensar la familiaridad con las narraciones
sentido yreferencia ylo sustituyo por el de configuración y vehiculadas por nuestra cultura. Si vuelvo aconvocar por
refiguración, es principalmente j>ara evitar los equívocos segunda vez ala historiografía yala crítica literaria es
ineludibles que suscita la ampliación aotro terreno de un para preguntarles de qué manera diferente ycomplemen¬
vocabulario específicamente ligado al uso descriptivo del taria refiguran eso que, de forma no crítica, llamamos
lenguaje yala lógica preposicional adecuada aeste uso; es, realidad. Ysi hemos de introducir aquí aun tercer interlo¬
además, para colocarme de entrada en la perspectiva cutor, en la persona de la fenomenología, se debe aque la
fi-ancamente hermenéutica del ars applicandi que, según reformulación del problema de la realidad, en tanto que
Gradamer, viene acontinuación del ars compréheñdi yel ars revelada ytransformada por la narración, no puede sui^
expMcanéi de que hablo en la pilera parte de mi trabajo. de un careo directo entre historiografía ynarratología. En
Por último, el témúno refiguración me parece más apropia¬ una primera aproximación su disimetría parece total, sobre
do que el de referencia porque renúte, por su derivación del todo si el problema se plantea empleando el vocabulario de
término figura, la pertenencia de toda la problemática de la la referencia yel referente. Reconocemos que la ambición
conf^uración yde la refiguración al orden preconceptual del historiador es que sus construcciones sean también
del esquematismo de la úm^inación productora. Por refi¬ reconstrucciones más omenos cercanas de los aconteci¬
guración entiendo, pues, la potencia de revelación yde mientos que realmente tuvieron lugar en el pasado, mien¬
transformación ejercida por las configuraciones narrativas tras que el novelista, por ejemplo, incluso si proyecta
cuando se «aplican» ala acción yel sufirimiento reales. Sin —como explico en im análisis anterior— algo semejante a
duda el lector habrá reconocido bajo este vocablo el viejo un mimdo del texto, deja en el terreno de lo indeciso la
problema de la mimesis, palabra que me guardo muy mucho relación de sus mundos imaginarios con el mundo real en
de dar por «inútación», ycuyo sentido —y también, por que se sitúa la acción del lector. Dicho de otra forma, con
tanto, su traducción— dejo en suspenso en la medida en el paso de la configuración ala refiguración la diferencia
que lo que está en juego es precisamente el sentido que entre historia yficción se hace mayor, sin que pensemos,
conviene atribuir ala fiunosa idea de mimesis praxeós que en este estadio, dar un sentido determinado ala diferencia
Aristóteles une ala de mnníkas. Así pues, mi pregunta puede en la relación con la realidad, que se da por hecho que
formularse de la siguiente manera: ¿qué ocurre con la explica la disimetría entre la historia yla ficción. En este
mimesis praxeós, con la actividad mimética aplicada ala momento entra en escena nuestro tercer interlocutor, el
acción (y al padecimiento) humanos, apmrtir del momento fenomenólogo. Y, como decía al comienzo de mi investiga¬
en que la cuestión del tiem^ se convierte en la piedra de ción, no porque la fenomenología diga la verdad acerca de
toque del sentido de esta mimesis? ima experiencia del tiempo respecto ala cual se situarían
Intento responder aesta pregunta por medio de i m a de manera unívoca la historia yla ficción, sino muy al
conversación entre tres compañeras, la fenomenología, la contrario porque la fenomenología lleva el problema del
historio^afia yla crítica literaria. Las dos últimas y a tiempo aun pimto extremo de aporía. Si mi trabajo tiene
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una cierta originalidad, será en la medida en que consiga No voy ahablar aquí de los avances de Husserl y
mostrar, en lo que llamamos las respectivas intenciones Heidegger en el campo de la fenomenología del tiempo,
referenciales de la historia yde la ficción, dos réplicas pero sí me detendré en las aporías que abren en el propio
diferentes pero complementarias de las aporías que la corazón de la experiencia del tiempo. En lo relativo al
fenomenología del tiempo saca ala luz. Esta réplica es la primer punto, me limito aevocar, en Husserl, el análisis de
de una poética, en la medida en que la historia yla ficción la retención yde la protención, que prolonga, mutatis
producen la resolución que la especulación es incapaz de mutandis, la paradoja agustiniana del triple presente; la
aportar alas aporías del tiempo. De ahí la estrategia de la distinción entre recuerdo primario yrecuerdo secundario o
última parte de mi trabajo, que, bajo el título de Temps re-recuerdo, que responde asu manera ala paradoja de la
reconté, consiste en primer lugar en llevar la aporética del discordancia concordante; la constitución de la forma
tiempo asu más alto grado por medio de la fenomenología unitaria del tiempo por superposición de todos los cuasi-
y, acontinuación, relacionar con esta aporética del tiempo presentes imaginarios yel presente viviente, constitución
la presumida disimetría entre las respectivas intenciones que toma el lugar del contraste agustiniano entre presente
referenciales de la historia yde la ficción, para así dejar humano ypresente divino. También me limito aevocar
ver con claridad la calidad poética o, mejor dicho, poiética. brevemente las grandes conquistas de la fenomenología
hermenéutica de Sein und Zeit; ahora es en la estructura de
la inquietud donde se busca el principio de la temporaliza-
i. La aporética del tiempo ción. La consecuencia directa es que también apartir del
polo futxiro se engendran, uno de otro, los tres éxtasis del
Abro el primer volumen de Temps et récit con un esbozo tiempo: por-venir /que-ha-sido /hacer presente; pero el
de la aporética del tiempo sobre la única base de la avance más decisivo de Sein und Zeit me parece que
meditación agustiniana en el Libro XI de sus Confesiones. consiste en la jerarquización del proceso de temporaliza-
Centro esta aporética en tres rasgos: la paradoja del triple ción que Heidegger lleva alos tres niveles sucesivos de la
presente (presente del pasado, presente del futiiro ypresen¬ temporalidad propiamente dicha, unificada por la resolu¬
te del presente); la paradoja de la distentio animi yde la ción ante la muerte, la historialidad, exhibida yhecha
intentio, que permite caracterizar el tiempo según San pública, yrecapitulada sólo en la repetición, yla intratem-
Agustín como discordancia concordante, yla paradoja de poralidad, rota yroída por la preocupación que da alas
la originalidad del presente, confrontada con su indigencia cosas dispersas de nuestra inquietud el paso ala estructura
en comparación con la plenitud del eterno presente. unificada de la inquietud en su intimidad originaria y
En la última parte de mi trabajo profundizo doblemente auténtica. .
en esta aporética, primero llevando el examen fenomenoló- No oculto mi admiración por estos análisis de una
gico más allá de San Agustín, centrándome en Husserl y fenomenología cada vez más afinada ymás atenta alas
Heidegger fundamentalmente; acontinuación, haciendo condiciones de su propio discurso. Mucho más desorienta-
aparecer dos series de aporías, las que revela la fenomeno¬ dor—ymuchomásdesalentador—fueundescubrimiento s u

logía en la experiencia del tiempo ylas que engendra en al que me resistí durante mucho tiempo, asaber, que por _
propio avance la fenomenología creaba aporías, como si la
tanto que fenomenología, en virtud de la decisión inicial de creciera a
dejar hiera del circuito los aspectos del tiempo rebeldes a parte de tiempo que dejaba fuera de su campo
medidaqueellaseinteriorizaba.Laimposibilidaddecubrir
* .

toda fenomenología.
E L T I E M P O D E O RT E G A \
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toda la problemática del tiempo ya se hace patente en San


Agustín. Su ambición de derivar la extensión del tiempo
físico de la simple distensión del alma se estrella contra el
arrecife aristotélico: la referencia del tiempo al movimien¬
to yala raíz de éste, lo consumado de lo no consumado de
la phusis, cae fuera de la psico-logía del tiempo. Yeste
fracaso incicial es el que mina, en mi opinión, la fenomeno¬
logía husserliana eincluso —y quizás todavía más la
fenomenología hermenéutica de Sein und Zeit. La ambi¬
ción de Husserl de hacer aparecer al propio tiempo como
Este libro reproduce un vivido puro, poniendo fuera del circuito el tiempo
íntegramente los paneles objetivo, se estrella contra otro arrecife, esta vez kantiano;
centrales de la exposición
-Ortega ysu tiempo-. es en Kant donde aprendemos que el tiempo en tanto que
organizada por el Ministerio tal es invisible, que no puede aparecer en ninguna expe¬
de Cultura eInaugurada riencia viva, que está desde siempre presupuesto como
el 9de mayo de 1983 condición de la experiencia, ypor ello no puede aparecer
en el Palacio de Velázquez más que indirectamente en los objetos aprehendidos en el
del Retiro, en Madrid
espacio ysegún los esquemas ylas categorías de la objeti¬
vidad. Esta necesariedad explica que la fenomenología de
la conciencia íntima del tiempo, para articularse ydecirse,
haya de tomar prestadas sus estructuras de ese mismo
tiempo objetivo que la reducción deja en suspenso. Paradó¬
jicamente es la fenomenología hermenéutica de Sein und
Zeit la que revela más totalmente la incapacidad de la
fenomenología para engendrar aquello mismo que excluye.
Ydigo paradójicamente porque jamás se ha llevado acabo
antes un esfuerzo semejante para multiplicar los niveles de
temporalización, pero este esfuerzo mismo choca contra el
del tiempo fenomenológico, el concepto «vulgar» de tiem¬
po, formado por una serie de ahoras. Incluso el nivel más
excéntrico de temporalidad —la intratemporalidad -, en
que es el «en» del ser en el tiempo lo que se pone de relieve,
no llega nunca aese tiempo vulgar que simplemente se
lanza fuera del campo fenomenológico alegando una enig¬
mática nivelación del «en» de la intratemporalidad. En
vano, me parece amí, encierra Heidegger toda la historia
de la filosofía, de Aristóteles aHegel, bajo el seudo- e s
concepto de tiempo vulgar, simulando ignorar que
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también el de todas las ciencias que tienen que ver con el


tiempo yque esas ciencias no han cesado de diversificarse permitedeterminarelantescomopasadoyeldespuéscomo
amedida que la geología, la biología, la termodinámica, la tuturo. La desproporción con que concluimos la primera
física cuántica, la cosmología física precisaban las funcio¬ etapa de nuestra investigación, yque pascalianamente
nes del parámetro tiempo en sus respectivos campos. sentimos, intuición mediante, como una miseria humana,
Compréndasemebien:estefEillodelafenomenología e s
halla su expresión conceptual en esta heterogeneidad del
instante puntual yel presente vivo, parte fundamental del
para mí precisamente el anverso de su éxito; es el precio
cada vez más elevado que hay que pagar por la interioriza¬ pasado ydel futuro próximos. En este momento se propone
ción cada vez más radical de la conciencia íntima del la hipótesis anunciada —a saber, que el tiempo histórico se
tiemixi; tiempo del movimiento con Aristóteles, tiempo forma en la unión de nuestra idea rota del tiempo—,
objetivo con Kant, tiempo vulgar con Heidegger, todas las hipótesis que ahora quiero poner aprueba esquemática¬
ciencias designan, en tres etapas diferentes del saber, el mente. Que el tiempo histórico es como un puente sobre la
reconocimiento de este otro del tiempo vivido que la fisura que separa el tiempo cósmico del tiempo vivido lo
fenomenología más aguzada no alcanza nunca. ¿He de prueban una serie de prácticas características del trabajo
añadir que el saber inmemorial siempre conoció este de refiguración del tiempo por la historia. Tales prácticas
son familiares en la practica histórica, pero sigue sin haber
fracaso? Siempre fue consciente de la desproporción del una reflexión conceptual al respecto. Sacan su significado
tiempo que, por \m lado, desplegamos al vivir yque, por del papel de mediación yde conexión que ejercen entre el
otro, nos envuelve por todos lados; siempre ha cantado la tiempo mortal yla inmensidad del tiempo cósmico. Me
brevedad de la vida humana en comparación con la inmen¬ limitaré aquí al examen de tres elementos de conexión que
sidad del tiempo. He aquí la verdadera paradoja: aescala hacen del tiempo histórico el tertium quid buscado. El
cósmica la duración de nuestras vidas es insignificante, y primero de ellos es el tiempo del calendario. La institución
sin embargo ese breve lapso de tiempo en que aparecemos del calendario tiene de notable el que une las determinacio¬
en la escena del mundo es el lugar mismo de donde sale nes del tiempo astronómico con las de la temporalidad que
toda cuestión importante. Heidegger relaciona con el nivel de la historialidad, es
decir, el carácter extensivo, público yfechable de la
temporalidad del estar-ahí. Por un lado, pues, el calendario
2. El tiempo histórico yla aporética es el retoño de la astronomía; por otro, es una institución
del tiempo fenomenológico en el sentido político del término. Uniendo estas dos
características, armoniza los trabajos con los días, las
Esta confesión me coloca en el umbral de mi hipótesis fiestas con las estaciones ylos años. Benveniste yDumézil
principal, asaber, que el tiempo histórico opera, por juntos: el segundo destaca la función de orden que ejerce lo
medios específicos, una mediación entre los dos polos cuya que él llama el gran tiempo que engloba yarticula ala vez
no congruencia muestra la aporética del tiempo. Para dar los ritmos de la vida en sociedad; el primero subraya la
este paso decisivo, adoptaremos la distinción, propuesta función de orientación que ejerce lo que él llama el eje
por J. T. Fraser en su reciente obra The Génesis and temporal, el año cero, que une el presente presentificado de
Evolution of Time (1982), entre dos ideas del tiempo: un un acontecimiento fundacional, conmemorado por la comu¬
tiempo sin presente, formado por una sucesión orientada nidad, con un instante cualquiera de la sucesión. Nos
de instantes cualesquiera, yun tiempo con presente, que encontramos aquí ante un fenómeno fundamental, el de la
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datación: asignando atodo acointecimiento notable u n

lugar en el gran paradigma de todos los datos posibles , u n a Simiand definía la historia como conocimiento gracias a
orientación yuna distancia en ¡elación con el eje tempo- los vestigios. Coloco el vestigio, tomado en este sentido,
r^, el tiempo del calendario opera la reinscripción del entre los aparatos de conexión entre tiempo vivido y
tiempo físico debido asu doble naturaleza, asu naturaleza
tiempo vivido como destino privado ocomo destino c o m ú n
mixta. ¿Qué es un vestigio? Es, en lo primitivo, una huella
en el tiempo cósmico. Esta reitiscripción es la primera dejada por el paso de un ser humano ode un animal. Se ha
réplica de la práctica históriica ala aporía principal que dejado una huella, permanece el vestigio. Hablamos, por
saca ala luz la fenomenología del tiempo. Veremos más ello, de los restos del pasado como de los restos de una
adelante que es también la clavo de la relación disimétrica
comida, de las reliquias de un santo ode las ruinas de un
entre tiempo histórico ytiemijo de ficción.
monumento antiguo. Lo importante aquí es la doble cate¬
Como segundo mecanismo de conexión propongo la idea goría de la huella, que la refiere ados registros temporales
de sucesión de generaciones, las maldiciones ybendicio¬ heterogéneos. En un primer nivel, físico, la huella tiene
nes bíblicas se transmiten díe generación en generación. que ser una marca dejada por una cosa. Atítulo de tal, se
Esta mediación es resultado ^áxzpuntalamiento del tiempo ve librada alas contingencias de la preservación ola
de la vida por el tiempo vivñdbi En su base hallamos un
destrucción: por esto es por lo que los documentos no
hecho biológico, la incesante sustitución de los muertos
solamente han de coleccionarse, sino también conservarse
por los vivos aun ritmo medio¡ de treinta años, marcado en los archivos. Como entidad física, la huella es algo
por la edad media de reproducción. Sobre este fenómeno
presente: los vestigios del pasado existen en el presente;
biológico se injertan dos fenóiineiaos culturales importantes son restos en la medida en que todavía están ahí, mientras
alos que se han asomado Diltliey yMannheim, asaber, la que su contexto pasado —^pueblo, institución, acciones,
pertenencia auna misma generación yla coexistencia de pasiones— ya no están. Yahí es donde aparece la otra cara
vanas generaciones en un nnisaao momento. Esta notable del fenómeno. En un segundo nivel, noético, no hay vesti¬
forma de contemporaneidad del no-contemporáneo ofrece gio más que para quien puede tratarlo como signo presente
un soporte ala cadena de recuerdos individuales ycolecti¬ de una cosa ausente, omejor, como un vestigio presente de
vos. De esta manera recuerdío acituella época de mi infancia un transcurso que ya no existe. Así pues, un resto es una
en que mi abuelo me hablaba de los recuerdos de su propia cosa presente que vale por un pasado ausente. Aquí está
infancia; también así ordenaamos el triple reino de nuestros contenido todo el enigma del vestigio. Lo que constituye el
contemporáneos, nuestros predecesores ynuestros suceso¬ enigma es la imbricación de una relación de causalidad con
res (aludiendo aun notable estudio de Alft-ed Schutz en su una relación de significado. Seguir una huella, remontarse
The PhenomcTwlogy of the Smcial World). Lo que yo llamo el por medio de una huella, es operar prácticamente la fusión
ajmntalamientp del tiempo biológico por el tiempo vivido lo de los dos lados de la huella, constituirla como efecto-
añado ala inscripción del tiempo vivido en el tiempo
astronómico. signo. La implicación temporal es considerable: seguir una
huella es operar la mediación entre el ya-no del transcurso
Desearía terminar esta segunda etapa através del yel todavía de la marca. Aeste precio podemos decir que el
tiempo histórico con el exaimea de un tercer mecanismo de pasado no es sólo negativamente lo concluido, sino tam¬
conexión, el que implica el recurso de la historia alos bién lo que ha sido y, atítulo de tal, se conserva en el
documentos yalos monumentos. Este m e c a n i s m o c o n e c t o r
no es presente. El historiador, en tanto que tal, no se pregunta
smo la nuella, el vestiígio, en el sentido en q u e por la categoría ontológica de la huella, sino que se limita
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al problema epistemológico de la inferencia, es decir, alos entre el tiempo vivido, en tanto que tiempo mortal, yel
procedimientos argumentativos, según los trata, por ejem¬ tiempo cósmico, cuya inmensidad nos ignora. Así comenza¬
plo, Toulmin en The Uses of Argument. No obstante, este mos —^pero solo comenzamos— adar una respuesta poéti¬
debate epistemológico no puede eclipsar el debate ontológi- ca, la respuesta de una poiesis, ala aporética del tiempo.
co suscitado por la categoría de la huella en tanto que Hemos abierto, de hecho —tan sólo abierto—, un espacio
marca presente que vale por un pasado ausente. en que es posible situar, primero para oponerlas yluego
Esta categoría ontológica fue perfectamente reconocida para entrecruzarlas, las pretensiones de verdad, disimétri¬
por Heidegger en Sein und Zeit, pero en mi opinión su cas yheterogéneas, del discurso histórico ydel discurso de
solución no es válida. El pasado, nos dice con razón, no fi c c i ó n .
está escrito en la cara del vestigio. El carácter de pasado,
el ser de pasado (la paseidad) pertenece aun mundo que ya
no existe. Ahora bien, vm mundo es siempre el mundo para 3. La realidad del pasado histórico
un Dasein. Sólo, pues, tiene sentido un Dasein que haya-
estado-aquí. Al nivelar los rasgos de la intratemporalidad ¿Qué queremos decir cuando hablamos de que una
rompemos el lazo entre el pasado de las cosas yel habien¬ determinada cosa ocurrió realmente? Si la respuesta es
do-estado del Dasein. Estamos de acuerdo. La dificultad
dificil, la pregunta es inevitable. La intencionalidad del
apetrece precisamente en el momento en que alegamos el conocimiento no podría equivocarnos; basta dejarse guiar
nivelamiento por el cual la paseidad de las cosas subsisten¬ por la fuerte convicción que anima al historiador; digan lo
tes ymanejables se separa del haber-estado-aquí del Dasein que digan —lo que deben decir— del carácter relativo de la
ydel mundo que pertenece asu estructvira. Ya que ¿cómo recogida, conservación yconsulta de documentos, es decir,
puede interpretar el Dasein su haber-estado-allí, sino apo¬ de las implicaciones ideológicas de todas estas maniobras
yándose sobre la autonomía de las marcas dejadas por el (De Certeau), el recurso alos documentos señala una
paso de los hombres de otros tiempos? El fallo de Heidegger línea de separación entre la historia yla ficción; adiferen¬
en la comprensión del fenómeno de la huella refleja el cia de la novela, las construcciones del historiador preten¬
firacaso de Sein und Zeit cuando quiere dar cuenta del den ser reconstrucciones del pasado. Através de documen¬
tiempo del mundo, el cual no se preocupa por nuestra tos ypor medio de la prueba documental, el historiador se
preocupación. Hemos de dar, pues, por fenómeno original somete alo que, en determinado momento, sucedió. Tiene
la doble pertenencia de la huella aórdenes temporales una deuda con el pasado, una deuda de reconocimiento con
heterogéneos. En esto el fenómeno de la huella resulta los muertos que hacen de él un deudor insolvente. En esto
emparentado con la inscripción del tiempo vivido en el es nuestro delegado —el de todos nosotros— ante la
tiempo astronómico, de donde nace el tiempo del calenda¬ memoria. Yesta convicción es la que queda expresada en
rio, ycon el apuntalamiento del tiempo biológico por el la idea de huella que, en tanto que dejada einterpretada,
tiempo vivido, de donde nace el tiempo de la sucesión de como decíamos más arriba, representa el pasado, pero no
generaciones. en el sentido en que el pasado aparece en el espíritu
Como conclusión de nuestra segunda etapa diré que la (Vorstellung), sino en el de que la huella ocupa el lugar del
aporética del tiempo no ha sido vana, ya que nos ha abierto pasado (Vertretung), del pasado ausente del discurso histó¬
la vía ala justificación del concepto de tiempo histórico. rico. Me atrevo ahablar de lugar-tenencia para distinguir
Este se justifica en el sentido en que opera la conjunción esta relación de Vertretung de la de Vorstellung. Ella
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caracteriza la referencia indirecta propia del conocimiento De ahí la transposición dialéctica, pensable precisamen¬
através de la huella ovestigio, ydistingue esta referencia te como transposición del Mismo en el Otro. Bajo el signo
al pasado de todas las demás. del Otro, sitúo las variantes de una ontología negativa del
Intentemos sacar ala luz la estructura de esta relación pasado. La idea de la diferencia se remonta de hecho a
de representancia, para la que la idea de reinscripción del Dilthey, cuando toma por modelo del pasado la conciencia
tiempo mortal en el tiempo cósmico no es más que un extranjera ypor modelo de la comprensión del pasado el
cuadro formal. El que aprehendamos la paseidad del pasa¬ transfert de tal conciencia extranjera. También es esta vía
do bajo el doble modo del ya noy del todavía sugiere que la que siguen Aron yMarrou. En este último, la ética de la
esta relación de representancia sólo puede encararse de amistad corrige el agnosticismo del primero, cuya fórmula
forma oblicua ydialéctica. Al comienzo de esta dialéctica de choque —la disolución del objeto—^ no hemos olvidado.
no tenemos por guía más que el sentimiento de una deuda y La alteridad se profundiza una vez que la curiosidad por
la idea confusa einanalizada de un enfrentamiento, de un lo radicalmente diferente ocupa el lugar de la amistad,
Gegenüber, como dice Karl Heussi en su Die Krisis des como vemos en L’Inventaire des Différences de Paul Veyne.
Historismus. Para dar una articulación conceptual aeste La alteridad se radicaliza en un grado desde el momento en
sentimiento de deuda yaeste Gegenüber que es su correla¬ que la diferencia ya no es concebida como la variable de un
to, me he atrevido arecurrir aalgunos grandes géneros invariante, como todavía ocurre en Paul Veyne, sino como
emparentados con los que emplea Platón en el Sofista. Así huida de toda aprehensión modelizante, como en el caso de
pues, he intentado situar sucesivamente la idea de la De Certeau. Pero, si el Otro se piensa no dialécticamente
paseidad del pagado en relación con los grandes géneros del respecto del Mismo —diríamos respecto al enfoque del
Mismo, el Otro yel Análogo. De esta manera dejo constan¬ reenactment—, ¿cómo no seguiría siendo ese incognoscible
cia de la estructura espontánea de la intencionalidad del que nada podemos decir yrespecto del cual nos vería¬
histórica con los recursos del análisis trascendental. mos absueltos de todo reconocimiento de deuda? ¿Cómo
Bajo el signo del Mismo, por decirlo brevemente, sitúo operaría la distancia temporal como distancia atravesada,
el intento de Collingwood de definir la tarea del historiador por citar aProust, como distancia portadora de trans¬
como reenactment —el re-establecimiento del pasado en el misión, de Überlieferung? Resumiendo, ¿cómo una ausen¬
presente—. Esta idea de reenactment no representa e n cia, una diferencia, una huida pueden revestir la función de
absoluto una epistemología; no designa ninguna pretendi¬ lugar-tenencia? ¿Ocuparían el lugar de aquello que, hoy
da comprensión por empatia; en el plano del método es ausente ymuerto, en otro tiempo fue, estuvo vivo?
perfectamente compatible con el ejercicio de la imagina¬ De aquí sale la tercera sugerencia: colocar la paseidad
ción histórica; el reenactment define el enfoque histórico e n del pasado bajo el signo de lo Análogo eintentar, con
tanto que tal, asaber, la tarea de re-pensar, yno de revivir, Hayden White en sus Metahistory yTropics of Discourse,
u n a aproximación tropológica del problema. Podríamos, en
como se pensó en otro momento, llamando pensamiento
(thought) al interior (the inside) del acontecimiento, inclu¬ este sentido, reinterpretar la fórmula de Leopold Ranke:
yendo en ello todo el campo de motivaciones de la acción. describir el pasado Wie es eigentlich gewesen. Hemos des¬
En este sentido el re-establecimiento es el primer momento cartado la pretensión de una restitución integral. No
dialéctico: es pasado aquello que puede ser re-pensado. hemos percibido el alcance metafórico del wie: como real¬
Escapa ala distancia temporal disimulada en el re- de mente fue. Decir como qué frieron las cosas es ver como...
reenactment. en u n a relación metafórica de asimilación, que reúne
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identidad ydiferencia. La tropología propone además su impone un ejercicio semejante en el terreno de la ficción
panoplia de tropos —sinécdoque, metonimia, ironía, por que dé un sentido plausible ala idea de referencia cruzada
dar las clasificaciones antiguas, anteriores al binarismo entre la historia yla ficción.
contemporáneo—, tropos que, modulando la metáfora, Elaboraré primero, en un análisis previo en que recurri¬
enriquecen las intenciones de una correspondencia sin ré de nuevo ala crítica literaria paralelo al que llevé a
repetición. cabo en el primer volumen apropósito de la intencionali¬
Así pues, puede esclarecerse dialécticamente el deseo dad histórica, la idea de mundo del texto. Un texto no es,
del historiador de que sus construcciones sean reconstruc¬ sin duda, una entidad cerrada sobre sí misma; no solamen¬
ciones, yel sentimiento que lo habita en nuestro nombre de te tiene una estructura formal: más allá de sí misma
una deuda impagada: «restituir», dice el pintor, «restituir», apunta aun mundo posible, un mundo en el que podríamos
dice el historiador. Restituir lo que se le debe alo que ya no vivir, para desplegar en él nuestras potencialidades en
es pero fue. No digo, ni mucho menos, que la paseidad del tanto que seres en el mundo. Evidentemente, este mundo
pasado se nos haga así transparente: sólo digo de ella algo del texto sigue siendo algo del texto; pero es ya una mirada
sensato pensándola sucesivamente bajo el signo del re- indirecta hacia lo real, una relación mimética por la que el
establecimiento de la postura de diferencia ode huida, de texto se desorbita: el mundo del texto, diríamos, es una
la aprehensión analogizante. Ylo que así decimos de trascendencia en la inmanencia del texto, un fuera visto
sensato hay que colocarlo siempre en el cuadro formal de la por un dentro. Entre las ficciones narrativas, que son mi
reinscripción del tiempo vivido en el tiempo cósmico. Este campo privilegiado, algunas incluso tienen la notable
sigue siendo el cuadro formal en cuyo interior pensamos propiedad de proyectar una experiencia en que el tiempo en
dialécticamente la paseidad en tanto que tal, eso que en el tanto que tal está tematizado; se trata de las «fábulas sobre
lenguaje común llamamos la realidad del pasado o, mejor el tiempo», como las novelas de Virginia Woolf Mrs Dallo-
dicho, lo real en el pasado, lo que-ha-sido. way, To tke Lighthouse oThe Waves, oZaubergerg de
Thomas Mann y, claro está, Ala recherche du temps perdu
de Proust, por no hablar de las novelas de Conrad yde
4. La conjunción de la ficción yde la historia Joyce. Estas obras son verdaderos laboratorios de experien¬
en la refiguración del tiempo cias ficticias del tiempo. Es, pues, en la lectura donde el
mundo del texto yla experiencia ficticia del tiempo que de
Para tomar la medida de lo que se arriesga en esta él surge entran en intersección con el mundo real del
última etapa, hemos de volver ala disimetría inicial entre lector, el mundo de mi actuar ymi sufrir reales. El
las respectivas intenciones referenciales de la historia yla significado de la obra en el sentido fuerte de la palabra, su
fi c c i ó n . significación,siseprefiere,noestácompleta,nosecomple¬
Digamos en primer lugar lo que no es esta disimetría; ta más que en este reencuentro más omenos conflictivo
no implica que sólo la historia aspire alo «real». Si éste entre el mundo del texto yel mundo del lector. En esta
fuera el caso, no tendría lugar el problema del entrecruza¬ intersección entre el mundo ficticio, ya desorbitado en
miento de historia yficción en la refiguración del tiempo. comparación con la obra literaria, yel mundo real de la
Hemos intentado darle un sentido ala idea de realidad del acción,tambiénéstemediatizadoportodasuertedeestruc¬
pasado por medio de nuestros análisis de la reinscripción y I turas simbólicas, es donde tiene lugar el proceso que
de la huida yde la asimilación analógica. Ahora se nos Gadamer describe como fusión de los horizontes. Esta
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58 Paul Ricoeur El tiempo contado 59

mediación de la lectura, que yo entiendo ala manera de algo semejante auna referencia productiva, la problemáti¬
Wolfgang Iser yde Robert Jauss, en su Aesthetische Erfah- ca de la refiguración ha de liberarse definitivamente de la
rung und literarische Hermeneutik, me permite retomar de de la referencia.
nuevo la idea de re-descripción metafórica que había Estos son los análisis preparatorios que he llevado a
elaborado en la Métaphore vive. Sin duda había atribuido cabo antes de afrontar el problema específico del entrecru¬
demasiado fácilmente al propio poema el poder de redescri¬ zamiento entre los dos procesos de refiguración del tiempo
bir el mundo de la vida yhabía olvidado la mediación de la por la ficción ypor la historia. Queda aún un término
lectura entre el mundo de la obra yel mundo real del medio común entre estos dos procesos de refiguración de
lector. Hoy día diría que la obra literaria no redescribe o, cuya disimetría inicial han dejado constancia, incluso
mejor dicho, no refigura el mundo más que con la condi¬ reforzándola, los precedentes análisis.
ción de la apropiación ingenua ocrítica del mundo del En este punto es donde el examen de la relación original
texto por un lector. Sin el hecho de la recepción del texto entre la ficción ylas aporías del tiempo sacadas ala luz por
por un público, no hay refiguración del mundo real del la fenomenología puede suministrarnos el eslabón que le
hacer. Dicho esto, pienso sin duda de las ficciones narrati¬ falta anuestra investigación. ¿No podemos decir, en efecto,
vas lo mismo que he dicho de las líricas; tanto unas como que historia yficción aportan dos respuestas diferentes
otras nos enseñan aver el mundo, ymás exactamente a pero complementarias ala discordancia entre tiempo mor¬
actuarlo ysentirlo, como lo imaginamos en nuestras ficcio¬ tal ytiempo cósmico? La respuesta de la historia es la
nes; verlo como... es el alma común de la metáfora yde la reinscripción del primero sobre el segundo por medio de
narración. Metafórico puede decirse igualmente de las conectores específicos como el calendario, la sucesión de
ficciones de narrativa en la medida en que no queramos generaciones olos documentos en tanto que restos, vesti¬
decir con este término más que la acción de «ver como...» gios ohuellas. ¿La respuesta de la ficción no será la de
llevada acabo por las ficciones narrativas en el medio de la inventar variaciones imaginarias relacionadas con la
actuación yel sufrimiento reales. Sería tarea de la empíri¬ reinscripción cósmica que opera la historia, variaciones
ca de la recepción el esbozar la tipología de las modalida¬ imaginarias, pues, sobre el tema de la fisura que separa las
des bajo las cuales la aplicación no es de la vida ala dos perspectivas del tiempo? El estudio detallado que he
narración sino ala inversa. No cabe esto dentro de la tarea hecho de Mrs. Dalloway, de Zauberberg yde Recherche du
que nos ocupa. Básteme decir que tal aplicación - - p o r temps perdu me ha convencido de que mi hipótesis es por
conservar la terminología de la hermenéutica que nos lo menos plausible; se trata, en todos los casos, yde
transmite Gadamer— ha de ser entendida ala vez como múltiples formas en cada obra, según la visión de tal ocual
reveladora ytransformadora. Reveladora en el sentido de personaje, de orientarse respecto de esa fisura, de salvarla
que saca ala luz rasgos disimulados pero ya dibujados en el no el plano histórico, sino en otro, ode no ser capaz de
en

corazón de nuestra experiencia práxica ypasional; trans¬ salvarla, como ocurre con el Septimus de Mrs. Dalloway,
formadora en el sentido de que una vida así vista no sería fracaso que conduce al suicidio. Si tales variaciones imagi¬
una vida cambiada sino otra vida. Llegamos aquí aun narias pueden multiplicarse al infinito, ello se debe aque
punto importante en el que el descubrir yel inventar son e n el terreno de la ficción se han suspendido de antemano
imposibles de distinguir; un punto, pues, en el que la idea las constricciones específicas del saber histórico, tributario
de referencia deja de funcionar, lo mismo, evidentemente, de las exigencias del tiempo del calendario, del implacable
que la de redescripción. Un punto en el que, para significar reemplazo de los muertos por los vivos yde la necesidad de
60 Paul Ricoeur El tiempo contado 61

la prueba documental. De aquí que, en contrapartida al Permítaseme, para concluir, que busque una verifica¬
levantamiento de esta exigencia de reinscripción, haya una ción de mi hipótesis de la mediación ejercida por el tiempo
mayor libertad para explorar modalidades inéditas de de la fenomenología ypor sus aporías entre el constreñi¬
concordancia discordante ode jerarquización de niveles de miento de la redescripción documental propia de la historia
temporalización. Lo imaginario, aquí, potencia la experien¬ ylas variaciones imaginativas de la ficción, en los fenóme¬
cia temporal común, nos libera del yugo de la deuda para nos de entrecruzamiento entre las respectivas intenciones
con los hombres de otros tiempos, liberando en el hacer yel de la historia yla ficción. Lo que, con una terminología
sufrir humanos potencialidades trabadas oabortadas. La inadecuada, anunciaba en Temps et récit Icon el título de
exploración de lo posible puede dar así curso libre a referencia cruzada, consiste en esos intercambios por los
variaciones imaginativas que tienen un valor de experien¬ cuales historia yficción se mediatizan mutuamente, to¬
cias de eternidad, yello en sentidos múltiples ymultiplica¬ mando prestado la una de la otra yla otra de la una para
dos, como apreciamos en las fábulas sobre el tiempo de poder realizar sus objetivos, pues es fácilmente demostra¬
Virginia Woolf, de Thomas Mann yde Marcel Proust. ble que, para refigurar el tiempo, la historia se sirve de la
Vemos, pues, restituido, pero según muy variadas fórmulas, ficción yla ficción de la historia. La mediación siempre ha
un rasgo de la experiencia agustiniana del tiempo, el de la estado implícita en nuestra investigación del objetivo
eternidad. En todas estas formas, la potencia descubridora intencional de la historia; el lugar de lo imaginario está
ytransformadora de la ficción es proporcional asu poten¬ marcado por el carácter no observable del pasado. Los
cia irrealizante con respecto alas constricciones del tiem¬ mecanismos de conexión que operan la reinscripción del
po del calendario ydel conocimiento por medio de vesti¬ tiempo mortal en el tiempo cósmico son instituciones,
gios. Esto no quiere decir que no haya otras constricciones invenciones que atestiguan el genio de la imaginación
más sutiles que aten la imaginación, otras formas de deuda productora. La relación de representancia yde lugar-
para con la visión del mundo con que el creador siempre se tenencia no es menos obra de la imaginación, como testi¬
compromete. monia la ligazón entre la imaginación histórica yel
Observamos aquí en cierto sentido una nueva disimetría reenactment en Collingwood, el ensayo, la tentativa imagi¬
entre la historia yla ficción, pero ahora la descubrimos en naria de los écarts y, por último, ypor encima de todo,
una problemática común, articulada por la fenomenología la relación metafórica de la conciencia presente en el
del tiempo. Así pues, tenemos ala fenomenología actuando haber-sido. Pero quisiera dar un nuevo ejemplo de esta
de tercero entre la reinscripción documental característica mediación del conocimiento del pasado através de la
de la historia ylas variaciones imaginativas que da aluz la ficción. Cuando la expresión de la deuda para con los
ficción. Nos presenta sus éxitos ysus aporías. Los primeros muertos reviste los colores de la indignación, el lamento o
son el cañamazo común sobre el que bordan diferentemente la compasión, la reconstrucción del pasado exige la ayuda
la historia yla ficción. Las segundas, lo mismo si no más de la imaginación que, desmelenándose, la pone ante
que los primeros, abren un espacio areglas de juego nuestros ojos, por citar una expresión muy fuerte de
opuestas en cuanto ala respuesta dada aestas aporías por Aristóteles al hablar de la metáfora. Me estoy refiriendo en
la historia yla ficción respectivamente. Aunque disimétri¬ este momento aesos acontecimientos espantosos que es
cas, éstas se nos aparecen mensurables por su común necesario no olvidar. Si es verdad que hay algo semejante a
relación con la fenomenología del tiempo ysu batería de una individuación, tanto en lo espantoso como en lo
aporías. admirable, ésta no encuentra otra ayuda, para ser dicha.
6 2 Paul Ricoeur ,El tiempo contado 63

que la cuasi-intuitividad de lo imaginario. La ficción da que los acontecimientos relatados por la voz narrativa
ojos al narrador horrorizado, ojos tanto para testimoniar pertenecen al pasado de esa voz.
como para llorar. Lo demuestra el estado actual de la La interpretación que propongo aquí acerca del carác¬
literatura del Holocausto. Oel recuento de cadáveres, ola ter cuasi-histórico de la ficción se cruza con la del carácter
leyenda de las víctimas. Fundiendo así la ficción con la cuasi de ficción del pasado histórico. Gracias, precisamen¬
historia, aquélla reconduce aésta asu matriz común, la te, asu carácter cuasi-histórico puede la ficción ejercer su
epopeya. O, dicho con más exactitud, lo que la epopeya función liberadora respecto de posibles huidas al pasado
había hecho en la dimensión de lo admirable, la leyenda de real. Aquello que «hubiera podido tener lugar» —objeto de
las víctimas lo hace en la de lo horrible. Pero la ilusión la poesía en contraste con la historia según Aristóteles—
controlada no es sino el desvío, exigido por el pudor, de la funde las potencialidades del pasado «real» con los posibles
memoria del sufrimiento, que se erige en forma suprema de «irreales» de la ficción pura.
la deuda. Este profundo parentesco entre el cuasi-pasado de la
¿Presenta la ficción rasgos de simetría que favorezcan ficción ylas posibilidades no realizadas del pasado histórico
su historización, lo mismo que la historia, por las caracte¬ quizás explique por qué, como sugeríamos más arriba, el
rísticas que acabamos de señalar, apela avma cierta ficcio- que la ficción se libere de las ataduras de la historia no es
nalizacion al servicio mismo de su intencionalidad de la última palabra en lo tocante asu libertad. No es sino el
representación del pasado? Creo que sí. Pienso incluso que momento cartesiano: la libre elección en el reino de lo
estos rasgos refuerzan la convergencia de ficción ehistoria imaginario. ¿Pero el servicio del cuasi-pasado no supone
en el trabajo de refiguración del tiempo. para la ficción una fuente de ataduras más sutiles que
Hay im sentido en el que la ficción imita al relato traducen el momento spinozista de la libertad, asaber, la
histórico. Contar lo que quiera que sea es, evidentemente, necesidad interior? Liberado de la necesidad exterior de la
contarlo como si hubiera pasado. Un importante índice de prueba documental, ¿no tiene el creador que liberarse
que este como si es esencial para la eficacia del relato de para... para el servicio del cuasi-pasado? Si no fuera así,
ficción es de orden gramatical. Es un hecho que las ¿cómo explicar las angustias ysufrimientos de la creación
historias se cuentan en tiempos del pasado. En el cuento, el artística? ¿El cuasi-pasado de la voz narrativa no ejerce un
«érase una vez» marca el comienzo del relato. Podemos, es constreñimiento sobre la creación novelesca, un constreñi¬
verdad, invertir los términos ydecir, como Harald Wein- miento interior ytanto más imperioso cuanto no se confun¬
rich en Tempus, que el empleo de tiempos del pasado sólo de con la exigencia exterior del hecho documental? ¿Y la
señala que entramos en el relato. Falta por decir que estos dura ley de la creación —«dar» de la manera más perfecta
tiempos son también los de la memoria ylos de la historia. la visión del mundo que anima ala voz narrativa— no
La relación no puede ser puramente contingente. ¿No está simula, hasta hacerse indistinguible de ella, la deuda de la
de acuerdo con esto el que las cosas ficticias, cuando se historia para con los hombres del pasado, para con los
cuentan, se toman por cuasi-pasadas? ¿Pero quién las muertos? ¿Deuda por deuda, quién, historiador onovelista,»
toma? Sugiero la siguiente respuesta: son tales para la voz es más insolvente?
narrativa, que aquí podemos dar por idéntica ala del autor Fuera cual fuere el destino de tales cuestiones, el
implicado, es decir, un disfraz del verdadero autor. Una voz descubrimiento ola invención —que son una misma co¬
dice que cuenta lo que para ella ocurrió. Entrar en la sa de lo que se ha convenido llamar el tiempo humano
ficción es incluir en el pacto de la lectura la creencia en procede del entrecruzamiento de la historia yla ficción en
64 Paul Ricoeur

la refiguración del tiempo. El tiempo humano, esta firágil


mixtura en que se conjugan la representancia del pasado
por la historia ylas variaciones imaginativas de la ficción,
sobre el telón de fondo de las aporías de la fenomenología
del tiempo.

P. R .
Traducción: Consuelo Vázquez de Parga.
El tiempo del arte
Umberto Eco

SiKant
quetiene
no razón,nohaypercepción
se encuadren nicategorización
dentro de las intuiciones puras
del espacio ydel tiempo.
Es razonable, pues, que toda estética ytoda teoría del
arte se pregunten por el papel que juega el tiempo en
nuestra aproximación ala obra de arte. Pero si Kant tiene
razón, ytoda obra de arte es un objeto de percepción, toda
obra de arte establece una determinada relación con el
tiempo.
¿Pero de qué tiempo se habla? Ya es bastante difícil
c ;
decir qué es el tiempo en términos físicos ycosmológicos.
Sumemos las dificultades propias de toda física ymetafísi¬
ca del tiempo alas de toda física ymetafísica del arte, y
tendremos que el problema del tiempo en la obra de arte
corre el peligro de ser bastante confuso.
Debido aesto sostengo que la función de un discurso
introductorio sobre el tema debe ser la de definir en qué
sentido hablamos del tiempo en la obra de arte (renuncian¬
do por el momento adefinir qué entendemos por obra de
arte yutilizando este vocablo de forma im tanto intuitiva:
remitiéndome ala espléndida declaración introductoria
con que Dino Formaggio abría su volumen Arte: «Arte es
todo aquello que los hombres han llamado arte»).
En estas páginas me prometo establecer en cuántos

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