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El negocio de la esclavitud africana en la Europa moderna

Inglaterra, Holanda, Portugal y Francia se convirtieron en primeras potencias mundiales por medio de la
explotación de mujeres y hombres que trabajaron durante décadas en las plantaciones de café, azúcar,
tabaco o algodón.
Los sacaron como perros de su África natal. Encadenados. Amordazados. Desnutridos. Torturados sin
piedad. Golpeados hasta la muerte. Lanzados como basura al mar. Enterrados sin más lujo que el de
conservar íntegros sus propios huesos. Todos y cada uno de los esclavos que trabajaron en las propiedades
de sus amos y sustentaron gran parte de la economía del mundo occidental (desde el siglo XVI al XIX),
cargaron a su vez las primeras piedras de la sociedad moderna. Inglaterra, Francia, EEUU o Brasil se
convirtieron en primeras potencias mundiales por medio de la explotación de mujeres y hombres que
trabajaron durante décadas en las plantaciones de café, azúcar, tabaco o algodón.
Entre 1501 y 1867 más de 10 millones de esclavos
fueron enviados a las Américas desde las regiones
costeras del África Occidental.
Tanto el comercio de esclavos del Atlántico Norte
(cuyo inicio se sitúa en Europa y Norteamérica) como
del Atlántico Sur (Brasil y Río de la Plata) se mantuvo
intacto durante cuatro siglos por las corruptelas
y tiranías que habían establecido los propios líderes
africanos. Esto a su vez provocó el fortalecimiento de
las sociedades privadas y el crecimiento económico
de aquellos que gestionaban su patrimonio.

Uno de los primeros europeos que describió al detalle estas prácticas inhumanas y abusivas fue el explorador
británico Mungo Park (1771-1806), que se adentró en la parte más rural y virgen de África para conocer las
costumbres y hábitos de las distintas tribus que allí habitaban. Vivencias que quedaron inmortalizadas
en Viajes a las regiones interiores de África, publicada por primera vez en 1799 y traducida al castellano en
2008 por Ediciones del Viento.
Relato de un europeo sobre los esclavos: "A los pobres miserables los mantienen encadenados, de dos en
dos, y los hacen trabajar en las labores del campo, y lamento añadir que a duras penas les dan de comer,
además de tratarlos con dureza. El precio de un esclavo varía dependiendo del número de compradores que
llegue de Europa, y de las caravanas que proceden del interior, pero, en general, creo que un hombre joven y
saludable de entre dieciséis y veinticinco años, puede costar entre 18 y 20 libras esterlinas".
El académico inglés lo explica de la siguiente forma: "En el caso de Inglaterra, la contribución de los ingresos
obtenidos por la trata más allá de Europa era modesta comparada con los ingresos derivados de fuentes
internas como el sector agrícola. Probablemente, la trata de esclavos fue más importante para sus principales
participantes por el estímulo que dio a la expansión de las colonias, que para la contribución a los beneficios
económicos de la esclavitud".
También EEUU aumentó su riqueza industrial por el comercio de los esclavos. Entre 1790 y 1860, más de un
millón de esclavos fueron transportados del alto al bajo sur, lo que permitió consolidar un mercado financiero
estable. Entre otras cosas porque los propietarios de las plantaciones del alto sur pudieron aumentar el precio
de la venta de sus esclavos para los vecinos del bajo sur, lo que a su vez generó un flujo de capitales y un
tráfico interior que influyó de manera directa en la producción algodonera.
LA REBELIÓN DE LAS MASAS
El autoritarismo y la crueldad que aplicaron los
terratenientes a sus esclavos propiciaron
numerosas revueltas y altercados dentro de las
plantaciones, como la que tuvo lugar en agosto
de 1831 en el condado de Southampton,
Virginia. Nat Turner, líder de la revuelta, y el resto
de esclavos, decidieron alzarse contra su amo.
Una figura que vuelve a estar de actualidad en El
nacimiento de una nación (The Birth of a Nation )
la recién estrenada película de Nate Parker que
retrata la lucha racial en la América del siglo XIX.
Incendiar las casas o los terrenos de los amos
blancos, fugarse del complejo o desobedecer las
órdenes de los capataces fueron alguna de las acciones más comunes que llevaron a cabo todos aquellos
que buscaban desesperadamente su libertad.
Pero el fracaso en cualquiera de estas misiones se pagaba caro: Latigazos, grilletes en los pies o la
mutilación de miembros eran algunos de los sádicos castigos que se aplicaron a todos los que se rebelaban
contra el control y la sumisión. "Un hombre negro fue ahorcado y luego quemado por intentar envenenar a un
supervisor cruel. Así, por medio de crueldades repetidas, los desgraciados primero son instados a la
desesperación, y luego asesinados", rememoraba el esclavo Olaudah en sus memorias.
Acciones que vieron su fin en el siglo XIX, cuando gran parte de las potencias occidentales decidieron abolir el
sistema esclavista. Francia lo hizo en 1848. Países Bajos en 1863 y EEUU el 18 de diciembre de 1865,
cuando la Decimotercera Enmienda, que derogaba la esclavitud, pasó a formar parte de la Constitución de los
Estados Unidos. Se rompieron las cadenas. La libertad ya era un hecho.

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