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IV
IV
considera Oh
mujer este
cuerpo mío.
pues ha
yacido
con brazos vacíos
sobre las vertiginosas colinas
para soñar contigo,
aprueba estos
energéticos insatisfechos
ojos
que han contemplado
alzarán,lentamente
volverán a los
rojos labios elegidos
desnudas visiones)
IX
SONETOS-IRREALIDADES
XI
quizá no sea siempre así:y digo
que si tus labios, que he amado, tocasen
los de otra, y tus fuertes queridos dedos se apoderasen
de su corazón, como del mío no hace mucho;
si tu dulce cabello descansase sobre otro rostro
en medio de un silencio como el que yo conozco, o
unas palabras grandes y retorcidas, como las pronunciadas con énfasis,
se alzasen indefensas ante el espíritu acosado;
SONETOS-ACTUALIDADES
VI
si al color de la medianoche
a ese algo más que oscuridad(que
es yo, y la ciudad y todas
las cosas)le acontece la brillante
lluvia
de un modo profundo, bello
VIII
supongamos
que la Vida es un viejo que lleva flores en la cabeza.
VII
IMPRESIONES
IV
las colinas
como los poetas se visten
con pensamientos púrpura contra
el
deformado
se desploma
exhalando un alma roja en la oscuridad
así pues
maestro de pardos ojos
cruza
las dulces puertas
de mi corazón y
coge
la
rosa,
que perfecta
es
Con manos asesinas
SONETOS-ACTUALIDADES
XIII
de su juventud.
Y si alguien escucha
lo que digo— compadecedle:
porque he viajado completamente sola
a través del bosque de lo maravilloso,
y porque mis pies han conocido sin duda
los caminos tortuosos y plácidos,
TRES
VII
CUATRO
VII
mi sangre consciente,
que la sabiduría
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un político es un culo
en el que se ha sentado todo el mundo salvo un hombre
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silencio
.es
un
pájaro
que mira: la
curva
da;orilla,de
la vida
«Estás cansado
(creo)
del constante rompecabezas del vivir y el hacer;
y yo también.
Ven conmigo, entonces,
y yo dejaré todo eso muy muy lejos-
(Sólo tu y yo, entiende!)
Has jugado,
(creo)
y rompiste los juguetes que más querías,
y estás un poco cansado ahora,
cansado de las cosas que se rompen; y-
simplemente cansado.
También yo lo estoy.
III
VII
Cuando
yacemos juntos
mis pequeños senos se convierten en dos puntiagudas torres firmes y
maravillosas, y
restriego ardorosamente el cariño de mi vientre contra ti
«dijiste
¿puedes tener entre tus dedos algo
vivo o muerto más hermoso
que mi cuerpo
(temblando muy levemente)?
Mirándote a
los ojos Nada, dije, excepto el
aire primaveral que huele a jamás y a siempre.