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Grupo SUR

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Módulo: Proyectos culturales

"Revista SUR"

Integrantes: Alejandra Comba, Mariela Czerepak, Paola Fabrizio, Marcela Gimenez, Lucía Navarro, José Luis Núñez y
Romina Zardi.

Proyectos culturales: Revista Sur

ETAPA INICIAL

Sur es el nombre sugerido por el filósofo español Ortega y Gasset y el escritor norteamericano Waldo Frank para la revista literaria argentina, creada
y fundada en 1931, en un pequeño cuarto, sin manifiestos ni proclamas, por la escritora Victoria Ocampo. Revista que se transformó en una institución cultural
por su capacidad de tender redes intelectuales entre Latinoamérica y Europa y ejercer una gran influencia en varias de las generaciones de escritores; no sólo a
través de sus publicaciones sino por medio de la importación de visitantes ilustres, organización de reuniones, encuentros, debates, almuerzos y tés en la
casa de Victoria que deben tomarse como parte de la empresa.

Su creación tiene como fundamento una forma de pensar: "Victoria Ocampo creó la Revista Sur en 1931, que constituyó un puente cultural con el exterior:
permitió mantener a los intelectuales argentinos relacionados con la vida literaria de Europa y Estados Unidos, a la vez que difundió la obra de escritores
argentinos de la talla de Jorge Luis Borges en otras partes del mundo."[1]

La iniciativa emprendida por su creadora, en estas épocas tempestuosas que precedieron y siguieron a la Segunda Guerra Mundial y que nació vacilante, llena
de dudas, representa una respuesta basada en dos pilares fundamentales: la difusión y la traducción. Ideas anticipadamente connotadas en su logotipo: en
un fondo blanco, una flecha verde apuntando hacia abajo, hacia el sur simbolizado por el color característico de la región. Tal cual lo expresa José Ortega y
Gasset: "He aquí mi proyecto: publicar una revista que se ocupe principalmente de problemas americanos, bajo varios aspectos, y donde colaboren los
americanos que tengan algo que decir y los europeos que se interesen en América. El leitmotiv de la revista será ése pero, naturalmente, tratará también
otros temas".

Desde el concepto de Pierre Bourdieu "Campo", se puede observar la proyección de Victoria en la creación, de un campo cultural no solo literario, ya que incluye
en sus publicaciones, diversas aristas artísticas. En el concepto anteriormente nombrado, Bourdieu aporta que el campo artístico se integró
con independencia relativa y criterios internos de legitimación a partir de los siglos XVI, XVII.

Podría decirse que aparece como un espacio de y para amigos, que a pesar de las diferencias, estuvieron unidos por fuertes vínculos, por un habitus en común,
con el objetivo de indagar la realidad americana y dar "una interpretación específica de la supuesta autenticidad de América, desde la perspectiva de un
atalaya cultural en el que consideraban que primaban valores del espíritu y un criterio esteticista alejados de consideraciones políticas y sociales."[2]

Victoria Ocampo constituyó un espacio de circulación artística, desde la cual rompió con la estructura de circulación del arte, promoviendo una traducción
cultural y difusión del arte latinoamericano. No sin dejar de promover, el arte europeo y norteamericano; lo que le significó, en un primer momento, la oposición
de los sectores nacionalistas.

Esto adquiere significancia si se considera que para Bourdieu, la cultura expresa y ayuda a constituir y reproducir estructura de dominación, proceso que se
vehiculiza mediante la legitimación o mistificación del poder económico y político que yace en la base de estas estructuras.

Ivonne Bordelois expresó en su artículo Victoria Ocampo en la cultura Sur: "La verdad es que Sur nació tambaleante, entre el escepticismo de los
escritores que la rodeaban, sin adherir totalmente a su riesgosa empresa. Fue sólo cuando el barco empezó a navegar airosamente, habiendo sorteado toda
clase de escollos y cosechado inesperados aplausos desde los horizontes más diversos y prestigiosos, cuando la aventura se convirtió en fervoroso proyecto:
los más reticentes saltaron ágilmente a cubierta y se incorporaron a la estela rutilante del éxito nacional e internacional duramente sembrado y cosechado
por Victoria. Con razón pudo decir Octavio Paz que Sur representó la libertad de la literatura frente al poder".

ETAPA FINAL

En 1971, Sur dejó de publicarse con regularidad. Su directora ya superaba los ochenta años, los tiempos habían cambiado y la Argentina ingresaba en una
década compleja, con grandes cambios económicos, políticos y sociales.

La revista tuvo una duración de más de 40 años sin obtener ganancias con ella, lo que obligó que para su mantención se invirtiera prácticamente toda
la herencia de los Ocampo. Y siempre intentó marcar su carácter apolítico puesto que Victoria Ocampo jamás quiso que se realicen tiradas panfletarias, sólo
culturales y se manejara un perfil bajo aunque en muchas ediciones fue inevitable la toma de posicionamientos. En otras palabras, jamás quiso que los distintos
campos que constituían la sociedad del momento se influenciaran directamente a pesar de la autonomía que cada uno de ellos tiene por naturaleza.

No cabe duda de que el campo intelectual en torno a ella estuvo conformado por una parte de la alta burguesía, incluyendo en su habitus una "preocupación
americana". Se movía en la tradición de que la literatura argentina - tal cual se ha reseñado más arriba- necesitaba un estrecho vínculo con la europea y
norteamericana por lo que sostuvo la idea de la actividad de importación, de alguna manera, cubría los intersticios de nuestra cultura. Fue así que se convirtió
en el blanco de ataque de los nacionalistas de derecha e izquierda por simbolizar lo "antinacional" (el otro habitus con el que se disputaban el capital simbólico).

Liliana Moreno Herrera en Sur en el peronismo (1946-1955): escritores, lectores y sus polémicas defiende la idea de que el declive final de este proyecto se
produjo por la "incapacidad de interpretar la movilidad social, la cultura de masa y en seguirse restringiendo a un público exclusivo"; culminando así en 1971
con sus publicaciones regulares. Por lo que se podría decir que la emergencia del momento incorporó a la cultura y al orden social una serie de valores y
prácticas distintas a las que estaba habituada; una nueva cultura encuentra, una base social.

Aun así, dada la hegemonía obtenida en el pasado persiste justificadamente en nuestros días, sobresale, "como un legado, una parte de su irrenunciable
testamento"[3], incluyéndose aspectos que se han rescatado de sus páginas como un elemento que está para ser observado, analizado o revivido -
publicaciones posteriores de toda índole dan fe de ello-.

Lo residual es lo que se ha formado en su ayer, pero que aún se halla activo en el proceso cultural actual, no sólo como elemento del pasado, sino como
efectivo elemento del presente.

EMPLAZAMIENTO Y/O SOPORTE

Fue una revista literaria de tirada trimestral, compuesta por 199 páginas en papel, algunas de hilo Bond - aunque en varias ocasiones presentaba variabilidad
tanto en la periodicidad como en la cantidad de páginas- que ha desempeñado un rol preponderante en el proceso de formación tanto de la crítica literaria como
del campo cultural e intelectual latinoamericano y funcionó como un faro difusor.

FUNCIONAMIENTO Y ORGANIZACIÓN

Del ejemplar Número 1 se imprimieron 100 ejemplares en papel de hilo Bond numerados y reservados para los suscriptores de la edición de lujo.

En dicho ejemplar se la anunciaba como como una revista trimestral, dirigida por Victoria Ocampo, con Dirección y Administración en Rufino de Elizalde, Buenos
Aires, su Consejo Extranjero (sic) estaba compuesto por: Ernest Ansermet, Drieu La Rochelle, Leo Ferrero, Waldo Frank, Pedro Henríquez Ureña, Alfonso Reyes,
Jules Supervielle; José Ortega y Gasset, su Consejo de Redacción por Jorge Luis Borges, Eduardo J. Bullrich, Oliverio Girondo, Alfredo González Garaño, Eduardo
Mallea, María Rosa Oliver, Guillermo de la Torre.

Las condiciones de venta y suscripción se indicaban como a $ 2, el número suelto, $ 7,50 la Suscripción Anual, que se elevaba a $ 8,50 para los países del
convenio postal hispanoamericano y $10 para otros países.

El primer número de la revista apareció en el verano de 1930-31, llevaba la tapa blanca y una flecha verde clavada sobre las letras negras de Sur, cuyo análisis
se expondrá más adelante, estuvo conformada por un Consejo Extranjero integrado por notorias personalidades de la literatura universal: Ernest Ansermet,
Drieu La Rochelle, Leo Ferrero; Wlado Frank, Pedro Henríquez Ureña, Afonso Reyes, Jueles Supervielle y José Otega y Gasset; su consejo de redacción por Jorge
Luis Borges, Eduardo J. Bullerich, Oliverio Girondo, Alfredo González Garaño, Eduerdo Maller, María Rosa Oliver y Guillermo de Torre. Como secretarios de
redacción participaron Gullermo de la Torre, José Bianco, Silvina Ocampo, Raimundo Lida, Ernesto Sábato, María luisa Bombal, Pelegrina Pastorino, Nicolás Barrios
Lynch y Enrique Pezzoni.

ESTRATEGIAS DE INSERCIÓN Y SUSTENTACIÓN

Dado el extenso lapsus que envuelve la publicación de Sur, se pueden relevar varios estados del campo: en este trabajo se pretende señalar aquí dos de los
más relevantes o controvertidos. Uno, dado en el momento de emergencia; otro, por aquel cuyo contexto es la primera y segunda presidencia de Perón. Se
cree oportuno puntualizar en ellos.

En sus inicios, el contexto ponía en relieve la necesidad de redefinir los vínculos con Europa, (si se adoptaba una integración cultural latinoamericana o bien, el
panamericanismo hegemónico de Estado Unidos como orientación); en otras palabras, comienzan a fluir nuevos emergentes. En el campo cultural se hablaba
de la masificación o la estratificación; y, en consecuencia, el rol del intelectual y si éste debía tener una posición política o mantenerse al margen de los
hechos. Muchos defienden la idea de que en Sur existe una aceptación de la teoría de las élites intelectuales y las minorías ilustradas como salvaguardas y
repositores de la cultura.

Siguiendo con el segundo campo definido para la revista Sur, durante el peronismo -con el cual surgía una noción de público y tradición distinta que genera una
tensión- podría puntualizarse que su estrategia, en particular, fue el "silencio alusivo". En este punto Sitman considera que el silencio fue simbólico; para otros
fue considerado una autocensura. Lo cierto es que se evitaba la confrontación ideológica directa a pesar de la tensión. La misma autora señala que "en el
marco del consenso antiperonista que reinaba en la época en el campo cultural argentino de esa época, sin duda contribuyeron a la sostenida hegemonía de
la revista de Victoria Ocampo en el ámbito de las letras argentinas, aun en circunstancias que les eran adversas."[4]

Marcaba oposición, por ejemplo, seleccionando y publicando textos que trasladados al ámbito argentino asumían indirectamente una crítica, que eran
fácilmente interpretados por sus lectores y que el peronismo optaba por ignorar. Pero nunca fue considerada por ello una amenaza y continuó siendo el símbolo
de la cultura.

Asimismo se observa que, si bien sus inicios fueron favorables en cuanto a su publicación, surgieron inconvenientes que debieron ser sorteados, como su
elevado costo de publicación, el hecho de no tener un espacio destinado para anuncios de publicidad y por consiguiente su limitada circulación (por suscripción
y en librerías) que pasaron a contener entre 80 y 100 páginas. Por tales circunstancias y por ser una empresa deficitaria y, a fin de ayudar a solventarla, se
creó la editorial del mismo nombre con la finalidad de divulgar "lo mejor de la literatura argentina y extranjera del momento."[5]

Pero ¿qué nos quedó de Sur?, diversas y distintas ideas vendrán a nuestra memoria, y siempre quedará algo titilante de esta polémica revista.

Concluyendo podría decirse que en la actualidad, no hay lugar a dudas de que se convirtió en una revista faro de la modernidad sudamericana en lo que
respecta a las artes y a las letras, logrando la hegemonía en el campo cultural, un actor decisivo del campo intelectual argentino durante buena parte del siglo
XX y la editorial responsable de la importación de títulos y nombres que tonificarían la escritura en y desde el sur (Faulkner, Sartre, Camus, para mencionar
algunos).

Se ha dicho menos, o no se ha dicho, que, comandada por Victoria Ocampo, la publicación reunió a lo largo de su existencia un número notable de escritores y
críticos que, desde José Bianco hasta Sylvia Molloy y Alejandra Pizarnik, pasando por Severo Sarduy, Virgilio Piñera, Silvina Ocampo y Enrique Pezzoni, en una
demografía de la disidencia sexual que carece de muchos ejemplos comparables en nuestra historia intelectual. Al mismo tiempo, las políticas de traducción e
importación arman una suerte de canon europeo, en el que se destacan André Gide, Virginia Woolf y Jean Genet.

Quizás la intervención cultural más evidente de Sur se juegue alrededor de la construcción de una cultura cosmopolita: una idea de cultura que conecte las
identidades nacionales con los desarrollos del resto del globo que, para la revista, se concentraban en la modernidad europea.

Abrir canales de comunicación y de intercambio con Europa y EE.UU significaba contrarrestar tendencias nacionalistas y localistas, para lo cual construye toda
una estrategia de traducciones y de reflexiones sobre la relación entre cultura y cosmopolitismo y sobre los modos en que la cultura permite reinventar los
límites de la identidad nacional para ponerla en sintonía con una modernidad global, universal, humanista. Este impulso cosmopolita no está desprovisto de
tensiones. Si, por un lado, el “buen gusto” y el decoro que marcan el tono prevalente de la revista difícilmente admitían referencias explícitas a sexualidades
disidentes, por otro, muchos de los materiales que circulan por la revista no se dejan de-sexualizar ni higienizar sin más.

Estos datos vuelven aún más llamativo que hasta el momento ninguna aproximación crítica a Sur haya postulado una mirada de conjunto sobre las políticas y
éticas de la sexualidad que atraviesan el proyecto de la revista.

Como lo expone Bourdieu “El intelectual está situado histórica y socialmente, en la medida que forma parte de un campo intelectual, por referencia al cual su
proyecto creador se define se integra, en la medida, si se quiere, en que es contemporáneo de aquellos con quienes se comunican…” (Pierre Bourdieu, 2002.)

Sur ha dejado huellas imborrables, tras su paso selló la libertad de la literatura, una puerta única, entreabierta a las riquezas y contradicciones del siglo XX, una
clave plural y democrática para “inscribir nuestro enigma en el universo y entrar en comunicación con él". (Ivonne Bordelois)

(1) Proyecto Villa Ocampo. Organización de las Naciones Unidas para la educación, la Ciencia y la Cultura. Disponible
en http://www.villaocampo.org/cas/historico/victoria.htm. Última consulta 18/06/2015

(2) Sitman Rosalie; Victoria Ocampo y Sur, Bs. As, Ediciones Lumiere, 2003, pág. 84

(3) ONUECC, Bordelois, Ivonne; Victoria Ocampo en la cultura. Sur disponible en http://www.villaocampo.org/web/content/sur. última consulta 19/06/15

(4) ídem, pág. 211

(5) ídem, pág. 86

Bibliografía

Bourdieu, Pierre. (2002) “Campo intelectual y proyecto creador” en Campo de poder, campo intelectual, Buenos Aires, Montressor. Recupera

Instituto Nacional de Formación. Clase 2: Lecturas imprescindibles (Parte 1) Pierre Bourdieu (Francia). Proyectos Culturales. Especializ

Instituto Nacional de Formación Docente. Clase 3: Lecturas imprescindibles (Parte 2):Raymond Williams (Inglaterra) Proyecto Culturales.

Podlubne Judith; "El antiperonismo de Sur: entre la leyenda satánica y el elitismo programático". pdf

Podlubne Judith; "Entre la gratuidad y el compromiso: el valor de lo literario en la revista Sur". Universidad Nacional de Rosario-CONI

Sitman Rosalie; Victoria Ocampo y Sur, Bs. As, Ediciones Lumiere, 2003.

Venturini, Santiago; "La versión de "Sur". Disponible en: http://www.revistaenie.clarin.com/ideas/version-Sur-Victoria-Ocampo_0_77872214

http://www.encuentro.gov.ar/sitios/encuentro/programas/ver?rec_id=1061

Fecha de última modificación : 23/06/2015 11:07 por Mariela Soledad Czerepak

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