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La Primera Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Humano, también conocida como
Conferencia de Estocolmo, giró en torno a la contaminación química, las pruebas atómicas y la
caza de ballenas, cuestiones que en aquél momento marcaban las grandes preocupaciones
mundiales en materia ambiental. El clima, sin embargo, no estuvo todavía presente en dicha
convención. Por primera vez en un foro internacional se analizaron conjuntamente aspectos
sociales y económicos como integrantes de la problemática medioambiental. También fue en
ese momento cuando la comunidad mundial, por primera vez, certificó el daño causado por el
ser humano al planeta. Se suele considerar a esta cumbre como el punto de partida en la
evolución del moderno Derecho Ambiental Internacional.
Los objetivos fundamentales de la Cumbre eran lograr un equilibrio justo entre las necesidades
económicas, sociales y ambientales de las generaciones presentes y de las generaciones futuras
y sentar las bases para una asociación mundial entre los países desarrollados y los países en
desarrollo, así como entre los gobiernos y los sectores de la sociedad civil, sobre la base de la
comprensión de las necesidades y los intereses comunes.
El clima y las emisiones de gases de efecto invernadero fueron los grandes protagonistas de esta
convención. El Protocolo de Kioto (Japón) fue un acuerdo internacional ratificado por 192
países y puesto en marcha en 2005 por el que los estados más industrializados se comprometían
a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, con el objetivo de detener el cambio
climático, una realidad ya por entonces sobradamente constatada desde el punto de vista
científico.
Estados Unidos estuvo ausente en esta cumbre, que tuvo una segunda parte a modo de prórroga
para el logro de los objetivos marcados.
El protocolo de Kioto fue el que creó los mecanismos de ‘flexibilidad’ para cumplir con los
objetivos de reducción, entre ellos alguno tan controvertido como la posibilidad de que los
países comercien con las emisiones contaminantes, financiando proyectos medioambientales en
otros estados a cambio de obtener derechos de emisión.
Busca reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en el planeta y promueve el
crecimiento sustentable de los países en desarrollo.
La Conferencia de las Partes número 21 que fue la Cumbre de París representó el gran
‘acelerón’ que necesitaba el planeta en vista de la alarmante situación climática y después de los
insuficientes resultados de la cumbre de Kioto. 190 países firmaron un acuerdo, jurídicamente
vinculante (como en todos los casos anteriores) por el que se comprometen a hacer todo lo
necesario para que el aumento de temperatura a final de siglo en la Tierra no supere los 2º C
respecto a los niveles preindustriales (1850), y, a ser posible, se quede por debajo de los 1,5º C.
También se adoptaron compromisos para ofrecer ayuda a los países en desarrollo para adaptarse
a las consecuencias del cambio climático.
La asignatura que queda pendiente desde hace varias COP es el artículo 6 del Acuerdo de París,
que es el que recoge la posibilidad de que los países se acojan a un intercambio de derechos de
emisiones. Las negociaciones para regular esta compra y venta de emisiones de carbono es uno
de los principales retos de la nueva Conferencia de las Partes de Glasgow.
Combatir el cambio climático y acelerar e intensificar las acciones e inversiones necesarias para
un futuro sostenible con bajas emisiones de carbono.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), también conocidos como Objetivos Globales,
fueron adoptados por las Naciones Unidas en 2015 como un llamamiento universal para poner
fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar que para el 2030 todas las personas disfruten de
paz y prosperidad.
Los 17 ODS están integrados: reconocen que la acción en un área afectará los resultados en otras
áreas y que el desarrollo debe equilibrar la sostenibilidad social, económica y ambiental. Los
países se han comprometido a priorizar el progreso de los más rezagados.
Los ODS están diseñados para acabar con la pobreza, el hambre, el sida y la discriminación contra
mujeres y niñas.
La creatividad, el conocimiento, la tecnología y los recursos financieros de toda la sociedad son
necesarios para alcanzar los ODS en todos los contextos.
Cada objetivo tiene metas específicas que deben alcanzarse en los próximos 15 años, y se espera
que los gobiernos, el sector privado, la sociedad civil y las personas trabajen juntos para lograrlos.
Los ODS son universales y se aplican a todos los países, y se espera que sean transformadores,
ya que ofrecen un cambio de paradigma en relación con el modelo tradicional de desarrollo hacia
un desarrollo sostenible que integra la dimensión económica, social y medioambiental.