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Es con la Reforma que el hombre moderno logra su primera gran libertad, esto es, la
libertad de conciencia religiosa. Le sigue la libertad política con la cual, a partir de la
Revolución Francesa, el hombre ya no queda sujeto al arbitrio de la voluntad del
gobernante, sino que éstos últimos pasan a depender ahora de aquellos que los eligieron.
La razón empieza a mostrar sus mejores frutos logrando conseguir descubrimientos
portentosos. Emerge como base explicativa de todos los grandes temas presentes.
Fundamentalmente es la razón técnica y la razón científica lo que impera para la
explicación y teorización de los problemas que el hombre enfrenta, desconociendo todo
conocimiento proveniente de la fe, la tradición o la mera intuición. En el nuevo orden
axiológico, el hombre pasa a ser una especie animada que tiene conciencia de su ser, se
da cuenta de sus actos y de su estado, vale decir, una especie animada esencialmente
distinta a las demás, al pasar a tener ahora necesidades, aspiraciones y actitudes que no
se confunden con las exigencias y posibilidades animales, sino que las sobre pasan. Con
esta distinción, es capaz de relacionar y distinguir los medios y los fines, tanto como
comprender, adquirir conocimientos y juzgar todas las cosas que percibe o sobre las
cuales actúa.c) Carácter progresivo del proceso histórico Ser moderno es estar siempre
abierto al devenir en un proceso hacia un fin o hacia una meta que siempre será superior.
Componente esencial de la Modernidad es, pues, la negación del pasado, de lo viejo, una
esperanza en el futuro, en lo que vendrá, en lo nuevo, es decir, un proceso ascendente en
que lo viejo cede paso a lo nuevo. Lo propio de la Modernidad será el progreso. Los
hombres se proyectan hacia el mañana y los pueblos subordinan las preocupaciones de
sus orígenes a la búsqueda de una proyección hacia su nuevo destino. La fe en el
progreso permite confiar en que el futuro será no sólo diferente, sino mejor, y que será
tarea de los hombres llevar a cabo las transformaciones de las condiciones presentes.
Pero se puede decir que en todas las épocas ha estado presente el progreso, lo cual es
un hecho cierto, pero no es menos cierto que en periodos anteriores este progreso se
hacía perceptible después de varias generaciones. Los únicos cambios radicales que se
conocían antes correspondían a aquellos que se sucedían por efecto de las guerras y de
los fenómenos de la naturaleza. Sin embargo, estos cambios no siempre jugaron en
función de un mayor progreso, sino que, por lo general, representaron distintos grados de
decadencia. Es por ello que el progreso corresponde por entero a un concepto que
debemos asociar al tiempo y al hombre moderno, en la medida que es sólo en esta época
cuando los cambios se caracterizan por un dinamismo siempre creciente. La palabra
moderno, como se sabe, deriva de la voz modo, y modo o moda es lo que está de paso a
la espera que venga algo más nuevo. El hombre moderno se encuentra devorado por las
novedades, lo cual explica las diversas nuevas concepciones en el arte y las distintas
corrientes en la filosofía. En las ciencias este fenómeno ha permitido, por ejemplo, la revolución en
la física y en la termodinámica que ha logrado romper con la tradicional concepción
newtoneana que se vivía hasta hace muy poco. Pero, ciertamente no hubiéramos llegado
a los viajes espaciales desde la época de las cavernas sino hubieran habido continuos
cambios. De allí que para definir los cambios en la época moderna se hace necesario
diferenciarlos de los demás cambios. Esta distinción queda
Todos los cambios, pese a su rapidez, extensión y profundidad, han sido rápidamente
asimilados por el hombre, habiéndose adaptado rápidamente a todas las novedades. Con ello,
ha demostrado la gran capacidad que tiene para adaptarse a los nuevos modos de
percibir la realidad, sin extrañar los anteriores.d) La secularización El hombre moderno
empieza a valerse por sí mismo con entera autonomía y sin auxilio alguno de poderes extraños,
lo que lo lleva a secularizarse, esto es, considerar que el destino último
se juega en la tierra y que, en última instancia, debemos rendir cuenta de nuestras vidas a
nosotros mismos y no a fuerzas superiores. La secularización de la sociedad moderna
conduce a privilegiar la relación entre el hombre y la naturaleza y, por ende, las
transformaciones que el hombre pueda realizar. En este contexto, adquieren primera
importancia las transformaciones que puedan llevarse a cabo en la vida que es siempre
temporal y terrena. Después del largo oscurantismo medieval, lo humano triunfa de nuevo
exaltándose la vida en todos sus aspectos, resurgiendo la exigencia antigua por el estudio
directo de la naturaleza, repudiando el sometimiento ciego a la tradición y la autoridad que
la regía. Así, cada esfera, no sólo de la cultura, sino también de la actividad humana,
comienza a generar sus propios principios de autosuficiencia y autonomía. La
secularización corresponde a la expresión típica de la profunda revolución que se opera
en los valores culturales de nuestra época. El avance progresivo de la ciencia y de la
técnica ayuda a desmitificar la creación y a desfatalizar la historia provocando la plena
emergencia de los valores seculares. La emergencia de estos valores con su consiste en
autónoma constituyen el hecho clave que identifica a la sociedad moderna. En la sociedad
secular ya no asistimos al espectáculo de una adhesión religiosa presionada por ex
temalidades, sino que ésta se hace transparente al ser, ahora
Finalmente, la libertad económica
El progreso humanístico
El Humanismo Universalista