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Como dice ese viejo adagio: “Recordar es volver a vivir”. Hacer esta reminiscencia ha hecho
que vuelva a mi pasado. Ha habido tristeza de por medio, mas lo tomo con hidalguía pues creo
que es parte de la vida (hechos que nos ayudan a ver el mundo desde la perspectiva de la
superación y que después de una lúgubre noche hay un fausto amanecer). Me consuela la
dicha de confiar en Dios, que no estoy solo, que tengo una familia por quien luchar, de dar
tanto por ella y de amarla denodadamente.
GOBIERNO REGIONAL CAJAMARCA
DIRECCIÓN REGIONAL DE EDUCACIÓN
UNIDAD DE GESTIÓN EDUCATIVA LOCAL CAJABAMBA
ÁREA DE GESTIÓN PEDAGÓGICA
Recordé mi infancia con nostalgia: ver a mi padre durmiendo por las calles preso por la
dipsomanía, ver a mi tío y abuela en las cantinas; sin embargo, también vi a mi madre trabajar
incansablemente para dejarnos un mendrugo de pan; también me vi solo junto a mis
hermanas, como solíamos estar por muchos días en casa. La vida la vivimos con miedo, a salto
de mata, la vivimos aprendiendo a ser viejos siendo todavía niños.
También recordé mi adolescencia y juventud: trabajando a veces con mamá y gran parte en el
estudio. Recordé mis épocas de sufrimiento al ver a mi madre sentirse sola luchando con el día
a día y con la vida que era dura. Pero también recordé épocas sagradas del gran amor de
nuestra adolescencia, nuestro primer beso y los afanes que teníamos que hacer para
conquistar a nuestros más ilusos sentimientos.
Asimismo, recordé mi juventud y adultez: allí pude ver lo tan pequeña que es la vida, la
fugacidad de esta. Que tengo que ser útil a la sociedad, que tengo que amar a mi prójimo y
darme íntegramente por mi familia y por mi institución educativa, que tengo que ser un
docente a carta cabal por el estudiantado, que tengo que ser cabeza y no cola, que tengo que
trascender…
Frente a las circunstancias adversas suscitadas en mi vida pasada pude superarlas gracias a la
ayuda de mi madre, quien, con cada uno de sus consejos y la entereza brindados, todos los
días, me ayudaron a ser un hombre correcto, de bien para la sociedad. Asimismo, Dios, a quien
tuve la dicha de encontrarlo en mi camino, y quien gracias a su encomiable ayuda permitió que
mi padre saliera rotundamente del alcohol, incluso sus enseñanzas me sirvieron para ser un
mejor padre para mis hijos, el especial esposo para mi compañera de vida y el mejor ser
humano para la sociedad.