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Universidad Nacional Autónoma de México

Materia :
Retórica para la Interpretación y Argumentación Jurídica

Argumentación judicial

Presenta:
Alicia Sofia Moreno Morales
Implementación del control o test de razonabilidad

Uno de los desafíos centrales en la implementación del control o test de


razonabilidad en la argumentación judicial radica en asegurar su consistencia y
viabilidad práctica. El texto proporciona un conjunto detallado de pasos que los
juzgadores deben seguir para aplicar este control, sin embargo, existe la dificultad
de garantizar que en la práctica se pueda llevar a cabo de manera efectiva y
coherente.
La consistencia en la aplicación del control de razonabilidad se presenta como una
tarea complicada, ya que diferentes jueces pueden interpretar y aplicar el test de
manera variada, lo que podría dar lugar a decisiones dispares. La complejidad de la
evaluación necesaria, que implica analizar detalladamente hechos, circunstancias,
posturas éticas y jurídicas, así como identificar y ponderar principios en colisión,
plantea otro reto importante. Asegurar que esta evaluación sea completa y justa en
todos los casos se convierte en una tarea muy desafiante, dada la diversidad de
situaciones legales.
Además, la viabilidad práctica del control de razonabilidad requiere considerar los
recursos necesarios para llevar a cabo este proceso de manera adecuada. La
asignación de tiempo y financiamiento para que los tribunales realicen una
evaluación exhaustiva podría ser un obstáculo logístico y financiero. La aplicación
uniforme del control también es un reto, ya que la variedad de posturas éticas que
pueden fundamentar el análisis y la interpretación personal de los jueces pueden
influir en la elección de posturas y en la identificación de principios relevantes.

Justificación de sentencias

Otro de los retos en la argumentación judicial, es la obligación de justificar las


sentencias. Este desafío se presenta en el contexto de la motivación y
fundamentación de las decisiones judiciales. La motivación judicial, entendida como
la expresión de las razones que respaldan una decisión, se considera esencial para
evitar el voluntarismo y garantizar la racionalidad en el proceso de toma de
decisiones.
A lo largo de la historia del derecho, la obligación de motivar las decisiones
judiciales ha evolucionado. En el pasado, no siempre existía esta obligación, y en
algunos casos, se aconsejaba no mencionar las causas que llevaron a la decisión
para evitar abusos. Sin embargo, con el tiempo, la motivación se volvió obligatoria,
destacando la necesidad de expresar los motivos que fundamentan la decisión.
La motivación se entiende como el examen y valoración de los hechos presentados
por las partes de acuerdo con los elementos de convicción en el proceso.
Un aspecto crucial de esta obligación es la distinción entre motivación y
fundamentación. Mientras la motivación se refiere al examen de los hechos, la
fundamentación implica la expresión de los argumentos jurídicos que respaldan la
aplicación de los preceptos normativos invocados por el juzgador. La
fundamentación, también denominada justificación, se divide en interna y externa,
centrándose en la lógica de las premisas y en la validez o corrección de estas,
respectivamente.
El reto que emerge de esta obligación de justificar las sentencias radica en
encontrar un equilibrio adecuado entre la motivación y la fundamentación,
asegurando que la argumentación jurídica sea lógicamente coherente y que las
premisas utilizadas sean válidas y correctas. Además, los jueces deben enfrentar la
tarea de comunicar de manera clara y comprensible las razones detrás de sus
decisiones, lo que implica una labor reflexiva y analítica en cada caso. La calidad de
la argumentación judicial se convierte así en un desafío constante para garantizar la
transparencia, la justicia y la legitimidad del sistema legal.

Garantizar calidad y solidez de las premisas

Un último desafío de la argumentación judicial consiste en garantizar la calidad y


solidez de las premisas que sustentan la sentencia. Este reto implica asegurar la
aceptabilidad de las premisas al verificar que reflejen valores y juicios respaldados
por la comunidad jurídica, así como verificar su relevancia, asegurando que
conducen lógicamente a la conclusión. Además, se debe abordar la suficiencia de
las premisas para proporcionar una base robusta, evitando generalizaciones
apresuradas. La verificación del respaldo de las premisas en la ley, jurisprudencia,
doctrina, tratados internacionales o principios constituye otro aspecto crítico. Ante
deficiencias, la mejora de la argumentación implica agregar premisas respaldadas
por principios legales reconocidos, fortalecer la conexión lógica entre las premisas y
la conclusión y garantizar la referencia a fuentes jurídicas sólidas. Este proceso
contribuye a reforzar la fundamentación de la sentencia y a elevar la calidad del
razonamiento judicial.

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