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MEMORIA

En un lugar maravilloso que es como un trozo de paraíso terrenal, en Cádiz,


levantamos un plano infinito frente al mar infinito, la casa más radical que jamás
hemos hecho. Al borde mismo de las aguas del Océano Atlántico, donde el mar
une el nuevo y el viejo continente surge una plataforma de piedra. En el lugar por
el que cruzaban y cruzan todas las naves que vienen del Mediterráneo a
abismarse en el Atlántico.
Allí hemos levantado una casa como si de un muelle frente al mar se tratara. Una
casa que es un podio coronado por un plano horizontal superior. Sobre ese plano
horizontal rotundo, despejado y desnudo, nos situamos frente al horizonte lejano
que traza el mar por donde se pone el sol. Un plano horizontal en alto, construido
en piedra, en travertino romano, como si fuera de arena, un plano infinito frente
al mar infinito. Nada más y nada menos.
Para materializar este plano horizontal elevado, que es la estancia principal de la
casa, construimos una gran caja de 20 metros de frente y 36 metros de fondo. Y
bajo los primeros 12 metros excavamos dos plantas en el sólido capaz de piedra
para desarrollar todo el programa de la vivienda.
Los romanos estuvieron allí hace un puñado de siglos. Bolonia, las ruinas de las
factorías pesqueras romanas donde elaboraban el garum y levantaron algunos
templos a sus dioses, está a la vuelta de la esquina. En su honor hemos construido
nuestra casa, como una acrópolis en piedra, en travertino romano.
Para que esa plataforma tenga más fuerza incorporamos todo el terreno hasta el
muro de entrada que nos separa de la calle, también en travertino romano. La
entrada a la casa, traspasado este muro, se hará “en trinchera” por unas escaleras
excavadas en el plano de la plataforma.
Un poeta griego, diría que éste es un verdadero temenos, el lugar donde, según la
mitología, los dioses se encuentran con los hombres.
Sobre la desnuda plataforma de piedra, tres muros nos guardan la espalda y los
costados protegiéndonos del fuerte viento allí dominante. A veces pareciera que
alguien allí abriera el odre de los vientos de Eolo. Los mismos vientos que
empujaron la embarcación de Ulises en su nostos.
Hay un precioso aguafuerte de Rembrandt de 1655, “Cristo presentado al
pueblo”, que siempre me ha fascinado. Allí Rembrandt traza una línea recta,
horizontal. Perfectamente recta y perfectamente horizontal. Es el borde del
potente estrado, podio, sobre el que se desarrolla la escena. Allí, como Mies
hiciera tantas veces, ha convertido el plano en línea. Estoy seguro de que a
Rembrandt, y a Mies, esta nuestra casa podio, todo podio, sólo podio, les
gustaría. Y a Adalberto Libera, pues eso fue lo que hizo cuando construyó la
Casa Malaparte en Capri. Y a nosotros también. Y cuando desde la playa
contemplemos nuestra casa, nos acordaremos de todos ellos.
Querríamos que esta casa fuera capaz no sólo de detener el tiempo, sino además
de permanecer en la memoria y en el corazón de los hombres. La casa del
infinito.
Vídeo de la construcción
DATOS TÉCNICOS
Arquitecto: Alberto Campo Baeza in collaboration with Tomás Carranza, Javier
Montero (Co-directors of Construction). Situación: Cádiz,
Spain. Cliente: Privado. Proyecto: 2012. Construcción: 2014. Superficie: 900m2.
Colaboradores: Alejandro Cervilla García, Ignacio Aguirre López, Gaja Bieniasz,
Augustín Gor, Sara Oneto. Estructura: Andrés Rubio Morán. Aparejador: Manuel
Cebada Orrequia. Constructor: Chiclana. Fotógrafo: Javier Callejas.

Descripción enviada por el equipo del proyecto. En un lugar maravilloso que es como
un trozo de paraíso terrenal, en Cádiz, levantamos un plano infinito frente al mar
infinito, la casa más radical que jamás hemos hecho. Al borde mismo de las aguas del
Océano Atlántico, donde el mar une el nuevo y el viejo continente surge una plataforma
de piedra. En el lugar por el que cruzaban y cruzan todas las naves que vienen del
Mediterráneo a abismarse en el Atlántico.

Allí hemos levantado una casa como si de un muelle frente al mar se tratara. Una casa
que es un podio coronado por un plano horizontal superior. Sobre ese plano horizontal
rotundo, despejado y desnudo, nos situamos frente al horizonte lejano que traza el mar
por donde se pone el sol. Un plano horizontal en alto, construido en piedra, en travertino
romano, como si fuera de arena, un plano infinito frente al mar infinito. Nada más y nada
menos.

Para materializar este plano horizontal elevado, que es la estancia principal de la casa,
construimos una gran caja de 20 metros de frente y 36 metros de fondo. Y bajo los
primeros 12 metros excavamos dos plantas en el sólido capaz de piedra para desarrollar
todo el programa de la vivienda.

Los romanos estuvieron allí hace un puñado de siglos. Bolonia, las ruinas de las factorías
pesqueras romanas donde elaboraban el garum y levantaron algunos templos a sus
dioses, está a la vuelta de la esquina. En su honor hemos construido nuestra casa, como
una acrópolis en piedra, en travertino romano.

Para que esa plataforma tenga más fuerza incorporamos todo el terreno hasta el muro de
entrada que nos separa de la calle, también en travertino romano. La entrada a la casa,
traspasado este muro, se hará “en trinchera” por unas escaleras excavadas en el plano de
la plataforma.

Un poeta griego, diría que éste es un verdadero temenos, el lugar donde, según la
mitología, los dioses se encuentran con los hombres.

Sobre la desnuda plataforma de piedra, tres muros nos guardan la espalda y los costados
protegiéndonos del fuerte viento allí dominante. A veces pareciera que alguien allí
abriera el odre de los vientos de Eolo. Los mismos vientos que empujaron la
embarcación de Ulises en su nostos.

Hay un precioso aguafuerte de Rembrandt de 1655, “Cristo presentado al pueblo”, que


siempre me ha fascinado. Allí Rembrandt traza una línea recta, horizontal. Perfectamente
recta y perfectamente horizontal. Es el borde del potente estrado, podio, sobre el que se
desarrolla la escena. Allí, como Mies hiciera tantas veces, ha convertido el plano en línea.
Estoy seguro de que a Rembrandt, y a Mies, esta nuestra casa podio, todo podio, sólo
podio, les gustaría. Y a Adalberto Libera, pues eso fue lo que hizo cuando construyó la
Casa Malaparte en Capri. Y a nosotros también. Y cuando desde la playa contemplemos
nuestra casa, nos acordaremos de todos ellos.
Querríamos que esta casa fuera capaz no sólo de detener el tiempo, sino además de
permanecer en la memoria y en el corazón de los hombres. La casa del infinito.

En Cádiz, al borde de las aguas que separan el continente


europeo con el africano, en la Casa del Infinito, la historia se
proyecta hacia la modernidad. Cerca de este lugar etéreo
surgen las ruinas de Baelo Claudia, una antigua ciudad
romana en las proximidades de Bolonia, y uno de los
lugares arqueológicos mejor preservados en
Andalucía, asentamiento en honor al cual Alberto Campo
Baeza concibió su proyecto.
En palabras del propio arquitecto, la casa ha sido "la obra más
radical que jamás hemos hecho". No es para menos, ya que la
construcción se diseñó con el objetivo de dar énfasis a la
sensación de continuidad frente al mar infinito. Por
ello, la vivienda se levanta como un podio coronado por
un plano horizontal superior, en travertino romano,
emplazada en la arena como si fuese una gran caja de 20 metros
de frente y 36 metros de fondo. En la azotea, una piscina de
diseño minimalista ofrece un espacio de baño adicional. Por
debajo de los primeros 12 metros se desarrolla el espacio habitable
en dos plantas excavadas en la piedra, material que domina la
estructura hasta el muro de entrada que separa la parcela de la
calle, infundiendo un sentido de solidez perenne. Un auténtico
tesoro con el océano Atlántico como escenario.
Una vez atravesado el muro, se accede a la casa por unas escaleras excavadas en
el plano de la plataforma desnuda, resguardada por tres muros de piedra que
protegen la estructura del viento.

Para dividir la cocina del vestíbulo central, el estudio optó por el sistema de
puerta-paredEssential Corredero de Scrigno para una hoja, resaltado por un
lucernario donde la iluminación natural se expande hacia las habitaciones.

Desde esta zona se accede directamente al comedor, mediante una amplia


entrada que transporta la vista hacia una superficie de cristal donde es posible
admirar el paisaje externo.

Casa del infinito, Cádiz, España (2014)


La habrá reconocido al instante: es uno de los proyectos más admirados del
arquitecto Alberto Campo Baeza. Levantada como si fuera un muelle frente al mar, ese
plano horizontal de mármol travertino (abundan en su memoria las referencias romanas
y pictóricas) con piscina es un sueño hecho realidad. Corona la gran caja de 20 metros
de frente y 36 metros de fondo que acoge la casa, de espacios amplios y abiertos, sin
nada que se interponga con el horizonte.

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