Está en la página 1de 7

Universidad de Costa Rica

Facultad de Ciencias Sociales

Escuela de Geografía

GF-0010 Procesos Biofísicos en Geografía

Grupo: 001

Profesor/a del curso:

Dr. Víctor Cortés Granados

“Séptimo resumen”

Nombre del estudiante:

Gerald Jafet Mora Alvarado C25086

Fecha de entrega:

24 de noviembre de 2023

II Ciclo 2023
Meteorización y suelo
Procesos externo de la tierra: Algunos como meteorización, procesos
gravitacionales y erosión, tienen lugar en la superficie terrestre, alimentados por la energía
solar. Son cruciales en el ciclo de las rocas, transformando rocas sólidas en sedimentos.
Aunque la superficie terrestre pueda parecer estática, a lo largo de los 4.500 millones de años
de la Tierra, las montañas se erosionan, los lagos acumulan sedimentos y los desiertos
cambian con los cambios climáticos. La Tierra es un organismo dinámico donde la actividad
volcánica y la formación de montañas elevan la superficie terrestre. Simultáneamente,
procesos externos como meteorización, procesos gravitacionales y erosión descomponen la
roca y desplazan los sedimentos hacia áreas más bajas.
Meteorización: La meteorización, esencial en el ciclo de las rocas y en el sistema
Tierra, afecta a todos los materiales, incluido el hormigón. Con el tiempo, hasta una pared
recién construida de hormigón se agrieta y desintegra debido a procesos naturales similares
a los que afectan a las rocas. La meteorización es el proceso mediante el cual la roca se
fragmenta y experimenta alteraciones químicas. En la meteorización mecánica, la roca se
rompe en fragmentos más pequeños sin que su composición mineral sufra cambios. La
meteorización química implica una transformación química de la roca. Este fenómeno se
desencadena debido a los cambios ambientales que afectan a los materiales terrestres. Por
ejemplo, cuando las rocas situadas sobre un cuerpo ígneo intrusivo son erosionadas, la masa
rocosa expuesta experimenta cambios gradualmente; esto se conoce como meteorización.
Meteorización mecánica: La meteorización mecánica fragmenta las rocas en partes
más pequeñas, ampliando el área superficial para la meteorización química. Factores como
la helada, descompresión, expansión térmica y actividad biológica pueden provocar la
fragmentación. Además, agentes erosivos como el viento, el hielo y el agua también
contribuyen a la desintegración de los materiales rocosos, facilitando el proceso de
meteorización.
Fragmentación del hielo: Cuando el agua se congela, se expande alrededor de un 9
por ciento debido a la estructura cristalina del hielo. Esta expansión ejerce una gran presión
sobre las paredes del lugar donde se encuentra el agua congelada. Por lo tanto, los ciclos
repetidos de congelación y deshielo representan un proceso importante de meteorización
mecánica. En entornos naturales, el agua penetra las grietas de las rocas y, al congelarse,
expande y ensancha esas aberturas. Este fenómeno, llamado gelifracción, resulta en la
fractura de la roca en fragmentos angulares. Los acuñamientos de hielo también pueden
ocasionar daños en carreteras durante el ciclo de congelación y deshielo.
Descompresión: Cuando grandes extensiones de roca ígnea, como el granito, están
sujetas a la erosión, surgen formaciones concéntricas en un fenómeno conocido como
lajeamiento. Este proceso se atribuye a la descompresión generada por la disminución de la
presión cuando la roca superior es erosionada. La meteorización persistente fragmenta y
desprende las losas, dando origen a domos de exfoliación. En la minería profunda, la
eliminación de la presión de confinamiento provoca explosiones de grandes bloques de roca
en las galerías recién cortadas, debido a la súbita reducción de la presión. Este fenómeno
también da lugar a diaclasas, fracturas que permiten la infiltración del agua e inician el
proceso de meteorización.
Expansión térmica: En los desiertos cálidos, las rocas experimentan meteorización
debido al ciclo diario de temperatura, con fluctuaciones diurnas que pueden superar los 30°
C. Los ciclos de calentamiento y enfriamiento causan expansión y contracción en las rocas.
Aunque los estudios de laboratorio no respaldan completamente este proceso en la
desintegración de las rocas, los cantos rodados en áreas desérticas muestran signos de
fragmentación debido a los cambios de temperatura. Se necesita más investigación para llegar
a una conclusión definitiva sobre el impacto de las variaciones de temperatura en la
desintegración de las rocas.
Actividad biológica: Las acciones de plantas, animales que excavan y los seres
humanos también influyen en la meteorización. Las raíces vegetales penetran fracturas, los
animales la descomponen, y los humanos impactan especialmente en áreas mineras o de
construcción.
Meteorización química: La descomposición química desintegra los elementos de las
rocas y los minerales, transformándolos en nuevos minerales o liberándolos al entorno. El
agua es el agente disolvente clave en este proceso, en el que se da la disolución, oxidación e
hidrólisis.
Disolución: La disolución implica la capacidad de ciertos minerales para disolverse
en agua debido a la polaridad de las moléculas de agua y las cargas de los iones en los
minerales. La halita, un mineral hidrosoluble compuesto por iones de sodio y cloro, se
disuelve fácilmente en agua. Aunque la mayoría de los minerales son insolubles en agua pura,
la presencia de ácido aumenta su corrosión. Los ácidos se forman naturalmente, como por la
disolución de dióxido de carbono en agua de lluvia y la meteorización de sulfuros. Los ácidos
reactivos descomponen fácilmente la mayoría de las rocas, incluso la calcita, que se ve
afectada por soluciones débilmente ácidas. En la disolución, el carbonato cálcico insoluble
se transforma en productos solubles, disolviendo grandes cantidades de caliza en la
naturaleza, formando cavernas por el agua subterránea. Ácidos corrosivos afectan
monumentos de caliza y mármol. Los iones solubles en el agua subterránea generan agua
dura, tratada con ablandadores para eliminar iones que reaccionan con el jabón.
Oxidación: La oxidación se da cuando el hierro se une con el oxígeno, formando
óxido férrico. La oxidación es clave en la descomposición de minerales ferromagnesianos
como el olivino, piroxeno y hornblenda. El hierro se une al oxígeno formando hematites o
limonita. Este proceso ocurre tras la liberación del hierro de la estructura del silicato por
hidrólisis. La pirita produce ácido sulfúrico y oxi-hidróxido de hierro, causando daño
ambiental, principalmente en áreas con drenaje ácido de mina.
Hidrólisis: Los silicatos experimentan descomposición principal por hidrólisis, donde
los iones hidrógeno reemplazan y atacan a otros iones en la estructura cristalina,
desintegrando el mineral. La presencia de agua, junto con sustancias como el dióxido de
carbono, acelera la hidrólisis, formando ácido carbónico. Por ejemplo, el feldespato potásico
se descompone en caolinita, una arcilla estable en la superficie. Los minerales de arcilla son
abundantes en los suelos, y la lutita, una roca sedimentaria, contiene una alta proporción de
minerales de arcilla. La meteorización del feldespato potásico produce minerales de arcilla,
sílice y sales solubles. La sílice disuelta puede precipitarse como sílex, llenar espacios
porosos en sedimentos o ser extraída por organismos marinos para formar conchas de sílice.
En contraste, el cuarzo del granito es resistente a la meteorización química y se conserva
mientras los cristales de feldespato se convierten en arcilla. El cuarzo puede ser transportado
al mar y convertirse en arena o petrificarse para formar arenisca. Cuando los silicatos
experimentan meteorización química, liberan iones de sodio, calcio, potasio y magnesio que
forman productos solubles. El hierro se combina con el oxígeno, produciendo óxidos
insolubles como hematites y limonita, que dan al suelo tonalidades marrones o amarillas. El
aluminio, sílice y oxígeno se unen al agua para formar minerales de arcilla. La meteorización
química descompone minerales inestables y preserva los estables en la superficie terrestre,
determinando la composición del suelo. La meteorización química cambia la estructura
interna de los minerales y provoca cambios físicos, como la meteorización esferoidal. El agua
corriente ataca fragmentos rocosos angulosos, que adoptan formas esféricas para facilitar la
meteorización.
Velocidades de meteorización: La meteorización de las rocas puede ser influenciada
por diversos factores, como la fracturación de las rocas, el área superficial y las características
climáticas.
Características de la roca: Las características físicas y composición mineral de la roca,
como diaclasas y solubilidad, influyen en la meteorización. Por ejemplo, el granito es
resistente, el mármol se altera fácilmente. Silicatos, abundantes, siguen un orden de
meteorización según su cristalización. Cuarzo es resistente, olivino menos.
Clima: La meteorización de rocas se ve afectada por factores climáticos como
temperatura, humedad, ciclos de congelación-deshielo y vegetación. En ambientes cálidos y
húmedos, la meteorización química es más efectiva, mientras que en polares y áridos lo es
menos. La actividad humana puede influir en la composición atmosférica y, por ende, en la
velocidad de meteorización química.
Meteorización diferencial: La meteorización de las masas rocosas ocurre de manera
irregular, siendo la composición, resistencia y presencia de diaclasas factores determinantes
en la velocidad y configuración de este proceso. Esta variabilidad da lugar a la formación de
estructuras rocosas únicas y espectaculares.
Suelo: El suelo desempeña un papel esencial para la vida en nuestro planeta,
formando una red crucial junto con el aire y el agua que sustenta la diversidad de la vida. Las
plantas extraen elementos del suelo, fundamentales para todos los seres vivos, incluyendo los
humanos.
Interfase en el sistema tierra: El suelo es una interfase donde interactúan diferentes
partes del sistema Tierra. Evoluciona en respuesta a interacciones ambientales y cambia
gradualmente hasta alcanzar un nuevo equilibrio. Es sensible a los cambios ambientales y
ejemplifica la integración en el sistema Tierra.
Definición de suelo: La superficie terrestre está cubierta por el regolito, debido a la
meteorización. El suelo es esencial para el crecimiento de las plantas y está compuesto por
materia mineral, orgánica, agua y aire. Incluye humus, que provee nutrientes y mejora la
retención de agua. El suelo tiene espacios porosos para la circulación de aire y agua.
Responde a los cambios ambientales y es una interfaz crucial en el sistema Tierra. El agua
del suelo es una solución compleja que contiene nutrientes solubles. Además de proporcionar
humedad para las reacciones químicas, suministra nutrientes a las plantas. Los espacios
porosos contienen aire, que es esencial para las plantas y los microorganismos en el suelo.
Factores formadores del suelo: El suelo se forma a través de la interacción de
factores como la roca madre, el tiempo, el clima y la actividad biológica. Puede ser residual
o transportado, dependiendo de su origen. Contiene nutrientes y espacios porosos cruciales
para las plantas y microorganismos. La naturaleza de la roca madre influye en el suelo en
cuanto a la velocidad de meteorización y formación, así como en la fertilidad y vegetación.
Sin embargo, el clima y otros factores son más importantes en la formación del suelo.
Tiempo: El tiempo es importante en la formación del suelo. Al principio, la roca
madre determina las características del suelo. Con el tiempo, el clima y otros factores
influyen más. La duración de los procesos varía, pero en general, un suelo más antiguo es
más grueso y diferente a la roca madre.
Clima: El clima es el factor más influyente en la formación del suelo. La temperatura
y las precipitaciones determinan la meteorización y la fertilidad del suelo, así como la vida
vegetal y animal presente.
Plantas: Las plantas y animales son importantes en la formación del suelo. Su
presencia influye en las propiedades físicas y químicas del suelo, y aportan materia orgánica.
La cantidad de materia orgánica varía entre suelos, pero es raro encontrar suelos sin ella. La
materia orgánica del suelo proviene principalmente de plantas, animales y microorganismos.
La descomposición de la materia orgánica aporta nutrientes y acelera la meteorización. Los
microorganismos también contribuyen a la fertilidad del suelo y convierten el nitrógeno
atmosférico en nitrógeno del suelo.
Topografía: La topografía del terreno influye en la formación del suelo. Las
pendientes empinadas tienen suelos delgados, mientras que las tierras bajas tienen suelos
gruesos y oscuros. La superficie plana es óptima para el desarrollo del suelo. La orientación
de la pendiente afecta la cantidad de luz solar recibida, lo cual influye en la vegetación y el
suelo. Varios factores forman el suelo, incluyendo la pendiente.
Perfil del suelo: Los procedimientos involucrados en la formación del suelo dan
origen a horizontes con características y composiciones distintas, pudiendo presentar
variaciones abruptas o graduales. La existencia de un perfil de suelo bien desarrollado
sugiere condiciones ambientales estables a lo largo del tiempo. Los horizontes del suelo se
desarrollan desde la superficie hacia el subsuelo, y este proceso varía según el entorno. La
orientación de la pendiente influye en la cantidad de luz solar, afectando la temperatura y
humedad del suelo, así como la vegetación y las propiedades del suelo. La disposición del
terreno puede cambiar en distancias cortas, generando diversos tipos de suelo. La cantidad
de agua que penetra y la erosión están vinculadas a la inclinación del terreno. La presencia
de horizontes en un suelo denota su madurez, mientras que algunos carecen de ellos. La
descomposición de materia orgánica y la actividad microbiana también ejercen influencia
en la formación del suelo. Los suelos inmaduros se forman en pendientes empinadas debido
a la erosión continua, impidiendo su desarrollo completo.
Clasificación de los suelos: La formación del suelo está influenciada por diversos
factores, generando una amplia gama de tipos de suelos. Para abordar esta diversidad, se
utiliza la Taxonomía del Suelo, un sistema de clasificación basado en propiedades físicas y
químicas. Este sistema, empleado en Estados Unidos, organiza los suelos en seis categorías
jerárquicas, desde orden hasta serie, reconociendo 12 órdenes y más de 19,000 series de
suelo. La clasificación simplifica la comprensión y análisis de los suelos, proporcionando
información sobre su composición, textura, estructura y color a diferentes profundidades. Las
diferencias en la formación del suelo, reflejadas en horizontes en el perfil, resultan de
condiciones ambientales y temporales, siendo fundamentales para entender y clasificar los
suelos. Los nombres de las unidades de clasificación del suelo son descriptivos y derivan del
latín y el griego. Por ejemplo, los suelos del orden Aridosol son característicamente secos en
regiones áridas, mientras que los suelos del orden Inceptisol (inceptum significa comienzo y
solum suelo) están en el comienzo del desarrollo del perfil. La clasificación del suelo
proporciona orden y simplicidad al estudio de los suelos, y el sistema de clasificación
utilizado en Estados Unidos se basa en propiedades físicas y químicas del suelo. Este sistema
reconoce 12 órdenes de suelo y más de 19,000 series de suelo.
Erosión del suelo: Los suelos son vitales para la vida humana al ser la base del
crecimiento de las plantas, a pesar de ser una pequeña parte de los materiales terrestres.
Aunque la fertilización mejora su productividad, la negligencia puede dañarlos. A pesar de
ser importantes para la alimentación y otros recursos básicos, los suelos son frecuentemente
maltratados. La pérdida de la capa vegetal superior, aunque no siempre evidente, es un
creciente problema debido a la expansión y alteración humana de la Tierra.
Manera en la que se erosiona el suelo: Esta parte de manera natural del ciclo de las
rocas, ocurre cuando fuerzas erosivas como el agua y el viento desplazan componentes del
suelo. Las gotas de lluvia, al golpear con fuerza, funcionan como pequeñas bombas,
desalojando partículas del suelo. El agua superficial arrastra estas partículas en un proceso
conocido como erosión laminar. El agua, al fluir inicialmente en forma de fina lamina, forma
acanaladuras y, con el tiempo, abarrancamientos más profundos. Cuando la agricultura no
resuelve los canales, se convierten las acanaladuras en abarrancamientos. Aunque la mayoría
de las partículas desplazadas solo se mueven brevemente con la lluvia, cantidades
significativas abandonan los campos y llegan a los ríos. Estas partículas, ahora sedimento,
son transportadas agua abajo y eventualmente se depositan.
Velocidad de erosión: La erosión, es el destino final de los suelos, ha aumentado
debido a actividades humanas como la agricultura y la deforestación, que eliminan la
protección natural de plantas. Sin vegetación, el suelo es vulnerable al viento y al lavado
superficial. La velocidad normal de erosión del suelo varía según características como el
clima y la vegetación. Estudios globales revelan que antes de la intervención humana, los
ríos transportaban más de 9.000 millones de toneladas métricas de sedimento anualmente.
Actualmente, esa cifra se ha más que duplicado, alcanzando aproximadamente 24.000
millones de toneladas métricas al año, por lo cual, destaca el impacto significativo de las
actividades humanas en la aceleración de la erosión. Medir la pérdida de suelo por erosión
del viento es complicado, debido a que es menos impactante que la erosión hídrica, excepto
en sequías prolongadas. En condiciones secas, vientos fuertes pueden despojar grandes
cantidades de suelo, como sucedió en los años 30 en las Grandes Llanuras, conocido como
Dust Bowl. En varias regiones, la erosión supera la formación del suelo, convirtiendo un
recurso renovable en no renovable. Actualmente, la capa vegetal se erosiona más rápido de
lo que se forma en más de un tercio de las zonas agrícolas, resultando en menor productividad
y calidad de cosechas, dando así ingresos agrícolas más bajos y un futuro preocupante.
Sedimentación y contaminación química: La erosión del suelo provoca el depósito de
millones de toneladas de sedimentos en lagos, ríos y pantanos anualmente. Este proceso
perjudica la capacidad de los pantanos para controlar inundaciones, abastecer agua y generar
energía hidroeléctrica. Además, la sedimentación en ríos puede afectar la navegación y
provocar trabajos costosos de dragado. Las partículas de suelo, a veces contaminadas con
pesticidas, amenazan la calidad del agua y la vida acuática, mientras que los nutrientes,
incluidos los de fertilizantes agrícolas, pueden provocar un rápido agotamiento de oxígeno y
la muerte prematura de cuerpos de agua. Preservar suelos es esencial si se quiere alimentar
la creciente población mundial. La pérdida innecesaria ocurre por falta de medidas de
conservación. La erosión no se puede eliminar por completo. Pero aun así, programas de
conservación, como barreras contra el viento y prácticas agrícolas específicas, pueden reducir
la pérdida del suelo, asegurando así la seguridad alimentaria y la sostenibilidad.
Referencia Bibliográfica

Lutgens, F K. y Tarbuck, E J. Meteorización y suelo. En Miguel Martín-Romo (Ed.),

Ciencias de la Tierra: una introducción a la geología física (175-199). Pearson

Prentice Hall

También podría gustarte