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Jesús crítica las prácticas estas clases dominantes de su tiempo. La crítica que realiza podemos dividirla en dos parte, en primer
lugar, critica las prácticas políticas de los poderosos, por que oprimen al pueblo y son causas de sufrimiento y pobreza, y cr´tica
sus prácticas económicas, basadas en la explotación de los pobres, y el modelo de vida que proponen basado en la acumulación
de riquezas, ya que es una idolatría, que reemplaza al Dios verdadero por el dinero.
Jesús, llamándoles, les dice: “Sabéis que los que son tenidos como
jefes de las naciones, las dominan como señores absolutos y sus gran-
des las oprimen con su poder. Pero no ha de ser así entre vosotros,
sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro
servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será esclavo
de todos, que tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido,
sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos”.
Critica al Sanedrín, a los sumos sacerdotes, a los ancianos (o jefes de las familias
nobles de Jerusalén) y a los escribas y fariseos: denuncia a los dirigentes.
Mc 11, 12-21
Al día siguiente, saliendo ellos de Betania, sintió hambre. Y viendo de
lejos una higuera con hojas, fue a ver si encontraba algo en ella;
acercándose a ella, no encontró más que hojas; es que no era tiempo
de higos. Entonces le dijo: “¡Que nunca jamás coma nadie fruto de
ti!” Y sus discípulos oían esto.
Llegan a Jerusalén; y entrando en el Templo, comenzó a echar fuera
a los que vendían y a los que compraban en el Templo; volcó las me-
sas de los cambistas y los puestos de los vendedores de palomas y no
permitía que nadie transportase cosas por el Templo.
Y les enseñaba, diciéndoles: “¿No está escrito: -Mi Casa será llamada Casa de oración para todas las gentes? -
¡Pero vosotros la tenéis hecha una cueva de bandidos!”
Se enteraron de esto los sumos sacerdotes y los escribas y buscaban cómo podrían matarle; porque le tenían
miedo, pues toda la gente estaba asombrada de su doctrina.
Y al atardecer, salía fuera de la ciudad. Al pasar muy de mañana, vieron la higuera, que estaba seca hasta la
raíz.
Pedro, recordándolo, le dice: “¡Rabbí, mira!, la higuera que maldijiste está seca”.
No reconoce la autoridad de los sumos sacerdotes (Mc 11, 27-33) y les anuncia que Dios les ha destituido (Mc 12, 9) y que Isra-
el ha dejado de ser el pueblo de Dios
Mc 11, 27-33
Vuelven a Jerusalén y, mientras paseaba por el Templo, se le acercan los sumos sacerdotes, los escribas y los
ancianos, y le decían: “¿Con qué autoridad haces esto?, o ¿quién te ha dado tal autoridad para hacerlo?»
Jesús les dijo: “Os voy a preguntar una cosa. Respondedme y os diré con qué autoridad hago esto. El bautismo
de Juan, ¿era del cielo o de los hombres? Respondedme.»
Ellos discurrían entre sí: “Si decimos: "Del cielo", dirá: "Entonces, ¿por qué no le creísteis?" Pero ¿vamos a de-
cir: "De los hombres?"» Tenían miedo a la gente; pues todos tenían a Juan por un verdadero profeta.
Responden, pues, a Jesús: “No sabemos.» Jesús entonces les dice: “Tampoco yo os digo con qué autoridad
hago esto.»
Mc 12, 9
¿Qué hará el dueño de la viña? Vendrá y dará muerte a los labradores y entregará la viña a otros.
Mt 21, 43
Por eso os digo: Se os quitará el Reino de Dios para dárselo a un pueblo que rinda sus frutos.
Declara que el Dios de las autoridades del Templo no es el verdadero, porque es un dios de muertos, que no existe.
Mc 12, 19-27
“Maestro, Moisés nos dejó escrito que si muere el hermano de alguno y deja mujer y no deja hijos, que su
hermano tome a la mujer para dar descendencia a su hermano.
Eran siete hermanos: el primero tomó mujer, pero murió sin dejar descendencia; también el segundo la tomó
y murió sin dejar descendencia; y el tercero lo mismo. Ninguno de los siete dejó descendencia. Después de
todos, murió también la mujer. En la resurrección, cuando resuciten, ¿de cuál de ellos será mujer? Porque los
siete la tuvieron por mujer.»
Jesús les contestó: “¿No estáis en un error precisamente por esto, por no entender las Escrituras ni el poder
de Dios? Pues cuando resuciten de entre los muertos, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido, sino que serán
como ángeles en los cielos.
Y acerca de que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en lo de la zarza, cómo Dios le
dijo: = Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? = No es un Dios de muertos, sino de vi-
vos. Estáis en un gran error.»
Mt 21, 28-32
Mt 23, 1-36
Entonces Jesús se dirigió a la gente y a sus discípulos y les dijo: “En la cátedra de Moisés se han sentado los
escribas y los fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque di-
cen y no hacen. Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren
moverlas. Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres; se hacen bien anchas las filacterias y
bien largas las orlas del manto; quieren el primer puesto en los banquetes y los primeros asientos en las sina-
gogas, que se les salude en las plazas y que la gente les llame "Rabbí".
“Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar "Rabbí", porque uno solo es vuestro Maestro; y vosotros sois todos
hermanos.
Ni llaméis a nadie "Padre" vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo.
Ni tampoco os dejéis llamar "Directores", porque uno solo es vuestro Director: el Cristo.
El mayor entre vosotros será vuestro servidor.
Pues el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado.
“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el Reino de los Cielos! Vosotros
ciertamente no entráis; y a los que están entrando no les dejáis entrar.
“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y, cuando
llega a serlo, le hacéis hijo de condenación el doble que vosotros!
“¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: "Si uno jura por el Santuario, eso no es nada; mas si jura por el oro
del Santuario, queda obligado!"
¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante, el oro, o el Santuario
que hace sagrado el oro?
Y también: "Si uno jura por el altar, eso no es nada; mas si jura por la
ofrenda que está sobre él, queda obligado."¡Ciegos! ¿Qué es más im-
portante, la ofrenda, o el altar que hace sagrada la ofrenda? Quien
jura, pues, por el altar, jura por él y por todo lo que está sobre él.
Quien jura por el Santuario, jura por él y por Aquel que lo habita. Y
quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por Aquel que está
sentado en él.
“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo
de la menta, del aneto y del comino, y descuidáis lo más importante
de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe! Esto es lo que había que
practicar, aunque sin descuidar aquello.
¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y os tragáis el camello!
“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que purificáis por
fuera la copa y el plato, mientras por dentro están llenos de rapiña e intemperancia!¡Fariseo ciego, purifica
primero por dentro la copa, para que también por fuera quede pura!
“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, pues sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera
parecen bonitos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia! Así también voso-
tros, por fuera aparecéis justos ante los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad.
“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los
monumentos de los justos, y decís: "Si nosotros hubiéramos vivido en el tiempo de nuestros padres, no habría-
mos tenido parte con ellos en la sangre de los profetas! Con lo cual atestiguáis contra vosotros mismos que
sois hijos de los que mataron a los profetas. ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!
“¡Serpientes, raza de víboras! ¿Cómo vais a escapar a la condenación de la gehenna?
Por eso, he aquí que yo envío a vosotros profetas, sabios y escribas: a unos los mataréis y los crucificaréis, a
otros los azotaréis en vuestras sinagogas y los perse-
guiréis de ciudad en ciudad, para que caiga sobre voso-
tros toda la sangre inocente derramada sobre la tierra,
desde la sangre del inocente Abel hasta la sangre de
Zacarías, hijo de Baraquías, a quien matasteis entre el
Santuario y el altar. Yo os aseguro: todo esto recaerá
sobre esta generación.
Lc 13, 31-32
En aquel mismo momento se acercaron algunos farise-
os, y le dijeron: “Sal y vete de aquí, porque Herodes
quiere matarte.» Y él les dijo: “Id a decir a ese zorro
(a ese don nadie): Yo expulso demonios y llevo a cabo
curaciones hoy y mañana, y al tercer día soy consuma-
do.
A Pilatos le advierte que no tendría ninguna autoridad para actuar contra Él, si Dios no se lo permitiera.
Jn 19, 11
Respondió Jesús: “No tendrías contra mí ningún poder, si no se te hubiera dado de arriba; por eso, el que me
ha entregado a ti tiene mayor pecado.»
Jesús niega la autoridad absoluta del Cesar y rechaza el dominio romano sobre Israel.
Mc 12, 13-17
Y envían donde él algunos fariseos y herodianos, para cazarle en alguna palabra.
Vienen y le dicen: “Maestro, sabemos que eres ve-
raz y que no te importa por nadie, porque no miras
la condición de las personas, sino que enseñas con
franqueza el camino de Dios: ¿Es lícito pagar tribu-
to al César o no? ¿Pagamos o dejamos de pagar?»
Mas él, dándose cuenta de su hipocresía, les dijo:
“¿Por qué me tentáis? Traedme un denario, que lo
vea.» Se lo trajeron y les dice: “¿De quién es esta
imagen y la inscripción?» Ellos le dijeron: “Del
César.» Jesús les dijo: “Lo del César, devolvédselo
al César, y lo de Dios, a Dios.» Y se maravillaban
de él.
Lc 23, 1-2
Y levantándose todos ellos, le llevaron ante Pilato. Comenzaron a acusarle diciendo: “Hemos encontrado a
éste alborotando a nuestro pueblo, prohibiendo pagar tributos al César y diciendo que él es Cristo Rey.»
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¿Cuáles están siendo las actitudes predominantes en nuestro tiempo respecto a las clases dominantes, frente a
los poderes políticos y religiosos de nuestro tiempo?