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MUNDO
80
EN
PECES
OTRAS
Y
CRIATURAS MARINAS
Helen Scales
Ilustraciones de Marcel George
Para Claire, Dipali, Nancy y Nicole,
mis mejores amigos desde hace mucho tiempo.
Título original
Around the Ocean in 80 Fish
I.S.B.N.: 978-84-19499-53-0
Depósito legal: B. 3909-2023
Impreso en China
WWW.BLUME.NET
C008047
L A V U E LTA A L
MUNDO
80
EN
PECES
YOTRAS
CRIATURAS MARINAS
Contenido
Introducción 8
MEDITERRÁNENO
ÍNDICO
PAC Í F I C O
MARES POLARES
Tiburón peregrino
Cetorhinus maximus
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extraerles el hígado. En aquella época, en Escocia pagaban pequeñas recompensas a
los pescadores que mataban tiburones peregrinos porque estos peces se consideraban
una plaga, ya que dañaban las redes de pesca al enredarse en ellas, y, además,
por aquel entonces la gente pensaba que, como tienen esa boca tan descomunal,
los tiburones peregrinos se comían todas las valiosas poblaciones de peces. Algo
parecido le sucedió a la población de tiburones peregrinos de la Columbia Británica,
en Canadá, que también fue objeto de persecución. Entre 1955 y 1964 funcionó
un programa federal de erradicación y navegó un buque patrulla con una cuchilla
montada en su proa diseñada para cortar a los tiburones peregrinos por la mitad.
En la mayoría de los lugares, las pesquerías de tiburón peregrino colapsaron
cuando las poblaciones casi se agotaron y dejaron de ser fáciles de capturar. Se cree
que se pescaron 100 000 ejemplares en el Atlántico Norte, incluso ya en la década de
1990 en el Reino Unido. En la actualidad, la especie está en gran medida protegida
frente a la pesca, y su número en estado salvaje parece relativamente estable. Se
siguen capturando algunos ejemplares de forma accidental, y sus enormes aletas
son muy valiosas, no tanto para elaborar sopa como para colgarlas como trofeos.
Es probable que el tiburón peregrino sea la explicación de muchas de las fábulas
sobre monstruos marinos de la historia, ya que cuando sus cadáveres aparecen
de forma natural en las playas, pueden estar en tal estado de descomposición
y desarticulación que la gente que los encuentra no tarda en empezar a conjurar
sobre terribles bestias.
PAC Í F I C O
S i alguna vez siente la tentación de creerse las historias de que los peces
solo tienen una memoria de siete segundos o son incapaces de sentir dolor
o alegría, piense en el lábrido limpiador. En los arrecifes de coral que recorren
los trópicos se desarrollan escenas de gran actividad en los territorios de los lábridos
limpiadores. Otros peces llegan y esperan con paciencia su turno para que les quiten
de la piel los parásitos chupadores de sangre. Cada día, los lábridos limpiadores
atienden a cientos de clientes, a los que recuerdan y a los que se adaptan para darles
servicio. Es esto lo que mantiene a la empresa de limpieza en el negocio y, sobre todo,
lo que permite que siga viva.
En cada estación de limpieza, todo el mundo observa una estricta etiqueta y se
desarrolla una intrincada coreografía. En primer lugar, los lábridos limpiadores, que
actúan solos o en parejas, anuncian sus servicios realizando bailes y moviendo la cola
rítmicamente. Después, cuando comienzan a limpiar, su cliente se mantiene inmóvil,
como en estado de trance. Aunque muchos de estos clientes son depredadores que
podrían comerse sin problema a los pequeños limpiadores, que son del tamaño de
un cigarro, una vez que terminan sus tareas de limpieza, se hace una tregua y nadie
se come a nadie. El lábrido limpiador nada con valentía hacia las bocas abiertas
de morenas, meros y otros cazadores de afilados dientes. Es como si un domador de
leones no solo metiera la cabeza en las fauces del animal, sino que se metiera entero
dentro. Para esos clientes, el lábrido limpiador siempre se comporta de la mejor
manera, sobre todo para los depredadores que llevan un tiempo sin comer, cosa
que de algún modo puede percibir este pez. Cuando su cliente es peligroso o está
hambriento, el lábrido limpiador se limita a quitarle parásitos y pieles muertas.
Pero los herbívoros inofensivos, como el sigano y el pez cirujano, no siempre
reciben tan buen trato: hay veces en las que el lábrido limpiador engaña a estos
clientes y se come trozos de piel viva. Lo hace para conseguir un poco de la
mucosidad que recubre la piel de los peces, lo que le ayuda a prevenir los daños
causados por los rayos UV que sufre por vivir en aguas tropicales bañadas por el sol.
Los peces no generan el protector solar por sí mismos, sino que lo obtienen a través
de la dieta, de ahí que el lábrido limpiador a veces muerda más fuerte, pero siempre
lo enmienda después dándole al cliente un masaje por toda la aleta. Es obvio
que los clientes disfrutan de este contacto físico, ya que se les ponen los ojos
en blanco y parecen entrar en un dichoso trance. Los científicos han observado
el descenso de las hormonas del estrés en la sangre de los peces tras recibir un
buen masaje. Es probable que estos sigan visitando las estaciones de limpieza,
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en ocasiones cientos de veces al día, no porque tengan parásitos, sino simplemente
porque les hace sentirse bien.
El lábrido limpiador también aprende qué peces viven en territorios pequeños
y no disponen de otras estaciones de limpieza a su alcance. Tal vez estos se vayan
molestos cuando los muerden, pero el lábrido sabe que volverán porque no tienen
otra opción. Además de su impresionante memoria a largo plazo y su capacidad para
percibir la motivación de otros peces, el lábrido limpiador muestra otros indicios
de capacidades cognitivas avanzadas. Incluso es posible que tenga autoconsciencia.
En 2019, un grupo de científicos de Alemania publicó un estudio en el que tuvieron
a diez lábridos limpiadores en acuarios individuales equipados con un espejo.
Al principio, los peces se lanzaron hacia su reflejo, al que confundieron con un
intruso no deseado. Un día después se calmaron y comenzaron a mirarse en el espejo.
A continuación, los científicos pusieron gel de color a cada pez en la cabeza,
y nueve de cada diez de ellos observaron su reflejo, quizás por ser conscientes
de que su aspecto había cambiado. Algunos se frotaron la cabeza contra el tanque
como si trataran de quitarse el punto de color. Los peces a los que se les había
aplicado un gel incoloro no hicieron nada parecido.
El estudio suscitó controversia, si bien se han realizado pruebas similares en
delfines, chimpancés, cuervos y elefantes que sí se han considerado concluyentes.
Sumérjase bajo las olas para conocer
a ochenta de los habitantes más
extraños y sorprendentes del océano.
En este recorrido por el mundo acuático, bellamente
ilustrado, se narran las fascinantes historias de
deslumbrantes criaturas marinas y sus ingeniosas
hazañas de supervivencia (desde producir
anticongelante hasta soportar temperaturas
elevadísimas) y se revelan las formas en que estas
criaturas aparentemente remotas han dado forma
a nuestras propias vidas, tanto a través de la
medicina como de la cultura y el folclore.
C008047
ISBN 978-84-19499-53-0
9 788419 499530