Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
UNIDAD II: Los sistemas económicos. 1. Los sistemas económicos y las relaciones de clase. El
excedente económico y la organización social de la producción.
Un sistema económico es una forma de organización de los procesos económicos, especialmente del de
producción. Podemos distinguir distintas formas de organizar la economía
Existen tres tipos de relaciones de clase, modos de producción o sistemas: esclavo y propietario (sistema
esclavista), siervo de la gleba y señor feudal (sistema económico feudal), y empleado y capitalista
(sistema capitalista).
Todos los sistemas económicos son productos de un proceso histórico, no devienen de ningún orden
natural.
Para Bowles y Edwards, el capitalismo es un sistema económico que produce mercancías con ánimos de
lucro, usando bienes de propiedad privada y trabajo asalariado. Según ellos, los tres elementos para
definir el capitalismo son: la mercancía, la propiedad privada de los medios de producción y trabajo
asalariado. De acuerdo con los autores, el capitalismo tiene tres dimensiones: vertical, horizontal y
“diagonal”. La horizontal se refiere a la competencia entre empresas en el mercado como pares aún si hay
diferencias en tamaño o poder entre ellas; la vertical refleja la asimetría de poder en los centros de
producción, donde empleados y empleadores no se relacionan en un plano de igualdad, sino de
subordinación a la autoridad; y la “diagonal” se refiere a la capacidad de cambio o innovación en cuanto a
la gama de productos y el mejoramiento de la técnica.
Una vez afianzado el capitalismo como modo de producción dominante luego de la etapa de transición y
la Revolución Industrial, los autores distinguen tres etapas del capitalismo:
- capitalismo competitivo (1840-1890) predominaban las pequeñas empresas, especialmente las
textiles, no existían limitaciones al ingreso de nuevos competidores, los productos eran homogéneos,
a los precios los fijaba la oferta y la demanda en la competencia en los mercados y se controlaban el
tiempo y la influencia de los empleados en el proceso productivo. Se implementaron dos dispositivos
de control patronal de la producción: el taylorismo (fragmentar los procesos complejos de producción
en gestos simples que podían ser realizados por un trabajador no calificado y cronometrar el tiempo
de las tareas para impedir que los empleados manejaran el tiempo a su voluntad) y el fordismo
(terminar cada pieza en un tiempo predeterminado para que esa pieza se sumara a la cadena de
montaje). Generaron un aumento enorme de la producción industrial a costa de la alienación de los
trabajadores. Estuvo vigente hasta 1960, en la etapa del capitalismo monopolístico.
- capitalismo monopolístico (1890-1940) se formaron grandes empresas, se concentró el capital, se
eliminó la libre competencia. Una nueva Revolución Industrial (teléfono, telégrafo, fonógrafo,
aspirina, aeroplanos, cine, autos, etc). Los estados empiezan a intervenir más en la regulación
económica. Se sumaron EEUU y Alemania al liderazgo económico mundial.
- capitalismo contemporáneo (1940-actualidad). Después de la caída de la URSS, se ha reestructurado
globalmente el capitalismo con un predominio del capital financiero y de las industrias del uso
intensivo del conocimiento. Se caracteriza por la desigualdad social y la pobreza, cuyas causas son el
desmantelamiento o retracción del Estado de bienestar y de los gastos sociales. La automatización de
los procesos productivos ha transformado el empleo asalariado, eliminado puestos de trabajo y
llevado a la precariedad y degradación laboral.
Desde una perspectiva marxista, las dos teorías que marcaron el origen del capitalismo son: la tesis de
Robert Brenner sostiene que el capitalismo surgió en Inglaterra entre el siglo XV y el siglo XVII, y la
tesis de Immanuel Wallerstein de que el capitalismo es un sistema mundial, una “economía mundo” que
se forma en el mismo período que sugiere Brenner y surge coordinando económicamente amplias
extensiones del planeta en una única división internacional del trabajo que articula zonas centrales,
semiperiféricas y periféricas.
Para Brenner, después de la Guerra de los Cien Años y la Guerra de las Dos Rosas, Inglaterra estaba
devastada, desorganizada política y económicamente, y habían enfrentamientos entre la clase nobiliaria.
Los siervos de los señores feudales se rebelaron y los últimos no pudieron disciplinarlos, y tuvieron que
recurrir al arrendamiento de sus tierras a empresarios para generar ingresos. Este hecho implicó sustituir
el modo de obtención de excedentes de uno coercitivo a uno contractual, horizontal o monetario. Los
arrendatarios comerciales empleaban trabajadores asalariados. Entonces, para Brenner la transición del
feudalismo al capitalismo se dio en el campo y no en la ciudad. Los señores feudales se transformaron en
propietarios absolutos de las tierras, que alquilaban sus campos a empresarios arrendatarios. A medida
que se recuperaba la economía inglesa y aumentaban los precios de los alimentos, aumentaba la
competencia por las tierras. Dada la propiedad absoluta de los ex señores feudales, ni los asalariados ni
los arrendatarios tenían acceso directo a los bienes de subsistencia, por lo cual para sobrevivir debían
acudir a los mercados. La compra y venta en los mercados, y la competencia entre los empresarios en el
campo llevaron a una mayor especialización en las ocupaciones y en la producción, innovación técnica y
en los productos y la dinámica capitalista actual.
Las zonas centrales son el comando (Inglaterra, Francia y Países Bajos) donde había crecimiento
manufacturero, desarrollo urbano, alta densidad demográfica, tendencia a la mano de obra libre y amplia
diversidad de ocupaciones. Las áreas semiperiféricas son un punto intermedio entre el centro y la
periferia, donde predominan formas intermedias. Las zonas periféricas se centraban en actividades
primarias, como la producción de alimentos en Europa Oriental y la minería en América (México, Perú y
Bolivia). Para Wallerstein la economía mundo se ha extendido geográficamente hasta convertirse en el
único sistema económico mundial.
2. El sector exterior.
Los motivos por los que las naciones intercambian bienes entre sí, son: no todos los países cuentan con
las materias primas necesarias para producir un determinado bien (petróleo en España) o no cuentan con
el conocimiento necesario para la producción de un determinado bien (insumos derivados del petróleo en
Argentina).
Los países importan productos que podrían producir ellos mismos, pero importan porque cada nación
tiene recursos y capacidades diferentes. Los factores explicativos que determinan qué es lo que un país
puede producir y vender a otros países son: las condiciones climatológicas, la riqueza mineral, el nivel
tecnológico, la cantidad de tierra cultivable disponible, la cantidad de mano de obra disponible y la
cantidad de capital disponible. Las primeras determinan los bienes de los que un país puede disponer y los
que puede necesitar. La riqueza mineral está determinada por los minerales que se encuentran en el
subsuelo, los gases y el petróleo. El nivel tecnológico determina la complejidad de los productos a
exportar (robots industriales o inteligencia artificial). La cantidad de tierra apta para la agricultura y
ganadería aumentan las posibilidades de intercambiar y exportar esos productos. La cantidad de mano de
obra disponible aumenta la producción de bienes intensivos (el ensamblaje de electrodomésticos). La
cantidad de capital disponible aumenta el nivel de inversión y el número de fábricas automatizadas.
El comercio internacional aumenta la producción, reduce los costos y permite colocar los excedentes de la
producción local en el mercado internacional. Este tipo de comercio seguiría existiendo, aun si el nivel
tecnológico y los recursos fueran los mismos, porque las preferencias de la población son diferentes y van
a requerir productos con diferentes características y orígenes que satisfagan sus gustos.
David Ricardo creó la teoría del comercio internacional o de las ventajas comparativas para explicar la
especialización de los países mediante el comercio internacional y determinó cuáles eran las principales
producciones de las naciones. Cada país debía dedicarse a producir aquellos bienes y servicios sobre los
que tenía costos de producción más bajos que otros países. Esta ventaja podía ser natural (proporcionada
por la naturaleza) o adquirida (obtenida mediante el conocimiento o la innovación). A los países no les
conviene producir todos los bienes y servicios que necesitan, pero sí les conviene producir y vender
aquellos sobre los que tienen una ventaja comparativa sobre el resto de los países o que esté mejor
preparado con el fin de producir a un menor costo. Supone que los factores de producción (tierra, trabajo
y capital) son flexibles y fácilmente adaptables a la producción de cualquier bien, y que el intercambio es
totalmente libre y que no hay intervención o regulación estatal.
Sin embargo, esta teoría tiene sus límites en la práctica por cuatro razones:
1. un país no se va a limitar a producir pocos productos sobre los que tiene una ventaja comparativa, sino
que va a producir más bienes y servicios.
2. la ventaja comparativa que abarata la producción puede desaparecer si los costos de transporte son
altos.
3. no es fácil para las personas ni para las instalaciones industriales pasar de la producción de un bien a
otro.
4. las barreras y obstáculos comerciales son frecuentes y el intercambio libre no es posible.
Hay economistas que sostienen el libre intercambio de bienes, servicios y capitales entre los países, pero
también hay economistas que sostienen que cierto nivel de intervencionismo o proteccionismo estatal es
necesario por seis motivos: para limitar la entrada de ciertos productos, proteger las industrias estratégicas
de la economía local, fomentar la industrialización y la creación de empleo, sustituir la importación por la
producción de bienes en el país, posibilitar el surgimiento y desarrollo de nuevas industrias, y combatir
los déficits externos.
A partir de la década del ‘50, en América Latina tuvo lugar un fenómeno llamado estructuralismo o
desarrollismo latinoamericano, que buscó empezar a desarrollar dentro de los países sudamericanos los
bienes que se compraban al exterior. Por ejemplo, en Argentina hacia 1950 existía una sola empresa
grande de la siderurgia (SOMISA) y se pusieron restricciones a la instalación de industrias siderúrgicas
extranjeras.
Las medidas proteccionistas toman forma de varias maneras: como aranceles (impuestos que los países
cobran a los importadores con el objetivo de recaudar y encarecer el precio de los productos extranjeros
frente a los nacionales en el mercado interno), como cuotas o cupos de importación (restricciones que los
países ponen a la cantidad de compra de un bien o servicio) y como subsidios a la exportación (entrega
nominal de parte del sector público a título gratuito a fin de aumentar la competitividad y disminuir los
costos de producción y el precio final en el mercado internacional). Otro tipo de medidas proteccionistas
son las barreras no arancelarias (disposiciones administrativas que discriminan en contra los productos
extranjeros en favor de los nacionales y dificultan su ingreso) como trámites aduaneros costosos y
complejos y controles de calidad y sanidad muy estrictos.
Es un documento contable que registra sistemáticamente las operaciones económicas entre un país y el
resto del mundo durante un período determinado, generalmente un año. Suministra información detallada
sobre las transacciones económicas vinculadas a bienes, servicios y capitales. Las transacciones en sí se
registran en dos grandes sub balanzas: la balanza de cuenta corriente y la balanza de cuenta capital.
Los servicios reales son transacciones internacionales que implican servicios de transporte, seguros,
fletes, prestaciones profesionales, etc. Los servicios financieros son las rentas de inversión que incluyen
los intereses y utilidades/ganancias transferidas de un país a otro.
La balanza en cuenta corriente puede tener un saldo positivo (implica superávit) o negativo (implica
déficit). La balanza argentina en cuenta corriente viene siendo altamente deficitaria estos últimos años
porque las importaciones son mayores a las exportaciones, los intereses de los préstamos otorgados
causan una gran salida de divisas del país y las filiales argentinas de empresas multinacionales remiten
sus ganancias a sus casas matrices.
Los desequilibrios de la balanza en cuenta corriente deben compensarse con la balanza en cuenta capital.
Si la balanza en cuenta corriente incurre en déficit, se debe recurrir al pedido de préstamos internacionales
o a la venta de activos nacionales (acciones o propiedades inmobiliarias) a extranjeros en la balanza de
cuenta capital para conseguir un superávit.
Las transacciones en cuenta corriente se liquidan y no hay ninguna consecuencia posterior. Las
transacciones en cuenta capital tienen consecuencias posteriores en forma de pago de capital e intereses.
Este conjunto de transacciones reflejan la disponibilidad que tiene un país de financiar su formación de
capital y modificar su posición deudora o acreedora frente al mundo.
Capitales directos (o de “riesgo”) y capitales de préstamo.
La balanza de capital se compone de dos grandes sectores: los capitales de riesgo y los capitales de
préstamo. Algunos también incluyen dentro de esta balanza las variaciones en las reservas centrales de
divisas. El Banco Central reduce sus reservas de divisas cuando la balanza de pagos es deficitaria y las
incrementa cuando presenta superávit.
Los capitales de riesgo incluyen la inversión directa (una empresa abre una filial en Argentina o una
empresa argentina abre una filial en otro país) y las inversiones en cartera (se compra o vende la
propiedad, acciones o capital de una empresa). Algunos autores incluyen dentro de las inversiones en
cartera a la compra de títulos o bonos públicos.
Los capitales de préstamo pueden ser de largo, mediano o corto plazo e incluyen los préstamos recibidos
o hechos por agentes económicos nacionales.
Reservas internacionales.
La deuda externa.
La capacidad de importar.
3. El mercado de cambios.
La diferencia entre el comercio nacional e internacional es que en el primero se utiliza la misma moneda
para las transacciones y en el segundo se utiliza una moneda común. El mercado de cambios o divisas se
utiliza para cambiar la moneda local por la moneda del país con el que se quiere comerciar. El tipo de
cambio es el precio de una moneda expresado en otra (cuántas unidades de moneda nacional se requieren
para comprar la moneda extranjera).
La depreciación o devaluación se da cuando sube el precio en pesos de una unidad de moneda extranjera.
Cuando esto pasa, incrementan las exportaciones (porque son más baratas para los compradores) y
disminuyen las importaciones (porque son más caras para los compradores). La apreciación o
valorización se da cuando baja el precio en pesos de una unidad de moneda extranjera.
El tipo de cambio, concepto.
El sistema de tipo de cambio es un conjunto de reglas que determinan el comportamiento del banco
central en el mercado de divisas. Hay dos sistemas de tipos de cambio: el flexible (que se determina por
el libre juego de la oferta y la demanda de divisas) y el fijo o rígido (el tipo de cambio es fijado por el
Banco Central y se vincula a una moneda o mercancía específica).
Las ventajas del tipo de cambio flexible son: el balance de cambios está siempre en equilibrio y el
mercado va a solucionar solo cualquier desequilibrio. Es un modelo teórico que en la realidad se
encuentra con muchas limitaciones a causa de la incapacidad del mercado para regular y solucionar todos
sus desequilibrios autónomamente, de la imposibilidad de mantener precios y relaciones internacionales
estables, y de la presencia de especuladores que complican el ajuste natural del mercado.
El patrón oro y el “1 a 1” eran sistemas de tipo de cambio fijo. El valor del peso con respecto al dólar
estaba garantizado por la Ley de Convertibilidad y lo fijaba en 1 peso = 1 dólar. El BCRA está obligado a
comprar o vender dólares a ese tipo de cambio y debe mantener un respaldo del 100% en oro y divisas del
efectivo en circulación. No se podía emitir dinero si no se compraban dólares, si no había respaldo.
El sistema de cambio que se viene utilizando últimamente en la mayoría de los países es un sistema mixto
llamado la flotación sucia o intervenida. Es un sistema de tipo de cambio flexible con intervención del
Banco Central, en el que el Banco Central fija un objetivo con respecto al mercado de divisas e interviene
en casos puntuales, dejando que la oferta y la demanda se manejen solas. Ante una devaluación, por
ejemplo, el Banco Central puede intervenir y aumentar la oferta de dólares a través de la venta de sus
reservas con el fin de disminuir el tipo de cambio.
Como el sistema de cambio flexible se maneja con la oferta y la demanda de divisas, es necesario conocer
cómo estas se determinan. La oferta de dólares la determinan los exportadores nacionales, los turistas
extranjeros, los prestadores extranjeros de servicios y los inversores extranjeros. Los importadores
nacionales, los turistas nacionales, los residentes que deseen obtener servicios extranjeros y los inversores
argentinos determinan la demanda de divisas porque son quienes desean obtenerla para conseguir sus
fines.
Los problemas que tenemos actualmente son que no tenemos oferta de dólares, no vienen turistas del
extranjero, las exportaciones son bajas y los inversores son pocos.
El precio del tipo de cambio lo determina la oferta y la demanda de dólares (cuando la oferta es poca y
hay mucha demanda, el precio del tipo de cambio empieza a subir).
4. El sector público. La intervención del estado en la actividad económica. Las finanzas públicas. Gasto
público: concepto y clasificación. Ingresos públicos: concepto y clasificación. Impuestos: distintos tipos.
Resultado primario no financiero y resultado global. El ahorro público, el déficit fiscal. La deuda pública.
Producto bruto a costo de factores y a precios de mercado.
● Otras fuentes de ingreso son: tarifas, tasas y contribuciones. Obtención de créditos por parte
Para que sea posible la provisión de los distintos bienes y servicios comentados, el sector público hace
una serie de gastos que, sumados, conforman el Gasto Público. El Gasto Público argentino ronda el 40%
del PBI. Para saber el tamaño del sector público de un país dentro de su sistema económico, se compara el
Gasto Público con el PBI de cada nación. De cada $100 pesos que gasta el sector público, el 24% es
destinado a previsión social (jubilaciones y pensiones), 15% a salud, cerca de 15% a educación, cultura,
ciencia y tecnología, 16% en funcionamiento del Estado (7% en administración general y 7% en defensa
y seguridad), 5% en deuda pública y 5% en obra pública. Países como Canadá, Francia, Suecia y Noruega
tienen más gasto público.
En cuanto al financiamiento del sector público, su principal fuente de ingresos son los tributos o
impuestos, los cuales son cargas que el sector público le impone al sector privado sin darle nada a cambio
de forma directa. Esta imposición es posible por el poder coercitivo que tiene el Estado.
Los impuestos se pueden clasificar, de acuerdo a su forma de aplicación, en directos e indirectos. Los
impuestos directos recaen sobre los ingresos o propiedades de personas físicas o jurídicas, es decir,
gravan manifestaciones directas de la riqueza (impuesto a las ganancias, al patrimonio neto, a los activos,
a las propiedades urbanas o rurales, al automotor, etc.). Los indirectos se llaman también impuestos al
consumo y son manifestaciones indirectas de la riqueza (IVA, combustibles, etc). Se encuentran
incorporados al precio de los bienes y servicios en alguna, varias o todas las etapas del proceso
productivo, y son pagados por el consumidor final de ese bien o servicio. No se sabe con nombre y
apellido quién es el contribuyente.
También se clasifican en progresivos, proporcionales o regresivos de acuerdo a la incidencia que tienen
sobre el ingreso del contribuyente. Los impuestos progresivos son los que aumentan su incidencia a
medida que el ingreso de la persona incrementa; los proporcionales son los que mantienen su incidencia
constante a medida que el ingreso aumenta (tanto contribuyentes de ingresos bajos como contribuyentes
de ingresos altos pagan la misma proporción de sus ingresos en concepto de impuestos); y los regresivos
son los que disminuyen su incidencia a medida que el ingreso de la persona incrementa (la proporción de
los ingresos destinada a pagar impuestos decrece al pasar de contribuyentes de ingresos bajos a
contribuyentes de ingresos altos). En general, los impuestos indirectos son regresivos y los directos son
proporcionales o progresivos.
En la estructura tributaria argentina, de cada $100 que recauda la AFIP en concepto de impuestos obtiene
casi $48 por indirectos y $29 por directos. La mayor parte de la recaudación es a través de impuestos
regresivos. En los países desarrollados predominan los impuestos progresivos y directos, mientras que en
los subdesarrollados lo hacen los impuestos regresivos e indirectos.
A la relación entre recaudación tributaria y PBI se la denomina Presión Tributaria. La presión tributaria
argentina ha ido en aumento desde fines de los noventa y, si bien ha mejorado en su progresividad,
perjudica a los sectores de menores ingresos. La presión sobre el consumo en 2015 (14,6%) resulta de las
más elevadas del mundo, mientras que la presión a través de los impuestos directos es relativamente baja
(9,4%). Lo importante no es cuánto porcentaje de impuestos se cobran sino lo que se hace con esos
impuestos.
El financiamiento del sector público se realiza fundamentalmente a través de impuestos, tarifas, tasas y
contribuciones, pero otras alternativas de financiamiento consisten en la emisión de títulos públicos, es
decir, en la toma de deuda interna o externa; en la emisión de papel moneda cuando el sector público
recurre al B.C.R.A. para que lo financie; en la venta de bienes o servicios públicos; y en la venta de
empresas y sociedades estatales (privatizaciones).
La diferencia entre el ingreso y el gasto público se llama resultado fiscal. Cuando la diferencia es negativa
(hay más gastos que ingresos), implica déficit fiscal y cuando la diferencia es positiva (hay más ingresos
que gastos) implica superávit fiscal.
De acuerdo a su habitualidad, frecuencia y regularidad, los gastos e ingresos se clasifican en corrientes y
no corrientes. Los gastos corrientes son repetitivos, no tienen mucha variación y se repiten año a año
(sueldos de empleados públicos, la compra de insumos, el pago de intereses por deuda, la recaudación
impositiva, los aportes a la seguridad social, la venta de bienes y servicios de la Administración Central,
etc.). Los no corrientes son los que no se repiten mes a mes (gastos de obra pública, aportes del tesoro
nacional a las provincias, etc.).
La diferencia entre los Ingresos Corrientes y los Gastos Corrientes determinan el Ahorro o Desahorro.
Cuando el Sector Público obtiene más Ingresos Corrientes que sus Gastos Corrientes se ha alcanzado un
Ahorro Corriente; a la inversa el resultado es de un Desahorro Corriente.
Sumados los Ingresos Corrientes y los de Capital; y los Gastos Corrientes y los de Capital se obtienen los
Ingresos Totales y los Gastos Totales. La diferencia entre ambos nos muestra el superávit fiscal o el
déficit fiscal. Si hay déficit fiscal, se lo puede afrontar con la toma de deuda o con la emisión de papel
moneda.
Cuando el exceso de la demanda especifica de divisas con respecto a su oferta obliga a una
devaluación, esta crea una onda generalizada de aumentos de costos y precios que se propaga al resto
del sistema productivo. Por tratarse de una inflación cuyo origen es el estrangulamiento en uno de los
rubros de la oferta, la cambiaria constituye un caso especial de las inflaciones estructurales.
● En la inflación de costos, cuyo motor principal suelen ser los aumentos salariales, es el sector
● En la inflación cambiaria toma una mayor proporción de ingreso el sector exportador y a un plazo
En cualquiera de estos casos, el sector que recibe el aumento se apropia de una mayor porción del
ingreso nacional a costa de los sectores restantes. Si los demás sectores se niegan a disminuir su
participación en el ingreso y dan pasos para reconquistarla, inician una serie de aumentos en cadena
que van abarcando los demás precios, hasta llegar a una espiral inflacionaria completa. En esta, los
incrementos de precios en el mercado interno, de salarios y del tipo de cambio se suceden en forma
cíclica. Si persiste la causa primitiva, a medida que se va cerrando la espiral el sector beneficiado
vuelve a tomar la delantera, y conserva así en forma dinámica su ventaja inicial relativa.
Según Diamand, en América Latina tenemos estructuras productivas desequilibradas (dentro del sector
productivo hay un sector económico que está en condiciones para competir internacionalmente y la
mayoría de la economía es altamente dependiente del sector externo para poder funcionar y organizarse)
en contraposición a las estructuras productivas equilibradas de los países desarrollados (los tres sectores
económicos están en condiciones de competir internacionalmente y no son altamente dependientes de
insumos del exterior porque los producen ellos mismos).
Los países industrializados no tienden a tener inflación estructural porque no necesitan tantos insumos del
exterior y si faltaran, pueden recurrir a la importación. Como los dólares de nuestra economía están
limitados por ciertas restricciones, no podemos recurrir a la importación si faltan insumos.
En todos los casos de inflación, el sector que recibe un aumento en sus ingresos como consecuencia de
los aumentos de precios, se apropia de una parte de los ingresos a costa de los otros sectores. Si el
gobierno y otros actores, lo permiten el sistema va a quedar en un estado de equilibrio en favor del sector
dominante.
Según Diamand, en Argentina tenemos dos tipos de inflaciones de costos:
- una que se da luego de las grandes devaluaciones, forzadas por los desequilibrios externos. El tipo de
cambio se adelanta a los otros determinantes de costos (los niveles salariales y las utilidades
empresariales) y se producen transferencias de ingresos desde el sector asalariado y el empresarial no
agropecuario hacia el sector propietario rural y el financiero. A medida que se va reactivando la
economía, después de las devaluaciones, el sector asalariado busca aumentos salariales para no
perder poder adquisitivo y estos aumentos se van a trasladar a los precios de venta vía los
empresarios.
- la otra se da por un conflicto por una mayor participación en el ingreso que hay dentro del sector
asalariado. Cada gremio firma convenios, pero cierra las paritarias en distintos momentos del año. El
segundo tipo corresponde a una mayor participación en el ingreso dentro del mismo sector
asalariado. Los convenios de los diversos gremios vencen en distintas épocas del año. En el
momento de renovarse el convenio, un gremio determinado logra el aumento. Dado que se trata de un
solo gremio entre muchos, no es muy grande el efecto del aumento sobre los precios y el gremio
beneficiado logra un incremento momentáneo de su salario real. Al poco tiempo, el proceso se repite
con otro gremio. El nivel de precios sube de nuevo en cierta proporción y así sucesivamente. En el
transcurso del año, el primer gremio va perdiendo su ventaja inicial, debido a las alzas de precios que
ocasionan los aumentos de los otros gremios, y llega al próximo convenio con un salario real
reducido con respecto a su valor máximo, según la magnitud de la inflación que tuvo lugar.
● El segundo tipo corresponde a una mayor participación en el ingreso dentro del mismo sector
asalariado. Los convenios de los diversos gremios vencen en distintas épocas del año. En el momento
de renovarse el convenio, un gremio determinado logra el aumento. Dado que se trata de un solo
gremio entre muchos, no es muy grande el efecto del aumento sobre los precios y el gremio
beneficiado logra un incremento momentáneo de su salario real. Al poco tiempo, el proceso se repite
con otro gremio. El nivel de precios sube de nuevo en cierta proporción y así sucesivamente. En el
transcurso del año, el primer gremio va perdiendo su ventaja inicial, debido a las alzas de precios que
ocasionan los aumentos de los otros gremios, y llega al próximo convenio con un salario real reducido
con respecto a su valor máximo, según la magnitud de la inflación que tuvo lugar.
● No hay exceso de demanda. La demanda global es igual a la capacidad productiva e incluso más baja,
● Tiene lugar una redistribución de ingresos a favor del sector monopólico cuya decisión determino el
alza de precios.
● Desaliento de los ahorros: las tasas de interés que el sistema financiero institucionalizado paga a los
● Descapitalización de las empresas: se opera porque para conservar su capital real una empresa debe
aumentar su capital nominal y debe arrojar utilidades ficticias. La descapitalización se resuelve con el
expediente de incorporar al régimen impositivo la revaluación de los patrimonios y aplicar el
impuesto a los réditos y reemplazarlo por un gravamen a los consumos durables. La
institucionalización no remplaza a la estabilidad.
Los efectos se podrían atenuar tomándola en cuenta para fijar las tasas de interés, los impuestos y el tipo
de cambio.
Si la inflación afectara a todos los precios por igual, bastaría institucionalizarla para evitar que las señales
que indican la escasez quedaran distorsionadas y el mercado podría seguir funcionando normalmente.
Pero los fenómenos inflacionarios se caracterizan por un movimiento desigual de distintos precios. Se
produce así, un cambio continuo de precios relativos, independientemente de la escasez o de la
abundancia del respectivo producto. Por lo tanto, aunque en el caso de las inflaciones de costos la
estabilización no es fácil, hay que hacer todos los esfuerzos para lograrla.
La conclusión que se saca de Federico Pinedo, Nicholas Kaldor y Prebisch es que los salarios obedecen a
la ley de oferta y demanda; crecen cuando la mano de obra constituye un bien escaso y dejan de hacerlo si
hay mano de obra abundante. La inflación de costos vendría a ser una forma de inflación de demanda.
Reprimirla no seria inducir desocupación masiva, sino reducir un poco de desocupación. Hasta llegar a
establecer porcentajes.
Entre los múltiples estrangulamientos que pueden desarrollarse en la oferta, el más importante es el sector
externo. Por un lado, la insuficiencia de divisas puede paralizar una producción interna de un valor mucho
mayor. Y por el otro, al privar al país la capacidad importadora, impide solucionar todos los demás
estrangulamientos en la oferta.
Una devaluación, al elevar el precio de los artículos importados, hace que una parte de estas
importaciones no esenciales quede sustituida por la producción local.
Casi todos los productos industriales son exportables. Sin embargo, todos los precios industriales se
ubican en una franja continua cercana al precio internacional, aun lo productos no competitivos están en
un momento dado al borde de serlo y basta una pequeña variación del tipo de cambio para movilizar estas
exportaciones potenciales.
Cuando se parte del pleno empleo, el retorno a la situación de equilibrio del sector externo tiene un costo
dado por un cierto descenso del nivel de vida. Cuando el mecanismo de ajuste funciona bien el efecto es
poco importante. La reducción del consumo necesaria para aumentar las exportaciones o sustituir las
importaciones es insignificante y el costo de la devaluación es bajo.
El estrangulamiento externo se evita con solo dejar que el tipo de cambie fluctúe de acuerdo con la oferta
y la demanda en el mercado cambiario, asegurando así la uniformidad del equilibrio. Los desequilibrios
externos surgen siempre como consecuencia de una inflación interna anterior.
actividad exportadora después de que los costos internos han subido por efecto de la inflación. Su
función principal es preservar el nivel habitual de las exportaciones e importaciones, evitando que
bajen las primeras y suban las segundas, a raíz del atraso del tipo de cambio con respecto a los costos
La corrección no debe ser exacta. Cuando se elevan masivamente los salarios, con el fin expreso de
corregir una distribución anterior del ingreso, el tipo de cambio debería mantenerse atrasado con respecto
a los nuevos costos internos, ya que de otro modo se perdería el efecto redistributivo buscado.
Cuando se estima que es insuficiente la retribución del sector productor primario y que debe aumentarse a
expensas del salario real es preciso adelantar el tipo de cambio a los costos devaluando más que lo que
justificaría la inflación interna. La decisión no solo es económica, sino también política y tiene que
adoptarla el gobierno, con conciencia de que, por intermedio de ella, fija una distribución de ingresos
determinada. Cambiando así por decisión política la relación entre el tipo de cambio y los salarios.
● Devaluaciones obligadas: esta decisión no es libre, sino forzada por el inminente agotamiento de las
reservas. Incluso puede no mediar una decisión expresa de devaluar: en la eventualidad de que el
agotamiento de las reservas impida al banco central sostener la cotización, la devaluación se produce
independientemente de la voluntad del gobierno.
Estas, tendrían que incentivar la actividad exportadora por encima de su nivel habitual o deberían
provocar un incremento insignificativo en la sustitución de importaciones y llevar el coeficiente de estas a
un nivel por debajo del habitual.
En la EPD las importaciones se comportan de modo diferente de las de los países industriales. Su parte
principal no es sustituible ya que consiste en materias primas, combustibles y productos semielaborados,
esenciales para mantener la actividad del país.
En cuanto a las exportaciones, lo que define una EPD, es la subdivisión de la producción interna en
categorías netamente diferenciadas, con una ruptura de continuidad entre ellas: las manufacturas, a un
precio mucho mayor que el internacional y los productos primarios, al precio internacional. Las
exportaciones primarias encuentran alguna limitación. En los países que enfrentan una demanda mundial
rígida, las exportaciones no dependen de los incentivos a la producción. En otros casos, la limitación es
de oferta interna y la producción primaria no responde a las variaciones del tipo de cambio, por lo menos
a corto plazo.
Las mejoras de precios para el agro que trae aparejado la devaluación deberían estimular una mayor
producción. En el agro el aumento de rendimiento por hectárea depende de inversiones y mejoras que
exigen considerable tiempo de maduración. En la ganadería el retraso es aun mayor.
Ni siquiera a largo plazo funcionan adecuadamente los incentivos provistos por una devaluación. Sus
efectos a corto plazo sobre la distribución de ingresos y el nivel de actividad provocan una fuerte reacción
del resto de la sociedad, que empuja hacia un nuevo aumento de salarios y precios internos y anula el
incremento de incentivos. En el análisis de los efectos a corto plazo, se infiere que una devaluación
obligada no reduce sustancialmente las importaciones por debajo de sus valores habituales ni tiene
tampoco el poder de incrementar las exportaciones por encima de sus valores acostumbrados.
La devaluación actúa por vía del efecto-ingreso: provoca una recesión, una caída de las actividades del
país y un consecuente descenso de las importaciones. El fenómeno recesivo se induce mediante el
aumento de precios que ocasiona la devaluación. El tipo de cambio determina los costos en moneda
nacional de los insumos importados, de los combustibles y bienes de capital. La devaluación incide
directamente en los costos industriales, se transmite también a los precios y acarrea en cadena el alza del
precio de los servicios. Este es el efecto-propagación de la devaluación.
El tiempo de cambio determina el nivel de los precios en moneda nacional de los productos exportables.
En aquellos países cuyas exportaciones primarias son reducidas frente al tamaño del mercado mundial, el
precio de este mercado se puede considerar fijo e independiente de la oferta del país. La venta para el
mercado interno no se realiza a un precio menor que el que se podría obtener exportando la producción.
Por esta causa, el tipo de cambio determina el precio interno de los productos exportables. Al ocurrir la
devaluación, sube el precio que percibe en moneda local el exportador y con el, el precio del mercado
local. Este es el efecto – arrastre de la devaluación. Este efecto varía según la influencia que tiene el
producto exportable en el consumo interno. La argentina exporta cereales y carne, la devaluación provoca
un alza de precios de los productos alimentarios. La influencia de este aumento en el costo de vida
determina que el efecto- arrastre tenga, en argentina, una intensidad fuerte. Este aumento de costos y
precios provocado por la devaluación configura un nuevo fenómeno e inflacionario de características
propias. Esta inflación denominada cambiaria nace a raíz de un estrangulamiento en la provisión de
divisas, de un desequilibrio consecuentemente entre la oferta y la demanda en mercado cambiario y de la
devaluación que esta induce.
El brusco aumento en los precios que causa la devaluación obligada origina una consiguiente inflación
cambiaria que, frente a los salarios nominales constantes, trae aparejada una caída de los salarios reales.
El ingreso que pierde el sector asalariado queda transferido a favor del sector propietario rural y del sector
exportador.
La redistribución regresiva del ingreso hace bajar el consumo global y ocasiona un fuerte efecto recesivo.
La caída de la demanda frena los precios e impide que el aumento de los costos industriales, provocado
por el incremento de los precios de los insumos, se traslade a los precios en forma total. Desciende la
rentabilidad industrial. Esta disminución de rentabilidad, junto con la aparición de la capacidad
productiva ociosa y con las expectativas adversas de las empresas paraliza las inversiones industriales,
intensificando más el efecto recesivo provocado por la pérdida del consumo. A esto se agrega el tercer
efecto recesivo, dado por la liquidez monetaria. La cantidad de dinero de créditos bancarios no varía
después de la devaluación. A medida que aumentan los precios baja el poder adquisitivo de este dinero.
Disminuye el poder de compra de los ahorros monetarios acumulados por la sociedad, lo cual también
hace bajar el ingreso y la inversión.
Las empresas quedan sin los fondos para mantener stocks normales de productos en elaboración y
financiar las ventas. Tiene lugar una fuerte alza de la tasa de interés extra bancaria y mediante ella, otra
transferencia de ingresos a favor del factor financiero.
En síntesis, la devaluación provoca una transferencia de ingresos múltiples y regresiva, desde el sector
asalariado y el sector empresario hacia el sector propietario rural, el sector exportador y el sector
financiero. La disminución de los salarios reales, la caída de la rentabilidad industrial y la liquidez
monetaria interaccionan entre si y llevan a un proceso de paralización industrial y desocupación. El
fenómeno es acumulativo ya que desalienta las inversiones, profundizando la recesión. Esta recesión
cumple una función esencial que permite restituir el equilibrio externo. El primer efecto de la caída de las
actividades industriales es la pérdida de la demanda de materias primas importadas. La paralización de las
inversiones provoca una reducción de las inversiones de bienes de capital en el sector privado. Durante
una recesión la disminución de las recaudaciones fiscales agrava el déficit del presupuesto tiende a
paralizar las inversiones estatales, con la consiguiente baja de las importaciones de bienes de capital en el
sector público.
De este modo, a causa de la caída de las actividades, se recupera el equilibrio de la balanza de pagos. Este
es el efecto- ingreso de la devaluación que restablece el equilibrio externo por la vía de la disminución del
ingreso.
Las tentativas de subsanar la recesión por las habituales vías expansivas llevan a una espiral funcionaria
insoluble. Si se expanden los medios de pago se incurre en un deliberado déficit presupuestario sin
eliminar el estrangulamiento del sector externo, se incrementa el consumo y la inversión y comienza a
crecer nuevamente el nivel de la actividad interna. A medida que disminuye la desocupación se debilita la
presión que se oponía al aumento salarial. Los salarios empiezan a reconquistar su nivel anterior, con lo
cual se vuelve a una redistribución más progresiva del ingreso. Aumenta aún más la demanda y la
necesidad de importaciones. Se altera el equilibrio entre la oferta y la demanda de divisas, cosa que obliga
a una nueva devaluación. Se completa así un ciclo de inflación cambiaria. Se elevan de nuevo los costos y
precios y se produce otra caída de los salarios reales; vuelve la liquidez monetaria sobre un nuevo escalón
de precios y se induce otro efecto recesivo que neutraliza la expansión que tuvo lugar.
El aumento de precios en la que culminan tarde o temprano todas las inflaciones internas.
Los aumentos de precios de este último tipo constituyen el cierre de una espiral anterior.
Su finalidad es permitir que los precios de los productos exportables y de los importados recuperen su
nivel relativo habitual, que habría sido alterado por una inflación interna previa.
La devaluación obligada ocurre independientemente de la relación del tipo de cambio con respecto a los
costos internos. El precio de las divisas se ve forzado hacia arriba, debido a la pérdida de control sobre la
cotización por parte del banco central, aunque la relación entre el tipo de cambio y los costos haya sido
adecuada. El tipo de cambio se desplaza hasta llegar a un nivel suficiente para provocar un incremento de
los precios agropecuarios y también de los ingresos respectivos, por encima de sus valores habituales. La
devaluación inicia un aumento de los precios internos y desencadena una espiral inflacionaria. El objeto
de esta inflación es llevar a una recesión y por medio de ella, reducir la demanda de divisas al nivel de la
oferta.
En la inflación cambiaria todo sucede como si el sistema productivo estuviese empujado desde abajo por
el alza del precio de las divisas. El alza de los precios se frena, pero a fuerza de comprimir la estructura
productiva, hasta llevarla a una recesión. En la inflación cambiaria surge un déficit fiscal y su gravitación
es mucho mayor. La recaudación fiscal es muy sensible a los cambios en el nivel de la actividad y cae
más que proporcionalmente cuando este desciende. La recaudación sufre la acción de la liquidez
monetaria, la falta de créditos obliga a las empresas a refinanciarse a costa del fisco. El primer síntoma de
desequilibrio en la balanza de pagos y de caída de la liquidez con la cual se procura evitarlo, es siempre
un desequilibrio entre los ingresos y egresos estatales.
Cuando baja el nivel de actividad, la caída se acentúa y las recaudaciones disminuyen más que
proporcionalmente con la baja del ingreso global. Esto se debe a que los réditos gravados bajan muchos
más rápidamente que el ingreso y a la liquidez e insolvencia de muchas empresas, que los impide pagar
hasta los impuestos que adeudan.
Existen dos métodos alternativos de enfrentar una inflación cambiaria; el de la alternativa expansiva y el
de la alternativa recesiva. La primera implica una acción directa, conducente a la eliminación del
estrangulamiento en la oferta de divisas. A corto plazo, el método exige el máximo racionamiento de
gasto de divisas compatible con el funcionamiento normal de la estructura productiva. La estabilización
no recesiva exige políticas de fondo, consistentes en la promoción de las exportaciones industriales, el
estímulo a las exportaciones tradicionales y la sustitución orgánica de las importaciones.
La estabilidad no recesiva frente a la inflación cambiaria implica una política orgánica de balanza de
pagos, tendiente a neutralizar la limitación externa.
El uso principal de la estabilización tradicional está reservado a los casos de inflaciones cambiarias en el
marco de los planes del fondo monetario. En la práctica los planes de estabilización del fondo
desencadenan inflaciones cambiarias mucho más fuertes que lo que lo hacen las políticas presuntamente
inflacionarias, que incluyen los aumentos de la demanda y de los salarios. La filosofía de los planes del
fondo, se basan en la identificación de la inflación cambiaria con el exceso de la demanda.
La política antiinflacionaria del fondo consiste en eliminar exceso. La medida principal de la recesión es
una política monetaria restrictiva: una contracción del crédito bancario, una limitación a la emisión de
dinero nuevo, cosa que se permite únicamente si existe un respaldo de oro o de divisas. La política
monetaria restrictiva y la necesidad de mantener equilibrado el presupuesto se justifica en la necesidad de
frenar la inflación. El fondo efectivamente se opone a la expansión porque seria causante de una
inflación, pero no de una inflación de demanda sino cambiaria.
La restricción monetaria aplicada de modo aislado puede subsanar el desequilibrio externo únicamente
cuando este no es demasiado fuerte, tal como sucedió en la argentina a mediados de 1968- 1969. Cuando
el desequilibrio es más severo, resulta imposible imponer una restricción monetaria de intensidad
suficiente y se hace necesaria una combinación de restricción monetaria y devaluación.
En argentina los golpes inflacionarios más fuertes respondieron a las inflaciones cambiarias, desatadas
por las devaluaciones.
El FMI es un organismo de crédito internacional creado para que se efectúe el libre intercambio
internacional. Con el fin de lograr estos objetivos y evitar que los países miembros tengan que recurrir a
controles de cambio e importaciones, el fondo está autorizado a otorgarle una ayuda en divisas. La tarea
del fondo es asegurarse de que no se despilfarre la ayuda que presta. Debe estar convencido de que el
desequilibrio es transitorio y de que el país que recibe la ayuda tomara medidas para remediar la situación
del sector externo que la hizo necesaria. El fondo estimula los aumentos en los precios, siempre que se
produzcan a partir de las devaluaciones masivas.
● Devaluar y desencadenar una espiral de inflación cambiaria con el fin de llegar al punto recesivo.
● Una vez en este punto, frenar los salarios y la expansión monetaria para evitar que retorne al punto
expansivo.
La estabilización es el aumento de precios que permite que los sectores tradicionales aumenten sus
ingresos. En cambio, la inflación es el aumento de precios que permite que recuperen su posición los
demás sectores.
Adam Smith.
Asume una postura crítica hacia los fisiócratas. Su obra principal, Investigación sobre la Naturaleza y las
Causas de las Riquezas de las Naciones, responde a problemas económicos prácticos, siguiendo la
tradición del empirismo inglés, a los que da soluciones concretas.
Su filosofía social está basada en la libertad económica. Se basaba en la confianza en lo natural como lo
contrario a la actividad artificial de las instituciones que se oponen al libre funcionamiento de las leyes
naturales. De aquí su oposición a la intervención del estado en la actividad económica que siempre sería
perjudicial para el individuo y para la sociedad.
Su famosa expresión de “la mano invisible” se basaba en la convicción de que el libre funcionamiento de
los mercados era el que producía mayor bienestar en la comunidad. El gobierno, según él, debe asegurar
que el individuo pueda desarrollar libremente sus inclinaciones naturales, movido por la búsqueda de su
mayor bienestar. Rechazó la posibilidad de conflictos sociales irreconciliables. Fue un defensor de la
iniciativa privada.
La preocupación central de Smith fue cómo se crea la riqueza, para ello elaboró su teoría de la
producción.
El origen de la riqueza para Smith: dice que el trabajo es la fuente que crea las cosas, necesarias y
convenientes para la vida, que se consumen anualmente. La riqueza de una nación dependerá de dos
condiciones: del grado de productividad del trabajo al cual se debe; y de la cantidad de trabajo útil
(trabajo productor de riqueza), que se emplee.
Para los clásicos, el valor-trabajo permite medir la riqueza, explicar su distribución y el excedente. Para
ellos la teoría del valor explica el proceso de formación del precio; este se mueve alrededor del valor.
Para Smith, el valor es un concepto que permite responder a su inquietud y objeto de estudio: investigar la
naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones. Concentra su estudio en el valor de cambio de las
mercancías, el que descansa sobre la teoría del valor trabajo. Consideraba al trabajo como la única fuente
de valor y a la cantidad de trabajo necesaria para producir una mercancía como la medida de ese valor. El
valor de una mercancía está dado por la cantidad de trabajo necesario para producirla.
Con la división de trabajo, los incrementos de la productividad y el desarrollo del cambio, el hombre
produce lo que consume y su riqueza dependerá de la cantidad de bienes y de trabajo de otras personas
que pueda disponer a cambio. Entonces el valor de cambio de una mercancía sería igual a la cantidad de
trabajo que con ella pueda comprar.
Dos formas indistintas de medir el valor de una mercancía: Por la cantidad de trabajo que por ella se
puede obtener a cambio. O por la cantidad de trabajo incorporada en ella, la que su producción requiere.
Smith quiere decir que, en las condiciones descritas, las mercancías se cambian por equivalentes y
cualquier desvío que se produzca la ley natural (el mercado y la competencia) lo corregirá haciendo
tender el precio (precio nominal) a su valor (precio natural o real).
Las dificultades para Smith se hallaron al analizar el excedente y la distribución del producto. El
valor de trabajo no es exactamente igual a la cantidad de trabajo incorporada en una mercancía. El valor
del trabajo es menor que el valor de la mercancía que el trabajo produce. Esta diferencia está dada por la
utilidad, que tiene relación únicamente con su capital. Con este razonamiento, Smith reconoce que una
parte del valor creado por el trabajador le pertenece al propietario del capital y de la tierra, dividiéndose
en tres partes: salarios, utilidades y renta. Smith adopta la teoría primitiva del valor como producto del
costo de producción, por la cual el nuevo valor creado está dado por la suma de sus componentes, los
que constituyen las distintas fuentes originarias de valor. Considera al producto neto como el valor
añadido por el trabajador a las materias primas, como producto del trabajo.
Smith hace una justificación de la ganancia capitalista: cuando se venden las mercancías, su precio no
solo ha de bastar para cubrir los salarios, sino que también debe aportar algo en concepto de utilidades
para sus patronos. Cuando estudia el excedente, reconoce que existen dos clases de ingresos: uno, las
subsistencias del trabajador, otro, la deducción del valor producido por el trabajador que le pertenece al
propietario del acervo. Necesariamente debe existir trabajo que cree excedente para compensar al
propietario.
Smith desarrolla luego la teoría de la acumulación del capital. Una vez introducida la división del
trabajo es necesario un acervo que permita iniciar y continuar el proceso de producción, manteniendo al
trabajador ocupado hasta que termine el proceso de producción y se haya conseguido vender las
mercancías. Una parte del valor producido que retiene el propietario del acervo está destinada a la
inversión. El aumento de la producción anual de la sociedad depende de una mayor habilidad del
trabajado y del aumento del capital de la sociedad. Este último proviene de los ahorros procedentes de los
ingresos de los empresarios o de las personas que se lo prestan.
Adam Smith distingue el trabajo productivo del improductivo. Trabajo productivo: el que crea un
nuevo valor, y, por consiguiente, un excedente para el propietario del acervo. Para el solo puede haber
acumulación del capital cuando se utiliza trabajo productivo que posibilite un excedente. Capital: aquella
parte del acervo que se usa para poner en movimiento trabajo productivo, aquel trabajo que aumentara la
inversión originaria.
David Ricardo.
Asume una postura crítica hacia Smith. Ricardo se preocupó por hallar la unidad de medida de valor.
Decía que la única forma de encontrar un instrumento perfecto para medir el valor seria que dicho
instrumento tuviera valor, pero que este valor fuera invariable, de la misma manera que una medida de
longitud ha de tener ella misma longitud sin que sea esta susceptible de disminuir o aumentar.
La primera coincidencia con Smith es su teoría del valor trabajo, Ricardo encontró en la obra de aquel, su
teoría de la distribución.
El valor de cambio de las mercancías, para Ricardo: está dado por la cantidad de trabajo para
obtenerlas. Y lo define así: el valor de un artículo, o sea la cantidad de cualquier otro artículo por el cual
puede cambiarse, depende de la cantidad relativa de trabajo que se necesita para su producción, y no de la
mayor o menor compensación que paga por dicho trabajo.
La teoría del valor y de la distribución, Ricardo dice: el principal problema de la economía política es
determinar las leyes que regulan esa distribución y descubrir el origen del producto excedente y el
proceso de acumulación del capital.
El valor del trabajo que el propietario del capital compra es mayor que la cantidad de trabajo incorporada
en los salarios que paga. Tanto el trabajo como las mercancías que el trabajo produce se cambian por
valores equivalentes, es decir, por el valor incorporado en las mercancías que con ellas se pueden
adquirir. Para Ricardo, el cambio de mercancías implica siempre un cambio de equivalentes, o sea, el
cambio de cantidades iguales de trabajo incorporado a ellas.
Dice Ricardo en los principios que la cantidad comparativa de bienes producidos por el trabajo es la
que determina su valor relativo presente o pasado, y no las cantidades comparativas de bienes que se
entregan al trabajador, a cambio de su trabajo. De esto se desprende lo siguiente:
● La teoría del valor trabajo es considerada por Ricardo como el principio rector, histórico y universal
● La distinción de dos conceptos básicos: el valor de trabajo que el capitalista compra y el valor de las
● La introducción de los conceptos de valor presente y pasado como dos categorías diferentes de valor.
Siendo, Valor presente: cantidad de trabajo que incorpora el trabajador en el proceso de producción.
Valor pasado: cantidad de trabajo incorporado en las maquinarias, equipos, edificios, y demás
instrumentos.
Esta distinción es básica para su teoría de la distribución. El valor es determinado por el trabajo presente
y pasado, pertenezca este al capitalista o al trabajador, solo que cuando entra en escena el capitalista, el
valor del producto creado le pertenece a él, una parte del cual retiene en forma de ganancia y la otra
retribuye al trabajador en carácter de salarios. Cuando el trabajo pasado pertenece al trabajador, no tiene
que ceder al capitalista parte alguna del trabajo presente.
Para Ricardo el valor del trabajo que compra el capitalista está dado por la cantidad de trabajo
incorporado en los bienes que le permiten al trabajador subsistir. Tanto en el cambio de mercancías en
general, como del trabajo en particular, los valores son equivalentes. Solo que el valor del trabajo es
menor que el de las mercancías que el trabajo produce, siendo la diferencia el excedente, el valor que
retiene el capitalista.
Según el autor, una parte del valor creado, el capitalista la destina al pago de los salarios, mientras que
una parte del valor del excedente, el beneficio, a la acumulación de capital, base del progreso de la
sociedad. El excedente capitalista se destina a la inversión y constituye el motor del crecimiento
económico.
Ricardo tenía una visión pesimista de la acumulación del capital y del progreso económico:
rendimientos decrecientes en la industria, salarios insuficientes, beneficios no invertidos en la
acumulación de capital, eran algunas de las causas por las cuales la acumulación se resentía. El estado
estacionario es una expresión de Ricardo que expresa su falta de confianza en los mecanismos
espontáneos de acumulación del capital.
El valor es la cantidad de trabajo incorporado en las mercancías, y el valor de cambio, la cantidad relativa,
de mercancías que producirá el trabajo. A su vez, los precios de todas las mercancías, que resultan de la
oferta y la demanda, no podrán alejarse de su valor; el mercado corregirá los desvíos y aquellos tenderán
a su valor.
Para Ricardo la tierra no crea valor, demuestra la inexistencia de la renta absoluta; solo existe renta
diferencial, la que se explica por la diferencia de fertilidad del suelo y de localización del mismo en
relación a los mercados de consumo. La tierra menos fértil y más alejada no tenía renta (absoluta), esta
solo era posible en tierras de mayor fertilidad respecto a aquella. El costo de producción más elevado, el
de las tierras menos fértiles, es el que establece el precio de mercado de los productos agrícolas, de aquí
que las tierras de mayor fertilidad obtienen un ingreso (renta) diferencial.
Para los clásicos, la economía tiene por objeto el estudio de las leyes que explican la producción y la
distribución de la riqueza, como así también la acumulación del capital industrial, factor excluyente
del progreso económico. Su filosofía económica está fundada en la defensa del laissez faire y del
individualismo, guiado por un orden natural.
Marx construyo su modelo económico para demostrar como el capitalismo explotaba necesariamente a la
clase trabajadora y como esta explotación conduciría inevitablemente a su destrucción. En este esquema,
la teoría del valor-trabajo desempeña un papel importante. Esta postula que el valor de los bienes se
deriva íntegramente de la cantidad de trabajo necesario para producirlos.
Karl Marx se apoyó en los clásicos para la elaboración de su teoría valor-trabajo. Crítica hacia los
clásicos, rechazo su filosofía económica basada en las leyes naturales y realizo aportes importantes, como
la teoría de la plusvalía y el origen de la ganancia, la distribución del nuevo valor creado, la dinámica de
la acumulación del capital y las crisis económicas y las leyes que explican la evolución del sistema
capitalista de producción.
Marx utilizo el método abstracto-deductivo que consiste en avanzar de lo más abstracto a lo más
concreto, eliminando suposiciones simplificadoras en las etapas sucesivas de la investigación.
El método que adopto fue considerar una sociedad de mercancías simple, un sistema simple de
mercancías en la que estas se cambian a sus valores, no a sus precios. Suponía que los procesos de
producción son uniformes.
Marx abrazo la teoría del valor trabajo, se proponía demostrar que esta teoría es la que explica el origen
de la explotación del trabajador en el sistema capitalista de producción. Para Marx el trabajo es la
sustancia del valor y el valor de una mercancía está dado por el trabajo abstracto contenido en ella.
Se mide la magnitud de ese valor por la cantidad de sustancia creadora del valor, es decir, de trabajo
que encierra. Y a su vez la cantidad de trabajo que encierra se mide por el tiempo de su duración, y el
tiempo de trabajo tiene su unidad de medida en las distintas fracciones de tiempo. Lo que determina la
magnitud de valor de un objeto es la cantidad de trabajo socialmente necesario. El valor de la fuerza de
trabajo es el valor de los medios de subsistencia necesarios para el mantenimiento del trabajador que
deben ser suficientes para mantenerlo en su estado normal como individuo laborante.
El capitalista compra maquinarias, materias primas y trabajo y una vez concluido el proceso de
producción vende el producto final por un valor superior al costo de su producción; en algún lugar del
proceso se incorporó más valor o plusvalía. El trabajo es la fuente de la plusvalía.
Para entender el origen de la plusvalía, decía Marx, debía separarse el valor de las mercancías del valor
de la fuerza de trabajo. Ambos estaban constituidos por la cantidad de trabajo incorporado, ambos eran
mercancías y tenían un valor de cambio. Eran mercancías porque se destinaban al cambio; pero el valor
de las mercancías que producía el trabajo era mayor que el valor de la fuerza de trabajo . El valor de las
mercancías estaba dado por el valor del trabajo socialmente necesario incorporado a la misma. El valor de
la fuerza de trabajo se mide por la cantidad de trabajo socialmente necesario para producir y reproducir
esa mercancía especial. Esta distinción constituye la base de la teoría de la plusvalía.
En el capital, Marx supone que un sistema capitalista que no crece, que mantiene las mismas
dimensiones, no incorporan al proceso productivo nuevo capital; o sea que gastan toda la plusvalía en
bienes de consumo y en la reposición del capital. Esta situación de denomina reproducción simple.
El proceso de reproducción muestra las estructuras de ofertas y demandas en la economía capitalista,
considerando dos tipos de mercancías producidas (bienes de consumo y medios de producción) y las
funciones de quienes perciben los ingresos (capitalistas y trabajadores)
El fin último del capitalista es obtener cada vez más plusvalía y a través de ella ampliar su capital. Para
ello el capitalista debe reinvertir en cada ciclo del proceso de producción una parte de su plusvalía,
aquella parte que excede el consumo capitalista. En realidad, los capitalistas no consumen totalmente la
plusvalía, sino que una parte consumen, otra se suma al capital constante (materiales y bienes de capital)
y otra se agrega al capital variable (fuerza de trabajo). Su capital acrecentado le permite apropiarse de
mayor plusvalía, que se convierte en capital adicional, y así sucesivamente. Esto es lo que Marx muestra a
través de lo que denomina el proceso de reproducción ampliada del capital.
A través del proceso de reproducción ampliada, Marx muestra el equilibrio del sistema (ofertas y
demandas agregadas) en situación de acumulación de capital, las implicaciones derivadas del
comportamiento de capitalistas y trabajadores, el primero demandando y consumiendo bienes de consumo
e invirtiendo en bienes de capital, el segundo consumiendo bienes-salarios.
● por un lado, la misma cantidad de trabajo, utilizando maquinaria y equipos más modernos y
eficientes, puede transformar mayor volumen de materias primas y producir una mayor cantidad de
productos por unidad de tiempo.
● por otra parte, la proporción de material y maquinaria con respecto al desembolso en trabajo aumenta
sostenidamente con el tiempo. La única forma de impedir o atenuar esta tendencia es aumentar la tasa
de plusvalía, es decir, la relación entre la plusvalía y el capital variable.
Crear plusvalía tiene lugar en el proceso de producción y realizar plusvalía depende de la capacidad de
consumo de la sociedad. Esta última está limitada por la necesidad de acumular que el incremento de la
productividad y la competencia obligan al capitalista a llevar a cabo. Este constante aumento en la
capacidad productiva social frente a un consumo retraído, provoca un conflicto entre la creación de
plusvalía y su realización. Es lo que llama Marx crisis de realización (de subconsumo o
sobreproducción). Las crisis son soluciones violentas de conflictos inherentes a la economía capitalista.
Plusvalía y capitalismo.
El capitalismo.
Cada productor posee y trabaja con sus propios medios de producción bajo el capitalismo la propiedad de
los medios de producción corresponde a un conjunto de individuos, mientras que otro realiza el trabajo.
Tanto los medios de producción como la fuerza de trabajo, son mercancías. No solo las relaciones entre
propietarios, también las relaciones entre los propietarios y no propietarios tienen el carácter de relaciones
de cambio. La compra y venta de la fuerza de trabajo es la diferencia específica del capitalismo.
En la producción simple de mercancías el productor vende su producto a fin de comprar otros productos
que satisfagan sus necesidades específicas. Empieza con mercancías, las convierte en dinero y de ahí, en
mercancías nuevamente. Las mercancías constituyen el principio y el fin de la transacción que tiene su
fundamento racional en el hecho de que las mercancías recibidas son cualitativamente diferentes de las
entregadas. Se simboliza este circuito como: M-D-M. Por otra parte, bajo el capitalismo, el capitalista se
presenta en el mercado con dinero, compra mercancías y entonces, después de cumplido un proceso de
producción, vuelve al mercado con un producto que convierte una vez más en dinero. Este proceso se
simboliza como D-M-D. El dinero es el principio y el fin. El capitalista solo tiene que desembolsar dinero
a cambio de fuerza de trabajo y medios de producción, si en esa forma puede adquirir una cantidad mayor
de dinero. El incremento del dinero es lo que Marx llama plusvalía, constituye el ingreso del capitalista
como tal y suministra el fin directo y el incentivo determinante de la producción.
Para Marx la importancia decisiva de la plusvalía se debe a la forma histórica específica de la producción
capitalista.
La circulación de dinero como capital es un fin en sí misma, la expansión del valor solo tiene lugar en el
curso de este movimiento renovado. La circulación del capital no tiene límites. De este modo, el
representante consciente de este movimiento, el poseedor del dinero, se convierte en capitalista.
El valor de cualquier mercancía producida en las condiciones del capitalismo se puede dividir en tres
partes: la primera, que solo representa el valor de los materiales y la maquinaria usados, no sufre, en el
proceso de producción, ninguna alteración cuantitativa de su valor, se llama capital constante. Se lo
representa con la letra c.
La segunda parte, la que restituye el valor de la fuerza de trabajo, sufre en cierto sentido una alteración de
su valor, ya que reproduce el equivalente de su propio valor y produce, además un excedente, una
plusvalía, que puede variar, que puede estar de acuerdo con las circunstancias, se llama capital variable y
se lo representa con la letra v.
P más esa parte de C. Por ingreso nacional neto se entienden simplemente V + P, lo que incluye todos los
pagos a individuos más los ahorros del negocio.
La tasa de plusvalía.
La fórmula c+v+p constituye la espina dorsal de la teoría económica de Marx. La tasa de plusvalía se
define como la proporción de la plusvalía con respecto al capital variable y se designa con una p`.
Tasa de explotación y de plusvalía: el primero es el concepto más general aplicable a toda la sociedad de
explotación, mientras que el segundo solo se aplica al capitalismo. La magnitud de la tasa de plusvalía es
directamente determinada por tres factores: la duración del día de trabajo, la cantidad de mercancías que
entran en el salario real y la productividad del trabajo. El primero establece el tiempo total que debe
dividirse entre el trabajo necesario y el trabajo excedente, y el segundo y tercero determinan cuando de
ese tiempo debe contarse como trabajo necesario.
La tasa de plusvalía puede elevarse ya sea por una extensión del día de trabajo o por una rebaja del salario
real, o por un aumento de la productividad del trabajo o por alguna combinación de las tres operaciones.
En caso de aumente en la duración del día de trabajo, Marx habla de la producción de plusvalía absoluta,
en tanto que de la rebaja del salario real o del aumento de la productividad que conducen a una reducción
del trabajo necesario resulta de la producción de plusvalía relativa.
La suposición de tasas iguales de la plusvalía se basa en ciertas tendencias muy reales de la producción
capitalista. Los obreros se trasladan de las zonas de salarios bajos a las de salarios más altos, y los
productores procuran servirse de los métodos técnicos más avanzados.
Es una medida de relación del capital constante con el capital variable en el capital total usado en la
producción, Marx llama a esta relación composición orgánica del capital.
La tasa de la ganancia.
Marx hace la suposición de que todo capital tiene un idéntico periodo de rotación de un año. Esto implica
que el proceso productivo requiere un año, que los materiales, maquinaria y fuerza de trabajo comprados
al comienzo del año se han concluido al final de este, y que la producción se vende entonces y todos los
gastos se recuperan con la adición de la plusvalía.
En la tasa de la ganancia se supone la igualdad general entre las industrias y las empresas. Todo
capitalista que logre mantener una ventaja en cuanto a métodos técnicos puede disfrutar de una tasa más
alta de plusvalía y también una tasa más alta de la ganancia.
Si tanto las tasas de la plusvalía como las tasas de la ganancia son iguales en todas partes, se sigue
entonces que, si el cambio de mercancías debe realizarse de acuerdo con la ley del valor, la composición
orgánica del capital debe ser también la misma en todas partes. Esto puede ser demostrado suponiendo
dos mercancías con iguales valores e iguales tasas de plusvalía, pero con diferentes composiciones
orgánicas del capital.
El hecho de que la organización de la producción por medio del cambio privado lleva consigo la
posibilidad de una crisis de índole tal que sería inconcebible en una economía más simple, en la que el
trabajo estuviera organizado y los productos fuesen compartidos bajo la dirección de una sola autoridad.
Una interrupción en el proceso de la circulación, que está condicionado por la separación de la compra y
la venta, puede extenderse desde su punto de origen hasta afectar a toda la economía. La sobreproducción
es el resultado de la crisis.
Es importante la diferencia entre las crisis relacionadas con la tendencia descendente de la tasa de
ganancia y las crisis de realización. Para el capitalista práctico la dificultad estriba siempre en la
lucrativita insuficiente, sea cual fuere su causa.
En un caso hay que ver con movimientos en la tasa de la plusvalía y en la composición del capital,
quedando intacto el sistema del valor; en el otro hay que ver con fuerzas todavía no especificadas que
tienden a crear un déficit general en la demanda efectiva de mercancías, en el sentido de que la demanda
sea insuficiente para comprar todas las mercancías ofrecidas, sino de que es insuficiente para comprarlas
todas con una tasa de la ganancia satisfactoria. El punto de partida de la crisis es en ambos casos un
descenso de la tasa de la ganancia; pero lo que está detrás del descenso en la tasa de la ganancia en un
caso, requiere un análisis diferente del que requiere lo que está detrás del descenso de la tasa de la
ganancia del otro.
Marx daba a entender que la ley de la tendencia descendente de la tasa de la ganancia era el primer
principio explicativo en lo que concierne a las crisis.
La acumulación tiende a agotar el ejército de reserva y conduce a una situación en que la fuerza de trabajo
disponible es más o menos totalmente utilizada. Los capitalistas se ven obligados a competir entre ellos
en la demanda de trabajadores adicionales, los salarios se elevan y la plusvalía se reduce. Siempre que la
acumulación requiere una adición extraordinaria de trabajo pagado, los salarios suben y, si todos los
demás factores permanecen iguales el trabajo no pagado (plusvalía) disminuye en proporción. Comienza
una reacción; se capitaliza una parte más pequeña del ingreso, la acumulación se retrasa y el movimiento
de alza en los salarios se detiene. Esta reacción, caracterizada por una restricción de la actividad
inversionista, es una crisis.
El sistema capitalista no conoce ningún otro modo de consumo que el que paga. Si algunas mercancías no
se venden ello significa que no se han encontrado para ellas compradores solventes o consumidores. Marx
entendía por consumo solvente lo que los autores hoy llaman demanda efectiva. Siempre que las crisis
son precedidas por un periodo en que los salarios se elevan y la clase obrera recibe una parte mayor de la
producción anual destinada al consumo.
Una vez que la crisis ha empezado, en todas las circunstancias de equilibrio se restablece haciendo
improductiva o destruyendo una cantidad mayor o menor de capital. Esto afectaría la sustancia material
del capital, es decir, que una parte de los medios de producción, capital fijo y circulante, no prestaría
ningún servicio como capital.
Un ritmo acelerado de acumulación da lugar a una reacción bajo la forma de crisis; la crisis se convierte
en depresión; la depresión restablece la lucratividad de la producción y por este medio pone la base para
que se reanude la acumulación. La repetición de todo esto es una cuestión de tiempo.
Las fases variables del ciclo industrial reclutan la población excedente y se convierten en uno de lo más
enérgicos agentes de su producción. Toda la forma del movimiento de la industria moderna depende de la
transformación constante de una parte de la población trabajadora en brazos desocupados o
semiocupados.
Marx consideraba el ciclo económico como la forma específica del desarrollo capitalista, y la crisis como
una fase del ciclo. La cadena causal corre de la tasa de la acumulación al volumen del empleo del
volumen del empleo al nivel de los salarios y del nivel de los salarios a la tasa de la ganancia. Un
descenso en la tasa de la ganancia más allá de su nivel ordinario obstruye la acumulación y precipita una
crisis, la crisis se convierte en depresión y la depresión crea de nuevo condiciones favorables para una
aceleración del ritmo de la acumulación.
La teoría de la crisis se destina a considerar desde el principio hasta el fin, supone que, hasta la aparición
real de la crisis, todas las mercancías pueden venderse en sus valores íntegros. Supone que la crisis no es
el resultado sino la causa de un déficit de la demanda efectiva.
La crisis de realización.
La incapacidad de los capitalistas para realizar el valor íntegro de las mercancías que producen, es una
crisis de realización.
Marx consideraba que la crisis general y la sobreproducción pueden ser el resultado de trastornos
parciales en el proceso de producción y circulación.
Cada capitalista produce para un mercado cuya magnitud puede estimular sobre la base de un
conocimiento muy incompleto, lo que da por resultado que se produzca demasiado o demasiado poco.
Esto se manifiesta en precios de venta que están por encima o por debajo de los valores. La producción de
mercancías que se han vendido por debajo de sus valores se reduce, mientras que la producción de
mercancías que se han vendido por encima de sus valores se expande. En la práctica las condiciones
cambian constantemente.
Los clásicos daban a entender que el proceso de ajuste sería fácil y continuo de modo que ningunos
trastornos generales podían resulta de estas situaciones de sobreproducción y subproducción parciales.
Dijo Marx que para que las crisis sean generales basta que se apodere de los principales artículos de
comercio.
La causa de tal crisis se puede descubrir fácilmente en lo que se llama desproporcionalidad. La
desproporcionalidad es siempre una posible causa de las crisis, y es casi seguramente un factor de
complicación, en todas las crisis, sea cual fuese la causa básica de estas.
La crisis real nunca se ciñe exactamente a una pauta teórica fija. Pero las desproporcionalidades que
provienen del capitalismo sin plan, por su naturaleza, no son susceptibles de explicación en términos de
leyes generales.
● El hombre económico, es decir la premisa de que el individuo actúa en todas las acciones de su vida
● La teoría del costo de producción: en definitiva, los economistas clásicos terminaron aceptando que
el nuevo valor creado reconocía distintos orígenes y, en función esta premisa, el valor de las
mercancías se determina como la suma del valor del trabajo y de la remuneración del capital.
Los economistas neoclásicos elaboraron la teoría económica sobre concepciones bastante distintas a los
clásicos. Estas diferencias se pueden sintetizar en:
El valor de las mercancías se veía determinado por la capacidad de una mercancía de satisfacer a los
consumidores.
Los principales representantes de esta escuela del pensamiento económico han sido Menger, Böhm-
Bawerk y Wieser (escuela austríaca), Jevons y Marshall (escuela inglesa) y Walras y Pareto (escuela de
Lausana).
Jevons: en su teoría de la economía política criticó a la teoría del valor del trabajo. El creía que el trabajo
una vez realizado no tiene ninguna influencia sobre el valor presente y futuro de cualquier objeto, se ha
perdido y para siempre. Para Jevons, el concepto de utilidad marginal (o sea cuando se incrementa la
utilidad con una unidad más del bien en cuestión), permitiría resolver la contradicción planteada por
Smith entre el valor de cambio del valor de uso. La utilidad marginal disminuye a medida que aumenta la
utilidad total o sea a medida que se consume o produce más de él. Define la utilidad como capacidad que
posee un objeto de producir placer o evitar dolor, aquella que expresa una relación entre un objeto y un
sujeto.
Para el autor, el equilibrio entre sujetos que cambian sus productos, está dado cuando ninguno de estos
sujetos puede obtener ulteriores incrementos de utilidad sin intercambio continua, y esto ocurre cuando
para cada sujeto la relación entre las utilidades marginales que tienen los bienes, una vez efectuado el
cambio, es igual a la relación entre los respectivos precios, conociéndose esta teoría como la ecuación del
equilibrio de cambio. Lo que analizó el autor fue un caso de cambio aislado.
La utilidad marginal del trabajo puede resumirse como: la relación de equilibrio entre el trabajo y la
utilidad era tal, que los incrementos de utilidad derivados de las diversas ocupaciones eran iguales. La
oferta de trabajo se prolongará hasta que el incremento de utilidad de cualquiera de los empleos u
ocupaciones compense exactamente el incremento del esfuerzo. Sobre estas premisas no produce una
teoría comprensiva de la distribución.
Jevons introdujo la idea de que la libre competencia lleva a la satisfacción al máximo en todos los
sectores. El autor se concentró en la aplicación de la teoría de la utilidad del comportamiento de los
consumidores, refiriéndola al proceso de cambio. Consideraba la oferta determinada por el costo de
producción el que, a su vez, implicaba los precios, pero en su análisis consideró aquella y a éstos como
dados.
Menger: hizo una formulación más sistemática de la teoría de la utilidad subjetiva y un análisis más
completo de la relación entre utilidad y precio. Para él, el método en economía debe asentarse sobre una
base individualista porque los fenómenos económicos surgen de la conducta de los individuos. Distingue
el valor como fenómeno subjetivo y el precio como fenómeno subjetivo.
El autor es conocido por su teoría subjetiva del valor. Los bienes que poseen la capacidad de satisfacer
necesidades se convierten en mercancías cuando la relación causal entre las necesidades humanas y los
medios de satisfacerlas es reconocida por el individuo que experimenta la necesidad y cuando ese
individuo puede aplicar la cosa a la satisfacción de dicha necesidad. El valor nace de la limitación de las
mercancías en relación con las necesidades, y es esto lo que da a aquellas su carácter económico.
En el análisis de Menger el precio se fija por las demandas y ofertas marginales. Para él, el valor es una
estimación subjetiva y una realidad inherente a la psicología del sujeto individual.
Walras: en su teoría del equilibrio general estudia con rigor formal el fenómeno de la interdependencia
económica.
El nombre de esta teoría se debe a que refiere no sólo al equilibrio de los objetos económicos
individualmente considerados, si no, sobre todo, a la posición de equilibrio referido a la totalidad del
sistema económico. “Dada una cierta cantidad de recursos productivos, dado una cierta técnica de
producción, dado el sistema de preferencias de los sujetos económicos, determinar la cantidad de bienes
producidos y cambiados, no sólo los precios a los cuales tales cambios han dado lugar, … en cuya
configuración son simultáneamente realizadas las posiciones de equilibrios y los cuales respectivamente
tienen los sujetos económicos”.
Además de economista fue un matemático puro, elaboró una teoría formal de la investigación económica.
El autor se inclina por el estudio de la demanda, la relación entre necesidades del individuo y los bienes
que la satisfacen, reduciendo su mínima expresión el análisis de la oferta de los bienes.
Marshall: creó la teoría del valor de cambio que para Napoleoni se puede describir como: toda cantidad
de una cierta mercancía tiene un precio de demanda y un precio de oferta, el primero es aquel precio en
correspondencia del cual el mercado está dispuesto a absorber dicha cantidad, mientras que el precio de
oferta es aquel por el cual los productores ponen a disposición del mercado dicha cantidad. De este modo
es posible construir una curva de demanda y una de oferta que describa como varían respectivamente el
precio de demanda y el de oferta en función de la cantidad de bienes”. Lo que determina la demanda es la
utilidad y lo que fija la oferta es el coste.
En la teoría del equilibrio del consumidor, el autor hace un aporte importante por el lado de la oferta. El
precio de oferta, dice Marshall, es la retribución conjunta que es preciso ofrecer para que se efectúe
aquella suma de sacrificios que está dada por el aplazamiento del consumo para quien produce (en lugar
de consumir). El valor está dado por la utilidad que tienen los bienes para satisfacer las necesidades y los
sacrificios que es preciso realizar para tener la disponibilidad de aquellos.
Para Marshall, el contenido de la teoría del valor de cambio está dado por la formación de los precios y
por el estudio de las fuerzas que están detrás de la demanda y la oferta, los que se conciben en términos
psicológicos.
La teoría del equilibrio del valor incluye una teoría de la distribución, de ella se deriva una teoría de los
factores de producción, del ingreso y del precio de los mismos.
La igualdad del ingreso y el costo marginal constituye el equilibrio económico del productor, allí donde
este maximiza su ganancia. Producirá el productor una cantidad de bienes compatible con esa igualdad,
pues si produce una cantidad inferior deja de ganar, y si produce una cantidad superior al equilibrio
obtiene una pérdida por la unidad vendida.
Principales aportes de Marshall: 1. La teoría de la demanda donde expone la relación funcional entre el
precio de un bien y la cantidad del mismo que viene demandada.2. El análisis de las condiciones
necesarias y suficientes para definir un régimen de competencia perfecta.3. El análisis de ingresos
costes y sobre esa base conceptual, el estudio de la empresa y la industria, especialmente referida a la
forma en que las mismas se adaptan a las condiciones del mercado.
Pareto: formuló una filosofía del cambio social, y su obra Cours d´ Économie Politique contiene muchas
cuestiones vinculadas a los problemas sociales y políticos en general. Pareto está a favor de una teoría
absolutamente formal y positiva y de librar a la economía de todo elemento ético. La ley sobre la
distribución del ingreso de Pareto, muestra un alto grado de constancia en distintos tiempos y países, lo
que refleja la desigualdad de a capacidad humana, que es una categoría universal y natural. Para él una
reducción en la desigualdad solo podía conseguirse por la elevación del ingreso medio (aumento de la
producción más rápido que el de la población).
Su obra más importante fue Manuale di Economía Política, donde abandona la teoría del valor utilitario
en favor de una teoría del precio, y donde incluye una formulación nueva sobre la utilidad: la teoría de la
elección, una concepción ordinal de la utilidad.
El autor estudió las condiciones matemáticas del equilibrio general. Imprimió a la teoría económica un
formalismo creciente. Quizás lo más importante fue la sistematización de todos los elementos resaltados
por el análisis de sus predecesores neoclásicos.
El autor enumera condiciones necesarias y suficientes que hacen al comportamiento humano susceptible
de consideración económica: 1. Los objetivos deben ser múltiples. 2. Los objetivos deben tener distinta
importancia. 3. Los medios deben ser limitados. 4. Los medios deben ser susceptibles de usos
alternativos.
La teoría neoclásica ha sido formulada por Menger, Jevons, Marshall, Robbins, Walras y Pareto, entre
otros, Las diferencias entre ellos versan sobre cuestiones substancialmente marginales y hay entre estos
una unidad de formulación y de desarrollos teóricos que hace que se los considere coautores de una
doctrina unitaria.
En este contexto, la diferencia con las anteriores escuelas de pensamiento económico, particularmente con
la marxista, es notable. La economía deja de ser una rama del conocimiento científico que trata de las
relaciones económicas entre los hombres, y se transforma en una disciplina que estudia las relaciones
entre el hombre y los bienes que sirven para satisfacer sus necesidades, entre el hombre y los bienes cuya
posición proporciona un placer o constituye la riqueza. El hombre es racional cuando hace máxima la
utilidad que le proporcionan los bienes.
La gran depresión económica mundial demostró que el libre juego del mercado, no aseguraba el
equilibrio espontáneo. Otro acontecimiento que puso en duda la vigencia del capitalismo, fue el cambio
del sistema económico operado en la Unión Soviética, dónde la economía, a través de un sistema
centralmente planificado mostraba al mundo capitalista que su modelo económico podía funcionar y
acumular a través de mecanismos distintos al del mercado.
Keynes en 1936 publicó su “Teoría General de la Ocupación, el Interés y el Dinero”. En esta, hace una
crítica de la economía neoclásica, demostrando que las fuerzas del mercado no aseguran por sí solas el
equilibrio del sistema. Para Keynes de ninguna manera se debía reemplazar sistema capitalista. Para él, al
capitalista debía reservársele el papel de acumular el capital, en el mercado de trabajo debía fijarse
salario. El mercado seguía siendo el que mejor asignaba los recursos.
Sin cuestionar al capitalismo, el autor observó que cuando se producía un fuerte desequilibrio en el
sistema, no bastaba el desarrollo espontáneo del mercado para restablecerlo. Keynes no cuestionó al
sistema capitalista de producción ni pretendió sustituirlo, sino apuntalarlo cuando se viera afectado. El
Estado debía intervenir en la medida que no compitiera con el capital privado. Si la inversión privada no
bastaba para asegurar niveles óptimos de acumulación de capital y empleo, entonces debía reforzarse con
la inversión pública. Keynes no creía en las bondades del laissez faire. En su teoría General
responsabilizó a él por las crisis aguas el sistema capitalista.
El segundo aspecto que es necesario tener en cuenta en la teoría de Keynes, es que niega al sistema
capitalista la capacidad de adaptación espontanea a la utilización total, o pleno empleo de los recursos
económicos.
Para Keynes todos los problemas de importancia vital para la economía desarrollada han de buscarse y
estudiarse del lado de la demanda que garantiza la realización de estos recursos. A partir de Keynes
interesa el problema de la demanda efectiva y sus componentes: el consumo y la inversión. Para Keynes
las depresiones económicas se originan por insuficiencia de mercados, por falta de demanda y no de
oferta.
Keynes relaciona el aumento del ingreso (o renta nacional) con el incremento de las inversiones, lo que le
permite desarrollar lo que el denomino el multiplicador de la inversión. Los aumentos de la inversión
traen aparejados incrementos potenciados (multiplicados) en el ingreso; serán mayores los últimos, frente
a un aumento dado de la inversión, cuanto mayor sea la propensión marginal a consumir.
En la teoría keynesiana es condición para que opere el proceso de multiplicación del ingreso la existencia
de capacidad productiva ociosa, es decir, un potencial de producción sin utilizar y de mano de obra
desocupada. El consumo y la inversión, sus factores determinantes, y la relación entre ellos y el ingreso
nacional, ocuparon el primer plano en la economía keynesiana.
Keynes utilizó el concepto de demanda efectiva para estudiar las causas de la desocupación. Afirmaba
que la desocupación es una característica del sistema capitalista, es la situación en que habitualmente se
encuentra la economía. Considera que la desocupación es debida a la insuficiencia de la demanda
efectiva, es decir, del consumo y de la inversión global.
Keynes consideraba al consumo una función creciente del ingreso, de tal manera que un aumento del
ingreso implicaba un consumo mayor. Cuando el ingreso crece, el consumo aumenta en una parte menor
y la diferencia se ahorra. Para mantener constante el ingreso nacional debería elevarse la inversión, para
absorber el volumen del ahorro creciente y para reemplazar la función dinámica que está llamado a
desempeñar el consumo.
Para Keynes la inversión no solo depende del interés sino del ingreso. Concedía importancia a la cantidad
de dinero en circulación como uno de los elementos determinantes del funcionamiento del sistema
económico en su conjunto. Consideraba que en una situación en que no existe pleno empleo, el aumento
de la cantidad de dinero contribuía a la extensión del empleo y no al alza de los precios.
Analizó el mercado de dinero. El precio del dinero, es decir el tipo de interés, se determinaba en mercado
y estaba dado por el equilibrio entre la oferta y la demanda de dinero. La oferta era autónoma, en el
sentido de que no dependía de ninguna variable, su magnitud la fijaba el gobierno en función de los
objetivos de política económica; mientras la demanda de dinero (lo que llama preferencia por la liquidez)
depende del ingreso y del tipo de interés. Entre mayor ingreso disponga la gente, mayor será el dinero que
desea retener en efectivo por los motivos que desee, y viceversa; y entre mayor sea el tipo de interés,
menos dinero querrá poseer en forma líquida.
El mercado de valores. El individuo no solamente mantenía el dinero en forma líquida para hacer frente
a sus gastos, sino también para especular en el mercado de valores, es decir para comprar y vender títulos
y acciones, con el propósito de obtener un rédito. Si existen expectativas de que el precio de los valores
amentara porque sus precios se consideran bajos en ese momento se compraran valores y se perderá la
liquidez. A tipos de interés alto la gente se desprende de dinero, y viceversa. La demanda de dinero o
preferencia por la liquidez guarda una relación directa con el ingreso e inversa con el tipo de interés.
Éste modelo de relaciones funcionales, permitió a Keynes desarrollar con rigor el programa estatal de
regulación de la economía de mercado, A través de lo que se conoce como el nombre de política fiscal
y monetaria.
En cuanto a las nuevas relaciones entre el Estado y la economía, el autor afirma que la demanda efectiva
insuficiente debe ser compensado por una adecuada política económica del Estado. La característica
fundamental de esta política debe ser la de sostener la actividad inversionista de los capitalistas y, en
mayor grado aún, la de ampliar los gastos del propio estado a fin de compensarlo y suficiencia de la
demanda efectiva privada.
Como el consumo ya está determinado, toda la influencia del Estado debe dirigirse en el sentido de lograr
que el segundo sumando la inversión alcanza el nivel compatible con el incremento del ingreso del
empleo.
Lo decisivo para el autor no era la política monetaria si no la regulación por el estado de las inversiones
privadas y de los propios gastos públicos, es decir, la regulación mediante la política presupuestaria.
Keynes realizó algunas observaciones respecto al impacto que tendría sobre la demanda efectiva una
distribución del ingreso algo más equitativa hizo positiva influencia en la propensión al consumo. En un
pasaje su obra teoría general se pronuncia a favor de una distribución más equitativa del ingreso, y fija su
posición en el sentido de que él está únicamente en contra de la desigualdad excesiva.
En síntesis, se puede hacer una breve caracterización del pensamiento keynesiano diciendo:
Para la economía keynesiana, el objeto de estudio de la economía, está dado por las leyes que explican
el equilibrio macroeconómico el sistema capitalista, de los niveles de ingreso y de ocupación que
aseguran dicho equilibrio en términos de oferta y demanda agregada, así como de las acciones de política
económica del Estado que conduzcan a un aumento de la demanda efectiva que eviten agudas depresiones
y aseguren el crecimiento del sistema.
El libro de Keynes es una repudiación de los fundamentos del laissez faire. Muchas de sus ideas y la
mayor parte de su aparato teórico pueden ser útiles para las economías socialistas, aun cuando su filosofía
social fundamental es antimarxista.
Keynes escribió muchos libros, pero, The General Theory of Employment, Interest and Money contiene
la esencia de su contribución a la teoría económica general. Las ideas fundamentales de esta teoría se
centran en:
A. El carácter general de la teoría de Keynes: su teoría se ocupa de todos los niveles de empleo en
contraste con la que él denomina teoría económica clásica que se limita al casi especial del empleo
total. El propósito de la teoría general de Keynes es explicar qué es lo que determina el volumen de
empleo en un momento dado, ya sea empleo total, paro amplio o algún desnivel intermedio.
Keynes intenta demostrar que la situación normal del capitalismo del laissez faire en su estadio actual se
desarrolla en una situación fluctuante de la actividad económica.
Otro aspecto general de la teoría general es que explica la inflación con tanta facilidad como el paro, ya
que ambos dependen fundamentalmente del volumen de demanda efectiva.
Si la teoría general de Keynes es correcta, entonces la teoría especial es defectuosa, no sólo por ser la
teoría de un caso límite, sino también por ser en gran medida ajena al mundo real, en el que el paro es
notoriamente uno de los problemas más graves. La mayoría de las diferencias de importancia entre la
teoría clásica y la teoría de Keynes surge de la diferencia entre supuesto de que el empleo total es el
normal y el supuesto de que lo normal es el empleo incompleto. El uno constituye una teoría de un
equilibrio estacionario, el otro una teoría un equilibro cambiante.
Su teoría se refiere a los cambios de volumen del empleo y la producción en el sistema económico en su
conjunto. Los conceptos básicos de la teoría general de Keynes son los volúmenes totales de empleo, de
renta nacional, de producción nacional, de oferta total, de demanda total, de consumo social total, de
inversión social total y de ahorro social total.
B. La teoría de una economía monetaria: Su teoría más importante anterior a la teoría general fue un
Treatise on Money en dos volúmenes. El denomina su análisis la teoría de una economía monetaria.
El dinero desempeña tres funciones: la de medio de cambio, la de unidad de cuenta y la de
acumulador de valor. Según él, la más importante para la economía monetaria es la función de
acumular valor. Los que tienen más renta y riqueza de varias formas, como atesorar dinero, prestar
dinero e invertirlo en algún tipo de un capital. Si optan por acumular su riqueza en forma de dinero,
no obtienen renta. Si prestan su dinero, perciben interés, y si adquieren un capital de inversión,
esperan percibir beneficio. Keynes da como respuesta a esto que el dinero puede ser la forma más
segura para acumular riqueza. Esta preferencia por la posición de dinero, más bien que por la posición
de riqueza rentable, sólo existe en un grado importante en un mundo en el que el futuro económico es
incierto.
C. El interés como premio por no atesorar dinero: el interés es la recompensa por transferir la
disposición sobre la riqueza en su forma líquida. El tipo de interés depende de la intensidad del deseo
de atesorar, o de lo que Keynes llama preferencia de liquidez para fines especulativos. Keynes carga
el acento sobre el deseo de atesorar. El deseo creciente de dinero da como resultado la necesidad de
pagar un premio más elevado a los que se desprenden de su dinero. Pero cuando el precio que hay que
pagar por el dinero se eleva, muchos tipos de negocios nuevos que podrían emprenderse a tipos de
interés más bajos no se emprenderán en absoluto. Por tanto, un aumento de los tipos de interés, tiene a
reducir la demanda efectiva y, en tiempos normales, a originar paro.
Un examen más detenido indicará que la explicación teórica fundamental del paro en la teoría de Keynes
se encuentra en las propiedades peculiares del dinero y el interés. Keynes sostiene que el sistema
económico tendería a la auto adaptación al punto de empleo total.
D. La inversión como importante factor determinante del empleo: en una sociedad caracterizada por
una gran desigualdad de la riqueza y la renta, la capacidad económica de la comunidad para consumir
es limitada. Cómo consecuencia, hay un exceso potencial considerable de recursos por encima de los
necesarios para producir bienes de consumo. Esta producción, que excede de lo que se consume
habitualmente, se llama inversión. La distinción entre consumo e inversión es fundamental para todo
el análisis de Keynes. Su teoría, reducida términos más simples, Afirma que el empleo depende de la
cantidad de inversión, o bien que el paro es originado por una insuficiencia de inversión.
Mientras los economistas clásicos ocupan del comportamiento racional en un mundo racional. Keynes se
ocupa del comportamiento racional en un mundo irracional. La teoría general es una teoría de una
economía monetaria en el sentido de que el dinero es una forma importante bajo la cual se acumula
riqueza y en el que el interés el premio que se paga por no atesorar la riqueza en esta forma.
La inversión implica considerar el dinero como una forma entre otras de acumular riqueza. La inversión
en capitales reales solamente tiene lugar cuando las previsiones beneficios exceden el premio que hay que
pagar por el dinero tomado préstamo. La naturaleza incierta del conocimiento del futuro explica tanto la
existencia del dinero como cúmulo de valor cuanto a la incertidumbre de la inversión en capital reales. en
un mundo en que el futuro económico es incierto y que el dinero es una forma de acumular riqueza, el
nivel general de empleo depende de la relación entre los beneficios esperados de la inversión en bienes de
capital y el premio de interés que hay que pagar para inducir a los poseedores de riqueza a transferir el
dominio de su dinero.
Cuando falta la confianza en el futuro y las previsiones de beneficios son sombrías, el premio necesario
para conseguir que los poseedores de riqueza se desprenden de su dinero excederá al tipo esperado
rendimiento. La inversión y el empleo descenderán a un nivel bajo. Una depresión es un periodo en que el
premio que hay que pagar por desatorar dinero excede el tipo de rendimiento esperado por levantar
nuevos bienes de capital de casi todos los tipos.
La teoría económica clásica está basada en el supuesto del empleo total del trabajo y demás factores de la
producción. Esta, afirma que hay siempre una tendencia hacia el empleo total. La situación normal es un
equilibrio estable del empleo total. La política social que garantice el empleo total normal es la del laissez
faire.
En contraste con esto, Keynes considera que la situación normal del capitalismo del laissez faire es un
nivel de empleo fluctuante. La finalidad primordial de la teoría de Keynes consiste en explicar lo que
determina el volumen de empleo en cualquier momento.
La teoría clásica se centra en el uso de una cantidad dada de medios de producción por las empresas y las
industrias particulares dentro del conjunto del sistema económico. Así, la alternativa es entre el empleo
aquí y el empleo allí, y no entre empleo y paro. La teoría económica clásica es un estudio de los usos
alternativos de una cantidad dada de medios de producción ocupados.
La teoría General del empleo de Keynes se ocupa de las variaciones del volumen de producción y del
empleo en el sistema económico en su conjunto como resultado de las fluctuaciones en la cantidad de los
medios de producción empleado.
La aceptación del empleo total como la situación normal de una economía de cambio se justifica en la
teoría económica clásica mediante el supuesto de que la oferta crea su propia demanda. Este supuesto o
principio se llama ley del Mercado de Say. Esta, constituye una negación de la posibilidad de una
superproducción general, o sea, una negación de la posibilidad de una deficiencia de demanda adicional.
En una economía de cambio esta ley significa que el gasto siempre será suficiente para mantener el
empleo total.
La teoría clásica no reconoce que una disminución del consumo, en lugar de llevar a un aumento de la
inversión, puede conducir a una disminución de la demanda total y, por tanto, al paro. Tampoco reconoce
la teoría clásica como importante móvil para el ahorro el deseo de riqueza en cuanto tal.
La significación del empleo total y del paro: la posición clásica supone que no hay paro involuntario,
que es distinto del paro voluntario y el causado por fricción. El paro voluntario existe cuando los obreros
potenciales no quieren aceptar salarios ligeramente inferiores a los salarios corrientes. El paro por fricción
existe cuando hay hombres que dejan de trabajar temporalmente por imperfecciones en el mercado de
trabajo.
El empleo total así definido es compatible con el paro voluntario y tolera cierta cuantía de paro por
fricción. Existe empleo total en ausencia de paro involuntario. En la teoría clásica, no existe este tipo de
paro.
¿Cómo concilian los representantes de la escuela clásica su negativa de la existencia de paro involuntario
con el hecho innegable que existe gran número de hombres y mujeres ociosos que quieren trabajar, pero
que no encuentran trabajo?
La clave de la respuesta parece ser que la acción colectiva, tal como es adoptada por las asociaciones
obreras, y bajo la intervención estatal, crea un mercado de trabajo imperfecto.
Han surgido nuevos fenómenos que debilitan grandemente la fuerza de competencia en el mercado de
trabajo, estos son principalmente la contratación por los sindicatos, las leyes de salario mínimo, el seguro
de paro, los subsidios de los trabajadores, etc.
Lo que con más vigor objetaba Keynes al razonamiento clásico es la idea de que el paro desaparece si los
obreros aceptan tipos de salario suficientemente bajos. Él, sostiene que el volumen de empleo está
determinado por la demanda efectiva y no por los contratos entre obreros y patronos. Aún, cuando los
tipos de salario fuesen perfectamente flexibles y los precios de las mercancías perfectamente
competitivos, podría seguir habiendo paro. El gran defecto de la teoría clásica es su alejamiento de las
condiciones del mundo capitalista contemporáneo.
El punto de partida lógico de la teoría de empleo de Keynes, es el principio de la demanda efectiva. Esta,
se manifiesta en el gasto de la renta. Cuando el empleo aumenta, aumenta la renta. Es un principio
fundamental el de que cuando la renta real una comunidad aumenta, aumentará también el consumo, pero
menos que la renta.
El empleo no puede aumentar a no ser que aumente la inversión. Esta es la médula del principio de la
demanda efectiva. Demanda total y oferta total: el término demanda tal como lo usa Keynes, designa
la demanda total del conjunto del sistema económico. Precio significa la cantidad de dinero recibido por
la venta una cantidad física de productos. Keynes usa como medida del volumen total de la producción la
cantidad de trabajo empleado. El precio de demanda total del volumen de producción de una cantidad
dada de empleo es la suma total de dinero, o de ingresos, que se espera de la venta del volumen de la
producción alcanzada cuando se ha empleado esa cantidad de trabajo.
La función de la demanda total es una curva de los ingresos esperados de la venta de la producción
resultante de diversas cantidades de empleo. La función de la oferta total es una curva que representan
las cantidades mínimas de rendimientos requeridas para inducir a las diversas cantidades de empleo. A
medida que aumenta la cantidad del rendimiento será mayor la cantidad de empleo que se ofrece a los
obreros por los patronos.
La teoría clásica falla al intentar aplicar la ley de Say a la demanda de inversión. Aunque es verdad que
más empleo creará más renta, de la que algo se gastará en bienes de consumo, toda ella no serás tan tales
bienes, y no hay razón para suponer la diferencia será aplicada a gasto de inversión.
El empleo depende de la demanda y la demanda total es igual es la renta total, la teoría General del
empleo es también una teoría de la demanda total o de la renta total. El empleo da como resultado en la
elaboración de volumen total de producción, de una parte, y la creación de la renta, de otra parte. El
volumen total de producción tendrá un valor igual a la renta total. El volumen total de producción está
integrado por la producción de bienes de consumo y la producción de bienes inversión. La renta total se
obtiene de la producción de bienes de consumo y la producción de inversión.
El empleo no se puede aumentar a menos que aumente la inversión. Éste principio descansa en el
supuesto de que la propensión al consumo permanece inalterada.
Propensión al consumo.
La demanda de consumo depende del volumen de la renta y de la parte de ella que se gastan bienes de
consumo. La cuantía del consumo cambiará en los distintos niveles de la renta nacional, y también
cambiará la proporción en que está el consumo total respecto a la renta total. La cuantía absoluta del
consumo aumentará a medida que aumente la renta y disminuirá a medida que disminuye la renta.
La curva de propensión al consumo es una relación funcional que indica cómo varía el consumo cuando
varía la renta. En la teoría de Keynes lo que interesa es la relación entre el consumo total de la comunidad
y la renta total de la misma. El supuesto de Keynes de qué es la propensión al consumo relativamente
estable a corto plazo es una generalización de la experiencia real y constituye una parte esencial de la
estructura en su teoría. Una alta propensión al consumo es favorable para el empleo. Para mantener el
empleo por encima de un nivel relativamente bajo y socialmente intolerable es necesaria la inversión.
El aliciente para la inversión está determinado, en el análisis de Keynes, por las estimaciones de los
hombres de negocios acerca de la lucratividad de la inversión en relación con el tipo de interés del dinero
para la inversión. La lucratividad prevista de la nueva inversión se llama eficacia marginal del capital.
La eficacia marginal del capital: es el tipo de rendimiento más elevado sobre el costo previsto para
producir una unidad más de un tipo particular de bien de capital. La inversión continúa en tanto que el
tipo de rendimiento esperado exceda el tipo de interés. Si el costo de la construcción de un nuevo bien de
capital, es menor que el precio de adquisición del bien de capital antiguo de la misma clase, será lucrativo
construir uno nuevo más bien que comprar uno viejo.
Keynes usa la expresión eficacia marginal del capital porque desea destacar el ajuste dinámico a que están
ligados el presente y el futuro por las previsiones de los inversores. La eficacia marginal del capital se
caracteriza por la inestabilidad a corto plazo y por una tendencia hacia el descenso a largo plazo. Las
fluctuaciones de la eficacia marginal de capital son la causa fundamental del ciclo económico las grandes
adiciones a la oferta existente de bienes de capital fuerza una vez vender el tipo previsto el rendimiento
por debajo del tipo de interés.
Como toda inversión nueva entra en competencia con todas las inversiones antiguas, hay una tendencia en
el largo plazo secular de la creciente abundancia de bienes de capital al descenso en el tipo de
rendimiento. Esta tendencia puede ser compensada por circunstancias excepcionales, como las que han
caracterizado el mundo occidental durante el siglo XIX.
Los cambios estructurales subyacentes en las recientes décadas proporcionan una explicación plausible
del paro masivo que ha azotado a las economías capitalistas en el decenio de 1930. Sin embargo, el paro
originado por un descenso de la eficacia marginal del capital puede ser compensado, al menos
temporalmente, por un descenso correlativo el tipo de interés.
El tipo de interés: es el otro factor que determina el volumen de la inversión, depende de dos cosas.
Hay varias razones por la que la gente puede desear tener riqueza en forma dinero. Clasificadas con
arreglo al motivo:
● Motivo transacción: hace referencia el uso del dinero como medio de cambio para las transacciones
ordinarias.
● Motivo precaución para tener dinero: surge de la necesidad de hacer frente a situaciones de
urgencia imprevistas que causarán desembolsos mayores que los que suponen las transacciones
usuales anticipadas.
● La especie de preferencia de liquidez que tiene importancia relación con el tipo de interés es la que
surge en conexión con el motivo especulación, Keynes lo define como el intento de obtener un
beneficio por conocer mejor que el mercado lo que el futuro traerá consigo. La gente retiene dinero
como cumulo de riqueza. Mantienen sus capitales en esta forma por la prefieren a cualesquiera otros
medios de acumular riqueza. Esto es una especie de especulación, porque al mantener su riqueza en
forma de dinero improductivo, la gente especula sobre las probabilidades de que las condiciones
cambien.
Cuánto más baje el tipo de interés, más fuertes hacer el aliciente de poseer riqueza en forma de dinero. El
tipo de interés es un precio que fluctúa con arreglo a la oferta y demanda de dinero. La oferta se fija por el
sistema bancario y la demanda se determina por la preferencia por la posición de efectivo. El tipo de
interés es el precio qué equilibra el deseo de poseer riqueza en forma de efectivo con la cantidad
disponible del mismo. El interés es la retribución que se paga por el uso del dinero. La posición de las
autoridades bancarias y monetarias es estratégica con relación al tipo de interés. Siguiendo una política de
oferta flexible de dinero, el sistema bancario puede regular, sin limitación, el tipo de interés.
Existe una relación definida entre la cantidad de producción para el consumo y la cantidad de producción
para la inversión que será lucrativa para los empresarios.
Significado práctico de los conceptos principales: entre todas las expresiones y conceptos usados en la
teoría de Keynes los tres que se destacan como variables estratégicas independientes son la propensión al
consumo, la eficacia marginal del capital, y el tipo de interés. El propósito final de su teoría es explicar
lo que determina el volumen de empleo, o en términos de los problemas prácticos implicados, lo que
origina el paro. Explicar el paro significa indicar aquellos aspectos del sistema económico que necesitan
ser alterados o sometidos a intervención social para conseguir un alto nivel de empleo.
Un concepto como el de propensión al consumo, o el de función del consumo, constituye una relación
formal matemática entre las cantidades de consumo que se corresponden con las cantidades de renta para
el conjunto de la comunidad.
Keynes lo emplea para mostrar la necesidad de un tipo elevado de gasto de consumo, el cual puede tal vez
ser obtenida mediante una distribución más igualitaria de la renta y de la riqueza. Lo usa para indicar la
deseabilidad de una imposición fuertemente progresiva y de grandes desembolsos estatales para servicios
sociales.
En esos términos, Keynes defiende las obras públicas y propugna el gasto público. Su teoría se denomina
teoría del gasto.
Para aliviar las consecuencias de la inestabilidad de la eficacia marginal del capital privado, Keynes
propugna la dirección estatal de la inversión total, incluyendo la inversión pública, con el fin de
compensar las inevitables fluctuaciones de la inversión privada. Un tipo bajo de interés y una elevada
eficacia marginal del capital son las condiciones favorables para la inversión y el empleo.
En los años 50 y 60 toda una generación excepcional de científicos sociales latinoamericanos de todas las
disciplinas, se preocuparon por la persistencia del atraso, la pobreza y el subdesarrollo en nuestra región
subcontinental. Como parte de un proceso de descolonización de los pueblos, iniciado a fines de la
Segunda Guerra Mundial, con la fundación de la ONU y otros organismos internacionales en 1948 se creó
la Comisión económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) con sede en Santiago de Chile y cuyo
primer director fue un argentino economista al que se asocia de modo directo con la teoría
estructuralista del desarrollo, él es Raúl Prebisch.
El primer aspecto el problema del desarrollo y del subdesarrollo debe considerarse en un contexto más
amplio; En el contexto de la expansión histórica del sistema capitalista, concretamente de los dos últimos
siglos, XIX y XX. No había que pensar la problemática del subdesarrollo como una cuestión de lo que
debía ocupar y responsabilizarse exclusivamente cada país, sino, que más bien había que concebirlo como
el producto de un desarrollo desigual de la economía mundial capitalista que, en su despliegue secular, ha
ido generando economías desarrolladas y subdesarrolladas, en un proceso que lejos de acercar las
distancia como había pronosticado David Ricardo con su teoría de las ventajas comparativas, tendía por el
contrario a ensanchar la brecha entre países centrales (países desarrollados) y países periféricos
(subdesarrollados).
En este contexto los países centrales se caracterizaban por tener una estructura económica diversificada e
integrada, es decir que, los sectores de producción primaria y la industria de servicios estaban
relativamente equilibrados y entrelazaban sus recursos en la generación de bienes y servicios que
producía el país.
Los países subdesarrollados, por el contrario, se configuraban como economías especializadas y duales
porque en estas existía un sector moderno unilateralmente desarrollado dedicado a la producción primaria
para la exportación que se encontraba separado del resto de las otras regiones económicas relativamente
atrasadas del país y eran economías duales porque ellas coexistían tecnología de alta productividad junto
a formas tradicionales de subsistencia o de escasa productividad.
A su vez este antagonismo estructural se expresó funcionalmente en las pautas clásicas de la división
internacional del trabajo que asignaba a los países centrales la producción y exportación de manufacturas
o bienes industriales y a los países periféricos le asignaba la producción y la exportación de materias
primas y alimentos. Existen entonces, diferencias estructurales en la organización de las economías y
como resultado o expresión de estas diferencias o una participación asimétrica en el plano del comercio
internacional.
Y esa distancia mencionada anteriormente, entre países desarrollados y países subdesarrollados, tendía
más bien acentuarse.
¿Cuál era el mecanismo económico que según la CEPAL profundizaba la brecha e impedía un
acercamiento en los resultados entre ambos tipos de estructura económica? para la CEPAL, ese
mecanismo era de naturaleza comercial, es decir, que se manifestaba en el plano del comercio
internacional y que los teóricos de CEPAL denominaron deterioro de los términos de intercambio.
El índice de relaciones de intercambio es un coeficiente que surge de comparar los precios promedio de
exportación con los precios promedio de importación de un país. Si a lo largo de un periodo relativamente
significativo los precios promedio de exportación son sustancialmente menores que los precios promedio
de los bienes que se importan entonces la relación de intercambio termina resultando desfavorable para
ese país. En la relación de intercambio entre los países periféricos y los países centrales, los países
centrales (productores de manufactura) salían ganando. Algo paradójico en esta relación es que los países
que producen bienes primarios terminaban siendo perjudicados por el intercambio con manufacturas.
La producción primaria requiere de ciertas condiciones del clima de fertilidad de la tierra etc. para el
rendimiento de los cultivos o aún para la producción de carnes, es decir que, la producción primaria tiene
límites físicos para la expansión de su producción, no se pueden producir ciertos cultivos o criar ciertos
animales en cualquier parte. Pero la producción industrial, por el contrario, no tienes esos límites, no hay
límites físicos para el aumento de la producción industrial.
Si la producción primaria tiene ciertos límites infranqueables y la producción industrial no los tiene
podríamos concluir que en principio el sector industrial tiene un mayor nivel de productividad que el
sector primario.
Sin embargo, en los hechos esta situación no se daba, al revés, se daba un fenómeno inverso, los
productos industriales mantenían siempre un valor mayor en relación con los primarios. ¿Cuál es la causa
de este fenómeno?
La frase de Raúl Prebisch que condensaba la explicación de este fenómeno era “los países centrales
retienen los frutos del progreso técnico”. Es decir, que el mayor avance científico y tecnológico y sus
aplicaciones a la producción que generaba ese aumento de la productividad en los países centrales, no se
reflejaba como hubiese sido lógico, en una disminución de los precios de los bienes industriales, sino, que
se traducía en una mayor riqueza material de los países centrales que se retenía en la propia economía de
los países centrales.
En los países periféricos, por el contrario, existía un exceso de oferta de mano de obra en el sector
primario que impedía la fijación de parámetros mínimos en los niveles de salario del sector y la presión
descendente sobre los salarios se trasladaba también a los precios de productos primarios que se
exportaban.
Un analista de este proceso dijo “disponibilidad y usufructo del progreso técnico y deterioro de los
términos de intercambio estaban íntimamente vinculados”.
Si las relaciones de intercambio entre materias primas y bienes industriales no promovían el desarrollo de
los países periféricos, había que reformular la estrategia económica y orientarla de un modo que pudiera
facilitar el desarrollo.
De ahí entonces que la teoría de la CEPAL no quedó limitada al análisis teórico y empírico de la relación
entre desarrollo y subdesarrollo. Sino, que propuso todo un espectro programático de políticas
económicas que deberían conducir a generar el desarrollo en los países latinoamericanos y entre las
principales políticas recomendadas por la CEPAL se encontraban:
1. La industrialización por sustitución de importaciones como una estrategia central para reorientar el
crecimiento económico, a partir de la inversión y del consumo en el mercado interno, y como solución
también simultánea a mediano y largo plazo de las relaciones entre crecimiento económico, inversión,
empleo y distribución del ingreso.
2. Asignación de un rol protagónico a la intervención estatal mediante medidas como la planificación
del desarrollo el proteccionismo y la promoción de las industrias locales incipientes, la creación de
empresas estatales para facilitar el acceso a empresas privadas y públicas de insumos básicos, y la
inversión pública como un sostén permanente del crecimiento.
3. Integración económica latinoamericana para para generar economía de escala en las empresas de la
región, incrementando el comercio interregional latinoamericano
4. Una reforma agraria que buscaba aumentar el excedente agrícola, de modo de apuntalar el proceso
de industrialización mediante una distribución más equitativa de la tierra que corrigiera la excesiva
concentración de la propiedad de las mejores tierras y que modernizara los regímenes precapitalistas
que todavía subsistían o sobre la explotación de minifundios de parte de la población rural más pobre.
Sin embargo, y a pesar de los avances producidos subsistían ciertos problemas que eran de difícil
solución, por un lado, la sustitución importaciones si bien aliviaba la demanda de las importaciones
tradicionales, demandaba una creciente afluencia de bienes de capital y de bienes intermedios que no se
producían a nivel local y que, por tanto, debían ser importadas para sostener el crecimiento económico
interno.
Entonces la evaluación de los problemas estructurales que afectaban al desarrollo despertó en un grupo de
notables cientístas sociales latinoamericanos preocupación respecto de las posibilidades reales del
desarrollo en la región y también incentivó una reflexión en torno de la nación de dependencia como la
causa determinante de esa imposibilidad de desarrollo. Así fue como el debate acerca de la dependencia y
sus implicancias económicas y sociales se desplegó a lo largo de los años 60 y a partir de las
confrontaciones discursivas se fueron condensando tres corrientes teóricas divergentes acerca de la
dependencia.
Dependencia, según Theotônio dos Santos, es la situación en la que la economía de ciertos países está
condicionada por el desarrollo y la expansión de otra economía a la que está sometida. Los países
dominantes pueden expandirse y ser autosuficientes y los países dependientes sólo pueden hacerlo como
un reflejo de esa expansión, y ese reflejo puede efectos positivos o negativos para la economía
dependiente.
Para André Gunder Frank, la dependencia de las economías periféricas (satélites llamaba él) respecto de
las economías centrales (para él metrópolis) era la causa determinante del subdesarrollo de la periferia.
De acuerdo con un Gunder Frank, el capitalismo periférico era incapaz de generar un proceso de
desarrollo autónomo. Pero, si ese desarrollo inviable en un contexto capitalista, no significaba que fuera
imposible en todos los casos. Para él, ese proceso de desarrollo autónomo sólo podría concretarse a través
de una revolución económica y social contra la burguesía nativa y contra el imperialismo internacional.
Para Frank, entonces, desarrollo y capitalismo periférico eran inconciliables.
Cardoso y Faletto rechazaban la idea de una teoría general de la dependencia, porque ellos sostenían que
había que estudiar cada caso en concreto y luego afirmar la posibilidad o la imposibilidad de un desarrollo
en el marco de una dependencia económica. Para estos, el desarrollo capitalista en la periferia era
perfectamente viable bajo ciertas alianzas sociales. Es decir, que un desarrollo dependiente y asociado a la
metrópolis, no tendería necesariamente al estancamiento.
Los estructuralistas de la CEPAL expresaron un temprano reconocimiento de las limitaciones que eran
inherentes al modelo sustitutivo de importaciones. Ellos, se encontraban en ese momento en un proceso
de renovación y reformulación de los análisis de la situación y también de nuevas propuestas para generar
el desarrollo.
Hubo un debate interno que se estuvo jugando en esos momentos en la CEPAL. Por un lado, un grupo de
destacados economistas brasileños creían que la concentración del ingreso era necesaria para garantizar
un mercado adecuado para el sector de bienes durables, que era entonces el sector líder y el sector
modernizador de la producción. Para los brasileños la distribución regresiva del ingreso era un precio que
se tenía que pagar para consolidar una vía relativamente cierta hacia el desarrollo económico.
No estaban de acuerdo con esta estrategia un grupo mayoritariamente integrado por economistas chilenos
y uruguayos a los que se los denominaba redistribucionistas. Ellos, sostenían que la prioridad otorgada al
sector de bienes de consumo durable subestimaba el espectro del problema que traía consigo ese énfasis
en la producción de bienes de consumo durable, como eran el aumento de las importaciones que conducía
un desequilibrio de la balanza de pagos o, el uso de técnicas más intensivas en capital que tendía reducir
los niveles de empleo asalariado, y el predominio de las empresas multinacionales que agudizaban la
dependencia económica. Aspectos que, en conjunto, no hacían más que profundizar, según estos teóricos,
la desigualdad social y la marginación de amplios sectores de la población. Para ellos, en definitiva, la
estrategia de un desarrollo basado en el mercado interno era posible a través de una mayor igualdad
distributiva
TERCERA PARTE: FUNDAMENTOS DE LAS TEORÍAS ECONÓMICAS
UNIDAD IV: 1. Los Clásicos. Aspectos centrales en Adam Smith y David Ricardo. 2. La economía
marxista. La teoría del valor-trabajo. Plusvalía, tasa de ganancia y composición orgánica de capital.
Tendencias a las crisis. 3. La economía neoclásica. Teoría del equilibrio del consumidor. La utilidad
marginal. La teoría del equilibrio del productor. La determinación de los precios y el equilibrio general. 4.
La teoría keynesiana. El principio de la demanda efectiva. Las funciones consumo y ahorro. La
inversión y la eficacia marginal del capital. El mercado de dinero. La política económica en períodos de
recesión y depresión. 5 La problemática del desarrollo y el subdesarrollo. La teoría estructuralista de
Raúl Prebisch y la Cepal. La teoría de la dependencia. Balance Crítico. Proyecciones actuales