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El rapto tiene que ser inminente, en cualquier momento: “Pero del día y la hora nadie
sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre” (Mateo 24:36)
El rapto tiene que ser secreto, invisible, sin aviso previo, como “ladrón en la
noche” (Mateo 24:42-44)
El rapto tiene que ser “como en los días de Noé” (Mateo 24:37)
En el rapto, “uno será tomado y otro será dejado” (Mateo 24:40-41)
¿No habla Mateo 24 de la Segunda Venida de Cristo? ¿Entonces por qué estos elementos
de Mateo 24 son utilizados para justificar el rapto pretribulacional de la Iglesia?
En realidad, los que enseñan el rapto pretribulacional han llegado a dividir el capítulo 24 de
Mateo en dos: haciendo una separación entre los primeros 35 versículos, que hablan
claramente de la Segunda Venida de Cristo y los versículos 36-51, del mismo capítulo, que
a los pretribulacionistas les parece más definidores de un “rapto secreto” que de una venida
visible. De esta manera, afirman que no existe una continuidad entre Mateo 24:3-35 y Mateo
24:36-51.
Si leemos con atención todo el capítulo, observamos que no hay ningún motivo para creer
que no existe dicha continuidad. En su totalidad, el capítulo 24 de Mateo habla de la Segunda
Venida de Cristo (la Segunda Venida del Hijo del Hombre) que es mencionada en múltiples
ocasiones.
Mateo 24:27: “Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el
occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre”.
Mateo 24:30:“Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces
lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre
las nubes del cielo, con poder y gran gloria”.
Mateo 24:37-39: “Más como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del
Hombre”. Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo,
casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no
entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida
del Hijo del Hombre”.
Mateo 24:42-44: “Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro
Señor. Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría
de venir, velaría, y no dejaría minar su casa. Por tanto, también vosotros estad
preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis”.
Es más que evidente que durante todo el capítulo no se cambia de tema en ningún momento.
Por tanto, vemos que los conceptos “como en los días de Noé” o “como ladrón en la noche”
hacen referencia a la “venida del Hijo del Hombre” (Segunda Venida de Cristo) y no a
un rapto pretribulacional.
Ahora, leamos Mateo 24:36: “Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los
cielos, sino sólo mi Padre”. ¿De qué evento se está hablando? Del mismo evento descrito
antes en Mateo 24:30. ¿Ha habido un cambio de tema en algún momento? ¡NO! Jesús habla
del mismo tema, de su Segunda Venida. Marcos 13:32 afirma: “Pero de aquel día y de la
hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre”. Cuando
se dice “aquel día” y “aquella hora”, se hace referencia a la Segunda Venida de Cristo (la
venida del Hijo del Hombre).
Es absurdo pensar que en Mateo 24 Jesús cambie tan bruscamente de tema, sin previo
aviso, hablando primero de su Segunda Venida y luego del rapto pretribulacional de la
Iglesia. De hecho, en este capítulo no se describe en ningún momento un rapto
pretribulacional. Jesús no habla de dos venidas suyas, una secreta y una visible. Todo el
capítulo 24 contiene la respuesta de Jesús a la pregunta de los discípulos: “Dinos (…) ¿qué
señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?”.
Fase III: La Segunda Venida de Cristo para arrebatar a su Iglesia (momento en el cual se
desatará la ira de Dios, como veremos más adelante):
Pablo expone exactamente el mismo orden (que utilizó Jesús en Mateo 24) en 2ª
Tesalonicenses 2:1-3. Él menciona que la venida del Señor y el arrebatamiento de la
Iglesia “no vendrá sin que antes venga la apostasía y se manifieste el hombre de pecado, el
hijo de perdición”. Esto significa que el momento en el cual el Señor vendrá para arrebatar
a su Iglesia será después de que venga la apostasía y el Anticristo. Además, en estos
versículos, Pablo menciona la venida del Señor y el arrebatamiento de la Iglesia como dos
acontecimientos que forman parte de un único evento (“la venida de nuestro Señor
Jesucristo y nuestra reunión con él” – 2ª Tesalonicenses 2:1).
Juan también describe el mismo orden que Jesús y Pablo, en Apocalipsis 6 [1er sello:
falso(s) Cristo(s); 2o sello: guerras; 3er sello: hambrunas; 4o sello: muertes; 5o sello:
persecución de la Iglesia; 6o sello: cambios celestes que anuncian la Segunda Venida de
Cristo y el inicio del «día de la ira»] y Apocalipsis 14 [Anticristo (v. 9-11); persecución de la
Iglesia (v. 12-13); Segunda Venida de Cristo en las nubes (v. 14); arrebatamiento de la
Iglesia (v. 15-16); la ira de Dios sobre los que se quedaron en la tierra (v. 17-20)].
Todos estos textos (Mateo 24, 2ª Tesalonicenses 2, Apocalipsis 6, Apocalipsis 14) describen
los eventos en un mismo orden. Observamos que la secuencia de todos estos
acontecimientos está bien clara: 1) apostasía; 2) Anticristo; 3) Gran Tribulación con la
persecución de la Iglesia; 4) fin de la persecución (aquellos días son acortados); 5) cambios
celestes; 6) Segunda Venida de Cristo y arrebatamiento de la Iglesia; 7) inicio de la ira de
Dios.
Ahora bien, muchos pretribulacionistas dicen que en Mateo 24:30-31 no aparece el concepto
del arrebatamiento de la Iglesia. Pero yo creo que sí aparece, por varios motivos:
a) El momento de la reunión de los redimidos encaja perfectamente con las condiciones
bíblicamente defendibles para el arrebatamiento (después de la persecución del Anticristo,
pero antes de que la ira de Dios caiga sobre los impíos).
b) Las etapas en las que se lleva a cabo la reunión de los redimidos encajan perfectamente
con las condiciones bíblicamente defendibles para el arrebatamiento: 1. la venida del Señor
en las nubes, con autoridad y poder; 2. acompañado por los ángeles; 3. el sonido de la
trompeta que anuncia la reunión de los redimidos. Es el mismo evento que Pablo describe
en 1ª Tesalonicenses 4:16-17 y 1ª Corintios 15:51-52.
c) En la descripción de este acontecimiento que encontramos en Lucas 21:28 se utiliza un
lenguaje de arrebatamiento: “cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad
vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca”.
d) En ningún texto o descripción vemos dos venidas de Cristo o dos arrebatamientos, antes
y después de la Gran Tribulación respectivamente. Vemos que la única venida de Cristo y
el único arrebatamiento descritos en la Biblia son posteriores a la Gran Tribulación.
e) El término “escogidos” se refiere a la Iglesia, a los creyentes que estarán vivos en la
Segunda Venida de Cristo (ver punto siguiente).
Mateo 24:29-31 nos ofrece la mejor pista
en cuanto al momento del arrebatamiento: en el momento de la Segunda Venida de
Cristo (“E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se
oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias
de los cielos serán conmovidas. Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo;
y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre
las nubes del cielo, con poder y gran gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta,
y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro”).
Ahora bien: si el arrebatamiento de la Iglesia y la Segunda Venida de Cristo fueran dos
eventos distintos, ¿Por qué Jesús no menciona una venida suya invisible y un rapto de la
Iglesia antes de la Gran Tribulación en Mateo 24? O ¿por qué Jesús no menciona, al menos,
el caos que se producirá en el mundo por este evento tan asombroso? ¿A Jesús no le
parecía importante que los cristianos de hoy en día, que leemos la Biblia, supiéramos que
él vendría a buscar a su Iglesia antes de la Gran Tribulación? ¿Por qué avisa a los cristianos,
a través de las palabras dirigidas a sus discípulos, sobre su Segunda Venida, si los cristianos
ya no estarán en la tierra para presenciarla?
Jesús no menciona una venida invisible o un arrebatamiento de la Iglesia anterior a la Gran
Tribulación en Mateo 24 porque no existe. Según Jesús, el arrebatamiento de la Iglesia es
claramente un acontecimiento postribulacional. Yo pienso que si hubiera ocurrido un rapto
de la Iglesia antes de la Gran Tribulación, los escogidos ya estarían juntos y no habría
necesidad de juntarlos para el momento de la Segunda Venida. ¿Qué ha pasado con ellos?
¿Se han perdido y ahora es necesario juntarlos otra vez?
Estos argumentos incomodan a los pretribulacionistas y para rebatirlos, tienen que recurrir
a varias improvisaciones. Eligen interpretar que los “escogidos” de Mateo 24 no pueden
formar parte de la Iglesia, ya que la Iglesia se había ido. Entonces serían “otra categoría de
escogidos”. Y el arrebatamiento descrito en Mateo 24:31 no es el rapto de la Iglesia descrito
en 1ª Tesalonicenses 4:15-17, sino otro arrebatamiento. Curioso es que este arrebatamiento
también es anunciado por una trompeta, que entonces, según los pretribulacionistas, tendría
que ser otra final trompeta. Por lo tanto, se inventan una segunda categoría de escogidos,
un segundo arrebatamiento y una segunda final trompeta.
Juan 15:16: “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he
puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo
que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé”.
Romanos 11:7: “¿Qué pues? Lo que buscaba Israel, no lo ha alcanzado; pero los
escogidos sí lo han alcanzado, y los demás fueron endurecidos;”
Colosenses 3:12: “Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de
entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia”.
2ª Tesalonicenses 2:13: “Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios
respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os
haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el
Espíritu y la fe en la verdad”.
2ª Timoteo 2:10: “Por tanto, todo lo soporto por amor de los escogidos, para que
ellos también obtengan la salvación que es en Cristo Jesús con gloria eterna”.
Tito 1:1: “Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesucristo, conforme a la fe de
los escogidos de Dios y el conocimiento de la verdad que es según la piedad;”
1ª Pedro 2:9: “Más vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa,
pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de
las tinieblas a su luz admirable;”
Como podemos ver, cada vez que se presenta el término “escogidos” en el Nuevo
Testamento, hace referencia a la Iglesia. ¿Será Mateo 24 una excepción? No. Los
“escogidos” de Mateo 24 son la Iglesia, son los creyentes que aún estarán con vida en la
tierra al comienzo de la Segunda Venida. Por lo tanto, tenemos que tener en cuenta que en
Mateo 24, Jesús enseña a sus discípulos y a su Iglesia. Aunque sus discípulos eran judíos,
tras la resurrección de Cristo y el derramamiento del Espíritu Santo, ellos se convertirían en
los padres y fundadores de la Iglesia de hoy en día.
Además, en Mateo 28:20, Jesús menciona claramente que la Iglesia tiene que
guardar todas las cosas que él había enseñado a sus discípulos (“enseñándoles que
guarden todas las cosas que os he mandado…”). Entonces ¿Cómo es posible decir que
Jesús, enseñando a sus discípulos, no se refería a su Iglesia?
Los apóstoles forman parte de la Iglesia porque la era del Antiguo Testamento alcanza hasta
Juan el Bautista: “La ley y los profetas eran hasta Juan; desde entonces el reino de Dios es
anunciado, y todos se esfuerzan por entrar en él» (Lucas 16:16). Todos los mandamientos,
todas las enseñanzas y bienaventuranzas dirigidas a los judíos en el Nuevo Testamento se
pueden atribuir a la Iglesia. Jesús sabía que después de su sacrificio en la cruz y tras su
resurrección, no habría “diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de
todos, es rico para con todos los que le invocan” (Romanos 10:12).
Si todavía no queda claro, leamos el último versículo de Marcos 13: “Y lo que a vosotros
digo, a todos lo digo: Velad”. En este capítulo se habla de la Segunda Venida de Cristo a la
tierra, igual que en Mateo 24. ¿No es evidente que Jesús hace hincapié en el hecho de que
nos está hablando a todos nosotros, su Iglesia, no solamente a los discípulos judíos? Toda
su Iglesia tiene que velar, no solamente los judíos. Jesús no hacía diferencia entre la Iglesia
y sus discípulos, que eran judíos. Cuando se refería a los “escogidos” en Mateo 24, Jesús
se refería a su Iglesia.
En base a esta pretendida distinción entre los judíos y la Iglesia, los pretribulacionistas
excluyen a los cristianos de la mayor parte de las Escrituras, que entienden que van dirigidas
únicamente a los judíos. Esta es una doctrina muy peligrosa, porque ya han salido muchos
que enseñan que el bautismo, la santa cena y las pascuas son para los judíos, no para los
cristianos. Totalmente anti bíblico.
1.1.D. “Parousia”
Otro aspecto muy importante para mencionar es que la palabra griega que describe la
Segunda Venida del Señor en Mateo 24:27, “parousia”, es la misma palabra utilizada en 1ª
Tesalonicenses 4:15 cuando el Señor viene por la Iglesia.
Esto quiere decir que las dos venidas son idénticas, como lo demostraremos a
continuación:
Santiago 5:7-8: “Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor.
Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia
hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía”.
1ª Juan 2:28: “Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste,
tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él
avergonzados”. Este versículo, en sí mismo, niega la posibilidad de un rapto
pretribulacional.
1ª Tesalonicenses 3:12-13: “Y el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para
con otros y para con todos, como también lo hacemos nosotros para con vosotros,
para que sean afirmados vuestros corazones, irreprensibles en santidad delante de
Dios nuestro Padre, en la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos”.
1ª Tesalonicenses 5:23: “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo
vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de
nuestro Señor Jesucristo”.
2ª Pedro 3:11-12: “Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no
debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos
para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos,
y los elementos, siendo quemados, se fundirán!”
Todos estos versículos describen la Segunda Venida como la “parousia” del Señor.
Entonces surgen varias preguntas: ¿Por qué debemos tener paciencia y permanecer en él
hasta su Segunda Venida “parousia”, si nosotros nos vamos con él en el rapto
pretribulacional? ¿Y por qué tenemos que ser irreprensibles en santidad y andar en “santa
y piadosa manera de vivir” hasta la Segunda Venida “parousia” de Cristo, si nosotros nos
vamos con él en el rapto pretribulacional?
Claramente, los apóstoles no esperaban un rapto pretribulacional de la Iglesia. Sin
duda, todos ellos creían en un sólo evento, grande y glorioso: la Segunda Venida de
Cristo. Actualmente, los pretribulacionistas ya no enseñan que “parousia” se refiera a un
rapto pretribulacional, sino que es la Segunda Venida de Cristo y que ésta se compone de
dos etapas: “primera” Segunda Venida y “segunda” Segunda Venida. Este aspecto lo
trataremos en el apartado 2 («Dos etapas distintas»).
Hechos 2:20: “El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga
el día del Señor, grande y manifiesto;”
Joel 2:31: “El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga
el día grande y espantoso de Jehová”.
Pedro afirma que el “día del Señor” es el mismo que el “día de Jehová”. Y observamos que
el “día del Señor” ocurrirá después de la aparición de ciertas señales en los cielos imposibles
de confundir, las cuales Jesús también describió en Mateo 24:29-30. Y estas señales
ocurrirán después de la Gran Tribulación: “E inmediatamente después de la tribulación de
aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán
del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces aparecerá la señal del
Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al
Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria”.
Todos estos versículos sugieren que primero habrá una Gran Tribulación, luego unas
alteraciones cataclísmicas inconfundibles y luego vendrá el “día del Señor”. Por lo
tanto, el Señor arrebatará a su Iglesia en el “día del Señor” y este día es totalmente
postribulacional, es decir, posterior a la Gran Tribulación.
¿Es posible que Pablo entienda el “día del Señor” como un momento pretribulacional y Pedro
un momento postribulacional? ¿Es posible que los dos apóstoles se contradigan en este
aspecto? ¡NO! Ambos tienen razón y ambos describen el arrebatamiento como un evento
postribulacional. Aquí, quienes se equivocan no son Pablo y Pedro, sino los que defienden
la nueva doctrina del rapto pretribulacional. Algunos, además, se atreven a decir que los
apóstoles eran pretribulacionistas o que la doctrina del rapto pretribulacional proviene de la
Iglesia primitiva.
Miremos más versículos con respecto al “día del Señor”.
2ª Pedro 3:10: “Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los
cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la
tierra y las obras que en ella hay serán quemadas”.
Isaías 13:9-10: “He aquí el día de Jehová viene, terrible, y de indignación y ardor de
ira, para convertir la tierra en soledad, y raer de ella a sus pecadores. Por lo cual las
estrellas de los cielos y sus luceros no darán su luz; y el sol se oscurecerá al nacer, y
la luna no dará su resplandor”.
Sofonías 1:18: “Ni su plata ni su oro podrá librarlos en el día de la ira de Jehová,
pues toda la tierra será consumida con el fuego de su celo; porque ciertamente
destrucción apresurada hará de todos los habitantes de la tierra”.
Ezequiel 7:19: «Arrojarán su plata en las calles, y su oro será desechado; ni su plata
ni su oro podrá librarlos en el día del furor de Jehová; no saciarán su alma, ni llenarán
sus entrañas, porque ha sido tropiezo para su maldad”.
Romanos 2:5: “Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti
mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios».
Zacarías 14:1-9: “He aquí, el día de Jehová viene, y en medio de ti serán repartidos
tus despojos. Porque yo reuniré a todas las naciones para combatir contra Jerusalén;
y la ciudad será tomada, y serán saqueadas las casas, y violadas las mujeres; y la
mitad de la ciudad irá en cautiverio, mas el resto del pueblo no será cortado de la
ciudad. Después saldrá Jehová y peleará con aquellas naciones, como peleó en el día
de la batalla. Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que
está en frente de Jerusalén al oriente; y el monte de los Olivos se partirá por en medio,
hacia el oriente y hacia el occidente, haciendo un valle muy grande; y la mitad del
monte se apartará hacia el norte, y la otra mitad hacia el sur. Y huiréis al valle de los
montes, porque el valle de los montes llegará hasta Azal; huiréis de la manera que
huisteis por causa del terremoto en los días de Uzías rey de Judá; y vendrá Jehová mi
Dios, y con él todos los santos. Y acontecerá que en ese día no habrá luz clara, ni
oscura. Será un día, el cual es conocido de Jehová, que no será ni día ni noche;
pero sucederá que al caer la tarde habrá luz. Acontecerá también en aquel día, que
saldrán de Jerusalén aguas vivas, la mitad de ellas hacia el mar oriental, y la otra mitad
hacia el mar occidental, en verano y en invierno. Y Jehová será rey sobre toda la
tierra. En aquel día Jehová será uno, y uno su nombre”.
Vemos que Isaías, Joel y Sofonías también predijeron que estas mismas señales
celestiales indicarían el comienzo de la ira de Dios contra los impíos, durante el “día del
Señor”. Joel dice que las alteraciones cataclísmicas en el cielo vendrían antes de desatarse
el verdadero “día del Señor” (Joel 2:31). Con este hecho, se descarta cualquier posible
interpretación de que el período completo de siete años, conocido como la semana
septuagésima de Daniel, es la ira de Dios.
Todos estos versículos colocan el arrebatamiento de la Iglesia al inicio del “día del Señor” o
“día de Jehová”. Este día es conocido como la Segunda Venida de Cristo, un evento
totalmente posterior a la Gran Tribulación (será después de ciertos cambios astronómicos
que afectarán al sol, la luna y las estrellas, y que sucederán inmediatamente después de la
Gran Tribulación). Durante este día se desatará la ira de Dios sobre los impíos.
O sea, dependiendo del ángulo en que se mira el tema, los pretribulacionistas dicen que los
dos capítulos tienen continuidad o no. ¡Esto es absurdo! Vamos a aclarar esto.
Observamos que en el capítulo 4, Pablo abre el tema del arrebatamiento de la Iglesia
intentando responder a una preocupación de los cristianos de Tesalónica: ¿Qué pasará con
los creyentes que hayan muerto si todavía Cristo no ha vuelto? Pablo les explica que no
tienen que estar preocupados y tristes, porque cuando Jesús venga, los muertos en Cristo
resucitarán primero y luego los que viven serán arrebatados juntamente con ellos (v: 16-17).
En otras palabras, él afirma que los vivos no tendrán ninguna ventaja sobre los muertos en
la “parousia” de Cristo y les aconseja que se consuelen porque sus seres queridos, que han
muerto, van a resucitar. Vemos que Pablo se enfoca en la idea de que no importa si uno
ha muerto o no porque cuando Cristo venga, todos estarán vivos con el Señor.
En el capítulo 5, vemos que Pablo no había abandonado el tema anterior. En 1ª
Tesalonicenses 5:10b, él concluye: “ya sea que velemos, o que durmamos, vivamos
juntamente con él”. Sin duda, es la misma conclusión de 1ª Tesalonicenses 4.