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El charro negro

La leyenda del Charro Negro es una leyenda del folclor mexicano que, según la tradición popular, es un hombre alto,
apuesto, elegante, de impecable traje negro compuesto por una chaqueta corta, una camisa, un pantalón ajustado y
un sombrero de ala ancha. Deambula por las noches en las calles de México sobre el lomo de un caballo enorme y de
color azabache.

Según la leyenda, proviene del estado de Puebla, exactamente Cholula y está relacionado con el diablo, aunque
múltiples escritos afirman que su aparición data de la conquista de México por fuentes indígenas y se trata de una
entidad justiciera que castiga a los avariciosos. También es de inspiración cultural mexicana para la literatura
internacional
Un clavo saca otro calvo". En las relaciones personales, cuando una se termina a veces otra nos
puede ayudar a salir del hoyo.
Valentina, Valentina,
yo te quisiera decir
que una pasión me domina
y es la que me hizo venir.

Dicen que por tus amores


un mal me van a seguir,
no le hace que sean el diablo
yo también me sé morir.

Si porque tomo tequila


mañana tomo jerez,
si porque me ven borracho
mañana ya no me ven.
El águila la serpiente y el nopal
El águila, la serpiente y el nopal

El escudo en la bandera de México es la imagen de un águila parada sobre un nopal devorando una serpiente, y este
icono responde a una parte de la historia mexicana que se cuenta como parte del origen de lo que es hoy la Ciudad
de México.

Según la mitología prehispánica, los aztecas recibieron un mensaje de Huitzilopochtli para que abandonaran el lugar
donde en ese momento radicaban y buscaran la tierra prometida. La señal que tenían es que verían a una serpiente
parada sobre un nopal devorando una serpiente. Así que emprendieron el viaje de 300 años hasta llegar a lo que
posteriormente denominaron Tenochtitlán.

Esta historia forma parte de los mitos de México más relevantes al tratarse de un pasaje histórico que dio lugar a la
fundación de la hoy capital de México.
El árbol del manzano

Había una vez, en un país muy lejano, una tarde de primavera un piloto llamado Juan. Juan era muy
trabajador pero también muy egoísta. Un día le propusieron transportar de un continente a otro el equipaje
de una familia rica, Juan lo pensó mucho, pero finalmente decidió aceptar y despegó. Pasaron muchas
horas, tantas que se quedó dormido y cayó en una isla. Despertó ya en la isla y salió a buscar comida y
mientras buscaba se tropezó con un extraño hombre.

– ¿Quién eres?

– Me llamo Eric, vivo en un pueblo con gente muy pobre y hambrienta ¿Quieres venir a ayudar?

– ¡No! porque los ayudaría.


Juan se fue y se refugió. Dentro de unos días, Juan comenzaba a tener hambre y
sed, y cuando no tenía otra opción acudió al pueblo de Eric y les pidió ayuda. Ellos le
atendieron y le dieron un poco de la poca comida que les quedaba, Juan confundido
preguntó:

– ¿Por qué me tratan tan bien y me dan de su comida? ¡Si yo no quise ayudarlos!

– Pase lo que pase siempre tendremos que ayudarnos.

– ¿Qué es lo que necesitan?

– Árboles y frutos

– Yo les ayudaré a plantar árboles si ustedes arreglan mi avión.

Juan comenzó a cavar y buscar. Pasaron meses y no había conseguido nada.


Acudió a Eric y Eric le dijo:
Ya acabamos de arreglar tu avión ¿conseguiste algo?

– No, en esta Isla no hay nada me iré, ahora que mi avión está arreglado.

Eric decepcionado se despidió y dijo:

– Si quieres irte tienes la libertad de hacerlo.

Juan se preparó para despegar y cuando revisó por debajo de su asiento vio la comida de Eric , Eric sabía
que Juan se iría por eso dejó toda su comida debajo del asiento de Juan. En ese momento, en su espíritu
nació algo más que el egoísmo, confundido salió a pensar, y se sentó debajo de un manzano, y sin darse
cuenta ¡estaba sentado debajo de un manzano!

Acudió rápidamente al pueblo de Eric y le enseñó el manzano.

– ¡Sabía que volverías, gracias!

Juan se quedó a vivir en la Isla y así esta historia llegó a su fin.


Cuenta la historia que una zorra invitó a una cigüeña a comer en
su casa, pero cuando esta llegó, se encontró con que la zorra
había servido sopa en platos hondos. De ese modo, se
aseguraba que la cigüeña no pudiera comer.

La cigüeña se entristeció, pero no dijo nada. A la primera


oportunidad, convidó a la zorra a su casa. Esta vez, le sirvió
jigote en un recipiente de cuello largo y estrecho, en el que la
zorra no podía meter su hocico. La zorra no pudo más que
resignarse, mientras la cigüeña decía:

—Amiga, me hiciste pasar hambre deliberadamente cuando me


invitaste a tu casa, y hoy has sido tratada de la misma manera
en que me trataste.
● El charro negro
● Un clavo saca a otro clavo
● La Valentina
● El águila la serpiente y el nopal
● El árbol del manzano
● La zorra y la cigüeña
Antología
Brandon Aldair Castillo Flores

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