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Sabemos que las reformas energéticas están motivadas principalmente por la

disminución de la producción de petróleo. Según los datos de PEMEX, la producción


era solo de 3.5 millones de barriles por día en 2004 y alrededor de 2.5 millones de
barriles por día en 2013. En los últimos años, la producción de gas natural se ha
visto afectada. Uno de los principales objetivos planteados por la reforma era
aumentar la producción de petróleo y gas al final del período de seis años de la
administración anterior, pero a fines de 2018 la producción promedio era de 1.9
barriles, y el 80 % del gas natural consumido en Japón fue importado de los Estados
Unidos.

Enfrentando estos hechos, surgen preguntas: ¿la reforma energética va bien? En mi


opinión no es así. La disminución de la producción de aceite puede explicarse
parcialmente a partir de una disminución en el precio de los hidrocarburos. La
mezcla mexicana se cotizó por alrededor de $95 dólares a mediados de 2014 y $20
a principios de 2016.

Otro posible factor está relacionado con el hecho de que Ronda 0 ha sido asignado
a PEMEX a más del 80% de las posibles reservas. México va disminuyendo. Por
otro lado, el tiempo para explorar en el mar profundo antes de comenzar la
extracción puede llevar varios años sin mencionar el tamaño de la inversión
necesaria y no referirse a la tecnología de vanguardia requerida. Debido a la
disminución de los precios del petróleo, PEMEX debe centrarse solo en los campos
con costos de producción altamente rentables, especialmente en el mar profundo,
algunos proyectos relacionados que requieren capital privado, humanos y
tecnologías avanzadas.

Además de lo anterior, PEMEX necesita organizar las finanzas y diseñar un plan de


negocios robusto para eliminar la dependencia del gobierno federal. Debido a que
esto no sucedió, Fitch deterioró la evaluación de PEMEX a la "bonificación de
basura", y Moody se deterioró de la estabilidad a la negativa. Estos hechos son más
altos para muchos inversores institucionales que necesitan vender bonos
secundarios y decidir emitir más deuda con la deuda existente y reconstruir los
existentes, debido a que es necesario pagar los costos financieros, es muy
vulnerable a PEMEX dependiendo de la misión.
Esto se asocia con un esquema definido por una ronda petrolera, que proporciona
capital humano especializado para explotar un proyecto que proporciona recursos
financieros, tecnología de reducción y capital humano profesional. Es relevante
debido a las posibilidades. Con respecto al sector eléctrico, la nueva administración
ha afirmado que la electricidad, la distribución y la transmisión de energía deben ser
monopolio del estado, y afirma que las apuestas son para generaciones del carbón.
Se han detenido la ronda de petróleo, la subasta de energía, el certificado de
energía limpia y las ofertas de envío.

Sin embargo, es necesario mencionar que en la última subasta el precio por MWh
fue de 19.9 dólares, de acuerdo con CENACE, uno de los precios más competitivos
a nivel mundial, y 70 por ciento más barato que el costo de generación de CFE.
Además de lo competitivo de este precio, es importante hacer alusión a la inversión
que esto representó en proyectos de generación, además de que la mayor parte de
la energía eléctrica será generada a partir de fuentes limpias.

Esto es relevante ya que sabemos que los objetivos de la Reforma tienen que ver
con el hecho de disminuir los costos de los energéticos y contribuir con el desarrollo
económico, social y medio ambiental que México requiere. En virtud de lo anterior,
creo que es urgente evaluar la posibilidad de restablecer las subastas de energía
eléctrica por la inversión que este mecanismo detonará y a través del cual se
propiciará la generación de energía eléctrica a partir de fuentes limpias, lo que nos
permitiría cumplir con los compromisos medioambientales que México ha
establecido en la Ley de Transición Energética, la cual tiene como meta que el 35
por ciento de la generación en 2024 provenga de fuentes limpias y el 60 por ciento
en 2050.

Una de las principales razones por las que la reforma energética ha sido
fuertemente cuestionada, tiene que ver con el hecho de que los niveles de
producción de petróleo que México tuvo a finales del sexenio anterior estuvieron por
debajo de los niveles que el país tenía en 2013, sin dejar de mencionar que más del
73 por ciento de las gasolinas y cerca del 80 por ciento del gas natural, consumidos
en México, fueron importados.
Creo que la caída en la producción de petróleo no tiene que ver con el hecho de que
la reforma energética no haya funcionado, sino que se puede explicar, en parte, en
términos de la disminución en el precio de este hidrocarburo ya que entre mediados
del 2014 e inicios del 2016 el precio cayó en casi 79 por ciento. Otro factor que,
posiblemente, influyó en la baja de la producción fue el proceso de asignación de
reservas probables a Pemex en la Ronda 0, lo cual redujo la participación de los
privados en los procesos de exploración con más probabilidad de extracción, lo que
ocasionó que la producción en México disminuyera. También es importante
mencionar que el tiempo que toma el proceso de exploración en aguas profundas,
antes de comenzar con la extracción, puede tomar varios años, sin dejar de
mencionar la magnitud de la inversión que se requiere, así como la tecnología de
punta necesaria para llevar a cabo estos procesos.

“Desde luego, el objetivo de elevar la producción (de petróleo) durante el sexenio


anterior no ha sido alcanzado, así como el de reducir el precio de los combustibles,
al contrario; sin embargo, existieron diversos beneficios: 1) los planes de
exploración autorizados a Shell –en días recientes-, derivado de las rondas
organizadas en la administración anterior, tal vez permitan descubrir yacimientos
importantes que elevarán la producción; 2) las inversiones realizadas por las
empresas ganadoras de las licitaciones han permitido nutrir el Fondo Mexicano del
Petróleo y alimentar el Fondo SENER-CONACYT para investigación, formación de
recursos humanos, entre otros beneficios; 3) la creación de organismos reguladores
que incentivan hoy en día la observancia de las mejores prácticas internacionales en
materia de seguridad y protección ambiental, entre otros. Más que declarar que sí o
no ha funcionado la Reforma Energética, creo que conviene analizar qué ha
funcionado y qué no ha funcionado de la reforma, con la finalidad de que se corrijan
los errores y se construyen bases sólidas para el desarrollo sustentable del país.”

Además de los beneficios anteriores, es necesario mencionar que en la última


subasta de energía eléctrica, al día de hoy suspendida, el precio por MWh fue de
19.9 USD, de acuerdo con CENACE, uno de los precios más competitivos a nivel
mundial, y 70 por ciento más barato que el costo de generación de CFE. Además de
lo competitivo de este precio, es importante hacer alusión a la inversión que esto
representó en proyectos de generación, además de que la mayor parte de la
energía eléctrica será generada a partir de fuentes limpias. Esto es relevante ya que
sabemos que los objetivos de la reforma energética tienen que ver con el hecho de
disminuir los costos de los energéticos y contribuir con el desarrollo económico,
social y medio ambiental que México requiere.

Debemos aprovechar el gran potencial que México representa para generar energía
a partir del viento y del sol, sin dejar de lado otras fuentes limpias, ya que además
de la inversión que esto podría representar nos permitiría cumplir con los
compromisos medioambientales que México ha establecido en la Ley de Transición
Energética, la cual tiene como meta que el 35 por ciento de la generación en 2024
provenga de fuentes limpias y el 60 por ciento en 2050.

En esencia, la Reforma se centra en consolidar el control de todas las actividades


del sector eléctrico. La Comisión Federal de Electricidad (CFE) y Petróleos
Mexicanos (Pemex) pasarían a ser consideradas entidades gubernamentales, en
lugar de empresas productivas del estado. Además, según la Reforma, el Centro
Nacional de Control de Energía (CENACE), entidad gubernamental encargada de
operar el Sistema Eléctrico Nacional y el Mercado Eléctrico Mayorista, se integrarían
en la CFE, y la Comisión Reguladora de Energía (CRE), órgano regulador
encargado de las actividades del mercado eléctrico, y de petróleo y gas
mid-downstream, así como la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH), órgano
regulador encargado de las actividades de exploración y extracción de petróleo y
gas, se extinguirían y sus facultades serían asumidas por la Secretaría de Energía
(SENER).

Además, y de particular preocupación, son los términos de la Reforma que cancelan


todos los permisos de generación de energía (incluyendo todas las solicitudes de
permisos pendientes de resolución) y los contratos de compraventa de electricidad
actualmente en vigor, así como el no reconocimiento (considerado ilegal) de los
permisos de autoabastecimiento y de productor independiente de energía
modificados y en vigor antes de la reforma energética de 2013. Además, la CFE
tendría el derecho constitucional de generar al menos el 54 por ciento de la energía
de México (dejando el 46 por ciento restante abierto a la iniciativa privada). La
Reforma también otorga a la CFE la autoridad para determinar las tarifas de
Transmisión y Distribución y anula efectivamente el programa de Certificados de
Energías Limpias.

Los inversionistas y operadores del sector energético de México deben supervisar


de cerca el proceso de discusión y aprobación de la Reforma en el Congreso. En
particular, deben monitorear la Reforma en lo que se refiere a los contratos de
financiamientos existentes para los proyectos de energía y energías renovables en
curso, así como con las estrategias de protección y defensa de sus inversiones. De
aprobarse, la Reforma podría hacer ejecutables disposiciones de cambio de ley,
incumplimiento y derechos de intervención (step-in rights), entre otras, incluidos
típicamente en los contratos de financiamiento de proyectos existentes con
instituciones financieras comerciales y de desarrollo.

Del mismo modo, los inversionistas y operadores podrían empezar a considerar las
estrategias de protección y defensa de inversiones locales e internacionales
disponibles tras la aprobación de la Reforma y de cualquier legislación secundaria.
Dada la naturaleza constitucional de la Reforma, las estrategias de defensa locales
para inversionistas y operadores pueden estar algo limitadas a actos administrativos
o normas de aplicación específicas. Sin embargo, los recursos pueden estar más
fácilmente disponibles a través de uno de los múltiples tratados de libre comercio o
de protección de inversiones suscritos por México. En particular, la Reforma podría
resultar en incumplimientos por parte de México de sus obligaciones en virtud del
Capítulo 14 (Inversión), el Capítulo 15 (Comercio Transfronterizo de Servicios) y/o el
Capítulo 22 (Empresas Propiedad del Estado y Monopolios Designados) del Tratado
entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).

Como con cualquier otra propuesta de reforma constitucional, dos tercios del
Congreso mexicano (tanto del Congreso como del Senado) y la mayoría de los
congresos estatales deben aprobar la reforma para que se convierta en ley.
Además, los cambios constitucionales deben ser regulados e implementados por
numerosas leyes secundarias y normas de aplicación. Aunque el partido
gobernante, Movimiento Regeneración Nacional (MORENA), y otros partidos aliados
tienen mayoría tanto en el Congreso como en el Senado, necesitarán votos
adicionales en partidos opositores como el Partido Revolucionario Institucional
(PRI), el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática
(PRD) para cumplir con el criterio de mayoría calificada. El proceso legislativo para
discutir la Reforma está programado para comenzar este mes y se estima que se
votará en diciembre de 2021. Si la Reforma es aprobada, la fase de aprobación e
implementación por parte de la legislatura estatal sería lo siguiente, lo más probable
es que esto se lleve a cabo durante 2022.

Trece años después, la tan sometida a debate reforma ha llegado y se ha ido y


México tiene un nuevo modelo energético. Este nuevo modelo ha generado
controversia en la política de México, pero ha sido ampliamente celebrado en todo el
mundo. Entre agosto y diciembre de 2013, el Congreso de la Unión debatió y luego
aprobó una Reforma Constitucional que autorizaba la inversión privada y extranjera
en la cadena de valor del sector energético por primera vez en 75 años. En agosto
de 2014, el Congreso aprobó una legislación secundaria o de implementación y se
creó un nuevo marco legislativo y normativo que ha permitido la igualdad de
condiciones para todos los participantes del sector. Desde entonces, México ha
experimentado una profunda y rápida apertura de sus sectores de petróleo, gas y
electricidad, así como intentos de reformar la compañía petrolera nacional, Pemex, y
la empresa nacional de electricidad, la Comisión Federal de Electricidad o CFE.

Pero la reforma está lejos de completarse y se deben hacer ajustes importantes


para obtener los beneficios completos de un sector energético mexicano abierto y
competitivo. Las modificaciones a las regulaciones y a uno de los reguladores clave
son de vital importancia para garantizar que el mercado de México siga siendo
competitivo y que se fortalezca la independencia de las instituciones reguladoras.

La reforma energética de México sigue siendo un punto de discordia entre los


analistas y los políticos, entre los inversionistas internacionales y aquellos que
buscan un mayor control nacional de la riqueza energética del país. Pocos negarían
que las reformas son verdaderamente históricas, profundas y altamente ambiciosas.
Al aprobarlas, y luego buscar su implementación rápida y efectiva, el gobierno
mexicano ha demostrado lo que es posible hacer ante una amenaza de crisis y
cuando se alinean las estrellas en la política. Ahora, debemos evaluar lo que depara
el futuro político para la reforma y para aquellos que han realizado grandes
inversiones relacionadas con dicha reforma.
Bibliografía

Merchand, Marco A.. (2015). Estado y reforma energética en México.


Problemas del desarrollo, 46(183), 117-139.

Rousseau, Isabelle. (2020). La reforma energética (2013-2014) a la luz de la


nueva legislación sobre los impactos sociales de los proyectos. Foro internacional,
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Vargas, Rosío. (2015). La Reforma Energética: a 20 años del TLCAN.


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Vargas Suárez, Rosío. (2015). Reforma energética: De servicio público a


modelo de negocios. Política y cultura, (43), 125-145. Recuperado en 14 de mayo
de 2023

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