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BASES NEUROBIOLOGICAS DE LA EMOCION Y LA

CONDUCTA:

¿El 2% es toda la diferencia?

Quizá antes de esbozar "¿por qué nosotros?" quizá es mejor plantear "¿cómo fue que
nosotros?" Es importante dar algunos puntos de vista acerca de la evolución del cerebro en el
Homo sapiens, los cuales brinden algunas claves para entender mejor los procesos
relacionados con la emoción, la conciencia y la conducta humanas.

A pesar de que se considera que los humanos son muy cercanos a los chimpancés (Pan
paniscus), la alusión a ellos es porque está ampliamente documentada la complejidad de su
conducta como individuos y, de forma relevante, su interacción social, la modificación de su
entorno de forma propositiva, por ejemplo, la confección de camas de hojas y ramas en el
dosel arbóreo para el descanso nocturno, la fabricación de herramientas simples y las
conductas expresadas en torno a ellas; y de manera particular, lo relacionado con la esfera
afectiva, tan cercana y compartida por nosotros en buena medida por la capacidad de estos
primates para transmitir sus emociones a través de gesticulaciones expresivas, análogas a las
que los humanos tienen y usan en contextos conductuales similares. Entre ellas se cuentan las
conductas maternales, las relacionadas con la cooperación social, las altruistas, las lúdicas y
hasta las relacionadas con lo que el humano cataloga como hedónicas y placenteras. La
realidad es que, a pesar de compartir 98% del genoma, humanos y chimpancés son muy
distintos; la diferencia comienza en primer término por la brecha de tiempo que separa a los
homínidos de los póngidos, que es de 4.5 millones de años,' la otra, fundamental, está en la
esfera intelectual (en particular, con el pensamiento en términos de conceptos).

Los libros clásicos de antropología definen los rasgos humanos distintivos, en comparación con
los primates como: la bipedestación, la fabricación de herramientas, los pulgares en oposición,
dientes de omnívoros poco especializados, la sexualidad femenina encriptada, es decir, con la
capacidad de tener relaciones sexuales en cualquier momento, sin que necesariamente estén
ligadas al ciclo de fertilidad y, tal vez la más relevante, el aumento en el volumen cerebral (de 1
300 a 1 500 cc) en particular a expensas de la llamada neocorteza.

En este punto cabe redimensionar esa serie de atributos que en algún momento parecen no
ser estrictamente exclusivos sino, por el contrario, hasta compartidos con los prima-tes, lo que
hace dudar de su rasgo de distinción. En primer término, es posible agruparlos en tres
categorías.

Hablando del desarrollo cerebral las evidencias al respecto apuntan a una serie de cambios en
principio abruptos en la escala temporal, esto implica que el consenso en cuanto a nuestros
antecesores los australopitecinos es que ellos contaban con una capacidad encefálica calculada
en 517 cc, hace 3 millones de años. La capacidad de Homo habilis protagonizada por el joven
de Turkana, denominado Homo ergaster incrementó 383 cc en 1.3 millones de años, éste tenía
una capacidad endocraneana de 880 cc que se ha calculado en 900 si hubiera alcanzado la vida
adulta. La del Cro-Magnon aumentó 400 o 500 cc más.

Lo anterior, aunado a una característica definitoria le redada de los pájaros tardíos (los que se
desarrollaron e periodo cretácico)," que es la capacidad de altricialidad: decir, la de los pájaros
que nacen completamente desvalidados, desnudos y ciegos, y requieren del esmerado cuidado
de sus padres para poder sobrevivir.

Al observar los estudios análogos sobre las cortezas de monos, es factible plantear que la
corteza cerebral tiene conformado el arreglo con el que el humano ha evolucionado; en otras
palabras, si las personas utilizan lo representado en sus cortezas como tarjeta de presentación
hacia las demás especies, podría decirse que el "changúnculo" tiene una representación
enorme de las manos y las patas y una muy reducida en el cuerpo y la cabeza en la corteza
somatosensorial. Con lo que respecta a la corteza motora, aumenta la parte del resto del
cuerpo a expensas de manos y patas,'' lo que corresponde con la gran habilidad que tienen
estos primates para moverse en el medio arbóreo donde viven. Al analizar la representación
humana, el panorama queda claro, en gran medida el cerebro humano evolucionó en términos
del lenguaje y, por ende, con la posibilidad de la comunicación, una herramienta necesaria y
poderosa para el ser social que lo define.

La otra gran propiedad es la conciencia como proceso definitorio de lo humano, que nos
aparta del resto de los primates y que abre la puerta a la tercera categoría.

La vida de los humanos en relación con el resto de su especie, su alcance con el resto de las
especies y el entorno. La dimensión social constituye el otro gran ámbito de la evolución, más
aún, la conformación cerebral humana les ha permitido potenciar a la especie no en el terreno
de los nacimientos, es decir, la replicación biológica de forma primordial, sino para multiplicar
las ideas de los individuos. Incluso más allá de las ideas se encuentra la forma de cultivar y
transmitir una estructura mental y social para la vida, que por otro lado no va más allá de la
familia nuclear o máxime el clan, unidades sociales que preservan de primera mano
costumbres y tradiciones de índole mas diversa como la alimentación y su derivado cultural y
étnico.

En este sentido, la definición de individuo cobra una cabal dimensión, es decir, cuando por
algún accidente o proceso patológico se separa alguna de las porciones corporales de un
sujeto, que funcionalmente se concibe como indivisible, se producen trastornos de
identificación neural con el concepto de uno mismo.

Más aún, no es necesario separar de forma física las partes del cuerpo, sino que el cerebro
genera una percepción equívoca de la realidad corporal, esto se puede experimentar de forma
pasajera mediante anestesia local, un procedimiento que deja desconectada la región
anestesiada del sistema sensorial del cerebro. Estos trastornos pueden ir desde cambios en la
dimensión corporal hasta la percepción de dolor sin daño que lo anteceda.

Algunos de estos trastornos se caracterizan por la sensación que experimenta la mayoría de las
personas a las que se les ha amputado un miembro o que han padecido la avulsión de un
nervio y que consiste en seguir percibiéndolo con un alto grado de realidad, tanto en sus
componentes sensoriales como motores; a esta alteración perceptual se le conoce como
miembro fantasma.

Es indudable que esta sensación se ha experimentado por los amputados durante centurias;
sin embargo, la comunicación social de este fenómeno ha sido poco alentada por motivos
obvios, ya que admitir la presencia de un miembro evidentemente ausente pone en
entredicho la salud mental del relator.
Curiosamente, para la publicación del primer reporte de la existencia de miembros fantasma,
en 1866 Silas Weir Mitchell, escogió un periódico, el Atlantic Monthly, en vez de una
publicación científica. Esto debido al posible escepticismo e incluso charlatanería con los que
tales hechos serían tomados en un ámbito médico académico.

Una forma de tratar de entender fenómenos biomédicos complejos como la conciencia es


acercarse a la patología y preguntar qué sucede en el organismo cuando la función es
violentada. En primer término, la sensación de existencia y veracidad de una parte del
organismo que ha sido eliminada; en segundo, que la presencia sensorial y motora de ese
miembro físicamente ausente cause dolor.

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