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Objetivo: Aprender a mirar a los demás con ojos de amor, comprendiendo que seré
tratado como trate yo a los demás.
Dinámica:
Opción 1:
De ésta forma, podremos reflexionar sobre cómo nos sentimos dando órdenes a los
demás pero que luego no nos gusta que nos hagan lo mismo a nosotros. Reflexionar
con la cita bíblica que se leerá a continuación (“traten a los demás como quieren que
ellos los traten a ustedes”).
Opción 2:
Pedir dos voluntarios que pasen al frente y que uno de ellos hagan un ejemplo
mencionando que “le gusta hacer después de salir del encuentro de catequesis” o
podría ser otra pregunta “que nos cuente algo de sus amigos o de la escuela”
El objetivo es que dé una respuesta real, pero que no sea muy extensa, y al voluntario
que escuchará pídale que lo haga con mucha atención.
Cuando la persona que habla hubiese terminado quien escucha debe repetir la idea
principal de los que dijeron, en caso de no haber escuchado bien, se vuelve a intentar.
Que sintieron que algún los escuchara realmente cuando hablaron y plantee algunos
ejemplos de cómo escuchar reflexivamente puede ayudar a resolver algún conflicto.
Cita bíblica:
Reflexión:
Traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes, ésta debería ser la
regla de oro, no sólo para el cristiano, sino para todos los seres humanos, un modelo
de cómo actuar, porque cuando una persona no está segura de cómo comportarse
con otra, simplemente tendría que imaginar cómo le gustaría ser tratado y actuar en
consecuencia. Se trata de realmente ubicarse en los zapatos ajenos y “ponerse en el
lugar del otro”. Que distinto sería el mundo si aprendiéramos a poner en práctica esto,
sin embargo, muchas veces actuamos sin pensar cómo se siente el otro, porque sólo
pensamos en nosotros mismos, y no vemos que en el hermano está el mismo Dios,
entonces si agredimos física, verbal o psicológicamente a otra persona, lo estamos
haciendo con Dios. Él nos pide que lo amemos y que amemos al prójimo como a
nosotros mismos. Entonces cabe la pregunta: ¿Amo a mi prójimo como a mí mismo?
¿Me duele ofenderlo, sabiendo que es imagen de Dios?
Señor, ayúdame para que mis ojos estén llenos de misericordia, de tal modo que
jamás sospeche ni juzgue a nadie por las apariencias externas, sino que descubra la
belleza interna de los demás.
Haz que mi oído esté lleno de misericordia para que se incline sobre las necesidades
de mis hermanos y no me permita permanecer indiferente ante sus dolores y sus
llantos.
Ayúdame, oh Dios mío, para que de mis labios fluya la misericordia y sin hacer jamás
injusticia al prójimo cuando hablo de él.
Te pido Dios mío, que llenes de misericordia este corazón y lo hagas sensible a los
sufrimientos de los demás, que nadie experimente un rechazo de mi corazón y que yo
jamás huya de aquéllos que abusan de mi condescendencia.