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La “Historia desde abajo”, es un enfoque dentro de la historia social. Si bien fue propuesto por
el historiador francés Georges Lefebvre (1874–1959), fue desarrollado y popularizado por
historiadores marxistas británicos (Eric Hobsbawm, Edward Thompson, Christopher Hill y
Raphael Samuel) en la década de los sesenta. Esta escuela histórica se preocupó por acercarse
a los campesinos y a gente de clase trabajadora, buscaban la reconstrucción de los hechos
desde las clases comunes, motivados especialmente por el enfoque clasista propio del
marxismo. En las décadas siguientes la historia desde abajo fue generando nuevos enfoques y
paradigmas, como por ejemplo la microhistoria.
Los historiadores y cientistas sociales inscriptos en esta corriente promueven el interés público
en la historia y buscan la construcción de los relatos históricos desde las voces que, en los
hechos, construyen la historia pero que no necesariamente son consideradas para describirla.
En otras palabras, el enfoque de la “historia desde abajo” indaga la historia desde el punto de
vista de los individuos socialmente no reconocidos (campesinos, trabajadores, mujeres, niños,
indigentes, etc) que permitan dar cuenta y explicar procesos históricos más amplios.
El historiador Jim Sharpe1 ejemplifica de una manera sugerente los aportes de la “historia
desde abajo”:
“El 18 de junio de 1815 se libró una batalla cerca del pueblo belga de Waterloo. Como sabrá
cualquiera que haya estudiado la historia británica, el resultado de esta batalla fue que un
ejército aliado a las órdendes del duque de Wellington […] derrotó al ejército francés mandado
pro Napoleón Bonaparte, decidiendo así la suerte de Europa. En los días que siguieron a la
batalla, uno de quienes contribuyeron a determinar el destino del continente, el soldado raso
William Wheeler, del 51 regimiento de infantería británico, escribió varias cartas a su mujer.
La batalla de tres días ha concluido. Estoy sano y salvo, que ya es bastante. Ahora, y en
cualquier oportunidad, pondré por escrito los detalles del gran acontecimiento, es decir, lo que
me fue dado observar. La mañana del 18 de junio amaneció sobre nnosotros y nos encontró
calados de lluvia, entumecidos y tiritando de frío. El año pasado me reñiste muchas veces por
fumar en casa, pero debo decirte que, si no hubiera tenido una buena provisión de tabaco esa
noche, habría muerto.
1
SHARPE, Jim “Historia desde abajo” en BURKE, Peter (Ed.). Formas de hacer historia, Madrid, Ed.
Alianza, 1991.
historia nos dicen que Wellington ganó la batalla de Waterloo. En cierto sentido, William
Wheeller y miles como él la ganaron igualmente.
Como muestra Jim Sharpe a través de este fragmento, la historia desde abajo cumple dos
importantes funciones. La primera es la de servir como correctivo a la historia de las personas
relevantes, mostrar que la Batalla de Waterloo comprometió tanto al soldado Wheeles como
al duque de Wellington, o que en el desarrollo económico de Gran Bretaña intervino lo que
Thomposn ha llamado “la pobre y sangrienta infantería de la Revolución Industrial, sin cuyo
esfuerzo y capacidad no habría pasado de ser una hipótesis no comprobada”. La segunda es
que, al ofrecer un enfoque distinto, la historia desde abajo abre al entendimiento histórico la
posibilidad de una síntesis más rica, de una fusión de la historia de la experiencia cotidiana del
pueblo con los temas de los tipos de historia más tradicionales.
Los historiadores que trabajan desde abajo han mostrado cómo la utilización un conjunto de
fuentes que no fueron compiladas o registradas para la posteridad de forma deliberada y
conceinte (como causas judiciales, registros parroquiales, testamentos) puede ilumniar
muchas zonas de la historia que, de lo contrario, podrían haberse visto condenadas a
permancer enn la oscuridad. Así pudieron surgir nuevos temas de investigación como el
crimen, la cultura popular, la religión popular, etc.
Tradicionalmente la historia ha rescatado del olvido a las mujeres cuando sus acciones,
presencia y poder las distinguían del resto y elevaban su figura a un nivel de paridad con sus
congéneres varones. La biografía ha sido uno de los discursos historiográficos más utilizados
para ello, pero presenta una visión elitista y parcial del pasado: reinas, santas, heroínas y
malvadas se entrecruzan, destacándose la excepcionalidad de unas pocas en oposición a la
amnesia general que cubría al resto del colectivo “mujeres”.
2
BARRANCOS, Dora Mujeres en la sociedad argentina. Una historia de cinco siglos, Buenos Aires, Ed.
Sudamericana, 2010.
A diferencia de la categoría de “sexo”, la de “género”, ha permitido eliminar toda connotación
biológica en lo que era producto de la esfera social, política y cultural, y por ende, de carácter
histórico. El género se volvió cada vez más una herramienta imprescindible para el análisis de
las dimensiones culturales de los discursos y las prácticas acerca de las mujeres y los varones.
Además, permite iluminar los aspectos sociales y políticos de las relaciones entre los sexos. El
concepto de “género” se refiere a la asiganción de atributos y conductas a los individuos
según su pertenencia a un sexo biológico. Esas conductas son construcciones históricas y
culturales que se naturalizan y se reproducen, de generación en generación, como si fueran
innatas, ahistóricas y moralmente correctas […] El género es el saber sobre la diferencia sexual,
la que no está biológicamente prefijada, sino que se va conformando cultural e históricamente
y ordena las relaciones sociales.
“Los grandes cuestionamientos llegaron primero del mundo anglosajón. Historiadoras como
Joan Kelly Gadol y Gerda Lerner llamaron la atención acerca de la forma en que los discursos
históricos habían omitido y borrado a las mujeres. Sus trabajos posibilitaron el replanteo de
las bases conceptuales de la investigación, al revisar los principales puntos de interés de la
reflexión histórica: la periodización, las categorías de análisis y las teorías del cambio social.
«La utilización del concepto de género desplaza del análisis la concepción de mujer
universal, ahistórica y esencialista hacia un análisis relacional contextualizado. El género
es el saber sobre la diferencia sexual, la que no está biológicamente prefijada, sino que
se va conformando cultural e históricamente y ordena las relaciones sociales»
3
GIL LOZANO, Fernanda, PITA Valeria. e INI, María Gabriela (Coord.) Historia de las mujeres en
la Argentina, Buenos Aires, Taurus, 2000.