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armonías de sal

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Rating: Teen And Up Audiences


Archive Warning: Creator Chose Not To Use Archive Warnings
Categories: F/M, M/M, F/F
Fandom: Harry Potter - J. K. Rowling
Relationships: Sirius Black/Remus Lupin, James Potter/Lily Evans Potter, Marlene
McKinnon/Dorcas Meadowes
Characters: Sirius Black, Remus Lupin, James Potter, Lily Evans Potter, Peter
Pettigrew, Minerva McGonagall, Albus Dumbledore, Marlene
McKinnon, Dorcas Meadowes, Hope Lupin, Lyall Lupin, Regulus Black,
Walburga Black, Narcissa Black Malfoy, Andromeda Black Tonks, Ted
Tonks, Petunia Evans Dursley
Additional Tags: Slow Burn, Rivals, Enemies to Friends to Lovers, Enemies to Lovers,
Slow Build, Slow Romance, Comfort, Coming of Age, Found Family,
Angst with a Happy Ending, Happy Ending, Music, Musicians, Musician
Sirius Black, Musician Remus Lupin, Sirius Black & James Potter
Friendship, Good Peter Pettigrew, Gay Sirius Black, Gay Remus Lupin,
Fluff, Chronic Illness, Beaches, Summer School, Alternate Universe -
Modern Setting, Alternate Universe - Classical Music, Remus Lupin &
Lily Evans Potter Friendship, POV Remus Lupin, Mixed James Potter,
Alternate Universe, POV Queer Character, Marauders, Modern
Marauders (Harry Potter), Drinking, Smoking
Language: Español
Series: Part 1 of armonías de sal
Stats: Published: 2021-05-23 Completed: 2023-01-22 Words: 191,417
Chapters: 53/53
armonías de sal
by typingmarmog

Summary

Remus es un prodigio musical con una enfermedad pulmonar crónica que logra entrar al
programa de verano de la academia de música de sus sueños a pesar de saber muy poco de
ese mundo. Sirius Black es el estudiante estrella, producto del legado de los Black, que es
desplazado con la llegada de Remus, quien acapara la atención de toda la academia y
aumenta la presión de su familia. Son la principal competencia del otro para ganar la única
beca que otorga la academia anualmente y comienzan una rivalidad que usan para esconder
lo atraídos que se sienten el uno por el otro.

--

Rivals to lovers centrado en Remus aprendiendo a relacionarse con otros después de haber
tenido una vida muy solitaria, en Sirius alejándose poco a poco de las expectativas de su
familia y ellos enamorándose en el proceso.

Tiene Jily, es bastante soft, situado en beach setting, y pueeees lean los tags para saber más
lol.
I. la tormenta
Chapter Summary

Remus llega a una nueva ciudad y su compañero de dormitorio, James Potter, lo obliga a
convivir con sus compañeros en una fogata de bienvenida en la playa que parece ser la
realización de sus peores miedos en un solo lugar.

TW: alcohol, ansiedad social

Chapter Notes

¡Espero que les guste el primer capítulo! Notas y aclaraciones importantes al final :)

See the end of the chapter for more notes

Remus no se consideraba alguien temperamental. Procuraba ser paciente, permanecer sereno


y no dejar que los problemas le afectaran demasiado, pues con todos los que tenía no podía
darse el lujo de un desmoronamiento cada que se enfrentaba a uno. Le habían dicho varias
veces que irradiaba una sensación de paz poco propia en un adolescente, y él solo había
podido pensar en la ironía de aquella afirmación.

Así que no muchas cosas lo aquejaban, pero si existía algo que Remus odiaba con toda su
alma, era el calor.

Siempre había vivido en una zona montañosa, rodeada de bosques, cielos nublados y vientos
fríos, así que las altas temperaturas costeras le parecían sofocantes e incómodas, y
francamente no entendía por qué a alguien le apetecería vivir en una ciudad cuyo mayor
atractivo era una playa que en cualquier momento podía terminar inundada por un tsunami,
arrasada por un ciclón o invadida por tiburones y medusas.

De acuerdo, quizás exageraba un poco con lo último, pero el terrible calor ameritaba algo de
drama, en su opinión.

La cerveza fría que sostenía con una mano aliviaba un poco la sensación de bochorno que lo
cubría de una pegajosa y poco glamorosa capa de sudor, pero Remus no podía esperar a
volver a los dormitorios de la Academia, amplios, bien iluminados y, lo más importante,
equipados con aire acondicionado. Había considerado simplemente escabullirse después de
un rato, pero James, su nuevo compañero de habitación, lo había obligado a asistir a la fogata
de inicio de verano al negarse a darle su llave, a pesar de haberlo conocido exactamente
veinte minutos antes. Probablemente podría haberle exigido que se la diera con esa voz
autoritaria y enfadada que solo usaba en casos extremos, pero, como previamente fue
mencionado, Remus prefería evitar los conflictos a toda costa.

En el fondo, Remus creía que James lo había hecho con la noble intención de obligarlo
socializar con el resto de los adolescentes en el programa de verano de la Academia pues ser
de nuevo ingreso era bastante difícil, pero si le añadías que era la única persona en la historia
de la institución que había conseguido entrar en el tercer año se volvía infinitamente más
complicado.

Quizás debía sentirse agradecido de ser obligado a socializar cuando nunca lo habría hecho
por cuenta propia, pero Remus estaba exhausto después del viaje en autobús de ocho horas y
su único deseo era dormir y comer algo más sustancioso que la pizza fría y grasienta que
habían dejado a la intemperie por un par de horas.

Suspiró y se dijo que podía aguantar un rato más, ya que de todas formas estaba atardeciendo
y seguro que James no se opondría si le pedía la llave una vez que el sol se hubiera
escondido. Además, si era sincero y dejaba de quejarse por un instante, el cielo coloreado de
anaranjado, magenta y dorado sobre el horizonte le parecía majestuoso. Había visto bastantes
atardeceres antes, pero sobre las copas de los árboles, no las olas del mar, y pensó que si no
estuviera parado en la esquina de una fiesta fingiendo que se la estaba pasando bien,
probablemente habría podido sentarse a componer un soneto.

-¡Romeo!-exclamó James, sobresaltándolo al pasarle un brazo sobre los hombros y sacudirlo


amistosamente.- ¿Cómo vas con esa cerveza? ¿Quieres algo más fuerte? Creo que hay ron y
tequila en una de las mesas.

-Estoy bien, gracias.-contestó Remus, notando que a pesar de la hora temprana James ya se
tambaleaba ligeramente y su mirada estaba desenfocada-Pero, es Remus, no Romeo.

-Perdóname.-se disculpó el chico de cabello negro, sacudiendo la cabeza como si fuera lo


más desconsiderado que hubiera hecho en su vida.-Estoy un poco… mareado.

-No hay problema.-respondió Remus con un suspiro ligeramente irritado.-Pero ya que estás
aquí, ¿sabes dónde puedo conseguir algo de comer además de esa pizza?

James lo pensó por un par de segundos antes de que sus ojos se iluminaran.

-Hay una tienda de conveniencia, pero debe estar como a un kilómetro y medio, donde está el
puerto comercial.-dijo, señalando el extremo de la playa.-Si no te gusta la pizza creo que
Peter no se terminó su hamburguesa…

-Eh… No, gracias.-respondió, pensando en la remota posibilidad de que comerse la


hamburguesa a medio comer de alguien a quien no conocía.-Prefiero caminar, ya vuelvo.

James le sonrió, pero antes de decir algo más, alguien gritó su nombre y el chico se ajustó los
lentes y dio media vuelta, lo cual fue toda una hazaña considerando su falta de balance.

Remus le dio un sorbo a su cerveza y se sentó en una de las sillas plegables que habían
dispuesto alrededor de la fogata. Si planeaba hacer una caminata tan larga necesitaría
descansar un poco primero para que sus pulmones no cedieran por el ejercicio. Estaba en una
etapa donde el alcohol, más que relajarlo y deshinibirlo, le estaba llenando la cabeza de
inseguridades, obligándolo a analizar a los adolescentes que charlaban y se mecían al ritmo
del pop genérico proveniente de una bocina recargada en un tronco, intentando adivinar
quienes eran de tercer año como él y por consecuente serían su competencia directa ese
verano. Reconoció a los de primero con facilidad, pues se le asemejaban: perdidos, cohibidos,
fuera de lugar. Los que asumía que eran de tercero parecían mucho más cómodos en ese
ambiente, sus risas eran más escandalosas y sus conversaciones más fluidas.

De pronto algo llamó la atención del otro lado de la fogata, una chica y un chico que
hablaban en voz baja y que estaban esforzándose por aparentar tranquilidad, pero solo
lograban emanaban tensión con cada centímetro de su cuerpo: posturas rígidas y calculadas,
expresiones frías, manos apretadas.

La chica era bonita, de cabello liso y rubio muy claro, perfectamente peinado con una cinta,
ni un mechón fuera de lugar, ni una arruga en su falda.

Después observó al chico y sus ojos se hicieron un poco más grandes: tenía cabello negro que
le caía hasta la barbilla, ligeramente desordenado, piel pálida e impecable, una mandíbula
afilada que había apretado con tanta fuerza Remus que podía notar las venas de su cuello,
sobresaliendo con una ansiedad que parecía poco saludable en alguien tan joven.

Lo primero que pasó por la mente de Remus fue que era atractivo, y lo segundo, lo mucho
que necesitaba relajarse.

Bajó la mirada y vio la ropa que llevaba puesta, un short gris demasiado elegante para una
fogata en la playa y una camisa abotonada con las mangas pulcramente dobladas hasta los
codos. Sus ojos volvieron a subir, interesados por la extraña combinación de elegancia y
tensión que conformaban al chico, y se encontraron con una mirada gris, enmarcada con
pestañas largas y espesas, clavada en él. De inmediato sintió cómo se elevaba la temperatura
de su rostro al ruborizarse, y obligó a sus ojos a posarse en otra parte, el cielo, la arena, lo que
fuera, avergonzado por la libertad que se había permitido con el desconocido. Apretó la
botella que tenía en la mano y se terminó lo que quedaba de cerveza en un solo trago,
aceptando el alcohol como distractor.

Se dio la vuelta, encarando la orilla de la playa, y contempló el atardecer mientras tomaba


aire, ahogando el bullicio de los adolescentes a su alrededor, determinado a olvidar la torpeza
que acababa de cometer, y esperar pacientemente la puesta del sol para poder escabullirse
hasta la tienda.

Remus respiró hondo, sus costillas abriéndose para hacerle espacio al aire en sus pulmones, y
se puso una mano sobre el abdomen, impresionado. Los médicos y sus padres le habían dicho
que le sería más fácil oxigenarse a nivel del mar, pero llevaba tanto tiempo viviendo con su
respiración trabajosa y pesada que realmente no lo había creído hasta ese momento.

Era la primera vez que veía un atardecer en la playa y admitió que quizás la costa tenía más
que ofrecer que altas temperaturas y restaurantes llenos de turistas irritantes. Estaba
maravillado con la forma tan sutil en la que el naranja y el dorado se convertían en magenta y
violeta, y pronto se dejó llevar por el instinto más primitivo que tenía: como le pasaba desde
que era niño, fue creciendo desde el fondo de su mente, adueñándose de su cabeza, cada
tonalidad asociándose a una nota, las nubes convirtiéndose en una armonía, las olas creando
percusiones y el paisaje transformándose en melodía, una que escuchaba en su cabeza a la
perfección sin necesidad de tocar un solo instrumento.

Esa capacidad misteriosa e inusual de transformar cualquier fenómeno que invadiera sus
sentidos en música era lo que lo había llevado hasta esa playa, la razón por la que la
Academia de Música de la Costa Oeste lo había aceptado en su programa de verano de forma
extemporánea, alterando las reglas por primera vez en su historia.

Desde que tenía memoria, docentes y los pocos músicos que había conocido, le habían dicho
que tenía un talento único, tan extraordinario que se veía una vez cada generación, y Remus
apreciaba los cumplidos, pero encontraba extraña la envidia que todos parecían tenerle por
poder encontrar música en lugares donde no debía haberla. Era un regalo, claro, pero también
era algo que lo había vuelto abismalmente distinto, siempre señalado y apartado. Como si
tener una enfermedad crónica y ser gay no fuera suficiente para diferenciarlo del resto.

El gruñido demandante de su estómago interrumpió sus pensamientos y lo sacó de su


ensimismamiento, exigiéndole que fuera a buscar comida ya que la noche había caído. Remus
respiró una vez más y sacudió la cabeza para apartar la música y los recuerdos de su mente
antes de comenzar a caminar en la dirección de la tienda de conveniencia que James había
señalado, avanzando entre bostezos y con la botella vacía aún entre sus dedos.

Casi una hora más tarde, Remus estaba de vuelta en la playa, con un paquete de galletas en
una mano y sus sandalias en la otra, dejando que sus pies se enterraran en la arena tibia y la
brisa nocturna le revolviera el cabello. El sabor a coco en su paladar era agradable, el alcohol
al fin había hecho efecto y estaba más relajado, pero el calor no había cedido por completo,
así que seguía ligeramente airado por la capa de sudor que le cubría la frente y la espalda.

Aún estaba un poco lejos de la fogata, pero se detuvo a observar a sus nuevos compañeros,
riendo y conversando entre amigos mientras se movían al ritmo de una canción de rap, James
estaba empujando a un chico bajito y rubio y dos chicas se reían de ellos, cuando de pronto
sintió una familiar punzada en la nuca que siempre llegaba acompañada de la añoranza de
saber que nunca había tenido ni tendría algo como eso.

Casi pudo escuchar la voz de su madre en su cabeza, riñéndolo y pidiéndole que se acercara e
hiciera un esfuerzo por obtener lo que había anhelado tantos años. “Pronto”, pensó Remus a
pesar de saber que era una mentira, “Te lo prometo”.

Miró la hora en su celular y calculó que aún faltaban al menos cuarenta minutos para que
James accediera a dejarlo volver a los dormitorios, así que decidió caminar cerca de la orilla
de la playa para mirar el reflejo de la luna en el agua, dándole la bienvenida a la música en su
cabeza como distracción para deshacerse de la punzada en su nuca.

Cuando ya estaba cerca de las olas, Remus reparó en una figura sentada en el suelo, a unos
pasos a su derecha. Estaba dándose la vuelta para alejarse cuando reconoció la camisa
abotonada que brillaba bajo la luz nocturna: era el chico de mirada atormentada y cabello
negro.
Por un momento consideró reír, seguro de que era una mala broma del destino o algo así,
como si quisiera obligarlo a hacer lo que acababa de prometerse a pesar de sus esfuerzos por
evitarlo, y aunque nunca había sido gran creyente de ese tipo de cosas, le pareció demasiado
coincidental para ignorarlo.

O, quizás, simplemente buscaba satisfacer una curiosidad poco saludable.

Remus volvió a tomar aire, dejó que el alcohol en sus venas lo armara de valor, y se acercó al
chico.

Al ser falto de experiencia en lo que respectaba a hacer amigos, optó por lo más sutil que
pasó por su mente: carraspeó un par de veces para evitar sobresaltarlo, y dijo:

-Eh… hola.

El chico volteó de inmediato, sus cejas, que estaban fruncidas profundamente se arquearon al
verlo y luego volvieron a bajar para formar una expresión de desconfianza.

-Buenas noches.-fue lo más apropiado que se le ocurrió.-¿Quieres una galleta de coco?

“Bien hecho, Remus, hazlo creer que eres un estúpido”.

El chico pasó sus ojos sobre Remus, deteniéndose en su rostro como si estuviera buscando
algo, antes de recargarse sobre la arena.

-Eres el tipo que estaba espiando mi conversación.-afirmó, ladeando la cabeza.-¿cierto?

Remus se ruborizó, y recordó que había pasado toda su vida creando una reputación de chico
solitario y torturado por una razón muy sencilla: era espectacularmente terrible para hacer
amigos.

-No.-contestó, usando la mano de las sandalias para removerse el cuello de la playera.-No


estaba escuchando, la música estaba muy alta, sólo estaba… ¿observando?

-¿Me estás preguntando o respondiendo?

Los labios de Remus se separaron en una mezcla de sorpresa e incredulidad que poco a poco
se convirtió en disgusto, bien, quizás no había sido una muy buena impresión, pero ¿en serio
tenía que ser tan petulante?

-Olvídalo.-dijo poniendo los ojos en blanco sin molestarse en esconder su fastidio.

Y se dio la vuelta soltando un bufido, ¿por qué estaba tan deseoso de acercarse a otras
personas cuando eran tan irritantes y groseras? Siempre había estado mucho mejor solo, nada
de charlas incómodas ni acusaciones mal fundamentadas.

Decidió sentarse lo más alejado que pudiera del chico sin llamar la atención de sus
compañeros en la fogata, enterrar sus pies en la arena húmeda y terminarse el paquete de
galletas mientras repasaba la lista de razones que había creado a través del tiempo para
recordarse por qué era mala idea relacionarse con personas de su edad, cuando la voz del
chico lo detuvo:

-Espera.-dijo, remordimiento en sus palabras.-Lo siento, eso fue muy maleducado.

Remus tenía más dignidad que eso, pensó, pero de todas formas volvió a girar sobre sus
talones, rindiéndose a la curiosidad de nuevo.

-¿Quieres sentarte?-preguntó el chico, palpando la arena a su lado.

Remus se cruzó de brazos, haciendo ruido con la envoltura de sus galletas, y dijo, indignado:

-Tienes razón. Eso fue muy descortés.

Más lejos de lo que había sugerido el chico, con su mirada firme en la playa y el ceño
fruncido, pero finalmente se sentó.

El sonido de las olas los envolvió por un momento, amortiguando el bullicio de la fiesta.
Remus era nuevo en eso pero suponía que el siguiente paso era entablar una conversación, la
música parecía el tema más razonable aunque quizás los chicos de la Academia estarían
cansados de hablar de eso y lo encontrarían tedioso, en ese caso tendría que pensar en otra…

-Disculpa, no he tenido el mejor día.-dijo el chico interrumpiendo el hilo de sus


pensamientos.-Me llamo Sirius.

-Remus Lupin.-contestó, y se arrepintió de inmediato, ¿quién se presentaba con nombre y


apellido? ¿quién creía que era, un político?

-Es tu primer año aquí.-declaró Sirius en un tono vacilante.

-Sí. No había podido audicionar antes.-explicó Remus, mordiendo la orilla de una de las
galletas.

-¿Quién te examinó?

-Primero fue la profesora Durks.-le contó.-Pero luego me hicieron audicionar para el director.

-¿Tuviste una segunda audición con Dumbledore?-preguntó Sirius con sorpresa.

-Me dijeron que no hacen eso usualmente, pero mis circunstancias son distintas.

El chico de cabello oscuro se giró para encarar a Remus, escudriñándolo con la mirada, de
nuevo como si estuviera buscando algo, su postura se había vuelto repentinamente tensa.

-¿Compones?

-¿Cómo lo sabes?

-Todos los que estamos aquí somos excelentes tocando cualquier instrumento, pero solo un
compositor ameritaría que el director quisiera ver una audición directamente.-le explicó con
voz turbada.-¿Desde cuándo compones?

-Desde que era niño, supongo.-respondió Remus, incómodo con el repentino cambio de
Sirius.-¿Y tú? ¿Compones?

Incluso en la oscuridad de la playa Remus lo vio apretar la mandíbula, los músculos de su


cuello poniéndose rígidos, evidenciando que estaba intentando ejercer un gran control sobre
sí mismo y fallando catastróficamente. Era inexperto, pero no le parecía haber preguntado
nada impropio u ofensivo, y pronto comenzó a repasar todo lo que acababa de decir palabra
por palabra, intentando encontrar su error.

-No tanto como debería.-dijo Sirius finalmente.-Soy mejor intérprete.

-¿Tocas desde niño también?-dijo Remus con cautela.-¿O cómo llegaste a la Academia?

Sirius soltó un resoplido entre divertido e incrédulo antes de volver la mirada hacia Remus.

-Era esto o el programa de verano del Instituto de Versalles.-dijo encogiéndose de hombros.-


Y ese estaba demasiado cerca de mi familia.

Remus entendía el argumento, en parte. Había pasado toda su vida bajo el cuidado de sus
padres, sabiendo que estarían ahí siempre que los necesitara y también siempre que no los
quisiera cerca. Los amaba, pero tenía dieciocho años y ese verano era la primera muestra de
independencia que había tenido en su vida.

-¿Te gusta la música, al menos?

Sirius sonrió, pero no había felicidad ni gracia en el gesto, sino una pesadumbre que se
acercaba a lo trágico, Remus creyó reconocer resignación en su rostro y su confusión creció
aún más.

-Cuando tu madre es el primer violín de la Filarmónica de Viena es casi un requisito legal que
te guste, supongo.

La expresión ligeramente nerviosa de Remus se desconfiguró hasta convertirse en una de


sorpresa y admiración. Corrigió su postura inconscientemente y la galleta que estaba
comiendo se le atoró en la garganta, obligándolo a toser.

-¿Tu madre es Walburga Black?

-La única y espectacular Walburga Black.-dijo Sirius con amargura en su voz, inclinando la
cabeza como si estuviera haciendo una reverencia.

“Sirius Black”, que nombre tan pretencioso y elegante y exactamente apropiado para el chico
que estaba sentado a su lado, pensó Remus. Tenía un millar de preguntas que hacer sobre su
madre, sobre su familia en general, el legado que se remontaba siglos atrás. Siempre se había
imaginado crecer en un ambiente donde los que lo rodeaban entendieran esa compleja
relación que tenía con la música, pero también se había imaginado lo que una presión así le
habría hecho de haber nacido con ella. Podía ver lo mucho que le estaba pesando tener esa
conversación y su renuencia a hablarle cobró sentido.
-Debe ser terrible tener que cumplir sus expectativas.-dijo Remus con sinceridad.-Y las del
resto del mundo.

Sirius lo miró con el ceño ligeramente fruncido, perplejidad en sus ojos y la tensión
disipándose un poco al darse cuenta de que no estaba a punto de entrevistarlo sobre su vida
como el hijo de una de las figuras de mayor poder e influencia en el mundo de la música
instrumental.

Remus dejó el paquete de galletas medio vacío en medio de ellos y se recargó sobre sus
manos, intentando descifrar lo que estaba ocurriendo en el rostro de Sirius.

-Las únicas expectativas que tengo que cumplir son las mías.-dijo Remus al ver que Sirius
parecía haberse quedado sin palabras, sólo para llenar el silencio.-Y a veces incluso esas me
resultan abrumadoras.

Sirius asintió con aire ausente y miró el reflejo de la luz de la luna sobre el mar. Su mano
comenzó a buscar las galletas sobre la arena en un movimiento torpe e inconsciente y Remus
rió cuando sintió los dedos de Sirius sobre los suyos y lo vio alejarse con un gesto casi
cómico, sonrojado y ansioso.

-Toma.-le ofreció, dándole una de las galletas con un tono apaciguador mientras lo veía
controlarse para no retorcerse de vergüenza, pues daba la impresión de ser alguien tan
extraordinario que era imposible que le ocurrieran ese tipo de cosas tan triviales y mundanas.

-Gracias.-aceptó la comida, fingiendo no estar mortificado, y regresó sus ojos al mar mientras
la masticaba.

Remus decidió que quizás había sido un poco más honesto de lo socialmente aceptable la
primera vez que hablas con alguien, y se recostó sobre la arena para evitar divagar,
rindiéndose al cansancio del viaje y la fiesta y la interacción más sincera que había tenido con
alguien de su edad en años. Cerró los ojos un momento y se concentró en la sensación de la
arena bajo su piel, aún tibia y áspera, completamente distinta a recostarse sobre el césped de
su jardín, a miles de kilómetros de ese lugar. Su madre lo regañaría por ser tan descuidado, le
advertiría de los riesgos de estar de noche en la playa con un montón de desconocidos, le
prohibiría beber y le diría que comer galletas no era una cena suficientemente nutricional
para alguien como él.

Un haz de luz brilló a través de sus párpados cerrados y Remus abrió los ojos por reflejo,
pensando por un momento de pánico, que le habían tomado una foto. Quizás toda esa fiesta
de bienvenida había sido una broma muy elaborada para burlarse de él, por ser novato o por
las extrañas circunstancias bajo las que había entrado a la Academia, y todos estaban ahí
riéndose de él por haber creído que podría entrar en una institución de tanto prestigio...

Pero de pronto escuchó el aire crujir y se dio cuenta de que había sido un rayo, porque el
trueno retumbó por toda la playa y le sacudió los huesos.

-Deberíamos irnos.-dijo Sirius que ya había comenzado a levantarse.-No es seguro estar en la


playa cuando hay tormentas.
“Mierda, mierda, mierda”, pensó Remus, irguiéndose con rapidez. Si comenzaba a llover y
aún no habían llegado a los dormitorios quizás ni siquiera llegaría a ver el interior de uno de
los salones de la Academia.

Comenzó a correr, o trotar muy lentamente en su caso, mientras respiraba entre dientes con
dificultad; y al voltear sobre su hombro vio a Sirius mirándolo con una mezcla de confusión y
disgusto, como si correr en público fuera algo vulgar o impropio.

-¡No puedo mojarme!-gritó, y siguió corriendo.

Remus buscó a sus compañeros de la fogata para intentar seguirlos hacia la Academia pero
solo vio el círculo de leña apagada y reparó en que debían haberse ido sin ellos, anticipando
la tormenta, mientras estaban enfrascados en su extraña pero interesante conversación.

Sintió algo a su derecha y al girar la cabeza se encontró a Sirius corriendo con la envoltura de
galletas en la mano.

Otro rayo. Otro trueno. Otra advertencia para Remus, la voz en su cabeza que pertenecía a su
madre le gritaba sobre lo negligente que había sido con su propia salud y lo mucho que le
costaría.

Le cayó una gota en la nariz, y luego otra en el hombro y Remus apretó el paso lo más que
pudo sin comenzar a sofocarse.

-No vamos a llegar a la Academia.-dijo con urgencia.-¿Sabes dónde puedo esperar a que pase
la tormenta?

Sirius frunció el ceño pero señaló la calle a la que se dirigían:

-Conozco un bar donde no les importará que esperemos.

Cada que Remus sentía un poco de agua colándose bajo su ropa, mojando su cabello o
salpicando su piel, la aprehensión crecía dentro de su pecho y podía visualizar a sus padres
volando hasta la ciudad costera en un vuelo de emergencia para arrastrarlo de vuelta a su casa
y no dejarlo fuera de su vista nunca más.

Pero cuando llegaron al bar aún no estaban mojados, solo un poco despeinados y con
manchas oscuras sobre su ropa, un rayo estallando justo cuando abrieron la puerta como si
anunciara su entrada.

Remus se desplomó sobre un banco y puso una mano sobre su pecho, sintiendo sus pulmones
arder al trabajar mucho más de lo que estaban diseñados para hacer, su respiración tan
trabajosa que se escuchaba como un silbido. Mientras tanto, Sirius lo observaba, parado
casualmente, como si la carrera no le hubiera afectado en lo absoluto; lo cual era
perfectamente razonable para alguien que no estaba crónicamente enfermo del sistema
respiratorio.

-¿Estás bien?-preguntó con consternación, vacilando pues no sabía si debía acercarse ayudar
o alejarse y dejarlo para recuperarse.
-Excelente.-dijo Remus levantando una mano para mostrarle el pulgar, como si eso fuera algo
que las personas normales hacían y no un gesto reservado para personajes de dibujos
animados.- Sólo necesito un momento.

Cerró los ojos y se obligó a ralentizar su respiración, vagamente consciente de que Sirius
estaba saludando animadamente a alguien unos metros más lejos.

Después de un par de minutos el ardor en su pecho cedió y Remus dejó de sentir que iba a
desmayarse en cualquier momento. La tormenta continuaba fuera del pub y por la ventana
podía ver el agua escurrir sobre el cristal y salpicar los adoquines de la calle. Había estado
demasiado cerca.

-¿Miedo al agua?-preguntó Sirius, sobresaltándolo pues se había sentado a su lado sin que se
diera cuenta.

-Algo así.-respondió Remus aunque era consciente de que Sirius podía ver a través de su
mentira.

-Espero que desaparezca mágicamente a la hora de ducharte.

Remus tardó un momento en reparar en que era una broma, pero al mirarlo se encontró con
Sirius esbozando media sonrisa en su dirección, demasiado encantador y bello para su propio
bien, agitando algo dentro de Remus que no estaba seguro de querer ver agitado.

-Te tengo malas noticias.

Sirius soltó una carcajada tan genuina que fue casi involuntaria y luego apartó el rostro, como
si hubiera hecho algo indebido y no se hubiera podido detener a tiempo.

Remus miró sus sandalias, mejillas carmín, rizos despeinados; y en ese pub oscuro, con la
tormenta desatada sobre la ciudad y la ropa salpicada de lluvia, fue la última vez que Remus
y Sirius compartieron una sonrisa en mucho tiempo.

Chapter End Notes

Si llegaste hasta aquí tqm, gracias por leer el capítulo!

Horario de actualizaciones: Voy a intentar subir un capítulo por semana, los sábados a
las 7pm hora de México, cualquier cosa les avisaré en mi tiktok: @moonysoleil y en mi
Twitter: @grecusanne.

Esta es una historia que originalmente iba a tener otro ship como pareja principal, solo
llegué a escribir 3 capítulos pero siempre me gustó la idea y decidí reestructurarla para
hacerla de wolfstar. Trabajé mucho en la planeación de la historia, espero que se note
conforme vaya avanzando lol. Les tengo muchísimo cariño a estos personajes, y
básicamente me gusta escribir cosas que a mí me gustaría leer, maybe a ustedes les guste
también.

Si me conocen de mis otras historias (no you don't), supongo que están aquí porque les
gustaba como escribía, pero ojalá se note una mejoría después de tanto tiempo. Si están
aquí porque vieron mis tiktoks y les gustaron mis chistes y mis headcanons, espero que
les guste la historia y mi forma de escribir.

De nuevo, gracias por leer!


II. la sala de conciertos
Chapter Summary

Es el primer día de clases del programa de verano de la Academia y comienza con un


Remus con resaca en la asamblea de bienvenida.

Chapter Notes

Gracias por sus lecturas, kudos y comentarios en el primer capítulo!

TW: resaca, menciones de alcohol, ansiedad social

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8:13 am “Puedrs tener resaca por tomar 5 cervezqs???”


8:18 am“Con cusntas cetvezas te embprrachas?” “
8:22 am “Mejpres curas para lq resaca”

Ese era el historial de búsqueda de Remus la mañana después de la fogata de bienvenida.


Estaba escondido bajo su sabana, mirando la pantalla de su celular con ojos entrecerrados y
un dolor de cabeza punzante e insistente que lo agredía cada vez que intentaba enfocar la
mirada, la causa de su repentinamente terrible ortografía.

Había escuchado a James moverse por la habitación unos minutos antes, pero debía haber
creído que aún dormía pues no intentó conversar con él, lo cual habría sido catastrófico ya
que no creía poder soportar la voz alegre y amistosa de James en ese momento.

Remus tenía dieciocho años, claro que había bebido alcohol antes, usualmente copas de vino
en alguna reunión familiar a escondidas de sus padres, la cerveza ocasional en las pocas
fiestas a las que había asistido; después de todo no había ninguna contraindicación de sus
medicamentos que le impidiera beber. Pero nunca había bebido con el estómago casi vacío, ni
después de correr hasta estar cerca de colapsar, ni con Sirius Black en un bar oscuro con
música de los noventa de fondo.

El primer día del programa que le ofrecía la posibilidad de cambiar su vida definitivamente
no era el día ideal para experimentar una resaca así de molesta por primera vez.

Miró su celular con resignación: 8:30. Suspiró y sacó la cabeza de debajo de la sabana con un
bufido, riñéndose a si mismo por haber sido tan descuidado y haber dejado que Sirius Black
lo convenciera de hacer algo tan irresponsable como beber la noche anterior a un lunes.
-Buenos días, bello durmiente.-lo saludó James, que se estaba peinando los rizos mientras
sonreía con mucho más entusiasmo de lo que Remus creía necesario.-Ojalá hayas dormido
bien, porque te perdiste el desayuno.

-Si pudieras dejar de gritar y empezar a hablar en un volumen normal te lo agradecería-dijo


Remus con más irritación de la que pretendía.

-Oh, ya veo, alguien tomó de más en la fiesta.-dijo James en un tono burlón, señalándolo con
el peine.-Espero que te veas más presentable para la Asamblea, porque estoy seguro de que
Dumbledore y el resto de la mesa directiva querrán presumirte con todos los estudiantes.

Remus se frotó los ojos, exhausto, y se levantó de la cama con dos dedos presionando su sien.

-Lo siento, no estoy acostumbrado a beber.-se disculpó, ligeramente arrepentido de la


agresividad de su saludo.

-Y yo que pensaba que el joven prodigio era un gran fiestero.-bromeó James.-Seguro que
todo ese talento te volvió muy popular en la preparatoria.

“Por supuesto, todos se desvivían por ser amigos del enfermo que se la pasaba tosiendo y
tocando el piano todo el día”, pensó Remus con amargura, pero se obligó a apartar el
pensamiento de su cabeza en cuanto lo tuvo. Ese era un nuevo inicio, en un lugar lleno de
gente que lo entendía, la noche anterior era evidencia de ello.

-Me confundes con Sirius.-dijo finalmente, comenzando a buscar una camisa en la maleta que
estaba a los pies de su cama, aún sin desempacar.-Él sí que parecía muy cómodo en el bar
ayer.

James dejó la ardua tarea de peinarse los rizos en cuanto lo escuchó, y se dio media vuelta
para encararlo, cejas arqueadas y boca abierta.

-¿Fuiste a un bar con Sirius?

Parecía sorprendido, confundido y algo escéptico al mismo tiempo, mirando a Remus con
incredulidad en sus ojos marrones, como si estuviera intentando detectar la mentira sobre su
rostro.

-Conversamos en la fogata y nos quedamos atrapados en un bar durante la tormenta.-


respondió Remus, encogiéndose de hombros, sin poder evitar ponerse un poco a la defensiva,
¿tan difícil era creer que Sirius había elegido pasar tiempo con él?

-Vaya… ¿y fue… divertido?-dijo James, rascándose la nuca y arruinando el trabajo previo en


su cabello.-¿Sirius? ¿Sirius Black?

-Imagino que sólo hay un Sirius en la Academia.

James asintió con aire ausente y comenzó a peinarse de nuevo, sus rizos levantándose con
impetuosidad cada vez que intentaba aplastarlos contra su cabeza

-¿Le dijiste que eres mi compañero de dormitorio?


-No hablamos mucho de la Academia.

-Interesante.

Su tono de voz seguía siendo suspicaz y Remus ansiaba preguntarle a la razón por la que
parecía tan renuente a creerle, pero decidió que no necesitaba la aprobación de alguien a
quien acababa de conocer, así que en su lugar dijo:

-Voy a ducharme.

Tomó la toalla que llevaba en la maleta, la bolsa de jabones y champú que su madre le había
empacado, y se dirigió a los baños del piso que estaban al final del pasillo que compartían
con el resto de los estudiantes del tercer grado. Se encontró con un par de chicos lavándose
los dientes y uno secándose el cabello con sumo cuidado, pero las duchas estaban libres,
probablemente porque todos habían organizado mejor su tiempo que él y no habían cometido
el error de emborracharse un día antes.

Mientras se enjabonaba el cabello, no pudo evitar repasar la noche anterior en su cabeza,


seguida de la conversación con James. No le parecía nada demasiado extraordinario, solo
habían bebido y escuchado música hasta que la tormenta había pasado, pero tenía la
sensación de ignorar algo crucial. Lo único que le había parecido un poco extraño había sido
que al llegar al campus, Sirius le había dicho que tenía que hacer algo antes de ir a la zona de
los dormitorios y Remus había caminado solo hasta el edificio. Quizás simplemente había
olvidado algo en otra parte o quizás se trataba de algo menos trivial, pero no se creía capaz de
hablarlo con James..

Cuando regresó al dormitorio su dolor de cabeza se había mitigado un poco, y James estaba
parado a lado de la puerta, afinando una enorme tuba con aire distraído y una expresión
inquisitiva. Al verlo llegar, esbozó una sonrisa alegre y señaló el pasillo por donde venía.

-No te habrás encontrado un chico nervioso y muy rubio en las duchas, ¿verdad?

Remus negó con la cabeza y James puso los ojos en blanco.

-Genial, seguro que se quedó dormido.-dijo sacudiendo la cabeza y moviendo su dedo de un


lado al otro antes de golpear la puerta del dormitorio que quedaba frente al suyo con
violencia.-¡Hay una botella de agua y un anagésico ahí dentro por si los quieres, Lupin!

Remus se metió a la habitación con el ceño fruncido y comenzó a vestirse, aún más
confundido. Tomó el medicamento que James había dejado junto con sus antibióticos diarias,
esperando que se deshiciera de su dolor de cabeza pronto, y comenzó a preguntarse si James
era el tipo de persona que lidiaba con resacas muy seguido y por eso sabía cómo tratarlas, o
simplemente era precavido y llevaba medicamentos variados en su equipaje. La primera
opción parecía más plausible.

Al terminar, checó la hora en su celular y casi se dio de bruces al ponerse los zapatos y darse
cuenta de que quedaban solo siete minutos para la asamblea de bienvenida.
Salió corriendo del dormitorio, agujetas mal amarradas y cabello despeinado. Su resaca había
mejorado un poco, pero el malestar era algo que había aprendido a manejar bien a través de
los años, se había vuelto funcional incluso cuando los órganos que lo mantenían vivo
insistían en no serlo; una resaca no era nada en comparación con eso.

James, que ya no tenía una tuba entre sus manos, estaba al final del pasillo, en la cima de las
escaleras, moviendo un pie ansiosamente.

-¡Al fin!-dijo, comenzando a bajar.-Uno de los dos tenía que salir tarde o temprano.

-No debiste esperarme.-dijo Remus, con las mejillas un poco ruborizadas.

-No iba a dejar que intentaras encontrar la sala de conciertos sin ayuda en tu primer día.-
contestó James, genuinamente disgustado con la idea.-Además, no eres el único al que
espero.

Remus pensó en decirle que no era un niño pequeño que necesitaba que lo tomaran de la
mano y lo acompañaran a todas partes, pero la idea de tener un conflicto con su nuevo
compañero por algo tan insignificante le pareció ridícula y simplemente lo siguió escaleras
abajo.

Dos minutos después de su llegada al vestíbulo del edificio, escucharon las pisadas urgentes y
torpes de alguien bajando las escaleras a una velocidad imprudente. Un chico bajito, rubio y
de ojos grandes estuvo a punto de tropezarse con ellos, pero James le puso las manos en los
hombros y lo detuvo con un “¡Peter!” que lo hizo detenerse de golpe.

-¡Lo siento!-exclamó él, con las mejillas rojas por el esfuerzo físico.-Pensé que te habías ido.

-Claro que no.-contestó James, tomando a ambos chicos de los codos para llevarlos hacia la
salida.-Te estábamos esperando.

-Peter Pettigrew.-se presentó el rubio mientras los tres comenzaban a andar a paso apretado
sobre uno de los caminos que rodeaban al edificio.-Debes ser el nuevo compañero de cuarto
de James.

-Remus Lupin.-contestó, asintiendo y tomando la mano que le había extendido.

-Siento haberlos retrasado, Sirius salió muy temprano y olvidé poner la alarma.-se disculpó
Peter con una mueca de angustia.-Sabía que no debí haber fumado ayer.

-Oh, vamos Pete, sólo serán unos minutos.-dijo James poniendo los ojos en blanco.-Además,
Remus merece una entrada triunfal en su primer día.

Las cejas de Remus subieron con alarma y se sintió repentinamente consciente de las ojeras
de tonos violáceos que le daban ese aspecto enfermo y cansado que había portado más días
de los que podía contar. James debía estar bromeando, ¿cierto?, seguro que no habría ninguna
entrada espectacular o presentación con el resto de la Academia.

-¿Es cierto que, además de dejarte entrar en tercero, te dieron una beca para el programa?-
preguntó Peter con curiosidad, ganándose un manotazo en la nuca de parte de James.
-Peter, no es cortés preguntar ese tipo de cosas.

-No es nada.-contestó Remus a pesar de no estar muy emocionado por discutir su situación
financiera.-Me dieron una beca parcial, tendré un empleo de medio tiempo para cubrir el
resto de los gastos.

-Genial.-dijo Peter, intentando devolverle el manotazo a James y rindiéndose al fallar por


tercera vez.-¿Vas a trabajar en el campus?

-No, es un restaurante en la zona comercial. Mis padres conocen al dueño del local.-contestó
Remus, y luego, procurando no sonar muy interesado dijo:-¿Sirius es tu compañero de
dormitorio?

-Desde este año.-contestó Peter con un suspiro cansado.-Sus padres le prohibieron quedarse
con James.

-¿Por qué?

-Larga historia.-dijo James cuando ya se aproximaban a la entrada de la sala de conciertos. Su


expresión se tiñó de decepción al darse cuenta de que la asamblea aún no comenzaba y no
habría ninguna entrada triunfal.-Oh… vaya, supongo que no es tan tarde como creíamos.

Se apresuraron a tomar sus lugares en las filas de atrás con el resto del tercer año y Remus no
pudo evitar buscar a Sirius con la mirada, pero no lo encontró por ninguna parte; así que
comenzó a observar la sala de conciertos: la había visto en fotografías en el sitio web de la
Academia, pero en la vida real era mucho más imponente y bella. Las paredes eran blancas,
estilizadas, y elegantemente curvas para que el sonido rebotara con la mejor acústica posible.
A diferencia de un teatro normal, la sala de conciertos tenía su escenario en el centro, las filas
de butacas rodeándolo de forma que todos los lugares recibieran la misma calidad musical.

Durante toda su vida, Remus sólo había tocado en teatros de pequeñas escuelas públicas,
salones de música polvosos y un par de tarimas al aire libre; así que la simple posibilidad de
tocar una melodía que él mismo hubiera compuesto en una sala de tanto prestigio como esa,
hacía que sus dedos cosquillearan con anticipación y su corazón latiera con irregularidad.

De pronto divisó movimiento cerca de una de las salidas y vio a Sirius entrar acompañado de
un grupo de jóvenes que iba mucho mejor vestido que el resto, todos con camisa y pantalones
de vestir poco convenientes para un clima costero, incluyendo a la chica rubia que había
estado hablando con él la noche anterior. Sus rostros eran serios y ligeramente tensos, y
Remus, que ya estaba bastante nervioso, se puso un poco más pálido con su llegada.

Los ojos grises de Sirius se encontraron momentáneamente con los de Remus y su ceño se
suavizó al reconocerlo, pero antes de que el castaño pudiera sonreírle, ya estaba sentándose
de espaldas a ellos. Sintió algo desinflarse dentro de él, y de nuevo comenzó a preguntarse si
quizás la noche anterior había tenido una connotación que no lograba comprender.

No tuvo mucho tiempo para ponderar en ello, pues inmediatamente después, un grupo de
adultos de porte imponente caminó hacia el centro de la sala, haciendo resonar sus pisadas al
mismo tiempo que los estudiantes terminaban sus conversaciones de golpe y comenzaban a
callarse unos a otros.

Remus reconoció dos rostros, el de una mujer bajita de cabello negro y un hombre alto con
gafas y barba blanca, pues había audicionado para ellos meses antes.

El silencio se impuso sobre la sala, todos los alumnos manteniéndose quietos, temerosos de
hacer algún ruido que resonara en todo el lugar. Remus comenzó a morder el interior de su
mejilla con una mezcla de nerviosismo y anticipación.

-Buenos días, jóvenes.-dijo el hombre de barba, paseando su mirada entre los adolescentes
que lo observaban de vuelta.-La mayoría de ustedes ya me conoce, pero soy el profesor
Dumbledore, director de la Academia de Música de la Costa Oeste.

Remus se removió en su asiento, la respiración atorándose en su garganta como si su cuerpo


apenas estuviera procesando el hecho de que realmente se encontraba ahí.

-Hoy inicia el Programa de Verano de la Academia, y ustedes están aquí porque son los
mejores músicos de su generación.-siguió el director, hablando con convicción.-Nos han
demostrado ser los jóvenes más talentosos y creativos de nuestra época, y este programa los
formará como artistas disciplinados, estudiados e innovadores.

El silencio en la sala de conciertos se hizo aún más denso, e incluso James, quien le había
dado la impresión de ser la personificación del desacato, escuchaba atentamente al profesor.

-Como saben, nuestro programa es uno de los más exclusivos del país debido a la calidad de
nuestros maestros, nuestras instalaciones, y sobre todo el nivel de exigencia que nos
caracteriza. Las clases son difíciles, el trabajo es arduo y cargarán con una gran presión, pero
si logran manejarlo, al final de este verano tendrán un nivel de composición, interpretación y
conocimiento de teoría musical superior a cualquier otro músico de su edad, quizás incluso a
muchos graduados de otras universidades.

Una ola de risas educadas se extendió por la sala, pero Dumbledore la detuvo con un
movimiento de mano.

-Profesora Durks, si pudiera hablarles del resto.-pidió él, y la mujer bajita dio un paso al
frente, sonriendo cálidamente

-Este año, como hemos hecho desde la creación del programa, elegiremos al alumno de tercer
grado con mayor potencial artístico para ofrecerle la única beca completa que otorgamos
anualmente en la Academia para estudiar una de nuestras licenciaturas.-anunció la profesora,
y la respiración que Remus tenía atascada en el pecho bajó lentamente hasta sus pulmones.-
Los docentes tomaremos la decisión tomando en cuenta su desempeño durante todo el
verano, pero sobre todo nos basaremos en la presentación colectiva e individual que marcará
el cierre del programa en esta sala. Todos tienen la misma oportunidad de ganar esa beca,
depende de ustedes ser merecedores de ella.

Los alumnos comenzaron a ojearse unos a otros con curiosidad, examinando a la


competencia e intentando proyectar más confianza de la que sentían. O quizás era solo
Remus, cuyo futuro dependía por completo de esa beca al no poder costearse ninguna otra
universidad de música, y sentía esa presión como si estuviera entre sus costillas, aplastándole
el corazón y los pulmones poco a poco.

-Todos recibieron el reglamento de la Academia al ser aceptados; les pedimos


encarecidamente que lo lean y se aseguren de comprenderlo, pues cualquier infracción es
motivo de castigo y en casos severos, de expulsión.-siguió la profesora con una mirada
adusta.-Como siempre, los jefes de grado estarán a cargo de supervisarlos y reportar
cualquier falta. Cualquier conflicto entre ustedes o con la facultad será resuelto a través de
ellos.

Algunos alumnos esparcidos alrededor de la sala se levantaron y saludaron educadamente,


presentándose como jefes de grado. Sin embargo, la mirada de Remus seguía en Sirius, e
incluso a esa distancia pudo distinguir como se tensaba, aún en su silla, corrigiendo su
postura y levantando el mentón. James siguió la dirección de sus ojos y, al ver de quién se
trataba, susurró:

-Todos en su familia han sido jefes de grado excepto él. Su madre incluso habló con el
director antes de que comenzara el programa, pero Dumbledore se negó a darle el puesto.

Remus asintió con la cabeza, pero apartó la mirada de inmediato, avergonzado de haber
dejado que James lo atrapara observando a Sirius.

-Antes de irnos, como se enterarán de todas formas y no deseamos que exista ningún rumor
al respecto, queremos hablarles de un alumno que está aquí en circunstancias particulares.-
comenzó a explicar el director, y Remus se encogió en el asiento, mejillas sonrojándose poco
a poco, y su pulso acelerándose con violencia.-Como saben, el Programa de Verano de la
Academia solo acepta nuevos ingresos en primer grado para avanzar verano a verano por el
currículum, sin embargo, este año hemos decidido hacer una excepción para un alumno que,
por su edad, fue admitido en tercero. Esta excepción se debe a que creemos que el joven
Remus Lupin merece la oportunidad de concursar por esa beca y porque creemos que puede
aportar mucho a la Academia, así que esperamos que lo reciban con los brazos abiertos.

Con un movimiento de mano le indicó que se levantara, y Remus lo hizo después de un


momento de pánico. Su sonrisa era débil y estaba llena de ansiedad, pero no fue capaz de
esbozar una más convincente. Sintió cada una de las miradas sobre él como si se le adhirieran
y lo inmovilizaran, pesadas, inquietantes. No era una atención precisamente hostil, pero
tampoco era la acogida afectuosa que Dumbledore pedía.
Sirius también lo examinaba, y en su expresión había conmoción y algo más, algo inteligible
que Remus no quiso intentar descifrar.

-No nos queda más que darles la bienvenida a los alumnos de primer grado que hoy inician
su educación musical.-dijo la profesora Durks, y Remus volvió a su asiento de inmediato,
sintiendo cada latido de su corazón retumbarle en las sienes.-A los de segundo, les deseamos
suerte en este año tan crucial para su formación, y a los de tercero les pedimos que trabajen
arduamente para la presentación final. Tengan un excelente verano.

-Pueden retirarse.-anunció Dumbledore con una sonrisa y los brazos extendidos, y de


inmediato los adolescentes comenzaron a alzarse de las butacas.
La mayoría comenzó a conversar con sus amigos mientras se dirigían a las salidas, la
emoción del inicio del verano extendiéndose por la sala entre susurros y risas. Remus se
quedó en su lugar, aún mortificado por el anuncio general de su ingreso al programa, y se
sobresaltó cuando James sacudió una mano frente a su rostro:

-Ey, Señor Excepcional, ¿no vas a ir a clase?-preguntó, señalando la puerta con la cabeza.

-En un momento los alcanzo.-dijo Remus, que necesitaba desesperadamente unos segundos
para despejar su mente.

-Estaremos afuera.-dijo Peter antes de que los dos salieran de su fila de butacas, observándolo
con curiosidad.

Remus miró la sala de conciertos de nuevo, cada vez más vacía, e intentó serenarse: se dijo
que si bien se sentía intimidado por su impericia y la competencia feroz, sabía que había
nacido para esa vida, para tocar en esos escenarios y deleitar públicos con su música. Si ese
verano era su única oportunidad, haría lo que necesitara hacer para conseguirla.

Apretó sus manos en un par de puños, las relajó, y salió de la sala, apresurándose para no
hacer esperar mucho a James y Peter, quienes parecían empeñados en ser amistosos con él,
aunque no estaba seguro de si era por lástima, un interés genuino o simplemente por querer
ser vistos con el chico cuyo talento lo había excluido de las estrictas reglas de la Academia.

Una vez en el vestíbulo se detuvo a amarrarse las agujetas de uno de sus zapatos y al
levantarse vio al grupo de Sirius y la chica rubia salir de la sala, ambos con el mismo porte
cuidado y elegante; la expresión de ella era refinada y la de él oscilaba entre consternación y
enojo.

Sus miradas se encontraron por un momento y Remus sonrió a medias, levantando


torpemente una mano a forma de saludo, aunque no obtuvo una de vuelta. La chica reparó en
él y le dijo algo a Sirius antes de que los dos comenzaran a caminar en su dirección, la
mortificación de hace unos momentos agobiándolo de nuevo.

-No sabía que se conocían.-dijo la rubia, mirando a Sirius con reticencia.-¿No vas a
presentarnos?

-Nos conocimos en la fogata.-explicó Sirius con una sonrisa claramente forzada.-Remus, esta
es mi prima, Narcissa Black.

-Un gusto.-dijo él, extendiendo su mano hacia la chica, quien la estrechó grácilmente, como
un político bien entrenado o una celebridad carismática.-No sabía que Sirius tenía una prima
en el programa.

-Oh, no, yo me gradué hace dos años.-explicó ella, y aunque su tono era completamente
amistoso, su expresión era fría y calculadora.-Estoy en una pasantía con la profesora Durks
por el verano, para mis créditos universitarios.

Remus vio de reojo a Sirius hacer una mueca, sólo por un segundo, y luego volver a
configurar su sonrisa cortés.
-Oh, nos veremos seguido, entonces.-titubeó Remus.

-Por supuesto, estaré cerca todo el tiempo.-respondió ella, y Sirius se tensó aún más.-Si
necesitas algo, no dudes en pedirlo. Fue un gusto conocerte, Remus, pero tengo que llegar a
las oficinas de administración antes que la profesora.

Y luego de una sonrisa que de alguna forma era tan cordial como arisca, salió del edificio.

-Tu prima es muy… amistosa.-dijo Remus cuando la vio partir, una extraña sensación
revoloteando en su pecho.

Sirius volteó hacia él con la mandíbula apretada y dijo:

-Agradecería si no le cuentas a nadie lo de anoche.

-No pensaba hacerlo.-contestó Remus con las cejas enarcadas.

James era el único que lo sabía y se lo había dicho casi por accidente, no planeaba ir
anunciándolo por el campus, ¿qué querría decir con eso?, ¿era vergonzoso que supieran que
habían bebido juntos en un bar?

Sirius cerró los ojos un momento, frunció los labios ligeramente y se alisó la camisa.

-Si me disculpas, tengo clase ahora.-y comenzó a caminar hacia la salida sin dirigirle ni una
mirada más.

-Yo también-dijo Remus, dando un par de pasos hacia el exterior, buscando a James y Peter
entre la multitud, sin poder encontrarlos a pesar de su ventajosa altura.-¿Sabés cuál es el
edificio de aulas de teoría?

Sirius se detuvo abruptamente y pasó una mano sobre su cabello, suspirando con
exasperación.

-Entiendo si te sientes un poco perdido, pero estoy seguro de que aprenderás como funciona
todo muy pronto.-dijo, levantando su barbilla un poco para ver a Remus a los ojos, una
mirada casi tan hosca como la de su prima, completamente distinta a la que se había
acostumbrado el día anterior.-Además, no dudo que muchos de nuestros compañeros de
grado morirían por acompañarte hasta el aula.

Remus frunció el ceño, confundido y ahora también un poco indignado por la hostilidad de su
respuesta.

-¿Disculpa?-dijo él.-Solo hice pregunta, no estaba pidiéndote nada.

-Mejor así.-respondió Sirius.-Porque estoy en este programa para sobresalir, no tengo tiempo
para ser un guía de orientación de novatos.

A Remus se le escapó una risa de incredulidad, y Sirius le clavó una mirada de disgusto,
como si fuera un insecto irritante del que preferiría deshacerse lo antes posible.
-Fue mi culpa por confundir tu buena educación de anoche con amabilidad genuina. No
cometeré ese error de nuevo.-dijo Remus, su tono de voz mucho más agresivo de lo que
pretendía.-Nos vemos en clase, Black.

Y se dio media vuelta para salir de la sala de conciertos, la sangre hirviéndole en las venas y
el desconcierto nublando su vista, ¿de verdad había malinterpretado tanto la noche anterior?
¿qué carajos acababa de pasar?

Chapter End Notes

Hola! Espero que les esté gustando el fic aunque sólo va empezando lol. Intentaré subir
capítulos los sábados alrededor de las 7pm hora México. Si tienen alguna duda,
comentario o lo que sea, pueden seguirme en tiktok: @moonysoleil
III. los matices de Sirius
Chapter Summary

Remus conoce a otras alumnas del programa de verano e intenta conciliar las distintas
facetas que Sirius ha mostrado

Chapter Notes

Muchas gracias por leer! Aprecio que dejen kudos y comentarios, si me quieren ayudar
aún más pueden copiar el link en los tiktoks que subo sobre el fic :)

See the end of the chapter for more notes

-Déjame adivinar.-dijo Mary, la bonita amiga de James y Peter que iba caminando junto a
ellos en dirección al edificio de servicios estudiantiles.-Se comportó como un imbécil sin
dejar de presumir sus excelentes modales.

-Mary…-la riñó James sin mucha vehemencia, como si lo hiciera más para si mismo que para
detenerla realmente.

-Sólo bromeo, Potter.

-Podría decirse.-contestó Remus, a pesar de que “imbécil” no le parecía suficiente para


describir a Sirius Black en ese momento.

-No te lo tomes a pecho.-dijo Peter en un intento de animarlo.-Sirius tarda en acostumbrarse a


las personas.

“Ayer parecía bastante acostumbrado”, pensó Remus con irritación, recordando lo divertida
que había sido la noche anterior, bebiendo en el bar y bromeando hasta que la tormenta se
disipó; pero en lugar de decirlo se encogió de hombros con una indiferencia falsa.

-Quizás sabe que tienes posibilidades de ganar el lugar en la Academia.-dijo la chica rubia
que caminaba al lado de Mary, ¿Marianne? ¿Marlene?, Remus no recordaba su nombre.-Sabe
que la junta directiva no se hubiera tomado tantas molestias contigo si no fueras realmente
bueno.

Remus hizo una mueca de diversión e incredulidad combinadas, tomándolo como un chiste
porque era completamente imposible que ese hubiera sido el razonamiento de Sirius; y
arrepintiéndose en cuanto James chasqueó la lengua y dijo:
-Sirius ha estado obsesionado con la beca desde que entró al programa. Todos asumimos que
era suya, hasta que supimos que iban a dejar entrar a alguien en tercero.

-Quizás Peter nos sorprenda a todos y gane esa beca cuando nadie esté mirando.-dijo la chica
rubia dándole un empujón amistoso.

-Bromeas ahora, pero al final del verano estarás viendo a Dumbledore lanzándome rosas y
chocolates cuando me entregue la beca.-respondió Peter con un bufido, provocando que las
chicas y James estallaran en carcajadas.

La conversación se desvió hacia lo que cada uno querría que el director les lanzara al ganar la
preciada beca, siendo ropa interior y montones de billetes los más mencionados, pero Remus
se quedó inmerso en sus propios pensamientos.

Después de su extraño encuentro con Sirius, habían asistido al primer día de clases que había
consistido en presentaciones de las materias y los métodos de enseñanza de cada profesor, y
Remus se había distraído gustosamente con eso, disfrutaba estudiar, tomar apuntes, sentirse
preparado, pero al terminar el último periodo, Mary se había acercado a James, Peter y él
(pues los dos chicos se habían sentado a su lado como si fueran amigos de toda la vida a
pesar de que Remus aún no estaba seguro de si le agradaban), se había presentado y con poco
disimulo le había preguntado sobre su conversación con Sirius, pues los había visto al salir de
la sala de conciertos.

Le parecía completamente ridículo que alguien pudiera sentirse intimidado por él, mucho
menos el hijo de Walburga Black, y ese primer día no había hecho más que confirmarle las
pocas probabilidades que tenía de ganar esa beca que tanto necesitaba; era bueno tocando y
componiendo, pero nunca había siquiera abierto un libro de teoría musical, jamás había
tocado en una orquesta, y hasta ese verano no había escuchado las palabras “innovación” y
“música” en una misma oración.

Durante su niñez y adolescencia había tenido que conformarse con aprender de los maestros
de la escuela a la que asistía, y la pianista de la iglesia de su pueblo, que si bien tenían pasión
por la música y lo habían alentado a perseguirla, estaban lejos de tener un nivel de exigencia
como el de la Academia. Había intentando leer por su cuenta, formarse a si mismo, pero su
enfermedad había empeorado tanto después del incidente que no había tenido el tiempo o la
energía para eso. Y ahora estaba en la mejor escuela de música del país, a punto de echar a
perder la oportunidad de dedicarse a lo único que realmente aspiraba.

Remus salió de su ensimismamiento cuando llegaron al edificio de servicios estudiantiles


donde estaba el comedor. Esa mañana había comido sólo un par de barras energéticas de una
máquina expendedora pues se había quedado dormido y no había tenido tiempo de desayunar,
así que estaba viendo el edificio por primera vez.

Sus padres habían insistido en contratar el programa de comidas para que Remus no tuviera
que preocuparse por eso, y aunque les había insistido que podía mantenerse con el sueldo que
iban a pagarle en el restaurante, se alegraba de no tener que preocuparse por un gasto más.

Mary y él se formaron del lado del programa de comida, y James, Peter y Marlene (había
escuchado a Mary llamarla así durante el camino) fueron del lado de la cafetería para
comprar su almuerzo. Remus iba detrás de la chica y tenía la sensación de que debía entablar
una conversación con ella, era una regla social bastante convencional, pero no lograba pensar
en nada inteligente o interesante que decirle, por lo que prefirió quedarse callado.

-Así que, Remus…-dijo Mary, mirándolo sobre su hombro.-¿Cuál es tu instrumento?

-Creí que podíamos usar los de la Academia.-contestó él, obteniendo una carcajada como
respuesta.

-No, me refiero al instrumento que más tocas, el que más te gusta.-explicó ella, aun
sonriendo.-Por favor, dime que es el chelo.

Remus apartó la mirada y cuando contestó, su voz era ligeramente más aguda de lo usual.

-Piano.-dijo.-¿Por qué el chelo?

-Porque es el instrumento de Sirius.-dijo Mary, señalando con la barbilla una de las puertas, y
cuando Remus giró el rostro, lo vio entrar y caminar hacia la fila de cafetería.

Mary comenzó a contarle de cómo la flauta se había convertido en su instrumento cuando


recién se había inscrito a clases de música, y Remus intentó prestarle atención, se rió
cortésmente de sus anécdotas y se mostró asombrado cuando le contó de la primera flauta que
sus padres le habían regalado, pero no pudo evitar distraerse con la presencia de Sirius.

James y él estaban conversando mientras esperaban, y Sirius se parecía mucho más al chico
que había conocido la noche anterior que al que le había hablado unas horas antes. Su postura
no estaba completamente rígida y en su rostro estaba el fantasma de una sonrisa que
claramente estaba intentando reprimir.

Cuando Remus se giró con la bandeja llena de comida y lo vio sentado con James, Peter,
Marlene, y una chica negra que no conocía, enarcó las cejas con desconfianza. Mary ya iba
en dirección a ellos, unos pasos delante de Remus, y él se vio enfrentado a la decisión de
seguirla y sentarse en la misma mesa que Sirius, o buscar otro lugar para almorzar.

Por un lado quizás era exagerado actuar de acuerdo a las acciones de Sirius; después de todo
no era como si lo hubiera traicionado después de una amistad de años o algo parecido,
simplemente había sido desagradable con él después de darle la impresión de que podían ser
amigos, y por el otro quizás no debía construir una relación con ese grupo de personas si eso
significaba estar cerca de Sirius, cuando le había dejado claro que lo quería lejos.

Estuvo tentado a simplemente salir y comer solo en los jardines, pero James y Peter se habían
comportado con tanta amabilidad durante su primer día, acompañándolo a clases y
asegurándose de que no se sintiera excluido a pesar de que él hubiera preferido que no se
tomaran tantas moletias, que la idea de irse sin decirles nada le pareció maleducado. Además,
James seguiría siendo su compañero de dormitorio y prefería evitar situaciones incómodas
con él, como una conversación donde le insistiera que Sirius no era tan presuntuoso como
parecía.
Así que siguió caminando detrás de Mary, resuelto a simplemente sentarse del lado opuesto
de la mesa e ignorar la presencia de Sirius. Él pareció tener la misma idea, pues su rostro se
endureció con la llegada de Remus y no hizo ademán de saludarlo.

Peter le presentó a Dorcas, la chica negra que no reconocía, y después de la sonrisa más
cordial que pudo esbozar, Remus comenzó a comer, escuchando la conversación del grupo
sin hacer ningún esfuerzo por participar en ella. Se sentía cohibido y no terminaba de
entender por qué todos parecían tan insistentes en incluirlo en su grupo, que ya parecía
bastante completo, cuando no llevaban ni dos días conociéndolo. Quería creer que
simplemente eran así de amables, pero sus previas experiencias le demandaban que tuviera
cuidado con ellos y no bajara la guardia demasiado rápido. Después de todo, poder presumir
que el misterioso chico nuevo estaba sentado en tu mesa podía ser una idea muy llamativa.

Remus miró a Sirius de reojo y una ola de irritación lo atravesó desde la nuca hasta los
talones, porque mientras Remus tenía enormes ojeras bajo los ojos, el cabello despeinado y
un tono ligeramente verdoso sobre su piel, producto de la resaca, Sirius se veía perfecta y
exasperantemente bien, sin un cabello fuera de lugar, una sola marca en su pálida piel o algún
indicio de la noche anterior.

Sirius debió sentir su enojo emanando de él, porque subió el rostro y sus ojos se encontraron,
la expresión de Sirius transformándose de inmediato a algo inteligible pero fastidioso.

-¿Remus?-dijo Mary de pronto, sacudiendo una mano frente a él para llamar su atención.

Remus reparó en que debían haberle preguntado algo, porque todos lo estaban mirando
atentamente, pero él, que había decidido ignorar la conversación en cuanto se había sentado,
no había escuchado ni una palabra.

-¿Qué?-dijo, apartando los ojos de Sirius.-Disculpa, no te escuché.

-Peter nos estaba contando que vas a trabajar en el puerto comercial-dijo Mary con un tono
ligeramente condescendiente.-¿Cuándo empiezas?

-El jueves, pero voy a ir mañana con los dueños del restaurante para que me conozcan y
confirmen que no soy un lunático.-explicó Remus.-Solo he hablado con ellos por teléfono.

-Es una suerte que tus padres conocieran a alguien en la ciudad.-intervino Marlene con una
sonrisa impresionada.-Llegar con un empleo alineado debió ser un gran alivio.

-En realidad mis padres conocen al tipo que es dueño del edificio donde está el local, él solo
nos envió el contacto del restaurante.-dijo Remus, encogiéndose de hombros.-Aún podrían
decidir que parezco demasiado irresponsable para contratarme, y tendría que buscar otro
trabajo.

-Muy a mi pesar, expeles prudencia por todas partes, Lupin.-dijo James con un tono de falsa
aflicción que Remus no supo si encontrar ofensivo o divertido.-Tu cara de buen chico tiene
un potencial que podría ser usado para cosas grandiosas.
-No lo metas en tus idioteces, James.-advirtió Dorcas con los ojos entornados.-Acaba de
llegar.

-Soy un excelente estudiante, no sé de qué hablan.-dijo James con exagerada inocencia, y


Peter asintió a su lado con una expresión parecida, como si no pudieran concebir lo que
estaban escuchando.

-Claro, seguro que alguien más nos hizo pasar dos días limpiando la sala de conciertos para la
presentación final por haberle echado tinta a los instrumentos antes del último ensayo
general.-dijo Dorcas enarcando las cejas.

-Fue terrible, no puedo creer que pienses que soy capaz de hacer algo así.-continuó James
poniéndose una mano en el pecho.

-Peter era tan buen chico hace dos años.-se lamentó Marlene, chasqueando la lengua, y luego
giró hacia Remus.-No dejes que te corrompa a ti también.

-Quizás los tiene a todos engañados y en realidad Peter es la mente maestra detrás de James.-
dijo Remus, pensativo, y aunque no lo había pretendido como una broma, todos comenzaron
a reír. Excepto Sirius, claro.

-Siempre son los que menos esperas.-afirmó James con una sonrisa divertida, ojeando a
Remus con aprobación.

Remus sintió el peso de una mirada sobre él y no se sorprendió al darse cuenta de que era
Sirius. Vio un atisbo de algo que parecía pesadumbre en sus ojos antes de que volviera su
rostro al plato, pero pronto la conversación tomó un rumbo distinto y Remus intentó prestar
un poco más de atención para evitar otra llamada de atención.

Sirius participaba en la plática siempre que no involucrara dirigirse específicamente a Remus,


y él reparó en que el chico que estaba sentado en la mesa era una extraña mezcla de la
persona divertida y extrovertida que había conocido la noche anterior, y el estudiante hostil y
obsesionado con el éxito académico que había abordado esa mañana, no tan desinhibido pero
tampoco tan combativo. Los otros reaccionaban a él con cierta cautela, parecía agradarles y
sin embargo daba la sensación de que no se fiaban de Sirius del todo.

Después del almuerzo el grupo decidió ir a la playa para celebrar el primer día de clases, pero
Remus ya había tenido suficiente celebración el día anterior, y demasiada interacción social
con desconocidos para ese día, así que declinó la invitación con la excusa de que aún no
había desempacado, y regresó al dormitorio.

Su maleta llena y desordenada lo esperaba a los pies de su cama. Nunca se había mudado ni
hecho ningún viaje que ameritara empacar sus pertenencias, las únicas veces que había usado
esa valija habían sido en sus estancias en el hospital, así que no tenía buenos recuerdos
asociados con ella. Después de ese verano, pensó, quizás vería algo más cuando mirara la
maleta que agujas, exámenes médicos y tanques de oxígeno.

Ocupó exactamente la mitad del armario, suponiendo que en algún punto James recogería las
pertenencias que había dejado regadas por el cuarto a pesar de llevar solo dos días ahí. Pensó
en acomodar las prendas que estaban por el suelo en un montoncito en alguna esquina para
no tener que esquivarlas al caminar, pero le pareció grosero moverlas y no acomodarlas, y si
las acomodaba quizás sentaría el precedente de que limpiaría detrás de James cada que él no
lo hiciera. Así que se resignó a caminar de forma que la acción de desplazarse de un lado a
otro involucraba piruetas y pies cruzados.

Cuando terminó de desempacar su ropa, se encontró la caja donde tenía el concentrador de


oxígeno y los broncodilatadores que sus padres habían insistido en empacarle en caso de una
crisis. Parecían inofensivos, el concentrador era un pequeño aparato blanco con una cánula
diseñada para ayudarlo a respirar, y los broncodilatadores simples tubos en un inhalador; pero
no pudo sacarlos de la maleta.

Se imaginó la conversación con James porque la había tenido decenas de veces antes, la
mirada compasiva y apenada que le dirigiría, la preocupación cada que tosiera o forzara su
respiración, las dudas que no querría preguntar por temor a ser demasiado directo y herir sus
sentimientos. Había tenido suficiente de eso antes de llegar a la Academia, no lo necesitaba
ahí también.

Así que los dejó en la maleta, convencido de que no lo necesitaría en todo el verano, porque
si tenía una crisis y su familia o dirección se enteraban, lo regresarían a casa y sus padres no
volverían a dejarlo fuera de su vista nunca más.

James y Peter llegaron unos minutos más tarde para cambiarse antes de cenar, ya que habían
terminado llenos de arena y agua salada gracias a lo que James se había referido como
“Ajedrez Extremo” (Remus no se había atrevido a pedir una explicación), así que se unió a
ellos de regreso al comedor.

Sirius salió del dormitorio que compartía con Peter detrás del rubio, pero no le dirigió ni una
mueca de irritación, simplemente pasó delante suyo y comenzó a caminar con James, ambos
comenzando una charla animada y despreocupada que parecía apropiada para el chico de
lentes, pero no para Sirius.

-No parecen el tipo de personas que se llevarían bien.-le dijo Remus a Peter una vez que los
otros dos estuvieron suficientemente adelantados, incapaz de resistirse a averiguar más.-
James parece tan carismático, y Sirius es tan…

-¿Poco carismático?-sugirió Peter con una sonrisa divertida antes de encogerse de hombros.-
Sirius puede serlo cuando quiere. O cuando se lo permite, mejor dicho.

-Es bastante selectivo, entonces.

-Pues James dijo que fuiste a un bar con Sirius anoche.-dijo el rubio arqueando una ceja con
curiosidad.-Y que la pasaron bien.

-Eso creía, pero esta mañana se comportó como si hubiera atropellado a su perro o algo así.-
dijo Remus con más amargura de la que había procurado.

-No sé qué decirte, así es Sirius. Un momento está haciendo bromas y riendo contigo, y al
siguiente no pronuncia una sola oración sin ser pretencioso.-dijo Peter, y Remus detectó un
poco de su propio disgusto en su voz.-Excepto con James.

Remus no supo qué responder, así que pasaron el resto del camino en silencio. Sus ojos fijos
en la nuca de cabello negro que iba unos metros delante, su mente intentando resolver a
Sirius como si fuera un rompecabezas o una ecuación especialmente complicada. Podía lidiar
con un niño rico que creyera que su apellido lo convertía en una pseudorealeza del mundo de
la música, podía lidiar con un chico enfocado en sus metas que reaccionara mal a
competencia desconocida, podía lidiar con un chico que era selecto en sus amistades y no
recibía a personas nuevas con facilidad, pero la combinación de todos ellos en una sola
persona resultaba desconcertante e intrigante.

Lo saludable sería que se olvidara de eso, se dijo, era natural no caerle bien a todo el mundo,
pero conforme se acercaban al comedor y Remus luchaba por quitarle los ojos de encima,
aceptó con resignación que quizás era un poco tarde para eso.

Sirius estaba en su vida ahora y, desafortunadamente, era igual de cautivante que exasperante.

Chapter End Notes

Espero que les haya gustado el capítulo! Muchas gracias por leer. Si quieren saber
cuando subo un nuevo capítulo pueden darle "suscribir" a mi perfil y recibirán una
notificación en su correo cuando actualice :) Les recuerdo que actualizo los sábados a
las 7pm hora de México y cualquier cambio se los digo en mi tiktok @moonysoleil o mi
twitter @grecusanne
IV. violines
Chapter Summary

Remus experimenta la primera clase práctica en la Academia y la tensión con Sirius


aumenta.

Chapter Notes
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Si componer era como una segunda naturaleza para Remus, tocar instrumentos era como una
función más de su cuerpo, tan sencilla y mundana como lavarse los dientes o tomarse los
medicamentos cada mañana.

Una vez que le explicaban cómo funcionaba un instrumento, le tomaba solo unos cuantos
días de práctica tocarlo magistralmente; eran sólo una herramienta para pasar la música que
estaba en su cabeza a la realidad. Igual que para un escritor, cuya verdadera tarea era pensar
en lo que quería escribir y la pluma era solo un utensilio para lograrlo.

Así que Remus se sentía relativamente cómodo en su primera clase práctica de instrumentos
de cuerda, a las ocho y media de la mañana del martes, los últimos colores del amanecer
colándose por la ventana y la profesora Shirley repartiendo partituras entre los alumnos.

Quizás cómodo no era precisamente la palabra correcta, simplemente se encontraba menos


ansioso que lo que estaría durante las clases teóricas. Estaba sentado entre Peter y James, que
tenía a Sirius en su otro costado y Mary, Marlene y Dorcas en la fila delante de ellos, todos
sosteniendo un violín y un arco, esperando instrucciones de la profesora que los escudriñaba
con la mirada mientras terminaba de acomodarse en su puesto.

Las únicas clases de violín que había tomado antes, habían sido en las oficinas de una iglesia
que actuaban como salón de música cuando era necesario. Tenía grabada la memoria de la
profesora McGonagall entregándole el instrumento cuando tenía doce años, después de
demostrarle el sonido que hacía cada cuerda, esbozando una sonrisa entusiasmada que se
ensanchó aún más cuando lo escuchó tocar una canción que se le había ocurrido esa mañana
mientras desayunaba su cereal de canela favorito. Remus no había entendido en ese momento
la magnitud de su talento, pero la profesora sí, y había pasado cada momento posterior
alimentándolo.

Desde que tenía memoria, todos los instrumentos parecían especialmente diseñados para
encajar en sus manos y obedecer su voluntad. Así que cuando la profesora Shirley les explicó
que esa primera clase sería para evaluar su desempeño con el violón, sin preparación ni
práctica, Remus mantuvo una calma que no vio reflejada en sus compañeros, a excepción de
James que parecía igual de imperturbable que él. No le emocionaba la idea de tocar frente a
personas que estaban definitivamente mejor instruidas que él, pero tendría que enfrentarse a
ese miedo tarde o temprano, y le parecía menos aterrador hacerlo en un ambiente como ese,
donde todos parecían un poco perdidos.

Peter, a su lado, comenzó a repasar la sección de la partitura que todos los alumnos tocarían
para la primera evaluación, sus ojos revisando una y otra vez las notas mientras movía el arco
sobre el violín sin tocarlo. James y Remus leyeron la partitura en silencio, el primero
golpeando la hoja suavemente para cada nota con su dedo índice en el compás indicado al
inicio del pentagrama, y el segundo imaginando la música en su cabeza, escuchándola a la
perfección dentro de ella. La profesora había elegido una canción complicada, pero no tan
compleja como para que resultara imposible tocarla sin práctica.

-¿No vas a estudiar la partitura?-escuchó que James preguntaba, pero al voltear reparó en que
no le hablaba a él, sino a Sirius.

-Tengo la canción memorizada.-respondió Sirius por lo bajo con un deje de resentimiento en


la voz.-Igual que toda la música compuesta para cuerdas entre 1750 y 1890.

-Así que eso hacías las vacaciones de invierno en lugar de responderme cuando te enviaba
fotos de mis galletas de jengibre con forma de Sirius Black.-respondió James con aflicción
fingida, sacudiendo la cabeza de un lado a otro y ganándose un sonido de parte de Sirius que
era la combinación perfecta entre risa reprimida y resoplido.

-Las maravillosas ventajas de practicar con Walburga Black para los conciertos de navidad de
la Filarmónica.-dijo Sirius con media sonrisa, pero no había nada de diversión en ella.

James esbozó una sonrisa compasiva de vuelta y continuó repasando la sección de la


partitura, inclinándose hacia delante y por accidente dejando el espacio perfecto detrás de él
para que Sirius se diera cuenta de que Remus lo observaba.

Pensó en alejar la mirada y fingir que no había estado prestando atención a su conversación,
pero le pareció indigno pretender algo que era tan obvio y darle la satisfacción a Sirius de
verlo ruborizado, así que mantuvo sus ojos donde estaban, procurando mantenerse impasible.
Sirius pasó de una expresión de estupor a una hostil tan rápidamente que de no haberlo estado
observando desde antes, se hubiera perdido el cambio por completo.

Y sin embargo, Sirius fue el primero en girar el rostro y estudiar la partitura a pesar de haber
dicho unos segundos antes que no necesitaba hacerlo, dejando a Remus con una extraña
presión en la garganta que bajó lentamente hasta su torso, como una burbuja de aire mal
inhalada.

Sacudió sus hombros para espabilarse, decidido a sacar los ojos grises de Sirius de sus
pensamientos, y volvió a mirar al frente, donde la profesora esperaba pacientemente que
terminaran los diez minutos que les había dado para familiarizarse con la canción.

Remus recorrió el mango del violín con un dedo y se preguntó si era nuevo, pues nunca había
tocado un instrumento que lo fuera. En casa siempre había utilizado los instrumentos de la
escuela, o los que habían donado a la iglesia cuando estaba demasiado enfermo para atender a
clases normales pero insistía en ir a sus sesiones semanales con McGonagall, quien en
algunos casos le dejaba llevarse los instrumentos al departamento de su familia para practicar
en sus ratos libres. Por un momento tuvo miedo de que un instrumento nuevo sonara
terriblemente diferente a uno usado y estuviera a punto de hacer el ridículo en la primera
clase del programa, así que ajustó las clavijas para asegurarse de que estuvieran en la
posición correcta y tocó un par de notas de prueba.

Soltó un suspiro de alivio al escuchar los sonidos que sabía que debía emitir, y bajó el violín,
dándole una pequeña palmada de agradecimiento a la caja.

-¿Es tu favorito?-preguntó Peter, mirándolo con curiosidad.

Remus negó con la cabeza.

-Piano.-respondió, acariciando el instrumento entre sus manos ausentemente, como si se


estuviera disculpando con él.-¿Tú?

-Clarinete.-respondió el rubio con media sonrisa nerviosa, mirando su propio violín


ansiosamente.-Fue el primero que aprendí a tocar.

-¿Te desagradan los de cuerda?-preguntó Remus, pensando que no le vendría mal un poco de
distracción a Peter para calmar sus ánimos.

-No, sólo…-dijo Peter con una mueca.-Prefiero los de viento. En casi todas las otras escuelas
de música los alumnos se especializan en un instrumento, o al menos en un grupo, de no ser
por los padres de James sería completamente incompetente con el resto.

Remus enarcó las cejas, una decena de dudas surgiendo en un mismo instante, pero antes de
poder enunciar alguna de ellas, la profesora dio dos aplausos que los calló de golpe e indicó
que comenzaría a escuchar a los alumnos en orden alfabético invertido, comenzando con la
“Z”.

La despreocupación de Remus flaqueó un poco al escuchar a los primeros alumnos, todos


tocando la sección con errores tan insignificantes que habrían resultado imperceptibles a
alguien que no hubiera estudiado música antes, pero se obligó a si mismo a permanecer
calmado. Era el primer día, pensó mientras inhalaba hondo, no tenía que ser el mejor, solo
tenía que evitar ser el peor y no decepcionar a los docentes de la Academia que lo habían
dejado ingresar en tercero. Fácil.

Primero fue el turno de James, que esbozó una sonrisa de absoluta seguridad mientras se
levantaba de la silla. Ajustó los lentes sobre el puente de su nariz y comenzó a tocar nota tras
nota casi a la perfección, adelantándose un poco al final y equivocándose en un conteo, pero
además de eso ejecutándolo con la soltura de alguien que probablemente había aprendido a
tocar antes de saber escribir.

Inmediatamente después pasó Peter, sus dedos temblando ligeramente y la espalda tan tensa
que le recordó a la postura distintiva de la familia Black. No tocó con la misma soltura que
los que habían pasado antes, por lo que su presentación resultó un poco menos fluida, los
cambios de sección fueron más notorios, pero interpretó el ritmo y las notas exactamente
como estaban estipuladas en la partitura. Al terminar se desplomó en su asiento con un
suspiro trémulo y Remus sintió un pinchazo de compasión por él que lo tomó un poco
desprevenido.

La profesora, que había estado anotando en una tabla después de cada presentación, se
espabiló al leer el nombre de Remus unos turnos más tarde, su expresión tiñéndose de interés,
reclinándose hacia adelante sobre su asiento.

Remus se levantó y ajustó el atril para poder leerlo desde arriba, inhalando con más
vehemencia de la necesaria y esbozando media sonrisa inquieta como saludo antes de acercar
el violín a su hombro.

La profesora dio la señal, y Remus empezó a tocar.

Para él, la música nunca se había tratado de expectativas externas, era una segunda
naturaleza, y la única presión que había sentido alrededor de ella, era la que él mismo se
imponía. Sus audiencias siempre habían sido personas inexpertas que se maravillaban sin
importar cómo tocara, pero en ese lugar tenía dos decenas de miradas críticas y estudiadas
juzgando cada uno de sus movimientos.

Por un momento, en el instante antes de empezar a mover el arco sobre las cuerdas, temió
errar terriblemente, olvidar todo lo que pensaba que sabía, que su memoria muscular lo
traicionara; y luego dobló el brazo y la música se extendió por el aula, exactamente igual a
como la había escuchado en su cabeza, sonido tras sonido uniéndose hasta crear la melodía.
Sus manos manejaban el instrumento con tanta familiaridad como si estuviera aplicándose
champú o cambiándose de ropa, era algo casi rutinario, no se cuestionaba los movimientos,
simplemente los ejecutaba, y el resultado era impecable.

La sección terminó, Remus soltó el aire que había atrapado en sus pulmones
inconscientemente, y bajó los brazos, esbozando otra media sonrisa educada antes de
sentarse.

La profesora había dejado su tabla y su pluma sobre su regazo, y lo observaba con tal
admiración en los ojos que Remus se preguntó por un momento si estaba examinándolo a él.

-La directora nos dijo que no habías tenido educación formal en música antes de venir a la
Academia.-dijo ella con las cejas enarcadas.-¿Es cierto?

-Tomé clases con la organista de la iglesia donde vivía.-respondió Remus, incómodo con la
idea de descartar tan fácilmente todo lo que McGonagall le había enseñado.-Y… estuve en el
programa de música de la secundaria donde estudié.

-Increíble.-respondió la profesora Shirley con una sonrisa ligeramente inquietante.-Eres muy


talentoso, señor Lupin.

Remus podía sentir a cada uno de sus compañeros mirándolo con recelo, enfrentándose a la
realidad de que alguien como él, que no debía estar ahí ya fuera por su precaria educación, o
su falta de dinero, o su apellido sin importancia, o su falta de conexiones, poseía la habilidad
que habían trabajado por años para obtener y aún no lograban perfeccionar.
-Gracias.-dijo él, sintiendo algo desagradable removerse en la boca de su estómago, y se
dispuso a mirar la pintura que cubría la pared.

La clase continuó, pero había ocurrido un cambio casi palpable entre los estudiantes.

James le hizo un comentario en tono amistoso sobre cómo se había ganado a la profesora en
su primer día, Peter lo felicitó con una palmadita en la espalda, y Sirius le clavó una mirada
encolerizada, su mandíbula tan apretada que Remus temió por sus dientes ridículamente
perfectos, tenía la columna igual de recta que la silla donde estaba sentado y sus manos se
aferraban al violín y al arco con tanta fuerza que sus venas saltaban bajo su piel. Para su
sorpresa, Remus sintió cierta satisfacción al verlo tan exaltado, fuera de la compostura
calmada y elegante que siempre procuraba.

Unos minutos después llegó el turno de Sirius y el chico cambió su expresión a una de pura
galantería, sonriendo cortésmente a la profesora mientras se levantaba, alisando su camisa en
un gesto bien calculado.

Cuando comenzó a tocar, Remus sintió esfumarse el placer que su reacción había provocado
en él; porque Sirius era realmente bueno. Sus movimientos eran gráciles en lugar de
naturales, su presentación era menos sutil y más teatral sin dejar de ser refinada, pero su
música era excelente, tanto como la de él o quizás mejor: la forma en la que llegaba a cada
nota estaba perfectamente pulida, y expedía una destreza y práctica que Remus no había
esperado desear poseer.

Era evidente que mientras Remus había estado viendo caricaturas sentado en la sala de espera
de un hospital, Sirius había estado tocando hasta que los instrumentos se habían doblegado
ante él. No pudo evitar pensar que quizás el legado de los Black tenía derecho a algo de su
soberbia si era así de espléndido.

Terminó la canción y Sirius dejó el instrumento, inclinando la cabeza a forma de


agradecimiento. Su rostro estaba peligrosamente inexpresivo, no había indicios de haber
disfrutado tocar, ni siquiera de haberlo odiado, era como si no hubiera hecho algo
completamente extraordinario unos segundos antes, y su falta de emoción removió algo en
Remus que lo dejó inquieto e incómodo.

La profesora le dio un cumplido genérico parecido al que había dicho a otros alumnos e hizo
una anotación rápida en su libreta antes de seguir con el siguiente alumno.

-Estuviste genial.-susurró James dándole una golpecito en la pierna a Sirius.-No puedo creer
que lo sepas de memoria.

Sirius no respondió, intentó esbozar una sonrisa que se convirtió en mueca, y fijó su mirada
al frente, clavándose las uñas en las palmas de sus manos.

Remus apartó la mirada, sintiendo como si estuviera presenciado algo privado y ultrajante.

Al terminar las pruebas individuales, la profesora los puso a tocar la misma sección
colectivamente hasta que interpretaron la melodía sin un solo error, poniendo a Remus como
ejemplo un par de veces y mortificándolo tanto en el proceso que su piel se había tornado de
un carmín invasivo y violento.

Dieron las once de la mañana y la clase se acabó, dejaron los violines al frente del aula y
comenzaron a salir del edificio, las conversaciones sobre la clase avivándose conforme se
alejaban del inmueble.

Sirius, que iba caminando junto a James unos pasos detrás de Remus, Peter y las chicas, dijo
algo inteligible para ellos y se alejó del grupo caminando a paso apretado, intentando
mantener su gracilidad y compostura, resultando en un espectáculo mucho más cómico de lo
que era apropiado para las circunstancias.

James los alcanzó un momento más tarde y soltó un suspiro, sus ojos fijos en Sirius.

-Nos alcanzará en clase después del descanso.-dijo con un tono indulgente y un poco triste.-
Creo que va por un cigarro.

-Pero si no llevamos ni una semana aquí.-dijo Marlene con un resoplido.-Normalmente


aguanta un poco más antes de empezar a fumar.

-Lo sé.-respondió James chasqueando la lengua.-La presencia de… Narcissa no ayuda.

Remus reparó en que la chica rubia iba caminando a lo lejos a lado de la directora,
presumiblemente apuntando algo en una tableta que llevaba entre las manos pero con el
rostro vuelto hacia ellos.

-Oh, vamos, todos sabemos que le molestó que Shirley estuviera tan encantada con Remus.-
dijo Mary poniendo los ojos en blanco.

-¡Mary!-la reprochó Dorcas.

-¿Qué? Todos lo estamos pensando.-siguió ella, encogiéndose de hombros.-Quizás aprenda


un poco de humildad este verano, sería bueno para él.

James sacudió la cabeza, tenso, pero no dijo nada, y Remus vio a Peter pasar los ojos entre el
chico de lentes y Mary con inquietud.

Remus respiró hondo, sintiendo como si algo estuviera presionándole el pecho, y bajó el
rostro, sin saber si debía responder y en caso de que sí, tampoco sabía cómo hacerlo,
disculparse no parecía muy lógico dado que no había hecho nada en contra de Sirius
directamente, pero defenderse le parecía igual de incoherente.

-No le prestes atención.-dijo Marlene, empujando su costado amistosamente.-Mary es


excesivamente dramática a veces.

-Soy la cantidad perfecta de dramática.-respondió ella con los brazos cruzados.

-Quiero ver si sigues de tan buen humor mañana cuando salgamos de la prueba inicial de
piano.-intervino Dorcas con las cejas enarcadas.-El año pasado casi te echas a llorar cuando
fue tu turno.
-Pero no lo hice, ¿ven? Cantidad perfecta.

El ambiente se aligeró un poco, las chicas se fueron a comprar bebidas en lo que quedaba del
descanso, dejando a Remus con Peter y James sumidos en un silencio incómodo y chocante
para el chico de lentes.

-Si hice algo para que Sirius…-comenzó Remus con una mueca cuando la tensión se volvió
demasiada para soportar.

-No, no, Remus.-lo detuvo James de inmediato con culpa en la voz.-No es sobre ti, Sirius
sólo es…

-Igual de dramático que Mary.-sugirió Peter, y James le lanzó una mirada de censura que se
vio estropeada por la sonrisa que estaba reprimiendo.-Imagina cuando intentaron salir en
primer año, fue una catastrofe.

Remus no pudo evitar enarcar las cejas, interesado a pesar de que había decidido mantenerse
lejos de todo lo que tuviera que ver con Sirius en la medida de lo posible y eso incluía su
pasado personal. Una sensación extraña intentó asentarse sobre él, pero Remus la detuvo de
inmediato: no tenía tiempo para lidiar con algo así de complicado en ese momento.

-¿Es por eso que a Mary le fastidia tanto?-preguntó intentando mostrarse indiferente.

-Oh, no, se llevan muy bien.-dijo Peter con el ceño fruncido.-Ella es así con todo el mundo. Y
bueno, Sirius también es así con todos, supongo.

Remus se preguntó sobre lo que Mary diría de él cuando no podía escucharla, pero apartó el
pensamiento de su mente, porque si empezaba a ceder ante esa clase de inseguridades, su
verano en ese lugar sería insoportable.

El resto de las clases de ese día fueron idénticas al anterior, presentaciones de maestros sobre
el funcionamiento de la materia, pues evidentemente no las cursaban todas a diario, así que
Remus se permitió relajarse un poco e ignorar a Sirius por completo cuando regresó después
del descanso, decidido a no dejar que tuviera ninguna clase de influencia en su humor, ¿por
qué debía importarle si su presencia molestaba a Sirius? Podía no llevar un apellido
imponente y antiguo, pero tenía tanto derecho de estar ahí como él.

Cuando fueron a almorzar todos juntos, los ánimos se habían calmado bastante, lo cual le
ayudó a sentirse menos ansioso sobre la visita que tenía planeada al restaurante en un par de
horas.

Remus observó con curiosidad a Mary y Sirius, que estaban sentados en diagonal del otro,
para ver si podía reconocer algún indicio de su pasado, pero él se comportó con la misma
formalidad de siempre y ella se divirtió haciéndole comentarios sobre como no todos podían
pasar las vacaciones de invierno en Suiza, y hablar como si conocieran los Alpes de primera
mano igual que él era extremadamente maleducado. Remus casi rió de la reacción de Sirius,
ruborizado e inmediatamente defensivo, pero pensó que era poco probable que lo encontrara
pertinente, así que se contuvo.
Se dio cuenta de que lo que él había interpretado como hostilidad entre ellos era en realidad
una camaradería compleja y basada en una amistad que hacían funcionar a pesar de parecer
poco compatibles. Remus se preguntó por la clase de persona que era Sirius bajo toda esa
presuntuosidad para tener por amigos a personas que parecían irreconciliablemente opuestos
a él.

Al terminar la hora del almuerzo decidieron ir a la playa de nuevo, argumentando que una
vez que comenzaran las clases reales habría poco tiempo para pasear, y cuando Remus les
dijo que él iría a presentarse en el restaurante, James se ofreció de inmediato a acompañarlo
para que no se perdiera por la ciudad, enviando una ola de aversión involuntaria por su
cuerpo.

-Gracias por la oferta, pero creo que puedo manejarlo.-respondió intentando parecer
agradecido y no irritado.-Está a cinco calles del campus, según lo que sé.

-¿Estás seguro? Porque no hay problema, de verdad, puedo alcanzarlos luego.-dijo James, y
para los nervios de Remus, se escuchaba completamente sincero.

-Tengo un celular con acceso a internet, estaré bien.-dijo Remus con una sonrisa apretada.-
Pero gracias, de verdad.

James lo dejó partir, mirándolo desde lo lejos con disgusto y Remus apretó los dientes al
notarlo. Sabía que era irracional molestarse por algo así, misma razón por la que se había
esforzado por no mostrarlo, pero estaba cansado de ser tratado con cautela por todos los que
lo rodeaban, de sentirse como una carga. No había dejado la sobreprotección de sus padres
para caer en una dinámica parecida con un chico que llevaba dos días conociendo.

Así que Remus sacó su móvil y abrió la aplicación de mapas, escribiendo la dirección del
restaurante. Marcaba una caminata de 15 minutos, que serían unos 20 a su ritmo para no
hacer trabajar de más a sus pulmones.

No había tenido oportunidad de explorar la ciudad realmente, al llegar el domingo había ido
directo de los dormitorios a la fiesta de la playa con James, así que se alegró de poder
conocerla por si mismo.

Era un lugar bastante pintoresco, algunos edificios mantenían fachadas viejas de su pasado de
pueblo pescador y otros parecían haberse modernizado para encajar con la estética de una
ciudad universitaria; las calles eran angostas, llenas de gente que había salido a disfrutar del
verano. La zona comercial era una larga avenida, salpicada de tiendas de ropa, restaurantes,
bares y heladerías, que atravesaba la ciudad y terminaba en un puerto; parecía estar
constituida como una zona turística bien organizada y más orgánica que otras ciudades en la
playa, sin locales que vendieran souvenirs de mal gusto ni grandes cadenas acaparando el
espacio.

“Wol’s“ era el restaurante donde había conseguido el puesto, un pequeño local de aspecto
rústico pero renovado, exactamente la clase de lugar que atraía universitarios con dinero y
turistas que buscaban una experiencia playera genuina sin dejar la comodidad que tanto
preciaban.
Era evidente que la hora de almorzar acababa de terminar, pues el lugar estaba medio vacío y
cuatro de las mesas restantes estaban en el postre o conversando después de pagar.

Una chica delgada atendía el local con aspecto agobiado, paseando entre las mesas
entregando cuentas y recogiendo platos vacíos. Remus no quería interrumpirla, pero no vio a
nadie más así que se acercó a presentarse.

-Disculpe, señorita…

-En un momento le asigno una mesa, si pudiera esperar en la entrada.-dijo la chica con una
sonrisa forzada, mirándolo apenas por un segundo.

-No, eh… soy Remus Lupin, la señora Evans me dijo que viniera a hablar con ella y su
esposo sobre el empleo de ayudante general.

La chica se detuvo y subió el rostro, mirándolo con suspicacia. Tenía ojos verdes tan grandes
que saltaban de su rostro y una nariz exageradamente respingada.

-Así que tu eres el nuevo.-dijo ella, abandonando toda pretención de amabilidad


repentinamente.-Puedes esperar en la cocina, salieron a recibir un pedido, pero deben volver
en unos minutos.

Remus asintió, un poco impresionado por la desconfianza en la voz de la chica, y empujó la


única puerta que pensó que podía llevar a la cocina para alejarse de ella lo más rápido que
pudo.

El calor de la estufa lo envolvió de inmediato, y Remus pensó que nunca volvería a quejarse
del clima en la playa después de pensar que alguien tenía que pasar todo el día encerrado en
ese lugar.

Estaba tan distraído con ese pensamiento que no reparó en que había una chica muy parecida
a la que lo había recibido afuera observándolo con idénticos ojos verdes, aunque menos
grandes, cálidos en lugar de recelosos, y erguidos sobre una nariz más recta cubierta de
pecas.

-Por esa cara intuyo que acabas de conocer a Petunia-dijo ella con una sonrisa divertida y
ligera, limpiando sus manos en el mandil que llevaba antes de extender una en su dirección.-
Soy Lily.

Chapter End Notes

AL FIIIN VA A SALIR LILY, ya quería escribirla la tqm

Gracias por leerme! Espero que les haya gustado el capítulo, aprecio cada uno de sus
Kudos, comentarios y que me ayuden a compartirlo en tiktok.
V. pistache y chocolate
Chapter Summary

Remus habla con Lily por primera vez, come un helado y tiene una interacción
vergonzosa con Sirius.

Chapter Notes
See the end of the chapter for notes

Pasados diez minutos en una conversación con Lily, Remus estaba seguro de que podían ser
excelentes amigos, y por consecuente estaba muy asustado.

La chica era amable, divertida, mucho más educada que su hermana Petunia, y le era fácil
interactuar con ella, cosa que no podía decir de la mayoría de las personas que había
conocido en su vida. No había silencios incómodos ni una presión social externamente
impuesta para continuar la plática ni impresionarla. Era perfecto.

Y esa era exactamente la razón por la que Remus estaba asustado: si no tenía cuidado, bajaría
la guardia demasiado rápido, la alejaría con un exceso de confianza impropio para una
relación nueva, y terminaría perdiendo la amistad antes de poder construirla.

Remus sabía que esa percepción de las relaciones interpersonales no era saludable y quizás
tampoco era del todo racional, pero no podía evitarlo. Así que procuró mostrarse cordial con
Lily, manteniendo su distancia y sin dejarla ver lo placentera que encontraba su compañía, lo
cual era francamente difícil cuando la chica se pasaba haciéndolo reír sin pretenderlo.

-Donny te ofrecerá de su bebida cada vez que venga.-le advirtió sobre un cliente frecuente del
restaurante.-Si lo aceptas te dará una propina enorme, pero te aseguró que le habrá hecho algo
al vaso.

-¿Como…escupirle o algo así?

Lily soltó una carcajada antes de volver a picar las verduras que tenía sobre una tabla.

-No, no es tan malvado, algo más como… ponerle salsa picante.-dijo con una mueca.-Ha
vivido en la ciudad desde que era un niño y este lugar era un pub para pescadores, creo que
solo le gusta venir a molestar a los hipsters que vienen a pasar el verano.

-Suena como un pasatiempo divertido.-respondió Remus con un bufido.

-Y… no me lo tomes a mal, pero creo que serías su blanco perfecto.-dijo Lily con una risita,
pasando sus ojos de sus zapatos deportivos viejos a la playera deslavada y ligeramente roída
del cuello que llevaba puesta.-Su blanco favorito son los que usan ese look de chico
despreocupado e intelectual.

-Para tu información mi look es completamente genuino.-dijo Remus pasando una mano


sobre la tela, entre ofendido y divertido.-Esta playera le pertenecía a mi padre cuando tenía
mi edad.

-Nunca se lo digas.-lo instruyó Lily con otra carcajada.-O cada vez que venga te recibirá con
un interrogatorio sobre cada una de las prendas que llevas puestas.

-Me temo que sería una entrevista muy corta.-dijo él sacudiendo la cabeza.-Suelo usar la
misma ropa una y otra vez, aunque ahora que lo pienso no sé si la Academia tiene lavadoras
en los dormitorios.

Lily detuvo el cuchillo sobre un apio que estaba a punto de rebanar y lo miró con los ojos
entornados, poniendo a Remus un poco nervioso por primera vez en la conversación.

-¿Eres músico?-preguntó ella con sorpresa.

-Bueno, estudiando para serlo.-respondió Remus con la sensación de que habría sido mejor
no mencionarlo. Quizás después de todo no tendría que preocuparse por mantener una
amistad con Lily.-Estoy en el programa de verano de la Academia.

-No tienes… aspecto de músico.-dijo Lily con una ceja enarcada.

-¿Por qué de pronto siento que no te agradan mucho los músicos?-preguntó Remus,
armándose de valor para no desviar la conversación a otro tema, pues no creía que Lily lo
apreciaría.-Espero que no estés a punto de decirme que un músico mató a toda tu familia o
algo así.

Lily rió y puso los ojos en blanco.

-No, yo… lo siento.-dijo ella.-Yo también estuve en el programa de verano hace dos años.

Remus la examinó y decidió que no había forma de que fuera dos años mayor que él, desde
ciertos ángulos incluso podía parecer más joven, y de pronto pensó, con pánico, que quizás la
habían sacado del programa por no ser suficientemente talentosa y él acababa de restregarle
su fracaso. Ella debió notar su malestar porque esbozó una sonrisa tranquilizadora y dijo:

-Decidí salirme de la Academia porque no era lo que estaba buscando.

-Oh… ¿en serio?

-Amo la música, pero no cuando es tan rígida y estricta.-siguió Lily encogiéndose de


hombros.-No iba a dedicarme a eso por el resto de mi vida, y esa escuela definitivamente es
para quienes aspiran a ser músicos profesionales, no ocasionales.

-Buen punto.-contestó Remus, aún un poco agitado por el cambio en la charla.

-Si te soy sincera, la mayoría de los chicos que conocí ahí eran… bueno, distintos a ti.
-Supongo que tienes razón.-dijo Remus pensando en Peter con su torpeza social que resultaba
simpática después de un rato, James que era todo lo contrario con su absoluta seguridad y
encanto natural, y Sirius con su obsesión por el éxito y una faceta hostil que parecía
reservarse especialmente para él.

-Déjame adivinar.-dijo Lily con media sonrisa.-Quieres dedicarte al piano.

Remus asintió sin molestarse en esconder lo impresionado que estaba, ¿había intuido algo tan
acertado después de una sola conversación? El miedo de lo inevitable que parecía una
amistad con ella lo invadió de nuevo, una incertidumbre como la de estar sobre un trampolín
en la piscina, sin saber si caerás sobre agua o sobre cemento y te romperás la espalda.

-¿Soy así de predecible?

-Tienes dedos de pianista.-dijo Lily, señalando su mano que estaba enjabonando una
espátula.-Y el rostro de alguien que no quiere ser el centro de atención, pero termina siéndolo
siempre.

Remus analizó sus dedos largos y delgados con detenimiento, y estaba a punto de darle la
razón cuando se abrió la puerta trasera de la cocina, y por ella entraron un hombre de gafas y
una mujer pelirroja cargando cajas llenas de verduras. De inmediato dejó de lavar los platos
para ayudarlos, limpiándose las manos en el pantalón.

-Oh, muchas gracias.-dijo la mujer, pasándole la caja de calabazas con un resoplido de


alivio.-Debes ser Remus, ¿verdad?

-Así es, señora.-contestó él mientras bajaba la caja en la esquina de la habitación que parecía
haber sido designada como bodega a falta de una real.

-Lamentamos llegar tarde, hubo un problema con un proveedor y tuvimos que ir los dos a
solucionarlo.-se excusó el hombre, dejando su caja a lado de la otra.-Espero que no tengas
mucho tiempo aquí.

-Ha sido de gran ayuda.-intervino Lily, señalando la pila de platos limpios a lado de la tarja.-
Deberían contratarlo, seguro es más competente que el último.

-Lilian, concéntrate en lo que estás haciendo, te cortarás un dedo.-la riñó la mujer, negando
con la cabeza cariñosamente.-Remus, podemos ir a hablar a mi oficina, si te parece bien.

-Por supuesto.

Remus y la mujer salieron de la cocina después de que Lily le sonriera animadamente,


pasaron por el comedor y entraron por una puerta que estaba a lado del bar.

Era una oficina muy pequeña, con un escritorio donde apenas cabía una computadora y
algunas carpetas, con dos sillas bastante estrechas a los lados, además de los archivos
apretados en una esquina, donde debían guardar los documentos administrativos.

-Oh, Dios mío, que maleducada fui.-dijo la mujer de pronto, extendiendo una mano en su
dirección.-Soy Rose Evans, querido, la administradora y gerente, hablé contigo hacer un par
de meses, si no me equivoco.

-Un gusto en conocerla.-respondió Remus, estrechándole la mano con una sonrisa.-Me


imagino que el caballero era su esposo, ¿Michael?

-Imaginas bien.-afirmó Rose.-Él es el cocinero, Lily, mi hija, es la ayudante de cocina, y por


el momento mi otra hija, Petunia, es la única mesera que tenemos.

Remus le hizo un comentario sobre lo maravilloso que era su restaurante y la señora Evans se
mostró encantada casi de inmediato, para su tranquilidad. Había aprendido a llevarse bien con
adultos desde que era un niño y las únicas personas que veía eran sus padres, doctores o
enfermeros en el hospital, así que con el tiempo le había comenzado a resultar más sencillo
interactuar con ellos, y Remus fue capaz de responder a la entrevista con más soltura y
confianza de la que era capaz de reunir cuando estaba con personas de su edad.

-Si eres tan puntual y responsable como aparentas te irá muy bien con nosotros, Remus,
pareces un gran chico.-dijo Rose con una sonrisa.-Ya tengo todos tus documentos, así que si
no tienes ningún inconveniente puedes empezar este jueves, te enviaré los horarios por
mensaje.

El corazón de Remus dio un salto al escucharla, y el entusiasmo debió reflejarse en su rostro


porque Rose rió cálidamente, su sonrisa muy parecida a la de Lily.

-Muchas gracias, señora Evans.-dijo, levantándose de la silla.-Estaré aquí el jueves, entonces.

Estrecharon sus manos como despedida y Remus salió de la oficina con sus latidos
retumbándole en el pecho. Sabía que era algo casi seguro antes de entrar al restaurante, pero
tener un empleo confirmado lo llenaba de alivio. Una cosa menos por la que preocuparse,
pensó, ahora solo tenía que ser bueno en su trabajo, balancearlo con sus estudios en la
Academia y administrar bien su dinero. Pan comido.

No sabía si era peor interrumpir la cocina o irse sin decir nada, así que se decidió por
asomarse rápidamente ya que el restaurante no parecía muy ocupado y no quería ser
maleducado.

Encontró al señor Evans revolviendo algo en un sartén mientras charlaba tranquilamente con
Lily, que estaba limpiando la barra caliente donde dejaban la comida para que los meseros, o
en su caso Petunia, la llevara a las mesas.

-Remus, ¿cómo te fue con mi madre?-preguntó Lily cuando lo vio entrar.-¿Fue tiránica como
siempre?

-La señora Evans es muy agradable.-respondió él de inmediato, ojeando al cocinero,


ganándose carcajadas de ambos y una mirada aprobatoria de Michael.-Todo fue muy bien,
volveré el jueves para mi primer turno.

-Oh, excelente, nos veremos pronto entonces.-dijo el señor Evans sin dejar de mover su
sartén.-Bienvenido al equipo, Remus.
-Muchas gracias por la oportunidad.-contestó Remus, y el hombre le sonrió e inclinó la
cabeza.-Nos vemos, Lily.

Lily se despidió moviendo su mano y sonriendo con una alegría contagiosa que flaqueó
ligeramente cuando Remus salió de la cocina y se encontró a Petunia.

La chica iba encaminada a entrar a la cocina y tuvo que detenerse abruptamente para no
chocar con él, balanceando los platos que llevaba en una charola con una mueca de pánico
que se convirtió en pura irritación al verlo.

-La salida es por la puerta izquierda.-dijo ella, apuntando a una mancha borrosa en el suelo
que en algún momento debió haber sido la señalización de la cocina.

-Disculpa.-dijo él, dando un paso en esa dirección de inmediato.-¿Te ayudo con…?

-Puedo manejarlo yo sola.-respondió Petunia, moviéndose para alejar la charola de su


alcance.-Además, aún no trabajas aquí.

-Oh… bueno, empiezo el jueves, pero puedo ayudarte ahora si….-respondió Remus con
media sonrisa nerviosa, pero se detuvo en cuanto la vio fulminándolo con la mirada.-Nos
veremos entonces.

Petunia hizo un movimiento de cabeza a forma de despedida y entró a la cocina, empujando


la puerta con un poco más de fuerza de la necesaria.

~~~

Remus estaba de buen humor después de su cita en el restaurante. No estaba exactamente


emocionado de trabajar con Petunia, y seguía un poco asustado con el prospecto de pasar
tanto tiempo con Lily sabiendo que tendría que cuidarse mucho a su alrededor, pero obtener
el empleo que tanto necesitaba era algo que merecía ser celebrado.

Así que Remus tomó la decisión, como el joven adulto responsabIe y sensato que era, de
saltarse la cena del comedor de la Academia para buscar un helado y pasear un poco más por
la ciudad.

Los tres días que llevaba en la Academia no habían hecho mucho por acostumbrarlo al calor
tomando en cuenta que la mayoría del tiempo lo había pasado en dormitorios y aulas con aire
acondicionado, así que cuando salió a la calle de nuevo y sintió el sol de las cinco de la tarde
brillar sobre él estuvo tentado a volver a la comodidad de la escuela.

Encontró una heladería un poco más cerca al puerto y se decidió por un cono de pistache y
chocolate del que se arrepintió tres pasos fuera del local cuando comenzó a derretirse sobre
sus dedos.

Parte del meticuloso cuidado que sus padres habían tenido con su salud se había extendido a
su alimentación; siempre habían procurado alimentarlo en casa con comida orgánica y
saludable que realmente no podían pagar. Los postres y la comida chatarra que eran parte
normal de la vida de un niño, existían sólo en ocasiones especiales en la vida de Remus. Y no
era que no estuviera agradecido porque intentaran mantenerlo saludable, pero incluso en
aspectos tan mundanos como comer pastel de cumpleaños se había sentido apartado,
diferente.

Además, el helado en el clima frío del pueblo donde vivía habría sido mala idea y como
consecuencia lo había probado en contadas ocasiones. Si debía soportar el calor asfixiante de
la costa al menos haría que sirviera de algo más que caminar todo el día cubierto de sudor.

Así que Remus comenzó a andar por el puerto, primero en dirección a la playa, deteniéndose
en el escaparate de una tienda de trajes de baño pensando que quizás debía comprarse uno
cuando hubiera recibido su primer cheque puesto que no había empacado ninguno, y luego
frente a una ferretería que claramente llevaba muchos años ahí, en definitiva desde antes de
que ese lugar se convirtiera en la zona comercial de la ciudad, de la cual huyó en cuanto notó
que un chico un par de años mayor que él y muy guapo lo miraba con curiosidad desde
dentro.

Caminó de regresó a la Academia cuando se sintió un poco abrumado por la cantidad de


gente, los niños gritando mientras corrían por la calle, celebrando el inicio de verano los,
turistas con enormes lentes de sol que se detenían a tomar fotos cada pocos pasos y el calor
que seguía derritiendo su helado poco a poco.

De vuelta en el campus había pequeños grupos de alumnos sentados en el pasto,


resguardados por los árboles plantados a los costados de los caminos de adoquines, que lo
miraron atentamente mientras Remus se dirigía de vuelta a los dormitorios, fingiendo que no
notaba todos esos pares de ojos fijos en su nuca.

Estaba a un par de minutos del edificio cuando divisó a dos personas a lo lejos en uno de los
caminos, inmersos en una conversación que debía ser seria a juzgar por sus expresiones
severas y el hecho de que no habían reparado en su presencia.

La coleta rubia de Narcissa contrastaba con las ondas negras de Sirius que se agitaban
mientras andaba, a pesar de que su rostro permanecía perfectamente erguido y girado hacia
adelante. Ambos caminaban con una gracia y elegancia que Remus no creía que pudiera ser
enseñada, ¿todos en la familia Black eran atractivos y exasperantemente hábiles? ¿era posible
que su genética fuera simplemente así de perfecta?, debía ser algún tipo de pacto con el
diablo, pensó él.

Había estado tan distraído observándolos que no notó lo que quedaba de su helado de
pistache escurrirse sobre el cono y ensuciarle los dedos. Soltó un suspiro irritado y lamió el
líquido pegajoso que le cubría el dedo índice lo más discretamente que pudo, pues la
servilleta que le habían dado en la tienda se había ensuciado mucho antes de llegar a la
Academia.

Y cuando subió el rostro se encontró con los ojos grises de Sirius posados en él, sus cejas
ligeramente levantadas y los labios separados, como si lo hubiera tomado por sorpresa.
Remus regresó su lengua a su boca y su rostro se coloreó de rojo en un instante, una
vergüenza aplastante expandiéndose a cada centímetro de su cuerpo. Seguro que nadie se
había atrevido a ser así de maleducado e incivil frente a Sirius Black antes.
Sirius volvió a su conversación en cuanto Remus reparó en él, pero parecía ligeramente
agitado, asqueado, quizás, Remus no podía distinguirlo desde tan lejos. Narcissa no parecía
haberse dado cuenta de que había pasado algo, sus ojos aún fijos en otro punto y el aparente
discurso que estaba dando permaneció ininterrumpido.

Para su fortuna, ellos dieron vuelta hacia sobre bifurcación del camino antes de acercarse
demasiado a él, y Remus se apuró a llegar a los dormitorios antes de encontrarse a alguien
más, tirando el cono en el bote de basura del vestíbulo con un ademán mortificado.

Quizás sus padres habían tenido razón en prohibirle hacer ese tipo de cosas, pensó mientras
se desplomaba sobre su cama, de haberlos escuchado se habría salvado de avergonzarse a si
mismo frente a dos miembros de una de las familias más influyentes en el mundo de la
música actual.

~~~

A la mañana siguiente, Remus iba caminando entre Peter y James que tenía a Sirius en su
otro costado, escuchando la conversación que estaban teniendo sobre el jugador de tenis
austriaco que había perdido la semifinal de algún torneo importante. Eran momentos como
esos donde Remus recordaba que otra de las cosas que los separaba de ellos era todo ese
mundo de gente adinerada a la que pertenecían los músicos, usualmente.

Remus había ignorado meticulosamente a Sirius toda la mañana, seguro de que haría algún
comentario burlón o ácido sobre su falta de eduación, pero el chico de cabello negro parecía
igual de empeñado que Remus en mantener su distancia, limitándose a un par de miradas
igual de agitadas que la tarde anterior, completamente inteligibles para él.

James y Peter habían regresado al dormitorio después de la cena y lo interrogaron


brevemente sobre su trabajo, pero desistieron cuando se dieron cuenta de que no tenía mucho
que contar, puesto que solo había estado ahí alrededor de media hora.

Sirius estaba hablando de la condición física del oponente del austriaco cuando entraron al
comedor para desayunar y se separaron de Remus, quien fue a formarse a la fila del programa
mientras ellos iban a la cafetería.

-¡Remus!-lo recibió Mary en la mesa unos minutos más tarde, señalando el asiento junto a
ella.-No puedo creer que no nos dijeras.

Los chicos, que ya estaban sentados, voltearon en su dirección con curiosidad al escucharla.

Remus frunció el ceño, desconcertado, y se acomodó en su asiento, bajando la bandeja con


comida que acababan de servirle. Intentó hacer memoria y averiguar si había cometido un
error en algún momento, temiendo por la posibilidad de que la chica hablara de su
enfermedad que había decidido mantener secreta. Pero Mary parecía contenta, y no lo estaría
si se tratara de algo tan delicado como eso, ¿cierto?

-No estoy seguro de a qué te refieres.-dijo él con honestidad.


-Oh, vamos, ¿cuándo planeabas decirnos que vas a trabajar en el restaurante de la familia de
Lily?

-Ah.-dijo Remus entre aliviado y confundido.-No sabía que la conocían.

-¡Claro! Es parte de nuestro grupo.-dijo Dorcas señalando al resto de los adolescentes.-¿No te


dijo que estuvo un verano aquí?

-Sí, pero no que era de nuestra edad.-explicó Remus, encogiéndose de hombros.-No sabía
que era de este grado.

-¡Remus Lupin!-exclamó de pronto James, y cuando volteó a verlo tenía la boca


completamente abierta, cejas levantadas y una exaltación en sus ojos que no auguraba nada
bueno.

-Aquí vamos.-susurró Marlene con un suspiro que no ayudó a calmar los nervios de Remus.

-¿James?

-¡Es el destino!-dijo James con una sonrisa entusiasmada, bordeando en la demencia .-Todo
se está acomodando a la perfección, se los dije.

-¿Qué sucede?-preguntó Remus, impaciente.

-James ha estado enamorado de Lily desde hace tres años.-dijo Peter, sacudiendo la cabeza
con una mezcla de diversión y desaprobación.-Pero ella nunca le ha prestado atención.

-Sí que me presta atención.-dijo James, ofendido, acomodando sus lentes en el puente de su
nariz.

-Sólo para dejarle claro lo mucho que le desagrada.-intervino Mary con una risita, guiñándole
un ojo con complicidad a Remus.

-Lily es una chica compleja, no espero que lo entiendan.-dijo James, chasqueando la lengua
como si estuviera decepcionado, y luego adoptando un tono suplicante y exageradamente
educado.-Pero Remus, señor Lupin, quisiera saber si sería posible que usted mencionara lo
genial que soy cuando hable con ella.

Remus frunció el ceño y separó los labios, intentando pensar en una respuesta apropiada a la
petición.

-Ni siquiera somos amigos.-“aún”, lo corrigió una voz en su mente que apartó de inmediato.-
La conocí hace… ¿catorce horas?

-Estoy seguro de que serán grandes amigos.-afirmó James, y Remus se sorprendió por su
convicción, porque parecía en partes iguales un intento de manipulación y una declaración
honesta.-Lily es encantadora, tú eres encantador, son matemáticas básicas.

-No lo hostigues, Potter.-lo regañó Marlene mirándolo con ojos entornados.-Remus no es tu


casamentero personal.
-Deberías ofrecerle algo a cambio.-sugirió Peter, comiendo una papa frita de su plato con aire
distraído.

-Puedo…¿dejarte el dormitorio para ti solo?-dijo James con una ceja enarcada.-Lavaré tu


ropa durante un mes.

Bueno, al menos eso respondía la duda que Remus tenía sobre si los alumnos ricos también
se encargaban de su propia ropa en la Academia.

-¿Dónde planeas dormir?-preguntó Sirius, interviniendo en la conversación por primera vez.

-Con ustedes, por supuesto.

-Con Peter, querrás decir.-dijo Sirius con una mueca de disgusto.-No volveré a compartir una
cama contigo después del año pasado.

-Tuve una pesadilla, Sirius, usualmente no golpeo gente mientras duermo.

-No necesito todo un dormitorio para mí.-interrumpió Remus, encogiéndose de hombros.-Y


como dije, no soy amigo de Lily.

James hizo un comentario apesadumbrado pero pronto la conversación cambió de rumbo y


Remus se quedó pensando en lo que ocurrido, la incomodidad aún posada sobre sus hombros,
haciéndolo más pequeño, encorvando su columna.

Sabía que era paranoico e irracional, pero no podía evitar pensar en que su trabajo y su
acceso a una chica que apenas conocía, acababa de convertirse en una razón por la que James
querría tenerlo cerca, ser amable con él. Supo que, aunque era absurdo y poco saludable, a
partir de ese momento cuestionaría cada una de sus acciones y muestras de cordialidad hacia
él, analizando si el motivo detrás de ellas era el deseo de construir una amistad con Remus o
convencerlo de que lo ayudara a establecer una relación con Lily.

Vio a James bromear con sus amigos, sonreírle amigablemente cuando notó su mirada en él,
y quiso sacudirse ese pensamiento disparatado y fundado en la inseguridad, pero sus raíces
estaban arraigadas en algo profundo y oscuro en Remus desde mucho tiempo atrás. Le
devolvió una sonrisa que no alcanzaba sus ojos.

“Pronto”, se había prometido a si mismo la primera noche en ese lugar, segundos antes de
hablar con Sirius, horas antes de que le dijera que se mantuviera lejos de él. No le veía mucho
sentido a intentar de nuevo.

Remus comenzó a comer, envolviendo y desenvolviendo la pasta en su tenedor, enfadado


consigo mismo por no dejarse tener nada feliz, nada significativo, nada fácil.

Chapter End Notes


Muchas gracias por leer, dejar kudos y comentar! Les aprecio mucho a cada une de
ustedes, espero que les esté gustando la historia.
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VI. Arcturus Black y el mandil
Chapter Summary

Remus tiene su primera clase teórica y es mucho peor de lo que imaginaba.

Chapter Notes
See the end of the chapter for notes

El miércoles había sido un día sospechosamente tranquilo para Remus, pues todas las clases
se habían tratado de pruebas parecidas a la del violín, diseñadas para medir el nivel individual
de cada alumno en distintos grupos de instrumentos, y después de la primeras se había
acostumbrado un poco más a los cumplidos de los profesores y las muecas iracundas de
Sirius que siempre les seguían, pero definitivamente estaba feliz de que hubieran terminado.

La primera clase del jueves era teoría musical, y Remus había evitado pensar en ello toda la
noche anterior porque cada vez que intentaba imaginarse a si mismo en el aula, la piel de sus
manos comenzaba a picarle como si acabara de tocar hiedra venenosa y tenía la urgencia de
morderse el interior de la mejilla hasta hacerla sangrar.

Remus había sido bendecido con la capacidad de componer una canción en diez minutos en
el entorno adecuado, de distinguir los instrumentos de una melodía al momento de
escucharla, de leer música desde que tenía seis años; pero si le preguntaban algo sobre
historia musical o crítica teórica su mente quedaba automáticamente en blanco.

McGonagall había intentado instruirlo en eso también, pero el Remus joven y enfermo no
había tenido las ganas ni el tiempo de aprenderlo, y ella no había tenido el corazón para
obligarlo. Cuando supo que quería estudiar en la Academia había intentado leer libros y
artículos al respecto, sin embargo esa decisión había coincidido con la peor recaída de su
enfermedad, así que solo había leído un par de textos y no estaba ni cerca de lo preparado que
debía estar.

Marlene y Mary estaban sentadas entre Remus y Sirius, quien estaba manteniéndose aún más
lejos de Remus de lo normal aunque lo había ojeado un par de veces, pues James, Peter y
Dorcas tenían designado otro horario para esa clase y la ausencia de sus amigos parecía
haberlo hecho abandonar toda pretensión de cordialidad. El castaño pensó que quizás Sirius
presentía que en esa clase no sería tan popular como en las prácticas y estaba preparándose
para obtener el reconocimiento que seguramente creía que merecía, pues estaba
misteriosamente tranquilo y había desistido de sus muecas asesinas.

El profesor Vaners de teoría musical era un hombre bajito y de mejillas eternamente rosadas
que contrastaban graciosamente con la severidad de su expresión y la rigidez de su voz, quien
después de una breve explicación de la importancia de la teoría musical, les entregó un
examen diagnóstico.

Remus sintió algo atorarse en su garganta en cuanto tuvo las hojas entre sus manos, el aire
que sus pulmones luchaban constantemente por inhalar atascándose en su traquea. Se resistió
a toser porque sabía que era algo más psicológico que físico y no quería llamar la atención de
nadie, sobre todo del profesor, así que la burbuja permaneció ahí, impasible y molesta.

Se suponía que esos exámenes no eran considerados para la elección final de la beca, pero
había intuido por las reacciones de sus compañeros en los últimos días que eran mucho más
importantes de lo que los profesores daban a entender, así que una capa de sudor se formó
sobre su frente y las palmas de sus manos como si el aire acondicionado hubiera dejado de
funcionar repentinamente.

El resto de los alumnos parecía más o menos cómodo respondiendo y cuando Remus se
atrevió a mirar a Sirius, lo encontró portando una expresión de profundo aburrimiento
mientras respondía pregunta por pregunta más rápidamente de lo que le hubiera gustado,
como si no fuera más que una lista del supermercado que estaba revisando.

“¿Cuál fue la mayor influencia de Rajmáninov en sus primeras obras?”

“¿Quién consideró a la música como un elemento estructural del Cosmos?”

“Elige el postulado que pertenece a la Armonía de las Esferas:”

A pesar de saber algunas de las respuestas sobre los temas más básicos que había estudiado
antes de llegar a la Academia, la burbuja en su garganta parecía hacerse más grande con cada
pregunta que leía, pues en su mayoría terminaba rellenando un inciso al azar después de pasar
varios minutos intentando recordar la respuesta correcta.

Remus estaba acostumbrado a ser fenomenal en la escuela, había sacado las mejores notas de
su clase incluso en las peores épocas de su enfermedad, así que sentirse tan perdido en algo
que se suponía que debía ser excelente, estaba destruyendo su compostura a una velocidad
peligrosa.

Al levantar el rostro en busca de aire, sintió una mirada en él y cuando volteó se encontró a
Sirius con la expresión más engreída y satisfecha que había visto en él, el asomo de una
sonrisa en sus labios, una ceja enarcada y los brazos cruzados sobre su pecho mientras su
examen terminado descansaba sobre la mesa.

Remus apretó la mandíbula y regresó a su examen a medio contestar, exhalando por la nariz
lentamente. Aún podía sentir los ojos grises sobre él, disfrutando cada segundo de sus
evidentes dificultades.

Estaba a punto de soltar un bufido de indignación cuando llegó a la penúltima hoja y se


encontró con la siguiente pregunta:

“¿Cuál pieza de Arcturus Black es conocida por haber sido compuesta como regalo del rey
Jorge V para la reina María de Teck?”
Casi podía escuchar a Sirius riéndose de él, alardeando del magnífico y antiguo legado de su
familia que no se comparaba con la procedencia de Remus: insignificante, irrelevante,
ordinario. Seguro que todos los Black habían tenido a los mejores maestros de historia, los
mejores tutores de crítica musical; y Remus había tenido la biblioteca vieja y desactualizada
de su pueblo en las montañas, y una computadora portátil que debía mantenerse conectada a
la corriente todo el tiempo para funcionar.

Quizás esa era la forma en la que se nivelaba la balanza, pensó Remus, respondiendo la
pregunta medio al azar, eligiendo el inciso que a su parecer se escuchaba más como una pieza
compuesta un siglo atrás para un monarca ingles simplemente para dejar de leer el apellido de
Sirius una y otra vez en su examen. Si el talento natural de Remus era tan magnífico, debía
haber algo igual de terrible que lo compensara.

Se obligó a si mismo a no mirar a Sirius de nuevo a pesar de saberse observado por él, y
contestó el resto del examen con el lápiz tan apretado en su mano derecha que las uñas se le
clavaron en la piel de su palma, .

La clase terminó, y Remus sintió como si hubiera sido demasiado corta y demasiado larga al
mismo tiempo, quería olvidarse del examen y de la materia y del profesor y de los burlones
ojos grises de Sirius, pero superar las cosas con tanta facilidad no estaba en su naturaleza, así
que todo se repetía una y otra vez en su cabeza mientras caminaba junto a Marlene en
dirección a la clase de instrumentos de viento donde se encontrarían con el resto de su grupo.

Las chicas estaban comparando las respuestas y pidiendo la opinión de Sirius para confirmar
si habían elegido la correcta, pues parecía ser la autoridad designada para esa materia, y él
contestaba con absoluta seguridad a cada pregunta, empeorando el humor de Remus un poco
más con cada una.

Llegaron al edificio de aulas musicales cuando Remus estaba considerando adelantarse al


aula con alguna excusa sólo para no tener que escucharlos más, pero en el vestíbulo se
encontraron a Peter, James y Dorcas que acababan de salir de clase de Innovación Musical
(una de las electivas que Remus había rechazado de inmediato por la experiencia que
requería, al tratarse de construir, intervenir e inventar instrumentos principalmente), y los
primeros estaban esperándolos con sonrisas excitadas y una energía caótica que emanaba de
ellos.

-¡¿Lo lograron?!-exclamó Sirius en cuanto los vio, una sonrisa dibujándose en su rostro, tan
alegre y despreocupada que Remus tuvo dificultades conciliándola con el chico que había
pasado las últimas dos horas atormentándolo silenciosamente.

-Debiste haberla visto-dijo James riendo y sacudiendo la cabeza.-Oh, Dios, desearía haberlo
grabado.

-¿Qué hicieron ahora?-dijo Marlene en un tono desaprobatorio cuyo efecto flaqueó debido a
su mirada de interés y emoción.

-Absolutamente nada, McKinnon.-respondió James sacudiendo su mano frente a él, con un


aire tan animado que Remus no pudo evitar contagiarse y olvidarse un poco de su desánimo.
-La profesora Chase nos pidió programar los sonidos de un teclado para poder usarlo al aire
libre, cambiando la longitud de la onda y ajustando la nota, cosas así. James la distrajo
mientras Peter cambiaba la configuración del programa que íbamos a utilizar.-explicó Dorcas
poniendo los ojos en blanco.-Así que cuando empezó a tocar para enseñarnos cómo
funcionaba, el piano empezó a tocar diferentes audios de Michael Jackson diciendo “hee hee”
cada vez que presionaba una tecla.

El grupo estalló en carcajadas después de su perfecta imitación del cantante de pop,


incluyendo a Remus, que no creía estar de humor para reír, y sin embargo ahí estaba,
desternillándose por una broma inmadura y estúpidamente divertida.

-Para cuando terminó la clase, la profesora estaba amenazando con ponernos una infracción a
todos si el culpable no lo revertía.-siguió Dorcas, sacudiendo la cabeza.-Queríamos
asesinarlos

-No sé de que hablas, Meadows, nosotros no tuvimos nada que ver con eso.-dijo James de
inmediato, abrazando a Peter por los hombros como si estuviera reconfortándolo.-No puedo
creer que nos difames de esta forma.

-Tienen suerte de ser simpáticos y lindos-dijo Mary sacudiendo el cabello de Peter


amistosamente, quien se ruborizó como respuesta.-O los habríamos delatado hace mucho.

Las chicas comenzaron a caminar en dirección al aula de instrumentos de viento, y Remus


consideró seguirlas para alejarse de Sirius, pero la agitación en sus tres compañeros era
peligrosamente cautivante, y el chico de ojos grises parecía demasiado ocupado comentando
la broma como para prestarle atención. De hecho, no creía haberlo visto así de desinhibido
antes, con una sonrisa así de sincera ni un brillo así de suave en sus ojos; tenía el aspecto que
quizás habría tenido de no haber nacido en una familia rica e influyente, parecía sólo un chico
de dieciocho años, extrovertido, agradable y quizás un poco imprudente.

-Hablarle del documental de la musicalidad en el lenguaje que dijiste funcionó a la


perfección.-le dijo James a Sirius sacudiéndolo del hombro.-Para cuando acabó de hablar,
Peter ya estaba de vuelta en su asiento, inocente como un corderito.

-Te lo dije, era la distracción perfecta.-presumió Sirius con una sonrisa.

-¿Al final revirtieron el teclado a su sonido original?-preguntó Remus, participando por


primera vez en la conversación donde se había sentido más como un espectador presenciando
un espectáculo complejo y bien ensayado.

-Tuvieron que llamar a un técnico.-dijo Peter con su propia sonrisa sagaz.

Remus pensó que su evidente habilidad superior en la materia podía ser mejor utilizada en
otras cosas, pero sabía que sería tremendamente aburrido y no quería escucharse como un
anciano regañando al montón de niños que habían corrido frente a su porche, así que le
devolvió la sonrisa mientras sacudía la cabeza.

-Es nuestro último año.-dijo James, juntando sus manos frente a él con aire autoritario, y
luego usando su falsa voz de niño rico y malcriado:-Es imperante que hagamos por lo menos
una broma a cada profesor.

-Deberían seguir con Vaners.-sugirió Remus pensando en el rostro severo y muy rojo del
profesor.-Necesita relajarse urgentemente.

James y Peter rieron y se mostraron de acuerdo con la propuesta mientras comenzaban a


caminar al aula, enlistando sus propias ideas con ayuda de Sirius, quien evidentemente tenía
una mente mucho más avispada de lo que Remus había creído.

Cuando estaban cerca de la puerta, el castaño notó que Sirius lo miraba de nuevo, pero no
tenía esa expresión engreída e irritante que le daba ganas de gritarle o sacudirlo o irse
caminando de la Academia hasta que sus pies sangraran y alguien le comprara un boleto de
avión a casa, sino que había una curiosidad extraña en sus ojos que por alguna razón resultó
mucho peor para Remus. Podía manejar la hostilidad perfectamente, pero eso requería un
análisis minucioso y profundo al que no quería ni acercarse.

~~~

El uniforme de Wol’s era un pequeño mandil negro que Remus tenía cuidadosamente atado a
la cintura, donde podía llevar una libreta para anotar ordenes, servilletas y pajillas, y un trapo
para limpiar derrames.

Había esperado sentirse incómodo, como si llevara un disfraz o algo parecido, pero si era
honesto resultaba bastante simple y poco estorboso, casi pensó que podía olvidarse de que
estaba ahí excepto por el hecho de que era un poco corto para alguien de la complexión larga
y alta de Remus que provocaba que en lugar de llegarle sobre la rodilla, descansara a la mitad
de sus muslos.

Rose lo había saludado brevemente antes de irse apurada del restaurante a buscar a un
proveedor, así que Remus se había quedado con Lily y Petunia, pues cada una iba a enseñarle
una parte de sus labores. Su puesto era de ayudante general, así que no se limitaría a atender
mesas, sino que iba a cobrar, limpiar y recibir comensales cuando fuera necesario.

Su turno comenzaba a las cuatro y terminaba a las once los miércoles y jueves, y los fines de
semana comenzaría a las siete y terminaría a la una de la mañana, pues era cuando había más
turistas buscando un lugar donde beber y comer hasta altas horas de la noche, y tendría que
limpiar antes de irse. El prospecto de pasar sus fines de semana trabajando no le parecía algo
tan grave como seguramente habrían encontrado James, Peter o Sirius, pensó.

Petunia fue la primera en instruirlo ya que sólo había una mesa ocupada: le enseñó dónde
estaban los utensilios limpios y menús para nuevos comensales, describió el sistema que
usaba para tomar órdenes y llevarlas a la cocina mientras también se encargaba de servir las
bebidas y limpiar mesas recientemente desocupadas. La chica hablaba rápido, apenas
deteniéndose entre las diferentes instrucciones, sin molestarse en verificar que Remus
estuviera comprendiendo todo, y aunque él se encontraba algo abrumado por la avalancha de
información, había presentido que Petunia no sería muy paciente y se había preparado
mentalmente para ello.
-Recibimos muchos turistas y tenemos que lidiar con gente borracha y hambrienta todos los
días.-le dijo mientras le mostraba el refrigerador detrás del bar donde guardaban las bebidas
embotelladas.-Espero que seas menos sensible de lo que aparentas.

Remus asintió, mordiéndose la lengua para evitar una respuesta insolente, pero tenía la
impresión de haber hecho algo que la había ofendido profundamente. Si el martes había sido
huraña con él, ese día estaba comportándose con tal hostilidad que Remus se detuvo a
recordar si la había insultado de alguna forma sin darse cuenta.

La mesa ocupada se fue y llegó otra a ocupar su lugar, así que Petunia mandó a Remus con
Lily para poder atenderla, y que su hermana le enseñara la parte administrativa. Tuvo que
esforzarse por no dejar que su alivio se reflejara en su rostro antes de irse apresurado a la
cocina.

No había sido un estudiante popular cuando estaba en la preparatoria, estaba acostumbrado a


lidiar con chicos que eran abiertamente combativos, pero siempre había existido una razón
por la que intentaban intimidarlo: consideraban su talento como algo ajeno y extraño, o su
enfermedad como algo incómodo, o su timidez como un blanco fácil, incluso Sirius parecía
tenerle manía por la posibilidad de que fuera mejor que él, pero no entendía por qué ella, que
apenas lo conocía, parecía detestarlo con tanta intensidad.

Lily lo recibió con una sonrisa amigable y se lavó las manos mientras Remus saludaba al
señor Evans, para después llevarlo a la computadora del bar donde anotaban y pagaban las
cuentas.

Era un sistema bastante simple, sólo tenía que recordar algunas abreviaciones básicas y
recordar ingresar la forma de pago, pero no debía causarle muchos problemas.

Remus se apartó con sumo cuidado para dejar pasar a Petunia cuando la chica se acercó a
buscar las bebidas de la nueva mesa, y Lily se rió de él en cuanto su hermana se alejó, con un
afecto que lo desestabilizó por un momento.

-Petunia puede ser un poco atemorizante al principio.-dijo ella, poniéndole una mano en el
hombro.-Pero… se acostumbrará pronto a ti.

-No estoy seguro de eso.-masculló él, mirando como Petunia ponía su mejor sonrisa para los
comensales.-No entiendo qué hice.

La sonrisa de Lily se apagó y tomó aire con cuidado, recargándose sobre la barra con el ceño
fruncido.

-Ella se opuso a la idea de contratar a alguien nuevo desde el principio.-explicó ella.-Insistió


en que podía manejar la gestión del comedor ella sola, pero mis padres decidieron que sería
mejor tener un ayudante general.

-Oh.

-Siente que no confían en ella, que los decepcionó de alguna forma, pero no es así.-siguió
Lily, con mucha más seriedad de la que Remus había visto en la pelirroja hasta ese
momento.-Y… bueno, tampoco le agradan mucho los estudiantes de la Academia.

-Empiezo a creer que es de familia.-bromeó Remus en un intento de aligerar el ambiente, un


poco sorprendido por la franqueza de Lily, y ganándose una risa como respuesta.-¿Ella
también estudió ahí?

-No.-dijo Lily, su rostro ensombreciéndose de nuevo, sus ojos fijos en su hermana.-Petunia es


dos años mayor que yo, su sueño era entrar al programa de verano y luego especializarse en
harpa, pero no la aceptaron.

-Entiendo.-respondió Remus, sin saber cómo reaccionar a eso.-Debió haber sido difícil para
ella.

-Está mejor ahora, estudia contabilidad en la universidad y tiene un novio que… ya lo


conocerás-dijo Lily con un resoplido inteligible.-Pero ahora tiene una gran aversión a la
Academia y sus estudiantes.

-Bueno, algunos de sus estudiantes son bastante engreídos, así que no la culpo.-dijo Remus
con una ceja enarcada.

-Ya que estamos hablando de esto...-dijo Lily, girando en su dirección con media sonrisa.-Mis
amigas me dijeron que eres un prodigio mega talentoso y que te dejaron entrar en tercero.

-Mary mencionó que te conocía.-accedió Remus con las mejillas rojas e hirviendo.-Pero no…
no soy ningún prodigio, sólo…

-No hay razón para ser modesto conmigo.-siguió ella, riendo.-De haber sabido que habías
entrado en el último año del programa me habría impresionado mucho más tu falta de
arrogancia.

-Intento mantenerme humilde a pesar de la fama y los fanáticos.-bromeó Remus, poniendo


los ojos en blanco y riendo junto a Lily.

-¿Es difícil haber entrado a destiempo?-preguntó ella con curiosidad.

-Es extraño. Todos me miran como si fuera la reencarnación de Beethoven o algo así.-dijo
Remus con un bufido de incredulidad.-Sobre todo los de los primeros años.

-¿Y tus compañeros?-dijo Lily.-¿Mary, Marlene, Dorcas…?

-Ellas son amables, me agradan.-concedió Remus con aire conciliador.-Peter y James también
me han tratado bien.

El rostro de Lily se transformó en cuanto escuchó el nombre del chico de lentes, una tensión
que no había estado ahí posándose sobre sus cejas y su mandíbula, pero no era una tensión
completamente negativa, sino que parecía sorprendida, como si acabaran de descubrirla
haciendo algo indebido.

-¿Eres amigo de James Potter?


-Es mi compañero de habitación.-explicó Remus con cautela, y luego mintió:-No estaba
seguro de si lo conocías.

-Viene al restaurante de vez en cuando.-dijo Lily, apartando la mirada, ligeramente


ruborizada.

-Petunia debe odiarlo.-dijo Remus, imaginándose una interacción entre ellos y encogiéndose
con aversión como reflejo.

Lily rió como si la carcajada se hubiera escapado de su garganta antes de poder detenerla.

-Supongo que lo descubrirás cuando te visite en el trabajo.

-No creo que James…

-Estoy segura de que te acompañará algún día.-dijo Lily con un tono entre resignado y firme.-
Pero ya fue suficiente charla, debo enseñarte cómo funciona la terminal de tarjetas antes de
que entre otra mesa, vamos.

Y siguieron trabajando, Remus intentando concentrarse en lo que le estaba enseñando a pesar


de seguir pensando en la información que acababa de adquirir, y Lily explicando
concisamente, pero con un aire distinto, más distraído y contemplativo.

Después de todo, pensó, quizás había algo más detrás de la extraña petición de James que un
enamoramiento no correspondido.

Chapter End Notes

Muchísimas gracias por leer, dejar kudos y comentar, de verdad me motivan muchísimo!
Espero que les esté gustando la historia, les tqm y espero que tengan una gran semana.
vii. libros y libros y libros
Chapter Summary

James comienza a ganarse la confianza de Remus, y Sirius hace algo que lo confunde
mucho

Chapter Notes

Como siempre, muchísimas gracias por leer! Espero que les guste el capítulo, si creen
que lo merece pueden darle kudos y comentar, también si quieren tener una notificación
cuando actualice pueden suscribirse a mi perfil!

Remus había reparado en que James no era una persona discreta desde la primera
conversación que había mantenido con él, pero eso no evitó que se asombrara cuando su
compañero lo asedió con preguntas sobre Lily en cuanto lo vio llegar al dormitorio la noche
del jueves. Y la del viernes.

Su respuesta había sido la misma en ambas ocasiones: “Ella está en la cocina y yo en el


comedor, no interactuamos mucho”.
Era verdad. También era mentira. Y era ambas al mismo tiempo porque esos eran sus puestos
y realmente no involucraba mucho tiempo juntos, pero definitivamente habían aprovechado
los ratos desocupados en el restaurante para conversar. No de James, por supuesto, no habían
vuelto a mencionarlo desde esa primera conversación y Remus tuvo que admitir a
regañadientes que le daba mucha curiosidad y quería saber más sobre la razón detrás de esa
extraña reacción en Lily, pero no estaba dispuesto a preguntarlo directamente, mucho menos
teniendo tan poco tiempo de conocerla.

Y para la sorpresa de Remus, James solo se había tomado unos segundos para mostrar su
decepción y luego había comenzado a preguntarle sobre su trabajo con un interés que parecía
genuino. Remus estaba seguro de que después de sonsacarle la mayor cantidad posible de
información sobre Lily dejaría de hablarle, pero habían pasado media hora conversando sobre
el restaurante y la zona comercial de la ciudad.

Descubrió que a pesar de sus pésimos hábitos domésticos (su ropa seguía regada por el suelo,
roncaba como un oso y tendía a dejar la ventana abierta provocando que el aire frío del aire
acondicionado se escapara de la habitación), James resultaba bastante agradable. No era que
lo considerara desagradable antes, pero no había reparado en lo llevadera que podía ser una
conversación con él hasta ese momento.
Y sin embargo seguía teniendo una vocecita en el fondo de su mente advirtiéndole que no
conocía sus intenciones aún, que no confiara tanto ni tan deprisa, y, aunque intentó apartar la
paranoia, la voz siguió ahí, opacando esas conversaciones nocturnas con su inssitencia.

El viernes en la noche, Remus regresó de lavarse los dientes y encontró a James parado frente
al escritorio de Remus, mirando sus libros con ojos curiosos pero manteniendo una distancia
bien cuidada.

-Lupin.-lo saludó cuando lo vio llegar.-¿Has leído todos estos libros?

-La mayoría.-contestó encogiéndose de hombros.-Me gustaba mucho leer cuando era niño.

-¿Ya no lees?

-No… Es decir, sí.-contestó Remus con el ceño fruncido.-Pero tengo menos tiempo para
hacerlo, supongo.

-¿Cuál es tu favorito?-preguntó James, sentándose en el alfeizar de la ventana para seguir


admirando la colección de libros.

-No creo que tenga un favorito.-dijo el castaño, ladeando la cabeza.-Pero el que más he leído
es Frankenstein de Mary Shelley.

-¿Puedo…?-preguntó James educadamente, gesticulando al libro con una mano.

Remus reprimió una sonrisa. Si algo podía decirse de los niños ricos era que les enseñaban
excelentes modales, aunque no todos los usaran como evidenciaba Sirius.

-Adelante.-respondió, y James tomó el libro con sumo cuidado.

Leyó la contraportada rápidamente y luego comenzó a hojearlo, sus cejas frunciéndose


profundamente, y sus gafas resbalando poco a poco sobre su nariz.

-¿Por qué éste?

La razón era larga y compleja y no podía explicarla sin mencionar sus pulmones enfermos y
las largas noches en el ala pediátrica del hospital, así que editó un poco su respuesta antes de
pronunciarla en voz alta:

-Es un clásico. Shelley fue de las primeras autoras en escribir ciencia ficción, y… no sé, la
idea de alguien tan inmerso en sus propios deseos y aspiraciones que creó un monstruo del
que luego se arrepintió es interesante, ¿no?-dijo Remus, ligeramente ruborizado sin saber por
qué.

-Muy interesante.-afirmó James, subiendo la mirada.-Mis padres siempre intentaban hacer


que me interesara más en la literatura y el arte, pero solo me gustaba el tenis y la tuba. El
fútbol a veces, también, pero no tenía la altura para ser portero y estas piernas no están
hechas para correr detrás de una pelota durante hora y media.
Remus rió, una carcajada involuntaria y ligera que iluminó el rostro de James, como si el
sonido fuera algo nuevo y contagioso.

-Puedes tomarlo prestado, si quieres.-ofreció Remus, repentinamente azorado, apartando la


mirada.

-Gracias.-respondió James, cerrando el libro y sosteniéndolo meticulosamente.-Al fin podré


presumirle a Sirius que estoy tan instruido como él.

Remus se guardó el comentario sarcástico que nació en su mente sin que pudiera evitarlo, y
en su lugar decidió ser un poco indulgente consigo mismo y satisfacer parte de una
curiosidad que estaba constantemente invadiendo sus pensamientos.

-Nunca supe por qué dejaron de ser compañeros de habitación.-dijo, intentando sonar
desinteresado mientras se sentaba en su cama.

La sonrisa de James se deshizo poco a poco mientras suspiraba, como si Remus acabara de
recordarle que iba cargando con un gran peso y se hubiera olvidado de ello por unos
segundos.

-Los Black no consideran buena compañía a los Potter.-dijo, golpeteando sus dedos sobre el
libro ansiosamente, como si estuviera tocando un piano.-Querían asegurarse de que no
impida que se gane esa beca al final del verano, en pocas palabras.

Remus se tomó un momento para procesar la información, con una mueca de desconcierto
configurada en su rostro. Si bien James no era precisamente el alumno más sensato ni
responsable, era extremadamente talentoso, se esforzaba en las cosas que le apasionaban, y
los profesores lo adoraban a pesar de su tendencia a hacer travesuras. Tenía el potencial, el
dinero y el encanto para ser alguien influyente. A su parecer, era exactamente el tipo de
personas que una familia como los Black querría cerca.

-¿Conocen a tus padres?-preguntó, su voz casi hecha un susurro.

-Son músicos, también, o bueno, lo eran hasta que yo nací.-comenzó a contar James,
sentándose con las piernas dobladas y barbilla sobre las rodillas.-Tocaron en la filarmónica de
Versalles, y ahí conocieron a Walburga y Orion. Ahora tienen una tienda de instrumentos
suizos y dan tutorías de música a niños talentosos.

-Oh, vaya.

-La familia de mi madre también lleva varias generaciones en este negocio.-le explicó
James.-Pero para nosotros siempre ha sido una opción más de lo que podemos hacer con
nuestra vida, no una obligación ni un legado que mantener. No les gusta que Sirius esté cerca
de alguien con ideas tan distintas respecto a su futuro y… esta profesión, en general.

-Nunca me habría imaginado que fueran…-comenzó Remus, pero dejó su oración en el aire,
sin terminar, porque realmente no sabía como hacerlo.
-Tampoco ayuda que mi madre sea inglesa y mi padre indio.-dijo el chico de lentes con una
risa seca e irónica, lejana a la ligereza que usualmente lo acompañaba.

-Suenan como un montón de imbéciles ignorantes.-dijo Remus, porque fue lo primero que se
le ocurrió, y esa vez la carcajada de James si fue de diversión.

-Lo son.-respondió James con otro suspiro, y luego sus ojos se llenaron de culpa.-Sé… sé que
Sirius no ha sido el mejor compañero contigo, pero no es como ellos. No es una mala
persona.

-Dudo que serías su amigo si lo fuera.-dijo Remus con sinceridad.

Se quedaron un momento en silencio, ambos ponderando si debían decir algo más, y James
finalmente se levantó del suelo, dejó la novela en su mesa de noche y se dejó caer sobre el
colchón en un movimiento innecesariamente dramático.

-Gracias por el libro.-dijo, dándole una palmadita cariñosa a la portada.-Buenas noches,


Remus.

-Buenas noches, James.

Y apagaron la luz.

Lo último que Remus quería era pensar en Sirius, tenía suficiente con el aire de superioridad
y sonrisa fanfarrona que había portado desde la clase de teoría musical, y sin embargo eso fue
lo que hizo esa noche en la oscuridad, los ronquidos de James inundando la habitación y las
sombras de los muebles bailando frente a sus ojos con la fluctuación de la luz de la luna.

La primera noche que había hablado con él, Sirius le había dado a entender que ser un Black
era mucho más trabajo del que aparentaba, pero nunca hubiera pensado que se molestaran en
hacer cosas tan deleznables como alejarlo de sus amigos por prejuicios racistas ni porque
consideraran que cualquier opinión ajena a la suya merecía ser silenciada y alejada de su hijo.

Su constante tensión que parecía empeorar cuando Narcissa estaba cerca cobró mucho más
sentido, y Remus se permitió un momento de compasión por Sirius, pero pronto apartó la
emoción de su mente. Era una pena que se sintiera presionado, pero no le daba el derecho a
regocijarse en su fracaso, ni tratarlo como una paria simplemente por tener talento.

No obstante, cuando se fue a dormir, en sus sueños apareció Sirius.

~~~

Remus pasó el fin de semana sumergido en la que probablemente era la peor pesadilla de sus
amigos. Tanto el sábado como el domingo, después de desayunar había dado una excusa poco
específica y se había ido directamente a la biblioteca de la Academia a estudiar hasta la hora
de su turno en el restaurante.

La mañana del domingo dejó sus cosas en el mismo rincón donde se había sentado el día
anterior y seguido de un saludo breve y educado al bibliotecario en turno, se fue a buscar
libros a la sección de historia musical y filosofía de la música.
Después de la clase de teoría había pasado varias tardes buscando en internet los textos
básicos que debía conocer sobre la materia, y después había ido con su lista a la biblioteca
para comenzar a estudiar.

Era el único de cuatro alumnos en el lugar, y no estaba seguro de si se debía a que era fin de
semana, a que a los alumnos del curso no les interesaba pasar su verano encerrados en una
biblioteca, o a que todos eran absolutamente excelentes en la teoría y tenían mejores usos de
su tiempo que estudiar algo que ya conocían a la perfección. Se obligó a si mismo a no
ponderarlo por mucho tiempo.

Sabía que estaba muy atrasado en comparación a sus compañeros de clase, pero odiaba
sentirse impotente, frustrado, desinformado; así que había decidido comenzar a estudiar y
leer cuanto antes. Además de su lista de libros, tenía su computadora, un cuaderno para
anotaciones y audífonos para disuadir a cualquiera de intentar conversar con él.

Había esperado encontrar la lectura un poco tediosa, pero siempre había sido un gran
estudiante y los temas eran, casi siempre, de su interés, por lo que después de unos minutos
ya se encontraba sumergido en el texto, haciendo anotaciones con rapidez para poder seguir
leyendo.

Ya había leído cuatro capítulos del libro de historia cuando su pantalón comenzó a vibrar y un
segundo después, el ringtone de su celular comenzó a sonar por toda la biblioteca, ganándose
miradas irritadas y una mueca iracunda del bibliotecario mientras señalaba el letrero que
prohibía el uso de móviles dentro del recinto.

Remus tardó tres larguísimos y agobiantes segundos en sacar el celular de su bolsillo y


responder la llamada para detener el sonido, sin molestarse en mirar el nombre que brillaba
en ella. Salió de la biblioteca sin llevarse nada y se acercó el aparato al rostro cuando estuvo
suficientemente lejos del edificio, su corazón golpeándole el pecho con fuerza.

-¿Hola?-dijo, intentando que su voz se escuchara tranquila.

-Remus, corazón…

-Mamá.-respondió él con un suspiro cansado, pasándose una mano por el rostro.-Aún no son
las dos de la tarde.

-Lo sé, pero vamos a salir a almorzar y no íbamos a poder hablar a la hora que acordamos.-
dijo ella en tono de disculpa.-¿Estás ocupado?

Remus se tomó un momento para considerar su respuesta. Habían decidido que una de las
condiciones para dejarlo ir a pasar el verano solo en otra ciudad sería que se comunicara con
ellos con un mensaje diario, al menos para hacerles saber que estaba bien, y que los llamaría
cada fin de semana para conversar sobre la escuela y el trabajo. No le emocionaba la idea de
interrumpir su estudio, pero no podrían hablar más tarde porque él estaría en el trabajo y ellos
almorzando, así que dijo:

-No mucho, mamá, no pasa nada.


-Oh, genial.-dijo ella con una emoción en la voz que lo ayudó a imaginársela sonriendo.-Aquí
está tu padre, también.

-Hola, hijo.-se escuchó la voz de Lyall del otro lado de la línea.

-Hola, papá.

-¿Cómo estás, cielo?-preguntó su madre.-¿Has comido bien? ¿No te han molestado los
pulmones? ¿Hace mucho calor en…?

-Estoy bien, ma.-dijo Remus con un suspiro y una sonrisa cansada. Se había preparado
mentalmente para la preocupación de sus padres, pero eso no evitaba que lo remontara a
todos esos años bajo su cuidado.-El programa de comidas es estupendo, mis pulmones están
perfectamente bien, y sí, hace mucho calor pero hay aire acondicionado en todas partes.

-No estás entrando y saliendo muy seguido, ¿verdad?-dijo ella en un tono suspicaz.-Porque
nos advirtieron que los cambios abruptos de temperatura pueden afectarte también, recuerda.

-Lo sé, mamá. Me estoy cuidando.

-¿Cómo va el nuevo trabajo?-preguntó su padre, a forma de darle una oportunidad para alejar
la conversación de su salud.-¿Cómo son tus jefes?

-Solo he tenido tres turnos, pero hasta ahora todo ha ido genial.-respondió Remus con media
sonrisa de satisfacción.-En el restaurante también trabajan las hijas de los Evans, la menor,
Lily, estudió aquí un tiempo.

-Lyall, recuérdame que debemos enviarle algo al señor Reynolds para agradecerle por el
empleo de Remus.-dijo Hope en un tono severo acompañado de un chasquido de lengua.-
Debimos haberlo hecho desde la semana pasada.

-Claro, cariño.

-¿Y el dormitorio?-preguntó su madre, volviendo a su voz cariñosa y entusiasta.-¿Es grande?


¿Estás cómodo?

-Sí estoy bien, ma, diría que es parecido al que tengo en casa.-contestó Remus, recargándose
en el edificio y cruzando un tobillo sobre el otro.-Pero lo comparto con James Potter, mi
compañero de dormitorio. Él es… igual de amable que desordenado.

-¿Ya le explicaste tu situación, verdad?-dijo Hope.-¿Sabe qué medicamentos necesitas para


una emergencia, y a quién llamar en caso de que tengas una crisis?

Remus soltó otro suspiro y comenzó a rascarse la nuca con incomodidad. No quería mentir,
pero no podía decir la verdad sin arriesgarse a un largo y tedioso sermón que resultaría
innecesario, o en el peor de los casos a que su madre se preocupara tanto que tomara el
primer vuelo a la ciudad, así que dijo:

-Claro. Fue muy comprensivo.


Conversaron unos minutos más, y Remus les contó de Peter, de sus amigas, de las clases
prácticas y la zona comercial, aunque se abstuvo de mencionar a Sirius porque no estaba
seguro de cómo describir esa situación. También les habló de cuando lo habían presentado
frente a todos en la asamblea que había detonado la curiosidad de sus compañeros, e intentó
escucharse emocionado al respecto para no preocuparlos, lo cual pareció funcionar porque su
madre se abstuvo de cuestionarlo más sobre su salud, y en su lugar comenzó a decirle lo
orgullosa que estaba de él y lo mucho que lo extrañaba.

-También los extraño.-dijo Remus con sinceridad.-Mucho.

-Minerva te envía saludos.-dijo Lyall, su voz un poco lejana.-Le contó a todos sus alumnos de
la iglesia que estás estudiando en la Academia.

-Sólo es un programa de verano.-contestó Remus, rojo de vergüenza y un poco enternecido


con la idea de su profesora presumiendo su supuesto éxito.

-Por ahora, pero estamos seguros de que te quedarás con esa beca, corazón.-afirmó Hope con
seguridad.

Remus tragó saliva, el miedo de decepcionarlos y la ansiedad de todo lo que tenía por delante
en ese verano haciendo un nudo apretado e invasivo en su garganta.

-Salúdenla de mi parte cuando la vean de nuevo.-dijo en un susurro.

-Tenemos que irnos ya, vamos a hacer las compras antes del almuerzo.-dijo su padre en tono
de disculpa.-Hablamos pronto, hijo.

-Adiós, papá.

-Te quiero, cielo.-dijo su madre con la voz ligeramente ahogada.-Cuídate mucho, ¿sí? No
olvides tomar tus medicamentos.

-También te quiero, mamá.

Remus se tomó unos segundos después de que la llamada hubo terminado para
recomponerse. Sus emociones habían fluctuado tanto durante la conversación que ya no
estaba seguro de si sentía añoranza, irritación o ansiedad. Los extrañaba, y los quería, y temía
decepcionarlos, y odiaba hablar de su enfermedad cuando llevaba toda una semana fingiendo
que no existía; todo al mismo tiempo.

Decidió que ese no era momento para intentar discernir entre sus emociones y se impulsó de
la pared con un suspiro para regresar a la biblioteca, asegurándose de poner su celular en
silencio antes de entrar.

Había logrado leer dos capítulos más, aunque su concentración no era tan buena como lo
había sido antes de ser interrumpido, cuando vio a alguien entrar a la biblioteca por el rabillo
del ojo.

Era Sirius, que llevaba tres libros bajo el brazo y se dirigía al mostrador donde estaba el
bibliotecario, seguramente para regresar los textos.
Remus se quedó quieto, resistiéndose a la tentación de encogerse en su silla en un intento de
pasar desapercibido. En teoría no tenía nada de vergonzoso que lo encontrara estudiando,
pero sabía que le causaría satisfacción verlo trabajando arduamente en una materia que a él se
le daba con mucha facilidad, así que quiso evitar una interacción a toda costa.

Claro que rara vez obtenía lo que deseaba.

Sirius, sintiéndose observado, volteó a su alrededor con el ceño fruncido y pronto sus ojos se
encontraron con los de Remus, que desde lejos podía distinguir su color gris y la sorpresa que
dejó que se reflejara en ellos sólo por un instante. Enarcó las cejas a forma de saludo, y
después de que el bibliotecario terminara de anotar en su base de datos los libros que había
regresado (Remus lamentó no estar suficientemente cerca para leer los títulos, pues habría
sido muy útil saber qué textos utilizaba para estudiar y qué materias necesitaba reforzar),
comenzó a caminar hacia él.

Por un momento no supo si de verdad se estaba moviendo en su dirección, o si quizás iría a


uno de los estantes que estaban detrás suyo, pero no se atrevió a hacer ningún movimiento.

Sirius no se sentó, sino que se recargó con una mano sobre la mesa y la cadera apoyada
contra el mueble, en una postura tan refinada y atractiva que Remus pensó que tenía que ser
ensayada, y lo imaginó en la gran mansión de los Black recibiendo lecciones sobre las formas
correctas de inclinarse sobre una mesa.

-James y Peter te están buscando.-dijo en voz baja.-Están convencidos de que estás


evitándolos.

-No lo hago. Sólo estoy ocupado.

Sirius asintió, y procedió a pasear sus ojos sobre los libros que Remus tenía en la mesa,
analizándolos sin molestarse en disimular que estaba intentando reconocer los textos.

-¿Filosofía de la música e historia del siglo XVIII?-preguntó con un timbre burlón que era
suficientemente sútil para poder negar su existencia si era necesario.-Noté que la clase no se
te dio con tanta facilidad como el resto, es una pena.

-Bueno, no todos tuvimos tutores y maestros particulares a nuestra disposición cuando


éramos niños.-dijo Remus fríamente, levantando una ceja.-En lo personal, mis padres
preferían gastarse el dinero en rentas y comida.

La postura relajada de Sirius se tensó al escucharlo, enderezó la espalda y quitó su mano de la


mesa, una expresión en su rostro que pareció reflejar vergüenza por un momento.

Y entonces se fue sin decir otra palabra, comenzó a caminar y Remus volvió sus ojos al
escritorio, exhalando lentamente para tranquilizarse. Quizás había sido un poco injusto, sabía
que usar la carta de “no soy tan privilegiado como tú”, era fácil e inmerecido, sobre todo
después de que James le hubiera dicho que la vida de Sirius no había sido color de rosa solo
por venir de una familia influyente y adinerada, pero le costaba mucho controlar sus ánimos
cuando se trataba de él.
Remus estaba en medio de sus ponderaciones cuando un libro apareció sobre el que tenía
abierto frente a él, una mano pálida y de dedos largos sobre ella.

-“Análisis contextuales de la música de la Edad Media y sus repercusiones”.-dijo Sirius,


pasando uno de sus dedos sobre el título.-Es una buena introducción al tema. Vaners suele
hacer referencias a los últimos capítulos en sus clases.

Remus lo miró, sus labios separados sin que se diera cuenta, y quiso asentir pero no estuvo
seguro de haberlo hecho, pues estaba completamente desconcertado.

-Gracias.-dijo finalmente, con la voz más aguda y temblorosa de lo que pretendía.

-Puedes sacarlos de la biblioteca, ¿sabes?-respondió Sirius.-No necesitas estar aquí encerrado


todo el día.

-Me ayuda a concentrarme.

Sirius asintió con aire pensativo y dio un paso hacia atrás, su columna perfectamente recta y
su ropa pulcramente acomodada.

-Bien, les diré a James y Peter que no estás muerto en un acantilado por ahí.-dijo, pasando
una mano sobre su cabello.-Nos vemos luego.

-Gracias por el libro.-dijo Remus, apartando los ojos un momento.

-Ya lo habías dicho.-contestó Sirius, encogiéndose de hombros antes de darse la vuelta y


comenzar a caminar hacia la salida.

Remus lo vio partir, y en cuanto estuvo demasiado lejos para distinguirlo, se dejó caer en la
silla, suspirando por lo que parecía la quinta vez en la última media hora. No sabía qué
pensar, ni qué sentir, ni cómo actuar respecto a lo que acababa de pasar, ¿acaso significaba
que su enemistad se había convertido en una convivencia menos hostil?, ¿era el primer paso a
ser amigos? ¿lo estaría engañando y en realidad leer el libro sería una completa pérdida de
tiempo?

Se frotó los ojos con frustración y puso los codos sobre la mesa. No podía permitir que Sirius
Black tuviera tanto poder sobre él y sus emociones, Remus se había esforzado por volverse
independiente, inmune a la influencia de otros sobre su estado de ánimo, y sin embargo ahí
estaba, dejando que un desconocido engreído lo afectara de esa forma.

Pasó el resto de la tarde intentando leer el libro que le había recomendado, y por consecuente
teniendo que leer cada párrafo dos o tres veces, siempre interrumpido por algún pensamiento
sobre Sirius y sus intenciones.

¿Por qué no les hacía un favor a ambos y decidía si lo resentía o no de una vez por todas?

¿Por qué tenía que ser todo tan complicado cuando se trataba de Sirius Black?
VIII. humo de cigarro
Chapter Summary

La primera clase de composición no va muy bien para Sirius. James, Peter y Remus van
a comprar un regalo para alguien especial.

Chapter Notes
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A veces, cuando se duchaba, Remus no escuchaba agua estrellándose contra los azulejos del
baño, sino música con percusiones y trompetas.

A veces, las aves que solían cantar afuera de la ventana de casa de sus padres entonaban
melodías complejas y dramáticas que existían solo en su mente.

A veces, cuando desayunaba, el sabor de los panqueques y del té negro se traducía en notas
en su cabeza y pasaba el resto del día tarareando sobre miel de maple sin darse cuenta.

Y así había sido desde que Remus había tenido conciencia suficiente para crear recuerdos. La
música siempre estaba ahí, desde el momento en el que abría los ojos por la mañana hasta
que se quedaba dormido por la noche, y descubrir que no era así para todos había sido una
sorpresa muy inquietante para el Remus de siete años.

Con el paso de los años, Remus había aprendido a ignorarla, a empujarla a un rincón de su
mente para que pudiera concentrarse en cosas como álgebra y aprender a andar en bicicleta,
pero esa habilidad había permanecido ahí, insistiendo y perseverando hasta que Remus había
decidido utilizarla.

Si acaso, esa habilidad había mejorado a través del tiempo a pesar de su empeño en ignorarla,
así que cuando fue hora de ir hasta el aula para la clase de composición el martes por la tarde,
Remus no sólo estaba tranquilo, sino genuinamente emocionado.

Quizás parte de su buen humor también se debía a que Sirius parecía haber decidido ser
menos hostil con él de una noche para otra, lo cual no quería decir que fuera realmente
agradable, pero se había permitido hacerle un par de comentarios durante las clases con algo
parecido a cordialidad, y aunque Remus estaba tomándolo todo con mucha suspicacia, debía
admitir que el prospecto de convivir con James, Peter y las chicas sin necesidad de cuidarse
en todo momento respecto a Sirius, sonaba como algo muy alentador.

No obstante el chico de ojos grises parecía especialmente tenso mientras caminaban a clase
de Composición Avanzada, sus labios presionados en una línea y su ceño ligeramente
fruncido.
-…es un pasatiempo muy sano, seguro que Remus piensa que es genial, y todos sabemos que
Remus es muy sano.-dijo James, codeándolo y provocando que apartara su mirada de Sirius
abruptamente.-¿Verdad que sí?

-Perdona, no te escuché.

-Le estaba diciendo que llevar tres años armando un rompecabezas de veinticinco mil piezas
es absurdo.-dijo Peter sacudiendo la cabeza.-Ni siquiera es como si pudiera colgarlo al
terminarlo o algo así, es demasiado grande.

-El punto no es colgarlo al terminarlo, Pete.-dijo James con exagerada decepción.-Se trata del
proceso, de perder piezas y pasar días intentando armar una de las esquinas. Es divertido.

-¿Donde cabe un rompecabezas de veinticinco mil piezas?-preguntó Remus con las cejas
enarcadas.

-En la sala de juegos de mi casa.-respondió el chico de lentes mientras se encogía de


hombros.-Tuvimos que sacar la mesa de ping pong, pero era el lugar más lógico.

-¿Cómo pude olvidar la sala de juegos?-preguntó Remus chasqueando la lengua.-Ahí guardo


mis trofeos de fútbol y mi máquina de palomitas.

-¿En serio?-dijo James, y Peter comenzó a carcajearse, seguido de Remus.

-A veces olvido lo rico que eres, incluso para los estándares de esta escuela.-dijo Peter con un
suspiro compasivo y divertido a partes iguales.-Seguro que en tu casa debe haber una
máquina de palomitas escondida en algún lugar.

-Si creen que mi casa es grande deberían ver la de Sirius.-dijo James, ruborizado.-Solo la he
visto en videollamada, pero ese lugar tiene una sala de música tan grande que literalmente
cabe una orquesta entera.

-¿Cómo saben que cabe toda una orquesta?-preguntó Peter.

-Porque mi madre se presenta con la filarmónica de Versalles en cada cumpleaños de mi


padre.-contestó Sirius con un bufido que dejaba ver lo ridículo que lo encontraba.-Y porque
los Black que construyeron la mansión hace noventa años la diseñaron con ese propósito.

-Mi padre es biólogo, así que mi madre siempre le regala calcetines de diferentes animales
por su cumpleaños.-dijo Remus con resoplido de diversión.-Los últimos fueron de hurones
púrpuras.

-Si mi madre le regalara algo así a mi padre probablemente le llamaría al médico antes de que
pudiera terminar de sacarlos de la bolsa.-dijo Sirius con una risa ligeramente amarga,
desprovista de humor, y Remus lo miró y compartió su sonrisa con cautela, sin saber muy
bien si estaba permitido o no.

-Mi padre siempre hornea un pastel de chocolate y fresas para el cumpleaños de mi madre.-
intervino James con un suspiro.-Y todos los años se le quema y terminamos comiendo donas
de azúcar.
-Nunca he visto a mis padres regalarse nada por sus cumpleaños, y por la forma en la que
insisten que salga de casa en esas fechas imagino que deben celebrar de otra forma.-dijo
Peter, mortificado, y todos estallaron en carcajadas mientras atravesaban la entrada del aula.

Se sentaron en las butacas en el mismo orden al que habían acostumbrado durante la primera
semana: Sirius en la orilla, James y Remus en medio, y Peter en su otro costado, pero por una
vez Remus no estuvo preocupado por mantener sus ojos al frente ni evitar conversar con
James porque sabía que Sirius acapararía su atención.

Todo fue ligero y llevadero, y Remus se dejó a si mismo relajarse un poco y disfrutar la
nueva normalidad.
Una normalidad que duró exactamente veintiún minutos.

Después de una explicación exhaustiva pero interesante, la profesora les puso un ejercicio
donde tenían que terminar la sección de una melodía a medio componer para transmitir la
emoción que les asignó a cada uno, y Remus lo afrontó con un entusiasmo que no había
sentido por ninguna otra materia, terminándolo apenas en unos minutos y recibiendo un
elogio de la maestra que por primera vez no lo hizo querer encogerse en su asiento ni
esconder su rostro en sus manos para esconder su estupor.

Hasta que miró a Sirius y vio el rencor en sus ojos, su mandíbula apretada, su espalda recta y
tensa. Remus sintió algo en su interior apretarse con agobio.

El ambiente se volvió aún más tenso cuando la profesora le pidió que hiciera el ejercicio con
las otras cuatro emociones que había asignado a sus compañeros y luego las tocó en el piano
a forma de demostración. En general sus compañeros no parecían muy contentos de verse
eclipsados por Remus, a pesar de también parecer asombrados en cierta medida; pero Sirius
estaba inequívocamente resentido, y después de un rato había dejado de molestarse en
siquiera subir el rostro de su partitura.

James también notó la reacción de su amigo, porque comenzó a cambiar sus ojos entre él y
Remus con frustración, pasando sus dedos entre sus mechones negros y dejándolos aún más
despeinados de lo que habían estado antes. Peter seguía intentando resolver su propio
ejercicio, sosteniendo su rostro entre sus manos con aire apanicado, así que ni siquiera había
reparado en el cambio de dinámica.

Una parte de Remus quiso mantener la esperanza de que quizás no todo volvería a ser como
antes, pero la aplastó en cuanto salieron del edificio y Sirius le dirigió una mirada hostil
mientras sacaba una cajetilla de cigarros con la intención de encender uno, sus movimientos
rígidos y enérgicos.

-¿Vas a hacerlo aquí, frente a todos?-preguntó James, preocupado, y Sirius simplemente sacó
un encendedor de su bolsillo como respuesta.

Remus, sin saber muy bien qué hacer, se quedó atrás y los dejó avanzar, pues sus pulmones
dañados no podían manejar la inhalación de humo de cigarro tan cercana. Peter fue el
primero en darse cuenta de que no estaba a su lado, y él y James voltearon al mismo tiempo
buscándolo con la mirada.
-¿Remus?-preguntó el chico de lentes con confusión.-¿No vienes?

Por un momento consideró la idea de mentir diciendo que debía presentarse en otra parte del
campus o algo así, pero sabía que la curiosidad e indiscreción de sus compañeros era todo
menos sutil y terminaría teniendo que elaborar otras diez mentiras para cubrir la primera, así
que se decidió por la verdad:

-No puedo… inhalar humo de cigarro.-dijo, sus mejillas cada vez más rojas.-Es algo de salud.

Peter abrió la boca, su rostro configurado en una mueca de confusión, pero James le encajó el
codo entre las costillas y el más bajito la cerró con una expresión de profunda ofensa,
acariciando su torso con resentimiento.

Remus había estado evitando mirar a Sirius, pero por su visión periférica lo vio poner los
ojos en blanco, y la irritación que Remus había comenzado a asociar con él comenzó a
burbujear en su pecho de nuevo.

-Quizás sea mejor que vayas a fumar a tu lugar usual.-sugirió James, empujando con el
hombro a un Sirius que bufó con disgusto.-Si Narcissa se entera…

-Narcissa se puede ir al carajo.-contestó él, poniendo el cigarro entre sus labios.-Y la pueden
acompañar el resto de los Black.

Sirius inhaló mientras activaba el encendedor, y después de soltar el humo de una forma tan
perfecta y grácil que Remus tuvo que resistir la tentación de quitarle el cigarro y pisotearlo
solo para que dejara de hacerlo, comenzó a caminar en dirección a una de las explanadas de
la universidad.

-¿Todo eso por una clase de composición?-susurró Remus con incredulidad. James suspiró y
Peter se encogió de hombros.

-Ayer fue lunes, día del correo semanal de Walburga.-dijo James con abatimiento.-Sospecho
que lo leyó esta mañana.

-Pero no parecía estar de tan mal humor antes de clase.-contestó Remus.

-Antes de que recordara lo mucho que necesita ganar esa beca, supongo.-dijo Peter.-Ganarte a
ti.

Y los tres vieron a Sirius partir, el humo gris siguiéndolo por donde caminaba.

~~~

El resto de esa semana, Sirius se comportó con la misma soberbia y aspereza que los
primeros días del curso, y como consecuencia Remus se mantuvo lejos de su camino siempre
que pudo evitarlo, procurando sentarse con las chicas cada que tenía la oportunidad e
intentando no conversar mucho con James cuando estuviera Sirius presente para eludir
conversaciones tensas o respuestas sarcásticas.
Peter parecía más resignado que otra cosa, pero James estaba pasándola claramente mal,
siempre en la fina linea entre molestarse con su amigo por su comportamiento y
compadecerlo por la presión que tenía encima, empeorada por la presencia constante de
Narcissa y las llamadas de atención que le hacía discretamente. Remus no lo había notado al
principio, pues se había negado a prestarle atención a Sirius, pero pronto reparó en que de vez
en cuando Narcissa le hacía algún gesto a su primo y después de eso pasaban horas paseando
por el campus en conversaciones de aspecto desagradable de las que Sirius siempre salía con
un temperamento aun más iracundo.

James se disculpaba con Remus sin usar palabras, le bastaban los gestos de lamentación y
miradas de vergüenza para darse cuenta de lo que pretendía, y aunque no quería admitirlo, le
sentaba mal que su compañero de habitación estuviera pasándola tan mal, así que cuando, en
la noche del jueves, le hizo una petición que le habría gustado rechazar, no lo hizo:

-¿A qué hora es tu turno en el restaurante mañana?-preguntó James entrando al dormitorio,


con su cepillo de dientes en una mano y el libro de Frankenstein en la otra.

-A las cuatro.-contestó Remus, bajando el libro sobre filosofía musical que estaba leyendo
con suspicacia.-¿Por qué?

-Peter y yo vamos a ir a una librería en la zona comercial a buscar algo para el cumpleaños de
su novia.-dijo James con una sonrisa pero un tono ligeramente nervioso, y luego, como si
fuera algo que no debía mencionar, dijo:-Sirius tiene una sesión de práctica con Narcissa, así
que solo seremos los dos, ¿quieres venir con nosotros antes del trabajo?

Remus tomó aire y se rascó la nuca, mirando la hoja de su libro para aprenderse el número
antes de cerrarlo, a falta de un separador. Si era honesto no le apetecía mucho la idea de
acompañarlos, aunque tampoco es como si la detestara, simplemente le gustaba visitar
librerías por si mismo, tener el tiempo y el espacio de buscar la novela o el libro perfecto sin
tener comentarios externos ni sugerencias que era poco probable que leyera, pero lo había
visto sufrir durante esa semana y esforzarse día y noche por demostrarle que aunque Sirius
fuera hostil con él, James quería hacerlo sentir bienvenido, así que contuvo el suspiro de
cansancio anticipado e intentó poner una sonrisa convincente:

-Me encantaría.-dijo, y luego enarcó una ceja:-¿Peter tiene novia?

James sonrió de vuelta y se dejó caer en su cama mientras arrugaba la nariz.

-Novia de larga distancia, están juntos desde los trece, antes de que ella se mudara al otro
lado del país, claro.-dijo.-Si se lo dices lo negaré, pero creo que siguen juntos por costumbre,
no creo que estén enamorados.

-La distancia no debe ayudar, entonces.

-Supongo que no.-dijo James encogiéndose de hombros, y luego su rostro se lleno de una
anticipación que intentó esconder con poco éxito.-¿Tú tienes novia? No tienes que decirme si
no quieres.

-Eh…
-¿Muy pronto para esas preguntas? Lo siento, intento ser poco entrometido, pero Peter me
contagia.

Remus rió sin poder evitarlo, y James soltó un par de carcajadas de alivio.

-Nunca he salido con nadie de esa forma, en realidad.-contestó Remus, apartando la mirada.-
Nada serio… sólo fiestas y cosas de ese estilo.

-Qué aventurero.-contestó James con una ceja enarcada en sugestión, haciéndolo reír de
nuevo.

-¿Y tú?-preguntó Remus porque pensó que era lo apropiado.

-No he salido con nadie desde que conocí a Lily.-dijo James, sin la tristeza ni orgullo que
Remus habría esperado encontrar en su voz, diciéndolo como si fuera un hecho irrelevante
más.

-Cuánto empeño.

-No es eso… sólo… no puedo imaginarme con nadie más, ¿sabes?-contestó él.-Sería injusto
para mí y para la otra chica fingir que siento algo que no está ahí en realidad.

Remus asintió, y cuando apagaron las luces esa noche se quedó pensando en las palabras de
su amigo, en la intensidad de sus sentimientos y la honestidad con la que los manejaba.
Remus había huido de sus sentimientos por años, fueran negativos o positivos, no podía
imaginarse así de consumido por nadie más. Los besos y acercamientos en fiestas habían sido
suficientes para calmar sus deseos adolescentes, así que nunca se había planteado la
posibilidad de ir más allá de eso, no cuando implicaba tanta franqueza respecto a su
enfermedad, a su pasado, a la música que acompañaba cada uno de sus pensamientos; y sin
embargo se encontró imaginando un futuro donde compartir todo eso no lo hiciera sentir
alienado, sino que pudiera encontrar complicidad y atracción y confianza con otra persona
como las que el amor suponía.

Detuvo sus pensamientos cuando se acercaron a una esquina de su mente que almacenaba
cosas peligrosas y confusas. Aún no iba a lidiar con eso, y si podía evitarlo, no lo haría jamás.

~~~

Sirius se esfumó en cuanto terminó la última clase del viernes, cajetilla en mano, mirada
atormentada y su estúpido cabello perfecto cayéndole sobre el rostro como si un estilista lo
hubiera peinado minutos antes. Remus se obligó a apartar la mirada del chico que se alejaba,
y volteó con Peter y James que estaban conversando animadamente sobre un piloto de
carreras que había cambiado de equipo. Tenía decenas comentarios sarcásticos sobre la gente
rica y sus hobbies rondando por su mente, pero solo se mordió la lengua, sabiendo que sería
grosero portarse así con los chicos que lo habían acogido tan bien.

Irían a almorzar a la ciudad para ahorrar tiempo, y aunque a Remus no le emocionaba la idea
de gastar parte de su sueldo en eso, supuso que podía pedir lo más barato del menú sin gastar
demasiado.
El clima había cedido un poco así que no estuvieron envueltos en calor mientras caminaban
hacia la zona comercial, pero de todas formas Remus tuvo que evitar jadear con demasiada
obviedad mientras intentaba mantener el paso de los otros dos chicos.

Eligieron una cafetería de aspecto modesto para almorzar, pues James aseguraba que vendían
los mejores sandwiches de la ciudad, y se sentaron en una de las mesas exteriores para
comentar sobre los turistas que caminaban por la zona.

-El año pasado les dijimos a un grupo de universitarios de otra ciudad que era tradición entrar
a nadar con ropa al atardecer la primera noche del verano.-contó James con media sonrisa
divertida.

-Sirius convenció a un grupo de chicas locales de que nos ayudaran a engañarlos.-dijo Peter
con un resoplido de diversión.-Así que cuando empezó a atardecer en la playa todos hicimos
como si fuéramos a correr hacia el mar vestidos con vaqueros y zapatos deportivos, y los
universitarios nos siguieron.

-Dos de ellos ni siquiera dejaron el celular en la arena.-dijo James con una carcajada.-
Pensaban que iban a robarles o algo así.

-Uno amenazó con demandarnos a todos.-siguió Peter, riendo.-Empezó a pedir nuestros


nombres y todo.

-Debieron demandar a la universidad por dejarlos igual de idiotas después tantos años de
estudio.-dijo Remus con una ceja enarcada y media sonrisa. James y Peter echaron a reír.

-¿Recibes muchos turistas en el restaurante?-preguntó Peter.

-Algunos, el lugar es bonito así que la mayoría pasan la mitad del tiempo tomando fotos en
lugar de comiendo.

-Quizás podemos ir a dejarte después de la librería.-sugirió James intentando sonar


desinteresado, pero con un brillo en sus ojos y un rubor en sus mejillas que lo delató de
inmediato.

-Pueden venir, pero Lily siempre está en la cocina así que no creo que la vean.-contestó
Remus encogiéndose de hombros.

James comenzó a negar con la cabeza efusivamente, una mueca de pánico en su rostro.

-No, no, no lo decía por eso, sólo queremos acompañarte para pasar más tiempo contigo.

-Está bien.-dijo Remus, sin molestarse en esconder su escepticismo. Sabía que esa no era la
razón de que lo hubieran invitado, sabía que James estaba esforzándose por ser su amigo y
sabía que era injusto incomodarse por el prospecto de ser utilizado para algo tan banal cuando
James le había demostrado todo lo contrario, pero no podía evitarlo.

James, quizás en un acto de contrición o quizás porque simplemente era así de generoso,
pagó la cuenta del restaurante mientras Peter y él estaban distraídos con un turista que llevaba
un sombrero en forma de tiburón, y se negó rotundamente a aceptar el dinero de Remus.
-Créeme, es mucho más rápido rendirte.-le dijo Peter con resignación después de la discusión
de varios minutos en la que se habían enfrascado.-James es así con todo el mundo, todo el
tiempo.

-Te acabarás acostumbrando.-dijo el chico de lentes, poniéndole una mano sobre los
hombros, y Remus reprimió una sonrisa. Era igual de irritante que amable.

Caminaron a una librería pequeña y vieja casi en la punta del puerto, y Remus se perdió entre
los libros mientras sus amigos elegían el regalo perfecto para la novia de Peter.

Si siempre había tenido la música acompañándolo involuntariamente, los libros eran la


compañía que sí había elegido. Desde que había aprendido a leer se había visto inmerso en
mundos alienígenas, y mundos del pasado, y mundos del futuro y mundos con magia gracias
a los libros. Cuando había pasado semanas en cama, demasiado frágil para caminar siquiera,
los libros lo habían llevado a todos los lugares donde sus pulmones no podían, y había
aprendido a amarlos tanto que los apreciaba más que cualquier otro objeto caro o raro.

No tenía dinero para comprar ningún ejemplar en ese momento, pero eso no le impedía
buscar entre los títulos más llamativos, descartar las peores portadas y solo leer la
contraportada de los libros que parecían dignos, para seleccionar sus favoritos y añadirlos a la
lista de lecturas que escribiría algún día pero mantenía en su mente mientras tanto. Quizás, si
era cuidadoso con su sueldo, podría comprarse unos al final de ese mes.

Remus observó con detenimiento la biografía de la ingeniera que James y Peter habían
elegido para su novia, y no pudo evitar que la confusión se mostrara en su rostro.

-Ella es muy lista.-dijo Peter con orgullo.-Va a estudiar ingeniería biológica en la universidad.

-Bueno, uno de los dos tenía que ganarse la vida de forma honesta.-dijo Remus en tono
burlón, y James comenzó a reír mientras Peter intentaba golpearlo en la nuca (y fallando
porque Remus era al menos una cabeza más alto que él).

-¿Viste alguno que te interesara?-preguntó James cuando logró calmarse.

-Algunos, quizás me compre uno cuando reciba mi sueldo del restaurante.

-Debes recomendarme uno para cuando acabe Frankenstein.-dijo James, mucho más serio de
lo usual-Es verdaderamente interesante.

Por alguna razón, aquello hizo sonreír a Remus. Quiso voltear el rostro, avergonzado sin
saber muy bien por qué, pero James lo vio de inmediato y su rostro se iluminó con un orgullo
que solo lo hizo sentir más nervioso.

-Si quieres.-dijo Remus, su voz flaqueando un poco.

-¿Me perdí de algo?-preguntó Peter con confusión, pues había estado ocupando pagando.

-Nada que te concierna, Remus y yo tenemos un club de lectura muy exclusivo.-dijo James,
solemnemente, ganándose una mueca de hastío fingido por parte de Peter.
-Me alegra que hayas aprendido a leer algo que no sea música o revistas de tenis, Potter.

Peter y James comenzaron jugar a las luchas mientras caminaban en dirección al restaurante,
y Remus los miró con una sonrisa divertida, y se detuvo de golpe cuando se dio cuenta de lo
que estaba haciendo. Había estado pensando que no le molestaría en absoluto que esa fuera
su vida, almuerzos con anécdotas de bromas idiotas, chistes privados e insultos falsos que
acababan en carcajadas, era todo lo que había deseado tener por años. También pensó en que
Sirius encajaba perfectamente en esa dinámica, que estaría ayudando a Peter a alcanzar a
James y apostaría para ver quién era más veloz en llegar al restaurante, y que si fueran
amigos quizás le regalaría un libro a Remus sobre cómo ser más extrovertido a forma de
chiste, o le recomendaría otro texto sobre teoría musical para no verlo perdido de nuevo en
clase. Pero Sirius no soportaba ni siquiera tenerlo cerca.

Sacudió la cabeza como si el pensamiento fuera algo físico que pudiera alejar. Era muy
pronto para dejarse llevar por amistades que aún no había cultivado, para imaginarse un
verano, o meses, o años de una camaradería así de cercana y divertida. Ansiaba no tener ese
miedo de que en cualquier momento se cansarían de él, pero mientras caminaba hasta su
trabajo con los dos chicos jugando delante de él, en lo único en lo que podía pensar era que si
Sirius estuviera ahí, Remus no lo estaría, y estaba bastante seguro de que si James y Peter
tenían que elegir entre ellos, el heredero de los Black siempre saldría victorioso.

Chapter End Notes

Como siempre muchísimas gracias por leer, comentar, dejar kudos y recomendar la
historia! No estoy segura de si podré actualizar la próxima semana porque voy a estar
suuuuper ocupada, yo les aviso por mi tiktok (moonysoleil) si voy a subir capítulo o no.
Les mando un besito a todes.
IX. turno nocturno
Chapter Summary

Remus presencia su primera interacción entre Lily y los chicos, y lo deja con muchas
más preguntas que respuestas. Una tormenta atrapa a Remus al salir de trabajar.

Chapter Notes

TW: Crisis de salud

Espero que les guste el capítulo! Muchas gracias por leer, dejar kudos y comentar.

Una aclaración al final.

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Remus no quería ser entrometido ni involucrarse en asuntos que no le correspondían, había


tenido mucho de eso durante su vida como para querer repetir ese patrón con otras personas,
se jactaba de ser completamente respetuoso e imparcial cuando se trataba de la vida personal
de otros; y sin embargo no podía erradicar la curiosidad que le causaba la relación, o falta de
ella, entre Lily y James, así que cuando llegaron al restaurante y la vio afuera recibiendo un
pedido de botellas de vino, tuvo que admitir que algo en él se agitó con anticipación.

James, que iba a su lado, esbozó una sonrisa de oreja a oreja e intentó peinar su cabello con
una mano, la otra metida en el bolsillo de su pantalón, supuso Remus que en la versión de
James de una pose seductora. Peter hizo un comentario que Remus no escuchó pero hizo que
James lo codeara a forma de regaño sin que su sonrisa flaqueara.

Lily terminó de firmar la orden y subió el rostro como si presintiera algo, y en cuanto los vio
caminando hacia ella su rostro viajó por cinco emociones distintas, demasiado rápido para
poder distinguirlas desde tan lejos, pero finalmente se decidió en una expresión calmada y
cordial que se vio traicionada por sus mejillas rojas, parecidas al color de su cabello que ese
día llevaba amarrado en una coleta.

-Hola, Lily.-saludó Remus con cautela, y ella le sonrió con el mismo cuidado.

-Hola, Remus, tu turno no empieza hasta en diez minutos.

-Lo sé, estaba por aquí, fui a comer con James y Peter.-contestó él, rascándose la nuca en un
gesto de nerviosismo.
Lily posó sus ojos brevemente en Peter y luego en James, su mirada endureciéndose de una
forma que parecía artificial, como si fuera una reacción premeditada en lugar de una genuina.

-Hola, Peter.-dijo ella, y luego su tono se volvió frío.-Potter.

-Evans.-dijo él, su enorme sonrisa aún en su rostro.-¿Cómo estás?

-Bien.-contestó Lily, secamente.-¿Y el otro millonario adolescente? ¿Dónde lo olvidaron?

-Sirius está en la Academia, practicando.-contestó Peter con media sonrisa divertida.

-¿En viernes en la tarde?-dijo ella con escepticismo.-La última vez que lo vi, estaba
terminándose su sexto vaso de ron en una fiesta mientras intentaba mantenerse de pie.

Remus enarcó la ceja pero se mantuvo callado. Sirius siempre había sido viva imagen del
recato y no podía pensarlo haciendo algo así en público, donde podía arriesgar su reputación
y la de su familia con tanta facilidad.

-Se ha… tranquilizado un poco.-dijo James, lanzando una mirada furtiva en dirección a
Peter.-Además, este año tiene que competir con Lupin, necesita toda la práctica que pueda
obtener, ¿lo has escuchado tocar?

-No he tenido el gusto.-contestó Lily, su voz y su rostro suavizándose al voltear a ver a


Remus.-Las chicas me han dicho lo fantástico que eres.

-No exageran.-siguió James con su propia mueca de orgullo, palmeando a Remus en la


espada amistosamente.-¿Tú sigues tocando?

-Sólo la guitarra y el saxofón, ocasionalmente.-dijo Lily, encogiéndose de hombros.-No me lo


tomo con la misma seriedad que antes.

-Una gran pérdida para la industria de la música de orquesta.-afirmó el chico de lentes,


completamente serio.-Habrías estado en las mejores filarmónicas, estoy seguro.

Lily se ruborizó abruptamente, apartando los ojos de James y agachándose a recoger una de
las cajas de vino como excusa para esconder su rostro y alejarse de ellos.

-Si me disculpan, tengo que volver al trabajo.-dijo ella con una inclinación de cabeza para
despedirse.

-Deja que te ayudemos.-dijo James, agachándose a recoger una de las cajas restantes.

-¡No!-dijo ella de inmediato, su rostro de un color cada vez más saturado, y Remus temió que
fuera a comenzar a sangrarle la nariz o algo parecido.-Puedo manejarlo yo, es mi trabajo.

-Lo sé, no me refería a…

-Adiós, Peter, cuídate.-interrumpió Lily, y solo se permitió mirar a James por un segundo
para hablar con un tono que anunciaba una tajante finalidad a la conversación.-Potter.
La chica ajustó el peso de la caja en sus brazos y entró al restaurante lo más rápido que pudo
sin dejarla caer, dejando a Remus perplejo, a Peter cansado, y a James brillando de felicidad.

-¡El destino!-exclamó él en cuanto Lily estuvo dentro del local.-Eso fue maravilloso.

-¿En serio?-preguntó Remus con incredulidad.

-Antes apenas y le dirigía la palabra para saludarlo.-respondió Peter, encogiéndose de


hombros.-La verdad creo que le avergonzó comportarse como siempre frente a ti, Remus.

-Sh…-lo calló James con un movimiento de mano desdeñoso.-¿Escucharon cuando me contó


de los instrumentos que toca?

Remus enarcó las cejas, confundido y consternado por su compañero a partes iguales.

-Tengo que entrar a prepararme para mi turno.-dijo, caminando hacia la entrada del
restaurante para tomar una de las cajas.-Nos vemos en la Academia más tarde.

-¡Pregúntale por mí!-exclamó James mientras Peter lo jalaba del brazo en dirección al
campus.-Te compraré todos los almuerzos y libros que quieras.

Remus rió y puso los ojos en blanco. La indulgencia con su propia curiosidad lo había dejado
con más dudas que antes y ahora la tarea de averiguar lo que estaba pasando exactamente
entre James y Lily parecía infinitamente más complicada.

Inevitablemente comenzó a pensar en la vehemencia de los sentimientos de James que


parecían ser correspondidos con la misma intensidad en un sentido diferente por parte de
Lily, y se alegró de tener horas de trabajo por delante, porque no quería que esas
consideraciones lo llevaran a explorar sus propias emociones otra vez, ni que su mente lo
traicionara con pensamientos sobre personas inapropiadas para ese tipo de ponderaciones.

-Lo siento, pensé que estarías en la cocina.-dijo Remus, inquieto, cuando encontró a Lily
acomodando las botellas en el bar con movimientos enérgicos y una mueca inteligible en sus
facciones cubiertas de pecas.-No lo traje para hacer de casamentero o algo así.

El rostro de Lily se suavizó y soltó una suspiro de cansancio.

-Son tus amigos, puedes traerlos cuando quieras.-contestó ella, aunque en su tono aún había
algo de recelo.-James no es de mi agrado, pero no es como si no pudiera manejar verlo de vez
en cuando.

-Puedes decirme que me calle y hacerme limpiar los baños como represalia si estoy siendo
indiscreto.-dijo Remus, ayudándola a acomodar las botellas, ganándose una mirada de
reticencia de parte de Lily.-Pero, ¿puedo saber por qué James te disgusta tanto? Sé que llevo
poco conociéndolo, pero debo admitir que me ha sorprendido su buen carácter.

Lily suspiró y apartó la mirada, mordiéndose el labio inferior ansiosamente antes de


responder.
-En primer año, él y Sirius eran las estrellas de la Academia. Legados de familias importantes
y ricas. Muy talentosos incluso para los estándares de la Academia.-dijo ella.-Pero tomaban
todo por sentado, no se esforzaban en las clases teóricas ni los ensayos de orquesta.
Caminaban por la escuela como si les perteneciera, y eran tan arrogantes que ni siquiera
reparaban en lo mucho que el resto estaba luchando por estar ahí.

Lily soltó una risa amarga y comenzó a limpiar uno de los estantes con mucha más fuerza de
la necesaria.

-Dos días antes de la presentación final quitaron los tornillos de los atriles, los soportes y los
asientos de tercero porque creyeron que sería divertido.-siguió la chica, su tono
desaprobatorio.-Tres chicos se lastimaron al caer y rompieron una docena de instrumentos,
pero no estaban preocupados porque su solución era pagar los daños. Se rieron de mí cuando
les dije lo insensatos que estaban siendo con alumnos que dependían de esa presentación para
entrar a la universidad.

-Oh.-dijo Remus, encogiéndose un poco de vergüenza como si él mismo la hubiera


ofendido.-Si te hace sentir mejor creo que ambos han madurado un poco. Sus bromas tienen
consecuencias menos… extremas.

Ella sonrió con un poco de condescendencia y lo palmeó dos veces en la espalda, como si
sintiera pena por él.

-Ese tipo de personas no cambian con tanta facilidad.-dijo, y luego ladeó la cabeza con
curiosidad.-Aunque lo de Sirius quedándose en la escuela a practicar sí es algo extraño.

-Creo que eso quizás tenga que ver conmigo.-contestó Remus, contrariado.-Pensé que Sirius
se estaba acostumbrando a mi presencia, pero otra vez tiene cara de querer abofetearme cada
que me acerco.

-Una cosa más que los niños mimados no soportan: que alguien más acapare la atención que
creen que merecen.-dijo Lily, haciendo una mueca de complacencia.-O que alguien sea mejor
que ellos, en general.

-No soy mejor que él.-respondió Remus poniendo los ojos en blanco.-Sirius lo lleva
genéticamente programado, literalmente, y yo… bueno, hasta hace poco ni siquiera sabía de
la existencia de los postulados de la filosofía musical.

-A una orquesta no le importa eso.-dijo Lily, sacudiendo una mano frente a ella.-Ni a mí,
¿qué tengo que hacer para convencerte de que me dejes oírte tocar? Me parece sumamente
inaceptable que mis amigas te hayan escuchado y yo no.

-No tengo instrumentos propios que pueda sacar de la Academia, y no veo ninguno por aquí.-
dijo Remus, encogiéndose de hombros, un poco cohibido ante la idea de tocar frente a su
amiga.

-Supongo que tendré que ir un día al campus, entonces.-dijo ella con media sonrisa y una ceja
levantada.-A veces visito a las chicas, no sería extraño.
-Imagino que James enloquecería de emoción de verte en la escuela.-comentó Remus,
divertido cuando Lily se ruborizó.

-Eso es irrelevante.-contestó ella, acomodándose el cabello como si no supiera que hacer con
sus manos.-Ve por el resto de las botellas antes de que nos roben.

Remus obedeció mientras reía, ganándose que lo fulminara con sus ojos verdes y grandes que
la traicionaban con la diversión reflejada en ellos.

~~~

Aquella noche Petunia tenía una cita con su novio, así que se fue del restaurante en cuanto
llegó la hora de cerrar, dejando a Remus con las tareas que usualmente compartían al final del
día: limpiar el comedor, acomodar los menús, terminar de lavar la vajilla de los últimos
comensales y trapear el piso.

Lily se había ido temprano también, pues su turno había comenzado mucho antes, y los
señores Evans siempre se iban en cuanto servían al último cliente, así que Remus se había
quedado solo en el restaurante. Quizás debía sentirse irritado de ser el último en el local un
viernes en la noche, o de tener que hacer todo el trabajo de Petunia, pero la verdad era que le
gustaba la atmósfera del lugar cuando no había nadie presente, además de que la ausencia de
Petunia y sus miradas moralistas volvía su trabajo más llevadero, así que se puso los
audífonos para evitar que su mente comenzara a escuchar música que no existía y comenzó a
limpiar.

Habría sido un buen final a su día de no ser por las canciones de rock de los ochenta
retumbando en sus oídos que habían impedido que escuchara cuando comenzó a llover.

Pasaba de la media noche así que no podía esperar por la posibilidad de que dejara de llover.
Salió del restaurante maldiciendo entre dientes, no era una tormenta eléctrica ni estaba
lloviendo con mucha intensidad, permanecía como un chubasco ligero, así que ajustó la
chaqueta que llevaba para cubrirse lo mejor que pudo y comenzó a caminar convencido de
que si se apresuraba quizás podría evitar que la lluvia detonara un empeoramiento en su
enfermedad.

Pero a mitad del camino el chubasco se transformó en un diluvio, y cuando intentó


resguardarse bajo el escaparate de una tienda cerrada eso no evitó que la lluvia lo salpicara y
le empapara la ropa, así que decidió seguir caminando hacia la Academia con la esperanza de
llegar pronto, ducharse y proteger la integridad de sus pulmones.

La lluvia en la costa no era fría y fulminante como lo era en el pueblo donde vivía, sino que
era cálida, sofocante y pegajosa, así que cuando entró al edificio de dormitorios y fue
bienvenido por el aire acondicionado que siempre estaba encendido, comenzó a tiritar. Casi
pudo escuchar la voz consternada de su madre regañándolo y exigiéndole que corriera a darse
una ducha en ese momento; y por una vez no le sonó tan descabellada.

No había nadie en las duchas como era de esperarse en la madrugada, y estuvo agradecido de
no tener que esconder la cicatriz que le recorría el pecho y el cuello, pues tenía demasiada
prisa para preocuparse por cosas como esa.
Cuando llegó al dormitorio después de bañarse tampoco encontró a James, y la luz de la
habitación de Sirius y Peter estaba apagada por lo que asumió que habían salido a alguna
parte después de la práctica de Sirius, quizás a la playa con las chicas o algún bar.
Probablemente se habían quedado esperando a que terminara la lluvia, y Remus se alegró de
poder evitar las explicaciones de ponerse la pijama cuando usualmente dormía en ropa
interior, o de apagar el aire acondicionado aunque afuera el calor no se había visto afectado
por la tormenta.

Les envío el mensaje usual a sus padres para hacerles saber que estaba vivo e intentó
descansar, ignorando las advertencias en su cabeza, la sensación de que algo estaba mal, el
miedo que le había puesto los nervios de punta.

Cuando su cuerpo cansado finalmente superó la ansiedad en su cabeza se quedó dormido, y


soñó con tormentas en el mar, con el bosque frío en el que había vivido antes, con su madre
leyéndole cuentos en su cama de hospital, con el doctor limpiándole la herida que ahora
adornaba su torso con algo que olía a antiséptico y sufrimiento.

Despertó horas después tomando una bocanada de aire, sentándose de golpe en su cama,
respirando con dificultad en un acto terriblemente familiar, inhalando y exhalando como si lo
que estuviera entrando a sus pulmones fuera un líquido frío y espeso en lugar de aire,
teniendo que esforzarse para que el oxígeno llegar a su destino y exhalar sin desmayarse.
Habría maldecido y gritado de haber podido hacerlo sin desvanecerse.

Volteó hacia la cama de James y divisó un bulto que debía ser su compañero roncando
plácidamente. Lo último que quería era despertarlo y dejarse ver en ese estado, pero cuando
Remus intentó levantarse de la cama para buscar sus medicamentos comenzó a toser con
violencia y tuvo que volver a recostarse sobre sus almohadas, una mano en su pecho y los
ojos llenos de lágrimas que se negaba a dejar salir.

-¡James!-dijo en cuanto su traquea estuvo suficientemente libre para hablar.-¡James!

El chico se removió en su cama y sus ronquidos cesaron por un momento, pero no se


despertó.

-¡Potter!-exclamó con más urgencia.-¡James!

James abrió uno de sus ojos mientras fruncía el ceño, una mueca de confusión y cansancio en
su rostro, su cuerpo aún contorsionado de una forma que no parecía nada cómoda.

-¿Remus?

-¡James!-dijo Remus con alivio, antes de comenzar a jadear involuntariamente, como si


acabara de correr un maratón atravesando la ciudad sin un solo minuto de descanso.-Necesito
tu ayuda, por favor.

En menos de un segundo su compañero estaba fuera de su cama y sobre la suya, entornando


los ojos porque ni siquiera se había detenido a ponerse las gafas. Sostenía las manos frente a
su torso, como si estuviera preparándose para pelear o hacerle RCP o algo parecido. A Remus
quizás le habría parecido gracioso de no ser porque cada inhalación que intentaba hacer
terminaba con un jadeo doloroso que hacía un sonido parecido a un silbido.

-¿Qué pasa?-preguntó James, alarmado.-¿Estás bien?

Remus negó con la cabeza.

-Oh, Dios, ¿llamo a la doctora de la Academia?-preguntó con pánico.-¿A la directora? ¿A tus


padres?

Remus comenzó a toser pero siguió negando con la cabeza.

-No, no, no.-dijo en una sola respiración.-Sólo… necesito mis…medicamentos.

-¿Medicamentos?-preguntó James, desconcertado.-¿De qué hablas?

-Tengo broncodilatadores…. y un concentrador … de oxígeno en mi… maleta.-dijo Remus,


deteniéndose cada par de palabras para recuperar el aliento.-Lo único que tienes… que hacer
es poner la dosis… correcta en el inhalador y… configurar el concentrador.

-¡No veo nada!-exclamó James con angustia.

-Ponte las gafas.

-¡Las rompí!-se lamentó el chico cubriéndose el rostro con las manos.-Bueno, técnicamente
Marlene fue la que se sentó en ellas en el bar.

-¿No tienes un repuesto?-preguntó Remus con incredulidad.

-Está en la habitación de Peter y Sirius.-respondió con una mueca ansiosa.-Voy por ellos, ya
vuelvo, no te muevas.

-¡No!-dijo Remus, seguido de un ataque de tos.-No, no vayas.

-¿Por qué no?-dijo James, parado frente a su cama, pasándose las manos sobre el cabello en
un gesto de angustia.-¿Seguro que no prefieres que vaya por la doctora?

-Nadie de la Academia puede enterarse, ¿oíste?-dijo Remus con su mejor tono severo, pero
cuando iba a decirle que le pasara la maleta el mismo para decirle la dosis de los
medicamentos sintió como si alguien hubiera metido su mano por su garganta y hubiera
comenzado a apretar su traquea, obligándolo a recostarse contra las almohadas y concentrar
cada pensamiento y movimiento de su cuerpo en respirar.

No escuchó a James dejar la habitación, ni lo escuchó regresar un minuto después con dos
chicos detrás, uno en su pijama a cuadros y el otro en ropa interior, pero ambos con
expresiones desconcertadas y somnolientas.

Tenía los ojos cerrados y sus sentidos parecían haber dejado de funcionar correctamente, así
que necesitó que alguien lo sacudiera de los hombros para reparar que estaban intentando
llamar su atención, preguntándole repetidas veces por la dosis correcta de broncodilatadores
en su inhalador. Murmuró la respuesta con palabras sofocadas y volvió a cerrar los ojos,
sintiendo sus pulmones contrayéndose con desesperación bajo sus costillas.

Alguien le acercó algo al rostro y Remus lo tomó con su mano, activando el inhalador y
respirando enérgicamente un par de veces, hasta que la presión en su pecho disminuyó y
pudo abrir los ojos para encontrarse con tres chicos que lo observaban con una mezcla de
preocupación, temor y confusión.

-El concentrador de oxígeno.-pidió con la voz ahogada, y en un segundo ya lo habían puesto


en su regazo mientras se incorporaba.

Encendió el aparato, lo configuró en las especificaciones correctas y se acercó la cánula a la


nariz, inhalando con vehemencia, recargándose en la pared con una mano en la máquina y la
otra en el espacio entre su cuello y su pecho, lágrimas en sus ojos y resbalándose sobre sus
mejillas sin que se diera cuenta.

-Lo siento.-susurró, mirando a sus tres compañeros con vergüenza.-Lo siento.

-¿Estás bien?-preguntó James, que ya tenía unas gafas idénticas a las anteriores sobre su
nariz.

-Estabas muriéndote.-dijo Peter con incredulidad.-¿Qué fue eso?

-Aún puedo ir por un doctor, o la directora.-pidió el chico de lentes con ojos suplicantes.

Remus negó con la cabeza y agachó el rostro. No quería hablar, no quería que lo vieran de
esa forma, no quería notar esas miradas de compasión cada vez que entrara a una habitación,
no quería que James durmiera con miedo de ser despertado a mitad de la noche por Remus
muriendo sofocado. No quería estar enfermo. No quería estar ahí.

-Denle espacio.-siseó Sirius, con la mandíbula apretada.-¿No ven que necesita recuperarse?

Los otros dos se quedaron en silencio, pero no se movieron. Sirius había apartado la mirada,
sus ojos posados en las cortinas bajo sus cejas fruncidas y sobre su mandíbula apretada.
¿Quién demonios podía verse bien después de despertarse a mitad de la madrugada? ¿Cómo
era posible que su cabello no estuviera enredado ni seco? Remus quiso maldecirlo sólo por
eso.

-Gracias.-dijo Remus después de unos minutos y una docena de respiraciones pausadas, su


voz rota y enojada.-Lo siento.

Peter cambió su peso de una pierna a otra cada par de segundos. Sirius no reaccionó a sus
palabras, manteniendo su rostro imperturbable. James se sentó a los pies de su cama y le
imploró con la mirada, si lo que quería era una explicación, otra disculpa, o una promesa de
que no volvería a suceder, Remus no lo sabía; pero puso la barbilla sobre una de sus rodillas,
se frotó los ojos y dijo:

-Tengo mucho que explicar. Siéntense.


Chapter End Notes

*La verdad no sé como funcionan los broncodilatadores ni el inhalador jajsjs perdón si


algune de ustedes sí sabe y lo hice todo mal, honestamente fue una licencia creativa que
tomé para la historia.

En fin, de nuevo gracias por leer! Cada semana hay 400 lecturas nuevas y de verdad
agradezco muchísimo cada vez que une de ustedes decide ponerse a leer este fic, lo
estoy escribiendo con todo mi esfuerzo y cariño por estos personajes.

Un abrazo y bonita semana!


X. el ensayo
Chapter Summary

Remus olvida entregar una tarea y alguien lo ayuda

Chapter Notes
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Había pasado mucho tiempo desde que Remus se había sentido tan expuesto. Hablarles de su
enfermedad, recaídas, cirugías y tratamientos era como invitarlos a verlo desnudo, bajo una
lupa y un reflector especialmente potente. Era una sensación parecida a la que había
experimentado cuando había sido sometido a cirugías de pulmón, recostado en la camilla con
enfermeros y doctores rodeándolo, el sonido del monitor que sólo acrecentaba su ansiedad;
esperando a que un médico desgarrara su piel e introdujera pedazos de metal y plástico entre
sus costillas sin que él pudiera hacer algo para detenerlos.

Evitó mirarlos a la cara siempre que pudo, pues cada vez que se se encontraba con sus
expresiones de aflicción y pena le parecía como si su traquea comenzara a hacerse cada vez
más pequeña de nuevo. Así que los enfrentó de la única forma que pudo: con hostilidad,
probablemente mucha más de la que merecían.

Usó esos términos que sabía que ellos no conocerían porque había tenido que escucharlos y
estudiarlos decenas de veces para entenderlos: empiema, traqueotomía, neumotórax,
resección, toracotomía; con el único propósito de que no le hicieran más preguntas y no
tuviera que describir todos esos procedimientos y afecciones dolorosas y agotadoras.

-Por eso no audicioné en primer o segundo grado.-explicó Remus, ajustándose la cánula


sobre las mejillas.-Me contagié de una infección que me mantuvo dos años dentro y fuera del
hospital, aunque hubiera podido audicionar no habría podido venir hasta aquí a estudiar.

-¿Pero estás mejor?-preguntó Peter, esforzándose porque en su voz no se reflejara toda esa
ansiedad que sentía y fallando espectacularmente.

-Sé que no lo parece, pero sí.-dijo Remus con una sonrisa amarga.-De vez en cuando tengo...
Recaídas. Las puedo manejar con mis medicamentos.

-¿Cómo funcionan?-preguntó James, que seguía a los pies de su cama, como si temiera
alejarse siquiera un par de pasos de Remus.

-El inhalador libera mis bronquios y mis pulmones.-explicó Remus, palmeando el pequeño
tubo con cierto cariño, tratándolo como el viejo compañero que era para él.-El concentrador
de oxígeno me ayuda a respirar, básicamente.
-Es evidente que no está tan controlado como dices.-dijo Sirius con algo que se escuchaba
como frialdad pero se veía traicionado por su postura tensa y preocupada, manteniendo los
brazos cruzados frente a su pecho y el ceño profundamente fruncido.-Casi te mueres y ni
siquiera nos has dejado llamar a la doctora de la Academia.

-Si mis padres se enteran de lo que pasó me enviarían a casa y jamás me volverían a dejar
lejos de ellos.-siseó Remus, molesto.-Pero eso te sentaría bien, ¿verdad? Menos competencia
para ti y tu legado.

-Esto no es sobre mí, Lupin.-espetó Sirius, clavándole una mirada de irritación.-Es sobre que
estuviste a punto de asfixiarte mientras dormíamos, ¿qué habrías hecho si James no hubiera
regresado aún?

-Sirius…-dijo James en tono de advertencia, fulminándolo con la mirada.

-He vivido con esto desde que tenía cuatro años, Black.-contestó Remus, levantándose la
camisa de pijama en un impulso, dejándoles ver las cicatrices que le adornaban el pecho y los
costados.-Sé que te es difícil comprenderlo, pero creo que sé mejor que tú lo que necesito
para manejarlo.

Sirius se había ruborizado, tenía las mejillas del rojo más intenso que Remus había visto en
él, y sintió un pinchazo de satisfacción al verlo afectado por sus palabras, seguido de otro
pinchazo de culpa que ahogó en cuanto sintió.

-Lo importante ahora es que Remus está bien.-dijo James, dándole un golpecito en la pierna.-
Deberíamos intentar descansar, volver a dormir.

-Alguien debería quedarse despierto por si Remus necesita algo.-sugirió Peter, y Remus sintió
la reacción negativa en todo su cuerpo, el rechazo a la idea volviéndose tan imponente que le
revolvió el estómago.

-No, estoy bien, de verdad, vayan a dormir.-dijo él, ajustando su postura como si eso pudiera
hacer su mentira más convincente.-Si… si pasa algo más llamaré a la doctora.

Sirius emitió una mezcla entre bufido y risa que le hizo saber que no le creía, pero Remus lo
ignoró.

-No es ningún problema, Remus.-dijo James, acomodándose al final del colchón como si
fuera el lugar más confortable en el dormitorio cuando en realidad parecía todo lo contrario.-
En nuestras peores épocas, los viernes ni siquiera dormíamos para ir a clase, ¿verdad?

-No tengo ninguna intención de hacerlos revivir sus peores épocas.-dijo Remus entre dientes.

James reparó en su error de inmediato, haciendo una mueca de sorpresa que se convirtió en
arrepentimiento, irguiéndose nerviosamente.

-Me expliqué mal, no quería decir que…

-Por favor, vuelvan a sus camas.-interrumpió Remus, deshaciéndose de todo rastro de la


cordialidad que sus compañeros merecían después de una noche como esa.-Siento haberlos
molestado, no volverá a pasar.

-Es bueno saber que la próxima vez preferirás asfixiarte que pedirnos ayuda.-dijo Sirius,
evidentemente cabreado.

-¿Por qué te pediría ayuda a ti?-dijo Remus, resistiéndose al impulso de levantarse de la cama
aunque no sabía muy bien para qué.-Ni siquiera somos amigos.

Pudo ver el momento exacto en el que algo cambió en Sirius, su rostro contorsionándose de
una forma tan complicada y extraña que Remus no pudo distinguir una sola de las emociones
que lo transformaron antes de volver a la expresión de desprecio e impasibilidad simultánea
que parecía reservar exclusivamente para él.

-Excelente punto.-dijo el chico de ojos grises, antes de caminar hacia la salida de la


habitación con su usual gracia y compostura que Remus tanto odiaba y envidiaba al mismo
tiempo.-Mejórate, supongo.

Peter partió poco después, y finalmente James accedió a volver a su cama, pero Remus supo
que ninguno volvería a descansar esa noche. Mientras el aparato que lo ayudaba a respirar
emitía pitidos desde su regazo, comenzó a pensar en lo que acababa de ocurrir, en la forma en
la que lo había manejado, e intentó enterrar la sensación de que estaba equivocándose, porque
si estaba en un error no tenía idea de cuál sería la forma de remediarlo.

~~~

Remus no salió del dormitorio el resto del fin de semana, no sólo porque aquello significaría
llevar consigo el concentrador de oxígeno que era evidentemente visible, sino porque cada
vez que intentaba salir de la habitación comenzaba a tener escalofríos y su garganta
comenzaba a sentirse como si tuviera un nudo que no le dejaba respirar, así que faltó al
trabajo y dejó que James le trajera tres comidas al día porque no sabía como debatir el
argumento de que necesitaba alimentarse.

Como si depender de su compañero no fuera suficientemente estresante, Remus tuvo que


escribirle a Lily para decirle que iba a perderse dos de sus turnos en su segunda semana de
trabajo. No pensó que mentir fuera a servirle de nada, así que le dijo que había tenido una
crisis de salud y que le daría más detalles el lunes o martes, pues tenía la intención de
disculparse cara a cara con sus padres. No recibió regaños ni preguntas (Remus no creía que
Lily fuera capaz de expresar disgusto en una situación tan sensible como esa), sino un
mensaje donde le decía que esperaba que se sintiera mejor y que se tomara todo el tiempo que
necesitara.

Cumplió con la llamada que tenía programada con sus padres, pero la terminó lo más pronto
que pudo, pues no contaba con la energía necesaria para fingir que se encontraba
perfectamente como la conciencia de sus padres requería para que no llegaran en un vuelo
por él al día siguiente.

Remus se permitió estar malhumorado, enojarse con su enfermedad, con los medicamentos
que lo mantenían vivo, con sus estúpidos y dañados pulmones; pero intentó mostrarse
agradecido cuando James y Peter le llevaban comida, le preguntaban cómo estaba o le hacían
compañía, aunque lo que más deseaba es que lo dejaran solo. No porque él fuera miserable
tenía que hacer a los demás sentirse igual, hacerlos perder su fin de semana y sus días de
descanso.

Sirius no se había aparecido por el dormitorio de nuevo, y aunque Remus fingía encontrarlo
maravilloso, no podía evitar sentirse culpable por lo que le había dicho. Técnicamente, pensó
para reconfortarse, no había dicho ninguna mentira: ellos no eran amigos, eran rivales que se
soportaban en el mejor de los casos y le dejaban claro al otro lo desagradable que
encontraban su presencia en el peor. No obstante, la culpa seguía ahí, inmisculléndose en su
estado de ánimo que ya estaba bastante estropeado.

Quizás fue por eso que olvidó la tarea de teoría musical que habían dejado para el lunes; el
ensayo sobre los inicios de la periodización de la música y sus consecuencias en la
actualidad. Había planeado estudiar el fin de semana y escribir su ensayo en la biblioteca,
pero encerrado en su habitación, lamentándose por su infortunio, ni siquiera se le había
pasado por la cabeza.

No fue hasta que se sentó en el aula del señor Vaners, poniendo todo su esfuerzo en respirar
en lugar de jadear como sus pulmones le exigían, y lo escuchó pedir que entregaran la tarea
que reparó en su omisión.

Remus no era la clase de persona que olvidaban la tarea. De hecho, Remus no era la clase de
persona que sacaba una calificación menor a excelente en sus tareas. No recordaba una vez
donde hubiera cometido un error como ese, ni siquiera en sus épocas de estudiar desde el
hospital con heridas abiertas en el torso y conectado a un respirador. No sabía que hacer, y
por un momento temió que la reacción de su cuerpo fuera echarse a llorar o algo parecido,
porque el nudo en su garganta se apretó y los ojos le escocieron, pero de pronto alguien que
estaba detrás de él puso un montón de papeles sobre su escritorio en un movimiento fugaz, y
vio a la figura caminar hasta el asiento a lado de James como si no hubiera hecho nada.

Era Sirius, sentándose con su postura elegante y expresión imperturbable, que estaba mirando
al profesor con un interés perfectamente bien fingido.

Remus tomó los papeles que le había dejado y los volteó, leyéndolos con una mezcla de
desconcierto y estupor, sin saber qué esperar pero no descartando que fuera algún tipo de
investigación secreta ordenada por su familia para usar como chantaje y obligarlo a salir de la
Academia o algo así, lo tenía merecido después de la forma en la que lo había tratado. Bien,
quizás era una idea descabellada y mal fundamentada, pero la mente de Remus iba a lugares
extraños en situaciones de estrés.

“Periodización de la música y sus consecuencias”, decía el título. “Remus Lupin”, decía


debajo. Era el ensayo.

Su primer instinto le dijo que esa la extraña y poco conveniente forma de venganza de Sirius
por haberlo tratado con menosprecio, pero aunque lo conocía desde hace poco y estaba lejos
de considerarlo cercano a él, no le pareció el tipo de venganza que ejercería alguien con sus
recursos económicos y sociales, así que descartó su teoría poco después.
Lo siguiente que pensó fue que Sirius estaba actuando de mensajero para alguien más, que no
había escrito la tarea y simplemente la estaba entregando, pero le bastó leer los primeros
párrafos para reconocer el vocabulario ostentoso y redacción de alguien que había sido
instruido exactamente en ello desde que había aprendido a leer. A pesar de su pobre
impresión de Sirius no lo creía capaz de contarle a alguien más algo tan personal como su
estado de salud; y había visto algunas de las tareas de James regadas por el cuarto,
definitivamente no era de él.

Su mente estaba trabajando para encontrar otras posibles explicaciones cuando el profesor
Vaners lo llamó por su nombre para que le entregara el ensayo, así que Remus caminó hacia
él, permitiéndose un solo segundo de duda antes de extenderle las hojas.

Era enteramente posible que estuviera plagiado, o que Sirius hubiera escrito “Jódete Vaners”
una y otra vez en las páginas que sabía que Remus no tendría tiempo de revisar, o cualquier
otra cosa que pudiera perjudicarlo con la Academia, pero cuando regresó a su lugar y se
encontró con los ojos grises de su compañero no encontró satisfacción o un brillo de maldad
que habría tenido de haber sido todo un plan para aprovecharse de él, así que simplemente se
sentó e intentó considerar la posibilidad remota de que Sirius simplemente hubiera intentado
hacer algo amable por Remus.

Estuvo intranquilo el resto de la clase, pensando qué iba a decirle y cómo iba a hacerlo
cuando salieran del edificio, pues no quería volver a ser maleducado en el caso de que
hubiera sido un gesto genuino, ni quería parecer idiota e ingenuo en el caso de que hubiera
sido solo una forma de inclinar la balanza a su favor.

James y Peter habían visto lo ocurrido, pero cuando los cuatro caminaron fuera del aula, se
adelantaron después de dirigirles una expresión de curiosidad y consternación a partes
iguales, entablando una conversación pobremente fingida mientras los volteaban a ver sobre
el hombro.

Remus dejó que el silencio se extendiera entre ellos durante un par de minutos hasta que
consideró que estaban suficientemente lejos de otros estudiantes, y dijo:

-¿Qué era eso?-su tono cauteloso, ni hostil ni ingenuo.

Sirius, que había estado jugando con su encendedor en una mano y la cajetilla en la otra,
detuvo el movimiento para encogerse de hombros.

-Un ensayo de teoría musical.

-¿Por qué?

Si Remus no hubiera estado observándolo atentamente se habría perdido el rubor sutil que le
cubrió las mejillas a pesar de que había mantenido su rostro completamente neutral; una
buena actuación, pero no una impenetrable.

-Supuse que si estabas demasiado enfermo para salir, lo estarías para hacer tarea.-dijo,
sacudiendo la cajetilla en su mano.-Tuve razón.
Remus asintió, cambió su peso de un pie a otro y corrigió su postura, sin saber muy bien qué
hacer con su cuerpo.

-Debo admitir que después de lo que te dije el viernes, lo que menos esperaba era que me
ayudaras.-fue su forma de preguntar si el ensayo era un gesto para comenzar a construir una
amistad.

-No mentiste, no somos amigos.-contestó Sirius, su voz un poco más tensa.-Pero cuando te
gane a final de verano va a ser porque soy mejor que tú, no porque tienes pulmones
deficientes.

Remus podía ver que estaba empeñándose en proyectar la indiferencia y seguridad que lo
caracterizaban, pero el rubor seguía ahí, persistiendo y arruinando la convicción de sus
palabras. No sabía cómo interpretar su estupor, pero las posibilidades eran diversas y
parecían improbables, así que las apartó de su mente.

-Puedo enfrentar las consecuencias de mi condición.-dijo Remus, su voz y su confianza


flaqueando al mismo tiempo.-No quiero que te arrepientas a final del verano cuando yo tenga
un lugar y una beca en la Academia, y tú no.

-¿Tus padres no te enseñaron que cuando alguien te auxilia lo cordial es decir gracias?-
masculló Sirius con irritación.-Yo también puedo lidiar con las consecuencias de mis
acciones.

Se observaron el uno al otro por unos segundos, esperando a que se decidiera el rumbo de la
conversación. Podía alargarse y convertirse en una discusión de egos lastimados, o podían ser
maduros y terminarla ahí. Una sería mucho más entretenida que la otra, y Remus estuvo
tentada a tomarla, pero decidió que no quería prestar sus acciones a malas interpretaciones.

-Gracias.-dijo Remus, carraspeando como si hubiera tenido que forzar la palabra fuera de sus
labios, porque se había sentido exactamente así.-Por el ensayo y por… no dejarme morir
asfixiado el viernes.

-Los Black abandonamos la tradición de asesinar a nuestros enemigos hace varias décadas.-
dijo Sirius, completamente serio, y Remus no supo si era su extraña versión de una broma
hasta que le guiñó un ojo.-Pero deberías cuidarte las espaldas, por si acaso.

Para lo mucho que Remus estaba disfrutando ver a Sirius Black ruborizado, su reacción al
sentir el calor invadirle las mejillas en contra de su voluntad poco a poco, fue mucho menos
agraciada. No era sobre Sirius, no significaba nada más que la inexperiencia social de Remus,
su falta de recursos para lidiar con personas complicadas con comportamientos
impredecibles, y de todas formas se sintió ultrajado por su propio cuerpo.

Sirius se quedó quieto un momento, el fantasma de una sonrisa en sus labios, luego metió el
encendedor y los cigarros a su bolsillo, y caminó a donde fuera que Sirius desaparecía casi
todas las tardes después de clases.
Chapter End Notes

Muchas gracias por leer! Se que fue un capítulo corto pero he estado mega ocupada
(tampoco lo he editado, lo voy a hacer en la semana) peor no quería dejarlos sin
capítulo. Les mando un abrazo!
XI. la sala de recreación
Chapter Summary

Alguien visita a Remus en la Academia y pasan una tarde con el resto de sus amigos en
la sala de recreación.

Chapter Notes
See the end of the chapter for notes

El martes por la tarde, Remus aún estaba pensando en esa interacción, y en el ensayo que no
había escrito pero había entregado con su nombre en un impulso irracional. Por alguna razón,
su mente se empeñaba en conjurar una imagen de Sirius el domingo en la noche en su
habitación, redactando en su computadora, con la espalda perfectamente recta y sus manos
moviéndose grácilmente sobre el teclado, perdiendo sueño por su culpa, pero Remus la
apartaba de su cabeza cada vez que pensaba en ella, consternado por su origen y demasiado
ocupado para diseccionar su significado.

Estaba en la biblioteca, estudiando sobre los avances científicos aunados a la música del siglo
XX, o intentando hacerlo mientras esa estúpida imagen de Sirius se aparecía en su cabeza,
cuando escuchó pasos que caminaban en su dirección.

-Me dijeron que podía encontrar al estudiante de música más importante del país en este
lugar.-dijo una voz en tono burlón pero afectuoso, sacando a Remus de su ensimismamiento y
obligándolo a bajar el libro que sostenía frente a su rostro.

Subió la mirada con el ceño fruncido y se encontró con un par de ojos verdes y mejillas
abultadas cubiertas de pecas extendidas en una sonrisa cálida.

-¿Lily?-dijo él, cerrando su libro y levantándose de la mesa.-¿Qué estás haciendo aquí?

Ella se acercó a abrazarlo (un saludo que habían adoptado recientemente y al que aún no se
acostumbraba del todo), y Remus se agachó un poco para devolvérselo, confundido.

-Sé que dijiste que irías hoy al restaurante, pero había planeado visitar a las chicas de todas
formas así que decidí ahorrarte el viaje.

-Mmm…-masculló Remus con un escepticismo pobremente disimulado y ganándose un


chasquido de lengua de la pelirroja.

-No todo es sobre ti, Lupin.-contestó Lily en un tono acusatorio mal fingido.-Tengo derecho a
tener otros amigos.
-Como digas, Evans.-contestó poniendo los ojos en blanco.-El ejercicio me habría hecho
bien.

-Mentiroso.-dijo ella sacudiendo la cabeza, y de pronto el bibliotecario los calló con un


“Shhh” excesivamente dramático.-Si tienes mucho que hacer puedo volver luego.

Remus miró sus notas y el libro que estaba leyendo y decidió que había estudiado suficiente
por ese día, además no era como si pudiera concentrarse en su tarea con esa molesta imagen
mental de Sirius apareciendo entre sus pensamientos cada pocos minutos, así que dijo:

-No, ya terminé, sólo deja que recoja mis cosas.

Un par de minutos después los dos caminaban en dirección al edificio donde estaba la
cafetería, pues también era donde estaba la sala de recreación de la Academia, que consistía
en un espacio con sofás y alfombras, un par de televisiones con consolas de videojuegos, una
mesa de futbolito que tenía dos jugadores decapitados, y, como era una escuela de música, un
piano al que se le había adjudicado la tradición de ser pintado y rayado por los estudiantes,
así que estaba cubierto de nombres, frases en marcador y dibujos mal hechos.

Sabía que las chicas estarían esperándolos ahí, así que supuso que si iba a explicarle a Lily lo
sucedido en algún momento, era ese.

-Tengo una enfermedad crónica pulmonar.-dijo abruptamente cuando iban a mitad del
sendero, sin atreverse a mirarla.-A veces… tengo recaídas… ataques. El viernes cuando salí
del restaurante comenzó a llover y cuando llegué a los dormitorios estaba empapado. Si mis
pulmones no fueran un desastre probablemente no habría pasado de un resfriado, pero me
desperté a mitad de la noche casi asfixiándome.

Lily seguía caminando, pero sus pasos se habían vuelto cortos y rígidos y podía ver por el
rabillo del ojo que tenía los suyos bien abiertos.

-James, Peter y Sirius me ayudaron. En realidad no recuerdo exactamente quién hizo qué,
pero me dieron los medicamentos y mi aparato para ayudarme a respirar.-siguió cuando su
amiga no contestó.-Aunque me recuperé gracias a ellos, no estaba en condiciones para salir
durante el fin de semana, lo siento.

-¿Estás bien ahora? ¿Viste a un doctor?-preguntó ella, su voz mucho más insegura de lo que
la había oído jamás.

-Nunca estoy realmente bien, pero ya no estoy… mal.-contestó Remus, encogiéndose de


hombros, el estúpido nudo formándose en su garganta de nuevo.-Y no, no puedo ver a la
doctora de la Academia, porque llamarían a mis padres y ellos me meterían en un avión de
regreso antes de poder terminar de contarles lo ocurrido.

Lily adoptó una mueca de consternación y desaprobación que le recordó un poco a la de su


madre, y un poco a la de Sirius la noche del viernes. El nudo se apretó.

-Tú… sabes lo que es mejor para ti.-dijo ella en un tono cauteloso.-Pero tu salud es lo más
importante, espero que lo recuerdes.
Remus no podía contar las veces que había escuchado ese discurso, y su primera reacción fue
encerrarse en si mismo como siempre hacía y ser desagradable con Lily con el propósito de
mantenerla fuera de esa parte de su vida, pero volteó hacia ella, vio su ceño fruncido y su
labio inferior apretado entre sus dientes, y simplemente no pudo pronunciar la respuesta
sarcástica y poco amable que se le había ocurrido como respuesta, así que suspiró.

-He pasado toda mi vida como prisionero de mi propia salud, no puedo desaprovechar esta
oportunidad porque mis pulmones decidieron dejar de trabajar correctamente durante un
rato.-dijo él, y luego aligeró su tono.-Eso sería extremadamente holgazán de mi parte, ¿no
crees?

Lily también suspiró, pero parecía ser mucho mejor reconociendo los límites de Remus que
sus compañeros de curso, así que tomó la decisión diplomática de dejar el tema de lado, por
el momento.

-¿Entonces tus amigos te ayudaron?-preguntó con asombro genuino, después de asentir.

-Tuve que despertar a James para que me pasara las medicinas porque no podía levantarme.-
contestó él, sospechando que el interés de su amiga se centraba en uno solo de los
mencionados.-Pero no tenía sus gafas, así que fue a la habitación de Peter y Sirius. Fueron
muy comprensivos.

-No hubo bromas ni chistes de mal gusto, ¿verdad?-dijo Lily con los ojos entornados.

-Ni una sola.-dijo Remus sin poder evitar encontrarlo un poco divertido.-Se comportaron
muy bien. Mejor de lo que merecía. De hecho, James se ofreció a llevar todas mis comidas al
dormitorio el fin de semana para que no tuviera que salir, y Peter me hizo compañía de vez en
cuando.

Lily tenía una expresión de sorpresa mal escondida, y se enrojeció cuando notó a Remus
mirándola con entendimiento, así que optó por desviar la conversación y con ella la atención
de Remus de forma muy efectiva.

-¿Y Sirius?-preguntó, intentando mantener su tono convincente.-También lo mencionaste,


creo.

Remus quiso aplicar la misma táctica que su amiga y eludir el tema por completo, pero la
charla comenzaría a ir en círculos muy pronto si ambos se empeñaban en esquivar los temas
delicados; y si era sincero había querido hablar del tema con alguien desde el fin de semana
pero no creía que hacerlo con James o Peter fuera apropiado, así que se decidió por hablar
con la verdad.

-Prácticamente lo eché de mi habitación el viernes.-dijo sin atreverse a ver a Lily,


imaginándose lo mal que debía estar pensando de él.-Empezó a… decirme que no estaba
manejando bien lo sucedido, a exigirme que viera un doctor, cosas así. No lo vi en todo el fin
de semana.

-Oh.-dijo Lily, mostrándose arrepentida de haber sacado su nombre a colación para su


beneficio personal.-Entiendo.
Remus soltó un gruñido de frustración y metió las manos a sus bolsillos cuando dejó de saber
qué hacer con ellas.

-Pero ayer que tuvimos clase de teoría musical yo había olvidado hacer la estúpida tarea, y de
pronto Sirius me puso un ensayo en el escritorio y se fue sin decir nada.-le contó con un tono
mucho más irritado de lo que la situación ameritaba.-Eran las seis hojas de la tarea, con mi
nombre y páginas enumeradas y párrafos con sangría, todo perfectamente bien elaborado
hasta donde pude ver.

-¿En serio?-Lily sonaba impresionada.-¿Y lo hizo por su cuenta? ¿No fue idea de… alguien
más?

-Dudo que Peter se atrevería a pedírselo a Sirius, y no he hablado del tema con James, pero
estoy casi seguro de que no fue idea suya, Potter no piensa en tarea si puede evitarlo.-
contestó Remus, pateando una pedacito de adoquín que se había desprendido del camino.-
No… no lo entiendo, un momento estoy seguro de que me odia y al siguiente está
haciéndome la tarea. No soporto la sensación de no saber si la siguiente vez que lo vea va a
mirarme como si fuera una cucaracha en su comida o hacerme bromas mientras me guiña el
ojo.

Lily soltó un bufido y apretó la coleta en la que tenía recogido el cabello, como estuviera
preparándose para algo que llevaba tiempo esperando.

-Quizás suene repetitivo, pero los niños ricos y privilegiados tienden a ser…

-¿Idiotas?

La pelirroja soltó una carcajada y sacudió la cabeza.

-Dispersos, en el mejor de los casos.-dijo ella, encogiéndose de hombros.-Probablemente él


esté teniendo tantos problemas para descifrarte como tú a él.

-Soy una persona muy transparente.-contestó Remus, sin poder evitar escucharse ofendido.
Lily volvió a reír y le puso una mano en el brazo.

-Oh, Remus, eres todo menos transparente.-dijo.-Es parte de ser un músico talentoso, no te
acomplejes al respecto.

-Es sólo… estoy harto de que me haga sentir como si estuviera loco por no saber cómo
tratarlo.-contestó él con un sonido exasperado.

-Probablemente no le siente muy bien al chico que lleva toda su vida siendo atendido en cada
uno de sus caprichos, pero si fuera tú se lo diría.-le aconsejó Lily.-Y quizás sea inútil decirlo,
pero a mi parecer mientras más lejos estés de él, más fácil será para ti terminar este verano
con un lugar en la Academia y una beca.

Remus ponderó su declaración y asintió, pero ya estaban entrando a la sala de recreación, así
que no contestó. Era mejor así, decidió, porque lo único en lo que podía pensar era que no
estaba en su naturaleza a irse por el camino fácil cuando el complicado parecía mucho más
gratificante.

Mary estaba jugando al futbolito con un chico de segundo mientras Marlene y Dorcas
conversaban en un sofá, la segunda con su cabeza en el regazo de la primera, riendo y
hablando en voz baja. Remus se detuvo un momento a observarlas y creyó ver… No, ya
estaba entrometiéndose suficiente en lo que fuera que estuviera sucediendo con Lily y James,
permitirse extenderse más allá de ellos significaría admitir que disfrutaba de ser indiscreto,
así que se forzó a no analizarlas con esa intención y simplemente les sonrió y las saludó con
la mano, ignorando el rubor en sus mejillas, porque francamente no tenía por qué significar
nada.

Se sentaron con ellas y Mary se les unió después de gritar “¡GOL!” victoriosamente y de que
el chico se fuera portando esa expresión de adoración que la mayoría de los chicos parecían
adoptar cuando estaban cerca de Mary y que ella no parecía notar, o simplemente decidía
ignorar. Dorcas optó por sentarse en el suelo para dejarles espacio, manteniendo su espalda
contra las piernas de Marlene, y comenzaron a conversar, incluyendo a Remus como si
hubiera sido parte de su grupo desde el principio.

-Lily era la favorita de todos los profesores.-le contó Dorcas, unos minutos entrada la
plática.-No había instrumento, técnica ni teoría en la que no fuera excelente, volvía loco a
Sirius y a Narcissa.

-¿Narcissa?-preguntó Remus con el ceño fruncido, haciendo cuentas en su mente para


verificar que la edad encajara con el relato.

-Ella estaba en tercero, estaba encaminada a ganar la beca, y lo hizo, pero necesitaba que
Sirius reafirmara el legado de los Black cuando ya no estuviera en el programa, así que no le
sentó nada bien que una chica sin apellido de renombre fuera igual de buena que su primo.-
explicó Mary con una sonrisa ligeramente maliciosa que dejaba ver lo mucho que había
disfrutado ver a Narcissa en ese estado.

-Exageran.-dijo Lily poniendo los ojos en blanco.-Odio admitirlo, pero Sirius siempre fue
mejor. Tenía que serlo después de todos esos años de tutores privados y lecciones con su
madre. Sólo era… menos responsible.

-Y luego estaba James, invitándola a salir cada vez que Lily se le cruzaba.-siguió Marlene,
ignorando a la pelirroja por completo.-Cada vez eran citas más extravagantes, creo que al
final ya estaba prometiéndole viajes a Marruecos y comprarle librerías enteras.

-¿Al final?-dijo Remus, enarcando una ceja con curiosidad.-¿Eso quiere decir que ya no la
invita?

-Desistió en cuanto le dejé claro que no estaba interesada y no planeaba aceptar ningún tipo
de cita con él.-contestó Lily, que estaba mirando sus cutículas como si fueran lo más
interesante del universo, el rojo de su piel haciendo resaltar sus pecas.

-Si tu objetivo era disuadirlo de su interés creo que no fue muy efectivo.-dijo Remus con
media sonrisa, y las otras tres chicas echaron a reír.
Lily simplemente le clavó una mirada poco amigable que quizás habría dado resultado de no
ser porque su rostro estaba peligrosamente cerca del color de su cabello.

-Por favor, señoritas, esto es una escuela de prestigio, no una taberna de mala reputación.-dijo
de pronto una voz en la entrada, exageradamente engrosada.-¿Qué es este escándalo?

James estaba recargado en el marco de la puerta con los brazos cruzados, una sonrisa
espléndida y sus ojos en Lily. Peter estaba llegando detrás de él con un montón de libros entre
sus manos, y luego estaba Sirius, cuya mirada se posó en Remus por un instante antes de
dirigirla a otro punto de la habitación.

-Ustedes tres pueden arruinar la reputación de la escuela por si mismos, no necesitan de


nuestra ayuda.-dijo Dorcas, claramente divertida.

-¡Calumnias!-exclamó de inmediato James, poniéndose una mano en el pecho.

-¡Mentiras!-le siguió Peter con convicción.

-Somos jóvenes muy respetables.-dijo James, levantando la barbilla.

-Los Black los habrían borrado del árbol genealógico desde hace mucho tiempo.-bromeó
Sirius en ese tono que Remus tenía que esforzarse para identificar como chiste, pero que los
otros parecían reconocer de inmediato a juzgar por sus risas.-Son completamente indecentes.

-No finjas inocencia.-lo acusó Mary señalándolo con un dedo.-Los ayudas desde las sombras,
ideas la mitad de sus infantiles bromas.

-¡Calumnias!-repitió James.

-¡Mentiras!

Todos se echaron a reír, incluyendo a Sirius, y Remus se dio cuenta de que nunca lo había
visto soltar una carcajada tan natural, tan poco calculada: con la cabeza echada para atrás, su
cabello sacudiéndose y los ojos entrecerrados; y el gesto movió algo dentro de su pecho que
extinguió de inmediato en un reflejo de pánico. No sabía que era eso, pero de ninguna forma
le interesaba averiguarlo.

Los tres se sentaron donde pudieron en el limitado espacio de dos sillones que ya estaban
ocupados, decidiéndose por el suelo y los respaldos después de que James se ofreciera con
absoluta seriedad a sentarse en el regazo de cualquier voluntario, sugerencia que fue recibida
con abucheos y el lanzamiento de una pelota de futbolito en dirección a su frente.

Fuera de las horas de comida y excluyendo a Lily, Remus no había presenciado una
interacción con el grupo completo hasta ese momento. Era fácil dejarse llevar por el bullicio
de la conversación y las bromas, integrarse con sus compañeros como si llevara tres años
conociéndolos y no unos días, y esa sensación de pertenencia provocaba en Remus una
mezcla de incertidumbre y comodidad simultáneos que no le sentaba muy bien.

Sirius estaba más relajado que de costumbre, sentado en el respaldo detrás de Mary en una
postura tan confortable que chocaba con la imagen que Remus tenía en su cabeza de él, con
una pierna extendida y la otra doblada sobre el sofá, un brazo bajo su mejilla y la otra
revolviéndole el cabello a Mary para molestarla de vez en cuando, mientras ella amenazaba
con tirarlo del mueble de un empujón. Él y James actuaban como los imanes del grupo,
haciendo chistes y siendo escandalosos y atrayendo la atención de todos, manteniéndolos
fusionados con sus carcajadas. Nunca se había detenido a analizar la extensión de su amistad
hasta ese momento, era compleja y equilibrada y más cercana de lo que había entendido; los
dos brillaban en la presencia del otro y hacían brillar a los que estaban a su alrededor como
consecuencia. Remus sintió un pinchazo doloroso de anhelo.

-Debo irme pronto.-dijo Lily después de mirar la hora en su celular, provocando un abucheo
colectivo que la hizo reír.-Alguien tiene que atender el restaurante, ¿no creen?

-Deja que Petunia se encargue de todo.-dijo Mary, sacudiendo su mano.-No puedes irte aún,
no has escuchado tocar a Remus.

El rostro de Lily se iluminó al mismo tiempo que el de Remus se ruborizaba. Había


comenzado a negar con la cabeza sin darse cuenta.

-No, no, mejor otro día.-dijo entre dientes, intentando poner su mejor mirada de firmeza y
ligera intimidación.

-Oh, vamos, Lupin, no la dejes esperando.-dijo James con una sonrisa.-Vino hasta aquí desde
la lejana tierra de la zona comercial solo para verte.

-Vino aquí para ver a sus amigas.-dijo Remus, entornando los ojos en su dirección.-Y el
restaurante está a diez minutos caminando.

-Diez arduos minutos bajo el sol y el calor de la costa.-dijo Dorcas, estoicamente.-Pudo haber
muerto en el camino.

-Es lo menos que puedes hacer.-bromeó Marlene.

Remus no quería ser el aguafiestas del grupo, habían pasado una tarde agradable, mucho más
de lo que esperaba y sabía que negarse crearía una tensión completamente innecesaria.
Además, no es que le resultara fastidioso tocar frente a otras personas, lo había hecho decenas
de veces y lo haría cientos más, de hecho había tocado frente a todos excepto Lily, pero esa
situación se sentía distinta de cierta forma, había más expectativas, más silencio. Y luego
estaba Sirius, a quien no se había atrevido mirar pero sabía que no le sentaría bien una
demostración pública de sus habilidades cuando la había estado pasando tan bien unos
minutos antes.

-No tienes que hacerlo si no quieres.-dijo Lily en un tono tranquilizador, pero Remus vio la
decepción en sus ojos, sintió el ambiente drenarse de esa excitación que había estado presente
toda la tarde, y se levantó antes de poder arruinarlo todo.

-Exijo el postre de todos en el almuerzo de mañana como compensación por mi trabajo.-


anunció Remus mientras caminaba hacia el piano, ganándose exclamaciones de emoción y
gritos de aliento.
Remus se sentó en el banco, quedando de frente al grupo y pasó un dedo sobre las teclas para
asegurarse de que estuviera propiamente afinado (era una Academia de música, claro que lo
estaba). Leyó las frases en plumón que otros estudiantes habían escrito con marcador
permanente y enarcó las cejas, preguntándose si sus nuevos amigos habrían dejado su propio
legado en el instrumento.

-Antes de empezar quiero aclarar que no soy tan bueno como te han hecho creer.-dijo,
aclarándose la garganta.-No me hago responsabIe de expectativas irreales que puedan
terminar en decepciones devastadoras.

Lily solo puso los ojos en blanco y le indicó que continuara con la mano. Remus obedeció.

Se sabía algunas canciones de memoria, pero la ocasión ameritaba algo original, así que eso
fue lo que tocó. Era la melodía que se había creado en su cabeza durante la tarde, carcajadas
convertidas en armonías, las voces de sus amigos mezclándose y formando la primera estrofa,
la segunda; la calidez en su pecho nueva y emocionante dictando el ritmo. Sus dedos se
movían casi en automático, anticipando la siguiente nota, pensando en lo lleno que se había
sentido con ellos ahí y el miedo que eso le provocaba.

Era mucho más personal y vulnerable de lo que había esperado, y cuando subió la mirada y
encontró los ojos de Sirius sobre él se arrepintió de inmediato de no haber elegido una
canción de algún autor que llevara doscientos años muerto. Sirius tenía los labios separados y
había cambiado su postura hedonista por una mucho más cuidada, no tensa exactamente pero
tampoco natural; su ceño estaba fruncido de forma casi imperceptible y sostenía una de sus
manos con la otra, apretando sus propios dedos hasta que los nudillos se le habían puesto
blancos.

Remus, desconcertado, tocó las últimas notas y regresó sus manos a su regazo un segundo
antes de que el grupo irrumpiera en aplausos y vitoreos. Se obligó a no bajar el rostro y a
sonreír, decidiendo poner todo su esfuerzo en no intentar descifrar la reacción de Sirius para
poder disfrutar de las últimas gotas de la felicidad de esa tarde.

Lily se levantó de su asiento para abrazar a Remus y felicitarlo, y él se dejó hacer, no


obstante pronto su atención fue acaparada por la presencia de una chica rubia y elegante que
lo fulminaba con la mirada desde la entrada. Narcissa sostenía su celular en una mano y tenía
la otra en la cadera, pero en cuanto reparó en que Remus la había divisado intentó cambiar su
expresión iracunda por una neutral y dirigir sus ojos a Sirius, quien también la había visto a
juzgar por la sombra que se cernía sobre su rostro.

-…hablar contigo… no has contestado sus…-escuchó que decía Narcissa entre el bullicio de
la conversación de sus amigos, su voz perdiéndose entre carcajadas.

Sirius le arrebató el celular, apretó los dientes y salió de la sala dando pisotones, apretando el
aparato con la mano como si quisiera hacerlo trizas, todo rastro de su ligereza y su alegría
previa desapareciendo en un instante. Narcissa lo siguió de cerca y Remus sintió el impulso
de hacer… algo; no tenía idea de qué.

-Estoy segura de que vas a ganar esa beca.-dijo Lily, quien llevaba unos segundos hablando
sin que él la escuchara.-Eres espectacular.
-Gracias.-dijo Remus, intentando sonreír a pesar de que la expresión de agonía de Sirius
seguía rondando por su mente.-Ese es el plan.

Chapter End Notes

Gracias a todos los que leen armonías de sal, a quienes dejan kudos, comentan y lo
recomiendan a sus amixes, significa mucho para mí que aprecien mi trabajo.
Estoy a punto de entrar a la universidad así que no sé si las actualizaciones seguirán
siendo constantes. espero que sí, cualquier cosa les aviso en mi tiktok moonysoleil.
Les mando un abrazo, les tqm <3
XII. los faroles
Chapter Summary

Remus recibe una noticia que arruina su humor, pero decide ayudar a James en algo que
lo hará muy feliz. Sirius tiene una visita en la Academia

CW: mención de incesto

Chapter Notes
See the end of the chapter for notes

1. Estar lejos de Sirius.


2. Dormir en un dormitorio limpio
3. Tener tiempo para estudiar teoría musical sin distracciones.
4. No perder turnos del trabajo + Evitar gastos innecesarios -> Más dinero
5. No tener que lidiar con Sirius.

Esa era la lista de aspectos positivos que Remus llevaba tres horas conjurando durante su
turno en el restaurante, desde que se había enterado de que sus compañeros iban a ver la
presentación de la Filarmónica de Liverpool en dos semanas y él iba a quedarse en el campus,
completamente solo, excepto quizás por un par de chicos de otros grados que estuvieran
becados y tampoco tuvieran dinero para pagarse un viaje de fin de semana a otra ciudad.

Pero, Remus decidió, no le importaba perderse la oportunidad de ver a una de las mejores
orquestas del mundo, en uno de los mejores recintos, en los mejores asientos y sin tener que
pagar por un boleto que le costaría lo mismo que un mes de sueldo a sus padres. Claro que
no, todo eso era irrelevante porque podría quedarse en su dormitorio sin tener que caminar
entre el desastre de James, ni escuchar a Peter practicar la misma canción en su clarinete una
y otra vez, ni tener que ver la estúpida expresión inteligible en el rostro de Sirius cada que lo
volteara a ver. Era una bendición, incluso, tener que quedarse en la Academia.

Excepto que no lo era, y cada vez que Remus intentaba pensar en algo para agregar a su lista,
terminaba aún más airado y le costaba más trabajo sonreírle a los clientes que estaba
atendiendo con la esperanza de que le dejaran una propina suficientemente derrochadora para
poder pagar dos noches en un hotel, seis comidas y un boleto redondo de autobús de primera
clase.

Lily lo había visto un par de veces durante su turno, en esos momentos donde salía de la
cocina a buscar vino del bar para algún estofado, o dejarle saber que el plato de un comensal
estaba listo, y en ambas ocasiones se había mostrado preocupada pero no se había atrevido a
decir nada.
Petunia, en contra de todo pronóstico, estaba dejándolo tranquilo, como si esa faceta de
Remus, una menos alegre y menos tímida porque había sido reemplazada con fastidio y
malos modales, fuera más fácil de manejar que su personalidad el resto del tiempo. Él no
sabía si debía tomarlo como un insulto o no. Casi hubiera preferido sus usuales comentarios
pasivo-agresivos acerca de los niños inútiles que asistían a la Academia en lugar de ser
ciudadanos productivos para la sociedad sobre su silencio, porque al menos así no habría
tenido la libertad de seguir pensando en el viaje.

Lo que más molestaba a Remus había sido la falta de tiempo para preparase. Dumbledore
había anunciado a mitad del almuerzo que, dado que la Filarmónica de Liverpool iba a
presentarse a unas ciudades de la suya, habían decidido llevar a todo el alumnado del
programa de verano a ver su concierto como parte de la excelente formación que la Academia
les ofrecía; seguido del listado de especificaciones del viaje, incluyendo el exorbitante precio
del hotel y el autobús que para el resto de los alumnos significaba apenas sacarse cambio del
bolsillo, y a Remus le significaba no tener suficiente dinero para comer las cenas de dos
semanas que no estaban incluidas en el programa de comidas que sus padres habían pagado.

Porque quizás si hubiera sabido del viaje desde antes habría podido ahorrar para él, pedirle a
sus padres que vendieran uno de los tres instrumentos que tenía en su habitación, negociar
con la Academia para que extendieran la beca para cubrir eso, o simplemente prepararse
psicológicamente por más de trece días para perderse de la oportunidad de ver a una de los
mejores grupos de música clásica del mundo.

Pero parecía que a Remus siempre le faltaba algo: tiempo, dinero, estudios, apellidos de
renombre, habilidades sociales. Así que apretó los dientes y siguió caminando entre la cocina
y el comedor hasta que sus pies dolieron y sus pulmones comenzaron a quejarse a través de
respiraciones trabajosas.

Los últimos comensales salieron a las diez y media, demasiado temprano para cerrar un
viernes por la noche, pero nadie tenía ganas de quedarse mucho más tiempo, así que Petunia
se despidió después de trapear el piso y llevar los platos sucios a la cocina, argumentando que
Vernon, su novio, había planeado una cena espectacularmente cara para su aniversario y tenía
que irse temprano. A Remus se le ocurrieron una decena de respuestas sardónicas, pero
decidió morderse la lengua y fingir que encontraba maravilloso el tener que hacer su trabajo
por una segunda vez; pensando que después de todo seguramente le había causado problemas
por su ausencia la semana anterior.

Lily, que debía haberse ido una hora antes, se quedó a ayudarlo a limpiar, pero Remus
sospechaba que se trataba más de la preocupación que la había apremiado desde que se había
enterado de su enfermedad, agudizada aquel día por el mal humor del castaño.

Si se hubiera tratado de cualquiera de sus amigos, le habrían preguntado por su estado de


ánimo en cuanto se quedaron a solas, pero ella era mucho más sensible en ese aspecto,
sabiendo reconocer cuando sus intentos por hacerlo hablar terminarían terriblemente mal, y
cuando sólo necesitaba un empujón para dar rienda suelta a sus emociones; así que
simplemente lo ayudó con la organización de la barra y llenó los silencios hablándole sobre
los platos vegetarianos que ella había incorporado al menú poco después de adoptar esa dieta.
-… obviamente al principio mi padre estaba completamente en contra de la idea, “¿quién va a
querer comer berenjena en salsa en lugar de una parrillada de camarones?”-dijo ella imitando
la voz de su padre.-Pero ahora es de nuestros platos más vendidos, los turistas adoran sentirse
bien consigo mismos.

-Y es deliciosa.-agregó Remus, haciendo su mejor esfuerzo por continuar la conversación.

-Exacto, y no tienes que descuartizar ningún animal para comerla, es perfecto.-dijo Lily,
evidentemente satisfecha consigo misma. Remus habría sonreído de haber estado más
animado.

-Fui vegetariano por un tiempo.-dijo Remus mientras pasaba un trapo sobre una de las
mesas.-Cuando tenía doce años, mi madre leyó un artículo o algo así y quedó convencida de
que la proteína animal estaba atrofiándome los pulmones aún más.

-Oh…-contestó Lily cautelosamente.-¿Y luego lo dejaste?

-Mi padre adora la carne, no aguantó más que unos meses y mi madre no quería que me
sintiera aún más alienado del resto de la sociedad. Me alegré de dejarlo en su momento, solo
me parecía fastidioso.-siguió él, encogiéndose de hombros.-Me gustaría retomarlo, quizás.

-Tengo un millón de recetas y tips guardados en mi teléfono.-dijo Lily, alegremente, con esa
sonrisa fácil y ligera que solo le pertenecía a ella.-Puedo enviártelos cuando quieras.

-Gracias.

Lily, que había tenido suficiente del abatimiento de su amigo, dejó la botella de cerveza que
sostenía con una mano, y lo observó con completo cuidado, como si estuviera intentando
averiguar la mejor forma de acercarse a un animal herido sin provocar que saliera corriendo.

-También puedo… enviar a unos matones a golpear a alguien si eso es lo que necesitas.-dijo
Lily en un tono nervioso, ojeándolo cada pocos segundos.-O puedo hornearte un pastel. O…
sobornar a un maestro. Lo que quieras.

Remus echó a reír sin poder evitarlo, y no fue una carcajada escandalosa ni una sonrisa de
oreja a oreja, pero el simple gesto fue suficiente para quitarle el aplastante peso que llevaba
encima y darle deseos de hablar con ella.

-Es algo de la escuela.-cedió finalmente.-Van a organizar un viaje para ver a una de las
mejores filarmónicas de Europa y yo no tengo ni para pagar el boleto de autobús.

-Entiendo.-dijo Lily con una mueca, y Remus casi pudo ver los engranes moviéndose dentro
de su cabeza, intentando encontrar alguna solución a su problema, así que la interrumpió
antes de que pudiera hacerse ninguna idea:

-Ya pensé en todos los escenarios posibles, no hay forma de que pueda ir.-dijo, encogiéndose
de hombros, ensombreciéndose de nuevo.-En este momento sólo me estoy concentrando en
lamentarme de no tener un fideicomiso.
-Es algo que lamento todos los días.-bromeó Lily, y Remus correspondió con un resoplido
divertido.-Odiaré a los niños ricos contigo siempre que quieras, pero si hay algo que pueda
hacer para ayudar sólo dímelo.

Remus lo consideró un momento, y al escuchar el tono de amabilidad genuina de su amiga


recordó de inmediato a James, que le había ofrecido pagar el viaje en cuanto Dumbledore
terminó el anuncio y les dijo que no iba a asistir, argumentando que no sería lo mismo sin él y
que realmente no le ocasionaba ninguna molestia. Evidentemente Remus se había negado,
pero había procurado ser menos combativo de lo que habría sido en cualquier otra ocasión
porque había aprendido que aunque James no lo mostrara, ser generoso con sus amigos era
una parte esencial de si mismo y cuando sus ofertas eran rechazadas tendía a tomárselo a
pecho. Le debía, de todas formas, por haberlo despertado una semana antes con gritos y
amenazas de asfixia, así que dijo:

-Puedes decir que no, si quieres, pero me gustaría darle tu número a James… ya sabes, por si
tengo otra crisis y no puedo contactarte yo mismo.-intentó poner su expresión más inocente,
usar su tono más neutral, y aún así Lily hizo una mueca de sorpresa mientras se ruborizaba.

Le había dado dos formas de negarse: diciendo que simplemente no quería que James tuviera
su número o argumentando que sus amigas podían proporcionárselo si era necesario; de
hecho Remus estaba casi seguro de que Peter sí que lo tenía, e incluso con todas esas
opciones, Lily sólo bajó la mirada, se encogió de hombros y dijo en una voz un poco
temblorosa:

-Claro, si es lo que necesitas.

Remus sonrió y fingió que no estaba satisfecho consigo mismo, Lily se ruborizó y fingió que
no tenía nada que ver con James.

Una hora después, Remus estaba llegando al campus con la luna brillando en el cielo
despejado y la brisa costera agradablemente refrescante. El calor seguía ahí, siempre estaba
ahí llenándole la frente de sudor y alborotando sus rizos, pero por esa noche parecía haberles
dado tregua y dejarse someter un poco por los vientos de julio.

Su disposición había mejorado después de hablar con Lily, imaginándose la mueca de


aflicción de James transformarse en felicidad absoluta cuando llegara al dormitorio y le diera
el número de la pelirroja. Además, había logrado agregar otros dos puntos a su lista:

6. Estar lejos de Narcissa.


7. Tener la sala de conciertos para su uso personal.

Esa última había sido esencial para una perspectiva menos lamentable de su estancia en la
Academia. En teoría, todos los alumnos tenían acceso a la sala, pero siempre que se
encontraba abierta estaba ocupada con clases y ensayos, así que, con un poco de suerte,
podría tocar a su antojo en una de las salas de música de más prestigio del país.

En eso iba pensando Remus mientras comía lo que quedaba de una rebanada de pastel de
chocolate que Lily le había regalado para animarlo, cuando llegó a la única entrada del
campus que permanecía abierta después de las 10. Saludó al guardia con un asentimiento de
cabeza, y cuando dobló la esquina que llevaba al sendero de los dormitorios se detuvo de
golpe.

Sirius estaba hablando con una mujer que era unos centímetros más bajita que él, con
abundante cabello castaño y que lo estaba tomando por los hombros. Su primer pensamiento
fue que acababa de encontrarlo con una cita y como consecuencia sintió algo desagradable
moverse por sus entrañas.

-…utilizarlo como una maldita reunión familiar porque saben que no quiero verlos.-gruñó
Sirius, suficientemente alto para ser escuchado por Remus.

-A Regulus le hará bien verte.-intervino la mujer con un chasquido de lengua.

-Si es que la arpía lo deja ir.

Remus tenía tres opciones: intentar desviarse del sendero y caminar hacia los dormitorios con
la esperanza de que no escucharan sus pisadas sobre el césped, rodearlos lo más
cautelosamente posible, o esperar en la esquina a que terminaran su conversación para poder
irse a dormir. Sopesó las tres con la cuchara de plástico aún en su boca , y la decisión fue
tomada por él cuando el plato de papel donde había llevado su pastel fue levantado de su
mano por una ráfaga de viento y cayendo estrepitosamente a un par de metros de ellos.

Ambos saltaron con pánico, mirando primero el utensilio y luego a Remus, la mujer con
curiosidad y Sirius con una mezcla de sorpresa y algo mucho más confuso.

-¡Lo siento!-dijo Remus de inmediato, acercándose a recoger el plato.-No estaba… yo sólo…


vengo del trabajo.

-Pensé que tu turno terminaba a la una.-dijo Sirius, entornando los ojos con suspicacia.

La mujer soltó un bufido divertido y extendió una mano en su dirección, como si lo


encontrara completamente encantador. Tenía un aire de elegancia y una belleza natural tan
evidente que Remus pudo entender por qué alguien como Sirius se sentiría atraído hacia ella.
Tomó su mano rogando que no hubiera restos de pastel en ella.

-Andromeda.-dijo, apretando sus dedos.-Tú debes ser Remus.

Remus abrió los ojos y subió las cejas al escucharla, ¿cómo era posible que adivinara su
identidad con esa interacción tan limitada y pobremente iluminada por los faroles de la
escuela? ¿Acaso significaba que Sirius le había hablado de él? ¿Qué podría haberle dicho y
por qué?

-Lo soy.-respondió con reserva.-No… No he tenido el gusto de escuchar de ti.

-Mi primo prefiere ser discreto cuando se trata de las personas que quiere.-dijo Andromeda
con media sonrisa, pellizcando una de las mejillas de Sirius hasta que él le dio un manotazo
indignado.

-¿Primo?-de pronto la idea de Sirius atraído hacia ella le pareció repulsiva y se riñó
mentalmente por haber saltado a conclusiones con tanta premura.
Remus intentó recordar lo que había leído en todos esos artículos sobre el mundo de la
música y la familia Black y su legado estúpidamente antiguo, pero no creía haber oído hablar
de ninguna Andromeda Black.

-Quizás sea mejor que te vayas.-dijo Sirius a su prima entre dientes, señalando la salida con
su barbilla.-Podría llegar alguien más.

Andromeda suspiró y asintió con la cabeza, una combinación de resignación y tristeza


asentándose sobre sus bellas facciones mientras se acercaba a abrazar a su primo.

-Sólo quería asegurarme de que regresaras a la escuela sano y salvo.-dijo, su voz amortiguada
por la tela de la chaqueta de Sirius.-Y de que Narcissa no te hubiera vuelto loco aún.

Sirius soltó una risa pequeña y silenciosa, pero tan llena de afecto que Remus se sintió
obligado a apartar la mirada para darles privacidad.

-Calculo unas dos semanas más de cordura.-dijo, devolviéndole el abrazo y ganándose una
carcajada compasiva.-Te escribiré.

-Ted te manda saludos y exige que le escribas también.-dijo Andromeda, dándole una
palmadita en la mejilla que él apartó con un gesto de falsa irritación arruinado por la sonrisa
que reprimía.

-Lo haré.

-Adiós, Remus.-se despidió la mujer, volteando hacia él con una sonrisa espléndida, esa que
había observado en ocasiones muy privilegiadas en el rostro de Sirius.-Fue un gusto
conocerte. Suerte con la presentación del final del verano.

-Adiós.-respondió él, el nerviosismo apretándole el pecho y ahogando su voz.-Muchas


gracias.

Andromeda caminó en dirección al exterior con toda la gracia y distinción de un Black pero
con un aire mucho más… libre; su chaqueta estrafalariamente colorida brillando bajo los
faroles y sus botas de tacón haciendo ruido sobre los adoquines. Mientras Sirius y Narcissa
llamaban la atención por su sobriedad y superioridad, Andromeda era todo fulgor y
escándalo, y parecía encajar con completa naturalidad en ello.

Remus volteó hacia Sirius a tiempo de verlo observar la partida de su prima con media
sonrisa llena de pesadumbre sobre su rostro que desapareció en el instante en el que reparó en
la atención de Remus, armándose de su usual frialdad. Comenzó a caminar sobre el sendero y
Remus lo siguió con un millar de dudas rondando su cabeza.

-No pretendía entrometerme.-dijo, metiendo las manos a sus bolsilllos.-Salí temprano del
restaurante.

Sirius disminuyó su velocidad lo suficiente para ser alcanzado por Remus, y se encogió de
hombros, enarcando una ceja.
-Te creería, pero si mi memoria no me falla, es la segunda vez que espías una de mis
conversaciones.-dijo Sirius con ese tono firme pero ligeramente ácido que poco a poco
Remus comenzaba a reconocer como humor.

-Oh, por favor, no eres suficientemente interesante para eso.-contestó Remus y cuando Sirius
volteó hacia él con una mueca insultada, le guiñó un ojo con una espontaneidad que no sentía
pero parecía adecuada en ese momento.

-¿Una prima secreta no te parece interesante?-dijo Sirius, volviendo su rostro al frente,


ligeramente afectado por el gesto.

-Al principio pensé que era tu cita, fue toda una experiencia descubrir que no lo era.

-Te haré saber que el incesto dejó de ser una práctica aceptada en la familia Black hace varias
décadas.-contestó Sirius con la misma acidez en su voz y un chasquido desaprobatorio.-Mis
padres son primos muy lejanos.

Remus soltó un resoplido divertido sin saber si estaba hablando en serio o no pero sin tener
las agallas para preguntar, y frunció un poco las cejas antes de decir:

-Estás de buen humor.

Sirius se encogió de hombros y peinó su cabello con una de sus manos.

-¿Por qué no lo estaría?

-Después de la tarde en la sala de recreación has estado un poco… distante.

Remus vio como se tensaba un músculo en la mandíbula de Sirius y de inmediato se


arrepintió de haberlo mencionado. Ya llevaba casi un mes en la Academia, conviviendo con
personas de su edad y aprendiendo sobre los limites de las interacciones sociales, pero
cuando se trataba de Sirius nunca sabía si debía aplicar las mismas convenciones que con el
resto de sus compañeros. Con los demás se sentía como tantear el terreno, meter la punta del
pie en la piscina para verificar si el agua estaba tibia o fría, pero con él era como agitar una
botella de soda y esperar a ver si explotaba o no.

Al menos Sirius era fiable y explotaba casi todas las veces.

-Había estado evitando una llamada de mi madre.-dijo entre dientes, deteniéndose sobre el
sendero.-Narcissa se aseguró de que no lo hiciera de nuevo.

-Oh.-contestó, sus cejas frunciéndose aún más.-Entiendo.

-Lo dudo.-masculló Sirius.

-¿Disculpa?

-Dudo que tu madre te acose con llamadas después de sacar un nueve en una tarea de
Composición porque estás poniendo en riesgo todo el legado de tu familia.-espetó Sirius,
mordiéndose el interior de la mejilla.-O que no puedas fumarte un maldito cigarro en público
porque estás proyectando una pésima imagen de la noble y ancestral Casa de los Black.

-Tienes razón, no lo entiendo porque no tengo un apellido antiguo e importante como tú y el


resto de los alumnos de la Academia, ¿cierto?.-contestó Remus con mucha más elocuencia de
la que esperaba.-Pero tampoco lo entiendo porque yo no trataría a las personas que me rodean
como basura sólo porque mi madre se preocupa por mis calificaciones.

-Por Dios, ni siquiera te atreves a decirle a tu madre que casi te mueres mientras duermes
pero quieres darme lecciones sobre como lidiar con la mía.-dijo Sirius con una risa
sarcástica.-Hilarante.

-Esta es mi única oportunidad de estudiar en una universidad de música, la única.-dijo


Remus, aprovechando su altura para alzarse sobre Sirius y mirarlo desde arriba, más cerca de
lo que había pretendido.-No me importa si no puedo dar tres pasos sin sentir como si mis
pulmones estuvieran quemándome desde dentro; no voy a dejar que un niño mimado que
podría estar en cualquier otra escuela tome mi lugar.

Sirius apretó las manos en dos puños y alzó el rostro para devolverle la mirada, la rabia
coloreando su piel de rojo, el gris de sus ojos apenas visible entre sus pestañas. Remus podía
sentir su respiración agitada rebotándole en la garganta y tuvo el impulso simultáneo de
empujarlo lejos y acercarse a él sólo para ver lo que ocurría después, hasta dónde le
permitiría llegar antes de alejarlo de un empujón o algo parecido.

-Llevas tres semanas aquí.-siseó Sirius en su mejor tono condescendiente, arqueando una
ceja.-Deja de fingir que tienes idea de lo que es estar en este mundo y concéntrate en intentar
aprender lo que nosotros llevamos años perfeccionando. Vas a necesitarlo.

Enarcó una ceja y esbozó una sonrisa cruel antes de darse media vuelta, haciéndole cosquillas
con las puntas de su cabello, y se alejó en dirección a los dormitorios, dejando a Remus con
una mezcla agotadoramente confusa de emociones y un pulso alterado que por primera vez
no se debió a la deficiencia en su salud, sino a algo mucho más complicado y atemorizante.

“8.” agregó mentalmente a su lista mientras veía su silueta hacerse más pequeña en la
distancia, “Estar MUY lejos de Sirius.”

Chapter End Notes

Hola a todes! Espero que les guste el capítulo <3 Hoy quiero agradecerles especialmente
a quienes recomiendan el fic y a quienes comentan, no tienen idea de lo que significa
para mí, de lo mucho que alegra mi día y me motiva para seguir escribiendo, los tqm.
También uería agradecerles a quienes me desearon buena suerte en la universidad (ya
este lunes empiezo omggg) y me dijeron que comprendían si quizás no actualizo todos
los sábados, igual espero sí poder hacerlo pero ya les avisaré en mi twitter: @grecusanne
(si ya me seguiste y no te he devuelto el follow solo dime y lo hago para que seamos
mutuals!)
Anyway, gracias por leer, les deseo una bonita semana y les mando un abrazo
XIII. burbujas
Chapter Summary

Remus intenta lidiar con la nueva dinámica que tiene con Sirius, responde una llamada
incómoda y recibe una proposición que lo deja completamente perplejo.

Chapter Notes
See the end of the chapter for notes

Aunque las diferencias entre Sirius y Remus parecían irremediables, ambos estaban de
acuerdo en algo: James Potter no tenía por qué verse involucrado en la extraña tensión que se
asentaba sobre ellos cuando se acercaban a menos de un metro y medio de distancia.

Remus seguía sin sacudirse la culpa de lo que lo había hecho pasar la noche de su crisis:
despertarlo a mitad de la noche, asustarlo al hacer que lo ayudara a pesar de que no tuviera
idea de cómo hacerlo, pidiéndole que no alertara a ninguna autoridad competente. Darle el
número de Lily había sido un buen primer paso para hacerse sentir mejor consigo mismo
respecto a James, porque James no tenía un solo hueso rencoroso en todo su cuerpo, así que
todo el asunto se trataba más de Remus y su propia angustia que de su compañero. No
obstante, cuando en el almuerzo del sábado James pidió silencio en la mesa golpeando su
vaso con un cuchillo de forma innecesariamente teatral e invitó a todos a beber algo esa
noche en un bar que estaba a unas calles de la zona comercial, ni Remus ni Sirius se
atrevieron a negarse a pesar de que lo último que querían era tener que pasar más tiempo
juntos del estrictamente necesario.

-Le escribiré a Lily para invitarla también.-había dicho James con una sonrisa de júbilo puro
que no parecía haberse borrado de su rostro desde que Remus le había dado su número y le
había aclarado que era con el consentimiento de ella.-Pueden venir cuando terminen su turno
en el restaurante.

Remus no había tenido el corazón para ver ese par de ojos de cachorrito animado y negarse,
así que intentó mostrarse alegre y accedió como si fuera la mejor idea que hubiera escuchado
jamás.

Su trato implícito con Sirius, sin embargo, también parecía haberse extendido al resto de sus
interacciones aunque James no estuviera cerca, manteniéndose perfectamente civiles con el
otro pero sin hacer el esfuerzo de tratarse con algo parecido a cordialidad como habían estado
haciendo unos días antes de la sala de recreación. Los dos habían visto lo mal que James la
había pasado los primeros días de su inestable relación, siempre buscando una conciliación
para la que ninguno estaba dispuesto a cooperar, así que, sin necesidad de decirlo, habían
decidido simplemente ser discretos con su desprecio mutuo el resto del tiempo.
Al terminar el almuerzo y el anuncio de James, Remus se encerró un rato en su habitación
para prepararse mentalmente para lo agotadora que sería la noche en el bar después del
trabajo, y había comenzado a quedarse dormido cuando sintió su celular vibrar en la otra
esquina de su cama.

Una mezcla de sentimientos se anidaron en su pecho al ver el nombre de su madre, pero


terminó por erguirse, recargar su espalda en la cabecera y contestar la llamada.

-Hola, ma.

-¡Remus!-exclamó ella con entusiasmo, enviando un pinchazo de culpa a través de su


cuerpo.-Mi amor, ¿cómo estás?

-Muy bien.-mintió, esbozando media sonrisa con la esperanza de que pudiera escucharse en
su voz.-¿Y ustedes?

-También, hijo.-dijo su padre.

-¿Has estado tomando tus medicamentos? ¿Has tenido algún problema?-preguntó su madre
en su usual tono consternado.-Si las caminatas al trabajo son demasiado largas podemos
enviarte algo más de dinero…

-Todo está bien, mamá.-dijo Remus, procurando mantenerse sereno. Sabía que su
preocupación era genuina y no pretendía irritarlo, pero no podía evitar que su cuerpo
escociera al escucharla.-Puedo manejar un empleo de medio tiempo.

-Oh… corazón no quise decir que no pudieras…-dijo su madre.-Es sólo que con tu condición
un turno de siete horas puede ser…

-Lo sé, devastador por mi insuficiencia pulmonar y falta de oxigenación.-interrumpió Remus


con un resoplido.-Soy capaz de reconocer los síntomas y parar si es necesario, pero no lo ha
sido.

-Remus…-intervino su padre en un tono de advertencia, uno que solía adoptar cuando no


sabía como dirigirse a su hijo, que era la mayor parte del tiempo.

El castaño cerró los ojos un momento, respiró hondo, o tan hondo como sus órganos le
permitían hacer sin toser, y se pasó una mano por el rostro, intentando tranquilizarse. Estaba
enfadado por tener que convivir con Sirius, y por perderse el concierto de la filarmónica y
porque aún estaba muy atrasado en clase de teoría musical, pero no era culpa de ellos y no
merecían tener que lidiar con su frustración.

-Lo siento-masculló.-Hablemos de otra cosa. ¿Tienen planes para hoy?

Pasaron un par de segundos en silencio y alguien soltó aire en un gesto de alivio del otro lado
de la línea.

-En la tarde iremos al lago con el grupo de la iglesia. McGonagall estará ahí, la saludaremos
de tu parte.-dijo su padre, mucho más animado de lo que estaba acostumbrado a escucharlo.
-Pensé que no les gustaba ir al lago.-dijo Remus, confundido.-Siempre decían que estaba
demasiado frío y que no había lugares secos para sentarse y que estaba demasiado lejos de
casa.

Remus recordaba perfectamente su niñez, a sus compañeros cuyos padres participaban en la


iglesia del pueblo, que era la gran mayoría, pasaban horas en la escuela conversando en
anticipación a las visitas al lago cuando hacía buen tiempo en el pueblo. Estaba en un claro,
rodeado de árboles y fauna silvestre pero inofensiva, y Remus sólo lo había visto desde el
asiento del auto al pasar a lo lejos, pero siempre había querido ir. Había rogado a sus padres
que acompañaran al grupo de la iglesia, pero siempre había sido recibido con los mismos
argumentos y el mismo rechazo; así que los lunes siguientes en la escuela lo único que podía
hacer era escuchar a los otros niños hablar de lo divertido que había sido y contando
anécdotas que no lo incluían y nunca lo harían.

-Oh… Eras muy pequeño y no sabíamos cómo explicártelo.-dijo su madre en un tono


culpable.-Habrías querido nadar y no podíamos dejarte. Tú… No… Tendrías que haberte
quedado en la orilla con el resto de los adultos y no queríamos que te sintieras mal, cielo.

Los labios de Remus se separaron y volvieron a juntarse cuando no supo cómo responder.
Tenía razón, claro, su madre casi siempre la tenía, pero nunca se había detenido a pensarlo;
de pequeño los había resentido en silencio, por esos viajes y cientos otros de momentos
donde se había sentido sobreprotegido, apartado, señalado. En retrospectiva, al Remus de
dieciocho años le parecía algo lógico, natural para alguien de su condición, pero había pasado
tanto tiempo reprimiendo esos recuerdos y el dolor que había sentido el Remus de nueve años
que ni siquiera se le había pasado por la cabeza.

Frotó una mano sobre su pecho y soltó un suspiro, dándose cuenta de otra cosa. Debajo de la
tela, sobre su torso, entre sus costillas, estaban decenas de cicatrices rosadas, algunas de las
cuáles ya le habrían infligido antes de esa época. Había aprendido a esconderlas poco a poco,
pues no podía hacer deportes ni actividades que ameritaran desnudarse frente a otros, así que
le había costado años reconocer las muecas de horror e incomodidad que otros le lanzaban al
verlas fugazmente cuando se quitaba un suéter y la tela subía más de lo debido. Pudo
imaginarse al Remus de cuarto grado, con su cabello alborotado, cuerpo cansado y sonrisa
aún incorruptible, quitándose la playera para nadar en el lago y siendo recibido con
exclamaciones ahogadas de aversión y miradas firmemente apartadas de él. Sus padres lo
habían protegido de eso, y él sólo había pensado por años lo agobiado que lo habían hecho
sentir.

-Gracias.-dijo finalmente, en voz baja, escuchando la exhalación pesada de su madre del otro
lado de la línea.-Tengo que irme, mamá.

-Está bien.-contestó ella, aflicción en su voz.-Te amamos, corazón.

-Yo a ustedes.-dijo Remus, visualizando sus rostros consternados a la perfección, grabados en


su mente como si nunca los hubiera visto de otra forma.-Diviértanse.

-Ten cuidado.-dijo su padre, en ese tono serio pero ligeramente inseguro que Remus había
heredado de él.
Y la línea se quedó en silencio.

~~~

Lily se había arreglado para la reunión en el bar. Era evidente a primera vista, su cabello rojo
recogido en media coleta, aretes dorados que colgaban sobre sus hombros, una blusa verde
que resaltaba el color de sus ojos y el maquillaje pulcramente aplicado.

Remus había fingido no notarlo, queriendo evitarle el sonrojo a su amiga a pesar de que
ambos sabían a qué se debía, conversando con ella como si ninguno de los dos estuviera
esperando el final del turno para caminar juntos hasta el bar, como si fuera un sábado normal.

Petunia no fue tan considerada. En cuanto la vio salir de la cocina a la hora de cerrar usando
brillo labial enarcó una ceja en su dirección y dijo entre dientes:

-No me digas que vas a salir de nuevo con los de la Academia.-pasó sus ojos de las botas
marrones que llevaba hasta la punta de su cabeza y soltó un bufido desdeñoso.-¿O acaso
tienes una cita?

-¿Qué importancia tiene?-respondió Lily, frunciendo el ceño y tocando uno de sus aretes en
un gesto ansioso.

El rostro de Petunia se configuró en una mueca de repulsión antes de espetar con una mezcla
ácida de resentimiento y envidia:

-¿Vas a tener una cita con uno de esos inútiles?-dijo, sacudiendo la cabeza con
desaprobación, volteando a ver a Remus.-¿Es con él?

-¡No!-dijo él de inmediato, nervioso por la sugerencia y luego nervioso por haberse negado
con tanta premura. En el mejor de los casos las dos pensarían que se debía a su lealtad a
James y en el peor que a Remus le asqueaba la idea de estar con Lily.

-No es una cita.-contestó Lily con firmeza, mirando a Remus fugazmente.-Y si lo fuera no
sería de tu incumbencia.

Petunia soltó una combinación de resoplido y carcajada burlona a la que Lily reaccionó
encogiéndose, como si le hubiera afectado físicamente.

-Estás a punto de empezar la universidad, debes comenzar a tener cuidado con las personas
que están a tu alrededor.-dijo la chica en un tono venenoso, encogiéndose de hombros con un
desinterés irritantemente bien fingido.-Sólo digo que cuides tu futuro.

-Cuando quiera tu opinión de mis amistades, te la pediré.-contestó Lily, ojos verdes


cristalinos y bien abiertos. Caminó hasta Remus, lo tomó del codo y dijo sobre el hombro:-
Tenemos que irnos ya, supongo que no tendrás problema con terminar de limpiar tú sola.

Pero Petunia nunca tuvo oportunidad de responder, porque Lily salió del restaurante
arrastrando a Remus detrás suyo con una firmeza y decisión que hasta ese momento
únicamente la había visto emplear con James.
-¿Estás bien?-se atrevió a preguntar él después de media cuadra de avanzar a trompicones
detrás de su amiga.

Lily se detuvo de golpe, como si apenas hubiera reparado en que Remus iba con ella, y su
rostro se transformó de la frustración y el enojo a la vergüenza en un solo segundo,
coloreando su rostro de distintos tonos de rojo, haciendo que el color azul de su maquillaje
pareciera brillar.

-Oh, lo siento.-masculló ella, limpiándose una lágrima que no había logrado resbalarse por su
mejilla aún.-No quise… Tenía que salir de ahí.

-No te disculpes.-contestó Remus, negando con la cabeza.-Eso fue… intenso.

-Petunia sólo… aún le duele no haber entrado a la Academia, sé que no lo dice en serio, que
no cree eso de mí ni de ustedes.-dijo Lily, mirando hacia arriba con una mueca contrariada.-
Pero no es justo.

Remus negó con la cabeza para mostrarle que estaba de acuerdo pero no se atrevió a hablar,
sintiéndose completamente fuera de lugar, como si estuviera invadiendo una parte de la vida
de Lily que no tenía permitido ver. Apartó los ojos, mordiéndose la lengua para no dejar que
el largo y poco amable discurso sobre Petunia que tenía dentro de su cabeza escapara de sus
labios.

-Las chicas, tú, incluso el montón de niños malcriados con los que te juntas…-comenzó,
aligerando su tono al final, esbozando media sonrisa exasperada.-Son gentiles, y divertidos, y
no soporto que su resentimiento la haga hablar de esa forma de ustedes.

Remus la empujó amistosamente con el hombro y sonrió en un intento de animarla, ambos


empezando a caminar de nuevo, a un paso mucho más adecuado para los pulmones del
castaño.

-Tú también eres genial, Evans.-dijo, mirándola con una ceja enarcada.-Todos en la
Academia hablan maravillas de ti, algunos probablemente con intenciones distintas, pero
igual, es verdad.

-Oh, basta.-contestó Lily, ruborizada de nuevo y devolviéndole el empujón.

-Petunia puede decir lo que quiera de nosotros, pero debo decir que he cuestionado su juicio
desde que conocí a su novio.-bromeó Remus, poniendo su mejor expresión de
consternación.-Alguien debería asegurarse de que no está saliendo con él en contra de su
voluntad.

Lily soltó una carcajada y luego sus ojos se llenaron de una mezcla de culpa y diversión.

-No puedo creer que salga con ese patán con complejo de superioridad.-dijo, poniendo los
ojos en blanco.-La primera vez que lo conocí le dije Verton por accidente y me contestó tan
ofendido como si acabara de patear a su perro, “Vernon Dudley, será mejor que recuerdes ese
nombre”.
Fue el turno de Remus de echar a reír, imaginando a Lily intentando mantenerse seria durante
ese intercambio y sintiendo su desagrado por el hombre crecer aún más.

-Mi punto es…-comenzó cuando se hubo calmado, apretando la mano de Lily en un gesto
amistoso.-Nos importa tu opinión, no la de tu hermana.

Ella suspiró y estrechó sus dedos, perdiendo un poco de su sonrisa.

-De acuerdo.-dijo, levantando la cabeza y pasándose las manos por el cabello en un intento de
peinar los mechones rojos que enmarcaban su rostro, despeinados en el trayecto.-Ahora
concentrémonos en llegar al bar, beber y hacerte perder en billar.

No fue hasta unos minutos después, cuando llegaron a la cuadra donde se encontraba el local,
que Remus reparó en que el bar al que se dirigían era el mismo donde había pasado aquella
tormenta con Sirius al inicio del verano.

Estaba a unas cuadras de la zona comercial, suficientemente alejado para no estar abarrotado
de turistas en un sábado como ese, tampoco estaba decorado con tema náutico que la mayoría
de los recintos de la ciudad solían adoptar para atraer clientes, sino que estaba claramente
diseñado para los habitantes locales, con su ambiente informal, el espacio pobremente
iluminado y la música que había sido elegida por alguien que probablemente rondaba los
cuarenta.

Al mirar el interior a través de la ventana, los recuerdos de esa primera noche se abalanzaron
contra él como una ola en el océano, abrumadora e incómoda: Sirius con su sonrisa
encantadora, tarros de cerveza seguidos de vasos de ron, canciones de los noventa de fondo,
chistes mal ejecutados recibidos por carcajadas estridentes, la sensación de pertenencia que
Remus había adorado y que le habían arrebatado unas horas después.

Intentó sacudirse la evocación de encima, pero luego entraron al bar y los encontraron a todos
en un reservado, apenas comenzando a beber y conversando en voces demasiado ruidosas,
destacando por ser el grupo más joven del lugar. Sirius se veía relajado, como esa tarde en la
sala de recreación, con un brazo rodeando a James y su otra mano sosteniendo su bebida:
algo color ámbar y sin burbujas, algún licor caro seguramente. No estaba en una de sus
camisas oscuras usuales, sino que llevaba una playera ligeramente roída y una chaqueta negra
que parecía haber sido diseñada a la medida para él. Mierda, pensó Remus, probablemente lo
estaba a juzgar por la forma en la que se ceñía alrededor de sus brazos.

Y luego la mirada de Sirius encontró la suya y vio, segundo a segundo, como se tensaban sus
labios, su postura se volvía más recta y su sonrisa más reservada. Remus sintió ganas de
sacudirlo y exigirle saber cuál era su maldito problema con él, pero sólo se acercó con Lily a
su costado y decidió concentrarse en la expresión de dicha en el rostro de James al verla.

El chico de lentes le ofreció el asiento junto a él de inmediato, empujando a Peter para que la
dejara pasar, pero Lily puso los ojos en blanco y esbozó una mueca de exasperación mal
fingida antes de sentarse junto a Mary. Los recibieron con dos bebidas de un sospechoso
color rosa que llamaron “el especial de la casa”, Remus lo probó con cautela y arrugó la nariz
al percibir el sabor a alcohol y fresas artificiales demasiado azucaradas.
-Debes tomarlo todo en un solo trago.-le indicó Dorcas, haciendo un gesto con la mano.-Es tu
primera vez aquí, es tradición.

Los ojos de Remus, inevitablemente, buscaron a los de Sirius y se encontraron con una
expresión de algo que rayaba la angustia. Ya había estado en ese lugar antes, con él, y no
tenía porque respetar su petición de mantenerlo en secreto cuando ambos habían dejado
bastante claro que lo que fuera que hubiera entre ellos no era una amistad. Remus no estaba
acostumbrado a poseer esa clase de poder sobre alguien más.

Sin embargo, Remus tampoco era el tipo de persona que iba por ahí incomodando a los
demás cuando podía evitarlo, y eso, desafortunadamente, incluía a Sirius Black, con todo y su
arrogancia hereditaria.

-Bien, pero alguien tendrá que asegurarse de que regrese a la Academia con todas las prendas
que estoy usando en este momento.-dijo en tono de advertencia, mirando al grupo con los
ojos entornados, antes de terminarse la bebida en un solo movimiento y golpear el vaso
contra la mesa.

Todos estallaron en una combinación de carcajadas y vitoreos, Remus sintiendo el alcohol


quemándole la garganta, una sonrisa estirando sus labios lentamente.

Beber siempre lo hacía sentir simultáneamente maravilloso y terrible, le daba la seguridad en


si mismo de hablar tan alto como quisiera, hacer bromas estúpidas, reír y acceder a cosas a
las que usualmente no accedería no por falta de ganas, sino por temor; pero esa desinhibición
a veces llegaba al otro extremo y terminaba recitando una decena de disculpas a la mañana
siguiente por actos humillantes. Además, sus pulmones solían resentirlo los días que le
seguían, protestando contra su forma de beber a través de mala oxigenación y extraños
dolores en el torso.

Sin embargo, esa noche a Remus no le interesaban las disculpas ni la vergüenza, así que se
robó la bebida de James cuando su amigo estaba demasiado concentrado mirando a Lily para
reparar en ello, y fingió inocencia cuando comenzó a preguntar por su vaso, riendo con Peter
a escondidas.

Dos cervezas y media después, Remus estaba sentado con Peter, Lily y Dorcas, observando al
resto jugar billar. Sus amigos abucheaban y aplaudían y gritaban de vez en cuando, pero el
alcohol lo había dejado en un extraño limbo entre irritado y despreocupado, así que, por más
que se esforzara, no podía despegar los ojos de Sirius. Tampoco es como si él estuviera
poniendo de su parte para no llamar la atención, pensó Remus, ofendido, con sus carcajadas
musicales y su chaqueta de cuero y sus miradas furtivas y la forma en la que se inclinaba para
empujar el taco entre sus dedos. Su risa era lo más fastidioso, pues se escuchaba como notas
de piano en una escala armónica, poética y completamente innecesaria. Nunca había notado
lo melódica que era porque nunca lo había escuchado reír tanto, y el sonido había comenzado
a hacer algo burbujear dentro de su estómago. O quizás sólo era la cerveza.

Mary regresó a la mesa después de una jugada estrepitosa y dejó que Dorcas tomara su lugar,
la chica brillando de felicidad mientras se acercaba a Marlene, quien la recibió con un abrazo
largo, cercano y sospechoso producto del alcohol que Remus para nada estaba analizando con
detenimiento.
-Pensé que dijiste que ibas a patearle el trasero a Remus en el billar.-dijo Mary, sentándose a
su lado, poniendo una mano sobre su rodilla.

-Esperaba que alguno de ustedes lo hiciera por mí.-contestó la pelirroja.-No he jugado en


todo el año, estoy oxidada.

-Seguro que James estaría encantado de ayudarte.-dijo Remus con media sonrisa, seguido de
una carcajada de Peter y Mary, y una mirada de incredulidad de Lily.

-Seguro que Lily estaría encantada también.-dijo Mary, subiendo las cejas sugestivamente, y
su amiga le lanzó una servilleta como respuesta.

-Vamos por un trago, lejos de aquí.-dijo Lily, fingiendo sentirse ofendida pero completamente
sonrojada, tomando la muñeca de Peter para llevarlo hacia la barra.

Remus y Mary volvieron a reír y se acomodaron en el reservado para seguir observando el


juego, ella sorbiendo de una bebida que alguien había dejado en la mesa y él con la nuca
recargada contra el respaldo, pies sobre el asiento de enfrente. Estaba acostumbrado a charlar
con ella cuando se formaban en la fila del comedor, así que el silencio no duró más que unos
segundos.

-Te apuesto una tarea de composición a que Marlene gana.-dijo Mary, soplando la envoltura
de una pajilla al otro lado del reservado.

-No lo sé… James está muy motivado.

-Marlene también, créeme.-dijo ella en un tono que lo hizo voltear a verla, pero Mary
mantuvo su mirada al frente, el fantasma de una sonrisa en sus labios.-Dorcas no tiene
oportunidad, es demasiado distraída, y Sirius siempre ha sido terrible en billar.

-Supongo que no había muchas mesas de billar en las mansiones que frecuentaba en la
preparatoria.-contestó Remus con esa voz que siempre parecía adoptar cuando hablaba de él.

-Yo le enseñé en primero.-contestó Mary, soplando otra envoltura.-Era aún peor que ahora.

Remus pasó la mirada de su amiga al chico de cabello negro y ojos atormentados un par de
veces, como si estuviera intentando resolver una ecuación especialmente complicada.

-No los imagino juntos.-mintió. Le era extremadamente fácil visualizarlos en esa mesa, con
los brazos de Sirius rodeándola, ambos hermosos y perfectos.-Tú eres tan divertida y él es
tan… Sirius.

Mary rió y giró su rostro hacia él, entornando los ojos por un momento antes de encogerse de
hombros e inclinarse en su dirección.

-Es guapo, pero tienes razón, no era lo que estaba buscando.-dijo, y de pronto Remus reparó
en que quizás estaba un poco más cerca de lo convencionalmente aceptable.-Primera y última
vez que intento algo con un chico como él.

-Oh.-dijo. Mary le puso una mano en el hombro.-Entiendo.


-Tú nunca nos has contado si tienes a alguien esperándote en casa.

El cerebro de Remus decidió dejar de funcionar en ese preciso momento. La última parte
consciente de si mismo se estaba desvaneciendo poco a poco gracias al alcohol, así que no se
le ocurría ni una respuesta coherente a las insinuaciones de Mary. Mary, que era la chica más
bonita y más deseada de la Academia, con un humor genuinamente gracioso y una
amabilidad que atrapaba a todos los chicos que se atrevían a hablarle después de pasarse
horas intentando averiguar la forma correcta de acercársele.

Excepto que Remus era gay, y nunca había tenido que rechazar a nadie como Mary y se
sentía completamente perdido.

En su estado habría sido bastante probable que simplemente anunciara su orientación sexual
en un balbuceo, pero cuando estaba a punto de intentar responder, James, Marlene, Dorcas y
Sirius se acercaron de vuelta a la mesa, interrumpiéndolos con sus risas, y Mary retrocedió un
poco, no con el pánico y estupor que Remus habría hecho, sino casualmente, soplando su
última envoltura en dirección a Dorcas.

-¿Quién ganó?-preguntó.

Marlene hizo una reverencia y Dorcas y James le aplaudieron, la primera señalando en su


dirección con una sonrisa de oreja a oreja.

Sirius se había quedado un poco atrás, y estaba mirando a Remus con el ceño ligeramente
fruncido, una de sus manos dentro del bolsillo de su pantalón. El burbujeo en su pecho que
había estado ignorando empeoró de golpe. Bien, quizás no era la cerveza.

-Merecida victoria.-dijo Remus, obligándose a despegar su mirada de Sirius, y Mary lo codeó


antes de acomodarse en su asiento para hacer espacio para los demás, acercándose más al
castaño.

-Me debes una tarea de composición.-dijo ella, señalándolo con el dedo, y Remus subió las
manos en un gesto de rendición, haciéndola reír.

Dorcas y Marlene se sentaron juntas, James decidió quedarse parado para ofrecer su asiento a
Lily cuando llegara (y a Peter también, evidentemente, había dicho él en un tono solemne),
pero Sirius vaciló frente al reservado, sus ojos decididamente en Remus, y Remus
decididamente ignorándolo porque temía que el burbujeo se convirtiera en algo peor.

-Ya vuelvo.-dijo Sirius en un carraspeo, sacando la cajetilla de su bolsillo, fulminándolo una


última vez con la mirada antes de caminar en dirección a la salida.

Remus lo observó irse, cerró los ojos un momento y se obligó a exterminar la sensación que
le estaba invadiendo el pecho, a olvidarse de risas armoniosas y miradas grises y chaquetas
ceñidas. Algo estaba pasando con él, algo terrible y atemorizante y algo con lo que no quería
lidiar nunca, si era posible.

Abrió los ojos, pidió otra cerveza e intentó no pensar en el olor a humo y la brisa salada del
exterior sacudiendo mechones negros.
Chapter End Notes

Muchas gracias por leer como siempre! Espero que les haya gustado, como que ya
estamos viendo que los sentimientos de alguien se vuelven más difíciles de contener...
Muchísimas gracias a todxs lxs que comentan, dan kudos y recomiendan.
Quería avisarles que tal vez ahora con la universidad tenga que actualizar una vez cada
dos semanas en lugar de cada sábado, no es nada seguro, de todas formas yo les avisaría
en mi twitter @grecusanne, pero espero que no dejen de leer si es que pasa :( Les deseo
una muy bonita semana a todxs, lxs tqm
XIV. telepatía
Chapter Summary

Los amigos de Remus parecen adivinar cada uno de sus pensamientos y eso no le sienta
nada bien.

Chapter Notes
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Ya habían pasado tres días desde esa noche en el bar, y los pulmones de Remus no habían
vuelto a ser los mismos aún. Era como si estuvieran castigándolo por su irresponsabilidad y
su incapacidad de lidiar con emociones que no le eran fácil comprender. Sus jadeos
ocasionales habían aumentado en cantidad e intensidad, subir y bajar las escaleras del edificio
de dormitorios era una tarea agotadora, y por la noche, al intentar dormir, sentía el aire
recorrerle la traquea lentamente y empujar partes de su torso que no debían moverse al
respirar.

Como si eso no fuera suficientemente cansado, el burbujeo también se había negado a


desaparecer, revolviéndole el estómago de una forma que no era del todo desagradable pero
que era definitivamente inoportuno, porque podía sentir su interior agitándose cada vez que
pensaba en tormentas y cigarros.

Tampoco había podido dejar de pensar en lo que había descubierto durante la llamada con sus
padres, su ignorancia respecto a un detalle que parecía tan obvio en retrospectiva lo había
hecho cuestionarse el resto de su infancia, su percepción de sus padres y la autocompasión de
la que había dependido por mucho tiempo, ¿qué otras cosas habían sacrificado por él?, sabía
que habían renunciado a dinero, a tiempo, a tranquilidad, pero nunca se había puesto a pensar
en esas pequeñas acciones que habían sido tan importantes para él y que habrían mejorado la
vida de sus padres de no haber tenido que adaptarse a su hijo enfermo. Nunca se había
sentido tanto como una carga en ese momento.

Lo único que había salido mejor de lo que esperaba era el tema de Mary. Había temido que
las cosas se volvieran incómodas entre ellos, que el incidente en el bar hubiera creado alguna
tensión insuperable, o que quizás su amiga intentara insinuar algo más entre ellos de nuevo,
pero, al parecer, se había sobrestimado a si mismo. Mary lo había tratado con completa
normalidad, como si no recordara su interacción o como si no le importara; la última parecía
más probable, después de todo estaba acostumbrada a la atención de otros chicos, a coquetear
simplemente por diversión. Descubrir que no tenía que preocuparse por perder esa amistad lo
ayudó a sentirse un poco mejor.

Sin embargo, como si el universo tuviera que compensar su buena suerte, durante el fin de
semana habían colgado posters por toda la escuela sobre el viaje para ver la orquesta, las
tareas de teoría musical se volvían cada vez más difíciles y James había comenzado a roncar
unas noches antes. Así que, razonablemente, el temperamento de Remus se había visto algo
afectado.

Ni siquiera había reparado en ello hasta el almuerzo del miércoles, cuando estaba escuchando
la conversación de sus amigos sin esforzarse en participar ni ponerles mucha atención, pero
por su mente pasó el pensamiento de que si alguien le pagara por escuchar a James
pronunciar el nombre de Lily, sería tan rico y mimado como el resto de la mesa.

Al escuchar su propia voz dentro de su cabeza se irguió en la mesa bruscamente y volteó a


ver a su amigo como si pudiera percibir su arrepentimiento, seguro de que tenía la disculpa
pintada por toda la cara. Él estaba feliz por James, le alegraba que estuviera feliz, se había
esforzado por acercarlo a Lily, por hacerle ver a su amiga que James no era un niño rico y
malcriado, sino que tenía un gran corazón y un sentido de generosidad genuino. No tenía por
qué reaccionar de forma tan violenta a algo tan bueno.

Bien, quizás no era de tan buen temperamento como había querido creer, pero de ninguna
forma iba a convertirse en la clase de persona que le deseaba mal a sus amigos sólo porque él
se sentía terrible, decidió Remus mientras comía un pedazo zanahoria y comenzaba a
escuchar la charla con más atención.

Estaban discutiendo sobre la época que les asignarían para la presentación del final del
verano, pues siempre dictaban una pieza para la orquesta completa y permitían que los
alumnos de tercero eligieran la canción que desearan tocar individualmente. El año pasado
había sido música del barroco, así que todos esperaban que fuera algo del clasicismo, pero
Marlene discutía con Peter sobre cómo cuatro años antes habían hecho clasicismo así que era
poco probable que lo repitieran tan pronto.

-Lo sabremos pronto.-intervino Mary con una mueca de aburrimiento.-¿Podemos hablar de


otra cosa?

Remus, que tenía dificultades para reconocer los movimientos musicales al ser tan terrible en
historia de la música como lo era con el resto de la teoría, asintió efusivamente, metiéndose
otra zanahoria a la boca.

-Has estado muy callado, Remus.-dijo Mary, al notar su entusiasmo frente al cambio de
tema.-¿Qué está pasando ahí dentro?

Señaló su cabeza y sonrió a medias, enarcando las cejas cuando se tomó un momento en
responder.

-Pensaba en lo bien que voy a dormir cuando se vayan de viaje.-dijo él, en su mejor tono de
seriedad.-Temo que James es abducido por alienígenas cada noche e intercambiado por un
rinoceronte.

-No es mi culpa que seas de sueño ligero.-contestó James, que estaba sentado a su lado,
metiendo una uva dentro de su playera como venganza, haciéndolo retorcerse.-Sirius nunca
tuvo problemas conmigo.
El mencionado soltó un bufido divertido, sorbiendo de su jugo con una ceja levantada antes
de decir:

-Contemplé tomar pastillas para dormir por un tiempo. También contemplé asfixiarte con la
almohada.

La mesa rió colectivamente y James sacudió la cabeza como si estuviera decepcionado de


todos.

-Volviendo al tema del viaje…-dijo Marlene, mirando a Sirius.-¿No está una de tus primas en
esa filarmónica?

Remus casi sintió al chico tensarse, se había vuelto bueno notando esos pequeños gestos que
escondían su incomodidad detrás del exterior compuesto que presentaba, el cual seguramente
había aprendido a adoptar desde niño, cuando era fotografiado a laso de su madre para
portadas de revistas de música y de chismes sobre gente rica. Quizás era extraño, pensó, que
pudiera ver a través de eso con tanta facilidad, que lo hubiera observado con suficiente
atención para aprenderlo.

-Bellatrix.-dijo, los labios ligeramente fruncidos.-Toca el contrabajo.

La mente de Remus buscó entre sus recuerdos hasta que pudo visualizar a la mujer de la que
hablaba, con sus rizos negros y piel pálida, mirada decidida y el porte característico de los
Black. Después, su mente se acordó de Andromeda y no pudo evitar analizar sus semejanzas.
Por la mueca de Sirius, deducía que el parecido se acababa con su físico.

Que bizarro sería, pensó Remus, mirando el delgado pulgar que estaba presionado contra la
boca de Sirius en un gesto de incomodidad, poder asistir a cualquier concierto de una
orquesta importante y encontrarte a alguien con quien habías compartido una infancia, o por
lo menos un apellido. Las posibilidades serían infinitas, pero detuvo el hilo del pensamiento
ahí; no quería seguir imaginándose lo genial que sería la experiencia de sus amigos cuando
no estaría ahí con ellos.

Al intentar desviar sus reflexiones comenzó a ver las manos de Sirius, sus dedos eran largos
pero no tenían la delicadeza de los pianistas, era evidente por las marcas en su mano
izquierda y la firmeza de la derecha que había crecido tocando el chelo. De pronto estaba
recordando esos dedos alrededor del taco de billar y sosteniendo un vaso de ron, y la
memoria se convirtió en imaginación cuando los vio tomándolo de la muñeca y enterrados en
su cabello y…

-Tengo que irme.-dijo Remus, levantándose abruptamente, sintiéndose traicionado por su


propia mente.-Nos vemos en la cena.

Sus amigos le lanzaron miradas de desconcierto, pero lo conocían suficientemente bien para
no interrogarlo, así que lo dejaron ir con un par de palabras de despedida.

Lo único que realmente podía hacer para someter el burbujeo en su estómago y esos
pensamientos que se entrometían en su propia cabeza era estudiar, tenía varias tareas de
teoría atrasadas y quería adelantar la de composición de la próxima semana, así que caminó
hasta la biblioteca, pensando decididamente en cualquier otra cosa que no fueran los
estúpidos dedos de Sirius Black.

Suspiró con pesadumbre, encendió su computadora e intentó concentrarse. Usualmente la


biblioteca era su lugar favorito para trabajar, casi siempre estaba vacía y poco a poco se había
ganado la confianza del bibliotecario quien ya no se molestaba en asegurarse de que regresara
los libros a su lugar ni lo regañaba cuando olvidaba silenciar su celular; pero en ese momento
la falta de ruido y distracciones estaba resultando ser un gran inconveniente.

Logró hacer la parte mas aburrida de la tarea, el resumen de una lectura sobre el papel de la
ciencia en la evolución de la música, pero cuando intentó escribir el ensayo sobre filosofía
del arte que tenía que entregar ese viernes su mente quedó completamente en blanco.

Estaba a punto de rendirse y esperar a que le llegara algún tipo de inspiración mágica antes de
irse al trabajo el día siguiente, cuando la puerta de la sala se abrió y por ella entró alguien que
nunca había visto en ese lugar.

Peter caminó hacia él con una mueca de curiosidad, el cabello rubio ligeramente revuelto y
ese andar característico de alguien que es consciente de cada centímetro de su cuerpo.

-¿James te envió?-preguntó Remus mientras su amigo se sentaba, apartando su cuaderno de


apuntes.

-Supuse que estarías aquí haciendo tarea.-dijo Peter, encogiéndose de hombros.-Yo también
tengo tarea.

-¿Supusiste?

-Sueles ponerte a estudiar cuando estas evitando algo.-contestó su amigo con media sonrisa.-
O bueno, siempre estás estudiando, pero lo haces más seguido cuando necesitas distraerte.

Remus no esperaba que aquel fuera el día en el que Peter Pettigrew lo haría quedarse mudo,
pero no supo cómo responder, ¿debía negarlo? No le veía mucho sentido, no era algo
incriminatorio, no era como si supiera exactamente qué necesitaba evitar, pero
definitivamente se sentía como si lo supiera.

-No tienes qué decirme de qué te estás escondiendo.-siguió Peter, de inmediato, y Remus
sintió un escalofrío recorrerle la espalda.-Sólo vengo a hacer tarea.

Remus asintió con la cabeza y lo miró con los ojos bien abiertos, temiendo que de un
momento a otro fuera a decirle su número de seguridad social o el color de su ropa interior,
pero el rubio simplemente le sonrió y sacó su propia computadora.

Trabajaron unos minutos en silencio, Remus intentando averiguar cómo redactar un ensayo
sobre un tema que apenas conocía, y Peter leyendo algo con una mueca de concentración que
le marcaba un hoyuelo en una de sus mejillas.

Pudo sentir la mirada de su amigo posándose en él un par de veces, y tuvo la sensación de


que podía ver a través de su expresión inmutable y su ceño fruncido; Peter, descubrió Remus,
no era tan ruidoso y extrovertido como James, ni pasaba todo su tiempo concentrado en la
imagen que estaba proyectando como Sirius, ni estaba encerrado en sus propias dudas como
Remus, y eso le permitía observar a los demás y saber cosas que nadie esperaría que supiera.

-No te gusta ni un poco la teoría, ¿verdad?-preguntó el rubio, con un tono que dejaba ver que
llevaba tiempo debatiéndose si hablar o no.

Remus soltó aire lentamente, aguantando las ganas de toser que lo habían atacado de vez en
cuando desde las bebidas en el bar, y subió la mirada de su computadora.

-La odio.-contestó.-Usualmente la música es el único lugar donde me siento… normal, pero


estudiar su historia y sus reglas es… no sé, ¿paradójico?

Peter bufó, divertido y ladeó la cabeza.

-¿Quién dice paradójico?

El castaño puso los ojos en blanco y lo pateó sin mucha fuerza debajo de la mesa.

-Los niños que pasan años leyendo novelas en una cama de hospital.

Remus sabía que incomodaba a los demás cuando hablaba con tanta ligereza de su
enfermedad y su triste infancia, si era honesto a veces disfrutaba de ver sus expresiones de
pánico al no saber cómo responder, pero Peter se mantuvo impávido, media sonrisa aún en su
rostro.

-Adoro la teoría.-dijo él, estirándose en su silla.-Me gusta la música. No, amo la música; pero
no tengo la facilidad de Sirius y James, ni tu talento de nacimiento. No la siento como
ustedes la sienten, la escucho, la adoro, pero no la entiendo.

-Para mí es como…-comenzó a explicar Remus con los labios ligeramente apretados.-Como


si me quisieras enseñar teoría sobre caminar, como si intentaras explicarme la física y la
biología y la evolución que están detrás de mis piernas llevándome de un lugar a otro;
simplemente lo hago y ya.

-Es lo que me pasa cuando toco, supongo.-respondió Peter.-Puedo memorizar la partitura y


las notas en el instrumento, pero cuando las interpreto me cuesta mucho trabajo recordar todo
y tocar al mismo tiempo.

Remus intentó imaginarse una vida donde no sintiera esa conexión tan natural y fácil con la
música, donde sus manos no supieran exactamente cómo moverse para producir la melodía
que tenía en su cabeza, donde esa parte tan fundamental de si mismo estuviera vacía. La
especulación por si misma logró que se sintiera incómodo.

-Podría… ayudarte con la materia de teoría.-ofreció Peter en un tono cauteloso.-Y tu podrías


enseñarme a… hacer lo que tenga que hacer para mejorar con lo mío.

Honestamente no estaba seguro de que su forma de percibir la música pudiera ser enseñada,
le parecía similar a intentar enseñar a cantar a alguien que no tenía boca, pero miró a su
amigo, con los ojos azules y llenos de añoranza, y decidió que necesitaba toda la ayuda que
pudiera obtener, así que se aclaró la garganta y dijo:

-Sería un honor, Pettigrew.

Cuando Remus regresó esa noche a los dormitorios, su mal humor se había mitigado gracias
a Peter. Habían logrado terminar su ensayo y le había comenzado a explicar el tema de la
siguiente tarea, así que no se sentía tan perdido como usualmente se sentía cuando se trataba
de ese tema, y el tener ayuda de alguien más había hecho que el peso que llevaba arrastrando
se volviera más ligero, como si no hubiera reparado que estaba encadenado del tobillo a una
roca hasta que su amigo había llegado a cargar con parte de su peso. Estaba muy agradecido,
y no sabía como expresarlo.

Pero luego entró a su cuarto, esperando encontrar a James en su escritorio, quizás hablando
con su madre, y lo que vio fue al chico de lentes sentado en el suelo, y a Sirius en la cama de
Remus, usando la playera oscura y ligeramente roída que había usado para la noche en el bar,
la que se ceñía a sus brazos y colgaba de su cuello de una forma irritantemente cautivadora.

La reacción de su cuerpo fue hacer burbujear su estómago de nuevo, algo le hizo cosquillas
en el pecho y sintió como sus mejillas comenzaban a arder. Quiso salir corriendo u obligar a
su cuerpo a volver a la normalidad, y se riñó mentalmente porque no estaba pasando
absolutamente nada, sólo era un chico odioso y complicado recostado en su cama, nada de
eso ameritaba las nauseas que estaba sintiendo.

Sirius cambió su expresión, que por un segundo le había parecido de tristeza o frustración, a
una neutral, levantándose del colchón con cuidado, mirando a Remus como si estuviera
esperando a que le gritara, o como si él fuera a gritarle.

-Puedo volver luego.-murmuró Remus, percibiendo una carga extraña en el ambiente,


sintiéndose un intruso en su propio dormitorio.

-No.-dijo Sirius, acomodándose la playera y peinando su cabello detrás de una oreja.-Es


tarde, ya me iba.

Caminó junto a Remus para salir al pasillo, pero el espacio era reducido y pasó mucho más
cerca de lo que estaba esperando, pudo oler el humo de cigarro en su ropa, el jabón de
mandarina con el que se duchaba. Aguantó la respiración por un instante y sus pulmones se
quejaron de inmediato, haciéndolo toser.

Sirius se detuvo y volteó a verlo con lo que parecía preocupación genuina, cejas levantadas y
labios separados.

-¿Estás bien?-preguntó James.

Remus tosió una vez más y se esforzó por respirar hondo y lento, dejando que el aire
expandiera su abdomen.

-Estoy bien.
Los tres se quedaron quietos, los dos chicos de cabello oscuro mirándolo como si estuvieran
esperando que se derrumbara frente a sus ojos, esperando un movimiento en falso para
lanzarse en su auxilio. Pero Remus respiró, ignoró el aroma a tizne y cítricos con toda su
voluntad y esbozó media sonrisa para tranquilizarlos.

-Buenas noches.-dijo Sirius, pero tardó unos segundos en moverse.

Cuando salió de la habitación y cerró la puerta tras de sí, el cosquilleo en su pecho se disipó y
las burbujas desaparecieron. Soltó un suspiro de alivio sin darse cuenta y recargó su nuca
contra la pared.

James seguía observándolo, pero combinado con la consternación detrás de sus gafas estaba
algo más, algo inteligible que lo hacía sentir visto de una forma que no estaba seguro de
querer ser visto.

-No fue nada, de verdad.-dijo Remus, acercándose al armario para comenzar a prepararse
para dormir.-Beber tanto el sábado no me sentó muy bien, pero puedes estar tranquilo.

-No sabía que no puedes beber.-contestó James, frunciendo el ceño.-¿Por qué no nos dijiste?

-Sí puedo tomar alcohol.-dijo el castaño, poniendo los ojos en blanco.-Es sólo que si lo hago
con… menos cuidado de lo adecuado, mi cuerpo lo resiente unos días.

-La próxima vez que salgamos tienes que ser más responsable.-dijo James, sacudiendo la
cabeza.

En otro momento, quizás unas semanas antes, el comentario habría hecho que Remus se
enojara tanto que quizás le dejaría de hablar, le gritaría por meterse en su vida cuando era
perfectamente capaz de cuidarse solo, o haría algo terrible para alejarlo y obligarlo a que se
concentrara en sus propios asuntos, pero estaba aprendiendo poco a poco que James era así
con todas las personas en su vida, que no pretendía controlarlo ni abrumarlo con su atención,
simplemente se comportaba así con las personas que quería. Y James, inexplicablemente, lo
quería.

-Está bien, madre.-bromeó Remus, ganándose un proyectil en forma de almohada contra su


cabeza.

-Idiota.

-Imbécil.

Rieron juntos y James lo observó un momento más, tenía el labio inferior entre sus dientes en
una mueca de concentración.

-Me recuerdas a Sirius, ¿sabes?

La cabeza de Remus volteó en un movimiento casi violento, su sonrisa había desaparecido.

-No hagas esa cara, no es algo malo.-contestó James con una risita.
-¿Entonces?

-Él era como tú cuando estaba en primero.-le contó.-Siempre esforzándose por mantenernos
lejos, por probar que podía hacer todo por si mismo, que no nos necesitaba.

Remus enarcó una ceja. Era como si el universo hubiera conspirado para que todos decidieran
que aquel era el día donde lo descifraban por completo y exponían cada una de las cosas que
lo hacían sentir vulnerable.

-No parece muy diferente ahora.-respondió de brazos cruzados.

-Ahora nos tiene a nosotros, y lo sabe.-contestó James, encogiéndose de hombros.-Tú


también nos tienes, sólo que no sé si lo crees por completo aún.

Por segunda vez en el día se había quedado mudo. Tenía los labios abiertos, pero nada
parecía querer salir de ellos. De nuevo sintió cómo se ruborizaba, sólo que en ese momento
se debía a algo muy distinto, a algo aún más frágil y complejo.

-Descansa, Lupin.-y le sonrió como si no acabara de revelarle una verdad que iba a
mantenerlo despierto toda la noche.

Apagó la luz, dejándolo con una mano sobre el pecho, sintiendo su corazón golpearlo con
vehemencia, y sus ojos vagando por la oscuridad.

Chapter End Notes

Capítulo cortito porque ya estoy en la uni oficialmente y no tuve taaanto tiempo pero
tampoco quise dejarlos sin fic.
No sé qué piensen ustedes pero me gusta explorar a Remus en sus relaciones aparte de
Sirius jeje, espero que les guste!
Gracias por leer, comentar, dejar kudos y recomendar el fic, lxs tqm y les deseo una
semana llena de cosas chingonas.
XV. Wol's
Chapter Summary

Remus decide agradecerle a James, le cuenta algo personal a Lily y es sorprendido por
alguien en el trabajo.

Chapter Notes

nota importante al final

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Remus creía conocer lo que significaba la palabra alegría hasta que le dijo a James que iba a
permitirle que lo acompañara al trabajo y que cenara ahí con el único motivo de ver a Lily,
pero nunca había visto una expresión de júbilo tan pura y genuina como aquel jueves después
del almuerzo, cuando todos estaban sentados bajo la sombra de un enorme árbol en el
campus.

Se había quedado toda la noche pensando en las palabras de su amigo, “Tú también nos
tienes, sólo que no sé si lo crees por completo aún”. Él tampoco sabía si lo creía, pero
añoraba creerlo, ese deseo del inicio del verano seguía ahí, de pertenecer a ese lugar, de tener
personas que lo entendieran y lo apoyaran y lo hicieran reír. Quizás no tenía las palabras para
decirlo aún, pero quería hacerle saber a James que también lo tenía a él, y no se le ocurrió qué
otra cosa ofrecerle a un chico que ya lo tenía todo.

Claro que antes de hacer la propuesta le había enviado un mensaje a Lily para asegurarse de
no estar sobrepasando algún límite:

R: Hay algún problema con que vayan James y Peter a cenar a Wol’s?

L: Ninguno :) Los esperamos

Había tardado más en responder de lo que se tomaba usualmente, y la carita feliz era bastante
sospechosa, pero Remus sabía que si Lily no estaba de acuerdo con algo se lo haría saber, así
que en cuanto había tenido la aprobación de su amiga, se lo había dicho a James.

-Pensé que no te gustaba mezclar trabajo y amistades, Remus.-bromeó Peter mientras James
se encargaba de anunciarle a los alumnos que pasaban cerca del árbol que iba a ir a cenar con
el amor de su vida, lo cual estaba muy lejos de la realidad, pues ellos estarían cenando
mientras Lily trabajaba en la cocina, pero no pensaba corregirlo en ese momento.
-Decidí hacer una excepción.-contestó, encogiéndose de hombros.

El resto de sus amigos estaban riendo, divertidos con el estado de éxtasis de James, pero
Sirius, como hacía cada vez más seguido, lo estaba mirando a él. Remus fingía que no había
reparado en ello y Sirius fingía no saber que Remus había reparado en ello. Era un acuerdo
un tanto extraño, pero ninguno parecía dispuesto a hablar de él.

Remus pasó fugazmente sus ojos sobre su rostro hasta detenerse en Marlene, que estaba
sentada junto a él, y por su visión periférica vio que estaba esbozando una sonrisa a medias,
su rostro escondido detrás de la mano en la que había recargado su barbilla.

Había tardado unos días, pero finalmente se había resignado a las extrañas reacciones de su
cuerpo cuando tenía a Sirius cerca, había comenzado a intentar ignorar su pecho
cosquilleando y su estómago agitándose y sus mejillas calentándose, porque si las ignoraba y
fingía que no sentía absolutamente nada, no tenía que pensar en su origen ni en su
significado. No era una solución sostenible, pero lidiaría con ello cuando fuera inevitable.

-Con tu ayuda, tal vez Peter deje de ser el único del grupo que no está soltero.-dijo Mary,
junto a él, inclinándose para robar una fresa del recipiente en su regazo.-Nadie había podido
hacer ni que Lily le dirigiera la palabra.

-Sólo lo estoy llevando a cenar a mi trabajo.-contestó Remus, levantando las manos en señal
de inocencia, y el grupo lo abucheó.-Lo que pase o no pase después no es asunto mío.

Mary puso los ojos en blanco y e intentó robarle otra fresa, pero Remus alejó la bolsa de su
alcance y la chica lo golpeó suavemente en el brazo mientras reía, así que él se rindió y ella
aprovechó para tomar el empaque entero.

Sirius estaba observándolos, tenía una mano jugando con su cajetilla de cigarros y una
expresión muy parecida a la noche del bar, pero Remus definitivamente no estaba intentando
descifrar lo que significaba ni estaba sintiendo que algo se agitaba dentro de su pecho. Quizás
había reparado en esas extrañas miradas desde esa noche, y quizás había pasado horas
analizándolas, pero había llegado a la conclusión de que lo más probable era que a Sirius no
le gustara ver al chico nuevo que amenazaba su legado cerca de alguien con quien había
salido, y por alguna razón esa respuesta perfectamente lógica le causaba disgusto, así que
simplemente había decidido no pensar en ello.

Parecía que últimamente Remus estaba evitando pensar en muchas cosas, y casi todas tenían
que ver con Sirius Black.

~~~

Horas después, al llegar al restaurante, Remus estaba considerando arrastrar a James de


regreso a la Academia. Había recorrido el camino casi trotando y Peter y Remus habían
tenido que intentar mantener su ritmo, así que sus pulmones ardían y sentía como si tuviera
algo muy frío atorado en la garganta. Viéndolo hablar aceleradamente y arreglarse la ropa
cada pocos minutos, no estaba muy seguro de si iba a poder comportarse frente a Lily.
Por un momento deseó que Sirius los hubiera acompañado, pues quizás él habría podido
calmarlo cuando comenzara a exaltarse demasiado, pero se había quedado practicando con
Narcissa en uno de los salones del edificio de interpretación, así que no estaba ahí. También
habían pensado en invitar a las chicas, pero sabían que eso sólo añadiría más presión a la
situación y quizás haría que Lily quisiera mantener algún tipo de fachada frente a ellas, así
que habían decidido que Peter podía acompañarlo para actuar como el amigo responsable, así
que sólo estaban ellos dos para asegurarse de que no abrumara a Lily con su excesivo
entusiasmo.

No obstante, una vez que estuvieron parados frente a la entrada del restaurante, James se
serenó, (o dejó de saltar y exclamar cosas a desconocidos, que en su caso era casi lo mismo),
intentó peinarse los mechones de cabello oscuro sin mucho éxito, y se arregló la camisa
abotonada que había elegido para la ocasión (Remus nunca lo había visto en nada que no
fuera ropa deportiva o las playeras ordinarias que usaba la gente rica, así que era todo un
acontecimiento).

En cuanto pusieron un pie dentro, Petunia se apresuró a recibirlos con una mueca de
desprecio que le parecía incluso más intimidante que la que Sirius solía reservar para él.

-No tenemos espacio en este momento.-dijo de inmediato, intentando bloquear el camino de


James con su cuerpo.-Disculpen.

-Lily me dijo que reservaría una mesa para ellos.-contestó Remus, enarcando una ceja,
mirando detrás de la chica.-Debe ser la que está vacía en el fondo.

-En el registro sólo hay una reservación para Fleamont P.-dijo Petunia con los ojos
entornados.

-Ese sería yo.-contestó James con su sonrisa de oreja a oreja, reparando en que Lily había
recordado su segundo nombre, por el que casi nadie lo llamaba.

Petunia hizo una mueca de disgusto y comenzó a decir algo, pero en el tiempo que llevaba
trabajando ahí Remus había aprendido que era mejor no darle la oportunidad de decir algo
desagradable , así que tomó a sus amigos del codo y los llevó hasta su mesa apresuradamente
después de murmurar un par de disculpas.

Los dejó ahí mientras iba a buscar su mandil y a saludar a Lily, a quien encontró midiendo las
cantidades para alguna salsa sobre un recipiente de metal, con una expresión de suma
concentración, y, para sorpresa de nadie, mucho más arreglada que de costumbre. Llevaba el
cabello recogido en una trenza, pendientes verdes y un maquillaje sutil pero intencional.
Remus tuvo que reprimir el impulso de hacerle un chiste cariñoso sobre James, pues no creía
que su amiga lo encontraría gracioso.

-¡Remus!-lo saludó cuando lo vio entrar por la puerta.-¿Ya son las cuatro?

Él asintió y se acercó a saludarla con un abrazo, intentando no detener su mirada en el


atuendo que llevaba, más cuidado que lo que solía usar en el trabajo.
-James y Peter están en su mesa.-dijo, recargándose en la puerta del refrigerador.-Fue una
buena idea usar su segundo nombre, Petunia estuvo a punto de dejarlos fuera.

-Me lo imaginé.-contestó ella con un suspiro cansado, ligeramente ruborizada.

-James está completamente extasiado de que sepas su segundo nombre.

-¿Quién podría olvidar el nombre de Fleamont?-dijo Lily, sacudiendo una mano, sus mejillas
cada vez más rojas.-Además, es el nombre de su padre, él y Euphemia son famosos.

-Para estándares de la música clásica.-añadió Remus, seguro de que nadie más en ese
restaurante reconocería su apellido.

Lily rió, y al quedarse callada los dos se miraron un momento. Como les había ocurrido
durante el fin de semana, ninguno de los dos parecía dispuesto a hablar de lo evidente que era
la situación en la que se estaba aventurando su amiga. Supuso que era injusto esperar que
confiara en él sin confiar en ella de la misma manera, así que, tomó aire, apartó los ojos y
dijo:

-Creo que Mary estaba coqueteándome el sábado en el bar.

-Oh.-respondió ella con las cejas enarcadas.-¿Te gusta?

-Yo…-comenzó Remus, pero se detuvo casi de inmediato, ¿cómo se suponía que debía
explicar que no sentía nada por Mary, cuando era tan bonita y tan amable y tan perfecta en
casi todos los sentidos?

-No quiero ser… imprudente, pero a Mary le gusta divertirse con chicos que le parecen
lindos.-dijo Lily con una expresión de pena, como si se sintiera mal por él.-Si fuera tú no
esperaría…

Remus soltó una carcajada sin darse cuenta. Era una risa nerviosa, no burlona ni defensiva,
pero hizo que su amiga se detuviera a mirarlo con una mueca de confusión.

Había pensado en contárselo desde hace unos días, no le parecía algo extremadamente
relevante, y Lily con su sonrisa amable y su cariño genuino por sus amigos parecía la persona
perfecta para hablarlo, así que convirtió su sonrisa en una más seria y dijo:

-Lo siento.-dijo, cruzándose de brazos.-Es sólo que… soy gay, Lily.

La pelirroja terminó por ruborizarse, sus mejillas tan cerca del color de su cabello que era
casi cómico. Apartó los ojos y dio un paso vacilante al que Remus tuvo una reacción visceral,
una incomodidad en su pecho que se convirtió en náuseas. No acostumbraba hablar de su
orientación con… con nadie, realmente, no había tenido amigos en casa con los que pudiera
hablar de eso, y los chicos de su pueblo con los que había tenido breves encuentros en fiestas
tampoco parecían una buena elección para conversar de su sexualidad. Probablemente esa no
era la forma usual de hablarle a alguien sobre eso, quizás debía haberlo pensado mejor antes
de hacerlo, pero Lily lo hacía sentir más cómodo y bienvenido que la mayoría de la gente,
había sentido una conexión natural con ella desde que la había conocido. No creía que
pudiera resultar mal.

Y sin embargo, se arrepintió en cuanto vio su rostro transformarse después de decírselo,


seguro de que estaba a punto de hacer un comentario irrespetuoso o despedirlo del
restaurante, en el peor de los casos. No pensaba darle esa oportunidad.

-Si eso va a ser un problema…

-Oh, Remus, por Dios, claro que no.-se apresuró a decir ella, sacudiendo la cabeza y tomando
su mano.

Él entorno los ojos, suspicacia en ellos, y Lily volvió a apartar la mirada, su piel aún
ruborizada.

-¿Entonces?

Lily estrechó sus dedos y arrugó la nariz, sacudiendo la cabeza mientras esbozaba media
sonrisa divertida.

-Voy a decirte, pero no puedes burlarte.-dijo, en un tono avergonzado. Remus asintió, aún
más confundido que antes.-Cuando llegaste al restaurante… me… ¿gustabas? No sé, me
parecías guapo, es decir, eres guapo, pero ya no me interesas de esa forma.

Remus reprimió la risa entre nerviosa y desconcertada que nació en su pecho, pues no le
parecía apropiada para el momento, no obstante, su sorpresa debió notársele en la cara porque
Lily le golpeó el brazo y le apuntó con el dedo:

-Dijiste que no ibas a burlarte.

Él levantó las manos en señal de rendición pero ella le clavó una mirada de reproche.

-No me estoy burlando.-contestó, intentando que su boca no se levantara por ningún motivo.-
Es sólo que… creo que nadie me había dicho algo así antes.

Lily se cruzó de brazos, el recelo agrandando sus ojos verdes.

-Oh, vamos, Remus, tienes a la mitad de la Academia babeando por ti, ¿de qué hablas?

Esa vez no pudo reprimir la carcajada de incredulidad, enarcando una ceja e inclinando la
cabeza en su dirección.

-Hablo en serio, Lupin.-siguió Lily, golpeando su brazo de nuevo.-Las chicas me lo contaron,


y lo comprobé el día que fui a verte en la biblioteca. Creía que alguien me asesinaría ahí
mismo por andar por el campus contigo.

-Pues si alguien se siente así, no me lo han dejado saber.-contestó Remus sin molestarse en
esconder su escepticismo.-Pero me alegra saber que tuve una oportunidad con la
inconquistable Lily Evans, es excelente para mi ego de artista.
-Nadie te lo dice porque todo el mundo está demasiado intimidado por ti, vas por la escuela
con todo tu talento y tu cara perfecta, ¿cómo van a creer que les prestarías atención?-se
defendió la pelirroja, que parecía empeñada en hacerlo creer sus palabras.-Además, nunca
dije que tuvieras ninguna oportunidad, no te confundas.

-En ese caso, quizás no sea tan terrible que no me gusten las chicas, excepto para el resto de
mis pretendientes de la Academia.-bromeó Remus, ganándose una expresión de irritación de
Lily que lo hizo reír.-Supongo que simplemente tendré que vivir soltero por el resto de mis
días.

-Ten por seguro que hay chicos interesados en ti, también.-dijo ella con media sonrisa,
subiendo ambas cejas en un gesto de satisfacción. La sonrisa de Remus se desdibujó de su
rostro.

-¿De qué hablas?

-Nada en especial, a menos que estés pensando en alguien.-contestó Lily, encogiéndose de


hombros con falso desinterés.

Remus sintió como sus propias mejillas se calentaban, pero se obligó a no apartar los ojos, no
había nada de que hablar, nada de que avergonzarse, ¿cierto?

-Tengo que ir a trabajar antes de que Petunia venga a arrastrarme al comedor.-dijo, intentando
recomponerse, mientras Lily aguantaba una carcajada que sacudió sus hombros un momento.

-Como digas, Remus.

Él se acercó a la puerta y terminó de amarrarse el mandil antes de salir. Se detuvo frente a la


salida por un momento y volteó sobre su hombro para decir:

-No le vayas a decir a James lo que me contaste.-su tono era entre bromista y consternado.-
Temería por mi vida.

-Nunca.-contestó ella, sonriendo, y se dio la vuelta antes de que pudiera verla sonrojada.

~~~

Remus se había esforzado el resto de su turno en no pensar en las palabras de Lily, así que,
naturalmente, era lo único en lo que había pensado.

Había dejado de pensar en ese aspecto de su vida mucho tiempo atrás, no le importaba no
tener una relación sentimental con nadie porque no creía que existiera alguien que pudiera
entenderlo y quererlo de esa forma, tenía demasiadas cargas: su salud, la extraña forma en la
que funcionaba su mente, su falta de carisma. Tampoco se consideraba alguien
excepcionalmente atractivo, era… ordinario, en el mejor de los casos. Y luego estaba la piel
de su torso que mantenía escondida, llena de cicatrices y moretones que nunca había curado.
Estaba bastante seguro de que nadie encontraría eso atractivo.

Le costaba trabajo asimilar la idea de que Lily había gustado de él, y el pensar que había otras
personas en su escuela que también lo veían de esa forma le parecía simplemente
inconcebible, así que intentó pensar literalmente en cualquier otra cosa.

La presencia de Peter y James ayudaba un poco, eran escandalosos, como siempre, y no


paraban de pedir comida aunque parecía que ninguno de los dos tenía mucho apetito después
de su primera ronda de platillos. Era evidente que estaban intentando pasar más tiempo en el
restaurante para ver a Lily, y sus esfuerzos, por una vez, fueron recompensados.

Ella estaba saliendo constantemente de la cocina, mucho más seguido de lo que hacía
normalmente, y aunque intentaba fingir que era para encargarse de cosas del restaurante, sus
ojos siempre viajaban a la mesa, y de vez en cuando incluso se acercaba a saludarlos con la
excusa de recoger algún cubierto o servilleta de su mesa.

Cuando Remus la estaba observando desde la puerta de la cocina con una sonrisa divertida,
ella soltó un bufido indignado y dijo:

-¿Qué? Sólo estoy asegurándome de que todos nuestros clientes obtengan un gran servicio.

Remus rió, pero Lily dejó que la puerta se azotara detrás de ella a forma de protesta.

Su turno terminó convenientemente cuando James y Peter estaban pagando la cuenta, casi
como si Remus les hubiera dicho su hora de salida, así que se ofrecieron a acompañarla a su
casa y aunque ella se mostró reticente al principio, termino por aceptar con una expresión de
indiferencia tan mal actuada que Remus quiso reír de nuevo. La imagen de Peter actuando
como chaperón para las dos personas más testarudas que había conocido también era
increíblemente graciosa, y la felicidad de James era contagiosa, así que lo dejaron con mejor
humor al partir.

Pero aún le faltaban cuatro horas a su turno, así que sus pensamientos regresaron una y otra
vez a su conversación con Lily, acompañados de una melodía extraña, oscura y
completamente involuntaria que se repetía en su cabeza.

No fue una sorpresa que Petunia lo dejara solo a la hora de cerrar para que terminara de
limpiar, argumentando que iba a prepararle una gran cena a Vernon y no podía perder más
tiempo, y aunque a Remus usualmente no le importaba terminar el trabajo por si mismo, ese
día habría preferido escuchar sus comentarios sarcásticos y órdenes bruscas en lugar del
silencio que sólo alimentaba la confusión en su cabeza.

Remus comenzó a limpiar, intentando escuchar algo en su celular para distraerse, pero
después de todo no tuvo que soportar el silencio por mucho tiempo.

Unos quince minutos después de que Petunia se fuera, alguien comenzó a tocar la puerta de
cristal del restaurante. Remus se acercó con una expresión suspicaz y tomando el mango de
su escoba como si fuera un arma, esperando encontrar a un ladrón intentando entrar a robar el
dinero de la caja o quizás las botellas de licor del bar, pero lo que vio lo dejó aún más
perplejo e hizo que su corazón comenzar a latir de forma irregular.

Sirius estaba parado afuera, con esa estúpida chaqueta de cuero que había usado en el bar, un
cigarro encendido entre sus labios, y el cabello amarrado a lo alto de su cabeza.
Remus se quedó quieto un momento, su pulso acelerado y un cosquilleo comenzando a
esparcirse por su torso.

Lo observó a través de la puerta y se dio cuenta de que realmente nunca lo había visto fumar,
pues no lo había hecho frente a él desde que les había dicho que podía afectar su salud, y
pensó que nunca había visto el atractivo de fumar hasta ese momento. El humo enmarcaba su
rostro, dándole un aspecto casi fantasmagórico a su piel pálida, sus dedos sostenían el cigarro
con una gracia que parecía ensayada, y sus ojos se entrecerraban cuando el tizne les escocía.

Remus quiso gritar, pero abrió la puerta.

Sirius hizo una inclinación de cabeza a forma de saludo y apagó su cigarro sobre el asfalto
con la bota negra que llevaba.

-¿Está todo bien?-preguntó el castaño, dando un paso atrás para dejarlo entrar y evitar inhalar
el humo que había dejado el cigarro.

La expresión de Sirius era ligeramente sombría, sus cejas estaban un poco fruncidas y tenía
esa postura tensa que adoptaba cuando algo le molestaba.

-Pensé que quizás James y Peter seguirían aquí. Estoy escondiéndome de Narcissa.

-Se fueron hace horas.-contestó Remus, cerrando la puerta detrás de él.-¿Sucedió algo?

Sirius esbozó media sonrisa que no tenía ni un atisbo de diversión, y se dejó caer en una de
las sillas. Parecía… cansado, no, exhausto, como si estuviera cargando un gran peso sobre
sus hombros y su fuerza finalmente hubiera comenzado a flaquear. Era una imagen tan
distinta al Sirius Black bien compuesto que usualmente proyectaba, que Remus sintió un
pinchazo de incomodidad recorrerlo entero.

-Sólo… necesitaba alejarme de la Academia por un rato.-dijo, frotando sus ojos con las
manos.-Pero si James ya se fue…

-Puedes quedarte.-contestó sin pensar, y se arrepintió de inmediato, pues la cabeza de Sirius


se alzó como si tuviera un resorte, y en su rostro había una confusión que envió otra ola de
incomodidad por su cuerpo.-Es decir… si quieres, soy el único aquí.

Sirius ladeó la cabeza, fingió alisar una arruga inexistente en su chaqueta y se levantó de la
silla.

-De acuerdo.-contestó, encogiéndose de hombros.-Gracias.

Remus asintió y tomó aire. No sabía por qué, pero tenía la sensación de que acababa de
cometer un error muy grave.

Chapter End Notes


IMPORTANTE, HORARIO DE ACTUALIZACIONES:

Hellloooo muchas gracias por leer! Espero que les haya gustado el capítulo, cada vez se
pone más intenso todo jajaja, ¿tienen alguna teoría de lo que va a pasar en el
restaurante?
En otras noticias, estoy pensando seriamente empezar a actualizar cada dos semanas
porque bestieees estoy super cansada con la uni la neta :( Me encanta escribir pero creo
que me ayudaría a darles mejores capítulos si me doy más tiempo para escribirlos y
editarlos, si decido hacerlo les avisaré en mi twitter grecusanne, y en mi tiktok
moonysoleil (pero recuerden que es probable que no les salga por el algoritmo, les
recomiendo seguirme en twt)
Anyways, gracias otra vez por leer, comentar, dejar kudos y recomendar la historia, les
tqm <3
XVI. el olor a vino
Chapter Summary

Remus y Sirius tienen una conversación inesperada en la cocina de Wol's.

Chapter Notes

TW: trabajo infantil, acoso escolar

Ay bestieees este capitulo está refuerte jajaja, espero que se entienda por qué decidí
escribir esto así jajaja, espero que les guste! Gracias por leer lxs tqm.

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Cuando Remus pensaba en Sirius (que no era seguido ni importante ni significativo, así que
no lo malinterpreten), lo imaginaba con sus cigarros, sus manos alrededor de un chelo,
vistiendo un traje elegante en medio de alguna celebración con personalidades famosas e
importantes.

Nunca se le había ocurrido imaginarlo con un delantal envolviendo su cintura, el cabello


atado en su nuca y una mueca de suma concentración mientras cocinaba, y sin embargo ahí
estaba, en Wol’s, frente a una sartén con vegetales y una salsa a la que le estaba virtiendo
vino poco a poco.

Era una imagen contradictoria, su propia mente estaba intentando convencerlo de que se
trataba de una ilusión, porque era imposible que el heredero de los Black, con sus manos
finas y su porte digno de político inglés, estuviera haciendo eso frente a él. Nunca lo había
visto moverse con tanta facilidad y comodidad, claro que cuando tocaba se veía
perfectamente bien ensayado y nunca cometía un solo error, pero era distinto a esto,
cocinando ahí, en la minúscula cocina de un restaurante de turistas, parecía más en su
elemento que haciendo aquello que llevaba practicando toda su vida.

Remus estaba intentando no dejar sus ojos sobre él por mucho tiempo, en una mezcla de no
querer incomodarlo y sentirse ruborizar cada vez que su mirada paseaba indiscretamente por
su rostro concentrado hasta sus manos trabajando.

Al principio se había mostrado reacio cuando Sirius le pidió permiso para cocinarse algo de
cenar, no le parecía bien tomar comida del restaurante sin preguntarle a la señora Evans
antes, pero intentó visualizar la conversación con ella y supo de inmediato que no tendría
ningún problema, además de que evidentemente Sirius dejaría dinero a cambio de la cena que
él mismo estaba preparándose. Y, sobre, todo, no es como si pudiera dejarlo sin comer,
¿cierto?

Si era honesto, había estado esperando que el chico de cabello oscuro tostara unas rebanadas
de pan o se hiciera alguna ensalada, pero después de unos minutos de inspección, había
comenzado a tomar ingredientes de la alacena y utensilios de la bodega.

-Eso ya estaba limpio.-se quejó Remus cuando vio como le echaba la primera porción de
aceite.

Sirius rió mientras bajaba la botella y enarcó una ceja:

-Lo lavaré antes de que nos vayamos.

Remus soltó un chasquido desaprobatorio pero lo dejó hacer. Estaba sentado del otro lado de
la habitación, intentando fingir que checaba su celular y fallando espectacularmente, a juzgar
por las constantes miradas de curiosidad que Sirius le dirigía.

Era extraño ver la naturalidad con la que se movía, tomando cuchillos y cucharas con tanta
seguridad que Remus lo envidió, nunca había sido bueno cocinando porque nunca había
podido practicar, la cocina de su casa era demasiado pequeña y estaba mal ventilada, así que
si pasaba mucho tiempo ahí con la estufa prendida, su respiración se volvía más trabajosa.
Habría sido lindo aprender, supuso mientras lo observaba. Cocinar conllevaba una clase de
ritmo que le recordaba a la música, con las partes más monótonas y repetitivas como picar
verduras, y las partes llenas de emoción, como el siseo del aceite cuando arrojabas algo al
sartén. Era, literalmente, un espectáculo, y en poco tiempo Remus formó su propia música en
su cabeza.

No podía imaginarse a un Sirius preparándose el desayuno en su mansión, ni aprendiendo de


Walburga Black, así que cuando una de sus tantas miradas se cruzaron, dijo:

-¿Dónde aprendiste a cocinar?

Sirius mantuvo sus ojos en él mientras revolvía algo, limpiando su mano libre en el delantal.

-Los niños ricos vamos a campamentos de verano para aprender a hacer tartaletas de frutas
para nuestros banquetes, ¿no lo sabías?

-Dudo que sus padres se arriesguen a que se corten un precioso dedo y arruinen sus manos de
chelistas.-contestó Remus con los ojos entrecerrados, y Sirius soltó un bufido divertido.-No
tienes que decirme si no quieres.

Sirius volvió su rostro a la estufa aunque no había nada que realmente requiriera de su
atención. Había algo en su expresión que sólo creía haber visto la noche en la que conoció a
Andromeda, una nostalgia combinada con algo doloroso y feliz al mismo tiempo que hacía
que Remus sintiera la necesidad de reconfortarlo, pero no lo hizo.

-Cuando era niño, viajábamos mucho para acompañar a Walburga en sus presentaciones con
la Filarmónica.-contó.-Era importante para ella que todos vieran lo perfecta que era su
familia, cómo estaba criando al futuro de la música de orquesta.

Remus mordisqueó el interior de su mejilla e intentó permanecer quieto, temeroso de hacer


algo que lo hiciera retraerse y ahuyentar la primera faceta real que le estaba dejando ver.

-Nos ponían a hacer presentaciones en las fiestas después de los conciertos, teníamos siete y
cuatro años y ya estábamos tocando pianos y violines a las dos de la mañana para un montón
de adultos, como perros cirqueros.-dijo en un tono frío y lleno de resentimiento.-Lo odiaba
con toda mi alma.

Sirius agitó el sartén con fuerza y su mandíbula se tensó. Remus no había pretendido
molestarlo, no creía que hubiera nada de malo en preguntarle cómo había aprendido a
cocinar, pero estaba sumamente arrepentido.

-Pero cuando crecí y todavía nos obligaba a ir, solía esconderme de ella en el hotel para que
me dejara tranquilo, y descubrí que nunca buscaba en la cocina, supongo que no era digno de
un Black ser visto en el mismo lugar que los empleados.-dijo con una risa amarga y los ojos
vidriosos.-Después de unas cuantas veces, me ofrecí a ayudar a una de las chefs y se volvió
como… una distracción cuando nos tocaba viajar.

Se encogió de hombros y subió un poco la cabeza, las comisuras de su boca levantándose


ligeramente y su ceño relajándose.

-Fuimos a muchos países y en todos insistía que me enseñaran a preparar algo de la región,
eramos suficientemente importantes como para que me dejaran estar en la cocina sin decirle a
mi madre, así que nunca me descubrió.-siguió Sirius, añadiendo trozos de tomate a su sartén.-
Cuando regresábamos a la mansión me despertaba en la madrugada para poder cocinar y
limpiar sin que nadie se diera cuenta, era divertido. No sé, fue mi único tiempo para mí
durante esa época, son los pocos buenos recuerdos que tengo de mi adolescencia.

Remus nunca lo había escuchado hablar con tanta fluidez y calidez de algo, ciertamente no
sobre música, y ver el brillo que tenía en sus ojos fue casi doloroso para él.

-Lo siento.

Sirius lo miró y fue como si algo se desmoronara al verlo, la sinceridad en su rostro fue
rápidamente reemplazada por esa coraza defensiva que solía usar todo el tiempo, sólo
traicionada por el color rosado de sus mejillas.

-No quiero tu lástima, sólo estaba respondiendo a tu pregunta.

-No es lástima, Sirius.-respondió, exasperado.-¿Por qué siempre tienes que ponerte a la


defensiva?

Él rió y ladeó la cabeza en un gesto de incredulidad.

-¿En serio tú me estás diciendo eso?

Remus quiso replicar, pero en el fondo sabía que tenía razón, así que se limitó a entornar los
ojos y enarcar una ceja.
-Bien, lo lamento.-contestó después de unos segundos de consideración.-No te tengo lástima,
Black, esa infancia suena terrible, pero podría argumentar que la mía fue igual de espantosa.

Eso despertó el interés de Sirius, bajó la flama de la estufa y volvió su rostro hacia él, como
si esperara que hablara más del tema, pero Remus negó con la cabeza.

-¿Qué? ¿Esperas que te cuente?-dijo de brazos cruzados.-Aún no me has preguntado nada.

Sirius rió por lo bajo, sus ojos se posaron sobre el torso de Remus y él luchó contra el instinto
de encogerse sobre si mismo y esconder todo lo que sabía que estaba visualizando porque
sabía que era completamente irracional.

El heredero de los Black se serenó y, con una voz mucho más pequeña e insegura de la que
solía usar, dijo:

-¿De qué son todas esas cicatrices?

Remus sintió algo desagradable en su interior, como si le quemara el estómago, el rechazo


inmediato abriéndose paso entre sus entrañas. Recordaba ese momento impulsivo después de
su crisis donde se las había mostrado, no habían sido ni cinco segundos, pero sabía que era
suficiente tiempo para grabarse en la memoria de cualquiera.

Tuvo que combatir cada una de las barreras que se levantaron en su cerebro en ese momento,
ignorar las respuestas sárdonicas y agresivas, desistir de un intento de desviar la
conversación. No le debía hablar de su pasado ni de su dolor a nadie, mucho menos a Sirius
Black.

Pero él le había hablado con la verdad a pesar de que era evidente que le había costado
mucho de si mismo, su sinceridad le había sorprendido, y por alguna razón parecía más fácil
hablarle a él de eso que a James, Peter o Lily, que habían tenido infancias normales y
relativamente felices, no porque fueran a ser insensibles, sino porque simplemente no lo
comprenderían.

Les había contado lo más básico de su enfermedad cuando había tenido su crisis unas
semanas antes, les dijo lo que significaba estar crónicamente enfermo de los pulmones, cómo
lo habían descubierto, sus síntomas, ese tipo de cosas, pero no se había atrevido a narrarles lo
terrible que había sido tener una salud frágil cuando era un niño, ni el enorme peso que
cargaba todos los días, temiendo padecer una crisis definitiva de la que no volvería a
levantarse, o, peor aún, de tener que vivir conectado a un respirador por el resto de su vida.

-Cirugías.-contestó, pasando el dedo sobre una cicatriz a través de su playera, era la más
reciente, que le recorría el costado derecho, desde el pecho hasta la cintura.-La mayoría de
emergencia, algunas de exploraciones y biopsias.

Sirius asintió lentamente, sus ojos grises bien abiertos y las cejas ligeramente alzadas.

-La primera es de cuando tenía cuatro años y me desmayé por falta de oxigenación mientras
jugaba a esconderme de mi madre.-siguió Remus, recordando la pequeña marca entre sus
costillas.-Ahora debo tener unas diez.
-¿Por qué no reabrieron las heridas viejas?-preguntó Sirius en una voz cautelosa.

-Mi piel no cicatriza bien por la insuficiencia de oxígeno en mi sangre.-respondió, llevando


su mano hasta la marca en la garganta, donde le habían practicado una traqueotomía.

Remus se recargó en la pared de la cocina y se cruzó de brazos, sintiéndose completamente


expuesto y vulnerable, como si Sirius pudiera ver a través de su ropa y divisar todas esas
cicatrices y el dolor al que había sido sometido, pero él había vuelto los ojos a su sartén para
añadir más vino.

-Nunca le había hablado de eso a nadie.-murmuró con una mueca confusa.-Nadie se había
atrevido a preguntármelo.

-Soy Sirius Orion Black, heredero y primogénito de la noble y y ancestral Casa de los Black,
no soy nadie.-contestó él en un evidente intento de aligerar el ambiente, y Remus se sintió
infinitamente agradecido de poder cambiar de tema.

-¿También llevas el nombre de tu padre?-preguntó arrugando la nariz, recordando el segundo


nombre de James.

-Toda familia respetable sigue esa tradición.-contestó Sirius en un gesto de exagerado


escándalo.-Mi hijo algún día llevará mi nombre y el de alguna otra estúpida constelación.

Remus rió y sacudió la cabeza.

-No sabía que eras la clase de tipo que piensa en sus futuros hijos.-contestó en tono burlón.-
¿Planeas tener decenas de hijos chelistas que te hagan la vida imposible?

Sirius se había ruborizado, manteniendo sus ojos firmes en su sartén.

-Es un poco pronto en lo que sea que estemos haciendo para hablar de eso, ¿no crees?

Remus sintió una burbuja de aire atorarse en su garganta y comenzó a toser, ¿qué significaba
eso? Debía haber sido una vaga y extraña elección de palabras, pero escucharla le había
hecho algo terrible a su estómago que iba a ignorar definitivamente.

Sirius reparó en su error en cuanto vio la reacción de Remus y, como pocas veces sucedía, se
mostró completamente agobiado.

-Quiero decir… apenas y somos amigos, ¿no?-dijo en un pobre intento de tono bromista.-
Todavía ni siquiera decidimos si el trabajo infantil es mejor que tener una enfermedad
crónica.

Remus soltó una carcajada involuntaria y nerviosa, toda la situación era bizarra para él, desde
estar solo en el restaurante con Sirius, verlo cocinar cuando había asumido que no sabría ni
diferenciar entre un pimiento y una calabaza, y hablar con él de cosas tan personales que no
se había atrevido a conversar con nadie más. Tenía la sensación de que había dicho
demasiado, y de que no había dicho nada al mismo tiempo, pero el gris de sus ojos se había
vuelto cálido y había algo desconcertante en ellos, así que tuvo que alejar la mirada.
-Al menos tu aprendiste a cocinar con tu terrible infancia, yo lo único que aprendí fue a usar
un concentrador de oxígeno.-contestó, divertido, y vio como Sirius perdía un poco de esa
tensión e incertidumbre.

-Deberías enseñarnos cómo usarlo.-dijo, finalmente añadiendo su pasta al sartén.-Si vas a


insistir en no ir al doctor, sería bueno que lo supieramos.

Remus se habría puesto a la defensiva de no ser por el tono de genuina preocupación de


Sirius, no le emocionaba la idea de hablarles de sus medicamentos y tratamientos, pero
asintió porque sabía que tenía razón, por mucho que le molestara.

-Es mi turno de hacerte una pregunta.-dijo, acercándose a la estufa para sentarse en un banco
que Lily dejaba por ahí para cuando tenía que picar algo sobre la barra.

Sirius enarcó una ceja y esbozó media sonrisa.

-No sabía que teníamos turnos.-contestó.-Ni que podíamos hacer más de una pregunta.

-Bueno, estoy arriesgando mi trabajo para que puedas cenar, así que eso me da el derecho a
decidir cómo va a funcionar esta conversación.

-No perderías tu trabajo, no seas dramático.-dijo, poniendo los ojos en blanco.-Los señores
Evans son los padres más amables que conozco después de los Potter.

-Silencio, estoy pensando en mi pregunta.

Sirius rió, pero lo obedeció y siguió cocinando mientras esperaba, volteando a verlo cada
pocos segundos como si esperara de un momento a otro que ya se le hubiera ocurrido algo.

-¿Y bien?

-¿A dónde te vas a fumar después de clases?-preguntó, la oración resbalándose de su lengua


con facilidad después de decidir que no era nada demasiado invasivo.-Quiero decir, no se me
ocurre un lugar en todo el campus donde Narcissa no pueda encontrarte.

Sirius volvió a reír, y cada vez que lo hacía sentía algo cálido esparcirse por sus venas. Una
carcajada suya era un evento inusual, pero parecía aún más extraordinario estando los dos
solos, el único otro sonido siendo la salsa hirviendo sobre el fuego y los latidos de su corazón
contra su pecho.

-Si te lo digo, ya no sería un lugar secreto.

Remus puso los ojos en blanco y se encogió de hombros.

-Si no contestas ya no podrás preguntarme nada.

Sirius sirvió su pasta en un plato mientras lo consideraba, haciendo una mueca de


concentración fingida. Se acercó a su lado con la comida en una mano y el cubierto en la otra,
y se recargó en la barra antes de decir:
-Hay una salida de emergencia en el edificio del comedor que lleva al techo.-dijo finalmente.-
La descubrí un día que estaba intentando ver si podía meterme a la cocina a prepararme algo,
pero mis padres tienen a la administración comprada después de todo el dinero que han
donado a la Academia.

Remus tenía la sensación de que no había acabado de hablarle, así que se quedó callado e
intentó pretender que no sentía sus hombros rozando cuando se movían después de que se
sentara innecesariamente cerca.

-Es… el único lugar en el campus donde me siento tranquilo, nunca he visto a nadie ahí
arriba. Narcissa no puede llevarme llamadas de mi madre histérica al techo.-dijo, enrollando
la pasta en su tenedor y desenrollándola de nuevo.-Ni siquiera James sabe dónde está.

El castaño asintió, sintiéndose repentinamente frágil, o como si hubiera expuesto a Sirius, no


estaba seguro. Tenía las mejillas ruborizadas y la mirada de Sirius había comenzado a
pesarle.

-Tu turno.-dijo Remus después de aclararse la garante.

Sirius se metió un bocado de pasta a la boca y sus ojos brillaron, algo parecido a una sonrisa
ensanchando sus labios. Hizo ademán de ofrecerle a Remus, pero él lo rechazó con lo que
esperaba que fuera una expresión cordial, nervioso con el prospecto de compartir la cena con
él.

-¿Por qué no pudiste audicionar los primeros dos años del programa?

Esa era una pregunta aparentemente sencilla, y su respuesta también lo era, pero podía ser
larga o corta, y eso dependía de si Remus quería seguir con la implacable honestidad con la
que habían estado hablando hasta ese momento.

-Hace tres años, en el verano, de hecho, un grupo de chicos de la escuela me invitó a una
fiesta.-comenzó a contar, fijando sus ojos en la pared opuesta.-No eran mis amigos,
realmente, pero no hablaba con nadie más, todos me conocían como el extraño chico
enfermo, posiblemente contagioso. Yo acepté porque me sentía….no sé en qué estaba
pensando, la verdad.

»Fuimos al bosque que estaba a las orillas del pueblo, bebimos, y cuando comenzó a nevar
me dejaron ahí, nunca supe si todo era un plan para molestarme, o si simplemente se
olvidaron de mí. Tuve que caminar de vuelta a mi casa en la tormenta, llegué empapado y
helado y pasé los siguientes dos años dentro y fuera del hospital con una infección. Tuvieron
que operarme el año pasado.

Remus recorrió de nuevo la cicatriz sobre su playera e inhaló hondo, como si todavía pudiera
sentir el aire gélido quemándole los pulmones y la traquea. Su garganta se había apretado y
temió que su voz se quebrara, pero terminó el relato y dejó que su hombro se presionara
contra el de Sirius.

Sirius se había mantenido muy quieto mientras lo escuchaba, el plato de pasta recargado en
su regazo, y sus hombros tensos, como si acabara de ver a Narcissa pasar por el campus o
escuchado a Remus tocar en clase.

-Lo siento.

-Pensé que habíamos quedado en no tenernos lástima.-contestó, y Sirius soltó un resoplido.

-Quizás deberíamos dejar de dar tanta lástima, en ese caso.

Ambos rieron, sus brazos rozando al moverse, algo ajeno y extraño extendiéndose por su
pecho. La incesante música en la cabeza de Remus se volvió más rápida, acompañando a su
pulso, repitiendo esa melodía que había creado inconscientemente para Sirius.

Sirius terminó de comer y Remus terminó de limpiar, y ambos caminaron de regreso a la


Academia bajo la luz de una luna llena, con la brisa nocturna aliviando el calor de la costa.
La ciudad se sentía diferente a lado de Sirius, y los recuerdos de Remus lo llevaron de vuelta
a su primera noche en la Academia, al olor a galletas de coco y al sonido de canciones
noventeras en una bocina mal calibrada. Quería esa sensación de esperanza y pertenencia de
vuelta, pero caminando junto a Sirius sólo sentía confusión, habían pasado tanto tiempo
enemistados, entre muecas de irritación y comentarios sarcásticos que no estaba seguro de
dónde estaba parado cuando se trataba de él. Remus necesitaba certeza de quienes lo
rodeaban, había pasado demasiado tiempo intentando agradar a quienes no tenían intención ni
de dirigirle la palabra.

No creía que aquel fuera el comienzo de su amistad, ni el fin de su rivalidad, simplemente


algo se sentía diferente, y él odiaba que las cosas cambiaran tan súbitamente.

Cuando ya estaban cerca de los dormitorios, volteó a verlo en lo que esperaba que fuera una
mirada rápida y discreta, pero se encontró con los ojos grises ya sobre él, esa eterna tormenta
librándose en su rostro, fue como si acabara de ser fulminado por una centella,
electrificándolo de los pies a la nuca.

“Mierda, mierda, carajo, mierda.” pensó cuando su corazón se detuvo.

Sentía algo por Sirius, algo que no había querido admitir pero que llevaba días apremiándolo,
algo que le aterraba y que lo hacía ruborizarse y que enviaba algo cálido por su pecho, algo
que estaba lejos del odio que le profesaba, algo que se negaba a nombrar.

Fingió una sonrisa y volvió sus ojos al frente, esperando que no pudiera ver su expresión de
pánico, y en su cabeza comenzó a escuchar una melodía parecida a una marcha funeraria, ¿en
qué carajos se había metido?

Chapter End Notes

OMGGG AL FIIIIIN, jajajs veremos como progresa todo a partir de ahora, espero que
les haya gustado el capítulo, gracias por leer, dejar kudos y sobre todo comentar, ustedes
no captan lo mucho que me encanta leer sus comentarios, me hacen sentir como si mi
esfuerzo al escribir valiera la pena <3 lxs tqm, que tengan una linda semana!
XVII. la oficina de Dumbledore
Chapter Summary

Remus lidia con sus sentimientos (o algo así), y recibe una noticia inesperada.

Chapter Notes
See the end of the chapter for notes

Remus había aprendido desde que era pequeño que sus sentimientos se manifestaban a través
de la música constante en su cabeza. Había una canción específica que solía repetirse en su
mente cuando iba en el auto de sus padres camino al hospital, otra que escuchaba las noches
anteriores a algún día importante, como el primer día de escuela o cuando iban a entregarle
los resultados de algún análisis; no obstante, como llevaba lidiando con eso toda su vida, la
mayoría del tiempo esa música que vivía dentro de si mismo era más como una melodía de
fondo, parecida a la música de elevador, algo poco memorable que pasaba desapercibido.

Así que sabía que algo era especialmente preocupante cuando la música apenas lo dejaba
escuchar sus propios pensamientos, y esa debió ser su primera pista, ese acorde que había
demandado su atención cada vez con más firmeza conforme pasaban los días. Una melodía
tocada en chelo que sonaba dentro de su cráneo cuando sus ojos se posaban sobre Sirius, o
cuando pensaba en la forma en la que sus labios apretaban los cigarros, o cuando recordaba el
privilegio que era escucharlo reír.

Desde su epifanía después del trabajo, la estúpida canción se repetía una y otra vez al mismo
tiempo que sus pensamientos regresaban constantemente a él, y lo estaba volviendo loco.

Porque Remus había tenido cuidado toda su vida de no sentir nada que superara una atracción
física por nadie, había sido un adolescente normal, con hormonas y necesidades, pero se
había limitado a encuentros en los baños de alguna fiesta, o la bodega del equipo deportivo
de la escuela para satisfacer esa curiosidad, y nunca se había permitido conocer mejor a esos
chicos que parecían perfectamente agradables porque quería evitar exactamente lo que estaba
viviendo.

Sirius lo había tomado por sorpresa, no porque no hubiera notado lo guapo que era, ni porque
no admirara su talento, o porque no reconociera que era inteligente, sino porque había estado
tan ocupado sintiendo aversión hacia él, resintiéndolo por su dinero y su apellido y por lo mal
que lo había tratado al llegar, que no había notado esos sentimientos esparciéndose como
hiedra venenosa, escondidos detrás del odio.

Remus odiaba perder el control, y Sirius se lo había arrebatado descaradamente.

Así que su solución fue simplemente mantenerse lejos de él y dejar de alimentar esa ridícula
fijación. No era una tarea precisamente difícil, pues había pasado los primeros días
evitándolo para no pelear y por consecuente causarle molestias a James, lo único que tenía
que hacer era repetir su conducta.

De hecho, resultó sospechosamente fácil. Sirius también parecía estar eludiéndolo, no


intentaba ni siquiera iniciar conversaciones educadas cuando se quedaban solos, ni se reía de
sus chistes ni lo mencionaba en las charlas grupales, que era la dinámica amigable que solían
llevar cuando no estaban odiando abiertamente al otro.

No sabía si Sirius se había arrepentido de haber sido honesto con él en el restaurante, o si


había decidido que era mejor enfocarse en si mismo y dejar su rivalidad con él, pero a la parte
de Remus que gustaba de él le resultaba muy irritante, lo cual era completamente
contradictorio y confuso porque se suponía que no quería acercársele, y ese era exactamente
el motivo por el que había pasado tanto tiempo obligándose a no sentir nada por nadie.

Intentó convencerse de que sólo era cuestión de tiempo, y cuando despertó el lunes y se alistó
para el día de clases que le esperaba, estaba decidido a no dejar que la situación afectara su
desempeño académico.

Sin embargo, para su mala suerte, ese día estaba programado el primer ensayo general de
orquesta del programa, y Sirius tocaría el chelo frente a todos, el instrumento en el que había
sido mejor instruido y uno de los más atractivos a los ojos de Remus, así que le resultaría
muy complicado ignorar su presencia y las humillantes sensaciones que despertaba en él.

Remus estaba sentado en el piano, por lo que en teoría lo único que tenía que hacer era
prestar atención al frente y practicar los movimientos de sus dedos sobre las teclas, excepto
que el director de orquesta le estaba pidiendo a Sirius que hiciera una demostración para el
resto de los chelos y se había movido frente a la sección de cuerdas.

Apartó la mirada de inmediato, buscando a sus amigos, y encontró a Peter repasando sus
partituras fervientemente mientras James conversaba con Marlene, ambos con expresiones
bastante relajadas y sosteniendo sus tubas en sus regazos.

James y Peter habían notado el cambio entre Remus y Sirius, siempre lo hacían, pero supuso
que ambos habían asumido que simplemente habían peleado de nuevo y preferían mantenerse
lejos por su propio bien. Peter nunca se atrevía a preguntar por ese tipo de cosas, y James
estaba demasiado ocupado intentando pensar en respuestas graciosas para contestar a los
mensajes de Lily como para preocuparse mucho por eso, así que ninguno de los dos notó la
forma en la que la espalda de Remus se tensó al ver a Sirius pasar al frente, ni su piel
acalorada ni sus ojos firmemente posados en un punto lejano de la sala de ensayos
simplemente para evitar que analizaran su postura perfecta y la forma en la que su cabello le
rozaba los hombros.

La parte del cerebro de Remus que se encargaba de todo lo que tuviera que ver con música se
agitó cuando escuchó la melodía lenta y grave emitida por el chelo de Sirius, siempre era un
deleite escucharlo porque tocaba como si hubiera nacido con un arco en la mano, el
instrumento encajaba perfectamente en su hombro, y si era honesto, también era agradable
verlo tocar, la forma en la que sus ojos se cerraban y su ceño se fruncía al concentrarse, su
mentón se agitaba suavemente con el ritmo y sus dedos eran muy ágiles y… Remus sacudió
la cabeza en cuanto se dio cuenta de lo que estaba haciendo, y fijó sus ojos en su propia
partitura mientras el calor se esparcía por su rostro con más insistencia.

El director le pidió a Remus que tocara para el resto de la orquesta poco después, y él se
sintió aliviado de poder distraer su mente aunque fuera por unos minutos. Movió sus dedos
sobre las teclas por un segundo antes de comenzar, y cuando lo hizo fue como si se encerrara
en una burbuja perfecta y confortable donde lo único que existía eran las notas esparciéndose
por la habitación, donde Sirius no podía tocarlo.

A veces olvidaba que la música no lo acompañaba en su vida diaria, sino que era una parte
integral de si mismo, pero el piano siempre lo transportaba a esas memorias de niño, tocando
en la iglesia con McGonagall mirándolo fascinada y con una sonrisa de oreja a oreja. Era
extraña la forma en la que la música lo reconfortaba y lo hacía consciente de sus emociones
al mismo tiempo.

El director de la orquesta se deshizo en felicitaciones cuando terminó de tocar, y Remus


agradeció con las mejillas rojas, poniendo su mejor cara de seriedad como si todos no
pudieran ver lo avergonzado que estaba. James, en la zona de viento, le estaba haciendo
muecas burlonas y Peter se reía con la mano sobre su boca. Sirius, por su parte, simplemente
lo observaba con esa mirada de curiosidad y resentimiento que siempre lo ponía nervioso.

El ensayo continuó por una hora más, durante la cual Remus puso todo su empeño en
disfrutar el piano bajo sus manos y la experiencia de tocar en una orquesta, porque no iba a
dejar que sus estúpidos sentimientos por Sirius le arrebataran esa satisfacción; y cuando
terminó todos salieron de la sala de ensayos hacia el comedor.

Remus iba en la parte de atrás del grupo, a lado de Marlene y Dorcas que caminaban
entrelazadas del brazo, riendo en voz baja e ignorando su presencia no porque quisieran ser
maleducadas, sino porque no parecían reparar en que iba junto a ellas, y a Remus le sentaba
perfectamente bien, no tenía ganas de hablar con nadie, la revelación que había tenido lo
había dejado drenado emocionalmente, y escuchar la conversación de sus amigas era bastante
entretenido aunque quería esforzarse por no especular sobre ellas y la forma en la que Dorcas
acercaba su rostro al de Marlene constantemente para hacerla reír.

En la fila del programa de comidas, Mary intentó comenzar una conversación con él, pero
Remus estaba demasiado distraído observando la mesa donde estaban sentados el resto de sus
amigos.

-¿Lupin?-dijo ella, sacudiendo su mano frente a él.-¿Qué te pasa? Llevas así todo el día.

-Disculpa.-contestó él, saliendo de su ensimismamiento, apenado por su descortesía.-No


dormí bien el fin de semana.

-Oh, Dios, me imagino.-contestó ella con una sonrisa divertida, y Remus frunció el ceño,
confundido hasta que continuó:-James debe estar hecho un torbellino después de lo del
jueves con Lily.

Remus asintió efusivamente, agradecido por la excusa porque de ninguna forma iba a
explicarle la verdadera razón de su falta de sueño.
-Si no esta hablando con ella por mensaje, está hablando conmigo sobre lo maravillosa y
graciosa que es.-se quejó Remus en un tono de exagerado lamento.-Y luego, Lily en el
trabajo se pasó todo el fin de semana hablando de como quizás James no es tan malo como
creía y de que realmente es bastante lindo si lo ves de cerca. Estuve a punto de renunciar. Los
quiero mucho a ambos, pero son insoportables.

Mary soltó una carcajada escandalosa y feliz, una de esas que sólo pueden pertenecer a
quienes están acostumbrados a ser el centro de atención a donde quiera que van, por lo que ni
siquiera pareció reparar en que la mitad del comedor había volteado a verla, incluyendo a
Sirius cuyas cejas estaban muy juntas y muy arqueadas, su mirada pasando entre ella y
Remus lentamente.

-Más vale que formalicen todo antes de que se termine el mes, tengo una apuesta con Peter y
no pienso pagarle todo ese dinero a un niño rico que no lo necesita.-advirtió Mary, viendo a
James con media sonrisa en su rostro.-Lily está encantada con él, al principio quiso hacer
como que no era la gran cosa, pero tampoco hay forma de callarla cuando se trata de James.

-Si fuera por él, serían novios desde hace meses, supongo que tendrás que esperar a que ella
acepte para recibir tu dinero.-contestó Remus, divertido.

-Es extraño. Me alegro por ellos…-dijo Mary, y su mirada se volvió lejana.-Y no me


malentiendas, no me gusta el compromiso, me aburro muy rápido de los chicos, prefiero
pasarla bien un rato y ya, pero a veces pienso que me gustaría tener algo así, ¿sabes?

-Sí.-dijo Remus, quizás demasiado rápido, y se dio media vuelta porque no quería que sus
ojos vagaran a quien inevitablemente iban a buscar.-Pero me decidí a estar solo desde hace
mucho, así que procuro no pensar mucho en otras posibilidades.

Mary lo escrutiñó con la mirada, como si pudiera ver sus pensamientos reflejados en su
rostro, y cuando estaba a punto de hacer un comentario, la llamaron para avanzar la fila y se
dio la vuelta.

Remus se tomó unos segundos para mirar el resto del comedor, evitando cuidadosamente a
Sirius, y se dio cuenta de que había algunos ojos sobre él que se apartaban efusivamente en
cuanto reparaba en ellos. Recordó la conversación que había tenido con Lily sobre como
muchos de los alumnos gustaban de él, y su incredulidad flaqueó un poco; seguía
pareciéndole improbable y disparatado, pero comenzó a considerar la posibilidad de que
tuviera razón. Sus mejillas comenzaron a arder una vez más; parecía que eso habían hecho
todo el día, se preguntó si podrían regresar a su color natural.

Todos se reunieron en la mesa cuando ya tenían las bandejas llenas de comida, y comenzaron
a hablar del viaje que los esperaba ese fin de semana para ver a la Filarmónica de Liverpool.
Remus se había obligado a dejar de sentirse irritado cada vez que lo escuchaba mencionar
porque la escuela estaba plagada de posters informativos y los profesores hablaban de ello
prácticamente en cada, clase, y habría pasado todo el tiempo resentido, pero no podía evitar
sentirse un poco excluido de la conversación.

Se esforzó por mostrarse contento por sus amigos mientras comía, riendo con ellos cuando
hacían algún chiste y escuchando atentamente, negándose a voltear en dirección a Sirius y
por consecuente perdiéndose las miradas que le dirigía bastante seguido.

-Aún no es tarde para que aceptes ir con nosotros.-dijo James en un tono cauteloso,
empujándolo con el hombro pues estaba sentado a su lado.-No sería ningún problema,
Remus, de verdad.

-Eres muy amable, James, pero ya hablamos de esto.-dijo fingiendo su mejor tono
despreocupado.-No es necesario, voy a disfrutar de tener la Academia para mí sólo durante
todo un fin de semana.

-No será lo mismo sin ti.-intervino Marlene con una mueca de disgusto.-Además, es un buen
lugar para conocer personas importantes en la industria.

-Pero si estoy comiendo con los hijos de esas personas.-contestó en un intento de broma.-Me
basta una recomendación suya para que me acepten en cualquier orquesta al salir de la
universidad, si es que logro ganarme esa beca.

Sus amigos soltaron un par de risas, pero no parecían haber olvidado el tema, casi podía ver
sus mentes trabajando para generar mejores ideas para convencerlo, así que hizo ademán de
levantarse, y cuando lo estaba haciendo fue interrumpido por una voz fría y calculadora que
le hablaba desde detrás suyo:

-Lupin, veo que ya estás terminando. Perfecto.

Remus giró con el ceño fruncido e intentando que no se notara el desagrado su rostro, pues
sabía que esa era Narcissa en su usual tono pasivo-agresivo bien enmascarado en un acento
elegante y una sonrisa perfecta.

-¿Pasa algo?-preguntó él.

-El profesor Dumbledore quiere hablar contigo.-dijo Narcissa como si las palabras le
quemaran los labios al salir.-Te está esperando en su oficina.

Toda la mesa se calló de golpe. Sirius y su prima cruzaron una mirada tensa. Sus amigos lo
estaban mirando como si le hubiera crecido un tercer ojo entre las cejas.

-Gracias.-respondió Remus, peinándose en un gesto ansioso.-En un momento voy.

-Bien.-dijo ella con una sonrisa apretada.-Suerte.

Remus enarcó una ceja mientras ella se alejaba, y sus amigos lo recibieron con más miradas
perplejas.

-No sé dónde está su oficina.-dijo, ligeramente apenado.

-Yo te acompaño, debo ir a la administración a checar el estado de un trámite, de todas


formas.-dijo James de inmediato, y se levantó en cuanto Remus asintió con la cabeza.

Cuando comenzaron a caminar escuchó como sus amigos comenzaban a susurrar, y algo frío
e incómodo le recorrió la columna.
-¿Por qué todos reaccionaron así?-preguntó una vez que salieron del comedor.-¿Qué significa
que quiera hablar conmigo?

James se encogió de hombros y lo rodeó con su brazo, aún con esa expresión desconcertada
contorsionando sus facciones.

-Dumbledore nunca habla directamente con los alumnos, mucho menos con los del programa
de verano.-dijo en un tono prudente.-Siempre está demasiado ocupado para encargarse de
esas cosas él mismo, para eso está la directora del programa. Dudo que sea algo malo, eres su
estudiante estrella, pero es… extraño.

Remus asintió con la cabeza y sintió aquella incomodidad fría abriéndose paso hasta su
garganta, ni siquiera se le había pasado por la cabeza que fuera un acontecimiento inusual,
había crecido pasando por las oficinas de muchos adultos, pero le preocupaba la reacción de
sus amigos. Incluso Narcissa se había mostrado especialmente fastidiada por ello, y la chica
siempre prefería parecer completamente inmutable.

Caminaron juntos hasta el edificio de Administración y James comenzó a contarle sobre su


última conversación con Lily que había consistido en una discusión acerca de la mejor
heladería de la ciudad, usando ese tono de adoración que siempre usaba cuando hablaba de
ella.

-Se me ocurrió que podría invitarla a tomar un helado para que decidamos cuál es el mejor,
sería bastante lógico, ¿no crees?-dijo, pasando sus dedos entre su cabello ansiosamente.

Remus se tomó un momento en contestar pues su cerebro estaba todavía intentando averiguar
la razón por la que el director quería hablar con él, y se tardó en procesar lo que había
escuchado.

-Es la oportunidad perfecta.-afirmó.-Sólo… intenta no sonar demasiado ansioso, es mejor ir


lento con Lily.

-Lo sé, lo sé.-contestó en un tono evidentemente ansioso, y Remus tuvo que contener una
risa.-Prudencia y paciencia, dice mi madre siempre.

-Que mujer tan sabia.

-Lo es, igual que tú, sé que te amará cuando te conozca.-dijo arqueando las cejas.-Ya puedo
imaginármela riñéndote por estar tan delgado.

-Los doctores siempre dicen que estoy en un peso normal.-se defendió él, poniendo una mano
sobre sus costillas.

James soltó una carcajada y lo palmeó en la espalda como si lo encontrara adorable.

-Estás bien, Lupin, es sólo algo que dicen las madres.-dijo, divertido.-Le dijo lo mismo a
Lily, y su familia literalmente tiene un restaurante.

-¿Tus padres conocen a Lily?-preguntó Remus, confundido.


-Vinieron al festival del final del verano cuando ella estudiaba aquí.-se explicó él.-La
adoraron casi tanto como yo, creo, y sé que a ella también le agradaron.

Remus asintió, pero no contestó porque ya estaban entrando al vestíbulo del edificio, y
mientras esperaban que la secretaria terminara una llamada para dejarlos pasar, se puso a
pensar en los padres de James y en sus propios padres. Lo había escuchado hablar con ellos
por teléfono algunas veces, y sabía que les enviaba mensajes constantemente, era evidente
que los amaba y que se sentía amado por ellos.

No era como si Remus no amara a sus padres ni que pensara que no lo amaban, pero el tipo
de amor que experimentaba James parecía mucho más simple, sin ataduras ni condiciones ni
dudas. Estaba tan seguro de su amor por ellos como de su amor por Lily y por sus amigos y
no le avergonzaba que los demás lo vieran inmerso en él. James era la clase de persona que
iba por ahí abrazando a la gente que quería sólo por el placer de hacerlo, que le compraba
regalos a sus amigos con el único motivo de que verlos felices, que intentaba resolver los
problemas de las personas que apreciaba porque no soportaba verlos preocupados.

Remus reconoció que estaba celoso de él, le hubiera gustado crecer con esa idea del amor
ruidoso y fácil que James practicaba, no quería dudar del cariño de sus amigos, quería que las
demostraciones de afecto le salieran naturalmente y no quería que el amor le resultara tan
ajeno. Sacudió su cabeza en cuanto empezó a escuchar la música y visualizar los ojos grises,
no necesitaba eso en ese momento.

Los dejaron subir al piso de oficinas y James acompañó a Remus hasta la de Dumbledore
para asegurarse de que no se perdiera antes de irse a buscar a la Administradora.

Remus realmente nunca había imaginado cómo sería la oficina del director de una de las
mejores escuelas de música del país, pero supuso que esa era exactamente la oficina que
debía tener alguien como él en cuanto la vio.

Era una habitación grande en la esquina del edificio, con ventanas amplias que daban a la
playa, un piano de cola, una viola y un corno franceés delante de una enorme estantería llena
de libros. Tenía una alfombra bajo el escritorio, un sillón, un sofá y una mesita de café, todos
de aspecto antiguo y caro.

Dumbledore estaba parado hacia la ventana cuando tocó la puerta, observando el campus
atentamente. Se dio la vuelta sin inmutarse, sonriendo cálidamente.

-Señor Lupin, muchas gracias por venir.-dijo, haciéndole una seña para que entrara.-¿Quieres
algo de beber?

-No, gracias, profesor.-contestó, dando un par de pasos vacilantes.-Estoy bien.

-Siéntate, por favor.

Remus obedeció, tomando el asiento del sillón mientras el director se acomodaba en el sofá.
Había algo en la oficina que lo hacía sentir fuera de lugar, quizás toda esa opulencia
disfrazada de casualidad.
-Quiero asegurarte que no te he llamado por nada preocupante, sé que es lo primero que
debiste haber pensado.-dijo, sonriendo.-De hecho, yo diría que se trata de buenas noticias.

-Oh.-contestó Remus, completamente perdido.-De acuerdo.

-Pero primero quería preguntarte cómo te has acoplado al programa, ya llevas un mes aquí.-
dijo, adoptando ese tono serio que suelen usar los profesores.-¿Cómo te ha parecido?

-Bien.-respondió en automático, pero de inmediato supo que eso no bastaría.-Me he sentido


muy bienvenido, los profesores han sido muy comprensivos.

-Tus calificaciones son excelentes en casi todas las materias.-dijo Dumbledore antes de
pasarse una mano por la barba gris que enmarcaba su rostro.-Excepto en algunas de las
teóricas, ¿estás teniendo problemas con algo?

-Bueno… un poco, no había estudiado nada de teoría antes.-contestó Remus, avergonzado.-


Sé que no soy el primero de la clase, pero me he esforzado por mantener el ritmo.

Dumbledore esbozó otra sonrisa, pero estaban comenzando a ponerlo nervioso, pues parecían
todo menos genuinas.

-Entiendo, tu situación es complicada, podríamos asignarte un tutor si lo requieres.-dijo,


encogiéndose de hombros.-Es importante para la Academia que seas sobresaliente en todo,
Remus, la clase de beca que tienes es muy difícil de justificar ante el Consejo Escolar.

Remus sintió como sus mejillas comenzaron a arder, e intentó apartar la mirada para
mantener la compostura.

-Lo sé, aprecio mucho su ayuda.-dijo.-No creo que el tutor sea necesario por ahora, le
aseguro que mis calificaciones a partir de este momento serán dignas de la Academia.

Dumbledore lo observó por unos segundos, entornando los ojos ligeramente detrás de las
pequeñas gafas que siempre llevaba, y Remus se resistió a romper el contacto visual con él.

-Muy bien, de todas formas la oferta para recibir ayuda seguirá vigente, no dudes en venir si
necesitas algo.

Remus asintió con la cabeza, sonriendo y esperando que no fuera evidente lo tenso que
estaba.

-Bien, ahora a un tema más emocionante…-comenzó Dumbledore juntando sus manos frente
a él.-Sé que no planeabas asistir al viaje para ver a la Filarmónica de Liverpool por falta de
fondos, pero te tengo buenas noticias.

Su corazón dio un salto en cuanto el profesor mencionó el viaje, corrigió su postura y la


ansiedad que sentía fue reemplazada por curiosidad.

-Un donador anónimo se enteró de tu situación y decidió pagar por el viaje de todos los
becados que no podían costeárselo.-dijo, extendiendo sus brazos.-Así que podrás ir con tus
compañeros al concierto este fin de semana.
-Vaya.-dijo con la voz ahogada, completamente confundido.-Eso es… muy gentil, pero no sé
si deba aceptarlo, profesor.

-Es muy importante que vayas, Remus, asistirán personas muy importante de este medio.-le
dijo en un tono que bordeaba entre lo severo y lo amable.-Conocer ese tipo de gente es vital
para tener éxito en una industria tan antigua y cerrada.

-Lo sé, director, es sólo que…

-El viaje ya está pagado, si no lo ocupas se desperdiciará la donación.-lo interrumpió


Dumbledore adoptando un tono más adusto.-Necesito saber que te estás tomando en serio las
oportunidades que te ofrece la Academia, señor Lupin.

Remus no estaba acostumbrado a que los adultos a su alrededor se disgustaran con él, así que
sintió la incomodidad extenderse por su pecho y tensarle los hombros.

-Lo hago señor.-dijo, después de aclararse la garganta.-Estoy muy agradecido, me encantaría


participar en el viaje.

El rostro de Dumbledore se relajó después de eso, volviendo a su expresión afable usual.

-Perfecto, Narcissa te dará todos los detalles del viaje y te pedirá que llenes algunos
documentos.-dijo, levantándose del sofá.-Fue un gusto conversar contigo, Remus.

-Igualmente, profesor.-contestó, levantándose también.-Prometo estar a la altura de las


expectativas que tienen de mí.

-Lo más importante es que desarrolles todo tu potencial.-dijo Dumbledore, pero no se


escuchaba sincero. O quizás solo eran sus nervios..-Serás alguien muy importante algún día.

-Gracias, señor.

-Adiós, Remus. Mucha suerte.

Y Remus salió de la oficina después de estrechar su mano, con un ligero dolor en las sienes
que se esparcía por su nuca poco a poco.

Tenía un mal presentimiento de todo esto. Y no se tragaba el cuento del donador anónimo ni
por un segundo.

Chapter End Notes

Holaaa! Como siempre muchas gracias por leer, ojalá comenten si les gustó porque no
saben lo feliz que me hace leer sus comentarios. Por cierto, ¿qué creen que haya pasado
con esa donación?
Gracias a todes por desearme cosas bonitas para la escuela, espero que tengan una
muyyy buena semana. Les tqm <3
XVIII. los jardines
Chapter Summary

Remus intenta averiguar qué hacer respecto a sus sospechas del donador y alguien lo
invita a salir

Chapter Notes
See the end of the chapter for notes

Ya habían pasado veinticuatro horas y Remus aún no les había dicho a sus amigos, ni a
Sirius, que iba a ir con ellos al viaje para ver a la orquesta. Llevaba todo ese tiempo pensando
en si alguno de ellos podría haber donado el dinero de forma anónima, al saber que le
molestaría recibir actos de caridad. O actos de amistad, lo que se supone que fueran.

Realmente, Dumbledore podía estar diciendo la verdad, la Academia era una escuela de
mucho prestigio, seguro que tenía cientos de exalumnos adinerados donando sumas
exorbitantes a la escuela muy seguido, pero había dicho que ese dinero específicamente había
sido para pagar el viaje de los becados, en especial el suyo; y no tenía idea de cómo alguien
externo a los docentes podría haber oído de él.

Encontraba toda la situación sumamente sospechosa, y cada vez que comenzaba a pensar en
ella, sentía algo escocerle en la nuca y las palmas de sus manos, como si la incomodidad
fuera física, también.

Había pasado esas veinticuatro horas debatiéndose si preguntarle o no a sus amigos respecto
a la donación, pero temía lastimarlos con acusaciones infundadas, y, en el peor de los casos,
quedar como un estúpido si es que se creía una de sus mentiras.

Decidió enfrentar a James y Peter después del almuerzo, cuando usualmente se iban a hacer
lo que ellos llamaban hacer la tarea en los jardines, que era en realidad jugar a lanzarles
pelotas de tenis a los transeúntes y puntuarse dependiendo de dónde les atinaban, hasta que se
cansaban o algún profesor iba a regañarlos.

Sirius estaría practicando con Narcissa, o tal vez escondiéndose de ella en la azotea como le
había contado, y su ausencia sería definitivamente útil para hablar con los otros dos.

Había considerado también a Sirius como el posible donador, pero estaba seguro de que su
familia jamás se lo habría permitido, y de que si lo pensaba bien no tenía razón alguna para
hacerlo, claro, habían zanjado un poco de su adversión mutua durante la noche en el
restaurante, pero no eran amigos y llevaban varios días sin dirigirse la palabra; ninguno de los
dos había renunciado a su meta de ganar la beca y el lugar en la Academia, así que era
completamente incoherente considerarlo a él en su búsqueda. Y sin embargo, cuando pensaba
en Sirius, una sensación extraña tiraba del fondo de su estómago, aunque quizás solo se
trataba de su fastidiosa atracción hacia él.

James y Peter se mostraron sorprendidos cuando los siguió al jardín en lugar de dirigirse a la
biblioteca como hacía usualmente, pero Remus intentó mantenerse casual, y respondió a sus
preguntas con un simple “Necesito un poco de aire fresco”.

Los observó pasarse la pelota de tenis de un lado a otro por unos minutos y comenzó a ojear
un libro mientras se armaba de valor para preguntarles si sabían algo de la donación. Habían
pasado apenas unos minutos cuando fue interrumpido por un carraspeo que lo sacó de su
ensimismamiento, haciéndolo levantar el rostro esperando encontrarse a sus amigos, o quizás,
pensó con su corazón dando un salto, sería Sirius que había llegado a sentarse junto a él.

Pero al subir la mirada se encontró con un chico que no conocía, recordaba su rostro
vagamente al haberlo visto por el campus así que debía ser alumno del programa, pero no
tenía memoria de haberle dirigido la palabra antes.

-Hola.-dijo Remus, cerrando su libro después de memorizar la página en la que se había


quedado.-¿Te puedo ayudar en algo?

-Hola.-contestó el chico, jugando con un brazalete que colgaba de su muñeca.-Eh…


probablemente no sepas quien soy, voy en segundo.

Remus esbozó una sonrisa apretada y asintió porque no estaba seguro de qué era socialmente
aceptable en esa situación, ¿debía admitir que no tenía idea de quien era, o fingir que lo
conocía a la perfección?

Por suerte no tuvo que averiguarlo, porque el chico siguió hablando de forma atropellada y
con un indiscutible tono de nerviosismo que contagió a Remus un poco, inevitablemente.

-Me llamo Terry.-dijo, extendiendo su mano hacia él. Remus la tomó después de un momento
de duda.

-Es un gusto.-contestó, y sus ojos viajaron detrás del chico en búsqueda de sus amigos,
esperando que quizás vinieran en su rescate.-Soy Remus.

-Lo sé.-contestó con las mejillas completamente rojas. .-Vas a tocar el piano, en la
presentación del final de verano.

-Sí.-la torpeza social del chico estaba incomodando a Remus, quien estaba acostumbrado a
ser el incompetente en la conversación y dejar que la otra persona hiciera todo el trabajo, se
sentía completamente perdido.-¿De eso querías hablarme?

-Sí… O bueno, no exactamente.-dijo Terry, tomando una de sus propias manos con la otra y
esbozando una sonrisa nerviosa.-Quería saber si te gustaría ir por un café.

-¿Ahora?-preguntó Remus, confundido.-Es un poco temprano para eso, ¿no?

-No, ahora no.-contestó Terry de inmediato, soltando una risita agitada.-Es decir, si tú quieres
podríamos ir… pero yo hablaba de otro día, quizás mañana.
Remus lo miró, perplejo, por unos segundos, sin comprender lo que estaba sucediendo ni lo
que el chico estaba intentando decirle. Estaba a punto de acceder, por pura necesidad de
terminar con el silencio y con la conversación entera, si era posible, cuando el universo
decidió ser inoportunamente amable con él y cumplir el deseo que había tenido unos minutos
antes: Sirius, que había salido de algún lugar donde no había podido verlo, se sentó a su lado,
manteniendo una distancia bien cuidada y con sus ojos fijos en Terry, quien se puso aun más
rojo y dio un paso vacilante hacia atrás.

-Oh.-dijo al ver a Sirius con una expresión que bordeaba el pánico.-Bueno, Remus, en caso
de que quieras ir…

Y puso algo entre sus manos antes de salir huyendo, en una especie de trote combinado con
caminata que resultó en una partida embarazosa y estrambótica.

-Vaya.-dijo Sirius, de pronto, en su tono de indiferencia combinada con soberbia.-Eso fue


doloroso de ver.

Remus extendió el papel que le había dado, y vio que sobre él estaba un número de teléfono
escrito con pluma, oh, Dios, ¿ese chico le estaba coqueteando? Sintió algo violento
removerse en su interior y se resistió a tirarlo, consciente de la mirada de Sirius sobre él.
Tardó un momento en reaccionar a sus palabras, sin saber si hablaba de Terry, de Remus, o
del hecho de que fueran dos hombres, y eso último hizo que sintiera algo muy desagradable
en el fondo de su estómago.

-¿Porque es un chico?-dijo entre dientes, guardando el papel en su bolsillo aunque no tenía


intención de utilizar el número.-Por favor, Black, estamos en el siglo XXI, ¿en serio
piensas…?

Una carcajada de Sirius lo interrumpió, no era exactamente divertida, pero tampoco cruel, y
sólo dejó a Remus más confundido.

-¿Me estás acusando de ser homofóbico?-preguntó con las cejas enarcadas y una sonrisa
sarcástica.

Remus abrió la boca y la cerró de nuevo. Contestar que sí parecía igual de inadecuado que
contestar que no, así que se limitó a extender las manos en su dirección y encogerse de
hombros, como si eso significara algo más que confusión.

-Idiota.-dijo Sirius, sacudiendo la cabeza, antes de levantarse y caminar en dirección a James


y Peter.

~~~

Remus había intentado sacar la reacción de Sirius de su cabeza por horas, aunque para ser
justos llevaba días intentando no pensar en Sirius de ninguna forma, pero esa interacción lo
tenía especialmente tenso, no entendía a que se había debido su risa, ni su partida repentina,
ni siquiera sabía por qué había decidido acercársele cuando estaba hablando con Terry
después de días ignorándose mutuamente.
Odiaba que Sirius Black ocupara tantos de sus pensamientos, que tuviera tanto poder sobre él
cuando parecía completamente desinteresado en su existencia. Había pasado dieciocho
cómodos años sin permitirse sentir nada de esa índole justamente para evitar todo ese lío
emocional inútil y fastidioso, y no podía creer que alguien como Sirius lo hubiera hecho
descuidarse de esa forma.

No encontró un buen momento para hablar con James hasta que regresaron al dormitorio por
la noche, así que cuando los dos se quedaron finalmente solos, Remus decidió apartar toda
ponderación inútil de su mente e intentó recordar el discurso que había formulado para hablar
con él.

-James.-lo llamó, haciendo que su amigo subiera el rostro del libro que estaba leyendo (aún
seguía con Frankenstein, pero ya le faltaba muy poco para terminarlo.-Necesito hablarte de
algo.

Eso llamó su atención de inmediato, dejó el libro abierto sobre su cama y se ajustó los lentes
sobre la nariz.

-¿Qué pasa?

-¿Qué trámite fuiste a checar a la oficina de administración?-preguntó, intentando que su tono


no fuera exageradamente acusatorio.

-El de mi inscripción a la universidad del próximo semestre.-dijo, perplejo.-Sé que al


completar el programa podemos pedir que lo tomen en cuenta para la admisión, pero mis
padres querían que hiciera el examen como todo el mundo, así que lo hice hace meses, ¿por
qué?

Remus podía reconocer cuando otros mentían. O eso quería creer. Y a su parecer, James
estaba siendo completamente sincero. Una voz en su mente le dijo que dejara el tema ahí,
pero necesitaba estar seguro, porque esa sensación de que había algo extraño en todo ese
asunto seguía molestándolo.

-Dumbledore me dijo que alguien había hecho una donación para pagar el viaje de todos los
becados, anónimamente.-contestó.-Sólo quiero asegurarme de que…

-¡No fui yo!-lo interrumpió, alzando las manos.-Te lo juro, Remus.

-Oh.

-Quiero decir, lo habría hecho, iba a hacerlo.-dijo con una mueca.-Pero luego te enfadaste
tanto cuando te lo sugerí que no me atreví a hacer nada, no quería… ¿ofenderte?…
molestarte.

Remus frunció los labios e intentó encontrar algún indicio de deshonestidad en el rostro de su
amigo, pero su expresión era más apanicada que culpable, parecía genuinamente preocupado
por el prospecto de herir a Remus y no tanto por ser descubierto, y el castaño sintió algo
bizarrp, como si se desinflase algo dentro de su torso, porque quizás una parte de si mismo
había querido que se tratara de él, todo habría sido menos confuso y sabría que lo había
hecho porque era su amigo, porque lo quería y porque James hacía esa clase de cosas siempre
que podía; pero si él no era el donador anónimo, todo se volvía infinitamente más
complicado.

-¿Seguro?-dijo como último intento, pero se arrepintió en cuanto las palabras salieron de su
boca, porque en el rostro de James vio una tristeza que no había estado ahí segundos antes.

-Me dijiste que no lo hiciera, así que no lo hice.-contestó, encogiéndose de hombros.-No


haría algo así sin tu permiso, Remus.

Remus no soportaba ser causa de la aflicción de alguien más, había pasado años viendo a sus
padres llorar por él cuando aún era demasiado joven para asimilar lo que eso significaba,
sobre todo porque no tenía idea de cómo consolarlos ni si debía hacerlo. La idea general de
causar malestar a otros le incomodaba mucho, pero James siempre se había esforzado por ser
amable con él, por respetarlo y hacerlo reír cuando se sentía perdido o frustrado, así que
afectarlo de esa manera era especialmente desagradable.

-Lo sé, lo sé.-dijo, levantándose para sentarse junto a James.-Lo siento. No… no quise decir
que no respetes lo que te digo o algo así, es sólo que… sé como eres con esta clase de cosas,
más cuando se trata de tus amigos. Te creo.

James mordió el interior de su mejilla pero asintió con la cabeza, y Remus sintió que parte
del peso que llevaba se aligeraba.

-De todas formas es una excelente noticia.-dijo el chico de lentes después de unos segundos,
sus ojos comenzaron a brillar y una sonrisa le ensanchó las mejillas.-Irás con nosotros al
viaje, será genial.

Remus rió y se dejó caer sobre el colchón de James, cubriéndose el rostro con uno de sus
antebrazos para proteger sus ojos de la lampara.

-Lo sé.-contestó con un quejido.-Ya me había hecho a la idea de quedarme aquí. Es extraño.
La idea de ir a ese lugar y conocer a toda esa gente es intimidante.

-¿Intimidante?

-Bueno, ustedes llevan toda su vida asistiendo a esa clase de eventos, están literalmente
entrenados para convivir con personas famosas y ricas y talentosas.-dijo, imaginándose al
grupo de alumnos moviéndose con destreza entre todos los músicos prestigiosos de la
Orquesta de Liverpool.-Y yo literalmente solo tengo un traje viejo y medio roído en mi
equipaje, y nada de habilidades sociales.

James se recostó junto a él y le dio una palmadita amistosa en el brazo antes de comenzar a
hablar:

-Si lo que te preocupa es la falta de etiqueta, eso es muy fácil, sólo haz todo lo que nosotros
hagamos y ya: sonríe, ríete de sus chistes y contesta “Sí, señor, sí, señora” a todo.-le dijo en
un tono animado.-Además, seguro que Dumbledore ha estado hablando sobre ti con las
familias más importantes del medio, estarán muriendo por hablar contigo.
-¡Eso no me ayuda!-le reclamó.

-Oh, Lupin, lo único que tendrás que hacer será responder a sus elogios con un “Muchas
gracias, es un gusto”.-dijo James, poniendo los ojos en blanco.-Te lo juro.

-Mmm…-gruñó Remus, dejando su brazo de vuelta en el colchón, sin sentirse muy


convencido.

-Y, con lo del traje, te ofrecería prestarte uno, pero creo que te quedaría un poco corto.-siguió
James, arrugando la nariz como si se estuviera imaginando su ropa en su alto amigo.-
Podríamos comprarte uno.

-James…

-Bueno, rentar, si lo prefieres.-contestó en un tono desdeñoso.-De todas formas, nadie le


prestará atención a tu ropa, todos se creen demasiado intelectuales para eso.

Remus soltó un resoplido divertido y lo ponderó unos segundos. Quizás lo que podría hacer
es ir a que le ajustaran el traje, pero James tenía razón, era ridículo preocuparse por ese tipo
de cosas en esa circunstancia.

-Bien.-dijo finalmente.-Pero si acabo siendo el hazmerreír de toda la Orquesta de Liverpool y


sus invitados, te señalaré a ti como el responsable.

~~~

“-Oye James, ¿Sirius es gay, homofóbico o ninguno? Y si no es ninguno, ¿por qué reaccionó
de esa forma a un chico invitándome a salir?”

Eso era lo que Remus moría por preguntarle a James, lo que estaba considerando preguntarle
cuando apagaron la luz y comenzó a escuchar los ronquidos de su compañero.

Pero realmente no había una buena forma de hacer esa pregunta, y si la hiciera, significaría
tener que contarle de Terry y del papel que había dejado en el bolsillo de su pantalón donde le
había escrito su número, y probablemente después comenzarían a hablar de chicos que salían
con otros chicos y Remus no se sentía listo para tener esa conversación con James.

No es que creyera que no lo tomaría bien, pero aún le costaba trabajo compartir esa parte de
si mismo, y no se imaginó que su amigo tuviera el mismo tacto que Lily, así que decidió
quedarse callado, y, por consecuencia, no poder dormir por estar repitiendo la extraña
interacción en su cabeza, con una música tensa y tenebrosa de fondo, producto del macabro
humor de su propia mente.

Quizás no era tan mala idea aceptar la invitación de Terry, pensó después de un rato de
intentar conciliar el sueño sin éxito; el chico era muy lindo, de piel oscura, cabello rizado y
ojos grandes, y parecía igual de socialmente torpe que Remus, así que al menos tendrían algo
en común. Sería una excelente forma de superar (o ignorar, por lo menos) lo que fuera que
sintiera por Sirius, se dijo, y probablemente sólo significaría divertirse unas semanas hasta
que terminara el programa y todos regresaran a sus ciudades natales. Pero luego pensó que
salir con un chico con el único propósito de distraer su mente de pensar en alguien más
moralmente incorrecto, y que además significaría anunciarle su orientación sexual al resto de
la escuela, así que terminó igual de contrariado que al iniciar su tren de pensamientos.

Al día siguiente iría al restaurante para trabajar al menos un turno esa semana, ya que les
había avisado del viaje en cuanto se enteró (los señores Evans habían insistido en pagarle
como si fuera a trabajar todos sus turnos, lo cual lo había hecho sentir extremadamente
apenado y agradecido), y podría hablar con Lily, a pesar de que no estaba seguro exactamente
qué parte de toda la situación quería contarle; lo de Terry seguro le causaría mucha
satisfacción porque probaría su teoría de que la mitad del alumnado de la Academia se sentía
atraída por Remus, no pensaba hablarle de lo que había descubierto sentir por Sirius porque
ni siquiera sabía cómo nombrarlo, pero sí que quería preguntarle su opinión por el donador
del viaje, seguro que tendría muchas teorías.

Se quedó dormido pensando en eso, y en ojos grises y sonrisas crueles, así que cuando
despertó aún tenía manchas oscuras bajos los ojos y una sensación de cansancio generalizada.

Se dio una ducha fría que cumplió con el objetivo de hacerlo sentir más despierto, pero que
empeoró su humor al mismo tiempo, los doctores siempre le habían dicho que ducharse con
agua fría era bueno para su sistema inmunológico pero él lo detestaba, le recordaba
demasiado a las noches en el hospital.

No esperó a James y Peter (y Sirius, supuso, porque siempre estaba pegado a ellos) como
solía hacer, sino que salió del edificio en dirección al desayuno en cuanto estuvo listo porque
necesitaba desesperadamente una taza de té con la suficiente cafeína para hacer que dejara de
bostezar cada treinta segundos. Incluso consideró tomar café y pedirlo con más cargas de lo
usual, pero hizo una mueca al pensar en el sabor amargo, así que descartó la idea muy pronto.

Sus amigos se le unieron veinte minutos después, todos ojeándolo con cautela, y Remus
fingió no darse cuenta.

Su humor mejoró un poco después de la primera tostada y un par de mordidas a una


manzana, así que decidió que era hora de anunciar su participación en el viaje; después de
todo acabarían enterándose en un par de días.

-¿Recuerdan que Dumbledore me llamó a su oficina el lunes?-preguntó cuando la


conversación se calló por un momento, y su pregunta hizo que todos voltearan hacia él de
inmediato.

-Claro.-respondió Marlene, deteniendo el tenedor con fresas que iba a medio camino hacia su
boca.-Nunca nos contaste el motivo.

-McDonald…-la riñó Dorcas, encajándole el codo entre las costillas, y su amiga soltó un
resoplido de indignación.

-¿Qué?

-No seas entrometida.


Remus rió suavemente al verlas pelear y sacudió la mano frente a él.

-Está bien, eso es lo que iba a decirles.-siguió, poniendo las manos en su regazo y sintiendo la
mirada de Sirius quemarle la sien.-Resulta que un donador anónimo pagó por el viaje de
todos los becados, así que iré con ustedes a ver a la Orquesta este fin de semana.

La mesa estalló en exclamaciones de alegría y un par de aplausos de parte de James, que


parecía muy satisfecho consigo mismo de haberlo sabido antes que el resto. Peter estaba
esbozando una sonrisa alegre y le levantó un pulgar en señal de aprobación.

Remus se permitió mirar a Sirius por un instante, y lo encontró mirándolo con una de sus
estúpidas expresiones inteligibles que lo hacían ver más atractivo de lo normal y que odiaba
con toda su alma porque nunca sabía como descifrar. No parecía realmente sorprendido, ni
molesto, ni feliz, porque no parecía absolutamente nada, y sacaba a Remus de sus casillas.

Todos comenzaron a hablarle de lo mucho que iba a gustarle conocer la ciudad, y de los
músicos que iban a presentarle y de lo terrible que era la comida del autobús, y, muy a pesar
de los intentos de Remus de mantenerse enfurruñado, comenzó a sentir emoción por el viaje
por primera vez desde que se había enterado de su existencia.

Quizás debía dejar de ser tan pesimista respecto a todo y comenzar a disfrutar el lugar donde
se encontraba, así nada fuera de acuerdo a sus planes, pensó cuando una sonrisa se ensanchó
en su rostro sin que se diera cuenta al escuchar a sus amigos, y una sensación cálida se
esparciera por su pecho al contagiarse de su entusiasmo.

Sirius también estaba sonriendo, una sonrisa pequeña y discreta y misteriosa, como si
tampoco pudiera evitarlo, y cuando sus miradas se cruzaron, Remus ignoró los gritos de
alarma en su cabeza y se dejó admirar lo bien que le sentaba la felicidad a Sirius.

Sería un privilegio, pensó con la respiración atorada en su garganta, ver a Sirius feliz y
saberse la causa de ello.

Chapter End Notes

Holaaa! Muchísimas gracias por leer, espero que les guste el capítulo! Creen que Remus
haga algo con el número de Terry? Por qué piensan que Sirius reaccionó así? Muchas
gracias a todes les que comentan, de verdad me alegra muchísimo ver cuando me ponen
algo; por cierto, decidí empezar a contestar comentarios los domingos, disculpen si aún
no les respondo el suyo.
Espero que tengan una buena semana, les tqm <3
XIX. peras y queso azul
Chapter Summary

Remus tiene un turno interesante en el trabajo el día previo al viaje para ver a la
Orquesta.

Chapter Notes

Capitulo largooooo, espero que les guste besties

See the end of the chapter for more notes

Remus entendió por qué tenía asignados los turnos del fin de semana cuando llegó al
restaurante esa tarde del miércoles, había muy pocos comensales, sólo dos mesas de turistas
ancianos que Petunia ya estaba atendiendo, así que él se escabulló a la cocina a buscar a Lily
en cuanto tuvo oportunidad.

El señor Evans estaba ahí, limpiando con aire distraído los utensilios donde acababa de
cocinar los platos de los comensales. Lily estaba trapeando un piso que parecía perfectamente
limpio, y Remus tuvo la sensación de que quizás era mejor salir y pasar un trapo sobre las
mesas que también estaban pulcras, pero cuando su amiga lo escuchó entrar, alzó el rostro y
éste se iluminó con una sonrisa.

-Puedo hacer eso por usted si quiere tomar un descanso.-le dijo Remus al señor Evans
después de saludarlo, y el hombre le sonrió complacido, aceptando su propuesta.

Lily se acercó a abrazarlo cuando su padre se fue, soltando un chillido entusiasmado mientras
lo estrechaba.

-¡Estoy muy feliz por ti!-exclamó ella, plantando un beso en su mejilla.-Cuando te vea
después de hoy, serás un hombre nuevo.

-Es sólo un concierto de orquesta, Lily.-respondió Remus, poniendo los ojos en blanco pero
sonriendo también.

-¡Claro que no!-dijo su amiga, dándole un golpe en el brazo a forma de reprimenda.-Es tu


primer concierto de orquesta, es en otra ciudad, y vas a conocer a un montón de gente
pretenciosa e importante, ¡Es como tu debut en la sociedad!

Remus soltó una carcajada y sacudió la cabeza.


-Te aseguro que no hablaré con nadie si puedo evitarlo.-contestó él con sinceridad.-Además,
según lo que sé, la mitad de la familia Black toca en esa orquesta, y no he tenido el mejor de
los historiales con ellos hasta ahora.

-Irrelevante.-dijo Lily, sacudiendo su mano.-Deja de enfocarte en lo negativo y celebra


conmigo, Lupin.

Remus se recargó en la mesa de la cocina y se cruzó de brazos. Tenía razón, Lily siempre la
tenía, y Remus odiaba ser así de pesimista siempre, pero era su naturaleza, había aprendido a
serlo desde que era un niño y sólo recibía noticias decepcionantes, una tras otra.

-No puedo dejar de pensar en quién es el donador anónimo que pagó todo.-admitió él con un
resoplido.-Siento como si fuera a llegar años después, cuando ya ni siquiera lo recuerde, a
cobrarme el favor, o algo así.

-Así no funcionan las donaciones, Remus.-dijo Lily, en un tono de incredulidad, como si


pensara que realmente no supiera lo que significaba la palabra. Él no supo si ofenderse o
reírse.

-Ya lo sé, pero es… extraño.-contestó él, encogiéndose de hombros.-No puedo evitar pensar
que hay algo muy inusual en todo esto.

-Sé que estás acostumbrado a ser el centro de atención a donde quiera que vas…-comenzó
Lily en un tono divertido, ganándose un codazo de parte de Remus.-Pero es mucho más
común de lo que parece, tienen tantos exalumnos y profesores forrados de dinero que no me
extrañaría que el mismo Dumbledore lo hubiera hecho.

Remus consideró la idea por un momento, pero recordó la actitud del profesor en su despacho
y la descartó muy pronto. No se lo dijo a Lily porque no creyó que serviría de mucho, pero
no le parecía plausible.

-Por un momento pensé que había sido James.-le contó, disfrutando de la reacción de su
amiga al oír su nombre, toda mejillas rosas y miradas inquietas.-Me lo ofreció varias veces, y
de hecho cuando se lo pregunté me dijo que lo habría hecho, pero no quería ignorar mis
deseos.

-Suena como algo que él haría.-contestó Lily en un tono cuidadoso.-De hecho, creo que iba a
invitarme al viaje también.

Eso lo hizo dar vuelta a su cuerpo entero en dirección a ella.

-¿Que James iba a hacer qué?

-Lo consultó con las chicas, pero le dijeron que era una idea terrible.-contestó con una
expresión que pretendía ser indiferente, traicionada por la forma en la que su boca insistía en
levantarse.-Tenían razón, claro, habría sido muy incómodo.

-Habría sido muy divertido.-replicó Remus con un chasquido desaprobatorio.-Aunque


supongo que sí habría sido algo pronto para eso, ni siquiera han tenido una cita aún.
-Ni tendremos. James y yo sólo somos…-balbuceó Lily, completamente ruborizada.-
conocidos.

Remus no pudo evitarlo, soltó una carcajada que lo hizo echar la cabeza para atrás y le ganó
un buen golpe de Lily en el brazo.

-¡Hablo en serio!

-Como digas, Evans.-contestó él, aún sonriendo, y ella lo fulminó con la mirada de tal forma
que no entendió cómo James lo había soportado por tanto tiempo.

-Si fuera tú, habría pensado que Sirius era el donador anónimo.-su sonrisa se descompuso en
un instante.

-¿Qué? ¿Por qué?

-Bueno, es tu amigo y tiene mucho dinero.-dijo Lily con un tono que evidenciaba que eso no
era en absoluto lo que quería decir.

-No somos amigos.-fue su turno de sonrojarse.-Además, si esos son los criterios, Peter es un
candidato mucho más viable.

-Dudo que tengan las mismas motivaciones.-contestó ella, manteniendo esa voz de
satisfacción que le estaba poniendo los nervios de punta.

-No sé de qué me hablas, pero no creo que haya sido ninguno de los dos.-contestó Remus,
decidido a cambiar el rumbo de la conversación.-Ahora tengo problemas más graves que ese,
de todas formas.

-¿Ah sí?-dijo Lily, subiendo las cejas.

-Un chico me invitó a salir.-dijo, apartando la mirada de inmediato.-Y creo que Sirius es
homofóbico.

El rostro de Lily pasó por toda una serie de transformaciones, desde el asombro hasta el
desconcierto, concluyendo en una satisfacción que hizo que Remus se arrepintiera de
habérselo dicho.

Le relató lo que había sucedido el día anterior, fingiendo que no sentía sus mejillas arder y
que no notaba lo mucho que su amiga estaba disfrutando del relato.

-¡Te lo dije!-fue su primera respuesta, empujándolo con el hombro.-Remus Lupin, el


casanova de la academia de música más prestigiosa del país.

-Oh, cállate.-respondió él con el ceño fruncido.-Es sólo un chico.

-Son decenas.-siguió Lily.-Y chicas, también.

-¿Es raro que me haya invitado a salir un chico?-preguntó, pensando en ello por primera vez.-
Quiero decir… ¿todos saben que soy gay? ¿Se me nota, o algo así?
La sonrisa de Lily perdió su connotación divertida y se volvió reconfortante. Puso una mano
en su brazo y sacudió la cabeza con gentileza.

-No puedes saber la orientación sexual de alguien con sólo verlo, Remus.-dijo en un tono
tranquilizador.-Fue sólo una coincidencia.

-No es que me avergüence, ni nada.-contestó él con una mueca y la espalda tensa.-Es sólo
que… preferiría que toda la escuela no estuviera especulando sobre mi orientación.

-Lo sé.-dijo Lily, recargando su cabeza en el hombro de Remus.-No le debes explicaciones a


nadie.

Remus sintió un poco de la angustia dejar su cuerpo, pero se quedaron callados un momento,
y su mente comenzó a divagar de inmediato.

Estaba diciendo la verdad, ser gay no era algo que lo azorara, lo había sabido desde que era
muy joven, cuando inició la pubertad y se dio cuenta de que sentía más cuando un compañero
de la escuela le pedía prestado un lápiz que cuando alguna niña le escribía cartas de amor.
Había tardado un poco en asimilarlo, no porque no quisiera aceptarlo, sino porque realmente
no estaba muy alto en su lista de prioridades, después de todo estaba lidiando con infecciones
pulmonares letales y madres sobreprotectoras.

Pero saber que era gay y hablar de ello con otras personas eran cosas muy distintas. Con Lily
había sido algo natural, siempre se había sentido perfectamente cómodo con ella, pero era
una gran excepción a la regla, ¿por qué tenía que hablar de ello, de todos modos? ¿por qué no
podía simplemente pasearse por la escuela de la mano de un chico sin que nadie hiciera
preguntas? Supuso que en realidad sí que podía hacerlo, pero sólo había una mano que quería
entrelazada con la suya y la simple idea era completamente disparatada, así que de todas
formas no tenía mucho sentido plantearse esos escenarios imposibles.

Sus padres sabían que era gay, estaba bastante seguro. Nunca lo había hablado con ellos, pero
tampoco había sido sutil al respecto. No había llegado con chicos a la casa y los había
presentado como sus novios porque nunca había tenido uno, pero en las pocas ocasiones
donde había salido con alguien no se había molestado en inventar alguna mentira, de hecho,
casi tenía la certeza de que lo habían descubierto cuando uno de sus compañeros de
laboratorio lo trajo a casa después de que completaron su reporte de química y se quedaron
besándose en el auto antes de que su padre salió a buscarlo.

Nunca los había oído hacer comentarios homofóbicos, pero no creía que les emocionara la
idea. Quizás sólo estaban agradecidos de que siguiera vivo después de tantas crisis de salud,
o eso quería creer.

-Era lindo.-después de un rato de pensar en ello.

-¿Quién?

-Terry. El chico que me invitó a salir.-contestó Remus, que había guardado el número en el
bolsillo de su pantalón.
-Si no quieres que toda la escuela se meta en tu vida privada, hay lugares en la ciudad que
son poco frecuentados por los alumnos de la Academia.-dijo Lily, en un tono sugestivo.-Si te
gusta, podrías aceptar su propuesta.

-No me gusta.-dijo de inmediato, pensando inevitablemente en ojos grises y cabello oscuro.-


Apenas lo conozco.

-Bueno, él también irá al viaje este fin de semana, ¿no?-comenzó ella, codeándolo.-Puedes…
intentar conocerlo un poco mejor y, si te agrada, sales con él cuando regresen.

Remus lo consideró un momento. Estaba bastante seguro de que no iba a perder su fijación
por Sirius en un fin de semana, ni que sus sentimientos iban a ser redirigidos con tanta
facilidad hacia Terry, pero sabía que sólo se estaba haciendo daño a si mismo aferrándose a
una posibilidad lejana y disparatada, así que tal vez darse una oportunidad con alguien que sí
estaba interesado en él no era tan mala idea.

-Lo pensaré.-dijo con honestidad, porque eso pretendía.

Lily sonrió con satisfacción y le dio un par de palmaditas en la mano antes de decir:

-Bien, deberías pensarlo mientras lavas los platos, o Petunia entrará a asesinarte en cualquier
momento.

~~~

Remus había intentando pensar en todo ese asunto mientras trabajaba porque su mente se
distraía con facilidad cuando realizaba labores manuales, se estaba obligando a si mismo a
confrontarse a la situación en lugar de ignorarla como casi siempre hacía porque sabía que no
era una forma saludable de lidiar con sus emociones, pero no estaba teniendo buenos
resultados. Imaginarse en una cita le parecía una idea ajena e incómoda, no podía pensar algo
más agobiante que sentarse en una cafetería a hablar de si mismo durante dos horas, o peor
aún, a escuchar a un perfecto desconocido hablarle de su niñez y su película favorita durante
horas. Era una idea demasiado mundana, y Remus había pasado toda su vida siendo cualquier
cosa excepto mundano.

El restaurante cerró temprano por ser la mitad de la semana, y Petunia, como siempre,
aprovechó para salir antes y dejarle su parte de la limpieza a Remus. No podía quejarse esa
vez, sus padres iban a pagarle por toda una semana de trabajo cuando ni siquiera iba a
presentarse.

Su cabeza había compuesto una canción para la hora de cerrar, la escuchaba una y otra vez
mientras trapeaba el piso y lustraba las mesas; era agradable y un poco alegre, de hecho, le
recordaba sospechosamente a la canción de “Limpia, barre, Cenicienta” de la película de
Disney que ponían una y otra vez en el ala de niños del hospital.

Ya sólo le faltaba limpiar la estufa y la despensa de la cocina cuando escuchó golpes en la


puerta.
Su corazón se detuvo, y fue como si su mente hubiera hecho corto circuito. En lugar de
imaginar ladrones, como había hecho la primera vez, sus pensamientos se fueron
directamente a Sirius, pero era completamente imposible que se tratara de él, ¿cierto?, ¿qué
podría estar haciendo ahí una segunda vez? ¿acaso era Narcissa que se había decidido a
buscarlo ahí? Quizás era James, buscando a Lily, o Vernon, buscando a Petunia.

Pero cuando se acercó al exterior, sintió su corazón dar un salto por segunda vez, y tuvo que
contener las ganas de dar un paso hacia atrás, porque ahí estaba Sirius, con la chaqueta de
cuero, de nuevo, y el cabello medio amarrado en lo alto de su cabeza. Su expresión era
distinta, más cautelosa, como si tampoco estuviera seguro de lo que estaba haciendo ahí.

-Hola.-le dijo cuando lo dejó entrar, golpeándose mentalmente cuando su voz salió ahogada.-
¿Escondiéndote de Narcissa otra vez?

Sirius se quitó la chaqueta en cuanto entró (la noche estaba inusualmente calurosa), y Remus
lo lamentó un poco hasta que vio que estaba usando una playera sin mangas con el logo de
alguna banda de rock estampada en el frente. Casi nunca se vestía de esa forma en el campus,
pero comenzaba a sospechar que no era por elección propia. Apretó la mandíbula y apartó su
mirada de inmediato, era como si su propósito en la vida fuera hacerlo sentir miserable, ¿por
qué no podía usar una camisa pálida y poco favorecedora como el resto de los chicos ricos de
la Academia?

-Algo así.-la voz de Sirius también se escuchaba extraña, y tuvo que aclararse la garganta
antes de seguir hablando.-Narcissa estaba dándome una charla extensa y agotadora sobre
cómo debo comportarme el fin de semana frente a la Orquesta como si no hubiera pasado
toda mi vida en esos eventos; y cuando por fin se terminó me dieron ganas de cocinar para
dejar de pensar en eso, pero no podía ir a la cafetería de la Academia, y pensé en venir aquí.

Sirius Black, millonario, heredero de los Black, prodigio musical, estaba hablando
atropelladamente y sus ojos vagaban por todo el restaurante, como si no pudiera dejarlos
sobre Remus. Era un acontecimiento inusual, y le puso los nervios de punta.

-Usualmente no cocino durante los veranos porque me delatarían en la escuela, pero lo


extraño todos los días. Puedes decirme que no… Yo me diría que no, si fuera tú, no te he
dado muchas razones para hacerme favores.-dijo, aclarándose la garganta de nuevo.-Pero en
lo único en lo que puedo pensar es que voy a pasarme los siguientes cuatro días rodeado de
miembros de mi familia, y creo que cocinar me ayudaría. Te debería un favor de vuelta, claro,
no espero que aceptes sólo por buena voluntad.

“Oh.” pensó Remus, perplejo con esa nueva faceta de Sirius. En ese momento parecía todo lo
contrario a lo que proyectaba usualmente: seguridad, elocuencia, elegancia.

Remus nunca había pasado más de una semana sin tocar un instrumento, al menos desde que
había comenzado a tomar clases con McGonagall, y no podía imaginarse pasando todo un
verano sin acercarse a alguno: cuando transcurrían más de un par de días era como si su piel
comenzara a picar por la anticipación y toda esa energía se acumulaba dentro de él porque no
sabía cómo liberarla ¿así se sentía Sirius respecto a cocinar? Remus pensó que sí, porque
nunca lo había visto disfrutar de nada con tanta soltura, se había movido con una destreza que
era definitivamente natural, no ensayada y perfeccionada como sus habilidades musicales, y
negarle eso parecía hasta moralmente incorrecto.

Además, si era honesto, ansiaba verlo cocinando de nuevo, con el delantal apretando su
cintura y esa mueca de concentración en su rostro que hacía que sus pómulos se alzaran aún
más.

-Yo soy el que te debe a ti, todavía.-respondió, encogiéndose de hombros.-Por ese ensayo de
teoría musical que escribiste por mí.

Sirius hizo una mueca de sorpresa, como si lo hubiera olvidado, pero luego regresó su
expresión a una inteligible.

-Eso no fue para que me debieras un favor, fue porque estabas encerrado en tu habitación
conectado a un oxigenador.-contestó, con el labio inferior entre sus dientes. Remus casi quiso
reír por su falta de tacto.

-Como sea, ¿quieres que te deje entrar, o no?-dijo, señalando la cocina con su mano.

Sirius asintió de inmediato. Los dos atravesaron las puertas juntos y Sirius fue directo a
ponerse el delantal. Remus decidió no decir nada cuando notó que había elegido usar el suyo
(no tenían nombre, así que no podía saberlo) y también decidió ignorar el burbujeo en su
estómago que le provocó verlo usando su propio uniforme.

-Creo que sería mejor que no le cuentes a nadie que estoy permitiendo que uses las
instalaciones del restaurante.-dijo Remus cuando Sirius se agachó para sacar algo de su
mochila.-No sé si los señores Evans lo aprobarían.

Sirius detuvo su movimiento y alzó su rostro hacia él, con una ceja arqueada.

-No lo haré.-contestó en un tono serio.-Nadie se enterará.

El estómago de Remus volvió a burbujear, su elección de palabras había sido muy


desafortunada, y las había pronunciado con ese tono misterioso y acento refinado propio de
los chicos ricos; así que llevó sus ojos a lo que Sirius estaba sosteniendo para evitar verlo a la
cara, y se encontró con un pedazo de queso azul, un paquete de arroz, y una fruta.

-¿Trajiste tus propios ingredientes?-preguntó con un resoplido de risa.-¿Acaso nuestra


comida no es suficientemente sofisticada para tu paladar?

Sirius puso los ojos en blanco, pero Remus divisó las comisuras de su boca alzándose.

-Es una receta italiana, y no recuerdo haber visto estos ingredientes aquí la última vez que
vine.-se defendió.-Iba a prepararte un plato, pero ahora creo que sólo haré una porción para
mí.

-Como quieras.-contestó el castaño, fingiendo indiferencia.-Estaré limpiando, no quemes el


restaurante.
Remus tenía que limpiar. Iba a limpiar. Pero Sirius era un distractor muy ruidoso y muy
atractivo y Remus no podía evitar pasar sus ojos sobre él cada pocos segundos. Comenzó a
oler bien después de un rato, y aunque había cenado un par de horas antes, pensó que comería
toneladas de lo que estuviera preparando.

Siguió limpiando. O intentando hacerlo. De pronto escuchó a Sirius tararear algo en voz baja,
como si ni siquiera hubiera reparado en que lo estaba haciendo. Eso lo hizo detenerse de
golpe. Remus jamás había escuchado a Sirius tararear. No habría sido un detalle importante
de no ser porque eran, literalmente, estudiantes de música, y todos tarareaban todo el tiempo
en todas partes, no podías entrar a una habitación en el campus de la Academia sin escuchar a
alguien entonando alguna canción; casi siempre eran las que estaban practicando para clase, o
en el caso de Remus, lo que fuera que su cabeza estuviera conjurando en ese momento.

Y Sirius era la gran excepción a la regla, nunca lo hacía, al menos en público. Remus no le
había prestado mucha atención a ello antes de ese momento, después de todo tenía
preocupaciones más apremiantes respecto a él, no obstante, cuando lo escuchó tararear
mientras cocinaba, sintió su corazón romperse un poco.

Porque en el fondo, quizás Sirius sí que disfrutaba la música tanto como él o el resto de sus
compañeros, o la había disfrutado en algún momento, al menos; pero con el tiempo se había
vuelto sólo una fuente de presión para él, una labor más que una pasión, podía verlo en la
forma en la que tomaba los instrumentos, con sus dedos bien estirados y la espalda tensa,
familiarizado con ellos como si hubiera nacido con uno entre sus manos pero sin el afecto
que casi todos los músicos le tenían a sus instrumentos. La idea de que le habían arrebatado
esa vehemencia lo afligió profundamente.

Siempre había deseado una vida como la de Sirius, con todas esas puertas abiertas a su
disposición, padres que entendieran por qué la música era el centro de su universo, que
pudieran comprarle decenas de instrumentos refinados y llevarlo a conciertos y viajes por el
mundo, pero en ese momento se arrepintió de todas esas noches en su habitación deseando
haber nacido en otra parte del mundo, con otra familia, o quizás sin la canción incesante en su
cabeza ,porque creía que su vida habría sido más fácil de esa forma. Sintió una punzada de
culpa dentro de su pecho, y se decidió a llamar a sus padres en cuanto tuviera la oportunidad.

Remus no quería interrumpir a Sirius y hacerlo salir del estado de complacencia en el que
estaba metido, así que se dio la vuelta y volvió a limpiar el estante al que le había pasado un
trapo un par de minutos antes.

El tarareo duró poco tiempo más, y Remus hizo una mueca de decepción cuando se detuvo,
pero fue interrumpido por la voz de Sirius.

-Esta receta es de un concierto de mi madre en Sicilia.-dijo, en un tono ligero, impropio de


él.-Era un hotel pequeño pero muy elegante, y la cocina estaba en el sótano, por alguna razón.
Probablemente no querían que los huéspedes vieran a los empleados.

Remus giró hacia él lentamente, pero no se atrevió a responder, el momento parecía frágil y
no quería arruinarlo.
-Al principio no querían dejarme entrar, pero terminé por convencerlos con mi encanto.-dijo
Sirius, manteniendo esa voz liviana que delataba que era un chiste. Remus enarcó una ceja.-
¿Qué? Puedo ser encantador si quiero.

Remus rió y sacudió la cabeza, intentando no parecer incómodo pues no estaba acostumbrado
a que Sirius bromeara con él. Siempre era encantador, pensó, incluso cuando no pretendía
serlo; era irritante.

-La chef me dijo que era una receta de su madre y que había querido incorporarla al menú por
meses, pero que la dirección no se lo había permitido.-siguió Sirius, moviendo una cuchara
dentro de la olla.-Es de las mejores cosas que he probado.

-¿Qué es?

-Risotto con queso azul y peras.

-¿Queso y peras?-preguntó Remus, con la nariz arrugada.

Sirius puso los ojos en blanco, pero parecía más exasperado que verdaderamente molesto,
como si estuviera lidiando con un niño. Sirvió el arroz cremoso en dos platos sin salpicar ni
una sola gota y los adornó con peras y nueces. Parecía más un postre que una cena.

-No hagas esa cara.-le riñó en un tono severo.-Ven aquí.

Remus obedeció porque no podría haber hecho algo más después de que Sirius Black le
hablara de esa forma. La idea de que haría cualquier cosa si Sirius se lo pedía con esa voz y
esa mirada de determinación cruzó su mente, dejándole un gusto metálico en la boca.

Se sentaron en una de las barras que rodeaban la cocina, donde Lily usualmente cortaba los
vegetales, y Remus pensó que probablemente debía desinfectarla antes de irse. No le importó
mucho.

Sirius le extendió su plato y Remus lo tomó con cuidado, moviendo su tenedor lentamente,
observando el vapor acercarse a su rostro. Oh, Dios, ¿qué tal si era terrible y tenía que fingir
que le había gustado para no herir a Sirius?

-Vamos, pruébalo.-le indicó Sirius con su propio tenedor. Remus volvió a obedecer.

El sabor le explotó en la boca y fue completamente abrumador al principio, el queso azul era
muy intenso y la pera era muy dulce y no supo qué pensar. Pero luego pasaron unos
segundos, su boca se acostumbró a la combinación, y sus cejas se alzaron al mismo tiempo
que una melodía explosiva inundaba su cabeza (eso le pasaba algunas veces con la comida, le
recordaba a esa escena de Ratatouille con el queso y las fresas, era humillante).

-Oh.-dijo, sin esconder su sorpresa.-Es muy bueno.

-Te lo dije.-contestó Sirius, con una de las sonrisas más genuinas que había visto en él, y sus
ojos brillando del orgullo.-Las madres italianas no decepcionan.
Remus rió y llevó su mirada al plato. Se había reído más de lo esperado esa noche, más de lo
que debía, probablemente.

-Es una pena que no te dejen cocinar en la Academia. La comida del programa es terrible.-
dijo después de unos segundos de silencio, sólo porque no sabía qué más decir.

-No sé si me gustaría cocinar para otras personas.-contestó Sirius, pensativo.-Nunca lo he


hecho.

-¿En todos esos viajes sólo cocinaste para ti?

-Los únicos que han probado mis platos son los chefs que me enseñaron, y sus ayudantes.-
dijo, encogiéndose de hombros.-Y… mi hermano, pero no cuenta, realmente.

-Bueno, ya cocinaste para mí también.-respondió Remus. La sangre le subió a las mejillas de


inmediato.

Sirius bajó las cejas y miró a Remus, su garganta blanca y afilada moviéndose mientras
comía.

-Oh… Sí, supongo que tienes razón.

Terminaron de cenar sentados el uno al lado del otro, pero la conversación no volvió a
avivarse de esa forma. Los dos estaban demasiado ocupados pensando en lo que la situación
implicaba.

Al día siguiente partirían a una ciudad extraña y Remus debía estar preocupado por eso, por
conocer personas importantes, dar una buena impresión, hacer contactos, quizás conocer a la
persona que había pagado su viaje, pero sus pensamientos estaban estancados en la idea de
que Sirius Orion Black había cocinado para él, y por primera vez entendió por qué el tema
sobre el que había más canciones escritas en toda la historia de la música era el amor: ¿cómo
iba alguien a escribir sobre otra cosa cuando el amor era así de asfixiante y venenoso, cuando
no te dejaba pensar en ninguna otra cosa y te hacía sentir como si el corazón fuera salirse de
tu pecho sólo por comer queso y peras?

Chapter End Notes

Si llegaste hasta aquí, muchas gracias por leer! Que intenso todo alv, apoco no? Espero
que les haya gustado el capítulo y que les esté gustando el fic, en el capítulo pasado vi
varios comentarios sobre esto, así que quería preguntarles, creen que Remus acepte salir
con Terry? Les gustaría?
Como siempre, gracias por comentar, de verdad me motivan muchísimo a escribir, es
diferente notar que las lecturas suben a leer sus opiniones, aprecio las dos, pero las
segundas me emocionan un montón!
Espero que tengan una buena semana, lxs tqm!!!
XX. los autobúses
Chapter Summary

Remus se prepara para el viaje y confronta ideas sobre su propia identidad

Chapter Notes
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“¿Llevas el oxigenador?”
“No se te vaya a olvidar el saco.”
“¿Empacaste suficiente ropa interior?”
“Si metiste los broncodilatadores en la maleta, ¿verdad?”
“Sería mejor llevar dos cepillos de dientes, en caso de que pierdas uno.”
“¿Pusiste una sudadera en tu equipaje? Puede hacer frío en el hotel.”

Remus llevaba horas escuchando las mismas preguntas, una y otra vez, como si sus padres,
Lily y James se hubieran puesto de acuerdo para asegurarse de que no olvidara ninguno de
los objetos en su lista. Los quería a todos, pero si volvía a escuchar a alguien cuestionándolo
sobre su número de calcetines iba a explotarle una vena de la frente.

El jueves a medio día, dos horas antes de que partiera el autobús de la Academia, Remus
declaró su equipaje como completado, se negó a atender las replicas de James y Lily (quien
supuestamente había ido a despedir a sus amigas y a él, pero que había pasado todo el tiempo
en su habitación, hablando con James e intentando no reír de sus bromas) y salió del edificio
de dormitorios arrastrando la maleta detrás de él.

Remus decidió esconderse en la sala de recreación, seguro de que iba a encontrarla vacía
porque el resto del alumnado debía estar terminando de empacar, pero cuando entró lo que
vio fue a Terry, sentado en el sofá con sus piernas cruzadas debajo de él y un control de Xbox
entre sus manos, moviéndose furiosamente mientras algo moría en la pantalla.

Después de su invitación a una cita, Remus lo había visto por todas partes en el campus
cuando antes apenas y lo había notado, era como si el universo estuviera conspirando para
obligarlo a afrontarse a la situación cuando lo único que quería era dejarla en el olvido.

Iba a darse media vuelta y buscar otro lugar para esconderse por las próximas dos horas,
cuando recordó la conversación que había tenido con Lily sobre simplemente darse la
oportunidad de conocerlo, y casi pudo ver su mueca de desaprobación, así que suspiró, se
pasó una mano por el cabello y se dejó caer en el otro extremo del sofá.

Terry reaccionó al sentir el movimiento del cojín, primero volteó hacia él por un segundo y
luego, como si hubiera tardado en reconocerlo, pausó el juego y giró su rostro en su
dirección, todo ojos enormes y expresión desconcertada.
-Hola.-dijo con la misma voz ahogada y pequeña que había usado con él en el jardín.-No
esperaba ver a nadie aquí.

-Yo tampoco.-contestó Remus, esforzándose por sonreír con amabilidad.-Por eso vine.

-Oh… Puedo irme, si quieres.-dijo Terry, confundido, comenzando a bajar el control


lentamente.

-¡No, no!-lo interrumpió de inmediato. Oh Dios, ¿así se sentía intentar conversar con él? Si
era la respuesta era sí, entendía por qué no había tenido amigos hasta llegar a ese lugar.-No
me refería a eso, además, tú estabas aquí primero, si no quieres compañía puedo irme.

-¡Claro que no!-dijo el moreno, ruborizado.-Yo… sólo vine aquí porque estaba aburrido.
Podemos estar aburridos juntos.

Remus rió suavemente, aunque no parecía una broma, y asintió con la cabeza.

Un silencio extraño se asentó sobre ellos, era la clase de silencio usual entre desconocidos
que no tienen idea de qué hablar, que quieren desesperadamente terminar con él porque el
prospecto de pasar aún más tiempo entre miradas incómodas y sonrisas apretadas es
abominable.

Era claro que ninguno de los dos era bueno en eso, y Remus supuso que debía sentir empatía
por él ya que eran iguales, pero sólo estaba irritado. O quizás sentía un poco de ambos.

-¿Qué estabas jugando?-preguntó, finalmente, para hacer conversación.

El rostro de Terry se iluminó, y procedió a contarle en detalle la historia del videojuego que
aún estaba en la pantalla, su tono adquiriendo mucha más seguridad. Involucraba monstruos
y armas y violencia, y Remus no podía estar menos interesado en él, sin embargo, cuando el
chico terminó de hablar, le extendió el control y dijo:

-¿Quieres jugar?

-No sé cómo.

-Yo te enseño.-contestó con una sonrisa alegre.

Todos los instintos de Remus le dijeron que se negara, de hecho también estaban riñéndolo
por no haberse ido de ese lugar desde antes, pero él odiaba decepcionar a otros y no quería
ser la causa de que el entusiasmo de Terry se apagara, así que contuvo un suspiro de
pesadumbre y dijo:

-Bueno. Te advierto que soy terrible.

Pasaron la siguiente media hora intentando hacer que Remus comprendiera para qué servía
cada botón, y cómo dejar de chocar con todo cuando su personaje se movía. Era aburrido, no
entendía por qué las personas le dedicaban tanto tiempo a algo como eso, pero no se quejó e
intentó hacer su mejor esfuerzo porque se lo había prometido a Lily. Quizás aprendería a
disfrutar de ello eventualmente, se dijo, o convencería a Terry de usar su tiempo en cosas
menos tediosas.

El moreno no parecía reparar en lo mal que estaba pasándolo Remus, y no creía que fuera
necesariamente porque tuviera dotes performáticos, sino porque Terry parecía estar gozando
tanto el momento que asumía que Remus también debía estar haciéndolo.

Ya había pasado una hora desde su llegada, y no pensaba aguantar mucho más, pero no sabía
cómo irse sin herir los sentimientos de Terry. Por suerte, llegó el distractor perfecto por la
puerta unos minutos más tarde, justo después de que su personaje fuera brutalmente
asesinado por un monstruo de dos cabezas.

Marlene y Dorcas entraron caminando hombro con hombro, mirándose la una a la otra, el
brazo de la rubia rodeando la cintura de la otra chica, ambas riendo (siempre reían cuando
estaban juntas, su felicidad era adorable e irritante a partes iguales), y aunque no era
exactamente un gesto delator, las dos se apartaron en cuanto vieron que la sala estaba
ocupada, y luego subieron las cejas cuando notaron lo juntos que estaban sentados ellos (sólo
porque Terry tenía que detenerse a recordarle la función de cada botón cada vez que intentaba
jugar, se dijo Remus).

Los cuatro se observaron los unos a los otros un momento, el ambiente llenó de una
electricidad extraña. Era obvio para todos lo que habían visto pero nadie se aventuraba a
mencionarlo. Había escuchado que las personas de la comunidad tenían cierta facilidad para
reconocerse las unas a las otras, y en ese momento casi quiso reír al recordarlo.

-Hola.-dijo finalmente Dorcas, jugando con una pelusa en su pantalón en un gesto de


incomodidad.-Disculpen, pensábamos que no había nadie.

Marlene estaba intentando reprimir una sonrisa. Terry estaba completamente sonrojado.
Remus no sabía a dónde mirar.

-No se preocupen.-contestó él.-Yo… sólo estabamos… Terry me estaba enseñando a jugar.

El mencionado asintió efusivamente con la cabeza.

-Nosotras sólo ibamos a… estudiar.-dijo Dorcas, y Marlene tuvo que cubrirse la boca con una
mano para evitar soltar una carcajada.-Iremos a la biblioteca.

Marlene subió las cejas de forma sugestiva y fue el turno de Remus de aguantar una risa.
Dorcas la codeó.

-Pueden quedarse, si quieren.-contestó Terry, volviendo a esa voz demasiado aguda que
denotaba su nerviosismo.-Nosotros… no las molestaremos.

Dorcas se ruborizó. Marlene sonrió con entusiasmo.

-Oh, no se preocupen.-contestó la rubia, empujando a la otra chica con el hombro.-Dorcas es


algo tímida para estudiar, se distrae con facilidad, pero gracias.

-Nos vemos en el autobús.-dijo Remus, viéndolas partir, sintiendo la tensión disiparse.


Tuvo el impulso de reír cuando se fueron, pero parecía grosero hacerlo, así que sólo sonrió y
se dejó caer contra el respaldo del sofá. Terry también estaba sonriendo, con una mano
cubriendo parcialmente su boca.

-No sabía que ellas…-dijo el chico, haciendo un gesto vago con la mano.

-Oh, sí.-contestó Remus, divertido.-No son precisamente discretas al respecto, pero nadie
parece notarlo.

-Supongo que no es obvio para todo el mundo.-contestó Terry, encogiéndose de hombros.-A


muchos la posibilidad ni siquiera les pasa por la cabeza. Es más fácil reparar en ello
cuando… sabes que puede pasar.

Remus asintió, pensativo. Se dio cuenta de que hasta ese momento, realmente no le había
dicho a Terry de su orientación, quizás había asumido que no era heterosexual cuando no
había reaccionado mal a su propuesta, pues la mayoría de ellos respondía con violencia en
ocasiones como esas, pero el otro chico estaba visiblemente más relajado, y parecía incluso
un poco curioso, como si estuviera esperando una confirmación pero no quisiera exigirla.

-Soy gay.-dijo de pronto, atropellada e impulsivamente, no porque sintiera que le debía


alguna explicación, sino porque quería hacerle saber que estaba seguro con él.

Terry sonrió.

-Bisexual.-contestó, y luego extendió la mano en dirección a Remus. Él la tomó por reflejo.-


Mucho gusto.

Remus soltó una carcajada. La primera genuinamente divertida en presencia de Terry, pensó.

-Eres la segunda persona a quien se lo digo.-respondió el castaño, ladeando la cabeza.-


Sinceramente no esperaba encontrar personas como yo en la Academia.

-Oh, Remus, esta es una escuela de arte.-dijo Terry, chasqueando la lengua.-Estamos por
todas partes.

~~~

Gracias a Dios, según Remus, dejaron de jugar después de esa conversación. Se dedicaron a
charlar un poco más durante el tiempo que les restaba, y él se sorprendió al darse cuenta de
que había comenzado a disfrutar la compañía de Terry, no necesariamente en el sentido que
quizás estaba buscando él, pero cuando el chico no estaba vuelto un manojo de nervios era
bastante agradable.

Dejaron de hablar sobre cosas personales en poco tiempo, Remus no se sentía listo para eso
aún, pero al menos lo conoció un poco mejor: tenía dos hermanas menores, tocaba el arpa,
amaba las películas de acción y odiaba las aceitunas. Parecía un buen comienzo, seguro que
Lily estaría orgulloso de él, aunque era probable que no pudiera contarle hasta que
regresaran.
Lo único que le exasperaba, en el fondo, es que sabía que no había tenido ninguna intención
romántica durante esa conversación, aún no estaba en ese punto. Por mucho que quisiera no
lograba sacarse a Sirius de la cabeza, y temía que Terry estuviera interpretándolo como ese
tipo de interés, porque inevitablemente tendría que rechazarlo y sería incómodo para ambos.
No quería hacerlo pasar vergüenza, y estaba encontrando muy útil hablar por primera vez con
alguien que entendía lo que era tener una orientación sexual estigmatizada, todo habría sido
mucho más fácil de sentir atracción por él.

Decidió no hacer nada al respecto todavía, si las cosas escalaban y se veía en la necesidad de
aclararle su situación lo haría, pero aún no era momento para eso.

Finalmente, los dos salieron del edificio en dirección al estacionamiento del campus, donde
había un autobús para cada grado esperando a los alumnos. Nadie pareció reparar en que
habían llegado al mismo tiempo, pues había mucho bullicio y se habían perdido entre sus
compañeros.

Remus buscó a sus amigos y los encontró esperando frente a la puerta del autobús para
tercero, charlando animadamente. Dorcas y Marlene estaban ahí, juntas pero manteniendo
una distancia prudente, y Lily parecía estar haciendo lo mismo con James, parada a su lado y
sonriendo con completa admiración pero fingiendo no hacerlo.

¿Así se sentía el amor?, pensó mientras los observaba, cada uno de sus amigos estaba
trastornado por la simple proximidad de la otra persona, sonreían como tontos y lanzaban
miradas indiscretas y se sonrojaban y buscaban cualquier excusa para acercarse unos
centímetros más, como si no pudieran soportar la distancia por mínima que fuera. Recordó la
familiaridad con la que Dorcas y Marlene habían entrado a la sala de recreación, sus cuerpos
acostumbrados el uno al otro, sonrisas de felicidad en sus rostros, adoración en sus ojos. No
estaba seguro de tener la capacidad de sentir algo así, pensó con un sabor amargo dentro de
su boca, como a café demasiado tostado. Parecía demasiado… gratificante, fácil,
embriagante. Remus apenas podía mirar a Sirius unos segundos sin sentir que algo le
quemaba dentro, ni siquiera se atrevía a imaginar lo que sería tener esa clase de cercanía con
él porque la idea le era tan ajena que dolía.

Y, sin embargo, cuando lo divisó entre el resto del grupo, con una camisa de botones con las
mangas dobladas hasta los codos, el cabello rozándole los hombros y su brazo sobre Peter,
ambos haciendo chistes bienintencionados sobre James y Lily, sintió algo en su corazón
agitarse, un golpeteo que le sonrojó las mejillas y envió un suspiro desde sus pulmones que
tuvo que detener en su garganta para no ser descubierto. Había cenado la noche anterior con
Sirius, habían conversado, y reído y caminado de vuelta a la Academia bajo las estrellas y la
luna, ¿cómo no iba a querer sentirse adorado por él? ¿cómo no iba a adorarlo?

Quizás algunas personas simplemente no experimentaban el amor de esa forma y eso estaba
bien, quizás incluso tendría algo similar con otra persona algún día, alguien que no le
mandara tantas señales mezcladas ni lo considerara su mayor obstáculo. Divertirse con Terry,
si es que era capaz de contarle la verdad, sería un buen comienzo.

Sacudió el pensamiento de su mente mientras se aproximaba a sus amigos, decidido a


disfrutar del fin de semana. Suficiente tenía con todas las nuevas y aterradoras experiencias
que ese viaje iba a traerle, no necesitaba agregarle entender la complejidad de las emociones
humanas también.

Lily lo rodeó de la cadera en cuanto llegó, apretándolo con alegría.

-Si olvidaste meter algo en tu maleta, te asesinaré cuando regreses.-le dijo, enterrando un
dedo en su costado.-Por no hacerme caso.

-No olvidé nada, Evans.-contestó, poniendo los ojos en blanco.-Y en el remoto caso de que
tengas razón, jamás te lo diré.

-James me diría.-dijo ella, encarcando las cejas.

El mencionado asintió con la cabeza de inmediato, como si no estuviera seguro de a qué


estaba accediendo pero haciéndolo de todas formas porque se trataba de ella. Cuando miraba
a su amigo, Remus entendía la frase “estúpido de amor” de una forma mucho más reveladora,
pensó con una sonrisa.

-Estoy seguro de que James te contará cada detalle del viaje cuando regresemos.-dijo Remus
en un tono sugestivo que hizo que ella lo codeara a forma de regaño y que él riera.

Alguien comenzó a gritarles que hicieran una fila para subir al autobús, y todos comenzaron a
moverse. El corazón de Remus saltó entre sus costillas.

-No me extrañen mucho.-dijo Lily como despedida al grupo, acercándose a abrazar a sus
amigas.-Diviértanse. Hagan amigos famosos.

-No será lo mismo sin ti.-se quejó Mary, devolviéndole el abrazo.

-No dejes que Petunia se adueñe de mis mesas.-bromeó Remus, acercándose a ella.

Sirius y Peter se despidieron con sonrisas amables y James se quedó parado en su lugar,
como si no supiera qué hacer, una mueca insegura en su rostro. Lily lo miró, consciente de la
atención del grupo sobre ella, y después de poner los ojos en blanco como si encontrara todo
infinitamente ridículo, lo abrazó también, cerrando los ojos un momento, estrechándolo con
mucha más fuerza de lo que ninguno estaba esperando, y se separó con el rostro
completamente ruborizado. Sirius y Peter hicieron ademán de aplaudir, pero el primero
reparó en la mueca severa de Remus, y el segundo en la de James, y desistieron del intento.

Cuando subieron al autobús, James irradiaba felicidad, comenzó a lanzar sobres de azúcar por
los asientos como si fuera confetti (¿de dónde había sacado sobres de azúcar? Remus no tenía
idea), y cuando finalmente se dejó caer en un lugar en la parte de atrás, su sonrisa se
ensanchaba de un costado de su cabeza al otro, dos hoyuelos perforándole las mejillas.

Hubo un momento extraño donde Sirius, Peter y Remus se pararon a su alrededor sin saber
quién iba a sentarse con quién. Los ojos del castaño se encontraron con los de Sirius durante
un instante, pero ambos se apartaron de inmediato, la idea completamente inconcebible.
Remus decidió ahorrarles la incomodidad a todos y se sentó en el lugar del otro lado del
pasillo, Peter evidentemente se sentó a su lado y Sirius ocupó el asiento junto a James, que
parecía completamente ausente de la situación, aún ebrio de felicidad.

-Se supone que no debería decirles esto...-murmuró James con excitación mientras el resto de
sus compañeros llenaba poco a poco el autobús.-Pero Lily accedió a salir conmigo cuando
regresemos del viaje.

Los tres soltaron exclamaciones de sorpresa y emoción, Sirius palmeando a su amigo en el


hombro en un gesto de felicitación.

-Oh… Evans es una mentirosa.-dijo Remus, sonriendo también.-Ayer me dijo que no tenía
intenciones de tener una cita contigo.

James negó con la cabeza, jugando ansiosamente con los cordones de la sudadera que llevaba
a pesar del calor que hacía incluso dentro del autobús.

-Se lo pregunté hace rato, cuando nos dejaste en el dormitorio.-contestó.-La he invitado a


salir decenas de veces, pero esta fue diferente, estaba muy nervioso, creí que iba a vomitar.

-Me alegra que no lo hicieras.-dijo Sirius en un tono divertido.-Usualmente las chicas no


aprecian que les arruines los zapatos con tu almuerzo medio digerido.

-Es normal ponerse nervioso.-intervino Peter en tono solemne. Remus recordó que era el
único de los cuatro que había tenido una relación estable, era una idea peculiar.-Invitar a
alguien siempre es difícil.

-Supongo que si no sabes la respuesta…-dijo Sirius con una ceja enarcada en su usual
petulancia y peinándose el cabello hacia un lado. Remus se preguntó si su cabello sería tan
suave como aparentaba y luego reprimió las ganas de patearlo, no era normal que una
persona fuera así de naturalmente atractiva.

-Oh, por favor, ¿siquiera has salido con alguien desde el desastre con Mary en primero?-
bromeó James, típico competitivo. Remus quiso patearlo a él también por recordárselo.

Sirius miró a Remus antes de responder, fue menos de un segundo, una respuesta impulsiva
de su cuerpo que habría pasado desapercibida de no ser porque el castaño pasaba todo el
tiempo que podía mirándolo.

-No fue un desastre…-se excusó con un chasquido de lengua.

-Fue terrible.-interrrumpió Peter, riendo.-Lo único que hacían era pelear y besarse.

James soltó una carcajada. Remus esbozó una sonrisa apretada y después se obligó a relajar
los labios; no tenía ningún derecho a tensarse por la pasada relación de dos de sus amigos. O
de su amiga y un… compañero.

-Teníamos dieciseis años.-dijo Sirius, poniendo los ojos en blanco. Parecía un poco
incómodo.-A esa edad eran igual de malos en esto, James se la pasaba hostigando a Lily
hasta que dejó de dirigirle la palabra, y Peter le enviaba tantos mensajes de texto a Cece que
sus padres amenazaron con vender su clarinete para pagar por la tarifa de larga distancia.
James y Remus rieron, Peter intentó patearlo a través del pasillo, pero Sirius se apartó justo a
tiempo.

-Seguro que Remus no era terrible, tiene un alma vieja y sabia.-dijo Peter con suntosidad.

-Bueno, a esa edad lo único que hacía era besar gente desconocida en fiestas.-respondió en un
tono ligero, suplicando que esa fuera respuesta suficiente.

-Oh, por favor, ¿nunca fuiste al cine con una chica e intentaste tomar su mano justo en el
momento donde descuartizan a alguien o algo?-preguntó Sirius en un tono de incredulidad.
Remus se quedó mudo por un momento, no había esperado que él le dirigiera la palabra,
mucho menos sobre algo así.

La oportunidad estaba ahí, si quería tomarla, sólo tenía que decir “No, estaba muy ocupado
fantaseando con los chicos del equipo de fútbol para eso”, y le sorprendió que la idea de
decírselos no se escuchara muy descabellada. Ya se lo había dicho a Lily, lo único que tenía
que perder era la cercanía con alguno de ellos si es que reaccionaban mal, sabía que James no
lo haría, Peter quizás no supiera cómo responder pero no creía que fuera a insultarlo, y Sirius
no era realmente cercano a él, entonces ¿qué tenía que perder?

Más que nada, eran sus amigos (y Sirius), y confiaba en ellos, o quería hacerlo, y deseaba
dejar de tratar su propia sexualidad como un tema prohibido cuando todos hablaban con tanta
libertad de las suyas.

Remus negó con la cabeza, abrió la boca para hablar, y cuando iba a hacerlo escucharon una
voz cargada de rabia:

-¡POTTER! ¡PETTIGREW!

La profesora de violín que actuaría como si chaperona durante el viaje los estaba buscando
con la mirada desde el frente del autobús, una mueca iracunda en su rostro y las manos
manchadas de azul eléctrico. Los sobres que James había lanzado, reparó Remus, eran
paquetes de pigmento que reaccionaban con el sudor de las manos.

Peter, Sirius y James sonrieron. Remus sacudió la cabeza pero no pudo evitar unírseles en su
felicidad, había escuchado el plan unas noches antes, en su dormitorio, y les había dado ideas,
pero no creía que fueran a concretarlo.

-Niéguenlo todo.-dijo Sirius, poniendo su mejor cara de niño rico y obediente.

-No tienen pruebas.-contestó Peter, acomodándose en su asiento.

-Sin pruebas no hay suspensión.-dijo James, empujando los lentes sobre su nariz.

-Va a asesinarlos.-dijo Remus, divertido.

Chapter End Notes


Hellooo, cómo están? Espero que les haya gustado el capítulooo, al fiiiin ya vienen los
capítulos del viaje, les adelanto que aparecerán varios personajes que no han salido pero
que muero por escribir, y que también pasarán cosas muy significativas para Remus y
Sirius, ¿cuáles son sus teorías? ¿qué creen que vaya a pasar?

En fin, espero que hayan tenido una buena semana y que les vaya bien durante la que
sigue, lxs tqm!!!
XXI. altitud
Chapter Summary

Remus sufre una pequeña crisis de salud, tiene una conversación de madrugada con
Sirius, y dos miembros de la familia Black aparecen inesperadamente.

Chapter Notes

Vean la nota del final para una mención de fanart!!

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Los autobúses para gente adinerada eran muy distintos a los autobúses normales, decidió
Remus durante el trayecto de cinco horas a su destino. Los asientos eran suficientemente
amplios hasta para alguien alto como él, cada uno tenía su propia pantalla de donde elegir
películas, series o música y tenían mesas para el almuerzo, que había consistido de lasaña de
verduras y ensalada italiana (¿qué clase de persona comía lasaña en un autobús?).

Cuando se bajaron del vehículo al llegar al hotel y se encontraron con el resto de sus
compañeros, Remus no tenía esa sensación de cansancio y agarrotamiento que usualmente
seguía a los viajes largos, y por primera vez entendió por qué esas personas decidían gastar
tanto dinero en cosas como esas cuando cualquier autobús iba a llevarlos a su destino. Sin
embargo, lo que sí tenía y que ningún asiento por más caro que fuera podía evitar, era un peso
extraño dentro de su torso que reconoció como el aire tardando demasiado tiempo en llegar a
sus pulmones y regresar hasta su nariz.

No había tomado en cuenta el cambio de altitud del nivel del mar en aquella ciudad, y al no
estar rodeados de bosque como solía estarlo en casa, sus órganos iban a tener que trabajar el
doble para mantenerlo consciente, o vivo, por lo menos.

Así que se desplomó en un sillón en la recepción del hotel mientras esperaban que todos se
registraran y que les dieran sus llaves para ir a las habitaciones. Estaba intentando ser discreto
al respecto, pero no parecía estar haciendo un buen trabajo, pues todos su amigos llegaron a
sentarse con él y comenzaron a preguntarle si se sentía bien. James, Sirius y Peter estaban
compartiendo miradas de complicidad, pero no se atrevían a decir nada en medio de tanta
gente.

Pasados unos minutos, Sirius se acercó con una expresión de determinación en el rostro, las
cejas oscuras casi sobre sus ojos y la mandíbula tensa, a sentarse en el brazo del sillón, muy
cerca suyo. Remus resistió el impulso simultáneo de alejarse y de inclinarse hacia él, pues
ninguna de las dos parecía apropiada.

-Necesitas ver a un doctor.-dijo entre dientes, cuando el resto estaba suficientemente distraído
con una historia de James. Se había reclinado ligeramente en su dirección.

-Estoy bien.-respondió, también en voz baja.-En cuanto subamos a las habitaciones usaré el
concentrador de oxígeno.

-Si es que no te desmayas en el camino.-dijo Sirius con evidente enojo.-Deja de ser tan
testarudo, Lupin.

-Y tú deja de entrometerte, Black.-espetó, manteniendo sus ojos firmes en un punto lejano


para no voltear a verlo.

-Como quieras.-dijo después de un momento, en un tono frío y peligroso.-No digas que no te


lo advertí.

Se levantó del sillón y se sentó en el suelo frente a James, clavándole una mirada de rabia e
incredulidad a un Remus que estaba fingiendo no sentir como ese par de ojos grises le
quemaban un agujero en la sien.

Pasaron unos minutos y comenzó a sentirse un poco mareado, su respiración se estaba


volviendo más trabajosa y sus pulmones protestaban cada vez con más insistencia. No duraría
mucho más tiempo así, pero se negaba a revelar sus problemas de salud frente a toda la
Academia, así que apretó los dientes y dejó que su mirada vagara de vuelta a Sirius, que
seguía volteando en su dirección cada pocos segundos con cara de pocos amigos. No le
importó, incluso enfadado era la distracción perfecta, su piel estaba un poco más rosa de lo
normal y sus labios estaban apretados el uno contra el otro.

De pronto, Peter, que había estado acercándose al escritorio de recepción cada pocos minutos,
llegó con una sonrisa triunfal y una llave en la mano:

-Vamos, Remus, ya podemos subir.-dijo con una mezcla de alivio y felicidad.

Remus se levantó, pretendiendo no estar apurado ni un poco aturdido, y después de un gesto


de despedida al resto de sus amigos, comenzó a caminar junto a Peter. No había dado ni dos
pasos cuando un brazo lo rodeó de los hombros.

-Iremos con ustedes, queremos ver su habitación.-dijo James, estrechándolo con fuerza, en un
tono que intentaba ser ligero y divertido peor tenía un tono de urgencia.-Si es mejor que la
nuestra nos quejaremos con los gerentes. O con Dumbledore.

Cuando por fin entraron al elevador, Remus dejó todo su peso contra la pared y cerró los ojos
por un momento, concentrándose para ralentizar su respiración.

-Si te desmayas, te juro que te mato, Lupin.-dijo Sirius entre dientes, y el castaño distinguió
el sonido de un golpe sordo. Seguramente James riñéndolo con un puñetazo en el brazo.

-Estaré bien.-afirmó, frotándose el pecho.-En cuanto lleguemos al cuarto.


Casi corrieron cuando se abrieron las puertas, arrastrando a Remus consigo. Era mucho más
alto que ellos, así que parecía más como si estuvieran llevando a su amigo borracho, quizás
habría parecido gracioso en cualquier otra circunstancia.

Los siguientes minutos fueron un frenesí de pánico de Remus sentado en un escritorio y los
otros tres chicos abriendo su maleta y sacando todo su contenido sin ningún recato por sus
suéteres perfectamente doblados y el traje que llevaba para el concierto.

Finalmente pusieron el concentrador en su regazo, y Remus lo configuró antes de ponerse la


máscara de oxígeno sobre el rostro, inhalando hondo y sintiendo el sosiego extendiéndose por
su cuerpo al mismo tiempo en el que el aire le llenaba los pulmones. Volvió a cerrar los ojos,
pero ya no estaba mareado, simplemente no quería ver las muecas de preocupación de sus
amigos porque el alivio sería reemplazado con culpa en cuanto lo hiciera.

-Lo siento.-dijo después de otra respiración profunda.-No pensé que la altitud fuera a cambiar
tan drásticamente.

-Deberíamos estar en un hospital.-dijo Sirius, que estaba caminando de un lado a otro de la


habitación con los brazos cruzados.-No en un cuarto de hotel sin supervisión médica.

-Sirius, si Remus no quiere…-comenzó James en su mejor tono de advertencia.

-Tiene razón.-intervino Peter. Los otros tres lo miraron con las cejas enarcadas, Remus
finalmente abriendo los ojos.-¿Qué? Es cierto. ¿Cómo va a salir del hotel para el concierto y
todas las otras cosas del itinerario si no puede dar quince pasos sin desplomarse?

-Para mañana debería sentirme mejor.-dijo Remus, intentando permanecer calmado. No sería
útil para nadie si comenzaban a gritarse.-Mi cuerpo se acostumbrará a la altitud, y llevaré el
inhalador en caso de una emergencia.

El silencio inundó la habitación por un momento, todos estaban intentando decidir si era más
prudente externar sus opiniones o callar. Remus esperaba que optaran por lo segundo.

-Bien, pero en cuanto des un solo paso tambaleante le diré al maestro más cercano en ese
momento que llame a un doctor. No me interesa si me odias el resto de tu vida ni si crees que
lo hago por una estúpida beca.-dijo Sirius, rompiendo con la tensión.-¿Entendido?

Remus asintió a regañadientes y apartó la mirada, esperando que la máscara de oxígeno


cubriera el rubor en sus mejillas.

James parecía mortificado y Peter completamente indeciso. Remus odiaba estar haciéndoles
eso, más aun en un viaje como ese que se suponía debía ser divertido, donde iban a pasarla
bien, no a cuidar de su amigo enfermo, así que dejó que lo acompañaran unos minutos y
después les dijo que prefería estar solo.

La verdad era que lo que menos quería era quedarse a solas con sus pensamientos. Le habría
sentado bien algo para distraerlo de su enojo, de su furia consigo mismo y su estúpida salud
precaria, ¿no podía dejarlo en paz por un par de días? Lo único que quería era un fin de
semana tranquilo, donde su mayor preocupación fuera agradarle a un montón de señores
ricos, no el estado de sus pulmones. La rabia era normal, le había dicho un terapeuta del
hospital alguna vez, era una respuesta natural a su frustración, pero lo que tenía que hacer con
ella era sentirla y dejarla salir cuando ya no le fuera útil. Era más sencillo decirlo que hacerlo.

Remus casi nunca escribía las canciones que llegaban a su mente, eran tantas y llegaban con
tanta frecuencia que jamás habría podido bajar el lápiz y el papel, pero el terapeuta le había
propuesto hacerlo con emociones tan abrumadoras como esa, que se sentían como si fueran a
ahogarlo de un momento a otro, y McGonagall siempre le había dicho que esas eran de sus
mejores obras, así que el castaño buscó el cuadernillo y la pluma que siempre dejan como
recuerdo en los hoteles, y comenzó a escribir.

Las melodías sobre enojo eran violentas, grandiosas, con trompetas, tambores, órganos y
violines que corrían, podía imaginarse a la perfección cómo se sentirían las notas vibrando
por su cuerpo si fueran tocadas por una orquesta. Las cejas de Remus fueron relajándose
conforme escribía, la emoción abandonándolo poco a poco, pero no lo dejó vacío ni calmado
como solía hacer, sino que fue reemplazada por otra: una frustración que había nacido de su
pecho, no de su estómago, y que convirtió la música en algo mucho más amargo. De pronto
ya no estaba pensando en el concentrador de oxígeno en su regazo, sino en el peso de Sirius
hundiendo el sillón junto a él, en su mano pálida aferrándose al asiento y en su voz
implacable y demandante, propia de alguien que había tenido gente obedeciéndolo toda su
vida.

Se estaba volviendo insoportable verlo todos los días y evitar su mirada, obligarse a si mismo
a no imaginar si su piel era suave o si sus labios sabrían a té de menta y tabaco. Pero no podía
hacer nada al respecto, así como tampoco podía hacer nada sobre sus pulmones deficientes,
así que siguió escribiendo.

Pasaron las horas. Se perdió la cena que tenían programada para ese día, pero sus amigos le
trajeron comida cuando volvieron en la madrugada, todos parecían más relajados que en la
tarde, incluyendo a Remus, aunque ellos tenían pinta de haber bebido, Sirius más que los
otros dos, con la camisa desabrochada hasta el pecho, el cabello ligeramente revuelto y un
insistente rojo esparciéndose por la piel de su rostro.

-Vuelvan a la fiesta.-les ordenó, levantándose por su cena en un intento de hacerles ver que se
sentía mejor.-Estoy bien, no morí, ¿ven?

-No hay ninguna fiesta.-dijo James, su voz arrastrándose un poco.

-Sólo pedimos unas copas en el bar del hotel.-afirmó Peter con una sonrisa ligeramente
torcida.

-Muchas copas.-intervino Sirius, sonriendo también, y cuando vio la expresión de Remus


alzó las manos como si tuviera que defenderse.-Fue idea de Mary.

-Vuelvan abajo.-insistió Remus, regresando a su lugar.-Beban más, bailen, no sé.

-Las chicas ya están en sus habitaciones.-se quejó James, quitándose los zapatos como si ese
fuera su cuarto y no el de Remus y Peter.-Sería aburrido bajar sólo los tres.
-Extrañamos tus comentarios sarcásticos y tu cara de que quieres matarnos.-dijo Peter, riendo
y dejándose caer en una de las camas.

-Además, tenemos que estar perfectamente presentables para el concierto de mañana.-dijo


Sirius, intentando usar un tono solemne.-Si no duermo bien tendré ojeras y el señor y la
señora Black no dejarán de regañarme por no estar presentable frente a la alta sociedad
cuando se enteren.

-Bien, entonces vayan a su habitación a descansar.-les indicó él, señalando la puerta.

-Pero si aquí hay una cama en perfecto estado, Lupin.-dijo James, recostándose en la orilla de
la que quedaba libre.

Remus soltó un resoplido de exasperación, pero en el fondo quizás también estaba algo
divertido, y aliviado de no haber arruinado el fin de semana de sus amigos.

-¿Y dónde se supone que voy a dormir yo?-preguntó, abriendo el paquete de comida y
encontrándose con un emparedado y papas fritas que se habían puesto blandas.

James palmeó el colchón junto a él y después se cubrió el rostro con el antebrazo, tapando
sus ojos de la luz de la lámpara.

Remus miró la otra cama y se encontró con que Peter ya estaba roncando. Sirius permanecía
recargado contra la pared con los ojos entrecerrados y la cabeza ladeada, mirando al castaño
con una expresión confusa que hacía que su piel picara y su corazón revoloteara.

-¿Vas a irte a tu habitación?-le preguntó, después de que ninguno hiciera ademán de moverse.

-No me gusta dormir solo.-respondió Sirius, dando un paso hacia adelante para quitarse los
zapatos y la chaqueta.

Podía decirle simplemente que le diera la llave e ir a dormir a la otra habitación, pensó,
sintiendo los ojos de Sirius sobre él como si su mirada pesara, recorriéndolo desde los pies
hasta la cabeza, volviéndolo demasiado consciente de si mismo. Probablemente irse habría
sido mucho más sencillo, pero alguien tenía que asegurarse de que sus amigos no sufrieran un
coma etílico al dormir, ¿cierto?

La verdad era que aunque hubiera querido irse, habría sido incapaz de hacerlo con Sirius
observándolo de esa forma, como si pudiera ver dentro de él, a través de sus huesos y directo
a su corazón, delatando cada uno de sus sentimientos. Remus se preguntó si se estaría
imaginando las cicatrices de su abdomen.

Peter le había dejado espacio en la cama, involuntariamente, así que puso la comida en el
escritorio y se sentó a su lado; la poca hambre que tenía se había esfumado al reparar en que
iba a dormir en la misma habitación que Sirius.

-Apaga la luz.-pidió Sirius, que estaba parado junto a James, y Remus lo obedeció.

El castaño intentó acomodarse en la cama para dormir, pues se había puesto el pijama un rato
antes, pero por el rabillo del ojo divisó a Sirius moverse y reparó en que estaba quitándose la
camisa. Apartó el rostro de inmediato a pesar de que no podía ver más que su silueta, su
pulso acelerándose inapropiadamente.

Sobre el sonido de los ronquidos de Peter, y los de James que se le habían unido un momento
después, escuchó el sonido de la tela moviéndose, y cuando volteó de nuevo, Sirius ya estaba
debajo de las cobijas, recostado de forma que lo encaraba, con el torso descubierto y su
cabello esparcido por la almohada, como si estuviera en un maldito video musical.

Remus nunca lo había odiado tanto como en ese momento.

Cerró los ojos para no girar el rostro abruptamente, pero su piel no había dejado de picar y su
pulso sólo se había hecho más rápido. Nunca se había dejado imaginar cómo sería dormir en
la misma habitación que Sirius, no de forma realista, al menos, y pensó que sería incapaz de
descansar toda la noche sabiendo que estaba ahí, a menos de dos metros, con su cabello
perfecto y desnudo a medias.

-¿Estás dormido?-preguntó Sirius en un susurro.

-No.-respondió, a pesar de haber podido fingir que sí lo estaba y terminar con esa tortura
autoinfligida.

-¿Cómo te sientes?-sonaba mucho más elocuente de lo que había estado el llegar.

-Mejor.-dijo con honestidad.-Mis pulmones sólo necesitan acostumbrarse.

-No puedes quedarte aquí encerrado mañana.-siguió Sirius.-Es el concierto.

-Lo sé.

-¿Estás emocionado?

-Haces muchas preguntas cuando estás borracho.-respondió Remus con un suspiro.

-Sólo tomé tres cervezas.-dijo Sirius, y aún en la oscuridad pudo visualizarlo poniendo los
ojos en blanco.-No estoy borracho. No tanto.

¿Quién habría pensado que Sirius Black era un tan malo aguantando el alcohol?, pensó
Remus con una sonrisa.

-¿Tú estás emocionado?

Sirius rió, de esas carcajadas amargas y frías que eran casi dolorosas de escuchar.

-No.

-Lo siento.

-¿Por qué lo sientes?-preguntó Sirius, y luego rió de forma más genuina.-Supongo que sí
hago muchas preguntas.
Remus rió también. No estaba acostumbrado a ese Sirius desinhibido y parlanchín, le estaba
alterando los nervios. Debía haber fingido que dormía cuando tuvo la oportunidad.

-¿De verdad son tan terribles?-preguntó en voz baja, intentando divisar la expresión del otro
chico en la oscuridad.

-Lo entenderás cuando los veas.-dijo, su tono tenso. Pasaron un momento en silencio y Sirius
puso uno de sus brazos bajo su mejilla, Remus creyó ver el brillo de sus ojos mientras lo
observaba.-Ojalá no tuvieras que conocerlos.

-¿Por qué?

Sirius suspiró, lento y profundo, su torso subiendo y bajando pausadamente. Era aún más
pálido debajo del cuello, probablemente porque iba a todos lados en camisa de botones y
chaquetas de cuero.

-Eres demasiado amable, y ellos demasiado crueles.-contestó finalmente.-Si pudiera


mantenerte lejos de ellos, lo haría.

El corazón de Remus dio un salto y tuvo que girarse hacia el techo antes de que le explotara
en el pecho. Estaban suficientemente separados como para extender los brazos y no tocarse,
pero nunca se había sentido tan cerca suyo, era abrumador e intoxicante y lo odiaba con toda
su alma.

-No necesito que me protejas.

-No se trata de lo que necesitas, se trata de lo que quiero.-respondió Sirius, ligeramente


exasperado.

-¿Y qué es lo que quieres?-preguntó, su respiración atascándose dentro de su pecho por un


momento.

Remus lo escuchó removerse en la cama, su piel había dejado de picar para comenzar a
quemarle, estaba bastante seguro de que algún día necesitaría una operación cardiovascular,
porque no podía ser saludable que su corazón latiera de esa forma.

-Yo…

Un ronquido espectacularmente estruendoso los interrumpió, sobresaltándolos a ambos. Fue


como si el momento se fracturara, el ambiente de tensión se reventó cual globo. Remus rió en
una reacción de nerviosismo, y Sirius lo acompañó un instante después.

-Será mejor que intentemos dormir.-dijo Remus, volviendo sus ojos a la oscuridad del techo.-
Mañana será un día importante.

Sirius suspiró y volvió a acomodarse bajo las cobijas.

-Tienes razón.-contestó.-Descansa, Lupin.

-Descansa, Black.
~~~

Remus despertó el día siguiente cuando Peter estaba intentando salir de la cama y se tropezó
con sus propios zapatos, jalando las sábanas en un intento de mantener el equilibrio.

James era el único que seguía dormido, era la clase de persona que podría dormir fácilmente
durante un terremoto, de todas formas no escucharía nada sobre el sonido de sus propios
ronquidos.

Remus tuvo dificultades para mirar a la cara a Sirius toda la mañana, y no sabía si era por su
extraña conversación de la noche anterior o por el sueño completamente inapropiado que
había tenido sobre él. No había sido nada muy explícito, pero cuando se trataba de Sirius,
hasta un beso o el roce de una mano se sentía demasiado íntimo.

Sus pulmones aún no habían vuelto a la normalidad, pero se sentía mucho mejor que el día
anterior, así que decidió que no iba a quedarse encerrado en la habitación de nuevo.
Desayunaron en el restaurante del hotel con las chicas, y Remus volvió a sorprenderse por el
nivel de pomposidad del lugar, ¿los ricos de verdad estaban acostumbrados a vivir así a
diario? Parecía excesivo, ¿para qué necesitaban siete tipos de mermeladas distintas?

Estaban comiendo cuando Remus vio a Sirius tensarse repentinamente, su columna


enderezándose en un instante y su mano aferrándose al tenedor como si fuera un arma y no
un cubierto; lo había visto tener esa clase de reacciones antes, pero nunca con tanta violencia.
Volteó en la dirección de sus ojos y se encontró a Narcissa caminando entre un chico y una
mujer que al principio Remus confundió por Andromeda, pues tenía su mismo cabello rizado
y negro enmarcando un rostro pálido y de elegante estructura ósea. El chico que iba en su
otro costado era escalofriantemente parecido a Sirius, y Remus casi soltó su taza de té cuando
lo vio: era como verlo a él pero un poco más joven, con el cabello hasta la barbilla en lugar
de los hombros, ojos un poco más grandes y un poco más bajito, incluso compartían esa
mirada de superioridad en la que Sirius era experto.

-Oh, no.-escuchó decir a Marlene.

-¿Qué están haciendo aquí?-siseó James, que también estaba tomando su tenedor con
demasiada fuerza.-Pensé que Narcissa no vendría, y que los otros se quedarían en el hotel de
la orquesta.

-Eso creí también.-respondió Sirius en un tono frío.

-Tengo un mal presentimiento.-dijo Peter, que seguía comiendo, pero ahora lo hacía
ansiosamente.

Remus quiso preguntar de quiénes se trataba, aunque era evidente que compartían apellido
con Sirius, y no lo hizo porque nada le parecía menos adecuado en ese momento.

-Te están buscando.-dijo Mary a modo de advertencia.

-Lo sé.
Lo encontraron justo en ese momento, pues no es como si estuvieran esforzándose por ser
discretos, todos girados en su dirección.

Los tres caminaron hacia su mesa con una elegancia irritante, Remus casi pudo imaginarlos
de niños tomando lecciones sobre cómo caminar con seguridad y fineza.

-¿Qué quieren?-espetó Sirius antes de que los otros pudieran hablar.

-¿Dónde están tus modales, primo?-dijo la chica de cabello oscuro en un tono cruel.-No
pensé que fueras a imitar la mala educación de esta gente tan pronto.

-Díganme qué quieren, o lárguense.-contestó él, manteniendo sus ojos apartados del chico.

-Madre nos envió. No vendrán al concierto de esta noche, pero quieren que hablemos
contigo.-dijo la versión más joven de Sirius.

-Tengo planes.-dijo él, encogiéndose de hombros.-Es una pena.

-No es una petición, es una orden.-intervino Narcissa con su usual expresión de severidad.

-No me importa.

El resto de las mesas había comenzado a observarlos. Remus se hundió en su propio asiento.

-Bien, si no quieres venir, nosotros nos quedaremos.-dijo la chica, esbozando media sonrisa
escalofriante. Sus ojos encontraron a Remus y fue como si comenzaran a brillar.-Sospecho
que sería muy divertido.

Sirius reparó en la forma en la que estaba mirando a Remus y su expresión bien compuesta
comenzó a flaquear, transformada por la rabia.

-Estoy hablando en serio.-dijo.-Déjennos en paz.

-Sólo ven con nosotros, Sirius.-contestó el chico, haciendo una mueca como si estuviera
exhausto.-No nos hagas quedarnos aquí.

El rostro del mencionado se endureció. Remus sintió un escalofrío recorrerlo entero.

-Podríamos charlar con tus amigos, si lo prefieres.-dijo la chica, que no había despegado la
mirada de Remus. Él estaba haciendo su mejor esfuerzo por no apartarse y parecer más
seguro de lo que se sentía, pero dudaba que estuviera dando resultado.-Seguro que tenemos
mucho de qué hablar.

-Los verás en la noche, no seas dramático.-dijo Narcissa en un tono exasperado.-Vamos.

-Sirius no va a ir a ninguna parte.-intervino James.-Ya lo oyeron, largo.

-Oh, Potter, mi primito puede defenderse por si mismo.-se burló la chica.-¿No es cierto?

-Mira, Bellatrix…
-Está bien, vámonos.-lo interrumpió Sirius, tomando la chaqueta del respaldo de su silla y
levantándose en dos movimientos cargados de furia y resentimiento.

-Pero Sirius…-dijo Peter, negando lentamente con la cabeza.

-Los veré en el concierto.-respondió él, mirando a Remus una última vez.-Estaré bien.

Sirius se dio la vuelta y partió delante de los otros a pasos largos y elegantes. Eso era lo
mismo que Remus les había dicho el día anterior para que lo dejaran en la habitación, y
cuando lo escuchó se dio cuenta de lo poco reconfortante que se escuchaba. Remus quería
detenerlos, pedirle que se quedara, pero no lo hizo. Se preguntó si Sirius se sentía igual
cuando le pedía lo mismo.

Siguieron desayunando, pero la mesa se había quedado en silencio, y la cabeza de Remus lo


estaba llenando de melodías trágicas. De todas formas había perdido el apetito, si pensar en
Sirius era insoportable cuando estaba alrededor suyo, imaginárselo cuando estaba lejos era
aún más doloroso.

Remus no se atrevía a preguntar sobre lo que acababa de suceder aún, pero estaba bastante
seguro de que no había sido nada bueno. Supuso que tendría que esperar a la hora del
concierto para averiguarlo, las once horas más largas de su vida.

No pudo evitar pensar en las palabras de Sirius de la noche anterior sobre mantenerlo lejos.
Quizás su significado era mucho más literal de lo que había creído, y no tenía idea de lo que
significaba.

Chapter End Notes

Hooolaaa, espero que les haya gustado el capítulo! Estuve a punto de posponerlo para la
otra semana pero terminé escribiendo mil palabras más ayer jeje, no quería dejarlxs sin
cap. Se está poniendo todo muy intensooo omg, ¿qué les pareció la aparición de los
primos Black? ¿Qué creen que pase en el siguiente capítulo?
Muchas gracias por leer, en especial a lxs que comentan y hablan del fic en tiktok o
twitter.

Hablando de eso, @usu_mimi en tiktok e ig me compartió un dibujo HERMOSOOO


que hizo del primer capítulo del fic, aún no averiguo como subirlo por aquí, así que les
dejo el enlace del tweet donde lo compartí (con su consentimiento, obvio), de verdad
esta GENIAAAL

https://twitter.com/grecusanne/status/1445841908459261952?s=20
XXII. el calendario
Chapter Summary

Los alumnos de la Academia pasan la tarde en el centro de la ciudad antes de prepararse


para el concierto. Remus lidia con emociones contradictorias.

Chapter Notes
See the end of the chapter for notes

Bellatrix y Regulus Black.

Remus tardó tres minutos en encontrar sus nombres en internet, treinta segundos más en
encontrar sus fotografías y otros quince en encontrar sus redes sociales.

Había escuchado de ellos alguna vez, estaba seguro, pero hasta ese momento no tenía idea de
cómo se veían. Eran la personificación de la excelencia musical, del legado antiquísimo de
los Black, siempre recatados, elegantes, pulcros. Bellatrix era mayor, acababa de egresar de la
Academia y ya tenía un puesto como una de las violas de la Orquesta de Liverpool. Regulus
tenía quince años y estudiaba en casa, como había hecho Sirius, para prepararse para entrar a
la Academia. El siguiente año estaría donde ellos estaban, cursando el primer grado del
programa de verano y siendo el alumno más sobresaliente, igual que su hermano.

Cuando Remus había escuchado lo terrible que era la familia de Sirius, había asumido que se
trataba de sus padres y había considerado a Narcissa como un peón diseñado para mantener a
Sirius dentro de sus estándares, pero no se había detenido a pensar que los Black eran una
familia mucho más numerosa, y que el resto de ellos tampoco debían estar tomando bien que
alguien como Remus estuviera desplazando a uno de los suyos.

Pasó casi una hora leyendo sobre Bellatrix, Narcissa y Regulus (quiso buscar algo sobre
Andromeda, pero las pocas notas existentes tenían información muy reducida) hasta que
James salió de su propia consternación y notó la de Remus, apiadándose de él.

Le contó sobre la mala relación de Sirius con sus primas, de cómo la presión que ejercían
sobre él había empeorado desde la partida de Andromeda pues no podían permitirse que su
reputación sufriera un percance parecido de nuevo, y de que creía que seguía en contacto con
ella pero no estaba seguro, (Remus no mencionó haber conocido a la mayor de las Black, si
Sirius no se lo había contado ni siquiera a James debía ser bastante serio). Lo escuchó
atentamente, intentando mantenerse calmado a pesar de que su estómago estaba revuelto en
una mezcla de angustia, enojo y pena.

Cuando James dejó de hablar y no había mencionado a Regulus, Remus le preguntó la razón.
-Su relación con él es todavía más complicada.-dijo después de un suspiro de cansancio.-
Creo que les encantaría odiarse, pero no lo hacen. Se aman, en realidad, y los dos piensan que
saben qué es lo mejor para el otro, así que nunca están de acuerdo en nada.

-Me alegra ser hijo único.-intervino Peter desde el otro lado de la habitación, donde estaba
cambiándose para la visita al centro de la ciudad que estaba programada en el itinerario.-
Tener un hermano suena como mucho trabajo.

-Nunca digas eso frente a Sirius.-dijo James en un tono severo, y a Peter se le coloreó la cara
de rojo.

-Lo siento.-murmuró.

-El punto es… cuando Sirius regrese, lo más probable es que esté lo más combativo, enojado
y grosero que lo hayas visto.-le advirtió James, regresando su mirada a Remus.-Será más
fácil si le damos espacio, ¿de acuerdo?

Remus asintió con la cabeza. No creía que existiera otro nivel a la arrogancia y frialdad de
Sirius que la que ya había experimentado, pero no pensaba cuestionar a James.

Los tres terminaron de vestirse para la visita y bajaron al vestíbulo a encontrarse con las
chicas. Remus tenía el inhalador en el bolsillo como les había prometido. Sus pulmones se
sentían mejor aclimatados a la altitud, pero no estaba bien del todo y no iba a arriesgarse a
tener un colapso tan lejos del hotel.

Cuando estaban esperando instrucciones de los chaperones para abordar los autobuses, de
pronto divisó a Terry entre un grupo de segundo, mirando en su dirección. Remus iba a
apartar los ojos cuando reparó en él, pero el chico le sonrió y lo saludó con la mano. Él le
devolvió el saludo y sintió un pinchazo de culpa, ni siquiera había pensado en Terry desde
que habían salido de la Academia.

Dorcas y Marlene parecían más atentas a él que de costumbre, y Remus no sabía si se debía a
su crisis del día anterior o al encuentro que habían tenido en la sala de recreación, pero no
estaba seguro de querer esa clase de atención en ese momento, así que fingió no notarlo.

El ambiente de tensión de esa mañana seguía pesando entre el grupo de amigos, pero era un
poco menos imponente, nadie quería pasarse todo el fin de semana sumidos en un eterno
silencio incómodo, por lo que cuando abordaron el autobús, James y Mary se esforzaron por
entablar una conversación colectiva sobre lo extraño que era que la estrella de la comida local
fueran aros de cebolla con queso.

El centro de la ciudad era pintoresco, había edificios antiguos, restaurantes y algunas trampas
para turistas parecidas a las del puerto de la Academia. Los chaperones los dejaron explorar y
les indicaron regresar después del almuerzo, así que Dorcas y Marlene se fueron a buscar un
museo de historia de la región (Remus también quería ir al museo, pero no le pareció sabio
acompañarlas, así que se resignó a hacer compras con los otros), y Mary se quedó con los
chicos.
Remus intentó disfrutar el paseo, pero tenía que caminar mucho más lento que de costumbre,
obligando a sus amigos a esperarlo, y su mente regresaba una y otra vez a Sirius; si no estaba
preguntándose lo que estaría haciendo con sus primas y su hermano, estaba pensando que
probablemente le habría gustado visitar los restaurantes locales y convencer a alguno de los
chefs para que le enseñara una de sus recetas.

James reparó en que estaba más callado de costumbre y decidió caminar a su lado, dejando
que Mary y Peter se adelantaran en búsqueda de alguna tienda interesante o un lugar donde
almorzar.

-¿Estás bien?-le preguntó cuando estuvieron suficientemente lejos de ellos.-¿Son tus


pulmones?

Remus negó con la cabeza y apretó el inhalador que llevaba en el bolsillo.

-Estoy bien. Sólo un poco cansado.-contestó.-Y distraído.

-¿Por Sirius?

El castaño tuvo que obligarse a no voltear la cabeza con brusquedad, James no tenía idea de
lo que sentía por Sirius, ¿cierto? Era perfectamente discreto la mayoría del tiempo.

-¿A qué te refieres?-preguntó, manteniendo su tono casual y tranquilo. O intentándolo.

-Conocer a su familia por primera vez es toda una experiencia.-dijo él, viéndolo de reojo con
suspicacia.-Siempre te dejan más preguntas que respuestas, ¿no?

-Oh. Sí. Claro.

-Eres pésimo mintiendo.-dijo James con un resoplido divertido.-Si no quieres decirme qué te
pasa…

-No es nada.-respondió Remus, pasándose una mano por el rostro.-Es sólo que… supongo
que entiendo un poco mejor por qué está tan decidido en tratarme como si fuera a contagiarle
una enfermedad mortal.

“Excepto cuando visita mi trabajo cuando no hay nadie, y me cocina y hablamos como si
fuéramos amigos” pensó, aunque no iba a decirlo en voz alta por ningún motivo.

-No excusa todas las veces que se comporta como imbécil.-dijo James con media sonrisa de
aflicción.-Pero su arrogancia tiene sentido una vez que conoces a su familia. Se lo habrían
comido vivo si no se hubiera vuelto parecido a ellos.

-Deben odiarme.-dijo Remus después de unos segundos.-Oh, Dios, ¿qué tal si hacen que el
resto de la orquesta me odie?

-Jamás se permitirían ser tan abiertamente mezquinos.-contestó James.-Quieren mantener su


imagen de familia perfecta, un drama tan frívolo como atacar a un novato sin apellido de
renombre sería terrible para su reputación.
-Sirius nunca tuvo problemas odiándome frente a todos.-dijo, con las cejas enarcadas.

-Si me lo preguntas, era una actuación que no supo como manejar y se salió de sus manos.-
dijo James con un brillo extraño en sus ojos.-Ya no parece que te odie, ¿cierto?

-Tampoco parece que le agrade.-Remus estaba poniéndose muy incómodo. Le alteraba los
nervios que James, una de las personas que mejor conocía a ambos, estuviera analizando su
relación de esa forma.-No somos amigos.

-¿Y él te agrada a ti?-la pregunta pretendía ser perfectamente inocente, pero el tono de James
no era nada discreto.

-No.-contestó de inmediato, fijando su mirada en un punto lejano mientras sus mejillas se


coloreaban de rojo.-Tampoco me desagrada. No tengo una opinión sobre él.

James hizo un ruido que se escuchaba sospechosamente como la combinación de una


carcajada y un ataque de tos. Remus se negó a voltear a verlo.

-Tú estás extrañamente calmado para alguien que va a salir con Lily Evans después de este
fin de semana.-dijo después de un momento, en un intento de cambiar el tema. Era una táctica
desesperada y obvia, pero James adoraba a Lily lo suficiente como para seguirle la corriente,
con tal de poder hablar de ella.

-Jamás había estado menos calmado en mi vida, Remus.-contestó él en un tono de suma


seriedad, empujando los lentes sobre su nariz.-Podré verme perfectamente compuesto, pero
es porque no me permito pensar en eso más de unos segundos, me volvería completamente
loco.

Remus fue quien rió esa vez, palmeando la espalda de su amigo en un gesto de solidaridad.

-¿Ya sabes a dónde la vas a llevar?

-Ella me dijo que conoce un restaurante.-contestó James, dejando sus lentes para comenzar a
revolverse el cabello en un gesto ansioso.-Aún no puedo creer que me haya dicho que sí.

-Sé que Lily es perfecta para ti y que puede ser difícil de creer, pero te prometo que está
ansiando salir contigo tanto como tú.

James comenzó a negar con la cabeza de inmediato. Remus se detuvo un momento,


recargándose en el escaparate de una tienda con una mano en el pecho, habían estado
caminando muy rápido.

-¿Estás bien?-preguntó el chico de lentes, tomando sus hombros.-Estás un poco pálido.

-Siempre estoy pálido.-respondió, poniendo los ojos en blanco.-Sólo necesito un momento.


Sigue hablándome de Lily,

James le lanzó una mirada de escepticismo, pero se recargó en el escaparate junto a él y


siguió contándole de la expresión de su amiga cuando la había invitado, como su piel se
había puesto tan roja que sus pecas y sus ojos verdes saltaban de su rostro.
-Deberíamos entrar cuando te sientas mejor.-dijo James, señalando sobre su hombro.-Quiero
comprar uno de esos collares.

-¿Por qué quieres un collar?-preguntó Remus con el ceño fruncido.

-Es para Lily.-contestó él, evitando la mirada de su amigo.

-¿Vas a regalarle un collar en su primera cita?-dijo el castaño, entre impresionado y


consternado. No estaba seguro de cómo fuera a tomarlo ella.

-No.-dijo James, rascándose la nuca y apretando su labio inferior con los dientes.-Sólo voy a
comprarlo.

-No te estoy entendiendo.

Remus dio un paso lejos del escaparate y comenzó a caminar dentro de la tienda, moviéndose
despacio y con una mano aún sobre las costillas, sintiendo sus pulmones inflándose y
desinflándose lentamente.

-No puedes decirle esto a nadie. El único que lo sabe es Sirius.-le advirtió James en una voz
mucho más autoritaria que la que solía usar. Remus asintió, confundido.-Le compro regalos a
Lily cuando viajo con mis padres, o siempre que veo algo que me recuerda a ella, en realidad,
pero nunca se los doy.

-Oh.-Remus enarcó las cejas.-Oh, Dios, James, sabía que estabas enamorado de Lily, pero eso
ya es mucho más serio.

-¡Lo sé!-contestó él, desesperado, apretando el puente de su nariz.-No tienes que decírmelo,
es extraño y perturbador y no debería hacerlo. Es sólo que… no puedo evitarlo, cuando me
encuentro algo que creo que le gustaría, me quedo pensando que si no se lo compro nunca
podrá verlo y lo pago sin pensarlo. Jamás he intentado darle nada porque sé que pensaría que
estoy intentando convencerla de que salga conmigo a través de cosas materiales, no soy
estúpido.

A Remus lo atravesó una ola de sentimientos que culminó en el impulso de abrazar a su


amigo. No se contuvo; lo tomó de los brazos y lo estrechó con fuerza. Conocía muy bien esa
horrible sensación del amor no correspondido, la añoranza de estar con alguien que ni
siquiera volteaba en tu dirección. Era muy propio de James Potter, en realidad, estar tan lleno
de amor que se desbordaba de su cuerpo y tomaba control de sus impulsos.

-No es perturbador.-dijo, cuando sintió las manos de su amigo devolviéndole el abrazo.-Es…


muy tú, James.

Él soltó una risa ahogada, apretando a Remus por la cintura.

-Sé que Lily es tu mejor amiga, pero tienes prohibido contárselo.-dijo, los dos separándose.

Remus lo consideró un momento, su cerebro tardando en reaccionar.

-Supongo que sí es mi mejor amiga. No lo había pensado.


-Y yo soy tu mejor amigo, somos como una familia.-respondió James, sonriendo y
empujándolo del hombro. Remus soltó una carcajada y sacudió la cabeza.

-Eres un idiota.

-¿Sabes?-dijo el chico de lentes, ignorándolo deliberadamente.-Deberíamos abrazarnos más


seguido. Es lo que hacen los mejores amigos, Remus.

Remus puso los ojos en blanco, pero por dentro algo cálido y brillante se esparcía desde su
pecho hasta su manos, dejándolo casi mareado, como si no se hubiera recuperado del todo del
cansancio. No se había detenido a pensar hasta ese momento lo afortunado que era de tener
ese otro tipo de amor, el tipo ruidoso e incondicional de personas que lo querían por quien
era.

~~~

Media hora después se reencontraron todos para almorzar en un restaurante cerca de donde
iban a ver a los chaperones, y no fueron los únicos alumnos que comieron ahí. Por lo menos
la mitad del restaurante eran estudiantes de la Academia, y entre una de esas mesas estaba
Terry, que volvió a saludarlo cuando lo vio entrar.

-¿Lo conoces?-preguntó Peter cuando lo vio devolverle el saludo.-También te estaba


hablando en el hotel, ¿verdad?

De todos sus amigos, nunca había tomado a Peter como el más observador, pero acababa de
descubrirlo en un momento bastante inoportuno.

-Hemos hablado un par de veces. Es de segundo.-contestó Remus, esperando que esa fuera
respuesta suficiente.

-No sabía que hablabas con personas que no fuéramos nosotros.-dijo Mary, llevándose un
bocado de ensalada a la boca.-Normalmente eres muy tímido.

Remus se encogió de hombros, incómodo con la atención de la mesa sobre él.

-Jugamos videojuegos en la sala de recreación antes de subirnos al autobús.-dijo, Dorcas y


Marlene mirándolo con expresiones de complicidad.-Es todo.

James parecía a punto de hacer una pregunta, tenía el ceño fruncido y la cabeza ladeada, pero
la voz de Marlene lo interrumpió:

-No van a creer a quién nos encontramos en el museo…

La chica comenzó a contar como habían visto a dos músicos de la orquesta de Liverpool
tomados de la mano en una de las exhibiciones. Frank Longbottom y Alice Fortescue; eran
exalumnos de la Academia y Remus reconoció sus nombres aunque no recordaba sus rostros.

La conversación se desvió después del final de la anécdota, y el castaño le lanzó una mirada
de agradecimiento a su amiga, quien sonrió discretamente y siguió comiendo. Remus volvió
a sentir esa calidez dentro de sus huesos. Nunca se había sentido menos solo que en ese
momento, pero no estaba completamente tranquilo porque sabía que en ese momento Sirius
estaba sufriendo en algún lugar de la ciudad a manos de sus familiares.

Cuando terminaron de almorzar ya faltaban diez minutos para regresar al hotel, así que la
mayoría de los alumnos fueron a esperar a la plaza, conversando entre ellos y escuchando a
un guitarrista que estaba pidiendo monedas a lado de una fuente, dejándole billetes de alta
denominación y joyería cara, pues casi todos eran absurdamente ricos. El músico estaba
maravillado.

Remus sintió a alguien tocarle el hombro, y cuando volteó se encontró con los ojos marrones
de Terry, cerca de la altura de los suyos pues era sólo un par de centímetros más bajo. Estaba
sonriendo, y Remus pensó que su sonrisa era bonita, tenía un hoyuelo en una mejilla y labios
llenos. La idea de divertirse con él durante lo que restaba del verano no se escuchaba tan mal
en ese momento, pero la apartó de su mente de inmediato.

-Hola.-dijo el castaño, devolviéndole la sonrisa.

-Hasta que te encuentro.-contestó Terry en un tono ligero.-No te había visto desde ayer.

-Me saludaste en el hotel.

-Me refería a hablar contigo.-dijo él con un chasquido de lengua.-Pensaba preguntarte si


querías ir a beber algo después de la cena, pero no bajaste.

Oh, Dios, ¿lo estaba invitando a salir de nuevo? Aún no estaba seguro de su respuesta, se
había prometido a si mismo (y a Lily) darse la oportunidad de conocerlo mejor, pero le
parecía demasiado pronto, y no quería tener que explicar todos sus conflictos internos en
medio de la plaza, rodeado de sus compañeros de curso.

-Estaba un poco cansado.-respondió, su voz sonando mucho más aguda de lo normal.-Preferí


ir a dormir temprano.

Que mentira tan vil, pensó, recordando la silueta de Sirius en la oscuridad y su corazón
palpitando al escuchar su voz y sus carcajadas.

-Espero que no tengas esos planes hoy; por lo que sé va a haber un coctel de la orquesta
después del concierto y los alumnos estamos invitados.-dijo, entusiasmado.-Va a ser la
ocasión perfecta para hacer contactos, y seguro que tú tendrás una fila de músicos y
directores muriendo por conocerte.

Remus soltó una risa nerviosa y lo descartó con un movimiento de la mano.

-Odio esa clase de eventos, pero Dumbledore me hizo prometer que asistiría. Le gusta
presumir a sus estudiantes, creo.

-Sólo cuando son igual de talentosos que tú.-dijo Terry, sus ojos brillando y sus mejillas
ligeramente coloreadas.

Remus se ruborizó y apretó los labios. No estaba acostumbrado a un coqueteo tan evidente,
ni de forma tan pública, ni de parte de alguien tan lindo y cómodo consigo mismo, y no sabía
como responder.

Por suerte fueron interrumpidos por un montón de aplausos cuando el guitarrista terminó su
canción, los dos dando un pequeño salto hacia atrás por la sorpresa.

-¡Remus!-lo llamó la voz de James, unas cabezas más lejos.-¡Ya llegan los autobúses!

El mencionado asintió en su dirección y le hizo un gesto para hacerle saber que los alcanzaba
en un momento.

-Nos vemos más tarde, Terry.-se despidió con una sonrisa torpe.

-Adiós, Remus.-el moreno le apretó el brazo con una gentileza que podía ser interpretada
como amistosa o intencionada, y Remus sintió algo extraño recorrerle la piel con el contacto.-
Espero que disfrutes el concierto.

Y el chico se alejó en dirección al autobús de segundo, dejando a un Remus confundido,


abrumado y ruborizado.

~~~

Los tres chicos estaban esperando encontrar a Sirius cuando volvieron al hotel, pero ambas
habitaciones estaban vacías. Remus fingió estar calmado aunque por dentro algo frío y
resbaloso le subía por la garganta, amenazando con asfixiarlo.

Dejó que James se duchara primero y dedicó unos minutos a usar el concentrador de oxígeno
sin que se diera cuenta. Se sentía mucho mejor que el día anterior, pero toda la travesía por el
centro lo había dejado cansado y no quería sufrir algún percance durante el concierto.

Incluso el baño del hotel era elegante, pensó con un bufido de incredulidad cuando entró, la
bañera era suficientemente grande como para recostarse por completo, la ducha tenía un
panel para seleccionar la temperatura del agua y música, y tenía un calentador para el piso.
Era un completo exceso.

Terminó de arreglarse mientras despotricaba contra los ricos y sus comodidades caras e
innecesarias, y cuando se miró al espejo encontró a un Remus que le costaba trabajo
reconciliar con la imagen que usualmente tenía de si mismo.

Estaba usando un traje que su padre solía usar en los noventa, pues se había rehusado a
comprar uno nuevo o a rentar uno. Era marrón muy claro, la chaqueta era larga y poco
ajustada, el tiro era más alto de lo que se usaba actualmente, pero no se veía tan mal. El único
problema era que el pantalón le llegaba a los tobillos, pues era más alto que su padre, pero
James le había asegurado que nadie le prestaría atención a eso.

Remus no solía pensar mucho en su imagen. Se había resignado a ser alguien de aspecto
promedio, tenía ojos y cabello marrón, piel pálida, un par de pecas; nunca había sido la clase
de chico que atraía miradas a donde quiera que fuera, no tenía la fineza de Sirius, ni el
atractivo natural de James, ni los rasgos suaves de Peter. En realidad se veía prácticamente
como cualquier otro adolescente blanco, no obstante, en ese momento tuvo que admitir que el
atuendo le favorecía, quizás no estaba confeccionado a la medida como el del resto de sus
compañeros, pero, después de todo, cualquier persona se veía mejor con traje y corbata,
¿cierto?

James le silbó con admiración cuando lo vio parado frente al espejo, tenía las cejas arqueadas
y una sonrisa ladeada. Estaba apunto de empezar a aplaudir cuando Remus le clavó una
mirada de reproche.

-Oh, basta.-le dijo, poniendo los ojos en blanco aunque las comisuras de su boca estaban
levantadas.

-Eres mi amigo y es mi labor decirte lo bien que te ves, Remus Lupin.-dijo en tono solmene,
cruzándose de brazos.-Tendrás a todo el alumnado babeando por ti, ¿cómo van a concentrarse
en el concierto teniéndote enfrente?

-Cállate.-contestó, ruborizado. Tomó una pluma del escritorio y se lo lanzó a forma de


protesta.-Deja de decir tonterías o llegaremos tarde.

James hizo ademán de seguir hablando, pero Remus lo fulminó con la mirada, así que
terminó riendo para después alzar las manos en señal de rendición.

Se encontraron con Peter y bajaron al vestíbulo, donde ya estaban casi todos los estudiantes
bien vestidos y perfumados, esperando que los dejaran salir a los autobúses.

Remus intercambió cumplidos con las chicas mientras caminaban al vehículo, ellas
comentando en el aspecto retro de su traje y él diciéndoles breve pero genuinamente lo
bonitas que se veían. Dorcas y Marlene ya ni siquiera estaban intentando despegar la mirada
de la otra, y Remus fingió no notarlo pero rió por dentro, ¿cómo era posible que fuera el
único del grupo que se daba cuenta de lo enamoradas que estaban?

Nadie lo dijo en voz alta, pero de nuevo todos esperaron ver a Sirius aparecer en algún
momento, quizás haciendo una entrada dramática al autobús, o saliendo de un auto caro
frente al hotel, y sin embargo cuando arrancaron en dirección al recinto aún no había llegado.

La sensación fría y desagradable regresó a su pecho, tenía un mal presentimiento sobre los
Black, y temía por el estado emocional de Sirius cuando finalmente se reunieran con él, si es
que lo veían en el concierto.

Cuando llegaron a la Casa de Ópera había algunos fotógrafos gritando afuera, y un montón
de gente de aspecto importante esperando su turno para entrar, todos moviéndose con gracia
y despreocupación, como si hicieran eso cada semana. Quizás lo hacían, pensó Remus,
horrorizado por su propia inexperiencia.

Se estacionaron a un par de calles del lugar para que los autobúses escolares no arruinaran la
estética refinada del recinto, y caminaron en grupo hasta la entrada de la Casa, Remus
sintiendo su respiración flaqueando un par de veces por los nervios.

Comenzó a buscar a Sirius entre el gentío, su altura funcionando en su favor por una vez,
pero no divisó su cabello negro ni sus ojos grises por ninguna parte, y el frío que lo invadía se
hizo un poco más imponente.

Sus amigos iban conversando animadamente mientras se acercaban, pero a él le zumbaban


los oídos y su respiración temblaba. Era solo un concierto, se dijo, aunque en el fondo sabía
que para él significaba mucho más.

Había olvidado que James, Peter, y Dorcas también venían de familias conocidas y poderosas
en ese medio, así que cuando comenzaron a subir la escalinata que llevaba a la Casa de
Ópera, los fotográfos los inundaron de flashes y exclamaciones de sus apellidos, Remus
trastabilló por la sorpresa. Mary lo sostuvo, tomándolo del brazo y sonriendo para hacerle
saber que estaba con él.

Entre el agobio de la presencia pública y el bullicio de entrar junto a decenas de estudiantes al


concierto, Remus casi se había olvidado de la única persona que quería ver en ese momento,
pero cuando finalmente llegaron a la cima de los escalones y miró a través de las puertas de
cristal del recinto, algo se agitó dentro de su estómago y su piel comenzó a cosquillear.

Sirius estaba parado entre Regulus y Narcissa, que tenía a Bellatrix del otro lado, todos
posando para una foto. Los cuatro iban vestidos de negro como si fueran a un funeral
especialmente glamoroso, estaban pulcramente peinados y era evidente que su ropa estaba
hecha a su medida. Sirius llevaba un traje de tres piezas que le ajustaba en la cintura, el
cabello le enmarcaba el rostro de forma que se veía impecable y natural al mismo tiempo y se
manejaba con tanta soltura y distinción que era imposible no embelesarte al verlo, toda su
persona funcionaba como un imán de miradas.

No parecía especialmente afectado, pero el mayor de los hermanos era bueno fingiendo, así
que la preocupación de Remus no disminuyó, solo se unió a la mezcla de sentimientos
contradictorios y extraños que le habían debilitado las rodillas y habían disparado una
melodía intensa y rápida dentro de su cabeza.

Cuando iba a obligarse a mirar hacia otra parte porque ya había pasado demasiado tiempo
observándolo y alguien iba a darse cuenta tarde o temprano, los ojos de Sirius encontraron los
suyos y su corazón saltó dentro de su pecho como si quisiera atravesarle la piel y correr hacia
él.

La expresión de Sirius cambió durante un instante, la coraza fría y distante se fracturó y dejó
ver algo mucho más real y confuso, pero se recompuso de inmediato, ajustándose el chaleco
y volteando su rostro en otra dirección.

Remus no tenía idea de cómo iba a sobrevivir la noche, pero apretó la mano de Mary que aún
descansaba sobre su brazo y siguió caminando, intentando no pensar en lo mucho que las
siguientes horas iban a cambiar su vida.

Chapter End Notes


Holaaaa, espero que les haya gustado el capítulo!!! Es uno de los que más he disfrutado
escribir hasta ahora, y AYDIOSSS se viene todo muy intenso, ¿qué creen que vaya a
pasar en el concierto?

Muchas gracias por leer y sobre todo por comentar, me motivan muchísimo!

Lxs tqm, ojalá tengan una semana increíble


XXIII. el verano de Vivaldi
Chapter Summary

Remus asiste a su primer concierto de orquesta, intenta descifrar a Sirius y se ve


obligado a pasar tiempo con el resto de los Black.

CW: Clasismo

Chapter Notes

Si quieren tener una mejor experiencia leyendo, les recomiendo que pongan el Concierto
de Verano de Vivaldi a partir del Segundo Estado, pueden buscarlo así en Spotify o ver
este video desde el minuto 6:15
https://www.youtube.com/watch?v=c5HnjVZeVic&ab_channel=YouMoreTv-Cultura

See the end of the chapter for more notes

Cuando Remus entró a la sala de conciertos detrás de sus amigos, Sirius no había vuelto a
mirar en su dirección. Se había quedado junto a sus primos, posando para más fotos,
hablando con adultos de rostros severos y trajes caros. Remus lo había observado durante
todo ese tiempo, atento por si veía algo que lo preocupara, pero Sirius parecía perfectamente
compuesto.

Tomaron sus lugares en los asientos que estaban designados a ellos como alumnos de la
Academia, no estaban muy lejos ni muy cerca de la orquesta pero a Remus no le importaba la
distancia, sabía que esos edificios estaban diseñados para tener una acústica perfecta
dondequiera que escucharas la música.

La butaca entre James y Mary estaba vacía, pues los profesores les habían indicado que
dejaran un espacio para Sirius, aunque nadie creía que fuera a ocuparlo, lo más seguro era
que tuviera un lugar al frente, con su hermano y posiblemente con Narcissa. Remus quería
verlo de cerca, asegurarse de que estuviera bien, pero al mismo tiempo tenía miedo de cómo
fuera a reaccionar con él después de pasar todo el día con su familia.

Anunciaron las dos primeras llamadas para el inicio del concierto y el recinto fue llenándose
de gente, las voces y los tacones sobre el suelo de mármol aumentando el bullicio.

A pesar de que Remus tenía una decena de problemas por los que preocuparse, uno de ellos
siendo que Terry estaba sentado un par de filas adelante y no dejaba de voltear a verlo, había
una emoción flotando en el aire que le había puesto los nervios de punta, sentía su pulso en
las sienes y su piel zumbaba como si pudiera tocarla y electrocutarse en el intento. Nunca
había escuchado a una orquesta profesional en vivo y nunca había escuchado música en una
sala de conciertos, y en ese momento le era fácil imaginarse en unos años, tras el telón,
sentado en su piano y esperando a que el director diera la orden para comenzar a tocar; era
una idea tan descabellada como cercana, el sueño que llevaba cultivando desde que había
puesto sus manos sobre un instrumento.

La mitad de todos los músicos que iban a ver eran egresados de la Academia, y para él era
una señal clara de que estudiar ahí era su mejor oportunidad de lograr algo como eso. Era
atemorizante pensar que toda esa vida que se imaginaba dependía de ese verano, de su
capacidad para ganarle a un chico al que habían criado durante toda su vida para acabar en un
lugar que le pertenecía de nacimiento, ¿qué posibilidades tenía contra eso?

Las luces parpaderaron y Peter, que estaba a su lado, le apretó el brazo y le sonrió con
entusiasmo. Remus salió de su ensimismamiento y le devolvió la sonrisa; podía angustiarse
por todo ese más tarde, durante las siguientes dos horas sólo quería concentrarse en la música
.

-Esta es la tercera llamada. Por favor ocupen sus asientos.-dijo una voz en el sistema de
bocinas, acallando el resto.-La función de la Orquesta de Liverpool comenzará en breve.

Mientras el silencio comenzaba a reinar en el recinto, el interior de Remus se hacía más


escandaloso, como si su cerebro no pudiera decidir qué canción era la más apropiada para ese
momento así que las escuchaba todas al mismo tiempo. Cerró los ojos un momento,
intentando serenarse, y cuando los abrió, reparó en que el asiento en el otro costado de James
ya no estaba vacío.

Sirius tenía las manos aferradas a los brazos de la butaca, el rostro girado hacia el frente y la
mandíbula tan apretada que Remus temió por la integridad de sus dientes. James se acercó a
susurrarle algo al oído y el mayor de los Black asintió rígidamente con la cabeza.

Remus tuvo el impulso simultáneo de sacudirlo y de tomarle la mano, de hacerlo reaccionar y


de reconfortarlo; era confuso y doloroso no poder hacer ninguna de las dos, así que
simplemente apartó la mirada y respiró hondo. Ese momento no se traba de Sirius.

El telón se abrió finalmente, dejando ver a toda la orquesta detrás, decenas de músicos y de
instrumentos cuidadosamente posicionados, una directora de orquesta parada frente a todos
como el general que va a guiar a sus soldados a una batalla. Era grandioso.

Alguien presentó a la orquesta. El público explotó en aplausos, y cuando el silencio se


impuso de nuevo, la directora alzó las manos. El mundo se detuvo un momento, como si el
tiempo también hubiera obedecido su señal, y cuando las agitó, varias decenas de
instrumentos se movieron al mismo tiempo, como piezas de una máquina bien calibrada. A
Remus lo recorrió un escalofrío, las primeras notas se sintieron como la primera ola que llega
a tus pies en la orilla de la playa, enraizándote en el momento, conectándote a algo colosal y
perpetuo. En cada tecla presionada y cada cuerda que vibraba podía escuchar la tradición
milenaria de la música, a los compositores moviendo sus plumas sobre partituras y los
músicos tocando frente a reyes y princesas. Remus nunca había sentido como si perteneciera
a algo antes de ese momento.
El concierto continuó y fue como si lo hubieran hipnotizado, las melodías lo habían
paralizado en la silla, sus ojos apenas y pestañeaban, intentando no perderse de nada. Así
debían sentirse los adictos a la adrenalina cuando se lanzaban de un avión, pensó en medio
del trance.

Cuando comenzaron a tocar el concierto de Verano de las Cuatro Estaciones de Vivaldi,


Remus se olvidó de respirar un momento. Era la primera pieza que había escuchado cuando
era niño, una tarde inusualmente cálida en el cuarto de música de la iglesia, con McGonagall
sentada en el taburete del piano y él en el suelo, entre una pila de libros y el viejo órgano de
la congregación, escuchando la grabación completamente fascinado. No se había movido de
su lugar durante los diez minutos que duraba, toda una hazaña para un niño tan pequeño, y
después de eso había quedado genuinamente convencido de que la magia existía, porque era
la única explicación racional de lo que acababa de experimentar.

La orquesta llegó al Tercer Estado del concierto de Verano, Remus sintió su pulso acelerarse
al ritmo de los violines, cada uno moviéndose en sintonía con los otros, las cabezas de los
músicos agitándose como si fueran una sola. Sus labios se habían tensado en una sonrisa y
sentía cada una de sus emociones revolviéndose en su pecho. Cerró los ojos y se encontró
con todos los veranos de su vida condensados en una melodía, podía ver a las abejas
rondando las flores, los vasos de limonada, los atardeceres púrpuras y anaranjados sobre las
copas de los árboles, las noches cerca de la fogata, el olor a musgo, su primer día en la
Academia.

Cuando abrió los ojos justo para el impacto de la parte más intensa de la canción, sintió la
mirada de alguien más sobre y él, y al voltear se encontró el rostro de Sirius girado en su
dirección, observándolo desde el otro lado de James, inclinándose un poco hacia atrás para
poder verlo.
Su expresión no era de condescendencia ni irritación ni nada de lo que había esperado ver
después de la forma en la que lo había ignorado antes, sus ojos brillaban como solo lo hacían
cuando cocinaba, parecía conmovido, maravillado incluso, como si el espectáculo fuera él y
no la orquesta frente a ellos. Remus esperaba que apartara el rostro, Sirius siempre lo
apartaba cuando sus miradas se encontraban de esa forma, pero esa vez no lo hizo. Se lamió
los labios, esbozó una sonrisa igual de pequeña y discreta que significativa, y continuó
mirándolo. Remus fue el primero en alejarse porque temió que su corazón fuera a latir tan
rápido que sus pulmones no pudieran mantenerle el ritmo.

Recordaba haberle contado a Sirius lo especial que era esa pieza para él la primera vez que lo
había visitado en el restaurante, en un intento de llenar el silencio, pero no creía que lo
recordara.

Quizás no significaba nada y quizás significaba todo lo que Remus quería que significara, así
que pasó el resto del concierto concentrado tanto en la música como en las emociones que
Sirius despertaba en él, demasiado intensas y volátiles para mantenerlas lejos de la superficie
por mucho tiempo más.

~~~

El concierto terminó una hora después. La sala volvió a estallar en aplausos, los músicos
agradecieron y Remus dejó caer la cabeza contra la butaca, tan cansado como si él hubiera
tocado también. Bellatrix, sentada en la zona de cuerdas con la viola entre sus manos parecía
estar observándolos, pero no podía estar seguro desde tan lejos.

Cuando el telón se cerró, la sala se llenó de una centena de conversaciones simultáneas, sus
amigos comenzando a comentar el concierto de inmediato, pero él sentía como si las palabras
estuvieran muy lejos de su boca, enterradas entre sus costillas, no tenía idea de cómo
describir lo que había experimentado escuchando a la orquesta, aún podía oír las armonías
retumbar dentro de su cráneo, y era como si sus sentidos se hubieran sobrecargado, todo le
parecía muy ajeno en ese momento.

Lo único que hizo fue mirar a Sirius de nuevo, asumiendo que el chico había vuelto a su
usual comportamiento distante y compuesto.

Tenía razón, estaba hablando con Mary, con las manos entrelazadas sobre su abdomen y una
expresión seria. No había podido observarlo con detenimiento antes, y se veía mucho más
atractivo de cerca, el saco se ajustaba a su cintura y a sus brazos, su cabello estaba más suave
que nunca y su piel parecía brillar en contraste con el color oscuro de la ropa. El cerebro
desequilibrado de Remus quería tocarlo, o dejarse tocar por él, susurrarle cosas al oído y
escucharlo tocar el chelo, todo al mismo tiempo.

James se removió en su asiento e hizo que Remus saliera de su extraño tren de pensamientos,
pestañeando y enderezándose en su asiento, pues se había ido inclinando hacia adelante poco
a poco sin darse cuenta.

-¿Qué te pareció tu primer concierto profesional?-le preguntó, sacudiéndolo del hombro y


sonriéndole con entusiasmo.

Remus ladeó la cabeza y buscó las palabras que tenía atascadas en la garganta.

-Fue perfecto.-dijo, su voz pequeña y ligeramente trabajosa.

-Dieron una gran presentación.-afirmó Peter desde su otro costado.-Hace años que no veía a
la Orquesta de Liverpool en vivo.

-¿Estás bien, Remus?-preguntó James, poniéndole una mano en el brazo.-Pareces un poco…


ido.

Él asintió con la cabeza, obligándose a cerrar los ojos de nuevo y respirar hondo, volviendo a
si mismo poco a poco.

-Estoy bien.-afirmó.-Fue mucho para mí. Siento como si alguien me hubiera contado todos
los secretos del universo y mi cerebro no pudiera procesarlo.

Peter rió. James apretó su brazo.

-Vamos, puedes contarle todo eso a los músicos en la fiesta.

Dentro de la misma Casa de Ópera había una galería suficientemente grande para toda la
orquesta y el resto de los invitados, así que solo subieron un par de pisos. El lugar estaba
claramente decorado al estilo barroco, con ornamentos dorados por todas partes, piso de
mármol brillante y pinturas del siglo XVII colgando de las paredes, dándole un aire opulento
e imponente. Remus se sentía dentro de una película, o de una alucinación especialmente
elaborada.

Los músicos de la orquesta fueron llegando poco a poco, todos con otro atuendo y aspecto
pulido y refinado, como si no hubieran pasado las últimas dos horas tocando.

Remus estaba parado con sus amigos alrededor de las mesas donde descansaban sus bebidas.
Marlene tenía una prima flautista en la orquesta, y había ido con Dorcas a buscarla para
presentársela, pues era el único que no la conocía. Sirius conversaba con James en voz baja
detrás de la mesa, ambos intentando parecer tranquilos pero denotando una tensión casi
palpable. Peter le estaba haciendo compañía, y Mary estaba nombrando a todos los músicos
importantes que veía pasar, como si Remus necesitara un recordatorio de lo significativa que
sería esa noche para él.

Los tres miembros restantes de la familia Black entraron juntos, y Remus notó cómo
cambiaba la atmósfera con su llegada, los que estaban más cerca corrigiendo su postura,
arreglándose el cabello y desdoblándose el cuello de la camisa. Bellatrix comenzó a recibir
felicitaciones de inmediato, y ella sonrió con toda la gracia que ameritaba su apellido,
Narcissa y Regulus escoltándola e interviniendo en las conversaciones de vez en cuando.

Después de unos minutos se acercaron a su grupo y Remus tuvo que resistirse al instinto de
dar un paso hacia atrás, pues no parecía una buena idea mostrarse intimidado por ellos. Todos
se tensaron, excepto Sirius, que simplemente tomó una de las copas que descansaba en la
mesa y se terminó su contenido en un sólo movimiento, esbozando una sonrisa fría y
calculada cuando la devolvió sin una gota.

-Tu desempeño fue admirable, Bella.-dijo él, en cuanto estuvieron suficientemente cerca para
escucharlo.-Mucho mejor que el año pasado, a este paso en unos cuantos estarás tocando al
nivel de la Filarmónica de París.

-Gracias por tus comentarios, Sirius.-contestó Bellatrix en un tono venenoso.-Pero no


estamos aquí para verte a ti, Narcissa tiene una tarea laboral.

Las miradas se posaron sobre la menor de las Black, que parecía más irritada que combativa.

La chica sacudió una pelusa inexistente de su vestido, y con el tono menos amigable que una
persona podía conjurar, dijo:

-Dumbledore me pidió que presentara a Lupin con algunos exalumnos y con la directora de la
orquesta.-se miró las uñas como si no existiera prospecto más aburrido.-Y den por seguro que
va a verificar que lo haya hecho, así que no objeten y regresará pronto.

Remus tomó la noticia mientras bebía de su vaso, esperando que el alcohol que bajaba por su
garganta le permitiera encontrar la forma adecuada de responder a ella. Lo que menos quería
en ese momento era pasearse por la fiesta en compañía de los Black, ser exhibido como una
mascota bien entrenada, pero había asumido que iba a pasar por algo como eso desde que
Dumbledore le había dicho de la donación. Era posible que incluso fuera a conocer a la
persona que había pagado para que hiciera el viaje con el resto de los alumnos.
Iba a asentir, resignado, cuando alguien le puso una mano en el codo.

-Remus no es un trofeo para ir presumiendo por ahí.-ladró Sirius, rabia tiñéndole la voz. El
castaño luchó contra el rubor que le subió a las mejillas.

-Por favor, Sirius, no hagas esto más difícil.-pidió Regulus con una mueca que era súplica y
hastío al mismo tiempo-Es solo media hora de hablar con músicos famosos, será bueno para
su carrera.

-Es una orden de Dumbledore. Si no te gusta, puedes llamarlo.-dijo Bellatrix, sonriendo en un


claro disfrute de la exaltación de su primo.

-Me importa poco lo que ese anciano haya ordenado.-dijo el moreno, apretando su agarre en
el codo de Remus.-No va a ir con ustedes por…

-Sirius, está bien.-lo interrumpió Remus, poniendo su mano sobre la de él para que lo soltara,
habiendo notado que la atención de las mesas cercanas estaba posada sobre ellos.-No pasa
nada.

El mencionado lo miró a los ojos por primera vez desde el concierto y su ceño se suavizó de
inmediato, la tormenta de sus iris parecía más oscura que de costumbre. Exhaló con fuerza y
bajó su mano, sacudiendo la cabeza con desaprobación.

Todo el grupo los observaba con cierta tensión, como si en un movimiento en falso fueran a
explotar y llevárselos con ellos, pero Remus notó algo distinto en la expresión de Regulus,
era más suspicaz, curiosa, no tan combativa como sus primas ni preocupada como sus
amigos.

-Bien. En ese caso, iré con ustedes.-dijo Sirius, dirigiéndose a sus familiares.-¿Contentos?

-Tanto drama para esto, por Dios.-dijo Narcissa, poniendo los ojos en blanco.-Vamos de una
vez, así todos podemos volver a fingir que no nos conocemos.

Los tres Black comenzaron a caminar con Remus y Sirius detrás, quien había cambiado su
mueca de aversión por una neutral que era toda una hazaña en su estado actual. Cruzaron
miradas por un momento, la de Remus era interrogativa y la de Sirius no parecía dispuesta a
ceder ninguna respuesta, así que volvieron los ojos al frente.

-Compórtense.-dijo Bellatrix entre los dientes de su sonrisa cuando se acercaron a un grupo


de adultos bien vestidos.-No nos avergüencen.

Remus vio a Sirius tensar la mandíbula y tuvo el impulso de tomarlo del hombro (o la mano,
pero ese era un deseo mucho más disparatado) para asegurarle que estaba bien, o preguntarle
si él lo estaba; en su lugar encajó las uñas en la palma de su mano.

Después de unos minutos de andar por la galería, Remus reparó en que su trabajo era
realmente sencillo. Sólo tenía que sonreír, saludar con educación y responder a las escasas
preguntas que le hacían, Narcissa era quien hablaba casi todo el tiempo de lo talentoso que
era, de su excelente trabajo en la Academia y su brillante futuro, cosas que de ninguna forma
pensaba y que le daban ganas de reír al escucharlas salir de su boca. Los otros Black hacían
intervenciones de vez en cuando, excepto Sirius, que sólo bebía de un vaso que
constantemente rellenaba de alcohol, esbozaba sonrisas apretadas y hablaba en oraciones
cortas cuando se dirigían a él directamente.

Remus tardó poco en darse cuenta de lo estratégicos que estaban siendo; era bueno para él
conocer personas en el medio, pero era mejor para ellos que lo vieran a su lado después de
todos los rumores del desplazamiento de Sirius como favorito en la Academia; a ojos de los
demás era como si ya lo tuvieran en la bolsa y no fuera nada de qué preocuparse.

Sin embargo no tenía opción, lo único que podía hacer era navegar los siguientes minutos
esperando que no fuera un golpe a su inexistente reputación, así que se concentró en lo único
que le emocionaba de la situación, que era conocer a los músicos de la orquesta. La mayoría
eran bastante amables y parecían genuinamente interesados en su talento, dado que pocas
veces la Academia había hecho excepciones tan significativas como la suya, así que Remus
no pudo evitar sentirse orgulloso e imaginarse la posibilidad de estar donde ellos estaban en
un futuro.

El problema llegó cuando comenzaron a hablar con los invitados mayores, donantes de la
orquesta, pues sus rostros denotaban algo cercano al desprecio cuando lo conocían,
esbozaban muecas de disgusto pobremente escondidas al escuchar su apellido y se
lamentaban que la Academia y otras instituciones estuvieran perdiendo su antiguo prestigio
sin molestarse en ser discretos. Narcissa y Bellatrix parecían encantadas, Regulus estaba
visiblemente incómodo y Sirius estaba furioso. Remus se habría ofendido, pero había dejado
de preocuparse por las opiniones de la generación que le había arruinado el mundo a la suya
desde que era muy joven.

“Si supieran que soy gay y le tengo ganas al heredero de los Black me habrían echado del
lugar antes de que pudiera dar dos pasos dentro” pensó, reprimiendo una sonrisa, mientras
fingía escuchar a un hombre quejarse de la pérdida de valores en el mundo de la música.

Los treinta minutos se convirtieron en cuarenta y luego en una hora, manos estrechadas una
tras otra, sonrisas amables y un Sirius cada vez menos dócil. En cada ocasión que los
invitados o sus primas hacían algo que lo irritaba, como hablar del legado de la noble y
ancestral Casa de los Black (tema que adoraban mencionar), apretaba la mandíbula,
entrecerraba los ojos y tomaba de su vaso casi con desesperación, así que en poco tiempo ya
estaba más desinhibido, haciendo comentarios pasivo-agresivos y lanzando miradas de asco a
todo el que comenzara a hablar de los “viejos tiempos”.

Remus estaba intentando controlar la situación, pues no pensaba que un Sirius abiertamente
agresivo en sus palabras fuera beneficioso para nadie, pero se le estaba saliendo de las manos,
el moreno parecía listo para liarse con el siguiente que pronunciara la palabra “tradición”.
Regulus era el único que parecía tan preocupado como él, no les quitaba los ojos de encima y
su expresión era de alarma, no de rabia como las de Narcissa y Bellatrix.

-No es nada contra usted, jovencito…-dijo una mujer que rondaba los sesenta años,
arrugando la nariz y mirando a Remus.-Pero la Academia solía ser una escuela de prestigio.
Ahora parece que dejan entrar a cualquiera.
-Por suerte para usted, la Academia ha mantenido esa costumbre desde que usted estudiaba
ahí.-murmuró Sirius antes de darle un trago a su whiskey y hacer una mueca.

-¿Qué?-preguntó ella, inclinándose hacia adelante.-No te escuché, Orion, querido.

-Dije que…-comenzó él en un tono frío y venenoso.

-Ya es algo tarde, tenemos que irnos, lamentablemente.-interrumpió Remus, tomándolo del
brazo y arrastrándolo lejos de ella.-Fue un gusto.

Narcissa y Bellatrix comenzaron a disculparse por su abrupta partida, lanzándoles miradas de


reproche e incredulidad. Probablemente recibirían una reprimenda de Dumbledore al volver,
pero eso era lo que menos le preocupaba a Remus en ese momento.

Sirius hizo ademán de seguir hablando, pero Regulus le puso una mano entre los omplatos y
lo empujó en la dirección opuesta.

-Cállate ya, Sirius.-le espetó entre dientes.

-Deberíamos salir de aquí.-dijo Remus, buscando una salida entre el gentío.

-Vamos por la entrada de servicio.-dijo Regulus, manteniendo su compostura en todo


momento.-Si alguien nos ve salir por el frente siendo tan temprano y con Sirius medio ebrio,
madre lo mataría.

El mencionado comenzó a protestar, pero los otros dos lo callaron de inmediato.

Navegaron la fiesta con sonrisas que aparentaban tranquilidad, cruzando palabras con algún
invitado que reconocía a los hermanos de vez en cuando, y aunque Sirius parecía haberse
calmado un poco en ausencia de sus primas, seguía echando humo por las orejas.

Cuando finalmente llegaron a la esquina donde estaba la puerta de servicio que daba a las
cocinas, se escabulleron intentando no ser vistos por nadie. Remus sentía sus pulmones
quemarle por dentro después de llevar una hora caminando por el salón, pero no podían
detenerse a medio pasillo, así que continuaron hasta que encontraron una bodega llena de
sillas y manteles polvorientos.

-¿En serio tenías que comportarte así?-ladró Regulus, empujando a su hermano dentro del
cuarto.-¿No puedes ser responsable por una maldita vez en tu vida? ¿No te importa lo que
vayan a pensar de ti todas esas personas?

-Me importa poco lo que esos vejestorios piensen.-espetó Sirius, frunciendo el ceño.-Y me
parece ridículo que a ti sí.

Era como ver a dos versiones de la misma persona pelear, pensó Remus, su mirada
cambiando de uno a otro constantemente. Resultaba casi perturbador.

-Si pusieras el mínimo esfuerzo en…

-Empiezas a sonar como Walburga, Reg.-lo interrumpió, su tono asqueado.


Los pulmones de Remus pasaron de quemarle a incendiarlo entero, y comenzó a toser de un
segundo a otro, sus órganos luchando por encontrar oxígeno con desesperación.

Los hermanos Black se detuvieron a la mitad de sus respectivas oraciones para mirarlo, el
menor con confusión y el mayor con consternación, su juicio nublado por el alcohol.

-¿Estás bien?-preguntó Sirius, acercándose a él, poniéndole una mano en el pecho.-¿Qué


necesitas?

Remus buscó el inhalador en sus pantalones, respirando trabajosamente cuando dejó de toser
por un momento. Negó con la cabeza en un intento de responderle a Sirius, y dio un paso
atrás para tener espacio y usar el broncodilatador.

Tardó un minuto en hacer efecto, sus pulmones expandiéndose dolorosamente dentro de su


torso, pero poco a poco sintió su traquea despejada y el aire viajando por su sistema.

-Me cansé un poco, es todo.-dijo cuando fue capaz de hablar.

Sirius se acercó a Remus de nuevo y lo tomó del cuello, como si fuera a sentirle el pulso o
asegurándose de que su respiración estuviera funcionando correctamente. A pesar de su
estado, Remus no pudo evitar sentir como si el contacto le ardiera, sus mejillas ruborizándose
violentamente.

-Iré a buscar a un doctor y…

-No, a James, por favor.-dijo el castaño de inmediato.-Estoy bien, de verdad.

Regulus los miró de forma suspicaz, sus ojos pasando de su hermano, que estaba
inapropiadamente cerca del otro chico, a Remus, que estaba manteniéndose en pie a duras
penas, tanto por la falta de oxígeno como por el aliento de Sirius que le rebotaba en la
mandíbula, que olía ligeramente a alcohol. Quizás estaba más borracho de lo que había creído
en un principio.

-Como quieras.-contestó después de un momento, y se fue sacudiendo la cabeza, dejándolos


solos.

La bodega se sentía más pequeña sin Regulus ahí, era como si las paredes se estrecharan y los
acercaran más y más, porque Sirius había dejado su cuello para ponerle las manos en el pecho
y sobre las costillas y los brazos y Remus no estaba seguro de qué hacer más que poner un
poco de distancia entre ellos, dando un paso atrás.

-No te preocupes.-susurró, su voz ligeramente estrangulada.-Ya pasó.

-Eres un idiota.-susurró Sirius, bajando una de sus manos pero manteniendo la otra en su
hombro para apretarlo antes de alejarse de él.

Remus estaba exhausto, sus sentidos y emociones se habían drenado durante el día, que había
parecido eterno y que a juzgar por la extraña forma en la que Sirius estaba mirándolo, sería
todavía más largo.
Chapter End Notes

AAAAAAAAAAA QUE INTENSO TODOOOO, espero que les haya gustado el


capítulo!!! Me cuentan si es que si escucharon el concierto que les puse al principio, es
que siento que sí cambia mucho la experiencia de leer este capítulo específicamente.
Les cuento que esta parte del fic fue de las primeras que visualicé cuando pensé en
escribirlo y ya me moríaaa por hacerlo, siempre me imaginé a Sirius viendo a Remus
durante el concierto ayyy, espero haberle hecho justicia al momento y espero que les
gustara!!!
Muchísimas gracias por leer y comentar, lxs tqm y les deseo una bonita semana.
XXIV. el verbo "odiar"
Chapter Summary

Los merodeadores tienen que lidiar con un Sirius ebrio. Remus reflexiona respecto a
algo que Sirius le dice cuando está intoxicado.

CW: mención de racismo

Chapter Notes

Algunxs de ustedes me preguntaron si iba a meter los apodos de los merodeadores en el


fic y pues...

EDIT 31/10: no sé por qué no les aparecían los mensajes de texto, pero ya lo corregí:)

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Remus aún sentía las manos de Sirius sobre él cuando iban los cuatro en un taxi, buscando un
restaurante para que la comida ayudara a disminuir los efectos del alcohol en su sistema.
Intentaba concentrarse en su respiración para que fuera pausada y profunda, pero sus
pensamientos volvían una y otra vez al contacto de su piel contra la suya, de su aliento
rebotando contra su cuello. Quizás él también estaba un poco borracho, o quizás era sólo el
efecto que Sirius tenía sobre él.

Ya que no conocían la ciudad, le dijeron al taxista que los llevara a un restaurante cercano al
hotel donde se estaban quedando, pues los profesores de la Academia les habían dado la
noche libre a los de tercero después del concierto y tenían que regresar por su cuenta.

El chofer, viendo a cuatro jóvenes vistiendo ropa cara y medio desinhibidos, los dejó en lo
que parecía más una mezcla de bar y restaurante para turistas, pero decidieron quedarse
cuando vieron el menú y verificaron que había comida más allá de aceitunas, pues no tenían
energía para buscar otro local.

Así que poco tiempo después, estaban los cuatro apretados en uno de los escasos reservados
disponibles, con horrible música electrónica retumbando por todo el lugar y el olor a cigarros
de sabores mezclándose con el de sudor y alcohol. Remus se habría sentido en medio de su
peor pesadilla de no ser porque Sirius estaba presionado contra su costado, al ser el asiento
demasiado pequeño para los cuatro. O tal vez eso era parte de la pesadilla, no estaba seguro.
Remus consideró no comer, pues no tenía dinero para pagarse una cena en un lugar como ese,
pero la idea se esfumó de su mente en cuanto lo sugirió y James le lanzó una mirada de
severo reproche. También necesitaba algo en su estómago, decidió cuando reparó en que no
podía despegar los ojos de la boca de Sirius, había bebido más de lo que había pensado.

Ordenaron hamburguesas y papas fritas, y Sirius insistió en que quería probar la comida
local, así que también les trajeron aros de cebolla con queso azul. Eran espantosos y
deliciosos al mismo tiempo y Sirius los criticó severamente al tiempo en que los engullía.

Se quedaron unos minutos en silencio mientras comían, y cuando comenzó a volverse un


poco incómodo, Peter dijo:

-Bueno, Remus, ¿cómo fue tu primera experiencia con los Black?

James lo pateó debajo de la mesa con una ausencia total de discreción, Peter protestó con una
expresión de suma ofensa, Sirius bajó la mirada y Remus se rascó la nuca, inseguro de si
podía responder o no.

-¡Peter!-siseó James, chasqueando con la lengua.-¿En serio?

-Oh, James, déjalo, íbamos a hablar de esto tarde o temprano.-dijo Sirius con un suspiro de
cansancio.-Puedes responder, Remus, no voy a ofenderme.

-Fue esclarecedor.-respondió después de un momento de considerar sus palabras.-Sé que


estaban siendo estratégicos e hipócritas, pero me lo esperaba. No lo sé, fue intenso. Gracias
por no dejarme ir solo, Sirius.

El moreno asintió y alejó la mirada. Parecía un poco sonrojado bajo la mala iluminación del
bar.

-Pensaba que Narcissa era estricta, pero Bellatrix es…-comenzó Remus.

-¿Aterradora?-dijo Peter.

-¿Un monstruo?-dijo James al mismo tiempo. Sirius soltó una carcajada.

-¿Una idiota presuntuosa y malvada?-sugirió el mayor de los Black cuando terminó de reír.

-Creo que elegiré aterradora.-contestó Remus.-Y Regulus es idéntico a ti, Sirius, es


impresionante.

La sonrisa de Sirius se desdibujó en un instante. James hizo una mueca que le hizo saber a
Remus que acaba de cometer un error grave. Peter eligió esconderse al beber de su vaso de
agua.

-Lo sé. Nos lo han dicho muchas veces.-contestó, su voz tensa.-Lamentablemente no nos
parecemos en lo que me gustaría.

Después de eso, volvieron a caer en silencio, pero se sentía distinto, más frágil, como si fuera
a estallar con el menor de los disturbios. Siguieron comiendo, Sirius se esforzó por alejar un
poco su cuerpo del de Remus, y sus ojos permanecieron sobre la mesa, parecía ausente,
encerrado en un mundo que ninguno de los otros podía ver. Había estado así casi todo el
tiempo desde que salieron de la fiesta, pero en ese momento fue más notorio, como si lo
hubiera absorbido por completo.

Remus pensó en disculparse, pero no creyó que fuera a servir de mucho en ese momento, así
que decidió iniciar una conversación sobre otra cosa. Abrió la boca para hablar cuando la voz
de Sirius lo interrumpió:

-Voy al baño. Ahora regreso.

Y se levantó de golpe, dejando a los otros tres observando su partida. James comenzó a reñir
a Peter de inmediato, quien comenzó a excusarse mientras levantaba las manos, en una
mezcla de culpa y desentendimiento. Remus recargó la nuca contra el asiento, su cansancio
volviendo a él ahora que no tenía la pierna de Sirius presionada con la suya.

Le frustraba esa volatilidad, esa sensación de tener que cuidar todo lo que decía y hacía
alrededor de él porque cualquier cosa podía detonar su instinto de huida o pelea. Todo con
Sirius parecía darse en extremos, era maravilloso o terrible y no había nada entre ellos.
Remus tenía suficiente de eso en su vida, no necesitaba lidiar con más.

Pasaron quince minutos y James les dijo que le dieran un poco más de tiempo para serenarse.
Pero luego pasaron veinticinco y aún no volvía. Cuando llegaron a la marca de los treinta y
cinco, se pararon de la mesa para ir a buscarlo, alarmados.

A Remus le tocó buscar en la terraza, abriéndose paso entre los comensales que bailaban, o
intentaban hacerlo, al ritmo de la horrible música, pero examinó cada mesa y rincón durante
diez minutos y no lo encontró. Estaba a punto de entrar para ayudarle a Peter en la zona
exclusiva cuando su celular vibró en su bolsillo:

"Cocina" decía el mensaje de James.

Claro, pensó Remus, frustrado por no haberlo pensado antes, ¿a dónde más iba a escapar
Sirius Black que a su único lugar seguro?

Cuando llegó a la cocina, excusándose con los meseros que lo veían llegar pero sin detenerse
a explicarse, se encontró con Sirius (que parecía el doble de intoxicado que cuando se había
levantado de la mesa) en una esquina, tomando sartenes de un mueble mientras James
intentaba arrastrarlo fuera y Peter se disculpaba con los cocineros.

-Sólo quiero hacer un pastel, James.-decía Sirius, forcejeando con su amigo.-No tardaré
mucho. Va a ser de zanahoria.

-Van a llamar a seguridad, Sirius, y si nos sacan a patadas de este lugar te aseguro que vamos
a terminar en algún periódico. -lo reñía el mencionado, quitándole los utensilios que lograba
tomar.-O en Twitter, por lo menos.

-¿Qué estás haciendo, Sirius?-dijo Remus en un tono severo, cruzándose de brazos.


-Oh, Moony…-dijo él en un tono suave cuando lo vio, deteniendo sus torpes movimientos de
golpe.-Sólo estaba buscando algo para cocinar un postre.

-¿Moony?-preguntó Remus con el ceño fruncido.

-Es tu apodo de llamada.-explicó Sirius como si fuera lo más obvio del mundo.-Como tu
nombre, luna, pero en inglés. Es raro que te llames “Luna Lobo”, ¿no lo…?

-Es algo de cuando eramos chicos, te explico luego.-intervino Peter, interrumpiendo su eterna
disculpa al personal del restaurante, que parecía ser la única razón por la que no los habían
echado de la cocina. O quizás simplemente les parecía divertido ver a cuatro adolescentes
haciendo el ridículo.

-Tenemos que irnos, Sirius.-le dijo Remus.-Deja eso en su lugar.

-Quiero cocinar. No quiero volver a ese hotel donde seguro me está esperando una de mis
primas. O Regulus.-dijo, arrugando la nariz.

-Nadie te está esperando, Sirius, sus habitaciones están en otro hotel, ¿recuerdas?-dijo James,
aprovechando el momento para quitarle una de las sartenes.

-Estoy cansado, Black, por favor volvamos para que pueda usar el oxigenador.-pidió Remus,
sin saber si hablaba en serio o si su intención era manipularlo. Quizás ambas.

Pareció funcionar, porque Sirius hizo una mueca de culpa y soltó los utensilios en cuanto lo
escuchó, provocando un escándalo al dejarlos caer sobre el mosaico del suelo.

-Lo siento.-se dirigió a los empleados del restaurante, pero James ya había comenzado a
empujarlo hacia la salida.-Les ofrezco una disculpa, les cocinaré mi pastel otro día, que
tengan una excelente noche.

Peter salió primero y Remus al último, mirando al suelo para que nadie viera lo avergonzado
que estaba, pero cuando estaban a punto de atravesar las puertas, Sirius sacó su cartera del
bolsillo, tomó un montón de billetes y los dejó en una de las barras:

-¡Para que reparen su piso!-explicó, gritando sobre su hombro.

Remus se quedó parado un momento, sin saber si tomar de vuelta el dinero o dejarlo como
propina a los pobres cocineros que habían tenido que aguantar a su amigo, pero de inmediato
escuchó a James decir:

-Déjalo, Lupin, no hay problema.

Y salieron de la cocina, luego del restaurante después de pagar y hasta la calle sin que nadie
les prestara mucha atención, cuatro adolescentes avanzando a trompicones en un bar no era
ninguna novedad. El hotel quedaba a dos cuadras, que no era ideal para los pulmones de
Remus pero no pretendía hacerles pedir un taxi en ese momento así que fingió encontrarse
perfectamente bien.
El trayecto fue mucho menos placentero que el de llegada, los tres turnándose para obligar a
Sirius a avanzar mientras el viento los azotaba y Peter, que sin dudas tenía el peor sentido de
orientación del grupo, intentaba guiarse con el mapa del celular.

No había otra forma de entrar que por la puerta principal, así que empujaron a un Sirius
severamente ebrio por el vestíbulo esperando que nadie los reconociera. Remus casi sintió el
alivio llenarle el pecho como si fuera agua cuando llegaron a los elevadores y nadie los había
detenido.

Encontraron las llaves de la habitación de James y Sirius primero, así que entraron los cuatro
y se desplomaron sobre diferentes superficies, Remus terminando en el suelo, con la espalda
contra el closet, intentando dejar que sus pulmones se recuperaran un poco. Ninguno se
movió durante unos minutos, el único sonido era la voz de Sirius, que estaba recitando una
receta para hacer crema francesa de forma innecesariamente detallada, mientras miraba al
techo y se reclinaba en la silla del escritorio.

El primero en moverse fue Peter, que estaba mirando su celular desde una de las camas, y se
sentó de golpe.

-Oh, mierda, olvidé que había quedado de hablar con mi novia después del concierto.-dijo,
marcando el número antes de salir de la habitación.-Voy a llamarla. Mierda.

James soltó una risita, Sirius detuvo su receta por un momento antes de seguir recitando a
todo pulmón.

-Creo que esa es nuestra señal para ir a dormir.-dijo James, frotándose los ojos debajo de los
lentes.-Sirius, métete en la cama, ahora.

-James Potter, eres como un hermano para mí.-dijo Sirius, poniéndose una mano en el pecho
y usando una tono de exagerado escándalo.-Jamas he pensado en ti de esa forma.

Remus no pudo evitar soltar una carcajada, y aunque James lo fulminó con la mirada también
estaba riendo, mordiéndose el labio para que no fuera tan evidente.

-Eres un pervertido, Black.-contestó, chasqueando la lengua.-Iré por un ibuprofeno para que


mañana no te explote la cabeza cuando despiertes. Anda, a dormir.

Sirius comenzó a renegar pero James lo ignoró y salió del cuarto, su sonrisa convertida en
una mueca ligeramente preocupada.

Remus, que se había levantado del suelo, se acercó a Sirius y lo jaló de la manga de la
camisa:

-Tendrás ojeras enormes mañana si no te acuestas.-le dijo, enarcando una ceja.-No querrás
que todos te vean así, ¿verdad?

-¿Estás diciendo que no me veo lindo con ojeras?

El castaño abrió la boca y sintió como se ruborizaba la piel de su rostro, pero puso los ojos en
blanco como si encontrara su pregunta completamente estúpida, y lo tomó de la muñeca para
obligarlo a pararse de la silla. El problema fue que cuando se paró y dio su primer paso,
comenzó a caminar inclinándose hacia la izquierda y Remus tuvo que tomarlo de la cadera
para detener su inminente caída.

-Eres más pesado de lo que pareces.-dijo entre dientes, avanzando con él.

-Tú hueles a coco y té negro.-murmuró Sirius con aire distraído.

El rojo de sus mejillas se convirtió en carmín, ayudado por el alcohol en su sistema.

Llegaron a la cama más cercana medio a trompicones y Remus soltó a Sirius para que se
sentara, pero él estaba rodeando sus hombros, así que se inclinaron juntos hacia la derecha y
quedaron frente a frente, Sirius con la cabeza ligeramente hacia arriba por su diferencia de
altura.

El aire de la habitación se había cargado de algo casi eléctrico, como si en un instante todo
pudiera prenderse en llamas. Remus estaba paralizado, el instinto de alejarse haciendo
cortocircuito con el instinto de acercarse más, y Sirius estaba mirándolo con los ojos
entornados y su respiración fluctuante que hacía que su pecho subiera y bajara contra el de él.

No notó que Sirius había movido su mano hasta que sintió un dedo en su cuello, bajo su
manzana de adán, recorriendo la cicatriz que le había dejado su primera traqueotomía.

-Desearía amar la música como tú la amas.-le dijo, mirando la cicatriz.-Desearía ser como tú.

-No me conoces.-mintió Remus, que en el fondo sabía que Sirius lo conocía de una forma
profunda y diferente a la que sus otros amigos lo conocían.

-Te odio.-susurró Sirius, su ceño estaba fruncido y sus ojos estaban recorriendo su rostro.
Remus sintió las palabras como si se las hubiera enterrado en la sien y retorcido contra su
cráneo.

-Lo sé.-contestó, pero ¿lo sabía de verdad? Si era sincero, creía que habían dejado eso atrás
mucho tiempo antes.

-Me exaspera lo perfecto que eres, Lupin. No es normal.-dijo, su voz tensa.-Mi vida estaba
meticulosamente planeada, y luego apareciste a arruinar todos mis planes como si ese fuera tu
único propósito.

“¿Quién dice meticulosamente cuando está borracho?”, pensó, apartando la mirada.

Remus tragó saliva y su garganta se movió contra el dedo de Sirius, quien bajó ambas manos,
separando sus torsos.

-Sabes que nunca fue mi intención…-comenzó, pero de pronto escucharon la chapa de la


puerta y Sirius se sentó en el colchón, desenredándose de él en un segundo.

Remus dio un paso hacia atrás y se giró, sus movimientos un poco torpes todavía. Cuando
James entró, él ya estaba saliendo de la habitación, arrastrando su corazón confundido detrás
de él.
~~~

El dolor de cabeza que llegó en punzadas cuando despertó no fue nada a comparación del
dolor en su pecho, que, por primera vez, no se debía a un par de pulmones deficientes, sino a
algo que se sentía mucho más letal.

Casi creyó que la noche anterior había sido producto de su intoxicada imaginación, porque no
parecía real que Sirius hubiera hecho ni dicho esas cosas. No tenía idea de lo que había
significado, ni si significaba algo que un Sirius borracho lo acusara de arruinarle la vida
mientras le acariciaba el cuello y le derretía las rodillas, ¿siquiera lo recordaría?

Por lo menos la música que escuchaba dentro de su cráneo era la que había tocado la
Orquesta, y esa sí era una memoria que quería atesorar, enmarcada y pulida para visitarla una
y otra vez por el resto de su vida.

Se duchó aprovechando que Peter aún no despertaba, y cuando salió se sintió un poco mejor,
como si el agua se hubiera llevado por el drenaje todo lo confuso y complicado de la noche
anterior. Decidió que seguiría actuando igual con Sirius, no tenía razón para no hacerlo, y si
resultaba que todo había significado más de lo que creía, decidiría qué hacer cuando llegara
el momento.

No podría hacer su llamada habitual a sus padres debido al itinerario de la Academia, así que
mientras era hora del desayuno y esperaba a Peter para bajar al restaurante, les envío las fotos
que había tomado del recinto y la Orquesta. Su madre respondió de inmediato con una decena
de corazones, y su padre con un “¡Felicidades, campeón!”. Remus sonrió, e iba a apagar el
celular cuando le llegó una notificación de Lily:

"REMUS LUPIN CUENTAMELO TODOOOOOOO"

Soltó aire por la nariz a modo de risa y comenzó a describirle toda la experiencia,
absteniéndose de compartir la mayoría de los detalles sobre Sirius y la fiesta posterior. Quería
contárselo en persona, y parecía complicado explicar todo eso en unos cuantos mensajes de
texto.

El contacto con esas personas que quería lo calmaron un poco más, así que cuando bajó al
desayuno con Peter (quien cubría sus ojeras con lentes de sol y llevaba una sudadera amarilla
que era demasiado grande para él, dándole aspecto de estrella de pop con resaca), ya no
estaba tan tenso como había estado al despertar.

En la mesa estaban las chicas y James esperando, y Remus se obligó a no buscar a Sirius con
la mirada. Mejor para él si podía evitar mirarlo a la cara por un rato más, se dijo.

Pero cuando se sirvieron del buffet y se unieron a ellos, James, que había quedado a su lado,
se inclinó hacia él y dijo en voz baja:

-Ahora viene. Está fumando.

-¿Debería estar fumando a primera hora de la mañana después de emborracharse dos noches
seguidas?-dijo, frunciendo los labios.
-Los Black tienen ese efecto en él.-dijo James con un suspiro.-Sé que puede ser
autodestructivo cuando quiere, pero nunca lo había visto como ayer, arriesgarse de esa forma
en público no es propio de él.

Era su culpa, pensó Remus, él había sido el factor que había llegado a empeorarlo todo,
Sirius se lo había dicho la noche anterior.

Comenzó a comer, pero los panqueques sabían a culpa y el omelette a arrepentimiento, así
que sólo se terminó la mitad.

-Adivinen quién fue bautizado con su apodo de llamada ayer…-anunció Peter después de
unos minutos de comer en silencio.

Las chicas voltearon con las cejas enarcadas y sonrisas divertidas en sus rostros.

-¿Lupin tiene un apodo y yo no?-preguntó Marlene, chasqueando la lengua con


desaprobación.

-Oh, no seas celosa.-dijo James, poniendo los ojos en blanco y sonriendo.

-Remus es oficialmente Moony.-dijo Peter, señalándolo con su tenedor.

Las chicas rieron mientras aplaudían, todas de acuerdo con que era perfecto para él, pero
Remus levantó una mano y sacudió la cabeza.

-Voy a necesitar que alguien me explique qué demonios significa eso del apodo.

-Sirius y yo nos conocimos en un evento de la Filarmónica cuando teníamos como doce años.
Nos hicimos amigos de inmediato, pero obviamente a sus padres no les agradó la idea, así
que bloquearon mi número de su teléfono cuando se dieron cuenta de que hablaba con él.
Sirius lo restableció, pero me cambió el nombre a Prongs para que no lo atraparan, y cuando
conocimos a Peter le puso un apodo también para poder hablar con él.

-¿Por qué Prongs?

James, el menos tímido de toda la mesa, y probablemente del restaurante, se ruborizó y


apartó los ojos, ganándose carcajadas del resto de sus amigos y un par de palmadas en la
espalda de Peter. Remus estaba en el borde de su asiento.

-Significa algo como…. cuernos o puntas en inglés.-explicó, su voz ligeramente apretada.-Me


puso así porque el evento en el que lo conocí era una cena en una mansión en las montañas de
un tipo rico, probablemente, y cuando salí a caminar al bosque después de comer, un venado
me persiguió por todo el sendero.

Remus hizo su mejor esfuerzo por no reír, pero tenía los labios apretados y los ojos bien
abiertos, así que no fue muy efectivo.

-No fue mi mejor momento.-dijo James en un tono solemne.


-El mío es Wormtail.-intervino Peter en un intento de distraer la atención de su amigo a pesar
de que parecía divertido.

-¿Cola de gusano?

-Como la de una rata.-dijo, encogiéndose de hombros.-Todavía no me ponían los frenos, en


ese entonces.

Remus sonrió, y cuando la conversación se convirtió en un montón de anécdotas de sus


amigos en la preadolescencia, gastándose bromas en eventos importantes y quejándose de los
adultos estrictos, casi pudo olvidar la tensión que aún le generaba el recuerdo de Sirius,
porque en lo único en lo que podía pensar era en ese niño de doce años a quien sus padres le
habían negado la primera conexión genuina que había hecho por ser un montón de elitistas y
racistas.

Pero luego lo vio entrar por las puertas de cristal de la terraza, guardando su encendedor en el
bolsillo y con el cabello amarrado de forma desaliñada sobre su cabeza, y todo el peso que
llevaba cargando se impuso caer sobre sus hombros de nuevo.

Dejó que sus ojos lo siguieran en su trayecto porque no esperaba que lo viera de vuelta, y no
obstante lo hizo, sus miradas cruzándose por un momento mientras caminaba en su dirección.
Al principio algo brilló en sus iris grises, pero pronto se volvieron fríos, sus cejas
frunciéndose de inmediato y Remus soltó un suspiro silencioso.

La conversación se desvaneció con su llegada, porque Sirius no parecía el Sirius que estaban
acostumbrados a ver. El heredero de los Black, siempre presentable, limpio, elegante y
francamente guapo, tenía ojeras purpuras, piel de un extraño tono verdoso y un atuendo
demasiado simple para sus estándares. Lo saludaron, pero nadie se atrevió a preguntarle por
su noche, probablemente porque sabían lo mucho que le afectaba ver a su familia, y Remus
tuvo la urgencia de hacerlo por ellos, de asegurarse de que estaba bien, o de ofrecerle su
ayuda o cuestionarle si recordaba lo que le había dicho en su habitación y su significado, pero
esos días de camaradería o amistad se sentían muy lejanos, casi irreales.

No volvió a mirarlo durante el desayuno, y Remus procuró no dejar que sus ojos vagaran en
su dirección. Tenía la sensación de que lo que fuera que hubiera pasado entre ellos la noche
anterior había fracturado su ya frágil relación, y quizás era mejor así, pensó, porque siempre
habría terminado mal entre ellos, uno iba a ganarle al otro, uno iba a arrebatarle la vida al
otro, uno iba a ser mejor que el otro, y ¿qué futuro podía haber en eso?

“Te odio”, le había dicho, y aunque el contexto era confuso, las palabras eran perfectamente
claras.

Qué fácil habría sido todo si lo odiara de vuelta, si no ansiara escucharlo hablar de cocina por
horas y pasarle los dedos por el cabello y besarlo y prometerle la luna y las estrellas.

Qué fácil habría sido odiarlo en lugar de estar enamorado de él.


Chapter End Notes

AYDIOOOOOOS no me odien yo lxs tqm jajsjs. Si vieron mi twt les advertí que me
iban a querer matar por el final jeje, espero que les haya gustado el capitulooo

Qué creen que signifique lo que Sirius le dijo a Remus? Creen que algo cambie entre
ellos?

Muchísimas gracias por leer, por comentar y por interactuar con mis tweets babosos, lxs
amo<3
XXV. regresos
Chapter Summary

Los cambios en Sirius confunden y lastiman a Remus. Los alumnos regresan a la


Academia después del viaje.

Chapter Notes

Vean las notas del final para el cambio de horario de actualización!

See the end of the chapter for more notes

“¿Cuántas veces hemos repetido este juego?”, pensó Remus cuando iban los cuatro en el
elevador, camino a la ceremonia de partida que los esperaba en uno de los salones del hotel,
“¿Cuántas veces vamos a actuar como si no nos conociéramos aunque nos veamos todos los
días al despertar y antes de ir a dormir?”.

Esa clase de dudas habían rondado su cabeza todo el día, porque todo el día Sirius lo había
ignorado, apenas dignándose a voltear en su dirección, respondiendo con oraciones cortas
cuando se dirigía a él, evitando tocarlo a toda costa, aunque no era como si lo tocara mucho,
de todas formas.

Era evidente que recordaba algo de lo que había sucedido la noche anterior, así fuera su
comportamiento en el bar o sus extrañas declaraciones en la habitación, pero Remus no tenía
idea de lo que significaba, ¿acaso se arrepentía de haberse dejado ver en un estado tan
vulnerable y pretendía remediarlo cerrándose por completo?, quizás había decidido actuar
sobre lo que había dicho, si Remus ya sabía que lo odiaba, ¿por qué seguir fingiendo que no
lo hacía?

Remus estaba cansado, no había viajado hasta el otro extremo del país, dejando toda su vida
atrás para pasar la mitad de su tiempo pensando en Sirius Black, en descifrar sus
razonamientos y en elucubrar sobre los motivos de sus acciones. No necesitaba estar
enamorado, necesitaba concentrarse, así que intentó convencerse de que tal vez la frialdad de
Sirius era más una bendición que una fuente de angustia.

Llegaron al salón y tomaron asiento en su mesa, dejando libres las de adelante porque iban a
asistir algunos de los egresados de la Academia, incluyendo a Bellatrix Black, y, por
consecuente, a Regulus y Narcissa. Era una breve celebración de generaciones de la
Academia, les habían explicado, un evento para que hicieran conexiones de forma más
casual.
Remus sabía que los Black serían causa de tensión durante toda la noche (qué novedad), pero
no podía hacer mucho más que darle espacio a Sirius, así que se resignó a soportar
comentarios sarcásticos y beber un poco para desentenderse de la situación.

Las chicas llegaron unos minutos después a la mesa, y detrás de ellas iban los tres miembros
de la familia Black, igual de recatados e intimidantes que el día anterior.

Los miraron por un solo instante, como si no fueran más relevantes que el resto de los
estudiantes, y fueron a ocupar sus lugares del otro lado del recinto. Remus escuchó el suspiro
de alivio colectivo de sus amigos y reprimió una sonrisa porque parecía poco apropiado
sonreír en ese momento.

La conversación se avivó poco después, todos discutiendo el concierto del día anterior y los
cotilleos de los miembros de la orquesta, como la forma en la que Alice Fortescue y Frank
Longbottom se echaban miradas sobre la mesa, o el reemplazo misterioso de una de las violas
por un hombre llamado Rodolphus Lestrange.

Remus escuchaba atentamente, aunque se sentía un poco perdido al no conocer todos los
nombres que mencionaban, una parte de su cerebro estaba apanicada por su inexperiencia y la
otra estaba disfrutando no tener que participar en la plática.

Evitó mirar a Sirius durante el resto de la noche, y lo habría logrado de no ser porque
Regulus se acercó al terminar el postre y pidió un momento a solas con él, al que Sirius
aceptó a regañadientes. Remus fingió no notar los ojos analíticos de Regulus sobre él,
idénticos a los de su hermano, provocándole los mismos escalofríos.

Poco después de que ellos se fueron, llegaron un par de exalumnos a su mesa, músicos que
habían estudiado bajo la tutela de los padres de James y querían preguntarle por ellos. Eran,
por mucho, los músicos más amables que se habían encontrado hasta el momento, así que
Remus se sintió menos incómodo de lo que acostumbraba sentirse al conocer nuevas
personas después de unos minutos en su compañía.

-¿Tú eres el prodigio al que dejaron entrar en tercer año?-preguntó Emmeline, la que parecía
menor, con aire impresionado. Remus se ruborizó de inmediato.

-No soy un prodigio.-mintió, ¿era mentira? no estaba seguro.-Pero sí, entré este verano al
programa.

-No lo escuchen, claro que es un prodigio.-intervino James, ganándose una patada debajo de
la mesa.

-Nadie en los círculos de orquestas habla de otra cosa.-dijo Elphias, el otro músico, con un
silbido de admiración.-Toda una leyenda, usualmente Dumbledore y los profesores son muy
estrictos con la admisión.

-Escuché que además de todo te becaron, ¿cierto?-cuestionó Emmeline, bebiendo de su vaso


con los ojos bien abiertos.-Hay un rumor de que alguien que estudió en nuestra generación
pagó tu viaje para que pudieras venir.
Remus se enderezó en su asiento de golpe, como si tuviera un resorte en la espalda y se
hubiera reventado.

-Sí.-respondió, su boca repentinamente seca.-Dumbledore no me dijo quién era, sólo que


había sido una donación anónima.

-Tenemos un amigo que trabaja en la administración de la Academia, y dijo que todos


estaban muy confundidos cuando recibieron el dinero y las instrucciones de la donación,
nadie esperaba que esa persona pudiera hacer algo así.-contó Elphias, encogiéndose de
hombros.-Pero no quiso revelarnos su identidad.

James, presintiendo que el rumbo de la conversación se estaba volviendo incómodo para


Remus, comenzó a preguntarles de su trabajo en la orquesta, y pronto se olvidaron de él, no
obstante, su cabeza seguía dándole vueltas a la información que acababa de adquirir. No
recordaba conocer a ningún otro músico fuera de la Academia, y aunque podría haber sido
simplemente algún exalumno que había escuchado su caso y se había apiadado de él, parecía
muy improbable. Quizás cuando regresaran al campus podría investigar un poco en la oficina
de administración financiera, pensó, los indicios de un plan en su cabeza.

La cena terminó, se despidieron de los músicos, y Sirius seguía con Regulus en la terraza,
una visión extraña desde tan lejos, como si estuvieran viendo un espejismo de la misma
persona con ropa ligeramente distinta, una figura mucho más cansada que la otra, una mucho
más rígida. Y sin embargo, Remus, que llevaba estudiando a Sirius durante semanas, podía
distinguirlo perfectamente, la forma en la que tenía las manos detrás de la espalda en un gesto
de elegancia e incomodidad, la cabeza levantada como intentando mostrarse más seguro de lo
que se sentía, el perfil de su nariz, fina y elegante.

Sacudió la cabeza y alejó la mirada, perturbado consigo mismo, ¿qué clase de depravado se
memorizaba el perfil de otra persona, y lo que era peor, de una persona que lo detestaba?

James, con esa eterna mueca de consternación, les dijo que subieran y que él esperaría a
Sirius, y a falta de una mejor idea, Remus obedeció. Partió con Peter y se metió a la cama
después de ponerse el pijama y lavarse los dientes, obligándose a no pensar en Sirius, y
terminando pensando en él durante media hora.

No estaba fingiendo estar dormido, realmente, pues sus ojos estaban fijos en el techo y se
removía en la cama de vez en cuanto, pero no sabía si Peter había asumido que lo estaba, así
como tampoco sabía si su amigo estaba despierto, así que decidió hablar cuando no soportó el
ruido en su propia cabeza:

-Sirius dijo que me odia.

Esperó un momento, y cuando no escuchó replica alguna cerró los ojos, preparándose
mentalmente para intentar dormir después de su propia declaración.

-¿Estaba borracho?

-Sí.
-Creo que Sirius es la única persona en el mundo que no dice la verdad cuando bebe.-dijo
Peter, una tristeza profunda en su voz.-Está demasiado enredado en mantener las mentiras
que teje cuando está sobrio que la verdad permanece bien enterrada a pesar del alcohol.

-Tiene razones para odiarme. No sería el primero.

-Sirius se odia a si mismo, Remus.-dijo la voz de Peter, de pronto pequeña y suave, como una
canción de despedida.-No a ti.

Remus habría respondido de saber qué decir, las palabras fundiéndose en su cerebro y
penetrando en su piel como un tatuaje especialmente dañino, quedándose consigo hasta que
su consciencia se desvaneció en lo que se sintieron como horas después.

~~~

El viaje de regreso a la Academia fue completamente opuesto al de partida, Remus tenía una
mezcla de combatientes emociones dentro de su estómago, pero la que parecía estar
venciendo al resto era la nostalgia, había pasado tanto tiempo imaginándose ese momento
que haberlo vivido le parecía surreal, como si ese chico sentado en la butaca de la Casa de
Ópera hubiera sido otro Remus y no él.

Todo el fin de semana se había sentido como una elucubración insólita de su cerebro
depravado de oxígeno, como si hubieran sido semanas y no tres días, ¿cómo era posible que
las cosas hubieran cambiado tanto en unas cuantas horas? Y al mismo tiempo nada había
cambiado; todo era exactamente igual y descabelladamente distinto al mismo tiempo y
Remus no había podido conciliar esas dos versiones de la realidad aún, porque iba sentado a
lado de Peter y Sirius iba con James del otro lado del pasillo, igual que habían hecho antes,
pero su mirada y la de Sirius ya no se encontraban, que quizás era mejor porque le lastimaba
ver las ojeras púrpuras bajo sus ojos y su cabello despeinado y el sufrimiento que intentaba
mantener silencioso pero que gritaba de todas formas.

Pensar en lo que le había dicho Peter era demasiado doloroso, podía soportar la idea de que
Sirius lo odiara, había tenido tiempo para acostumbrarse a ella, pero el considerar que Sirius
fuera capaz de odiarse a si mismo le estrujaba las entrañas y llevaba lágrimas a sus ojos si
pensaba demasiado tiempo en ello. Nadie merecía odiarse a si mismo, mucho menos Sirius
Black, mucho menos de esa forma.

Al volver a la Academia, Remus intentó ajustarse a esa nueva normalidad, a esa distancia con
Sirius que se sentía más profunda que nunca antes. Habían dejado de ignorarse porque no era
sostenible estando en el mismo grupo de amigos, viviendo en el mismo pasillo, pero las
palabras que cruzaban eran vacías y eran lejanas, y eso resultaba mucho peor que el disgusto
mutuo que habían demostrado las primeras semanas del programa.

Nunca lo había visto esforzarse tanto en su papel de heredero de los Black, su ropa estaba
más pulcra que nunca, su cabello siempre bien peinado, sus notas eran perfectas, pero Sirius
se veía cada vez peor, su atractivo natural era opacado por las noches sin sueño, las cajetillas
de cigarro que parecían nunca acabarse y la falta de brillo en sus ojos. Y aunque Remus
deseaba desesperadamente ayudarlo, se sentía al menos parcialmente responsable por el
cambio y no creía prudente involucrarse aún más, hacer las cosas más difíciles para él.
Fue un alivio cuando llegó el jueves y tuvo su primer turno en el restaurante, pues Lily lo
estaba esperando con los brazos abiertos y una sonrisa cálida. La había visto el día que
regresaron del viaje, claro, pero la había compartido con el resto de sus amigos y con un
James exaltado y enamorado, así que no había tenido oportunidad de hablar con ella. Incluso
las muecas de irritación de Petunia resultaron reconfortantes al entrar al local, un poco de
familiaridad después de todos los cambios que el fin de semana había suscitado.

Le habló de lo maravilloso del concierto, de la magia que lo había inundado al oír la música,
de todas las personas importantes a las que había conocido, y finalmente de su experiencia
con los Black, que evidentemente le llevó a contarle de Sirius, cada una de sus acciones y sus
posibles motivaciones, terminando con el “Te odio” que a veces lo visitaba en sueños.

Lily, por primera vez desde que la había conocido, estaba sin palabras.

-Si te soy honesta, siempre me ha costado un poco ver lo que todos los demás ven en Sirius.-
dijo después de un momento eterno de considerar sus palabras.-Lo creía engreído y malcriado
aunque talentoso, pero no tenía idea de que su familia fuera así terrible, ni que lo fuera contra
él.

-Lo sé.-contestó Remus, combatiendo el constante dolor de cabeza que lo había acompañado
desde su regreso a la ciudad.-Oh, Lily, si lo vieras ahora… Es como un fantasma del Sirius
real.

Lily lo miró, el verde de sus ojos estaba lleno de compasión, los labios apretados y las cejas
fruncidas.

-Sabes que Sirius no te odia, ¿verdad?

-Eso dijo Peter, también.

-No quiero meterme en algo que no es de mi incumbencia…-comenzó, suavizando su voz.-


Pero creo que Sirius y tú tienen el mismo problema respecto al otro, y ninguno sabe lidiar con
ello.

Remus se irguió cruzándose de brazos y apartó el rostro. Sabía que Lily lo había notado, era
de las personas más inteligentes que conocía, era su mejor amiga y aunque hubiera sido
menos astuta, él pasaba casi todo su tiempo hablándole de Sirius así que habría sido
imposible que no repara en ello, pero hasta ese momento se había negado a aceptarlo. No
sabía si le esfuerzo que había hecho respecto a Terry significaba que no aprobaba sus
sentimientos o si sólo pretendía apoyarlo en lo que decidiera.

-Lo dudo.-contestó, apretando sus brazos contra sus costillas.-Quizás no me odia, pero no
siente lo mismo que yo, Lily. No puede.

Ella suspiró y se acercó para tomarle la mano, recargando su cabeza en su hombro.

-Supongo que no lo sabremos a menos que se lo preguntes.-dijo ella, y Remus rió en un


impulso, encontrando la idea completamente absurda y risible.-Si no piensas hacerlo,
tampoco tomes las cosas como verdades absolutas cuando no tienes certeza de ello, Lupin.
-Nunca terminaría bien, y lo sabes.

-Ay, Remus…-dijo, su tono indulgente.-Pensaba que la más obstinada de los dos era yo.

~~~

Estaba bastante seguro de que nada podía empeorar la situación, nada podía hacerlo sentir
más impotente respecto a ayudar a Sirius y nada podía evitar que se apareciera en sus sueños,
a veces llorando y buscando consuelo en sus brazos, a veces debajo de sus sábanas y a veces
recitando todo lo que odiaba de él en la sala de conciertos de la Academia.

Y entonces llegó la clase de teoría musical del viernes, la última antes de que llegara el fin de
semana, el sol entrando por la ventana de forma que agredía a los ojos y ponía de nervios a
Remus.

En ese punto del programa ya no era ningún secreto para los profesores quiénes eran los
candidatos a ganar la beca para el final del verano, así que Remus no debió sorprenderse
cuando la profesora los eligió como primeros para el ejercicio oral sorpresa.

Había pasado las últimas semanas leyendo libros de historia y filosofía musical en cada
momento que tenía disponible, estudiando líneas del tiempo y escuchando hasta las canciones
más antiguas y escondidas de los rincones de la biblioteca, pero sabía que no estaba ni cerca
de poseer el conocimiento de Sirius, que llevaba memorizando cada dato inútil sobre música
desde que había aprendido a leer, quizás desde antes.

Así que la profesora comenzó a hacerles preguntas, datos como el inventor del órgano y la
época de la formalización de la educación musical en Asia, dejando que el primero en
levantar la mano respondiera la pregunta. Una tras otra, los dedos de Sirius se alzaban hacia
el techo sin permitirse ni un segundo de duda, instantes que Remus desperdiciaba en intentar
hurgar en su memoria por la respuesta.

Sus compañeros los miraban entre entretenidos e incómodos, viendo a Sirius llevarse todos
los puntos, sin permitirle un momento de piedad, y a Remus ser demasiado lento en cada
ocasión. Sus ojos buscaban los de Sirius como si quisiera pedirle algo, quizás que mostrara
compasión por sus notas a pesar de no sentirse con el derecho a hacerlo, pero él tenía el rostro
fijo hacia el frente, ignorando su presencia.

Al final, Remus logró obtener los puntos suficientes para pasar, después de todo era sólo un
ejercicio, no un examen, pero se sentía azorado, humillado, como si esa reputación que le
habían creado de estudiante sobresaliente fuera un chiste, como si los rumores de su posible
contienda para la beca no fueran más que bromas de mal gusto. Y quizás era un poco
exagerado para una sola clase, pero era como si sus compañeros lo estuvieran viendo por
primera vez, dándose cuenta de que no era tan intocable ni tan especial como habían creído.

Cuando regresaron a sus asientos, James estaba haciéndole muecas a Sirius, que lo ignoraba
igual que había hecho con él. Peter esbozó una sonrisa empática en su dirección. Remus se
hundió en su asiento.
La verdad era que la culpa no la tenía Sirius, él no había elegido recibir clases privadas de
tutores caros por años, ni había impedido que Remus estudiara teoría musical desde niño, lo
único que podía reclamarle era ser mejor que él, pero eso siempre lo había sabido.

La clase terminó una hora después, salieron del edificio y Sirius se escabulló de inmediato,
cajetilla y encendedor en mano, sus amigos viéndolo partir con la misma preocupación que se
había reflejado en sus rostros durante toda la semana, Remus sintiendo la consternación
mezclarse con la vergüenza en una combinación que hacía que le ardiera el estómago.

Llevaba varios días convenciéndose de que no debía meterse con él ni con lo que fuera que
estuviera atravesando, de que sólo le haría más daño, de que probablemente terminaría
lastimado, pero viendo cómo se alejaba caminando cabizbajo y como si estuviera sosteniendo
el peso del universo sobre sus hombros, decidió que quizás era mejor cambiar de estrategia,
apostando por la única idea medio coherente que se le había ocurrido hasta el momento.

Les dijo a James y Peter que los alcanzaría en el comedor después de recuperar algo de su
habitación, y cuando se fueron Remus se acercó al mismo edificio pero desde la parte de
atrás, buscando las escaleras al techo, donde sabía que podría encontrar a Sirius.

Subió con cuidado, tanto para no hacer mucho ruido como para no forzar a sus pulmones,
aunque de todas formas cuando los escalones se terminaron se quedó sin respiración, viendo
el campus extendiéndose frente a él como si fuera infinito y minúsculo al mismo tiempo.

Sirius estaba sentado en el suelo, las rodillas dobladas frente a él, la cabeza echada hacia
atrás, los ojos cerrados en una expresión silenciosa de dolor, el humo enmarcando su rostro y
haciéndolo ver hermoso como sólo él podía serlo en una circunstancia como esa.

Remus procuró mantenerse lejos por el tizne, observándolo con cautela desde las escaleras
como hace una presa frente a un depredador que aún no ha decidido si cazarlo o no.

-No quiero interrumpirte…-fue lo primero que dijo, provocando que el otro se sobresaltara,
expulsando humo por la nariz y corrigiendo su postura de inmediato.-Pero necesito hablar
contigo, Sirius.

Sirius cerró los ojos de nuevo, como si una luz demasiado brillante estuviera acosándolo, y
cuando los abrió, el gris de sus ojos era como un muro, frío y distante.

-¿Qué quieres?

Debía haber pensado en alguna clase de discurso en el camino, se lamentó cuando las
palabras se negaron a llegar a sus labios.

-No sé… O quizás sí… Bueno, todos te hemos visto diferente desde que volvimos del viaje.-
balbuceó, mordiéndose el interior de la mejilla.-Quiero ayudarte, Sirius.

El mencionado río sin una sola gota de humor, sacudiendo la cabeza y dejando que el humo
de cigarro se enroscara en él, como si fuera una serpiente.

-Eres la última persona que podría ayudarme.


“¿Porque tu familia me ve como una amenaza, o porque me juraste que me odiabas mientras
te aferrabas a mis hombros?”, deseaba preguntarle.

-¿Recuerdas lo que me dijiste la noche después del concierto?-preguntó en su lugar, su voz


pequeña, casi un susurro.-En tu habitación.

El rostro de Sirius se endureció y apagó el cigarro en el suelo en un movimiento igual de


gracil que cruel.

-No sé de qué hablas.

-No soy tu enemigo, Sirius.-dijo, su tono era de súplica y de agonía.

-Nunca hemos sido amigos, tú mismo lo dijiste hace tiempo.

Remus lo consideró un momento, tenía razón, y ni siquiera estaba seguro de arrepentirse de


sus palabras.

-Bien, no tienes que contarme nada, no creo que sirva de mucho, de todas formas.-dijo,
intentando serenar su voz.-Sólo venía a ofrecerte cocinar en el restaurante, tengo los turnos
de la noche todo el fin de semana, ni siquiera tengo que estar ahí, puedo dejarte las llaves si
quieres.

Las cejas de Sirius se alzaron tan rápido como volvió a bajarlas, un entendimiento en sus ojos
que desapareció un instante, y cuando habló sus palabras eran temblorosas:

-¿Por qué?

-Porque no te odio.-contestó, pasándose una mano por el cabello.-Porque es lo único que


puedo hacer por ti.

Sirius se frotó los ojos con las palmas de las manos en un gesto de desesperación.

-No necesito que hagas nada por mí, Lupin.-dijo, aún escondiendo su rostro.-Puedo
arreglármelas perfectamente por mi mismo.

-¿Bromeas? Te estás desmoronando, Sirius.-le contestó, incrédulo.-Cada día empeoras más,


¿has dormido más de un par de horas desde que regresamos? Porque Peter dice…

-Lo que haga o no haga no es de incumbencia de Peter, ni tuya.-lo interrumpió tajantemente.-


Ya te lo dije, no necesito tu ayuda.

Remus abrió la boca. La cerró. Podía seguir peleando, pero ¿qué caso tenía? No pensaba
rogarle que se dejara ayudar, no pensaba declararle que verlo sufrir lo estaba rompiendo poco
a poco también a él, no pensaba dejarse maltratar por más enamorado que estuviera.

Si Sirius realmente pretendía zanjar su relación con Remus de esa forma, no le veía sentido a
resistirse.
-Bien.-respondió, finalmente igualando la dureza con la que se había dirigido a él.-En ese
caso no vuelvas a aparecerte por el restaurante, Black.

Los ojos grises se llenaron de sorpresa y luego de aflicción, pero Remus se fue, sintiendo
como si su corazón se hubiera fracturado, dispuesto a hacerlo añicos si eso significaba dejar
de pensar en Sirius.

Chapter End Notes

HORA DE ACTUALIZACIÓN:
Hubo cambio de horario en México esta semana así que ahora estamos desfasadxs con
varios países de LATAM (vamos una hora atrasadxs) así que voy a cambiar la hora de
publicación a las 6:30pm hora MX para que no sea demasiado para ningun pais:)

—-

aydiooos me costó mucho escribir este capítulo, espero que les guste y que no se noten
todos mis problemas jajaja. Ya estamos llegando a un punto muuuuy importante en la
historia, ¿cómo creen que evolucionen sirius y remus a partir de ahora?

En fin, mil gracias por escribir y comentar! Aprecio a cada unx de ustedes y el apoyo
que me demuestran, lxs tqm, que tengan una semana excelente
XXVI. citas
Chapter Summary

James y Lily se preparan para su primera cita. Remus decide superar aquello que no lo
deja avanzar y toma un paso importante en su vida amorosa.

Chapter Notes
See the end of the chapter for notes

El entusiasmo de James Potter era tan contagioso como un resfriado, tan intoxicante como un
coctel demasiado cargado, y al experimentarlo de primera mano Remus entendió por qué
todos los que lo conocían terminaban encantados por su sonrisa, cálida, tan inocente como
sólo puede ser la sonrisa de alguien que ha vivido una vida generalmente feliz y llena de
cariño, pero que escondía un gusto por las travesuras inherente a su persona. Daba vueltas
entre su habitación y la de Peter y Sirius, dejando un rastro de loción que olía a playas y
fogatas, tirando calcetines por todas partes, mirándose en el espejo cada vez que caminaba
frente a uno.

James Potter iba a tener una cita con Lily Evans.

Aún faltaban varias horas, pero James ya estaba preparándose, eligiendo entre sus decenas de
pares de calcetines como si Lily fuera a prestarle atención a algo como eso. “No pienso tomar
ningún riesgo” dijo él cuando se lo comentaron, y aunque Remus puso los ojos en blanco y
rió, no pudo evitar imaginar lo que se sentiría ser deseado por alguien de esa forma.

-Voy a raparme.-declaró James en un tono de profundo lamento después de su décimo intento


de peinarse, los mechones negros inevitablemente levantándose en cuanto pasó el peine sobre
ellos.-Seguro que a Lily le gustaría más rapado.

-Tu cabeza tiene forma de huevo invertido.-dijo Sirius desde su habitación, en un tono
ligero.-La espantarías.

James hizo una mueca de ofensa y comenzó a palpar su cráneo antes de levantar el dedo de
en medio en dirección a Sirius.

-Mi estructura ósea es aceptable.-se defendió, tocando su rostro.-Tengo buenos pómulos, mi


nariz es proporcional a mi cara ¿verdad, Remus?

El mencionado, que lo observaba desde su cama, levantó la mirada del libro de historia que
estaba leyendo, y examinó a su amigo durante un momento antes de asentir.

-Bastante aceptable.-dijo con aire reflexivo.-Pero no te rapes.


James le enseñó el dedo a él también y Remus rió.

-Yo sí creo que deberías afeitártelo todo.-dijo Peter, también desde la otra habitación.-Así
dejarías que los que están atrás de ti en la orquesta puedan ver al director.

El dedo se levantó de nuevo, seguido de carcajadas y muecas indignadas.

-Lily siempre te ha visto despeinado, dudo que le importe mucho ahora.-dijo Remus en un
intento de conciliación.-Si no le parecieras atractivo no te habría dicho que sí.

James consideró sus palabras y procedió a sacudirse el cabello, pasando los dedos entre los
mechones en completo desorden y desacato. Sonrió frente al espejo cuando se sintió
satisfecho y se recostó en la cama. Incluso quieto y callado, pensando indiscutiblemente en
Lily, no dejaba de emanar esas olas de excitación y nerviosismo que contagiaban al resto de
sus amigos.

Quizás era por eso que Remus no se sentía tan afligido o enojado como debía sentirse por el
rechazo de Sirius del jueves anterior, había pasado todo el viernes escuchando las palabras en
su cabeza, odiándolo por ser idiota, queriéndolo y luego odiándolo por hacer que lo quisiera.
Pero ese sábado James y su cita eran la distracción perfecta, las canciones trágicas en su
mente habían sido reemplazadas por armonías alegres. Tal vez simplemente estaba en
negación, y no le importó estarlo por unas horas si eso significaba dejar de sufrir por Sirius
Black y su carácter detestable.

-Háblale bien de mí, Remus.-le imploró James un rato después, cuando fue momento de que
partiera a su turno en el restaurante.-Averigua si quiere que pague la cena, o si ella quiere
pagarla, o si mejor nos dividimos la cuenta.

-Eso deberías hablarlo tú con ella, ¿no crees?-dijo Remus en un tono ligeramente
reprobatorio.-No creo que le agrade saber que no eres capaz de preguntárselo.

James puso esos ojos de desesperación exagerada, parecidos a los de un cachorrito


abandonado que sin duda lo habían sacado de muchos castigos antes, y Remus chasqueó la
lengua pero el fondo se preguntó como es que Lily había logrado resistirse a él por tanto
tiempo cuando era una de las personas de caracter más afable y envolvente que había
conocido.

-Tienes razón.-admitió su amigo con un suspiro.-Eres tan sabio, Moony.

-Muy sabio.-afirmó Peter.

Remus puso los ojos en blanco y se miró un momento en el espejo antes de salir, solo para
asegurarse de que no tuviera un mechón especialmente rebelde o alguna mancha en la
playera.

-Nos vemos al rato. Suerte, Prongs.-se despidió de James, probando el apodo por primera vez
y sintiéndose satisfecho con él. Y luego se giró hacia la habitación de enfrente, sin permitir
que sus ojos se detuvieran sobre Sirius ni por un momento.-Adiós.
Sirius levantó la mano en una despedida silenciosa, Remus notándolo por el rabillo del ojo, y
Peter le contestó después de un gesto suspicaz, sensible a la tensión entre ellos.

La caminata hacia el restaurante lo dejó solo con sus pensamientos, y Remus revivó su
conversación con Sirius, la rabia burbujeándole dentro como si fuera a estallarle entre las
costillas. Sabía que estaba pasando por algo difícil, que ver a su familia durante el concierto
lo había dejado muy afectado, pero ya había intentado ayudarle y no había dado resultados,
así que no pensaba desperdiciar más su tiempo. Esa distancia entre ellos se sentía distinta a
las otras veces, más significativa, menos superficial, y Remus se dijo que lo único que podía
hacer era aceptarla y seguir con su vida.

La cita de James y Lily lo había hecho recordar los encuentros furtivos e insignificantes que
había tenido con los chicos de su ciudad, siempre en la oscuridad de algún baño o el frío del
asiento del auto. Ya no quería eso, no quería dejarse tocar sólo para deshacerse del impulso,
quería sentir el tacto de alguien que apreciara esa vulnerabilidad. No tenía que ser algo serio,
necesariamente, simplemente quería algo más que un desahogo de unos minutos. Y Sirius
jamás se lo daría (ninguna de las dos, para ser justos), así que, pensó recorriendo la cicatriz
de su cuello con el dedo, probablemente era hora de irse olvidando de él y de la forma en la
que su corazón se aceleraba al verlo.

-Salgo a las seis para arreglarme para la…cena, y vas a venir conmigo.-anunció Lily en
cuanto lo vio entrar a la cocina, sin molestarse en saludarlo.

-Pero mi turno termina hasta…

-Vas a tomar un descanso de dos horas y vuelves, o te regresas a la Academia, ya está


hablado.-lo interrumpió su amiga en un tono urgente, fulminándolo con la mirada.

-¿Estás segura de que Petunia…?

-No le vayas a decir que voy a salir con Potter.-dijo Lily entre dientes, mirando la entrada
como si su hermana fuera a aparecer de pronto.-Creo que no volvería a dirigirme la palabra
nunca.

-Mejor para ti.-masculló Remus, y Lily solo chasqueó la lengua con desaprobación.-Como
quieras, no se enterará de mis labios.

-Bien.-contestó, lavando la cacerola que tenía entre las manos en un movimiento casi
frenético, evidenciando su ansiedad.-Oh Dios, creo que dejé mi blusa en la lavadora. Mierda.
Oh. Quizás pueda ponerme la camisa azul en ese caso.

Remus quiso reír, pero temía que Lily lo interpretara como una burla cuando no lo era, sino
que se sentía lleno de cariño por su amiga, que siempre estaba tan bien compuesta pero en ese
momento se desmoronaba por un chico al que le había jurado odio eterno, que era tan segura
como James pero no era ni la mitad de presumida, que daba los mejores consejos aunque
parecía reacia a aplicarlos en su propia vida, quizás por pura terquedad.

-Podrías usar una de las bolsas de harina de la bodega y James seguiría creyendo que eres la
chica más hermosa del país.-dijo Remus, disfrutando el sonrojo de Lily.-Pero si te hace sentir
mejor, él también estaba teniendo un ataque de nervios por su cabello.

-No es ningún ataque de nervios.-contestó, indignada, y Remus se mordió el labio para no


soltar una carcajada.-Si no paras de divertirte comenzaré un interrogatorio sobre como te ha
ido con Sirius desde la última vez que hablamos.

El castaño se serenó de inmediato, la mención del chico llevando una sensación incómoda a
su garganta. Lily lo miró con los ojos muy abiertos.

-Solo bromeaba, Remus.-dijo con culpa tiñéndole la voz.-No tenemos que hablar de eso.

Él esbozó media sonrisa, forzándolo fuera de su mente, lejos donde no pudiera visualizar sus
pómulos perfectos ni los lunares de su cuello.

-Lo sé. No te preocupes.-contestó, quitando su peso de la barra donde estaba recargado.-Iré a


ayudarle a Petunia, ¿nos vamos a las seis entonces?

Lily asintió, aun un poco mortificada, pero Remus le quitó importancia con un gesto de
mano.

-Más te vale no cortarte un dedo a propósito o algo para zafarte de la cita.-le dijo mientras
salía, hablando sobre su hombro.-Te aseguro que James iría hasta el hospital y tendría la cita
ahí mismo.

La risa de Lily se extendió por la cocina y Remus pensó en lo afortunado que era James de
que una chica como ella se hubiera molestado en dirigirle la palabra siquiera. Estaba
consciente de que parte de lo que estaba pasando era gracias a él, pero no porque hubiera
trabajado para emparejarlos, sino porque le había dado una nueva perspectiva del niño rico
que gastaba bromas estúpidas y le insistía día y noche en su eterno amor por ella. Remus
pensó que nadie lo habría aceptado con facilidad después de un comportamiento tan
insistente de no conocer la vida que había llevado, la forma en la que percibía el amor como
algo fundamental y digno de gritarse a los cuatro vientos que era inusual en la mayoría de la
gente.

Pensó en Sirius. Sólo un poco, como un hábito difícil de quitar, y decidió que lo único que
sentía para ese momento era cansancio, sus emociones estaban exhaustas de él.

A las seis en punto, Lily estaba arrastrando a Remus fuera del restaurante y en dirección a su
casa, caminando por la ciudad a un paso cómodo para él, aunque intentó apretar un poco
cuando notó a su amiga checando el reloj de su celular cada pocos minutos. Probablemente se
debía más a la anticipación de la cita que a sentirse presionada para llegar, pero él no quería
ser una molestia.

El hogar de Lily era una casita a un par de cuadras de la playa, parecía algo antigua pero bien
cuidada, de un bonito color azul que se parecía al mar en un día soleado, con un jardín
enfrente, protegido por una reja adornada con enredaderas. Con tan solo mirarla pudo percibir
que era un lugar construido y mantenido con amor, y sonrió mientras su amiga le daba un
recorrido breve antes de llevarlo hasta su habitación, acompañado de una melodía alegre y
ligera en su cabeza. El cuarto era pequeño, solo tenía su cama, un escritorio y un armario de
madera, pero era exactamente el espacio donde cualquiera se imaginaría a Lily Evans: bonito,
bien decorado, lleno de luz, plantas, dibujos que adornaban las paredes, y una esquina que
resguardaba una guitarra, un flautín y un teclado en perfecto estado.

-Es precioso.-dijo Remus cuando entraron, sentándose en la cama y pasando la mano sobre la
manta verde que la cubría.-Me siento en una serie de Disney de esas donde la protagonista es
la chica popular y amable y talentosa y eso le causa problemas por alguna razón.

Lily lanzó una chaqueta en su dirección, pero rió antes de volver la mirada a su armario,
buscando el atuendo perfecto.

-Distráeme.-declaró un minuto después, con un bufido exasperado.-No puedo concentrarme


si estoy pensando en… solo hazlo, ¿sí?

Remus sonrió y luego buscó un tema de conversación en su mente que fuera digo de distraer
la atención de su amiga, la tarea de historia musical resultaba demasiado banal, y el tema de
Sirius era demasiado complicado y cansino, así que se decidió por algo que llevaba toda la
semana dando vueltas por su mente.

Le contó de lo que le habían dicho los músicos que conocían a James sobre el posible
donador del viaje, y le preguntó si tenía idea de a quién se podían referir.

-Creo que ellos son unos cinco años mayores que nosotros.-dijo después de considerarlo, un
brillo curioso en sus ojos verdes.-Pero no recuerdo a nadie en específico de su generación,
quizás puedas buscarlo en el anuario de la Academia.

-Lo que no entendí es por qué dijeron que nadie se esperaba que esa persona en particular
hiciera una donación.-dijo, frunciendo el labio superior.-Es demasiado específico, ¿no crees?

Lily se encogió de hombros mientras se aplicaba rubor sobre las mejillas y se miraba al
espejo, juzgando el resultado como si fuera un procedimiento especialmente complicado.

-Podrías pedirle a uno de los chicos que te ayude a revisar el anuario para ver si alguien
destaca.-sugirió.-Pero si te soy sincera, he pensado quizás sea mejor dejarlo así, ¿no crees?

-¿De qué hablas?

-Bueno, si la persona no quería que supieras su identidad puede que tuviera una razón no
maquiavélica para mantenerlo en secreto.-dijo Lily, usando ese tono cauteloso que solía usar
a veces con Remus cuando temía espantarlo como si fuera un animal solitario vagando por la
calle en busca de ayuda.-Además, incluso si hubiera una razón siniestra, no es seguro que
saber quién es te sirva de algo, tal vez solo te angustie más.

El castaño la observó con los ojos entornados, entre confundido, incrédulo y suspicaz. A todo
el mundo le resultaría natural saber quién se había tomado tantas molestias para verlo en un
viaje escolar, ¿cierto?

-Tú sabes algo.-la acusó, poniendo una mano detrás de su cabeza.-Dímelo.


Lily puso los ojos en blanco, pero Remus creyó ver un atisbo de duda en ellos antes de que
continuara aplicándose labial.

-No todo es una conspiración, Lupin.

Él insistió un poco más en el tema, pero ella parecía decidida en su postura (típica Lily
testaruda, pensó Remus) así que lo dejó después de unos minutos, dispuesto a retomarlo otro
día, cuando tuviera mejor disposición y no estuviera nerviosa por salir con James Potter. Fue
entonces cuando Lily le preguntó por uno de los temas que no quería tocar pero sabía que era
necesario abordar:

-¿Y bien?-dijo.-¿Conociste mejor a Terry en el viaje como habías dicho?

-Hablé con él un par de veces pero estaba distraído con otras personas.-dijo con un gesto de
incomodidad.-Hemos estado hablando por mensaje desde que regresamos.

-¿Y cual es el veredicto?-preguntó, insertando uno de sus pendientes en su oreja, mirándolo a


través del espejo con las cejas enarcadas.

-Me agrada, es guapo y es fácil hablar con él.-enlistó Remus, enumerando las cosas que había
repasado ya varias veces dentro de su cabeza.-El problema es que no estoy seguro de sentir lo
mismo que él siente por mí, supongo que sería divertido salir con él, pero no quiero usarlo
sólo para… distraerme.

-Seamos honestos, Remus, esto sería sólo durante el verano, ¿no?-dijo Lily.-Él regresará a
tomar su último año de preparatoria y tú te quedarás a estudiar aquí.

-Si gano la beca.-aclaró el castaño, señalándola con el dedo.

-Cuando ganes la beca.-lo corrigió Lily con ese tono de matices severos y finales que le salía
tan natural.-Mi punto es, si le aclaras que lo único que buscas en este momento es divertirte
con él unas semanas, que te parece lindo pero no estás enamorado de él o algo así, y Terry
accede, ¿qué tienes que perder?

“¿Y si sólo puedo pensar en Sirius cuando esté con él?” pensó Remus, mordiéndose el
interior de la mejilla. “Si me imagino sus labios sobre los míos en lugar de los de Terry
cuando me bese, ¿entonces qué?”

Lily, inteligente y malditamente intuitiva Lily, pareció adivinar las ponderaciones que
pasaban por su mente, o al menos el género al que pertenecían, porque chasqueó la lengua y
se acercó a él con una mueca de desaprobación.

-No vale la pena pasar el resto del verano sufriendo por un chico que no parece tener decidida
ni su propia existencia.-dijo, tomándolo de los hombros.-No va a ser la historia de amor de tu
vida, pero tienes dieciocho años, mereces tener una experiencia bonita y fácil, no una de tanto
sufrimiento, ¿no crees?

Remus, muy a su pesar, asintió con la cabeza, odiando con todo su ser que Lily tuviera razón
y adorándola al mismo tiempo por velar por su felicidad. Aunque en el fondo ya había
tomado una decisión, necesitaba unas horas para asimilarla y actuar sobre ella, así que tomó
la oportunidad de cambiar el rumbo de la conversación.

-¿Eso es lo que James va a ser para ti?-preguntó en un tono mucho más ligero.-¿Un verano de
diversión? Porque déjame decirte que él no se va a contentar con eso.

Lily soltó sus brazos bruscamente y se alejó en dirección al espejo, ruborizada.

-Oh vamos, Evans, ya estás a unos minutos de salir con él, no tienes que seguir sonrojándote
cada que lo menciono.-bromeó Remus.

-Lo sé, pero es… vergonzoso. El idiota de Potter me fue ganando poco a poco, con tanta
paciencia que ni siquiera me di cuenta de cómo ocurrió.-contestó ella, como si fuera la
declaración más lamentable de su existencia.-De repente pasé de odiar su soberbia y sus
bromas infantiles a darme cuenta de que en realidad era bastante guapo y que sus chistes eran
graciosos y que tenía el corazón tan grande como la cabeza.

Remus sonrió, observando el brillo en los ojos de su amiga, genuinamente feliz por ambos.

-Aún me cuesta trabajo asimilar que acepté salir con él.-dijo, cubriendo su frente con una
mano, el resto de su piel completamente roja.-O lo que es peor, que esté emocionada por
hacerlo.

-Si todo lo demás es un desastre…-comenzó Remus.-Por lo menos le habrás sacado una cena
gratis a uno de los tipos más ricos de la ciudad. Si es que lo dejas pagar, claro.

Y cuando Lily rió, Remus sintió su corazón liberarse un poco del temor y la angustia que lo
habían estado acosando.

~~~

James había regresado a la habitación después de que Remus se había quedado dormido, que
era bien entrada la madrugada, y había despertado antes que él, y el castaño no sabía si
preocuparse o tomarlo como algo normal, después de todo no tenía idea de cómo sería el
mundo después de que su amigo finalmente saliera con Lily, parecía un acontecimiento
suficientemente importante para cambiar el rumbo de su realidad.

Así que se duchó y fue a desayunar temprano, mucho antes de lo que solía reunirse con sus
amigos los domingos, pues tenía por delante un día muy ocupado y necesitaba el tiempo para
mentalizarse para un par de cosas, la más imperante era hablar con Terry, pero también
necesitaba hablar con sus padres y planeaba buscar al posible donador en los anuarios de la
biblioteca como había discutido con Lily, así que quería disfrutar de sus tostadas en paz.

Como si el universo lo hubiera escuchado, Marlene y Dorcas entraron al comedor poco


después, uniéndosele al reparar en que estaba ahí. No le molestaba su presencia, se llevaba
bien con las chicas, pero temió haber interrumpido un momento que debía ser para ellas.

Conversaron de la noticia del momento, de la cita de James y Lily de la que ninguno sabía
nada por la desaparición del primero y la falta de mensajes de la segunda. Quizás era señal de
que había ido muy bien o muy mal, dijeron. Todos esperaban que fuera la primera.

Cuando Remus bajó la mirada y se dio cuenta de que tenían los meñiques entrelazados sobre
la mesa alejó los ojos de inmediato, procurando no incomodarlas, pero Marlene rió en cuanto
lo vio, moviendo su mano para tomar la de Dorcas y apretarla.

-Creo que es un poco innecesario esconderlo a estas alturas, Lupin.-dijo la rubia, acercando
su rostro a la otra chica.

-No lo estamos escondiendo, realmente.-intervino Dorcas, encogiéndose de hombros.-Solo


queríamos tiempo para explorar esto sin que los demás estuvieran cotilleando al respecto.

-Como acabamos de hacer nosotros con Lily y James.-dijo Remus con un resoplido divertido,
seguido de carcajadas de las chicas.

-Exacto.

-Si tú salieras con alguien…-comenzó Marlene en un tono sugestivo, enarcando una ceja.-
Serías víctima de la indiscreción de tus amigos, pero no de mucho más. Lo sabes, ¿verdad?

Remus se tomó un momento para considerar el significado de sus palabras, se sintió


conmovido y un nudo frágil le enrolló la garganta. Nadie se había molestado en darle esa
seguridad antes de llegar a ese lugar, primero Lily y luego Marlene y Dorcas, que de cierta
forma entendían lo que era ser como él, que probablemente conocían sus miedos mejor que
nadie, que estaban confiando en él y que le habían dado el espacio para que confiara de
vuelta.

-Gracias.-dijo con toda la honestidad que cabía en la palabra.-Lo sé.

Dorcas sonrió, y tomó su mano, y luego Marlene tomó la otra y estaban los tres aferrados los
unos a los otros y Remus sentía ganas de llorar pero no sabía exactamente por qué y solo
pudo pensar que probablemente desde el exterior se veían bastante bizarros pero no le
importó.

~~~

Remus planeaba cada uno de sus movimientos, jamás dejaba que la impulsividad guiara sus
acciones, consideraba cada decisión minuciosamente, y sin embargo cuando salió del
comedor en búsqueda de Terry no se permitió dudar ni por un segundo.

Lo encontró en la sala de recreación una hora después, sentado en el sillón sin zapatos y con
el control de la consola entre las manos. Sonrió al verlo, se veía relajado y alegre como
parecía ser su personalidad cuando no estaba nervioso de verlo a él. Aún le parecía extraña la
idea de tener la capacidad de poner ansioso a alguien con su mera presencia.

-¿Estás ganando?-preguntó desde la puerta, recargado en el marco.

Terry se sobresaltó al escucharlo, pausando el juego para voltear en su dirección, y sonriendo


ampliamente al verlo, haciendo aparecer ese hoyuelo que le quedaba tan bien.
-¿Tú que crees?

-Voy a decir que sí aunque no tengo idea de lo que significa nada de eso.-contestó, señalando
la pantalla con una mano. Terry soltó una carcajada que se sentía ligera, fácil y contagiosa.

-Tienes un alma muy vieja, Remus.

-Lo sé. Quizás por eso soy tan bueno en el piano.

-En el piano y todo lo demás.-dijo Terry, una ceja enarcada.

Se quedaron un momento en silencio, el ambiente pareció espesarse un poco pero no había


tensión ni miedo, y Remus decidió que era momento de hablar, aclarándose la garganta antes
para ahuyentar el nudo que aún no lo había abandonado.

-Supuse que te encontraría aquí.-dijo.-Aunque no estaba seguro de que jugaras tan temprano.

-Ahora es el momento perfecto, más tarde estará lleno de estudiantes jugando billar.-contestó
Terry, con una mirada entre esperanzada y curiosa.-¿Me estabas buscando?

-Sí.-afirmó Remus, obligándose a no dejar que los nervios lo dominaran.-Quería decirte…


invitar… preguntarte si querías ir a almorzar algo más tarde.

El rostro de Terry se iluminó, su sonrisa se ensanchó y su hoyuelo se hizo más pronunciado.


Quizás no hacía que su pecho ardiera ni que su estómago se revolviera, pero Remus lo
encontró muy lindo.

-Claro.-dijo de inmediato.-¿Tienes algo en mente?

-Hay un lugar de hamburguesas en el muelle que siempre está lleno, deben ser buenas.-
contestó, encogiéndose de hombros.-¿Qué te parece?

-Perfecto.-dijo Terry, removiéndose en el sillón, su rostro un poco más serio.-¿Quieres


caminar juntos o… prefieres encontrarnos allá?

Caminar con Terry. Conversar con Terry. Reír con Terry. Tener una cita con Terry frente a
todos sus amigos, frente a toda la escuela. Era una idea aterradora.

-Caminemos, así tenemos tiempo de hablar en el trayecto.-dijo, sonriendo a pesar de que el


corazón le latía contra el pecho como si quisiera librarse de él.

-Genial. Nos vemos en los jardines, entonces.-concretó él, ligeramente ruborizado.

-Genial.-tragó saliva. Se concentró en las sensaciones positivas de su cuerpo y no en el


miedo.

Y se despidieron, y Remus se fue con el pulso aún acelerado, ligeramente mareado. Estaba
aterrado, no sólo iba a anunciarle a todos sus amigos que era la clase de chico que salía con
otros chicos, sino que iba a aclararle sus intenciones a Terry como había hablado con Lily y
Remus siempre había tenido dificultades para tener ese tipo de conversaciones.
Pero, a pesar de que sabía que quizás no sería lo más placentero del mundo, por primera vez
se sentía listo para enfrentarse a esas cosas que temía, a madurar. Estaba dispuesto dejar de
impedir su propia felicidad.

Chapter End Notes

AL FIN MIS JILYYYY! Espero que les haya gustado el capítulo, ya estamos llegando a
un punto crítico en la historia omg. Como creen que reaccionen todxs con la cita de
Remus y Terry? Creen que les haya ido bien a James y Lily?

Gracias por leer como siempre, sobre todo por comentar y subir contenido sobre el fic a
sus redes! Hablando de, en mi twitter grecusanne siempre comparto los dibujos y edits
que me mandan, neta muchísimas gracias! Lxs tqm y espero que les vaya bien esta
semana
XXVII. Terry
Chapter Summary

Remus investiga sobre el posible donador y tiene una cita.

Chapter Notes
See the end of the chapter for notes

Remus logró evitar a sus amigos durante las siguientes cuatro horas, a pesar de que no estaba
haciendo un gran esfuerzo por esconderse. Simplemente se escabulló a la biblioteca, que
estaba completamente desierta en un domingo de buen clima como ese, y primero se dedicó a
hacer la tarea teórica que tenían que entregar la siguiente semana, después a leer lo que tenía
atrasado de historia y filosofía como una asignación autoimpuesta, y, finalmente, buscó la
sección de anuarios de la Academia.

Tenían decenas y decenas de libros que comenzaban en 1892, aunque en los primeros años
sólo contaban con nombres y firmas de los alumnos. Claro que Remus no tenía que buscar en
los anuarios tan antiguos, pero hojeó algunos de décadas pasadas por pura curiosidad,
encontrándose varios nombres conocidos en la historia contemporánea de la música, y,
evidentemente, a muchos miembros de la familia Black.

Quizás era una indagación poco saludable, pero terminó buscando también a los padres de
Sirius, intentando imaginar como habrían sido ellos a su edad, los dos jóvenes y hermosos,
pero posando con una elegancia y recato que resultaba hasta inquietante, cualidades que
evidentemente le habían heredado a su hijo. O enseñado con precisión, al menos.

Ya llevaba media hora recorriendo los anuarios cuando se decidió a mirar los más recientes,
comenzando con el de cinco años atrás, como había dicho Lily, pero no encontró rastro de
Emmeline ni de Elphias, así que pasó al de cuatro años y tampoco divisó sus fotografías ni
sus nombres entre las páginas. Luego buscó en el que tenía seis años, pues no parecían
suficientemente jóvenes para llevarles sólo tres, y finalmente los encontró en el apartado de
último año del programa de verano, sonriendo en su foto de generación, tomada en la sala de
conciertos de la Academia, una ilusión y satisfacción en sus ojos que parecían compartir con
el resto de sus compañeros.

Excepto una de ellas.

Andromeda Black estaba parada en el centro del grupo, adelante y enfrente, el único lugar
apropiado para alguien de su alcurnia. Estaba hermosa, con el cabello recogido y un vestido
de aspecto tan caro que Remus distinguía la textura sedosa incluso en el papel, pero aunque
sonreía con fineza, sin mostrar los dientes y con la barbilla levantada, sus ojos grises no
denotaban la misma emoción por el futuro que los demás, parecía más resignada, incluso un
poco preocupada, no era la misma persona radiante y burbujeante que Remus había conocido
unas semanas atrás, sino una versión apagada, como si se ahogara. Su corazón se encogió un
poco al verla e inevitablemente consideró la posibilidad de que Sirius estuviera en una
situación parecida.

Comenzó a recordar las palabras de Emmeline y Eplhias sobre como la donación había sido
inesperada, condicionada de forma extraña, mantenida en secreto, y aunque recorrió el resto
de los rostros sólo para estar seguro, el suyo era el único que reconocía. Su mente comenzó a
inundarse de posibilidades y preguntas, no era certero que Andromeda hubiera pagado su
viaje, pero parecía una coincidencia demasiado grande.

No tenía idea de por qué habría donado dinero con el propósito de ayudarlo, de hecho no
estaba seguro de que tuviera los medios para hacerlo, ¿no se suponía que los Black la habían
desheredado cuando había decidido no perseguir una carrera musical y mudarse con un
hombre de clase media sin renombre ni fortuna? Por lo menos eso era lo que decían las notas
que había leído, y si algo había aprendido de los relatos de Sirius era que los Black no eran
del tipo benévolo y empático.

Ahora que tenía la sospecha lo que quedaba era confirmarla o refutarla, pero no estaba seguro
de a quién recurrir, la oficina administrativa parecía lo más sensato pero no creía que fuera a
obtener respuestas en ese lugar después de que Dumbledore se tomara la molestia de ocultar
su identidad con tanta vehemencia, también podía recurrir a ella misma pero no sabía como
contactarla pues hasta donde tenía entendido ni siquiera utilizaba redes sociales, y la última
opción, la que ni siquiera consideró durante más de un instante porque era impensable y
bordeaba en lo ridículo, era preguntarle a Sirius.

Si se atrevía a tocar el tema con él, estaba seguro de que terminarían peleando y esfumando
los últimos rastros de civilidad que había entre ellos, así que sacudió la cabeza y se deshizo
de la idea de inmediato. Tendría que averiguar alguna otra forma de confirmar su identidad
como donadora. Quizás podría acudir a la directora del programa, pensó, ya que se había
enterado de su identidad cabía la posibilidad de que no la resguardara con tanto recelo.

Cerró el anuario con un bufido irritado y lo devolvió a su sitio, tomándose un momento antes
de mirar el reloj y verificar que se acercaba la hora del almuerzo. Tenía que ir a hablar con
sus amigos antes de partir, pues había recibido algunos mensajes preguntando por su paradero
y estaba seguro de que si se iba con Terry antes de hablar con ellos, estarían buscándolo por
el campus y posiblemente llamándolo hasta que contestara. Sólo le quedaba enfrentarse a la
situación, dejar de esconderse y ser honesto con sus amigos.

No se dejó pensar en ello en lo absoluto mientras salía de la biblioteca, distrayendo su mente


a la menor provocación porque le resultaba mucho más fácil que ponderar en lo que estaba a
punto de hacer, y, si era honesto, probablemente por esa misma razón se había molestado en
revisar anuarios más antiguos y leer sobre filosofía musical con tanto interés.

Caminó por los senderos en dirección al comedor, pero no entró al edificio porque antes de
hacerlo vio a sus amigos reunidos bajo uno de los árboles del jardín, tomando el sol,
conversando y riendo. Remus se detuvo un momento para memorizar la imagen, dejar que su
cabeza se llenara de música y su corazón se sintiera en paz antes de sacudirlo todo con su
anuncio.
Sirius también estaba con ellos, junto a James, como siempre, y con la cabeza de Mary sobre
su regazo, tirando de su cabello de vez en cuando para molestarla. No habría sido
especialmente significativo si no se hubiera visto… diferente.

Sirius, eternamente circunspecto y recatado Sirius, estaba usando su ropa más casual, la que
nunca se permitía usar en el campus, una playera negra y agujerada, sin mangas, pantalones
de mezclilla oscura, ligeramente roídos, y unas botas que le agregaban un par de centímetros
a su altura, haciendo sus piernas más largas. Pero eso no era todo, porque llevaba el cabello
suelto y despeinado, y cuando se reía su carcajada era la más estruendosa, echaba la cabeza
para atrás y se sostenía de James como si fuera a caerse. Ese era un Sirius que hasta ese
momento Remus sólo creía que existía dentro de los confines de su dormitorio, o de una
cocina, o de un bar solitario en mitad de una tormenta.

Y por alguna razón verlo de pronto más desinhibido, menos cansado, hizo que le hirviera la
sangre ¿Llevaba días preocupándose por él y de pronto se dignaba a superar su crisis sin
previo aviso? Pues que se jodiera, Remus no iba a dedicarle otro pensamiento a su bienestar.

Se acercó un poco más y Remus reparó en que había estado demasiado ocupado viendo a
Sirius, porque Lily también estaba ahí y ni siquiera había divisado su cabello rojo ondeando
en la brisa de medio día. El castaño sintió un alivio mitigar la consternación que la ausencia
de sus amigos le había causado, si estaba ahí, sentada con sus amigas en el mismo grupo que
James, entonces la cita no podía haber ido muy mal, ¿cierto?

Mientras daba los últimos pasos hacia ellos, Remus, de nuevo, se obligó a no pensar en lo
que estaba a punto de hacer, en que iba a hacer un anuncio de semejante relevancia frente a
cada una de las personas que le apreciaba en ese lugar porque temía que si intentaba conjurar
algún discurso en su mente antes de prounciarlo, los nervios lo abrumarían y terminaría
mintiendo o faltando al almuerzo con Terry.

Así que les devolvió el saludo y explicó que había pasado el día en la biblioteca cuando le
preguntaron de su paradero de las últimas horas, intentando mostrarse sereno, pero no dejaba
de sentirse irritado porque Sirius, que se había vuelto experto en evitar mirarle durante la
última semana, lo estaba viendo directo a los ojos, un poco de la inquietud que solía
acompañarle se había disipado y aunque parecía aún reservado en su presencia, no emanaba
la misma indiferencia que antes, ¿qué demonio lo había poseído para que cambiara su
semblante tan abruptamente?, pensó, su mandíbula ligeramente apretada.

-Ya que estamos todos podemos ir a comer para que James y Lily nos cuenten de su cita.-dijo
Mary en un tono sugestivo, levantando su cabeza del regazo de Sirius.-Llevamos horas
esperando la premisa.

El sonrojo de Lily fue casi instantáneo, y James le lanzó una mirada de reproche a su amiga,
pero parecía estar reprimiendo una sonrisa.

-Yo voy a comer fuera.-anunció antes de que todos se levantaran y comenzaran a alejarse en
dirección al comedor.-Los veo más tarde.

-¿A dónde vas?-preguntó Peter con el ceño fruncido.


Remus tragó saliva. No se permitió un instante de duda porque temía que las palabras se le
atascaran en los pulmones.

-Tengo una cita.-y Oh, Dios, no debió dejar que sus ojos pasaran sobre los de Sirius al decir
eso.-Volveré más tarde.

-¿Una cita?-preguntó James, una mueca que expresaba desconcierto y diversión, pensando en
alguna forma de atormentarlo, sin lugar a dudas.-¿Quién es la afortuanda?

Lily parecía a punto de explotar de orgullo, Marlene y Dorcas se estaban codeando y


sonriendo la una a la otra con satisfacción.

-Con Terry Shirley.-dijo, su lengua perdiendo toda humedad al hablar.-Un chico de segundo.

El cambio en sus rostros se dio como en una buena canción cuando comienza el estribillo,
impactante y devastador, y Remus quiso cerrar los ojos para perdérselo pero no fue capaz
porque en el fondo quería asegurarse de no encontrar algo desagradable.

Mary solo enarcó las cejas y sonrió, como si la noticia fuera sorprendente pero no demasiado,
y Remus pensó que quizás le había dado una pista cuando no intentó coquetear con ella esa
noche en el bar; Peter parecía asombrado, más que nada, ladeando la cabeza como si
estuviera intentando buscar algo en él que delatara su atracción por los chicos; James estaba
entre impresionado y extrañado, y Remus podía jurar que lo había visto fiscalizando la
expresión de Sirius antes de comenzar a fruncir el ceño, aunque Sirius no parecía haberse
dado cuenta porque su mirada no se había apartado de Remus ni por un instante. El heredero
de los Black siempre había sido tan bueno poniéndose esa máscara que ocultaba sus
sentimientos, pensó mientras lo observaba de vuelta, con un enorme nudo en el estómago,
pero en ese momento parecía estar luchando por evitar que se desbaratara, abriendo y
cerrando la boca, subiendo y bajando las cejas, pestañeando demasiado rápido.

-¿Terry Shirley?-James fue el primero en hablar, por supuesto.-¿Quién es él?

-Es el chico que te saludó en el hotel, ¿verdad?.-dijo Peter como si acabara de armar el
rompecabezas en su mente.-Sus padres son Paul y Sarah Shirley, de la orquesta de
Manchester.

-Oh.-dijo James, asintiendo con la cabeza, el recuerdo llegando a su mente.-Pero, ¿vas a salir
con él?

Sus ojos volvieron a posarse sobre Sirius. Remus fingió no notarlo.

-Sí. Hemos estado hablando últimamente.-contestó, temeroso de que su voz se escuchara


ahogada pero logrando mantenerse relativamente estable.

-Pero… no nos habías dicho nada de él-dijo James, tan confundido como si Remus acabara
de decirles que le había salido un tercer ojo sobre el ombligo.-No es nuestro amigo.

-Les estoy contando ahora.-dijo, frunciendo el caño, intentando con cada fibra de su ser no
ponerse a la defensiva y saltar a la conclusión de que James tenía algún problema con la
gente no heterosexual porque sabía que era mentira y que si lo insinuaba no terminaría bien.-
Y puedo hablar con personas que no sean ustedes, ¿no?

Las cejas de James se juntaron aún más, parecía un poco indignado pero Remus no tenía idea
de por qué, y cada pocos segundos miraba a Sirius como si él pudiera explicarle lo que estaba
pasando.

-Creo que sé de quien hablas. Es muy lindo, Remus. Excelente gusto.-intervino Mary con una
sonrisa amable y ligeramente divertida.-Esperaremos todos los detalles cuando regreses.

-Si nos lo está contando ahora porque no le quedaba de otra.-bromeó Peter, que parecía haber
asimilado todo un poco mejor después del impacto inicial y se estaba esforzando por aligerar
el ambiente.-Tendremos suerte si nos dice qué pidieron de comer.

-Suerte en tu cita, Remus, seguro que te irá muy bien.-dijo Dorcas después de poner los ojos
en blanco.

-No hagas nada que yo no haría.-le siguió Marlene, cuyos ojos brillaban con satisfacción.-
Pero diviértete.

Remus miró a Lily y la encontró sonriendo con tanta vehemencia que cualquiera pensaría que
acababa de meterle mano a James. El castaño quiso reír, pero más que nada sintió un poco de
alivio al verse rodeado por la calidez de sus amigas.

Y luego miró a Sirius y el alivio se fundió como la cera de una vela encendida porque
finalmente había logrado controlar su rostro y ya sólo denotaba frialdad, quizás incluso
desprecio, contrastando con el Sirius que había visto al llegar, más libre y más tranquilo de lo
que lo había visto los últimos días. Podía significar una decena de cosas distintas y Remus no
tenía el tiempo ni las ganas para descifrar ninguna de ellas, ¿por qué iba a importarle lo que
Sirius pensara de su vida amorosa?

Cuando finalmente partió, el nudo en su estómago había crecido hasta empujarle el esternón,
acompañando al impulso de sacudir a Sirius y preguntarle qué estaba escondiendo detrás de
esa expresión.

~~~

Terry era una de las personas más amigables y animadas que Remus había conocido. Y eso
que dormía en la misma habitación que James Potter.

Mientras caminaban hacia el restaurante, Terry iba hablándole de la vida en su ciudad natal,
de los mapaches que atormentaban el edificio de gobierno que estaba demasiado cerca del
campo, y la extraña leyenda urbana sobre el vendedor de helados que parecía un vampiro
porque sólo salía de noche y era inquietantemente pálido.

Remus disfrutaba de escucharlo hablar, era mucho más ligero y fácil de lo que solía sentirse
con otras personas, intervenía de vez en cuando en sus relatos, pero Terry parecía contentarse
con que lo escuchara y Remus estaba contento de hacerlo. La irritación que había nacido en
él con la reacción de Sirius se mitigó un poco después de pasar un rato a su lado, o al menos
logro sofocarla en algún rincón de su mente para obsesionarse luego por ella.

Terry era atractivo de una forma distinta a… otros chicos, pensó Remus mientras lo veía
moverse bajo el sol de media tarde, sus ojos oscuros estaban enmarcados por largas pestañas
rizadas, tenía un rostro alargado pero perfectamente proporcionado con el resto de su cuerpo,
y su sonrisa ladeada ligeramente hacia la derecha pero eso solo la hacía más contagiosa.

Y sin embargo lo que tenía más interesado a Remus en ese momento de pasar más tiempo
con él no era su aspecto, sino que lo hacía sentir como si todo fuera menos difícil porque
estaba fuera de esa burbuja de tensión en la que vivían él y sus amigos, entre competencias
por becas, padres sofocantes y abusivos, enfermedades crónicas, amores no correspondidos y
noviazgos secretos; la vida de Terry parecía mucho más simple y francamente tentadora, era
solo un chico de familia adinerada estudiando en la Academia porque quería ser músico, que
cuando pensaba que alguien era lindo lo invitaba a salir como si no fuera la gran cosa, que se
reía constantemente y no se preocupaba demasiado por las opiniones ajenas. Remus lo
envidiaba como había envidiado a pocas personas.

En el restaurante del muelle se sentaron en una de las mesas que daban al exterior, con vista
al mar, el calor mitigado por ventiladores y la sombrillas que cubrían a los comensales.

Cuando ordenaron y comenzaron a hablar de nuevo, Remus temió que la conversación fuera
a volverse más como una entrevista, haciéndose preguntas demasiado específicas y
respondiendo con torpeza, pero se conocían lo suficientemente bien como para poder charlar
con menos incomodidad. El Terry que cuando le había hablado por primera vez parecía
estarse desmoronando por el nerviosismo, se había transformado en uno mucho más seguro y
divertido y Remus pensó que no le molestaría pasar el resto del verano escuchándolo y riendo
con él.

¿Y qué si no sentía mariposas en el estómago ni un impulso devastador por besarlo y


acariciar su cabello ni compartirle galletas de coco mientras escuchaban música noventera en
un bar? No era indispensable sentir nada de eso para disfrutar su compañía.

Probaron sus hamburguesas y Remus tuvo que sacudirse el recuerdo de Sirius en la cocina
del restaurante contándole de la mermelada de tocino y ajo que había aprendido a hacer en
uno de sus viajes.

Su rodilla chocó con la de Terry debajo de la mesa y la apartó enseguida, ligeramente


ruborizado. Terry rió, bebió de su malteada y observándolo con los ojos entornados dijo:

-Remus, ¿puedo preguntarte algo?

-Claro.-dijo, aunque su tono no auguraba nada bueno.

-¿Por qué decidiste invitarme a salir ahora?

-Eh…
-Quiero decir, te di mi número hace semanas, te busqué durante el viaje… pensé que no
estabas interesado de esa forma y eramos solo amigos.-explicó con toda naturalidad, como si
no le causara nada demasiado abrumador tener que decirle todo eso, a pesar de que Remus
sentía cada vez más sangre en las mejillas.

-Bueno…-balbuceó, buscando las palabras.-Tenía… necesitaba… nunca había salido con


nadie, realmente.

-Oh.-dijo Terry, ladeando la cabeza.-Entiendo.

-Estuve un poco distraído.-confesó.-Mis amigos… y luego conocer a todos esos músicos…

-Escuché que la familia de Sirius te tuvo bien vigilado.-dijo el moreno, soltando un resoplido
impresionado.-No debió ser fácil para ti.

-Ni para mí ni para él.-contestó Remus enarcando las cejas. Terry esbozó una mueca
inteligible que le revolvió el estómago.

-¿Entonces decidiste invitarme hoy porque…?-y dejó la pregunta colgando en el aire,


esperando que Remus la atrapara.

Saber que iba a dejarle las cosas en claro y hacerlo eran cosas completamente distintas. Se
escuchaba muy sencillo en su cabeza decirle “Bueno, me pareces lindo y creo que sería
divertido salir este verano pero no quiero que sea nada serio porque estoy enamorado de otro
y tú volverás a tu ciudad y no creo que funcione para mucho más que algunas citas”, pero
pronunciar las palabras se sentía como una tarea monumental, imposible. Aunque bueno,
tampoco pensaba decir exactamente eso, no era estúpido.

-Porque me pareces lindo. Eres agradable.-comenzó. Hacerle cumplidos parecía una buena
idea. -Me gusta pasar tiempo contigo.

-Lo mismo digo.-contestó Terry, pero había cierta cautela en su voz. No era tensa,
exactamente, resultaba más curiosa.

-Y creí que… podríamos pasarla bien en lo que resta del verano. Juntos. Salir de vez en
cuando.-siguió, hablando demasiado rápido.-En plan… casual.

Terry se lamió los labios, entrecerró los ojos y se inclinó hacia adelante, tomando su mano
sobre la mesa con suavidad, como si sus dedos fueran frágiles y temiera que fueran a
desintegrarse con su contacto.

-¿Estás seguro de que eso es lo que quieres?-preguntó en un tono ligeramente escéptico.

Oh Dios, ahora iba a tener que aclararle que no sentía lo mismo que él y todo sería terrible y
terminarían los dos hechos un desastre.

Tragó saliva, fingió que el contacto de su mano no le estaba quemando y dijo:

-Bueno, Terry, en unas semanas vas a regresar a tu casa y yo me quedaré aquí, o regresaré a la
mía y…-balbuceó, apartando la mirada.-No creo que algo mas serio pudiera funcionar, la
verdad.

Y entonces Terry hizo lo último que Remus estaba esperando, se echó a reír, negando con la
cabeza y palmeó su mano en un gesto amistoso. No era una carcajada burlona, sino más bien
sorprendida, casi entretenida.

-Remus, yo creo que en el fondo no quieres tener nada conmigo.

El castaño frunció el ceño y se resistió al impulso de apartar los dedos porque se sentía
maleducado alejarse en ese momento.

-Yo te invité a salir.

-Lo sé, y me alegra que lo hayas hecho. Al menos no nos quedamos con la duda de lo que
hubiera pasado.-contestó Terry en ese tono liviano y amistoso que comenzaba a irritarlo.-Pero
creo que estás intentando obligarte a hacer algo que no te apetece para evitar pensar en otra
cosa… otra persona.

La indignación debió pintarle toda la cara porque Terry apretó su mano y esbozó una sonrisa
compasiva que terminó de ponerle los nervios de punta.

-Por favor no me lo tomes a mal, estoy seguro de que la habríamos pasado muy bien si los
dos estuviéramos en la misma página.-pidió con gentileza.-Pero quiero algo sencillo en este
momento y tú pensando en otro chico mientras sales conmigo suena bastante complicado.

Remus intentó pensar una respuesta coherente a eso. Odiaba haber sido tan transparente.
Odiaba que Terry pudiera ver a través de él con tanta facilidad. Odiaba que tuviera razón.
Odiaba a Terry y… Bien, quizás estaba exagerando. En realidad, pensó mientras soltaba un
resoplido, nunca lo había apreciado tanto como en ese momento.

-¿Cómo lo supiste?-fueron las únicas palabras que su cerebro pudo conjurar.

Terry volvió a sonreír, enarcando una ceja y soltando su mano, finalmente, para beber de su
malteada antes de contestar.

-Tú casi no hablas, ¿te has dado cuenta?-dijo como si fuera una peculiaridad fascinante.

-Eso me han dicho.-Remus quería estar enfurruñado pero Terry hacía todo tan ingrávido que
no pudo evitar contagiarse de su humor relajado.

-Bueno, pues cuando te decides a hacerlo, normalmente hablas de tus amigos. De uno de
ellos, en especial, aunque casi siempre sean quejas.-dijo con una mueca perspicaz, la media
sonrisa marcándole el hoyuelo.-Sirius es muy atractivo. Misterioso, talentoso. Parece
exactamente tu tipo.

Remus se ruborizó pero mantuvo una expresión impasible. Quiso mostrarse ofendido pero
visualizó la inminente carcajada de Terry y perdió las ganas de inmediato.

-¿Y entonces por qué aceptaste mi invitación?-preguntó, comiendo una de las papas fritas que
quedaban en su plato con el único propósito de ocupar su boca.
-Curiosidad. Eres guapo y me gustaría conocerte mejor, incluso como amigos, Remus.-dijo,
encogiéndose de hombros, intentando esconder una sonrisa.- Aunque tampoco estaba
completamente seguro de tener razón hasta que te pregunté el motivo de esta cita y te
fundiste en pánico.

No hubo más remedio que echarse a reír con él de sus propias desgracias.

-Me gustaría ser tu amigo, Terry.-dijo con toda sinceridad.-Si te soy honesto, hasta venir aquí
no me había relacionado con gente de la comunidad, no más allá de… tú sabes, y… No sé,
soy muy nuevo en todo aún.

-Y yo que pensaba que ya eramos amigos.-bromeó el moreno, fingiendo lamentarse.

Remus sonrió. Terry sonrió. Y pasaron el resto de la tarde conversando, paseando por el
muelle hasta que oscureció y fue hora de volver a la Academia.

-Mierda, estoy seguro de que me están esperando con un interrogatorio. Y ahora pasaré el
resto de la tarde explicándoles a todos que tú y yo no estamos saliendo.-dijo Remus,
pellizcándose el puente de la nariz como si pudiera anticipar el dolor de cabeza que sería
repasar la historia una y otra vez, inventar alguna mentira para no decir la verdadera razón de
su rechazo.

-Bueno, podrías decirles que estamos saliendo y omitir que es como amigos.-sugirió Terry
con un brillo en la mirada que le recordaba peligrosamente a James cuando se le ocurría
alguna travesura.-Es verdad, técnicamente.

Remus entornó los ojos. Quizás podría mantenerlo un par de semanas y simplemente dejar
que la atención en su vida amorosa se disipara. Se escuchaba mejor que tener que formular
algún engaño para sus amigos que sonara creíble después de que hubieran notado el interés
mutuo entre ellos, y que no involucrara al heredero de los Black de ninguna forma.

-Y si eso ayuda a que Sirius aprecie lo que tiene frente a él…-siguió Terry, enarcando las
cejas en un tono sugestivo.

-Sirius no siente nada por mí.-contestó poniendo los ojos en blanco.-No es por eso.

-Si tú lo dices…-le encajó el codo entre las costillas y echó a reír.-Me parece poco probable
que no le gustes después de pasar tanto tiempo contigo, Lupin. Seguro que hasta a James y
Peter les gustas un poco.

-Eres insoportable.-dijo, esperando que la luz de los faroles escondiera el rojo que coloreaba
sus pómulos.

-Ser insoportable y tener la razón son dos de mis mejores cualidades.

Caminaron hasta la Academia en un silencio cómodo, Terry disfrutando de la tarde, Remus


disfrutando de su compañía y reparando en que se sentía aliviado y mucho más tranquilo de
lo que se habría sentido de haber seguido presionándose por ir en contra de sus propios
deseos simplemente para distraer sus pensamientos de Sirius.
Más que nada estaba agradecido. Con Terry por abrirle los ojos. Con la vida por poner a
Terry en su camino. Consigo mismo, incluso, por evitarse el sufrimiento inminente de mentir
sobre sus propios sentimientos.

Chapter End Notes

Holaaa! Tengo que admitir que estaba nerviosa por este cap jeje, lxs veía bien
ilusionadxs porque terry y remus salieran que me daba miedo cómo fueran a reaccionar
con esto. La neta siempre leo a Remus rechazando gente en fics y quería cambiarlo un
poco, además de que siento que salir con Terry hubiera sido contraproducente para él
jeje.

En fin, espero no se hayan decepcionado y que les haya gustado el capítulo, mil gracias
por leer, comentar y subir edits y dibujos de la historia! En mi twitter grecusanne
siempre comparto todo lo que me mandan, por si quieren checarlo.

Lxs tqm, que tengan una linda semana!


XXVIII. el nuevo y mejorado Sirius Black
Chapter Summary

Remus se entera de la cita de James y Lily, y les cuenta de la que tuvo con Terry. Pesca
un resfriado después de un descuido.

CW: mención de maltrato intrafamiliar

Chapter Notes
See the end of the chapter for notes

-¡La mejor tarde de toda mi vida!

-Pero si ni siquiera se besaron.

-Paciencia, Wormtail. Estoy seguro de que en la próxima cita pasará.-dijo James, sacudiendo
una de sus manos para desestimar su comentario.-Y si no, esperaré dos más, o veinte, no me
importa.

Remus rió y puso los ojos en blanco. El humor de James, tan suspicaz y confundido al verlo
llegar al dormitorio después de su almuerzo con Terry, se había transformado por completo
cuando le dijo que le hablaría de su cita si él le contaba de la suya con Lily, y llevaba diez
minutos seguidos contando la historia en desorden, añadiendo detalles cada que los
recordaba, con sus ojos brillando y una sonrisa que denotaba el excelente cuidado dental al
que había sido sometido de niño.

-Entonces en el restaurante compartimos la lasaña vegetariana, porque saben que Lily no


come carne, ¿verdad?

Los otros tres respondieron afirmativamente al unísono. Remus intentó no prestar atención a
Sirius, pero podía sentir sus ojos sobre él, tan intensos y penetrantes como aquella vez del
concierto, con una expresión que era drásticamente distinta.

-Y sin querer la pinché con el tenedor por estar viendo su cara cuando hablaba, pero es que es
tan bonita que no quería dejar de verla, ¿entienden?

-Sí, James.-dijeron los tres, divertidos. James los ignoró.

-Ella estaba un poco nerviosa al principio, me preocupé por que fuera a ser incómodo, la
verdad, pero en cuanto nos sentamos y empezamos a hablar todo fue maravilloso.-siguió
contando, un suspiro profundo y enamorado dejando sus labios.-Voy a casarme con ella, se
los juro.
-No se lo digas aún, la espantarías.-dijo Sirius con media sonrisa.

-El punto es, fue el mejor día de mi existencia.-sentenció James, dejándose caer sobre su
cama, extendiendo los brazos y golpeando a Sirius en el proceso, que estaba sentado con sus
botas sobre las sábanas.-Y cada cita que tenga con ella va a ser mejor que la anterior, estoy
seguro.

-Me alegro mucho, Potter.-dijo Remus con toda sinceridad, sonriendo y ladeando la cabeza.

-Esperemos que Lily piense lo mismo.-dijo Peter, pero no fue en tono de broma, sino un poco
consternado. James asintió, tenso también, y Sirius puso los ojos en blanco.

-Esa chica se derrite por ti, Prongs, no te preocupes.-dijo, cruzando una bota sobre la otra.

-En cualquier caso, Remus nos dirá qué opina ella, ¿verdad?-intervino Peter, mirándolo con
las cejas enarcadas.

-No pienso dar detalles.-dijo él, chasqueando la lengua con desaprobación.-Pero supongo que
podría darles la idea general de cómo lo sintió.

-Sabía que era buena idea tenerte de amigo.-bromeó James, asegurándose de que su tono
fuera ligero.-Y, hablando de contarnos cosas, es tu turno de describirnos tu cita.

-Y a Terry, ni siquiera lo conocemos.-exigió Peter como si fuera la peor de las ofensas.

Remus posó su mirada en el armario para no ver a ninguno de los otros, cruzándose de brazos
como reflejo, intentando que no se notara el nerviosismo en su voz.

-Lo conocí hace unas semanas, me dio su número y comenzamos a hablar, no sé.-dijo
después de aclararse la garganta.-Es divertido, nos llevamos muy bien…

-¡Pero queremos detalles, Moony!-exigió James, que de nuevo volteaba en dirección a Sirius
cada pocos segundos, sin molestarse en ser discreto.

-Es guapo, toca el clarinete y le gustan los videojuegos.-enlistó Remus, encogiéndose de


hombros.

Estaba esforzándose con cada célula de su cuerpo para no observar las emociones que
pasaban por el rostro de Sirius, a pesar de que era cuestión de mover sus ojos unos milímetros
y aún se sentía analizado por él, como si en cualquier momento fuera a hundirse en el peso de
su escrutinio. Y, sin embargo, no fue necesario buscar su reacción, porque de pronto escuchó
su voz, ácida como solo podía ser la voz de Sirius:

-Todo un galán, claramente. No sé cómo no le llueven propuestas de otros chicos.

James hizo una mueca de reproche. Peter apartó el rostro, incómodo. Remus enarcó una ceja
e intento hacer su mejor expresión de estar poco impresionado.

-Suena como un tipo interesante. Sus padres conocen a los míos, creo.-dijo James en un tono
conciliatorio.-¿Por qué no nos habías contado de él?
Remus se sonrojó ligeramente antes de encogerse de hombros, jugando con la manga de su
playera en un movimiento ansioso.

-No lo sé. No les había contado que soy gay.-explicó.-Me parecía extraño anunciar que estaba
hablando con un chico cuando no era nada serio.

-¿Y ahora?-preguntó Peter en un tono sugestivo.-¿Es más serio?

-Terry haría bien en comprometer al prodigio de la Academia antes de que alguien más se lo
gane.-dijo James en un tono ligeramente severo, casi acusatorio, pero Remus no sabía a quién
iba dirigido.

-Digamos que pensamos salir de nuevo.-dijo Remus, sintiéndose un poco culpable de


caminar sobre esa fina línea entre la omisión y la mentira.

-Tendrás que presentárnoslo, entonces.-dijo Sirius, su voz aún fría pero más serena, quizás
calculadora.-Si va a ser parte del grupo.

Peter asintió de inmediato, James solo los observó con detenimiento.

-Si quieren.-contestó con el ceño fruncido.

Remus no tenía intención de que sus amigos lo conocieran, en realidad, pero no parecía que
fueran a darle mucha opción, así que cuando ellos asintieron, él lo hizo también, sintiendo
como si el frío en la mirada de Sirius fuera a convertirlo en granizo en cualquier momento.

~~~

La versión de Lily de su cita con James tenía cada gota de entusiasmo que había contenido la
de él, solo que era más mesurada. No hubo gritos ni sonrisas delatadoras, sino gestos que fue
incapaz de controlar y que emanaban los sentimientos que comenzaban a florecer en ella: piel
rosada, pestañeos rápidos, comisuras levantadas y miradas pérdidas. Remus no se resistió:

-Te tiene completamente enamorada, Evans.

Ella golpeó su brazo pero tuvo que apartar el rostro para intentar ocultar su sonrojo violento y
evidente.

-Calla, fue una cita, nada más.

-Antes de que nos demos cuenta estarás casándote con él y poniéndole Sirius a tu primer hijo.

La mueca horrorizada de Lily lo hizo estallar en carcajadas.

-Jamás le pondría Sirius a mi hijo.-espetó, indignada.

-Me alegra saber que esa es la única parte con la que no estás de acuerdo.

Cuando Remus creyó que el color de sus mejillas no podía saturarse más, su amiga le
demostró lo contrario. Comenzó a preocuparse por la integridad de su sistema cardiovascular
cuando se volvió más saturado que el tono de su cabello.

-Pasar tanto tiempo con ellos te está afectando.-dijo con un chasquido desaprobatorio.-Solías
ser más sensato.

Remus suspiró, la culpa volviendo a él poco a poco.

-Quizás tengas razón.

Lo único que Lily tuvo que hacer fue enarcar una ceja y Remus ya estaba contándole de su
propia cita mientras los dos se dedicaban a ordenar botellas de vino en el bar de Wol’s.

La decepción de la pelirroja se convirtió en sorpresa y luego en censura cuando escuchó el


final de la historia sobre su mentira-que-no-es-una-mentira-realmente,-Lily.

-No necesitas poner a Sirius celoso.-dijo ella con el ceño fruncido, limpiando la barra con
innecesaria vehemencia.-Si quiere algo contigo puede comportarse como persona normal y
dejar de tratarte como una paria.

-No intento ponerlo celoso.-se defendió él, aunque las palabras le supieron falsas entre los
labios.-Pero no quiero dar más explicaciones de mi vida privada.

Ella lo miró con los ojos entornados y sacudió la cabeza como si quisiera abofetearle hasta
que reaccionara. Lamentablemente para Lily, era demasiado bajita para eso.

-Como tú digas.-sentenció ella.-Solo quiero que conste que te advertí que era mala idea
cuando esto eventualmente se vuelva en tu contra.

-Sí, madre.

-Sigue así y le diré a Petunia que llevas diez minutos fingiendo trabajar conmigo para no
ayudarle con las mesas.-le amenazó, apuntándole con su trapo.

-Yo le diré que estás saliendo con James Potter.-dijo Remus en un tono ligero. Lily abrió los
ojos y bajó el trapo lentamente.-Y que planeas casarte con él.

-Bien jugado.

~~~

El lunes por la mañana, Remus se sentía observado por todo el mundo, y no tenía idea de si
estaba sólo en su imaginación o verdaderamente estaban susurrando por el campus sobre su
orientación sexual.

Habría sido más fácil discernir si estaba ocurriendo de no haber estado caminando en el
mismo grupo que Sirius, quien ese lunes en la mañana vestía de nuevo sus pantalones roídos
con una playera de un rojo muy oscuro y lentes de sol, como si fuera una estrella de cine
estúpidamente hermosa, pensó Remus, irritado.
Era todo un acontecimiento porque Sirius Black y todos los miembros de su familia eran
siempre los más elegantes, los más recatados de la Academia, y ese atuendo, acompañado de
un actitud más extrovertida y relajada de la que acostumbraba, era definitivamente suficiente
para ganar la atención de todo el campus.

Pero lo más sorprendente llegó a la hora del almuerzo, cuando una Narcissa furiosa se abrió
camino entre los pobres estudiantes que esperaban en la fila y lo tomó del hombro con tanta
fuerza que clavó las uñas en su ropa:

-Ven conmigo. Ahora.

Y Sirius, que usualmente se habría levantado con una tormenta detrás de sus ojos pero una
expresión perfectamente compuesta, bebió de su limonada lenta e irreverentemente, y dijo
con una mano en la barbilla:

-Mmm… No gracias, estoy ocupado.

Narcissa apretó su agarre pero él no se inmutó, sino que tomó un pedazo de pan de su charola
y le dio un mordisco con toda la calma del mundo.

-He dicho que vengas.

-Y yo dije que estoy ocupado.-contestó Sirius, regresando su mirada al frente, ignorando su


presencia.-Pero si te apetece puedes escribirme un mensaje de texto. O enviarle un correo a
Walburga hablándole de mi despreciable comportamiento. Honestamente no podría
importarme menos.

El rostro de Narcissa se contorsionó en una mueca iracunda, murmuró algo como “Te vas a
arrepentir, Sirius”, y se fue dando zancadas por el comedor, dejando al resto de la mesa en un
silencio sepulcral.

Remus nunca se había sentido tan atraído a Sirius como en ese momento, siempre lo había
encontrado guapo, cautivador, pero la seguridad con la que había hablado, y su semblante
completamente impávido mientras se enfrentaba a una de las pocas personas en ese lugar que
parecían tener algún tipo de control sobre él, había hecho que algo eléctrico, casi doloroso, le
recorriera las extremidades y se asentara en su torso.

-Eso fue…-dijo Dorcas, expresando la conmoción de los demás.

-¡Espectactular!-exclamó Mary, sacudiendo a Sirius con incredulidad.

Él esbozó una sonrisa, pero era algo reservada, como si tampoco lo hubiera asimilado del
todo.

-No sé qué acaba de pasar.-dijo James, que lo observaba boquiabierto.-Pero nunca voy a
olvidar la expresión en su cara. Fue gloriosa.

-¿Seguro que no te meterás en problemas?-preguntó Peter, con el ceño fruncido de


preocupación. Remus le agradeció que lo dijera para no tener que hacerlo él.
-Hablaba en serio, no me importa en lo absoluto.-contestó Sirius, y aunque su voz era toda
honestidad, Remus distinguió algo más en su mirada.

Cuando volteó su rostro en dirección a él fue como si se supiera observado, sus ojos
directamente sobre los suyos, con tal intensidad que le fue imposible apartarse a pesar de que
lo hacía sentir vulnerable.

Remus no hizo ningún comentario. “Felicidades” parecía inadecuado y preguntarle de dónde


había salido todo eso parecía casi violento, así que se limitó a escuchar la conversación con la
esperanza de obtener un poco más de contexto a partir de los cuestionamientos de los otros,
pero Sirius parecía tajante en no querer compartir mucho más, así que la conversación avanzó
a otro tema poco tiempo después.

Antes de terminar el almuerzo, sus amigos ya habían organizado un grupo de estudio para las
audiciones que se aproximaban para la presentación final, pues, al parecer, los lugares que
tenían en los ensayos no eran definitivos, sino que tenían que ganarse el puesto que querían.
A pesar de que todos estarían incluidos en la orquesta, las audiciones ayudarían a decidir
quién haría de líder en cada sección, y la posición que ocuparían en el esquema general.

-¿Vas a audicionar para el piano, Remus?-le preguntó Marlene.

-Seguro que te darían el primer lugar del instrumento que quisieras si audicionas para él.-
sentenció Peter, hablando con toda seriedad.

-Si pudieran le darían todos los instrumentos.-dijo Sirius con media sonrisa, y aunque su tono
no era necesariamente combativo, Remus sintió sus defensas erigirse al escucharlo.

-Pienso quedarme con el piano.-contestó finalmente.-Ya tengo el repertorio practicado.

Todos comenzaron a anunciar el instrumento para el que planeaban audicionar, aunque


ninguno varió del que solían utilizar normalmente, y luego hablaron de la pieza individual
que tendrían que tocar en el concierto.

-Puede ser una interpretación de cualquier melodía, pero lo más recomendable es componer
una propia.-le explicó Dorcas a Remus.-Sobre todo si estás compitiendo por la beca.

Lo había dicho en voz baja pero era claro que no había sido discreción suficiente, porque
algunos de sus amigos voltearon a verlo, haciendo muecas al tener ahí sentado a Sirius
también, pero él no se inmutó, y no parecía ser de esas veces donde fingía estar tranquilo,
pues siempre lo delataban pequeños gestos como sus labios apretados, su clavícula tensa o
respiración alterada, todos ausentes en ese momento.

-Tiene sentido.-dijo Remus con media sonrisa nerviosa.-Gracias por decirme.

Hasta ese momento sus amigos se habían contentado el recuento más general de la cita, pero
cuando Terry entró al comedor y lo saludó de lejos, todos se volvieron en su dirección y
comenzaron a bombardearlo con preguntas y comentarios sobre lo guapo que era.
-Tienes que invitarlo al bar para que lo conozcamos.-sentenció Mary por encima del resto,
amenazándolo con la cuchara de su sopa.

-¿Vamos a ir al bar esta semana?-preguntó Peter después de sorber su vaso.

-Este fin de semana no, el siguiente.-explicó Dorcas.-O al menos eso quedamos con Lily,
parece que el sábado va a haber un evento en el restaurante y no tendrá tiempo libre.

-Además, así le damos una semana más a Remus para que esconda a Terry de nosotros.-
bromeó Marlene, guiñándole un ojo.-No vaya a salir huyendo cuando nos conozca.

-Ese chico puede ser muchas cosas, pero cobarde no parece una de ellas.-dijo Sirius con
completa naturalidad, como si hablar de la vida amorosa de Remus fuera algo que hacía
regularmente.

Remus lo miró con el ceño fruncido, y James le siguió, ambos completamente confundidos
por su comportamiento, pero el resto comenzó a hablar de las parejas pasadas del grupo y
pronto la atención estaba centrada en uno de los pobres exnovios de Marlene.

Lo único en lo que Remus estaba pensando era lo impresionante que era la capacidad de
Sirius para afectar su humor; un momento estaba deseando sentarlo sobre su regazo y besarle
el cuello lenta y plácidamente, y al siguiente quería sacudirlo hasta que le dijera por qué
carajos había cambiado tanto de forma tan abrupta, y escuchar lo que realmente pensaba de
su supuesta relación con Terry.

~~~

En retrospectiva quizás había sido irresponsable encender el aire acondicionado a tanta


intensidad inmediatamente después de ducharse, pero Remus no se había resistido porque
apenas salir del baño ya podía sentir el sudor resbalándole por la nuca y era completamente
ridículo que hiciera tanto calor, era como si quisieran cocinarlo vivo.

Claro que pensó que su sistema respiratorio podía resentir el cambio de temperatura, pero
seguro que para ese punto, después de semanas de vivir en los dormitorios de la Academia,
su cuerpo ya estaba algo acostumbrado a los choques de calor y frío, ¿cierto?

Érroneo. Absolutamente érroneo.

El martes en la mañana Remus estaba sonándose la nariz mientras un James preocupado


presionaba una mano contra su frente para asegurarse de que no estuviera ardiendo en fiebre.

-Es solo un resfriado, James.-intentó explicarle por enésima vez.-Lo único que necesito hacer
es descansar.

-Creo que no tienes fiebre.-sentenció, bajando su mano.-Pero quizás deberías tomar un


antibiótico.

-Los virus no responden a los antibióticos.-replicó Remus con un suspiro de cansancio.

-¿Y cómo sabes que es un virus y no una infección?-le cuestionó James con escepticismo.
-Porque he estado enfermo una centena de veces, James.-le dijo Remus, sintiendo sus niveles
de paciencia comenzar a disminuir poco a poco.-Literalmente tengo una enfermedad crónica.

La mueca de James se tiñó de culpa y comenzó a asentir.

-Claro, tienes razón.-dijo.-Tú sabes más que yo de estas cosas.

-Gracias.-respondió, palmeándole el hombro para hacerle saber que estaba todo bien entre
ellos.-Ahora ve a desayunar o no habrás comido antes de clase, y todos sabemos que esa es
una muy mala idea.

James rió, quizás con demasiadas ganas para ser genuino, pero terminó por levantarse de la
cama con un suspiro de desaprobación.

-Te traeré algo después del primer periodo.-dijo en su tono más severo.-Tienes que comer
para recuperarte.

Remus asintió. No le veía el caso a pelear.

Se despidieron y Remus se recostó en el colchón para intentar dormir un rato más, no tenía
tarea pendiente y parecía inútil intentar hacer cualquier otra cosa.

Si era honesto no se sentía especialmente mal, era solo un resfriado, como le había dicho a
James, pero con su condición habría sido poco sensato salir a enfrentarse a todavía más
cambios de temperatura y arriesgarse a contraer algo peor, así que había tenido que resignarse
a pasar todo el día encerrado en el dormitorio.

Solo pudo dormir media hora más y cuando se despertó intentó leer pero su mente estaba
ligeramente apanicada pensando en que se estaba perdiendo un montón de clases y
conocimiento que seguramente sería esencial para ganar la beca que necesitaba y quizás
simplemente tenía que ponerse una bufanda e ir a clase.

No, estaba siendo completamente irracional, se dijo, frotándose los ojos. Un día de ausencia
no iba a arrebatarle todo su futuro.

Se distrajo anotando la música que pasaba por sus pensamientos, quería tener algunas
opciones para su presentación individual del final del verano, y estaba bastante seguro de que
los problemas que iba a tener serían más de escoger la pieza correcta que de escribir una
melodía digna de ser tocada frente al profesorado.

James le trajo el desayuno como prometió, Peter llegó con el almuerzo unas horas después, y
cuando estaba esperando ver a James de nuevo para la cena, escuchó golpes en la puerta y
dijo un “Adelante”, ligeramente confundido porque James nunca se molestaba en tocar.

Sirius entró a la habitación a pasos lentos, como si esperara ser echado en cualquier
momento, vestido de nuevo con su ropa casual y desteñida, portando una caja entre las
manos. Su expresión era evidentemente cautelosa, incluso un poco tímida, pero no podía ser
eso porque Sirius Black jamás había sido tímido en toda su vida, en lo que respectaba la
opinión de Remus.
-Hola.-dijo, resistiéndose a la urgencia de arreglarse el cabello y la ropa en su presencia.-
¿James está ocupado?

-No.-contestó Sirius después de un momento de considerarlo.-No. Me dijo que estabas


enfermo así que me ofrecí a venir.

-Oh.-Remus sintió como aumentaba la temperatura de sus mejillas.-¿Gracias?

-¿Es tan extraño que quisiera comprobar que no estuvieras asfixiándote en tu propia cama?-su
tono pretendía ser divertido pero solo logró irritar al castaño.

-Considerando que llevas una semana y media sin hablarme, y que cuando intenté ayudarte
me trataste como si acabara de robarme toda tu fortuna y besado a tu esposa antes de huir, yo
diría que sí.-dijo Remus entre dientes, luchando contra el estornudo que comenzaba a
cosquillearle la nariz porque parecía vergonzoso estornudar frente a él.

La culpa se dibujó en el rostro de Sirius, y luego se endureció un poco, dejando la caja de


comida sobre el escritorio.

-Hemos hablado.-se defendió, pero Remus entornó los ojos.-Bueno… quizás… no tanto
como me hubiera gustado.

-Oh, por favor, Black. Ninguno de los dos es así de crédulo.

Sirius lo miró, cruzándose de brazos pero dando un paso en dirección a su cama.

-Tienes razón.-contestó, como si tuviera dificultades fisiológicas para pronunciar esas


palabras.-Intentaste ayudarme y fui un patán contigo. Lo siento.

Remus se quedó callado, simplemente porque no tenía idea de cómo reaccionar frente a un
Sirius arrepentido, pero su expresión se suavizó un poco.

-También te traje los apuntes de la clase de hoy como disculpa.-dijo, levantando la caja de
comida y develando un montón de hojas que parecían haber sido arrancadas de un cuaderno.-
Los de James siempre contienen alrededor de tres palabras, y Peter les deja demasiada
información innecesaria.

El corazón de Remus se movió en su pecho como si hubiera dado tres volteretas. Todos
sabían que Sirius no tomaba apuntes, tenía la información teórica de cualquier asignatura
perfectamente memorizada, y eso quería decir que se había molestado en prestar atención y
resumir la información con el único propósito de entregársela a él.

-Gracias.-su voz salió ahogada, pero no le importó demasiado porque habría sido imposible
que no lo hiciera.-Es muy considerado de tu parte.

Sirius esbozó una sonrisa pequeña, más educada que alegre, y se paró frente a la cama de
Remus, pero decidió que eso se sentía demasiado formal y terminó acomodándose en la cama
de James, con los codos apoyados en las rodillas.
-Sé que no excusa mi comportamiento…-comenzó, sinceridad en su voz.-Pero ver a mi
familia siempre es difícil para mí.

El castaño asintió, temeroso de cometer los mismos errores que había cometido al hablar de
los Black durante el viaje.

-Lo sería para cualquiera.-dijo en voz baja.

Sirius se pasó una mano por el cabello y Remus sabía que era un momento importante y que
no debía estar fijándose en eso, pero Sirius era tan naturalmente atractivo que le parecía un
insulto al resto de la humanidad.

-Puedo lidiar con Narcissa y con Bellatrix, estoy acostumbrado a sus comentarios
venenosos.-explicó con el ceño fruncido.-Pero ver lo que le están haciendo a Regulus es…
repugnante.

Remus no se atrevió a moverse, casi hubiera dejado de respirar de haber sido posible. Sirius
estaba siendo vulnerable con él como solo había sido aquellas noches en la cocina, y quería
evitar espantarlo a toda costa.

-Siempre ha sido el hijo favorito, hace todo lo que mis padres le pidan, sin importar lo
horrible que sea.-dijo, y luego su voz adquirió un tono sarcástico.-¿Pasar dos noches sin
dormir para practicar una pieza? Por supuesto, madre. ¿Chantajear al director de la orquesta
juvenil para que lo pongan como primer violín? Sin ningún problema.

Una sensación violenta y fría se removió dentro de su cuerpo. Claro que Sirius aborrecía a su
familia, ningún niño merecía pasar por todo eso.

-No sé por qué quise creer que quizás no era demasiado tarde para él cuando es igual que
ellos, fui un idiota.

-No eres idiota, Sirius.-dijo Remus de inmediato.-Lo quieres. Es tu hermano.

Sirius llevaba una oscuridad en su mirada que ensombrecía el resto de su rostro, afilando sus
facciones y haciéndolo parecer un poco menos compuesto, más humano.

-Dudo que siga considerándome su hermano cuando termine el verano.-respondió con una
risa amarga y dolorosa.-Sé que Narcissa y Bellatrix borraron a Andromeda del árbol
genealógico desde que se escapó con su novio.

Remus frunció el ceño y se irguió un poco en la cama.

-¿A qué te refieres?

Sirius salió del ensimismamiento en el que estaba metido, sacudiendo la cabeza y


enderezándose también.

-A nada. Es solo que nos estamos volviendo muy diferentes.-dijo, un timbre extraño en su
voz.
Remus no le creyó, pero no tenían la suficiente cercanía para cuestionarlo, así que
simplemente asintió con escepticismo.

-La idea de tener un hermano siempre me ha parecido fascinante.-admitió después de un


momento especialmente largo en silencio.

-Es probable que yo no sea el mejor referente-contestó Sirius con un bufido divertido.

-Quizás haya sido para bien que fuera hijo único.-dijo Remus, ladeando la cabeza.-No sé que
hubieran hecho mis padres de haber tenido que cuidar a otro niño, incluso uno saludable.

Sirius lo miró atentamente, sentado en la orilla de la cama.

-¿Siempre has estado enfermo?

-No. Tuve mi primera crisis cuando tenía cuatro años.-semanas antes le había contado de esa
cirugía, pero no que había sido la primera.-Creo que estaban pensando en tener otro hijo, de
hecho, pero las cuentas del hospital consumieron todos sus ahorros.

Hablaba pausadamente, como si contarlo no le retorciera el corazón ni lo llenara de culpa.

-¿No tenían seguro médico?

-Intentaron contratar uno después de un par de años, pero no es un buen negocio para las
aseguradoras aceptar clientes que van a estar dentro y fuera de hospitales por el resto de su
vida.-intentó que su tono fuera ligero, pero salió ahogado, casi adolorido.

Sirius asintió, de pronto parecía años más maduro, más sabio. Era muy extraño de ver.

-¿No existe ningún tratamiento, entonces?

-Para los síntomas, claro.-contestó, encogiéndose de hombros.-Pero las enfermedades


crónicas se llaman así porque son perpétuas.

Sirius volvió a asentir, golpeteando sus rodillas con sus dedos.

-No me he comportado como debería sobre este tema, Remus.-dijo, casi como si estuviera
reparando en ello en ese momento.-Es tu salud, y ninguno de nosotros tiene derecho a opinar
sobre como debes sobrellevarla. Lo siento.

-¿Dos disculpas de Sirius Black en un día?-bromeó, enarcando una ceja.-Temo que la tierra
vaya a partirse en dos en cualquier momento.

Sirius sonrió, e incluso en ese momento tan extraño y confuso, a Remus le pareció la vista
más bonita del mundo.

-Yo no tentaría mucho al universo, si fuera tú.-contestó, arqueando las cejas y levantándose
para acercarle la cena.-Te dejaré comer tranquilo. No vaya a ser que Terry venga a visitarte y
nos encuentre aquí solos.
Su tono había sido casual, demasiado para insinuar que sería comprometedor para Remus que
lo vieran encerrado en una habitación con él, ¿estaba coquetéandole o disfrutando de verlo
retorcerse de la vergüenza?

-No tendría por qué molestarse. Él y yo solo somos amigos.-dijo, intentando escucharse
divertido, y, evidentemente, fallando.

Sirius le entregó la caja y sus dedos se tocaron un instante antes de que se apartara. Su piel
comenzó a arder como si lo hubiera quemado.

-Es bueno saberlo.-contestó, con media sonrisa.

Cuando se fue, Remus tuvo que contener las ganas de gritar contra su almohada.

Chapter End Notes

OMGGGGG SE ESTA PONIENDO INTENSO ESTOOO.


Muchas gracias por leer y comentar como siempre! Alegran mi día siempre que publican
algo respecto al fic. Espero que les haya gustado el capítulo, ya empieza a evolucionar
todo jiji. En fin, qué creen que esté pasando con Sirius? Creen que a Remus le salga bien
su jueguito con Terry?

Tengan una bonita semana! Lxs tqm


XXIX. la octava sinfonía de Schubert
Chapter Summary

Remus reflexiona sobre las palabras de Sirius y tiene un encuentro inesperado con
alguien que le da una noticia confusa.

Chapter Notes
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Remus era estúpido. Completamente idiota.

Esa era la conclusión a la que había llegado, porque era la única forma coherente de referirse
a alguien que llevaba obsesionándose por tres palabras durante media semana, dejando que
una oración le consumiera la cordura poco a poco.

“Es bueno saberlo”.

Una oración con sujeto tácito. Breve, concisa.

Es; del verbo “ser”. Conjugado en el presente de la tercera persona.

Bueno; adjetivo que describe algo positivo, generalmente.

Saberlo; del verbo “saber”. Se refiere a tener conocimiento de algo.

Si lo intentaba abordar de forma objetiva, analizando sus palabras sistemáticamente y sin


dejar que las mariposas en su estómago intervinieran en su razonamiento, Remus podía
asumir que Sirius había tenido una reacción positiva al enterarse de que no tenía nada serio
con Terry.

¿Y eso qué carajos significaba? ¿Por qué Sirius se alegraría de saber eso? ¿Qué motivo
podría tener para sentirse satisfecho de que Remus no estuviera saliendo con Terry?

Quizás le aliviaba saber que Terry no pasaría mucho tiempo con ellos, pues no parecía
haberle agradado mucho cuando lo conoció. Quizás era homofóbico o algo así y prefería no
tener que presenciar muestras de afecto entre ellos (una teoría descabellada, claro, pero
Remus no iba a descartar ninguna opción a esas alturas). O quizás Sirius estaba feliz de saber
que Remus no tenía una relación seria porque quería salir con él.

Y cuando pensaba en la última opción reaccionaba con una diversión casi histeria mezclada
con dolor de estómago, así que procuraba no pensar en ella mucho tiempo. Era ridícula,
después de todo.
No quiso hablarlo con Lily ni con Terry porque sabía que obtendría la misma respuesta de
ambos, la que evidentemente quería escuchar pero le daría esperanzas en un ámbito donde era
mejor tener expectativas más realistas, así que decidió mantenerlo para si mismo y dejar que
lo atormentara como si no tuviera otras cosas por las que preocuparse.

Por ejemplo, la clase de composición del viernes en la mañana.

Remus no tenía problemas en esa asignatura, era una de las que mejor se le daba, de hecho,
pero le era difícil canalizar la sensación de nostalgia que el profesor estaba pidiendo para su
ejercicio cuando sólo podía pensar en las palabras de Sirius y la sonrisa con la que las había
acompañado, así que todas sus armonías se escuchaban demasiado confusas, en ocasiones
alegres y en otras frustradas.

Y la actitud de Sirius tampoco estaba ayudando, porque donde normalmente era el alumno
ejemplar, se mantenía serio y solía echarle miradas recelosas a Remus cuando recibía elogios
del profesor, ese día ni siquiera parecía importarle mucho la clase, estaba demasiado ocupado
haciendo caricaturas satíricas de sus compañeros en lugar de escribir sus melodías. Cuando
fue su turno ni siquiera se molestó en fingir que había intentado componer algo, sino que
simplemente improvisó una melodía con su violín y su inmenso talento combinado con sus
años de estudio le dieron un resultado aceptable, por lo que el profesor no pudo hacer más
que aprobarlo a regañadientes y aclararle que tenía mucho más potencial del que estaba
demostrando.

Incluso bromeó con Remus un par de veces, pidiendo crítica constructiva para el dibujo que
había hecho de Peter con enormes dientes de ratón cuando debía haber estado practicando su
composición. “Relájate un poco, Moony”, le pidió después de poner los ojos en blanco
cuando Remus se negó a contestar su petición.

Le hirvió la sangre, su pulso se aceleró. ¿Cómo era posible que lo detestara y lo deseara tanto
al mismo tiempo?

Pero lo más sorprendente de todo ocurrió cuando salieron de clase y comenzaron a caminar
hacia el otro edificio. Sirius parecía más calmado, un poco pensativo, y andaba junto a él
como si fuera normal que no estuviera pegado a James.

-Me gustó la última armonía que presentaste.-le dijo, y Remus lo observó de reojo buscando
algún indicio de burla.-Lo digo en serio, eres irritantemente talentoso, Lupin.

-Gracias.-contestó con el ceño fruncido, sin poder evitar sonar un poco a la defensiva.

Sirius sonrió levemente y apretó el paso para encontrarse con las chicas, dejando a Remus
con James y Peter, quienes también lo miraban perplejos:

-¿Alguien tiene idea de lo que le está sucediendo?-preguntó el castaño, consternado.

-Ni idea.-dijo Peter, encogiéndose de hombros.

-Nos lo dirá cuando esté listo.-dijo James con los labios apretados y la espalda tensa.-Espero.
La historia del desinteresado Sirius Black en clase de composición no tardó en circular el
campus, así que no fue ninguna sorpresa que Narcissa se apareciera debajo del árbol donde
solían sentarse después del almuerzo para reñirlo por su comportamiento. La rubia parecía a
punto de explotar de la rabia, y Sirius de nuevo se mantuvo calmado, desestimándola con una
facilidad que nadie habría creído posible de no verlo con sus propios ojos.

El grupo se había puesto de acuerdo para tener el primer grupo de estudio ese día por la tarde,
por lo que a eso de las dos se reunieron en la sala de música que alguien, seguramente Peter o
Dorcas, había reservado para ellos.

Remus no estaba muy seguro de si grupo de estudio en realidad significaba grupo de estudio,
pues conociendo a sus amigos podía simplemente ser una excusa para reunirse a beber o
planear alguna broma a los de primero, pero cuando llegó con sus partituras y se sentó en el
piano, se encontró con el resto afinando sus instrumentos y acomodando sus propias hojas en
los atriles.

A veces le era difícil recordar que para ellos, quienes habían tenido el privilegio de estudiar
música a ese nivel desde jóvenes y cuyo ingreso a la Academia estaba garantizado con o sin
beca, también era un suceso importante graduarse del programa, también adoraban la música
y también habían trabajado mucho para tener la habilidad que un curso de ese nivel requería.

Sirius llegó poco después que él, pero no olía a cigarro como usualmente hacía cuando se
desaparecía al terminar las clases, y tampoco parecía sombrío ni demasiado tenso. Remus lo
escudriñó con la mirada, analizando sus movimientos y esperando encontrar algo que delatara
que escondía sus emociones reales detrás de una fachada cuidadosamente construida, pero no
encontró nada.

Sirius debió sentirse observado porque levantó el rostro de su chelo y enarcó una ceja en su
dirección a forma de saludo, sin sonreír como tal, pero con una disposición amigable que lo
descolocó por un momento. Remus apartó la mirada e intentó no sentirse demasiado irritado.

Entre los siete no estaban ni cerca de ocupar todos los instrumentos de una orquesta, pero
cada quien se ocuparía de su parte de la melodía e intentarían que se escuchara coherente, por
lo menos. Tenía una división más o menos equitativa de las secciones de la orquesta, un par
de viento, cuerdas y el piano, así que podían ingeniárselas bien, pensó Remus.

-Oh, dios, disculpen la hora.-dijo de pronto una voz desde la puerta.

Lily había dejado un estuche con forma de violín en el suelo y estaba peinándose la trenza
anaranjada que se había deshecho en el camino. A juzgar por el color de su rostro y el brillo
que cubría su piel había llegado corriendo.

-¡Lily!-James fue el primero en levantarse a saludarla, evidentemente.-¿Qué haces aquí?

-Las chicas me dijeron que iban a ensayar y necesitaban un violín.-dijo ella, entornando los
ojos en dirección a sus amigas.-No sabría que estaríamos todos...

-Ah… si lo prefieres nosotros podemos irnos.-contestó James de inmediato, e hizo ademán de


comenzar a desarmar su tuba.-Volveremos después, no hay problema.
-No. Necesitamos practicar.-intervino Peter en un tono ansioso.-Las audiciones son la
próxima semana.

James le hizo tal mueca de reproche que cualquiera habría creído que acababa de insultar a
Lily y a toda su familia. Remus los miraba divertido, con los brazos cruzados y una ceja
levantada, y cuando sus ojos se cruzaron con los de Sirius, quien tampoco había hablado
hasta ese momento, los dos compartieron una sonrisa entretenida.

-¿Pueden dejar de actuar como niños?-dijo Marlene, poniendo los ojos en blanco.-Han tenido
una cita, no están comprometidos. Seguro que Lily y James pueden controlar sus impulsos
durante una hora para que podamos practicar.

-¡Nunca dije que fuera un problema!-se defendió ella, sentándose entre Mary y Sirius,
quienes conformaban la sección improvisada de cuerdas.

-De haber sabido que verlos salir sería tan gracioso, habría obligado a James a invitarte
mucho antes.-dijo Sirius, recargado en su asiento con los brazos detrás de la cabeza como si
estuviera disfrutando de un espectáculo.

-Si te conociera mejor, te daría un puñetazo.-dijo Lily, fulminándolo con la mirada.

-No lo dudo.

Marlene y Dorcas compartieron una mueca con Remus que claramente decía “¿Ves por qué
no le decimos a nadie?”, y aunque les dio la razón con un asentimiento de cabeza y una
sonrisa, por dentro se sentía agradecido de haber encontrado a ese montón de idiotas que se
querían entre todos como si fueran familia.

~~~

El evento para el que habían reservado Wol’s resultó ser una cena de compromiso que
ocurriría al día siguiente. El cliente había dejado instrucciones muy específicas y
complicadas, por lo que en lugar de abrir el restaurante esa noche se dedicaron a mover
muebles, limpiar paredes y dejar todo como el novio les había indicado.

A eso de las diez y media Remus ya estaba caminando de regreso a la Academia, no había
usado la energía que normalmente necesitaba durante su turno que terminaba en la
madrugada, así que aún se sentía muy despierto para dormir y decidió caminar por el campus
durante un rato.

Le resultaba extraño imaginarse en ese lugar ya como universitario, concebirlo como la


institución donde pasaría los siguientes años de su vida formándose y creando los recuerdos
que no había tenido oportunidad de crear antes, rodeado de personas que lo entendían y lo
apreciaban y no lo creían extraño por tener música reproduciéndose en su cabeza día y noche.

El verano se estaba agotando y el futuro se avecinaba cada vez con más insistencia. Hasta ese
momento no se había dejado pensar en lo que haría si no ganaba esa beca porque la mera idea
era aterradora y dolorosa, pero Remus era una persona sensata y sabía que necesitaba un plan
de contingencia en caso de tener que abandonar su sueño.

Era bastante plausible que pudiera encontrar otra escuela donde pudieran otorgarle una beca,
pero ya no podría inscribirse ese semestre, era demasiado tarde para mandar solicitudes, y
volver a la mundanidad de la casa de sus padres le parecía imposible después de todo ese
tiempo lejos, de haber conocido el mundo de otra forma.

No sonaba tan mal quedarse en la ciudad durante la mitad del año, supuso, tendría a todos sus
amigos cerca dado que Lily iba a estudiar psicología en la universidad local; lo único de lo
que no estaba seguro era de si podría soportar verlos y saber que todos estaban donde él
siempre había anhelado estar.

Quizás era hora de volver al dormitorio, pensó con un suspiro de cansancio cuando sus
pensamientos comenzaron a volverse más y más oscuros. Aún quedaban unas semanas, no
era momento de entrar en pánico.

Tomó la ruta larga desde los jardines, rodeando la sala de conciertos y paseando cerca de la
entrada para liberar un poco más de energía, sin embargo, cuando se acercó a las rejas que
resguardaban la Academia divisó dos figuras de silueta parecida a unos pasos de la caseta del
guardia de seguridad.

Remus tuvo que pestañear un par de veces para asegurarse de que la mujer era Andromeda y
no Bellatrix Black, pues ambas compartían la misma nariz puntiaguda y el cabello oscuro
rizado, pero conocía el porte de Sirius suficientemente bien como para reconocerlo desde
lejos, siempre refinado como si no le significara ningún esfuerzo.

Los observó desde el sendero sin saber muy bien por qué. Parecían estar compartiendo un
momento importante a juzgar por su cercanía y el tono severo en el que hablaban, mucho más
que el que había presenciado entre ellos semanas antes, y aunque sabía que probablemente
debía alejarse para darles privacidad, la curiosidad y la posibilidad de hablar con Andromeda
sobre lo que había encontrado en el anuario adhirieron sus pies a su sitio.

Se despidieron con un abrazo un par de minutos después, Sirius aferrándose a ella con un
apego que se sentía impropio de él, aunque, supuso Remus, esos días ya no tenía idea de lo
que era propio de Sirius.

Cuando se alejó en dirección a los dormitorios, Andromeda lo observó un momento con lo


que parecía una mezcla de consternación y orgullo antes de darse la vuelta para salir del
campus. Remus cerró los ojos un momento y tomó la decisión antes de poder arrepentirse: se
aseguró de que Sirius estuviera lo suficientemente lejos para comenzar a caminar hacia ella,
alcanzándola en la calle, a unos pasos de la entrada.

-¡Andromeda!-dijo, anunciando su presencia para que no pensara que un desconocido la


estaba siguiendo a media noche.

Ella se giró con el ceño fruncido, pero sus cejas se levantaron con sorpresa al ver de quién se
trataba.
-¿Remus?

Ella se acercó a él pues se había detenido a recuperar el aliento; las caminatas rápidas no iban
muy bien con las enfermedades pulmonares.

-Siento abordarte de esta forma…-comenzó él con una mano en el pecho.-No sabía cómo
contactarte.

-¿Estabas siguiendo a Sirius?-la mueca que Andromeda estaba esbozando, para la confusión
de Remus, no era horrorizada sino curiosa y ligeramente divertida.

-¿Qué?-dijo el castaño.-Claro que no. Estaba regresando del trabajo y los vi.

-Oh…-dijo ella con una ceja enarcada.-Entiendo. ¿En qué te puedo ayudar?

-Bueno, sé que quizás suene extraño, dado que solo hemos hablado una vez, pero es la única
teoría que tengo en este momento.-explicó Remus, arrepintiéndose un poco de haber tomado
la decisión de interceptarla sin ningún tipo de planeación.-¿Sirius te contó que nos fuimos de
viaje hace poco para ver a una orquesta?

-Sí, lo mencionó.

No hubo ningún cambio en el rostro de Andromeda que delatara si sabía a dónde quería
llegar con eso, pero Remus se había familiarizado con el exhaustivo entrenamiento de la
familia Black para pretender que todo estaba bien sin importar las circunstancias, así que no
le pareció relevante.

-Yo no iba a ir porque tenía el dinero para pagarlo, pero a último minuto el director me llamó
a su oficina y me dijo que habían recibido una donación anónima para pagar mis gastos y los
del resto de los becados.-continuó, intentando que su tono no fuera demasiado acusatorio.

-Ajá…-un ligero temblor en el labio y una mirada de exagerada ignorancia le dijeron que
estaba acercándose.

-Es una larga historia, pero tengo motivos para creer que tú fuiste quien hizo esa donación.-
dijo Remus, mordiéndose el interior de la mejilla.-¿Tengo razón?

Andromeda no era tan fácil de descolocar como Sirius. Se mantuvo en silencio un momento,
escogiendo sus palabras, asintiendo lentamente. Tenía las manos cruzadas frente a su cuerpo,
y nada en su expresión la hacía parecer culpable, era el primer momento en el que Remus
sentía la diferencia de edad entre ellos, pues parecía mayor, más sabia de alguna forma.

-Es… un poco más complicado que eso.-dijo finalmente.

-¿A qué te refieres?

Ella suspiró y se encogió de hombros, aunque no parecía molesta, sino un poco cansada.

-La persona con la que tienes que hablar es Sirius.-respondió, tomándolo del hombro con una
firmeza que resultaba reconfortante.-Admito que estuve involucrada, y no me arrepiento de
haber ayudado, pero no creo ser la persona indicada para explicar todo.

El corazón de Remus dio un vuelco dentro de su pecho. No sabía qué respuesta estaba
esperando, pero definitivamente no era esa.

-¿Estás diciendo que Sirius…?-murmuró él, hablando demasiado rápido, su boca moviéndose
a la misma velocidad que sus pensamientos.-Pero, ¿por qué haría algo así?

Andromeda ladeó la cabeza, esbozó media sonrisa y apretó su hombro, cuestionándolo con la
mirada, haciéndolo sentir demasiado observado, como si pudiera ver a través de él.

-Esa es una buena pregunta.-dijo ella con un chasquido de lengua.-Tendrás que preguntárselo.

-Pero…

-Tengo que irme, Remus, pero fue un placer volver a verte, de verdad.-lo interrumpió
Andromeda.-Espero verte más seguido en el futuro.

-Oh. También fue un gusto verte.-contestó Remus, descolocado.-De nuevo, discúlpame por
haber sido tan abrupto.

-No fue nada.-dijo, restándole importancia con una elegante sacudida de mano.-Mucha suerte
en la presentación de final del verano, aunque por lo que he escuchado no la necesitas.

-Gracias.-respondió, esforzándose por igualar sus buenos modales.-¿Te veremos por aquí a
finales de agosto?

-No soy muy bienvenida en este lugar.-dijo Andromeda, inclinándose hacia atrás como si eso
le ayudara a observar mejor el campus.-Pero quizás… no sería imposible, este año.

Le dio un último apretón en el hombro y se fue con media sonrisa aún dibujada en la cara,
dejando a Remus en medio de la acera, sintiéndose como si acabara de ser revolcado por una
ola especialmente violenta y ya no supiera dónde era arriba y dónde era abajo.

~~~

La sinfonía número ocho de Schubert es conocida como la sinfonía inconclusa. Fue escrita
por el compositor cuando tenía sólo veinticinco años y dura veinticinco minutos. Existen
versiones contemporáneas que la completan, organizadas por concursos de músicos o escritas
por inteligencia artificial, pero Remus siempre ha preferido la versión sin terminar.

Nadie sabe realmente por qué Schubert la dejó a la mitad, algunos especulan que el
compositor enfermó cuando estaba escribiendo la sinfonía y la abandonó, otros que dicen que
la había ideado para una mujer de la que estaba enamorado, quien lo rechazó, por lo que
decidió dejarla inconclusa, eternamente sin consumarse igual que el amor que le tenía.

Remus apostaba por la última teoría. Era una melodía azarosa, casi siniestra, que te mantiene
en tensión y te produce escalofríos con sus cambios inesperados y caídas estrepitosas. Si se lo
preguntaban, escucharla producía la misma sensación que estar enamorado.
Remus estaba frustrado, sentía que nunca terminaría de entender dónde estaba parado cuando
se trataba de Sirius. Cuando creía haberlo descifrado de una vez por todas, le demostraba que
había toda una faceta escondida de él, una que probablemente nunca conocería o entendería.

Escuchaba a Schubert en su cabeza cuando iba caminando de vuelta al dormitorio,


ponderando todo lo que acababa de salir de los labios de Andromeda. No sabía si lo que lo
invadía era enojo, ilusión, confusión o todo al mismo tiempo.

Si escucharlo decir “Es bueno saberlo” lo había dejado en un estado de constante perplejidad,
saber que Sirius era quien había donado una cantidad tan exorbitante de dinero para que
pudiera acompañarlos en el viaje lo tenía completamente catatónico.

Cuando despertó al día siguiente aún escuchaba la octava sinfonía pues se había quedado
dormido intentando decidir qué hacer con esa información. Sabía que terminaría enfrentando
a Sirius, tarde o temprano, pero presentía que hacerlo cambiaría algo fundamental entre ellos
y no estaba seguro de querer pasar por eso todavía.

Durante el desayuno intentó comportarse con normalidad a pesar de que no había nada
ordinario en un Sirius que sonriera con tanta facilidad, que saludara a los alumnos de otros
años cuando pasaban cerca de la mesa, que le hablara como si fueran amigos aunque nunca
hubieran construido una amistad. Esa mañana su actitud era un poco más reservada de lo que
había sido los últimos días, menos estruendosa y despreocupada, pero el brillo en sus ojos
seguía ahí y a las emociones conflictivas de Remus se sumó la tranquilidad que le brindaba
verlo feliz, o más feliz de lo que lo había visto antes, por lo menos.

Usualmente los sábados todos salían por su parte y los domingos los reservaban para tenderse
juntos en el jardín o ir a la playa, por lo que Remus no pensó que quedar con Terry ese día
fuera a causar ningún inconveniente hasta que terminaron de comer y Marlene les preguntó si
querían acompañarlas a una tienda de instrumentos que no quedaba lejos de la Academia.

-Tengo planes.-respondió en voz baja, esperando que nadie reparara en él, pero si de algo se
jactaban sus amigos era de nunca dejar atrás a nadie.

-¿De nuevo?-preguntó Mary con media sonrisa sugestiva.

-¿Con Terry?-dijo Sirius, como si su amiga no hubiera hablado.

Remus asintió, evitando su mirada porque estaba bastante seguro de que Sirius podría ver a
través de la fachada de indiferencia que había compuesto en su rostro.

-Pensé que no era nada serio.-intervino Peter con el ceño fruncido.

-Necesito comprar unas sandalias y le pedí que fuera conmigo.-respondió, sintiéndose un


poco culpable a pesar de que era verdad, a medias.-No es una cita, realmente.

-Claro que es una cita.-dijo James, en un tono que parecía acusatorio.-¿A qué le llamas pasar
tiempo con la persona que te gusta?
Remus iba a decir que no estaba seguro de que le gustara Terry porque parecía una
declaración demasiado determinante, pero la pregunta de James dio inicio a una discusión
sobre lo que debía ser considerado una cita y lo que era un simple encuentro casual, así que
soltó un suspiro de alivio y se recargó en el asiento.

Acostumbraba dejar que sus ojos vagaran sobre Sirius cuando creía que no estaba prestando
atención, era casi involuntario, una costumbre que no había podido sacudirse, pero en ese
momento cuando subió el rostro y lo miró por reflejo, encontró que ya lo estaba observando y
su corazón dio un vuelco. No parecía molesto, sólo un poco más serio, quizás reflexivo, y
enarcó una de sus cejas antes de que Remus pudiera alejar la mirada.

El momento fue interrumpido por el sonido del celular de Sirius, quien lo sacó de su pantalón
con una mueca de confusión, pues nunca recibía llamadas de nadie; el único medio de
comunicación que tenía con las personas fuera de la Academia eran los correos que le
mandaba su madre.

-Es Regulus.-dijo, levantándose del asiento y frunciendo el ceño.-Tengo que…

Se alejó de la mesa antes de terminar la oración, dejando al resto observando su partida en un


silencio lleno de tensión.

Remus quiso seguirlo pero no lo hizo. Cuando giró el rostro, buscando a Sirius a través de las
ventanas que daban a los jardines se encontró a Narcissa sonriendo con una satisfacción que
le heló la piel.

-Mierda.-dijo, fracturando el silencio.-Esto no puede ser nada bueno.

Chapter End Notes

Hola bestieees! Espero que les haya gustado el capítulo, ya se que me quieren matar
porque es slowburn esto y ya duró mucho jajaja pero tengan pacienciaaa.
Les cuento que hoy es mi cumple jeje y gracias a escribir este fic decidí ir a ver a una
orquesta para celebrarlo, ya les contaré en mi twt @grecusanne como me fue jeje.
En fiiin, gracias por leer, por qué creen que Regulus haya llamado a Sirius?
XXX. favores políticos
Chapter Summary

Remus decide tener una conversación con Sirius y recibe una advertencia de
Dumbledore.

Chapter Notes
See the end of the chapter for notes

-Es que lo único menos discreto que podría haber hecho era hincarse y proponerte
matrimonio enfrente de todo el alumnado, Remus.-dijo Terry, exasperado, dejando un par de
zapatos de vuelta en el estante con demasiado ímpetu.

-Estás asumiendo que actuó por un interés que no estoy seguro que pueda sentir, Terry.-dijo
Remus con un suspiro. Llevaban ya diez minutos en la misma discusión, dando vuelta a los
mismos argumentos y llegando a las mismas conclusiones.

-¿Y por qué asumes que todo el mundo es heterosexual?-preguntó en un tono acusatorio.-Tú
y yo no lo somos. Tampoco la mitad de la escuela, te lo aseguro.

-Salió con Mary…-balbuceó, tomando un par de sandalias que no pensaba comprarse.

-¿Y los bisexuales no existimos?-dijo con los ojos entornados.-O puede que no hubiera
descubierto su orientación en ese momento, que quisiera esconderla, hay muchas
explicaciones para eso y lo sabes. Lo único que estás haciendo es buscar excusas porque
tienes miedo.

-No es miedo.-respondió Remus poniendo los ojos en blanco.-Es precaución.

-La razón menos descabellada usualmente es la más probable.-dijo Terry, levantando un dedo
de forma acusatoria.-¿Qué es más realista, que te pagara el viaje porque quería hacer algo
lindo por ti y porque quería tenerte cerca, o que fuera un plan malvado de su familia de
exponerte a la alta sociedad y dejarte en ridículo?

-Si crees que ambas opciones no son por lo menos igual de probables, es que no conoces a
los Black.-contestó, recuerdos de Bellatrix y Narcissa inundando su mente.

Terry soltó un bufido y negó con la cabeza, claramente irritado.

-Puedo darte un millar de razones y no vas a creerme.-afirmó.-Lo que tienes que hacer es
hablar con Sirius, como te dijo su prima.
-Apenas siento que estoy volviendo a estar en buenos términos con él, esto sólo lo
empeoraría.-dijo Remus.-Además, su mente está ocupada en cosas más importantes ahora.

-Pero si se la ha pasado toda la semana haciendo bromas y paseándose como si no tuviera una
preocupación en el mundo.

-Lo sé, pero cuando estábamos en el comedor recibió una llamada de su hermano y luego
desapareció.-le contó con el ceño ligeramente fruncido.-Parecía preocupado, casi… asustado.

-Siempre vas a encontrar razones para posponerlo.-dijo Terry, apuntándole con un zapato
verde especialmente feo.-Si no quieres ser honesto contigo mismo, no lo culpes a él.

Remus apretó los dientes y se dio la vuelta, fingiendo interesarse por una sandalia marrón que
era demasiado pequeña para sus pies.

¿Cómo podía explicarle que sabía que todo lo que le estaba diciendo tenía sentido, que la
explicación más racional era la que más anhelaba pero no podía concebir como algo plausible
por más que lo intentara?

Era demasiado bueno para ser verdad que Sirius Black, que podía tener lo que quisiera y a
quien quisiera, que giraba cabezas a donde fuera que caminara, que tenía talento y renombre
y dinero, lo deseara a él que no tenía nada más que una facilidad antinatural para la música,
una enfermedad crónica y terribles habilidades sociales. Le había demostrado tanta hostilidad
en el pasado que parecía más probable que se sintiera culpable y por eso hubiera decidido
ayudarlo.

Y sin embargo la duda seguía ahí, y no se iría hasta que él mismo le diera respuesta. Si no se
lo preguntaba, seguro que Andromeda terminaría por contarle que le había contado la verdad,
así que por más que quisiera mantener la relativa paz que habían establecido, no iba a poder
evitar que su complicada y cansada relación cambiara una vez más.

-Hablaré con él.-sentenció con un ligero temblor en su voz.-Esta semana.

Terry le dio ánimos con una sonrisa y un apretón en el brazo, evidentemente aliviado. Remus
compró las primeras sandalias que vio en la zona de descuentos.

~~~

La segunda cita de Lily y James fue menos novedosa pero igual de eventual. Su amiga daba
vueltas por el restaurante, limpiando frenéticamente y corrigiendo detalles irrelevantes en las
mesas para distraerse sin obtener buenos resultados, pues su nerviosismo sólo parecía
aumentar con el tiempo.

Remus había decidido no distraerla con sus problemas por ese día, pues era evidente que ya
tenía muchas cosas de las que preocuparse.

El restaurante seguía un poco desordenado por la propuesta de matrimonio que había


ocurrido la noche anterior, así que Petunia estaba de un humor especialmente irritable, pues
además del trabajo normal de un sábado por la tarde habían tenido que regresar todo a su
lugar antes de abrir.

A Remus no le había molestado como a ella, solo le había dado demasiado tiempo para
pensar en cosas como matrimonios y bodas y el futuro que le esperaba como un hombre gay
en ese aspecto. Nunca se había imaginado con una vida adulta ordinaria, le era difícil
visualizarse casado, con hijos y viviendo en algún suburbio tranquilo; la imagen que tenía de
su futuro era más borrosa, menos predecible, pero esa posibilidad le parecía bastante lejana.

Saber que no tendría algo como eso no le entristecía porque no estaba en sus deseos casarse,
o al menos no había tenido el tiempo suficiente para reflexionar sobre ello y concebirlo como
un plan a futuro, pero sí le hacía preguntarse si alguna vez encontraría una persona a la que
quisiera tanto que estuviera dispuesto a pasar toda una vida con ella, o quizás lo
verdaderamente difícil sería encontrar a la persona que lo conociera por completo y aún así
deseara pasar todos los días a su lado.

No pudo evitar pensar en Sirius, no porque pensara en casarse con él o algo parecido, sino
porque estaba casi seguro de que él tampoco quería esa vida perfecta de comercial que sus
padres se habían esforzado en construir y proyectar al exterior, pero probablemente
terminaría imitándolos porque era su labor como heredero del legado de los Black. Empezó a
sentirse miserable por su situación hipotética así que lo apartó de su mente.

Remus observó a Lily arreglarse el maquillaje en el reflejo de un sartén y ladeó la cabeza con
afecto. Seguro que Lily y James sí buscaban tener ese futuro lleno de niños, casas bonitas y
jardines coloridos, Aún era pronto para decir si sería con el otro, pero tenía la certeza de que
esa sería la clase de vida que llevarían porque, a diferencia de Sirius y de Remus, ellos habían
crecido viendo a sus padres ser felices en ella y habían experimentado de primera mano lo
llenadora que podía ser.

Más tarde, cuando James pasó al restaurante a buscarla, Remus vio desde lejos como se
saludaban y sonrió para si mismo, divertido al notar a los dos deshechos en sonrojos y
balbuceos y gestos nerviosos. Si él no iba a tener esa historia fácil y bonita, le parecía más
que suficiente que las personas que quería si la tuvieran.

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Generalmente nunca es bueno que te llamen a la oficina del director. La razón más usual es
que has cometido algún tipo de falta y te aguarda una reprimenda, pero Remus intentó
mantenerse optimista cuando Narcissa lo abordó el martes al terminar una clase y le dijo que
Dumbledore lo estaba esperando; después de todo la última vez que había estado ahí había
obtenido buenas noticias.

Mientras caminaba hacia las oficinas de administración se preguntó si quizás el director se


había enterado de alguna forma que ya conocía la identidad del donador, pero no le sonaba
muy plausible así que intentó mantenerse sereno y dejar de teorizar en su cabeza.

Dumbledore lo esperaba con una taza de té y un platón de galletas que parecían bastante
inofensivas, sonriendo con una calma que se sentía impropia en cualquier director de una
institución de tanto renombre como esa. Remus se sentó frente a él y le devolvió una sonrisa
flaqueante.

-Gracias por venir, señor Lupin.-comenzó el hombre, tomando un sorbo de su té.-Quería


hablarle de un tema importante.

Remus asintió, tomando una galleta simplemente para ocupar sus manos.

-Ya han pasado unos días desde el viaje para ver a la orquesta de Liverpool, me gustaría que
me contara su experiencia.-su elección de palabras era aparentemente inocente, pero el tono
de voz era preocupante.-Espero que se lo haya tomado con la seriedad que requería.

-Fue un fin de semana muy formativo.-comenzó, hablando con cuidado.-Aprecio mucho que
me dieran la oportunidad de escuchar a la orquesta en vivo, son… una inspiración,
definitivamente.

-Me imagino que debió haberlo disfrutado mucho.-dijo Dumbledore con una sonrisa
demasiado amigable, que resultaba peligrosa en lugar de alegre.-¿Qué hay de los eventos
posteriores? ¿Tuvo la oportunidad de conocer a otros músicos en el medio?

“Oh, así que de eso se trata”, pensó Remus, repentinamente nervioso sin saber muy bien la
razón, solo que había algo descolocador en la mirada del director y ya no se sentía como una
conversación inocente, sino como un interrogatorio.

-Los Black tuvieron la amabilidad de presentarme con sus conocidos.-dijo, manteniendo un


tono neutral.-Conocí a la mitad de los músicos de la orquesta, al director y a algunos
donadores de la casa de ópera.

Dumbledore asintió, escudriñándolo con los ojos, tamborileando con los dedos sobre el
escritorio.

-Supe que Narcissa y Bellatrix lo… ayudaron a relacionarse durante la fiesta.-dijo, y aunque
no había nada realmente desaprobatorio en su forma de decirlo, Remus sintió como si hubiera
cometido un grave error.-Usted es libre hacer lo que mejor le parezca, señor Lupin, pero me
gustaría que supiera que las familias de antiguos legados como esa esperan cierta… lealtad de
las personas que acogen.

-Oh, no… No me pareció…

-Lo único que estoy diciendo es que tiene el potencial para ser uno de los mejores músicos de
su generación.-lo interrumpió el director con una sonrisa apretada.-No me gustaría que sus
oportunidades dependieran de personas que solo velan por sus propios intereses.

-Yo tampoco, se lo aseguro.

-Me alegro.-la sonrisa de Dumbledore estaba igual de tensa que los dedos que tomaron su
taza de té.-Si tiene intenciones de tomarse esta carrera con seriedad, hay algunas personas
que me gustaría que conociera en la presentación final del programa. Tenían intención de
hablarle durante la fiesta, pero les fue imposible.
Remus asintió con la cabeza y tomó un sorbo de su propio té para ocupar sus manos y su
boca, pues no sabía de qué otra forma responder.

-Como director tengo que ser siempre imparcial, pero si le soy honesto, señor Lupin, creo que
es el alumno que más merece ese puesto en la Academia y esa beca.-siguió con las cejas
enarcadas y un tono de complicidad.-No será mi decisión solamente, así que quiero
asegurarme de que está tomando sus clases y la presentación con la seriedad que merecen
para que a los jueces no les quede otra opción que dejar el nepotismo y los favores políticos
de lado.

-Claro, señor.-dijo Remus, sintiendo un nudo desagradable enredarse en su garganta.-Estoy


haciendo mi mejor esfuerzo.

Dumbledore sonrió y dio un golpe suave en la mesa antes de echarse hacia atrás y relajar un
poco su postura, dándole un aire mucho menos intimidante de lo que le había parecido un
segundo atrás.

-Me alegra escuchar eso.-dijo, tomando una galleta.-Solo asegúrate de obtener el mejor
puesto posible en las audiciones, componer una pieza excelente para la presentación
individual y todo irá de maravilla.

-Por supuesto.

“Pan comido”, pensó Remus intentando que no se notara el pánico en su rostro. “Lo único
que tengo que hacer es no cometer ningún error y ser mejor que todos los alumnos que llevan
años entrenándose en esto”.

Se despidieron con un apretón de manos frío y enérgico y Remus se retorció por dentro.

Cuando dejó el edificio de oficinas y regresó al dormitorio, aún sentía ese nudo en la
garganta, apretándose un poco más cada vez que las palabras del director se repetían en su
mente; incluso pensó en usar el broncodilatador, pero decidió que preocuparía
innecesariamente a sus amigos, así que caminó con mucha calma y llegar a la habitación se
recostó en la cama después de permitirse un momento de observar a Sirius que descansaba en
la de James.

Había pasado el resto del sábado y el domingo escondido por el campus, fumando en la
azotea, mirando pensativo a todas partes y con una preocupación turbando el gris de sus ojos.
No había vuelto al abismo en el que se había hundido después del viaje, pero tampoco estaba
en las nubes en las que se había encontrado los últimos días, sino que se encontraba en un
punto medio que les sentaba algo incómodo a todos, y aunque Remus no tenía claro cómo
funcionaba su relación en ese momento, sentía la necesidad de ayudarlo de alguna forma.

-¿Qué quería Dumbledore?-preguntó James, que debía haber estado contando alguna historia
porque era el único de los tres que no estaba sentado en alguna superficie.

Remus no despegó sus ojos del techo, respiró hondo e hizo un gesto vago con la mano.
-Decirme lo que ya sabía, que todo mi futuro en la Academia depende de que sea
absolutamente perfecto en la presentación final.

-Oh.-su tono se había vuelto algo incómodo.-Bueno, cuando lo dices así suena un poco…
definitivo.

-Es verdad.-se encogió de hombros.-Me dijo algo de…

Interrumpió la oración cuando reparó en lo que estaba a punto de decir frente a sus amigos,
que la influencia de familias como las suyas tenían el poder de impedir que estudiara en ese
lugar, sobre todo la de Sirius quien nunca reaccionaba bien a la mención de su apellido.

-¿Qué?-preguntó Peter, girando el torso que tenía recostado en la cama de James.

-Nada.

-¿Qué te dijo?-el tono de Sirius era mucho más severo de lo que Remus esperaba, aunque
para ser justos ni siquiera estaba esperando que le hablara.

-Que no puedo permitirme tener un margen de error, es todo.

Remus maldijo no haber tenido una adolescencia normal donde hubiera practicado mentirle a
sus padres para escabullirse de la casa o algo así, porque definitivamente era terrible
escondiendo la verdad.

James lo observaba con cautela, se había acercado a la cama y tenía los brazos cruzados
como si fuera un científico analizando un problema peligroso y complicado. Peter parecía
entender que estaba ocurriendo algo más debajo de la superficie pero no estaba seguro de
qué, y Sirius se había sentado en la cama y fruncía el ceño mientras sus manos jugaban con
una cajetilla de cigarros.

-¿Qué te dijo, Lupin?-repitió de forma casi autoritaria, seguro que en casa de los Black le
habían dado lecciones para infundir poder y respeto solo con su forma de hablar.

-Sirius, deja que…-comenzó James, riñéndolo con la mirada.

-¿Mencionó a mis padres?

Un sentimiento parecido a la culpa le coloreó el rostro de rojo y se vio tentado a girarse para
esconderlo, pero eso solo hubiera confirmado las sospechas de Sirius.

-No exactamente.-contestó porque no le vio sentido a atraparse a si mismo en una mentira


poco convincente.

-¿Entonces?

Remus soltó un suspiro de resignación y dejó que sus miradas se cruzaran por primera vez
porque le habría parecido deshonesto de otra forma.
-Solo dijo que habían personas que podían hacer más difícil mi ingreso a la Academia y que
si no quiero que haya espacio para… nepotismo y obligaciones políticas, tengo que demostrar
que soy el mejor de toda la clase.-habló demasiado rápido porque no quería hablar en lo
absoluto, pero sus amigos parecieron entenderlo.

-Vaya.-dijo James con una mueca de consternación y algo de culpa.

Sirius no hizo ningún gesto, ni siquiera para hacerle saber que lo había escuchado,
simplemente lo miró con las cejas tirando de su frente hacia abajo y sus manos pasando los
cigarros de una a otra constantemente.

-Pero los Black no se atreverían a hacer algo así y correr el riesgo de que otros se enteren,
¿cierto?-dijo Peter, verbalizando lo que ninguno de los otros se atrevía a decir.-Sería terrible
para su reputación y todos saben que eso es lo que más les importa.

-Tampoco están dispuestos a dejar que alguien que no sea Sirius obtenga ese puesto.-contestó
James con un chasquido de lengua.

-Son perfectamente capaces de arruinarle la vida a alguien con tal de preservar sus
tradiciones.-cuando Sirius habló se escuchaba mucho más calmado de lo que esperaba
ninguno de los otros tres.-Si Dumbledore te lo está advirtiendo de esta forma, quiere decir
que los rumores dejaron de serlo y se convirtieron en amenazas.

Remus sintió algo encogerse dentro de sí, quiso responder pero no supo cómo así que solo
volvió a asentir. Todos se quedaron en silencio un momento, James buscando algo
renconfortante que decir, Peter revuelto en dudas y Sirius manteniendo su expresión
inteligible.

-Tengo que hacer una llamada.-anunció de pronto, levantándose de la cama y saliendo


abruptamente

-Alguien tiene que hablar con él.-dijo Peter en cuanto salió, como si estuviera dejándoles la
tarea a alguno de los otros dos.

-Lo intenté.-contestó James con un suspiro.-Aún no está listo.

Remus sabía que James llevaba más tiempo conociéndolo, que tenían más cosas en común,
pero la vulnerabilidad que Sirius se había permitido mostrarle se sentía distinta a la que le
enseñarías a tu mejor amigo, era más profunda y compleja.

-Yo lo haré.-dijo Remus sin pensarlo, simplemente porque le parecía lo más lógico.-Debería
haberle hablado hace días.

Peter miró en su dirección un momento y se encogió de hombros. James había adquirido ese
aire protector que solía dedicar a quienes no estaban dentro de su círculo, pero debía estar
peleando una batalla interna porque por su rostro pasaron varias emociones hasta que se
decidió por una expresión de inquietud profunda y dijo:

-Sí. Creo que te escucharía.


Sirius no regresó al dormitorio hasta que se hizo de noche, así que nadie habló con él. No se
veía especialmente tenso, pero su ropa olía a cigarro y tenía el cabello revuelto así que Remus
supo que había estado fumando en la azotea y eso nunca era buena señal.

Eso le daba una noche más para pensar en cómo abordarlo al día siguiente; existían muchas
cosas que debía conversar con él, comenzando por sus extraños cambios de humor, la
donación del viaje, la declaración de odio y lo que significaba que sus padres estuvieran tan
decididos en mantenerlo fuera de la Academia.

Tenía que priorizar las cosas más importantes, claro, y a sus ojos eso era la repentina libertad
con la que había comenzado a actuar y que había flaqueado en los últimos días porque no
podía significar nada bueno.

Durmió poco pero Remus estaba acostumbrado a funcionar con escasas horas de sueño, sus
ojeras permanentes eran evidencia de ello.

Comenzó y concluyó el día de clases, comió con sus amigos, saludó a Terry en el comedor, y
finalmente el grupo se dispersó para ir a estudiar, practicar o descansar.

Sirius partió casi de inmediato, cargando la cajetilla con una mano y peinándose
ansiosamente con la otra. Remus pensó en esperar un rato y alcanzarlo en la azotea, pero
decidió que sería una intromisión demasiado grande hacer algo así de nuevo, así que
finalmente salió del comedor detrás de él y cuando dieron la vuelta al edificio lo llamó:

-¡Sirius, espera!

El moreno se detuvo y giró con el ceño fruncido, un cigarro sin encender entre sus labios. Su
gesto se suavizó al reparar que se trataba de él y eso a Remus por alguna razón le removió
algo dentro del estómago.

-¿Qué pasa?-preguntó.-¿Olvidé algo?

-No. Quiero… necesito hablar contigo.

Sirius asintió, suspicacia en sus ojos.

-Podemos caminar un poco.-sugirió, regresando el cigarro a la cajetilla.-He leído que el


ejercicio ligero es bueno para tus pulmones.

-¿Dónde leíste eso?-preguntó, finalmente a su lado en el sendero.

-He buscado algunos artículos.-dijo sin más, como si no fuera la gran cosa a pesar de que
Remus sentía su piel arder y su corazón gritar porque Sirius Black se había molestado en
hacer investigación de algo que le apremiaba.

Dieron unos pasos sin hablar porque Remus estaba bastante seguro de que si intentaba
hacerlo su voz saldría aguda y extraña, y porque de pronto estaba muy consciente de que el
sendero era estrecho y de que si daban un paso en falso sus manos acabarían rozándose.
Apretó la mandíbula y se maldijo mentalmente; estaba ahí para hablar de algo serio, tenía que
concentrarse y evitar que sus sentimientos le nublaran la coherencia.

-¿De qué quieres hablar?

-Desde que regresamos del viaje has estado… diferente.-dijo, mirándolo un segundo y
arrepintiéndose porque el sol estaba brillando sobre su rostro y era una vista hipnotizadora.-
Primero te volviste más frío y distante y de pronto eras todo lo contrario.

Sirius tenía las manos entrelazadas en la espalda y los labios apretados. Remus se obligó a
seguir aunque el corazón le latía contra el pecho.

-Estamos preocupados por ti.-dijo.-No es que queramos que hagas todo lo que te dice tu
familia solo porque llevas su apellido, pero fue como si de un día para otro ya no te importara
su opinión. No queremos que te metas en problemas.

-No ha dejado de importarme, aunque me gustaría que fuera así.-replicó en un tono mucho
más triste de lo que Remus estaba esperando.-Sólo decidí que ya no es lo que más me
importa.

-¿Por qué?-insistió el castaño.-¿Qué cambió durante el viaje?

Sirius volteó en su dirección con los ojos ligeramente entrecerrados, sus pestañas largas y
oscuras, sus pómulos más afilados por la luz.

-Cuando vengo a la Academia en el verano y estoy lejos de ellos por unos meses casi puedo
olvidarme de cómo es vivir en ese espacio.-comenzó.-Sus expectativas no pesan tanto, sus
juicios llegan en forma de correo electrónico en lugar de gritos. Incluso con Narcissa aquí
vigilándome es mejor porque no los tengo cerca, y porque estar con James, con Peter…
contigo, me ayuda a sobrellevarlo.

El sendero los había obligado a rodear el campus y estaban en los jardínes que tenían vista a
la playa, pero no se detuvieron, la brisa arrastrando las palabras de Sirius y envolviéndolos en
ellas.

-Ver a Bellatrix y a Regulus en ese lugar fue un recordatorio de que por más que finja que mi
vida es distinta, siempre voy a ser un Black. Mientras siga en esta escuela, en esta industria,
voy a tener que vivir bajo sus reglas.-dijo y la melancolía en su voz impactó a Remus como si
le estrangulara silenciosamente.-Cuando regresamos simplemente pensé que sería más fácil
para todos atenerme a ellas que resistirme, así que lo intenté.

Remus recordó esos días angustiosos de un Sirius eternamente cansado, tenso y tuvo que
resistir el impulso de tomarle la mano y reconfortarlo.

-Me sentía miserable.-la risa que soltó fue dolorosa, no divertida.-Me alejé de ti,
específicamente, porque mi familia te ve como una amenaza. Se jactan de ser los mejores en
todos los sentidos y no soportan que tengas más talento nato en uno de esos rizos tuyos que
ellos en todo su cuerpo.
Intentó negarlo pero Sirius levantó una mano para detenerlo y no tuvo el valor para hacerlo.

-Fraternizar con el enemigo.-dijo, apretándose el puente de la nariz.-Así lo llaman mis padres,


según Regulus.

Quizás era inapropiado, pero a Remus se le escapó una risa desde el fondo de la garganta.
Sirius sonrió amargamente al escucharlo.

-Eres todo lo que yo no soy, Remus, te lo dije esa noche en el hotel.-el nerviosismo en su voz
volvió las palabras un poco temblorosas.

-Dijiste que no recordabas esa noche.-contestó, inundado de la memoria de los brazos de


Sirius rodéandolo, los dedos recorriendo su cicatriz, la intensidad en sus ojos.

-Creo que parte de mí hubiera preferido no hacerlo.-Sirius se había ruborizado.-Mi punto


es… intentar ser el hijo perfecto también significaba mantenerme lejos de ti.

-¿Y cuándo cambiaste de opinión?

-Llevaba varios días debatiéndomelo, pero no fue hasta que… me ofreciste ayuda y yo fui
horrible contigo que me di cuenta de que algo tenía que cambiar.-dijo con un suspiro y una
mirada lejana.-No me importaba sufrir, estoy acostumbrado, pero no quiero hacer daño a
otros.

Remus estaba conmovido, quería llorar, besarlo e irse lejos, todo al mismo tiempo.

-Cuando tomé la decisión de dejarlos, de dejar esta vida, fue liberador, la verdad. Dejó de
importarme lo que mi familia pensara de mí o de mis amigos.-continuó, su tono serio, grave,
cargando ese peso que llevaba cargando desde niño.-Pensé que sería fácil, me estaba
engañando a mi mismo, nunca iban a permitirme partir, así sin más. Necesito un plan si
quiero que esto funcione.

-¿Quieres dejar la Academia?

Sirius asintió de inmediato y Remus sintió algo terrible estrujarle desde dentro pero se
mantuvo impasible, eso no se trataba de él ni de sus sentimientos, sino del bienestar de su
amigo.

-Voy a irme.-declaró, una de sus manos apretando la muñeca opuesta con demasiada fuerza.-
Pero no puedo hacerlo aún, por más que lo desee. No debí haber actuado con tanta
impulsividad cuando lo decidí, ahora mis padres saben que estoy tramando algo y pueden
dificultarme la vida con una sola llamada.

-Oh, Dios.

-No tengo dinero propio todavía, dependo de ellos para todo, en realidad. Y no sería
problema si solo se desquitaran conmigo, pero tienen el poder de hacerles daño a ustedes
también; por eso necesito planear esto con cuidado.-dijo Sirius, mordiendo el interior de su
mejilla.-La conversación que tuviste con Dumbledore, encima de lo que me dijo Regulus…
No puedo irme hasta que termine el verano, por lo menos.
-¿Qué fue lo que te dijo Regulus?

En los ojos de Sirius había un miedo distinto al que le había enseñado hasta ese momento,
más liviano de cierta forma pero igual de significativo. Se peinó el cabello hacia atrás y
regresó su mirada al camino.

-Que reportó todo mi comportamiento durante el viaje a mis padres.-comenzó, su tono un


poco más nervioso.-Que saben cómo estoy actuando y que tienen formas de mantenerme en
mi lugar si es necesario; formas que los involucran a ustedes. Básicamente me dijo que estaba
complicando mi propia vida por un capricho.

-Eso es horrible.

-Lo tienen bien entrenado.-en su voz había desprecio pero si escuchabas con la atención
suficiente podías encontrar tristeza también.-Quizás algún día pueda hacerlo entender… por
ahora lo que necesito es salir de ahí sin que se den cuenta.

-¿Podemos ayudarte?-preguntó.-James y Peter están muy preocupados, también.

Sirius asintió y giró su cuerpo en dirección a él, levantando la cabeza para verlo a los ojos,
tomando aire e inflando su pecho como si el oxígeno fuera valentía.

Y entonces la voz de Narcissa reventó la burbuja en la que habían estado encerrados,


llamándolo desde uno de los extremos del jardín con las manos en la cadera y una expresión
tanto suspicaz como desaprobatoria.

-Tengo que irme.-dijo Sirius, corrigiendo su postura y comenzando a caminar hacia ella casi
de inmediato.

Remus resistió el impulso de tomarlo del brazo para detenerlo.

-Terminemos la conversación en el restaurante, donde no nos interrumpan.-le pidió con


urgencia.-Tengo un turno, mañana en la noche.

Sirius se detuvo un momento, su respiración agitándose:

-A media noche, cuando hayan cerrado.

Chapter End Notes

AYYYY hola! Perdón por no haber respondido sus comentarios de los últimos capítulos
aún, los he leído y me han encantado pero he estado muy ocupada:(

Espero que les haya gustado el cap, fue un poco más largo de lo normal jeje, ya al
fiiiiiiin se nos viene la parte más intensa de la trama.

En fin muchas gracias por leer y comentar, lxs tqm que tengan una hermosa semana!
XXXI. melodías de canela
Chapter Summary

Sirius y Remus finalmente hablan de todo lo que habían estado escondiendo.

Chapter Notes
See the end of the chapter for notes

La mitad de la noche es cuando la luna brilla con más fervor, cuando los animales nocturnos
despiertan y se cantan unos a otros, cuando las olas se estrellan con más violencia contra la
playa y los espíritus pasean por la ciudad. Es una hora mística, donde un día se transforma en
otro, y puede ser tenebrosa o argéntea dependiendo si le temes a la oscuridad o si la recibes
con devoción.

Remus llevaba todo el día esperándola, la anticipación y el nerviosismo le agitaban los


sentidos y revolvían sus pensamientos. Había atrapado a Sirius observándolo algunas veces,
su expresión indescifrable como siempre, y se había resistido a apartar los ojos de los suyos a
pesar de que le provocaba escalofríos, ¿si no podía ni sostenerle la mirada cómo planeaba
enfrentarlo con todo lo que le tenía que decir?

James lo había interrogado al llegar al dormitorio la noche anterior, pero Remus sólo le había
dado información general porque pensaba que era derecho de Sirius compartirle lo que le
había dicho, no suyo; y aunque James estaba acostumbrado a resolver los problemas de sus
amigos y esperar le enloquecía, se limitó a apretar los dientes, hacer una mueca de
pesadumbre, y accedió a dejar que Sirius se lo contara él mismo.

Esa era la razón por la que no le había informado a nadie de su reunión con Sirius en el
restaurante, se dijo, lo único que quería era mantener su privacidad.

Cuando finalmente anocheció, los comensales se marcharon, Vernon llegó por Petunia como
hacía casi todas las noches y Remus comenzó a sentir que algo le revoloteaba dentro. Sus
sentidos estaban aturdidos, escuchaba los latidos de su corazón al compás de la marcha de
guerra que sonaba en su cabeza, de esas que tocaban en los campos de batalla para animar a
los soldados que se aproximaban a la muerte.

Remus no se consideraba alguien beligerante, y quizás era ese prospecto de decir todo sin
miramientos lo que lo tenía tan ansioso; la comunicación abierta nunca había sido su fuerte,
ni el de Sirius, y en su cabeza le parecía como si estuvieran en una olla a presión a punto de
explotar que se llevaría consigo todo lo que estaba a su alrededor. Aunque tampoco pensaba
hablarle de absolutamente todo; había sentimientos que estaban mejor enterrados en el fondo
de su pecho que existiendo en formas de palabras a su alrededor, donde cualquiera podía
verlos, tomarlos y herirlos.
Terminó de limpiar el comedor y se encargó de la cocina, no obstante no estaba seguro de qué
hacer con la estufa, no había hablado con Sirius sobre que fuera a preparar algo, en realidad,
pero era lo que habían hecho siempre, él cocinando y Remus escuchando, así que decidió
dejarla como estaba para darle la opción de desahogarse a través de ella, si lo necesitaba.

La noche se oscureció, las personas fueron abandonando las calles poco a poco y los locales
fueron cerrando y apagando las luces, pues era la mitad de la semana y no solía haber mucha
actividad los miércoles. Remus miró el exterior desde las puertas de cristal y se sintió en una
ciudad fantasma, la única iluminación eran los faroles de la calle y la luz que se escapaba del
restaurante hacia la acera.

Dieron las doce y Remus se sentó cerca de la entrada a esperar, rindiéndose al impulso de
revisar su aspecto con la cámara de su celular; a Sirius no le importaba si el cuello de su
playera estaba roído o si alguno de sus rizos se balanceaba en su frente en lugar de
acomodarse sobre su cabeza, pero se habría angustiado toda la noche por eso de no corregirlo
antes de su llegada.

Pasaron un par de minutos y se asomó por la calle, pero la encontró vacía y algo incómodo se
removió dentro de él mientras comenzaba a preguntarse si Sirius no aparecería, quizás se
había arrepentido de su sinceridad, pensó.

Tres golpes en la puerta trasera interrumpieron su tren de pensamientos. Remus dio un salto
en su silla antes de levantarse y acercarse con cuidado a la entrada que estaba en la cocina:

-¿Sí?-dijo en su mejor tono amenazador.

-Soy yo, Moony.-la voz de Sirius desató una ola de alivio y nerviosismo por su cuerpo.

El castaño se tomó un momento para respirar hondo, reacomodar el rizo que parecía
empeñado en adornarle la frente, y abrió la puerta de un jalón.

Lo primero que notó fue que se había cambiado de ropa y llevaba el cabello recogido, y
aunque intentó no dejar que sus ojos vagaran mucho por su cuerpo, le pareció que lo había
hecho específicamente para torturarlo, porque con esos cabellos sueltos que le enmarcaban el
rostro y la chaqueta negra que se ceñía a su cintura parecía sacado de alguna revista
aspiracional.

-Lo siento, con todo lo de mi familia no quise arriesgarme a entrar por el frente por si alguien
me veía.-dijo con una sonrisa de disculpa que se ladeaba un poco y debilitaba las rodillas de
Remus.

-No estaba seguro de que fueras a venir.-contestó después de carraspear para asegurarse de
que su tono fuera al menos medianamente normal.

-Nunca te hubiera dejado plantado.-dijo Sirius de inmediato, con un tono que era mucho más
serio del que Remus estaba esperando.

-Lo sé, no insinuaba…-respondió el castaño, ligeramente descolocado por su reacción.-Solo


sé que no es agradable para ti hablar de todo esto.
Sirius asintió con la cabeza y se acomodó contra una de las mesas de la cocina, cruzando un
tobillo frente al otro.

-No es agradable, pero es… más fácil hablarlo contigo.-dijo, y quizás era la iluminación de la
cocina pero a Remus le pareció que tenía las mejillas un poco rosas.-Aunque James es como
mi hermano e intenta entender, no puede hacerlo de la misma forma.

-También me es más fácil hablar contigo.-dijo Remus, apartando la mirada.-Lo cual es


irónico porque hay veces donde ni siquiera estoy seguro de que seamos amigos.

Sirius abrió la boca y frunció el ceño, confundido, pero la cerró de nuevo cuando no supo que
responder, y comenzó a jugar con una cuchara de madera que se había quedado sobre la
mesa. El silencio se asentó en la habitación por unos segundos hasta que Remus habló para
liberar la tensión:

-No he limpiado la estufa.-dijo, señalándola con la cabeza.-Pensé que quizás querrías cocinar
antes de… hablar.

La expresión del moreno se iluminó en un instante, y al siguiente se ruborizó desde las


mejillas hasta el cuello. Era irritantemente bonito, pensó Remus, como una de esas pinturas
del barroco, con su cabello negro contrastando contra su piel aperlada y el rojo que le pintaba
los pómulos y los labios.

-¿Ya cenaste?-la voz de Sirius tembló ligeramente. Remus negó con la cabeza.-Perfecto, eh…
solo tomará unos minutos.

Comenzó a cortar verduras y preparar condimentos y Remus ni siquiera se molestó en fingir


que estaba limpiando porque habría sido tremendamente obvio que pretendía, así que terminó
sentándose en uno de los bancos a observarlo trabajar, conteniendo suspiros cuando se
apretaba el delantal o se apartaba el cabello de la cara.

-¿No vas a contarme la historia de esta receta?-preguntó, interrumpiendo el siseo de las


verduras contra la superficie caliente de la olla.

Sirius se sobresaltó como si hubiera olvidado que tenía compañía y Remus reprimió una
sonrisa; conocía perfectamente ese trance que te envolvía cuando estabas haciendo algo que
disfrutabas porque estaba casi escrito en tu código genético.

-Nunca la he preparado.-lo dijo como una confesión, en palabras rápidas y ligeramente


avergonzadas.-No he tenido la fortuna de ir a su región de origen, pero creo que he probado
platos parecidos.

-¿Alguna vez inventas tus propias recetas?

-Me gusta modificar las que he aprendido.-dijo después de un momento de considerarlo.-Hay


algo… especial en darle tu propio toque lo que te han enseñado con tanta devoción, ¿no
crees?
De nuevo la octava sinfonía de Schaubert llegó a su mente, jamás terminado, con finales
interminables, igual que el amor que le tenía a aquella mujer misteriosa.

-Es como componer.-dijo Remus, mordiéndose el labio inferior un momento.-Son… las


mismas notas, los mismos acordes que has aprendido pero los reacomodas para formar algo
nuevo. Es mágico.

Sirius esbozó una sonrisa espontánea y genuina y a Remus se le llenó el corazón al ver como
se le achicaban los ojos y se le ensanchaban las mejillas casi sin darse cuenta.

-Sí, exacto.

La cocina se llenó de olores que llevaron canciones muy específicas a la mente de Remus,
canciones que sabían a cenas familiares y mercados comunitarios, pero no supo identificar
exactamente de dónde venían.

-¿Estás muy cansado?-preguntó Sirius, de pronto. Remus ladeó la cabeza:

-No, realmente.-contestó.-¿Por qué?

-¿Quieres ayudarme?-Sirius lo dijo en un tono que era demasiado casual, sus pestañas
revoloteando aunque mantuvo la mirada en la olla.

-Claro.-dijo el castaño de inmediato, extasiado, sintiéndose el ser más especial del universo
en ese momento.-¿Qué hago?

Sirius lo puso a cortar manzanas y pesar ingredientes mientras él seguía añadiendo y


removiendo cosas a su propio platillo. Remus se sentía un poco torpe porque en casa casi
nunca cocinaba y le resultaba extraño sentirse tan inhibido cuando estaba acostumbrado a
moverse con naturalidad, pero había algo agradable en estar haciéndolo a lado de Sirius, que
le daba consejos y revisaba su trabajo con buena disposición de vez en cuando.

Remus lo observó analizar el color de la olla por un instante antes de fruncir los labios y
echarle eneldo picado con los dedos. Le parecía extraordinaria esa capacidad de adivinar los
sabores y ajustarlos sin necesidad de seguir una receta al pie de la letra, simplemente
siguiendo su intuición. Quizás, pensó, así se veía él cuando componía música.

El postre que lo había puesto a hacer eran una especie de tartas de manzana y canela, así que
cuando terminó la masa y fue momento de doblarla, Sirius intentó explicarle cómo hacerlo
pero después de un momento de confusión dejó la cuchara que sostenía, se lavó las manos y
se acercó a Remus para enseñarle.

-Tienes que presionar con tu pulgar para que quede una hendidura.-le dijo.-Pero no presiones
con la yema o la romperás, es con la parte de abajo, así…

Y entonces, después de hacerle una demostración, tomó una de sus manos con la suya y
apretó la base de su dedo suavemente, deteniendo su respiración al instante.

-Aquí.-dijo Sirius, su voz convertida casi en un susurro.-¿Ves?


A Remus se le ocurrió que probablemente debía responder, pero solo podía pensar en lo
suaves que eran sus manos aunque tenía algunas marcas de quemaduras de sartén y cuchillos
mal empuñados, y en que a pesar de que había estado cocinando la última media hora sobre
la estufa, curiosamente las puntas de sus dedos seguían un poco frías.

-Ajá.-dijo, finalmente, tragando saliva.-Gracias.

Sirius se apartó dando un par de pasos rápidos y sus manos cayeron al unísono.

Terminaron de cocinar, Sirius inspeccionó su trabajo y lo felicitó antes de servir la sopa que
había preparado:

-El postre estará listo para cuando terminemos de comer.-dijo con orgullo, metiendo las
pequeñas tartas al horno.

Remus pensó en ofrecerle cenar en una de las mesas del comedor, pero se sentía demasiado
formal e impersonal, la cocina era donde siempre hablaban, donde se habían enfrentado con
honestidad por primera vez, donde a veces le costaba entrar durante sus turnos en el trabajo
porque al hacerlo escuchaba su risa o veía sus manos cortando y mezclando agilmente sobre
la estufa.

Se acomodaron contra la barra, medio sentados y medio parados, y Sirius le extendió el plato
con cierta inquietud. Remus lo tomó, sumergió su cuchara y en cuanto la comida tocó su
lengua sus ojos se abrieron de par en par, un millar de recuerdos revueltos con la música en
su cabeza:

-Sirius.-dijo, incrédulo.-¿Es…?

-No creo que sea la versión más auténtica, pero es lo que encontré en los sitios de cocina.-dijo
Sirius de inmediato, revolviendo su plato.-En el supermercado no había exactamente los
champiñones que pedía pero…

-Es perfecta.-lo interrumpió Remus, completamente conmovido y enamorado y aguantándose


las ganas de llorar.

Sirius le había preparado una sopa tradicional de su pueblo, un platillo vegetariano con
legumbres y muchas verduras que venía de siglos atrás, de los tiempos de escasez. Su madre
se la había cocinado cientos de veces cuando no estaba en el hospital, solían repartirla en los
eventos de la escuela cuando hacía frío y venderla en las ferias del pueblo. Le sabía a hogar, a
amor y a cuidado; y si no se levantó ahí mismo a plantarle un beso fue porque habría sido
irrespetuoso dejar que la sopa se enfriara.

Comieron en silencio pero Remus escuchaba canciones épicas en su cabeza con cada bocado,
armonías con muchos violines y trompetas que lo hacían sonreír sin darse cuenta.

Deseó quedarse en ese momento por el resto de su vida, todo parecía poco complicado,
ligero.
Pero luego fue momento de pasar al postre y el silencio se volvió un poco incómodo, ambos
sabiendo que tendrían que hablar tarde o temprano y que probablemente no sería placentero.

-Dijiste que podíamos ayudarte a irte.-dijo Remus, sosteniendo su segunda tarta con las dos
manos, mirándola para no subir el rostro.-Que necesitas un plan.

-Es complicado.-respondió Sirius con un suspiro largo y cansado.-Tienen muchas formas de


llegar a mí para detenerme, pero es posible… creo.

-¿Ya no quieres estudiar música?-preguntó Remus con el ceño fruncido.

-Me gusta la música.-dijo, pasando una mano por su cabello.-Quizás me habría gustado
dedicarle mi vida de no ser por la forma en la que me criaron, pero ahora tengo que salir de
esta industria.

Remus asintió a pesar de que estaba teniendo dificultades para asimilar lo que le estaba
diciendo, le era casi inconcebible que alguien que había tenido todas las oportunidades y
herramientas, que era igual de talentoso que perseverante y que probablemente era mejor
músico que la mayoría de los artistas en orquestas profesionales pudiera dejarlo todo de un
momento a otro.

Pero no había sido así, se recordó, mirando la línea tensa en su cuello, lo recto de sus
hombros. Sirius había sufrido por años y probablemente llevaba mucho tiempo soñando con
esa libertad, no era una decisión irreflexiva, sino la conclusión inevitable de llevar un peso
devastador sobre sus hombros durante toda su vida.

-¿Qué podrían hacerte?-preguntó Remus.

-Sacarme de sus testamentos y su árbol genealógico.-dijo en un tono ligeramente divertido.-


Como si me importara su apellido o su dinero.

-Dijiste que no podías sostenerte tú solo.-dijo el castaño con los ojos entornados.-¿Planeas
buscarte un trabajo?

-Sí, el dinero no sería un problema a la larga.-contestó Sirius y Remus contuvo un comentario


sarcástico sobre como solo alguien con dinero podría decir algo así.-Era muy cercano a uno
de mis tíos, la familia lo detestaba porque dedicó su vida a poner escuelas de música en
lugares lejanos y nunca quiso trabajar en orquestas, les parecía un desperdicio de dinero y
talento, pero no podían borrarlo porque habría sido terrible publicidad.

Remus soltó una carcajada y subió las cejas, poco sorprendido por el cinismo de los Black
para ese punto.

-Murió hace unos años y me dejó prácticamente toda su fortuna.-había un poco de culpa en el
tono de Sirius.-Se suponía que iba a poder acceder a ella cuando cumpliera dieciocho, pero
hay todo un proceso legal que tengo que terminar antes, y eso puede tardar meses.

-¿Piensas esperar hasta entonces?-dijo Remus, pensando que en realidad parecía bastante
sensato.
Y entonces Sirius negó con la cabeza.

-No me importa tener que buscar un trabajo y vivir en alguna habitación rentada mientras
tanto. Quizás sería mejor que dejara la ciudad y fuera a algún otro lugar donde no tengan
acceso a mí.-respondió.-Lo que me preocupa son ustedes. Tienen demasiado poder en esta
industria.

-Los padres de James y Peter también tienen su peso en el mundo de la música, ¿no?-dijo
Remus, ladeando la cabeza.

Sirius no respondió ni se movió, simplemente lo observó con más y más aprensión en su


expresión, buscando las palabras correctas hasta que Remus enarcó las cejas, dejó la tarta a
medio mordisco y dijo:

-Oh.

Porque el problema no eran los amigos de Sirius, no podían hacerles nada porque todos
tenían dinero, renombre y posición en cierta medida. El problema era la vulnerabilidad de
Remus.

-¿Me estás protegiendo a mí?

-Te has esforzado demasiado como para que vengan a arrebatártelo todo para castigarme.-
dijo, mordiendo el interior de la mejilla.-Solo necesitan hacer una llamada para asegurarse de
que no vas a volver a pisar la Academia ni ninguna otra escuela de música en el país, incluso
con Dumbledore de tu lado.

-Por eso me dio esa plática de mi rendimiento.-dijo Remus, tocando la cicatriz de su cuello
sin darse cuenta.-Necesito ser impecable y ni siquiera eso es garantía de que vayan a dejarme
entrar.

-Si me comporto como quieren no tendrán razón para tocarte, te lo prometo.-contestó Sirius,
acercándose un poco más a él.-Una vez que te hayan aceptado en la Academia ya no les será
tan fácil usar su influencia contra ti.

-No quiero que te sigan atormentando por mi culpa.-dijo Remus en su mejor tono decisivo.

-Solo serán unas semanas.

-Necesitas esas semanas para… buscar un trabajo, un lugar donde quedarte, pensar si quieres
cambiarte de ciudad, todo eso.-respondió el castaño.-No para preocuparte por mi futuro
académico, Sirius.

-En el peor de los casos me quedaré con Andromeda unas semanas.-dijo Sirius, quitándole
importancia con un movimiento de mano, a pesar de que había un brillo extraño en su
mirada.

-¿Por eso vino a verte?-preguntó Remus con el ceño fruncido.-¿Para hablar de todo esto?
-Ella ya abandonó la familia antes, pensé que me vendría bien su ayuda y…-comenzó Sirius,
rascándose la nuca antes de detenerse abruptamente.-Espera, ¿cómo sabes que estuvo aquí?

Remus soltó un sonido indeciso que sonaba a “Eh…”, limpió una migaja que se había
atorado en su pantalón y tomó aire para prepararse:

-Los vi cuando regresé del trabajo y me detuve a hablar con ella.-admitió, apartando la
mirada porque no estaba seguro de querer ver su reacción cuando lo dijera:-Sé que la
donación para el viaje está a su nombre.

Una mezcla de pánico e incredulidad viajó por las facciones de Sirius, dejándolo con los ojos
bien abiertos y la boca entreabierta. Afuera del restaurante se comenzó a escuchar la lluvia
chocar contra el pavimento.

-Andromeda me dijo que tenía que hablar contigo y no con ella sobre eso.-siguió Remus, su
tono un poco más acusatorio de lo que pretendía.-¿Por qué?

-Es complicado.

-A mí me parece bastante simple.-dijo el castaño enarcando una ceja.-O tú orquestaste todo lo


de la donación, o fue tu prima.

-Técnicamente fue idea de ella.-se excusó Sirius.-Le… le estaba contando de lo injusto que
me parecía que fueras a perderte de una oportunidad como esa cuando era algo rutinario para
el resto de nosotros, y Andromeda me dijo que si el dinero podía solucionar algún problema
era ese.

-Sabías que nunca aceptaría que hicieran eso por mí.-la voz de Remus se había endurecido, la
confusión dando paso a la irritación.-Por eso lo hiciste a mis espaldas.

-Sabía que serías un testarudo y no te dejarías ayudar porque le das demasiada importancia a
tu orgullo.-replicó Sirius.-Así que sí, lo hice sin que supieras, y no me arrepiento.

-¿Es algo de niño rico creer que siempre sabes lo que otros necesitan aunque te digan lo
contrario?-espetó Remus, entre dientes.-Tus padres pudieron haberse dado cuenta.

-¿Por qué crees que lo hice a través de Andromeda y para el resto de los becados también?-
dijo el moreno poniendo los ojos en blanco.-No soy completamente idiota, Lupin.

-Si no quise que ninguno de ustedes interviniera no fue por terquedad, Black.-dijo Remus,
dando un paso hacia él y disfrutando que la diferencia de altura lo obligara a mirarlo hacia
arriba.-Fue porque toda mi vida he dependido de otras personas para todo, de mis padres, mis
doctores, mis maestros, ¿está tan mal que quisiera hacer esto por mi mismo?

-Todo el punto de tener amigos es poder apoyarte en ellos cuando lo necesitas.-respondió


Sirius, claramente exasperado.-Ibas a dejar que tu presunción afectara tu trayectoria
profesional, y yo no pensaba permitirlo.

-Sigues llamándonos amigos pero desde el momento que llegué a la Academia me has tratado
como si no soportaras tenerme cerca, o verme a la cara siquiera.-dijo Remus, levantando las
manos frente a él.-Un día no me dirigías la palabra y al siguiente estabas haciéndome la
maldita tarea de teoría, ¿cómo se supone que adivine las intenciones de tus acciones?

-Y yo que pensaba que eran demasiado obvias.-dijo Sirius con una risa sarcástica, sacudiendo
la cabeza.

-Me dijiste que me odiabas en el mismo viaje que tú pagaste.-dijo Remus con incredulidad.
Dio otro paso sin saber si quería sacudirlo para sacarle la respuesta, o incomodarlo con la
cercanía.-Nunca fueron obvias.

Sirius tomó aire, respiró profundamente y giró su cuerpo hacia el suyo, clavándole una
mirada rabiosa, cargada de electricidad, música y todo lo poderoso en el mundo, haciendo a
Remus sentir pequeño e inmenso al mismo tiempo. La lluvia afuera tomó fuerza, el sonido
estrellándose contra los cristales.

-Me hubiera encantado odiarte.-le dijo, su voz profunda de pronto. Remus tenía un tambor
dentro de su pecho, acompañado de campanas, violines y sirenas de emergencia.-Desde esa
noche que te vi en la fogata de bienvenida desee que fueras desagradable y arrogante como lo
son todos los músicos talentosos para tener una excusa para odiarte. Y luego te conocí y
fuiste tan encantador y genuinamente gentil que quise odiarte con más ganas porque me di
cuenta de lo fácil que iba a ser quererte.

“Quererte”. El mundo se detuvo con esa palabra, rindiéndole respeto.

La primera vez que tocó el piano le había parecido un fenómeno tan extraordinario, tan
mágico que Remus se había pellizcado hasta asegurarse de que había sido real. Así se sentía
ese momento, como algo ajeno, que le pertenecía a otra persona, a alguien mejor calificado
para ser querido por Sirius Black.

-¿No…?-balbuceó el castaño, su pulso estallándole en todo el cuerpo.-Todo este tiempo


pensé…

-No te odio, Remus.-dijo Sirius, su voz temblando, acercándose un poco más, sus rostros
apenas a unos centímetros, una tormenta de verano en sus ojos, intensa e incontenible y más
cálida de lo que debería ser una tormenta, igual a la que se estaba librando en las calles de la
ciudad en ese momento.-En realidad, te deseo tanto que a veces no lo soporto.

Remus terminó con la distancia tomando la muñeca de Sirius con la que se sostenía contra la
mesa, presionando sus costados desde los hombros hasta la cadera, seguro de que en
cualquier momento iba a despertar en una cama de hospital a rogar que lo dejaran
desvanecerse de nuevo. Sirius le puso una mano en la nuca, su pecho subiendo y bajando
demasiado rápido. Remus escuchaba chelos, violines y un millar de pianos en su cabeza
tocando una canción que era igual de desesperada que hermosa, una canción de amor y una
marcha fúnebre en las mismas notas.

La belleza de Sirius le había sido evidente desde que sus ojos se habían cruzado con él, todo
pómulos afilados, porte elegante y cabello del color de la noche, pero nunca le había parecido
tan espléndido como en ese momento, tan perfecto que ni siquiera una escultura florentina le
habría hecho justicia.
Cerró los ojos y entonces sus narices estaban rozando, suave como el inicio de una sinfonía,
después sus labios, más urgentes como las notas del puente musical pero sin llegar a tocarse,
alguno de los dos susurró “¿Puedo?” y un momento después se estaban besando, el estribillo
de la canción explotando y arrasando con todo lo que se atrevía a ponerse en su camino.

Un trueno fracturó el cielo y retumbó a través de ellos. Toda la música se detuvo de golpe.
Remus que había tenido una banda sonora personal en su cabeza desde que tenía memoria,
cuyo cerebro podía conjurar una canción distinta para cada situación se había quedado
completamente mudo.

Los dedos de Sirius estaban enterrados en su cabello, tomando su nuca con insistencia y
cuidado a partes iguales, sus labios se movían casi con delicadeza, en el tempo lento y
profundo de la música más instrospectiva, y no era como Remus esperaba que Sirius Black,
rebelde de nacimiento y arrogante de profesión, besara.

El tiempo dejó de tener significado. Se besaron segundos, minutos, horas. Cada beso
convenciéndolo un poco más de que no estaba soñando.

El beso sabía a melodías de canela y a armonías de sal, a cada tecla del piano que había
estado bajo sus manos, a las estrellas que ardían en el cielo con el nombre de Sirius, a la
lluvia que empapaba la ciudad y a esa mirada que habían compartido en el concierto mientras
Vivaldi sonaba de fondo como si hubiera escrito su música para ellos.

Esa noche en la casa de ópera Remus había aprendido lo que se sentía pertenecer a algo
después de años de sentirse solo en el mundo, y en ese momento en la cocina que olía a tartas
de manzana, con Sirius aferrándose a él entre los sartenes que los habían escuchado
sincerarse tantas veces antes, estaba aprendiendo lo que se sentía ser deseado.

Chapter End Notes

HOLY SHIIIIIIIIIT AL FIN AL FIIIIIIIIN


Han pasado años desde el inicio de este fic y seguro ya se estaban hartando del slowburn
jajsjs pero AL FIN se besaron alvvvv, creanme que lo estaba esperando tanto como
ustedes.
Disfruté muchísimo escribir este capítulo, no era como tenía planeado en un principio
que pasara pero creo que fue el momento exacto en la historia. Me esforcé mucho sobre
todo en la última parte jeje, espero que les haya gustado.
¿Qué creen que vaya a pasar ahora con ellos?
Gracias a todes por siempre leer y comentar, me motivan muchísimo.
En fin, les tqm, si reaccionan o algo al capítulo etiquetenme o lloro.
XXXII. el movimiento del piano
Chapter Summary

Remus intenta asimilar lo que sucedió con Sirius y comienza a cambiar la percepción
que tiene de sus padres.

Chapter Notes

Aviso importante al final!!!

See the end of the chapter for more notes

Remus decidió que era probable que no fuera a volver a dormir por el resto de su vida, pero
estaba tan enamorado y tan extasiado que no le importó pasearse por el mundo bostezando,
con ojeras bajo los ojos y la piel demasiado pálida.

Le gustaba dormir como a todo el mundo, pero cada vez que cerraba los ojos en la oscuridad
de su habitación sentía los labios de Sirius moverse contra los suyos y sus cuerpos encajando
el uno contra el otro en una danza perfecta y gracil, y realmente le gustaba mucho más eso
que descansar.

A Remus siempre le había costado creer en cosas intangibles como la vida después de la
muerte, ángeles, demonios y dioses todopoderosos; y esa noche a esa extensa lista de cosas se
le agregaron sus propios recuerdos porque le costaba creer que estaba existiendo en una
realidad donde había besado a Sirius Black, donde era querido por Sirius Black, donde era
deseado por Sirius Black.

Además, había descubierto que a ese momento de labios encontrándose y piel rozando con
piel era el único que su cerebro no era capaz de asociar con algún tipo de música, ni
canciones épicas ni melodías románticas. Si era honesto, le parecía ligeramente preocupante.

Habían vuelto a la Academia casi a las dos de la mañana, sus dos compañeros de habitación
llevaban horas dormidos así que pudieron escabullirse dentro sin ser detectados,
compartiendo una última mirada antes de cerrar sus propias puertas. Remus le dedicó un
pensamiento a lo terrible que era la seguridad del campus, pero lo agradeció de todo corazón,
habría sido mortificante tener que explicarle al director que había pasado el inicio de la
madrugada cocinando y besando a uno de sus alumnos estrella.

El día siguiente transcurrió con rapidez, apenas cruzaron un par de palabras, siempre
observados o acompañados por sus amigos, y Remus seguía en ese estado de incredulidad y
efervescencia, preguntándose cómo tenía el autocontrol suficiente para no dejar todo lo que
estaba haciendo y presionar a Sirius contra algún escritorio o alguna puerta, lo que estuviera
más cerca.

Luego llegó el viernes y se le ocurrió que no le había dicho nada a Lily ni a Terry y que no
estaba seguro de querer hacerlo. Además de lo desafortunado que iba a ser tener que
informarles que habían tenido razón, le parecía una tarea intimidante, por algún motivo.
Quizás quería disfrutar un poco más de ese momento y ese sentimiento que solo les
pertenecía a los dos antes de someterlo al escrutinio ajeno, y también tenía claro que era
mejor para Sirius y sus planes que nadie supiera que iba por ahí besando chicos. Si los Black
eran racistas, dudaba que vieran la homosexualidad con mejor criterio.

El profesor de teoría decidió que, como faltaban solo tres semanas para el fin del curso, era el
momento perfecto para hacerles un examen sorpresa y Remus, que siempre se había jactado
de estar al corriente en sus clases y estudiar en cada momento libre que tenía, no se preocupó
demasiado hasta que tuvo las preguntas sobre su escritorio.

Estaba seguro de que había leído la mayoría de la información que pedía en las preguntas,
pero algunos datos eran tan específicos que sólo alguien que había estudiado esa información
por años habría sido capaz de contestarlas, y, para su desgracia, eso englobaba a la gran
mayoría de sus compañeros, pero no a él.

Cuando entregó el examen y Remus no estaba seguro de la mitad de sus respuestas, se repitió
mentalmente que no impactaría mucho su calificación final fuera cual fuera el resultado, y sin
embargo no dejó de preocuparse porque quizás el profesor lo creería incompetente y
terminaría afectando sus posibilidades para obtener la beca al final del verano. Sabía que
estaba siendo irracional, claro, pero ningún detalle le parecía demasiado pequeño cuando se
trataba de tener certeza sobre su futuro.

Terminó el día escolar, almorzaron y quedaron de verse en el mismo salón de la semana


pasada para practicar para las audiciones que serían al día siguiente. Remus no creía necesitar
la práctica, exactamente, pero la distracción y la posibilidad de tocar música en un entorno un
poco menos formal le apetecía bastante, así que se encontró esperando ansiosamente la hora
de reunirse con sus amigos.

Decidió llamar a sus padres para matar el tiempo, pues no podría hablar con ellos al día
siguiente por las audiciones y no quería que se preocuparan por él como inevitablemente
harían si sólo les cancelaba la llamada:

-¡Remus!-la voz de su madre era cálida y rebosante de amor y lo hizo sentir un poco culpable
por ver esa conversación como una tarea más.-Hola cariño, no esperábamos hablar contigo
hasta mañana.

-Lo sé, pero son las audiciones de la presentación y creo que va a ser un día ajetreado.-
contestó él en su mejor tono casual.-¿Está papá ahí también?

-Hola, hijo.-lo saludó su padre del otro lado de la línea en un tono bastante más alegre de lo
que Remus acostumbraba.-¿Cómo estás?
-Bien, pa, gracias.-contestó.-¿Ustedes? ¿Los interrumpo?

-Oh, no, no. Vamos a ir al teatro a la ciudad, pero no es hasta más tarde.-dijo su madre.

-No pensé que les gustara el teatro.-respondió Remus, enarcando las cejas con sorpresa.-Al
menos no lo suficiente para hacer el viaje hasta la ciudad.

-Tu madre me convenció.-dijo Lyall en un tono de falsa resignación, perfectamente diseñado


para molestar a Hope.-Sabes lo persuasiva que puede ser.

Remus rió y visualizó la mueca de desaprobación que su madre debía estar esbozando en ese
momento.

-De primera mano.

-Es una hora de camino, y otra de regreso.-dijo ella, indignada. La ciudad a la que se referían
era la metropoli más cercana a su casa, pero cuando Remus era joven no habían
acostumbrado frecuentarla mucho.-Y no es algo que hagamos todos los días, vale la pena.

-Solo bromeo, cielo.-contestó su padre, divertido.-Me alegra que nos quieras convertir en
personas de cultura para que estemos a la altura de nuestro Remus.

Hope soltó una carcajada cariñosa y Remus intentó hacerlo también, pero la forma en la que
lo había dicho removió algo incómodo en su interior y terminó por fingirla.

-Espero que se diviertan.-dijo, inquieto, mordiendo el interior de la mejilla.-Oh, antes de


colgar quería preguntarles si ya tienen los boletos de avión para la presentación.

-Bueno, aún estamos esperando que lleguen un par de cheques de comisiones de la tienda.-
dijo Lyall, un poco más serio.-Pero… quizás la próxima semana.

-No es… si no pueden venir no hay problema.-contestó Remus a pesar de que se le había
formado un nudo en el estómago.-Siempre puedo enviarles un video.

-Esperemos que no sea necesario.-Hope estaba haciendo ese tono optimista que escondía un
profundo temor detrás, como cuando los médicos daban terribles pronósticos para la salud de
su hijo y ella le aseguraba que estaría bien con tanta vehemencia que se lo creía
inevitablemente.-Gracias por llamarnos, cariño. Mucha suerte en tu audición, aunque no la
necesites.

-Gracias, mamá.-respondió él, sonriendo casi sin darse cuenta.-Les llamaré cuando me den el
resultado.

-Seguro quedarás en el puesto que quieres.-afirmó su padre con convicción.-Te queremos


hijo.

-Y yo a ustedes.

La línea quedó en silencio después de un momento y Remus dejó caer su peso contra la pared
donde estaba recargado, sintiéndose repentinamente pesado, la ligereza y felicidad
burbujeante que lo había acompañado desde que había besado a Sirius flaqueando contra sus
emociones.

Nunca había escuchado que a sus padres les interesaran cosas como el teatro, ni que las
consideraran fuera de su alcance, pero en ese verano, con él lejos, se habían aventurado a
probar esa clase de experiencias. Toda su vida había pensado que no entendían su conexión
con la música por una falta de disposición hacia cosas menos prácticas, como las artes,
siempre había pensado que ellos lo consideraban una fijación bizarra y foránea porque no se
habían dado el tiempo de entenderlo.

Sin embargo, comenzaba a entender que quizás ese tiempo se los había robado él, o su
enfermedad, por lo menos. Quizás sí que habrían sido el tipo de personas que salían al teatro,
visitaban galerías y asistían a los recitales de su hijo con una sonrisa en la cara de no haber
tenido que lidiar con un niño eternamente indispuesto, de no haber tenido que usar cada
salario para consultas médicas y tratamientos, de no haber tenido que tomar trabajos de
medio tiempo para poder cuidarlo en las peores épocas.

Se había sentido incomprendido (aunque querido) por sus padres toda su vida, mientras todo
ese tiempo al que le había faltado compresión era a él.

Era extraño comenzar a concebir a los padres como personas en lugar de esas figuras
autoritarias que estuvieron ahí desde el comienzo de tu vida, pensó Remus antes de revisar la
hora y reparar en que ya se acercaba el ensayo que habían programado.

Al llegar al salón se encontró con una Lily que afinaba su violín atentamente, cerrando los
ojos en concentración cada vez que probaba con una nota. Remus sonrió, decidido a guardar
la reflexión de sus padres para otro momento, y dijo:

-Eres muy talentosa, ¿ya te lo había dicho?

Lily abrió los ojos y le devolvió la sonrisa, moviendo el arco contra las cuerdas una vez más.

-En el último ensayo, según recuerdo.-contestó ella, enarcando las cejas.

-Bueno, pues es cierto.-replicó Remus.-Habrías sido el primer violín de la orquesta que


quisieras.

-Siempre me gustó más el flautín.-dijo Lily, encogiéndose de hombros.-Nunca me interesó el


protagonismo.

-Podría argumentar que los instrumentos de viento son los de mayor protagonismo en las
composiciones correctas.

Lily lo escudriñó con la mirada, pasando sus ojos desde abajo hasta arriba como si buscara
algo antes de ladear la cabeza.

-Estás de buen humor.-declaró, dejando su violín de lado.-¿Por qué?

Remus le rogó a cada dios que pudo recordar que sus mejillas permanecieran de su color
natural.
-Siempre estoy de buen humor.-debatió, fingiendo estar un poco ofendido.-¿Qué insinuas?

-Nada.-el tono de su amiga era completamente suspicaz.-Sólo estás… diferente.

Remus se sentía como si llevara un enorme letrero en la frente que decía “Besé a Sirius
Black” rodeado de una mezcla de corazones de colegiala enamorada con dramática pintura
derramada, pero se limitó a encogerse de hombros y reprimir la sonrisa que le nacía en la cara
cada vez que lo recordaba.

La conversación terminó ahí porque llegaron Dorcas y Marlene, quienes seguramente no


habían estado esperando compañía tan pronto a juzgar por la forma en la que Dorcas tiraba de
la cadera de Marlene; no obstante, Remus le prometió silenciosamente a Lily que le contaría
en cuanto se sintiera listo.

El ensayo fue bastante parecido al anterior pero con menos errores, Peter repitiendo la
melodía en voz alta cada vez que terminaban de tocar, las chicas en perfecta sintonía,
arreglando algunas notas de vez en cuando, James embelesado con Lily, viéndola tocar como
si jamás hubiera escuchado un violín en su vida. Las excepciones eran Remus y Sirius, cuyas
miradas se encontraban de vez en cuando, alguno sonreía con complicidad, como si la sonrisa
les supiera todavía a besos, y luego se apartaban antes de poder sonrojarse demasiado.

Había pensado que tocarlo y besarlo actuaría como un desahogo para el deseo que lo había
atormentado todo el verano, pero parecía haber tenido el efecto contrario; ya que sabía cómo
se sentía poder tomarlo de la cintura y acariciarle el cuello entre besos, el prospecto de
hacerlo de nuevo resultaba intoxicante.

Como un entendimiento sin palabras, cuando terminó el tiempo del ensayo, Sirius y Remus
anunciaron que se quedarían unos minutos más a practicar a pesar de estaban teniendo
dificultades para verse a los ojos.

Sus amigos no le dieron mucha importancia y se despidieron, excepto James y Lily, quienes
los observaron con cierta curiosidad antes de partir, caminando muy juntos. Remus esperó
que estuvieran demasiado ocupados el uno con el otro como para ponerles mucha atención.

Esperaron un momento, ninguno de los dos pronunció palabra, así que Remus, que no creía
tener la fuerza suficiente de hablar en voz alta todavía, recorrió el teclado con un dedo, cerró
los ojos y comenzó a tocar.

Era de esas canciones que se le ocurrían mientras tocaba, sus dedos casi moviéndose sin
pedirle permiso, construyendo la melodía sin pensarlo, sintiendo a través de las notas. Lo
había hecho como una distracción, no estaba seguro de si la música hablaba realmente de
algo, simplemente había sido una herramienta para llenar el silencio. Algunas personas
preguntaban sobre el clima, Remus componía canciones con un movimiento de mano.

Subió la mirada y se encontró con que Sirius lo contemplaba aún desde su silla, con el chelo
entre las piernas y la mejilla recargada contra el mastil de madera, el fantasma de una sonrisa
en sus labios.

-¿Qué?-preguntó Remus con la voz ligeramente ahogada, obligando sus manos a detenerse.
-Podría pasar horas viéndote tocar.-dijo Sirius con completa sinceridad, como si no fuera
demasiado importante, como si no pudiera provocarle un ataque cardiaco con sus palabras.-
Es como… como si viajaras a otro universo donde no existen más que tú y el piano. Es
extraordinario.

El corazón de Remus dio un salto y el enrojecimiento que había impedido con tanta
vehemencia finalmente floreció en su rostro.

-Siempre quise saber lo que se sentía conectar de esa forma con la música.-siguió él y en su
voz no había envidia como quizás habría contenido la misma oración meses antes.-Me alegra
poder verlo de primera mano, por lo menos.

-Es extraño, siempre me han felicitado por este talento, pero a mí siempre me ha resultado
bastante… simple.-le contó, tocando un par de notas con una mano a forma de demostración.-
No es tan impresionante cuando te das cuenta de que no estoy haciendo nada
voluntariamente, sólo pasa y ya.

-Me parece todavía más impresionante.-afirmó Sirius con una sonrisa pequeña pero cálida.-
Es una parte fundamental de ti, como tu sarcasmo o tus pecas.

Remus estaba bastante seguro de que su rostro había pasado del rojo al escarlata, apartó la
mirada y pasó un dedo sobre el asiento del piano.

-Así te ves tú cuando cocinas.-dijo, más en un balbuceo por los nervios.-Es como… sabes
exactamente qué hacer y te brillan los ojos y se te destensan los hombros. Es precioso.

-No pensé que observaras todo eso.-contestó, su voz ligeramente aguda.-Siempre te veías tan
ocupado limpiando.

El castaño no supo qué decir, responderle con un “De vez en cuando te veía” resultaba muy
deshonesto, y responderle con un “Cómo no iba a observarte si me tienes hecho un idiota
desde hace semanas” resultaba demasiado intenso, así que simplemente se encogió de
hombros.

-El piano siempre me costó trabajo.-dijo Sirius, dejando el chelo de lado para acercarse a él.-
Estoy acostumbrado a moverme con todo el cuerpo mientras toco y el piano me parecía
restrictivo. De todas formas mis padres siempre me obligaron a perfeccionar los instrumentos
de cuerda, tradición familiar y todo eso.

-Argumentaría que sí puedes tocar con todo el cuerpo.-dijo Remus, agradeciendo el cambio
de tema.-A primera vista puede parecer que sólo mueves los brazos, pero yo siento las notas
desde los pies hasta la nuca.

Antes de pensarlo estaba apartándose para hacerle lugar a Sirius, palmeando el asiento como
petición a que lo acompañara en el banco.

El moreno obedeció después de un momento, sentándose cerca pero sin llegar a tocarlo, lo
suficiente para poder rozar sus rodillas o sus hombros al tocar. Ambos tuvieron mucho
cuidado de no hacerlo, como si un toque pudiera hacerlos explotar a los dos.
-Mira…-le indicó Remus antes de comenzar a tocar el principio del Estudio Op. 10 número
12 de Chopin, una melodía que le recordaba a las mañanas de primavera.

El torso de Remus se meció lentamente de atrás hacia adelante al ritmo de la música, sus
manos corrían sobre las teclas con los brazos siguiéndolas de cerca, sus piernas se
flexionaban y se estiraban de forma casi imperceptible, y su cabeza se balanceaba sobre su
cuello como si buscara que las notas se encontraran con ella. Cada acorde le vibraba dentro,
sacudiendo cada célula y atravesando cada vena.

Cuando volteó hacia Sirius lo observaba con el mismo interés de antes, sonriéndole con los
ojos en lugar de los labios. Era suficiente para robarle el aliento a cualquiera, no se diga a
alguien con una enfermedad pulmonar.

-¿Ves? No es tan evidente como la flauta o el chelo, pero está ahí.-dijo.-Inténtalo.

-Me falta un poco de práctica. Hace meses que no me siento delante de un piano.-se excusó
antes de comenzar a tocar.

Y claro que era una vil mentira, pensó Remus, escuchando como continuaba la composición
de Chopin a la perfección, sus dedos presionando cada tecla con precisión y seguridad.
Estaba un poco más rígido que con el violín, menos cómodo, pero también se inclinaba hacia
adelante y sacudía los hombros.

Remus comenzó a tocar con él en otra escala y se ganó una sonrisa de su parte que le dejó las
manos temblorosas, para su infortunio.

Tocaron juntos hasta que se terminó la canción, y quizás no era como Chopin había querido
que se tocara su música, pero Remus pensó que era de las cosas más bonitas que había
escuchado.

No estaba seguro de qué tenía permitido hacer con Sirius en ese momento, pero llevaba tanto
resistiéndose a los impulsos que le nacían cada que lo tenía cerca, que decidió ser indulgente
por una vez, presionando entre sus omóplatos con suavidad antes de decir en voz baja:

-Aquí, ¿lo sientes?

Remus sintió a Sirius detener su respiración un momento bajo su contacto antes de voltear a
verlo y recorrerse unos centímetros sobre el banco hasta que sus rodillas chocaron.

Le recordó peligrosamente a la noche en la cocina cuando Sirius le había mostrado como


manejar la masa de las tartas. Si antes tenerlo cerca le resultaba difícil, en ese momento la
urgencia de tomar su rostro y besarlo hasta que cayeran exhaustos era casi insoportable.

Antes lo había detenido la incertidumbre de si Sirius era capaz de sentir algo por él, pero ya
se sabía deseado y querido por el moreno, así que lo que lo frenaba en ese momento era más
un miedo de equivocarse y arruinar ese recuerdo perfecto. Quizás era una de esas cosas que
solo estás destinado a vivir una vez, pensó aunque lo tenía tan cerca que podía contarle las
pestañas y percibir su loción que olía a bosques y estrellas.
-Sí.-respondió finalmente Sirius, asintiendo con la cabeza.-Lo siento.

Remus decidió que no le importaba tanto cometer errores y se inclinó un poco hacia a él con
la intención de besarlo, pero cuando estaba a punto de tocar sus labios un sonido estruendoso
y terrible los hizo separarse de un salto.

Sirius sacó su celular del bolsillo con una mueca de irritación que se convirtió en
consternación al leer la pantalla:

-Es Andromeda.-dijo, volviendo sus ojos grises hacia él.-Si fuera cualquier otra persona…
Debo contestar, perdón.

-No hay problema.-contestó Remus, cuyo pulso no había dejado de retumbarle en los oídos.-
Podemos practicar luego.

Sirius lo miró un momento, apretó su rodilla con una mano y se levantó para comenzar a
hablar mientras salía de la habitación. Remus recargó los antebrazos en el piano y su frente
en ellos, provocando un sonido estrepitoso que reflejaba a la perfección lo frustrado que se
sentía.

Había pasado tanto tiempo cultivando ese control que lo había protegido de salir lastimado, y
Sirius lo había destruido en cuestión de semanas, primero a nivel emocional y luego físico; se
sentía como si andara a carne viva todo el tiempo, cargando una flama entre sus manos,
siempre al borde del peligro.

Se quedó un rato más a practicar para la audición del día siguiente, convencido de que eso lo
ayudaría a alejarlo de su mente a pesar de que veía el gris de sus ojos y sentía lo suave de sus
manos en cada nota.

Quizás, pensó cuando salía del edificio en dirección a su habitación, simplemente tendría que
aceptar que no podría sacárselo de la cabeza nunca más. Sólo esperaba que el sentimiento
fuera recíproco.

Chapter End Notes

Aviso parroquial:
El próximo sábado voy a actualizar temprano porque me voy de viaje en la noche!!! Y el
que le sigue a ese (o sea el 8 de enero) puede que en lugar de capítulo normal haya como
un extra más corto desde la perspectiva de Sirius porque como voy a estar de viaje no
creo que tenga tiempo de escribir. Les aviso en mi twitter @grecusanne.

Anygays:
FELIZ NAVIDAAAAAAAD
Espero que les haya gustado el capítulo! Como creen que vaya a cambiar su relación
ahora que ya se besaron?
Muchísimas gracias por leer y comentar!! les tqm
XXXIII. tarjetas de estudio
Chapter Summary

Remus asiste a su audición, recibe un regalo inesperado y Terry conoce a los amigos de
Remus.

Chapter Notes

Aviso importante al final

See the end of the chapter for more notes

Remus era la clase de persona que prefiere bajar sus expectativas para jamás salir
decepcionado. No era saludable ni útil, pero llevaba tanto tiempo haciéndolo que se había
vuelto parte de él, un hábito más sobre el que no pensaba dos veces. Había comenzado con su
salud, se había programado para pensar que siempre recibiría malas noticias y así nunca sufrir
cuando fuera verdad, pero había evolucionado hasta meterse a los otros ámbitos de su vida,
incluyendo su familia, sus amigos, y, por supuesto, la escuela.

Así que aunque confiaba en su talento y sus habilidades, el sábado siguiente Remus llegó a
las audiciones esperando que le dieran el puesto a alguien más y él acabara de suplente; ni
todo el trabajo o reconocimiento del mundo lo disuadieron de esa expectativa. Fue una
genuina sorpresa que al terminar los profesores que actuaban como jurado le aplaudieran
brevemente y le dieran a entender que tendría el puesto del piano, aunque aún tenían que
hacerlo oficial al publicar las listas de la orquesta la siguiente semana.

Salió de la sala de ensayos con una sonrisa en la cara, alivio recorriéndole las venas y
sintiéndose ligeramente agitado, con demasiada energía ahora que no estaba concentrada en
tocar como si su cordura dependiera de ello.

Fue en búsqueda de sus amigos entre el grupo de alumnos que aguardaban su turno afuera del
edificio y los que ya habían pasado, pero al primero que divisó entre el gentío fue a Terry,
cuya mirada se cruzó con la suya cuando se aproximó al grupo.

Lo abrazó, emocionado y luego un poco avergonzado por la muestra pública de afecto:

-¿Te fue bien, entonces?-preguntó su amigo, tomándolo de los hombros y sacudiéndolo con el
mismo entusiasmo.

-Mucho más de lo que esperaba.-contestó Remus, sonriendo aunque ruborizado.


-Yo no me esperaba menos.-fue la respuesta de Terry, antes de presionar un dedo contra su
pecho a modo de riña y decir:-Tienes que empezar a creerte lo extraordinario que eres,
Remus Lupin.

El castaño asintió, tomó aire lentamente y dejó caer las manos que aún estaban en la espalda
de Terry.

-Beberemos a tu salud esta noche en el bar.-sentenció el moreno.-¿Nos iremos todos juntos o


nos encontraremos allá?

-Yo y Lily iremos después del trabajo, probablemente James vaya a esperarnos, pero el resto
debería irse de aquí cuando anochezca.-respondió Remus.-Puedo decirles que te esperen en la
salida para que vayas con ellos.

-Sería genial.-dijo Terry, sonriendo.-Va a ser muy divertido convivir con tus amigos. Parecen
muy agradables.

Remus asintió, tragando saliva. Estaba seguro de que Terry y el resto se llevarían muy bien,
era irritantemente encantador y divertido, pero no estaba seguro de cómo sería la dinámica
entre ellos dos, en específico. Hasta donde el resto de sus amigos sabía, Remus y Terry
estaban saliendo casualmente y era probable que por lo tanto esperaran alguna muestra de esa
atracción entre ellos. Anunciar que habían dejado de verse resultaba poco práctico debido a lo
mucho que conversaba con él cuando se encontraban por el campus, además de que le parecía
descortés desinvitar a Terry, y no pensaba contarle aún lo que había sucedido con Sirius, así
que sería una velada interesante, por decir poco.

-Lo son.-dijo finalmente, aclarándose la garganta.-Nos vemos esta noche, entonces.

Terry asintió, lo abrazó brevemente como despedida, y Remus se dio la vuelta para seguir
buscando a sus amigos.

No tuvo que esforzarse en lo absoluto, porque al girar se encontró con varios pares de ojos
observándolo atentamente desde lo lejos, Marlene y Dorcas codéandose y cuchicheando
como si estuvieran en secundaria, Peter no parecía muy interesado pues seguía abrumado por
la ansiedad de la audición, Mary sonreía despreocupadamente, James los analizaba con cierto
escrutinio, y Sirius tenía esa mueca impasible bien ensayada que usualmente no auguraba
nada bueno.

Remus caminó hacia ellos, ruborizándose aún más al saberse el centro de atención, y aguantó
algunos comentarios burlones de sus amigos con una sonrisa apretada. Sirius no pronunció
palabra.

-No puedo esperar a conocerlo.-anunció Mary.-Voy a preguntarle toda clase de cosas sobre el
misterioso Remus.

-No soy misterioso, soy… discreto.-se defendió él.-Y no te diría nada, Terry es demasiado
educado.
-Dudo que sepa mucho, de todas formas.-masculló Sirius. Nadie pareció escucharlo, o al
menos nadie le puso mucha atención, excepto Remus porque su atención era acaparada por él
constantemente.

James esbozó una mueca que pretendía ser alegre pero se notaba más contrariada, como si no
supiera si alegrarse con el resto o mostrarse consternado.

Remus tenía la sensación de estarse enredando tanto en algo que ya no sabría como liberarse
de él más tarde.

~~~

Peter no era naturalmente brillante como Sirius, no tenía el encanto de James para salirse con
la suya con un chiste y una sonrisa, ni poseía el talento espeluznante de Remus, pero era,
definitivamente, el más dedicado de los tres.

Él y Remus llevaban unas semanas dándose tutoría mutuamente, no era nada muy formal
pero de vez en cuando uno le pedía ayuda al otro con una tarea o coincidían en la biblioteca o
en alguna sala de ensayo y terminaban armando un grupo de estudio improvisado; así que no
fue fortuito encontrárselo más tarde en la sección de historia de la biblioteca de la Academia,
sin embargo lo que sí confundió a Remus fue verlo sacar un montón de tarjetas de estudio de
su mochila al reparar en su llegada.

-Sé que el examen del otro día no te sentó muy bien.-explicó en un susurro cuando se sentó
junto a él.-Seguro te fue mejor de lo que crees, pero toma, de todas formas.

El castaño obedeció y comenzó a ojearlas con una mueca de desconcierto, encontrando buena
parte del curso de teoría resumido en las tarjetas, no solo el de su año sino de los anteriores.
Algunas estaban definitivamente usadas, subrayadas con distintos colores, marcadas por
plumas, dobladas por la mitad y manchadas de chocolate (Peter no bebía café, le alteraba los
nervios), mientras que otras parecían nuevas, con tinta fresca y saturada, impolutas, hechas
probablemente para él.

-Pero, Pete, ¿estás seguro?-dijo Remus, tragando saliva.-Es evidente que les has dedicado
mucho tiempo, no quisiera…

-Es un regalo.-lo interrumpió su amigo, encogiéndose de hombros.-No hubiera sobrevivido


sin ellas los primeros dos años del programa, pero ya no son tan indispensables.

Remus sintió un flamazo de afecto por su amigo recorrerle el pecho, tuvo el impulso
simultáneo de abrazarlo, empujarlo lejos y regalarle flores.

Su relación con él era más mesurada que con las otras personas en su vida, pensó. James, al
ser su compañero de habitación, estaba constantemente en contacto con éñ, las emociones
que Sirius provocaba en él eran intensas y difíciles de ignorar, Lily lo reconfortaba y lo reñía
cuando era debido, a Terry lo conectaba un entendimiento y empatía profunda, y se dio
cuenta con un pinchazo de culpa que realmente no pensaba mucho tiempo en Peter, pero no
era porque no lo apreciara, sino porque su amistad era más sencilla, más directa y para
alguien como Remus que sentía tener un millar de complicaciones encima todo el tiempo y
que apenas estaba aprendiendo a llevar amistades saludables, eso era muy especial.

Terminó por tomarlo del brazo en un gesto amistoso, sonrió y dijo:

-Muchas gracias, de verdad.

Peter le devolvió media sonrisa, un poco ruborizado, y se encogió de hombros.

-No me olvides cuando seas famoso y poderoso.-bromeó.-Usa tu influencia para meterme en


las mejores orquestas y los mejores puestos.

-No necesitarás mi ayuda.-respondió Remus con firmeza.-Eres un músico muy capaz.

El rubio bajó la mirada a sus libros y mordió uno de sus labios ansiosamente. Remus reparó
en que no era el único al que le costaba recibir cumplidos y tomó la decisión de esforzarse
más en hacerle saber a Peter lo importante que era para él. Ordenó las tarjetas
meticulosamente y las apretó un momento entre sus manos antes de guardarlas en la mochila.
Se sentía como una persona afortunada y querida.

~~~

-Sigues raro.-fue lo primero que Lily le dijo cuando salieron del restaurante en dirección al
bar, mirándolo de reojo y enarcando una ceja.

-Tendrás que ser más específica.-contestó Remus, rogando mentalmente que James
apareciera para que esa conversación terminara.

-El otro día estabas todo feliz y contento en el ensayo, y ahora estas a punto de perforarte la
mejilla de tanto que la estas mordiendo de los nervios.-dijo la pelirroja, ajustando la correa de
su bolsa.-Algo te ocurre.

Remus bufó pero incluso él reconoció que se escuchaba demasiado casual.

-No es nada, solo estoy pensando en la audición de hoy.-mintió, encogiéndose de hombros.

-James dijo que te había ido muy bien.-replicó ella, enarcando una ceja.

-Hablan mucho por mensaje, ¿entonces?-el intento de desviar la conversación era obvio, pero
usualmente funcionaba con James, esperaba que sucediera lo mismo con Lily.-Se están
poniendo más serios.

-Hablamos lo suficiente.-respondió, imperturbable.-Ahora, deja de intentar distraerme y…

-¿Listos para beber?-la voz alegre y entusiasta de James los interrumpió desde atrás, sus
brazos rodéandolos a ambos y estrechándolos un momento.-Es noche de canciones de los dos
mil en el bar.

Lily le lanzó una última mirada suspicaz antes de girar hacia James para saludarlo con un
beso rápido en la mejilla, haciendo que su sonrisa se ensanchara aun más y el rostro se le
coloreara en un instante. Remus subió las cejas a modo burlón pero afectuoso.

-Hola, Potter.-dijo ella, desenredándose de su abrazo y peinando su cabello en un moño


desordenado.

-Evans.-contestó él con la voz estrangulada. Remus tuvo que reprimir una carcajada.-Moony.

-Recuerda que los humanos generalmente necesitamos respirar para vivir, James.-siseó
Remus mientras pasaba junto a él, ganándose un codazo poco violento y una mueca de
reproche.

Los tres comenzaron a caminar por la calle. Era sábado y la ciudad se sentía viva bajo sus
pies, los adoquines vibrando con la música de restaurantes y bares, jóvenes andando
abrazados por la acera, el murmullo del océano y el olor a sal llenando el ambiente.

-¿Están todos los demás en el bar?-preguntó Lily, cuyo hombro rozaba con el de James de
vez en cuando, haciéndolo saltar cada vez.

-Salí al mismo tiempo que ellos de la Academia, así que creo que deben haber llegado ya.-
respondió James y luego su tono se volvió cauteloso.-Terry parecía muy cómodo con todos,
no tienes de qué preocuparte Remus.

-Es muy sociable.-dijo el castaño, visualizándolo a la perfección, riendo y bromeando con


Mary o conversando de cosas profundas con Dorcas.

-Quien no se encontraba tan despreocupado era Sirius.-siguió él, intercambiando una mirada
con Lily.-Había estado mejor después de que hablaste con él el otro día, pero ahora estaba…
tenso.

-Qué extraño.-Remus mantuvo los ojos en los adoquines.-Quizás hable de nuevo con él.

-Suena como una idea excelente.-respondió Lily en una voz demasiado vehemente para una
conversación que trataba de Sirius Black.

Ella y James volvieron a mirarse antes de cambiar el tema de conversación al surfista que
habían visto caerse en su cita anterior. Remus resopló con alivio, pero siguió sintiéndose
observado.

Sus amigos en el bar apenas iban por la primera ronda, balanceándose al ritmo de los Black
Eyed Peas aún en sus asientos, riendo y dándole una vida al lugar que casi se sentía impropia,
pues los bares de locales, lejos de los turistas y universitarios, usualmente eran menos
escandalosos.

Saludó a todos con una sonrisa general y tomó uno de los asientos libres. Sirius le devolvió la
sonrisa por un instante antes de que su expresión se endureciera. Terry se sentó junto a él de
inmediato, comenzando a contarle de lo bien que le había ido en su propia audición.

-Si todo como debería, estás viendo al clarinete de la orquesta de segundo.-le dijo, sonriendo
con una mano en la barbilla, en una pose casi caricaturesca.
-Ahora que lo pienso, nunca te he escuchado tocar.-respondió Remus, enarcando una ceja.

-Oh… es cierto, debemos remediarlo.-contestó Terry como si fuera un problema muy serio.-
Puedes venir a mi dormitorio en la semana, si quieres.

Remus vio de reojo a Sirius darle un trago innecesariamente largo y rápido a su bebida antes
de escudriñar a Terry con la mirada en un gesto que no era necesariamente agresivo pero
tampoco amistoso y sintió algo desagradable voltearse dentro de su torso.

-Claro.-respondió, mordiendo el interior de su mejilla de nuevo.

La noche siguió su rumbo. Todos parecían bastante interesados en conocer a Terry excepto
Sirius, que hacía comentarios vagos de vez en cuando para aportar a la conversación, pero no
participaba mucho más. Marlene y Mary conectaron con él de inmediato, haciendo chistes,
imitaciones y bebiendo como si se conocieran de toda la vida. Remus, a pesar de todo, estaba
genuinamente feliz de compartir a Terry con sus amigos.

Lily, que solo había escuchado de él, conversó con Terry con una facilidad de la que solo son
capaces las personas extrovertidas y de corazón empático. Ella era la única en todo el grupo
que sabía del arreglo real entre ellos, pero no se comportaba de forma suspicaz, era bastante
buena actriz para la fortuna de Remus.

James fue usualmente amistoso, incluyéndolo en sus charlas y preguntándole cosas sobre si
mismo, pero le faltaba la picardía que solía acompañar cada una de sus interacciones, y
aunque el resto no parecía haberlo notado, para Remus era tan evidente que deseaba
interrumpir su conversación a la menor provocación para preguntarle cuál era su problema.

Terry le tomaba el hombro o la rodilla de vez en cuando en un contacto que podía ser tan
amistoso como romántico y a Remus se le revolvía la sangre, incapaz de mirar a Sirius. Era
una suerte que todos supieran que no era el tipo de persona que hacía demostraciones
públicas de afecto, o habría tenido que dar una actuación mucho más convincente.

En el bar pasaron de los Black Eyed Peas a Britney Spears y prácticamente todos saltaron de
su asiento excepto Sirius y él, pues se quedaron atrás para observarlos bailar a unos metros de
la mesa. Remus se terminó la cerveza de golpe antes de permitir que sus ojos se posaran
sobre el otro chico.

Pero Sirius no lo miraba de vuelta, tenía la mirada firme en la pista, su postura bien derecha y
las manos en el regazo.

-Pareces gustarle mucho.-le dijo en un tono perfectamente normal, sin girar el rostro.

-Solo es mi amigo.-contestó Remus, queriendo explicarle y al mismo tiempo temiendo sonar


demasiado intenso al asumir que a Sirius le importaba que saliera con otras personas.
Después de todo, ni siquiera habían hablado de la naturaleza de su relación aún.

-No sabía que los amigos podíamos hacer todo eso.-dijo, finalmente haciendo contacto visual
con él para después tomar su brazo en un movimiento suave y discreto antes de devolver la
mano a su sitio.
-Depende del amigo.-Remus sentía un nudo en el fondo del estómago que no era del todo
desagradable.

Sirius enarcó una ceja y subió una pierna al asiento vacío que tenía enfrente, recargándose
hacia atrás y provocando que la playera se subiera un poco sobre su abdomen. Remus se
obligó a no mirar.

-No pensé que él fuera tu tipo.-Sirius seguía utilizando ese tono que le dejaba saber que
escondía algo debajo de sus palabras.

-¿Cómo pensabas que era mi tipo?-preguntó Remus aunque lo que quería hacer en realidad
era preguntarle cuánto tiempo había pasado considerando quién era el tipo de persona a la
que Remus se sentía atraído.

-Él es tan…-Sirius hizo un movimiento vago con la mano, sacudiéndola frente a su cara.-Y tú
eres muy tú. Más callado.

-¿Me estás diciendo tímido?

-No. Introspectivo.

Remus rió. Sirius se encogió de hombros.

-No sé si tengo un tipo.-respondió él, permitiéndose recorrer el perfil de Sirius con la mirada,
su nariz perfecta y los pómulos altos enmarcados por cabello oscuro.-No he estado el tiempo
suficiente con alguien para averiguarlo.

Lady Gaga comenzó a sonar en las bocinas y de pronto Terry y Marlene lo estaban
arrastrando contra su voluntad a la pista, James y Mary haciendo lo mismo con un Sirius que
en lugar de oponer resistencia se levantó con entusiasmo. Remus lo observó con una sonrisa,
pensando que semanas antes probablemente se habría negado a hacer algo así en público en
un esfuerzo de mantener su pulcra imagen de heredero de los Black.

Bailaron con despreocupación, unos más que otros, pero el alcohol que bajaba por su
garganta le dio la valentía suficiente a Remus para no sentarse después de una canción, sino
que intentó desinhibirse un poco y sentir la música como hacía con la instrumental, solo que
esa no llevaba recuerdos a su mente sino extrañas imágenes distorsionadas que resultaban un
poco abrumadoras.

Terry le tomaba las manos o la cintura de vez en cuando para sacudirlo al extraño ritmo del
pop de principios de los años 2000, y aunque el castaño notó la atención de Sirius sobre ellos
de nuevo, decidió que no tenía nada de malo bailar con un amigo e intentó no pasar
demasiado tiempo ponderándolo.

-Está funcionando.-le susurró Terry en el oído después de un rato de intercambiar miradas


accidentales con un Sirius que estaba muy atento a ellos.

-No tienes idea.-respondió Remus con una inhalación trabajosa y un pinchazo del culpa.
Esa noche cuando regresaron a los dormitorios en medio de la madrugada, aún borrachos y
cantando a un volumen inapropiado, Remus soñó con los labios de Sirius y con las carcajadas
de sus amigos.

Chapter End Notes

HELLOOOO, yo sé que este capítulo es más corto de lo normal peor he andado


ocupadísima con lo del viaje amixeees, de hecho en unas horas es mi vuelo omggg, por
lo mismo no estoy segura de si los próximos sábados (8 y 15 de enero) voy a actualizar,
les había dicho de que en caso de que sí sería más bien un capítulo extra desde la
perspectiva de Sirius, pero ya sea que sí se haga o no les aviso en mi twitter.

En fin, mil gracias por leer y comentar! Lxs tqm y les cuento de mi viaje en twitter jajsjs
deseenme suerte!
XXV.2 los hermanos Black
Chapter Summary

Sirius y Regulus tienen una conversación durante el viaje

Chapter Notes

IMPORTANTE:

Este es un mini capítulo extra que ocurre durante el capítulo "XXV. regresos" desde la
perspectiva de Sirius, porque estoy de vacaciones y no tenía tiempo de escribir más. Es
posible que tenga errores porque no tuve tiempo de editarlo, ustedes disculpen jajss.
Probablemente no haya capítulo la próxima semana (15 de enero) porque apenas voy a
haber regresado, pero les aviso en mi twt.
En fin, gracias por leer y comentar!

La última noche en el viaje del concierto, Regulus le pidió que lo acompañara a la terraza con
ese tono formal e impersonal que sabía que lo sacaba de quicio, demasiado parecido a su
padre, demasiado lejano del tono que un hermano debía usar con otro.

Sirius se levantó de la mesa con la mandíbula apretada, acomodándose el cuello de la camisa


inconscientemente. Sus ojos se posaron sobre Remus por un momento antes de alejarlos de
golpe, su respiración deteniéndose un momento.

No podía creer que la noche anterior había estado tan cerca de develarlo todo, de besarlo
hasta que perdiera la conciencia, de hacerle saber que lo que más odiaba de él era lo perdido
que se sentía cuando lo tenía cerca porque era lo único que ocupaba sus pensamientos.

Había estado demasiado cerca. No podía permitirse otro desliz como ese, si alguien se
enteraba que no solo le atraían los chicos, sino en específico el chico que estaba poniendo en
peligro todo el prestigio que acompañaba a su apellido, no quería ni pensar en las represalias
que tomaría su familia.

Así que siguió a su hermano, o el autómata bien vestido que había sido su hermano alguna
vez, e intentó apartar de su mente la calidez del cuerpo de Remus contra el suyo y el brillo
que había creído divisar en su mirada cuando habían estado tan cerca que besarse habría sido
lo más lógico.
Seguro que estaba a punto de recibir algún discurso sobre su pobre comportamiento la noche
anterior, le diría lo decepcionante que era como heredero, lo importante que era para su
reputación que le dieran este estúpido lugar en la Academia, que ser el primero en no
obtenerlo en toda la historia de los Black sería una desgracia monumental. Sirius estaba
preparado para eso, era solo una variación del mismo sermón que había escuchado cientos de
veces durante su vida, sin importar lo mucho que se esforzara por mantener sus inhumanos
estándares.

Regulus cerró la puerta detrás de él cuando salió a la terraza en un movimiento tan grácil que
era como si hubiera tomado lecciones para eso. A Sirius le hirvió la sangre sin ningún motivo
aparte de lo ridículo que lo encontraba.

-No puedes meterte con él.-fue lo primero que dijo en cuanto estuvieron solos. Su tono era
severo pero también un poco triste y a Sirius lo tomó por sorpresa.

-¿De qué hablas?

-Con Lupin. No puedes meterte con Lupin.-dijo Regulus, pellizcándose el puente de la nariz.-
¿Sabes la catástrofe que sería que la gente se enterara?

Sirius, por una vez en su vida, no tuvo idea de cómo responder a eso. Sabía que su familia era
asquerosamente rica y poderosa, pero seguro que ni con todo eso podían leer sus
pensamientos, ¿cierto?, y a menos que hablara dormido no le había contado a nadie sobre lo
que sentía por Remus.

-¿Por qué me metería con Lupin?-preguntó, peinándose con una mano. “Es un chico y no me
gustan los chicos” habría sido una buena oración consecuente en su defensa, pero no creía
poder hacerlo sonar ni un poco convincente así que se limitó a eso.

-Se te nota en toda la cara, Sirius.-contestó su hermano poniendo los ojos en blanco.-Es como
si en cualquier momento fueras a proponerle matrimonio o bajarle los pantalones frente a
todo el mundo.

Ni todo el autocontrol involuntariamente aprendido del mundo pudo evitar que se sonrojara.
Solo esperaba que estuviera demasiado oscuro para que Regulus pudiera notarlo.

-No digas estupideces.-usó su mejor tono condescendiente, pero tenía la sensación de que esa
vez no sería suficiente para ahuyentar sus sospechas.

-No vine aquí a cotillear contigo sobre quién te gusta o con quién te besaste.-dijo su hermano,
poniendo los ojos en blanco de nuevo.-Si eres gay o bisexual o lo que sea es tu problema,
cásate con una mujer y ten amantes que firmen acuerdos de confidencialidad como han hecho
todos en la familia, pero que no sea Remus Lupin.

A Sirius le burbujeó algo desagradable y violento en el estómago. Una mezcla de


consternación y vergüenza hicieron que los oídos comenzaran a retumbarle.

-Walburga no tiene derecho a…


-Madre no sabe nada de eso aún. Ni Bellatrix o Narcissa, son demasiado ególatras hasta para
reparar en algo tan obvio.-lo interrumpió él.-Te lo estoy diciendo yo porque acabarán dándose
cuenta, Sirius, y sería muy estúpido de tu parte liarte con alguien que tiene tanto poder para
desplazarte como Lupin. Madre y padre nunca te lo perdonarían.

“¿Qué tengo que perder si ya me desprecian a pesar de que intento ser el hijo perfecto que
tanto desean?”, pensó Sirius, encajándose las uñas en la palma de la mano sin darse cuenta. Y
sin embargo esa parte de él que seguía aferrada a la idea de una familia que lo amaba, a los
recuerdos de su madre tarareándole a Tchaikovsky para que durmiera cuando era pequeño y a
los de su padre enseñándole a atar una corbata para asistir a su primer concierto, no le
permitió mandarlo todo al carajo como había soñado con hacer desde que había crecido y se
había dado cuenta de que nunca sería el Sirius impoluto que sus padres esperaban haber
criado.

-Estás especulando, nada más.-respondió finalmente, perdido entre sus propias emociones.-
No necesitas darme reproches ni lecciones, Regulus, puedo cuidarme por mi mismo.

Su hermano chasqueó la lengua y se pasó los dedos entre el cabello en un gesto que era
escalofriantemente parecido a él cuando se angustiaba. Siempre les habían dicho lo mucho
que se asemejaban, los dos con el cabello oscuro y ligeramente ondulado, la nariz delgada y
pómulos altos que eran característicos de los Black, la mejor postura y gestos que el dinero
podía pagar. Sirius había reparado en ello desde que eran niños pero siempre se había
enfocado más en sus diferencias, como los labios más finos de su hermano, la forma de su
rostro o el hoyuelo que le marcaba una mejilla. Sus padres habían intentado formarlos bajo el
mismo molde de hijo perfecto, y a Sirius odiaba sentir como que no lo consideraban su
propia persona.

-Bien, pero te advierto que los tienen bien vigilados.-dijo Regulus, subiendo las cejas.-Lo
saben todo sobre él, y están a un desliz de destruir su carrera antes de que pueda empezar.

Regulus no lo dijo, pero Sirius sabía que se refería a un desliz de él, no de Remus. Tragó
saliva e intentó permanecer imperturbable, como había aprendido a hacer desde tan joven:
facciones relajadas, hombros hacia atrás, expresión de desinterés, repitió mentalmente.

-¿Eso es todo lo que querías decirme?-preguntó Sirius con una mueca poco impresionada.

Su hermano tomó aire, evidentemente irritado y dijo:

-Lo usual. Madre quiere que recuerdes la responsabilidad que tienes con la familia, la
importancia de nuestro nombre en la Academia, todo lo que ya sabes.

Sirius asintió.

-Bien. Puedes decirle a Walburga que lo tengo claro.

La expresión de Regulus flaqueó, ya no era tan fría, por un Sirius momento vio al niño
pequeño que buscaba a su hermano mayor para que lo reconfortara entre sus brazos después
de un día especialmente malo, de un regaño especialmente severo.
-Sirius, si tan solo escucharas y…

-Por favor, para.-lo interrumpió pero su tono se había suavizado.

Los hermanos se miraron por unos segundos, reconociéndose a si mismo en el otro, buscando
una versión de la persona que tenían enfrente que ya no existía, suplicando con los ojos y
desafiándose al mismo tiempo.

-Te veré en la presentación.-Regulus fue el primero en romper el silencio.

Sirius asintió, deseando ser el tipo de familia que se despedía con abrazos o palabras de
ánimo y luego casi riendo al imaginar a su madre besándole la frente.

Regulus entró al comedor y lo dejó solo en la terraza, envuelto en un ciclón de emociones


que contenía culpa, enojo y soledad.

Sirius cerró los ojos, presionó las palmas de sus manos contra su rostro y se dio un momento
para respirar y recomponerse antes de entrar.

Estaba a punto de jalar la manija cuando divisó a Remus dentro, sentado con sus amigos y
portando una expresión ausente. No sabía cómo enfrentarse a él cuando cada vez que lo tenía
cerca quería besarlo o enterrar los dedos en su cabello. Quería odiarlo, despreciarlo o ser
capaz de ignorarlo por lo menos, por el bien de ambos. Regulus le había dejado muy claro
todo lo que arriesgaba siquiera teniendo esos sentimientos.

Y sin embargo viéndolo ahí con sus mechones castaños y revueltos, el rostro lleno de pecas,
su cuerpo que era extraordinariamente largo y sin embargo le funcionaba a la perfección,
supo que estaba completamente fuera de sus capacidades. Ni todo el adiestramiento de
propiedad y control de impulsos iba a mantenerlo lejos de él. Quizás, pensó esperanzado,
Remus acabaría siendo heterosexual y no tendría nada de qué preocuparse.

Pero luego recordó la noche anterior, la forma en la que lo había sostenido con cuidado y
firmeza, su respiración trabajosa y la expresión de completo pánico al tenerlo tan cerca, y
supo que probablemente no tendría esa suerte.
XXXIV. el suplente
Chapter Summary

Los resultados de las audiciones son publicados, James y Lily hacen un anuncio.

Chapter Notes
See the end of the chapter for notes

Quizás era la humildad de Remus o quizás era su falta de autoestima, pero siempre se había
sentido igual de nervioso cuando anunciaban los resultados de una audición. Las manos le
sudaban, se le irritaban los ojos y hacía todo lo que estuviera en su poder para no ver el
correo o la hoja donde publicaban quiénes ocuparían los puestos en las audiciones hasta que
fuera absolutamente necesario. Eran la misma ansiedad que lo habían asaltado desde niño, sin
importar si buscaba un puesto en el coro de la iglesia y las opciones de pianista eran él o un
niño que apenas podía distinguir las notas del teclado, o si estaba audicionando para una de
las escuelas de música más prestigiosas del país.

Esa ocasión no fue la excepción.

El lunes en la mañana todos sabían que la lista con los nombres y las posiciones los estaba
esperando afuera de la sala de ensayos, y Remus estaba decidido a evitarla a toda costa, pero
sus amigos, siendo los jóvenes talentosos y ricos que eran, acostumbrados más a las buenas
noticias que a las malas, deseaban ir antes de desayunar y terminó siendo arrastrado por ellos
hasta el aula.

Si era honesto, la expresión de entusiasmo en la cara de Sirius era lo que lo había convencido,
porque sabía que no se trataba de su propio puesto, sino que estaba emocionado porque tenía
la certeza de que Remus iba a obtener el lugar por el que había trabajado. Su sonrisa genuina
y sus ojos brillantes lo derritieron por dentro hasta que se vio obligado a aceptar.

El domingo no habían podido estar solos y Remus temía que Sirius se hubiera quedado con la
impresión de que su relación con Terry fuera algo más que una amistad, porque lo había
notado evidentemente celoso en el bar, así que verlo sonreírle con tanto afecto lo desarmó por
completo.

Peter era el único que parecía compartir su ansiedad. Iba con las manos apretadas frente al
pecho, el rostro hinchado y la mirada ligeramente perdida. Remus se había enterado por
James la noche anterior de que su amigo se había equivocado en una parte crucial de la
melodía en la audición y ahora estaba convencido de que no le darían ni lugar de suplente.

Palmeó su espalda un par de veces en el camino para darle ánimos, y Peter simplemente
esbozó una mueca entre agradecida y apanicada.
A pesar de la hora no fueron los primeros en la sala de conciertos, ya estaban varios de sus
compañeros aglomerados alrededor de la puerta, algunos felices y otros preocupados, una
chica llorando en los brazos de otra, aunque no se sabía si era de felicidad o tristeza.

Remus apretó las manos en puños y luego las relajó, disgustado al sentir la humedad en las
puntas de sus dedos.

Le dedicó una mirada más a Sirius para darse fuerzas y por una vez no se sorprendió de que
ya lo estuviera observando, sino que se sintió ruborizar y media sonrisa le estiró los labios a
pesar de sus nervios.

Se acercaron todos al mismo tiempo, abriéndose paso entre sus compañeros con facilidad,
pues se apartaron en cuanto los vieron caminar hacia la lista. Remus guardó la bizarra
sensación de ese momento en su mente, desconcertado como si apenas reparara en que
realmente se había metido en uno de los grupos de amigos más influyentes de la academia,
mientras ellos caminaban completamente tranquilos entre el resto.

Los ojos de Remus fueron directamente al final de la lista donde siempre se encontraba el
piano, y sintió como su pecho se desinflaba con alivio al leer su nombre donde decía Pianista.
Aún tenía que mejorar mucho si quería asegurar esa beca, pero saber que iba a tener la
oportunidad de presentarse le había quitado un gran peso de encima.

Sirius sonrió con una satisfacción bien ensayada cuando vio su nombre en los chelos, la
indiferencia solo era percibible si observabas sus ojos con cuidado, pues usualmente eran
expresivos y profundos y en ese momento no contenían ninguna emoción además de desdén.
Remus sintió un pinchazo de tristeza por él.

James soltó un grito de emoción y de inmediato sacó su celular para llamar a Lily, que
respondió a la videollamada con el cabello despeinado y una irritación que pronto se
convirtió en alegría cuando reparó en el motivo por el que la había despertado tan temprano.

Remus tardó un momento en darse cuenta de que Peter no se había movido de su sitio.
Observaba la lista con la mirada vidriosa, una mano retorciendo la otra y las cejas en el
centro de su frente. El castaño leyó la hoja rápidamente, buscando el nombre de su amigo, y
sintió algo terrible estrujarle el corazón cuando vio lo que decía:

“Suplente de Flautín: Peter Pettigrew”

-Oh, Pete…-dijo, poniéndole una mano en el hombro.

El rubio sacudió la cabeza, saliendo de su ensimismamiento con una expresión afligida que
estaba intentando esconder con una sonrisa:

-No pasa nada.-dijo con la voz temblorosa.-Era de… bueno, al menos soy suplente... hay una
posibilidad de presentarme, ¿no?.

Remus apretó su hombro y asintió con la cabeza mientras le sonreía de vuelta a pesar de que
ambos sabían que había poca honestidad en sus palabras.
James seguía hablando con una Lily que reía al ver su emoción y Sirius estaba esforzándose
por parecer complacido, así que les tomó un par de minutos más buscar los nombres de sus
amigos. Sus rostros cambiaron por completo al leer el de Peter, James le dijo a Lily que
hablaría con ella luego y la expresión de Sirius se ensombreció, acercándose a él de
inmediato.

Todos lo consolaron y cuando las chicas llegaron a buscar sus nombres les pidieron darle
espacio a su amigo. Criticaron a los profesores y al chico que había quedado en su puesto y
Peter intentó fingir que le estaba ayudando pero era evidente para todos que no presentaba
ningún alivio real.

Remus se hizo consciente por primera vez desde su llegada que incluso en un lugar como ese
el dinero y el renombre no lo eran todo, que no era el caparazón infalible que él había creído
al incursionarse en ese mundo. Era una revelación incómoda, si tener todo eso no lo
protegería en el futuro, ¿qué lo haría?

-Tienes que volver a audicionar.-le dijo el castaño a Peter cuando iban caminando en
dirección al comedor.-Vas a practicar hasta que seas absolutamente perfecto y luego vas a
darle otra demostración al director de la orquesta, y te van a dar ese puesto.

-Así no funcionan las audiciones, Moony.-dijo él con tristeza.

-Lo sé, pero no me importa.-respondió.-Eres mejor que ese chico, solo tienes que
demostrarlo. Practicaremos tres horas al día, si es necesario.

Peter suspiró, desesperanzado, pero si había algo que Remus no soportaba era ver sufrir a las
personas que quería, así que estaba decidido a hacerlo suceder a como diera lugar.

~~~

Cuando las chicas se enteraron de lo de Peter, optaron por cancelar la celebración que habían
planeado en la playa esa noche, les parecía irrespetuoso juntarse a festejar y relajarse si uno
de sus mejores amigos iba a estar sufriendo, pero Peter insistió mucho en que no quería que
lo suspendieran solo por él.

Fue una discusión de cerca de veinte minutos, pero terminaron cediendo cuando el rubio les
dijo que planeaba emborracharse y olvidarse de todo por un rato. Nadie se opuso a pesar de
que era lunes y todos sabían que era una idea terrible.

Terry había sido invitado como supuesta cita de Remus, pero tenía sus propios planes con los
de su grado, así que solo sería el grupo usual, lo cual era un alivio para Remus que no quería
vivir la misma tensión que había experimentado en el bar al estar entre Sirius y Terry. Había
decidido que definitivamente no era bueno manejando situaciones como esa a pesar de que le
había gustado recibir la atención de Sirius, la comprobación de que no quería que el beso
fuera cosa de una sola vez.

Aún no había podido quitárselo de la cabeza, el recuerdo de sus labios rozando antes de
tocarse propiamente, la suavidad de su cabello entre sus dedos, la forma en la que su cuerpo
había reaccionado, agitándose por dentro y erizando su piel; sin embargo se había hecho
mejor manejando el recuerdo, guardándolo para momentos apropiados en lugar de soñar
despierto durante las clases.

Marlene, James y Mary estaban a cargo de encender la fogata que se habían empeñado en
hacer aunque no planeaban quedarse muy tarde, y no estaban teniendo buenos resultados.
James se había ido de campamento varias veces con sus padres pero siempre compraban ese
combustible caro que facilitaba el proceso, Marlene insistía en que lo había hecho una vez
con sus hermanos y Mary estaba dando apoyo moral, más que nada.

Peter fue designado a servir las bebidas, Dorcas se ofreció a poner la música, Sirius estaba
acomodando las mantas alrededor de la fogata, y Remus y Lily habían elegido el arduo
trabajo de poner las botanas en platones y reírse de los pobres intentos de los demás de
encender el fuego, aunque la mirada del castaño de vez en cuando vagaba en dirección a
Sirius, que cargaba las mantas con una mano, las acomodaba con la otra y tenía una mueca de
concentración que, como el resto de su persona, resultaba cautivante y atractiva.

Sus ojos se cruzaron un par de veces y Remus sintió algo agitarse por dentro al notar como se
le suavizaba la expresión, pero se apartó rápidamente para no resultar demasiado obvio. Claro
que Lily lo notó, enarcando una ceja en su dirección al reparar en el gesto, y Remus sabía que
tenía que dejar de engañarse pensando que ella no sabía que estaba ocurriendo algo más entre
ellos, pero necesitaba un poco más de tiempo para asimilar todo y tener clara su situación con
Sirius antes de contarle nada.

Remus bebió soda porque no quería que su salud resintiera tomar alcohol tan pronto, y el
resto de sus amigos se decidió por beber cerveza ligera, sin ninguna intención de
emborracharse por las clases del día siguiente, excepto Peter que estaba tomando vodka con
jugo como si estuviera desesperadamente deshidratado. El castaño sentía pena por él y quiso
decirle que no era buena idea, pero pensó que su amigo tenía derecho a lamentarse si era lo
que necesitaba.

Dorcas, Marlene y Mary estaban bailando al ritmo de Maneskin, Lily y James conversaban
tomados de la mano en una manta, y Peter estaba embriagándose metódicamente y
mensajeando a su novia, así que eso dejó a Sirius y Remus sentados en mantas contiguas,
observando como el fuego consumía la madera poco a poco.

-Mi madre me mandó un mensaje para asegurarse de que voy a ser el mejor músico en la
orquesta.-dijo, suspirando, cansado.-Una buena representación de mi apellido, dijo.

-Lo siento.

-Lo sentiría más por ella. Cuando descubra que no pienso estudiar aquí se le va a desbaratar
la vida.-Sirius hablaba con una amargura que era casual y significativa al mismo tiempo.
Remus pensó que siempre parecía conversar con facilidad sobre esos temas a pesar de que era
claro que lo hería.

-En ese caso lo siento más por nosotros que ya no vamos a tenerte aquí.-respondió el castaño,
devolviendo sus ojos a la fogata.

-Aún no he decidido si me iré de la ciudad…


-Pero sería lo más sensato.

-Sería lo más sensato.-admitió Sirius, frunciendo el ceño ligeramente.

La conversación fue interrumpida por una carcajada de sus amigas cuando Mary tropezó con
un tronco y cayó de espaldas sobre la arena. Ninguno de los dos la reanudó durante un rato.

-¿Cómo le fue a tu amigo en las audiciones?-dijo Sirius, rompiendo el silencio. Remus supo
de inmediato que se refería a Terry, pero no logró distinguir si había celos en el tono de
Sirius.

-Bien, va a ser el primer clarinete de su grado.-respondió con cautela.-Aun no lo he


escuchado tocar, pero no dudo que sea talentoso.

-Me alegro por él.-contestó Sirius, que parecía estar tanteando el terreno.

Se quedaron en silencio de nuevo, los dos esperando que el otro dijera algo, quizás.

-¿Por qué no nos acompañó hoy?-preguntó, intentando escucharse despreocupado, bebiendo


un sorbo de cerveza inmediatamente después.

-Estaba ocupado.-dijo Remus, mirando a su alrededor un momento antes de decir:-Además,


sólo somos amigos, te lo dije.

-Y yo te dije que le gustas.-respondió Sirius, poniendo los ojos en blanco.

-Lo sé.

-¿Lo sabes?

-Tuvimos una cita, ¿recuerdas?-dijo Remus, gesticulando con las manos.

Sirius asintió con la cabeza, un poco desconcertado.

-¿Son amigos… pero tú le gustas?

-Sí.-dijo Remus, entre frustrado y nervioso, mirando el cielo estrellado porque no soportaba
verlo a la cara.-Porque a mí me gusta alguien más.

Las llamas que bailaban en los ojos de Sirius tomaron audacia al escucharlo, el gris brillando
como plata que se fundía sobre el fuego. En la cabeza de Remus se escuchaban trompetas y
tambores tensos que acompañaban su respiración.

-Oh.-murmuró Sirius, reprimiendo una sonrisa que amenazaba con escaparse por la forma en
la que las comisuras de sus labios se elevaban.-Entiendo.

Estaban simultáneamente demasiado cerca, lo suficiente para ser los únicos que podían
escuchar su conversación y para que a Remus le ardiera la piel con cada mirada; y también
estaban demasiado lejos, tanto que ansiaba terminar con la distancia entre ellos para besarlo
con tal fervor que el beso del restaurante se quedara en el olvido.
James y Lily se habían levantado de su manta pero estaban tan ensimismados que no lo
notaron hasta que Dorcas detuvo la música a petición de James, quien estaba rodeando a la
pelirroja por la cintura y se ajustaba los lentes ansiosamente cada pocos segundos.

-Damas, caballeros, su atención, por favor.-dijo James, sonriendo de oreja a oreja.-Tenemos


un anuncio que hacer.

Todos voltearon en su dirección de inmediato. Lily enrojeció un poco bajo las miradas pero la
sonrisa en su rostro no flaqueó, simplemente cruzo un tobillo detrás del otro y se peinó los
cabellos rojos que le enmarcaban las mejillas.

-Después años de espera, aprendizajes y emociones, me complace notificarles que…

Extendió una mano dramáticamente y cerró los ojos como si fuera a ponerse a cantar.

-James es mi novio.-interrumpió Lily, evidentemente nerviosa pero sonriendo con una alegría
que era tan genuina que sus palabras se escucharon más como música para Remus.-Quiero
decir, somos novios.

-¡LILY EVANS ES MI NOVIA!-gritó James con orgullo, estrechándola entre sus brazos y
ganándose carcajadas y golpes amistosos de parte de la pelirroja para que bajara la voz.

El resto del grupo se deshizo en aplausos, alaridos de emoción y felicitaciones. Remus estaba
sonriendo, y levantó su vaso de soda con entusiasmo cuando Peter, que se había relajado un
poco después de tres bebidas, propuso brindar por ellos.

-Les apuesto lo que quieran a que esos dos van a terminar casados.-dijo Mary poco después;
estaba con Remus y Sirius observando a la nueva pareja bailar con Peter en un intento de
subirle el ánimo.

-No lo dudo.-dijo Sirius, que tenía una expresión de dicha que le encogía los ojos y le
estiraba las mejillas. Resultaba casi frágil, y Remus sintió la necesidad de protegerla a toda
costa.

-Yo les apuesto que estarán casados en menos de cinco años.-dijo Remus, ladeando la cabeza
e imaginando a sus amigos en un altar, viéndose con adoración.-Lily lo obligará a esperar a
que terminen la universidad, pero James no aguantará mucho más.

Los otros dos estuvieron de acuerdo. Mary comenzó a hablar con Sirius sobre una banda que
a los dos les gustaba y la mente de Remus quedó, desafortunadamente, desocupada.

A la alegría de sus amigos se le sumó el recuerdo de Dorcas y Marlene diciendo que preferían
mantener su relación privada, y aunque habían especificado que era para no tener esa presión
de estar saliendo frente a todos su amigos, Remus sabía que también se debía a que cierta
parte de ellas, igual que cierta parte de él, aún temía exponerse de esa forma frente a otros,
incluso si eran sus amigos más cercanos.

La celebración terminó cuando Peter estaba tan borracho que James se ofreció a devolverlo al
dormitorio para que descansara y su resaca no fuera tan terrible, por lo que las chicas
decidieron ir a buscar algo de cenar. Remus y Sirius se ofrecieron a acompañar a James, pero
su amigo se negó después de un momento, ojeándolos un segundo más de lo convencional.

Así que los dos se quedaron solos con las últimas flamas de la fogata, limpiando los restos de
cerveza y doblando las mantas excepto una, donde Remus se sentó a ver el mar acariciar la
arena y donde Sirius lo acompañó luego de un segundo de duda. El castaño pensó que se
quedarían en silencio, dejando que la tensión aumentar hasta que explotara como hacían
usualmente, pero Sirius, eternamente impaciente, habló de inmediato:

-Dijiste que no estás con Terry porque te gusta alguien más.-dijo Sirius, encarándolo, más
directo y seguro de lo que lo había visto antes.-¿Quién?

Remus no pudo evitar reír, echó la cabeza hacia atrás y luego la devolvió a su sitio. Lo que
realmente quería decirle es que no solo le gustaba, sino que estaba perdidamente enamorado,
loco por él, pero eso habría sonado demasiado intenso para alguien a quien llevaba un par de
meses conociendo, así que solo dijo:

-¿Quién crees?

Y entonces Sirius acercó su rostro al suyo lentamente, le puso una mano en el cuello y
susurró:

-Dilo, Remus.-su voz flaqueó, así que salió más como una súplica que un intento de
coqueteo.-Por favor.

-Me gustas, Sirius.

El segundo beso no le debía nada al primero, pensó el castaño cuando sus labios se tocaron.
Su cuerpo reaccionó con la misma intensidad, todo agitación y añoranza por más, la música
en su cabeza enmudeció y el tiempo perdió importancia.

Remus permitió que sus manos lo exploraran más, de su cabello a la espalda, los hombros, el
pecho y el abdomen, todo perfectamente esculpido. Su piel ardía cuando Sirius lo tocaba,
aunque fuera un roce tímido, y sus labios se movían con más insistencia, con menos temor al
haber experimentado ese contacto antes.

Se aferraban el uno al otro cuando las olas chocaban con la tierra e iban más lento cuando el
agua se alejaba de la playa.

Y entonces se separaron, sus miradas se encontraron y Sirius, en un tono preocupantemente


serio, dijo:

-Deberíamos hablar.

Chapter End Notes


AL FIN ESTAMOS DE VUELTAAAA, gracias por esperarme durante estos días de
descanso, espero que no se hayan olvidado de mí jajsjs, me costó muuucho escribir este
capítulo porque no le agarraba el ritmo a escribir de nuevo, espero que no se note jajsjs,
anygays gracias por leer y comentar! por cierto, voy a estar respondiendo a los
comentarios que me habían dejado poco a poco, les tqm
XXXV. lasaña
Chapter Summary

Remus habla con Sirius sobre cómo piensan llevar su relación y se lo cuenta a Lily.
Sirius recibe una noticia desagradable.

Chapter Notes

No pude editar el capítulo así que puede tener errores, perdooon

See the end of the chapter for more notes

Remus sabe que debería sentir pánico cuando escucha las palabras “Deberíamos hablar”, es
lo que siempre dice alguien antes de anunciar que ya no te quiere en su vida o que tendrás
que pasar tus siguientes seis meses de vida entre las paredes de un hospital, pero Sirius acaba
de besarlo y de pedirle que admitiera que le gusta, entonces sea lo que sea no puede ser tan
malo, ¿cierto?

-Claro.-responde de inmediato, intentando regular su respiración.-¿Qué pasa?

Sirius, que unos minutos antes parecía extasiado, tenía una expresión inquieta en el rostro,
una mueca cercana a la timidez que resultaba extraña en sus facciones, y entonces Remus
empezó a ponerse un poco nervioso.

-Antes de que alguno de los dos pueda salir lastimado, y si vamos a seguir haciendo…
esto…-la palabra vino acompañada de un movimiento de mano poco explicativo.-Creo que
deberíamos aclarar la naturaleza de nuestra relación.

Sirius cuando no estaba rodeado de extraños usualmente era todo impulso, así que verlo
escoger sus palabras con tanto cuidado desató un montón de sirenas de alarma en la cabeza
de Remus. Quizás no todo estaba tan bien como había pensado.

-De acuerdo.-respondió, volviendo su tono un poco más formal.-Tienes razón.

-Dijiste que te gusto, y por si no lo había dicho antes, tú me gustas a mí.-toda elocuencia
había sido reemplazada por balbuceos nerviosos.-Pero lo que quiero saber es si tú estás
buscando lo mismo que yo.

Sirius apartó la mirada y se peinó el cabello con una mano, la luz del fuego bailando sobre su
rostro y haciéndolo ver perfecto a ratos y siniestro a otros.
Remus entornó los ojos, era evidente que estaba intentando comunicarle algo importante que
quizás no sería bien recibido por él, a juzgar por la forma en la que estaba actuando. Revisó
su elección de palabras y sintió algo desagradable asentársele dentro al reparar en lo que
había escuchado: No quería que Remus saliera lastimado y quería estar seguro de que ambos
estuvieran en la misma página sobre lo que querían obtener de esa complicada relación, lo
que quería decir que no pretendía tener un compromiso real, sino una relación casual,
discreta, sin demasiadas ataduras.

No se sintió sorprendido, sino decepcionado, y quizás era una mala señal no verse
desconcertado por eso, pero era Sirius Black y los chicos como él no tenían relaciones
formales.

Remus había creído que después de crecer en un pueblo pequeño y religioso no tendría que
conformarse más con esa clase de relaciones, y quiso decírselo a Sirius, negarse a quererlo en
secreto, pero luego lo vio a los ojos y había tanto en ellos que atesoraba que decidió que si
solo podía tener un fragmento de él durante unas semanas y sin que nadie lo supiera, eso era
exactamente lo que iba a hacer.

“Por última vez”, se prometió, a pesar de no creerlo por completo.

-Sé que te irás cuando termine el verano, descuida, no espero nada serio.-dijo, manteniendo
su voz firme pero casual.

Sirius enarcó las cejas, probablemente por la sorpresa de ser comprendido tan fácilmente.
Ladeó la cabeza y comenzó a asentir lentamente.

-Bueno, eso es…-dijo, tomando aire.-Tienes razón, por supuesto.

-Y también sé que tiene que ser discreto, si tu familia se entera no sería bueno para ninguno
de los dos.-siguió Remus como si fuera un detalle irrelevante, como si no le estuviera
revolviendo el estómago.

La expresión de Sirius se había vuelto indescifrable, quizás era alivio o quizás era confusión,
pero Remus lo tomó como una buena señal.

-Podrían dañarme antes de que pueda averiguar como salir, y podrían quitarte muchas
oportunidades.-afirmó él, mordiéndose el labio inferior.-Pero… esto es mejor que nada, ¿no
crees?

Remus tuvo que deshacer el nudo que se le había formado en la garganta antes de replicar:

-Lo es.

Puede que estuviera traicionándose a si mismo, pero si lo había hecho antes por otras
personas, Sirius era el primero que lo valía.

~~~

Las miradas que compartió con Sirius los siguientes días fueron mucho más intencionadas. El
coqueteo era menos sutil, la complicidad más clara. No habían hecho mucho más que besarse
en el techo y en algún rincón de la escuela cuando nadie veía, pero la sensación era tan
intoxicante que lo hacía olvidar que tenía una fecha de caducidad.

Había pensado que se sentiría afligido llevando así su relación con él, pero si era honesto le
resultaba cómodo; habiendo vivido situaciones parecidas antes, incluso aunque sabía que esta
era más compleja y potencialmente peligrosa para ambos, era un patrón que le resultaba
familiar y por lo tanto poco amenazador. Probablemente no era saludable pensar de esa
forma, pero en ese momento le importó poco.

Se había tomado en serio la tarea de ayudar a Peter, por lo que el martes y el miércoles
después del almuerzo habían reservado una sala de música para ensayar los dos solos. Su
amigo era bueno, los movimientos no le salían con tanta facilidad pero los tenía bien
estudiados así que solo era cuestión de que los perfeccionara y que los repitiera tantas veces
que no tuviera posibilidad de equivocarse frente al director de la orquesta.

Su amigo se mostraba agradecido pero desesperanzado, y eso estaba afectando su forma de


tocar. Puede que se escuche ilógico para alguien que no esté inmerso en ese mundo, sin
embargo Remus y la mayoría de los músicos creían que el ánimo y la intención del intérprete
afectaba la música que tocaba; no era lo mismo una marcha fúnebre tocada por un alegre
recién casado que por una viuda.

Así que el miércoles intentó distraerlo antes de la sesión de tutoría, le preguntó por sus planes
en el invierno porque sabía que vería a su novia y vio como su expresión sombría se aclaraba
un poco:

-Sus padres tienen una cabaña para esquiar en Canadá.-le contó él con una sonrisa.-Soy
bastante bueno, aunque no lo parezca.

-¿Te llevas bien con ellos?

-Oh, sí, los padres me adoran.-contestó Peter con una pequeña sonrisa de orgullo.-Siempre
me invitan a pasar vacaciones con ellos.

-Suena muy divertido.-respondió Remus con sinceridad.-Me alegra que les agrades.

Y cuando lo puso a tocar sus notas eran menos tensas y sus dedos se movían con mayor
naturalidad, volviendo su interpretación un poco más amena de ver.

Remus se preguntó cómo sería estar con una persona tanto tiempo que te volvieras parte de
su vida a tal grado de pasar semanas con ellos. Al principio del verano había escuchado como
James hablaba de la relación de Peter como si fuera algo menos real por haberla comenzado
desde muy jóvenes y por estar separados físicamente, pero Remus pensó que quizás los
estaba juzgando con demasiada parcialidad, desde la perspectiva de alguien que tenía una
idea muy específica de cómo se veía el amor, porque no podía pensar en un amor más
genuino que la forma en la que los ojos le brillaban al hablar de ella y su familia.

Esa noche cuando llegó a su turno del restaurante, Remus estaba distraído pensando en eso y
no recordó que había decidido hablar con Lily sobre su relación con Sirius. Sabía que aún era
muy pronto para darle alguna certeza pero ya había dejado pasar demasiado tiempo y ambos
sabían que el otro estaba consciente de lo que estaba pasando, así que no le veía sentido a
prolongarlo más tiempo.

Su turno fue poco eventual, no tuvieron muchos comensales, Petunia hizo sus muecas usuales
y los padres de Lily se fueron temprano para dejarlos cerrar, así que Remus tuvo mucho
espacio para pensar en qué decirle a su amiga y cómo decírselo.

Petunia se fue temprano y Lily, que probablemente presentía algo o quizás solo quería darle
la oportunidad a Remus de sincerarse, se ofreció a quedarse en su lugar, así que estaban ellos
solos a las diez y media de la noche secando copas cuando se armó de valor y dijo:

-Debo decirte algo.

Lily puso su mejor expresión de ignorancia y dijo:

-¿Ah sí?

-Sé que lo sabes.

-¿Qué es lo que sé, exactamente?

-Lily…-su mirada era entre suplicante y acusatoria.

-Remus…-dijo ella, fingiendo inocencia.

-No me hagas…

-¿Hacerte qué?

-Bien, si vas a obligarme a decirlo…-dijo él, tomando aire.-Tengo… algo con Sirius.

-Estás enamorado de él, eso ya lo sabía.-respondió ella con falsa indiferencia, y por su
expresión Remus supo que estaba disfrutando de verlo así de incómodo.

-Me refiero a que estamos saliendo, Lily.-admitió él, finalmente. Puso los ojos en blanco en
cuanto vio la sonrisa de satisfacción de su amiga.

-¡Al fin!-dijo, dejando el vaso que estaba limpiando sobre la barra en un movimiento
dramático.-Solo les faltaba besarse enfrente de todo el mundo, por Dios, Remus.

Él quiso mostrarse ofendido pero la carcajada se escapó de su boca antes de poder detenerla.

-¡No es verdad!-se defendió.-Hemos sido muy… bien, no muy discretos, pero discretos.

-Si llamas discreción a todo ese numerito del bar…-se burló Lily, provocando que se
ruborizara.-Entonces asumo que la actuación con Terry funcionó, supongo que me equivoqué
sobre tus tacticas, en ese caso.

-Bueno, no creo que se debiera a eso, en realidad.-respondió Remus, ladeando la cabeza.-Le


dije que solo eramos amigos desde la primera vez que salí con Terry.
-¿Y piensas seguir con tu relación falsa ahora que tienes una real?

-Tengo que hablar con Terry sobre esto, pero no creo. Aunque tampoco pienso ir por la vida
anunciando que salgo con Sirius, decidimos mantenerlo casual y secreto.

La expresión de Lily se deshizo en un instante, la sombra de la sonrisa que quedaba en su


rostro se desvaneció y frunció el ceño en un gesto de confusión:

-¿Qué? ¿Por qué?-preguntó, pero no esperó el tiempo suficiente para que su amigo pudiera
hablar.-Si ese niñito solo quiere usarte y…

-Yo lo sugerí, Lily.

Ella lo miró como si se hubiera vuelto loco, poco le faltaba para acercarse a tomarle la
temperatura y asegurarse de que no hubiera caído enfermo.

-Pero… ¿tú solo quieres algo casual con él?-preguntó la pelirroja y Remus podía ver los
engranes girando en su cabeza intentando darle sentido a lo que acababa de escuchar.-Si estás
tan enamorado de él que te derrites cada vez que están en el mismo cuarto.

-Claro que no quiero algo casual, pero Lily, su situación es muy complicada.-ella puso una
mueca de escepticismo que resultaba intimidante e irrante al mismo tiempo-No puedo
contártelo todo, pero de verdad está metido en suficientes problemas y construir una relación
conmigo sería…

-¿Decente? ¿Lógico?

-Demasiado difícil.

Remus había sabido que su amiga no aprobaría de su extraña dinámica con Sirius, y por esa
razón no había querido contárselo. Él ya estaba consciente de que no iba a ser la relación más
saludable, y no necesitaba que Lily se lo recordara, por muy válidas que fueran sus
preocupaciones.

-Mereces a alguien que quiera estar contigo sobre todas las cosas, Remus.-dijo ella con un
suspiro.-Pero si es lo que quieres…

“Fácil para ti decirlo”, fue lo que pensó Remus, y se abstuvo de externarlo en voz alta porque
sabía que se arrepentiría luego, incluso si en el fondo creía que era verdad. Lily podía ser
empática, pero como una chica blanca, heterosexual y de una familia que haría cualquier cosa
por verla feliz, le era imposible entender su posición, o la de Sirius, del todo.

-Lo tomaré en cuenta.-fue su única respuesta, esforzándose por mantener su tono tranquilo.

Se quedaron en silencio un momento, ambos sopesando sus opciones y decidiendo como


continuar la conversación para evitar algún altercado. Finalmente Lily fue quien lo fracturó:

-¿Y contármelo a mí no incumple la regla de discreción?-preguntó, con una curiosidad


inocente bien estructurada para darles pie a una charla menos tensa.
-No le vi sentido a esconderlo cuando era tan evidente que lo sabías.-respondió, encogiéndose
de hombros y sonriendo a medias.-Además, supuse que tenía que darte algo si quería que me
contaras de lo tuyo con James.

La sola mención de su nombre hizo que su amiga se ruborizara, apartando la mirada con
vergüenza a pesar de que estaba reprimiendo una sonrisa.

-Sé que solo llevamos unas semanas saliendo, y que quizás sea demasiado pronto para
formalizar pero James Potter es un hombre persuasivo.-dijo, poniendo los ojos en blanco.

Lily le contó sobre James llevándole flores a su madre, a su hermana y a su padre para su
tercera cita porque, en sus palabras, a los hombres también les gustaban las flores y estaba
convencido de que era una práctica que debía normalizarse. Le contó de las canciones que
había compuesto para ella y de los regalos que le había comprado a través de los años pero
nunca le había dado (Remus ya lo sabía, pero no quiso interrumpirla), y le contó que se sentía
tan enamorada que la asustaba poder sentir tan intensamente sobre alguien.

-A veces me arrepiento por haberlo rechazado tan bruscamente antes.-dijo ella para terminar
el relato.-Pero James no es el mismo que era hace dos años, y eso me gusta.

Remus le sonrió, conmovido al escucharla y al ver como la adoración se escapaba de cara


poro de su piel.

-Estoy muy feliz por ti. Por ambos.-contestó, apartando sus propias añoranzas para poder
sentirse genuinamente entusiasmado.-Son perfectos juntos, y si sirve de algo me consta que
está loco por ti.

Lily volvió a sonrojarse, pero parecía orgullosa, y a Remus se le llenó el pecho de afecto al
verla.

-Gracias.-dijo ella, con un suspiro largo y cargado de fervor.-No dudo que encontrarás algo
así, eres estupendo, Remus.

Él sabía que lo había dicho con el cariño de una amiga que quería compartir su alegría, pero
Remus deseó que no lo hubiera dicho, porque quizás así no habría pensado en Sirius
queriéndolo de esa manera.

~~~

Remus despertó resfriado al día siguiente, quizás por caminar en la noche y atravesar un
viento especialmente violento, así que solo se atrevió a ir a clase y luego se encerró en el
dormitorio, disculpándose con Lily y sus padres por teléfono, muy apenado.

Sus amigos tomaron turnos para llevarle el almuerzo y hacerle compañía a pesar de sus
esfuerzos por rechazar la ayuda, que cada vez eran menos frecuentes y vehementes porque
estaba comenzando a entender que no pensaban irse a ningún lado y que dejarse auxiliar no
lo volvía dependiente de ellos, simplemente significaba compartir la carga con personas que
quería. Estaba pensando que quizás sería bueno contárselo a las chicas, que indudablemente
sospechaban algo después de tantas ausencias, de todas formas.
Escuchó a James hablar de Lily durante casi una hora y luego recibió extrañas preguntas
sobre su relación con Terry, lo cual le recordó que tenía que hablar con él sobre como
manejar su supuesta ruptura de ahí en adelante. A Peter lo obligó a practicar en el flautín
hasta que lograron corregir la primera parte de la canción y su amigo salió sonriendo de la
habitación. Sirius había elegido, quizás a propósito, el último turno que era también el más
largo, pues siempre después de la cena se reunían en la sala de recreación o algo parecido, y
terminaban regresando justo para el toque de queda.

-No debiste.-fue lo primero que dijo cuando abrió el envase de comida y se encontró con una
lasaña y ensalada que de ninguna forma era del programa de la Academia, sino de la cara
comida de cafetería para niños ricos.

-Está deliciosa, desde que le di el primer bocado supe que tenías que probarla, he
comprobado que sabes apreciar la buena comida.-respondió él, solemnemente, haciéndolo
sonreír como tonto y obligándolo a esconder el gesto bajando la cabeza.

-Gracias.-refunfuñó él, sin molestarse en esconder lo mucho que estaba disfrutando del olor.-
Pero para futuras ocasiones, la comida del programa es perfectamente aceptable.

Sirius puso los ojos en blanco y a Remus se le agitaron las rodillas.

-Come y calla.-le indicó, sentándose al pie de la cama.

Conversaron sobre cosas poco trascendentales mientras cenaba, las clases de ese día, lo
dramático que era el profesor de tecnología aplicada a la música, James, Lily y su intenso
noviazgo.

Le era fácil hablar con él como no le era con casi ninguna persona, le parecía que podían
pasar horas discutiendo sobre quién era el mejor personaje de Anne with an e o el mejor
platillo italiano y ni siquiera estaría aburrido al terminar. Cuando había llegado a la Academia
Remus tenía muy pocas habilidades sociales, habiendo estado tan apartado de todo y de todos
en donde vivía, así que disfrutar tanto una conversación con otra persona era muy eventual
para él, y hasta cierto punto le provocaba temor.

Pensó en decírselo, y luego decidió que eso definitivamente no era algo que le decías al chico
con el que estabas llevando una relación casual así que se limitó a reír de sus chistes e
intentar no parecer demasiado enamorado.

Cuando terminó de comer Sirius tomó su plato y lo dejó en el escritorio, y cuando iba a
sentarse de nuevo a lado de sus pies, se quedó parado un momento y después se recostó junto
a Remus, poniendo una mano detrás de su cabeza y mirando el techo.

Estaba tan cerca que habría sido muy fácil tomarle la mano o acomodarse en su pecho, pero
Remus solo lo miró y dejó que el estómago le cosquilleara.

-¿Estás bien?-preguntó cuando reparó en su expresión seria, su ceño ligeramente fruncido.

Sirius tomó aire y giró la cabeza hacia él, pasando sus ojos por su rostro antes de hablar:
-Narcissa me dijo que hoy le enviaron el correo de aceptación a Regulus para el programa del
próximo año.

-Oh… ¿No es muy pronto para eso?-preguntó Remus, acomodándose para quedar de frente a
él.-Yo recuerdo haber hecho la audición en invierno.

-A los legados les dan audiciones tempranas, por eso se llenan tan rápido los lugares.-
contestó Sirius, poniendo los ojos en blanco.-Sé que en el viaje parecía que encaja perfecto en
este lugar, en esta vida, pero en el fondo Regulus tampoco la disfruta.

Remus asintió con la cabeza, recordando al menor de los Black, todo porte y elegancia.

-Quisiera decirle que voy a irme, que puede venir conmigo si quiere, que tiene otras
opciones.-dijo Sirius, apretándose el puente de la nariz.-Pero sé que se lo contaría a ella y
arruinaría mis planes. Lo tienen demasiado adiestrado.

-Lo lamento.-respondió el castaño, dejando que su mano se acercara un poco a la de Sirius


pero sin llegar a tocarlo.-Quizás puedas decirle una vez que ya estés establecido, lejos de
aquí.

Sirius lo miró con los ojos ligeramente vidriosos y luego se encogió de hombros.

-No lo sé.-dijo.-No creo que esté dispuesto a alejarse de ellos. Lo peor es que una parte de mí
lo entiende.

-¿Ah sí?

-Odio a mi madre. Odio a mi padre.-contestó, con el ceño muy fruncido.-Y me odio a mí


también porque después de todo también los amo, también quiero que estén orgullosos de mí,
es una idiotez.

Remus puso su mano sobre la de él y estrechó sus dedos, sintiéndose impotente y pequeño
por no poder solucionar su dolor.

-No es así.-dijo en un susurro.-Los quieres porque eres mucho mejor que ellos, Sirius.

Y Sirius lo miró con una clase de anhelo que nunca había visto en sus ojos antes, se adelantó
como si tuviera intenciones de besarlo pero se detuvo antes de hacerlo y simplemente recargó
la cabeza en su hombro.

-Gracias, Moony.

Remus no soltó su mano hasta que llegaron James y Peter, y cuando se fue a dormir su cama
olía a Sirius.

Chapter End Notes


Aaaaah muchas gracias por leer! Espero que les esté gustando el fanfic, muchisimas
gracias tambien por comentar aquí y en mis redes sociales, les tqm!
XXXVI. la bondad de Petunia
Chapter Summary

Remus habla con Terry sobre el futuro de su relación y recibe una invitación interesante

Chapter Notes

NOTA IMPORTANTE AL FINAL

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-Me ofende que hayas tardado tanto en contármelo.-fue lo primero que dijo Terry cuando
Remus terminó de relatarle lo que había sucedido con Sirius, desde el viaje hasta el beso en la
cocina.-Sobre todo por lo evidente que es.

-Oh, ¿tú también?-Remus no pudo evitar escucharse irritado, le resultaba incómodo no tener
sus emociones tan controladas como pensaba.

-Bueno, Remus, lo ves tanto que pareciera que temes que vaya a esfumarse si pestañeas
demasiadas veces.

-Muy gracioso.-el castaño puso los ojos en blanco, girando el rostro para ocultar su sonrojo.-
Quizás solo me pones demasiada atención.

-Bueno, eres agradable a la vista, no lo niego.-contestó Terry, encogiéndose de hombros.-La


diferencia es que a mi no me importa ser discreto.

Remus lo golpeó con el cojín que había entre ellos, pues estaban sentados en la sala de
recreación, Terry intentaba enseñarle a jugar algo donde los personajes eran excesivamente
coloridos y se dedicaban a matarse unos a otros, lo que era exactamente igual al resto de los
videojuegos, en la opinión de Remus.

-¿Cómo vamos a manejar esto de la ruptura?-preguntó Terry después de vengarse con su


propio cojín.-No quiero asustarte pero hay muchas personas invertidas en nuestra relación,
Lupin.

-No seas ridículo, a nadie le importa además de nuestros amigos.-dijo el castaño con una
mueca de escepticismo.

Terry rió, y su carcajada parecía en parte burla y en parte diversión genuina, como si Remus
se hubiera convertido en un mal comediante de un momento a otro.
-¿Cuántas veces te tengo que explicar que eres popular?-contestó, inclinando la cabeza hacia
atrás y chasqueando la lengua como si estuviera riñendo a un niño testarudo.-Tu grupo de
amigos está conformado por algunos de los chicos más ricos y de apellidos más importantes
de la Academia, tú eres un prodigio guapo y misterioso. Honestamente creo que si no
hubiéramos comenzado a fingir que salíamos te habrían hecho muchas más propuestas,
además de las que ya recibes, claro.

-Nadie ha intentado coquetearme aparte de ti. Y de Sirius, supongo.

-¿Recuerdas a la chica que te pidió un consejo para su audición de oboe?-Remus asintió,


frunciendo el ceño.-Bueno, se llama Jackie y lleva tocando el oboe desde que tenía siete años,
no necesitaba tu ayuda.

-Oh.-el castaño ladeó la cabeza, reproduciendo la memoria en su mente y reparando en el


lenguaje corporal de la chica.-Bueno, un caso no quiere decir que…

-El chico que te regaló su postre durante el almuerzo del otro día porque “no le gustaba el
caramelo”, la chica que se ofreció a acompañarte a la biblioteca para enseñarte el libro sobre
teoría aunque era completamente innecesario, su amiga que ofreció enviártelo en versión
electrónica para que no tuvieras que ir hasta la biblioteca…-Terry contó cada caso con los
dedos, usando un tono divertido y ligeramente condescendiente.-¿Quieres que siga?

-No.-espetó él, mordiéndose el interior de la mejilla.-Entiendo tu punto. Otras personas están


interesadas en mi vida y tenemos que planearlo bien.

-Sí, pero también tienes que prepararte para rechazar muchas más insinuaciones.-dijo su
amigo, poniéndole una mano en el hombro a forma de condolencias.-Y preparar a Sirius para
ver como todo el mundo intenta llevarse a su novio a la cama.

-No es mi novio, exactamente.-murmuró Remus, apretándose el puente de la nariz.-Esto es


estúpido, sólo me quedan unas semanas aquí, no quiero ser abordado por desconocidos cada
vez que salga de mi dormitorio.

-Bueno, siempre podríamos seguir fingiendo.-sugirió Terry pero subió las manos en cuanto
Remus lo escudriñó con la mirada.-O podríamos decirle a tus amigos que decidimos ser
amigos también, y dejar que el resto de la Academia crea que seguimos saliendo.

-Sería más complicado, pero eficiente.-dijo Remus con un suspiro cansado.-Tendré que
hablarlo con Sirius.

Terry le dedicó una mirada llena de compasión y tomó el control para reanudar la partida
antes de decir:

-Espero que en el futuro las cosas mejoren, lo mereces, de verdad.

Remus tomó el otro control y asintió a pesar de que lo que realmente quería decir es que
Sirius iba a irse, así que ese futuro que tanto anhelaba no era improbable, sino imposible.

~~~
Ensayar en la sala de conciertos de la Academia se sentía como tocar el piano por primera
vez, cada sonido y cada nota eran mágicos, nacían del instrumento, se extendían por todo el
recinto y volvían a él cuales aves que vuelven a su amo después de surcar el cielo, salvajes y
luego contenidas dentro de sus manos.

La acústica era tan perfecta que resultaba hasta macabro, la música le llenaba la cabeza y se
extendía por sus venas como una droga.

Y todo lo que estaban haciendo era ensayar para la presentación final, que estaba a tres
semanas de ocurrir. Claro que las orquestas profesionales ensayaban por mucho más tiempo,
pero ese era un curso intensivo y no iban a tocar un concierto completo.

Remus aún no se acostumbraba a estar en un lugar donde todos los que lo rodeaban se sentían
igual de apasionados y conectados con la música, le parecía maravilloso ver a sus
compañeros inmersos en la partitura, afinando sus instrumentos con afecto, disfrutando
visiblemente de tocar. Era extraño sentirse comprendido después de tantos años de ser
alineado.

Lo único que arruinaba el momento era saber que Peter estaba afinando su flautín junto al
resto de los suplentes en lugar de en la zona de viento. Era claro que estaba intentando
mostrarse tranquilo, pero en la caída de sus hombros y la falta de brillo en sus ojos se
reflejaba la tristeza y la decepción que lo asfixiaban. Sin embargo, los dos habían decidido
que después del ensayo iba a pedir la audición al director, esperando que le diera por lo
menos una semana más para prepararse, y tener un plan en marcha aliviaba un poco sus
ánimos.

Sirius, a pesar de no tener intenciones de continuar en esa vida, estaba claramente en su


elemento, tocando de forma inmaculada como había hecho siempre incluso si lo que quería
era estar al otro lado del país. Remus podía notar esa desconexión entre la música y él, no
había esa vehemencia que veía en el resto de sus compañeros, pero eso no lo hacía menos
perfecto. Y, si era honesto, era un espectáculo muy atractivo de ver, con sus piernas rodeando
el chelo, el mastil encajando en su hombro, y la pose dándole un aire solemne que le rendía
honor a la antigüedad de su apellido.

Remus no se molestó en desviar la mirada cuando los ojos de Sirius se encontraron con los
suyos y enarcó la ceja a modo sugestivo, el castaño simplemente esbozó media sonrisa y
tomó aire, dejándole ver lo mucho que lo deseaba porque ya no tenía razones para ocultarlo.
Sirius, para su sorpresa, se sonrojó un poco y bajó el rostro con la excusa de mirar la
partitura; a Remus le cosquilleó el estómago al ver su reacción y cuando tocó de nuevo las
notas se escucharon como cartas de amor y olas de mar.

El director les dio unos minutos de descanso, Remus se quedó un momento más repasando
una sección especialmente complicada y cuando salió a buscar a sus amigos, Sirius lo
interceptó en un pasillo vacío, lo jaló dentro de lo que debía ser un guardarropas en desuso y
lo besó hasta que le flaquearon las rodillas; intenso, caprichoso y honesto como sólo era
Sirius Black.

-Esto es lo que quería hacer cada vez que te veía tocar.-susurró antes de besarle el cuello y
acariciarle la espalda debajo de la camisa.
Remus cerró los ojos e intentó mantener su respiración bajo control aunque sentía como su
pecho subía y bajaba demasiado rápido contra el de Sirius.

-Esto es lo que yo quería que hicieras cada vez que te veía tocar.-le respondió con la voz
ahogada, aferrándose a su cadera y a su cabello.

Sus amigos debían estar preguntándose dónde estaban, pero en ese momento no le habría
importado si los interrumpía el mismísimo Dumbledore.

Se habían besado en rincones oscuros antes, siempre con el pulso acelerado y dejando que
sus manos descubrieran nuevos relieves, pero esa ocasión se sentía mucho más íntimo, menos
controlado y al mismo tiempo más cuidadoso, y Remus descubrió que con Sirius no ansiaba
ser tocado solo para ser tocado, sus acciones no nacían de una simple necesidad física, sino
que anhelaba compartir su cuerpo y recordar cómo era cada roce y cada beso. Siempre que
creía que no podía estar más enamorado, Sirius le demostraba lo contrario, y eso lo aterraba.
Si no se detenía a si mismo acabaría volviéndose loco.

Más tarde, cuando en clase de composición les dijeron que era momento de comenzar a
componer la pieza que tocarían en su presentación individual, Remus no podía pensar más
que en Sirius, en los labios de Sirius contra su piel, en los jadeos de Sirius en su oído, en el
cuerpo de Sirius bajo sus dedos; así que comenzó a escribir sobre la partitura y lo único que
salía de la pluma era Sirius, la música le parecía demasiado vulnerable y evidente, como si
cualquiera que la escuchara pudiera adivinar sus pensamientos, pero cuando el profesor le
pidió que hiciera una demostración para sus compañeros, todos le aplaudieron como si fuera
una melodía más, solo el heredero de los Black que llevaba la música en la sangre que
bombeaba desde su pecho le dedicó una mirada de complicidad.

Después del almuerzo, Remus y Peter fueron a su usual sala de música a practicar, pues el
rubio le había pedido la segunda audición al director y, aunque reticente, había aceptado darle
otra oportunidad la semana siguiente, pues no podían perder más tiempo si es que decidía que
era mejor opción como primer flautín. James y Sirius se les unieron un rato después,
practicaron con ellos y luego se pusieron a trabajar en sus composiciones individuales para la
presentación final.

-¿Debería tratar sobre Lily o sería demasiado trillado?-preguntó James después de pasar
quince minutos intentando pensar en un tema para su canción.

-¿A ti te preocupa que algo sobre Lily pueda ser cursi?-preguntó Sirius con un resoplido de
burla.-Si eres el rey de lo trillado cuando se trata de ella.

-Yo le compondría todo un concierto si pudiera, pero no sé cómo expresar todo lo que siento
por ella solo con notas sin que sea terriblemente cliché.-se defendió James, cruzándose de
brazos.-Remus, esta es tu especialidad, ¿cómo es tu proceso cuando compones?

Remus, que no había estado prestando atención por estar repasando una parte de la partitura
con Peter, volteó desconcertado y le pidió que repitiera la pregunta.

Esa era la duda que lo había perseguido por años, lo que cada profesor de música que había
tenido le cuestionaba inevitablemente, como si fuera un instructivo donde pudieran seguir
unos simples pasos y lograr lo mismo que él. Lo hacía sentir extraño no poder darles una
respuesta concreta, se escuchaba hasta ilógico que no pudiera describir lo que hacía con
reglas sobre composición y el uso de las emociones, “solo lo hago y ya” no era una respuesta
que satisficiera a nadie, incluyéndolo a si mismo, pero intentar explicarlo era como intentar
describir el sabor del chocolate a alguien que nunca había comido nada.

La única excepción había sido McGonagall, quien lo había entendido desde el primer
momento y no había necesitado más esclarecimiento de su talento después de conocerlo.

Remus, pensando en ella, se tomó un momento para encontrar las palabras más adecuadas y
dijo:

-No es como que tenga una serie de pasos para componer. Es más como… cocinar
intuitivamente. Los ingredientes no funcionan por si mismos, tienes que integrarlos de la
manera adecuada, y cada combinación resulta en algo distinto, ¿cómo sabe un chef que debe
agregarle más albahaca a su salsa y no tomillo ni laurel?-su mirada terminó anclada en Sirius,
por supuesto.-Lo prueba y simplemente lo sabe. Así me pasa con la música, supongo, es
como si me hablara o… como si se compusiera a si misma y yo solo la dejara salir.

Los tres lo estaban mirando con expresiones de asombro, intentando descifrarlo como si
hubiera hablado en otro idioma y Remus sintió la sangre subirle poco a poco por el cuello,
cohibiéndose como había dejado de hacer hace mucho tiempo con ellos, nunca lo habían
hecho sentir diferente por tener esa habilidad, pero en ese momento…

-Guau.-Peter fue el primero en hablar, los ojos le brillaban.-Eso es hermoso, Remus.

-Eres muy especial, Moony.-dijo James, que parecía al borde de llorar, lo que lo puso muy
incómodo de inmediato.

Sirius no habló, simplemente lo miró con una sonrisa llena de afecto y orgullo, y a Remus se
le llenó el corazón de algo que era casi adictivo y que al mismo tiempo se veía tentado a
rechazar por no saber que hacer con él.

Las emociones lo abrumaron, el ambiente en la sala se había tensado y Remus, que no tenía
idea de cómo manejar lo que estaba sintiendo, consideró la opción de simplemente salir y
dejarlos ahí, pero debieron reparar en que estaba sintiéndose agobiado, así que Peter pronto
comenzó a practicar y los otros dos volvieron a sus composiciones, dejando que regulara sus
propias emociones a su tiempo.

Las chicas llegaron poco después a ensayar, aprovechando que sus amigos habían apartado el
lugar, y Remus se despidió para ir a trabajar, pero Sirius insistió en acompañarlo para
comprarse una soda en las máquinas que tenían cerca de la entrada, ganándose un par de
miradas suspicaces pero no mucho más.

-Andromeda me invitó a cenar con su novio hoy en la noche.-le dijo cuando estuvieron
suficientemente lejos, tomándolo del brazo aprovechando que no había nadie cerca.-Ven
conmigo.
Remus enarcó las cejas, evidentemente sorprendido, y se detuvo frente a un bebedero para
hablar con él. Lo más sensible sería decirle que no estaba seguro de que eso fuera mantener
las cosas casuales, pero sentía una extraña curiosidad por la prima de Sirius y francamente le
emocionaba que quisiera que conociera a su familia.

-Pero… ¿ella sabe de nosotros?

Sirius negó con la cabeza y luego se encogió de hombros.

-Sabe que eres importante para mí, no le extrañará que vayas conmigo.

Remus lo consideró un momento, aún un poco dubitativo pero deseoso de compartir un poco
más de la vida de Sirius durante el tiempo que les restaba.

-No puedo faltar al restaurante, ya estuve ausente el miércoles por el resfriado.-contestó,


inclinando la cabeza en su dirección.

-¿Podrías irte una hora antes?-preguntó Sirius, esperanzado.-A Andromeda no le importa


tener una cena de media noche. Yo cocinaré.

Remus odiaba sentirse como una molestia, pero decidió que había cubierto a Petunia
suficientes veces como para que eso no le supusiera mucho problema, así que terminó
asintiendo.

-Genial, pasaré por ti a las once, entonces.-dijo, miró a ambos lados del pasillo y presionó un
beso rápido y agradecido contra sus labios.-Que te vaya bien. No enamores demasiados
turistas.

El castaño puso los ojos en blanco y se despidió besándole la mejilla, pero antes de atravesar
la puerta se dio cuenta de que Sirius ya estaba caminando de regreso, tarareando y con las
manos en los bolsillos.

-¡No olvides la soda, Black!-dijo, riendo.

Él se giró y se acercó a la máquina con las mejillas color escarlata. Estar enamorado
verdaderamente era como perder la cabeza.

Remus llegó al restaurante poco después, y lo primero que hizo fue hablar con Petunia para
no tener ningún inconveniente más tarde. La mayor de las hermanas Evans no estaba nada
feliz de tener que trabajar su turno completo, pero incluso ella tuvo que admitir que era un
favor pequeño comparado con todos los que Remus había hecho por ella, así que terminó
accediendo con una mueca de desagrado y un suspiro exagerado.

Su mente comenzó a divagar mientras pasaban las horas, primero pensó en la cena que le
esperaba, eso lo llevó al tema de las familias y como no quería pensar en la de Sirius terminó
pensando en la suya.

Si era honesto, le afligía que sus padres no pudieran viajar para ver su presentación. Llegar a
la Academia y vivir lejos de ellos por primera vez le había otorgado una independencia por la
que se sentía agradecido, pero si bien al principio había bienvenido la distancia como una
bendición, pasados los meses se había dado cuenta de que no solo los amaba por ser su
familia, sino que genuinamente disfrutaba tenerlos en su vida. Se sentía incorrecto que
después de tantos sacrificios para llevarlo a donde estaba no fueran a acompañarlo en una de
las presentaciones más importantes de su vida.

Sin embargo, no había mucho que hacer al respecto. Su madre siendo profesora y su padre
trabajando en una tienda de materiales de construcción no tenían sueldos que les permitieran
hacer gastos como vuelos redondos desde otra ciudad. Remus había pensado en pedir más
turnos en el restaurante, pero sus pulmones habían quedado resentidos de tantos resfriados y
cambios de temperatura, y su otra opción era pedir un adelanto de su sueldo, lo cual
significaría trabajar sin paga durante semanas y ese era dinero del que no podía prescindir.
Sabía que tenía que resignarse, habría otras presentaciones en el futuro donde podrían verlo,
estaba seguro. Mientras tanto se aseguraría de que alguien lo grabara para poder mostrarles la
grandeza de la orquesta de la Academia y de la sala de conciertos.

Sus amigos estarían dispuestos a ayudarlo, estaba seguro, pero las finanzas de su familia
siempre habían sido un tema sensible para él dado que gran parte de sus problemas se debían
a su precaria salud, y se sentía muy incómodo recibiendo dinero de otras personas, incluso si
lo hacían con la mejor intención e incluso si para ellos era solo cambio de bolsillo. Quizás
había olvidado el asunto de Sirius y el viaje demasiado rápido; con tantas emociones y con
todo demás que había salido a la luz al mismo tiempo lo había perdonado demasiado rápido.
Probablemente era injusto ya que los dos habían asumido que el asunto estaba zanjado, pero
se dio cuenta de que en el fondo era algo que seguía molestándolo. Decidió que no valía la
pena volver a mencionarlo, de todas formas les quedaba muy poco tiempo juntos y prefería
disfrutarlo que discutir.

Su turno pasó sin demasiados contratiempos, los comensales fueron pocos y generalmente
corteses, y dejaron buenas propinas para ambos. Quizás eso fue lo que puso de mejor humor
a Petunia, porque cuando eran las diez y estaba contando el efectivo para dejarlo en la
oficina, dijo:

-Vete. No te necesito más.-no levantó la mirada de los billetes y su tono era casi agresivo,
pero el mensaje no lo era.

-¿Estás segu…?

-He dicho que te vayas, ¿no?-su voz era de exasperación, pero Remus decidió que tenía que
irse antes de que cambiara de opinión.

Llamó a Sirius cuando se estaba quitando el delantal, y diez minutos después lo estaba
esperando frente al restaurante, chaqueta de cuero ciñéndole la cintura, cabello recogido en la
nuca y sonrisa despampanante: Sirius en su máxima expresión, como pocas personas tenían
la fortuna de verlo.

Salió del restaurante, le devolvió la sonrisa y lo besó, sus labios encontrándose por más
tiempo ahora que estaban solos en un gesto que decía que habían estado pensando en el otro.

-Nos esperan.-le dijo Sirius, tirando de él.


Anduvieron de la mano por la calle. Remus nunca había hecho eso con un chico, ni con nadie
en realidad, y era una sensación nueva, atemorizante y embriagante, no podía quitarse el
miedo de la cabeza de ser señalado por algún transeúnte: quería soltarlo y al mismo tiempo
quería estrechar sus dedos todo el día y toda la noche. Sus manos no encajaban perfectamente
como hacían en las novelas de amor porque la suya era más grande y huesuda, la de Sirius era
refinada y masculina, pero no necesitaban encajar, era mejor que eso, era una complicidad
construida.

Solo por unos días, se recordó, apretando sus dedos y sintiéndose feliz de una forma de la que
no se había sentido capaz hasta ese momento, caminando sobre la acera con los dedos de un
chico entrelazados con los suyos.

Chapter End Notes

Helloooou, el capítulo estuvo un poco corto yo sé, pero espero que les haya gustado.
Justo por esto mismo voy a empezar a actualizar cada 2 semanas, acabo de regresar a la
uni y se me está haciendo demasiado pesado escribir diario:( Esto me va a ayudar a que
los capítulos sean más largos y estén mejor hechos, espero entiendan y no dejen de leer.
Muchas gracias por su apoyo siempre, les tqm y les deseo puras cosas bonitas!
XXXVII. golpe de realidad
Chapter Summary

Remus y Sirius van a cenar a casa de Andromeda y tienen varias conversaciones


importantes.

Chapter Notes
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El departamento de Andromeda y su novio, Ted, era un pequeño piso conformado por una
habitación, un baño y un espacio que funcionaba simultáneamente como cocina, sala y
comedor; y sin embargo, no resultaba asfixiante, sino acogedor. La decoración era una
extraña mezcla de flores en macetas que no combinaban entre sí, una manta tejida a mano
echada en el suelo a forma de alfombra, el afiche de una película independiente sobre casas
rodantes en blanco y negro, y un pedazo de pared que había sido designado para que los
visitantes escribieran y dibujaran cosas sobre ella con marcadores.

Andromeda sorprendió a Remus mirando las frases de sus amigos plasmadas en negros y
rojos, quien estaba pensando que eso no era muy buena idea en un departamento rentado y
debía notársele en la cara, porque ella rió con una carcajada afectuosa y elegante y le dijo:

-Perdimos el depósito en garantía cuando Ted intentó arreglar una tubería de la regadera y
terminó levantando todo el mosaico del baño.-se encogió de hombros.-No le vimos caso a
restringirnos después de eso.

A pesar de ser de noche, el clima de la costa combinado con las hornillas encendidas en la
estufa donde cocinaba Sirius resultaba en un calor abochornante, pero solo tenían las
ventanas abiertas y un ventilador conectado en la esquina de la sala porque el aire
acondicionado resultaba demasiado costoso.

A Remus le recordó a su hogar, era evidente que era un lugar lleno de cariño e ingenio, de
dificultades que se sobrellevaban con amor. No era ideal, claro, pero era suficiente.

Ted no era como Remus había imaginado que el novio de Andromeda sería. Ella era un
espíritu libre, pero su crianza la había hecho igualmente reservada, cautelosa, calculadora; se
reía a carcajadas y al mismo tiempo tomaba los cubiertos con perfecta etiqueta, tenía una
gran habilidad para manejar situaciones sociales pero tenía un temperamento poco paciente.
Ted era divertido de una forma mucho más extrovertida, era la clase de persona que te hace
sentir cómodo desde el instante en que lo conoces, dotado de una seguridad en si mismo que
era digna de admirar, bondadoso hasta por los codos.

Eran felices y se les notaba. Remus sentía una mezcla de envidia y alegría por ellos, añorando
un futuro que lo llenara de la misma forma.
Sirius preparó pollo agridulce y fideos picantes con alguna receta que había aprendido en uno
de sus viajes a Asia, y comenzaron a cenar a las once, sus platos apenas cabían en la mesita
de cristal que solo estaba realmente equipada para dos personas.

-Debes venir a cocinar más seguido, Sirius.-dijo Andromeda inmediatamente después de


probar la comida.

-Comería esto diario, si no me diera problemas de azúcar.-afirmó Ted, engullendo la cena.

Sirius les agradeció, orgulloso, y Remus apretó su mano debajo de la mesa a forma de
felicitación.

-Sabía que solo me quieren por mis habilidades culinarias.-dijo el moreno, fingiendo
lamentarse.

-Bueno, en parte es el motivo por el que te invité.-admitió Andromeda con una sonrisa.-Pero
quería hablarte de un par de cosas.

Ella y Ted compartieron una mirada, pero fue tan rápida que no les dio tiempo de descifrar su
significado.

-Dime.-contestó Sirius, un poco más serio, bebiendo de su soda lentamente.

-Sabemos que planeas irte de casa de tus padres, pero nos gustaría escuchar tu plan.-dijo Ted
en un tono cauteloso.-Imagino que tienes algo en mente… algún trabajo, mudarte...

-Bueno, supuse que podría buscar un trabajo en algún bar y rentar un departamento.-contestó
él, con el ceño ligeramente fruncido.-Aún no he decidido si quedarme en la ciudad o
mudarme a otra para alejarme de ellos por completo.

-Eso suena bien.-dijo Andromeda, moviendo el tenedor entre los fideos.-Pero, ¿has buscado
algún local que esté contratando?, ¿sabes qué necesitas para rentar un departamento?

-No exactamente.-dijo Sirius, ligeramente ruborizado.-He tenido… otras preocupaciones.


Pensaba buscarlo cuando terminara el programa.

Andromeda y Teddy volvieron a mirarse, pero esa vez lo que compartieron fue distinto, más
consternación que otra cosa.

-Sirius, sé que no lo sabes porque no has tenido que vivirlo hasta ahora, pero todo eso toma
mucho tiempo, es muy difícil.-dijo su prima, hablando pausadamente.-No vas a conseguir un
trabajo de un día para otro, es más probable que pases semanas haciéndolo, y no puedes hacer
eso sin ahorros o un lugar donde vivir.

El moreno asintió rígidamente, el color rojo extendiéndose también por su cuello.

-Y rentar un departamento también es complicado, piden documentos legales, comprobantes


financieros, avales…-explicó Ted, ennumerándolo con los dedos.
-Queda muy poco para el final del verano, no sé si sea lo más sabio hacer todo de forma tan
apresurada.-dijo Andromeda con una mueca.-Quizás sea mejor esperar un par de meses.

La expresión de Sirius se endureció al instante. Una mezcla de vergüenza y rabia le extendió


las facciones.

-No.-respondió de inmediato, mirando a Remus de reojo.-No pienso regresar con ellos


cuando termine el verano, no me dejarían salir ni de su mansión cuando se den cuenta de que
no pienso ganarme ese lugar en la Academia, estaría muy lejos de… de todo lo que quiero,
¿cómo se supone que busque un empleo encerrado ahí con ellos?

-No es imposible.-dijo Andromeda.-Yo lo hice, ¿no?

-Mis padres son peores, y lo sabes.-contestó él en un tono defensivo, y Remus reconoció el


miedo que se escondía debajo de la irritación.

-Bueno, no es imposible encontrar empleo y un lugar donde quedarte con el tiempo que te
resta.-intervino Ted en un intento de calmar los ánimos.-Pero estamos hablando por
experiencia, sólo queríamos que tuvieras claro que el camino quizás no sea tan sencillo como
suena.

Sirius se bebió lo que quedaba de su vaso en un solo trago. Remus lo miró, preocupado.
Quería tomarle la mano y reconfortarlo, y al mismo tiempo estaba enfadado con él por no
pensar en todo eso antes, pero sobre todo estaba decepcionado consigo mismo por asumir
todo ese tiempo que Sirius estaba tomando los pasos necesarios para alejarse de su familia,
independizarse. Claro que no sabría nada de eso, toda su vida le habían resuelto desde las
necesidades más básicas hasta los caprichos más extravagantes, debía haber hecho un mejor
trabajo ayudándolo.

-Tienen razón. No le di mucha importancia porque pensé que podría quedarme con ustedes,
mientras resolvía el resto.-dijo después de un momento, peinándose el cabello
excesivamente.-No debí asumir… quiero decir, sé que ustedes no tienen ninguna
obligación…

-Oh, Sirius, nos habría encantado tenerte, incluso si tuvieras que dormir en el sofá con esa
extraña mancha amarilla.-dijo Ted, apretando su brazo con cariño.-Es solo que…

Andromeda le lanzó una pregunta con la mirada, y ambos tuvieron una conversación con los
ojos, de la clase que solo es realizable entre dos personas íntimamente cercanas, que terminó
con media sonrisa de parte de ambos.

-Bueno, esa era la segunda cosa que queríamos decirte.-anunció ella, un deje de nervios en la
voz que resultaba extraño en su usual timbre seguro y refinado.-Teddy y yo vamos a ser
padres.

El cambio en el rostro de Sirius fue inmediato, sus ojos se iluminaron y comenzó a sonreír
como si fuera una afectación médica, emanando felicidad de cada poro de su cuerpo.
-¡Andromeda!-exclamó, sacudiéndola de los hombros antes de hacer lo mismo con Ted.-
¡Theodore Tonks!

Los dos rieron, contagiando a Remus y a Sirius, conmoviendo al primero y extasiando al


segundo. La conversación anterior parecía haber sido dejada en el olvido, al menos por el
momento y le siguió una mucho más atropellada y entusiasmada mientras todos se ponían al
día, ¿cuánto faltaba para que naciera?, seis meses, ¿sabían su sexo?, no, aún era demasiado
pronto para saberlo, ¿habían pensado en un nombre?, no, pero daban por seguro que Sirius no
estaría entre sus opciones.

Remus no participó mucho en la plática, se sentía un poco como un intruso, presenciando


algo demasiado importante para sus ojos, algo que se comparte exclusivamente con la
familia, con las personas que más quieres, y aunque sabía que Andromeda lo apreciaba y él
también sentía cierto afecto por ella, apenas se conocían. Sin embargo, debía admitir que lo
llenaba de felicidad ver a Sirius con ellos, sin ningún temor a ser él mismo, dejando que su
personalidad extrovertida floreciera sin contenerla, y le daba paz saber que tenía personas tan
maravillosas en su vida, que lo adoraban tanto como él y que velaban por sus intereses, pues
no sabía qué les deparaba a ellos una vez que el verano terminara y Sirius necesitaría todo el
apoyo que pudiera obtene.r

Andromeda declaró terminado el tema de conversación del futuro bebé cuando Sirius le
preguntó si pensaba tener un parto natural al anunciar que no planeaba discutir eso con él, por
lo que se quedaron en silencio un par de minutos, mientras Sirius iba a revisar los pastelillos
de chocolate que había preparado para el postre.

-Así que, Remus…-comenzó Teddy con una ceja enarcada después de mirar de reojo a su
novia.-Sirius nunca nos había presentado a ninguno de sus amigos, debes ser muy especial.

Sirius acababa de volver a la mesa, los dos se sonrojaron. Remus sabía que ni siquiera James
sabía el grado al que Sirius se comunicaba con Andromeda, y siempre había asumido que era
por extrema precaución de ambos para que los Black no se enteraran, pero hasta ese
momento no se había detenido a pensar lo íntimo e importante que era ese momento para
Sirius, el dejar a alguien entrar a ese aspecto de su vida que tenían tan bien salvaguardado.

-Bueno, no sabría decirte.-contestó con la voz ligeramente aguda.-Pero me siento muy


honrado de haber sido invitado.

-Oh, no, el honor es todo nuestro.-dijo Andromeda, con un deje de diversión en la voz.-
Somos muy afortunados de conocer a un… amigo tan cercano a Sirius.

-Andy…-dijo Sirius entre dientes, mirándola con el ceño fruncido.

-¿Qué?-contestó ella, fingiendo inocencia.-Asumo que son muy cercanos, dado que le has
estado tomando la mano debajo de la mesa durante toda la cena.

Sirius tomó aire para hablar, completamente ruborizado igual que Remus, pero Ted lo
interrumpió con una mueca:
-Bueno, quizás siempre se toma de la mano con sus amigos, cielo.-dijo, su tono ligeramente
burlesco.-Así se llevan los jóvenes hoy en día, no lo entenderías.

-Oh, basta, no son graciosos.-dijo Sirius, llevando sus manos a la parte superior de la mesa.-
Está bien, ustedes ganan. Remus y yo estamos saliendo.

Andromeda y Ted sonrieron, ambos manteniendo una expresión deliberadamente satisfecha,


diseñada para irritar a Sirius. Ella extendió su mano, y él sacó un billete de su bolsillo para
después depositarlo sobre ella.

-Te lo dije.-se regodeó Andromeda, guardando el billete y disfrutando de ver la mueca de


profunda ofensa en el rostro de su primo.

-Bueno, yo no conocía a Remus, de haberlo hecho jamás habría apostado en su contra.-dijo


Ted, mirando al castaño a forma de disculpa.-Habría sido evidente lo fácil que Sirius caería
rendido ante él.

-Para ser un par de adultos próximos a ser padres, se comportan como niños.-respondió
Sirius, apretando un poco más los dedos de Remus, quien pudo divisar lo divertido que
estaba en realidad debajo de toda esa necesidad de indignarse.-Apostando sobre mi vida
personal como si fuera una carrera de caballos.

-Oh, vamos, Sirius, fue evidente desde la primera vez que me hablaste de él.-dijo
Andromeda, riendo y poniendo los ojos en blanco.-“Andy, es que es tan perfecto tocando, es
completamente anormal, no le creo su historia de prodigio desconocido ni por un segundo.
Tiene a medio campus coqueteándole y se cree demasiado bueno para todos, es irritante.”

Remus volteó hacia Sirius con una sonrisa y enarcó las cejas a modo de pregunta, sin
molestarse en esconder lo divertido que encontraba todo, ganándose un bufido ofendido y
que soltara su mano a modo de protesta.

-¿Anormal, irritante y mentiroso?-preguntó, cruzándose de brazos.-Y luego preguntas cómo


es que no me di cuenta antes, Black.

Sirius puso los ojos en blanco.

-Definitivamente eres irritante-dijo, con una tormenta bullendo dentro de sus ojos, luchando
por mantenerse molesto a pesar de lo feliz que se sentía.-Y demasiado talentoso para tu
propio bien. No me arrepiento de nada.

“También soy un mentiroso” pensó Remus, sonriéndole y conteniendo las ganas de besarlo
delante de su prima, “porque no te quiero para un rato, Sirius, te quiero para toda la vida.”

Una hora después, con los ánimos más calmados y el estómago lleno de buena comida, iban
caminando de vuelta a la Academia, de nuevo de la mano, Remus acariciando sus nudillos
con el pulgar concienzudamente, asegurándose de repasar cada relieve y cada centímetro de
piel. Pasaron los primeros minutos en silencio, disfrutando del sonido de la ciudad y del mar,
de la compañía del otro, y Sirius fue el primero en romperlo:
-No sé qué voy a hacer después del verano, Remus.

-Los oíste, no es imposible conseguir un lugar dónde vivir y un trabajo en los días que
quedan.-contestó el castaño, pero no fue capaz de esconder por completo su escepticismo.-
Sería bueno que comenzaras a enviar tu currículum y buscaras algún lugar de renta
inmediata.

-No tengo experiencia en nada además de tocar el chelo.-contestó él, frustrado.-Nadie va a


contratarme.

-Sé que preferirías alejarte de todo esto, pero podrías buscar algún restaurante o club que
busque un músico.-dijo Remus, chocando suavemente contra él en un intento de animarlo.-
En cualquier ciudad que elijas habrá hoteles y restaurantes.

Sirius soltó un resoplido cansado y soltó su mano para rodearle la cadera y recargar la cabeza
en su hombro, buscando un consuelo que era nuevo para Remus y que lo hacía sentir como el
ser más especial del universo.

-Supongo que lo primero sería decidir a dónde irás.-contestó el castaño.-Algún lugar que no
tenga mucha escena musical.

Sirius asintió.

-Creo que tengo que hablar de todo esto con James.-dijo.-No es que no seas de ayuda, lo eres,
muchísimo, pero…

-Pero es tu mejor amigo. Y yo no conozco esta zona del país, apenas y salí de mi pueblo para
venir aquí. Claro que lo necesitas.-dijo Remus, en un tono ligero.-¿Vas a hablarle de
Andromeda?

-Sí. Sé que no habría dicho nada de habérselo contado antes, pero me parecía mejor
mantenerlo lo más contenido posible.-dijo Sirius, con un deje de culpa en la voz.-Espero que
no se enfade.

-Es James, jamás se enfadaría por algo así.-le aseguró el castaño con completa confianza.-Él
lo entiende. Y te quiere.

-Hablando de decirle cosas a James…-dijo Sirius, un poco más nervioso, retirando la cabeza
de su hombro pero dejando la mano alrededor de su cadera.-Si estás de acuerdo, creo que
deberíamos decirle de lo nuestro. Sé que acordamos mantenerlo en secreto, pero es obvio que
lo nota y se siente… extraño no decírselo cuando es tan evidente que lo sabe.

Remus soltó un resoplido divertido, recordando las muecas de su amigo y la insistencia en


dejarlos solos.

-Claro, de hecho creo que ya nos tardamos en hacerlo, si no se lo decimos un día de estos
explotará.-dijo, provocando una carcajada en Sirius que envío algo agradable por su
columna.-Y si soy sincero, Lily ya lo sabe.

Sirius se detuvo y le lanzó una mirada inquisitiva con las cejas levantadas.
-Pensé que no se lo diríamos a nadie.

-Lo sé, lo siento, pero Lily lo ha sabido todo desde el principio.-dijo Remus con una mueca
de disculpa.-Le dije cuando comencé a sentir algo por ti, cuando intenté superarte saliendo
con Terry porque estaba convencido de que me odiabas, o que eras heterosexual. Ha estado
conmigo en todo esto. Debí habértelo dicho, perdón.

-¿Sabe que me meto al restaurante de sus padres?

-De acuerdo, no lo sabe todo, entonces. Eso no se lo he contado a nadie.-dijo en un murmuro


ligeramente avergonzado.

Sirius se mantuvo callado un momento, lo observó con detenimiento, analizando cada


centímetro de su rostro y dijo:

-Es halagador que hablaras tanto de mí.

-Oh, cállate.

-Lo digo en serio, es bueno saber que pensabas tanto en mí, me siento un poco mejor de lo
mucho que pensaba en ti. No podía ni dormir bien, era una tortura.-respondió el moreno,
bajando un poco la voz. Cuando Remus volteó a verlo y percibió el alivio en sus ojos, tuvo
que detenerse a besarlo, solo por un instante.

Sirius sonrió y puso la mano entre sus omóplatos cuando siguieron caminando, acariciando
lentamente. Remus percibía una tensión en el ambiente que resultaba agradable, le parecía
casi mágica la cercanía que compartían, el revoloteo que sentía cada que se hacían reír el uno
al otro, el calor donde el cuerpo de Sirius tocaba al suyo. Era abrumador.

No quería corromper el momento, pero sabía que aún debían hablar sobre como manejar su
situación con Terry, así que después de un par de minutos se armó de valor y dijo:

-Hablé con Terry sobre nuestra supuesta relación.-comenzó, sintiendo a Sirius enderezarse un
poco como reflejo a la mención de su amigo.-Sé que no es ideal que todo el mundo piense
que estoy saliendo con alguien más, pero no creo que sea buena idea que dejen de pensarlo.

Sirius asintió con la cabeza, meditándolo, y se aclaró la garganta antes de contestar:

-Supongo que funciona como señuelo para cualquiera que note lo que hay entre nosotros.-
dijo en un tono cauteloso.-Como nos han dicho, no somos precisamente discretos.

-Exacto.-dijo.-Pero podría decirle a las chicas y a Peter que ya no estoy saliendo con él y que
lo mantengan en secreto, quizás ayudaría.

-Si eso quieres.-contestó Sirius, encogiéndose de hombros.-De todas formas no lo dejarán de


invitar cuando salgamos, les cae demasiado bien.

-Terry es carismático, debes admitirlo.-dijo Remus, riendo y sacudiéndolo del hombro


jugetonamente.
Sirius emitió un sonido que era en parte afirmación, en parte queja, y Remus tuvo que
contener su siguiente risa.

-Oh, vamos, si lo conocieras mejor se llevarían muy bien.-sentenció.-De hecho, me recuerda


un poco a James, pero con menos tacto.

El heredero de los Black en Sirius salió a relucir en ese momento, manteniendo la barbilla en
alto, enarcando la ceja en suspicacia y hablando con la mayor de las diplomacias:

-Quizás algún día.-dijo.-Si te agrada, algo bueno debe tener.

-Tengo buen gusto cuando se trata de las personas que escojo tener en mi vida.-dijo, medio
mintiendo porque sabía que más bien era escogido por esas personas y no tanto que él las
eligiera.

Sirius puso los ojos en blanco y volvió a tomarlo de la mano, pues ya solo faltaban unas
cuadras para la Academia y tendría que soltarlo pronto.

-Bueno, eso te lo reconozco.-admitió.-No es sencillo ganarse nuestros corazones, Moony.

Remus sintió como un cosquilleo se le esparcía por el pecho como le pasaba siempre que
usaba ese sobrenombre con él, y dentro de su cabeza escuchó melodías suaves con violines,
hasta que reparó en algo:

-¡Sirius!-dijo, deteniéndose de golpe.-¡Nunca me dijiste cuál era tu apodo!

La expresión del moreno se convirtió en una mueca de desconcierto y comenzó a asentir con
la cabeza, enarcando las cejas.

-Es cierto.-contestó, chasqueando la lengua con desaprobación.-Tenemos que remediarlo


ahora mismo.

Sirius se detuvo y con él paró Remus, los dos abajo del toldo de una cafetería cerrada, como
si el momento mereciera su propio espacio.

-Antes de decirte cuál es, creo que debo darte el contexto del apodo.-dijo, actuando como si
fuera un profesor explicando un tema complejo.-Era la tercera semana del primer año del
programa, yo estaba de compañero de cuarto con James, como sabes, y estaba esforzándome
para que me desagradara porque mis padres no querían que me influenciara el malvado hijo
de los Potter.

Remus rió y puso los ojos en blanco, pero en el fondo esa teatralidad y dramatismo era una
de las cosas que más le gustaba de Sirius: cuando se comprometía con algo, no había quién lo
detuviera.

-Peter también estaba por ahí, ya sabes que ellos eran amigos desde antes.-siguió, en su mejor
tono de docente.-El punto es, llevábamos menos de dos semanas ahí cuando una noche que
iba de regreso de practicar con Narcissa estaba a punto de llegar al dormitorio y me encontré
con un perro paseando por el campus. Estaba solo, no tenía collar, por lo que asumí que era
callejero, y me sentí tan mal por él que lo llevé conmigo a la habitación. En retrospectiva no
fue lo más inteligente, pero era hermoso, grande, de pelo negro y excesivamente juguetón, y
nunca había tenido una mascota además de los pavo reales del jardín de mis padres, así que
estaba encantado.

El castaño asintió con la cabeza, fascinado al no tener la más remota idea de a dónde iba con
esa historia.

-James ya estaba dormido cuando llegamos, así que no se dio cuenta hasta la mañana
siguiente. El perro durmió a los pies de mi cama, claro.-dijo Sirius.-Cuando desperté para
clase y lo escuché gritar, me vi al espejo y estaba lleno de manchas rojas, me ardían los ojos y
la garganta.

-Oh, no…

-Efectivamente, Moony.-dijo Sirius con exagerada melancolía.-Soy alérgico a los perros. Pero
eso no fue lo peor, por obvias razones no pudimos tenerlo en el dormitorio, se habrían dado
cuenta eventualmente de todas formas, así que lo dejamos en el campus con la esperanza de
que volviera al lugar de donde había venido, pero el perro me había tomado cariño y me
persiguió las siguientes dos semanas por el campus hasta que alguien decidió adoptarlo.
Imagina la furia de Narcissa.

Remus estaba riendo a carcajadas estruendosas visualizando a un Sirius de dieciséis años,


todo formalidad y refinamiento, corriendo por la Academia mientras un perro lo perseguía.
Todos los Black debieron haberlo tomado como la mayor de las deshonras.

-James comenzó a decirme Padfoot para divertirme, o molestarme probablemente, en un


intento de que le hablara.-dijo Sirius, encogiéndose de hombros.-Terminó por funcionar.

-¿Padfoot?-preguntó Remus.-¿Como pies de almohadilla?

-Como las patas de los perros, exacto.-contestó él, fingiendo indignación al verlo reír.-No
dejo que lo usen mucho, como te habrás dado cuenta.

Remus lo miró un momento, apenas divisando sus pupilas grises en la precaria luz de la calle,
y lo besó con un afecto que le llegaba hasta las venas. No pensaba decírselo, pero si esa
historia probaba algo era que Sirius podía tener un ego grande y un temperamento impulsivo,
pero el tamaño de su corazón era proporcional a ellos.

Sirius lo miró con confusión mientras le sonreía después del beso.

Un pitido interrumpió el momento, Remus tomó el celular a regañadientes, y cuando lo


revisó reparó en que era su madre, deseándole buenas noches como hacía de vez en cuando,
pero era inusualmente tarde para ella.

-¿Está todo bien?-preguntó Sirius al ver su mueca de desconcierto.

-Sí, es solo mi madre saludando.-contestó con el ceño fruncido.-No es muy nocturna, me


sorprende que siga despierta.
-Quizás acaba de llegar a casa, me han contado que los padres normales salen a divertirse y
esas cosas.

-No lo hacían mucho cuando vivía allá, siempre estaban demasiado ocupados conmigo.-dijo
Remus.-Me alegra que lo estén haciendo ahora.

-No puedo esperar a conocerlos.-dijo Sirius, jalándolo de la mano para seguir con su camino.-
Seguro que tu madre tiene un centenar de fotos de cuando eras un bebé.

-Las tiene, pero no sé si vayas a conocerla.-contestó él, apretando sus dedos por reflejo.-No
vendrán a la presentación del final del programa, es demasiado dinero.

Remus pudo ver la mente de Sirius maquinando algo, el conflicto era evidente en su rostro,
luchando contra sus propios pensamientos. Finalmente adoptó una mueca de resignación y
dijo en un tono neutral:

-Bueno, igual exijo ver tus fotos de bebé.-y le besó la mano que sostenía antes de continuar
caminando.

Años después, Remus recordaría esa como una de las mejores noches de su vida, pocas veces
se había sentido tan feliz como andando en la oscuridad de la ciudad de la mano de Sirius,
habiendo cenado con su prima, compartiendo cosas que no había pensado que podía
compartir hasta que un par de ojos grises se lo permitieron.

Chapter End Notes

Helloooo, que largas estas dos semanas, verdad? Espero que no me hayan abandonado
por la tardanza jaja, la verdad me ayudó mucho tener más tiempo para escribir, me gustó
mucho el capítulo y espero que a ustedes también!
Les tqm, muchísimas gracias si siguen leyendo y comentando
XXXVIII. la noticia
Chapter Summary

Sirius le cuenta a James sobre su relación con Remus. Remus tiene una discusión con
alguien cercano y recibe una llamada que lo sorprende.

Chapter Notes

amixesss no está muy bien editado el capítulo porque no me dio tiempo, ya entré a
clases presenciales y estoy super ocupada jajsjs, pero espero que les guste! gracias por
leer y comentar<3

Cuando Sirius había decidido que era hora de contarle a James lo que había entre ellos,
Remus no pensó que se refiriera al día siguiente, y sin embargo ese mismo sábado, ni doce
horas después de haberlo discutido, sus dos amigos estaban charlando en la azotea del
edificio sobre la extraña relación que había entre ellos mientras Peter y él practicaban para su
audición.

A pesar de que Remus intentaba mantenerse sereno para asesorar a Peter, ese día ambos
estaban igual de nerviosos, el castaño no paraba de mirar la puerta, esperando que James
entrara al salón, se le acercara dando zancadas y… y no estaba seguro, no creía que fuera a
maltratarlo ni gritarle cosas homofóbicas, pero no tenía idea de qué esperar y eso lo estaba
sacando de quicio.

Peter tocaba cada vez mejor, pero le faltaba la confianza en si mismo que era necesaria para
su papel, y con solo un par de días para su segunda oportunidad en la audición, era
imperativo resolverlo cuanto antes, así que, sin que se diera cuenta, comenzó a mandar
mensajes a sus amigos para organizar un ejercicio que él esperaba fuera la solución al
problema del rubio.

Terminó su lección con Peter y Sirius y James aún no estaban por ninguna parte, así que
asumió que seguían en la azotea, pero no planeaba interrumpirlos, así que vagó por el campus
buscando algo que lo distrajera, acababa de sentarse en la sombra de un árbol que tenía buena
visión del edificio de la cafetería (había sido pura coincidencia que encarara la salida de la
azotea, claro), cuando su teléfono comenzó a sonar.

-Mamá.-dijo él, con una sonrisa, genuinamente feliz de hablar con ella.-Hola.
-También me alegra oír su voz, señor Lupin.-dijo una voz en el teléfono que no le pertenecía
a su madre. Remus sintió el corazón darle un salto dentro del pecho.

-¡Profesora!-dijo él, completamente desconcertado y entusiasmado al mismo tiempo.-Buen


día, eh… Disculpe, pensé que era mi madre.

-Ella está aquí conmigo, estamos en la feria de recaudación de la iglesia.-contestó


McGonagall, y en el fondo escuchó a su madre saludarlo.-Me hizo el favor de prestarme su
celular para hablar con usted, me contaron que obtuvo un lugar en la orquesta de la Academia
para la presentación final.

-Sí, la audición fue la semana pasada.-contestó Remus, inevitablemente nervioso al oír a su


antigua maestra hablar de sus logros.-Tocamos El Carnaval de los animales de Camille Saint-
Saëns, profesora.

-Excelente pieza.-dijo ella en ese tono aprobatorio que siempre había logrado que Remus se
sintiera satisfecho consigo mismo, y que, a pesar de su talento, no escuchaba muy seguido.-
¿Ya tiene la canción que va a tocar para su presentación individual?

-No, aún estoy trabajando en ella.-contestó el castaño.-Todavía tengo algunos días.

McGonagall chasqueó la lengua y Remus pudo visualizar a la perfección el gesto dubitativo


en su rostro.

-Sería mejor que lo practique lo antes posible, señor Lupin.-dijo la profesora en su usual tono
severo.-Sé que tiene un talento excepcional, pero ser talentoso no es suficiente para entrar a
una academia de ese prestigio.

De pronto Remus volvió a ser ese niño de trece años en el ático de una iglesia que se cohibía
bajo la enseñanza estricta de la profesora McGonagall. Podían haber pasado años y podía
haberse presentado frente a algunos de los músicos más importantes de la industria desde que
la había visto por última vez, pero nadie lograba infundirle tanto respeto como ella.

-Tiene razón, profesora.-dijo, asintiendo con la cabeza a pesar de que no podía verlo.

-Bueno, es una pena que no podamos ir a verlo en vivo a la presentación, pero ansío ver el
video en cuanto lo tenga.-contestó McGonagall, y Remus creyó poder identificar un poco de
aflicción en su voz, lo cual era terreno completamente desconocido cuando se trataba de ella.-
Estoy segura de que hará un gran trabajo, señor Lupin, le deseo mucho éxito.

Y entonces le pasó el celular a su madre y ella comenzó con la conversación usual de los
sábados, empezando por la feria en la que estaban y las novedades de su vecindario. Remus
la escuchó y respondió apropiadamente, pero no podía dejar de pensar en su antigua
profesora. No había considerado que hablar con ella pudiera afectarle tanto, pero McGonagall
había sido una de las personas más importantes en su vida desde que era un niño y gran parte
de sus méritos se los debía a ella.

No había conversado con su profesora desde que había viajado a la Academia porque sabía lo
mucho que a ella le disgustaba utilizar el celular (de hecho no creía haberla visto jamás
usándolo), así que el hecho de que se hubiera molestado con pedirle a sus padres que la
comunicaran con él ya era todo un acontecimiento en si mismo, y Remus estaba tan
conmovido que le escocieron los ojos. Era extraño saber que las únicas tres personas que
habían trabajado hasta el cansancio para que él pudiera estar ahí, las únicas tres que habían
creído en su don, no iban a estar presentes en uno de los días más importantes para su carrera.

Se sentía tan conmocionado que ni siquiera reparó en que Sirius y James ya habían bajado de
la azotea y se habían ido al comedor, donde estaba ya el resto de sus amigos esperando el
almuerzo, hasta que vio a las dos figuras atravesar el marco de la puerta.

Remus se sacudió los pantalones y los siguió, respondiendo en el camino el saludo de una
chica que no recordaba haber conocido nunca antes, pero era algo que le pasaba seguido.

El ambiente entre sus amigos era perfectamente normal, excepto porque James estaba
demasiado pensativo, participando menos de lo usual en la conversación y absteniéndose de
hacer muchos chistes, y porque Sirius parecía drenado y comía con los ojos ligeramente
rojos, aunque nadie más parecía haberlo notado. Remus intentó preguntarle varias veces con
la mirada si todo estaba bien, pero Sirius no parecía comprenderlo, porque simplemente
esbozaba media sonrisa en su dirección y seguía comiendo. Sorprendió a James mirándolo un
par de veces, pero alejó el rostro demasiado rápido para distinguir qué tipo de mirada era, y lo
dejó sintiéndose nervioso y confundido.

En cierta parte de la conversación Mary mencionó que le había pedido a Terry que le
enseñara a jugar un videojuego que había visto en la sala de recreación y Remus tomó la
oportunidad de anunciar lo que había discutido con Sirius la noche anterior.

-Bueno, quizás deberían saber que ya no estoy saliendo con él.-dijo, intentando mostrarse
casual, ni demasiado afligido ni demasiado indiferente.

-Oh…-contestó su amiga, frunciendo el ceño.-¿Te hizo algo? ¿Qué sucedió?

-No, no está todo bien, aún somos amigos.-contestó.-Es solo que preferimos dejar de salir.

Sus amigos parecían un poco suspicaces pero lo conocían suficientemente bien como para
saber que sus dudas no serían bien recibidas, así que lo dejaron estar después de un par de
cuestionamientos generales y por dentro Remus se sintió muy agradecido. Primero miró a
Sirius, quien lo recibió con una expresión mucho más ligera que antes, reprimiendo media
sonrisa; y luego miró a James y se encontró con una mueca de entendimiento que no supo si
interpretar como una buena o mala señal, así que simplemente apartó el rostro e intentó
deshacerse de la música de suspenso que sonaba en su cabeza.

Marlene y Dorcas, quienes habían abogado tanto por esa relación, parecían ser las más
decepcionadas de todos, pero se limitaron a sonreírle como si quisieran darle ánimos y
Remus sintió un pinchazo de culpa en el centro de su pecho, ellas habían sido muy honestas
con él, y él se los había pagado con verdades a medias.

Terminaron de almorzar y Remus tenía que irse a su turno del restaurante, así que Sirius dio
una pobremente formulada excusa para acompañarlo a la salida del campus. Había demasiada
gente afuera, pues el día tenía un clima relativamente agradable, así que se limitaron a rozar
manos de vez en cuando mientras caminaban.

-¿Y bien?-preguntó Remus cuando estuvieron suficientemente lejos de otros alumnos.-


¿Cómo te fue?

Sirius abrió la boca para hablar pero inmediatamente su rostro se transformó en una mueca de
desagrado y cuando Remus siguió su mirada reparó en que Narcissa estaba observándolos
desde la entrada al edificio de administración, con los ojos bien entornados.

-Te lo contaré luego.-le dijo, alejándose concienzudamente de él.-Que te vaya bien en el


trabajo, Moony.

Y donde debía haber sucedido un beso en cualquier circunstancia normal, simplemente se


miraron y Remus asintió con la cabeza antes de partir, sintiendo como esa traición
autoimpuesta se le asentaba un poco más al fondo del pecho.

El camino al restaurante le llevó un poco más de lo usual, en parte porque sus pulmones
llevaban un par de días pinchando cuando respiraba hondo y en parte porque necesitaba
tiempo para pensar; la noche anterior había sido maravillosa, desde pasar tiempo con Sirius y
su familia, caminar con él de vuelta a la Academia entre anécdotas y conversaciones sinceras,
hasta lo que habían hecho en la oscuridad del dormitorio desocupado que quedaba en la
primera planta del edificio.

Todo inevitablemente lo había hecho imaginar lo que el futuro con Sirius podía ser: cenas
caseras, reuniones familiares, conversaciones en la madrugada, sexo fantástico y una
intimidad que no se había permitido con nadie antes, esa necesidad de contarle todos sus
secretos y besarlo hasta que la mandíbula comenzara a dolerle. Nunca lo había anhelado tanto
y sin embargo lo veía aún más lejos que antes porque Sirius le había contado a detalle la
historia de la expulsión de Andromeda y había dimensionado por primera vez el poder y la
crueldad de los Black. Sirius jamás se arriesgaría a someterlo a vivir algo parecido, y de todas
formas Remus no estaba seguro de estar dispuesto a hacerlo.

Su humor había cambiado drásticamente desde el día anterior, por lo que no fue una sorpresa
que al llegar al restaurante Lily lo mirara de arriba a abajo un par de veces y lo llamara para
acomodar los lácteos en la nevera como justificación para hablar con él, ya que aún era
temprano y Petunia se estaba encargando de la única mesa ocupada.

Remus le contó todo lo sucedido y finalmente admitió lo mucho que le estaba pesando
aceptar el reducido tiempo que le quedaba con Sirius, sentía que apenas comenzaba a
conocerlo ya que no estaban distraídos fingiéndose odio, y quería tener años para eso, no
semanas.

-Siento que te he dado este consejo una decena de veces antes, pero deberías decirle todo
eso.-dijo su amiga cuando terminó de escucharlo, encogiéndose de hombros.

-Desde que hablé con él en un principio quedamos en las condiciones de esto, y tiene
suficientes preocupaciones encima.-le contestó Remus en un tono amargo.-Ahora debe
concentrarse en encontrar un trabajo, un departamento, huir de la ciudad…
-Te aseguro que lo que él necesita no es perder a más personas, Remus.-contestó ella,
negando con la cabeza.-Además, no es como si fueras a dejar de hablarle cuando se vaya, ¿de
verdad crees que pueden quedar solo como amigos?

-No creo que se comunique conmigo, al menos al principio.-dijo el castaño, manejando el


bloque de queso casi con rabia.-Sus padres estarán buscándolo por todo el país y nosotros
somos los primeros a los que recurrirán, sería poco sensato.

-Con más razón, debes hablar todo esto con él para aclararlo antes de que sea demasiado
tarde.-dijo Lily, poniendo los ojos en blanco.-Ese fue el error de James en un principio, si él
hubiera intentado conversar conmigo…

-Mi relación con Sirius es infinitamente más complicada que la tuya con James, Lily, no va a
resolverse todo con una charla durante el almuerzo.-espetó Remus, sus palabras mucho más
tajantes de lo que había pretendido. Su amiga echó la cabeza hacia atrás como si la hubiera
golpeado físicamente y lo miró con resentimiento.

-Sé que tu situación es más difícil, pero lo único que estás intentando hacer para resolverla es
contarme tus problemas a mí e ignorar todo lo que te digo, cuando lo que deberías estar
haciendo es hablarle al chico del que estás enamorado.-respondió ella, su expresión
endurecida y su tono frío.-Si no planeas seguir mi consejo, no tengo idea de para qué lo
pides.

Lily dejó el bote de crema que sostenía en la puerta del refrigerador y se fue con los brazos
cruzados y la mandíbula apretada, su piel del mismo tono que su cabello, farfullando palabras
de indignación y enojo, dejando a Remus helado y arrepentido.

Debía disculparse con ella; no debía haberle hablado así, no era su culpa que su vida fuera el
desastre que era, no era su culpa que sus padres no pudieran ir a verlo en la presentación más
importante de su vida, ni era su culpa que los de Sirius quisieran arruinarle la vida. Había
sido muy injusto, desquitando toda su frustración con ella cuando siempre le había brindado
un apoyo incondicional.

Esa noche, cuando volvió a la Academia, James ya estaba dormido, pero Sirius lo esperaba
en las escaleras mirando el celular con el ceño fruncido, no parecía exactamente triste pero
tampoco alegre y Remus sintió como el corazón le golpeaba el pecho; si algo había salido
mal con James todo iba a ser infinitamente más complicado.

Lo saludó con un beso y se reconfortaron el uno al otro por un momento sin necesidad de
pedírselo, con las frentes presionadas y las manos de Sirius en su cuello mientras él le
rodeaba la espalda.

-¿Está todo bien?-preguntó Sirius, tomando su rostro y separándose unos centímetros. A


Remus le dieron ganas de reír, su pelea con Lily era insignificante si algo había ido mal con
James.

-¿Tú me estás preguntando eso a mí?-le dijo con incredulidad.-Pareciera que acabaras de ver
un fantasma, Sirius, nunca me contaste lo que James…
Un golpe sordo proveniente del pasillo le robó las palabras de la boca, los dos se separaron de
inmediato y se asomaron hacia los dormitorios con cautela.

Peter, que claramente había estado escuchando su conversación, estaba levantándose del
suelo, a donde había caído por haberse inclinado para escucharlos mejor. Incluso si la culpa
no le hubiera coloreado el rostro y el cuello de rojo, la voz estrangulada y aguda con la que
habló habría sido suficiente para darse cuenta de que había estado espiándolos:

-¡Ah, chicos!-dijo, en una octava demasiado alta para su voz normal.-No sabía que estaban
aquí, solo voy al baño.

Peter terminó de levantarse y salió corriendo en dirección a los baños, como si fuera un
ratoncito asustado.

Sirius y él se miraron, los dos con los ojos muy abiertos, una tensión palpable en el ambiente.
Y entonces Sirius se echó a reír y Remus lo siguió, entre aliviado y avergonzado, recargando
la cabeza en su hombro ya que estaba un escalón más abajo, el moreno acariciándole la nuca
de inmediato.

-Bueno, al menos no tenemos que tomarnos la molestia de decirle a Peter.-farfulló Remus con
la boca contra el hombro de Sirius.

-Deberíamos ir a dormir antes de que vuelva.-dijo Sirius, su tono un poco más serio. Le besó
la frente y le dio un tirón suave a su cabello antes de apartarse.-Podemos hablar mañana,
necesitamos descansar.

Remus asintió con la cabeza, sintiendo la ansiedad volver a inmiscuirse entre sus costillas,
pero se limitó a besarlo de nuevo, explorando con curiosidad la sensación de ser más bajito
que él, al menos por un momento.

James estaba roncando plácidamente cuando llegó, y Remus se dijo que alguien que acababa
de rechazar a sus mejores amigos por tener una relación romántica no dormía con esa
comodidad, aunque no estaba seguro de creerlo por completo, después de todo ellos eran su
única experiencia teniendo amigos y sospechaba que aún no lo entendía tan bien como creía.

~~~

Cuando despertó, James no estaba en la habitación e inmediatamente lo tomó como una mala
señal. Bajó a desayunar solo porque estaba demasiado ansioso para quedarse ahí y no quería
despertar a Sirius ni a Peter, aún era muy temprano, y el comedor estaba casi vacío a esa hora
en domingo, así que comenzó a comer acompañado de sus pensamientos.

Inmediatamente recordó la pelea que había tenido con Lily y se llenó de culpa, tenía un turno
en el restaurante más tarde, pero planeaba ir a su casa antes para disculparse; aunque no
estaba muy seguro de cuál sería la reacción de ella, si estuviera en sus zapatos era poco
probable que lo perdonase.

Para su sorpresa, Marlene y Dorcas entraron al comedor poco después que él, por lo que se
sentaron en su mesa y charlaron de cotidianidades con él hasta que se miraron la una a la otra
como si estuvieran conversando con los ojos, y finalmente Dorcas dijo:

-¿Cómo estás, Remus?-haciendo una mueca de consternación.-Después de lo de Terry y todo


eso.

El castaño intentó mantener la misma expresión a pesar de su desconcierto inicial, pues ni


siquiera recordaba que el día anterior les había contado de su supuesta ruptura con él.

-Oh, bien.-contestó de inmediato, pero tuvo que reconocer que se había escuchado
terriblemente rígido.-Sigo siendo su amigo, simplemente no había nada más ahí.

-Parecías bastante… cautivado.-dijo Marlene con la ceja enarcada.

-Quizás era por alguien más.-siguió Dorcas, enarcando una ceja y mirando después a su
novia.

Remus sintió el corazón latirle un poco más fuerte y bebió un sorbo de su jugo de toronja, era
evidente que sabían que había alguien más y que intentaban darle la oportunidad de
contárselos, pero no creía que fuera correcto decirles sin consultarlo con Sirius, así que
comenzó a negar con la cabeza.

-No, realmente.-dijo en su mejor tono casual, un poco más convincente que antes, y abrió la
boca para seguir elaborando en su mentira cuando divisó a James acercándose desde la
entrada.

Iba vestido con ropa de ejercicio y llevaba una mochila en la espalda y una raqueta
enfundada, lo cual explicaba su ausencia del dormitorio. Remus intentó analizar su expresión,
encontrar alguna vacilación en sus pasos, pero su amigo parecía completamente ordinario, les
sonrió desde lo lejos a forma de saludo; no fue hasta que se sentó en la mesa y dejó sus cosas
a un lado que Remus reparó en el único cambio visible en su persona.

En la mochila roída que llevaba a todas partes y que usualmente estaba llena de partituras
desordenadas, barritas energéticas y lápices sin punta, había puesto un pin sobre la bolsa más
pequeña de la bandera de arcoiris que representaba a la comunidad LGBTIQ+. Remus sintió
como se le anudaba el estómago en cuanto la vio.

James lo observó en el momento exacto para recibir su reacción, pero además de esbozarle
una discreta y rápida sonrisa se comportó como siempre, incluso cuando el resto de sus
amigos se le unieron y Sirius quedó sentado a su lado, apretando su rodilla por un instante
como si supiera que necesitaba su contacto. No hizo bromas, ni los miró de forma extraña ni
analizó su comportamiento más de lo usual, y Remus primero se llenó de alivio y luego de
remordimiento, ¿cómo había podido creer que James sería algo excepto abierto con ellos?

Peter fue una historia distinta, no paraba de enviarles miradas furtivas, pero no parecía
exactamente sorprendido, sólo asombrado, o como si estuviera esperando que de un momento
a otro comenzaran a besarse enfrente de toda la Academia. A Remus no le incomodó, de
hecho lo encontró un poco gracioso, y decidió que debían tener una conversación al respecto
para resolver las dudas que seguramente estaban rondando su cabeza en ese momento.
Después de desayunar el grupo decidió ir a la playa, por lo que Terry fue incluido en sus
planes, y aunque Sirius no parecía exactamente fascinado con la idea, tampoco se opuso.

Remus cubrió de bloqueador cada centímetro de piel que no estaba cubierta por su playera o
su pantalón corto, pues estaba aclimatado a regiones frías y en lugar de broncearse se pondría
rojo, y se sentó debajo de una sombrilla con Peter y Dorcas mientras el resto jugaban voleibol
y aprovechaban cada oportunidad para lanzarse agua.

Sirius estaba jugando con Marlene y Mary, y en el otro equipo estaba James con Terry, por lo
que estaba más competitivo que nunca, presumiendo hasta el cansancio cuando anotaba un
punto y dejando su temperamento tormentoso aflorar cuando perdía. Remus lo encontraba
terriblemente exasperante, y al mismo tiempo no podía evitar pensar que era adorable, era
irritante.

Quería divertirse, pero no había dejado de pensar en Lily y de preguntarse si James hablaría
con él en algún momento, y tenía la sensación de que algo no estaba del todo bien con Sirius,
así que se limitó a leer el tomo ilustrado de “Sueño de una noche de verano” que se había
encontrado en la biblioteca de la Academia.

Después de ganar por segunda vez consecutiva, Sirius se ofreció a ir a comprar bebidas y le
lanzó una mirada a Remus que indicaba que quería que lo acompañara, así que el castaño se
levantó y anunció que iría a buscar algo a la tienda y se fueron antes de que alguien pudiera
cuestionarlos.

En esa ocasión sus manos no rozaron, ni siquiera hicieron ademán de acercarse y a pesar de
que Remus quería sentirse bien con eso, los adentros le ardieron ligeramente.

-¿Estás bien?-le preguntó en cuanto estuvieron suficientemente lejos.-¿Es sobre lo de James?


¿O sobre Terry? ¿Quieres que le diga que se vaya?

Sirius hizo una mueca de confusión y sacudió la cabeza.

-Oh, no.-contestó.-Todo está bien con James, nuestra conversación fue… intensa, pero es
como mi hermano, jamás me haría a un lado, y a ti tampoco.

Remus asintió, esforzándose por creerle sobre la última parte.

-Tampoco tiene que ver con Terry, es un poco… molesto, pero quizás no es tan malo como
pensaba.-admitió, y a Remus se le escapó media sonrisa divertida.

-¿Entonces?

Sirius frunció el ceño y volvió sus ojos lejos de Remus, peinándose las ondas negras detrás
de las orejas, suspirando profundamente antes de hablar.

-Regulus me habló ayer cuando estabas trabajando.-le dijo, su tono repentinamente frío.-Me
dijo que Walburga está a punto de lograr que cambien a dos miembros del jurado de la
presentación final por un par de sus lacayos.
Remus tardó solo un instante en reparar en lo que eso significaba y sintió el color drenarse de
su rostro.

-No se trata solo de asegurarme ese lugar, está intentando amenazarte a ti, específicamente.-
siguió Sirius, veneno en su voz.-Parece que Narcissa ha comenzado a notar… algo.

¿Y cómo no iba a notarlo?, pensó Remus, recordando todos esos acercamientos entre ellos
que iban mucho más allá de la amistad, no se diga del resentimiento que se habían profesado
el uno al otro antes.

-Entiendo.-dijo.-Tenemos que ser mucho más cuidadosos, entonces.

Sirius soltó un bufido de frustración y se detuvo de golpe para jalarlo de la mano y tomar su
rostro, aún con el ceño fruncido y portando una mirada cargada de rabia.

-No quiero tener cuidado.-contestó.-Te quiero a ti, todo el tiempo. Y quiero que nos dejen en
paz.

Remus esbozó una sonrisa triste y besó una de sus muñecas antes de obligarlo a bajar las
manos.

-Lo sé, yo también.-dijo.-Pero eso no va a pasar, Sirius.

Sirius dio un paso hacia atrás y volvió a acomodarse el cabello.

-Los odio.-espetó, bajando el rostro.-Y a Regulus también, por querer ser igual a ellos.

Remus no estaba muy seguro de que fuera muy justo, después de todo había hecho un
esfuerzo por avisarles, pero no pensaba decírselo.

-Ya no falta mucho para la presentación.-dijo en un intento de reconfortarlo. Sirius


simplemente se encogió de hombros.

-Nunca van a dejarme tranquilo.

Remus no supo cómo responder. Podría haberle dado un discurso sobre la libertad que sería
alejarse de ellos, pero no estaba seguro de poder sonar convincente, así que simplemente
tomó aire e intentó no mostrar lo profundamente afligido que estaba.

Miró a su alrededor, se aseguró de no ver ninguna cara conocida y le besó la sien antes de
apartarse rápidamente.

-Vamos, compraremos galletas de coco.


XXXVIX. tizne
Chapter Summary

Remus habla con James y Peter sobre su relación con Sirius y tiene un incidente de
salud.

Chapter Notes
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Remus, en contra de todo el conocimiento que había adquirido compartiendo dormitorio con
James Potter, había esperado que el pin del orgullo fuera toda la demostración de aceptación
que su amigo había planeado al enterarse de su relación con Sirius. Al menos Peter parecía
haber entendido que su silencio sería la respuesta mejor bienvenida, pero esa misma noche,
cuando Remus volvió de su turno en el restaurante donde ni siquiera se había cruzado con
Lily porque su amiga se había ido temprano para evitarlo, James estaba sentado en su cama,
rebotando una pelota de tenis contra la pared en una postura demasiado inocente para resultar
creíble.

Ya era tarde, casi media noche, y James, siempre el alumno estrella, debía estar dormido o
por lo menos leyendo en su cama antes de acostarse (estaba leyendo Matar a un ruiseñor, ya
era el tercer libro que Remus le prestaba y parecía estar disfrutándolo mucho), pero en esta
ocasión su amigo aún iba vestido y estaba sentado sobre las cobijas revueltas porque nunca se
molestaba en tender la cama, así que cuando el castaño entró lo hizo con cautela, como si
esperara que en cualquier momento lo acribillara con preguntas, pero no lo hizo de
inmediato.

En cambio, lo dejó ir a lavarse los dientes y quitarse la ropa antes de comenzar a conversar
con él, primero sobre la futura audición de Peter, luego sobre Lily aunque solo le dijo que
sabía que habían tenido una riña pero no planeaba meterse entre ellos, y finalmente, con un
tono tan casual que resultó risible, dijo:

-Hoy en la mañana hablé con Sirius.-dejó de rebotar la pelota.-Me llevó al lugar donde solía
ir a fumar, dejó de hacerlo hace unas semanas, ¿sabías?

Los ojos de Remus se abrieron ligeramente e inclinó la cabeza sin darse cuenta, no lo había
pensado hasta ese momento pero era verdad, la última vez que recordaba haberlo visto con un
cigarro entre los dedos era cuando habían vuelto del viaje, y sus labios nunca tenían ese gusto
amargo característico del tabaco quemado, se habría dado cuenta.

Asintió con la cabeza después de analizarlo e intentó mantener su rostro neutral. Esa no era
una conversación que deseaba tener, tan acostumbrado siempre a mantener sus emociones
para si mismo, pero supuso que conversar de esas cosas era algo que hacían los amigos, así
que respiró hondo y dejó que James siguiera hablando.

-Imagino que sabes a dónde voy con todo esto.-dijo su amigo, empujando los lentes sobre su
nariz.-Sirius me contó de ustedes, me dijo que ya lo había consultado contigo, claro

Remus volvió a asentir, el corazón latiéndole en el pecho como si terminara de subir un tramo
largo de escaleras y sus pulmones lo hubieran resentido. No tenía nada que temer, eso lo
sabía, pero, si era honesto, se dio cuenta de que no tener amigos había sido una ventaja en lo
que concernía a discutir sus sentimientos.

-Bueno, era evidente que sospechabas algo, no tenía mucho sentido seguir fingiendo.-dijo,
resistiendo el impulso de rascarse la nuca por el nerviosismo. Para su sorpresa, James soltó
un bufido divertido.

-La discreción no es el fuerte de ninguno de los dos.-contestó.-Sirius es un Black a pesar de


todo, así que ser el centro de atención es su derecho de nacimiento, y tú eres… tú, es
imposible no notarte, Remus, por mucho que te esfuerces en ser invisible.

El castaño puso los ojos en blanco, ligeramente avergonzado pero le devolvió la sonrisa.

-De todas formas, estoy muy agradecido de que quisieran compartirlo conmigo.-siguió
James, el afecto haciendo que le brillaran los ojos, Remus se sintió repentinamente expuesto.-
Nunca había visto a Sirius tan… auténtico como lo he visto estos últimos días, y gran parte es
gracias a ti.

Remus sacudió la cabeza, sin saber muy bien cómo responder a eso. Claro que sabía que
había una gran diferencia entre el Sirius que había conocido a inicios del verano que ni
siquiera hablaba fuera de turno, y el Sirius que se carcajeaba en clases rodeado de sus
amigos, pero no veía cómo eso pudiera serle atribuible.

-Y bueno, tú eres una persona completamente diferente a cuando llegaste.-dijo James como si
le estuviera leyendo la mente, el rostro alzado con orgullo, como un padre felicitando a su
hijo cuando acaba de anotar su primer gol.-Apenas y podíamos lograr que nos dirigieras la
palabra y mírate ahora.

El castaño sintió cómo se ruborizaban sus mejillas y resistió el impulso a negar la


observación de su amigo o interrumpir la conversación, lo cual, supuso, sí que era un gran
avance respecto a cuando los había conocido.

-Gracias.-dijo en un tono dubitativo, obligándose a mantenerle la mirada. James era la clase


de persona que dejaba que todo se le expresara en la cara, lo cual resultaba extrañamente
reconfortante para Remus.

-Pero tengo que decirte lo mismo que le dije a él, o una versión de lo mismo, por lo menos.-
dijo James, su tono un poco más tenso.-Mientras sigan al alcance de su familia, podría ser
muy peligroso que se enteren de lo suyo.
Remus asintió, estaba al tanto de eso, pero la seriedad de su amigo lo estaba poniendo
nervioso.

-Hay… hay cosas que no le he contado a Sirius porque no quería hacerlo sentir peor, pero los
Black son crueles de verdad, Moony.-la voz de James había adquirido un tono casi siniestro.-
Sabes que nunca les sentó bien nuestra amistad, es cierto que el status de mis padres evitó
que nos destrozaran por completo, pero ponernos en dormitorios separados no fue lo peor que
hicieron.

Remus sintió como algo se le anudaba dentro y le estrujaba la traquea al ver la expresión
tormentosa en el rostro de James.

-Nos negaron la entrada a salas de concierto, esparcieron rumores sobre mis padres, nos
hacían comentarios racistas en eventos cuando nadie más podía oírlos…-dijo, su cuerpo
tenso, el ceño fruncido.-No puedo decir que no me afectara, pero no estuve dispuesto a
dejarlos ganar.

-Lo siento mucho, James.-dijo Remus, rojo de rabia y de odio, sintiendo el impulso repentino
de abrazarlo, lo cual era extremadamente inusual en él.

-Terminaron dándose por vencidos, pero no estoy seguro de que pase lo mismo en tu caso.-
dijo con tristeza.-Tener una amistad con alguien birracial no es lo mismo que tener una
relación con un chico.

Remus consideró sus palabras y asintió, algo desagradable revolviéndole el estómago.

-Lo sé.-murmuró, recordando la expresión de Sirius cuando había visto a Narcissa


observándolos.

-Mi punto es…-siguió James después de un suspiro.-Estoy feliz por ustedes, pero necesito
que sepan en lo que se están metiendo y que tengan claro que no va a ser fácil.

Le apretó el hombro con afecto y Remus le sonrió a medias, con tristeza. Desde el momento
en el que se había dado cuenta de que sentía algo por Sirius, Remus había tenido claro que
era una situación complicada, que era mejor evitarla, alejarse, pero había decidido que valía
la pena el riesgo, así fuera por unas semanas.

Quiso decirle eso, pero no encontró las palabras y dejó que el momento se extinguiera.

~~~

La cuestión de tener música sonando en tu cabeza casi cada hora de casi cada día, era que en
cierto punto te volvías más resistente a ella, menos sensible para poder lidiar con lo
abrumador que era escuchar canciones una y otra vez sin cesar.

Así que cuando Remus decidió sentarse a escribir su composición para la presentación final
como le había prometido a McGonagall, se enfrentó al problema de que tenía demasiadas
melodías de dónde escoger y al mismo tiempo ninguna parecía lo suficientemente buena.
Algunas eran alegres, otras tristes, la mayoría dramáticas porque estaba en su naturaleza
aunque a Remus le gustara fingir que no era cierto, y, sin embargo, no había ninguna que
destacara por ser digna de la presentación final.

La música solía llegar a él sin ningún esfuerzo, simplemente acompañaba a sus


pensamientos, sin embargo últimamente habían estado inundados de Sirius y de como la
familia de Sirius podía afectar su futuro. Lo primero no era una opción porque aún le costaba
mucho trabajo a su cerebro conjurar algún tipo de canción cuando se trataba de él y no sabía
si se trataba de algo hormonal, psicológico o si su mente estaba tan extasiada de estar
viviendo todo eso con Sirius que no era capaz de procesar nada más al mismo tiempo.

Eso dejaba la segunda opción, pero no pensaba componer una canción sobre lo mucho que
los Black lo odiaban.

Intentó pensar en otras cosas, en sus amigos, en la nieve que cubría el bosque de su ciudad en
invierno, en el sabor del desayuno de la cafetería, pero sus pensamientos siempre regresaban
a Sirius y estaba comenzando a irritarse. Estar enamorado estaba muy bien, pensó, pero no
ameritaba esa clase de desquicio, incluso si se trataba de Sirius Black.

Cuando el mencionado interrumpió sus pensamientos sentándose en el banco del piano de la


sala de ensayos donde estaba trabajando, fue una distracción bienvenida y poco práctica al
mismo tiempo.

-Envié mi curriculum a diecinueve lugares.-fue lo primero que dijo el moreno, dejando su


laptop sobre el piano y recargando la cabeza en su hombro con un suspiro.-Por lo menos uno
tiene que responder, ¿verdad?

Remus lo rodeó con su brazo y algo en su estómago dio un salto, aún no estaba acostumbrado
a poder tocarlo cuando le apeteciera.

-Seguro que sí.-dijo, intentando sonar reconfortante.-¿A dónde lo mandaste?

-Restaurantes, un hotel, algunas cafeterías, una empresa que vende papel y un taller
mecánico.

La risa se escapó de los labios de Remus sin que pudiera hacer nada para detenerla.

-¿Qué harías tú en un taller mecánico?-dijo, levantando las cejas.-No sabes ni cómo


cambiarle el aceite a un auto.

Sirius levantó la cabeza de su hombro y esbozó una mueca de indignación, sacudiéndose el


brazo de Remus.

-Sé mucho sobre autos.-contestó, pero su tono era ligeramente dubitativo.-He conducido
muchos.

-¿Has cambiado una llanta, siquiera?

Las mejillas de Sirius se ruborizaron y apartó la mirada, pero no tuvo oportunidad de mentirle
porque en ese momento Peter entró a la sala cargando un montón de partituras e intentando
no tropezar.

Se detuvo en cuanto los vio sentados en el piano, costados presionados y rostros a solo unos
centímetros.

-Lo… lo siento.-balbuceó, mirando el marco de la puerta como si estuviera debatiéndose si


salir o quedarse.-Habíamos programado un ensayo…

-Claro, entra, Wormtail.-le dijo Remus, quizás más divertido de lo que debía estar al ver su
reacción de pánico.-Sirius no va a quedarse.

-No hay… puede quedarse si quiere.-contestó el rubio, rojo desde la frente hasta el cuello.-
Quiero decir, no tengo problema con que…

-Gracias por tu consideración.-contestó Sirius con media sonrisa traviesa.-Pero tengo cosas
que hacer, los veo luego.

Se levantó del banco, tomó sus cosas y, sin ninguna clase de miramientos, se agachó a besar a
Remus, el contacto deliberadamente largo e intenso, dejándolo sin aliento.

Peter fijó los ojos en la ventana y el rojo de su piel se saturó aún más. Remus hizo una mueca
de exasperación y negó con la cabeza, desaprobación y afecto a partes iguales. Sirius
simplemente le guiñó un ojo y soltó un “Nos vemos, Wormtail” demasiado alegre.

-Perdón, Pete, ya sabes cómo es Sirius.-le dijo una vez que se quedaron solos.

-Yo.. No quise… No pretendía espiarlos el otro día.-balbuceó su amigo con una mueca de
consternación.

-Está bien, no te preocupes.-contestó Remus, quitándole importancia con un gesto de la


mano.-Ibas a acabar enterándote, de todas formas.

El rubio asintió con la cabeza, pensativo, y dejó sus cosas en un banco.

-Entonces ustedes dos son…-dijo, esforzándose por encontrar las palabras correctas.-
¿Novios?

Remus lo consideró un momento, extinguiendo el pinchazo de pánico y duda en sus sienes.

-No sé si lo llamaría mi novio.-“Me encantaría hacerlo”, pensó miserablemente.-Pero


estamos saliendo.

-No sabía que Sirius fuera gay.-contestó Peter con los ojos bien abiertos.-Nunca nos lo dijo.

-Oh, bueno, ahora que lo mencionas tampoco sé si lo sea.-dijo con el ceño ligeramente
fruncido.-Quiero decir, sé que no es heterosexual, pero no estoy seguro de si solo le gustan
los chicos.

-Entiendo.
-No puedes decirle a nadie.-pidió Remus finalmente, usando su mejor tono firme.-Con todo
lo de su familia podría ser peligroso.

-No, claro.-dijo Peter, negando efusivamente con la cabeza.-No se lo contaré a nadie.

Después del impacto inicial volvieron a la misma dinámica de sus sesiones de estudio,
Remus corrigiendo los últimos detalles de su presentación sin piedad. La segunda audición
sería el viernes, así que le dijo que iban a ensayar una última vez en la sala de conciertos el
jueves para familiarizarlo con el lugar, ya todo estaba listo para darle ese último empujón que
necesitaba.

En el fondo, Remus se preguntó si era extraño no saber la orientación de Sirius, no cambiaría


nada entre ellos, claro, pero por alguna razón sentía que debía saberlo. No quería presionarlo
así que no estaba seguro de preguntárselo, pero la duda quedó rondando en su cabeza hasta
que se fue a dormir.

En circunstancias normales sus pulmones le daban algún tipo de advertencia cuando estaban
a punto de fallar, comenzaba a jadear al respirar, le dolía inhalar o comenzaba a marearse sin
ningún motivo, pero esa noche no fue como las demás.

Remus despertó a las cuatro de la mañana tosiendo violentamente, pero no era el único. En la
cama de al lado, James se estaba irguiendo mientras tosía con desesperación, cubriéndose la
nariz con la sábana.

-¡Moony!-exclamó, consternado.-¿Qué…?

La alarma de incendios ahogó su voz en ese momento, la sirena dejándolo todavía más
desorientado.

James, siempre el más razonable de todos, tomó sus celulares, una chaqueta para Remus y su
maletín de medicinas antes de que el castaño pudiera terminar de ponerse los zapatos, y en
unos segundos ya estaban fuera del dormitorio, una capa ligera de humo cubría el pasillo y
los dos comenzaron a toser con más vehemencia.

Sirius y Peter salieron de su propia habitación al mismo tiempo, expresiones de alarma casi
cómicas cuando estaban en ropa de dormir y con el cabello despeinado.

Sirius tomó a Remus de los hombros de inmediato y comenzó a avanzar hacia las escaleras,
sin importarle que estuvieran rodeados de alumnos porque los espasmos de su pecho eran
cada vez peores, sus pulmones dañados intentando expulsar el humo desesperadamente.

Remus, que ni siquiera tenía permitido acercarse al humo de un cigarro, no creía haberse
puesto tan grave desde aquella neumonía dos veranos atrás, sus órganos se contraían y le
quemaba todo por dentro, como si el que se estuviera incendiando fuera él.

Salieron del edificio a trompicones, James dejando que apoyara su otro costado en él después
de darle todas las cosas a Peter, quien los seguía completamente aterrado.
Remus se desplomó junto a una de las jardineras, sus amigos sobre él de inmediato y pronto
un grupo de sus compañeros estaban intentando mirar sobre sus hombros. Bien, pensó él,
medio delirando, ya no quedaba ni un poco de la discreción por la que había trabajado todo el
verano.

Primero lo hicieron inhalar los broncodilatadores y un momento después le habían puesto la


mascarilla del concentrador de oxígeno. No había dejado de toser, pero por lo menos no se
sentía a punto de desmayarse.

Alguien le estaba sosteniendo la nuca y después de pestañear un par de veces vio que se
trataba de Sirius, en cuclillas a su lado y con la otra mano apretando su hombro
ansiosamente. Intentó negar con la cabeza y apartarse, nadie debía verlos, pero el moreno
estaba demasiado preocupado en ese momento para prestarle atención a eso.

Los dos directores estaban ahí, ambos en piyama y con expresiones somnolientas, y les
avisaron que no había sido nada muy grave, sólo un microondas que había explotado porque
alguien había intentado calentar algo cubierto de aluminio, sólo se habían arruinado un par de
aparatos en el incidente, pero había sucedido justo en el piso de abajo y los sistemas de
ventilación habían llevado el humo al resto de los dormitorios.

Los bomberos decidieron que era seguro regresar unos minutos después y todos comenzaron
a entrar al edficio, pero cuando Remus intentó levantarse tuvo otro ataque de tos y Sirius tuvo
que sostenerlo para que no se golpeara contra la jardinera.

-Tenemos que decirle a alguien.-siseó Sirius, su mano aún en su nuca.-Necesitas ayuda.

Remus negó con la cabeza y se obligó a respirar lentamente para detener el ataque a pesar de
que la traquea aún le escocía.

-No me interesa si no…-comenzó Sirius, su tono frío y atemorizado.

-¡Padfoot!-lo riñó James, haciéndole una mueca para que intentara controlarse.-Deja que él
nos diga lo que quiere que hagamos.

-¡Ni siquiera puede hablar!

Ya estaban casi todos los alumnos adentro y los últimos les estaban lanzando miradas
furtivas, así que no pasó mucho tiempo para que los directores repararan en que había alguien
tirado en el suelo y con el rostro escondido detrás de una mascarilla médica.

Remus gruñó internamente, pero en ese momento no iba a poder debatir que lo mandaran a
casa, no era capaz ni de incorporarse.

Los siguientes minutos pasaron fugazmente para Remus, que estaba usando la mitad de su
concentración en no desmayarse, pero después de una explicación breve a los directores,
quienes estaban al tanto de su condición, alguien había traído una silla de ruedas y lo estaban
llevando al consultorio médico de la Academia, Sirius marchando a su lado y James y Peter
detrás de ellos.
Mientras llegaban con el doctor y lo acomodaban en la camilla para revisarlo, el concentrador
de oxígeno siguió haciendo su trabajo, por lo que cuando el hombre de bata blanca y rostro
severo escuchó sus pulmones con el estetoscopio, ya estaba mucho más calmado.

Corroboró su historia clínica y le hizo un par de exámenes más, pero después de una hora de
preguntas y revisiones, concluyó que no estaba en peligro inminente y solo necesitaba
descansar lejos del humo:

-Podrías ir al hospital, si quieres.-le dijo en un tono serio.-Pero el broncodilatador y el


concentrador fueron una buena respuesta, estarás bien.

Lo dejaron dormir en la enfermería bajo supervisión para que no se encontrara ni con el


menor vestigio de humo, pero sus amigos insistieron en pasar a verlo para asegurarse con sus
propios ojos de que se encontraba bien.

Sirius, evidentemente, fue el primero en atravesar la puerta hecho un tornado de miedo y


rabia. Su expresión se suavizó al verlo y se quedó a los pies de la cama, como si temiera que
acercarse demasiado fuera a lastimarlo.

-Nos dijeron que no es necesario que vayas a urgencias.-dijo, su voz cautelosa, seguramente
recordando las constantes peleas que habían tenido sobre su salud semanas antes.-Pero
podríamos pedir una segunda opinión, Moony.

Remus negó con la cabeza desde la cama, incorporándose como si eso fuera a ayudarlo a
demostrar su punto.

-Estaré bien.-aseguró, sus cuerdas vocales irritadas y dándole un tono grave y rasposo, pero
no estaba ni cerca de lo mal que había estado en la mayoría de sus crisis.-Esto es solo una
medida de precaución.

-¿Quieres que llamemos a alguien?-preguntó James, asumiendo ese papel de amigo


responsable que le sentaba de maravilla.-¿A tus padres?

-¡No!-dijo Remus de inmediato, pensando en las lágrimas de su madre y la expresión estoica


de su padre.-No, gracias, de verdad…

-Creo que el procedimiento normal es que llamen a tus contactos de emergencia…-intervino


Peter, mordiéndose el labio en una expresión ansiosa.

-Lo sé.-contestó Remus, ligeramente rojo.-No son ellos.

Desde que se había inscrito al programa Remus había sabido que eventualmente sucedería
algo como eso, lo único que era confiable en su vida era su precaria salud, y también sabía
que si ponía a sus padres como contactos de emergencia terminarían yendo por él y
endeudándose más, prohibiéndole que dejara su casa de nuevo o algo parecido, así que había
puesto a la única otra persona que se le había ocurrido: McGonagall.

Una pequeña parte de él esperaba que la profesora no tuviera cerca el celular viejo que había
comprado por mera necesidad, sin embargo a las seis de la mañana, cuando ya solo estaba
Sirius acostado en la cama contigua y Remus dormitaba, su teléfono comenzó a sonar y vio
su nombre en la pantalla.

-Hola…-susurró, intentando no despertar a Sirius y no forzar su voz, que seguía lastimada.-


¿Profesora?

-Señor Lupin.-su tono era serio y lejano, pero Remus reconoció ese temor que había
escuchado en ella todas las otras ocasiones que la había llamado desde la cama de un
hospital.-Acabo de hablar con la directora del programa de verano de la Academia, dijo que
hubo un incendio.

La profesora no había hecho ninguna pregunta, así que se quedó callado, esperando, pero ella
no siguió.

-Así es.-dijo él, cauteloso.-Tuvimos que evacuar el edificio aunque no hubo daños graves.

-¿Por qué me hablaron a mí y no a sus padres, señor Lupin?-dijo McGonagall en un tono


desaprobatorio.-No esperara que les oculte esto, ¿verdad?

Remus se encogió un poco en la cama y miró a Sirius dormido a su lado para darse valor.

-Si se enteran harán que vuelva con ellos.-dijo, mordiéndose el interior de la mejilla.-No
querían dejarme venir, en primer lugar, si saben que me pasó esto… olvídese de la
presentación final, nunca me dejarán estudiar en la Academia.

-Tienen derecho a saberlo, señor Lupin.-las palabras enérgicas de la profesora fueron


suficiente para dejar su frente cubierta de sudor.

-Por favor, usted más que nadie entiende por qué necesito estar aquí.-rogó Remus, pensando
en lo frío y extraño que resultaba todo en su pueblo natal, donde nadie entendía su conexión
con la música y era señalado como un bicho raro por su talento.-Estoy bien, se lo juro.

McGonagall chasqueó la lengua, evidentemente molesta, y luego se quedó un momento en


silencio.

-Tengo que pensarlo.-dijo finalmente.-No crea que lo estoy dejando ser, pienso hablar de
nuevo con usted cuando haya tomado mi decisión.

-Está bien.-murmuró Remus.-Gracias.

-No me agradezca.-contestó la profesora, un suspiro largo y cansado dejando sus labios.-Lo


llamaré pronto. Cuídese, señor Lupin.

Y la línea se quedó en silencio, dejando a Remus solo con el sonido de su respiración


trabajosa.

No iba a ser sencillo convencerla de que lo ayudara, pero estaba seguro de que podría
hacerlo, si tenía cuidado y ejercía algún tipo de planeación que le demostrara que podía
arreglárselas ahí sin la presencia de sus padres.
Observó a Sirius dormir de nuevo, con el ceño ligeramente fruncido, el cuerpo hacia un lado
y el cabello cayéndole en un abanico alrededor del rostro. Parecía tan joven y pequeño
acostado ahí, como si no estuviera cargando todo ese peso sobre sus hombros.

Las ganas de besarle la frente y tomarle la mano lo inundaron de golpe, distrayéndolo


momentáneamente de su predicamento, como solían hacer las emociones que se relacionaban
con Sirius Black, siempre explosivas y abrumadoras, pero Remus solo apretó la mandíbula y
tomó una decisión silenciosa a regañadientes en la oscuridad del consultorio.

Chapter End Notes

amixesss muchas gracias por leer, si sigues aquí después de tanto tiempo de verdad te
agradezco, me motivas para seguir. la neta saber que tanta gente ha dejado de leer y
comentar si awita pero vale la pena, así sea por los 3 comentarios que me dejen, gracias
por leer mis babosadas les tqm
XL. camilla
Chapter Summary

Remus habla con Lily, Dumbledore y los merodeadores después de su crisis de salud

Chapter Notes

aviso importante:

este capítulo es más corto y no está editado por lo que es probable que tenga errores, la
neta es que estuve muy mal emocionalmente estos días y no tuve muchas ganas de
escribir pero no quería dejarlxs sin capítulo

en fin, gracias por leer y comentar, lxs amo y les mando buenas vibras

Después de insistir durante media hora que sería muy malo para ambos que alguien se
enterara de que Sirius había pasado la noche acompañándolo en el servicio médico, el
heredero de los Black había regresado al dormitorio a regañadientes y Remus se había
quedado solo con sus pensamientos, dándole vuelta a sus planes y empujando el miedo que
había sentido durante el incidente fuera de su mente.

Ese miedo era algo familiar, esa sensación de que no volvería a respirar jamás, el humo
quemándole desde dentro, pero era igual de paralizante cada vez. Tener a Sirius ahí había
sido de gran ayuda, sus ojos grises anclándolo al mundo, la mano en su nuca recordándole
que no estaba indefenso. Peter y James también habían sido maravillosos, claro, el primero
siempre buscando formas de ayudarle y el segundo dándole el espacio que sabía que
necesitaba, pero la presencia de Sirius lo había reconfortado de una forma que resultaba hasta
temible.

Siempre había asumido que otros encontrarían repulsivo o intimidante ese aspecto de su vida,
que nadie querría estar cerca suyo cargando con la responsabilidad de atenderlo en caso de
que colapsara, pero tener a sus amigos ahí no había sido invasivo, sino un gran alivio.

Así que, en contra de todos sus insintos, Remus comenzó a elaborar una lista para el plan que
más lo apremiaba en ese momento:

1. Disculparse con Lily


2. Contarle al resto de sus amigos sobre su enfermedad crónica
3. Buscar un neumólogo en la ciudad
4. Ahorrar para pagar las consultas médicas
5. Decirle a McGonagall que ya tenía un doctor al cuál acudir en caso de tener otro percance
6. Por nada del mundo dejar que sus padres se enteren de lo sucedido

Todos los pasos resumidos en frases se escuchaban mucho menos abrumadores en su cabeza,
así que decidió concentrarse en el primero.

Aún era temprano, las ocho de la mañana, y no quería arriesgarse a despertar a su amiga, por
lo que decidió esperar a que fuera un poco más tarde para llamarla.

Sin embargo, no tuvo oportunidad, porque veinte minutos más tarde escuchó voces en el
pasillo y cuando giró la cabeza Lily estaba ahí, despeinada, cansada y de la mano de James.

Su amiga lo miró por un instante y se acercó a abrazarlo, rodeándolo con los brazos
delicadamente.

-¿Cómo te sientes?-fue lo primero que dijo, apartándole el cabello de la frente en un gesto


extrañamente fraternal que hizo algo cálido y brillante surgir en su pecho.

-Mejor.-contestó Remus con media sonrisa.-Me alegra que vinieras, tengo que hablar contigo.

La expresión de Lily cambió por un instante y comenzó a negar con la cabeza.

-Ahora no es necesario, Remus.-dijo.-Es mejor que descanses.

-Estoy bien, de verdad.-insistió él, tomando su mano y apretándola.

Ella le lanzó una mirada cargada de escepticismo pero terminó por acomodarse en la cama, a
la altura de sus rodillas. James saludó a Remus y se excusó de inmediato para dejarlos hablar.

-Lamento haber desquitado mi enojo contigo el otro día.-dijo con sinceridad.-No es culpa
tuya que mi situación con Sirius sea tan complicada, solo intentabas ayudar.

Lily apretó los labios y se encogió de hombros.

-Yo debo dejar de asumir que puedo resolver todos los problemas y que a veces es mejor solo
escuchar.-dijo, mordiéndose la mejilla, compasión en sus ojos.-No debí comparar lo suyo con
lo mío con James cuando claramente es mucho más difícil.

Remus volvió a sonreír y le apretó los dedos, el alivio apaciguando parte de su ansiedad.

-No soy muy bueno en el aspecto emocional de las amistades.-admitió, rascándose la nuca.-
Me es difícil aceptar ayuda y consejos cuando no lo he hecho nunca antes, me siento…
expuesto.

-Yo no soy muy buena respetando el espacio de mis amigos.-contestó ella con una mirada
ligeramente culpable.-Siento que no puedo no entrometerme, ¿entiendes? Sé que debo
trabajar en ello.
Los dos amigos se miraron por un momento, disculpas y cariño en sus ojos, y Remus sintió
un afecto casi abrumador por su amiga, por la que había luchado tanto por no querer en un
principio, temeroso de dejarla acercarse mucho. Dos meses después no podía imaginar su
vida sin ella.

-Me alegra saber que no eres absolutamente perfecta.-bromeó él con media sonrisa.-Había
comenzado a hacerme varias teorías al respecto.

-Petunia siempre dijo que era una bruja.-dijo Lily, pero su voz ya no era tan risueña.-Al
principio me parecía divertido y luego me di cuenta de que no lo decía de esa forma.

Remus se sintió incómodo de inmediato, su primer instinto de nuevo fue alejarse de la


conversación, pero acababa de decir que se arrepentía de comportarse de esa forma y hablaba
en serio, así que intentó pensar en una respuesta coherente a pesar de no tener idea de cómo
funcionaban las relaciones entre hermanos.

-Las brujas me parecen geniales…-comenzó a decir, y luego se dio cuenta de que su amiga
estaba llorando silenciosamente.-Oh, Dios, Lily, ¿qué sucede? ¿estás bien?

Ella se sorbió la nariz y se enjugó los ojos con el dorso de la mano, mucho más descompuesta
de lo que estaba acostumbrado a verla.

-Petunia va a casarse con ese idiota.-dijo, frotándose las mejillas.-Están comprometidos.

Remus recordó al hombre desagradable al que había tenido el infortunio de conocer, todo
muecas arrogantes, palabras petulantes y miradas agresivas, y comprendió de inmediato el
estado de Lily.

-Pero son muy jóvenes.-fue todo lo que se le ocurrió decir.-Petunia tiene…

-¡Veintidós!-dijo, enfurecida.-Ni siquiera ha terminado la universidad y ahora dicen que en


cuanto se casen van a mudarse al otro lado del país por el trabajo de él, y ella no tendrá una
carrera ni un empleo, ¡nada!

-Lo siento mucho, Lily.-dijo Remus con sinceridad. Nunca le había agradado Petunia, pero de
ninguna manera deseaba eso para su vida.-Quizás tus padres puedan hablar con ella…

-Ya lo intentaron, es demasiado testaruda.-contestó, pinchándose el puente de la nariz.-Dice


que mis padres nunca se han preocupado por ella, que solo quieren arruinar su felicidad…

-Eso es horrible.-los padres de Lily eran de las personas más gentiles y amorosas que había
conocido y era evidente que amaban a sus dos hijas con el alma.

-Renunció al restaurante, dice que ya no quiere estar metida en un lugar donde nadie la
apoya.-dijo su amiga, las lágrimas aún escurriéndole por el rostro.-Todo es un desastre.

Remus sintió un pinchazo de culpa dentro de su torso, Lily había estado preocupada por eso
los últimos días y él no había estado ahí para ella por una pelea estúpida de niños de
secundaria.
Se acercó a abrazarla, estrechándola con firmeza y recargando la mejilla sobre su cabeza,
sorprendido cuando no encontró el contacto incómodo sino familiar, necesario.

Pensó en mentir y decirle que sabía que las cosas iban a arreglarse, que Petunia se daría
cuenta de su error y no renunciaría a su carrera ni a su familia por un hombre como ese, pero
conocía a la mayor de las Evans lo suficiente como para saber que eso era muy poco
probable, así que en su lugar la dejó llorar entre sus brazos y le besó la frente:

-Lo lamento.-susurró.-Ojalá todo fuera distinto.

Lily se quedó con él durante el resto de la mañana, desayunaron juntos comida de la


enfermería y Remus la distrajo contándole historias de su ciudad natal, como el zorro blanco
que había sido la mascota del colegio hasta que había mordido a un niño en la pantorrilla.

Después de un par de horas James, Peter y Sirius atravesaron la puerta, llevándole una muda
de ropa y desodorante para que no tuviera que regresar al dormitorio aún, pues todavía había
un olor sospechoso a humo que habría sido poco amable con su tráquea.

James, al ver a Lily con el rostro rojo y los ojos inflamados le lanzó una mirada alarmada a
Remus, pero simplemente le rodeó los hombros y la llevó fuera, lo que dejó a Peter a solas
con Sirius y Remus.

El rubio estaba evidentemente tenso, sus ojos paseándose por la habitación y las puntas de los
dedos en los bolsillos, tarareando ausentemente y balanceándose en sus talones.

Sirius se sentó en la cama junto a Remus y lo tomó de la mano, acariciándole los nudillos
suavemente, como si temiera herirlo.

Peter, al notar el aproximamiento, subió la mirada al techo decisivamente y tarareó con más
ímpetu, sacándole una risita divertida a Remus.

-Oh, vamos, Wormtail, no pienso arrancarle los labios enfrente de ti, puedes estar tranquilo.-
dijo Sirius, irritado, poniendo los ojos en blanco.

-¡No se preocupen por mí!-contestó el rubio con la voz una octava demasiado alta.-Ustedes
pueden… quiero decir no tengo problema con…

-Lo sabemos, Pete, no pasa nada.-dijo Remus.-Es normal no saber cómo reaccionar.

El rubio asintió, un poco menos nervioso, y Sirius soltó un bufido exasperado.

-¿Estás listo para la práctica en la sala de conciertos?-preguntó Remus en un intento de


cambiar la conversación.

-Eso creo.-respondió Peter con un suspiro temeroso.-Me gustaría perfeccionar el estribillo,


pero creo que va bien.

-Suena maravilloso.-dijo Remus con honestidad, apretando los dedos de Sirius sin darse
cuenta.-Ya estaré recuperado para entonces, así que puedes estar tranquilo. El punto del
ensayo es que te familiarices con el lugar.
Peter asintió, ruborizado y agitado, y Remus compartió una mirada de complicidad con
Sirius.

~~~

Dumbledore lo convocó a su oficina esa misma tarde a través de Narcissa, que lo abordó
cuando iba camino a la cafetería y le escupió las palabras con un deje de asco en su voz que
no había estado ahí antes. De ella había recibido odio, recelo, desprecio, pero no asco. Era
claro que Sirius tenía razón y evidentemente había notado que algo estaba ocurriendo entre
ellos. No tuvo tiempo para procesarlo en ese momento, pero se obligó a extinguir la flama de
culpa que surgió dentro de su torso, una flama que había luchado mucho por desaparecer
desde que se había dado cuenta de su orientación.

Remus se dijo que no le importaba su opinión, y siguió caminando, ignorando o la angustia


que le cosquilleaba la piel.

Caminó con mucha calma hasta la oficina del director y cuando llegó se desplomó en el
asiento, aceptando el vaso de agua que le ofreció y fingiendo que no notaba su mirada de
consternación.

Primero charlaron de cosas banales y aburridas como el clima y la comida de la cafetería,


luego le hizo un par preguntas generales sobre el incidente, y finalmente puso los codos sobre
la mesa, se ajustó los lentes, y dijo:

-Pensé que su salud estaba bajo control, señor Lupin.

-Lo está.-mintió él, hombros tensos.

-No pretendo ser desconsiderado, pero es importante que me diga la verdad.-siguió


Dumbledore.-Ambos sabemos que tiene muchos factores en su contra a pesar de ser un gran
contendiente para ganar ese lugar en la Academia, y este tipo de cosas podrían influir en la
decisión del jurado.

Remus arqueó las cejas y ladeó el rostro:

-Pensé que tomaban la decisión con base en el talento y el mérito.

-En un mundo ideal, claro.-respondió el director.-Pero es bien sabido que el estudiante que
obtiene esa beca y ese puesto siempre termina siendo una personalidad importante en el
mundo de la música, y los jueces se toman muy en serio esa responsabilidad. No se
arriesgarían a votar por alguien que no tenga el mismo rendimiento que sus compañeros,
incluso si es por cuestiones médicas.

Remus reparó en que tenía las mejillas y las orejas rojas, avergonzado como si estar enfermo
dependiera de él.

-Entiendo.

-Por lo pronto creo que sería mejor que tenga discreción con este tema.-dijo Dumbledore,
mirándolo sobre sus gafas.-No queremos que llegue a oídos equivocados, sobre todo con el
posible cambio del jurado.

-¿Está diciendo que debo mantener todo esto en secreto?-preguntó Remus, harto de tener que
andar con cuidado en la conversación.

Dumbledore se encogió de hombros y le dio un sorbo ruidoso y molesto a su té.

-Esa es decisión suya.-dijo, a pesar de que su intención era evidente.-Solo quería advertirle de
las posibles consecuencias, señor Lupin.

La ansiedad de Remus había comenzado a marearlo, así que simplemente asintió y se excusó
lo más pronto que pudo, enfadado y aterrado sin saber muy bien con quién.

En la noche pudo volver al dormitorio, el olor a humo restante era menos abrumador, y les
contó a sus amigos lo que había hablado con el director. Peter parecía perplejo, James
conflictuado y Sirius estaba completamente furioso.

-¡Todo esto se trata de obtener el control en la Academia que ha deseado por tanto tiempo!-
exclamó cuando Remus terminó su relato, y el castaño se quedó en silencio porque realmente
no sabía a qué se refería.

-Como si no estuvieras suficientemente presionado con todo lo demás.-reprochó James,


negando con la cabeza.

-Se preocupa más porque ganes ese puesto que por tu salud.-espetó Sirius.-Es irresponsable,
ilógico…

-Horrible.-aportó Peter, que estaba jugando con la funda de su celular ansiosamente.

-¿Alguien puede explicarme a qué se refieren con lo de tener el control de la Academia?

Sirius tomó aire, se pasó las manos por el cabello y dijo:

-Dumbledore ha tenido problemas con la junta directiva desde que asumió su puesto porque
la Academia siempre ha sido dirigida por familias de renombre y antigüedad en el mundo de
la música.-había comenzado a pasearse por la habitación.-Poco a poco ha ido cambiando la
administración para rodearse con gente que lo apoya, pero no ha tenido éxito con el jurado
del programa de verano, que es uno de los grupos más importantes de la Academia, porque
los alumnos que seleccionan siempre son de apellidos prestigiosos y terminan siéndoles
leales a ellos.

-Entonces… él quiere que me elijan a mí para tenerme bajo su control.-dijo Remus, un peso
frío y desagradable asentándose sobre él.

-Algo así.-admitió James con una mirada de culpa.

Remus se sentía cerca de vomitar.

-No es solo por eso.-corrigió Sirius de inmediato, acercándose a sentarse junto a él.-
Evidentemente tienes el talento para ganar, eres el que más se lo merece, pero también tiene
motivos... secundarios.

Remus asintió, pero las nauseas aumentaron, el peso se hizo más grande.

Comenzó a repasar todos los acontecimientos que lo habían llevado a la Academia, como
habían roto las reglas para dejarlo entrar en tercer año, la insistencia de Dumbledore en que
fuera absolutamente perfecto, la forma en la que los profesores se comportaban con él,
exigentes pero favoreciéndolo.

Sirius siguió hablando, y luego James y Peter. Una mano apretó la suya, le acarició el cabello
y Remus fingió escucharlos, murmurando palabras monosilábicas de vez en cuando.

Porque por dentro el pánico lo estaba consumiendo, haciendo crecer esa flama poco a poco,
¿y si en verdad nunca había sido tan bueno como había creído? ¿y si solo era una pieza más
en un juego que no sabía que estaba jugando?
XLI. la audición de práctica de Peter
Chapter Summary

Remus le cuenta a sus amigos de su enfermedad pulmonar, invita a Sirius al restaurante


y ayuda a Peter con su audición

Chapter Notes
See the end of the chapter for notes

Remus entró a la sala de recreación después de desayunar al día siguiente y se encontró con
Terry jugando videojuegos con una chica asiática de cabello violeta que había visto por el
campus alguna vez, los dos muy juntos y riendo estrepitosamente mientras miraban la
pantalla.

Le bastó un momento observándolos para darse cuenta de que su presencia en ese momento
sería mal recibida, así que había comenzado a darse la vuelta cuando escuchó la voz de su
amigo llamándolo:

-¿Remus Lupin deleitándonos con su presencia a esta hora de la mañana?-dijo Terry en un


falso tono de perplejidad.-¿A qué se debe este honor?

El castaño sintió el rubor subirle por las mejillas mientras giraba sobre sus talones,
lanzándole una mirada asesina a Terry.

-Venía a hablar contigo, pero estás ocupado, puede esperar.-dijo, antes de dedicarle una
sonrisa a la chica a forma de saludo. Ella le saludó de regreso con la mano, sus facciones
afables y bonitas.

-Oh.-Terry juntó las cejas ligeramente y volteó a ver a la chica, el conflicto reflejado en sus
ojos.-Bueno, si quieres…

-No se preocupen, yo estaba a punto de irme.-contestó ella. Dejó el control sobre la mesa,
apretó el hombro de Terry por un par de segundos y dijo:-Nos vemos luego.

La chica salió de la sala con media sonrisa y dejó a Terry mirándola como si estuviera en un
trance, media sonrisa embobada en su rostro que se había coloreado de rojo.

Remus no pudo evitar sonreírle con complicidad y enarcar una ceja mientras se sentaba junto
a él:

-Veo que al fin superaste cómo te rompí el corazón.-bromeó, empujándolo con el hombro.
Terry salió de su ensimismamiento y puso una mano en su pecho, dramáticamente.
-No podía llorarte toda la vida.-contestó él, encogiéndose de hombros.-Habría sido
demasiado doloroso.

Remus soltó una carcajada y sacudió la cabeza, fingiendo desaprobación.

-Y yo que creí que tus sentimientos por mí eran sinceros.

-No sé si llamaría sentimientos a eso…-el tono de voz de Terry era sugestivo y provocó que
Remus se ruborizara aún más, golpeándole la nuca a forma de regaño.-Pero Harriet es linda,
nos conocimos en este mismo sillón cuando estaba jugando Undertale.

-Parece agradable.-dijo Remus con sinceridad.-Además, está comprobado que tienes buen
gusto, así que debe ser maravillosa.

Terry rió y le golpeó la rodilla a forma de protesta, pero terminó por moverse sobre el sillón
para encararlo:

-Así que estabas buscándome.

Remus asintió, parte de la ligereza del momento se esfumó en cuanto se obligo a pensar sobre
el motivo de su visita.

-Tengo algo que contarte.-dijo.-Es largo y complicado, así que necesito que me escuches.

La expresión de Terry se volvió más seria de inmediato y asintió una vez con la cabeza.
Remus sentía el corazón latirle irregularmente a pesar de que sabía que todo estaría bien,
Terry no iba a pensar que era un bicho raro por tener una enfermedad pulmonar, no lo trataría
distinto, estaba seguro de eso.

Remus le contó todo, comenzando por lo más general y explicando los detalles de su
enfermedad pacientemente, respondiendo las dudas que surgían en el camino. Su pulso
volvió a la normalidad poco a poco, y al final del relato sentía más alivio que presión.

Terry le había tomado la mano y Remus le apretó los dedos en agradecimiento.

-¿Entonces por eso no habías entrado al programa?-preguntó, como si las piezas se estuvieran
ensamblando en su cabeza. Remus asintió.-Oh, Dios, lo siento mucho.

-No quise decirle a nadie antes porque tuve muy malas experiencias con todo esto de donde
vengo.-explicó, apartando la mirada.-Y porque… no sé, me hace sentir vulnerable,
¿entiendes?

-Claro.-contestó Terry, afecto en su mirada.-Gracias por decirme, en serio.

-Me pareció necesario, con lo del incendio.-dijo.-Por si algún día pasa algo parecido, no sé.

-Esperemos que no-dijo su amigo con un suspiro de consternación.-¿Entonces todos los


demás lo saben?
-Solo faltan las chicas.-contestó Remus, encogiéndose de hombros.-Planeo decirles antes del
almuerzo.

Y eso hizo. Cuando el grupo se dirigía hacia el comedor después de clases le pidió a sus
amigas que lo acompañaran al jardín un momento y volvió a relatar la historia una vez más.
Las tres parecían conmovidas tanto por los sucesos como porque hubiera decidido contarles,
y al final lo abrazaron, le agradecieron y Mary le dijo en el oído:

-Eres mucho más cabrón de lo que pareces, Lupin.-y él estalló en carcajadas.

~~~

A Remus generalmente le gustaba su trabajo, era simple, tranquilo e incluso relajante algunos
días, cuando no había muchos comensales. Los miércoles eran sus días favoritos, aún no
había suficiente gente en las calles de noche, lo que significaba que usualmente podía
regresar temprano, y ese día significaba que planeaba sorprender a Sirius.

El turno fue más pesado que otros días debido a la ausencia de Petunia, pero no
excesivamente, y los señores Evans le dijeron que conseguirían a otra persona lo más pronto
posible. Parecían estar bastante compuestos, pero Remus notó el enrojecimiento debajo del
maquillaje de Rose y la mirada sombría del señor Evans, y sintió una punzada de dolor por
ellos y otra de resentimiento hacia Petunia.

Abrazó a Lily con firmeza cuando fue a despedirse al terminar su turno e intentó que el
contacto pudiera transmitirle todo lo que quería decirle sin necesidad de usar palabras.

Las siguientes horas fueron bastante ordinarias, excepto por la carga de trabajo aumentada,
pero Remus descubrió que le hacía bien estar más ocupado que de costumbre, su mente no
tenía oportunidad de divagar tanto ni llenarse de preocupaciones.

Finalmente cerraron el restaurante alrededor de las diez y los señores Evans lo dejaron para
limpiar después de que les insistiera varias veces que no era necesario que se quedaran a
ayudarlo, aunque evitó mencionar que Petunia casi siempre se iba antes de terminar su turno.

Comenzó a trapear el piso mientras esperaba ansiosamente a que dieran las diez y media y
escuchara los golpes familiares en la puerta trasera, su corazón latiendo desbocado como si
fuera la primera vez que veía a Sirius en el restaurante.

Casi al punto de la hora acordada escuchó una voz llamándolo desde la puerta y se encontró
con un Sirius sonriente, con el cabello atado como solo llevaba fuera de la Academia y esa
estúpidamente sensual chaqueta de cuero, así que hizo lo que había soñado todas esas veces
que lo había visto en ese umbral: le sonrió, lo tomó de la nuca y la chaqueta y lo besó quizás
con más intensidad de la apropiada.

Sirius le devolvió el beso, primero un poco sorprendido y luego completamente envuelto en


él, manos en su cuello, en su espalda, en su abdomen.

Se separaron después de un momento para recuperar la respiración y quedaron nariz con


nariz, mirándose a los ojos con esa chispa que solo existe entre aquellas personas jóvenes y
enamoradas, absortas la una en la otra, indiferentes del mundo por un instante.

-Buenas noches a ti también.-dijo Sirius con media sonrisa traviesa, provocando una
carcajada en Remus, que le dio un beso corto antes de dar un paso hacia atrás.

-Lo siento.-respondió, ligeramente sonrojado.

-No fue una queja.-respondió Sirius, levantando las manos.-Me parece un saludo
perfectamente aceptable.

Remus puso los ojos en blanco y reprimió una sonrisa, resistiendo el suspiro que le nació en
los labios al verlo con las mejillas rojas y el cabello un poco más despeinado.

-¿Estás listo para irte?-dijo el moreno, mirando la cocina con los ojos entornados.-¿Quieres
que te ayude a limpiar?

-Estaba pensando que podíamos quedarnos un rato.-dijo Remus con la voz ligeramente
aguda.-Hace mucho no cocinas aquí.

El rostro de Sirius se iluminó al instante y asintió con la cabeza, acercándose al gancho de los
delantales de inmediato.

-¿De qué tienes apetito?-preguntó con ese acento aristocrático que a veces adoptaba sin darse
cuenta, como si estuviera trabajando en un restaurante elegante y caro. A Remus le parecía lo
más encantador del mundo.

-Lo que quieras.-respondió.-Sorpréndeme.

Sirius asintió de nuevo, aceptando el desafío con gusto y se puso a cocinar de inmediato,
buscando ingredientes en la alacena y examinando verduras con precisión.

Remus se recargó en la pared y disfrutó de observarlo trabajar sin tener que fingir que estaba
limpiando, mirando atentamente sus manos moverse y los mechones de cabello que le
enmarcaban el rostro sacudirse ligeramente de vez en cuando. Sus muñecas eran perfectas,
pensó de pronto, tan pálidas que las venas azules saltaban contra la piel, esbeltas y finas,
perfectas para manejar cuchillos y para ser besadas en la oscuridad.

La música en su cabeza acompañaba el tempo de Sirius, una nota que sonaba cada vez que
bajaba el cuchillo, una pausa cuando echaba alguna especia al sartén, más veloz cuando
revolvía y más lento cuando se detenía a probar.

De pronto se dio cuenta del privilegio que era verlo cocinar y su corazón se llenó de afecto.
Solo Andromeda, Teddy, y un puñado de chefs de hoteles lo habían visto en ese estado,
completamente inmerso en la comida, desenvolviéndose en lo que había nacido para hacer.
Era un espectáculo cargado de magia y Remus se obligó a atesorar la memoria para cuando
estuviera lejos de él.

Veinte minutos después Sirius le estaba sirviendo un pollo picante a la mandarina que había
aprendido en Pekín, los dos sentados sobre la encimera de la cocina, sus rodillas chocando de
vez en cuando.
-Es perfecto.-dijo Remus después de la primera mordida, el sabor explotándole en la boca.-Sé
que eres bueno cocinando pero cada vez que pruebo uno de tus platos… guau.

-Fue algo rápido, nada más.-Sirius puso los ojos en blanco pero Remus notó el color rosado
de sus mejillas y le sonrió antes de seguir comiendo, verdaderamente maravillado.

-Adoro verte cocinar.-admitió después de un rato comiendo en silencio porque quería hacerlo
y porque cada vez había menos tiempo para decirle cosas así.-Eres tan… grácil, ¿sabes como
hay bailarines que tú sabes que nacieron para bailar en el momento en que los ves moverse?

Sirius asintió, el ceño ligeramente fruncido.

-Así se siente verte cocinar, es como que simplemente sabes lo que tienes que hacer.-siguió
Remus, disfrutando del brillo en los ojos grises que sus palabras habían provocado.-Tienes
que dedicarte a esto, Sirius.

-Ese es el plan.-respondió él, una timidez poco propia para el heredero de los Black.-En algún
punto, al menos, sé que primero debo averiguar todo lo del trabajo y el departamento.

Remus asintió, sonriendo complacido porque podía visualizarlo a la perfección trabajando


con el cabello atado y la camisa con manchas de salsa.

-Lo lograrás, estoy seguro.

Sirius lo miró, ojos ligeramente vidriosos y respiración pausada.

-Cuando lo dices de esa forma no es tan difícil de creer.-dijo, tembloroso, y Remus dejó su
plato vacío a un lado para tomarle la mano.

-Puedo creer en ti por ambos.-le ofreció, empujándolo con el hombro. Sirius soltó un ruido
estrangulado, entre agradecimiento y miedo, y Remus le apretó los dedos.

-¿Quién diría hace un par de meses que estaríamos en esta misma cocina, con tu mano en la
mía?-dijo Sirius con una risa cargada de emociones.

-Yo definitivamente no.-contestó el castaño, riendo también y recordando la aversión que se


tenían y que enmascaraba todos esos otros sentimientos.

-Quería matarte, pero creo que Andromeda tiene razón y en el fondo estaba loco por ti.-dijo
Sirius, recargando la mejilla en su hombro.

Se quedaron en silencio por un momento, respirando al compás, el roce de su piel


reconfortante y cálido. Remus decidió que si ya había dicho algo demasiado honesto no tenía
sentido parar ahí:

-¿Puedo preguntarte algo?-Sirius asintió y se irguió, mirándolo con confusión. Remus se


sintió repentinamente avergonzado, pero las palabras ya estaban dejando su boca:-¿Por qué
yo, Sirius? Pudiendo tener a la persona que quisieras de toda la Academia, con tu encanto, tu
apellido y tu rostro, ¿por qué yo?
El moreno observó su rostro y se mordió el labio antes de responder, como si para él también
fuera difícil hablar del tema.

-La noche de la fogata, cuando nos conocimos, yo me había ido a sentar solo a la playa
porque Narcissa me había dado un discurso sobre el deber de los Black y las expectativas que
tenían de mí, de la beca.-comenzó, apartando la mirada hacia el refrigerador.-Te había visto
por ahí, claro, eras tan misterioso y guapo y te me habías quedado mirando, así que hubiera
sido imposible no notarte.

Remus rió pero no se defendió porque era verdad, había estado observándolo atentamente.

-Cuando te sentaste conmigo y te dije quién era mi familia esperaba que actuaras como
cualquier otro tipo hubiera actuado, que me acribillaras con preguntas y me pidieras una
recomendación o algo así.-Sirius rió, el gesto más triste que alegre y a Remus se le hizo un
nudo en el estómago.-Pero no lo hiciste, solo… me acompañaste, me ofreciste galletas y me
hiciste reír y tuve mucho miedo de lo que me estabas haciendo sentir porque nunca había
tenido nada con un chico.

Remus enarcó las cejas pero no dijo nada y Sirius sonrió a medias.

-No me malentiendas, sabía que me gustaban los chicos y me aterraba pero ya lo había
asimilado, es solo que de inmediato supe que eras tan inherentemente bueno que si no tenía
cuidado acabaría perdido en ti.

La cocina se había cargado de una tensión agradable, íntima y delicada como la última nota
de una canción de amor.

-Y al día siguiente me di cuenta de que tú eras ese chico de tercero del que todos habían
estado hablando y se volvió infinitamente peor porque sabía que era mi deber odiarte.-dijo
Sirius con una mueca de desagrado.-Así que seguí fingiendo que lo hacía hasta que no tuve
otra opción que admitir lo que sentía por ti.

Remus resistió la urgencia de besarlo porque necesitaba seguir escuchándolo, toda la noche si
era lo que Sirius deseaba.

-Quizás tienes razón y podría haber tenido a cualquier persona de la Academia, pero no
conocí esa urgencia hasta que llegaste tú, Moony.-siguió, pasándole el dedo sobre los
nudillos.-No… no solo físicamente, me…

La respiración de Remus estaba atascada en su garganta y tuvo el impulso de toser pero se


resistió porque deseaba fervientemente escuchar esas palabras, ¿de verdad estaba a punto de
decirlo?, eso definitivamente violaba el acuerdo de la relación casual que habían aceptado
ambos, pero nunca había querido escuchar algo tanto como en ese momento y pensó que si
pudiera cambiar toda la música que vivía en su cabeza por esa oración lo haría en un instante.

Pero Sirius no lo dijo, solamente lo miró con miedo y adoración y lo besó, lento e insistente.

Remus tuvo que separarse a toser después de un momento, el aire demandando salir de su
traquea, y después de asegurarle a Sirius que se encontraba bien los dos se echaron a reír y el
ambiente había cambiado.

-¿Entonces sabías que te gustaban los chicos desde antes?-preguntó el castaño, buscando
cambiar el tema de conversación para comodidad de los dos.

-Creo que lo supe desde que tenía trece años, pero no fue hasta mi relación con Mary que lo
acepté de verdad.-dijo Sirius, pensativo.-Era la chica perfecta, hermosa, divertida, inteligente,
y me di cuenta de que si no me gustaba ella no me gustaría ninguna otra chica. Fueron…
épocas muy duras, aún no tenía a James ni a Peter y no podía hablarlo con ningún Black, ni
siquiera conversaba con Andromeda.

-Gracias por contármelo.-respondió Remus, admiración en su voz y una necesidad casi


enloquecedora por protegerlo asentándose en su pecho.-Creo que conmigo por una vez fue
una bendición no tener vida social… no pensé mucho en eso hasta la primera vez que fui a
una fiesta y noté que un chico llevaba rato mirándome, y cuando nos encontramos afuera me
dijo que quería besarme y pensé, ¿por qué no?, y simplemente lo hice.

Sirius rió, su voz un poco más ligera, y le dio una palmadita en la rodilla.

-Eso suena como algo muy Remus.

-¿Algo muy Remus?

-Apresurado, instintivo, decidido.-enumeró Sirius con los dedos, sonriendo. El castaño lo


empujó con el hombro a forma de protesta.-¿Qué? Son virtudes para un músico.

-Mentiroso.

Rieron, se miraron de nuevo, los dos pensando en todo lo que tenían que decir aún y que no
debían articular, atesorando el momento y el uno al otro. Se besaron como si no tuvieran
prisa, como si no se les estuviera acabando el tiempo.

Terminaron de limpiar y regresaron a la Academia mano en mano.

~~~

Remus había citado a Peter en la sala de conciertos a las tres de la tarde, después del
almuerzo y las clases para asegurarse de que no habría ningún alumno rezagado esperando
por ahí. A los demás los había citado a las dos y media, así que estaban todos esperando
puntuales en los asientos del público, guardando silencio detrás del telón pero moviéndose
ansiosamente de vez en cuando.

El rubio llegó a la hora indicada cargando su instrumento con los hombros ligeramente
encorvados, y una expresión ansiosa, como si el simple hecho de entrar al edificio lo volviera
incapaz de tocar la pieza que habían practicado docenas de veces.

Remus le puso una mano en el hombro a forma de saludo, y lo reconfortó con una sonrisa,
asegurándole que le iría bien y creyéndolo por completo.
Pasaron unos minutos afinando y repasando un par de secciones difíciles, Remus intentó no
encogerse cuando escuchaba algún ruido en la sala (un zapato golpeando un asiento, un
susurro, el roce de la ropa de alguien), pero Peter no pareció notarlo, demasiado inmerso en
lo que estaba haciendo.

-¿No deberíamos abrir el telón?-preguntó el rubio cuando finalmente fue momento de tocar,
mirándolo ansiosamente.

-No, primero así, para que te acostumbres al lugar.-respondió Remus, intentando sonar
casual.-Podemos hacerlo después.

Peter asintió con la cabeza, frunció el ceño con consternación y miró la partitura con ojos
voraces.

Remus, actuando como el director de orquesta, alzó las manos y le dio la indicación de
empezar.

Peter no tocaba con la intuición natural de Remus, ni la gracia pulida de Sirius, ni el talento
innato de James, pero tocaba con corazón, esforzándose en cada nota y cada movimiento
hasta que le sudaban las sienes y el rostro se le ponía rojo.

La canción no fue perfecta, se adelantó un poco en la última parte y se equivocó una vez de
escala, pero había sido mucho mejor que en su primera audición y Remus podía garantizar
que le darían el puesto cuando lo escucharan los jueces.

Peter tocó las últimas notas y se dejó caer contra la silla, respiración acelerada como si
acabara de correr por la playa bajo el sol, pero justo cuando su espalda tocó el respaldo, la
sala explotó en aplausos y Peter dio un salto, asustado.

Remus sonrió y se apresuró a abrir el telón, dejando que Peter viera al grupo de treinta
personas que había reunido especificamente para escuchar su audición, entre ellos sus
amigos, los de Terry, algunos compañeros de su grado e incluso los profesores de Innovación
musical y Composición que tenían un afecto especial por Remus.

La expresión de Peter pasó del desconcierto a la sorpresa y luego a la timidez, parado frente a
su asiento como si no tuviera idea de qué hacer.

-Siempre dijiste que tu problema era tocar frente a otras personas, ¿no?-preguntó Remus,
rodeando sus hombros.-Bueno, ya tienes evidencia de que eres perfectamente capaz,
Wormtail.

Peter se echó a reír, negando con la cabeza y con lágrimas en los ojos que parecía renuente a
dejar salir. James, Sirius, Lily (que llegaría tarde a su turno en el restaurante para estar ahí) y
las chicas subieron al escenario con él y los abrazaron, felicitando a su amigo y a Remus por
haber tenido la idea.

El resto del público se fue después de elogiar la habilidad de Peter, que les agradeció rojo de
las orejas hasta el cuello, y se quedaron solos en la Sala, sentados alrededor del escenario y
hablando de la próxima audición del rubio.
Remus estaba al lado de Lily y tenía la cabeza de Sirius en su regazo, estaba riendo y se
sentía satisfecho consigo mismo, por haber ayudado a Peter y por haber vencido ese terror
que había tenido a dejar que entraran personas a su vida.

En muchas ocasiones su felicidad se veía obstaculizada por pensamientos sobre lo efímero


que era sentirla, sobre como todo cambiaría después, pero en ese momento Remus
simplemente se dejó sentir la alegría y la atesoró en lo más profundo de su pecho, entre los
pulmones, protegida por sus costillas.

Chapter End Notes

Como siempre muchisimas gracias por leer y un beso enooorme a lxs que comentan, lxs
tqm y espero que les haya ido bien en semana santa!!
XLII. médicos
Chapter Summary

Remus tiene una conversación inesperada con Sirius y se sincera con Lily

Chapter Notes
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Peter obtuvo el puesto en la orquesta en su audición del día siguiente, Remus lo supo desde
que lo vio salir de la sala de conciertos sonriendo como si acabara de ganarse la lotería.
Quizás era como si acabara de hacerlo en los estándares de esa Academia tan exigente.

Algunos sugirieron ir a la playa o al bar a celebrar, pero Peter prefirió tener una noche más
tranquila viendo películas y comiendo en el dormitorio. Remus estuvo agradecido por dentro,
no se habría perdido la celebración pero había decidido cuidar más de sus pulmones después
del incendio que aun resentía, y beber y estar fuera durante la madrugada no era ideal para la
causa.

El profesor de teoría les dio el día libre y Remus decidió usarlo para avanzar en su
composición de la presentación, pues aún no tenía de qué hacer al respecto y ya no faltaban
más que unos días para el final del curso.

Tenía un montón de cosas rondándole la cabeza, cada una con su propia melodía, su propia
cadencia, y era incapaz de elegir una de ellas, pues cuando lo intentaba otra inmediatamente
acaparaba su atención.

Además, cada que intentaba comenzar a escribir recordaba la conversación que había tenido
con Dumbledore sobre las expectativas que todos tenían de él, sobre el posible chantaje de
los Black y sobre la motivación oculta de su llegada a la Academia. Esa sensación de ser
insuficiente había ido creciendo día con día después de esa revelación, su talento era lo único
completamente confiable en su vida y de pronto incluso eso se había vuelto algo incierto.

-Pensé que estarías aquí.-la voz de Sirius interrumpió sus pensamientos, sacándolo
momentáneamente del tornado de angustia en el que se había sumergido.-Necesito tu ayuda.

Dejó caer un montón de hojas en blanco sobre el piano donde estaba trabajando, una sonrisa
traviesa en su rostro que inmediatamente despertó la curiosidad de Remus.

-Buenas tardes a ti también, Sirius.-contestó el castaño, fingiendo ofensa.

Sirius puso los ojos en blanco y lo besó a forma de saludo, aun sonriendo. Sus labios sabían a
limonada y a verano.
-Estaba pensando…

-Tómalo con calma, no vayas a lastimarte.-Sirius entornó los ojos y lo empujó a modo de
protesta.

-Muy gracioso, Lupin, rey de la comedia.-respondió él en su mejor tono sarcástico,


reprimiendo una sonrisa.-Como decía, estaba pensando que realmente no importa qué pieza
toque en la presentación final porque no pretendo quedarme aquí…

-Ajá…-Remus enarcó una ceja, analizando su rostro cautelosamente.

-Pero no quiero que sea algo aburrido, soy un Black, después de todo, así que estaba
pensando que debería componer algo divertido.-dijo, pasando un dedo sobre las teclas de
piano.-El problema es que, como sabes, nunca he tenido idea de cómo componer. Soy
increíblemente terrible, Regulus siempre me hacía los deberes de composición.

-¿Y quieres que yo lo haga por ti?-preguntó Remus, repentinamente nervioso, si no podía ni
escribir su propia canción, ¿cómo se suponía que lo haría por Sirius?

-No exactamente, solo necesito supervisión e ideas.-dijo Sirius en su mejor tono inocente.

Remus echó a reír y le dio un golpecito en la rodilla, porque podía y porque quería hacerlo,
ser capaz de tocar a Sirius nunca perdía la novedad.

-Bueno, pero debo advertirte que yo nunca he podido explicar muy bien mi proceso de
composición.-le dijo el castaño porque no tenía el poder de negarle cosas a Sirius Black.-Es
más como que simplemente… pasa, mi cabeza solo sabe lo que se escucha mejor, no tiene un
método ni nada.

El moreno asintió y de inmediato comenzaron a trabajar, Remus agradecido por la distracción


de su propio trabajo.

Sirius, siempre irreverente y creativo, decidió que iba a interpretar una especie de mezcla de
canciones de rock setentero, ochentero y música de principios de los dos mil, pues su madre
la detestaba con toda su alma.

“Debería darles vergüenza llamar música a ese escándalo asqueroso”, dijo Sirius en una voz
severa y chirriante, evitando los insultos clasistas y racistas de su madre a toda la música que
no fuera música instrumental clásica.

Una hora y una lista de reproducción de rock después, tenían el boceto inicial de la canción
que duraba exactamente cuatro minutos, y Sirius estaba sonriendo de oreja a oreja,
imaginando con satisfacción las muecas horrorizadas de su familia, a pesar de que Remus
notaba que en el fondo también era un intento de distraerse a si mismo del dolor que el día de
la presentación traería consigo.

-Eres un excelente maestro.-le dijo, sosteniendo la partitura frente a ellos, antes de girar la
cabeza para besar su mejilla, enviando escalofríos por todo su costado.-Deberías ser profesor,
Moony.
-Lo dudo.-contestó Remus, nervioso por la idea.-Soy demasiado torpe para eso.

Sirius lo miró por un momento y abrió la boca para decir algo, pero fue interrumpido por un
repentino ataque de tos de Remus, de esos que simplemente pasaban de vez en cuando sin
razón alguna pero que seguramente tenía que ver con el incendio. Frotó su espalda y le dio un
par de palmaditas hasta que se recuperó, observándolo con una mueca de consternación.

-¿Estás bien?-preguntó con cautela.-¿Quieres ir al servicio médico?

Remus negó con la cabeza y pudo ver como su expresión se teñía de decepción, así que
levantó una mano a forma de detenerlo.

-Residuos de la otra noche.-contestó, poniéndose una mano en el pecho y luchando contra los
espasmos de su traquea contrayéndose para regular su respiración.-No quiero ir al servicio
médico, pero sí quería hablarte de algo.

Sirius se sentó un poco más derecho y asintió de inmediato, ansioso por donde lo miraras.

-He estado pensando que, si voy a quedarme aquí los siguientes cuatro años, necesito
encontrar un buen doctor al que pueda acudir en caso de que me suceda algo.-dijo, intentando
mantener su tono natural e ignorando la incredulidad en el rostro de Sirius.-Quería saber si tú
sabías de alguien, pero no puede ser muy caro, tengo que pagarlo con el sueldo del
restaurante.

Los ojos de Sirius se habían iluminado como si acabara de pedirle matrimonio, apretó su
mano y lo besó por un instante, como si no pudiera contener la emoción.

-Ven.-le dijo, levantándose del banco del piano y tirando de su mano.-Vamos.

-¿A dónde?

-No hay tiempo para preguntas.

Remus se dejó arrastrar fuera del edificio, pero Sirius soltó su mano cuando llegaron a uno de
los senderos, lanzando una sonrisa apretada en su dirección antes de seguir caminando.

Llegaron al edificio de dormitorios y subieron hasta el que compartía con Peter, que se
encontraba vacío pues estaba comprando las botanas para la sesión de películas que tenían
planeada, y Sirius lo sentó en su cama, caminando agitadamente, como un perro al que
acabas de prometerle un paseo. Remus lo miró, divertido, y pensó que por fin entendía por
qué lo llamaban Padfoot.

Sirius encendió su computadora y se sentó a su lado en la cama, esperando a que terminara de


cargar tamborileando los dedos contra el teclado.

-¡Toma!-exclamó, poniendo la computadora sobre su regazo.-Está todo ahí.

Remus comenzó a leer con el ceño fruncido y se quedó perplejo al ver el contenido del
documento frente a él.
Era una investigación de doce páginas sobre su enfermedad, los síntomas, los posibles
tratamientos, diagramas pulmonares, ilustraciones de cirugías, cuidados recomendados, y al
final de todo una lista de neumólogos en la ciudad, catalogados por renombre, experiencia,
hospital y precio.

Remus releyó el documento como si no pudiera creer lo que estaba viendo y se quedó un
momento intentando decidir si estaba horrorizado o aún más enamorado que antes.

-¿Qué es esto?-dijo con la voz ligeramente más aguda de lo normal.

La emoción de Sirius flaqueó un poco y tomó la computadora para ponerla en el escritorio


antes de sentarse frente a él en la cama de Peter y tomarle las manos.

-Yo sé que todo este tiempo insististe en que te dejaramos en paz y que no querías nuestra
ayuda pero no podía quedarme sin hacer nada.-explicó Sirius, suplicando con los ojos.-Cada
vez que te sucedía algo me sentía tan impotente… lo único que podía hacer era investigar un
poco al respecto para poder auxiliarte en caso de que lo pidieras.

-Sirius…-algo poderoso y abrumador se estaba removiendo dentro del pecho de Remus.

-No quería ser invasivo pero tampoco podía simplemente observar cómo te enfermabas, ¿sí?-
continuó el moreno, ignorándolo por completo.-No pensaba decirte ni enseñarte nada hasta
que tú lo pidieras, de verdad.

-Sirius…

-Lo siento, Moony, pero necesitaba hacer algo, ¿de acuerdo?, me estaba volviendo loco.

Remus se inclinó hacia adelante y lo besó, primero para callarlo y luego porque simplemente
tenía que hacerlo, no estaba seguro de poder expresar todo lo que necesitaba decir con
palabras, así que lo hizo tomándolo del cuello y besándolo lento.

-No estoy enfadado.-le aseguró, tomándolo de los hombros.-Solo fue… güau, Sirius, no tenía
idea de que fuera tan malo para ti.

-Para nosotros.-dijo Sirius, su voz pequeña, casi un susurro.-James y Peter también se


preocupaban mucho, pero James insistía en no presionarte y Peter tampoco quería empeorar
las cosas.

Remus sostuvo su cabeza entre sus manos un momento y se frotó el rostro, frustrado y
sorprendido al mismo tiempo.

-Eso era justo lo que quería evitar.-dijo, suspirando.-No quería ser una carga para ustedes
como lo fui todo este tiempo con mis padres, pensé que les estaba ahorrando el sufrimiento.

Sirius apretó su rodilla y esbozó media sonrisa de resignación.

-No puedes protegernos de esa parte de tu vida, Remus.-dijo, encogiéndose de hombros.-No


te queremos a pesar de ello, nos importa tanto como tu talento o tu sentido del humor.
Remus, conmovido y con lágrimas en los ojos, lo besó de nuevo, con más fervor, más anhelo.

“Te quiero, te quiero, te quiero” se repetía en su cabeza. También había otra voz que le
advertía que estaba dejando que Sirius se acercara demasiado, que iba a dejar un vacío
incontenible cuando se fuera, pero Remus la aplastó hasta desaparecerla, no quería pensar en
eso en ese momento.

-Gracias.-dijo, esperando que fuera suficiente. Sirius asintió con la cabeza y le apartó un
mechón de la frente antes de levantarse por la computadora.

-Bien, ¿por dónde empezamos?

Sirius pasó la siguiente hora hablándole de los hospitales y médicos que había encontrado, de
las recomendaciones que había visto en foros en internet y la experiencia de cada uno hasta
que Remus se decidió por una neumóloga que no era tan reconocida pero había pasado
quince años dirigiendo una clínica, y sus precios no eran tan exorbitantes como el resto.

-Haré una cita después de hablar con mis padres.-le prometió Remus.-Y se lo contaré a
McGonagall también.

Quizás, pensó con amargura, los planes de los Black tendrían resultado y ni siquiera se
quedaría en la Academia.

Estaba agradecido y enamorado de Sirius, pero Remus no había pensado que alguien además
de sus padres estaría dispuesto a hacer algo así por él y era completamente aterrador.

Esa noche cuando se fue a dormir soñó con Sirius y con médicos insertando agujas entre sus
costillas. Ya solo faltaba una semana para la presentación final, y luego todo cambiaría, o
tendría un lugar en la Academia y Sirius se mudaría a algún lugar lejano para estar lejos de
sus padres, o tendría que volver a su ciudad y lo perdería de todas formas. Tal vez, le dijo una
voz invasiva, Sirius querría ir con él a su pueblo desconocido, lejos del resto de los Black, y
no estudiar en la Academia no sería tan malo.

~~~

Lily lo conocía demasiado bien. En cuanto lo vio entrar al restaurante para su turno del
sábado reparó en que le sucedía algo y se quedó después de su hora de salida para poder
conversar con él durante su descanso.

Los dos se sentaron en la puerta trasera, Remus con un plato de arroz sobre su regazo, dolor
de cabeza incipiente, y Lily lo escudriñó con la mirada antes de decir:

-¿Qué sucede, Remus?-así, sin rodeos pero con tacto.

El castaño removió al comida con su tenedor un par de veces, se frotó los ojos y comenzó a
hablar, angustia tiñéndole la voz.

Le relató todos sus miedos, desde el temor de haber sobreestimado sus habilidades y perder la
beca en la Academia hasta los gastos médicos que se vería obligado a hacer si se quedaba.
Lily lo escuchó con una expresión entre lástima y comprensión, haciendo muecas de
desaprobación a algunas partes y mordiéndose el labio en otras.

-Y sé que esto se escuchará ridículo comparado al resto de mis problemas porque solo llevo
unas semanas saliendo con él, pero no quiero despedirme de Sirius.-dijo Remus, recargando
la nuca contra el marco de la puerta.-Sé que yo fui quien sugirió la relación casual, pero no lo
soporto, Lily, me tiene hecho un idiota.

Su amiga lo abrazó de inmediato y a Remus se le llenaron los ojos de lágrimas pero no


permitió que le resbalaran por las mejillas porque ya estaba siendo bastante vulnerable y no
pretendía ponerse a llorar en el trabajo.

-Bueno, empezando por lo primero, no me importan las intenciones de Dumbledore, te he


visto tocar y sé que eres uno de los músicos más brillantes de los últimos cincuenta años, ¿de
acuerdo?-dijo ella, señalándolo con un dedo.-Segundo, sé que no es lo ideal, pero podemos
buscar un seguro médico, o aumentarte el sueldo, lo que sea necesario, Remus, tu salud es
más importante.

El castaño asintió a pesar de que no estaba seguro de creerle por completo, porque quería
hacerlo. Quería sentirse seguro de sus habilidades y que su enfermedad no dictara su vida
como había hecho siempre.

-Sobre lo de Sirius… Todos vemos lo mucho que se quieren, Remus, te prometo que no eres
solo tú el que quiere esto.-siguió Lily, ofreciéndole una sonrisa de ánimo.-Pero también
sabemos que es una situación difícil, que su familia podría arruinarte la carrera o algo peor,
no lo sé.

Remus asintió con la cabeza, dejando que el odio que les tenía le recorriera las venas y le
nublara la vista. No sabía como iba a lidiar con su presencia cuando los viera de frente.

-Quisiera tener una respuesta para ti, pero no sé que sea lo correcto. Es claro que se hacen
felices el uno al otro y que merecen estar juntos, pero no a costa de todo por lo que has
trabajado toda tu vida, ¿no lo crees?

Remus volvió a asentir y fue incapaz de detener el llanto silencioso que finalmente le
humedeció los ojos.

Siempre había sabido que lo suyo con Sirius no tenía futuro, que estaría con él durante el
tiempo que le fuera posible, que acceder a esa relación le iba a traer sufrimiento
eventualmente, pero se había dicho que estar enamorado de él era suficiente, que tenerlo
aunque fuera durante unas semanas valía la pena.

Quizás se había equivocado. Quizás Sirius dejaría una marca que le duraría toda la vida, igual
de dolorosa que las que le adornaban el abdomen y el cuello, peor porque no la llevaría sobre
el pecho sino dentro de él.

Chapter End Notes


genteee empezamos la cuenta regresiva con el final del fic! ya está casi terminado omg
no puedo creer que ya voy practicamente un año escribiéndolo, gracias a lxs que han
estado aqui desde el principio y se han ido sumando, lxs amoooo
XLIII. agridulce
Chapter Summary

Sirius y Remus son descubiertos, Remus habla con McGonagall y Sirius vuelve a fumar.

Chapter Notes
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-Que decepcionante, actúan como niños sin autocontrol.

-Pensé que eras diferente, Padfoot.

-¡No estábamos…!

-Si los hubiera atrapado un jefe de grado estarían camino a la oficina de Dumbledore.

-Pero no…

-¿Acaso no podían esperar unas horas?

-Ni James y Lily hacen esa clase de cosas, chicos.

Sirius y Remus caminaban fuera del edificio donde estaban ensayando para la presentación
final, completamente ruborizados, siendo perseguidos por todos sus amigos después de que
Mary y Dorcas los hubieran descubierto besándose en el armario de limpieza de la planta
baja.

Luego de la sorpresa inicial, mitigada por lo evidentes que habían sido durante las últimas
semanas, habían corrido a informar al resto del grupo y llevaban cinco minutos burlándose de
ellos.

No era como que lo hubieran planeado, pensó Remus, rojo desde las orejas hasta el cuello,
simplemente se habían encontrado por ahí, y Sirius llevaba el cabello atado y Remus era muy
débil. Tal vez el prospecto de despedirse de él pronto lo había vuelto más ansioso, pero era
como si su necesidad de tenerlo cerca se hubiera apoderado de él.

Definitivamente no era como habían pensado contarle a sus amigas, pero acabarían
enterándose tarde o temprano, y no era como si ninguna hubiera reparado en nada antes, casi
se sentía como que simplemente estaban esperando la confirmación.

-Oh, basta, ya están suficientemente avergonzados.-los defendió Lily, que había decidido
acompañarlos en su ensayo extraoficial, tomando el brazo de Remus con una sonrisa
divertida.
-Las demostraciones públicas de afecto están prohibidas en el reglamento, Evans.-dijo
Marlene, igual de divertida.-No debes defender estos comportamientos inmorales.

-Técnicamente no fue en público.-intervino Peter, encogiéndose de hombros, ya de mejor


humor para bromear al tener su puesto asegurado en la presentación.-Estaban encerrados en
un armario.

-¿Nadie piensa señalar la ironía de eso?-dijo Dorcas, que iba rodeando a Marlene con el
brazo.

-Solo están celosos porque el prodigio nuevo y misterioso decidió enrollarse conmigo y no
con ustedes.-dijo Sirius, volteando hacia atrás para guiñarles un ojo, ganándose un golpe en
el brazo de parte de Remus.

-Son todos unos idiotas.-dijo el castaño, poniendo los ojos en blanco.

-Debes contarnos tus secretos, Black.-dijo Mary, chasqueando la lengua.-Estoy perdiendo mi


toque.

-No ser una mujer es el primer paso.-contestó Sirius, riendo por la expresión mortificada de
Remus.-¿Qué? Es verdad.

-¿Podemos dejar de discutir mi vida amorosa?

-No sabía que estabamos hablando de amor.-dijo Marlene en un tono sugestivo que volvió el
rojo de su rostro tres veces más oscuro.

-Nadie estaba así de alterado cuando se enteraron de lo mío con Lily.-dijo James, fingiendo
ofensa.

-Llevabas años detrás de ella, era un cuento viejo, esto nadie se lo esperaba.-dijo Dorcas.-
¿Quién diría que Remus Lupin terminaría por conquistar el gélido Sirius Black?

-No estoy seguro de que yo lo haya conquistado a él.-dijo Remus después de un suspiro,
resignado al tema de conversación.-Técnicamente, él se me insinuó primero.

-¡Mentira!-se defendió Sirius.-Todo comenzó cuando me dejaste entrar al restaurante esa


noche.

-Para ser amigable.-respondió el castaño.-Tú prácticamente te me lanzaste durante el viaje.

-¡¿El viaje?!-exclamaron casi todos sus amigos, y Sirius echó a reír.

-Pensé que esto era más reciente.-dijo James, confusión genuina en su voz.

-No sucedió nada durante el viaje, realmente.-explicó Sirius, con los ojos en blanco.-Tiene
tres semanas que empezamos esto, más o menos.

-Me sorprende que hayan podido esconderlo tanto tiempo.-se burló Mary, alzando las cejas.-
No volveré a ser la misma después del espectáculo del armario.
-Como dije, son solo celos.-afirmó Sirius, y Remus volvió a empujarlo con exasperación
medio fingida.

Siguieron caminando unos minutos entre bromas y comentarios sobre el tema, hasta que
Remus reparó en que, como siempre, su grupo era el centro de atención de algunas miradas,
por lo que dijo:

-Deberíamos bajar la voz, no podemos dejar que nadie se entere, por la familia de Sirius.

El rumbo de la conversación cambió de inmediato, donde había risas y mirada sugestivas de


pronto había susurros y expresiones mortificadas. A Remus le dolió porque deseaba
fervientemente tener lo primero, pero sabía que era necesario así que apartó ese dolor para
otro momento donde pudiera procesarlo mejor.

Miró a Sirius y se encontró con una expresión de culpa, pero no había pretendido hacerlo
sentir mal, sino protegerlo, así que simplemente le dedicó media sonrisa reconfortante y
fingió que no le dolía aún más verlo de esa forma.

~~~

Era domingo, así que McGonagall debía haber ido a la iglesia donde iban también sus padres.
Podía visualizarlos cantando al compás del coro y a ella dirigiéndolo, afinando los
instrumentos antes del servicio, reconfortando a algún guitarrista nervioso.

Sabía que era algo que no volvería a tener, todo eso le pertenecía a un Remus que ya no
existía, más inseguro, temeroso, pero cómodo, que se contentaba con tener a esas tres
personas en su vida porque eran francamente maravillosas. Lo extrañaba, claro, pero sabía
que ya no era capaz de volver a ello.

Conocía los horarios a la perfección. McGonagall estaría ocupada con los servicios de la
mañana, tendría un descanso para almorzar a las dos y volvería a los servicios vespertinos a
las cuatro, por lo que tenía una ventana de dos horas para llamarla, ya que por la noche
usualmente iba a tomar café con alguien de la parroquia, a veces sus padres, y ni siquiera
llevaba el celular con ella.

Así que a las tres, cuando debía estar ya descansando después de comer, se armó de valor y se
decidió a marcar su número.

Su voz enfurruñada por tener que usar el móvil lo hizo sonreír con afecto antes de comenzar a
hablar.

-Señor Lupin.-dijo en un tono serio.-Buenas tardes, ¿cómo está?

-Bien, profesora, muchas gracias.-contestó Remus, repentinamente ansioso.

-No esperaba una llamada suya.

-Sé que usted dijo que me llamaría para hacerme saber su decisión.-contestó él, nervioso.-No
pretendo hacerla cambiar de opinión, si es que ya tiene una, pero sí creo que debería saber
algo antes de decidir qué hacer.
McGonagall se quedó un momento en silencio y asintió con escepticismo.

-Bien, dígame.-respondió en un tono de cautela.

-Sé que mis padres deben estar al tanto de mi salud, pero quiero tener algún tipo de
estabilidad en este lugar antes de hablar con ellos para que no piensen que la solución es
simplemente devolverme al pueblo, por mucho que los extrañe.-comenzó a decir Remus,
repasando el discurso que había fabricado antes de esa conversación.-Así que pienso
decírselos si es que me aceptan en la Academia, cuando ya tenga un par de meses más aquí
para poder demostrarles que soy capaz de cuidarme a mi mismo.

La profesora chasqueó la lengua pero no dijo nada, presintiendo que su alumno aún no había
acabado.

-Para eso, ya tengo el contacto de la doctora Blythe, es una neumóloga de gran experiencia
con un consultorio aquí en la ciudad, voy a pedir una cita con ella cuando tenga los resultados
de la presentación. Sé que no le he dado la importancia que merece a mi salud, pero quiero
hacerlo, quiero que funcione, quiero esta vida, se lo prometo.

Remus casi podía ver el ceño fruncido de la profesora, su cabello plateado atado en lo alto de
su nuca, sus labios apretados en suma concentración. Era un gesto que lo había intimidado
cuando era un niño pero que había aprendido a apreciar con el paso del tiempo porque no
significaba desagrado, sino cariño.

-Esta bien, señor Lupin.-dijo finalmente, un suspiro en sus labios.-Aún estoy tentada a ir con
sus padres porque sé que sería lo más sensato en casi cualquier instancia, pero confío en que
hará lo correcto cuando sea el momento.

-Falta menos de una semana para el final del verano.-dijo Remus, ignorando la sensación de
pánico que siguió inmediatamente a esa oración.-Se los diré pronto.

-No sé si esta sea la última vez que hablemos antes de la presentación.-dijo McGonagall, su
tono de pronto mucho más cálido.-En caso de que lo sea, solo quiero decirle que estoy muy
orgullosa de usted, sé que está destinado para grandes cosas, señor Lupin, solo tiene que
creérselo.

-Gracias, profesora.-a Remus se le había hecho un nudo en la garganta y su voz salió


ahogada.-Por todo. Siempre.

-Gracias a usted.-dijo ella, y en su voz podía oír que estaba sonriendo.-Ha sido un honor.

~~~

Sirius estaba fumando.

Remus estaba intentando no sobrepensarlo.

Porque era normal.

Muy normal. Absolutamente normal.


Claro, James le había dicho que desde que estaba con él Sirius había dejado de hacerlo
porque ya no lo necesitaba, pero podía estar equivocado. Quizás Sirius nunca había dejado de
fumar, o quizás no tenía el significado que James pretendía darle, pero no importaba porque
era completamente normal y no era sensato sobrepensarlo.

Como si esa no fuera su especialidad.

Lo notó esa misma noche del domingo, cuando Sirius había llegado a su habitación mientras
Remus estaba terminando el ensayo de teoría que se entregaba al día siguiente, y lo había
convencido de tomar un descanso para recostarse en la cama con él y besarlo hasta que
llegara James de visitar a Lily.

Su amigo había tardado más de lo previsto y habían terminado utilizando el tiempo de forma
más productiva, después de todo tenían que aprovechar los días que les quedaban viviendo en
el mismo edificio.

Y ahí fue cuando Remus notó que su ropa olía a cigarro y sus labios tenían un deje a humo y
si era franco no era desagradable como pensó que sería porque nunca había estado
suficientemente cerca de alguien que fumara para percibir el aroma, solo atisbos de él, y
todos siempre le habían dicho lo fastidioso que resultaba. Quizás era porque se trataba de
Sirius, pero a Remus le pareció hasta seductor hundirse en la sábana y encontrar que el olor a
tizne era en realidad olor a Sirius.

La novedad, sin embargo, se pasó pronto y a la mañana siguiente en lugar de pensar en los
labios de Sirius sobre los suyos estaba pensando solo en los labios de Sirius alrededor de un
cigarro y en la razón que lo había llevado a fumar.

La descubrió a medias después del desayuno, cuando los dos caminaban hacia la clase de
teoría detrás de sus amigos, permitiendo que sus manos rozaran intermitentemente ya que
Narcissa no estaba cerca.

-Recibí una respuesta de mis solicitudes de trabajo.-dijo Sirius, un susurro entre tenso y
nervioso.

-Oh.-Remus se vio invadido por una mezcla de emociones que logró reprimir a duras penas.-
¿De dónde?

-Un hotel a cuatro horas de aquí que busca un músico para su bar de jazz.-siguió el moreno,
dejando que el dorso de su mano descansara un momento contra el de Remus.-Es un lugar de
bajo perfil, así que no debería ser un problema.

-¿Te aceptaron, entonces?-preguntó el castaño, sin saber si debía mostrarse emocionado o no.

-Sí, eh… Idealmente quería un trabajo en una cocina, pero sería un buen inicio, ¿no?-dijo
Sirius, peinándose excesivamente.-Creo que con la paga puedo costearme un departamento
pequeño, o un cuarto para estudiantes por lo menos.

-Eso es genial.-contestó Remus, sonriendo a pesar del nudo que le estrangulaba el estómago y
lo amenazaba con náuseas.-¿Verdad?
-Eso creo.-dijo Sirius, su voz insegura y sus gestos nerviosos.-Está lo suficientemente lejos
de mis padres, al menos.

“Y de mí”, pensó Remus amargamente, “y de tus amigos”.

-Maravilloso.-a pesar de sus esfuerzos, la voz del castaño salió ligeramente estrangulada.-
¿Cuándo empiezas?

-En dos semanas.

-¿Ya encontraste un departamento?

La expresión de Sirius se ensombreció por un momento y volvió a pasarse los dedos entre los
mechones de cabello que le enmarcaban el rostro.

-No. En el peor de los casos rentaré en un motel, o en una aplicación.-dijo, como si fuera lo
más sencillo del mundo, como si esa fuera la vida que merecía, y a Remus le hirvió le sangre
sólo de imaginarlo ahí.

-Entiendo.

Ya estaban en el pasillo del aula, casi todos sus compañeros estaban dentro, así que Remus lo
detuvo antes de doblar la esquina, se aseguró de no estar en el campo de visión de nadie y lo
besó contra la pared, corto pero intenso, casi furioso, dejando a Sirius ruborizado de las
mejillas y los labios, con los ojos bien abiertos.

“No te vayas a olvidar de mí”, quería decirle con el beso.

-Vamos, se nos hace tarde.-fueron sus palabras.

Remus estuvo toda la clase distraído, intentando poner atención mientras el profesor estaba
explicando porque era sobre los temas que se veían en las asignaturas teóricas ya en el plan
de estudios de la carrera, pero solo podía pensar en Sirius a cientos de kilómetros, tocando el
piano o el saxofón en un bar oscuro mientras él y sus amigos estudiaban en el lugar de sus
sueños. Era completamente injusto, enfermo.

Pero no podía hacer nada al respecto.

El profesor les devolvió los ensayos que habían entregado la clase pasada, y cuando se acercó
con Remus se inclinó un poco hacia él y le dijo:

-Quédese un momento después de clase, por favor.

Su corazón comenzó a golpearle el pecho de inmediato, eso no podía ser nada bueno, ¿cierto?
Había estado esforzándose mucho en la clase, pero había sido insensato creer que podía
alcanzar el nivel de sus compañeros, sin importar sus lecciones con Peter, simplemente no
estaba a su nivel.

Oh, Dios, quizás iba a decirle que no podía recomendarlo para el puesto en la Academia
porque no había cumplido con las expectativas de la materia.
Sus amigos notaron su ansiedad cuando volvió a su asiento, pero él solo se encogió de
hombros, no quería decirles nada hasta haber escuchado al profesor.

Terminó la clase y les dijo que los vería en el comedor, por lo que se fueron después de
echarle miradas de desconcierto. Remus divisó a Sirius caminando entre Mary y Peter,
palpando sus bolsillos en búsqueda de la cajetilla y el encendedor.

A Remus se le revolvió el estómago cuando finalmente se quedó a solas con el profesor y lo


invitó a sentarse frente a su escritorio.

-Quiero creer que se imagina por qué está aquí, señor Lupin.

“No me haga esto”, suplicó Remus en su mente, pero solo negó con la cabeza.

-Bueno, ambos sabemos que es uno de los contendientes más fuertes para la beca de la
Academia, y, como sabe, cumplir con las materias teóricas es un factor muy importante.

-Claro.-su voz estaba demasiado aguda y era completamente vergonzoso, debía aferrarse a lo
que le quedara de dignidad, por lo menos.

-Si le soy honesto me preocupé mucho por usted a principios del verano, sabiendo que venía
de un contexto muy diferente a la mayoría de sus compañeros.-siguió el profesor con las
cejas enarcadas.-No sabía si estaría a la altura del programa, a decir verdad.

Remus sintió una punzada entre las costillas y acarició su pecho sobre la ropa para intentar
calmar su angustia, inútilmente.

-Pero me ha sorprendido mucho, señor Lupin.-dijo él, sonriéndole de oreja a oreja y


golpeando la mesa con la mano.-Sus trabajos son de los mejores de la clase, ha tenido una
mejoría espectacular, debería sentirse orgulloso.

Remus temió echarse a llorar en ese momento, la ansiedad siendo reemplazada en un instante
por alivio, todo lo que había hecho había rendido frutos, no tenía que preocuparse más por
eso.

-Oh, vaya, muchísimas gracias.-dijo, feliz y ligero.-Su materia ha resultado difícil, pero
satisfactoria.

-Estoy seguro de que mantendrá este rendimiento durante el resto de su estancia en la


Academia.-contestó el profesor, guiñándole un ojo.-Sé que no debemos tener favoritisimo
con los alumnos, pero debo ser honesto, señor Lupin, se lo ha ganado.

Oh, Dios, ahora si estaba verdaderamente cerca de ponerse a sollozar, así que sonrió, le
agradeció con la voz temblorosa y se levantó del asiento, apretando su ensayo con ambas
manos, abrumado y feliz.

No le contó los detalles a sus amigos porque no sabía cómo ni lo que diría, exactamente, pero
mantuvo esa satisfacción dentro de si mismo para días posteriores donde lo inundaran las
dudas.
Por la noche los cuatro chicos se reunieron en su habitación, algo que había ocurrido cada vez
más y más seguido conforme se acercaba el final del verano, a veces se quedaban charlando,
otras veces miraban alguna serie juntos o se quejaban de la vida. Esa noche miraron
Crepúsculo obligados por James, que a su vez había sido obligado por Lily, y había decidido
que necesitaba compartir la experiencia con sus amigos.

Se habían reído y burlado de la película, le lanzaron palomitas a Edward cuando acechaba a


Bella mientras dormía, gritaron en la escena del béisbol y decidieron juntos que Charlie era
mucho más guapo que todos los Cullen. Remus se quejó todo el tiempo, tenía una reputación
que mantener, después de todo, pero en el fondo también estaba atesorando esa memoria.

Sirius también se divirtió con la película, pero Remus lo notó un poco ausente, y su
preocupación aumentó cuando vio que su despedida con James fue un poco tensa, con
sonrisas apretadas y miradas furtivas.

Caminó con él hasta su cuarto, los dos siguiendo a Peter, que se fue cunado reparó en que
querían un momento a solas, y se pararon en el umbral de la puerta.

-Buenas noches.-le dijo Remus, parado muy cerca suyo, con la cabeza inclinada hacia abajo
por el reducido espacio.-¿Te gustó la película? ¿Quieres ser un vampiro rompecorazones?

-Soy muy pálido y guapo, estoy a mitad del camino.-respondió Sirius con una ceja levantada,
haciéndolo reír.

-No parecía que estuvieras prestándole mucha atención.-le recriminó Remus, intentando
sonar casual pero terminando con consternación inmiscuida en su voz.

Sirius lo miró un momento, como evaluando la situación, y decidió que no quería hablar de
ello.

-Bueno, estabas sentado al lado de mí, ¿cómo iba a concentrarme en esa cursilería?-bromeó.
El castaño rió, pero no se lo creyó ni por un momento.

-Descansa, Sirius.

Sirius lo tomó del cuello de la playera y lo jaló hacia abajo para besarlo, corto pero cargado
de algo intenso e inteligible.

-Descansa, Moony.

Remus estaba acostado en su cama media hora después con la luz apagada y los ojos bien
abiertos, intentando descubrir si James dormía en la cama contigua o no.

Finalmente, después de dar una decena de vueltas por la sábana, dijo:

-Sirius está fumando de nuevo.

-Lo sé.-contestó James de inmediato, preocupación en su voz.-Está estresado.

-¿No lo estaba desde antes?


-Sí, pero… Creo que lo empeoré.

Remus se resistió al impulso de erguirse en la cama y encender la luz para demandar


elaboración de parte de su amigo. En su lugar, se removió un poco e intentó usar una voz
neutral.

-Oh, ¿está… todo bien?

James, eternamente optimista James, soltó un suspiro dramático.

-Todos sabemos que Sirius quiere irse de la Academia, ¿no?-dijo. Remus asintió.-Pero no
quiere irse de la ciudad, aquí estamos nosotros, Andromeda, ¿no te parece una pésima idea
que se mude a un lugar completamente desconocido?

Remus comenzó a sentir el corazón golpearle las costillas, era como si se hubiera metido en
su cabeza.

-La verdad es que sí.-dijo con cautela.-Pero, ¿qué podemos hacer?

-Bueno, yo le ofrecí vivir en el departamento de mis padres para que pudiera buscarse un
trabajo que le guste y no tenga que preocuparse por la renta.-siguió James, frustración en su
voz.-Dijo que ya tiene todo planeado, aunque sé que es mentira, y que sería demasiado
peligroso quedarse aquí, pero no creo que su ubicación afecte mucho, si los Black quieren
atormentarlo pueden hacerlo donde sea, y sería mejor que esté aquí con nosotros donde
podemos ayudarlo.

Al castaño se le revolvió el estómago

-No sé si es orgullo o miedo, pero no logré convencerlo.-dijo James con otro suspiro.-Y sólo
tiene hasta el sábado para resolverlo todo, es imposible.

Remus asintió de nuevo, y se presionó los párpados con los dedos.

-Hablaré con él.-dijo el castaño, pero James intervino de inmediato.

-Quizá sea mejor darle un poco de espacio, por el momento. Que lo asimile bien antes de
volver a tocar el tema.-contestó el moreno.

-De acuerdo.

Se quedaron en silencio, sus respiraciones se hicieron más pausadas, y cuando Remus pensó
que James se había dormido dijo:

-Quiero aclarar que también estás contemplado para el departamento de mis padres. Tiene
cinco habitaciones. Quizás es más un loft.-el castaño abrió la boca para responder pero no
tuvo oportunidad.-Antes de que digas nada, puedes pagarme renta y hacerme manicura o lo
que sea que necesites hacer para aceptar.

Remus se ruborizó desde el cuello hasta la nuca, y no pudo evitar sonreír.


-Lo pensaré.-contestó.

-Sí, claro.-dijo James con un resoplido de risa.-Como si fueras a negarte.

Remus le lanzó una almohada y rió antes de enterrar el rostro contra el colchón, ¿cómo todo
podía estar todo tan bien y mal simultáneamente?

Chapter End Notes

hola genteee, aaaa ya estamos en las ultimas del fic, me pone muy triste pero feliz
también, este capítulo ha sido de mis favoritos, espero que les haya gustado, neta
muchas gracias a quienes siguen leyendo y comentando, creo que sin ustedes habría
dejado el ff hace mucho

en fin, lxs tqm, deseenme suerte en el final de semestre jajsjs


XLIV. partituras
Chapter Summary

Remus compone la melodía para la presentación final pero no todo sale como planea

Chapter Notes

nota importante al final

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Remus se despertó el martes con un resfriado que no auguraba nada bueno, le dolía la cabeza
y estornudaba cada pocos minutos, pero no tenía tiempo para enfermarse, era la última
semana de clases, tenía que entregar ensayos, proyectos, y terminar la composición para el
sábado.

Cualquier otro día se habría tomado un analgésico y habría seguido con su vida, pero había
hecho una promesa sobre cuidarse y pensaba cumplirla, así que a primera hora de la mañana
fue al servicio médico, le revisaron el sistema respiratorio y le recetaron un par de
medicamentos para mejorar su oxigenación pero le dijeron que no era nada muy grave, así
que no tuvo que encerrarse en el dormitorio, solo llevarlo todo con más calma de lo usual.

Cuando salió de la enfermería se encontró a Sirius sentado en una banca esperándolo


mientras jugaba con una cajetilla de cigarros que guardó inmediatamente cuando lo vio.

Le sonrió y le apretó el hombro con consternación antes de decir:

-James me dijo que estabas aquí, ¿por qué no me dijiste que te habías enfermado?-su ceño
estaba fruncido, dejó que su mano cayera a su costado.-Te habría acompañado.

-Lo sé, no quería preocuparte.-contestó Remus con media sonrisa y le enseñó las medicinas
que llevaba entre las manos.-Es solo un resfriado, nada grave, ni siquiera tengo que quedarme
en cama.

Sirius frunció los labios y le puso el dorso de la mano contra la frente para medir su
temperatura. Chasqueó la lengua y volvió a bajar la mano con resignación al comprobar que
no tenía fiebre.

-Bueno.-dijo, en un tono de clara desaprobación.-Dame eso, al menos.


Y Remus le dejó que llevara sus cosas a pesar de protestar todo el camino porque por dentro
algo había comenzado a revolotearle y tenía que contener las ganas de tomar su mano.

Desayunaron con el resto de sus amigos y aunque en teoría era un día normal, podía sentir
cierta tensión en el ambiente por estar tan cerca del final del verano, como si estuvieran en un
barco a punto de zarpar o un vaso a punto de desbordarse. Remus llevaba varios días
escuchando una melodía tétrica y lúgubre en su cabeza, una canción de despedida que estaba
intentando ignorar desesperadamente.

El único cambio positivo que había notado era que Marlene y Dorcas ya no tenían
preocupaciones por esconder su relación, no la habían anunciado formalmente, pero no
estaban conteniendo sus muestras de afecto y casi todos lo habían notado pero estaban
dándoles espacio.

Bien, quizás otro cambio positivo era que, ya que sus amigos sabían de lo suyo con Sirius,
cuando estaban con ellos ya no había necesidad de fingir, aunque nunca habían sido mucho
de demostraciones públicas de afecto. De todas formas era reconfortante saber que podía
peinar un mechón rebelde de Sirius detrás de su oreja o dejar que Sirius jugara con sus dedos
cuando se aburría y nadie comentaría nada al respecto, lo hacía sentir todo un poco más real,
menos efímero.

Terminaron de desayunar e iban todos camino a clase cuando fueron abordados por Narcissa,
quien no tenía ese aire de superioridad que usualmente llevaba consigo, sino que parecía estar
escondiendo algún tipo de preocupación detrás de una máscara de desdén mal fabricada.

-Dumbledore quiere verte en su oficina mañana al medio día.-dijo en cuanto los tuvo
enfrente.-Dijo que lleves los avances de tu composición final.

-Hola a ti también, Cissy.-dijo James, que se había abalanzado al frente del grupo junto a
Remus y Sirius cuando la vio aproximarse.

Una tormenta pasó detrás de los ojos de Narcissa al escuchar su apodo familiar, extrañamente
parecida a la que se reflejaba en los ojos de Sirius cuando se enfadaba.

-Silencio, Potter.-respondió ella sin voltear a verlo siquiera.

-Son modales básicos, Narcissa, no es digno de un Black ser maleducada.-dijo Sirius con
media sonrisa traviesa, aunque Remus podía ver los huesos de su mandíbula apretados unos
contra otros.

-No me hables de ser un Black.-espetó ella, fulminando a su primo con la mirada. El rostro de
Sirius se contorsionó en una mueca de esas que terminaban en palabras venenosas, y Remus
supo que tenía que intervenir.

-Ahí estaré, Narcissa.-dijo el castaño.-Gracias.

Narcissa volvió su rostro hacia él después de un momento, como si necesitara recomponerse.


Finalmente asintió una vez con la cabeza y se fue, dejando solo el olor de su perfume caro
entre ellos.
Sus amigos intentaron cambiar el tema de inmediato para tranquilizar a Sirius y Remus
intentó participar, pero por dentro escuchaba un zumbido rebotarle en el cráneo y su pulso
volverse irregular, ¿qué se suponía que iba a enseñarle a Dumbledore si no había sido capaz
de escribir más que un par de notas?

En cuanto terminaron las clases Remus se excusó con el grupo y se fue a la biblioteca con el
objetivo de componer por lo menos el primer borrador de la melodía, Sirius le lanzó una
mirada curiosa, pero pareció entender que necesitaba tiempo a solas y se limitó a apretarle la
mano como despedida.

Remus se sentó en su mesa usual y saludó al bibliotecario, que le sonrió casi con afecto, y se
sintió inmediatamente un poco mejor, después de todo solo tenía que hacer lo que su cerebro
estaba diseñado para hacer por naturaleza.

Cualquier otra persona habría necesitado componer en una sala de música para comprobar la
composición con algún instrumento, pero esos días las salas de música siempre estaban llenas
de alumnos ensayando y componiendo para la presentación final y Remus se habría sentido
abrumado con el ruido, lo que necesitaba era un lugar silencioso para ser capaz de escuchar la
música dentro de su cabeza.

Probó escribir las primeras combinaciones que llegaron a su mente por si mismas, pero
primero le parecían demasiado simples y luego demasiado rebuscadas, así que las descartó
todas. Recargó su frente sobre sus manos en la mesa y suspiró, preguntándose cómo sería
componer para cualquier otra persona.

Levantó el rostro como si la respuesta fuera a aparecer flotando frente a sus ojos, pero solo
encontró la puerta de cristal y los estantes que lo rodeaban.

Recordó la primera vez que había ido a estudiar a la biblioteca, intentando huir de los chicos
que iban a convertirse en sus mejores amigos, aterrado por la clase de teoría, lleno de rabia y
frustración, sintiéndose completamente perdido.

Recordó el día en que Sirius había entrado y lo había visto sentado en esa mesa antes de ir a
buscar un libro para ayudarlo a pesar de que se suponía que lo odiaba.

Recordó todas esas tardes estudiando con Peter, ayudándose mutuamente, sintiéndose un
poco menos desorientado cada tarde.

Recordó a Lily yendo a buscarlo a la biblioteca una tarde, y a Terry acompañándolo por los
senderos, a Marlene y Dorcas escondidas detrás de un estante donde creían que nadie iba a
reparar en su presencia, a Mary pidiéndole recomendaciones de novelas después de hacer la
tarea a su lado.

Era extraño darse cuenta de cómo se había transformado su vida en cuestión de unas
semanas. Siempre había tenido el amor de su familia a pesar de no sentirse merecedor de él,
pero llegar a la Academia le había enseñado que podía recibir y sentir otros tipos de amor, no
solo el que le tenía a Sirius por más devastador y extasiante que fuera, sino el amor que sus
amigos le habían mostrado, uno que era incondicional y perpetuo, el que siempre había
anhelado pero le parecía inalcanzable.
Todo iba a cambiar después de esa semana, y quería creer que eventualmente sería para bien,
no obstante sabía que perderlo sería doloroso y necesitaba prepararse para ello.

Así que comenzó a escribir con el corazón lleno y los ojos ligeramente vidriosos, cada nota
era un abrazo de Lily, o un chiste de James o un beso de Sirius o un regaño de Terry o una
sonrisa de Mary.

Comenzaba lento, quizás un poco inseguro, pero se volvía más y más profundo conforme
avanzaba, melancólico y poderoso, terminando con una promesa; era una oda de
agradecimiento a cada uno de sus amigos y a si mismo por resistir el tiempo necesario para
conocerlos, por permitirse quererlos y ser querido.

Al terminar de escribir cerró los ojos y dejó que la melodía se reprodujera en su cabeza una y
otra vez para ajustar los detalles hasta que se sintió satisfecho. No sabía si era su mejor pieza,
pero sabía que era la que necesitaba en ese momento para asegurar su futuro.

Quince horas después Remus estaba caminando en dirección a la oficina de Dumbledore con
la partitura entre las manos y el pulso irregular. Había volcado su corazón en esas notas,
debía sentirse seguro de ello, y sin embargo no lograba deshacerse de la ansiedad porque su
mente volvía una y otra vez a las condiciones que lo habían llevado hasta ahí: no era solo su
talento como había creído en un principio, sino un montón de juegos políticos y luchas de
poder.

Sirius iba caminando con él, hombro con hombro a pesar del calor, su cabello olía
ligeramente a tabaco pero Remus no se preocupó por eso en ese momento.

-Te va a ir muy bien.-dijo el moreno, codeándolo suavemente.-Eres literalmente un prodigio,


Moony.

Remus soltó un sonido ligeramente ahogado y apretó las hojas con un poco más de fuerza, no
se sentía capaz de hablar en ese momento pero la compañía de Sirius era reconfortante de
todas formas.

-Sé que dijiste que no vas a enseñármela hasta el sábado, pero estoy seguro de que es
hermosa.-siguió Sirius. Ya habían llegado al edificio de administración que parecía casi
desierto.-No tienes de qué preocuparte.

Remus asintió con la cabeza y tomó una bocanada de aire. El resfriado no había cedido aún y
se sentía ligeramente mareado.

-Ey, ¿estás escuchándome?-Remus volvió a asentir. Sirius lo detuvo del brazo y dio un paso
frente a él.-Oh, Dios, estás muy pálido, ven aquí.

Lo jaló dentro de un armario de limpieza que alguien había dejado abierto pero cercado por
cubetas, y cerró la puerta tras ellos.

Sirius lo abrazó de inmediato y un poco de la tensión de Remus se disipó con el contacto,


dejó que su mejilla se presionara contra el cabello de Sirius y volvió a tomar aire pero más
pausadamente.
-Ven aquí, todo está bien, Remus.-le dijo, frotando su espalda lentamente.-Sé que estás
nervioso, pero sea lo que sea que hayas compuesto va a ser suficiente, ¿de acuerdo?

-Lo sé, lo sé.-contestó él, hablando demasiado rápido, separándose de Sirius, dejando que
mantuviera las manos en su cintura.-Es solo que…solía estar tan seguro de esto y luego me
enteré de que uno de los motivos que me trajo aquí fue que Dumbledore quería usarme como
peón para aumentar su influencia en la Academia y comencé a dudar de mi talento y sé que
es irracional, pero no puedo evitarlo.

Una centella de rabia pasó por los ojos de Sirius pero se disipó cuando acunó su rostro
suavemente con una mano.

-Eres muy especial, Moony.-dijo en un susurro.-Sin importar lo que diga él o cualquiera de


los directivos, todos podemos verlo.

Remus iba a comenzar a excusarse de nuevo, pero Sirius lo interrumpió con un beso, le puso
una mano en el pecho y con la otra dirigió su nuca y Remus se sintió anclado de nuevo a la
realidad, a Sirius, a la música que había compuesto para él y sus amigos.

-Gracias.-dijo, su nariz aún rozando la de él.-Yo…

-Agradéceme en tu discurso cuando te ganes esa beca.-contestó Sirius, le guiñó un ojo y le


besó la mejilla antes de separarse de él.-Ahora vamos, no querrás ser impuntual para esto.

~~~

-Bueno… esto es…-Dumbledore estaba examinando la partitura cuidadosamente, sus ojos


moviéndose rápidamente entre las notas detrás de los lentes. A Remus le latía el corazón con
cada ceja arqueada o labio apretado.-Es bastante bueno, señor Lupin.

El castaño sintió cómo su cuerpo se relajaba al instante, pero el rostro del director no era muy
expresivo, así que limitó su respuesta a:

-Gracias, señor.

-No es como tus otras obras, debo admitir que esperaba algo distinto.-continuó él, dejando la
partitura sobre el escritorio.-Tu música usualmente es mucho más fastuosa, situacional. Esto
se siente personal.

-Lo es.-no planeaba contarle toda la historia, pero le agradaba que pudiera reconocerse en la
composición.

Dumbledore asintió lentamente y se ajustó los lentes sobre la nariz antes de suspirar.

-Lamentablemente no sé si sea suficiente para asegurar su lugar en la Academia.-dijo.-Ha


habido un cambio repentino en la alineación del jurado y parece que tienen inclinaciones
mucho más… tradicionalistas. Este no es el tipo de piezas que buscan, pensé que le había
dicho que tenía que cumplir con ciertas expectativas.
Todas las esperanzas de Remus se fracturaron al mismo tiempo recordando aquella
conversación que había tenido con Sirius sobre sus padres cambiando a los jueces por
personas de su confianza.

-Yo…-balbuceó Remus, sus manos temblando ligeramente.-No sé…

-Pienso que debería repensar su estrategia para la presentación final, señor Lupin.-dijo el
director con una expresión de pesadumbre.-La realidad, por ahora, es que si de verdad quiere
es estudiar en esta Academia va a necesitar apegarse a ciertos valores más conservadores.

El profesor dijo algo más, pero Remus ya no estaba escuchando, todo su cráneo inundado por
un zumbido extraño. Remus asintió, dijo algo inteligible como despedida y tomó las
partituras antes de salir de la oficina, el papel presionado contra su pecho y su respiración
completamente superficial.

Se fue directamente al dormitorio, no asistió al resto de las clases ni al ensayo general que
tenían programado para la presentación. Se sentía vacío, quería huir, o gritarle a los Black o
abrazar a Sirius hasta que todo terminara, pero no podía hacer nada de eso.

Miró la partitura un momento y la rompió hasta que solo quedaron fragmentos de notas y de
recuerdos, pero no se trataba realmente de esa melodía, se trataba de que él no era suficiente,
de que incluso haciendo su mejor esfuerzo lo más probable es que fuera a terminar de vuelta
en el piano de la iglesia, lejos de todo lo que había construido y soñado porque no había
nacido en una cuna de oro que lo protegiera y porque se había enamorado de la persona
equivocada.

Unas horas después escuchó a alguien tocar la puerta, pero el sonido le llegó amortiguado por
la música que sonaba en su cabeza, acaparando todos sus sentidos. El ensayo de la orquesta
debía haber terminado.

-¿Moony?-era Peter, se dio cuenta después del tercer llamado.-¿Estás aquí? ¿Estás bien?

Remus estaba sentado a los pies de su cama, rodeado de trozos de papel, mirando el sol
avanzar lentamente a través de la ventana.

-Sí.-contestó, rostro inexpresivo.

-Sirius fue a buscarte al restaurante y James al edificio de ensayos, están muy preocupados.-
dijo el rubio a través de la puerta.-Les avisaré que estás aquí.

-No quiero verlos.

-¿Qué?-preguntó su amigo.-¿Por qué no?

-Quiero estar solo.-mintió Remus, pues en realidad no tenía idea de qué era lo que quería.

Peter tardó unos segundos en responder, y finalmente lo hizo en un tono de concesión.

-Les diré que estás bien pero necesitas espacio, ¿sí?


-Como sea.

Se quedaron en silencio durante unos minutos, la música dentro de la cabeza de Remus fue
disminuyendo de volumen, al menos ya no le golpeaba las sienes y podía escuchar su propios
pensamientos.

-Estaré aquí afuera.-dijo Peter, ligeramente nervioso.-O si quieres hablar con otra persona
puedo ir a buscar a alguien.

Remus lo consideró un momento, por alguna razón la idea de contar lo que había sucedido le
parecía humillante y le revolvía el estómago, y sin embargo su mente regresaba una y otra
vez a la misma persona.

Sacó el celular con dedos temblorosos y marcó el número.

Chapter End Notes

nada que ver pero miren que con este capítulo se cumple el aniversario de un año desde
que empecé a publicar el fic AAAA gracias a quienes han leido y apoyado la historia
desde el principio, literal han sido mi motivacipon para continuarla

anygays, omg que angsty JAJAJA miren queee hice cuentas y parece que ya solo
quedan 3 o 4 capítulos omg, quería avisarles que el sábado 25 de junio suba un mini
capítulo o no suba el fic porque voy a estar paseando a una amix que viene a visitarme a
México! anygays mil gracias por leer y lxs tqm
XLV. teléfono
Chapter Summary

Remus tiene dos llamadas cruciales y se entera de algo desconcertante.

Chapter Notes

Nota importante sobre actualización en las notas del final

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La línea sonó tres, cuatro, cinco veces, Remus estaba a punto de colgar y volver a hundirse en
ese estado catatónico cuando escuchó su voz, entre confundida e irritada, quizás por la hora o
quizás por tener que usar ese terrible aparato.

-Señor Lupin.-dijo en ese tono estricto característico de ella.-¿A qué se debe su llamada?

Oírla lo transportó de vuelta a tardes en el ático de la iglesia, al piano viejo y desafinado y las
decenas de casettes de música clásica que guardaba en el librero y que había reproducido para
él. Su respiración se calmó un poco.

-Necesito hablar con usted, profesora.-le respondió él.-Necesito su ayuda.

-¿Qué sucede?-preguntó ella, su ligera irritación reemplazada por preocupación.

-Es largo de explicar.-dijo Remus, mordisquéandose el labio inferior sin ningún reparo.-
Pero… creo que no voy a entrar a la Academia.

Pudo escuchar a McGonagall ajustar su postura y mover el teléfono, probablemente estaba en


casa, sentada en el sofá frente a la ventana, acomodada en el sillón para leer algo antes de
cenar.

-¿Por qué piensa eso, señor Lupin?

-Resulta que para obtener esa beca necesito ser absolutamente perfecto en mi composición e
interpretación, pero hoy tuve una reunión con el director y me dijo que mi canción no va a ser
suficiente.-contó él, recargando la nuca contra la cama.-Podría intentar hacer otra, pero le
juro que es mi mejor esfuerzo, profesora, cualquier otra cosa que haga será inútil.

McGonagall se tomó un minuto para asimilar lo que había escuchado y terminó por hacer un
sonido inteligible antes de hablar:
-¿Podría tocarla para mí?

-Eh… Sí, espere.-Remus miró por la habitación en búsqueda de algo que pudiera auxiliarlo,
ya que era una pieza para piano, y después de considerar usar la tuba de James, terminó por
abrir la computadora y buscar uno de esos programas de instrumentos digitales.

Comenzó a tocar, nervioso como nunca había estado cuando tocaba para su profesora,
incómodo por el teclado del aparato, pero canalizando todos esos recuerdos que lo habían
llevado a componer la melodía, sintiéndose incluso un poco culpable por haber preocupado a
sus amigos.

Al terminar estaba lleno pero triste, sus emociones convertidas en un torbellino de tendencias
destructivas.

-Es diferente.-dijo la profesora.

-Lo mismo dijo Dumbledore.-contestó Remus.-Que estaba demasiado… fuera de la norma.

-Quizás tiene razón, señor Lupin.-siguió McGonagall.-Pero, ¿cuándo ha estado usted dentro
de las convenciones sociales?

-No… ¿nunca?

-Nació con una habilidad que nadie más posee, algo que se ve una vez cada dos o tres
generaciones, no es su lugar ser igual al resto, ¿no lo cree?-siguió la profesora, convicción en
su voz.

-Supongo…

-Los nombres que destacan en la historia de la música no son de quienes siguieron haciendo
lo mismo que ya existía, que reforzaron los valores tradicionales del arte, sino de quienes se
atrevieron a ir más allá.-dijo McGonagall con seguridad.-Usted tiene la posibilidad de lograr
eso, Lupin, no permita que nadie le haga creer lo contrario.

Remus se sentía cerca de llorar de nuevo pero no lo hizo porque su nariz estaba demasiado
congestionada y no quería que su antigua profesora lo escuchara sollozar, simplemente se
enjugó los ojos y asintió, conmovido.

-Quizás Dumbledore sepa más que yo de la industria de la música…-dijo ella.-Pero yo lo


conozco más a usted, sé lo que es capaz de hacer, incluso si tiene todas las probabilidades en
su contra. Esa pieza es maravillosa, y si en ella puso su corazón, entonces es la que debe
presentar el sábado.

McGonagall solo lo había abrazado una vez, después de aquel incidente que le había
impedido audicionar para la Academia y él estaba en la cama del hospital con una
intravenosa en el brazo, una mascarilla sobre el rostro, y pálido como un fantasma. La
profesora le había llevado una barra de chocolate y un ukelele para que, en sus palabras,
siguiera teniendo un poco de música en su vida. Remus había intentado mostrarse valiente,
como si no le doliera respirar o hablar, como si después de tantos años finalmente se hubiera
acostumbrado a vivir con el temor de la muerte acechándolo, pero McGonagall, que era una
de las personas que mejor lo conocía, lo había descifrado enseguida; conversó con él, intentó
distraerlo, y cuando en una de sus respuestas a Remus se le quebró la voz y tuvo que cerrar
los ojos para recobrar la compostura, la huidiza y seria profesora se sentó a su lado en la
cama y lo rodeó con los brazos, y Remus sintió por primera vez en días que quizás aún había
cosas por las que vivir.

En ese momento, con la voz de su profesora en el teléfono, fue abrazado por ella una vez más
y decidió que no iba a dejar que el peso de las expectativas y el miedo lo hundieran. Había
luchado por llegar hasta donde estaba, y podía luchar un poco más, así fuera contra
Dumbledore y la familia Black entera.

Pasó media hora para que Remus se sintiera listo para abrir la puerta. Sus amigos estaban en
la habitación de Peter y Sirius, sentados de forma que pudieran ver directamente a su entrada,
los tres pálidos de preocupación, Sirius estaba sacudiendo una de sus rodillas incesantemente
y James estaba sentado con la espalda encorvada y los codos sobre las piernas. A Remus lo
atacó un pinchazo de culpa.

-Moony.-Sirius fue el primero en reparar en el movimiento y se levantó de la cama casi de un


salto, seguido de los otros dos.-¿Estás bien? ¿Qué sucedió?

-¿Necesitamos llamar al servicio médico?-preguntó Peter.-O… ¿a la directora?

-Chicos, déjenlo respirar, por Dios.-intervino James, el más sensato del grupo después de
Remus, en su opinión.

Remus estaba harto de estar encerrado en su habitación, así que se sentó en la cama de Sirius,
destendida, evidentemente, y dejó que su pecho se llenara de aire antes de comenzar a hablar.

Les contó lo sucedido con Dumbledore, de su conversación con McGonagall y se disculpó


por haberlos asustado, Sirius lo había tomado de la mano en algun punto, James lo miraba
desde la otra cama con una expresión furiosa y Peter tenía los ojos muy abiertos pero parecía
más determinado que otra cosa.

-No tienes que disculparte por nada, Remus.-dijo Peter, el primero en hablar porque James y
Sirius se habían quedado mudos de rabia.-Nos alegra saber que estás bien.

-Ese idiota insensible de Dumbledore está mas preocupado por tomar las riendas de la
Academia que por sus alumnos, es vergonzoso, es…-comenzó James, levantándose
abruptamente.

-Perverso.-intervino Sirius, que no le había quitado los ojos de encima a Remus.-Eso es


exactamente lo que haría mi familia, si cree que es mejor que ellos está muy equivocado.

-Tenemos que hacer algo.-dijo James, que había comenzado a pasearse por la habitación-
Enseñarle una lección, no puede…

-No vamos a hacer nada.-interrumpió Remus de inmediato, mirando a sus tres amigos con su
mejor expresión de severidad.
-¿Qué?-dijo Sirius, como si lo hubiera ofendido personalmente.-¿Cómo que no vamos a hacer
nada?

-Lo que escuchaste, ni una sola cosa.-dijo Remus, firme en su respuesta.-Quizás empiece otra
composición en caso de que Dumbledore me cite de nuevo a su oficina, pero el día de la
presentación voy a tocar la pieza que ya escribí, así no le guste ni a él ni a los jueces.

Los otros tres chicos lo miraron con las cejas enarcadas y los labios ligeramente
entreabiertos. Remus se sentía alto por primera vez, meritorio de su lugar en el mundo,
seguro de su decisión y de si mismo.

-No necesito la aprobación del director, y si el resto de los jueces deciden que mi lugar no
está en la Academia, así sea por méritos o por… otros motivos, viviré con ello.-afirmó, la voz
de McGonagall aún en su cabeza.-Si entro o me rechazan quiero que sea con una obra en la
que realmente crea.

Peter fue el primero en abrazarlo, una sonrisa temblorosa en los labios y los ojos brillando de
admiración. Le siguió James y después Sirius, quienes parecían un poco más desconcertados,
como si tuvieran una decena de preguntas pero no supieran por cuál comenzar.

-¿Estás seguro?-preguntó Sirius, aun apretando su mano, una expresión dubitativa.

Remus asintió, Sirius asintió también y le besó la comisura de la boca en un movimiento


veloz e impulsivo. Se quedaron un momento en silencio, quietos, la tensión en el ambiente
palpable y feroz, hasta que James dijo:

-Muévete, Sirius, es mi turno.

Y los cuatro echaron a reír y Remus creyó que quizás no todo estaba perdido.

~~~

Su madre lo llamó la mañana siguiente como si tuviera un sexto sentido y supiera que su hijo
necesitaba escuchar su voz. Se había duchado muy temprano y estaba haciendo tiempo para ir
a desayunar, pues James también se estaba arreglando, de hecho planeaba ir a ver si el cuarto
de Sirius estaba despejado cuando sonó su celular.

De inmediato se acomodó frente a la ventana para observar los primeros rayos de sol del día,
algo que solía hacer mucho en su ciudad sobre las copas de los árboles, y contestó la llamada
con una sonrisa cálida.

-Hola, mamá, ¿cómo estás?-dijo Remus, poniendo el altavoz y recostándose sobre la silla.

-Hola, cariño, estamos bien, emocionados por ti.-respondió ella en un tono rebosante de amor
que le llenó el corazón a su hijo.-Quisimos llamarte hoy porque sabemos que estarás muy
ocupado mañana y el sábado para la presentación.

-Muchas gracias, ma.-respondió el castaño, ligeramente triste por el recordatorio de que no


iba a verlos en la sala de conciertos.-Serán días caóticos, y estoy nervioso, pero también estoy
emocionado.
-Sabemos que lo harás muy bien.-dijo su padre.-¿Tienes todo listo?

-Podría decirse que sí.-dijo Remus, intentando que su voz no sonara demasiado tensa.-
Falta… afinar algunos detalles de la composición, pero en su mayoría sí.

-¿Seguro que está todo bien?-preguntó su madre, de nuevo como si pudiera leerle la mente.-
Te escuchas algo… distraído.

-Sí, es solo… bueno, no tiene caso preocuparse por eso ahora.-dijo Remus, verdaderamente
resignado.-Supongo que después del sábado tendré todas las respuestas que necesito.

De pronto escuchó las voces de sus padres distorsionadas a través del teléfono en lo que
parecía una discusión a susurros y Remus frunció el ceño, podía contar con los dedos de una
mano las veces que sus padres habían tenido alguna riña frente a él, era algo muy inusual y le
puso los nervios de punta.

Pasaron solo unos segundos hasta que escuchó un suspiro de exasperación y las voces
volvieron a la normalidad.

-Remus, hay algo que debemos decirte.-anunció su madre, y Remus se acercó al teléfono
como si ella pudiera verlo.-

-Normalmente no te diríamos nada, pero sabemos que odias las sopresas y no necesitas
ningún distractor para tu presentación.-dijo su padre, aunque no se escuchaba del todo
convencido.

-De acuerdo…-dijo Remus, alargando el sonido de las vocales.-¿Qué sucede?

-Bueno, cariño, resulta que al final sí iremos a verte el sábado en la Academia.-dijo su madre,
ella hecha un manojo de nervios a juzgar por la cadencia aguda de su voz.-¿No es genial?

-Oh… ¿qué?-dijo Remus, rogando internamente que sus padres no hubieran vuelto a
endeudarse por él.-¿Cómo…?

-Sabemos que es importante para ti, Remus.-dijo su padre.-Así que cuando recibimos una
oferta para ir no pudimos decir que no.

-¿De qué están hablando?

Su mente comenzó a dar vueltas y se sintió como si fuera a vomitar. Sabía lo que iban a
decirle pero necesitaba escucharlo en voz alta.

- Hace unos días recibimos una llamada de una chica llamada Andromeda que dijo que te
conocía.-dijo su madre, hablando muy rápido en un signo de nerviosismo que le había
heredado a su hijo.-Y que sabía que no ibamos a ir a verte, pero dijo que quería sorprenderte
llevándonos allá.

-Y normalmente no aceptaríamos ese tipo de cosas, lo sabes, hijo, pero esto es demasiado
importante como para dejar que nuestro orgullo nos detenga, ¿no crees?
Remus se sentía como si estuviera soñando, su visión nublada y sus sentidos distorsionados,
no podía creer lo que estaba escuchando y al mismo tiempo tenía todo el sentido del mundo.

Siguieron dándole detalles sobre lo ocurrido, pero él solo podía pensar en un nombre y en
una cara y en sus ganas de sacudirlo y gritarle y besarlo al mismo tiempo. Era como aquellas
primeras semanas donde no estaba seguro de si lo odiaba o lo adoraba y lo tenía
completamente mareado.

Cuando colgó la llamada comenzó a caminar casi sin darse cuenta hasta la habitación de
Sirius, pero no lo encontró ahí así que siguió caminando y en un abrir y cerrar de ojos ya
estaba subiendo las escaleras hasta la azotea del comedor, sus pulmones silbando de una
forma desagradable en la que no había reparado por estar absorto en sus pensamientos.

Lo encontró ahí, fumando con los ojos entrecerrados y una mano en el bolsillo. Era
jodidamente atractivo sin pretender serlo y por alguna razón eso fue lo que sacó a Remus de
su ensimismamiento, ¿cómo tenía el atrevimiento de ser tan estúpidamente guapo y luego
hacer cosas como esa a sus espaldas?

Sirius se sobresaltó al reparar en su llegada y apagó el cigarro de inmediato, pisándolo con el


zapato en un solo movimiento y, mierda, a Remus le hervió la sangre porque parecía casi
ensayado de lo bien que se veía.

-¿Moony?-preguntó el moreno, dispersando el humo con la mano desesperadamente.-¿Qué


haces aquí?

-Acabo de tener una llamada con mis padres.-dijo en su mejor tono frío.-Adivina qué me
contaron.

La piel de Sirius era pálida como la del resto de sus familiares, pero en ese momento perdió
todo atisbo de color y quedó de un tono casi fantasmagórico que habría asustado a Remus de
no haber estado tan contrariado.

-Puedo explicarlo.-dijo, caminando hacia él para no dejar que se acercara a los restos de
humo y cigarros.-Por favor, déjame explicarte.

-Pensé que lo del viaje había sido cosa de una vez.-dijo Remus, cruzándose de brazos,
parándose un poco más derecho para aprovechar su altura.-Que me conocías lo suficiente
como para saber que esto es lo último que hubiera querido, Sirius.

-Lo sé, lo sé, Moony, por favor.-siguió Sirius, su voz fundida en pánico. A Remus le causó
satisfacción verlo retorcerse un poco, no iba a dejar que lo descartara de nuevo con tanta
facilidad.-Sé que no debí hacerlo sin tu permiso, pero no podía simplemente observar como
te presentabas sin tu familia ahí, sé lo importantes que son para ti.

-Entonces decidiste mentirme.

-Técnicamente no te mentí, en realidad.


-¡Una mentira por omisión sigue siendo una mentira!-a Remus le ardieron los pulmones, la
caminata y los gritos eran una mala combinación, pero apretó los dientes y cerró la boca para
aguantarse las ganas de toser, no iba a permitir que Sirius desviara la conversación en ese
momento.

-Lo sé, pero eres demasiado terco y sabía que si siquiera te lo mencionaba harías todo en tu
poder para evitarlo y yo no iba a permitir eso, ¿de acuerdo?

-No, no estoy de acuerdo, Sirius.-espetó Remus.-Era mi decisión a tomar, no la tuya.

-Quizás tengas razón y quizás ahora me odies por eso, pero no me importa, Remus, si no voy
a volver a verte en mucho tiempo, mi consciencia queda tranquila sabiendo que hice lo que
tenía que hacer para que estuvieras con ellos en uno de los días más importantes de tu vida.-
dijo Sirius, su voz escalando en volumen poco a poco, caminando hacia Remus hasta que
quedaron a unos centímetros, los dos con el cejo fruncido y echando humo por las orejas.

El castaño separó los labios involuntariamente. No sabía qué esperaba escuchar pero no era
eso, lo inundaron las ganas de besarlo con ferocidad y de salir corriendo, no obstante solo se
quedó parado en su lugar.

-Dices que yo soy terco y orgulloso, pero ¿qué me dices de ti?-dijo en voz baja.-¿Cómo
puedes reclamarme eso cuando tú haces cosas mucho peores?

-¿De qué hablas?

-¿Vas a contarme por qué empezaste a fumar de nuevo?-preguntó Remus, señalando los
cigarros apagados en el suelo.-¿Vas a fingir que no ha ocurrido nada contigo?

La expresión de Sirius se transformó en una de culpa y enfado, apartó los ojos y comenzó a
negar con la cabeza.

-Es distinto.

-James te ofreció un lugar donde vivir para que no tengas que huir ni preocuparte por rentas o
empleos.-dijo Remus en su mejor tono acusatorio.-Y yo ni siquiera me hubiera enterado de
no ser por él.

-Sigue siendo peligroso quedarme aquí, pensé que lo entendías.-dijo el moreno entre dientes.

-No finjas que no sabes que tus padres pueden encontrarte en cualquier ciudad, si es lo que
quieren.-dijo Remus.-Aquí al menos nos tendrías a nosotros, pero prefieres huir sin intentar
nada, Sirius.

-¡Lo estoy haciendo por ti!-exclamó él, indignado.-¡Para que no puedan tocarte!

-¡Ni siquiera lo consultaste conmigo!-dijo Remus, incrédulo.-No puedes tomar decisiones


sobre mi vida por cuenta propia.

-¡Todo lo que estoy haciendo es porque te amo!-dijo Sirius, rojo, furioso y hermoso.-Pienso
hacer lo que crea necesario para saber que estarás feliz sin mí, aunque termines
detestándome.

“Te amo”, era ridículamente cursi y cliché, y se escuchaba como la melodía más armoniosa y
magistral de la historia de la música en sus oídos.

Remus lo tomó del cuello de la camisa y finalmente lo besó, sabía a cigarro, frustración y
coco, todo lo que era Sirius Black.

Chapter End Notes

Genteee espero que les haya gustado el capítulo! Ya estamos literalemente a dos días en
el fic de que termine todo omg (aunque creo que serán de 2 a 4 capítulos)

Quería avisarles que no creo actualizar hasta el sábado 2 de julio ya que vino una amiga
de otro país a quedarse en mi casa y voy a andar en eso

Anygays, gracias por leer y comentar, les tqm


XLVI. fuego
Chapter Summary

La Academia tiene el último ensayo para la presentación y los alumnos celebran con una
fogata.

Chapter Notes
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“Te amo, te amo, te amo”, se repetía en la cabeza de Remus mientras lo besaba, a veces con
la voz de Sirius y a veces con la suya. Se repetía mientras le metía las manos debajo de la
camisa y le revolvía el cabello. Se repetía mientras lo llevaba dentro del edificio hasta el baño
vacío más cercano, y se repetía mientras le besaba el cuello.

Y se repetía porque si hubiera dejado de escucharlo por un segundo, no habría creído que era
real. Sirius, el epítome del talento, el más leal de sus amigos, el chico más atractivo de la
maldita ciudad, lo amaba a él, a Remus. Debía ser imposible.

-Te amo.-le dijo de nuevo Sirius y Remus sintió su interior incendiarse con las palabras. Le
habría dado cualquier cosa en ese momento, las llaves de su casa, su cuenta bancaria, su
empleo, solo tenía que pedirlo.

Lo besó con más insistencia, quemándolo porque Sirius era fuego, una flama cálida pero
peligrosa que puede consumirte en cualquier momento si no tienes cuidado, por la que te
convertirías en cenizas con tal de tenerla cerca.

-Te amo.-contestó Remus entre besos, y Sirius suspiró con alivio y lo estrechó contra su
cuerpo, como si no llevara semanas ardiendo por decírselo.

La pelea seguía ahí en el ambiente, tensión entre ellos, palabras brutales y el enojo que
estaban desahogando en ese momento. Remus habría sentido miedo de no haber estado
inmerso en Sirius.

Cuando volvieron a la conversación media hora después, la furia se había apagado y solo
quedaban sus estragos. Ambos admitieron sus errores, a regañadientes, pero lo hicieron, y
Remus se permitió sentirse feliz con el prospecto de ver a sus padres al día siguiente.

-No me agradezcas.-dijo Sirius, anticipando a Remus, que estaba a punto de hacer


exactamente eso.-No debí hacerlo a tus espaldas.

-De acuerdo, no lo haré.-contestó con media sonrisa.-Solo diré que me han hecho mucha falta
y que me alegra mucho que vayan a venir.
Estaban sentados en el suelo del baño y Sirius le estaba pasando los dedos por el cabello
lentamente, una y otra vez como en un trance.

-Ojalá pudiera decir lo mismo de mi familia.-dijo en un intento de chiste que termino


sabiendo amargo. Remus le hizo una mueca de compasión, pero Sirius sacudió la cabeza.-No
te aflijas, al menos tendré la satisfacción de ver el rostro de mi madre cuando escuche mi
presentación.

-¿Crees que venga Regulus?-preguntó el castaño, ligeramente nervioso por un motivo que él
mismo desconocía, simplemente le ponía tenso la idea de ver al menor de los Black.

-Tiene que hacerlo.-dijo Sirius, una llamarada de algo peligroso en sus ojos.-Mi querido
hermano tiene que comenzar a darse a conocer en el medio, nunca es demasiado pronto.

Remus asintió, pensativo, y le besó la sien en un intento de reconfortarlo.

-A veces pienso…-dijo el moreno después de un momento.-Que quizás podría pedirle que


venga conmigo. Que huyamos los dos y escapemos de mi madre, que nos vayamos a otra
ciudad y empecemos de cero.

Le peinó el cabello dos, tres veces y luego suspiró.

-Pero sé que no lo haría.-siguió Sirius, más resignado que triste.-Va a odiarme, ¿verdad?

Remus hubiera dado lo que fuera por poder decirle que no sería así, que su hermano lo
entendería y eventualmente haría lo mismo que él, pero no lo conocía lo suficiente y no
quería mentirle, así que volvió a besarlo, le apretó la cintura y dijo:

-No lo sé. Quizás cuando sea mayor lo entienda.

Sirius cerró los ojos con fuerza. Estaba a punto de llorar, pero volvió a acariciarle el cabello,
respiró hondo y sacudió la cabeza, mintiendo con voz temblorosa.

-No importa. No lo necesito.

Se quedaron unos minutos en silencio, los dos aferrados al otro, llenos de miedo. Remus
quería pedirle de nuevo que considerara la oferta de James de quedarse en su departamento,
pero Sirius parecía tan frágil que no se atrevió a mencionarlo en ese momento.

-Vamos, aún hay un último ensayo antes de la fogata.-dijo Sirius, desenredando sus dedos de
su cabello para tomarlo de la mano y llevarlo fuera del baño.-Tienes que deslumbrarlos a
todos.

Habían ensayado para la presentación final en la sala de conciertos las últimas dos semanas,
pero Remus aún no sabía como deshacerse de los nervios que lo asaltaban cada vez que
recordaba que en poco más de veinticuatro horas estaría presentándose en el recinto que
había visto nacer a algunos de los mejores músicos y compositores de los últimos siglos.

Sin embargo el ensayo salió perfectamente bien, todos estaban haciendo su mejor esfuerzo
por ser el último antes de la presentación, y el director de orquesta los felicitó por el arduo
trabajo durante los tres veranos anteriores y les dijo que veía mucha promesa entre ellos,
deteniéndose a sonreírle a Remus específicamente, quien enrojeció de inmediato pero no
pudo evitar devolverle la sonrisa.

El ambiente al salir de la sala era bastante festivo, incluso Sirius parecía haberse olvidado de
sus problemas por un rato, riendo entre James y Mary, y Remus tuvo un conflicto interno
entre hablar con él o dejar que disfrutara la última noche de celebración en la Academia.
Sirius lo vio desde lejos y le sonrió con una cantidad de afecto que le robó la respiración, así
que terminó por decidir que podía esperar a mañana, el departamento de James no se iría a
ningún lado.

Después de pasar al dormitorio a cambiarse, llegaron a la playa donde divisó a Terry sentado
con Harriet, la chica con la que estaba saliendo. Ambos lo saludaron desde lejos, y Terry
intercambió una mirada de complicidad con Remus, que caminaba al lado de Sirius. Y pensar
que unas semanas atrás estaba preocupado por romperle el corazón.

La fiesta apenas estaba comenzando, algunos de los alumnos de primero habían sido
designados a acomodar la leña para la fogata, y los de segundo estaban terminando de
acomodar las sillas plegables, mientras que la única tarea de los de tercero era disfrutar la
noche debido a que era su último año.

Lily llegó unos minutos después de la mano de James, quien había ido a buscarla después de
clase, y lo primero que hicieron sus amigos fue dejar las cosas y correr hacia el mar para
aprovechar el último rato de luz.

Remus los siguió con una sonrisa pero se quedó en la orilla, permitiendo que sus pies se
hundieran en la arena y observándolos con los brazos cruzados, dejando sus preocupaciones
de lado por un momento.

Después de unos minutos, Mary y Sirius se acercaron a él, los dos escurriendo agua salada, el
segundo sin playera y con el cabello oscuro peinado hacia atrás. A Remus se le ocurrió que
nunca lo había visto nadar en la playa porque siempre había sido denominado poco propio
para alguien como él, así que era un verdadero acto de rebeldía hacerlo frente a toda la
Academia. Se veía hermoso.

-Ven a nadar, Lupin.-dijo Mary, haciendo un puchero y tomándolo del brazo.-El agua es
maravillosa para el calor.

Remus negó con la cabeza y apretó los brazos frente a su pecho.

-Estoy perfectamente fresco aquí.-mintió. El sudor le bajaba por la espalda y el único alivio
de la infernal temperatura eran sus pies sumergidos en el mar.

-Vamos, Moony.-pidió Sirius, ladeando la cabeza.-No es lo mismo sin ti.

Remus apretó sus brazos un poco más a pesar de que Mary lo estaba jalando de una muñeca,
y Sirius pareció comprenderlo en ese momento.
Lo tomó del hombro en un gesto amistoso pero asegurándose de ser delicado en el tacto, y se
inclinó hacia él.

-No tienes que quitarte la playera.-dijo en voz baja.-No es extraño nadar con ropa.

Remus se había ruborizado, le fastidiaba que algo como sus cicatrices pudiera molestarlo
todavía, que tuviera que ser convencido por Sirius, pero sabía todas las especulaciones que
generaría nadar desnudo y dejar sus marcas expuestas, no quería que sus compañeros hicieran
conjeturas ni se compadecieran de él, quizás en el futuro no le importaría, pero en ese
momento no se sentía preparado.

Y, sin embargo, Sirius lo estaba tocando con tanto cuidado, lo miraba no con pena sino con
añoranza y deseo, y Remus se sintió amado, no solo por él sino por Mary, James, Peter, Lily,
Dorcas y Marlene, quienes lo observaban a la expectativa, emocionados.

-Está bien.-accedió finalmente con un suspiro de falsa resignación.-Vamos.

Mary y Sirius emitieron exclamaciones triunfales y Remus soltó una carcajada mientras
dejaba que lo llevaran mar adentro, donde fue recibido por todos sus amigos con vitoreos y
salpicaduras, provocando que riera aún más.

Quizás no era la mejor idea para los residuos del resfriado que había pescado en la semana,
pero decidió que no era demasiado riesgoso y que ese momento era único, nunca estarían
todos ahí de nuevo, no así de felices, no así de amados. Por un rato se olvidó de todo aquello
que lo ajeaba, todos los miedos que aún cargaba dentro de su pecho.

No fue el único, Peter, que usualmente era el más taciturno de todos, estaba saltando en el
mar y nadando como si fuera un niño de nuevo, Mary estaba haciendo competencias de
natación con él, James y Lily se estaban comportando como el par de idiotas enamorados que
eran y Remus sintió una punzada de envidia al tener a Sirius cerca y no poder tocarlo
siquiera, sin embargo fue sacado de su ensimismamiento cuando Marlene tomó a Dorcas de
la cintura y exclamó:

-¡Amo a esta mujer!-y la besó frente a todos sin ningún tipo de reparo, haciéndola trastabillar
para atrás y provocando que cayeran entre las olas.

El resto del grupo exclamó de regreso, se acercaron a felicitarlas, abrazarlas y evidentemente


molestarlas por sus pobres intentos de esconder su relación.

-Ya era hora.-declaró Remus cuando fue su turno de hablar, mirándolas con una sonrisa de
oreja a oreja.-Era agonizante verlas fingir.

Su comentario desató una ola de reclamos sobre por qué él había sido el primero en saber,
Mary se declaró oficialmente ofendida y Peter simplemente dijo:

-Por favor, todos lo notamos desde primero, ¿no?

Lo cual provocó una nueva discusión que terminó en una pelea de agua cuya vencedora fue
Lily.
El sol finalmente se escondió, y Remus se sentó en la orilla a verlo descender sobre el
horizonte con la ropa pegajosa y pegada a su cuerpo. Como siempre, en su cabeza comenzó a
escuchar una melodía, armonías, percusiones, piano, y, por primera vez en meses, reparó en
que la música ya no era melancólica y solitaria, los violines tristes se habían convertido en
trompetas animadas.

Pasara lo que pasara al día siguiente, sabía que era muy afortunado.

La fiesta en la fogata transcurrió como cualquier otra fiesta, alcohol, música estruendosa,
juegos de botella y besos furtivos. Sin embargo, los de los años inferiores parecían haber sido
instruidos para darles prioridad a los de tercero, el vaso de Remus estaba lleno en todo
momento y lo único que tenía que hacer para encontrar asiento era acercarse a una silla
ocupada, pues se la entregaban de inmediato. Se sentía un poco incómodo al respecto al
principio, hasta que Sirius, que lo notó de inmediato, le dijo que era una tradición de la
Academia y que a ellos les tocaría recibir el mismo trato cuando se graduaran del programa.

Remus terminó comiendo pizza fría, cerveza tibia y muchos vasos de un horrible licor sabor a
menta que lo dejó mareado después de un rato, así que no puso mucha resistencia cuando
Sirius le dijo que quería irse solo con él y dejar a sus amigos en la fiesta.

Se despidieron de James, que estaba perdiendo contra Lily en un intenso juego de beerpong,
y una vez que estuvieron suficientemente lejos de la fogata, Sirius le tomó la mano y lo besó
con mucha urgencia, lengua entre sus labios y manos bajo la playera.

-Llevaba horas queriendo hacer eso.-declaró Sirius, sin un solo indicio de recato en su voz.

Remus rió y le dio un beso mucho más breve y casto.

-Bueno, estoy usando mi playera elegante, así que es comprensible.

-Te ves bien con toda la ropa.-dijo el moreno, ligeramente irritado.-Es francamente fastidioso.

-No es mi culpa tener buena genética.

Sirius iba a replicar con un comentario sarcástico cuando una gota de lluvia chocó contra el
puente de su nariz. Ambos voltearon lentamente hacia arriba, encontrándose con negras
nubes de tormenta y simultáneamente dijeron:

-Mierda.

-Carajo.

Chapter End Notes

amixesss para lxs que aun leen esto jajajs ya estamos como a 2 o 3 capítulos del final
omg. originalmente este capítulo iba a ser más largo pero no pude escribirlo todo y no
quería dejarlos sin cap, espero que les guste de todas formas.
muchas gracias por leer, comentar y dejar kudos, lxs amo mucho y les mando las
mejores vibras
XLVII. estrellas
Chapter Summary

Sirius y Remus se sinceran en el bar al que fueron la primera noche de verano y llegan a
una decisión.

Chapter Notes

Warning: este capítulo es de lo más cursi que he escrito JAJAJ ojalá no les de cringe

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Esa vez cuando corrieron hasta el bar fue con los dedos entrelazados y una sensación de
urgencia casi abrumadora. Sirius iba adelante, tirando de Remus casi con desesperación,
aterrado por el prospecto de que la lluvia los atrapara en la playa.

El cielo crujía cada pocos segundos y las centellas iluminaban la ciudad. Debía ser
atemorizante, y de cierta forma lo era, pero Remus había aprendido a apreciar las tormentas y
encontrar la belleza en ellas después de tantos años. Además, confiaba en que nada le pasaría
de la mano de Sirius.

Llegaron al bar justo cuando la lluvia se desató sobre la playa, el cabello y la ropa un poco
húmeda, pero nada demasiado grave. Sirius lo jaló hacia él de inmediato y lo revisó con una
mirada exhaustiva, asegurándose de que estuviera bien como si el agua pudiera desintegrarlo.

-¿Te han dicho que eres adorable cuando estás preocupado?-dijo Remus con media sonrisa.

Sirius hizo una mueca ofendida que provocó una carcajada del castaño, y dio un paso hacia
atrás como respuesta.

-Me han llamado encantador, guapo, sensual, incluso hermoso, pero nunca adorable.-dijo con
el ceño fruncido.-Retráctate.

-Eso sería mentir.-dijo Remus con un chasquido de lengua.-Y según todos mis años tocando
el piano en una iglesia, eso es bastante mal visto por los seres divinos, Sirius, no querrás
condenarme.

Sirius no pudo contener la carcajada, su expresión airada se vio fracturada por una sonrisa y
puso los ojos en blanco.
-Eres un idiota, claro que voy a preocuparme por ti.-dijo. Miró a su alrededor con cautela y al
no notar a nadie conocido lo tomó del cuello de la playera y tiró de él para besarlo.-Aún
recuerdo lo confundido que estaba esa primera noche de la fogata de bienvenida cuando me
hiciste correr por la lluvia.

-Créeme, yo también estaba confundido.-respondió Remus, tomándolo de la cintura,


sintiéndose un poco extraño al hacerlo en un lugar tan público.-El misterioso Sirius Black
primero me trata como si tuviera peste y luego me lleva a beber a un bar escondido.

-Te veías espectacular esa noche.-dijo Sirius, repentinamente serio, pensativo, sus manos
rodeando los hombros de Remus.-Si hubiera estado un poco más ebrio te habría besado.

-Yo no podía quitarte los ojos de encima.-contestó Remus, ligeramente ruborizado.-Cuando te


vi sentado solo en la playa fue como si mi cuerpo se moviera antes que mi cerebro y de
pronto ya estaba parado al lado de ti.

-Y míranos ahora.-dijo Sirius, y un trueno retumbó en el bar, ahogando la música un


momento.

-Míranos ahora.-contestó Remus, sonriendo a medias, y lo besó con una mano en su cadera.

Remus no había reparado en ello hasta ese momento, pero usualmente Sirius era quien lo
besaba a él, quien acunaba su rostro o lo tomaba de la nuca hasta que sus bocas se
encontraban, y no era porque Remus no quisiera besarlo, quizás eran residuos de la timidez e
inseguridad que había sembrado desde su niñez, pero saber que tenía el permiso para hacerlo
resultaba casi irreal.

Eventualmente alguien del bar se acercó a ofrecerles una mesa y bebidas, y terminaron
ordenando cerveza en uno de los reservados, pues ya estaban algo borrachos.

-Creo que la primera vez que supe que estaba en problemas fue el día en que nos cruzamos en
el campus, Narcissa estaba dándome una de sus charlas y tú habías regresado del restaurante
con un helado medio derretido.-comenzó a contar Sirius con la mirada ligeramente vidriosa,
respondiendo a una pregunta de Remus.-Me habías parecido atractivo desde antes, claro, pero
el helado se te estaba escurriendo por los dedos y tú solo…

Sirius gesticuló con las manos algo inteligible, se había puesto ligeramente rojo y Remus rió
pero su corazón estaba latiéndole vehementemente.

-Eres un pervertido.-se burló el castaño.-Era solo un helado.

-¡Lo sé! Por eso digo que estaba en problemas.-contestó Sirius con una carcajada descarada.-
¿Cuándo lo supiste tú?

Remus tomó un trago de su cerveza y lo consideró un momento, como si no supiera


exactamente en qué momento había encajado todo en su cabeza a pesar de que tenía el
recuerdo bien grabado en su memoria.
-La primera vez que fuiste a Wol’s.-contestó con un suspiro.-Estabas buscando a James y
llevabas puesta la chaqueta negra y tenías el cabello recogido. Era lo más… “tú” que te había
visto, menos como el heredero de los Black y solo como Sirius.

Sirius lo miró conmovido, como si de todas las cosas que le había dicho aquello fuera lo más
importante, y lo besó, una sonrisa en sus labios.

-En retrospectiva, tú y yo eramos inevitables, Moony.

Quizás lo estaba diciendo para ser cursi, pero Remus lo creía firmemente, ¿en qué universo
iba a tener a Sirius enfrente y no enamorarse de él?

Remus lo besó, repentinamente triste, si realmente se amaban, si compartían todo lo que


compartían, si se entendían así de bien, si se hacían reír y encontraban refugio en el otro,
¿cómo se suponía que iban a separarse sin saber si volverían a encontrarse o cuándo o en qué
condiciones?

-No quiero que te vayas.-confesó contra sus labios, quizás estaba un poco más borracho de lo
que había creído, pero necesitaba el coraje en ese momento.-No te vayas, Sirius.

Sirius se separó un poco de su rostro y lo miró con lágrimas en los ojos, renuente a dejarlas
salir. Afuera la lluvia seguía azotando las calles, armando un espectáculo solo para ellos dos.

-No quiero irme.-confesó de vuelta, frustración en su voz.-Pero no sé qué hacer, no puedo ser
egoísta y poner en riesgo tu carrera y la de mis amigos solo porque tengo miedo de estar solo
otra vez.

“Otra vez”, las palabras perforaron algo dentro de Remus porque entendía perfectamente bien
ese miedo de estar acompañado y sentirse solo de todas formas, sin embargo, en el caso de
Sirius había sido mucho peor.

-Mi carrera no es más importante que tú.-contestó el castaño, y siguió hablando antes de que
Sirius lo interrumpiera.-Y no me refiero a nuestra relación, me refiero a ti, como persona.
Una beca o un empleo en la industria de la música no vale más que tu bienestar, Sirius, no
vale la pena que te alejes de todo lo que quieres ni que te pongas en peligro por eso. Tú
importas más.

Sirius comenzó a llorar, y Remus supo que era porque nadie se lo había dicho hasta ese
momento. Sus padres lo habían criado para poner el prestigio y la reputación sobre todas las
otras cosas, le habían hecho creer que su felicidad no era importante, que lo único que tenía
que ofrecer al mundo era su apellido, y Remus no iba a permitir que lo creyera ni un
momento más.

-No tenemos… Sé que nosotros habíamos quedado en que esto iba a ser temporal, casual,
Sirius, y lo respetaré si eso es lo que quieres, porque estoy enamorado de ti y te daría
cualquier cosa que desees.-siguió, la voz ligeramente estrangulada.-Quiero que te quedes,
pero no te pido que lo hagas por nosotros, te pido que lo hagas por ti.
Sirius lo abrazó, sollozando en silencio repentinamente contra su hombro, y Remus lo
estrechó con tanta fuerza que temió hacerle daño, necesitaba sostenerlo, tomar lo que pudiera
de su dolor y su miedo y destruitlo. La lluvia de la playa se volvió menos insistente.

-Me quedaré.-respondió entre respiraciones temblorosas.-No voy a alejarme de ustedes solo


para huir de ellos.

Remus suspiró con alivio, su mente comenzando a idear planes de inmediato.

-Bien, puedes quedarte con James, entonces, y creo que sé dónde…

-No he terminado, Lupin.-lo interrumpió Sirius, y Remus se calló de inmediato, alzando las
cejas.-Me quedaré también porque quiero estar contigo, nunca quise que lo nuestro fuera algo
casual, lo acepté porque pensé que solo iba a poder tenerte en esas condiciones. Quiero ser tu
novio, o que seas el mío, o lo que sea.

Los dos rieron, ruborizados y sosteniéndose el uno del otro como si fueran a derrumbarse en
cualquier momento.

-Yo tampoco quería que fuera algo temporal.-contestó Remus.-Lo dije porque pensé que era
lo que tú querías, aunque en retrospectiva creo que lo pensé porque no me parecía posible que
pudieras sentir por mí lo que yo llevaba semanas sintiendo por ti.

En los ojos de Sirius había compasión y un poco de tristeza. Acarició su mejilla con el pulgar
y paseó su mirada por el rostro de Remus.

-Te adoro. Te he adorado desde ese primer día en la playa, te adoraba incluso cuando te
resentía y cuando quería asesinarte por ser mejor que yo.-le dijo, y eso fue suficiente, no
necesitaba un extenso discurso cursi sobre sus sentimientos, porque lo había dicho con tanta
naturalidad y vehemencia que no dejaba espacio para duda.-Y quiero que seas mi novio,
¿quieres serlo, Moony?

-Sí, sí quiero.-respondió, una sonrisa involuntaria floreciendo en su rostro, correspondida por


Sirius de inmediato.-¿Tú quieres ser mi novio, Sirius?

-Como no había querido nada en la vida.-Remus río, ahí estaba ese toque de dramatismo de
los Black que Remus había aprendido a querer tanto.

Se besaron de nuevo, pero ese beso se sentía distinto al resto de la noche, quizás incluso al
resto de su relación. Fue lento y firme, el sello de una promesa. Era más… adulto en cierto
sentido, menos un beso de dos chicos enamorados pero asustados, y más un beso entre dos
personas que estaban dispuestas a trabajar en lo que había entre ellas para hacerlo crecer.

Afuera la lluvia había cesado poco a poco, hasta que solo se escuchaba como salpicaban las
gotas que escurrían desde las lámparas y las marquesinas de las tiendas. El bar comenzó a
vaciarse, aquellos que solo se habían refugiado de la lluvia o que tenían planes más
emocionantes para la noche se fueron, pero Remus y Sirius se quedaron en su reservado,
bebiendo cerveza, riendo y recordando hasta que entró la madrugada.
Ambos se habían puesto más borrachos cuando decidieron que era el momento perfecto para
que Sirius tocara el piano para Remus a modo de despedida de la escuela, así que, tomados de
las manos, emprendieron el regreso a la Academia después de que Sirius pagara la cuenta y
dejara una propina excesiva porque era lo último del dinero de sus padres que iba a utilizar.

Las calles estaban bastante vacías después de la lluvia, y la Academia no fue la excepción, el
guardia los dejó entrar después de una mirada reprobatoria y un chasquido de lengua, y
tuvieron el autocontrol suficiente para caminar separados hasta la sala de recreación, solo por
si acaso.

La Academia de noche era casi mágica, con sus jardines bien cuidados, los edificios limpios
y senderos iluminados por lámparas a nivel del suelo. Remus sintió emoción al reparar en
que, si todo iba bien mañana, ese sería su hogar por los próximos y años, y Sirius estaría
cerca, no tenía que renunciar a ninguno de los dos.

La puerta de la sala estaba abierta, nadie se molestaba en cerrarla porque era un espacio
comunitario y solo tenía un par de consolas como objetos de valor, así que pudieron entrar sin
problemas.

Sirius se sentó en el piano de inmediato, pues estaba ligeramente mareado, y Remus se acercó
a su lado, pasando un dedo sobre los nombres de alumnos pasados que habían dejado escritos
ahí.

-Para ser una escuela de tanta tradición, me sorprende que los dejaran hacerle esto a un
piano.-dijo él, ceja enarcada.-Pensé que lo encontrarían sacrilégico, o algo así.

-Oh, mi familia lo aborrece por completo.-dijo Sirius con una sonrisa traviesa.-Me
prohibieron dejar su preciado apellido entre todos los otros.

-Bueno, eso lo confirma. Tenemos que poner nuestros nombres.-dijo Remus.

-Sí, pero déjame tocar primero, o perderé la inspiración.

Remus rió y asintió con la cabeza, cruzando los brazos frente a su pecho para indicarle que
tenía el espacio libre.

Sirius comenzó a tocar la versión de piano de White flowers take their bath, una canción
originalmente para cuerdas que era del siglo XXI, por lo que probablemente no la había
aprendido como parte de su formación con su madre, sino que se la había aprendido por
simple gusto. Era hermosa y catastrófica, Remus cerró los ojos y se permitió que su mente
divagara con la música.

La canción era Sirius, con sus caídas crueles y estrofas frágiles, las notas tan tormentosas
como sus ojos, a veces suaves como el rubor en sus mejillas, delicada como podía ser un beso
suyo, explosiva como eran sus palabras cuando las usaba sin pensar. Era una melodía que
podía arruinarte o enamorarte, exactamente como había hecho con él.

Cuando terminó, Remus lo miró fascinado, tomó su mano derecha y le besó los nudillos y
luego la palma, quería ahogarse en él, saborearlo, deshacerlo, todo al mismo tiempo.
-Eres muy talentoso.-le dijo, porque se le ocurrió que nunca se lo había hecho antes.

-Tú eres el…

-No, Padfoot, lo digo en serio.-lo interrumpió, asegurándose de que le estuviera prestado


atención.-Sé… sé que crees que todo lo que eres se debe a cómo te criaron, pero nadie puede
tocar con esa magia si no tiene talento. Quizás en otra vida también habrías amado tocar,
habrías sido una estrella.

Sirius pestañeó un par de veces y tomó aire lentamente.

-No recuerdo haber amado la música alguna vez, siempre fue una tarea que cumplir con la
esperanza de que mi madre me… ni siquiera para que me quisiera, para que me respetara, por
lo menos.-contestó, mandíbula apretada.-Y sí, quizás habría sido fantástico, pero tengo la
cocina y eso sí que me ha hecho feliz, aunque debo admitir que verte tocar y disfrutar de la
música me sigue causando envidia.

Remus rió y comenzó a negar con la cabeza, pero Sirius le apretó los dedos para callarlo.

-Es verdad, a pesar de que te quiero te sigo envidiando porque eres todo lo que mis padres
siempre quisieron de mí, no sé, puede que esté en mi genética, esta necesidad de ser el mejor
siempre.-siguió, entre bromeando y en serio.-Pero no eres solo eso, creo que a veces no
comprendes lo extraordinario que eres. Tú no eres solo talentoso, tú… tú eres música,
Remus. Cuando te beso o te toco o te recuerdo es como tocarla a ella, está en tu alma y en tus
células. Así que tal vez sí que amo la música, porque te amo a ti.

Remus quería llorar, le parecía imposible que alguien en el mundo hubiera dicho algo tan
devastadoramente hermoso, y parecía aún más imposible que fuera sobre él, que alguien
pudiera quererlo tanto, conocerlo tan bien, verlo por quien era y no asustarse por ello sino
adorarlo con más fervor.

-Gracias.-dijo, con la voz ahogada, y Sirius lo besó con una sonrisa.-Dios… no puedo creer
que solo te conozco desde este verano, se siente como si te conociera de toda la vida.

-Mi vida habría sido mucho mejor de haberte conocido antes.-contestó el otro, peinándole un
mechón de cabello hacia atrás.-Probablemente me habría dado cuenta de que me gustan los
hombres desde mucho antes.

Remus soltó una carcajada. Sirius siempre sabía como hacerlo reír, la idea provocó que
sintiera burbujas en su estómago.

-Eso es lo que deberíamos escribir en el piano.-contestó el castaño moviendo las cejas


sugestivamente.-“Sirius ‘homosexual’ Black estuvo aquí”.

Y entonces Sirius fue el que echó a reír, dando palmaditas a su muslo, intentando recuperar el
aliento.

-Oh, a mi madre le daría un ataque cardiaco.-dijo una vez que pudo hablar, enjugándose las
mejillas con el pulgar.-Mandaría a destruir el piano para después incinerarlo y esparcirlo por
los siete mares.

-Bueno, eso arruinaría la tradición.

Sirius asintió, y después de un momento de consideración dijo:

-Ya sé qué vamos a escribir.

Buscaron por la sala hasta encontrar un marcador abandonado entre los cojines del sillón, y
se metieron debajo del piano para encontrar un espacio libre, sus hombros estaban
presionados el uno contra el otro y el lugar se sentía extrañamente íntimo para ser el suelo
sucio de la sala de recreación.

-¿Listo?-preguntó Sirius, destapando el marcador.

-No sé qué vas a poner, podrías estar a punto de difamarme frente a mis ojos.

-Te aseguro que no es algo así.-respondió el moreno, y le besó la punta de la nariz a modo de
promesa. Remus se ruborizó y enmudeció de inmediato. Sirius podía poner lo que quisiera,
en lo que a él concernía.

Comenzó a escribir de inmediato, los ojos ligeramente entornados y el labio inferior entre sus
dientes, completamente concentrado. Su letra era hermosa, casi caligráfica, y Remus se lo
imaginó de pequeño tomando clases para tener la letra más pulcra y elegante del país.

“En esta Academia, las eStrellas se enamoraron de la Luna”

Remus lo leyó y su estómago comenzó a burbujear porque era extremadamente cursi y


ridículo y si se hubiera tratado de cualquier otra persona le habría parecido exagerado, pero
ellos lo ameritaban. Sirius volteó a verlo, sonrojado y a la expectativa, y arqueó las cejas
antes de entrelazar sus dedos.

-¿Además de chef eres poeta?-preguntó, muy serio.-Sabía que por algo me habías gustado.

Sirius rió y Remus lo besó, lento, suave, agradecido.

-No soy un poeta, pero…-comenzó a decir, acariciando sus nudillos.

De pronto, la puerta de la sala se azotó y los dos se incorporaron de golpe, chocando sus
cabezas contra el piano y exclamando de dolor, entre sorprendidos y asustados.

Un par de piernas delgadas se acercaron a ellos dando pisotones.

-¡Sirius Orion Black!-Narcissa estaba asomada debajo del piano en menos de un segundo,
con el ceño fruncido y el rostro rojo de furia.-¿Qué carajos crees que estás haciendo?

Ambos hicieron ademán de separarse pero era muy tarde, había visto sus manos, sus piernas
enredadas, el color pálido de su piel.

Su expresión se transformó de la furia al asco y dio un paso hacia atrás.


-¿No podías hacer una sola cosa bien?-espetó, caminando frente al piano mientras ellos dos
salían de debajo de él.-Tener a esos… indeseables de amigos es una cosa, pero esto, Sirius…

-Me importa muy poco lo que tú o la familia piense de mí.-siseó Sirius, poniéndose delante
de Remus instintivamente.

Narcissa soltó una carcajada fría y cruel.

-Me parece que olvidas quienes somos.-dijo ella, clavándole una mirada llena de
resentimiento.-Podrás ser el heredero, pero nada va a proteger al cazafortunas necesitado de
tu novio.

-¡No vuelvas a llamarlo así!-exclamó Sirius, casi temblando de enojo.

Remus, a pesar de su historial con Sirius de ese verano, odiaba la confrontación, odiaba
pelear, así fuera verbalmente, así que se había obligado a si mismo a permanecer tranquilo en
situaciones de tensión, y esa no era la excepción. Sabía que Sirius podía ser impulsivo y uno
de los dos debía evitar que se le saliera de las manos.

-Yo voy a llamarle…

-No hay necesidad de amenazarnos.-interrumpió Remus, asegurándose de usar su mejor tono


frío y desinteresado, como si Narcissa no pudiera afectarlo en lo absoluto, como si no
estuviera muerto de miedo.-Si quieres algo a cambio de tu silencio, puedes decirlo, de lo
contrario puedes irte, no nos interesa escuchar tus insultos.

Tanto ella como Sirius se callaron de inmediato, observándolo boquiabiertos, la primera


ofendida y el segundo incrédulo, pues ni el mismo Remus sabía de dónde había salido el
semblante con el que había dicho todo eso.

Narcissa tomó aire y apretó las manos en puños, intentando volver a tener el control de si
misma y de la situación, como le habían enseñado que debía hacer desde pequeña, siempre en
control, siempre perfecta. Era evidente que estaba frustrada, quizás incluso un poco asustada,
y aunque Remus la detestaba, no pudo evitar sentir pena por ella.

-Mi único trabajo este verano era asegurarme de que te comportaras como un Black y que
ganaras ese lugar en la Academia con la presentación final.-dijo entre dientes.-Mi único
trabajo, ¿entiendes?

Sirius simplemente la miró con los ojos entornados, resentimiento y odio en ellos.

-Si fracasas me hundirás contigo, así que no puedo permitirlo. He trabajado años para llegar
aquí, ¿entiendes?, si no cumplo con mi parte tu madre se asegurará de que ninguna orquesta
me contrate jamás.-siguió Narcissa, firme y concisa.-Así que no diré nada sobre esto si haces
lo que tienes que hacer. Es así de simple.

Y claro que no lo era, era infinitamente más complicado, Sirius estaba a punto de dejar a su
familia, Remus necesitaba esa beca con desesperación. Hacer lo que les pedía era
completamente absurdo, ambos lo sabían, y Sirius iba a decirlo, pero Remus se le adelantó:
-Trato hecho.

Chapter End Notes

ALVVVVV QUE FUERTE TODOOOOO, creo que el siguiente capítulo va a ser el


último alaverga, probablemente sea muy largo si es que no lo divido en dos
En fin, espero les hayan gustado las cursilerías, ¿qué creen que vaya a pasar con lo que
les dijo narcissa?
Gracias por leer y comentar como siempre les tqm
XLVIII. familias
Chapter Summary

Remus y Sirius hacen planes después de ser descubiertos por Narcissa y tocan en la
presentación de fin de año

Chapter Notes

Aclaraciones importantes al final

See the end of the chapter for more notes

Remus había visto a Sirius enfadado muchas veces, lo había visto apretar los dientes, los
puños, los labios; lo había visto alzar la voz, decir cosas crueles y asesinar con la mirada,
pero nunca lo había visto como en ese momento, mientras Narcissa salía de la sala de
recreación y los dejaba hundidos en desesperación.

Caminaba por la habitación y parecía querer romper todo, gritar y maldecir, destrozarse a si
mismo solo para no llevar su apellido. Remus no tenía idea de qué hacer, así que intentó
explicarle.

-El resultado va a ser el mismo para mí de cualquier forma.-le dijo en su mejor voz calmada.-
Si no ganas la beca, de todas formas tus padres no me dejarían obtenerla cuando se enteren de
lo nuestro, y así estaremos más seguros, los dos.

-¡No voy a permitir que te quiten nada, Remus!-exclamó Sirius, su rostro rojo, sus manos
temblando.-Encontraremos una forma, estoy seguro.

-¿Cuál, Sirius?-preguntó el castaño, cansado de tantos días lidiando con el mismo miedo, el
mismo desgaste.-Tenemos menos de veinticuatro horas antes de que sea la presentación, no
tenemos opción.

-¡Te dije que no iba a dejar que nada arruinara tu futuro!

-Y yo te dije que una beca no es más importante que tú.-lo dijo entre dientes, comenzando a
perder la paciencia.

Sirius negó con la cabeza, lagrimas en los ojos.

-La beca es tu única opción, ambos lo sabemos.-contestó.-Incluso si la rechazara después de


la presentación no te la darían a ti, los resultados son irrevocables.
-Estoy consciente de ello.

-¿Y entonces qué piensas hacer?-dijo, peinándose hacia atrás casi con violencia.-¿Irte, así
como si nada?

-¡No quiero irme, Sirius, pero no me queda otra opción!

-Pues quédate, déjame… lidiaré con ellos.-dijo.-Negociaré con Narcissa, o con mi madre si es
necesario. La amenazaré con irme de la familia, con avergonzarla, con manchar su asqueroso
apellido, con lo que sea necesario, pero haré que te deje en paz.

-No vas a quedarte con ellos ni un día más, Sirius.-espetó Remus de inmediato.-No pienso
permitirlo.

-No puedes detenerme.

-Oh, ¿quieres ver cómo lo hago?

Se habían acercado hasta gritarse el uno al otro apenas a unos centímetros, respirando el
mismo aire cargado de electricidad y rabia. Siempre habían sido explosivos juntos, la mecha
y combustible del otro.

Sirius se quebró primero, su expresión se fracturó y detrás del enojo se asomó la tristeza.

-No quiero pelear.-dijo en un susurro.-Lo siento.

Remus tomó aire y permitió que sus defensas bajaran, pero eso provocó que lo inundara una
sensación de desesperanza abrumadora. Todo su trabajo, sus sueños, su vida, haciéndose
añicos en cuestión de una conversación, simplemente por tomarlo de la mano, por quererlo.

-Yo tampoco quiero pelear.-dijo.-Pero no hay nada más que hacer, Sirius, hemos pensado en
todas las posibilidades hasta el cansancio.

-No pueden ser todas.-dijo el moreno, recargando su frente contra el hombro de Remus, la
aflicción tiñendo su voz.

-Pero lo son.-replicó Remus con un suspiro, permitiéndose llorar también, llevar el duelo de
una vida que nunca iba a tener.-No es… no es el fin del mundo, existen otras escuelas,
aunque deba esperar un año, regresar con mis padres.

-Iré contigo.-dijo Sirius de inmediato, temblando contra su cuerpo.-Encontraré un trabajo y…


y estaremos juntos, ¿sí?

Remus sabía que eso no sucedería. Sirius necesitaba a sus amigos, estabilidad, un lugar
donde vivir, Remus no podía ofrecerle nada de eso, no contaba con el espacio ni el dinero
para que viviera con él, pero no tenía el semblante para negarse en ese momento, ya lo haría
luego, cuando fuera inevitable, Sirius no necesitaba que le rompieran el corazón dos veces en
la misma noche.

-Claro.-mintió, estrechándolo con fuerza.-Mis padres te adorarán.


Eso último no era mentira. Sus padres lo amarían en cuanto lo conocieran, con sus sonrisas
carismáticas y buenos modales.

Y así, destruidos, cansados y resignados, regresaron al edificio de dormitorios, donde Peter y


James habían decidido dejarles la habitación de Remus para ellos dos solos, como regalo de
despedida, quizás, o porque simplemente habían regresado juntos y borrachos después de la
fogata.

Durmieron aferrados el uno al otro, entre pesadillas y temores. No fue como debía haber sido
su última noche en la Academia.

Cuando Remus despertó, Sirius ya no estaba en la cama, sino que estaba hablando por
teléfono en el marco de la ventana, susurrando en un intento de no molestarlo. Tenía el ceño
muy fruncido, la mandíbula apretada y el cabello atado perezosamente. Parecía listo para una
pelea.

-…podríamos preguntar, de todas formas.-dijo, frotando su sien con los dedos.-Alguien debe
saber algo.

-¿Sirius?-dijo Remus desde la cama, levantando una ceja.

El moreno volteó a verlo, desconcertado por un momento.

-Tengo que irme, pero si encuentras algo, lo que sea, llámame.-dijo antes de colgar la llamada
y acercarse a sentarse junto a él. Llevaba una expresión cautelosa que le puso los nervios de
punta a Remus.

-¿Quién era?

-Andromeda.-contestó Sirius inmediatamente.-La llamé en cuanto desperté para contarle lo


de anoche, y ver si se le ocurría algo, lo que fuera, para detenerlo.

-¿Qué te dijo?-preguntó Remus con escepticismo, pues no quería dejar crecer su esperanza
para que terminara destruida de nuevo.

-Que quizás conoce a alguien que a su vez conoce a uno de los jurados impuestos por mis
padres, vamos a empezar por ahí.

-Pensé que habíamos quedado en…

-¿Darnos por vencidos?

-Resignarnos.

-Bueno, siempre tenemos esa opción.-dijo Sirius, intentando sonar gracioso pero fallando.-Es
solo… no quiero rendirme antes de saber que hice absolutamente todo lo posible, ¿entiendes?

Remus había aprendido desde muy joven que luchar contra lo inevitable era inútil, lo mejor
siempre era preservar tu energía, tu tiempo, y minimizar el sufrimiento. Pero Sirius había
vivido una vida tan extraordinaria en todos sus sentidos que no creía que existiera algo
imposible, y Remus no iba a ser quien le arrebatara esa parte de si mismo, una parte que
adoraba y que había llegado a envidiar.

-Entiendo.-dijo, tomando aire.-¿Qué hacemos?

Lo primero fue hablar con James, Peter y las chicas sobre lo que había pasado, y después del
horror inicial y los insultos a Narcissa y toda la familia Black, se dividieron las tareas para
tener varias opciones.

Remus y Peter fueron a la biblioteca con instrucciones de Andromeda de buscar entre los
anuarios y los libros de historia alguna relación entre los jueces y alguien de la Academia que
estuviera a su favor.

Mary y Marlene volvieron a los dormitorios de las chicas para intentar colarse en la
habitación de Narcissa y encontrar algo que les sirviera para evitar que hablara.

Dorcas y Lily estudiaron las bases del concurso de la beca, intentando encontrar alguna
clausula o inciso que pudieran usar a su favor, algo como la prohibición del nepotismo, a
pesar de que la Academia estaba casi fundada en ella.

Incluso reclutaron la ayuda de Terry, a quien le fue designada la tarea de seguir a Narcissa y
reportar cualquier movimiento sospechoso.

James ayudó a Sirius a practicar la presentación de forma que tuviera errores fundamentales
que no parecieran deliberados para que el jurado no tuviera otra opción que rechazarlo.

Y así pasaron todo el día, corriendo de un lado a otro, intentando encontrar soluciones y
chocando con callejones sin salida, uno tras otro. A Remus le hizo sentir mejor que sus
amigos estuvieran dispuestos a pasar su último día en el programa de verano intentando
ayudarlo, a pesar de que estaba bastante convencido de que sería inútil.

Llegó la tarde y nadie había llegado a la respuesta correcta. Tenían varias opciones que
podían funcionar a medias, pero ninguna era realmente infalible: la última y más arriesgada
de todas era contarle a Dumbledore y esperar que su necesidad de controlar la escuela fuera
suficientemente importante para ayudarlos.

Buscaron hasta que no tuvieron otra opción que ir a cambiarse porque los invitados habían
comenzado a llegar y la hora de la presentación se acercaba.

Remus había terminado por rentar un traje, habría usado el mismo que le había heredado su
padre, pero la ocasión ameritaba algo especial, o que por lo menos no dejara sus tobillos al
descubierto, así que se duchó y se puso el traje negro obsidiana que habían requerido de
todos los alumnos para estar uniformados durante la presentación de la orquesta. Llevaba una
corbata negra también, el saco tenía el corte perfecto para su cuerpo, ceñido en la cintura y
los hombros, y el pantalón se acomodaba desde arriba de sus caderas. Se vio al espejo antes
de salir del dormitorio, acomodó sus rizos con sus dedos y admitió que se veía bien, que era
atractivo, que tenía el aspecto de un músico talentoso. Si ese iba a ser su último día en la
Academia, al menos partiría con elegancia.
Se encontró con sus amigos en el pasillo y los cuatro caminaron juntos hasta la entrada
trasera de la sala de conciertos. Sirius, a pesar de su semblante preocupado, se veía
espectacular con su traje hecho a la medida, su cabello suelto pero peinado hacia atrás y su
forma de caminar, siempre tan seguro, tan imponente. Remus deseaba besarlo y deshacerle
los botones de la camisa.

Cuando se encontraron con las chicas, que llevaban vestidos negros y el cabello atado,
comenzaron a susurrar en grupo sobre sus hallazgos, pero Remus los detuvo casi de
inmediato, decidiendo que ya habían gastado demasiado de su tiempo en su problema.
Merecían disfrutar esa última presentación sin distracciones.

-Ya no hay nada que podamos hacer ahora.-les dijo, encogiéndose de hombros.-Debemos
concentrarnos en hacerlo bien en el concierto, podemos… preocuparnos por el resto luego.

Sirius le lanzó una mirada obstinada, pero no se negó, simplemente apretó los labios y cruzó
los brazos, haciéndole saber que estaba insatisfecho. A Remus no le importó.

Aún faltaba una hora para el concierto, pero la mayoría del público ya había llegado a la
Academia y estaba esperando a que los dejaran entrar a la sala, así que el grupo se dirigió
hacia la explanada de la escuela para encontrarse con sus padres y saludarlos después de todo
un verano sin verlos.

Cuando caminaron hacia allá, Remus reparó en que el corazón estaba latiéndole con fuerza y
sus manos sudaban, no sabía por qué, pero estaba nervioso de ver a sus propios padres,
quizás era porque pensaba que habían ido hasta ahí en vano, a verlo fallar, aunque en el fondo
sabía que haber tomado el curso ya era un logro en si mismo. Quizás simplemente sabía que
había cambiado mucho durante ese verano y no sabía si sus padres amarían a esa versión
suya.

Antes de llegar a la explanada se aseguró de acercarse a Sirius y apretarle el hombro


brevemente como muestra de solidaridad, sabiendo que estaba aterrado y enojado por el
prospecto de ver a su familia. Él le dirigió media sonrisa de agradecimiento, tomó aire y
enderezó su columna, adoptando esa postura que había llevado durante el inicio del verano, el
digno heredero de los Black.

Remus vio primero a la familia de Sirius que a la suya, ¿cómo no hacerlo, si eran el centro
del universo, al menos en lo que a su opinión concernía?

Era un grupo grande, debían estar ahí también sus tíos y sus primos, pensó Remus. Todos
iban vestidos en tonos oscuros y telas caras, todos tenían esas miradas severas y frías
enmascaradas con sonrisas bien educadas, todos tenían los ojos grises de Sirius, su piel
blanca, sus hombros tensos. Era como ver un montón de copias suyas pero con menos vida y
más sobriedad.

Narcissa estaba al lado de un hombre rubio y de cabello largo que debía ser Lucius Malfoy,
Sirius le había contado de él, de su terrible carácter y palabras venenosas; con su aire de
superioridad y ropa fina incluso parecía un Black más. Narcissa estaba tomándolo del brazo,
pero su mirada se paseaba entre Sirius y él, calculadora, amenazante.
Regulus estaba entre ellos, al lado de Walburga Black, quien debía ser la persona más famosa
en ese lugar, y cuyos ojos también estaban adheridos a Sirius desde lo lejos. Regulus miraba a
su hermano, y parecía un poco aprehensivo, aunque era evidente que estaba intentando fingir
indiferencia a la situación.

-Aquí vamos…-dijo Sirius antes de comenzar a caminar hacia ellos con fuego en sus ojos.

-Por última vez.-le recordó James, mirando a la familia con evidente disgusto.

Y se fue, dejando a Remus con una terrible tensión en todo el cuerpo que solo empeoró
cuando notó a Regulus escudriñándolo con la mirada, sus labios ligeramente torcidos en un
gesto que era tan parecido a Sirius que le dio escalofríos.

Su ensimismamiento fue interrumpido por la voz de su padre llamándolo a lo lejos. Remus


volteó el rostro y lo encontró caminando de la mano de su madre, al lado de la profesora
McGonagall. Su pulso volvió a acelerarse, y de inmediato se dirigió a su encuentro,
olvidando a sus amigos por un momento.

El abrazo de sus padres se sintió como estar en casa de nuevo, pequeño, seguro y lejano; el
perfume de su madre lo reconfortó de inmediato, la sonrisa de su padre lo contagió hasta que
estaba sonriendo de oreja a oreja sin darse cuenta. Ambos eran más bajos que él, su madre
apenas alcanzando su hombro y su padre llegando a la altura de sus orejas. Siempre le habían
dicho que era un milagro que hubiera crecido tanto con una salud tan delicada.

Remus no abrazó a McGonagall, la directora era demasiado propia para ello. En su lugar
estrechó su mano y sintió el orgullo florecerle en el pecho cuando le sonrió con afecto.

-Profesora, no sabía que iba a venir. Me alegra mucho verla.

-Sus padres me convencieron de sorprenderlo.-dijo ella, poniendo su otra mano sobre la suya,
para sostenerla con cuidado.-No podía perderme la gran presentación de mi alumno estrella.

Remus tragó saliva y apretó los labios. Sin importar lo que fueran a hacer los Black, pensaba
dar el mejor concierto de su vida, por sus padres, su profesora y por él mismo.

-Te ves tan alto, ¿siempre has sido así de alto?-dijo su madre, tomándolo de las mejillas y
provocando que se sonrojara.-Has estado comiendo bien, por lo que veo, me parece
excelente, ya sabes lo que dicen…

-La comida es la primera medicina.-dijeron su padre y Remus al unísono, sonriendo los tres
después.

-Exacto.-dijo su madre, evidentemente satisfecha.

-¿Vas a presentarnos a tus amigos?-preguntó su padre, pues había notado al grupo de


adolescentes acompañados de sus padres mirándolos desde lo lejos.

Remus rió al verlos, todos sin una pizca de discreción, emocionados por conocerlos pero sin
atrevesrse a interrumpir el momento.
-Creo que si no lo hago explotarán de anticipación.

-Oh, eso no podemos permitirlo.-dijo McGonagall.-¿Quién tocaría en la orquesta, entonces?

Los cuatro se abrieron camino entre el gentío hasta sus amigos, ganándose algunas miradas
de curiosidad al pasar. Era obvio que el rumor del prodigio que podía quitarle la beca a uno
de los Black se había esparcido durante el verano.

Todos fueron perfectamente amables, bien educados desde la cuna, pero James y Lily los
embelesaron de inmediato, con sus personalidades afables y carismáticas. Sus padres
parecían incluso un poco abrumados, Remus nunca les había presentado amistades antes, así
que era toda una experiencia. Deseó, de pronto, que Sirius estuviera ahí, bromeando con ellos
y enamorándolos como había hecho con él.

Cuando conoció a la familia Potter entendió, por fin, por qué James era como era, en el mejor
de los sentidos. Sus padres eran completamente encantadores, amables, y, sobre todo, buenos
hasta la médula. Remus casi podía ver la gentileza atravesando sus venas, la bondad en sus
huesos y el amor en sus sonrisas. Fue especialmente entretenido verlos interactuar con Lily,
toda sonrojos y nervios, pues aunque se habían conocido en años anteriores, era la primera
vez que hablaban siendo la novia de su hijo, quien parecía estar en las nubes observando la
interacción. Monty le dijo a Remus con una sonrisa traviesa idéntica a la de James que tenía
derecho a compensación económica por haber aguantado a su hijo como compañero de
cuarto, y Effie lo abrazó como si lo conociera de toda la vida, y Remus devolvió el abrazo un
poco desconcertado, pero feliz.

Entre el bullicio Remus reparó de pronto en Dumbledore, quien estaba parado frente a las
puertas de la sala observando a todos los demás con una expresión aparentemente tranquila,
pero sus ojos se paseaban lentamente entre el gentío, primero observando a los Black y las
familias que lo rodeaban, después a Remus y a su grupo. Le puso los nervios de punta, pero
intentó ignorarlo, ese día no se trataba de él ni de sus planes.

Los padres de Lily se llevaron excepcionalmente bien con los de Remus, los únicos de ahí
que no pertenecían al medio, y McGonagall se enfrascó en una conversación placentera con
la madre de Peter casi de inmediato, pues ambas compartían una pasión por la jardinería.
Conoció a las familias del resto de sus amigos y se sorprendió al no sentirse demasiado
ansioso al encontrarse con tantas personas nuevas, pues todas parecían alegres de conocerlo.

Ojalá el resto de la tarde pudiera haber sido así, pensó Remus, pero luego comenzaron a
anunciar la primera llamada del concierto y la burbuja en la que estaba metido reventó de
golpe. Se despidió de sus padres con abrazos feroces, intentando absorber ese cariño que le
habían estado ofreciendo toda su vida y del que no se había sentido merecedor hasta ese
momento.

-Lo harás genial, cariño.-dijo su madre, besándole la mejilla y conteniendo lágrimas de


emoción.

-Naciste para esto, hijo.-dijo su padre, apretándole el hombro.


-Toque para usted, señor Lupin.-dijo McGonagall con una mirada firme.-No necesita probarle
nada a nadie más.

Y Remus asintió con la cabeza, tomó aire, y comenzó a caminar con el resto de sus amigos.

Sirius, como aquel día en el concierto de la orquesta de Liverpool, se les unió casi cuando
todo estaba a punto de comenzar. Tenía la mandíbula tan apretada que se distinguían los
huesos de su rostro, la espalda tan recta que el solo verlo resultaba incómodo. Remus quería
abrazarlo, besarle las mejillas y la frente hasta que la tensión lo abandonara para siempre,
pero se limitó a una mirada que esperaba fuera reconfortante.

Los de primer año tocaron la Suite No. 3 de Bach al nivel de una orquesta profesional, y
Remus sintió sus nervios aumentar con cada nota, como si le retumbara entre las venas. Los
de segundo tocaron la Danse Macabre de Camille Saint-Saëns, y la melodía tétrica resultó
extrañamente apropiada para la ocasión.

La canción estaba llegando a su fin cuando Remus miró a sus amigos y se encontró con
expresiones solemnes; era claro que cada uno de ellos estaba en su elemento, pues si estaban
nerviosos lo escondían perfectamente detrás de su semblante seguro. Incluso Sirius, quien
habría preferido encontrarse en cualquier otro lugar en ese momento, parecía pertenecer ahí
sin miramientos, entre trajes y vestidos elegantes.

A Remus le sudaban las manos y el cuello, estaba comenzando a pensar que cuando fuera su
turno de subir al escenario tendría la ropa pegada al cuerpo, pero de pronto comenzaron a
formarlos en filas separadas por tipo de instrumento, y todo se volvió muy real. Él iría al
último por ser el pianista, así que comenzó a caminar hasta la parte de atrás cuando alguien lo
tomó de la mano.

Era Sirius, quien estrechó sus dedos con fuerza pero no demasiada, la suficiente para traerlo
de vuelta a la tierra, para calmar su ansiedad. No le dijo nada porque no era necesario, y lo
soltó en un par de segundos para evitar miradas indeseadas, pero fue suficiente para Remus.

El silencio entre las filas era palpable, casi tanto como podía ser la música, y cuando se
escucharon los aplausos del público, anunciando el final de la presentación de los de
segundo, Remus dejó de sentir nauseas y deseos de huida y cerró los ojos. Había llegado el
momento, no existía espacio para dudas.

Comenzaron a avanzar sección por sección hasta que solo quedaron él y el director de
orquesta, quien le sonrió con la intención de darle ánimos antes de indicarle que era su turno.

Remus había estado dentro de la sala de conciertos de la Academia incontables veces durante
ese verano, pero nunca la había sentido así de viva, así de flameante, daba la impresión de
que se movía y respiraba, como un ser esperando por su amo, decidiendo si iba a morderlo o
besarle la mano.

Caminó entre sus compañeros, entre sus amigos, y se sentó en el banco del piano, al frente
del resto de la orquesta, cientos de ojos sobre él, susurros entre los asistentes. Ahí estaba, el
prodigio, el favorito de Dumbledore, el que se había saltado las reglas, el usurpador de
legados, el más talentoso de su generación. Podían ser palabras vacías o completamente
irrefutables, en ese momento ya no importaba.

Finalmente salió el director y la sala se llenó de aplausos. Todos los alumnos de tercero
tomaron sus instrumentos, prepararon sus partituras y esperaron.

Ese segundo antes de que la batuta se moviera siempre resultaba eterna, porque la delgada
herramienta era omnipotente en una sala de conciertos, podía detener al tiempo mismo e
hipnotizar a las masas. Remus dejó levitar sus dedos sobre las teclas del piano.

Y entonces el director dio inicio a la melodía y la sala se hizo diez, cien, mil veces más
grande con la explosión de las notas.

Los instrumentos se movieron al unísono para tocar el Concierto para Piano en La menor,
Op. 54:I de Schummann, el único concierto para piano que había escrito casi dos siglos atrás.
Era una melodía que comenzaba con el sonido impactante de las teclas y pronto se suavizaba
hasta casi diluirse en silencio para volver a escalar hasta la cima poco a poco. A Remus le
hacía pensar en la inmensidad del mar bajo el cielo a la media noche, en el sabor del té negro
y los árboles que se tornaban anaranjados afuera de su casa en épocas de otoño. Era música
melancólica que después se volvía optimista, y Remus tocó cada nota solo por tocarla,
olvidando que tenía a los ojos más importantes de la industria sobre él, pero sintiendo la
energía del público cambiar conforme la melodía avanzaba, al borde de sus asientos, quizás
incluso conmovidos.

De reojo vio a sus amigos concentrados en la partitura, moviendo sus dedos con destreza,
meciéndose ligeramente al compás. Sirius, con el chelo entre las piernas y el cabello hacia
atrás, mantenía una expresión impávida, arrasando con la música, floreciendo en su belleza.

Remus siguió tocando hasta que la batuta se lo indicó, sus brazos se sacudieron con las
últimas notas del piano, súbitas y poderosas, y unos segundos después la sala se hundió en un
silencio que resultó aplastante después de la agresividad de la música.

El director se dio la vuelta y el público aplaudió, como recordándoles que estaban ahí,
escuchando y engullendo el fruto de su trabajo. Sección por sección los alumnos de tercer
año se levantaron para ser aplaudidos, y Remus fue el último.

Sonrió porque sabía que debía hacerlo aunque los nervios habían regresado y estaba seguro
de que su rostro se había vuelto carmín. Le aplaudieron hasta que creyó quedarse sordo y casi
pudo oír los susurros de nuevo, el prodigio, el talento innato, el mejor, el peor.

Buscó a sus padres con la mirada y los encontró de pie, sonriendo, llorando y aplaudiendo al
mismo tiempo, incluso McGonagall parecía al borde de las lágrimas. Se dijo a si mismo que
sin importar la decisión de los jurados, comprados o no, no necesitaba nada más que a ellos.
Se obligó a no llorar y sonrió antes de hacer la pequeña reverencia que era esperada de él.

Al incorporarse se encontró con una expresión que resaltó entre el resto por su frialdad
disfrazada de indiferencia, el gris de la mirada de Sirius resultaba gélido en ese rostro, como
si pudiera absorberte entero y luego perderte en su oscuridad. Walburga Black, acompañada
del resto de su familia, aplaudían con gracia y porte, pero su odio era casi tangible, y a pesar
del temor de Remus, se obligó a no apartarse, a no encogerse bajo su presencia como querían
que hiciera, porque sabía que lo detestaban por haberlo hecho excepcionalmente bien, como
ninguno de ellos podía haberlo hecho.

Salieron del escenario y una vez lejos del público todos comenzaron a moverse hasta
encontrar a sus amigos y seguir caminando entre abrazos, felicitaciones y lágrimas. Tenía a
Mary de un lado y a James del otro y quiso gritar de felicidad, pero no lo hizo porque aún no
había terminado, aún faltaba el intermedio y las presentaciones individuales.

Sirius lo miró desde el otro lado del grupo y le sonrió con una felicidad tan genuina y
brillante que le detuvo la respiración un momento.

Los de tercero se esparcieron al exterior de la sala de conciertos y comenzaron a buscar


refugio del calor que resultaba sofocante en sus atuendos, cuando vieron algo que los hizo
detenerse en su lugar.

Regulus estaba esperándolos a unos metros de la puerta, con los labios apretados y el traje
impoluto.

No se movió, esperó hasta que estuvieran suficientemente cerca para escucharlo, y con un
movimiento ladeado de cabeza dijo:

-Sirius, Remus. Walburga quiere hablar con ustedes.

Chapter End Notes

Wuuuu publicando un día antes porque mañana tengo que trabajar e ir a exponer una
obra.

Amixesss al final decidí que iba a ser un capítulo más porque ya se estaba poniendo muy
largo jajsjs, esperen ahora sí el último capítulo en 2 semanas. Este ha sido uno de mis
capítulos favoritos, espero que también les guste!!!

Gracias por siempre dejar kudos y comentar, lxs tqm


XLIX. el silencio
Chapter Summary

Remus se enfrenta a los Black y toca su presentación final.

Chapter Notes

IMPORTANTE:
La pieza que toca Remus en este capítulo es On the nature of daylight de Max Richter en
su versión de piano, les recomiendo mucho que la escuchen mientras leen esa parte, les
dejo el link de youtube:
https://www.youtube.com/watch?v=uaxeSOEOTM4

Agradecimientos al final

See the end of the chapter for more notes

Regulus caminaba delante de ellos, y lo hacía tan gracilmente como Sirius, pero sin la
resistencia subyacente, como si simplemente hubiera nacido con la postura de un importante
diplomático.

Remus tenía miedo a bastantes cosas, pero casi todas eran intangibles: a ser olvidado, a que
su enfermedad le arrebatara la vida, al fracaso. No obstante, Walburga Black era
terriblemente tangible y le temía tanto que si hubiera habido cualquier posibilidad de ignorar
su llamado sin afectar a Sirius, lo habría hecho.

Sirius había protestado, claro, no quería que Remus se acercara ni un centímetro más de lo
necesario al monstruo que tenía por madre, pero entonces Regulus le había dirigido una de
esas miradas que engloban conversaciones enteras, de la clase que solo los hermanos pueden
tener, y Sirius había apretado la mandíbula y había tomado a Remus del brazo con un cuidado
que parecía impropio para el momento antes de disculparse y prometerle que no dejaría que
le hicieran nada con un susurro.

Habían tomado el camino largo a donde estaba el resto de los invitados, atravesando la sala
de conciertos que en ese momento estaba vacía por el intermedio en lugar de rodearla por
fuera, lo cual resultó medianamente confuso hasta que Regulus los guió dentro de una salón
de instrumentos que tenía el foco fundido y cerró la puerta detrás de ellos.

Por un momento estuvieron los tres en silencio en la oscuridad y Remus se preguntó si todo
había sido un plan de Regulus y el resto de los Black para amordazarlo y obligarlo a retirarse
de la contienda, pero luego alguien encendió la luz de su celular y Sirius dijo:

-¿Y bien? Habla.

Regulus hizo una mueca de disgusto y de nuevo Remus tuvo escalofríos al ver en él los
mismos gestos de su novio.

-Sé que sucedió algo y sé que tiene que ver con ustedes dos, pero Narcissa no quiere decirme
qué es.-comenzó el menor de los Black con los ojos entornados.-Madre está completamente
fuera de quicio desde que llegó, y ver su presentación de orquesta solo la alteró más, sin
embargo Narcissa está completamente calmada y asegura que todo irá bien.

Sirius y Remus compartieron una mirada de consternación, y el castaño pudo ver la pregunta
en los ojos grises que lo veían de vuelta, así que simplemente se encogió de hombros y le
hizo saber que era su decisión, después de todo era su hermano, y él sabía si era seguro
confiar en él.

Sirius giró hacia Regulus pero mantuvo sus ojos en Remus mientras hablaba.

-Narcissa sabe.-dijo, sin necesidad de añadir nada más porque Regulus también lo sabía, era
evidente que lo había sabido desde que los había visto en el viaje. Remus se ruborizó al
mismo tiempo en el que se le revolvían las entrañas.-Se lo dirá si las cosas no ocurren como
Walburga quiere que ocurran.

-Carajo, Sirius, te lo dije.-espetó Regulus, negando con la cabeza, eximiendo exasperación.-


Te dije que no lo hicieras, que iba a terminar mal.

Remus arqueó las cejas, no tenía idea de que hubieran tenido una conversación al respecto, ni
cuando, y por alguna razón saber que Regulus le había advertido en contra de actuar sobre
sus sentimientos por él era simultáneamente reconfortante y desesperanzador.

-Lo sé.-gruñó Sirius.-No tienes que recordármelo, Regulus, pero ¿qué querías que hiciera?

-Que te controlaras, no tienes diez años.-dijo el menor, furioso, dando un paso hacia su
hermano.-Era tan simple. Cualquiera menos él, Sirius.

-¿No te cansas de ser su perro faldero?-siseó el moreno, acercándose también a Regulus,


como si fuera a golpearlo. Remus pensó, apanicado, que quizás eso era lo que pasaría si no se
calmaban.-¿De hablar como ella, de actuar como ella?

-¿Tú no te cansas de decepcionarla?

-Paren, esto es inútil.-dijo Remus, dando un paso hacia el frente para quedar entre ambos.
Casi podía ver cómo irradiaba la ira de ambos, coloreando el cuarto oscuro de un violento
color rojo.-Regulus, sabemos que estamos jodidos, no hace falta el recordatorio. Y Sirius, los
insultos, el dolor, ya no valen la pena.

Ambos lo miraron con escepticismo, pero la expresión de Sirius se suavizó mientras la de


Regulus comenzó a reflejar un conflicto interno que parecía estarlo sacudiendo por dentro.
Era fácil olvidar lo jóvenes que eran todos ellos, sobre todo Regulus a sus quince años, que
no obstante ya tenía el semblante de un adulto temperamental después de tanto tiempo de ser
forzado a comportarse como uno.

-¿Vas a obedecer a Madre, o no?-preguntó él, pero su tono ya no era combativo sino
cauteloso.

-No es como que tenga otra opción.-dijo Sirius entre dientes.-Lo único que nos queda es
acudir a Dumbledore, pero dudo que quiera ayudarnos.

Regulus asintió y Remus pudo divisar la forma en la que su cerebro comenzaba a elucubrar
algo. Si iba a ser beneficioso o dañino para ellos, no tenía idea.

-¿Alguien más lo sabe?-dijo.-Además de sus amigos, evidentemente.

Remus se ruborizó ligeramente, pues aún le resultaba incómodo que sus sentimientos
estuvieran expuestos frente a tantas personas.

-Andromeda.-dijo Sirius, bajando la mirada.

Regulus apenas dejó que su rostro imperturbable flaqueara por la sorpresa un instante antes
de apretar los labios y asentir con la cabeza.

-Entonces, asumiendo que no se lo haya dicho a nadie más, su único problema es Narcissa,
¿correcto?

Los otros dos chicos murmuraron respuestas afirmativas, confundidos respecto a qué quería
lograr con su línea de cuestionamiento.

El menor de los Black volvió a apretar los labios y puso las manos entrelazadas sobre su
abdomen, mirándolos por un momento antes de hablar:

-Lupin, todos sabemos tus circunstancias, sabemos que sin esa beca no podrás estudiar aquí,
que es tu única oportunidad real de crearte un nombre de importancia en esta industria.-
Remus pensó que incluso su forma de hablar era escalofriantemente cautivadora y no tuvo
duda de que ese chico estaba destinado a grandes cosas.-Mis padres me matarían,
literalmente, si supieran lo que estoy a punto de hacer, pero en ese escenario demostraste que
ya eres mejor que nosotros, nada de lo que haga mi familia puede evitar eso, y respeto
demasiado a la música como para apartarte de ella.

Remus y Sirius compartieron una mirada desconcertada, y Regulus puso los ojos en blanco.

-Yo me encargaré de Narcissa, no va a ser más un obstáculo.-explicó, como si fuera lo más


obvio del mundo-Pero no es el único que hay, saben que Madre tiene gente en el jurado, en la
Academia. Si quieres ese lugar, Lupin, vas a tener que pelearlo con uñas y dientes.

El castaño asintió lentamente, incapaz de comprender por completo lo que estaba


escuchando.

-¿Qué vas a hacerle a Narcissa?-preguntó, repentinamente asustado por ella.


-Nada que les concierna, nada que vaya a repercutir en ustedes.-dijo Regulus con una ceja
enarcada, como si hubiera sido una pregunta poco inteligente.

-Hay algo que debes saber, Reg.-intervino Sirius en un tono muy serio, y Remus reparó en
que era la primera vez que lo escuchaba dirigirse a su hermano con ese apodo.-Cuando
Remus tenga ese lugar, no pienso volver a la Academia, ni a casa.

El dolor en el rostro de Regulus fue visible, pero momentáneo, esa máscara de indiferencia
que les habían inculcado a ambos hermanos se reconfiguró muy pronto.

-Bueno, era cuestión de tiempo para que huyeras.-dijo, encogiéndose de hombros.-Siempre


fuiste terrible en todo esto

-Ven conmigo.-pidió Sirius, tomando a Regulus del brazo.-Tengo un lugar donde podríamos
quedarnos, buscaré un trabajo…

-No, Sirius.-lo interrumpió el menor con el ceño fruncido, zafándose de su agarre.-No voy a
tirar mi futuro por la borda por uno de tus caprichos.

-¿Ese es el futuro que quieres de verdad?.-dijo el moreno, la suplica palpable en su voz.-No


los necesitas.

-Solo porque siempre fuiste demasiado terco para apreciar todo lo que nuestros padres nos
han dado, no quiere decir que yo también lo sea.-dijo Regulus, su tono endureciéndose de
nuevo.-Adelante, arruina tu vida, pero no pretendas hacer lo mismo con la mía.

-Reggie…

-Para si quieres que tu novio tenga una oportunidad de ganarse esa beca.-siseó él, una
finalidad en las palabras que nadie habría podido desafiar.

Sirius le rogó con la mirada, pero su hermano simplemente lo ignoró. Remus se preguntó
como alguien podía ver a Sirius así, con lágrimas en los ojos y el dolor visible en toda su piel,
y no ir en su auxilio de inmediato.

-Bueno, será mejor que vayamos con Madre.-dijo Regulus, apartando el rostro.-La paciencia
no es su fuerte.

Salió de la sala y los dejó solos un momento, quizás por amabilidad o quizás por indiferencia.
Remus tomó a Sirius de la mano y le acomodó el cabello detrás de la oreja.

-Lo siento.-dijo, apretando sus dedos.

-No.-respondió Sirius, tomando aire.-Yo lo siento.

Se soltaron de las manos y siguieron su camino detrás de Regulus en dirección al otro


extremo de la sala de conciertos.

Como era de esperarse, los Black no estaban en el mismo lugar que el resto del público
durante el intermedio, tenían un salón exclusivo donde estaban reunidos con los directivos y
algunos invitados particulares, sin duda donadores importantes a la Academia.

Las cabezas voltearon poco a poco en su dirección cuando entraron, sorprendidos y curiosos
de ver a Remus con los hermanos, pues, en lo que a ellos concernía, estaban viendo al futuro
de la música caminar hombro con hombro.

La familia Black estaba concentrada en la parte posterior de la sala, frente a unos ventanales
que daban al exterior, donde el resto del público estaba esperando mientras miraban el
atardecer en la playa.

Al acercarse y divisarlos Remus comenzó a sentir un miedo pegajoso, frío, que le recorría la
espalda y le humedecía las manos. Nunca había sabido sentirse odiado, y la repulsión que le
tenían era tan evidente que resultaba abrumadora.

Bellatrix estaba sentada con un hombre de barba y mirada cruel, Narcissa bebía junto a un
hombre rubio y alto, y los padres de Sirius estaban en un par de sillones de aspecto caro,
sentados en posturas que parecían sacadas de pinturas del medievo, pulcros, dignos,
refinados.

Orion compartía nombre con Sirius, y no había muchas más similitudes, era evidente que no
era un Black de nacimiento, no tenía los ojos grises, ni las facciones elegantes, pero parecía
compartir su severidad.

Walburga era exactamente como esperarías que fuera la mejor violinista del mundo, legado
de generaciones de músicos. Llevaba el cabello recogido en un moño perfecto, apenas unas
canas visibles entre los mechones, su vestido era negro, liso y delicado, su piel era blanca, sin
una marca a la vista. Lo peor, evidentemente, eran sus ojos, un gris hecho de acero para
armadura, frío como un cielo nublado, enojado, calculador.

-Señor Lupin.-dijo ella, y las voces a su alrededor callaron de inmediato. Remus sintió el
miedo bajarle por la garganta y asentarse entre sus costillas.-Gracias por venir.

Remus sabía que debía responder, pero era como si sus labios hubieran olvidado cómo
moverse, solo era capaz de escuchar su respiración. Los demás lo miraban, expectantes,
impacientes. Incluso podía sentir a Dumbledore viéndolo desde lo lejos, observando cada
gesto y movimiento.

Sirius carraspeó, y Remus volvió a su cuerpo.

-Es un honor.-dijo, esperando escucharse respetuoso.-Gracias por invitarme.

-Venga, por favor, siéntese.-dijo ella, y sonrió, una sonrisa falsa pero bien ensayada.-Sirius,
Regulus, acompáñenos.

Remus obedeció y al ocupar la silla frente a ellos se dio cuenta de lo que pretendía y casi
quiso reír por lo brillantemente calculado que estaba, era el lugar perfecto para ser
observados tanto por las personas del salón como las que estaban afuera, mandando un
mensaje muy claro; no le tenían miedo, era uno de los suyos.
Sirius se acercó a saludar a sus padres antes de sentarse, una inclinación de cabeza para su
padre, un beso en los nudillos para su madre, como si fuera la nobleza de siglos atrás. Su
propósito era ser humillante, y lo lograba a la perfección. Remus lo observó por el rabillo del
ojo y se sorprendió al encontrarlo perfectamente compuesto, sin atisbos de incomodidad;
supuso que años de vivir con ellos, en ese lugar, le habían enseñado cómo esconderse.

-Habíamos oído mucho de usted, pero no habíamos tenido el honor de conocerlo.-dijo Orion,
gesticulando con toda propiedad.-Pocas personas habían sacudido tanto el mundo de la
música, señor Lupin.

-Por favor, llámenme Remus.-dijo, porque sabía que lo correcto era que lo tutearan y él les
hablara con respeto.-Agradezco mucho su interés, y el de todos quienes han hablado de mí.
Estar en la Academia es como un sueño.

-Nos alegra que sea de tu agrado, nuestra familia lleva muchos años contribuyendo a esta
institución.-dijo Walburga, en un tono soberbio pero suficientemente discreto para que nadie
pudiera echárselo en cara.-Nos encantaría que Orion y Arcturus continuaran con la tradición.

Apenas y miró a sus hijos, pero el endurecimiento en sus ojos fue evidente.

-Eso imagino.-respondió Remus, porque no creía que hubiera una respuesta correcta a aquella
oración.

-Aunque a juzgar por la presentación de la orquesta, Sirius se enfrenta aun gran desafío.-dijo
Orion, la amenaza apenas audible debajo de sus palabras amables.-Los rumores sobre ti
parecen ser ciertos, eres muy talentoso.

De los labios de cualquier otra persona, Remus lo habría tomado como un cumplido, pero de
los de él eran como dagas encajándolo a una pared para no dejarlo escapar.

-Gracias, significa mucho viniendo de ustedes.-dijo con la mejor sonrisa sobria que pudo
conjurar.-Soy gran admirador de su trabajo.

-Eres un jovencito muy bien educado, es evidente que tus padres hicieron un gran trabajo
contigo.-dijo Walburga, y escucharla hablar de crianza le provocó nauseas a Remus.-Hope y
Lyall Lupin, ¿cierto?

Remus no pudo evitar mirar de reojo a Sirius, quien había fruncido el ceño de forma casi
imperceptible por un segundo antes de volver a su expresión neutral.

-Así es.

-Que alegría que pudieran venir a apoyarte a pesar de sus limitaciones.

-Y claro que también deberíamos agradecerle a Minerva McGonagall por tus talentos
musicales, si no me equivoco.-siguió ella, interrumpiendo a su esposo que había estado a
punto de hablar.-Después de todo, con una salud tan delicada como la tuya, debió ser toda
una hazaña ayudarte a convertirte en la estrella que eres ahora.
Remus volvió a sentir el miedo recorriendo sus venas, bajando su temperatura. La
implicación estaba ahí, tan clara como el agua: sabían todo sobre él, sobre su familia (pensó
en Sirius y rogó al universo que no lo supieran absolutamente todo) y podían hacer su vida
muy difícil si no obtenían el resultado que deseaban.

-Les estoy muy agradecido.-dijo, sin poder evitar que su voz saliera un poco estrangulada.

Walburga y Orion lo miraron con una hostilidad bien escondida, pero que estaba ahí si sabías
buscarla. Se le erizó la piel, pero se negó a apartar los ojos, no quería darles la satisfacción.

-Bueno, Remus, solo queríamos desearte suerte en tu presentación individual.-dijo Orion


cuando el silencio comenzó a volverse insoportablemente pesado.-Esperemos no haberte
interrumpido.

Él negó con la cabeza, sonriendo.

-Nos veremos pronto.-dijo Walburga, con una finalidad tan definitiva que Remus se levantó
de su asiento, se acercó a estrechar sus manos, frías, delgadas y blancas; y salió del salón con
su corazón latiendo por todo su cuerpo a pesar de que recordaba vagamente que Dumbledore
también quería pasearlo como su mascota entre los asistentes.

En cuanto estuvo lo suficientemente lejos, se detuvo contra una pared y comenzó a respirar
pausadamente, pues el miedo había vuelto irregular su pulso y había comenzado a sentir que
el mundo daba vueltas lentamente. La ira lo golpeó de forma inesperada, no sabía que pudiera
sentirse tan enojado, ni que pudiera odiar con tanta vehemencia a alguien a quien apenas
conocía, aunque quizás lo hacía mucho mejor que el resto del mundo, los conocía a través de
las dudas de Sirius, de su dolor, de la forma en la que se hundía bajo la presión por temor a
fracasar. Quería destrozarlos, parte por parte, y abandonarlos en lo más oscuro del mundo,
como habían hecho los dioses con los titanes tiránicos.

Pero no podía hacer nada de eso, así que se quedó ahí, con los brazos sobre su pecho,
esperando a Sirius.

Llegó unos minutos después, no estaba seguro de cuántos. Su piel se había puesto de un tono
pálido poco natural y tenía las manos apretadas en puños, pero luego subió la mirada y lo vio
ahí y casi corrió hasta su encuentro.

Remus lo estrechó con fuerza, sin importar que sus trajes se arrugaran o su cabello se
revolviera, necesitaba el contacto tanto como Sirius y el alivio al tenerlo entre sus brazos fue
instantáneo.

-Lo siento, lo siento.-susurraba él con la voz ahogada, pero no estaba llorando, no podía
permitírselo en ese momento.

-No lo sientas.-le pidió Remus.-No hiciste nada.

-No sabía que querrían verte, mucho menos amenazarte.-dijo, hablando demasiado rápido.-
Jamás habría dejado que fueras.
-Lo sé.-respondió el castaño, separándose un poco para poder sostener su nuca y verlo a los
ojos.-De verdad lo sé.

Sirius asintió y dejó salir una respiración temblorosa.

-No tendrás que verlos de nuevo.-le recordó Remus en un intento de reconfortarlo.

-Ni a Regulus.-dijo Sirius, como si apenas lo hubiera asimilado.

-Lo siento.

-No lo sientas, no hiciste nada.-le repitió él con una sonrisa amarga.

Remus se sentía completamente impotente, así que simplemente lo sostuvo, lo estrechó con
más fuerza y le dijo al oído que lo amaba.

-Antes de que me fuera, Regulus se acercó a hablar con Narcissa.-dijo Sirius después de un
par de minutos, hablando contra su hombro.

-¿Crees que pueda neutralizarla?

-Si alguien puede, es él.-contestó el moreno, encogiéndose de hombros.-Aunque no sé por


qué nos ayudaría.

“Porque él también te ama”, pensó Remus, sin embargo, no era su lugar decirlo.

-Supongo que tendremos que confiar en él.

Sirius asintió y soltó un suspiro de pesadumbre. Se arregló el saco en un movimiento ausente


y le apretó los dedos una última vez.

-Vamos, Moony, tienes una beca que ganar.

La visita con los Black había consumido todo el tiempo del intermedio, así que ambos
tuvieron que volver a paso rápido tras bambalinas para formarse para las presentaciones
individuales, que estaban reservadas para los alumnos de tercer año. Los dividieron por
instrumentos en lugar de orden alfabético para agilizar el tiempo entre cada uno, así que
Remus, de nuevo, tuvo que pararse al final de la fila, viendo como se hacía más corta
conforme pasaban los minutos, poniéndolo más y más nervioso.

Sus amigos le sonreían desde lejos cada vez que era su turno, y él les sonreía de regreso y
pensaba en lo afortunado que era de haberlos conocido.

La primera en pasar fue Mary, con una composición original que se escuchaba a libertad, al
viento revolviendo cabello y a besos después de tequila. Luego fue Peter, su melodía más
simple pero disfrutable, feliz en toda la extensión de la palabra. Las canciones de Marlene y
Dorcas eran claramente un dúo a pesar de no tocarlas al mismo tiempo, una dupla tan
conmovedora que Remus tuvo que ponerse la mano en el pecho y cerrar los ojos al
escucharla. La canción de James, una oda al amor, fue anunciada como “Lirios” y Remus
visualizó el rostro de su amiga a la perfección, sus mejillas húmedas y rojas. Cada una de sus
presentaciones había sido magistral, más que digna para la Academia y el futuro de la
música.

Cuando llegó el turno de Sirius, al castaño se le revolvió el estómago, estaba a punto de


poner su mundo de cabeza con un chelo y un arco, frente a todos aquellos que le temían,
respetaban y amaban. Los aplausos que recibió fueron explosivos, el público clamando por el
heredero de los Black, exigiendo perfección. Lo miró antes de salir, rostro pálido y ojos
grandes, y asintió.

Sirius era excelente en el chelo, eso no era debatible, quizás el mejor de su generación, así
fuera en contra de su voluntad; por lo que los asistentes no iban esperando ver su destreza
tocando, sino componiendo; y cuando comenzó a mover el arco para emitir notas de rock
convertidas a su versión en chelo, el silencio en la audiencia se hizo pesado, intimidante,
catastrófico. No era solo irreverente, era ofensivo, una bofetada contra la Academia, la
música y todo aquel que osara llamarse músico a si mismo. Lo dejaron terminar la pieza
probablemente por respeto a su apellido, pero lo hicieron dejar el escenario inmediatamente,
descalificado sin lugar a dudas.

Remus deseó estar con él, reconfortarlo con el resto de sus amigos, abrazarlo, felicitarlo,
dejarle besos por toda la cara, pero tuvo que soportar el silencio tenso que siguió a su partida,
enterrándose las uñas en las palmas de las manos.

Los minutos continuaron, la fila se esfumó poco a poco, hasta que solo quedó él tras
bambalinas, sus pulmones trabajando arduamente para proveerlo de oxígeno a pesar de que
se sentía al borde de hiperventilar.

Terminó la última presentación, y después de unos minutos para llevar el piano a su lugar,
llamaron su nombre.

Remus caminó y un millar de melodías azotaron su cabeza mientras se acercaba al


instrumento, deslumbrado por reflectores, asediado por miradas, cargando con lo que le
parecía ser el mundo entero sobre sus hombros. Ese era el motivo por el que lo habían
llevado a la Academia, su talento para componer, la magia en la que envolvía las notas.

Y luego se sentó y el mundo cayó en un silencio estremecedor.

Sabía que Dumbledore lo observaba, que esperaba mucho de él, que no aprobaba lo que
estaba a punto de hacer y que quizás le costaría su favor, pero eso era absolutamente
insignificante en ese momento.

Sus dedos flotaban sobre el piano, cosquilleaban con anticipación. Exhaló una vez y comenzó
a tocar.

El principio de la melodía era lento, casi temeroso, como había sido él al principio del
verano, tan aterrado de abrirse, de conocer y ser conocido. El tempo aumentaba poco a poco
y se volvía tentador, probando ese nuevo espacio, dejándose reconocer, creciendo hasta
convertirse en algo inevitable. En las teclas que Remus había memorizado cuando era un niño
y que ahora utilizaba sin pensar, reconocía a sus amigos: a Mary intentando convencerlo de
bailar con él en la fila del comedor solo para ver como se ruborizaba, a Dorcas asegurándole
que estaba a salvo con ellos y tomándolo de la mano cuando lo necesitaba, a Marlene
dirigiéndole miradas de complicidad cuando la atrapaba sonriéndole a Dorcas, a Peter
ayudándolo con la tarea y regalándole sus fichas de estudio, a Terry enseñándole cómo usar
el control de la consola y riéndose con él cada vez que su personaje moría, a Lily riñéndolo
antes de abrazarlo y recitándole recetas vegetarias, a James bromeando insistentemente hasta
provocarle una carcajada solo para verlo reír, a Sirius besándole la frente y caminando de su
mano en la madrugada.

Siempre había pensado que su conexión con la música lo apartaba del resto del mundo, que
nadie iba a entenderlo jamás, que lo volvía extraño, pero esa canción era la prueba de que la
necesitaba para acercarse a las personas correctas. La música era él, como le había dicho
Sirius, y sus amigos no lo amaban a pesar de ello, sino por ello también.

La melodía volvió a suavizarse, notas esporádicas y lentas, una ola que se estrellaba con la
arena y el atardecer bailando sobre el agua. Remus tenía lagrimas en los ojos. Presionó la
última tecla y cuando levantó el rostro los aplausos lo ensordecieron.

Se levantó con una sonrisa temblorosa y el público lo siguió, poniéndose de pie para él, el
sonido de sus aplausos rebotando gracias a la acústica de la sala, metiéndose en su cuerpo
hasta que se sintió eléctrico, catastrófico.

Sus padres lloraban desde sus asientos, e incluso McGonagall tenía las mejillas húmedas y
aplaudía con vehemencia.

No se molestó en mirar a los Black ni a Dumbledore, no merecían manchar su recuerdo de


ese momento.

Salió del escenario unos minutos después, cuando los aplausos se disiparon, y fue recibido
por un abrazo colectivo que casi lo llevó al suelo. Sus amigos (incluyendo a Lily que se había
metido a escondidas) gritaron, volvieron a aplaudirle, le sacudieron el cabello y le sonrieron
como si nunca hubieran visto algo igual. Sirius, en medio del revuelo, tomó su rostro entre
sus manos y plantó un beso en sus labios, breve pero intenso.

Por las bocinas se escuchó cómo indicaban que los jurados anunciarían su decisión en unos
minutos, y a Remus le saltó el corazón pero sus dedos aún cosquilleaban, el miedo ya no
tenía lugar en su cuerpo.

Bebió una copa de vino que alguien le acercó, y el sabor lo ayudó a distraerse junto con le
mano de Sirius, que rozaba la suya constantemente, sin embargo el tiempo se volvió eterno,
interminable, y los minutos se sintieron cada vez más extensos. Remus, en su intento de
pensar en cualquier otra cosa, de pronto dijo:

-¡Sirius!-el moreno volteó a verlo, alarmado.-Podrías trabajar en Wol’s. Petunia no está ya,
necesitan la ayuda, sería perfecto.

Sirius abrió los ojos y sus labios comenzaron a levantarse en el indicio de una sonrisa, pero
no tuvo oportunidad de responder.

-¿De qué hablas?


-Pensé que ibas a mudarte.

-¿Por qué trabajaría con Lily?

Sus amigos comenzaron a llenarlos de preguntas y a Remus se le ocurrió por primera vez que
no le habían dicho a nadie de su cambio de planes, ni siquiera a James. Habían estado tan
ocupados y consternados con el tema de Narcissa que ni siquiera se les había pasado por la
mente.

Sirius le contó a todos de su decisión de quedarse, y luego, con las mejillas rojas, su afinidad
por la cocina, y fue su turno de ser envuelto en abrazos, lágrimas y felicitaciones. La sonrisa
de James era tan grande que se le marcaban hoyuelos y le brillaban los ojos.

-Estás contratado en Wol’s, si eso quieres. Necesito dejar la cocina, no tendré tiempo con la
universidad.-dijo Lily, mirándolo con las cejas enarcadas. Sirius accedió de inmediato,
asintiendo con la cabeza efusivamente.

Remus le agradeció a Lily con un abrazo, y ella lo estrechó hasta que le dolieron las costillas.

De pronto los interrumpió el sonido de las bocinas anunciando que los jurados habían tomado
una decisión, y su corazón se detuvo.

Los llevaron a todos a la parte de atrás de las butacas, minutos agonizantes mientras
quedaban perfectamente en orden. Sirius se quedó a su lado, empujando a todo aquel que se
interpusiera en su camino, y Remus lo agradeció infinitamente porque no habría podido
mantenerse en pie de no ser por el contacto de su brazo presionado contra el suyo.

El público los miraba, analizándolos como si pudieran adivinar al ganador tan solo con
verlos. Remus escuchaba una melodía tétrica y aguda en su cabeza.

Finalmente el grupo de diez jueces salió al escenario. Todos egresados de la Academia de


gran renombre, algunos impuestos por los Black. Sus rostros no revelaban nada, era
enloquecedor.

La directora del programa dio el discurso inicial sobre lo conmovedora que había sido la
presentación, les aplaudió por su trabajo durante el verano y les habló sobre la importancia de
la educación musical. Cuando terminó, Dumbledore se acercó al micrófono con un sobre en
la mano y dio su propio discurso, pero Remus estaba demasiado ansioso para escuchar una
sola palabra, simplemente dejó que el calor de Sirius lo anclara al mundo, al momento.

-Aunque cada uno de estos jóvenes lo hizo espectacularmente, solo uno puede obtener el
premio al estudiante más prometedor que la Academia entrega cada año. Este joven es
elegido con base en su desempeño durante todo el programa, así como su presentación
colectiva e individual.-dijo con solemnidad.-Debe ser alguien que englobe todos los aspectos
de un músico profesional actual, alguien que tenga talento, pasión y dedicación; que respete
las tradiciones de esta noble disciplina, pero no tema aventurarse al mundo actual. Podemos
estar seguros de que el jurado eligió sabiamente.
Sus manos se movieron para abrir el sobre y Remus ensordeció por un momento. No había
música en su cabeza, no escuchaba el sonido de los cientos de cuerpos dentro de la sala, no
escuchaba su respiración, era completo silencio.

-El ganador de la beca de excelencia de este año es…

Dumbledore sacó la tarjeta del sobre. Remus quería doblarse hacia adelante y vomitar pero se
aferró a los dedos de Sirius.

-Remus John Lupin.

Sintió manos sobre él de inmediato. Abrazándolo, empujándolo, sacudiéndolo. El ruido de


los aplausos hacía eco en su mente, su mandíbula colgaba por su boca abierta.

Lo había hecho. A pesar de haber entrado tarde, de no saber nada de teoría, de tener miedo,
de que los Black hubieran trabajado deliberadamente para su fracaso, de que Dumbledore lo
utilizara; lo había hecho.

Estrechó la mano de Sirius mientras las lágrimas le bajaban por las mejillas, apretó el hombro
de James al pasar a su lado, vio a Lily llorar con él desde su lugar, le sonrió a Terry a lo lejos;
su corazón desbocado y su sonrisa tan grande que dolía.

En su cabeza escuchó trompetas y campanas de la más pura alegría. Su futuro, uno brillante y
excepcional, lo esperaba, solo tenía que llegar hasta el escenario y tomarlo.

Chapter End Notes

ESTOY LLORANDOOO, no puedo creer que al fin haya terminado esta historia
después de más de un año.
Tengo que agradecerles a ustedes que me han acompañado estos meses escribiendo, sin
sus lecturas, kudos y comentarios no habría llegado hasta aquí.

Espero que les haya gustado leerla tanto como a mí me gustó escribirla, armonías de sal
nació en un momento de mi vida donde lo necesitaba mucho y ustedes fueron parte de
ello.

Voy a estar editando el fic durante los próximos meses, yyyy es probable que escriba
capítulos extras desde las perspectivas de otros personajes, le estaré avisando en mi
twitter.

De nuevo, muchísimas gracias por todo, Remus lxs ama, Sirius lxs ama y yo los amo.
Epílogo: Desconexión
Chapter Summary

Sirius intenta adaptarse a su nueva vida y fracasa en el intento

Chapter Notes

ASIESSS después de meses y meses de no subir nada he vuelto con el epílogo de esta
historia.
La verdad lo terminé hace ya tiempo pero por la universidad no había podido editarlo,
en fin, les cuento más en las notas del final

Gracias por leer!

See the end of the chapter for more notes

Sirius no está acostumbrado a que las cosas le salgan mal. Al menos no las cosas del día a
día, no las pequeñeces que no le afectan en un sentido relevante. Es el tipo de persona que se
despierta con cabello perfecto, al que le entregan la orden de café sin errores en el primer
intento, el que siempre encuentra pan fresco en la panadería.

O no lo estaba, hasta que comenzó su nueva vida.

Sirius sabía que iba a ser difícil: independizarse, esconderse de sus padres, trabajar, adaptarse
a no tener todo al alcance de la mano como había tenido siempre, pero no esperaba que las
cosas aparentemente irrelevantes le afectaran tanto. Era vergonzoso, sabía que no debía
sentirse así, que comparado con todo lo demás que había vivido era hasta ridículo; no
obstante, Sirius extrañaba las cosas que el privilegio y el dinero de sus padres le habían
asegurado todos esos años, ¿quién diría que esperar en la parada del autobús en un día
caluroso podía ser tan irritantemente monótono? ¿o que sería tan difícil hacer un presupuesto
para las compras y tener que extraer cosas de su carrito porque no podía costearlas?

James había insistido hasta el cansancio que podía tomar sus cosas si quería, incluso le había
ofrecido una tarjeta de sus padres, pero Sirius era un hombre orgulloso, se lo habían
infundido desde niño. Si ya había aceptado quedarse en su casa sin pagarle renta, no podía
aceptar su dinero también.

Así que Sirius estaba esperando adaptarse pronto a su nueva vida, aguantando mientras tanto,
tan solo había pasado un mes, seguro que las cosas mejorarían.
Pero no ese día.

Su turno en el restaurante empezaba a las cuatro de la tarde, pero su alarma sonó a las siete,
pues le había prometido a James que lo acompañaría a la Academia como excusa para ver a
Remus, con quien solo había podido pasar unas horas en la última semana debido a sus
horarios opuestos de escuela y trabajo.

Así que se duchó, se puso la chaqueta negra que sabía que le gustaba a Moony (la cual,
afortunadamente, era mucho más apropiada para octubre que para el verano), y esperó
pacientemente a que James terminara de desayunar para caminar hasta la escuela, que
quedaba a tan solo diez minutos a pie.

El error de Sirius fue pensar que todo saldría bien durante ese corto trayecto. Porque claro
que habían cerrado la avenida que los llevaba a la Academia por reparaciones de drenaje, y
claro que habían tenido que tomar una ruta que los desvió tres cuadras, y claro que el camino
de diez minutos se había convertido en veinticinco.

Cuando por fin llegaron al campus, James se fue corriendo hasta su clase de historia y Sirius
se apresuró hasta el edificio de composición con la esperanza de que la profesora de Remus
fuera una mujer impuntual y la clase aún no hubiera comenzado.

Sirius rodeó el edificio intentando encontrar el salón por las ventanas exteriores (sí, se había
memorizado el horario de Remus hasta con las aulas, tenía mucho tiempo libre en sus manos
sin la escuela), pero cuando lo encontró, vio a la profesora hablando frente al pizarrón y a su
novio tomando notas con una expresión de suma concentración, el ceño ligeramente fruncido,
un poco inclinado hacia adelante y la mano bajo la barbilla; era estúpidamente atractivo.

Se quedó un momento ahí, observándolo, deseando poder entrar al salón, sentarse a su lado y
molestarlo durante toda la clase hasta hacerlo reír o enfadar, pero no podía hacer nada de eso,
así que se dio la vuelta y se dirigió a la salida antes de que alguien lo reconociera,
aguantándose un bufido de frustración.

Cuando se encontró de vuelta en la calle, tuvo que obligarse a pensar en otra cosa. No había
esperado extrañar la Academia, tampoco. Estaba feliz de no estudiar ahí, claro, estaba
persiguiendo su verdadera pasión y poder cocinar todos los días era fantástico, pero sería
mentira si dijera que no le irritaba saber que todos sus amigos estaban ahí mientras él ni
siquiera era bienvenido en la institución. Además, lo habían educado durante toda su vida
para terminar en ese lugar, e incluso después de todo lo que había pasado no había podido
sacudirse la sensación de que había fallado fundamentalmente en su propósito de vida al no
estar ahí.

Se repitió un par de veces que aquel era el propósito de su madre, no el suyo, y siguió su
camino.

Decidió que no tenía más sentido posponerlo y se dirigió al supermercado a hacer las
compras, teniendo que dejar el arroz salvaje y el queso azul que tanto le gustaban para
comprar una caja de focos que necesitaba para reemplazar los que estaban fundidos en su
habitación, y se dijo a si mismo que no era importante aunque su mueca de disgusto mientras
contaba los billetes en su bolsillo relataba otra historia.
Volvió al departamento, que definitivamente se sentía demasiado solo sin James, y se preparó
el desayuno antes de cambiar los focos y reparar en que había elegido unos de luz fría en
lugar de cálida, por lo que su dormitorio ahora parecía una estéril habitación de hospital.
Sirius apretó la mandíbula, y se obligó a reprimir la irritación. El color de sus focos era
irrelevante, en el plano general de las cosas.

Dio el mediodía, y, sabiendo que era el descanso de Remus, se tiró en el sofá de la sala y lo
llamó por teléfono:

-Padfoot.-Sirius frunció el ceño. Remus usualmente le contestaba las llamadas con un apodo
asquerosamente cursi para molestarlo, aunque en el fondo le generaba mariposas en el
estómago y lo ruborizaba; así de enamorado lo tenía.

-¿Moony?

-Remus está en la biblioteca.-dijo la voz de Peter en el teléfono.-Se fue corriendo al salir de


clase y nos dejó sus cosas.

-Oh, hola Pete-Sirius intentó ignorar la ola de decepción subiendo por su cuerpo.-Lo llamaba
para ver si quería almorzar antes de que entre a trabajar, cuando salga de su última clase.

-Puedo decirle que te llame cuando vuelva, pero creo que dijo que la profesora de
composición le pidió que se quede después de clases para ayudarle a una chica que acaba de
entrar.-Sirius notó la angustia en la voz de su amigo, pero estaba mucho más preocupado con
sus propias emociones en ese momento, así que tomó aire y sacudió la cabeza.

-Claro.-respondió entre dientes.-¿Cómo no me lo imaginé?

La línea se quedó en silencio un momento, Peter tampoco sabía que decir.

-Bueno, nos vemos, Wormtail.

Sirius se dejó caer en el asiento del sofá después de lanzar su celular a la alfombra y soltar un
bufido exasperado. Había problemas mucho más serios que no poder ver a su novio, eso lo
sabía, pero en ese momento solo quería que Remus lo estrechara entre sus brazos y le dijera
que todo estaría bien, que era cuestión de tiempo para acostumbrarse a su nueva vida, como
había hecho algunas veces ya, las veces en las que Sirius no había podido ocultárselo y se
había fracturado ante sus ojos. Sin importar cual abrumado estuviera, Remus siempre lograba
alejarlo de ese abismo y hacer como si todo fuera mucho más realizable de lo que se sentía.

Después de unos minutos más de autocompasión, se levantó del sofá y salió de la casa hacia
uno de los pocos lugares que lograban mejorar su ánimo.

El edifico quedaba un poco más lejos que la Academia, en un barrio del lado opuesto de la
escuela, uno menos opulento pero igual de pintoresco.

El departamento de los Tonks siempre había sido un poco desastroso, pero desde el embarazo
de Andromeda se había vuelto un completo caos. Sirius no quería imaginar cómo sería
cuando su sobrina finalmente naciera.
Al llegar fue recibido por un Ted salpicado de cera púrpura, quien lo abrazó en cuanto abrio
la puerta, esbozando una sonrisa estresada, pero genuinamente feliz de verlo. Andromeda
estaba encorvada frente a una olla con el ceño fruncido y su vientre más redondo, pues ya iba
a un poco más de la mitad del embarazo. Era un poco surreal ver como la niña que solía
atormentarlo de pequeño se había convertido en una mujer adulta, con familia y
responsabilidades.

-¡Nuestro salvador!-exclamó ella al verlo, convirtiendo su ceño fruncido en una sonrisa en


cuanto lo vio y se acercó a abrazarlo y besarle la mejilla.

-Si hubiera sabido que estaban en este estado habría venido antes.-dijo él con una carcajada
amable, mirando el departamento con las cejas alzadas.

-Oh, esto no es nada, debiste vernos el fin de semana, cumpliendo ese pedido de cien velas
con envío exprés.-respondió su prima, restándole importancia con una sacudida de mano.

-Deberían dejar de ofrecer envíos de tres días.-dijo Sirius, negando con la cabeza a modo de
desaprobación.

-Ya lo quité de la página.-replicó Ted.-Pero fue demasiado tarde, ya nos habían hecho este
pedido y cancelarlo nos habría hecho perder dinero.

-Bueno, para eso estoy aquí.-dijo Sirius, sonriendo y quitándose la chaqueta.-¿Qué tengo que
hacer?

Los tres pasaron las siguientes horas elaborando velas con olor a “Bosque invernal” mediante
un sistema de ensamblaje que les permitió terminar las primeras cincuenta antes de las tres de
la tarde. Sirius se había vuelto experto en ellas, ya que era la quinta vez que su prima lo
llamaba para que los ayudara a terminar uno de los pedidos urgentes que habían recibido en
su negocio de velas aromáticas, creado para aumentar sus ingresos después de reparar en que
sus empleos de salario mínimo no eran suficiente para criar a la hija que esperaban.

Sirius pensaba darles la mayor parte del dinero que iba a recibir cuando el testamento de su
tío finalmente fuera liberado, puesto que Remus jamás habría aceptado un centavo suyo, y él
no lo necesitaba todo para vivir, pero, evidentemente, sus padres estaban trabajando
arduamente para refutar el testamento, y el proceso se había alargado aún más de lo normal;
así que mientras tanto, iba a ayudarles de la única forma que le era posible.

Remus había ido con él un par de veces, cuando no estaba demasiado ocupado con la escuela,
e incluso James había ido a conocerlos, pero Sirius aún se sentía extraño compartiendo esa
parte de su vida con sus amigos, habiendo pasado tanto tiempo escondiéndola. No obstante,
ver a Andromeda llenar de sonrisas tímidas a Remus, y a Ted carcajeándose con James había
hecho esas semanas un poco más tolerables.

Sirius observó a su prima acariciar su abdomen en un gesto casi ausente, y algo en su pecho
se anudó al ver el amor que ya le tenía a una hija que ni siquiera había nacido. No recordaba
haber visto una muestra de cariño tan natural en ningún otro miembro de su familia.
Pensó en Regulus, y en como de niño se escabullía a su habitación cuando necesitaba
consuelo porque de sus padres solo obtenía gritos y golpes ocasionales. Pensó en cómo solía
abrazarlo hasta que dejaba de llorar y en cómo dejó de hacerlo con el tiempo, cuando Regulus
dejó de acudir a él y comenzó a resentirlo. Pensó en que su hermano probablemente no
conocería a la bebé de Andromeda, y no vería como una madre debía amar a su hija.

Sirius pensaba en él todos los días, por los motivos más aleatorios, cosas que no tenían
relación con él en primera instancia. Siempre estaba en su mente, un dolor constante, una
herida abierta, recordatorio de que no había escapado del todo y que no lo haría mientras
supiera que su hermano seguía ahí, con ellos.

Parpadeó para disipar las lágrimas y siguió cortando los pabilos de las velas. En un futuro, se
prometió a si mismo, volvería por él.

Cuando se acercó la hora de comenzar su turno en el restaurante, Sirius se limpió, abrazó a


Ted, besó a su prima en la mejilla y salió a buscar al autobús. Le había tomado tiempo
acostumbrarse al transporte público, Remus había tenido que acompañarlo las primeras veces
para asegurarse de que no se subiera a la ruta equivocada; lo había hecho sentir francamente
avergonzado de si mismo, ¿cómo pretendía ser un adulto funcional si ni siquiera sabía llegar
de un lado de la ciudad al otro?

Sirius sacó su celular para responder sus mensajes en el trayecto y se encontró con tres
llamadas perdidas de Remus, que seguramente no había escuchado por estar trabajando con
la música de Andromeda en el fondo. Lo llamó de inmediato, procurando no preocuparse,
pues usualmente su novio prefería los mensajes de texto.

-Hola, cielo.-el corazón de Sirius dio un salto al escuchar a Remus. El apodo había
comenzado como un chiste entre ellos hasta convertirse en algo cursi, y no le importaba en lo
más mínimo que James se burlara de él por ruborizarse cuando lo llamaba así.

-Lo siento, apenas vi tus llamadas.-respondió él, sonriendo al escuchar su voz.-¿Está todo
bien?

-Sí, Peter me dijo que habías hablado y que te contó sobre mi tutoría.-dijo su novio.-Lo
siento, me hubiera gustado almorzar contigo.

-Oh, no te preocupes.-dijo Sirius, fingiendo que no le entristecía.-Ya será otro día.

-Quizás pueda ir más tarde al restaurante a verte.-ofreció Moony.-¿Alrededor de las siete?

-Pensé que tenías cita con la doctora.-respondió Sirius, frunciendo el ceño.

-Mierda, es cierto.-contestó Remus, seguido de un bufido de frustración.-¿Después?

-Solo si te da tiempo, no quiero que te quedes despierto muy tarde.

-Mmm… Eso no pareció importarte el jueves pasado.-dijo Remus, su voz grave, mandando
escalofríos por la piel de Sirius como si lo tuviera al lado suyo.-Tuve que ir a clase de historia
despeinado y con ojeras.
-No me responsabilizo de tus acciones.-dijo Sirius con media sonrisa.-Fuiste tú quien decidió
que era buena idea quedarte a dormir en el departamento.

-Excusas.

Sirius rió, y luego escuchó a Remus reír, y el peso que había estado arrastrando todo el día se
hizo más soportable.

-Te extraño.-dijo después de un momento de silencio, recargándose contra la ventana del


autobús.

-Yo a ti, Padfoot.-respondió él, su tono melancólico.-La Academia no es lo mismo sin ti.

-Te hace falta un poco de competencia saludable.

-No, estoy disfrutando de ser el mejor por una vez.

-Siempre lo fuiste.-contestó Sirius, poniendo los ojos en blanco.-Ambos lo sabemos.

-Aún así, te extraño.

-Podemos vernos mañana, si quieres.-sugirió Sirius, esperanzado.-Ven con James después de


clases.

-Tengo turno en Wol’s.

-Le diré a Lily que me cambie el turno, entonces.

-Lily no trabaja mañana, voy a entrenar a la chica que va a reemplazarla, ¿recuerdas?

Sirius apretó la mandíbula.

-Cierto.

-¿El viernes?-propuso Remus, y Sirius luchó contra las ganas de llorar de nuevo, no lo había
visto desde el fin de semana anterior.

-Está bien.-dijo él, intentando no sonar demasiado decepcionado.

-Es una cita, entonces.-dijo Remus, en ese tono meloso que fingía ser cursi para molestarlo
pero en el fondo era completamente honesto.-Que te vaya bien en el trabajo, cielo.

-Que te vaya bien estudiando.-contestó Sirius, con su corazón saltando una vez más.-Te amo.

-Y yo a ti.

Sirius guardó el celular en su chaqueta y cruzó los brazos sobre su pecho. Serían un par de
días muy largos sin ver a Remus.

Se permitió unos minutos más de autocompasión, pero cuando llegó a su parada decidió que
debía intentar sacudirse la tristeza de encima; además, Lily sería la distracción perfecta.
Al principio, Sirius no había entendido la obsesión de James por la chica. Claro, era muy
bonita, e incluso podía decir que inteligente, pero había un centenar de chicas bonitas e
inteligentes en la Academia que estaban dispuestas a salir con James Potter, ¿por qué
mantenerse aferrado a ella por tres años?

Eso cambió en cuanto comenzó a trabajar en Wol’s.

Lily era completamente insufrible, siempre estricta, bastante juzgona, con un sentido del
humor opuesto al suyo; en cuestión de días había empezado a detestarla. Y luego pasó una
semana, dos, y Sirius se enamoró de ella (no en el sentido literal, claro, Remus lo tenía hecho
un idiota y jamás le habría hecho algo así a James); sin darse cuenta Lily lo había ido
ganando poco a poco, era una de las pocas personas junto a Moony que no lo dejaban salirse
con la suya, lo reconfortaba cuando era necesario pero le hacía saber cuando simplemente
estaba siendo un niño malcriado, lo hacía reír con sus chistes sarcásticos y lo había ayudado a
perfeccionar sus recetas vegetarianas; además, si había algo que los había unido
inevitablemente era la complicada relación que ambos tenían con sus hermanos.

Una noche después de un turno especialmente largo y cansado, Lily se había soltado a llorar
sobre la barra del bar y le había contado todo acerca de su hermana, desde su tormentosa
niñez juntas hasta la boda que había presenciado solo porque sus padres la habían obligado a
invitarla. La odiaba, y sin embargo también rebosaba amor por ella, exactamente como Sirius
hacía con Regulus, de quien le contó la noche siguiente. Le tomó la mano al escucharlo, y
Sirius se sintió tan reconfortado que también quiso echarse a llorar; tener a alguien que
entendiera a la perfección sus sentimientos hacia su hermano lo había salvado de la locura
durante esas semanas, James y Remus eran comprensivos, pero siendo hijos únicos no podían
asimilarlo del todo.

Así que, Sirius había tenido que aceptar que había llegado a adorar a Lily tanto como su
novio y su mejor amigo, aunque nunca lo admitiría frente a ella.

Y entonces llegar esa tarde al trabajo no fue tan terrible, pudo dejar de pensar en lo mucho
que extrañaba a Remus por unas horas, y cuando fue a hablar con ella en su descanso y le
contó de todas las nimiedades que lo habían irritado durante el día, Lily puso los ojos en
blanco y le dijo:

-Dios, ¿podrías ser más malcriado?-su tono juguetón, antes de abrazarlo por un segundo.

-Responsabilizo enteramente a mis padres de mi crianza.-respondió Sirius con un suspiro


dramático.

-Mmm… pensé que habías tenido a una niñera y una decena de tutores privados criándote.-
respondió ella, enarcando una ceja.

-Detalles.-dijo él, sacudiendo una mano. Lily soltó una carcajada.

-Bueno, me alegra que al menos ya sepas utilizar el autobús.-dijo ella.-Pero no deberías


estarte paseando por la Academia, Sirius.
-Lo sé.-respondió el moreno, frunciendo el labio.-Es solo que… quería verlo, y tal vez en el
fondo también quería sentirme parte de ese mundo por un rato. Lo odio, y nunca volvería,
pero… no sé.

-Te entiendo, me pasaba al principio.-dijo Lily.-Pero verás pronto a Remus, y te


acostumbrarás a este nuevo mundo, lo prometo.

Su descanso terminó y Sirius tuvo que volver al trabajo, lo cual lo distrajo unas horas más. Se
sentía extraño cocinar en Wol’s después de todas las veces que Remus lo había dejado entrar
a escondidas, era raro hacerlo junto al señor Evans en lugar de bajo la mirada cautelosa y
prolongada de su novio, pero lo disfrutaba mucho, y Lily incluso se había alegrado de
cambiar de puesto con su llegada, pues, en sus palabras, le parecía mucho más interesante
atender comensales que picar verduras.

El tiempo cocinando siempre se pasaba volando, estaba tan concentrado sacando plato tras
plato que no tenía tiempo ni para pensar, así que antes de darse cuenta ya estaba limpiando la
estufa y despidiéndose del señor Evans para partir de vuelta a casa. Podría haber tomado el
autobús, pero caminar en las noches de otoño de la playa era agradable, así que paseó sin
prisa, disfrutando de la brisa que le sacudía el cabello, que tenía más largo de lo que había
tenido nunca antes, colgando sobre sus hombros.

Cuando llegó al departamento le pareció extraño no escuchar la tuba de James, pues su amigo
practicaba cada que estaba aburrido, y eso ocurría bastante seguido, pero supuso que
simplemente estaba cansado o hablando por teléfono con Lily, sin embargo cuando abrió la
puerta y fue recibido por un intenso olor a chocolate y naranja se detuvo en el umbral,
frunciendo el ceño.

-¿Prongs?-dijo, echando llave.-¿Qué haces?

-Oh, mierda.-fue la respuesta que obtuvo.

El corazón de Sirius se aceleró como si acabara de inyectarse adrenalina y casi corrió a la


cocina, donde se encontró a un Remus con las mangas del suéter empujadas hasta los codos,
los labios fruncidos y manchas de harina y chocolate que iban desde su mejilla hasta su
cadera.

-¡Moony!-dijo, soltando su mochila para abalanzarse sobre él.

-¡Mi glaseado!-contestó el castaño, procurando no verterlo todo sobre el pastel que tenía bajo
sus manos.

Sirius rió y lo ayudó a dejarlo sobre la mesa antes de tomarlo del cuello del suéter y besarlo
con desquicio, provocando que trastabillara un momento.

-Moony.-dijo entre besos, sonriendo de oreja a oreja.

-Sirius.-le respondió su novio, sonriendo también.


Cuando el mencionado escuchó que la respiración de Remus se volvió un poco más trabajosa
se obligó a si mismo a apartarse para dejar que se recuperara, pero no lo soltó por completo,
dejando una mano en su nuca y la otra sobre su pecho, sintiendo los latidos rebotar contra sus
dedos.

-¿Qué haces aquí?-le preguntó con un empujón cariñoso.-Pensé que estabas ocupado.

-Lo estaba, pero salí antes de mi cita con la doctora y necesitaba verte.-contestó Remus, un
poco ruborizado.-Así que obligué a James a compartir mi dormitorio con Peter por esta
noche.

Sirius no pudo evitarlo, volvió a besarlo con aún más fervor, incapaz de contener su felicidad.

-¿Y esto?-preguntó, señalando el pastel en la mesa de la cocina.

-Bueno, pensé que por una vez podía ser yo el que cocinara, pero sabes que prefiero las cosas
dulces.-dijo, con media sonrisa.-Es pastel de chocolate, nuez y naranja, mi madre solía
hacerlo en mis cumpleaños hasta que decidió que necesitaba comer cosas más saludables.

-Huele delicioso.-dijo Sirius con completa honestidad.

-Arruiné el glaseado.-dijo Remus con la nariz arrugada y Sirius rió antes de poner los ojos en
blanco.

-No lo arruinaste, solo eres demasiado perfeccionista.

Remus chasqueó con la lengua y luego lo besó, más lento, más tranquilo, y Sirius sintió como
todo el estrés de los últimos días dejaba su cuerpo para hacer espacio para todas las otras
emociones que Remus provocaba en él. Se volvía chocolate cuando lo tocaba, derritiéndose
con el contacto, fundiéndose contra sus dedos, moldeándose a la forma que le diera.

Antes de darse cuenta, estaban presionados el uno contra el otro en cada centímetro que la
gravedad les permitía, profundizando el beso, con las manos bajo la ropa.

-Si quieres que pruebe el pastel mientras está tibio probablemente deberíamos parar.-dijo
Sirius entre jadeos y más besos.

-Sabe mejor frío, de todas formas.-mintió Remus, caminando hacia la habitación de Sirius sin
soltarlo ni por un momento.

Antes de llegar a la cama le había quitado la chaqueta y la playera y estaba trabajando en la


hebilla de su cinturón, una oscuridad en su mirada y un rubor en sus mejillas que hacía
flaquear sus rodillas.

Más tarde, mientras los dos comían pastel de chocolate en el balcón, usando solo ropa
interior, escuchando el mar y mirando a la ciudad brillar bajo la luna y las estrellas, Sirius
pensó que si de vez en cuando podía tener a Remus riendo a su lado, con marcas en el cuello
y la mejilla manchada de harina, podía soportar cualquier cosa que esa nueva vida le
deparara.
Chapter End Notes

AAAA espero que les haya gustado, fue corto pero bonito, creo

Justo coincidió que cuando lo estaba escribiendo acababa de mudarme por la uni y me
sentí muy identificada con sirius jajsjs

Extrañaba escribir esta historia, aún les debo los capítulos extra desde otras perspectivas,
yo quiero creer que podré hacerlo estas vacaciones de invierno:)

Igual he estado pensando en algunas ideas para otros fics wolfstar que probablemente
incluyan Jegulus y Dorlene, por si les interesa estaré contandoles en mi twitter:
grecusanne

En fiiin, gracias por leer y apoyar esta historia, lxs tqm!!<3


EXTRA II: billar
Chapter Summary

Capítulo XIII desde la perspectiva de Sirius:

Sirius va al bar donde estuvo con Remus la primera noche, se emborracha e intenta
lidiar con su atracción por Remus a través del odio

Chapter Notes
See the end of the chapter for notes

Sirius no quería volver a entrar a ese bar.

La primera vez había ocurrido en primer año, cuando James estaba intentando ganarse su
amistad aún y había convencido a los alumnos de tercero a llevarlos a beber porque creía que
eso lo volvería más interesante para Sirius. Había accedido porque no quería estar encerrado
solo en el dormitorio, con la voz de su madre repitiéndose en su cabeza, y había terminado
emborrachándose por primera vez, una resaca espantosa al día siguiente.

La última vez había sido con Lupin, aquella primera noche del verano, refugiándose de la
tormenta, bebiendo porque quería ahogar el deseo que había surgido en él al divisarlo del otro
lado de la fogata, y porque quería olvidarse de las presiones que suponía su último año en el
programa.

Odiaba a Remus, no obstante seguía atesorando la memoria de esa noche, pocas veces había
reído con esa libertad, se había sentido tan comprendido, tan envuelto en otra persona que
había podido olvidar por un rato ese peso que amenazaba con inmovilizarlo en la arena.

No quería manchar ese lugar, esa memoria. No quería ver a Remus ahí, riendo con los demás
e ignorándolo a él. Iba a doler.

Sin embargo tampoco podía dar una excusa creíble para faltar, James lo interrogaría hasta
hacerlo quebrar, así que se resignó, como tenía que hacer casi siempre con todo.

El pop noventero de las bocinas era suficientemente animado, y sus amigos pidieron una
ronda de cervezas en cuanto se sentaron, pero él ordenó un vaso de ginebra, pues su familia
siempre había considerado la cerveza como una bebida indigna, para personas de menor
clase, y al no haber sido introducido a ella antes nunca había podido acostumbrarse al sabor,
solo la tomaba cuando ya tenía algunas copas encima.

Le dio un par de tragos y comenzó a relajarse minutos después, mientras escuchaba a


Marlene contar una historia de la primera vez que su madre, directora de orquesta, la había
llevado a un ensayo para un festival de música y había terminado por convertir las partituras
de la sección de viento en una flota de barquitos de papel.

Se echó a reír, la cabeza hacia atrás, un brazo en el respaldo de James, y pudo respirar mejor.
Merecía divertirse un poco.

Un instante después, sus ojos, como llamados por una voz inaudible, llegaron a la puerta del
bar y se encontraron con Remus. Estaba usando una camisa verde de manga larga que era
demasiado abrigadora para el calor de la costa, sus vaqueros a la cadera, ligeramente cortos
como todos sus pantalones, y un cinturón que estaba a punto de romperse pero que seguía
utilizando por alguna razón.

Sirius tragó saliva y enderezó la espalda de inmediato, alejando la mirada porque temía
comenzar a recorrerlo entero, detenerse en sus dedos largos o la cicatriz que le adornaba la
garganta, justo debajo de la manzana de adán. Era insufriblemente guapo, atrayendo miradas
de otros en el bar sin darse cuenta siquiera o sin que le importara. Odioso, engreído.

Sirius sabía que era atractivo, lo había sabido desde su entrada a la adolescencia, con su
cabello oscuro y pómulos altos, facciones que compartía con la mayoría de su familia y que
desde siempre habían recibido elogios y miradas invasivas. Con el tiempo había aprendido
cómo usarlo a su favor, cómo coquetear con las recepcionistas del hotel para que lo dejaran
bajar hasta las cocinas, cómo hacer que sus compañeros de clase lo envidiaran o lo desearan,
cómo usar su cuerpo para proyectar confianza mientras tocaba, aunque no la sintiera. Se
había convertido en una de sus mejores armas.

Nunca le había funcionado con Remus, siempre llevaba esa expresión de inmutabilidad
arrogante que le hervía la sangre. Ni deseo ni envidia, nunca se dejaba afectar. Además, le
resultaba irritante que el castaño no supiera usar su belleza a su favor, le parecía un
desperdicio, un insulto, incluso.

Peter lo sacó de su ensimismamiento cuando les acercó las bebidas a Lily y Remus, esa
horrible mezcla de licor de fresa, soda y jarabe que le había dado dolor de cabeza cuando lo
habían obligado a beberlo a los dieciséis.

-Debes tomarlo todo en un solo trago.-le explicó Dorcas, señalando su vaso.-Es tu primera
vez aquí, es tradición.

Aquello provocó que Remus buscara su mirada, sus ojos amielados eran casi retadores, y
Sirius resistió el impulso a negar con la cabeza. No quería que les contara de esa noche, no
quería que sus amigos supieran lo que le había hecho después, pero sobre todo no quería que
ese recuerdo le perteneciera a nadie más que a ellos.

Tras un momento de silencio tenso, Remus apartó la mirada y dijo:

-Bien, pero alguien tendrá que asegurarse de que regrese a la Academia con todas las prendas
que estoy usando en este momento.

Se bebió el resto del vaso en un solo trago y Sirius ignoró que sentía los latidos de su corazón
en la garganta, un zumbido en sus oídos mientras sus amigos reían a carcajadas y él pensaba
en esa oración con demasiado detenimiento.

Remus comenzó a beber, un vaso tras otro, robándose incluso la cerveza de James cuando no
estaba mirando y riendo con Peter sin ningún tipo de discreción. Ese Remus era más como el
que había conocido la primera noche en ese mismo bar, desinhibido, parlanchín, un poco
descuidado, coqueteando descaradamente sin inmutarse en lo absoluto. A Sirius le irritaba
hasta hacer sus dientes rechinar y sin embargo no podía dejar de mirarlo.

Así que cuando Marlene lo arrastró hasta la mesa de billar no opuso ninguna objeción. No era
especialmente bueno en el juego, pero era suficientemente decente para no quedar último;
poco después había logrado distraer su mente del huracán emocional que lo azotaba.

Notó a un par de personas mirándolo desde la barra y se sacudió el cabello en un gesto


familiar, casi mecánico. Sabía que se veía bien, se sentía mucho más como él mismo que con
la ropa formal que solía llevar en la Academia, en especial por la chaqueta de cuero negra
que le había regalado su tío Alphard en su cumpleaños diecisiete y que atesoraba como
ninguna otra prenda, de hecho solía dejarla con James o Andromeda durante el año escolar
para no arriesgarse a que su madre la descubriera.

Bebió un par de vasos más y comenzó a sentir su sonrisa aflorar cada vez con mayor
facilidad, su voz más alta y sus movimientos más torpes. Podía sentir a Remus observándolo,
y no contuvo la urgencia de devolverle la mirada, las pecas saltando de su rostro con la luz
del bar.

Mary interrumpió sus pensamientos con una jugada especialmente desastrosa, todos en la
mesa rieron y la chica simplemente hizo una reverencia antes de dejar que Dorcas tomara su
lugar para sentarse junto a Remus.

Comenzaron a hablar, y poco después Lily llevó a Peter hasta la barra, dejando a Mary sola
con el castaño, quien había subido los pies sobre el asiento del frente en una postura
despreocupada y estúpidamente atractiva. Sirius quiso apartar la mirada, pero de pronto
Remus miró a Mary y miró después a Sirius y no pudo moverse de su lugar.

Estaban hablando de él, eso se volvió claro cuando Mary también lo observó por un
momento, y su mente comenzó a girar de inmediato, ¿de qué estaban hablando?, ¿por qué
estaban hablando de él cuando estaban solos?, ¿Mary también lo detestaba?, ¿qué
pensamientos tendría Remus sobre él cuando estaba medio borracho?

Y entonces Mary se inclinó hacia él y Sirius sintió algo muy desagradable dentro de su
pecho. Le puso una mano en el hombro. Una sensación fría y pegajosa se extendió hasta su
estómago. Remus la estaba mirando con los ojos bien abiertos.

Sirius lo entendía, Mary era preciosa, con su cabello oscuro y sonrisa perfecta, carismática,
inteligente, ¿a quién no le gustaría? Además, la había visto en acción muchas veces,
coqueteando con chicos por unos minutos y besándolos en rincones solitarios poco después,
pero ninguna se había sentido como esa ocasión.

Probablemente se debía a que no quería que su molesto rival saliera con su exnovia; que
Sirius se hubiera dado cuenta de que no le gustaban las chicas y que no sintiera más que
cariño amistoso por Mary era absolutamente irrelevante.

Sus amigos gritaron la victoria de Marlene y Sirius despegó la mirada de ellos para aplaudir,
mordiéndose el interior de la mejilla con tanta fuerza que temió comenzar a sangrar.

Regresaron a sentarse junto a ellos y cuando Mary retrocedió, también lo hizo esa horrible
sensación dentro suyo.

-¿Quién ganó?-preguntó Remus, ojos ligeramente vidriosos y sonrisa divertida, ligeramente


ladeada y devastadoramente encantadora.

Marlene hizo una reverencia mientras se señalaba a si misma y Dorcas y James le


aplaudieron con entusiasmo. Sirius sabía que debía participar, pero solo pudo quedarse
mirando a Remus con una mueca y la mano aferrándose a los cigarros dentro de su bolsillo.
El castaño le devolvió la mirada como si no fuera la gran cosa, y Sirius frunció el ceño,
irritado.

-Merecida victoria.-dijo Remus, volviendo los ojos hasta sus amigas, y de pronto Mary estaba
acercándose más a él para hacerle espacio a los demás y la sensación volvió con tanta fuerza
que le dieron ganas de vomitar.

-Me debes una tarea de composición.-dijo Mary, señalándolo con el dedo, y Remus subió las
manos para hacerla reír. Estúpido, horrible chico, pensó Sirius, intentando asesinarlo con la
mirada, quizás si lo deseaba con suficiente fuerza le explotaría la cabeza.

Todos se acomodaron en el reservado menos él, no podía simplemente sentarse ahí y fingir
que no estaba teniendo pensamientos homicidas, así que se lamió los labios y espetó:

-Ya vuelvo.

Sacó la cajetilla de su bolsillo y le dedicó otra mirada furiosa a Remus antes de salir del bar.

Se recargó en la pared exterior del establecimiento y encendió un cigarro, inhalando con los
ojos cerrados, sintiendo la nicotina viajar dentro de su organismo, relajándolo poco a poco. El
sabor familiar del tabaco resultaba reconfortante después de tanto tiempo de consumirlo, y el
ardor que bajaba por su traquea lo distraía del lío de emociones que anidaba en su pecho.

No soportaba a Remus, y sin embargo no podía dejar de pensar en él; usualmente podía
controlarlo, redirigir sus ponderaciones a cuestiones de mayor utilidad, pero su cerebro bajo
efectos del alcohol no tenía esa capacidad así que regresaba a su mente una y otra vez;
sonriendo, mirándolo con indiferencia, frotándose la nuca, lamiendo ese estúpido helado de
sus dedos, lento y despreocupado.

Sirius cerró los ojos e intentó alejarlo de su cabeza, pero solo logró anclarlo con mayor
firmeza, los recuerdos de esa primera noche se abalanzaron contra él hasta que no pudo hacer
más que rendirse a sus carcajadas involuntarias, el olor a coco, el sabor amargo del ron, sus
hombros rozando.
Sabía lo que significaba, lo había sentido antes, aunque nunca con tanta intensidad; y había
logrado reprimirlo, ignorarlo o deshacerse de ello, pero en el fondo también sabía que esa
ocasión era distinta, solo empeoraría con el tiempo, y estaba completamente desamparado.

Encendió otro cigarro cuando el primero se carbonizó entre sus dedos e inhaló.

Chapter End Notes

noma cómo disfruté escribir este capítulo JAJSJSJ estuvo bn padre escribir a un Sirius
enojado con Remus por ser guapo

Espero que les haya gustado, quiero escribir más capítulos extra en vacaciones, si tienen
algun capítulo o escena que les gustaría leer desde otra perspectiva porfi diganme en los
comentarios
EXTRA III: madrugada
Chapter Summary

Parte del capítulo IX y X desde la perspectiva de Sirius

Sirius presencia la primera crisis médica de Remus y se ve obligado a enfrentar verdades


dolorosas

Chapter Notes
See the end of the chapter for notes

Peter, para sorpresa de nadie, roncaba. Pero no de esos ronquidos suaves que te dejan saber
que alguien se quedó dormido, sino de los que te despiertan a mitad de la noche y te hacen
lanzarle los objetos más cercanos a tu mano hasta que para.

Claro que Sirius no podía hacer eso todas las noches, así que se había resignado a usar
tapones para los oídos y ocasionalmente una almohada sobre la cara para ahogar el ruido.

Así que cuando James entró a la habitación completamente frenético, levantando la ropa de
Sirius del suelo y azotando cajones, le tomó unos segundos entender lo que estaba diciendo.

-¡…se está ahogando y yo no puedo ver y esa cosa necesita calibrarse!-exclamó, mirando
debajo de la cama.

Sirius estaba de pie en un segundo, su cerebro aún medio dormido procesando la


información, ni siquiera tuvo tiempo de lamentarse estar solo en ropa interior y una playera
ligeramente roída que en algún momento le había pertenecido a Regulus, su prenda más
cómoda. Lo único que sabía era que Remus estaba en problemas, todos sus sentidos
repentinamente alertas, su corazón latiendo demasiado rápido, ¿que podría haber pasado que
ameritara que James irrumpiera en su cuarto con esa desesperación a esa hora de la
madrugada?

James encontró sus lentes en la silla del escritorio y al siguiente segundo ya estaba de vuelta
en su dormitorio, Sirius y Peter un par de pasos detrás.

En cuanto vio a Remus, el pánico lo asaltó, separando sus labios, drenando todo el color de
su rostro, de pronto le cosquilleaban las manos y tenía mucho frío.

Estaba acostado en la cama, ni boca arriba ni en su costado, un extraño intermedio resultado


de la contorsión de su cuerpo; cada una de sus extremidades estaba rígida, el cabello castaño
se le pegaba a la frente, tenía los ojos cerrados con fuerza y el ceño fruncido en un gesto de
tal dolor que Sirius se sintió capaz de hacer cualquier cosa, así fuera una locura, para hacerlo
parar.
Se olvidó de toda su rivalidad en ese momento, de lo mucho que lo había odiado en clase de
composición, de lo irritante que había sido ver cómo la profesora lo adulaba frente al resto
del alumnado. Cada pensamiento resentido lo abandonó en ese momento, solo quedó la
necesidad imperante de auxiliarlo.

El broncodilatador. Su cerebro lo recordó en ese momento, parte del discurso de James


cuando aún estaba medio dormido.

Había un par de aparatos médicos sobre el escritorio, uno de ellos parecía un inhalador y el
otro era una especie de caja blanca con botones que tenía una canula para la nariz. Sirius los
llevó a los pies de la cama mientras James intentaba preguntarle por la dosis correcta.

Remus jadeaba y un horrible silbido abandonaba sus labios cada vez que exhalaba, su pecho
subía y bajaba demasiado rápido, con demasiada fuerza, y de cerca Sirius reparó que bajo sus
párpados apretados, había lágrimas resbalando por sus mejillas.

-¿Cuál es la dosis? ¿Cómo funciona esa cosa?-le preguntaba James a Remus, pánico palpable
en su voz.

Sirius sabía usar el inhalador, Regulus era asmático, uno de los secretos bien guardados de su
familia, porque por algún motivo resultaba vergonzoso tener una enfermedad tan ordinaria si
eras un Black. Solo necesitaba la dosis correcta del medicamento para hacerlo funcionar.

Peter estaba parado a los pies de la cama, pálido y asustado, James seguía preguntándole,
pero Remus se retorcía en la cama, todo su esfuerzo concentrado en no dejar que su propio
cuerpo lo sofocara.

Sirius se acercó al castaño y apretó su hombro mientras le repetía las preguntas, pero no hizo
ningún efecto. Lo intentó un par de veces más, pero Remus no se inmutó, así que le sacudió
el hombro, primero con delicadeza y luego con más fuerza, casi violentamente. James estaba
a punto de apartarlo cuando Remus abrió los ojos, completamente nublados en lágrimas, y les
dijo la dosis entre jadeos.

Sirius la introdujo de inmediato, sus manos temblorosas se habían vuelto ágiles de un


segundo a otro, el único pensamiento en su cerebro dedicado a la tarea de no dejar que
Remus se asfixiara. Lo acercó al rostro de Remus y tomó su hombro para indicarle que debía
inhalar, pero el chico agarró el inhalador por si mismo y lo activó contra sus labios de
inmediato, respirando profunda, dolorosamente.

Sirius vio de cerca cómo se relajaba su rostro, cómo la tensión abandonaba sus costillas poco
a poco. Abrió los ojos y pestañeó un par de veces para librarlos de las lágrimas. Sirius sintió
cómo si él también pudiera respirar mejor de pronto, pero la consternación seguía ahí,
provocándole taquicardia.

-El concentrador de oxígeno.-pidió Remus, su voz rasposa y lastimada. Peter se acercó a


llevárselo de inmediato, el castaño incorporándose con dificultad.

Remus encendió el aparato, apretó algunos botones y finalmente se acomodó la cánula bajo la
nariz, respirando lentamente. Dejó caer su peso contra la pared y siguió respirando, una mano
sobre el concentrador y el otro sobre su pecho, como si estuviera sosteniéndose a si mismo.

Comenzó a llorar de nuevo, sin inmutarse, y el único sonido que se escuchó en la habitación
durante unos minutos fue el chasquido de la máquina trabajando para llevar oxígeno a sus
pulmones. Sirius nunca había estado tan agradecido con un objeto inanimado.

-Lo siento.-dijo de pronto, palabras estranguladas.-Lo siento.

Sirius quiso decirle que no tenía que disculparse, pero no se sintió capaz de hablar en ese
momento.

-¿Estás bien?-preguntó James, su voz fruncido y el miedo palpable en su voz.

-Estabas muriéndote.-dijo Peter, horrorizado. Sirius quiso golpearlo.-¿Qué fue eso?

-Aún puedo ir por un doctor, o la directora.-ofreció James, haciendo ademán de salir por la
puerta.

Remus negó con la cabeza, su aspecto aún más roto que antes; derrotado, afligido, vulnerable
como Sirius no sabía que podía ser, pues siempre andaba por ahí tan indiferente al resto del
mundo, tan talentoso, tan compuesto, que Sirius había olvidado que era capaz de sufrir.
Nunca más volvería a olvidarlo.

-Denle espacio.-siseó Sirius, sintiendo necesario protegerlo incluso de sus amigos.-¿No ven
que necesita recuperarse?

James y Peter se quedaron en su lugar, labios sellados el uno contra el otro.

Sirius sintió la mirada de Remus sobre él y tuvo que dirigir la suya lejos de él. No se sentía
merecedor de su atención en ese momento, quería ayudar, pero no estaba seguro de cómo
actuar, lo único que sabía es que pocas veces se había sentido tan aterrado, tan impotente.

El silencio inundó la habitación nuevamente, una tensión extraña posada entre los cuatro
chicos, hasta que Remus dijo:

-Gracias.-bajó el rostro hacia el concentrador.-Lo siento.

Nadie le respondió, pero James se sentó a los pies de la cama con cuidado. Sirius dejó sus
ojos adheridos a las cortinas, temiendo echarse a llorar de un momento a otro.

-Tengo mucho que explicar.-dijo Remus, un suspiro resignado le siguió. Siéntense.

Era evidente que no quería explicarles nada, pero Sirius no podía simplemente seguir con su
vida sin saber qué le había ocurrido y si había algo que pudieran hacer para ayudarlo, así que
se recargó en el escritorio para escuchar.

Remus comenzó a hablar, demasiado rápido, con demasiados tecnicismos, espetándoles las
oraciones, a veces entre dientes. Sirius apenas entendió la mitad de lo que decía: enfermedad
pulmonar crónica, múltiples y dolorosas cirugías, constante falta de oxigenación.
Estaba intentando abrumarlos con información médica, y estaba funcionando. No los miraba
a la cara, simplemente seguía hablando, como recitando de una página de Wikipedia. Sirius
estaba simultáneamente confundido, consternado y un poco irritado, sin saber muy bien el
motivo.

-Por eso no audicioné en primer o segundo grado.-dijo Remus, removiendo la cánula en un


gesto ansioso.-Me contagié de una infección que me mantuvo dos años dentro y fuera del
hospital, aunque hubiera podido audicionar no habría podido venir aquí a estudiar.

Sirius enarcó las cejas. Realmente no había dedicado mucho tiempo a considerar el motivo
por el que Remus no había entrado antes al programa, había asumido que como prodigio
simplemente se había sentido por encima de una enseñanza tradicional, hasta decidir que era
necesaria para el éxito en su carrera, o algo parecido.

-¿Pero estás mejor?-preguntó Peter, su voz demasiado aguda.

Un humor oscuro hizo brillar los ojos del castaño.

-Sé que no lo parece, pero sí.-respondió.-De vez en cuando tengo… Recaídas. Las puedo
manejar con mis medicamentos.

Sirius frunció el ceño, ¿le llamaba “manejar sus recaídas” a casi morir asfixiado a mitad de la
noche?

-¿Cómo funcionan?-preguntó James, mirando los aparatos con detenimiento.

-El inhalador libera mis bronquios y mis pulmones.-indicó Remus, pasando su dedo sobre él.-
El concentrador de oxígeno me ayuda a respirar, básicamente.

Lo estaba diciendo como si no fuera la gran cosa, como si no fuera una condición médica
delicada, como si fuera lo mismo que tomar algo para la migraña, y Sirius estaba
escandalizado, ¿cómo podía desestimar la situación de esa forma cuando unos minutos antes
los había tenido aterrados por su vida?

-Es evidente que no está tan controlado como dices.-dijo, incapaz de contenerse. Cruzó los
brazos sobre su pecho, se mordió el interior de la mejilla.-Casi te mueres, y ni siquiera nos
has dejado llamar a la doctora de la Academia.

-Si mis padres se enteran de lo que pasó me enviarían a casa y jamás me volverían a dejar
lejos de ellos.-espetó Remus, repentinamente mejor compuesto y evidentemente molesto.
Casi fue un alivio verlo así después atestiguar la fragilidad de su salud; y entonces siguió
hablando y Sirius se arrepintió de ese pensamiento:-Pero eso te sentaría bien, ¿verdad?
Menos competencia para ti y tu legado.

Sirius casi quiso echarse a reír, ¿quién carajos podía pensar en algo así en ese momento?

-Esto no es sobre mí, Lupin.-siseó de regreso.-Es sobre que estuviste a punto de asfixiarte
mientras dormíamos, ¿qué habrías hecho si James no hubiera regresado aún?
-Sirius…-le advirtió James, usando ese tono que solía reservar para cuando estaba
comportándose especialmente desagradable. Sirius no creía ameritarlo en ese momento.

-He vivido con esto desde que tenía cuatro años, Black.-dijo Remus, su tono era frío,
agresivo.

De pronto, en un gesto que ninguno de los tres esperaba, se levantó la camisa del pijama,
mostrándoles las cicatrices que surcaban la piel de su torso, subiendo por su pecho,
entrometiéndose en sus costillas, su color rosado contrastando con lo pálido que era, con las
pecas que le salpicaban. Era como ver dolor convertido en estrellas y cometas.

Sirius tuvo que tragar saliva, incapaz de hablar, solo apartó la mirada y sintió el rubor
esparcirse por su rostro. Maldijo para si mismo.

-Sé que te es difícil comprenderlo, pero creo que sé mejor que tú lo que necesito para
manejarlo.

Sirius no respondió. No se movió. Simplemente encajó sus uñas en la palma de su mano y se


concentró en lo mucho que quería que sus mejillas volvieran a su color natural. Estaba
avergonzado, rabioso con él, consigo mismo.

-Lo importante ahora es que Remus está bien.-James intervino, intentando aligerar el
ambiente.-Deberíamos intentar descansar, volver a dormir.

-Alguien debería quedarse despierto por si Remus necesita algo.-sugirió Peter, mordiéndose
el labio con ansiedad.

Remus hizo una mueca de inmediato, desagrado pintado por todo su rostro.

-No, estoy bien, de verdad, vayan a dormir.-dijo, enderezándose en la cama.-Si… si pasa algo
más llamaré a la doctora.

Como si alguien pudiera creerle, la deshonestidad era evidente en su voz, en sus ojos que
evitaban mirarlos a toda costa. Sirius no pudo evitar soltar un bufido de incredulidad.

-No es ningún problema, Remus.-insistió James, intentando aligerar el ambiente.-En nuestras


peores épocas, los viernes ni siquiera dormíamos para ir a clase, ¿verdad?

Eso era una absoluta mentira, pero Sirius no iba a contradecirlo en ese momento, sabía que se
ganaría otra de esas miradas reprobatorias.

-No tengo ninguna intención de hacerlos revivir sus peores épocas.-dijo Remus, entre dientes,
completamente a la defensiva, como si no acabaran de salvarle la vida.

-Me expliqué mal, no quería decir que…-dijo el chico de lentes inmediatamente, la culpa
coloreándolo de rojo, su columna estirándose en un respingo.

-Por favor, vuelvan a sus camas.-interrumpió Remus, completamente irritado.-Siento


haberlos molestado, no volverá a pasar.
¿Por qué tenía que ser tan testarudo? ¿Por qué no podía simplemente aceptar la ayuda y ya?
¿No era obvio lo mucho que les importaba?

-Es bueno saber que la próxima vez preferirás asfixiarte que pedirnos ayuda.-le respondió
Sirius con la mandíbula apretada.

-¿Por qué te pediría ayuda a ti?-escupió Remus, mirándolo de arriba a abajo con
condescendencia.-Ni siquiera somos amigos.

La replica removió algo muy profundo dentro de su pecho. Detuvo sus pensamientos
enfadados de golpe, lo regresó a la realidad. Era verdad, claro; no eran amigos, apenas podían
llamarse conocidos, no tendría por qué importarle, y sin embargo lo hacía, no solo porque era
otra persona y no desear su muerte era parte de la decencia humana básica, sino porque era
Remus Lupin, porque no soportaba ver a ese estúpido chico talentoso, magnético y grandioso
en esa situación, con su vida peligrando, lleno de desdén por él.

No lo había pensado así, pero quizás a Remus no le importaba en lo absoluto, quizás su


traición después de esa primera noche en el bar había dañado algo irreparable entre ellos, y
sabía que era su culpa, pero dolía de todas formas.

Así que controló sus emociones y su rostro y dijo:

-Excelente punto.-si le era indiferente a Remus, no tenía por qué quedarse ahí, no quería
empeorar las cosas. Se acercó hasta el umbral.-Mejórate, supongo.

Azotó la puerta al entrar a su dormitorio, se sentía acalorado, encerrado, abrumado. Habían


pasado demasiadas cosas.

Quería asegurarse de que Remus estuviera bien y al mismo tiempo no quería saber nada de él.
No quería que le importara, pero lo hacía. Le importaba demasiado, de hecho, pero se negaba
a pensar en ello, a considerar cómo le importaba y por qué. Era claro que Remus no lo quería
cerca, pero no podía simplemente olvidarse de él y de lo que había presenciado, así que
encendió su computadora, se sentó en la cama con ella y emprendió una búsqueda de
información que lo mantuvo despierto el resto de la noche.

En la mañana tenía ojeras púrpuras bajo los ojos y dolor de cabeza, sin embargo, estaba
mucho más tranquilo que durante la madrugada, había investigado todos esos términos
médicos que Remus había lanzado en su dirección y al entenderlos todo se sentía un poco
más manejable.

James les informó durante el desayuno que Remus no estaba en condiciones de salir, así que
se organizó con Peter para llevarle comida durante el fin de semana. No le sugirió a Sirius
unirse a la rotación, y él tampoco lo pidió, no quería ser una molestia más para Remus.

Con sus amigos preocupados con el castaño, y su prima ocupada en las oficinas de
administración de la Academia, Sirius tuvo demasiado tiempo libre en sus manos.

Lo ocupó en terminar sus tareas, después en limpiar su habitación e incluso intentar


componer algo, lo que fuera, una melodía decente, por lo menos. Se rindió después de la
novena partitura arrugada entre sus manos. Lo que realmente quería hacer era cocinar, pero
había aprendido a la mala que eso era un caso perdido en la Academia, así que lo sacó de su
mente de inmediato.

Cuando Peter le contó que Remus se encontraba mejor pero estaba malhumorado y
desanimado, a Sirius se le ocurrió que lo más probable sería que no terminara el ensayo para
teoría; si en un buen día era una materia que evidentemente se le dificultaba, dudaba que
fuera a tener la energía para escribir uno decente para la clase.

Tenía el día libre, se sentía extrañamente culpable y necesitaba ocupar sus pensamientos, así
que decidió escribir uno por él, solo por si acaso.

Las materias teóricas siempre eran las más sencillas para Sirius, simplemente era memorizar
y procesar un montón de información inútil sobre personas y movimientos musicales de
siglos atrás, así que no fue realmente un reto escribir otro ensayo sobre el mismo tema, pero
intentó hacerlo sonar diferente, imaginarse a Remus leyendo toda esa información de golpe,
lo que pensaría después.

Hizo cinco borradores distintos, hasta que quedó satisfecho con el resultado final y lo
imprimió en la biblioteca.

Cuando lo puso en su mochila para la clase del lunes, se dijo a si mismo que no sería
necesario, que Remus habría hecho la tarea, o que incluso rechazaría su oferta de ayuda en
caso de necesitarla, pero su opinión cambió en cuanto entró al salón del profesor Vaners.

Remus estaba sentado en su lugar, al lado de James, completamente pálido, mirando la


creciente pila de ensayos en el escritorio del profesor como si fuera un demonio que estuviera
intentando arrastrarlo hasta el infierno. Parecía cerca de volver el estómago.

Así que Sirius, manteniendo sus movimientos gráciles y calmados para no llamar la atención,
sacó el ensayo de su mochila y lo dejó en la mesa de Remus al pasar frente a él; en menos de
dos segundos ya estaba en su silla, expresión deliberadamente de indiferencia.

Podía notar los ojos del castaño sobre él, pero estaba decidido a evitar que el profesor se diera
cuenta de que había pasado algo inusual entre ellos, así que actuó con completa naturalidad el
resto de la clase.

Cuando se terminó el periodo, supo que Remus querría hablar con él, tenía esa mirada intensa
que a veces adoptaba, y los hombros tan tensos que resultaba doloroso de ver. Dejaron que
James y Peter se adelantaran frente a ellos, caminaron en silencio, el uno junto al otro, y
Sirius pensó que resultaba incluso agradable, hasta que Remus dijo:

-¿Qué era eso?

Sirius se encogió de hombros, ¿no era evidente?

-Un ensayo de teoría musical.-respondió, activando el encendedor que llevaba en la mano,


solo para no quedarse quieto mientras hablaban.
-¿Por qué?

“¿Por qué?”, se repitió en su mente, “Porque te odio, pero también me importas. Porque no
pude dejar de pensar en ti todo el fin de semana, y te odio aún mas por eso.”

-Supuse que si estabas demasiado enfermo para salir, lo estarías para hacer tarea.-respondió,
sintiendo como se ruborizaba un poco.-Tuve razón.

-Debo admitir que después de lo que te dije el viernes, lo que menos esperaba era que me
ayudaras.-respondió el castaño, un poco de arrepentimiento en su voz. Sirius se sintió incluso
más culpable, por alguna razón.

-No mentiste, no somos amigos.-dijo, enarcando las cejas.-Pero cuando te gane a final de
verano va a ser porque soy mejor que tú, no porque tienes pulmones deficientes.

Era una respuesta completamente aceptable, pero no se sentía del todo honesta, incluso si en
parte lo era.

-Puedo enfrentar las consecuencias de mi condición.-dijo Remus. Como siempre, a la


defensiva.-No quiero que te arrepientas a final del verano cuando yo tenga un lugar y una
beca en la Academia, y tú no.

Estúpido, testarudo chico, pensó Sirius, repentinamente irritado.

-¿Tus padres no te enseñaron que cuando alguien te auxilia lo cordial es decir gracias?-
espetó, apretando ,a mandíbula.-Yo también puedo lidiar con las consecuencias de mis
acciones.

Remus no respondió de inmediato, sino que lo observó, entornando los ojos, y Sirius le
devolvió la mirada hasta que vio algo suavizarse en su rostro.

-Gracias.-dijo el castaño, antes de toser un par de veces.-Por el ensayo y por… no dejarme


morir asfixiado el viernes.

Sirius, inevitablemente, sintió algo agradable y cálido subirle por la garganta.

-Los Black abandonamos la tradición de asesinar a nuestros enemigos hace varías décadas.-
respondió, incluso frunciendo un poco el ceño. Casi echó a reir al ver la expresión
escandalizada de Remus; en su lugar le guiñó el ojo, haciéndolo cómplice de la broma.-Pero
deberías cuidarte las espaldas, por si acaso.

Remus respondió poniendo los ojos en blanco, pero Sirius reparó en el tono carmín que le
coloréo las mejillas y tuvo que reprimir una sonrisa satisfecha.

Estúpido, testarudo, encantador chico.

Chapter End Notes


Holii, muchas gracias por leer, si es que aún hay gente que lee esto JAJAJA

Espero que les haya gustado el capítulo! No se me hubiera ocurrido si no me lo hubieran


recomendado en el anterior, la verdad, así que muchas gracias<3

Fue bastante intenso de escribir, pero me gustó hacerlo jajsjs espero que ustedes hayan
disfrutado leerlo

En fin, estoy a punto de volver a empezar clases pero espero tener chance de seguir
escribiendo, gracias y lxs tqm
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