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All the Young Dudes

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Rating: Mature
Archive Warning: Choose Not To Use Archive Warnings, Graphic Depictions Of Violence,
Major Character Death
Category: M/M
Fandom: Harry Potter - J. K. Rowling
Relationship: Sirius Black/Remus Lupin, Sirius Black & Remus Lupin, James
Potter/Lily Evans Potter
Character: Remus Lupin, Sirius Black, Lily Evans Potter, James Potter, Peter
Pettigrew, Severus Snape, Minerva McGonagall, Bellatrix Black
Lestrange, Narcissa Black Malfoy, Albus Dumbledore, Mulciber Sr.
(Harry Potter), Horace Slughorn, Mary Macdonald, Marlene McKinnon,
Poppy Pomfrey, Walburga Black, Regulus Black, Fenrir Greyback
Additional Tags: Marauders' Era, Marauders, Marauders Friendship (Harry Potter),
wolfstar, Slow Burn, Canon Compliant, Angst, Fluff, Fluff and Angst,
Requited Love, Canonical Character Death
Stats: Published: 2019-01-15 Updated: 2021-04-27 Chapters: 129/188 Words:
333449

All the Young Dudes


by Photohawk

Summary

Un fic muy largo que sigue la trayectoria de los Merodeadores por Hogwarts (y más allá)
desde el punto de vista de Remus. Difiere del canon en que el padre de Remus murió y por
lo tanto fue criado en un hogar para niños, con otro par de imperfecciones.

Una traducción del fic del mismo título de MsKingBean89 con su permiso.

A translation of All the Young Dudes by MsKingBean89


Verano, 1971: St Edmund’s
Chapter Notes

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Sábado 7 de Agosto, 1971

Despertó en la oscuridad. Hacía mucho calor en la pequeña habitación donde lo habían dejado,
siendo principios de Agosto. Aunque supuso que podía ser la fiebre. Siempre tenía una temperatura
alta, la mañana siguiente. Solían dejarlo en una habitación con una ventana, pero hace unos meses
había logrado romper una de ellas, y si no hubiese tenido barrotes, de todas formas, entonces habría
escapado. Los había escuchado hablar sobre inmovilizarlo cuando creciera. Intentaba no pensar
sobre eso.

Recordaba la sensación de hambre, tan intensa que se transformaba en furia. Recordaba aullar y
gritar por horas, dando vueltas alrededor de la celda una y otra vez. Quizás lo dejarían saltearse las
lecciones hoy, y podría dormir. Eran las vacaciones de verano de todos modos, y no era justo que
tuviera lecciones cuando todos los otros chicos tenían permitido pasar todo el día de ocio, jugando
fútbol o mirando la tele. Sentándose, se estiró cuidadosamente, prestando atención a cada dolor y
sonido en sus articulaciones. Había una marca de garras fresca atrás de su oreja, y una profunda
mordida en su muslo derecho.

Frotó la mano sobre su cuero cabelludo, donde su cabello estaba rapado muy cerca de su cabeza y
se erizaba contra sus dedos. Lo odiaba, pero cada chicos en el hogar para niños tenía el mismo
corte severo. Significaba que cuando se les permitía salir al pueblo los fines de semana todos
sabían que eran chicos de St. Edmund’s – lo cual era probablemente el punto. Los dueños de las
tiendas sabían con quien tener cuidado. No era que los chicos mismos hicieran algo para subvertir
las expectativas. Les habían dicho tantas veces que eran los residuos de la sociedad; dejados a un
lado e indeseados - ¿así que por qué no causar unos cuantos estragos?

Remus escuchó pasos al final del pasillo. Era Matrona; podía olerla, escuchar sus latidos. Sus
sentidos siempre se sentían amplificados tras uno de sus episodios. Se levantó, envolviéndose en
una manta a pesar del calor, y caminó silenciosamente hacia la puerta para escuchar mejor. No
estaba sola, había un hombre con ella. Olía a viejo y de alguna forma… diferente. Una esencia
densa, férrica, la cual le recordó a Remus vagamente de su padre. Era magia.

—¿Está seguro que vale su tiempo? — Matrona le estaba preguntando al extraño —Él es
realmente uno de nuestros peores casos.

—Oh sí. —Respondió el anciano. Su voz era rica y cálida como chocolate —. Estamos muy
seguros. ¿Aquí es donde lo mantiene durante…?

—Sus episodios. —La matrona finalizó con su corta voz nasal. —Por su propia seguridad. Empezó
a morder, desde su cumpleaños pasado.

—Ya veo. —Respondió el hombre, sonando pensativo, más que preocupado. —Puedo preguntar,
madam, ¿qué es lo que sabe de la condición del joven?

—Todo lo que necesito saber. —Respondió Matrona, fríamente —. Ha estado aquí desde que tenía
cinco años. Y siempre ha sido un problema – no solo porque es uno de los de su tipo.

—¿Mi tipo? —respondió el hombre, calmado y sin perturbarse. Matrona bajó la voz, casi a un
susurro, pero Remus aún podía escuchar.

—Mi hermano era uno. No lo he visto en años, desde luego, pero ocasionalmente me pide favores.
St Edmund’s es una institución muy especial. Estamos equipados para los casos problemáticos. —
Remus escuchó el sonido de llaves, —Ahora, debe dejarme verlo primero. A menudo necesita que
lo parchen. No sé por qué quería verlo después de una luna llena en primer lugar, si usted ya sabía.

El anciano no respondió, y la Matrona caminó hacia la habitación de Remus, sus reconocidos


tacones de cuero chasqueando con el piso de piedra. Tocó la puerta tres veces.

—¿Lupin? ¿Estás despierto?

—Seh. —respondió, envolviéndose en la manta fuertemente. Le quitaban su ropa para evitar que la
rompiera.

—“Sí, Matrona” —Matrona le corrigió, a través de la puerta.

—Sí, Matrona. —murmuró Remus, mientras la llave giraba en la cerradura y se abría. La puerta
era de simple madera, y sabía que podía romperla fácilmente durante un episodio, pero había sido
rellenada con revestimiento de plata después del incidente con la ventana. Tan solo el olor le hacía
sentir náuseas y dolor de cabeza. La puerta se abrió. La luz se derramó adentro como agua y
parpadeó bruscamente. Mientras Matrona entraba en la habitación él automáticamente dio un paso
atrás.

Ella era como un pájaro, un tipo puntiagudo de mujer, con una larga nariz delgada y ojos negros y
redondos. Lo contempló cautelosamente.

—¿Necesitas vendas, esta vez?

Él le mostró sus heridas. Ya no sangraban, notó que las heridas que se infligía a sí mismo, aunque
eran profundas, se curaban más rápido que cualquier otro tipo de cortes y raspones; ni siquiera
necesitaba puntos, nunca. Sin embargo, las cicatrices nunca desaparecían, y dejaban marcas como
cuchilladas plateadas por todo su cuerpo. Matrona se arrodilló frente a él, aplicándole antiséptico y
envolviéndolo en una gasa que picaba. Hecho esto, le entregó su ropa y él se vistió rápidamente
frente a ella.

—Tienes un visitante. —Dijo, finalmente, mientras se ponía su camisa sobre su cabeza. Era gris,
como toda su ropa.

—¿Quién? —preguntó, mirándola a los ojos, porque sabía que no le gustaba.

—Un profesor. Está aquí para hablarte de la escuela.

—No quiero. —respondió. Odiaba la escuela. —Dile que se vaya.

La Matrona lo agarró de la oreja. Él lo esperaba, y no se inmutó.

—No seas bocón. —Refunfuñó. —Harás lo te diga o te dejaré aquí por el resto del día. Vamos,
ahora. —Agarró sus brazos y lo jaló hacia adelante.

Él frunció el ceño, pensó en luchar con ella, pero no había punto. Ella realmente podía encerrarlo
de nuevo, y ahora tenía curiosidad sobre el extraño. Especialmente cuando el aroma a magia se
hacía más fuerte mientras se acercaban a través del oscuro corredor.

El hombre esperándolos era bastante alto y vestía en el traje más extraño que Remus había visto
nunca. Era de terciopelo, de un color granate profundo con elaborados bordados dorados en los
puños y solapas. Su corbata era azul medianoche. Debía ser bastante anciano de hecho – su cabello
era blanco como la nieve, y tenía una barba increíblemente larga que debía llegarle hasta el
ombligo. Por más extraño que se viera, Remus no se sentía intimidado, como lo hacía con la
mayoría de los adultos. El hombre tenía ojos amables, y le sonrió a Remus detrás de sus gafas de
medialuna mientras se acercaban. Le extendió una mano,

—Sr. Lupin —dijo el anciano, cálidamente, —Un placer conocerlo.

Remus se quedó mirando, en trance. Nunca nadie se había dirigido a él con tanto respeto antes. Se
sintió casi avergonzado. Tomó la mano del hombre, sintiendo una quemadura eléctrica mientras lo
hacía, como ácido de batería.

—Hola. —Respondió, mirándolo.

—Soy el Profesor Dumbledore. ¿Me pregunto si te me unirías en un paseo por los terrenos? Hay
un día tan encantador afuera.

Remus miró hacia la Matrona, quien asintió. Esto por sí solo hacía que valiera la pena hablar con
un extraño vestido tan raro sobre la escuela – ella nunca lo dejaba salir durante la luna llena, ni
siquiera con supervisión.

Caminaron por unos cuantos corredores más, solo ellos dos. Remus estaba seguro que nunca había
visto a Dumbledore en St Edmund’s antes, pero él ciertamente sabía por donde andar. Cuando
estuvieron afuera finalmente, Remus respiró profundamente, la cálida luz del verano bañándolo
totalmente. Los ‘terrenos’, como los había llamado Dumbledore, no eran extensos. Un parche de
césped amarillento que los chicos usaban para el fútbol y una pequeña terraza con malezas
creciendo a través de las grietas en el disparatado pavimento.

—¿Cómo se siente, Sr Lupin? —preguntó el anciano. Remus se encogió de hombros. Se sentía


igual que siempre se sentía después. Adolorido e inquieto. Dumbledore no le gritó por insolente,
simplemente siguió sonriéndole mientras caminaban alrededor de la valla del perímetro.

—¿Qué quieres? —preguntó Remus finalmente, pateando una piedra fuera de su camino.

—Sospecho que ya tienes una idea. —Respondió Dumbledore. Alcanzó su bolsillo y sacó una
bolsa de papel marrón. Remus podía oler caramelo de limón, y en efecto, Dumbledore le ofreció un
caramelo. Lo tomó y succionó.

—Eres mágico. —Dijo, simplemente —. Como mi papá.

—¿Recuerdas a tu padre, Remus?

Se encogió de hombros de nuevo. No lo recordaba muy bien. Todo lo que su memoria le permitía
alcanzar era la forma de un hombre alto, delgado vistiendo una capa larga, acercándose hacia él,
llorando. Asumía que eso había sido la noche que había sido mordido. Él recordaba eso, bastante
bien.

—Él era mágico. —Dijo Remus. —Podía hacer que pasaran cosas. Mamá era normal.

Dumbledore le sonrió, amablemente.

—¿Eso es lo que te ha dicho tu Matrona?

—Algunas cosas. Otras cosas las sabía. Está muerto, de todos modos, se mató.
Dumbledore lucía ligeramente desconcertado por esto, lo cual satisfizo a Remus. Era algo de lo que
enorgullecerse, tener un pasado trágico. No pensaba a menudo sobre su padre, más que para
considerar si no se hubiese matado si Remus no hubiera sido mordido. Continuó.

—Aunque Mamá no está muerta. Solo no me quería. Así que aquí estoy. —Miró alrededor.
Dumbledore había dejado de caminar. Estaban en el borde más lejano de los terrenos ahora, junto a
una alta muralla trasera. Había una tabla floja ahí de la cual nadie sabía. Remus podía escabullirse
por ahí si quería, y salir a la calle principal en el pueblo. Nunca iba realmente a algún lugar en
particular; solo vagaba por ahí esperando que la policía lo recogiera y lo devolviera. Era mejor que
no hacer nada.

—¿Te gusta estar aquí? —Dumbledore preguntó. Remus resopló.

—Claro que no, joder. —Miró de reojo a Dumbledore, pero no se metió en problemas por
maldecir.

—No, me imagino que no. —El anciano observó. —Escuché que causas problemas, ¿eso es cierto?

—No soy peor que los demás —dijo Remus —, somos “chicos problema”.

—Sí, ya veo. —Dumbledore acarició su barba como si Remus hubiera dicho algo de extrema
significación.

—¿Tienes otro caramelo? —Remus extendió la mano expectantemente. Dumbledore le dio la


bolsa y no pudo creer su suerte. El viejo loco era un total blandito. Masticó la pastilla esta vez,
sintiéndola crujir como vidrio entre sus dientes, el caramelo explotando en su lengua como fuegos
artificiales.

—Dirijo una escuela, sabes. La misma a la que fue tu padre.

Eso sorprendió a Remus completamente. Tragó el dulce y rascó su cabeza. Dumbledore continuó.

—Es un tipo de escuela muy especial. Para magos, como yo. Y como tú. ¿Te gustaría aprender
magia, Remus?

Remus sacudió la cabeza, fervientemente.

—Soy muy torpe. —Dijo, firmemente. —No voy a poder entrar.

—Estoy seguro que eso no es cierto en absoluto.

—Pregúntale a ella. —Remus inclinó la cabeza hacia el edificio alto y gris donde la Matrona
esperaba. —Apenas puedo leer, incluso. Soy estúpido.

Dumbledore lo miró por mucho tiempo.

—No ha tenido un inicio fácil en la vida, Sr Lupin, y lo siento por ello. Conocí a su padre – solo un
poco – y estoy seguro que él no hubiera querido… como sea. Estoy aquí para ofrecerle algo
diferente. Un lugar entre los suyos. Quizás incluso una forma de canalizar toda esa ira que tiene.

Remus lo miró. ¿Qué diferencia hacía, si estaba en un hogar o en el otro? Matrona nunca le daba
dulces, y tampoco olía a magia. Los chicos en la escuela de Dumbledore no podían ser peores que
los de St Edmund’s, y si lo eran al menos podía defenderse en una pelea, ahora. Pero. Siempre
había un ‘pero’.
—¿Qué hay de mis episodios? —Preguntó, doblando los brazos —. Soy peligroso, ¿sabes?

—Sí, Remus, lo sé. —Respondió Dumbledore, tristemente. Colocó una mano sobre el hombro de
Remus, muy gentilmente. —Veremos qué se nos ocurre. Déjamelo a mí.

Remus se lo sacó de encima y masticó otro caramelo de limón. Caminaron de vuelta al edificio en
silencio, ambos satisfechos de que ahora se entendían mutuamente.

Chapter End Notes

Aquí haré notas de la traducción en caso de ser necesario. Para este capítulo me parece
que no hay nada relevante. Espero que les guste este fic que es mi favorito por lejos.
Primer Año: El Expreso de Hogwarts
Chapter Notes

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Remus se frotó el cuero cabelludo de nuevo, luego la nariz, que seguía escurriendo. Le había
estado molestando desde la cena la noche anterior, cuando otro niño lo había golpeado. Para ser
justos, Remus lo había pateado primero. Pero el niño – Malcolm White – tenía catorce y el doble
del tamaño que Remus de once años. Malcolm se había estado burlando de que Remus iba a ir a
una escuela especial para niños lentos, y tuvo que tomar represalias. Tenía un ojo morado ahora, de
lo cual se arrepentía. Todos en la escuela nueva pensarían que era un matón. Pero suponía que era
un matón, después de todo.

Matrona le quitó la mano de su cabeza con un manotazo y él le frunció el ceño. Se encontraban el


enorme corredor de boletos en King Cross mirando dos números de plataforma. Estaba el número
nueve, luego el número diez. Matrona miró la carta en su mano nuevamente.

—Por el amor de Dios. —murmuró.

—Tenemos que correr hacia las barreras —dijo Remus —, te lo dije.

—No seas ridículo —dijo Matrona —, no voy a correr hacia nada.

—Yo voy entonces. Déjame aquí.

Remus solo le había creído a medias a Dumbledore cuando le había explicado cómo acceder a la
plataforma 9 ¾. Pero entonces le habían empezado a llegar paquetes, entregados por búhos y
conteniendo libros extraños y raras selecciones de ropa y todo tipo de rarezas como plumas y
pergamino. Dumbledore había sido indefectiblemente generoso durante el último mes. Se había
presentado a Remus con una lista de cosas que necesitaría para su nueva escuela, y le había
prometido enviarle lo más que pudiera de la reserva de segunda mano de Hogwarts. Ahora Remus
estaba dispuesto a creer casi cualquier cosa que le dijera el viejo.

Nunca había tenido tantas posesiones, y estuvo realmente satisfecho cuando Matrona guardó todo
bajó llave en su oficina para que no fuese robado por los otros niños. Ahora todo había sido
apretado en una maltrecha y vieja maleta de una tienda de caridad que tenía que sostener de un
modo muy particular para que no se desbaratara.

—No te voy a dejar en ningún lado, Lupin. Tan solo espera aquí mientras encuentro un guarda. —
Matrona se apresuró hacia la oficina de boletos, su gran trasero tambaleándose mientras iba. Remus
hecho un vistazo furtivamente, luego lamió sus labios. Podría ser su única oportunidad.

Corrió hacia la barrera a todo pulmón, cerrando los ojos con fuerza mientras se acercaba a los
torniquetes de metal. Pero no se golpeó contra nada. La atmósfera cambió, y abrió los ojos para
encontrarse a sí mismo en una plataforma completamente diferente, rodeado de gente. No gente.
Magos.

El tren por sí solo era enorme, magnífico y anticuado. “El Expreso de Hogwarts”. Se aferró a su
maleta con ambas manos, mordiéndose el labio. Había muchos otros niños, de su edad y mayores,
pero se encontraban todos con sus familias, algunos llorando mientras eran abrazados y besados
por sus protectoras madres. Se sintió muy pequeño y muy solo, y pensó que era mejor simplemente
apresurarse y subirse al tren.
Adentro no pudo alcanzar la estantería del equipaje y guardar sus cosas, así que escogió un vagón
vacío y se sentó, con la maleta en el asiento junto a él. Miró a la gente en la plataforma a través de
la ventana, apretando la frente contra el frío vidrio. Se preguntó si todos venían de familias de
magos también. Se preguntó si alguno de ellos tenía episodios como él. No lo creía – ninguno
parecía tener cicatrices. Muchos de ellos vestían ropas normales, como él (si bien con menos
agujeros y parches), pero algunos vestían largas túnicas y altos sombreros puntiagudos. Muchos de
los otros niños tenían búhos, o gatos que cargaban en canastos. Incluso vio una niña con una
iguana posada sobre su hombro.

Remus se comenzaba a sentir incluso más nervioso, su estómago irritándose mientras se daba
cuenta que a pesar de todo lo que Dumbledore le había dicho de estar entre “los suyos”, estaría
igual de fuera de lugar en Hogwarts de lo que estaba en cualquier otro lado.

Justo entonces, se dio cuenta que alguien lo miraba de vuelta desde la plataforma. Era otro niño, de
su misma edad. Era alto y delgado, pero no flaco como Remus. Tenía cabello oscuro, mucho más
largo que el de cualquier otro chico que hubiera visto, ondulándose elegantemente sobre sus
hombros. Tenía pómulos finos y elevados, una boca pronunciada e impactantes ojos azules. Viendo
a Remus mirando fijamente, el otro niño arqueó una ceja perfecta en un gesto que claramente
decía: “¿y tú qué estás mirando?”

Remus apretó la lengua bajo su labio inferior para que su barbilla sobresaliera, haciendo una
mueca. El otro niño sonrió burlón, apenas, luego le levantó dos dedos.1 Remus casi se rió.

—Sirius, ¡¿qué crees que estás haciendo?! Ven aquí ahora mismo. —Una bruja con pinta bastante
severa y las mimas cejas angulares que el niño se metió en la escena, jalando a su hijo lejos de la
ventana. El chico rodó los ojos pero obedeció, y desaparecieron hacia arriba de la plataforma.

Remus se sentó en el maltratado asiento de cuero y suspiró. Se comenzaba a sentir hambriento,


esperaba que el viaje no fuera demasiado largo. Matrona le había empacado dos sándwiches de
queso seco y pepinillos y una manzana, pero no le apetecían demasiado.

Luego de unos minutos más, la puerta de su vagón se abrió de golpe, y una niña entró corriendo.
Ignoró a Remus, abalanzándose a la ventana, presionando las manos contra el vidrio y
despidiéndose frenéticamente de su familia parada sobre la plataforma. Era pequeña y pálida, con
cabello rojo brillante recogido en una apretada trenza. Su cara estaba enrojecida de llorar.

—Es horrible decir adiós, ¿verdad? —tenía un elevado acento de clase media.

—Uh, sí, supongo. —Remus asintió, cohibido. No le gustaban mucho las chicas. St Eddy’s era
para un solo sexo, y el único contacto que tenía con mujeres era la Matrona y la enfermera de la
escuela – ambas eran crueles, perras viejas. La niña lo miraba curiosa.

—¿Eres de familia muggle también? Mi nombre es Lily.

—Remus —respondió, torpemente —, mi padre era un mago, pero no lo conocí… bueno, crecí con
muggles.

—No lo podía creer cuando recibí mi carta —ella sonrió, cálida, animándolo —, pero no puedo
esperar a ver cómo es, ¿tú sí?

Remus no podía pensar en cómo responder – pero no tuvo que hacerlo. La puerta se abrió de nuevo
y un niño asomó la cabeza. Tenía cabello negro y largo, como el chico al cual Remus le había
hecho muecas, pero era totalmente recta. Tenía una nariz larga y el ceño profundamente fruncido.
—Ahí estás, Lily, te he estado buscando por una eternidad. —dijo, echándole a Remus una mirada
sucia, el tipo de mirada a la cual estaba bien acostumbrado.

—¡Sev! —Lily saltó de su asiento y lanzó sus brazos alrededor del chico. —¡Estoy tan feliz de
verte!

Él le tocó el hombro, tímidamente, las mejillas ligeramente rosadas.

—Ven a sentarte en mi vagón, hay bastante espacio.

—Oh… —Lily miró hacia atrás. —¿Puede venir Remus? Está aquí solo.

—No estoy seguro —el otro niño, Sev, miró a Remus se arriba abajo, considerando cada parte de
él. El corte de pelo rebelde, los jeans desgastados, la camisa deteriorada, la maleta de segunda
mano —, quizás no haya tanto espacio.

Remus se encorvó en su asiento, subiendo sus pies en el banquillo opuesto.

—Vete al diablo entonces. No quiero ir a tu estúpido vagón. —miró por la ventana, a propósito.

Lily y el otro chico se fueron. Remus bajó sus pies al piso de nuevo. Suspiró. Estaba ruidoso,
afuera del pequeño vagón. Podía escuchar gritos y risas y búhos ulular y unos cuantos de los
estudiantes menores aún llorando. De nuevo, se encontró a sí mismo encerrado lejos de los demás.
Se comenzaba a preguntar si simplemente era lo que le tocó en la vida. Quizás cuando llegara al
lugar este de Hogwarts lo obligarían a dormir en una celda por sí solo también.

Hubo un repentino golpe en la puerta – una corta, alegre melodía – y se abrió nuevamente. Remus
se encorvó aún más en su asiento, mientras un chico de rostro amigable con un alboroto por cabello
y grandes gafas redondas entró, sonriendo de oreja a oreja.

—Hola —le estiró una mano a Remus —, ¿primer año? Yo también, soy James —asintió hacia un
niño bajito que lo siguió adentro —, este es Peter.

Remus sacudió la mano de James. Se sintió fácil y cómodo. Por primera vez, el apretado nudo en
su estómago se comenzó a desenrollar.

—Remus.

—¿Podemos sentarnos aquí? En todos lados está lleno y Peter se está mareando.

—Que no. —Peter murmuró, tomando el asiento opuesto a Remus, mirándolo de reojo. Sí se veía
un poco verde. Se frotó las manos en el regazo y miró hacia el piso.

—¿Sabes en qué casa vas a estar? —preguntó James, directamente. Remus sacudió la cabeza. No
sabía nada sobre casas. ¿Era ahí donde dormirían? —¿Dónde estuvieron tus padres? —James
persistió. —¿Fueron a Hogwarts?

Remus asintió, lentamente.

—Mi padre fue. No sé a qué casa igual. Mi mamá no. No era – un muggle.

Peter miró hacia arriba, de pronto.

—¿Eres un mestizo?

Remus se encogió de hombros de manera impotente.


—Cállate, Pettigrew — James castigó al chico junto a él —, como si eso importara.

Remus estaba a punto de preguntar lo que significaba ser mestizo, cuando la puerta se abrió de
nuevo. Era el niño lindo que le había blasfemado en la estación. Echó un vistazo alrededor,
furtivamente.

—¿Ninguno de ustedes es familiar mío, verdad? —habló. Tenía el mismo elevado acento de clase
alta que Peter y James tenía. A Remus le disgustaron todos enseguida, sabiendo que pensarían que
él era común – y un mestizo, lo que sea que fuese eso.

—No creo —James respondió, sonriendo ampliamente —, James Potter. —extendió la mano de
nuevo. El otro chico la sacudió, fácilmente.

—Oh bien, un Potter. Papá me dijo que no te hablara. —se sentó junto a Remus, sonriendo
abiertamente. —Sirius Black.

Chapter End Notes

1 En Reino Unido, en vez de mostrar el dedo de en medio en señal grosera, se


muestran dos dedos en forma de V (lo que en otros países se usa como signo de “amor
y paz”).
Primer Año: La Selección

Remus estaba bastante seguro que estaba soñando. O que se había ahogado en ese espantoso lago y
esto solo era su cerebro inventando cosas antes de que muriera. Estaba parado en un corredor de
piedra enorme, del tamaño de una catedral. Estaba lleno de estudiantes, todos vestidos en túnicas
negras idénticas – aparte de sus corbatas – e iluminado por velas. No cualquier tipo de velas – estas
velas estaban flotando de verdad. Podría haber aceptado aquello; podía ser un buen truco con las
luces, algo que tuviera que ver con alambres. Pero luego miró hacia arriba y casi grita. No había
techo – tan solo el vasto cielo nocturno tendido sobre ellos, nubes grises colgantes y
resplandecientes estrellas.

Nadie más parecía interesado, salvo la niña pelirroja – Lily – y otros cuantos chicos. Remus
asumía que debían tener padres muggles también. Remus tenía su uniforme ahora, y se sentía
mejor de estar vestido como todos los demás. Todos los estudiantes se sentaban a lo largo de las
mesas del banquete, bajo los estandartes de su casa. James había explicado emocionado las
diferencias entre cada casa, muy para el disgusto de Sirius y Peter, ambos convencidos de que
acabarían en el lugar equivocado. Remus no sabía si estar nervioso o no. No sabía cuánto le iba a
importar; probablemente lo iban a echar después de la primera clase de todos modos. Mientras más
tiempo pasaba entre magos más se convencía de que no podía ser realmente uno.

La Profesora McGonagall, una delgada mujer de rostro severo que había guiado a todos los de
primer año al corredor ahora se encontraba parada frente a un banquillo, sosteniendo un sombrero
viejo y desaliñado. Esta era la prueba de la cual James les había hablado. Se tenían que poner el
sombrero, y entonces de algún modo iban a ser seleccionado en una de las casas. Remus miró a
cada uno de los estandartes. Ya sabía que no iba a terminar en Ravenclaw; no si tenías que ser
listo. No le agradaba mucho el que tenía el tejón – no eran animales precisamente emocionantes,
especialmente comparados con serpientes. Le gustaba el color verde, también, si todo se reducía a
elegir un color. Pero entonces, James y Peter se habían mostrado muy entusiastas por Gryffindor, y
viendo que eran las únicas personas que habían sido amigables con él hasta el momento, no le
molestaría ir con ellos.

Un niño llamado Simon Arnold fue el primero en ser llamado. El sombrero fue colocado sobre su
cabeza, cubriendo la mitad superior de su cara. Remus se preguntó si olía tan mal como se veía.
Matrona siempre había sido una maniaca de las liendres, y esperaba que ninguno de los chicos que
fuera antes tuviera. Simon fue prontamente seleccionado a Hufflepuff, la casa del tejón, ante un
aplauso tumultuoso.

Sirius Black fue uno de los primeros de su grupo en ir, y se veía positivamente nauseabundo
mientras se aproximaba al banquillo. Hubo unos cuantos abucheos de la mesa de Slytherin –
algunos de los estudiantes mayores le estaban gritando. Dos mujeres jóvenes con masas de rizos
oscuros y los mismos pómulos elevados y labios pronunciados que Sirius, que estaba ahora
temblando en el banquillo. El corredor estuvo callado unos momentos mientras el sombrero se
mantuvo en la cabeza de Black. Entonces el sombrero chilló.

—¡Gryffindor!

Unos momentos de aturdido silencio antes del aplauso esta vez. McGonagall gentilmente levantó
el sombrero de la cabeza de Sirius y le dio una pequeña, rara sonrisa. Él se veía completamente
horrorizado, lanzando una mirada desesperada a la mesa de Slytherin, donde las dos chicas
exclamándole siseaban, con los ojos entrecerrados. Se levantó y caminó lentamente hacia los
Gryffindors, donde fue el primer nuevo estudiante en tomar su lugar bajo los estandartes rojo y
dorados.

La selección continuó. Lily también fue colocada en Gryffindor, y se sentó sonriendo de oreja a
oreja junto a un Sirius con pinta muy miserable. Cuando finalmente fue su turno, Remus aún no
podía entender de qué se trataba todo el revuelo. No le gustaba mucho que digamos tener los ojos
de todos encima mientras caminaba hacia adelante, pero hizo su mejor esfuerzo y lo ignoró.
Hubiese metido las manos en sus jeans encorvándose, normalmente, pero en su nuevo y raro
uniforme no hubiera tenido el mismo efecto.

Se sentó en el banquillo, McGonagall mirando hacia abajo directo hacia él. Le recordaba un poco a
Matrona, y un desagrado subió por su garganta. Ella le bajó el sombrero sobre sus ojos. Todo se
puso oscuro. No olía a nada en absoluto, y la paz y silencio resultó de hecho en poco de alivio.

—Hmmm —una voz habló en su oreja. Era el sombrero. Remus intentó no encogerse mientras el
sombrero ronroneó silenciosamente —, eres uno peculiar, ¿a que sí? ¿Qué tendremos que hacer
contigo... quizás Ravenclaw? Aquí hay un buen cerebro.

Remus se estremeció, sintiendo que alguien le estaba jugando una broma. No muy probable,
diablos.

—Pero entonces —consideró el sombrero —, podrías ir más lejos… mucho más lejos, si te
ponemos en… ¡GRYFFINDOR!

Remus se arrancó el sombrero de la cabeza en cuando lo seleccionó, no esperando a que


McGonagall se lo removiera. Se apresuró hacia la mesa de Gryffindor, apenas registrando las
porras y aplausos mientras pasaba. Se sentó al lado opuesto de Lily y Sirius. Lily le lanzó una
sonrisa satisfecha, pero él solo miró a su plato vacío.

Para cuando fue el turno de las “P”, Remus se había recuperado un tanto y fue capaz de mirar con
cierto interés mientras Peter, un niño pequeño y gordinflón se apresuró hacia el sombrero
seleccionador. Peter era el tipo de niño que no duraría cinco minutos en St Eddy’s. Tenía una
mirada nerviosa y crispada que los demás chicos siempre notaban. Remus estaba sorprendido de
que James – que era el opuesto polar de Peter; relajado y seguro de sí mismo, rebosante de
confianza – estaba siendo tan amable con alguien tan obviamente inferior.

El sombrero se tomó un largo tiempo con Peter. Incluso los profesores parecían comenzar a
ponerse nerviosos, mientras los minutos pasaban. Finalmente, fue seleccionado a Gryffindor, y
mucho más rápido lo fue James, quien fue a zancadas hacia la mesa con una enorme sonrisa en su
cara.

—¡Qué bueno que es eso! —se dirigió a los otros tres chicos. —¡Todos lo logramos!

Sirius gimió, su cabeza en sus brazos sobre la mesa.

—Habla por ti mismo —respondió, ligeramente silenciado —, mi padre me va a matar.

—No puedo creerlo. —Peter seguía diciendo, los ojos como platos. Aunque claramente había
conseguido lo que quería, no paraba de retorcer las manos y lanzando miradas sobre su hombro
como si alguien fuese a venir en cualquier momento a decirle que intentara de nuevo.

McGonagall efectivamente vino, pero colocó una huesuda mano sobre el hombro de Remus.

—Sr Lupin —dijo, discretamente pero no lo suficiente como para que los otros niños no pudieran
escuchar —, ¿si pudiera venir a mi oficina luego de la cena? Está junto a la sala común de
Gryffindor, uno de los prefectos se la puede mostrar.
Remus asintió, callado, y ella se fue.

—¿Qué fue eso? —preguntó James —. ¿McGonagall ya te llamó a su oficina?

Incluso Sirius miró hacia arriba, curioso. Remus se encogió de hombros, como si no le importara
de cualquier forma. Sabía lo que estaban pensando – el niño rudo ya estaba en problemas. Sirius
estaba mirando su ojo morado de nuevo. Afortunadamente, la comida había aparecido, distrayendo
a todos. Y realmente había “aparecido” – los platos previamente vacíos de pronto estaban
colmados con un verdadero festín. Dorados pollos rostizados, montones de crujientes papas
rostizadas, platos de zanahorias vaporizadas, guisantes bañados en mantequilla, y una enorme jarra
de rica salsa oscura. Si la comida iba a ser así todo el tiempo, entonces Remus se preguntaba si
podría ignorar sombreros parlantes y pedantes compañeros de casa.

Prestó mucha atención cuando uno de los prefectos de Gryffindor, que se presentó a sí mismo
como Frank Longbottom, dirigió a los de primer año a su sala común en una de las torres. Remus
odiaba perderse, e intentó cimentar el viaje en su mente mientras avanzaban. Hizo una nota mental
del tamaño y forma de cada puerta por la que entraban, cada retrato por el que pasaban, y qué
escaleras se movían. Estaba tan cansado y lleno de buena comida que los retratos y escaleras
movibles ya no le parecían fuera de lugar.

Una vez que llegaron al corredor correcto, Remus vio la oficina de McGonagall, marcada con una
placa de bronce, y decidió terminar con la reunión de una buena vez. Pausó fuera de la puerta y
estaba apunto de tocar cuando James apareció.

—¿Quieres que esperemos por ti, amigo?

—¿Por qué? —preguntó Remus, echándole un ojo al chico de pelo oscuro sospechosamente. James
se encogió de hombros.

—Para que no termines aquí solo.

Remus se quedó mirándolo un momento, antes de sacudir la cabeza lentamente.

—No, estoy bien. —tocó la puerta.

—Entre. —llegó una voz de adentro. Remus empujó la puerta para abrirla. La oficina era chica,
con una pequeña chimenea y filas de libros contra una pared. McGonagall se hallaba sentada detrás
de un escritorio inmaculadamente ordenado. Sonrió apenas y señaló a Remus para que se sentara
en la silla opuesta. Él lo hizo, inhalando y frotándose la nariz.

—Estoy encantada de conocerle, Sr Lupin. —la maestra dijo en un aflautado acento escocés. Su
cabello era gris, peinado hacia atrás en una dona severa, y vestía túnicas de verde oscuro
aseguradas con un cierre dorado en forma de cabeza de león —. Estoy aún más encantada de
tenerlo en Gryffindor – de la cual soy la cabeza de casa.

Remus no dijo nada.

—Su padre estuvo en Ravenclaw, sabe.

Remus se encogió de hombros. McGonagall frunció los labios.

—Pensé sería mejor hablar con usted lo antes posible acerca de su… condición. —dijo, en voz baja
—. Dumbledore me ha explicado que ha tenido interacción mínima con el mundo mágico hasta
ahora, y siento que es mi obligación hacerle saber que la gente con su problema en particular se
enfrenta con un estigma enorme. ¿Sabe lo que significa “estigma”?
Remus asintió. No podía deletrearla, pero conocía la palabra lo suficientemente bien.

—Quiero que sepa que mientras esté en mi casa, no toleraré que nadie lo trate diferente ni de
manera desagradable. Esto aplica para todos los estudiantes bajo mi cargo. Sin embargo —aclaró
su garganta —, quizá sea prudente que ejerza precaución.

—No le iba a decir a nadie. —respondió Remus —. Como si quisiera que alguien supiera.

—Bueno, claro. —McGonagall asintió, mirándolo con curiosidad —. Eso me lleva a mi siguiente
punto. Se han hecho arreglos para la luna llena – que ocurre este Domingo, me parece. Si pudiese
reportarse ante mí luego de la cena, le diré a dónde ir. ¿Quizás le pueda decir a sus amigos que está
visitando a alguien en casa?

Remus resopló. Se frotó la nuca.

—¿Puedo irme ahora?

La profesora asintió, frunciendo el ceño ligeramente.

Afuera, Remus se encontró a James, aún parado ahí, solo, esperándolo.

—Te dije que estaría bien. —dijo Remus, molesto. James solo sonrió.

—Seh, pero te perdiste a Longbotton dándonos la contraseña. No quería que te quedaras aquí toda
la noche. Vamos.

James lo guio hacia el final del corredor, donde colgaba una gran pintura de una voluminosa mujer
vestida de rosa.

—Widdershins —dijo James, y el retrato se movió, deslizándose como una puerta. Entraron en la
sala común.

Habían tenido una sala de recreación en el Reformatorio para Niños y Jóvenes de St Edmund’s,
pero no tenía nada que ver con esto. La habitación apenas si había sido decorada, conteniendo una
TV en blanco y negro, muy pequeña, y unos cuantos juegos de mesa. Las barajas de cartas estaban
siempre incompletas, y la mayoría de las sillas estaban rotas o dañadas.

La sala común de Gryffindor era cálida, cómoda y acogedora. Había enormes sofás y sillones con
pinta aplastable, una gruesa alfombra marrón frente al fuego ardiente, e incluso más retratos que
adornaban las paredes.

—Estamos acá arriba —dijo James, guiando a Remus por una escalera de caracol en una esquina.
En la cima, había otra puerta que abría a una habitación. De nuevo, nada que ver con las
instalaciones de St Edmunds. Había cuatro camas, todas enormes, colgando con gruesas cortinas de
terciopelo rojo con borlas de oro. Había otra chimenea, y cada chico tenía un pesado baúl de caoba
y estanterías junto a sus camas. Remus vio su triste y pequeña maleta apoyada junto a uno de los
baúles. Se movió hacia ahí, asumiendo que era su cama.

Peter se encontraba revolviendo entre sus propias cosas, sacando ropa y revistas y libros, haciendo
un desorden terrible.

—No encuentro mi varita —se quejó —, mamá me hizo empacarla para no perderla en el tren,
¡pero no está aquí!

—Pete —James sonrió —, tu mamá me pidió cuidarla, ¿te acuerdas?


James y Peter, Remus se había enterado en el tren, habían crecido como vecinos y se conocían
bastante bien. Aunque aquellos dos no podían ser más diferente, y Remus aún no entendía porqué
James no quería hacer pedazos a golpes a Peter.

Sirius estaba sentado en su cama, su baúl aún lleno.

—Anímate, amigo —dijo James, yéndose a sentar junto a él —, no querías estar en Slytherin de
todos modos, ¿o sí?

—Quinientos años. —respondió Sirius, fríamente —. Todos los Blacks en Hogwarts han sido
seleccionados en Slytherin por quinientos años.

—Bueno, ya era hora de que alguien intentara ser diferente, ¿eh? —James le dio una palmada en la
espalda jovialmente.

Remus abrió su baúl. Adentro había un caldero de peltre – otro artículo que Dumbledore le había
conseguido de contenedor de segunda mano, se imaginaba. También había una larga y delgada caja
al fondo, con una nota encima.

Desdobló la nota y se quedó mirando la elaborada letra cursiva por un largo rato, intentando darle
sentido. Solo reconocía la palabra “padre”, y supuso que también era de Dumbledore, pero había
pertenecido a su padre. Abriéndola ansiosamente, encontró un largo y pulido palo. Era una varita.
No había pensado en varitas aún, pero la tomó en su mano y apretó la madera firmemente. Se
sentía cálida al tacto, como su propia piel, y se sentía flexible mientras le daba vuelta en sus manos.
Se sentía bien.

Sirius finalmente había comenzado a desempacar, sacando libro tras libro de su baúl. Aquellos que
no cabían en su estantería los apilaba junto a su cama. James lo miraba, habiendo justo terminado
de fijar un poster junto a su propia cama. Era de un montón de gente en miniatura ampliándose en
escobas, lanzándose pelotas entre sí. Remus pensó que se veía solo un poco más interesante que el
fútbol, el cual odiaba.

—Sabes —le dijo James a Sirius, aún apilando sus libros —, hay una librería aquí.

Sirius sonrió burlonamente.

—Ya sé, pero estos son casi todos libros muggle. Mi tío Alphard me los dejó, y mamá los
prendería fuego todos si los dejo en casa.

Remus aguzó las orejas ante eso. ¿Qué tenían de malo los libros muggle? No era que tuviera
ninguno. Odiaba leer más que nada en el mundo. No pensó en ello por mucho tiempo, sin embargo,
porque ahora Sirius estaba sacando un tocadiscos de verdad de su baúl, seguido de una caja de
records que se veían totalmente nuevos en sus fundas brillantes. Se acercó a mirar de inmediato.

—¡¿Eso es Abbey Road?! —preguntó, mirando adentro de la caja de vinilos.

—Sí —Sirius sonrió ampliamente, ofreciéndoselo. Remus limpió sus manos cuidadosamente en sus
túnicas antes de tomarlo de sus manos, agarrándolo con cuidado —. Debes ser hijo de muggles —
dijo Sirius —. Nunca conocí un mago que conociera a los Beatles – excepto mi prima, Andrómeda.
Ella me los compró.

Remus asintió, por un momento portándose más atrevido.

—Amo a los Beatles, uno de los chicos de mi habitación en el hogar tiene al menos diez sencillos,
pero nunca me deja tocarlos.
—¿Chicos en el hogar? —Sirius arqueó una ceja. Remus pensó que se veía muy mayor —.
¿Quieres decir tu hermano?

—No —Remus sacudió la cabeza, devolviéndole el récord y encogiéndose hacia atrás —, vivo en
un hogar para niños.

—¿Cómo un orfanato? —preguntó Peter, con los ojos bien abiertos. Remus sintió su enojo crecer,
sus orejas calentándose.

—No —escupió. Sintió los ojos de los demás arrastrarse hacia su moretón de nuevo y se volteó a
desempacar el resto de sus cosas en silencio.

Eventualmente Potter y Black comenzaron una conversación sobre algo llamado quidditch, que
pronto se volvió una discusión bastante acalorada. Remus se trepó en su cama y plegó las cortinas,
saboreando la privacidad. Estaba oscuro, pero Remus estaba acostumbrado a la oscuridad.

—Uno pensaría que que se esforzaría más en hacer amigos. —Peter murmuró lo suficientemente
alto a los otros dos —. Especialmente si es hijo de muggles.

—¿Estás seguro que el sombrero no te tuvo que poner a ti en Slytherin? —Sirius arrastró sus
palabras. Peter se calló después de eso.
Primer Año: Luna Llena
Chapter Notes

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Domingo, 5 de Septiembre de 1971

Remus terminó el resto de la semana ignorando a los otros chicos tanto como pudo. Esa era una
técnica que había adquirido en St Edmund’s – era mejor no ser notado, y mejor aún si nadie sabía
nada de ti en absoluto. (Aún tuvo un brazo entumido o la cabeza metida en el inodoro, pero en
general nadie hacía un esfuerzo para meterse con él.) James, Sirius y Peter no eran para nada como
los chicos de St Eddy’s, desde luego. Era lo que Matrona llamaría “bien educados”.

Sirius y James especialmente parecían venir de familias con dinero, podía darse cuenta por el modo
en que hablaban de sus hogares, así como del modo en que hablaban – cada vocal y consonante
claramente pronunciadas. Remus escuchaba atentamente y se decidió a dejar de soltar sus “H”.1

No era solo sus acentos, sino lo que decían. Remus había crecido con adultos diciéndole
constantemente “¡silencio!”, y con chicos que se metían contigo por ser un empollón si decías más
palabras de las necesarias. James y Sirius hablaban como personajes de una novela; su lenguaje
lleno de descriptivas metáforas y sarcasmo mordaz. Su rapidísimo ingenio era más intimidante que
un golpe en la cara, pensó Remus – al menos eso se terminaba rápido.

Hasta ahora había evitado a los otros yendo a pasear alrededor del castillo. En St Edmund’s había
tenido muy poca libertad personal, y se la pasaba mucho de su tiempo encerrado en habitaciones.
En Hogwarts parecía no haber lugar a donde no pudieras ir, y Remus estaba determinado en
investigar cada centímetro del extraño paisaje.

Les habían proporcionado mapas para ayudarles a encontrar sus salones de clase, pero Remus
consideró el suyo carente y demasiado simplificado. No listaba, por ejemplo, un pasaje secretó que
encontró que llevaba de las mazmorras a los baños de chicas del primer piso. No tenía idea de por
qué diablos alguien necesitaría moverse entre ambos, y la primera vez que lo usó fue abordado por
un fantasma particularmente irritante que le echó chorros con un jabón de mano. También hubiese
sido útil, razonó Remus, animar el mapa del mismo modo que lo estaban los retratos – entonces al
menos podrías seguir la pista de las ridículas escaleras movibles. Estaba seguro de que una de las
habitaciones se movía también, nunca parecía estar en el mismo lugar que digamos.

Cuando llegó el Domingo Remus temía el Lunes, que no solo sería el primer día después de la
luna llena, sino también el primer día de clases. Luego de la cena – que Remus la pasó solo, unos
cuantos asientos lejos de Sirius, James y Peter – se dirigió rápidamente camino hacia la oficina de
McGonagall. Ella lo estaba esperando, junto con la enfermera de la escuela, a quien ya había sido
presentado. Era una mujer con pinta agradable y amable; aunque algo quisquillosa.

—Buenas noches, Sr Lupin —McGonagall sonrió —, gracias por ser tan puntual. Vamos.

Para sorpresa de Remus, las dos mujeres lo guiaron no a las mazmorras, como pensó que harían,
sino fuera del castillo, hacia un árbol muy torcido. El sauce boxeador era una adición reciente a los
terrenos – Dumbledore había explicado en su discurso al inicio del año que había sido donado por
un ex pupilo. Remus pensó que quien sea que lo donó realmente debió odiar la escuela, porque el
árbol no era solo terrorífico en aspecto, sino irracionalmente violento.

Mientras se acercaron, la Profesora McGonagall hizo algo tan increíble que Remus casi grita del
shock. Pareció que se esfumó – encogiéndose de pronto, hasta que no estaba ahí en absoluto. En su
lugar se hallaba un pulcro gato atigrado de ojos amarillos. Madam Pomfrey no dio señal de estar
sorprendida, mientras el gato corrió hacia el árbol, que estaba agitando sus ramas como un niño
haciendo un berrinche. El gato fue capaz de correr directo al tronco del árbol, escapando de toda
herida, y presionó con una pata sobre uno de los nudos de la corteza. El árbol se quedó quieto
enseguida. Remus y Madam Pomfrey continuaron su camino, caminando hacia un hueco bajo el
árbol el cual Remus nunca había notado antes. Adentro, McGonagall los esperaba, una bruja de
nuevo.

El pasaje estaba débilmente iluminado por antorchas dando un resplandor verdoso, y bien al final
se hallaba una puerta. Ésta abría a una pequeña cabaña, que parecía estar abandonada hace mucho
tiempo. Las ventanas estaban entabladas y las puertas atornilladas.

—Aquí estamos. —McGonagall intentó sonar agradable, aunque parecía un lugar muy lúgubre —.
Ahora espero que entiendas que no nos podemos quedar contigo, ¿pero si quisieras que Madam
Pomfrey espere afuera hasta que la… transformación esté completa?

Remus se encogió de hombros.

—Estaré bien. ¿Cómo vuelvo en la mañana?

—Me acercaré en cuanto salga el sol —Madam Pomfrey le aseguró —, te remendaré y te haré irte
a tus clases antes de que nadie se de cuenta de que te fuiste. —sonrió, pero sus ojos se notaban
tristes. Ponía a Remus incómodo. Pero a estas alturas, estaba llegando a un punto de la noche en
que todo lo ponía incómodo, su cabello le daba comezón, su piel se sentía muy tensa, su
temperatura se elevaba.

—Será mejor que se vayan. —dijo, rápidamente, retirándose en la vacía habitación. Había un
pequeño catre contra una pared con sábanas limpias. Parecía que lo habían puesto ahí para él.

Las dos mujeres se fueron, cerrando bajo llave la puerta detrás de él. Escuchó a McGonagall
murmurando de nuevo y se preguntó que clase de hechizos estaría poniendo en la casa. Lo que sea
que fueran, era mejor que ese horrible enchapado de plata.

Se sentó en la cama por un momento, luego se levantó de nuevo, inquieto. Se paseó por la
habitación. A veces se sentía como si el lobo se arrastrara hacia su mente antes de que tomara
posesión de su cuerpo, y mientras la oscuridad caía afuera sus sentidos se volvían más agudos, la
caliente hinchazón del hambre comenzando en su vientre. Remus removió sus ropas rápidamente,
no queriendo romperlas. Un latido sordo comenzó en sus articulaciones y se acostó en la cama.
Esta era la peor parte. Su latido retumbaba en sus oídos, y podía jurar que escuchaba sus tendones
crujir mientras se estiraban, sus huesos y dientes afilándose entre sí mientras se alargaban, su
cráneo partiéndose y reformándose.

Gimió y siseó hasta que el dolor fue demasiado, entonces gritó. Solo podía esperar que estuviera lo
suficientemente lejos de la escuela como para que nadie pudiera escucharlo. En total, demoró
alrededor de veinte minutos – aunque nunca lo cronometró en realidad. Las cosas se volvieron
confusas después de eso, no siempre podía recordar lo que pasaba una vez que se convertía en el
lobo. Esa primer noche en Hogwarts fue una mancha borrosa, y se despertó con menos heridas de
lo usual. Sospechaba que había olfateado el territorio no familiar, poniendo a prueba sus límites.
Debió haber intentado lanzarse a sí mismo hacia las puertas o ventanas en algún momento, porque
tuvo un mosaico de heridas bajando por su costado izquierdo por días luego de ello.

Transformarse de vuelta era igual de desagradable – un sentimiento aplastante, apretado por todos
lados que lo dejaba sin aliento y adolorido. Se limpió lágrimas de los ojos y se arrastró al catre,
agradecido por una tranquila hora de sueño antes de que el sol saliera completamente.

Madam Pomfrey regresó, como lo prometió. Hablando en tonos dulces, colocó sus frías manos
sobre su febril frente.

—No me agrada la pinta que tienes —dijo, mientras él abrió sus soñolientos ojos —, es una locura,
pensar que puedes empezar un día entero de escuela así. ¡Estás exhausto!

Nunca nadie había expresado un nivel así de preocupación por él, y no se lo tomó para bien. La
hizo a un lado, jalando sus ropas.

—Estoy bien. Quiero ir.

Ella le hizo tomar algo antes de dejarlo pararse – tenía sabor frío y metálico, pero sí que lo hizo
sentir mejor después. Se apresuró a la torre de Gryffindor a ponerse su uniforme lo más rápido
posible – no quería perderse el desayuno, se moría de hambre.

—¡¿Dónde estabas?! —James lo abordó en cuanto irrumpió en la habitación. Los otros tres chicos
se encontraban ya levantados y vestidos, viéndose inmaculados – a excepción del cabello de James,
que siempre se levantaba en la parte de atrás.

—En ningún lado. —Remus se abrió paso para tomar sus cosas.

—¿Estás bien? —preguntó Sirius, apartando la mirada del espejo donde estaba alisando su propio
cabello.

—Eso —agregó James, mirando cuidadosamente a Remus —, te ves un poco raro.

Remus les frunció el ceño.

—No molesten.

—Solo estamos siendo agradables. —dijo Peter, las manos en sus caderas. Los tres miraron a
Remus, quien estaba a punto de remover su camisa cuando recordó sus heridas.

—¡¿Qué?! —les gruñó —, ¿me van a ver vestir? Ustedes niños ricos son un montón de maricones.
—se marchó al baño con sus ropas y azotó la puerta. Luego de unos momentos escuchó a Peter
quejarse de que tenía hambre y todos se fueron.

Chapter End Notes

1 - Se refiere al modo en que Remus habla en inglés, sin pronunciar muy bien debido a
cómo ha crecido hasta el momento.
Primer Año: Pociones

Viernes 10 de Septiembre, 1971

Para el final de su primera semana de clases, Remus había perdido diez puntos de casa, aprendido
un hechizo, y ganado otro moretón; esta vez en su barbilla.

Las primeras clases habían estado bien – habían sido introductorias, y mientras Lily Evans se pasó
cada clase borroneando furiosamente hojas y hojas de anotaciones, nadie más parecía molestarse
demasiado. Les habían asignado unos cuantos sencillos deberes, pero Remus planeaba pretender
olvidarse anotarlos en caso de que alguien preguntara.

Encantamientos era la más emocionante – el diminuto profesor encantó un montón de piñas para
revolotear alrededor de la habitación, para el deleite de todos. Después de unos cuantos intentos
del hechizo por sí mismos, Lily había levitado su piña al menos un metro en el aire, y Sirius logró
que la suya girara como un trompo – hasta que perdió el control y rompió una ventana. James,
Peter y Remus tuvieron menos suerte, pero Remus estaba seguro que la suya había saltado al
menos una o dos veces.

Transformaciones era igual de interesante, pero mucho más seria, ya que era dirigida por la
Profesora McGonagall. No iba a haber trabajo práctico en absoluto durante la primera semana,
explicó, pero les iba a asignar muchos deberes para calibrar el nivel de sus habilidades.

Historia de la magia era absolutamente fatal, y lo menos que se hablara de ella mejor. Remus
luchaba por no dormirse mientras el fantasmal Profesor Binns flotaba arriba y abajo por los
pasillos, recitando fechas y nombres de batallas. Él también dejó deberes – dos capítulos para leer
del texto asignado. Sirius rodó los ojos ante esto y murmuró a James:

—¿Seguramente ya todos terminaron “Una Historia de la Magia”? Es cosa de niños. —James


asintió, bostezando. Remus se sintió nauseabundo. No había abierto uno solo de los libros de su
baúl aún, excepto para arrancar la primera página de “Pociones Nivel Uno” para pegar su goma de
mascar.

De hecho estaba animado por Pociones, esperando al menos ver algo explotar, como en química.
Pero resultó involucrar leer mucho también, y peor aún, tenían que compartir clase con los de
primer año de Slytherin. El Profesor que dirigía la clase de Pociones era irritablemente alegre y se
tomó casi media hora solo para leer la lista.

—Black, Sirius – ajá, ¡ahí estás! Bastante sorprendido en la selección hijo mío, ¡bastante
sorprendido! ¡He tenido a todos los Blacks en mi casa desde que empecé a enseñar! No te lo debes
tomar personal, joven Sirius, ¡pero tendré que esperar grandes cosas!

Sirius se veía como si quisiera que se lo tragara la tierra. Slughorn continuó llamando nombres.

—Un Potter y un Pettigrew, ¿eh? Bueno, bueno, junto con el Sr. Black aquí esta clase tiene
bastante linaje, ¿eh? Déjame ver… ¡Lupin! Conocí a tu padre; no era uno de los míos, pero un
maldito buen duelista. Un asunto desagradable…

Remus parpadeó. Se preguntó si Slughorn sabía que era un hombre lobo. Toda la clase lo estaba
mirando – a estar alturas sabían que había sido criado en un hogar para niños, y que su padre era
mágico (Remus sospechaba que Peter les había contado), pero nadie se había atrevido a
preguntarle mucho más. Parecía haber otro rumor corriendo por ahí de que era violento y
posiblemente parte de una pandilla. Estaba seguro de que James y Sirius lo alentaban, también,
aunque se dio cuenta de que no le importaba mucho.

Afortunadamente, Slughorn quería que empezaran con el trabajo práctico lo antes posible.

—¡Lo mejor es adentrarse en esto! —Sonrió —. Ahora, si todos trabajamos de a cuatro por
caldero, pueden tomar turnos para seguir estos pasos…

Todos vociferaron para emparejarse – James, Sirius y Peter inmediatamente reclamaron el caldero
al fondo de la habitación, y se les unió Nathaniel Quince, un Slytherin que conocía a Potter y
Pettigrew de su casa. Remus decidió que simplemente esperaría a que todos se hubiesen agrupado
y luego vería si se podía salir con la suya al simplemente quedarse inmóvil al fondo por el resto de
la clase.

No tuvo tanta suerte.

—¡Remus! ¡Te puedes unir a nosotros! —Lily tomó su muñeca y lo jaló hacia un caldero que
compartía con Severus Snape – su amigo de nariz alargada que Remus había conocido en el tren –
y Garrick Mulciber, y bruto chico de nariz respingona al cual Remus temía un poco.

Lily ya estaba parloteando, depositando todos los ingredientes y calentando en caldero


cuidadosamente. Miraba el libro de Snape, el cual ya tenía notas garabateadas por todos los
márgenes.

—Aquí están los tallos disecados de ojo de babosa. —Lily sacudió un pequeño frasco. —Creo que
necesitamos un cuarto de una onza…

—Puede ser bastante generosa con ellos, Lily, no agregan mucho en general. —Severus arrastró
sus palabras, sonando aburrido.

Lily los pesó igualmente y los vertió en el caldero burbujeante. Mulciber entonces tomó el libro y
revolvió por cinco minutos, tomando instrucciones de Severus sobre qué tan rápido ir y en qué
dirección. Entonces fue el turno de Remus. Lily le dio el libro. Él miró la página. Podía ver que
eran instrucciones, podía distinguir quizás la mitad de las palabras. Pero cada vez que pensaba que
lo había comprendido, las letras parecían moverse en la página y se perdía todo de nuevo. Sus
mejillas se calentaron y se sintió levemente con náuseas. Se encogió de hombros, mirando hacia
otro lado.

—Ah apúrate —Severus dijo con brusquedad —, no es como si fuera difícil.

—Déjalo en paz, Sev. —Reprendió Lily —. El libro está cubierto en tus notas, no me sorprende
que le cueste entenderlo. Toma este, Remus. —abrió el libro de pociones de ella misma,
completamente nuevo. Pero no había caso. Remus se encogió de hombros.

—¿Por qué no lo haces tú, si eres tan listo? —le escupió a Severus.

—Oh Merlín —los labios de Severus se encresparon —, puedes leer, ¿o no? Quiero decir, incluso
en las escuelas muggle enseñan eso, ¿seguramente?

—¡Severus! Lily jadeó, pero el presumido niño de cabello oscuro no tuvo oportunidad de decir
nada más – Remus se lanzó sobre el pupitre y hacia Severus, con los puños al aire. Solo tuvo el
elemento de sorpresa para él – Mulciber lo tomó por el cuello de la camisa y lo jaló para atrás,
dándole un puñetazo de frente en la cara en solo tres segundos.

—¡Deténganse! —resonó Slughorn. Todos se congelaron. El corpulento maestro de pociones se


acercó enfadado —. ¡Levántense, ambos! —gritó a los dos chicos en el piso. Snape y Remus se
levantaron enseguida, sus pechos agitados. Snape se veía peor por lejos, su cabello agitado y sangre
rezumando de su nariz. Remus tenía una un mentón bastante adolorido donde Mulciber lo había
golpeado, pero aparte de un arrugado uniforme se encontraba bien.

—¡Explíquense a sí mismos! —gritó Slughorn. Ambos miraron hacia sus pies. Mulciber sonreía
abiertamente. Lily lloraba —. Muy bien —dijo el profesor, malhumorado —, castigo para ambos,
dos semanas. Diez puntos de Gryffindor y diez de Slytherin.

—¡No es justo! —dijo James de pronto, desde atrás —. Debería ser el doble de Slytherin, ¡eran dos
contra uno!

—Desde donde yo estaba parado fue el Sr. Lupin quien empezó —respondió Slughorn, pero
sacudió la cabeza de todos modos —, aún así, tienes mucha razón – Mulciber, cinco puntos por
golpear a Remus. Con violencia no se soluciona violencia, como le he dicho a tu hermano mayor
en varias ocasiones. Señorita Evans, por favor lleve al Sr. Snape a la enfermería. Lupin, puede
limpiar el desastre que ha hecho.

Remus no conocía ningún hechizo para limpiar, así que tuvo que fregar a mano. Slughorn incluso
le hizo limpiar la sangre de Snape de las losas. Desafortunadamente, siendo después de la luna
llena, el rico olor a hierro hizo que su estómago gruñera. James, Sirius y Peter estaban esperándolo
cuando terminó la clase.

—Jodidamente brillante, amigo —James golpeó a Remus ligeramente en el brazo —, ¡cómo


simplemente fuiste por él!

—Mulciber estuvo aquí presumiendo después, les contó a todos lo que Snape dijo. —añadió Sirius
—. Estuvo bien que lo hicieras – qué imbécil.

—¿Les dijo a… todos? —gimió Remus.

—No te preocupes, todos están de tu lado —dijo James —, bueno, excepto los Slytherins.

—Sí, ¿y a quién le importa un bledo los Slytherins? —Sirius sonrió ampliamente —. Vamos, la
cena empieza pronto – ¿hambre?

—Muriendo. —Remus le devolvió la sonrisa.


Primer Año: Venganza

—Así que —dijo James una noche de Domingo —, ¿cómo se las vamos a devolver?

—¿Devolvérsela a quién? —preguntó Peter, sin voltear a ver, buscando por algo entre sus notas.

Se encontraban en la torre de Gryffindor, tratando de hacer sus deberes para McGonagall. Treinta y
cinco centímetros sobre las leyes básicas de transformaciones. Sirius y James ya habían terminado
los suyos, Peter llevaba al menos 15 centímetros, y Remus ni siquiera había empezado.

—A los Slytherins —siseó James —, mantente al tanto, Pete.

—¿No a todos los Slytherins? —preguntó Peter, sonando preocupado —, solo a Snape y Mulciber,
¿cierto?

—A todos ellos. —confirmó Sirius. Justo había aparecido debajo del escritorio que compartían, y
le mostró un trozo de pergamino —. ¿Es esto lo que buscabas?

—¡Gracias! —Peter lo agarró, aliviado —. Ya casi he terminado…

—¿Ya los has hecho, Lupin? —Sirius miró por encima. Remus había abierto su libro, pero ni
siquiera le había echado un vistazo. Había considerado enclaustrarse a sí mismo en la biblioteca
una noche y tratar de leerlo propiamente – podía leer, si se enfocaba muy, muy bien. Pero la
oportunidad no se había presentado, y si era honesto, realmente no quería hacerlo. Desde la clase
de Pociones los cuatro se habían vuelto amigos de verdad, y Remus no quería perderse nada.

—Nah. —Se encogió de hombros en respuesta a Sirius —. No se me da la gana.

—Dinos si necesitas ayuda.

—Puedes copiar los míos si necesitas ayuda. —James empujó sus deberes sobre el escritorio.
Remus los empujó de vuelta, rechinando los dientes.

—Estoy bien. No soy estúpido.

—Nadie dijo que lo fueras. —respondió James, de manera casual. Sirius lo miraba, sin embargo.
Remus quería golpearlo, pero estaba intentando no arremeter tanto – James y Sirius a veces
jugaban a pelearse, pero nunca intentaban lastimarse de verdad, como él lo había hecho con Snape.
Forzándose a sí mismo a tragarse su mal genio, Remus optó en vez de ello por cambiar el tema.

—Podría poner polvo picapica en sus camas. —ofreció. Alguien le había hecho eso una vez. Había
tenido sarpullido por una semana entera, y en la noche de la luna llena se había rasgado la piel más
de lo usual —. O en su ropa… si podemos averiguar quién la lava, en cualquier caso.

Esto había sido algo de gran preocupación para Remus – su ropa sucia parecía simplemente
desaparecer y luego resurgir, limpia y doblada en sus baúles. Nunca había atrapado a nadie más en
la habitación, y no lo podía comprender en absoluto.

—Me gusta —respondió James, mordiendo su pluma —, ¿aunque alguien tiene polvo picapica?

Los tres chicos sacudieron la cabeza.

—Podría ordenarlo de Zonko. —dijo Sirius —. Si me prestas tu búho, James, mamá confiscó el
mío después de la selección.
—Supongo —respondió James —, aunque me gustaría que fuera antes. Ya sabes, tomar
aprovechar la oportunidad.

—No necesitamos comprar polvo picapica —dijo Remus, de pronto, teniendo una idea brillante —,
¿creen que tengan escaramujos en el invernadero?

—Síp —habló Peter, la cabeza aún agachada sobre sus deberes —, para pociones curativas –
artritis, creo.

—Los pelos de adentro te hacen picar, y mucho —Remus explicó, emocionado —, Matrona – la
mujer que dirige el hogar para niños – ella los siembra, y si te metes en problemas te hace sacarles
las semillas sin guantes. —sus dedos picaban solo de pensar en ello.

—Qué horrible. —dijo James.

—¡Buena idea, igual! —Sirius sonrió enormemente —. El próximo receso, iremos y tomaremos un
montón de ellos. Luego podemos sacarles las semillas – con guantes – y ponerlas en las sábanas de
los Slytherins. ¡Excelente!

—¿Cómo vamos a meternos a los dormitorios de los Slytherins? —preguntó Peter, finalmente
terminando su trabajo.

—Déjenmelo a mí. —James sonrió con confianza, mercurialmente.

***

Conseguir los escaramujos fue fácil. Enviaron a Peter, el único de ellos que no había sido castigado
aún, y por lo tanto el menos vigilado. Peter era pequeño y bueno para pasar desapercibido; se
arrastró en el invernadero sin ser notado durante el descanso de la mañana y volvió con la cara
enrojecida y jubiloso, con un frasco lleno de escaramujos bajo su capa.

Luego se encerraron a sí mismos bajo llave en su baño compartido para quitarle las semillas a los
brotes. Bajo las cuidadosas indicaciones de Remus, todos usaron guantes de piel de dragón para
hacerlo, tomando especial cuidado de no tocar las semillas o los delgados pelos.

—No puedo esperar a ver sus caras. —Sirius sonreía ampliamente, sentándose con las piernas
entrecruzadas en el piso junto a James.

Remus miraba, sentado en el borde de la bañera, las cabezas oscuras de James y Sirius inclinadas
sobre su trabajo. Sentía un poco de envidia por su amistad. Tenían tanto en común – ser criados
bajo la magia, ambos creciendo ricos, ambos completamente locos por el quidditch.
Adicionalmente, estaba claro que luego de solo tres semanas James y Sirius se las habían arreglado
para asegurarse una reputación como los reyes conjuntos de los de primer año. Todos los
escuchaban cuando hablaban. Todos se reían cuando eran graciosos. Nadie se molestaba si perdían
puntos.

—Aún no sé cómo vamos a hacer para meternos en los dormitorios de Slytherin – ni siquiera Peter
es tan sigiloso. —Sirius echó un vistazo a James. Había estado intentando que revelara su plan
desde que el chico con gafas lo mencionara.

—Deja que yo me preocupe por eso. —fue todo lo que dijo James.

Las semillas y pelos fueron decantados en otro frasco, y los chicos terminaron comiéndose lo que
sobró de los escaramujos durante el resto de la semana.
Era Martes de noche cuando finalmente tuvieron su oportunidad. James decidió que tenía que
hacerlo antes de que todos se fueran a la cama. También decidió que debía ir por separado a los
dormitorios de Slytherin, para evitar ser vistos juntos y descubiertos. Remus personalmente pensó
que eso era un exceso, pero lo apoyó, no queriendo arruinarles la diversión a los otros.

Comieron la cena mucho más rápido de lo usual esa noche, antes de pararse de la mesa al mismo
tiempo y dejar el comedor. Peter se veía tan nervioso que Remus pensó que iba a entrar en pánico
en el último minuto y delatarlos a todos. Se aseguró de estar cerca del chico más pequeño, solo en
caso de que tuviese que taparle la boca o jalarlo en algún momento.

Sirius y James fueron primero, desde luego, dirigiéndose hacia el baño de mujeres del segundo
piso el cual Remus les dijo llevaba a las mazmorras. Pensó en guardarse ese pasadizo en particular
para sí mismo, pero como ya había encontrado otros buenos lugares para esconderse, razonó que
dejarles saber sobre este no haría daño. Después de todo, ¿qué tan seguido querría ir a las
mazmorras?

—Lidera el camino entonces, Lupin. —James hizo un ademán grandiosamente, una vez que Remus
y Peter llegaron. Sirius lo agarró del brazo.

—Espera, muéstranos lo que estás planeando, primero.

James sonrió esa sonrisita molesta que había estado luciendo desde el Domingo.

—Oh… ok entonces, toma, agarra esto. —Empujó el frasco de semillas de escaramujo a las manos
de Sirius, echando para atrás su túnica.

Les presentó una larguísima, voluminosa capa, tejida de la tela más extraña que Remus había visto
nunca – de un gris plateado y reluciente.

—No —Sirius miró boquiabierto —, no la tienes, Potter, no la tienes, maldita sea…

James sonreía tan ampliamente ahora que Remus pensó que su cara se partiría en dos. El
larguirucho chico les guiñó, y luego, en un movimiento se pasó rápidamente la capa por encima de
la cabeza, de modo que lo cubriera completamente. Se esfumó.

—¡Bastardo suertudo! —gritó Sirius, divertido —, ¿¡cómo puede ser que nunca me lo dijiste!?

—¡Tampoco a mí me lo dijiste nunca! —chilló Peter —, y te conozco desde siempre. ¿Dónde la


conseguiste?

James bajó la capucha de la capa, para que su cabeza pareciera flotar en el aire. Hizo a Remus
sentir un poco mareado.

—Ha estado en la familia por años —dijo, triunfante —, papá me dejó traerla siempre y cuando no
le dijera a mamá.

—Idiota suertudo —dijo Sirius, agarrando un poco del material invisible y frotándolo entre sus
dedos —, mis padres harían lo que sea por una capa de invisibilidad.

—Me parece que todos cabemos bajo ella —James demostró, separándola y levantando los brazos
como un murciélago —, vamos, pongámonos cómodos…

Se arrastraron todos bajo la capa, luego intentaron desplazarse por la habitación unas cuantas veces
hasta que pudieron caminar cómodamente juntos. Finalmente, tratando de no soltar risitas o
susurrar demasiado, los cuatro chicos invisibles se dirigieron hacia las mazmorras. Remus les
mostró qué baldosas tocar para que el piso se abriera en la tercera butaca desde la izquierda.

—¿Cómo encontraste esto, Remus? —susurró James —, es genial.

—Sales por atrás de una de esas alfombras que cuelgan en las paredes, en las mazmorras —
respondió Remus —, simplemente me fijé qué había atrás.

—¿Te refieres al tapiz? —preguntó Peter.

—Um… ¿supongo? —Remus agradecía que ninguno de ellos podía ver su cara.

—Cállate, Pettigrew. –dijo Sirius en tono brusco. Remus sintió una fuerte patada darle en la parte
de atrás de su tobillo.

—Oi. —Siseó, pateando de vuelta el doble de fuerte —. Aléjate.

—¡Lo siento! —aulló Sirius —, iba para Pete, no para ti.

—Cállense, todos ustedes —refunfuñó James —, ya casi estamos ahí.

Esperaron silenciosos en su lado del tapiz, escuchado atentamente por pasos en el corredor de
afuera. Una vez James estuvo satisfecho de que estaba callado, salieron todos del pasadizo. Las
mazmorras eran frías, apenas iluminadas y cavernosas. Había un extraño sonido goteante viniendo
de algún lado – quizás de las cañerías.

—¿Dónde es la entrada? – murmuró Sirius.

—Detrás de la pared. —apuntó Remus, esperando que pudieran ver a dónde señalaba. Era una
sencilla pared de ladrillo.

—¿Cómo sabes?

—Los he visto entrar antes. —dijo Remus, apresuradamente. No iba a decirles que sabía que
habían doscientos Slytherins en el otro lado porque el olor de su sangre y su magia era tan fuerte
que casi podía saborearlo.

—¿Sabes la contraseña?

—Nope.

—Diablos.

—No es el toque de queda aún, solo hay que esperar.

Y eso hicieron, bastante incómodos. Aunque el corredor estaba húmedo, debajo de la capa se
encontraba innecesariamente cálido, especialmente con los cuatro tan cerca entre sí.
Afortunadamente, dos alumnas de séptimo vinieron apresurados en los siguientes minutos.
Desafortunadamente, Sirius las conocía.

—¡Veamos el anillo de nuevo, Bella! —Narcissa Black suplicaba a su hermana mayor. Remus
sintió a Sirius congelarse, apretándose contra la pared.

Bellatrix se acicaló, extendiendo un largo brazo color marfil. En sus huesudos dedos se encontraba
un enorme, feo anillo de compromiso de plata y esmeralda, el cual había estado presumiendo desde
inicio de término. Todos en la escuela sabían que se casaría con Rodolphus Lestrange, un mago
político, en cuanto terminaran sus ÉXTASIS. Sirius tendría que ir a la boda.
Narcissa chilló cuando lo vio, aunque probablemente lo hubiera visto más veces que nadie.

—¡Espléndido! —Sus palabras salían a borbotones—. Oh, no puedo esperar para casarme…

—Espera tu turno. —respondió Bellatrix, con una voz como uñas sobre una pizarra —. Una vez
que Lucius tenga una mejor posición en el ministerio estoy segura de que Mami y Papi estarán de
acuerdo con la pareja.

Las dos jóvenes estaban ahora paradas ante la pared de ladrillos. Bellatrix era la más alta, pero se
parecían mucho. Tenían un largo cabello rizado – muy parecido al de Sirius mismo, y esa perfecta
estructura ósea de la familia Black.

—“Mundus sanguine.” —anunció Bellatrix. La pared se deslizó a un lado para dejarlas pasar, y los
cuatro chicos se apresuraron a seguirlas, lo más rápido posible antes de que cerrara.

Por primera vez desde que estuvo en Hogwarts, Remus se sintió verdaderamente agradecido de
haber sido puesto en Gryffindor. Las diferencias entre su cálida, cómoda sala común y la de la de
Slytherin eran espantosas. Estaba construida como una enorme sala de banquete, en vez de una
sala de estar. Las paredes estaban suntuosamente decoradas con aún más tapices elegantes, la
chimenea era enorme y tallada ornamentadamente, y una macabra palidez verduzca colgaba sobre
todo. Más que eso, el lugar de algún modo se sentía malvado. Remus intentó no estremecerse.

Lo otros chicos se veían tan intranquilos como él, y permanecieron inmóviles hasta que James los
empujó hacia adelante, subiendo por un tramo de escaleras el cual esperaban los llevara hacia el
dormitorio de hombres. En su camino se toparon con Severus, sentado solo en una esquina,
encorvado sobre su libro de pociones. Arriba de las escaleras, entraron por la primer puerta abierta
que era, afortunadamente, una habitación.

James arrojó la capa.

—Echa un vistazo afuera, ¿eh, Petey? —dijo, apresurándose a la habitación —¿Creen que una de
estas sea la cama de Snape?

—Esta puede ser —apuntó Sirius —, las sábanas se ven lo suficientemente grasosas. —los cuatro
chicos rieron.

—Rápido entonces, muchachos, pónganse los guantes. —susurró James, desenroscando el frasco.
Remus y Sirius se pusieron un guante de piel de dragón cada uno, agarraron un puñado de semillas
y comenzaron a esparcirlas por debajo de las sábanas.

—¡Las verán! —dijo James, sonando decepcionado. Era verdad, las pequeñas semillas rojo
brillante sobresalían claramente contra las blancas sábanas, incluso en la oscuridad.

—Bueno… aún se les van a pegar cuando las intenten quitar. —ofreció Sirius.

—Esperen… —Remus de pronto tuvo una idea. No sabía cómo se le ocurrió, o porqué, pero de
algún modo simplemente sabía que funcionaría. Sacó su varita, mordió su labio y la sacudió
cautelosamente sobre la cama donde habían depositado las semillas. “Obfuscate”. Susurró.

Y así como así, las semillas desaparecieron. Bueno, sabía que seguían ahí; pero nadie podría verlas
ahora.

–¡Caray! —James se quedó mirando —. ¿Cómo hiciste eso? Fliwick no nos ha enseñado ese
encantamiento todavía, ¿o sí? ¿Estaba en la lectura?
—Nah —Remus se encogió de hombros —, vi a unos de quinto hacerlo ayer a unos dulces que
compraron del pueblo. No es tan difícil de copiar.

Sirius y James inmediatamente intentaron copiarlo ellos mismos, sobre las semillas que acababan
de esparcir. No funcionó la primera vez – o la segunda, pero luego de la tercera, James logró
desaparecer la mayoría de las suyas.

—Mejor lo haces tú, Lupin, o estaremos aquí toda la noche. —decidió.

—¡Sí por favor, apúrense! —Peter siseó desde la puerta, blanco del susto.

Sirius intentó unas cuantas veces más antes de rendirse y dejar que Remus lo hiciera.

—Vas a tener que mostrarme exactamente cómo se hace en cuanto estemos de vuelta en territorio
neutral. —dijo. Remus asintió, aunque no estaba seguro de cómo explicarlo. Realmente lo había
hecho porque pensó que probablemente podría.

—Siguiente habitación. –anunció James, jalándolos de vuelta hacia la entrada.

—¿Tenemos qué? —preguntó Peter, dando saltitos de un pie al otro —. ¿No es eso suficiente?

—¡Ni de cerca! —respondió Sirius con una risa, sacudiendo la cabeza —. ¿Qué tal si no llegamos
la cama de Snape aún? Tenemos que llegar a todos, Pete. ¿Estás con nosotros o no?

—Todos los chicos, en cualquier caso. —dijo James, mientras entraban en la siguiente habitación
—. No me agradan nuestras posibilidades entrando en la de las chicas – ¿recuerdan lo que le pasó a
Dirk Creswell la semana pasada?

Trabajaron rápido y consiguieron llegar a todas y cada una de las habitaciones de los chicos.
Incluso la última, que tenía tres estudiantes durmiendo en ella – de sexto año. Incluso Sirius había
suplicado para no ir ahí, pero Remus se encontraba mareado de emoción por la broma ahora, y se
echó la capa de invisibilidad encima para ir él mismo. Incluso esparció los escaramujos sobre las
almohadas de los chicos durmientes.

Para cuando terminaron, se estaba haciendo tarde y más y más Slytherins subían para ir a la cama.
Apenas capaces de contener su alegría, los cuatro Gryffindors se escondieron bajo la capa y
lentamente se arrastraron por las escaleras, aplastándose contra la pared siempre que alguien se
acercaba, luego por la enorme y majestuosa sala común y fuera por la pared a través de la cual
habían entrado.

Como James había instruido, todos se mantuvieron lo más callados posible hasta que se
encontraron a una corta distancia de la torre de Gryffindor, y finalmente fue seguro removerse la
capa una vez más.

—¡Widdershins! —corearon todos a la dama gorda, quien abrió deslizándose para ellos.

Fue una gran dicha estar de vuelta en la cálida, brillante sala común de Gryffindor, y todos se
echaron en el sofá disponible más cercano, sonriendo de oreja a oreja insanamente entre sí. Frank
Longbotton los llamó desde su escritorio, donde se encontraba acomodando unas notas de estudio.

—Llegando al último minuto, muchachos, ¿estuvieron en algún lugar interesante?

Peter se veía inseguro, pero James simplemente agitó una mano.

—Biblioteca, obviamente.
Frank sacudió la cabeza, aunque estaba sonriendo.

—Estoy seguro que pronto me enteraré de ello.

—¡Sí que me encantaría estar ahí cuando todo comience! —susurró Sirius, sus ojos brillando de
alegría —. Y desearía aún más que hubiésemos podido echarles a mis primas.

—Es solo el inicio, Sirius colega —respondió James, dando una palmada en la rodilla del otro
chico —, entre nosotros cuatro considero que podemos ir incluso más lejos la próxima vez.
¡Excelente primera misión, hombres!

Peter gimió.

—¿¡Primera misión!?
Primer Año: Merodeadores

Miércoles 15 de Septiembre, 1971

La mañana siguiente James y Sirius apenas podían contener su emoción y apresuraron a sus
compañeros de habitación a bajar a desayunar antes que cualquier otro Gryffindor. Fueron los
primeros estudiantes en llegar al gran comedor, aparte de unos cuantos Ravenclaws encorvados
sobre sus libros de estudio para los ÉXTASIS con enormes tazas de café negro.

—Perfecto —Sirius irradió ante los bancos vacíos —, ¡asientos en primera fila!

—Apuesto a que nadie aparece en horas. —se quejó Peter, medio dormido, apoyándose sobre sus
codos.

—Oh anímate —James les sirvió a todos té en grandes tazas —, ¿no quieres ver el fruto de nuestro
trabajo?

—No a las seis de la mañana. —respondió Peter, sorbiendo de su té. Sirius hizo una mueca ante el
ruido y empujó un plato en su dirección.

—Toma una tostada y deja de lloriquear.

Remus tomó una tostada también y la cortó en cuatro pedazos. Untó mermelada en un cuarto, jalea
en el otro, mantequilla en el tercero y cuajada de limón en el último. Ignoró la mirada de
entretenimiento que Sirius le estaba dando. Remus nunca había tenido tantas opciones antes, y
estaba determinado a sacar el mayor provecho de cada comida.

Afortunadamente, no tuvieron que esperar tanto antes de que los otros estudiantes comenzaran a
llegar en pequeños grupos a desayunar. Los primeros Slytherins llegaron justo cuando Remus se
terminaba su tostada. Tres chicos y dos chicas; tercer año. Caminaron hacia su mesa, absolutamente
inconscientes de los cuatro ansiosos Gryffindor mirándolos atentamente. Por unos momentos fue
como si nada fuera diferente. Sirius suspiró con decepción. Pero entonces. El chico más alto se
revolvió levemente en su asiento, frotando su brazo. Otro parecía estar buscando algo en su
bolsillo, pero desde donde veía Remus claramente estaba rascando su pierna furiosamente. El
tercero no dejaba de usar su varita para frotar detrás de su oreja.

—¡Funcionó! —susurró James, sin aliento de la emoción. Incluso Peter se veía animado ahora.

Mientras más y más Slytherins entraban, su problema se volvía más obvio – y más hilarante. A las
siete la mesa de Slytherin estaba llena de chicos murmurando, retorciéndose y rascándose, y de
chicas con mirada horrorizada. Amycus Carrow, un chico grandote de sexto, eventualmente se
arrancó su túnica, su jersey escolar e incluso su corbata para arañarse el pecho el cual Remus podía
ver ya estaba al rojo vivo. Casi le daban lástima.

Pero entonces llegó Snape. Ya sea karma o suerte pura, Severus parecía haber reaccionado
particularmente mal a las semillas de escaramujo. Entró caminando cabizbajo, el cabello cayendo
sobre su cara, pero su nariz aún estaba visible y claramente rojo brillante.

—¡Oh Merlín! —jadeó Sirius, riendo tan fuerte que se sostenía el estómago —. ¡Díganme que le
dimos en la cara!

—¡Oi, Snivellus! —gritó James, de pronto, para llamar la atención del otro chico.
Snape se dio la vuelta, mirando hacia arriba; su cabello se separó. El lado izquierdo de su cara
estaba cubierto en un furioso sarpullido rojo, desde su sien hasta su cuello, desapareciendo debajo
de su uniforme. Su ojo izquierdo estaba rojo también, el párpado hinchado e irritado.

—¡Te ves bien! —alardeó Sirius, y los cuatro chicos se disolvieron en risitas mientras Snape se fue
furioso de la sala.

Para cuando el desayuno se terminó, el castillo entero rezumbaba con rumores sobre qué
exactamente había caído sobre los chicos de Slytherin. Sirius y James lucían como si todas sus
Navidades hubieran sucedido en un día, e incluso Peter se había animado notablemente –
recordándoles a todos que había sido él quien había estado vigilando, después de todo, volviendo
la aventura entera posible.

—Todo fue idea de Lupin, igual. –devolvió Sirius, palmeando a Remus de manera sincera en la
espalda —. ¿Qué deberíamos hacer para celebrar, eh? ¿Snap explosivo? ¿Asaltar las cocinas?

Remus se sacudió a Sirius de encima, sonriendo educadamente.

—Bueno, lo que sea que hagan, lo van a hacer sin mí —respondió —, tengo doble castigo.

—¿De Slughorn?

—Seh, y McGonagall. Y Fliwick, pero eso es mañana. Luego mi castigo de Herbología es el fin de
semana.

—Joder amigo —James frunció el ceño —, ¿vas por un récord o algo así?

Remus se encogió de hombros. Siempre estaba siendo castigado en St. Edmund’s – todos los
chicos lo estaban. Los castigos no le molestaban. Aunque el snap explosivo sonaba muy divertido.

—¿Quizás deberías empezar a hacer tus deberes? —dijo Sirius, suavemente. Remus rodó los ojos,
levantándose de la mesa.

—Vamos —dijo —, toca Defensa Contra las Artes Oscuras primero, pensé que les encantaba esa a
ustedes dos.

***

Más tarde ese día, Remus iba en camino hacia su castigo con Slughorn, cuando se topó con Lily
Evans. Estaba perfectamente feliz de seguir caminando, pero ella le sonrió y se puso a caminar con
él.

—Hola Remus.

—Hola.

—¿Vas a las mazmorras?

Él asintió.

—Yo también. Tengo que decirle a Slughorn que Severus no puede ir a su castigo.

—Oh, claro.

—¿Escuchaste lo que le pasó a los Slytherins?


—Seh. —Todos habían escuchado – era todo de lo que habían estado hablando durante el día,
incluso durante las clases. Afortunadamente nadie tenía idea de quién lo había hecho. Había sido
una buena idea, atacar a toda la casa de una sola vez. ¿Quién podría adivinar quién había sido el
objetivo?

—Una locura, ¿verdad? —continuó Lily —. El pobre Severus es alérgico a lo que sea que usaron.
Madam Pomfrey le dio una poción para dormir mientras la hinchazón disminuye.

Remus se rió disimuladamente, sin pensarlo. Echó un vistazo a Lily, quien lo miraba de vuelta con
acusadores ojos azules. Ella sacudió la cabeza.

—Mira, sé que no ha sido muy agradable contigo. El otro día en Pociones o en el tren. Él es…
bueno, es un poco snob, ¿ok?

Remus bufó.

—Pero quería decir que lo siento. —Lily presionó —. Necesito enfrentarme a él más. No debo
dejar que se salga con la suya. En realidad es una persona muy agradable una vez que logras
conocerlo.

—Si tú lo dices. —Remus dejó de caminar. Estaban afuera de la oficina de Slughorn ya. La puerta
estaba cerrada, y había voces elevadas en el otro lado.

—¡Horace, quien sea que haya sido, tiene que haber sido un Slytherin! —era la Profesora
McGonagall —. ¿Quién más tiene la contraseña?

—¿¡Por qué un Slytherin atacaría su propia casa, Minerva!? —el maestro de Pociones sonaba muy
frustrado.

—Tú dijiste que sólo fue afectado el dormitorio de los chicos. Quizás fue una de las chicas.

—¡En serio!

—Bueno, ¿quién más? ¿Peeves? Nunca entra en las salas comunes – no entra en las mazmorras, si
vamos a esa – está muy asustado del Barón Sanguinario.

—Tenemos que prohibir todos los productos de Zonko.

—Por lo que dice Poppy no fue un producto de Zonko. Escaramujo, de los invernaderos.

Lupin sintió una gota de terror correr por su espina dorsal. Si sabían todo eso, ¿no podrían
averiguar quién lo había hecho?

—Escaramujo, ¿eh? Muy astuto. —Slughorn realmente sonaba impresionado. McGonagall suspiró.

—¿Supongo que querrás culpar a los Ravenclaws ahora?

—¡Solo quisiera saber quién lo hizo! —suspiró, fuertemente. —Quizás la verdad saldrá a la luz.
Supongo que parece más probable que lo haya hecho una de las chicas de Slytherin que…

—¿Qué una banda de merodeadores arrastrándose hacia las mazmorras bajo el manto de la noche
con maliciosas intenciones?

Remus podía escuchar a Slughorn reírse entre dientes ante eso.

—Sí, exacto.
—Ahora, debo irme. —McGonagall decía, sus pasos acercándose a la puerta —. ¿Me dirás si
atrapas al culpable? —La puerta se abrió. Remus y Lily se hicieron hacia atrás, culpables.
McGonagall los miró a través de sus anteojos —. ¿Qué hacen dos Gryffindors tan lejos de su torre?

—Por favor, Profesora, Remus y yo tan solo estábamos—

—¡Ah! —Slughorn interrumpió la enredadera nerviosa de Lily —. Lupin, hijo mío – ¡y la señorita
Evans! Vienes a ofrecer disculpas por Snape, ¿eh? No hay necesidad, querida mía, no hay
necesidad. Con todo lo que pasó hoy creo que podemos cancelar los castigos de los chicos, por
ahora. —Se acercó a la puerta y miró a Remus de manera severa —. ¿Queda claro que no habrá
más peleas en mi clase? ¿O en ninguna otra clase, ya que estamos, hm?

—Sí, Profesor. –Remus asintió, solemnemente, tratando de no verse muy satisfecho.

—Excelente. —Slughorn irradió, cerrando bajo llave la puerta de su oficina —. Entonces si me


disculpas, tengo unos asuntos que atender.

Remus y Lily casi llegan al final del pasillo cuando McGonagall de pronto llamó.

—¿Sr. Lupin?

El corazón de Remus se hundió.

—¿Sí, Profesora McGonagall?

—Eso no quiere decir que su castigo conmigo se haya cancelado. Venga ahora, vamos a empezar
temprano.

***

McGonagall lo mantuvo repitiendo oraciones por una hora – nada tan malo, considerando que
estaba acostumbrado a recibir palmetazos en St. Edmund’s. No le importaba copiar y repetir; era
calmante. Voy a completar todas las tareas asignadas. Quizás se tragaría su orgullo la próxima vez
y copiaría los deberes de James. O los de Peter, si no quería verse tan sospechoso. Pero sabía que
James eventualmente querría saber porqué Remus nunca leía el texto asignado. Y si se lo decía,
entonces estaba igualmente seguro de que James y Sirius intentaría hacer que se lo explicara a
McGonagall – ambos chicos poseían una infalible fe en los profesores de Hogwarts. Remus, sin
embargo, nunca había conocido un adulto en el cual confiara. Ella lo enviaría de vuelta a St.
Edmund’s al instante. ¿De qué serviría un mago analfabeta?

Una vez terminó su castigo, trepó por el hueco del retrato y hacia la sala común para encontrar a
sus tres compañeros de habitación esperándolo. Peter y James se encontraban inmersos en un juego
de ajedrez con pinta muy seria (desde luego que las piezas se mueven. Pensó Remus para sí mismo,
todo aquí se tiene que mover, joder.) mientras Sirius escuchaba uno de sus récords con unos nuevos
audífonos de pinta muy lujosa. Remus se moría por escucharlos, pero no había reunido aún el valor
para pedirle.

Se sentó junto a Sirius sin hacer ruido. El chico de cabello largo se quitó los audífonos al
momento.

—¡Eso fue rápido!

—Solo tuve que hacer uno al final —explicó Remus —, Slughorn me dejó ir, muy ocupado
intentado solucionar lo del polvo picapica.
Remus sonrió extensamente, recostándose en el sofá con los brazos cruzados bajo la cabeza.

—Esa broma es un regalo que nunca se acaba.

—Snape era alérgico y todo —dijo Remus, sonriendo satisfecho—, la chica pelirroja esa ha dicho
que ha estado en la enfermería todo el día.

Sirius se rio incluso más fuerte. Sus ojos brillaban cuando se reía, Remus nunca había visto alguien
exhibir tan pura alegría. Te daban ganas de golpearlo y ser su amigo al mismo tiempo.

—¿Cuál chica pelirroja? —James miró hacia arriba de pronto.

—¡Jaque MATE! —exclamó Peter.

—Tú sabes, la fastidiosa. Evans.

—Yo no creo que sea fastidiosa.

—Ok. —Remus se encogió de hombros.

—No hablemos de chicas —Sirius rodó los ojos —, ¡este podría ser el día más importante de
nuestras vidas! Este es el día que nos convertimos en leyendas; ¡el día que nuestra amistad fue
forjada en el fuego del polvo picapica!

—No saben que fuimos nosotros, ¿verdad? —preguntó Peter, nervioso, recogiendo su juego de
ajedrez. Remus sacudió la cabeza.

—Slughorn cree que fue una chica de Slytherin. O una banda de merodeadores.

—¡Merodeadores! —Sirius se levantó, de pronto —. ¡Eso es! ¡Levanten sus copas, chicos!

—No tenemos copas. —respondió James, divertido.

—Bueno, solo pretende. —Sirius sacudió la cabeza, irritablemente —. Desde este día, ¡somos Los
Merodeadores!

Dijo esto haciendo tan dramática gala que solo pudo ser seguido de un aturdido silencio. James
estaba sonriendo, Peter mirando hacia él buscando un rumbo, sin entender del todo qué sucedía.
Remus se partió de la risa.

—¡¿Qué clase de nombre pretencioso es ese para una banda?!


Primer Año: Secretos

Martes 5 de Octubre, 1971

La siguiente luna llena pasó muy parecido a la primera. Esta vez el lobo claramente se había puesto
inquieto, porque Remus despertó con unos cuantos arañazos profundos.

—Se curan realmente rápido con un poco de antiséptico. —le aconsejó a Madam Pomfrey, quien
se preocupaba por él en la fría luz de la mañana.

—Y aún más rápido con magia. —sonrió, agitando su varita. Los cortes se cerraron casi al instante,
Remus se quedó mirando, impresionado.

—¿También te puedes deshacer de las cicatrices? —preguntó, ansiosamente. Ella sacudió la


cabeza, tristemente.

—No, Remus, no de estas. Lo siento.

—Está bien. —suspiró, vistiéndose para la escuela. Esta vez había traído un cambio de ropa
consigo y la había dejado en el túnel justo afuera de la casa para evitar tener que volver a la torre.
Se había a los chicos en su primera clase, y los dejó preguntarse dónde había estado.

—No tienes que ir a la escuela hoy —le decía Madam Pomfrey —, no si estás muy cansado. Puedo
darte una nota.

—Quiero ir. —respondió él —. No es tan malo, honestamente.

Pomfrey lo miró con ojos serios.

—No está tan mal ahora. Me temo que las transformaciones pueden comenzar a pasar factura a
medida que crezcas.

—¿Has tenido que cuidar a otros niños como yo, entonces? —Había querido hacer esa pregunta
hacía una eternidad, pero no estaba seguro cómo.

—No, querido, eres el primer estudiante en Hogwarts que conozco que ha sido…

—¿Mordido?

—Que ha sido mordido. —aceptó, agradecida —. Pero te prometo que sé lo que hago. He leído
mucho sobre el tema.

—¿Quieres decir que hay libros? ¿Sobre gente como yo?

—Bueno, sí. —sonaba sorprendida. Se sentó en la cama mientras él terminaba de vestirse —.


Podrías tomar prestados algunos de ellos, ¿si quieres?

Él pensó en ello, y luego sacudió la cabeza.

***

Tuvieron Transformaciones a primera hora, pero McGonagall no le dio castigo por no hacer sus
deberes – obviamente había decidido ser más indulgente alrededor de la luna llena. Sí que le hizo
prometer traerla consigo la próxima vez, y él aceptó, esperando sonar sincero. James, Sirius y Peter
pasaron la mitad de la lección intentando llamar su atención, pero él los ignoró firmemente hasta
que McGonagall amenazó con separarlos a los cuatro.

En los pasillos en su camino a Encantamientos, Remus sabía que no había escapatoria. Era una
buena charla de cinco minutos.

—¿Y? ¡¿Dónde estuviste?! —espetó Sirius, caminando a su lado izquierdo.

—En ningún lado. —respondió él, intentando apresurarse.

—Oh, sigue. —suplicó James, surgiendo a su lado derecho —. ¡Dinos! ¿Fue el mismo lugar al que
fuiste el mes pasado?

—Tal vez.

—¿Estuviste castigado de nuevo? —preguntó Peter, esforzándose por mantener el paso. Remus se
maldijo a sí mismo por no pensar en eso – un castigo hubiese sido la excusa perfecta.

—Nope.

—¿Entonces dónde –

—¡Fíjate por dónde vas, mestizo!

Remus había estado tan ocupado evadiendo preguntas que no miró por dónde iba, y había chocado
contra Snape, quien venía por la otra esquina. Ya bastante tenso, Remus levantó los hombros e
intentó empujarlo para pasar, de manera brusca.

—Cuidado con lo que haces, Snivellus.

Snape no se movió, y en vez de eso lo empujó, Mulciber apareciendo del lado de su hombro
izquierdo, vislumbrándose a modo amenazador sobre los otros más pequeños.

—Sé que fueron ustedes quienes se colaron en nuestros dormitorios la otra noche. —siseó —.
Todos ustedes.

—¿Ajá? Pruébalo. —James sonrió arrogante, doblando los brazos.

Los labios de Snape se encresparon.

—No puedo, aún. Pero lo haré. Se las devolveré también, lo prometo.

—Estamos temblando del miedo. —respondió Sirius, recostándose sobre una pared como si
estuviera aburrido —. ¿Ahora serían tan amables de mover el trasero?

—Idea tuya, ¿eh Black? —Snape arrastró sus palabras —. ¿O tuya, Potter? Tuvo que ser uno de
ustedes. Pettigrew no tiene las agallas y mi estimado Lupin aquí claramente no tiene el cerebro…

Remus cerró los puños. Podía la mano de Snape en su varita – Severus probablemente sabía todo
tipo de maldiciones y maleficios. James le había enseñado a Remus uno o dos, pero estaba
demasiado ciego de rabia como para recordarlos.

—Abran paso, caballeros. —Una aguda voz repentinamente sonó por el corredor. Era el Profesor
Fliwick, saliendo de su salón de clases para ver de qué se trataba el atraco —. Severus, estás
obstruyendo los pasillos, y se supone que deberías estar en mi clase. Vamos.
Remus se sintió sobrecalentado y agitado por el resto de Encantamientos, que usualmente era su
lección favorita. Dependía más de trabajo práctico con su varita que de leer o escribir, y
comúnmente le iba mejor que incluso a James y Sirius. Encontrando difícil calmarse, se pasó
lanzando sus almohadones por la habitación como misiles en vez de guiarlos cuidadosamente por
los aros que Fliwick había colgado del techo.

Habían estado trabajado en hechizos de levitación por unas cuantas semanas ya, y Peter era el
único al cual aún le costaba. En opinión de Remus, el problema de Peter era la falta de
imaginación. James y Sirius eran infaliblemente confiados; y él se encontró con que de que
confianza era todo lo que necesitabas para completar los hechizos más básicos. El mismo Remus
generalmente se sentía capaz de completar cualquier tarea si se veía lo suficientemente simple.
Peter, por el otro lado, se preocupaba por todo. Leía y releía sus libros de texto, intentando copiar
los complicados diagramas que tenían en vez de simplemente copiar lo que Fliwick les mostraba.

—Espero que todos sean capaces de levitar este libro para el final de la semana. —dijo Fliwick al
final de la clase. El libro era enorme, más o menos la mitad del diminuto profesor, y tenía pinta de
que a un hombre adulto le costaría cargarlo muy lejos —. Así que vengan preparados para una
rápida prueba de sus habilidades.

Peter gimió mientras recogieron sus cosas para irse.

Remus había logrado calmarse para la hora de la comida, pero aún tenía problemas para controlar
su magia más tarde al atardecer y agradecía que solo tenían Herbología e Historia de la Magia. Se
preguntaba si era su temperamento – el cual siempre había sido corto – o si era la luna llena.
Siempre tenía mucha energía luego de una transformación, incluso antes de que pudiese hacer
magia. Ahora su varita zumbaba en su mano como estática en una antena de televisión. Intentó un
rápido “Lumos”, escondiéndose en un cubículo de baño entre clases, y casi se quema las retinas.

Quizás el libro que Madam Pomfrey había mencionado le podría decir más sobre ello, pero nunca
lo sabría ahora. Podría haber otros libros en la biblioteca, pero no había revisado. Sabía la palabra,
lo suficientemente bien, y podía hacer otros hechizos si se concentraba fuerte. Pero no se atrevía.
Remus vivía con miedo de que si lo escribía, o lo decía en voz alta, entonces alguien descubriría su
secreto. Y era mejor mantener ese tipo de cosas en tu cabeza.

***

Martes 7 de Octubre, 1971

Era especialmente importante mantener sus secretos para sí mismo ahora, porque Remus estaba
siendo observado. Por McGonagall, quien aún levantaba una ceja cuando veía que no estaba
tomando notas, por Madam Pomfrey, quien siempre intentaba que pasara por la enfermería por una
rápida revisión, y por Snape, quien aún estaba furioso de que no había podido averiguar cómo
había sucedido el incidente con el polvo picapica. Remus quizás hubiese podido aguantar todas
estas interferencias, si no fuese por una cuarta persona observándole.

Este acosador era mucho más sutil, mucho menos directo en su vigilancia, pero notable a pesar de
todo. Sirius. Al inicio Remus había pensado que el otro chico simplemente era fisgón – parte de
aquel derecho que él y James compartían. Tenían que saberlo todo sobre todos. Constantemente le
hablaban a Remus y Peter sobre los asuntos de otras personas – el padre de este y aquel fue
rechazado para un ascenso en el ministerio hace unos años, y por eso está tan amargado; la tía-
abuela de Miranda Thrup había estado bajo investigación una vez por posesión ilegal de una
poción de amor, y ahora nadie tomaba té en la casa de los Thrup; el Profesor Slughorn sabía más
de las artes oscuras de lo que se dejaba ver, y el Club Slug era célebre por influenciar en producir
magos oscuros.
Desde luego, ninguno de ellos sabía nada en absoluto sobre Remus, y al inicio, él asumía que era
por esto que Sirius estaba tan vigilante. Pero nunca hacía preguntas directas, y si sentía curiosidad
por la familia Lupin o por su crianza entonces era un interés privado que James no compartía.
James raramente miraba a otra gente, Remus había notado – prefería que otra gente lo mirara a él.

Nadie más parecía notarlo, afortunadamente. Sirius era astuto en ese sentido. Solo muy
ocasionalmente, Remus se las había ingeniado para pescarlo inesperadamente, mirando
intensamente con esos ojos azul profundo. Ni siquiera tuvo la vergüenza de mirar hacia otro lado
cuando fue capturado – solo apaciguó su mirada intensa a una sonrisa amigable, la cual Remus se
vio obligado a devolver.

Ese Jueves estaban terminando sus deberes en la torre común de Gryffindor – bueno, James estaba
terminando los deberes de Remus, habiendo completado ya los suyos. Se ofreció a hacerlos a
cambio de que Remus le enseñara a hacer el hechizo “Obfuscate”, y a pesar de su orgullo Remus
se doblegó. Realmente no quería otro castigo con McGonagall, y James era bueno imitando la letra
de otros.

Sirius se encontraba completando su propio ensayo, y ya había escrito siete centímetros extra sobre
los usos de los crisopos en los filtros transformativos – más diagramas. Había libros esparcidos por
toda la mesa que habían reclamado para sí mismos, junto con tinteros y arrugados rollos de
pergamino. Peter estaba intentando levitar una manzana para meterla en una papelera a un metro de
distancia. Al momento podía mantenerla en el aire, pero entonces se tambaleaba y se caía al piso
de nuevo.

Agotado, Peter pasó los dedos por su cabello nuevamente y consultó su texto.

—Ya lo lograrás, Pete, no te preocupes —murmuró James, sin voltear la vista del papel de Remus
—, sigue con ello.

—Lo intento. —se quejó Peter —. Estoy seguro de que es el movimiento lo que hago mal… el
libro dice que uses una “acción suave y serpentil”, pero no estoy seguro… —Arremolinó la varita
en el aire. Remus hizo un gesto de desaprobación.

—No es así. —dijo, francamente —. Es como una forma de S en su lado. Mira. —Realizó el
encantamiento, levantando la manzana en el aire sin esfuerzo alguno y enviándola navegando hacia
la papelera pulcramente.

—¿Una forma de S, estás seguro? —Peter frunció el ceño. Dirigió su propia varita hacia la
arrugada bola de papel en la mesa —. ¡Wingardium Leviosa! —hechizó, moviendo su varita del
mismo modo que Lupin lo había hecho. Efectivamente, el papel voló tembloroso con un poco
menos de gracia hacia la papelera, rebotando hacia los lados mientras caía al fondo y cayó junto a
la manzana. Peter se quedó mirando, con ojos como platos —. ¡Lo he hecho! —jadeó —. Una
forma de S, ¡¿por qué no decía simplemente eso el libro?!

—Bien hecho, Pete. —dijo James, mirando hacia arriba y sonriendo. Se sacó los lentes y se frotó
los ojos —. Debería ser profesor, Remus.

Lupin bufó, mirando hacia otro lado vergonzosamente. James continuó.

—Ya casi termino esto, solo necesito revisar algo - ¿me puedes pasar Teoría de la Magia? ¿El libro
de Waffling?

Remus sintió un sudor frío correr por su espina dorsal. Intentando no entrar en pánico, miró hacia
la pila de libros que James señalaba. Uno de ellos definitivamente era sobre pociones – tenía un
caldero en la portada. Los demás; podrían ser cualquier cosa. Las letras doradas y plateadas
parecían cambiar y arremolinarse ante sus ojos. ¿Sería mejor simplemente tomar uno, incluso si era
el equivocado? Miró de vuelta a James, quien estaba leyendo lo que había escrito. Peter estaba
muy ocupado levitando más pelotas de papel para notar el tumulto de Remus. Miró de vuelta hacia
abajo, mordiéndose el labio.

Sirius se aclaró la garganta discretamente y se inclinó hacia la mesa. Silenciosamente golpeó uno
de los libros con su dedo índice, sin mirar a Remus. Era un tomo negro y grande forrado en cuero
el cual Remus reconocía vagamente. Agradecido, lo agarró y se lo entregó a James.

—Gracias colega. —dijo James, distraídamente, volviendo a su trabajo. Sirius siguió como si nada
hubiese pasado. Remus sintió sus mejillas arder.
Primer Año: Cicatrices
Chapter Notes

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Viernes 15 de Octubre, 1971

Remus tuvo que pasar los siguientes días evadiendo a Sirius – o al menos evadiendo estar con él a
solas. Esto no era fácil, los chicos pasaban todo su tiempo juntos, especialmente los fines de
semana. Todos pasaron la lección de Encantamientos del Viernes sin problemas; incluso Peter.
Fliwick estaba encantado de que la clase entera dominara tan pronto en el año levitación que los
dejó salir temprano al almuerzo.

Sirius se volvió a sí mismo inevitable la siguiente semana, durante sus lecciones de vuelo. Si
Remus no hubiese odiado Historia de la Magia tanto, entonces Vuelo sería su materia menos
favorita. Veinte minutos después de su primera lección con Madam Hooch había descubierto que
tenía miedo a las alturas, y el resto de las clases habían sido miserables para él.

James era la estrella de la clase, por supuesto, e incluso los otros Merodeadores lo encontraban
insufrible mientras revoloteaba alrededor del campo de quidditch, haciendo aros y fintas como si
hubiese nacido sobre una escoba. Sirius era excelente también, y casi todos los chicos de la clase
habían crecido jugando en escobas; incluso Peter era competente.

Había llovido la noche anterior, y el terreno estaba blando y lodoso. Se habían cambiado sus
usuales zapatos con cordones por gruesas botas y equipos de vuelo escarlata antes de caminar por
el lodo hacia el campo. Tomaron sus escobas y esperaron por instrucciones. Las escobas fueron
otorgadas por la escuela. Los de primer año no tenían permitido traer la suya propia, pero James le
diría a cualquiera que se parara lo suficiente para escuchar que él tenía un modelo de la mejor
marca en su casa.

—Bien, monten sus escobas por favor, damas y caballeros. —bramó Hooch al grupo —. Hace un
viento fuerte y agradable hoy, así que quiero que todos tengan cuidado. Potter, ¡nada de
pavonearse!

Remus trepó sobre su escoba, tragando fuerte. Si se las arreglaba para no sentir náuseas entonces
sería una victoria.

—Quisiera cinco vueltas limpias alrededor del campo, luego un buen aterrizaje de vuelta acá de
cada uno de ustedes. Cuidado con el charco y recuerden apoyarse en el viento siempre que sea
posible. Úsenlo para su beneficio. Cinco puntos para quien sea que vuelva primero. —Y con
apenas una advertencia, la bruja de cabello plateado hizo sonar su silbato fuertemente.

Remus y Lily, los únicos hijos de muggles de la clase, fueron los últimos en levantarse de la tierra.
Una vez que la pelirroja estuvo en el aire, sin embargo, siguió para adelante con facilidad.

—¡Un poco más arriba, Lupin! ¡Vamos! —Hooch resonaba abajo, gritando a través de un
megáfono. Él quería ignorarla, pero no había escapatoria – al menos en St. Edmund’s cuando te
hacían hacer campo a través1 podías esconderte en una esquina y fugarte al pueblo por la tarde.

Se empujó a sí mismo más alto, intentando mirar hacia adelante y no hacia abajo; intentando
pensar en cualquier otra cosa que no fuera el espacio vacío entre él y el piso. Podía ver la radiante
trenza de Lily resplandeciendo adelante como la cola de un zorro, el brillante cabello rubio de
Peter en algún lugar por el medio del grupo. Aunque no podía ver tan adelante, sabía que James y
Sirius estaban a un pelo de distancia entre sí. Remus simplemente continuó andando
sombríamente, no queriendo ir más rápido en absoluto. A quién le importa si era el último, si no se
rompía el cuello llegando ahí. Mientras doblaba la esquina al final del campo, el viento realmente
lo golpeó e intentó no disminuir la velocidad demasiado, inclinándose hacia adelante. Hacía frío, y
el aire gris de la mañana le abollaba el rostro.

La segunda vuelta fue tan mala como la primera. Para la tercera, notó que James había estado
rodeando cada una de las torres de los puestos vacíos de espectadores, a pesar de las
amonestaciones de Madam Hooch. En la cuarta vuelta, Remus tenía compañía.

—¿Te estás divirtiendo? —Sirius sonrió divertido, navegando junto a él. Se veía tan cómodo,
como si pudiera levantar ambas manos sobre su cabeza, girar al revés y volar en reversa sin
problema alguno.

—¿Qué estás haciendo? —Remus frunció el ceño, intentando ignorarlo. —¿Intentando perder?

—James va a ganar —Sirius se encogió de hombros —mejor le dejo tener su momento. Pensé en
juntarme contigo.

—¿¡Por qué!? —respondió Remus, con los dientes apretados.

—Pensé que querrías la compañía. —Remus no tenía que mirarlo para saber que estaba sonriendo
esa irritante y enorme sonrisa de Sirius Black —. Además estamos a punto de aterrizar, y sé que
odias aterrizar.

—Lárgate.

—No.

—Te lo advierto, Black…

—No me puedes golpear aquí arriba, Lupin, a menos que quieras soltar tu escoba.

—Dios, eres molesto.

—Síp. —Sirius voló frente a él, luego todo alrededor, una perfecta órbita.

—Lárgate. —Remus intentó esquivarlo, tambaleándose de manera peligrosa.

—Hora de aterrizar… recuerda sacar las piernas e inclinarte hacia atrás… luego dobla las rodillas
mientras chocas contra el – ¡oi!

Remus había agarrado la cola de la escoba de Sirius y le había dado un fuerte tirón. Riéndose,
Sirius se enderezó, luego voló hacia el lado de Remus y le dio un empujón de vuelta. Remus se
sacudió, pero se sostuvo firme, descendiendo. Fue mucho más fluido que antes, se inclinó hacia
atrás, luego se retorció rápidamente para empujar a Sirius de nuevo.

—¡Fuera de mi camino! —gritó, yendo más rápido. —. ¡Puedes ser el último en bajar por una vez!

—¡Oh no lo harás! —Ahora Sirius tomó la cola de la escoba de Remus, riendo, jalándolo hacia
atrás. Esto fue quizás ir demasiado lejos, considerando que estaban los dos muy cerca del piso ya.
Los dos peleadores se cayeron hacia la tierra, las escobas volando bajo ellos. Ambos cayeron sobre
un enorme charco lodoso, patinando y rodando hacia adelante, empapando sus túnicas en el
proceso.
—¡Black! ¡Lupin! —Madam Hooch marchó hacia los dos chicos desparramados en el lodo.

Los otros Gryffindors se reunieron alrededor, soltando risitas y señalando. Sirius se levantó con
toda la gracia con la cual su nobleza le había bendecido, y jaló a Lupin toscamente de la mano.
Ambos miraron hacia arriba a la profesora, parpadeando gotas de agua de sus ojos.

—¿Qué fue lo que dije sobre tener cuidado con el charco? —Madam Hooch levantó una ceja
entretenida. Normalmente veía lo divertido de las cosas. —Un punto cada uno de Gryffindor. Será
mejor que vayan a lavarse en las duchas. Se van ahora.

Ambos anadearon hacia los vestuarios de quidditch, cargando sus pesadas y anegadas ropas.

—Jodido equipo ridículo. —se quejó Remus mientras entraron en el pequeño edificio de piedra —.
¿Cómo se supone que vayamos a secarlo?

—Los elfos domésticos se encargarán de eso. —respondió Sirius, sacudiéndose el suyo de encima
y amontonándolo en una esquina.

Remus no se molestó en preguntar qué demonios eran los elfos domésticos. Se sacó sus propias
túnicas y pateó sus botas, luego entró en un cubículo de ducha para continuar a desvestirse. Había
toallas tendidas ya, y el agua estaba deliciosamente caliente. Se inclinó hacia adelante en la
corriente, dejando que calentara su sangre, mirando el lodo y las rebeldes hojas de hierba
arremolinarse por el desagüe. Al menos se había librado de cuarenta minutos más de vuelo.

Se restregó las manos bruscamente sobre su cabello. Sin los cortes mensuales de Matrona su
cabello se estaba poniendo más largo y suave, manteniéndose lacio la mayoría del tiempo, tan
desaliñado como el de James. Al fin pudo ver su color, pero fue decepcionante – parecía ser un
simple castaño claro.

Remus terminó con la ducha antes que Sirius y salió, echando un vistazo alrededor por su uniforme
rápidamente. Estaba medio vestido cuando Sirius finalmente emergió, su largo cabello peinado
hacia atrás, mojado y brillando como aceite. Ya se encontraba completamente vestido y lucía
imposiblemente cool y adulto, cuando Remus se dio cuenta que le había faltado un botón de su
camisa y tuvo que empezar de nuevo.

—¡¿Qué es eso?! —dijo Sirius, repentinamente. Remus miró hacia arriba, luego de nuevo hacia
abajo. Sirius apuntaba a una larga raya plateada que se estiraba desde la mitad izquierda de su
clavícula a través de su pecho, diagonalmente, hasta su pezón derecho. Él manoseó torpemente sus
botones, intentando cerrar su camisa más rápido.

—Una cicatriz. —murmuró. No tenía sentido decir otra cosa ahora. Ya casi no las notaba.
Simplemente estaban ahí, tan parte de él como sus pecas, o los delgados vellos en sus brazos.

—Es… ¿te sucedió en el hogar? ¿Donde creciste?

Había algo extraño en la voz de Sirius. Remus se encontró con que no podía hablar, así que
simplemente asintió. Sirius asintió también —. Yo tengo cicatrices. —dijo, tan bajo que Remus
pensó que escuchó mal al principio.

Sirius se agachó, y se levantó la pierna del pantalón, girando su tobillo para mostrarle a Remus las
marcas ahí. Sus cicatrices no eran como las de Remus – que eran grandes y toscas y dentadas,
llenas de ira y hambre. Las plateadas líneas en la parte posterior de las piernas de Sirius eran
delgadas y derechas; uniformes en su crueldad. Remus miró fijamente por unos segundos, antes de
que Sirius soltara el borde de la tela y se levantara.
Se miraron el uno al otro por un minuto entero. Remus sintiéndose muy acalorado, los ojos de
Sirius muy frescos y calmados. Entonces se rompió.

—¿Nos vamos a ver a James portándose como un idiota? —preguntó Sirius.

Remus asintió nuevamente, y ambos retrocedieron al frío aire de otoño. Tomaron sus asientos en
los duros bancos en los puestos de espectadores y miraron el resto de la clase revolotear atrás y
adelante a través del campo, las túnicas rojas aleteando tras ellos. Lily, a pesar de carecer de la
técnica formal de James, competía con él cuando se trataba de velocidad, ganándole en dos de tres
carreras entre los postes de gol.

—¿Remus? —dijo Sirius, de pronto, mientras sus compañeros de clase llegaban de su último
aterrizaje.

—¿Sí?

—No puedes leer, ¿verdad?

Remus suspiró. Tenía suficientes secretos para mantener ya como estaba. Y Sirius había
compartido uno de los suyos.

—Nah.

—No le diré a nadie.

—Gracias.

Esa enorme sonrisa de Sirius Black.

Chapter End Notes

1 - El campo a través es una modalidad de atletismo también conocida por la forma


inglesa cross-country o por las más reducida de cross. Consiste principalmente en
recorrer distancias campo a través, es decir, en circuitos naturales no-urbanos. (Fuente:
Wikipedia.)
Primer Año: Historia
Chapter Notes

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Sábado 23 de Octubre, 1971

—¿Simplemente nunca te enseñaron?

Remus se encogió de hombros, cansado y frustrado. Había pasado una semana desde la clase de
vuelo, y Sirius lo había atrapado por sí solo de nuevo. Había estado sentado bastante feliz en su
cama, viendo una de las revistas de quidditch de James – le gustaban las imágenes movibles,
aunque aún no entendía del todo las reglas, y era la cosa más cercana a la tele que tenían en
Hogwarts.

—Me enseñaron. —respondió, pasando la página, esperando que Sirius entendiera el mensaje y se
largara. No lo hizo. Remus cerró la revista —. Me enseñaron. —repitió —. Simplemente no
aprendí correctamente. Cuando veo las palabras, no creo que vea lo que todos los demás ven. No
tiene ningún sentido; todas las letras se la pasan saltando por todos lados y cambiando. Los
profesores dijeron que simplemente era un torpe.

Nadie había hecho mucho alboroto por sus problemas con el trabajo escolar en St. Edmund’s.
Apenas tenían deberes, ya que nadie los hacía de todos modos. Muchos de los chicos tenían
problemas; o no los podían hacer o no les enseñaban. No era como si alguien esperara mucho de
todos modos.

—¿Pero cómo lo has estado haciendo? —Sirius no pensaba parar. Era como un perro con un
hueso.1

—¿¡Hacer qué!?

—Bueno… ¡todo! Todo tu trabajo, aquí, en Hogwarts.

Remus lo miró como si él fuera el estúpido.

—Sirius, no lo he estado haciendo. En caso de que no lo hayas notado, estoy castigado todas las
noches.

—Bueno, sí, obviamente. —Sirius sacudió una mano —. Pero el otro día, en Pociones, te vi – no
tomaste ningún apunte, ni siquiera miraste el libro, o la pizarra, y aún así preparaste todos los
ingredientes para la cura de forúnculos perfectamente – ¡Slughorn te dio cinco puntos!

Remus se sintió a sí mismo sonrojar ante el recuerdo. No estaba acostumbrado a recibir elogios de
los profesores.

—Oh, eso fue fácil —sacudió la cabeza —, Sluggy nos había dicho como hacerla la clase anterior,
simplemente lo recordé.

—Joder, debes tener una memoria brillante, entonces.

Remus se encogió de hombros. Supuso que eso era cierto. Sus profesores en St. Edmund’s habían
remarcado más de una vez que conocía muchísimas palabras para alguien tan tonto.
Sirius miraba fijamente hacia el espacio vacío ahora, pensando profundo en sus pensamientos –
Remus prácticamente podía ser los engranes trabajando en su mente. A veces Sirius era un libro
cerrado. Otras veces era tan fácil leerlo que casi resultaba gracioso.

—Si pudieras leer, serías tan bueno como yo y James. Mejor, probablemente.

Remus bufó.

—Tan modesto, Black.

—Bueno, ¡lo serías! —Sirius se perdió el sarcasmo completamente, aún viéndose pensativo —.
Tus movimientos con la varita son mucho más naturales, y si tu memoria es tan buena como
dices… —mordió su labio —. Apuesto a que hay un hechizo para ello.

Remus se rio.

—¿Me vas a curar con un hechizo?

—¿Por qué no?

Remus ya había pensado en ello; por supuesto que lo había hecho. Pero estaba más consciente de
las limitaciones de la magia que nadie. Después de todo, tenía cicatrices que no se curarían y una
pesadilla mensual que nadie podía prevenir.

—La magia no puede arreglar cosas como esa. —respondió sin rodeos —. ¿Por qué si no James
usa gafas?

—Creo que hay hechizos para la vista. —dijo Sirius —. Quizás simplemente no valen el esfuerzo,
o son muy peligrosos, o complicados o algo.

—No es solo la lectura —Remus contrarrestó —, mi escritura también es basura; soy muy lento y
normalmente me sale todo desordenado.

—Definitivamente hay hechizos para eso. —dijo Sirius, confiado —. Puedes embrujar tu pluma, he
visto a mi padre hacerlo en documentos oficiales. Su escritura a mano es realmente áspera,
normalmente.

Remus estaba perdido. Sirius claramente no se iba a rendir. Se mordió el labio.

—¿Por qué te interesa tanto, de todos modos?

—¡Eres mi compañero Merodeador! No podemos tenerte castigado todos los días, ¿qué tal si los
Slytherin atacan de vuelta? Necesitamos su mente malvada para bromas. —sus ojos brillaron —.
Hablando de, ¿supongo que no has hecho tus deberes de historia aún?

—Nope.

—Ok entonces, comencemos. —Sirius bajó de un salto de la cama y comenzó a buscar entre sus
cosas del baúl.

—No. No harás mis deberes por mí. —protestó Remus, levantándose él mismo, doblando los
brazos.

—Muy de acuerdo que no, joder. —respondió Sirius, sacando un pesado libro. Era Historia de la
Magia, Remus reconocía la forma y tamaño. —Simplemente me apetecía refrescar mi memoria, es
todo. Así que, me voy a sentar aquí y leer en voz alta – porque eso me ayuda a estudiar – y si
resulta que tú retienes algo de ello en ese enorme cerebro tuyo, entonces no hay mucho que pueda
hacer al respecto.

Remus resopló.

—¿No tienes nada mejor que hacer? ¿Dónde está James, de todos modos?

—Mirando la práctica del equipo de quidditch. —Sirius se instaló en su cama, abriendo el libro —.
Estima que entrará en el equipo el próximo año, así que intenta pillar algunos consejos. Peter lo ha
seguido, obviamente. Ahora, estate callado por favor, estoy intentando trabajar. —aclaró su
garganta —. Una historia de la magia, por Bathilda Bagshot. Capítulo uno, el Antiguo Egipto; los
derechos y rituales de Imhotep…

Y así siguió. Y siguió, y siguió. Remus se mantuvo parado por un tiempo, intentando decidir si
marcharse de la habitación y azotar la puerta o no. Pero se encontró con que realmente no estaba
enojado – era difícil mantenerse enojado con Sirius, sin importar qué tan fastidioso era. Así que
Remus se sentó, y escuchó. Resultó ser que la historia no era tan aburrida después de todo, no
cuando entendías lo básico. Además, Sirius era considerablemente más animado que el Profesor
Binns.

Su voz era clara y firme, nunca tropezando con las palabras o frases más complicadas, como si
hubiese leído el libro cien veces. Remus una vez lo había escuchado decir a James que hablaba
Latín y Griego fluido – la familia Black aparentemente se enorgullecía de ese tipo de cosas.

Continuó, capítulo tras capítulo, desde los sangrientos encantamientos de resurrección egipcios
hasta los crípticos oráculos griegos, a mágicas sacerdotisas mesopotámicas. El mundo antiguo se
abrió en mente de Remus, y se encontró a sí mismo recostado en su cama, los brazos detrás de su
cabeza con los ojos cerrados, dejando que Sirius lo guiara a través del tiempo.

Eventualmente, la voz del otro chico se encontraba casi ronca, mientras hablaba casi en un susurro.
La tarde había cerrado a su alrededor, y la sala común era bañada en un dorado resplandor
anaranjado mientras se ponía el sol. A mitad del “capítulo cinco; Tiberius y los avances de la
batalla mágica romana”, Sirius dejó escapar una leve tos, y bajó el libro.

—No creo poder estudiar más por hoy. —graznó.

Los ojos de Remus se abrieron de golpe. Se sentó, parpadeando.

—Está bien —dijo, en voz baja —. Es hora de cenar ya, muero de hambre.

Ambos se levantaron, se estiraron y bajaron por las escaleras.

James y Peter los esperaban en la mesa de Gryffindor en sus asientos habituales.

—¿Cómo estuvo la práctica? —preguntó Sirius, luego de vaciar un cáliz de jugo de calabaza. Su
voz casi había vuelto a la normalidad, sonando solo ligeramente forzada.

—Excellente. —respondió James, animadamente, arponeando una salchicha al final de su tenedor y


usándola para recoger un poco de puré de patatas —. ¿Cómo puede ser que no viniste?

—Deberes. —respondió Sirius, sirviendo salsa sobre su propia comida.

Cuando terminaron la cena, James los entretuvo con un reporte de la práctica de quidditch con
puntos y comas, listando cada jugador en el equipo, sus fortalezas y defectos, sus técnicas y lo que
podrían hacer para mejorarlas. Peter se interponía ocasionalmente con sus propias opiniones, las
cuales apenas diferían de las de James.

El postre fue galleta con dulce de caramelo2 , el cual no le gustaba a James ni a Sirius. Remus
pensaba que estaban locos, y tomó sus disgustos como evidencia de su esnobismo. Se hubiese
comido los suyos también, pero Peter llegó primero, zampándose la porción.

—Tengo algunos dulces —el chico más pequeño ofreció, metiendo la mano en los bolsillos de su
túnica y sacando una abultada bolsa marrón —, Mamá los envío, sírvanse.

—¡Gracias Pete! —Hincaron el diente, masticando felizmente entre meigas fritas, ranas de
chocolate y caramelos gigantes que cambia-sabor. Remus se sirvió unos cuantos también, hasta que
se sintió verdaderamente nauseabundo.

—¿Qué deberes estabas haciendo? —preguntó James, rascándose la barbilla, distraídamente —.


Pensé que habíamos terminado todo para esta semana.

—Seh, um, estaba algo atrasado en historia. Tenía que volver a revisar algo. —Sirius se estaba
rascando también, cerca de la clavícula.

Verlos hizo que Remus comenzara a sentir picazón. Sintió cosquillas en la parte posterior de su
mano como si un pequeño insecto se arrastrara sobre él. De pronto pensó en el polvo picapica y
miró hacia abajo.

Casi gritó. Crecía pelo oscuro y denso en la parte de atrás de su mano; a un ritmo alarmante. ¡Se
estaba transformando! No estaban nada cerca de la luna llena – ¿cómo podía estar pasando esto?
Se levantó tan repentinamente que casi se cae hacia atrás. Tenía que salir de ahí – ¡rápido!

—¿Qué pasa, Lupin? —James lo miró fijamente, sobresaltado.

Remus lo miró de vuelta, luego a Sirius. A ambos les estaba creciendo pelo también – oscuros
rizos brotaban de sus rostros, sus manos y brazos – cada trozo de piel expuesta. Abrió la boca,
quedándose sin palabras. Pasó la lengua por sus dientes – no estaban creciendo.

—Oh por mil demonios… —dijo James, mirando hacia abajo a sí mismo, luego a los otros dos
chicos —. ¿¡Qué está sucediendo!?

—Peter. —gruñó Sirius, su cara ahora casi cubierta en pelo —. ¿Estás seguro que su mamá envió
esos dulces?

Peter, que no había comido ningún dulce aún, los miró a ambos, y se puso rojo, balbuceando.

—Bueno, quiero decir… pensé que eran de ella… llegaron esta mañana…

—¡Pete! —rugió James. La gente los miraba, ahora, dándose la vuelta y codeándose entre sí.
Pronto, el comedor entero susurraba y señalaba a los tres increíblemente peludos chicos en la mesa
de Gryffindor.

Bastante gente se reía, también, pero desde luego nadie se reía más fuerte que Severus Snape,
desde los bancos de Slytherin.

—Vengan. —Sirius se levantó, extendiendo su peluda nariz hacia arriba con un aire de dignidad
aristocrática que no era nada menos que hilarante —. Vamos a la enfermería. Podemos tramar
nuestra venganza después.

Mientras dejaban alaridos de risa del resto del gran comedor, Remus se encogió de vergüenza,
cubriendo su cara con las manos. Cada centímetro de él estaba cubierto en el mismo pelo brillante.
No lo encontraba tan divertido como James y Sirius parecían hacerlo.

—Te dije que nos devolverían el golpe. —murmuró Sirius.

Chapter End Notes

1 – La expresión original “like a dog with a bone” literalmente traducida “como un


perro con un hueso” se refiere a una persona que no deja de hablar o pensar sobre un
tema, que no se rinde. Creo que se entiende, pero no se usa en español y por lo tanto
mejor lo aclaro.

2 – El postre original es “millionaire shortbread” o “caramel shortbread”, un dulce


escocés de galleta con caramelo y chocolate.
Primero Año: Cumpleaños, libros y Los Beatles
Chapter Notes

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Afortunadamente, Madam Pomfrey fue capaz de deshacer el maleficio con unos cuantos golpecitos
de su varita. De todos modos les dio un sermón sobre el mal uso de la magia peligrosa.

—¡Como si hubiésemos querido vernos como pie grande! —se quejó James mientras dejaban la
enfermería, su piel aún cosquilleando por el crecimiento del pelo.

—Tiene que haber sido Severus. Cubrió los dulces en una de sus pociones, estoy seguro. —Sirius
se puso furioso al decirlo.

—Sí, todos los sabemos, amigo. —respondió James —. No te preocupes, se la vamos a devolver.

—¡Lo siento! —se lamentó Peter, por enésima vez —. ¡Realmente pensé que eran de mi mamá!

—Está bien, Peter. —James le dio una palmadita en el hombro —. Solo me hubiese gustado que
nos los dieras a primera hora un Lunes – al menos podríamos haber faltado a Transformaciones.

—¡Exijo un justo castigo! —gritó Sirius, levantando su varita dramáticamente. Remus se rio, James
lo hizo también.

—¡Y la tendrás! —respondió, empujando sus gafas hacia atrás en su nariz —. La paciencia es una
virtud, Black. Una venganza como esta toma su tiempo. Supongo que no tienes otra brillante idea,
¿Remus?

—Lo siento. —Remus sacudió la cabeza. Su corazón aún latía del terror de aquello. Si hubiese
visto a Snape en ese momento lo habría estrangulado; qué importa jugarle una broma.

—Te ayudaré, James. —Peter empezó a hablar de pronto —. Haré lo que sea. No tendré miedo esta
vez, yo…

Estaban por doblar en la esquina que daba a la torre de Gryffindor cuando alguien detrás llamó.

—Sirius.

Los cuatro chicos voltearon. Sirius hizo un pequeño sonido de susto. Era Bellatrix Black.

—¿Qué quieres? —preguntó, mirando hacia abajo y arrastrando sus zapatos en el piso de losa. Era
la postura más no-Sirius imaginable, pensó Remus. También notó que James dio un paso adelante,
parándose hombro a hombro con su amigo.

—Ven aquí y dirígete a mí como se debe. —dijo bruscamente la de séptimo en respuesta.

Sirius no se movió. Bellatrix sacó su varita – Remus se sorprendió, y por primera vez desde que
estuvo en Hogwarts, se sintió asustado.

—Ven aquí —dijo, en voz baja —, o te obligaré. Y no será un pequeño e infantil encantamiento de
para crecer pelo, lo prometo.

Sirius caminó hacia adelante, sacudiendo su cabeza hacia James, quien intentó seguir. Todos
miraron a los primos hablar en voces bajas al final del pasillo por largos, incómodos minutos.
Sirius apenas levantó la vista del piso todo el tiempo. Finalmente, ella le dio unas palmadas en la
cabeza, luego se dio media vuelta y se fue. Todos exhalaron, aliviados. Sirius caminó de vuelta a
ellos tembloroso.

En silencio, todos entraron por el hueco del retrato y se sentaron en su habitual sofá.

—¿Todo bien, Sirius? —preguntó James, primero.

—Sí. —asintió, viéndose más pálido de lo usual —. Ella um… quería invitarme a tomar el té. En
mi cumpleaños. Creo que mi madre la debió obligar, probablemente dio una conferencia familiar.
Intenta traerme de vuelta al redil.

—¿Solo porque estás en una casa diferente?

—Y por la compañía que mantengo. —Les sonrió arrogantemente a todos ellos.

—¿Y cuándo es tu cumpleaños?

—En dos semanas. El tres. Tengo que ir a tomar este té, igual, Bella no está bromeando acerca de
saber unas cuantas maldiciones bastante viles.

—Haremos algo después, entonces. Algo bueno, ¿sí?

Peter y Remus asintieron entusiastamente, pero en el fondo de su mente Remus recordó que el tres
era la noche de la luna llena.

***

Sirius cumplió doce y Remus no estuvo ahí para celebrarlo, aunque no pensó que a nadie le
importara. James era el mejor amigo de Sirius, y a Peter aún le gustaba pensar que James le
pertenecía un poco, también. Así que Remus sería el extraño, incluso si no hubiese estado
encerrado en una choza intentando destrozarse a sí mismo. Madam Pomfrey intentó darle un filtro
para dormir esta vez, antes de que se levantara la luna, pero aparentemente no tuvo efecto alguno.
Lo peor de todo, consiguió darse su peor cicatriz hasta el momento – justo a través de su espalda.

Pomfrey le hizo pasar el día en la enfermería después de eso, lo cual fue de hecho fortuito –
significaba que podía simplemente decirles a sus amigos que de pronto se había enfermado. Aún
estaban algo confusos de porqué no les había dicho nada acerca de sentirse enfermo antes, pero no
le dieron más vueltas. Probablemente ya pensaban que era bastante raro, y a estas alturas aceptaban
casi cualquier cosa que les dijera.

No habría disfrutado el cumpleaños. James habló con Madam Hooch y arregló una lección de
vuelo en la hora de la comida para los tres. Luego de la cena, antes de que Sirius tuviera que irse a
cambiar para ir a tomar el té con sus primas, James y Peter dirigieron a la mesa de Gryffindor en
una ronda de “Feliz Cumpleaños” seguida de “Es un muchacho excelente”. De acuerdo a los
estudiantes que Remus escuchó después, habían cantado “¡y siempre lo será!” una y otra vez, cada
vez más fuerte hasta que la Profesora McGonagall tuvo que amenazarlos con castigarlos si no
paraban.

Mientras Noviembre avanzaba, los días se volvían más cortos y el castillo más oscuro. Pasaban
menos tiempo afuera, y más del mismo acurrucados cerca del fuego en la sala común, jugando
juegos de cartas y tramando su venganza contra Snape. El primer término estaba llegando a su fin,
y los profesores parecían estar apilándoles más deberes que nunca.

Siempre que Sirius y Remus estaban lejos de Peter y James (usualmente cuando los otros dos
estaban en la librería), Sirius le estaba leyendo. Terminaron Una Historia de la Magia en poco
menos de dos semanas, y luego alternaron entre Guía de Transformación para Principiantes y
Filtros y Pociones Mágicos por el resto del término. Cuando los merodeadores trabajaban en sus
deberes como un grupo, incluso se ponía a leer en voz alta, como si fuese para sí mismo,
reclamando que lo ayudaba a pensar. Esto molestaba mucho a James, quien prefería el silencio.

Aunque no sería posible que cubrieran el plan de estudios entero en tan poco tiempo, para asombro
de todos (incluyendo el suyo propio) las notas de Remus estaban mejorando a un ritmo asombroso.
Sirius aparentemente había tenido la idea correcta; la habilidad de Remus de retener y recordar
información era notable, y se encontró a sí mismo levantando la mano en clases por primera vez en
su vida.

Las notas de Sirius, por otra parte, comenzaron a caer. Pasaba tanto tiempo secretamente
intentando ayudar a Remus, que aparentemente no hacía más ninguna de las lecturas adicionales de
las cuales se había enorgullecido durante todo el año. Como estaban las cosas, sus propios deberes
se habían vuelto promedio, pasables, y cayó por detrás de James por primera vez. James estaba
inconsciente de ello, por supuesto, y meramente asumió que él estaba actualmente mejorando.

—¡Pero pasas tanto tiempo en la biblioteca! —le susurró Remus una vez, luego de que Sirius
recibiera una nota “Aceptable” en uno de sus ensayos de Encantamientos —. Pensé que estabas
estudiando. —El propio Remus aún no había reunido el coraje para visitar la biblioteca. Pensar en
todos esos libros le horrorizaba.

—Estoy estudiando —respondió Sirius, animadamente —. Solo no estas cosas. —Dobló el ensayo
y lo hizo a un lado —. Estoy buscando hechizos de interpretación cognitiva – tú sabes, para que
puedas leer por ti mismo. Es bastante difícil, nivel TIMO, de hecho, pero creo que ya casi lo tengo.
No te preocupes, Lupin, no es como si estuviera reprobando. Esto es mucho más interesante, de
todos modos.

Remus se sentía horriblemente culpable, desde luego, así como levemente avergonzado de que
Sirius dedicara tanto tiempo en ayudarle. Honestamente no podía recordar un momento en su vida
en que alguien hubiese intentado tanto algo por él. Lo hacía desear que pudiese hacer algo –
cualquier cosa a cambio. Pero, aparte de tener una familia difícil, Sirius Black parecía no querer
nada en absoluto.

De hecho, había una cosa que Remus podía darle a Sirius que incluso James no podía – pero
apenas valía la pena mencionarla. Algo que Sirius llamaba “percepción muggle”. Comenzó cuando
Remus finalmente reunió el coraje para preguntar sobre la colección de récords de Sirius. Sirius
estuvo más que feliz de compartir; además de su escoba, que seguía en casa, sus álbumes eran su
posesión más querida.

Remus fácilmente podía ver porqué – tenía Introducing The Beatles, A Hard Day’s Night y Help!,
así como Abbey Road, Beggars Banquet y Sticky Fingers (“Mick Jagger tiene que ser el muggle
más cool que he visto”, las palabras de Sirius salieron a borbotes), dos álbumes de Led Zeppelin –
Remus no los había escuchado antes, pero los chicos mayores de St. Edmund’s estaban
obsesionados – y un LP de Simon and Garfunkel, escondido atrás.

Los magos, resultaba, generalmente no pensaban mucho en la música muggle. Todos los récords
de Sirius habían sido regalos de su prima, Andrómeda, quien aparentemente era la primera “oveja
negra” de la familia Black, habiendo dejado la escuela unos cuantos años atrás y casada con un
muggle.

—Casi nunca la veo —explicó Sirius —, no desde la boda, pero me envía estos por correo cada
tanto. Los envía al modo muggle, para que mamá no se entere – no sabe cómo funciona la oficina
postal.

Así que aunque tenía una colección impresionante para los estándares de cualquier chico de once
años, las pasiones de Sirius existían casi enteramente en un vacío.1 No estaba al tanto de ninguna
otra de las canciones de los Beatles además de las que ya tenía, estampadas en vinilo. Nunca había
escuchado la radio, ni mirado Top of the Pops2 , o siquiera abierto una copia de NME 3 antes.
Siendo así, encontró a Remus eternamente fascinante en el tema de música y cultura muggle.

—¡Pero en verdad los has visto! —dijo, maravillado —. Los has visto interpretando.

—No en la vida real, ni nada así. —respondió Remus, incómodo.

—No, ya sé, en el teléfono. —Sirius asintió, sagazmente. Remus ahogó una risa.

—En la televisión. —corrigió. —. Es más como esos retratos movibles que ustedes tienen. Solo
que en blanco y negro. Y solo a los Beatles – los Stones vinieron solo una vez y Matrona nos hizo
apagarla, por su cabello.

—¿Qué hay con su cabello?

—Muy largo. —Remus se encogió de hombros —. Dijo que se veía sucio.

—Mi cabello es mucho más largo. —dijo Sirius, frunciendo el ceño.

—Sí, lo es. Pero los niños muggle no tienen el cabello largo, no normalmente.

—¡No le digas eso! —molestó Peter —. Se afeitará la cabeza. —Lanzó una piedra de gobstones
por el tablero en el piso – habían estado jugando un perezoso juego de vez en cuando durante los
últimos días, intentando enseñarle a Remus las reglas. Rodó hacia una de las piedras de Sirius y la
sacó del anillo, inmediatamente arrojando un líquido con olor asqueroso, el cual Sirius apenas
logró esquivar a tiempo. Peter sonrió ampliamente —. ¡Já, toma esa, amante de los muggle!

Sirius maldijo, en voz alta, y se fue a cambiar de ropa.

Chapter End Notes

1 – No supe cómo traducir esto, que alguien me ayude si puede. Originalmente “in a
vacuum”, quiere decir que algo existe en total aislamiento, sin tener interacción ni
conexión con otra gente, lugares o acciones.

2 – Top of the Pops es un famoso programa de televisión británico que muestra


intérpretes famosos cantando sus temas. Lo lleva emitiendo la BBC desde 1964. Desde
finales de la década de 1990 se difundió también en otros países europeos. (Fuente:
Wikipedia).

3 – New Musical Express, popularmente conocido como NME, es un semanario


musical del Reino Unido que ha estado publicándose desde marzo de 1952. Se hizo
particularmente popular durante la era punk. (Fuente: Wikipedia).
Primer Año: Navidad 1971

—Lupin, tal vez usted pueda decirme – ¿cuáles son las propiedades transformativas de lapis
philosophorum? —McGonagall llamó, casi al final de su lección un día. Le dio una mirada muy
mordaz – la última vez que le había hecho una pregunta en frente a la clase él se había encogido de
hombros desviando la mirada.

—Um… —Remus esforzó su cerebro —. Bueno, ¿creo que es la que convierte las cosas en oro? Si
la usas bien… y Cleopatra la Alquimista la usaba para convertir plomo en plata, creo.

—Correcto. —McGonagall sonaba como si estuviese intentando enmascarar su sorpresa —. Cinco


puntos para Gryffindor. Y otros cinco por hacer la conexión con Cleopatra la Alquimista – no es
mencionaba en Guía de transformación para principiantes, ¿lo leyó en su libro de historia?

Remus asintió, al tanto de que todos lo estaban mirando.

—Bueno, excelente. Algunos de mis estudiantes de tercer año son incapaces de hacer referencias
cruzadas con sus estudios de ese modo, estoy complacida de ver que está tomando un interés así.
—Se dirigió a la clase —. Y comenzaremos a discutir alquimia luego de Navidad. Lo cual me
recuerda – con las fiestas acercándose, quisiera solicitar a los estudiantes que planeen quedarse en
Hogwarts durante las vacaciones hacérmelo saber para el final de la semana. Gracias, pueden
retirarse.

La clase se levantó para irse. Unas cuantas personas le dieron unas palmaditas a Remus cuando
pasaban.

—Sr. Lupin, ¿tiene un momento? —dijo McGonagall, justo cuando él pasaba por su escritorio. Su
estómago se hundió. Había pasado dos semanas sin un castigo de ella; debió haber sabido que algo
venía. Se quedó parado, metiendo las manos hasta el fondo de los bolsillos y mirando fijo a sus
pies mientras el resto de la clase salía.

Finalmente, el aula de clases vacía, ella caminó y cerró la puerta (justo en la cara de James) y se
dio la vuelta en la sala.

—Bien hecho hoy, Remus. —dijo McGonagall, amablemente —. Has estado realmente bien
últimamente.

Él volteó a verla, sobresaltado. Ella se rio.

—¡No te veas tan sorprendido! Estoy muy impresionada. El Profesor Slughorn y el Profesor
Fliwick han dicho lo mismo. Quería hablar rápido contigo sobre la Navidad. He hablado con la
Sra. Orwell—

—¡¿Quién?!

—La dama que dirige St. Edmund’s.

—Ah, claro, Matrona.

—Exactamente. Como sabrás, la luna llena ocurrirá dos veces en Diciembre – el dos —(eso era la
siguiente semana) —, y el treinta y uno. Víspera de Año Nuevo. La Sra. Orwell parece opinar que
sería mejor que permanecieras en Hogwarts la Navidad por esta razón. Espero que no estés muy
decepcionado.
Remus se encogió de hombros.

—No me molesta de cualquier modo.

La Profesora McGonagall asintió, muy seriamente.

—Añadiré tu nombre a lista, entonces. Nos vemos la próxima semana, Remus.

***

James invitó a Sirius y Remus a visitarlo en las vacaciones, sabiendo que ninguno de los dos se
enfrentarían a una Navidad particularmente feliz de otro modo. Remus se vio forzado a declinar –
incluso si no se hubiese sentido increíblemente tímido acerca de visitar la casa de James y conocer
a sus padres, aún estaba legalmente bajo el cuidado de la autoridad local de St. Edmund’s, y
necesitaba un permiso escrito de Matrona para salir de Hogwarts.

Sirius, quien hubiese adorado la oportunidad de pasar dos semanas tonteando con James, haciendo
carreras con sus escobas y comiendo chocolate, también tuvo que rechazar. Su familia había dejado
bastante claro que no aprobaban que visitara a la familia Potter bajo ninguna circunstancia.

—Bellatrix, esa perra, ha estado dándoles información a mis padres. —explicó con tono lúgubre
—. Aparentemente, ya los he deshonrado lo suficiente. Si voy a tu casa solo se pondrá peor. Lo
siento, colega.

Remus fue al borde de los terrenos con los merodeadores solo para despedirse en el último día del
término.

—¡Te enviaremos lechuzas! —prometió James —. ¡Ve si se te ocurre nuestro próximo plan de
ataque a Snape!

Remus sonrió extensamente y prometió que lo intentaría. Esperaba que las cartas que James
enviara no fueran muy largas. Era el único Gryffindor de primero que se quedaría por las
vacaciones, y caminó penosamente un solitario recorrido de regreso hacia el castillo.

Al día siguiente disfrutó quedarse acostado – algo que nunca tenían permitido hacer en St.
Edmund’s. Durmió hasta las diez de la mañana, cuando Frank Longbottom asomó la cabeza por la
puerta.

—Vamos Lupin, ¡te perderás el desayuno a este ritmo!

A Remus le caía bien Frank – tenía un ancho, amable rostro y un trato sencillo. Parecía
completamente sólido y digo de confianza, como un hermano mayor. Entendía que Remus estaba
acostumbrado a ser un forastero, e intentaba no incluirlo cuando fuese posible sin empujarlo
demasiado.

Luego del desayuno Frank se esfumó a la lechucería y Remus se sentó sombrío en la sala común,
sintiendo las próximas dos semanas estirándose ante él, vacío y solitario. Consideró una caminata
alrededor de los terrenos, pero comenzó a llover estrepitosamente. Reprodujo unos cuantos de los
récords de Sirius y hojeó una pila de revistas que unos de cuarto habían dejado, solo mirando las
imágenes. Eran más que nada atractivas, glamorosas brujas y magos guapos – supuso que era una
revista de modas.

Los siguientes días pasaron muy parecido. Frank lo iría a despertar en la mañana, comería el resto
de sus comidas con el resto de los Gryffindor en el Gran Comedor, pero fuera de eso estaba libre de
hacer lo que quería.
Estaba tan aburrido que en un punto incluso pensó en hacer algo de los deberes que le habían
asignado. Había estado intentando mejorar su escritura, pero era casi imposible con las ridículas
plumas de ave que les habían proporcionado. Nadie respondería como la gente cuando preguntaba
porqué no podían usar simplemente bolígrafos. Incluso un lápiz habría sido mejor. En realidad, sí
trató de leer un poco, pero luego de intentar con un párrafo de su texto de herbología se rindió de
frustración. Copió unos cuantos de los diagramas en vez de eso – a Remus no le molestaba dibujar;
le gustaba la libertad de ello.

Todos los días caminaba alrededor del castillo por unas cuantas horas, con su mapa. Los otros
chicos habían tirado los suyos hace mucho, habiendo aprendido las localizaciones de las aulas de
clase luego de la primera semana o algo así. Pero Remus se aferraba al suyo, aún molesto por su
incompletitud. Había comenzado a marcarlo él mismo, añadiendo puntos de interés, lugares para
esconderse y el pasadizo secreto que había encontrado.

El resto del tiempo lo pasaba evadiendo profesores que se preocupaban de que estuviera solo. No
era el único estudiante en la escuela, pero la mayoría de los otros eran de sexto y séptimo, quienes
generalmente se quedaban en la biblioteca a estudiar duro para los exámenes, o a trabajar en su
trabajo de curso. Slughorn estaba dando clases especiales de Pociones extra en las mazmorras, pero
Remus no había sido invitado y probablemente no habría ido de todos modos.

Practicó unos cuantos hechizos, y se entretuvo a sí mismo por unas cuantas horas intentando ver
cuántos objetos en su dormitorio podía levitar al mismo tiempo. Lo hizo un juego, lanzando varios
objetos – libros, gob stones, barajas de cartas – al aire, e intentando detenerlas antes de que cayeran
al piso. Tuvo que parar de hacerlo, eventualmente, cuando Frank tocó la puerta y le dijo
irritablemente que no hiciera tanto ruido.

***

Sábado 24 de Diciembre, 1971

El día de Nochebuena, Remus se despertó más temprano de lo usual – aún estaba bastante oscuro.
Fuerte lluvia caía sobre los gruesos cristales de las ventanas, el sonido lo suficientemente fuerte
para hacer eco en el dormitorio vacío. Pero no fue eso lo que le perturbó. La puerta estaba
crujiendo al abrirse, y alguien se abrió paso adentro.

Sentándose y mirando a través de la oscuridad, Remus esperó ver a Longbottom diciéndole que se
levantara para el desayuno. Pero no era Frank. Era un empapado y muy desaliñado chico, con largo
cabello y rostro altivo.

—¡Sirius! —Remus saltó de la cama, encantado de ver a su amigo.

Sirius se apartó el cabello mojado de sus ojos – claramente había estado afuera bajo la lluvia. Se
sacó su pesada capa de viaje, tirándola amontonada en el piso.

—¿Todo bien, Lupin? —Sonrió —. Está helado, ¿verdad? —Apuntó su varita a la chimenea —.
Incendio.

—¡¿Qué estás haciendo aquí?!

—Tuve suficiente. —dijo simplemente, sacándose las botas, que estaban embarradas en lodo —.
Me metí en una discusión con Papá, luego toda la familia se metió. Lo de siempre. Me llamaron
traidor a la sangre, la vergüenza de la familia, etcétera, etcétera… —Se dejó caer sobre su cama
—. Así que me fui.
—Wow. —Remus se frotó los ojos, anonado —. ¿Cómo llegaste aquí?

—Polvos flu — Sirius se encogió de hombros —, al pub en el pueblo. Luego solo caminé.

—Wow. —repitió Remus.

—Muero de hambre, me mandaron a la cama ayer sin cenar. Vamos, ¡vístete! ¡Desayuno!

McGonagall no estaba contenta de ver a Sirius tanto como Remus. Los dos chicos intentaron tomar
sus asientos en la mesa como si nada estuviera fuera de lo común, pero ella apareció a su lado casi
de inmediato.

—Sr. Black. —dijo, una nota de advertencia en su voz que Remus reconoció de sus detenciones —.
¿Qué significa esto?

—Yo también la extrañé, Profesora. —Él le sonrió abiertamente.

El borde de la boca de la bruja se contrajo, pero mantuvo su compostura.

—Fue visto caminando hacia los terrenos desde Hogsmead a las seis esta mañana. ¿Le importaría
explicarse en detalle?

Sirius sacudió la cabeza.

—Realmente no, Profesora. La verdad eso es todo lo que hay que decir sobre ello.

McGonagall suspiró, sacudiendo su cabeza ligeramente. Tenía la misma mirada de lástima que
usualmente reservaba para Remus.

—Muy bien, Sr. Black. Tendré que contactar a sus padres, desde luego, para que sepan dónde está.

—No hay necesidad. —respondió Sirius, asintiendo hacia la bandada de lechuzas que justo se
habían precipitado a la habitación. La más grande de estas aves, un enorme, majestuoso búho real,
tiró un grueso sobre rojo sobre el plato de Sirius. Él dirigió su mirada hacia este, luego hacia arriba
a McGonagall con una sonrisa torcida —. Creo que saben exactamente dónde estoy.

Tomó el ominoso sobre, y, sin romper el contacto visual con McGonagall, lo abrió. Casi
inmediatamente, la carta comenzó a gritar. La voz era tan alta que llenaba el comedor entero,
causando que cabezas voltearan. McGonagall hizo una mueca de dolor ante el tono
alarmantemente estridente que tenía. Era la voz de la madre de Sirius.

—SIRIUS ORION BLACK —chilló —, ¡CÓMO TE ATREVES A DESAFIAR A TU PADRE DE


ESTA MANERA! —Remus se cubrió las orejas. Sirius permaneció perfectamente quieto, mirando
a McGonagall —, ¡ASOCIÁNDOTE CON MESTIZOS Y TRAIDORES A LA SANGRE!
¡DÁNDOLE LA ESPALDA A TU FAMILIA! ¡SI TU ABUELO ESTUVIESE VIVO TE
HUBIERA DESHEREDADO EN EL MOMENTO QUE FUISTE SELECCIONADO! ¡TE
QUEDARÁS EN LA ESCUELA HASTA EL FIN DE AÑO Y PIENSA ACERCA DE LA
VERGÜENZA Y DESHONOR QUE LE HAS TRAÍDO A TU NOBLE TÍTULO! ¡NO CREAS
QUE NO TE DESHEREDAREMOS! ¡NO ERES NUESTRO ÚNICO HIJO!

Con eso, la carta estalló en llamas, enrollándose y encogiéndose en un montón de ceniza blanca. El
silencio que siguió fue ensordecedor. Todos estaban mirando fijamente.

Sirius se acercó por algo de tostada, poniéndola en su plato, luego comenzó a servirse huevos
revueltos con ella, despreocupadamente. Echó un vistazo nuevamente a McGonagall.
—Puede enviarle una lechuza a madre si quiere, Profesora, pero dudo que la lea.

—Muy bien, Sirius. —McGonagall asintió —. Solo… intenta alejarte de los problemas, ¿sí? —
Con eso, caminó rígidamente de vuelta a la mesa de los profesores al final del corredor.

Sirius comió su desayunó en silencio. Años después, Remus siempre recordaría pensar en ese
momento que Sirius Black debía ser el niño más valiente en el mundo.

***

El día de Navidad en St. Edmund’s usualmente era un asunto extremadamente ruidoso. Algunos
chicos recibían regalos – aquellos a cuyos familiares lejanos les importaban lo suficiente como para
enviar una nueva sudadera quizás, pero no lo suficiente para visitar – otros tenían que ver con la
usual selección de donaciones de los locales, los cuales Matrona envolvía para ellos. Recibir
regalos era rápidamente seguido de canjeo de regalos, y a menudo pasaban la mañana haciendo
trueques e intercambios de los escasos regalos que habían recibido. Les hacían arreglarse, luego les
guiaban en una larga fila camino abajo a la iglesia, donde se aguantarían hasta el final del servicio
de Navidad, aburridos y con los hombros caídos.

La mañana de Navidad en Hogwarts fue considerablemente más agradable. Remus casi se


conmovió cuando se encontró con que Matrona no se olvidó de él – el correo había llegado en la
noche y al final de su camina encontró una tarjeta de ella, así como un amontonado paquete que
contenía una bolsa de nueces, una naranja, y una lata de galletas. Para su asombro, James también
le había enviado un regalo – su propio set de gob stones. Peter incluso le había enviado una caja de
ranas de chocolate.

—Feliz Navidad. —bostezó Sirius, abriendo sus propios regalos. No tenía nada de sus padres, hasta
donde Remus podía ver, pero no lo mencionó. James le había enviado un anuario de su equipo de
quidditch favorito, los South End Scorchers, y tenía una caja de ranas de Peter también.

—Feliz Navidad —devolvió Remus —, no le di regalos a nadie. —Admitió culposamente —. No


sabría que lo harían…

—No te preocupes por eso —respondió Sirius, en su camino al baño —, nadie esperó que lo
hicieras.

Esto inquietó a Remus, pero intentó no pensar en ello. Mientras Sirius estaba en el baño, otra
lechuza voló por la ventana y dejó un grande y plano paquete cuadrado en su cama. Cuando Sirius
salió y lo vio, sus ojos se iluminaron y le arrancó la envoltura, ansiosamente.

—¡Es de Andrómeda! —explicó, sacando el récord, mostrándoselo a Remus, quien se apresuró


hacia él emocionado.

Era otro álbum muggle. La portada era negra, impresa con la imagen de la silueta de un hombre
parado en frente de un amplificador enorme, tocando la guitarra. Tenía cabello rizado, largo y
salvaje, parado con sus piernas separadas en una postura de poder, delineado en dorado. Electric
Warrior, proclamaba el título, T-Rex.

—Ohh, T-Rex, creo que he escuchado sobre ellos. —dijo Remus, mientras Sirius lo volteaba para
leer la lista de tracks.

—¡Ponlo! —animó Remus, impaciente. ¿A quién le importaba lo que decía la portada?

Sirius lo hizo, deslizando el resbaladizo disco negro y acomodándolo en su tocadiscos. El récord


comenzó a girar, y la habitación se llenó de música – un suave, corredizo palpitar.
“Beneath the bebop moon/I wanna croon/With you-ooo…”

Se sentaron y escucharon en trance, deteniéndose solo para darle la vuelta al lado B. Una vez
terminó, Sirius sin palabra alguna lo volteó y comenzó desde el principio nuevamente. Alternaron
entre sentarse en la cama, balanceándose ligeramente ante la melodía, o asintiendo sus cabezas
mientras el ritmo se aceleraba. Compartieron sonrisas con el otro con los riffs más pegadizos, y se
acostaron a mirar fijamente al techo para los tracks más lentos y ensoñadores.

Eventualmente, a mitad de la segunda escuchada, Frank pasó.

—Feliz Navidad, muchachos – vengan, ¡desayuno!

Se vistieron rápidamente y bajaron al comedor. El Gran Comedor había sido decorado


ostentosamente por los profesores – relucientes cuerdas de oropel en rojo, verde y dorado brillaban
de cada viga, colgando como festivas enredaderas de la selva. Doce enormes árboles centelleaban
con luces de todos los colores imaginables, y adornos del tamaño de pelotas de fútbol colgaban de
cada rama.

Luego del desayuno, los chicos se apresuraron arriba a escuchar su álbum nuevamente.

—Es la cosa más cool que he escuchado nunca. —declaró Remus. Sirius asintió, solemnemente.

La canción favorita de Sirius era Jeepster – adoraba los agudos acordes, su agresivo golpeteo. A
Remus le gustaba más Monolith; era etérea y suave, las palabras absurdas y significativas al mismo
tiempo. Lo hacían sentir como si estuviera flotando.

Por el resto del día pusieron música en la sala común, comiendo ranas de chocolate, nueces y
galletas, y jugando ruidosas partidas de snap explosivo. Las comidas en Hogwarts eran siempre
espectaculares, y la cena de Navidad no fue diferente. Para cuando cayó la noche, Remus había
comido tanto que pensó que nunca más tendría hambre.

Aunque no se lo dijo a Sirius (quien, después de todo, se había visto obligado a huir de casa por
primera – si no es que última – vez) fue la mejor Navidad de todas para Remus.
Primer Año: Lectiuncula Magna
Chapter Summary

Sirius tiene una idea y le regala algo a Remus.

Chapter Notes

Mil disculpas por haber abandonado el proyecto. En principio un poco de falta de


tiempo, problemas personales y actualmente me vida es un caos. Pero he recibido
ayuda de Sou y me estoy motivando a volver. Este capítulo lo tenía a medias y ella lo
completó. ¡Seguro se vienen más! :D

Martes 27 de Diciembre, 1971

Con el Boxing Day 1 terminado, Remus y Sirius se encontraron atrapados en uno de esos días
extraños en medio de la nada, entre Navidad y Año Nuevo, mientras esperaban el regreso de sus
amigos. Sirius estaba entusiasmado por planear su venganza contra Snape – de hecho, ya no se
encontraba interesado en atacar a todos los Slytherins, queriendo enfocar sus energías en un único
némesis.

Remus se inclinaba a estar de acuerdo. Había estado demasiado furioso con Snape como para
pensar claramente acerca de ello durante las semanas anteriores. No podía sacarse de encima la
idea de que Severus había de algún modo atinado al maleficio exacto que trastornaría más a
Remus. No sabía bien cómo el chico de Slytherin lo había logrado– y era probablemente solo una
astuta conjetura – pero no le importaba.

—Deberíamos simplemente tomar la capa de James, seguirlo hasta que esté solo, y hacerlo mierda
a golpes. —gruñó Remus, mientras una tarde estaban sentados en la sala común vacía. Apretó el
brazo del sofá mientras decía esto, sintiendo el crujir del cuero bajo su agarre. Se acercaba la luna
llena y su temperamento se encontraba más al límite de lo normal.

—Calma, calma, Lupin —le reprendió Sirius suavemente, cargando una pila de libros que había
traído de la biblioteca —, estás pensando como un muggle. Si vamos a atraparlo, vamos a hacerlo
con magia.

—No más libros. —gimoteó Remus, mientras Sirius se dejó caer un enorme tomo en sus brazos.
Lo abrió, y era tan grande que la portada descansaba sobre las delgadas piernas de ambos.

—Sí, más libros. —respondió Sirius, despreocupadamente —. Te encantarán una vez que los
conozcas, lo prometo.

Remus no estaba tan seguro de eso. Era verdad, había llegado a gustarle bastante sus sesiones
secretas de estudio, y se había asombrado, en privado, de la cantidad de cosas que había aprendido.
Pero escuchar a Sirius era una cosa – sentarse solo y mirar fijamente un bloque de texto era otra
cosa completamente. Aun así, Sirius seguía prometiéndole que se estaba acercando más a una
solución.

—Entonces ¿de qué se trata este? —preguntó Remus, resignado a su destino. Si Sirius quería hacer
algo, había muy poco que nadie pudiera hacer para detenerlo. Simplemente tenías que aguantar
hasta que terminara.

—Maldiciones y maleficios. Muchos de ellos son muy complejos, igual. Quiero decir, somos
buenos – tú, yo y James, de cualquier manera – pero aún pienso que deberíamos apegarnos a lo
básico. La simplicidad es la clave.

—Ok. —respondió Remus, aburrido. Aún le agradaba más la idea de una paliza sorpresa.

—Así que pensé que podríamos compartir ideas de todas las cosas que podemos hacer, y ver si eso
nos lleva a algún buen maleficio. —continuó Sirius, sin desanimarse por la reluctancia de Remus
—. Así que, yo soy realmente bueno en transformaciones – tengo las mejores notas incluso
después de que comenzaras a ponerte al corriente.

—Cierto. —Remus le dio la razón.

—Y James es un poco mejor que yo en Defensa Contra las Artes Oscuras – lo cual pensarías que
sería útil al tratar con un repugnante arrastrado como Snivellus, pero no hemos aprendido
realmente ningún buen hechizo aún, excepto desarmar cosas, y eso no sirve.

Mordió la punta de su pluma, considerando. No era una pluma nueva, y dejó una mancha negra en
el labio inferior de Sirius. Remus no dijo nada. Sirius continuó —James es bueno volando también,
obviamente, pero no sé cómo eso nos puede ayudar. Luego está Pete…es bueno escabulléndose y
gruñendo, supongo…

Remus pensó que eso era más bien injusto. Peter nunca era el primero en la clase como Sirius y
James, pero en general, era perfectamente competente, usualmente asentándose en una nota
satisfactoria. Carecía del filo competitivo que James y Sirius tenían, el deseo de probarse a sí
mismo. Remus reconocía esto bastante bien – era suficiente solo con ser amigo con gente más lista
y confidente, a veces. Obtenías un poco de su brillo sin nada de la presión.

—Pete es bueno en Herbología —señaló Remus —, y Pociones.

—Ambas inútiles —Sirius se encogió de hombros —, tú fuiste al que se le ocurrió el tema de los
escaramujos, y nunca le ganaremos a Snape en Pociones – odio admitirlo, pero el bastardo es
demasiado bueno. Como sea, te tenemos a ti; probablemente eres el mejor en Encantamientos.

—No el mejor —dijo Remus, apresuradamente —, soy bueno en levitación, supongo, pero solo
eso.

—Oh cállate, no es tiempo para la modestia, Lupin —Sirius sacudió una mano impaciente —, tú
coges los hechizos más rápido que nadie. Si encontramos maleficios lo suficientemente repulsivos
aquí, entonces cuento contigo para averiguar cómo hacerlos.

Remus se retorció. Odiaba cuando Sirius hablaba de ese modo – como si Remus fuese listo, o tan
talentoso como él y James lo eran. Él sabía que no era cierto, y eso lo avergonzaba. Luchó contra
un repentino impulso de empujar el pesado libro de su regazo y alejarse de ahí.

Era solo la luna llena, se dijo a sí mismo. Se sentía azogado y muy caliente junto al fuego, muy
cerca de Sirius, cuya sangre podía oler, mezclada con el esencia única de la magia. Esperaba
vagamente que la cena tuviera carne roja – algo en lo cual pudiera saborear el hierro.

—Tiene que ser algo grande —murmuró Sirius, pasando página hasta el final del libro – Remus
soltó un gritito cuando el peso completo del mismo cayó con un ruido sordo sobre sus muslos.
Sirius lo ignoró, deslizando un dedo por el índice —, algo mucho peor que la cosa con el pelo.

Remus se estremeció al pensar en la broma de Snape. La rabia surgió de nuevo. ¿O era hambre?
Sacudió su cabeza empujando el libro y levantándose, pretendiendo que solo tenía que estirarse.
Sus articulaciones dolían ya, mientras su cuerpo se preparaba a sí mismo para la próxima
transformación.

—No sé por qué piensas que seré de ayuda alguna. —Remus suspiró, ahora bostezando.

—Percepción muggle. —Sirius sonrió ampliamente —. Como el polvo picapica. Se te pueden


ocurrir cosas que Snape no verá venir.

Remus se rascó la nuca, rompiéndose la cabeza de tanto pensar.

—No puedo pensar en nada lo suficientemente malo —dijo —, una vez conseguimos un balde de
agua y lo apoyamos sobre una puerta – la cual debes dejar un poco entreabierta, ya sabes, entonces
se suponía que Matrona tenía que pasar por ahí y mojarse. Excepto que Matrona no pasó por ahí, el
cocinero lo hizo, y nos dieron comida de mierda por un mes. —Su estómago gruñía ante la
mención de comida —. Esa es una broma bastante aburrida, para ser honesto. ¿Tienes hambre?
¿Podemos bajar a cenar ya?

—Sí, supongo. —Sirius cerró el libro —. Podríamos conseguir un balde muy fácilmente, pero
parece que hay mucho lugar a error. Y no sé si esto realmente le provocaría un miedo en lo más
profundo de su ser, del modo en que queremos. Somos merodeadores, deberíamos poner ciertos
estándares.

Remus rió mientras pasaban por el hueco en el retrato.

—Seh, te dije que era basura. Lástima, porque a Snivellus le vendría bien un baño.

Sirius se rió de vuelta. Luego se congeló, y agarró el hombro de Remus.

—Oh, ¡eres un genio! ¡Un maldito genio!

—¡¿Qué?! —respondió Remus, sorprendido y un poco molesto al ser sacudido de ese modo.

—¡Un buen baño! ¡Eso es lo que haremos! Es fácil, me lo apuesto, estará en uno de esos libros…
¡espera aquí! —Desapareció de vuelta tras el retrato. Remus suspiró, hambriento, y esperó.

***

—Espera, ¿explícamelo de nuevo? —susurró Remus, mientras terminaban sus platos. Usó los
restos de su papa rostizada para remojar lo que quedaba de salsa gravy 2 . Podría tener segundos –
comía como un caballo en las noches antes de la luna llena —. Suena complicado.

—No lo es —Sirius sacudió la cabeza —, me parece que es fácil. Los hechizos del clima son
difíciles a gran escala, pero este solo necesita ser una nube del tamaño de este plato. —Dijo dando
un golpecillo en la porcelana frente a él.

—¿Sería como el techo? —preguntó Remus, levantando la cabeza hacia las vigas encantadas.
Estaba lloviendo, al igual que lo había estado toda la Navidad, pero el aguacero se esfumaba antes
de alcanzarlos.

–Un poco –respondió Sirius, –Pero más pequeño. Y sin cual sea el hechizo que está evitando que
nos empapemos.

–Pero… ¿acaso no podría escaparse de la nube simplemente?

– ¡No si lo combinamos con un hechizo enlazador!

–Pero…no podemos mezclar hechizos aún. Bueno, yo no puedo. ¿Tú sí? –miró a Sirius, quien
estaba asintiendo vigorosamente.

–Sí, lo he estado intentando, por tu problema con la lectura. De hecho, no es tan difícil; solo tienes
que concentrarte.

–Eso es lo que dicen sobre la lectura –suspiró Remus.

–Practicaremos. –afirmó Sirius, –practicaremos mucho, antes de que lleguen James y Peter.
Morirán del asombro.

No hubo tiempo después de eso, Remus tuvo que satisfacerse con los restos de sus galletas
navideñas mientras Sirius buscaba hechizos del clima. Cuando finalmente encontró lo que buscaba,
ambos tomaron turnos para intentarlo, Sirius leyó en voz alta las instrucciones muchas veces antes
que ambos pudieran entenderlas.

Era la primera vez que Remus intentaba un hechizo sin que se lo hayan demostrado primero. Fue
desalentador al principio, entendió rápidamente como el movimiento de la varita debía fluir y
girar, mientras que Sirius era mejor con la pronunciación. Les tomó mucha concentración, y era
casi media noche cuando uno de los dos logró producir algo. Finalmente, Remus había conseguido
emitir una pequeña nube gris. Emanó de su varita como si fuese humo, luego flotó sobre ellos por
un momento antes de reventar al igual que una burbuja, dejando un leve rastro de condensación.

Sirius sonrió ampliamente

–¡Esto va a funcionar!

***

Sábado 31 de Diciembre 1971

Fue difícil librarse de Sirius en la noche de la luna llena. Remus incluso le dijo que se sentía
enfermo, pero el otro chico quería acompañarlo a la enfermería. Eventualmente consiguió
convencerlo de que debía quedase a practicar el hechizo de la tormenta.

–Básicamente ya lo hemos conseguido. –Se quejó Sirius. Era verdad, ambos habían logrado
producir satisfactorias tormentas miniaturas – el baño casi se había inundado en el proceso.
Simplemente era cuestión de mantener la concentración, y perfeccionar el hechizo de unión.

–Busca algo más que hacer, entonces. –Soltó Remus, a medio camino de la puerta, sintiendo la piel
tirante y el estómago rugiendo. –Te veré mañana.

–¿¡Cómo sabes que te dejará-!?

Remus ya había escapado, antes de tener que responder más preguntas. Se estaba volviendo
despreocupado, pensó mientras tocaba la puerta de la oficina de McGonagall. Eventualmente
tendría que pensar en una excusa decente para sus desapariciones. Conectarían todas las noches
que desaparecía con la luna llena eventualmente –todos ellos asistían a astronomía juntos.

La cabaña estaba helada, las paredes humedecidas por la implacable lluvia. Remus deseó haber
traído su varita; había aprendido un hechizo para conjurar un buen fuego a estas alturas. Pero
supuso que no sería buena idea tener un fuego ardiente cuando se transformara. Podría quemar todo
el lugar.

La transformación ocurrió de forma más súbita de lo usual. Desde que Madam Pomfrey le dijo que
empeorarían, empezó a sentir más ese cambio. Aun así luchó por no gritar, preocupado de que
McGonagall o Pomfrey pudieran escucharlo mientras salían del túnel. No necesitaba más lástima.

***

Domingo 1 de Enero 1972

Al día siguiente, Remus apenas podía levantarse después de transformarse de vuelta. Envolvió su
cuerpo con una manta, y se acostó en el piso esperando a que Madam Pomfrey llegara. Cada
centímetro de su cuerpo le dolía, más que nunca. Su cabeza retumbaba como si un troll la hubiera
pisoteado. Todos los dientes de su mandíbula dolían, los tendones en su hombro se sentían como si
los hubieran estirado hasta el punto de romperlos. Se había roto casi todas sus uñas. Había grandes
marcas de garras en el papel de la pared.

–¿Remus? –la suave voz de Madam Pomfrey sonó a través de la puerta, –Voy a entrar ahora,
querido. –El cerró sus ojos, incapaz de producir ningún sonido.

–Oh, –dijo mientras entraba a la habitación encontrándolo en el piso, –Fue una mala noche,
¿cierto? Tal vez es el solsticio. Consultaré con mis libros. ¿Puedes levantarte, Remus? –Cuestionó
apoyando el dorso de su mano en la frente del chico.

El abrió los ojos y asintió débilmente, tomó su brazo y se levantó. Ese fue un error. Tan pronto
como estuvo de pie su cabeza dio vueltas y su estómago dio un vuelco. Se dobló hacia adelante y
vomitó en el piso.

–No importa, –dijo, amablemente, Madam Pomfrey, con un brazo alrededor de su hombro
tembloroso. Apuntó su varita hacia el desorden y se desapareció al instante, –No hay daño alguno.
Ahora vamos a un lugar cálido, ¿Te parece?

Ella quería conjurar una camilla para llevarlo de vuelta al castillo, pero el no pudo soportar la
vergüenza que le provocaría, no importaba que tan temprano en la mañana fuera. Entonces ambos
caminaron de vuelta, lentamente, y en la enfermería, colapsó en una cama suave y limpia. La
enfermera continuó trabajando a su alrededor, pero él ya se estaba deslizando al sueño profundo.

Despertó sintiéndose un poco mejor. El dolor de cabeza había cedido. Parpadeó somnoliento,
tratando de alcanzar el vaso de agua a su costado. Alguien lo tomó y se lo entregó. Bebió
profundamente, luego lo dejó a un lado, levantando la mirada esperando encontrarse con Madam
Pomfrey. Y se sobresaltó.

–¡Sirius! – dijo en un tono áspero, su garganta todavía dolía. Dios, ¿realmente había estado
aullando? Que vergonzoso.

–Feliz año nuevo, –dijo Sirius, animado. Estaba sentado en un pequeño banco de madera, que se
encontraba ahí para las visitas, presionando un libro contra su pecho. –Pensé en venir a verte
cuando vi que no estabas al desayuno. ¿Estás bien?

–Sí – respondió Remus, sentándose, apurado, frotándose la cabeza, –Ehm…tengo migrañas a


veces. Me siento mejor ahora.

–Bien. –Sirius asintió, –Porque tengo listo tu regalo de Navidad.

–Mi… ¿Qué? –Remus observó a Sirius cautelosamente. Sus ojos azules brillaban con malicia.

–Perdón que esté tarde, – comenzó diciendo –Tuve que hacer algunos retoques. Toma. – terminó
entregándole un libro. Era la copia de Historia de la Magia de Remus.

–¿Qué…? –Remus no estaba seguro si es que estaba teniendo un sueño muy raro. ¿Por qué Sirius
le estaba dando su propia copia de su libro de historia?

–¡Ábrelo! –Remus lo hizo. Apenas había abierto el libro en todo el año, y las páginas seguían
rígidas e inmaculadas, a excepción de la primera. Debajo del título Sirius había escrito algo, en su
propia manuscrita cursiva. Remus la miró con los ojos entrecerrados, torciendo su boca con el
esfuerzo. Él ya se encontraba agotado, no tenía energía para acertijos.

–Sirius, – dijo en un suspiro –Sabes que no puedo-.

–¡Pon tu mano sobre la hoja! –dijo Sirius, ansioso, dando un paso hacia adelante, –Pon la palma
estirada sobre la hoja--sí, así. Ahora dame un momento…

Sacó la varita de su bolsillo y la desplazó apuntándola hacia Remus.

–¡Sirius!, ¿¡Qué estás haciendo!? –Remus estaba alarmado, nunca le habían apuntado con una
varita antes. Y había visto a Sirius hacer explotar cosas mucho más grandes que su cabeza.

–¡Confía en mí! –Sirius lo hizo callar. Una mirada de concentración se apoderó de su rostro.
Respiró hondo. Remus cerró sus ojos con fuerza, preparándose para lo peor. Por lo menos ya estaba
en la enfermería. –¡Lectiuncula Magna! –dijo Sirius, forzado.

Remus sintió un peculiar estremecimiento, como si hubiera olvidado dar el ultimo escalón en una
escalera. No había dolido exactamente, y su cabeza todavía estaba pegada a su cuerpo. Abrió sus
ojos posándolos en Sirius.

–¿Qué fue eso?

–¡Mira el libro! – Sirius señaló, prácticamente danzando con emoción. –¡Dime que dice!

Remus suspiró, miró el libro que descansaba en su regazo. Era exactamente lo mismo; una página
blanca con la manuscrita gruesa y levemente inclinada de Sirius. La contempló, no muy seguro de
que se suponía que debía estar haciendo.

–¡Léelo! – le incitó Sirius.

–Yo…– Remus miró hacia abajo, y miró la primera palabra.

‘Feliz’

Dijo una voz en su cabeza. Remus parpadeó en shock –nunca antes había escuchado esa voz,
aunque sonaba como él. Era casi como el sombrero seleccionador, solo que más familiar, menos
invasiva. Miró al libro nuevamente.
‘Feliz Navidad’

--leyó;

‘Ahora puedes hacer tu propia jodida tarea. De tu querido compañero merodeador y amigo, Sirius
Black’

Remus soltó una risa. Miro a Sirius, luego de vuelta a la página. Abrió el libro a la mitad, en una
página en el centro, mirando a las palabras imprimidas ahí:

‘a finales del siglo XVI, Cornelius Agrippa hizo sus más grandes avances en el campo de la magia
natural…’

–¡Oh dios! –exclamó Remus. Volteó la página de nuevo y leyó otro poco. La voz continuó, con
confianza. Podía leer. –¡Oh DIOS!

–¿¡Entonces funcionó!? – le cuestionó Sirius, radiante.

–¡Sirius! Esto es… ¡tú! ...No puedo… ¿¡Cómo!?

–Oh no, –Sirius soltó una risita, –No me digas ¿He jodido tanto tu cerebro que ya no puedes formar
siquiera una oración coherente?

–Gracias. –Fue todo lo que Remus pudo decir. Podía sentir como sus ojos se llenaban de lágrimas,
y las restregó con sus manos. Sirius miró hacia otro lado, cortésmente.

–Está bien –respondió, –Ahora me puedes ayudar a investigar para nuestra siguiente gran broma.

–Aún no hemos conseguido hacer despegar 3 la primera, –respondió Remus, inhalando fuertemente,
recuperándose de la súbita emoción. –Vas a tener que enseñarme como hiciste esto…es… Quiero
decir, debe ser magia realmente avanzada.

–Más o menos, –Sirius se encogió de hombros, –tuve la idea después de recibir el vociferador de
mi madre. Se me ocurrió que, si puedes conseguir que una carta le grite a alguien, entonces puedes
hacer que un libro le lea a alguien. Mantener la voz en tu cabeza fue la parte más difícil – no pude
distinguir si estaba funcionando en mi o si simplemente estaba leyendo normalmente. Funciona en
cualquier libro. Creo. No estoy muy seguro si funciona en otras cosas aún, como etiquetas de
pociones o signos, pero podemos seguir trabajando en eso…

Remus no podía despegar sus ojos del libro, leyendo líneas al azar y sonriendo para sí. No recordó
haberse sentido así de feliz en toda su vida.

1 - "Boxing Day" es una festividad celebrada principalmente en el Reino Unido y otras naciones
que pertenecieron al Imperio británico. Se suele celebrar el 26 de diciembre, y durante la fecha se
promueve la realización de donaciones y regalos a los pobres. (Fuente: Wikipedia).

2 - El gravy es una salsa de la gastronomía del Reino Unido, elaborada con extractos procedentes
de los jugos de cocción de carnes y verduras. (Fuente: Wikipedia).

3 – No sé muy bien como traducir esta expresión, pero en inglés es “pull it off the ground”, que
literalmente se refiere a despegar (como un cohete) del suelo.
Primer Año: La Broma
Chapter Summary

Snape tiene su merecido…

Domingo 2 de Enero, 1972

— ¡Brillante! —Exclamó James, golpeando el mostrador del baño con su mano, —


¡Completamente brillante!

— ¡Son tan ingeniosos! —dijo Peter efusivamente.

Los cuatro chicos se encontraban reunidos en el pequeño baño que compartían en su habitación.
Sirius estaba de pie dentro de la bañera, vestido, sujetando un paraguas sobre su cabeza, mientras
que Remus apuntaba con su varita a una nube de tormenta gris que flotaba justo por encima. De la
nube caía una lluvia torrencial. Sirius se movió de un lado al otro por la bañera, pero la nube se
mantenía firmemente sobre su cabeza, siguiendo todos sus movimientos.

James y Peter habían llegado de sus vacaciones navideñas hace tan solo dos horas, y tan pronto
como terminaron de cenar Remus y Sirius los habían arrastrado hasta su habitación para la
demostración.

—Lupin me dio la idea, pero yo busqué los hechizos, —Sirius sonrió con orgullo, — ¡No tendrá
idea de qué lo golpeó!

— ¿¡Cuándo podemos hacerlo!? —James estaba saltando de arriba a abajo, a punto de explotar de
la emoción. — ¿Mañana a primera hora? ¿Al desayuno? ¿En Pociones?

—A la cena, —dijo Sirius sacudiendo su cabeza, —Hay mucha más audiencia.

—Sí, a la cena, —asintió James, sabiamente, como si la idea hubiera sido suya. —En serio, estoy
tan jodidamente orgulloso de ustedes.

—Gracias, —Sirius levantó una ceja de forma irónica. Luego desvió su mirada hacia Remus, —
Ehm… ¿Lupin? Creo que ya puedes parar. Mis pies se están empapando.

— ¡Oh! —Remus sacudió su varita, pero eso simplemente produjo más lluvia de lo que el
sumidero podía tragar, y Sirius ahora estaba cubierto de agua helada hasta los tobillos, la parte
inferior de su túnica estaba completamente mojada. —Lo siento.

—Está bien, —dijo Sirius entre risas, dando un paso fuera de la bañera para luego estrujar su
túnica. —Solo asegúrate de hacerle lo mismo a Snape.

—Entonces, ¿Lupin lo hará? —preguntó James, Sirius se encogió de hombros.

—A él le resulta mejor. Aunque puedo hacerlo yo igualmente, en caso de que tengamos alguna
interferencia.

***
Lunes 3 de Enero, 1972

El primer día de lecciones después de la Navidad fue muy extraño. James, Sirius y Peter estaban
llenos de una energía inquieta, en anticipación a la broma. Remus también estaba ansioso —
aunque eso se debía más que nada al hecho de que él debía ejecutarla. Aunque también tenía otra
razón para estar emocionado. Este sería el primer día de escuela, en toda su carrera académica, que
sería capaz de leer.

Sirius le había mostrado como realizar el hechizo, y era bastante difícil—al final Remus tuvo que
dejar que el otro chico lo hiciera por él, y decidió que más tarde dedicaría más tiempo para
aprender como hacerlo. Su magia todavía estaba un tanto floja después de la luna llena, propensa a
sobre reaccionar y ‘estallar’ si se concentraba demasiado. No parecía una buena idea usar su varita
consigo mismo, por lo menos hasta que la luna menguara lo suficiente y pudiera tomar el control.

La primera mitad del día fue todo lo que él esperaba. No pudo leer el pizarrón, pero
Encantamientos se basaba más que nada en la práctica, y a Remus le impresionó lo fácil que
resultaba consultar con su texto, sin tener que recurrir a recordar todo lo que Flitwick había dicho
sobre hechizos suavizantes en clases pasadas. Fue el primero de la clase en lograr hacer su ladrillo
rebotar —para la gran consternación de Lily Evans, quien usualmente era la mejor de la clase.

Fue en la tarde, durante Pociones, que las cosas comenzaron a torcerse. Todo comenzó cuando
Slughorn devolvió los ensayos de los veinte usos de la sangre de dragón. Remus había completado
el suyo antes de Navidad con la ayuda de Sirius, y los merodeadores así que a todos les había ido
bastante bien. Como siempre, Snape tuvo las mejores notas y ganó cinco puntos para Slytherin.
Lily fue la segunda mejor y ganó un punto para Gryffindor. Había vencido a Sirius solo por unas
cuantas anotaciones.

Nada de esto estaba fuera de lo ordinario —pero aparentemente la tensión anticipada había
aumentado mucho en Sirius, entonces no pudo resistir soltar,

—Me pregunto si coquetear con Snivellus, para ganar un mísero punto para la casa, vale la pena.
—refunfuñó, lo suficientemente fuerte para que Lily y Snape pudieran oír. Lily se volteó, con las
mejillas adoptando un color rosado.

—Cállate, Black, —siseó, —A nadie le agrada un mal perdedor.

—Difícilmente te voy a ganar cuando tu novio te deja copiar todo su trabajo. —respondió Sirius en
un susurro, venenosamente.

—¡Yo no le copio! ¡Y Severus no es mi novio! —la cara de Lily se estaba tornando roja.

—Te estas sonrojando, Evans —Sirius sonrió burlón, complacido con lo que había provocado. Le
propinó un leve codazo a James, — ¿No te parece tierno? —James trató de disimular su risa,
asintiendo.

—Ignóralos, Lily, —le susurró Snape, sin voltear su cabeza, —Solo están celosos.

— ¿Celosos de qué, Snivellus? —Saltó James, todavía manteniendo su voz baja, — ¿Celosos de
un idiota con pelo grasiento y viscoso como tú? Sigue soñando.

Sirius soltó una risita, complacido de tener a James dentro del juego. Peter rio también, para no
quedar fuera. Slughorn aún estaba inadvertido, dándole la espalda a la clase mientras garabateaba
instrucciones en el pizarrón.

Severus finalmente se giró en su silla. Sus ojos negros y brillantes como dos perlas, se posaron en
Sirius,

—Escuché que tuviste una navidad muy tranquila, Black, —dijo, su voz baja y llena de malicia, —
¿Acaso tu familia no pudo soportar tenerte con ellos por más de un par de días antes de devolverte a
la escuela?, ¿Me equivoco? —Sus labios se encresparon, cruelmente, —Todas las familias de
sangre pura están hablando de eso — la oveja negra de los Black.

Sirius apretó sus puños, Remus vio como sus nudillos se tornaron blancos.

—Cierra. La. Boca —gruñó Sirius entre dientes.

—Seh, anda con cuidado, Snape, —James frunció el seño, —Más te vale tener más cuidado con lo
que dices. Nunca se sabe que puede pasar.

— ¿Es esa una amenaza, Potter? —Respondió Snape, sonando aburrido, —Perdona si no me estoy
muriendo de miedo. ¿Acaso van a mandar al Loco Lupin1 contra mí de nuevo?

Remus, quien estaba escuchando a medias la conversación y a medias las instrucciones de


Sloughorn, se estremeció involuntariamente. Había portado ese sobrenombre antes. Era bastante
impresionante que nadie en Hogwarts se lo hubiera puesto aún, especialmente cuando sabía que
tenía una reputación de ser un poco raro. ¿Acaso todo el mundo le estaba llamando así a sus
espaldas?

Reflexivamente, tomó su varita. Snape lo miró y su mueca burlona se volvió aún más intensa.

—Oh, ¿Acaso has aprendido un poco de magia, Lupin? Estoy impresionado. ¿Sabes?, he
escuchado que pueden entrenar simios en el circo para ejecutar trucos básicos, entonces supongo
que no es un logro muy grande.

Remus alzó su varita, pero Sirius le agarró de la muñeca y la empujó hacia abajo del escritorio.

—Aún no, —murmuró.

Remus apretó su mandíbula y miró de nuevo al pizarrón, internamente hirviendo de ira. Snape soltó
una risita y se dio la vuelta también. Remus escuchó a Lily susurrar, furiosa.

— ¡No tienen por qué ser tan horribles con él!

Remus apenas pudo concentrarse en el resto de la lección. Sabía que no debía por qué importarle lo
que Snape pensara de él, o lo que cualquier persona pensara de él. Pero la curiosidad del Slytherin
se había internado de forma profunda, y ahora no quería dejar ir. Sirius no ayudó, continuaba
murmurando ‘¡ya verá!’, lanzando miradas furtivas en dirección a Snape.

Para cuando fue la hora de cenar, Remus estaba caliente con rabia y con el ferviente deseo de
probarse a sí mismo. Había comido poco, a pesar de que había pastel de carne2 , uno de sus
favoritos. Sus ojos se posaron en Snape, al otro lado del salón. Esto no pasó desapercibido y
Severus le llamó la atención a los chicos que lo rodeaban, señalando a los merodeadores y riendo.
Remus creyó verlos gesticular las palabras “Loco Lupin”. James y Sirius miraron con disgusto.
Lily también se dio cuenta de esto.

—Ustedes dejen a Sev tranquilo, ¿ok? —Chilló, —Esta estúpida pelea va a seguir para siempre si
ninguno de ustedes es lo suficientemente maduro para--.

—Dale un descanso, Evans, —James puso sus ojos en blanco, —Es suficientemente malo que
tengas que ser amiga de ese imbécil, ¿Y ahora estás tratando de defenderlo? ¿Dónde está la lealtad
a tu casa, ah?

—Esto no tiene que ver con las casas, —insistió, —Es una estúpida disputa que surgió de la nada.

— ¡Insultó a Remus!

— ¡Ustedes lo molestan todo el tiempo!

— ¡El empezó!

—Oh claro, y tú tienes que terminarlo ¿¡No es cierto, Potter!? —Se levantó, repentinamente,
tomando su bolso, — ¡Dios, ustedes son tan egocéntricos! —dijo alejándose, pisando fuerte con
sus zapatos de charol, haciendo sonar un ‘clic’ con cada paso.

—Ama pelear, esa chica —James sonrió burlonamente.

Una explosión de risas surgió desde la mesa de los Slytherin y Remus decidió que ya había tenido
suficiente. Se levantó, sacando su varita y apuntando al Severus.

— ¡Ligare Pluviam!

Fue instantáneo y perfectamente glorioso. La tormenta se disparó desde la varita de Remus con la
velocidad de una bala, entonces nadie pudo ver de dónde había salido. La nube descansó sobre la
cabeza de Snape, grande, espesa y gris. Se pudo escuchar como emitía un pequeño trueno, y luego
empezó el aguacero.

Al principio no comprendió muy bien que pasaba, trató de cubrirse con sus manos y miró hacia
arriba. Los estudiantes sentados a los lados de Snape se levantaron bruscamente y retrocedieron
evitando mojarse. Luego, Snape se levantó de la mesa, buscando esquivar la nube, pero esta lo
siguió, flotando persistentemente, con las gotas lluvia cayendo.

La gente reía y señalaba. Todos miraban alrededor, tratando de descubrir quién lo había provocado,
pero nadie había visto a Remus conjurar el hechizo, a excepción de sus amigos. Se sentó, pero
mantuvo su varita en dirección a Severus, sonriendo mientras miraba como el chico trataba escapar
de la mini-tormenta.

— ¡Sí! —Sirius siseó en su oído, — ¡Maldita sea, sí, Lupin, hermoso bastardo!

La inmensa satisfacción que sintió Lupin fue animada por el eco de las risas a su alrededor. Snape
era un chico tan repugnante y malévolo, que hasta incluso algunos de los Slytherin parecían
complacidos de ver que le habían dado su merecido. Cada vez que Remus pensaba en eso, más
quería castigarlo, y cada vez llovía más fuerte. De hecho, la nube parecía haber crecido y haberse
tornado cada vez más oscura.

A estas alturas Snape estaba completamente empapado, su cabello caía aplastado en su cara,
tapando sus ojos. Su piel estaba pálida y su túnica brillaba con el agua, un charco se había formado
a sus pies. Remus sonrió aún más mientras veía como Severus trataba de escapar
desesperadamente, asemejándose cada vez más a una rata ahogada.

— ¡Basta! —Lily le chillaba a James, — ¡Sé que son ustedes! ¡Deténganse ahora!

James siguió riéndose y levantó sus manos para mostrar que él no estaba haciendo nada. Lily
parecía que estaba a punto de llorar.

Severus se echó a correr, con las manos en su cabeza tratando de detener el torrencial que caía
sobre él, pero su túnica estaba tan pesada y empapada que se tropezó colapsando en el piso. Remus
se hubiera reído, pero su concentración se profundizó. La lluvia caía aún más fuerte, hasta que fue
difícil diferenciar a Severus entre la atmósfera grisácea. La nube había aumentado aún más su
tamaño, y ahora emitía truenos y relámpagos — nunca había pasado eso cuando lo había
practicado con Sirius. Pero aun así, él nunca había estado enojado con Sirius.

—¡Por favor! ¡Basta!, —Lily estaba sollozando a estas alturas. James había dejado de reírse. Tocó
suavemente el brazo de Remus.

—Eh… ¿Remus? Amigo, creo que ya fue suficiente…

Snape ya no intentaba levantarse. Remus cayó en cuenta que ya nadie se estaba riendo, y que
incluso un par de personas estaban gritando.

— ¡FINITE! —retumbó una voz por el comedor.

La lluvia se detuvo de una vez. Todo el mundo estaba en silencio, Dumbledor se encontraba de pie
en la entrada — Remus no lo había visto desde Halloween. Parecía estar perfectamente calmado, a
pesar del caos que recién había terminado. El director entró al salón, haciendo desaparecer toda el
agua con un movimiento de su varita, e inclinándose hacia Severus.

Remus guardó su barita y se encogió en el asiento, viendo como Dumbledor empezó a susurrar en
dirección al cuerpo de Severus que se encontraba boca abajo. Lily aún sollozaba, y corrió para
estar al lado de Dumbledor, temblando y asustada.

—Todos a sus dormitorios, por favor —ordenó Dumbledor, hablando suavemente, pero de alguna
forma todos en el gran salón escucharon, —Señorita Evans, ¿Iría a buscar a Madam Pomfrey, por
favor?

Lily salió del salón corriendo, y los otros estudiantes salieron en filas, obedientemente. James,
Sirius y Remus se lanzaron miradas nerviosas entre ellos antes de apurarse tratando de unirse al
resto de su casa.

Notas:

1.- En inglés el sobrenombre es “Loony Lupin” que quiere decir que es raro y demente; para tratar
de conservar la esencia del sobrenombre lo traduje como “El Loco Lupin”.

2.- En inglés es “Shepherd´s pie”, que es un pastel de carne molida con una cobertura de papa, de
origen inglés. (Fuente: Wikipedia)

3.- Hola! Me presento, mi nombre es Sou y voy a estar traduciendo lo más que pueda este fanfic.
Sin hacer spoilers quiero decir que necesito su ayuda, u opinión para traducir ciertas cosas que se
vienen más adelante, algunos nombres, sobrenombres de algunos personajes, y palabras que
existen dentro del mundo mágico que no tengo idea si traducir o dejarlos en inglés con una
definición al final de la página. Mi propósito con esto es tratar de que no se pierda el propósito de
estos nombres (y además porque considero que las traducciones al español de algunos conceptos
suenan terribles y le quitan la esencia a lo que quieren decir), así que en algunos capítulos más
adelante voy a dejar un par de preguntas y voy a estar revisando los comentarios para ver sus
opiniones.
Primer Año: Consecuencias
Chapter Summary

Remus presenta un poco de ansiedad…

La mayoría de los Gryffindors rondaban alrededor de la sala común, chismeando y hablando, todos
preguntándose quien pudo haber sido. Los merodeadores, que usualmente les gustaba ser el centro
del debate, se arrastraron por las escaleras hacia su dormitorio, pálidos, llenos de culpa.

Remus se sentó en su cama, con su mirada perdida hacia el suelo. Había ido demasiado lejos; él
sabía eso bastante bien. Se había sentido bien, por un momento, y nada podía convencerlo de que
Severus no lo había merecido. Pero ahora James lo miraba curioso, y sabía que Dumbledore lo
averiguaría de alguna forma u otra — incluso antes que Lily le dijera a todos, tan pronto como
pusiera un pie en la sala común.

— ¿Qué pasó? —Preguntó James, con cautela, — ¿Perdiste el control? Esa fue una magia muy
poderosa.

— ¡Fue increíble! —Intervino Sirius, — ¡Se la pensará dos veces antes de volver a cruzarse en
nuestro camino!

—Pero…es decir, no intentábamos herirlo, ¿o sí? —cuestionó James frunciendo el ceño.

—Él está bien, probablemente lo fingió, para meternos en problemas.

— ¿Nos meteremos en problemas? —Preguntó Peter retorciendo sus manos, nervioso, —No
fuimos todos nosotros, ¿o sí? Solamente fue…

Sirius le propinó una bofetada en la nuca,

—Rata. —dijo. —Somos merodeadores. Fuimos todos o ninguno.

—Lo que sea, —murmuró Peter, frotándose la cabeza, avanzó hasta su cama y se sentó,
malhumorado.

— ¡La mitad fue mi idea! —Dijo Sirius, — ¡Yo busqué el hechizo! No te preocupes, Lupin,
apuesto que él estará bien.

—Si es que lo está, —empezó a decir Remus, pesadamente, —no habrá sido gracias a mí. —
Continuó, esta vez levantando la mirada en dirección a James. Sus ojos cafés le miraban
profundamente, de forma muy seria. —Realmente, quería herirlo.

James le sostuvo la mirada, y asintió levemente.

Hubo unos golpes en la puerta, difuminando la tensión. Era Frank Longbottom.

—Ustedes cuatro, a la oficina de McGonagall, ahora. —Su voz tenía un tono grave.

Dejaron que Frank les condujera bajando las escaleras, por la sala común, donde todo el mundo los
miraba fijamente. Remus no despegó la mirada de sus pies en ningún momento, pero escuchó como
los estudiantes enmudecían a medida que avanzaban. No importaba que pasara después — todos
sabían que ellos habían sido los responsables.

McGonagall no estaba sola. Dumbledore estaba de pie junto a su escritorio, sus manos entrelazadas
en su regazo. Sonrió agradablemente a los cuatro chicos que se encontraban frente a él.

—Buenas noches, caballeros. —Dijo.

—Buenas noches, director, —corearon de vuelta.

—Probablemente les interese saber que el señor Snape se encuentra bien — aunque al parecer su
orgullo se ha visto dañado.

No respondieron. Remus no se atrevió a levantar su mirada del piso.

—El cree que ustedes cuatro tuvieron algo que ver con esta desgracia. —continuó Dumbledore,
tranquilo, como si estuviera simplemente pasando el tiempo con ellos. —Particularmente usted,
señor Potter.

James levantó la mirada, abrió su boca, y luego la cerró volviendo a mirar hacia abajo. Remus no
podía soportarlo. El solo tenía tres amigos en todo el mundo, y no iba a perderlos ahora. Entonces
dio un paso al frente.

—Fui yo, señor, yo lo hice. Él me dijo unas cosas horribles antes, y estaba enojado. Quería
enseñarle una lección. —Se forzó a mirarle a los ojos, pálidos y azules. El anciano asintió,
satisfecho.

—Ya veo. ¿Actuó por su cuenta?

—Sí, —Remus sacó su varita, —Mire, puedo probarlo-

— ¡No hay necesidad! —Dijo Dumbledore, apurado, —le creo, señor Lupin.

— ¡No fue solo él, señor! —Explotó Sirius, —yo busqué el hechizo, también aprendí como
hacerlo, también es mi culpa.

— ¿Está insinuando que usted planeó esto, Black? —Intervino McGonagall, bruscamente, —
¿Usted planeó un ataque a otro estudiante? Diez puntos de Gryffindor. Cada uno.

Sirius bajó la mirada.

—Y están castigados, todos ustedes, por un mes —continuó, —me parece bastante difícil de creer
que el señor Lupin haya actuado solo en esto.

Todos dejaron caer sus cabezas, mirando al piso.

—Pueden irse, caballeros. —Dijo Dumbledore, tranquilo. —No tengo duda alguna que usarán
parte de su tiempo para disculparse con el señor Snape, por supuesto.

Sirius hizo un ruido de indignación, y James le propinó un codazo tosco. Se dieron la vuelta,
dispuestos a irse.

—Un momento, señor Lupin.

Remus se congeló. Debió haber prevenido que no se saldría de esta tan fácil. Se mantuvo de pie,
rígido, mientras los otros salieron de la oficina, McGonagall los siguió para asegurarse de que no
holgazanearan afuera.

Cuando finalmente la puerta estuvo cerrada, el silenció les invadió. Dumbledor no habló
inmediatamente, y finalmente Remus dirigió su mirada a los ojos del director. No parecía estar
enojado, o decepcionado. Tenía la misma expresión de siempre — teñida de curiosidad, tal vez.

— ¿Qué le ha parecido Hogwarts, Remus?

Esa no era la pregunta que había anticipado.

—Eh…bien, ¿supongo?

—Parece que no ha tenido problemas para hacer amigos.

Esa no era una pregunta, entonces no respondió. Bajó nuevamente la mirada a sus pies, luego la
volvió a dirigir al director.

— ¿Me van a expulsar? —preguntó. Dumbledore sonrió.

—No Remus, nadie está siendo expulsado. Puedo ver que está arrepentido de lo que hizo. Lo que
me preocupa, es como lo hizo. Ese fue un hechizo muy poderoso, algo que no hubiera esperado de
un estudiante de primer año…debió haber estado muy molesto.

Remus asintió. No quería decirle a Dumbledor la razón — la forma en que Snape le había llamado,
o como eso lo hizo sentir estúpido, sin valor y débil.

—La pasión es una cualidad importante en un mago, Remus. —Estaba diciendo Dumbledore, —
direcciona nuestra magia, la fortalece. Pero como se pudo dar cuenta hoy, si no se aprende a
controlarla entonces se puede poner en peligro a los que nos rodean. —Ahora le miraba muy serio,
sus ojos habían perdido su brillo. —No busco asustarle, Remus. Cuando nos conocimos, le dije que
simpatizaba con usted — las cosas por las que ha pasado, no se las deseo a nadie. Pero debe ser
cuidadoso. Usted es un mago muy talentoso, no lo desperdicie.

Remus asintió, deseando que la conversación terminara lo antes posible. Prefería mil veces un
castigo, una paliza, que un sermón. La peor parte de esto es que Dumbledore estaba en lo correcto.
Había dejado que su ira hacia Severus influenciara el hechizo que había usado — solo que no
estaba acostumbrado a tener este tipo de poder.

—Lo siento, profesor. —Dijo, — ¿Sniv—quiero decir, Severus está bien?

—Sí, perfectamente bien. Creo que esperaba que, si dejaba de luchar contra el hechizo,
quienquiera que lo hubiera conjurado, se detuviera. Ya lo han secado y no sufrirá ningún tipo de
daño a largo plazo.

—Oh… —Remus asintió, —Bien.

—Ahora, —Dumbledore sonrió, —Puede retirarse, le he mantenido suficiente tiempo aquí y tengo
la sensación de que el señor Potter está afuera, esperando por usted a que le cuente todo.

***

Dumbledore le había dado mucho de que pensar. Y él tenía suficiente tiempo para hacerlo —
McGonagall se había tomado muy en serio sus castigos, incluso llegó al punto de separarlos, a los
cuatro. Sirius tuvo la tarea de fregar los calderones en las mazmorras, Peter debía pulir los trofeos y
en un salón lleno de premios, y James debía reconfigurar todos los telescopios de la torre de
Astronomía. A Remus le dieron la peor tarea de todas; limpiar la lechucería. Por supuesto, ninguno
de ellos tenía permitido usar sus varitas y todas las noches debían volver a empezar.

—Cruel como siempre, es lo que hay, —se quejó Peter al final de la primera semana mientras se
acostaban, inmundos y agotados.

—No entiendo por qué te quejas, —gruñó Sirius, —me encantaría tener que pulir los trofeos.
Quién sabe qué tipo de inmundas pociones he estado fregando en el fondo de esos malditos
calderos.

James gimió de cansancio, quitándose los lentes y frotándose los ojos.

Remus no se quejaba, porque realmente no sentía que merecía hacerlo. Se sentía terrible por haber
metido a sus amigos en problemas, pero se sentía aun peor por lo que había hecho. Esta situación
solo se agravó por la cantidad de lectura que realizaba. El hechizo de Sirius era difícil, y menos
intuitivo que el tipo de magia a la que estaba acostumbrado. Sirius fue el primero en admitir que no
era perfecto — se desvanecía después de una hora más o menos, y había que volver a repetirlo.
Remus lo había dominado lo suficiente para realizarlo solo, aunque solía costarle un par de intentos
antes de hacerlo de forma correcta.

Lo primero que había hecho había sido visitar la biblioteca y tomar prestado un libro de la repisa
de criaturas mágicas.

Cada noche, luego de terminar sus deberes y sus castigos, Remus cerraba las cortinas alrededor de
su cama, iluminaba su varita, y leía el mismo capítulo una y otra vez. Había descubierto que había
libros enteros describiendo su problema en particular, pero le aterraba la idea que alguien empezara
a sospechar si empezaba a leerlos todos. Además, no estaba muy seguro de querer saber algo más.
Las cosas que había leído hasta ahora eran suficientemente negativas.

Pensaba sobre el libro constantemente — en sus clases, entre comidas, durante sus castigos.
Palabras tales como ‘monstruoso’, ‘letal’ y ‘las criaturas más oscuras’ pasaban por su cabeza como
luces de neón. El sabía que era peligroso, por supuesto. También sabía que era diferente. Pero no
sabía que era odiado. Incluso cazado. Aparentemente sus dientes costaban una fortuna en ciertas
partes al este de Europa. Su piel, aún más.

Había legislaciones horribles también — algunas cosas que no entendía completamente, pero que
aun así sonaban horribles. Leyes de empleo, registros y restricciones de viaje. Parecía como si en la
lectura pudiera prevenir que sus perspectivas laborales no eran mejores en el mundo mágico que en
el mundo muggle. También entendió por qué Dumbledore le había dicho que debía tener cuidado.
Ahora tenía claro que, si alguien en Hogwarts descubría su condición, entonces podría meterse en
un grave problema — y que la expulsión sería la menor de sus preocupaciones.

Era frustrante, nada de lo que había leído era realmente relevante comparado con sus experiencias.
No había registros de ningún mago viviendo con ese tipo de condición; como controlarlo; que
esperar; si es que acaso alguien había logrado mantener un trabajo, o simplemente había decidido
evitar a todo el mundo. También asumió que era normal que pudiera oler sangre y escuchar los
latidos de otras personas — pero ¿Cómo podía estar seguro? ¿Era normal que su magia fuera más
fuerte cuando la luna estaba saliendo? A veces sentía que podía percibir el torrente de su poder
burbujeando por sus venas, como una pócima; llenándolo y rebosándolo, derramándolo a través de
sus dedos. Y luego estaba su carácter, su ira. ¿Cuánta de ella formaba parte de él, y cuanta era del
monstruo?

Se desvelaba casi todas las noches, después de que el hechizo para leer se desvaneciera, muy
cansado para volver a conjurarlo, pero muy energético para dormir. Su mente borrosa con
preocupación y miedo. Todo parecía tan simple en St Edmund’s. Sin magia, sin deberes, sin
problemas morales agonizantes. Y, por supuesto, sin amigos. Si algo había frenado a Remus de
rendirse, había sido esto último.

Era James, quien tenía el ego del tamaño de un lago, pero un corazón igual de grande. Peter —
quien, sí, era un poco raro y despistado— pero tenía un malicioso sentido del humor y podía ser
infaliblemente generoso. Y por supuesto Sirius. Sirius podía guardas secretos, él también era un
tanto malicioso, pero nunca con sus amigos, y además era el estudiante más talentoso de todo el
año, pero desperdiciaba sus habilidades ideando bromas.

Remus no quería tener que abandonar todo eso, no si podía evitarlo. Incluso si tenía que
convertirse en el mejor estudiante de toda la escuela; si es que tenía que forzarse a leer todos y cada
uno de los libros, completar todos sus deberes, seguir cada regla. Sería el mejor, tanto, que no
tendrían idea de que los golpeó. Tan bueno, que tendrían que nombrarlo prefecto — haría de todo,
si es que eso significaba que podía quedarse en Hogwarts, con sus amigos.

No tenía a nadie con quien pudiera hablar de estas cosas. Nadie quien pudiera entenderlo. Hasta
donde Remus sabía, solo Dumbledore, McGonagall y Madam Pomfrey tenían conocimiento de su
condición. McGonagall era muy severa para acercarse con este tipo de preguntas. Remus aún no
estaba seguro de que Dumbledore estuviera completamente en sus cabales, y de todas formas no
tenía idea como hacer una cita con el director. Entonces, solo le quedaba Madam Pomfrey.

Esperó hasta la siguiente luna llena, que cayó a fines de Enero. Un día Domingo, luego de la cena
se separó de los merodeadores y emprendió su camino a la enfermería un poco más temprano que
de costumbre.

— ¡Remus! —La enfermera le sonrió, sorprendida, —No te esperaba hasta que oscureciera.

—Quería preguntar un par de cosas, —dijo de forma tímida, sus ojos explorando la habitación.
Había algunos estudiantes acostados en las camillas, la mayoría de ellos dormían. Afortunadamente
Madam Pomfrey era discreta.

—Por supuesto, ¿Vamos a mi oficina?

Era mucho más bonita que las oficinas de los profesores en las que Remus había estado hasta
ahora. En las paredes había botellas de pociones y tónicos alineadas, la habitación era luminosa y
aireada, ella no poseía un escritorio, y en lugar de tener asientos de madera, había cómodos sillones
a cada lado de una chimenea.

— ¿Cómo te puedo ayudar, querido? —preguntó instalándose, señalándole que se sentara.

—Bueno, —tragó saliva, sin saber bien por dónde empezar, —Es solo…tengo algunas preguntas
sobre mi…mi problema.

Ella le regaló una sonrisa cálida.

—Por supuesto que sí, Remus, eso es perfectamente natural. ¿Hay algo en específico que te
gustaría saber?

—Seh. He leído un poco, y sé que no hay una cura ni nada.

—Aún no, —respondió rápidamente, —pero siempre se están haciendo avances.

—Oh, ok. Pero, por ahora, supongo que solo quiero saber…un poco más sobre el tema. No
recuerdo nada cuando despierto después de las transformaciones, solo que estoy muy hambriento.

— ¿Te gustaría saber más sobre la trasformación?

—No, no solo eso. Cosas como… ¿Eso cambia quien soy, el resto del tiempo? Acaso eso me
hace… —desvió la mirada hacia abajo, hacia sus manos. No estaba seguro de que quería decir, y
había un nudo en su garganta.

—Remus, —dijo Madam Pomfrey, —Esta condición que tienes, no define quien eres.

—A veces, me enojo, —continuó, posando su mirada en la chimenea en vez de mirarla a la cara,


—me enojo demasiado.

—Todos tenemos emociones, son perfectamente naturales. Solo tenemos que aprender a
controlarlas con el tiempo.

El asintió, tomando este consejo. No podía contarle del resto —Cuando me transformo, se está
poniendo peor. Mucho peor.

—Sí, —respondió de forma solemne, —leí que pueden empeorar con el comienzo de la pubertad.

—Oh, ok. —Remus asintió. Luego hubo una pausa larga. — ¿Qué tanto?

—Yo…no sabría decir. Tú eres el primero de tu tipo que he tratado.

Otra pausa. Remus se sentía igual que antes; igualmente confundido.

— ¿Te gustaría que te pase ese libro que te mencioné?

Asintió, finalmente levantando la mirada.

***

El libro de Madam Pomfrey, Piel a Colmillos: Cuidados para Medios-Humanos Mágicos era un
poco más útil que los otros que Remus había leído hasta ahora. Aún había mucho que no lograba
entender —técnicas de sanación avanzada y complicadas recetas de pociones, más detalles de la
legislación — y algo un poco más aterrador; juicios y persecuciones. Convenientemente, había
cosas que ya sabía; que había sido mordido, y que no tenía permitido morder a nadie durante una
luna llena; que la plata le debilitaba; y que no había cura.

El libro si mencionaba que con el comienzo de la pubertad sus transformaciones se volverían más
intensas, y que se volvería aún más peligroso. No mencionó cambios en las habilidades, magia u
otros, y no había ninguna referencia sólida a los cambios de ánimo o carácter.

No lo consideró particularmente interesante saber que tenía un hocico más pequeño que los lobos
reales, o que su cola era copetuda (prefería no tener que pensar en eso de todas formas), pero le
pareció curioso descubrir que era solamente una potencial amenaza para los humanos —
particularmente magos. Aparentemente otros animales no corrían peligro —le divirtió la idea de
que la Señora Norris estaría a salvo, por lo menos.

No pasó por desapercibido que Remus se había alejado de los merodeadores desde el ataque a
Snape.

— ¿Dónde has estado? —preguntaban, todas las noches mientras se preparaban para acostarse.

—Haciendo deberes, — respondía, o a veces —castigado, — aunque no había tenido otro castigo
desde la broma.

La verdad, era que siempre trataba de mantenerse lo más alejado de la gente. Deliberadamente
había intentado mantenerse fuera de su dormitorio hasta que fuera hora de dormir, incluso trataba
de evadir la sala común. Sintió que hasta que pudiera controlar su magia, no se involucraría en los
proyectos de James y Sirius. Y tenían proyectos, estaba seguro de eso. A veces en las noches
Remus podía escuchar como trepaban a la cama del otro, susurraban furtivamente antes de
conjurar un hechizo silenciador. Otras veces, incluyendo a Peter, se escabullían bajo la capa de
invisibilidad. Siempre trataban de despertar a Remus, pero él los ignoraba.

Durante el día se escondía en la parte trasera de la biblioteca, o en uno de sus escondites secretos.
Había encontrado lugares en el castillos que eran lo suficientemente pequeños para trepar hasta
ellos y pasar desapercibido por horas. Ventanas que parecían estar cubiertas de ladrillo, pero
retenidas en lo alto, grandes repisas; cámaras pequeñas y vacías que se escondían detrás de tapices;
el baño de chicas del quito piso. Ahí se podía acomodar y leer por horas — a veces incluso hacía
sus tareas, otras veces se obligaba a investigar más sobre su condición.

También tenía otra razón para esconderse. Desde el accidente, el odio de Snape hacia los
merodeadores se había intensificado, e iba a todo lado acompañado de Mulciber, usándolo como
guardaespaldas. Si por alguna razón se cruzaban en el pasillo tenía que tener un hechizo protector
preparado de antemano — Mulciber conocía más maleficios que James y Sirius combinados.

Una tarde, Remus estaba profundamente concentrado en un libro sobre una remota guerra mágica
— estaba en el capítulo sobre los Úlfhéðna 1 , guerreros-lobo Germanos que enfrentaron a los
Romanos. Él estaba sentado en su escondite favorito, al borde de una ventana y no podía ser visto
desde abajo a menos que alguien estuviera prestando mucha atención. Había trepado conjurando
una cuerda encantada, habían aprendido a hacer eso hace unas pocas semanas. Estaba a punto de
bajar para cenar, cuando hizo un movimiento en falso y dejó caer el pesado libro por el borde. Hizo
una mueca cuando este se estampó en el piso con un sonido sordo.

— ¿¡Quién está ahí!? — preguntó una voz proveniente del corredor. Escuchó unos pasos, y le
invadió una sensación de debilidad cuando se dio cuenta de quien se trataba.

—Es solo un libro. —dijo Mulciber, malhumorado.

—Sí, pero ¿de donde vino? —respondió Snape, sospechosamente. Mulciber resopló.

— ¿De la biblioteca?

Snape murmuró en voz baja, sonando exasperado. Remus presionó su cuerpo fuertemente contra la
pared de piedra.

— ¿Quién está ahí? —llamó Snape, con su voz nasal, malévola. Silencio. —Homenum Revelio.

Remus sintió que algo jalaba su estómago, y antes de darse cuenta, estaba siendo arrastrado del
marco de la ventana por una fuerza invisible. Soltó un gritito, buscando algo de lo que sujetarse, y
terminó colgándose de la repisa con la yema de sus dedos.

Snape y Mulciber se estaban riendo desde abajo.

—Bueno, bueno —dijo Snape, con una voz burlona, —Pero si es el Loco Lupin… ¿Dónde están
tus amiguitos…ah? ¿Te dejaron ahí arriba y luego se olvidaron de ti?

—Piérdete, Snape. —siseó Remus, soltando el agarre en la pared de piedra, deseando no romperse
los tobillos cuando finalmente se dejara caer.

— ¡Igniscopum! —Snape sonrió malicioso, apuntándolo con su varita. Un pequeño hilo de fuego se
disparó en dirección a Remus, forzándolo a patear la pared, aterrizando pesadamente en su espalda,
en el piso.

Pestañeó, sinuoso, pero rápidamente se puso de pie, sacando su varita.

—Ok, —dijo, su espalda estaba adolorida por la caída, —me atrapaste. Ahora lárgate.

— ¿Por qué haría eso? —respondió Severus, enfrentándolo, levantando su varita.

—Expeli-

—EXPELLIARMUS —rugió Snape, conjurando el hechizo antes que el otro chico. Agarró la varita
de Remus jubilosamente, después añadió, —Gelesco.

Remus sintió sus pies fundirse con el piso, clavándolo en el lugar. Gruñó — ahora estaba atrapado.
Podría gritar por ayuda, pero este era un corredor tranquilo, y no quería verse como un cobarde.
Miró a ambos chicos, desafiante, apretando su mandíbula.

—Mulciber, —Snape se giró a su compañero, quien parecía un troll, — ¿Acaso no me dijiste el


otro día, que necesitabas practicar algunos maleficios? Creo que esta podría ser la oportunidad
perfecta.

Mulciber sonrió con malicia, remojando sus labios. Levantó su propia varita, no tan elegantemente
como Severus, pero con la misma intención malévola.

— ¡Lapidosus!

Por un momento no ocurrió nada, y Remus se sintió levemente aliviado — cuando, de la nada, una
lluvia de pequeñas rocas —como gravilla— aparecieron flotando en medio del aire. Revolotearon
entre Remus y Mulciber por unos momentos, hasta que empezaron a volar hacia la cara de Remus,
como un enjambre de abejas. Inmediatamente levantó sus brazos para protegerse, pero Severus se
le adelantó;

—Incarcerous, —dijo bostezando, aburrido. Inmediatamente Remus se encontró atado fuertemente


por una cuerda, que apenas le permitía moverse. Las piedras caían torrencialmente, y lo único que
pudo hacer fue cerrar los ojos. Trató de luchar, aun sabiendo que eso no ayudaría, pero no podía
evitarlo, necesitaba hacer algo. No quería llorar, aun cuando sintió que una gota de sangre se
deslizaba por su rostro.

— ¿Qué está pasando? ¿Severus? —se escuchó la voz de una niña al fondo del pasillo.

—Finite Incantatum, —susurró Snape, apurado. Las piedras se detuvieran enseguida, la soga
también desapareció y las piernas de Remus se despegaron del piso, todo al mismo tiempo. Titubeó
y luego se tambaleó hacia atrás, apoyándose en la pared.

Su mirada se topó con la de Lily, su salvadora, quien apuró el paso en su dirección. Se detuvo
cuando vio a Remus, quien rápidamente trató de limpiar la sangre de su rostro. Ella miró hacia
Snape, con el ceño fruncido.

— ¿Qué estás haciendo, Sev?


—Nada, —el chico miró hacia abajo, raspando la punta de su zapato en la loza del piso. —Solo
estamos charlando con Lupin, ¿No es así, Mulciber?

Mulciber se encogió de hombros, poco convencido. Lily miró a Remus, quién desvió la mirada,
avergonzado. Era suficientemente malo que Severus lo hubiera atrapado, no necesitaba que ella
sintiera lástima por el ahora. Le arrebató la varita a Severus rápidamente, dando la vuelta y
caminando lo más rápido que sus piernas le permitían.

— ¡Espera! ¡Remus! —Lily corrió tratando de alcanzarlo. Él no se detuvo, pero ella era rápida y al
final logró avanzar a su mismo paso. Ella llevaba el libro sobre la guerra mágica en una mano, y le
agarró con la otra, — ¡Por favor! — resopló. El se detuvo, suspirando pesadamente — quería su
libro de vuelta.

— ¿Qué? —escupió.

— ¿Qué te estaban haciendo? Severus no va a decirme, y se que fue bastante malo.

—Está bien, —dijo encogiéndose de hombros y tomando su libro.

— ¡Estás sangrando!

—Déjalo, Evans, —Remus la empujó suavemente, tratando de quitarla de su camino. Ella lo siguió
de nuevo.

—Le dije que te dejara de molestar, no sé por qué lo hace—quiero decir, ya ni siquiera te juntas
con Potter o Black, le dije eso—

— ¿¡Por qué le importaría!?

—Porque a ellos son a los que realmente quiere molestar—si se da cuenta que también te cansaste
de ellos, entonces—

—Espera. —Remus se detuvo, Lily casi choca con él. — ¿¡Me estás diciendo que estarías de
acuerdo con Mulciber y Snape si le estuvieran lanzando maldiciones a James y Sirius en vez de a
mí!?

—Bueno, — Lily se enrojeció, —Quiero decir, sería una pelea más justa por lo menos. Y, ya sabes,
ellos ponen bastante esfuerzo a lo que hacen.

Remus se sintió aun más incómodo. Ella creía que James y Sirius habían atacado a Severus en
ambas ocasiones — ella no tenía la menor idea de que había sido él. Esto confirmó el peor de sus
miedos — Lily pensaba que Remus solamente se juntaba con James y Sirius porque era raro, y
porque ellos se lo permitían. ¿Acaso todo el mundo creía que era igual de patético que Peter?

—Te equivocas. —Remus frunció el ceño. —Ahora déjame solo, ¿quieres?

1.- Úlfhéðna o Berserker, eran Guerreros vikingos que combatían semidesnudos, cubiertos de
pieles, generalmente se les atribuían capacidades animales (por su capacidad para soportar el dolor
y fuerza sobrehumana), e incluso se les llamaban “los hombres oso” (Fuente: Wikipedia)
Primer Año: Astronomía

—Que gusto tenerte de vuelta, Lupin. —Sirius sonrió, quitándose la capa de invisibilidad mientras
entraban al (previamente cerrado con llave) salón de Defensa Contra las Artes Oscuras.

— ¿A qué te refieres? —Respondió Remus, viendo como James trepaba la escalera ubicada en la
esquina del salón, tratando de alcanzar el estante más alto, donde había una jaula con pixies1
durmiendo. —No fui a ningún lado.

—Vamos, amigo, —dijo Peter sujetando la escalera por James, —Nos dimos cuenta que nos has
estado evadiendo como la plaga.

—Claro que no. —Remus torció sus labios en una mueca, —solo he estado ocupado. Ya saben,
estudiando y eso.

—Bueno, espero que hayas superado esa fase, — rio James, bajando las escaleras lentamente,
sujetando la jaula con ambas manos, —realmente apreciaría si dejaras de trabajar tan duro—eso
me obliga a mí a trabajar duro. ¿Sabes? No estoy acostumbrado a tener competencia.

—Oh, vamos, Potter —le regañó Sirius, mientras hurgaba entre los cajones y bajo los pupitres.

Remus había considerado que esta broma no sería del todo mala — no requería usar magia, de
todas formas. Si era completamente honesto consigo mismo, admitía haber extrañado todas las
travesuras. Comportarse como un alumno ejemplar estaba bastante bien, pero esto no era ni la
mitad de aburrido. Tal es por eso que Evans siempre estaba malhumorada.

— ¿Cómo vamos a meterlos en el comedor? —preguntó, inclinándose para darle una mejor mirada
a las pequeñas criaturas azules, que aún dormían, acurrucadas en el fondo de la caja. Debió haber
alrededor de cincuenta, lo que Remus consideró que era cruel. Sería mucho mejor liberarlas.

—Bajo la capa. —Respondió James, estirándola al máximo, cubriendo la caja por completo, ​—Oh,
vamos Sirius, —dijo James poniendo los ojos en blanco, mientras que el chico de cabello largo se
encontraba de rodillas, apoyando sus manos debajo del pupitre del maestro.

— ¿Qué buscas, de todas formas? —preguntó Peter, en un murmuro ahogado bajo la capa.

—Un Ravenclaw me dijo que había una trampilla aquí abajo. —Sirius supiró, levantándose y
sacudiendo el polvo de sus rodillas. —Mentiroso.

—Esta es la nueva obsesión de Black, —le explicó James a Remus mientras cerraban la capa sobre
ellos y se dirigían a la puerta, —Buscar puertas secretas.

— ¡En Hogwarts: Una Historia dice que hay montones de pasajes sin descubrir! —dijo Sirius,
defendiéndose. —Como el que tú encontraste, Lupin. Definitivamente hay más, quiero encontrar
por lo menos uno, antes de irnos.

—También hay un monstruo escondido en alguna parte del castillo, se supone. —susurró James de
vuelta, mientras caminaban por los pasillos en dirección a la torre de Gryffindor. Peter se
estremeció.

—Un riesgo que estoy dispuesto a correr, —respondió Sirius, y Remus pudo escuchar como hacía
una mueca mientras continuaba hablando, —mi legado es mucho más importante.

—Típico, —se burló James.

***

La siguiente tarde en el comedor, James sonreía como maniático, tratando de ocultar el hecho de
que escondía cincuenta pixies durmiendo bajo la mesa y fracasando miserablemente. Peter, que era
bueno en Astronomía, estaba ocupado revisando la tarea de los otros merodeadores, que consistía
en marcar cada estrella en su gráfico del cielo nocturno.

—Honestamente, —gruñó Peter, garabateando algo en el pergamino de Sirius, —cualquiera creería


que puedes reconocer tu propia jodida estrella…

Sirius soltó una risa.

—Que puedo decir, no tengo remedio.

— ¿Tienes una estrella? —preguntó Remus, frunciendo el ceño, sintiéndose ignorante, una vez
más. Nunca le prestaba atención a Astronomía — le bastaba con conocer las fases de la luna.

—Sirio. —Respondió Peter, —Oh vamos. Lupin, ya hemos pasado por esto. ¿La estrella más
brillante en el cielo? ¿La constelación del perro? —Suspiró, mirando el pergamino de Remus, —
Sip, también lo dejaste pasar. —gruñó nuevamente.

Remus se encogió de hombros.

—Creí que solo era su nombre.

—La Noble y más Antigua Casa de los Black siempre ha sido poco creativa con su convención de
nombres, —reflexionó Sirius, —la mitad de nosotros tenemos nombres con referencias
atronómicas — está Bellatrix, por supuesto; mi padre Orión, mi hermano Regulus…Madre no es
una estrella, creo que es un asteroide — algo bastante adecuado, si llegas a verla de mal humor.
Después está el buen tío Aphard, el tío Cygnus…Andromeda está nombrada por una galaxia.

—Los magos son tan raros. —Remus suspiró.

—Remus, —James dijo entre risas, — ¿Sabes que Lupus es una constelación también, no? El
lobo.2

—El ¿¡Qué!? —Remus sintió su corazón saltar y casi se ahoga en su comida. Sirius le dio una
fuerte palmada en la espalda, cambiando el tema de conversación hábilmente;

—Si ya terminaste de recordarnos lo estúpidos que somos, Pete, ¿podríamos empezar a liberar los-
ya-saben-que? Mis maravillosas primas acaban de empezar su comida y sería el momento
perfecto…

Realmente fue perfecto. James le propinó una patada a la jaula con los pixies antes de remover la
capa y susurrar un pequeño hechizo para abrir la cerradura. Hubo una explosión de sonido, color y
caos.

Remus realmente no sabía que esperar de los pixies — parecían perfectamente inofensivos la
noche pasada mientras estaban encerrados, durmiendo en la jaula bajo la cama de James.

Pero ahora entendía perfectamente por qué Sirius y James habían estado tan emocionados.
Mientras las criaturas volaban en ráfagas desde bajo la mesa, moviéndose en todas direcciones,
farfullando en voces muy agudas y revoloteando rápidamente por todo el gran salón. Se
zambulleron en platos de puré de papas, chillando con deleite, arrebataron platos y cubiertos de las
manos de los estudiantes, y volaron por todo el salón, tirando mechones de cabello y rompiendo
pergaminos.

— ¡Rápido! —James se agachó bajo la mesa, donde todos se amontonaron bajo la capa de
invisibilidad, viendo cómo se desataba la anarquía a su alrededor.

— ¡Brillante! —Sirius repetía una y otra vez, — ¡Brillante, brillante, brillante!

—Vamos, —dijo Remus, haciéndole un andeman a los muchachos para avanzar. El plan era
observar por un rato, después escabullirse fuera del salón lo más rápido posible, sin ser
descubiertos.

Los cuatro trazaron su camino desde debajo de la mesa — lo que se dificultó por varios otros
estudiantes que intentaban ponerse a refugiarse. Afortunadamente, los pixies no pudieron ver por
debajo de la capa de invisibilidad, y así pudieron pasar desapercibidos sin problema alguno.

Nadie pareció notarlos entre todo el escándalo. Niñas y niños gritaban, todo el mundo parecía
intentar cubrir su cabeza para protegerse de los bombardeos de los piexies, o intentaban quitarles
los ítems que les habían robado.

— ¡OH SÍ! — exclamó Sirius boquiabierto, explotando en risa.

Remus siguió su mirada y vio a Bellatrix, gritando con todas sus fuerzas, su cabello estaba siendo
tirado de lado a lado por las pequeñas criaturas azules, mientras que otra revoloteaba sobre ella,
ésta última había tomado su varita y la movía en su dirección, disparando rayos azules.

— ¡Quítate! ¡Criatura sucia—desagradable—Aaahhh! —Gimoteó. Narcissa estaba escondida bajo


la mesa, sujetando su varia fuertemente.

Las cosas escalaron aún más cuando Peeves el Poltergeist entró al salón, dando vueltas con júbilo,
y causando más destrucción. Parecía que estaba dirigiendo a los pixies, levantando manteles y
chillando,

— ¡Aquí abajo, pixies! ¡Muchos alumnitos de primer año por aquí!

Aguantando su risa, los merodeadores avanzaban por la habitación cuando escucharon la voz
estridente de McGonagall resonar en las paredes.

— ¡Petrificus Totallus!

—Definitivamente va a saber que fuimos nosotros. —jadeó Peter, mientras caminaban de vuelta a
la torre, aún bajo la capa.

—Nah, —respondió James de forma casual, —apuesto que culpa a los Prewetts, ellos siempre
hacen cosas grandes como esa. Algo a lo que aspirar.

***

—Por favor. —Dijo Sirius.


—No. —Respondió Remus.

— ¡Pooorfiiiiis!

— ¡No!

— ¿Por qué no?

— ¡Porque sería…raro! Y no quiero que lo hagan.

— ¡Pero será divertido! Prometo que será divertido.

—Ja.

La conversación llevaba más o menos así por tres corredores, a estas alturas. Remus terminó
apurando el paso, y escuchó como James reprendía a Sirius un par de veces a sus espaldas.

—Deja tranquilo a Lupin, ¿quieres?

— ¡Claro que no! ¡Esto es demasiado importante! —Sirius estaba muy inquieto, lo que lo volvía
mucho más desagradable — usualmente James era el único que podía lidiar con esto.

Habían tenido una larga tarde en la biblioteca, completando mapas zodiacales para su revisión de
Astronomía. Aún faltaban meses para los exámenes, pero James había insistido con que empezaran
a estudiar. Por supuesto, Sirius tenía que competir, y Peter tenía que seguir a James a todas partes.
Remus no quería quedarse fuera. Habían estado reflexionando sobre su signos astrológicos, así es
como Remus se dio cuenta que era Piscis. Así fue como Sirius dedujo rápidamente que significaba
que su cumpleaños se acercaba. Entonces empezó a suplicar.

—Obviamente no es tan importante para Remus, —James le susurró, —mejor haz algo para mi
cumpleaños, no falta mucho.

—Tu tendrás tu turno, —dijo Sirius descartando la idea. —Pero primero—Lupin.

—Realmente no me importa, Sirius, —Remus suspiró, mientras se acercaban al retrato de la mujer


gorda. —No hagas un escándalo.

— ¡Pero es tu cumpleaños! —Respondió Sirius, con convicción, — ¡Deberíamos armar un


escándalo!

Remus no entendía por qué. Nadie se había preocupado por eso antes. Había un pastel, por
supuesto, pero compartir un pastel con otros cincuenta niños no dejaba mucho que desear. Además
los niños más pequeños insistían en tomar turnos para soplar las velas también, entonces tardaba
para siempre. Matrona envolvía unos cuantos regalos, pero eran usualmente prácticos — ropa
nueva, calcetines, ropa interior, lápices y cuadernos. Además de eso, no había nada especial sobre
ese día. De hecho, esperaba estar lejos de St Edmunds, porque pensaba que Sirius, James y Peter
eran demasiado bien portados para tener conocimiento de ‘los golpes de cumpleaños’ 3 — un golpe
en el brazo por cada año (y uno para la suerte — usualmente el más fuerte).

— ¿¡Por qué tiene que importar tanto!? —resopló Remus, pasando a través del espacio del retrato.
No lograba comprender por qué Sirius se comportaba de esta forma — terco y persistente.

Pero cuando se dio la vuelta, le sorprendió ver que Sirius estaba frotando su brazo, parecía
inusualmente herido.
—Ustedes muchachos hicieron muchas cosas para mi cumpleaños y…bueno, fue bastante
agradable. Realmente nunca lo he esperado mucho pero…bueno, fue genial ¿no?

Remus se sintió repentinamente culpable. No se había dado cuenta que Sirius no quería ser el
centro de atención esta vez — sino que buscaba tratar de hacer feliz a Remus. Como si eso le
hiciera feliz a la vez. Remus nunca había tenido este tipo de oportunidad, de hacer feliz a alquien.
Entonces cedió.

—Oh…está bien. Pero nada de celebraciones grandes, solo merodeadores, ¿de acuerdo?

—De acuerdo. —Sirius sonrió y su cara se transformó, sus ojos brillaban como estrellas.

Notas:

1.- Pixies, son unas criaturas como duendes con alas, se mencionan por primera vez en Harry Potter
y la cámara secreta.

2.- En este capítulo se hace referencia a las estrellas y constelaciones de los nombres de los
merodeadores, evidentemente los nombres están en inglés, pero igual les dejo algunos aquí; Sirio:
la estrella más brillante de la constelación de canis mayor. Lupus: es una constelación, más
conocida como ‘el lobo’. Bellatrix: es la tercera estrella más brillante de la constelación de orión.
Regulo: es la estrella más brillante de la constelación de Leo. Orión: ya lo mencioné, una
constelación. Cygnus: es una constelación, más conocida como ‘el cisne’. Alfard: es la estrella
más importante de la constelación de Hidra. Andrómeda: es una galaxia. Walpurga: es un
asteroide perteneciente al cinturón de asteroides. (Fuente: Wikipedia)

3.- ‘Birthday Bumps’ o ‘The Dumps’ son un tormento común en países como Escocia, El Reino
Unido, Irlanda, Canadá y La India. Consiste en básicamente dar una cierta cantidad de golpes que
coincidan con la edad que cumpla el cumpleañero. Puede ser en sus brazos o piernas y la ‘víctima’
puede incluso terminar en el piso. (Fuente: Wikipedia)
Primer Año: Doce
Chapter Summary

¡Feliz cumpleaños, Remus! Pastel y cartografía.

El doceavo cumpleaños de Remus cayó un día Viernes. Normalmente los viernes después de las
lecciones James obligaba a los merodeadores a acompañarlo a ver como el equipo de Gryffindor
practicaba quidditch, y Remus pasaba este tiempo leyendo. De todas formas, Sirius había
conseguido convencer a James de que podía perderse una práctica — sobre todo porque aún no
estaba en el equipo — y porque tal vez Remus quería hacer algo diferente en su cumpleaños.

Sus compañeros lo despertaron temprano por la mañana, apilándose en la cama, gritando, “¡Feliz
cumpleaños, Lupin!” No intentaron golpearlo, lo que significaba que el día empezó como el mejor
cumpleaños que Remus había tenido en la vida.

Al desayuno, James y Sirius marcharon adelante, empujando a los estudiantes, quitándolos de su


camino mientras se acercaban a sus asientos, anunciando fuertemente,

— ¡Fuera del camino, por favor!

— ¡Cumpleañero pasando por aquí!

— ¡Muévanse, aquí no hay nada que ver!

Remus quería esconderse bajo la mesa. Sus tres amigos hicieron un gran espectáculo para servirle
su desayuno, en vez de dejar que lo hiciera por si mismo. Peter sirvió el té, James cargó su plato
mientras que Sirius echaba mantequilla en sus tostadas.

— ¿En serio? —Remus gruñó, horriblemente avergonzado.

—Absolutamente, —dijo James.

—Definitivamente, —agregó Peter.

—Incuestionablemente. —terminó Sirius.

Remus sacudió su cabeza, sonrojándose profundamente y mirando hacia abajo, a su comida.


Cuando termino de comer — lo que tomó un buen rato, porque le sirvieron dobles porciones de
casi todo — se levantaron de la mesa, con una sonrisa grande y burlona.

— ¿¡Qué!? —preguntó, retorciéndose nervioso. Si iban a hacer lo de los golpes, entonces esperaba
que terminaran lo más rápido posible. ¿Tal vez existía una versión mágica? Después de todo, se
había perdido el cumpleaños de Sirius, no tenía idea de que esperar. Peter y James pusieron una
mano en cada hombro, obligándolo a sentarse de nuevo. Sirius sacó un diapasón de entre su túnica
y produjo una larga nota. Remus cerró sus ojos. Oh no…

— ¡Cumpleaaaaaaños feeeeeeliz!—Rugieron los tres chicos lo más fuerte que podían, — ¡Te
deseaaaaamos aaaaaa tiiiiiii feliz cumpleaaaaaños querido Reeeeeeemuuuus!
Ahora el resto del salón se les unió, y Remus se cubrió los oídos con las manos,

— ¡Que los cuuuuuumplaaas feeeeeliz!

— ¡Hip, hip! —gritó James, parado arriba de su silla.

— ¡Hurra! —corearon los Gryffindors en respuesta.

—Por lo menos ya terminaron, —murmuró Remus, su cara caliente de vergüenza mientras


terminaban los aplausos. Peter lo miró con lástima.

—Perdón amigo, pero ellos planearon repetir esto mismo en el almuerzo y en la cena.

***

Aún así tuvieron que asistir a Pociones, la última lección de la semana — Remus había descubierto
que aun cuando hacía sus deberes y entendía todos los textos, no tenía talento alguno para hacer
pociones. Por encima de todo eso, era una asignatura aburrida, y cuando Slughorn empezó a hablar
sobre las cinco componentes claves de los brebajes para dormir Remus empezó a sentir como sus
párpados empezaban a pesar.

Snape no lo molestó — de hecho, Snape no le había dirigido la mirada a Remus desde el incidente
en el corredor. Lily le sonrió por un par de segundos y le deseó feliz cumpleaños, antes de poner
sus ojos en blanco mientras James y Sirius intentaban convencer a Slughorn de no darles tarea, por
la ‘ocasión’.

A la cena Remus resistió lo que esperaba que fuera la última ronda de ‘feliz cumpleaños’ que
resultó ser la más ruidosa de todas, sobre todo porque Dumbledore estaba presente y condujo a
toda la escuela, bajo el cántico de su propia voz. También recibió algunas tarjetas — una de parte
de toda la casa de Gryffindor, otra de Matrona junto a un nuevo par de calcetines.

Después de cenar se sentaron en la sala común y Sirius llevó su pesado tocadiscos y reprodujo
Electric Warrior por milésima vez desde Navidad.

“I was dancing when I was twelve…”

En un punto apareció un pastel, con una cobertura roja y dorada y doce velas rosadas. Cuando
Remus lo cortó (todo esto mientras alentaban a que pidiera un deseo pero sin tener idea de que
podía pedir) le asombró darse cuenta que estaba hecho de cuatro sabores diferentes — un cuarto de
chocolate, un cuarto de cuajada de limón, un cuarto de bizcocho y un cuarto de café y nuez.

—Como tus tostadas. —Sirius sonrió, emocionado por la cara de sorpresa que puso Remus, —Creí
que te aburriría si era de un solo sabor.

— ¡Wow…gracias!

—Entonces, ¿Qué quieres hacer el resto de la tarde? —Preguntó James, —todavía hay suficiente
luz si es que quieres ver--

— ¡No, James! Maldita sea, tienes que empezar a desarrollar otros intereses, amigo, te estas
volviendo aburrido.

—No me molesta si quieres ir a ver la práctica de quidditch. —Dijo Remus, apurado, —ya han
hecho suficiente por mí, en serio. Tres canciones en un día, ¿que más podría querer un niño-de-
doce-años?
—No, —James sacudió la cabeza heroicamente, —Sirius tiene razón, es tu cumpleaños, haremos
algo que a ti te guste.

Un silencio incómodo les rodeó por un segundo, antes de que James se aclarara la garganta, —Eh,
¿Lupin? ¿Qué te cosas te gusta hacer?

Remus meditó su respuesta. Podía enumerar fácilmente las cosas que no le gustaba hacer: jugar
fútbol, hacer sus deberes, volar, pociones. Pero nunca nadie le había preguntado qué tipo de cosas
le gustaban. Le gustaba ver la tele, pero de momento no tenía idea si había una TV en Hogwarts.
Le gustaba ser capaz de escoger que comer al desayuno y a la cena. Le gustaba escuchar la voz de
Marc Bolan a través del tocadiscos de Sirius. Pero ninguno de esos era un hobbie real.

— ¿Leer? —Dijo Peter, tratando de ayudar, —lees mucho.

— ¿¡En serio!? —Remus arqueó las cejas. No había pensado en eso, pero era verdad. Desde
navidad, de todas formas, había terminado todos los textos del año e incluso algunos que había
pedido en la biblioteca.

—Oh claro, genial, —James puso los ojos en blanco, —Feliz cumpleaños, Lupin, empecemos un
club de lectura.

Sirius soltó una risita. Peter lo miró molesto.

— ¡Bueno, no lo sé! Además de leer, parece que de verdad te gusta estar castigado, Remus.

Remus rió, levantando las manos disculpándose.

—Perdón muchachos, debo ser muy aburrido.

— ¿Qué hay de cuando desapareces? —preguntó Sirius, repentinamente. Remus titubeó.

— ¿¡A qué te refieres!? Te dije, que he estado enfermo, voy a la enfermería. —se apresuró en
responder.

Sirius sacudió una mano en el aire,

—No, no esas veces — cuando te marchas después de las lecciones, o cuando estamos viendo los
partidos de quidditch. ¿Qué haces?

Remus sintió como se ruborizaba. Había estado vagando por el castillo cada vez menos, pero
evidentemente sus amigos se habían dado cuenta. Lo miraron, expectante. Mordió su labio.

—A veces solo…doy vueltas. —dijo, poco convencido.

— ¿Por dónde? —Preguntó Peter, — ¿Por los terrenos?

—Por todos lados, —Remus se encogió de hombros, —solo me gusta observar. Saber dónde están
ubicadas algunas cosas. —Sacó el mapa de su bolsillo trasero, —es estúpido, empecé a añadirle
algunas cosas al mapa que nos dieron al inicio del año, cuando veo algo interesante lo anoto.

James tomó el mapa y lo desplegó. Los tres chicos se acercaron para ver. Se quedarion en silencio
por un momento. Sirius le miró con impresión,

—Agregaste las pinturas…las etiquetaste y todo.

—Mi ortografía es basura, —Remus se sonrojó aún más, queriendo arrebatarles el mapa.
La cara de James estaba arrugada.

— ¿Qué es eso? —preguntó señalando unas marcas que Remus había hecho en una de las
escaleras.

—Uno de los escalones trampa, —respondió Remus, —ese es donde te puedes hundir. Ese otro, —
dijo señalando a una marca en otro escalón, —es el que desaparece. Las escaleras con flechas son
las que se mueven. Las codifiqué con color, así se puede ver donde terminan.

— ¡Merlín! —Exclamó Peter, — ¿¡Tienes idea de cuánto tiempo esto me habría ahorrado!? Lo
juro, me quedo atrapado en el pasillo equivocado dos veces por semana gracias a las malditas
escaleras.

—Y yo, —dijo James.

— ¡Soy un asco tratando de llegar a las lecciones a tiempo! —Irrumpió Sirius, —por favor trata de
reconocer la importancia de las implicaciones de este mapa. Las posibilidades que tenemos para
hacer bromas prácticas.

Una sonrisa se expandió por el rostro de James, luego en la de Peter. Remus les arrebató el mapa,
doblándolo.

—Aún no está terminado. Faltan muchas cosas que agregarle. Quiero ponerle algunos hechizos,
apenas descubra cómo hacerlo.

— ¿Qué tipo de hechizos? —preguntó Sirius ansioso,

Remus vaciló. No era que no apreciara el interés de Sirius, o su emoción — pero Remus realmente
quería trabajar en el mapa por su cuenta, aunque sonara estúpido. Después de todo, a Sirius se le
había ocurrido el hechizo que le permitía leer, y el encantamiento de la pequeña tormenta. Por
alguna razón que no podía explicar muy bien, Remus tenía el fuerte deseo de probar que era igual
de perspicaz —o igualmente capaz— de hacer ese tipo de cosas.

—Solo algunas mejoras, —dijo, cautelosamente. —Creerán que es algo estúpido.

—No, claro que no, —respondió Peter, apresurado, — ¡Podemos ayudar!

—Supongo que sí…es mi mapa, de todas formas.

—Por supuesto que es tuyo, —James sonrió, suavemente, —al igual que la capa es mía, ¿cierto?
Pero está a servicio de las travesuras…

—Es de los merodeadores. —finalizó Sirius, sus ojos centelleaban.

—El mapa de los merodeadores. —Repitió Remus, aún no estaba cien por ciento cómodo con la
idea de ceder su proyecto privado.

—Aún será tuyo, Lupin, —continuó Black, —pondremos tu nombre primero y todo.

—No estoy muy seguro de querer nuestros nombres ahí… —dijo Peter, nervioso.

—Nuestros apodos entonces. —Sirius se encogió de hombros.

—No tenemos apodos. —Respondió Remus, —bueno, supongo que yo tengo uno, en teoría, pero
no quiero que esté firmado por ‘Loco Lupin’ ahí.
Los otros tres chicos explotaron en risas. Después de eso Remus decidió que no era tan mala idea
dejar que supieran su secreto. De hecho estaba aliviado; había empezado a preguntarse si era algún
tipo de insensatez que tenía — rastrear y etiquetar cada cosa en el castillo, documentándolo, y
tratando de darle sentido. James, Sirius y Peter parecían menos interesados en la satisfacción de la
tarea misma, y más aficionados en planear su siguiente broma usándolo.

El resto de la tarde lo pasaron bajo la capa de invisibilidad, dando vuelta por los pasillos. La capa,
en la opinión de Remus, no era estrictamente necesaria, ya que planeaban volver antes del toque de
queda. Pero James y Sirius nunca perdían este tipo de oportunidad, ni la más pequeña, para
transformarla en una misión de gran escala, y Peter solo disfrutaba escabullirse sin que nadie lo
viera. De todas formas, todo se volvió más claro cuando Sirius produjo cinco bombas apestosas,
con las cuales se entretuvieron; asustando a parejas besuqueándose, o dejándolas en los bolsillos de
estudiantes más grandes que se apuraban de camino a la librería.

Remus les mostró en lo que había trabajado hasta ahora, los pasajes y atajos que había descubierto,
e incluso algunos de los lugares que usaba para esconderse (no todos, por supuesto, por si acaso).
Incluso les contó de su plan para ponerle algún tipo de hechizo localizador a la Señora Norris, el
gato de Filch, para así poder ver cuando se acercara. Amaron la idea.

— ¿Por qué parar ahí? —Susurró Sirius, mientras daban la vuelta en una esquina, de camino a la
sala común al final de la noche, — ¿Por qué no ponerle un localizador a todo el mundo?

— ¿A todo el mundo?

—Seh, así sabremos cuando alguien se acerca, podríamos librarnos de todos los líos.

—No lo sé. —respondió Remus, incómodo con la idea. ¿Qué pasaría cuando sus amigos lo vieran
caminando bajo el Sauce Boxeador cada mes? ¿Cuánto tiempo pasaría antes que decidieran
seguirlo y hacer que los mate? Por la primera vez, Remus se dio cuenta que el mapa no era tan
inofensivo como creyó.

Pero James y Peter estaban muy ocupados estando de acuerdo con Sirius, repitiendo que era una
excelente idea; imaginando que podrían ver lo que tramaba Dumbledore, o donde Snape acechaba.
Remus creía firmemente que con el tiempo, Sirius Black y James Potter iban a ser realmente
capaces de todo — era algo que ellos simplemente tenían. El solo deseó que faltara mucho tiempo
para eso aún.
Primer año: Revisión

El tiempo parecía avanzar más rápido después del cumpleaños de Remus. Los días se alargaban y
la primavera empezaba a invadir el castillo, inundándolo de luz solar y aire fresco, después del
largo invierno. Los exámenes se acercaban, y Remus finalmente superó su miedo a leer en público,
pasando más y más tiempo en la biblioteca. En vez de planificar nuevos proyectos y bromas, los
merodeadores pasaban las tardes practicando hechizos y cuestionándose ingredientes de pociones.

Sirius y James se tomaron los exámenes muy en serio; para ellos se volvió una competencia.
Aunque ambos lo negaban vehementemente, Remus sospechaba que ambos tenían el deseo de
defender su honor como sangres puras — esta actitud se arraigaba por toda la escuela, incluso entre
los profesores. A Remus no le molestaba — incluso si no sacaba las mejores notas, aún le estaba
yendo mucho mejor que antes. De hecho, estaba agradecido de no tener ningún tipo de presión
familiar encima.

La presión que tenía Peter era demasiado evidente. No era un mal estudiante — destacaba en
Herbología y Astronomía, muchas veces superando a James. Pero estaba nervioso, y eso tendía a
afectar su magia, volviendo sus encantamientos torpes. Peter no hablaba mucho de su familia,
aunque recibía muchas cartas, y Remus notaba que James era cuidadoso de no mencionar el tema.

—¿Cuánto necesitamos para pasar el año? —repetía el chico de cara redonda, desesperado, por lo
menos cuatro veces al día.

—Peter, cálmate, —decía James, —te irá bien; sabes toda la teoría al revés y al derecho, ahora
solo tienes que ponerlo en práctica.

—No lo culpo por ser un poco torpe, —le susurró Sirius a Remus, mientras los otros no los
escuchaban, —ha habido por lo menos doce squibs en la familia Pettigrew—y eso es solo este
siglo.

— ¿Squibs?

—Magos no-mágicos. —explicó Sirius, pacientemente, —ya sabes que hay familias muggles que a
veces tienen hijos mágicos, ¿cierto? Bueno, también pasa al revés—a nadie le gusta hablar mucho
de eso. Mi tío abuelo tenía esta loca teoría de que los muggles cambiaban a sus hijos con los
nuestros para poder infiltrarse al mundo mágico. Una completa locura, obviamente.

—Claro. —respondió Remus, tratando de sonar como si hubiera entendido lo que Sirius le acababa
de explicar. — ¿Entonces por eso la magia de Peter es un poco…floja?

—No lo sé, —Sirius se encogió de hombros, —tal vez, No sé si se puede probar que el
squibbismo1 corra en las familias. Pero esa es la razón por qué los Pettigrews no están dentro de
los sagrados veintiocho.

Remus suspiró pesadamente, regalándole a Sirius una mirada fulminante.

—Ya sabes que no sé qué significa.

Sirius le miró con una media sonrisa.

—Bueno, no sé qué haces con toda esa lectura, Lupin. Es bueno saber que te llevo la delantera en
algunas cosas.
Remus resopló en respuesta, mirando de vuelta a su pergamino. Sirius siguió hablando
rápidamente, negándose a perder la atención del otro chico.

—Los sagrados veintiocho son las familias más puras de las sangre-pura. Las últimas familias ‘no-
contaminadas’.

Remus le regaló otra mirada cruel. El chico de cabello oscuro levantó ambas manos, apurándose en
explicar,

—¡Son sus palabras, no las mías! Ya sabes que no creo en esa basura de la pureza de la sangre.

—Claro, —Remus arqueó una ceja. —Aunque apuesto que los Blacks están de los primeros en la
lista.

—De hecho, —respondió Sirius, sus ojos brillando con humor, —Los Abbots son los primeros. Va
en orden alfabético.

Remus gruñó y volvió a revisar su pergamino.

***

Los exámenes no estaban de los primeros en la lista de preocupaciones de Remus. Estaba


relativamente seguro de que le iría bien — incluso había revisado las reglas de examinación (que
eran alrededor de cinco metros de pergamino de largo) y confirmó que podía usar el hechizo
Scriboclara para arreglar su caligrafía, mientras fuera capaz de realizar el hechizo por sí mismo.
Remus había estado usando el hechizo desde Noviembre, y no había tenido ningún problema hasta
ahora.

Había dos cosas que le preocupaban a Remus, mucho más que pasar el año. Primero, la macabra
idea de tener que volver a St Edmunds en Junio. Aunque había estado lejos por unos meses, las
diferencias entre St Edmunds y Hogwarts parecían igual de vastas que las diferencias entre
monocromático y tecnicolor. Mientras que otros estudiantes ansiaban alegremente pasar un largo,
cálido verano, lleno de viajes, relajación y descanso, Remus sentía que enfrentaría exilio.

No tenían permitido realizar magia fuera de Hogwarts hasta que tuvieran diecisiete años, lo que
quería decir que perdería el contacto con sus amigos, Remus no sería capaz de leer. Para él, el
verano se estiraba por delante, vacío y desolado, marcado por noches largas y furiosas encerrado en
su celda.

Y aquí estaba el segundo problema de Remus, siempre listo para entrometer su hocico feo y
peludo. Como había predicho Madam Pomfrey, desde que Remus cumplió doce años sus
transformaciones habían empeorado mucho más. No había ninguna explicación para esto en
ninguno de los libros que había leído, solo unas líneas vagas mencionando la adolescencia y
pubertad. Visto que antes sus transformaciones habría terminado con un par de marcas de dientes y
rasguños — el tipo de marcas que te deja un cachorro juguetón que no pretende hacer daño — él
ahora despertaba con profundos y furiosos cortes que sangraban copiosamente hasta que Pomfrey
llegaba a suturarlos. La agonía de la transformación misma alcanzaba niveles casi intolerables, y
usualmente sentía nauseas horas antes que saliera la luna.

Para empeorar la situación, Remus pasaba aún más tiempo en la enfermería, y se estaba volviendo
cada vez más difícil inventar explicaciones. Sus amigos empezaban a preguntarse en voz alta que
demonios podía estar padeciendo —algunas veces sugiriendo que estaba inventando excusas para
no ir a clases, otras veces molestándolo con que podía ser contagioso.
Por lo menos de vuelta en St Edmunds no tenía ningún amigo a quien le preocupara a donde iba
cada mes.

Sirius claramente no esperaba que llegara el verano tampoco. Se volvió inusualmente callado cada
vez que se mencionaban las vacaciones, sus ojos se nublaban y su rostro palidecía. James los invitó
a todos a quedarse en su casa por tanto tiempo como quisieran —pero Sirius permaneció pesimista.

—Sabes que nunca me dejarán. —suspiró.

—Anímate, amigo, —James puso un brazo a su alrededor. Se sentaron juntos en el gran sofá de la
sala común, Peter en un sillón concentrándose, tratando de transformar una banana en una
zapatilla. No estaba funcionando. Remus estaba acostado en la alfombra frente a la chimenea,
sobre su estómago. Tenía un corte en su espalda que no se estaba suturando de forma correcta,
incluso después de las administraciones de Madam Pomfrey, y había descubierto que esta era la
posición menos incómoda.

Sirius no se quería animar.

—Aun así no me dejarán. La jodida boda de Bellatrix es en Julio, puedo apostar que tendré que
estar ahí en todo momento.

—Recibimos una invitación para eso, —dijo Peter súbitamente, moviendo sus ojos desde su
zapatilla a Sirius, la zapatilla era de un color amarillo brillante y se veía desagradablemente blanda.
—Probablemente te vea ahí.

—Seh, genial —Sirius resopló, exhalando fuertemente provocando que unos mechones de su
cabello terminaran sobre su cabeza. —Si es que no me transforman en una lagartija. O si no me
encierran en un retrato —de hecho, le hicieron eso a Andrómeda una vez. Nunca volvió a ser la
misma, ahora odia las pinturas mágicas.

—Después de la boda, —dijo James, tratando suavemente de mover la conversación lejos de la


familia Black, —para entonces se nos ocurrirá algo. Te secuestraré, si es necesario, lo juro.

Sirius le sonrió a James y James le sonrió de vuelta. Reflejando perfectamente su lenguaje corporal
y Remus sintió una ola de soledad. Sabía que habían muchos más problemas en la familia de
Sirius, además de ser la oveja negra —estaban las cicatrices que Sirius le había mostrado en
Septiembre, obviamente, pero hasta donde Remus sabía, eso era perfectamente normal. Matrona le
golpeaba si es que actuaba en su contra, y casi siempre recibía palizas de sus profesores muggles—
no había razones para hacerle creer que la vida en la casa de Sirius estaba fuera de lo ordinario.

James obviamente sabía mucho más del tema. Remus podía darse cuenta, porque era una de las
cosas con las que Potter nunca molestaba a Sirius —su familia. Hablaban mucho en la noche, los
dos — Remus había escuchado a Sirius llorar más de alguna vez. Le hacía querer conjurar su
propio hechizo silenciador; odiaba el sonido del llanto, y él mismo lloraba muy poco.

—Tú también, Lupin, —dijo James.

—¿Hm? —Remus levantó su cabeza, removiendo sus pensamientos. Arqueó su espalda


cuidadosamente y trató de no hacer una mueca cuando un relámpago de dolor se expandió por toda
su columna.

—Deberías venir por el verano. Tenemos mucho espacio, y a mamá no le molesta.

—No puedo, —Remus sacudió la cabeza, mirando de vuelta a su libro. Su espalda estaba en
llamas. —Matrona no me dejará. Cosas de guardián legal, ley muggle.
—Habrá una forma de lograrlo, —respondió James, con confianza. —Ustedes dos vendrán, ¿no?
Haré que pase.

Remus sonrió, pero sabía que no había nada que James pudiera hacer. Las lunas llenas caían al
final de cada mes, como siempre, y no había suficiente tiempo entre ellas, ni siquiera una semana
antes que terminara el verano. Además, Matrona realmente no lo dejaría.

—¡Creo que lo he conseguido! —exclamó Peter, de repente, sujetando la zapatilla amarillo


brillante frente a él.

—Bien hecho, Peter, —dijo Sirius con voz apagada. —Trata de ver si te queda.

Remus se sentó, ahora su espalda dolía mucho más. Mientras se estiraba sintió la sangre cálida
deslizarse por su columna y empaparse en el borde de sus pantalones. Alarmado, se sentó,
rápidamente.

—¡Eurgh! — se quejó Peter disgustado, quitándose la zapatilla del pie, cubierto de plátano. James
estalló en risa, sus lentes cayeron torcidos,

—¡Él estaba bromeando, Pete! Tienes que dejar de hacer todo lo que decimos.

—¿Estás bien, Lupin? —Sirius levantó la mirada, repentinamente. Remus vacilaba en la alfombra.
Tenía que ir a la enfermería lo antes posible, pero no tenía idea de cómo excusarse.

—Seh, solo…creo que iré a dar una vuelta.

—¿A dónde? Es casi el toque de queda, —la cara de Sirius se iluminó, —¿Qué estás planeando?

—No, no es nada…solo quería…

—¡Vamos! —James se puso de pie, —Iré por la capa.

—¡No! —exclamó Remus.

Todos se congelaron, incluso Peter, quien estaba a mitad de limpiar los residuos de plátanos de su
pie.

—Yo… —Remus titubeó, —no me siento bien. Solo quiero ir a ver a Madam Pomfrey, eso es
todo.

—Esta bien, amigo, —James levantó sus manos dócilmente, —Cálmate. ¿Quieres que te
acompañemos, de todas formas?

—Yo iré. —dijo Sirius, rápidamente. Se levantó y agarró a Remus del brazo, conduciéndolo hacia
el agujero de la pintura de la mujer gorda antes que sus amigos pudieran decir algo.

—Sirius… —empezó a decir Remus, una vez que estuvieron en el corredor vacío.

—Está bien, Lupin, solo te encaminaré. No entraré contigo ni nada.

Remus lo miró confundido, luego asintió y empezó a caminar, tan rápido como su espalda
adolorida se lo permitía. Conocía a Sirius lo suficiente para saber que no cambiaría de opinión.
Peter tal vez hubiera dejado que sus nervios se apoderaran de él y habría escapado. James hubiera
respetado sus deseos. Pero Sirius; Sirius siempre tenía que presionar.

—¿Estás bien? —preguntó Sirius observándolo con cuidado, —estás caminando muy rígido.
—No me siento bien. —repitió Remus, entre dientes. Esperaba que Sirius pensara que
simplemente estaba molesto, y no que se diera cuenta que en realidad estaba evitando soltar un
grito de dolor.

—Ok. —respondió Sirius, suavemente. Continuaron su camino, en silencio. Cuando finalmente


alcanzaron la enfermería, se detuvieron afuera incómodos por unos minutos, los cálidos ojos ámbar
de Remus se fijaron en los fríos ojos azules de Sirius, como si le estuviera desafiando a que
preguntara algo.

—Espero que te sientas mejor. —Fue todo lo que dijo Sirius. —¿Puedo venir a verte mañana, si es
que sigues aquí?

—Supongo que sí. —Dijo Remus, con cautela. Trató de encogerse de hombros, pero al final se
terminó encogiendo de dolor. Sirius no se inmutó.

—Cuídate, Lupin. —dijo, tranquilamente, antes de darse la vuelta y apurar su paso de vuelta a la
sala común.

Remus esperó a que el chico diera la vuelta en una esquina, desapareciendo de su vista. Tenía la
fuerte sensación de que Sirius miraría atrás antes de desaparecer. Cuando no lo hizo, Remus no
pudo evitar sentirse extrañamente decepcionado, aunque debió haberlo previsto —Sirius Black era
completamente impredecible.

Se estremeció levemente —en parte por la cantidad de dolor, y en parte por otra cosa— luego
empujó la puerta de la enfermería.

Notas:

1.- La palabra como tal no existe en español, y creo que tampoco en inglés, pero traté de adaptarla
con tal de que se entienda el concepto. Básicamente se refiere al hecho de “ser squib” como una
cualidad que tal vez se puede heredar o contagiar.
Primer año: Fin de la Escuela
Chapter Summary

El primer año se acerca a su final…

Chapter Notes

Insulto homofóbico al final del capítulo.

Remus no quería admitirlo, pero de verdad disfrutaba el periodo de exámenes en Hogwarts. No


había lecciones por dos semanas completas y mientras que todo el mundo corría como gallinas sin
cabeza1 , Remus se sentía relajado.

No podía decir lo mismo de sus compañeros. Lily Evans había llegado al punto de emboscar a
otros alumnos en la biblioteca y en la sala común, demandando ser cuestionada sobre la Revuelta
de los Goblins del siglo XVIII. Peter pasaba constantemente murmullándose, jugando con sus
manos. Marlene McKinnon y Mary McDonald, dos Gryffindors de primer año que Remus
normalmente trataba de evadir, continuaban explotando en risitas histéricas, producto de los
nervios. James y Sirius parecían estar actuando con más bravado2 que de costumbre; haciendo
explotar petardos en los corredores y conjurando hechizos desvanecedores en mochilas llenas de
libros de estudiantes distraídos en la biblioteca. Remus no lograba descifrar si estaban
respondiendo a la atmosfera de ansiedad en general, o si estaban expulsando su propia energía
nerviosa.

Los estudiantes más antiguos no simpatizaban con los más jóvenes. Frank Longbottom dio más
castigos durante las últimas semanas del año escolar que en todo el año, e incluso amenazó con
quitar cincuenta puntos de Gryffindor si James y Sirius no dejaban de levitar tinteros en la sala
común. Remus sentía que se habían librado muy fácilmente — de hecho, Bellatrix Black había
lanzado un maleficio a la mitad de los Slytherin, una tarde, por hablar mientras ella estudiaba para
sus EXTASIS. No pudieron hablar por tres días seguidos — Madam Pomfrey tuvo que hacer
crecer sus lenguas de nuevo.

Su primer examen fue Encantamientos, lo que Remus consideró como una buena forma de
empezar. Lo único que debían hacer era embrujar un coco y hacer que bailara un jig Irlandes3 , lo
que creyó que era bastante fácil. Él, James y Sirius consiguieron lograrlo sin problemas, pero el
coco de Peter al principio se reusó a moverse, luego perdió el control y finalmente terminó dando
vueltas en el pupitre aplastándose en la losa del piso.

Transformaciones fue casi igual, aunque era una materia engañosa. Su última tarea era convertir un
escarabajo ciervo en un pimentero — Sirius lo logró en minutos, apenas disimulando su orgullo
mientras McGonagall comentaba que ese era el mejor ejemplo de transformación a pequeña escala
que había visto por parte de un estudiante de primer año. El pimentero de Remus no fue malo,
aunque todavía era brillante y negro, mientras que Sirius de alguna forma había conseguido hacer
el suyo transparente. James intentó transformarlo en porcelana, y parecía que lo había logrado,
hasta que McGonagall intentó sacudirlo y este abrió sus alas y voló fuera de la ventana, causando
que Marlene y Mary soltaran un pequeño grito. El pimentero de Peter aún tenía piernas y antenas,
incluso después de una hora.

Herbología e Historia de la Magia fueron ambos exámenes escritos. Remus se sorprendió a si


mismo al escribir el ensayo de historia más largo de la clase — tuvo que pedirle a Peter, que estaba
sentado a su lado, más pergamino. Aparentemente había mucho que mencionar sobre la Revuelta
de los Goblins después de todo. Pociones fue más fácil de lo que esperaba — tuvieron que fabricar
una cura para las verrugas, de memoria. Teniendo una muy buena memoria tras años de práctica,
Remus sabía que tenía todos los ingredientes y cantidades correctas, incluso sus habilidades de
preparación eran más precisas.

Entre exámenes, Remus disfrutó sus últimas semanas de libertad dando vueltas por el castillo
añadiendo cosas al mapa (cuando estaba solo), o tomando helado frente al lago (cuando los otros
estaban con el). Recientemente había descubierto un corredor que olía vagamente a chocolate, pero
no podía resolver bien que significaba — no se encontraba cerca de la cocina.

Los días eran mucho más cálidos ahora, y mientras Junio se abría paso y los periodos de pruebas
terminaban, los merodeadores volvieron a dedicarse a las travesuras.

—Tiene que ser grande. —Dijo James, decisivo. Siempre estaba haciendo ese tipo de afirmaciones
innecesarias, esperando que alguien tuviera una idea digna de su aprobación. —Nuestra última
hurra.

—No será la última, —respondió Sirius, arrancando un poco de césped. —Volveremos en dos
meses.

—Tal vez ustedes sí, —dijo Peter, preocupado, —estoy seguro que no pasé nada.

James sacudió su mano, dispersando los miedos de Peter. Era un día muy cálido y perezoso para
tener que estar asegurándole que eso no pasaría. Habían estado descansando en su nuevo punto
favorito, cerca de un árbol frente al lago. Peter estaba sentado bajo la sombra, su piel era sensible y
se quemaba al mínimo contacto con el sol. James y Sirius se habían despojado de sus túnicas y
habían enrollado las mangas de sus camisas para combatir el calor. Remus simplemente se acostó
bajo los rayos de sol, con la túnica cubriendo sus heridas más recientes, disfrutando la cálida
sensación que emergía de sus extremidades adoloridas. Le gustaba este lugar, porque el Sauce
Boxeador estaba justo a sus espaldas, y no tenía que mirarlo.

— ¿Quedan bombas apestosas? —preguntó Remus, mirando al cielo, luego cerrando sus ojos para
apreciar los diseños quemados en sus retinas.

—Seh, unas cuantas. Aunque no suficientes para un gran espectáculo.

— ¿Qué tan grande, exactamente?

—Más grande que bombas apestosas. —respondió James, limpiando sus lentes, hacía esto cada vez
que planeaba algo. —Lo suficientemente grande para que todo el mundo sepa que fuimos nosotros.

—Sabrán que fuimos nosotros. McGonagall siempre lo sabe, —dijo Sirius poniéndose de pie y
lanzando una piedra al lago. Rebotó cinco veces —Sirius era increíble haciendo rebotar piedras en
el agua. Tenía un encanto natural, con una fluidez que era más animal que humana. Esto
enloquecía a Remus — después de todo, él era menos humano estrictamente, y tenía el encanto
natural de un gusano.
—Puede que sospechen de los Prewetts. —Respondió James, —nos han vencido a todos este año.

— ¡Nada superó a los pixies! —dijo Sirius, de forma defensiva. Lanzó otra piedra. Esta vez rebotó
cuatro veces, un largo tentáculo surgió por debajo del agua y la golpeó de vuelta, perezosamente.
Sirius sonrió.

—Y el polvo picapica también fue bastante bueno, hay que admitirlo. —murmuró Remus,
arrojando un brazo sobre su rostro.

—Exacto, —continuó Sirius, entusiasta, —tienes que sumarnos puntos por creatividad en ese.

— ¡Y la tormenta! —soltó Peter, entusiasmado. Todos se quedaron en silencio. Remus se sentó.


No habían hablado de ese incidente desde Enero. Peter mordió su labio, dándose cuenta de lo que
había provocado.

Sirius sacudió su cabeza, cambiando el tema,

—De todas formas, el punto, es que nosotros cuatro hemos tenido más castigos que todo
Gryffindor combinado este año. ¿Qué más quieres que hagamos, James? ¿Firmar nuestro trabajo?

Tiró su brazo hacia atrás para lanzar la piedra de vuelta al lago, pero James saltó y agarró su
hombro, haciendo que se le cayera.

— ¡Oye! —Sirius frunció el ceño, molesto, — ¿A que juegas?

— ¡Eso es! —James saltó de la emoción, — ¡Firmamos nuestro trabajo!

—Tú ¿Qué? — Remus lo miró de soslayo. Deseando no haber pasado tanto tiempo mirando el sol,
sus ojos estaban nublados y empezaba a dolerle la cabeza.

—FIRMAMOS NUESTRO TRABAJO, —repitió James, como si lo que dijera tuviera completo
sentido y los demás solo eran muy estúpidos para entenderlo. Suspiró impaciente, —Dejaremos
nuestra marca en Hogwarts, literalmente.

— ¿Estás hablando de destrozar un bien de la escuela, Potter? —Sirius arqueó una de sus cejas
oscuras, con júbilo estampado en su rostro.

—Puede que sí, Black. —James arqueó ambas cejas en respuesta — no podía levantar solo una
como Sirius.

—Bueno, yo digo, viejo amigo. —Sirius sonrió, adoptando un acento aún más aristocrático que de
costumbre.

— ¿Qué dices, viejo compinche?

—Digo que es una idea bárbara.

— ¡Oh, espléndido!

— ¡Magnífico!

— ¡Bastante!

Ambos se disolvieron en risas, cayendo al suelo y forcejeando. Remus y Peter compartieron una
mirada. Este tipo de cosas ocurrían cada vez más; James y Sirius se quedarían atrapados en uno de
sus planes dejando a los otros de lado. Remus se puso de pie y se sentó junto a Peter.
— ¿Alguna idea de lo que se refieren? —le preguntó al chico más pequeño. Peter estaba sonrojado
con la frente arrugada. Claramente estaba reflexionando profundamente.

—Quieren que escribamos nuestros nombres en alguna parte. ¿En las paredes? —pronunció
lentamente.

— ¿Qué? —Preguntó Remus, — ¿Como…tallar algo en piedra o algo? Eso es un poco


permanente, ¿no crees?

Sirius y James continuaban forcejeando. James era más alto y grande, y llevaba la ventaja, pero
Sirius jugaba sucio.

—Es lo único que se me ocurre, —Peter se encogió de hombros. —James dice que tiene que se
grande…las paredes son lo más grande…oh… ¡OH! —Saltó, — ¡Chicos! —Gritó, — ¡Tengo una
idea!

— ¡Caray! —James y Sirius se detuvieron. James tenía a Sirius por el cuello en una llave, y la
rodilla de Sirius estaba doblada detrás de la de James, lista para empujar y derribarlos a ambos. —
¿Te sientes bien, Pettigrew?

— ¡El césped! —Continuó Peter, pausando mientras pensaba en voz alta, —es el lienzo más
grande, y no tendría que ser permanente, podría ser…si es que usamos una poción pro-
crecimiento…

Remus suspiró, profundamente. ¿Por qué nada tenía sentido hoy día?

***

Y así, gracias a la necesidad de llamar la atención de James, y la desesperación de Peter por querer
probarse a sí mismo, es como los cuatro muchachos volvieron a los terrenos, de noche, el último
día de clases. Habían tenido dos semanas para planearlo — acumulando suministros de los
invernaderos y aprendiendo encantaciones para cambiar colores. Mientras tanto, descubrieron que
todos habían pasado sus exámenes; incluso Peter. Remus había sido el primero en Historia de la
Magia, y segundo en Encantamientos (Lily Evans fue la primera, lo que intentó que no le
molestara).

— ¡Auch! ¡Ese es mi pie!

— ¡Perdón!

—No puedo ver nada.

—Es porque está oscuro, idiota.

— ¡Auch! ¡Ese fue mi pie!

— ¿Podemos quitarnos la capa ahora?

—Seh, eso creo…

Habían llevado un pesado saco de semillas de hortensias desde la torre. Bueno, Remus y Peter lo
hicieron. Sirius y James decidieron que liderarían el camino.

—Claro. —Dijo James, metódicamente, con sus manos en sus caderas, — ¿Quedamos de acuerdo
con ‘con cariño’ o ‘de’?
—‘De’. —dijo Peter.

—Yo prefiero ‘con cariño’. —dijo Sirius.

—Aww, claro que sí, Black, —James alborotó su cabello de forma juguetona, causando que Sirius
se agachara y le dedicara una mueca. —Con cariño será, entonces. ¡Vamos caballeros, a trabajar!

Una hora más tarde el saco de semillas estaba vacío, y Remus estaba siguiendo el rastro de semillas
que los otros dejaron, derramando poción pro-crecimiento sobre la tierra.

— ¿Estás seguro que deletreamos todo bien? —James se frotó la cabeza, desordenando su cabello
aún más.

—Ya es muy tarde, —respondió Sirius, secando el sudor de su rostro. —Miren, mejor vámonos, el
sol está saliendo. —Dijo apuntando al cielo, que empezaba a tornarse rosado.

— ¡El hechizo para cambiar el color, rápido!

—Ya lo hice, —dijo Remus, terminando de derramar la poción. —Mientras estaban en el saco.

— ¡Buena idea, Lupin! —Sirius le dio una palmada en el hombro, —Sabía que eras el más
racional.

¿¡Desde cuándo!? Pensó Remus.

—No volvamos todavía, —dijo James, —Miren, podemos ver el amanecer.

—Merlín —rio Sirius, —Que marica.

Lo hicieron, de todas formas, con asombro mientras el brillo naranjo del sol se asomaba por el
horizonte, llenando el lago de chispas doradas y tiñendo el cielo de color poco a poco.

—El próximo año será mucho mejor, muchachos, —James sonrió, sus lentes reflejaban el sol
mientras apoyaba sus brazos sobre los hombros de Peter y Sirius. Remus se mantuvo de pie junto a
ellos, contento de simplemente estar a su lado.

Se dirigieron de vuelta al castillo con un ánimo raro, y casi olvidaron ponerse la capa de vuelta.
Regresaron a la torre de Gryffindor, y James y Peter trataron de dormir, pero Remus no pudo. En
primer lugar, porque Sirius finalmente había empezado a empacar — había estado aplazando esto
por una semana, y empezó a lanzar cosas sin importarle lo ruidoso que fuera dentro de su maletero
de caoba. Tenía una serpiente estampada, como la mayoría de las cosas de Sirius.

El segundo motivo era que Remus no quería dormir. Sus últimas horas en Hogwarts se iban tan
rápido, y no quería perderse ninguna de ellas. Se sentó al borde de la ventana y miró como la
broma se desarrollaba en el césped. Las semillas estaban creciendo muy rápido, retorciéndose en la
tierra, como una película de ciencia ficción.

— ¡Se ve bien! —dijo Sirius, acercándose a la ventana. Aparentemente había terminado de


empacar, aunque su maletero no parecía que pudiera cerrarse de forma apropiada.

—Aún creo que debimos haber escrito ‘woz ’, no ‘were’ 4 . —Dijo Remus.

—Mala gramática, Lupin, —bostezó Sirius, —No hubiera podido vivir con eso. —Se estiró con
sueño y retrocedió a la cama de Remus, que era la más cercana, y se acurrucó para dormir.
Remus lo observó por un rato desde el borde de la ventana. Con los ojos cerrados, en la gentil luz
del amanecer, las facciones de Sirius se ablandaban, se veía más joven. Remus había pasado todo
el año impresionado de lo invencibles y desafiantes que parecían él y James. Pero todos ellos eran
niños. Y no importaba que tan grande fuera la última broma, no impediría que el tren llegara al día
siguiente, para llevar a Remus de vuelta a St Edmunds y a Sirius a donde fuera que vivía — una
casa donde los retratos le gritaban, y donde a su familia no le importaba que haya sido el mejor en
Transformaciones.

Miró nuevamente a través de la ventana, presionando su frente en el vidrio helado y suspiró con
sueño. Era una broma bastante buena; debían estar orgullosos. McGonagall se volvería loca. A
Dumbledore probablemente le gustaría. No había necesidad de sentirse tan agobiado, solo serían
dos meses.

Quince metros abajo, las hortensias finalmente habían florecido, y el corazón de Remus saltó. Las
llamativas flores resplandecían con los colores de Gryffindor, brillante carmesí y dorado reluciente,
proclamando su mensaje de letras disparejas.

¡LOS MERODEADORES ESTUVIERON AQUÍ!

Notas:

1.- “Run like a headless chicken”, se traduce literal en “correr como una gallina sin cabeza”, es un
dicho británico que básicamente se refiere a hacer muchas cosas en muy poco tiempo, corriendo de
un lado al otro. (Fuente: Cambridge Dictionary)

2.- Bravado es una expresión que se ocupa para hablar de una “expresión de coraje innecesario y
peligroso, buscando provocar la admiración del resto”. (Fuente: Cambrige Dictionary)

3.- El Jig irlandés es un baile folclórico desarrollado el silo XVI en el Reino Unido. Se le asocia
con la danza irlandesa y la danza Escocesa. (Fuente: Wikipedia)

4.- Dudo que esto se pueda traducir, pero en inglés a veces se cometen faltas ortográficas por un
tema de modismos, y básicamente se refiere a que sería menos ‘educado’.
Verano 1972

Querido Remus.

¿Cómo ha sido tu verano hasta ahora? El mío apesta.

La semana pasada fue la boda de Bellatrix — por lo menos no estará en Hogwarts el próximo año.
Regulus y yo fuimos padrinos y tuvimos que usar túnicas verdes. Definitivamente no es mi color.
Toda mi familia estuvo ahí, fue horrible. Debiste haber visto lo que Bella le hizo a su cabello, se
veía completamente loca. Cissy se tiñó el suyo también — rubio, así se ve como su novio
engreído, Malfoy. No puedo creer que mi tía la haya dejado, apuesto que mi madre no me dejaría
teñir mi cabello.

Desearía poder hacer magia fuera de la escuela, he estado buscando algunos hechizos en la
biblioteca de mi padre — tengo un par de ideas excelentes para Snivellus el próximo año.

James dice que sus padres me dejan ir a quedarme con ellos por el verano. Mis padres no me
dejarán ir donde los Potters, pero tal vez me dejen ir donde los Pettigrews, entonces estoy
convenciendo a Peter de que me invite. James dijo que tú también estás invitado, espero que
puedas venir. Sería genial, igual que en la escuela.

Te veo pronto.

Sirius O. Black.

***

Querido Remus,

Espero que estás teniendo un buen verano, y que los muggles no te estén aburriendo.

Mamá y Papá dicen que eres bienvenido. Sirius está tratando de hacer arreglos por todo el verano,
lo que sería brillante. Si vienes, responde esta lechuza AHORA. Mamá dice que le escribirá a tu
Matrona ella misma si lo necesitas.

Te deseo lo mejor,

James

***

Querido Remus,

James y Sirius dicen que han tratado de comunicarse contigo, pero que no has respondido. Les dije
que tal vez no sabías como las lechuzas funcionaban. Solo tienes que amarrar la carta a una de sus
patas, como lo hicimos nosotros, y después dejarlas ir. Usualmente terminan donde deberían.

Espero que puedas visitarnos.


Peter.

***

Querido Remus,

¿Estás bien? No hemos sabido nada de ti, espero que no hayas tratado de usar el correo muggle.
Estoy donde los Potters ahora, es genial. Sus padres son muy agradables, no como los míos.

James está siendo un poco molesto. Cree que ambos entraremos al equipo de quidditch este año y
me despierta a las seis de la mañana para practicar. Completamente demente. Igual es divertido,
supongo, y Gryffindor necesita un bateador entonces puede que lo intente. No puedo esperar para
mostrarte mi escoba, puedes dar un paseo si quieres — puede que te agrade volar si es que tienes
un mejor equipamiento.

James cree que tu Matrona no te dejará venir — ¿Crees que si le escribimos a Dumbledore o
McGonagall te den permiso? Eres un mago, después de todo, no deberías estar atrapado con
muggles todo el verano.

Si de verdad no puedes venir, ¿irás al Callejón Diagon a comprar tus cosas para la escuela? ¿Tal
vez nos podemos encontrar ahí en Agosto?

Espero que estés bien.

Sirius O. Black.

***

Querido Remus,

No somos los merodeadores sin ti, ¡ven por favor! Tenemos mucho espacio, y a Mamá no le
molesta. He estado entrenando a Sirius y Peter para quidditch el próximo año — estimo que si
superas tu miedo a las alturas entonces podías ser un bateador decente.

Te gusta golpear cosas, ¿no? Y probablemente eres el más fuerte de los cuatro, entonces supongo
que tiene sentido. Sirius quiere ser un bateador también, entonces te puede mostrar cómo hacerlo.
Incluso veré si aún tengo mi escoba antigua por aquí, ¡te la puedes quedar!

James.

***

Querido Remus,

Por favor ven a rescatarnos del reino del terror de James. Ni siquiera quiero entrar al equipo de
quidditch.

Peter.

***

Querido Remus,
Espero que estés recibiendo estas cartas. Nos estamos empezando a preocupar demasiado.

Fuimos al Callejón Diagon juntos, fue genial. La mamá de James nos compró helados y nos dejó ir
a todas partes. Probablemente pasamos más de tres horas en Artículos de Calidad para Quidditch.
Realmente quería ir a London muggle y buscar una tienda de discos, pero no nos dejaron salir del
callejón.

Andromeda me envió un álbum nuevo — ¡Merlín, tienes que escucharlo, Lupin! Es mejor que
Electric Warrior. Mejor que CUALQUIERA. Estoy seguro que el cantante es realmente un mago
— ¿Has escuchado de David Bowie?

¿Estás teniendo un buen verano? ¿Qué se siente estar de vuelta?

¡Escribe pronto!

Sirius O. Black.

***

Querido Sirus

Por favo deja de envar mas cartas. No pudo leerlsa y a matron le molstan las lechsas.

Nos vems en el tren

Remus
Segundo Año: Regulus Black

Metal Guru, could it be?

You’re gonna bring my baby to me

She’ll be wild, y’know a rock n roll child…

Remus agarró con fuerza la manija de su maleta, con nudillos blancos, y su estómago daba vueltas
mientras miraba a la multitud bulliciosa. Matrona le había dejado correr a la barrera esta vez,
aunque volteó la mirada en el último momento, aterrorizada. Ahora ella estaba lejos a sus espaldas,
en el lado muggle de la estación, y no tendría que verla por diez meses.

Había tenido una terrible pesadilla la noche anterior, que llegaba a la estación King Cross y no era
capaz de cruzar a la plataforma 9 ¾ -nada había sido real; magia, varitas, magos, sus amigos. Pero
Remus trató de sacar esas ideas de su cabeza mientras observaba ansiosamente a su alrededor,
buscando alguna cara familiar.

—Te dejaron volver, ¿no? —una voz interrumpió sus pensamientos. —Los estándares deben estar
muy bajos.

Remus sintió como sus hombros se tensaban. ¿¡Por qué la primera persona que tenía que ver era
Snape!?

—Piérdete, Snivellus. —Escupió. Se enderezó, dando la vuelta para dedicarle su mirada más vil.

—Ugh, ¿Qué es ese olor? —dijo Snape, arrastrando las palabras, arrugando su exageradamente
larga nariz. Remus se ruborizó —apestaba a antiséptico, lo sabía; Matrona había sido muy generosa
con él esa mañana.

— ¡Dije, piérdete! —murmuró Remus, apretando sus dientes y empuñando sus nudillos.

Vio a Severus retroceder, levemente. Remus sabía como lucía —había pasado dos meses sin
magia, rodeado de chicos más grandes y fuertes que Snape. Su paciencia estaba al límite y estaba
listo para soltar un golpe bajo la más pequeña provocación.

— ¡Oye, calvo! —otra voz surgió de entre la multitud. Un chico con lentes y cabello chuzo y negro
inclinándose desde la ventana de un compartimiento, moviendo sus manos maniáticamente,
saludando a Remus.

Remus sonrió, olvidando que estaba tratando de asustar a Severus, y saludó de vuelta. Frotó su
cabeza concientemente. Su cabello había crecido mientras estaba en Hogwarts, pero Matrona lo
había cortado tan pronto como estuvo de vuelta en St Edmunds haciéndolo ver como un matón de
nuevo.

Dedicándole una mirada de desprecio a Snape, Remus tomó su maleta y se apuró en subir al tren,
empujando a otros estudiantes tratando de alcanzar el compartimiento donde sus amigos le
esperaban.

— ¡Lupin! —Peter saltó, emocionado. No supo bien que hacer cuando estuvo de pie —
definitivamente no iban a abrazarse como niñitas, y aparentemente apretones de manos estaban
fuera de lugar. Pettigrew le dio una palmada incómoda en el brazo, y Remus lo apretó en respuesta.
—Hola muchachos. —Remus sonrió. Sus mejillas dolían de felicidad mientras se sentaba. —
¿Cómo han estado?

— ¡Nosotros deberíamos preguntarte eso! —rio James, golpeándole el brazo. — ¡Ni una lechuza
en todo el verano!

Remus le lanzó una mirada furtiva a Sirius. No les había mencionado la carta que le había enviado
entonces.

—Ya saben que soy prácticamente un muggle por las vacaciones, —respondió, —ni siquiera pude
abrir mi maleta para hacer mi tarea; la cerraron con llave.

Esto no era del todo cierto —Remus le había pedido a Matrona que guardara sus cosas de la
escuela, asustado de que otros chicos las encontraran. La tarea no la había hecho simplemente
porque no podía. Hubo un suave sonido de disgusto desde la esquina. Remus dirigió la mirada
frunciendo el ceño.

Sentado en el asiento junto a Sirius había otro chico más joven, con los mismo ojos azules y largo
cabello negro; la mismas inconfundibles facciones Black — labios gruesos y pómulos capaces de
cortar cristal.

—Este es Reg —dijo Sirius indicando en su dirección con la cabeza, —Di hola, Reggie.

—Es Regulus. —respondió el chico, irritado, su voz altiva aristocrática, indignada.

—Mi querido hermanito, —Sirius arqueó sus cejas en dirección a los otros.

—Hola Regulus, —James sonrió, ofreciéndole una mano amistosa, —Soy James.

—Potter. —Regulus miró la mano con desprecio.

Sirius le dio una bofetada en la nuca,

—Deja de comportarte como un idiota. —le regañó. —Estos son mis amigos.

—Yo no quería sentarme aquí. —Respondió Regulus. —Tú me obligaste.

—Oh, entonces ve, lárgate. No sé por qué me molesté.

Regulus se levantó, sin cambiar su expresión y salió del compartimiento, golpeando la puerta a sus
espaldas.

—Wow, realmente tiene ese encanto de la familia Black, —James sonrió burlón. Sirius sacudió la
cabeza, desesperadamente, apoyando un pie en el banco opuesto y apoyando su codo contra el
marco de la ventana. Se escuchó el silbido del tren y empezaron a moverse de la estación.

—No debí haber esperado nada más, —murmulló Sirius, —le lavaron el cerebro completamente.
Y además está molesto conmigo. No debí haberme ido todo el verano.

— ¿Estimo que será un Slytherin, entonces? —simpatizó James.

—Probablemente. —Dijo frunciendo el ceño, —sabe que no le voy a hablar más, si lo es. Prefiero
que sea un Hufflepuff.

Remus pensó que esto era un poco cruel. Era cierto que no le agradaban Snpe y Mulciber — y sí,
les habían jugado un par de bromas a Slytherin, pero Remus nunca había odiado Slytherin como
Sirius. Seguramente no desconocería a su propio hermano solo porque usaba un uniforme un tanto
distinto ¿o si? El único problema que Remus veía con los Slytherins era que la mayoría de ellos
eran snobs — y Sirius, James y Peter también eran snobs, solo que aún no se daban cuenta.

Este tren del pensamiento lo dejó tan pronto como empezaron a dejar London atrás, y Remus
finalmente pudo relajarse ante la idea de que realmente volvían a Hogwarts — y la magia ahora
estaba oficialmente permitida. Abrió su maleta y sacó su varita por la primera vez en meses. Remus
no se había atrevido a tocar nada mágico desde el final del año escolar, pero ahora había sacado
uno de sus libros de segunda mano (habían llegado la semana pasada, cortesía de Dumbledore), lo
abrió, y rápidamente conjuró Lentiuncula Magna.

Fingió rascarse detrás de su oreja con la varita, y murmuró las palabras en un susurro. Sirius debió
haberse dado cuenta de lo que hacía, porque había saltado de su asiento para sacar su escoba del
portaequipajes, distrayendo a James y Peter. Remus miró el libro, con el corazón acelerado. Las
palabras sonaban en su cabeza, como música, y finalmente podía volver a leer.

El verano había sido increíblemente aburrido. Había intentado leer alguno de los libros tirados por
ahí en St Edmunds, pero sin magia era muy frustrante. Había descifrado lentamente las cartas de
sus amigos, pero era demasiado vergonzoso intentar escribirle de vuelta a cualquiera, excepto
Sirius. También había intentado mantener un perfil bajo. Remus sentía que había pasado días
enteros sin dirigirle la palabra a nadie; los otros niños se habían enterado que estaba asistiendo a un
internado privado, pagado por la herencia de su padre. Esto, por supuesto, lo convirtió en un
blanco, y combinado con las dificultades incrementadas en las lunas llenas, Remus había pasado la
mayor parte del verano cubierto de moretones.

Las lunas llenas eran otra razón por la que estaba aliviado de volver a Hogwarts, donde Madam
Pomfrey, la medi-bruja de la escuela, no solo era más comprensiva que Matrona, pero además
estaba mejor calificada para manejar las peculiaridades de su condición. Matrona había estado
horrorizada al descubrir las nuevas heridas que Remus se auto infligía cada mes, y lo trataba como
si las hubiera hecho deliberadamente, solo para molestarla. Había sido mucho peor que el verano
anterior, cuando terminaba con un par de rasguños y moretones cada noche. Ahora, debajo de sus
ropas muggle, Remus estaba cubierto casi completamente de vendajes y yeso que le tiraba e
irritaba con cada movimiento. Esperaba poder pasar por la enfermería poco después de llegar.

Sirius y James estaban muy ocupados contándole a Remus sobre su verano, con Peter interviniendo
de vez en cuando, entusiasmado por dejar en claro que la mayor parte del tiempo habían estado los
tres juntos. Sonaba a que la habían pasado muy bien, con mucho quidditch de por medio, los
padres de James tenían una cabaña en la playa, además de la casa que tenían cerca de Londres. Los
tres chicos habían acampado en la playa, habían pescado, volado cometas y planeado sus bromas
para este año. Habían hablado de eso con tal emoción por tanto tiempo que Remus sintió ganas de
hacerlos callar.

Se sintió un poco mejor cuando llegó el carrito de golosinas — James y Sirius juntaron el dinero
que tenían en sus bolsillos y compraron suficientes dulces para alimentar a la mitad de Gryffindor.
Remus no se quejó — como siempre, estaba hambriento.

***

Remus estaba inmensamente orgulloso de haber comido algo en el tren, porque había olvidado lo
larga y aburrida que era la ceremonia de selección, especialmente cuando no formabas parte de
ella. Regulus, en efecto, fue sorteado en Slytherin, lo que fue una sorpresa solo para Sirius, quien
Remus escuchó que exhaló fuertemente con incredulidad. El Black más joven se apuró en unirse a
sus pares, y Narcissa, quien ahora portaba una llamativa insignia plateada de prefecto, al igual que
un cabello liso platinado.

Severus dio unas pequeñas palmadas en la espalda de Regulus, con su mirada fija en la mesa de
Gryffindor.

— ¿¡Cuál es su problema!? — Susurró Peter cuando la comida finalmente apareció, —Creí que ya
habría superado un par de estúpidas bromas.

—Más bien tiene que superar a Evans, —dijo James, sonando inusualmente pensativo. Todos le
dedicaron una mirada de confusión. —Oh vamos, ¡es obvio! —Dijo sonriendo burlón, —El viejo
Snivellus evidentemente está locamente enamorado con una cierta Gryffindor cabeza-de-zanahoria,
—guiñó un ojo a Lily, quien le regaló una mirada de disgusto y luego le dio la espalda para
continuar su conversación con Marlene.

— ¿Entonces va a ser un maldito insoportable por los siguientes seis años, solo porque tenemos a
la pajarita1 que le gusta? —Respondió Sirius, con incredulidad.

Remus le dedicó una mirada y pestañeó repetidamente. ¿¡Pajarita!? Sirius no era el tipo de chico
que llamaría a las mujeres así, era muy de clase alta. ¿Dónde demonios había escuchado esa
expresión?

—Exacto. —confirmó James, pareciendo estar bastante orgulloso de sí mismo.

—Nah, —Sirius sacudió su cabeza, —A nadie le podría preocupar tanto una chica.

Remus convino en silencio. Aun así, a Potter no parecía importarle tener sus teorías refutadas. Se
encogió de hombros escarbando sus patatas doradas.

—Si tú lo dices. Entonces, aún debe estar molesto por esa vez que Remus lo golpeó.

Sirius soltó una risa a recordar eso, animándose finalmente.

Notas:

1.- ‘Bird’ en inglés se ocupa en el lenguaje callejero, y es una forma de decirle a las mujeres
jóvenes (piba, tía, mina, chica, etc.). De todas formas lo traduje como ‘pajarita’ porque creo que
igual se entiende la expresión.
Segundo año: The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders From Mars

Madam Pomfrey estaba horrorizada al ver el estado de la figura delgada y abollada de Remus,
cuando finalmente fue a verla.

— ¿¡Qué ha estado haciendo esa mujer contigo!? —dijo boquiabierta, enojada.

—Oh no, me lo hice yo mismo, —Remus gesticuló secamente a su pecho desnudo. La enfermera
hizo un gesto de desaprobación, retirando otro vendaje.

—Sí, pero ella apenas hace algo para tratarte… ¡no tenía idea que la medicina muggle fuera tan
primitiva! ¡Estas son heridas mágicas, necesitan cuidado mágico!

Remus asintió, cansado. Se estaba acostumbrado a la carnicería ahora, el dolor se había instalado
en sus hombros como una pesada carga — una que creía que probablemente debía soportar. La
vida estaba llena de limitaciones, él simplemente tenía más que otros. Tal vez ese era el por qué
admiraba tanto a James y Sirius.

Madam Pomfrey quería dejarlo en observación por la noche, pero él se negó, malhumorado.
Faltaban dos semanas para la luna llena y quería dormir en su propia cama lo más que pudiera.

Caminó lentamente de vuelta a la sala común, aunque ahora se sentía mejor que en todo el mes —
Madam Pomfrey le había dado una poción que lo hacía sentirse suelto y cómodo, y
placenteramente mareado. Aunque, no había un chance de que tuviera una tarde tranquila, cuando
Remus alcanzó el dormitorio encontró a Sirius sentado en su cama, con el tocadiscos y una pila de
álbumes nuevos esparcidos a su alrededor.

— ¡Lupin! —Sonrió, emocionado, — ¡Tienes que escuchar esto!

—Gracias a Merlín que estás aquí, —James gruñó desde su propia cama, donde había estado
ojeando una revista de quidditch. —Ha estado parloteando sobre ese cantante muggle todo el
verano.

— ¡No es un muggle! —Sirius escupió, con sus manos en las caderas, —es un mago. ¡Tiene que
ser un mago! Deberías ver el tipo de ropa que ocupa…

Remus cruzó la habitación y tomó un vinilo. Sonrió levemente sorprendido,

—¡Oh, Bowie! Seh, me gusta. Aunque, no creo que sea un mago.

Sirius lo miró levemente decepcionado, y Remus se apresuró en explicar, —he escuchado Starman
muchas veces, en la radio, ¡pero nadie en St Eddys tiene el álbum!

Aplacado, Sirius colocó el disco negro que tenía en sus manos en el tocadiscos y puso la aguja en
lugar. James suspiró profundamente y se levantó, dejando la habitación, con la revista bajo su
brazo. Sirius lo ignoró, observando la reacción de Remus, ansioso, mientras empezaba la lenta
percusión. Remus se sentó en el borde de la cama y cerró sus ojos para escuchar.

Pushing through the market square

So many mothers sighing

News had just come over


We had five years left of crying…

No era igual a Electric Warrior, era más oscuro, más intenso. A Remus le gustó mucho. Había una
historia, aunque no estaba seguro si entendía todas las partes aún. Mientras los últimos tonos de
Rock ‘n’ Roll Suicide rebotaban en las paredes, Sirius levantó la aguja y la movió hacia atrás.

—Escucha Suffragate City de nuevo, ¡es mi favorita!

Remus sonrió — pudo haberlo adivinado. Era ruidosa y grosera, y además se podía bailar. This
mellow thigh'd chick's just put my spine outta place...

Personalmente, pensaba que su favorita era Moonage Daydream, porque era rara y tenía un aire
espacial. O Lady Stardust, porque por alguna razón de recordaba a Sirius — his long black hair,
his animal grace; the boy in the bright blue jeans… Remus rápidamente se deshizo de esa idea,
seguro de que Sirius la encontraría histéricamente graciosa.

Cuando terminaron de escuchar el álbum por segunda vez, y volvieron a repetir sus temas
favoritos, era casi hora de cenar. Se sentaron cruzados de piernas juntos en la cama, observando la
lista de canciones del álbum.

—Tal vez es un mago, —dijo Remus, soñando, —No es un muggle normal.

— ¡Te lo dije! —Sirius sonrió triunfante, —voy a conseguir más, todos, todos sus álbumes.

—T.Rex tiene uno nuevo, —dijo Remus, —Slider.

— ¡Genial! Desearía que la Sra Potter nos hubiera dejado salir del Callejón Diagon, incluso
intercambié un poco de dinero muggle en Gringotts.

— ¿Qué es el Callejón Diagon? —preguntó Remus, aunque creyó haberse hecho una idea gracias a
las cartas que había recibido en el verano.

Los ojos de Sirius se ensancharon, igual que cada vez que Remus demostraba su shockeante
ignorancia sobre el mundo mágico.

—Carajo, Lupin, —dijo con un gesto de desaprobación, —es una calle mágica, en Londres. Los
muggles no pueden entrar — igual que Hogsmeade.

—Oh, claro, —no sonaba tan emocionante para Remus; ir de compras era aburrido.

— ¿¡Donde consigues todas tus cosas!?

— ¿Qué cosas?

—Tus cosas para la escuela—tus libros, tus túnicas… —los ojos de Sirius ahora observaban las
mangas raídas de las túnicas negras de Remus. Las suyas eran completamente nuevas,
inmaculadas, terminadas y cortadas un poco mejor que las de cualquier otro.

—De segunda mano, creo, —respondió Remus, —Dumbledore las envía. No sé cómo entraría a
una calle mágica; no tengo permitido ir a Londres solo.

—El próximo verano. —Dijo Sirius, firmemente, —tienes que venir a quedarte a la casa de James,
nosotros te podemos llevar al Callejón Diagon, te encantará.

—Sabes que no puedo, —dijo Remus suavemente, sin hacer contacto visual.
—Buscaremos una forma. —Aseguró Sirius, —hablaremos con Dumbledore, McGonagall—
¡incluso con el Ministerio de Magia si es necesario!

Remus se forzó a sonreír, pretendiendo creer en lo que Sirius decía,

—Seh, genial. Gracias, Black.

***

The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders From Mars se convirtió en la banda sonora del
dormitorio de los chicos en Gryffindor por la siguiente semana, incluso James —quien no sabía
mucho de música— se sorprendió tarareando.

Remus nunca se había sentido tan satisfecho y relajado en toda su vida. Estaba lejos de St
Edmunds, lejos de la ropa gris y Matrona y las habitaciones con llave y los niños conflictivos que
querían golpearlo. No estaba cubierto de vendajes (por el momento), y aunque las lecciones
empezaban el Lunes, había tenido todo el tiempo que quería para leer, escuchar música y perder el
tiempo con los merodeadores.

Pasó la mayor parte del tiempo avanzando en su lectura, y haciendo los deberes que le habían dado
por el verano. Como un hombre hambriento, devoró cada pieza de información que se le presentó,
e incluso fue en busca de libros a la biblioteca para investigar aún más.

También tuvo una buena cantidad de charlas con James antes de lograr convencerlo de que no
quería estar en el equipo de quidditch de Gryffindor. Remus estaba contento de sentarse en las
gradas con sus libros, ocasionalmente mirando hacia los otros chicos revoloteando de un lado al
otro en sus escobas; los chicos de cabello oscuro se elevaban como aves, sus vueltas eran suaves,
sus inmersiones eran preocupantemente pronunciadas. Remus no había asistido a muchos partidos
de quidditch en su primer año, pero estaba seguro de que James se ganaría un lugar dentro del
equipo.

Sirius era un poco más ostentoso en su técnica de vuelo — no carecía tanta de la habilidad de
James, pero sí de su disciplina. Black parecía aburrirse rápidamente, podía ir bastante rápido
cuando lo deseaba, pero estaba más interesado en hacer vueltas y desvíos peligrosos que en atrapar
quaffles o repeler bludgers. Necesitaba que James estuviera gritándole cada cierto tiempo para
enfocarse en el juego. Peter era bastante competente después de un verano de ejercicios, pero era
bastante lento en largas distancias — James decidió que quedaría mejor como guardián.

—Estas actuando como si pudieras elegir todo el equipo. —Sirius resopló mientras volvían al
castillo después de la práctica.

—Deberían dejarme, —James se encogió de hombros, como si fuera obvio, —soy mejor que al
menos la mitad del equipo actual, y tú eres mejor que ambos bateadores. Y yo sé de estrategias.

—Solo trata de no estar muy sorprendido cuando no te nombren capitán, —Sirius puso sus ojos en
blanco, —Aún eres un alumno de segundo año. No hubo ningún estudiante de segundo año en el
equipo el año pasado.

—Ten un poco de fe, Black —James le guiñó un ojo, apoyando un brazo sobre el hombro de su
amigo. Caminaron adelante juntos, con las escobas en mano. El sol se estaba poniendo a sus
espaldas y todo parecía tener un relieve más pronunciado, marcando la silueta de los dos chicos de
cabello oscuro con un cálido dorado. Remus los observó, caminando detrás de ellos con el peso de
sus libros, pensando que tal vez estarían un poco sorprendidos si es que James no conseguía lo que
quería.
Nota:

No sé si quieren que haga notas al final traduciendo la letra de las canciones (?), en general tienen
un impacto implícito (o no tan implícito) en la historia. Por favor dejen en los comentarios si es
que quieren que traduzca o no.
Segundo año: Hermandad
Chapter Notes

Advertencia: Remus tiene pensamientos un tanto oscuros y negativos en el capítulo.


*Personalmente, al traducirlo, me puse un poco sensible, así que les aconsejo que lo
lean con calma. -Sou

Remus no tenía un hermano — o por lo menos uno del que tuviera conocimiento. Supuso que su
madre se había vuelto a casar y había tenido algunos pequeños hijos no-mágicos y no-monstruos.
Esto no parecía incumbirle; había aceptado su lugar en la vida hace mucho tiempo.

James también era hijo único, y esto de alguna manera explicaba su actitud engreída y
demandante. Sirius hablaba de los señores Potter como si fueran perfectos santos, pero claramente
habían consentido mucho a su hijo. Peter tenía una hermana que era bastante mayor y ya había
dejado Hogwarts. Había sido sorteada en Hufflepuff, pero Peter no hablaba mucho sobre ella.
Estaba estudiando en una universidad muggle, lo que parecía ser el colmo de mal gusto.

Entonces, fue por esto que tal vez ninguno entendía completamente lo que estaba pasando entre los
hermanos Black, pudo haber sido el por qué no se lo tomaban tan en serio. Empezó la semana
después del sorteo. Durante el desayuno, Regulus había recibido un regalo de sus padres; un nuevo
Búho Real. Este fue su premio por haber sido seleccionado en la casa correcta — cosa que habían
descubierto porque Severus jubilosamente leyó la carta lo suficientemente fuerte para que se
escuchara desde la mesa de Gryffindor. Sirius observó su cereal, sin levantar la mirada, pero
Remus miró en dirección a Regulus y notó que se sonrojaba, tratando de quitarle la carta a Snape.

—¿Acaso tus padres no volvieron a confiscar tu búho? —preguntó Peter, de lleno. Sirius asintió
bruscamente,

—Dicen que lo tendré de vuelta cuando recuerde el deber de la familia y empiece a actuar como un
‘verdadero Black’. No me importa, no necesito un búho.

—De nuevo ¿Me recuerdas cual es el deber de tu familia, exactamente? —reflexionó James, en voz
alta, lo suficiente para que se escuchara sobre el parloteo de los Slytherins, —¿Pasear con raritos
como Snivellus y Mulciber? ¿Casarte con tu prima?

Sirius finalmente miró a James, su expresión agradecida y traviesa,

—Oh seh, —respondió, hablando igual de fuerte que James. Snape, Regulus y la mayoría de los
otros Slytherins que se estaban riendo se quedaron en silencio, mirando con ojos entrecerrados a
los Gryffindors. Peter se alejó, sutilmente. —La endogamia y la rareza son aspectos claves de mi
noble patrimonio. Y molestar a niños más pequeños que yo, por supuesto; engañar, mentir y
maldecir mi camino hasta llegar al poder…

—Bueno, amigo, lamento decepcionarte, —respondió James, jovial, —pero no suena como que
seas un Black, para nada.

—Dios, —la mano de Sirius se posó en su rostro haciendo una exagerada mueca de sorpresa, —
¿Qué demonios soy?
—Es obvio, —James se encogió de hombros, —eres un Merodeador.

Sirius se rio, al igual que la mayoría de los Gryffindors a su alrededor.

Remus vio como la mano de Severus alcanzó su varita, y agarró la suya fuertemente preparándose,
haciendo una lista de hechizos en su cabeza, pensando en cual de todos lo detendría más rápido.
Pero Regulus le dio un golpe a Snape con el codo, murmurando; Está bien. Remus estaba seguro
que fue el único Gryffindor que se dio cuenta.

—Vamos, —dijo Snape, —Mejor que nos alejemos de toda esta porquería si queremos mantener
nuestro desayuno liviano.

Esto solo hizo que Sirius y James se rieran más fuerte, y Snape salió del salón, seguido de
Mulciber y un estudiante nuevo llamado Barty Crouch. Regulus esperó, moviendo la mirada entre
sus nuevos amigos y su hermano. Su nueva mascota posada en su codo, inspeccionando la escena
con una arrogante mirada condescendiente. Se acercó a Sirius.

—Puedes usarlo, si es que quieres. —dijo suavemente Regulus, —Nunca les pedí que me enviara
nada, pero sabes cómo es ella.

—Seh, —escupió Sirius, —lo sé.

Ambos se miraron por unos minutos, y Remus no lograba descifrar si se estaban observando
simplemente, o estaban buscando las palabras para decir algo bastante difícil.

—Mira, lo siento, ok—sabías que terminaría en Slyth- —empezó a decir Regulus, pero fue
prontamente interrumpido por Sirius, quién se levantó rápidamente de la mesa.

—No quiero tu búho, —dijo fríamente, mirando fijo a su hermano, —Si necesito enviar una carta,
usaré el de James.

Dicho esto, empujó a Regulus y se encaminó a la puerta. James, Remus y Peter se apresuraron en
seguirlo. Remus volteó su mirada a Regulus, quien se veía muy pálido.

Remus no pensó mucho sobre Regulus — ya habían dibujado la línea, y era su deber como
merodeadores apoyar a Sirius. Además, estaban muy ocupados una vez que las lecciones
empezaron.

Remus se enfocó completamente en sus estudios, al contrario de su comportamiento el Septiembre


pasado. Leía ansiosamente, respondía las preguntas que hacían en clase y completaba sus deberes
tan pronto como se los dieran. En todo, excepto pociones, era un estudiante modelo. No había
olvidado lo que había leído el año pasado, sobre las personas con su problema. No les iba bien una
vez que dejaban la escuela. Los que eran suficientemente estúpidos para firmar el registro eran
excluidos de casi todas los trabajos mágicos especializados. Tendría que ser el mejor de los
mejores, y aun así eso podría no ser suficiente, pero aún le quedaban seis años para seguir
intentándolo.

Había otro elemento que motivaba sus aspiraciones académicas —Sirius. Bueno, Sirius y James,
realmente, pero sobre todo Sirius. Remus no dudaba que Sirius fuera su amigo, —pero dudaba que
Sirius lo viera como un igual. Iba en contra de las creencias de la familia Black sobre la pureza de
la sangre, pero al mismo tiempo remarcaba la ascendencia squib de Peter. Esto era siempre a sus
espaldas, y Remus empezó a tener miedo de que diría Sirius sobre él.

Remus había aprendido durante su primer año en Hogwarts que ser un ‘mestizo’ significaba ser
ligeramente menos confiado que otros magos. Los Slytherins, en particular, elegían como blanco a
estudiantes con cualquier tipo de ascendencia muggle —Marlene McKinnon, quien su padre era
muggle, había perfeccionado el hechizo moco de murciélago antes que cualquier otro en su curso,
como una forma de defensa. Lily Evans estaba protegida de cualquier tormento cuando Snape
estaba cerca, pero estaba claro que muchos estudiantes pensaban que era una engreída,
considerando su ascendencia.

Sirius nunca expresó lo que pensaba abiertamente, pero Remus tenía la sensación de que el hecho
de que le iba tan bien en la escuela era una prueba de que su magia era de alguna forma mejor.
Remus tenía el fuerte deseo de probarle que se equivocaba. Esto resultó ser una leve sorpresa; él
nunca había sido competitivo — pero entonces, nunca antes había tenido las herramientas para
competir.

Por supuesto, había un obstáculo insuperable para Remus, y en Septiembre del 1972 ocurrió al
final del mes. Remus estaba un poco temeroso, como siempre, y los días previos recordó
mencionar que no se sentía bien en orden de preparar a sus compañeros para su inminente ausencia.
Sinceramente, nunca se había sentido mejor. Aunque las transformaciones habían empeorado, y los
días que requería de recuperación eran más largos, Remus también descubrió que a medida que la
luna crecía e iba reuniendo fuerza, él también lo hacía.

Estaba vorazmente hambriendo, sus sentidos mucho más afilados, su magia espesa y pesada en su
lengua como un jarabe y apenas dormía del todo, en vez, pasaba la mitad de la noche leyendo de
forma voráz, tratando de ignorar los susurros furtivos de Sirius y James que venían de la cama de
al lado.

Prontamente llegó a la enfermería, y Madam Pomfrey y McGonagall una vez más lo acompañaron
bajo el Sauce Boxeador. Se mantuvieron en silencio hasta que atravesaron los terrenos, pero una
vez que Remus estuvo encerrado en la cabaña, escuchó a las dos mujeres detenerse y empezar a
hablar mientras volvían por el túnel. No debieron haber notado que él podía oírles — que su
sentido del oído era mucho mejor que la mayoría de la gente, especialmente en una luna llena.

Madam Pomfrey estaba quejándose sobre los tratamientos que recibió Remus por el verano.

—¡Cubierto de heridas! ¡No puedo, en mi completa conciencia permitir que vuelva allí, Minerva!
Va en contra de todo lo que sé cómo Sanadora.

—Lo entiendo, Poppy, —respondió McGonagall bruscamente mientras caminaban, —Es un asunto
difícil—cuando la madre de Remus lo entregó a las autoridades muggles dejó las cosas muy
claras…tenemos que dar pasos muy cuidadosos, muy cuidadosos, deberé consultarlo con
Dumbledore.

—Es un niñito tan callado, nunca se queja, incluso cuando debe estar sufriendo mucho…

Remus no pudo escuchar nada más, ya habían salido de la cueva y ahora estaba inundada por sus
propios gritos.

***

A la mañana siguiente, Remus se transformó de vuelta a su cuerpo, jadeando, como si recién


hubiera nacido. Cada centímetro de su cuerpo gritaba de dolor — su cabeza latía nauseabunda,
agujas de dolor se presionaban detrás de sus ojos; su cuello y hombros se sentían como un elástico
roto; dolía respirar. Cada exhalación causaba un dolor que se disparaba a través de todo su cuerpo,
y estaba sudando pesadamente, aunque el ambiente estaba frío.

Tenía una cortada profunda cruzando su vientre, que lo hacía querer vomitar. Ya había perdido
mucha sangre, y todavía burbujeaba, espesa y roja como el vino. Trató de gatear y arrastrase a
través de la habitación hacia una caja de suministros médicos, escondida bajo las tarimas. Sacó un
poco de gaza, utilizando la poca energía que le quedaba, y presionó tan fuerte como pudo contra la
herida. Lloró del dolor, pero siguió presionando. Su respiración se volvió superficial, aunque aun
así dolía. Se sintió mareado, quería acurrucarse y dormir. Mantente despierto, se incitó furioso,
mantente despierto o morirás, idiota.

Muérete, entonces. Una pequeña voz apareció detrás de su cabeza, de la nada. Eso seguramente
haría las cosas más fáciles. Para ti. Para todo el mundo. Remus sacudió su cabeza, aturdido. La
voz era muy amable y suave — como la de una madre.

Presionó más fuerte, gruñendo con el esfuerzo. En su miseria, se preguntó si la voz estaba en lo
cierto. ¿Se estaba aferrando a una vida que realmente no lo quería; que tal vez no valía tanto la
pena seguir viviendo? ¿Y qué si moría? ¿Y qué si cerraba los ojos? Sería más fácil apresurarlo, en
vez de aplazarlo.

Cerró sus ojos, exhalando suavemente.

—¿Remus? —el educado golpecito en la puerta, de Madam Pomfrey llegó a tiempo como siempre.
Lo ignoró; estaba muy cansado ahora. Descansó su cabeza en la tarima y soltó la gaza. Muy
cansado. —¡Remus! —la puerta se abrió de golpe y repentinamente ella estaba ahí, sentada a su
lado, moviendo su cabeza a su regazo.

—Váyase, —murmuró, sin abrir los ojos, —Déjeme ir.

—Claro que no, jovencito. —Dijo Madam Pomfrey — tan ferozmente que a pesar de su estado de
confusión, Remus se rio. Luego se contrajo, instintivamente apretando su pecho. La medi-bruja
apuntó su varita a su herida abierta y la cosió en un tema de segundos, luego se dirigió donde el
chico había tocado su pecho. —Costilla rota, —murmuró, —pobre corderito, —movió su varita
una vez más y Remus sintió un peculiar ‘pop’ en su torso — repentinamente no dolía respirar.

Abrió sus ojos y la miró. Estaba ocupada poniendo una cobija sobre sus hombros para mantenerlo
cálido. —Ahora, —susurró gentilmente, aunque estaban completamente solos, —¿Qué crees que
haces, dándome un susto como ese, hm? —su voz era muy cálida, y sus dedos suaves. Muy
cuidadosamente lo envolvió en un abrazo, —no podemos perderte, Remus, no mientras yo siga en
Hogwarts.

—Duele, —susurró Remus.

Lo sujetó fuertemente y con eso bastó. Por primera vez en un largo tiempo, Remus empezó a llorar.
No solo unos pocos sollozos; mientras la dulce, amable enfermera lo contuvo envolviendo sus
brazos alrededor de su cuerpo suave y meciéndolo como un bebé.

***

Había pasado dos días enteros en la enfermería. La herida en su estómago no era la única que se
había infligido esa noche, aunque era la peor. El hechizo de Madam Pomfrey había bastado para
detener el sangrado por el tiempo suficiente para sacarlo de la cabaña, pero necesitaba descanso y
tranquilidad. La enfermera le daba un brebaje para dormir cada cierto tiempo, y él los bebía sin
quejarse, prefería no tener que estar despierto. Los merodeadores intentaron visitarlo, pero Remus
le pidió a Madam Pomfrey que no los dejara pasar.

Más tarde, un viernes en la mañana ella finalmente lo dejó ir.


—Le enviaré una nota a tus profesores, para informarles que te ausentarás. Debes irte derecho a tu
dormitorio a descansar, ¿entendido?

Él caminó despacio, tomando una ruta diferente a la de costumbre, pensando en el mapa — tenía
que volver a trabajar en eso, había leído algo muy interesante sobre un hechizo llamado
homuculus. Una vez que alcanzó el dormitorio, Remus trepó a su cama, cerró las cortinas alrededor
y se acostó sobre su espalda. Destellos de luz se deslizaban a través de los pliegues de la tela,
iluminando una galaxia de motas de polvo.

Todavía estaba cálido para ser septiembre, y alguien había dejado las ventanas abiertas llenando la
habitación de un aire helado. La brisa movió las cortinas hacia adelante y atrás. Las observó por un
rato, somnoliento — adelante y atrás, era como estar dentro de un pulmón.

—¡Lupin! —una brusca voz quebrantó su calma. Sirius movió las cortinas, inundando el pequeño
espacio con luz, dañando las retinas de Remus.

—Agh, ¿qué? —gruñó, cubriendo sus ojos.

—Lo siento, —Sirius frotó su brazo, nervioso.

—¿Qué pasa?

—Remus, tengo que decirte algo.

Estuvieron en silencio por unos momentos. Remus encorvó su espalda, muy cansado para sentarse.
Suspiró,

—¿Bueno…?

—¡Es James! —Dijo Sirius, desesperado, —Él…él quiere hablar contigo.

—¿…qué?

—Es…caray, esto es difícil de decir, Lupin…

—¿Qué es lo que te pasa?

—¡El sabe! ¡James lo sabe! Y quiere confrontarte.

Remus se sentó, abruptamente, su estómago se volteó.

—Él…él ¿qué? ¿Sabe qué?

—Sobre tu…ya sabes. A donde vas. Cada luna llena.

Remus miró a Sirius fijamente. No sabía que hacer.

—…Lo sabías.

—Lo sabía. —Sirius confirmó.

— ¿Desde cuándo?

—Desde la Navidad pasada. Yo…yo no quise decir nada. No quería hacerlo más difícil para ti.

Remus no sabía que decir. Sirius movió su cabeza, impaciente, —Pero James se dio cuenta
también, el muy idiota, y ahora ha decidido que todos necesitamos confrontarte. De verdad lo
siento, traté de convencerlo, pero ya sabes lo cabeza dura que es.

—Seh. —Remus graznó, inclinándose súbitamente hacia adelante. Sujetó su cabeza entre sus
manos. Esto era todo. Estaba a punto de perderlo todo; todo lo que significaba algo para él.

—Está bien…creo que todo estará bien. —dijo Sirius.

—¿Cómo? —Remus levantó su cabeza, caliente de terror. —Mejor que empiece a empacar ahora.

—¡No! No. Mira, él quiere hablar contigo sobre eso, no va a ir directamente a Dumbledore ni nada,
¿acaso eso no significa algo?

Pero Remus ya se había puesto de pie, abrió su cajuela y empezó a vaciar cosas adentro. Tal vez
tendría que irse enseguida; tal vez ni siquiera le darían tiempo para empacar. ¿Le dejarían quedarse
con su varita? Se había encariñado mucho con ella, y le pertenecía a su padre, entonces era suya
por derecho.

¿Tal vez si prometía solo hacer su hechizo para leer?

—¡Remus! —Sirius lo agarró de los hombros. Se encogió, pero solo porque esperó que doliera.
Los ojos azules, oscurecidos de Sirius se fijaron en él, y el trató de evitar su mirada. —Escúchame,
—dijo Black, muy gentilmente, —Solo espera, ¿ok? Solo espera a ver lo que James dice—él es tu
amigo. ¡Somos merodeadores, todos nosotros!

—Eso es una mierda, —Remus lo empujó, —Es mentira. Ustedes dos son los merodeadores, tú y
él. Peter y yo solo somos casos de caridad. —alcanzó su pijama desde el final de la cama y lo tiró
dentro de la maleta. —No soy un idiota, Black. Probablemente tenga que volver a donde
pertenezco.

Era la primera vez que Sirius se había quedado sin palabras. Pero también, era la primera vez que
Remus le había dicho tanto. Su boca se torció una o dos veces, como si quisiera decir algo, pero no
logró conseguirlo. Remus siguió empacando.

—Solo espera, —dijo Sirius, con voz ronca, dejando la habitación, —Solo espera a ver que dice.
Segundo año: Pociones, de nuevo

A pesar de todo lo que había dicho, Remus esperó. No creía tener otras opción, más que ir
directamente a Dumbledore y pedir ser enviado de vuelta a St Edmunds — y no estaba
exactamente seguro de donde estaba la oficina de Dumbledore. No había avanzado tanto con el
mapa. El mapa — mejor que dejara eso atrás. Sirius y James podrían terminarlo.

Por lo menos ya no estaba cansado. Se sentó en la cajuela, inquieto, por lo que parecieron ser
horas. Pensó en bajar a almorzar — ¿pero que haría si querían hablar ahí justo en frente de todos?
Se mantuvo en su lugar. De todas formas no tenía hambre. Trató de leer, pero no podía mantener su
concentración por mucho tiempo.

Cada tanto, la mente de Remus divagaba de vuelta a la conversación —discusión— con Sirius. No
estaba seguro como se sentía al respecto. Por un lado, después que el terror inicial se desvaneció,
pudo ver que Sirius intentaba ser amable. Si realmente sabía desde Navidad, entonces
probablemente no tenía intención de contarle a nadie. Y le había advertido a Remus, por lo menos.
Por el otro lado, lo que Remus había dicho era verdad. Solo porque James era el mejor amigo de
Sirius no significaba que sería protector con Remus. Eran amigos, seguramente, pero solo porque
eran compañeros de dormitorio. Remus no podía jugar quidditch, no pertenecía a ninguna buena
familia, no tenía dinero. Sobre todo eso, ¿La perfecta reputación de Potter le permitiría asociarse
con una criatura oscura?

Y Sirius — ni quiera podía perdonar a su hermano por pertenecer a una casa diferente. Si su
familia no le importaba, ¿por qué lo haría su amistad?

Justo después de que sonó la campana de las cuatro en punto Remus escuchó tres pares de pasos
subiendo las escaleras. Se puso de pie, preparándose. James entró primero, luciendo bastante serio
y de alguna forma más maduro que los otros. Sirius le siguió, su expresión inescrutable, ningún
rastro de emoción. Peter fue el último, luciendo —al igual que siempre— muy incómodo y fuera
de su zona de confort.

—Hola Remus, —dijo James, sin rodeos. Todos se pusieron de pie cara a cara, la habitación se
sintió muy pequeña, incluso con la ventana abierta.

—Hola. —respondió Remus, tratando de sostener la mirada de los tres chicos.

— ¿Cómo te sientes?

—Bien.

—Mira amigo, iré directo al grano, ¿ok? —James peinó su cabello con los dedos, tragando saliva
nerviosamente — Remus podía ver su manzana de Adán moverse, —Hemos notado…bueno, no
pudimos no haber notado que pasas mucho tiempo en la enfermería. Cada mes, más o menos.

Peter estaba asintiendo aduladoramente detrás y Remus notó como, de la nada, un sentimiento de
odio crecía dentro de él. Lo reprimió, concentrándose en mirar James a los ojos. Ya pensaban que
era un animal salvaje. Era mejor no confirmarlo.

—Ok. —dijo, hoscamente.

—Seh, —James asintió, como si estuvieran teniendo una conversación perfectamente normal. —
Cada mes…alrededor de la luna llena.
Dejó la frase en el aire. Remus estaba impaciente, quería que todo terminara lo antes posible,

—Solo dilo, James.

— ¿Eres-un-hombre-lobo? —dejó salir apurado, y finalmente la mirada de James cedió, como si


estuviera avergonzado de preguntar.

Remus observó a Sirius, quien aún lo miraba con determinación. Peter mordía su labio inferior, sus
ojos desviándose entre Remus y James. Remus movió sus hombros.

—Sí. —inclinó su barbilla hacia adelante, retando a James a atacarlo. Para lo que fuera; él estaba
preparado.

James exhaló,

—Bien.

— ¿Eso es todo?

—Sí—o sea no—quiero decir…con un demonio… —James volvió a pasar las manos por su
cabello, mirando a los otros en busca de ayuda.

—Está bien. —Dijo Remus, su voz pesada, —Me iré. Solo déjenme pasar y díganle a McGonagall.

—¿Irte? ¿¡A dónde!?

—De vuelta a St Edmunds, supongo. ¡Como si tuviera otro lugar!

— ¡No puedes irte de Hogwarts! —James se veía aún más preocupado ahora, sus lentes se habían
deslizado por su nariz y ni siquiera se había dado cuenta.

—No me puedo quedar si todo el mundo se entera. —explicó Remus, con tanta calma como pudo.

— ¡No le diremos a nadie! —chilló Peter. Remus lo miró con sorpresa, luego a Sirius, luego a
James. Ahora James estaba asintiendo.

—No lo haremos. —confirmó.

Remus sacudió su cabeza, no se permitiría entretenerse con la idea —ni siquiera imaginarlo.
Imaginar no te llevaba a ninguna parte; si sabía algo, era eso. Era una regla escrita en su piel en
gruesas marcas plateadas.

—Esto no es un juego. ‘Mantener el secreto’, o lo que sea. Si alguien más se entera, tendré que
irme. Podría ser peor que eso, podrían… —no pudo decirlo. ¿Cuál era el punto de mencionarlo?

—No dejaremos que suceda. —Sirius finalmente habló, dando un paso tentativamente. — ¿No es
cierto? —se volteó hacia Peter y James a cada lado. Ambos lo miraron muy seriamente y muy
asustados, pero movieron sus cabezas firmemente.

—Confía en nosotros. —Dijo James, — ¿Por favor?

***

Él acordó en darles un mes. O ellos acordaron en darle un mes — no estaba seguro. No estaba
claro quien creía que era más peligroso. Era una agonía, al principio, cada momento estaba lleno
de incomodidad y un nuevo tipo de timidez que nunca antes había estado ahí. Creen que soy un
monstruo, recitaba una voz en la cabeza de Remus, una y otra vez, creen que voy a asesinarlos
mientras duermen, creen que soy malo.

Y realmente, cuando pensaba sobre el tema, aún nada le había probado lo contrario. Había tenido
claro por algún tiempo que su aflicción estaba sujeta a cambios durante la adolescencia. Remus no
tenía idea que tan lejos iría. Tal vez un día cruzaría esa línea; tal vez era simplemente como las
cosas debían ser.

No hablaron del tema, por una semana completa. Ni una sola palabra, ni siquiera un susurro.
Remus sentía que de la nada lo atacarían con preguntas; especialmente Sirius, pero había sido tan
severo con él el día de la confrontación que nadie quería volver a mencionarlo. Actuaban normal
frente al resto —James era ruidoso y sobre-confiado, Sirius era ocurrente y arrogante, Peter
adorable e inseguro. Pero cuando estaban solos, los cuatro estaban en silencio, pensativos y
demasiado corteses. Las reuniones nocturnas de Sirius y James se hicieron cada vez más frecuentes.

Inesperadamente, pero tal vez no tan sorprendentemente, fue Severus Snape quien terminó
reuniendo a los merodeadores de nuevo.

Esto pasó, por supuesto, durante la clase de Pociones. Este periodo, se embarcaban a las pociones
de ‘sueño placentero’, lo que tomaba unas semanas en prepararse.

—Necesitarán volver regularmente en las tardes para revisar el progreso de sus pociones—debo
destacar su persistencia y atención. Por este motivo, creo que será mejor que trabajen en parejas, así
pueden tomar turnos. —anunció Slughorn.

Hubo una ráfaga de parloteo mientras los estudiantes empezaron a escoger a sus parejas. Remus se
resignó a compartir con Peter, como de costumbre. Pero sobre toda la conmoción Slughorn alzó su
voz nuevamente,

—No no, he aprendido mi lección, —le dio una mirada severa a los merodeadores, —no pueden
elegir los mismos compañeros del año pasado.

Sirius y James se miraron, luego miraron a Peter y Remus, evaluando sus reacciones. Remus se
encogió.

—De hecho, —continuó Slughorn, —creo que yo debo asignar las parejas…

Afortunadamente Slughorn fue lo suficientemente diplomático para no emparejar a ninguno de


ellos con Snape, aunque Peter terminó con Mulciber, quien lo miraba hacia abajo, siendo dos veces
su altura. El profesor separó a Mary y Marlene, quienes eran tan unidas como James y Sirius, y las
ubicó con los chicos.

— ¡Yo quiero a Sirius! —Mary se quejó. Marlene le dio un golpecito con el codo y se redujeron en
pequeñas risitas. Sirius se veía horrorizado, James se veía descolocado —sus manos se movían en
su cabello y su espalda se enderezaba levemente.

Remus fue emparejado con Lily Evans, para su disgusto. Realmente no le agradaban ninguna de
las niñas, pero Lily era la que más quería evitar. Era ruidosa y se esforzaba mucho por ser amable.
Además era la mejor amiga de Snape, quien ahora lo miraba fijamente del otro lado del salón.

Remus no había olvidado el incidente durante su primer año, en el que Lily había detenido a Snape
y Mulciber que lo estaban atacando — y la desdeña general hacia sus amigos. De hecho, cada
encuentro que había tenido con Lily resultaba poco placentero para Remus.

Ella parecía reconocer su aversión y le dedicó una sonrisa nerviosa.


—Hola Remus, ¿Te sientes mejor ahora? —chilló. Él gruñó en respuesta, sin levantar la mirada.

—Mejor que mantengas la distancia, Lily, —siseó Snape desde el escritorio que estaba
compartiendo con una chica Slytherin, —Loco Lupin puede ser contagioso.

—Cállate, Snivellus, —murmuró Remus en respuesta, tratando que Slughorn no escuchara.

—Sí, por favor silencio, Sev, —dijo Lily, remilgadamente, dándole una mirada severa.

—Solo trato de ayudar, —respondió el chico de cabello grasiento, torciendo los labios, —No
queremos que nadie más padezca la misteriosa enfermedad de Lupin ¿o sí? Dime si necesitas algo
Lily.

—Remus y yo somos suficientemente capaces de completar la tarea por nuestra cuenta, gracias. —
soltó, sujetando su cabello rojo y abriendo el texto con un elaborado ademán. Se dirigió a Remus,
—necesitamos ocho colas de rata, cortadas en finos cubitos. ¿Quieres hacer eso, o lo hago yo?

—Ehm. Yo lo haré, —respondió Remus, tomado por sorpresa.

—Bien. Yo empezaré a pesar las hojas de romero, entonces.

Trabajaron en silencio por un rato, y tal vez todo hubiera ido bien si hubieran estado sentados en
otro escritorio, pero Snape estaba cerca, detrás de ellos en todo momento, dedicándole miradas de
odio a Remus y hablando justo por encima de un murmullo,

—Por supuesto que ‘El Loco Lupin’ es bastante capaz, —le dijo a la chica con la que estaba
trabajando, —porque está completamente loco—lo he visto, dando vueltas por el castillo solo,
acechando entre las sombras. Podemos recordar que de hecho me atacó el año pasado. Es
claramente peligroso, no sé por qué Dumbledore lo permite.

Remus sintió sus orejas tornarse rojas. Se dio la vuelta, sujetando su varita,

—Di una palabra más. —gruñó. Snape lo miró de pies a cabeza, con una sonrisa burlona. Lily
agarró el brazo de Remus y los jaló de vuelta,

—Solo ignóralo, —susurró, aunque sonaba bastante molesta, —está teniendo un momento difícil
en su casa y se desquita con todo el mundo, eso es todo.

—Bien. —dijo Remus, volviendo a trabajar en las colas de rata. Con los dedos manchados de
sangre.

Una vez que prepararon los ingredientes, tocó revolver. Remus estaba empezando a llevarse
bastante bien con Lily ahora. Era paciente y no actuaba como una sábelo-todo, como James y
Sirius. Era un poco demasiado-bien-portada, pero eso le recordaba que él estaba tratando de serlo
también, así que debía acostumbrarse.

—Yo revolveré, —dijo, heroicamente — nunca se había ofrecido a hacer algo por una niña antes;
tampoco era como si hubiera tenido la oportunidad, su contacto con el otro sexo había sido muy
limitado. Se sentía muy maduro y como-James. Enrolló sus mangas y tomó la larga cuchara de
madera.

— ¡Eugh! ¡Mírenlo! —la desagradable y empalagosa voz de Snape sonó lo suficientemente fuerte
para que la mitad de la clase lo oyera. Remus levantó la mirada y descubrió que todos lo estaban
mirando. Estaban mirando sus brazos desnudos. Apresuradamente arregló su camisa para cubrir las
marcas, pero ya las había visto todo el mundo. — ¿¡Qué clase de enfermedad hace eso!?
— ¡Cállate, Severus! —Rugió Lily, — ¿¡Por qué tienes que ser tan horrible!?

—Lily, ¡solo mira!

— ¡Métete en tus propios asuntos!

La mente de Remus iba a mil por minuto. Deseó con todas sus fuerzas que la tierra se lo tragara.
Deseó poder esconderse debajo del escritorio. Deseó saber cómo aparecer. Daría lo que fuera por
lanzarle otro golpe a Snape. Los merodeadores también habían escuchado, Sirius y James
levantaron la cabeza de sus calderones,

—Oye, Snivellus, ¿Qué estás diciendo de nuestro amigo?

— ¡Oh, mantente fuera de esto, Potter! —Gruñó Lily, —Solo lo empeorarás.

— ¡Silencio, por favor! —Retumbó la voz de Slughorn, —Ya no son estudiantes de primer año,
creo que son capaces de concentrarse en la tarea que les fue dada.

Todo el mundo se quedó en silencio. Remus estaba apretando la cuchara con toda su fuerza.

—Lo siento, Remus, —susurró Lily, parecía genuinamente irritada, —Es un…oh, ¡no lo sé! Mira,
tengo estas. —extendió su mano, con cuidado de no ser vista. Remus miró hacia abajo. En su mano
sujetaba dos cosas grises y redondas, que parecían como balas o tabletas.

— ¿Qué? —preguntó,

—Me estaba molestando la semana pasada, presumiendo sobre lo bueno que es en pociones…sé
que es mezquino de mi parte, pero quería enseñarle una lección, entonces hice estas. Después tuvo
un problema con su mamá y me dio pena, así que no las usé. Pero ahora…

—Evans, —dijo Remus, exasperado, — ¿¡Qué son estas cosas!?

—Solo es algo con lo que he estado jugando en el Slung Club1 , —Lily sonrió enigmáticamente.
Remus se dio cuenta que de hecho ella era sorprendentemente bella. —Reaccionarán con su
poción. Será bastante bueno.

Él la miró, impactado,

—Pero tú eres…

— ¿Una lame-botas? ¿Nerd? ¿Bien-portada? —Su sonrisa se hizo más grande, mostrando una fila
de dientes blancos, —Algunos sabemos cómo no ser atrapados. Señor Merodeador.

Sacudió su cabeza, perplejo.

—Toma, —dijo posando las pastillas en su mano, —hazlo tú. Échalas cuando no esté mirando.
¡Oye, Potter! —gritó hacia el otro lado del salón. La cabeza de James se levantó bruscamente, sus
lentes estaban nublados por el vapor que emanaba de su caldero.

—¿Huh?

Snape también había mirado, directamente a James. Remus se movió rápido, fingiendo bostezar y
estirar sus brazos, su mano derecha alcanzó justo el calderón de Snape. Dejó caer las píldoras,
justo como Lily ordenó.

—Oh, nada, —dijo de forma dulce, para luego volver a su trabajo. Ambos Snape y James miraron
con confusión. Remus estaba impresionado.

Su admiración solo aumentó cuando ella tomó el brazo de Remus, jalándolo mientras el calderón
de Snape explotaba a sus espaldas, una magnífica masa burbujeante de color morado rebasó el
caldero, alcanzando la ropa de Severus y su compañera.

Toda la clase empezó a reír, y Snape se tornó blanco de la rabia, sus fosas nasales en llamas.

— ¡Oh, querido! —Slughorn se apresuró, —un poco emocionado con las cáscaras de escarabajo.
¿eh Severus?

— ¡No fui yo! —Dijo Snape lleno de rabia, con burbujas moradas en su cabello, — ¡Él hizo algo!
—apuntó a Remus, quien hizo una mueca, — ¡Él lo hizo!

— ¿Usted vio al señor Lupin estropear su poción?

—No, pero…

—Oh, vamos chico. — Slughorn rio, pasándole una toalla verde, —todos cometemos errores—
¡incluso tú!

Severus balbuceó incoherentemente, y Lily estaba claramente esforzándose por mantener una cara
seria, teniendo que darse vuelta eventualmente, sus hombros se sacudían histéricamente.

Después de la lección, los merodeadores se apilaron con Remus en el pasillo, saltando y


aplaudiendo.

— ¡Tú lo hiciste, cierto!

— ¡Brillante!

— ¿Cómo lo hiciste? ¡Apestas en pociones!

Remus sonrió de vuelta, sin confirmar o negar. Sobre el hombro de James, vio como Lily le regaló
una corta sonrisa, antes de apurarse hacia las escaleras.

— ¿¡No se los dije!? —Proclamó Sirius alegremente, lanzando un brazo alrededor de James y otro
alrededor de Remus, — ¡Él aún es un merodeador!

Notas:

1.- En inglés el “Slung Club” es lo que en español se tradujo como “El club de las eminencias” de
Slughorn (mencionado en Harry Potter y el príncipe mestizo), por temas de traducción (para más
adelante) y comodidad lo dejé así.
Segundo año: Horas Después

Viernes 6 de Septiembre, 1972

Una vez que rompieron el hielo, lo ahogaron con preguntas. Esa tarde, después de cenar, los cuatro
chicos se sentaron en la cama de Remus,

—¿Cuándo pasó?

— ¿¡Dumbledore sabe!?

— ¿Alguna vez has, ya sabes, atacado a alguien?

— ¿Cómo se siente?

— ¿¡A dónde vas cuando sucede!?

Remus mordió su labio inferior. Nunca había hablado de su condición, nunca le había dicho a
nadie — a excepción de su conversación con Madam Pomfrey el año pasado. Ninguno de los
muggles con los que había crecido le hubieran creído, y él había llegado a creer que los magos
huirían de él.

—Eh… —trató de resolver donde empezar, —tenía cinco años, cuando pasó. No recuerdo
realmente mucho antes de eso. Seh, Dumbledore sabe. No creo que he herido a nadie. Creo que
probablemente lo sabría.

—Entonces cuando te transformas, ¿No puedes recordar cómo es? —Preguntó Sirius
entusiasmado, — ¿Ser un lobo?

—Eh… ¿no realmente? —Remus trató de recordar, —tal vez puedo recordar sentimientos, pero
creo que no tengo un cerebro humano cuando estoy así. Es más como un sueño muy malo.

—Siempre creí que los hombres lobo eran más… —Peter lo miró pensativo, —no lo sé,
¿aterradores?

Remus se encogió de hombros.

— ¿Entonces eso fue lo que pasó con tu papá? —Sirius preguntó abruptamente, — ¿Lo mató el
hombre lobo que te mordió?

Remus se estremeció. No por su padre, sino porque no estaba acostumbrado a escuchar las palabras
‘hombre lobo’ tan a menudo. Él nunca las pronunciaba.

—No, —respondió, —mi papá, él…uh…bueno, él se mató. Después que me mordieron, entonces
supongo que fue por mí. Mi madre—ya saben, es una muggle, creo que fue demasiado para ella,
entonces me envió a St Edmunds.

Hubo un incómodo silencio.

— ¿Alguna vez has conocido— empezó a decir Sirius, pero James le dio una mirada penetrante,

—Eso es suficiente, Black, déjalo tranquilo.

Eventualmente se separaron para iniciar sus deberes, y James fue a correr por los terrenos antes que
se oscureciera. Las pruebas para quidditch se acercaban y se estaba volviendo cada vez más
obsesionado con su estado físico y resistencia día tras día. Trató de convencer a Peter y Sirius de
acompañarlo, pero le rogaron que no.

—Maldito torturador, —murmuró Peter, cuando se fue. —Le dije que ni siquiera quiero entrar en
el equipo.

—Yo creo que lo intentaré, —dijo Sirius, de forma casual, —necesitan un bateador, de todas
formas.

Los deberes fueron puestos a un lado en favor de un particularmente agresivo juego de snap
explosivo entre los tres, con un disco reproduciéndose de fondo — Los Beatles, porque Peter rogó
por una pausa de Bowie.

Más tarde, después de que apagaron las luces, Remus se sentó a leer un libro que Sirius le había
prestado. Era un escrito muggle — ciencia ficción. Había visto un par de películas como esa en el
cine local en St Edmunds, pero no sabía que había libros también. Justo se estaba poniendo
emocionante cuando escuchó el crujir en las tarimas que indicaba que Sirius le estaba haciendo una
visita a James. Escuchó las cortinas moverse, y un bajo susurro, antes de un súbito vacío de sonido
que significaba que alguien había conjurado un hechizo silenciador.

Remus lo ignoró, acurrucándose en su cobertor y enfocándose en su libro. Fueron por lo menos


veinte minutos después que escuchó el hechizo silenciador ser retirado — era como si hubiera
estado sordo en un oído y de la nada podía volver a escuchar. Escuchó las cortinas moverse de
nuevo, y como Sirius avanzaba con pasos suaves atravesando la habitación.

Esta vez, sin embargo, sus pisadas se acercaron, y para la sorpresa de Remus, las propias cortinas
de su cama se abrieron. La cara larga y pálida de Sirius se asomó.

—Hola, —susurró.

—Hola…— respondió Remus, — ¿Qué pasa?

—Vi la luz de tu varita, —señaló con la cabeza, — ¿Puedo pasar?

—Emm… ¿ok?

Sirius sonrió y se deslizó dentro fácilmente, arrodillándose en la cama frente a Remus, quien dobló
sus piernas atrayéndolas a su pecho, dejando el libro de lado.

—Sonoro Quiescis, —susurró Sirius, conjurando el hechizo a prueba de sonido así no molestarían
a los otros. — ¿Cómo está el libro? —miró el escrito descansando en la almohada al lado de
Remus.

—Bueno, —respondió Remus, evasivamente. — ¿Qué pasa? —repitió.

—Estaba hablando con James. —Dijo instalándose, sentándose con las piernas cruzadas, —Cree
que te molesté, haciendo preguntas sobre tu papá.

—Oh, —Remus ladeó su cabeza, sorprendido, —No, estoy bien. No me molesta; ya estoy
acostumbrado.

—Eso fue lo que le dije a James.

—Bien.
Sirius no se fue, solo siguió mirando a Remus. Estaba haciéndolo sentir incómodo, solo estaba
vistiendo su delgada camiseta para dormir, que dejaba a la vista un gran número de marcas rojas y
plateadas cruzando sus brazos y hombros. Sirius lo observó abiertamente.

— ¿Cómo te hiciste tus cicatrices? —preguntó, tranquilamente. Remus frunció el ceño, tirando del
cobertor hasta su cuello.

— ¿¡Cómo te hiciste las tuyas!? —escupió. Instantáneamente se arrepintió; Sirius dejó de mirar su
piel y retrocedió, con sus ojos llenos de dolor y sorpresa.

—Yo…de mis padres. La maldición Lacero, es como nos disciplinan. —dijo, su voz sonaba un
poco robótica.

—Lo siento, —Remus dejó caer el cobertor. Suspiró, extendiendo sus brazos para que Sirius
pudiera echarles un mejor vistazo, —me las hago, cuando yo…cuando cambio, ¿ves? —bajó su
camisón y se torció levemente dejando al descubierto su hombro donde habían tres largas marcas
de garras.

—Wow, —Sirius exhaló, de nuevo de rodillas, inclinándose con su varita iluminada para tener un
mejor vistazo. — ¿Por qué lo haces?

—No lo sé, no soy yo exactamente. Madam Pomfrey cree que es frustración—porque está en mi
naturaleza atacar a las personas y no tengo a nadie que atacar.

— ¿A dónde vas?

—Está esta casa vieja…McGonagall y Pomfrey me llevan todos los meses, hay un pasaje debajo
del Sauce Boxeador.

— ¿¡McGonagall te observa!?

— ¡No! Es muy peligroso. Creo que usa unos hechizos para mantenerme encerrado.

—Suena horrible.

Remus se encogió de hombros,

—Nah, no es tan malo como en St Eddys, allí tienen una celda para mí, con una puerta de plata.
Cuando llegué por primera vez —Matrona cree que era muy pequeño para recordar, pero me
metían en una jaula.

Sirius levantó la mirada bruscamente,

— ¡Eso es desagradable!

—No lo sé, —Remus estaba sorprendido por su reacción, —era para mantener a todo el resto a
salvo. Y debí haber sido solo del tamaño de un cachorro.

—Lobato, —le interrumpió Sirius-

— ¿Huh?

—Un lobo bebé es un lobato. Los perros son cachorros.

—Oh.
— ¿Entonces, en que parte te mordieron? —Sirius había pasado de la preocupación a la curiosidad
una vez más.

—Oh, em, aquí. —Remus presionó suavemente su costado izquierdo, justo arriba de su cadera.
Sirius lo miró expectante. Remus suspiró de nuevo, — ¿Quieres ver?

Sirius asintió, entusiasmado, inclinándose de nuevo mientras Remus levantaba la orilla de su


camisón. Apenas notaba la marca de la mordida ahora, aunque resaltaba mucho, igual que siempre.
Era una enorme cicatriz, evidencia de una increíblemente grande mandíbula. Se podía contar cada
diente, si es que se deseaba; los profundos hoyuelos se fundían con la suave piel de Remus. Sirius
se acercó mucho ahora, entonces Remus tuvo que retroceder para evitar que sus cabezas chocaran.

—Oh wow… —exhaló, perdido en su observación, como alguien que ha desenterrado un gran
tesoro arqueológico.

Remus sintió el largo cabello de Sirius frotarse en su piel, y la calidez de su respiración, y lo


empujó rápidamente,

—Dios, Black, eres tan raro.

Sirius solo sonrió, esa sonrisa burlona de Sirius Black

***

Viernes 13 de Octubre, 1972

—Entonces, ¿Qué hacemos aquí exactamente? —susurró James, sonando entretenido.

— ¿Y por qué tuvimos que traer la estúpida capa? —Dijo Sirius, sonando ligeramente amortiguado
bajo la tela, —Faltan horas antes del toque de queda.

—Tengo calor, —se quejó Peter.

—Cállense, todos. —Comandó Remus, —estoy tratando de concentrarme.

—Concentrarte en qu—¡auch!

Remus lo pateó en la pantorrilla.

—Dije que se callaran.

—Jodido odioso, —murmuró Sirius — pero se quedó callado después.

Remus olfateó. Definitivamente olía a chocolate. Todo el corredor — solo un leve olor cuando se
daba la vuelta en la esquina, pero más rico y dulce mientras avanzabas hacia la estatua cerca del
medio. El olor había vuelto loco a Remus por semanas — desde que lo había notado por primera
vez el periodo anterior. Tenía algo que ver con la estatua — una bruja con la espalda encorvada y
un parche en el ojo. Era un retrato horrible, deseó que el artista haya sido particularmente cruel, y
que la pobre mujer realmente no lucía así.

— ¿No has traído hasta aquí para conocer a tu nueva novia, Lupin? —preguntó James, haciendo
una mueca burlona mientras Remus seguía observando la bruja de un solo ojo.

— ¿Por qué sigues respirando así? — Gimoteó Sirius, —no quiero que estemos así de cerca si es
que estas resfriado.
— ¿Ninguno de ustedes puede oler eso?

— ¿Oler qué cosa?

—…chocolate. Definitivamente chocolate.

— ¿Chocolate? ¿Dónde? — Peter repentinamente se animó.

—No puedo oler nada, —dijo Sirius.

—Yo tampoco, —dijo James.

—Viene de la estatua, —Remus continuó, sin ser perturbado por las burlas de sus amigos. Se
acercó para tocar la piedra cuidadosamente sobre la capa.

— ¿Qué? ¿Crees que la joroba de la vieja está llena de dulces o algo? —Sirius empezaba a sonar
aburrido e irritable. Esto molestaba un poco a Remus, a veces. Él y Peter eran arrastrados a todo
tipo de ‘misiones’ estúpidas por los otros dos, pero si él y James no estaban a cargo, entonces
Sirius siempre se interponía.

—No. —Dijo Remus, —creo que este es uno de los pasadizos secretos de ese libro tuyo.

— ¿¡En serio!? —ahora Sirius estaba prestando atención. — ¿Realmente puedes oler chocolate?
¿Es acaso alguna…cosa especial que puedes hacer?

—Seh.

—No lleva a las cocinas, —dijo Peter, con sabiduría, —están en el primer piso, un Hufflepuff me
dijo.

—¿Cómo entramos?

— ¿Contraseña? —Sugirió James, —como la sala común.

— ¡Scallywag! —gritó Peter, impaciente. Nada pasó.

—No me me refería a que fuera la misma contraseña, Peter. —dijo James. Estaba siendo amable,
pero Sirius y Remus ya estaban muertos de la risa.

— ¿Qué tal Alohomora? —sugirió Sirius, recuperándose. Remus lo intentó, pero no pasó nada.

—Eso es para cerraduras, de todas formas, —dijo James, — ¿No hay algo para revelar entradas
ocultas?

— ¡Oh seh! —Sirius asintió, emocionándose, —Sí es…umm… ¡Dissendium! —tocó la espalda de
la bruja con su varita.

Inmediatamente, la joroba se abrió, deslizándose, dejando un espacio suficientemente grande para


que cayeran todos dentro, uno a la vez. El olor a chocolate se hizo cada vez más fuerte, y ahora
Remus podía oler tierra, aire fresco y a otras personas.

No perdieron tiempo y entraron, la joroba se cerró detrás de ellos.

— ¡Lumos! —dijeron todos al unísono, quitándose la capa. James la dobló y la llevó bajo su brazo,
inmediatamente asumiendo el mando.
—Vamos entonces, —dijo, sujetando la varita delante de él, alumbrando el oscuro pasaje, —
¡Vamos!

Todos lo siguieron. A Remus no le molestaba — ya había hecho su parte.

Era un largo camino, bajo una línea de frías escaleras de piedra, a través de un húmedo túnel de
tierra. Pero la esencia se hizo más fuerte, y cuando finalmente alcanzaron el final, había otra
escalerilla, conduciendo a una trampilla de madera. Se miraron y silenciosamente acordaron que
James debería ir primero. Observaron cómo ascendió, empujó para abrir la puerta y asomó su
cabeza. Remus sintió que todos estaban aguantando la respiración, mientras el torso de James
desaparecía hacia lo desconocido.

— ¡No lo creo! —Rio arriba de ellos, — ¡Tienen que ver esto! —se arrastró hacia arriba,
desapareciendo completamente. Sirius se escabulló detrás de él, sin querer perderse nada. Remus
fue el siguiente, pero Peter vaciló detrás de ellos.

— ¿Dónde estamos? —preguntó Sirius, mirando a su alrededor la habitación oscura. Estaban


rodeados por cajas cuidadosamente apiladas. El olor de repostería ahora era sobrecogedor.

— ¡Creo que estamos en Hogsmade! —Dijo James, emocionado, — ¡Esta es la despensa de


Honeydukes!

— ¿La tienda de dulces? —preguntó Remus, pensó que era bastante redundante a este punto. Sirius
había abierto una caja que parecía contener por lo menos quinientas cajas de ranas de chocolate.

Remus había oído todo sobre Hogsmeade de los otros chicos — todos la habían visitado en sus
vacaciones familiares; era una de las pocas aldeas completamente mágicas en Gran Bretaña.
Estudiantes mayores tenían permitido visitar en sus fines de semana, y a menudo traían bolsas
abultadas con dulces de Honeydukes. Estando de pie en la bodega en ese preciso instante Remus
no se pudo haber sentido más feliz con los resultados de su misión.

Finalmente convencieron a Peter para que subiera, y pasaron una buena hora explorando la tienda,
maravillados por su propio ingenio. Cogieron un poco de todo, Remus dirigiéndolos, como era el
único con algún tipo de experiencia hurtando. James pensó que Remus no lo había visto deslizar
una bolsa de sickles y galeones de entre sus túnicas y dejarla en el mostrador cuando se iban.

Los merodeadores volvieron a la sala común de Gryffindor con sus bolsillos llenos y con sonrisas
enormes en sus caras. Un prefecto quitó puntos porque llegaron un poco pasado el toque de queda,
pero no les pudo haber importado menos. Cuando estuvieron todos acostados en sus camas horas
más tarde, pretendiendo no tener dolor de estómago, Sirius dijo,

—Eso definitivamente va a ir en el mapa.


Segundo año: Quidditch
Chapter Summary

Remus pasa por muchas emociones.

—Ya he tenido suficiente. —dijo Peter, sombríamente. Remus suspiró, a su lado. Sabía lo que
sentía, pero no tenía sentido quejarse sobre eso ahora. — ¡De verdad! —Peter reiteró, con su voz
ligeramente más aguda, mientras buscaba la mirada de Remus por validación.

—Sí, lo sé. —Respondió Remus, intentando aplacarlo.

—No han arrastrado a todo tipo de cosas, han conseguido que nos castiguen – y nunca me quejo.

—Bueno. Un poco, sí. — Remus arqueó una ceja. Peter asintió,

—Ok, sí me quejo a veces, pero siempre hago lo que James dice. Y Sirius, aún cuando él es
horrible conmigo.

—Sirius es horrible con todo el mundo. —dijo Remus, agobiado.

—Bueno ahora definitivamente he tenido suficiente. —continuó Peter. —Han ido muy lejos.

—Solo los estamos apoyando, —Remus bostezó, apoyándose en las gradas de madera, —Pensé
que te gustaba apoyarlos.

—No- —Peter hizo una mueca, —a las cinco de la mañana.

Remus estaba inclinado a estar de acuerdo, aunque no iba a quejarse. Por lo menos a Peter le
gustaba el quidditch. Miraron la pista tranquila, el pasto grueso y verde debajo del velo
transparente de la niebla mañanera. Probablemente James y Sirius aún estaban en los vestidores
con el resto de los aspirantes al equipo de quidditch de Gryffindor. Remus y Peter estaban
acurrucados en las gradas, envueltos en sus bufandas y sombreros, esperando que empezaran las
pruebas.

Habían estado allí por lo menos por una hora — demasiado temprano incluso para ir a desayunar,
debido a que James quería practicar antes. Pudieron haber dicho que no, y en vez de eso dormir,
dejando a los dos chicos adelantarse si querían. Pero Peter estaba en lo correcto; siempre hacían lo
que James decía, él solo era muy bueno convenciéndolos. Remus volvió a bostezar.

—Oh, hola Remus, —Lily subió las escaleras, sonriéndoles cansada, —Hola Peter.

—Buenos días. —Remus saludó de vuelta inclinando la cabeza.

—‘la, Lily, —Peter bostezó.

—Hace frío, ¡cierto! ¿Están aquí para ver las pruebas de quidditch?

—Sep.

—Debí haber sabido que James lo intentaría. —dijo Lily, fastidiada. El fanatismo de James por el
quidditch no se limitaba solo a la habitación de los merodeadores; todos los que lo conocían sabían
lo aficionado que era.

—Sirius también. —dijo Remus.

—Bueno, nunca está uno sin el otro. —respondió Lily remilgadamente.

— ¿A quién vinieron a ver? —preguntó Peter.

—Marlene, —Lily apuntó al otro lado de la pista, donde el equipo de quidditch de Gryffindor y sus
nuevos aspirantes estaban reunidos junto a un poste de goles. Remus solo pudo distinguir a
Marlene McKinnon por su coleta rubia platinada. —Va por el puesto de bateador.

—Esa es la posición de Siri- —Peter empezó, pero Remus lo golpeó rápidamente en la pierna.

Lily movió su mirada hacia ellos, confundida, pero optó por cambiar el tema.

—Remus, ¿puedes revisar la poción de ‘sueño placentero’ a la noche? Realmente estoy detrás en
astronomía y quería hablarle al Profesor Aster.

—No puedo, —respondió Remus, apoyándose en sus codos, —estamos castigados.

—Oh. ¿Por qué?

—Levitar todas las sillas y mesas del salón de Defensa Contra las Artes Oscuras. —respondió
Peter.

— ¿En serio? —Lily los miró sorprendida, —no escuché sobre eso.

—Aún no lo hacemos, —dijo Remus, —lo haremos más tarde, mientras todos están almorzando.
Pero creo que se darán cuenta que fuimos nosotros y nos castigarán de todas formas.

Lily hizo un gesto de desaprobación,

— ¿Qué te dije de ser atrapado, Lupin? —sonrió implícitamente.

Remus se encogió de hombros, regalándole una pequeña sonrisa de vuelta. Lily realmente no era
tan mala. Tenía este don que tenían todas las niñas que te hacían sentir estúpido, pero por lo menos
ella tenía sentido del humor frente a eso. Era particularmente placentero verla sin Snape, quien
usualmente acechaba a su alrededor como un vampiro, apestando a oscuridad y desaprobación.

Finalmente había movimiento en la pista de quidditch mientras todos los aspirantes eran puestos a
prueba. James no dejaba de impresionar; estaba en su mejor forma ese día. Se abalanzó y se lanzó
en picada terminando con una vuelta en medio del aire como si no fuera nada — como si estuviera
nadando, en vez de volar. Remus escuchó a Lily inhalar bruscamente mientras veía como James
intentaba hacer una vuelta particularmente peligrosa.

— ¿Tiene que presumir así? —Dijo, nerviosa, —Va a matarse.

—No, —dijo Peter, —nos conocemos desde que tenemos cinco años y nunca se ha caído de una
escoba. Ni siquiera una vez.

—No es de extrañar que se crea intocable. —murmuró Lily.

El resto de los aspirantes a cazadores tomaron sus turnos, pero era obvio que James sería la mejor
elección. Después venían los bateadores — Sirius, Marlene y una ruda chica de quinto año
congregaron sus bates y alzaron el vuelo junto con seis bludgers. Fue horrible de presenciar; los
nervios de Remus estaban al borde mientras las brutales bolas de cañón rojas se disparaban a los
cuerpos de sus compañeros. Sirius hábilmente evadió las bludgers y golpeó algunas fuera se su
camino, pero Marlene era imparable. Voló dando vueltas alrededor de la competencia,
columpiando su bate con una precisión maquinal y enviando todas las bludgers volando al otro
lado de la pista.

—Maldita sea. —Exclamó Peter, —no sabía que Marlene tenía esa destreza.

—Su hermano juega para los Cannons, —explicó Lily, mirando presumidamente en favor de
Marlene. —Ha estado entrenando con él todo el verano.

—Sirius también, —dijo Peter defendiendo a su amigo, olvidando todos los previos desaires, —él
y James practicaban constantemente, ¿o no, Remus?

Remus no respondió, no para recordarle a Peter que no había pasado el verano con ellos. Estaba
muy ocupado avergonzándose por Sirius, y deseando que Marlene McKinnon no tuviera que ser
tan jodidamente buena golpeando bludgers — o al menos, deseando que hubieran dos posiciones
abiertas para bateadores. No estaba seguro de por qué le importaba tanto — odiaba el quidditch, y
si ambos Sirius y James entraban al equipo significaría aún más tiempo congelándose en las
gradas. Y además, por mucho tiempo había querido que Sirius fallara en algo, para probar que no
era absolutamente perfecto en todo sentido.

Pero ahora que se le presentaba la oportunidad, Remus se sintió culpable por pensar en eso. Sirius
estaba cayendo en picada.

— ¡Ahí vienen! —Lily dio un salto y bajó los escalones para encontrarse con su amiga. Remus y
Peter la siguieron lentamente,

— ¡Entré! —Marlene estaba sonriendo, su cara roja de satisfacción. Ella y Lily se abrazaron.

James se veía increíblemente complacido con si mismo también, su cabello se movía salvajemente
por el viento, sus lentes levemente torcidos. Aún así, no estaba sonriendo tanto como Marlene,
obviamente tratando de controlar su emoción por el bien de Sirius. La cara de Sirius era fulminante
— Peter, de hecho, dio un paso atrás cuando lo vio.

—Seh, bien hecho McKinnon. —dijo Sirius, bruscamente, mirando hacia abajo.

—Gracias…eh…tú también estuviste muy bien Sirius. —dijo nerviosa. El gruñó, aún sin levantar
la mirada.

James lo miró ladeando la cabeza y les hizo una mueca de excusa a las chicas. Extendió su mano a
Marlene.

— ¿Nos vemos la próxima semana para la primera practica?

— ¡Sí, genial! —Sonrió alegre, — ¡Nos vemos, Potter!

Las chicas caminaron de vuelta al castillo, sujetas del brazo, conversando emocionadas.

—Sirius, amigo, no es el fin del mundo. —James se dio la vuelta hacia su amigo, mirándolo
preocupado.

—Lo sé. —Sirius pateó el césped.


—Pudiste haber entrado al equipo de reserva si querías, Singh te lo ofreció.

—Lo sé. No quiero estar en la banca.

— ¿Deberíamos desayunar? —James suspiró finalmente, mirando a los otros en busca de apoyo.
Peter asintió entusiasmado.

Remus no podía evitar sentirse un poco molesto. Esto era sobre todo lo que Potter había hablado
desde que entró a Hogwarts, y Sirius ni siquiera había tenido la decencia de sentirse bien por su
mejor amigo.

—Bien hecho, James, —dijo Remus, mirando intencionalmente a Sirius mientras lo decía, —
estuviste increíble, felicidades.

—Gracias Lupin, —James sonrió. Sus ojos brillaban levemente cuando sonreía, y su cara se
iluminaba — como si ese fuera su estado natural.

—Sí, —dijo Peter, golpeándolo en el brazo, —Bien hecho, Potter.

— ¡Gracias!

Caminaron de vuelta al castillo, en silencio. Sirius aún no había dicho nada, y estaba caminando un
par de pasos por delante de los demás. James trotó para alcanzarlo,

—Aún puedes intentarlo el próximo año, Ardal se habrá ido para entonces, me dijo que lo iba a
dejar para concentrarse en sus ÉXTASIS.

—No me importa, está bien. —respondió Sirius, quitando su mano de encima. Caminó aún más
rápido, tratando de perderlos, con la escoba bajo su brazo. James intentó alcanzarlo de nuevo, pero
Remus lo agarró del brazo,

—Déjalo. —Dijo, enojado, —Déjalo, solo quiere comportarse como un idiota malhumorado sobre
el tema.

Sirius no los acompañó a desayunar, tampoco estaba en la sala común después. James fue asaltado
por la mayoría de los otros Gryffindors, que habían oído que iba a ser el nuevo cazador del equipo.
Una pandilla de estudiantes de cuarto año se acercó para hablar de estrategia, y Peter fue también,
mendigando la gloria de su amigo. Eso nunca le importaba a James; siempre tenía suficiente
atención para compartir.

Remus que no era fanático de ser el centro de atención, tomó la oportunidad para buscar a Sirius.
No estaba en el dormitorio, como era de esperarse — claramente Black quería lloriquear en algún
lugar en privado. Pero Remus escribió el libro de escondites, y no pasó mucho antes de
encontrarlo, acurrucado en un enclave escondido detrás de un tapete representando la cacería de un
unicornio.

—Vete, Lupin. — dijo Sirius, frunciendo el ceño y dándole la espalda, con sus brazos alrededor de
sus rodillas. Su voz era gruesa, como si hubiera estado llorando, aunque su cara estaba seca. —No
puedes animarme, ok.

Remus puso sus ojos en blanco, trepando dentro del enclave junto a él, obligándolo a moverse,

—Muévete, —dijo firmemente, —no estoy aquí para animarte, imbécil.

— ¿Qué?
— ¿Qué haces aquí lloriqueando? Tu mejor amigo acaba de cumplir todos sus sueños, anda y sé
buen perdedor.

Sirius hizo un ruido de indignación, aun tratando de alejarse de Remus, aunque no quedaba mucho
espacio ahora.

—No lo entenderías.

—Supongo que no, —confirmó Remus, calmado. —pero lo que sí entiendo es que James
realmente, realmente quería ser un cazador, practicó mucho para eso, y lo logró. Y Marlene
realmente quería ser una bateadora, y también se esforzó mucho—Evans nos dijo. Entonces lo
consiguió. Ella solo era mejor que tú.

— ¡Jódete! —Sirius lo empujó, pero Remus estaba acostumbrado a ser empujado, y le gustara a
Sirius o no, Remus era más fuerte.

— ¡Ni siquiera te importaba tanto! —Continuó, empujándolo de vuelta, —No tanto como Potter.
Solo hiciste la prueba porque él la iba a hacer, pero no tienen que ser siempre iguales. Aun así lo
venciste en Transformaciones. Aun así tuviste las mejores notas en el año. Le agradas a todo el
mundo. Bueno, excepto a los Slytherins em…y tal vez a tu familia, pero a quien le importa. La
familia de Peter no lo quiere tampoco.

Sirius dejó salir una risa débil, a pesar de todo,

—Entonces deja de actuar como un mocoso, y anda a decir, bien hecho.

—Bien.

—Bien.

Ambos saltaron del borde, empujando el tapiz de su camino. Los bordados de los caballeros
sacudieron sus puños hacia los chicos por interrumpir su persecución del unicornio plateado, que
lloriqueaba y galopaba dentro del denso bosquecillo de árboles tejidos.

Caminaron de vuelta a la sala común. Sirius metió sus manos en sus bolsillos.

— ¿Ya desayunaron? —preguntó malhumorado.

—Sip. —respondió Remus. —De hecho, James te guardó tostadas.

—Es un buen amigo. —Sonrió Sirius.

—Seh, —dijo Remus, —lo es.

Se quedaron en silencio otro rato. Justo antes de alcanzar el retrato de la mujer gorda, Sirius miró a
Remus. Sus ojos estaban levemente rojos, pero además de eso parecía estar completamente normal.

—Yo no trato de copiarle a James.

—No dije que lo hicieras. —dijo Remus. —Pero compiten.

Sirius pareció reconocer esto. Lo miró de nuevo.

—Y no me interesa lo que mi familia piense. —dijo esto de forma tan ferozmente que sus ojos
brillaron, reluciendo levemente, y Remus estaba preocupado de que empezara a llorar de nuevo.
Alcanzó el hombro de Sirius, con cautela, como cuando intentas calmar un perro gruñendo.
—Lo sé, amigo. —Dijo, suavemente. —Lo sé.
Segundo año: Un compromiso de cumpleaños
Chapter Summary

Sirius cumple trece años

Chapter Notes

Advertencia: lenguaje/actitudes homofóbicas


Más notas al final del capítulo.

Viernes 3 de Noviembre, 1972

El decimotercer cumpleaños de Sirius no cayó en una luna llena, como pasó con su doceavo
cumpleaños. Nunca le contó a los otros sobre la charla que había tenido con Remus — no hasta
donde Remus sabía, de todas formas — pero actuaba ligeramente diferente alrededor de sus
amigos. Mientras que antes había tratado a Remus como un proyecto personal; impresionado cada
vez que Lupin exhibía una idea independiente; Sirius por lo menos ahora parecía desarrollar un
poco de sensibilidad hacia los dos merodeadores secundarios.

El tema del quidditch todavía era un tema doloroso, así que en la mañana de su segundo
cumpleaños en Hogwarts James tuvo el tacto suficiente para no sugerir una sesión de vuelo
después de almuerzo.

El desayuno empezó con una ronda de ‘feliz cumpleaños’ con lo más fuerte que dieran sus voces,
ahora se había convertido en una tradición para los merodeadores. Los Potters le enviaron a Sirius
una enorme canasta con chocolates, mientras que James había ordenado la mitad del catálogo de
Zonko como regalo. Remus estaba un poco avergonzado de entregarle sus propios regalos —
algunas copias viejas de Melody Maker1 y NME2 que había robado en el verano — pero Sirius
estaba emocionado; uno de ellas tenía una entrevista a Marc Bolan. Pasaron la mayor parte del
desayuno dando vuelta a las páginas; los tres mago sangre-pura riéndose de las estáticas fotografías
muggles.

Remus seguía dándole miradas furtivas a Sirius, preguntándose si se veía algo diferente ahora que
era un adolescente. Remus había querido cumplir trece años desde hace tiempo; parecía una gran
edad, un tanto madura e imponente. Sabía que era tonto pensar que se podía empapar a alguien con
algún tipo de nueva sabiduría de la noche a la mañana, pero seguramente era un hito importante, de
cualquier forma. Sirius estaba definitivamente percibiéndose de una forma diferente; Remus estaba
seguro.

Desafortunadamente, la despreocupada mañana terminó ahí. Cuando terminaron su comida y se


estaban preparando para ir a su primera lección (Historia de la Magia) su camino fue bloqueado.

—Sirius. —dijo una voz severa.

Narcissa Black estaba de pie frente a ellos. A sus quince años era más alta que los cuatro
merodeadores. Era una chica bastante atractiva, Remus pensó; con una cara larga y delicada. No
tenía la mirada demente de su hermana, y se había teñido y alisado su largo cabello, de forma que
caía como una hermosa cortina platinada, que brillaba cuando le daba la luz.

Estaba de pie frente a ellos con los brazos cruzados, Regulus escondido a su lado.

—Cissy. —Sirius la saludó moviendo la cabeza. Ella resopló, pero no lo castigó.

—Es tu cumpleaños. —dijo.

—Bueno, estaba enterado.

Puso los ojos en blanco. Parecía que no tenía el mismo temperamento de su hermana, tampoco, por
lo que Remus estaba agradecido.

—Vendrás a comer con nosotros esta tarde.

—Ven, siéntate en la mesa de Gryffindor, solo si tienes que hacerlo.

—No. —Sus ojos grises se entrecerraron, —tu madre nos dio instrucciones estrictas. Comeremos
en privado, en la sala común de Slytherin, como el año pasado.

— ¡No! —Sirius perdió su nueva madurez y repentinamente parecía mucho un niño, prácticamente
estampando su pie, —quiero comer con mis amigos.

—Puedes comer con ellos cuando quieras. —escupió Narcissa, con sus manos en las caderas ahora.
—Los cumpleaños son una ocasión familiar.

Regulus miraba a sus pies, aún escondido detrás de su prima. Sirius estaba todavía molesto, pero
finalmente accedió a su invitación. James puso una mano en su hombro; un gesto inofensivo, pero
Regulus lo miró con atención, como si estuvieran haciendo algo incorrecto.

Una vez que quedaron de acuerdo para cenar, los dos Slytherin Blacks se fueron, y los
merodeadores los quedaron mirando. James miró a Sirius,

—Mala suerte, — compadeció, — ¿Quieres saltar clases?

—Nah, —Sirius sacudió su cabeza, —solo llevaré unas bombas apestosas conmigo para la cena.

— ¡Veremos si el hechizo temporizador de bombas funciona!

—Perfecto.

***

Sirius estuvo fuera por un buen rato después de la cena. James daba vueltas por el dormitorio,
revisando su reloj a cada minuto y preguntándose en voz alta si es que debía ir a pararse fuera de
las mazmorras y gritar.

—Necesitamos trabajar en tu mapa de nuevo, Lupin, —dijo, pasando sus manos por su
(catastróficamente desordenado) cabello, —Etiquetar a todos, así sabremos donde están en todo
momento.

—Aún nos falta mucho para eso, —respondió desde su cama, donde estaba leyendo un libro. —
Aún no he dibujado toda el ala este. Puedo hacerlo en Navidad
—No, —James se detuvo, todavía en medio de la habitación, —tú y Black van a venir conmigo
para Navidad.

Remus lo miró fijamente y tragó saliva incómodo,

—James, no puedo, sabes que no puedo.

James hizo un ademan con la mano, reanudando su paso.

—Lo sortearé todo con mi papá, no te preocupes. La luna llena cae el duodécimo, lo revisé.
Podemos quedarnos aquí e irnos el veintiuno.

Remus estaba sin palabras, pero eso no importó. James decidió rápidamente ponerse su capa y salir
en busca de Sirius. Peter, como era de esperarse, lo siguió, pero Remus estaba disfrutando de su
libro así que los dejó ir. Se recostó en su cama, y pensó sobre poner un disco. James y Peter habían
pedido banear a Bowie hasta el final del año, pero si no estaban en la habitación…

Al principio del año Remus se había dejado llevar tanto por la emoción de Sirius que no le había
dicho que sabía todo de Ziggy Stardust — de hecho, todos en el mundo muggle, o casi todos,
habían estado hablando el verano completo sobre él.

A mediados de Julio, Remus se había sentado en la sala de recreo después del té con algunos de los
chicos mayores para ver Top of the Pops3 . La TV era todavía en blanco y negro, pero Remus tenía
la sensación que estaba viendo la presentación a color. David Bowie era como ningún otro que
haya visto. Todos se sentaron mirando boquiabiertos mientras el hombre delgado, con aspecto de
alien se lanzaba al otro lado del escenario vestido con un leotardo. Era pálido como la nieve, su
cabello era largo atrás, y se levantaba salvajemente arriba, sus ojos eran llamativos; una pupila más
grande que la otra — llevaba maquillaje. Remus alguna vez quiso conocerlo y ser como él. Cuando
David apoyó su brazo alrededor del alto y rubio guitarrista, el estómago de Remus dio un peculiar
tipo de vuelco, mientras los dos hombres cantaban en el mismo micrófono, sus mejillas
presionándose cerca una contra otra, uno de los trabajadores de St Edmunds había entrado al salón
y apagó la televisión. Sucios maricones, había dicho, asquerosos, poniendo ese tipo de basura en
la tele cuando los niños pueden verlo.

Remus pensó sobre eso más de lo que hubiera querido admitir.

Cuando los otros chicos volvieron, fue con un muy pálido Sirius. Se veía peor de lo que usualmente
lucía después de un encuentro con su familia; cohibido y extremadamente deprimido. Incluso sus
ojos carecían de brillo, tornándose en un gris insípido.

— ¿Qué pasó? —Remus se puso de pie, preocupado.

—Es terrible. —dijo Sirius. —Realmente terrible. Vil. La peor, más impensable… Terrible. —se
lanzó a su cama, boca abajo.

—Ha estado así desde que lo encontramos en las mazmorras, —explicó James, —No ha dicho más
que adjetivos.

—Adjetivos superlativos. —corrigió Sirius, su voz ahogada ligeramente por su almohada.

—Seh, seh, estás siendo dramático, —James suspiró. Pasó sus dedos por su cabello. Quedaría calvo
antes de los treinta, pensó Remus. — ¿¡Quieres decirnos por qué!?

Sirius se giró en su espalda, mirando hacia el toldo encima de su cama.


—Me voy a casar.

— ¿¡Qué!? — James y Peter se veían igual de shockeados que Remus, entonces por lo menos supo
que no era una cosa de magos.

—Narcissa me dijo. —Asintió, todavía mirando vacíamente hacia arriba, —Usualmente no me


emparejarían hasta tener edad, como con Bellatrix, pero Cissy dijo que han decidido reafirmar su
dominio sobre mí.

— ¿¡Emparejar!? — James sonó asombrado, — ¿Los Blacks aún no siguen arreglando


matrimonios, seguramente?

—Por supuesto que lo hacemos. —Sirius exhaló pesadamente, —La Noble y más antigua, etcétera,
etcétera… Ellos quieren dejar la ceremonia de depose para el siguiente verano. Se supone que
tengo que ‘ordenar mis ideas’ a tiempo para entonces. Luego la boda ocurrirá tan pronto como
termine Hogwarts. Dudo que ustedes sean invitados.

— ¡Eso es demente! ¡Es medieval! Es…

—Mi madre. —terminó Sirius.

—Ehm, —Remus se sintió impertinente, pero su curiosidad estaba tomando poder de él, — ¿Con
quién se supone que te vas a casar?

Sirius se sentó.

—Esa es la vuelta en la cola del dragón, ¿no? —Dijo furioso, —Esa es la pièce de résistance de mi
madre, —pronunció hermosamente el acento francés. Incluso en sus peores momentos Sirius Black
podía enunciarlo.

— ¿¡Quién!?

—Cissy.

— ¿¡Qué!?

— ¿¡Narcissa!?

— ¿¡Tu prima!?

— ¿¡Narcissa Black!?

Sirius asintió. Sus hombros pesaban. La renegada mirada volvió a su rostro y se acostó.

—Aparentemente están buscando dominarla también. Andrómeda—su hermana, ya saben, la única


normal—está embarazada, de acuerdo a Cissy. Están cerrando rangos, tratando de prevenir que
entre más sangre sucia.

—Pero tienen que haber otras chicas sangre pura ahí afuera, —James razonó, — ¿Y creí que ella y
ese rarito Malfoy estaban saliendo?

—Lo están, —Sirius asintió, —Está igual de cabreada que yo, créanme. Habla de felicidad
conyugal.

— ¿Qué hay de Regulus? —preguntaba James. Se podía ver como su mente trabajaba una milla
por minuto.
— ¿Qué hay de él? —Dijo Sirius amargamente, — ¿Crees que a él le gusta?

—Es bastante bonita, —dijo Peter, dócilmente. Sirius le dio una mirada capaz de cortar cristal.

—Ella es mi prima idiota.

—Está bien. —James levantó una mano de forma autoritaria, —No hay necesidad de llamarse por
nombres, solo tratamos de ayudar. —Remus no logró entender cómo es que Peter estaba
ayudando, pero se mordió la lengua y dejó a James continuar. —Me refiero, ¿Regulus dijo algo?
Estaba ahí, ¿Cierto?

—Ni. Una. Palabra. —Sirius miró furtivamente, y nadie volvió a mencionar a su hermano.

—Ok, bien. —James empujó sus lentes por su nariz, —tenemos hasta el siguiente verano. Y
tenemos a Narcissa de nuestro lado, creámoslo o no. Entonces yo diría que aún no es
desesperanzador.

—No sabes lo que es desesperanzador hasta que hayas conocido a mi madre. —dijo Sirius.

—Y ella no sabe lo que un merodeador es. —Dijo firmemente James. —Caballeros, miro a cada
uno de ellos por turnos. Remus pudo predecir exactamente que venía. —Tenemos una nueva
misión.

Notas del capítulo:

La presentación de Top of the Pops que Remus estaba recordando es esta:

https://www.youtube.com/watch?v=4MrP83SqT9E

(Espero que funcione – sino busquen en youtube ‘Star Man, Top of the Pops’)

Notas de traducción:

1.- Melody Maker (Creador de Melodías) era una publicación del Reino Unido, que de acurdo a su
editorial IPC Media, llegó a convertirse en las revista semanal de música más antigua del mundo.
(Fuente: Wikipedia)

2.- NME (New Musical Express) es un semanario musical del Reino Unido, particularmente
popular durante la era punk. Se mantiene como uno de los puntuales de referencia de la música
popular británica. (Fuente: Wikipedia)

3.- Top of the Pops fue un famoso programa de televisión británico, que muestra interpretes
famosos cantando sus temas. La cadena BBC lo emitió desde 1964. (Fuente: Wikipedia)
Segundo Año: Suposiciones

¿Cómo demonios podías librarte de un matrimonio? Se preguntaba Remus, camino a las


mazmorras el Domingo en la tarde. Estaba solo; Lily le había pedido que revisara la poción en la
que estaban trabajando una vez más antes de entregarla al día siguiente. Personalmente creía que
exageraba, pero estaba culposamente consciente de que Evans había hecho la mayor parte del
trabajo.

El problema de Sirius había estado dando vueltas en su cabeza todo el día. James les había
encargado idear una solución para Navidad, pero Remus no podía imaginar que cosa podrían hacer.
Nunca antes había pensado sobre compromiso, o matrimonio, u honor familiar. Esas eran cosas de
adultos. Niños de trece años seguramente no tendrían por qué preocuparse por este tipo de cosas.
Pero entonces, el supuso, al dar la vuelta al final de las escaleras, que niños de doce años tampoco
deberían preocuparse por transformarse en un monstruo una vez al mes.

Suspiró pesadamente, empujando la puerta para abrir el salón de Pociones. Para su desagrado
Severus Snape estaba ahí, revolviendo su propia poción. Sus ojos se encontraron, y Remus se
congeló por un momento, antes de encuadrar los hombros, levantar su barbilla y caminar
directamente a su propio calderón, decidiendo ignorar al otro chico.

Pero no pudo evitar notar que el color de su poción era ligeramente diferente a la de Snape, lo que
no podía ser un buen signo. La suya era un vacío azul rey, mucho más oscuro de lo que debía ser.
Snape obviamente también se dio cuenta.

—Tienes que agregar más lavanda —dijo, con su voz nasal, sin levantar la mirada de su calderón,
que seguía revolviendo. —Por lo menos otra cucharada.

—Seh, como no. —Remus frunció el ceño, —Como si fuera a tomar consejos tuyos.

—Difícilmente arruinaría la poción de Lily, ¿cierto? —escupió Snape de vuelta.

Remus consideró esto. Era cierto que a pesar del comportamiento degradable de Severus en
general, la única cosa que los merodeadores sabían de él era que haría casi cualquier cosa por Lily
Evans. Era raro, pero Remus no era quien para juzgar la rareza de nadie.

Echó una cucharada de lavanda y la revolvió. Inmediatamente, la poción tomo un color más
pálido, un tinte celeste, y surgió un encantador aroma de ensueño. Snape hizo un presumido sonido
de click con la lengua, y cerró la tapa de su propio calderón, preparándose para irse.

— ¡Hola Sev! —una voz surgió desde la entrada, —Oh, Remus…

Era Lily. Se veía un poco avergonzada. Remus frunció el ceño.

— ¿Creí que quedamos de acuerdo que yo iba a revisarla hoy?

—Em, sí, lo hicimos… solo estaba…doble chequeando. —sus mejillas, usualmente pálidas estaban
de un color rojo brillante.

— ¿No creíste que vendría?

Snape resopló, burlonamente, mientras se dirigía a la puerta. Remus resistió las ganas de arrojar la
cuchara a la espalda del chico de cabello graso. Lily no se dio cuenta, ya había cruzado la sala, y
estaba mirando su calderón.
—Bueno, siempre estás con muchos castigos, —dijo diplomáticamente. Severus se precipitó fuera
del salón. —Oh wow, se ve mucho mejor que esta mañana. ¿Le hiciste algo?

—Agregué más lavanda.

— ¿En serio? Genial, se ve perfecta ahora.

—Bueno... —se frotó la nuca, mirando la puerta. Snape estaba fuera de alcance y no podía
escucharlos. —Seh, creí que necesitaba un poco, supongo.

—No queda nada por hacer, entonces. ¿Vas de camino a la sala común?

—Seh.

Caminaron juntos. Lily estaba de buen humor,

—Trabajamos bastante bien juntos, ¿o no? —le sonrió. —Es bueno tener un cambio de Sev de
todas formas, es mucho más fácil llevarme bien contigo.

Remus nunca había pensado que era el tipo de personas que fácilmente se podía llevar bien con el
resto. Era bueno que ella lo dijera, pero sinceramente, comparado con Snape cualquier persona
podía parecer relajada.

— ¿Qué es lo que hay entre ustedes dos, de todas formas? —preguntó él.

—Es mi mejor amigo. —respondió Lily prontamente, como si tuviera que justificar esto todo el
tiempo. —No conocemos hace años.

—Oh, bien.

—Él no es tan malo como crees, —dijo mirándolo ladeando la cabeza, —puede ser realmente
amable. Y divertido.

—Entonces, ¿Por qué se junta con Mulciber y el lote de sangres-pura?

—Bueno, si vamos a basar nuestras asunciones sobre la gente basada en sus amigos, —Lily lo
miró muy intencionadamente.

— ¿¡Qué hay de malo con mis amigos!? —Remus estaba en shock. Todos amaban a James y
Sirius. Lily puso sus ojos en blanco.

—Todos son herederos de casas de sangre pura, ¿o no? —Se arregló su cabello pelirrojo, —además
son unos masivos idiotas, que aman llamar la atención. Potter cree que tiene el don de Dios y Black
es…bueno, es un Black, ¿no? Incluso yo sé sobre ellos, y soy hija de muggles. Y supongo que
Peter está bien, pero es triste la manera en que los sigue a todas partes.

—Yo también los sigo a todas partes.

—Seh, lo haces. —lo miró de nuevo, descaradamente.

—Estas equivocada sobre ellos. —Dijo Remus, —O sea…ok estás en lo correcto sobre ellos
llamando la atención, pero no son solo…hay mucho más de ellos.

—Bueno entonces deberás aceptar que también hay más de Severus, ¿no?

Ella era mucho más peleadora que Sirius. Remus se encogió de hombros, sin comentarios. Se le
ocurrió que Lily sería capaz de ayudar con su presente problemática. Después de todo, matrimonios
y compromisos eran cosas de niñas, ¿no? Por lo menos podría ofrecer otra perspectiva.

— ¿Evans? —Dijo pensativo, —tú eres bastante lista…

—Oh, muchas gracias.

—Perdón. Me refiero—eres más lista que yo.

—Mucho mejor.

El sonrió, frotando su nuca.

— ¿Qué harías si tu familia te obligara a casarte con alguien que no quieres?

Ella frunció el ceño, definitivamente esto no era lo que esperaba.

—Como ¿Un matrimonio arreglado? Pensé que vivías en una casa de acogida.

—Un hogar de menores, —le corrigió. —Son diferentes. De todas formas, no soy yo, es…alguien
más.

—Ehm… —ella parecía perpleja, lo que no le dio muchas esperanzas a Remus. —Dios, o sea, no es
algo que mis padres harían jamás. Pero si lo hicieran…estaría muy furiosa, obviamente. Y herida.

— ¿Herida?

—Bueno, es obvio. Tus padres supuestamente deben amarte y querer lo que es mejor para ti…
tomar decisiones así en tu nombre es completamente lo opuesto.

—Claro, —el asintió, aunque no entendía realmente, —bueno esta persona…no se lleva bien con
sus padres de todas formas.

—Aun así, —Lily se encogió de hombros, —eso no quiere decir que no esté herido. Debería ser
capaz de confiar en las personas que lo criaron.

—Oh, ok. —Remus no sabía que decir al respecto. Sentía que tenía un horrible revoltijo en su
estómago — la misma sensación que tenía cuando lo llamaban a leer en voz alta. Lily no se dio
cuenta. Estaban casi llegando a la sala común ahora.

—Aún no sé qué haría, —suspiró. —Es como si la única opción fuera desafiarlos—a los padres.
Pero eso causará todo tipo de problemas… ¿De quién se trata? ¡Vamos, dime!

Remus sacudió la cabeza,

—No puedo. Lo siento.

Lily asintió, entendiendo. Remus le sonrió. Ella tenía una inmensa presencia apaciguadora.

—Flibbertigibbet, —le dijo Lily al retrato, que se deslizó dejando abierta la entrada por la que
pasaron.

James había vuelto hace poco de la práctica de quidditch y todavía estaba en sus túnicas rojas de
vuelo. Sentado en uno de los sofás lanzando frijoles explosivos de Zonko dentro de la chimenea,
donde explotaban como caóticos fuegos artificiales miniatura. Sirius estaba sentado en la alfombra
debajo, leyendo un libro de maleficios que había traído de casa.
— ¿Todo bien, Lupin? —sonrió James. Remus se despidió de Lily con un movimiento de su
cabeza y se acercó a sus amigos. La pelirroja subió las escaleras en dirección a las habitaciones de
las chicas. — ¿Nos dejaste por Evans, no? —preguntó James con una sonrisa burlona.

—Pociones. —respondió Remus.

—Claro. ¿Son amigos ahora?

—Algo así, —Remus se encogió de hombros, —Ella está bien. Los odia a ustedes dos.

— ¿¡Qué!? —los dos se sentaron, pareciendo ofendidos.

— ¡Pero le agradamos a todo el mundo! —Dijo Sirius, — ¡Somos unos traviesos adorables!

—Cree que solo llaman la atención.

James dejó caer su boca, dramáticamente.

— ¡Cómo se atreve! Tenemos que ganárnosla.

— ¿Por qué molestarnos? —Sirius volvió a su libro, —es amiga de Snivellus, claramente no tiene
buen gusto.

— ¿Realmente dijo eso?

—Dijo que crees que tienes el don de Dios.

— ¿Qué signi-

—Es una expresión muggle, —explicó Remus, —significa que cree que eres egocéntrico.

— ¿Ella piensa eso?

—Bueno, —Remus le dedicó una mirada, —para ser honestos, como que sí lo son.

James se rio. Remus se sentó a su lado, tomó un puñado de los frijoles de Zonko y los lanzó al
fuego, uno por uno. Él y James pronto iniciaron un juego, buscando quien de los dos podía crear la
explosión más grande golpeando las brasas en el punto perfecto.

—Olvidé decirte. —Dijo James, una vez que la bolsa estuvo vacía, —Recibí una lechuza de papá
hoy—habló con McGonagall y consiguió permiso para que te quedes con nosotros por la Navidad.

— ¿Qué? ¿¡En serio!? —Remus estaba fascinado. ¿Por qué un adulto que no lo conocía actuaría en
su nombre? Hizo una nota mental, nunca más volver a subestimar el poder de convencimiento que
tiene James.

—Seh, aunque no cree que te podamos recibir por el verano. Lo siento.

Remus sacudió su cabeza, enmudecido. Tenía que decir gracias, pero no tenía idea como.

—Solo estamos esperándote a ti, amigo, —James empujó a Sirius con su pie, — ¿Has sorteado las
cosas con tu madre? Di que irás donde los Pettigrews de nuevo.

—No me molestaré, —respondió Sirius, aun leyendo. —Solo iré a tu casa sin decir nada.

Sirius raramente estaba en contacto con sus padres, pero desde lo que ocurrió con Narcissa había
estado ignorando todas sus lechuzas. Remus no estaba seguro si el silencio era la mejor forma para
Sirius de expresar su descontento, pero como Lily le había recordado, Remus sabía muy poco sobre
familias.

—A mamá no le gustará, —James mordió su labio.

—Entonces, no le digas. —Sirius dio vuelta a la página de su libro.

James y Remus intercambiaron una mirada. Tenían que hacer algo sobre el matrimonio, pronto; la
idea de Sirius manteniendo este comportamiento por cinco años más era una muy lúgubre de
hecho.
Segundo año: Luna de Diciembre

El Expreso de Hogwarts dejó la estación de Hogsmade, para navidad, el sábado 16 de Diciembre


ese año, queriendo decir que una vez que la luna llena pasara, James, Sirius y Remus deberían
encontrar otros medios para llegar a la casa de la familia Potter a tiempo.

McGonagall, después de sermonear a Remus de no dejar entrar a otro estudiante en su secreto, fue
comprensiva frente a los deseos de los merodeadores, y les permitió usar la conexión flu de su
oficina ‘solo por esta vez’. A Remus no le molestó mucho el sermón, pero estaba aterrado de usar
la red flu por primera vez. Había oído todo tipo de historias de terror de sus compañeros, y el hecho
de que tuviera nauseas algunos días antes de la luna llena no ayudó.

Sirius recibía un vociferador todas las mañanas después del 16, demandando que volviera a casa de
una vez, pero él simplemente arrojaba los sobres escarlata a la estufa, donde los gritos de Walpurga
Black hacían eco por todo el cañón de la chimenea. James estaba claramente enervado por este
comportamiento, pero no dijo nada. Últimamente Sirius siempre estaba listo para una pelea, y era
mejor mantener las cosas tranquilas. Desafortunadamente, a medida que la luna llena se acercaba,
Remus también tenía cortada la paciencia. Los dos chicos discutían sobre la nada y sobre todo, y
pobre James tenía que interponerse más de alguna vez.

—Solo escríbele de vuelta, por el amor de dios. —gruñó Remus la mañana del 20, arrojándole una
almohada a Sirius desde su cama. Había despertado temprano por la tercera mañana seguida por un
vociferador,

— ¡SI CREES QUE PUEDES ESCAPAR TU DERECHO DE NACIMIENTO DE ESTA


MANERA TAN COBARDE ENTONCES TENDRÁS OTRA COSA EN CAMINO! —protestaba,
haciendo eco a través de la torre de Gryffindor como un banshee.

—Mantente fuera de esto, Lupin, —dijo Sirius arrojándole la almohada de vuelta.

— ¿¡Cómo supones que me mantendré fuera cuando esto llega a nuestra habitación cada mañana!?
—gruñó Remus, levantándose.

— ¡Lamento tanto tu inconveniencia! — replicó Sirius, lleno de sarcasmo. Él se veía tosco, como
si no hubiera dormido para nada apropiadamente, pero Remus estaba demasiado mal de ánimo para
preocuparse, y su transformación solo estaba a unas horas.

— ¿¡Qué te parece si dejas de actuar como un mocoso consentido por cinco minutos!? —Soltó, —
eres tan jodidamente egoísta.

— ¡No le estoy pidiendo que los mande! Por lo menos yo recibo cartas, por lo menos tengo gente
que se preocupa por mí lo suficiente para—

Remus se lanzó sobre Sirius y empezó a golpearlo tan duro como pudo, incandescente con rabia.

—CÁLLATE. —rugió, arrojando un golpe decente justo en la mejilla izquierda de Sirius. Sirius
quien a pesar de ser extremadamente adepto en insultos cáusticos, no era un buen luchador. Jadeó
y trató de empujar a Remus, eventualmente agarrando su varita,

— ¡Mordeo! —siseó, apuntando a la cara de Remus. Enseguida, Remus lo dejó ir, tambaleándose
de vuelta a su cama, agarrando su frente. Una horrible picazón irradió del punto que Sirius había
maldecido.
— ¡Hijo de puta! —gritó, sintiendo como su cara se estiraba e hinchaba.

— ¡Te lo mereces!

— ¡Sirius! —James había saltado de su cama, muy tarde. — ¿¡Lo maldijiste!? ¿¡Lo maldijiste,
idiota!?

Sirius se veía menos seguro de sí mismo ahora,

— ¡El empezó!

— ¡Ni siquiera tenía su varita!

Remus había bajado de su cama y se estaba mirando en el espejo de su vestidor. Parecía como si
hubiera pasado a través de unos arbustos de ortiga. Su piel estaba roja y brillante, burlona e
inflamándose a una velocidad preocupante.

— ¿Duele? —preguntó James, tentativamente.

Remus sacudió la cabeza, aunque dolía — mucho.

—Voy a la enfermería. —dijo. —No vengan conmigo —bufó, viendo como James se estaba
poniendo su capa. Mientras marchaba fuera de la habitación, todavía en su pijama, escuchó como
James murmuraba,

—Atacar a alguien desarmado es un golpe demasiado bajo, Black.

***

Madam Pomfrey lo curó rápidamente usando el contra-hechizo, pero estaba bastante molesta.

— ¿Quién lo hizo? —le preguntó, —Si fue Potter o Black entonces quiero saberlo—le dije a
Minerva que era mala idea que te fueras para Navidad.

— ¿Por qué no debería ir? —Preguntó Remus, escandalizado, — ¡Sirius irá!

—El señor Black no tiene limitaciones.

—Pero no iremos hasta mañana, es justo después de la luna llena, es lo más seguro—

— ¡Estoy pensando sobre tu salud, Remus! Eres muy frágil—

—Yo no soy frágil —escupió.

—Por supuesto que no, querido, —dijo, sin realmente prestarle atención. —Ahora siéntate
tranquilo por un rato, ¿eh? ¿Ya desayunaste?

Madam Pomfrey lo hizo quedarse en la enfermería todo el día, en pijama. La medi-bruja había
estado trabajando en una nueva poción, que esperaba, hiciera sus transformaciones más
soportables. Le prestó algunos de sus libros, así que no era tan malo, pero aun así se sentía como
un inválido. Su cara aun hormigueaba un poco por la maldición de Sirius, aunque la hinchazón
había bajado bastante. Hubiera sido buena idea usarla en Snape, hizo una nota mental de
preguntarle a Sirius exactamente como la había hecho.
Alrededor de la una de la tarde, justo antes del almuerzo, James y Sirius fueron a verlo. Madam
Pomfrey les dio una charla, primero.

—¡Maldecir a tu compañero de casa! ¡Maldecir a tu compañero de dormitorio, por el amor de dios!


¡En mis tiempos hubieran sido azotados! ¡Y la Profesora McGonagall me ha informado que
ustedes saben de sus circunstancias especiales! ¡Uno creería que tendrían un poco más de
sensibilidad!

James pidió copiosas disculpas, y Sirius, quien apenas se estremecía por los obscenos castigos de
su madre, mantuvo la cabeza baja, viéndose avergonzado. Eventualmente, Remus supuso que
debió haber sido suficiente para satisfacer a la enfermera, quien les permitió pasar a verlo. Se
mantuvieron de pie al final de la cama, como dolientes, apenas mirándole a los ojos.

—Lo sentimos mucho, Remus, —empezó a decir James. Remus hizo un sonido de click con la
lengua,

—Tú no hiciste nada.

James le dio una patada a Sirius, que también levantó la mirada.

—Lo siento mucho, Remus —tenía un moretón oscuro en la parte alta de la mejilla izquierda y sus
ojos se veían un poco brillantes, Remus se preguntó si Sirius había estado llorando. La idea le hizo
sentir un poco raro. Sacudió la cabeza, ya no estaba enojado.

—Yo empecé. Lamento haberte golpeado.

—Perdón por el vociferador.

—Lamento que tu madre sea una pesadilla.

—Lamento que seas un hombre lobo.

Ambos rieron, y todo estaba olvidado.

— ¿Te dejará salir ahora? —Preguntó James, —Aún quedan unas horas antes de la luna.

Remus negó con la cabeza,

—Nah, quiere que pruebe una poción nueva.

— ¡No sabía que había una cura!

—No la hay, —dijo Remus, rápido, —esto es solo una…creo que es para hacer la transformación,
ya saben…más amena.

Ambos lo miraron perplejos. Se estremecieron, incomodos,

—Como un calmante, creo. Los muggles no funcionan.

—Entonces, ¿duele? —preguntó Sirius, ladeando la cabeza. Ahora que la tormenta había pasado
estaba viendo, de vuelta, a Remus como un interesante espécimen.

—Bueno, sí. —Remus frunció el ceño. Asumió que ellos sabían mucho más que él habiendo
crecido en el mundo mágico, entonces estaba sorprendido que no supieran sobre el dolor. Por un
largo tiempo, el dolor era la única cosa que él había conocido.
Para su sorpresa y agrado, James y Sirius eligieron quedarse en la enfermería con Remus por el
resto de la tarde. Jugaron un par de desenfrenados juegos de snap explosivo, antes que Madam
Pomfrey severamente les dijera que bajaran el ruido, entonces cambiaron a gobstones. Mientras la
tarde avanzaba, no bajaron para cenar, pero comieron la comida de la enfermería al igual que
Remus.

Esto no fue gran cosa para ellos — James y Sirius la trataron como cualquier otra tarde; la
enfermería solo fue una extensión del dormitorio. Pero para Remus lo fue todo — esta tarde
hubieran sido horas que hubiera tenido que pasar ansioso y solo. Esto era lo más cercano a una
familia que él podía imaginar.

McGonagall eventualmente llegó y los ahuyentó, lista para guiar a Remus a la cabaña. Él fue
pacíficamente, con una suave sonrisa en sus labios y el eco de las risas aún en sus oídos. La poción
calmante de Madam Pomfrey no tuvo ningún efecto — pero aún así Remus encontró la
transformación levemente más tolerable.

***

James y Sirius llegaron a primera hora la mañana siguiente. Remus estaba dormitando en su cama,
había sido traído de vuelta al castillo al amanecer. Su cara dolía, y sabía que ya no era por el
maleficio. Madam Pomfrey había dejado un espejo en su mesilla de noche, boca abajo, pero había
estado muy cansado para mirarse aún. Fue despertado por un jadeo de James o Sirius, no estaba
seguro quien. Cuando abrió sus ojos ambos había arreglado sus expresiones a una estoica mueca
animada.

— ¿Todo bien amigo? —dijo James, con una media sonrisa, hablándole igual que como le hablaría
a un niño.

—Todo bien. —graznó Remus, levantándose. Debía ser malo. Levantó el pesado espejo y lo dio
vuelta para ver su reflejo. Ah.

El corte se veía semi-curado, gracias a las administraciones de Pomfrey, pero aún era un shock. La
costra era áspera y negra, bordeada de una tierna piel roja. Se estiraba desde la esquina interna de
un ojo, por encima del puente de su nariz diagonalmente hacia abajo hasta el centro de la mejilla
opuesta. No podía recordar mucho, pero parecía como si casi se hubiera abierto la cara a la mitad.

—Mi hermosa cara, —dijo débilmente, intentando sonar sarcástico, pero sintiéndose horrible.
Ahora todo el mundo lo sabría. Hasta ahora había sido capaz de esconder sus peores cicatrices bajo
sus túnicas, pero sabía que solo sería una cosa de tiempo antes de que se le acabara la suerte.

—No está tan mal, —dijo James, rápidamente, —se curará muy rápido, apuesto…

— ¿Cómo- —empezó Sirius, pero fue interrumpido por Madam Pomfrey que llegó asaltando,

— ¡Ustedes dos de nuevo! —ellos retrocedieron, bruscamente, como si estuvieran asustados,


mostrando un respeto que jamás habían mostrado incluso por McGonagall. La enfermera tiró de la
cortina alrededor de la cama de Remus, cerrándola en sus caras. —Ah, ya le diste un vistazo ¿no?
—Ella se dirigió a Remus ahora, en un tono mucho más suave, —Ya sé que se ve mal, pero se
palidecerá al igual que las otras. Apenas se notará para año nuevo.

Remus por alguna razón no le creía — incluso sus cicatrices más desteñidas eran bastante notables.
Ella se acercó a inspeccionar un poco más, luego espació un claro ungüento sobre el corte.

—Llévate esto, —instruyó, entregándole un frasco, —aplícalo cada mañana y cada noche.
¿Todavía duele?

Negó moviendo la cabeza. Ella cloqueó su lengua con escepticismo, —bueno, aun así. Puede que
pique un poco mientras se sana. ¿Tal vez podríamos intentar cortar tus uñas el próximo mes?
Aunque supongo que las garras saldrán de todas formas. —Suspiró frustrada, —tu cara debe haber
estado irritada aun después de haber bajado la inflamación.

—Está bien, —Remus se encogió de hombros. Estaba bastante consciente de que sus amigos
estaban al otro lado de la cortina, y querían irse. — ¿Puedo irme ahora? Me siento bien.

— ¿No te gustaría dormir un poco más?

—No. —Sacudió su cabeza vehementemente, —tengo hambre—quiero bajar para desayunar. —


Sabía que eso funcionaría; ella siempre buscaba que comiera más.

—Claro…bien. Vístete y puedes irte.

Sirius estuvo bastante tranquilo durante el desayuno, dejando que James y Remus mantuvieran la
conversación — algo que no habían practicado mucho entre ellos. Después de comer, fueron a su
dormitorio a empacar, porque Sirius y Remus habían dejado eso de último momento. James,
frustrado por su falta de organización, marchó a la oficina de McGonagall para ver si todo estaba
listo para su travesía, dejándolos continuar con lo suyo.

Remus empacó unas pocas cosas — no le había comprado regalos a ninguno, y les hizo prometer
que no le compraran nada a él tampoco. No era justo. Matrona había enviado un pequeño paquete
de antemano, así que estaba eso. Echó un poco de ropa — los otros probablemente usaban túnicas
en casa, pero las únicas túnicas que Remus tenía eran del uniforme de la escuela (y ni siquiera
estaba seguro de que eran suyas, o si solo era un préstamo), entonces decidió echar ropa muggle.

Empacado, Remus se dio la vuelta para encontrarse a Sirius de pie justo detrás de él, viéndose aún
peor que el día anterior.

— ¿Qué pasa? —Remus preguntó sobresaltado.

—Es mi culpa. —Respondió Sirius, su voz extrañamente plana, —escuché a Pomfrey decirlo.

— ¿Ah?

—Tu cara…la maldecí, después cuando te transformaste te rascaste…

—Oh. —Remus levantó sus dedos a su cara, conscientemente. Sirius desvió la mirada. —
Realmente no es tu culpa, —dijo Remus, incómodo, —Me refiero, a que me rasco en todas partes
también. Eventualmente iba a pasar.

— ¿Por qué lo haces?

Sirius ya había preguntado esto antes, cuando vio sus cicatrices antiguas. Esta vez realmente podía
entender lo que estaba preguntando. Pero Remus aún no tenía una respuesta.

—No lo sé. No recuerdo.

— ¿No recuerdas nada de nada?

—No realmente. Solo sé que siempre estoy hambriento—como si no hubiera comido en toda mi
vida. Y enojado.
— ¿Por qué?

Remus sacudió la cabeza,

—Solo estoy enojado.

—Lo siento mucho, Remus, —Sirius se veía triste de nuevo. Remus no podía soportarlo.

—Oh, cállate. —Dijo, medio bromeando, —No lo pensarías dos veces antes de maldecir a James o
Peter.

—Sí, pero tú eres…

—No lo digas. —Había tenido miedo que esto le pasara, —Por favor no me trates como si
estuviera enfermo, o fuera diferente, o lo que sea. Es una noche al mes. Si yo te golpeo, tú tienes
permitido maldecirme, ¿ok?

Sirius parecía que quería reír,

— ¿Estás diciendo que planeas golpearme de nuevo?

Remus le lanzó un calcetín,

—Si no arreglas lo de esos vociferadores bastardos, tal vez.

***

Viajar a través de polvos flu no era nada comparado con sentir tu propia espina estirarse cada mes,
y Remus no estaba seguro de qué se trataba todo el escándalo. Él fue el segundo en dar un paso
fuera de la chimenea a la sala de estar de los Potters, después de James. Limpiándose el hollín de
los hombros, rápidamente saltó fuera de la alfombra del hogar para hacer espacio para Sirius, y vio
como James era atraído a un cariñoso abrazo por sus padres.

El Señor y la Señora Potter eran mucho mayores de lo que Remus había imaginado, pero ambos
tenían caras amables y alegres que compartían facciones familiares con su hijo. El cabello del Sr
Potter era blanco como la nieve, pero alborotado al igual que James. La Sra Potter tenía su
ganadora sonrisa y sus cálidos ojos avellana. Ambos abrazaron a Sirius también, mientras Remus
se encogía, sintiéndose horriblemente fuera de lugar.

Finalmente la Sra Potter se giró, con su cálida sonrisa hacia él. No le hizo abrazarlo, tal vez
percibiendo que estaba incómodo. Ella simplemente le saludó con la cabeza amable,

—Hola Remus, hemos escuchado mucho sobre ti, estoy contenta de que estés pasando la Navidad
con nosotros.

Remus le sonrió de vuelta tímidamente, pero no pudo hablar. No importó; James y Sirius estaban
conversando rápido y sin parar con el Sr Potter, quien parecía un escolar él mismo, sus ojos
brillaban con diversión y travesura.

La sala de estar — Remus supuso que era una sala de estar, como tenía tres sofás — era la más
grande que él había visto, por lejos, ventanas altas dejando entrar la suave luz invernal que se
agrupaba en los pisos de madera pulida. Un gigante árbol de Navidad estaba ubicado en la esquina,
brillando con polvos plateados y rodeados de una montaña de regalos alegremente envueltos.

Cadenas de papel y serpentinas cubrían el techo y los rieles de imágenes, e incluso los retratos
mágicos habían decorado sus marcos con luces de hadas. Mientras eran conducidos a través de la
casa (—Por el amor de dios, Fleamont, deja que los niños dejen sus cosas antes de que empieces a
planear lo que sea que, yo sé, que estas planeando,) encontró de cada pieza, incluso los pasillos,
estaban decorados con luces, oropel 1 y miles y miles de tarjetas festivas. Los Potters debían ser
magos muy populares de hecho. Eran definitivamente adinerados — la amplia escalera de caoba
continuaba hacia arriba por tres pisos más.

La habitación de James era lo suficientemente grande para los tres — más grande que su
habitación en Hogwarts, con una cama de cuatro postes tamaño rey, pero Remus se sorprendió al
descubrir que habían cuatro habitaciones igual de grandes que estaban desocupadas. Sirius ya había
reclamado la que estaba junto a la de James, entonces Remus dejó su mochila en la tercera
habitación, preguntándose cómo sería dormir solo por primera vez.

— ¡Vamos, muchachos! —Gritó el Sr Potter desde la escalera en un vozarrón, — ¡Ha estado


nevando toda la tarde y ya tengo listos los trineos!

Notas de la traducción:

1.- ‘Tinsel’ (en inglés) se refiere a una forma de decoración navideña que consiste en tiras de papel
brillante pegadas alrededor de un hilo. (La verdad no tenía idea de cómo traducirlo, y en google me
aparecía como ‘Oropel’, igual quise hacer la aclaración)
Segundo Año: Navidad con los Potters
Chapter Notes

Advertencia: algunas cosas familiares desagradables que pueden ser consideradas


como maltrato infantil. (Sirius y Walpurga, obvio)

Remus había creído que nada podía ser mucho mejor que una Navidad en Hogwarts lo que era
(bastante literalmente) mágica. Navidad donde los Potters, por otro lado, fue una experiencia
completamente distinta que solo parecía ir mejorando.

Primero estaban los trineos bajo las pistas nevadas en el jardín trasero — aunque eran más de cinco
hectáreas, nadie realmente podía llamarlo un jardín. Peter, que vivía más abajo en la aldea misma,
vino para unírseles tan pronto como escuchó que habían llegado, y habían tenido una
extremadamente ruidosa y violenta tarde, haciendo carreras bajo las laderas y jugando complejos
juegos de guerra con municiones de bolas de nieve. El Sr Potter incluso se les unió; muy
animadamente para su edad y con una considerable ventaja pudiendo usar magia.

La Sra Potter los llamó a todos para almorzar y les hizo cambiarse de sus prendas mojadas. Se
sentaron junto a la chimenea, cálidos y secos comiendo pastelillos de té1 tostados y cubiertos con
una rica mantequilla amarilla. En la tarde querían volver a salir, pero el Sr Potter se había ido a
acostar y la Sra Potter no quería que salieran cuando estaba a punto de oscurecerse. En vez de eso
ayudaron a decorar un enorme pastel navideño con glaseado real blanco y pequeñas figuritas
mágicas, luego a envolver regalos para los vecinos y elfos domésticos.

—Nosotros nunca le regalamos nada a nuestro elfo doméstico, —dijo Sirius como un hecho, sus
dedos desesperanzadoramente envueltos de cinta-hechizada, —En todo caso, Kreacher es un
malhumorado imbécil; dudo que quiera algo.

—Aceptan regalos mientras sean algo comestible, creo —respondió la Sra Potter sonriendo, —
prendas no, por supuesto, eso solo los deprime.

—Dile a mamá lo que tu familia le hace a los elfos doméstico, Sirius, —James sonrió, envolviendo
aún más las manos de su amigo. Sirius rió ligeramente,

—Guardamos sus cabezas. —Dijo, —una vez que están muertos. Por lo menos, creo que
esperamos a que mueran…Kreacher es el único elfo domestico que recuerdo.

—Dios mío, —dijo la Sra Potter, —creí que esa tradición había muerto.

—No con los Black, —Sirius suspiró. Remus podía notar que estaba pensando sobre el matrimonio
de nuevo.

—Estás haciendo un encantador trabajo con eso, Remus, —observó la Sra Potter, levantando la
mirada por encima al libro que estaba envolviendo para la Sra Pettigrew. —No como algunos
niños traviesos que podría mencionar…— se giró dirigiendo una severa mirada a su hijo y a su
mejor amigo, ahora intentando pegar sus manos a la mesa.

Remus le sonrió, cortésmente, sintiendo el corte fresco en su cara tirar de su piel. Aún no le había
dirigido la palabra a los padres de James. Siempre le habían dicho que no debía ser visto ni oído
por gente adulta — y nunca antes había estado en la casa de algún amigo. Sirius, por el contrario,
estaba completamente a gusto, Remus nunca antes lo había visto tan feliz. Adoraba a la Sra Potter
como si fuera su propia madre — si hubiera querido a su propia madre, por supuesto.

Remus bostezó, más ampliamente de lo que quería, tratando de esconderse detrás de sus manos,
bajando la cabeza, avergonzado. Solo había dormido unas pocas horas esa mañana después de la
luna, y una tarde de guerrillas con bolas de nieve lo había dejado exhausto.

—Mejor que vayas a la cama, querido, —dijo la Sra Potter, ignorando el hecho de que solo eran
las tres de la tarde. Remus se preguntó si James le había dicho a sus padres sobre él — debían
saber, McGonagall probablemente no le hubiera permitido ir de lo contrario.

—Oh, estás perfectamente, ¿no es cierto, Lupin? —Sirius le halagó, —Peter va a volver en un rato,
podemos volver a salir.

Remus pestañeó, luego miró a James por ayuda.

—Déjalo tranquilo Sirius, —la Sra Potter lo reprendió, —El pobre niño está muerto en sus pies.
Vamos, querido, puedes ir.

Agradecido, Remus se levantó de la mesa de la cocina y caminó hacia su cama. Mientras se


cambiaba a sus prendas de noche, no pudo evitar robar otra mirada al espejo, ahora que estaba solo,
apropiadamente. Tal vez fue el hecho de haber estado afuera en el frío, pero la cicatriz se veía peor
que esa mañana, el contraste era más violento contra su piel pálida. ¿Siempre lo sorprendería su
cara ahora? ¿Siempre que su reflejo se posara en un espejo o una superficie brillante saltaría?
¿Acaso otra gente le tendría miedo?

Hubo un suave golpecito en la puerta, justo cuando Remus estaba a punto de aplicar el ungüento
que Madam Pomfrey le había dado. Era Sirius, Remus había captado su olor antes que siquiera
tocara la puerta.

— ¿Todo bien? —el chico de cabello negro se deslizó dentro de la habitación, hablando
suavemente. Sostenía un cáliz de peltre en su mano. —La mamá de James te envió esto. Es un
brebaje sanador, creo.

—Oh, gracias. —Remus asintió cansado. Sirius lo dejó en la mesita de noche.

— ¿Estás bien?

—Bien. Solo cansado, amigo.

— ¿Acaso fuimos muy…ya sabes, duros contigo o algo?

— ¡No! —dijo Remus, muy firmemente, probablemente sonando más enojado de lo que pretendía.
—No tiene nada que ver con ustedes, es solo el hecho de que estuve despierto toda la noche
aullándole a la jodida luna y tratando de arrancarme mi propia cara. Estoy cansado.

Remus tuvo que sentarse, el esfuerzo del arranque hizo que se mareara.

—Lo siento. —dijo Sirius, aún más suave. Era la segunda vez que se disculpaba ese día, y Remus
odiaba ese sonido. —Te dejaré. —cerró la puerta.

Remus no pudo empezar a preocuparse sobre herir los sentimientos de Sirius. Se esparció un poco
del ungüento, luego olfateó el cáliz que la Sra Potter había enviado. Lo reconoció como algo que
había bebido antes en Hogwarts, que provocaría sueño instantáneo. Se metió a la cama, lo bebió
rápidamente, y cerró sus ojos.

***

Los días restantes antes de la Navidad pasaron rápido, y Remus fue capaz de experimentar la vida
de una familia real por la primera vez. El Sr y la Sra Potter tenían que haber sido los padres
perfectos — eran amables y seguros, siempre sonrientes y llenos de diversión. Remus no sabía que
los adultos podían ser de esa forma. No sabía que la gente podía crecer así. Estaba más que claro
por qué James era de la forma que era — rebosante de amor y confianza ciega al igual que Remus
estaba rebosante de furia. Era obvio, también, por qué Sirius se sentía tan atraído por la familia. Él
tenía una insaciable sed de amor, y los Potters tenían un suministro infinito.

Los cuatro chicos recorrían todo el campo en la nieve, envueltos en sus cálidas bufandas de
Gryffindor, sombreros y guantes. En las tardes jugaban juegos de cartas, ayudaban a la Sra Potter a
preparar la cena y escuchaban al Sr Potter contar historias de fantasmas frente a la chimenea.
Hicieron pasteles de carne picada2 y cadenas de papel, construyeron magos de nieve e iglús, y
durmieron tan profundamente en sus camas cada noche que ni siquiera un vociferador los hubiera
podido despertar.

Desafortunadamente, esto no duraría mucho. Mientras que los Black habían dejado de enviar
vociferadores, no habían olvidado a su hijo rebelde, e intentaron una nueva táctica en la víspera de
navidad con consecuencias devastadoras para los merodeadores.

Estaban bebiendo cálida cerveza de mantequilla sentados en la alfombra de la sala de estar. James
y Sirius estaban jugando gobstones, muy ruidosamente, y el Sr Potter le estaba enseñando a Remus
a jugar ajedrez. El anciano había estado horrorizado al descubrir que Remus no sabía cómo jugar, y
Remus estaba sorprendido al descubrir que estaba disfrutando bastante el juego. Toda la sala se
sentía cálida y a salvo, las pesadas cortinas cerradas protegiéndolos del frío y la oscuridad, las
luces del árbol brillando suavemente y el fuego estallando y crepitando a su lado. El reloj daba
justo las nueve, y la Sra Pottwe estaba a punto de mandarlos a todos a la cama, cuando se escuchó
un fuerte *CRACK* justo afuera de la ventana.

El Sr y la Sra Potter compartieron una mirada rápida, y los oídos de Remus se punzaron como los
de un perro. El olor de magia gastada impregnaba el aire, como pan quemado. Algo oscuro y sin
sabor. Hubo un firme y seco golpe en la puerta.

—No esperábamos a nadie, ¿cierto Effie? —el Sr Potter frunció el ceño levemente a su esposa.
Ella sacudió la cabeza, y ambos escucharon.

El elfo doméstico de los Potter, Gully, se precipitó a la puerta para abrirla. Hubieron unas voces
agitadas en el pasillo, y Gully volvió apresurado.

—Oh, Sr Potter, Sra Potter, ella ha venido por el joven amo Black, ¡ella me ha diciendo ella es su
madre! Le dije que esperar por usted. —el elfo estaba apretando sus manos ansiosamente,
claramente muy confundido por el cambio de eventos.

Sirius y James compartieron una mirada. La cara de Sirius estaba blanca — parecía que iba a
vomitar.

—No se atrevería…— susurró.

El Sr Potter ya estaba de pie y en la puerta. Hubieron voces alzadas en el pasillo ahora —Remus
reconoció el tono brusco de la Sra Black de las horribles cartas.
—Sirius, —dijo gentilmente la Sra Potter, — ¿Tus padres te dieron permiso para visitarnos,
querido? —El miró al piso. Ella cloqueó la lengua. —Oh, corazón. —dijo, sonando muy triste.

— ¡No hagas que se vaya, mamá! —James se puso de pie, — ¡Los odia!

—Son sus padres, James.

— ¡Sirius! —el Sr Potter lo llamó desde el salón.

Sirius se puso de pie, James lo siguió. Remus no quería, quería quedarse junto al fuego donde
habían sido tan felices hace solo unos momentos. Pero la Sra Potter se había puesto de pie
también, y estos eran uno de esos momentos donde los merodeadores tenían que presentarse como
un frente unido, independiente de lo aterradora que podía ser la madre de Sirius.

Se dirigieron al salón. Remus había visto a la Sra Black una vez antes, la primera vez que había
abordado el Expreso de Hogwarts. Entonces simplemente pensaba que se veía muy severa, y que
se parecía a Sirius. Aún se veía severa — su cabello estaba recogido en un alto moño que se
enroscaba como una serpiente en la corona de su cabeza, fijada con un pin de esmeralda. Sus ojos
eran oscuros, no tan azules como los de Sirius, pero tenía esa estructura huesuda de la familia
Black, y la mirada de superioridad. Era más baja que el Sr Potter, pero había buscado la manera de
mirarlo como si fuera suciedad en sus botas. Su mirada se afiló cuando vio a James y Remus
aparecer.

—Sirius. —dijo, fríamente, entrecerrando los ojos a su hijo mayor. — ¡Vendrás conmigo de una
vez. Kreacher! —Chasqueó los dedos y un viejo, marchitado elfo doméstico emergió detrás de sus
túnicas. —Ve arriba y trae las cosas del amo Black. —El elfo doméstico hizo una gran reverencia,
besando las puntas de plata de las botas de la Sra Black, y apurándose arriba de las escaleras.

—Buenas tardes, Walpurga, —dijo la Sra Potter, agradable, como si no hubiera nada de tensión, —
¿Puedo ofrecerle algo de beber? Estábamos a punto de partir los pasteles de carne picada, ¿no es
cierto, niños?

La Sra Black la ignoró, mirando directamente a Sirius.

—Ponte tu capa. Nos vamos ahora.

—Pero madre yo—

—No te atrevas a hablarme. —siseó, sus ojos en llamas.

Remus quería huir; ella era peor que Matrona, cien veces peor. Ella era peor que Bellatrix y Snape
y cualquier persona horrible que haya conocido. La idea de dejar a Sirius irse con ella hizo que su
estómago se volteara. El Sr y la Sra Potter parecían estar sufriendo la misma crisis,

—Walpurga, ¿Por qué no lo deja quedarse? —Intentó la Sra Potter, —sé que ha sido un poco
travieso, pero no hizo daño. Puede quedarse a almorzar y luego lo enviaremos mañana antes de la
cena. Han tenido unos días tan buenos juntos.

La Sra Black dejó salir una corta risa crepitante, como si la diversión de su hijo fuera la más
mínima de sus preocupaciones. Dirigió su mirada a James, a su cabello alborotado, luego a Remus,
mirando fijamente su nueva cicatriz. Remus miró a sus pies, aterrado. Ella sabría. Sabría sin
dudarlo.

Kreacher volvió bajando las escaleras con apuro, seguido de un muy ofendido Gully. La maleta de
Sirius se elevaba detrás de ambos, aparentemente empacada y lista para irse. Walpurga se giró,
—Vámonos, Sirius.

—No. —dijo, muy suavemente, pero muy firme. Remus quería decirle que cerrara la boca, ¿¡acaso
no podía ver el problema en el que se había metido!? Pero Sirius estaba cerrando sus puños con
fuerza, mirando a su madre, —me quiero quedar aquí, con los Potters. No puedes obligarme—

— ¡SILENCIO! —Walpurga se giró, agarrando fuerte su varita y apuntando en dirección a Sirius.


Dejó de hablar enseguida—aunque no voluntariamente. Abrió y cerró la boca un par de veces, y no
logró emitir ningún sonido. Ella le había robado su voz.

— ¡Walpurga, en serio! —el Sr Potter quedó boquiabierto, mientras la Sra Potter dejó salir un leve
chillido y se arrodilló junto a Sirius, envolviéndolo con sus brazos protectoramente. — ¡Es solo un
niño!

—Él es mi hijo. —Walpurga ronroneó, mirando penetrantemente a la Sra Potter, —y es el heredero


a la más fina casa de Gran Bretaña. Aprenderá cuál es su lugar. Vamos Sirius.

Sirius se veía completamente rendido, su boca en una línea de resignación. Él abrazó a la Sra Potter
de vuelta, luego dio un paso lejos. Se despidió con la mano de James y Sirius, antes de seguir a su
madre por la puerta.

Los cuatro se mantuvieron de pie, en silencio, después de que la puerta se cerró. Remus se
preguntó si James se sentía igual de avergonzado que él — ¿Debían haberse interpuesto por su
amigo de algún forma? ¿Qué le pasaría ahora? El Sr Potter se veía furioso.

— ¡Usa un hechizo silenciador en su propio hijo! ¡En un mago menor de edad! ¡Es moralmente
reprensible!

—Ella hace peores cosas que eso. —dijo James suavemente. Remus asintió de acuerdo, sintiendo
que él también había sido privado de su capacidad de hablar.

—Tenemos que hacer la casa indetectable, Fleamont, —dijo la Sra Potter, repentinamente, —De
tal forma que no nos puedan encontrar—tu dijiste que lo estabas considerando, después de las
últimas elecciones. No quiero a esa espantosa mujer en mi casa nunca más.

El Sr Potter asintió, oscuramente.

—Buscaré la manera en el año nuevo. Alastor Moody me debe un favor.

—Hora de ir a la cama, niños. —dijo la Sra Potter con voz temblorosa. —Traten de no preocuparse
mucho. —Abrazó a James ferozmente, besándolo en cada mejilla. Remus trató de esquivarla pero
también lo alcanzó, envolviéndolo en un fuerte abrazo. Olía a naranja y clavo de olor.

***

—Psst. Remus.

Remus justo había terminado de lavarse los dientes y estaba encaminándose por el pasillo hacia su
habitación, cuando James asomó su cabeza y lo condujo a su propia habitación. Se arrodillaron en
la cama juntos. James sacó una nota del bolsillo de su pijama, —Regulus envió esto,

— ¿Qué dice? —preguntó Remus rápido, antes que James pudiera pasarle la carta para leerla.

—Oh, ehm, dice ‘Sirius está en casa, no traten de contactarlo.’


— ¿Es todo?

—Es todo. —James asintió lúgubremente.

—Buen detalle de Regulus, —Remus remarcó, bajando sus ojos a la nota que había sido
obviamente garabateada en un apuro. —Pensé que se odiaban.

—Seh, bueno todavía son hermanos, ¿no es cierto? —Respondió James, encogiéndose de hombros,
—lazos familiares y todo eso.

— ¿Crees que estará bien?

—No lo sé- —James se mordió el labio. —Nunca le entregué su regalo. Dice que su familia nunca
le da nada navideño, solo reliquias familiares y eso.

—Tuve una discusión con él el otro día —Remus suspiró tristemente, —Sobre…ya sabes, mi
pequeño problema peludo.

James soltó una risita,

—No te preocupes. Ustedes dos siempre están discutiendo sobre algo. Solo son sus personalidades.

—Oh. ¿Tú crees? —Remus estaba un poco ofendido por esa observación — Sirius tenía arranques
con Peter mucho más seguido, seguramente. James sonrió,

—Te lo dije, no te preocupes. Black ama las discusiones.

La mañana de la Navidad fue un asunto subyugado, aunque los Potters estaban buscando hacer la
situación animada, solo por Remus. Cuando despertó se sintió avergonzado al encontrar paquetes
envueltos al pie de su cama, y resolvió corregir esto el próximo año de alguna forma.

Estaban los calcetines y ropa interior de Matrona, como de costumbre, más una lata de galletas de
mantequilla. Algunas ranas de chocolate de Peter y un gran libro de hechizos avanzados de Sirius.
James también le había comprado un libro — Cartografía de Prestidigitadores: Una guía para la
creación de mapas. El Sr y la Sra Potter, en cambio, habían exagerado. Bajo el árbol encontró más
dulces, bromas prácticas, un hermoso set de plumas — que trató de devolver (—compramos lo
mismo para James y Sirius, querido, no seas tontito), y un pijama nuevo.

La extensión de la familia Potter empezó a llegar para el almuerzo navideño alrededor del
mediodía al igual que los Pettigrews, quienes trajeron consigo a la hermana mayor de Peter,
Philomena, y a su novio muggle que trajo de la Universidad. Remus fue presentado como un amigo
de James, y en general ignorado, excepto por un pequeño mago viejo que ya tenía la nariz roja y
estaba efusivo de todos los tragos que Gully estaba pasando,

— ¿Lupin, dices? ¿No el hijo de Lyall Lupin?

Remus quedó boquiabierto, incapaz de responder. Solo había escuchado el nombre de su padre una
o dos veces.

—Ehm…sí. —Dijo finalmente, fuertemente sonrojado.

— ¿¡Él está aquí!? —El mago sonrió, mirando alrededor, —Excelente compañero, no lo he visto
en años.

—Eh…él está muerto. —respondió Remus, se encogió de hombros excusándose.


— ¡Una maldita pena! —El mago lloriqueó, derramando un poco de su bebida, —Buen duelista;
me enseñó todo lo que se de los boggarts. Aunque su mal genio solía meterlo en problemas—le
dije que no se metiera con ese chico Greyback—jodidos hombres lobo, ¡hay que exterminarlos a
todos!

Remus pestañeó. James lo miró, curioso. Afortunadamente el Sr Potter intervino,

— ¿Darius? Ten otro trago, viejo amigo, deja a los jóvenes con sus juegos, ¿eh?

Remus tragó saliva fuertemente y volvió a su torneo de gobstones como si no hubiera pasado nada.

Notas de la traducción:

1.- ‘Teacakes’ o ‘pastelitos de té’, es un tipo de pan o pastel servido tradicionalmente para
acompañar el té de la tarde. (Para que se hagan una idea, tienen un aspecto como de tostadas)
(Fuente: Wikipedia)

2.- ‘Mince pies’ son pasteles de carne picada o pasteles de picadillo de fruta festivo del Reino
Unido consumidos tradicionalmente en Navidad y Año Nuevo.
Segundo Año: Sirius Regresa
Chapter Summary

Este capítulo es un poco deprimente – ¡no lo lean si de por si se sienten un poco


tristes!

Sábado 6 de Enero, 1973

Peter, James y Remus llegaron prontamente a King Cross para volver a Hogwarts el Sábado
anterior al comienzo del segundo término. Miraron a su alrededor buscando a su cuarto amigo, pero
no Sirius no estaba allí — y tampoco Regulus. Mientras el tren dejaba la plataforma, James fue en
busca de alguien para preguntar. Volvió con las manos encima de su nariz donde un enorme
furúnculo se empezaba a formar.

—Narcissa dijo que no es nada de mi incumbencia. —explicó, sentándose pesadamente.

—Tal vez usarán la red flu, —sugirió Peter, —tal vez su mamá no confiaba en él para subirse al
tren con nosotros.

—Tal vez. —James miró fuera de la ventana, frotando su dolorosa nariz. Remus nunca lo había
visto tan infeliz. James había estado extrañando a Sirius más que cualquier otro, y había estado tan
emocionado a la posibilidad de verlo una vez que llegaran a Londres. Remus y Peter hicieron lo
mejor que pudieron tratando de animarlo, pero fue como si hubiera perdido su brazo derecho.

Antes de irse, el Sr y la Sra Potter dijeron que verían que podían hacer para que Remus se quedara
con ellos durante el verano también, y él les agradeció profundamente. Aunque era poco probable,
entonces no elevó sus expectativas. De hecho, intentó ser agradecido de que volvería a la escuela
en unos pocos meses con sus amigos. La mayoría, por lo menos.

Sirius no estaba en ninguna parte en la cena esa tarde, tampoco apareció cuando se estaban
preparando para dormir. James y Remus habían traído sus regalos de Navidad de vuelta, y los
habían apilado encima de su almohada, todavía envueltos en papel brillante y cinta. Tres de estos
paquetes eran de Andromeda, y Remus sabía que eran álbumes. Sirius había pedido por
absolutamente todo lo que pudiera encontrar de David Bowie.

Domingo 7 de Enero, 1973

En la mañana del domingo, la cama seguía vacía, y los tres merodeadores se sentaron alrededor
tratando de distraerse haciendo sus deberes. Remus había terminado y tomó la oportunidad para
empezar a leer sus libros navideños, ahora que podía invocar su hechizo de lectura una vez más.
James empezó a dar vueltas por la habitación, luego fue a preguntarle a McGonagall dónde estaba
Sirius (ella no sabía) e incluso intentó preguntarle a Narcissa una segunda vez (ella lo maldijo de
nuevo). Finalmente, fue a la pista de quidditch a dar un par de vueltas en su escoba.

Peter fue con él, con una caja de galletas para mordisquear mientras lo miraba. Remus se quedó
dentro del castillo donde estaba cálido; leyendo, o por lo menos fingiendo que lo hacía. Ahora que
estaba finalmente solo, empezó a pensar sobre las cosas que Darius, el amigo del Sr Potter, había
dicho sobre su padre, dando vueltas a la nueva información por su mente como una moneda. Su
padre era buen duelista — había escuchado eso antes. Lyall Lupin obviamente tenía un
temperamento también — esto era nuevo, y una cosa peculiar que descubrió, después de tanto
tiempo sin saber nada. Por la primera vez, Remus consideró que sus arranques de ira podrían no
tener que ver con su condición. ¿Y quién era Greyback? El nombre por sí mismo le hacía sentir
caliente e incómodo. Deseó más que nunca que James y Peter no hubieran estado ahí para oírlo
todo.

Remus se sentó junto a la ventana en la torre de Gryffindor, su libro descansaba en su regazo,


mirando al vacío y tratando de hacer sentido del puzzle el cual no tenía todas las piezas para
completar. Ocasionalmente su mirada vagaba fuera de la ventana para observar a James actuando
incluso más temerario que de costumbre.

— ¿¡A qué demonios está jugando!? —Una voz chilló sobre el hombro de Remus. Era Lily Evans.
Estaba dando sorbos a una taza de té, mirando a James en su escoba.

—Energía nerviosa, —Remus se encogió de hombros, sin voltear para mirarla. La luz de la
ventana se posaría en sus facciones, acentuándolas, y su cicatriz — aunque ya no estaba roja y
enojada — aún se notaba mucho.

— ¿¡James Potter, nervioso!? —Lily resopló, —No tenía idea que era capaz de sentir emociones
complejas.

—Oye, —Remus objetó, aun mirando fuera de la ventana, —No ha sido una buena navidad para
él, ¿ok?

—Ok, ok, lo siento, sé que él es tu amigo. —Siempre decía eso después de insultar a uno de los
merodeadores, — ¿Cómo estuvo tu navidad?

—Genial, gracias. ¿Y la tuya?

—Brillante, —podía escuchar en su voz como esbozaba una sonrisa, —Mamá y Papá finalmente
me dejaron tener un búho.

—Oh, estupendo.

— ¿Qué hay de ti?

—Algunos libros.

— ¿De tu…ehm, de la gente con la que vives?

Finalmente la miró, aún más irritado. ¿Por qué no se pierde?

—No, de mis amigos.

—Oh…por supuesto, seh —Lily estaba conscientemente mirando hacia otro lado, al espacio justo
a la izquierda de la cabeza de Remus. El suspiró pesadamente, todos iban a verla de todas formas.
Por lo menos Lily sería lo suficientemente cortés para no hacer preguntas groseras.

Remus finalmente subió las escaleras, cerró sus cortinas y se centró en Cartografía de
Prestidigitadores. Los otros eventualmente también volvieron a sus camas, hablando suavemente,
pensando que estaba dormido. El ejercicio no había logrado calmar a James, Remus podía escuchar
sus latidos acelerados y oler la empalagosa esencia de la ansiedad.

Había pasado tal vez una hora después de que las luces se apagaron, cuando la puerta crujió,
abriéndose de nuevo.

Sirius había regresado — no había forma de confundir sus familiares pisadas. Remus sintió una ola
de alivio bañarlo completamente, y el nudo en su estómago, que no se había dado cuenta que tenía,
empezó a desenredarse. James y Peter dormían mientras Sirius trataba de mantener sus
movimientos silenciosos, arrastrándose dentro de la habitación y hacia su cama, trepándola
rápidamente y cerrando las cortinas. Remus se quedó quieto, escuchando a Sirius acostarse y
quedarse quieto también. Había algo diferente en su respiración. Eventualmente la curiosidad le
ganó y se levantó de su cama.

Sin querer interrumpir, Remus caminó acerándose lo más que se atrevió a las cortinas de Sirius y
susurró,

— ¿Sirius?

— ¿James? —respondió, ansioso,

—Remus

—Oh… —hubo un momento de silencio incómodo, —…solo quiero dormir, Lupin. Hablamos
mañana, ¿ok?

—Ok. —Remus retrocedió de vuelta a su propia cama y cerró sus ojos, sintiéndose igual de
preocupado.

***

La mañana siguiente Sirius ya se había ido antes que los otros despertaran. Sus regalos todavía no
habían sido abiertos, solo los había empujado al final de la cama. Su maleta había llegado en algún
punto, y su escoba estaba en su estante. James le guardó un asiento para el desayuno, pero nunca
apareció, y no lo vieron hasta su primera lección.

—Él no se perdería a la señorita McGonagall, —James dijo confiadamente, mientras se


apresuraban al salón, —él ama transformación.

Sin embargo, cuando entraron al salón, estaban en shock. Había otro chico sentado en el asiento de
Sirius. Era más bien pequeño, con pálidas facciones acentuadas y grandes ojos azules. Su cabello
estaba rapado cerca de su cuero cabelludo, de la misma forma que Matrona rapaba el cabello de
Remus cada verano. Aunque se veía más oscuro que el de Remus.

— ¿¡Quién es ese!? —susurró Peter, un poco muy fuerte. El chico se dio la vuelta para mirarlos.

— ¡Sirius! —James estaba boquiabierto.

Sirius se sonrojó levemente, y volvió a mirar hacia adelante como si no los hubiera visto para nada.

— ¿Qué pasó? ¿Dónde has estado? ¿¡Que fue lo que ella te hizo!?

Sirius sacudió su cabeza,

—Después, —murmuró.

La sala de clase se había llenado ahora, y todos parecían estar susurrando a sus espaldas. Remus no
podía culparles — él tampoco podía dejar de mirar. No era solo la ausencia de cabello — lo que
era increíblemente desconcertante; Sirius simplemente no era Sirius sin su cabello — también tenía
sombras oscuras bajo sus ojos, y no había rastro de humor en sus labios.

—Está bien, tranquilícense todos, ¡por favor! —McGonagall entró a la sala. Miró a Sirius. Sus
ojos se expandieron por un milisegundo mientras lo reconocía, pero no dijo nada, dirigiéndose a la
clase; —Sus exámenes de final de año empezarán en tres meses, veamos quien ha estado prestando
atención…

McGonagall no llamó a Sirius ni una sola vez para responder una pregunta, aunque era usualmente
la única forma que ella podía lograr que él prestara atención. Tampoco molestó a ninguno de los
otros merodeadores, que pasaron la lección entera disparando miradas de preocupación a su amigo.
Cuando Transformación terminó, empacaron sus cosas y siguieron a Sirius apurados fuera de la
puerta,

— ¿¡Qué pasó!? —preguntó James, tratando de mantener el paso con el energético clip de Black.

—Dije que después, —devolvió Sirius, —Esperen hasta el receso, ¿ok?

—Pero tú—¿qué fue lo que ella…?

—Estoy bien.

La siguiente lección, Historia de la Magia, fue agonía. James estaba sentado junto a él, incluso
recurrió a pasarle notas a Sirius — quien rápidamente las ignoró. Se sentó tieso, espalda recta, ojos
en el pizarrón. Por primera vez en dos años, Remus lo vio realmente leer su texto de historia en
clases. Algo estaba realmente mal, de hecho.

No pudieron salir de Historia lo suficientemente rápido — James agarró el brazo de Sirius y


prácticamente lo jaló marchando afuera hacia el patio más cercano, donde espantaron a un grupo
de estudiantes de primer año que estaban jugando. Hacía mucho frío afuera, aunque no había caído
nieve aún, el cielo estaba blanco como papel y una tormenta de avecinaba. Una vez que la costa
estuvo clara, James miró a Sirius hacia abajo, ojos llenos de sentimiento, con las cejas muy
fruncidas.

— ¿¡Qué pasó!?

Sirius suspiró pesadamente.

— ¿Qué crees? —hizo un gesto apuntando a su cabeza. Remus tuvo la particular sensación de que
a ninguno le importaba que él y Peter estuvieran ahí — esto era entre ellos dos, como las charlas
nocturnas.

— ¿Tu mamá hizo eso?

—Bueno, no me lo hice yo mismo, ¿¡o sí!? —bufó, furioso. James no reaccionó, solo siguió
mirando a su amigo. Ese era el secreto de James, Remus se dio cuenta de la nada, él siempre era
paciente y nunca tomaba nada de forma personal. ¿De que otra forma alguien podría ser amigo de
Sirius Black? Sirius ahora estaba hurgando en su bolso y sacó un sombrero rojo de Gryffindor, que
hasta ahora nunca había usado. Lo puso en su cabeza tapando su corto cabello, —Está jodidamente
helado. —Murmuró, —no sé cómo lo soportas, Lupin.

Remus se encogió de hombros y sonrió, contento de ser reconocido. Sirius se inclinó pesadamente
contra la pared, mirando sus pies.

—Me dejaron volver, —dijo, suavemente, —casi no me dejaron—una cosa más y prometieron
enviarme a Durmstrang.
James y Peter quedaron boquiabiertos, Remus hizo una nota mental de preguntar sobre eso más
tarde. Sirius continuó,

—No me devolvieron la voz hasta la cena Navideña. Tuve que interpretar mi papel; todos estaban
allí, todos los sagrados veintiocho—excepto los Weasleys obviamente. Lucius Malfoy realmente
me odia jodidamente ahora, pero tuvo que ser amable conmigo y Reg—raro baboso. Me salí con la
mía usando mi corbata de Gryffindor hasta que madre se dio cuenta y la desapareció. Después yo…
yo em…yo tal vez puse unas bombas apestosas durante el cuarto plato…

Peter, Remus y James hicieron una mueca de dolor, colectivamente.

— ¿Es por eso…el cabello…? —James preguntó de nuevo tentativamente. Sirius miró hacia arriba,

—Dijo que como se daba cuenta que los castigos usuales no estaban teniendo ningún efecto
intentaría algo diferente…traté de que Pomfrey lo hiciera crecer por mí, pero la vieja perra dijo que
no era cosmetóloga. Pensó que me lo había hecho yo por accidente o algo.

—Pudiste haberle dicho- —Remus empezó, sintiendo la necesidad de defender a la enfermera.


Sirius sacudió la cabeza.

—No vale la pena.

— ¿Regulus? —James preguntó, repentinamente, — ¿También está de vuelta? Nos envió una nota
para decirnos que llegaste a casa, pero nunca oímos nada más.

Sirius asintió,

—Seh, volvió. Conservó su cabello, obviamente. Padre hizo un traslador hacia Hogsmeade. Él
todavía…ya saben, es un poco un imbécil, pero…el tampoco decidió ser un Black. El solo juega el
juego mejor que yo. —miró sobre ellos, sus ojos amplios y desesperados. Remus sintió un horrible
dolor en su pecho. —Solo desearía… —dijo Sirius. Pero nada más. La campana sonó, y tuvieron
que volver a sus lecciones.
Segundo Año: Gryffindor vs Slytherin

Para el final de su primer día de regreso todos en la escuela se habían enterado del dramático
nuevo look de Sirius. James y Peter caminaron uno a cada lado de él por los corredores, como
guardaespaldas, disparando miradas a cualquiera que se atreviera a reír o susurrar mientras
pasaban.

—No se ve tan mal, —James le aseguró, viendo como Sirius miraba su reflejo en el espejo.
Estaban escondidos en el baño vacío de niñas del segundo piso durante el almuerzo, para evitar
más miradas.

James estaba mintiendo, pensó Remus, y Sirius probablemente lo sabía. Se veía realmente mal —
se veía mucho más pequeño. Sin el oscuro cabello enmarcando el rostro de Sirius, sus ojos se veían
mucho más grandes que nunca, haciéndolo parecer más joven y ansioso. Los altos pómulos y
afiladas cejas resaltaban más que nunca, dándole un molesto, escuálido aspecto. No era sorpresa
por qué todo el mundo miraba — de hecho, casi nadie había mirado las nuevas cicatrices en la cara
de Remus gracias a esta distracción. Aun así, Remus pensó, tristemente — el cabello volvía a
crecer.

Sirius frotó su cabeza, aun mirando su reflejo. Peter rio nervioso,

—Te ves cómo Lupin.

James asintió, sus ojos moviéndose entre los dos.

—Seh, te pareces un poco.

Sirius miró a Remus, y por primera vez desde la víspera de Navidad, Remus lo vio sonreír. Esa
sonrisa de Sirius Black — nada nunca podría arruinar eso.

—Oh seh, creo que lo veo, —dijo Sirius, aun frotando su cabeza. Se acercó y jaló a Remus frente al
espejo, de forma que estuvieran de pie lado a lado, mirándose. —Podríamos ser hermanos.

Remus también se rio, a pesar de todo.

El hermano real de Sirius estaba esperando fuera de la sala común de Gryffindor más tarde ese día.
Estaba sentado en el piso con sus rodillas dobladas frente su pecho, mirando al vacío. Su cabello
aún era lo suficientemente largo para tocar sus hombros. Su amigo, Barty Crouch estaba apoyado
contra la pared opuesta, aburrido. Había hecho un avión de papel y estaba perezosamente
dirigiéndolo a través del pasillo con su varita. Crouch y Regulus eran igual de inseparables que
James y Sirius; Barty era rubio y su cabeza llena de mechones como maleza, un poco más largo
que el de Snape — Remus ya lo había reconocido solo por su cruel risa canina.

Regulus se puso de pie lentamente mientras los merodeadores se acercaban. Remus buscó su varita
dentro de su bolsillo, solo por si acaso.

—Ahí estás. —Dijo el chico más joven, un tremor de nerviosismo en su, por otro lado, tono
arrogante. Sus ojos seguían moviéndose hacia James. El avión de papel de Barty empezó a dar
vueltas a su alrededor.

— ¿Qué quieres? —preguntó Sirius.

—Solo quería ver si…ver cómo estás.


—Igual que anoche. —Sirius se encogió de hombros.

—No te vi en la cena.

—No estuve en la cena. —Sirius respondió, inútilmente. Habían enviado a Peter a la cocina para
que robara algunos sándwiches, y se sentaron en uno de los nichos escondidos de Remus para
comer. Remus estaba disfrutando bastante este juego — evitando al resto de los estudiantes,
incluso a los Gryffindors. Usualmente James y Sirius harían todo en su poder para ser notados,
Remus prefería estar volando bajo.

— ¿Podemos hablar? —Regulus se dirigió a su hermano mayor.

Sirius extendió sus brazos, como si le estuviera dando a Regulus el escenario. Regulus puso sus
ojos en blanco, irritado. No tenía siquiera la misma boca que Sirius, Remus reflexionó. Tenía una
mandíbula más débil, labios más pequeños. —Me refiero en privado, —dijo disparándole miradas
a James, Peter y Remus.

—No. —dijo Sirius simplemente. Regulus suspiró. Claramente conocía a Sirius bastante bien para
intentar discutir.

El avión de papel de Barty Crouch empezó a dar vueltas cada vez más rápido sobre sus cabezas.
Peter estaba viendo su progreso ansioso.

—Bien. —dijo Regulus, doblando sus brazos. —Solo quería decirte que madre y padre nos han
pedido a mí y a Narcissa vigilarte. Y reportarles de vuelta.

Sirius hizo un sonido de disgusto. Regulus continuó, sin dejar caer su mirada, —Y nosotros no
vamos a hacerlo. Ambos nos quedaremos fuera de esto, ¿ok?

—Que noble de ustedes. —Respondió Sirius. James sonrió. Regulus puso sus ojos en blanco de
nuevo.

—Te estoy diciendo que no soy tu enemigo, idiota. Tampoco Narcissa. Puedes hacer lo que quieras,
eso es entre nuestros padres y tú.

—Bien.

—Bien.

Los dos hermanos continuaron mirándose. Si hubiera sido James, él hubiera sonreído, le hubiera
dado un golpe juguetón a Sirius en el hombro y todo hubiera sido olvidado. Pero Regulus era
claramente un cabeza-dura como Sirius, y no podían comprender cuando terminar una pelea.

— ¡Ow! —Peter dejó salir un gritito, como un cachorro abatido, agachándose repentinamente.
Obviamente Barty Crouch se había aburrido demasiado del drama familiar y decidió bombardear al
más pequeño de los merodeadores con su puntiagudo avión de papel. Crouch estaba riendo
pesadamente mientras se preparaba para su segundo ataque, cuando James sacó su propia varita,

—Incendio. —dijo perezosamente, moviendo su muñeca en dirección a Crouch. El avión, sus alas,
ahora se habían encendido, y planeó de vuelta al chico de primer año con una velocidad
escalofriante. Crouch dejó salir un llanto de angustia, cubriendo su cara con sus brazos mientras el
proyectil en llamas volaba directo en su dirección — para simplemente chisporrotear en el aire,
desmoronándose en una pila de cenizas a centímetros de la nariz de Crouch.

—Vamos. —murmuró Regulus a su amigo, quien había quedado pálido y miraba a James con
cautela. Ambos se fueron en dirección a las mazmorras. —Narcissa me dijo que te dijera buena
suerte para el Sábado, Potter. —Regulus dijo por sobre su hombro mientras daban la vuelta en una
esquina.

James lo ignoró, siguiendo a Sirius a través del espacio del retrato. Una vez que todos estuvieron
en la sala común Remus preguntó,

—¿Qué hay el sábado?

—Partido de quidditch. Gryffindor vs Slytheryn. —respondió James, prontamente.

Ah. Remus no era muy bueno manteniéndose al tanto con el calendario de quidditch — solo iba a
los partidos de Gryffindor, y el último había caído el día siguiente a una luna llena, entonces se lo
había perdido de todas formas. Él solía desconectarse cuando los otros empezaban a hablar sobre
tácticas y tablas de clasificaciones, enterrando su nariz profundamente en su libro.

—Espero que los destruyas, amigo. —gruñó Sirius, arrojándose al sillón más cercano.

—Planeo hacerlo. —dijo James, jovialmente, sentado en el brazo del sillón. —Mientras ella no
atrape la snitch muy rápido—y Marlene es la mejor bateadora que hemos tenido en años, entonces-
-

James se detuvo en el momento, dándose cuenta de lo que había dicho. Miró a Sirius. Sirius gruñó
y se levantó.

—Me voy a la cama. —dijo.

***

Sábado 13 de Enero 1973

Había nevado en la noche. Si Hogwarts hubiera sido una escuela normal, Remus pensó para sí
mismo malhumorado, hubieran cancelado el estúpido partido. Pero no; en vez de eso la sala común
de Gryffindor estaba zumbando con emoción, hablando sobre cómo estas eran ‘perfectas
condiciones para volar’. Peter y Remus pasaron la mitad de la mañana tratando de conjurar
hechizos de larga duración para calentar el kit de James. Sirius había hecho otro de sus actos de
desaparición mañanera, y no estaba por ningún lado.

Adil Deshmakh, el capitán del equipo de Gryffindor, obligó al equipo a desayunar juntos, en vez
de con sus amigos. Todos se sentaron viéndose pálidos y cansados, comiendo uniformes cuencos
de avena y fruta (bajo las órdenes de Deshmakh). James era el único que estaba con buen ánimo —
incluso cuando no lograron hacer funcionar los hechizos calentadores.

— ¿Dónde está Sirius? —bostezó Lily, mientras tomaba el asiento junto a Remus, mordiendo un
pedazo de tostada pesadamente empapada de mantequilla.

—No sé, —Remus bostezó de vuelta, agarrándose de su caliente taza de té como si su vida
dependiera de ello.

—Probablemente lloriqueando en algún lado. —dijo Peter amargamente. Remus le dio una mirada
aguda. — ¿¡Qué!? —el chico de cabello rubio frunció el ceño, indignado. —Él me llama llorón
todo el tiempo.

—Él estará ahí. —Dijo Remus, ignorando a Peter. —Quiere vernos destruir a los Slytherins.
Incluso Lily sonrió a esto — independiente de sus usuales alegatos por la unidad entre las casas,
hoy día ella estaba cubierta de rojo y dorado de pies a cabeza, al igual que todo el resto. Después
del desayuno caminaron a la pista de quidditch juntos. El cuarto Gryffindor de la pista estaba
adornado con banderas rojas y doradas y serpentinas, más cuatro grandes pancartas desplegando el
león dorado de Gryffindor. Amablemente alguien había sacado la nieve de las bancas.

Lily y Peter querían llegar a los mejores asientos en la parte más alta de las gradas de espectadores,
y Remus ya estaba tiritando a pesar de estar usando dos chalecos bajo su capa.

— ¿Tienes frío, Remus? —Lily lo miró, mientras trataba de soplar aire caliente en sus manos
enguantadas.

—Solo un poco. —respondió sarcásticamente, con el temperamento muy malo para ser cortés.

—Aquí, —Lili sacó su varita y agarró sus muñecas, apuntando a sus palmas; —Calidum
Vestimenta.

En ese momento, un encantador calor se esparció a través de sus manos, hasta la punta misma de
sus dedos congelados.

— ¿¡Cómo hiciste eso!? —Preguntó, — ¡Lo hemos intentado toda la mañana!

—Creo que está en la enunciación. —Lily se encogió de hombros. Rápidamente aplicó el mismo
hechizo en la capa de Remus, luego en la de Peter.

Para cuando había terminado, los dos equipos de quidditch estaban reunidos en la pista, que había
sido limpiada lo suficiente para hacer un camino desde los cambiadores, por lo menos. Se
mantuvieron de pie en dos líneas — una escarlata, otra esmeralda. Remus reconocer podía
claramente algunos de los jugadores — la inconfundible maraña de cabello negro azabache de
James, la esponjosa coleta de cabello rubio arena de Marlene. También pudo ver a Narcissa Black
en el equipo opuesto; alto y cimbreño, su cabello platinado enroscado en finas trenzas que llegaban
hasta la mitad de su espalda.

Aún nada de Sirius,

—Por supuesto, —Peter estaba parloteando a Lily, —realmente no necesitamos ganar este, solo
necesitamos mantener nuestros puntaje alto—mientras terminemos con por lo menos seis goles nos
mantenemos en lo más alto de la tabla. Black es una buscadora brillante, pero Slytherin sobre todo
son bastante pobres. Especialmente cuando ves a James, tenerlo es como tener tres cazadores en
uno.

Lily estaba asintiendo cortésmente — la gente rara vez escuchaba a Peter cuando se trataba de
deportes. Remus definitivamente no lo hacía. Intentó leer la manoseada copia de Sirius de
Quidditch a través de la Historia, pero nada pudo ayudarle a hacer sentido del ridículo sistema de
puntos.

Madam Hooch sopló su silbato más abajo, y los jugadores montaron sus escobas, inclinándose
listos para comenzar.

Aún nada de Sirius.

Remus giró su cuello, mirando alrededor en los estantes — pero incluso con su excelente visión, no
pudo encontrar a su amigo en ninguna parte. Seguramente Peter no estaba en lo cierto — ¿él no
podría estar lloriqueando en algún lado? Pensaron que ya había superado su rechazo al equipo de
quidditch — había estado en cada partido para apoyar a James. Solo que este partido en particular
era contra Slytherin…

Madam Hooch sopló su silbato de nuevo y liberó la snitch. Los jugadores se dispararon por el aire
como bolas de cañón rojas y verdes.

Aún nada de Sirius.

Peter y Lily estaban de pie animando con todo el mundo, entonces Remus se puso de pie también e
intentó verse envuelto en el juego. James estaba en posesión de la quaffle en segundos después de
estar en el aire, y la lanzó en el aro en menos de un minuto. La multitud explotó con el triunfo,
pero fueron opacados por el ensordecedor ruido de un rugido.

— ¡Rrrrrroooooaaaaar!

— ¿¡Qué fue eso!? —Lily miró a su alrededor, con los ojos muy abiertos, al igual que todos los
demás. Incluso los jugadores en la pista se veían sobresaltados. Remus miró hacia arriba y vio que
los leones en las pancartas de Gryffindor sobre ellos parecían haber cobrado vida, y ahora estaban
rondando de un lado al otro por la tela roja, gruñendo y sacudiendo sus cabezas sin descanso.

— ¿Eso es normal? —preguntó apuntando. Lily y Peter sacudieron sus cabezas, sin palabras,
mientras los enormes leones rugían por encima de ellos.

Remus sonrió repentinamente. Reconoció esa magia; juguetona y un poco aterradora. — ¡Miren!
—apuntó de nuevo.

Al fondo de las gradas de espectadores, cerca del suelo, un joven Gryffindor en brillantes túnicas
rojas estaba también acechando de un lado al otro, moviendo su varita como una batuta de director.
Era indudablemente Sirius — ¿Quién más tendría ese sobre-confiable puntal? — pero ya no estaba
calvo, en vez de eso, se había puesto una enorme peluca dorada, como la melena de un león.
Remus incluso pensó que podía ver que arrastraba una cola dorada debajo de sus túnicas.

Una vez que todos lo habían visto, las multitudes se rieron — incluso Ravenclaw y Hufflepuff.
Pero no Slytherin — la porción verde de la multitud meramente miró el llamativo espectáculo de
orgullo de su casa.

James claramente no estaba distraído por la nueva mascota, de hecho, fue alentado por eso — lo
que debió haber sido la intención de Sirius. Anotó por lo menos tres goles más — resultando en
otros tres ensordecedores rugidos — mientras los Slytherins se esforzaban por recuperarse de la
sorpresa.

— ¡Somos Gyffindor! — estaba cantando Sirius, su voz mágicamente amplificada,

— ¡Fuerte Fuerte Gryffindor! —respondió la multitud entre gritos.

Una vez que se acostumbraron a todo el ruido, Remus empezó a disfrutar un juego de quidditch por
primera vez. James era como una roja silueta difuminada en la pista, rápidamente de un lado al
otro; aunque los otros cazadores eran muy buenos también, buscando mantener sus complicadas
formaciones y pases. Marlene, bate en mano, estaba haciendo un trabajo excelente no solo
protegiendo a los cazadores y buscador, sino que también apuntando bludgers al otro equipo —
Narcissa en particular.

Narcissa Black, de todas formas, estaba en su propia liga. Tenía un elegante, suave estilo para volar
que Remus reconoció de los intentos de Sirius por enseñarle vuelo formal. Ella era rápida y
siempre en movimiento, como el agua. El buscador de Gryffindor estaba siguiendo sus
movimientos, esperando que ella lo guiara a la snitch, pero ella seguía esquivándolo y haciendo
giros en falso para confundirlo; enviándolos dos veces directamente en el camino de una bludger.
No llamaba la atención como James — ella era eficiente y despiadada.

Gryffindor tenía una ventaja de cien puntos cuando Narcissa finalmente vio la snitch — Remus
notó el momento que ella la vió. Su postura cambió; no miró hacia otro lado ni siquiera una vez.
Flotó por unos momentos, lanzando miradas a su espalda para ver donde estaba el buscador de
Gryffindor. Estaba un poco más atrás, inseguro de lo que ella estaba planeando.

En ese mismo momento, Maisy Jackson, uno de los cazadores de Gryffindor, anotó otro gol,
llevando el puntaje de Gryffindor a 130 contra los 20 puntos de Slytherin. Los Gryffindors se
volvieron locos, y Sirius movió su varita aún más entusiasmado. Los leones no solo rugieron esta
vez, pero saltaron claramente sobre las pancartas, al aire invernal, donde se convirtieron en
extrañas sombras doradas dando zancadas a través de la pista. El buscador de Gryffindor se
zambulló para esquivarlos, claramente asustado, aunque se desvanecieron justo por encima de su
cabeza.

— ¡No, idiota! —la voz de Sirius hizo eco sobre el animado grito de la multitud.

Era muy tarde — Narcissa había tomado ventaja de la distracción de su oponente y agarró la
snitch. Voló sobre las multitudes sosteniéndola en alto triunfante. La multitud de los Slytherin
finalmente explotó en un aplauso, disparando chispas verdes y plateadas, animando;

— ¡Black, Black, Black!

Por supuesto esto fue altamente confuso mientras los Gryffindors también estaban cantando.

— ¡Black, Black, Black! —mientras Sirius hacía reverencias. James se precipitó para aterrizar a su
lado y alborotó la ridícula melena de su amigo, mientras la multitud ahora cantaba, — ¡Pot-ter!
¡Pot-ter! ¡Pot-ter!

—Oh bueno, —Peter le sonrió a Remus, —perdimos, pero aún seguimos empatados con
Ravenclaw en la tabla de ligas—¡aún iremos a la final!

A Remus no le podía importar menos.

Más tarde se apresuraron a la pista para felicitar a su equipo — Remus y Peter ambos golpearon a
Sirius juguetonamente,

— ¡Nunca nos dijiste!

— ¡Pudimos haber ayudado!

Sirius solo sonrió y alborotó su glorioso cabello dorado.

— ¡Sirius! —una fina, fría voz rompió a través del coro. Todos se voltearon. Narcissa estaba dando
zancadas hacia ellos, aún en su ondulante túnica esmeralda, una brillante medalla de plata
alrededor de su cuello que hizo a Remus encogerse detrás de Peter. Sirius se mantuvo de pie para
enfrentarla. Ella dio una media sonrisa inesperada, —quítate esa obscena peluca. —dijo
bruscamente.

El cumplió, frotando su calva cabeza conscientemente. Narcissa sacó su varita y con un


movimiento presionó su cabeza, —Crescere.

Los merodeadores, y la gente de Gryffindor a su alrededor quedaron boquiabiertos. El cabello de


Sirius empezó a crecer, como agua negra cayendo de su cabeza, hasta que estuvo de vuelta a su
largo normal.

— ¿¡Que ca…!? —Sirius agarró su cabeza. Narcissa sonrió, mostrando las filas de sus dientes
perlados,

—Eso es por ayudar a asegurar la victoria de Slytherin. —con eso, se dio la vuelta, las trenzas
plateadas moviéndose detrás, y voló hacia su propio equipo.

James alborotó el cabello restaurado de Sirius.

—Nunca voy a comprender a tu demente familia, amigo.


Segundo Año: Descubrimientos

Después de la marca del juego de Gryffindor vs Slytherin, se sintió como si el tiempo se estuviera
acelerando para Remus. Parte de esto fue porque el balance se había restaurado en su dormitorio.
James era el héroe una vez más, la racha rebelde de Sirius estaba de vuelta y a máximo flujo, Peter
ya no estaba caminando de puntillas alrededor de ellos, y Remus no tenía paz ni silencio para nada
— aunque apenas podía quejarse sobre esto.

Como si estuvieran tratando de recuperar el tiempo perdido, James y Sirius pasaron las semanas
finales del invierno con un renovado ánimo para bromas y travesuras. Pasaron la mitad de su
tiempo bajo la capa de invisibilidad, conjurando maleficios a estudiantes desapercibidos en los
pasillos, asaltando las cocinas causando molestias en el comedor. Por lo menos tres o cuatro noches
a la semana salían con el mapa de Remus para hacer trazos del castillo — aunque la mayoría de las
veces volvían con sus brazos llenos de dulces de Honeydukes. Peter a menudo trataba de
acompañarlos, pero Remus necesitaba todo el sueño que pudiera conseguir.

Sus lunas de Enero y Febrero no fueron buenas. Ninguna fue tan mala como la de Diciembre, que
lo haya dejado tan obviamente herido, pero ninguna fue del todo placentera. Madam Pomfrey
estaba implacable en su búsqueda por encontrar una solución — en Enero trató desaparecer sus
uñas (‘solo temporalmente, tu sabes, las tendrás de vuelta en la mañana’) pero esto no detuvo a las
garras de crecer una vez que la transformación tomó poder. Remus estaba en parte aliviado por
esto, ya que había planeado desaparecer sus dientes la próxima vez.

En Febrero, intentó asegurar sus brazos y piernas con esposas mágicas para que dejara de hacerse
daño. Se disculpó extremadamente por estas medidas — incluso más cuando volvió en la mañana
para descubrir que se había dislocado ambos hombros rompiendo uno de los grilletes. Él estaba
muy cansado para preocuparse.

Mientras que participaba en menos bromas que el año anterior, Remus decidió sumergirse en sus
estudios. Secretamente, Remus esperó poder tomar ventaja de la determinación de Sirius y James
de no enfocarse en su trabajo escolar. Él quería ser el mejor de Historia de la Magia de nuevo, y
sabía que tenía un buen chance — no solo es; sus notas habían estado mejorando mucho en
Transformación, Herbología y Astrología también, y por lo menos tenía una oportunidad de estar
entre los tres mejores.

Hechizos y Pociones aún le pertenecían a Lily Evans, pero quería cerrar la brecha entre los dos lo
más posible. Así, finalmente superó su miedo a la biblioteca, y pasaba casi cada hora libre que
tenía ahí, completando ensayos y revisando. Su lectura había mejorado un buen poco — todavía
era lento si no usaba el hechizo, pero se dio cuenta que la práctica constante le ayudaba a reconocer
las letras mucho más rápido que antes.

Lily estaba muy a menudo en la librería también, y después de un par de días de saludarse con la
cabeza cortésmente a través de los escritorios, Lily juntó sus cosas y fue a sentarse junto a él. Se
llevaron bastante bien, ya sea leyendo calladamente o haciéndose preguntas sobre bastantes puntos.

Inevitablemente, Lily fue la segunda persona después de Sirius en descubrir el secreto de Remus.

— ¿Por qué haces eso? —preguntó, mirándolo curiosamente.

— ¿Hacer qué?

—Cada vez que abres un libro, pones tu mano sobre él y rascas tu cabeza con tu varita.
—No, no lo hago. —Remus bajó su varita, culpable.

—Sí, lo haces. —Dijo Lily, calmadamente, con una pequeña sonrisa en sus labios, —murmuras
algo también. ¿Es un hechizo?

—Em.

—Oh vamos, dime—¿tiene que ver con los libros? ¿¡Es así como entiendes todo más rápido que
yo!?

Remus estaba tan complacido por este cumplido que bajó su guardia por una vez.

— ¿Prometes que no le dirás a nadie?

—Lo prometo.

—Es para ayudarme a leer. Yo no…no puedo…em…bueno, me cuesta un poco más que al resto.
Leer de la forma normal.

— ¡Wow! ¿Cómo funciona? —sus ojos se expandieron aún más, al igual que cada vez que estaba
emocionada por algo. Remus estaba sorprendido — no parecía interesarle escuchar que él no podía
leer normalmente.

—Así, —le enseñó. Ella le copió, pero parecía decepcionada,

—No funcionó.

—Es bastante difícil de hacer. —Explicó, —Me tomó años hacerlo bien.

— ¿Dónde lo encontraste? Eso es algo muy, realmente avanzado.

—No lo hice—Sirius lo hizo. No creo que esté escrito en ninguna parte, sonaba más como que él
mezcló un par de hechizos. Probablemente es por qué es un poco torpe.

— ¿En serio? —Si los ojos de Lily se abrían un poco más corrían peligro de caerse de sus cuencas.
— ¡Sabía que él era más inteligente de lo que demostraba en las lecciones! ¡Ooh, ese imbécil!
¡Enséñame de nuevo!

Así como Lily, Remus a menudo se encontró acompañado por sus amigas, Mary y Marlene. Al
principio no estaba seguro sobre este arreglo — usualmente trataba de evadir a las otras niñas de su
año puramente por instinto, Además las dos M’s generalmente pasaban soltando risitas al fondo del
salón en clases o adulando a una celebridad mágica en la sala común. De todas formas, estaba
agradablemente sorprendido en descubrir que las dos chicas tomaban sus estudios igual de
seriamente que él — de hecho su interés por estrellas de pop mágicas era apenas diferente a la
obsesión de Sirius y James por sus equipos de quidditch favoritos.

Mary era particularmente agradable para entablar una conversación — era hija de muggles y del
sur de London; su acento le hacía sentir a Remus extrañamente en casa. No era pretenciosa y tenía
una gran sonrisa y una gran e infecciosa risa. Marlene era levemente más tranquila, pero
histéricamente graciosa y capaz de imitar a casi todo en la escuela — incluyendo a los profesores.
Su imitación de McGonagall era espectacular; Remus, de hecho, lloró de la risa.

Las tres chicas eran excepcionalmente amables con Remus, y sabía que esto se debía en su mayoría
porque creían que él estaba enfermo. Aunque no le importaba, porque estaba aprendiendo cosas
bastantes interesantes gracias a ellas. Por ejemplo, Mary tenía un hechizo para cubrir
imperfecciones — lo que no desvanecía sus cicatrices por completo, pero notablemente reducían su
apariencia. Él nunca pensó en buscar en una revista de belleza una solución.

Fue introducido a varias otras cosas femeninas — Mary estaba enamorada de Sirius, y Marlene de
James. Remus pensó que ambas estaban completamente dementes y se preguntó si se sentirían de
la misma forma si ellas tuvieran que compartir un baño con Potter y Black.

En regreso, Remus les ayudó con Historia de la Magia, desde que aparentemente él era el único
estudiante en toda la escuela que de hecho encontraba al Profesor Binns interesante. Marlene era
excelente en Astronomía, y le mostró como graficar sus constelaciones usando unos inteligentes
dispositivos mnemotécnicos.

—Eres tan amable, Remus, —dijo Mary, en su usual contundente forma de hablar una tarde
mientras caminaban de vuelta a la sala común, —Marlene y Lily estaban absolutamente asustadas
de ti en primer año.

— ¿¡Qué!? —Remus casi dejó caer sus libros de la sorpresa.

— ¡Mary no seas tan grosera! —siseó Marlene.

—Tú eras bastante agresivo, —explicó Lily, —y James empezó a decirle a todo el mundo que eras
muy bravo, y que estabas en una pandilla.

Remus explotó con risas.

Mientras entraban a la sala común, rápidamente notó a Sirius, James y Peter acurrucados en una
esquina, sumergidos en un libro muy grande y grueso. Marlene y Mary explotaron en ataques de
risitas cuando los vieron, y corrieron por las escaleras. Lily compartió una mirada de complicidad
con Remus antes de seguirlas.

Los merodeadores miraron hacia arriba mientras su amigo se acercaba, y Peter bastante
conspicuamente cubrió el libro que estaban leyendo con unas hojas de pergamino.

— ¿Todo bien, muchachos? —Dijo Remus, estirando su cuello, — ¿Qué están haciendo?

— ¡Nada! —Dijo James bruscamente, — ¿Dónde has estado?

—En la biblioteca, —empezó Sirius, antes que Remus pudiera siquiera abrir su boca, —con su
club de fans.

Remus sonrió burlonamente,

—Jódete Black, sé cuando estas celoso. —Había elegido no contarle a sus amigos que a Marlene y
a Mary les gustaban. Sus egos no serían capaces de soportar mucho más sin explotar. De todas
formas no quería cambiar el tema, —En serio, ¿Qué están escondiendo ahí?

Los tres se miraron entre ellos, culpables, y Remus sintió un pinchazo de dolor. Tenían algo entre
manos sin él — debió haberlo sabido. Supuso que era solo justo — él se había negado de formar
parte de cualquier broma por tanto tiempo que ahora no querían incluirlo para nada.

— ¡Tu cumpleaños! —explotó Peter repentinamente. —Se acerca.

—Seh, —Remus rascó su cabeza, —La próxima semana.

— ¡Estamos planeando una sorpresa! —dijo Peter, sonriendo ampliamente, claramente bastante
complacido consigo mismo. Remus no se perdió la mirada de irritación de James, y supo enseguida
que Peter estaba mintiendo. Bien. Si no querían decirle.

—Oh, cierto, —tragó saliva, forzando una sonrisa, —bueno, será mejor que no estén planeando
avergonzarme como el año pasado.

—Oh no, ¡jamás! —Sirius sonrió, poniéndose de pie, apretando el libro contra su pecho, todavía
escondiendo el título, — ¿Acaso somos el tipo de amigos que querrían avergonzarte, Lupin?

—Seh, lo son. —Remus asintió, lentamente, entrecerrando sus ojos, —Sin cantar. Sin fiestas. Nada
que nos vaya—

—A meter en problemas, lo sabemos, —James terminó, poniéndose de pie también. —Hey, ¿por
qué no invitamos a tus nuevas amigas, eh? Nos haría bien mezclarnos con el sexo opuesto, ¿no
crees?

—Claro, —Sirius alborotó su cabello, —Más bien quieres un chance de tener a Evans en privado.

—Cómo te atreves. —respondió James, mejillas levemente más rojas que de costumbre.

***

—Entonces si no estás en una pandilla, —meditó Mary, unos días después. Estaban revisando sus
ensayos de Herbología y Mary leía más rápido así que ya había terminado. — ¿Dónde te haces
todos los cortes y moretones?

—Un conejo de mascota, —respondió Remus, aún leyendo el ensayo de Mary, —temperamento
vicioso.

Lily le sonrió.

— ¿Oh en serio? ¿Pensé que vivías en un hogar?

—Sí. —Dijo fríamente, —nos permiten tener mascotas. —Eso era en parte cierto — habían tenido
un pez dorado, por un tiempo, hasta que el tanque se dio vuelta por uno de los chicos mayores en
un ataque de rabia.

—Oh, ¿un hogar para niños? —Mary levantó la mirada, — ¿Eres hijo de muggles también?

—No, —dijo Marlene, prontamente, —Lupin es un nombre de mago—¿tu papá? —buscó su


mirada por confirmación. Él asintió, intranquilo.

—Sí, ¿Cómo supiste?

—Vi el nombre en un trofeo.

—¿Un…trofeo?

—Seh. No puedo recordar de qué era, creo que estaba afuera de la sala común de Ravenclaw.

—Oh, claro. —nunca le había prestado mucha atención a los trofeos, a excepción de la Copa de
Quidditch, frente a la cual James se detenía a hacer homenaje por lo menos una vez a la semana.
Repentinamente estaba inundado por un irreprimible impulso de correr todo el camino hasta el
corredor de Ravenclaw, y dejar el ensayo que estaba leyendo.

Lily lo estaba mirando.


—Ve, Remus, —dijo suavemente, quitándole el pergamino de las manos. Las otras dos chicas
también lo estaban mirando, de alguna forma lastimosa. Él asintió. Prácticamente saltó.

No estaba exactamente seguro de qué esperar. Pudo vagamente leer por algunos momentos; estaba
tan sin aliento de esprintar tres pisos de escaleras. La vitrina era de caoba y cristal, regularmente
pulida por Filch — o los elfos domésticos, supuso. Estaba lleno de trofeos y premios de cientos de
logros diferentes. Campeón de Ajedrez Mágico, Vencedor del Torneo de los Tres Magos, Babeo
Finalista de la Mejor Burbuja de Goma de Mascar.

Y ahí estaba. Una enorme, estatua dorada representando a un mago con su varita en una muy tonta
postura, como si estuviera esperando una pelota de tennis. Lyall Lupin, Ganador de Duelo en
Hogwarts, 1946.

La miró por un largo tiempo, leyendo y re-leyendo. Intentó pensar lógicamente. Esto solo
confirmaba cosas que ya sabía. Su padre estaba en Ravenclaw — McGonagall le había dicho eso
en su primer año. Era muy buen duelista — excepcionalmente bueno, aparentemente. Ambos
Slughorn y el ebrio viejo Darius se lo habían dicho. Realmente, todo lo que esto hacía era
confirmar que su padre estuvo en Hogwarts — que había pertenecido a Hogwarts. Probablemente
había tocado ese mismo trofeo. Remus presionó sus dedos contra el cristal, como si pudiera
romperlo y agarrarlo.
Segundo Año: Trece

Sábado 10 de Marzo, 1973

Los merodeadores no pudieron haber estado más felices al descubrir que el cumpleaños de Remus
caía un día sábado ese año. Esto, en su opinión, abría el día a todo tipo de emociones que no
podrían simplemente ocurrir en un día de semana.

Mientras el día se acercaba, Remus trató de ignorar todas las burlas y pistas toscas sobre lo que
iban a hacer. No le importó lo que hicieran, confiaba en ellos lo suficiente — a ellos se les podría
confiar hacer el ridículo sobre ellos mismos, pero hasta el momento nunca lo habían hecho a él el
centro de una broma. James había estado recibiendo extraños paquetes abultados envueltos en
papel café la semana pasada y Remus solo esperó que esos no fueran regalos para él — nunca
hubiera sido capaz de devolver el favor.

Remus pensó mucho sobre cumplir trece años — específicamente sobre ser un mago-de-trece-años
con un pequeño problema peludo. El descubrimiento del trofeo en la vitrina de Ravenclaw había
provocado cosas extrañas en el dialogo interno de Remus. Siempre había creído que tenía una
buena idea de quién era — un chico de un hogar de menores, pobre, un poco larguirucho, furioso,
malo, lleno de cicatrices, torpe cuando se trataba de cosas de la escuela, pero lo suficientemente
inteligente en otras situaciones. Venir a Hogwarts había forjado algunos cambios, por supuesto —
tal vez no era tan torpe, incluso si todavía estaba seguro de todo lo demás.

Su padre había sido realmente inteligente. Estaba en Ravenclaw, después de todo. El sombrero
seleccionador había considerado a Remus para Ravenclaw también, pero había cambiado de
opinión. No había significado algo muy importante para él en ese momento, pero ahora se
preguntaba sobre eso. ¿Qué hubiera pasado si lo hubieran sorteado en Ravenclaw? ¿Sabría más
sobre su padre? ¿Sobre quién era?

¿Qué hubiera pasado si su padre no se hubiera matado? ¿Qué hubiera pasado si no lo hubieran
mordido? ‘Que hubiera pasado’ era un juego peligroso.

Mientras se dormía la noche anterior a su cumpleaños, Remus se deslizó hacia un sueño que no
había tenido en un largo tiempo.

Él está acostado en una pequeña cama, en una pieza azul pálido. Es verano y la ventana está
completamente abierta; cortinas ondulando. La ventana es gigante — lo suficiente para que un
hombre adulto pueda caer. Remus es muy pequeño y está muy asustado.

Hay alguien en la habitación con él, y le va a hacer daño. Es un monstruo — su madre le prometió
que no eran reales, pero ¡oh! Oh, ella es una mentirosa, una terrible mentirosa, porque ahí hay un
monstruo, y está cruzando la habitación ahora; ¡se está acercando a él y se lo va a comer!

— ¿Quién le tiene miedo al gran lobo malo?

Él cierra sus ojos con fuerza y trata de esconderse bajo el cobertor y tiembla y solloza,

Luego…luego no hay nada — nada sólido, nada real. Está sufriendo, hay mucha sangre y muchas
lágrimas y una horrible cantidad de ruido. Él solo quiere dormir. Otro hombre se cierne sobre él,
alto y delgado y preocupado.

—Papi
— ¡LUMOS MAXIMA!

Remus despertó sobresaltado, al borde de las lágrimas. La habitación estaba llena de brillo, una luz
artificial, sus rayos atravesaban los espacios entre las cortinas, haciendo que él entrecerrara los
ojos. Justo había alcanzado a limpiar las lágrimas de sus mejillas antes que Sirius y James tiraran
de las pesadas cortinas, cantando,

— ¡Feliz Cumpleaños, Lupin!

—Todavía está oscuro afuera, idiotas. —entrecerró los ojos, frotándolos y sentándose. Intentó, a
voluntad, que su corazón dejara de latir tan fuerte.

—Es precisamente un minuto pasada la media noche, —dijo Sirius, —y por lo tanto es
oficialmente tu cumpleaños número trece.

— ¿Dónde está Pete? —Remus trepó fuera de la cama, dando un par de pasos en la habitación. La
habían decorado atropelladamente con serpentinas, que estaba seguro que habían robado de la pista
de quidditch en un partido, y líneas de luces de hadas que quedaron de la Navidad.

—En una misión. —dijo James, sus ojos brillaban. —Vamos, arriba, y vístete.

— ¿A dónde vamos?

—A ningún lado, —respondió Sirius alegremente, —pero querrás estar apropiadamente ataviado
cuando lleguen tus invitados.

— ¿¡Mis invitados!?

—Por supuesto, —Sirius sonrió, —tratamos de mantenerlo solo para los merodeadores, pero
mucha gente quería venir a celebrar, ya sabes.

Remus no podía descifrar si Sirius estaba siendo sarcástico, entonces optó por no responder, en vez
de eso, se puso un par de jeans y una polera de mangas largas que se veía lo suficientemente limpia.
Para cuando estuvo vestido, se escuchó un fuerte golpe seco en la puerta,

— ¡Adelante! —gritó James, animadamente. Sirius vio la asustada reacción de Remus y explicó,

—Está bien, pusimos un hechizo silenciador en la habitación.

Remus frunció el ceño,

—Entonces… ¿Quién sea que esté al otro lado de esa puerta no puede realmente escucharnos?

James se golpeó la frente con su palma,

—Somos unos completos idiotas. —le gruñó a Sirius, abriendo la puerta.

Peter estaba de pie afuera, luciendo bastante complacido y sonrojado, rodeado por Lily, Marlene y
Mary. Remus quedó boquiabierto cuando ellas entraron a la habitación, todas sonriendo
ampliamente y claramente emocionadas de haberlo sorprendido. Todas traían tarjetas y pequeños
paquetes.

— ¿No sabía que las niñas podían entrar?

—La amorosa Mary lo testeó por nosotros la semana pasada—nada malo pareció ocurrir, —explicó
James.
—Un día todos ustedes leerán Hogwarts: Una Historia, y finalmente podré descansar en paz. —
Sirius suspiró, sacudiendo su cabeza trágicamente.

James había empezado a sacar paquetes debajo de su cama, abriéndolos. Parecía que habían
asaltado Honeydukes de nuevo — montañas de dulces estaban debajo; Grageas Bertie Bott de
Todos los Sabores, Ranas de Chocolate, Whizzbees Burbujeantes, Droobles el Mejor Chicle para
hacer Globos, sorbetes de limón, pasteles en forma de caldero — sin mencionar el botín que Peter
había traído de la cocina; sándwiches de jamón, huevo con mayonesa, pollo adobado, queso y
pepinillos, paquetes de papas fritas del sabor favorito de Remus — sal y vinagre — huevos
escoceses, rollos de salchicha, empanadas de cerdo, palitos de queso y piña, más un poco de fruta
confitada.

Sirius, mientras tanto, estaba estirando mantas sobre las tarimas y esparciendo unos cojines de
terciopelo de felpa,

—Lupin, —dijo con un amplia sonrisa, — ¡Bienvenido a tu banquete de media noche!

— ¡Feliz cumpleaños, Remus! —cantaron las chicas, como una sola.

Todos se sentaron juntos, y Sirius puso un álbum en el tocadiscos — eventualmente había abierto
los regalos de Andromeda — como había pedido, recibió dos álbumes de Bowie: Hunky Dory y
The Man Who Sold the World.

—Siéntate junto a mí, Sirius, —dijo Mary rápidamente, ganándose una mirada llena de reproches
de Marlene. Sirius se encogió de hombros y cedió, pero se inclinó para entregarle a Remus un
paquete,

— ¡Abre este primero!

Era largo y cilíndrico, muy liviano y muy mal envuelto.

—No tenías que regalarme nada. —murmuró Remus, desdoblando los bordes.

— ¿Un poster? —Lily frunció el ceño, viendo como Remus desenvolvía el papel grueso y lustroso.
Era gigante, 42cm por 60cm de David Bowie impreso en blanco y negro, usando un traje de
lentejuelas plateadas y dando una ligeramente desigual patada alta.

—Le pedí a Andrómeda que me lo enviara para navidad, —Sirius sonrió, incapaz de contenerse, —
¡pero yo mismo lo encanté para que se moviera!

— ¡Wow! —Remus sonrió de vuelta, sinceramente, — ¡Gracias! Es increíble.

Las chicas le habían regalado paquetes de dulces y pasteles — y Lily le dio un libro de pociones.
Él la miró escéptico y ella sonrió,

—No puedes seguir dándole razones a Seveverus para dominarte.

—Por favor no menciones el nombre de Snivellus en esta sagrada ocasión, —dijo James con una
mueca de horror. Lily puso sus ojos en blanco y volvió a comer su tarta de jamón, ignorándolo
conspicuamente. James difícilmente lo notó, solo aclaró su garganta y miró a Remus, sus ojos
oscuros llenos de malicia, —mi regalo vendrá más tarde…una vez que hayamos devorado todo
esto.

—Oh Merlin, Potter, —Marlene rio, — ¿Qué tienes planeado?


Él no dijo nada.

Remus tenía que admitir que lo estaba disfrutando — había esperado que James y Sirius respetaran
sus deseos y dejaran la celebración solo para los merodeadores, pero invitar a las chicas no era del
todo malo. Las conocía bastante bien ahora, y de hecho disfrutaba bastante su compañía. Mary
podía darle una oportunidad a Sirius por su dinero y mejillas descaradas, y como Remus había
predicho, las imitaciones de Marlene de los miembros facultativos tenía a los merodeadores
muertos de la risa — incluso Peter tuvo que ir a cambiarse su polera después de haber volteado
jugo de calabaza encima.

—Empiezo a entender por qué Remus nos ha estado abandonando por ustedes chicas. —dijo James
alrededor de las una treinta de la mañana, secando lágrimas de risa de las esquinas de sus ojos.

—Seh, no son malas, para ser niñas, —Sirius le guiñó un ojo a Mary, quien bufó y le dio un
empujón juguetón.

—Seh, no tiene nada que ver conmigo queriendo terminar mis deberes. —respondió Remus
secamente, preguntándose si podría comer otra rana de chocolate.

—Oh, como cambian los tiempos, —dijo Sirius, altivamente.

—Se estarán riendo en sus caras cuando Remus los venza a todos en nuestros exámenes. —bromeó
Lily.

— ¡Bah! —James se puso de pie, estirándose elaboradamente como si estuviera a punto de ejecutar
una gran hazaña, —¡Exámenes! Nosotros merodeadores tenemos preocupaciones mayores. Mi
querido Sr Black, Sr Pettigrew, —hizo un ademan hacia la ventana de la habitación, —
¿Deberíamos?

— ¡Por George! —Sirius se levantó, abruptamente, — ¿¡Es momento!?

James cerró sus ojos solemnemente y asintió,

—Por supuesto que lo es.

— ¡Entonces apresurémonos! —lloriqueó Peter, también poniéndose de pie.

Las niñas se dispararon miradas nerviosas y luego hacia Remus, quien solo pudo encogerse de
hombros para mostrarles que no tenía la menor idea. Sirius, Peter y James se dirigieron a abrir la
ventana. Estaban inquietos de emoción, falta de sueño y mucha azúcar, y seguían riendo como
niños malcriados.

— ¡Vamos! —Peter llamó a los otros, apresurado, — ¡Querrán verlo!

James había producido una colección de brillantes objetos rojos que parecían una mezcla entre
cohetes espaciales y cartuchos de dinamita. Sus brazos estaban llenos, al igual que los de Sirius.

—Esos son… —Marlene arrugó su nariz, — ¿¡No son Dr Filibusters!?

James solo le dio una sonrisa maniática.

— ¡Oh no! —Dijo Lily, — ¡Se supone que no debemos! ¡Despertarán a todo el castillo!

— ¡Piérdete si no te gusta, Evans! —soltó Sirius, entregándole unos cohetes a Peter, —Prometiste
no arruinar nada.
—Remus, —Lily se dio vuelta hacia él, — ¡Diles, te escucharán a ti!

—Claro que no, —respondió Remus, —de todas formas, ¡quiero ver! Nunca he visto fuegos
artificiales mágicos.

— ¡Te espera una sorpresa! —Sirius le guiñó un ojo.

— ¿¡Cuantos necesitan!? —Marlene los observó impresionada.

—Trece, obviamente.

—Todos ustedes se van a meter en tantos problemas…

— ¡Oh deja de ser tan niña-buena Lil! —Marlene posó un brazo alrededor de la pelirroja.

—No dejaremos que ninguna de ustedes chicas se metan en problemas. —Dijo James
sinceramente, sus lentes se estaban deslizando por el puente de su nariz mientras trataba de
mantener el control de la carga, —no se preocupen.

—No estoy preocupada. —Lily dobló sus brazos desafiante. —Solo creo que todos ustedes están
siendo unos—

— ¡Ooops!

*BANG*

— ¡Peter!

Todos se inclinaron fuera de la ventana para ver como el cohete que Peter había dejado caer se
apresuraba al piso en un torrente de chispas verdes y doradas.

—Lo siento… —Peter se veía avergonzado. Sirius rio,

—No, gran trabajo—ahora que ya hemos empezado más vale continuar, ¿eh? —y empezó a lanzar
sus propios fuegos artificiales por la ventana, claramente al aire nocturno. James y Peter
rápidamente siguieron su ejemplo, y pronto incluso Lily había olvidado estar irritada mientras
miraban con asombro la espectacular explosión de rayos de luz en el cielo estrellado.

Los fuegos artificiales duraban mucho más que los muggles, algunos explotaban diez o doce veces
antes de desvanecerse chisporroteando. Cambiaban de color desde rojo a verde a morado a naranja,
dando vueltas y envolviéndose en diversas formas, eventualmente deletreando ‘FELIZ
DECIMOTERCER CUMPLEAÑOS REMU’

Sirius suspiró irritado,

—Sabía que eran muchas letras.

Además de la deslumbrante muestra de luces, los fuegos artificiales fueron satisfactoriamente


ruidosos, tanto, que Remus podía escuchar a los otros Gryffindors en la torre abriendo sus ventanas
para ver si es que el castillo estaba bajo ataque. Estaba seguro de haber escuchado a quien fuera
que estuviera en la habitación arriba murmurar,

—Los jodidos merodeadores de nuevo.

Inevitablemente alguien empezó a golpear fuertemente la puerta, y la estridente voz de


McGonagall podía oírse desde el otro lado,
— ¡Potter! ¡Black! ¡No crean que no sé qué ustedes están detrás de esto, ABRAN ESTA
PUERTA!

— ¡Oh mierda! —James hizo una mueca, —será mejor que se escondan bajo las camas,
señoritas…

Una vez que fueron reprendidos a fondo, prometiendo dos meses de castigo y enviar cartas a las
casas de sus padres, McGonagall (que era difícil de contemplar en su camisón de tartán rojo) los
dejó y Marlene, Lily y Mary volvieron a su propio dormitorio de mala gama. Eran las dos de la
mañana para entonces, y los chicos decidieron que finalmente era hora de ir a la cama.

—Feliz cumpleaños, Remus, —exclamó Peter, seguido de un sonoro bostezo.

Remus sonrió para sí en la oscuridad, sus mejillas casi le dolían.

—Seh, —Sirius bostezó de vuelta, —Feliz cumpleaños, Remu.


Segundo Año: ¿Qué hay en un Nombre?
Chapter Notes

Ver el final del capítulo para más notas.

Lunes 19 de Marzo, 1973

—Te tengo buenas noticias, —Madam Pomfrey sonrió cálidamente, —no quería mencionarlo en
caso de no poder sortear las cosas a tiempo—pero me estarás viendo durante el verano.

Por un momento Remus se atrevió a desear que esto significaba que no volvería a St Edmunds, pero
la medi-bruja continuó, —la Sra Orwell, tu matrona en la casa de menores, amablemente me
permitió aparecer en los terrenos al amanecer siguiente de ambas lunas llenas este verano. —sonrió
ampliamente.

Ah bueno. Era mejor que nada. Sonrió de vuelta, débilmente,

— ¡Genial! —graznó. Sus brazos y piernas se sentían pesadas como plomo, apenas podía levantar
su cabeza para beber la poción que ella le estaba ofreciendo.

Eran alrededor de las cuatro de la tarde y Remus se había perdido sus lecciones — había estado
durmiendo gran parte del día. Dormir era el único remedio que parecía realmente funcionar.

—Le dije a Dumbledore que lo haría con o sin su permiso—no podría vivir conmigo misma si tu
llegaras en Septiembre en el mismo estado que el año pasado.

—Podría quedarme en una casa de algún mago este verano, eso sería aún más seguro, —Remus
intentó, —mi amigo James—

—Lo siento, querido, —Madam Pomfrey sacudió su cabeza, —es solo que no es lo suficientemente
seguro. Los Potters intentaron comunicarse, pero necesitamos preservar tu anonimato por tanto
tiempo como podamos—sé que no es muy divertido para ti, pero es mejor que te quedes con los
muggles.

Remus cerró sus ojos e inhaló profundamente. Solo serían dos meses, y aún faltaba mucho para el
verano. Mantente positivo, mantente positivo.

Un repentino traqueteo sonó al final de la sala, que sacó a Remus de su estado meditativo. Madam
Pomfrey frunció el ceño y se dio la vuelta para mirar fuera de las cortinas de la cama de Remus.

— ¡Sr Pettigrew! —Gritó, — ¿¡Qué cree que está haciendo!?

—L-l-lo siento Madam Pomfrey—solo estábamos…

— ¡Levante esos platillos en este momento y déjelos de vuelta en la alacena! Y usted puede borrar
esa sonrisa de su cara, Sr Black, dele una mano.

—Hola, Remu —James se asomó a través de las cortinas, —Perdón por el ruido.
Remus sonrió, tratando de sentarse.

—Está bien.

— ¡Acostado! —le reprendió Madam Pomfrey, —te has roto tres huesos niño tonto.

— ¡Me siento mucho mejor!

*CRASH*

—SR PETTIGREW, ¿¡QUÉ FUE LO QUE DIJE!? —Madam Pomfrey despareció tras las cortinas,
bastante enfadada.

James se desplomó en la silla junto a la cama de Remus.

— ¿Listo para irte? —preguntó casualmente. Remus siempre podía contar con James para que no
lo tratara como un inválido.

—Si es que me deja, —Remus movió su cabeza apuntando las cortinas por las que había
desaparecido Pomfrey. — ¿Cómo estuvo el partido?

—Los aplastamos, —James asintió entusiasmado, dejando caer la snitch en el regazo de Remus.
Pasó sus dedos a través de su cabello para recuperar la sensación de haber aterrizado. —Hicimos
llorar a uno de los bateadores de Ravenclaw.

—Que amable.

— ¿Cómo estuvo…ya sabes, tu noche?

—Bien. —respondió Remus secamente, torciendo su boca. No hablaban mucho sobre las lunas
llenas — y Remus estaba bastante aliviado de eso. No le gustaba la idea de ellos sabiendo
demasiado. El dolor era algo personal.

—Tres huesos rotos, ¿eso dijo?

—Seh. Aunque están todos arreglados ahora, ella es increíble, solo le toma un hechizo. Los
muggles tienen que usar moldes de yeso por muchas semanas.

— ¡Raro!

— ¡REMU! —Sirius azotó la cortina, — ¡Estás VIVO! —Se dejó caer dramáticamente al pie de la
cama, —Estaba convencido de que estaba tratando de encubrir algo, la vieja loca no nos dejaba
venir.

—No la llames así, —Remus respondió irritado, — ¡Y no me llames así!

—Pero tú querías un apodo, —dijo Sirius, sonando ofendido mientras volvía a ponerse de pie.
Peter apareció, con una mirada resentida y sus manos en los bolsillos.

—No. —Remus frunció el ceño, — ¿Cuándo dije que—

—El año pasado. —Sirius dijo rápidamente, —casi exactamente un año atrás, dijiste que te daba
igual como te llamáramos mientras no fuera Loony Lupin1 .

—Dios, tienes la memoria de un elefante. —Remus puso sus ojos en blanco. —De todas formas,
—bajó su voz, en caso de que Madam Pomfrey estuviera cerca, —El punto de tener un apodo era
que nadie supiera quien hizo el mapa. No creo que ‘Remu’ vaya a engañar a nadie.

—Tienes un buen punto. —Dijo James sabiamente, —por muy divertido que haya sido.

—Bastante justo, —Sirius suspiró pesadamente, — ¿Pero podemos llamarte Remu hasta que se nos
ocurra algo mejor?

—No.

—Aburrido. —Sirius buscó algo más que decir, evadiendo conspicuamente mirar los vendajes de
Remus. — ¿Entonces nos vamos de aquí o deberé instalarme para un emocionante juego de snap?

—Él no irá a ninguna parte, —Madam Pomfrey interrumpió apresurada, —dejaré al Sr Lupin en
observación por la noche.

— ¡No! —Remus protestó, — ¡Me siento mucho mejor! —Siempre decía eso — no era siempre
verdad, pero sabía que se empezaría a sentir mejor eventualmente, y no importaba mucho si estaba
en la enfermería o no.

—No estoy siendo deliberadamente cruel, Remus, —la enfermera suspiró, —esto es por tu salud.

— ¡Iré directo a la cama!

— ¡Nosotros lo cuidaremos! —dijo James, formal, poniéndose de pie. Remus esperó para ver si
eso funcionaba, James era bueno con los adultos, especialmente brujas. Había sabido suavizar a
McGonagall una o dos veces (aunque eso pudo haber tenido que ver con sus habilidades para el
quidditch)

Madam Pomfrey fue impasible.

—Lo siento, Sr Potter, pero no.

—Bien. —dijo Peter de una forma inusualmente firme. —Entonces nos quedaremos aquí.

—Sí. —Sirius y James dijeron, al mismo tiempo.

— ¡Se perderán la cena! —dijo Remus.

—Estoy segura de que podemos arreglar algo, solo por esta vez. —dijo Madam Pomfrey tratando
de no sonreír. —Está bien, niños—pero manténganse en silencio. Y avancen en sus deberes, no los
tendré usando al Sr Lupin aquí como excusa para no entregar nada.

Con un movimiento de su varita tres sillas más aparecieron de la nada, junto con un largo escritorio
de pino completo, con tinta para sus plumas. Remus abrió su boca para hablar, pero Madam
Pomfrey aparentemente era psíquica —Y no, Remus, nada de deberes para ti. Solo descansa.

Remus cerró su boca y se acostó de nuevo. ¿Cómo se suponía que vencería a Sirius y James si la
mujer no lo dejaría estudiar?

— ¿Puedo leer mi libro? —preguntó, dócilmente.

—Mientras no tengas que forzar tus ojos.

Ella se fue, y los otros tres chicos laboriosamente sacaron sus tareas y empezaron a escribir. Remus
estiró su cuello para ver en qué estaban trabajando — estaba a la fecha con todos sus deberes, pero
había estado haciendo un poco de extra lectura para Hechizos en un intento de vencer a Lily en los
siguientes exámenes.

—Ah ah ah, —James cubrió su trabajo con su manga, —nada de mirar, Remu, tu solo descansa.

— ¡Ugh, llámenme Loony! —Remus gruñó, — ¡Cualquier cosa pero no Remu!

— ¡Pero te queda! —Dijo Sirius, sobre su pluma, —Reeeeemuuuuuu.

—Para o te morderé.

—Reeeeemuuuu.

— ¡Reeeemuuu! —Peter se les unió, los tres chicos riendo histéricamente, pero tratando de no ser
oídos.

—Odio mi nombre. —Remus cubrió su cara con el libro que estaba leyendo. No era justo —
James Potter era tan tranquilizadoramente ordinario; Peter Pettigrew era perfectamente respetable
y Sirius Jodidamente Black era el nombre más genial de la historia, de la forma que lo vieras. —
Mejor que me llamen de alguna forma que les guste, no sé qué podría ser peor.

— ¿Loony Remu? —James sugirió, amablemente, — ¿Remoony?

Sirius apenas podía respirar de la risa ahora.

— ¡REMOONY! —bufó, colapsando en el escritorio, con los hombros estremeciéndose.

—Moony de hecho es bastante bueno. —dijo Peter repentinamente, muy sobrio.

—¿Eh?

—Moony. Como apodo.

Remus lo miró, poco acostumbrado a prestar atención a lo que fuera que Peter dijera. Pensó sobre
eso, dándole vueltas al nombre en su cabeza. Sonaba como Loony, pero no estaba ni cerca de ser
horrible.

—No lo odio. —dijo finalmente.

—Me encanta. —Dijo James, —Moony. Te queda.

— ¿No creen que la gente…ya saben, lo descubrirá? —mordió su labio preocupado.

—Nah, —Sirius movió su mano, —les diremos que es por el muggle en The Who.

—Son todos muggles en The Who. —Respondió Remus, —pero yo no toco batería.

—Te gusta golpear cosas. —Sirius se encogió de hombros.

—Gracias.

—No hay problema, Remoony.

***

Algunas horas más tarde, después de que Madam Pomfrey les llevara la cena, James se había ido a
práctica de quidditch y Peter a un castigo. Sirius se había rendido tratando de terminar sus deberes
hace un buen rato e insistía en intentar perfeccionar una maldición de brazo tentáculo en sí mismo.
Remus estaba ignorando su comportamiento de forma incondicional — sabía que Sirius estaba
pronunciando mal el encantamiento, con énfasis en el lugar equivocado — pero no le iba a decir,
porque no estaba exactamente seguro del por qué Sirius querría tanto un brazo tentáculo, y no
podía ser por ninguna buena razón.

Eventualmente, aburrido, Sirius se inclinó hacia atrás en su silla, apoyando sus pies en la cama de
Remus.

— ¿Qué lees, de todas formas?

—La Epopeya de Gilgamesh. —respondió Remus, dando vuelta la página. Estaba cerca del final, y
su hechizo de lectura estaba menguando — si Sirius lo dejaba solo por cinco minutos más…

— ¿De qué se trata?

— ¡Es tuyo! —Dijo, sorprendido, — ¡Lo saqué de tu estante!

—Oh, ¿Uno de los muggles? No he leído muchos de esos honestamente. Eran de mi tío Alphard.

—Claro.

— ¿Entonces?

— ¿¡Entonces qué, Black!?

— ¿De qué se trata?

—De un hombre llamado Gilgamesh.

—Ok, tienes que admitir que ese nombre es peor que Remus Lupin.

Remus rio,

—Seh, claro. Siempre podría ser peor.

—Entonces háblame de este tipo Goulash.

—Gilgamesh. Era un rey. Hace mucho tiempo.

—Ves, ahora estoy enganchado, así es como empiezan todas las buenas historias. —Sirius apoyó
su cabeza entre sus manos, mirando a Remus como si fuera un profesor enseñándole a Sirius su
asignatura favorita.

—No, solo estás evadiendo tu ensayo de Astrología.

—Pfft, copiaré el de James. —Sirius movió una mano de forma casual, —cuéntame más, oh
guardián del conocimiento. Yo te he tenido que leer a ti muchas veces.

Remus suspiró, dejando el libro a un lado. No había forma de escapar de Sirius cuando estaba con
este ánimo.

—Gilgamesh era un rey.

—Sí, hace mucho tiempo, ya estableciste eso.

—Mira, cállate o lárgate.


— ¡Ok, ok! —Sirius levantó sus manos en señal de rendición, —sigue.

—Entonces él era un rey, pero no uno bueno. No era completamente humano—era dos tercios
dios, entonces era más fuerte que todos y su gente le tenía mucho miedo. Era peligroso. Entonces,
su gente rezó—um…así es como le piden ayuda a los dioses—y los dioses enviaron a otro hombre
para ayudar a controlar a Gilgamesh.

— ¿Era más fuerte?

—No, pero era en parte animal,

— ¿Entonces este hombre-bestia mató a Gilgamesh?

—No. Pero pelearon por un largo tiempo, pero Gilgamesh aun así ganó. Aunque no mató a Enkidu,
—él…él como que reconoció que eran iguales. Y se volvieron amigos—mejores amigos. Tenían
todas estas aventuras juntos, combatiendo otros monstruos y cosas. Es genial.

—Quiero saber más sobre el hombre-bestia.

—Enkidu. Era el maestro de los animales, y era feliz viviendo en lo salvaje, pero después que fue
enviado a controlar a Gilgamesh no pudo volver a la naturaleza. Entonces él realmente nunca
pertenece a ningún lado.

—Pero tenía a su amigo, ¿cierto?

—Sí, pero…bueno no quiero arruinarte el final.

—Está bien, casi nunca leo cosas muggles.

— ¡Te estás perdiendo tanto! —Remus exclamó, —Bueno, ok entonces. Enkidu muere.

— ¿¡Qué!?

—Seh, es un tanto triste, era mi personaje favorito también.

—Pero ¿Por qué?

—Para enseñarle a Gilgamesh sobre la muerte, creo. Antes de Enkidu él era muy arrogante para
creer que alguien podía herirlo. Pero después de que lo pierde, se da cuenta de que no es el dueño
de todo. Nadie puede controlar la muerte.

—Ese es un pensamiento realmente depresivo, Moony.

Remus se encogió de hombros. A él le parecía todo bastante claro.

Notas de final del capítulo:

Si quieren leer La Epopeya de Gilgamesh (Y DEBERÍAN ES INCREÍBLE), pueden leer una


traducción al inglés en este link:

http://king-of-heroes.co.uk/the-epic-of-gilgamesh/maureen-gallery-kovacs-translation/

Notas de traducción:
1.- Sé que el apodo había quedado como ‘Loco Lupin’, pero necesito que esté en inglés solo en
este capítulo.

2.- Estoy copiando lo más literal que puedo el diseño del texto original así que las advertencias y
las notas no son mías, son una traducción.

3.- Creo que de ahora en adelante dejaré todos los apodos en inglés porque suenan mejor, igual voy
a dejar notas aquí con la traducción al español POR SI ACASO; en este caso ‘Moony’ sería
‘Lunatico’.
Segundo Año: Amor y Matrimonio
Chapter Summary

Advertencia: Insulto homofóbico/comportamiento homofóbico al final del capítulo.

Viernes 20 de Abril, 1973

Still don’t know what I was waiting for

And my time was running wild

A million dead end streets - and

Every time I thought I’d got it made

It seemed the taste was not so sweet

So I turned myself to face me

But I’ve never caught a glimpse

Of how the others must see the faker

I’m much too fast to take that test.

Remus amaba Hunky Dory más que nada. Era a ratos brillante y alegre — después oscura e
introspectiva. Sentía que David Bowie tenía un poder sobre humano en su alma. Incluso si no
entendía completamente las letras, sentía que de alguna forma tenían sentido.

Tarareó los tonos de Changes suavemente mientras caminaba por los estantes oscuros de la
biblioteca, con su varita iluminada para echar un mejor vistazo. Realmente debía ponerse al día con
Pociones — pero Lily se había ofrecido para ayudarle el fin de semana y ya había estado revisando
Transformaciones todo el día. Había tomado todo ese tiempo transformar un sombrero de punta de
vuelta en un conejo.

Remus finalmente encontró el estante que estaba buscando — La Guía Mágica Británica para
Leyes Nupciales 1700-1950. Esperaba que fuera lo suficientemente reciente. Era enorme, y tenía
que subir un peldaño de la escalera para alcanzarlo. Estirándose, Remus apenas alcanzaba la tapa
de cuero cubierta de polvo, y estaba a punto de agarrarla, cuando otra mano se acercó y tomó su
muñeca.

Saltando, Remus jaló su mano de vuelta y casi tropezó de la escalera, encontrándose cara a cara
con Narcissa Black.

—Ugh, eres tú. —dijo, desagradablemente. Era una cabeza más alta que él, entonces estarían a la
misma altura mientras él mantuviera el equilibrio. Ella no soltó su mano, —dame eso.

—No, yo lo vi primero. —respondió, aun tratando de librarse. Ella tenía un agarre de hierro.

—Vete, pequeño. ¿Para qué podrías querer esto? —ella le dio un fuerte empujón y cayó de
espaldas, aterrizando dolorosamente en su espalda.

Narcissa sonrió mirándolo hacia abajo, victoriosa, sujetando el pesado tomo. Él frunció el ceño.

— ¿Para qué lo quieres tú?

—Eso no es de tu incumbencia, —replicó, moviendo su pálido cabello de sus ojos de una manera
inquietamente similar a Sirius. Ella se dio la vuelta y empezó a caminar, entre las pilas sombrías.
Remus se puso de pie,

—Espera, —dijo tratando de mantener su voz baja de modo que Madam Pince no lo echara, —
¡Oye, Narcissa, espera! —dijo agarrando su túnica.

Ella se dio la vuelta con ojos furiosos, y levantando su varita. Remus instintivamente tomó la suya
justo a tiempo. Ambos se quedaron de pie, como estatuas, por unos pocos segundos. Él sabía que
ella había maldecido a James y Sirius en varias ocasiones, y que toda la familia Black sabía todo
tipo de magia oscura. Pero al mismo tiempo, Remus nunca había maldecido a una niña antes, y se
sentía mal.

—Yo solo quería saber, —dijo, eligiendo sus palabras con cautela, —si esto tenía que ver con
Sirius…la cosa del matrimonio.

Ella bajó su varita, lentamente, mirándolo con un interés sospechoso.

—Entonces les dijo a todos ustedes, ¿no? —Arqueó una ceja — que todavía era negra como la
tinta, al igual que el color natural de su cabello. —Sí, pequeño, eso es exactamente para lo que lo
necesito. No crees que yo quiero estar casada con ese pequeño llorón traidor de la sangre, ¿o sí?

Remus solo se encogió de hombros. La verdad es que no se le había ocurrido como se sentía
Narcissa al respecto. Había estado tan centrado en ayudar a Sirius que no había considerado si es
que alguien más estaba tratando de trabajar en exactamente el mismo problema. Narcissa suspiró
impaciente,

—Bueno, no quiero. Y no estoy esperando que el mocoso de mi primo tenga una solución en
ningún momento, entonces aquí estoy.

Ya no sonaba furiosa, solo amargada. Ahora que estaba cerca de ella, Remus podía ver que tenía
marcas oscuras alrededor de sus ojos.

—Yo quiero encontrar una solución. —dijo elevando la barbilla para encontrar su mirada, deseando
no ser más pequeño que ella. —Lo he estado intentando, de todas formas.

—Ja. —Narcissa rio sin humor, — ¿¡Un estudiante de segundo año!? ¿Y qué has descubierto, hm?
—dijo dando golpecitos con su tacón de charol en el suelo oscuro.

—Bueno… —Remus tragó saliva, —no mucho—nada lo suficientemente bueno aún. A menos…
bueno, a menos que ya estuvieras casada.

—He pensado sobre eso. —Escupió Narcissa, —aún no soy de edad, no puedo. Me hubiera fugado
con Lucius en el momento que propusieron este estúpido matrimonio, pero cumplo diecisiete en
Octubre.

—Claro, —Remus asintió, sorprendido de oír esto, — ¿Y…no puede esperar, porque la ceremonia
de despose es este verano, cierto?
—Correcto. —ella lo estaba mirando con una mirada ligeramente menos venenosa ahora, como si
hubiera encontrado la conversación divertida en vez de irritante.

—Pero, estaba pensando— ¿De qué realmente se trata la ceremonia? —Preguntó sintiéndose más
valiente, — ¿Qué es lo que Sirius y tú deben hacer?

—Oh, la basura usual de la familia Black, —respondió, —un banquete, cartas astrológicas,
probablemente un retrato conmemorativo de los dos. Madre todavía tiene el de Bella colgando en
la sala de estar.

La idea de un retrato representando a Sirius de trece años con su prima de dieciséis le parecía algo
repulsivo a Remus. Narcissa no sonaba como que disfrutaba de la idea tampoco. —Es toda su
culpa, sabes. —Dijo, —Actuando como si fuera algún caso especial. Si simplemente hubiera
seguido las tradiciones como el resto de nosotros, mantenerse a raya hasta que tuviera la edad
suficiente para irse… —ella dejó de hablar, sus ojos brillaban con lágrimas furiosas, que limpió
rápidamente, —De todas formas, no importa. Me casaré con Lucius y esa es mi última palabra.
Agradezco que se haya mantenido a mi lado a través de todo esto, cualquier otra persona se hubiera
marchado.

Remas no quería comentar. ¿Qué sabía él de relaciones? Nunca había siquiera visto una de cerca.
Estuvieron en silencio por unos pocos minutos, mientras Narcissa se recuperaba. Una vez que lo
hizo, respiró pesadamente y miró a Remus de nuevo, —No te maldeciré. —Dijo magnánimamente,
—pero te advierto—ya he tenido suficiente gente metiéndose en mi futuro. Entonces mantén tu
nariz fuera de ahora en adelante.

Dicho esto, se dio la vuelta y se fue, dejando a Remus con mucho sobre que pensar.

***

Lunes 30 de Abril, 1973

—Moony, ¿Para qué son todos estos libros? —preguntó James, cuando casi se tropezó con una pila
que Remus había cuidadosamente apilado cerca de la entrada del dormitorio — no servían y estaba
planeando devolverlos esa tarde.

—Solo estoy investigando. —Respondió, sin levantar la mirada del libro que tenía en sus manos,
— ¿Dónde han estado?

—Graficando. —Sirius siguió a James, pisando sobre los libros esparcidos que su amigo estaba
tratando de ordenar. Remus arqueó una ceja,

— ¿Graficando? ¿El mapa o una travesura?

—Un poco de ambos, —sonrió Sirius, lanzándose a la cama de Remus. Tomó un libro.

— ¿¡Rituales de Matrimonios Mágicos!? —Rio, — ¿Con quién te vas a casar, Moony? Evans no,
James te tendría que retar a un duelo.

—NO me gusta Evans. —escupió James, desde el piso donde se había tropezado. —Matrimonios
Mágicos. —Leyó, levantando el último libro y dejándolo sobre la pila, —En serio, Remus, ¿De
qué se trata rodo esto?

Remus suspiró, dejando el libro a un lado y frotándose los ojos,

—Estoy tratando de ayudarte, —le dio una patada suave a Sirius con el pie. —Alguien te tiene que
sacar de este estúpido matrimonio.

— ¡Oye! —Sirius frunció el ceño, —Estoy haciendo todo lo que puedo.

— ¿Qué estás haciendo?

— ¿Acaso no he tenido más castigos que nadie este año? Debo recibir un vociferador por semana.
Y mis leones, no se olviden de mis leones en el partido de quidditch.

Remus lo miró, estupefacto.

— ¿Cómo se supone que alguna de esas cosas te ayudan?

—Estoy probando que no soy del tipo de los que se casan.

—Sin ofender, amigo, —James dijo sentándose en la cama con ellos, —pero no creo que a tu
familia realmente le importa si es que no eres del tipo que se casan.

—Exacto, —Remus asintió, —eres el heredero. Tienes que casarte con otra sangre pura. Y la
familia Black tiene una larga historia de matrimonios internos, incluso tus padres son primos.

—Eh… ¿Cómo lo sabes? —Sirius parecía incómodo.

—He estado leyendo. —Remus señaló todos los libros. —Hay muchas cosas de tu familia en la
biblioteca. Una de las casa mágicas más antiguas de Gran Bretaña, todo registrado desde la edad
media, donde la sede de la familia estaba en Inverness en Escocia—

—Sé todo esto. —Sirius movió una mano.

—Sí, pero ¿sabías que no eres el primer Black que se quería escapar del matrimonio?

—Bueno, obviamente Andromeda—aunque eso era más como que ella sí quería casarse, solo que
Ted era el tipo equivocado de…

—No solo ella—Lyra Black desafió los deseos de la familia en 1901 para casarse con la familia
Crabble, y Delphinus Black supuestamente debía casarse con su sobrina en 1750 pero la dejó en el
altar y se casó con Fidelia Bulstrode. Y, tu tío Alphard nunca se casó tampoco, aunque no hay una
explicación—

—Seh, se supone que no debemos hablar de él —respondió Sirius nervioso, —He escuchado a
madre vociferar sobre él y estoy bastante seguro que era un maricón.

Hubo un silencio incómodo.

—Mi papá conoció a Alphard, —dijo James, —Dijo que era un buen tipo.

—Siempre era amable conmigo, —Sirius se encogió de hombros, —me dejó su dinero y todo, se
aseguró de que nadie pueda tocarlo hasta que sea mayor de edad. Volvió a mis padres furiosos, ya
sabes, no devolvió su dinero a la bóveda de la familia, entonces tengo que darle crédito por eso,
aún si era…bueno, lo que sea.

La garganta de Remus estaba muy seca, y la aclaró, queriendo continuar con la conversación,

—Entonces, de todas formas, solo muestra de que te puedes salir de ese tipo de cosas. El único
problema es que no puedo encontrar ningún buen detalle sobre como lo hicieron para librarse.
—No te molestes, —dijo Sirius sombríamente, —incluso si lo encuentras—ninguno de ellos tuvo
que enfrentarse a mi madre. Ya sabes cómo es ella. Probablemente me obligue hacer el juramento
inquebrantable.

— ¡No lo haría! —dijo James, espantado.

—Ella haría cualquier cosa. —Sirius asintió.

Remus mordió su labio, pensativo. No sabía lo que era un juramento inquebrantable — sonaba
como magia oscura. Por lo que había leído de la Casa de los Black, sabía que la restricción
prohibida de la biblioteca debería ser probablemente su siguiente parada. Tendría que usar la capa
de James para eso, e ir en la noche. No importaba. Se negaba a ser desalentado. Se lo debía a
Sirius.

¿Acaso Remos no le había dicho a Sirius una vez que su propio problema era imposible,
inescapable? ¿Acaso Sirius no estuvo trabajando sin descanso, aprendiendo conjurar magia
compleja nivel ÉXTASIS, solo para ayudarlo? Esto no era diferente. Solo debía trabajar más duro.
Saber que Narcissa también estaba trabajando en este problema era extrañamente consolador.
Remos sabía de sus hechizos que ella debía ser una bruja muy consumada y lista, y que sin duda
ella siempre conseguía lo que quería.

Me casaré con Lucius y esa es mi última palabra. Había algo ahí. Recordó a Flitwick diciéndoles
que el amor – natural, cotidiano, amor humano – era uno de los tipos de magia más poderosos.
Mientras Remus no sentía personalmente que el emparejamiento entre Lucius y Narcissa fuera
natural exactamente, sabía que había muchas cosas más poderosas que honor familia. Debía haber.
Segundo Año: Exámenes

Mayo, 1973

La temporada de exámenes empezó en el peor momento para Remus, alrededor de mediados de


mayo, donde caía la luna llena. La luna misma caía un viernes, lo que quería decir que podría
asistir a su evaluación de Pociones esa mañana — pero iba a perder todo el fin de semana
durmiendo, cuando en realidad prefería estudiar. Más que eso, la luna había enloquecido su magia
completamente.

Pensó que ocurriría menos en su segundo año, pero mientras los exámenes se acercaban — ya
fueran los nervios o los días más largos — Remus encontró que su magia se hacía más fuerte,
salvaje y difícil de controlar. El más pequeño movimiento de varita causaba los resultados más
fantásticos, y a veces apenas terminaba de pronunciar el encantamiento antes que una luz fuera
disparada de su punta provocando un shock de cosquillas en sus dedos.

James se había acostumbrado a decir ‘¡Cálmate, Moony!’ por lo menos tres o cuatro veces al día,
mientras Remus intentaba practicar varios hechizos y encantamientos básicos transformativos que
inevitablemente llegaban muy lejos. Pensó que solo haciendo encantamientos simples podría
ayudarle a ganar algo de control, pero este no era el caso aparentemente, mientras rompía la
ventana del dormitorio en un tercer intento por levitar su set de gobstones.

—Reparo. —Murmuró Sirius, levantando levemente la mirada de su revisión de Astronomía. La


ventana se reparó por sí sola en el momento. Remus suspiró.

—Realmente necesitas relajarte, amigo, —James sonrió, — de todas formas, no tenemos ningún
examen práctico hasta la próxima semana.

—Pero estoy muy atrasado —Remus refunfuñó, colectando sus gobstones y poniéndolos de vuelta
en la caja.

—Si tú estas atrasado, ¿¡Entonces como estoy yo!? —Peter lloriqueó desde el piso, donde tenía
cinco textos esparcidos, todos de diferentes asignaturas. —Ya sé que voy a fallar Transformación,
mi conejo no ha cambiado en todo el año, y sé que nos hará hacer algo realmente difícil.

—Por lo menos tú eres bueno en Pociones. —Remus disparó de vuelta. —Y Herbología, ni


siquiera puedo recordar que hojas significaban qué…

—Me venciste en la última prueba de Herbología, —le recordó James, —y nos tienes de las pelotas
cuando se trata de Historia de la Magia, he estado copiando tus tareas todo el año.

—Pero tú eres el mejor en Tranforma- —empezó Remus, peor fue interrumpido por un ruidoso
golpe, mientras Sirius lanzaba su libro de Astronomía al piso.

— ¿¡Se quieren callar!? ¡Estoy tratando de estudiar! —gritó poniéndose de pie. —Como un grupo
de viejas cacareando. Me voy a la biblioteca. —puso su bolso sobre su hombro y se apresuró fuera
de la habitación.

Se sentaron en silencio por un momento. Peter, mordiendo su labio, al borde de las lágrimas. James
suspiró,

—Ignórenlo, está con este ánimo porque tiene que volver a casa pronto. No lo culpo. —agregó
rápidamente. —Con padres así, y todo.
—Supongo, —Remus se encogió de hombros, aunque realmente no creía que era una buena
excusa. No era como si él, Remus, estuviera esperando las vacaciones con ansias tampoco. Está
bien, por lo menos él no tenía que casarse con su prima, o asistir a banquetes y cosas raras — pero
Sirius tampoco tenía que ser encerrado en una celda una vez al mes, o esconderse de chicos mucho
mayores, mucho más violentos quienes tenían como mayor deleite meter tu cabeza en fango.

— ¿Entonces no se quedará contigo de nuevo, James? —Preguntó Peter, nervioso —


probablemente esperando estar libre de Sirius por el verano, eso significaba que tendría a James
solo para él.

—Nah, —respondió James, sonando mucho menos animado al respecto, —tiene una invitación
abierta, por supuesto—todos ustedes, —dijo posando sus ojos en Remus, —pero creo que no
vendrá, después del fiasco de navidad. Cree que lo encerrarán completamente hasta la ceremonia
de despose.

Remus sintió una punzada de culpa en su pecho. Aún no había encontrado una solución, y entre
estudios y la luna llena no había pensado apropiadamente sobre eso en dos semanas. Y a juzgar por
el comportamiento de Narcissa en los pasillos — maldiciendo a cualquiera que se le cruzara —
parecía que tampoco se había acercado mucho.

—Bueno, si sigue actuando de esta forma perderá más que su cabello la próxima vez, —dijo Peter,
remilgadamente, revisando entre sus notas.

— ¿A qué te refieres? —James frunció el ceño sentándose, — ¿Estás diciendo que es culpa?

— ¡No! —Peter estaba alarmado por el tono en el que hablaba James, —No, solo me refiero…
bueno, ya saben que el otro día empacó todos esos banderines de Gryffindor en su maleta. Quiere
ponerlos en su habitación para molestar a sus padres. Cosas como esas son exactamente las que lo
meten en problemas.

—No hay nada de malo con un poco de orgullo por la casa. —respondió James defensivamente,
aunque disparó una mirada nerviosa a la maleta de Sirius.

Remus no quería involucrarse. Personalmente estaba de acuerdo con Peter y Narcissa — Sirius era
su peor enemigo, gran parte del tiempo. Para alguien tan inteligente y dotado mágicamente, carecía
completa sutileza, o incluso premeditación. Si no hubiera tenido que abrir la boca en cada
oportunidad, entonces tal vez no se encontraría comprometido a los trece años. Remus conocía
mejor que nadie la importancia de mantener un perfil bajo, especialmente cuando eres diferente a
todos los que te rodean.

James, quien era más como Sirius que Peter o Remus, estaba completamente en desacuerdo. En su
mente lo más importante era contraatacar. Pero si todo era una batalla, entonces inevitablemente
alguien tenía que perder. Y hasta que fuera mayor de edad, ese siempre iba a ser Sirius.

***

— ¡Excelente, Sr Potter! —exclamó McGonagall inusualmente, mientras James transformaba sus


conejos en un perfecto par de finas zapatillas de terciopelo rojo con ribete de piel.

Remus respiró profundamente, tratando de calmarse para su propio intento. Había pasado una
semana y media desde la luna llena, y finalmente sentía que tenía el control, aunque sus nervios
seguían sacando lo mejor de él. Miró como Sirius flojamente movía su varita sobre sus propios
conejos y ellos también se transformaron en un encantador par de botines de lana negros.
Las zapatillas de Peter aún tenían orejas y cola, incluso después de tres intentos, y dejaron
excremento en el pupitre. Cuando fue el turno de Remus, cerró sus ojos primero, mareado, antes de
finalmente pronunciar el encantamiento.

Las zapatillas no eran tan perfectas como las de James y Sirius, pero se podían usar, y por lo menos
no tenían ninguna facción leporina, incluso cuando aún tenían un apagado color café. Por lo menos
sabía que había hecho su mejor esfuerzo en el examen teórico — de hecho, en todos sus exámenes
teóricos. Estaba satisfecho de haber recordado todo lo que necesitaba recordar cuando se trataba de
sus mejores asignaturas, y no le había ido tan terrible en Pociones, Herbología o Astronomía.

Al final del examen de Transformación, McGonagall devolvió todos los conejos a su estado
original y los envió brincando a la conejera al final del salón para el siguiente examen. Empezó a
entregar hojas de pergamino que parecían tablas de itinerarios en blanco.

—Estarán al tanto, —dijo, muy formal, —que en su tercer año podrán elegir un mínimo de dos
asignaturas adicionales para tomar un nivel mágico ordinario. Aquí tienen sus papeles para
inscribirse. Por favor sean muy cautelosos revisando los requisitos de cada asignatura, luego
completen la forma y devuélvanla a mi oficina antes del último día del término.

La clase empezó a murmurar emocionada, y Remus miró hacia abajo, a su forma, y las asignaturas
listadas allí, con gran miedo.

Mientras salían de la sala, Peter inmediatamente empezó a fastidiar a James para descubrir que
asignaturas estaría tomando — para poder seleccionar exactamente las mismos.

—Estudios Muggle. —Dijo Sirius, mientras se dirigían afuera, al sol de verano, —definitivamente
voy a tomar Estudios Muggle.

Remus puso sus ojos en blanco. No le sorprendía — si alguna asignatura iba a ganarse la
desaprobación general de la familia Black, entonces sería esa.

— ¿Crees que Evans tome esa? —James rascó su barbilla. Sirius sonrió,

—Lo dudo, amigo, ella es hija de muggles. Aunque podrías impresionarla con tu conocimiento.

—Seh…seh, tal vez… —James miró hacia abajo, pensativo.

— ¿Vas a tomarla entonces, James? —Preguntó Peter, ansioso, — ¿Crees que será difícil?
Supongo que le podríamos pedir ayuda a Remus… ¿La vas a tomar, Moony?

—Nah, —Remus sacudió la cabeza, — ¿Cuál es el punto? Háganlo ustedes, entonces tal vez
pueden dejar de preguntarme cosas.

Secretamente deseó que hubiera una asignatura de ‘Estudios Mágicos’ que pudiera tomar, entonces
no se tendría que sentir tan fuera de lugar todo el tiempo. Pero, supuso, que era la arrogancia de los
magos.

—Adivinación… ¿eso es como ver la fortuna, no? —James se sentó en el césped, moviendo su
túnica. Sirius siguió su ejemplo, enrollando las mangas de su camisa.

—Eso creo. Bolas de cristal y hojas de té.

—Suena como una buena clase para dormir. Hagámoslo.

Los tres garabatearon un par de cosas en sus papeles. Remus no lo hizo. No le gustaba la idea de
conocer su futuro — lo que fuera que le esperase, estaba seguro que no podría ser bueno. Golpeo
suavemente su frente con su varita en un movimiento corto y susurró,

—Lectiuncula Magna, —empezando a leer por sus opciones. —Aritmancia, —murmuró, — ¿Eso
es cómo aritmética?

—Números, de todas formas, —respondió Sirius, —se supone que es muy difícil.

—Cuidado de Criaturas Mágicas…no lo sé, —bufó James, — ¿Han visto al profesor? Tiene más
cicatrices que Moony.

—Oye, —Remus pateó su tobillo. Cuidado de Criaturas Mágicas de hecho sonaba bastante
interesante para él. Al fin y al cabo, él mismo era un tipo de criatura mágica.

—Creo que tomaré Aritmancia, si ustedes lo hacen, —dijo Sirius, aun leyendo su papel.

— ¿Será difícil? —dijo Peter preocupado.

—Te ayudaremos, Peter, no te preocupes. —lo tranquilizó James. —De todas formas hay mejores
cosas sobre tercer año además de los deberes extra—¡Hogsmeade!

—Ustedes van a Honeydukes tres veces a la semana. —respondió Remus, reflexionando sobre la
posibilidad de Estudio de Runas Antiguas.

— ¡Sí, pero Zonko!

Remus sonrió. Estaba bastante emocionado sobre los viajes a Hogsmeade — nunca había estado en
ninguna de las áreas mágicas protegidas además de Hogwarts, y estaba cansado de oír lo genial que
era el Callejón Diagon. Suspiró y se acostó mirando las nubes. Pensaría sobre las asignaturas de
tercer año más tarde, no había apuro. Por ahora, quería disfrutar el fin de los exámenes, y disfrutar
la idea de que aún le quedaba casi una luna llena antes que la escuela terminara.

— ¡Oye oye, Evans! —James se sentó repentinamente.

Remus suspiró. James había estado actuando más y más como un idiota donde Lily concierne,
desde el banquete de medianoche.

—No soy un perro, Potter, —su voz hizo eco a lo largo de los terrenos, —no me grites como si
fuera uno.

—Hola Sirius, —la voz de Mary ahora. Remus se sentó, pestañeando.

Marlene tímidamente le saludó con la mano, y él devolvió el saludo.

—Todo bien, McDonald, —Sirius saludó con la cabeza, casualmente moviendo su cabello detrás
de una oreja. Empezó a hacer eso cada vez que las niñas estaban cerca. Remus lo odiaba.

Las tres chicas estaban tomando helado, lo que parecía una excelente idea considerando la
temperatura cálida fuera de temporada. Lily incluso había encantado un ventilador chino para que
la siguiera, creando una fría brisa a todos lados donde las chicas fueran.

—Dame una lamida, entonces, —James le guiñó un ojo, lascivo. Marlene se tornó completamente
roja, y explotó en risitas, pero Lily mantuvo la calma, arqueando una ceja.

—Parece que necesitas enfriarte. ¡Aguamente!


Dicho esto, apuntó con su varita a los merodeadores y los roció con agua congelada. Remus saltó
fuera del camino, pero ella no trataba de alcanzarlo de todas formas. James y Sirius recibieron la
peor parte, y gritaron de espanto mientras su cabello y camisas eran empapadas. Mary. Marlene y
Lily carcajeaban con júbilo.

— ¿Para qué hiciste eso? —gruñó Sirius, moviendo su cabello, que goteaba, para dedicarle una
mirada de odio, parecía una rata ahogada.

— ¿Pensé que les gustaban las bromas prácticas? —Lily le guiñó un ojo, antes de darse la vuelta y
caminar rumbo al lago.

—Es una completa pesadilla. —gruñó Sirius, intentando un encantamiento de aire caliente en su
cabello.

—Es mi futura esposa de la que estas hablando, —respondió James, soñador, viendo cómo se iba.
Sus lentes se habían empañado cómicamente. —Oh deja de ser tan dramático, te secarás en media
hora con este calor.

— ¿De dónde creen que sacaron el helado? —preguntó Peter, distante.

Remus sonrió volviendo a acostarse. No importaba volver a casa, o desposes, o nuevas asignaturas.
Por ahora, todo estaba justamente dónde debía estar.
Segundo Año: El Largo Último Día (Parte 1)

Viernes 29 de Junio, 1973

Remus estaba atrasado, y aún quedaban muchas cosas por hacer. Como siempre, se había quedado
dormido más tarde que todos los merodeadores, y cuando despertó, Peter era el único que quedaba,
escurriéndose a través de la puerta rápidamente, — ¡Buenos días Lupin! ¡Buena suerte!

Revisando el reloj, Remus había saltado de su cama y corrido a la ducha en un estado de pánico.
Mientras arreglaba su cabello en el espejo — pensando tristemente que esa sería la última vez,
Matrona seguramente lo raparía hasta quedar calvo tan pronto como estuviera de vuelta en St
Edmunds mañana —repasó la lista en su cabeza.

Desayuno primero, por supuesto — no podía perderse eso. Si se tenía que mover, entonces lo mejor
sería alcanzar a James y Peter antes que se fueran a sus propias misiones. Sería probablemente su
único chance de verlos, porque hoy día, el último día del término, los usualmente unidos
merodeadores estarían conspicuamente separados hasta el banquete.

Después del desayuno tendría que correr de vuelta por las escaleras para empacar — Remus estaba
bastante seguro de que les darían un castigo después en la tarde, y probablemente no tendría tiempo
suficiente mañana antes de tomar el tren. Una vez que haya empacado necesitaba devolver sus
libros a la biblioteca. Esto lo llenaba de una sensación de culpa — aún no había encontrado nada
para ayudar a Sirius, a pesar de las semanas de investigación. Su única esperanza era que la prima
Black hubiera sido capaz de encontrar una forma de escaparse del matrimonio después de que la
ceremonia de despose haya tomado lugar.

En su camino hacia la biblioteca sería capaz de dejar su forma con la solicitud de asignaturas en la
oficina de McGonagall — había aplazado demasiado esto. Después de devolver los libros y
entregar la forma. Remus pensó que debía tener tiempo suficiente para encontrarse con Peter fuera
de los invernaderos a las once de la mañana, donde recogería la capa de invisibilidad.

Mientras todo ocurriera de forma puntual, Remus debería ser capaz de recoger los paraguas que
necesitaba del cobertizo del guardabosques en los terrenos, y llevárselos a hurtadillas de vuelta al
dormitorio. Después sería alrededor de la hora de almuerzo — Remus esperaba usar esa hora para
terminar de leer su libro en paz — se lo había pedido prestado a Sirius y solo le quedaba un
capítulo así que realmente quería acabar con eso antes que tuviera que volver a casa.
Especialmente porque sinceramente dudaba que McGonagall le permitiera leer durante su
inevitable castigo esa tarde.

Prontamente después de almorzar, la primera etapa del plan de fin de término de los merodeadores
sería efectuada. Evitaría el alboroto, y doble chequear si había empacado todo —probablemente
también empacaría unas pocas cosas por Sirius, porque el otro chico aún no había hecho nada y
Remus sospechaba que lo estaba dejando para último minuto. Después empezarían las
preparaciones para el banquete — todo lo que tenía que hacer era aparecer lo suficientemente
temprano para ayudar a James y Sirius con el encantamiento final. Esto estaba previsto, por
supuesto, si es que ninguno de ellos era atrapado antes de eso.

Hubo un golpeo súbito en la puerta del baño, justo cuando Remus estaba poniéndose los jeans.

—Tostadas para ti, Moony, —exclamó la voz de Sirius, —pensé que te ahorraría algo de tiempo.

— ¡Oh, genial, gracias! —respondió Remus, poniéndose su polera rápidamente, como si Sirius
pudiera verlo a través de la puerta de madera.

— ¡Buena suerte! ¡Nos vemos en la tarde!

—Seh—¡a ti también!

Remus escuchó los pasos de Sirius retroceder y desaparecer bajo la escalera. Bueno. Por lo menos
había una preocupación menos. Emergió del baño empañado y vio el plato de tostadas
descansando en su maletero. Cuatro rebanadas — Sirius no había sido tacaño — y cada una
libremente empapada de una cubierta diferente. Remus sonrió y repitió su promesa de ayudar a
Sirius a empacar más tarde.

Pasó una relajada hora masticando los trozos de tostada y colectando varias pertenencias que se
habían esparcido lejos de su cama y a los estantes de sus amigos, incluso en la sala común. Tomó
la oportunidad para escuchar Hunky Dory una última vez, despidiéndose profundamente del
tocadiscos por unos pocos meses.

El poster de David Bowie que Sirius le había regalado para su cumpleaños ya no se movía — por
lo que Remus estaba de algún modo agradecido, porque por lo menos eso significaba que se lo
podía llevar de regreso a St Edmunds sin crear ninguna sospecha. Su maleta no parecía cerrarse tan
fácilmente como lo había hecho el verano pasado cuando debía irse de Hogwarts, y tuvo que volver
a arreglar los artículos repetidas veces hasta que todo cupo.

Remus se lavó los dientes y fue a reunir los libros de la biblioteca, metiéndolos en su raído bolso.
Se preguntó si Matrona le permitiría tener un bolso nuevo para la escuela — quien sabe, la última
vez que preguntó por uno ella tomó la oportunidad para enseñarle a cocer. ‘Una habilidad para la
vida’, dijo. Él ni siquiera se molestó en decirle que los encantamientos reparadores funcionaban
mucho mejor — pero ni siquiera eso servía a estas alturas.

Con su lista de sus asignaturas escogidas en mano, se encaminó hacia la sala común, donde cada
otro Gryffindor parecía estar empacando en el último minuto también. El usualmente acogedor
espacio era un escándalo, con gritos rogando porque les devolvieran sus libros y juegos perdidos,
estudiantes gateando bajo las mesas y levantando sofás cazando artículos perdidos, grupos de
estudiantes de séptimo año con lágrimas en los ojos abrazando a todo el mundo en despedida, y
lechuzas volando de un lado al otro.

— ¡Remus! —Mary lo detuvo a la salida, — ¿Estás tú solo?

—Sep. —asintió, con una sonrisa traviesa. Ella le sonrió de vuelta,

—Oooh, ¿Qué están planeando ustedes? Marlene y yo solo estábamos hablando de cómo han
estado tan tranquilos por las últimas semanas…

—No me hagas ninguna pregunta y no te diré ninguna mentira. —respondió. —Lo siento pero
tengo que devolver mis libros—

—Lily te está buscando, —dijo rápido.

—Oh, um…estaré en el comedor para el almuerzo. Un poco ocupado hasta entonces, ¡Dile que lo
siento!

Dicho esto se apuró a atravesar el retrato hacia el corredor, que estaba igual de lleno de estudiantes
corriendo de un lado al otro, despidiéndose de último minuto. Peeves, cautivado por la emoción,
obviamente había encontrado donde Filch guardaba el papel de baño y estaba lanzando tiras del
papel mojado a cualquiera que estuviera lo suficientemente cerca.
Con los brazos sobre la cabeza, Remus se escabulló dentro de la oficina de McGonagall justo
cuando Peeves había disparado hacia la puerta. Remus se agachó justo a tiempo, y Peeves flotó
riendo maniáticamente mientras McGonagall — habiendo oído un muy fuerte ‘SPLAT’ — abrió la
puerta de su oficina. Miró hacia abajo a Remus, todavía agachado y cubriéndose la cabeza.

—Sr Lupin.

— ¡Fue Peeves! —Se levantó rápidamente, — ¡Honestamente Profesora!

—Le creo. —Le regaló una pequeña sonrisa, —Los espíritus siempre están hiperactivos el último
día de término. ¿Tiene algo para mí? — la anciana profesora miró el pergamino al que se estaba
aferrando de reojo.

— ¡Oh, sí! —estiró su mano.

—Excelente, adelante, Lupin.

—Ehm…

Pero difícilmente podría decir ‘no’ a McGonagall, o preguntarle si podía esperar hasta más tarde.
Se preguntaba qué demonios quería — ¿Seguramente Sirius y James aún no han sido atrapados?
Sería bastante obvio cuando la fase uno del plan haya iniciado, y no había escuchado nada…

—Siéntese, Sr Lupin. ¿Té?

—Em…sí, ok. —se sentó, inquieto. McGonagall movió su varita, y una pequeña tetera de tartán en
el escritorio empezó a derramar su contenido en dos tazas iguales.

—Sírvase leche, —dijo la profesora, distraídamente, mientras revisaba el trozo de pergamino que
él le había entregado. —Adivinación, —dijo, —Estudios Muggles y Aritmancia.

Él no dijo nada. Ella levantó la mirada, finalmente, estudiándolo sobre el borde de sus gafas
cuadradas. —Estos son las mismas asignaturas que el Sr Potter y el Sr Black eligieron, ¿Si es que
no me equivoco? ¿El Sr Pettigrew también, hm?

Remus solo asintió. De hecho, Peter solo tomaría Adivinación y Estudios Muggles — había
descubierto que solo tenía que seleccionar un mínimo de dos asignaturas nuevas y había decidido
no exigirse más de lo necesario. Remus preferiría morir antes de tomar menos trabajo que James o
Sirius.

— ¿Me interesa saber que lo instigó a seleccionar Estudios Muggle, en particular? ¿Considera un
futuro en la Oficina de Enlace con Muggles, tal vez?

—Eh… —Remus titubeó. No tenía idea lo que era la Oficina de Enlace con Muggles, pero no
sonaba muy interesante.

—Hubiera pensado que usted tenía suficiente conocimiento sobre el Mundo Muggle, habiendo
pasado gran parte de su vida en él.

—Sí, pero…bueno…

—No hay necesidad para que usted tome asignaturas simplemente porque sus amigos lo van a
hacer, Sr Lupin. —dijo la Profesora McGonagall, más amablemente de lo que esperaba. —Aun
estará tomando las mismas clases básicas, después de todo.
Remus se encogió de hombros. No sabía que más hacer. Realmente todas las asignaturas le habían
interesado — ok, tal vez no Estudios Muggle, ella tenía razón — pero no le gustaba mucho la idea
de tener lecciones sin los merodeadores.

—Una de las cosas más maravillosas de la escuela, Sr Lupin, —empezó a decir McGonagall,
suavemente, —son los amigos que hacemos—conexiones y relaciones que duran toda la vida. Sé
que usted ha hecho unos amigos muy queridos en Hogwarts.

Remus trató de aguantar una mueca. ¿¡Tenía que hacer todo sonar tan femenino!? Ella aclaró su
garganta, claramente divertida por su reacción, —algunos amigos muy queridos. Pero la escuela
también es un lugar para desafiarnos, poner a prueba nuestro intelecto. ¿Entiende?

Él asintió, en blanco. Ella suspiró, bebiendo su té.

—Sus resultados en los exámenes fueron excelentes este año, Remus.

Enderezó un poco su postura al escuchar esto. Estaba bastante orgulloso con sus resultados el
mismo. No había vencido a James en Transformación, o a Snape y Lily en Pociones, pero en todo
lo demás había sacado las mejores notas de la clase.

—Por esa razón, —McGonagall continuó, —no tengo ninguna preocupación en permitirle estudiar
Aritmancia—que, debo decirle, es uno de los cursos más desafiantes que ofrecemos en Hogwarts.
Pero cuestionaría si Estudios Muggles es de un uso adecuado para usted más adelante. Lo
encontrará bastante torpe, me temo. ¿Ha considerado, por ejemplo, Estudio de Runas Antiguas?

Remus movió sus manos en su regazo. Había sonado bastante interesante. Pero había pasado tanto
tiempo luchando por leer en Inglés, y tratar de alcanzar al resto de los estudiantes, que había
desechado la idea de aprender otro lenguaje. McGonagall parecía entender sus preocupaciones —
por lo menos en parte.

—No encontrará muchas dificultades como usted cree, ya sabe. Usted es un inmensamente dotado
estudiante, y trabaja bastante duro. Adicionalmente, sus compañeras Gryffindor la señorita
MacDonald y la señorita McKinnon estarán en la misma clase.

Esto no sonaba del todo mal, de hecho. Le agradaban mucho las dos M’s ahora, y sería entretenido
pasar un poco más de tiempo con ellas. Sería muy bueno tener una lección donde no estuviera
Sirius llamando la atención, sin Peter tratando de copiar sus notas — y sin James actuando como
un imbécil para captar la atención de Lily.

—Ok. —dijo. —Lo intentaré.

—Excelente. —McGonagall sonrió ampliamente, luciendo genuinamente complacida. Movió su


varita sobre la forma para arreglarla.

—Em… ¿Profesora? —preguntó repentinamente, ligeramente nervioso de nuevo.

— ¿Sí, Lupin?

—Yo…bueno estaba pensando sobre otra asignatura también. ¿Tal vez…tal vez en lugar de
Adivinación?

La sonrisa de McGonagall se torció.

—Bueno, no puedo fingir que vea mucho uso en Adivinación yo misma…no a menos que la bruja
o mago involucrado esté genuinamente dotado con el don de la visión.
Remus asintió, asumiendo que esto significaba que él no lo tenía.

—Pensaba, tal vez…quiero decir, es probablemente tonto… —James había dicho que era tonto.
Una asignatura para niñitas. —Em…Cuidado de Criaturas Mágicas. —dijo en un apuro.

McGonagall se veía genuinamente sorprendida.

— ¿Esto es algo que le interesa?

—Em…seh, supongo. No solo porque soy un…ya sabe. Pero. Seh, supongo que es en su mayoría
por eso.

—Bueno, es una asignatura bastante interesante, —McGonagall tomó un sorbo de su té


nuevamente. —Debo decirle que si está más interesado en eso que Adivinación, de todas formas.

—Genial, ok, cámbielo. —asintió, sintiéndose un poco avergonzado pero bastante complacido
consigo mismo. McGonagall movió su varita una vez más.

—Su padre fue bastante talentoso, cuando se refería a criaturas mágicas, sabe. —dijo. Remus
arqueó sus cejas.

—No lo sabía.

—Oh sí, —ella asintió, como si estuviera pasando solo unos momentos del día. —un experto en su
campo.

— ¿Su…campo?

—Apariciones espirituales no-humanas- Boggarts y fantasmas, ya sabe—dementores, también.


Todos un tanto oscuros, me temo. Cuidado de las Criaturas Mágicas más que nada se enfoca en lo
corpóreo—me refiero, criaturas mortales, pero puede que usted comparta sus talentos.

—Oh, claro. Gracias, Profesora. —Remus se levantó, rápidamente. No tenía tiempo para pensar en
su padre ahora. Tenía muchas cosas que hacer. —Tengo que ir a la biblioteca. —señaló su pesado
bolso, rompiéndose en las costuras.

—Sí, sí, claro, —McGonagall asintió. —Gracias, Remus. Lo veré en el banquete esta noche.

—Seh,¡ adiós!

Cuando finalmente salió de la oficina de McGonagall, Remus miró el reloj. Faltaban diez minutos
para las once. Maldición. No había tiempo para la biblioteca ahora, tenía que encontrarse con Peter
en los terrenos, y usualmente le tomaba por lo menos quince minutos salir del castillo, si es que
ninguna de las escaleras te forzaba por otro camino. Sujetando su irracionalmente pesada bolsa de
libros Remus suspiró y emprendió su camino.

Para cuando alcanzó los invernaderos, sudando y muy acalorado por el brillo de la luz solar, Peter
obviamente lo había estado esperando por un buen rato, y estaba jugando con sus manos nervioso.

— ¡Ahí estás! —Exclamó, —pensé que te había pasado algo.

—Lo siento, —Remus jadeó, secándose la frente con su manga, —McGonagall quería charlar.
¿Todo va bien?

—Sep, —Peter asintió, mirando alrededor, —justo como James dijo. ¿Los has visto?
—Nope.

—Todo debería estar bien entonces. Toma. —Peter le entregó a Remus la capa de invisibilidad.

—Gracias. Oye, ¿vas de vuelta al dormitorio?

—Seh, aún necesito empacar…

—Genial, ¿puedes llevar mis libros de vuelta? Quería devolverlos a la biblioteca, pero
McGonagall…

—Ok, —Peter tomó la bolsa. — ¡Maldita sea, Moony! —gruñó, encorvándose bajo el peso.

— ¿Te veré al almuerzo?

—Probablemente. ¡Buena suerte! —Peter se escabulló de vuelta al castillo, dejando a Remus solo
de nuevo.

Miró alrededor para asegurarse que no hubieran moros en la costa, Remus no gastó tiempo y se
dirigió al cobertizo del guardabosques. Había estado ahí una vez antes, en una castigo en su primer
año — el interior era mucho más grande de lo que parecía, y estaba lleno de variadas herramientas
para mantener los expansivos terrenos de Hogwarts. La cerradura no respondió al usual
encantamiento Alohomora, pero sí respondió a unos pequeños giros con una de las horquillas de
Lily Evans. Ella le había dado la horquilla la tarde anterior, con una mirada interrogativa, pero no
preguntó para que la necesitaba.

Una vez adentro, Remus actuó rápido, encontrando el gran maletero negro de los paraguas. No
estaba muy seguro de por qué los magos aún usaban paraguas — ¿seguramente existían hechizos
para protegerte de la lluvia? Pero, aun así, no quería que nadie las conjurara y arruinara su
diversión. Remus cubrió el maletero con la capa de invisibilidad y realizó un hechizo de ingravidez
en él, antes de levitar la cosa entera fuera del cobertizo.

Caminó de regreso a la escuela lentamente, tratando de verse lo más inocente posible, escondiendo
su varita entre sus túnicas con tal que nadie pudiera ver que estaba guiando el maletero invisible.
Le tomó una buena media hora navegar a través del castillo inadvertido, y sin toparse con ningún
otro estudiante. Repetidas veces tuvo que levitar la cosa sobre su cabeza, lo que tomo gran esfuerzo
y concentración.

Aún así, lo logró, llegó a su destino con una enorme sensación de éxito. Dejó el maletero en el
dormitorio y puso un hechizo fijador en la cerradura. Si alguien trataba de conjurarlos,
probablemente no sería capaz de abrirlo a tiempo para salvarse. Dobló la capa pulcramente y la
dejó en la almohada de James.

Peter había dejado la bolsa de libros de Remus a los pies de su cama, y Remus suspiró para sí
mismo, dándose cuenta que tendría que devolver los libros antes de poder ir a almorzar.
Colgándola en su espalda, una vez más descendió la escalera hacia la sala común de Gryffindor.

Y una vez más, fue interceptado, esta vez por Lily, quien se veía extremadamente sonrojada y
extremadamente complacida de verlo.

— ¡Aquí estás! —Chilló, agarrando sus hombros, — ¡Te he estado buscando por todas partes!

—Hola Lily, —sonrió cortésmente, —Perdón ¿puede esperar? Tengo que ir a—

— ¡Absolutamente no! —Sacudió la cabeza vehementemente, — ¿Podemos subir a tu habitación?


¿Los otros no están ahí, o sí?

—No, —suspiró. Podría ir a la biblioteca más tarde, si evitaba terminar su libro, o si su visita a
Madam Pomfrey no tomaba mucho. Siguió a Lily de vuelta por las escaleras.

— ¿Quiero saber qué es eso? —preguntó mirando el gran maletero negro.

—Es un maletero lleno de paraguas. —dijo rápido. Ella arqueó una ceja, pero no lo cuestionó más.

—Tengo algo para ti. —dejó su bolsa encima del maletero, hurgando dentro. Sacó un objeto muy
extraño. Parecía una hoja de plástico transparente. Remus frunció el ceño, ella se lo entregó. Él lo
dio vuelta.

—Ehm… ¿Lily…?

—Lamento que me haya tomado tanto—tuve que esperar mucho por el acetato. Mi mamá lo
consiguió de una amiga suya que es profesora. Lo usan para retroproyectores en las escuelas
muggles. Bueno, tú ya sabes eso, obviamente.

Remus asintió, sin palabras. Había un proyector en St Edmunds, pero necesitaba el reemplazo de su
bombilla hace tres años, y hasta donde sabía nadie lo había usado.

— ¿Tienes un libro? —Lily indicó su bolsa con la cabeza. —Saca uno, te enseñaré.

El obedeció, curioso de ver a dónde iba esto. Ella abrió el texto en una página al azar, lo dejó
encima del maletero, y luego puso el acetato encima. —Mira. —dijo.

Remus miró, a punto de sacar su varita en caso de que ella quisiera que leyera algo. Ella sacudió su
cabeza empujando su mano. —Solo mira. —dijo.

El miró de nuevo, rascándose el cuello.

‘Existen tres elementos clave para realizar con éxito un juramento inquebrantable. En primera
instancia…’

— ¿¡Qué!? —Remus exclamó, levantando el libro mirando.

— ¿¡Funcionó!? —Lily lo miró ansiosa, — ¿Puedes leerlo?

—Yo…sí…yo… ¡Maldita sea, Evans! —dio vuelta la página de nuevo, moviendo el acetato.
Funcionaba. Era mucho menos incómodo que el hechizo de Sirius.

—Debería funcionar fuera de Hogwarts también. —Dijo, sus ojos verdes brillaban, —Jugué un
poco con el encantamiento, y hubieron unas pocas pociones involucradas, pero debería durar un
buen tiempo.

— ¡Eres increíble! —dijo Remus, aún leyendo. — ¡Muchas gracias!

De la nada, Lily saltó encima de Remus, envolviendo sus brazos alrededor de su cuello y
abrazándolo. Tomado un poco por sorpresa, Remus sintió como se sonrojaba. El no abrazaba muy
seguido — mucho menos a una chica. Ella era suave, y su cabello olía bien, a manzanas.

—Quería terminarlo a tiempo para tu cumpleaños, —dijo, dando un paso atrás, aun sonriendo, —
Pero seguía arruinándolo. ¡Gracias a dios que funcionó! ¡Hubieras creído que estaba demente si no
funcionaba!
—Seh, —él rio, nervioso, recuperándose del abrazo sorpresa. —Gracias Lily, esto es…es una cosa
tan increíble.

—Te lo mereces, Remus, —dijo emocionada, —honestamente, trabajas tan jodidamente duro, y te
va mejor que a Potter y Black.

Remus se encogió de hombros. Hubo un breve silencio incómodo.

—Mira, dejaré que vuelvas a lo tuyo. —Dijo Lily finalmente, —perdón por haberte interrumpido
así. ¿Nos vemos en el banquete?

—Sí…sí definitivamente, —Remus miró de vuelta al libro. —Oh mierda, espera—Evans, ¿tienes
algún oaraguas?

—Eh… ¿eso creo? Debí haberlo empacado ya.

—Desempacalo, —dijo firmemente. —y llévalo al banquete, ¿ok?

— ¿…ok?

Una vez que se fue, Remus se permitió un momento para sentarse. No podía creer lo que ella había
hecho. ¡No podía creer que no se le había ocurrido! Era tan simple, tan elegante. ¡Podría leer todo
el verano! Dio vuelta otra página.

‘Es importante destacar que el juramento inquebrantable, una vez realizado, no puede ser
sustituido por ningún otro tipo de voto, juramento o promesa hecha posteriormente, independiente
de cualquier cuestión legal o moral para conservar dicho juramento. Es por esto primordial que
—‘

— ¡Oh! —Remus exclamó, repentinamente. Era como si hubiera un ‘click’ en su cerebro, y todo se
hubiera ajustado en su lugar. — ¡OH! —saltó.

La biblioteca debería esperar un poco más.

***

Era en momentos como este, pensó Remus, mientras se paseaba de un lado al otro por el oscuro
corredor, que realmente podría usar el mapa de los merodeadores completado.
Desafortunadamente, apenas habían logrado dibujar tres cuartos del castillo, y aún les faltaba
mucho para empezar a etiquetar a casa estudiante.

Remus había estado esperando fuera de la sala común de Slytherin por veinte minutos, sin suerte.
Los estudiantes de túnicas verdes que pasaban junto a él ignoraban sus suplicas por ayuda, e
incluso el Barón Sanguinario había continuado su camino con un aire desdeñoso. Se estaba
desesperando. A este paso se perdería el almuerzo. Miró al reloj más cercano. Eran las doce y
media. La fase uno del plan era inminente.

Cuando la pared de la sala común se abrió una vez más, su corazón dio un salto.

—Bueno buen bueno. —Snape sonrió burlón, —dijeron que había un loco Gryffindor suelto, pero
no creí que fueras tú, Loony Lupin.

Remus suspiró.

—Piérdete, Snivellus.
—No seas tan grosero, —Snape levantó su varita, —debería lavarte la boca con jabón.

—No creí que supieras como lavar. —respondió Remus secamente.

— ¿Por qué tú—

— ¿Podemos no hacer esto? —Dijo Remus irritado, —es el último día del término, y hay muchas
cosas que me gustaría estar haciendo. ¿Puedes solo…no sé, dejarme entrar o algo?

— ¿¡Dejarte entrar!? —los ojos negros de Snape brillaron con asombro, —¿¡Por qué demonios te
dejaría entrar!?

—Necesito hablar con—

—Fuera del camino, Snape, baboso idiota. —una voz vino de la pared detrás de Severus. Barty
Crouch Jr. Dio un paso fuera, seguido de Regulus. Remus sintió una pequeña ola de alivio,

— ¡Regulus! ¿Puedes buscar a Narcissa por m—

— ¡Mordeo! —sin advertencias, Crouch disparó la maldición a Remus, quien se agachó justo a
tiempo, sacando su varita,

—Expelli- —empezó, pero era muy tarde, Crouch lo había maldecido por segunda vez, y el dolor
se disparó por el cráneo de Remus, haciendo vibrar su cabeza. Era terrible, pero no reaccionó. Solo
dolió por un momento, y conocía el dolor como un viejo amigo. Si pensaban que esa banalidad lo
detendría, entonces les esperaba otra cosa.

— ¿Qué quieres, mestizo? —Preguntó Crouch, sonriendo dementemente, — ¿O solo eres un


estúpido, dando vueltas por aquí solo?

—Él es estúpido, —dijo Severus, —como dos tablas cortas1 .

—Cállate, Snape —dijo Crouch volteando su varita a Severus. Remus entrecerró sus ojos,
prestando atención. Aparentemente, Snape era malo haciendo amigos en todas partes.

—Cállense los dos, —dijo Regulus finalmente, aburrido. Había estado observando la cara de
Remus todo el tiempo, — ¿Qué quieres, Lupin? Mejor dime antes que Barty quiera practicar otro
de sus imperdonables contigo.

—Necesito hablar con Narcissa. — dijo Remus, lo más claro y calmado que pudo. —Es urgente.
Es sobre…ya sabes, cosas de la familia Black.

Regulus lo observó por otros segundos, sin hablar. Era tan como Sirius — solo que sin alegría o
humor. Si Remus no lo conociera, diría que Regulus era el hermano mayor.

—Snape, ve a buscar a mi prima, ¿quieres? —dijo, bruscamente, sin siquiera mover su cabeza.

Snape se veía furioso, pero obedeció. ¿Acaso todo el mundo hacía lo que fuera que dijeran los
Blacks? James a menudo molestaba a Sirius por actuar como si fuera de la realeza, pero tal vez
solo estaba cumpliendo el rol para el que había sido criado.

Crouch pronto se aburrió y se fue, dejando a Regulus y Remus todavía cara a cara en un silencio
estoico. Remus estaba de hecho agradecido de ver la cara amargada de Narcissa, cuando finalmente
salió por la pared.
—Oh Merlin —ella suspiró, mirando a Remus hacia abajo, — ¿Qué ahora?

— ¡Lo descifré! —Dijo rápidamente, —El…el problema. Tengo una solución.

— ¿Ah sí? —doblo sus brazos, escéptica.

—El juramento inquebrantable, —soltó en un apuro, entusiasmado por decirle todo para luego
poder irse. —No se puede romper, nunca.

Ella bufó,

—Sí, eso está implícito.

Remus puso sus ojos en blanco, impaciente.

—Quiero decir, —dijo, más lento, armándose de valor —Que si has hecho un juramento
inquebrantable, entonces no puedes hacer ninguna otra promesa que vaya en su contra. Ni siquiera
puedes ser forzada a hacer otras promesas. O votos. —hizo incapié en las últimas palabras,
significativamente.

La bombilla se encendió en los ojos de Narcissa casi inmediatamente. Por un segundo, sus bellos
labios formaron la misma ‘oh’ que Remus había hecho solo hace una hora cuando se había dado
cuenta. Ella no tuvo tiempo para hablar, de todas formas, porque en ese mismo momento surgió un
chillido de alguna parte del pasillo, causando que todos se dieran vuelta. Una chica Slytherin salió
corriendo del baño de niñas al final de corredor, gritando,

—Todos solo… ¡explotaron! —dijo, viéndose realmente perturbada. Definitivamente, ellos


pudieron ver a través de la puerta del baño detrás de ella como olas de espuma rosada estaba
saliendo de los lavamanos y baños. Era realmente magnifico — hermosos ríos de suaves burbujas
de jabón rebosaban de cada llave y drenaje.

—Yo em… ¡me tengo que ir! —Remus sonrió, le guiñó un ojo a Narcissa, y luego empezó a
correr.

Notas de traducción:

1.- Es un dicho británico ‘thick as two short planks’, básicamente significa que es muy estúpido (no
se me ocurrió ningún dicho en español que se parezca).
Segundo Año: El Largo Último Día (Parte 2)

El resto de la tarde fue caótico — y Remus sabía que Sirius y James, donde fuera que estuvieran,
debían estar teniendo el momento de sus vidas. Cada uno de los baños del castillo había
misteriosamente sido afectado por la inundación de espuma y nadie parecía ser capaz de detenerla
por mucho tiempo. Grandes ríos de burbujas obstruían los pasillos, como nieve rosada, y aquellos
estudiantes que no quería jugar con ella parecía no importarles ser forzados a pasar el tiempo en los
terrenos recostados en el césped y pasando su ultimo día bajo la luz del sol.

Remus, quien ya había sacrificado su hora de almuerzo, aun necesitaba llegar a la biblioteca y
devolver sus libros, ayudar a Sirius a empacar (aunque, de hecho, se dijo, mientras subía las
escaleras en dirección a la torre de Gryffindor, ya había hecho suficiente para ayudar a Sirius por
un día) y tenía que visitar a Madam Pomfrey para una examinación de final de año. También
necesitaba llegar temprano al Gran Salón para ayudar a James y Sirius con la fase final de su plan.
No era una magia muy compleja, pero era fuerte, e idealmente necesitaban tantas varitas como
fuera posible.

Biblioteca primero, pensó, mientras entraba a la ahora desolada sala común. Por lo menos no había
nadie que lo detuviera ahora. Uno de los otros obviamente había estado en el dormitorio desde la
última vez que Remus fue, porque estaba aún más desordenado que antes y la capa de invisibilidad
no estaba.

James, quien probablemente era el más ordenado de ellos cuatro, había empacado todas sus cosas
la noche anterior, y había hecho su cama cuidadosamente. El espacio de Remus solo estaba
ordenado porque ahora estaba completamente vacío a excepción de su pijama y libros en la mesita
de noche. Peter aparentemente había tratado de empacar en algún punto, pero había sido
interrumpido a medio camino — su maletero estaba abierto, varias prendas estaban colgando de él,
una pila de textos descansaba al lado de su cama, y su corbata roja colgaba de una esquina. La
cama de Sirius era la peor. Debió haber venido a buscar algo en algún punto, porque cada cajón en
su armario estaba abierto, sus sábanas habían sido estiradas hacia atrás y su maletero estaba
completamente vacío.

Remus tomó su bolsa de libros y se fue enseguida — pensaría sobre eso luego. Deseó haber tenido
la capa de invisibilidad mientras esquivaba a Peeves una vez más. El poltergeist estaba en su
elemento, sumergiéndose en las pilas de espuma, y sorprendiendo a estudiantes y profesores
desprevenidos. Remus brevemente recordó lo que McGonagall había dicho de su padre esa mañana
‘boggarts, polstergeists…’ se preguntó qué habría pensado su padre — el ganador de duelo,
Ravenclaw, su padre que tenía un temperamento —de Peeves.

—Buenas tardes, Madam Pince, —dijo Remus, suave y respetuosamente mientras entraba a la
biblioteca. Estaba casi completamente vacía, y la ojerosa cara de la vieja bibliotecaria estaba
repasando una pila de libros recientemente devueltos con su varita, disparándolos de vuelta a los
estantes con gran entusiasmo.

—Lupin. —dijo, ni siquiera dándose vuelta para saludarlo.

El ubicó sus libros cuidadosamente en la encimera más cercana.

Aunque la bibliotecaria ya no lo asustaba, exactamente, Remus todavía estaba medio nervioso


cerca de Madam Pince, quien claramente hubiera preferido que ninguno de los estudiantes tuviera
permitido tocar sus preciosos libros. — ¿Esos son todos? —Dijo, bruscamente, —Debo saber, si
no.
—Son definitivamente todos. —dijo retrocediendo lentamente.

—El Sr Pettigrew no ha devuelto Plantas Venenosas de las Islas Británicas, y el Sr Black mayor
tiene tres libros de transformación pendientes.

—Oh, ok…em…les diré cuando los vea.

—Le estaré escribiendo a sus padres si no los tengo para las cinco de la tarde.

—Les diré. —repitió, casi fuera de la puerta. Suspirando con alivio, se encaminó hacia la
enfermería a un paso lento, luchando contra el impulso de lanzarse de cabeza en una pelea de bolas
de nieve que los Hufflepuffs estaban teniendo contra los Slytherins con la espuma.

Parecia que la fuerza del hechizo estaba creciendo — más burbujas emanaban de los baños, y si no
se equivocaba, se estaban volviendo más grandes. No tenía idea donde Sirius, James y Peter
estaban en ese momento, pero sabía que debían estar disfrutándolo inmensamente.

— ¡Remus, querido! —Madam Pomfrey sonrió mientras entraba a la enfermería. —Gracias por
pasar—sé que preferirías estar pasando el tiempo con tus amigos hoy.

Él se encogió de hombros con una pequeña sonrisa,

—No me importa.

—Solo unas pocas cosas antes que empiece el verano, ¿deberíamos ir a mi oficina?

El la siguió, aceptando el plato de galletas que ella le ofreció, agradecido — su estómago estaba
rugiendo por haberse perdido el almuerzo.

—Ahora, —Madam Pomfrey se sentó, conjurando las notas de sus pacientes desde el aire, —he
intentado contactar a tu Matrona de St Edmunds unas pocas veces…ella parece no comprender
como funciona el correo. Sigue tratando de hacerme hablar con ella por un artilugio muggle. Le
dije, que nosotros no tenemos un tele-bono en Hogwarts, pero al parecer no me cree…

—No, —Remus aguantó la risa, —no lo haría.

—De todas formas, entre nosotras hemos logrado acordar que me presentaré antes y después de tu
confinamiento para ambas lunas llenas. Le expliqué que tu condición se ha vuelto…más difícil
durante este último año, pero que no debería ser un peligro para nadie más en la escuela.

—Claro. —Remus asintió. Ahora que estaba acostumbrado a la idea, estaba bastante agradecido de
que Pomfrey estuviera ahí, aunque brevemente, durante las vacaciones. Haría las lunas llenas
ligeramente menos severas, de todas formas.

—Quiero que te asegures de cuidarte durante ese tiempo. Comer todas tus comidas, y descansar y
ejercitarte de forma balanceada.

Remus no tenía el corazón para decirle a Madam Pomfrey que no dependía de él cuando tenía
permitido descansar o cuan seguido ejercitar mientras estaba viviendo en St Edmunds. Nadie en
Hogwarts parecía entender que tipo de institución era.

Después de eso, ella revisó algunas de sus heridas de la luna anterior para asegurarse que
estuvieran cicatrizando de forma correcta, luego realizó algunos hechizos diagnósticos. Eran casi
las cuatro de la tarde cuando estaba caminando de vuelta a Gryffindor por lo que pareció como la
milesima vez ese día.
Filch no había tenido éxito en domar la espuma, pero por lo menos había dejado de salir de cada
grifo y drenaje del castillo. Los otros debieron haberse aburrido y seguido con otra cosa. Mientras
Remus subía la torre, vio a unos pocos estudiantes volando pasando por las ventanas en sus
escobas. Era un hermoso día afuera, los otros merodeadores probablemente estaban afuera
aprovechándolo al máximo también.

Quedó en shock cuando alcanzó el dormitorio.

—Hola Moony, —James le sonrió. Estaba solo, en el lado de la habitación que le pertenecía a
Sirius. Estaba empacando. —Buen trabajo con los paraguas.

—Seh, bien hecho con la espuma. Filch está echando humo. —Rascó su nuca, sintiéndose
incómodo, — ¿Dónde está Sirius?

—Haciendo algo demente en su escoba, creo. Pensé que arreglaría sus cosas por él.

— ¿Quieres ayuda?

—Nah, no te preocupes. ¿No querías leer un libro o algo?

Remus se encogió de hombros. Se sentía un poco avergonzado ahora. Parecía correcto que James
lo hiciera, después de todo — James era el mejor mejor amigo de Sirius.

—Está bien, te ayudaré. —dijo casualmente, como si no importara mucho de todas formas. —
Sabes que odio volar.

—Amable de tu parte, —James sonrió fácilmente, reuniendo algo del desorden de Sirius y
guardándolo rápidamente, Remus empezó a ordenar los discos, dejándolos en orden alfabético
porque a Sirius le gustaba ordenarlos así. —Ponlos en mi maletero, —dijo James indicando con su
cabeza la caja de discos, —los libros muggle también. Pidió que me los lleve por él. Ya sabes,
como son las cosas con su mamá y su papá.

Remus asintió, llevándolos a la cama de James.

—El verano será basura, sin ustedes dos, —James remarcó, sonando que genuinamente lo
lamentaba.

—Seh. —respondió Remus, no muy seguro de que agregar.

—Sirius cree…cree que tal vez no volverá en Septiembre.

— ¿¡Qué!? —Remus levantó la mirada, repentinamente, alarmado. James frunció el ceño,

—Seh, cree que con todo esto del despose…tal vez lo envíen a Durmstrang. Para mantenerlo fuera
de problemas hasta que lo puedan casar. Bastante drástico, creo, pero no los subestimaría.

—Aunque, la ceremonia de despose puede no ocurrir, —dijo Remus, rápidamente, —tengo la


sensación…solo siento que Narcissa no dejará que pase. —no quería decirla nada a James aún —
porque James le diría a Sirius, y Sirius podría molestarse de que Remus fuera a sus espaldas a
hablar con su familia. ¿Y qué pasaba si no funcionaba? No podía subir las expectativas de nadie.

— ¿Narcissa? —James lo observó curioso, — ¿De qué estás hablando?

—Solo sé que ella no quiere casarse con Sirius de la misma forma que él no se quiere casar con
ella, eso es todo. —Remus sacudió su cabeza. — ¿Debería empacar sus revistas muggles en tu
maletero también?

***

—Ha sido un maravilloso año, —Dumbledore sonrió al Gran Salón mientras los restos finales del
banquete del final de año desaparecían de sus platos. Remus iba a extrañar la comida más que a
nada, y había tenido tres porciones de postre. Ravenclaw había ganado la copa de las casas ese año,
y el pasillo estaba cubierto de azul rey y estandartes de seda bronce. Cada vez que la mesa de
Ravenclaw celebraba durante la comida, Remus había sentido un revoltijo debajo de su ombligo y
pensó en su padre.

El discurso de Dumbledore continuó, —estoy inmensamente orgulloso de todos ustedes, por


supuesto. Ahora que estamos todos bien alimentados, tengo unas pocas palabras que me gustaría
decir…

—Listos, chicos, —Sirius susurró, tan bajo que solo los merodeadores pudieron oírlo. Dumbledore
continuó,

—…felicidades una vez más a Ravenclaw…

— ¡Ahora!

—…ganadores de la---

Hubo un chillido desde el final del salón, y todo el mundo se giró para ver que cada copa en la
mesa de Ravenclaw repentinamente chorreaba burbujas rojas y doradas. Se dispararon hacia arriba,
como grandes geysers, chocando con el cielo y explotando en brillantes gotitas, que cayeron como
lluvia a los estudiantes debajo, manchando sus túnicas con el color carmesí de Gryffindor.

— ¡Sigan! —susurró Sirius, su voz aguda con emoción, mientras los merodeadores movían sus
varitas usando cada pizca de concentración. Enseguida, las copas de todas las otras mesas también
erupcionaron, causando el mismo efecto mientras los estudiantes chillaban y empezaban a buscar
refugio, su cabello, piel y ropa manchadas de vibrante rojo y dorado.

Ni siquiera la mesa de Gryffindor se había escapado — sin querer perderse la diversión, insistió
James. Lily Evans había traído su paraguas, y le sonrió astutamente a Remus mientras Mary y
Marlene luchaban por atestarse debajo, junto a ella. En una lejana esquina del salón, Remus captó
la furiosa mirada de Narcissa escondida debajo de la mesa, su largo cabello blanco manchado de
rojo y dorado que chocaba horriblemente con su complexión de porcelana.

Estaba mirando a su primo rebelde, tan fríamente, que Remus se preguntó cómo Sirius no murió en
ese mismo momento. Pero se consoló con la idea de que ese incidente solo había cementado más la
idea en ella de que debía escapar de su matrimonio con Sirius a todo costo.

— ¡Omnistratum! —dijo Dumbledore, calmadamente apuntando su varita al techo.

Enseguida, las burbujas explotaron y se evaporaron en la nada, como si un gran campo de fuerza
repentinamente hubiera aparecido sobre sus cabezas. — ¡Scourgify! —el director sonrió
complacido, ahora moviendo su varita sobre todo el salón. Instantáneamente, la pintura roja y
dorada había desaparecido de las mesas, piso y estudiantes. El orden estaba restaurado.

—Aw. —James suspiró, sonando decepcionado.

—Una excelente forma de celebrar la victoria de Gryffindor en la pista de quidditch este año, —
Dumbledore aclaró su garganta, mientras los estudiantes volvían a sus asientos, ojeando los vasos
nerviosos. —Y mientras es bienvenido cualquier tipo de demostración de orgullo por su casa, me
gustaría recordarle a todos que la verdadera deportividad yace en la habilidad de ceder la victoria
con gracia. Por favor acompáñenme levantando sus copas a Ravenclaw, ganadores de la copa de las
casas de Hogwarts 1973.

Remus tenía la incómoda sensación de que aunque Dumbledore no miró en dirección de los
merodeadores, ellos eran la audiencia prevista para esta amonestación. Se sintió un poco
avergonzado — pero solo un poco. Era difícil sentir que lo lamentaba cuando realmente no habían
hecho daño alguno, y estaba tan lleno de excelente comida.

James y Sirius desde ya estaban planeando el final para el próximo año, Peter sonriendo y
asintiendo como un simplón. Lily le guiñó a Remus mientras levantaban sus sopas, y deseó que
nada cambiara nunca.
Verano 1973
Chapter Notes

Ver el final de capítulo por notas.

Querido Remus,

Solo he estado de vuelta en casa de mis padres por media hora y ya me han dicho que soy la
vergüenza de la familia cinco veces. Cinco. Tres de esas veces ni siquiera fueron de gente viva —
los retratos de nuestros ancestros han decidido entrometerse.

Voy a pegar mis cosas de Gryffindor ahora, creo.

Espero que hayas llegado bien a casa.

Sirius O. Black

***

Querido Sirius

Tu lechuza llegó antes de que siquiera llegara— tuvimos que tomar dos trenes1 y un bus, me
demoré mucho.

Lamento lo de tu familia. Ten cuidado. Ojalá estuviéramos de vuelta en la escuela.

Remus.

***

Viernes 13 de Julio, 1973

Querido Moony,

Ven y visítanos pronto, ¡Peter y yo moriremos de aburrimiento!

No le envíes ninguna lechuza a Sirius — ¡su madre interceptó las mías y las devolvió con
maleficios incluidos! Afortunadamente papá se dio cuenta antes que tuviéramos ningún problema,
pero ¡maldita sea! Tal vez intente contactar a su prima Andrómeda para ver como ella envía su
correo. Creo que es de la forma muggle, pero Godrick sabe cómo se supone que entenderemos eso
— ni siquiera he abierto mis libros de estudios muggles aún.

Avísame si puedes venir a visitar. Recuerda que mamá dijo que eres bienvenido. Podemos hablar
con tu Matrona, y Madam Pomfrey — ¡El Ministerio de Magia, si es necesario!

James.

***

Querido James,
Sé cómo funciona el correo, pero tendría que conseguir unas estampillas. Y no sé cuál es la
dirección de Sirius.

Le pregunté a Madam Pomfrey después de la última luna — dijo que no. Dijo que el mundo
mágico es muy peligroso para mí. No sé si quiere decir que yo soy el peligroso.

Lo siento amigo.

Moony.

***

Domingo 5 de Agosto, 1973

Querido Moony,

Entonces. No creerás lo que pasó. En serio. La ceremonia estaba lista para empezar — yo estaba en
mis horribles túnicas verdes (con mangas de encaje — ENCAJE, Moony. Solo intenta imaginarte
eso. Hubieras pensado que me veía como un completo imbécil.) Regulus estaba ahí, mi madre,
padre, la mitad de la familia.

Entonces entra Narcissa, usando algo que parecía que pertenecía a mi abuela. Y ella no se ve feliz,
entonces pensé — bueno, bastante justo, no estoy exactamente emocionado. Pero después se pone
de pie, en frente de todos y dice “Tenemos que detenernos ahora.”

Entonces, todo el mundo se detuvo, y mi madre parecía que estaba a punto de escupir maleficios, y
mi tío le está preguntando a Narcissa “¿A qué crees que estás jugando?” y Regulus está
sonriéndome y Bellatrix está sonriendo también, solo que ella se veía un poco más demente que
Reg. Después Narcissa les susurra algo a sus padres y mi tía LITERALMENTE SE DESMAYÓ.
No te estoy jodiendo… Y todo el mundo está murmurando y susurrando, y madre no puede
soportarlo más y exige saber qué está pasando, entonces Narcissa se levanta, y MIRA A MI
MADRE A LOS OJOS y le dice.

Que hizo un juramento inquebrantable para casarse con Lucius Malfoy tan pronto como termine
sus ÉXTASIS.

No puedo recordar si te expliqué lo que es un juramento inquebrantable, pero básicamente ella no


puede no casarse con Malfoy ahora — o sino ambos mueren. No sé si debería haber estado un
poco ofendido a ese punto, para ser honesto. O sea ¿Qué dice de ti cuando una chica preferiría
morir antes que casarse contigo, incluso si ella es tu prima?

De todas formas, como puedes imaginar probablemente, toda la familia Black está en guerra, nadie
está hablando con nadie porque unas pocas maldiciones terminaron siendo lanzadas entre mi padre
y mi tío. No puedo creerle a Narcissa. En serio, de hecho estuvo cerca de agradarme por un
momento antes de recordar que ella todavía es una Black, y una Slytherin, y que ella quiere casarse
con Lucius baboso idiota Malfoy, de todas las personas.

Pero parece que estoy fuera de su radar. No hay ninguna otra prima con la que me pueda casar
ahora. Todos están furiosos, obviamente, pero por primera vez nadie está enojado conmigo. Creo
que probablemente estaré de vuelta a Hogwarts en Septiembre — escuché a madre hablar sobre
hacer heredero a Reg en mi lugar. No me importa, no me podría importar menos heredar está sucia
casa o su sucia fortuna. Mejor que me dejen solo y me sigan ignorando por siempre.

Espero que tus vacaciones estén yendo tan bien como las mías (aunque no veo como puede ser eso,
porque — honestamente, que jodido resultado, ¿¿eh Moony??)
Nos vemos en unas semanas,

Sirius O. Black

***

Lunes 6 de Agosto, 1973

Querido Moony,

Apuesto que Sirius ya te dio las noticias, pero solo en caso de que no — ¡EL MATRIMONIO SE
CANCELÓ! Tenías razón, Narcissa lo resolvió al final. Tienes una rara habilidad, Remu amigo
mío, ¿no quieres darme las probabilidades de la siguiente copa mundial de quidditch, o no?

Estoy teniendo un verano muy aburrido aquí solo. Pete y su gente están visitando a sus parientes
franceses, entonces no tengo a nadie que me ayude a practicar mis pases. Espero que el tuyo no sea
tan malo tampoco. Pensé que tal vez podríamos preguntarle a Madam Pomfrey ¿si te puede llevar
al Callejón Diagon en Agosto? ¿O tal vez nos podríamos encontrar ahí e ir a dejarte luego? Mamá
no deja de preguntar por ti, le encantaría verte de nuevo.

Avísame si puedes.

Su eternamente aburrido,

James

***

Lunes 13 de Agosto, 1973

[Postal de la Torre Eiffel en primavera]

Querido Remus,

¡Bonjour y todo eso desde Paris!

Espero que tus vacaciones vayan bien. Desearía que ustedes chicos estuvieran aquí.

Peter.

***

Remus respondió a cada una de estas cartas con vigor, mucho más que las que había recibido el
año pasado. Los merodeadores habían visto bastante de su letra para saber lo floja que era, y no
creyó que les molestarían algunos errores ortográficos. Le dijo a James que lo sentía mucho, pero
que no podría ir al Callejón Diagon (Madam Pomfrey dice que tampoco es seguro, y no le dijo la
razón) y felicitó a Sirius en su merecido celibato, pero no le dijo que él, Remus, tuvo algo que ver
al respecto. Sería mucho como alardear, y él no quería que Sirius sintiera que le debía algo.

El propio verano de Remus era tal vez casi tan aburrido como el de James y Sirius, pero lleno de
más propósito que cualquier verano anterior. Madam Pomfrey cumplió su palabra y llegó la tarde
anterior y la mañana siguiente de ambas lunas llenas. Por eso, pasó menos tiempo cubierto de
vendajes, y había tenido más tiempo para leer y planear su año más adelante.

Cuando sus libros llegaron, cortesía de Dumbledore y la reserva de segunda mano de Hogwarts,
Remus estaba emocionado de ser capaz de empezar su lectura. Aritmancia era muy difícil, pero el
desafío era emocionante — y Cuidado de Criaturas Mágicas era completamente envolvente, si solo
por las fantásticas ilustraciones de colores.

Incluso Matrona comentó — de alguna forma sospechosa — que Remus había cambiado mucho
después de dos años en la escuela.

—Es bueno ver que te mantienes fuera de problemas. —dijo una mañana, cuando lo encontró al
fondo del jardín leyendo un libro muy pesado usando su hoja de acetato mágica. En ese momento,
Remus solo la miró de soslayo y sonrió. Por supuesto que ella no tenía idea que antes que
terminara el verano él cometería su primer crimen serio.

Desde la navidad con los Potters, Remus había sido plagado con un problema en particular, y no
estaba seguro de cuál sería la mejor manera de sobrellevarlo. Dinero. No tenía nada — muggle o
mágico, Remus era tan pobre como podría posiblemente serlo. Esto nunca había importado mucho
— después de todo, St Edmunds suministraba sus necesidades básicas, y Hogwarts le daba todo lo
demás.

Pero. Pero. Le hubiera gustado, por lo menos, ser capaz de devolver la generosidad que sus amigos
le habían mostrado. Ellos le habían comprado innumerables dulces y regalos; Sirius le había dado
la habilidad de leer, por dios santo, y Lily sin ayuda rescató su verano. Por algún tiempo, Remus
había resuelto en buscar la primera oportunidad que resultara en un pago.

Afortunadamente para Remus, esta oportunidad se presentó por sí sola una calurosa tarde de junio.
Estaba leyendo de nuevo, por supuesto, sentado en una banca bajo la sombra de un paraguas viejo
de un pub que debió haber sido donado en algún punto desde su primer año. Ahora que tenía trece
años, mientras que Remus no estaba entre los chicos más viejos en St Edmunds, tampoco estaba al
fondo de la pila, y podía generalmente escapar casi ileso.

Una sombra cayó sobre su libro, y levantó la mirada. Craig Newman, skinhead de dieciséis años, lo
miraba de reojo hacia abajo. La pandilla de Craig estaba en la cima del orden jerárquico de St
Eddys. Todos ellos escuchaban reggae, usaban botas bovver y pantalones de pitillo sujetados por
tirantes. Algunos tenían tatuajes, y todos ellos tenían moretones.

—Todo bien, Lupin. 2 —Craig gruñó. Remus pestañeó lentamente, cerrando su libro y
preguntándose si eso serviría como arma. Era pesado.

—Todo bien, Newman. —asintió, tratando de no lucir pequeño y asustado. Volvió naturalmente a
su viejo acento durante el verano, arrastrando palabras y comiéndose consonantes. Era más seguro.

— ¿Qué lees? —entrecerró los ojos mirando al libro, desconfiado. Remus se preguntó si Craig
podía leer. Se encogió de hombros, despreocupadamente,

—Solo algo de la escuela.

—Seh, —Craig asintió. Remus ni siquiera movió un musculo. No podía entender qué estaba
pasando — ¿acaso Craig solo quería hablar de forma casual? —eres listo ¿no? —dijo el chico
mayor, repentinamente.

Remus no sabía que respuesta era menos probable que le propinara una paliza, entonces no
respondió nada. No importaba, a Craig pareció no importarle. Solo se rascó su barbilla, luego sacó
un paquete de cigarrillos de su manga. —Seh, eres listo. Siempre leyendo y eso. —Encendió el
cigarrillo con un encendedor escondido en su bota, luego le ofreció a Remus el paquete.

Remus se acercó y sacó uno. Nunca había fumado antes, pero la mayoría de los chicos en St
Edmunds lo hacían. Craig lo encendió por él, y Remus inhaló. Sus ojos enseguida se llenaron de
lágrimas, y desesperadamente intentó no toser o escupir. Era desagradable.

Craig lo miró algo entretenido y continuó. —También eres chico, flaco.

—Supongo. —respondió Remus, tosiendo, viendo como Craig inhalaba y luego tratando de
imitarlo.

— ¿Te gustaría un trabajo?

— ¿Trabajo?

Craig asintió, sus pequeños ojos fijados en Remus.

—Seh. Serías bueno. Vamos a la tabaquería en la ciudad. Mañana a la noche. No tengo seguridad.
No tengo nada, solo un perro. Vamos por la caja y el alcohol. Puedes tener una parte. Solo tienes
que meterte por la ventana de atrás.

—Claro, —Remus asintió, como si la idea no le asustara profundamente. Aspiró un poco más su
cigarrillo, de nuevo, más acostumbrado. Podía sentir el gusto, una vez que superabas el sabor.
Consideró la sugerencia de Craig.

Por el otro lado, era jodidamente peligroso. La pandilla de Newman no era conocida por su
sutileza, y algunos de ellos estaban en libertad condicional. Cuando Craig Newman quería que
hicieras algo, tenías que hacerlo. Además, definitivamente podría beneficiarse. El dinero muggle
no le servía, por supuesto, pero podría haber una forma…

Remus miró a Craig Newman a sus diminutos ojos.

—Solo quiero cigarros.

Craig sonrió burlón y asintió. Y así, Remus empezó pequeña carrera de ladrón.

Notas al final del capítulo:

Diccionario de la jerga inglesa:

Skinhead —subcultura británica creada por jóvenes de la clase trabajadora dentro y alrededor de
Londres durante los años 1960, 70’ y 80’. Escuchaban a ska y reggae y estaban obsesionados con la
cultura de los chicos rudos Jamaicana. Eran conocidos por ser violentos y meterse en peleas. Más
tarde (a finales de los 70’ y 80’) el movimiento se volvió blanco nacionalista y ‘skinhead’ se volvió
una forma de decir racista.

Botas bovver —pesadas botas negras, con punta de acero usadas por skinheads. A menudo usadas
por el ejército.

Notas de la traducción:

1.- Me refiero al metro.

2.- En el texto original está escrito con el acento ‘ de calle’ británico, no tengo idea de cómo
traducirlo al español neutro, traté de hacerlo más informal, pero igual para que se hagan la idea.
Tercer Año: De vuelta a Casa
Chapter Notes

See the end of the chapter for notes

In the corner of the morning in the past

I would sit and blame the master first and last

All the roads were straight and narrow

And the prayers were small and yellow

And the rumour spread that I was aging fast

Then I ran across a monster who was sleeping

By a tree

And I looked and frowned and the monster was me

Sábado 1 de Septiembre, 1973

Después del primer trabajo, Craig y su pandilla estaban tan complacidos con Remus que lo
llevaron a cuatro más, dos casas y unos pequeños negocios en las ciudades alrededor. Incluso sin la
capa de invisibilidad, Remus descubrió que simplemente tenía un don natural para meterse en
lugares que no debía. Eso es lo que dijo Craig de todas formas; —Jodidamente natural, este niño.

La naturaleza era una cosa graciosa, Remus pensó, en su camino a Kings Cross. Recordó a James
dejando una bolsa de monedas cada vez que asaltaban Honeydukes. Parecía que no estaba en la
naturaleza de James robar. Pero Remus pensó que no era una apreciación justa, cuando James
nunca había necesitado robar. Era el heredero de una enorme fortuna, al igual que Sirius. Y la
verdad, era que nunca sabes de lo que eres capaz hasta que lo intentas. Debió haber sido muy fácil
ser bueno, cuando no tenías razón para no serlo.

Aún así, Remus había resuelto no decirle a los merodeadores lo que había hecho ese verano, y pasó
el resto de su travesía soñando sobre los regalos de cumpleaños y Navidad que finalmente sería
capaz de comprarle a sus amigos.

El maletero de Hogwarts de Remus este año estaba llena de cajetillas de cigarrillos y bolsas de
tabaco. Suficientes para armar un pequeño negocio — si era lo suficientemente inteligente, podría
deshacerse de la mayoría antes de Navidad. Tenían permitido ir a Hogsmade este año, y Matrona
había firmado su autorización sin ningún alboroto — incluso Madam Pomfrey pensó que estaba lo
suficientemente a salvo para que él pudiera ir.

Matrona, parecía, que había aprendido su lección. Ella acompañó a Remus hasta Kings Cross,
luego lo dejó ahí, con una brusca despedida. Su corazón latía igual que hace dos años, Remus
corrió hacia la barrera, y exhaló solo cuando llegó al otro lado a salvo. Estaba en casa de nuevo.

No se demoró mucho en encontrar a Sirius, quien estaba encovado contra un pilar de la estación
junto a su familia. La Sra Black estaba preocupándose por Regulus, quien se veía más pálido que
de costumbre y estaba de pie con su espalda muy derecha mientras Walpurga ordenaba su cabello y
siseaba a su oído. Obviamente ella estaba ignorando a su hijo mayor, quien su cabello se veía
deliberadamente desordenado, y quien tenía sus túnicas ingeniosamente arrugadas y fuera de lugar.
Remus pensó que era mejor no acercarse.

—Hola Moony, —alguien le dio una palmada en la espalda y se dio la vuelta para ver a James y
Peter sonriéndole. James había crecido unos pocos centímetros, y su cara se veía levemente más
delgada, pero tenía los mismos brillantes ojos cafés y la misma maraña de cabello negro. Peter se
veía igual, aunque parecía estar recuperándose de dolorosas quemaduras de sol.

—Hola, —Remus les sonrió de vuelta, su corazón saltando con emoción. Todo justo como debía
estar.

El silbato sonó, y treparon al tren buscando un compartimiento vacío y esperando por Sirius. A él
finalmente le fue permitido acompañarles en lo que parecía ser el último minuto, y entró en el carro
murmurando oscuramente para sí mismo,

—Guardar apariencias mi culo.

—Entonces no hay cambios, —James le guiñó un ojo a Remus. Sirius los miró y su cara rompió en
una sonrisa. Esa sonrisa burlona de Sirius Black.

— ¡Creí que nunca más los vería!

—Godrick, siempre tienes que ser tan dramático. —James lo golpeó juguetonamente en el hombro,
mientras todos se ponían de pie para saludarlo.

—Ustedes no tienen idea de cómo es ella, —Sirius lloriqueó, agarrando la mano de James en un
cálido y fraternal apretón de manos. Luego vio a Remus y sonrió maliciosamente, — ¿¡Ese eres tú
Moony!? —estiró su cuello deliberadamente, levantando una mano cubriendo sus ojos y mirando
hacia arriba, —¿¿Puedes escucharme ahí arriba??

—Ja ja. —Remus respondió, estremeciéndose incómodo. —Soy igual de alto que James.

—No, ya no, —James contrarrestó, acercándose a Remus para que pudiera ver bien que de hecho
era un par de centímetros más alto que el chico de cabello negro.

—Seh, ¿Cómo terminé siendo amigo de dos palotes, eh? —Sirius sonrió, dándole una palmada a la
espalda de Remus juguetonamente, —Suerte que te tengo a ti, ¿Eh Petey-boy?

— ¿Hm? —Peter levantó la mirada de su pastel, confundido. Peter Pettigrew se veía igual de alto
que cuando tenían once años, aunque estaba considerablemente más macizo.

Sirius aparecía estar creciendo con gracia y en perfecta proporción, que era lo típico. Estaba un
poco más alto, pero no larguirucho como James, esbelto, pero no delgado como Remus. Su
mandíbula se había ampliado durante el verano, la sombra de la hombría se elevaba en sus
facciones.

—Bien, —James frotó sus manos mientras se sentaban, —ahora que todo está fuera del camino—
digo que nos enfoquemos a lo que nos convoca. ¿Planes para el año?

—Tenemos que terminar el mapa, —dijo Remus, rápidamente. Esto había estado dando vuelta en
su mente por algún tiempo. —No falta mucho, y apuesto que podemos resolver ese encantamiento
homunculus si realmente nos esforzamos.

—Definitivamente, —dijo James, —el mapa es básicamente nuestro legado, ¿no? Trabajaremos en
eso, lo prometo.
—Y esta otra cosa, —dijo Sirius de repente, muy bruscamente. James y Peter intercambiaron una
mirada, y Remus sintió que un nudo se apretaba en su estómago.

— ¿Qué ‘otra’ cosa? —preguntó frunciendo el ceño.

James lo miró a los ojos, bastante serio.

—Solo algo de lo que estábamos hablando el año pasado. Nosotros em…te diremos si decidimos
seguir con eso.

—No te queremos meter en problemas, Moony, —Peter rio nervioso, —mientras menos sepas
mejor será, ¿eh?

Remus tomó esto con resentimiento. ¿Acaso no había participado en la mayoría de las bromas del
año pasado, y había tenido la menor cantidad de castigos? ¿Y acaso no había sido él la única
persona que trató de hablar con Narcissa sobre los problemas familiares de Sirius? Por supuesto,
los otros no sabían sobre eso — si ellos tenían un secreto, él también podía tener uno. Miró fuera
de la ventana, irritado, ignorando el resto de la conversación.

Finalmente, Peter suspiró pesadamente,

— ¿Dónde está la bruja del carrito? Tengo hambre.

—Te acabo de ver terminar un pastel. —respondió James, levemente molesto porque estaba a
medio camino explicando su plan para embrujar todas las escobas del equipo de quidditch de
Slytherin durante su siguiente práctica.

—Sí, pero quiero algo dulce. —Peter lloriqueó, vaciando sus bolsillos y solo sacando envoltorios
vacíos.

Remus vio su chance y finalmente se animó un poco,

—Te tengo sorteado, Pete, —revisó dentro de su maleta y sacó un montón de barras de chocolate,
arrojándolas en el asiento vacío a su lado. Los otros tres chicos miraron la pila.

— ¿Qué son esos? —Sirius sacó una barra Mars, mirándola sospechosamente.

—Chocolate muggle, —dijo Remus, — ¡Son buenos! Pruébenlos, no muerden.

Peter ya había desenvuelto y mordido una Milky Wat, y estaba sonriendo alentando a los otros.
Remus seleccionó un paquete de Maltesers para él, sentándose de vuelta con satisfacción sabiendo
que por primera vez había traído los bocadillos en el tren.

***

Remus notó que estaban sentados mucho más lejos de la mesa de los profesores cuando tomaron
sus lugares para el banquete. Los estudiantes de primer y segundo año estaban adelante de ellos,
los merodeadores ya no se encontraban entre los estudiantes más jóvenes, lo que les dio una
innecesaria sensación de orgullo y realización.

— ¿Estas tomando Runas, no Remus? —Lily preguntó, dejándose caer en el asiento junto a él.
Ella se había cortado el cabello durante el verano, y tenía un suave flequillo que la hacía ver un
poco como Jane Asher.

—Sep, —asintió.
— ¡Moony nos está abandonando! —lloriqueó Sirius, cómicamente, fingiendo caer en el hombro
de James, sollozando inconsolablemente,

—Ya, tranquilo, —James le dio unas suaves palmadas en su espalda, solemnemente, —espero que
estés feliz, Remus, —le regañó, —me parece perfecto que estés avanzando para hacer cosas más
grandes y mejores, pero piensa sobre nosotros, la gente pequeña que dejas atrás.

—No estoy dejando a nadie atrás, —murmuró Remus, sus orejas se estaban tornando rojas, —Solo
no me gustaba Adivinación.

—Ignóralos, —dijo Lily, remilgadamente, dándoles una mirada de desaprobación a Sirius y James,
quien ahora se estaban abrazando, aun fingiendo lloriquear de forma histérica como si sus
corazones estuvieran irreparablemente rotos. Lily hizo una mueca de desaprobación, viendo que no
tenía efecto, y dándose vuelta hacia Remus, —ustedes chicos no tienen que estar amarrados de la
cadera todo el tiempo. De todas formas, también estoy cursando Runas, ¿has hecho la pre-lectura?

Remus asintió entusiasmado.

—Seh, se ve interesante.

— ¡Ajá! —Sirius levantó la mirada, maliciosamente, —Ahora comprendo.

— ¿Qué? —preguntó Remus, nervioso. Sirius tenía esa traviesa, impredecible mirada en sus ojos.

—No creo que tenga que ver en lo absoluto con tu carrera académica, —se rascó su barbilla,
sabiamente, —¡Yo creo que nuestro querido Remoony ha sido seducido de las asignaturas favoritas
de todo el mundo por el sexo opuesto!

—Cállate, —Remus se sonrojó intensamente, tratando de no mirar a Lily. Sirius siempre sabía
exactamente que decir para avergonzarlo.

—Seh, cállate, Black, —Lily suspiró, —honestamente, ustedes muchachos no pueden ser amables
entre ustedes. Solo porque ninguna chica se quiere acercar a ustedes menos de cinco metros de
distancia—

—Para tu información, estuve recientemente comprometido para casarme, —respondió Sirius con
un movimiento de su cabello negro. James estaba muriendo de la risa ahora, sus hombros
estremeciéndose.

— ¿Qué otras clases estas tomando, Remus? —preguntó Lily, ignorando a los otros merodeadores.

—Cuidado de Criaturas Mágicas, —Remus suspiró. Ya había oído suficientes bromas al respecto
de James y Sirius.

— ¡Oooh! —Marlene se giró repentinamente, — ¡Mary y yo estamos tomando esa clase!

— ¡A-JÁ! —dijo Sirius de nuevo, incluso más fuerte, y James perdió completamente su
compostura.

Afortunadamente, el sorteo empezó y el salón se silenció. La ceremonia era extremadamente


aburrida a menos de que realmente estuvieras involucrado, encontró Remus, y ahogó un bostezo
mientras la línea de asustados estudiantes de primer año se acortaba, y el espacio en la punta de la
mesa de Gryffindor se llenaba de nuevos estudiantes. Su atención vagaba mientras observaba a la
mesa de Slytherin, donde Narcissa estaba sentada al final, como una reina y se veía mucho más
animada que la última vez que la vio.
Regulus, ahora un estudiante de segundo año se sentó al lado opuesto de su prima, viéndose igual
de aburrido de lo que Remus se sentía. Luego estaba Snape entre los Slytherins de tercer año,
mirando a Lily, como de costumbre. Captó su mirada una o dos veces y Remus vio como ella le
sonreía de vuelta en su usual forma amigable, pero eso no parecía afectar el ánimo de Severus en lo
más minimo. Solo Lily podría seguir siendo amiga de alguien tan miserable, pensó Remus.

El banquete, cuando apareció, estaba delicioso y fue bienvenido como siempre. Remus tuvo dos
porciones de todo, como de costumbre, incluyendo el postre y cuando la comida terminó,
Dumbledore dio su usual discurso. Por los últimos dos años, Remus había ignorado esta porción de
la tarde — muy satisfecho de buena comida y muy somnoliento por el largo día para prestar mucha
atención. Pero algo sobre el serio en vez usualmente jugueton tono de las palabras del director le
hicieron escuchar.

Vio que no fue el único. Hubo un suave, siniestro murmullo desde la mesa de Slytherin,
particularmente de los que eran de años mayores. Los Gryffindor alrededor de Remus parecían
enderezarse un poco, también.

— ¿Qué fue todo eso? —Preguntó Remus, mientras dejaban el salón hacia sus dormitorios, las
confusas advertencias de Dumbledore resonaban en sus oídos, — ¿‘Unidad frente a la oscuridad’ y
todo eso?

—Oh claro, tú no sabes… —James dijo, suavemente. Miró a Sirius, quien estaba arrastrando sus
pies, manos en los bolsillos. —Te diré cuando estemos solos, ¿ok?

Esperaron a que les dieran la contraseña de ese año (‘Codswallop’) y se encaminaron hacia las
escaleras de su familiar dormitorio. Todas sus camas estaban hechas, y los maleteros junto a ellas,
y Remus sintió una ola de felicidad cuando entró. Sirius empezó a desempacar enseguida, sacando
sus amados discos y libros muggles del maletero de James. James solamente desempacó su escoba,
y empezó a pulirla cuidadosamente, sentado con las piernas cruzadas en su cama.

— ¿Entonces? —Preguntó Remus, impaciente, —¿El discurso raro?

—Oh, sí, —James tragó saliva. Miró a Sirius de nuevo, quien parecía estar ignorándolos. James
suspiró, pasando las manos por su cabello. —Es solo política, realmente.

—¿Política? —Remus gruñó internamente. No sabía mucho de política muggle, así que no le
importaba mucho lo que pasaba en el mundo mágico — además del estatuto secreto mágico, que lo
había cubierto en el primer año en Historia. Estaba el referéndum de Gran Bretaña uniéndose a la
Unión Europea — pero no pasaría en un par de años, si Remus había entendido los discursos del
primer ministro correctamente, y no podía ver realmente como eso afectaría mucho al mundo
mágico.

—Bueno, ¿tú sabes que hay…em…bueno, magos oscuros?

—Seh… —Remus intentó parecer erudito. Recordó haber leído vagamente sobre Grindelwald,
pero no estarían estudiando eso hasta sus TIMOs.

—Ha habido un aumento de magia oscura últimamente, eso es todo. Y mi papá me dijo…que ha
estado pasando algunas cosas en el ministerio. Jefes de departamentos insistiendo en reformas más
estrictas contra magos nacidos de muggles y…gente que es diferente. Papá dijo que no hay nada de
qué preocuparse, solo son los prejuicios usuales. Pero supongo que Dumbledore piensa que nos
tenemos que mantener en guardia.

—Madre y Padre llamaron a una reunión. —dijo Sirius, repentinamente. Ambos se giraron para
mirarlo. Se veía atormentado, avergonzado, y no los miraba a los ojos. —Obviamente no me
dejaron ir, pero Reg fue. Siguen hablando de este Señor Tenebroso—no lo sé, tal vez un político
que quieren que gane en la siguiente elección. Todo lo que sé es que los Black lo están apoyando
entonces no puede ser bueno.

Incluso James no tenía nada positivo que decir para alivianar la situación. Estuvieron en silencio,
hasta que Peter habló.

—Estamos en Hogwarts. —Dijo, —Mi mamá siempre dice que Hogwarts es el lugar más seguro
de Gran Bretaña. Y tenemos a Dumbledore. —Insistió firmemente. —Vamos Black, apuesto que
tienes otro horrible disco muggle que mueres por mostrarnos.

Todos miraron a Peter con una leve sorpresa. Sirius sonrió,

—De hecho, —dijo quitando el polvo de su tocadiscos, —tengo uno.

Chapter End Notes

Las letras del inicio del capítulo son la introducción de 'Width of a Circle' del álbum
'Man Who Sold the World' de David Bowie.
Tercer Año: Animales Fantásticos

Viernes 7 de Septiembre, 1973

Para el final de la primera semana del tercer año, Remus sintió que necesitaba otros dos meses solo
para recuperarse — y ni siquiera había tenido una luna llena aún. Se sintió estúpido por no haber
considerado que agregando tres asignaturas extra a su itinerario iba a aumentar su carga de trabajo.
Pero por supuesto que lo hizo, y para el final del viernes se sintió pesado por la cantidad de deberes
que debía completar por el fin de semana.

—No es justo, —Peter lloriqueaba, —este año se supone que debe ser entretenido, con Hogsmeade
y todo.

—Aún iremos a Hogsmeade, Peter, —murmuró James mientras miraba a lo que parecía un
complicado mapa de estrellas.

—Yo estoy con Pete, —gruñó Sirius, arrugando su diario de sueños para Adivinación, —dejemos
esto y vamos a la pista de quidditch mientras todavía hay luz.

James levantó la mirada, ansioso.

—Seh, vamos, entonces.

Los tres se pusieron de pie.

—No gracias, —dijo Remus, absorto. De hecho estaba disfrutando bastante su tarea de
Transformación — un ensayo en transformaciones corpóreas. Era bastante bueno con
modificaciones básicas ahora, para cubrir cicatrices, y era capaz de responder extensamente las
preguntas.

— ¿No quieres revisar mi tarea de estudios muggles, o si, Moony? —preguntó Sirius. Remus
arqueó sus cejas.

—Si es que tengo tiempo. James, Pete, ¿quieren que revise las suyas?

— ¡Gracias Remus! —Peter sonrió, atando sus cordones.

—Nah, —James se negó, —pensé que podría pedirle un poco de ayuda a Evans más tarde.

—Pierdes la batalla, amigo, —aconsejó Sirius. —No sé por qué estás tan colgado de ella.

James solo encogió de hombros, sin lucir para nada desanimado.

Remus pasó una o dos satisfactorias horas solo, completando el resto de trabajo para la semana.
Había empezado en Pociones, pero pensó que podría soportar dejarlo para un poco después —
Peter podría darle una mano a cambio de la tarea de comprensión de estudios muggles. Tenían
doble Pociones los Lunes, a primera hora — pero afortunadamente no compartían la clase con los
Slytherins. De hecho, la única clase que compartían con Slytherin ahora era Aritmancia, y no era
una asignatura práctica, entonces había mucho menos espacio para el contacto abierto entre las
casas.

Aritmancia era una real sorpresa para Remus — había esperado estar detrás de Sirius y James, por
lo menos al principio. Pero al parecer esta asignatura se regía por lógica, más que habilidad
mágica, y Remus había encontrado su primera lección increíblemente sencilla. La tarea, que sabía
que Sirius y James aún no habían intentado hacer, era calcular su propio corazón y caracteres
numéricos usando el método Agrippan. Esto lo encontró bastante relajante de hecho, aunque nunca
se lo admitiría a nadie.

Herbología se mantenía en su ritmo usual — Remus no podía fingir estar tan interesado en el tema,
pero por lo menos no era difícil. Astronomía tampoco era su asignatura más fuerte, pero
afortunadamente Peter generalmente estaba tan emocionado por ser el único que sabía algo, que le
daba la mayoría de las respuestas a Remus por casi nada.

Después, estaba su asignatura favorita; Cuidado de Criaturas Mágicas los Miércoles y Jueves. No
iba a decirle a los otros eso tampoco — lo molestaban suficiente porque le gustaba tanto Historia, y
por tomar Runas. Todo de buena naturaleza, por supuesto — él los molestó por tomar Adivinación,
que sonaba bastante terrible.

Había leído su copia de Animales Fantásticos y Donde Encontrarlos dos veces en el verano —
había sido su lectura favorita antes de dormir. Los dibujos y descripciones eran tan vívidas que
llenaban sus sueños con las imágenes más espectaculares. No había nada en el texto — Remus se
aseguró de revisar — sobre hombres lobo. Afortunadamente, no eran considerados en el mismo
lenguaje de ‘criaturas mágicas’, y parecía que no estudiarían ‘semi-humanos’ hasta el próximo año
en Defensa Contra las Artes Oscuras.

—Espero que veamos unicornios, —Marlene suspiró, apoyándose en la pared mientras hacían fila
afuera de la sala para su primera lección. —Algo agradable, como eso.

Mary arqueó una ceja,

—Me gustaría más ver dragones. ¡Algo un poco más emocionante!

—Solo agradezco de que no tenemos a Kettleburn. —Respondió Marlene, Esto hizo que Remus
prestara atención,

— ¿No? ¿A quién tenemos, entonces?

— ¿Acaso no le prestaste atención a Dumbledore en el banquete? —Marlene lo miró con


desaprobación. —Kettleburn está en Rumania o Bulgaria o algo, trabajando para el ministerio. No
sé qué tan útil es, él no está exactamente en una pieza…

— ¿Entonces a quien tenemos?

—Quien sea no estaba en el banquete, —Marlene se encogió de hombros, —pero mi itinerario dice
‘Profesor L. Ferox’.

Dicho esto, las puertas de la sala se abrieron y los estudiantes de quinto año más adelante
abandonaron el salón, conversando animadamente. Los Gryffindors de tercer año entraron, y
Remus ocupó un pupitre junto a la ventana, junto a Marlene. Cuando el profesor emergió de su
oficina, ambas Mary y Marlene — y, de hecho, cada otra niña en la clase — enderezaron su
postura.

Él era unos buenos años más joven que Kettleburn, quien estaba un poco canoso, aun en su
mediana edad. Remus habría adivinado que su profesor debía estar recién en sus treintas. Todavía
tenía todas sus extremidades, también, lo que definitivamente estaba a su favor. Su cabello era
espeso y rubio arena, suficientemente largo para llegar a la mitad de su espalda. No estaba vestido
con túnicas como la mayoría de los profesores, pero práctica, ropa todo terreno, y pesadas botas
marrón de cuero. Tenía la cara levemente abatida por el clima, lo que le daba fuertes facciones, un
tipo de atractivo áspero. Sus ojos eran azul brillante, y destellaban mientras le sonreía cálidamente
a la clase,

— ¡Buenas tardes! —su voz resonó, en un brusco acento de Liverpool. Juntó sus manos callosas en
una palmada, —bienvenidos a su primer año de Cuidado de Criaturas Mágicas. Soy el Profesor
Ferox. ¿Todos tienen el texto de Scamander, espero?

La clase inmediatamente sacó sus copias de Animales Fantásticos, además de pergaminos y


plumas, luego lo miraron atentamente. El Profesor Ferox continuó sonriéndoles.

—¡Excelente! —Continuó, —Una repasada al texto, como estoy seguro de que han descubierto.
Da una buena, comprensiva guía para identificar y encontrar a la mayoría de las criaturas mágicas
mejor conocidas —pero lo que no puede darles—y lo que necesitaran para sobresalir en esta clase
—es pensar rápido, con la cabeza fría, y nervios de acero.

Algunas de las niñas rieron disimulada y tontamente ante esto, y Remus sintió un revoloteo de
emoción. Ves James, pensó, no es una asignatura de niñitas. Aunque no estaba seguro sobre las
especificaciones. Tenía el valor suficiente, tal vez — tenía que, después del verano que había
tenido — pero tener la cabeza fría era difícilmente una de las cualidades que lo definiera.

—Ahora, —Ferox juntó sus manos en una palmada, como si estuviera ansioso por empezar. Se
agachó detrás del escritorio, —miren lo que tengo para ustedes… —cuando frotó sus palmas la
dura piel hizo un suave sonido ‘shh’ — obviamente no pasaba mucho tiempo en interiores, pensó
Remus — el Profesor Ferox era claramente un hombre de acción.

El profesor ahora estaba levantando una gran canasta de mimbre, dejándola suavemente en su
escritorio. La abrió y una gran, criatura peluda asechó. Era el gato más grande que Remus había
visto — con tupido pelaje plateado con manchas oscuras, orejas altas y puntiagudas, y una extraña
cola poblada como un león. Maulló malhumorado, luego saltó para sentarse en la punta de la
canasta de forma que estaba casi a la altura de Ferox. Observó imperiosamente a la clase,
moviendo su cola hacia adelante y atrás.

El Profesor Ferox acarició con un largo dedo la espalda del animal, que parecía tolerarlo,
pestañeando lentamente.

— ¿Alguien puede decirme que tipo de criatura es Achilles aquí presente?

—Es un gato. —dijo Mary, simplemente, sin levantar su mano.

Ferox rio animadamente,

—Un error común, ¿Señorita…?

—Macdonald. Mary Macdonald.

—Señorita Macdonald. No, Achilles no es un gato—aunque son comúnmente cruzados con los
gatos.

— ¡Ooh! —un chico Ravenclaw al final de la sala levantó su mano,

—Sí, ¿Sr…?

—Stan Brooks, señor. ¿Es un kneazle, señor?


— ¡Cinco puntos para Ravenclaw! —Ferox asintió con entusiasmo, —Achilles es un kneazle.

Remus suspiró, internamente. Sabía eso — debió haberlo sabido, de todas formas, podía recordar
haber leído sobre la cola. Mentalmente tachó ‘pensar rápido’ de la lista de requerimientos de
Ferox. Esperando mostrarle al profesor que estaba ansioso por aprender, Remus empezó a tomar
notas mientras Ferox hablaba, aun acariciando distraídamente a Achiles.

—Siempre se puede identificar a un kneazle por su apariencia como la de un gato, nivel alto de
inteligencia, pelaje manchado y cola poblada, —dijo el profesor, indicando estas facciones
amablemente, —Están clasificados como XXX por el ministerio de magia—¿alguien puede
decirme que significa esto?

La mano de Remus se levantó como un disparo esta vez, pero también la de Marlene. Ferox la
eligió a ella, preguntándole su nombre.

—Marlene McKinnon, —le sonrió, —Señor. Las criaturas clasificadas como XXX no son
recomendadas para domesticación, pero no deberían ser difíciles de manejar para un mago
calificado.

—Excelente. Cinco puntos para Gryffindor. —Ferox inclinó su cabeza.

Remus estaba furioso. Ella lo había leído del libro. Ferox siguió, —Nos estaremos enfocando en
criaturas clasificadas XXX por el resto del año. Ahora, mientras que es verdad que los kneazles no
son recomendados como mascotas—esto no es porque sean peligrosos. De hecho, cualquier
persona que diga que son peligrosos probablemente se haya encontrado en el lado equivocado de
uno, y no deberían ser confiados. ¿Alguien puede decirme por qué?

La mano de Remus se alzó de nuevo — estaba recordando todo ahora. Pero Ferox eligió a otro
Ravenclaw, esta vez.

—Porque pueden detectar gente sospechosa. —dijo Davy Kirk, ganando otros cinco puntos para
Ravenclaw.

—Absolutamente. —El Profesor sonrió, —Los kneazles son excelentes jueces de carácter, y
reaccionan ferozmente frente a alguien desconfiable. Por esto, el ministerio requiere que los dueños
de los knezles tengan una licencia adecuada y hayan superado una cierta prueba de habilidad. Pero
como pueden ver, —acarició a Achilles una vez más. El gato vagamente movió un músculo,
excepto para estudiar a la clase, —son mascotas maravillosas, mientras se les muestre el respeto y
cuidado adecuado.

— ¿Es suyo entonces, profesor? —preguntó Mary, batiendo sus pestañas de forma coqueta. —Es
encantador.

—Lo es, de hecho, —respondió Ferox, —si son cuidadosos y no se apilan a su alrededor, Achilles
probablemente les permita acariciarlo. Formen una línea, clase.

Hubo un murmullo general y arrastre de sillas mientras todos se ponían de pie y formaban una fila.
Remus se aseguró de estar al final, entonces tal vez la lección terminaría antes que tuviera que
llegar al frente. Achilles seguramente lo odiaría — hombres lobo eran la definición misma de
desconfiables.

—Acérquense lentamente, y no eviten el contacto visual. Si intenta atacarles usará sus garras, así
que manténgase alerta…aquí vamos, él te dejará acariciarlo ahora, amable y gentilmente…

Mientras la fila se acortaba, el profesor continuó hablando, alentándolos y dándoles datos


interesantes, mezclados con sus propias anécdotas. Remus no sabía que había hecho Ferox antes de
convertirse en profesor, pero seguramente había tenido algunas aventuras — parecía que había
viajado a todas partes.

Finalmente, Remus estaba al frente de la línea. Se congeló en el momento, mirando al animal de


ojos amarillos, nervioso,

—Vamos—¿Cuál era tu nombre? —el Profesor Ferox le hizo señas para que se acercara. Remus no
se movió.

—Remus Lupin. Yo no…em…no suelo agradarles a los gatos. —murmuró.

—Achilles no es un gato. —dijo el profesor, aun sonriendo. —Vamos Lupin, acércate.

Remus suspiró pesadamente y se acercó. No quería que alguien tan genial como Ferox pensara que
era un cobarde. Achilles lo miró mientras. Se veía muy inteligente, había algo en sus ojos, aunque
tenía una muy fea nariz chata. Acercó su mano, permitiendo al kneazle olerlo. Sus garras no
salieron, pero Remus apostaría que eran muy largas y afiladas. Había sido arañado por gatos antes
y nunca le habían gustado realmente. —Muy bien, —estaba diciendo el Profesor Ferox, —ahora
un poco más cerca y acarícialo, vamos.

Tragando saliva pesadamente, Remus obedeció, listo para saltar hacia atrás si debía hacerlo. Pero a
Achilles no le importó que fuera un hombre lobo. En vez de eso, empezó a ronronear mientras
Remus lo acariciaba tentativamente detrás de la oreja, cerrando sus ojos y viéndose completamente
dócil. — ¡muy bien! —Lo animó el Profesor Ferox, maravillado, —kneazles, excelentes jueces de
carácter. Ahora, no tenemos mucho tiempo, entonces si solo tomaran nota de la tarea…

Remus acarició a Achilles un poco más. La criatura parecía estar disfrutándolo tanto que se sintió
mal por parar.

— ¿Fue bueno, no? —Dijo Marlene, mientras dejaban su primera lección, —espero que siempre
traiga cosas para mirar.

—No va a ser muy práctico cuando lleguemos a las criaturas XXXXX. —dijo Remus.

—Aunque tal vez vuelva a traer a Achiles, —respondió Marlene, con optimismo.

— ¡A quien le interesa su gato! —Mary la empujó, —Él es jodidamente hermoso.

—Seh, —Marlene soltó una risita, — ¿Me pregunto si está soltero?

Remus suspiró y empezó a apaciguar el paso detrás de las chicas. Eran una pesadilla cuando
tocaban el tema de los chicos, y era mejor mantenerse fuera de su camino antes que empezaran a
parlotear sobre James y Sirius. Empezó a soñar despierto mientras divagaban en dirección al gran
salón para el almuerzo.

Había sido una mejor lección de lo que esperaba, y aunque Ferox no le había dado puntos para su
casa, había esencialmente dicho que Remus tenía un carácter fidedigno. Nadie nunca había dicho
algo así antes, y le hacía sentir inusualmente complacido consigo mismo, una sensación de paz que
había llevado por el almuerzo hacia su lección de Pociones ese día, y todavía seguía firmemente
esa noche mientras se deslizaba al sueño. Soñó con leones.
Tercer Año: El Mercado Negro de Hogwarts
Chapter Summary

Remus empieza su carrera como magnate de cigarrillos de trece años.

Miercoles 12 de Septiembre, 1973

—Agh, ¡Vuelve a la cama, Lupin! —Sirius le lanzó un zapato desde su cama.

— ¡Lo siento! —Remus se encogió, culpable, mientras rápidamente cerraba sus cortinas, volviendo
a dejar la habitación a oscuras. Eran las 5AM, y estaba despierto. Más despierto que en toda su
vida.

Se arrastró bajo las escaleras, sin querer molestar a nadie más, agarrando una caja de zapatos bajo
un brazo. Con un nuevo libro para leer, Remus se instaló en el sillón más cómodo en la sala común
desierta. A menudo bajaba más temprano en mañanas como esta, cuando su cuerpo simplemente se
negaba a dormir y tenía tanta energía que podría correr vueltas alrededor del castillo sin cansarse.
Remus nunca había intentado esto — lo que hacía, era tratar de reprimir el extraño impulso,
encerrarlo bajo llave y enfocarse en su mente.

Aun así, luchaba para concentrarse en su libro. Pensó en salir a dar una vuelta, pero no tenían
permitido salir de los límites hasta que el desayuno empezara a las seis. Agh, trató de no pensar
sobre el desayuno, o su estómago empezaría a rugir. No importaba que hubiera tenido tres
porciones de puré de patatas con estofado de carne anoche. Incluso Peter estaba impresionado.

Incluso si no era hora del desayuno, dijo que estaría en la sala común por una hora desde las seis y
media en adelante. Esta era la hora ideal, había decidido — ninguno de los otros merodeadores se
levantaba hasta las siete treinta, incluso en días de semana. Sirius estaría en cama más tiempo si
podía. James a veces se levantaba para una práctica mañanera en escoba, pero usualmente después
de las siete.

Remus miró la caja de zapatos en su regazo. Podría conjurar un rápido hechizo desviador si James
bajaba antes de lo esperado, eso no sería difícil. Eso sí, en el estado que estaba su magia en ese
momento sería mejor que no lo hiciera mientras la caja estaba en su regazo — o corría el riesgo de
hacer desaparecer algo mucho más vital. Ya había visitado una vez a Madam Pomfrey en este
término, intentando hacer crecer su cabello en Transformación. Necesitó que Peter y James le
ayudaran a acarrear los largos mechones que crecían a una gran velocidad a la enfermería — Sirius
estaba riéndose tan fuerte que no pudo ayudar en nada.

Remus experimentó haciendo levitar su libro, pero se disparó hacia el techo, golpeándolo fuerte
antes de caer en picada al piso. Suspiró. Parecía que no podría hacer nada más que sentarse y
esperar. Deseó poner el tocadiscos — Sirius lo había dejado en la sala común junto con sus nuevos
álbumes que Andromeda había enviado — Aladdin Sane y Led Zeppelin IV. Sirius había escuchado
‘Black Dog’ en repetición por semanas.

Remus abrió la caja de zapatos y revisó rápidamente su inventario, aunque era innecesario; esta
sería su primera venta. Si es que alguien venía. Había hablado con unos pocos estudiantes de
quinto año que había visto fumando el año anterior, y los interesó. Parecían tener la impresión de
que los ‘cigarrillos muggle’ eran de alguna forma más potentes o tal vez solo más exóticos que los
mágicos. No hizo nada para desalentar la idea, y les dijo que corrieran la palabra.

Sirius una vez había obtenido una exhaustiva lista de todas las reglas escolares de Hogwarts,
sugiriendo que intentaran romper cada una antes de llegar a séptimo año. Remus la leyó y no había
encontrado nada que mencionara tráfico de tabaco. No si tomabas el lenguaje muy literal, de todas
formas. Además, no iba a ser algo regular — solo tenía lo que había traído consigo.

Había planeado pensarlo un poco más, esperar hasta después de la luna llena, pero después
descubrió que su primer fin de semana en Hogsmeade era el 15 y había decidido que tenía que
moverse.

Sirius y James ya habían planeado el viaje por completo, sin consultarles a Peter o Remus, quienes
solo estaban felices de acompañarles como de costumbre. Honeydukes obviamente, y Zonko para
surtirse con bombas apestosas. Después la casa de los gritos, porque el papá de James no creía que
estaba embrujada, lo que quería decir que James tampoco, y Sirius quería probarles a ambos que se
equivocaban. Además estaban muy entusiasmados de que Remus probara algo llamado cerveza de
mantequilla.

Remus tenía sus propios planes. Iba a decirles que tenía una tía lejana que había fallecido y le había
dejado un monto pequeño de dinero. Deseaba que esto fuera suficiente explicación para satisfacer a
James, quien seguramente le preguntaría a Remus de donde había adquirido su nueva riqueza.
Remus estaba seguro que los delitos menores, incluso en el mundo muggle, no sería algo que
James se tomaría a la ligera. Sirius tal vez lo dejaría pasar, teniendo poco respeto por las reglas en
cualquier situación — pero también probablemente intentaría prestarle a Remus un poco de su
propio dinero, lo que destruía todo el punto.

— ¿Lupin? ¿Eres tú?

Un estudiante de sexto año bajó las escaleras desde los dormitorios de los chicos, con los ojos
todavía un poco nublados, aferrándose a un texto de ÉXTASIS.

—Seh, —Remus se sentó un poco más derecho en el sillón, despertado de su ensueño.

—Genial, em... ¿dijiste cinco sickles por una cajetilla de veinte?

—Correcto. —Remus abrió su caja de zapatos, rápidamente, haciéndole gestos al chico.

Hicieron el intercambio y el estudiante de sexto año se escabulló por el agujero del retrato,
probablemente saliendo por un cigarrillo mañanero antes de la biblioteca. Las pequeñas monedas
plateadas sonaban pesadamente en la mano de Remus y sonrió para sí mismo. Estaba vendiendo
todo por el doble del precio del mercado, pero si la gente estaba dispuesta a pagar…

Hizo dos ventas más a algunos estudiantes de quinto año y a una chica de séptimo que compró un
paquete de tabaco y preguntó si tenía algo ‘más divertido’ a la venta. Él estaba un poco
confundido. Y solo repitió que tenía enrolado y suelto. Ella se encogió de hombros,

—Le preguntaré a Martha Ebhurst de Hufflepuff, usualmente tiene cosas buenas.

Remus asintió, aún no realmente seguro de a qué se refería. De todas formas, aparentemente él no
era el único estudiante en la escuela con una mente emprendedora.

Para las siete un cuarto, la caja de Remus estaba a la mitad vacía y sus bolsillos pesaban.
Profundamente satisfecho, empacó todo mientras la sala común se llenaba con estudiantes
empezando su día.
—Que hay Remu, —James bajó las escaleras dando saltos, con la escoba en mano, justo cuando
Remus estaba subiendo, —Estas de pie temprano.

—Seh, no podía dormir. —Respondió Remus evasivamente. Por fortuna, James estaba muy
ansioso por salir a la pista de quidditch y no prestó atención a la caja de zapatos o al tintineo que
hacían las túnicas de Remus.

— ¿Nos vemos al almuerzo? —le llamó ya a mitad de la sala,

—Sep. —Remus asintió, apurando su camino arriba de las escaleras.

En el dormitorio, Peter estaba duchándose y Sirius estaba todavía durmiendo, el cobertor cubría su
cabeza, la única parte visible era su cabello negro esparciéndose en la almohada blanca. Remus se
arrastró silenciosamente hacia su cama y depositó su dinero y sus bienes, antes de colectar sus
libros para el día.

James obviamente había abierto las cortinas antes de irse, y— Remus pensó un tanto irritado — no
había sufrido la misma reprimenda de Sirius. Había suficiente luz para ordenadamente sortear a
través de su tarea y cuidadosamente meterla en su bolso. Había hecho todos sus deberes pendientes
para los siguientes días, inseguro de cuánto tiempo Madam Pomfrey lo mantendría fuera de las
lecciones. Esperó que no fuera mucho — le había pedido a James que tomara nota de las tareas que
tenían en sus clases compartidas, pero se estaría perdiendo Cuidado de Criaturas Mágicas y Runas
también. No podía pedirle a ninguna de las niñas que tomaran notas por él, no sin ellas
preguntándole donde estaría.

Su estómago rugió de nuevo. Se preguntó si James estaba tomando desayuno justo ahora. Potter a
menudo comía en un apuro, siempre corriendo de un lado al otro. La puerta del baño se abrió con
un chirrido y Peter apareció detrás de la puerta, con el cabello aún mojado y las mejillas rosadas de
la ducha. Lo saludó con la mano, y articuló ‘buenos días, Moony’. Remus levantó una mano en
respuesta.

Peter miró a Sirius — quien aún era un bulto en las cobijas — ansiosamente, antes de caminar de
puntillas cuidadosamente hacia su propia cama para buscar su corbata. Remus lo miró entretenido
mientras Peter intentaba juntar sus cosas sin hacer mucho más de un sonido. Había una fina línea,
pensó Remus, entre mostrar respeto por los hábitos de sueño de tus compañeros de dormitorio, y
ser simplemente un completo y absoluto cobarde.

Era malintencionado de él, pero Remus se sentía particularmente malicioso esa mañana. Culpa a la
luna. Sacó su varita lentamente de su bolsillo, y la movió muy levemente, susurrando muy
despacio.

En el instante, la bolsa de libros de Peter se deslizó del pie de su cama, aterrizando con un fuerte
sonido que reverberó en las paredes de piedra de la habitación, haciendo vibrar los cristales de las
ventanas. Con los ojos muy abiertos, Peter se congeló, quedando pálido. Le disparó una mirada a
Sirius, que empezaba a moverse, y prácticamente voló fuera de la habitación, dejando su corbata
atrás.

Remus jadeaba de la risa, teniendo que sentarse en su propia cama, sujetando su estómago. Cuando
abrió los ojos, aun tratando de respirar, Sirius estaba completamente despierto, aún acostado en su
cama, apoyado en un codo, mirando a Remus como si estuviera loco.

— ¿Hiciste eso a propósito, no?

Remus se encogió de hombros, poniéndose de pie de nuevo y volviendo a su pila de deberes. Sirius
le lanzó una almohada.

—Imbécil.

— ¿Qué? Pete parecía un perfecto idiota caminando de puntillas a tu alrededor, no pude evitarlo.

—No es muy valeroso de ti, meterse con los débiles, Moony, —Sirius bostezó y se estiró.

—Él está bien, —Remus movió una mano desdeñosamente, —le llevaré su corbata. De todas
formas, alguien te tenía que despertar, vamos, a desayunar.

Sirius volvió a bostezar.

—Tráeme algo.

—No.

—James lo haría, —se quejó Sirius.

—James no está aquí.

—Peter lo haría.

—Como hemos establecido, —dijo Remus, colgando su bolsa de libros en su hombro, —Peter es
un cobarde.

Sirius gruñó y se apoyó en su espalda.

—Bien, me levantaré. ¿Me esperas?

—Tengo hambre. —Se quejó Remus.

— ¡No me tomará mucho! Trata esto como una penitencia por despertarme.

—Me lanzaste un zapato, esta mañana.

— ¿Te golpeó?

—No.

—Bueno entonces. —Sirius se levantó de la cama, agarrando su uniforme. —Te lo tienes


merecido, levantándote a la hora de los estúpidos.

—No podía dormir. —Dijo Remus, —creo que es la luna.

Sirius se detuvo fuera de la puerta del baño. Miró a Remus con un poco de lástima — si Sirius
Black alguna vez fuera capaz de sentirse mal por alguien que no fuera sí mismo. Remus se
arrepintió de haber dicho eso — no quería lástima, raramente hablaba de la luna llena por esa razón
exactamente.

—Lo siento, Lupin. —Dijo Sirius, — ¿Es…quiero decir, te preocupa eso?

—No, no es nada así, —dijo Remus rápidamente, —solo estoy inquieto. Hambriento también,
entonces apúrate. —soltó una risa liviana, para mostrar que todo estaba bien. Sirius le regaló una
media sonrisa, desapareciendo dentro del baño.

—Deberías estar agradecido, Moony, —llamó desde adentro, encendiendo la ducha, —no muchos
Gryffindors serían capaces de dormir sabiendo que comparten una habitación con un hombre lobo
inquieto.

—Imbécil. —respondió Remus.

***

Jueves 13 de Septiembre, 1973

Despertó en el segundo piso, lo que era inusual. Había ratones en la casa, lo sabía porque los veía a
menudo antes de transformarse. Quizás una vez que se transformaba los perseguía, pero no creía
haber agarrado uno. Tres de sus dedos estaban rotos, pero por lo menos sus hombros no se habían
dislocado — eso ya había pasado dos veces este año.

Antes de moverse, Remus hizo una serie de chequeos mentales de pies a cabeza. ¿Qué dolía?
¿Cuánto dolía? ¿Tenía algo entumecido? ¿Todas sus extremidades se movían cuando quería? No,
todo parecía estar bien. Unos pocos arañazos, nada muy profundo. Se había librado fácil. Tal vez el
lobo también estaba feliz de estar de vuelta en Hogwarts.

Se levantó del piso y cojeó hacia la ventana. A veces sus rodillas se descoyuntaban, pero esta
mañana solo dolían. Intentó echar un vistazo entre el espacio de las tablas, pero no pudo. La casa
estaba muy bien cerrada.

— ¿Remus, querido? —la voz de Madam Pomfrey se filtró desde el primer piso,

—Voy, —graznó de vuelta, con voz ronca. Su ropa estaba abajo, entonces arrancó un pedazo de
una vieja manta de la cama con su mano buena y se envolvió con ella. Olía a moho y cosas
muertas.

***

— ¿Qué les he dicho niños? ¡No puede tener visitas el primer día! —el regaño de Madam Pomfrey
interrumpió sus sueños. Remus pestañeó, bostezando. La enfermería estaba tenuemente iluminada,
las cortinas estaban cerradas. Debía ser la tarde ya. Su estómago rugía. Se preguntó si había
comido algo aún, o si la enfermera lo había dejado dormir en vez de eso. Perdía tanto tiempo,
después de una transformación — al igual que sus huesos, nada parecía encajar muy bien.

—A pasado casi un día, —sonó la voz de Peter ahora. —Le trajimos chocolate.

—Bueno eso es muy amable de ti, querido, —la voz de Madam Pomfrey se suavizó un poco. No
era una disciplinaria natural. —Pero el Sr Lupin está durmien—

—Me encantaría un poco de chocolate, —dijo, esperando que pudieran oírle. Su garganta ardía.

La cortina se movió hacia atrás para revelar a Peter, James y Sirius de pie, con una mirada
triunfante.

— ¡Hola Moony! —corearon James y Sirius, arrojándose al pie de la cama, a cada lado de sus
tobillos.

—Aquí tienes, —Peter dejó caer las ranas de chocolate en su regazo.

— ¡Gracias!

—Bueno si estás despierto de todas formas, —suspiró Madam Pomfrey, —iré a buscarte un poco
de comida. Media hora, niños, eso es todo.

—Aquí tienes tu tarea, gran rarito. —James sacó un poco de pergamino de su bolsa,
entregándoselo,

—Gracias James, eres un salvavidas. —Remus la dejó en su mesita de noche para más tarde.

—Y aquí tienes el resto, —Sirius le entregó un poco más. —Tuve que esperar afuera de tu clase de
Cuidado de Criaturas Mágicas por la mitad del almuerzo, así que más te vale sacar las mejores
notas.

— ¿¡Enserio!? —Remus miró a Sirius asombrado. Sirius asintió imperiosamente,

—Sí. Tengo que decir, también, que estoy un poco celoso. Parece una asignatura bastante
interesante, desearía no estar atrapado tomando Adivinación.

— ¿¡Pero qué hay de mí!? —James dijo, abriendo la boca de forma dramática.

—Tengo suficiente de ti. —Respondió Sirius, dándole un empujon.

—Tienes un corazón tan grande. —Suspiró James, abriendo mucho sus ojos a Sirius, y Peter
empezó a reír incontrolablemente. Sirius empujó a James de nuevo, y James saltó hacia él,
agarrándolo su cabeza con una llave y alborotando el cabello de Sirius.

—Oye Moony, —dijo Peter, repentinamente, —Arbella Fenchurch me dio esto para ti, —dejó caer
un montoncito de sickles. — ¿Dijo que sabías para lo que era?

—Eh…seh, gracias Pete. —Remus trató de reunir las monedas apresuradamente y esconderlas bajo
su almohada. —Yo em…tenía esta carta de ranas de chocolate que ella realmente quería.
Aglaonike de Thessaly.

— ¡Oh yo quería esa! —Peter se veía herido. Remus se encogió de hombros,

—Lo siento amigo. El dinero habla.


Tercer Año: Hogsmeade

Sábado 15 de Septiembre, 1973

—Empaca tu capa, James.

—¿Por qué?

—Uno nunca sabe, ¿o sí?

—Bien, pero dudo que la usemos.

—No olvides que me debes un galeón por esa apuesta.

—No lo olvido, —respondió James, pacientemente, —solo relájate por un minuto, ¿quieres?

—Nunca. —Sirius sonrió de vuelta, — ¿no te das cuenta que es lo más emocionante que he tenido
en meses? Ni siquiera tuve permitido ir al Callejón Diagon este verano.

—Tuviste más eventos que yo, —respondió James, resentido, —Por lo menos tuviste todo ese
drama del despose. Mi familia es tan aburrida.

—Cállate, Potter, tu familia es increíble y lo sabes. Yo definitivamente tuve el peor verano.

—Yo la pasé bien en Francia. —dijo Peter, pero nadie le prestó mucha atención.

—¿Qué hay de ti, Moony? —preguntó James, mientras se encaminaban por las escaleras hacia la
sala común. Una pandilla de emocionados estudiantes de tercer año estaba esperando, listos para su
primer viaje a la aldea. Estaban siendo observados por otros estudiantes mayores con una profunda
sensación de nostalgia.

— ¿Qué hay de mí? —preguntó Remus, reprimiendo flashbacks del verano, el recuerdo de
escurrirse a través de la pequeña ventana de un baño y aterrizar fuertemente en las baldosas con sus
rodillas.

— ¿Cómo estuvo tu verano? No nos has contado nada.

—No hay nada que contar. —dijo Remus. —Más aburrido que el de ustedes dos—sin magia. Solo
leí.

—Bueno ustedes vendrán conmigo para Navidad. —dijo James, animadamente. Mientras
empezaban a salir de la sala común y caminando hacia la entrada frontal. —Igual que el año
pasado, ¿sí? La luna cae el diez de Diciembre, entonces no tendremos que preocuparnos por eso.

Remus quedó boquiabierto,

— ¿Cómo sabes cuándo es?—ni siquiera había visto el calendario tan adelante.

—Te lo dijimos, estábamos aburridos en el verano, —Sirius le golpeó con el codo, —lo buscamos,
para los siguientes años.

—Pero… ¿¡por qué!? —Remus estaba debatiéndose si sentirse muy conmovido o de alguna forma
violado. No era algo de lo que ellos deberían preocuparse. Era su propio problema privado, y
siempre lo ha sido.
—Es como quidditch. —dijo James — siempre que algo era importante para él lo comparaba con
quidditch —Tienes que saber las debilidades de tu equipo para poder trabajar sus fortalezas.

—Si tú lo dices. —respondió Remus, tristemente, sin querer hablar más sobre el tema. Había
deseado que una vez que supieran sobre tu condición no habría más investigaciones a sus espaldas.
Que solo podrían seguir con las cosas de la forma que prefería — que era ignorar completamente
el problema.

El inconveniente era, que nada era privado cuando se trataba de James y Sirius — se entrometían
en tu vida entera. Remus aún no estaba acostumbrado — por más que lo intentara, había algunas
cosas que nunca le gustaría compartir. Era perfecto si eras James, y tuvieras padres abiertos que te
hablaban y escuchaban en respuesta. O Sirius, quien era tan extrovertido y casi completamente
desvergonzado.

—Miren quien es, —Sirius empujó a James, apuntando a una oscura figura esperando en la
entrada. Lily empujó a los merodeadores mientras iba a encontrarse con él. Snape.

— ¿¡Por qué son amigos siquiera!? —James pasó sus manos a través de su cabello distraídamente.

—Crecieron en la misma ciudad, —dijo Remus, mientras continuaban su camino, mirando a la


pareja más adelante, hablando animadamente; una pelirroja y otra cabello negra.

—¿Cómo lo sabes? —James lo enfrentó, parecía ofendido.

—Ella me dijo.

— ¿Te gusta, entonces? —preguntó James, claramente con dificultad, sin saber cómo reaccionar.
Remus puso los ojos en blanco,

—No. Solo hablamos. —dijo, firmemente. —Y si a ti te gusta, entonces deberías intentarlo.

Notó este tono de voz deslizándose en sus conversaciones recientemente. A veces tenía que
chequear dos veces que estaba hablándole a los merodeadores y no a Marlene y Mary — ‘a él le
gusta ella’, ‘a ella le gusta tal-y-tal’, — una y otra vez. Para hacerlo peor, Avni Chaudhry, una
Gryffindor de tercer año, ahora estaba saliendo con un Ravenclaw de cuarto año Matthew Studt, y
nadie habló de otra cosa que no fuera eso en días; todo el mundo parecía tener una opinión al
respecto. Nublaba la mente con cosas aburridas para Remus, para quien (además de algunas
excepciones) las chicas eran generalmente incomprensibles.

—Aunque le gustas. —Dijo James. —Hicieron su revisión juntos el término pasado.

—Solo porque ustedes chicos no dejaban de molestar, —respondió Remus defensivamente.


Estaban acercándose al pueblo ahora, un racimo de bellas construcciones descansaban frente a
ellos. —Y no es como si hubiéramos estado solos, Mary y Marlene estaban ahí también.

—Nosotros tenemos que tomar notas de Moony, —bromeó Sirius, —las pajaritas lo siguen a todas
partes. ¿Cómo lo haces, Lupin? ¿Son esos grandes ojos cafés tuyos?

James y Peter soltaron una risa, pero Remus los ignoró, caminando un poco más adelante, con las
manos en sus bolsillos, aun cojeando levemente de su última transformación. Esa era una
sugerencia absolutamente ridícula, especialmente cuando era obvio a los ojos de todo el mundo que
Sirius era el chico más guapo del año.

Estaba más claro que nunca, ahora que todos estaban más altos, creciendo de la niñez a la
adolescencia. James tenía una cierta cantidad de arrogancia; eso venía de su riqueza y habilidad en
la pista de quidditch, pero Sirius siempre iba a estar en otra completa liga. Remus no había
decidido si estar celoso por eso o no, y trataba de no pensar mucho al respecto.

Cuando finalmente llegaron a Hogsmeade, Remus no podía estar más aliviado. La aldea se veía
como el tipo de lugar que Remus hubiera pensado que solo existía en los libros de niños. Las calles
adoquinadas brillaban en la amarilla luz del sol de mediados de Septiembre, y las hileras
desordenadas de cabañas con vigas negras pudieron haber estado hechas de pan de jengibre y
azúcar.

— ¿Honeydukes? —dijo James.

—Honeydukes. —Respondieron los otros, al unísono.

Remus nunca antes había entrado a una tienda de dulces por la puerta del frente, tampoco había
estado en el piso de compras nunca. Estaba lleno hasta los techos con cajas, jarros y bolsas de todo
tipo de confección imaginable. Grandes arboles de brillantes caramelos de colores, grandes como
molinos, planchas de chocolate del tamaño de adoquines; pilas y pilas de brillantes ratones de
azúcar.

La tienda también estaba llena de estudiantes de Hogwarts, y los merodeadores tuvieron que
empujar y presionarse para poder llegar cerca de los bienes. Llenaron una canasta con suficientes
dulces que durarían hasta Navidad, por lo menos, antes de hacer la fila para la caja, manejada por
un mago con un aspecto acosado de blanco cabello. Remus se dio cuenta que probablemente este
era el Sr Honeyduke, y se preguntó si él sabía que había un túnel secreto en la bodega.

Después de eso, su siguiente parada fue Zonko, la tienda de bromas, que estaba igual de llena que
Honeydukes, y uno de los lugares más ruidosos donde Remus ha estado. Cada unos pocos
segundos algo parecía explotar, estallar o empezar a silbar en alguna parte de la tienda,
acompañada de maravilladas risas u horrorizados chillidos de estudiantes. James y Sirius eran
claramente expertos en compras de bromas prácticas, e hicieron una eficiente barrida de las
premisas, comparando los beneficios y desventajas de cada artefacto como un par de banqueros en
la bolsa. Media hora más tarde estaba finalmente dejando la tienda, pesados con bolsas llenas de
bombas apestosas, varitas de truco, tinteros explosivos, dulces de hipo y barras de jabón de desove
de rana.

Remus pensó que tal vez habían sido un poco ciegos al haber hecho todas las compras primero,
porque después James y Sirius querían visitar la Casa de los Gritos, lo que significaba dejar la calle
principal y enfrentarse a una caminata cerro arriba, remolcando sus bienes.

—Entonces, ¿Qué es este lugar, de nuevo? —Remus resopló mientras subía el cerro con dificultad,
su rodilla y cadera aún le molestaban.

—Casa embrujada, —respondió James, tomando dos de las bolsas más pesadas de Remus sin decir
una palabra. —El lugar más embrujado de toda Gran Bretaña, dice papá.

—¡No está embrujada! —Habló Sirius desde más adelante, —ustedes Potters solo son
supersticiosos.

—Escuché que los fantasmas ahí son realmente repugnantes, —dijo Peter, ansioso, con la misma
dificultad que Remus en el camino empinado. —Peores que Peeves.

—¿Son poltergeists, entonces? —Preguntó Remus, curioso — había planeado leer un poco sobre
apariciones de espíritus cuando tuviera la oportunidad, después de descubrir que esa había sido el
área de estudio de su padre.
—Eso creo, —dijo James, —la gente dice que han escuchado gritos provenientes de la casa
algunas noches.

—Aunque solo hace unos pocos años, —contrarrestó Sirius, —Los poltergeists no se mudan en
cualquier momento. Habría tenido que haber décadas y décadas de alteración y energía negativa
para construir—

—Oh dios.

Lupin se detuvo y casi dejó caer las bolsas que todavía estaba acarreando. Había visto la casa por
la primera vez, un escalofrío se detuvo en la fosa de su estómago.

— ¿Qué pasa Moony? ¿Quieres que lleve tus otras bolsas? —preguntó James.

Remus sacudió la cabeza, sin palabras, no podía mover sus ojos de la cabaña. Nunca antes la había
visto desde afuera; siempre entraban a través del túnel. Pero el conocía el color de la madera, sabía
cómo se veían las ventanas entabladas.

—Con un demonio, si es una casa embrujada, entonces creo que Moony ha sido poseído. —Dijo
Sirius, solo medio-bromeando. —Oye, Lupin. Estás raro, para.

—Esa es… —Remus se esforzó por encontrar las palabras. Cerró sus ojos e intentó respirar. —Esa
es la casa. Donde me llevan.

James pareció entender enseguida, y apoyó una mano en el hombro de Remus en una forma
fraternal.

—Ok, vamos, es hora de irnos. —dijo.

Nadie dijo nada mientras empezaban a caminar lentamente cerro abajo, hacia la aldea. Remus
miraba al suelo en todo momento, concentrándose en poner un pie delante del otro y alejarse lo
más posible de la cabaña como pudiera. La Casa de los Gritos. Gritos. Sintió que iba a vomitar.
James los hizo caminar en dirección a un pintoresco pub. Dentro habían muchas mesas y sillas
cómodas, bastante parecido a la sala común de Gryffindor. Encontraron asientos en una tranquila
esquina, y Remus se sentó, agradecido, sus articulaciones dolían mucho a estas alturas. James fue
al bar, y Sirius y Peter se sentaron suavemente a cada lado de Remus.

—Entonces…en las lunas llenas, ¿Ahí es a dónde vas? —preguntó Peter. Remus asintió, jugando
con una estera de cerveza húmeda en la mesa. —¿Entonces no está embrujada? —continuó Peter.

—Nop. Solo yo.

—Pero, espera, los gritos son…

—Yo.

—Pero por qué—

—Cállate Pettigrew. —escupió Sirius, repentinamente. Remus lo miró, tomado por sorpresa.

James volvió con cuatro botellas de un líquido ámbar y las dejó en la mesa, tomando su propio
asiento.

—¡Cerveza de mantequilla! —dijo, alegremente, empujando una hacia Remus, —pruébala,


Moony, te encantará.
Remus levantó la botella a sus labios. Aún se sentía un poco mareado, y la mezcla de la botella olía
a jarabe — pero había descubierto que las cosas dulces usualmente lo ayudaban cuando estaba en
shock. Tomó un sorbo, y se sintió instantáneamente cálido por el delicioso líquido. Le sonrió a
James, esperando que no hiciera más preguntas.

No lo hicieron. De hecho pasaron una tarde muy placentera bebiendo cerveza de mantequilla y
planeando la mejor forma de utilizar su nuevo arsenal de bromas prácticas. Peter tenía la inusual
brillante idea de conjurar un hechizo remoto temporizador en las bombas apestosas, de forma que
se activaran en cualquier momento desde cualquier lugar del castillo

—Excelente táctica de distracción, —exclamó James, emocionado, — ¡piensa de lo que nos


libraríamos con Filch persiguiendo las bombas apestosas del lado opuesto del castillo!

—Nos da tiempo para trabajar en el mapa un poco más, también. —Agregó Remus.

—No están viendo la imagen completa. —Sirius dobló sus brazos, inclinándose hacia atrás en su
silla. —Podríamos activarlas todas al mismo tiempo. ¡Imagínenlo! Probablemente tenemos
suficientes aquí para esconderlas en cada salón—¡caos total! —Sirius se veía tan embelesado
cuando dijo esto, que los demás fueron completamente atraídos, asintiendo furiosamente.

—Oh, no nos sentemos aquí, Lily, no se ve muy limpio. —una desagradable, voz amarga los
interrumpió, —Permiten que entre todo el mundo, claramente.

Sirius arrastro su silla hacia adelante, mirando a Snape, quien estaba tambaleándose junto a una
mesa cercana.

—No seas tonto, Sev, está bien. —Lily sacudió su cabeza, arrastrando una silla.

—¿Todo bien, Evans? —James la saludó moviendo la mano, compulsivamente, con esa mirada
estúpida en su cara.

—Déjanos solos, ¿Quieres, Potter? —Lily acomodó su cabello, —Hola, Remus.

—Hola, —él le saludó con la mano, sonriendo. No podía evitar disfrutar la forma en que ella
trataba a los merodeadores, ella era la única que no los adulaba.

—Eurgh, —dijo Sirius, tapándose la nariz, mirando a Snape, — ¿Qué es ese olor? Potter, ¿tienes
algo en tu zapato?

James rio,

—Huele más como si una bomba apestosa hubiera explotado.

—Desagradable. —Sirius sonrió burlón, —Tal vez deberíamos abrir una ventana.

Snape estaba blanco con rabia. Lily puso una mano en su brazo,

—Solo ignóralos, Sev, son idiotas.

Pero Severus no dejaría que Sirius tuviera la última palabra.

— ¿Cómo está la familia, Black? —le preguntó, su voz aduladora, maliciosa. La boca de Sirius
formó una línea recta. Snape continuó, —Regulus estaba diciéndoles a todos que tuviste un verano
bastante emocionante. Tan emocionante, de hecho, que ya no eres bienvenido de vuelta, ¿hm?

—No sabes de lo que estás hablando, Snivellus. —Sirius escupió. Remus sabía que ya era muy
tarde — Sirius se había enganchado, y ya no habría vuelta atrás.

—¿No? —Snape arqueó una ceja, claramente fascinado por la reacción que había provocado. —
¿Has recibido cartas de mami este año, Black? ¿Has oído algo siquiera de tus familiares?

Sirius tenía una mirada muy peculiar en su cara. Remus tenía la impresión de que se estaba dando
cuenta de algo por primera vez, y trataba de que Severus no lo viera. James se veía preocupado, y
había dejado de reír.

—Ignóralos amigo, —dijo, suavemente, —Es un idiota, ignóralo.

—Estoy en lo cierto, entonces, —los delgados labios de Severus se torcieron en una desagradable
sonrisa, —No hay duda del por qué sigues a Potter a todos lados como una niña enamorada,
cuando tu propia familia no quiere tener nada que ver contigo. Cuando has sido renegado así,
supongo que eso es todo por asociarte con las escorias de la sociedad… —posó su mirada de ojos
oscuros en Peter y Remus.

Sirius se puso de pie, empujando su silla hacia atrás. Su varita en mano; debió haberla alcanzado
mientras Snape estaba hablando. Remus se puso de pie también, olvidando sus adoloridos huesos
mientras cerraba sus puños, listo para golpear a Severus sin descanso, si Sirius daba la palabra.

—¡Sirius, no! —James fue a quitarle la varita — no tenían permitido hacer magia en Hogsmeade.

—Vamos, Severus, vámonos, —Lily se había puesto de pie y estaba jalando la manga de su amigo.
Se veía furiosa con él, lo que era un pequeño consuelo para Remus.

—No. —dijo Sirius, su voz inquietamente firme y autoritativa. —Nos vamos. Vamos, chicos, no
puedo soportar este hedor mucho más tiempo.

Hicieron lo que ordenó, incluso James, quien le dedicó una mirada larga a Lily mientras salían.

—Eso fue…muy maduro, —dijo Potter, rascando su cabeza mientras salían del pub hacia la cálida
luz de la tarde. Sirius bufó, empezando a caminar de vuelta a Hogwarts.

—Esto no ha terminado. —dijo, ferozmente, los otros tuvieron que correr para alcanzarlo, gracias a
sus zancadas decididas. —Le enseñaré. ¡Voy a destruirlo!

Los merodeadores estaban en guerra.


Tercer Año: Noble y Más Antigua
Chapter Notes

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Cold fire, you've got everything but cold fire

You will be my rest and peace, child

I moved up to take a place

Near you

So tired, it's the sky that makes you feel tried

It's a trick to make you see wide

It can all but break your heart.

Sábado 15 de Septiembre, 1973

*Toc toc*

—Sirius.

Nada.

*TOC TOC TOC*

— ¿Sirius?

Silencio.

—Oh, por el amor de… ¡Sirius Orion Black el Tercero, sé que estás ahí dentro! —James golpeó la
puerta.

—Jódete, Potter.

James dio un paso atrás de la puerta del baño y se sentó en su cama, luciendo abatido. Sirius no los
había acompañado para cenar, y llevaba dos horas encerrado en el baño, sin hacer un sonido.

—Déjalo solo, —dijo Remus, dando vuelta la página de su libro. Estaba acostado en su estómago
en su propia cama, pretendiendo que no estaba para nada preocupado. —Saldrá cuando esté listo.

Eso era algo que escuchaba a Matrona decir a menudo. Por lo menos una vez a la semana, uno de
los niños de St Edmunds — usualmente un niño nuevo — hacía un berrinche y se encerraba en una
habitación, o gateaba dentro de un espacio pequeño de forma que nadie pudiera alcanzarlo. La
respuesta del personal era siempre la misma; ignorarlo hasta que se diera cuenta que a nadie le
importaba; hasta que se diera cuenta que nada de lo que haga marcará una diferencia. Siempre
funcionaba, Remus sabía esto de antemano.

—Este no es él, —dijo James, obviamente despreciando la severa táctica de Remus. —Podría
matar a Snape, sabes. Por decir esas cosas.
Remus se encogió de hombros,

—Black ya odiaba a su familia de antes. No entiendo por qué deja que Snivellus lo moleste de
todas formas.

James miró a Remus, estupefacto, como si hubiera dicho algo inimaginablemente cruel.

—Son su familia, Moony.

—Son horribles con él.

—No quiere decir que no le importe lo que piensen. —James suspiró. —Mira, Lupin, mejor vete
antes que salga. Ve y busca a Pete en la biblioteca o algo.

— ¡También soy amigo de Sirius! —Remus se sentó, indignado.

—Seh, seh, por supuesto que lo eres, —James movió una mano, —Pero bueno…si él ha estado
llorando, creo que preferiría que nadie más lo vea.

—No me importa si está llorando. Quiero ayudar.

Esto era en parte mentira. Remus siempre se sentía incómodo alrededor de gente llorando — nunca
sabía bien que hacer. Pero realmente quería ayudar, también. ¿Acaso él no había siempre intentado
ayudar?

Más que nunca Remus quería decir que había incitado a Narcissa a hacer el juramento
inquebrantable, solo para ver la cara de James. Pero se calmó. No era una competencia, y aun si lo
fuera, no sería una que ganaría.

—Ok, —dijo James, —pero tienes que ser comprensivo. No puedes empezar una pelea.

— ¿De qué estás hablando? —Remus estaba mortalmente ofendido. Él nunca empezaba peleas.

— ¡Ustedes dos! Siempre están peleando, lo juro.

—Nosotros no peleamos. —escupió Remus. James simplemente arqueó sus cejas, lo que era
exasperante.

El chico de cabello oscuro saltó de la cama una vez más y volvió a la puerta del baño.

— ¿Sirius? —Golpeó, — ¿Por favor sal y habla con nosotros?

—Piérdete, Potter, déjame solo.

James suspiró de nuevo. Remus, igual de irritado con James como estaba irritado con Sirius,
también se puso de pie, y caminó hacia la puerta. Indicándole a James que se moviera, el mismo
golpeó fuertemente la puerta de madera.

—Dije jódet—

—Sirius, soy yo. —Dijo Remus, su voz firme y fría, como la de Matrona. —Mira, ¿si vas a
lloriquear como una niñita entonces por lo menos déjanos entrar para entonces empezar a planear
nuestra venganza?

Silencio.
Remus hizo una seña de desaprobación, —bien, haz tu rabieta. Pero estás siendo un idiota egoísta.
Sabes, no eres el único al que su familia lo odia.

— ¡Remus! —exclamó James, escandalizado. Remus se encogió de hombros. Valía la pena el


intento.

Hubo un sonido dentro del baño. Remus presionó su oreja a la puerta, luego se tambaleó hacia
atrás mientras se abría. La triste cara de Sirius se asomó.

—Finalmente, —dijo James aliviado, —mira, sal y—

—Moony puede entrar. —Dijo Sirius, abriendo la puerta solo lo suficiente para que Remus pudiera
entrar, luego cerrándola de golpe y poniendo la cerradura.

Estaba oscuro adentro.

—Lumos, —murmuró Remus. La punta de su varita brilló, iluminando apagadamente la habitación


blanca, y la pálida cara de Sirius. Había estado llorando, sus ojos estaban oscuros y rojos. Remus
desvió la mirada rápido, observando las luces. Las ampolletas habían explotado. Hizo un gesto de
desaprobación, —tú y tu temperamento, ¿eh? —Dijo, —Reparo.

Las luces se arreglaron y volvieron a encenderse. Remus extinguió la luz de su varita.

—No lo hice a propósito, —Sirius respiró pesado, limpiando su nariz con el dorso de su mano. Fue
un gesto hosco e infantil, de alguna forma inapropiado para la persona que era Sirius, incluso a los
trece años, quien era usualmente el epítome de gracia y balance. —A veces hago explotar cosas,
cuando estoy enojado. Mi magia se va fuera de control.

—Oh claro, —Remus asintió, aunque nunca había escuchado de eso antes.

— ¿Entonces, venganza? —preguntó Sirius, sentándose en la tapa del baño y mirando a Remus
expectante.

—Venganza. —Dijo Remus, de acuerdo, — ¿Qué quieres hacerle?

—No solo a él. —Sirius frunció el ceño, —A todos ellos. Cada Slytherin en la escuela.

Remus asintió entusiasmado — eso sonaba un poco demente, pero era un inicio. Habría tiempo
para hablar de eso luego, cuando estuviera actuando menos raro y no estuviera en peligro de hacer
explotar más ampolletas.

—Seh, a todos, Black. Ahora vamos, salgamos y—

—No quiero salir aún. —dijo Sirius, malhumorado, cruzando sus brazos. Remus suspiró. Se sentó
en el piso, apoyándose contra la puerta.

—Ok, bien. ¿Quieres hablar? Porque James probablemente es la mejor persona para—

— ¿Realmente quisiste decir eso? —Sirius lo interrumpió de nuevo, — ¿Crees que mi familia me
odia?

—Oh dios, yo no sé, ¿o sí? No soy exactamente una autoridad en las familias. —Remus se frotó la
nuca. —Solo estaba intentando que abrieras la puerta, honestamente.

Quiso decirlo como una broma, pero Sirius no sonrió. Miró a Remus hacia abajo a través de la
cortina de cabello negro.
—Dijiste que tu familia te odia.

—Bueno supongo que debieron haberme odiado, —explicó Remus. —De otra forma no
hubieran…bueno, no hubiera sido enviado a St Edmunds, ¿o sí?

—Eso no quiere decir que te odien.

—No. —Respondió Remus, —pero no creo que les hubiera agradado mucho, de todas formas.

—Tú no…o sea, ¿no te molesta?

Remus se encogió de hombros,

—A veces, obviamente. Pero, ya sabes. Nadie tiene el derecho a una vida feliz. —Matrona había
dicho eso muchas veces. Por la primera vez, diciendo eso en voz alta, Remus se preguntó si tenía
razón.

—Caray, Lupin, eres deprimente, ¿sabías eso?

—Tú me dejaste entrar. —Remus le dio una suave patada a Sirius en la pantorrilla con la punta de
su zapatilla. —Si quieres que te animen traeré a Potter.

—Nah, —Sirius se encogió de hombros, sonriendo débilmente. —Tú estás bien.

Remus rio,

—James no me quería dejar entrar. Dice que solo peleamos.

— ¿¡Él qué!? —Sirius sacudió la cabeza. —Nosotros no peleamos.

—Eso es lo que le dije. —Remus le aseguró.

—Mi familia… —dijo Sirius, repentinamente, —no creo que me odien. Creo que quieren que les
agrade, enserio. Pero sigo decepcionando a todos. Es divertido la mayoría del tiempo pero…bueno,
no lo es hoy día.

Remus no sabía que decir frente a eso, entonces se mantuvo en silencio. Pensó sobre Narcissa,
jurando enfrentar a la muerte si no podía casarse con Lucius. Pensó sobre Regulus, quien a
menudo observaba a su hermano mayor al otro lado del comedor, con los ojos verdes de celos. Las
familias eran un tema complicado. Tal vez debía agradecerle a Lyall Lupin, por haber terminado
eso de un solo golpe, de forma que Remus nunca tendría que saber si es que su padre hubiera o no
hubiera estado orgulloso, o si es que hubiera sido una decepción después de todo.

***

Viernes 5 de Octubre, 1973

—Lo tengo. Realmente lo tengo esta vez.

—Que bueno, Pete. —Respondió Remus alegremente, leyendo su texto de Aritmancia.

—Deberíamos teñir sus túnicas rosadas.

—Podrían teñirlas de vuelta, es muy simple. ¿De dónde sacaríamos sus túnicas de todas formas? —
Remus dio vuelta la página y continúo leyendo.
— ¡Ouch! ¡Maldita sea, hay algo mal con esa bludger! —gritó Sirius, levantándose. — ¡Vamos,
McKinnon, mueve tu radiante trasero!

— ¿Te importa dejar su trasero fuera de esto? —escupió Mary, desde algunas filas más arriba.

Estaban viendo la práctica de quidditch de Gryffindor. Bueno, Sirius, Peter y Mary estaban. Remus
solo quería terminar su lectura.

— ¿Celosa, MacDonald? —respondió Sirius, descaradamente.

—Teñimos su cabello rosado, entonces, —Peter persistió, sacudiendo el brazo de Remus por
atención, —Aprendí hechizos para cambiar el color ahora, puedo hacerlo.

—Él también. —dijo Remus, tirando su brazo hacia atrás y buscando su lugar en la página.

—Sabes, Moony, podrías mostrar un poquito más de interés. —Dijo Sirius.

— ¿En quidditch? ¿O en derribar a tu archienemigo?

—Ambos. Cualquiera.

—Estoy aquí, ¿no? —Remus dio vuelta otra página.

— ¿Quién es tu archienemigo? —preguntó Mary, poniéndose de pie y bajando para sentarse junto
a Sirius.

—Si te digo, tendría que matarte. —Dijo Sirius, secamente. Mary puso sus ojos en blanco,

— ¿Es Snape?

Los tres chicos miraron a Mary con sorpresa. Ella rio. —Vamos, chicos, no es exactamente un
secreto—han ido uno tras del otro desde primer año. Además, Lily es una de mis mejores amigas.

—No me hables de Evans. —Sirius gruñó. —Ya he oído suficiente de ella.

—Creo que es una idiota, dando vueltas con ese rarito. —Dijo Mary, frotando sus brazos como si
el pensamiento mismo de Severs le pusiera la piel de gallina. — ¿Sabes que hizo a Marlene llorar
el otro día? Llamó a su papá algo muy desagradable. No tiene sentido, tampoco, porque Lily dice
que él es mestizo, Severus…de todas formas, alguien necesita enseñarle una lección.

— ¡Ja! —Sirius ladró, — ¿¡Es mestizo!? Brillante.

—Seh. —Dijo Mary, fríamente, —igual que Remus. Y yo soy hija de muggles. ¿Qué tiene?

Remus finalmente levantó la mirada de su libro y le sonrió burlón a Sirius, arqueando una ceja.
Sirius bajó la mirada, luego volvió al quidditch.

—Nada, —murmuró, —yo no soy así.

—Bien. —dijo Mary simplemente. —Ya tengo suficiente de esa mierda de los Slytherins.

Remus estaba inclinado a estar de acuerdo con Mary, quien tenía más carácter que él, poniendo a
Sirius en su lugar así. Los insultos de los Slytherins definitivamente habían aumentado en este
término, aunque eso solo lo podían notar los estudiantes no-sangre pura. Remus había empezado a
preocuparse por tener que viajar a través de las clases por su cuenta, aunque raramente tenía que
hacerlo. Tuvo un par de incidentes de todas formas, y lo habían llamado sangre sucia dos veces.
No le dijo a James o Sirius, parecía un poco como lloriquear. Además, en cuanto a los insultos,
sentía que lo habían llamado peores cosas que ‘sangre sucia’.

Aunque no le gustaba la idea de que haya hecho a Marlene llorar. Estaba bien que Remus fuera
molestado por Snape y Mulciber, o incluso por el larguirucho, sádico pequeño Barty Crouch, pero
hacer a las niñas llorar era otra cosa absolutamente. Remus sintió una oleada de protección y
caballería hacia su amiga. Cerró los puños, luego los relajó.

El problema era que Snape no era el tipo de persona que atacaba con maleficios y grandes bromas.
Podría hacer ambas cosas, era igual de capaz que los merodeadores. Pero Snape se basaba en
palabras para herir a las personas — y estas eran mucho más difíciles de contraatacar.

A menos que cambiaras las palabras.

—Oh. —Remus dejó su libro a un lado, repentinamente. Agarró el brazo de Sirius, — ¡Oh!

— ¿Qué? —Sirius frunció el ceño. Estaba absorto mirando el entrenamiento mientras la mente de
Remus divagaba. Hubo otra oportunidad para que Sirius se uniera al equipo de quidditch este año,
pero la había declinado. Tal vez había cambiado de opinión. Tal vez no quería ser avergonzado en
las pruebas.

— ¡Cambiamos las palabras! —Remus parloteaba, —Cambiamos lo que dice.

— ¿De qué hablas? —Sirius cliqueó su lengua. — ¿Snivellus?

— ¡Sí! ¿Hay hechizos para hacer que alguien deje de hablar, no?

Sirius se sonrojó levemente, mirando a Remus.

—Seh… —dijo cautelosamente.

—Ok, ¿entonces qué tan difícil puede ser…como, cambiar sus palabras? Podríamos poner palabras
que lo desencadenen—o unas pocas—sangre sucia, o traidor de la sangre, o mestizo, come-
mierda, o…lo que sea. Y en su lugar, les hacemos decir algo muy amable. O algo estúpido. Lo que
queramos.

—Moony, ¿Dónde escuchaste todas esas—

James anotó un gol, y Peter saltó, aplaudiendo salvajemente. Potter hizo unas pocas vueltas en su
escoba, presumiendo. Sirius le sonrió a su amigo. La rodilla de Mary estaba tocando la de Sirius,
Remus se dio cuenta. Estaban sentados muy cerca, de hecho.

— ¿Entonces? —Remus agarró el hombro de Sirius de nuevo, intentando que se concentrara. —


¿Qué piensas?

—Me encanta. —Dijo Sirius simplemente. —Deberíamos hacer que digan algo realmente ridículo,
como…no sé, ‘acariciar conejitos’ o algo. Iremos a la biblioteca después de esto, ¿sí?

— ¿Puedo ir? —preguntó Mary. Sirius se encogió de hombros,

—Si es que quieres, supongo. Aunque es trabajo serio de merodeadores.

Mary soltó una risita. Remus se preguntó si Sirius encontraba eso igual de molestoso que él. Tomó
su libro y volvió a Aritmancia.

Veinte minutos más tarde, el entrenamiento había terminado y los merodeadores estaban
encaminándose al castillo, con Mary y Marlene, Sirius y Remus ambos le parloteaban
emocionados a James sobre su brillante plan (de alguna forma se había convertido en el plan de
‘ambos’ en la cabeza de Sirius).

—Se supone que deben estar fuera de la pista a las cinco. —Gruñó alguien frente a ellos.

Remus levantó la mirada para encontrarse con el equipo de quidditch de Slytherin caminando en su
dirección con escobas en mano, y kits colgando en sus hombros.

—Nos vamos ahora, Bulstrode, maldita sea. —Dijo James, molesto.

El capitán de Slytherin simplemente le frunció el ceño y se abrió camino, deliberadamente


golpeando a James en el hombro.

— ¡Oye! —Sirius sacó su varita. James lo detuvo.

— ¿Qué tienes, Black? —Se burló Bulstrode, —si es que ese todavía es tu nombre. —Todos los
Slytherin rieron. Incluso el más pequeño, el miembro más reciente, que había estado escondido
detrás de los otros.

Regulus Black.

James y Remus tuvieron que empujar a Sirius del camino, mientras los Slytherins reían y
susurraban.

—Recuerda el plan, —susurró Remus. Sirius aflojó su agarre, luego asintió.

—Prométeme que serán todos ellos. —Gruñó.

Chapter End Notes

La canción al inicio es ‘Prettiest Star’ del álbum d David Bowie ‘Aladdin Sane’.
Tercer Año: El Slung Club
Chapter Summary

La broma progresa, la primera reunión del slug club y una confrontación.

Lunes 8 de Octubre, 1973

—Sirius será mejor que inventes luego las palabras de reemplazo, tú eres el más…eh…

— ¿Verboso? —Sirius sugirió, bostezando. — ¿Locuaz? ¿Gárrulo?

—Exacto, —Remus sonrió. Yo trabajaré en descubrir que hechizo necesitaremos, y James, tu


puedes investigar cómo vamos a conjurarlo en toda la casa…eso va a ser realmente difícil, creo—
Peter, mejor ayúdalo con eso.

— ¡Escuchen con atención a Moony! —Rio James, llenando su tostada de mantequilla, —Dando
las ordenes ahora.

—Los merodeadores son una utopía socialista, —Sirius bostezó de nuevo, —No tenemos líderes.

— ¿Estás disfrutando Estudios Muggles, no? —Remus arqueó una ceja. Sirius apoyó su cabeza en
la mesa, cerrando sus ojos y mostrándole dos dedos a Remus.1

Una lechuza aterrizó en la mesa de desayuno — era de James. El búho de Sirius había sido
confiscado por sus padres tantas veces que prácticamente no tenía uno en absoluto, Peter
normalmente ocupaba las lechuzas de la escuela, y Remus nunca recibía correo.

— ¿Qué demonios? —James abrió la carta ofrecida por el ave con el ceño fruncido. — ¿¡El…
slung club!?

—Oh seh, —Sirius abrió un ojo, somnoliento, —recibí una también. Aparentemente al viejo
sluggy le gustan los estudiantes que tienen una cierta cualidad de estrellas. Entonces, yo,
obviamente. Y supongo que tú también.

Ninguno Peter o Remus habían recibido una invitación; pero no era sorpresa. Peter era bastante
bueno en Pociones, pero le faltaba aptitud para casi todo lo demás. Y Remus, él trataba de volar
bajo el radar en lo que el Profesor Slughorn respectaba.

—Entonces no iremos. —Dijo James, doblando su carta decisivamente. —Todos para uno y uno
para todos, nosotros merodeadores.

—No me importa, —Remus se encogió de hombros, —vayan si quieren, Apuesto que Lily irá.

— ¿¡En serio!? Seh, ella es realmente buena en Pociones, ¿no? —Dijo James, con esa mirada rara
en su cara de nuevo, —ella es realmente buena en todo, probablemente la estudiante más
inteligente del año—

— ¡Oye! —Remus y Sirius dijeron, al unísono. James arqueó una ceja,


—La chica más lista, entonces.

Sirius cerró sus ojos una vez más, satisfecho, e intentó dormitar por el resto del desayuno.

***

Jueves 11 de Octubre, 1973

La fiesta estaba fijada para más tarde esa semana. James, aún inquieto por la exclusión de los otros
dos merodeadores, intentó convencer a Peter y Remus de usar la capa de invisibilidad y asistir de
todas formas. Sirius pensó que sonaba como una buena broma, pero Remus pensó que no era buena
idea. No tenía deseos de estar alrededor de los pocos elegidos. Al final, Peter también se negó,
aunque claramente estuvo al borde de aceptar el ridículo plan.

De todas formas, los Jueves eran el día favorito de la semana de Remus. Específicamente, Jueves
desde las 2pm a las 4pm — ese espacio en su itinerario asignado para Cuidado de Criaturas
Mágicas. Sus lecciones los días Miércoles siempre estaban basadas en la teoría, y a Remus le
gustaban esas también; nunca había escuchado a nadie hablar de biología como lo hacía el Profesor
Ferox. Pero los Jueves eran las lecciones prácticas, y la clase caminaría por los terrenos, o llegaría
a la sala para encontrarse con una nueva criatura esperando por ellos, que Ferox traía con emoción
para enseñarles.

Después de los kneazles, vieron doxies y crups. Esta semana tocaban murtlaps. Mary y Marlene
chillaron frente a las criaturas que Ferox presentó en algo parecido a una conejera en la parte
posterior del salón. Remus no podía culparlas — los murtlaps eran extremadamente desagradables.
Eran criaturas con formas de rata, con masas de tentáculos retorciéndose brotando de sus espaldas
como gusanos.

—No podemos ver crups y kneazles todas las semanas, —Ferox sonrió, haciendo un gesto para
que se reunieran a su alrededor, —no todas las criaturas mágicas sobre las que aprenderemos serán
tiernas. Pero la diversidad es el condimento de la vida, ¿hm?

—Espero que no tengamos que tocarlos, —susurró Marlene, estremeciéndose.

A Remus no le importaba — eran asquerosos, pero no le molestaban las cosas asquerosas. Tenía
un estómago bastante fuerte; el Profesor Ferox ya le había dicho eso, la semana pasada cuando
estaban viendo los huevos de doxy eclosionar. Remus había sonreído con orgullo todo el día.

Ferox estaba mirando a Remus ahora,

—Sr Lupin, ¿estoy seguro que puedo confiar en usted para que me diga los beneficios de las
propiedades de los tentáculos de los murtlap?

Remus intentó no sonreír mucho, o verse tanto como un niño bien portado.

—Son muy buenos para sanar cortes y abrasiones superficiales, —dijo, prontamente, —y si los
consumes, te hacen inmune a la mayoría de los maleficios comunes.

—Excelente, cinco puntos para Gryffindor.

Remus no pudo evitar sonreír un poco. A quien la importaba el estúpido slug club. Slughorn no era
ni un poco genial en comparación a Ferox; Ferox era inteligente y no era pretencioso y era
divertido, y hacía cosas peligrosas. Remus nunca había pensado mucho en tener una carrera, pero
hace unas semanas estaba entretenido con la idea de lo que fuera que hiciera cuando creciera,
quería ser justo como el Profesor Ferox.
Eso sí, tenía que empezar a comer más, o entrenar con pesas o algo, porque si Ferox era algo, era
macizo. Y Remus, aunque era unos centímetros más alto que los otros merodeadores, se mantenía
eternamente flaco.

—Es tu metabolismo. —le había dicho Madam Pomfrey, cuando le preguntó una mañana después
de una luna. —Deberías comer o descansar más, pero puede que sea solo una de esas cosas, me
temo. No debería preocuparte, querido, estás tan sano como es de esperarse.

Eso no sonaba para nada tranquilizador, pero lo aceptó. Su padre había sido delgado también,
estaba seguro. Por lo menos no era rellenito, como Peter, quien aún parecía un niño pequeño
comparado con el resto de ellos.

Este hecho se hizo aún más evidente esa tarde, cuando Sirius y James estaban de pie
completamente vestidos en sus túnicas formales, luciendo cada centímetro como jóvenes lords de
una mansión, y Peter estaba sentado observándolos envidiosamente desde su cama, en pijama.

— ¿Crees que habrá baile? —preguntó Sirius, ansioso, estirando su corbata,

—Nah, —respondió James, desesperadamente tratando de peinar su cabello chuzo, —Hubiéramos


tenido que invitar parejas o algo.

Sirius se desplomó en la cama,

—Odio este tipo de cosas. Moony, ve tú por mí, apuesto que el viejo Sluggy no se dará cuenta.

—Lo dudo, —bufó Remus detrás de su copia de Asalto Verbal: Trabalenguas Defensivos. —
Slughorn ni siquiera puede recordar mi nombre la mitad del tiempo. Y se sentirá un poco
decepcionado cuando está esperando un sangre-pura Black, y en su lugar se encuentre con un niño
mestizo que sigue llamando Linchpin.

—Agh. Es un viejo idiota baboso. Como un caracol2 de verdad. —Sirius sonrió para sí mismo y
empujó a Remus con su codo, —Eh, un caracol de verdad, Moony.

Remus sonrió de vuelta, levantando la mirada de su libro.

— ¿Estás listo, entonces? —James suspiró, arreglando su pelo con el peine, aparentemente
aceptando que su intento fue en vano.

—Supongo. —Sirius gruñó, levantándose laboriosamente.

—Bajaré con ustedes, —dijo Remus, —será mejor que vaya a la biblioteca. ¿Quieres venir, Pete?

Peter lo miró como si estuviera demente, y sacudió su cabeza.

James, Sirius y Remus se encaminaron hacia la sala común, donde — para el júbilo de James —
Lily los estaba esperando en un muy bello vestido turquesa. Desafortunadamente para James,
mientras los tres merodeadores se acercaban se volvió cada vez más claro que ella no lo esperaba a
él.

— ¡Remus! —dijo poniéndose de pie.

—Te ves bien, Evans, —dijo James, esperanzado. Sirius suspiró ruidosamente.

—Quería hablar con Remus, —dijo Lily, ignorando a James. — ¿Quieres caminar conmigo hacia
la fiesta?
—No iré, —Remus se encogió de hombros, —no estoy invitado.

—Oh… —Lily se sonrojó un poco, avergonzada, —Lo siento, solo asumí…

— ¿De qué querías hablar? —preguntó Remus, impaciente. Su libro era pesado, y la luna caía ese
Viernes, haciéndole sentir más inquieto que de costumbre.

Lily le dedicó una mirada a James y Sirius, claramente no quería decir nada en frente de ellos.
Remus suspiró, —Voy a la biblioteca. Si quieres caminar conmigo, bien. —Desviaría a Lily se su
camino, pero Remus decidió que no le importaba. Empujó el retrato para salir de la sala común y
escuchó como ella se precipitaba detrás de él, los zapatos de charol negros para fiesta hacían click
en las losas.

— ¿De qué es el libro? —preguntó Lily, luchando por alcanzar las zancadas largas que daba
Remus.

—Nada. —Dijo, deliberadamente cubriendo el titulo con su brazo, —Solo investigación.

—No es algo desagradable, ¿o sí? —Preguntó Lily, con desaprobación, —¿No es otra cosa horrible
para hacerle a Severus?

—Sabía que querías hablar de eso, —Remus puso sus ojos en blanco, aún caminando.

—Bueno tienes que admitir, que Sirius empezó esa vez en Hogsmeade, quiero decir, él llamó a Sev

—No me importa, Lily. —Escupió Remus, dando una vuelta brusca, —no tenía que haber sido tan
desagradable, Sirius y James solo se estaban divirtiendo, y Snape lo hizo personal.

— ¡Oh! —Lily estampó su pie en las baldosas, — ¡Eres igual de malo que los otros!

— ¿Sabes que él odia a la gente como tú también, no? —continuó Remus, deteniéndose ahora que
estaban fuera de la biblioteca. La enfrentó, —sabes que odia a los de nuestro tipo.

—‘Nuestro tipo’, —Lily hizo un gesto de desaprobación, —honestamente toda esta cosa de la
pureza de sangre se está haciendo ridícula, y eso no excusa—

—Hizo llorar a Marlene, —Remus insistió, —Mary nos dijo. ¿Qué crees que dice a tus espaldas?

Las mejillas de Lily estaban sonrojadas de nuevo,

— ¡Sev nunca diría algo así sobre mí! ¡Es mi mejor amigo!

—Bueno bien por ti, pero el resto de nosotros no somos tan afortunados. —exclamó Remus. Lily lo
miró, pestañeando por algunos momentos, completamente en silencio. Parecía que iba a llorar, y
Remus sintió un pequeño cosquilleo de culpa. Cuando ella habló de nuevo, su voz era dócil y
pequeña.

— ¿Qué le van a hacer?

Remus suspiró. Sería mejor que supiera de antemano.

—No solo a él. A todos ellos. —Dijo bajando el volumen de su voz e inclinándose levemente en
caso de que alguien los oyera, —y nada malo. Si deja de llamar a todo el resto con nombres,
entonces absolutamente nada.
Ella lo miró escéptica. Él se enderezó. —Eso es todo lo que diré. Llegarás tarde a tu fiesta, ve.

***

Más tarde esa noche, Remus creyó que estaba a punto de descifrarlo. Estaba sentado en la sala
común tomando notas finales. Ahora todo lo que necesitaba era la lista de palabras de reemplazo
de Sirius y después podían empezar a trabajar en la broma. Eran casi las once de la noche cuando
el retrato se abrió nuevamente, y Lily Evans marchó dentro con su cara hecha un trueno. Había
extrañas marcas en su vestido que captó la luz mientras avanzaba.

— ¿Qué pasa Evans? —preguntó Remus, tentativamente, aun sintiéndose mal por lo que había
dicho fuera de la biblioteca.

—Pregúntale a ellos. —Siseó furiosa, —voy a darme una ducha.

No le preguntó a quien se refería, pero si lo hubiera hecho, su pregunta hubiera sido respondida en
segundos, mientras Sirius y James caminaban a través del espacio del retrato, riendo
histéricamente. Remus no pudo evitar sonreír también — su júbilo era contagioso.

— ¿Qué hicieron?

—Fue culpa de Sirius, amigo, —James le dio una palmada en la espalda a su amigo, después hizo
una elaborada reverencia, haciendo un ademan con la mano. Sirius hizo lo mismo en respuesta,

—No pude haberlo hecho sin ti, mi querido camarada.

— ¿Hacer qué? —Preguntó Remus, tratando de mantener su irritación a raya, que parecía haber
surgido de la nada.

—Caracoles. —Dijo James, —Caracoles, en todas jodidas partes. Empezó con estos dulces
caracoles de gelatina que estaban ahí para comer,

—Un simple hechizo de transfiguración, —Sirius se encogió de hombros con falsa modestia,
aterrizando en un sillón y colgando una pierna sobre el brazo del mueble.

—Pero después, —James se sentó junto a Remus, emocionado, —después empezaron a


multiplicarse…

— ¿Y por esto Evans está enojada con ustedes?

—Bueno… ¿Viste los rastros viscosos en su vestido? Y em…un poco en su cabello también, creo.
Eran unos caracoles muy rápidos, se metieron en todas partes…

—No tiene sentido del humor, esa chica. —Sirius bostezó. —Debió habernos agradecidos por
animar un poquito las cosas.

—El descaro de la gente, —dijo Remus secamente.

—Ves, tu entiendes, Moony, —Sirius sonrió, — ¿Nos dejarías babosearte, no?

Remus pensó que era mejor ignorar eso, y se dirigió a James,

— ¿Entonces Slughorn supo, que eran ustedes?

—Seh, era bastante obvio. Éramos los únicos que no estaban gritando.
— ¿Castigos?

—Tres semanas. Fregando calderones. Está bien, ayuda a mis músculos. —James flexionó sus
brazos que, cabía mencionar, no se veían particularmente musculares.

—Aunque son buenas noticias, —dijo Sirius, —No hay más fiestas para nosotros—estamos fuera
del slung club.

— ¡Y dentro de los libros de historia! —exclamó James, causando que los tres se disolvieran en
risas.

Notas de traducción:

1.- Esta seña en el Reino Unido es un insulto bastante fuerte, más que mostrar el dedo de al medio.
Es básicamente como hacer el símbolo de paz pero mostrando ambos dedos de frente. (Ya sé que
se había aclarado antes, pero igual quise recordarlo)

2.- Voy a explicar la broma. Slung, Slughorn, Sluggy, se parecen a ‘Slug’ que es caracol en inglés.
Tercer Año: James Potter y la Mierda Abultada de Elefante
Chapter Summary

Palabras, palabras, ¡palabras!

Jueves 30 de Octubre, 1973

Con Halloween y el banquete tradicional de Hogwarts acercándose, Remus estaba ansioso por
tener perfeccionado el hechizo para cambiar las palabras a tiempo, en orden de tener máximo
alcance.

—Está bien, Moony, todos sabemos lo que estamos haciendo. —dijo James, volviendo de su
práctica de quidditch, cubierto de barro y completamente mojado. Las tardes se estaban volviendo
cada vez más oscuras y Remus casi nunca iba a ver las prácticas del equipo ahora, aunque Sirius y
Peter usualmente lo hacían. Mary siempre iba también, para ver a Marlene. Ella los seguía a todas
partes, últimamente.

—Solo creo que deberíamos testearlo, —Remus se mordió el labio, observando a Sirius conjurar
un hechizo para secar a James.

—Oh no. —Dijo Peter, cruzándose de brazos, —No seré su conejillo de indias esta vez. ¡La última
vez no me pude deshacer de ese mechón de cabello morado por semanas!

—Lo había olvidado, —dijo Sirius con voz soñadora, —eso funcionará muy bien, una vez que
descubramos los detalles.

—Hazlo en él. —Peter apuntó a Sirius, —es su turno.

—Deja de lloriquear, Pete, —gruñó Sirius. Bajó de su cama. —Hazlo en mí, Moony, no soy un
cobarde.

—Ok, bien, —Remus sacó su varita. Sirius dio un salto,

—Espera, ¿¡Quieres hacerlo ahora!?

—Bueno, mientras antes mejor…

—¿¡Qué hay del contra-hechizo!?

—Seh, estoy bastante seguro de que tengo eso descifrado, —Remus dejó que una sonrisa se
formara en su rostro. Estaba seguro de que el contra-hechizo funcionaba, pero era muy divertido
ver a Sirius retorcerse.

—Oh por el amor de dios. —James suspiró, quitándose su equipo de quidditch, —Pruébalo en mí,
Lupin, no me importa. Solo que no quiero decir ninguna de las palabras de esa horrible lista tuya.
¿Puedes hacerlo en algo más?

—Si quieres, —respondió Remus.


—Seh, sobre esta lista, Moony… —dijo Sirius, tomando el pergamino de la mesita de noche,

—¿Qué?

—Bueno…es bastante larga.

—Seh, —Remus arqueó una ceja, —¿Cuál es tu punto? Son insultos para no-sangres pura, ¿cierto?

—Seh, —dijo Sirius, rascando su barbilla, —Seh, lo son, pero, em…bueno yo solo no sabía que
había tantos. Nunca los había visto todos escritos así. Y, de todas formas, ¿¡Dónde escuchaste
todos estos!?

—¿Dónde crees? —Remus miró a Sirius a los ojos, deliberadamente. Había esperado algo así. —
No seas una niñita al respecto, Black, no me molesta. Entonces, James, ¿Qué palabra quieres que
cambie?

—Evans. —Dijo Sirius repentinamente, —estoy enfermo de escuchar eso.

—Ok, —Remus sonrió, —¿Entonces a que lo cambiamos?

—¡No me digas! —dijo James, —hagamos una prueba a ciegas para ver si definitivamente
funciona. Elige algo que Black aún no haya inventado.

Remus asintió, garabateando algo en un pedazo de pergamino, luego levantó su varita,


concentrándose. Movió la varita bruscamente hacia James y pronunció el encantamiento.

Los cuatro se mantuvieron de pie, silenciosamente, observando.

—Eh… —dijo Remus, —¿Sentiste algo?

—Nop. —James se miró hacia abajo, como si esperara ver algo diferente.

—¡Bueno, dilo, entonces! —instó Sirius.

—Su nombre completo, —agregó Remus.

James aclaró su garganta dramáticamente, arqueando sus hombros. Estiró brazo y ubicó una mano
en su pecho, como si estuviera a punto de hacer un gran anuncio,

—MIERDA ABULTADA DE ELEFANTE. —proclamó.

Peter explotó en risas tan fuertes que casi se cayó de la cama. Sirius alardeó con risa y James se
tornó rojo brillante,

—¡No sabía que ibas a elegir algo así! —dijo, —¡Es mi futura esposa!

—¿Quién es tu futura esposa? —preguntó Sirius, rápidamente,

—Mierda de elefante. —respondió James, luego tapó su boca con las manos. —¡Lupin!

—Dijiste que no te importaba, —Remus respondió con aire intelectual, —Ahora, trata de decir
‘Evans’ de nuevo, pero trata realmente de romper mi hechizo, ¿ok?

—Mierda de elefante. —dijo James, prontamente. Después con más fuerza, —Mierda de elefante.
—cerró sus ojos, —Mi-er-da…de…elef…ante. Mierda abultada de elefante. —bajó su cabeza,
triste.
Peter podía difícilmente respirar de la risa a estas alturas, y Sirius tuvo que apoyarse en el poste de
la cama por equilibrio.

—Excelente. —Remus sonrió. Dejando su lista de vuelta en la mesita de noche. —Hey, son las seis
en punto. ¿Deberíamos bajar a cenar?

—Seh, solo haz el contra-hechizo primero. —Dijo James.

—Oh no, —Remus negó con su cabeza solemnemente, —Lo siento Potter, pero quiero probar el
hechizo a fondo—necesitamos estar seguros de que no se desvanecerá tan pronto. Te quitaré el
hechizo mañana en la mañana.

—¿¡Qué!? —Rugió James,

—¡Oh sí! —Sirius exclamó, secándose las lágrimas.

—Lo siento, —dijo Remus nuevamente, aunque no se arrepentía para nada, —solo agradece que
no elegimos una palabra común, supongo.

—P-pero, ¿Qué pasa si me encuentro con mierda de elefante?

—Oh no lo creo, —Remus le regaló una pequeña sonrisa, —Dudo que haya elefantes en Escocia.

James hizo una mueca,

—¡Sabes a lo que me refiero! ¡Mierda! ¿¡Mierda abultada de elefante!?

—¿No grites su nombre? ¡Vamos, tengo hambre!

***

—¡James! ¡Mira quién es!

—Cállate. —James apretó sus dientes y miró fríamente a su plato con cena. Sirius sacudió su
cabeza en desaprobación, la imagen de piedad.

—Esa no es forma de saludar a… ¿Cuál era su nombre?

—No voy a caer en eso, sabes. Soy más fuerte. —Dijo James, viciosamente cortando su tarta de
filete y riñón.

—Ella está justo ahí, amigo, —dijo Sirius, tratando de controlar su sonrisa burlona, —¿Cómo va a
notarte si es que no le hablas?

—Oye, Evans, —dijo Remus, repentinamente, saludando a la pelirroja, —¿Quieres sentarte con
nosotros?

Ella se detuvo y los observó, con cautela,

—¿Por qué?

—Eres una Gryffindor, nosotros somos Gryffindors… —dijo Sirius, levantándose para darle su
asiento junto a James, —se supone que debemos sentarnos juntos. Además, realmente molestará a
Potter.

—Bueno en ese caso. —Lily se sentó. Sirius empujó a Remus para hacer lugar junto a él. Lily
observó a James curiosamente, quien se había vuelto completamente rojo. —¿Por qué te molesto,
Potter?

—¡No me molestas! —dijo rápidamente, —Solo están siendo idiotas.

—¡Lenguaje, Potter! —dijo Sirius severamente, sirviéndose salsa en su puré de patatas y guisantes.
—Esa no es forma de hablar frente a una dama.

—¿Qué está pasando? —Lily miró a Remus sospechosamente, —¿Se están burlando de mí?

—Nos estamos burlando de James. —chilló Peter, sonando como si estuviera teniendo gran
dificultad para esconder su emoción. Por primera vez, no era el centro de la broma, y era
claramente una noción vertiginosa.

—Estoy probando un hechizo en él. —Respondió Remus, simplemente. Los ojos de Lily brillaron
mientras analizaba la situación.

—¿Y cuál es ese hechizo?

—Mutatio Verbi.

Sus cejas se arquearon,

—Ese es…o mi dios, Remus, ¿¡Qué palabra!?

—Em…

—Mierda abultada de elefante. —Dijo James, triste. Peter escupió su jugo de calabaza y golpeó su
tenedor haciéndolo volar. Lily soltó una risita nerviosa,

—¿Qué dijiste, Potter?

—Mmm…Mierda. —James intentaba luchar con el hechizo, —Mierda abultada de elefante…


mierda.

—¿¡Mierda…!? ¡Oh, por el amor de dios! —Lily fulminó con la mirada a Sirius, —¿Es mi
nombre, cierto?

—¡No me mires a mí! —Sirius sonrió, poniendo sus manos en alto, —¡Fue la idea de Moony!

Lily se volteó hacia Remus, su ceño fruncido desapareció,

—¿Enserio, Remus?

—Eh…seh, pero no quería que fuera ofensivo ni na—

—¡Es increíble! —dijo, —¡Es magia muy inteligente!

—¡Espera hasta mañana! —Dijo Peter, recuperándose de su risa histérica. Sirius le dio una patada
bajo la mesa.

—Lo siento, mierda de elefante. —Dijo James, luciendo genuinamente desamparado. Esta vez,
incluso Lily se rio.

***
Miércoles 31 de Octubre, 1973

—No pasa nada.

—Bueno ellos no empezarán a insultarse unos a otros, ¿o sí?

—Tenemos que presionarlos. Pete, anda y—

—¡Oye, yo soy sangre-pura!

—Oh claro. Em…Moony, anda y moléstalos con uno o algo. Hazlo con Snivellus. O mi prima, seh,
¡ve por Cissy!

—No. —Dijo Remus, suavemente. Ignorando el hecho de que realmente no tenía ningún problema
con Narcissa, no quería ser tan obvio. —Esperaremos. Paciencia, Black, paciencia.

—Pero podría tomar días.

—No. —Dijo Mary, fríamente. —Ustedes tres deben estar ciegos si no se han dado cuenta de lo
que pasa por aquí. —Eso hizo que se callaran.

Mary estaba sentada junto a Sirius por la segunda vez esa semana. A Remus no le importaba — le
agradaba Mary, era divertida y brusca y combativa, pero sin duda, amable y llena de compasión.
Era su amiga. Pero. Bueno, no era una merodeadora, ¿¡o sí!? Su presencia se sentía intrusa, de
alguna forma; no funcionaba muy bien con sus usuales conversaciones de ida-y-vuelta. Y siempre
se sentaba junto a Sirius, lo que quería decir que nadie podía hablarle a él sin que ella escuchara y
batiera sus pestañas. Por supuesto, Remus sabía que a ella le gustaba y todo, pero no estaba seguro
de que Sirius supiera eso aún — o tal vez así se supone que debías actuar cuando le gustabas a
alguien.

—¿Qué ha estado pasando, entonces? —preguntó James, muy seriamente, —¿Te dicen cosas,
MacDonald?

Ella se encogió de hombros, dando sorbos a su jugo de calabaza.

—Ha sido peor este año. Deberían saberlo, ¿Remus?

Remus asintió, vagamente, mirando hacia otro lado, como si estuviera mas interesado en observar
a los Slytherins. Era el banquete de Halloween, y todo el mundo estaba con ánimo. El Profesor
Flitwick había encantado murciélagos brillantes que se columpiaban sobre sus cabezas, finas
telarañas plateadas brillaban desde el techo, y el Gran Salón estaba lleno de olores de otoño, de
cabaza tostada, madera quemada y manzanas horneadas.

—Entonces… —James continuó, lentamente, —¿Todos los hijos de muggles han sido atacados,
entonces? Incluso…incluso mierda de elefante—oh maldita sea, ¡Remus! ¡Arréglalo por favor!

—Si haces mi tarea de Pociones. —Respondió Remus, rápido como un dardo.

—¡Bien! ¡Lo que sea! Te daré mi maldita escoba si es que solo—

—Finite. —Remus apuntó su varita hacia James. James lo miró, pasmado. Aclaró su garganta,

—Lily Evans. —Dijo, muy claramente, luego sonrió,

—¿¡Ahora qué, Potter!? —Lily se dio la vuelta, había interrumpido su conversación con Marlene.
—¿Saldrías conmigo?

—No. —Dijo dándose la vuelta.

—Gracias Moony.

—Cuando quieras.

—Espera. —Dijo Sirius, —Espera un minuto. ¿¡El contra-hechizo es Finite Incantatum!?

—Sep.

—¡Pero ese es el contra-hechizo estándar!

Remus se encogió de hombros,

—Nunca dije que fuera algo difícil. Ustedes sangres pura no tienen una pizca de sentido común
entre ustedes.

Mary chilló de risa, James se ahogó en su patata asada y Sirius le dio una palmada a Remus en la
espalda.

—Lo juro, Moony. Cuando se trata de planes malvados, ninguno de nosotros te puede hacer frente.

Remus se sonrojó con orgullo y quitó su mano de encima, volviendo a su cena.

—¡Miren! —Peter lloriqueó, repentinamente, apuntando con un dedo regordete en dirección a la


mesa de Slytherin. Un Hufflepuff de segundo año se había acercado mucho a Mulciber, quien se
había puesto de pie mientras se tambaleaba en su dirección.

—Sí, —susurró Sirius, —Vamos, gran troll…

El Hufflepuff estaba tiritando tanto que derramó su bebida, vertiendo la mayoría en su propia
túnica, pero también ligeramente salpicando la punta de los enormes zapatos de Mulciber. El
Slytherin de nariz chata agarró la corbata del Hufflepuff — el resto de los Slytherins se voltearon
para observar, ansiosos.

—Límpialo, belleza angelical.

Silencio muerto. El Hufflepuff se veía confundido, y dejó salir una risa nerviosa. Mulciber lucía
más estúpido que de costumbre.

—¿Qué dijiste, Mulciber? —preguntó Snape, mirándolo fijamente.

—¡Belleza Angelical! —rugió Mulciber, con la cara roja. —¡No! ¡Quise decir— querido panecillo
de azúcar! ¡No! ¡Golosinas de Gomitas!

El salón entero explotó con risas.

—Con un demonio, —dijo Sirius en voz baja, —Mulciber realmente tiene una boquita, ¿eh? No
creí que usaría la mitad de aquellos.

—Siéntate idiota. —Snape castigó al brabucón, quien había dejado ir la corbata del Hufflepuff, y
estaba escupiendo disparates tiernos impotentemente.

—¡Eso fue brillante, Sirius! —Mary lo abrazó. Remus repentinamente perdió su apetito. Sirius solo
acomodó su cabello galantemente.

—Solo espera, —dijo, —eso solo fue el principio.


Tercer Año: Sirius Cumple Catorce

Viernes 2 de Noviembre, 1973

Remus observó el dormitorio desde la puerta, y — descubriendo que no había moros en la costa —
se arrastró dentro. Cuidadosamente abrió su maletero y metió el paquete, cubriéndolo con un viejo
par de jeans.

—Hola Moony, —una voz a su espalda le causó tal susto a Remus que dejó caer la tapa del
maletero con un fuerte *THUNK* y se dio la vuelta. James emergió desde el baño, su cabello
oscuro mojado y sus lentes empañados.

—Hola. —Dijo, esperando no parecer que tramaba algo.

— ¿Estás tramando algo? —dijo James entrecerrando los ojos.

—No.

— ¿Qué estás haciendo?

— ¡Nada!

— ¿Es el regalo de cumpleaños de Sirius?

Los hombros de Remus cayeron, suspiró.

—Sí.

—No tienes que esconder eso de mí, Moony, —James rio, fácilmente, arrojando su toalla a la cama
y empezando a vestirse. —No le diré.

Remus solo se encogió de hombros incómodamente. Realmente solo quería esconder el hecho de
que había pasado las últimas dos horas en el baño de niñas del cuarto piso intentando envolver la
estúpida cosa, con Myrtle la Llorona parloteando sobre su cabeza, sin darle ningún consejo útil,
para nada.

También estaba tratando de evitar preguntas incómodas sobre donde había conseguido el dinero.
Su reserva de cigarrillos robados estaba casi completamente agotada a estas alturas, y tenía solo
suficiente dinero para comprar regalos de Navidad para sus amigos y — si era prudente — algo
para sí mismo. Realmente no quería comprarse nada, pero le gustaba la idea que más adelante
pudiera comprar algo si le daba la gana.

—Afortunadamente es un Sábado este año, —le dijo a James, relajándose un poco, — ¿Sabes que
vamos a hacer?

—Bueno obviamente, le tendremos que cantar ‘feliz cumpleaños’ al desayuno, —dijo James, muy
seriamente.

—Obviamente. —Dijo Remus de acuerdo.

—Y al almuerzo y a la cena. Tengo práctica de quidditch en la mañana, pero conseguí que Hooch
me diera una media hora extra en la pista antes que los Ravenclaws la ocupen, entonces podríamos
volar un poco.
—Oh, bien, —dijo Remus, con un poco menos de entusiasmo. Su idea de pasar un buen rato no
consistía en sentarse en las bancas de quidditch solo, una fría mañana de Noviembre — pero era el
cumpleaños de Sirius, después de todo. Tal vez podría llevar un libro.

—Después supongo que tendrá que hacer eso del té en la tarde con Regulus y Narcissa. Entonces,
tendremos que averiguar cuando termina eso, antes de preparar una fiesta apropiada. ¿Crees que a
los otros les importe si usamos la sala común?

—Nah, —Remus sacudió la cabeza, con confianza. Nadie podía decirle que no a James y Sirius —
especialmente a una gran, ruidosa, fiesta de cumpleaños. Esto era cierto en cualquier punto durante
el año, pero especialmente esta semana, cuando la popularidad de los merodeadores parecía estar
en la cima.

Remus difícilmente había conseguido caminar por los corredores desde el Miércoles sin escuchar
una aclamación, o siendo golpeado cariñosamente en la espalda por sus compañeros Gryffindors,
Ravenclaws o Hufflepuffs. Los Slytherins aún fruncían el ceño, aún miraban furtivamente si
pasaban junto a ellos — pero no podían decir nada. Unos pocos lo intentaron, por supuesto. Por los
primeros dos días después de Halloween, los ocasionales ‘bellezas angelicales’ o ‘parientes de
pelusas de miel’ podían ser escuchados — y eran recibidos con estridentes risas. Snape incluso
había perdido completamente su temperamento durante la lección de Encantamientos del Viernes y
había llamado a James un ‘amoroso muñequito’ que casi mató a Sirius de la risa, y mortificó a
Lily.

La mejor parte de esta broma, que Remus ni siquiera había considerado cuando la planeó, fue que
ninguno de los Slytherins podía quejarse con los profesores sobre el hechizo — porque eso querría
decir que tendrían que explicar que palabras habían sido reemplazadas. Entonces era un lento e
inmensamente satisfactorio proceso observar a los estudiantes Slytherin tratar de descubrir el
contra-hechizo por sí mismos.

—Se lo merecen, —Marlene soltó con una risita, temprano esa mañana, —si fueran Hufflepuffs ya
habrían levantado el hechizo a estas alturas.

De la noche a la mañana, los merodeadores pasaron de ser los payasos de la clase — agradables y
alegremente tolerados — a héroes de la guerra de las casas que se había estado desarrollando por
todo el año. Remus intentó no pensar sobre los efectos a largo plazo que esto podría tener, y se
centró en el próximo cumpleaños de Sirius. De alguna forma, catorce años sonaba aún más maduro
que trece — eras definitivamente definitivamente un adolescente a los catorce.

Mary se sentó con ellos a cenar esa tarde, de nuevo. Una o dos veces, Remus había pensado en
preguntarle a James como se sentía con este nuevo arreglo, pero se había detenido. Después de
todo, a James parecía no importarle para nada, y siguieron de forma usual. Y Mary no estaba
haciendo nada malo sentándose en la mesa de su propia casa.

Sinceramente, Remus aún no había logrado descubrir por qué su presencia le molestaba tanto,
excepto que siempre se sentaba junto a Sirius, lo que pensaba que era una obvia exhibición. La
continua timidez de Sirius frente al asunto era igual de exasperante. A Remus no le gustaba que las
otras personas guardaran secretos.

— ¿A qué hora estarás libre mañana, Black? —preguntó James, mientras bañaba sus papas fritas en
una rebosante mezcla dorada de bacalao.

— ¿A que te refieres? —preguntó Sirius, liberalmente rociando las suyas con vinagre, antes de
pasarle la botella a Remus. Mary, quien estaba estirándose por la vinagre, le disparó a Remus una
mirada divertida.
—Ya sabes, ¿A qué hora crees que tu té con la familia Black terminará? ¿Por tu cumpleaños?

—Oooh, ¿es tu cumpleaños, Sirius? —Mary sonrió, — ¡Nunca lo dijiste! ¡Te hubiera comprado
algo!

— ¿Enserio? —Sirius la observó medianamente perplejo. Se dio vuelta hacia James, —No creo
que haya té este año. No he recibido ninguna nota.

—Oh, ¿enserio? —James arqueó sus cejas en una leve expresión solemne, —Estas…o sea, ¿está
bien?

Sirius resopló, mirando su comida,

— ¿Por qué no lo estaría? Como si me importara.

—Bueno…genial, entonces. —James sonrió, disparándole una mirada a Peter y a Remus que solo
ellos podrían entender, —nosotros podemos empezar planeándote la mejor fiesta que la torre de
Gryffindor haya visto.

— ¡Sí! —añadió Peter.

— ¿Estoy invitada? —preguntó Mary, sentándose más derecha.

—Obviamente. —Dijo Remus, su voz más sarcástica de lo que quería, —Todos están invitados.

—Miren, tal vez no hagan un gran desorden. —Dijo Sirius, jugando con sus guisantes, —no tengo
mucho ánimo.

—Oh, ¿por qué no? —Mary arrulló, — ¡Será divertido! ¡La haremos igual de buena que el
cumpleaños de Remus el año pasado—incluso mejor!

Sirius no dijo nada, y James miró nuevamente a Peter y Remus. Comieron el resto de su comida
casi en completo silencio.

***

Sábado 3 de Noviembre, 1973

Remus se despertó solo la mañana del cumpleaños de Sirius, encontrando una nota clavada en la
puerta del baño, escrita en una hermosa letra cursiva.

F uimos a practicar quidditch — sabía que no querrías venir entonces te dejamos descansar. Nos
vemos luego. S.

Remus tomó una ducha y luego decidió que mejor iría a la biblioteca. Había terminado su ensayo
de criaturas mágicas clase XXX, y quería empezar las criaturas clase XXXX. (Recientemene había
aprendido que él, Remus Lupin, delgado, de trece años estaba clasificado como XXXXX, junto
con mantícoras y dragones.)

Habían continuado con la fiesta con o sin el consentimiento de Sirius — una decisión hecha por
James y apoyada por Remus. Incluso cuando estaba muy deprimido, Sirius no podía resistir ser el
centro de atención y hacer tanto ruido como le fuera posible. Peter estaba a cargo de las
decoraciones y — con un poco de ayuda de Mary y Marlene — fueron victoriosos, escondieron un
baúl de serpentinas y globos en el dormitorio de las niñas de tercer año. James entregó las
invitaciones — que hasta donde Remus había visto consistía en gritarle a varios estudiantes que
más les valía estar ahí. Remus era el responsable de la comida — algo que era lo suficientemente
simple cuando tenías acceso al mapa y la capa de invisibilidad.

Comió un tranquilo desayuno, solo, con su libro. Las comidas eran mucho más tranquilas desde
que los Slytherins estaban temporalmente silenciados. Incluso aquellos que habían descubierto
como romper el hechizo mantenían sus bocas cerradas, por lo menos por un tiempo.

El libro que Remus estaba leyendo era tan interesante que no lo pudo dejar de lada, y en vez,
continuó leyendo mientras hacía lentamente su camino hacia la biblioteca, ocasionalmente
poniendo su mano en frente para evitar chocar con uno de los pilares o puertas. Entonces, fue
completamente su culpa cuando se tropezó con Regulus Black, haciendo que el chico cayera al
piso.

— ¡Oh, lo siento! —dijo Remus, dejando caer su libro y automáticamente ofreciendo una mano
para ayudarle. Regulus lo miró fijamente, y entrecerró sus ojos fijándose en las cicatrices cruzando
las muñecas de Remus. Se puso de pie sin ayuda, limpiando sus túnicas, y mirando a Remus con su
dignidad Black heredada.

—Mira por donde vas. —Dijo fríamente.

—Dije que lo sentía. —Respondió Remus, un poco molesto. No quería empezar nada, solo quería
llegar a la biblioteca sin ningún problema.

—Que haces merodeando por aquí, de todas fromas, —preguntó Regulus, sospechosamente, —
¿Planeas otro maravilloso asalto a la libertad de expresión?

Remus bufó,

—Podría preguntarte lo mismo. ¿Donde está ese niñito rarito Crouch? De todas formas, no puedes
probar que nosotros hicimos nada.

—No, —los labios de Regulus se torcieron, —pero sé que mi hermano estuvo involucrado.

—¿Oh seh?

—Sí. No tengo las mismas palabras que todos los demás.

— ¿Mmm? —Remus trató de verse despreocupado— no tenía idea que Sirius había hechizado a su
hermano diferente.

—Cada vez que intento decir el nombre de mi casa, resulta… —Regulus miró furtivamente a su
alrededor, con miedo que pudiera ser oído, — ¡Vamos Gryffindor Vamos!

Remus estalló en risas, bajo la mirada imperiosa de Regulus.

—Lo siento, —dijo Remus, por la tercera vez, —es…bueno es bastante diverido.

—Por supuesto que tú crees que es divertido. —el chico resopló. Era más pequeño que Remus,
pero de alguna forma consiguió mirarlo debajo de su nariz, —Tú…su tipo no podría posiblemente
entender lo que mi hermano está poniendo en juego. He hecho lo mejor para esconder lo peor de
nuestros padres, pero tiene que seguir haciendo cosas peores…

— ¿Por eso que no está invitado a su estúpida fiesta de té? —preguntó Remus, enojado en nombre
de su amigo.
—Narcissa no creyó que valiera la pena, este año, —la mirada fría de Regulus vaciló, y se desvió.
Remus tenía la impresión de que a Regulus le encantaría tener una oportunidad de ver a su
hermano. —Y esta última broma lo ha probado. Él nunca va…a volver.

Regulus se estremeció y se dio la vuelta en dirección a las mazmorras. Remus sintió una oleada de
simpatía, y contra su mejor juicio lo llamó de vuelta,

— ¡Reg, espera!

Regulus se dio la vuelta, horrorizado por la sobre familiaridad de Remus. Pero Regulus era un
nombre tan largo. Peor que Remus por kilómetros. —Mira, —se apresuró, —Tendremos una fiesta
para Sirius en la sala común esta noche, puedes venir si—

—No. —Dijo Regulus bruscamente, luciendo ansioso, —No me invites, ¿ok? Solo…déjalo. Dile
feliz cumpleaños por mí. —dijo apurando el paso.

***

Con o sin Regulus, la fiesta rugía con éxito. Bastante literalmente; cada motivo con leones en la
sala común (y habían bastantes) había sido encantado para rugir cada vez que alguien dijera las
palabras ‘cumpleaños’ o ‘Sirius’.

Toda la casa de Gryffindor estaba involucrada, y Remus estaba bastante seguro que algunos de los
estudiantes mayores estaban pasando botellas de algo un poco más fuerte que la cerveza de
mantequilla que todos los demás estaban bebiendo. El tocadiscos de Sirius estaba girando
salvajemente a doble tiempo, y muchas de las chicas se habían levantado para bailar. Mary intentó
convencer a Sirius de que se levantara para John, I’m Only Dancing, pero el sacudió su cabeza
fervientemente y se quedó en el sofá con Remus y Peter.

—Solo sé vals, —les confidenció en un susurro, —y estaré muy jodido si vuelvo a hacer eso de
nuevo.

James se levantó e intentó mover sus caderas tan cerca de Lily como le fuera posible, pero
rápidamente se tropezó sobre una arruga en la alfombra y se fue de cabeza hacia la estufa. Sirius
rio cálidamente ante esto, y Remus estaba complacido de ver que por lo menos no estaba dejando
que lo de su familia le afectara hoy día. Decidió no contarle a Sirius de su encuentro con Regulus
aún — no lo haría más feliz, ¿entonces cuál era el punto?

—Tú eres Lupin, ¿no? —una chica se inclinó por detrás del sofá, su largo cabello cayó en el
hombro de Remus. La había visto antes; era de sexto año.

—Em, seh, —asintió.

—Mi amiga, Fariahah, dice que estás vendiendo—

—Eh, ¡ven aquí! —saltó inclinando su cabeza violentamente. Hasta ahora había conseguido
conducir su negocio de forma privada y sin el conocimiento de los merodeadores. — ¿Qué
quieres? —dijo una vez que estuvieron en la esquina más alejada de Sirius y Peter.

—Dos cajetillas de lo que sea que tengas. —Dijo.

—Un galeón.

— ¿¡Qué!? —exclamó, — ¡Pero Fariahah dijo que eran cinco sickles por cajetilla!
—Me queda poco abastecimiento, —dijo Remus, desinteresado, —oferta y demanda.

—Agh, bien. —Dijo doblando sus brazos y ladeando la cabeza, —un galeón.

—No puedo traerlos ahora. Mañana aquí a las siete AM.

—¿¡Un Sábado!?

—Tengo muchos compradores, sabes.

—Bien, bien…

— ¿Qué pasa, Moony? —Sirius observó a Remus volver al sofá. Su cara de sospecha era idéntica a
la de su hermano. — ¿No es otra novia?

—Cállate, —Remus le dio una patada.

— ¿Quién es tu novia, Remus? —Mary se sentó, con una mirada interesada. Dios, pensó Remus,
¿¡de donde salió!?

—No tengo una novia, Black solo está siendo un idiota.

—Bien, —Mary se instaló, sonriendo presumida, —porque si tuvieras una, —dijo jugando con un
mechón de cabello en uno de sus dedos, —conozco a alguien que estaría realmente decepcionada…

—Oh. Ok. —respondió tratando de no mostrar lo irritado que estaba.

— ¿A quién le gusta Moony? —preguntó Sirius empujando a Mary.

—No podría decírtelo. —respondió Mary, fingiendo abotonar sus labios. Remus deseó que lo
hiciera de verdad, para bien.

—Chicas. —Dijo Sirius, con exasperación, —Son unas pesadillas, todas ustedes.

Mary fingió hacer una rabieta, pero no dijo nada más. Sirius sacudió su cabeza, pero estaba
sonriendo. Finalmente se giró hacia Remus, —entonces, ¿Qué estas vendiendo? Esa chica dijo que
estabas vendiendo algo.

—Nop. —Dijo Remus, inocentemente. —Tenía a la persona equivocada.

—Lo descubriré, sabes. —Dijo Sirius, con una chispa de júbilo en sus ojos azul profundo. —No es
que no esté agradecido por el realmente excelente regalo de cumpleaños, —indicó con su cabeza al
piso donde su recientemente desenvuelto Kit de Lujo de Bromas de Zonko yacía, orgullosamente
proclamando; ‘Para completar la colección de cualquier amo de las bromas’. —Pero voy a
descubrir cómo lo pagaste, eventualmente. No me creo eso de que tu tía muerta te dejó dinero.

—Tu tío muerto te dejó dinero, —Remus contraatacó.

—No lo puedo tocar hasta que sea mayor de edad, ¿no? —Dijo Sirius, con perspicacia, —Nop, tú
estás escondiendo algo, Lupin, te conozco—tú no eres Moony si no tienes un secreto.

—Déjame tener mi secreto, entonces, —Remus volteó su cabeza, misteriosamente.


Tercer Año: Conózcase Usted Mismo

Domingo 11 de Noviembre, 1973

Remus despertó, balbuceando y tiritando. La habitación estaba sombría, y su respiración volaba


plumas blancas sobre su cabeza. Todo dolía. Levantó sus manos frente a sus ojos y encontró sus
dedos azules y sangrando. Habían astillas bajo las uñas, y más sangre en otras partes — la podía
oler, pero no podía ver muy bien en la oscuridad y no tenía la energía para levantar su cabeza. Sus
huesos se sentían como si estuvieran hechos de tiza. Estaba tan, tan cansado.

Aún, si había tanta sangre como creía, probablemente no era buena idea dormir. Debía mantenerse
despierto por lo menos hasta que Madam Pomfrey llegara — lo que no debería tomar mucho.
Remus se mantuvo quieto, centrándose en su respiración. Gryffindor jugaba hoy día también, otra
cosa que se perdería. No solo eso, sus amigos estarían muy ocupados para visitar.

Dio vuelta su cabeza y exhaló. Esperaba no vomitar, era tan vergonzoso cuando vomitaba. No
tenía su varita a mano, entonces no podría limpiarlo.

—Buenos días, Remus, —Madam Pomfrey finalmente entró a la habitación. —Oh querido, ¿fue
un poco desastroso, eh?

Levantó su cabeza, y prontamente vomitó.

***

—No estoy segura si me gusta toda esta lectura que haces. —Dijo Madam Pomfrey con un gesto
de desaprobación mientras le traía un brebaje sanador. —Sé que tus estudios son importantes para
ti, pero necesitas descanzar.

—Dormí toda la mañana. —Respondió, —y me aburro mucho, de todas formas. ¿Sabe cómo fue el
partido de quidditch?

—Me temo que no, —la medi-bruja sonrió. —Aunque estoy segura de que el Sr Potter estará acá
para contarle tan pronto como pueda.

Eso no era muy probable, si habían ganado — habría una fiesta para celebrar su victoria, y Remus
había hecho a James prometerle que no se la perdería por su culpa. Aceptó la poción que le había
ofrecido, y la tragó sin quejas. Era amarga, pero estaba acostumbrado a estas alturas.

Tenía que leer, porque si no lo hacía, no tendría nada que hacer, excepto pensar sobre sus heridas
frescas. Este mes el lobo había destrozado su torso, lo que era mejor que sus brazos o cara — por lo
menos podía esconder las marcas fácilmente.

Remus rara vez se desvestía frente a nadie; incluso después de que los merodeadores habían
descubierto su pequeño problema peludo. Nadie excepto Madam Pomfrey había visto la extensión
real del daño (bueno, Sirius también, una vez, a inicios de segundo año, pero ninguno de ellos
había reconocido ese extraño encuentro). Aún así, Remus no era ingenuo, y sabía que algún día,
independiente de que tan lejos del ahora, alguien esperaría que se quitara la ropa — por lo menos.
Y no valía la pena pensar al respecto. Tal vez solo tendría que evadir a las chicas para siempre.

— ¡Sr Lupin! —una animada voz rebotó en el piso de la enfermería, haciendo a Remus saltar. Era
el Profesor Ferox, sosteniendo dos grandes jarras de un líquido claro en sus brazos.
—Oh, hola, —Remus le saludó moviendo su mano.

—Esencia de Murtlap, como prometí, Poppy, —el profesor entregó las jarras. No vengas, no
vengas, pensó Remus frenéticamente mientras el Profesor Ferox daba zancadas cruzando la
habitación hacia su cama. — ¿Ha estado en la guerra, nuestro niño? —preguntó amablemente.

—Em… —Remus quería encogerse bajo las sábanas. Odiaba la idea de que el fuerte, energético
Ferox lo viera en un estado tan débil. —Estoy bien.

Ferox se sentó junto a la cama de Remus. Remus se resignó a su destino.

—Segunda vez aquí este año, ¿eh? —dijo el profesor, preocupado. Remus asintió, aunque había
sido su tercera luna este término. Si Ferox no había notado una ausencia, entonces probablemente
no conectaría los puntos. —Sabes, si necesitas más tiempo para tus deberes, solo tienes que
preguntar.

— ¡No he entregado nada tarde! —protestó Remus.

—No, —los ojos de Ferox brillaron, —Definitivamente no. —Sus ojos se movieron hacia los
vendajes que sobresalían del camisón del pijama de Remus, cubriendo un corte nuevo que
serpenteaba hasta su clavícula. Algo se registró en los ojos del adulto, y Remus supo casi
instintivamente que Ferox sabía.

—Puedo hacer lo mismo que los demás. —Dijo Remus mirando a su profesor a los ojos.

—Puedo verlo. —Ahora los ojos de Ferox se posaron en la pila de libros de la mesita de noche. —
¿Estos son todos para la escuela?

—Algunos. —Respondió Remus, —Algunos son por diversión. Me gusta aprender cosas nuevas.
Me gusta saber cosas.

—Sí, me puedo dar cuenta por tus ensayos, —Ferox estaba sonriendo de nuevo, lo que hizo que
Remus se relajara un poco. — ¿Te interesa una carrera cuidando criaturas mágicas? ¿O tal vez algo
más como tu padre?

—Eh…no he pensado al respecto. —Remus mintió.

Ferox soltó una risa. Indicó el libro en la cima de la pila. Era prestado, de Sirius — un libro de
filosofía muggle.

—Conózcase usted mismo, Remus. —Dijo Ferox.

—Platón. —respondió Remus rápidamente.

Ferox volvió a reír, poniéndose de pie.

—Exacto. —Alborotó el cabello de Remus antes de girarse para irse, —espero que te sientas
mejor, Lupin. Nos vemos el Miércoles.

Era todo muy críptico, pensó Remus, dándose cuenta de que había estado aguantando la respiración
por casi un minuto después de que Ferox dejó la habitación. Aún no había empezado a Platón, solo
lo había hojeado — no era el tipo de cosas en las que estaba usualmente interesado, pero estaba
comprometido a probar un poco de todo.

Secretamente quería ser capaz de presumirle a Sirius que él había leído más libros. Sirius
difícilmente pasaba su tiempo leyendo últimamente — su mente solo se enfocaba en la misión de
cumplir su rol como la oveja negra de la familia Black, lo que significaba que tenía poco tiempo
para hacer algo que no fuera causar problemas. Se arrepentiría, algún día, en la opinión de Remus.
Remus había visto suficientes niños en St Edmunds tratando de empujar sus límites así — el
problema era, que algunos límites no paredes. A veces eran precipicios; sin nada del otro lado.

***

Se sanó bastante bien, a pesar de sus brutales heridas, y Madam Pomfrey lo envió de vuelta a la
torre de Gryffindor esa tarde, con órdenes de no hacer nada más que descansar. Caminó
lentamente, como prometió. Cuando finalmente alcanzó la sala común, no encontró la fiesta de la
victoria que había esperado, más bien una atmósfera templada, y los merodeadores no estaban por
ningún lado.

Remus frunció el ceño, y se encaminó por las escaleras para encontrar la habitación vacía también.
Perplejo, volvió a bajar las escaleras. Marlene y Mary estaban jugando snap junto a la chimenea.

—Hola, —dijo acercándose.

— ¿Todo bien, Remus? ¿Dónde has estado? —preguntó Mary, sin levantar la vista de sus cartas.

—Estuve enfermo, del estómago. ¿Cómo estuvo el juego?

—Perdimos, —Marlene suspiró, —James estuvo jodidamente brillante como siempre, y yo debí
haber bloqueado por lo menos veinte bludgers, pero Ramsay atrapó la snich justo en el peor
momento.

—Ah, lo siento McKinnon. —Remus se rascó la nuca. Esto era peculiar — si habían perdido, y no
había fiesta, entonces ¿por qué los otros no lo habían ido a ver? Trató de ignorar la sensación
punzante en su estómago. — ¿Has visto a James? ¿O Sirius? ¿O quien sea?

—Nop. —dijeron las chicas al unísono. Marlene golpeó una carta en la mesa, después hizo una
mueca de dolor mientras explotaba. Levantó su mirada,

— ¿Quieres jugar?

—Eh…nah. Todavía me siento un poco mal. Voy a acostarme. Aunque, gracias.

Caminó lentamente escaleras arriba, sintiendo una incómoda mezcla de ansiedad y furia. Dijo que
no evitaran celebrar solo por él, pero eso no significaba que no quería verlos para nada. No tenían
por qué dejarlo por su cuenta así, sin siquiera chequear si estaba bien. Por lo que sabían, podría
estar aún en la enfermería, en las puertas de la muerta y con Madam Pomfrey como única
compañía. ¿Estaban aburridos de todo? ¿Era menos emocionante ahora? ¿Era él menos
emocionante?

Remus se acostó en la cama encima de las cobijas. Tenía la sensación de que solo había estado sin
pijama por una hora, no quería volver a ponérselo, no importaba cuan cansado estuviera. Consideró
leer, pero no tenía energía. Podría escuchar un disco, pero eso significaría levantarse. Al final, se
quedó quieto, acostado en la oscuridad con las cortinas cerradas.

En St Edmunds, antes que pudiera leer, antes que tuviera magia, o amigos, Remus estaba
acostumbrado al aburrimiento. Inventaba historias en su cabeza, recordaba letras de canciones que
había memorizado, o trataba de descubrir cuáles eran las palabras más largas que había oído.
Ahora, mientras esperaba que el sueño lo consumiera, Remus le dio vueltas a lo que Ferox le había
dicho hace unas horas.
Conózcase usted mismo. No podía recordar en qué contexto Platón lo había dicho — tenía que
significar ‘conoce quien eres’.

Remus sabía todo de sus amigos. Sabía que James era un líder natural, un dios del quidditch quien
haría todo por todos. Remus sabía que aunque molestaban a James por estar encaprichado con Lily,
James tenía mejor entendimiento sobre el amor que nadie, y que si él decía que algún día se iba a
casar con ella, probablemente lo haría. Remus sabía que Peter estaba avergonzado de su familia,
especialmente de su hermana mayor, quien alguna vez había admirado, y que encajar significaba
más que nada para él, en todo el mundo. Remus sabía que los padres de Mary habían nacido en
Jamaica, y que ella era la única bruja en su familia de siete, y que nunca, nunca lloraba, incluso
cuando estaba furiosa. Sabía que Lily lloraba cada vez que recibía una carta de su casa, y que le
escribía a su hermana cada semana y que nunca recibía una respuesta. Sabía que Marlene no se
llevaba muy bien con su papá, que era muggle, y que bebía mucho a veces.

Después estaba Sirius — pero no tomaba nada especial para conocer a Sirius. Él creía que era
distante y misterioso, pero la verdad era que Black llevaba su corazón bajo la manga, y que no
escondía nada. Sentía todo tan fuertemente, y su felicidad era tan caótica como su miseria. A veces
debías dar un paso atrás, en caso de que terminaras arrastrado bajo sus pies.

¿Quién era Remus, entonces? Un huérfano — pero no completamente. Un mago, pero solo
mestizo. Un monstruo, pero no todos los días. ¿Qué más? No era necesario desangrar tanto a los
personajes secundarios.

*CREAK*

— ¿Moony? —el susurro llenó la habitación fuerte como un claxon. Remus no respondió. Estaba
muy gruñón.

La puerta se abrió, y tres pares de pasos entraron. Incluso con las cortinas de su cama cerradas,
Remus sabía que era James el primero en acercarse. —Psst, ¿Moony? ¿Estás durmiendo, amigo?

Suspiró dándose vuelta.

—No.

Las cortinas se abrieron. Remus se sentó para hacer espacio mientras James, luego Sirius, luego
Peter trepaban dentro para sentarse.

—Fuimos a la enfermería, pero ella dijo que ya te habías ido. —explicó James.

—Me fui después de la cena. ¿Dónde estaban?

—Biblioteca.

— ¿Cómo estuvo? —Preguntó Sirius, — ¿La luna llena y todo?

—Estuvo ok. —daba la misma respuesta cada mes.

— ¿No fue…o sea, no te cortaste, mucho? —preguntó Peter, jugando con sus manos.

—Un poco. —Remus asintió, —no fue tan malo. ¿Qué hacían en la biblioteca?

— ¡De eso te queríamos hablar! —exclamó Sirius. Obviamente se estaba muriendo por decir algo,
y Remus sintió el ultimo poco de su irritación desvanecerse mientras su curiosidad crecía.
—Sirius. —Dijo James, con la voz que usaba para mantener a sus amigos a raya. Miró a Remus, —
Estuvimos investigando, y es un poco sobre ti.

— ¡Un poco! —Se burló Sirius, —Es todo sobre ti, Moony, te lo he querido decir desde el término
pasado, pero James no me—

—Solo quería estar seguro de que podríamos hacerlo. —James golpeó a Sirius con el codo, —deja
de interrumpirme, con un demonio. Remus. La cosa es, que desde que descubrimos tú…em…tu
pequeño problema peludo, hemos querido hacer algo para ayudar.

—No hay cura. —respondió Remus rápidamente. No le gustaba como esto sonaba. Se sintió
horriblemente cohibido, todos lo estaban viendo con la misma mirada demente en sus ojos.

—No no, ya sabemos eso, —James hizo un ademán con la mano, —pero creímos que debía haber
algo que pudiéramos hacer—para que dejaras de herirte, ya sabes.

—Descubrimos que los hombres lobo normales no lo hacen, —dijo Peter, ansioso por hablar, —
Entonces noso—

— ¿¡Normales!? —dijo Remus, alarmado.

—No normales, —Sirius le dio una patada a Peter, —Otros. Otros como tú. Que no son encerrados
durante la luna.

—Claro…

—Entonces probablemente te estás haciendo daño porque estas atrapado, y frustrado.

—Bueno…seh, ya sabía eso. —Remus acercó sus rodillas a su pecho y se inclinó un poco en su
espalda. Deseó que no estuvieran en su cama, estaban demasiado cerca. Podía oler su sangre; podía
escuchar cómo fluía por sus venas.

—Pero pensamos que si tenías compañía—

—Obviamente no compañía humana, —explicó James, apresurado, —todo lo que hemos leído dice
que si te acercas a un humano está muerto,

— ¡Pero animales! —Estalló Sirius, — ¡Con otros animales probablemente estarías bien! —sus
ojos brillaron con emoción, y Remus deseó poder devolverla, pero estaba muy distraído tratando de
seguir lo que estaban diciendo.

— ¿Entonces qué? ¿Necesito una mascota?

James rio,

—Algo así. Pero pensamos…que nosotros podríamos ser los animales.

Remus lo miró fijamente. Miró a cada uno de sus amigos por turnos. Estaban todos absolutamente
locos.

—Ustedes van a ser animales. —Dijo planamente.

—¡Como McGonagall! —chilló Peter.

—Como… ¡pero ella es un animago! Tienes que estudiar, y entrenar, y registrarte, y no puedes
siquiera empezar hasta que tengas diecisiete—
—Moony, Moony, Moony, —Sirius sacudió su cabeza, exasperantemente, —Somos
merodeadores. No necesitamos molestarnos con todo eso.

—Aún si quisieran romper la ley, —Remus posó su mirada en los ojos de James mientras
mencionaba ese punto, para confirmar que esto era definitivamente de lo que estaban hablando, —
esto no es como una broma para la escuela. Es magia seria—¡Una de las cosas más difíciles de
lograr!

—Es por eso que te estamos contando, —dijo Sirius, —Yo quería que fuera todo una sorpresa,
pero James nos recordó que…bueno, es jodidamente difícil, entonces mientras más ayuda
tengamos, mejor será.

— ¿Realmente creen que pueden hacerlo, cierto? —Remus frunció el ceño.

—Si nos ayudas. —James asintió, —somos los mejores estudiantes en el año, a excepción de
Evans. No veo por qué no deberíamos intentarlo.

— ¿¡Qué pasa si sale mal!? —Remus se mordió el labio, —Qué pasa si aún…después de la
transformación, ¿Qué pasa si puedo reconocer que no son realmente animales? ¿Qué pasa si los
ataco de todas formas?

—Lo probaremos. Lo probaremos una y otra vez hasta que sepamos que es seguro. —Dijo Sirius.

—Es muy peligroso…

— ¡Lo sé! —los ojos de Black estaban prácticamente flameando en su cabeza ahora, y Remus
sabía que no había punto en tratar de ser razonable. Respiró hondo.

—Dejenme pensarlo, ¿por favor? —apeló a James. —No hagan nada aún. Solo…denme unos
pocos días.

—Ok. —James asintió, —es justo.

— ¡Solo imagínalo Moony! —Sirius sonrió, como si no los hubiera escuchado, —Una vez que
hagamos esto, no habrá nada que no podamos hacer. ¡Seremos imparables!
Tercer Año: Philomena Pettigrew

Viernes 21 de Diciembre, 1974

Una vez que le dieron el espacio para pensar al respecto, Remus se preguntó por qué lo cuestionaba
una vez más. Por supuesto que diría que sí. No creyó que podría decirle que no a sus amigos,
incluso si lo hacía sentir nervioso. Y eso lo ponía nervioso.

Tal vez era su emoción lo que le preocupaba — o su sobre-confianza. Sabía que esa parte de su
anhelo tenía que ver con que el plan era increíblemente ilegal, peligroso e inconsiderado. Pero
también lo estaban haciendo por él. No estaba seguro de cómo sentirse al respecto aún. Era mejor
no pensar.

Apartó a James un día poco después de que le habían propuesto la idea, y le preguntó por todo lo
que habían investigado hasta ahora. Le fue prontamente presentado un gran manojo de pergamino;
resmas y resmas de notas y diagramas escritas en una familiar letra cursiva. Decir que habían
investigado algo era una desvaloración. Si solo Sirius prestara esa cantidad de atención para
escribir sus ensayos, Remus nunca tendría la esperanza de vencerlo para ser el mejor de la clase.

No había piedra que no habían dado vuelta. Habían calculado las lunas llenas para la siguiente
década, por lo menos. Prácticamente habían escrito la historia entera de la licantropía en Europa,
junto con hábitos alimenticios y patrones de migración, comportamientos de manadas, señales de
comunicación canina. Habían listado todos los ingredientes que necesitarían, su costo y
disponibilidad. Cada ritual estaba cuidadosamente transcrito, paso por paso y la encantación
deletreada fonéticamente. Habían líneas de tiempo, localizaciones sugeridas para ciertos aspectos
del extensivo proceso — todo estaba minuciosamente detallado.

—Cristo. —Dijo Remus, cuando finalmente terminó de leerlo. —Ustedes han hecho todo esto…

—La mayoría lo hizo Sirius. —James sonrió, —De hecho, básicamente todo lo hizo Sirius.
Investigó la mayoría durante las vacaciones de verano, mientras estaba aburrido. Una labor de
verdadero amor.

El estómago de Remus dio un vuelco. No sabía que decir — ¿Cómo podría negarse después de
eso? Repentinamente vender cigarrillos robados a magos menores de edad se veía, de hecho,
bastante aburrido.

Estaba acordado que empezarían a trabajar fervorosamente en las vacaciones Navideñas. Cuando
todos estuvieran lejos de Hogwarts. Remus se había asegurado de tener permiso de Matrona,
McGonagall y Madam Pomfrey para pasar el receso con los Potters, y como siempre, Peter vivía
solamente camino arriba. Sirius estaba con un ánimo apagado para el final del término — hasta que
recibió una nota muy corta durante el desayuno una mañana:

Para el Amo S.O. Black III.

No se requerirá su presencia en el hogar familiar este invierno. Haga lo que desee.

Firmado,

Orion Black.

—¡Sí! —celebró James, casi dando vuelta su avena, —¡Tal vez incluso te den permiso por el
verano, a este paso!
—¿Qué hay de Regulus? —preguntó Remus, tentativamente, en voz baja en caso que Sirius
quisiera pretender que no lo había escuchado.

—Oh, el pequeño Príncipe Reg irá a casa para Navidad, —respondió Sirius, metiendo la nota en su
bolsillo. —Solo me han des-invitado a mí. Bien. Perfecto. Excelente. A ellos no les importa; a mí
no me importa.

No se animó apropiadamente hasta que estaban empacando. Sirius le mostró a Remus secretamente
los regalos que le había comprado al Sr y la Sra Potter — un hermoso reloj de cadena dorado y un
hermoso broche de granate.

—¿Crees que estén bien? —preguntó nervioso, —mi familia es una mierda haciendo regalos,
entonces nunca sé realmente…

—Black…Sirius, son…o sea, son perfectos. No te preocupes. —Remus sintió una sensación de
hundimiento mientras pensaba sobre la pequeña caja destartalada de galletas de gama media que le
había comprado a sus anfitriones. No podía hacer nada a estas alturas, había hecho su mejor
esfuerzo.

Remus, de hecho, estaba esperando la Navidad de este año, por lo que debió haber sido su primera
vez. Todavía estaba un poco tímido sobre tener que pasar tiempo en la casa de alguien más, pero
ahora que sabía cómo eran los Potters, se relajó. Había vendido lo último de sus cigarrillos ilícitos
a un alto precio, y había comprado regalos para todo el mundo — incluso Lily, Mary y Marlene.
Era un real agrado, regalar cosas, se dio cuenta. Tal vez era mejor que recibirlos.

Además, a pesar de algunas reservaciones, Remus estaba emocionado por empezar el proceso de
animago. Sería la magia más difícil que hayan realizado hasta ahora — le había preguntado a
McGonagall al respecto, tan sutilmente como le fue posible. Le había agradado que él tomara
interés, pero dijo que estaba muy por encima del tercer año escolar estándar, o incluso séptimo año.
Se dio cuenta que probarían lo equivocada que estaba.

Había otra cosa que esperaba conseguir con el receso. Algo que no le había mencionado a los
otros, porque era privado. El año pasado, en la fiesta Navideña de los Potters, Remus había sido
acosado por un hombre viejo que sabía mucho sobre Lyall Lupin. En ese momento, Remus había
quedado absolutamente mudo por la revelación y había tratado de olvidarlo — pero ahora, un año
mayor y sintiéndose un poco más maduro a la gran edad de trece años, Remus esperaba descubrir
un poco más.

***

Sábado 22 de Diciembre, 1973

La luna había caído temprano en el mes este año, entonces los cuatro merodeadores fueron capaces
de abordar el Expreso de Hogwarts con sus pares el Sábado. Al contrario de su usual travesía,
Marlene y Mary se unieron a los chicos en su carruaje. Remus sospechaba que Lily estaba en algún
lugar por su cuenta con Severus, probablemente escuchándolo lloriquear sobre cómo no le
agradaba a nadie.

—¿Ferox te devolvió tu ensayo? — Le preguntó Marlene a Remus, con un profundo pliegue en su


frente, —solo conseguí una nota ‘Aceptable’, y mamá se va a volver loca si no consigo mejores
resultados este año.

—Seh, me fue bien… —respondió Remus, avergonzado por su tercer ‘Sobresaliente’ ese término.
—¿Volveremos a formar el club de estudios después de Navidad, cierto? —preguntó Mary, —Lily
está dentro. No te preocupes, Marls, estarás bien.

—Suena bien. —Remus asintió.

—¡Moony se ha unido a un club sin nosotros! —Sirius alardeó, fingiendo lloriquear en el hombro
de James.

—Es un niño grande, ahora, —James le dio palmadas a la espalda de su amigo solemnemente, —
Crecen tan rápido.

—Jódete. —Remus sonrió, —tienen el slung club para ricachones como tú.

—Puedes estudiar con nosotros si quieres, Sirius, —Mary ronroneó.

Sirius se veía alarmado — él usaba la biblioteca exclusivamente como un recurso de maldiciones y


maleficios, no para hacer algo tan mundano como los deberes. Mary no conocía a Sirius. No
realmente.

Cuando llegaron a Kings Cross, Remus sintió cierta emoción cuando vio al Sr y la Sra Potter ahí
para llevarlos. Usualmente tenía que cruzar la barrera y buscar a Matrona en el café o en el puesto
de periódicos. Estaba en shock, cuando supo que iba a aparecerse por primera vez.

—Sujeta mi brazo, querido, —la Sra Potter le sonrió amablemente, —cierra tus ojos, todo habrá
acabado en un momento.

Remus obedeció cerrando sus ojos con fuerza.

Era mucho peor que los polvos flu. Peor que volar. Casi arrastró a la Sra Potter al piso con él,
cuando aterrizaron perdió el balance y cayó fuertemente en el pavimento fuera de la casa de los
Potter.

—¡Ups-a-daisy! —la Sra Potter se rio gentilmente, ayudándolo a ponerse de pie. —Estarás bien
ahora. —Se limpió sus rodillas y hombros. —Solo volveré por Sirius, Monty llegará con James en
dos ticks.

Y con un CRACK, se desvaneció. Remus apenas había tenido tiempo para apoyarse en la puerta y
tomar aire cuando escuchó otro CRACK, y el Sr Potter apareció con James, quien no se veía ni la
mitad de mal de lo que Remus se sentía.

Una vez que todos estuvieron ahí, la Sra Potter los apresuró dentro de la casa, enviando sus
maleteros volando escaleras arriba a sus respectivas habitaciones, hirviendo la tetera y cortando
rebanas de pastel de madeira1 hecho en casa, todo eso en lo que parecieron unos pocos segundos.
Mientras, Remus se sentó en la gran mesa de madera de los Potters comiendo pastel y dando sorbos
a una enorme taza de té, escuchando a James y Sirius parlotear muy rápido sobre el término hasta
ahora, no pudo resistir suspirar contentamente para sí mismo. Dos semanas enteras de esto.

Desafortunadamente, a diferencia del año anterior, no había nevado este invierno, solo lluvia. De
hecho, mientras la tarde avanzaba el aguacero se hacía cada vez más pesado, hasta que unos
truenos rasgaron el cielo, y granizo empezó a golpear las ventanas. En vez de ir afuera, los chicos
se sentaron en la sala de estar bajo el árbol de Navidad jugando y tostando el ocasional pastel de té
en la chimenea. Remus se acomodó con un libro de transformación humana, y la Sra Potter revisó
su lista para las próximas celebraciones.

—Tenemos un poco más de gente invitada este año, —explicó, mientras una larga y delgada tira de
pergamino flotaba frente a ella, una pluma azul rey escribía rápidamente sobre la superficie,
tachando varios ítems. —Algunos amigos de los viejos tiempos, y algunos nuevos conocidos, —
mientras decía esto, le lanzó una mirada furtiva a Sirius, quien no estaba prestando atención,
inmerso en el juego. — ¡Solo tendremos suficiente espacio para ustedes! —continuó, con una
sonrisa idéntica a la de su hijo.

Justo en ese momento alguien tocó la puerta. Sirius se sentó de golpe, como si hubiera sido
golpeado por un rayo. Se giró hacia la Sra Potter con los ojos muy abiertos. No era su madre,
Remus lo sabía — pero no lo dijo, porque ¿cómo demonios sonaría eso? ‘No te preocupes, Sirius,
conozco el olor de tu madre’. Muy jodidamente siniestro.

La Sra Potter se puso de pie, dejando la lista flotar en el aire, y fue a responder la puerta. Una brisa
fría sopló, y los tres niños escucharon atentamente. Era una mujer, pero su voz era más aguda y
joven que la de Walpurga Black. Sonaba como que estaba llorando, y la Sra Potter hablaba en
tonos suaves.

—¡Niños! —llamó desde el pasillo. Ellos se levantaron y fueron a su encuentro. Estaba de pie justo
fuera de la puerta de la concina. A sus espaldas, una joven mujer con largo cabello rubio estaba
sentada en la mesa, con su cabeza entre sus manos.

—¿Qué pasa, mamá? —preguntó James, estirando su cuello.

—Se está haciendo tarde—será mejor que se vayan a la cama. Philly se quedará por la noche, y me
temo que no tenemos más espacio—Sirius, ¿te importaría compartir con James esta noche,
querido?

—Todos podemos compartir, —dijo James, generosamente, —Todos los demás van a llegar
mañana de todas formas, mejor que nos acomodemos.

La Sra Potter asintió, y llamó al elfo doméstico.

La habitación de James era absolutamente perfecta en todo sentido. Grande y espaciosa, las paredes
estaban cubiertas de banderas de Gryffindor y posters de quidditch. Cada escoba que le había
pertenecido estaba montada en la pared, y sus estantes estaban repletos de libros mágicos para
niños y juguetes viejos que claramente aún no iba a dejar ir. Entre ellos, resaltaba una pequeña
figura de un caballero, aparentemente se suponía que era Godric Gryffindor, marchando de un lado
al otro por el borde del estante.

La cama era enorme, con cortinas de terciopelo rojo, igual que las de su dormitorio, y aunque era
lo suficientemente grande para los tres, el elfo domestico había agregado dos camas que yacían a
sus pies.

—¿Quién era? —preguntó Remus, mientras se sentaban en la cama, en pijama.

—Philomena, —dijo James, —la hermana de Pete.

—¿Qué hace aquí?

—Creo que ha estado discutiendo con los padres de Pete—no les gusta que ella vaya a la
universidad muggle, y, —bajó su voz, —Papá dice que tiene un novio muggle.

—¿¡En serio!? —los ojos de Sirius se abrieron de asombro. Remus no dijo nada — no sabía que
salir con muggles era particularmente tabú.

—Seh, y ya sabes cómo es mamá, —James empujó a Sirius, —ama tener huéspedes.
***

Víspera de Navidad, 1973

Philomena estaba presente al desayuno la mañana siguiente, y se quedó por toda la Navidad. Al
principio, no hablaba mucho, miraba hacia la nada, pálida y con los ojos rojos. Por lo que Remus
había logrado deducir, salir con un muggle no era solo tabú, pero una ofensa digna de desheredar a
tus propios hijos. Aparte de los Potter, Remus no podía evitar pensar que los magos no eran buenos
padres, basado en su experiencia.

La hermana de Peter era alrededor de siete años mayor que él, y no tendrías idea que eran parientes
en lo absoluto, además del cabello color pajizo. Donde Peter era redondo y gordinflón, Philomena
era delgada y tenía rasgos delicados. Poseía unos ojos cafés chocolate y un racimo delicado de
pálidas pecas cafés sobre su pequeña nariz. Su cabello tenía el mismo estilo de muchas chicas
muggles que Remus había visto; largo y liso con un grueso flequillo, como Marianne Faithfull.

James, quien la conocía mejor, no podía hacer suficiente para su bella visitante. Le ofrecía té,
sujetaba su silla y generalmente se convertía en su fiel sirviente, hasta que incluso Sirius estuvo
harto.

—Maldita sea, Potter, ella solo es una chica.

—Estoy siendo amable. —James frunció el ceño. —No tiene nada de malo ser amable con la
hermana de mi amigo.

No habían visto a Peter. Una vez que la Sra Pettigrew se enteró de donde se estaba quedando su
hija, había sido confinado a su casa. Habían logrado mantener su contacto enviándose lechuzas, lo
que era probablemente más divertido para James y Sirius que para Peter.

—¿Qué diría Evans? —Sirius molestó a James, quien se tornó rojo brillante.

—Ella estaría contenta de que alguien dejara de molestarla, —sugirió Remus, descansando en su
cama plegable.

—Puedes hablar, Black. —James empujó a su amigo, —¿Qué está pasando entre Mary y tú?

—¿Macdonald? —preguntó Sirius, inocentemente, —No sé de qué estas hablando.

—Oh vamos, —gruñó James, —¡Cuéntanos! ¿La has besuqueado o qué?

Remus dejó caer su libro. ¿¡Besuquear!? ¿¡Desde cuando que besuquearse estaba entre sus cartas!?
Sirius les dio una mirada tímida.

—No. Aunque besé su mejilla.

—¡Ohhh, que escandaloso, Black! —James le lanzó una almohada. Sirius la lanzó de vuelta y de la
nada estaban forcejeando.

Remus usualmente ponía sus ojos en blanco y los dejaba tranquilos. Pero ahora usó la distracción
para ordenar sus ideas — se sintió muy infantil y tonto, sin haberse dado cuenta de que a Sirius le
gustaba Mary también. Que ahora estaba involucrado besarse, incluso si era solo un beso en la
mejilla. Remus se destrozó el cerebro intentando ponerse en la posición de Sirius. Si le gustabas a
una chica, básicamente tenías que besarla, ¿no era ese el caso? ¿Era muy horrible si no le gustabas
a una chica? Si ahora a Sirius le gustaba Mary, y a James le gustaba Lily, ¿tenía que elegir él a una
chica ahora? Marlene estaba bien. Un poco tímida, como él. Tal vez Marlene, entonces.
La idea lo mantuvo despierto esa noche, mucho después de que James y Sirius se habían dormido.
Ambos dormían en la cama de James — Sirius simplemente había trepado la primera noche y
James no había dicho una sola palabra. Remus se mantuvo en su cama designada. No se podía
quitar la idea de la cabeza, pensó sobre la Navidad y medias y galletas — pero todo fue en vano.
Todo lo que podía pensar era en Sirius besando la mejilla de Mary. ¿Y donde lo habían hecho?
¿Cúando había pasado? ¿Cómo se sentía?

Eventualmente, intranquilo y nervioso, se levantó por un poco de agua. Dio pasos fuera de le
habitación, dentro del baño al otro lado del corredor y abrió el grifo. Dio unos sorbos del agua
tibia, y se miró en el espejo. En la luz tenue, no podía ver sus cicatrices. ¿Le gustaría a alguna
chica, si es que se veía de esa forma? Nunca sería tan guapo como Sirius, o incluso James, ¿pero
tal vez era levemente mejor que Peter? ¿¡Cómo demonios podría saberlo!?

De la nada, las luces se encendieron, quemando sus retinas, casi dejó caer su vaso.

—¡Oh, los siento! —Philomena estaba de pie en la puerta en un camisón color durazno. Parecía
estar en shock, — ¿¡Qué haces aquí merodeando en la oscuridad!?

—Em…yo tengo buena vista. —Murmuró, dando un paso del lavabo. —No podía dormir.

—Yo tampoco, —suspiró. Una vez que la sorpresa había abandonado su rostro, lucía triste de
nuevo. Remus esperó que no llorara. Era inútil con el llanto — oh dios, ¿¡si conseguía una novia
tendría que lidiar con el llanto!? No tuvo tiempo para tragarse su pánico antes que Philomena
volviera a hablar, —Es horrible estar lejos de tu familia en Navidad, ¿no?

—Eh…yo crecí en un hogar de menores, de hecho.

—Oh, ¿Enserio? —Pareció estar interesada por un momento, —Eres uno de los amiguitos de Peter,
¿cierto? No sabía que conocía a algún hijo de muggles. Se guardó eso de mami.

—Mi papá era un mago, —dijo Remus, con algo de confianza, —pero murió.

—Mestizo. —Murmuró. —Pero aún así… —se desvió, desanimada. Remus se estremeció
incómodo; sus pies desnudos empezaban a helarse en las frías baldosas del baño, y solo estaba
vestido con su ropa interior y camisón para dormir, lo que era suficientemente vergonzoso. A ella
no parecía importarle, —eres suertudo, —dijo, —No tienes que crecer con toda esta mierda.

—¿Magia, te refieres? —Remus frunció el ceño. Nunca había escuchado a una bruja o un mago —
sangre pura o hijo de muggles — hablar de esta forma.

—Seh, magia, —respiró pesadamente, — ¿Qué es lo jodidamente bueno de la magia, eh? ¿Qué nos
hace tan especiales? ¿Quieres saber un secreto?

No quería, pero pensó que era mejor no decirlo. Ella siguió hablando de todas formas, susurrando
ahora, —A veces desearía ser muggle, —dijo, con un centelleo de locura en sus ojos, —Si pudiera
hacerlo, huiría para siempre y nadie nunca me encontraría. Y tendría un buen trabajo normal, una
buena vida normal. Y me enamoraría de quien yo quisiera. —En esta última afirmación, estalló en
llanto.

—Podrías hacerlo de todas formas, si quieres. —Dijo Remus rápidamente, no muy seguro de por
qué lo estaba diciendo exactamente. Ella lo miró sospechosamente,

— ¿A qué te refieres?

—Bueno, ¿Qué te detiene? —preguntó. —Eres mayor de edad. Puedes hacer lo que te plazca. Ve y
se camarera, o huye a América y sé una estrella de cine. Cásate con el Príncipe Charles si quieres.
O sea…puede que necesites usar un poco de magia para empezar, pero la puedes dejar. Nadie dice
que tienes que hacer magia.

Ella lo miró fijamente de pies a cabeza,

—Nadie me había dicho eso antes.

Remus se encogió de hombros.

—¿Cuál es tu nombre, de nuevo?

—Remus. Remus Lupin.

—¡Oh! —estalló en risas, —¡Pobrecito, es casi tan malo como Philomena!

Notas de la traducción:

1.- El ‘Pastel de Madeira’ es un popular plato tradicional Inglés. Es un pastel ligero, de forma
rectangular y con la apariencia de una rebanada pequeña. (Fuente: Wikipedia)
Tercer Año: The Man Who Cried Wolf
Chapter Summary

El resto de la navidad 1973


ADVERTENCIA por algunos temas muy sombríos, incluyendo a Remus oyendo
algunas cosas poco placenteras. Se menciona suicidio.

Día de Navidad, 1973

La peculiar conversación nocturna con Philomena le había hecho reevaluar su ansiedad sobre tener
novia. Su habilidad para consolarla no provocó ningún sentimiento de particular caballería o afecto
— solo una leve sensación de alivio por lograr que dejara de llorar. Definitivamente no tenía
deseos de acercarse a ninguna otra chica.

Pensó sobre Narcissa por la primera vez en un tiempo. Remus secretamente pensaba que Narcissa
era la chica más bonita que conocía — antes que se tiñera el cabello, de todas formas. Ella tenía
una agudeza real que le atraía en un nivel básico. Pero incluso ella había sido embobada por el
amor — arriesgando su propia vida, de hecho.

La figura de Philomena sollozando en su pijama solo cementó en la mente de Remus la revelación


de que el amor y las relaciones no eran dignas de miseria. Ya había tenido suficiente dolor en su
vida. Dejaría que Sirius y James lo descubrieran por sí mismos, pero por ahora Remus se sintió
inteligente por haber comprendido esto tan temprano en su vida. Probablemente se había ahorrado
mucho estrés innecesario.

La mañana de Navidad fue igual de maravillosa que el año anterior — incluso Philomena se animó
una vez que vio regalos bajo el árbol con su nombre. Remus fue capaz de disfrutar la inmensa
satisfacción de entregar sus propios regalos, y Sirius y los Potters le agradecieron profundamente.
Él mismo recibió un juego de ajedrez de los Potters, que tal vez era la cosa más cara que Remus
había poseído en su vida — y que había comprado solo para él, no de segunda mano. Junto con el
usual surtido de dulces y bromas prácticas de los merodeadores, fue un muy buen botín.

Sirius lucía un poco desconcertado al desayuno, mientras todos los demás devoraban su salmón
ahumado y huevos revueltos.

—¿Qué ‘e paha? —preguntó James, con la boca llena. Sirius se encogió de hombros,

—Nada de Andromeda, —dijo suavemente, —no esperaba recibir regalos ni nada, ahora que tiene
el bebé, pero pensé que tal vez una tarjeta…yo le envié una.

James tragó su comida y le dio una palmada en el hombro a su amigo.

—Las lechuzas tal vez estén volando tarde—sabes cómo es el correo en estas fechas.

James había recibido una escoba nueva para Navidad, y tan pronto como habían terminado su
desayuno, los tres chicos si dirigieron directo afuera para probarla. Sirius traía su propia escoba
consigo, y el Sr Potter sugirió con una ceja arqueada que Remus se quedara con la vieja de James.
—¡Sí, ten si quieres, Moony! —James asintió entusiasmado, —¡Quédatela!

—Gracias… —Remus la tomó, incapaz de decir que no frente a los padres de James. Dios sabía
que se suponía que iba a hacer con ella en el verano — intenta explicarle esto a Matrona.

James y Sirius pasaron el resto de la mañana presumiendo, y Remus se la pasó flotando; solo
rozando el piso con sus pies, tratando de leer su libro y fingiendo disfrutar la escoba. Esperó que
Peter hubiera recibido sus regalos de su parte, y que no estuviera teniendo un mal momento con su
propia familia.

Fueron llamados por el elfo doméstico de los Potters, Gully, quien estaba vestido en un paño de
cocina festivo y tenía una ramita de acebo detrás de una oreja. Era casi hora de almorzar, y la casa
olía a deliciosa carne asada con todas las guarniciones.

—Vayan arriba, lávense y cámbiense, todos ustedes. —la Sra Potter sacudió su cucharón de
madera en su dirección, —hice que Gully ordenara sus cosas.

Se lavaron y vistieron rápidamente, con sus estómagos rugiendo mientras los maravillosos olores
de la cocina flotaban escaleras arriba. Justo cuando empezaron a encaminarse hacia abajo, hubo un
distintivo sonido CRACK de aparición fuera de la puerta principal. Sirius se tensó de nuevo, y
Remus, un paso detrás de él en las escaleras, agarró uno de sus hombros de una forma que esperó
fuera aliviadora.

Sirius se dio la vuelta y miró a Remus a los ojos, regalándole una gentil sonrisa de apreciación. Era
bastante poco-como-Sirius, pero se sintió bien.

El timbre sonó y ambos se giraron en su dirección, James corrió más adelante para abrir la puerta.
Una pareja estaba de pie en la entrada — un joven y una joven con un bulto en sus brazos. Él tenía
el cabello rubio, con rulos, y era bastante robusto, ella era más alta y más delgada. Mientras
avanzaban por el pasillo, Remus inhaló fuertemente — ella era la imagen misma de la prima de
Sirius, Bellatrix.

— ¡No! —Sirius exclamó, avanzando en su encuentro, con una sonrisa en su cara.

—¡Sirius! —la joven sonrió de vuelta, y Remus se relajó, cayendo en cuenta de que no era para
nada Bellatrix. Esta mujer tenía los mismos rulos salvajes que su hermana, aunque era un color
castaño mucho más claro — tenía que ser Andromeda.

Le pasó el bebé en sus brazos al hombre a su lado — probablemente su esposo, Ted — y estiró sus
brazos para abrazar a Sirius. Remus los observó con celos, y sin una pizca de culpa — nunca había
visto a Sirius abrazar tanto a alguien, mucho menos un miembro de su familia. Remus bajó las
escaleras lentamente, mientras la Sra Potter entraba al pasillo ahora, sonriendo ampliamente,
bastante complacida consigo misma.

—¿Es una buena sorpresa, entonces? —preguntó, mientras Sirius apretaba la mano de Ted y
tentativamente acariciaba la cabeza del bebé.

—¿¡Usted hizo esto!? —Sirius posó su mirada en la madre de James maravillado.

—Effie fue muy amable al invitarnos, —Ted sonrió, sus ojos brillaban. —Encantado de conocerte,
Sirius. Es bueno conocer a alguien de la familia de Dromeda.

—¡Pasen, Pasen! —la Sra Potter los apresuró dentro del salón. Todos la siguieron hacia la sala de
estar, Remus de los últimos.
***

Andromeda era el polo opuesto del resto de la familia Black — o por lo menos los que Remus
había conocido hasta ahora. Aunque era igual de impactantemente hermosa que el resto de ellos,
con los mismos ojos penetrantes e ingenio, pero estaba llena de risas y alegría. Ted claramente la
adoraba también, y difícilmente parecía importarle que dejar al bebé con él la mayor parte del
tiempo.

‘Dora’ era la infante más extraña que Remus había visto — aunque, tenía que admitir que no había
conocido muchos. Era igual de alegre que su madre y tenía una sonrisa contagiosa. Sus mechones
de cabello cambiaban de morado a verde a azul en cada momento, lo que todo el mundo parecía
encontrar tierno, más que bizarro.

Antes de sentarse a comer, se les unieron varios otros invitados — viejas familias amigas de los
Potters, incluyendo, para el asombro de Remus, el viejo Darius Barebones.

—Un brindis, —el Sr Potter levantó su copa un tanto borracho al final de la comida, —¡A nuestros
amigos, viejos y nuevos!

—¡A los Potters! —Andromeda alzó su propia copa, —protectores de los marginados y defensores
de las ovejas negras por todas partes.

Todo el mundo rio e hizo chocar sus copas.

—Creo que yo debo ser el más marginado, —dijo Sirius, alegremente, —Soy un Gryffindor,
después de todo.

—¡Por Gryffindor! —brindó el Sr Potter, desde el final de la mesa. Solo los Gryffindors brindaron,
Andromeda entrecerró sus ojos hacia Sirius,

—¿Piensas eso primito? Intenta casarte con un no-pariente.

—Tendré que hacerlo, —respondió Sirius, mientras Gully limpiaba los platos y la Sra Potter sacaba
el pudín Navideño1 , —después de la boda de Cissy no habrán más mujeres Black.

—Está Dora.

—Disculpa, —dijo Ted, cubriendo los oídos de su hija protectoramente, — ¿Podríamos por favor
celebrar su primera navidad antes de arreglar un despose?

—Estoy bromeando, —Andromeda se inclinó para besarlos a ambos, —Dora se puede casar con
quien quiera cuando tenga edad suficiente, y puedo decir con absoluta confianza que no será nadie
de esta mesa.

Todos volvieron a reír. Remus observó a Darius, furtivamente — se veía igual que alegre que el Sr
Potter, su cara estaba roja y brillante del whisky ardiente que estaban bebiendo.

Una vez que el pudín navideño fue extinguido, servido y devorado, sacaron galletas y terribles
bromas surgieron, la fiesta se desplazó a la sala de estar. La Sra Potter, Philomena y Andromeda
fueron escaleras arriba para cambiarse a sus vestidos de fiesta, el Sr Potter fumó en su pipa y Ted
hizo dormir a Dora. Los chicos se prepararon para un juego de snap, antes que Darius y Mr Potter
reunieran a todos para un juego de charadas. Remus nunca había jugado charadas antes, mucho
menos charadas mágicas, lo que involucraba muchas chispas rojas y doradas — aunque eso debió
haber tenido que ver con el ánimo.
En la tarde, más invitados empezar a llegar y la casa estuvo prontamente llena de música, risa y
conversaciones. Andromeda y Sirius se nombraron a sí mismos DJs, reproduciendo su colección
combinada de discos y alternando Slade Merry Xmas Everybody y I Wish It Could Be Christmas
Everyday por Wizzard.

“When the snowman brings the snow

Well he just might like to know

He's put a great big smile on somebody's face…”

—Aunque ellos de hecho se hacen llamar magos, —Sirius seguía insistiéndole a todo el mundo, —
y solo escucha…

Incluso Philomena olvidó su melancolía por unas pocas horas, levantándose y moviéndose al son
de la música junto con James, quien era más o menos de su misma altura y no tenía idea de cómo
bailar, pero fue bastante divertido cuando ella tomó su mano y le enseñó a dar vueltas.

Bastante seguro de que no sería extrañado, Remus se deslizó a través de la multitud de gente en
busca de Darius. Debía haber por lo menos un centenar de magos y brujas en la casa — algunos de
ellos eran profesores de Hogwarts, quien Remus intentó evadir a toda costa. Escuchó por lo menos
a tres personas murmurar que Dumbledore estaba ahí por alguna parte.

—Son ambos Blacks, sabes, —escuchó a una bruja susurrarle a su amiga, mientras observaban a
Andromeda y Sirius reír histéricamente junto al tocadiscos, —Ella escapó y tuvo un bebé con ese
tipo Tonks, y el niño—bueno él era el heredero, pero he escuchado que Orion planea impugnarlo
tan pronto como su hijo menor sea mayor de edad. Ha sido un completo infierno criarlo, por lo que
he oído.

—Él no puede ser mucho peor de lo que Orion era, fui a la escuela con él. Repugnante, niño
vicioso. Sirius es un rayo de sol comparado con Orion—y no me hagas empezar sobre esa perra
Walpurga.

—Shh. —dijo la primera bruja, nerviosa, —nunca sabes quién está escuchando estos días, incluso
donde los Potters.

—Bueno, ¿qué está haciendo aquí, me gustaría saber?

—Es amigo del niño Potter. Ya sabes como son Effie y Monty—recibieron a la mayor de los
Pettigrews también, ella está por ahí.

—Sí, he escuchado de eso.

—Bueno, no es un secreto el por qué ella está aquí—los Pettigrews y los Potters son ambos
sangres pura, después de todo, a pesar de los rumores. Eso sí, Effie debería empezar a actuar rápido
—si Philomena ve su chance con el heredero de los Black entonces pobre James, se va a quedar sin
nada, ¿no? Quiero decir, todo el mundo sabe lo que ocurre; necesitamos elegir un bando. Los
Potters eligieron el suyo hace mucho tiempo, me temo.

Remus sintió que se le hervía la sangre. Era horrible, escuchar cómo se hablaba de sus amigos así
— y los Potters, quien Remus estaba absolutamente seguro que no tenían motivos ocultos cuando
se trataba de su hijo, o la compañía que mantenía. Dejaron a James ser su amigo, después de todo,
incluso sabiendo exactamente qué era.

Cerró sus puños, deseando que le fuera permitido hacer magia — hacer cualquier cosa para callar a
esas crueles viejas perras. Sirius y Andromeda ahora estaban gritando a lo que dieran sus pulmones,
unidos por James y Philomena:

“Weeeell I wish it could be Christmas every daaaa-aaay!

When the kids start singing and the band begins to plaa-aay

Oooooh I wish it could be Christmas everyday

So let the BELLS ring OUT for CHRISTmaaaas!”

Remus sonrió, y en ese mismo momento, finalmente encontró a Darius. El viejo estaba
completamente borracho ahora, inclinado pesadamente en la barandilla en el pasillo y hablándole a
una mujer adulta que parecía que solo quería huir de él.

Remus enderezó su espalda y conscientemente suavizó sus facciones. Había pedido prestado una
de las túnicas elegantes de James para la ocasión, y Philomena había amablemente conjurado un
hechizo cosmético en sus cicatrices. Así, esperaba que por lo menos pudiera lucir como el hijo de
un famoso mago, en vez de un mocoso muggle de un hogar de niños.

—Buenas tardes. Sr Barebones, —dijo, con un acento que había aprendido de tres años de escuchar
la pronunciación de James y Sirius. Le extendió la mano al hombre, quien le devolvió el agarrón
de manos, mirándolo perplejo, —Remus Lupin—¿recuerda que nos conocimos el año pasado?

— ¡Ah, sí! ¡El chico Lupin!

—Es correcto, —Remus asintió, sonriendo serenamente, manteniendo sus expresiones bajo control.
Le ofreció a Darius otro whisky, mientras la bruja a la que le había estado hablando previamente se
escabulló. — ¿Entiendo que usted conoció a mi padre?

— ¡Lyall Lupin! ¡El mejor duelista que he conocido! ¿Se casó con una muggle en alguna parte de
Gales, cierto?

—Es correcto, —dijo Remus firmemente, —Mi madre. —Respiró cuidadosamente mientras Darius
tragaba más whisky, luego aclaró su garganta, —¿Usted conocía muy bien a Lyall? —descubrió
que decir ‘Lyall’ era mucho más sencillo que ‘mi padre’.

—Oh, bastante bien, bastante bien, —Darius asintió entusiasmado, emocionado por tener alguien
con quien hablar, —Trabajaba bajo sus órdenes en el ministerio, antes que todo el conflicto
empezara. Nunca conocí a alguien mejor con los boggarts—o dementores, en ese caso. La oficina
de relaciones de Azkaban lo ha extrañado, puedo decirte.

— ¿El conflicto? —preguntó Remus, alcanzando otra copa de whisky de Gully, quien pasó
apresurado con una bandeja, y ofreciéndoselo al adulto.

—Gracias, querido. Sí, el conflicto. Negocios sucios. Desagradables.

— ¿Usted habla…de los eventos que condujeron a Lyall a suicidarse? —No podía decirlo. Darius
tendría que decirlo.

— ¡Estoy hablando de los malditos hombres lobo! —Darius estampó su copa vacía en una mesa
cercana. —Perdóname, —murmuró.

—Para nada, —Remus respondió, sin pestañear. —Continúe. Conozco la historia, por supuesto.
Pero me gustaría…escucharla por parte de alguien que lo conociera.
Darius lo examinó, cuidadosamente, a través de su visión nublada por el whisky. Parecía que se
había desplomado, levemente, antes de empezar la historia.

—No hubo forma de que supiéramos, entiendes, ninguno de nosotros…bueno…Lyall era un gran
mago—un gran mago, ¿escuchaste? —arrastró las palabras. Remus asintió. —Pero… —el hombre
anciano miró hacia arriba, con los ojos vidriosos, —Bueno, él tenía una tendencia de obsesionarse
por cosas. ¡Y ese temperamento! Explotaba de rabia en el trabajo—incluso durante audiencias del
comité.

— ¿Audiencias del comité? —Remus casi rompió personaje.

— ¿Acaso tu madre no te ha dicho? —Darius lo miró sorprendido, —Jodidos muggles, no son


capaces de criar a nuestros niños, lo he dicho por años… —suspiró, —Tu padre estaba en bastantes
comités en el ministerio de regulación y control de criaturas mágicas.

Remus estaba agradecido de haber tomado Cuidado de Criaturas Mágicas, de lo contrario no


hubiera sabido nada de esto. Y así, pudo ser capaz de asentir. Darius continuó,

—Su área justamente, por supuesto, él era gigante en el campo. Pero siempre siguió su propio
camino, y era visto un poco como un extremista, en esos días. Quería una revisión del Registro de
Hombres Lobo, mejor identificación y medidas de rastreo. Nosotros simplemente no teníamos el
poder para hacer eso, y los recursos eran mejor invertidos en otro lado. Y Lupin…había estado
trabajando con criaturas oscuras por tantos años, creyó que veía hombres lobo por todas partes—
siempre veía peligro donde claramente no había. Honestamente, todos pensamos que era un
excéntrico, no pudimos haber sabido…cuando trajeron a Greyback, yo estaba ahí. Yo lo vi, y no
me preocupa decirte, ninguno de nosotros creyó que era una amenaza. Claramente ebrio.
Confundido. Un vagabundo, eso es lo que pensamos. Y cuando Lupin empezó su charla de los
hombres lobo, bueno…no lo pensamos dos veces.

—Ustedes dejaron ir a Greyback. —dijo Remus, fríamente. Darius se veía que lo lamentaba mucho
ahora, casi llorando. Asintió.

—Lo dejamos ir. Por supuesto ahora, ahora sabemos…si solo hubiéramos escuchado. Lyall se
mató después de eso, ni siquiera quiso escuchar las disculpas del comité. —Suspiró y miró
nuevamente a Remus, —Siempre me he preguntado que lo condujo a hacerlo, sabes. Algunos dicen
que fue la culpa—no haber podido detener a Greyback. No hubiera creído que él era el tipo de…y
abandonar a su familia así, quiero decir, ¿tu debiste haber sido un bebé?

—Cinco. —Dijo Remus, —tenía cinco años.

—Sí, bueno, —Darius se estremeció, incómodo, mirando malhumorado su copa vacía, —tengo mi
propia pequeña teoría de lo que pasó… ¿Qué pasa si Greyback fue tras de él, eh? Sabemos cómo es
de peligroso, ahora. Sabemos que odia a los magos más que nada, y tu padre dijo unas cosas muy
poco placenteras. Entonces lo que me pregunto es… ¿Greyback fue tras de él? ¿Lo mordió? Si eso
es lo que pasó entonces…debo decir, no culpo a Lyall para nada. Solo las buenas bestias son las
que están muertas.

—Mm. —respondió Remus, sintiéndose acalorado y un poco mareado. — ¿Y Greyback?

—Lo último que oí, es que está junto a ya-sabes-quien. —Darius sacudió su cabeza, —Y la maldita
ironía es que necesitamos a tu padre más que nunca. Aún, —le sonrió amablemente a Remus, —No
creas que murió en vano, querido. Terminamos implementando muchas de sus reformas,
particularmente donde los mestizos concierne. No se pueden escapar del registro ahora, ¡no señor!
—dijo golpeando su arrugado puño.
—Discúlpeme. —Remus se dio la vuelta, rápido. Había oído suficiente. —Escucho que la Sra
Potter me llama.

Y se escabulló dentro de la multitud de gente alegre, la música aún estridente mientras Sirius y
Andromeda conducían a todos en coro:

“So here it iiiiiiiis, Merry Christmas,

Everybody's having fuuuuun!

Loo-ook to the future now,

It's only just begun!”

Notas de Traducción:

1.- El ‘Pudín Navideño’ es un postre tradicional que conserva su popularidad en Gran Bretaña.
Suele tener distintos tipos de preparaciones, pero coinciden en que se sirve recalentado y rociado
de brandy que posteriormente se procede a prender en fuego.
Tercer Año: Confianza

Sábado 5 de Enero, 1974

Cortinas de lluvia se estampaban contra el Expreso de Hogwarts, como una descarga de flechas
enemigas, cubriendo las laderas usualmente verdes en un velo de niebla y llovizna, oscureciendo el
cielo.

—Se siente del asco volver a la escuela, ¿cierto? —dijo Sirius haciendo una rabieta, observando
fuera de la ventana.

Remus levantó su mirada hacia Peter, quien miraba a Sirius incrédulo. Sirius no se dio cuenta.
Remus suspiró,

—¿Cómo estuvo tu navidad, Pete? —preguntó cortésmente.

—Ok. —respondió Peter, desanimado, —gracias por los dulces.

—¿Viste mi escoba? —preguntó James, sacándola del portaequipaje. Peter se levantó para mirar,
estirándose levemente. Remus puso sus ojos en blanco y volvió a su libro.

No estaba leyéndolo realmente. No había sido capaz de concentrarse apropiadamente en un libro


desde la fiesta Navideña de los Potter. De hecho, no había sido capaz de concentrarse en nada en
absoluto. Ni volar, o jugar, o conversar, o planear el tema animago con James y Sirius. Entonces
fingió leer, esperando que lo dejaran tranquilo. En St Edmunds se hubiera escabullido en la ciudad,
aunque no parecía una buena forma de mostrarle gratitud a los padres de James, quienes
seguramente se preocuparían.

Era como si hubiera una lista de preguntas en su cabeza de las que no tenía forma de conseguir
respuestas, entonces solo se repetían una y otra vez. ¿Dónde estaba Greyback ahora? ¿Quién era
‘ya sabes quién’? ¿Lyall odió tanto a su hijo?

Remus ya sabía que su padre se había matado porque lo habían mordido. Había asumido que Lyall
había sido motivado por la culpa. Pero ahora…bueno ¿Qué pasa si Remus estaba equivocado?
¿Qué pasa si la verdadera razón hubiera sido odio — o incluso peor — vergüenza?

Por los últimos tres años, Remus había estado trabajando duro en la escuela, usando la varita de su
padre y tomando las asignaturas que su padre hubiera tomado. No pensaba sobre Lyall todo el
tiempo, pero en alguna parte de su mente, todavía significaba algo. Desde la fiesta Navideña, no
estaba seguro. Ferox había dicho ‘conózcase usted mismo’, pero Remus estaba fallando en ver la
sabiduría en eso ahora. Habría sido mucho más feliz de no haber sabido.

Estos pensamientos oscuros fueron interrumpidos por un suave golpecito en la puerta del
compartimiento. Marlene asomó su cabeza,

—Hola McKinnon, —James sonrió, —¿Está Evans contigo?

—Em…no. —chilló, jugando con su cabello nerviosamente, —Sirius, ¿puedo hablar contigo?

—¿Conmigo? —Sirius se sentó derecho, confundido, —Eh… ¿de qué se trata?

—Mary em…Mary me pidió que te dijera algo.


—¿Decirme qué?

—Ella…no creo que debería decirlo en frente de todos.

—Eh…ok… —Sirius se levantó y la siguió hacia el corredor. Los otros tres intercambiaron
extrañas miradas de asombro mientras esperaban. Ugh, pensó Remus, ¿¡Se había equivocado al
pensar sobre lo de Mary y Sirius!? ¿Eran Sirius y Marlene, ahora?

Momentos más tarde, un Sirius bastante aturdido volvió a entrar al compartimiento, solo.

—¿Entonces? —preguntó James.

—Tal parece, que Mary tiene un novio. —dijo Sirius, confundido.

—O sea… ¿te dejó?

—No lo sé. —se sentó, rascándose la cabeza, —¿Estaba saliendo con ella?

—Bueno, tal parece que ella creyó que sí.

—¿¡Por qué las mujeres no dicen lo que quiere!? —Sirius pasó una mano por su cabello en una
buena imitación de James, quien asintió comprensivamente.

—Las chicas son una pesadilla. —Coincidió.

Remus celebró, internamente. Gracias a dios que todo esto estaba detrás.

***

Domingo 6 de Enero, 1974

Más tarde se enteró que Mary había empezado a salir con este chico muggle que conocía de su
casa.

—Crecimos en el mismo barrio, —le confidenció, emocionada, —Vive justo al frente mío. De
verdad me gustaba Sirius, y es amable y todo, pero…bueno es un niño rico. No creo que siquiera
sepa lo que es un departamento municipal.

Remus tenía que estar de acuerdo con ese punto.

Por su cuenta, le agradaba Mary de nuevo, y ni siquiera le molestó que hablara de su nuevo novio,
y como la había llevado al salón de baile local, y las fotos, y cuanto su mamá lo adoraba, y como
su papá pensaba que era un ‘buen chico’. Marlene, por otro lado, lucía terriblemente aburrida
mientras se sentaban junto a la chimenea terminando los últimos detalles de sus deberes juntos.

Para Mary esto no pasó desapercibido.

—No estés celosa, Marls.

—No lo estoy. —Marlene frunció el ceño. —Solo pienso que estás siendo horrible con Sirius.

—¿¡Qué!?

—¡Dejándolo así! ¡Tú…tú heriste sus sentimientos! —las mejillas de Marlene se habían tornado de
un poco característico tono rojo.
—No, no lo hizo, —bufó Remus.

Ambas chicas lo miraron fijamente, como si él no las hubiera entendido.

—¡Oh mi dios! —Mary miró a su amiga, —Marlene, ¿¡Te gusta Sirius!?

—¡No! —Marlene se puso de pie, con la cara rojo brillante, —¡Oh, eres una perra, Mary! —dijo
corriendo hacia el dormitorio de las chicas. Lily suspiró, levantando la mirada,

—Eso no fue muy amable. —Dijo, con reproche.

—Es su problema, no mío. —Mary se encogió de hombros. —¿¡Le gusta Sirius!?

—¿Eso importa?

—También me voy. —Remus se puso de pie, tratando de no suspirar.

—Oh no, ¡no te vayas, Remus! —dijo Mary, —dejaremos de hablar de chicos, lo prometo.

—Estoy cansado, —mintió, —y ya terminé mis deberes. Nos vemos mañana.

Mientras caminaba, escuchó a Mary susurrar, muy fuertemente,

—¡Oh mi dios, tal vez a él le gusta Marls!

Remus se recordó que estaba tratando de que Mary le agradara de nuevo, y no reaccionó. Trepó las
escaleras y fue a sentarse en el dormitorio solo. James, Peter y Sirius estaban castigados por una
broma que habían hecho antes de Navidad.

Él no estaba para nada cansado. Faltaban dos noches para la luna llena, y ya empezaba a sentir la
usual inquietud en sus extremidades, la familiar aceleración en su corazón. En su soledad, Remus
volvió a sus problemáticos pensamientos que lo habían estado molestando por semanas, De nuevo
parecían columpiarse por su cerebro en un gran lío espeso, sin principio o fin.

¿Todos los magos se sentían igual que Darius? ¿Igual que Lyall Lupin? ¿Fueron las acciones de su
padre realmente justificables? Remus no podía ignorar el hecho de que su madre también lo había
abandonado — lo que debía significar algo. Sus amigos definitivamente no lo habían tratado
distinto después de descubrirlo…pero entonces ¿cómo podría alguien realmente saber lo que sus
amigos pensaban? A los merodeadores le gustaba cualquier cosa peligrosa; tal vez compartir
habitación con Remus era simplemente otro emocionante riesgo.

Lo que realmente necesitaba era hablar con alguien imparcial. James era tan suertudo, teniendo dos
padres siempre dispuestos a escuchar. Sirius era tan suertudo de tener a James. Remus no estaba
seguro si Peter tenía problemas o no. Probablemente sí. Probablemente también se los contaba a
James.

Estaba McGonagall, Remus sabía que se supone que debía hablarle a ella de sus problemas. Pero
era tan severa y difícil, y a ella le agradaba mucho más James de todas formas. Madam Pomfrey
por supuesto; ella lo había apoyado antes. Pero no era alguien que te dejara sentirte mal contigo
mismo; ella solo intentaba de buscar una solución de sentido común, o si no le decía que no se
preocupara tanto. Luego estaba Dumbledore — pero Remus no tenía idea de cómo hablar con él, y
ni siquiera estaba seguro si quería.

Hasta donde la gente sabía la complejidad del problema de Remus, también estaba el Profesor
Ferox —Remus estaba noventa y cinco por ciento seguro de que sabía, de todas formas. Y
consideró esto como una opción.

Remus sintió un tipo de inidentificable afinidad con su profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas.
Que tenía una presencia muy tranquilizadora, y Remus pensó que se sentiría mejor si pudiera
hablar con él, de alguna forma estaba seguro de que Ferox le escucharía comprensivamente. Hubo
un raro revoloteo en su estómago, como emoción, y Remus pensó que era un buen signo. Lanzó
una mirada hacia el reloj en la esquina. Solo eran las cinco, los otros chicos no estarían fuera de su
castigo antes de las seis y el toque de queda no era hasta las ocho.

Remus sacó el mapa de los merodeadores debajo de su almohada. Los contornos básicos del
castillo estaban completos, ahora; solo necesitaban finalizar los terrenos, animar las escaleras y
agregar los lugares secretos que solo ellos conocían. Luego venía la idea de etiquetas de Sirius,
aunque aún no estaba seguro de qué pensar al respecto. Remus había descubierto un hechizo que
localizaría a una sola persona, pero nada de la magnitud que requerían.

Aún así, conjuró un hechizo localizador ahora, y descubrió que el Profesor Ferox estaba
caminando desde el Gran Salón hacia la sala de profesores. Remus se puso de pie rápidamente —
si era lo suficientemente rápido, entonces podría hacerlo parecer un encuentro casual. Tomó la
capa de James antes de ir, solo en caso de que Mary y Lily aún estuvieran en la sala común.

Estaba a punto de alcanzar el pomo de la puerta cuando tuvo un súbito destello de sentido.

¿Qué demonios estaba haciendo? Iría en busca del Profesor Ferox — ¿y luego qué? ¿Lloriquear
sobre su padre muerto? ¿Llorar porque nadie lo entendería, porque era una criatura oscura asesina
con un acento de clase trabajadora? ¿Llorar sobre como todos sus amigos estaban locos por las
chicas, y el se sentía dejado de lado?

Remus retrocedió de vuelta a la habitación.

¿Qué demonios pensaría Ferox de él? Que era un gran llorón, eso era. No podía simplemente ir a
llorarles a los profesores cuando algo te molestaba; no podías simplemente esperar que todo el
mundo se sintiera mal por ti. Nadie te debe una vida feliz, Matrona decía siempre.

Se acostó en su cama y miró fijamente el toldo. Se sintió peor, ahora. No sabía que le había pasado
— normalmente no actuaba por impulso — ya no, no desde el primer año. Solo había sentido el
fuerte deseo de que debía ver a su profesor. ¡Ah! Ahí estaba de nuevo, la sensación de revoloteo en
su estómago. No era emoción para nada — era…bueno, aún no estaba seguro de lo que era. Se
sintió acalorado y extrañamente susceptible. Era algo…animal.

Oh dios. Remus dejó salir un gruñido. Debía ser la transformación. El lobo estaba asechando más
temprano que de costumbre, tal vez. Probablemente le gustaba el olor de Ferox, o tal vez había
captado el olor de su kneazle. ¿Los lobos comían gatos?

Solo las buenas bestias son las que están muertas. Eso es lo que Darius le había dicho. En ese
momento, Remus pensó que era un poco injusto…después de todo, él nunca había herido a nadie.
Dumbledore no dejaría que pasara. Él definitivamente no quería herir a nadie tampoco, excepto
ocasionalmente a Snape, ¿y eso era normal, no?

Tal vez Remus era más peligroso de lo que creía. Había aprendido a controlar su temperamento la
mayoría del tiempo, había aprendido a controlar su magia. Solo tenía que aprender a controlar lo
que sea que esto fuera también.

Cuando James, Sirius y Peter volvieron, Remus había tomado una decisión.
—He estado pensando, —empezó.

—No hay duda por qué tuviste que acostarte, —Sirius sonrió burlón. Remus le lanzó una
almohada.

—Jodete, estoy hablando en serio.

—No, yo soy S—

James le golpeó la cabeza,

—Cállate, Black.

—Gracias. —Remus sonrió. —Eh…sobre la cosa de los animagos.

—¿Sí? —Sirius lucía entusiasmado ahora, aun sobándose la cabeza, — ¿Tuviste una idea? ¡Amo
las ideas de Moony!

—Em…no exactamente, —Remus se sintió incomodo ahora. Aunque, tenía que hacerlo. Había
tomado una decisión. —Yo…yo no quiero que lo hagan.

—¿Hacer qué? —Peter se veía confundido.

—El no quiere que nos convirtamos en animagos. —dijo James, mirando a Remus con esos claros
ojos honestos. —¿Correcto?

Remus asintió, sintiéndose horriblemente culpable.

—Estoy realmente agradecido, en serio. Solo…no creo que ninguno de ustedes entiende que tan
peligroso sería. Podría herirlos. Podría…podría matarlos. No tengo ningún control sobre eso.

—¡Pero va a funcionar! —protestó Sirius, —Hice toda la investigación, James, ¿se la mostraste?

—Déjalo, amigo, —dijo James, —es decisión de Lupin.

—Gracias. —Remus le sonrió a James. Se sintió horrible por decepcionarlos — pero era por su
propio bien, y él tenía que ser el maduro.

Sirius lucía como que quería decir algo más, pero James le dio una mirada intensa tan parecida a la
mirada de la Sra Potter que silenció al chico enseguida. No dijeron mucho más por el resto de la
tarde, y Remus tuvo que fingir que leía su libro de nuevo.

Más tarde esa noche, después de que apagaron las luces, Remus escuchó a Sirius trepar a la cama
de James y conjurar un hechizo silenciador por la primera vez en un largo tiempo. Deseó que lo
invitaran, solo una vez. Deseó que no lo dejaran siempre de lado, deseó que supiera lo que se sentía
tener un amigo tan cercano como James. Más que nunca, quería tener a alguien con quien hablar.

Repentinamente agobiado, Remus rápidamente conjuró su propio hechizo, para que los otros no lo
oyeran llorar.

Notas de Traducción:

Hola, su fiel traductor le está hablando a ustedes por ayuda. Resulta que por razones obvias en este
fic aparecen muchas ‘Sirius jokes’ (“I’m serius” “no, i am sirius”) y en inglés son super simples
porque ambas palabras suenan igual y se entiende. No tengo la menor idea de como hacerlo en
español, sinceramente. Lo único que tengo de momento es llamar a Sirius ‘Sirio’ en esas ocasiones
pero siento que igual no se entiende. Logré evadir esto en este capítulo, pero realmente no tengo
idea de que hacer. Acepto sus sugerencias. -evasoura
Tercer Año: Davey Gudgeon
Chapter Summary

Advertencia: insulto homofóbico y un poco de blasfemias.

El invierno dio paso a la primavera, y como de costumbre, el cumpleaños de Remus fue celebrado
con un vigor creativo por los otros merodeadores — cantando en cada comida como de costumbre,
el pastel, los regalos. Desafortunadamente, McGonagall fue sabia frente sus payasadas este año e
hizo que un prefecto vigilara los dormitorios de los chicos para prevenir otra exhibición de fuegos
artificiales.

Afortunadamente, el cumpleaños número catorce de Remus cayó un fin de semana de Hogsmeade,


y se sintió bastante maduro pasando la tarde en Las Tres Escobas con sus amigos. Rápidamente se
volvió claro que James y Sirius de alguna forma habían sobornado a todos sus compañeros para
pasar al pub también, mientras un flujo constante de estudiantes se acercaba a su mesa queriendo
comprarle a Remus una cerveza de mantequilla o brindar a su salud. Cuando la tarde había
terminado todos en el bar conocían el nombre de Remus, y fue animado estridentemente cuando se
fue. Completamente avergonzado, por supuesto.

Con su cumpleaños fuera del camino, Remus se sumergió en sus estudios en preparación para los
próximos exámenes — tenía particulares ansias de que le fuera bien en todas sus asignaturas
nuevas, no menos importante, en Cuidado de Criaturas Mágicas. Volviendo a concentrarse en sus
estudios y deberes, Remus lentamente empezó a dejar las crueles palabras de Darius Barebones
detrás. Sí, él era peligroso, y sí, una vez que todos se enteraran de lo que Remus era podría ser muy
probablemente rehuido. Pero hasta entonces, tenía una oportunidad para aprender — y no la iba a
desperdiciar.

***

Domingo 7 de Abril, 1974

Remus nunca se había topado con David Gudgeon antes — hasta donde él sabía, tampoco ninguno
de los otros. Ni siquiera sabía cómo lucía el chico. Pero recordaría ese nombre hasta el día de su
muerte.

El Sauce Boxeador se había vuelto un juego durante el verano de 1973 gracias un grupo de
estudiantes de primer año aburridos, y aunque era aborrecido por Filch y era visto con ceños
fruncidos por los jefes de casas, aunque realmente no habían dicho nada al respecto. Trata de ver
que tan cerca puedes llegar del tronco antes que las ramas te intenten golpear. Remus
definitivamente no tenía inclinación para jugar. Odiaba ese árbol.

Aun así, Remus ni siquiera estaba ahí cuando ocurrió. Fue el día después de la luna llena, y estaba
en la enfermería, como de costumbre. Peter estaba sentado en el piso revisando sus cartas de ranas
de chocolate, murmurando para sí mismo alegremente. James estaba haciendo la tarea de
adivinación de Sirius, y Sirius estaba moviendo su varita hacia James, a sus espaldas, cambiando su
cabello de distintos colores para el asombro de Remus. Azul, rosado, verde, amarillo — estaba
funcionando también; Remus lo encontró histéricamente divertido, porque James se veía tan serio,
y cuando se concentraba su lengua se asomaba entre sus dientes como un gato.
Era una tarde perfectamente placentera, y Remus casi podía ignorar lo mucho que sus huesos y
dientes dolían mientras volvían a su sitio por otro ciclo.

Pero luego sucedió. Las puertas del hospital se abrieron de golpe, y un estudiante entró chillando:

— ¡Madam Pomfrey! ¡Madam Pomfrey! ¡Ayuda!

Curiosos como eran, Sirius y James bajaron de la cama para asomarse detrás de las cortinas color
verde pálido. Remus suspiró, recostándose en su almohada. Ya estaba acostumbrado al flujo de la
enfermería; voces elevadas como esta usualmente significaban que un hechizo había salido mal.
Intentó ignorarlo — resentía cualquier cosa que le recordara que estaba en la enfermería, y no
disfrutando una perezosa tarde con sus amigos.

Pero James y Sirius se mantenían fuera de su vista, observando lo que sea que la escena
desenvolvía, y cuando se voltearon hacia la cama sus caras estaban pálidas y serias. La conmoción
se hacía cada vez más ruidosa, Remus estaba levemente consciente de que alguien estaba llorando.

— ¿Qué pasa? —preguntó, más irritado de lo que pretendía.

La boca de Sirius se torció y James sacudió la cabeza, mudo, empujando sus lentes por el puente de
su nariz. Peter finalmente levantó la mirada de sus cartas.

— ¿Qué?

—Un accidente…un chico. —murmuró James.

— ¡Todo el mundo fuera! —la voz de Madam Pomfrey hizo eco por el salón, inusualmente fuerte
y clara. Las cortinas alrededor de la cama de Remus se abrieron y ella asomó su cabeza, lucía
distraída, —Remus, querido, si te sientes suficientemente bien sería mejor que pasaras el resto de
la tarde en tu propia cama. Potter, ¿podría ir a buscar a la Profesora Sprout? Dígale que uno de sus
estudiantes ha sido herido.

James asintió y se fue inmediatamente, sin siquiera mirar atrás a sus amigos o a su tarea. Siempre
podías confiar en James.

Sirius captó la mirada de Remus y Remus asintió en respuesta, trepando fuera de la cama. Todavía
estaba en pijamas, y Sirius jaló a Peter del brazo para darle algo de privacidad. Remus se vistió tan
rápido como pudo, metió sus libros en el bolso, tomó la tarea de James y se juntó con sus amigos al
otro lado de la cortina. Podía oler sangre.

Las cortinas habían sido cerradas alrededor de la cama más acercada a la puerta, y los tres chicos
se apresuraron al pasarla, queriendo escapar de la desagradable atmósfera y alejarse lo más posible.
Fueron derecho a la sala común, Remus cojeaba levemente, Sirius y Peter caminaban lento para no
dejarlo atrás.

— ¿Qué fue eso? —Susurró Remus, —Había sangre.

—Seh, —respondió Sirius, perturbado, —no sé qué pasó pero…era su cara.

Peter lucía levemente enfermo.

Alcanzaron la sala común y Remus colapsó en un sillón, exhausto.

— ¿Estás bien? —preguntó Sirius, ansioso, apoyando una mano en el hombro de Remus. Remus
asintió, cerrando los ojos y respirando profundamente,
—Bien, bien, —se quitó a Sirius de encima, avergonzado, deseando poder ser normal de una vez.

—Entonces muchachos, —Mary se paseó dentro de la sala, junto con Marlene, — ¿Escucharon lo
que le pasó a ese chico Gudgeon?

—No, —Sirius respondió, — ¿Qué?

—Fue golpeado en la cara por ese árbol demente. —Dijo, quitándose su túnica, —Estaban tratando
de tocar el tronco.

— ¿El Sauce Boxeador?

—Seh, —dijo Marlene, — ¡No debería estar aquí! ¡Es tan peligroso!

— ¿¡Vieron lo que pasó!? —preguntó Remus, tratando de quitar el pánico de su voz.

—Nop, —Mary se encogió de hombros, dejándose caer en el sofá junto a Sirius, —lo escuché de
unas niñas de segundo año.

— ¡Se tienen que deshacer de eso! —dijo Marlene, con su voz estridente. —Dumbledore no puede
dejarlo ahora. Alguien se podría matar.

—No debió haberse acercado. —Dijo Sirius frunciendo el ceño, —es un juego estúpido. Todos
saben cómo es ese árbol.

— ¿Estás demente? —Mary rio, — ¿¡Sirius Black, la voz de la razón!?

—Jódete, MacDonald, —dijo Sirius amenazante.

Remus empezaba a tener dolor de cabeza, Frotó su frente y cerró los ojos nuevamente,
encogiéndose en el sillón. La culpa trepaba por su columna, pinchazos calientes y fríos. ¿¡Lo había
golpeado en la cara!? ¿Este chico Gudgeon estaría bien? Seguramente Madam Pomfrey sería
capaz de curarlo, lo que fuera. Ella podía arreglar todo.

***

Rumores sobre Davey Gudgeon inundaban la escuela en cuestión de horas, hasta que nadie pudo
escapar. Sarah Saunders de Ravenclaw le dijo a todo el mundo que había visto llegar a sus padres,
luego marcharon derecho a la oficina de Dumbledore, furiosos. Los amigos de Gudgeon en
Hufflepuff contaron la historia una y otra vez para cualquiera que no la haya escuchado — parecía
que Davey realmente alcanzaría el tronco esta vez, pero entonces el sauce lo azotó en el último
minuto. Escucharon varias versiones del daño — que el árbol había partido su cráneo a la mitad,
que había perdido ambos ojos, o que de hecho había muerto y la escuela estaba tratando de
cubrirlo.

Marlene, quien parecía más afligida que nadie sobre todo el asunto, consiguió la ayuda de Lily y
Mary para escribir una petición para remover el sauce boxeador de los terrenos de la escuela.
Remus firmó — no pudo pensar en una razón lo suficientemente buena para no hacerlo.

Sirius se negó.

—Ese árbol tiene el mismo derecho de estar aquí que todo el mundo. —dijo firmemente, mientras
Marlene lo perseguía con una pluma.

—Pero Sirius, —rogaba, —es peligroso.


— ¡Igual que las bludgers! —Respondió, esquivándola, — ¿Vas a dejar el equipo de quidditch?

— ¡Es difícilmente la misma cosa!

—Agh, solo firma, Black, —gruñó Lily, tratando de terminar su tarea de Runas, — ¿Qué te dio?

— ¡Son mis principios! —cruzó sus brazos firmemente. Lily puso sus enormes ojos verdes en
blanco.

—Idiota —murmuró muy despacio, — ¿No puedes ver lo molesta que está Marls?

— ¿Por qué está molesta? —preguntó Remus en un susurro, cuando Marlene estaba lo
suficientemente lejos. — ¿Conocía a Davey?

—No creo, —Lily suspiró, —creo que quiere tener un proyecto para distraerse de lo que pasa en su
casa. Familias, ya sabes.

Remus pensó al respecto. No conocía a Marlene tan bien como había llegado a conocer a Lily y
Mary. Mary era tan extrovertida, y hablaba con todo el mundo. (De hecho, ella tenía la tendencia
de compartir mucho. Remus sabía demasiado sobre sus preferencias de besuqueos para su gusto.)
Marlene siempre había sido la más tranquila, la más tímida — menos segura de sí misma, incluso
en las áreas que destacaba. Él no sabía mucho sobre su familia simplemente porque nunca se le
había ocurrido preguntarle a la gente sobre sus familias.

No creía que la petición llegara a algún lado. Dumbledore había dado un discurso prohibiendo a
todos de acercarse al sauce boxeador de nuevo, y eso había sido todo lo que se había mencionado
al respecto. Los profesores estaban claramente inquietos, y Remus solo trató de mantener la cabeza
baja.

Los otros merodeadores no habían dicho nada al respecto, y habían cambiado el tema cada vez que
salía a la luz. Usualmente Remus prefería no discutir nada relacionado con su ‘pequeño problema
peludo’, pero ahora se estaba empezando a preguntar si es que ellos lo culpaban discretamente
después de todo. James nunca lo diría en voz alta, por supuesto — Peter tal vez. Sirius lo haría e
instantáneamente se arrepentiría. De todas formas, ninguno de ellos dijo una sola palabra, dejando
la imaginación de Remus desatarse salvajemente.

Una semana después del incidente, la Profesora Sprout confirmó el rumor; Davey Gudgeon ahora
estaba ciego, y no volvería a Hogwarts por algún tiempo. Remus había intentado evadir a Sprout
desde lo ocurrido — como profesora de Herbología, él estaba seguro que ella sabía exactamente
que hacía el sauce boxeador en los terrenos en primer lugar.

—Sus padres lo llevarán a América, donde se han hecho avances de pociones oculares sanadoras.
—La profesora regordeta explicó al desayuno. —Estoy segura que Davy y su familia están muy
agradecidos por todos sus buenos deseos.

Remus sintió una terrible sensación de hundimiento en el pozo de su estómago. Cuando Marlene,
Lily, Mary y otros pocos estudiantes se levantaron para presentar su petición — la que tenía más
de cuatrocientas firmas ahora, Remus fue con ellos.

La Profesora Sprout aceptó la petición y prometió discutir el asunto con Dumbledore. Incluso
premió a Marlene con diez puntos por sus esfuerzos.

—Aunque no se van a deshacer de él, —dijo Sirius, esa tarde cuando los merodeadores estaban
solos en su habitación.
—No, lo dudo, —Remus pateó un calcetín perdido bajo su cama, con las manos en los bolsillos.

— ¿Entonces por qué te levantaste?

Remus se encogió de hombros,

—Se sintió como lo correcto. Quiero decir. Marlene tiene razón—el árbol es peligroso. No debería
estar en una escuela.

—Pero… —empezó Peter.

—Lo sé. —escupió Remus. —Lo sé, ¿ok?

—No deberías sentirte culpable, amigo, —dijo James, amablemente, —Gudgeon no debió haber
estado payaseando así…no es tu culpa—

—Si es la culpa de alguien, —dijo Remus oscuramente, —entonces es mía.

—Eso es estúpido. —Dijo Sirius remilgadamente, sacudiendo su cabeza, —tu no lo planeaste, ¿o


sí? No sé si se escapó de la atención de todo el mundo, pero esta escuela no es exactamente
consciente de la seguridad. Está construida junto a un jodido bosque lleno de criaturas más
peligrosas que un maldito árbol, se supone que hay literalmente un monstruo durmiendo en alguna
parte directamente debajo de nosotros, y—sin ofender—pero ¿¡Han visto a Hagrid!?

— ¿Cuál es tu punto, Black? —Remus suspiró pesadamente, sentándose. Su cadera dolía si estaba
mucho tiempo de pie. Estaba convirtiéndose en una mujer vieja.

—No lo sé, —Sirius se encogió de hombros, — ¿Mierda pasa? ¿No te culpes? ¿Deja de lloriquear?

— ¿¡Lloriquear!? —Gruñó Remus, su temperatura se estaba elevando, —Jódete. ¡Hay un niño que
no puede ver porque soy muy peligroso para estar en la escuela! Intenta contarle a Marlene lo que
soy, apuesto que conseguirá más firmas en ESA petición.

— ¡No eres peligroso!

—No sabes lo que soy. —Siseó Remus.

—Eres nuestro amigo. —dijo James repentinamente. Remus lo miró fijamente. Lo que estaba
diciendo era estúpido, bobo y dramático. Pero esa era la mitad del problema con James — él
representaba esos valores poco realistas de lealtad, justicia y honor, que te forzaba a creerlos
también. Se sentó en la cama junto a Remus. —Eres nuestro amigo, y eso es lo más importante,
¿ok?

Encontró la mirada penetrante de Remus y lo miró de vuelta sonriendo. — ¿Ok? —Dijo.

Remus continuó mirándolo, y James se acercó, ahora sus rodillas chocaban, — ¿¡Ok!? —Dijo,
inclinándose hacia adelante, su nariz estaba a centímetros de la de Remus. Remus conocía esta
táctica — James hacía lo mismo a veces para animar a Sirius. Nunca pestañeaba — era muy
desconcertante, finalmente Remus rio, alejándose.

— ¡Ok! ¡Ok!

James rio también y arrojó sus brazos alrededor de Remus,

— ¡Gracias al cielo! ¡No podemos perderte, Moony! —lloriqueó. Repentinamente, Sirius y Peter
siguieron su ejemplo, apilándose encima de Remus, quién se encontró al fondo de una montón
risueño.

Riendo, a pesar de sí mismo, Remus intentó de escabullirse debajo de ellos,

— ¡Quítense de encima montón de maricones!

—Ahh, la verdad es que nos amas, —Sirius acarició su cabeza.


Tercer Año: Marlene

— ¿Entonces, el verano? —preguntó James, por encima de las cervezas de mantequilla en Las Tres
Escobas en su ultimo viaje de Hogsmeade antes de los exámenes.

Sirius y Remus gruñeron al unísono.

—Sabes que no puedo- —empezó Remus,

—Nunca me dejarán. —Terminó Sirius.

—Aunque no veo por qué, —respondió James inocentemente. —Ambos vinieron para Navidad.

—Sí, pero hay una regla sobre que me tengo que quedar en St Edmunds por todo el verano, —
Remus se encogió de hombros. —Mientras esté ahí, tengo que seguir la ley muggle. No te puede
visitar nadie cuando estas bajo cuidado, a menos que sea un familiar.

—Y tú sabes cómo son mis padres. —Sirius suspiró pesadamente. —Incluso después de Navidad
—y creo que eso solo fue para tenerme fuera del camino, honestamente. Reg ya me dijo que me
esperan.

—¿Cuándo hablaste con Regulus? —James levantó la mirada, sorprendido. Sirius se estremeció
levemente en su banco, luciendo incómodo,

—Eh…el otro día. No valía la pena mencionarlo, solo lo vi por un minuto.

—Yo estaré ahí todo el verano, James, —dijo Peter, en voz alta.

Sirius puso sus ojos en blanco un tanto obvio, pero James sonrió y le dio palmadas a la rodilla de
Peter.

—Seh, genial, amigo—¿por lo menos te tengo a ti, eh?

—Puede que sea capaz de aparecer en el viaje al Callejón Diagon, —dijo Sirius, reponiéndose
levemente, —he pensado al respecto, y si llevas tu capa de invisibilidad entonces podríamos ser
capaces de inventar algo…

Los tres empezaron a hablar animadamente sobre su plan — Remus los dejó. Desde que le había
puesto un alto a la iniciativa de animagos los merodeadores habían estado un tanto inquietos.
Necesitaban algo en que usar su energía creativa, y generalmente debía ser medianamente ilegal.

—Moony, —dijo James de la nada, — ¿Dónde está St Edmunds, exactamente?

—Epping Forest, —respondió Remus prontamente, — ¿Por qué?

—Siempre podríamos ir a visitarte…

—No. —Dijo Remus con tanto vigor que las cabezas de Sirius y Peter se voltearon, alarmados.
Remus tragó saliva secamente, —Solo no, ¿ok? Es una mala idea.

Su estómago se revolvió — la humillación que sentiría cuando sus amigos vieran como vivía; de
donde venía. Sería demasiado para soportarlo. ¿Qué dirían cuando vieran su aburrida ropa muggle
gris, o las toscas caras de los otros niños y sus nudillos duros? Los bloques de concreto y las
divisiones de portakabins 1 y el parche de hierba al frente. Daría lástima.
—Escribiré, —dijo, en un apuro, esperando aliviarlos, —y ustedes pueden contarme todo sobre su
verano. Tal vez pueda visitarlos de nuevo en Navidad, Potter.

—Puede que no, —dijo Sirius, repentinamente, —La luna llena cae el veintinueve este Diciembre,

Remus lo miró extrañado. Él se llenaba de orgullo por tener una memoria excelente, pero Sirius se
llevaba el premio cuando se trataba de ciclos lunares.

James rio,

— ¿¡Cómo puedes memorizar cada jodida luna llena hasta que tengamos cincuenta, pero no puedes
tener arriba de un ‘Aceptable’ en Astronomía!?

—Algunas cosas son más importantes de recordar, otras no, —Sirius se encogió de hombros
bebiendo lo último de su jarro, —Y arruinar las constelaciones realmente molesta a mis padres.
Entonces.

***

Mediados de Mayo, 1974

Remus bostezó y cerró su libro. Había hecho suficiente. Más que suficiente. Demasiado, si le
preguntabas a Sirius. Pero entonces, todo estaba bastante bien si tenías la suerte de tener parientes
fallecidos ricos. Alguien en la perspectiva de Remus no se podía permitir aflojar.

La biblioteca estaba abierta por horas extendidas durante el periodo de exámenes, pero aun- así, era
casi hora de su cierre, con solo unos pocos estudiantes mayores dentro, pestañeando
somnolientamente a sus textos. Lily, Mary y Marlene se habían ido a la cama por lo menos hace
una hora — o por lo menos eso creyó Remus, de todas formas. Los días se habían vuelto muy
repetitivos hacia el final del término, y el tiempo ya no se sentía realmente lineal — no había salido
del castillo en días.

Agotado, se puso de pie, frotándose los ojos y acarreando una pila de libros de vuelta a los estantes
de Estudio de Criaturas Mágicas. Descubrió que se mantendría en el buen lado de Pince si
ordenaba antes de irse, y no era mucho esfuerzo.

Le gustaba estar en la biblioteca hasta tarde — era agradable y tranquilo. Creciendo en un hogar de
niños y compartiendo habitación con los merodeadores le habían dado a Remus pocas preciosas
ocasiones de paz y tranquilidad.

Mientras daba la vuelta en la última fila de pilas, se encontró con una pequeña figura desplomada
al final, durmiendo sobre un escritorio. Dio pequeños pasitos en su dirección, y reconoció los
mechones de cabello rubio que caían en las páginas de un libro abierto.

—Marlene, —susurró, mientras se acercaba. — ¡Marlene! —le dio suaves palmaditas en el


hombro.

Ella saltó violentamente, lo suficientemente rápido para darle a Remus un susto, luego observó a su
alrededor con sus ojos confundidos y nublados.

— ¿Remus?

—Te quedaste dormida, —explicó, manteniendo su voz baja, —la biblioteca cerrará pronto.

—¡Oh no! —lucía perturbada, mirando su pergamino, que estaba en blanco. Había derramado un
poco de tinta en la punta, pero nada más. —Oh no. —dijo de nuevo, desamparada.

—Está bien, —Remus intentó animarla, —Obviamente necesitabas descansar, ¿eh? Todavía queda
tiempo antes de los exámenes.

— ¡Tengo tanto que estudiar! No puedo recordar nada de los crups, ¿tú sí?

—Vamos, —Remus esquivó la pregunta, —Será mejor que nos vamos, o Pince nos echará.

Marlene asintió con aire aturdido y se puso de pie, permitiéndole guiarla a través del laberinto de
estanterías de libros. Mientras se iban, ella empezó a murmurar para sí misma,

—Los Crups tiene las colas bifurcadas, son cautelosos con los muggles, y de alguna forma se
asemejan a los cocker spaniels.

—Jack Russells. —Corrigió Remus, sin pensar.

— ¿Qué? ¿¡Enserio!? ¿¿Estás seguro?? —la chica lo agarró del brazo, entrando excesivamente en
pánico gracias a esta información.

—Eh…seh, —dijo Remus, jalando su brazo, incapaz de escapar del vicioso agarre de Marlene.

— ¡Por supuesto que estás seguro! —Dijo, lamentándose, finalmente dejándolo ir, —Eres el mejor
en la clase.

—Tú también eres bastante buena… —empezó a decir Remus, pero se detuvo. La cara de Marlene
se arrugó y explotó en lágrimas.

—¡No puedo hacerlo! ¡Voy a fallar en todo! —lloriqueó fuertemente.

Un grupo de Slytherins pasaron a su lado soltaron risitas, antes que Remus apuntara su varita de
forma amenazante hacia ellos. Marlene, aun sollozando, se lanzó hacia Remus, envolviendo sus
brazos en su cuello mientras lloraba en su hombro. Tomado por sorpresa, Remus intentó darle
palmaditas, gentilmente, mientras su pequeño cuerpo se estremecía. Nunca había sido abrazado por
una chica antes — a excepción de la mamá de James, que era difícilmente lo mismo. No le
gustaba. Su hombro se estaba mojando.

Marlene, por otro lado, era completamente inconsciente de su incomodidad, —¡Soy del asco! —
Respiró pesadamente, —Arruino todo. Nunca seré igual de buena que Danny, o mamá, o tú, o
Lily…

—Eh…eres mejor que Mary en—

— ¡Pero Mary tiene un novio, y le gusta a todo el mundo y yo no le gusto a nadie! —lloró aún más
fuerte.

A este punto, Remus decidió que definitivamente estaba fuera de su control. Le dio otra palmadita
incómoda y dijo,

—Iré em…a buscar a Lily, ¿debería?

—No, no está bien… —Marlene soltó su agarre, aun llorando. Su cara usualmente pálida ahora
estaba roja, sus ojos grises todavía brillaban. —Solo iré a lavarme la cara, —dijo haciendo un gesto
al baño de niñas más cercano, — ¿Me esperas?

—Em…ok.
Desapareció y Remus se dejó caer pesadamente contra la pared. Ahora se encontraba acarreando
ambas bolsas de libros, y sus hombros dolían bajo el peso. ¿Qué harían los otros, en esta situación?
James sería caballeroso, obviamente. Probablemente hubiera sabido que decir exactamente para
que dejara de llorar. Peter nunca se metería en este tipo de situación en primer lugar. Sirius…
bueno, pensó Remus, Sirius probablemente sería igual de malo que él, de hecho. No era bueno con
las emociones; apenas podía lidiar con las suyas.

Aun así, Remus sabía que lo correcto era espera y caminar con ella de vuelta a la sala común,
entonces lo hizo. No era que Remus no sintiera simpatía hacia Marlene — la presión que todos
sentían era enorme, difícilmente podías ignorarla. Era más que nada el disgusto general de Remus
hacia el llanto. Y por supuesto, nunca le había gustado estar alrededor de gente que lloraba; lo
hacía sentir nervioso.

Marlene lucía mucho mejor cuando salió del baño. Un poco sonrojada, pero por lo menos estaba
calmada.

—Lo siento, —le sonrió tímidamente, —me siento tonta.

—Está bien. —Remus se encogió de hombros. Se preguntó si podría devolverle su bolso ahora.
Sus brazos realmente dolían y su rodilla le estaba fallando — independiente de su cadera. No,
probablemente no. No sería una cosa muy James, hacer que una chica lleve sus propias cosas. Ella
no se ofreció de llevarlas, tampoco. Afortunadamente, no estaban muy lejos de la torre de
Gryffindor.

—Estoy siendo tonta, —dijo mientras caminaban, —Sé que lo soy—mi padrastro odia cuando me
deprimo. Dice que lo deprime a él. Después mi mamá recibe lo peor. Danny dice que tengo que ser
más dura y dejar de actuar como un bebé, pero…

— ¿Quién es Danny? —preguntó Remus, un poco perdido.

—Mi hermano, —ella sonaba sorprendida, —Estoy segura que lo he mencionado. Es bateador para
los Chudley Cannons.

—Oh claro, sí sabía eso. —Remus asintió, —Debe ser por eso que eres tan buena.

—No soy tan buena como Danny.

—Bueno. —Remus intentó encogerse de hombros bajo el peso de los libros, —Solo tienes catorce
años. Apuesto que tú hermano no era tan bueno a los catorce. Venciste a Sirius, y él es muy bueno.

— ¿De verdad crees eso?

—Seh, —respondió Remus casualmente. —Obviamente. Gryffindor ganó la copa este año, ¿cierto?

—Gracias a James.

—Seh, bueno James está demente, no quieres ser como James.

—¿No le dirás a Mary lo que te dije, cierto?

—Nop. —Ya se le había olvidado lo que había dicho de Mary, honestamente.

—Ella es mi mejor amiga, —Marlene respiró pesado, —y no estoy celosa de ella ni nada, solo…
bueno, le gusta presumir, ya sabes. Ella es tan divertida y conversadora y todo, a veces me siento
un poco…o sea, ella ya ha salido con Sirius y ahora tiene ese novio muggle, y creo que al Profesor
Ferox le agrada más que a mí.

—Es un profesor. —Dijo Remus, —Le agradan todos por igual. De todas formas, tú eres divertida.
James siempre está hablando de que haces reír a todo el mundo en prácticas de quidditch.

— ¿¡Enserio!? —parecía que se estaba sonrojando de nuevo gracias a estas noticias. — ¿Qué hay
de…em…que hay de Sirius, cree que soy graciosa?

—Sí, obviamente, —Remus asintió, complacido de que ella finalmente sonreía de nuevo, —Todos
creemos eso. Tu imitación de McGonagall es la mejor.

Esto pareció satisfacerla, y cuando alcanzaron la sala común Marlene lucía positivamente animada.
—Te ayudaré con los crups si quieres. —Dijo Remus, mientras atravesaban el espacio del retrato.
—Podemos hacerlo mañana al almuerzo.

—Gracias Remus. —Marlene envolvió sus brazos alrededor de él en un corto abrazo. Tomó sus
libros y se encaminó escaleras arriba a su dormitorio. Remus dejó salir otro suspiro, pesado
levemente con alivio. ¿Por qué siempre le tenía que pasar esto? Tal vez necesitaba empezar a ser
más molesto.

A sus espaldas, alguien hizo un silbido de lobo, fuertemente. No tuvo que darse la vuelta para
saber quién era.

— ¡Aquí viene! ¡Cuidado señoritas, el rompecorazones numero uno de Gryffindor, se abre paso!
—Sirius exclamó mientras Remus se acercaba para unirse a sus amigos junto al fuego. James
estaba inmerso en un libro, pero levantó la mirada y le guiñó un ojo a Remus. —Tienes que
contarnos tu secreto, Moony, —continuó Sirius, —Parece que consigues a todas las chicas.

—Ella es solo una amiga y lo sabes. ¿Dónde está Pete?

—Bañándose. —Respondió James, —Peeves lo atacó con un una jarra de la crema de ayer.

—Eurgh.

—Sep, él hizo ese mismo sonido, —James sonrió, volviendo a su libro.

—Gracias a merlín que estás de vuelta, —Sirius se dirigió a Remus, —James ha estado tan
aburrido hoy día.

—Estoy estudiando. —Dijo James, calmadamente, dando vuelta una página, —Tú también
deberías.

—Pfft.

—Estoy harto de estudiar por hoy día, —Remus sonrió, — ¿Quieres un juego de snap?

— ¿Te he dicho últimamente lo mucho que te amo?

—Cállate y ve por las cartas.

Notas de Traducción

1.- ‘Portacabin’ o ‘Portable building’ es una construcción diseñada para ser constantemente
desplazada en vez de ser ubicada permanentemente. (Fuente: Wikipedia)
Tercer Año: Greyback

You're too old to lose it, too young to choose it

And the clock waits so patiently on your song

You walk past a café, but you don't eat when you've lived too long

Oh, no, no, no, you're a rock 'n' roll suicide.

Viernes 28 de Junio, 1974

Como era de esperarse, Sirius consiguió notas obscenamente altas en todo, a excepción de
Astronomía, sin siquiera levantar un dedo para estudiar. A estas alturas, Remus no estaba seguro si
Sirius genuinamente tenía un extraño don sangre pura, si solo era un genio no reconocido. A
Remus de todas formas no le importaba — él mismo fue el mejor en Cuidado de Criaturas
Mágicas, Runas e Historia de la Magia — el segundo en Aritmancia, después de Sirius.

— ¡Muy bien hecho, niño! —Ferox le dio una palmada en la espalda al desayuno, la mañana
después de que llegaron los resultados. —Mi mejor estudiante.

—Gracias profesor, —Remus sonrió, sintiéndose mareado de deleite.

—Tengo unos libros que puede que te gusten para prestártelos por el verano—pasa por mi oficina
antes de irte, ¿eh?

— ¡Mascota del profesor! —lo molestó Sirius, mientras el hombre alto y jovial se alejaba silbando
un tono alegre. Remus no respondió — estaba muy complacido consigo mismo.

—No puedo creer que ahora es hasta cuarto año. —Dijo James, limpiando sus lentes en su túnica.

— ¿Tienes que seguir recordándomelo? —gimió Sirius, dejando caer su chuchillo y tenedor.

—Hay mucho que hacer por el verano, —respondió James, —se pasará volando.

— ¿Qué van a hacer durante el verano? —preguntó Remus, sospechosamente.

—Planear las bromas para el próximo año, obviamente, —dijo Sirius, un poco muy rápido. —
Tenemos que mantenernos sobre la curva, Remu mi amigo, tenemos una reputación que mantener.

Era el último día oficial del término, entonces Remus decidió ignorar el hecho de que esta era
claramente una mentira. Tenía todo el verano para ser paranoico sobre los demás dejándolo fuera;
no había necesidad de preocuparse aún.

Después del desayuno, quería ir derecho a ver al Profesor Ferox, pero pensó que eso podría ser un
poco muy ansioso — además, los otros tres claramente querrían ir con él, y Remus no podría
soportar la idea de Ferox conociendo a Sirius y James. Sin duda estaría encantado por su carisma
natural, y preguntándose por qué había pensado que Remus era especial.

El cuarteto fue hacia arriba y empacó — más bien, James, Remus y Peter empacaron. Sirius
alardeó alrededor de la habitación tratando de distraerlos, enviando libros y ropa a volar,
encendiendo y apagando su tocadiscos.

—Va a pasar quieras o no, —James lo reprendió, manos en sus caderas haciendo una muy buena
imitación de su madre.

—Tú lo harás por mí, como el año pasado. —respondió Sirius, de pie en su cama e intentando
hacer flexiones colgándose del marco. Las viejas vigas de madera crujieron.

Remus cerró su propio maletero. Su esquina de la habitación se veía bastante vacía sin el caos
usual de libros, papeles, plumas y ropa esparcida alrededor. Fue hacia el tocadiscos para tener una
última mirada a sus álbumes favoritos. Los veranos eran tan silenciosos, sin la música de Sirius.
Matrona solo le gustaba tener la radio una vez a la semana — para el Radio 3 Choral Evensong1 .

—Moony, —dijo James repentinamente, —¿No tienes que ir a ver a Madam Pomfrey?

—Eh…sí, pero no ahora… —Remus levantó la mirada, sorprendido.

—Bueno, quiero decir que si terminaste de empacar, será mejor que vayas, ¿cierto? Cuando
termine las cosas de Sirius iba a sugerir que fuéramos a dar una vuelta con nuestras escobas, tú
odias volar así que…

—Oh, ¿enserio? Ok entonces. —Remus asintió, sintiéndose inexplicablemente herido. No era para
nada común que James te echara de la habitación.

—Te veremos en la cena, ¿cierto Moony? —preguntó Sirius, columpiándose hacia adelante y
aterrizado en sus pies con la agilidad de un gimnasta.

—Seh, supongo… —Remus dejó la habitación, sintiendo como si hubiera sido escoltado fuera de
una fiesta a la que no había sido invitado. Bastante justo, no le gustaba mucho volar. Pero eso no
solía importar — a menudo se sentaba en las bancas y leía su libro mientras los otros daban vueltas
en el aire. No le hubiera importado hacer eso esta vez.

Tenía que ir a ver a Madam Pomfrey, de todas formas, entonces fue a la enfermería, luchando por
quitarse la horrible sensación de exilio.

***

—Estás muy callado, querido, —comentó la medi-bruja mientras terminaba sus chequeos de fin de
año. — ¿No estás emocionado por tus vacaciones?

—No, la verdad es que no, —respondió.

—Extrañarás a tus amigos, —cliqueó su lengua comprensivamente. —Es una pena, lo sé. Aun así,
espero que tengas muchos amigos muggles con quienes jugar.

Remus no se molestó en responder. Madam Pomfrey era muy amable, y no tenía un solo hueso
malo en su cuerpo, pero ella — como la mayoría de los adultos — podrían ser increíblemente
densos. Secretamente esperaba que el próximo verano fuera igual de lucrativo que el anterior — si
Craig todavía estaba por ahí tal vez podría hacer un poco de dinero. Había probado ser capaz,
incluso podría pedir más que solo cigarrillos.

Ella le dio las mismas instrucciones que el año anterior — comer bien, ejercitar y descansar.

—Te veré a principios de Julio, —sonrió serenamente, y él estaba consolado con la idea de que por
lo menos no estaría completamente aislado de la comunidad mágica.

Habiendo lidiado con eso, Remus consideró volver al dormitorio. Tal vez ellos habían terminado de
hablar de él, o lo que sea que necesitaban hacer con él fuera del camino. Tal vez ya se habían ido a
volar. No envidiaba eso; James era de la opinión que si Sirius estaba con un temperamento, o muy
deprimido, entonces una buena hora de ejercicio era lo mejor (y generalmente lo era). Además, era
una de las pocas veces que no dejaban a Peter de lado. A pesar de su torpeza al aterrizar, Pettigrew
era sorprendentemente buen volador. Sin duda el resultado de la implacable insistencia de James.

Era realmente el momento perfecto para ir a ver al Profesor Ferox, por supuesto, pero Remus
holgazaneó. Se sintió repentinamente bastante tímido, nunca antes había tenido que ir a ver a un
profesor solo — a menos que estuviera en problemas, por supuesto. Caminando lentamente,
eventualmente tuvo que tomar una decisión en un corredor en particular, y decidió que era mejor
terminar con eso de una vez.

Golpeó tentativamente la puerta de la oficina de Ferox, aunque estaba ligeramente entreabierta. Su


corazón martilleaba en su pecho y se encontró casi deseando que su profesor no estuviera ahí
después de todo. Remus no puedo evitar recordar, un poco avergonzado, como solo unas semanas
atrás casi había corrido hacia Ferox en un momento de pánico, solo para reconocer que era una
terrible idea en el último momento.

—¡Adelante! —la animada voz de Ferox hizo eco desde dentro de la sala. Remus tensó sus
hombros y entró. —¡Sr Lupin! —resonó la voz de Ferox.

No estaba sentado en su escritorio — Remus no creía haber visto a Ferox sentado, excepto en las
horas de comida, siempre se estaba moviendo. Justo ahora, estaba empacando un pequeño maletín,
Achilles, el kneazle, lo observaba tranquilamente desde el alféizar de la ventana. Incluso después
de un año de lecciones con Ferox, Remus todavía de alguna forma admiraba a su profesor. Su
gigante presencia no había disminuido, su maraña de rulos color arena todavía era gloriosa, su cara
todavía heroica con facciones decisivamente talladas.

—Hola, señor, —Remus sonrió mientras entraba, cerrando la puerta a sus espaldas. —¿Pidió
verme?

—En efecto, —Ferox sonrió ampliamente, señalando con la cabeza una pila de cinco libros en su
escritorio, —Esos son para ti, si tienes espacio en tu maleta. Los textos para el próximo año y unas
pocas otras cosas que creí podrían interesarte.

Remus se acercó al escritorio y acarició los tomos con cubierta de cuero cuidadosamente,

—Gracias profesor, —dijo suavemente. Nunca antes había recibido un regalo tan enorme. Ferox
asintió, sentándose, finalmente haciendo gestos para que Remus hiciera lo mismo.

—¿Cerveza de mantequilla? —sacó un par de botellas del último cajón de su escritorio.

—Gracias profesor, —repitió Remus, aceptando la botella y tomando asiento.

Achilles, en el borde de la ventana, se estiró, bostezó, y luego se acurrucó para dormir,


pacíficamente. Remus sintió la necesidad de decir algo más. —Normalmente Dumbledore me
envía libros y cosas. —Ofreció, —No tenía que hacerlo.

—Bueno, sé que estás un poco aislado durante las vacaciones, entonces pensé que apreciarías tener
un inicio. —Ferox continuó sonriendo, su gran y amable sonrisa.

Remus sintió un extraño tipo de calor burbujeando en su abdomen. Lo que era raro, porque apenas
le había dado un sorbo a su cerveza de mantequilla.

—Amable de su parte. —Dijo, mirando los libros de nuevo, incómodo con tanto contacto visual.
—No estoy haciendo caridad, Remus, lo prometo, —dijo Ferox, tranquilizadoramente, —sé lo que
se siente, sabes. Vine a Hogwarts con casi tan poco como tú. Hijo de muggles, criado por mi
abuela. Por supuesto, ella nunca entendió nada de lo que hacía aquí. Bendito sea su corazón.

Remus pestañeó. Estas eran noticias interesantes — había asumido que la mayoría de los
profesores en Hogwarts — de hecho, la mayoría de los adultos que respetaba — aquí eran sangres
pura. Era un alivio inmenso saber que este no era el caso.

—Los chicos rudos tenemos que estar juntos, ¿eh? —Ferox le guiñó.

—Seh, —Remus continuó asintiendo enfáticamente. —¿Entonces, nunca tuvo un problema


consiguiendo un trabajo o algo así? ¿Después de la escuela?

—Bueno, siempre van a haber tipos que no pueden ver más allá de tu estatus de sangre, sin
importar quien seas, —dijo Ferox con una mueca irónica en su voz, —pero aprendes bastante
rápido a probarles que se equivocan. Bueno; no necesito decirte eso a ti.

—No. —Remus convino. Tomó un trago de su cerveza de mantequilla. —Entonces… ¿Usted


también es un huérfano, profesor?

—Lo soy. Común como la mierda, también, no creerías las porquerías que recibí por este acento en
ese entonces.

—Mary y Marlene creen que suena como Paul McCartney. —Dijo Remus. Ferox rio, una gran,
jubilosa risa silbante,

—Tendré que recordar eso para la próxima vez que busque coger.

Remus sintió que se sonrojaba, escuchando hablar a Ferox así.

—Solo demuestra, —dijo Ferox, —nunca sabes como las otras personas te van a ver. Así que
nunca lo asumas, ¿eh?

Remus lo miró curiosamente, pero asintió levemente. La expresión del profesor se suavizó. —
Remus, —dijo Ferox, dijo tan gentilmente que era desconcertante, —Yo…hay algo más de lo que
te quería hablar.

Remus hizo una mueca de dolor — creyó que sabía que venía. Lo había estado esperando desde
antes de Navidad. —Está perfectamente bien si no quieres hablar de eso, —dijo el profesor-

—¿Es sobre…mi problema?

—En cierta forma, —dijo Ferox en un tono calculado. —No sé si sabes esto, pero conocí a tu
padre, Lyall, bastante bien.

Remus casi se ahogó en su cerveza de mantequilla. No había esperado eso. Ferox continuó, —
nuestro trabajo siempre se superponía, sabes—era joven, no había empezado hace mucho en el
departamento de Control de Criaturas Mágicas. Conocía su reputación, por supuesto, entonces
intenté aprender lo que podía, aunque nunca dominé a los boggarts tan bien como él.

—Ok. —Remus no sabía que más decir.

—¿Sabes mucho sobre él?

—Yo… —Remus desvió la mirada, a la ventana. No creía que podría hablar y mirar a Ferox al
mismo tiempo. —Era un Ravenclaw, —empezó, como si estuviera tachando ítems en una lista, —
Era buen duelista. Era bueno con los boggarts y dementores y poltergeists, y odiaba a los hombres
lobo, los quería a todos muertos y él… —Remus se ahogó, queriendo ponerse de pie y dejar la
habitación.

—¿Dónde oíste todo eso? —Ferox lucía shockeado. Remus lo miró, aunque ahora todo estaba
nadando en lágrimas. Se sintió como si todos los pensamientos desagradables que había tenido
desde Diciembre se hubieran derramado como veneno.

—Darius Barebones. —Dijo, frotándose los ojos tóscamente con las mangas de sus túnicas,
forzándose a mantener el control. —Lo conocí en la fiesta Navideña de los Potters.

—Ese viejo borracho. —escupió Ferox bruscamente. Se veía molesto, pero no con Remus. —Lo
siento mucho, Lupin, escuchar esas cosas. No son verdad, sabes.

—¿Él no los…odiaba?

—Bueno, —Ferox inclinó su cabeza, como si estuviera tratando de ser diplomático, —Estaba
preocupado sobre el peligro que los hombres lobo presentaban para la sociedad. Pero era un
hombre sensible, sensible por el odio. Eres muy parecido a él.

Remus resopló amargamente frente a esa afirmación.

—Es verdad. —Dijo Ferox firmemente. —Era un buen hombre. Hubiera hecho cualquier cosa por
cualquier persona.

—Darius dijo que creía que Lyall había sido mordido por Greyback, por eso es que se mató.

—¿Sabes sobre Greyback, entonces?

Remus asintió. Ferox se veía muy serio de hecho. —He escuchado ese rumor. No estaría
sorprendido si Dumbledore empezara a protegerte, siendo honesto. Personalmente, nunca lo creí.
Después te conocí a ti por supuesto, y todo se volvió más claro.

—¿Es tan obvio? —preguntó Remus, levantando sus dedos hacia la cicatriz en su rostro, tenía más
de un año, pero seguía rígida y roja.

—No, —Ferox sacudió su cabeza, —la mayoría de los magos no reconocerían a un hombre lobo
si…

—¿Saltara y los mordiera?

Ferox rio, levantando el oscuro estado anímico que se había instalado en la pequeña oficina.

—También tienes el sentido de humor de tu padre.

Remus sonrió débilmente.

—¿Profesor?

—¿Sí?

—¿Qué paso con Greyback?

Ferox volvió a su seriedad instantáneamente.


—Me temo que no lo sabemos con certeza. Todavía está vivo, hasta donde el ministerio tiene
conocimiento, y todavía es buscado por sus crímenes. No sé si alguna vez lograrán atraparlo, para
ser honesto, el hombre es un maniaco, por todas cuentas.

—¿Podría…encontrarme?

—Tal vez.

Remus estaba sobresaltado por la honestidad de Ferox. No se veía tan preocupado por protegerlo
de la cruel verdad como la mayoría de los adultos. —¿Eso te aterra? —preguntó el profesor.

Remus se encogió de hombros.

—Creo…creo que tal vez siempre lo he sabido. Que lo voy a ver de nuevo.

—No deberías buscarlo…

—No lo haré. —Remus sabía que era mentira, pero también sabía que no había nada que Ferox
pudiera hacer para detenerlo.

—Si tienes más preguntas, quiero que te sientas cómodo preguntándome. —Dijo Ferox, —Hay
algunos recortes de periódicos dentro de ese libro encima, —señaló la pila que le había regalado a
Remus con la cabeza, —creí que deberías tenerlos. Cosas así no se deben ocultar de las personas, y
tienes edad suficiente.

—Gracias profesor.

—¿No te he molestado?

—No profesor.

—Buen muchacho. —Ferox se puso de pie, se inclinó sobre el escritorio y apretó los hombros de
Remus de un tipo de forma amistosa. —Intenta tener un buen verano, ¿eh? Te veré en Septiembre.

Remus asintió, sintiéndose un poco aturdido por los eventos ocurridos en la media hora pasada. Sin
embargo, estaba bastante agradecido de tener que irse, y se marchó en silencio, llevando consigo la
pesada pila de libros por las escaleras a la sala común.

La torre de Gryffindor estaba bastante tranquila ahora. La mayoría de los estudiantes habían
terminado de empacar y estaban sin duda afuera disfrutando los terrenos. Los pensamientos de
Remus se tornaron hacia Davy Gudgeon, y los presionó. Una crisis emocional a la vez.

Los merodeadores también se habían ido, las cosas de Sirius ahora estaba ordenadamente
empacadas en su cajón de serpiente. La habitación estaba calurosa, Remus movió su varita para
abrir las ventanas, luego fue a sentarse en su cama y abrió el primer libro.

Seguramente, presionadas como hojas muertas entre la cubierta y la primera página, tres recortes
de periódico amarillentos:

Diario El Profeta, Abril, 1964

ATAQUES DE HOMBRES LOBOS AUMENTAN — ¿podría su hijo ser el siguiente?

El Ministerio de Magia hoy día ha confirmado que el torrente de recientes asesinatos ambos en las
comunidades muggle y mágica han sido el trabajo de criaturas oscuras — nombradas hombres
lobo. Oficiales del Ministerio están particularmente preocupados que en muchos casos las víctimas
de los ataques han sido niños menores de diez años.

Un oficial, respetado experto en criaturas oscuras Lyall Lupin, ha alzado la voz y criticado al
ministerio por “Indisciplinadas medidas de seguridad y deliberadamente negligentes”. Lupin
proclama que el actual registro de hombres lobo del ministerio está pobremente manejado y
mantenido, permitiendo que facciones anti-ministerio usen estas lagunas a su favor.

Se sospecha que el número actual de víctimas es de diecisiete, pero se eleva de acuerdo a la


continuación de las investigaciones, y los perpetradores continúan aludiendo su captura. Se espera
más tarde hoy día una declaración de la oficina de Aurores.

Diario El Profeta, Obituarios, Enero, 1965

Lyall Lupin, quien ha fallecido a la edad de 36, será recordado como un mundialmente renombrado
experto en apariciones espirituales no-humana, por su extensivo trabajo con boggarts y poltergeists,
coordinación de dementores, y, más recientemente, sus esfuerzos por reformar el registro nacional
de hombres lobo.

Lupin ha dejado a su esposa, muggle Hope Lupin, con quien contrajo matrimonio en 1959 en
Cardiff. La pareja tuvo un joven hijo, Remus John Lupin, nacido en 1960. La familia ha pedido
privacidad durante su periodo de duelo.

Diario El Profeta, Febrero, 1965

AURORES EN BUSCA DE GREYBACK

La Oficina de Aurores apela a la comunidad mágica por cualquier tipo de información


perteneciente al paradero de Fenrir Greyback, hombre lobo y sospechoso asesino de infantes.

Greyback es descrito como de un metro noventa, muy fuerte e inmundo, con la apariencia de un
vagabundo. Se le advierte a magos y brujas de no acercarse, y considerar a Greyback
extremadamente peligroso, incluso en forma humana. El Auror Alastor Moody hoy día hizo una
declaración indicando que el ministerio cree que Greyback se encuentra viajando con una manada
de hombres lobo, haciéndolo mucho más peligroso. Greyback es conocido por tener una
preferencia por niños pequeños, pero Moody se niega a comentar la especulación de que los
hombres lobo planean levantar un ejército.

El ministerio también se negó a responder los alegatos de que tenían a Greyback bajo su custodia la
primavera pasada, y fallaron al reconocerlo como una amenaza.

Desde la muerte de Lyall Lupin, un abierto defensor de las graves sanciones en los hombres lobo,
ha habido numerosos esfuerzos por mejorar el reconocimiento y registro de las criaturas oscuras.

La primera vez que los leyó, Remus ni siquiera ocupó ayuda para la leer. La segunda, tercera y
cuarta vez, lo hizo. Y una y otra vez, como si hubiera algo más en ellas, como si pudiera extraer la
verdad directamente. No tenía más respuestas que antes, y una caliente bola de rabia empezó a
crecer en su pecho, ardiendo con más fuerza mientras re-leía y re-leía.
La horas pasaron, la habitación se oscureció, al final, nunca bajó al banquete.

Notas de Traducción:

1.- Es un programa retransmitido por la BBC. El programa consiste en una transmisión semanal del
servicio anglicano de Choral Evensong en vivo desde catedrales, capillas de universidades e
iglesias en todo el Reino Unido
Verano, 1974
Chapter Summary

Remus llega a un punto de inflexión.


Advertencias –se menciona violencia, delitos menores, menores de edad bebiendo.
Algunas blasfemias.

Chapter Notes

See the end of the chapter for notes

Moony,

Espero que tu verano vaya bien.

Las cosas han estado raras aquí — mis padres ya ni siquiera están interesados por disciplinarme,
solo siguen yendo a estas reuniones. A veces son en nuestra casa, a veces son afuera — creo que
van donde Bellatrix tal vez. O donde los Malfoys. Regulus no me dice que ocurre — creo que
probablemente le han puesto un hechizo de labios sellados o algo, porque normalmente no podría
resistir esconder algo así de mí.

Siento que algo malo va a pasar. Sé que suena estúpido, pero algo definitivamente no está bien en
esta casa. A veces estoy agradecido de que tú y James y Peter están tan lejos.

Intentaré pedir quedarme con James de nuevo. Sé que es demente, pero honestamente, si solo van a
ignorarme de todas formas, ¿cuál es el punto? Ni siquiera me han pedido ser ujier en la boda de
Cissy (para mejor, para ser honesto) entonces siempre está la posibilidad de que me hayan
desheredado y se les haya olvidado mencionarlo.

No puedo esperar a que tengamos diecisiete, entonces solo podemos vivir juntos todo el tiempo,
como en Hogwarts. Quiero vivir en Carnaby Street, como en Melody Maker. Tienes que mostrarme
el lugar — ya sé cómo funciona el dinero ahora, gracias a Estudios Muggle.

Lo mejor,

Sirius O. Black

***

Sirius,

Todo está bien aquí, no te preocupes por mí.

Realmente no sé a qué te refieres con ‘algo malo’. ¿Crees que intentarán herirte de nuevo? Si es así,
entonces definitivamente intenta ir donde los Potters. Tal vez pueden llamar a Dumbledore o
alguien.

Perdón por decepcionarte, pero nunca he estado en Carnaby Street. St Edmunds está en Essex, y
vamos a Londres solamente una vez al año, usualmente a los museos. Probablemente te gustaría el
Museo de Ciencias, lleno de invenciones muggles.
Ten cuidado, ¿ok?

Remus.

***

Querido Moony,

Solo para que sepas, Sirius viene a quedarse con nosotros este verano. Debería llegar esta tarde,
entonces envía su correo aquí. ¿Espero que tu verano vaya bien? Te veías un poco distraído al final
del término.

Sé que vas a decir que no, pero Mamá y Papá aun dicen que estás invitado a quedarte cuando
quieras. Y que nosotros siempre podríamos ir, solo a visitar. No quiero que estés ahí solo, amigo,
especialmente estos días.

James.

***

James,

¿Qué quieres decir con ‘estos días’? ¿Es de lo que se refería Sirius con sus reuniones familiares?
Sabes cómo son los Blacks, solo aman los secretos. Probablemente no sea nada. Probablemente
estén planeando el despose de Regulus o algo así y quieren a Sirius fuera del camino.

De todas formas, como le dije a Sirius, no se preocupen por mí. Dumbledore y Madam Pomfrey
creen que aquí es donde estoy más a salvo, y ellos son los que están a cargo de mí, ¿cierto?
Obviamente preferiría pasar el verano con ustedes, pero no pasará, entonces ¿puedes dejarlo por
favor?

Tampoco vengan, solo confíen en mí.

R.

***

Querido Remus,

Perdón si te molesté, amigo, no fue mi intención. Dejaré de preguntar sobre eso, si quieres.

Espero que estés teniendo un buen verano de todas formas, todos deseamos que estuvieras aquí.
Tienes razón, si Dumbledore dice que estas a salvo allí, entonces estas a salvo. Papá dice que
pronto Dumbledore será el único en quien podamos confiar.

Cuídate,

James.

***

Hola Moony,

Cuatro merodeadores son definitivamente mejor que tres. Es genial tener a Sirius aquí y todo, pero
es como que siempre hacemos lo que él quiere.
Más que nada solo soy suertudo de que mamá me deje verlos, después de que Phil se fue de casa.
Recibí una postal de ella el otro día, dice que está en América, ¿puedes creerlo? Dice que te diga
hola de su parte, entonces ‘hola’ de Phil.

Peter.

***

Moony,

¿Por qué tuviste esa ida con James? Él cree que no lo hiciste a propósito, pero yo te conozco, idiota
bipolar. ¿Qué pasó?

Sirius O, Black

PD: ¿Por qué Philomena te dice ‘hola’ a ti, y no a ninguno de nosotros? Eres un jodido Don Juan.

***

Remus,

Sé que recibiste mi última carta, la lechuza se devolvió, y las lechuzas de los Potter son aún más
confiables que los de mi familia.

¿Por qué no respondes?

Sirius O. Black

***

¿Remus? ¿Por favor dinos si estás bien?

James.

***

¿Moony?

***

Craig había sido arrestado en algún punto del año escolar, y Remus había vuelto para encontrar
que el amigo de Craig, Ste, estaba a cargo del elemento criminal en St Edmunds. Era mucho más
horrendo y estúpido que Craig.

—Un poco alto para estar robando, ¿no? —Ste entrecerró sus ojos hacia Remus.

—Todavía flaco. —respondió Remus, aguantando su descaro.

—¿Cómo te hiciste esas cicatrices?

—Peleando.

Ste rio pesadamente.

—Seh, claro. Un niñito malvado majo como tú.

—Vete a la mierda, —Remus dio un paso hacia adelante, —No soy ningún majo. —Era igual de
alto que el chico de dieciséis años — tal vez incluso unos centímetros más alto. Sí, era malvado,
pero estaba marcando terreno, y Ste lucía menos seguro de sí mismo.

—Está bien. —Dijo el chico mayor, inclinando su cabeza de vuelta, lejos de Remus. —Cálmate
amigo. Estás dentro.

Remus resopló burlón, se dio la vuelta y caminó, satisfecho.

No muchas cosas le habían dado satisfacción ese verano. Se sintió más aislado que nunca — y más
enojado de lo que había estado en un largo tiempo.

Remus casi odiaba a Ferox por haberle dado la información que tenía el último día del término —
para que entonces no pudiera encontrarle sentido, o nada relacionado. No tenía a quien contarle;
tenía prohibido mencionarle Hogwarts a nadie en St Edmund, y ni siquiera sabía donde empezar
con los otros merodeadores.

Sus cartas lo enfurecían, había hecho una bola con cada una de ellas en su puño y las había botado.
No podía leer, o ver TV, o incluso tocar sus deberes. Aunque sentía que tenía una energía sin
límites reprimida, como un animal asechando a lo largo de su jaula. Se construyó dentro de él,
calentándose hasta que soltaba llamas con el deseo de arremeter y golpear hasta sacarle la mierda a
la siguiente persona que se le cruzara.

Afortunadamente, la mayoría de los niños en St Edmunds parecían percibir esto. Aunque Remus
vagamente hablaba con alguien, los otros niños lo evitaban como la plaga.

Entonces, buscó a Ste.

Su primer trabajo fue uno fácil; no tenía que ser pequeño. Robaron un auto, y todo lo que tenía que
hacer era trepar dentro con el resto de ellos. Condujeron alrededor por gran parte de la noche,
fumando y bebiendo una botella de vodka que habían robado de una botillería hace unas semanas.

Remus decidió que le gustaba fumar. Lo hacía lucir más rudo, y mantenía sus manos ocupadas; le
gustaba enrolar cigarrillos, y le gustaba la forma en que se quemaban a centímetros de sus labios.
Le gustaba aspirar columnas de humo y pensaba en Ferox persiguiendo dragones en Rumania.

Le agradaba a los otros chicos, después de que se acostumbraron a su tranquilidad, y su manera


peculiar en general. Todavía era el más joven en el grupo, y empezaron a tratarlo como un
hermano menor, atormentándolo con cigarrillos y alcohol. Remus se emborrachó apropiadamente
por primera vez ese verano, y todos se rieron mientras él se tambaleaba por el parque, y
simpatizaron cuando vomitó sus entrañas la mañana siguiente.

Cuando se emborrachaban también les gustaba pelear, lo que le convenía. En la oscuridad arriba
del campo se lanzaban alrededor, cantando a todo pulmón canciones de Who, o The Jam, o incluso
cánticos de futbol si estaban particularmente inconscientes. A ninguno de ellos le parecía importar
si Remus era muy joven o delgado, y ninguno de ellos lo trataba como un inválido por sus
cicatrices. A veces solo necesitaba golpearse un poco, al final de la noche llegaban a tientas al
hogar como amigos.

Las semanas del caluroso verano pasaron en una caótica mancha borrosa — Remus pasó la
mayoría de sus noches afuera con Ste y su pandilla, y sus días durmiendo, pasando sobre sus
resacas, tratando de mantenerse fuera del camino de Matrona. No pensó sobre Hogwarts. Pensaba
muy poco en realidad.

—Hay que conseguirte trapos apropiados, Lupin, —dijo Ste arrastrando las palabras, una noche, —
No puedes verte como un marica todo el verano.

Remus miró hacia abajo, a sus jeans y camiseta gris estándar de St Edmunds. Había vómito en sus
tenis. ¿Él había hecho eso? No podía recordar,

—No tengo dinero, ¿o sí? —respondió, buscando el cigarro que había dejado detrás de su oreja
hace solo unos minutos — o por lo menos creía que lo había hecho.

—¿Entonces? —Aggie, un chico bajito y rellenito quien a Remus le recordaba a Peter se encogió
de hombros, —Mi amigo trabaja en un depósito abajo en Southend, te conseguiremos trapos
apropiados.

Y realmente lo hicieron. Por primera vez, Remus lucía como todos los otros chicos de su edad —
no en ropa de segunda mano, sino que nueva. Pantalones de pitillo azul brillante, una camisa
abotonada (robada de Ben Sherman, pero igual de buena que la real), tirantes blancos y botas
bovver. Raparon su cabello más corto, incluso más de lo que Matrona lo hacía.

—Te ves bien. —Ste lo atrapó con su brazo, frotando sus ásperos nudillos en su cabeza.

Cuando llegó la luna, y Madam Pomfrey lo vio, presionó sus labios.

—No diré nada sobre el atuendo, —dijo remilgadamente, —Pero no me gusta como se ven esos
moretones—debes decirme si los otros niños te están haciendo daño.

Sacudió su cabeza y esperó a que ella cerrara la puerta — ya podía sentir su sangre hirviendo
mientras el cambio empezaba.

Al día siguiente, estaba muy débil para moverse. Madam Pomfrey insistió en quedarse todo el día
para cuidarlo, incluso arreglando para una cama que había traído a su pequeña celda. Las resacas
no tenían nada que ver con las transformaciones, pensó Remus para sí mismo. Aunque hubiera
matado por un cigarrillo.

Aburrido, y muy cansado para estar enojado, finalmente buscó un libro. Los tres recortes de
periódico cayeron de nuevo y rápidamente cerró la cubierta antes que Madam Pomfrey pudiera ver.

Greyback.

Eso era por qué estaba tan enojado, se dio cuenta, en el primer momento de claridad que había
tenido en todo el verano. De hecho, Greyback era la razón detrás de todo lo que había ido mal en la
vida de Remus. ¿Dónde podría estar? ¿Cómo podrías cazar un hombre lobo? Había bastantes libros
sobre eso en la biblioteca de Hogwarts, pero Remus siempre los había evadido antes, aterrado de
qué podrían decir.

Bueno, duro. Tendría que dejar de ser delicado sobre cosas así. Tenía que dejar de esconderse de sí
mismo; dejar de permitirle a todo el mundo caminar por encima de él, si es que alguna vez él iba
a…sí.

Iba a matar a Greyback. Lo iba a cazar, y ponerle fin, justo como su padre hubiera querido. Lyall
Lupin no habría muerto en vano. Un rayo de adrenalina se disparó a través de Remus mientras
pensaba al respecto. Era mucho mejor que la rabia.

Le tomaría años antes de que estuviera listo, lo sabía. Y necesitaría dinero. Tan rápido como
Remus estuvo repuesto, se acercó a Ste una vez más.

—¿Todo bien Lupin, mi viejo amigo? —El chico mayor sonrió con sus dientes amarillos a través
de un dulce olor de humo verde. —Maldita sea, ¿Qué te pasó? —frunció el ceño mirando los cortes
frescos de Remus.

—Eso no importa. —Gruñó Remus, sin enfatizar en su antiguo acento, —El verano pasado Craig
asaltó tantas licorerías y pubs que tuve un maletero lleno de cajetillas de cigarrillos. Este año no
tengo ninguna mierda. ¿No eres tan duro como Craig, o algo?

—Oye, —Ste se levantó, colgando sus pulgares detrás de sus tirantes, —Cuidado.

—No, tu ten cuidado. —Gruñó Remus, mostrando sus dientes, —Me quedan dos semanas, y
necesito surtirme. ¿Estás dentro o no?

Chapter End Notes

Ste — comúnmente Británico (sobre todo en el norte) abreviación de Steven/Stephen.


Pronunciado ‘stee’.
Cuarto Año: Una Tormenta en Camino
Chapter Summary

Advertencia: un poco de violencia.

Domingo 1 de Septiembre, 1974

Mientras Remus se acercaba a la estación Kings Cross por la cuarta vez en su temprana vida, se
sentía absolutamente invencible. Había crecido durante el verano, y su cara también había
cambiado — ya no era infantil y redonda; su mandíbula se había apretado y sus ojos eran viles. En
sus pesadas botas negras (pulidas hasta brillar esa mañana) y su nueva ropa, Remus sintió una
fuerte sensación de identidad que nunca había tenido. Ste había estado muy entusiasta por hacerle
un tatuaje antes que volviera a la escuela, pero Remus se había resistido — ya tenía suficientes
marcas.

—Todos creerán que te has unido a una pandilla, —Matrona lo regañó, apenas ocultando su desdén
mientras lo dejaba fuera de la estación, —Pareces un delincuente.

—Jódete, —murmuró, —¿Qué te importa?

Ella le dio un golpe brusco alrededor de la oreja, y él hizo una mueca de dolor. Se había
acostumbrado a hacer eso estos días, pero ella todavía sabía dónde dolía más.

—¿Estarás en la escuela antes que se oscurezca, cierto? —Dijo de forma diplomática. Él asintió
hoscamente. Esa noche era la luna llena. —Bien. —Asintió. —Nos vemos el próximo verano,
entonces.

Entró a la estación solo, y caminó por la multitud con una practicada manera de andar masculina
— piernas separadas, manos cerradas en puños. La gente se movía rápidamente de su camino
mientras se acercaba, y un guardia de la estación lo observó sospechosamente. Remus los ignoró y
dio zancadas hacia adelante, con propósito, directamente a través de la barrera, terminando en la
Plataforma 9 ¾ sin mucho más que pestañear.

Estaba tarde, y la plataforma ya estaba casi vacía, con solo los últimos pocos padres de los
estudiantes de primer año, llorando despidiéndose prolongadamente. Una mirada superficial le dijo
a Remus que los otros tres merodeadores ya estaban en el tren, entonces trepó dentro y se dirigió
directamente a su usual compartimiento, empujando violentamente a los otros estudiantes —
muchos que se veían bastante pequeños ahora — mientras forcejeaba con su viejo maletero
abollado.

Estaban ahí; los tres sentados apretados en el mismo lado del compartimiento, acurrucados detrás
de la edición mañanera de El Profeta.

—¿Todo bien? —dijo Remus, mientras entraba.

James, quien estaba sentado en el medio, sujetando el periódico, lo dejó caer, y tres pares de ojos
miraron a Remus fijamente. Peter lucía blanco y nervioso, lo que era bastante normal, y empezó a
morder su labio inferior, lanzándole miradas a James por una respuesta apropiada.
James sonrió, tratando de ser amigable, pero sus ojos cafés vagaron a través de Remus, desde las
puntas duras de sus botas hasta su cabeza afeitada. Sirius era el más difícil de leer; sus ojos se
habían expandido levemente, pero su expresión permanecía neutral. Remus se dejó caer en el
asiento opuesto como si no se hubiera dado cuenta.

—¿Buen verano?

—Nada malo, —dijo James cautelosamente, —Lo usual, ya sabes… ¿Cómo estuvo el tuyo?

—Sí, bien. —Remus sacó una pequeña caja de hojalata de su bolsillo trasero y la abrió para revelar
cinco cigarrillos pre-enrolados. Ubicó uno entre sus labios y lo encendió con un fósforo mientras el
tren empezaba a dejar la estación.

Peter ahora estaba mirando a Remus fijamente con su boca ligeramente abierta, como si no lo
reconociera. James se veía preocupado, con una pequeña arruga formándose entre sus cejas,

—Estábamos preocupados cuando no oímos de ti.

—Perdón. Estaba ocupado. —Remus se encogió de hombros exhalando humo.

—¿Haciendo qué? —preguntó Sirius plenamente. James se puso de pie para abrir la ventana y
dejar que el humo saliera, pero no dijo nada al respecto.

—Solo ocupado. —Dijo Remus. Ellos guardaban secretos de él, después de todo. No tenía por qué
contarles todo.

—¿Estás bien, Remus? —preguntó James finalmente. —¿Ha pasado algo?

—Nop.

—Luces diferente.

—¡Tu ropa! —chilló Peter, de la nada.

—He visto muggles vestidos así, —Sirius finalmente habló, —es cool, ¿cierto Remus?

Remus se encogió de hombros de nuevo, complacido, pero esperando lucir exteriormente


indiferente.

—Mis amigos la consiguieron para mí, es todo. —dijo.

—Oh, bueno, si es una cosa muggle… —dijo James, inseguro. —¿Estás seguro que estás bien?

—Déjalo, Potter, —Remus suspiró, poniendo sus ojos en blanco. Ya no quería hablar más de esto.
Aunque había esperado — incluso deseado — una reacción, no le gustaba la forma en que lo
estaban mirando. Típicos sangres pura, podían caminar de un lado a otro con túnicas de cientos de
años y con estúpidos sombreros puntiagudos y nadie decía nada — pero jeans y doc martens
aparentemente eran demasiado.

—¿Qué están leyendo, entonces? —preguntó, señalando el periódico, esperando distraerlos.

James miró gravemente hacia el papel en su regazo.

—La guerra. —Dijo entregándole a Remus El Profeta.

—¿¡Guerra!? —eso hizo que se sentara derecho. —¿Qué guerra? —bajó la mirada al encabezado,
que leía ‘Jenkins es criticado mientras las medidas de seguridad en el ministerio se estrechan’.

—¿No sabías? —James lucía incrédulo, —La comunidad mágica ha estado en guerra oficialmente
desde 1970.

Sirius y Peter asintieron solemnemente.

—Ni siquiera estábamos en Hogwarts en 1970, —dijo Remus defensivamente, —Apenas sabía
algo sobre los magos entonces. ¿Qué…o sea, contra quién estamos luchando?

—Ese es el problema, —dijo James bruscamente, —es muy difícil saber, pero esta persona ‘Señor
Tenebroso’ ha estado reuniendo muchos aliados — casi todos sangres pura.

—Creo que esas son las reuniones a las que mi familia asiste, —dijo Sirius, su voz baja, aunque
estaban solos. —El papá de James está de acuerdo conmigo.

—¿Es por eso que los Slytherins fueron tan amables el año pasado? —preguntó Remus,
conectando los puntos ahora.

—Sep, —dijo Sirius. —Y será peor este año, puedes apostar.

—Hubieron unos…ataques, este verano. —dijo James, nervioso. —A muggles, y unas pocas
familias de sangre mixta.

—Creen que el Señor Tenebroso está usando criaturas peligrosas, —dijo Peter, su voz temblaba
con miedo, —Vampiros y gigantes y…y…

Remus le disparó una mirada, y apretó su mandíbula,

—¿Y hombres lobo?

—Moony… —empezó James.

—Necesito ir al baño. —Remus se puso de pie, rápido, dejando el compartimiento.

Corrió por el tren, los estudiantes más jóvenes saltaban fuera de su camino mientras los pasaba,
aterrados. No necesitaba el baño, obviamente, pero no había otro lugar donde pudiera ir
exactamente, entonces se encerró dentro de un cubículo al final del carruaje. Era mucho más lujoso
que los baños en los trenes muggle — con cortinas de terciopelo en las ventanas y brillantes
accesorios de oro. El espejo incluso tenía un marco dorado. Se miró fijamente por unos minutos,
observando sus propios ojos, apretando los costados del lavabo hasta que sus nudillos se tornaron
blancos.

Pensó que sería tan rudo después de este verano — pensó que nada podría afectarle ahora. Pero
todo ya se estaba desentrañando, más rápido de lo que había esperado, y había perdido la razón a la
primera mención de los hombres lobo. ¿Cómo haría lo que necesitaba hacer si no podía mantener
la calma? Greyback se lo comería de desayuno.

Incapaz de seguir mirándose otro segundo, Remus se sentó en el asiento de baño y consideró
golpear el dispensador de jabón. Eso probablemente no le daría la satisfacción que necesitaba, y
solo terminaría cubierto de un limo rosado con esencia de flores. En vez, pateó el lavabo, dejando
una larga marca de caucho negro en la porcelana blanca.

—Mierda. —murmuró. Eso se sintió bien. —MIERDA, —gritó, pateando el lavabo de nuevo.
—¿Quién está ahí? —una penetrante voz vino desde la puerta.

—Jódete, está ocupado. —Gritó de vuelta ferozmente.

—Este es el carruaje de Slytherin, sabes. —La voz dijo fríamente.

—Oh vete a la mierda estúpido entrometido. —respondió Remus, golpeando la puerta con su codo.

Si hubiera estado en un estado más razonable, hubiera explicado calmadamente que los carruajes
no estaban divididos por casa, y que de hecho, cualquiera se podía sentar donde quisiera, incluso si
era en el baño, encerrado.

—¡Debo llamar a un prefecto!

—Oh por dios, —Remus se puso de pie, sacando su varita, —¿¡Buscas pelear o algo!? —Abrió la
puerta de golpe, encontrándose cara a cara con un muy shockeado Severus Snape.

Severus pudo haberlo asustado cuando tenían once años, pero a los catorce Remus era más alto que
Snape, y con su mano levantada y su cara arrugada con molestia, debía tener una imagen
aterradora.

—Tú. —Ambos sisearon. Snape arregló su negro cabello grasoso e hizo una mueca burlona,

—¿Qué estás haciendo aquí?

—Nada que te importe. Fuera de mi camino.

—¿Qué estás usando? —Snape puso una cara, mirándolo de pies a cabeza con disgusto. —¿Esa es
ropa muggle?

—¿Y qué si lo es? —Remus dio un paso adelante, tan cerca del chico Slytherin ahora que
prácticamente le estaba respirando encima. —¿Tienes algo que decir? No eres tan grande sin tus
amigos raritos cerca, ¿o sí, Snivellus? —le dio un fuerte empujón, dejando a Snape en el suelo.

Snape lo fulminó, poniéndose de pie y limpiando sus andrajosas túnicas negras. Entrecerró sus
ojos,

—Sabrás todo de mis ‘amigos’ este año, Loony Lupin, te lo prometo. —Dijo muy fríamente.

—Aunque no estás exactamente en una posición para hacer amenazas, ¿o sí? —Respondió Remus,
casi haciendo conversación. —He escuchado que esos prefieren a los sangre pura…y Lily me ha
dicho todo sobre ti, Snape…

Los ojos de Snape se abrieron, y una mirada de puro odio cruzó su rostro. Alcanzó su varita pero —
ya sea por la cercanía de la luna llena, o pura adrenalina — Remus fue más rápido. Agarró la
muñeca de Severus y la estampó contra la pared del carruaje, causando un llanto del Slytherin y
que soltara su varita. Luego, pensando solo en causar la mayor cantidad de dolor posible, Remus
movió bruscamente su cabeza hacia adelante y golpeó a Severus, derribándolo una segunda vez.

Snape ahora lo miraba hacia arriba, sus ojos negros brillaban con miedo y rabia, empuñó su túnica
contra su nariz, que ahora chorreaba sangre. Remus, sin sentirse mejor para nada, escupió en el
piso y se paró encima de Snape.

—Ahí tienes tu advertencia para el resto del año, —gruñó, —Fuera de mi camino.

Snape no dijo nada, pero no intentó levantarse. Remus caminó alejándose, confiado en que el otro
chico no intentaría nada ahora. Divisó el camino por el que había venido, tratando de alejarse del
rico, intoxicante olor de la sangre, y se encerró en el primer compartimiento vacío que encontró.

Ahí se sentó, respirando profundamente por unos pocos minutos, tratando de mantener la
intensidad de sus latidos bajo control, e ignorar el anhelo que hacía eco en algún lugar profundo
dentro de él, donde la razón humana no podía tocarlo. Eventualmente, con manos temblorosas,
sacó otro cigarrillo, y fumó melancólicamente, mirando fuera de la ventana.

No estuvo solo por mucho tiempo.

—¿Moony? —La puerta se deslizó abierta, y la cabeza de Sirius se asomó. Remus lo fulminó, pero
Sirius entró de todas formas, y se sentó en el lado opuesto. —Está bien, ¿qué pasa?

—Nada. —Remus cruzó sus brazos y se deslizó bajo su asiento, mirando sus botas. Los cordones
no combinaban, rojo en la izquierda, amarillo en la derecha. Pensó que se veían muy cool en Julio,
pero ahora se veía un poco tonto.

—Algo pasa. No eres tú mismo.

—Como sabrías. —Escupió Remus en respuesta. —Tal vez este es quien soy realmente.

—Solo lo sé, —respondió Sirius, inusualmente calmado. Aparentemente pasar tanto tiempo con los
Potters ha hecho maravillas con su paciencia. —Está bien estar enojado a veces, Remus. No
significa nada, excepto que eres normal.

Remus levantó la mirada, sorprendido. Sirius sonrió, comprensivamente, luego hizo una mueca, —
Y para ser honestos, realmente creo que te ves muy jodidamente cool.

—¿Enserio?

—Seh. Algo peligroso.

Remus resopló frente a la ironía.

—Gracias.

—Entonces… ¿fue un mal verano, no?

Remus se encogió de hombros,

—Estuvo ok. Yo…hice muchas cosas. No quiero que James sepa.

—Ok. —Sirius estuvo de acuerdo, luego inclinó su cabeza, alegremente, —¿Puedo probar un
cigarrillo?

Pronunció la palabra como si fuera nueva para él, con un leve acento Francés, lo que era
peculiarmente tierno. Remus sintió una ola de afecto por su amigo, lo que hizo su corazón
martillear de nuevo. Sacó un cigarrillo de su caja y se lo entregó con los fósforos. Observó a Sirius
apretar sus labios cautelosamente alrededor del cilindro blanco de papel, encender un fósforo y
hacer un cueco con sus manos cerca de su rostro. No tosió, lo que era jodidamente impresionante,
pero solo aspiró superficialmente antes de exhalar, e hizo una mueca amarga.

—Te acostumbras. —Remus sonrió con malicia.

—Ok. —Sirius intentó de nuevo, inhalando más esta vez.


Era extrañamente hipnótico, observar a Sirius fumar. La bruma de gris azulado hizo que el carruaje
se sintiera más íntimo y privado. Remus empezó a relajarse por primera vez en meses, y como si
algo dentro de él se estuviera aflojando lentamente. Miró a Sirius, y pensó — ¿por qué no?

—Descubrí unas cosas, al final del término pasado. —Dijo, suavemente, mirando sus botas de
nuevo.

Alcanzó el bolsillo de su camisa y sacó los tres recortes de periódico que Ferox le había dado el
año pasado. Se los entregó a Sirius, quien los alcanzó a través del humo con sus largos dedos
blancos para recibirlos. —No quiero hablar de eso aún. —Dijo Remus, rápidamente, —Pero léelos
si quieres.

—Ok, —Sirius asintió, gentilmente, —Gracias, Remus.


Cuarto Año: Competencia

El mal inicio de Remus para el año no mejoró cuando el tren llegó a la estación. Llegaron a
Hogsmeade a solo veinte minutos o algo antes de la puesta de sol, y Remus encontró a Madam
Pomfrey esperándolo, luciendo ansiosa.

—Buena suerte, Moony, —dijo Sirius en voz baja, mientras tomaban caminos separados entre la
multitud de estudiantes en túnicas negras. Remus asintió sombríamente, y Sirius le dio un suave
empujón en el hombro con el suyo; una muestra de solidaridad adolescente.

Remus solo tuvo tiempo para mirar con nostalgia mientras los tres merodeadores trepaban dentro
de uno de los carruajes sin corceles, una cabeza rubia, dos oscuras — antes que Madam Pomfrey
tomara a Remus por el codo, y sin advertencia los apareció dentro de la casa de los gritos.

Había un plato azul y blanco descansando en el polvoriento manto de la chimenea con un grueso
sándwich de pollo encima.

—En caso que estés hambriento, —explicó la enfermera, —todavía tienes un poco de tiempo.

Él estaba muerto de hambre, pero no pudo obligarse a comer. En vez, solo se sentó en su catre y
esperó ser encerrado, deseando que hubiera por lo menos un poco de luz en la sucia habitación.
Remus pensó sobre el banquete — discutiblemente su parte favorita de la primera noche, además
de dormir en su enorme, cómoda cama. Nada de es ocurriría esta noche.

Podía oler a un conejo afuera, olisqueando la hierba, su estómago dio un feroz gruñido. Miró al
sándwich de nuevo y lo consideró, pero mientras el dolor se disparaba a través de sus omóplatos se
dio cuenta que había esperado mucho tiempo; el lobo estaba en camino.

***

Lunes 2 de Septiembre, 1974

Uno podría asumir que a un hombre lobo hambriento se le podría antojar un sándwich de pollo,
pero aparentemente solo la carne cruda se le antojaba, y Remus despertó para descubrir que la
pequeña comida permanecía intacta, mientras sus brazos y piernas estaban hechos jirones. Suspiró
pesadamente, se puso de pie, y fue a sentarse en la litera nuevamente. Su cadera se había puesto
rara por tercera vez, y su cojera era exagerada mientras se tambaleaba al otro lado de la habitación.
Su hombro izquierdo se sentía dislocado — gracias a dios que no era el derecho, porque tenía
mucha tarea que terminar.

Cerrando sus ojos, Remus se encorvó contra la pared para esperar por Madam Pomfrey. Había
amanecido, y los merodeadores probablemente no despertarían en unas pocas horas más, a menos
que James decidiera que necesitaba volar antes de las lecciones. Remus sabía que era el último año
de Harpreet Singh en Hogwarts, lo que quería decir que la posición para Capitán de Quiddicth
estaría abierta el próximo año, y James no estaba bromeando al respecto.

—Accio sándwich. —Gruñó Remus, encontrando su varita bajo la cama. El plato entero fue
volando en su dirección a tal velocidad que chocó con la pares y se hizo trisas a solo centímetros
de su cabeza. Gruñendo, Remus quitó los trozos de porcelana y empezó a devorar pedazos del pan
duro.

Madam Pomfrey llegó pronto y empezó a remendarlo antes de acompañarlo de vuelta al castillo. El
insistió en caminar, en vez de tener que conjurar una camilla.
—Realmente no estoy tan mal, —halagó, —usted ha hecho un gran trabajo con mi hombro…creo
que estaré bien para ir a las lecciones.

—No me gusta como se ve esa cojera, —respondió, —Enfermería primera, veremos cómo estás
para la hora de almuerzo

—Pero es mi primer día… —sabía que estaba lloriqueando, pero tenía que intentarlo.

—Lo siento, Remus. De todas formas, mírate, estás muerto en tus pies. Unas pocas horas de sueño
y te sentirás mucho mejor.

Para la consternación de Madam Pomfrey, James, Peter y Sirius estaban esperando afuera de las
puertas de la enfermería por Remus — queriendo decir que dormir tendría que esperar un poco
más.

—¿Cómo logró James que se despertaran tan temprano? —Remus les sonrió.

—Fue fácil, —James sonrió de vuelta, Sirius sofocaba un bostezo a sus espaldas. —Tuve que
recurrir a la violencia.

—Y violencia real, —dijo Peter, frotándose el brazo, que se veía muy rojo.

—¿Estás bien, Moony? —preguntó Sirius, pestañeando mucho, intentando lucir más alerta.

—Bien, gracias, —asintió Remus, mientras Pomfrey lo apresuraba dentro de la habitación.

Los merodeadores esperaron pacientemente mientras Remus se desvestía detrás de una cortina y
trepaba dentro de su cama usual al final del pabellón.

—¡Cinco minutos! —chasqueó Madam Pomfrey, llevándole un brebaje para dormir, —Necesita
descansar, niños.

—No podemos quedarnos por mucho de todas formas, —dijo James, —Lecciones y todo. Te
trajimos tu itinerario, Moony. —Le entregó el pergamino.

Remus lo estudió cuidadosamente. Las lecciones de Ferox eran al final de la semana, entonces por
lo menos no se perdería esas. Pero tenía a McGonagall y Runas, e Historia hoy día,

—¿Podrían- —empezó,

—Conseguiremos tus deberes, Moony, no te preocupes, —dijo Sirius, entretenido. —Es bueno
tenerte de vuelta a la normalidad.

—Seh, —Remus arqueó una ceja, estirando un brazo desnudo para mostrar sus frescas marcas de
garras, —No se puede hacer tan normal para mí.

***

Se sintió mucho mejor una vez que durmió toda la mañana. La furia que lo había despedazado por
los últimos meses todavía estaba muy presente — pero de alguna pequeña forma había cambiado, y
era capaz de pensar sobre otras cosas. En Hogwarts, se sentía mejor equipado para controlar su
temperamento, se sentía aterrizado y de alguna forma más cuerdo. Por más que no quisiera
admitirlo, Remus estaba empezando a sentirse más en casa en el mundo mágico que en el muggle.

En adición, se sentía sorpresivamente positivo sobre haberle dado a Sirius los recortes de
periódico. Habían quemado un hoyo en su bolsillo todo el verano, y estaba agradecido de
deshacerse de ellos; dejar a alguien más dentro de su secreto.

Pomfrey le permitió irse para la cena, e intentó deslizarse dentro del Gran Salón sin hacer mucho
escándalo. Era un plan escrupuloso, sin embargo, hasta que fue tacleado al suelo como en rugby
por tres niñas muy emocionadas.

—¡Reeee-mus! —chillaron, capturándolo en un apretado abrazo.

—¡Hola! —jadeó, tratando de no hacer una mueca de dolor mientras Marlene le apretaba
fuertemente sus costillas recién arregladas.

—¡No te vimos en el tren! —Dijo Mary,

—¡Y no estabas en Runas! —Agregó Lily,

—¿Tuviste un buen verano? —preguntó Marlene, su voz ligeramente opacada bajo el brazo de
Mary.

—¡Sí, genial, gracias! —Remus estiró su ropa cuando finalmente lo soltaron, dando un paso atrás y
sonriéndole. —No me sentía muy bien, pero estoy ok ahora. ¿Cómo estuvieron sus veranos?

—¡Genial! —Mary lo jaló hacia la mesa de Gryffindor, donde los merodeadores lo estaban
observando con una mezcla de asombro y envidia. Se encogió de hombros, desamparado, mientras
era obligado a sentarse. —Espera a que escuches lo que Darren y yo hicimos—

—¡No en la cena! —Dijo Lily, sonando exasperada, —¡Remus no quiere oír lo que hiciste con tu
novio!

Los ojos de Remus se expandieron — definitivamente no quería escuchar — y le regaló una rápida
sonrisa a Lily, quién sonrió de vuelta.

Todas las niñas se veían un poco diferentes. Remus estaba tan alto ahora de difícilmente notaba a
otras personas creciendo, pero Mary, Marlene y Lily definitivamente habían cambiado. Se veían
menos como las niñas que recordaba del año pasado, y ahora le recordaban a las chicas a las que
Ste y su pandilla les silbaban cuando estaban en la ciudad. Mary, particularmente, había
desarrollado evidentes curvas en algún punto, y Remus no podía ignorar el hecho de que la mitad
de los chicos en la mesa de Gryffindor estaban mirando la forma en que su camisa blanca se
cruzaba a la mitad de su pecho.

—Oigan, señoritas, —Sirius llamó desde otro lado de la mesa, —¿Podemos tener a Moony de
vuelta, por favor?

—No. —Respondió Mary, sacando su lengua rosada. Se giró hacia Remus, —¡Realmente me
gusta tu cabello! Avni dijo que te vio en el tren y que estabas vestido como un skinhead—¿No te
has unido a una pandilla ahora, o sí?

Remus se encogió de hombros. Afortunadamente, la comida apareció en ese momento,


proporcionando una distracción lo suficientemente decente. Desafortunadamente, las chicas no
eran como los hombres cuando se trataba de comida — mientras que los merodeadores
simplemente se hubieran sumergido, cabezas abajo hasta que terminaran, Lily y Marlene
pellizcaron su comida lentamente, hablando sobre la escuela y quien estaba saliendo con quien, y
sus nuevos actores favoritos.

—A Marlene le gusta un Slytherin, —dijo Mary, secamente.


—Que no. —Marlene se tornó rojo brillante.

—Que sí, ¡Te vi mirándolo en Pociones!

—¿Estamos tomando Pociones con Slytherin de nuevo, entonces? —Preguntó Remus, su estómago
se hundía.

—Sep, —dijo Lily, animadamente. —Creo que es mejor, ¿no crees? Slughorn siempre da mucho
más detalle cuando su propia casa está en la sala de clases.

—Oh sí, lo olvidé, —Mary arqueó una ceja, —A Lily le ha gustado un Slytherin por años.

—Severus es mi amigo. —Respondió Lily fulminantemente. —Estás loca por los chicos, tú.

—No puedo evitarlo si soy más experimentada que ustedes, —Mary elevó su barbilla en de un tipo
de forma muy dignificante y madura. Marlene cubrió sus oídos dramáticamente,

—Si vas a empezar a hablar sobre Darren haciendo…eso de nuevo, ¡entonces me voy!

—Bien, bien, —Mary rio ligeramente. —Cerraré la boca.

Aunque no lo hizo. Ella y Marlene terminaron en un intenso debate sobre quien era más atractivo
— David Essex o Donny Osmond. Remus tomó la oportunidad para susurrarle a Lily,

—¿Viste a Sniv—Severus hoy día, entonces?

—Seh, ¿por qué?

—Em… ¿dijo algo sobre…haberme visto en el tren?

—No, —Lily sonaba sorprendida, —¿Por qué? ¿Qué pasó?

—¡Nada! —dijo Remus rápidamente, —Solo lo usual, ya sabes. Él siendo un imbécil.

—Mm. —Respondió Lily, mirando hacia abajo a su comida y jugando con su tenedor. Parecía
inusualmente nerviosa. —Puede ser un poco imbécil, supongo. —Levantó la mirada de nuevo, a
Remus, y bajó su voz un poco más, entonces él se tuvo que inclinar más cerca para escucharla
sobre todo el ruido del comedor,

—Solo fue una lección teórica hoy día, Pociones, —susurró, —No tuvimos que hacer nada en
pareja. ¿Entonces…si quieres trabajamos juntos de nuevo este año?

—Oh, ¿no quieres hacerlo con Snape?

Lily lucía muy roja de hecho y sacudió la cabeza,

—No, creo…bueno, tu eres mucho menos mandón, y estudiamos mucho juntos de todas formas,
solo pensé.

—Sí, suena bien para mí, —Remus se encogió de hombros, volviendo a su comida. Realmente
estaba muerto de hambre. Eso lo complacía, también — James y Sirius siempre hacía todo en
pareja, igual que Marlene y Mary.

Estaba Peter, por supuesto, pero él tenía muchos amigos en Slytherin, y tendía a cometer errores
cuando estaba ansioso, lo que irritaba a Remus, quien era un perfeccionista. Lily era amable, un
tipo sensible de chica con un sentido del humor, y ella siempre podría explicarle cosas de forma
que sonaran fáciles. Además, haría enloquecer a James.

El incidente con Snape aún le molestaba, ligeramente. Casi había esperado que McGonagall
estuviera esperándolo para saltar encima tan pronto como hubiera salido de la enfermería —
Severus casi siempre iba corriendo con un profesor, si se podía salir con la suya. Y Remus había
estado absolutamente, 100% equivocado esta vez, sabía con certeza — Snape no le había puesto
una mano encima, Remus solo lo había humillado porque tenía ganas.

Y a Snape no le gustaba ser humillado. Remus no sabía tanto sobre el problemático Slytherin
además de pequeñeces y piezas que Lily le había confiado, pero sabía que Severus Snape podría
mantener resentimiento como nadie. Tendría su venganza, y si no era metiendo a Remus en
problema con los profesores, entonces iba a ser algo mucho más desagradable.

***

—Entonces, ¿de qué estaban hablando las chicas? —preguntó James, una vez que estuvieron todos
en el dormitorio por la tarde. Estaba tratando de sonar casual, pero Remus vio a través.

—Oh, nada interesante, —respondió, desempacando su maletero, —Chicos, mas que nada, y
besuquearse.

—¿¡Besuquearse!? —Sirius se sentó en su cama.

—Seh, lo sé, —Remus arrugó su cara para mostrar su disgusto por el tema, —Es en todo lo que
están interesadas, estos días. Mary y su novio muggle hicieron algo por el verano.

—¿¿Qué hicieron?? —Sirius lucía muy interesado ahora — no disgustado para nada, Remus se dio
cuenta.

—Eh… —vaciló, —Bueno, no lo sé realmente. Lily no la dejó hablar de ello mientras estábamos
comiendo.

—Ah, —James asintió orgullosamente, —Demasiado inteligente para todos esos disparates, Lily.

—¿Cómo sabrías que son disparates? —preguntó Sirius. —No es como si tú besuquearas a alguien.

—¿¡Oh, y tú sí!? —James frunció el ceño.

—Podría si quisiera, —dijo Sirius, acostándose de nuevo, brazos detrás de su cabeza, —Le gusto a
muchas chicas.

—Si quisieras, —James sonrió malicioso, —¿Entonces, ¿qué, tienes todas estas chicas haciendo
línea por un descarado besuqueo y tu solo…no estás interesado?

Una casi imperceptible mirada de pánico cruzó el rostro de Sirius, solo por el más fugaz de los
momentos, antes de volver a su descaro impío.

—¿Estás celoso, no, Potter?

—Eugh, ¿¡de ti!? —James bromeó de vuelta,

—Apuesto que a Lily le gusto… —dijo Sirius.

—¡Retira eso! —rugió James, lanzándose a su amigo, encerrando su cabeza en una llave.

Peter suspiró pesadamente y miró a Remus,


—Estuvieron así todo el verano. —Dijo lúgubremente, —Todo es competencia.

***

Unas horas más tarde, Remus estaba deslizándose al sueño cuando sus oídos se agudizaron, y
escuchó esos familiares pasos cruzar la habitación. Prontamente, las cortinas de su cama se
abrieron hacia un lado y Sirius susurró,

—¿Moony? ¿Estás despierto?

—Seh…

Sirius gateó hacia adentro. Remus se sentó, nervioso. Sirius solo le había visitado una sola visita
antes — usualmente iba con James si quería hablar de…bueno, Remus no sabía de qué hablaban,
pero asumió que era sobre el drama de la familia Black. La única vez que Sirius había buscado a
Remus fue temprano en su segundo año, justo después de que los merodeadores descubrieran que
era un hombre lobo. Remus pensaba en esa noche, ocasionalmente, y ese recuerdo estaba guardada
en una parte a salvo y en calma de su mente. Recordó haber levantado su polera para que Sirius
pudiera inspeccionar sus cicatrices — largo cabello oscuro rozando su piel.

—Muffliato, —susurró Sirius, conjurando el hechizo silenciador.

—¿Qué pasa? —preguntó Remus, frotándose los ojos mientras Sirius iluminaba su varita.

—Los artículos, —dijo Sirius, sacando los recortes del bolsillo de su pijama. —Los leí.

—Oh. —Remus sintió un cosquilleo de vergüenza correr bajo su espalda. —Claro.

—Sé que dijiste que no querías hablar de eso. —Dijo Sirius, rápidamente, —Pero yo solo…bueno,
quería que supieras que los leí, supongo.

—Ok, gracias. —Remus asintió.

—Y…entiendo por qué estás enojado.

—¿Mm?

—Cualquiera lo hubiera estado, —dijo Sirius fervientemente, sus ojos eran enormes en la
oscuridad, llamas azules gemelas, —Es…es…es una mierda tan difícil de aceptar, Moony.

Remus no sabía que decir al respecto. Podía difícilmente discrepar.

—No le diré a James, o Pete, —dijo Sirius, —No a menos que tú quieras.

—No, por favor no. —Dijo Remus, —Yo no…no estoy avergonzado, es solo…privado, ¿sabes?

Sirius asintió, presionando sus labios.

—Está a salvo conmigo.

Remus, aún sintiéndose un poco aturdido, le dio una sonrisa débil,

—Dios, eres tan dramático.

Sirius rio también,


—La mamá de James dice que llevo mi corazón bajo la manga. —Le dio un leve empujón a
Remus con su pie, —No todos podemos ser maestros guardianes de secretos como tú, Moony.

—¿Creí que yo no era ‘yo’ sin secretos?

—Seh, pero si tienes que tenerlos, preferiría que yo los supiera.

Remus resopló,

—Porque eres tan especial, Black.

—Porque si no los sé, intentaré descubrirlos de todas formas. Como tú y tu pequeña empresa
vendiendo cigarrillos.

Remus quedó boquiabierto,

—¡Viste dentro de mi maletero! ¡Hijo de puta!

—¡Como te atreves! —Respondió Sirius altivamente, —Nunca caería tan bajo. Uno de los chicos
de sexto año vino preguntando por ti. Ver si todavía estabas vendiendo este año.

Remus gruñó, dándose una palmada en la frente,

—¿Fue Dirk Creswell? Jodido imbécil.

—¿Cuánto hiciste?

—Suficiente. Por favor, no le digas a James, ya sabes cómo es sobre robar…

—¿¡Los robaste!?

—Mierda. —Remus gruñó de nuevo frente a su propia estupidez.

—No sé cómo lo haces, Moony, —dijo Sirius, asombrado, —Pero me sorprendes cada vez.
Cuarto Año: Septiembre

Remus nunca descubrió exactamente qué es lo que Mary había hecho, o qué le habían hecho
durante las vacaciones de verano. Aunque fuera lo que fuera, le había dado un cierto estatus entre
el grupo de chicas de su año lo que era difícil de ignorar.

El Jueves, tuvieron su primera lección del nuevo término con el Profesor Ferox, Remus llegó a la
sala de clases para descubrir un grupo de niñas susurrando cerca de su pupitre. Se abrió paso
empujándolas con los codos, malhumorado, reclamando su lugar de trabajo junto a Mary. Las
niñas rieron disimuladamente y continuaron susurrando. Mary, por supuesto, estaba en el centro
del grupo, el centro de atención y — por lo que se veía — estaba teniendo un momento
maravilloso. Marlene, sentada a su lado, la estaba observando con una mirada de envidia y respeto.

—¿Y no dolió…? —preguntó una Ravenclaw, en un susurro,

—Nah, está bien si te relajas, —respondió Mary, con un bravado a Remus le recordaba a James.

—¿Crees que vas a…ya sabes...con Darren? —preguntó otra chica, su voz prácticamente temblaba
con emoción,

—Bueno, yo… —empezó Mary, pero en ese momento el Profesor Ferox emergió de su oficina,
anunciando su presencia con un animado saludo,

—¡Bienvenidos de vuelta, clase! ¡Asiento, por favor!

Las chicas se apresuraron a sus lugares, algunas lucían muy sonrojadas y otras eran incapaces de
dejar de reír. Remus frunció el ceño, tratando de ignorarlas, y se sentó mirando hacia el frente,
espalda derecha. Ferox le dio una sonrisa amigable y asintió, y Remus asintió de vuelta, sonriendo
incontrolablemente.

Ferox claramente había tenido un verano fantástico — su cabello rubio era un tono más claro, sin
duda aclarado por el sol. Estaba más largo, y ahora se trenzaba en su espalda en una larga melena
anudada. Su cara estaba aún más aplacada por el clima, y su nariz un tanto roja y despellejada por
una quemadura de sol. Enrolló sus mangas, como siempre, revelando sus brazos tostados por el sol
y una peculiar marca de quemadura.

—¿Buen verano? —le preguntó a la clase, todos asintieron y murmuraron afirmativamente. Sonrió
y juntó sus manos en una palmada, —¡Excelente! ¡Espero que todos ustedes hayan tenido un
agradable y largo descanso, y que estén listos para empezar a trabajar en criaturas clasificadas
como XXXX este término! Primero, hagamos una rápida recapitulación del trabajo del término
pasado, entonces veremos quienes hicieron su lectura de verano….

Remus solo había terminado su lectura esa mañana — y ni siquiera había empezado sus extra
textos que Ferox le había prestado. Dolorosamente se arrepentía de haber desperdiciado todo el
verano siendo inconsiderado ahora, y ya había tenido que rogarle a la profesora McGonagall que le
diera una semana para sus notas de Transformación. Sospechó que ella solo había cedido después
de una conversación con Madam Pomfrey, que lo hizo sentir aún más culpable, cuando sabía que él
era capaz de vencer a la mayoría de la clase incluso después de sus peores transformaciones.

—Estás siendo muy duro contigo mismo, —le dijo Sirius, mientras eran echados de la sala común
la noche anterior por los prefectos obligándolos a ir a la cama. —Es el inicio de año — si la vas a
joder, más vale que la jodas ahora.
Remus solo lo fulminó,

—¡Fácil para ti decirlo! ¡Algunos de hecho tenemos que trabajar para nuestras notas! ¡Además
están los TIMOs el próximo año! ¡No puedo dejar caer mis estándares ahora!

—Argh, por favor no menciones los TIMOs, —dijo James, apareciendo entre ellos rápido, en un
poco sutil intento de prevenir una discusión, —McGonagall y Flitwick ya me han metido miedo.
¿¡Y por qué decidimos hacer Adivinación!?

—A mí me gusta bastante Adivinación, —dijo Peter, pensativamente, dejando caer su pila de


libros, —Profecías y eso. Es emocionante.

—Son disparates. —Sirius le dio al merodeador más pequeño una mirada de marchitez. —Solo te
gusta porque eres bueno en Astronomía.

—No es solo eso, —dijo James astutamente, cambiándose a su pijama, —¿Se dieron cuenta que
Pete tiene una nueva compañera este año?

—¡Ohhh sí! —Sirius sonrió malicioso, —¡La divina Desdemona Lewis, de Ravenclaw!

Remus levantó la mirada a Peter en sorpresa y observó cómo se tornaba a un impactante tono de
escarlata desde el cuello de su pijama azul hasta las raíces de su cabello rubio.

—Cállate. —Murmuró, trepando en su cama, —Ella es solo una amiga.

—James, —dijo Sirius, en una voz muy solemne, —¿Qué demonios vamos a hacer si Petey-boy
aquí tiene un apropiado besuqueo antes que alguno de nosotros?

—Bueno, tu reputación estaría en andrajos, primero que nada. —Respondió James, en la misma
manera seria.

—¿Qué tengo yo, sin mi reputación? —Sirius sonrió de vuelta, preparándose para dormir.

Remus resopló con desaprobación, y cerró con fuerza sus cortinas, volviendo a su libro y esperando
que todos hayan captado el mensaje. Si lo hicieron, no les importó,

—Por supuesto, que si yo consigo que me besuqueen antes que a ti, eso no haría daño, —dijo
James, —Yo estoy en el equipo de quidditch.

—Tú no tienes mi magnetismo animal. —Respondió Sirius.

Hubo un fuerte *fump* y un ‘¡oye!’, y Remus asumió que la almohada de James había cruzado la
habitación y había hecho contacto con la cabeza de Sirius.

—Te apuesto- —empezó James,

—Oh no… —gruñó Peter, —Por favor no…

—…te apuesto DIEZ GALEONES que puedo hacer que una chica me besuquee dentro de un mes.

—¿¡Diez!? —jadeó Peter,

—¡Hecho! —gritó Sirius de vuelta. —Solo espera, Potter.

Remus, quien había perdido toda capacidad para concentrarse en su libro, bufó fuertemente de
nuevo y decidió dormir. Patético. No eran solo las chicas ahora, ahora incluso los merodeadores
estaban obsesionados con besuqueos. Probablemente sería Sirius quien gane la apuesta — aunque
James había hecho un punto justo sobre el equipo de quidditch.

Se sintió mal por Peter, quien se había quedado muy callado. Remus intentó no pensar sobre el
hecho de que ninguno de sus amigos había hecho ningún comentario sobre su gusto por ser
besuqueado. Debía estar en un rango aún más bajo de lo que creyó.

Remus estuvo inquieto por esto toda la semana, incluso en su lección de Cuidado de Criaturas
Mágicas, donde se encontró soñando despierto.

Mientras la clase de Ferox terminaba, Remus se dio cuenta que no había tomado notas para nada.
Miró hacia abajo en pánico, y vio un pergamino cuidadosamente doblado. ¿Quién lo había puesto
ahí? Miró alrededor, furtivamente, después lo abrió.

Por favor dile a Sirius que creo que es maravilloso. Effie Scunthorpe x

Calor se estalló por su cuello mientras Remus arrugaba la nota en una bola y la metía en su
bolsillo. Eso lo resolvía. Todo el mundo estaba demente.

***

Además de lidiar con las hormonas furiosas que ahora parecían infectar a todos en el círculo social
de Remus, había otro cambio notable en la atmósfera de Hogwarts. Incluso si James no le hubiera
explicado que el mundo mágico estaba en guerra, Remus pensó que lo hubiera descubierto por sí
mismo este año.

Los Slytherins — quienes siempre había considerado estar por encima de las otras casas, y que
habían mantenido una cierta distancia de antemano — se habían aislado aún más entre ellos ahora.
Se reunían en grupos en los salones, se mantenían en su sala común y se movían por los corredores
en grupos ominosos. Remus había notado que los estudiantes nacidos de muggles también estaban
desplazándose en manadas, y que los profesores parecían hacer su presencia más notable que los
años anteriores.

Sin embargo esto no evitó ciertos incidentes. Cualquiera que no fuera sangre pura rápidamente se
había hecho experto en hechizos defensivos, e incluso los merodeadores habían cambiado las
bromas por protección.

—¿¡Dónde están los jodidos prefectos cuando los necesitas!? —se quejó James, habiendo recién
disparado unos pocos bien ubicados hechizos engorgio a un grupo de Slytherins de sexto año que
estaban atormentando un Hufflepuff de primer año. Los adolescentes de túnicas verdes estaban
corriendo ahora, agarrando sus varias extremidades que se hinchaban a una velocidad increíble.

—Creo que incluso los prefectos están asustados, —respondió Sirius, inclinándose contra la pared,
aburrido mientras James ayudaba al Hufflepuff a levantarse. —Cobardes.

—Todo lo que pueden hacer es dar castigos y tomar puntos de casa, —agregó Remus, —Y no creo
que a los Slytherins incluso les interese eso. Escuché a Mulciber la semana pasada diciendo que
todos deberían poner un ‘castigo trivial por la promesa de una recompensa mayor.’

—¿Mulciber dijo eso? —Sirius arqueó una ceja, —Con un demonio, es más elocuente de lo que
del daba crédito.

—Seh, o está cacareando algo que alguien más le había dicho, —contraatacó James, viendo al
Hufflepuff escurrirse camino a las cocinas.
—¿Cuál crees que es la recompensa? —preguntó Peter, raspando su pie en la losa.

—¿Dinero? ¿Poder? ¿Vida eternal? —Sirius suspiró, dando vuelta de la pared y arrastrándose al
corredor. —Godric sabe. Aunque, no lo conseguirán.

—¿Por qué no?

—Porque, Petey-boy, nosotros vamos a ganar.

***

Para el final de Septiembre, Snape aún no había hecho nada. Eso ponía a Remus de alguna forma
nervioso — y se había preguntado si esta era la intención. Sus únicas lecciones compartidas este
año eran Pociones y Aritmancia. Aritmancia era afortunadamente una clase relativamente
tranquila, que más que nada involucraba tomar notas y resolver ecuaciones. Pociones, siendo más
práctica, le daba a Snape (y a todos los Slytherins) alcance para una interferencia mucho más
grande.

Como había acordado el primer día del término, Lily y Remus se hicieron compañeros,
compartiendo un calderón y dividiendo notas y direcciones. Esto claramente enfurecía a Snape,
quien pocas veces les quitaba sus ojos de encima. Sin embargo, Remus tenía que admitir que esto
parecía tener que ver más con Lily que con él mismo.

—¿Se pelaron ustedes dos o algo? —preguntó Remus, una tarde cuando Severus los empujó
mientras dejaban las mazmorras. Lily suspiró, cansada,

—No, no exactamente. —Dijo. —Se molestó cuando invité a Mary y Marlene a visitarme por el
verano, es todo. Cree que nos son el ‘tipo’ indicado. Tengo que seguir recordándole que yo también
soy hija de muggles.

—¿Por qué le aguantas eso?

—No lo hago, realmente, —respondió, sonando triste, —siempre tengo una ida con él cuando
escupe esos disparates sangre-pura, y a veces creo que me escucha. Pero…bueno no es fácil para
él, sabes.

James no estaba haciendo las cosas más fáciles; cualquiera podía notarlo. Él y Sirius se habían
sentado convenientemente junto a Remus y Lily, y desde que habían hecho su apuesta la
prosecución de James por Lily había aumentado.

Ahora, James Potter esa una verdadera estrella en la pista de quidditch — eso no podía ser negado.
Era elegante y tenía gracia; pensaba de forma táctica y se movía con sutileza.

Cuando se trataba de Lily, no era ninguna de esas cosas.

—¡Besuquéame, Evans! —intentó, durante su primera lección.

Lily estaba tan horrorizada que movió su varita ferozmente en el aire, dando vuelta los contenidos
del calderón de Potter. Él y Sirius estuvieron manchados azul brillante por toda una semana.

La siguiente semana, impávido, James intentó de nuevo. Esta vez lo había consultado con su padre,
quien había sugerido que intentara elogiar el objeto de su afección.

—Me gusta mucho tu cabello, —dijo, confiadamente, tan pronto como ella se acercó a su zona de
trabajo.
—Mm. —respondió sin levantar la mirada.

—Seh es tan…em…naranja.

Remus vio la mandíbula de Lily apretarse. Ella odiaba que la llamaran naranja — le había dicho
una vez que había sido molestada por su cabello en la escuela primaria. Remus dio un paso atrás
mientras ella se giraba hacia James con una sonrisa falsa.

—¿Te gusta mucho, cierto? —preguntó. Sirius, quien había estado observando a Remus, tomó un
paso atrás también. Pobre James, estaba muy emocionado por finalmente tener su atención, y
asintió vigorosamente,

—Oh sí, creo que es—

—¡Rufusio! —susurró Lily, apuntándole con su varita.

Sirius rio a carcajeadas tan fuertes que la mitad de la clase se giró a mirar, y Remus tuvo que cubrir
su boca para esconder su propia risa. La confusión de James lo hizo aún más gracioso, hasta que
Marlene le entregó su espejo compacto para que pudiera ver su nuevo cabello rojo brillante.

Tomó cuarenta y ocho horas en quitarse, pero no era bueno. Incluso después de dos días enteros de
haber sido llamado ‘galleta de jengibre’1 y ‘cabeza de zanahoria’ (y algunos sobrenombres más
groseros) a donde fuera, James permaneció completamente impertérrito en su adoración.

—Solo hay que ser paciente, —dijo, ensoñador, mientras pasaba una mano a través de sus
mechones castaños, —Nada que valga la pena tener no vale la pena esperar.

—Es un poco impresionante. —Le susurró Sirius fuertemente a los otros, —como que no quiero
ganar la apuesta, porque lo está haciendo muy fácil.

—Seh, —resopló James. —Es por eso.

—Oh, jódete, imbécil.

Notas de traducción:

1.- La forma de decirle a los pelirrojos en inglés es ‘ginger’ que significa ‘jengibre’ (yo también
creo que es raro), y los llaman ‘ginger nut’ que son algo así como galletas de jengibre, solo vengo
a aclarar el apodo, porque no se me ocurre otra forma de escribirlo.
Cuarto Año: Octubre

Cuando los besos de Lily no parecían aproximarse, James demandó que extendieran la apuesta
hasta final de año. Sirius, en cambio, dijo que en ese caso debía valer el doble de los galeones, lo
que tornó a Peter blanco. Remus una vez más demostró su desaprobación frente a todo eso, y
demandó que no contaran con él.

Tenía muchas mejores cosas en qué gastar su tiempo — y no gastaría más dinero de lo que
necesitaba. Los otros estarían felices con una rana de chocolate cada uno para Navidad, porque
simplemente no podía gastar más dinero. Remus sabía que necesitaría hasta el último knut en el
momento que cumpliera diecisiete, en orden para empezar su misión para encontrar a Greyback.

Sus investigaciones hasta el momento no habían dado frutos. Había reunido tantas ediciones
antiguas del Diario El Profeta como fuera posible, de la biblioteca y en la sala común. Algunas de
las ediciones más recientes tenían artículos que mencionaban manadas de hombres lobo — pero
difícilmente lo detallaba, y sin mencionar nombres. Al final, Remus se vió forzado a concluir que
nadie realmente sabía nada sólido. Imaginó que los hombres lobo eran difíciles de encontrar,
especialmente si eran magos ordinarios la mayor parte del tiempo.

Preguntarle a Ferox parecía como la forma de actuar más sensible. El profesor de Cuidado de
Criaturas Mágicas había sugerido que sabía más de lo que le había revelado inicialmente a Remus
el término pasado — solo que Remus no había tenido la disposición de preguntar, aún estremecido
por la noticia de que Ferox había trabajado para Lyall. Necesitaba hacerse de valor antes de volver,
sin embargo, y planear sus preguntas lo suficientemente cuidadosas para que Ferox no sospeche
nada.

Octubre empezó y terminó con una luna llena ese año, lo que parecía bastante injusto,
especialmente cuando significaba que Remus se perdería el banquete de Halloween. Aun así, el
clima estaba extrañamente cálido, y los merodeadores pasaban la mayor parte de su tiempo libres
disfrutando los terrenos bajo un pleno cielo azul, rodeado por el dorado, rojizo y café del otoño
más hermoso que Remus pudiera recordar.

Los fines de semana, se instalaba en las gradas de la pista de quidditch con varios libros,
pergaminos y una pluma, y completaba sus deberes y avanzaba leyendo, ocasionalmente levantaba
la mirada para observar una de las piruetas de James, o animar al pobre Peter, quien usualmente
estaba atrapado como un expectante guardián. A veces Marlene practicaba con ellos, lo que hacía
las tardes aún más placenteras mientras Lily y Mary inevitablemente los acompañaban.

Sirius era totalmente incapaz de quedarse quieto durante estas sesiones. Se alternaba entre tratar de
concentrarse en sus deberes, a saltar en su escoba para competir con James, a garabatear complejas
tácticas de juego que pensaba que el equipo de Gryffindor debería usar en su primer juego, fijado
para Noviembre.

—Tenemos que aplastar a Slytherin este año. —Seguía murmurando. —Hay que enseñarles.

Slytherin había ganado la copa de quidditch el año anterior, y era un inmenso punto de dolor para
los Gryffindors — particularmente Sirius, como ambos Narcissa y Regulus habían estado en el
equipo ganador. Este año solo era Regulus, quien había reemplazado a su prima mayor como
buscador. Remus solo sabía esto por James; Sirius no había mencionado nada.

—Necesitas inclinarte más hacia tu escoba, cuando das un giro, —le estaba diciendo Sirius a
Marlene, quien solo se había sentado por un descanso. Tenía la cara roja, su cabello rubio pegado
en su frente húmeda, y no tenía ánimo para el comentario de Sirius.

—Golpeo a las bludgers nueve veces de diez. —Respondió jadeando. —Diez veces en mis mejores
juegos. Ni siquiera Mulciber puede hacer eso.

—No intentes ser mejor que la competencia, —amonestaba Sirius piadosamente, —Solo tienes que
vencerte a ti misma.

—Mira, Black, si crees que puedes hacerlo mejor, tenemos pruebas para bateadores el Martes.

—Nah. —Movió una mano en el aire, desviando la mirada. —Me venciste justamente.

—Dos años atrás.

Él no respondió, y Marlene solo se encogió de hombros, luego se tambaleó para ponerse de pie y
se tornó de vuelta a la pista, donde James la estaba llamando.

Remus había estado leyendo su libro durante toda esa conversación, y no quería interferir. Le
disparó una mirada a Sirius, quien se estaba inclinando en la barrera, su barbilla descansaba en sus
brazos mientras miraba la práctica. Peter hizo una atinada decente, y los ojos de Sirius se
iluminaron. Remus se mordió el labio, y pensó arduamente, antes de decir suavemente,

—Hay dos bateadores en un equipo de quidditch, sabes.

—Maldita sea, Moony, —respondió Sirius sarcásticamente, sin quitar sus ojos de la pista, —Cuatro
años y finalmente has aprendido algo sobre el juego.

Remus ignoró eso, solo hizo un gesto de desaprobación.

—¿Sabes cuál es tu problema?

—Dime.

—Eres orgulloso.

Sirius soltó una carcajada.

—¿Y tú no?

—Tal vez. Pero sería una mierda de bateador, ¿no es cierto?

Sirius volvió a quedarse callado. Remus suspiró pesadamente, cerrando su libro, empacándolo en
su bolso. —Mira, te vas a odiar después si no le das otro intento. ¿Solo te vas a quedar aquí
animando a James por tres años más? —Se puso de pie, —Me congelo, voy a la biblioteca. ¿Nos
vemos en la cena?

—Seh, nos vemos Moony.

Ese Martes, Remus fue a mirar las pruebas para el equipo de Gryffindor, y no dijo nada cuando vio
a Sirius llegar, con su escoba en la mano. Ni siquiera sonrió de forma presumida, aunque realmente
quería hacerlo. Dos horas más tarde, Gryffindor tenía su nuevo bateador, y Remus se dio cuenta
que ahora tendría que compartir su dormitorio con dos James’s.

--Excepto por una diferencia muy importante — mientras Sirius estaba indudablemente lleno de
pasión por el deporte, parecía carecer de la disciplina de James. Particularmente en las mañanas.
—¡Despierta, dormilón! —cantaba James, animadamente, mientras salía del baño, cabello brillante
y húmedo — la única vez que se quedaba quieto en su cabeza. Empujó sus lentes y movió su varita
hacia la cama de Sirius, abriendo las cortinas.

Era una semana después de las pruebas, y esta escena se estaba convirtiendo en algo común.
Remus ya estaba despierto, casi vestido para desayunar, planeando tener una hora de lectura antes
que las lecciones empezaran. Estaba atando sus cordones mientras observaba a James y Sirius
empezar su nueva rutina matutina.

Sirius, quien era un pequeño bulto deforme bajo su cobertor, gruñó como un troll malhumorado.

—Jódete, Potter, —siseó, enterrando su cabeza bajo su almohada.

—Tú querías entrar al equipo, Sirius mi viejo compañero. Vamos, arriba… ¡Leviocorpus!

Con eso, el cuerpo de Sirius voló en el aire, jalado por una fuerza invisible, dejándolo colgando
cabeza abajo a mitad del aire mientras James reía histéricamente.

—¡No puedo creer que funcionó! Lo he estado intentando desde la Navidad pasada.

—¡Bájame bastardo!

—¡Sé amable!

—¡Bájame!

—Finite.

Sirius cayó en el piso con un golpe, y saltó inmediatamente, frotando el brazo donde había
aterrizado.

—¡Maldita sea! —Le sonrió a James, —¡Eso fue increíble! Ahora déjame hacértelo a ti.

—¡Ok!

***

La levitación corporal no se convirtió en algo regular en el dormitorio de los chicos de cuarto año,
pero intentar sacar a Sirius de la cama sí.

—Solo un día de la semana, Potter, ¡te lo ruego! —gruñó en la mesa del desayuno, una temprana
mañana el Domingo. Apenas abría sus ojos, su cabeza tumbada en su mano apoyándose en su
codo.

—Tú eras quien quería destruir a Slytherin. —Respondió James, animadamente, untando unas
tostadas con mantequilla y deslizándolas hacia su amigo. Sirius miró la ofrenda con desdén y
desvió la mirada, cerrando sus ojos de nuevo. James suspiró, —No solo tú, de todas formas. Toda
la escuela quiere que los venzan. Piensa al respecto como hacer tu pequeño esfuerzo por la guerra.

—Pensé que estabas haciendo tu pequeño esfuerzo maldiciéndolos en los corredores. —Dijo
Remus, sirviéndose una rebanada de las tostadas de Sirius.

—Exacto. —Gruñó Sirius, sus ojos todavía cerrados. —Y eso se puede hacer a una hora razonable.

—Este es el único momento donde podemos ajustar las prácticas, —dijo James, empezando a
sonar un poco irritado, —No hay punto en ir después de que se oscurezca, la pista queda reservada
en las tardes y las lecciones empiezan a las nueve.

—Incluso si empezaran a las doce tendrías problema levantándote Sirius. —Dijo Peter, con la boca
llena de avena.

—Deberíamos tener giratiempos. —Sirius bostezó, sin una pizca de humor. —Se le deberían
distribuir a estudiantes que necesitan su sueño de belleza.

—¿Qué es un giratiempo? —preguntó Remus, tomando la segunda rebanada de la tostada de


Sirius.

—Devuelve el tiempo, obviamente, —Dijo Sirius mordazmente.

—Son ilegales. —Dijo James rápidamente, —Sin el permiso del ministerio. Y muy, muy
peligrosos.

—Yo soy peligroso si no duermo lo suficiente, —gruñó Sirius.

—Matrona solía levantarnos a las seis los fines de semana, —dijo Remus, pensativo, tragando el
ultimo pedazo de tostada. —Pensaba que era sano, o algo. Uno de los chicos mayores se metió en
su habitación una vez y jugó con la alarma de su reloj, y conseguimos dos horas extras en la cama
por una semana entera antes que se diera cuenta.

—Los muggles son ingeniosos. —Rio James. —Pero aléjate de la alarma de mi reloj.

—Mmm. —Murmuró Remus, inmerso en sus pensamientos. Podía sentir los inicios de una idea
llegar,

—Oh no, lo perdimos. —Dijo Sirius, observando a Remus. —Probablemente soñando sobre
colaganchos y escarbatos de nuevo — juro que Cuidado de Criaturas Mágicas es la única
asignatura que le interesa ahora.

—Deja a Moony tranquilo y come tu desayuno. —Reprendió James. —Te quiero en la pista en
cinco minutos.

—Bien… —Sirius suspiró pesadamente, y bajó la mirada a su plato, —¡Oye! ¿¿Dónde está mi
desayuno??

—Me tengo que ir, —dijo Remus, levantándose repentinamente. —Biblioteca. Nos vemos en
Pociones.

Temprano en las mañanas eran los momentos favoritos de Remus en la biblioteca — todo estaba
tan pulcro y ordenado, y usualmente tenía el lugar solo para él. Muy pocos estudiantes tenían el
ánimo de estudiar a la primera hora de la mañana, pero Remus había descubierto que durante
ciertas fases de la luna apenas dormía cinco horas en la noche de todas formas, entonces era un
visitante regular.

La idea tomó un rato en formarse apropiadamente, pero quería que fuera clara y completa antes de
explicársela a los otros merodeadores. Entonces por lo menos sería completamente su broma.
Remus sintió la necesidad de dejar su marca en algo este año. Todos los demás parecían estar
concentrados en otras cosas — la guerra, o quidditch, o ‘la gran competencia de besuqueos’, como
Sirius tan elocuentemente la había apodado. Ni siquiera habían intentado escurrirse dentro de
Honeydukes ni una vez. Remus sentía fuertemente que los merodeadores necesitaban una broma —
y una grande.
Gastó media hora investigando complicados y complejos hechizos de tiempo; encantamientos para
detener el tiempo, apresurarlo, aletargarlo, o incluso doblarlo. (No estaba realmente seguro de
cómo funcionaba doblar el tiempo, pero no sonaba placentero, o dentro del rango de sus
habilidades). Eventualmente, llegó a la conclusión que lo estaba pensando demasiado, como
siempre. Este no era un problema mágico — era mecánico.

Para la hora que el día escolar estaba a punto de empezar, Remus había encontrado el pasaje que
necesitaba en Hogwarts: Una Historia, y estaba satisfecho con que tendría un plan para el final de
la semana. Se fue a Pociones con un muy buen ánimo — uno que fue rápidamente destruido
cuando se dio cuenta que estaba siendo seguido.

La sensación de ser observado había generado un cosquilleo en su nuca mientras había estado en la
biblioteca, pero como generalmente era un lugar tranquilo y solitario de todas formas, había
asumido que era su imaginación hiperactiva. Y siempre estaba el chance de que Madam Pince
estuviera observándolo a sus espaldas, haciendo guardia a sus preciados libros. A las 8.45 los
pasillos estaban llenos de estudiantes apresurándose a sus lecciones, charlado y riendo,
desayunando apuradamente en el camino, o terminando sus deberes en el último momento.
Aunque la política de Remus este año había sido nunca caminar solo, estaba satisfecho con que
estuviera lo suficientemente ocupado y que hubieran suficientes Gryffindors alrededor para estar a
salvo.

Sin embargo, mientras empezaba a descender las primeras escalinatas que conducían a las
mazmorras, la sensación de cosquilleo volvió una vez más. Como regla, Remus intentaba ignorar
instintos como ese — pertenecían al lobo, y resentía la intrusión. Pero no podía quitársela, y
alcanzó su varita, agarrándola con fuerza.

Finalmente, solo a un corredor del salón de Pociones, hizo deliberadamente un giro en falso y se
lanzó detrás de un tapiz. Esperó. Seguramente, solo unos segundos más tarde, Severus Snape se
asomó en la esquina, luciendo confundido. Irritación se hirvió en la garganta de Remus, y antes que
pudiera pensar de forma razonable, apuntó su varita al Slytherin y cantó,

—¡Petrificus Totalus!

Snape se puso rígido, con una mirada de sorpresa en su cara que hubiera sido cómica, si Remus no
hubiera estado tan enfadado. El chico de cabello negro cayó al suelo, brazos y piernas rectas como
una tabla, completamente paralizado. Sus ojos pequeños y brillantes miraron alrededor
frenéticamente, mientras Remus salía de su escondite. Le dio una patada — no demasiado fuete, y
solo en la pantorrilla — y le regaló una mueca burlona a Severus.

—Deja de seguirme, rarito. —Dijo. —¿No te lo advertí?

Snape lo miró de forma impotente, y Remus soltó una risa antes de dirigirse para Pociones con un
brinco en su caminar.
Cuarto Año: Noviembre (Parte 1)

—No olviden que necesito ese ensayo de tres páginas entre las similitudes y diferencias entre las
Aves del Trueno y las Aves Fénix para más tardar el Viernes. —Llamó el Profesor Ferox. —Sin
excusas.

Mary y Marlene gruñeron mientras empacaban sus cosas.

—Me olvidé de eso completamente, —susurró Marlene, —Y tengo práctica casi todas las noches
esta semana — tenemos el partido con Ravenclaw el Domingo.

—Te presto mis notas. —Respondió Remus secando cuidadosamente la tinta de su pergamino. —
Es muy fácil.

—¿Es el cumpleaños de Sirius el Domingo también, no? —preguntó Mary, pensativa.

—Seh, ¿Cómo supiste?

—Bueno, el año pasado como que salimos. —Dijo Mary altivamente, haciendo un gesto de
desaprobación a Remus. —Y ustedes chicos siempre hacen escándalos masivos sobre sus
cumpleaños es bastante difícil de olvidar. Dios, espero que Gryffindor gane, o estará muy molesto.

—Seh. —Convino Remus. No había pensado en eso. Había planeado revelar su gran broma en el
cumpleaños de Sirius, en lugar de un regalo apropiado. Ahora se preguntaba si debía comprarle
algo también — aunque no irían a Hogsmeade por un par de semanas más. Siempre podría darle a
Sirius una cajetilla de cigarrillos, pero eso parecía un poco barato, especialmente como Sirius sabía
que eran robados.

Andromeda ya le había enviado algunos regalos por adelantado, gracias a los Potter, y James los
había escondido bajo su cama. Más álbumes, por supuesto — Remus deseaba que uno de esos
fuera el nuevo LP de Bowie, Diamond Dogs.

—Me voy a la Lechucería, necesito enviarle algo a Darren, —dijo Mary mientras dejaban la sala
de clases. —¿Vienes, Marls?

Marlene se veía un poco descompuesta, entonces Remus dijo rápidamente,

—Voy a la biblioteca, ¿si todavía quieres esas notas?

—¡Sí, gracias Remus!

Se despidieron de Mary y empezaron a caminar en la dirección opuesta juntos. A Remus le


agradaba mucho Marlene — era alta para ser una chica, no tenía que inclinar su cuello para hablar
con ella todo el tiempo. Además de su arranque emocional al final de tercer año, era una persona
muy sensata, lo que Remus encontraba bastante relajante en comparación a Mary, quien siempre
estaba llena de diversión, a veces demasiado.

—Gracias, —Marlene le sonrió, —Amo a esa chica, pero muy pocas veces puedo corregir sus
cartas obscenas para Darren.

—¿¡Cartas obscenas!? —jadeó Remus. Marlene rio,

—Sí, son bastante horrendas. Hey, Remus, ¿puedo preguntarte algo?


—¿Qué?

—Em… ¿le gusto a Sirius?

Remus reprimió su reacción inicial, que había sido una de desesperación. Se sintió como si no
hubiera pasado una semana del nuevo año sin tener que escuchar los problemas amorosos de
alguien. ¿Por qué creían que él era la mejor persona para hablar? ¿Cuándo les había dado la
impresión de que él estaba remotamente interesado?

—No lo sé. —Dijo, esperando no sonar muy irritado. —Tendrías que preguntarle.

—No creo que me dé una respuesta, —rio Marlene. —Lo siento, es solo que ha estado actuando
muy raro a mi alrededor durante las prácticas de quidditch.

—¿Raro?

—Seh, solo comentarios y cosas. Es un poco molesto, la verdad, y no me gusta tanto como antes
— ya sabes, como le gusta llamar tanto la atención, siempre ha sido más el tipo de Mary.

—¿Qué comentarios?

—Cosas sobre darle un beso para la suerte, o algo… Tal vez es su idea de conqueteo, o tal vez es
solo una broma — nunca se sabe con James y Sirius, ¿o sí?

Repentinamente Remus se dio cuenta lo que sucedía, y estaba medio enojado, medio avergonzado
por Sirius.

—¿Qué? —dijo Marlene, deteniéndose justo fuera de la biblioteca, —¿Por qué esa cara?

—Agh, Marlene mira, realmente lo siento, pero… —y le explicó todo sobre la apuesta.

Ok, sí, era probable que le dijera a Mary, y Mary probablemente le diría a todo los demás en su
año — pero eso les serviría a los chicos, en la opinión de Remus. Le tomaba un placer distintivo
arruinar los chances de Sirius para ganar la estúpida apuesta. Afortunadamente, Marlene era una
chica muy sensible, y cuando Remus había terminado de explicar estaba riendo.

—¡Tiene mucho más sentido! —dijo jadeando, —James seguía intentando de evitar que Sirius me
hablara y todo. ¡Esos chicos! Son completamente ridículos.

—Seh. —Remus sonrió, aliviado de que alguien más compartía su opinión.

—Oh genial, ahora me puedo divertir con esto, —Marlene hizo una mueca, mientras entraban a la
biblioteca, bajando sus voces. Luego ella agregó, un poco nostálgica, —Que pena que James no lo
haya intentado. Podría tener un chance.

Remus arqueó sus cejas.

—Bueno, él solo tiene ojos para Lily, entonces.

Marlene suspiró,

—Esa es una batalla perdida. De todas formas, no importa.

Se instalaron en su escritorio favorito, que estaba cerca de una gran ventana y proveía agradable
luz natural. Remus sacó sus notas y le mostró a Marlene como había hecho una lista de todas las
cualidades de las Aves de Trueno, luego las Aves Fénix, luego como había empezado a
compararlos. Agradecida por su ayuda, Marlene le ofreció sus notas de Astronomía, y los dos
pasaron una hora en compañía del otro escribiendo. Eventualmente era hora de cenar.

—Remus, —dijo Marlene, tranquilamente, mientras terminaban, —¿Todos los merodeadores están
en esta apuesta, o solo James y Sirius?

—Eh…creo que Peter está dentro. Aunque puede que se arrepienta un poco ahora.

—¿Entonces tu no?

—¡No! —respondió, un poco más fuerte de lo que se refería.

—Que pena, —ella respondió, sus ojos brillaban, —Porque apuesto que podrías ganar.

Él resopló,

—Sí, claro.

—¡Le gustas a las chicas! Eres muy amable y bueno, e inteligente.

—Cállate.

—Yo te besaría.

—Oh mi dios, Marlene… —Remus empezó a caminar un poco más rápido, sus orejas se sentían
muy calientes, —¡Eres mi amiga!

—Sí, pero solo para ganar la apuesta. —Sonrió, alcanzándolo. Había olvidado lo atlética que era
ella, y él todavía tenía una cadera rara. —¿No hay nadie que te guste?

—No. Vamos, tengo hambre.

No era una mentida, pensó Remus para sí mismo. Aunque se sentía como una.

***

—¡VAMOS VAMOS GRYFFINDOR VAMOS VAMOS! —cantó Remus junto con todos los
demás. Teniendo a Peter ondulando su bufanda sobre su cabeza como un lunático con un lazo
tejido ayudaba a mitigar cualquier vergüenza que Remus pudiera sentir por sí mismo.

Aunque estaba nervioso; más nervioso que cuando había sido par el primer juego de James y
Marlene; porque Sirius — mientras que era, por supuesto, muy bueno volando — no siempre
tomaba las mejores decisiones bajo presión. Y quidditch era un deporte peligroso, si eras
temerario.

La mitad de la multitud estaba cubierta de azul, la otra mitad en escarlata, y una ensordecedora
cacofonía de abucheos y aclamaciones estallaban mientras los dos equipos caminaban a la pista.
James era visible como siempre con su salvaje cabello desordenado, y de la distancia los dos
bateadores de Gryffindor eran de la misma altura, distinguibles solo por el color de sus colas de
caballo saliendo bajo sus cascos — una rubia, una negra.

Remus sintió su corazón en la boca mientras los jugadores montaban sus escobas, se agachaban
levemente, y luego despegaban al aire al sonido del silbato. Era difícil saber a quién seguir,
mientras James se movía de arriba abajo por la pista como un rayo en búsqueda de la quaffle,
mientras Marlene y Sirius se dividían, cubriendo diferentes lados de la pista, bates en mano.
Los dos bateadores tenían estilos muy diferentes — Marlene era concentrada, y tendía a seguir a
los jugadores en vez de las bludgers en orden de proteger a sus compañeros. Sirius favorecía un
táctica diferente yendo directamente detrás de las ofensivas bolas sin importar donde estuvieran, y
golpearlas tan lejos del juego como le fuera posible.

—Este es el primer juego de Black y obviamente está poniendo todo su esfuerzo, —La voz de la
comentarista hizo eco por sobre la multitud, —Él ha recibido mucho entrenamiento de Potter, sin
duda, — ¡quien recién agotó el primer gol! ¡Gryffindor lleva la delantera con diez puntos!

Remus estaba muy ansioso para animar con el resto, mareándose tratando de seguir a sus tres
amigos en el aire.

—Como decía, —la comentarista, una Hufflepuff de sétimo año, continuó, —Mucho talento en el
lado de Gryffindor este año — Potter, por supuesto, y McKinnon, quien es una de las mejores
bateadoras que los rojos han tenido en años, y ahora Sirius Black, la oveja negra de una dinastía de
quidditch de buena fe — recordarán a su prima, Narcissa Black de Slytherin, una de las mejores
buscadoras que ha visto Hogwarts, y por supuesto el hermano menor Black, Regulus, quien ha
tomado el lugar de Narcissa después de jugar una temporada entera como cazador. Se rumorea que
hay mala sangre en el clan Black, entonces pueden apostar que el partido Gryffindo/Slytherin el
próximo término será—

—¡Si puede por favor enfocarse en el juego en progreso, Señorita Darcy! —interrumpió
McGonagall por encima del megáfono.

—¡Lo siento, profesora! Entonces ese es Dunelm de Ravenclaw en posesión de la quaffle, ella
dispara, ella---ohhh, y es un mal tiro…

El juego siguió, y Remus esperaba que Sirius no hubiese estado escuchando el comentario, hablar
de la familia Black seguramente rompería su concentración. Pero no, todo parecía estar bien —
estaba golpeando las bludgers con un poco más de vigor, pero eso fácilmente pudo haber sido la
adrenalina.

Para el final del juego, se volvió evidente que las preocupaciones de Remus fueron por nada. Sirius
podría actuar como que no tomaba el quidditch seriamente fuera de la pista, pero claramente
teniendo una audiencia animándolo hacía maravillas con su concentración.

Una vez que el buscador encontró la snitch — terminando el partido en 300 – 110 a favor de
Gryffindor, los dos bateadores descendieron. Remus vio a Sirius arrojar un brazo galante alrededor
de los hombros de Marlene, y se inclinó — solo para ser esquivado hábilmente mientras ella le
ofrecía su mejilla para que le diera un beso.

***

La sala común era un caos de rojo, dorado y música rock es tarde. Toda la casa salió a celebrar la
victoria de Gryffindor y el cumpleaños de Sirius. Remus, por lo que era justo, vendió más
cigarrillos de los que había vendido de momento en todo el año — había venido preparado,
asumiendo correctamente que los estudiantes mayores estarían bebiendo, inclinándose a pagar más
por un poco de nicotina. Él mismo se mantuvo lejos de cualquier bebida de aspecto sospechoso,
recordando sus terribles resacas del verano.

Sirius y James estaban en su elemento, por supuesto, rugiendo con risa y absorbiendo las
felicitaciones de sus compañeros. Peter se mantuvo cerca para disfrutar la atención, pero no lo
suficiente para meterse en el camino.
Remus estaba feliz de disfrutar a la distancia, conversando con Lily y Mary y disfrutando los
bocadillos traídos de las cocinas. Sabía que no tendría un chance de divulgar su plan hasta mucho
más tarde, ahora, pero eso estaba ok. Mejor para todos que disfrutaran por sí mismos, había
bastante tiempo aún.

En algún punto, Sirius finalmente pudo abrir sus regalos — un kit reparador para su escoba de
parte de James, mucho chocolate de Peter, y de Andromeda no menos de tres álbumes nuevos;
Dark Side of the Moon, Country Life (que tenía una cubierta increíblemente grosera que hizo
sonreír maliciosamente a todos los chicos mientras se la pasaban, e hizo a Remus querer morir de
vergüenza), y Diamond Dogs.

—¡Oh! —dijo Remus, incapaz de contener su emoción mientras sostenía el álbum tan esperado en
sus manos, apretando el bizarro, espeluznante pedazo de arte. —¿Pon este primero? ¿Por favor?

Sirius sonrió,

—¡Lo que se por ti, Moony! —y puso el disco en lugar en el tocadiscos.

Owww ooooooohhhhh…

El toca discos aulló, enviando una corriente de escalofríos bajo la espina de Remus — el llanto de
un lobo. Miró a James y Sirius en alarma. Ellos se veían igual de sorprendidos que él, aunque
Sirius rompió en una sonrisa mientras la voz de David Bowie llenaba la habitación, como si
estuviera pronunciando un encantamiento:

And in the death...

As the last few corpses lay rotting on the slimy thoroughfare,

The shutters lifted in inches in Temperance Building,

High on Poacher's Hill,

And red, mutant eyes gaze down on Hunger City…

Toda la sala común estaba incómodamente silenciosa mientras este lúgubre, feo poema era
recitado, no muy seguros de dónde mirar mientras perros aullaban y lloriqueaban en el fondo. Hizo
a Remus sentirse oscuro y sucio — pero la idea le gustaba; como si Bowie le estuviera hablando
directamente a él. Especialmente mientras las líneas finales eran gritadas:

"This ain't Rock'n'Roll!

This is genocide!”

***

—¿¡Un mes entero!? —susurró Sirius fuertemente.

—Treinta días, sep. —Respondió James, en el mismo nivel de susurro, —Si lo hacemos por el
verano…

—Olvidaron el hechizo silenciador, idiotas. —Llamó Remus.

—Mierda. —Muchos susurros.


Era bien pasada la media noche el día del cumpleaños de Sirius, y la fiesta había sido terminada
por los prefectos. Los merodeadores habían trepado las escaleras a la cama, somnolientos y
exaltados, pero aparentemente James y Sirius habían tenido más energía y ahora estaban en una
conferencia privada en la cama de James. Remus tenía una buena idea de lo que estaban hablando,
pero había decidido dejarlos. A ver qué tan lejos llegaban. Aun así, sabía que eventualmente
olvidarían el hechizo, y decidió que la honestidad era la mejor política.

Remus y Sirius asomaron sus cabezas desde sus respectivas cortinas al mismo tiempo.

—Lo siento, Moony. —Sirius sonrió, —¿Te despertamos?

—Nah, —Remus se encogió de hombros, —Yo…de hecho, estaba pensando en esta broma…

—¿¡Broma!? —La cabeza de James se unió a la de Sirius en el espacio entre las cortinas, —
¿¡Quién dijo broma!?

Remus sonrió tímidamente. Pensó que tendría que esperar hasta el próximo fin de semana para
decirles, pero James abrió las cortinas de su cama aún más, magnánimamente, —Por favor, Sr
Moony, —dijo, —Pase a nuestra oficina…

Ansiosamente, Remus se libró de sus sábanas enredadas y dio pasos con sus pies desnudos al
través del frío piso de la habitación a la cama de James. Sintió como si hubiera estado esperando
cuatro años por una invitación.

—¿Entonces? —preguntó James, seriamente, apuntando la luz de su varita a Remus como un


micrófono. —¡Dinos!

—Solo un segundo, —Remus puso sus ojos en blanco, sacando su propia varita, —¡Muffliato!

—Es muy listo para nosotros. —Dijo Sirius, secamente.

—De hecho. —Convino James.

Remus los ignoró; estaban exaltados y tontos por la falta de sueño, tenía que por lo menos darles la
esencia del plan antes de dejarlo caer.

—¿Recuerdan cómo les estaba diciendo sobre la alarma del reloj de Matrona? —preguntó rápido.
Los chicos asintieron obedientemente como cocker spaniels. —¿Y cómo solíamos jugar con él
para no tener que levantarnos más temprano? —Asintieron de nuevo, —Bueno, estaba pensando
sobe como podríamos aplicarlo a Hogwarts. Investigué un poco, y - ¿sabían que todos los relojes
de esta escuela están controlados por el reloj maestro? El grande, fuera del Gran Salón.

—¡Oh MOONY! —Lloró Sirius, repentinamente lanzándose a Remus, lanzando sus brazos a su
alrededor con tanta fuerza que ambos cayeron de espaldas en la cama. Impactado, Remus intentó
empujarlo, pero Sirius lo sujetó rápidamente, pretendiendo sollozar en su hombro con alegría, —
¡LEISTE Hogwarts: Una Historia! ¡Uno de ustedes finalmente lo leyó! ¡Ahora eres mi merodeador
favorito!

—¡Quítate, imbécil! —gruñó Remus, finalmente forzándolo y retorciéndose lejos en la cama,


James se rio.

—Nadie adivinaría que eres el mayor, Black, —sonrió James. —Moony, por favor continúa. ¿El
gran reloj…?

—Claro, seh, —Remus estiró su camisón de dormir, sintiéndose muy acalorado y confundido por
el asalto, —Eh…entonces…em…tenía esta idea…yo… —no era bueno, había perdido
completamente el hilo de sus pensamientos, ahora solo podía pensar en lo idiota e irritante que era
Sirius.

—El gran reloj controla todos los demás, —interrumpió Black, remarcablemente lúcido ahora, —
Es un hechizo que asegura que todos los relojes en el castillo estén perfectamente sincronizados.
Incluso los que se traen de casa se re-configuran – incluso los muggles. Es una magia jodidamente
buena.

—Seh, —asintió Remus, volviendo a tomar la idea, —Sí, exacto. Entonces estaba pensando; si a
ese reloj le pasa algo, o se mueve por cinco minutos – entonces pasa lo mismo con todos los
demás. Y eso afectaría las horas de las lecciones, y comidas, y…bueno, básicamente todo lo que
ocurre en el castillo. Y si empezamos realmente lento – digamos, avanzando cinco minutos por
noche – nadie lo notaría por un buen tiempo, ¿o sí? O sea, ¿Cómo se podrían dar cuenta, si todos
los relojes estarán iguales?

Terminó sentándose hacia atrás mirando a James, porque aún estaba molesto con Sirius por
confundirlo y casi arruinarlo. El cerebro de James estaba trabajando a la velocidad de la luz –
Remus sabía esto porque había empujado sus lentes por el puente de su nariz. Finalmente, miró a
Sirius y sonrió.

—¡Nuestro Moony lo ha hecho de nuevo!


Cuarto Año: Noviembre (Parte 2)

Lunes 4 de Noviembre, 1974

—No sé. —Dijo Peter, jugando con sus manos de nuevo. —Profesora McGonagall dice que no
deberíamos jugar con el tiempo.

—No lo haremos, —gruñó Sirius, habiendo explicado el plan dos veces. —Esta es una broma
muggle, Peter, ¡consigue que pase tu grueso cráneo!

—No. —Remus frunció el ceño, sintiéndose mal por Peter, quien había estado protestando todo el
día porque lo habían dejado de lado en su planificación nocturna. —No nos vamos a meter con el
tiempo, Pete, —explicó Remus amablemente, —Solo vamos a jugar con los relojes.

Peter miró a Remus, luego a James por confirmación.

—Ok. —Dijo lentamente. —Creo que entiendo.

Acordaron hacerlo tan rápido como fuera posible, y tuvieron dificultad para terminar sus lecciones
ese día con la creciente anticipación de su tortuoso proyecto. Remus tuvo que callar a James y
Sirius más de una vez cuando su emoción los superó – apenas fueron sutiles en sus mejores
momentos.

—No funcionará si alguien más se entera. —Siseó Remus al almuerzo cuando Mary preguntó de
qué estaba susurrando. —¡Entonces cállense! Sé que ustedes chicos pueden mantener un secreto si
realmente lo intentan.

Apenas pudieron esperar a que la noche cayera y el castillo se tornara tranquilo y silencioso. Había
pasado un largo tiempo desde que habían salido de los límites juntos de noche, y aunque era una
misión muy simple, todos querían ir.

Había solo un problema. Era mucho más difícil meter a los cuatro bajo la capa de lo que había sido
hace tres años atrás.

—Peter, tu quédate aquí. —Dijo Sirius, después de su tercer intento.

—¿Por qué yo? —protestó Pete, —¿¡Por qué soy siempre el que dejan fuera!?

—No te estamos dejando, idiota, es un puramente un tema logístico. —Sirius puso sus ojos en
blanco.

—¡James!

—Yo me quedaré, —ofreció Remus. —Soy el más alto, es mi culpa.

—Pero era tu idea, —lloriqueó Sirius, —¡No te lo puedes perder!

Remus se encogió de hombros,

—Habrán muchas oportunidades. Haremos esto más de una vez.

—Incluso con los tres estaremos apretados. —Dijo James. —Black, Pettigrew, quédense aquí.

—¿¡Por qué yo!? —Sirius y Peter lloriquearon al mismo tiempo.


—Porque. —Dijo James, sus labios torciéndose, —Es la idea de Moony y mi capa.

Tomó un poco más de discusión, amansamiento de ego y muchas promesas que cada noche
tomarían turnos, solo para ser justos, antes de que los dos merodeadores rechazados lo
concedieran. Prontamente, Remus y James estaban arrastrándose por la sala común de Gryffindor
bajo la capa, de puntillas pasando unos pocos estudiantes de séptimo año inconscientes sobre sus
textos de ÉXTASIS.

—Espero que dejen de pelear si les damos una hora a solas. —Susurró James, mientras dejaban el
espacio del retrato y entraban al oscuro corredor vacío.

—¿Por qué Sirius está siendo tan imbécil con Peter, de todas formas? —preguntó Remus con la
voz tan baja como le fuera posible. No querían molestar a Peeves – o peor, a la Sra Norris.

—Todas las chicas saben sobre La Gran Competencia de Besuqueos, —respondió James,
moviéndose lentamente para que Remus pudiera mantener el paso, —Sirius cree que Peter les dijo.

—¿Por qué pensaría eso?

—Ya conoces a Black, —dijo James, con una sonrisa en su voz, —Ama saltar en conclusiones.
Usualmente erróneas.

—¿Tu no crees que fue Peter, entonces? —preguntó Remus inocentemente,

—Moony. —James resopló, —sé que fuiste tú.

—Ah.

—No me molesta, —James rio suavemente, —Si ha hecho algo, es mejorar mis chances de ganar
la apuesta.

—Marlene ofreció besarme, —dijo Remus repentinamente, —Pero le dije que no estaba en la
apuesta.

No estaba seguro de por qué había elegido contarle a James – o por qué había elegido el momento
más inoportuno para hacerlo. Supuso que solo quería que alguien supiera. Tal vez era algo de
jactancia – ellos fueron quienes no lo incluyeron en primer lugar.

—Ja, —dijo James, —No le digas a Sirius, nunca lo superará.

—Ella te besaría, —añadió Remus, caritativo, —Me dijo que lo haría.

—Pobre de mí, no será, —respondió James casualmente. Remus estaba pensativo por un momento,
pero habían alcanzado el reloj ahora, al pie de la gran escalera.

Era muy grande y muy hermoso, con un vasto cuadro de caoba tallado con varias criaturas mágicas
y plantas, la cara y manecillas rodeadas de oro brillante.

Remus sacó su varita y se concentró cuidadosamente en desvincular los hechizos de protección


ubicados ahí por un gran mago un buen tiempo atrás. Tomó un largo tiempo; eran complejos e
intrincados, trenzados juntos tan finos como encaje. Pero lenta y seguramente, uno por uno, sintió
la magia desatarse con un gentil pop en alguna parte en su sección media. Le sonrió a James.

—Aquí vamos.

James movió su propia varita hacia el reloj y la manecilla larga se devolvió cinco minutos. Miró
hacia su propio reloj, y vio que ambos se sincronizaban. James soltó una suave risa.

—Ves Moony, sabía que tenías que ser tú. Vamos, será mejor que volvamos.

Treparon las escaleras, más rápido ahora, mareados con triunfo. En la cima, Remus había pausado
para respirar por un momento. Había descansado una mano en el hombro de James para
estabilizarse, y el otro chico esperó pacientemente.

—¿Hey, James?

—¿Sí?

—¿Realmente vas a perder la apuesta con Sirius por el bien de Lily?

La espalda de James se tensó levemente, pero no sonaba molesto.

—Puede que no la pierda.

—Pero Lily nunca va--

—Yo soy el que está en Adivinación, Lupin, no tú.

—Seh, pero ella te odia.

—Ella no me odia. —James soltó una risita. —Lily Evans no tiene un hueso con odio en todo su
cuerpo.

Remus no dijo nada frente a esto, sabiendo que era verdad. James continuó, —Aún no es momento,
es todo. Pero no me importa.

—Oh. —Dijo Remus. Se le ocurrió por primera vez de que a James no solo le gustaba Lily. Era
algo completamente diferente. Remus quería hacerle más preguntas, pero no sabía cómo – él no
era Sirius, no podía ser tan descarado.

Cuando volvieron al dormitorio, Sirius caminaba de un lado al otro, y las cortinas estaban cerradas
alrededor de la cama de Peter. Se podría asumir que no habían usado el tiempo para arreglar sus
diferencias.

—¿Bueno? —Sirius ladró, ansiosamente, mientras James y Remus se quitaban la capa.

—Hecho. —Dijo James, simplemente, bostezando y encaminándose a su propia cama. Le dio una
palmada a Sirius en el hombro mientras pasaba, —Disfruta tus cinco minutos de sueño.

***

Y así la broma siguió. Cada noche esa semana, dos merodeadores se arrastrarían escaleras abajo,
bajo la capa de invisibilidad y conjurarían el hechizo para mover el minutero cinco minutos atrás,
entonces para la mañana del Sábado, todos los relojes en Hogwarts estaban corriendo veinticinco
minutos tarde. Hasta ahora, nadie parecía haberse dado cuenta, y James y Sirius se estaban
volviendo inquietos.

—La cosa es, —Sirius bostezó sobre el desayuno, con los ojos somnolientos y su kit de quidditch
arrugado. —No estamos teniendo una extra media hora de sueño, ¿o sí? No estamos yendo a la
cama más temprano.

—No, bueno, esa no era la intención de hecho… —dijo Remus, intentando construir un sándwich
de tostadas con mermelada y jalea de frutilla.

—Aun así, creo que debemos sacar algo de esto.

—¿La satisfacción de un trabajo bien hecho? —respondió Remus, secamente, antes de darle un
mordisco a su creación. Dulce jalea de fruta rebosó entre las migas, derramándose en sus dedos.
Sirius hizo una mueca – tenía una aversión por cosas pegajosas.

Sin embargo, el esplendor de su propio ingenio parecía no ser suficiente para Sirius. La mañana
siguiente Remus despertó mucho antes de que su alarma sonara, y cuando chequeó su reloj en la
mesita de noche vio que eran aparentemente todavía las 7am. Fue a sacudir a Sirius.

—¿Qué hiciste anoche? —preguntó Remus, una vez que Sirius finalmente despertó, —James y tú
hicieron el reloj, ¿o no?

—Se me antojaba un poco más de sueño, es todo…

—¿Cuánto lo moviste?

—No sé, ¿una o dos horas?

—¿¡Qué!?

—¿¿Qué?? —Sirius lucía genuinamente sorprendido. —¿Acaso no es ese el punto de la broma?

—Bueno… —Remus suspiró. ¿Cuál era el punto? No podía seguir por siempre, de todas formas.
—Aún es mucho. Voy a ir y veré su puedo hacer que avance un poco más en la noche.

Sirius se encogió de hombros, se dio la vuelta y volvió a dormir.

Pocas personas comentaron en lo peculiar que había sido despertarse en plena luz de día en el
invierno a las siete de la mañana, pero como era Domingo de todas formas Remus pensó que se
habían librado esta vez. Esa noche, Remus y Peter treparon bajo las escaleras como siempre, y
Remus trató de corregir la imprudencia de Sirius.

—¿Podemos hacer que tengamos que despertarnos temprano el próximo Sábado? —preguntó
Peter, inseguro – Remus aún no estaba seguro de que Peter entendía completamente lo que estaban
haciendo.

—No veo por qué no, —Remus se encogió de hombros. —¿Por qué quieres despertarte temprano?

—Es un fin de semana de Hogsmeade y yo iba a verme con…em…no, nada.

—¿¿Quién??

—¡Por favor no le digas a James o Sirius!

—¿Quién, Pete?

—Desdemona Lewis,

—Oh… No, no le diré a nadie.

Remus fue a la cama con el corazón pesado esa noche. Sintió que había perdido a cada uno de sus
amigos, ahora la única persona que no quería hablar constantemente sobre sus relaciones con el
sexo opuesto era Lily. Y se sentía un poco culpable alrededor de Lily, desde que inadvertidamente
había arruinado su proyecto de Pociones.

Para ser justos, todos en la clase habían sido arruinados;

—Oh queridos, —Profesor Slughorn se había rascado la nuca, completamente confundido por las
inútiles pociones ceñidas que todos habían producido. —¿Todos las dejaron fermentar por la
cantidad de tiempo correcta? Debe ser precisamente veinticuatro horas…

Todos lo habían hecho, por supuesto. O habían pensado eso. Realmente era culpa de Sirius, se dijo
Remus.

Sirius, por supuesto, encontró el episodio entero inmensamente divertido, y solo lo inspiró a tomar
riesgos más grandes. El problema era, Remus no podía atraparlo. Cada vez que era turno de Sirius
para bajar a cambiar los relojes, se aseguraba de ir con Peter o James. Y cuando Remus se ponía de
voluntario para ir, Sirius daba un paso atrás.

—Sé lo que estás haciendo. —Le dijo Remus, cuando despertaron una ‘mañana’ con el sol en el
punto más alto del cielo.

—Y yo sé lo que tú estás haciendo, —respondió Sirius con una mueca, —Niñito bueno.

Era verdad – Remus estaba bajando cada noche siguiente y trataba de arreglar cual fuera el estrago
que Sirius había causado, entonces para la tercera semana de Noviembre todos los relojes estaban
meciéndose salvajemente a este lado y el otro, a veces alterados por mucho como cuatro horas. El
gran problema era que Sirius no le diría cuanto había cambiado el tiempo, entonces Remus tenía
que adivinar sus correcciones.

—¿¡Qué demonios está pasando!? —dijo Mary, una mañana para el desayuno, después de tal vez
solo cuatro horas de sueño – Remus se arrepentía de eso, pero había sido la única forma de ganar
terreno en el ridículo tira y afloja de Sirius.

El desayuno se había vuelto un evento peculiar – parecía que los elfos domésticos en la cocina
estaban aún más confundidos que cualquier otro sobre la hora del día, y estaban en desacuerdo
sobre que comida debía ser servida. Así, huevos revueltos eran servidos junto con puré de patatas y
salsa gravy; piernas de cordero acompañado de hojuelas de maíz, y una o dos veces todos llegaron
para cenar y no había aparecido nada. Sirius y James amaban cada minuto, por supuesto.

—¿A qué te refieres? —preguntó James, despreocupadamente. Sirius no estaba hablando esa
mañana, solo bostezando y ocasionalmente frunciéndole el ceño a Remus.

—¿No está todo el mundo durmiendo realmente mal? —preguntó Mary, desesperadamente. Estaba
empezando a verse bastante agotada – su cabello oscuro estaba saliendo de sus trenzas en gruesos
mechones, y sus ojos estaban levemente irritados. —¿Y qué pasa con el clima?

—Seh, estaba muy oscuro ayer, —Marlene bostezó, —Pero hoy día empezó a aclararse a las seis o
algo.

—Hogwarts es un lugar muy misterioso y mágico. —Dijo James. —¿Quiénes somos nosotros para
cuestionar su funcionamiento interno?

Mientras tanto, Remus estaba muy preocupado sobre la próxima luna llena. Pensó que tendría que
caer pronto, de todas formas, no podía estar muy seguro. Si Sirius no se detenía, podría perder la
noción del tiempo completamente y solo tendría que encerrarse en la casa de los gritos por una
semana. No sabía cómo explicarle eso a Madam Pomfrey – pero si no hacía algo entonces corría el
riesgo de transformarse en algún lugar dentro del castillo.
***

Miércoles 27 de Noviembre, 1974

Para la cuarta semana, Remus creía que ninguno de los merodeadores sabía cuál demonios se
suponía que tenía que ser la hora – ni siquiera el más vago sentido. Se había rendido intentando
corregir a Sirius, y en vez pensaba que era mejor dejar las cosas simplemente resolverse solas. Las
cosas finalmente se detuvieron cuando, mientras bostezaba camino hacia una lección de
Transformación, Peter repentinamente miró por la ventana con un jadeo.

—¿Qué pasa, Pettigrew? —interrumpió McGonagall – había estado mucho más irritable que de
costumbre. De hecho, todo el mundo, y Remus concluyó nunca más joder los patrones de sueño de
nadie.

—N-nada, Profesora. —Peter bajó la mirada en un apuro.

Pero era muy tarde; toda la clase, incluida McGonagall, ahora estaban mirando por la ventana
también – y viendo el sol salir a las once de la mañana.

—¡Oh por el amor de dios! —dijo McGonagall, —Clase, los quiero a todos en el Gran Salón
enseguida. Iré por el Director.

En menos de una hora, Remus estaba sintiéndose extremadamente nervioso rodeado por el resto de
la escuela mientras esperaban por Dumbledore para hablarles. No había visto mucho al director ese
año; el anciano estaba ausente a menudo de las comidas, y McGonagall había dicho que
simplemente estaba fuera en negocios para el ministerio. Aun así, estaba aquí ahora, y Remus no
podía evitar la sensación de hundimiento en lo profundo de su estómago mientras el mago de
cabello blanco se acercaba al atril.

—¿Qué crees que está pasando? —le preguntó Lily a Remus. Mary estaba durmiendo en su
hombro.

—Ni idea, —respondió, esperando sonar convincente.

—Tal parce, —empezó Dumbledore. Hablaba muy suave para ser un profesor, Remus siempre
había pensado eso – pero de alguna forma todo el mundo quedó en silencio. —Que tenemos a un
bromista entre nosotros.

Enseguida, todos en el salón se giraron para mirar a Remus, Sirius, James y Peter. Remus siguió
mirando hacia adelante, ignorándolos; Peter empezó a mover su rodilla ansiosamente, mirando a
James, quien sonrió de vuelta a su audiencia de forma afable. Remus no podía ver qué estaba
haciendo Sirius, pero seguramente era ridícula y altamente irrespetuosa. Aun así, Dumbledore no
hizo acusaciones, solo sonrió complacido y continuó, —Les aseguro que los relojes ahora están
siendo corregidos, y medidas están siendo tomadas para asegurar que esto no pase de nuevo.
Mientras tanto, creo que todos podríamos descansar un poco – estoy cancelando el resto de las
clases de hoy día, para ser reanudadas a nuestra usual – y correcta - hora mañana en la mañana.

Hubo un murmullo colectivo de apreciación frente a estas noticias.

—¡Sí! —siseó Sirius, —¡Resultado!

—Ahora, —Dumbledore levantó sus brazos, —¡Pueden irse, usen su tiempo con sabiduría!

Todos en el salón se pusieron de pie y empezaron a caminar cansadamente hacia las puertas. Los
merodeadores estaban a punto de seguir el ejemplo, cuando McGonagall apareció detrás de ellos,
poniendo una mano en los hombros de Sirius y James.

—Esperen. —Dijo. —Ustedes cuatro no.

Remus tragó saliva, mientras el resto de la escuela limpiaba el salón, hasta que solo eran ellos
cuatro, Dumbledore y McGonagall.

—Entonces, —Dumbledore sonrió amablemente, —¿Quién fue el que tuvo la idea, eh? ¿O fue un
esfuerzo colectivo?

Los cuatro chicos se miraron entre ellos, luego de vuelta a sus regazos. Dumbledore soltó una
risita, —Admirable. —Dijo con aprobación, —¿Entonces debemos tratarlos a todos por igual, mm?
Creo que diez puntos de Gryffindor cada uno, está de acuerdo, Profesora McGonagall.

—¡Por supuesto! —asintió, —¡Y castigos!

—Dejaré eso en sus capaces manos, entonces. Solo una cosa, niños.

Todos levantaron la mirada, haciendo una mueca de dolor por la reprimenda.

—Todos ustedes son claramente magos muy capaces, —continuó Dumbledore sonriendo. Peter dio
un tipo de chillido raro. —Eso está claro. Fue un hechizo simple, sí, pero altamente efectivo. Ese
tipo de pensamiento los llevará lejos. ¿Pero tal vez un poco de premeditación y planificación para
la próxima vez? Tal vez no hubieran sido descubiertos tan rápido.

—¡Tres semanas no es tan malo! —escupió Sirius. James le dio una patada, pero Dumbledore soltó
una risa. McGonagall se tornó roja con enojo,

—¡Entonces serán tres semanas de castigo, Black!

Sirius rápidamente bajó su cabeza, y James murmuró muy despacio,

—Idiota.
Cuarto Año: Diciembre
Chapter Notes

See the end of the chapter for notes

I'm torn between the light and dark

Where others see their targets, divine symmetry

Should I kiss the viper's fang?

Or herald loud the death of man

I'm sinking in the quicksand of my thoughts

And I ain't got the power anymore

Miércoles 4 de Diciembre, 1974

A todos les dieron tres semanas de castigos con McGonagall – lo que quería decir líneas y tarea
extra – y tenían prohibido ir a Hogsmeade hasta año nuevo, para el horror de Peter. Pobre Señorita
Lewis, tendría que esperar.

Esto también significaba que Remus no sería capaz de comprar ningún regalo de Navidad para sus
amigos, pero estaba agradecido por esa excusa. Había juntado una pequeña fortuna (a sus ojos, de
todas formas) de diez galeones y doce sickles. No estaba ni cerca de la herencia de James, por
supuesto, o incluso el legado de Sirius de parte de su tío – pero era más de lo que Remus había
tenido, incluso en dinero muggle.

Ya había empezado a hacer planes para cuando cumpliera diecisiete. Aprender como aparecer era
clave – tenía que asegurarse de hacer eso bien. Entonces, podría comprar suministros y empezar su
búsqueda. Y pensó que sabía dónde empezar.

Éste término, desde que había vuelto a Hogwarts, Remus había estado leyendo el Diario El Profeta
página por página. Había pedido prestada la copia de James, y había tomado notas de forma
privada – usualmente en la biblioteca, donde los otros merodeadores no lo molestarían. Estaba
buscando lo que fuera; ataques, avistamientos, rumores. Cualquier cosa relacionada a los hombres
lobo o ‘criaturas oscuras no identificadas’. Había muy poco ahí – James sostenía que esto era
porque el ministerio no quería asustar a nadie.

Pero aún había pistas. A veces eran historias sobre Aurores interrumpiendo ‘reuniones ilegales’ o
asambleas – siempre en lugares distantes, lejanos; fuera de las Islas Hebrides, o Breacon Beacons.
Y eran siempre la noche antes de la luna llena. Esto era evidencia sólida, hasta donde Remus sabía
– Greyback estaba reuniendo seguidores, y a nadie parecía importarle; incluso los Aurores estaban
siendo casuales al respecto. Justo como habían sido con Lyall.

Para inicios de Diciembre, Remus estaba suficientemente preocupado para consultarlo con Ferox.

Los programas de estudio de Cuidado de Criaturas Mágicas de este año habían probado ser igual de
fascinantes que el año anterior, y la dedicación de Ferox por enseñar no había menguado. Había
insinuado que traería un demiguise real como regalo de Navidad, aunque Remus no tenía idea de
donde iba a sacar uno.
El profesor los había llevado a todos al lago para una lección, donde Ferox había mantenido una
larga, aguda conversación con uno de la gente del agua que vivía ahí. Nadie tenía la más remota
idea de lo que estaban hablando, pero había sido interesante sin duda, y Remus había hecho unos
diagramas muy útiles.

Armado con estos diagramas, y con la compañía de un ensayo, fue que Remus se acercó a la
oficina de Ferox una sombría tarde en Diciembre. Desde que ambos Sirius y James estaban ahora
en el equipo de quidditch, era mucho más fácil para Remus poder escabullirse y conducir sus
negocios personales – últimamente tanto la caza de hombres lobo como principal proveedor de
tabaco. Lily le había preguntado si quería ir a la biblioteca con ella – él pensó que se debía sentir
un poco sola este término, como siempre le estaba preguntando si quería ir aquí o allí con ella. Él
no había notado si estaba pasando menos tiempo con Mary y Marlene, pero ¿quién conocía a las
chicas?

De todas formas, habiéndose librado de todas sus otras responsabilidades, Remus golpeó con
propósito la puerta de la oficina de Ferox.

—Adelante, —la familiar voz cantada con acento de Liverpool llamó desde adentro. Remus sonrió
y entró.

—Hola, profesor, —dijo, ordenando sus papeles.

—¡Lupin! Siéntate, siéntate, —Ferox le sonrió desde detrás de su escritorio. Parecía estar haciendo
reparaciones a una caja dorada muy grande; su escritorio estaba cubierto con herramientas y
alambre y otras rarezas que no parecían pertenecer a la oficina de un profesor.

—Aquí tengo mi ensayo de la gente del agua, —lo dejó encima del único espacio libre de la
superficie.

—¡Caray, Remus, eres aficionado! —el Profesor Ferox sonrió, moviendo sus herramientas a una
bolsa de cuero. —Esto estaba pendiente hasta el último día del término.

Remus se encogió de hombros, secretamente emocionado,

—Lo había terminado, entonces pensé que sería mejor entregarlo ahora.

—Muy bien. ¿Quieres un té?

—Sí, por favor.

Ferox empujó la gran caja a un lado y movió su varita casualmente. La varita de Ferox era más
corta que la de Remus, y más gruesa, hecha de un tipo de madera nudosa, como si hubiera sido
directamente arrancada de la rama de un árbol. Una tetera apareció de la nada, le siguieron dos
copas y platillos con un tintineo en la mesa. Eran antiguas y estaban trizadas en unos lugares.

—Oops, —Ferox sonrió encogidamente, —Nunca he tenido mucha finura con encantamientos. Ese
es el set antiguo de mi Nan también.

Remus sonrió cortésmente, y usó su propia varita para servir el té. Encontraba la levitación
bastante fácil, y Ferox parecía impresionado. —Nan solía beberla desde el platillo y todo, —
murmuró nostálgicamente, levantando la taza a sus labios, —Creía que era elegante, bendita sea.

Remus nunca sabía qué decir cuando la gente empezaba a hablar de sus familiares. Le había
tomado cuatro años aprender que a la gente que tenía familias no le gustaba oír las experiencias de
las personas que no las tenían. Les hacía sentir incómodos. Ferox parecía notar el retraimiento de
Remus y cambió la táctica, —A este punto mi Nan ofrecería una galleta o un cigarrillo, pero me
temo que no tengo ninguno.

Remus arqueó una ceja y buscó dentro de su bolsillo,

—Aquí, señor, —dijo ofreciendo una caja de marlboros.

—Ah, ¿entonces los rumores son ciertos, eh? Nuestro residente contrabandista.

Remus se encogió de hombro de nuevo, cuidadosamente intentando enmascarar su emoción


cuando Ferox de hecho aceptó un cigarro y lo encendió cuidadosamente con la punta de su varita.

—¿¡Cómo hizo eso!? —preguntó, tratando con la suya, sin éxito. Ferox soltó una risita.

—Ven, —y Remus se inclinó por encima del escritorio permitiendo que Ferox encendiera su
cigarrillo. —Será mejor que no te enseñe, —el profesor le guiñó, —Es un hábito terrible.

Remus sonrió a través de la nube de humo, tomando una larga calada.

—Entonces, —dijo Ferox inclinándose hacia atrás en su silla, —¿Tomo esto como algo más que
una visita social, joven Lupin?

—Em…sí, más o menos, —Remus asintió, aclarando su garganta, —Solo tengo unas pocas
preguntas más sobre…bueno, no sabía a quién preguntarle, y usted dijo el año pasado que siempre
podía venir con usted.

—Por supuesto. ¿Es sobre tu padre?

—Oh no, —Remus sacudió su cabeza vehementemente, —No sobre él.

Sonaba un poco más forzado de lo que quería – pero estaba enfermo de Lyall Lupin, y la terrible,
hueca, sensación de culpa que tenía cuando pensaba sobre el hombre. No quería saber nada más
sobre el pasado – esto era sobre el futuro.

Remus tomó otra calada, dejando que calme sus nervios. —Es sobre Greyback.

—Remus…

—Merezco saber, —Dijo, oscuramente, perdiendo su sonrisa. —Es mi vida.

Ferox lo miró por un largo tiempo, antes de suspirar.

—Justo como tu papá. Ok, ¿qué quieres saber? No mucho de lo que te pueda decir importa. Hasta
donde todos saben, él todavía es un fugitivo.

—Los artículos que me dio, uno de ellos decía que el ministerio pensaba que estaba tratando de
levantar un ejército, por eso es que le gustan los…niños.

—Eso es solo un rumor. —Dijo Ferox, sus cejas muy fruncidas, —No hay evidencia.

—Yo soy evidencia. —Dijo Remus, inconscientemente presionando una mano en su costado, donde
la peor cicatriz de todas yacía escondida bajo su uniforme.

—Aún no significa…bueno, si hubiera estado intentado hacer eso en los sesentas entonces
¿creerías que hubiéramos sabido a estas alturas, eh?
Esa era una espuria línea de pensamiento, en la opinión de Remus, sacudió una mano,

—Han habido ataques, si lees los periódicos apropiadamente. El Señor Tenebroso, él es la persona
perfecta para alentar a Greyback, por lo que he escuchado. Se necesita hacer algo para que la gente
deje de unírsele. Para detener…a personas como yo de unírsele.

—No sé qué es lo que sabes del llamado ‘Señor tenebroso’, —respondió Ferox rígidamente. —
Pero solo está interesado en la pureza de la sangre. Consideraría a alguien como Greyback un
mestizo. Bajo su estatus.

Remus pensó sobre Snape, y los otros Slytherins, e inmediatamente eliminó esta teoría también.

—Puede que no lo respete, pero mientras Greyback haga el trabajo – y si consigue suficientes
seguidores--

—Estás sobreestimando su poder – el de ambos. El Señor Tenebroso es solo un advenedizo


político, alimentándose de alguna opresión percibida; nadie lo toma en serio. Nadie que importe. Y
Greyback bueno, está prácticamente abandonado, un lunático delirante. Ninguno de ellos tiene algo
substancial que ofrecerle a sus seguidores.

Remus resopló,

—Seh, bueno el ministerio no tiene mucho que ofrecerme a mí exactamente, excepto de un collar y
una celda abarrotada.

—Remus, eso no es cierto, —Ferox sonaba afligido. A Remus no le importó.

—¡Sí lo es! Tengo casi quince años, no soy un niñito. Mis prospectos de trabajos son levemente
menos mierda como muggle que en el mundo mágico. No puedo evitar notar que soy el único en
Hogwarts, no puedo evitar notar que se supone que no debo decirle a nadie – oh espera, hasta que
cumpla diecisiete, entonces tendré que decirle a TODOS, ¿cierto? Para que todo el mundo me
evada en caso de que me dé un poco de hambre. Greyback puede que no tenga mucho que
ofrecernos a los mestizos, pero cuando no tienes mucho más para ti…

—Remus, tienes que--

—¡No! ¡He LEÍDO las leyes, y los estatutos, y la mierda del puto registro!

Aplastó su cigarrillo en los residuos de su taza, furioso. La luna llena estaba a semanas, pero su
temperatura aumentaba, su corazón latía mientras miraba ferozmente a Feroz, desafiándolo a
responder. Ferox mismo lucía bastante agitado, completamente en blanco. Esto mismo calmó el
temperamento de Remus – quería tener una discusión racional, quería aprender cosas; no gritarle a
su profesor favorito. Sacó otro cigarrillo y lo encendió con los fósforos que llevaba, luego empujó
la cajetilla a través del escritorio hacia Ferox.

—Quédesela. —Dijo suavemente, inhalando, —Lo siento. No quise gritar.

—Está bien gritar, Remus, —Ferox sonrió débilmente, —Especialmente cuando alguien no está
escuchando, y necesitas ser oído.

Remus lo miró con curiosidad. Ferox se relajó un poco, —Creo que ves tu enojo como una
debilidad, pero no lo es. Está bien estar enojado – y tienes una jodida buena razón para estarlo.
Tienes razón. Todos necesitamos preocuparnos por Voldemort, y Greyback, y el resto del grupo
sangre-pura. Si el ministerio está preparado para tratar buenos, inteligentes, pensativos magos de la
forma en que te tratan a ti, entonces personas como el Señor Tenebroso siempre tendrán
seguidores.

Remus lo miró fijamente, pasmado.

—Pero. —Dijo Ferox, —Siempre habrá gente trabajando en su contra también. Y mientras nos
mantengamos enojados, ellos no ganarán.

—Ellos no ganarán. —Repitió Remus. Usualmente se sentía avergonzado después de un arranque


así, pero ahora de hecho se sentía más calmado – incluso aliviado.

—Y no pienses por un minuto que tienes prospectos de mierda. —Ferox arqueó una ceja, —Si
crees que Dumbledore movió cielo y tierra para que consiguieras una educación solo para verte
terminar peor que un squib, entones no conoces a Dumbledore, querido.

***

Viernes 20 de Diciembre, 1974

Mientras Diciembre avanzaba y las noches se hacían más largas, el castillo se envolvió de luces y
pesadas capas de nieve. Todos parecían tener más ánimo que de costumbre, y estaban más
emocionados por celebrar la Navidad que antes. Lechuzas se abalanzaban a través de los salones a
la velocidad de la luz, entregando paquetes y tarjetas en brillantes envoltorios; la profesora de
Herbología había encantado acebo y hierba para trenzarse alrededor de cada candelabro y
barandilla; el Profesor Flitwick podía verse cada tarde enseñándole a cantar villancicos a los
retratos, y Sirius Black terminó el término vestido en oropel de pies a cabeza.

Esta no había sido la idea de Sirius de hecho – James había empezado, usando un hechizo eterno
pegajoso para añadir las decoraciones al cuello y mangas de las túnicas de Sirius mientras estaba
durmiendo. Si creyó que esto avergonzaría a Sirius, estaba muy equivocado – Black adoraba su
nuevo look, y los usó con orgullo. De hecho, para el último día del término, por lo menos quince
otros chicos le habían copiado, al igual que un grupo de chica que últimamente habían empezado a
seguir a Sirius.

Parecía que cada chica en la escuela se había enterado sobre la Gran Competencia de Besuqueos –
el efecto no era el que Remus esperaba. Mientras que Marlene había rechazando sensiblemente los
avances de Black, habían muchas chicas este año – y del año siguiente – que esperaban ayudar a
Sirius a ganar la apuesta. Había pensado que era muy divertido al principio, pero después de casi
un mes siendo perseguido por una manada de adolescentes soltando risitas, recibiendo notas de
amor fuertemente perfumadas y siendo interrumpido en casi cada esquina, había enlistado a Mary
como su guardaespaldas.

Mary era perfecta para esto – combativa, lista para decir lo que pensaba, y no estaba interesada en
Sirius para nada.

—Eres tan cobarde, —ella suspiró, en la última tarde del término, mientras se sentaban alrededor
de la chimenea juntos. James estaba jugando con una snitch dorada que había robado del cobertizo
de juegos, tratando de impresionar a Lily, quien tenía la cabeza agachada terminando sus tarjetas
Navideñas frenéticamente.

Peter no estaba por ninguna parte, Marlene estaba jugando ajedrez con Remus, y Sirius había
llamado a Mary para que se sentar más cerca, observando cuidadosamente a un grupo de chicas
mirándolo desde la esquina.

—No soy cobarde, —respondió secamente, soltando su corbata, —Solo me gusta mi privacidad.
—Siempre podrías tan solo besuquear a una de ellas, — respondió Mary, estirándose en el sofá y
descansando sus piernas en el regazo de Sirius. Él la dejó. —¿No era ese el punto de la apuesta?

—Bueno sí, —respondió Sirius en un tono medido, —Pero se supone que no tenían que saber de
eso, se supone que debía ganármelas con mis encantos y mi apariencia maliciosa.

—¿No tienes miedo, o sí? —ronroneó Mary.

—Estaría loco si no me dieran miedo las chicas. —Rio Sirius, —Están todas dementes.

—Mary, ¿cuál es el apellido de Darren? —preguntó Lily, levantando la mirada de su pila de


tarjetas.

—Harvey. —Dijo Mary, —Dioos, no le vas a enviar una tardeja, ¿o sí? ¡Solo lo has visto una vez!

—Es lindo recibir tarjetas para Navidad. —Lily sonrió, volviendo a escribir.

—Está bien, pero no le envíes una lechuza, él es un muggle.

—¿Cómo le has estado escribiendo todo el año? —preguntó Remus, genuinamente interesado.

—Envío las cartas a mi mamá, y ella se las deja en su buzón. Solo vive cruzando el pasillo. Y hay
una cabina telefónica justo afuera de Hogsmeade, entonces hemos hablado una o dos veces.

—¡No sabía que había una cabina telefónica!

—Seh, es un poco antigua – uno de los Ravenclaws me dijo que era un traslador durante la guerra,
pero todavía funciona. —Se estiró de nuevo, —No puedo esperar para verlo, —suspiró. Sirius
empujó sus piernas, pretendiendo inclinarse para ver el juego de ajedrez.

—¿Dónde estarás para Navidad, Remus? —preguntó Lily, lamiendo su último sobre. —¿No te vas
a quedar aquí, espero?

—Lupin y Black se van conmigo de nuevo, —dijo James, ansiosamente. Lily le dio una mirada
fulminante.

—Oh, por supuesto.

Remus de verdad esperaba ir donde los Potters este año. Solo se quedaría una semana, como la
luna llena caía el veintinueve, pero estaba bien por él – solo no podía esperar por los presentes y
las decoraciones, y la comida de la Sra Potter.

—Muero de hambre. —Sirius bostezó perezosamente, —¿Dónde está Pete? ¿Podemos enviarlo a
las cocinas por nosotros?

—Ni idea donde está de hecho. —Dijo James, —No lo he visto desde la cena.

—¿Está empacando? —sugirió Lily.

—Iré a ver, —Remus se puso de pie, estirándose. —Tengo hambre también, creo que hay unos
pastelillos de calderones en mi maletero…

—No me digas… —Sirius se puso de pie también, siguiéndolo. Remus suspiró. Sirius pasaba la
mitad de su tiempo rogándole por dulces al resto. No es que no fuera generoso con los suyos – solo
que raramente parecía tener alguno.
Peter no estaba en el dormitorio, pero los pastelillos de calderones sí.

—Me pregunto que le pasó. —Remus frotó su nuca.

—Revisa el mapa, —dijo Sirius, derramando migas en todas partes, boca llena de pastel. Remus
arqueó una ceja pero no dijo nada y encontró el mapa en la mesita de noche.

Conjuró el hechizo localizador, y el mapa rápidamente iluminó una pequeña bandera con el
nombre ‘Peter Pettigrew’. Parecía que estaba en un armario de escobas cerca del salón de
Encantamientos.

—¿Queeta ciendooo hiii? —murmuró Sirius, metiéndose otro pastelillo a la boca. Remus hizo una
señal de desaprobación esta vez, doblando el mapa.

—No sé. ¿Crees que los Slytherin lo agarraron?

—¿Tal vez? —Sirius tragó, —Si le pusieron un hechizo de atadura puede que se quede atrapado
toda la noche. Vamos a buscarlo, entonces.

—¿Voy a buscar a James?

—Ehh… —Sirius le lanzó una mirada a la puerta, y Remus sabía que temía tener que pasar por el
pozo de chicas esperándolo abajo. —Nah, tomemos la capa y nos escabullimos – no tomará
mucho, y solo dos de nosotros alcanzamos de todas formas.

Remus se encogió de hombros y consintió. Si no tomaba mucho rescatar a Peter entonces tal vez
podrían ir a las cocinas después. Sirius había terminado sus pastelillos de calderones. Se
acurrucaron bajo la capa y se apresuraron silenciosamente bajo las escaleras, pasando a James y las
chicas, fuera del espacio del retrato.

—Jodido típico de Peter, —farfulló Sirius, muy bajo, —Cuatro años como merodeador y aún es
mierda para los hechizos defensivos.

—Tal vez lo atacaron por detrás, —sugirió Remus, —O tal vez eran muchos.

No sabía por qué, pero amaba contradecir a Sirius. James lo llamaba pelear, pero Sirius nunca
había dado ninguna señal de que le molestara. Ahí fueron, a través de los oscuros pasillos de
piedra, en dirección al corredor de Encantamientos.

—Aquí, ¿es ese? —susurró Sirius, mientras alcanzaban una puerta.

—Seh, —respondió Remus, —Está aquí. —Podía olerlo.

—Ok, ¿varita lista?... Uno, dos, ¡TRES!

Sirius abrió la puerta de golpe rápido, para la gran sorpresa de Peter – quien definitivamente no
estaba corriendo peligro – y Desdemona Lewis, quien chilló,

—¿¡Quién está ahí!? —ella miró alrededor, pálida y con los ojos muy abiertos, su cabello
desordenado y sus labios muy rosados y húmedos. Peter miró alrededor también, ligeramente más
sospechoso, pero igual de desordenado,

—Probablemente solo es Peeves.

Sirius empezó a estremecerse con risa, y Remus rápidamente presionó una mano sobre su boca,
tratando de jalarlo lejos del armario. Pobre Peter.
—Volveré a mi sala común, me meteré en muchos problemas si me encuentran fuera de los límites
de nuevo, —estaba diciendo Desdemona, arreglando su blusa. Le dio un delicado beso a Peter en la
nariz, —¿Nos vamos mañana, Petey? ¿En el tren?

—Seh…ok… —respondió Peter, muy distraído, aun mirando alrededor, buscando a su atracador
invisible. Remus agradeció al dios que estuviera ahí por su fuerza, mientras Sirius peleaba
locamente por liberarse y causar más travesuras.

Remus no lo dejó ir hasta que Desdemona había desaparecido alrededor de la esquina, Peter sabía
lo que sucedía para entonces.

—Ok, ¡muéstrense! —sacó su varita justo cuando Remus liberó a Sirius y ambos salieron bajo la
capa de invisibilidad.

—¡LO SABÍA! —gritó Peter,

—¡TE ESCABULLISTE! —cantó Sirius, riendo tan fuerte que estaba sujetando su estómago, —
¿¡Cuánto tiempo lleva eso!?

—Una semana, —respondió Peter, tornándose rojo, —¿Cómo me encontraron?

—¿¡UNA SEMANA!? ¡Merlín, Pettigrew! ¿¡Qué crees que haces, mintiéndonos por una semana
entera!?

—¡Me hubieran molestado!

—Te molestamos de todas formas.

—¿Podemos por favor ir a las cocinas ahora? —Remus suspiró.

—¡Espera a que James escuche esto! —dijo Sirius, sonando maravillado, —No puedo creerlo.
Realmente no puedo. Peter Pettigrew: Un Don Juan.

—Oh, cállate. —Peter hizo una rabieta, metiendo sus manos en los bolsillos. —Voy a la sala
común, no tengo hambre.

—Bueno, de la forma que te estabas comiendo la cara de Lewis…

—¡Cállate! —Peter desapareció por el corredor siguiente.

Sirius se rio todo el camino hasta la cocina, y todavía estaba ligeramente histérico camino de
vuelta, incluso cargado con dulces y bienes de los elfos domésticos.

—Por lo menos esto significa que la estúpida competencia de besuqueos terminó. —Dijo Remus,
complacido, mientras se acercaban al retrato de la mujer gorda. Sirius se detuvo en el momento,
causando que Remus chocara con él, casi dejando caer su botella de cerveza de mantequilla.

—¡Agh, no había pensado eso!

—Bueno, no tendrás que pensar sobre eso ahora, —interrumpió Remus, frotando su codo, donde se
había golpeado, —Pete ganó.

—Tienes razón Moony, ¡Agggh! ¡Eso significa que si no consigo un besuqueo para el final del año
seré más perdedor que Pettigrew!

Remus suspiró pesadamente.


Chapter End Notes

La canción al inicio es 'Quicksand' de David Bowie.


Cuarto Año: Navidad

Lunes 23 de Diciembre, 1974

Aunque Hogwarts había sido tan pintoresco como una tarjeta Navideña bajo su capa de nieve del
norte, los merodeadores bajaron del tren en Londres a la llovizna gris del sur. El clima continuó así
por la mayor parte de la Navidad, queriendo decir que los trineos estaban fuera de sus opciones
este año, para la decepción de Remus.

Significaba que los primeros pocos días antes de Navidad eran bastante aburridos, y hacían
regulares viajes dentro del pueblo, bajo el enorme paraguas de la Sra Potter, y pasaban largas
tardes en el cine muggle.

Remus los había convencido de ir – no había ido a ver una película desde que habían empezado
Hogwarts, y la pandilla de Ste había estado hablando de El Vengador Anónimo todo el verano,
entonces moría por verla. Era tan emocionante como había esperado; llena de venganza y gore – y
Charles Bronson le recordaba un poco al Profesor Ferox. James y Sirius estaban más interesados en
descubrir cómo funcionaba el proyector lo que le convenía a Remus, porque significó que
accedieron a ir con él dos veces.

Sin embargo, el aburrimiento pronto se apoderó de ellos, y en la tercera visita al cine, una
distracción se presentó por sí sola en la forma de un grupo de chicas alineándose en la taquilla.
Enseguida, James y Sirius dejaron de discutir los pros y contras de la percepción visual y cuadros
por segundo, y empezaron a actuar muy raro de hecho. James hizo más esfuerzos por arreglar su
cabello que nunca, mientras de Sirius empezó a inclinarse casualmente contra la pared como si
fuera James Dean.

Las chicas obviamente los notaron, y seguían mirándolos de vuelta y soltando risitas entre ellas.
Debían estar congelándose, usando minifaldas en Diciembre, pensó Remus. Finalmente, las chicas
terminaron de comprar sus tickets y entraron a la segunda sala.

—Moony, —dijo Sirius, sin quitar sus ojos de la manada de largas piernas que solo había pasado,
—¿Qué te parece si vemos algo diferente hoy día?

—Seh, —James asintió con la mirada vacía.

Remus miró el poster arriba de la puerta. El Gran Gatsby. Arrugó la cara,

—Agh, es romance, ¿para qué querrías ver eso? —protestó. Pero era muy tarde, estaban a medio
camino.

Remus se sentó en la fila de más adelante y se resignó a su destino. Podría no ser tan malo – le
gustaba Robert Redford en Butch Cassidy y los Chicos Sundace – no era tan cool como Charles
Bronson, pero podría dispararle a alguien, por lo menos.

Media hora más tarde – y por tanto como no quería admitirlo – Remus estaba completamente
inmerso en la película, por todos sus tonos pasteles y trajes tontos. No le habían disparado a nadie
de momento, pero estaba esperando lo mejor, y mientras tanto, estaba muriendo porque Daisy
entrara en sus cabales y dejara a su horrible marido.

En algún punto, Remus desvió su mirada a la izquierda, para ver si Sirius y James estaba
disfrutando la película también y descubrió que había sido abandonado. Dándose vuelta en su
asiento, miró la oscuridad a sus espaldas, y pudo ver la forma de las dos sombras de sus amigos
sentados en la última fila – ambos ocupados en un tipo de horrible competencia de aferramiento
adolescente con dos de las chicas de antes.

Mortificado, Remus se dio vuelta enseguida, encorvándose en el asiento de terciopelo rojo. No


podía concentrarse en la película ahora – y había estado en lo correcto, de todas formas; era un
estúpido, aburrido, romance para niñitas, y Robert Redford claramente no le iba a disparar a nadie
en ningún momento. En un segundo había tomado su decisión y rápidamente dejó el teatro.

Era muy tarde para conseguir un ticket para El Vengador Anónimo, y el guardia de sala le estaba
dando una mirada mordaz, entonces metió sus manos en lo profundo de sus bolsillos y salió,
sintiéndose amargo y molesto. La ciudad donde vivían los padres de James era mucho más
elegante que donde Remus había crecido – eran todas bonitas cabañas de ladrillos rojos y robles.
Había una gran plaza verde en el centro, y Remus podía imaginarse grillos aparecer ahí en el
verano. Estaba lloviendo ahora, y James tenía el paraguas, entonces Remus no tuvo más opción
que buscar refugio bajo la parada de autobús más cercana.

Había una pequeña tienda, justo al otro lado de la parada de autobús, y la observó por un rato,
revisando las entradas más fáciles. No era que iba a entrar. Definitivamente podría; se veía
bastante fácil ¿pero qué pasaba si el Sr y la Sra Potter se enteraban? No vendría para la Navidad de
nuevo. Pensó sobre volver a la casa, pero no quería tener que explicar por qué había dejado a Sirius
y James en el cine así. Imbéciles. Le dio una patada al costado de la parada con sus pesadas botas.
Una mujer mayor, caminando con su pequeño perrito escocés hizo un sonido de desaprobación, y
él la insultó en respuesta, mostrándole el dedo del medio.

Incluso James lo había decepcionado ahora. ¡James! Quien su pura y honesta adoración por Lily
Evans había sido la única cosa que había convencido a Remus de que besuquearse no sería tan
desagradable después de todo. Habría esperado algo así de Sirius, quien nunca había tenido control
de sus impulsos de todas formas, pero ¿¡James!?

—¡Oye, Moony! —como por arte de magia, James y Sirius aparecieron al otro lado del camino,
bajo el gran paraguas negro. Intentó ignorarlos, pero era un poco estúpido, viendo que eran las
únicas tres personas en la calle.

—¿A dónde vas? —Sirius sonrió, mientras cruzaron la calle para unírsele bajo la parada de
autobús.

—Solo estaba sentado aquí. —Remus se encogió de hombros.

—¿Por qué te fuiste?

—¡Podría preguntarles lo mismo!

—Solo salimos por un minuto…

—Agh, no quiero oír de eso. —Remus se cubrió las orejas. Le lanzó una mirada a James, —¿Qué
hay de Lily? ¿Qué hay de ‘aún no es momento, pero no me importa’? — Remus imitó las palabras
que James le había dicho en Noviembre.

James se veía afligido por un momento, pero Sirius se rio fuertemente y golpeó a Remus en el
hombro.

—Oh déjalo. A Evans no le va a importar si Potter besuqueó a una muggle cuando tenía catorce
años. Cálmate Moony.

Eso lo hizo. Si había algo que probablemente desataría la furia de Remus, era que le dijeran
‘cálmate’-

—¡No! —gruñó, —¡Me hicieron ver esa estúpida película de niñitas solo para que pudieran
agarrarse un par de pajaritas muggles en la fila trasera!

Sirius arregló su cabello y puso sus ojos en blanco,

—Merlín, Lupin – podemos ir a ver a tu amado Charles Bronson mañana, si realmente quieres. O
sea, discúlpanos si queremos actuar como adolescentes normales por cinco minutos.

Algo sobre este insulto golpeó a Remus tan bruscamente, que si hubiera tenido su varita hubiera
maldecido a Sirius justo en ese momento y lugar. Pero en este momento, solo tenía sus puños –
afortunadamente era bastante bueno con esos, y golpear era usualmente mucho más satisfactorio
que maldecir. Para cuando James había logrado separarlos y se había puesto al medio, la nariz de
Sirius estaba sangrando demasiado, y Remus podía sentir como se empezaba a formar un moretón
en su ojo.

—¿¡Qué les pasa a ustedes dos!? —resopló James, conduciendo a ambos a través de la lluvia de
vuelta a la casa de sus padres.

—¡Él es un imbécil! —escupió Remus, tratando de quitar la llovizna de su ojo adolorido.

—¡Él es un bastardo! —devolvió Sirius, con desaprobación, sujetando su jersey mojado contra su
nariz.

—Ustedes dos son idiotas, —dijo James firmemente, mientras alcanzaban la puerta.

***

La Sra Potter los arregló a ambos muy rápido – era igual de rápida con los hechizos sanadores que
Madam Pomfrey – después les dio un buen regaño, con el Sr Potter a sus espaldas, tratando de no
sonreír y diciendo —Los chicos serán chicos, Effie querida…

Después, Remus fue directo a la habitación de invitados y se sentó en su cama por el resto del día
haciendo su tarea. Sabía que era tonto e infantil hacer una rabieta, pero si tenía que ver a Sirius de
nuevo no estaba seguro que no le daría otro golpe. Pensó sobre Ferox diciéndole ‘está bien estar
enojado’ – pero de alguna forma pensó que eso no era lo que profesor quería decir.

¿Estaba celoso? ¿Celoso de que todos sus amigos se habían escapado con una chica ahora, y el no?
Tal vez era eso. Remus no podía realmente ignorar el hecho de que él era el único de sus amigos
que no estaba completamente conducido por sus hormonas – como un adolescente normal, como
Sirius tan amablemente lo había expuesto. Auch; ahí estaba ese dolor de nuevo. Remus acercó sus
rodillas bajo su barbilla, haciéndose tan pequeño como le fuera posible. Si tuviera un galeón por
cada forma en la que no era normal.

Bajó para cenar, pero no le habló a James o Sirius, limitándose solo a intercambios corteses con el
Sr y la Sra Potter. Después de que fueron excusados de la mesa, fue directo escaleras arriba y se
acurrucó bajo el cobertor con un libro hasta que se quedó dormido.

Soñó que estaba de vuelta en el cine, intentando ver una extraña combinación de El Gran Gatsby y
El Vengador Anónimo – en dónde el Profesor Ferox realmente era Charles Bronson, bigote negro y
todo, apuntando su pistola a las sociedades relucientes de West Egg. Algo seguía empujando el
codo de Remus, distrayéndolo de la película – se giró y vio que era Peter y Desdemona
retorciéndose en el asiento junto a él, labios unidos.
Irritado, Remus se levantó y se sentó en la fila de atrás, volviendo a la película. Pronto, algo más lo
molestó – eran Mary y Darren. Remus por supuesto nunca había visto a Darren, y el chico en el
sueño se veía igual que Mulciber, por alguna razón. Estaban besuqueándose también. Asqueado,
Remus intentó ponerse de pie una vez más, pero tropezó con Lily y James, que estaban enrollados
en el pasillo.

—¡Por el amor de dios! —gritó. Lily levantó la mirada y se rio – igual que Mary, y ahora Peter y
James también.

Sirius apareció al final del teatro, su silueta remarcada por la luz del proyector.

—Él no importa, —rio junto los otros, —Él no es como nosotros.

Remus dio la vuelta justo a tiempo para ver a Ferox dispararle a Robert Redford, luego despertó
sobresaltado.

Estaba acalorado y sudado bajo el pesado cobertor, y tuvo que luchar para liberarse. Sintiéndose
muy tonto por haber tenido una pesadilla a esta edad, trepó fuera de la larga cama de cuatro postes
y se dirigió al baño más cercano. El reloj del pasillo leía media noche, entonces no encendió
ninguna luz, aunque podía ver un tenue brillo amarillento filtrándose por la puerta de la habitación
de James.

Remus usó el baño, luego de lavó sus manos y cara, tomando pocos sorbos del frío grifo antes de
secarse con las mangas de su pijama. Sintiéndose mucho mejor, volvió a su habitación, justo
cuando la puerta de James se abrió.

—¡Maldita sea, eres tú, Moony! —susurró James, sonando aliviado, —¿¡Qué haces arrastrándote
en la oscuridad!?

Remus se encogió de hombros y susurró de vuelta,

—Puedo ver en la oscuridad. No quería despertar a nadie.

James asintió, y abrió su puerta un poco más,

—Pensé que eras Gully, espiándonos por mamá o algo. ¿Vienes, eh? Seamos todos amigos de
nuevo.

No tomó mucho para convencer al Remus para estar de acuerdo. Pelear tomaba mucha energía,
especialmente cuando todos vivían juntos. Aún no quería hablar con Sirius, pero fue por el bien de
James.

Sirius estaba sentado con las piernas cruzadas en la cama de James, y frunció el ceño cuando vio a
Remus. James suspiró,

—Vamos, todos somos amigos, ¿cierto? Es Navidad.

Sirius asintió solemnemente. Remus asintió de vuelta. Se unió a ellos en la cama, donde estaba
sorprendido de ver que tenían libros de hechizos.

—¿Deberes?

—Broma. —respondió James. —Aunque aún no hemos terminado los detalles.

—Oh, ok. —Remus asintió. Y después, porque ya no quería estar incómodo, preguntó; —¿Cómo
está tu nariz, Black?

—Bien, —Sirius le sonrió, relajándose enseguida en el humor, —Estás perdiendo tu toque.

Remus sonrió malicioso,

—¿Ah sí? Pregúntale a Snape. Le di un cabezazo en el tren en Septiembre.

—¡Tú nunca!

—Sep.

—Maldita sea, —James rio, —¿Y no ha intentado nada desde entonces?

—Aún no. —Dijo Remus, intentando no sonar muy nervioso al respecto, —Aunque probablemente
está planeando algo. ¿De qué es la broma?

—Nosotros em…te diremos cuando sepamos cómo hacerla. Puede que no resulte bien. —Dijo
James rápidamente, cerrando el libro más cercano. Remus arqueó una ceja y no dijo nada – esto
solo confirmaba una sospecha que había tenido por bastante tiempo. No quería pensar en eso
ahora, esperó a ver si lograban algo.

—Perdón por mencionar a Lily. —Le dijo a James, —No quise decir nada, Sirius tiene razón, no le
importará – si es lo suficientemente estúpida para salir contigo.

James lo empujó juguetonamente

—Jódete.

—¿Por lo menos esa estúpida competencia terminó ahora, no? —preguntó Remus, con esperanza,
mirando a Sirius.

—Seh, supongo, —Sirius se encogió de hombros, —Le pagamos las cuentas a Peter, de todas
formas. Aunque que decepción, besuquear, me refiero. No sé por qué es todo el escándalo.

Remus no dijo nada, aunque estaba secretamente complacido. Entonces no se estaba perdiendo de
nada después de todo.

—Estuvo bien, —dijo James, diplomáticamente. —Probablemente toma práctica. Debe mejorar.

—Tiene que mejorar. —Dijo Sirius muy seriamente.

James y Remus explotaron en risas.

***

Día de Navidad, 1974

La mañana de Navidad fue igual de oscura y lúgubre que la semana anterior, y Remus fue
despertado por el ruido de la lluvia torrencial contra la ventana de su habitación. Aun así, la casa
de los Potters era tan festiva como siempre, y los cinco se sentaron frente a un abundante desayuno
con sonrisas en sus rostros.

El desayuno fue rápidamente seguido por los regalos – la cantidad usual de dulces, chocolate,
plumas nuevas de los Potters, libros y calcetines. Remus estaba muy sorprendido de recibir una
bufanda tejida a mano de Lily, en las borlas rojas y doradas de Gryffindor. Se sintió un poco mal –
no le había comprado nada a ninguno de los merodeadores este año, o a las chicas. Ella nunca le
había regalado algo antes, excepto por la hoja de lectura – que, tenía que admitir, había sido un
muy buen regalo. Resolvió conseguirle algo para la próxima vez que fueran a Hogsmeade.

Estaban terminando de abrir los presentes, la Sra Potter desapareció los papeles arrugados con una
barrida de su varita – cuando un canto fuerte, lúgubre sonó en el pasillo. Era una melodía aguda,
encantadora – completamente antinatural y completamente hermosa. Todos se giraron enseguida,
el Sr y la Sra Potter sacaron sus varitas en posición de duelo, un extraño, etéreo pájaro platinado
voló dentro de la habitación, dando vuelta por sobre sus cabezas. Remus lo reconoció enseguida
como un ave fénix – o algo como el fantasma de una.

—Dumbledore, —dijo el Sr Potter suavemente, mientras el ave fénix plateado se instaló


magistralmente en el manto de la chimenea. Para la sorpresa de Remus, el ave abrió su pico y
habló con la voz del director.

—Ha habido un ataque. Estaré con ustedes dentro de poco – no le permitan a nadie más la entrada.

Y con eso, el ave fénix se desvaneció en el aire. Todos estuvieron en silencio por un momento,
antes que la Sra Potter hablara, ubicando una mano en el hombro de James, como si solo necesitara
tocar a su hijo.

—¡Oh Monty, un ataque!

—No hay necesidad de entrar en pánico, —dijo el Sr Potter calmado, —Albus estará aquí pronto.
Niños, terminen de limpiar aquí, ¿eh? Estaré en mi estudio.

Ordenaron en silencio, todos esperando ver que pasaría después. Un ataque - ¿qué podría
significar? La mente de Remus fue directo a Greyback – pero no había luna llena, entonces era
poco probable que hubieran sido hombres lobo. ¿Podría ser Voldemort? ¿O había otros magos
oscuros ahí afuera? Culpablemente, miró hacia Sirius, quien tenía la mirada fijada fuera de la
ventana a la lluvia, luciendo pálido y shockeado. Su familia era de magos oscuros. ¿Sabía algo de
eso? Seguramente no, Remus rápidamente eliminó la idea, sintiéndose aún peor; Sirius no había
estado en su casa desde el verano, y era de conocimiento común que su familia lo odiaba.

Finalmente, después de lo que se sintió como una década, pero pudieron solamente haber sido
veinte minutos, hubo un *CRACK* de aparición afuera, y el Sr Potter estaba en la puerta del
frente. La Sra Potter se le unió, y James, Sirius y Remus esperaron en el pasillo, observando.

La puerta se abrió y Dumbledore estaba de pie ahí luciendo muy grave, completamente seco a
pesar de la lluvia cayendo como cortinas.

—Fleamont, Euphemia, —asintió cortésmente.

El Sr Potter sujetó su varita en alto.

—¿Qué fue lo último de lo que hablamos?

—De tu hijo habiendo roto su record de número de castigos este término. —Dumbledore sonrió,
mirando a James, quien se tornó rojo. Esto aparentemente dejó satisfecho al Sr Potter, quien dio un
paso atrás y permitió que Dumbledore entrara.

—Adelante, Dumbledore, ¿le gustaría un poco de té? —preguntó la Sra Potter, tomando su capa de
viaje y apresurándolo dentro de la sala de estar.

—Arriba, chicos. —Dijo el Sr Potter, duramente. James parecía estar a punto de discutir, pero
Dumbledore habló por él.

—Si no te importa, Fleamont, creo que es mejor que los chicos escuchen esto. Estará en todos los
periódicos para mañana de todas formas.

El Sr Potter miró a su esposa, luego asintió. El pequeño grupo se sentó en la gran sala de estar,
esperando a que Gully llegara con el té. Era una escena muy peculiar; tarjetas Navideñas aun
brillando en las paredes, oropel brillando en los marcos de las fotos, regalos abiertos apilados bajo
el árbol – y Dumbledore, aun luciendo inusualmente serio en túnicas de terciopelo azul
medianoche. Sirius, James y Remus se sentaron apretados en el sofá, mientras el Sr Potter seguía
de pie, paseándose por la habitación.

—¿Un ataque, entonces? —dijo finalmente, impaciente.

—Eso me temo. La familia Fraser, en Newcastle.

—¿Fraser? Nunca escuché de ellos.

—No. El Sr y la Sra Fraser eran ambos hijos de muggles. Tenían dos hijos aún sin edad para
Hogwarts, pero hasta donde sabemos, mostrando signos de habilidad mágica.

Remus hizo una mueca de dolor a la frase en pasado. El Sr Potter claramente lo había notado
también, porque lucía muy pálido y cansado de la nada.

—¿Los cuatro?

—Sí.

La Sra Potter parecía que estaba a punto de llorar,

—¡Niños! —jadeó. —¡Niños!

—¿Y estamos seguros? —continuó el Sr Potter, ansiosamente, —¿Sabemos que fue…él?

—Voldemort, sí. Dejó una marca.

—¿Una marca?

—Estará en los periódicos mañana, imagino. El Diario El Profeta estaba ahí antes que yo fuera
alertado.

—¿Pero qué significa? ¿Quiénes eran los Frasers?

—El Sr Fraser trabajaba para St Mungo, —explicó Dumbledore, —Recientemente había levantado
una petición con el ministerio sugiriendo que los sanadores recibieran entrenamiento en técnicas de
sanación muggle – primeros auxilios creo que los llamó. Esto no se llevó muy bien con ciertas
facciones, estoy seguro que ustedes se pueden imaginar.

—Creo que recuerdo a Darius diciendo algo, —el Sr Potter asintió, inclinando una mano en el
manto de la chimenea pensativo, —¡Pero matar!

—No ha sido la primera vez, —dijo Dumbledore, oscuramente, —Pero es la primera vez que se
han hecho reconocer. Esta marca que fue dejada atrás – se ha visto en otro lugar. Algunas de las
viejas familias la han adoptado; un tipo de signo secreto de su lealtad a Voldemort. Solo que ya no
es tan secreto.
—¿Qué familias? —dijo Sirius repentinamente, mirando a Dumbledore. Estaba completamente
tenso, Remus podía sentirlo. Dumbledore lo miró amablemente.

—Hasta el momento no hay nada que vincule a los Black con este ataque.

—Hasta el momento. —Repitió Sirius. —Pero usted sabe ellos…ellos son…

—No ayuda a nadie saltar en conclusiones, —Dumbledore sostuvo una mano en alto, —La
situación es grave, sí, pero no debemos perder nuestras cabezas, o permitir las emociones nublar
nuestro juicio. Se vienen tiempos difíciles, y necesitaremos mantenernos vigilantes.

Le Dijo esto directamente a Sirius, y parecía haber estado hablándole a James y Remus también.
Remus sintió un revoltijo incómodo en su abdomen – no entendía todo, pero sabía que una gran
responsabilidad se había instalado en sus hombros. Una de la que no estaba seguro que podría estar
a la altura.

—No estoy tratando de atemorizar a nadie, continuó Dumbledore, como si hubiera leído la mente
de Remus, —Pero tampoco deseo devaluar la seriedad de los eventos ocurridos hoy día. Estoy
trabajando rápidamente para reunir apoyo, una línea de defensa contra Voldemort. Ya he hablado
con un grupo de asociados confiables en el ministerio - ¿Fleamont, puedo contar contigo?

—Por supuesto. —Dijo el Sr Potter enseguida, —¿Ha hablado con los Weasleys? ¿Los Prewetts?
¿Los Bones?

Dumbledore asintió, sonriendo.

—Todos en mi lista, por supuesto.

—¡Podemos ayudar! —habló James. La Sra Potter respiró bruscamente, sus ojos todavía muy
rojos.

—¡Sí! —dijo Sirius, ansioso por mostrarse igual que James. —Puede contar con nosotros señor.

Remus no dijo nada, pero asintió, esperando que Dumbledore supiera que había elegido su lado.

—Espero que no tengamos que llegar a eso. —Dumbledore estaba sonriendo, sus no-me-perdones
ojos azules brillando con emoción por sus pupilos. —Pero gracias, niños.

—¡No! —dijo la Sra Potter, —son niños, Dumbledore.

—¡Seré de edad en dos años! —dijo Sirius, enderezándose, tomando su posición como el
merodeador mayor. —¡Y somos los mejores en el año en hechizos defensivos!

—Y maleficios, —agregó James, luego rápidamente se calló, viendo la mirada que le disparó su
madre.

Dumbledore soltó una suave risita.

—En efecto. —Dijo, —Tu madre tiene mucha razón, sin embargo. Todo lo que pido es que estén
en guardia, y que se cuiden entre ustedes. Ahora, debo irme, tengo otras llamadas que hacer.
Fleamont, —Dumbledore se puso de pie y estrechó la mano del Sr Potter, —Estaré en contacto.
Euphemia, —se giró hacia la Sra Potter excusándose, —Feliz Navidad. Me temo que no estaré
asistiendo a su fiesta esta noche.

—Puede que la cancelemos, —la Sra Potter frotó sus brazos, mientras la habitación se tornaba
helada, —Parece irrespetuoso.

—Disfruten sus vacaciones, niños – Remus, Madam Pomfrey te encontrará en las Tres Escobas a
través de la red flu el Domingo en la mañana.

Remus asintió, obedientemente, y con eso, Dumbledore desapareció con un fuerte *CRACK*.
Cuarto Año: Enero

Miércoles 8 de Enero, 1975

Dumbledore estaba en lo correcto – el asesinato de la familia Fraser estaba en primera página de


las noticias en el boxing day, seguido de una series de características y artículos de guerra
creciente, que dominó el resto de las vacaciones Navideñas.

Era la primera vez que Remus – o cualquiera de ellos – veía la marca tenebrosa, y no tenían idea de
que ese sería un símbolo que temerían por el resto de sus vidas. Una gran calavera negra con la
boca abierta, y una larga serpiente robusta retorciéndose a través. Era distintiva Slytherin-esca, y
tan pronto volvieron a Hogwarts Sirius hizo explotar los restos de los motivos de serpiente en su
maletero.

—Cuidado, amigo, —dijo James, mientras el humo del hechizo de Sirius llenaba la habitación, —
Pudiste haber arruinado una reliquia familiar ahí.

—Me importa una mierda. —Respondió Sirius, disparando su varita hacia la madera negra una vez
más, para asegurarse, —Es mío, y no quiero que nada mío tenga esa maldita marca.

Era inútil tratar de razonar con él. Desde la visita de Dumbledore a los Potters el odio de Sirius por
algo remotamente Slytherin había aumentado diez veces. Había estado usando maleficios para
defender estudiantes menores de los Slytherins todo el año, pero ahora parecía estar activamente
buscando problemas.

—La guerra no es aquí. —Remus intentó decirle una vez, después de su tercer castigo en unos días,
—Dumbledore nos dijo que estemos vigilantes, no empezar peleas.

—La guerra está en todas partes. —Respondió Sirius, y James asintió de acuerdo. —De todas
formas, tú puedes hablar, ¿qué hay de ti y Snape?

—Eso, —respondió Remus piadosamente, —Fue personal.

Era verdad; no odiaba a Snape porque era un mago oscuro, o un Slytherin, o cualquier cosa así. A
Remus no le agradaba Snape porque entrometía sus narices – eso, y a nadie realmente le agradaba
Snape, excepto Lily.

De hecho, Remus pensó para sí mismo, mientras miraba al otro lado de la sala común a Lily,
sentada junto a Marlene trabajando en algún tipo de hechizo de transformación en un par de
zapatos, incluso Lily no había estado rondando mucho con Severus estos días. Tal vez habían
discutido. La pelirroja levantó la mirada y se encontró con sus ojos, sonriendo animadamente. Él
sonrió de vuelta. James, sentado a su lado, movió su mano, y Lily puso sus ojos en blanco y volvió
al hechizo en el que estaba trabajando.

—¿Acaso no sabe cuánto he madurado? —James suspiró pesadamente, hojeando las páginas de su
texto duramente.

—No sé si besuquear una muggle en la parte trasera de un cine realmente cuenta como madurar.
—Respondió Remus, rescatando el libro maltratado y estirando suavemente las orillas que James
había doblado.

—No me refería a eso, —James sonrió, —Solo como…en general. No lo entiendo, me llevo bien
con Marlene.
—Estás en el equipo de quidditch con Marlene, —dijo Peter, —Tienes cosas en común con ella.

(Peter se había vuelto muy sabio, desde que tenía una novia.)

—Entonces, qué, —dijo James lentamente, —¿Crees que debo intentar y meter a Lily en el equipo
de quidditch?

Peter negó lastimosamente,

—¿Por qué no descubres algo que ustedes dos tienen en común? Como Desdemona y yo, a ambos
nos gusta el ajedrez, y sándwiches de queso, y--

—No tenemos nada en común, —respondió James ensoñador, —Por eso me gusta.

—Nunca va a pasar, entonces. —Peter resopló, con un aire de finalidad. James lucía decaído.

—No lo escuches, —dijo Remus, tomando lástima, —La gente no solo sale con otras personas
porque son iguales, eso sería aburrido. Los opuestos se atraen, y todo eso.

—Seh, ¡tienes razón, Moony! —James se animó. —Tal vez debería buscar que tipo de cosas le
gustan…

—Eh… sí, podría ser un inicio. —Remus sacudió su cabeza, volviendo a su ensayo de
Encantamientos. Hizo su paz con la obsesión por las chicas ahora; era más fácil solo asentir y
fingir ser comprensivo.

Afortunadamente, la mayoría de la atención de James y Sirius estaba ocupada con entrenamientos


para el próximo partido de quidditch contra Slytherin, que estaba fijado para inicios de Febrero.
Con la guerra asechando sobre todo el mundo, la competencia entre las dos casa ahora había
tomado un significado importante, y Sirius y James trataban su posición en el equipo como su
ocupación de tiempo completo.

Como consecuencia, Remus los veía muy poco al inicio del término de primavera – pasaba mucho
de su tiempo en la biblioteca, como de costumbre, y cuando los otros dos no estaban en la pista
practicando (con Peter observando, por supuesto), estaban castigados por una cosa u otra.
Difícilmente había tiempo para trabajar en el mapa, o incluso planear una nueva broma; los
merodeadores se pasaban unos a otros como naves en la noche.

La situación se hizo tan extrema que cuando llegó el primer fin de semana de Hogsmeade a la
mitad de Enero, Remus se encontró sin nadie con quién ir. Casi consideró no ir para nada, hasta
que Lily sacó el tema después de Pociones una tarde, sugiriendo que él fuera con ella y (asumió)
con Mary y Marlene. Sonaba como una buena forma de pasar su sábado, y recordó que aún le
debía a Lily un regalo de Navidad.

Como acordaron, Remus se encontró con Lily en la sala común el sábado en la mañana, y
empezaron a caminar hacia la entrada frontal de Hogwarts.

—¿Qué pasó con las M’s? —preguntó Remus, sorprendido cuando descubrió que estaban solos.
Lily se sonrojó, pero eso pudo haber sido el aire helado,

—Pensé que podríamos ser solo los dos, esta vez.

—Bastante justo. —Sonrió. Le agradaba mucho la compañía de Lily – casi tanto como la de los
merodeadores.
—¿Entonces, por qué están todos castigados? —preguntó, mientras se tambaleaban por la nieve
hacia la aldea.

—Varias cosas, —Remus sacudió su mano, —Peter fue encontrado fuera de los límites después de
que oscureció, James tuvo la culpa de cambiar los nombres en los trofeos de Slytherin…y creo que
Sirius maldijo a alguien de segundo año.

—Típico, —Lily hizo una señal de desaprobación.

—Seh, —Remus sonrió, mientras caminaban por la nieve siguiendo el rastro de estudiantes en
túnicas oscuras delante de ellos. —Aunque lo de los trofeos fue brillante, tienes que admitirlo. ¡El
encantamiento duró siete días!

—No fue algo muy amable. —Lily frunció el ceño. Remus suspiró. ¿¡Por qué las chicas siempre
querían ser amables!?

Una vez que alcanzaron la aldea, se detuvieron en la papelería, porque ambos necesitaban plumas
nuevas. Remus compró una para Sirius y una para Peter también, porque preguntaron, contándole a
Lily como Peter presionaba demasiado fuerte en su pergamino y rompía dos plumas a la semana,
dejando manchas por todas partes – y como Sirius solo usaba la marca más cara, porque era
vanidoso sobre su manuscrita.

Después de eso fueron a la oficina de correos, donde Remus le envió a los Potter un paquete en
nombre de James – era el cumpleaños de la Sra Potter, le explicó a Lily; y James odiaba perderse
cualquier ocasión para regalar algo. Congelados para entonces, decidieron que una cerveza de
mantequilla sería la siguiente parada, y optaron por Las Tres Escobas.

Encontraron una pequeña mesa cerca de la chimenea y se sentaron amigablemente, charlando sobre
sus lecciones y sus Navidades. Lily había tenido una gran pelea con su hermana, de lo que habló
por un buen rato. Remus le contó sobre haber ido a ver El Vengador Anónimo, pero no mencionó la
visita de Dumbledore.

—¿Vas donde los Potter cada año, entonces? —preguntó Lily.

—Sep, —Remus asintió fervientemente, —Son geniales. Sirius y yo siempre vamos. Y Peter vive
solo camino arriba desde James, entonces está bien.

—¿Están siempre ustedes cuatro juntos? —Lily parecía asombrada. Remus lo entendió de mala
forma.

—Son mis amigos. Mis mejores amigos.

—Eso lo sé, —respondió, sonando un poco insolente, —Pero has estado hablando de ellos toda la
tarde.

—Que no. —Gruñó Remus, defensivamente, mirando su cerveza de mantequilla, avergonzado. —


¿…y qué si lo he hecho?

—Bueno yo quería conocerte un poco mejor, no a tus amigos. —Lily tenía dos parches rojos en sus
mejillas ahora, como una muñeca Holandesa. Remus no podia entender por qué estaba tan molesta.

—Aunque, me conoces. ¡Me has conocido por cuatro años!

Lily lo miró, incrédula. Luego su expresión cambió. Pasó una mano a través de su cabello y rio, sin
humor.
—Oh, Remus. —Suspiró.

—¿Qué?

Ella sacudió su cabeza,

—Soy tan idiota. Realmente no tienes idea por qué quería pasar el fin de semana contigo, ¿o sí?

Él se encogió de hombros. Ella sonrió, dándole una mirada lastimera que las chicas eran buenas en
dar. —No importa, —dijo, —No te preocupes.

Después de eso, el tono de la tarde pareció cambiar. Lily parecía relajarse en su ser habitual y
empezó a bromear junto con él. Ella incluso lloriqueó un poco sobre Snape, quien le había dicho
algo extremadamente grosero a Mary recientemente. Remus nunca llegó al fondo de por qué había
estado tan bipolar en primer lugar, pero decidió que habría sido solo el hecho de mencionar a sus
amigos, ella había dejado claro que los encontraba irritantes. Solo aceptaría el precio de una
cerveza de mantequilla como forma de regalo, y le aseguró que él no necesitaba sentir que le debía
nada.

No fue hasta el día siguiente, cuando Remus, James, Sirius y Peter estaban sentados en el desayuno
que todo se volvió claro. James y Sirius estaban en sus túnicas de quidditch listos para practicar,
discutiendo tácticas furtivamente, mientras Peter escuchaba con profundo interés, asintiendo y
murmurando, —Sí, exacto, —de vez en cuando. Remus estaba revisando su lista de libros – tenía
que devolver algunos y otros pocos que necesitaba hacer referencias cruzadas antes de que pudiera
completar su ensayo de Transformación.

Marlene se había instalado a su lado, en su propia túnica roja, y se acercó por el té.

—Entonces, —se dirigió a Remus, —¿Cómo te fue ayer?

—¿Mm? —preguntó, levantando la mirada de su pergamino, —¿Ayer?

—¡Lily y tú, en Hogsmeade! —le estaba dando una sonrisa cómplice. —No nos quiere decir que
pasó, entonces debe ser bueno.

—¿¡De qué estás hablando!?

—Seh, —Sirius levantó la mirada, curioso, —¿De qué estás hablando, McKinnon?

—¿No les dijo? —revolvió azúcar en su té, inocentemente, —Remus y Lily fueron en una cita
ayer.

—¿¡Qué!? —James, Sirius y Remus exclamaron al mismo tiempo. Sirius empezó a reír,

—¿¡Moony en una cita!?

—¿¡Con Evans!? —James lucía horrorizado.

—¡Maldita sea! —dijo Peter.

—¡No fue una cita! —dijo Remus, golpeando su pluma. Mientras pronunciaba las palabras, sintió
una horrible sensación de hundimiento - ¿había sido una cita? ¿¡Cómo se supone que sabría, si la
gente solo te emboscaba así!? Miró a James desesperadamente, —¡Pero no me gusta Lily, es solo
una amiga!

—Seh…lo sé, amigo. —Dijo James, aunque Remus no creía que sonaba muy seguro. —Está bien.
Yo…los veo después de la práctica.

Dicho esto, James se puso de pie y dejó la mesa. Sirius lo miró por un momento, luego miró a
Remus, luego de vuelta a James, antes de encogerse de hombros desamparadamente y levantándose
para seguir a su amigo por el pasillo. Peter siguió pronto después, y Remus apoyó su cabeza en la
mesa, gruñendo.

—Wow, lo siento, Remus, —dijo Marlene, muy suavemente, —No tenía idea. Em… ¿A James
realmente le gusta ella, entonces?

Remus gruñó de nuevo, antes de ponerse de pie y tomar sus libros.

—Voy a la biblioteca. —Dijo, sin mirarla.

***

Aunque, no fue a la biblioteca, en caso de que Marlene fuera a buscarlo ahí – o aún peor – le dijera
a Lily y Mary donde estaba. Por primera vez desde su segundo año, Remus se escondió.

El problema con esto, por supuesto, era cuanto había crecido desde el segundo año. Mucho de sus
rincones y recovecos eran simplemente muy pequeños ahora. Al final, se acomodó detrás de la
estatua de la bruja jorobada, justo dentro del pasaje a Honeyduckes. Estaba oscuro, pero encendió
su varita, y el tenue olor de chocolate era muy aliviador.

Intentó leer, pero su cerebro no lo dejaría concentrarse – parecía que solo quería seguir repitiendo
su visita a Hogsmeade una y otra vez. ¿Lily había dicho algo que se había perdido? ¿Había sido su
lenguaje corporal, tal vez; había dado pistas? ¿James las hubiera entendido? ¿Sirius las hubiera
entendido? Era muy injusto, pensó Remus, lastimosamente. Lily era una muy buena amiga, ¿¡por
qué querría confundir todo con sentimientos y tomarse de las manos, y besarse!?

Realmente esperaba que no tuviera que hablar con ella al respecto, ahora. Tal vez ella estaba igual
de avergonzada que él. Lo peor de todo, ¿qué pasaba si James nunca le volvía a hablar? No sabía
cómo explicar que no veía a Lily de esa forma – no cuando cada otro Gryffindor en el año parecía
empeñado en emparejarse.

Tal vez debió haber besuqueado a Marlene cuando se lo ofreció, en Noviembre. Estaba
preguntándose si lo dejarían tranquilo una vez que lo hiciera. Tienes que empezar a besuquear
chicas en algún momento, se dijo. Todo el mundo lo hace – es normal. Pero no Lily – él no le
podría hacer eso a James. De hecho, decidió Remus, que era probablemente la razón por la que no
estaba interesado en ella – porque por otro lado ella era extremadamente linda, divertida, amable,
inteligente – y mejor que él en Encantamientos. Lily era justo el tipo de chica que le podría gustar,
Remus estaba seguro, solo que su amistad con James era mucho más importante.

Sintiéndose iluminado y haciendo un sacrificio personal, Remus emergió de su escondite. Bajó la


escalera más cercana, planeando ir a la pista de quidditch y unirse en los últimos pocos minutos de
práctica. Después de eso haría algo bueno por James – ofrecer leer su ensayo de Historia o algo. Sí,
luego todo estaría bien con el mundo de nuevo.

Pero, como a Remus le habían dicho; los mejores planes usualmente van mal. Estaba cerca del
fondo de la gran escalera – tomando tres escalones al mismo tiempo porque podía, y no estaba
viendo realmente a donde iba – se dio de cabezas con otro estudiante que estaba subiendo la
escalera.

—Cuidado, sangre sucia. —gruñó Severus Snape, poniéndose de pie, fulminando a Remus. Remus
hizo una señal de desaprobación,

—Jódete Snivellus, soy igual de mestizo que tú.

—Tú y yo no tenemos nada en común, te lo aseguro. —Respondió Snape altivamente, limpiando


sus túnicas.

—Supongo que cuando te refieres a estándares de higiene--

—Ten cuidado, Loony Lupin, —Snape entrecerró sus pequeños y brillantes ojos, —No digas algo
de lo que te puedes arrepentir.

—Oh, vete a la mierda, —respondió Remus, impacientemente dando un paso adelante, —No tengo
tiempo para esto, maldíceme o fuera de mi camino.

Snape dio un paso al costado, haciendo un ademán con la mano para mostrarle a Remus que era
libre de irse. Era inquietante, pero Remus no podía preocuparse por eso ahora, y continuó su
camino.
Cuarto Año: Febrero

James Potter era una persona mucho más compleja de lo que parecía a simple vista.

Externamente, era alegre, seguro de sí mismo, usualmente amable (un poco arrogante),
generalmente popular con todos. Tenía muchos castigos, sí, pero de todas formas conseguía buenas
notas, y la mayoría de los profesores eran aficionados. Aprovechaba al máximo estar en el equipo
de quidditch desarreglando su cabello deliberadamente entonces parecía que recién había
terminado de volar, usando sus túnicas rojas en cada oportunidad. Pero nadie podía decir que no se
había ganado el derecho – solo tenías que verlo jugar para saber que su egocentrismo no estaba
fuera de lugar.

Por sobre todo, James Potter era amado. Sus padres lo mimaban e inculcaron la noción de que no
había nada que no pudiera hacer; que ninguna puerta estaría cerrada para él. Sirius, Peter y Remus
lo admiraban, nombrándolo líder en casi cada proyecto, y dentro de todo, era admirado por la
escuela entera, por todos quienes importaban, y envidiado por todo el resto.

Excepto por Lily Evans, por supuesto. Ella era el hilo que parecía deshacer todo lo demás en la
vida de James. Habiendo crecido rodeado de amor – libremente dado y aceptado
despreocupadamente – James encontró muy problemático que alguien que le gustaba no le gustara
de vuelta. Era la razón por la que actuaba como un idiota cada vez que Lily estaba presente, y la
razón por qué dejo de hablarle a Remus por una semana durante inicios de la primavera de 1975.

No estaba siendo desagradable, o haciéndolo deliberadamente – Remus conocía a James lo


suficiente para entender eso. Era solo que sus sentimientos habían sido heridos y – como alguien
que raramente había experimentado dolor – no estaba muy seguro de como manejarlo. Por lo
menos Sirius explotaba cuando lo molestabas, entonces podía ser rápidamente resuelto. Peter haría
rabietas, y Remus probablemente trataría de golpear algo. Pero James solo se quedó en silencio.

—No está enojado contigo, —explicó Sirius, cuando James fue a dormir una noche tan pronto
como Remus llegó a la sala común. —Solo se siente triste consigo mismo.

—Aunque no me cree, ¿o sí? —preguntó Remus ansiosamente, —Realmente no sabía que era una
cita, ¡No me gusta Lily de esa forma!

—Bueno… no creo que piense que estas mintiendo, exactamente, pero… eres bastante cercano con
Evans, ¿cierto? Siempre andan juntos.

—Ella es mi amiga. —Dijo Remus, exasperado, —¡Me junto con Marlene y Mary también y nadie
cree que estoy saliendo con ellas!

—De hecho, —Siriu sonrió malicioso, —Había un rumor el término pasado…

—¡Oh por el amor de dios!

Era imposible.

Por parte de Lily, ella estaba siendo realmente madura sobre todo el asunto. Remus asumió que
Marlene le había informado de la situación, pero ella no la presionó, y fueron capaces de continuar
como compañeros de Pociones como de costumbre. James y Sirius, sin embargo, habían movido su
estación al fondo de la sala.

Para la hora de la cena el Viernes, Remus estaba realmente miserable. A diferencia de James, el no
había crecido rodeado de amor, y su amistad con los merodeadores se había vuelto tan importante
que sufría profundamente por su pérdida. Todavía se sentaba con ellos para las comidas, pero
estaba inquietamente callado en lugar de sus bromas estridentes. Sirius trataba de mover la
conversación hacia el próximo partido de Gryffindor vs Slytherin, pero eso solo parecía oscurecer
el ambiente.

Haciendo las cosas peores, Lily, Mary y Marlene se habían sentado cerca de Remus – se estaban
sintiendo muy mal por él, y siendo chicas, estaba tratando de animarlo haciendo exactamente la
cosa errónea.

—Estoy esperando el partido, —Mary sonrió animadamente, —Todos los Hufflepuffs y


Ravenclaws con los que he hablado están apoyando a Gryffindor también.

Lily suspiró pesadamente,

—¿Por qué siempre tiene que ser blanco y negro? Nadie es completamente bueno o completamente
malo, ni siquiera los Slytherins.

—No puedes culparnos, Lily, —respondió Marlene, —Incluso si no son todos ellos, la mayoría de
los Slytherins han sido completamente viles este año.

—Hablando del diablo… —Mary bajó su voz, repentinamente, disparando una desagradable
mirada sobre el hombro de Lily.

Lily y Remus se dieron la vuelta para ver a Severus Snape de pie ahí, con una peculiar sonrisa en
su cara que era cualquier cosa pero no alegre.

—Hola Lily, —dijo suavemente.

—Hola Sev, —respondió Lily, con un tipo forzado de cortesía, —¿Qué pasa?

—Solo pensaba que revisaría si querías extra ayuda con el trabajo de Pociones. Es muy complejo.

—Lo sé. —Respondió. Irritada, —Pero estoy segura que buscaré la forma--

*BANG*

Todos en la mesa saltaron y se giraron para mirar el fondo del salón, donde Mulciber había hecho
explotar un petardo al final de la mesa de Slytherin. Estaba riendo fuertemente mientras toda la
escuela observaba, aterrados.

—¡Cinco puntos de Slytherin! —gritó McGonagall, marchando por el pasillo entre las mesas, —Y
limpiarás este desorden enseguida…

La cena volvió a la normalidad. Snape todavía estaba ahí de pie. Lily lo miró,

—Como dije, Remus y yo nos arreglaremos. —Dijo, —No soy estúpida, sabes, Severus.

—Nunca dije que lo fueras… —Snape se veía genuinamente molesto por esto, —Yo solo…oh, no
importa. —Con eso, le dedicó una desagradable mirada a Remus, y se marchó a su propia mesa.

—Rarito. —Murmuró Mary.

—Déjalo solo. —Interrumpió Lily. Se veía tan furiosa que Mary ni siquiera tenía una respuesta.

—Eh… ¿has tenido suerte con ese ensayo de hinkypunk? —preguntó Marlene rápido, tratando de
mantener la paz. —El mío es mierda.

—Te prestaré mis notas, si quieres, —ofreció Remus, tomando un trago de su jugo de calabaza. —
Una vez que Sirius las devuelva…

Sirius levantó la mirada, escuchando su nombre,

—Oh sí, perdón Moony, espera, están en mi bolso… —empezó a buscar entre el depósito de
chatarra que era su bolso de libros, sacando bolas arrugadas de pergamino, bombas apestosas,
dulces y plumas rotas.

—¿Cómo encuentras algo ahí? —Remus suspiró, tomando otro sorbo de jugo de calabaza, —Eres
la persona más desordenada que he conocido.

Sirius se encogió de hombros y le guiñó, sacando las notas y entregándoselas a Marlene.

—Oooh, Remus, —dijo Mary, —¿Te conté que recibí otra carta de Darren esta semana?

Remus gruñó,

—Sí. —Se quejó, —Y era igual de aburrida que las últimas quinientas cartas que me has obligado
a leer.

Sirius resopló. Marlene dejó caer su tenedor. Mary lucía horrorizada, y abrió y cerró su boca por
unos minutos. Remus frunció el ceño - ¿Por qué demonios estaba diciendo eso? Por supuesto, era
verdad, pero era horriblemente desconsiderado y cruel.

—Lo siento, —dijo él, bajando la mirada. Se sentía extraño. Tal vez la cosa de James le estaba
afectando más de lo que creyó.

—No, yo lo siento. —Dijo Mary, poniéndose de pie, su labio inferior temblaba, —¡No te molestaré
más, entonces! —se giró rápidamente y dejó la habitación, su plato de comida a medio terminar.

—¡Mary! —Marlene se puso de pie, corrió para seguirla. Lily miró a Remus,

—¿Dijiste eso en serio?

—Sí. —Dijo prontamente, —De hecho creo que toda esta cosa novio-novia es aburrida, desearía
que todos simplemente me dejaran solo. —Una vez que había terminado de hablar, pestañeó,
sorprendido consigo mismo. ¿¡Por qué estaba diciendo estas cosas!?

—¡Remus! —dijo Lily, luciendo impactada – aunque era más fuerte que Mary, no se fue, —No
hay nada de malo con Mary queriendo hablar sobre su novio o…em…o adolescentes gustándole
otras personas, es normal, ¿cierto?

—No me importa si es normal. —Se encogió de hombros, —Creo que todos ustedes están
actuando como idiotas. Incluso tú - ¿por qué demonios quisieras salir conmigo, cuando el chico
más popular de la escuela está locamente enamorado de ti? Es diez veces mejor que yo, también, tu
solo eres muy arrogante para notarlo.

—¡Remus! —dijo Lily de nuevo, tornándose roja.

—¡Bueno es verdad! —dijo impotente.

—Moony, —dijo Sirius, finalmente, —¿Estás bien?


—Estoy bien, aunque todavía un poco hambriento. ¿Crees que a Mary le importará si me termino
sus patatas?

—En serio, Remus, —dijo James, inesperadamente, —Este no eres tú para nada.

—Solo estoy siendo honesto.

—Sí, brutalmente hone-- ¡oh Merlín! —Sirius se golpeó la frente con su palma, —Evans, ¿acaso
Snape puso algo en su bebida? ¿Cuándo explotó el petardo, tal vez?

—¡Él nunca haría algo así, es ilegal!

—Pffft. —Remus resopló, con la boca llena de puré de patatas, —¡Como si a Snivellus le
importara! Ha estado tratando de devolvérmelo desde que lo golpeé en el tren.

—¿¡Tú qué!? —Lily lo miró fijamente,

—Seh, —Remus tragó —Le di justo en la cabeza, fue genial. —Sabía que había algo
definitivamente mal ahora, pero no podía evitarlo. La verdad se estaba derramando.

—Bien, —Sirius se puso de pie, —Deja de hablar, Moony, antes que digas algo de lo que te
arrepientas.

Esas palabras liberaron un recuerdo en la mente de Remus,

—Sabes, —sonrió, —Eso es exactamente lo que dijo Snape en las escaleras el otro día…

—¡SEVERUS! —gritó Lily, a lo más alto de su voz. Se levantó y se dirigió a la mesa de Slytherin,
Sirius, James, Remus y Peter la siguieron. —¿¡Qué le hiciste a Remus!? —demandó, estampando
un pie furiosa en el piso de losa.

—¿Por qué preguntas? —sonrió cruelmente,

—¡Dime como arreglarlo en este momento!

—No hay nada mal con él, —respondió Severus calmadamente, —¿Lo hay, Remus?

—Nada realmente, —Remus se encogió de hombros, —Aunque, sigo diciendo cosas que no
debería, como--

—CÁLLATE. —Sirius le dio una fuerte patada en la pantorrilla, distrayendo a Remus de vomitarle
toda la verdad a Snape. Sirius ahora afrontó al Slythern, —Bastardo, ¿¡es veritaserum, cierto!?
¡Suero de la verdad!

—Solo hay una forma de descubrirlo, —la sonrisa de Snape se amplió, —¿Cuál es tu secreto más
oscuro y más profundo, Lupin?

Oh dios, ¿dónde empezar? Pensó Remus. Sabía que no debía decir nada. No tenía que decir nada.
Estaría en un peligro terrible si alguien lo descubría…pero quería, quería demasiado – tenía tantos
secretos, y todos estaban nadando en la superficie de su mente como salvavidas.

Soy un hombre lobo. Estoy planeando cazar y matar a Fenrir Greyback. Pasé todo el verano
robando y bebiendo y peleando. No puedo leer bien sin ayuda. Estoy manejando secretamente un
negocio de tráfico ilegal de cigarrillos muggle. No me gustan las chicas en absoluto, ninguna de
ellas. No creo que nunca lo haré. Abrió su boca,
—Bueno, soy un---

—¡SILENCIO! —gritó Sirius, repentinamente, apuntando su varita a Remus, mientras que James
lo tacleaba al suelo, poniendo una mano sobre su boca.

Todos en la mesa de Slytherin estallaron en risas mientras James y Remus forcejeaban juntos en el
piso, Lily los observaba, completamente desconcertada. La boca de Remus se seguía moviendo,
desesperado por divulgar cada uno de sus secretos, hasta que estuviera completamente libre de ellos
– pero ningún sonido escapó de sus labios. Sirius era excelente en encantamientos silenciadores.

Juntos, Peter, Sirius y James levantaron a Remus del suelo, y lo condujeron desde el comedor, en
medio de una ráfaga de risas y abucheos de los Slytherins. Solo cuando estuvieron escaleras arriba
y encerrados dentro de su dormitorio Sirius levantó en encantamiento, permitiéndole a Remus
volver a hablar. Para entonces, afortunadamente, la necesidad de decirles todo a todos había
pasado.

—Lo siento, Remus, —dijo Sirius, —Pero tuve que hacerlo, ibas a--

—Lo sé. —Remus dejó caer su cabeza, sentado en su cama, —¡Jodido Snape! ¿Cuánto toma esto
en desaparecer?

—Depende cuando tomaste, creo. —Dijo James, hojeando su libro de pociones, —Godric, ¿¡Como
lo hizo!? ¡Esto es nivel ÉXTASIS, suero de la verdad!

—Es el mejor en el año en Pociones, —sugirió Remus, involuntariamente, —Lily dice que ya está
haciendo ensayos de séptimo año, solo por diversión.

—Que imbécil más aburrido. —Sirius resopló, uniéndose a James buscando a través de su libro, —
Trata de no decir nada, Moony, ¿ok?

—No puedo evitarlo. —Dijo Remus, sin querer.

—Ok, bien, aquí dice que debería estar limpio en veinticuatro horas, entonces… a la hora de la
cena mañana, como máximo.

—¿¡Qué hay de las lecciones!?

—Diremos que estás enfermo. ¡No puedes arriesgarte, Moony! Podría matar a Snape, ese
asqueroso, sucio, deshonesto…

—No me voy a perder ninguna lección por su culpa. —Remus dobló sus brazos, —Debe haber un
antídoto.

—¿Podríamos ir a preguntarle a Slughorn? —dijo James finalmente.

—Seh, buena idea, creo que todavía está en el Gran Salón, —Sirius asintió. Se giró a Remus, y
habló muy clara y muy lentamente, como si le estuviera hablando a un niño, —Remus. Quédate.
Aquí.

—Vete a la mierda, —Remus se giró, haciendo una mueca como un niñito.

—Me quedaré con él. —Dijo James. —Ustedes dos vayan.

Sirius no necesitaba más que eso, y estaba saltando escaleras abajo, gritando de vuelta,

—¡Aguanta Moony! Si veo a un Slytherin camino abajo, entonces lo…


Pero no pudieron oír el resto; Sirius se había ido, y Peter con él. Hubo un largo silencio incómodo.
Remus no confiaba en sí mismo para hablar. Finalmente, James lo hizo.

—Perdón por haber sido un poco idiota, últimamente.

Remus fue tomado por sorpresa, y sacudió su cabeza intensamente.

—¡No lo has sido! Solo me ustaría poder probarte que yo…¡espera! ¡Pregúntame!

—¿Eh?

—Pregúntame ahora, mientras estoy bajo un suero de la verdad; pregúntame que siento por Lily.
Sabrás que es la verdad.

—Remus, no quiero, —James frunció el ceño. No coincidía con su idea de buen líder.

—Vamos, —Remus lo alentó, —Realmente no me molesta – es entre tú y yo, ¿cierto? —Se levantó
y tomó a James por los hombros, mirándolo a los ojos con confianza, —Pregúntame.

—Eh… ok entonces. Remus, ¿Te gusta Lily Evans?

—No. Absolutamente no. —Remus ni siquiera pestañeó.

—Ok, bien… ¿Qué hay de Marlene?

—Nope. Nunca me ha gustado, nunca me gustará. Son mis amigas, igual que tú.

James lo miró muy atentamente, luego su cara rompió en una genuina sonrisa. Le dio una palmada
a Remus en la espalda.

—Gracias Moony, eres un verdadero amigo.

Remus se rio,

—Cuando quieras.

***

Afortunadamente para Remus, Slughorn fue capaz de proveer un antídoto casi inmediatamente –
aunque el código de honor de los merodeadores les prohibió contarle quien había alterado la
bebida de Remus en primer lugar.

—Es mejor de esta forma, —Remus les aseguró, —Lo pondrá muy nervioso si no se mete en
problemas enseguida – se preguntará cuando se lo voy a devolver.

—¿Cómo se lo vamos a devolver? —preguntó Sirius, ansiosamente, por el desayuno en la mañana


del partido de Slytherin vs Gryffindor, —Casi te expuso, Moony, ¡tenemos que darle una lección!

—Déjame pensar al respecto. —Respondió Remus. —Solo destruyan a Slytherin en quidditch por
mí, primero.

—Fácil, —Sirius guiñó un ojo. Remus le sonrió de vuelta. Era difícil no sonreírle a Sirius cuando
estaba con tan buen ánimo – resplandeciente en sus túnicas de quidditch escarlatas y doradas,
cabello fuera de su cara, ojos penetrantes y llenos de determinación. Era la mejor versión de Sirius,
y el corazón de Remus latía con orgullo y adrenalina.
La tensión era palpable en las gradas de quidditch antes que los jugadores hubieran aparecido en la
pista. Dos cuartos del estadio estaba cubierto de rojo burlando y abucheando a la sección verde.
Quidditch se había vuelto una forma para los estudiantes de Hogwarts para realmente mostrar sus
emociones sobre la guerra – y era extremadamente horrible.

—Las tensiones están altas en las semi-finales de este año, —La comentadora, Tracey Darcy,
habló a través del magáfono mágico, —Este partido por supuesto determinará qué equipo va a la
final contra Ravenclaw, y por las miradas de los jugadores, será una estrecha… En Gryffindor
tenemos a Potter, por supuesto, una leyenda en su propio derecho con más de doscientos goles bajo
su mano… Marlene McKinnon ahí, una formidable bateadora – y así debería serlo, su hermano
Danny McKinnon por supuesto juega profesionalmente para los Chudley Cannons… y ahí tenemos
a Sirius Black, el segundo bateador de Gryffindor, en su segundo juego del año… Black ya ha
demostrado ser igual de competente que McKinnon, y estoy segura de que las señoritas estarán de
acuerdo, no se ve nada mal en su kit…

—Ahem. —La tos desaprobadora de McGonagall pudo ser oída por sobre el megáfono. Remus
notó que casi cada chica en la multitud estaba riendo, o gritando el nombre de Sirius.

—Lo siento, profesora… —continuó Tracey, —…y ahí viene Slytherin, —(ensordecedor abucheo
del coro, aquí), —Ellos tienen a su propio Black en el equipo, por supuesto, el hermano menor de
Sirius, Regulus – buscador… y Mulciber, ha tomado el lugar de bateador este término…

Los abucheos se hicieron más fuertes ahora y Remus apenas podía oír a Darcy por encima del
ruido. Peter no estaba ayudando, y seguía saltando de arriba abajo en su asiento. Remus se
mantenía sentado por tanto como pudiera, su cadera le estaba causando problemas de nuevo, y no
quería exacerbarlos. ‘Limpi Lupin’1 era peor que ‘Loony Lupin’, de alguna forma.

Finalmente el juego empezó, y ambos equipos se dispararon en el aire con una fuerza increíble. Si
la multitud era violenta, los jugadores eran peor – con el peso de sus casas en sus hombros se sentía
como algo de vida o muerte. Remus nunca había visto a James jugar tan concentrado;
balanceándose de arriba abajo por la pista como una bala roja, atrapando y lanzando la quaffle más
rápido de lo que podía seguir el guardián de Slytherin.

Sirius y Marlene eran igualmente temibles, ambos trabajando más en equipo que la vez pasada,
claramente comunicándose y cuidando las espaldas de sus compañeros de equipo. Y realmente
necesitaban hacerlo – Slytherin estaba jugando sucio. Dos veces Sirius tuvo que desviar una
bludger que había ‘accidentalmente’ volado directo en el camino de James, mientras Marlene se
volvió la sombra del buscador de Gryffindor, protegiéndolo de algunos golpes muy sucios.

Remus estaba tan ocupado viendo a sus tres amigos – haciendo una mueca de dolor cuando se
acercaban al peligro; animando las victorias – que había olvidado el punto del juego. Igual que
todo el mundo, parecía, excepto por Regulus Black, quien voló por encima de la pista, y luego
alrededor de las afueras, mostrando esa infame astucia Slytherin mientras divisaba la snitch.

Nadie estaba observando mientras Regulus Black, el más pequeño miembro del equipo de
Slytherin, divisaba la pequeña bola dorada y empezó a volar hacia abajo hacia ella, desde su
increíble altura. Nadie estaba observando a Regulus Black, porque todos estaban observando a
Sirius balancear su bate hacia una bludger que fácilmente lo hubiera botado de su escoba. La
golpeó de vuelta tan fuerte que se disparó directo a la cara de Mulciber. Mulciber, aunque era
estúpido, no era lento, y voló hacia abajo inmediatamente, cubriéndose fuera del camino – justo
mientras Regulus pasaba detrás de él.

Ahora Remus lo veía – ahora todo el mundo lo veía, y un terrible chillido estalló cuando la bludger
se conectó con la cabeza de Regulus y lo botó de su escoba.

Observaron con tal horror que todo prejuicio de casa estaba olvidado, mientras el lacio cuerpo de
Regulus Black se desplomó en la tierra.

Notas de Traducción

1.- ‘Limpy Lupin’ = ‘Lupin el Cojo’


Cuarto Año: Febrero (Parte Dos)
Chapter Notes

Advertencia por realmente desagradable interacción madre/hijo


NOTA: Sí, sé que he estado deletreando Walpurga con una ‘P’ en vez de una ‘B’. Así
es como se tendrá que quedar.

Remus casi se perdió lo que había pasado, porque toda la multitud inmediatamente se puso de pie,
empujándose para ver el desastre desatado – afortunadamente, cuando Remus se puso de pie era
bastante más alto que los que estaba a su alrededor.

Sirius intentó – nadie podía negarlo. En el momento que vio la bludger golpear a Regulus, se
inclinó en su escoba y se disparó hacia adelante como si el diablo lo estuviera siguiendo, más
rápido de lo que Remus había visto a cualquiera – incluso James – volar. De hecho, Sirius llegó a
tal velocidad, y un ángulo tan aterrantemente vertical, que Remus estaba seguro que se iba a
estampar en la tierra también, y su estómago se revolvió con miedo. Sirius llegó muy tarde, pero
Madam Hooch no.

Ella se puso de pie en el césped, varita alzada, y consiguió disminuir la velocidad del descenso de
Regulus, de forma que su cuerpo pareciera estar cayendo a través de agua, no aire. Para cuando
Sirius aterrizó, dejando caer su escoba y lanzándose hacia su hermano, Regulus estaba
descansando acostado tan pacíficamente que pudo haber estado durmiendo.

Sirius estaba en sus rodillas, el resto del equipo estaban aterrizando a su alrededor, McGonagall
estaba gritando algo por el megáfono y una multitud rápidamente rodeó a los dos hermanos Black,
de forma que nadie pudiera ver nada. Remus empezó a tambalearse bajando las escalinatas de
madera tan rápido como su cadera adolorida se lo permitía. Peter se escabulló con él,

—¿A dónde vas? —jadeó,

—Sirius. —Fue todo lo que Remus pudo responder.

Pero una vez que llegaron al nivel del suelo no pudieron entrar a la pista; las cabezas de las casas
estaban ordenando a los estudiantes que volvieran al castillo, y no los dejarían pasar.

—Tendrán que llevar a Regulus a la enfermería, —dijo Peter, —¿Tal vez Sirius está en los
camarines?

—No, —Remus sacudió su cabeza, —No, él hubiera querido ir con Reg…él probablemente piensa
que todo es su culpa.

—Bueno, —Peter levantó la mirada, —Él golpeó la bludger, ¿no es cierto?

Remus cerró sus puños y luchó el impulso de golpear a Peter.

—Voy a la enfermería, entonces. —Se dio la vuelta y empezó a dar zancadas incómodamente
hacia el castillo, tratando de adelantarse a todos los demás.

—¿Qué hay de James? —Peter tuvo que trotar para alcanzarlo.


—Estará ahí también. —Respondió Remus.

Y por supuesto que estaba. Cuando Peter y Remus llegaron afuera de la enfermería, habiendo
batallado su camino a través de las multitudes de estudiantes chismosos, encontraron a James
sentado en el piso afuera, codos descansando en sus rodillas, mirando a la nada. Todavía en sus
túnicas de quidditch, sus mejillas estaban aún sonrojadas por volar, y su cabello era un desastre.

—¿¡Está bien!? —preguntó Remus, enseguida – y no estaba seguro a quien se refería.

—Seh, eso creo, —James levantó la mirada hacia ellos en aturdida sorpresa, —Aunque noqueado
en frío. Pomfrey no me deja entrar.

—¿Sirius?

—Seh, él está adentro. Pensé que sería mejor esperar… Slughorn está contactando a sus padres,
entonces. —Se encogió de hombros. —Pensé que sería mejor estar aquí.

—Todos estamos aquí. —Dijo Remus firmemente, sentándose junto a James con algo de
dificultad. Su cadera dolía mucho, ahora; el dolor se había disparado desde su pelvis hasta su
tobillo. Peter eventualmente se sentó también, y esperaron.

—¿Vieron lo que pasó? —preguntó James, finalmente. —Estaba al otro lado de la pista, yo no…

—Una blugder, —dijo Remus, —Mulciber le disparó una directo a Sirius, debió haber sido una
falta. Sirius la golpeó de vuelta, pero Mulciber salió del camino, y Regulus estaba justo detrás de
él. Sirius no lo pudo haber visto; fue un accidente. Fue…fue horrible.

—Mierda. —Dijo James.

Estuvieron en silencio por otro rato. Estaba empezando a oscurecerse, y las velas en los
candelabros junto a la pared opuesta empezaron a iluminarse. Remus se preguntó qué estaban
pensando James y Peter. ¿Estaban más preocupados por Sirius que Regulus, como él lo estaba? Se
sintió un poco culpable – pero Madam Pomfrey lo había sanado desde que tenía once años, y no
creyó que una bludger a la cabeza estuviera más allá de sus habilidades. Lo que le preocupaban
más era el estado en el que Sirius estaría. Él le había lanzado maleficios a Regulus cientos de
veces, pero nunca, nunca, había herido a su hermano intencionalmente. Esto tampoco había sido
intencional, pero Remus sabía por dentro que Sirius no lo vería de esta forma.

Fueron perturbados de sus pensamientos por el rápido chasquido de unos altos tacones en las losas
del piso, y la preocupada voz de la Profesora McGonagall viniendo de alrededor del pasillo.

—Por favor, Walpurga, él no podría estar en mejores manos con Madam Pomfrey – realmente es
mejor que no sea movido--

—Creo que yo debería tomas las decisiones aquí, Minerva. —La fría, grave voz respondió.

James y Peter se pusieron de pie de un salto, nerviosos, y James se inclinó para ayudar a Remus a
levantarse. Ninguno de ellos había visto a la madre de Sirius desde esa horrible Navidad dos años
atrás, y su terror todavía estaba fresco. McGonagall y la Sra Black vinieron marchando alrededor
del pasillo; Walpurga en su gruesa capa de viaje negra y unas puntiagudas botas negras con
tacones. Tenía la misma mirada cruel de superioridad que Remus recordaba, pero su ceño estaba
fruncido también, y su cabello no estaba tan impecable como de costumbre.

Estaba acompañada por un pequeño, anciano mago con una larga barba arrastrándose, acarreando
una pesada maleta de piel de dragón. Walpurga fulminó a los tres chicos esperando afuera de la
enfermería y Remus aguantó la respiración – pero ella no pareció creer que valía la pena su tiempo,
y dio zancadas pasando al lado del ellos abriendo las puertas de madera con ambas manos y
marchando dentro.

Remus, James y Peter se inclinaron desde el pasillo para ver cómo se desarrollaba de la escena.
McGonagall y el mago de la barba se apresuraron dentro después de la Sra Black.

Regulus estaba descansando en una cama, y de lo que se podía ver todavía estaba inconsciente – o
tal vez solo durmiendo. Con sus ojos cerrados, y a una distancia, lucía remarcablemente como
Sirius, lo que hizo que el estómago de Remus se revolviera de nuevo. Pero Sirius estaba sentado a
su lado, despierto en sus túnicas rojas de Gryffindor, un pie estirado sobre un banco. Se veía muy
pálido, y mucho más pequeño que de costumbre; sus ojos estaban rojos. Parecía encogerse aún más
mientras su madre se acercaba, abalanzándose hacia sus hijos como un terrible murciélago.

Madam Pomfrey apareció, justo entonces,

—Él está bien, solo fue un golpe duro, —dijo, tranquilizadoramente, —Le di un brebaje sanador y
arreglé sus fracturas.

—¿Fracturas? —dijo Walpurga bruscamente. Se paró al final de la cama de Regulus, mirándolo


hacia abajo. No intentó alcanzarlo, o a Sirius, pero se mantuvo quieta como una estatua.

—Muy menores, y completamente curadas ahora. —Dijo Madam Pomfrey, —Estará despierto y
consciente mañana en la mañana. Ahora, Sirius tiene--

—Este es el médico de la familia, —interrumpió Walpurga, extendiendo una mano para introducir
al arrugado anciano junto a ella, —Él estará a cargo del cuidado de mi hijo. Me lo llevaré a casa
tan pronto como haya sido profundamente examinado.

—Le estoy diciendo, que ya hice todo lo que se puede hacer. —Dijo Madam Pomfrey, sonando un
tanto furiosa ahora.

Walpurga la observó hacia abajo imperiosamente,

—Dentro de su competencia, estoy segura. Pero él es mi hijo y tomaré su cuidado como mejor me
parezca.

La cara de Madam Pomfrey se tornó roja, y pareció quedar sin palabras, entonces McGonagall
tuvo que inclinarse y susurrarle algo en su oído para apaciguarla. El mago anciano de la barba
ubicó su maletín en la mesita de noche y lo abrió, antes de silenciosamente inclinarse hacia
Regulus.

Mientras tanto, Walpurga había vuelto su atención hacia su hijo mayor. Ella no se movió del final
de la cama, pero su mirada de halcón fue suficiente para mantener a Sirius en el lugar.

—Tú. —Dijo. —¿Y qué haces tú aquí?

Sirius dijo algo, pero no salió más fuerte que un susurro. Walpurga frunció el ceño,

—¿Qué? —ladró, —¡Habla claro, niño!

—Él es mi hermano. —Dijo Sirius, más fuerte ahora, aunque su voz era ronca y levemente
quebrada. La Sra Black hizo una señal de desaprobación.

—Por el amor del cielo, ¿¡has estado llorando!? Trata de mostrar un mínimo de decoro. ¡Tojous
Pur, Sirius! Trata de recordar tu deber.

Sirius no respondió, pero agachó su cabeza, su cabello cayendo en su rostro. Remus esperó por su
bien que no empezara a llorar de nuevo. Walpurga continuó, —Puedes irte, Sirius. Tu padre y yo te
veremos en Junio.

Con eso, se giró de vuelta a Regulus, y no se dirigió a Sirius de nuevo. James empezó a caminar
hacia adelante, incapaz de mirar por más tiempo, pero Remus y Peter se contuvieron. No se sintió
como su lugar, de alguna forma; no tenía el derecho. Y aunque Remus deseó más que nada saber
qué hacer, James era siempre mucho mejor con Sirius.

McGonagall aparentemente había visto a James, y actuó rápido, ubicando una mano en el hombro
de Sirius y gentilmente guiándolo fuera de su silla y hacia la puerta. Estaba cojeando, levemente.
Madam Pomfrey se unió a medio camino, y le entregó a Sirius un brebaje también.

—Directo a la cama y bebe cada gota, ¿me oyes? No debería dolerte tanto, pero será incómodo esta
noche.

Sirius asintió, cansado, sin hablar. James le dio una palmada en el hombro y lo estrechó, luego le
asintió a McGonagall. Ella parecía que de verdad quería decir algo, pero se lo aguantó, mirando de
vuelta a Regulus y a la Sra Black. Ella le mantendría un ojo a la situación, Remus estaba seguro.
Ella le informaría a Sirius si algo pasaba.

Los cuatro merodeadores caminaron la mayor parte del camino a la torre de Gryffindor juntos en
un silencio muerto hasta que llegaron a una doble escalera, y Peter dijo repentinamente,

—Nos perdimos la cena.

James y Remus lo fulminaron, y se veía muy herido. —A lo que me refería, —chilló, furioso, —
Era a que iré abajo a las cocinas y llevaré algo arriba. ¿¡Si eso está bien con ustedes dos!?

—Buena idea, Pete. —Dijo James, excusándose.

Remus solo agachó la cabeza, desviando la mirada. Peter se giró y se encaminó escaleras abajo,
mientras los otros tres mantuvieron su camino hacia arriba. Era un progreso lento considerando que
dos de ellos cojeaban pronunciadamente.

—En un buen estado debemos vernos. —Murmuró Sirius, sin humor, mientras pausaban en un
descanso para respirar.

—¿Qué te pasa a ti, de todas formas? —preguntó Remus finalmente, frotando su cadera adolorida.

—Me rompí el tobillo, —dijo Sirius, —Aterricé muy fuerte.

James hizo una mueca de dolor. Sirius se encogió de hombros, —No puedo sentirlo, solo está un
poco inestable.

Cuando finalmente alcanzaron su habitación, Sirius se encerró dentro del baño para tomar una
ducha y cambiarse. Peter prontamente reapareció, cargado con sándwiches, fruta, chocolate,
pasteles y todo lo demás que pudiera acarrear.

—Un grupo de chicas ahí abajo quiere ver a Sirius, —resopló, dejando caer todo en su cama, —
Hay una pandilla de chicas de segundo año haciéndole tarjetas que dicen mejórate – les dije que se
jodieran.
—Gracias Pete, —dijo James, —Eres un buen amigo.

Peter sonrió finalmente. Señaló con su cabeza la puerta del baño cerrada.

—¿Está bien?

—Lo estará. —James suspiró, quitándose sus túnicas de quidditch, dejándolas en una pila en el
suelo. En solo su camiseta y ropa interior, tomó un sándwich de pollo de la cama de Peter y lo
mordió hambriento. Remus y Peter tomaron esto como permiso para seguir su ejemplo.

Sirius estuvo en el baño por un largo tiempo, y ellos pensaron que era mejor dejarlo solo. James se
cambió a su ropa normal y empezó a ordenar el eterno desastre de la cama de Sirius. Remus ayudó,
tomando sus libros dispersos y ensayos a medio terminar. Él los terminaría, decidió Remus, que
haría toda la tarea de Sirius por la semana entera, si eso ayudaba en algo.

—Odio su puta familia. —Dijo James, repentinamente, mientras sacudía una almohada de Sirius.

—Su madre es aún peor que la mía, —Peter respiró hondo. Remus empezó a sortear a través de las
notas de Sirius, estirando pergaminos y tratando de hacer sentido de qué estaba pendiente para
cuando.

La puerta del baño cliqueó, y Sirius emergió en su pijama, su cabello mojado y hacia atrás.

—¿Tienes hambre, amigo? —preguntó Peter, nervioso, ofreciéndole un plato de sándwiches. Sirius
sacudió su cabeza y caminó hacia su cama.

—Solo voy a dormir. —Murmuró, tirando las cortinas.

—¡Sirius! —exclamó Remus, antes que desapareciera completamente de vista. Sirius se detuvo,
mirándolo a través del espacio entre las cortinas. Remus mordió su labio, —No fue tu culpa. —
Dijo. —Yo estaba viendo; fue un accidente. Ambos solo estaban muy concentrados en el juego, es
todo.

Sirius lo miró, su cara suavizada por la ducha, sus ojos cansados y oscuros. Sonrió gentilmente y se
encogió de hombros.

—Aun así lo hice. —Luego cerró las cortinas firmemente.

***

El partido de quidditch fue declarado incompleto, y ambos equipos accedieron a repetirlo una vez
que los Slytherins encontraran otro buscador. La siguiente mañana, el capitán de Slytherin recibió
un vociferador de Walpurga Black, acusándolo de poner a su hijo en peligro. Regulus no estaba
presente, y los rumores abundaban, pero McGonagall le había dicho a Sirius en privado que todo
estaba bien – la Sra Black simplemente deseaba mantener a Regulus en casa por una semana más
como precaución.

Sirius siguió su día, pero la luz en él se había atenuado. No maldijo a nadie, hizo bromas, o incluso
habló fuera de su turno en las lecciones. Simplemente siguió adelante, como un sonámbulo. Remus
estaba empezando a preguntarse si todavía era el shock del accidente, o la ansiedad de haber tenido
que enfrentarse a su madre dentro de Hogwarts.

Esa noche era la luna llena, entonces Remus pudo ser de poca ayuda para Sirius. De hecho, estaba
un poco agradecido de tener una excusa para alejarse del dormitorio, que se había tornado un
deprimente, silencioso lugar mientras Sirius estaba con este ánimo. Remus no era el único – Peter
seguía escabulléndose para visitar a Desdemona.

Tal vez fue todo el silencio, todas las cosas que no dijeron y la tensión irresoluta, pero la luna de
Febrero fue una mala. Remus despertó con su garganta quemada y cocida de aullar, astillas debajo
sus uñas y lleno de moretones.

Últimamente había notado que mientras más crecía, más era capaz de recordar después de las
transformaciones. Aún no era muy claro; como recordar un sueño; imágenes y sensaciones
nadando dentro y fuera de su vista, pero esta vez Remus creyó que el lobo había querido algo – tal
vez quería salir más que de costumbre.

Se acostó en la cama de hospital intentando recordar, con fiebre y dolor de cabeza, demasiado
incómodo para dormir, sábanas enredadas alrededor de sus tobillos como esposas.

—Buenos días, Moony, —una suave, triste voz le habló. Tuvo que frotar sus ojos y pestañear unas
pocas veces antes de darse cuenta que era Sirius.

—B-buenos diah, —intentó articular, mareado por el sedante que le habían dado. Siempre hacía
que su acento se deslizara, lo que odiaba. —¿Qué tah ‘siendoa ‘quí?

Sirius se sentó en el final de su cama y levantó su pie,

—Revisión de mi tobillo, está bien ahora.

—Oh, bien. —Remus asintió, tratando de sentarse, y fallando miserablemente.

—¿Cómo estuvo? —preguntó Sirius, hacienda un amplio gesto al cuerpo de Remus.

—Bien, —respondió Remus, —Normal. ¿’ta James aquí?

—Nah, —Sirius bajó la mirada a sus pies, —Le di un descanso de mí.

—No creo que le importe…

—A mí sí.

Remus asintió. A él tampoco le gustaba estar preocupado.

—¿Moony?

—¿Sí?

—¿Sabes cómo dijiste que no fue mi culpa?

—No fue tu culpa. —Dijo Remus, firmemente. Un poco demasiado firme, sintió los músculos en
su garganta tensarse y contraerse, y empezó a toser. Sirius saltó del final de la cama y tomó el vaso
de agua de la mesita de noche, entregándosela a Remus. Remus la bebió, avergonzado, derramando
un poco.

—No lo golpeé a propósito, tienes razón, —dijo Sirius, mirando por la ventana sobre la cabeza de
Remus, entrecerrando los ojos levemente como si estuviera buscando algo afuera. —Pero…cuando
lo vi caer así, pensé…pensé – no lo dejen morir.

—Bueno, por supuesto, —Remus frunció el ceño. Deseó que Sirius lo mirara a los ojos. —Es tu
hermano, por supuesto que no querías que él--
—Aunque no estaba pensando en él. —Dijo Sirius, —Estaba pensando en mí. Estaba pensando…si
él muere, entonces seré el único que queda, y mis padres van…no tendría una forma de escapar.
Necesito que Regulus se mantenga vivo. Necesito que sea el hijo perfecto, entonces no importará
que yo sea el hijo malo. Eso es lo que estaba pensando. Soy un cobarde.

Remus no sabía que decir, pero tenía que decir algo.

—Aún te hubieras sentido mal si hubiera muerto. No solo por eso.

—Sí, pero mi primer pensamiento--

—La gente no piensa bien cuando están asustados. Créeme. —Dijo Remus, esperando sonar
autoritativo. —Te vi, arriesgaste tu vida tratando de salvarlo – eso no es cobardía. Te rompiste tu
estúpido tobillos como el idiota cabeza-dura Gryffindor que eres.

Sirius exhaló, y tensó una risita. Miró a sus pies de nuevo, luego a Remus. Remus le sonrió, de
forma alentadora, incluso aunque su mandíbula dolía.

—¿Reg va a estar bien?

—Seh, bien. Me envió una lechuza esta mañana – lo están sirviendo como a un rey, parece. Madre
intentó hacer que me echaran del equipo, también, pero él la detuvo.

—Ahí tienes, entonces. —Remus sonrió, —Todavía eres el hijo malo.

Sirius rio.
Cuarto Año: Marzo
Chapter Summary

ADVERTENCIA por menores bebiendo alcohol y fumando.

Chapter Notes

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Didn’t know what time it was

the lights were low-oh-oh

I leaned back on my radio-oh-oh

Some cat was laying down some rock n roll, lotta soul he said

Then the loud sound did seem to fade (ah ade),

Came back like a slow voice on a wave of phase (ah aze);

That weren’t no DJ, that was hazy cosmic jive...

Sábado 8 de Marzo, 1975

Considerando los eventos del término de primavera, Remus no estaba esperando mucho una
celebración mientras su cumpleaños número quince se acercaba. Por supuesto, los merodeadores
estaban complacidos como siempre para probarle que estaba equivocado.

Como es usual, todo fue planeado con extrema discreción, y Remus estaba completamente
desprevenido hasta el último momento. Era el sábado antes de su cumpleaños, y había estado
descansando en su cama leyendo, con uno de los discos de Sirius sonando suavemente de fondo. A
menudo pedía prestado el tocadiscos y se quedaba en su cama estos días – a Sirius nunca parecía
importarle.

Eran solo alrededor de las nueve, pero estaba solo, y considerando una temprana noche. Justo
cuando había decidido ponerse pijama, Sirius entró a la habitación con una sonrisa maliciosa en su
cara y eso solo podía significar una cosa – iba a ser una larga noche.

—¿¡Listo!? —dijo, dando saltos a través de la habitación, trayendo consigo el olor de humo de la
madera de la chimenea en la sala común.

—¿Para qué? —preguntó Remus calmadamente, marcando su presencia y dejando su libro a un


lado.

—Para tu sorpresa de cumpleaños, obviamente, —Sirius suspiró, como si Remus estuviera siendo
muy lento. —Vamos, levántate, ponte tus zapatos por favor – usa esas locas botas muggle que
tienes, con los cordones locos.

—Eh… ¿A dónde vamos?


—Afuera. —Sirius empezó a buscar dentro de su maletero. Sacó un par de jeans muggle y una
polera negra plana.

—Oh, ¿te refieres afuera afuera? —Remus arqueó una ceja, mientras Sirius empezaba a
desvestirse.

—Seh, lleva tu capa.

Sirius se veía bien en ropa muggle, pensó Remus. Realmente la mayoría de la gente se veía mejor
en una polera y jeans que en el uniforme de la escuela o en túnicas del siglo diecisiete – pero a
Sirius todo se le veía bien. Remus no preguntó nada más mientras abrochaba los cordones de sus
botas. Estaba claro que Sirius estaba disfrutando la sorpresa, y no vio ninguna razón para
arruinarla.

Fue conducido bajo las escaleras, sintiéndose muy raro en jeans y una capa de viaje, pero aun así
no se quejó – Sirius probablemente pensó que se veía en la cima de la moda muggle. En la sala
común se encontraron con James y Peter, también sonriendo traviesamente.

—Saben que mi cumpleaños no es en dos días. —Dijo Remus, con una pequeña sonrisa
formándose en sus labios.

—Los eventos de esta noche son de puntualidad sensitiva. —Respondió Sirius energéticamente.
Estaba tratando de conservar un aire distante de misterio, pero claramente muriendo por contarle
todo a Remus.

—Y no te preocupes, —dijo James, sus ojos brillaban mientras sujetaba la puerta del espacio del
retrato para salir de la sala común; —No nos olvidaremos de cantarte el Lunes al desayuno.

—Y almuerzo, —añadió Peter,

—Y cena. —terminó Sirius, ahora que estaban caminando bajo la escalera de la Torre de
Gryffindor.

—Vamos debajo, chicos. —Dijo James, lanzando la pesada capa de invisibilidad sobre ellos
cuatro. Mientras se mantuvieran muy juntos, y Remus se agachara un poco, alcanzaban justo.
Aunque no aguantaría otro brote de crecimiento de cualquiera de ellos.

Afortunadamente, no tuvieron que caminar mucho – como Remus había esperado, se dirigieron a
la estatua de la bruja jorobada y se deslizaron detrás, dentro del túnel que guiaba a Honeydukes.

—Entonce, ¡quince! —dijo Sirius animadamente mientras caminaban, dándole una palmada al
hombro de Remus de una forma que debería haber sido considerada masculina, —¿Emocionado?

Remus se encogió de hombros,

—Nunca he pensado sobre eso realmente. Tú dime, eres el mayor.

—Bueno, obviamente soy mucho más sabio y maduro que el resto de ustedes…

James resopló, caminando adelante con su varita iluminada. Sirius lo ignoró, —Aunque preferiría
tener diecisiete. Entonces podría aparecer, por lo menos.

—Oh, no empieces, —Peter suspiró detrás de ellos, —Él de hecho quería intentar y aprender a
aparecer, Remus, solo para tu cumpleaños, para poder entrar a Hogsmeade más fácilmente.
—No te puedes aparecer dentro de Hogwarts. —Dijo Remus.

—Diez puntos para Moony. —Sirius sonrió, —Podríamos haber aparecido fuera de la bodega
entonces. Nos salva de tener que intentar pasar al viejo Honeyduke.

—Aunque la aparición es realmente difícil, ¿no? —preguntó Remus. Secretamente no estaba


seguro si sería capaz de hacerlo – incluso de acompañante con la Sra Potter esa vez había sido
agotador y le habían dado ganas de vomitar.

—Seh, pero nosotros podríamos hacerlo. —Respondió Sirius, confiado.

—Aunque está un poco muy por encima de todo lo demás que hemos hecho este término, —dijo
Peter.

Sirius le dio una mirada muy irritada al chico más pequeño, y la boca de Peter cayó abierta como si
hubiera dicho algo muy malo.

—¿Te refieres con los exámenes acercándose? —preguntó Remus inocentemente, para salvar a
Peter. Estaba asombrado de que Pettigrew hubiera conseguido mantenerse callado tanto tiempo
como el que llevaban – aunque no era como si James y Sirius fueran la mitad de discretos como
creían que eran.

—Sí, exacto. —Peter sonaba aliviado, —Exámenes. Definitivamente voy a fallar Historia de la
Magia este año. Definitivamente. Nunca llegaré al TIMO.

Hablaron de los TIMOs el año siguiente por un poco más, lamentándose por su propia falta de
preparación en esta asignatura o esta otra – aunque Remus de hecho estaba esperándolos,
especialmente los exámenes prácticos. Finalmente alcanzaron la bodega de Honeydukes. Y aquí
fue donde el plan de alguna forma se vino abajo.

—Mierda. —Dijo James, mientras veía la puerta con llave. —Normalmente sigue despierto
haciendo cuentas o lo que sea. Se debió haber ido a la cama temprano.

—O podría estar afuera, —sugirió Remus. —Es sábado en la noche.

—¿¿Qué vamos a hacer?? —preguntó Peter, —¿Alohomora? Oh, pero no podemos hacer magia…

—Déjame ver, —Remus dio un paso adelante, revisando su bolsillo trasero por la horquilla que
tenía desde el verano. —Fácil, —dijo inspeccionando la cerradura. Se agachó e insertó el pin,
moviéndolo lentamente hacia arriba y escuchando cuidadosamente. El satisfactorio click le dijo
que había funcionado, y dio un paso atrás, abriendo la puerta con un ademán. —¡Ta-da!

—¡Hermosura! —James sonrió, —Vamos, ¡vamos!

Una vez dentro de la tienda, era incluso más fácil, como la cerradura funcionaba desde adentro.
Entonces, repentinamente estaban afuera en la calle principal de Hogsmeade en el aire frío de la
noche. Era deliciosamente emocionante, estar en algún lugar donde no debían – a Remus ni
siquiera le importó si se salían con la suya o no. Siguió a Sirius y James por la calle adoquinada,
pasaron las Tres Escobas, las tiendas cerradas y la oficina de correos.

Los dos chicos emocionados se detuvieron abruptamente afuera de otro pub; uno en el que Remus
no había estado antes. El letrero columpiándose arriba de la entrada decía La Cabeza de Puerco,
con una apropiada imagen sangrienta debajo. Había un pizarrón en el pavimento afuera que leía:
¡Música en Vivo esta Noche! Micrófono Abierto, ¡Actos Tributo Muggle!
—¡¡Oh por dios!! —exclamó Remus – esta era absolutamente la última cosa que había esperado.
Ahora sabía por qué Sirius estaba sonriendo tan ampliamente que sus mejillas debían doler.

—¿¿Qué opinas?? —preguntó el chico de cabello oscuro, emocionado.

—Sirius prometió que te encantaría, —dijo James, sonando menos seguro. Remus solo miró el
pizarrón, luego a Sirius,

—Me encanta. —Confirmó.

Adentro, no estaba ni muy ocupado ni muy tranquilo, y parecía como que el primer acto recién se
estaba instalando. No era tan agradable como las Tres Escobas; había una mancha en el suelo en
lugar de una alfombra, y olía levemente a patio, pero Remus podía ver que ellos definitivamente no
iban a toparse con nadie que conocieran – y que nadie iba a informar a la escuela.

—Iré por la primera ronda, —dijo Sirius, alegremente, con malicia aún brillando en sus ojos.

—Sirius… —dijo James, firmemente, —Ceverzas de Mantequilla, ¿sí?

—Mmm…

—Entonces, —dijo Remus, mientras se instalaban alrededor de una pequeña, desvencijada mesa
que estaba lo suficientemente cerca de la banda, pero también en una esquina oscura solo en caso,
—¿Actos tributo Muggle? ¿Es algo normal que los magos escuchan?

—Nah, —James sacudió su cabeza, luciendo igual de desconcertado. —Ha habido una pequeña
moda últimamente. Desafiar al señor tenebroso y su mierda sangre-pura, ese tipo de cosa.

—¿Van a tocar David Bowie? —preguntó Peter. Pobre Peter tenía la idea de que la música muggle
empezaba y terminaba con David Bowie, gracias a Sirius y Remus.

La banda se presentó como Banshee Blues justo cuando Sirius volvió con una bandeja de bebidas.
Alrededor de quince de ellas.

—¡Sirius! —James arqueó sus cejas,

—¿¡Qué!? —Sirius le guiñó un ojo, —¡Traje tu cerveza de mantequilla!

—Me refería solo cerveza de mantequilla, para todos nosotros. ¿Cómo te sirvieron siquiera? ¿Ese
es whisky ardiente?

—E hidromiel. —Sirius asintió. —No bebas nada si no quieres. Toma, —tomó un vaso con
alrededor de seis centímetros de un líquido café dorado, levantándolo, —Por nuestro amado
Moony, inventor del mapa de los merodeadores, arquitecto de nuestras más grandes bromas,
finalizador de nuestra tarea atrasada…

—Por Moony, —los otros dos sonrieron. Remus miró hacia la banda, muy avergonzado para
responder.

Nunca antes había visto música en vivo, mucho menos música en vivo tocada por magos. Su ropa
era predeciblemente extraña – una mezcla de túnicas tradicionales y surtidas ropas muggle – el
vocalista estaba usando un stetson blanco, por alguna razón, acompañado de una boa de plumas
rosada. Los instrumentos se veían lo suficientemente mugglescos, pero no tenían amplificadores –
aparentemente la magia se ocupaba del volumen.
Tocaron un par de canción de los Beatles, luego algunas de los Rolling Stones, y Remus pensó que
tocaban bastante bien. Incluso James estaba moviendo su pie al son al final, aunque esto pudo
haber sido gracias a las pequeñas cantidades de whisky ardiente que Sirius derramaba en su cerveza
de mantequilla. El whisky ardiente era bastante malo, pensó Remus, pero no era peor que el vodka
barato que había estado robando el verano pasado. Orgullosamente tragó su primer vaso, sin
titubear, y Sirius lo miró con asombro.

Peter se mantuvo bebiendo hidromiel, y seguía preguntando, —¿ya estoy ebrio? ¿estoy ebrio? —
después de cada sorbo. Después de dos garrafones, probablemente lo estaba

—Tal vez solo deberíamos beber cerveza de mantequilla ahora… —dijo Remus, observando a
Peter con preocupación. Estaba balanceándose en su taburete levemente, con las mejillas rojas y
sonriendo. Banshee Blues estaban empacando sus instrumentos, y una joven mujer pálida con un
flequillo estiloso se acercó al micrófono.

—¿Eres tú, Lupin? —un joven mago se acercó a ellos desde el bar. Remus vagamente lo reconoció,
pero no estaba seguro de dónde.

—Eh…hola. —Dijo, nervioso.

—¡Arnold Doyle! Estaba en Hogwarts el año pasado, ¿recuerdas? —era alto y larguirucho, pero así
eran la mitad de los chicos en la escuela. —¡Tus cigarrillos me ayudaron a pasar los ÉXTASIS!

—¡Oh! Claro, seh, hola Arnold, lo siento. —Todavía no estaba seguro de recordarlo, pero el
whisky lo había vuelto más amigable y cálido con todo el mundo. —¿Qué estás haciendo aquí?

—Mi novia está tocando, —señaló al escenario, donde la chica estilosa estaba afinando su guitarra
acústica. —¿Qué hay de ti? ¿Pensé que todavía estabas en la escuela?

—Es mi cumpleaños, —Remus sonrió, —Me escapé.

Arnold rio,

—Claro. Bueno, no te voy a reportar. ¿Te compro algo? ¿Decir gracias por los cigarros?

—Eres nuestro tipo de hombre, Arnold, —llamó Sirius, más fuerte de lo que necesitaba en un pub
tan pequeño, pero había estado bebiendo lo mismo que Remus.

Arnold solo rio y volvió al bar. Su novia empezó a tocar – una canción de Bob Dylan, al parecer,
pero Remus no era familiar con el folk. Todavía no podía recordar haberle vendido algo a Arnold,
pero Arnold claramente sentía que tenía una deuda con él, porque le compró a Remus una botella
entera de whisky ardiente y la dejó en la mesa.

—¡Feliz cumpleaños! ¿Mayor de edad, no?

—De hecho-- —empezó Peter, luego se detuvo cuando Sirius le dio una patada fuerte bajo la
mesa.

—Seh, —respondió Remus disimuladamente, —¡Gracias!

Después de eso, las cosas se tornaron un poco temblorosas, pero definitivamente decidieron que
fumar era una buena idea – y Sirius, entusiasta en no quedarse de lado, estuvo de acuerdo.

—Esas cosas apestan, Moony. —Se quejó James, haciendo una mueca. —¿Y a que se refería que
tus cigarrillos le ayudaron a pasar sus ÉXTASIS?
—Me debió haber confundido con alguien, —Remus se encogió de hombros. Sirius estalló en
risitas histéricas

La siguiente banda, en la opinión de Remus, fue la mejor – se llamaban Dragonhide y tocaron


mucho de Slade, Status Quo y Black Sabbath. Hizo a Remus querer ponerse de pie y bailar, pero
no estaba tan ebrio como Sirius o Peter, y no había perdido completamente sus inhibiciones.
Aunque no pudo evitar cantar al final – como casi todos en el pub lo estaban haciendo, a este
punto. Parecía de alguna forma muy buena idea ponerse de pie en su silla, balancear su vaso sobre
su cabeza mientras todo el pub rugía;

“So cum on feel the noize!

Girls grab ya boys!

We get wild, wild, wild!

We get wild, wild, wild!”

Sirius por supuesto pensó que esto era muy divertido, y después de dos intentos de subirse a su
taburete (rápidamente atrapado por James, quien estaba en mejor control de sus facultades),
terminó con sus brazos alrededor de Peter y James, columpiándose de un lado al otro, cantando
fuertemente;

“So you think we have a lazy time, well you should know better...

And I don't know whyyyyy

I just don't know whyyyyy

And you say I got a dirty mind, well I'm a mean go getter!

And I don't know whyyyy

And I don't know whyyyyyyy

Anymore! Oh no--ooooh!”

De hecho, los merodeadores estaban tan capturados por esto que todavía estaban cantando tan
fuerte como podían mientras se tambaleaban de vuelta a través de la calle principal de Hogsmeade,
brazo en brazo, tropezándose y riendo mientras caminaban. Afuera en el aire helado, Remus se
sintió un poco más consciente, y levemente culpable mientras se daba cuenta del estado en el que
estaban Sirius y Peter.

Cuando llegaron a Honeydukes debe haber sido bien pasada la media noche. Se escabulleron
adentro tan silenciosamente cómo fue posible y se encaminaron a la bodega – James y Remus
desesperadamente tratando de alejar a Sirius y Peter de los dulces en exhibición. El camino de
vuelta a Hogwarts por el túnel fue bastante horroroso. Peter apenas podía mantener sus ojos
abiertos y se tropezaba contra James, quejándose que tenía dolor de cabeza. Sirius rebotaba de una
pared a otra, aparentemente solo mantenido de pie por su impulso, ocasionalmente exclamando
partes de una canción.

Al final del túnel, James y Remus estaban mucho más sobrios, Peter apenas estaba consciente, y
Sirius se veía preocupantemente verde.

—Merlon, ¿¡cómo los vamos a devolver a la cama sin despertar a todo el castillo!? —resopló
James, aun apoyando a Peter. Sirius prontamente se inclinó y vomitó.

—Cristo, —Remus agarró sus hombros, estaba en peligro de caer en la piscina de vómito. Sujetó el
cabello de Sirius, rápidamente, y le dio palmadas en la espalda a su amigo. —Ehhh… —miró a
James, —Por qué no te llevas a Peter con la capa, será más fácil. Esperaré un poco con él, —ladeó
su cabeza hacia Sirius, —Luego trae la capa en ¿media hora más o menos? Más fácil con dos, de
todas formas.

—Buen plan. —Dijo James, agradecido. —¿Estás seguro que no quieres que me quede a cuidarlo?

Sirius se sentó en el piso, muy repentinamente, su cabeza en sus manos y gruñendo.

—Nah, he cuidado borrachos antes, —Remus sonrió. —Ve tú. Gracias por el cumpleaños, James,
fue jodidamente brillante.

James le dio una sonrisa rápida antes de desaparecer bajo la capa de invisibilidad con Peter aun
colgando por su querida vida. Remus suspiró y se sentó junto a Sirius. Apuntó su varita al desastre
al otro lado,

—Scourgify. —Y estaba limpio.

Sirius gruñó de nuevo, y descansó su cabeza en el hombro de Remus. Remus soltó una suave risita,
—¿Estás bien ahí, amigo?

—Urgh.

—Seh, suena más o menos bien. Hey, no me vomites, ¿ok?

—Mmmph.

—¿Sed?

—Seh.

Remus bebió lo último de su botella de whisky ardiente, luego tocó la apertura con la varita,

—¡Aguamente! —y se llenó con fría agua cristalina. Se la entregó a Sirius, —No bebas tan rápido,
o vomitarás.

—Mmm. —Sirius dio un sorbo, aún con los ojos cerrados. Su cara estaba un poco pálida y
húmeda, pero aún se veía diez veces mejor de lo que Remus probablemente se veía. —Eres tan
bueno haciendo cosas, Moony. —Arrastró las palabras, apoyándose pesadamente en el hombro de
Remus.

—Seh, —gruñó Remus, —Abriendo cerraduras y sosteniendo mis bebidas.

—Y magia. —Murmuró Sirius somnoliento.

—Sí, somos magos, idiota.

—Yo soy bueno con la magia, —Sirius suspiró, —Pero tú, como…eres, magia, ¿sabes?

—Estas ebrio y hablando idioteces. —Remus rio. —Oye, no te quedes dormido, tengo que llevarte
de vuelta.

—Cállate. —Respondió Sirius, moviendo la cabeza.


Remus suspiró, y se preguntó si alguien se daría cuenta si solo se quedaban ahí.

Chapter End Notes

Las canciones al inicio son Starman, de David Bowie. Cum on Feel the Noize es de
Slade.
Cuarto Año: Abril

Sábado 26 de Abril, 1975

—¡Remus Lupin, deja ese libro a un lado enseguida! —la voz estridente, cansada de Madam
Pomfrey hizo eco a través del piso de la enfermería. Remus dejó caer el pesado texto, levantando
la mirada asombrado.

—¿¡Puede verme a través de las cortinas!? —llamó de vuelta. Había pensado que estaba
prácticamente solo.

—No, —respondió, —Solo te conozco muy bien. —Ella apareció, acercándose alrededor de las
cortinas verde pálido de hospital. Estaba más claro, al otro lado – Pomfrey había conjurado un
hechizo que creaba una cápsula de oscuridad alrededor de la cama de Remus. Para que pudiera
dormir, dijo.

Ella le quitó el libro, dándole una mirada severa. —Esperaba que estuvieras descansando tus ojos,
no forzándolos.

—Puedo ver en la oscuridad, —se encogió de hombros. Era verdad – no importaba cuanto castigo
su cuerpo tomara, sus ojos se mantenían perfectos, mejor que perfectos, siempre.

—No es excusa. —Madam Pomfrey hizo una señal de desaprobación. —Cómo estás despierto,
¿supongo que estás listo para visitas?

—¡Sí, por supuesto! —se sentó, ansiosamente, estirando su camisón para dormir.

—Vengan, entonces, —llamó a James, Sirius y Peter, que aparecieron en una fila detrás de la
cortina. —No hagan mucho ruido, y ¡nada de libros!

—¿Por qué no puedes tener libros? —preguntó James inclinándose en el final del marco de la
cama.

—Porque es Moony, —dijo Sirius dejándose caer a través de la pequeña cama, justo sobre las
piernas de Remus. —Él no entiende la moderación.

—Solo quiero revisar, —Remus suspiró, frotando su nuca, —O sea, estoy en la escuela, es lo que
se supone que debo hacer. —Aceptó una rana de chocolate de Peter, que las estaba ofreciendo.

—Aunque no te quieres consumir, —dijo Sirius, con su propia boca llena de chocolate, —Estás
kilómetros por delante del resto de la clase, y aún falta mucho para los exámenes.

—Estamos a dos semanas, —dijo James, mordisqueando su propia pieza de chocolate, de forma
sorprendentemente delicada. —Podría ayudarte estar un poco mejor preparado, Black.

—Oh, lo siento, —Sirius puso sus azules ojos en blanco dramáticamente, dando vueltas en su
espalda. Remus hizo una mueca de dolor. —Olvidé que te habías unido al grupo de los empollones
también.

—¡Una tarde en la librería no me hace un empollón! —James frunció el ceño, claramente ofendido
profundamente.

—No lo escuches, James, —Remus sonrió, —Estoy orgulloso de ti. Gracias por las ranas, Pete.
—Oh, no son mías, —dijo Peter, instalándose en la silla junto a la cama, —Dezzie dice que espera
que te mejores luego.

Remus, Peter y James giraron sus cabezas enseguida.

—Dezzie. —Dijo Sirius, sentándose. —¿Te refieres a Desdemona?

—Eh… ¿sí? —Peter dejó de comer chocolate y empezó a verse nervioso. —Ella me preguntó por
qué no podía verla hoy día, entonces le dije que estaría visitando a Moony. ¿¡Qué!? —miró desde
James a Sirius, —No le dije nada de por qué estaba enfermo, solo dije—

—¡Idiota! —Sirius saltó de la cama.

—¡Sirius! —Remus siseó – si eran muy ruidosos Madam Pomfrey los echaría, —Está bien.
Enserio.

—¡No está bien! —Sirius hervía, estaba de pie hacia Peter ahora, —¡No puedes ir diciéndole a
todo el mundo que Remus está en la enfermería! ¡No todo el mundo es lento en notarlo como tú!
¿¡Acaso la palabra ‘secreto’ no significa nada para ti!?

—Sabes que sí, —dijo Peter, elevando su barbilla, su labio inferior temblaba, —He mantenido
todo tipo de… —miró furtivamente a Remus, luego cambió de táctica, —De todas formas, Dezzie
no es todo el mundo, es mi novia.

—¿¡Y qué!? —rugió Sirius, —¿¡Vas a decirle a cada puta que te deje meterle tu babosa lengua por
su garganta!?

Los ojos de Peter se llenaron con lágrimas furiosas. Respiró profundo, frotó su nariz, poniéndose
de pie.

—¡Solo porque tengo una novia! ¡Solo porque…porque a algunos de nosotros de hecho nos gusta
pasar tiempo con chicas!

La cara de Sirius pareció transformarse en una nueva, con un terrible tipo de rabia que Remus
nunca había visto antes. Su corazón estaba latiendo un kilómetro por minuto, Remus podía oírlo
claro como una campana.

—¿Qué estás tratando de decir, Pettigrew?

—Que preferiría estar con Dezzie que con ustedes chicos, justo ahora. Lo siento, Remus. —Dijo
Peter, muy rápido, antes de partir, saliendo del pasillo con un nuevo paso confiado.

Hubo un silencio acerado, y Remus descubrió que no podía conseguir mirar a Sirius – cualquiera
fuera la emoción que estaba experimentando parecía ser algo que debía ser privado, en vez miró a
James, aún de pie al final de la cama, mordiendo su labio. Miró a Remus a los ojos, y le dio una
mirada aseguradora.

—Bipolar par de idiotas, ¿eh? —rompió la tensión, —De todas formas, ¿Cómo te sientes? ¿La luna
fue bien?

—Seh, sin heridas, —Remus asintió levemente, consciente del corazón de Sirius aun latiendo
fuertemente en su hombro. —Nada roto, tampoco. Tal vez finalmente me estoy haciendo bueno en
ser un hombre lobo.

—¿Qué quiso decir? —dijo Sirius, repentinamente, girándose para mirar a James.
—No sé, amigo, —Potter se encogió de hombros, —No lo escuches, dio lo mismo que recibió, solo
estás molesto porque finalmente se defendió por sí mismo.

—Quiso decir algo. —Murmuró Sirius.

—¿Cómo va el quidditch? —preguntó Remus, rápido, —¿Listo para la final?

El ceño fruncido de James se relajó instantáneamente, y se enderezó, ansioso por contarle a Remus
todo sobre sus grandes planes para el próximo juego con Ravenclaw. La repetición del partido de
Slytherin/Gryffindor había ocurrido a finales de Marzo, y para la sorpresa de todos, Regulus Black
había reanudado su rol como buscador. James le había contado a Remus tranquilamente más tarde
que Regulus había amenazado a la mitad de los Slytherin con un doloroso encantamiento
desfigurador si una palabra llegaba a los oídos de Walpurga de que estaba de vuelta en el equipo.

Gryffindor había ganado solo por cinco puntos, lo que fue suerte, porque Remus no podía imaginar
a Sirius con un peor ánimo del que ya tenía. Las cosas no habían sido buenas.

Por su parte, Remus había tratado ser extremadamente amable con Sirius desde Febrero. Aunque
Remus siempre había sabido que los Black estaban lejos de ser una ideal, nutrida familia unida,
siempre había asumido que no podía ser tan mal. Después de todo, en su experiencia, los adultos
estaban ahí para mantener el orden, para instruir, y para castigar. James había tenido una suerte
enorme al respecto, hasta donde Remus estaba enterado, entonces tenía sentido que fuera simpático
alrededor de Sirius.

Tal vez era su madurez, o tal vez fue haber tenido que ver al brillante, vivaz Sirius haber sido
apagado por su propia madre, pero Remus finalmente estaba empezando a entender que lo que
fuera que pasaba en la noble y antigua casa de los Black no era normal. De hecho, era
completamente inaceptable. El hecho de que Sirius hubiera sobrevivido bajo tal opresión por tanto
tiempo sin convertirse en Snape o simplemente romperse bajo el peso era remarcable. Remus sabía
lo difícil que era ir en contra de las expectativas de otras personas – contra tu propia naturaleza, a
veces.

Aunque estaba empezando a mostrarse. Tal vez desde el cumpleaños de Remus – después de que
Sirius se emborrachara horrendamente y se hayan refugiado en ese frío túnel. Aunque, eso pudo
haber sido cuando Remus lo notó por primera vez – pudo haber empezado después de la caída de
Regulus. Pero había habido un cambio definitivo. Sirius estaba cansado – desgastado, como Remus
se sentía después de una luna. Parte de la pelea lo había dejado; eso estaba claro. Todavía se
enojaba, pero salía en cortas ráfagas, y luego se hundía rápidamente en un estado anímico oscuro y
silencioso.

Las conversaciones nocturnas con James se habían reanudado también. Remus no estaba invitado.
No lo esperaba exactamente, pero había pensado que se habían acercado un poco más ese año, y
que tal vez Sirius hubiera decidido confiar en ellos dos. Pero la única cosa que Sirius parecía querer
de Remus estos días eran cigarrillos – si Remus hubiera tenido el corazón para cobrarle, hubiera
hecho una fortuna; Sirius raramente estaba sin un cigarrillo detrás de su oreja, o entre sus labios.

—Cambios de ánimo adolescentes. —Había dicho Lily, decisivamente, cuando Marlene mencionó
que Sirius estaba de mal humor, —Honestamente, —la pelirroja suspiró, arreglando su cabello, —
Él actúa como si todo lo que le pasara fuera un gran drama, pero no es diferente al resto de
nosotros. Hormonas.

—Bueno, —Mary frunció el ceño, —Su familia es un poco una pesadilla…magos oscuros, y eso.
No puede ser fácil, con todo lo que está pasando en los periódicos.
—Sirius no es un mago oscuro. —Dijo Remus, inmediatamente,

—Eso lo sé. —Escupió Mary, —Solo quise decir que puede estar sintiéndose un poco desgastado,
es todo. —Ella había estado teniendo muchas idas con Remus, desde la ‘broma’ de Snape con el
Veritaserum. Aunque Remus se había disculpado profundamente, y muchas veces, no podía negar
que las cosas que había dicho eran verdad.

—Lo siento, —dijo de nuevo, agachando la cabeza. —Tienes razón. No lo ha tenido fácil.

—Tú de todas las personas no deberías tenerle lástima, Remus. —bufó Lily, dejando caer una pila
nueva de libros de repaso.

—¿¡Qué se supone que significa eso!?

—Él ha tenido cada ventaja sobre ti y aún no puede ser una persona amable, —dijo, dividiendo los
libros entre ellos cuatro. —Es ridículamente rico, sangre pura, magia antigua, educado
privadamente, tiene a ambos de sus padres – agh, él y Potter son tan--

—James y Sirius no son tan parecidos. —Fue la única respuesta que Remus tenía.

Parecía que todos estaban con mal ánimo.

En la enfermería, James finalmente había terminado de hablar sobre el partido de Ravenclaw, que
estaba fijado para inicios de Mayo, justo antes de que los exámenes empezaran. Él parecía haber
notado que Remus había desviado su atención, y se había quedado en silencio. Sirius estaba
aburrido también, y había estado tratando de transformar varios ítems alrededor de la cama – una
lámpara, un calentador de cama sin usar, el vaso vacío de la mesita de noche.

—Lo siento, —dijo Remus, —Es un poco aburrido para ustedes dos aquí. No tienen que quedarse.

—Tonterías, —James movió una mano, despreocupadamente, —No hay nada más que hacer por
aquí – Ravenclaw reservó la pista por el resto del día. Y Sirius no quiere ir a la biblioteca conmigo,
entonces…

Potter había empezado a poner extra esfuerzo en sus estudios ese año por la primera vez, para la
decepción de Sirius. Al inicio, Remus había pensado que era otra táctica para acercarse a Lily, pero
James nunca había pedido estar involucrado en su grupo de estudio, y de hecho parecía preferir
estudiar solo. Les dijo que sus padres lo habían amenazado de quitarle su escoba por el verano si
sus resultados no eran mejores que el año pasado – pero Sirius le susurró a Remus después, que de
hecho, McGonagall le había advertido que si no se ponía a trabajar no tendría chance siendo
capitán de quidditch.

—Puedes evaluarme, si quieres. —Dijo Remus, animándose un poco. —Pregúntame cosas sobre
Pociones, después haré cualquier asignatura que quieras.

—Historia, —James suspiró, —Soy una mierda en Historia…

—Agh, bueno si ustedes van a hacer eso, me iré. —Dijo Sirius, poniéndose de pie. —Soy una
mierda en todo eso.

—No lo eres, no seas estúpido—

—Nah, me voy, —Sirius sacudió su cabeza, distraído. —Tal vez iré a buscar algunas chicas que
me acompañen, desde que eso es tan importante para todo el mundo.
—¿¡Desde cuando las cosas que dice Peter te molestan!? —Remus frunció el ceño. Pero era muy
tarde, Sirius ya se estaba yendo.

Remus miró a James. James pasó una mano por su cabello.

—Lo siento, Moony, solo ignóralo. No eres tú – o Peter, de hecho, es…recibió una lechuza de casa
esta mañana.

—Oh, claro… —Remus bajó la mirada. Debió haberlo notado.

—Seh, le dijeron que tiene que ir a casa por todo el verano este año – aprender el deber de su
familia de una vez por todas, o alguna basura. Dice que va a estar muy aburrido, pero…no sé, creo
que está asustado, honestamente. Todos dicen que ellos están muy relacionados con ya sabes
quién.

—Aunque él estará bien, ¿no? —Remus jugó con la esquina de su sábana ansiosamente, —No
pueden obligarlo a casarse con nadie de nuevo, y aún no es mayor de edad, así que no se puede
unir, o lo que sea.

James se encogió de hombros. Lucía muy cansado también.

—No lo sé, amigo, —dijo suavemente. —No sé qué quieren. De todas formas, yo no voy a ningún
lado. Empecemos con Pociones, ¿te parece?
Cuatro Año: Separaciones

Jueves 29 de Mayo, 1975

El periodo de exámenes pareció volar, ese año. Remus realmente sentía que por primera vez le
había tomado la costumbre, y – aunque no quería dormirse en sus laureles – estaba relativamente
seguro de que había conseguido notas decentes en todo. Incluso Pociones había sido menos
estresante que de costumbre, gracias a la cuidadosa ayuda y paciente entrenamiento de Lily durante
el año.

De hecho, para la tercera semana de Mayo, Remus se encontró algo perdido. Había completado
todos sus exámenes, pero ninguno de sus amigos lo había hecho – entre Estudios Muggle y
Adivinación, los merodeadores y las chicas aún estaban encerrados estudiando o en el salón de
exámenes. Pero estaba lejos de estar solitario. Remus pasaba su tiempo libre tomando largas
caminatas en los terrenos, leyendo lo que fuera y cuando quisiera, y poniendo los toques finales a
su gran logro; el mapa de los merodeadores.

Había tomado casi cuatro años completos terminarlo, pero el originalmente rudimentario mapa de
Remus de Hogwarts se había expandido y desarrollado hasta que se presentaba como una
comprensiva vista del castillo entero – pasajes secretos, túneles y cámaras escondidas incluidas.
Con la ayuda de los merodeadores, ahora se movía y cambiada a tiempo con el ritmo de la
construcción misma, ubicando e identificando cada ser presente en el castillo, y funcionaba
hermosamente. Remus nunca había estado tan orgulloso de algo en su vida – de hecho, nunca había
creado nada de lo que estar orgulloso.

Todavía necesitaba un hechizo de cierre – ahora podía hacer aparecer y desaparecer la tinta con un
rápido hechizo de desilusión, pero esto no era suficiente, no si iba a salir de su dormitorio. Eso
sería algo que investigar por el verano; ya había hablado con Madam Pince sobre pedir prestados
algunos libros, con el entendimiento que los reembolsaría completamente por cualquier daño, si
ocurriera.

Remus estaba esperando el verano tal vez menos que de costumbre. Ahora que estaba
completamente consciente del clima político en el mundo mágico, encontró la idea de desaparecer
de él por dos meses bastante desconcertante. Quién sabía que podía pasar en ese tiempo – sin
mencionar el peligro en que sus amigos se podrían encontrar. Por el primer verano desde 1972, los
merodeadores estarían completamente separados. Sirius había tenido prohibido ver a los Potters,
Remus estaría en St Edmunds como de costumbre ‘por su propio bien’ y los Pettigrews iban a
América a visitar a Philomena – Peter sospechaba que intentarían traerla a casa.

La situación de Sirius era la más preocupante. James había intentado todo; incluso escribirle a
Dumbledore, pero no estaba dispuesto o no era capaz de anular los deseos de la familia Black.
Incluso Sirius se había resignado de alguna forma a su destino.

—Tendré a Reg, —suspiró pesadamente, —Tal vez si no está rodeado por Slytherins todo el
tiempo escuchará un poco de razón – tiene edad suficiente, ahora.

Remus había prometido escribir; todos los días si Sirius quería. Incluso Mary había ofrecido tratar
de visitarlo, como ella también vivía en Londres. Por supuesto, ella era hija de muggles y la idea
estaba completamente fuera de duda.

James de hecho tenía un plan de escape, listo para desplegarlo en el momento que Sirius diera la
palabra – involucraba una compleja cadena de comunicación, su escoba, y romper por lo menos
diez leyes mágicas, pero estaban listos para hacerlo. Incluso Peter, quien había perdonado el
arranque de Sirius en Abril y había sido perdonado de vuelta.

Remus había pensado sobre como pasaría su propio verano, y ya había decidido que no repetiría
los eventos del año pasado. No es que dejaría pasar el chance de ‘ganar’ un poco de dinero si tenía
la oportunidad – sus planes de cazar a Greyback no habían sido alterados, y aún necesitaría
financiamiento – pero también necesitaba mantenerse concentrado. Saliendo todas las noches,
bebiendo y peleando no era productivo, tampoco resolvía ninguno de sus problemas. También
sabía que necesitaba mantener un perfil bajo por tanto tiempo como fuera posible, y conseguir que
lo arrestaran por delitos menores no era un movimiento muy inteligente.

Habiendo pasado un buen tiempo dentro del castillo últimamente completando el mapa, y el clima
siendo ni muy frío o muy caliente para Mayo, Remus decidió aventurarse afuera en los terrenos
para leer. Finalmente había leído todos los libros muggle que Sirius había traído consigo a
Hogwarts en su primer año, y ahora estaba pidiendo uno prestado de Lily. Ella era una gran fan de
Jane Austen – lo que era una pena, porque Remus no lo era, pero aun así estaba intentando leer
Emma.

Se sentó bajo la frondosa sombra de un árbol de haya, junto al lago, dándole la espalda al sauce
boxeador. Como temía, Remus rápidamente se aburrió del terrible parloteo de Miss Woodhouse –
resultó ser que el estúpido libro era todo sobre emparejamiento y ya había tenido suficiente de eso
este año, muchas gracias. Dejó el libro a un lado y se inclinó contra el tronco, mirando hacia arriba
a las brillantes hojas verdes, sus párpados lentamente cerrándose.

Tuvo un sueño muy extraño. (Aunque, Remus pensaría más tarde, que todos los sueños eran
bastante raros, ¿no?) No podía recordar exactamente qué estaba pasando en el sueño, o dónde
estaba o quién estaba con él. Pero había tal vez otra persona – otro cuerpo, por lo menos, muy
cerca al suyo. Era una intensa sensación física, similar a los recuerdos de ser un lobo, pero
indudablemente más placentera. La forma que este otro cuerpo encajaba con el suyo era
profundamente tranquilizadora, cálida y satisfactoria en una forma que nunca antes había sentido.

Remus no estaba seguro cuando tiempo había dormido, pero cuando despertó habían
conversaciones a su alrededor. Uno de los exámenes había obviamente terminado y estudiantes
estaban caminando hacia los terrenos, exaltados en su duramente ganada libertad. Remus pestañeó
contra la brillante luz del sol de verano y se estiró, un poco avergonzado de haberse quedado
dormido – sin mencionar la reacción física que el extraño sueño había provocado. Rápidamente
arregló sus túnicas, mirando alrededor para chequear que nadie lo había notado.

Su espalda estaba rígida y adolorida ahora, de inclinarse contra el tronco. Su boca estaba seca, y su
pie izquierdo se había dormido. Se estiró y lo sacudió, haciendo muecas al hormigueo que se
disparaban por su pierna.

—¡Que hay, Remus! —una brusca voz de acento de Liverpool vino desde sus espaldas, —¿No
estabas durmiendo, o sí?

—¡No! —dijo enseguida, cuando Ferox estuvo a la vista.

Remus agarró Emma e intentó fingir que solo lo había dejado a un lado por un momento. Ferox le
sonrió a sabiendas, pero no lo molestó. Dejó caer una pesada cubeta de algo baboso que olía fatal.

—Vine a despedirme del pulpo. —Señaló al lago que estaba quieto como un estanque de molino.

—¿Va a viajar por el verano, profesor? —preguntó Remus, plenamente interesado mientras frotaba
su pierna para hacer que la sangre fluyera de nuevo.
—Mm. —Ferox asintió, entrecerrando sus ojos hacia el lago, —El verano y…tal vez algo más. Me
temo que no te veré en Septiembre.

—¿¡Qué!? —Remus pestañeó, impactado, —Pero… ¿quién nos enseñará Cuidado de Criaturas
Mágicas?

—El Profesor Kettleburn estará de vuelta. Yo solo estaba reemplazándolo.

—Oh. —Remus había sabido eso más o menos desde el inicio, pero aun así fue un shock. Se sintió
horriblemente triste, nunca había tenido que despedirse de nadie que sabía que extrañaría antes.
Sintió el fuerte impulso de decirle esto a Ferox; decirle cuando desearía que se quedara, pero las
palabras no salían. —Una pena. —Fue todo lo que pudo decir.

Se puso de pie, tembloroso, con las piernas aún adoloridas. Ferox sumergió una mano en la cubeta
de cosas babosas plateadas y sacó algo largo que se retorcía. Lo arrojó al lago, y dos tentáculos
rompieron la superficie del agua para agarrarlo. Ferox sonrió.

—No te mentiré, extrañaré este lugar. —Dijo, alcanzando otro. Squelch. Observó a Remus, —Y
mi mejor clase, por supuesto.

—¡Es…es mi asignatura favorita! —dijo Remus en un acalorado apuro.

—¡Debería saberlo! —Ferox sonrió, lanzando otra cosa babosa. Splash. —Se supone que no debo
decirte tus resultados hasta Agosto, pero…bueno, estoy jodidamente orgulloso de ti, Lupin.
Mejores notas, mejor en el año. Mejor que muchos de mis estudiantes TIMO.

—Usted es un buen profesor, —dijo Remus tristemente.

—Kettleburn también. —Ferox le aseguró, aun alimentando al pulpo. Squelch. Splash.

—¿A dónde va a ir? ¿De vuelta al ministerio?

—Ah…no. —La expresión de Ferox cambió. No frunció el ceño, exactamente, pero sus facciones
se oscurecieron, la sonrisa se difuminó. —Tengo algunos negocios para Dumbledore. No estoy
seguro que el ministerio…de todas formas, no es algo de lo que tengas que preocuparte. —Sacudió
la cabeza, luego sonrió de nuevo mirando a Remus hacia abajo. —Estaré lejos por un tiempo.

Squelch. Splash.

Remus se preguntó si vería al Profesor Ferox de nuevo. Aún no estaba bastante seguro de que tan
grande era la comunidad mágica, pero no creía que pudiera ser tan grande, no si solo había una
escuela en Gran Bretaña. ¿Estaría bien escribirle a Ferox? ¿O eso era inapropiado? No le escribiría
a alguien como McGonagall, por ejemplo, o al Profesor Slughorn.

—Le estaré preguntando a Kettleburn por actualizaciones, sabes. —Dijo Ferox, leyendo su mente,
—Entonces no creas que puedes empezar a holgazanear. Nosotros chicos rudos sin salida tenemos
que mostrarle al resto de los idiotas ricachones como se hace, ¿eh? Ahora más que nunca.

—No voy a holgazanear, —dijo Remus ferozmente, —Lo prometo.

Ferox rio y empujó a Remus con su codo,

—Buen chico. Tu padre estaría orgulloso.

***
Viernes 27 de Junio, 1975

Era el último Viernes del término, todos los exámenes y lecciones habían finalizado por otro año, y
Remus había hecho una lista mental de todo lo que necesitaba empacar. Este año él y James habían
conspirado juntos para asegurarse que todo lo de Sirius fuera hecho a tiempo – James estaba
gradualmente cediendo a la idea de dejar a Remus ayudar cuando se trataba del bienestar de Sirius.
Planearon que el Sábado en la mañana James y Peter se lo llevarían por unas pocas horas a volar,
mientras Remus sortearía todo. Había prometido que no le importaba; cualquier cosa que pudiera
ayudar.

Estaban todos sentados para la cena – nada especial, solo pastel de pescado, el banquete no sería
hasta el Domingo en la noche – cuando las lechuzas empezaron a volar por las últimas cartas.

—Agh. —Sirius gruñó mientras un gran búho real aterrizaba en frente de él. Uno de los búhos de
la familia Black.

—Yo lo haré. —James saltó rápidamente, tirando del pequeño rollo de papel envuelto alrededor de
la escamosa pierna del ave. Empujó sus lentes redondos de vuelta en su nariz, y sus ojos
examinaron rápido el papel. Luego se encogió de hombros y lo arrugó lanzándolo detrás de sus
hombros. —Solo se quieren asegurar de que los encuentres en Kings Cross, esperan que Regulus y
tu estén juntos.

—Están preocupados de que desaparezca de nuevo. —Sirius sonrió.

—Eh… ¿lo harás? —preguntó Peter nervioso.

—No vale la pena. —Sirius suspiró, —Apuesto que estarán ahí temprano solo para mortificarme.
Tendré que buscar otra forma para enojarlos.

—O podrías solo intentar mantener tu cabeza abajo y lograr pasar el verano. —Sugirió Remus,
livianamente, terminando su helado.

Sirius solo le arqueó una ceja. Remus sacó su lengua. Ambos sabían que era bastante imposible,
incluso si Sirius se esforzaba al máximo.

Sin embargo, no tuvieron mucho tiempo para sentirse mal por Sirius, – Mary, quien también había
recibido algunas cartas, dejó escapar un chillido, luego estalló en lágrimas. La lechuza frente a ella
saltó hacia atrás, alarmada, luego dio un ofendido ‘hoot’ y voló hacia la lechucería.

—¡Mary! —Lily y Marlene dijeron al mismo tiempo, —¿Qué pasa?

Mary sacudió su cabeza, aparentemente sin palabras, luego cubrió su boca y salió corriendo del
comedor. Lily y Marlene se miraron, luego saltaron inmediatamente para seguirla.

—¿Qué crees que le pasó? —preguntó Peter.

Remus se encogió de hombros.

—Cosas de chicas.

No lo descubrieron hasta más tarde esa noche. Mary no estaba en la sala común, pero Lily bajó
buscando una chaqueta que había dejado en algún lado.

—Darren la dejó, —le dijo gravemente a Remus, —Está completamente destruida, pobrecita.
—¿Justo antes de las vacaciones? —dijo Remus shockeado, —¡Un poco duro!

—Seh, —respondió Lily tristemente, —Dijo que no podía molestarse esperándola mientras estaba
en la escuela todo el año – quiere una novia cerca de casa. Creo que ella estaba muy enamorada de
él, él suena horrible.

—Aunque apuesto que Marlene está feliz, —Remus hizo una mueca, —No tendrá que oír más al
respecto.

—No creas, —la cara de Lily era severa, —No ha dejado de hablar de cuanto lo amaba aún…

—Pobrecita. —Remus revisó sus bolsillos y sacó su última varita de azúcar, —Dale esto, dile que
espero que se sienta mejor, ¿eh?

—Ahhh, eres tan dulce, Remus, —Lily le dio un beso en la mejilla, luego se encaminó escaleras
arriba de nuevo.

—No estaba tan afectada cuando me dejó a mí, —murmuró Sirius indignado, moviendo una pieza
de ajedrez.

—Bueno, —Remus se encogió de hombros, volviendo al juego, —Ella te dejó a ti, cierto. Creo que
es diferente cuando eres tú al que dejan.

—Yo no estaba tan afectado.

—No creo que Mary y tú eran así de serios, —James bostezó, jugando snap explosivo en la
alfombra con Pete. —Solo tenían trece años.

—Catorce. —Sirius corrigió. —Pero tomo tu punto. Realmente no fue en serio, ¿o sí?

—No eras muy maduro al respecto, —murmuró Peter, revisando entre sus cartas.

—No, bueno nadie nunca nos encontró besuqueándonos en un armario de escobas, tienes razón, —
escupió Sirius.

—La envidia no te queda, Black, —respondió Peter secamente.

—Oye, todos ustedes prometieron que lo de los besuqueos se había acabado. —Dijo Remus,
filosamente, dándoles a todos una mirada oscura.

—No lo critiques hasta que lo pruebes, Moony, —Peter sonrió.


Cuarto Año: Junio

Sábado 28 de Junio, 1975

—¡Hola, Remus! —Lily lo interceptó mientras estaba dejando la enfermería. Solo había terminado
su revisión final con Madam Pomfrey antes que la escuela terminara.

—Hola. —Dijo, nervioso, —¿Qué haces aquí?

—Estoy dejando estos para el Profesor Slughorn, —ella levantó una larga jarra de algo que parecía
como engendro de rana morado, —Hemos estado haciendo pociones sanadoras en el Slug Club
este término. Espera aquí, caminaré de vuelta contigo.

Ella desapareció dentro de la enfermería y él esperó, tratando de no lucir sospechoso. Odiaba ser
visto cerca del hospital. Lily finalmente había salido con una alegre sonrisa,

—¡Gracias! ¿Qué estabas haciendo aquí?

—Oh, nada, yo em… un hechizo que salió mal.

—Oh dios, ¿qué pasó?

—Eh… preferiría no decir. —Él arqueó una ceja sugestivamente, esperando que ella se hiciera la
idea. Afortunadamente, su mente fue a otro lado,

—¿Fue Potter de nuevo? Ugh, ¡maldijo a Sev la semana pasado con algo que hizo que su cuello se
hinchara como un salvavidas!

—Huh, seh, James es bueno con los encantamientos engorgio, —Remus sonrió.

—Bueno no podría haber imaginado que el hechizaría a personas que se supone que son sus
amigos, —respondió Lily, remilgadamente.

—¡No fue él! —respondió Remus, irritado. No era un aficionado de hablar mal de James frente a
Lily, después de la confusión en Enero.

—Black, entonces. —Lily se encogió de hombros, —Es igual de malo. No tengo idea por qué le
gusta a todo el mundo.

—Mm.

—Entonces… ¿Grandes planes para el verano? —Lily cambió de táctica, tal vez dándose cuenta
que Remus no disfrutaba particularmente sus injurias sobre los otros merodeadores.

—Nah, —Remus sacudió la cabeza, —Lo de siempre, probablemente. Tarea. ¿Tú?

—Voy a visitar a Marlene en Julio, intentaremos que Mary venga.

—¿Cómo está?

Mary había estado ausente de cada comida desde el gran rompimiento, y había vagamente dejado
el dormitorio de las chicas hasta donde Remus sabía.
—Mejor, —Lily asintió tristemente, —Puede pasar unas pocas horas sin llorar, de todas formas.
Aunque sigue escuchando álbumes depresivos de Dusty Springfield.

Alcanzaron el retrato de la mujer gorda y se toparon con Peter – y Desdemona Lewis, por supuesto.
Estaban en un apretado abrazo, brazos envueltos alrededor de uno y otro murmurando entre besos;

—¡Te extrañaré! —suspiró ella.

—¡Te extrañaré más! —dijo Peter.

—¿Escribirás?

—¡Todos los días!

Remus hizo un fuerte sonido de vómito, lo que hizo a Lily reír, pero se ganó un furioso ceño
fruncido de Peter. Rápidamente treparon a través del retrato y dejaron a los enamorados solos.

La torre de Gryffindor era completa anarquía cuando la alcanzaron – como es costumbre en el


último día del término. Estudiantes arrastrándose bajo las mesas buscando por cosas perdidas,
corriendo colectando cartas y piezas de juegos, gritos de ‘¡accio zapatillas izquierda!’ o ‘¡Accio
reloj de pulsera!’ sonaban fuertemente mientras todos se revolvían para empacar en el último
minuto. Remus no podía evitar preguntarse si cada sala común estaba bajo el mismo pandemónium
– seguramente los organizados Ravenclaws estaban en un estado mucho mejor.

Sirius y James no estaban haciendo mucho para ayudar el proceso – estaban cubiertamente
levitando varios ítems desde detrás de uno de los grandes sofás, riéndose contentamente. Remus
sonrió, pensando de nuevo cuanto extrañaría todo.

—¡Ustedes dos! —Lily los regañó, marchando en su dirección, sujetando su propia varita en alto.

Sirius se rio y se agachó detrás de James,

—Vamos, Evans, ¡solo levantamos los ánimos como último día!

—¿¡Por qué no pueden dejar a la gente tranquila, Black!?

—Por qué no nos puedes dejar a nosotros tranquilos, —devolvió, lanzando chispas verdes al techo
desde detrás de James, —No eres prefecto aún, ¡sabes!

—¡Oooh, solo espera a que lo sea! —dijo ella, intentando lanzar una maldición a Sirius. En vez le
dio a James, y nabos inmediatamente florecieron en sus orejas, la expresión de shock en su rostro
fue tan cómica que Remus colapsó en risas.

—Bueno eso no fue de niñita buena, —Sirius rio, transformando una lámpara cerca en una bandada
de pájaros que revolotearon chillando alrededor de la habitación, añadiéndose al caos.

El siguiente movimiento de Lily fue lanzar una maldición de piernas de gelatina a James, causando
que se cayera al piso en un cúmulo, aun sujetando sus orejas de nabo. Con él fuera del camino y
Sirius expuesto, Lily lo deshabilitó con un hechizo aprisionador, luego se giró a Remus.

—Ayúdame a ordenar esto, ¿quieres?

—Ahh…ok, bien, —Remus suspiró, aun secándose las lágrimas de risas de sus ojos. Juntos
consiguieron restaurar el orden de la sala común, de des-transformar la lámpara, reparar las marcas
de fuego en el techo y calmar a un estudiante de primer año llorando que había perdido su gato.
Lily dejó que Remus manejara a James y Sirius, quienes estaban en un real estado ahora.

—¿No es maravillosa? —James sonrió tontamente, mientras Remus intentaba ayudarlo a sentarse
en una silla cercana, sus piernas aún inestables, doblándose debajo de él.

—Sí, una real maravilla, —Sirius gruñó, luchando por librarse de su cuerpo aprisionado.

—Ustedes dos son suertudos de que ella usa su poder para el bien, —Remus les reprendió, —No
tendrían oportunidad si ella decidiera de verdad empezar a romper las reglas. Finite. —Apuntó su
varita a Sirius, quien fue finalmente liberado. Frotó sus brazos ferozmente,

—¡No puedo creer que la ayudaste, Moony!

—Por supuesto que lo hice, —Remus se encogió de hombros, —Ella me aterra.

***

Sábado 29 de Junio, 1975

—¡Oigan, ustedes dos! ¡Nos perderemos el tren! —Remus bufó, subiendo las escaleras a su
dormitorio por lo que se sintió como la centésima vez esa mañana.

Sus maleteros ya habían sido transportados a la estación de Hogsmeade por algún mecanismo
mágico, y McGonagall había dado la advertencia de diez minutos, pero James y Sirius habían
desaparecido de nuevo.

Los encontró sentados en la cama de James, que había sido despojada de cobertores, cabezas
agachadas sobre algo pequeño que Sirius estaba sujetando entre sus manos. La habitación se sentía
horriblemente hueca y vacía sin las cosas de los merodeadores. Los dos chicos de cabello negro se
giraron hacia él mientras entraba, y Remus sintió que se había entrometido en algo muy privado.
Esperó un momento, incómodo.

—Lo siento, Moony, —James sonrió, bajando de la cama, —Estamos listos, ¿eh Black?

—Sí, por supuesto, —Sirius también se puso de pie. Tenía una expresión aturdida, distraída, hacía
que a Remus le doliera. —Mira lo que James me dio, —dijo Sirius, mientras cruzaba la habitación.
Sujetó algo redondo y plateado. Remus lo tomó. Estaba cálido de las manos de Sirius. Era un
espejo compacto, hermosamente grabado con un estilo de diseño de ornamentación filigrana.

—Eh… —Remus lo dio vuelta, abriéndolo, —Muy em… ¿bonito?

James rio,

—Es mágico – pertenecía a mi abuelo. Mira, —abrió el suyo, compacto idéntico y miró dentro.
Remus miró el espejo de Sirius, y se asombró al ver la cara de James sonriéndole de vuelta. —Así
nos podemos mantener en contacto por el verano.

—¡Oh por dios! —exclamó Remus, —¡Es increíble!

—Lo sé, —James asintió, cerrando su compacto y deslizándolo en su bolsillo trasero. —Desearía
poder haber tenido para todos nosotros, pero son antiguas reliquias de la familia y solo hay dos…

—Oh, por supuesto, —Remus le entregó el correspondiente de vuelta a Sirius. Hubo unos
segundos incómodos de silencio, antes que Remus se aclarara la garganta, —Vamos, McGonagall
nos va a maldecir a la próxima semana si nos perdemos los carruajes.
Alcanzaron los carruajes, y el tren a tiempo, y se apilaron en su compartimiento usual.

Remus estaba desconcertado al descubrir que este año su pequeño espacio en el carruaje estaba
lleno de personas. No solo los cuatro merodeadores, pero por supuesto Desdemona estaba invitada
– Remus aún no la había escuchado decir más de dos palabras, posiblemente porque sus labios
pasaban ocupados.

Mary se les unió también, por invitación de Sirius. Él le había estado prestando una buena cantidad
de atención desde los pasados últimos días, y era obvio que ella lo estaba disfrutando, habiendo
recientemente tomado un golpe duro en su confianza. Con Mary como siempre estaba Marlene, y
finalmente Lily, quien de lo contrario se hubiera visto forzada a sentarse sola.

Por eso, fue un increíblemente ruidoso camino de vuelta a Londres. Entre Sirius tratando de
impresionar a Mary cantando cada canción que sabía de los Beatles, James tratando de atraer la
atención de Lily y tratando hablar de tácticas de quidditch con Marlene y los afiebrados manoseos
de Peter y Desdemona, Remus simplemente se sentó recostado contra la ventana y disfrutó estar
alrededor de sus amigos por lo que podría ser la última vez en un largo tiempo.

Intentó no pensar sobre la guerra, o quién podría desaparecer durante el verano. Intentó no pensar
sobre Sirius, solo y abusado en una fría mansión de Londres. Intentó no pensar sobre Ferox, en una
peligrosa misión para Dumbledore. Solo observó a sus amigos, sus caras brillantes y animadas,
llenas de felicidad y emoción.

Se frotó la nuca, somnoliento. Su corte skinhead había crecido, y tenía una pila de rulos café
pardusco ahora. Tal vez no lo cortaría de nuevo. No se lo permitiría a Matrona, decidió; era mejor
largo. Suave. Ya no quería verse duro y molesto, no sentía que lo necesitaba. Sonriendo para sí
mismo, Remus se quedó dormido.

***

Cuarto año, epílogo: Unas horas más tarde…

Remus sacó su maletero del bus, y bajó el largo camino hasta St Edmunds solo. Era el primer año
que Matrona no lo había encontrado en Kings Cross – le había enviado su billete de autobús por
adelantado y le dijo que tenía edad suficiente para hacer la travesía solo. Tal vez esperaba que no
volviera en absoluto. ¿Pero a dónde más iría?

Entró a la fría construcción gris con una sensación de resignación, suspirando para sí mismo en el
escritorio e hizo su camino hasta su dormitorio. Era un día brillante y cálido y podía oír a la
mayoría de los otros chicos gritando afuera. Estaba acalorado y sudado, y esperando poder
ducharse y tener unas pocas horas solo donde podría desempacar y tal vez empezar su lectura de
verano. Pero mientras entraba a la habitación, descubrió que no estaba completamente solo.

Había un chico sentado en una cama adyacente a la suya. Debió haber sido nuevo; Remus no lo
reconocía del año pasado. Se veía de alrededor de quince o dieciséis años, y usaba una camiseta sin
mangas celeste con ribetes naranja y largos jeans acampanados. Tenía un aire casual, amigable.

—Oh, hola. —Dijo Remus suavemente, dejando su maletero en su cama.

—¿Todo bien? —el otro chico lo saludó. Tenía un diente frontal astillado y una mueca ladeada que
hizo a Remus querer sonreírle de vuelta. Su cabello era medianamente largo y caía en sus ojos. —
¿Tu eres el niño que va a la escuela elegante, no? Me llamo Grant.

Remus inclinó su cabeza, cortésmente.


—Remus. Gusto en conocerte.

—Caray, —Grant rompió en una sonrisa aún más amplia, —¡Dijeron que eras elegante! ¿Quiere
que haga una reverencia, mi lord?

Remus le devolvió una suave sonrisa, incapaz de aguantarse. El otro chico no estaba siendo
grosero, o desagradable. Olvidó lo mucho que su acento había cambiado, después de cuatro años en
Hogwarts.

—Te gusta leer, ¿no? —Grant señaló los libros que Remus estaba desempacando.

—Tengo mucha tarea. —Dijo Remus. Luego decidió relajarse un poco, —Y sí, me gusta leer.

—Cool. —Respondió Grant. Se acostó de vuelta en la cama, brazos detrás de su cabeza, su largo
cuerpo se estiraba, su polera se levantaba exponiendo un espacio de piel justo por encima de sus
caderas. Remus lo observó oblicuo mientras desempacaba, tratando de no mirar tanto como lo
estaba mirando. —Entonces, —dijo Grant, —¿Qué tipo de música te gusta?

Nota de Traducción:

Vuelvo a recordar que los chicos en St Edmunds tienen un acento diferente que no sé cómo
traducir, pero lo menciono para que lo tengan en mente.
Verano 1975
Chapter Summary

ADVERTENCIA por pequeña mención de violencia homofóbica.

Cartas seleccionadas de los merodeadores:

Querido Moony

Estoy bastante seguro de que me puedo librar enviando cartas por lo menos por ahora. Imagino que
están siendo leídas, pero NO ME IMPORTA UNA MIERDA, ¿¿ME OÍSTE, REGULUS??

Horroroso hasta ahora. Parece que Madre intentó sacar todas mis cosas de Gryffindor mientras
estaba fuera, pero les puse un encantamiento de pegamento permanente. Voy a ver si hay algo más
que puedo poner para enojarla.

Hay una gran reunión familiar la próxima semana, cena lujosa, trajes de túnica, mejor
comportamiento, etc. etc. James piensa que debo mantener la cabeza abajo y solo tomar nota de
quien va y que dicen en caso de que sea útil. No lo sé. Quiero poner bombas apestosas. ¿Qué harías
tú?

Sirius.

***

Sirius,

¿Te llevas bien con Reg, entonces? Se bueno con él, no tienes a nadie más en tu lado.

Por favor ten cuidado. No sé lo que haría, nunca he ido a una cena lujosa. Probablemente me
comportaría como un idiota. No hagas nada estúpido, ¿ok? James usualmente tiene la razón.

Remus.

***

Querido Remus,

No puedo creer que tenga que pasar todo el verano sin ninguno de ustedes. A veces realmente odio
ser hijo único. Apuesto que tú nunca estas solo, en St Edmunds.

Sirius parece estar bien, hablamos bastante seguido, creo que está aburrido. Si el aburrimiento es lo
peor, entonces es algo bueno, ¿cierto? Sigo tratando de convencerlo de no hacer un escándalo – no
sabemos en qué tipos de cosas están involucrados los Black. Podría ser nada en absoluto.

Espero que tu verano haya empezado bien. ¿Has revisado la tarea? Ese ensayo de Encantamientos
se ve como un dolor de bolas.

James.
***

James,

Él estaría bien si se pudiera controlar, pero lo dudo. Sigue hablando con él, recuérdale que tiene
que volver a Hogwarts en una pieza.

El verano va bien. Tienes razón, nunca estoy solo. No me molestaría un poco de privacidad la
mayoría del tiempo, pero este verano ha estado bien. No te preocupes por mí.

Ese ensayo de Encantamientos está fácil y lo sabes. Solo no te gusta trabajar duro, Potter.

Remus.

***

Moony,

¡Saludos desde San Francisco! Pensé que haría calor aquí, pero esta jodidamente congelado y
llueve la mayoría del tiempo. Merlín sabe por qué Philomena querría vivir aquí, no es diferente que
el querido viejo Blighty.

Pete.

***

Querido Moony,

Causé escándalo esta semana, fue brillante. Encontré una pila de viejos posters muggle en un paseo
camino abajo – imágenes de chicas, ya sabes de que tipo. Ni siquiera se mueven, es graciosísimo.
De todas formas, las pegué en las paredes con mi patentado encantamiento de pegamento, y madre
ESTÁ FURIOSA.

Creo que probablemente solo está molesta porque son chicas muggle, no le podría importar menos
que tuvieran las tetas afuera. De todas formas, ahora no puedo salir sin supervisión. Aunque valió
la pena.

Sirius.

***

Sirius,

Eres un idiota y lo sabes. ¿¿¿Posters??? ¿No te sientes raro con ellos observándote?

Remus.

***

Querido Remus,

Estoy realmente preocupado por Sirius. No sé si te contó la payasada que hizo con los posters, pero
es un jodido idiota por haberlo hecho. No le creas si dice que está bien, definitivamente estuvo
llorando la última vez cuando hablé con él por el espejo (no le digas que te dije eso, obviamente).

Atento en caso de que necesitemos disparar la misión de rescate.


James.

***

James,

Listo cuando tú lo estés.

Remus.

***

Moony,

No escuches a Potter, es una mujer vieja. Todo está bien, nada que no pueda aguantar. Espero que
estés teniendo un buen verano. No puedo esperar por Septiembre.

Sirius.

***

Viernes 22 de Agosto, 1975

Remus se tambaleó débilmente dentro del dormitorio. Había sido una mala. Madam Pomfrey pensó
que debió haber sido por el cambio de escenario. Tenía una larga gruesa herida cruzando su pecho
ahora, – había pasado mucho desde que se hacía heridas.

Grant se sentó abruptamente, luciendo herido.

—¿Dónde has estado? —preguntó, —Pensé que te habían arrestado o algo.

—Enfermo, —respondió Remus.

—¿Enfermo de qué?

Remus suspiró, dejándose caer en su cama. Había tenido una noche dura, y solo quería dormir.
Cerró sus ojos. No se sentía como armar excusas hoy día.

—Bueno, anoche fue la luna llena, ves. —Dijo calmadamente, —Cuando tenía cinco años un
hombre lobo me mordió y ahora soy uno. Me transformo cada mes, y Matrona me encierra así no
daño a nadie.

—Oh, ja ja. —Respondió Grant, trepando en la cama de Remus, dejándose caer. Ambos eran
delgados así que caían fácilmente en la estrecha litera. —Muy divertido, inteligente excusa. Bien,
no me digas.

Se inclinó hacia adelante y besó a Remus.

Remus abrió sus ojos, congelándose por un momento. —Está bien, —Grant le aseguró, acariciando
su mejilla, —Están todos afuera, ya chequeé.

Remus lo besó de vuelta.

Había sido un tipo extraño de verano, pero uno de los más agradables que Remus había tenido. No
había estado solo, por primera vez; no había contado los días hasta el primero de Septiembre.
Al principio, él y Grant habían hablado sobre David Bowie, T-Rex y Neil Young – incluso Deep
Purple, por quien Grant estaba loco y Remus pensó que probablemente le gustaría a Sirius. Ambos
odiaban el futbol – y a los otros chicos – entonces se escapaban juntos alrededor de la ciudad, o se
sentaban detrás de un gran edificio vacío fumando cajetillas de cigarrillos robadas.

Habían estado sentados en la gravilla caliente un día a mediados de Julio, pateando piedras y
debatiendo sobre los puntos más finos de Electric Warrior, cuando repentinamente la mano de
Grant estaba en la rodilla de Remus, luego en su cintura, acercándolo.

—¿¡Qué estás-!?

—Está bien, —susurró Grant, desesperación al borde de su voz, presionando su frente en la mejilla
caliente de Remus, —Nadie se va a enterar. —Tenía sabor a cigarrillos y bronceado.

Después de eso, cuando estaban solos juntos estaban besuqueándose.

Era un tipo de sorpresa, pero mayormente no. Remus rápidamente se dio cuenta que siempre lo
había querido – esto, o algo así. Fue como una niebla levantándose. A pesar de todo, estaba
agradecido de Grant por haber tomado la iniciativa.

No era algo que podría llamar romántico, o cariñoso. Más como algo necesario. Algo que Remus
sabía que debía presionar tan lejos como fuera posible, para poder identificar todos los duros
bordes y puntiagudos límites de eso. Estaba mapeando sus propios deseos, y usando a Grant como
un compás.

Su nombre completo era Grant Chapman. Justo había cumplido dieciséis, y había estado en St
Edmunds desde Mayo, aunque de ninguna forma fue su primer Hogar. Ambos de los padres de
Grant estaban vivos, e incluso tenía familia extendida – abuelos y tías y tíos y primos mayores.
Pero ninguno de ellos parecía querer quedarse con él por mucho tiempo.

—Demasiado que soportar, —Grant sonreía, descaradamente. —Todos se enferman de mí al final.

Como la mayoría de los chicos en St Edmunds, le iba terrible en la escuela y se había metido en
problemas con la policía en algunas ocasiones por ofensas menores, aunque nunca había estado
oficialmente arrestado. No era violento, pero tenía una boquita y una tendencia de responder. Pero
no había un solo hueso amenazante en su cuerpo, era claramente muy bueno.

Tenía una sonrisa espectacular; arrugaba toda su cara y hacía que te agradara enseguida. Uno de
sus dientes caninos estaba medio chueco y era nada menos que entrañable. Remus no podía ver por
qué nadie lo quería cerca. Era un poco tonto a veces; un poco inmaduro, pero eso estaba bien –
Remus sabía que podía ser muy serio mucho tiempo. Algo sobre la naturaleza alegre, de-buena-
suerte de Grant hacía a Remus tener más confianza – le hacía sentir más cómodo. Y a Grant solo le
gustaba demasiado Remus. Realmente le gustaba.

—Eres el muchacho más divertido que he conocido. —Se rio Grant, cuando Remus ni siquiera
había dicho algo tan gracioso. —Válgame, nunca había estado con alguien de una escuela privada
antes.

—No soy diferente a ti, —respondió Remus, —Un matón de un hogar de menores.

—Jódete, —Grant lo empujó, juguetón, —Tienes futuro, todo el mundo puede verlo.

Remus no tenía una respuesta para eso, pero lo hizo sonreír. Grant a menudo lo hacía sonreír.

A pesar de todas estas cosas, Grant era realmente, realmente bueno besando. Por lo menos, Remus
asumió, considerando que Grant había sido la única persona que él había besado. La primera vez,
sintió una emoción salvaje mientras pensaba; ¡entonces por ESTO es todo el escándalo!

Podría besuquear a Grant todo el día, sin volver a respirar. A veces se encontraba
compulsivamente presionando sus labios en la noche, calientes con angustia de abstinencia. Remus
había pensado que besar sería algo aterrador e incómodo, pero – al igual que con muchas cosas –
Grant lo relajó. Lo hacía divertido, desde el inicio; sin escándalo, sin preguntas.

—Si vas a estar aquí solo por el verano entonces deberíamos disfrutarlo, ¿eh? —Decía,
animadamente, —No te preocupes, no estoy exactamente a punto de proponerte, como eres de
dulce.

—¡Dulce! —Remus resopló.

—Dulce, —Grant guiñó, —Y demasiado jodidamente bueno para mí.

Remus odiaba ese tipo de charlas, y lo callaba con otro beso.

Tenían que esconderlo la mayoría del tiempo, por supuesto. De los otros chicos, y del personal.
Remus no podía imaginar que pasaría si los descubrieran – los separarían, definitivamente, incluso
si no los hacían papilla. ¿Matrona le diría a Dumbledore? ¿Podrían expulsarte, por ser un… bueno,
por besar otros chicos? Afortunadamente, Grant tenía algo de experiencia en operaciones a
cubierto, y nunca llegaban cerca de ser perturbados.

—¿Cuántas veces has hecho este tipo de cosa? —Remus encontró el coraje para preguntarle, un
día. Estaban detrás de un cobertizo para bicicletas desocupado en la escuela secundaria local.

—Unas pocas veces, —Grant se encogió de hombros, —No suficientes. ¿Tú?

—¡Nunca! —respondió Remus, shockeado. —Yo ni siquiera…

—Oh bendito seas, —Grant rio ligeramente, jugando con uno de los risos de Remus, —No sabías.

Remus sacudió su cabeza, sus orejas se estaban calentando. Grant hizo un gesto de desaprobación,
—¿Nunca te has quedado mirado a otro chico mucho tiempo? ¿Nunca has tenido ese sentimiento
sobre un actor de cine, o un profesor?

—¡…Oh dios mío! —Remus quedó boquiabierto, imágenes de Ferox cayendo sobre él. Grant rio
de nuevo.

—Y yo pensé que todos ustedes lo eran, ustedes chicos de internado.

Remus solo sacudió su cabeza de nuevo, incrédulo, preguntándose si había algo más que no sabía
de sí mismo.

Mientras Septiembre se acercaba Remus se encontró tratando de ignorarlo. Se sintió culpable por
no haber pasado el verano preocupándose sobre la guerra, por estar distraído por sus propios
deseos egoístas, especialmente en un momento como este. Pero al mismo tiempo, sintió que tal vez
nunca tendría esta oportunidad de nuevo.

Los otros merodeadores enviaban cartas, como lo hacían cada verano – Remus diligentemente
escribía de vuelta, sin querer preocuparlos. No dijo nada en absoluto sobre Grant. No sabía qué
decir, seguro de que si ponía el lápiz en el papel terminaría contando todo, y los otros chicos no le
hablarían de nuevo. O peor; tratarían de entenderlo, sin poder mirarlo a los ojos.
Eso era parte de él. Por el otro lado, a Remus solo le gustaba la idea de mantenerlo para sí. Los
merodeadores no tenían que saber todo sobre él, y tenía permitido tener otros amigos, ¿cierto?
Quinto Año: Plata
Chapter Notes

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Lunes 1 de Septiembre, 1975

Hey, hey mama said the way you move

Gon' make you sweat, gon' make you groove.

Ah ah child way ya shake that thing

Gon' make you burn, gon' make you sting.

Hey, hey baby when you walk that way

Watch your honey drip, I can't keep away…

Remus se estremeció incómodamente mientras esperaba por un momento tranquilo para correr
dentro de la barrera. Estaba agradecido de que Matrona no había venido con él este año.
Agradecido por haber tenido tiempo solo para prepararse. Grant había querido ir, pero Matrona
dijo que no, y no le daría el pasaje de todas formas.

Habían arreglado una rápida despedida encerrados dentro de un baño en St Edmunds – uno de sus
muchos escondites. Ninguno de ellos dijo ninguna de las cosas que querían decir – de hecho,
difícilmente habían hablado en absoluto – pero con algunos minutos, Remus prometió que
intentaría escribir.

—Soy una mierda escribiendo, —se quejó Grant, —¿No me puedes dar el número de teléfono?

—Eh…es una escuela muy a la antigua. No podemos usar mucho el teléfono. —Remus insistió.
Pensó que podría haber una cabina telefónica en Hogsmeade, o tal vez en la siguiente aldea
cercana, que no era mágica. Podría intentarlo.

Ahora, mientras tomaba impulso hacia la barrera gris y empezaba a caminar, tuvo esa usual
sensación de dejar el mundo muggle atrás – y todos ahí – detrás por otro año. Grant no existía en
este lado de la plataforma. Grant nunca había pasado, y Remus era el mismo viejo Remus.

Nada ha cambiado, se dijo. Nada es diferente. Matrona no había insistido en cortar su cabello esta
vez, entonces al inicio del término no lucía como un matón. Estaba más alto, de nuevo – se
preguntaba si dejaría de crecer algunas veces – pero además de estas tontas, cosas superficiales,
todo estaba como siempre había estado. Como debía estarlo.

Nadie lo notaría, porque no había nada que notar, se dijo Remus, firmemente. Nada en absoluto,
frotó su nuca, distraído, luego recordó los dedos de Grant haber estado ahí solo unas horas atrás,
humedeció sus labios conscientemente. Mierda.

—¿¡Todo bien idiota!? —James le dio una palmada en la espalda, de la nada.

—¡James, en serio! —la Sra Potter reprendió a su hijo, de pie junto a él. Ella le sonrió a Remus, —
¡Solo mírate! ¡Has crecido centímetros! —lo acercó a un abrazo, —¡Aún muy delgado para mi
gusto! —empezó a estirar su ropa, bombardeándolo con preguntas - ¿tenía algo que comer para el
viaje? ¿Había venido solo? ¿Quería ayuda para subir las cosas al tren?

Al final del asalto maternal, Remus estaba sonriendo de oreja a oreja, relajado con el conocimiento
que todo estaba, de hecho, bien. Nada era para nada diferente. Animadamente abordó el tren con
James y Peter, charlando sobre sus veranos y su emoción por el año adelante. James tenía un pin de
plata en su pecho, engalanado con una gran ‘C’ (Remus pudo olerla en el segundo que James se
acercó, un irritante dolor en su nariz) había cumplido su querido deseo y ahora era capitán de
quidditch.

Se sentaron en su compartimiento usual y Remus sacó su libro del bolso, instalándose con un
suspiro satisfactorio.

Entonces Sirius entró, y el estómago de Remus se desplomó a contra el suelo.

Era casi el mismo de siempre – un poco más alto ya casi había alcanzado a James, tenía el pecho
más ancho. Su mandíbula se había enmarcado, y tal vez su nariz se había alargado – pero tenía el
mismo cabello negro brillante, los mismos ojos deslumbrantes y pómulos altos.

Todavía era Sirius, pero de alguna forma era…otro. Como si Remus lo estuviera viendo a través de
otros ojos. El calor del deseo floreció en lo alto de su pecho salido de la nada, instalándose en sus
mejillas como un fuerte rubor. Desvió la mirada, rápido, antes que alguien lo notara.

—Caballeros, —Sirius inclinó la cabeza graciosamente, entrando al carruaje como un príncipe.

—¿Todo bien? —sonrieron los otros dos y Remus murmuró.

Sirius se sentó directamente opuesto a Remus, su cabello y uniforme desordenados a propósito –


sin duda por el beneficio de Walpurga Black – y dejó caer sus piernas, como si no hubiera
esperado que fueran tan largas como lo eran. Su tobillo se topó contra el de Remus, y Remus
levantó la mirada, repentinamente, sentándose derecho y dejando sus propias piernas desgarbadas
bajo su asiento. Sirius le regaló una mirada rara, luego una mueca sonriendo lo que causó un tirón
fuerte detrás del ombligo de Remus.

Oh dios, pensó, ¡no no no!

—Casi esperaba que no estuvieras aquí, —dijo James, aliviado.

—No podían tener al heredero Black desaparecido el primer día de la escuela, —Sirius puso sus
oscuros ojos azules en blanco, arqueando una ceja astuta, —No pueden tener a todo el mundo
mágico sabiendo que hay contienda en mi noble familia.

—¿Cómo estás? —preguntó James, seriamente, —¿Acaso ellos…cómo estás?

—Bien, —Sirius asintió, un poco rígido, —No quiero hablar de eso ahora. ¿Podemos fingir que es
un primer día normal?

—Seh, está bien amigo, —James asintió, poco convencido. —Peter justo nos estaba contando
sobre California,

—No logramos encontrar a Phil, —dijo Peter, —Sus compañeros de casa dijeron que se había
mudado, en todas partes donde buscamos. Mamá estaba…bueno ella estaba muy molesta, fue una
mierda.

Remus sintió una puñalada de culpa. Había sido hace mucho ahora, pero una vez le había dicho a
Philomena que podía escapar si quería – ‘nadie dice que tienes que usar magia’. Después de su
propio, simplemente feliz, verano sin magia, Remus estaba empezando a envidiar a la hermana de
Peter.

El tren había dejado la estación, y los edificios grises de Londres pasaban silbando, abriéndole paso
prontamente a los exquisitos campos verdes de los condados.

—¿Cómo estuvo tu verano, Moony? —preguntó James, repentinamente, y Remus se dio cuenta
que Peter había dejado de hablar hace un rato.

—Seh, bien, —Remus había practicado esto en su cabeza por el camino hacia Kings Cross. Pero no
había contado con Sirius luciendo tan…era difícil estar concentrado. —Lo de siempre. Nada
emocionante. Em. Fútbol, tarea. Eh…seh, bien. No genial. Pero…Bueno, bien, nada mal. Bien.

Afortunadamente, la puerta de su compartimiento se deslizó, poniéndole un alto a su parloteo. Lily


Evans estaba de pie en la entrada, sonriendo con deleite, su cabello un haz de fuego.

—¡Evans! —James exclamó, emocionado, —¡Me encontraste!

—Como si fuera difícil, Potter, —Lily puso sus ojos en blanco, —Ustedes chicos siempre están en
el mismo compartimiento. De todas formas, no estoy aquí por ti, ¡Estoy aquí por ti! —apuntó a
Remus, aún sonriendo.

—¿¡Mí!? —Remus frunció el ceño, confundido por un momento, luego se dio cuenta. Suspiró,
pesadamente, queriendo sumergirse en su asiento y desaparecer. Los otros tres merodeadores y
Lily lo estaban observando con variadas expresiones, todas expectantes.

—¿Lo tienes, cierto? —dijo Lily, impaciente, —Vamos, tenemos que ir a la reunión en el—

—¡Merlín! —Sirius repentinamente exclamó, golpeando su frente cómicamente. —¿¡Como lo


olvidamos!? Moony, eres un…

—¡Un prefecto! —exclamó James. Remus dejó caer su cabeza.

—Seh…

—¿¡Y no nos dijiste inmediatamente para poder joderte como se debe!? —el rostro de Sirius se
había iluminado, parte de su ser revoltoso-de-once-años saliendo a la luz.

—Solo estás celoso, —dijo Lily altivamente, —Vamos Remus, ¿dónde está tu insignia?

—¡La insignia! —Sirius estalló en risas, —¡Olvidé la insignia! ¡Oh por favor, Moony, muéstranos
la insignia!

Los hombros de Peter y James se estaban sacudiendo también, y Remus movió su cabeza, tratando
de mostrar desaprobación.

—Está en mi maletero.

—¡Bueno póntela! —dijo Lily, —Vamos, tenemos nuestro propio carruaje y todo.

—Hey Evans, soy capitán de quidditch, sabes,

—Sí, Marlene me dijo. —Dijo Lily, sin siquiera mirar en dirección a James, —¡Vamos Remus!

—Ugh, ok. Pero la insignia está al fondo de mi maletero, la ocuparé mañana. —Dijo Remus,
poniéndose de pie.
—Oh, no, podemos buscarla, ¿si quieres?

—No, estoy bien. —Remus se encogió de hombros, sin mirarla.

—Oh, vamos, —bromeó Sirius, poniéndose de pie y alcanzando el maletero de Remus, —


Queremos verte en tu linda, brillante insignia…

—¡No! —escupió Remus, fulminando a Sirius – gracias a dios que todavía era fácil estar irritado
con él – arqueó sus cejas, para que Lily no pudiera ver, y dijo muy intencionalmente, —La plata no
es mi color.

Los ojos de Sirius se ampliaron inmediatamente cuando se dio cuenta. Remus arqueó sus cejas y
siguió a Lily afuera. Observó de vuelta a través de la puerta de vidrio justo a tiempo para ver a
James rápidamente quitándose su propio pin.

***

Se un prefecto era tan malo como Remus había esperado. La carta había llegado como una
sorpresa para él como para todo el mundo – el pin cayó de su lista de lectura usual de Hogwarts a
su regazo una mañana de verano. Siseó con dolor mientras la plata quemaba sus dedos, y lo dejó
caer al piso. Grant lo tomó,

—¿¡Que mierda es esto!?

—Soy un prefecto. —Dijo Remus, sin creerlo él mismo.

—Un… ¿¡un qué!? Jesús, a veces pienso que te he inventado.

—No sabes ni la mitad, —gruñó Remus, —Mis amigos nunca me van a dejar vivir con esto…

—¡Ja! ¡Bien! —Grant sacó su lengua rosada.

Remus solo sacudió la cabeza de nuevo, y resolvió en escribirle una carta a Dumbledore sobre esto,
demandando que a alguien más se le diera el trabajo. James sería bueno. Incluso Peter sería mejor
que Remus. Dumbledore no había respondido. Intentó con McGonagall, quien sí respondió,
simplemente diciendo que la decisión era final. Remus decidió intentar una vez más una vez que el
término hubiera empezado.

En el tren, Lily y Remus tuvieron que asistir una extremadamente aburrida reunión con todos los
otros prefectos, conducida por los interminablemente aburridos Delegado y Delegada1 . Después de
eso, esperaban que ‘patrullaran’ los corredores, detener a cualquiera que se estuviera divirtiendo.
Desafortunadamente Lily tomó esta tarea muy seriamente, y Remus tuvo la sensación de que iba a
ser un año muy largo. Aun así, era mucho más preferible que estar sentado en un espacio
confinado con Sirius – tendría que hacer su mayor esfuerzo para tomar distancia por un tiempo,
hasta que aclarara su última revelación.

El banquete estuvo ok. Se sintió menos alegre que los años previos – Remus no sabía si era su
propia confusión, o la patrulla o la guerra. Habían menos estudiantes que de costumbre; solo un
puñado de estudiantes de primer año. Nadie lo mencionó.

Después de cenar, Lily hizo a Remus patrullar de nuevo, y de hecho no le importó. Esperó que si se
podía mantener alejado lo suficiente los otros estarían en cama; luego no tendría que verlos hasta
las lecciones la mañana siguiente – si James y Sirius se iban temprano para una temprana práctica
de quidditch.
—Aún no estás usando tu pin, —dijo Lily, mientras caminaban a lo largo del pasillo del cuarto
piso.

—Seh, lo siento, —Remus bostezó, —Lo encontraré mañana, lo prometo.

—Entonces, ¿Cómo estuvo el verano?

—Seh, ¡genial! —Remus sonrió más de lo que quería. Lily le sonrió de vuelta, luciendo
genuinamente complacida.

—¡Oh, eso es maravilloso! ¿Qué hiciste?

—Um…oh nada. Mucha tarea.

—Rarito. —Lily lo empujó con el codo, riendo, —Incluso a mí no me gusta tanto la tarea.

***

Estaba en lo cierto, cuando llegó a la sala común, todos se habían ido a la cama, y el dormitorio de
los merodeadores estaba oscuro y en silencio. Caminó lentamente dentro del baño, lavó sus dientes
y se puso su pijama, luego se arrastró hasta su cama, cerrando sus cortinas fuertemente. Se sintió
como si solo se hubiera relajado apropiadamente, cuando escuchó a Sirius salir de su cama.
Conocía los pasos de cada uno de sus compañeros de dormitorio ahora. Le solía gustar saberlo –
ahora se sintió como un tipo peculiar de tortura, mientras Sirius se acercaba, y siseaba;

—¿Moony? Psst… ¡oye, incluso yo no me quedo dormido tan rápido!

Remus gruñó, trepando hasta el borde de la cama y abrió las cortinas.

—¿¿Qué??

—Oh vamos, ¿por qué nos estás evadiendo? ¿Es la cosa de prefecto? ¡Sabes que solo te estábamos
molestando, anímate! Mira, tengo algo para ti. —Abrió su mano. En la oscuridad, Remus se
inclinó y vio su pin de prefecto rojo y plateado. Frunció el ceño,

—¿Es una broma?

—¡No, tómalo! Confía en mí, Remus. —Sirius lo miró a los ojos, y la mente de Remus se puso
completamente en blanco. Aceptó el pin, esperó, y sintió…nada. Pestañeó, y miró abajo,

—¿¡Qué!?

—Lo transformé, —Sirius sonrió, emocionado. Sus ojos resplandecían en la oscuridad. —Ahora es
de hojalata. Hice lo mismo con el de James. Creo que puedo hacer que Mary saque el de Evans
también, y lo haré con eso. Estarás pasando mucho tiempo con ella, entonces sería mejor…

—Gracias…

—No seas tonto, —Sirius sacudió su cabeza, aun sonriendo, sus ojos suaves. —Lo que sea por
nuestro Moony. Buenas noches. —Se dio la vuelta y trepó de vuelta a su propia cama.

Remus se dejó caer en sus almohadas, exhalando pesadamente, aun agarrando el pin tan fuerte que
dañaba su palma. Estiró las sábanas sobre su cabeza, y rogó que su corazón dejara de latir. Oh dios,
pensó lúgubremente. Me gusta Sirius Black.

Notas de traducción
1.- En wiki me apareció que habían dos traducciones; Delegado y Premio Anual.

Chapter End Notes

La canción al inicio es ‘Black Dog’, de Led Zeppelin.


Quinto Año: Dolor
Chapter Summary

ADVERTENCIA: Temas oscuros, abuso doméstico.

Chapter Notes

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Remus durmió demás la siguiente mañana, y se hubiera perdido el desayuno si Peter no hubiera
gritado su nombre alrededor de cien veces antes de irse él mismo. Mientras la puerta se estampaba,
Remus dio vueltas en su espalda y observó la grieta de luz a través de las cortinas. Había dormido
muy mal, y se había resignado a dormir mal cada noche hasta que se quitara esta ridícula cosa de
Sirius fuera de su sistema.

La primera cosa que hizo fue dejar de pensar al respecto, se dijo, severamente, saltando fuera de la
cama y dirigiéndose directo a la ducha. Fría como pudiera soportarla. James y Sirius debieron
haberse ido temprano a quidditch. Un recuerdo de Sirius en sus túnicas escarlata surgió; cabello
hacia atrás, cara brillando, ese energético, competitivo brillo en sus ojos. Remus gruñó, y giró el
pomo de la ducha desde tibio hasta congelado.

Se forzó a pensar sobre otra cosa – Encantamientos, o Aritmancia, o Historia…sí, descubrió que
listar los nombres de los generales involucrados en cada lado de la Gran Revuelta de los Goblin en
1642 parecía calmarlo un poco. Le daba algo en que concentrarse de todas formas. No podías tener
pensamientos lujuriosos con nombres como ‘Krebshunk’ y ‘Frip the Disembowler’ pasando por tu
cabeza.

Se vistió y se bajó para desayunar. Su primera lección era Transformación, nunca podías librarte
llegando tarde para McGonagall. En el Gran Salón, Peter estaba sentado en la mesa de Ravenclaw
con Desdemona, y estaban teniendo un real reencuentro después de un verano muy largo
separados. Remus suspiró un poco, internamente, recordando como eso se sentía. Era aún peor
observar a otras parejas besuqueándose cuando sabías lo que te estabas perdiendo.

Sirius y James estaban en la mesa de Gryffindor, ambos vestidos en sus uniformes de la escuela,
pero decididamente desordenados por la práctica. Su lenguaje corporal era muy fuera de personaje;
Sirius estaba volteado de James, nariz en el aire, James lucía furtivo y herido – si Remus no los
hubiera conocido mejor, hubiera pensado que estaban en medio de una discusión.

Mientras se sentaba opuesto a sus dos amigos, descubrió que su primera impresión había sido
correcta. Estaban sentados en un silencio estoico, y era claro que Sirius estaba siendo muy
obstinado sobre algo.

—Buenos días. —Dijo Remus, tentativamente, alcanzando un poco de tostadas y mermelada.

—Buenos días, su prefec-ción, —respondió Sirius, con una media sonrisa. Estaba derramando
cucharada tras cucharada de azúcar rubia en su avena.

—Hola Moony, —dijo James, levantando la mirada brevemente antes de volverla hacia Sirius. Se
veía cansado, estresado. No le quedaba. —Sirius. —Dijo, muy seriamente.
Sirius lo ignoró. —Sirius. —Repitió James, más fuerte.

—Ahora no, Potter. Estoy ocupado.

—Estás jugando con tu desayuno. —James arrugó su nariz, —Y por favor no te comas eso, me
duelen los dientes de solo mirarlo.

Remus pensó que se veía bueno, de hecho. Le gustaban las cosas muy dulces, especialmente
cuando tenía mal ánimo. Se guardó su opinión para sí mismo. Mejor no involucrarse donde James
y Sirius concernía.

Sirius terminó de derramar la última cucharada de azúcar, revolvió vigorosamente, hasta que la
mezcla se tornó de la textura y el color de la arena. Tomó una cucharada entera, luego – haciendo
contacto visual con James en todo momento – la metió en su boca y la engulló. Remus podía oír los
granos de azúcar crujir entre sus dientes. James sacudió su cabeza.

—No tienes que ser así, no soy Regulus. —Dijo, malhumorado.

Sirius le frunció el ceño, luego se puso de pie.

—Voy a la biblioteca. —Dijo, su boca aún estaba llena de avena dulce. —Nos vemos en
Transformación.

James suspiró pesadamente, observando a Sirius irse. Remus dio un leve suspiro de alivio, pero se
sintió inmediatamente culpable. Obviamente había algo mal con su amigo, y debería estar tan
preocupado como James.

—¿Qué pasa? —preguntó, esperando sonar calmado y preocupado.

—¿Lo ves cojear? —dijo James, aun observando a Sirius caminar fuera del salón. Remus lo miró.
Tenía la misma arrogancia de siempre, su cabello se agitaba y sus hombros hacia atrás – pero… sí,
Remus pensó que James tenía razón. Se veía un poco inestable en sus pies.

—¿Pasó algo en práctica? —Remus frunció el ceño.

—No. —James sacudió su cabeza, —Ha estado así desde ayer.

Remus pensó hacia atrás, escaneando sus recuerdos – Sirius había estado sentado la mayor parte
del tiempo que Remus lo había visto, e incluso entonces, Remus no lo había mirado exactamente
con gran detalle. De hecho, había estado tratando de hacer completamente lo opuesto. Su culpa
tomó una nueva dimensión.

—¿Crees que su mamá hizo algo? —preguntó, su estómago se revolvió.

—Sé que ella hizo algo. —Respondió James, ferozmente. Estaba mirando a la mesa de Slytherin
ahora. —Intentó de esconderlo en los camarines, pero lo encontré en las duchas y… Merlín,
Moony, si lo vieras…

—¿Qué?

James sacudió su cabeza, como si deseara poder quitarse la imagen.

—Lo masacró.

Un escalofrío corrió a través de Remus que era diez veces más efectivo que una ducha fría. De la
nada tenía once años de nuevo, y estaba de vuelta en los camarines de quidditch después de que él
y Sirius hubieran chocado con sus escobas. Sirius de once años susurró ‘tengo cicatrices…’ y
levantó la pierna de su pantalón para mostrar las largas, rectas marcas plateadas. En ese momento
Remus solo había pensado en lo diferente que eran de sus propias cicatrices – lo ordenadas y
uniformes, como si hubieran sido hechas con una cuchilla de afeitar. Más tarde, Sirius había
descrito las cicatrices como una técnica de disciplina, pero nunca lo habían vuelto a discutir.

—¿Está bien? —preguntó Remus, estremecido, ya no quería su tostada.

—Dice que lo está. —Respondió James, —Pero él no… no habla de eso, o dice nada. Ugh, no debí
haber hablado de Regulus así. Él es solo tan jodidamente terco.

—¿Qué podemos hacer? —Remus se preocupó, —No puede volver ahí, no está bien. ¿Tu familia
puede hacer algo?

—Lo intentaron, el verano pasado, —dijo James, tristemente, —Pero no hay esperanza. Si puedo
lograr que vaya con alguien; Dumbledore, o incluso Madam Pomfrey, si pudieran ver lo que hace
la vieja perra…tal vez lo podemos sacar.

—Aunque, no lo va hacer. —Remus suspiró. Sirius nunca mostraría debilidad así.

—¿Puedes intentar, Moony? —preguntó James, desesperado, —No me va a hablar a mí, pero a
veces tu puedes convencerlo.

—¿¡Yo!?

—Seh, ya sabes, creo que te escucha más a ti, a veces. Siempre quiere impresionarte.

Oh ¿por qué James tenía que decir una cosa así?

Fueron a Transformación, y encontraron que Sirius ya estaba ahí, estudiosamente ignorándolos.


Fue la misma historia por el resto del día, incluso al almuerzo, Sirius armó conversación con Mary
y Marlene antes de que James o Remus pudieran decir una palabra. Los mantenía entretenidos con
tontas imitaciones de Peter y Desdemona, para que estuvieran riendo histéricamente. James se
sentó ahí, con una mueca severa, su expresión no se alteró ni una vez.

No fueron capaces de atrapar a Sirius solo hasta mucho después de la cena. Peter estaba una vez
más evidentemente ausente, y Remus descubrió que él y Lily estaban fuera de la nómina para
patrullar esa tarde.

Atraparon a Sirius saliendo del baño, y James se puso de pie frente a la puerta, de modo que no
pudiera escapar a la sala común. Remus decidió acercarse de forma directa.

—Escuché que tuviste una mierda de verano. —Dijo, mirando a Sirius a los ojos. Era más fácil, si
estabas listo para esto. Sirius resopló,

—¿Qué ha estado diciendo James?

—Que estás herido, pero eres demasiado imbécil para admitirlo.

—No estoy herido. —Gruñó Sirius, disgustado. —Está sanando.

—¡Esta mañana estabas sangrando! —dijo James, enojado, claramente desesperado.

—¿¡Qué!? —dijo Remus, alarmado, —¡Dios, Sirius, tienes que ir con Madam Pomfrey!

—¿¡Y tener a toda la escuela sabiendo como a mi madre le gusta complacerse!? No gracias.
—Sí, porque Madam Pomfrey le dice a toda la escuela todo… —dijo Remus, arqueando una ceja
sarcástica. —Déjame ver.

—¡No! ¡Godric, tú eres peor que Potter!

—Vamos, te he mostrado las mías. —Remus lo miró a los ojos de nuevo y sostuvo la mirada.

Vio a Sirius calculando, pesando los beneficios, luego lentamente cediendo.

—No quiero que James vea. —Dijo, bajando la mirada, avergonzado.

Remus se giró y miró a James, quien cuyos hombros se desplomaron un poco con decepción. Aun
así, estoico como siempre, asintió y prontamente dejó la habitación. Remus se sintió muy
vulnerable ahora, estando solo con Sirius. Puso todos sus pensamientos egoístas de lado y trató de
concentrarse en ayudar a su amigo.

—Vamos entonces, —señaló a Sirius con la cabeza, —Déjame ver, de una víctima a otra. —Lo
quería decir un poco como una broma oscura, pero se dio cuenta que había dicho la cosa errónea.
Se maldijo internamente y resolvió quedarse callado a menos que tuviera algo útil que decir.

Sirius se sentó en la cama más cercana, que justo resultó ser la de Remus, y levantó la pierna de su
pantalón. Remus tuvo que aguantar un grito de horror. James había usado exactamente la palabra
correcta – masacrado. Estas marcas no eran pulcras y ordenadas, como las otras cicatrices habían
sido. Eran viciosas, cruzadas entre sí, variando en profundidad y severidad. Todas las partes
traseras de sus pantorrillas lucían como si alguien las hubiera rebanado con un bisturí de cirujano.

—¿Lacero? —preguntó Remus, tratando de mantener su cara en blanco. Sirius hizo una pequeña
mueca de dolor frente a la palabra pero asintió. —Perra. —Dijo Remus. Sirius rio.

—Siguen iguales hasta arriba. —Dijo.

—Mierda. —Remus suspiró. Retrocedió, luego fue hacia su mesita de noche para hurgar algo, —
Tengo algo que detendrá el dolor.

—No me--

—No mientas, —ordenó Remus, sacando su frasco de esencia de murtlap, —Conozco el dolor.

Sirius lo aceptó. Remus volvió y le extendió el frasco. Sirius lo miró, luego a Remus, expectante.

—Lo untas encima. —Dijo. Sacudió el frasco, impacientemente, —Vamos, no lo voy a hacer por
ti, no soy tu elfo doméstico.

Pensó que lo había estado haciendo bastante bien, pero todo se le derribaría si tuviera que tocar a
Sirius, incluso en un lugar tan inocente como sus pantorrillas. Sirius sonrió y tomó la esencia de
murtlap. Sacó una porción libremente con sus largos dedos, y la esparció en su pierna. Remus notó
por la mirada en su rostro que había funcionado enseguida; sus facciones se relajaron, parte de la
severidad dejó sus ojos. Realmente debió haber estado adolorido.

—¡Maldita sea, eres increíble, Moony! —dijo Sirius, animándose mientras continuaba aplicando la
esencia. Remus se sonrojó y encogió de hombros,

—Es solo magia, no es que yo la haya descubierto.

—Seh, pero aun así… —Sirius se puso de pie ahora, y empezó a desabrochar sus pantalones para
poder hacer el resto de los cortes. Remus prácticamente saltó hacia atrás, y se tambaleó hacia la
puerta, parloteando,

—Yo em… te daré un poco de privacidad… tengo de irme de todas formas… tarea… —su voz
estaba mucho más aguda de lo que quería.

Prácticamente corrió escaleras abajo y se topó directo con James.

—¿¡Está bien!?

—Seh, seh…le di algo para eso. Solo dale un minute, creo que bajará.

—Brillante, gracias Remus.

—No le hablé sobre ir con un profesor o alguien…

—Seh, pero está hablando con nosotros ahora, —James sonrió. —En serio, gracias, Moony, ¡eres
una leyenda! Vamos a recompensarte…se supone que no debo decir nada sobre eso aún, pero…
bueno, ¡te prometo que lo vamos a hacer!

Con eso, James le dio una palmada en el hombro, luego corrió escaleras arriba para ver a Sirius.
Remus se instaló en un sillón cercano, y decidió revalorar unas pocas cosas. Tenía que irse, en caso
de que volvieran a bajar. Dejó la sala común y fue a la biblioteca, donde pasó el resto de la tarde
estudiando minuciosamente la rebelión de los goblin. Eran los TIMOs este año, después de todo, y
no podía permitirle a su libido destruir todo por lo que había trabajado.

Era casi el toque de queda cuando se sintió listo para irse. Sus ojos picaban y su espalda dolía, y
estaba con mal ánimo – pero por lo menos ya no estaba pensando sobre Sirius. Bueno. No
realmente.

Dejó la biblioteca y caminó rápidamente por los corredores de la torre de Gryffindor. Estaba por lo
menos a medio camino cuando escuchó un tipo de ruido peculiar – como un lloriqueo – al final del
pasillo de Encantamientos. Suspirando para sí mismo, fue a investigar. Lily convertiría sus
intestinos en ligas si no lo hacía. Era lo que esperaba. Dos Slytherins habían acorralado a un
Ravenclaw de primer año, y lo estaban atormentando. Lo tenían aprisionado con una maldición –
Remus había estado en esa posición muchas veces.

—Expelliarmus, —exclamó, y las varitas de los dos Slytherins volaron a sus manos. Se voltearon,
uno de cabello oscuro, uno rubio. Barty Crouch y Regulus Black. —Oh, ustedes dos… —Remus
bostezó, inclinándose casualmente contra la pared.

El Ravenclaw se escabulló, chillando un rápido ‘¡gracias!’ a Remus.

—¡Loony Lupin! —Barty sonrió malicioso. Tenía una horrible sonrisa, como si nunca realmente
hubiera conocido la esperanza, o felicidad.

—Cuidado con tu lengua, Crouch, —Remus siseó, luego le disparó una maldición.

Enseguida, la lengua de Barty empezó a hincharse, tornándose morada al mismo tiempo. La


agarró, desesperado, pero era uno de los encantamientos engorgio de James, y no podía ser
detenido. —Será mejor que vayas a la enfermería, —Remus sonrió complacido. —Enviaré sus
varitas a su Cabeza de Casa, le haré saber que estaban fuera de los límites…

—¡Como te atreves! —Regulus hirvió, marchando hacia Remus. Era mucho más pequeño – casi de
la misma altura que Sirius, pero no lo detuvo de enfrentarse al estudiante de quinto año. El verano
había claramente tratado a Regulus pobremente también – estaba más pálido que nunca, sus ojos
oscuros y huecos. —¡Asquerosa escoria sangre sucia! Puede que seas un prefecto, pero todavía eres
solo un cobarde, mugriento---

—¿¡Yo, cobarde!? —Remus estaba furioso, dejó caer ambas varitas, en vez, usando sus manos
para aprisionar por el cuello a Regulus contra la pared.

La cabeza del chico menor chocó con la pared de ladrillo, y pestañeó, mostrando terror genuino en
su rostro. A Remus no le importaba; de hecho, era un prefecto. —Puede que sea mestizo, —siseó
Remus, de forma amenazadora, —¡Pero por lo menos no me quedo parado y miro a mi familia ser
cortada a pedazos!

Los ojos de Regulus se ampliaron, y una terrible, mirada de desesperación se apoderó de él.

—Le dije que dejara de presionarla ¡pero no me escuchó! —susurró, —No pude detenerla…

Con disgusto, Remus lo dejó ir. Barty aún se estaba ahogando, alejado pasillo abajo.

—Eres un cobarde, Regulus Black. —Dijo Remus, muy suavemente, —Que no se te olvide nunca.

Escupió a los pies de Regulus y se marchó.

Chapter End Notes

El recuerdo al que Remus hace referencia de su primer año está en el Capítulo 9:


Cicatrices.
Quinto Año: La sorpresa
Chapter Summary

ADVERTENCIAS:
-Fumar/casual mención de uso de drogas
-Sexualidad –Remus está tratando de procesar muchas cosas en este capítulo, la
mayoría son cosas relativamente inocentes relacionadas con la pubertad, pero hay
partes que son un poco más detalladas referentes a su sexualidad, y algunas personas
podrían encontrarlo incómodo. Para ayudar a evadir esto, he puesto dos oraciones en
negrita – ‘Sirius era suficiente con que lidiar’ y ‘habían sido unas tres semanas muy
difíciles.’ Deberían dejar de leer la primera oración y estar a ‘salvo’ para continuar
desde la segunda oración.

Chapter Notes

See the end of the chapter for notes

So inviting - so enticing to play the part

I could play the wild mutation

as a rock ‘n’ roll star

I could do with the money (y’know that I could...)

I'm so wiped out with things as they are (y’know that I should…)

I'd send my photograph to my honey

- and I'd come on like a regular superstar.

Sábado 20 de Septiembre, 1975

Por las siguientes tres semanas, Remus consiguió caer en una rutina un tanto más cómoda mientras
aprendía a navegar sus recién descubiertos sentimientos. Hace un tiempo podría simplemente haber
intentado de evadir a Sirius; retirarse y esconderse en la biblioteca, o en una de sus pequeñas
esquinas. Pero había aprendido que esto nunca funcionaba al final, especialmente cuando
compartían una habitación. Y en cualquier caso, era demasiado grande para la mayoría de sus
pequeños escondites ahora.

Entonces simplemente había intentado afrontarlos, e intentando, descubrió que podía. No es que
fuera fácil, exactamente – pero tenía tantas otras cosas de que preocuparse. En la cima de sus tareas
de prefecto, que ya tenían a Remus de arriba abajo por el castillo en patrullas y reuniones, era un
año importante para sus estudios.

Con los TIMOs acercándose, los profesores estaban llenándolos con más trabajo que nunca – y
había un notable cambio en los programas de estudio. En Transformación estaban aprendiendo
encubrimiento; en Encantamientos estaban practicando desarme; y en Defensa Contra las Artes
Oscuras parecía no haber nada más que entrenamiento tras entrenamiento de hechizos de ataque y
defensa. Estaban entrenando para la guerra, y todos lo sabían.
Cuidado de Criaturas Mágicas era un asunto sombrío. El Profesor Kettleburn era gruñón, viejo
gritón sin la mitad de sus extremidades y un parche en el ojo. No trajo nada para mostrarles, o les
contó historias de sus encuentros con criaturas mágicas – prefería contar como había conseguido
sus varias lesiones, y siempre eran horribles.

Remus intentó verlo por el lado positivo – por lo menos sin Ferox ahí había una distracción menos.
No había forma que fuera a tener un flechazo con el bravo viejo Kettleburn. Sirius era suficiente
con que lidiar.

Aunque había conseguido simplemente sonreír a través de sus sentimientos la mayoría del tiempo,
parecían resurgir en los momentos más inapropiados. Estaría leyendo un libro, y ahí estaba. O
completamente solo en la biblioteca, y un recuerdo aparecería, revolviendo sus intestinos. A
menudo lo dejaba estremecido, muy acalorado, y confundido. Si así era como se habían estado
sintiendo James y Mary y Marlene y Peter y todos los que estaban involucrados en el estúpido
asunto de los besuqueos por los últimos dos años, entonces Remus simplemente no sabía cómo
alguno de ellos logró hacer algo. Parecía que su mente y su cuerpo estaban constantemente en
guerra.

Él no era estúpido; sabía que era algo como una flor tardía donde este tipo de cosas concernía. El
verano después de haber cumplido trece, Matrona lo había llamado a su oficina y le había
preguntado en los términos más vagos posibles cuanto sabía sobre ‘relaciones maritales’. No
estaba seguro de cuando se suponía que debía saber, y no quería lucir estúpido, entonces solo dijo
que sabía ‘todo’. Ella asintió y le dijo que le preguntara a un hombre miembro del personal si tenía
alguna duda. Por supuesto, nunca lo hizo. También una vez habían tenido una charla de un vicario
local sobre la santidad del matrimonio y la pecadora naturaleza de ‘actos en base a instintos’ – pero
Remus había estado tan mortificado que había bloqueado la gran mayoría.

‘Base a instintos’. No era algo de lo que se suponía que tenías que hablar de forma seria – por lo
menos no con otros chicos, sabía eso. Las bromas estaban ok; por lo menos estabas en un territorio
a salvo si solo bromeabas con los otros. Pero definitivamente no podías hacer preguntas.

Los otros merodeadores estaban por delante de él; algunas noches cercanas a la luna llena había
capturado la esencia de su lujuria, había escuchado sus tranquilos dolorosos momentos de
frustración y vergüenza mientras se revolvían bajo las sábanas en la oscuridad. Solo le
avergonzaba. Por supuesto, Remus lo hacía, por supuesto que había… pero eso solo se sentía como
mantenimiento, sin otro significado asignado más que lavarse los dientes.

Aunque desde el verano pasado, las cosas en ese departamento habían cambiado. Se volvió más
urgente. Como si besuquear a Grant lo hubiera activado en algún sentido; liberado un gran fluido
de…sentimientos. Remus raramente pensaba sobre otra cosa, estaba constantemente tenso. Por
primera vez, estaba agradecido por las ondulantes túnicas negras que eran requeridas usar en
Hogwarts, pero incluso entonces se encontraba teniendo que estar sentado más tiempo que todos
los demás a veces, tratando de tener pensamientos neutrales. Una vez tuvo que cubrir su regazo con
un libro particularmente pesado, simplemente porque McGonagall dijo ‘trabajo con la varita’
muchas veces.

Se sintió cambiado por dentro; estaba presente en cada momento – ya sea que estuviera solo o
acompañado. Y Sirius. ¿Por qué tenía que ser Sirius?

Ok, él sabía por qué. Era la forma en que su delgada camisa blanca de la escuela colgaba en su
espalda, la forma que su cabello caía en sus ojos de forma que tuviera que acomodarlo hacia atrás,
aunque nunca, jamás lo dejaba detrás de sus orejas. Sus manos. Sus jodidos ojos…
Habían sido unas tres semanas muy difíciles.

Remus estaba agradecido de que la primera luna llena del término hubiera caído un fin de semana,
Significaba que podría dormir y holgazanear pacíficamente esperando la caída de la noche, en vez
de estar sentado por horas de lecciones, con sus huesos adoloridos en duros asientos de madera. El
sábado también era el día de práctica de quidditch (de hecho, desde que James se había convertido
en capitán, las prácticas de quidditch eran casi todos los días), dejando a Remus completamente,
felizmente tranquilo.

Había dormido la mayor parte de la mañana, luego había deambulado escaleras abajo para
almorzar, antes de volver a la tranquilidad de una habitación vacía. Leyó su libro por un rato, pero
sintiendo dolor de cabeza e inquietud rápidamente se rindió. Deseó que la luna se apurara y viniera,
entonces podría acabar con el tema. Esperar era la peor parte. Cerró sus ojos, estirándose, luego
decidió que estaba enfermo de estar acostado. Trepó fuera de su cama, y fue a sentarse en el
alféizar de la ventana con una cajetilla de cigarrillos. La última que tenía del verano, se la había
dado Grant como un regalo de despedida.

Grant. Si Grant estuviera aquí, en Hogwarts, ¿Remus sentiría lo mismo por Sirius? Probablemente,
suspiró para sí mismo. Y Grant era tan astuto en ese tipo de cosas que se daría cuenta enseguida.
Tal vez le daría algún consejo. Si solo pudiera llamarlo, o incluso escribirle una carta – pero solo
tenía permitido enviarle lechuzas a Matrona, ¿¡y qué pasaba si ella la leía!? Remus deseó que
tuvieran los espejos compactos que James y Sirius tenían. Aunque no tenía idea de cómo demonios
le explicaría eso a Grant.

Terminó su primer cigarro y empezó otro. Era apaciguador. La hierba era mejor; había fumado un
poco después de su última luna llena, pero no había visto a nadie en Hogwarts fumándola. Aunque
ya no estaba relacionado en los negocios de las drogas, como no estaba abasteciendo. Las
distracciones del verano pasado le habían costado en más de una forma.

La tarde estaba avanzando, y el estómago de Remus empezó a rugir. Intentaba comer liviano en las
lunas llenas, anticipando el dolor que a veces lo hacía vomitar. Los días siguientes, tendría un
hambre voraz, y podría fácilmente manejar tres o cuatro platos por comida. Estaba a punto de
levantarse y bajar, cuando la puerta se abrió.

Peter, James y Sirius entraron, con miradas curiosas en sus rostros. James lucía muy serio y
bastante cauteloso, como si tuviera que dar algunas nuevas noticias y no estaba seguro de como
Remus las tomaría. Aunque Remus sabía que no podían ser malas noticias, porque Sirius estaba
sonriendo de oreja a oreja, mostrando cada uno de sus perfectos, dientes blancos perlados. Peter
estaba jugando con sus manos, como de costumbre, pero él también tenía una pequeña, sonrisa
maliciosa – la mirada que tenía cuando estaban en medio de una broma particularmente intrincada.

—Oh dios, —dijo Remus, antes de que James pudiera hablar, —¿Ahora qué? ¿Por qué no están en
quidditch?

—¡No hay quidditch hoy día! —dijo Sirius, aun sonriendo como un maniaco. La energía viniendo
de él era eléctrica, acalorada – estaba claramente emocionado sobre algo.

—¿Entonces, dónde han estado? —preguntó Remus, decidiendo mirar a James, en vez,
manteniendo el nivel de su voz.

—¡Hemos estado practicando algo más! —estalló Peter, mordiendo su labio inferior.

Remus se inclinó de vuelta en el alféizar de la ventana y miró de nuevo a James, arqueando una
ceja interrogativa. James tragó saliva, su manzana de adán se balanceó, luego aclaró su garganta,
—Moony, —dijo, —Puede que recuerdes que tuvimos una idea, en tercer año…

—Tienes ideas todo el tiempo, Potter, sé específico, —dijo Remus irritado, encendiendo su tercer
cigarrillo. Sus hombros y su cuello dolían. No tenía ánimo para juegos en una luna llena, debían
saber esto ahora.

—Lo… para ayudarte con… sé que dijiste que no debíamos, em… —James pasó su mano por su
cabello, —Pero ya habíamos llegado tan lejos, y… em… mira, lo siento, lo sentimos… pero…

—¡Escúpelo! —Remus suspiró, exhalando humo. James se veía en pánico. Miró a Sirius, luego
miró a sus pies y murmuró,

—Nosconvertimosenanimagos…

—¿¡Qué!?

—¡Oh por el amor de Merlín! —dijo Sirius, dando un paso adelante, —¡Mira, Remus!

Y dicho esto, Sirius prontamente se transformó en un gran perro negro, y Remus se cayó del borde
de la ventana en shock.

Chapter End Notes

La canción al inicio es ‘Star’ de David Bowie, de 'The Rise and Fall of Ziggy Stardust
and the Spiders From Mars'.
Los chicos convirtiendose en animagos fue discutido por primera vez en el capítulo
‘Tercer Año: Philomena Pettigrew’.
Quinto Año: Moony & Co.

El perro – Sirius el perro – ladró dos veces y movió su cola de forma juguetona mientras Remus se
levantaba del suelo. Miró a James y Peter, quienes estaban sonriendo tímidamente. Miró al perro
nuevamente, y este se transformó de vuelta a Sirius, de pie frente a él con la misma mueca loca.

—Lo hicieron. —Dijo Remus, sin tono alguno en su voz, —No puedo creer que lo hicieron. —Se
sentó de nuevo, sintiéndose un poco mareado.

—¿Estás enojado con nosotros? —preguntó James, sus ojos grandes y expectantes.

—¿Todos pueden hacerlo?

Peter y James se miraron, luego asintieron. Remus inspiró, su pecho estaba apretado. —Háganlo
entonces, —susurró, —Enséñenme.

Enseguida, James y Peter se transformaron en un enorme ciervo real, y una gorda rata café. La
cornamenta de James rozaba el bajo techo de la habitación, entonces tuvo que agachar levemente
su cabeza. Sirius rio.

—No podíamos elegir en que nos íbamos a transformar, —explicó. —De lo contrario Peter
probablemente hubiera elegido algo más…

—¡Oye! —dijo Peter, transformándose de vuelta, —Las ratas son unas criaturas altamente
inteligentes, lo investigué.

—Qué pena que tu no. —Respondió Sirius.

—No todo el mundo quiere ser un gran perro callejero baboso, —James también se transformó de
vuelta, y golpeó a Sirius en el hombro.

—Está bien, Bambi, cálmate, —Sirius sonrió burlón, desordenando el cabello de Peter, —Solo
estamos bromeando, ¿no es cierto, amigo?

Peter sonrió de vuelta. Lucía bastante feliz. Todos ellos. Remus aún estaba estupefacto. Los
observó como si fueran extraños. ¿Realmente habían hecho esto – uno de los tipos más difíciles de
magia, que requería capacidad, concentración y – sobre todo – paciencia, solo por él?

—¿Remus? —preguntó James, mirándolo serio de nuevo, —¿Estás enojado cierto?

—Yo… —Remus frunció el ceño, luego sacudió su cabeza, —No, no, no enojado… yo solo… —
frotó su nuca, cerrando sus ojos, —Sabía que lo harían de todas formas, sabía que lo intentarían por
lo menos. Ustedes nunca me escuchan.

—Lo sentimos. —Dijo James, desamparado. Incluso Sirius había dejado de alardear.

—¡No, no lo sientan! —dijo Remus, rápidamente, abriendo sus ojos, —Lo que han hecho es
increíble… ustedes chicos son increíbles. Yo solo… no sé qué decir.

Se maldijo por no ser capaz de agradecerles de forma apropiada – por sentir todo tan intensamente,
pero siendo incapaz de expresar nada de eso en palabras. ¿Cuál era el punto de toda la lectura si no
te daba las palabras cuando las necesitabas?

Levantó la vista de nuevo para encontrarse a Sirius mirándolo – su sonrisa era más tranquila ahora,
y la luz de entendimiento brilló en sus ojos. El corazón de Remus dio un salto.

—Gracias. —Dijo suavemente, solo para Sirius.

—¡Lo que sea por nuestro Moony! —Sirius sonrió de nuevo, y de la nada todo volvió a la
normalidad, y el dormitorio solo era su dormitorio, y estas increíbles personas eran solo sus
amigos. —Vamos, —dijo Sirius, animadamente, dirigiéndose a todos, —Bajemos a cenar.
¡Tenemos una larga noche por delante!

—¿¡Esta noche!? —dijo Remus, sorprendido, —¿¡Quieren intentarlo esta noche!?

Por supuesto, pensó, esta es la razón por la que eligieron el último momento para revelarse.

—No hay tiempo como el ahora, —James sonrió.

—¿No puedes querer pasar otra noche solo en esa horrible cabaña cuando no tienes que hacerlo,
Remus? —dijo Peter, fervorosamente.

Remus pensó sobre esto mientras seguía a los otros bajo las variadas escaleras y corredores al Gran
Salón. No le gustaba estar solo, justo antes de la luna o justo después. Asumió que al lobo no le
gustaba estar solo tampoco, juzgando por el dolor que le causaba. Pero él siempre lo había tenido
que hacerlo solo. Nunca antes había sido una pregunta.

No habló para nada en la cena, jugando con su plato con indiferencia. Sirius lo empujaba de vez en
cuando, y Remus le daba una sonrisa, pero volvía a jugar con sus patatas asadas.

—Remus, no estás comiendo, —dijo Marlene, preocupada, —Eso realmente no es típico tuyo.

—Mm, —respondió, dejando su tenedor a un lado, —No me siento bien. Creo que iré a la
enfermería.

—Oh no, ¿de nuevo? —Marlene ladeó su cabeza en simpatía, —Pobrecito.

Remus se encogió de hombros y se levantó para irse. Los merodeadores se pusieron de pie también
y lo siguieron.

—¿Cómo van a hacerlo? —preguntó, mientras caminaba, sin atreverse a mirar a ninguno.

—Pete es pequeño, puede meternos, —dijo James ansioso, —Luego usaremos la capa – es mucho
más fácil caer debajo ahora que podemos cambiar.

—Ok, —Remus asintió, reconsiderándolo, —Ok, si pueden escabullirse detrás de Pomfrey… ella
pone un encantamiento de cerradura en la puerta, de lo contrario.

—Genial, —Peter asintió, entusiasmado, —¡Lo haremos, Remus, lo haremos!

Afuera de la enfermería se volteó y los miró. En momentos como este, ayudaba ser más alto.

—Saben que puede que los mate a todos.

Lo miraron de vuelta sin vacilar. Sirius enderezó su espalda,

—No lo harás.

Remus suspiró.
—Ok. Los veo en una hora más o menos, entonces. —Y con eso entró a la enfermería, sin mirar
atrás. Su corazón estaba martilleando en su pecho – en parte emocionado, en parte aterrado.

Era peligroso; era tan, tan peligroso que su cabeza dolía. Pero les había dicho ‘no’ antes, y este era
el resultado. Solo podía esperar que fueran lo suficientemente rápidos e inteligentes para escapar,
si las cosas iban mal. Y si no podían escapar… esperó que por lo menos uno de ellos fuera lo
suficientemente valiente para hacer lo que era necesario para asegurar la supervivencia de los tres,
incluso si eso significaba que él no sobreviviría.

***

—¿Estarás bien, querido? —preguntó Madam Pomfrey, estudiándolo con ojos preocupados. —Sé
que la primera noche es mala…

—Está bien, en serio. —Dijo Remus, sentándose en su pequeño catre, como de costumbre. —No se
preocupe por mí, la veré en la mañana.

—Al primer rayo de sol, —prometió la medi-bruja. Le dio un rápido beso en la frente antes de salir
de la habitación. Remus inhaló profundamente y miró a su alrededor.

—¿Están ahí? —suspiró dentro de la habitación vacía.

James apareció repentinamente, quitándose la capa. Sirius y Peter lo siguieron rápidamente,


transformándose de vuelta de sus formas de animagos.

—Creo que nunca me acostumbraré a eso, —Remus pestañeó. Mordió su labio nervioso e intentó
sonreír, señalando la sucia habitación, —Bienvenidos a la Casa de los Gritos…

—Moony, —dijo James, luciendo profundamente preocupado mientras examinaba sus alrededores,
—Es horrible.

—Está bien. Es mejor que una jaula.

—Es una jaula, —dijo Sirius, sonando furioso.

—¿Cuándo pasará? —preguntó Peter, repentinamente, de pie detrás de los otros dos.

Remus rodó sus hombros cuidadosamente para ver cómo estaba el dolor.

—Falta poco, —dijo simplemente, —Quince minutos, tal vez.

Estuvieron en silencio un momento. Cuando Remus pudo sentir que su sangre empezaba a hervir, y
el hormigueo indicador en sus músculos, repentinamente entró en pánico, —Nadie lo ha visto pasar
antes. —Dijo, mirándolos impotente, —No creo…es muy, muy feo.

—Está bien, Remus, —dijo James suavemente, —Sabemos qué esperar.

—Puede que grite…voy a gritar.

—Está bien. —Prometió Sirius.

—¿Tienen sus varitas?

—Sep, —todos las sacaron para mostrarle.

—Bien, —asintió, mirando a las tarimas Su espada dolía, podía sentir cada vertebra empujar contra
la piel. —Si ataco…si no pueden controlarme… van a tener que… —vaciló. Estaba empezando. —
Cambien, —gritó, acurrucándose en la cama, mirando hacia la pared, —¡rápido!

Las terminaciones de sus nervios estaban en llamas, y la transformación empezó. Duele, su mente
parloteó, como un niño lloriqueando, duele duele duele… empezó a perder su mente en la agonía,
consciente de que alguien estaba gritando, hasta que ya no era Remus, y el grito era un largo,
oscuro aullido de angustia.

Finalmente se giró, su cuerpo era nuevo y fuerte y poderoso… olfateó. Conocía este lugar, su
prisión. Quería ser libre, quería salir y correr y cazar y matar… estaba tan hambriento, tan inquieto.
Estaba a punto de aullar de nuevo, correr hacia las ventanas o arañar la puerta. Olfateó el aire. No
estaba solo.

El lobo volteó sus ojos hacia los tres animales encerrados con él. Gruñó, saltó de la cama. Apretó
la mandíbula, y se puso de pie, levantando su cola para mostrar dominio. El negro gruñó también,
oliendo al lobo. Dio un paso hacia adelante y el lobo gruñó, aún inseguro. El negro se acostó a los
pies del lobo. Dio vueltas y mostró su barriga. Amigo. El lobo, sabiendo que era el líder ahora, dejó
de gruñir. Reconoció su olor; sabía que ellos no le harían daño.

Esta era su manada – y ya no estaba solo.

***

Remus despertó ahogándose y farfullando mientras volvía a su propio cuerpo. Estaba oscuro y
sucio, como siempre, y sus huesos todavía estaban adoloridos y cansados, y su cabeza aún
palpitaba. Pero no había sangre; por lo menos no podía olerla – no podía saborearla – y el dolor
estaba pasando rápido, como agua bajo un drenaje.

—¿Moony? —la voz de Sirius irrumpió, familiar y consoladora. —Ten,

Remus se sintió caliente con vergüenza mientras Sirius le entregaba una manta para cubrirse.

—Gracias, —graznó, envolviéndola a su alrededor. Entrecerró los ojos mientras su visión se


desenfocaba, las formas de sus tres amigos nadando lentamente dentro de su vista, —¿Todos bien?

—Bien, —Sirius sonrió, —¡Mejor que bien! ¡Funcionó, Moony!

—Aquí, vamos, —James se acercó y ayudó a Remus a levantarse, luego lo apoyó de vuelta a la
pequeña cama. Remus aún se sentía débil, como siempre, pero eso era todo. Sin cortes, sin
arañazos – no se había herido para nada.

Enrolló su manta más apretada alrededor de su cuerpo y miró a sus tres mejores amigos – la gente
que más quería en el mundo. Sus ojos se llenaron con lágrimas y miró hacia abajo, rápidamente,
avergonzado.

—¿Estás bien? —preguntó Sirius, sonando preocupado, —¿Aún duele?

—No, —Remus sacudió su cabeza sonriendo, —Solo estoy siendo tonto. —Se enjugó los ojos y
los miró de nuevo. James lucía impecable y orgulloso como siempre, sus lentes ligeramente
torcidos, anillos oscuros bajo sus ojos, pero, sin embargo, sonriendo. Peter estaba rosado,
sonrojado con emoción, y Sirius era completamente perfecto, brillando como si recién le hubieran
entregado la copa de quidditch. Remus se sintió frágil y patético, todo flacucho y desnudo en la
cama junto a esos héroes. —¿Fue malo? —preguntó nervioso, —¿La transformación?

—Fue bastante horrible. —Dijo James, honestamente. Los otros asintieron.


—Eres tan valiente, Remus. —Dijo Peter.

—Pero después, —dijo Sirius, ansioso por recordar, —Después fue increíble – no estabas seguro al
principio, pero después yo--

—Te sometiste. —Dijo Remus, —Lo recuerdo.

—¿Creí que no podías recordar nada de lo que pasaba? —preguntó James, inclinando su cabeza.

—No puedo, usualmente, —Remus frunció el ceño, —Pero anoche fue diferente… lo recuerdo
todo. No era yo, exactamente, pero tampoco no era yo. ¿Eso tiene sentido?

—No, —Sirius rio. Remus rio también. —Ustedes mejor métanse bajo la capa. Madam Pomfrey
viene en camino. ¿Podría, eh…alguien pasarme mi ropa?

Sirius fue el último en esconderse bajo la capa, estaba vivo con emoción, y seguía transformándose
de ida y vuelta, incapaz de mantenerse quieto. Cuando tenían que irse absolutamente apretó en
hombro de Remus gentilmente, una última vez,

—¿No te lo dije, Moony? ¿¡No te lo dije!? —susurró, fervorosamente.

—Lo hiciste, —Remus sonrió débilmente. Bajó su voz, para que nadie más pudiera escucharlo, y
miró a Sirius cuidadosamente, —¿Fue aterrador? ¿Yo fui aterrador? —no tenía idea de cómo se
veía en su forma de lobo.

La expresión de Sirius no vaciló.

—No. —Dijo firmemente. —Fuiste hermoso.


Quinto Año: Hermoso
Chapter Summary

ADVERTENCIA: por pequeña mención de violencia homofóbica.

Por supuesto, Madam Pomfrey estaba completamente confundida por la noche libre de daño de
Remus en la cabaña.

—¡Increíble! —seguía repitiendo, —Completamente increíble…

Remus la engañó con alguna loca teoría de que estaba ‘madurando’, y que eso debía contar. Ella no
parecía estar convencida, pero la dulce enfermera estaba tan complacida de encontrarlo ileso que
no hizo más preguntas al respecto. Lo mantuvo en la enfermería para dormir por el Domingo, pero
al medio día se sentía tan alerta y energético como cuando la luna estaba menguante.

—No tengo razones para mantenerte aquí, —Madam Pomfrey sonrió, aún sin creerlo. —No me
gusta abarrotar mi salón con pacientes sanos.

Remus prácticamente saltó de vuelta a la torre de Gryffindor, tomando dos escalones a la vez. No
le sorprendió encontrar a los merodeadores aún en cama, aunque James y Peter estaban mostrando
señales de vida.

—¿Todo bien, Moony? —James sonrió somnoliento, tirando de las cortinas de su cama al sonido
de la puerta del dormitorio.

—Todo bien, —susurró Remus de vuelta, sin querer despertar a Sirius. Odiaba que interrumpieran
su sueño en los mejores momentos, y hoy día Remus sintió que lo merecía. Además, ‘fuiste
hermoso’ había estado resonando en los oídos de Remus todo el día, y no estaba seguro de cómo
sería capaz de volver a dirigirle a Sirius la palabra.

—¿Pomfrey dijo algo?

—Nah, no puede entender que hizo diferente. Nos libramos.

—¡Genial! —James bostezó, —Tendremos que conseguir pastillas pimentónicas o algo para la
próxima vez – es un Lunes.

—No tienen que hacerlo cada mes…

—Cállate, Moony, —llamó Peter, atontado, —Haremos lo que queramos.

Remus sonrió para sí mismo, colectó sus libros y se arrastró a la sala común para no molestarlos
más.

—¡Remus! —llamó Marlene, —Gracias al cielo, estoy tan atascada en esta estúpida pregunta de
Historia…

—¿Cuál elegiste? —Remus se instaló en el escritorio con las chicas. —¿Rebelión Goblin?
—Levantamiento Troll. —Marlene suspiró tristemente. —Pensé que sería más fácil.

—Mmm, —Remus respondió, buscando entre sus notas para ver que tenía del levantamiento troll.
Encontraba a los trolls bastante aburridos, pero había tomado nota obedientemente de todo lo que
el Profesor Binns había dicho. Incluso cuando Sirius le había estada pasando notitas durante toda
la lección.

Hermoso. Hermoso. ¿Qué significaba? Era una cosa buena, obviamente. Una palabra que solo
podría ser positiva. Pero Sirius la había dicho. Peor, la había dicho sobre la forma de lobo de
Remus. Entonces, podía significar un número de cosas – Remus había creado una lista corta en su
cabeza.

Por ejemplo, ‘fuiste hermoso’ podría significar:

1. “Fuiste hermoso anoche, como un lobo, pero no eres hermoso esta mañana como humano.”
2. “Fuiste hermoso anoche porque era un perro, y los perros están en una buena posición para
juzgar belleza canina.”
3. “Te estoy diciendo que fuiste hermoso, aunque no es verdad, porque no quiero herir tus
sentimientos.”
4. “Creo que eres hermoso todo el tiempo y de verdad me gustaría besarte.”

Remus estaba dispuesto a admitir que la opción 4 era la menos probable. Finalmente encontró las
notas y se las pasó a Marlene.

—Hojéalas y dime si te quedas atascada. Algo de eso es un poco confuso, pero tengo algunos
buenos trucos para recordar las fechas clave.

—¡Eres un salvavidas, Remus! —exclamó Marlene, aliviada.

—Por lo menos terminaste tu ensayo de Transformación, —Mary frunció el ceño, luciendo igual de
frustrada que Marlene. —Estoy tan por detrás, voy a estar despierta toda la noche.

—¿Necesitas una mano? —preguntó Remus, buscando su propia tarea de Transformación, que solo
necesitaba una rápida leída de prueba antes de que estuviera lista para ser entregada.

—Oh, no gracias… —Mary se sonrojó, bajando la mirada, —Emm… Sirius prometió ayudarme,
de hecho. Ya sabes, porque él es muy bueno en Transformación.

Marlene dejó salir una risita,

—Y le pidió ir a Hogsmeade con él…

—¿Oh, en serio? — preguntó Remus, su boca repentinamente estaba muy seca.

—Seh, —Mary sonrió, luciendo muy complacida consigo misma. Remus no podía culparla.
Suertuda. —Sé que lo dejé antes, —dijo Mary en un susurro, —Pero entonces solo éramos niños.
Él es mucho más maduro ahora.

Lily resopló sarcásticamente, pero no levantó la mirada de su propio trabajo. Remus solo sonrió y
asintió, mirando a su texto de Encantamientos. No tenía mucho ánimo para hacer sus deberes
ahora. Marlene y Mary contiuaron soltando risitas y susurrando sobre Sirius.

Remus se dio una severa reprimenda. No era justo sentirse de la forma que se sentía – no era justo
para Mary, y no era justo para Sirius. De hecho, era increíblemente egocéntrico. Sirius no lo había
despreciado, o herido deliberadamente. Bastante lo opuesto – Sirius había hecho que Remus se
sintiera a salvo y cómodo en su propia piel. Era horriblemente desagradecido de Remus molestarse
sobre una estúpida cosa como esta.

Realmente no era de su incumbencia con quien Sirius iba a Hogsmeade. Remus mismo nunca
había tenido ningún interés de Mary Macdonald, entonces el revoltijo, la sensación de vómito en su
estómago estaba completamente fuera de lugar. Y sus amigos tenían permitido tener novias, si
querían. Era normal. Sirius merecía un poco de normalidad, después del verano que había tenido.

Pensó sobre eso toda la tarde, y el día siguiente. Sobre Mary, y Sirius, ‘fuiste hermoso’… ¿Sirius
le diría a Mary que era hermosa? Ella era hermosa, sería una aseveración justa – no solo sus suaves
curvas y sus ojos café chocolate, pero el puñado de pecas en su nariz, su cálida piel café – que
nunca había tenido imperfecciones, como cualquier otro adolescente en el año, pero brillaba como
la caoba. Su risa, su humor, su rápido ingenio. Era una buena pareja para Sirius.

La cuestión era, decidió Remus, si un chico le decía a una chica que era hermosa, realmente no
habían dudas sobre cuáles eran sus intenciones. Chicos diciéndole a otros chicos que eran
hermosos era un poco más borroso – especialmente cuando ninguna de las partes tenían toda la
información.

Después de todo, Remus se dijo repetidamente, Sirius no tenía idea lo que había estado haciendo
todo el verano. Hasta donde Sirius sabía – hasta donde todos sabían en Hogwarts, Remus estaba
igual de interesado en las chicas que cualquier otro chico de su edad. Entonces podía ser fácilmente
leído como algo completamente platónico, un inocente cumplido. Por el otro lado, una pequeña,
voz engatusadora susurraría, Sirius siempre había conocido a Remus mejor de lo que Remus se
conocía a sí mismo. Siempre había sido capaz de descifrarlo – el problema de la lectura, la
licantropía - ¿por qué esto no? ¿Era tan terrible desearlo?

***

Sábado 4 de Octubre, 1975

Después de una semana de noches sin descanso, Remus estaba desesperado por alguien con quien
hablar. Y esta vez de verdad no había nadie con quien pudiera hablar. Todos conocían tonos
ligeramente diferentes de Remus, basados en los secretos que conocían. Los merodeadores sabían
que era un hombre lobo – pero solo Sirius sabía sobre sus problemas con la lectura. Lily sabía
sobre la lectura, pero no sobre el problema de hombre lobo. Mary y Marlene sabían mucho menos
que todos, y le gustaba de esa forma.

Solo había una persona en el mundo que sabía sobre su nuevo secreto - y esa persona era casi
imposible de contactar. Sin embargo, Remus era mucho más que un hombre lobo con problemas de
lectura y un gigantesco flechazo con su mejor amigo. Sobre todas las cosas, era un merodeador; y
nada era imposible para un merodeador.

El año pasado, Mary le había dicho que había una vieja cabina telefónica en las afueras de
Hogsmeade que aún estaba en servicio. Todo lo que necesitaba hacer era llegar a ella sin nadie
preguntándole a donde iba, y asegurarse de que Grant estuviera esperando en el otro lado, de vuelta
en Essex.

La primera parte era fácil – Sirius y Peter estarían ambos ocupados el próximo fin de semana de
Hogsmeade con sus respectivas citas. James, aunque había invitado a Lily multiples veces este
término, estaría solo, pero era mucho menos ruidoso que Sirius. Remus pensó que se podría
escabullir de él sin mucho esfuerzo.

Hacer llegar el mensaje a St Edmunds era mucho más difícil, y al final Remus concluyó en enviarle
una lechuza a Matrona. Le escribió una corta nota explicando que no estaría de vuelta para
Navidad – esto era completamente redundante, como hasta ahora no había pasado una Navidad en
St Edmunds desde que tenía once años, pero servía sus propósitos. Adjuntó un segundo sobre,
dirigido a Grant Chapman, con una nota aún más corta dentro:

‘Sábado 4 de Oct. Cabina telefónica Cerca de la Estación. 12pm’

Después de esto, Remus solo esperó lo mejor.

El fin de semana de Hogsmeade llegó, Remus de alguna forma había olvidado que como prefecto,
tenía ciertos deberes que cumplir, que lo atrasó un buen poco. Él y Lily tenían que chequear todos
los nombres de los estudiantes de tercer año en la lista de estudiantes que tenían las correctas fichas
de permiso, luego los condujeron a la aldea.

Afortunadamente, James pronto se aburrió de seguir a Remus, conduciendo la larga fila de


emocionados estudiantes de tercer año, y desapareció para mirar los últimos suministros de
quidditch. Al final, Remus no llegó a Hogsmeade hasta las doce y media, y cuando Lily estuvo
finalmente satisfecha de haber guiado a cada estudiante, tuvo que correr lo más rápido que pudo
hasta los límites de la ciudad, rogando que nadie lo notara.

Hogsmeade era la única aldea en kilómetros y kilómetros a la redonda, y solo había un camino que
guiaba la entrada y salida. Remus sospechó que este camino era raramente usado, como los magos
tenían tantos otros medios de transporte. La alta, roja cabina telefónica lucía bastante extraña, ahí,
de pie, rodeada de las opulentas colinas Escocesas verdes. Remus agradeció a las estrellas por la
suerte de que estaba desocupada – había estado preocupado de encontrarse a algún estudiante hijo
de muggles ahí, hablando por teléfono. Pero no, estaba bastante solo. Abrió la puerta y entró,
presionando los números tan rápido como le fue posible.

Solo sonó dos veces, antes de que una crepitante voz respondiera al otro lado.

—Hjhfrd… —parecía decir.

—Hola… hola, ¿puedes oírme? —dijo Remus, fuertemente en el auricular.

—Que hay, Remus, —la voz de Grant respondió, levemente pequeña, pero mucho más clara, tan
descarada y animada como siempre. Remus se sintió en calma por primera vez en semanas. —He
estado esperando una hora en esta maldita cabina.

—Lo siento, —dijo Remus, —Tomó más tiempo de lo que pensé librarme. ¿Entonces, recibiste mi
mensaje?

—Sí. Bastante halagado, debo decir. ¿Me extrañas, no?

—Por supuesto. —Dijo Remus, rápidamente – y se dio cuenta que lo decía en serio. Sirius había
sido una distracción de proporciones épicas, pero tenía que admitir que se sentía un poco solo sin
Grant alrededor. —¿Cómo estás?

—Igual. ¿Cómo va la escuela?

—Bien, bien…

—¿Qué pasa?

—Em… yo quería preguntarte algo.


—Dispara.

—Bueno… te acuerdas ese día que estábamos… em, a inicios del verano, cuando estábamos
sentado afuera, y tú… tú--

—¿Te comí toda la boca?

Remus sintió que se sonrojaba fuertemente contra el frío auricular de plástico.

—Seh. Eh… bueno, quería preguntar. Em. ¿Cómo… supiste?

—Oh dioos, —Grant suspiró pesadamente, —¿Quién es?

—¿A qué te--

—Te gusta alguien, ¿cierto? ¿Algún chico ricachón en la escuela? Y quieres que te diga que signos
buscar, para ver si le gustas de vuelta.

Remus pestañeó. Eso era más o menos exactamente lo que quería. —Bueno, —dijo Grant, —
Lamento decepcionarte, mi amigo, pero no tengo nada para ti. Nueve veces de diez no le gustas,
así que no te hagas expectativas. Ocho de diez te revientan a golpes si lo intentas. Espero que no
sea uno del equipo de rugby, o lo que sea que ustedes majos hacen.

—No. Y no creo que lo haría… él no lo haría… él es mi amigo. —Remus terminó la frase poco
convencido.

—¿Alguna vez ha hecho algo que te haga pensar que es de los nuestros?

Uno de los nuestros.

—Ehm… no exactamente.

—¿Tiene una novia? ¿O es una escuela solo de hombres? Siempre he querido ir a una de esas.

—Hay chicas, —Remus suspiró. —Y sí, él em…bueno de hecho él salió con una chica hoy día.

—Ah, bueno no suena como que fue tu suerte, amigo. O sea, puede que vaya a ambos lados, pero
no sé qué tan probable es eso, honestamente.

—Seh, —Remus suspiró. Me llamó hermoso, quería decir. ¿Seguramente no podría ser tan cruel
para decir una cosa con esa y no significar nada?

Por el silencio que continuó, Gran rió suavemente en el otro lado de la línea del teléfono,

—Oh Remus, amor. ¿Es realmente maravilloso, él?

—No sé qué hacer. —Respondió Remus, cerrando sus ojos e inclinándose desesperanzado contra
la cabina.

—No puedes hacer nada. No durará para siempre, no te preocupes. Lo superarás – solo cuídate.

—Gracias.

—Cuando quieras. Volverás el próximo verano, ¿seh?

—Seh.
—¿Navidad?

—Probablemente no.

—Que pena. Es una mierda estar aquí solo. Tuve que jugar footie ayer.

—Pensé que odiabas el fútbol.

—Nah, solo dije eso para gustarte.

Remus rio.

Aunque la llamada telefónica no le había enseñado nada a Remus que no supiera, se sintió un poco
mejor. Se dirigió de vuelta a Hogsmeade con mejor ánimo, esperando visitar Honeydukes antes de
encontrar a sus amigos en las Tres Escobas. Grant tenía bastante razón – por supuesto que Sirius
era un no definitivo. Eventualmente los sentimientos de Remus hacia él se desvanecerían.

Esta nueva, perspectiva positiva no duró mucho. Remus apenas había puesto un pie de vuelta a
Hogsmeade, cuando Severus Snape apareció, escabulléndose de un callejón entre dos cabañas.

—Lupin. —Dijo fríamente. Se veía preocupantemente calmado y tranquilo, sus pequeños ojos
negros fijados en Remus.

A la edad de quince años, Snape era aún más incómodo de mirar que a los once. La adolescencia lo
había devastado; sus extremidades había crecido desgarbadamente, su nariz era aún más aguileña,
y tenía un terrible caso de acné, que llevó a la mente de Remus a la broma del polvo picapica en
primer año.

—¿Todo bien, Snivellus? — bufó Remus, caminando de largo —Hurgando la basura de otras
personas, ¿cierto?

Severus caminó a su lado, sonriendo maliciosamente.

—¿Qué hacías, dejando Hogsmeade?

—Nada que te importe, rarito.

—Te fuiste por casi una hora.

—¿¡Me seguiste!?

—Estás tramando algo.

—Piérdete, o te daré detención.

—Es una completa broma que seas un prefecto. —Dijo Severus, de la nada. Snape no había
conseguido ser un prefecto para Slytherin. —Aunque supongo que eres el mejor de un mal lote.

—Mira, no vas a querer una pelea conmigo. —Dijo Remus, entre dientes. Caminaría más rápido si
pudiera, pero su cadera coja estaba molestándole de nuevo. —Diría que te largaras con tus amigos,
pero sé que no tienes ninguno.

—Sé sobre ti, —siseó Snape, —Mocoso del hogar de niños.

—Este mocoso del hogar de niños te venció en Aritmancia el año pasado. E Historia.
—Descubriré lo que tramas.

—Bueno, buena suerte. —Remus sabía que había hecho un buen trabajo cubriendo sus huellas –
incluso si Severus descubría que había hecho una llamada telefónica, ¿qué importaba? —
Realmente no sé qué te tiene tan obsesionado, Snivellus. ¿No hay suficientes niños de primer año
que maldecir o algo?

—Algo no está bien contigo. —Dijo Snape, retrocediendo ahora que una pandilla de estudiantes de
sexto año se acercaba, —Lily no me cree, pero lo descubriré. Entonces cuida tu espalda, Loony
Lupin.

Remus le insultó, y marchó hacia Honeydukes, esperando lucir más despreocupado de lo que se
sentía.
Quinto Año: Wishin’ and Hopin’
Chapter Notes

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—Él quiere una fiesta, obviamente. —Dijo James, caminando entre lecciones una tarde.

—¿En nuestro dormitorio? —preguntó Remus, forcejeando con su ridículamente pesado bolso de
libros.

—Sala común, creo. Quiere a todos involucrados.

—Por supuesto, —Remus sonrió afectuosamente. Acomodó su bolso de nuevo.

—¿Quieres que levite eso por ti? Levité Peter todo el camino a adivinación ayer.

—¿Así consiguió ese moretón? —Remus arqueó una ceja.

—No es mi culpa que Sirius cerrara la trampilla tan rápido. De todas formas, su fiesta de
cumpleaños – creo que quiere que sea como la tuya el año pasado.

—Oh no, —Remus sacudió su cabeza, —No voy a llevarlo todo el camino de vuelta de Hogsmeade
en ese estado de nuevo.

—No, aún en la sala común. Solo me refiero que quiere alcohol. Es su decimosexto…

—Bueno no voy a sujetar su cabello cuando empiece a vomitar tampoco. —Dijo Remus
firmemente.

James desordenó su cabello mientras un grupo de chicas pasaba, todas mirándolo. A veces Remus
estaba agradecido de no tener interés en el sexo opuesto, porque de lo contrario caminar con el
capitán de quidditch sería insoportable. No hay duda por qué a Peter le gustaba tanto lucir a
Desdemona.

La epopeya de Sirius y Mary todavía estaba a niveles tolerables. Nada había pasado durante la
visita de Hogsmeade, hasta donde Remus sabía – y Mary muy seguramente le hubiera dicho si
hubiera pasado algo. Aparentemente ella quería que él ‘probara’ que podía ser un caballero antes
de que ella aceptara ser su novia.

—¡Un caballero! —resopló Sirius, cuando los merodeadores estuvieron solos, —¡Hablo cinco
idiomas! ¡Tengo una consigna familiar! ¡Sé jodido baile de salón! ¡Tengo doce conjuntos de
túnicas! ¿¿Qué más quiere??

—Ahora conoces mi sufrimiento. —James suspiró en respuesta.

—Quiere que la respetes, —Peter trató de explicar.

—¡La respeto! —dijo Sirius, piadosamente, —Tiene las mejores tetas en el año. Eso es bastante
respetable.

Remus dejó descansar su cabeza en sus manos para esconder el hecho de que estaba sonriendo –
porque seguramente Sirius nunca iba a conseguir una novia con esa actitud.

—Entonces, —dijo James, ahora que las chicas habían pasado y estaban casi en el Gran Salón, —
¿Buena idea? ¿Gran fiesta, mucho ruido, mucha bebida, muchas chicas?

—¡Oh, seh suena genial! —respondió Remus, poco entusiasmado.

—Aww, sé que eres tímido, Moony, pero lo juro, le gustas a muchas chicas. Solo necesitas saber
cómo hablarles.

Remus pensó que eso era un poco hipócrita, viniendo de James ‘¡oye Evans!’ Potter, pero no dijo
nada. —De todas formas, —James continuó, sonriendo mientras entraban al salón. —Puedes ser el
JD, conoces toda la música.

—El DJ, —corrigió Remus.

—Lo que sea. ¿Todo bien, Wormtail? —James empujó con el codo a Peter, quien estaba sentado
con su novia en la mesa de Ravenclaw. Le frunció el ceño a James,

—¿¿Por qué lo empezaron a llamar así?? ¡Es un apodo terrible!

—Nah, —Remus sonrió malicioso, —Le queda perfecto.

Peter le mostró dos dedos a ambos y volvió a su almuerzo. Todos habían estado jugando con
apodos, en parte porque querían terminar el mapa para Navidad y necesitaban sus aliases, en parte
porque a James y Sirius solo les gustaba la idea de tener nombres clave. Inventaron un juego de
nunca llamarse por el mismo nombre dos veces, pero después de haber probado ‘squeaker’,
‘whiskers’, ‘scabbers’ y ‘cheese-muncher’, ‘Wormtail’ había quedado para Peter.

Remus estaba amando cada minuto – ahora ellos sabían cómo se sentía. Aunque tenía que admitir,
se había encariñado bastante con ‘Moony’.

Se sentaron en la mesa de Gryffindor. Sirius y Mary ya estaban ahí, charlando animadamente.

—Fido, —James saludó con la cabeza, mientras se sentaba.

—Rudolph. —Respondió Sirius, con un saludo idéntico.

—¿Dónde han estado ustedes dos? —preguntó Mary, —¿No estaban libres?

—Biblioteca. —Dijo Remus, alcanzando el cucharón de sopa, levantándose para levantar la tapa de
la sopera humeante entre ellos. Tomate – su favorita. —Ustedes dos están actuando como que no
tenemos los TIMOs acercándose.

—Estudiaré en Navidad, —Mary se encogió de hombros, —No estoy tan preocupada. Estoy más
nerviosa por las entrevistas sobre carreras.

—¿Entrevistas sobre carreras? —Remus se sentó, alarmado.

—Lily me estaba diciendo, —explicó Mary, —Después de los TIMOs tenemos que ir y tener una
reunión con McGonagall sobre que haremos después de terminar la escuela. No tengo idea de que
voy a decir – si esta guerra sigue no seré capaz de conseguir un trabajo como hija de muggles.

—Lo harás, —dijo James, —Vamos a ganar.

—Bueno, aun así, —Mary se encogió de hombros, —No sé qué quiero hacer cuando nos vayamos.
El único trabajo mágico que conozco es enseñar, y definitivamente no quiero hacer eso.

Un búho apareció de algún lugar por encima de ellos, aterrizando junto al plato de Sirius. Puso sus
ojos en blanco – era un búho de la familia Black.

—Por lo menos no es un vociferador. —Dijo James, animadamente, untando mantequilla en su


panecillo. Sirius abrió el sobre blanco y Remus vio sus ojos azules viajar por el texto. Se puso de
pie, mirando a la mesa de Slytherin. Mary, Remus y James se giraron para mirar. Regulus estaba
observando a su hermano. Sirius hizo contacto visual con él, levantó la carta y su varita, y dijo,

—Incendio.

Mary dio un salto mientras el pedazo de pergamino se encendía en llamas entre los dedos de Sirius.
Sirius se volvió a sentar, satisfecho.

—¿Malas noticias, entonces? —preguntó James, volviendo a su almuerzo.

—Una citación para pasar mi cumpleaños con mi querido hermano.

—Bueno. ¿Es tan malo? —preguntó James.

—Sí. —Dijo Remus, severamente. No había olvidado los viciosos cortes detrás de las piernas de
Sirius.

—¿Por qué hiciste eso? —una voz a sus espaldas habló. Regulus de hecho había dejado la mesa de
Slytherin para confrontar a su hermano. Sirius lo ignoró, en su lugar, continuando con su comida.
—Sirius. —Dijo Regulus, más fuerte esta vez, —¿Por qué quemaste esa carta?

—Vamos, Mary, —dijo Sirius, poniéndose de pie de nuevo, cuidadosamente evadiendo su mirada,
—Vamos, tenemos Encantamientos después, ¿no?

—No era de mamá, —dijo Regulus, sus ojos estaban muy brillantes y sus mejillas se tornaban de
un rosado poco natural, —La escribí yo mismo, quería verte.

Pero Sirius lo ignoró, y ya se había escabullido de la mesa, con Mary en su brazo.

—Puedo hablar con él, ¿si quieres? —James se giró hacia Regulus.

El joven hermano Black pestañeó unas veces, luego fulminó a James. Remus pudo ver sus largas
pestañas brillando con lágrimas furiosas.

—Jódete, Potter, nadie te lo pidió. Si es feliz con su novia sangre sucia entonces bien. ¡No me
importa! —y con eso, Regulus se marchó enfadado, volviendo con sus amigos al otro lado del
salón.

James suspiró pesadamente, jugando con su sopa.

—Un real talento para el dramatismo, esos Black.

***

Jueves 30 de Octubre, 1975

El cumpleaños de Sirius caía bastante desafortunadamente un Lunes ese año, entonces decidieron
hacer la fiesta el Sábado que le precedía. Eso no fue mucho después de la segunda luna llena que
los merodeadores pasaron juntos en la Casa de los Gritos, que había sido igual de exitosa que la
última, incluso un poco más, porque estaban mucho más preparados.

Remus había conseguido dos botellas de whisky ardiente de un estudiante de séptimo año que una
vez le había comprado cigarrillos – James pagó, por supuesto. El resto de los Gryffindors estaban
bastante acostumbrados a las fiestas de los merodeadores ahora, y aquellos que no estaban
interesados estaban armados con encantamientos silenciadores en sus dormitorios. Lily no pensó
que esto era razonable.

—¡En serio, Remus, no podemos interrumpir a toda la casa solo porque es el cumpleaños de
Sirius!

—¿Por qué no? —Remus bostezó. Era tarde, y estaban patrullando el cuatro piso de nuevo. —Lo
hicimos el año pasado. Y el antepasado.

—El año pasado coincidió con una victoria de quidditch. —Dijo Lily, —Esa era una celebración de
la casa.

—Bueno, esto también.

—No, esta es una celebración de Sirius.

—Seh. Todos aman a Sirius.

—Hmph.

Era verdad – Lily era potencialmente la única Gryffindor que no encontraba a James y Sirius por lo
menos divertidos. Todos los demás amaban la idea de una fiesta. —Tienes que ponerle un alto. —
Dijo.

—¿¡Por qué yo!?

—Porque eres un prefecto, Remus. ¿Por qué crees que te dieron la insignia?

—Créeme, no tengo idea. —Bostezó de nuevo. Sus ojos picaban con cansancio, —¿No hemos
tenido suficiente, ya? —se quejó, —No hemos visto ningún estudiante en horas.

—O, supongo que tienes razón, —dijo Lily, copiando su bostezo. —Solo chequearé el baño de
niñas aquí, después volvemos.

—Mm. —Remus se inclinó contra la pared y esperó mientras Lily iba a investigar. Ella era
minuciosa. Claramente amaba ser un prefecto tanto como James amaba ser capitán de quidditch.

Remus definitivamente no estaba disfrutando la responsabilidad. Como si no tuviera suficientes


cosas que hacer, con los TIMOs en el horizonte, sin mencionar las lunas llenas, una guerra y
mantenerse en guardia por varios ataques de Slytherin. Hablando de ellos.

—¿Holgazaneando afuera del baño de niñas? —una voz se deslizó por su espalda. Remus se giró
para ver a Snape viniendo desde la esquina. —¿Esperas que Myrtle la Llorona salga contigo si se
lo pides amablemente?

Remus gruñó y puso los ojos en blanco.

—Oh jódete, quieres. Realmente te daré detención esta vez; estás fuera de los límites.

—Solo inténtalo. —Severus entrecerró sus ojos.

—Vuelve a tu dormitorio.

—Oblígame.
Remus había hecho su máximo esfuerzo por mantener su temperamento bajo control este año – y lo
había estado haciendo bastante bien. Además del pequeño altercado con Regulus. Pero Snape
parecía estar bastante interesado en hacerse el mismo una excepción. Desde su encuentro en
Hogsmeade, Remus había notado al estudiante de Slytherin observándolo; apareciendo detrás de
esquinas o siguiéndolo dentro de salas de clase. Esto era lo último en una línea de recientes
emboscadas, y los nervios de Remus estaban hilando fino.

Afortunadamente para Severus, en ese justo momento Lily completó su inspección y caminó fuera
de los baños.

—¡Sev! —dijo, sonando medio sorprendida, medio preocupada. Sus ojos viajaron rápidamente
entre Snape y Remus, —¿Qué está pasando?

—Solo le estaba diciendo a Snivellus que está a punto de conseguir una detención por estar fuera
de los límites… —dijo Remus, con aire de suficiencia. Sabía que Lily era una de las pocas
personas por las que Snape se preocupaba, y que la última cosa que quería era perder su paciencia
en frente de ella.

—¡No lo llames así! —ella frunció el ceño. —Realmente deberías estar en tu sala común a estas
horas de la noche, —le dijo Lily a Severus, con reproche.

—Quería asegurarme que estabas bien, —dijo Severus suavemente, —No es seguro estar vagando
por el castillo con delincuentes.

—Cuidado, Snape, —Remus sacó su varita.

—¿Cuidado con qué, amante-muggle?

—Tu baboso, sucio…

—¡Alto, los dos! —gritó Lily, sacando su propia varita, —¡O los convertiré a ratones a ambos y
pueden tomar sus chances con la Sra Norris!

Ambos la miraron fijamente, estupefactos. —Bien, —dijo, enderezándose. —Ahora, Severus,


vuelve a las mazmorras. Remus, cállate y ven conmigo.

Con eso, se marchó, sus trenzas columpiándose en su espalda como dos látigos de cobre.

Remus tuvo que caminar muy rápido para alcanzarla, y estaba jadeando cuando alcanzaron la cima
de la segunda escalera.

—No lo empecé, sabes, —le dijo, —El viejo Snivellus me ha estado siguiendo todo el año, la bola
de slime.

—¡No quiero oírlo! —escupió ella, —Ya ni siquiera me importa quién lo empezó, ustedes chicos o
él, creo que son unos brabucones horribles.

—¡Lily!

—Lo digo en serio, Remus, ¡Te maldeciré!

Chicas. Pensó Remus, malhumorado, mientras la dejaba adelantarse, frotando su pobre cadera.
Dementes. Cada una de ellas.

***
Sábado 1 de Noviembre, 1975

Well you can bump and grind

If it’s good for your mind

You can twist and shout

Let it all hang out

But you won’t fool the children of the revolution...

Todos los Slytherins podrían tener altos perfiles de carreras por delante de ellos. Los Ravenclaws
probablemente mantenían la cabeza fría en una emergencia. Y si querías algo bien hecho podías
contar con un Hufflepuff. Pero la Torre de Gryffindor hacía unas buenas jodidas fiestas.

La palabra se había esparcido, y un flujo constante de estudiantes Hufflepuff y Ravenclaw se


habían escabullido a través del espacio del retrato – que se suponía que iba a ser controlado por
Peter, quien se había emborrachado bastante rápido y estaba aparentemente bastante hospitalario
después de unos pocos whiskys ardientes. Para las diez de la noche la sala común estaba agitada,
inundada en un deslumbrante rojo y dorado, lleno de charlas, risas y música.

Remus había empezado a cargo del tocadiscos, y había implementado un sistema basado en la
forma que un tocadiscos tragamonedas muggle, funcionaba usando una simple combinación de un
hechizo levitador/locomotor. Sin embargo, las cosas rápidamente se le habían ido de las manos, y
al final había abandonado su puesto en favor de tener un buen momento. Sirius, quien estaba en su
tercer o cuarto whisky ahora, estaba teniendo el momento de su vida; centro de atención y rodeado
de chicas.

Las chicas de Gryffindor habían estado derramándose sobre una copia de Marie Claire toda la
tarde, y Remus se dio cuenta que todas estaban vestidas bastante diferentes para la fiesta de este
año – sus faldas habían sido acortadas, los colores menos conservadores y el maquillaje era otra
cosa.

Mary había realizado un hechizo en sus pestañas que las hacía largas y gruesas, como las alas de
un murciélago. Se veía completamente estupenda en una mini falda azul rey y una blusa blanca con
largas mangas de campana, cortada baja para acentuar lo que Sirius llamaba ‘las mejores tetas en el
año’. Marlene lucía bastante llamativa también, su cabello rubio peinado por primera vez, en vez de
su usual práctica cola de caballo, en pantalones largos acampanados blancos y un top suelto con
estampado de cachemira. E incluso después del arranque de Lily la otra noche, ella estaba
sonriendo y charlando con alguien más, usando un vestido esmeralda tejido a crochet.

—Creo que esta noche puede que sea la noche, sabes, —dijo James arrastrando las palabras,
colapsando en el asiento junto a Remus como un saco de patatas.

—¿Oh sí? —meditó Remus en conversación, —¿Y qué te hace creer eso, Prancer? —(Se le estaban
acabando los renos Navideños; tenían que quedarse con un nombre eventualmente).

—¡Mírala! —dijo James, —Obviamente está tratando de captar mi atención.

—¿Cómo?

—¡Mírala!

—Oh seh, —Remus le dio palmadas a la rodilla de su amigo indulgentemente, —Seh,


definitivamente lo veo. Está loca por ti, amigo.

—Solo necesito descubrir como impresionarla… —James se terminó el resto de su whisky. Remus
no sabía cuántos hacían con ese – pero no era su trabajo cuidar a nadie.

—Podrías tratar de hablarle de Encantamientos, —sugirió Remus, —Estabas teniendo problemas


con ese encantamiento de desaparición la semana pasada, y ella lo logró en el primer intento.

James lo miró como si estuviera demente.

—No, inventaré algo. Algo que realmente le haga wow.

Se levantó y deambuló lejos antes que Remus pudiera intentar decirle que Lily Evans
probablemente no quería nada ‘wow’. Y de todas formas, estaba distraído en ese momento por
Sirius, quien había empezado a bailar con Mary a las últimas líneas de la canción de T.Rex. Sirius
a menudo bromeaba que el único tipo de baile que conocía era de salón – pero aquí estaba la
evidencia de que eso había sido una mentira. Remus desvió la mirada rápidamente, sonrojándose.

—¿Un trago, Remus? —Marlene ahora aterrizó junto a él, tomando el lugar de James. Ella
agarraba una botella de algo verdoso.

—¿Qué demonios es eso?

—Infusión de Brujas, —sonrió, derramando un poco en su vaso. Él dio un sorbo al líquido verde
fluorescente – era muy dulce, con un leve sabor a manzana. Definitivamente alcohólico.

—Eso me va a hacer vomitar, —sonrió.

—Ugh, míralo, —Marlene suspiró, mirando a Sirius bailar, —¿¡Esos jeans podrían estar más
apretados!?

Remus murmuró algo en su vaso, tomando otro trago. —Ella definitivamente va a salir con él de
nuevo, —dijo Marlene, —Mary siempre consigue lo que Mary quiere.

—¿Pensé que te gustaba James?

—Mm, bueno ambos son bastante guapos, para ser honesta. Voy de un lado al otro. Pero Potter
está tan loco por Lily que difícilmente valdría la pena. Además, estoy en el equipo de quidditch,
¿no? Nunca dejaría de escuchar cosas si fuera detrás del capitán.

—Hay otros chicos, —dijo Remus.

—No como Sirius. —Ella apoyó su cabeza en su hombro, somnolienta.

Él terminó su bebida en un trago y le permitió a ella servirle un poco más. Estaba tomándole el
gusto, lo que sea que fuera – a Remus siempre le habían gustado las cosas dulces. La canción de
T.Rex finalmente terminó, y el siguiente álbum se removió de su cubierta y flotó al tocadiscos.

Wishin' and hopin' and thinkin' and prayin'

Plannin' and dreamin' each night of his charms...

That won't get you into his arms…

—Oh dios, —Remus gimió, —¿¡Quién puso Dusty Springfield en la pila!?


—¡Amo esta! —Marlene se sentó, sonriendo.

Seguramente, el disco pop había tenido un efecto increíble en cada otra chica en la fiesta, mientras
empezaban a moverse al ritmo, cantando juntas fuertemente. Remus consideró tomar ese momento
para escaparse escaleras arriba por un cigarrillo, pero Marlene lo puso de pie,

—Vamos, cariño, bailemos, —dejó caer sus brazos alrededor de su cuello, —Yo fingiré que tú eres
un guapo alto extraño, y tú puedes fingir que soy Raquel Welch o algo.

Show him that you care just for him

Do the things he likes to do

Wear your hair just for him, 'cause

You won't get him

Thinkin' and a-prayin', wishin' and a-hopin'...

Remus estaba inestable en sus pies en los mejores momentos, pero después de mezclar bebidas
toda la tarde, y Marlene colgando de él, riendo y columpiándolo alrededor, todo lo que podía hacer
era aferrarse por su querida vida.

—¡Sí, Moony! —Sirius coreó, mientras él y Mary se acercaban a ellos, —¡Nunca supe que podías
bailar!

—Oh seh, soy el siguiente Fred Astaire, —Remus arqueó una ceja irónica, sujetando la mano de
Marlene sobre su cabeza mientras ella giraba, luego forcejeó para recuperar su balance

—Son una pareja tan dulce, —dijo Mary, apoyándose en Sirius. Remus sacudió su cabeza, bufando
con risa.

So if you're thinkin' of how great true love is

All you gotta do is hold him and kiss him and squeeze him and love him…

—¡Oye, Evans! —James había reaparecido, aparentemente listo para llevar a cabo su plan. Toda la
habitación se giró para mirarlo, de pie en una de las mesas de estudio con su escoba alzado en lo
alto.

—Oh no… —suspiró Remus.

—¡Oh sí! —lo alentó Sirius

—¡POTTER! —gritó Lily Evans, —¡BAJA de ahí, te harás daño!

—¡Mira esto! —exclamó James, jubilosamente, emocionado por la atención. Saltó en su escoba y
se elevó a una velocidad asombrosa.

—Nunca se ha caído antes, —dijo Marlene, insegura, mientras James empezaba la primera serie de
piruetas y picadas, cada una más temblorosa que la anterior.

—¿Aunque, ha estado ebrio antes? —contraatacó Mary.

—¡Él está bien! —Sirius rio. Todos observaron como James daba vueltas y vueltas alrededor de las
vigas, más rápido y más rápido, hasta que el cuello de Remus dolía y él estaba en peligro de
lesionarse.

Evidentemente, Lily tuvo suficiente también.

—¡Petrificus Totalus! —comandó, apuntando su varita a James. Se detuvo enseguida, congelado


en medio del aire, pero Lily era increíblemente hábil y cambió sin problemas a un encantamiento
de levitación, bajándolo lentamente al suelo. Lo dejó en una alfombra, y se puso de pie frente a él,
con manos en sus caderas.

Él pestañeó, incapaz de hablar, pero lleno de pura adoración.

—Idiota. —Dijo. —¡Diez punto de Gryffindor, y una semana de castigo! —y con eso, lo dejó en la
alfombra y volvió con sus amigos.

Remus des-petrificó a James y lo ayudó a levantarse, ofreciéndole otro whisky. La música se había
suavizado ahora, sonaba como Fairport Convention.

—Mala suerte, amigo, —dijo, tratando de sonar simpático.

—¿A qué te refieres? —James sonrió de vuelta, levemente aturdido pero nada mal, —¿No viste
como me miraba?

—Eh… seh…

—Enamorada. —Murmuró, tambaleándose levemente hacia atrás, hasta que Remus lo guio hacia
un sillón. —Totalmente enamorada.

—Bebe tu trago, James.

—Gracias Moony, eres el mejor.

—Mmm, —respondió Remus, mirando a Mary envolver sus brazos alrededor del cuello de Sirius y
apoyar su cabeza en su pecho mientras bailaban lentamente, —Soy el mejor.

Notas de traducción:

Vuelvo a mencionar que voy a dejar todos los apodos en inglés, igual voy a dejar las traducciones
aquí abajo por si acaso. Wormtail: Colagusano.

Chapter End Notes

Letras usadas en este capítulo:


Children of the Revolution - T-Rex
Wishin' and Hopin' – Creo que al inicio fue interpretada por Dionne Warwick, pero en
la versión que estoy pensando aquí es de Dusty Springfield
Quinto año: Luna Celosa

Jueves 18 de Diciembre, 1975

—Me gustarían esos ensayos de vuelta en Enero… sí, Sr Pettigrew, eso es una adición al de las
trampas de la maldición Gemino. —McGonagall dio una sonrisa delgada que era cualquier cosa
menos simpática.

Peter lucía bastante terrible, pero toda la clase lo sentía. Su carga de trabajo había crecido tan
enormemente con la llegada de Navidad que Sirius había tenido que realizar un hechizo de
encogimiento en sus libros, notas y papeles solo para que alcanzaran bajo su cama. Remus sintió
que esta era solo una solución a corto plazo – si Sirius de hecho sacara todo y lo organizara de una
vez, no tendría problema dejando todo ordenadamente en su estante asignado. Remus, quien nunca
había tenido suficientes cosas para hacer un desorden con ellas, odiaba el desorden. Algunas
noches pensaba que el estado de la cama de Sirius era más distractora que el chico durmiendo en
ella.

Marlene estaba particularmente afligida cuando dejaron la sala de clases para Pociones.

—Solo no puedo entender la parte de la duplicación, ¡es tan confuso!

—Hay una forma fácil para conseguir bien la pronunciación, —dijo Remus, forcejeando con su
pesado bolso de nuevo. Sus hombros estaban bastante adoloridos esta semana a la espera de la
luna. —Puedo mostrarte antes que nos vayamos para Navidad si quieres.

—¡Oh, sí por favor! —Marlene asintió agradecida, —Haces que todo sea fácil de entender. ¿Esta
noche?

—No, no puedo esta noche, —dijo suavemente, —¿Viernes?

—Oh, ok… aunque tendré que empacar todo esta noche. Aún tengo que envolver regalos para
mamá y Danny.

Este año, Remus había envuelto cuidadosamente cada uno de sus regalos de Navidad en el
momento que los había comprado, demasiado emocionado para esperar. Ahora estaba ansiando dos
semanas sin interrupciones donde los Potters con Peter y James.

Sirius había sido citado a casa con un vociferador temprano en el término. Remus estaba en
conflicto con esto; por supuesto que estaba profundamente preocupado por su amigo, quien
seguramente tendría un momento terrible. Pero por el otro lado, dos semanas sin Sirius tomando
todo el aire en la habitación sería un alivio para Remus, quien su fuerza de voluntad estaba
empezando a fallar.

Por ejemplo, justo ahora, mientras estaba de pie afuera de la entrada de las mazmorras hablando
con Marlene, estaba tomando cada gota de su energía para no mirar directamente sobre su hombro,
donde Mary y Sirius estaban encerrados en un agarre muy apasionado, que estaba bordeando lo
obsceno.

Habían estado así desde el cumpleaños de Sirius; cada momento con la compañía del otro parecía
ser pasado forcejeando con sus lenguas – para el disgusto de James.

—Evans, ¿puedes detenerlos? —preguntó, apoyándose en la pared, —Quiero mi amigo de vuelta.


—No hay nada en las reglas sobre demostraciones de afecto, Potter, —dijo Lily con una mueca, —
¿No crees que no lo he chequeado?

Afortunadamente, en ese momento, Slughorn abrió la puerta de su sala de clases y Remus se


apresuró dentro. Él y Lily compartían un escritorio al frente de la sala, así que por lo menos no
tenía que ver a Sirius y Mary hacerse ojitos durante la lección. La única gracia salvadora era que
Sirius por lo menos no hablaba de ella cuando no estaba ahí – como Peter con Desdemona, o James
con Lily. Remus había empezado a esperar largas noches en su dormitorio, cuando podía pretender
que nada en absoluto había cambiado.

Pociones era aburrido, como de costumbre. Remus planeaba dejar la asignatura tan pronto como
pudiera después de terminar con los TIMOs – pasaría apenas, si lo hacía, y solo gracias a Lily.

Slughorn les dio otro trabajo para Enero.

—A este paso estaré escribiendo ensayos durante la cena de Navidad, —Lily suspiró mientras
empacaban sus cosas. —No puedo esperar que terminen los TIMOs, ¿y tú?

—Supongo que tendremos que empezar a trabajar en los ÉXTASIS cuando terminemos estos, —
respondió Remus pesimistamente. —Y Dirk Cresswell me dijo que no tendremos nuestros
resultados de los TIMOs hasta el final del verano.

—¿¡Qué!? Oh no, eso va a arruinar mis vacaciones. Papá quiere llevarnos a todos a Cornwall en la
caravana y realmente lo estaba esperando.

Remus asintió gravemente. Incluso aunque no era Navidad aún, había estado ansiando las
vacaciones de verano también. Dos largos, cálidos, simples meses con Grant sonaba
completamente feliz. Le había escrito una tarjeta Navideña a Grant, pero no había decidido si
enviarla o no. No había nada interesante adentro – solo un saludo festivo estándar – pero era tímido
al respecto. Grant podría pensar que era tonto. Remus había estado llevándola de lado a lado en su
bolso por una semana.

—Entonces, ¿Qué vas a hacer esta noche? —preguntó Lily, mientras dejaban la sala de clases de
camino al almuerzo.

—¿Hmm? Nada.

—Escuché que le dijiste a Marlene que estabas ocupado, y no estamos en la nómina para patrullar
esta noche…

—Oh, eh… es otra cosa. Detención.

—Remus, tu nunca consigues detención, —Lily rio, —Vamos, ¿qué es? ¿Una broma? ¿Un amorío
secreto?

Remus le dio una sonrisa misteriosa, que esperaba fuera algo como la de Sirius y James.

—No me hagas preguntas y no te diré mentiras.

—Solo trata de no romper ninguna ley, —ella sonrió de vuelta, empujándolo gentilmente.

Remus hizo un gesto de desaprobación, como si nunca fuera a considerar tal cosa. Realmente, eran
James, Sirius y Peter quienes estaban rompiendo la ley. Él solo era un inocente hombre lobo
espectador.
—Evans, Moony. —James se les unió mientras alcanzaban el Gran Salón. —¿Puedo acompañarles
para almorzar, como son las únicas dos personas en mi vida que actualmente no se están
besuqueando?

—Oye, ¿Qué soy yo, niebla escocesa? —Marlene lo empujó mientras se sentaban.

—Mis disculpas, McKinnon, —James hizo una reverencia graciosamente, —Te agradezco por
mantener tu decoro. No como otros que podría mencionar. —Hizo una bola con una servilleta y la
lanzó a la cabeza de Sirius. —¡Enamorados! ¡Consíganse una jodida habitación, estamos tratando
de comer!

No tuvo efecto.

—Es bastante valiente de ella, besuquearlo por todo el castillo así. —Murmuró Marlene, —O es
valiente de él, no estoy segura. De todas formas, un sangre pura y una hija de muggles, luciendo su
relación--

—¿Qué se supone que significa eso? —dijo Lily, erizada como un gato enojado, —Mary es igual
de buena que Sirius Black. Su estatus de sangre no tiene nada que ver.

—Bueno obviamente yo lo sé. —Dijo Marlene, defensivamente, —Pero… bueno, velo tu misma.
—Miró la mesa de Slytherin.

Un número de Slytherins, entre ellos Regulus, estaban observando la excesiva demostración de


afecto tomando lugar en la mesa de Gryffindor. Como una hija de muggles, Mary había sido
blanco por la mayor parte de su carrera educativa, pero era claro que la desaprobación se había
amplificado desde que había empezado a salir con el heredero de una de las familias sangre-pura
más antiguas de Gran Bretaña.

Era profundamente desconcertante, la forma en la que todos miraban así; ojos entrecerrados y
puños apretados. Todos ellos excepto Snape – quien estaba mirando a Remus.

—Maldita sea. —Murmuró James. —Grupo de raritos.

—Estoy preocupada por ella. —Marlene se mordió el labio. —Si ella llega a ser arrinconada en los
pasillos y Sirius no está ahí…

—La cuidaremos. —Dijo James, gallardamente. Miró a Remus y Lily, —¿Cierto?

—Por supuesto, —Remus asintió enseguida.

—Eh… seh, —dijo Lily, más lento. Tenía una mirada peculiar en su cara, mientras James captaba
sus ojos. Como si ella hubiera visto algo que le sorprendiera. —Obviamente. Todos nos
preocupamos por Mary, no dejaremos que nada pase.

***

—Está atrasado, —Remus gruñó, envolviendo sus brazos a su alrededor y caminando. —Está por
ahí besuqueando a MacDonald, no va a venir.

—Estará aquí, Moony, dale un minuto.

—¡No tengo un minuto! —escupió Remus. Sus nervios estaban desgarrados, no tenía la paciencia
para ser cortés. —Necesito ir a ver a Madam Pomfrey ahora.
—Ok, bueno ve tú, te seguiremos, —dijo James, —Si Black no aparece entonces Peter y yo
iremos. Aun así funcionará, soy lo suficientemente grande para controlarte.

A Remus no le gustaba la idea, pero tenía muy mal ánimo. Estaba a punto de marcharse de la
habitación cuando la puerta se abrió, casi golpeándolo en la cara,

—Oops, ¡perdón por atrasarme! —dijo Sirius. Su cabello estaba fuera de lugar y sus mejillas
estaban sonrojadas. Remus lo miró con disgusto,

—Tengo que irme. —Dijo, entre dientes.

—Seh, lo sé, realmente lo siento, Moony. —Sirius intentó sonreír de forma encantadora. —Solo
estaba con Mary, y--

—¡No tengo tiempo para esto! —Remus se fue enseguida, marchando con propósito bajo las
escaleras. En cualquier momento del mes – cualquiera en absoluto, excepto la luna llena – y
Remus podía mantenerse bajo control; su deseo por Sirius, sus celos de Mary, su soledad por
alguien con quien hablar. Solo ahora era un poco demasiado.

Apenas le habló a Madam Pomfrey por el camino hasta la cabaña, y una vez que estuvieron a
medio camino se dio cuenta que podía oler a sus amigos – a los tres – siguiéndolos bajo la capa de
invisibilidad. Tratando fuertemente de quitarse su temperamento y parecer calmado, re-direccionó
sus pensamientos a la Navidad con los Potters; el aroma a clavo de olor y naranja, las gruesas
grosellas en el pastel de frutas de la Sra Potter, aterciopelada con cubierta blanco real, el calor de la
chimenea. Se sintió mucho mejor, para cuando Madam Pomfrey lo estaba encerrando.

—De verdad lo siento, Moony, —dijo una voz, momentos antes de que Sirius, James y Peter
aparecieran de la nada. Sirius dio un paso adelante culpablemente, —No lo haré de nuevo.

—Está bien, —Remus se encogió de hombros, escuchando el click en sus articulaciones mientras
lo hacía. —Llegaste a tiempo. Todo está bien.

—Te digo qué, —Sirius le sonrió a todos, —Besuquear realmente es más de lo mismo, una vez que
le tomas la costumbre.

James y Peter rieron. Remus sonrió tan cortés como pudo. Desesperadamente deseaba poder
contarles toda la verdad – que no era el niño mojigato, sin experiencia que ellos pensaban que era;
que de hecho sabía exactamente lo divertido que era ser besado por horas – la imposible intimidad
de tener alguien de quien depender. Más que eso, sabía cómo se sentía cuando ya no estaba.

—¿Dónde cree que estás ahora? —le preguntó James a Sirius,

—Castigado, obviamente. Tengo que mantener mi personalidad de chico malo.

—Por supuesto que sí, Snuffles.

—Oh jódete, Buckeroo.

Remus cerró sus ojos mientras el dolor se disparaba por su cuerpo. Mordió su labio y se giró de
vuelta a la cama,

—Mejor cambien, —le dijo a sus amigos, —Los veo en un rato.

***
Viernes 19 de Diciembre, 1975

—Maldita sea, Moony, realmente no soy un fan de ese poco. —Estaba diciendo Sirius suavemente
guiando a Remus devuelta en su cama.

—Mm, no es mi parte favorita tampoco. —Respondió Remus, haciendo una mueca de dolor frente
a la luz mañanera. —Lo siento, debe ser una mierda verlo.

Se había dislocado un hombro de nuevo. ¿Qué pasaría cuando terminara la escuela y Madam
Pomfrey ya no pudiera arreglarlo? ¿Tendría que ir a un hospital? ¿Había hospitales mágicos?

—Aunque fue bueno, —estaba diciendo James, en algún lugar de la habitación, —Estás confiando
en nosotros más y más.

—Seh, —Sirius estuvo de acuerdo, —Creo que en el año nuevo podemos intentar dejar este
lugar…

—¿Qué?

—Empezar a explorar – hay hectáreas y hectáreas de bosque ahí afuera para explorar, Moony. Te
lo mereces.

—Hmm. —Remus no podía pensar bien, estaba muy cansado, muy adolorido.

—Nos vemos después, —susurró James, justo cuando Remus se quedó dormido.

Cuando despertó, ya estaba en una cama de hospital, su brazo estaba arreglado, y se sentía bastante
bien. Lo que era mejor – era el último día del término, y mañana estaría abordando el Expreso de
Hogwarts de vuelta a Londres, después hacia los Potters. Sonrió para sí mismo. No podría recordar
haber estado tan feliz en un largo tiempo. ¿Cuándo había despertado de una luna llena sin una
nueva herida? ¿Cuándo había tenido una Navidad que esperar con una familia amorosa? Podría
incluso intentar andar en la vieja escoba de James, si alguien lo sobornaba con un poco de
chocolate.

—Buenas tardes, Sr Lupin, —lo llamó Madam Pomfrey. Debía tener algún tipo de sexto sentido;
siempre sabía cuándo estaba despierto.

—Buenas tardes, —llamó de vuelta, con un suave croar. Él y Sirius habían estado aullando juntos,
lo recordaba. Había sido algo encantador – como cantar.

—¡Otra noche muy buena! —la medi-bruja se acercó a su cama, —Te serviré algo de almuerzo,
pero luego estas libre para irte. Feliz Navidad, mi niño.

—Feliz Navidad, —le sonrió. Le dejaría su regalo en la cama – era muy tímido para entregárselo
en persona.
Quinto Año: Era la noche antes de Navidad
Chapter Notes

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Sábado 20 de Diciembre, 1975

—Literalmente los voy a maldecir con un encantamiento sellador de labios si planean hacer eso
todo el camino hasta Londres. —dijo Lily, levantando su varita hacia Sirius y Mary. Su rostro
inexpresivo era muy difícil de leer, y la pareja rápidamente se separó. Mary sacó su lengua
descaradamente.

—¡Tú también, Wormy! —James levantó su propia varita, sonriéndole a Lily como un lunático.

Peter y Desdemona se separaron también, sonriendo tímidamente.

El compartimiento estaba extremadamente lleno. Remus estaba apretado contra la ventana junto a
James, con Sirius y Mary junto la puerta. En los asientos apuestos, Lily y Marlene estaban
apretadas junto a Peter y Desdemona.

—Solo nos estamos despidiendo, —Mary sonrió maliciosa, descansando su cabeza en el hombro
de Sirius.

—Solo son dos semanas, y pueden escribirse. —Respondió Lily, inteligentemente.

—Eh… de hecho, será mejor si ninguno de ustedes me escribe. —Dijo Sirius. —No es probable
que reciba las cartas de todas formas, a menos que quieran a mi querida madre leyéndolas…

—¿Aunque tienes el espejo? —dijo James, seriamente, —¿Aún te puedes mantener en contacto
con nosotros si lo necesitas?

—Seh, por supuesto. —Sirius le sonrió, asegurándolo, dando palmadas al bolsillo superior de su
chaqueta.

Remus miró fuera de la ventana, presionando su frente en el frío cristal. El tren se movió
lentamente hacia Londres. Pasaron la cabina telefónica que había ocupado para llamar a Grant y
sintió una punzada de culpa por no haberlo llamado desde entonces. Había estado tan ocupado con
todo lo demás al final que ni siquiera había enviado la tarjeta Navideña. Se supone que Grant
estaba estudiando en la secundaria moderna local, pero a los dieciséis podía irse cuando quisiera.
Remus intentó convencerlo por el verano de terminar sus CSEs, incluso tal vez tomar un GCE si
podía, pero Grant solo se había reído de él, como si la educación fuera una de las peculiares
excentricidades de Remus.

Matrona usualmente le conseguía a los niños en St Edmunds aprendizaje donde mostraban


aptitudes para trabajo de obra, pero Remus no podía recordar a Grant haber mencionado en lo que
era bueno – solo las cosas en las que tenía problemas como Matemáticas e Inglés. Y Remus no
podía contarle a Grant sobre sus propias asignaturas, ¿cierto? Los niños que no terminaban su
aprendizaje tenían que buscar su propio camino, una vez que cumplieran dieciocho. Remus no
estaba seguro-

—¡Oye, Moony, despierta! —Sirius exclamó, sacudiendo a Remus de su ensueño, —El carrito está
aquí, ¿no te quieres perder tu almuerzo, o sí?
—Oh, gracias, —Remus se volteó hacia el ruidoso, demasiado cálido carruaje, donde James estaba
comprando por lo menos doce pasteles encima de todos los dulces que pudieran manejar.

—¡Nunca terminaremos todo esto! —le reprendió Lily, sonriendo levemente.

—Claramente nunca has visto a Moony comer, —James le guiñó.

—¡Oooh, desearía tener tu metabolismo, Remus! —dijo Desdemona. —Mi madre siempre me está
diciendo que tengo que empezar la dieta.

—No hay nada de malo con tener curvas, —dijo Mary, tomando una grande mordida a su propio
pastelillo. —¡Les das algo que agarrar!

Todas las chicas soltaron risitas, incluso Lily, quien se estaba sonrojado fuertemente. Remus deseó
que el viaje terminara pronto.

Por supuesto, mientras el tren llegaba a Kings Cross, sintió un horrible revoltijo mientras Sirius
enmudecía, su rostro preocupado y pálido. Las chicas y Peter se apresuraron en reunir sus cosas,
ansiosos por encontrar a sus familias en la plataforma. Remus y James estaban siendo
deliberadamente lentos, esperando hasta que Mary finalmente dejó el compartimiento, luego
ayudaron a Sirius con sus propias maletas.

—Reporte cada noche, ¿cierto? —James agarró el hombro de su mejor amigo, —Si no escucho de
ti enviaré ayuda.

Sirius sonrió agradecido.

—Estaré bien. Nada que no haya hecho antes.

—¡Por favor ten cuidado! —exclamó Remus, —Mantén la cabeza abajo, no seas tan… tan… ¡ tú!

Sirius rio.

—Buen consejo, Moony.

Remus bajó la mirada, sonriendo vergonzosamente. Quería abrazarlo, pero era muy tarde. Regulus
estaba de pie en la puerta, brazos cruzados.

—¿Listo?

Sirius asintió, y no se volvió a girar. James y Remus observaron a los hermanos marcharse. Casi
tenían la misma altura ahora. Regulus era más delgado tal vez, pero de espaldas podrían ser
gemelos.

—Estará bien. —Dijo James, y Remus instintivamente supo que se estaba asegurando a sí mismo,
más que nada. Después de un momento, James estaba de vuelta a la normalidad. Tomó la manija
de su maleta (y la de Remus también, sin una palabra) y exhaló, —Vamos entonces, Moony - ¡a
pasar la Navidad!

***

Miércoles 24 de Diciembre, 1975

No nevó en la Navidad de 1975 tampoco – afortunadamente, tampoco llovió, lo que significaba


(para James, de todas formas) que las condiciones eran perfectas para muchas y muchas prácticas
de quidditch. Remus se rindió e hizo lo que le instruyeron. Desviaba la mente de ambos de Sirius.
Remus nunca iba a ser realmente bueno volando, pero después de los primeros tres días en el aire
por lo menos ya no estaba aterrado de caerse. Incluso había conseguido hacer que una quaffle
pasara a Peter una vez.

Entre las prácticas, los chicos disfrutaban todas las actividades festivas que Remus había esperado
de una típica Navidad Potter; oropel, luces, papel de regalo, largas noches comiendo pasteles de té
con mantequilla, cenas cálidas y mañanas brillantes. El Sr y la Sra Potter eran tan encantadores
como siempre – aunque era evidente que la participación continua en el movimiento de resistencia
de Dumbledore estaba quitándoles mucho.

El Sr Potter no se les unía mucho, se encerraba en su estudio. Cuando emergía se movía


tensamente, su espalda encorvada; ya no era el animado travieso que había sido hace solo tres
cortos años. La Sra Potter, quien todavía era todo lo que una madre debía ser, tenía más cabello
blanco de lo que Remus recordaba, y oscuros anillos bajo sus ojos. Todavía tenía siempre una
sonrisa para sus niños, cuando volvían del frío.

—James, ve a buscar a tu padre, es hora de la comida - ¿has hablado con Sirius hoy día? Envíale
nuestros cariños, ¿quieres, querido? ¡Remus! Te ves completamente congelado, ve a pararte junto
al fuego un poco para calentarte… He puesto una chuleta extra para ti así que asegúrate de
comerla. No sé cómo ustedes niños siguen creciendo de esta forma… Hola, Peter cariño, ¿te
quedas para el té? Asegúrate que tu madre sepa…

Estaban hablándole a Sirius tanto como les fuera posible. Cada noche Remus y James se
arrodillaban en la cama de James con el espejo abierto entre ellos y esperando a que su amigo
apareciera. Era siempre un inmenso alivio cuando lo hacía – esos maliciosos ojos azules y sonrisa
descarada, prometiendo que estaba ok.

—Reg está siendo un completo imbécil, como de costumbre, y madre un eterno encanto, pero nada
fuera de lo ordinario.

El problema era, pensó Remus, presionando sus labios, ninguno él o James realmente entendían
que significaba ‘ordinario’ en la familia Black. Entonces, no había forma de saber en cuanto
peligro se encontraba Sirius.

—No puedo decir mucho, —susurraría Sirius, después de sus breves actualizaciones, —Alguien
podría estar escuchando. Los jodidos retratos son espías aquí. —Lucía cansado.

—Ojalá solo pudiéramos ir a buscarlo. —Diría James, desesperanzado.

—También yo. —Remus asentía. Cada noche lo mismo.

La última noche que oyeron de Sirius fue la noche antes de la Víspera de Navidad (¿esa era la
víspera de la Víspera de Navidad?, Remus se encontró pensando para sus adentros infantilmente.
Algo que Grant diría para hacer reír a Remus.) La ironía de todo eso, fue que esa noche, el 23 de
Diciembre de 1975, Sirius tenía mucho ánimo. De hecho, Remus podría llegar a decir que sonaba
positivo. Optimista.

—Están siendo ok hoy día, de hecho, —sonrió a través del espejo compacto, —De hecho algo…
amables. Amigables. Papá me sonrió. No sé si papa me había sonreído antes. Siguen hablando de
superar nuestros problemas como una familia…

—Eso es bueno, —James sonrió de vuelta, alentador, —Tal vez la guerra les ha dado algo de
sentido.
—La cena Tradicional de Víspera de Navidad es mañana en la noche, —dijo Sirius, —Todos los
Blacks en un lugar – un encanto. Debería ser capaz de escaparme para nuestra hora usual, solo no
se rían de mis estúpidas túnicas, ¿ok?

James y Remus sonrieron, y prometieron no reír. Fueron a la cama esa noche sintiéndose
tranquilos; ansiando sus propios planes de Víspera de Navidad.

Estos planes por supuesto involucraban más prácticas de quidditch – pero afortunadamente solo
una hora. Más tarde la Sra Potter los llamó y pidió que sacaran la vajilla fina del ático, junto con
los grandes manteles Navideños,

—Con todo lo que está pasando estoy tan atrasada este año… —murmuró, revolviendo un bowl
con carne picada lista para los pie’s. Remus se dio cuenta que sus uñas estaban mordidas hasta la
raíz.

—¿Tenemos mucha gente viniendo este año, mamá? —preguntó James, mientras que
cuidadosamente descargaba la caja de platos y bowls, entregándoselos a Remus para una rápido
enjuague bajo el grifo.

—Mm… bueno, Darius, por supuesto, siempre aparecerá por una cena caliente si alguien lo ofrece.

Remus frunció el ceño, pero no dijo nada. La Sra Potter continuó, —Invité a los Bones a los
Tonks… pero todos parecen quedarse en sus casas este año. Los Pettigrews vendrán, imagino. Tal
vez algunas personas del ministerio, los padres de tus amigos…

—¿Dumbledore?

—No, querido, él estará ocupado.

Remus estaba agradecido de esto. Dumbledore estaba demasiado serio estos días, y su nombre
siempre parecía ser pronunciado con una sensación de pavor. Traía malas noticias. Los Potters eran
personas tan amables, ¿por qué no podían invitar profesores amables, como el Profesor Flitwick, o
incluso el Profesor Ferox? Aunque, Remus reflexionó, mientras limpiaba un gran plato de servir,
que probablemente solo era el viejo Sr Ferox ahora. O Leo – ese era su nombre, de acuerdo con
Mary. Leo Ferox. Sirius Black. Tal vez Remus solo tenía algo por nombres geniales.

Después de la cena, James y Remus se reunieron en la cama de James una vez más a la hora usual
para su cita con Sirius. Pero cuando James abrió el espejo, nada apareció – solo sus propios
reflejos.

—Él tenía esa cena, —dijo Remus, aunque no se sentía correcto. —Puede que esté atrasado.

Entonces esperaron. Después de media hora, que pasaron en su mayoría en un ansioso silencio,
James intentó hablarle suavemente al espejo.

—¿Sirius? —llamó, —¿Estás ahí?

Nada.

—No me gusta. —Dijo James. Remus no sabía que decir. —Vamos, —James se puso de pie, —Le
voy a decir a papá.

El Sr Potter frunció el ceño cuando lo escuchó, pero no fue de mucha ayuda.

—No podemos saltar en conclusiones, James. Tú dijiste que todo estaba bien, ayer.
—Sí, pero…

—He estado en los banquetes de la familia Black antes, —dijo el Sr Potter, pensativo, —Se
retrasan especialmente si Orion está presidiendo. Al hombre le gusta escucharse hablar. No muy
diferente a Sirius.

—Esperaremos un poco más, —dijo la Sra Potter, acariciando el cabello de su hijo cariñosamente,
—Tomemos un poco de té, ¿eh? Vengan y siéntense junto al fuego.

Lo hicieron. Gully el elfo doméstico vino con una bandeja de té, cargada con recipientes
humeantes y un plato de galletas también, pero ninguno James o Remus tenía ánimo para comer.
Las horas pasaron y pasaron, los Potters tenían un reloj de caja en el pasillo, y Remus podía
escucharlo sonar sin piedad. El espejo compacto seguía abierto en el regazo de James, reflejando
solo el chisporroteo naranjo de la chimenea.

Incluso los padres de James lucían nerviosos ahora. El Sr Potter se levantaba unas pocas veces y se
paseaba. La Sra Potter seguía moviéndose por la habitación; estirando las decoraciones o el mantel
o volviendo a arreglar los regalos de colores brillantes bajo el árbol.

A las once de la noche, un búho vino chillando desde la noche oscura, hacia la ventana de la sala
de estar, y solo la rapidez de la Sra Potter y su rápido trabajo con la varita evitó que rompiera el
vidrio. Era un enorme, majestuoso búho real – el mismo tipo que usaban los Black. Se lamentó,
agitado y claramente cansado por su viaje. James forcejeó con la nota en su pierna y la abrió. Sus
ojos se expandieron y dejó salir un extraño ruido ahogado. Remus saltó para leer sobre su hombro.

Él está en problemas. Por favor ayuda. R.A.B.

—Effie, llama a Dumbledore enseguida. —Dijo el Sr Potter, uniéndose a Remus y James.

Remus empezó a temblar. Nunca había conocido un terror como este. Quería gritar, chillar –
golpear algo. James estaba igual, lo podía notar – se tornó blanco como el papel, leyendo la nota
una y otra vez.

—Necesitamos ir, —dijo James, su voz se rompió, —Tenemos que ir a buscarlo ahora.

—Lo haremos, —dijo el Sr Potter, —Solo mantén la calma.

Remus rio. Era enormemente inapropiado, pero nadie parecía notarlo. Mantener la calma.

No hubo tiempo para nada más. La chimenea crujió fuertemente, luego soltó una brillante
llamarada verde esmeralda. El Sr Potter puso sus brazos alrededor de ambos chicos y los empujó
hacia atrás bruscamente. Un caos de ruido y gritos hicieron eco por el flujo de la chimenea desde
otra chimenea, en otra casa. El cuerpo de Sirius Black cayó de las llamas a la alfombra a sus pies.

Chapter End Notes

‘Secondary Modern’ – el sistema educativo en el Reino Unido solía ser aún más
clasista que ahora. A los 11 años, los estudiantes eran divididos en dos grupos,
supuestamente basados en habilidades y la escuela secundaria a la que iban sería
‘Grammar School’ (para los niños inclinados a lo académico), o a la ‘Secundaria
Moderna’, que se suponía que enseñaba destrezas más ‘prácticas’. Los niños que iban
a una Secundaria Moderna era probable que fueran a trabajos de fábricas o
domésticos, y tomaban menos exámenes académicos.
CSE – Certificate of Secondary Education (Certificado de Educación Secundaria). Los
exámenes finales tomados en la escuela secundaria a los 16 años.
GCE – General Certificate of Education, (Certificado de Educación General) también
conocidos como ‘O-Levels’. O ‘ordinary levels’ eran exámenes más académicos
tomados a los 16. Si conseguías lo suficiente podías moverte a los ‘ALevels’
(avanzado).
La edad para dejar la escuela fue elevada a los 16 en el Reino Unido en 1971.
Quinto Año: Imperdonable
Chapter Summary

ADVERTENCIA por temas de abuso doméstico.

Remus, James y el Sr Potter corrieron hacia él enseguida. Remus colapsó en sus rodillas,
alcanzando a Sirius primero. Estaba acostado boca abajo, su cabello negro se derramaba como
sangre en la alfombra roja. Remus ni siquiera lo pensó, solo lo volteó. Su rostro estaba pálido, sus
ojos cerrados, pero estaba vivo. Sí, Remus podía escuchar el corazón de Sirius, latiendo
fuertemente detrás de sus costillas. Podía oler el hedor del miedo, mezclado con adrenalina.

—¿¡Sirius!? —James estaba ahí también, presionando su cabeza contra el pecho de Sirius para
escuchar,

—Está vivo. —Dijo Remus, su voz sonaba extraña. Aún estaba agarrando los hombros de Sirius,
donde lo había volteado, no podía dejarlo ir, sus manos empuñaban las finas túnicas de terciopelo.

—¡Effie! —gritó el Sr Potter, —¡Rápido! —se agachó hacia Sirius, —Atrás, niños, denle un poco
de aire…

—Mmm. —Sirius se movió, levemente, sus pestañas se movieron, pero nada más.

—¿Qué le pasa? —Remus preguntó a la habitación, desesperadamente. El Sr Potter lo estaba


guiando para que se alejara, tenía que dejarlo ir. Gateó hacia atrás, como un cangrejo mientras la
Sra Potter se apresuraba. Sabía que sus piernas no se levantarían, aún no.

Euphemia Potter estaba en la alfombra en segundos, ubicando la cabeza de Sirius en su regazo.


Debió haber hecho otro ruido, porque ella empezó a susurrarle, cosas pequeñas y dulces;

—Shhh ahora, amor, estoy aquí, estás a salvo, shhh…

Remus sintió que sus ojos se inundaban, acercó sus piernas bajo su barbilla y envolvió sus brazos
alrededor. ¿Qué estaba pasando? Miró a James, sentado al lado opuesto en el suelo de la sala de
estar, igual de shockeado, igual de aterrado. Hubo un distante *CRACK* afuera, y el Sr Potter dejó
la habitación, volviendo con Dumbledore momentos más tarde. Parecía traer el frío consigo;
Remus sintió como un escalofrío se asentaba en sus huesos a pesar del fuego que seguía
chisporroteando.

—Moody está afuera, —dijo el anciano al padre de James, —Encantamientos de protección, todo
en su arsenal. Nadie más vendrá aquí esta noche.

Bien. Pensó Remus. Bien. Enciérrennos a todos aquí, nunca dejen a nadie acercarse a él de nuevo.

—¿Cómo está, Effie? —Dumbledore se acercó a la Sra Potter, quien todavía estaba sujetando a
Sirius. Estaba realizando un tipo de magia, sus ojos estaban cerrados, su varita se movía por el
cuerpo inconsciente del chico, sus labios se estaban moviendo rápido sin generar ningún sonido.
Eventualmente levantó la mirada, más conmocionada de lo que Remus la había visto, con rabia
ardiendo en sus ojos.
—Vivirá. —Dijo. —Necesita descansar.

—¿Fue…? —el Sr Potter lucía nervioso. La Sra Potter cerró sus ojos de nuevo, y asintió.

—Cruciatus.

James cubrió su rostro con sus manos. Remus solo se sintió vacío – como si todo lo que le hacía
sentido se hubiera escurrido. La maldición de la tortura.

—Niños. —Dijo el Sr Potter repentinamente, de forma brusca, mirando a James, luego a Remus,
—Sé que se quieren quedar pero necesitamos que vayan a la cama, justo ahora. No hay nada que
puedan hacer por Sirius de momento.

—¡Pero papá! —empezó James, poniéndose de pie temblorosamente. También tenía lágrimas en
sus ojos.

—¡James! —dijo la Sra Potter desde el piso. —No. A la cama.

Ella no gritó, pero cada hombre en la habitación pareció encogerse, levemente. No se atreverían a
desobedecerla.

Remus no estaba seguro de cómo se puso de pie, si es que Dumbledore lo ayudó, o si lo hizo por sí
mismo. Tampoco estaba seguro de como dejó la habitación en la que estaba Sirius. Parecía que
horas más tarde estaba en el descanso de las escaleras del primer piso, con James. Gully estaba
encendiendo velas por la casa, moviéndose silenciosamente. Los retratos junto a las escaleras
estaban durmiendo. James abrió la puerta de su habitación, y Remus entró sin una palabra.

Se acostaron en la cama, lado a lado, sobre las mantas aún en su ropa. Habían estado sentados en la
misma cama solo dos o tres horas antes, esperando a que Sirius les dijera que estaba bien. En la
oscuridad, James y Remus se compusieron, dándole al otro el tiempo que necesitaban.

James rompió el silencio, por supuesto.

—Está aquí ahora. —Dijo, sin tono en su voz. —Está aquí ahora, y mamá nunca lo dejará volver,
lo sé

Remus asintió, porque no tenía ninguna palabra. No sabía si James lo vio; ambos estaban mirando
hacia arriba. Su mente trabajaba muy rápido, y dijo lo primero que se sintió como una idea
coherente,

—¿Eso es lo que pasa? ¿Con esa maldición?

—No lo sé. Nunca la había visto.

—No, por supuesto.

—Mamá solía ser una sanadora. Si alguien puede ayudarlo…

—Y Dumbledore está aquí.

—Sí, exacto.

—Si él… —la voz de Remus se rompió, y dejó de hablar.

—Lo sé, amigo. —Susurró James.


No volvieron a hablar hasta la mañana.

***

Día de Navidad, 1975

Remus no podía creer que se había quedado dormido. Se maldijo internamente por haber sido tan
desconsiderado, tan egoísta.

No tienes derecho a él se dijo furioso mientras se sentaba, trepando fuera de la enorme, cómoda
cama de cuatro postes de James, no tienes derecho de hacerte llamar su amigo en lo absoluto, si ni
siquiera te puedes mantener despierto cuando él está… no sabía cómo estaba Sirius.

Dejó a James, que aún estaba durmiendo, y fue al baño. Era de mañana; las cortinas se habían
cerrado, presumiblemente por Gully, y la acuosa luz solar invernal llenaba las escaleras. La casa
estaba muy tranquila, nadie estaba despierto aún. No había el olor habitual del desayuno
cocinándose o él té preparado en la encimera. Después de usar el baño y de lavarse rápidamente,
Remus se quedó de pie incómodo en el pasillo.

No quería volver a la habitación de James; eso sería un poco raro, especialmente cuando tenía
todas sus cosas en una de las habitaciones de invitados. Sirius estaba en la habitación al final del
pasillo, Remus podía olerlo. La Sra Potter estaba adentro también. No sabía dónde estaba el Sr
Potter.

—Amo Lupin, —una voz chillona lo sorprendió en las escaleras. Era Gully, sus grandes ojos cafés
estaban llenos de inocente preocupación, —¿Es usted queriendo desayuno, Amo Lupin?

Remus sacudió la cabeza,

—No, gracias.

—Es una cosa terrible. Terrible cosa mala. —La pequeña criatura arrugada sacudió su cabeza
tristemente, sus orejas marchitadas como un cachorrito triste.

—Sí. Terrible. —Remus se sentó en las escaleras, agradecido de alguien con quien hablar.

—Le digo a mi señora y mi amo, que tenemos ser cuidadosos; tenemos que proteger los nuestros.
Gully es pensando que deberíamos escondernos, Gully sabe de muchas familias escondiéndose
ahora. —El ceño fruncido de Gully se remarcó, como si estuviera tratando de recordar algo exacto,
—Pero mi señora diciendo a mí, ‘Gully, somos responsables. Somos buenos, suertuda familia y
tenemos muchas cosas buenas.’ Señora diciéndome que necesitamos cuidar a todos los que
podemos. Ella dice que si no, no tenemos nada que proteger en absoluto.

—No hicimos un buen trabajo protegiendo a Sirius. —Remus le dio una furiosa patada a la
alfombra con su pie.

—No, —Gully sacudió su gran cabeza redonda de nuevo, —Siempre, en guerra, hay gente herida.

Remus mordió su labio. Detrás de ellos, una puerta se abrió,

—¿Gully? —la débil voz de la Sra Potter sonó, —¿Vendrías a sentarte con Sirius mientras yo -- oh,
hola, Remus, querido.

Ella había estado despierta toda la noche, estaba claro, pero aún tenía una sonrisa para él.
—¿Él está bien? —Remus se puso de pie.

—No hay daño a largo plazo, —graznó, su sonrisa menguó levemente, —No externamente, de
todas formas. Aún está durmiendo, solo una pequeña dosis de poción. ¿Te gustaría sentarte con él?
Necesito acostarme un poco, antes que Monty llegue a casa.

—Sí, sí por supuesto, —Remus caminó hacia adelante, ansioso por ayudar de cualquier forma.
Cruzó el pasillo rápido, y se deslizó dentro de la habitación.

—Envía a Gully para despertarme apenas abra los ojos, —dijo Euphemia, dando palmadas en su
hombro gentilmente, —Dumbledore querrá hablar con él. Quería hacerlo anoche, pero no lo
permití. Pobrecito.

—¿Estaba consciente, entonces? ¿Anoche?

—Sí. Por un momento, —Euphemia suspiró, profundamente, vacía con cansancio, —Pero no
estaba en estado para una interrogación.

Remus asintió, torpemente.

Ella cerró la puerta a sus espaldas. La habitación estaba oscura, pero estaba bien. Remus podía ver
en la oscuridad; a menudo le gustaba.

La figura descansando en la cama no podía ser su amigo, Sirius Black. Porque Sirius Black nunca
dormía así, boca arriba, manos a sus lados, mantas ordenadamente arropadas sobre su pecho. Sirius
dormía como un perro; todas las sábanas desordenadas y extremidades por todos lados, boca abajo,
y brazos extendidos.

Remus se acercó con cuidado. ¿Así era esto?, se preguntó, ¿la mañana después de una luna llena?
¿Así era como se sentía ver a tu amigo destruido? Era insoportable. Se sentó en el asiento junto a la
cama, un suave sillón morado con un libro abierto en un brazo. Imperdonable: Cuidados para las
Víctimas de Maldiciones y Maleficios. Remus cerró el libro, preguntándose si la Sra Potter había
necesitado consultarlo muchas veces antes. Había un pañuelo debajo, húmedo con lágrimas,
Remus podía oler la sal. Debió haber sido difícil para ella – como una sanadora o como madre.
¿Había mirado a este chico de cabello negro y había visto a James? ¿Se había preguntado qué tipo
de padre haría tal cosa?

Se sentó en el silencio, escuchando la respiración de Sirius. Estúpidamente, pensó en Grant, quien


no podría ayudar para nada, excepto que probablemente hubiera abrazado a Remus, y Remus sentía
que un abrazo era la única cosa que quería en el mundo, justo ahora. Las campanas de la iglesia
hicieron eco desde la colina del pueblo. Era el Día de Navidad.

***

James vino y se le unió, después de una hora más o menos. Trajo té, y Remus lo aceptó agradecido.
James le levantó sus cejas oscuras a Remus, cuestionándolo, y Remus sacudió su cabeza, no. James
se sentó en el brazo de la silla, y no hablaron.

Pasó otra hora antes que Sirius se moviera. Una suave agitación, luego un parpadeo en sus
facciones, antes que sus ojos se abrieran, pesados con sueño. Le tomó un momento enfocarse, y la
habitación aún estaba muy oscura. Cuando finalmente reconoció las formas de James y Remus,
frunció el ceño, luego rompió en una sonrisa,

—Maldita sea, —dijo, ronco, —¿Quién murió?


James rió,

—Canalla.

—Imbécil. —Devolvió Sirius.

—Idiota.

—Oye, —Sirius se levantó apoyándose en sus codos, —Sé amable, soy un inválido sabes.

—Te diré qué, —James sonrió, —Realmente sabes cómo hacer una entrada.

—Está en mi noble sangre. —Sirius sonrió, luego vaciló, sus ojos repentinamente golpeados.
Luego todo volvió al silencio. —Lo siento, —murmuró, mirando hacia abajo.

—¿Té?

—Por favor.

—¡Gully! —James invocó al elfo doméstico, quien estaba muy complacido por servirles.

—Entonces, —preguntó Sirius, el color lentamente volvía a sus mejillas, —¿Ustedes dos han
estado vigilando junto a la cama por mí?

—De hecho, mamá fue la que estuvo despierta toda la noche.

—Oh seh… —el rostro de Sirius se volvió distante, cerrado. —Le agradeceré, obviamente. Pedir
disculpas por haber aparecido así…

—No seas estúpido, —James sacudió su cabeza, —Ella haría lo que fuera por ti. Te ama.

Los ojos de Sirius se llenaron con lágrimas y desvió la mirada. Afortunadamente, Gully reapareció
en ese momento con una bandeja de té con copas, platillos, tostadas, muffins, salchichas, huevos
(revueltos, fritos y cocidos), salmón ahumado, arenque ahumado, e incluso cereal.

Ninguno de ellos comió mucho. Remus tenía hambre – moría de hambre, de hecho, pero todo sabía
a plástico entonces al final solo tomó copa tras copa de té hirviendo – sin leche, sin azúcar. Aún no
estaba enojado – el enojo era su respuesta habitual cuando se sentía inútil, o triste, o con dolor,
pero sentía que llegaría más tarde. Solo ahora, quería ser lo que fuera que Sirius necesitaba.

—Oh, —dijo repentinamente, —Se supone que debía buscar a tu mamá, James – apenas Sirius
despertara.

—Déjala dormir, —dijo Sirius, descansando en sus almohadas.

—No, ella quería que lo hiciera, así podía llamar a Dumbledore.

—¿Para qué? —preguntó James, perplejo. —Todo está bien, ahora.

—Él quería hacerle unas preguntas-

—¡No! —dijo Sirius.

James y Remus se voltearon para mirar a Sirius, quien había palidecido de nuevo, sus ojos grandes
y asustados. —Por favor, —dijo, —Aún no, solo…déjenme tener Navidad, ¿ok? No quiero hablar
de eso.
—Ok amigo, está bien… —dijo James, suavemente, inclinándose para darle una palmadita al
hombro de Sirius. —No la despertaremos. Puedes fingir que estas durmiendo, si quieres. Lo que tú
quieras.

—Gracias. —Sirius se volvió a relajar. —Lo siento.

—Pfft. —James sopló el cabello de su frente. —Es Navidad, ¿no?


Quinto Año: Secuelas
Chapter Summary

Advertencia por descripción de abuso, desagradable. También insulto homofóbico


hacia el final.

Nadie estaba enfadado porque habían intentado de proteger a Sirius. La Sra Potter se levantó de su
propia cama cuando el Sr Potter volvió de donde fuera que había estado, y ambos acordaron que
Dumbledore llegaría por voluntad propia, eventualmente, y que lo que fuera que quería preguntarle
a Sirius podía esperar hasta entonces.

Rescataron el resto de la mañana lo mejor que pudieron. El Sr Potter animadamente ofreció


aparecer todos los presentes arriba a la habitación de Sirius, pero Sirius se negó.

—¡Mis piernas funcionan bien! —insistió, —¡Quiero bajar y ver el árbol!

Entonces, todos se reunieron y se vistieron o cambiaron, luego se reencontraron media hora más
tarde en la sala de estar. Remus no podía evitar mirar la parte de la alfombra donde había visto caer
el cuerpo de Sirius menos de doce horas atrás. El dolor era agudo y alarmante. Tuvo que mirar al
actualmente, consciente Sirius; arropado en mantas con otra taza de té en el sofá opuesto al suyo,
solo para sentirse normal de nuevo.

Abrir regalos aún se sentía igual de alegre y natural como siempre. Una libertad para todos, sin
orden, simplemente rompieron los envoltorios hasta que estuvieron rodeados de estos, tiras de
escombros de colores brillantes. No importaba lo que habían recibido, solo el recuerdo de haber
recibido algo bueno en esa horrible mañana. Los Potters, por supuesto, tenían bastantes para Sirius
y Remus, y le prometieron a Sirius aún más –

—Te conseguiremos algunas lindas imágenes, para alegrar tu habitación, —dijo la Sra Potter, —
¿Cuál equipo de quidditch apoyas, corazón? ¿O tal vez una de esas estrellas de rock que le gustan a
ustedes chicos?

Sirius la miró como si hubiera recibido el regalo más maravilloso de su vida. Tal vez así era.

—La mayoría de mis cosas están en Hogwarts, —dijo. —Solo tenía ropa en casa… —lucía un
poco avergonzado, y Remus sabía que estaba pensando sobre los obscenos posters que había fijado
permanentemente en las paredes de su dormitorio. Podría estar seguro que no lo haría en su nueva
habitación donde los Potters.

—Bueno, puedes usar algunas cosas de James por un tiempo. Tal vez iremos de compras para año
nuevo.

Se sentaron para un tranquilo almuerzo Navideño. Evidentemente, alguien había desinvitado a


todos los invitados que habían anticipado – lo que para Remus era una bendición. Ya tenía poca
paciencia por tanta preocupación y falta de sueño; no necesitaba a Darius Barebones metido en la
mezcla. Pensó sobre los Pettigrews, y se preguntó si Peter estaba preocupado, o se sentía dejado de
lado.
Gully estaba a punto de encender el pudin Navideño cuando el *CRACK* de aparición sonó afuera
de la puerta frontal. Dumbledore. Sirius saltó, y se veía como si quisiera levantarse de la mesa,
pero se quedó quieto. El Sr Potter les sonrió tranquilizadoramente y fue hacia la puerta.

Todos escucharon atentamente.

—¡Albus! Feliz Navidad.

—Sí, estábamos a punto de tener--

—Solicité que me contactaran tan pronto como él despertara.

—Adelante, Dumbledore. Acompáñenos para el postre.

Dumbledore entró a la habitación. Estaba usando túnicas sombrías de un profundo marrón


pardusco, como sangre seca. Lucía como si su noche hubiera sido igual de larga que la suya. Fue
seguido por un hombre rechoncho que se parecía a un bulldog bastante canoso. Tenía una masa de
cabello pelirrojo-grisáceo, y ojos tacaños oscuros que viajaban furtivamente por la habitación,
como si estuviera buscando problemas.

—Albus, Alastor, —la Sra Potter se puso de pie, moviendo su varita. Dos sillas más aparecieron en
la mesa del comedor, al igual que pequeños platos, tenedores, servilletas y copas. —¿No se unirán
a nosotros por postre?

—Ahora no, Effie, —el hombre rechoncho – Alastor – gruñó, —En guardia.

Ella le dedicó una mirada, no muy distinta de la mirada que le había dado a James anoche. Él
aclaró su garganta y se sentó, rápidamente. Remus sonrió. Tenía que descubrir exactamente como
es que ella hacía eso. Las madres tenían su propia magia, parecía. Dumbledore tomó su plato con
más decoro. Su expresión, como siempre, todavía era tranquila como un lago e imposible de leer.
Estaba mirando a Sirius.

Ahí estaba, Remus sintió algo asentarse a su alrededor como una vieja amiga. Furia. El deseo de
lanzarse sobre la mesa y sacudir a Dumbledore sin sentido era tan fuerte, y tan tangible, que se
encontró a sí mismo agarrando la base de su silla.

El extraño, Alastor, se volteó para mirarlo. Remus se sintió ser escaneado por esos oscuros, ojos
perceptivos. Oh. Él sabía que Remus era un hombre lobo – Remus no estaba seguro de como él
sabía que Alastor sabía, pero así era. No había duda. Remus levantó su barbilla y lo miró a los ojos.
Alastor sonrió, levemente, como si esto hubiera confirmado algo que había esperado, luego se giró
de vuelta a Dumbledore.

—Sirius, —el director dijo, suavemente, —¿Cómo estás?

—Bien. —Sirius asintió, mirando fijamente al gran pudin oscuro en el centro de la mesa. Gully
chasqueó sus dedos y este se encendió, la llama azul relucía como un extraño vapor mágico.

—Me gustaría hablar contigo sobre los eventos de anoche, —presionó Dumbledore, —Sé que no
es placentero, y desearías olvidarlo, pero lo que sea que pueda decirme podría ser útil, ¿entiende?

—Sí. Bien. —Sirius asintió, su expresión no cambió.

La llama se desvaneció, y Gully chasqueó sus dedos de nuevo. El postre se dividió pulcramente en
ocho porciones. Era rico y húmedo y empalagoso, la fruta y el brandy se pegó en sus gargantas.
Comieron tranquilamente por un momento, antes que el Sr Potter sintió que tenía que hablar.
—¿No verás a tu familia hoy día, Moody?

Alastor sacudió su cabeza.

—El trabajo viene primero. Estaré aquí mientras me necesiten.

—Estamos muy agradecidos. —Dijo la Sra Potter, la amabilidad volviendo a su tono de voz.

—Alastor es un Auror, —le explicó el Sr Potter a los niños. Remus vio la luz de reconocimiento
encenderse en los ojos de James y Sirius, e hizo una nota mental para preguntar más tarde. Si
tuviera que adivinar, asumiría que significaba algún tipo de guardaespaldas mágico. Pensó sobre
Charles Bronson en El Vengador Anónimo, e imaginó a Alastor Moody con una pistola.

Una vez que comieron el postre, todos volvieron a la sala de estar. Sirius se sentó en el sofá, con
James y Remus a cada lado. Se habían sentado en la misma formación la Navidad pasada, cuando
Dumbledore había llegado para anunciar la muerte de los Frasers. Remus no había pensado en los
Frasers desde entonces, no realmente – solo como parte del fondo siempre-oscuro de una guerra de
la que prefería no preocuparse. Tenía muchas otras cosas para distraerlo.

Una de esas distracciones estaba sentado junto a él, justo ahora. Sus rodillas chocaban
ocasionalmente; Sirius no se sentaría quieto. Remus trató de no retroceder, en caso que fuera
malinterpretado.

—Espero que esto no tome mucho. —Dumbledore sonrió, agradablemente, como si esto no fuera
nada más que una charla amistosa. —Sirius, solo necesitamos saber todo lo que puedas recordar
sobre los eventos que te condujeron a llegar aquí a las once quince anoche.

—¿Esa era la hora? —Sirius pestañeó, —Pensé que era más tarde.

Dumbledore entrelazó sus manos en su regazo y sonrió.

—En tu propio tiempo, por favor.

—Eh… —Sirius se aclaró la garganta, y observó a James, quien le sonrió de forma fraternal. Sirius
miró a Dumbledore de nuevo, —Pensé que estaría bien. Realmente nunca me había llevado tan
bien con mi familia… desde que estoy en Gryffindor, ya sabe. Pero estaban… pensé que estaría
bien. Tenemos una cena familiar cada año en la Víspera de Navidad – toda la familia.

—¿Quién estaba ahí? —preguntó Moody. Estaba tomando notas, una pluma flotaba justo a la
altura de su pecho, escribiendo rápidamente en una pieza de pergamino flotante.

—Todos los Blacks, —Sirius levantó la mirada hacia él, —Y los Lestranges. Los Malfoys –
Narcissa y su esposo, de todas formas. Andromeda no, obviamente. Los… los Goyles llegaron más
tarde. Y los Notts. Los Crabbes. Barty Crouch estaba visitando, es amigo de mi hermano.

—¿¡Crouch!? —Moody sonaba sorprendido. Dumbledore sonrió de nuevo, inclinando su cabeza.

—Ese sería Bartimus Junior, por supuesto.

—Seh, —Sirius asintió. —Pequeño mocoso.

—Toda una reunión, ¿eh Albus? —murmuró Moody.

—Bastante. Por favor, Sirius, continúa.

—Entonces… seh, estaba todo normal realmente. Normal para nosotros. Cena, baile. Cosas
pedantes. Ellos… —pausó, avergonzado, —Ellos brindaron por Voldemort. Aunque no me uní,
profesor, ¡lo juro! Era algo así como una broma, ni siquiera sabía que estaban siendo tan serios.
Papá estaba un poco ebrio.

La expresión de Dumbledore no cambió. Sirius estaba mirando sus pies ahora, y siguió hablando,
más rápido y más rápido.

—Se supone que iba a hablar con James a las ocho, entonces intenté como escabullirme. Pero mi
prima – Bellatrix me atrapó, y me arrinconó en la biblioteca. Dijo que ya casi iba a ser mayor de
edad, era momento que empezara a tomar mi rol como heredero más seriamente, dejar a mis
amigos atrás, y crecer. Le dije que… bueno, no fui muy amable. Ella llamó a mis padres, Reg vino
también. Y Crouch.

—Estaba preocupado, porque… bueno todos saben que Bella está un poco chalada, entonces pensé
que solo le dirían que se alejara. Pero no lo hicieron; se unieron a ella. Papá dijo… dijo que quería
que lo hiciera sentirse orgulloso de una vez. Le dije que lo estaba intentando, pero. Pero…

Sirius pausó por aire. El silencio era una agonía. Continuó.

—De todas formas. Querían que jurara lealtad a Voldemort. Pensé que estaban bromeando.
Estaban diciendo todas estas cosas dementes, sobre los hijos de muggles, y traidores de la sangre,
y… entonces Bellatrix me mostró su brazo – ella tiene este tatuaje, —levantó la mirada, como
dándose cuenta que esta pieza de información era importante, —Es la marca tenebrosa, señor, el
cráneo y la serpiente. Ella dijo que había elegido un lado, y que era momento que eligiera el mío.
Dije que no. Lo dije tantas veces. —Cerró sus ojos, mirando hacia abajo de nuevo.

—¿Y ellos te hirieron, por eso? —incitó Dumbledore, —¿Trataron de persuadirte?

—Sí.

—¿Bellatrix hizo esto?

—No.

—¿Tu madre? ¿Tu padre?

La respiración de Sirius era bastante hueca, pero siguió. Asintió.

—Ellos tomaron turnos.

La Sra Potter se puso de pie, repentinamente, y dejó la habitación. Remus no la culpó. Sus ansias
de golpear algo estaban alcanzando niveles críticos.

—¿Pero conseguiste escapar? —Dumbledore presionó, gentilmente.

Sirius asintió de nuevo,

—Después de un tiempo, debí haber dejado de decir que no, porque… bueno solo dolía demasiado,
no podía decir nada. Debieron haber necesitado que accediera, porque me dejaron ahí, me
encerraron en la biblioteca. Pero ahí hay una chimenea, y polvos flú. No sé, tal vez querían que me
fuera. —Sonaba muy cansado, ahora. Pero la historia había sido contada, y hubo un aire de alivio.

—Gracias, Sirius. —Dijo Dumbledore, muy suavemente. —Esto ha sido de gran ayuda. No
interrumpiré más tu Navidad. —Se levantó, suavemente, y observó al Sr Potter, —¿Su oferta de
albergar a Sirius hasta que cumpla la edad sigue de pie, asumo?
—Tanto como cuando tenía doce. —Dijo el Sr Potter, enderezando su espalda. Era una cabeza más
bajo que Dumbledore, pero en ese momento, Fleamont Potter era el hombre más grande de la
habitación.

—Excelente. —Dumbledore asintió. —Los veré a ustedes niños en Enero, entonces.

—¡Espere! —Sirius saltó, —Profesor - ¿qué hay de mi hermano?

—¿Crees que Regulus esté en peligro?

—Eh… no creo que lo hieran. Es bueno en hacer lo que le dicen, solo quiere complacer a nuestros
padres. Pero harán que se una a Voldemort, él será marcado – cumple dieciséis el próximo año, y

—¿Regulus se quiere ir?

—Yo… no. No como yo.

—Entonces no podemos forzarlo. No está en peligro inmediato. Lo siento, Sirius.

Sirius dejó caer su cabeza, y se volvió a sentar. Dumbledore se fue, en silencio, apretando la mano
del Sr Potter. Moody se fue también, volviendo a su estación afuera de la casa de los Potter. Remus
lo miró a través de la ventana. Que hombre más extraño.

—Sr Potter, —dijo Sirius, antinaturalmente cortés, —¿Me puede prestar un poco de pergamino?
Me gustaría escribirle a Andromeda.

—Por supuesto, mi niño. —El Sr Potter asintió. Guio a Sirius y James dentro de su estudio.

Remus se quedó quieto, sintiendo que realmente no lo necesitaban justo ahora. Los Potters estaban
ahí para apoyar a Sirius; ellos harían lo que fuera necesario. Él, Remus, era solamente útil cuando
Sirius necesitaba que le dieran un golpe de razón (verbalmente, por supuesto), o cuando una broma
necesitaba ser resuelta. Y había bastante tiempo para esas cosas, una vez que esta tormenta en
particular haya pasado.

De nuevo, Remus deseó poder hablar con Grant. Definitivamente había una cabina telefónica en la
ciudad; si quería, Remus podría llamar a St Edmunds, y Matrona probablemente le pasaría el
teléfono; no era una carcelera. Pero Moody sí, y a Remus no le gustaba mucho la idea de explicar
por qué quería hacer un viaje dentro del pueblo en el día de Navidad.

Cerró sus ojos e intentó imaginar que diría Grant. ¡Maldita sea! Probablemente.

***

Fueron temprano a la cama esa noche. No había nada más que hacer – James ni siquiera sugirió
una práctica de vuelo. Jugaron algunos poco entusiastas juegos de ajedrez, pero todos seguían
bostezando tanto que al final era ridículo intentar estar de pie. Se apilaron en la cama de James,
incluso Remus. Intentó de maniobrarlo para que James terminara en el medio, pero Sirius gateó por
encima y se dejó caer entre sus dos amigos.

—Hazte a un lado, Moony, —sonrió, con un brusco codo en sus costillas.

Remus se mantuvo tan cerca al borde como le fuera posible. Tocar a Sirius bajo las sábanas,
incluso con su pie era completamente impensable. Esto es raro, pensó. Los amigos no comparten
cama. Incluso los mejores amigos. Esto es tan raro…
Intentó dormir. James empezó a roncar, y la respiración de Sirius se niveló. Remus se relajó.
Definitivamente podía imaginar que es lo que diría Grant al respecto. ‘¡Sabía que tus amigos del
internado eran todos unos maricones!’ Remus no pudo evitar soltar una leve risita, muy
suavemente. Sirius se dio vuelta para enfrentarlo, ojos abiertos, muy despierto.

—¿De qué te estás riendo, Moony?

—¡Nada! —Remus susurró de vuelta, avergonzado. —Solo no estoy acostumbrado a compartir una
cama.

—Seh, los ronquidos de James son bastante malos.

¿¡Y esto es raro, cierto!? Quería decir Remus, ¿¿no crees que somos raros??

—Mm. —Fue todo lo que dijo.

—No puedo dormir. —Sirius suspiró.

—¿Podría ir a buscar a la mamá de James? Podría tener más poción.

—No quiero más pociones. —Sirius sonaba muy cansado y resentido, como un niño. Remus estaba
agradecido. Eso lo hacía más fácil de lidiar.

—Bueno. Solo cierra tus ojos entonces. —Instruyó.

—Sigo pensando sobre eso.

—Oh. Lo siento.

—No, no así, solo me refiero… es raro, pero mientras lo estaban haciendo – antes de que dejara de
pensar – estaba pensando sobre ti.

—¿¡En mí!?

—Seh. Estaba pensando… por lo menos ahora sé cómo se siente Moony. Cuando estábamos
investigando todas esas cosas para ayudarte en la luna llena, había una descripción en uno de los
archivos, escrito por una bruja que tenía licantropía. Dijo que el dolor de la transformación era
similar al de la maldición cruciatus.

—Oh. Nunca lo había escuchado. No creo que pueda ser, creo que la cruciatus debe ser mucho
peor.

—Tal vez. —Sirius convino. —Pero me ayudó, un poco. Pensé – si Moony puede hacerlo, yo
también.

Remus no tenía una respuesta apropiada.

—Ve a dormir, Sirius.

—Está bien. Buenas noches.

—Buenas noches.

Esperó a que Sirius se quedara dormido – apropiadamente, esta vez – luego cuidadosamente se
levantó, y volvió a su propia cama.
Quinto Año: Enero
Chapter Notes

See the end of the chapter for notes

Throw me a line, I'm sinking fast

Clutching at straws - can't make it

Havana sound we're trying,

hard edge, the hipster jiving

Last picture shows down the drive-in

You're so sheer - you're so chic;

Teenage rebel of the week

Sábado 4 de Enero, 1976

El resto de las vacaciones Navideñas pasaron de forma temblorosa, en blanco y negro. Los Potters
organizaron una pequeña reunión para Víspera de Año Nuevo, pero muy pocas personas asistieron.
Muchos de su círculo cercano ahora estaban trabajando para Dumbledore, explicó la Sra Potter, y
estaban ocupados con el esfuerzo de la guerra. Lo que fuera que significaba. Sus amigos periféricos
o le habían dado la espalda a los Potters (—somos traidores de la sangre, —declaró James
orgullosamente) o simplemente estaban muy aterrados para involucrarse ellos mismos.

Moody no dejaría a la Sra Potter llevar a Sirius al Callejón Diagon, pero necesitaba zapatos para
empezar el nuevo término, entonces caminaron al pueblo una tarde. Ahí, Sirius se había enamorado
locamente con un par nuevo de Doc Martens, con cordones amarillo brillante. Remus estaba
bastante celoso; su propio par había sido robado del mercado, y se habían desgastado hace tiempo.

En su camino de vuelta, pasaron un par de punks – algo bastante raro en este pueblo de campo,
pero Remus supuso que había adolescentes en todas partes. Uno de ellos tenía una fila de pesados
aros plateados en el cartílago de una oreja. El otro tenía el pelo verde.

La Sra Potter había prohibido cualquier tintura de cabello, pero la noche antes que la escuela
empezara, Remus había cedido después de horas de Sirius rogando, y lo ayudó a perforarse uno de
los lóbulos de su oreja usando su pin de prefecto y una patata. Había sangrado – mucho, pero Sirius
estaba fascinado.

En consecuencia, se había presentado frente a Remus la mañana que estaban preparándose para ir a
Londres – había jugado con el volumen de su cabello, lo había dejado sobre un hombro para
mostrar su nuevo arete de oro, se puso de pie con las piernas separadas como un guitarrista, manos
en los bolsillos, grandes botas bovver negras,

—Perspectiva muggle, —le sonrió a Remus, con un cigarrillo entre los dientes, —¿Cómo me veo?

—Como un imbécil. —Dijo James.

—Como una estrella de rock. —Dijo Remus, gimiendo internamente. Estaba condenado.
Había pensado (esperado, realmente) que el trauma de Sirius hubiera congelado el considerable
ardor de Remus hacia su mejor amigo. Que lo hubiera sacudido para darse cuenta que – como su
amistad sería todo lo que tendría – debía enfocar sus energías solo en ser un jodido buen amigo.
Pero no. Sirius era un semi-dios, y Remus no podía hacer nada más que adorarlo. Tu tonto, imbécil
enamorado, se dijo.

De todas formas, Remus estaba contento de estar de vuelta en Hogwarts, donde las líneas se habían
dibujado muy claramente, y había exámenes en los que concentrarse.

Sirius volteó cabezas en Kings Cross. Los muggles apenas lo miraron, pero los magos – o más
precisamente, brujas – miraron. Mary llego corriendo hacia el en la plataforma, en un par de botas
turquesa de ante con un taco que la dejaba de su misma altura.

—¡Hola guapo! —cantó, luego lo abrazó ferozmente, y Remus notó la mirada en su cara sobre el
hombre de la chica. Lucía complacido.

Debía ser agradable, después de un momento difícil, tener a alguien en tus brazos así.
Especialmente alguien tan emocionalmente abierta como Mary. Remus permitió su propio dolor
llegar al máximo, después disminuir, lentamente, concentrándose en sonreír y escuchar a Marlene
contarle sobre su Navidad.

Una vez adentro, se apretaron en su compartimiento usual, y Remus siempre le estaría agradecido a
Lily, quien sugirió que se unieran a la patrulla a lo largo del tren un par de veces.

—Lucía como que podrías usar un poco de aire, —ella le sonrió.

—Seh, gracias. Estaba repleto ahí dentro.

—¿Lleno de la Navidad con los merodeadores, entonces?

—Puedes decir eso de nuevo.

—Pobre Remus. —Ella alineó sus brazos con los de él, inclinándose levemente. Se sintió bien,
como un pequeño abrazo. Tenía un cuerpo pequeño y suave. Tal vez esa era la atracción de las
chicas.

—Escuché lo que le pasó a Sirius, —dijo, muy suavemente. —¿Está bien?

—Seh, —Remus sintió, —Eso creo. ¿Cómo supiste?

—Eh… Sev me dijo, de hecho. No le creí, pero basándome en el nuevo look de Sirius…

—Mierda. ¿Cómo lo sabe?

Lily se encogió de hombros.

—¿Todos lo saben?

—Solo que lo echaron. Y desheredaron. Nadie sabe por qué. —Ella lo estaba mirando, y se dio
cuenta que ella quería que él le dijera la razón.

—Es complicado. —Dijo, —No creo que quiera que todos sepan.

—Eres un buen amigo. —Ella acarició su brazo.

Seh, pensó amargadamente. Soy un gran amigo, yo. Solo pienso en Sirius. La seguridad de Sirius.
La felicidad de Sirius. Las manos de Sirius, el cuello de Sirius, la boca de Sirius, Sirius
lanzándome contra la cama y—Détente. Nop. No es el momento. Mierda.

—¡Oye! —estaba gritando Lily, repentinamente, apuntando al largo corredor del tren en
movimiento, —Si eres tú, Crouch, tendré tus intestinos por ligas…

Barty Crouch. El estómago de Remus dio un vuelco. Él había estado ahí, la Víspera de Navidad.
Repugnante rarito. El chico rubio de catorce años estaba atormentando a unas niñas de primer año,
levitando sus bolsas de libros por encima de sus cabezas. Lily, siempre valiente, marchó hacia él,
amenazándolo con detención, pérdida de puntos, incluso unos pocos maleficios. Él se burló de ella,
pero dejó caer las bolsas.

—Barty, ¿qué estás--oh. —La puerta del compartimiento más cercano se abrió, y Regulus Black
apareció. Entrecerró sus ojos hacia Lily, —¿Qué quieres Evans?

—No hay necesidad de ser tan grosero, —ella le hizo un gesto de desaprobación a Crouch, —No
te metas en problemas, o hablaré con Slughorn. Ya estas advertido y lo sabes. Vamos, Remus, —
ella miró de vuelta a Lupin, quien todavía estaba de pie un poco atrás, esperando evadir su tarea de
prefecto.

La cabeza de Regulus se giró, miró a Remus y toda la arrogancia se desvaneció. Se veía mucho
más joven.

—Lupin. —Dijo, tenso.

Remus solo asintió. Regulus abrió su boca una o dos veces. Él obviamente quería preguntar.
Remus quería golpearlo. Pero no en frente de Lily. Recordó la desesperada preocupación de Sirius
por su hermano y lo vio reflejado de vuelta en los ojos de Regulus.

—Él está bien. —dijo Remus.

Regulus pestañeó, luego asintió, luego se giró de vuelta a su compartimiento, cerrando la puerta.
Barty se rascó la cabeza en shock, luciendo muy confundido.

***

Jueves 15 de Enero, 1976

Mientras el segundo término empezaba con todo su peso, Remus se dio cuenta que no necesitaba
preocuparse tanto. No tenía que siquiera intentar evadir a Sirius. Los TIMOs estaban justo a la
vuelta de la esquina ahora, programados para empezar en Mayo, y si los estudiantes de quinto año
pensaban que su carga de trabajo había sido pesada durante el primer término, iban a tener un
despertar muy brusco.

Remus combatía su estrés añadido pasando cada hora que podía en la biblioteca, o en la sala
común perfeccionando hechizos prácticos. Para la tercera semana, descubrió que de alguna forma
se había convertido en un líder innato de un tipo de club de tarea y estudios – un grupo de
estudiantes de quinto año, e incluso unos estudiantes menores, habían empezado a buscarle por tips
o consejos para su propio trabajo.

—¡Lupin! ¿Cuál es el movimiento que haces para los hechizos locomotores? Lo sigo haciendo
mal…

—Remus, Remus, ¿es ‘Apar-E-cium’, o ‘A-PAR-ecium’?


—Hey, Lupin, ¿puedes mostrarme como hiciste esa línea de tiempo, de nuevo? Sigo olvidándola…

Remus fingía que encontraba toda eso como una enorme imposición, pero estaba secretamente
fascinado. Era bueno en algo. Los merodeadores – cuando los veía – pensaban que era muy
divertido, y habían empezado a llamarlo ‘profesor’.

Un estudiante en particular había empezado a unírsele para sesiones regulares de estudio – un


Gryffindor de cuarto año llamado Christopher Barley. Era callado y estudioso, con serios ojos
oscuros y largos, dedos esbeltos. Era tímido, pero cuando Remus le decía hola él le daba una
increíble sonrisa, iluminándolo desde dentro.

Remus se dio cuenta después de la tercera o cuarta vez que se había topado a Christopher en el
castillo ‘por coincidencia’, que le gustaba al joven. Me estoy haciendo bueno en esto, pensó
culpablemente. El sentimiento era, desafortunadamente, no correspondido. Remus estaba halagado,
por supuesto – era difícil no estarlo – pero no podía superar ninguna emoción más allá de la
simpatía por Christopher. Ninguno de ellos era lo suficientemente valiente para decir algo, lo que
estaba igual de bien.

En la cima de esto, Remus tenía sus tareas de prefecto, que parecían multiplicarse cada semana.
Después de que un prefecto Hufflepuff (e hijo de muggles) había sido maldecido antes de Navidad
en una patrulla nocturna, y no había sido encontrado hasta la mañana, los jefes de casas
demandaron que las patrullas de prefectos fueran en parejas todo el tiempo.

Estas patrullas se habían convertido una farsa nocturna, para Remus, mientras que pasaba la mayor
parte del tiempo tratando de dirigir a Lily lejos de donde fuera que estuvieran los otros tres
merodeadores fuera de la cama, trabajando en nefarios esquemas u otros. Esto funcionaba la mayor
parte del tiempo.

El problema era, que desde Navidad James y Sirius se habían vuelto más desafiantes que nunca.
Armados con el mapa de los merodeadores y la capa de invisibilidad, navegaban el castillo como
un par de piratas, saqueando y devastando. Varias veces Remus volvía de sus patrullas y no los
encontraba en sus camas – solo para que los dos chicos volvieran una hora más tarde, riendo y
llenos de bravado, diciéndole como casi habían sido atrapados esta vez, casi.

Quidditch, también, los mantenía ocupados y separados de Remus. El partido con Slytherin había
sido el primer juego del año, y había resultado en un empate, lo que significaba que ambas casas
estaban ahora compitiendo despiadadamente por la copa. Con James al mando, el equipo de
Gryffindor estaba practicando dos veces más seguido cada semana, y Potter estaba jalando fuera de
la cama a Sirius cada mañana al primer rayo de sol para entrenar.

De hecho, entre el deseo de Remus por estudiar, su grupo de discípulos y sus tareas de prefecto, su
escaso tiempo libre apenas lograba coincidir con el de sus amigos. Apenas los veía en las comidas,
o antes de dormir – excepto por Peter, quien su única actividad extracurricular era su novia.

Entonces fue una sorpresa una noche a mediados de Enero cuando Remus se topó con Sirius. Era
una patrulla de rutina, y era la última de la semana de Remus y Lily. La luna llena caía en dos días,
y Remus había manipulado la nómina de prefectos astutamente para evadir esas noches. Se había
ofrecido para estar a cargo de las nóminas de su casa, de hecho – y el resto de los prefectos de
Gryffindor estuvieron obviamente aliviados. Todos ellos eran buenos en sus trabajos, por supuesto,
con un fuerte sentido de justicia y rectitud, combinado con el coraje por hacer lo correcto – pero
pocos Gryffindors podrían molestarse con la administración. Remus tomó esta oportunidad, y le
había servido bien hasta ahora.

—Vamos ahora, —dijo Lily, mientras descendían un piso de escaleras de la torre de Astronomía
usualmente un punto caliente de actividades después del toque de queda, esta noche estaba desierto
- —Los ingredientes más importantes en brebajes calmantes, lístalos.

—Eh… —Remus resopló, mientras su cadera clickeaba en el último escalón. Solo estaba
agradecido de que tenía mucha energía poco antes de la luna llena, —Moscas crisopas, rocío de un
campo de tréboles, agua de mar, y… em…

—¡Oh vamos, Remus! —Lily suspiró, exasperada, —¡Esto es de cuarto año!

—Lo sé, pero nunca puedo---espera, ¿escuchaste eso?

—¿Qué?

—¡Sh!

Estaba seguro que había escuchado un susurro, o un jadeo, y ahora, en el perfecto silencio, estaba
consciente de que podía escuchar otros dos latidos cerca, latiendo fuerte. Y el olor de algo más,
algo emocionante y embriagador. Tiró del tapiz más cercano, levantando su varita.

—¡Lumos!

—¡Mierda!

—¡Mary! —jadeó Lily.

—¡Moony! —dijo Sirius.

—¿¡Qué están haciendo ustedes dos!? —dijo Lily, adoptando inmediatamente su voz autoritativa,
que Remus pensó que era inquietantemente parecida a la de McGonagall.

—¿No puedes adivinar, Evans? —Sirius le guiñó. Sus brazos aún estaban envueltos
protectoramente alrededor de la cintura de Mary, su cabello había caído hacia adelante
desordenadamente y su boca estaba más roja que de costumbre. La blusa de Mary estaba
desabotonada casi hasta su ombligo, y ella estaba intentando cubrirlo apresuradamente.

—Deberíamos darles detención a ambos, —Lily arqueó una ceja a su amiga,

—Oh, sé amable, Lily, —le engatusó Mary, una suave sonrisa jugando en sus labios, —Todo el
mundo lo hace, solo un poco de diversión.

—Bueno… como esta es la primera vez, —Lily cedió, —Vamos, íbamos de vuelta a la Torre ahora
de todas formas.

—¿Cinco minutos más? —preguntó Sirius, descaradamente, para el horror de Lily. Mary rio y le
dio una palmada juguetona.

—¡Chico malo! —soltó una risita, abotonando su blusa. —Vamos, no es como si fuera a pasar algo
más esta noche.

Los cuatro caminaron de vuelta a la sala común de Gryffindor, las chicas riendo y susurrando
juntas, ocasionalmente escapando miradas de vuelta a Sirius, antes de estallar en risitas de nuevo.
Sirius jugaba con esto, caminando con estilo exagerado, arreglando su largo cabello detrás de una
oreja y guiñándoles cuando lo miraban. Intentó captar la mirada de Remus un par de veces, como si
lo quisiera dejar entrar en la broma, pero Remus seguía mirando hacia adelante y no dijo nada.

—¿Todo bien, Moony? —preguntó Sirius cuando todos estaban en sus camas y aún no habían
hablado. Sonaba un poco preocupado. Bien, pensó Remus.

—Seh. —respondió Remus, girándose en su cama y cerrando los ojos.

Notas de traducción:

Hola, sé que mucha gente quiere el pdf y quiere imprimir el libro y todo. Y encontré una forma de
imprimirlo, pero para eso obviamente tiene que estar terminado y redactado. Voy a subir el link
con el formato para los, las, les que quieran cuando termine las 4 partes del libro (me va a tomar
como un mes pero el resultado valdrá la pena). Así que eso, por cualquier duda escriban en los
comentarios, estoy atentx. –evasoura

Chapter End Notes

La canción al inicio es 'Virginia Plain' de Roxy Music. Party classic.


Quinto Año: Sentimientos Heridos
Chapter Summary

Advertencia por mención de homofobia.

Lunes 18 de Enero, 1976

Remus Lupin no tenía absolutamente ningún interés en lo que respectaba al Bosque Prohibido en
ningún otro momento del mes. Cuidado de Criaturas Mágicas le había dado un saludable respeto
por las bestias que vivían ahí, y estaba inclinado a darles su espacio.

El lobo claramente sentía lo contrario. James y Sirius – o más bien, Prongs y Padfoot como eran
conocidos ahora – tenían muy poca dificultad guiando al hombre lobo fuera de la cabaña y dentro
del verde terciopelo de la oscuridad del bosque. Los recuerdos de Remus de las lunas llenas eran
mucho mejor de lo que habían sido antes – pero aún no eran bastante humanos, y por lo tanto
menos completos. Recordaba esencias, formas, ruidos e incluso sabores, a veces.

—No podemos evitar que persigas conejos si quieres perseguir conejos, —James se encogió de
hombros, cuando Remus despertó esa mañana, afligido por la sangre en su lengua. —Te veías
bastante contento en ese momento.

—Fue jodidamente divertido, —dijo Sirius, lamiendo sus propios labios.

—¡Tú me estabas alentando! —acusó Remus, poniéndose sus pantalones bajo las mantas. —
Deberías ser más responsable, ¡tú tienes el control!

—Seh, —Sirius se encogió de hombros, —Pero cuando soy un perro, soy un perro. Es lo que
hacemos.

Ese era completamente Sirius. Diviértete y no te hagas responsable.

—No te preocupes, Moony, —James bostezó, —Nunca dejaríamos que hirieras una persona. Y sí
te divertiste, lo prometo.

No necesitaba que James le dijera eso. Por mucho que el Remus humano prefiriera permanecer a
distancia, y separarse de esos instintos básicos que el lobo representaba, no podía esperar la
siguiente luna.

—Será mejor que se vayan, —bostezó de vuelta, —Vean si pueden dormir un poco antes del
desayuno.

—Seh, está bien, —James asintió somnoliento, —Nos vemos, Moony.

—Adiós Prongs.

‘Prongs’ había sido un golpe de ingenio una tarde, cuando Peter había olvidado la palabra para
‘astas’. Se habían reído tan fuerte que el nombre se quedó. Remus no estaba seguro de donde había
salido ‘Padfoot’. Probablemente una broma interna entre James y Sirius. De todas formas, tenía
sentido, y habían establecido sus nombres nuevos cómodamente, sellándolos en el mapa de los
merodeadores.

Madam Pomfrey le examinó cuando llegó, luego solo lo envió por su propio camino.

—Ni siquiera necesito la camilla ahora, —se maravilló, —Y tienes un buen color en tus mejillas.
Descansa esta mañana, pero si te estas sintiendo bien será mejor que asistas a tus lecciones esta
tarde.

Se sentía terrible por tener que mentirle sobre la razón de sus milagrosas recuperaciones, pero no
podía evitarlo.

Remus consiguió dormir por el resto de la mañana, y despertó un poco temprano para almorzar.
Fue a la sala común para sentarse junto a una ventana a fumar mientras revisaba sus notas de
historia para la tarde. A pesar de todo, pensó, además del problema Sirius, su vida iba bastante
bien.

Sirius se había disculpado, sobre el incidente de la Torre de Astronomía – Remus sospechaba


fuertemente que este era el resultado de una conferencia con James.

—Lo siento, Moony, debí haberlo chequeado contigo, o usar el mapa o algo, sé que odias todas
esas cosas de las chicas, y sé que has estado haciendo mucho para mantenernos fuera de problemas
este año…

Remus había hecho un gran espectáculo sobre reflexionar sobre esta disculpa, luego perdonó a su
amigo, porque cualquier otra cosa hubiera sido altamente sospechosa. Estaba mortificado cuando
Mary fue a ofrecer su propia disculpa, y balbuceó que no le había importado ni un poco.

Le agradaba Mary. No quería sentirse de esta forma sobre ella; nada de eso era su culpa,
exactamente. Y, como James decía muy a menudo, Sirius merecía un poco de diversión,
considerando el año que estaba teniendo.

—¡Hola, Remus! —una pequeña voz interrumpió sus pensamientos. Se dio cuenta que apenas
había mirado sus notas aún, y que su cigarrillo se había quemado completamente, sin fumarlo.

—Hola, Christopher, —Remus le saludó con la cabeza, frunció el ceño y limpió la ceniza de su
manga. —¿Estás bien?

—Seh —el chico más joven sonrió y saltó para unírsele en el asiento de la ventana. Era más
pequeño que Remus – igual que todo el mundo. —¿Qué haces?

—Historia. —Dijo Remus, entre dientes, mientras encendía otro cigarrillo.

—¡Cool! —Christopher sonrió. Remus arqueó una ceja pero no dijo nada. —No te molestaré,
entonces. —Dijo Christopher, con optimismo. —Si estás ocupado.

—¿Qué pasa? —preguntó Remus, sin querer herir sus sentimientos. Había suficientes sentimientos
heridos en el mundo y se negaba a ser el responsable por los de alguien excepto los suyos.

—Em, bueno, nada realmente. Es un fin de semana de Hogsmeade, este fin de semana.

—Seh, lo sé, —Remus se movió incómodo en el asiento. ¿¡Seguramente no era tan torpe como
para invitarlo a salir!? Tenía que detenerlo enseguida, —Yo eh… iré con mis amigos, sabes.

—Oh, claro. Eh… James Potter y Sirius Black y ese otro…


—Mm.

Podía notar que Christopher – como la mayoría de los Gryffindors – se debatía entre el asombro y
miedo donde los merodeadores concernían. Eran simplemente tan desafiantes, y exitosos, que era
intimidante.

—Bueno solo estaba pensando, es todo. —Christopher aclaró su garganta, —Sabes como
estábamos hablando de ese nuevo libro de Aritmancia, pensé que podríamos ver si lo estaban
vendiendo.

—Lo siento, Christopher, —dijo Remus, tan gentil como le fuera posible, —Realmente estoy
ocupado… eh… ¿tal vez en otro momento?

—Oh. Sí, por supuesto…

Christopher lucía decaído. Remus se sentía mal, ¿pero que más podía hacer? Y él realmente tenía
planes – no con los merodeadores, de hecho; tenía otra llamada planeada con Grant. Después del
incidente con Sirius y Mary, Remus había escrito precipitadamente una petición para hablar con
Grant y se la envió a Matrona a primera hora la mañana siguiente. De alguna forma se arrepentía
ahora, habiéndose calmado un buen poco – pero aún esperaba hablar con Grant si podía.

—¡Hola Moony! —Sirius vino brincando a través de la sala común desde el espacio del retrato del
cual justo había entrado. Se inclinó contra la pared junto a Remus y Christopher, sonriendo, esa
sonrisa burlona de Sirius Black.

—Hola Padfoot, —Remus sonrió de vuelta – esperaba no estar mirando a Sirius de la forma en que
Christopher lo miraba a él. Eso sería vergonzoso.

—Entonces, resuelve una apuesta por mí y Prongs, —empezó Sirius, ignorando completamente a
Christopher, quien se puso de pie y murmuró una despedida, antes de salir apresuradamente. Sirius
no gastó tiempo y se dejó caer en el espacio vacío en el asiento de la ventana, —¿Cuántos
escarbatos necesitaríamos para encontrar la diadema perdida de Rowena Ravenclaw?

—¿Qué mierda es una diadema? —Remus hizo una mueca.

—Como una corona. —Sirius capturó el cigarrillo recién encendido de Remus y lo sostuvo en sus
propios labios. Remus tuvo que luchar por no gemir frente a la imagen. Simplemente tomó otro
cigarrillo.

—¿Por qué, —dijo, inhalando profundamente, —Querrían James y tú una corona?

—No sé, —Sirius se encogió de hombros, —Encontrar tesoros parece el tipo de pasatiempo
merodeador. Hey, ¿qué quería ese niño?

—Christopher.

—Ah, ¿está en tu club de fans?

—Grupo de estudio.

—Pfft. ¿Qué quería?

—Me estaba invitando a salir, —respondió Remus, secamente. Mirando afuera de la ventana.
Aparentemente no fue lo suficiente seco – cuando miró a Sirius de nuevo, estaba boquiabierto. Oh
dios, la boca de Sirius. —Estoy bromeando, Padfoot, —dijo Remus, con una sonrisa. Tenía
sonrisas sarcásticas perfeccionadas.

Sirius resopló.

—Buena, Moony. Pensé que hablabas en serio.

Remus consideró decir ‘no, tú eres Sirius’1 , pero esa broma había estado desgastada desde primer
año, y solo lograría ganarse un golpe en el brazo. Al final se encogió de hombros y le dio otra
calada a su cigarrillo.

—Aunque, si tuvieras que salir con alguien, —dijo Sirius astutamente, —¿Con quién sería? ¿Lily o
Marlene?

—Cállate. —Remus puso los ojos en blanco.

—Tienes razón, —Sirius continuó animadamente, —Lily está tomada – me refiero, ella no sabe
que está tomada, por supuesto… ¡entonces será Marlene! ¿Hogsmeade el Sábado?

—¿Me estás invitando a salir en nombre de Marlene?

—Tal vez.

—No.

—Puedo hacer que te pregunte ella misma, si quieres, solo pensé que a mí me dirías que sí.

A ti te diría que sí. Pensó Remus, patéticamente.

—Marlene no está interesada en mí. —Dijo. Esto, había decidido, era mejor que decir, ‘No estoy
interesado en ella’ – porque eso invitaría la pregunta ‘¿por qué no?’

—Por supuesto que sí, son amigos, ¿no es cierto? De todas formas, tienes que venir, lo estamos
haciendo para apoyar a James.

—Ahora James está involucrado. —Remus apagó su cigarrillo y se puso de pie, metiendo sus notas
en su bolso. Obviamente no iba a leerlas ahora. —¿Almuerzo? —dijo.

—Sep. —Sirius asintió, lanzó su propio cigarrillo por la ventana y se puso de pie. Se dirigieron al
espacio del retrato. —Sí, James está involucrado, —Sirius continuó, mientras se encaminaban al
Gran Salón. —Todos necesitamos estar ahí – e idealmente emparejados – así puede invitar a salir a
Evans.

—James invita a salir a Lily una vez a la semana.

—Cierto, —Sirius asintió —Pero esta vez tiene un plan.

—¿Oh?

—Tiene una canción y todo.

—¿¡James escribe canciones!? —la máscara de Remus se cayó por un momento de sorpresa
genuina

—Bueno, —Sirius humedeció sus labios, —Puede que le haya dado una mano… de todas formas,
todos tenemos que tener citas, para plantar la idea en su cabeza. Como esa cosa de psicología
muggle.
—A pesar de que amaría ver a James comportarse como idiota en el nombre del amor verdadero,
—Remus rio, —Estoy ocupado el Sábado.

—¿Haciendo qué?

—No es asunto tuyo,

—Ves, Moony, —Sirius suspiró, —Esta es la razón por la que las chicas no se cansan de ti, tan
misterioso.

Remus no estaba seguro si Sirius estaba haciendo una broma cruel, entonces lo dejó ahí.
Caminaron en silencio por un poco. —¿Hey, Moony? —empezó Sirius de nuevo.

—¿Sí?

—¿Te gusta Mary?

—¿¡Qué!?

Se habían detenido justo afuera del comedor, y Remus se volteó completamente para enfrentar a
Sirius, en shock. Sirius lucía avergonzado, jugando con su arete.

—Bueno has estado un poco… raro desde que empezamos a salir. Y apenas te he visto desde el,
eh… fiasco del tapiz.

Remus resopló.

—No. No me gusta Mary.

—Ok bien, —Sirius le sonrió. —¿Entonces serás la cita de Marlene?

—Aún ocupado, lo siento.

***

Sábado 31 de Enero, 1976

Recordando que la última vez que había intentado tener una llamada privada por teléfono había
sido seguido, Remus pidió prestada la capa de James para su viaje a Hogsmeade. Buen viejo James
– podías confiar en el sin hacer muchas preguntas. Especialmente cuando estaba distraído por sus
nervios por invitar a salir a Lily.

—Seh, por supuesto Moony, por supuesto… —murmuró, mirándose al espejo, —Está bajo la
cama. Hey, ¿dirías que necesito recortar mi cabello? ¿Se ve un poco desordenado?

—Se ve desordenado, —dijo Remus, desde debajo de la cama, —Pero un recorte no ayudaría. No
te preocupes, las chicas piensan que es encantador.

—¿Sí? Seh, tienes razón…

—La has invitado a salir antes, —dijo Remus, emergiendo con la capa y limpiando el polvo de sus
túnicas, —¿Cómo puedes estar tan nervioso?

—Porque estoy jodidamente loco por ella. —Respondió James, sin siquiera pensarlo. —Tú sabes
cuando solo no puedes sacarla de tu cabeza, y en tu cabeza es genial, y todo irá de la forma que
quieres – pero cuando está ahí, en frente de ti, y… bueno todo se va a la mierda, porque ella es
mucho más espectacular en la realidad, ¿sabes?

—Seh. —Murmuró Remus, jugando con la tela de la capa de invisibilidad mientras Sirius salía del
baño.

En el pueblo, Remus le deseó buena suerte a James antes de desaparecer dentro del baño de
hombres en las Tres Escobas, poniéndose la capa y luego caminando directamente afuera de nuevo.
Esta vez fue capaz de llegar a la vieja cabina telefónica muggle a la hora exacta, y
emocionadamente marcó el número.

—Oye oye, feliz año nuevo y todo eso, —la voz de Grant traqueteó a través del cable. Remus
sonrió,

—¡Feliz año nuevo! Tenía una tarjeta para ti, pero nunca la envié. Lo siento.

—Mientras recuerdes mi cumpleaños.

—¡Oh! Eh, ok, ¿cuándo es?

Grant ladró con risa,

—Estoy bromeando tonto. Nunca te envié una tarjeta tampoco.

—¡Oh!

—Sigues tomándotelo muy en serio, entonces.

—Seh, —Remus soltó una risita, —Supongo. ¿Cómo estás?

—Como la mierda. —Respondió Grant, su voz se volvió ligeramente aguda mientras inhalaba –
Remus adivinó que estaba fumando. —Jodidamente terrible, de hecho. Pero no te preocupes. Mi
problema.

—No, dime, adelante. Puede que te pueda ayudar.

—Solo Matrona. No te preocupes. Hey, ¿cómo están las cosas con el amante ricachón? ¿Ya lo
superaste?

—No. —Remus suspiró, —Peor, si acaso.

—Seh, lo imaginaba.

—¡Dijiste que no duraría!

—Mentí para hacerte sentir mejor.

Remus no pudo evitar reír. Gracias a dios por Grant.

—Siento que me estoy volviendo loco. —Dijo, susurrando en el teléfono los secretos que no había
sido capaz de decir en voz alta. —Siento que solo voy a hacer algo loco. Él es tan…

—Ten cuidado. —Grant le advirtió, —Recuerda lo que dije.

—Seh, —Remus suspiró de nuevo. —Entonces, ¿cómo estuvo tu Navidad?

—Fue una mierda. Se supone que iba a la casa de mis abuelos, pero mi abuelo lo canceló al último
minuto. No quería a su querido nieto llamando la atención en frente de los vecinos. La próxima vez
que lo vea, usaré un vestido.

—Lo siento, Grant. —Dijo Remus, suavemente, sintiéndose aún peor por no haber enviado la
tarjeta.

—Aww cállate, —respondió Grant, y Remus podía reconocer que estaba sonriendo, —Como dije,
no es tu problema. Oye, puede que no esté mucho tiempo más aquí. Yo eh… probablemente me
vaya. No he estado yendo a la escuela exactamente…

—¿¡A donde irás!?

—No sé. Creo que estoy harto de los hogares. Puede que vaya a Londres, tengo unos amigos ahí.

—¿Cómo te encontraré?

—Bendito. —Dijo Grant, —Olvidé lo dulce que eras. ¿Podrías darme tu dirección e haré mi mejor
esfuerzo para escribirte?

—Yo…no puedo. —Remus sintió un horrible desgarro en sus adentros. —Realmente lo siento,
desearía poder, en serio… mi escuela no es un tipo normal de escuela, y… bueno no es realmente
posible.

—Bueno. Eso es, entonces. —Respondió Grant.

***

Remus trotó de vuelta al pueblo con el corazón pesado. Toda esa obsesión por Sirius no era nada, y
ahora corría el riesgo de perder a alguien igual de importante. Alguien a quien de hecho le gustaba
de vuelta, también. Aparentemente Remus solo estaba interesado en las personas que no podía
tener. Buscaría hechizos localizadores, tan pronto como fuera posible, decidió. No iba a perder el
rastro de Grant así.

Estaba plenamente animado cuando entró a las Tres Escobas para encontrarse a Snape sentado en
una esquina, solo, mirando furtivamente por la habitación. Remus fue directo de vuelta al baño de
hombres, se quitó la capa y salió, asegurándose de captar la mirada de Severus. El Slytherin casi se
cayó de su taburete de la sorpresa. Remus sonrió burlón mientras caminaba para unirse a sus
amigos.

Estaban todos ahí – Peter y Desdemona, Sirius y Mary, Marlene, James y Lily. Lily lucía muy
sonrojada, satisfecha consigo misma, y James estaba mirando al fondo de su vaso vacío. Estaba
empapado, y olía a algo muy dulce. Evidentemente, la serenata no había ido bien.

—¡Moony! —exclamó Sirius, tentadoramente, —¡Te perdiste toda la diversión!

—Seh, lo siento, —Remus le sonrió a todos cortésmente, tomando su propia silla. Sirius le hizo
una señal a la linda camarera por otra cerveza de mantequilla. —Eh… —Remus observó a James,
luego a Lily. —¿Cómo están…todos?

Peter dejó salir una extraña risita aguda, luego puso una mano sobre su boca. Sirius arqueó una
ceja.

—Oh, bastante bien, Moony, bastante bien… solo estaba diciendo, ha pasado un tiempo desde que
los merodeadores han hecho una broma apropiada.
—Pusieron bombas apestosas bajo la alfombra en la sala común de Slytherin la semana pasada. —
Dijo Lily.

—Y ayer invirtieron los lentes en todos los telescopios en la Torre de Astronomía. —Dijo Marlene.

—Y dijiste que mañana estabas planeando-- —empezó Mary, pero Sirius puso los ojos en blanco,

—Seh seh, pero esos son juegos de niños. —Dijo, decididamente. —Además, esos fuimos solo
James y yo perdiendo el tiempo. Una apropiada broma merodeadora necesita de todos nosotros
cuatro.

—Remus no se quiere unir a sus tontas bromas, —dijo Lily.

—Sí quiero. —Respondió Remus – en parte porque estaba de mal ánimo y quería contradecirla, en
parte por solidaridad por el pobre James, quien todavía tenía cerveza de mantequilla goteando del
final de su nariz.

Notas de traducción

1.- ‘Sirius Joke’ creo que ya la había explicado antes, pero lo haré de nuevo. ‘Sirius’ y ‘Serious’
(serio) en inglés suenan igual. Así que obviamente los merodeadores hacen juegos de palabras.

2.- Los apodos mencionados son;

Prongs: Cornamenta

Padfoot: Canuto
Quinto Año: Bombas Apestosas & Armarios de Escobas
Chapter Notes

See the end of the chapter for notes

She's like a live bombshell,

Like a flash out of hell!

And when she's shaking her - ooh!

Everyone fell

at her feet

And that's neat

and she took me complete-ly

By surprise with her ultrasonic eyes

That were flashing like hysterical danger signs!

That said ‘beware where you tread’,

Or you'll go out of your head!

Look out!

She's a hell raiser, star chaser, trailblazer

Natural born raver, yeah, yeah, yeah, yeah, yeah

She's a hell raiser, star chaser, trailblazer

Natural born raver, yeah, yeah, yeah

Look out!

Lunes 23 de Febrero, 1976

Era una broma lo suficientemente simple para empezar – las buenas bombas apestosas clásicas.
Pero los ánimos de Sirius sobre el prospecto de todos los cuatro merodeadores trabajando juntos de
nuevo significaba que la idea había seguido creciendo y expandiéndose, hasta que de alguna forma
involucraba cuatrocientas bombas apestosas, un hechizo retardador, y a ellos cuatro fuera de la
cama después del toque de queda.

Lo habían pospuesto demasiado tiempo. Incluso si Remus accedía a olvidar su tarea por una tarde,
tenían que reunir los materiales (no preguntó donde consiguieron cuatrocientas bombas apestosas.
Era mejor no saber), y luego contender con prácticas de quidditch y las nóminas de patrullas de
prefecto. Luego estaba la luna llena. Todo dicho, la primera noche donde todos ellos estuvieron
libres terminó siendo a fines de Febrero.

—¡Ha pasado un tiempo! —sonrió James mientras desaparecía bajo la capa.


La habilidad de Peter de convertirse en una rata era increíblemente útil, especialmente cuando
podía encogerse y descansar en el hombro de James bajo la capa de invisibilidad.
Desafortunadamente, como todos eran altos ahora, tres eran aún demasiados para caer
apropiadamente.

—Ustedes dos usen la capa, —Remus suspiró, quitándosela de encima después de intentar
agacharse lo suficiente para que no mostrara sus tobillos, —Solo mostraré mi pin de prefecto si
alguien pregunta que estoy haciendo.

—Aunque, le quita toda la diversión. —Se quejó Sirius, levemente ahogado bajo la tela.

—Estoy seguro de que aun así encontrarás una forma de divertirte, —dijo Remus. —Vamos
entonces.

Dejaron el dormitorio y se dirigieron escaleras abajo para dejar la Torre de Gryffindor. Remus
tenía que caminar lento para que los otros pudieran seguirle el paso, pero estaba ansioso por acabar
con todo. Era una buena idea y todo – pero iba a tomar la mayor parte de la noche si querían cubrir
todas las bases, y tenía un inicio temprano el Martes.

—¡Hola, Remus!

Antes de haber dado vuelta en una esquina se habían topado con Christopher. Esto se estaba
haciendo ridículo. Donde quiera que volteaba, si Snape no lo estaba observando, entonces
Christopher lo estaba. Remus se detuvo y sonrió ampliamente, profundamente consciente de que
los tres merodeadores estaban de pie detrás de él, invisibles.

—Hola Christopher, ¿Cómo estás?

—¡Nada mal! —el encantado chico chilló de vuelta, —Solo iba a la sala común, ¿se te antoja un
juego de ajedrez?

—Eh… lo siento, estoy patrullando. —Remus apuntó su insignia de metal.

—Oh claro. ¿Entonces, dónde está Lily?

—En el baño. —Dijo rápidamente. —Solo la estoy esperando.

—¡Esperaré contigo! —Christopher sonrió. Remus luchó contra el impulso de golpear su frente de
incredulidad.

—Oh no, —rio, tratando mantener su tono amigable, —No, tu ve a la sala común… casi es el
toque de queda, ¡no quiero tener que darte detención!

—Oh, ok entonces. —Christopher asintió. Remus solo lo decepcionaba. —¿Nos vemos más tarde,
tal vez? ¡Olvidé decirte, estoy muy emocionado por tu fiesta!

—¿¡Mi qué!?

Hubo un bajo quejido de irritación justo detrás de Remus. Afortunadamente, Christopher pareció
no haberlo oído.

—¡Tu fiesta de cumpleaños! ¡No puedo esperar, no pude ir a la fiesta de Sirius Black en
Noviembre, tenía un examen de Pociones, pero este año me aseguraré de tener todo fuera del
camino primero!
—Fantástico, —respondió Remus, pulgares arriba. ¡Solo vete, por el amor de dios! —Nos vemos
ahí, entonces.

Christopher se marchó, bastante alegre. Remus sonrió burlón y se volteó hacia los chicos invisibles
a sus espaldas.

—¿Mi fiesta, eh?

—¡Se supone que era una sorpresa!

—¿¡Quién es ese mocoso, de todas formas!? —preguntó Sirius.

—Déjalo solo, —Remus hizo una señal de desaprobación, —Solo es amigable.

—Un profesor tan benevolente. —James rio. —Te llevará manzanas para la próxima.

—Bueno, uno de ustedes debería decirle que prefiero chocolate, entonces, —respondió Remus,
alegremente, mientras caminaban a lo largo del pasillo

Distribuyeron las bombas apestosas tan rápido como pudieron, y Remus conjuró el encantamiento
retardador – algo con lo que habían estado jugando por un tiempo. La clave era asegurarse de que
las bombas apestosas estuvieran esparcidas equitativamente a través del castillo, en orden para
causar máximo caos.

—Las he cronometrado en intervalos por hora, —explicó Remus suavemente, —Calculo que
debería tomarle a Filch una hora para limpiar el primer lote, entonces tan pronto como haya
terminado el segundo lote se activará… luego el tercero.

—Nunca más nos burlaremos de ti, Moony, —prometió Sirius. —Jodida leyenda.

—Seh, bueno mientras nadie sepa que fui yo. —Rio, —Tengo que pensar en mi reputación.

—Ooh seh, no podemos tener al pequeño Christopher descubriendo que su héroe es un chico malo,
¿o sí?

Remus lo golpeó bruscamente al costado con el codo.

—Apúrense, —Peter – ahora humano – dijo, jugando con sus manos, —Prometí que intentaría
decirle buenas noches a Dezzie antes del toque de queda… ¿podemos hacer el piso de Ravenclaw
de los siguientes?

—Ah, amor joven, —James rio, —Darle a tu novia un beso de buenas noches mientras tus amigos
ponen trampas explosivas en sus puntos de salida…

—Ella piensa que es divertido, —Peter se encogió de hombros, ligeramente rosado.

—Oye, Pete, ¿qué tan lejos has llegado con Desdemona, de todas formas? —preguntó Sirius
bruscamente.

Peter pestañeó bruscamente unas pocas veces. No estaba acostumbrado a que Sirius se dirigiera a
él – quien últimamente le había estado haciendo todo tipo de preguntas desde que empezó su
relación con Mary. Remus tenía la idea de que Sirius lo veía todo como una extensión de la
competencia de besuqueos.

—Eh… ¿a qué te refieres?


—Ya sabes, —Sirius continuó, jugando con unas pocas bombas apestosas despreocupadamente, —
Sobre la ropa o bajo la ropa, sobre la cintura o bajo la--

—¡Nada como eso! —Pete estaba rojo brillante ahora. —Y… no es asunto tuyo de todas formas.

—Oh vamos, te diré que tan lejos he llegado con MacDonald.

—No quiero sab--

—Me dejó sentir su--

—¡Ok, terminado! —dijo Remus, fuertemente. —¡Siguiente parada, Ravenclaw!

Les tomó casi otra hora, y era bien pasado el toque de queda para cuando habían terminado todo.

—En retrospectiva, —James bostezó, —Deberíamos haber empezado dejándolas desde la sala
común y luego continuar afuera.

Remus asintió somnoliento.

—¡Aunque, lo hicimos! —aclamó Sirius. —¡Los merodeadores están de vuelta!

—Nunca fuimos a ninguna parte, —murmuró Peter. Aún estaba molesto por haber sido expuesto
más temprano.

Iban a medio camino de vuelta cuando Remus captó el olor de la Sra Norris. Calló a los otros, y
Peter rápidamente se transformó en una rata, de nerviosismo más que nada. James justo estaba
levantando la capa para cubrirlos, cuando el gato apareció, aullándoles con desdén. Sirius, aún
lleno de energía, le guiñó a James,

—¡Mira esto! —y se convirtió en una perro. Ladró tres veces, y la Sra Norris salió despavorida.
Sirius se trasformó de vuelta riendo histéricamente.

—¿¡Quién anda ahí!? —la voz de Filch hizo eco alrededor de la misma esquina.

—¡Lo hiciste ahora! —gimoteó Remus, —¡Idiota!

—¡Corran! —dijo James, y se puso en marcha a toda velocidad hacia la sala común, Peter
chillando detrás de él. Remus intentó seguirles, pero su cadera no se lo permitiría, y pronto estaba
sin aliento. Sirius lo esperó, para su disgusto.

—¡Ve! —jadeó, moviéndole una mano a Sirius, —Puede que no me meta en problemas, pero tú sí,
no te detengas…

—Tonterías, Moony, —dijo Sirius mirando alrededor rápidamente. Su rostro se iluminó, —¡Aquí!
—Sirius agarró a Remus por la muñeca y lo jaló dentro de un armario de escobas cercano, cerrando
la puerta tan silenciosamente como le fue posible.

—Perfecto. —Siseó Remus, molesto, tirando su mano de vuelta, —Ahora si nos atrapan sabrán
que estábamos tramando algo.

—Oh, relájate ¿quieres? —respondió Sirius, —Lo peor que tendríamos sería detención. Solías
tener muchas detenciones, solías ser divertido.

—¡Bueno lo siento si mi idea de diversión no involucra pasar toda la noche atrapado en un armario
contigo! —Remus susurró de vuelta, acaloradamente. Estaba oscuro, y sabía que Sirius no podía
ver tan bien como Remus podía ver a Sirius.

—¡Lumos! —susurró Sirius, iluminando su varita y revolviendo en su bolsillo. No había mucho


espacio, y seguía empujándose contra la cadera de Remus.

—¿¡Qué estás haciendo ahora!? —escupió Remus, tratando de alejarse lo más posible. ¿Por qué no
pudo haber terminado atrapado con James? ¿O Peter? Peter hubiera sido perfecto.

—Calma tus tetas, —gruñó Sirius, —Tengo el mapa… espero… ¡ajá! —Sacó el pergamino en
blanco de su bolsillo trasero, y lo tocó con su varita, —Juro solemnemente que mis intenciones no
son buenas…

Nada.

Sirius aclaró su garganta, —Ejem. Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas…
Moony, está roto.

—O ese es solo un poco de pergamino viejo y alguien más tiene el mapa. —Sugirió Remus.

—¡Potter! Lo voy a matar.

—No, es bueno. —Dijo Remus, pensando rápido, —Si James lo tiene, entonces puede
encontrarnos. O por lo menos sabe dónde estamos.

—Oh seh supongo que tienes razón. ¿Crees que debemos esperar, entonces?

—Bueno desde que nos acorralaste, no creo que tengamos opción.

Sirius suspiró pesadamente. Remus sintió su respiración contra su clavícula. Intentó apartarse de
nuevo, sintiendo un alarmante apriete de sus pantalones.

—Godric, —Sirius bufó, —¿¡Cuál es tu problema!?

—¿¡Qué!? —Remus reaccionó, sorprendido.

—Has estado arrastrando tus talones sobre esta broma por mucho, evitándome a mí y a James
desde Navidad--

—¡He estado estudiando y ustedes han tenido quidditch! Ya no tenemos doce años, no podemos
pasar todo nuestro tiempo juntos.

—Parece que pasas bastante tiempo con Evans.

—Somos prefectos juntos, ella me ayuda con pociones.

—¿Y el ánimo?

—¿Qué ánimo?

—¡Tú! Has estado gruñón todo el año.

Remus estaba bastante molesto por ser llamado ‘bipolar’ por la drama queen residente de
Gryffindor, pero se mordió la lengua. No era bueno meterse en una pelea, no cuando estaban tan
cerca que sus rodillas chocaban.

—No es nada. Estrés de los exámenes.


—No te creo. —Dijo Sirius, desafiantemente. Su varita se había apagado, pero estaba mirando
directo a Remus. Tal vez podía ver en la oscuridad. Los perros podían, ¿no? Sus ojos quemaban
como filamentos. —Algo anda mal, Moony, dime.

—Nada anda mal. Déjame solo, ¿quieres?

—Ok. —Respondió Sirius, su voz era más suave ahora, menos agresiva. —Ok, pero me gustaría
que me dijeras. Solías contarme tus secretos.

—Mira, este no es el momento. —Susurró Remus, cerrando los ojos y girando su cabeza al otro
lado. —Estamos a punto de ser atrapados fuera de la cama y probablemente nos den un mes de
detenciones. Necesitamos estar en silencio.

Sintió a Sirius asentir, y no dijeron nada más.

Podía inventar una excusa, pensó Remus, para el ánimo. Si el estrés de los exámenes no
funcionaba, entonces tal vez mencionar la guerra. Los merodeadores realmente no lo habían
discutido en detalle, y estaba en la mente Remus, entonces esperaba que eso fuera más creíble.
Pero no quería recordárselo a Sirius, después de todo por lo que había estado. Había considerado
mencionar su problema con Snape – pero estaba igualmente preocupado sobre la reacción de Sirius
al respecto. Se había estado metiendo en suficientes problemas, últimamente, y Remus no quería a
nadie yendo detrás de Severus por su cuenta. Lidiaría con eso él mismo.

Algunas noches, cuando no podía dormir, Remus incluso había reflexionado sobre la posibilidad
de pretender que sí le gustaba Mary. Estaba seguro de que Sirius sería comprensivo, y eso parecía
como una forma fácil de salir de todo. O sino podía pretender que Grant era una chica y contarles
sobre eso. Había decidido no hacerlo, y se sintió culpable por siquiera haber tenido la idea. Era
deshonesto en el mejor de los casos, e irrespetuoso en el peor, incluso si Grant nunca se enteraba.

No había nada que hacer más que esperar que pasara.

Dios, hacía calor, aplastados en un armario así. Remus hizo todo lo que pudo por mantener su
espalda presionada fuertemente contra la pared. Apenas había espacio en absoluto; si Sirius
siquiera daba un paso hacia adelante un centímetro se estarían tocando, y si – horror de los horrores
– entraban en contacto bajo la cintura descubriría que Remus estaba duro como una vara.

Era una tortura.

—¿Moony? —susurró Sirius, tan suavemente que Remus pensó que lo habría imaginado. Pero lo
estaba mirando, con una mirada extraña en su rostro, —¿Estás--

Repentinamente, benditamente, la puerta se abrió, para revelar a James sonriéndoles, Wormtail en


su hombro.

—¿Se divierten, amigos?

Remus lo pudo haber besado.

—Nuestro héroe, —sonrió débilmente.

Chapter End Notes


La canción del inicio es 'Hellraiser' de The Sweet. Glam rock heaven.
Quinto Año: Dulces Dieciséis

Martes 9 de Marzo, 1976

Fue un milagro de proporciones épicas que ninguno de ellos haya sido atrapado – e incluso más
milagroso fue que su broma se desplegó sin ningún problema al día siguiente, resultando en una
mañana sin lecciones mientras Filch lidiaba con el terrible hedor. El resto de las clases tomó lugar
afuera en los terrenos en la temprana luz solar de la primavera, que, hasta donde los merodeadores
estaban concernidos, era una victoria.

Adicionalmente, Sirius apenas pudo contener su júbilo cuando todos volvieron a sus salas comunes
esa tarde para encontrar una nota pegada al tablero de anuncios recordándole a los estudiantes que
los perros no estaban aceptados en la lista de mascotas en Hogwarts. Esto causó una enorme
confusión entre el resto de la población estudiantil por supuesto,

—¡Nunca he visto un perro! ¿Quién tiene un perro?

—Si uno de los Slytherin tiene un perro, ¡entonces yo quiero traer mi conejo de casa!

—Creo que he visto uno en los terrenos, de hecho - ¿tal vez está perdido?

No hace falta mencionar que Sirius y James estaban en su elemento.

—¡Lo olfatearé! —anunció Sirius,

—¡Apuesto que está justo bajo nuestras narices!

—¡Podría estar más cerca de lo que pensamos!

Remus se reía también, tratando de enmascarar su inquietud. Sirius no había dicho nada hasta
ahora sobre la media hora en ese armario de escobas. Remus solo podía asumir que o:

1. Sirius no había descubierto nada fuera de lo ordinario, y de hecho Remus estaba pensando
demasiado las cosas de nuevo (probablemente), o;
2. Sirius sabía todo sobre Remus, sus deseos más oscuros y profundos secretos – y prefería no
abordarlos porque toda la cosa solo era demasiado vergonzosa (menos probable, pero más
aterrador)

De todas formas, Remus se centró en su trabajo escolar, sus tareas como prefecto y generalmente
en ser un estudiante modelo. Esto por lo menos aseguraba que estuviera fuera del camino de Sirius
– Sirius evidentemente había decidido hacer completamente lo contrario.

Nunca había sido el mejor en seguir las reglas exactamente, por supuesto. Pero incluso James
admitía que este año Sirius parecía estar intentando algo tipo de récord. Estaba en detención casi
cada noche, raramente terminaba sus deberes (aunque podría hacerlo con un brazo atado a la
espalda, si quisiera) y dividía el resto de su tiempo entre haciendo travesuras y viendo qué tan lejos
podría meter su lengua bajo la garganta de Mary MacDonald. No era como si a Mary le importara,
mucho.

Eso estaba bien. Era justo como debía ser.

Aunque no era fácil. Aunque era un alivio estar lejos de la única persona con quien no podías ser
sensible – Remus también descubrió que era muy angustioso estar lejos de la única persona con
quien no podía ser sensible. Marlene y Lily eran encantadoras – eran amables y divertidas e
inteligentes y generosas. Pero eran un pobre sustituto de los merodeadores

Incluso intentó pasar un poco más de tiempo hablando con Christopher –haciéndole preguntas
sobre su casa, o la música que le gustaba. Era peor de lo que esperaba. Christopher era un mago
sangre pura, que no sabía nada de música muggle, y no parecía estar tan interesado en escucharla.
En la cima de todo eso, se había dado cuenta de su error, arruinando la sorpresa de cumpleaños de
Remus, y no dejaba de disculparse, lo que era increíblemente irritante.

Remus ya le había prometido a James que actuaría sorprendido cuando la fiesta se revelara en su
honor. Intentó de convencerlos de no hacerlo, por supuesto – pero había estado suplicando por
moderación desde primer año, y sabía que no era probable conseguirla.

—¡No hagan un desorden por mi cuenta! —dijo, durante la comida la mañana anterior, —Lily se
volverá loca…

—Te equivocas, —dijo James, con aire de suficiencia, —¡Lily envió la mitad de las invitaciones!

—¿¡Invitaciones!?

—Seh, hemos tenido muchos interesados. Consideramos cobrar por la entrada, de hecho. —
Explicó Sirius, sus ojos brillaban al otro lado de la mesa.

Remus miró a su comida, rápidamente. Había decidido no hacer contacto visual con Sirius nunca
más. No sería fácil, pero era la única forma; estaba convencido de esto.

—Tu pequeña pandilla de la biblioteca quería ir, —continuó James, —Y no son todos Gryffindors,
entonces tuvimos que abrirlo para otras casas… luego está este raro grupo de chicos de séptimo
año que dijeron que eres una ‘leyenda total’ – ni idea de lo que es eso, ¿tienes alguna doble vida
secreta o algo, Moony?

Remus se encogió de hombros. Aún tenía algunos estudiantes preguntándole por cigarrillos,
aunque ya no los vendía. Aunque usualmente no le molestaba prestar algunos, mientras fueran
pagados eventualmente.

—Bueno, de todas formas, —James empujó sus lentes por su nariz, —Simplemente tienes
demasiados fans, Moony, y no podemos decepcionarlos a todos, ¿o sí?

—Bien. Aunque sin beber. —Suspiró Remus. —Es una noche de escuela.

***

Miércoles 10 de Marzo, 1976

Llovió, la mañana del cumpleaños de Remus, pero no le pudo haber importado menos. Despertó
con una pila de regalos de los Potters – todo tipo de cosas encantadoras como dulces y un pastel de
cumpleaños horneado en casa, además de un cuaderno de tapa de cuero con una pluma. Había
tarjetas de todo el mundo – incluyendo una del Profesor Ferox, que hizo a Remus sonrojarse de
pies a cabeza.

Al desayuno los merodeadores condujeron a casi toda la escuela en una interpretación de ‘feliz
cumpleaños’ que terminó con cinco repeticiones antes que Remus intentara gatear bajo la mesa
para escapar. Los Slytherin fruncieron el ceño, inexpresivos, y en un ataque de joie de vivre
cumpleañero Remus le mostró la lengua a Snape.
Los merodeadores luego apilaron su plato con una rebanada de tostada con cada cubierta posible, y
le entregaron sus propios regalos. Sirius y James estaban en sus túnicas de quidditch listos para una
práctica mañanera antes de las lecciones.

—¿Tenemos que hacerlo Potter? —lloriqueó Marlene, mirando al cielo encantado que estaba gris
y lloviznando.

—Sí, si queremos esa copa, —respondió James, sirviéndole otra taza de café. —Y de nuevo,
después de la última campana, antes de… ya-sabes-qué. —Le guiñó a Marlene tan elaboradamente
que Remus casi estalló de risa.

—Sutil, Potter. —Marlene arqueó una ceja.

—Bien, tengo que ir a la biblioteca, —dijo Mary alegremente, bajando del regazo de Sirius, —
Tengo que entregar ese libro de Adivinación antes que Pince me llame para tenerme colgada,
ahogada y descuartizada.

—¿Nos vemos después de la segunda práctica? —preguntó Sirius, aun sujetando a Mary de las
caderas.

—Nah, —sacudió su cabeza, sus aretes se columpiaron, —Estoy realmente atrasada en Historia,
pensé que iría a una de las clases de Remus.

—Sesiones de estudio. —Corrigió Remus rápidamente, con cuidado de no mirar a la pareja por
tanto tiempo.

—Lo que digas, Profesor Lupin, —ella le sonrió descaradamente.

—Oye, —Sirius la jaló para reclamar su atención, —¿Pensé que ibas a sentarte en las gradas de
quidditch y hacer tu tarea?

—Bueno, dije que tal vez lo haría, —Mary se liberó, —Pero está jodidamente congelado afuera
hoy día, y Remus es realmente bueno explicando--

—Buen. —Dijo Sirius, furioso, arreglando su cabello y cruzando sus brazos. —Haz lo que quieras,
no me importa.

—Oye, no empieces conmigo, Sr Black. —Mary frunció el ceño, —Perderás, lo prometo.

Sirius no levantó la mirada. Mary puso una mano en su cintura, —Un beso de despedida,
¿entonces?

Sirius no se movió. La cara de Mary se oscureció. —Bien. —Escupió, con un pequeño golpe de su
bota. —Te veré cuando te vea. —Y se marchó.

Todos en la mesa desviaron la mirada incómodos, y ahora Remus no era el único evadiendo la
mirada de Sirius. Afortunadamente, Sirius estaba, por primera vez, consciente de los sentimientos
de otros, y se puso de pie.

—Nos vemos en la pista. —Le murmuró a James mientras caminaba fuera de la sala, sus túnicas
rojas se columpiaban a sus espaldas.

—Bueno. —Dijo Marlene, —No puedo esperar por escuchar eso por las siguientes dos semanas.
Espero que se arreglen pronto.
Todos en la mesa estuvieron de acuerdo.

***

—La cosa es, —le dijo Mary a Remus más tarde, mientras se pintaba sus uñas de un oscuro,
malicioso color rojo, —Sirius y yo ambos tenemos personalidades tan feroces, ¿sabes? En Corazón
de Bruja, dice que significa que nuestra relación es muy pasional.

—Mm. —Respondió Remus, tratando de desconectarse mientras con mucho propósito empezaba a
dibujar las líneas de su mapa de Astronomía.

—Y obviamente, la pasión es muy buena, en una relación, —continuó, soplando sus uñas. —O
sea…es realmente buena, en ese sentido. —Ella sonrió para sí misma, de esa horrible, orgullosa,
satisfecha, alegre forma que siempre hacía cuando estaba hablando de Sirius. —Pero necesita
aprender que tengo mi propia vida, ¿sabes? Quiero decir, ¡son los setentas!

—Seh, genial. —Remus asintió, sin levantar la mirada.

—¿Remus? —Christopher apareció a su lado, —¿Estás haciendo un mapa de estrellas? ¿Puedo


ver?

—Realmente no soy tan bueno en Astronomía Chris, —respondió Remus, tratando de concentrarse
en sus líneas, —Será mejor que solo leas el texto—

—Oh no, ¡apuesto que eres genial!

—Realmente n—

—¿Remus? —dijo Mary, inclinándose sobre el escritorio, moviendo su regla, y derramando la más
pequeña marca de esmalte rojo en su pergamino, —¿Me estás escuchando? Pregunté si sabes por
qué Sirius—

—¡Lupin, Lupin! —un estudiante de tercer año vino corriendo fuera del espacio del retrato, —
Perdí tus notas de los unicornios, de verdad lo siento, pero—

—Hola Lupin, ¿puedes pasarme un cigarrillo? —Apareció un estudiante de sexto año.

Remus arrugó su cara. Un apagado dolor apareció detrás de sus ojos.

—Solo - ¿¡Puede todo el mundo por favor callarse!? —dijo, mucho más bruscamente de lo que
quería. Levantó la mirada y vio a todos observándolo, con los ojos ligeramente expandidos. —
Eh… tengo dolor de cabeza, voy a acostarme. —Se puso de pie.

—¡Oooh! —dijo Mary, levantándose también, —¡No puedes! Lo siento Remus, pero los chicos
están arriba planeando… eh… o sea haciendo… eh… quiero decir… —se mordió el labio. —Se
supone que iba a mantenerte aquí abajo…

Remus respiró profundamente.

—Ok. Iré a la enfermería, entonces.

Negó todas las ofertas de escoltarlo, apurándose tan rápido como le fuera posible, su cráneo
palpitaba terriblemente con cada paso. No era bueno, tendría que empezar a ser grosero con las
personas – por el bien de su propia sanidad, si nada más. ¿Desde cuándo se había vuelto el mejor
amigo de todo el mundo, de todas formas? ¿Acaso no era el mismo flacucho, molesto, mocoso del
hogar de niños que siempre había sido?

El fresco silencio de la enfermería era tan reconfortante que Remus pudo haber estallado en
lágrimas. A pesar de que usualmente se sentía muy en casa en el cálido brillo rojo de la sala común
de Gryffindor, los suaves grises de la enfermería era donde Remus recordaba sentirse por primera
vez verdaderamente en paz en Hogwarts. Se quedó ahí disfrutándolo por un momento, ojos
cerrados. Si solo se pudiera quedar aquí toda la noche.

—Hola, Remus querido, —Madam Pomfrey le sonrió, saliendo de su oficina, —¿Todo bien?

—Yo eh…

Oh no. Realmente iba a llorar. Tragó saliva impotentemente, y levantó un puño a su frente.

—¿Remus? —la enfermera se apresuró un poco, su ceño frunciéndose con preocupación. Ella aún
era un poco más alta que él, pero estaban a la altura de sus ojos, más o menos.

—Lo siento, —jadeó, su voz era tensa y extraña mientras se centraba en contener las lágrimas, —
Tengo… tengo dolor de cabeza.

—Siéntate, —dijo gentilmente Madam Pomfrey, haciendo un gesto hacia el sofá más cercano, al
lado de una cama vacía. —Tengo justo la cosa.

Invocó su pequeño vial de peltre de su oficina. Voló directo a su palma y lo destapó y se lo ofreció.
—Ten dos buenos tragos de eso – no te preocupes, es bueno y dulce. —Sus ojos brillaron un poco.

Remus tragó la poción, y sintió toda la tensión y dolor dejar su cuello y cabeza enseguida, como
agua lavándolo.

—Gracias, —bajó su cabeza, su voz aún era gruesa. —Lo siento. Tuve una pequeña
sobrerreacción.

—Querido Remus, —Madam Pomfrey soltó una risita, —Te he conocido por cinco años ahora, y
ninguna vez has sobre reaccionado. ¿Estás seguro de que estás bien?

—Seh, mejor ahora, gracias.

—Me refiero… ¿en general? —ella presionó, —He escuchado que te has estado quemando las
pestañas – largas horas en la biblioteca – y tienes tus deberes de prefecto, y tu… bueno, tu salud.

—Estoy bien, —Remus frotó sus ojos bruscamente. —Honestamente. Solo… tal vez solo cansado.
Iré a la cama ahora.

—Feliz cumpleaños, Remus, —dijo la medi-bruja, mientras se levantaba para irse.

—Gracias. —Asintió cortésmente. Pero luego ella hizo algo muy extraño. Ella se acercó y lo
abrazó. Muy fuertemente, y no por mucho tiempo. Fue hermoso.

—Cuídate. —Dijo, mientras él se iba.

Caminó de vuelta lentamente, y deseó haber tenido una capa de invisibilidad para eso. Podría
servirle para que Severus dejara de seguirle, o para no tener que interrumpir un partido de hechizos
entre dos muy ineptos estudiantes de primer año. Cuando finalmente alcanzó el espacio del retrato
en la Torre de Gryffindor, realmente quería una noche temprana. Pero por supuesto, los
merodeadores tenían otros planes.
—¡FELIZ CUMPLEAÑOS REMUS! —toda la sala común explotó, tan pronto como apareció.

Habían hecho un trabajo increíble. Había guirnaldas colgando de cada viga, retrato y marco de
fotografía – y confeti liberalmente rociado sobre todo lo demás. Un grupo de estudiantes y amigos
de Remus de cada casa y año le sonrieron, una bandada de hadas reales revoloteaba sobre sus
cabezas. Las mesas estaban repletas con sándwiches, pasteles, empanadas y panecillos, al igual que
un gran bowl de un ponche que lucía muy sospechoso.

Sonrió tan ampliamente como pudo mientras entraba a la habitación,

—¡Oh por dios! —dijo, esperando que estuviera haciendo una buena cara ‘sorprendida’, —
¡Ustedes están locos!

Ellos se rieron, y ansiosamente lo apresuraron dentro de la habitación, donde se encontró rodeado


de saludos y palmadas en la espalda y deseos de cumpleaños. El tocadiscos empezó a resonar, y la
fiesta del décimo sexto cumpleaños de Remus comenzó en serio.

—Creo que esta es más grande que la fiesta de Sirius, —dijo James, extendiéndole a Remus un
vaso del ponche morado, —Aunque, no le digas que dije eso.

—No sé por qué todas estas personas están aquí… —respondió Remus, mirando a su alrededor
asombrado. Todos de cada una de sus clases; su grupo de estudio – algunas personas que solo les
había hablado unas pocas veces.

—Porque eres Moony, obviamente. El rostro aceptable de los merodeadores. —James lo empujó
con el codo. —Wow, mira a Evans…

Lily lucía encantadora, en una mini falda marrón profundo y sandalias altas. Estaba bailando con
Marlene y Mary en un pequeño grupo de tres, riendo y levantando las manos sobre su cabeza.

—Por favor dime que alguien confiscó tu escoba esta noche. —Remus le dijo a James, quien rio
muy naturalmente.

—No te preocupes, no estoy planeando emborracharme tanto prontamente. Voy a tratar de


hacerme el difícil esta noche.

—Ella lo apreciará. —Respondió Remus.

Escaneó la habitación por Sirius, quien parecía estar ausente. Estaba Peter, acurrucado en un sillón
con Desdemona. Estaba Christopher teniendo una fervorosa conversación con una Ravenclaw de
tercer año, ocasionalmente lanzando miradas y sonriéndole a Remus. El resto del equipo de
quidditch de Gryffindor estaba amontonado alrededor del ponche, retándose unos a otros a beber
tragos más y más fuertes. Sin Sirius.

James debió haberlo visto buscándolo.

—Esta lloriqueando en alguna parte, por Mary. —Explicó, —Le dije que si no se puede animar por
la mierda entonces no puede venir aquí abajo a deprimir a todos los demás. Le llevé un par de
bebidas arriba, pero no está funcionando.

—Oh claro. ¿Aún no se han arreglado, entonces? —Remus observó a Mary, aun bailando, que
había captado la mirada de casi cada chico en la habitación.

—Parece que no. Pensé que tal vez algo de brutalidad le ayudaría, pero no soy tan bueno como tú.
Entonces está haciendo una rabieta. Aunque no te preocupes por él, Moony, ¡disfruta tu fiesta!
Realmente lo intentó. El pastel que la Sra Potter había enviado era glorioso – pesado, rico chocolate
con una cubierta blanca y mostacillas de multi-colores. Las velas estaban encantadas para
quemarse sin derramar cera, y solo duró por unos pocos momentos después de que Remus las
sopló. No bailó, aunque Marlene y Lily trataron de convencerlo un par de veces, pero si se mezcló,
agradeciéndole a la gente por venir, y teniendo una buena charla con unos chicos de séptimo año
sobre que ÉXTASIS tomar.

—Deberías ser un profesor. —Dijo uno de ellos, lo que Remus pensó que era amable, pero
completamente demente.

Debía haber sido cercana a la media noche cuando palpó su bolsillo trasero por su cajetilla de
cigarrillos, y no los encontró. Suspirando, consideró dejarlo – pero había tenido suficiente de beber
ahora, y realmente quería fumar, más que nada. Aún había una cajetilla al fondo de su maletero, si
Sirius no se la había robado. Decidió ir a buscarla.

A medio camino escaleras arriba, se topó con James de nuevo.

—Lo siento, Moony, —dijo el chico de cabello negro, luciendo un poco ebrio y un poco irritado.
—Va a bajar, ahora.

Remus miró sobre el hombro de James para encontrarse con el hosco rostro de Sirius siguiéndolo
escaleras abajo.

—No vas a la cama, ¿o sí? —preguntó James.

—No, —Remus sacudió su cabeza, casi embobado, —Cigarrillos.

—Asqueroso hábito. —Dijo James con una sonrisa torcida. Miró sobre su hombro, —Vamos
entonces, Black.

—Dame un segundo, —dijo Sirius, mirando a Remus, —Solo quiero decirle feliz cumpleaños a
Moony.

—Bien, pero apúrate. —Arrastró James, —Remus dile que se trague su estúpido jodido orgullo y
baje a besuquear a Mary, ¿eh?

—Ok, Prongs.

James empujó la puerta, y solo por unos pocos segundos luz y sonido invadió la escalinata, antes
de silenciarse de nuevo mientras cerraba la puerta detrás de él. Sirius y Remus estaban solos.

—Feliz cumpleaños, Moony. —Dijo Sirius, bajando unos pocos escalones para estar de pie al
mismo nivel de Remus.

—Gracias, —Remus sonrió, tan casualmente como pudo. —Tu eh… ¿estás bien?

—Seh, bien. —Dijo Sirius, aunque era claramente una mentira. Estaba jugando con un vaso vacío.
—Lo siento si arruiné tu fiesta.

—No lo hiciste. Ha sido genial.

—Bien.

Silencio. Sirius bajó la mirada, luego la volvió a levantar hacia Remus. —James cree que tengo
que ser yo el que vaya y arregle las cosas con Mary.
—Probablemente una buena idea.

—¿Tu crees?

—Bueno… ¿sí? —Remus estaba confundido. —Tú… em. Te gusta Mary, creí.

Sirius se encogió de hombros, mirando a Remus de nuevo, sus oscuros ojos azules, moteados con
penetrante, gélido plateado. Sus labios estaban brillantes y rojos de beber, y tenía esa mirada
levemente petulante que tenía cuando no estaba sonriendo. Remus casi quería desviar la mirada,
era tan guapo. No podía ser correcto, mirarse uno al otro así. No podía posiblemente terminar bien.

—Me gusta Mary. —Dijo Sirius, inclinándose levemente hacia adelante. Remus podía sentir su
aliento en su propia piel.

—Entonces ve y besuquéala, imbécil. —Dijo Remus, apresuradamente, tratando de dar un paso


atrás pero chocando con la pared a sus espaldas. Realmente era una estúpida estrecha escalinata –
como el armario de escobas de nuevo.

—Lo haré, —dijo Sirius, mordiendo levemente su labio. Oh dios, pensó Remus. —Lo haré, en un
minuto.

Remus tragó saliva.

—¿Has besado a alguien, Remus?

—No, sabes que no. —La mentira salió fácilmente ahora.

Sirius asintió, mirándolo de nuevo, esa mirada penetrante, de conocimiento.

—Realmente no es tan aterrador como crees. —Dijo Sirius.

Remus no pudo soportarlo.

Nunca sabría qué se apoderó de él en ese momento. Todo era solo demasiado y agarró la nuca del
otro chico y la acercó, presionando sus labios intensamente contra los de Sirius. Era aterrador – e
increíble. Incluso más cuando Sirius empezó a besarlo de vuelta, abriendo sus labios y permitiendo
a Remus deslizar su lengua dentro. Era todo alarmante, increíble y familiar al mismo tiempo. No
podía pensar – como si cada transmisor en su cerebro hubiera hecho corto circuito todo al mismo
tiempo, estallando y burbujeando; enviando chispas. Sí, fue el único pensamiento coherente que
tuvo; sí sí sí sí.

Volvieron a sus sentidos simultáneamente, ambos separándose. Remus quitó su mano, Sirius lo
miraba con ojos muy abiertos. Remus desvió la mirada primero.

—Será mejor-- —Sirius empezó a encaminarse a la sala común,

—--Seh, yo solo… —Remus se retractó, escaleras arriba.

Sirius desapareció de vuelta hacia la fiesta y Remus exhaló profundamente, sintiendo que tal vez la
tierra lo tragaría. Pasó sus dedos a través de su cabello y limpió su boca. Se frotó los ojos y luchó el
impulso de golpear la pared. ¿¡A qué había estado jugando!? Sirius pensaría que estaba
completamente demente – o peor. Que nunca había hecho algo como eso antes. Tal vez sí estaba
demente.

Tenía que disculparse. Tenía que corregirlo, antes que Sirius le dijera a James – antes que todos
ellos supieran.

Remus estiró su polera y se encaminó bajo las escaleras, esperando alcanzar a Sirius para
disculparse – para de alguna forma explicarlo. Volvió a entrar a la sala común, aún vibrante con
luz y música, y vio algo que lo hizo detenerse. Se encogió, incapaz de desviar la mirada.

Sirius estaba besando a Mary.

Él la había empujado contra la repisa de mármol, y ella lucía como si se estuviera aferrando a él
con igual ferocidad, sus cuerpos presionados juntos, cabezas moviéndose. Los brazos de ella
estaban alrededor de su cuello, sus delgados dedos oscuros tiraban de su cabello. Todo el mundo
animaba y silbaba animadamente.

Remus se dio la vuelta y marchó derecho de vuelta a la torre. Ignoró a James y Peter, quienes
estaban planeando en ir a las cocinas por más municiones. Solo sacudió su cabeza, mudo, y siguió
por las escaleras a su habitación. Cerró las cortinas alrededor de su cama y se acostó, sintiéndose
extraño.

Cubrió su rostro con sus brazos y pensó sobre ellos dos juntos. Pensó sobre los ojos de Sirius y las
curvas en las caderas de Mary hasta que cayó en un sueño intermitente.
Quinto Año: La Mañana Siguiente
Chapter Summary

Advertencia por uso de drogas (hierba)

Jueves 11 de Marzo, 1976

Hola, Grant.
Que hay, Remus
¿Cómo estás?
¿Cómo estoy? Como estás tú, tonto imbécil; tú eres el que está teniendo conversaciones
imaginarias conmigo.
Seh, lo siento.
Está bien, no estoy ocupado. Ni siquiera soy real.
Eres real, solo no puedo hablarte en la vida real. Ni siquiera sé dónde estás.
Nada que pueda hacer. ¿Qué pasa?
Besé a Sirius.
Maldita sea.
¿Qué debería hacer?
¿Cómo debería saberlo? ¿Acaso no te dije que no lo hicieras?
Seh, pero. Me besó de vuelta. Por un minuto, por lo menos.
¿Seguro que no estás imaginando eso?
Seh…

Remus se dio por vencido a ese punto. Había estado despierto en su cama desde por lo menos las
cinco de la mañana, alternadamente entrando en pánico y volando de alegría. Tenía que haber
estado chalado. Demente. Loco. Chiflado. Perdido. Pensó que hablar con alguien más podía ayudar
– pero ¿con quién podía hablar tan temprano en la mañana? Especialmente cuando involucraba un
secreto que podría muy bien hacer que te expulsaran, hasta donde Remus sabía.

Incapaz de encontrar una solución hablando con una persona imaginaria (o por lo menos una
versión imaginaria de una persona real), volvió a su previa, de alguna forma menos constructiva
diversión – tratar de revivir los tres minutos en la escalinata con Sirius anoche sin revivir la parte
donde escapaban del otro.

¿Se arrepentía? Era muy pronto para saber. Por un lado, Remus pudo justo haber arruinado la
mejor amistad que había tenido – o que tendría. Por el otro lado, había sido un jodido buen beso.

En la limitada experiencia de Remus, pensó que probablemente tenía sentido que solo porque
locamente te gustaba alguien, no significaba que cuando finalmente le besabas sería tan bueno
como habías imaginado. Y Remus sabía que tenía una muy vívida imaginación a veces – pero
Sirius era Sirius. Había sido cualquier cosa excepto decepcionante. Había sido perfecto, de hecho.

Mientras pretendiera que la última parte no había ocurrido.

Ahogando un gruñido, se sacudió y trató de pensar racionalmente. Abórdalo como un ensayo,


pensó. Expón todos los hechos, luego crea tu argumento.
Entonces, los hechos:

1. Remus Lupin había besado a Sirius Black directo en los labios.


2. Sirius Black no le había golpeado inmediatamente.
3. Sirius Black de hecho había besado de vuelta a Remus Lupin (a pesar de lo que el Grant
imaginario tenía que decir)
4. Sirius Black también había besado a Mary MacDonald, inmediatamente después, y con
considerable vigor.
5. Sirius Black no había vuelto a su cama. Para nada.

Mierda. Maldita jodida mierda.

Remus trepó fuera de la cama, no era bueno estar ahí acostado sacudiéndose y girando. Tenía que
salir de la torre. La cama de Sirius estaba vacía a su izquierda. Si no estaba ahí, entonces
probablemente estaba en la sala común. Para asegurarse, Remus tomó la capa de James.

Era bueno manteniéndose en silencio y moviéndose sin un solo sonido, pero no necesitaba
preocuparse. Sirius estaba muerto para el mundo – acostado en el sofá, con la cabeza hacia atrás, la
perfecta línea de su mandíbula expuesta. Mary estaba acurrucada contra su pecho, un edredón de
retazos arrojado sobre ellos dos. Remus se apresuró, queriendo alejarse lo más posible.

El baño de prefectos era probablemente una de las partes más raras del castillo. Remus había
pensado que los estudiantes mayores estaban bromeando, pero cuando le dieron la contraseña en el
tren de vuelta en Septiembre. Fue una vez, y solo una vez, en el primer término, pero no podía
superar la idea de tener que remover su ropa en una habitación tan grande y abierta. ¿Qué pasaba si
alguien entraba?

Sin embargo, en esta mañana en particular era el único lugar donde estaba seguro que no lo
encontrarían – incluso si los merodeadores decidieran usar el mapa; no podrían entrar y
encontrarlo sin la contraseña.

Se acercó al cuarto piso y susurró, “squeaky clean” en la entrada antes de deslizarse dentro. Nadie
estaba ahí; era demasiado temprano. A menudo se preguntaba si había algún tipo de mecanismo
para detener a alguien más de entrar mientras estaba en el baño – hasta ahora no había evidencia de
esto y había decidido no arriesgarse.

Desvistiéndose hasta quedar en boxers y camiseta, Remus dejó correr el agua, y bombeó muchas
burbujas en la bañera del tamaño de una piscina Olímpica antes de deslizarse dentro, aún en su
ropa interior. El baño era una de las habitaciones más hermosas en el castillo, Remus lo reconoció.
Todo era tan limpio, blanco marfil y grifos de dorado brillante. Los vitrales de las ventanas
representaban una serie de hermosas, brillantes criaturas marinas. Un encantador olor a mandarinas
se estaba elevando desde las grandes blancas derivas de espuma, y Remus finalmente empezó a
relajarse.

Nunca había aprendido a nadar – a los chicos de St Edmunds le ofrecían lecciones en las piscinas
locales gratis, pero Matrona no lo dejaría ir. No le había importado — no quería que los otros
chicos vieran sus cicatrices. Pero ahora que era mayor, pensó que le gustaría aprender. Sirius una
vez le había hablado de vacaciones familiares al sur de Francia, donde el mar era lo
suficientemente cálido para bañarse. Remus no podía imaginarse eso. El único océano que había
visto había sido en Southend – y una vez Margate. Estaba jodidamente congelado, un color sucio
verdoso. No el azur cristalino que Sirius había descrito.

Aún, Remus podía flotar. Se apoyó en su espalda y miró hacia el cielo de la cámara.
¿Te diviertes?
No realmente.
Entonces, si te besó de vuelta, y luego corrió y besó a Mary, ¿dónde deja las cosas?
No lo sé, ¿¡o sí!? ¡Eso es lo que se supone que me tienes que ayudar a resolver!
Está bien, está bien, calma tus tetas.
Tú no dices eso. Sirius dice eso.
Mira, estoy haciendo mi mejor esfuerzo. Te lo dije, ni siquiera soy real.
Tal vez yo besaba muy mal.
Tal vez
El Grant real es mucho más amable que tú, sabes.
Seh, bueno ¿de quién es la culpa? Tú eres el que está hablando solo, loco. Encuentra
alguien real con quien hablar.

Remus suspiró, frunciendo el ceño. ¿Podías besar mal y no saberlo? Probablemente. No tenía
suficiente experiencia para saberlo. No se había sentido mal – se había sentido como si encajaran.

Me besó de vuelta.

Remus sabía, muy profundamente, que no tenía que ver con cómo lo había hecho. Era el hecho de
que lo había hecho en absoluto.

Lo sabía – pero no estaba listo para admitirlo aún. Ni siquiera con una persona imaginaria. Si
estaba siendo completamente sincero, Remus sabía que Sirius tenía todo el derecho de escapar – de
estar en shock, confundido o incluso aterrado. Y había una loca tipo de lógica de Sirius Black
detrás de besuquear a la primera chica honestamente hermosa que pudiera encontrar, justo después
de algo como eso.

Una vez más, Remus estaba confrontado con la imagen de Sirius presionando a Mary contra la
repisa, esas manos en su cintura que habían estado en la suya, solo unos momentos antes… y dio
una patada, involuntariamente, olvidando mantenerse a flote.

Farfullando y ahogándose mientras se sumergía, Remus gateó de vuelta a la superficie y salió


tosiendo, un tono naranjo de espuma por todos lados.

—¿¡Remus, eres tú!? —la voz de una chica hizo eco a través del piso del baño.

Forcejeó por sacar el cabello de su rostro, parpadeando, y solo consiguió hacer la borrosa figura de
Lily Evans en una bata rosa acolchada. Se frotó los ojos, fuertemente, sus pies encontraron el piso,
y dijo ahogado,

—Hola, Lily.

—Cristo, ¿estás bien? ¡Pensé que tendría que lanzarme y salvarte ahí!

—Perdí mi balance.

—No puedo creer que me venciste para un baño, pensé que sería la primera de pie. Tengo un
inmundo dolor de cabeza. —Lily se frotó su frente con una expresión adolorida.

—Seh, ese ponche estaba bastante fuerte, —respondió Remus, aunque él se sentía bien. —Solo
estaba saliendo… eh… ¿te molesta darte la vuelta?

—Oh, ok, ¡lo siento! —Lily sonrió, girándose.

Remus se movió al costado y salió del agua cálida con alguna reluctancia. Se sintió tonto y de
niñita, pedirle que no mirara – a James o Sirius probablemente no les importaría para nada.
Tomando una toalla, la envolvió a su alrededor, sobre sus hombros, en vez de alrededor de su
cintura. Eso no era exactamente masculino, tampoco, pero no necesitaba a Evans preguntándole
sobre sus cicatrices encima de todo lo demás.

—Ok. —Dijo, apresurándose dentro de un cubículo para cambiarse.

Escuchó a Evans haciendo correr los grifos de nuevo, y un dulce olor a lavanda llenó la habitación
mientras se secaba y cambiaba a su uniforme.

—Entonces ¿a dónde desapareciste anoche? —llamó Lily, por encima del ruido del agua corriendo,
—Debimos haber seguido hasta por lo menos las dos. Potter estaba tan ebrio.

—Debí haber estado un poco muy ebrio, —llamó Remus de vuelta, —Fui a la cama a media noche.

—¡Borracho! —lo molestó Lily. Escuchó los grifos cerrarse, y un suave chapoteo mientras ella se
metía en el baño. —Aun así, —ella siguió, —Por lo menos Sirius y Mary se arreglaron, ¿eh?

—Seh, eso fue suerte. —Respondió, planamente, saliendo de su cubículo.

Lily estaba chapoteando al final de la piscina, su cabello rojo se apilaba encima de su cabeza,
rodeado por un mar de espuma morada. Ella le sonrió.

—Biblioteca. —Dijo, sintiéndose incómodo y húmedo, completamente vestido en el cálido baño


empañado.

—Por supuesto, —ella se rio, —¿A dónde más? Oh, ¿viste la noticia en la sala común?

—No, —sacudió su cabeza. No había mirado nada excepto por Sirius en la sala común.

—Las reuniones de carreras con McGonagall han sido publicadas – mediados de Abril.

—Oh bien, —Remus sintió sus extremidades más pesadas, —Gracias.

Era un alivio estar fuera del baño caliente, y en vez de la biblioteca, Remus decidió ir afuera por un
rato. A los invernaderos y de vuelta, tal vez. A veces había unos cuantos Hufflepuffs ahí
compartiendo hierba, y aunque era un día de escuela, esto parecía como una muy buena idea.

Esto es todo tu culpa, sabes


¿Cómo es eso?
Si no me hubieras besuqueado el verano pasado, todavía sería…
¿Ignorante? ¿Confundido?

Esa es una jodida mentira y lo sabes. Querer divertirte un poco es lo único normal sobre ti.
Bastante justo.
Estás agradecido de que te besuqueé. Lo amabas jodidamente.
…Seh.
Solo estás molesto porque Sirius no reaccionó igual que tú.
…Seh…
La pregunta es – ¿por qué maldita sea esperarías que Sirius actuara parecido a ti?

Por qué de hecho.

Este era el primer consejo útil que el Grant imaginario había sacado a relucir, y Remus se aferró a
él. Sirius necesitaba hacer lo que fuera que Sirius necesitaba hacer. No era decisión de Remus. Se
felicitó por ser muy maduro sobre toda esta cosa. Después de todo, pensó, por lo menos ya está
hecho. Por lo menos ya sabes cómo se siente. ¿Podría sobrevivir para siempre, se preguntó, con un
beso?

Afortunadamente, había de hecho tres Hufflepuffs sentados en el césped detrás de los


invernaderos, dos chicas y un chico. Le sonrieron en esa amigable, estúpida forma que le dijo que
habían empezado temprano, y en suaves y gentiles tonos le felicitaron por la excelente fiesta. Se
sentó con ellos hasta que no pudo ignorar más sus dolores de hambre, y se tambaleó de vuelta al
castillo mareado por desayuno.

—¡Aquí está! —exclamó James, mientras Remus ocupaba su lugar en la mesa.

Peter, quien tenía su cabeza en sus manos y se veía un poco verde gimoteó,

—No tan jodidamente fuerte, Prongs, te lo ruego.

—Oh, come tus huevos, te sentirás mejor. —James sonrió. Remus apiló su propio plato con dos
huevos fritos, dos salchichas, una pila de frijoles horneados, tres rebanadas de tostada, dos
rebanadas de tomate frito y tres lonchas de tocino. Se sentía muy calmado y cómodo ahora. Podía
decirse que había sido el baño. Pero obviamente no.

—No puedo distinguir si tienes resaca, o solo es ese increíble metabolismo tuyo.

—Un poco de ambos. —Remus se encogió de hombros, comiendo.

—Y algo más, —James movió su dedo, —¿Ya estuviste abajo en los invernaderos, Moony? ¿Es
así como quieres empezar tu decimoséptimo año?

—Sí. —Dijo Remus, con la boca llena.

Sirius estaba ahí, por supuesto, pero no había dicho nada aún. Tenía su cabeza apoyada
somnolienta en un brazo, bebiendo una gran taza de té con leche. Remus lo miró atentamente,
deseando que lo mirara, pero no lo hizo. Mary no estaba por ninguna parte.

—McDonald está un poco endeble, —explicó Marlene, —Enferma, aunque todo el mundo la vio
bajar una botella entera de Infusión de Brujas por su cuenta.

—¿Lo hizo? —dijo Remus, —Wow, impresionante, probablemente merece un descanso entonces.
—Lo quiso decir sinceramente.

—Aunque todos nos estamos sintiendo mal, —dijo Marlene, —Evans estuvo vomitando por lo
menos una hora antes de ir a la cama.

—¿¡Ella está bien!? —preguntó James, escandalizado.

—Seh, la vi esta mañana en el baño de prefectos. —Dijo Remus tragando su comida. —Está bien.

—En el baño, ¿eh? —James arqueó una ceja. —Tienes que dejar tus formas de mujeriego, Remus,
danos al resto un chance.

—Oh sí, ese soy yo, —Remus resopló, —El Casanova de la Torre de Gryffindor…

Solo lo había dicho para hacer reír a James, pero la cabeza de Sirius finalmente se disparó, dejando
descansar sus ojos en Remus. Había un pequeño, casi imperceptible ceño fruncido, naciendo en su
entrecejo. Miraba a Remus como si fuera un encantamiento que aún no había descubierto como
pronunciar. Remus lo miró de vuelta, firmemente, permitiendo este escrutinio – le permitiría a todo
a Sirius. Otro momento y había acabado. Sirius desvió la mirada, sin decir nada.
Quinto Año: Tablas
Chapter Summary

Advertencia por uso de drogas (hierba)

Chapter Notes

See the end of the chapter for notes

So messed up, I want you here

In my room, I want you here

Now we're gonna be face-to-face

And I'll lay right down in my favourite place

And now I want to be your dog

Now I want to be your dog

Now I want to be your dog

Well, come on…

Martes 16 de Marzo, 1976

Cuando llegó la siguiente luna llena, se volvió claro que Remus y Sirius habían quedado en tablas.
Remus había intentado ser indirecto – tratando de buscar la mirada de Sirius durante las comidas, o
las raras tardes cuando estaban todos juntos. Intentó quedarse en la habitación para ver si Sirius se
quedaría atrás también. Pero sin suerte. Los ojos de Sirius nunca se encontraban con los suyos, y
siempre era el primero en dejar una habitación con Remus en ella.

Cortó por de hecho tenderle una emboscada a Sirius en alguna parte (lo que se negaba a hacer),
Remus estaba quedándose sin opciones. La petición por otra llamada telefónica con Grant había
sido devuelta con una nota en la brusca y clara manuscrita de Matrona en el envoltorio, ‘El
destinatario ya no se encuentra en esta dirección’. Estaba completamente solo.

Una vez, Remus pensó que estuvo cerca de atrapar a Sirius. Estaban dejando Encantamientos, y
James se había detenido a hablar con el Profesor Flitwick, y Peter había ido al baño, entonces
Remus y Sirius se encontraron esperando solos en un corredor ocupado. Él aprovechó la
oportunidad, diciendo suavemente,

—Mira, sobre la otra noche--

—Seh, estábamos todos muy ebrios, ¿¡cierto!? —Sirius rio fuertemente – lo suficientemente fuerte
para que la gente se girara a mirar. —Demente. ¡Casi no puedo recordar la mitad!

—Eh… seh, claro. —Remus se retractó.

Era una completa mentira, ambos sabían eso. Pero era uno de esos horribles casos donde ninguno
de ellos se suponía que debían reconocer la mentira; solo pasar sobre ella. No podría presionar a
Sirius más lejos de lo que estaba dispuesto a ir. Y él claramente no estaba dispuesto a ir… ahí.

Luego, por supuesto, estaba Mary. Si Sirius sí quería a Remus de la misma forma que Remus
quería a Sirius, entonces seguramente la cosa con Mary acabaría. Pero no, Remus iba a tener que
llegar a términos con el hecho de que no era ‘la cosa con Mary’; era la relación de su mejor amigo,
y no iba a ir a ningún lado prontamente. Ella iba a todos lados con él, y más a menudo si no era en
su regazo.

Durante este tiempo, Remus brevemente consideró la idea de legeremancia. Ser capaz de leer la
mente de Sirius era tentador. Pronto la descartó, descubriendo que era mucho más difícil que
cualquier otra cosa que había intentado. Además, su calendario de estudio estaba al máximo, tenía
muy poco espacio en su mente para nuevos hechizos.

Ahora, en la noche de la luna llena, Remus se sentó solo en la Casa de los Gritos, esperando a que
sus amigos llegaran y no estaba seguro si serían dos o tres, Estaba volviéndose un poco paranoico,
de hecho, pero esa no era la culpa de Sirius. En un intento de escape, Remus había estado pasando
más y más tiempo abajo en los invernaderos, vaciándose y llenándose con el mareador humo
verde. No era ideal. Mejor que beber, supuso. Mejor que conseguir detenciones por bromas
estúpidas.

Fumó ese día en particular para calmar sus nervios alrededor de la luna – y para ver si tenía algún
efecto en los dolores de la transformación. Aunque solo dios sabía cómo sería un hombre lobo
drogado.

Un brusco dolor quemó sus omóplatos, y jadeó con sorpresa. Bueno, ahí terminaba el experimento.

—Buenas tardes Moony, —la puerta se abrió y James asomó su cabeza.

—Está empezando, —Remus apretó su mandíbula, —Apúrense, entren.

James rápidamente se transformó, y fue seguido dentro de la habitación por una enorme rata café y
un gran perro negro. Remus cerró sus ojos, aliviado.

La noche de la luna llena no fue diferente de ninguna otra ahora. Como animales, eran menos
conscientes, o tal vez solo estaban menos preocupados de sus problemas más humanos. El lobo
solo quería correr, y cazar, y revolcarse en la maleza y perseguir al negro y jugar a las luchas con
el grande.

La mañana siguiente, se sintió refrescado y vigorizado – o por lo menos lo hubiera estado si no


fuera por la agonía de sus huesos volviendo a su forma humana. Algunas cosas nunca cambiaban.
Los merodeadores se escabulleron, solo veinte minutos más o menos antes que Madam Pomfrey
apareciera para llevar a Remus devuelta a la escuela. En la enfermería, le dio su usual poción para
dormir y no abrió sus ojos hasta bien pasado el mediodía. Este siempre iba a ser un problema,
había notado últimamente. No importaba cuanto hubieran mejorado sus transformaciones
mensuales, aun así perdía mucho tiempo.

Ya había revisado, y descubrió que la luna llena de Mayo no coincidía con ninguno de sus
exámenes. Esto le pareció bastante peculiar, hasta que se dio cuenta que debió haber sido
orquestado de esta forma, por Dumbledore o McGonagall. Encontró eso un poco vergonzoso.
¿Acaso no sabían que antes se había sentado por clases enteras con su sangre hirviendo y sus
músculos adoloridos? ¿Qué había terminado ensayos después de haber estado despierto por dos
días, con la cabeza dándole vueltas y tan cansado que solo tenía la adrenalina como combustible?
Y que aun así había vencido a la mitad de la clase. Podía hacerlo. Solo tenían que dejarlo. ¿Cómo
podría siquiera conseguir un empleo después de la escuela si no podía ser visto manteniéndose al
tanto?

Cuando Remus abrió sus ojos alrededor de las cuatro de la tarde, estaba muy sorprendido de
encontrarse a Sirius ahí. Solo.

—Buenos días, —sonrió suavemente, un rastro de ansiedad aún se aferraba a sus facciones. Eso
podría no ser por Remus – Sirius estaba ansioso a menudo, estos días. Si Snape era la sombra
malévola de Remus, entonces Regulus era la de Sirius. Parecía que incluso si dejabas todo lo de
familia Black a excepción de su nombre, nunca eras realmente libre del sentido de obligación. O de
la culpa. Ese podría ser el caso con todas las familias, reflexionó Remus. No podría saberlo.

—Buenos días, —asintió de vuelta, levantándose. —Fue una buena noche, ¿no?

—Seh, genial, —Sirius asintió, anhelante por un territorio familiar. —No puedo creer que
encontramos esa cascada, Prongs cree que hay una cueva detrás. Le dije que si la había, entonces
probablemente un troll vive ahí. A ellos les gustan las cuevas, ¿no?

—Sí, les gustan.

No era incómodo, exactamente. Charlaban así todo el tiempo. Pero no solían tener problemas para
continuar con la conversación. Mucho lo contrario, de hecho. Sirius estaba mirando al cielo,
cuando de la nada dijo,

—¿Estamos bien, no, Moony? —su voz era pequeña.

—Por supuesto. —Dijo Remus, apresuradamente.

—Porque tú – Tú, James, Pete. Ustedes son mis mejores amigos.

—Seh. Tú eres mi mejor amigo. Todos ustedes.

—Ok bien, —Sirius lucía aliviado, y Remus estaba agradecido de haber dicho la cosa correcta.
Pero su rostro parecía preocupado de nuevo. —Está… está Mary, ahora, también.

—Mary. —Remus repitió.

—Seh, dije que iría a verla. Peter estará aquí en un rato.

—No, está bien. Cuando Madam Pomfrey vuelva probablemente me deje salir. ¿Te… veré esta
tarde?

—Seh, por supuesto, —Sirius sonrió, luciendo más cómodo que en semanas. Nos entendemos,
ahora. —Nos vemos a la cena, amigo. —Dijo esta última palabra con una masculinidad demasiado
jocosa que era muy inusual en él. Remus estaba sorprendido de que no lo golpeó en el brazo, o
desordenó su cabello.

***

Miércoles 14 de Abril, 1976

El siguiente mes pasó en una mancha borrosa de plumas, libros y pergaminos. Remus no podía
estar seguro si él y Sirius seguían en tablas, porque simplemente no tenía tiempo para preocuparse
sobre eso. Cuando se veían – en lecciones, en los corredores o bostezando buenas noches al otro
antes de dormir – todo parecía perfectamente bien.
El grupo de estudio de Remus había doblado su tamaño, hasta que tuvieron que dividirlos en por
diferentes asignaturas para cada día de la semana. La mayoría de las sesiones se trataban de revisar
a través de papeles escritos en años anteriores, compartiendo sus respuestas, señalando extractos
clave de sus variados textos. Remus sintió que estaba aprendiendo tanto como estaba enseñando –
y realmente lo estaba disfrutando.

—¿Por qué no estás en Ravenclaw? —preguntó Christopher, un día, mientras ayudaba a Remus a
ordenar el salón vacío donde habían estado practicando levitación. Era un desastre.

—Mi padre estuvo ahí, de hecho, —Remus sonrió suavemente. Eso no dolía tanto como solía
hacerlo. Habían otras cosas, más importantes, —Y el sombrero lo mencionó en mi selección,
pero… no era el lugar.

—Parece que hubieras estado mejor ahí. —Dijo Christopher, reparando un tintero roto y limpiando
el pozo negro debajo.

—Tal vez, —Remus se encogió de hombros, —Si me hubieras conocido entonces no hubieras
pensado lo mismo.

Terminaron este trabajo y Remus miró al reloj. —Mierda, me tengo que ir… lo siento, Chris,
¿estarás bien volviendo a la Torre?

—Privilegio sangre-pura, —dijo Christopher, haciendo una mueca, —No me molestan, ¿A dónde
vas?

—Eh… es privado. Lo siento. ¡Gracias por la ayuda!

Tuvo que correr, al final, para llegar a la enfermería a tiempo. Madam Pomfrey lo reprendió
levemente,

—¡Sin ejercicio físico en las lunas llenas! —dijo, poniéndose su capa, —Te agitarás, y hemos
tenido un año tan bueno.

—Estaré bien, —movió una mano, un poco muy casualmente. Tal vez debía pedirle a Prongs que
lo arañara un poco, entonces ella no sospecharía. Aunque, no habría forma de que Prongs lo
hiciera.

Empezaron a caminar afuera en los terrenos juntos, una travesía tan familiar ahora que podrían
hacerlo con los ojos cerrados. —Podría hacer esta parte solo, ahora, —dijo, haciendo
conversación, —Sé bastante bien cómo funciona todo esto. Solo necesitaría ir a buscarme en las
mañanas, entonces.

—Lo siento, querido, —ella sacudió su cabeza, —Órdenes de Dumbledore. Para asegurar que estés
fuera de los terrenos a salvo a tiempo.

—Oh. Por supuesto. —Intentó no sonar tan desagradecido. Por supuesto, esa era una preocupación
– podría olvidarlo, o atrasarse. ¿Luego qué? Sería mucho peor que esto, pensó, una vez que
cumpliera diecisiete y tuviera que registrarse con el ministerio.

Dentro de la Cabaña, Madam Pomfrey chilló,

—¿¡Qué pasa!? —Remus sacó su varita.

—Oh, nada, —ella sujetó su pecho, —Yo… yo ví una rata. Cosas horribles. Lo siento, querido,
desearía que pudiéramos encontrar un mejor lugar para ti…
—Oh, está bien… la veo en la mañana.

Cuando la puerta se cerró, él se giró, —¿Pete? ¿Fuiste tú?

—… Lo siento, Moony, —la voz de Peter vino del segundo piso. —Se supone que debía mantener
la guardia…

Bajó la escalera, seguido de Sirius y James, quienes estaban bostezando, y lucían como si recién
hubieran despertado.

—¿¡Qué hacen ustedes dos aquí!? —preguntó Remus, sorprendido, —¿¡Qué hay del partido!?

—Hemos estado durmiendo desde la última campana, —explicó James, —Luego conseguiremos
otra hora o dos de sueño en la mañana… y al almuerzo, si lo podemos saltar.

—Están dementes. —Remus sacudió la cabeza, —Ustedes dos. —Miró a Sirius, para chequear si
aún estaban jugando a lo del contacto visual.

—Lo que sea por nuestro Moony. —Dijo Sirius, sosteniendo su mirada por unos buenos segundos
antes de dejarla caer, mirando hacia otro lado frotando su brazo. Esto dejó satisfecho a Remus,
aunque sabía que debía sentirse culpable. No sabía por qué le generaba tanto placer ver a Sirius
retorcerse.

—Estamos temprano, —dijo Peter, sentándose en el pequeño catre de Remus, —¿No es cierto,
Remus?

—Seh, eso creo, —se estiró un poco, para tener una sensación de sus variados dolores y punzadas,
—Seh, queda bastante.

—Oh, bien, ¿puedo volver a dormir? —Sirius bostezó. Él y James se habían sentado en el piso, y
Sirius dejó descansar su cabeza en el hombro de James. Jódete, James, pensó Remus, antes de
detenerse. Se apoyó contra la pared conscientemente.

—Oye, ¿Cuándo es tu reunión con McGonagall? —preguntó James, sacudiendo su hombro para
quitarse a Sirius de encima.

—Eh… a primera hora el próximo Viernes creo. ¿Por qué?

—¿Qué vas a decir?

—¿Decir?

—Sobre las carreras, idiota.

—Oh, claro, —Sirius ahogó otro bostezo, sus ojos lagrimeaban con cansancio. —Ugh, no sé.
Realmente no me gusta mucho la idea de un trabajo, Padre quería que involucrara en la política, así
que supongo… que eso no.

—Mi mamá dice que es un mal momento para unirse al ministerio, —dijo Peter, pensativo. —Pero
Dezzie cree que es el mejor momento – cuando termine la guerra estaremos ahí para reconstruir.

—Bueno esa es una forma de verlo. —Sirius arqueó una ceja. Empujó a James, —Vamos entonces,
dinos cuáles son tus planes.

—¿Mm? —James lo miró inocentemente.


—Oh, vamos Potter, no me digas que no lo tienes todo delante de ti. ¿Puddlemere? ¿Holyhead?
¿Los Cannons? ¿Quién ha mostrado más interés hasta ahora?

—De hecho, —James levantó su cabeza de una forma bastante dignificante, —Si lo debes saber,
todos ellos han mostrado interés, de acuerdo a McGonagall. Pero los estoy rechazando – por ahora,
de todas formas.

—¿Oh sí? ¿Vas a tomarte un año y vivir de tus millones de la Sleek-ezy 1 ?

—No, idiota. Voy a luchar.

Hubo un tipo de pausa rara. Sirius se veía profundamente preocupado. Remus rompió el silencio.

—¿Tú qué, amigo?

—Bueno, —James lucía inusualmente nervioso sobre esto, —La guerra no terminará a menos que
la gente pelee. Mamá y papá están trabajando mucho y… bueno no podría ser ningún tipo de hijo,
si no ayudara, ¿o sí? Dumbledore necesita tanta gente como pueda. Además, —se rio, estremecido,
—Si Wormy quiere un trabajo en el ministerio, será mejor que nos aseguremos que siga de pie,
¿cierto?

—Entonces… cuando hables con McGonagall, vas a decir…

—¿Qué quidditch puede esperar? ¿Qué quiero hacer todo lo que pueda para asegurarme que el
mundo mágico sea seguro para todos, no solo sangres-pura? Seh, más o menos. —James terminó,
simplemente, mirando hacia abajo a sus manos.

Silencio de nuevo. Finalmente, Sirius murmuró,

—Entonces eso es lo que diré también.

—Amigo, tu no tienes que…

—¿Qué más voy a hacer? ¿Retirarme con la herencia de mi tío y dejarte toda la diversión? Jódete.

—¡Yo también! —dijo Peter repentinamente, ansioso por ser incluido, —¡Puedo ayudar!

—Por supuesto que puedes, —James sonrió, —Eres un merodeador, esa es básicamente la mejor
cualidad que tienes.

—¿Qué hay de ti, Moony? —parloteó Peter, emocionado y con ojos brillantes.

—Voy a…mmph —Muy tarde, aquí viene, —¡Mierda – cambien! ¡Rápido!

Todos saltaron listos para tomar sus formas animales.

Lo último que Remus vio claramente fueron sus tres amigos de pie juntos, pensando sobre sus
futuros.

Notas de la traducción:

1.- Sleek-ezy también es conocida como la poción alisadora Sleekezy para el cabello.

Chapter End Notes


La canción al inicio es 'I wanna be your dog' de The Stooges.
Quinto Año: La Semana Anterior

Viernes 23 de Abril, 1976

—Buenas tardes, Sr Lupin, —la Profesora McGonagall le sonrió mientras entraba a su oficina.

—Buenas tardes, Profesora. —Respondió cortésmente, sentándose en la silla opuesta de su


escritorio.

—¿Todo listo para sus exámenes?

—Eh… eso creo.

—Tengo toda la fe en usted, —ella sonrió – la sonrisa de McGonagall solo se revelaba cuando
sentía que la situación lo merecía. Por esta razón, Remus sonrió de vuelta.

La bruja de mediana edad miró hacia abajo a una pila de pergaminos alisados frente a ella. Notas
de sus otros profesores, tal vez. Ella se aclaró la garganta, levantando la mirada y sonriendo de
nuevo, —Usted ha recibido consistentemente fuertes resultados durante su tiempo en Hogwarts.

—No todo el tiempo, —murmuró, pensando en esos meses desperdiciados en primer año.

—Usted es un prefecto, —McGonagall continuó, —Un generalmente bien-comportado, reflexivo


joven. Parece sobresalir en su trabajo en Encantamientos, Historia, y he escuchado que incluso ¿ha
reunido algunos pupilos por su cuenta?

—Solo no me molesta ayudar, —explicó avergonzado. —Si la gente queda atascada.

—Una cualidad admirable, Sr Lupin.

—Eh… gracias.

—Entonces, —dijo energéticamente, —Con todas estas cosas buenas en mente, ¿ha pensado en
alguna carrera que seguir una vez que haya completado su educación?

Él estaba nervioso, lo notó. Más nervioso de lo que esperaba estar. Frotó sus palmas húmedas en
las piernas de sus pantalones, e intento hacer contacto visual.

—Me tendré que registrar. Con el ministerio.

Vio que ella frunció los labios, pero no interrumpió.

—Y… quiero decir no sé mucho al respecto, no tanto como debería, tal vez, pero… la guerra…

—¿Qué hay de la guerra, Lupin? —le interrumpió.

—Bueno… personas – magos – ellos no quieren que alguien como yo, con mis problemas tenga
trabajo en absoluto, entonces pensé--

—No nos podemos someter a las bajas expectativas que otros tienen sobre nosotros, Lupin. Usted
ha hecho cosas grandiosas, en Hogwarts, y no tengo dudas de que será capaz de cosas aún más
grandes.

—Tal vez, —se encogió de hombros, —Pero no tendré las oportunidades a menos que yo… a
menos que yo me involucre, supongo.

—Que usted se involucre. —Todo rastro de amabilidad o tranquilidad había dejado su rostro.

—Seh.

—Sr Lupin. —El ceño de McGonagall se frunció. Lucía cansada, como si estuviera trabajando en
un problema difícil todo el día, —Usted sabe que ya he hablado con el Sr Black, sobre sus propios
planes.

—Sí. —Remus no estaba seguro con que tenía que ver eso.

—Y estoy segura que usted se puede imaginar exactamente cuáles son los planes del Sr Black.

—Eh… podría adivinar…

No necesitaba adivinar. Lo habían discutido anoche, los cuatro en la cama de James.

James siempre había sido la cabeza del grupo – el líder. Su bondad innata, su confianza y su
comportamiento relajado había asegurado esto desde el primer día que lo conoció en el Expreso de
Hogwarts. Pero ahora, para Remus, por lo menos, parecía haber tomado una nueva dimensión de
sabiduría y heroísmo en su decisión para unirse a Dumbledore y oponerse a Voldemort.

Si James lo estaba haciendo, entonces ellos estaban todos bastante seguros que era lo correcto que
debían hacer. Sirius había hablado extensamente, y con alguna emoción, sobre su propio deseo de
‘vencerlos’. Remus tenía la sensación de que Sirius no veía la guerra como algo político, más que
nada algo extremadamente personal. Voldemort o si bien podría haber sido su madre, o su padre.
Peter siempre estaba emocionado por empezar una nueva aventura, y Remus tenía admitir que
estaba impresionado – Wormtail usualmente era el primero en resaltar el riesgo en un cierto plan.
Pero James lo hizo parecer todo tan fácil; tan simple.

En cuanto a Remus, nunca hubo ninguna duda. No tenía otras opciones, hasta donde podía verlo, y
el que menos tenía que perder de todos ellos. Los tres chicos con los que compartía una habitación
habían sido su principal preocupación por los últimos cinco años, y no vio ninguna razón para que
esto cambiara cuando dejaran la escuela. Y no podía negarlo, incluso para sí mismo, que
manteniéndose cerca de Dumbledore parecía ser la ruta más corta a Greyback.

No le dijo nada de esto a McGonagall, por supuesto.

La profesora removió sus anteojos, frotó sus ojos, y cubrió su rostro con sus manos. Suspiró, y el
sonido golpeó a Remus de una forma dolorosa, en el fondo de su estómago – él la había
decepcionado.

—Sr Lupin, tengo entrevistas con el Sr Potter y el Sr Pettigrew más tarde. ¿Debo asumir que
escucharé las mismas cosas de ellos? ¿Ninguno de ustedes tiene alguna ambición de alguna carrera
más allá de esta espantosa guerra?

Remus se encogió de hombros, mirando a sus pies. Ella no cambiaría su decisión.

—Habrá tiempo para eso. —Murmuró, —Después.

Ella dejó caer sus manos, volvió a ponerse sus lentes y lo miró. Sus ojos estaban enrojecidos,
ligeramente hinchados. No lo estaba dando su famosa ‘mirada’ tratando de enervarlo para que él le
diera la respuesta correcta. La expresión que estaba usando era algo completamente diferente – una
que no le quedaba para nada. No le gustaba.
—No me convertí en una profesora para esto. —Dijo, muy suavemente, su voz estaba ahogada.

Él no sabía que decir al respecto. Se sentía mal – pero no quería decirlo, en caso de que ella usar
esto como una forma para disuadirlo.

—Creo que Peter quiere algo en el ministerio, —ofreció, —Después.

—Bueno, eso es un inicio, por lo menos, —McGonagall sonrió tensamente, y revolvió sus papeles.
—Ahora, Sr Lupin, hablemos de los TIMOs, ¿quiere?

***

Jueves 14 de Mayo, 1976

Temblorosamente, Remus llegó a la punta de las gradas de quidditch. Encontró a sus amigos, Lily,
Mary, Peter y Desdemona, esperando emocionadamente mientras la multitud empezaba a animar.
Se sentó junto a Desdemona, que estaba usando la bufanda roja y dorada de Peter.

—Hola Dezzie, —Remus le sonrió y saludó con la mano levemente. —Eh… ¿tienes frío?

—Estoy tratando de mezclarme, —soltó una risita, —Petey pensó que no dejarían a una Ravenclaw
sentarse aquí.

—Oh…

—¿Deberías estar aquí Moony? —preguntó Peter, mirando a los jugadores caminar a la pista con
un par de binoculares, —¿Te sientes bien?

—Oh no, ¿has estado enfermo de nuevo, Remus? —Desdemona cloqueó simpáticamente.

—Oh, eh, Remus solo estaba, eh… —Peter tartamudeó, notando su error,

—Afuera junto a los invernaderos, —dijo Remus, suavemente. —Estoy demasiado drogado.

Estaba completamente lúcido, pero Desdemona era un tipo de chica inocente.

—Eh… ok… —ella sonrió cortésmente, pero se alejó un poco de él.

Se había escabullido mientras Madam Pomfrey estaba en su oficina. Se sentía mal al respecto, y se
disculparía luego, pero tenía que ver a sus amigos jugar. Ellos harían lo mismo por él. Era
Gryffindor v/s Hufflepuff hoy día, y la multitud rebuznando al frente estaba cubierta en un glorioso
amarillo brillante. Había llovido en la noche (Remus sabía esto porque se había despertado con su
cabello y sus pies mojados) y los cielos estaban de un claro azul primaveral. Sabiendo que James
vería esto como un muy buen presagio, Remus sonrió para sí mismo y animó junto a sus amigos.

Fue un buen juego – uno grandioso, para Sirius, quien estaba en particular buena forma. Nunca se
perdía una bludger, y en un punto hizo un impresionante giro en el momento justo para salvar al
tercer cazador de Gryffindor, inclinándose tanto que Remus estaba seguro que caería al suelo.

—No va a haber otra fiesta si ganamos, ¿cierto? —dijo Lily por encima de los gritos mientras
James marcaba su quinto gol, —No creo que podamos soportar otra tan cerca de los exámenes.

—No si James tiene algo que ver con eso, —dijo Remus, —No quiere desperdiciar las horas que
ha estado gastando en la biblioteca.

—¿¡Biblioteca!?
—Seh, ha estado ahí casi todos los días, —agregó Peter, —Estudiando hasta su jodido trasero. Ha
estado incluso más empollón que Moony estos días.

—No te creo. —Lily arqueó una ceja.

—Créelo. —Remus rio, —Incluso ha reforzado reglas para el dormitorio así podemos dormir lo
suficiente entre los exámenes. Tenemos que estar en completo silencio después de las ocho en
punto.

Otro grito – el sexto gol de James, decimosegundo de Gryffindor en ventaja.

—¡Ja! —rugió Peter, —¡Nunca se recuperarán ahora!

Gryffindor ganó, por supuesto – Remus no estaba seguro si James había perdido un juego aún. Tan
pronto como el último silbato sonó, todos los estudiantes Gryffindor se arrojaron a la pista para
felicitar a su equipo. Mary a la cabeza, habiendo corrido unos minutos antes que todos los demás.
Remus, como siempre, estaba por detrás.

Usualmente no le importaba, pero la luna había pasado hace tan poco, que aún estaba bastante
adolorido, y su cojera era más pronunciada que de costumbre. Probablemente sería mejor si
esperaba a que todo el mundo bajara, pensó, menos personas lo notarían esforzándose. Madam
Pomfrey una o dos veces le sugirió un bastón, para cuando su cadera estuviera muy mal, pero él no
la escucharía.

Remus estaba casi llegando al fondo de los desvencijados escalones de madera, y pudo ver a James
y Sirius al centro de una turba de túnicas rojas en la pista de quidditch. James levantó la mirada y le
saludó con la mano, y Sirius se unió, saludando con la mano también. Remus sonrió ampliamente,
esperando que pudieran verlo, y mostró un pulgar hacia arriba como una forma de felicitación.

Mientras lo hacía, algo muy puntiagudo y caliente se pinchó en su tobillo, solo cuando lo estaba
levantando para descender otro escalón. Con un gritito de sorpresa y dolor, Remus se inclinó hacia
adelante, perdiendo su balance completamente y traqueteando bajo las escaleras, aterrizando en
una pila al fondo. Ow, pensó.

—Mierda. —Dijo, levantándose con las manos adoloridas y astilladas, tratando de apoyarse en sus
rodillas, por lo menos. El problema con ser tan larguirucho, pensó, era que había más de ti que se
golpearía.

Mareado y confundido, estaba agradecido que la mayor parte de la multitud tenía sus espaldas
vueltas hacia él – debió haberse caído por lo menos ocho escalones. Luego lo escuchó – las risitas
ahogadas. Se giró, un dolor se disparó por su costado izquierdo mientras lo hacía, y vio tres caras
escondiéndose bajo el andamio de madera. Eran Mulciber, Barty Crouch, y Snape.

—¡Oopsie Daisy! —cacareó Crouch, mostrando las filas de sus afilados dientes blancos, muy
pequeños para su boca. —¡Pobrecito Lupin! —estaba jugando con algo pequeño y metálico.

—Imbéciles. —Murmuró Remus, enderezándose, arrastrando su cuerpo hacia arriba tan rápido
como fuera posible. Revisó el bolsillo de su pantalón por su varita, rogando que no se hubiera roto.
No, estaba bien. La sacó y apuntó entre los espacios de los escalones. Su tobillo aún palpitaba, un
ardiente dolor punzante. —¿Qué hicieron?

—No nos culpes por tu torpeza, Loony Lupin. —Dijo Snape fríamente, dando un paso atrás dentro
de las sombras. —Y saca esa varita de mi cara, antes que te reporte por atacar a estudiantes
desarmados.
—¡Desarmados mi culo! —gruñó Remus, aun apuntándolos con su varita, —¡Expelliamus!

Pero nada pasó. Realmente estaban desarmados.

—¿Qué les dije, caballeros? —Snape se burló junto a sus compinches, —Loony Lupin es
peligrosamente demente. Énfasis en lo peligroso…

Crouch estaba junto a él ahora, riendo maniáticamente mientras lanzaba el pequeño token de metal
entre sus manos, como un raro acto de malabares. ¿Era un sickle? No, Remus podía olerlo ahora,
incluso cuando se estaban alejando. Debía ser un pin de prefecto. Uno de plata.

—¡Oigan! —gritó repentinamente, pero ellos solo se rieron y siguieron caminando.

Cuando James y Sirius – quienes habían visto a Remus tropezar, pero no mucho más – lo
alcanzaron, los tres Slytherins habían desaparecido.

—Maldita sea, ¿estás bien Moony? —preguntó James, ayudándolo a levantarse, ofreciéndole un
brazo.

—Bien, seh… debí haberme tropezado. Estúpidas piernas largas, ¿eh? —Remus intentó sonreír.
Sirius estaba ahí, y se negaba a mencionar cualquier tipo de ataque Slytherin con Sirius cerca.
Estaba muy inestable; muy temerario estos días. El caliente, furioso ardor en su tobillo lo estaba
enloqueciendo.

Esperó que la esencia de murtlap ayudara con eso también. Jodido Snape. ¿Para qué había hecho
eso? Ninguno de los tres que lo habían atacado eran prefectos, entonces ¿dónde consiguieron la
insignia? Y más específicamente, ¿¡por qué la jodida insignia!?

Las chicas habían llegado a la escena ahora, y estaban haciendo un escándalo, diciéndole a Remus
que se sentara e inhalara profundo, preguntándole si esto o eso dolía. No era bueno decir que nada
dolía, después de que había caído de cabeza por un piso entero de escaleras, y no era bueno decir
que todo dolía, pero ya había tenido peores. Y durante todo este tiempo su mente seguía volviendo
al dolor en su tobillo y la palabra que Severus había usado – peligroso. ¿Qué sabía? ¿O qué creía
que sabía?

—Remus, realmente estás terriblemente pálido, —estaba diciendo Lily.

Marlene puso una mano en su frente, y el la quitó irritado.

—Estoy bien. —Dijo.

—¡Está bien, denle un poco de aire, por el amor de Merlín! —Sirius, quien hasta ahora no había
dicho absolutamente nada, repentinamente habló, empujándolos a todos fuera del camino.

Remus levantó la mirada, entrecerrando los ojos a través de unos pocos mechones sueltos de su
cabello, para ver a Sirius con su rostro determinado. Puso las manos en sus caderas, en una buena
imitación de James delegando trabajos para una broma, —Ustedes chicos vayan a los camarines, o
al gran salón o a donde sea que se supone que deben estar. Moony, vamos, volvamos al castillo,
iremos a la enfermería. Prongs, tu lleva mi escoba de vuelta.

Remus casi abrió su boca para protestar – no podía posiblemente ir a la enfermería, de la cual
había escapado solo unas horas atrás. Madam Pomfrey nunca lo dejaría ir una vez que viera en los
problemas que se había metido contra sus órdenes. Pero Sirius le estaba ofreciendo una salida, así
que la tomó.
Aceptó el brazo que le ofreció Sirius, y se levantó, tensamente. Ow, pensó de nuevo. Se había
golpeado fuertemente una de sus rodillas, y su cadera estaba peor que nunca. Se tambaleó
levemente, pero Sirius le permitió apoyarse en él. Aún estaba en sus túnicas de quidditch carmesí,
recortadas con dorado, aunque se había quitado el casco, su cabello se soltaba de su cola de
caballo. Olía levemente a transpiración, aire fresco y césped.

—¡Iré también! —chilló Mary, poniéndose de pie. Estaba tomando su posición como reina
consorte de Gryffindor muy seriamente.

—No, está bien, —dijo Sirius, firmemente, pero amable, —No necesitamos un gran escándalo, ¿o
sí, Moony? Vamos.

Le dio a Mary un rápido beso en la mejilla antes de conducir a Remus bajo los últimos pocos
escalones, y fuera de la pista de quidditch hacia el castillo.

Remus se separó, tan pronto como pensó que podía caminar sin ayuda, y Sirius lo dejó, pero siguió
con un paso estable, entonces les tomaría un largo tiempo volver.

—No tenemos que ir a ver a Pomfrey si piensas que estás bien. —Dijo, rápido, —Solo pensé que te
gustaría librarte de ese grupo.

—Seh… gracias, —Remus asintió, cuidadosamente.

—Sé que odias que la gente se preocupe por ti.

—Seh.

—¿Moony? ¿Cómo te caíste realmente? Nunca te tropiezas, ni siquiera después de una luna.

—Oh, no sé. No estaba viendo por dónde iba.

Sirius pareció aceptar esto por ahora, y siguieron caminando. Les debió haber tomado casi media
hora para hacer todo el camino hasta la Torre de Gryffindor. A veces Remus deseaba haber sido un
Hufflepuff solo por propósitos de accesibilidad. Finalmente ahí, Remus colapsó en su cama,
completamente adolorido y completamente cansado. Odiaba verse de esta forma frente a Sirius. No
quería mostrar ningún signo de debilidad.

—Solo voy a tomar una ducha, ¿si eso está bien? —dijo Sirius, suavemente. Remus asintió,
cerrando sus ojos.

Una vez que la puerta del baño se cerró, buscó a tientas en su mesita de noche la esencia de
murtlap. Necesitaría más, después de la luna siguiente, aunque este frasco había durado más que
cualquier otro que había tenido, gracias a los merodeadores. Levantó la pierna de su pantalón, y
encontró el pinchazo del pin. Bastardos. Estaba de un furioso rojo e hinchado, levemente, como la
picadura de un mosquito. La piel alrededor de la punción estaba tornándose de un moretón morado
oscuro. La esencia de murtlap no ayudó para nada. Definitivamente plata, entonces.

Remus se acostó e intentó ignorar el dolor, permitiéndole a sus músculos relajarse y dejar que el
sueño se apoderara. Estaba aún acostado en su soñoliento, estado levemente afiebrado cuando
Sirius emergió del baño, una ráfaga de vapor húmedo y leve olor a loción para después del
afeitado.

—¿Estás durmiendo? —susurró, tan gentilmente.

—Casi, —murmuró Remus, abriendo sus ojos solo un poco.


Sirius cerró las cortinas, atenuando la luz en la habitación. Se paró justo al lado de la cama de
Remus. Tomó el frasco de esencia de murtlap.

—¿Para qué es esto? ¿Te cortaste?

—No…

—Moony, por favor dime ¿qué pasó? Obviamente no fue un accidente. —Sirius frunció el ceño, —
¿No confías en mí?

—Por supuesto, confío en ti, —Remus frunció el ceño en respuesta, —Yo solo… mira, no necesito
que vayas buscando venganza, ¿ok? Es estúpido, y ya pasará.

—¿Quién?

—Tres Slytherins. Me hicieron una zancadilla – me tiraron del pie a través de las escaleras, es
todo. Mocosos cobardes. —Era mejor no mencionar la plata.

—¿Qué Slytherins? —la voz de Sirius era agresiva.

—No Regulus. —Respondió Remus, en un apuro, —Snape, obviamente. Mulciber y Crouch.


Sirius, —dijo, tan severamente como pudo, —Estoy bien, ¿ok? Por favor no lo empeores.

—No lo haré. —Dijo Sirius, aunque sonaba inseguro. Estuvieron callados por un momento. Remus
cerró sus ojos de nuevo, sus párpados pesaban. —¿Debería dejarte dormir? —preguntó Sirius, su
voz era gentil de nuevo.

—Seh, gracias, —murmuró Remus, relajándose de nuevo.

—También estoy destrozado, —dijo Sirius, con una leve risita, —Después de ese partido. Estoy un
poco celoso de ti por tener una excusa. Casi desearía poder acostarme aquí contigo y no levantarme
hasta mañana.

Remus abrió sus ojos de nuevo, para ver la cara de Sirius, pero estaba mirando hacia otro lado. —
Aunque será mejor que baje al banquete. No me puedo perder el discurso de la victoria de James.

—No te acerques a los Slytherins, —dijo Remus, —¿Lo prometes?

—Lo prometo. —Sirius asintió.

Dejó la habitación poco después de eso, y Remus se quedó dormido sintiéndose satisfecho de que
no importaría cuanto Sirius odiara a Slytherin, nunca haría nada tan inconsiderado que Remus no
podría perdonarle.
Quinto Año: TIMOs
Chapter Summary

Spoilers de la Orden del Fénix en este capítulo. Advertencia por bullying.

Chapter Notes

Este capítulo hace referencia a la escena flashback en ‘Harry Potter y la Orden del
Fénix’, Capítulo 28: El peor recuerdo de Snape. Sean libres de volver y leerla de
antemano, porque no he re-hecho esa escena en ningún sentido – JK Rowling la
escribió igual de bien la primera vez, y en el contexto de este fic sucede exactamente
como ella lo describió.

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When I see you walking down the street

I step on your hands and I mangle your feet.

You’re not the kinda person that I even wanna meet

Oh baby, you’re so vicious!

Jueves 3 de Junio, 1976

Los TIMOs eran igualmente aterradores y satisfactorios tal como Remus lo había anticipado.
Intentó pretender que no eran nada más que los exámenes usuales de final de año, pero esto era casi
imposible cuando todos los demás parecían haber perdido sus cabezas al respecto. James se volvió
un verdadero recluso, escondido en la biblioteca o detrás de las cortinas de su cama memorizando
obsesivamente hechos y fechas que había pasado ignorando el resto del año. Peter ocasionalmente
se tornaba muy pálido y observaba, temblando, a la nada. Marlene había empezado a emboscar a
Remus en varios intervalos durante el día, demandado que la evaluara en esto o aquello.

Solo Sirius parecía estar calmado, lo que solo era típico. Cuando incluso James lo había excluido,
se entretenía distrayendo a Mary. Lo que había añadido el beneficio de distraer a Remus, lo que era
horrible, pero soportable.

—¡Vayan a buscar un armario de escobas como el resto! —gritó Marlene, al borde de la histeria,
lanzándole una zapatilla a la pareja. Estaban enrollados juntos en el sofá frente a la chimenea.

—Aunque no hay a dónde ir, —Mary le suspiró a Remus, en la biblioteca el día antes que
empezaran los TIMOs. —Sirius no me deja ir a su dormitorio, y los chicos no pueden entrar a los
nuestros… y no me atrevo a ser atrapada en un armario en alguna parte, no con este castillo
llenándose con aspirantes a mortífagos.

—¿Qué? —Remus finalmente prestó atención, —¿Alguien ha intentado herirte, Mary?


—Oh, todo el tiempo, —ella se encogió de hombros, con una sonrisa cansada, —Estoy
acostumbrada a estas alturas. Por lo menos ser la única niña negra en la primaria me preparó para
algo.

—Eso es horrible, Mary, lo siento. —Remus apretó su mano, sintiéndose genuinamente terrible.
Mary era una chica muy ruda, lo sabía – podrías librarte con decir casi todo alrededor de ella. Ella
podría hacer un pequeño escándalo, pero perdonaría rápido después, y nunca te mantenía
resentimiento. Aun así; esto era algo completamente distinto, y obviamente estaba teniendo un
efecto.

—Eres tan dulce, Remus, —ella sonrió amablemente, apretando su mano de vuelta. —Aunque no
te preocupes por mí. Tengo a Sirius.

—Mm. —Remus soltó su mano, volviendo a su trabajo antes de casualmente preguntar, —¿Qué
dice al respecto?

—Oh, ya sabes, que me defenderá hasta la muerte, que nada de lo que hagan se interpondrá entre
nosotros… para ser honesta, creo que tiene un poco el complejo de caballero blanco.

—Bueno. —Remus cerró su libro y la miró, —No eres ninguna damisela en apuros.

La cara de Mary se partió en una encantadora sonrisa. Ella realmente era muy bonita.

—Gracias, Remus, sabía que podía contar contigo para apoyar el argumento de la libertad de las
mujeres. Bien, ¿podemos repasar los papeles de Defensas Contra las Artes Oscuras de nuevo? El
Profesor Droskie dijo que habría algo sobre hombres lobo o vampiros…

Remus nunca sabría si fue el aumento de los ataques a los hijos de muggles – y por consiguiente
Mary – que causó el incidente que tomó lugar después del examen escrito de Defensa Contra las
Artes Oscuras. Se trató de convencer una o dos veces, que pudo haber tenido que ver con la
persecución tenaz de Severus a Remus, aunque Sirius había prometido no tomar represalias. Le
gustaba pensar, más adelante, que James y Sirius habían actuado por una indignación justa; que
esta era su oportunidad de probar que habían elegido un bando.

En realidad, eran probablemente una mezcla de razones; ninguna de ellas era noble – la tensión
aumentada de los TIMOs, combinada con el alivio de solo haber terminado un examen. Las
crecientes tensiones que habían estado hirviendo todo el año, de hecho, por un número de años –
entre Gryffindor y Slytherin. Severus Snape simplemente siendo un idiota molesto, James
queriendo impresionar a Lily, la agresión sin piedad de Sirius hacia cualquiera que siquiera
insinuara su lealtad al ‘otro lado’.

En breve, nadie era realmente sí mismo ese día, y hacía calor – estos dos factores solos pudieron
haber sido suficientes para llevar la situación a un punto delicado. El hecho de que Sirius estaba
actuando como el aristócrata aburrido, y James estaba ansioso por complacerlo no era nada nuevo
– y pudo potencialmente ser explicado más tarde como un odioso comportamiento adolescente.
Además, aquellos que conocían a Sirius, y lo que había sufrido, estaban inclinados a complacerlo;
permitirle lo que fuera – y James era particularmente indulgente.

El nivel de crueldad era definitivamente nuevo, y no podía ser explicado tan fácil.

Desafortunadamente, mientras los años avanzaban, Remus vería más y más de esta agresividad –
no siempre de sus amigos, pero seguramente de gente que había pensado que era ‘buena’. Siempre
le parecería a Remus que este fue el día donde la guerra realmente empezó, hasta donde los
merodeadores estaban involucrados.
Remus no se consideraba inocente, por supuesto. Pudo haber intervenido. Él si había dejado de
lado su libro de Transformación cuando Lily se vio envuelta – pero había asumido que ella
detendría todo, reprendería a James y lo dejaría pasar. Él seguramente no había esperado que Snape
dijera lo que había dicho, o a James hacer lo que hizo después.

Parte de él lo había disfrutado, también. Parte de él disfrutaba ver a Snape humillado y


atormentado, sin Mulciber cerca para apoyarlo. Fue horrible ver a Lily ser tan insultada, por
supuesto, y cuando James realmente fue a por ello, Remus tuvo que morderse el labio para evitar
animar y reírse con el resto. Debía haberlo detenido. Debía haberse interpuesto a sus amigos, haber
tomado el control y haber sido mejor hombre. Solo no tenía ganas.

Si o no es que su intervención hubiera empeorado o mejorado la situación – los eventos que le


siguieron – Remus nunca lo sabría. Pero hubiera deseado haberlo intentado.

***

—Has jodido cualquier chance que tenías de estar con ella ahora, amigo. —Sirius rio, mientras Lily
salía enfadada del comedor más tarde ese día, después de haber visto a James en la mesa.

—Bien. —Dijo James, frunciendo el ceño. —Sabes qué, he gastado demasiado jodido tiempo
siguiéndola, y si así es como se siente--

—¿No es así como ella siempre se ha sentido? —preguntó Peter, sirviéndose salsa lúgubremente.
Otra víctima de la altercación con Snape – Peter y Desdemona aparentemente habían tenido una
pelea al respecto. Ella pensaba que era bullying; no podía ver que era lo que Snape había hecho
mal.

—Cállate, Pettigrew. —Sirius puso sus ojos en blanco. Se dirigió a James, —Olvídate de ella,
Prongs, siempre ha sido así de jodida.

—Oye, —Marlene le dio una ligera palmada en el muslo, —Lily es mi amiga, si no te importa.
Aunque James, creo que deberías dejarla sola un poco. Está realmente molesta.

—¿En serio? —preguntó Remus, sintiéndose culpable. Debió haberlos detenido.

—¡Por supuesto! —respondió Mary, partiendo sus patatas asadas uniformemente, —No me
pregunten por qué, pero Snivellus ha sido su mejor amigo desde que eran niños. He tratado de
decirle el masivo imbécil que es, pero no parece que realmente lo procese. Se siente mal por él,
creo. Él está locamente enamorado de ella, por supuesto.

—Eurgh, ¿¡a ella no le gusta él, o sí!? —James lucía escandalizado.

—No, —Mary se encogió de hombros, —Pero aun así son amigos. O por lo menos lo eran. Ella no
le está hablando, ahora.

Remus hizo una nota mental de chequear si ella estaba bien – eso si Lily todavía le estaba
hablando a él. Su último arranque definitivamente se había sentido como un ataque a todos los
merodeadores, no solo James.

***

Viernes 12 de Junio, 1976

El examen escrito de Transformación era la semana siguiente, y Remus estaba sobre preparado, si
es que. Tenía un ardiente anhelo de vencer a James, si es que no podía vencer a Sirius. Pensó que él
podría ser probablemente el mejor de ellos en lo escrito si no podía serlo en lo práctico. El papel
duraba tres horas y demandaba una enorme cantidad de concentración.

Remus solo levantó la mirada dos veces, ambas para chequear a Sirius. La primera vez, estaba
trabajando en su ensayo, su pluma se movía suavemente, como si estuviera patinando encima del
pergamino, en vez de estar garabateándolo como James o Peter. La segunda vez, estaba
inclinándose hacia atrás en su silla, tratando de captar la mirada de James. Remus suspiró. Era
mucho más difícil concentrarse así de cerca de la luna. Se sentía más animal que de costumbre.

Realmente estaba esperando la luna siguiente, a pesar de que sabía que era tonto. Sería la última
del año escolar, y los cuatro la habían estado planeando secretamente la semana pasada. Los
exámenes habrían terminado, y eran prácticamente invencibles, con lo que se sentía como todo el
mundo a sus pies. James juró que había vislumbrado un unicornio la última vez, y habían estado
leyendo en como rastrearlos. Remus no estaba seguro de qué podría hacer el lobo, frente a un
unicornio, pero no había evidencia de que atacaría. Los centauros eran otra cosa, los centauros
aterraban al lobo.

Cuando el examen terminó, a los estudiantes se les ordenó quedarse de pie contra las paredes del
Gran Salón mientras McGonagall mágicamente colectaba todos los papeles alfabéticamente (en el
más elegante uso de accio que Remus había visto) y reinstalaba las mesas de las casas listas para la
cena. A través del salón, Snape estaba fulminando a James furiosamente.

—No sé qué más quiere, —James hizo una señal de desaprobación, —Tenemos detención, ¿no?

—¿Los vio un profesor? —preguntó Mary, mientras tomaban sus usuales asientos para la cena.

—Nah, jodida Evans. —Gruñó Sirius.

—Mi querida amiga Lily. —Dijo Mary, firmemente.

—Lo que sea. —Sirius gruñó. —Es mejor que no siga hasta mañana en la noche.

—¿Por qué? —preguntó Mary, sonriendo mientras la cena aparecía en los platos vacíos frente a
ellos. Spaghetti con salsa Boloñesa. —¿Me llevas a algún lugar lindo, por primera ver?

—Yo creo que el baño de niñas del sexto piso es lindo. —Respondió Sirius sarcásticamente. —De
todas formas, no. Tengo algo más. Cosas de merodeadores.

—Oh sí, por supuesto, —Mary suspiró, como si estuviera terriblemente agotada, —Olvidé que
tengo que compartir a mi novio con sus novios.

James y Peter soltaron risitas, pero Sirius se erizó como un gato.

—Por la mierda, —escupió, fulminando desde el otro lado de la mesa, —¿Por qué tienes que decir
mierda así? Jodida vaca.

—Snob sangre pura. —Devolvió ella, dulcemente, enredando su spaghetti en su tenedor.

—Por favor, —dijo Remus, combatiendo un dolor de cabeza, —Peter y Desdemona están
discutiendo esta semana. Tendrán su turno la siguiente.

Eso hizo reír a todos, y de alguna forma calmó la atmósfera. Remus estaba complacido consigo
mismo. Empezaba a entender toda esta cosa de las relaciones, sin siquiera haber tenido que estar
en una.
Cuando la cena había terminado, todo estaba bien de nuevo, y cuando James se levantó para ir a
detención, Sirius le dijo que lo alcanzaría más tarde.

—Quiero asegurarme de que Mary llegue bien a la torre, —explicó.

—No tienes que hacerlo, —dijo, —No voy sola, Remus viene también, ¿no es cierto Remus?

—Seh, —asintió, colgando su bolso de libros en su hombro, —Finalmente voy a leer algo con una
trama, ahora que los exámenes terminaron.

—Una vida tan emocionante que llevas, Moony, —Sirius sonrió. Tomó la mano de Mary, —Aun
así, preferiría ir contigo. Así no tengo que preocuparme.

—¿Cómo puedes ser tan idiota por un minuto y tan dulce al siguiente? —Mary suspiró, besándolo.

Remus desvió la mirada, cortésmente. Esa era más que nada la pregunta, con Sirius, pensó. Era
exactamente en lo que te estabas metiendo con él.

—Bien, pero no te demores, —dijo James, —La detención es con Filch. Evans es una sádica, lo
juro.

—No tomará ni quince minutos. —Sirius le aseguró, y se pusieron en marcha, los tres, Remus
caminando un poco atrás todo el camino.

—Oh, por el amor de dios. —Dijo Mary fuertemente, mientras alcanzaban el espacio del retrato, y
Remus se giró para ver cual era el asunto. Ah. Por supuesto. Snape de nuevo. Reflexivamente,
Remus alcanzó su varita. —Mira, ella no está interesada en hablar contigo, ¡entonces lárgate! —
escupió Mary, aun sujetando la mano de Sirius.

—Black, —dijo Severus con palabras arrastradas, —Dile a tu perra muggle que se calle.

—¿¡Cómo me llamaste!? —chilló Mary, mientras Sirius sacaba su varita y la alzaba.

Este es el momento, pensó Remus, este es el momento para ser un prefecto. Este es el momento
para ser valiente. Sirius solo había abierto la boca cuando Remus dio un paso adelante,
interponiéndose entre los dos chicos de cabello negro.

—¡Deténganse ahora! —dijo, con su voz más amenazante, —Snape, vuelve a tu propia sala
común, o te daré detención. Black, solo… cálmate, ¿ok?

Sirius tenía la cara roja, y no bajó su varita. Snape arqueó una ceja,

—Escúchalo, Black, incluso Loony Lupin sabe que no me puedes vencer en un duelo.

—Eso no es lo que dije, —siseó Remus, —Cállate y piérdete.

—¿Debería ir a buscar a alguien? —preguntó Mary, nerviosamente observando la cara de Sirius.

—No, está bien… solo entra. —Dijo Remus, viéndola trepar a través del espacio del retrato. Se
giró de vuelta a Sirius, —Vamos, tienes detención ahora, vamos…

—No te ves muy bien, Loony Lupin. —Dijo Severus, repentinamente. Remus se giró, confundido.
¿¡Qué demonios!? —Está llegando tu hora en el mes, ¿no es cierto?

La implicación era clara. Remus estaba mudo, en shock. Quedó boquiabierto, buscando que decir,
—¡Tú… tú no sabes de lo que estás hablando!

Snape sonrió, obviamente fascinado por haber provocado tal reacción. Miró a Sirius ahora,

—Todos ustedes lo saben, por supuesto. ¿Tú y Potter y ese pequeño roedor, Pettigrew? ¿Ustedes
saben lo que es él? Siempre me preguntaba por qué tres sangres pura querrían gastar su tiempo en
una pequeña escoria como él, pero ahora lo veo – él es tu pequeña mascota, ¿no es cierto, Black?

—¡Confringo!

—¡Expelliarmus!

Remus y Sirius gritaron sus encantamientos al mismo tiempo, pero Remus era más rápido, y tenía
la varita de Sirius en su mano antes de que pudiera provocar más daño. Enfrentó a Snape, ahora.

—No sé qué crees que sabes, —dijo, muy bajo, parándose frente al Slytherin, apuntando ambas
varitas directo a su cara, —Pero lo que sea que es, te equivocas. Ahora vuelve a las mazmorras
antes que llame a McGonagall.

Snape, quien había palidecido levemente, asintió minúsculamente antes de rodear a los dos
Gryffindors y escabullirse, por el corredor. Remus no le quitó las varitas de encima hasta que
definitivamente se había ido, y no se la devolvió a Black hasta el último momento. Sirius se la
quitó y lo fulminó,

—¿¡Para qué hiciste eso!?

—¡Sirius! ¿¡Quieres otra detención!?

—¿¡No escuchaste las cosas que dijo de Mary!? ¿¡Las cosas que dijo de ti!?

—Por supuesto que sí. —Remus cruzó sus brazos, fríamente. —Y es un completo idiota. Un
completo idiota que humillaste ayer, y que me prometiste que no atacarías.

—Sí, pero---

—Lo prometiste, Sirius. —Remus lo miró fijamente. Vio la mirada en los ojos de Sirius – recién se
dio cuenta que estaban completamente solos, y de pie bastante cerca. Dio un paso hacia atrás,

—Sé lo que dije, —respondió, su voz aún estaba gruesa con furia, —¡Pero no lo tendré difundiendo
rumores sobre ti! Merece probar de su propia jodida medicina.

—Sirius, —Remus gimoteó, —Por favor, solo… solo ve a detención y cálmate, ¿ok? Te veo
después.

Años más tarde, Remus miraría de vuelta esa conversación con el beneficio de la retrospectiva, y se
reprendería por haber dejado las cosas así. Pero aún no eran los hombres en los que se convertirían,
y por más que a Remus le gustaba pensar que era maduro e intuitivo – estaba a punto de aprender
que no sabía ni la primera cosa sobre Sirius.

Además no tenía la paciencia. La luna se aproximaba.

Chapter End Notes


La canción al inicio es 'Vicious' de Lou Reed.
Quinto Año: La semana siguiente
Chapter Summary

No hay advertencias específicas, pero no es súper animado, entonces si están teniendo


un momento difícil, sean amables con ustedes.

Chapter Notes

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Anyone who ever had a heart

Wouldn’t turn around and break it

And anyone who ever played a part

Wouldn’t turn around and hate it.

Domingo 13 de Junio, 1976

Todo duele, fue el primer pensamiento de Remus al despertar. El siguiente fue - ¿dónde están?
Nadie había venido. Estaba cálido, demasiado cálido para Junio, y su corazón no dejaba de latir
con los restos de la frustración del lobo. Se puso de pie, y se tambaleó hacia la cama, sangrando.

Se supone que iba a ser su última hurra, pensó miserablemente. Se supone que iban a cazar
unicornios. ¿Qué había pasado?

Enseguida empezó a preocuparse – algo terrible debió haber pasado, algo realmente terrible, para
que ninguno de los merodeadores fuera en absoluto. Cualquiera de ellos por su cuenta hubiera sido
capaz de sentarse con él, por lo menos, solo para acompañarlo. Incluso Wormtail.

—Buenos días, querido, —Madam Pomfrey entró a la habitación rápidamente. Estaba más
nerviosa que de costumbre, lo podía oler en ella. Algo había pasado. Solo que no podía preguntar,
¿cierto? —Oh, pobrecito, ha sido toda una noche, ¿eh? —ella empezó a curar sus peores heridas.

—¿A qué se refiere con ‘toda una noche’? —preguntó, tratando de no sonar muy ansioso.

—Oh… nada, querido, nada de qué preocuparse en absoluto.

En la enfermería, hubiera intentado mantenerse despierto, pero Madam Pomfrey se mantuvo a su


lado para asegurarse de que se terminara su brebaje para dormir, y se durmió enseguida.

—¿Remus? … psst… ¿estás despierto?

Remus abrió sus ojos, con la mirada nublada e irritada, para encontrarse con la borrosa imagen de
James flotando en su vista. Solo la cabeza de James.

—¿Prongs? —graznó,
—Shh, —murmuró James, apenas moviendo sus labios, —Pomfrey no dejaría a nadie entrar a
verte verte, tuve que escabullirme bajo la capa. ¿Estás bien?

—No realmente, —podía sentir las nuevas heridas, sin moverse. —¿Qué pasó? No vinieron.

Su amigo tenía una expresión inusual. Inusual en las facciones de James, de todas formas. ¿Era
vergüenza?

—De verdad lo siento, Moony.

—¿¡Por qué!? ¿Qué pasó? —preguntó Remus de nuevo, su voz se estaba desesperando. —No
puedo recordar nada.

—Fue… Godric, no sé cómo decírtelo.

—Inténtalo.

¿Dónde estaba Sirius? ¿¡Por qué no estaba ahí!? Remus quería gritarlo.

—Mira, por favor no te enojes con él, ¿ok? Es un idiota, un jodido estúpido idiota, pero no creo
que se dio cuenta, no creo que haya querido…

Ah. Todo cayó encima de Remus demasiado rápido.

—James. ¿Qué hizo Sirius?

James nunca había sido deshonesto hasta donde Remus lo había conocido. Y aún, mientras la
historia se derramaba de sus labios, estaba temperada con pequeñas mentiras blancas – ya sea para
proteger a Remus o Sirius, no estaba claro. Sirius no había estado pensando; había sido
desconsiderado; no quería hacer daño.

Pero causó una buena cantidad de daño, lo hubiera querido o no – y hubiera sido responsable por
mucho más.

—Él… le dijo a Snape. —Dijo Remus, tratando de tener un agarre de la situación, sintiendo una
horrible, enfermiza, punzante sensación empezando en su estómago y esparciéndose hacia arriba.

—No… no exactamente, —James pestañeó, humedeciendo sus labios, —Le dijo cómo funcionaba
el sauce, y Snape… ya sabes cómo es Snape.

—Sé cómo es Sirius.

James asintió, como si aceptara que esto era suficientemente justo.

—Nadie salió herido. Sirius se acobardó en el último minuto y me dijo, conseguí detener a Sniv—
Snape de acercarse demasiado, pero…

—Me vio. —Remus pensó que iba a vomitar. Había un horrible rugido dentro de sus oídos, como
si estuviera cayendo a un pozo oscuro, un cañón de desesperación. Cerró sus ojos. —¿Puedes irte,
por favor, James?

—Y hubiéramos ido, Pete y yo, hubiéramos ido, pero Snape fue con Dumbledore y tú estabas tan
alterado--

—¡James! Quiero que te vayas. —Siseó, cerrando sus ojos.


—Pero Moony…

—Por favor.

—…Ok, amigo. Ok. Pero volveré.

Remus no dijo nada, ni siquiera abrió sus ojos de nuevo hasta que escuchó la cortina moverse y
supo que estaba solo. Eventualmente, Madam Pomfrey asomó su cabeza desde la esquina.

—Hola, querido, —dijo, suavemente, —Tengo otra poción para dormir aquí… ahora, sé que no la
quieres, pero--

—Démela, —extendió un brazo adolorido enseguida. Lo que fuera para hacer que todo
desapareciera. Lo que fuera que significaría que no tendría que pensar más.

Debió haber visto venir algo asó incluso si James no. Sirius había estado en caída libre desde
Navidad, solo era cosa de saber a quién aplastaría cuando finalmente aterrizara.

***

Lunes 14 de Junio, 1976

Remus Lupin nunca, jamás perdonaría a Sirius Black.

Era una decisión que había tomado casi en el mismo instante la segunda vez que despertó después
de esa terrible luna. El peso de todo le cayó encima, y sintió una furia tan pura que quemaba como
una fiebre. Así era como se sentía la traición.

No había estado así de furioso en un buen tiempo. Al final de su cuarto año, Remus
silenciosamente había tomado la decisión de bajar sus defensas, de ablandarse y relajarse – por lo
menos alrededor de sus amigos. Mantener a todos a una distancia – mantener a todos levemente
asustados de ti – había probado ser demasiado cansador para mantenerlo por tanto tiempo.

Pero ahora. Ahora, Remus lo encontró demasiado fácil de hecho. Apenas habló con Madam
Pomfrey, excepto para demandar que le permitiera unas noches extra en la enfermería.

—En serio, Remus, descansar es importante, pero mantenerte en cama todo el día no es saludable.
Necesitas ejercitarte.

—No me siento bien. —Repetiría, desde debajo de las sábanas. Era infantil, pero ella le dejaba ser
infantil. Ella sabía lo que había pasado. Ella se sentía mal por él. La enfermera movió la cabeza en
desaprobación, y lo anotó por otra noche.

Dumbledore fue el peor. El portador de malas noticias, como siempre, había llegado la tarde
después de lo sucedido, para ofrecer su inútil perspectiva de la situación. Remus se sentó en su
cama, brazos cruzados, inquebrantable e inmóvil.

—Le complacerá saber, que el Sr Snape se ha calmado considerablemente. —Dijo Dumbledore, —


Seguramente ha tenido un susto, pero ha sido persuadido de actuar de acuerdo a los mejores
intereses de esta escuela y sus pupilos.

Remus resopló ante esto. Dumbledore no reaccionó.

—Entonces, no hay daño hecho. Su amigo, el Sr Black--

—No es mi amigo. —Dijo Remus, sin mirar a Dumbledore. Miró hacia adelante.
—Remus…

—¿Lo expulsaron?

—No. —Dijo Dumbledore, suavemente, —Lo que hizo Sirius fue increíblemente imprudente,
increíblemente peligroso. Pero fue un error. No tengo duda en que está realmente arrepentido. Ha
aprendido una valiosa lección, aquí.

—Oh, brillante. —Remus resopló de nuevo, tensando sus brazos como si fueran todo lo que lo
mantenía firme, —Mientras que el heredero Black aprenda una buena lección moral. Mientras que
sea un beneficio a su desarrollo personal,

—Remus…

—Mientras que después podamos mirar a esto en retrospectiva y pensar, ¡ah que excelente
parábola! ¡Gracias al cielo que ahora todos sabemos exactamente qué pasa cuando mandas a tu
enemigo detrás de un puto monstruo letal!

—¡Remus!

Se detuvo, su cara estaba caliente, y finalmente miró a Dumbledore. Fríos no-me-olvides ojos
azules lo miraban de vuelta. Remus recordó su primer encuentro. Había sido grosero entonces,
también, y estaba enojado. —Tienes todo el derecho de sentir lo que estás sintiendo. —Dijo
Dumbledore, calmado como siempre. —Y tenga la seguridad, que Sirius será castigado.

Remus quería murmurar algo sarcástico sobre la efectividad de sus detenciones cuando se trataba
de Sirius Black. No lo hizo. Dumbledore continuó. —Le advertiré ahora, como cuando lo hice
antes, cuando una broma infantil se fue de sus manos. La pasión es una cualidad importante, pero
todos debemos aprender a ejercer el control.

—Un poco tarde para eso.

—Ha sido defraudado por alguien cercano a usted, y lo siento demasiado. Pero no podemos dejar
que este incidente--

—Gente cercana a mí me ha estado decepcionando desde que tengo cinco. —Dijo Remus,
amargamente, —Estoy acostumbrado. De todas formas, —se encorvó en su cama, deseando que
Dumbledore se fuera y lo dejara en paz, —No éramos tan cercanos.

—Es una pena. —Respondió Dumbledore. Se puso de pie. —Porque nos necesitaremos unos a
otros más que nunca, prontamente. Perdonar y olvidar, Remus.

Remus no se despidió, solo se dio la vuelta y trató de dormir.

***

Madam Pomfrey no lo dejaría quedarse por tres noches seguidas. Y esta vez fue directo a la
Profesora McGonagall. Golpeó la puerta dos veces, luego irrumpió.

—¡Remus! ¿Está bastante bien?

—Envíeme de vuelta.

—¿Disculpe? —su jefa de casa se levantó de donde había estado sentada detrás de su escritorio.

—Envíeme de vuelta. —Repitió, cerrando sus puños, —A St Edmunds. Los exámenes terminaron,
no necesito estar aquí.

—Remus, el término no ha terminado. A menos que esté indispuesto, no puedo enviarlo a ninguna
parte.

—¿Entonces, soy un prisionero?

—Por supuesto que no, tontito. Siéntese.

Pensó en negarse, o incluso salir corriendo directo hacia afuera de nuevo. Pero ella era tan severa,
y algo incrustado dentro de él a una temprana edad lo forzó a obedecer la voz alzada de la mujer
mayor. Ella también se sentó, el color de en su cara estaba disminuyendo. Ella movió su varita, y
una tetera apareció, junto con dos tazas y platillos, —¿Té, Sr Lupin?

—No gracias.

—Acompáñeme, —ella hizo una señal de desaprobación, sirviéndole una taza de todas formas, —
Encuentro que las conversaciones menos placenteras se pueden hacer más fáciles con el bocadillo
apropiado. Sírvase una galleta. —Ella indicó el plato que no había estado ahí un momento atrás.

—Estoy bien. Solo me quiero ir. —Dijo, mantuvo su voz tan controlada como pudo.

—Sí, eso ya está bastante claro. —Ella tomó un sorbo de su té, —Pero no lo voy a enviar de vuelta
a St Edmunds.

—Dígale a Madam Pomfrey que me deje dormir en la enfermería, entonces.

—No haré tal cosa. Usted tiene una cama perfectamente buena en la Torre de Gryffindor.

—No puedo ir ahí.

—Los Gryffindors no huimos de nuestros problemas, Sr Lupin.

—Sí, pero los Slytherins huyen de los hombres lobo. —Escupió. La miró, dedicándole una mirada
fulminante que pensó que tenía casi perfeccionada ahora, —Hubiera sido arrestado. Enviado a
Azkaban, o, o… ¡o asesinado! Ni siquiera hubiera sabido que hice algo – ¡y es toda su culpa!

Oh no, tenía que para ahí. Estaba en serio peligro de estallar en lágrimas, y eso no podía pasar.
Bajo ninguna circunstancia Remus iba a llorar por esto.

McGonagall fue amable, y esperó a que se compusiera. Le tomó unas pocas respiraciones cortas,
dejando que sus rulos cayeran frente a su cara antes de finalmente ser capaz de encontrar su mirada
de nuevo. —No puedo dormir en una habitación con la persona que hizo eso.

—Eso es perfectamente razonable. —Dijo ella, gentilmente.

Él pestañeó.

—¿Qué?

—No soy completamente insensible, Sr Lupin, —ella sonrió, —Créame, sé cómo se debe sentir –
me lo puedo imaginar, por lo menos. Y le puedo decir, que he tenido una seria conversación con el
Sr Black yo misma – está fuera del equipo de quidditch, detención por el resto del año, perdió cien
puntos… Pero no podemos hacer ningún cambio drástico a sus arreglos de dormitorio, no sin nadie
preguntando por qué.
Le hizo click. Por los últimos días, Remus había puesto su dolor en el centro del universo. Había
olvidado que nadie más en la escuela sabía nada.

—Oh. —Fue todo lo que pudo decir.

—Lo siento, Remus, —dijo McGonagall. —Es una horrenda crueldad. Pero debe ser soportada.

—Eso me recuerda. —Buscó en sus bolsillos su insignia de prefecto. Rompió el hechizo de


transfiguración y lo envolvió con una servilleta, pero aún se sintió caliente en su mano. Lo dejó en
el escritorio. —Lléveselo. Déselo a… no lo sé, déselo a James. Ya no puedo hacerlo.

—Remus, —McGonagall sonaba triste ahora, rogando, —No deje que esto le haga retroceder.
Hable con sus amigos.

Se encogió de hombros,

—¿Me puedo ir?

***

Fue a la biblioteca. ¿A dónde más? Hubiera sido suficientemente simple para que los
merodeadores lo encontraran si quisieran, pero entonces, también tenían el mapa. No había ningún
lugar donde esconderse, excepto tal vez la Casa de los Gritos, y Remus preferiría morir si tuviera
que pasar ahí más tiempo del absolutamente necesario.

Afortunadamente, todos los demás parecían estar afuera disfrutando de la temprana luz del verano,
dejando la biblioteca básicamente vacía. Leyó – o lo intentó, de todas formas. No era fácil
concentrarse cuando su propio cerebro seguía interrumpiéndolo.

No debiste haberlo besuqueado.

Mira, jódete, no tengo el ánimo.

¡Oh maravilloso! Tú eres el que sigue tratando de charlar.

Quiero hablar con Grant, no contigo. Tú eres una mierda de sustituto.

Bueno, tendrás que preguntarte que dice eso de ti, no crees. Encuentra alguien real con quien
hablar, si estás tan interesado.

¿…Qué tiene que ver con el beso?

Ooooh, es un ‘beso’ ahora, ¿no? Besuquear es lo suficientemente bueno para Grant, pero para el
gran y glorioso Sirius Black es un ‘beso’ ¡lah-dee-dah!

O me ayudas o me dejar solo.

Te lo dije – o el Grant real te lo dijo – que no lo besaras. Pensaste que te libraste fácilmente
cuando decidiste ignorarlo, pero ahora estás pagando.

Estás diciendo que hice esto.

Suena como eso.


Eso no es muy amable.

¿Se supone que debía serlo?

Extraño a Grant.

Mala suerte.

Eventualmente, empezó a oscurecerse. Se perdió la cena – no pensó que se podría forzar a comer
en frente de los merodeadores de todas formas. Solo esperó. Eran solo dos semanas hasta que el
término acabara. Podía evitarlos por ese tiempo; lo había hecho antes. Manteniéndose en la
biblioteca, levantándose temprano, yendo a la cama tarde. Fácil.

Lo echaron de la biblioteca a las nueve en punto, y – muriendo de hambre para entonces – tomó un
desvío a las cocinas. Los elfos domésticos ahí solo estaban felices de servirle, armando un plato
con sándwiches, patatas fritas y dulces, suficientes para alimentar a toda una sala de clases. Remus
devoró el montón, y pudo haber pedido más. Pero era hora de enfrentarlos.

Caminó lentamente, como si eso pudiera ayudar, y fue asaltado por Lily, en una patrulla de
prefecto.

—Hola, —ella sonrió, —¿Te sientes mejor?

—Seh, mejor. —Asintió. —¿Cómo estás tú?

Ella bajó la mirada, jugando con su cabello.

—Oh, ya sabes. Bien. Sev dejó de asechar afuera de la sala común ahora, por lo menos.

—Lo siento por todo eso…

—No fue tu culpa, —ella movió una mano, —Realmente había pensado que… oh, es estúpido,
pero pensé que tal vez algún día, él cambiaría su idea sobre todos esos disparates sangres pura, y
que cuando lo hiciera, todavía estaría ahí. Como si solo tuviera que seguir siendo su amiga, y todo
saldría bien. Estúpida. —Ella sacudió su cabeza.

—No tan estúpida. —Respondió, porque parecía algo bueno que decir.

—Seh, bueno. Podría haberme ahorrado muchos dolores de cabeza, —se encogió de hombros,
estoicamente. —¿Qué estás haciendo deambulando, de todas formas? ¡Ve a la cama, no has estado
bien!

Él le sonrió – él no había sonreído en mucho tiempo. Estaba a punto de girarse y seguir caminando,
cuando algo le hizo cambiar de opinión. Se inclinó y envolvió sus brazos alrededor de Lily,
abrazándola. Ella lo abrazó de vuelta, lo que solo hizo que apretara más fuerte, hasta que la levantó
del suelo, y ella chilló, riendo.

—¡Dios, eres más fuerte de lo que parece, Lupin!

—Lo siento. —Se sonrojó, dejándola ir.

—No, fue agradable, —ella le sonrió, dándole una palmadita en su hombro, —¿Estás bien?

—Seh.
No se sentía bien, entrando a la sala común. Afortunadamente, estaba bastante tranquila. Algunos
estudiantes tenían exámenes, otros estaban agotados después de un largo día en el sol caliente. Los
merodeadores no estaban ahí, pero habían estado recientemente.

Remus sabía exactamente que iba a hacer. Todo había hecho sentido en la biblioteca, mientras
reflexionaba sobre la primera confrontación como una obra que había tenido que ensayar.

Subió las escaleras. Era tonto, lo sabía, pero desde su cumpleaños, había permanecido – solo por un
segundo – en ese escalón de la escalera, cada vez que subía a dormir, o bajaba a desayunar. Este
castillo guardaba recuerdos – el mapa de los merodeadores le había enseñado eso. Y ese escalón
había mantenido el recuerdo más dulce de Remus. Pasó por encima ahora, determinado.

Empujó la puerta abriéndola con algo de fuerza, alarmando a los tres chicos adentro. Estaban
sentados en sus camas. Peter estaba en sus pijamas, lucía triste – Remus solo pudo asumir que
significaba que no había habido cambio con Desdemona. James estaba a medio vestir, revolviendo
el gabinete junto a su cama buscando algo. Sirius se estaba reclinando, claramente a punto de hacer
un comentario sarcástico. Cuando Remus entró, se sentó derecho.

Remus caminó directo a su propia cama, y tomó su pijama. No habló, pero fue directo al baño, que
cerró con llave, luego conjuró un hechizo silenciador. No quería oírlos. No estaba seguro de cómo
reaccionaría frente a ello.

Se bañó. Se lavó los dientes. Se puso su pijama. Remus estaba más que consciente que perdía un
poco de su autoridad cuando se vestía en un par de pantalones de pijama holgados azul y blanco y
con un chaleco gris. Respiró profundo. Salió, cruzando rápidamente hacia su cama.

—Moony, yo… —empezó Sirius.

Remus lo ignoró, y se giró hacia James,

—Gracias por detener a Severus, James. —Dijo, sin ninguna emoción. —Salvaste la vida de
ambos.

—Eh… —empezó James, pero Remus había trepado dentro de su cama, y había cerrado sus
cortinas con un movimiento.

Bueno. Pensó. Eso es, entonces.

Chapter End Notes

La canción al inicio es 'Sweet Jane', de The Velvet Underground. Hay unas pocas
versions diferentes, pero la major está en '1969 vol.1'.
Quinto Año: Cierre
Chapter Summary

Advertencia – Remus tiene unos pensamientos bastante violentos en este capítulo.

Martes 30 de Junio, 1976

—Lo siento, —decía Sirius Black, con grandes, ojos ansiosos, parado detrás de Remus mientras se
lavaba los dientes.

—Lo siento, —murmuraba Sirius Black, suavemente sobre la mesa del desayuno, antes de que
Mary hubiera llegado.

—¡Lo siento! —imploraba Sirius Black, cuando Remus se alejaba de nuevo.

—Lo siento… —susurraba Sirius Black, mientras Remus cerraba las cortinas de su cama cada
noche.

Entonces déjalo sufrir, dijo la parte más cruel de Remus, la parte que más había sido herida.
Giraba su cabeza, se alejaba, cerraba las puertas y cerraba los ojos. Lo siento no es suficiente, decía
con cada acción. No sé qué lo es.

James y Peter observaban, cuidadosamente, desde las esquinas de sus ojos. Sabían que no debían
involucrarse – aunque James indudablemente se llevó la peor parte de la angustia de Sirius; las
reuniones en la noche habían vuelto con una venganza.

Las chicas notaron que algo andaba mal, pero no estaban seguras qué – Lily pensó que era el
nerviosismo de volver a St Edmunds, Marlene pensó que era preocupación por los resultados de los
TIMOs. Remus estuvo de acuerdo con ambas nociones agradecidamente. Después de todo, estaba
haciendo todo lo que podía para actuar tan normal como fuera posible. Acompañaba a los
merodeadores para las comidas, se sentaba en su lugar usual, leía sus libros, jugaba ajedrez con
Peter, gobstones con James. En las tardes, subía las escaleras para ir a la cama.

Pero no hablaba con Sirius. Durante las dos semanas restantes de Junio, Remus no dijo ni una
palabra en su dirección. Ni siquiera lo miraba, si podía evitarlo.

Tenía la sensación, después de la primera semana, que tal vez James no aprobaba esto
completamente. Potter estaba furioso en nombre de Remus, por supuesto – por lo menos en los
hechos del asunto – pero James podía ser muy ciego cuando se trataban de los defectos menos
excusables de Sirius. James lo habría perdonado después de su primera disculpa.

Tal vez Remus era un hombre más débil. Pero ya no sería débil. Necesitaba volver a ser quien
realmente era. Todos podemos aprender nuestra lección. Remus había intentado ser blando y
abierto, como todos sus amigos ricachones, sangres pura - ¿a dónde lo había llevado? Había ido y
se había enamorado de su mejor amigo, y casi había conseguido que lo mataran. Estaba
avergonzado – soñando sobre Sirius así. El sueño de Moony 1 . Sirius lo encontraría divertidísimo.

Entonces empezó a evadir a James y Peter también.


Dejó de ir a las lecciones – esa fue la primea cosa. No había muchas a las que ir, por supuesto, con
los últimos exámenes tomando lugar, y toda la escuela cayendo dentro de un modo de vacaciones
de verano. Aun así, tenía clases introductorias para los ÉXTASIS anotadas en su itinerario en casi
todas las asignaturas excepto Pociones – no podía esperar para librarse de Pociones.

Los invernaderos eran un buen lugar para esconderse. Remus descubrió al final del año que había
gastado casi todo su dinero cuidadosamente ahorrado en hierba y cigarrillos. Se dijo que estaba
bien. Se dijo que no necesitaría dinero para encontrar y destruir a Greyback, solo el rastro de olor
indicado y una luna llena. No es que pensara mucho sobre Greyback. Intentó no pensar sobre nada
por mucho tiempo; la furia abrió paso a una insensibilidad con la que parecía ser más fácil vivir.

Cuando no podía estar afuera, iba a la biblioteca y fingía leer. Estudiantes de su grupo de estudios
se detenía ocasionalmente, pero siempre encontraba una razón para irse lo antes posible.

—¡Hola, Remus! —Christopher apareció de entre las pilas una tarde, —¡Que bueno que te
encontré! ¿Puedes recomendarme algo para leer en el verano? ¡Tendré mis TIMOs el próximo año!

—¿Qué? —Remus frunció el ceño, atontado. Solo había estado cabeceando, y estaba irritado por
haber sido despertado. Estaba durmiendo mucho, últimamente, pero nunca parecía sentirse
refrescado. —Oh, dios, no sé. Te envían una lista de libros.

—¡Seh, pero pensé que me podrías dar algunos buenos consejos! —Christopher continuó,
implacablemente alegre. —Especialmente en Historia, ¿de qué hiciste tu examen final?

—Em… La Revuelta Goblin. —Se retorció, tratando de apoyarse en sus codos.

—¡Cool! Hey, ¿tal vez podría escribirte, por el verano? Podemos intercambiar notas, y--

—Mira, Christopher, no tomes esto de mala forma, pero ¿podrías por favor irte a la mierda?

Se sentiría culpable más tarde, pero por lo menos la irritación se fue.

Los merodeadores nunca intentaron encontrarlo, hasta donde sabía – había tomado el mapa en la
primera oportunidad que tuvo, y lo mantuvo en sus bolsillos todo el tiempo. Esto había añadido el
beneficio de mantenerse alejado de Snape. La única cosa que Remus quería evadir más que su furia
hacia Sirius era su completo terror a la idea de toparse con Severus.

Snape había odiado a Remus antes de todo esto – él era muy cercano a Lily, era amigo de James,
había sido el responsable de las ideas de por lo menos la mitad de las bromas hacia Slytherin.
Desde el incidente, esta obsesión parecía haberse profundizado. Todavía estaba susurrando en las
comidas, mirando a Remus en todo momento, con un fresco tipo de odio que Remus podía ver que
corría y corría. Si Sirius había aprendido una lección de esa horrible noche, entonces Remus estaba
seguro de que Snape no.

Sirius lo lamentaba demasiado. Se disculpaba, una y otra vez – nunca había intentado explicarse, lo
que era bueno, porque si lo hubiera hecho; si hubiera dado una excusa, Remus no creía que se
hubiera podido controlar. De por sí tomaba cada gramo de su valor para no saltar a través de la
mesa, o la habitación, o la sala común y sacudirlo y golpearlo y gritarle a Sirius – bastardo,
bastardo, bastardo.

Podía lidiar con las disculpas. Sonido de fondo. No mordió el anzuelo. No era que no tuviera cosas
que decir – no era que no reprodujera el mismo monólogo una y otra vez, editando y
perfeccionándolo hasta que era un gran torrente de miserable derrota, dando vueltas en su cabeza,
alimentando su estado de ánimo.
Lo siento no es suficiente. Tu culpa no es suficiente. Necesito que también lo sientas. Confié en ti.
Confié en ti con cada secreto, te ofrecí cada parte de mí. ¿Qué más tengo, ahora? Podría matarte.
Podría romperte los dientes para que te atragantes con ellos, podría envolver mis manos
alrededor de tu garganta y apretar, podría hacerte pedazos, podría, podría, podría besarte,
maldito bastardo.

En sus sueños, Remus decía estas cosas, y más. Y siempre, en sus sueños, Sirius lo miraba con
tranquila contrición, y se quitaba la ropa y jalaba a Remus hacia él. Aparentemente la traición no
era suficiente para matar el deseo, aunque hacía más fácil esconderlo. Cuando ese miserable
periodo de verano terminó, la única persona que Remus odiaba más que a Sirius era a sí mismo,
por seguir amándolo de la misma forma.

***

—Hola, —dijo Lily, gentilmente, asomando su cabeza por la puerta del compartimiento. —Me
preguntaba a dónde habías ido.

Remus gruñó, un pequeño sonido que no era ni amigable ni grosero. Lily entró. —¿Qué estás
haciendo aquí, solo?

Remus se encogió de hombros, dándole una calada a su cigarrillo como si lo estuviera


manteniendo vivo. Se encorvó en su asiento mientras ella ocupaba el lugar opuesto.

—Demasiada gente ahí. —Dijo, como explicación.

—Sé como te sientes. —Respondió. —McGonagall me dijo que habías renunciado a ser un
prefecto.

—Sep. —Terminó su cigarrillo. Encendió otro.

—Una pena. Eras bueno.

—Mentira, —sonrió. El rostro de ella se iluminó también,

—Seh, ok, eras basura. Pero te extrañaré en mis rondas.

Ella dejó esto en el aire por un momento, antes de fruncir el ceño de nuevo. —¿Remus? Lo que sea
que esté pasando contigo y los otros chicos, espero que mejore. Te ves tan miserable.

—Estoy bien.

—Black está fuera del equipo de quidditch.

—¿En serio?

—¿Qué hizo?

—Déjalo, Evans, solo vete.

—Sabes, puedes hablar conmigo, sé cómo se siente ser decepcionado por un amigo…

—¿Cómo está Snivellus? —gruñó Remus. Deseó poder decirle que no era su culpa, que no podía
evitar actuar como un imbécil – que si no actuaba de esta forma, entonces no estaba realmente
seguro de cómo actuar en absoluto.

—Él está… Bueno aún no le hablo, como sabes. Aunque, sigue intentándolo. Él… em… él tenía
unas historias bastante dementes, de hecho… sobre ti…

Remus la miró, finalmente. Lucía nerviosa, sus manos se retorcían en su regazo. Lucía un poco
asustada de él, de hecho. —¡No las creo! —dijo, repentinamente.

—¿No? —arqueó una ceja. Debió haber sabido que esto le esperaba.

—O sea, solo porque tú eres… bueno, tú sí tienes muchas cicatrices – lo siento – y sí te enfermas
mucho, pero eso no significa… realmente no había pensado sobre eso, tal vez es solo una rara
coincidencia, Sev siempre ha sido un poco paranoico… y…

Él podría haberla observado retorcerse así por años, enredándose en disculpas y preguntas sin
preguntar. Pero por qué molestarse. Él podía ser temerario también.

—Lily. —Dijo, gentilmente, apagando su último cigarrillo. —No le puedes decir a nadie.

Ella dejó de balbucear, y lo miró fijamente. Él vio sus grandes ojos verdes expandirse aún más, la
mirada de sorpresa en su rostro era tan cómica que podría llorar. Su respiración se abatió, luego
asintió, determinada y bastante seria.

—No lo haré. —Dijo. —Lo prometo.

Notas de traducción:

1.- ‘mooning’ es como soñar, ‘…mooning, moony’s mooning’


Verano 1976: Parte Uno (Londres)
Chapter Summary

Advertencia por indicios de homofobia/violencia, incluyendo brutalidad policial.

Chapter Notes

See the end of the chapter for notes

Just a perfect day

Problems all left alone

Weekenders, on our own;

It’s such fun.

Just a perfect day

You made me forget myself

I thought I was someone else

Someone good.

Miércoles 11 de Agosto, 1976

St. Edmunds era más insoportable que de costumbre ese verano. Remus estaba furioso casi todo el
tiempo. Hacía mucho calor y extrañaba Hogwarts y extrañaba a sus amigos y más que nada
extrañaba a Sirius, pero también lo odiaba. Era un terrible desorden. Extrañaba a Grant también;
Grant, quien pudo haberlo hecho todo un poco más manejable, o por lo menos ofrecía algún
escape.

Pero, como en una conversación poco satisfactoria con otro chico de St Eddys llamado Mike le
había dicho, Grant había dejado St Edmunds poco después de Navidad. Estaba viviendo en un
departamento en Mile End, aparentemente, aunque Remus no tenía mucha más información que
eso… y había dicho que Remus podía ir en cualquier momento.

Por lo menos no estoy robando licorerías o embriagándome con cualquier cosa esta vez, pensó,
mientras planeaba su escape. Cuando se trataba de rebeliones de verano, esta era tal vez la más
sana.

Esperó que hubiera pasado la segunda luna llena del verano – en el diez de Agosto. Al día
siguiente, esperó que viniera Madam Pomfrey y le diera el alta, y luego solo se fue. Estaba
adolorido, y extremadamente cansado, pero en ese momento no sintió que tenía ninguna otra
opción. Empacó un bolso pequeño, sin llevar libros o deberes o su varita o nada en absoluto que le
recordara Hogwarts. Sería un muggle por unos pocos días; por qué no.
Todo lo que Remus tenía que hacer era caminar al jardín y gatear a través de la reja al fondo, justo
como lo había estado haciendo por años para meterse a la ciudad. Desde ahí, simplemente caminó
al metro más cercano.

La estación de metro Theydon Bois estaba a alrededor de 8 kilómetros, pero llegó fácilmente en
menos de dos horas, incluso con su cadera mala. No podía pagar un ticket, pero no fue difícil
empujar a través de las barreras detrás de un grupo de hombres en traje de camino al trabajo.

Se sentó en el tren, y fingió estar dormido para que el inspector no lo molestara, escuchando el
rugido retumbante del tren mientras el vagón se apresuraba a través de las vías, como un gran
gusano de tierra abriéndose camino hacia el centro de Londres.

La emoción pulsaba en el pecho de Remus mientras alcanzaba Mile End, donde se apresuró fuera
del carro dentro de la estación de azulejos verdes y blancos tenuemente iluminada.

Mile End había sido golpeada por una bomba Alemana durante la guerra y aún no se había
recuperado del shock. Era un desastre sucio y extenso de una calle principal, llena de escombros y
periódicos, niños jugando en el camino, ruido en todas partes. El lúgubre anonimato le quedaba a
Remus. ¿Quién vendría a buscarlo aquí? ¿Quién lo encontraría?

Deambuló por un poco, inseguro de que hacer después. La información que le habían dado era solo
el nombre de un edificio, no dirección de calles. Pero después de preguntar en una tienda, y
bastante literalmente siguiendo su nariz, lo encontró.

Resultó ser que Grant de hecho no tenía un departamento – no en el sentido de que le pertenecía, o
siquiera estaba rentándolo. Hasta donde Remus sabía, era una ocupación ilegal, compartida con
varios otros jóvenes. Tampoco había estado esperando a Remus de hecho.

—¡Maldita sea! —exclamó, cuando una de las chicas finalmente lo trajo a la puerta, —¿¡Qué estás
haciendo aquí!?

Remus se sintió muy tonto. No estaba seguro que tipo de bienvenida le hubiera gustado, pero no
era esa.

—Dijiste que podía visitar…

—Seh, lo siento, —Grant tomó su hombro y lo jaló dentro, —Lo siento, solo tengo un poco de
resaca, dame un minuto.

Condujo a Remus dentro de lo que parecía ser una cocina. Olía vagamente a curry y humedad.
Había burbujas en el empapelado de la pared y hoyos en el piso de linóleo amarillo. Grant
encendió el hervidor eléctrico, —Una de las chicas nos sorteó con un generador, —explicó, —Ella
es una mecánica o algo. ¿Té?

Remus asintió. El té a menudo ayudaba.

Grant lucía diferente. Solo un año mayor que la última vez que Remus lo había visto, tenía el rostro
más delgado. Había perdido un poco del brillo en sus ojos, y su cabello rubio estaba aún más largo;
aún con rulos, pero con mucha necesidad de un lavado. Parecía haberse astillado un diente en algún
punto también, y un moretón del color de miel vieja teñía su mejilla izquierda. A pesar de esto, aún
tenía la misma sonrisa amigable. Le entregó a Remus una taza humeante y le sonrió.

—Te ves… bueno, como la mierda, —dijo, dando sorbos a su propia taza. —¿Has estado
durmiendo mal?
—Oh no, —Remus sacudió su cabeza, —Solo me bajé del metro de St Edmunds.

—Oh seh, ¿cómo está Matrona? Te echó, ¿o no? Me echó, la vieja hija de puta.

—Nada como eso, —dijo Remus, —Solo… pensé en visitarte. Ver como estabas.

—¿Mike te dijo dónde estaba?

—Seh… entonces ¿quién es Mike? —Remus le sonrió tímidamente detrás de su taza de té.

—Oh, ya sabes, —Grant sonrió picarón, —Solo algo de compañía para mí. No podría llorar por ti
todo el año, ¿o sí, chico rico?

—Él es realmente bruto.

—¿En serio? —Grant lucía levemente asombrado, —Nunca lo noté. Realmente no hablaba mucho.

Remus resopló ante esto, y se sintió bien. Grant le hacía sentir tan normal; nunca podía bromear
cómodamente sobre ese tipo de cosas con los merodeadores, incluso cuando todos estaban en
buenos términos.

El lugar era más limpio de lo que parecía a primera vista, pero estaba en un bastante mal estado.
Había seis de ellos viviendo ahí, entre dos habitaciones y una sala de estar – que era visible a través
de una cortina de cuentas al otro lado del pasillo. Aparentemente uno de los chicos incluso dormía
en el baño porque ninguna de las cañerías estaban conectadas de todas formas; el único grifo que
funcionaba era el de la cocina.

—Hay un baño en el patio, —explicó Grant, —A veces podemos usar las duchas en el club de
boxeo al lado.

—Oye oye, —otro joven había despertado de su lugar en el sofá, —Hazme una taza, Grant
querido. ¿Quién es este? —él estaba sin polera, piel morena y hermoso. Tenía la misma mirada
perdida que Grant tenía ahora.

—Un amigo del hogar de niños, —dijo Grant, —Remus Lupin.

—Ese no es tu nombre. —El extraño lo miró boquiabierto.

—Levántate, —respondió Grant en nombre de Remus, —Va a una escuela ricachona y todo, cierto.
Remus, este es Adz.

—Caray. —Adz miró a Remus, luego de vuelta a Grant, —¿Es de los nuestros?

Grant le entregó a Adz una tercera taza de té, y se dirigió a Remus, mirándo de pies a cabeza
apreciativamente. Él asintió, muy levemente. Remus no estaba seguro de qué se refería, pero tenía
alguna idea. Ahogó un bostezo. Grant soltó una risita simpáticamente,

—Te ves muerto. —Dijo. —Tuviste una de tus noches, ¿cierto? Ve y acuéstate si quieres, los
echaré del dormitorio, nadie te molestará.

Remus asintió agradecido y fue conducido a una oscura habitación sucia.

—Oigan, vagos idiotas, muévanse. Tengo un amigo aquí que necesita dormir.

Remus murmuró una disculpa avergonzado a los cuatro jóvenes que se levantaron y dejaron la
habitación. Las camas parecían ser usadas en una base de rotación, y nadie lucía molesto por esta
intrusión. Uno de los chicos incluso le guiñó a Remus.

Tres tristes colchones individuales yacían en el piso, apilados con sábanas viejas y almohadas. Olía
vagamente a moho, y fuertemente a cuerpos sucios. Habían usado cartón para tapar las ventanas
rotas. Remus estaba agradecido que era verano; hubiera estado congelado, de otra forma. A pesar
de todo, se durmió rápidamente, sintiendo que finalmente había tomado algo de control sobre su
situación.

Grant lo despertó algunas horas más tarde. Lucía un poco mejor – como si hubiera tenido una
buena comida, por lo menos. El estómago de Remus rugió.

—Arriba, arriba, —chilló Grant, sujetando otra taza de té. Remus se sentó, frotando sus ojos. Parte
del dolor sobrante de la luna llena todavía estaba ahí, pero se sentía mejor. Debió haber sido medio
día, juzgando por los rayos brillantes de luz filtrándose a través de los espacios en el cartón.

—Gracias, —dijo con un tono áspero, tomando sorbos del té, haciendo un espacio para que Grant
se pudiera sentar junto a él.

Se sentaron en un amigable silencio por un tiempo, con sus espaldas contra la pared y sus piernas
extendidas frente a ellos.

—Entonces, —dijo Grant, finalmente, una vez que había considerado que Remus estaba lo
suficientemente despierto, y había bebido la mitad del té. —¿Me quieres decir por qué estás aquí?

Remus se encogió de hombros.

—Solo visitando. Estoy cansado de ese lugar.

—Seh, bueno conozco esa sensación. —Grant suspiró, —¿Aunque no tienes que volver a la escuela
en unas semanas?

—Seh. Tal vez. —Sabía que tenía que hacerlo. No había otro lugar a donde ir.

—¿Cansado de ese lugar también, eh? —Grant lo empujó, gentilmente bromeando. —Vamos, dime
que pasó. ¿Te rompieron el corazón?

Remus lo miró, sorprendido. Grant soltó una risita, —Seh, eso creí. ¿Quién es entonces?

—No es… —Remus titubeó, —No es eso, es complicado. Mi amigo solo… me defraudó.

—Seh, siempre lo hacen, —Grant asintió sabiamente. —Apuesto que son peores por eso, colegiales
públicos, ¿eh? Especialmente con nosotros campesinos.

—¡No fue para nada así!

—Seh, seh. —Agitó una mano desdeñosa, —Convéncete a ti mismo que eres diferente si quieres.
Si quieres mi consejo, mantente alejado de los majos, nosotros solo somos una pequeña diversión
para ellos. Mantente con tu propia clase.

—Esto no es sobre clase. —Dijo Remus, furioso. Grant lo miró hacia abajo, con simpatía, como si
fuera mucho mayor y sabio.

—Mira a tu alrededor Remus, —dijo, señalando a la húmeda habitación en la que estaban, —


Somos británicos. Siempre se trata de clase.

Remus miró hacia abajo a su taza de té grisáceo trizada. Grant probablemente tenía razón. ¿De qué
más se trataba esta estúpida guerra? Sentía que debía decir algo más – algo ingenioso o inteligente.
Miró fijamente la taza de té y solo se sintió triste. Podría perder el control, si hablaba. Grant dejó
su propia taza de té en el piso de madera, y tomó la mano de Remus.

—Vas a estar bien. Deja de doler después de un tiempo.

—Yo…

No, no era bueno, Remus lo había perdido. Respiró pesadamente unas pocas veces, intentando más
arduamente que nunca de no llorar, pero las lágrimas vinieron, y estaba demasiado cansado. Grant
puso un brazo a su alrededor, y Remus se inclinó en su hombro, sollozando suavemente, hipando
de vez en cuando y luego, como a un niño pequeño. Grant besó su cabeza, suavemente, y susurró
en su cabello, —No hay vergüenza en ello, —lo que solo lo hizo llorar más.

Tal vez, fue una cosa buena. Una vez que finalmente se había calmado, sintió como si hubiera
tenido un largo sueño. Secó su nariz en su manga, y se enderezó, buscando algo más de qué hablar.

—¿Aquí todos son… em… ya sabes…? —preguntó, tímidamente.

—¿Queer? Seh, la mayoría de nosotros. No hay donde ir. La policía nos deja tranquilos si no los
molestamos.

—¿Policía? ¡Pero no es un crimen!

—Lo es para alguien de tu edad. —Grant arqueó una ceja. —La edad de consentimiento es
veintiuno para nosotros los desviados.

—Oh claro, seh. Pero no he… o sea no iba a…

Grant rio y desordenó el cabello de Remus,

—¿Te quedas la noche? Nosotros vamos a este pub arriba en Soho. Es bastante seguro.

—¿Me puedo quedar, entonces? ¿Solo un poco?

—No veo por qué no. Vamos, hay que alimentarte. —Se puso de pie, luciendo más delgado que
nunca en sus largos y delgados pantalones pitillos. Le ofreció a Remus una mano y lo levantó
también.

Almorzaron frijoles horneados en tostadas – el pan estaba un poco mohoso, pero rasparon las
partes más verdes. Después, se sentaron en la sala de estar con algunos de los compañeros de Grant
y fumaron hierba con Bob Dylan sonando al fondo. Todo se sintió distintivamente muggle-esco, y
Remus estaba feliz por ello. Era tan simple – nadie lo conocía excepto Grant, quien difícilmente lo
conocía bien. Podía ser muy fácil desaparecer si quería, pensó Remus.

Después de unas caladas profundas al porro, Remus se encontró acostándose en la levemente


húmeda alfombra beige, mirando al cielo manchado de tabaco. Grant gentilmente ubicó un cojín
bajo su cabeza. Estaba siendo tan amable, como un hermano mayor – incluso cuando tenían
prácticamente la misma edad y hace solo un año estaban uno encima del otro. Si Remus estaba
siendo completamente honesto consigo mismo, había venido preparado para más de lo mismo,
pero estaba eternamente agradecido de que Grant ni siquiera había insinuado algo en esa dirección.

—Maldito perro sigue ladrando, —dijo alguien al fondo, sacando a Remus lentamente de su estado
de ensueño.
—¿Qué, uno callejero? —preguntó alguien más.

—No sé. Aunque es jodidamente masivo. Horrible cosa negra.

—¿Dijiste que hay un perro negro afuera? —Remus se sentó, lentamente, una sensación de
hundimiento en su estómago. No podía ser, seguramente.

—Seh, —respondió Adz, parándose frente a la ventana.

Remus se levantó y fue para unírsele. Bastante seguro, ahí estaba. Dio un paso atrás rápido detrás
de la ventana, para que Sirius no lo viera. ¿Qué tan lejos podían ver los perros?

—Yo em… necesito ir al baño, denme un minuto. —Murmuró Remus, saliendo del departamento
rápidamente. Se apresuró escaleras abajo y abrió la puerta del patio, donde se detuvo al umbral,
observando al enorme perro negro aun ladrándole a la ventana.

—Hola, Sirius. —Dijo suavemente. —El perro se giró y se calló enseguida. —¿Está James
contigo?

—Hola, Moony, —James salió detrás de unos arbustos, —Tienes aquí un encantador lugar.

—Mira, no estoy de humor. —Remus se cruzó de brazos. Se sentía un poco mareado por la droga.
—¿Qué quieren?

Sirius no se había transformado de vuelta, pero se sentó ahí, mirándolo. Bien. Eso le facilitó a
Remus ignorarlo. Se dirigió a James en su lugar.

—¿A qué te refieres con ‘qué queremos’? —James arqueó una ceja, —¡Estábamos preocupados
por ti! Tu Matrona llamó a la policía muggle y dijo que te habías escapado, de alguna forma
Dumbledore se enteró y se comunicó con mis padres – creo que quieren que vengas con nosotros.
Sirius estaba seguro que habías ido a Londres, siguió tu rastro prácticamente todo el camino del
hogar de niños.

—¿Estuvieron en St Edmunds?

—Seh.

Remus se encogió ante esto, avergonzado. Nunca había querido que sus amigos supieran como era
dónde vivía. Suspiró y extendió sus brazos, como si se estuviera presentando por una inspección.

—Bueno, me han encontrado. —Dijo. —Como pueden ver, estoy perfectamente bien. Ahora
váyanse. Y dile a tu perro que deje de ladrar. —No pudo evitar lanzarle un comentario
desagradable a Sirius. Su deseo de herirlo no se había ido, aparentemente. Padfoot lloriqueó
levemente y cubrió su cabeza. James lo ignoró, centrándose en Remus,

—No estás perfectamente bien. No importa el hecho de que apareciste pasando el rato en un piso
muggle, o el hecho de que la policía muggle te esté buscando. Tenemos que llevarte de vuelta,
ahora. Dumbledore dijo que solo puede evitar decirle al ministerio que has salido a pasear por
veinticuatro horas. Luego enviarán a los Aurores tras de ti.

—¿¡Qué!? ¿¿Por qué?? —pero repentinamente Remus se dio cuenta de exactamente por qué. No
era solo un adolescente fugitivo, como Grant y sus amigos. Era una criatura peligrosa perdida.
Repentinamente se sintió muy, muy cansado. —Mierda. —Murmuró, mirando hacia abajo.

—Ven a casa con nosotros, Remus. —James extendió una mano, —Papá dijo que te puedes quedar
el resto del verano.

—No lo he perdonado. —Dijo Remus, furioso, mirando a James porque no podía mirar a Sirius.
James lucía tan cansado como Remus se sentía.

—Lo sé, amigo. Está bien, él lo entiende.

Eso lo hizo aún más furioso, no quería que Sirius lo ‘entendiera’. Quería… bueno, no sabía que
quería - ¿Qué rogara de manos y rodillas? Padfoot estaba haciendo un buen trabajo así.

Suspiró.

—Mira, tengo un amigo aquí, déjame ir a decirle que me voy.

Arriba de las escaleras, llamó a Grant desde el pasillo. No quería hacer una gran despedida en
frente de todos.

—¿Estás bien, Remus amigo? —dijo Grant desde la cima de las escaleras, asomándose hacia abajo
mirando a James y al perro Sirius esperando en el pasillo.

—Seh, bien. Mira, me voy a ir… me tengo que ir.

—¿Es un amigo? —Grant miró a James sospechosamente. —¿Vas a estar a salvo?

—Seh, es un amigo de la escuela. Está bien. Puedo llamarte, ¿tal vez? —No tenía idea como
contactaría a un muggle desde una casa mágica.

—Puedes volver en cualquier momento.

—Gracias. En serio, Grant, gracias por todo. Tú eres… eres increíble.

—No me hagas sonrojar, —Grant envolvió sus brazos alrededor de su cuerpo delgado, mirando a
sus pies. —No es nada que no harías por mí.

—Claro. —Remus asintió. Grant miró bajo las escaleras de nuevo,

—¿Ese perro es de él o algo? Debería andar con correa.

—Seh, probablemente, —Remus asintió, esperando que Sirius pudiera oírlo.

—No es peligroso, ¿o sí? Odio a los jodidos perros.

—Es bastante manso, no te preocupes. Estaré en contacto, ¿ok? —Remus mordió su labio, mirando
de vuelta a través de la puerta al piso lleno, —¿Estarás bien… aquí?

Grant se encogió de hombros y sonrió,

—No te preocupes por mí, corazón. Siempre caigo de pie.

Remus dio un paso adelante, poniendo una mano en el hombro de Grant para empujarlo
gentilmente hacia atrás dentro de la sombra de la escalinata, entonces no podrían ser vistos por
James y Sirius, o a través de la puerta. Lo abrazó, fuertemente. Grant lo abrazó de vuelta, tan
hermosamente. Se separaron, y compartieron un breve beso amigable, antes de que ambos
sonrieran tímidamente y se separaran.

—Qué es de ti, ¿eh? —Grant desordenó el cabello de Remus, —No te alejes por tanto tiempo.
—Hasta luego. —Remus asintió.

Chapter End Notes

La canción al inicio 'Perfect Day' de Lou Reed.


La Ley de los Delitos Sexuales 1967 despenalizaba la ‘homosexualidad masculina’ en
el reino unido (solo diez años antes del contexto donde se sitúa este fic), pero la edad
de consentimiento permaneció siendo 21 hasta 1994 donde fue disminuida a 18. No se
igualó con la edad de sexo heterosexual (16) hasta el 2000.
Verano 1976: Parte Dos (Los Potters)
Chapter Summary

Advertencia por insulto homofóbico/homofobia internalizada

Alcanzaron el Autobús Noctámbulo de vuelta a donde los Potters. Fue la primera experiencia de
Remus esta bizarra forma de transporte mágica, pero estaba tan somnoliento por su falta de sueño y
los restos de la hierba que terminó descansando en el cómodo sofá morado. Sirius se mantuvo
como un perro durante todo el camino, pero Remus se negaba a darle puntos extra por esto.

James lo sacudió para despertarlo una vez que llegaron – era tarde ahora. Remus se detuvo afuera
de la puerta del frente, y miró a James nervioso,

—¿Estará Dumbledore ahí?

—Creo que se fue, —dijo James, tranquilizadoramente, —Eh… aunque puede que Moody se haya
detenido…

—¿Por mí?

—Eh… está visitando a papá… mira, no quise decir nada en el autobús, pero ha sido un mal
verano, ya sabes, por la guerra. Estamos perdiendo.

—¿¡Perdiendo!?

—Seh… hablemos de eso adentro – Padfoot. —James cliqueó sus dedos al perro negro.
Instantáneamente, Sirius s transformó de vuelta a sí mismo. Remus desvió la mirada enseguida.
Aún hermoso, entonces. Bastardo, bastardo.

Adentro, la Sra Potter vino corriendo,

—¡Remus! —lo alcanzó con sus brazos para atraerlo en un abrazo,

—¡Euphemia! —ladró una voz desde la sala de estar.

—Por… por el amor del cielo. —Murmuró la Sra Potter. Dio un paso atrás y miró a Remus a los
ojos, —¿Qué te dimos Monty y yo para Navidad en 1973?

—Un set de ajedrez, —dijo Remus, rápidamente, mirando la puerta de donde había venido la voz
de Moody.

—¡Es él! —exclamó Effie, extendiendo sus brazos una vez más y abrazándolo firmemente como lo
permitiría su diferencia de altura. —¡Estábamos tan preocupados por ti, querido!

—Estoy bien. —Dijo Remus, avergonzado.

—Pensamos que habías sido… oh, bueno no podía soportar pensarlo. Personas han desaparecido…
marcas tenebrosas… realmente no… —lucía muy pálida y cansada, como si hubiera tenido muchas
malas noticias últimamente. Remus se sintió terrible por añadirle más problemas. —No importa, —
dijo, energéticamente, volviendo a sonreír, —¿Algo de comer? ¿O te gustaría bañarte, primero?
Albus envió tus cosas, estás arriba en tu habitación de siempre.

—Mis… ¿¡mis cosas!?

—Del Hogar, querido. Dumbledore las envió a primera hora esta mañana…

Todo había pasado tan rápido. ¿Era eso realmente necesario? Moody apareció de la sala de estar.
Miró a Remus con un ojo – el otro, parecía haberse herido recientemente; estaba cubierto por un
grueso parche de cuero. El efecto lo hacía lucir aún más entrecano y aterrador que nunca.

—Lupin. —Asintió, —Un momento.

—No, Alastor, —la Sra Potter parecía haber sorprendido a todos, cuando se giró y se ubicó entre
Remus y Moody, —Acaba de llegar, y míralo – está claramente exhausto. Esto puede esperar hasta
mañana.

—Effie, este es un asunto del ministerio--

—Oh no me importa, —negó con la cabeza, callándolo con un movimiento de su dedo, —Solo
tiene dieciséis años, ni siquiera es mayor de edad, y está bajo mi cuidado. Remus, —se dio la
vuelta, su voz era amable de nuevo, —Ve escaleras arriba, ¿eh? Haré que Gully te lleve algo de
comida, pero no bajes hasta que te sientas listo.

Remus pestañeó de asombro. ¿Podría ser que un adulto de hecho quería dejarlo tranquilo? Esta
tendría que ser la primera vez. Tenía un nuevo nivel de respeto por Euphemia Potter.

—Gracias, —murmuró, evadiendo la feroz mirada de Moody y pasando a su lado, ignorando a


James y Sirius, dirigiéndose directo a las escaleras, subiéndolas tan rápido como su cadera mala lo
permitiría.

Todas sus cosas habían sido cuidadosamente ordenadas dentro de cajones y armarios en su
habitación; como si viviera ahí. Se preguntó cómo sería, tener un lugar como este que pudiera
llamar hogar – un lugar con una habitación privada, y un elfo doméstico, y una madre. Sacó su
varita de su maletero y la sostuvo por un momento, solo para sentirla.

Qué día. Remus se sentía terrible por dejar a Grant, después de haber sido tan hospitalario con lo
poco que tenía. Había tres habitaciones vacías en la casa de los Potter. Grant estaría compartiendo
un colchón en el piso esta noche.

Se sentó en la cama y deseó que no fuera tan cómoda. Fácilmente podría dormir de nuevo, pero
también tenía hambre, y no se quería perder a Gully. Como por arte de magia, hubo un suave golpe
en la puerta.

—Adelante,

James asomó su cabeza,

—Hola… me ofrecí para traer la bandeja, ¿espero que no te importe?

Remus hizo un gesto impotente. James se veía incómodo, —¿Puedo pasar?

—Ok.

—¿Puede… puede Padfoot?


—No.

—Ok.

James desapareció, y Remus lo escuchó susurrar, ‘Dale un poco de tiempo, ¿eh?’ antes de
reaparecer y entrar a la habitación con una bandeja apilada con lo que lucía como sándwiches de
jamón.

—Mamá sugirió sopa, —explicó, dejando la bandeja en la mesa, —Pero le dije que querrías algo
con carne.

—Gracias, —Remus asintió, tomando uno de los rollos y metiéndoselo en la boca. Por lo menos no
tenía que hablar.

—¿Cómo te sientes? —preguntó James, sus ojos estaban llenos de preocupación.

Remus asintió, con la boca llena, para indicar que se sentía perfectamente bien. James asintió de
vuelta. Así es como esto será, pensó Remus, tristemente, sin Sirius para traducir entre nosotros.

James y Remus eran muy buenos amigos – mejores amigos. Habían estado los dos juntos antes;
habían tenido conversaciones privadas, habían compartido confidencias. Pero de alguna forma no
era lo mismo. Sirius siempre había sido el común denominador, quien los entendía a los dos –
cubriendo la brecha, de una forma.

—Mira —dijo James, —Dime que me largue, si quieres, y te dejaré descansar, pero… necesito
decirte algo, es importante.

—¿Es sobre Moody? —preguntó Remus, tragando.

—Seh. —Dijo James, —Seh… él querrá contarte, pero Papá y yo creímos que debería venir de un
amigo, primero.

—Suena como que está aquí por trabajo del ministerio, —dijo Remus, cuidadosamente, queriendo
entender todo de forma que James no tuviera que explicarlo, —Él es un auror, entonces… ¿ha
habido un ataque?

—Sí, —James lucía como que estaba teniendo problemas para mantener contacto visual, pero él
era valiente, y hacía lo que necesitaba hacerse. —De hecho han habido unos pocos, este verano. Y
algunas personas han desaparecido – personas de nuestro lado. Luego… hubo otro ataque, anoche,
Remus. —Puso énfasis en esto. Anoche. La luna llena.

—Un hombre lobo. —Remus suspiró.

James asintió, con una mueca sombría en su boca, una línea recta. Remus dejó el sándwich a un
lado. Su estómago gruñó en protesta, pero ese solo era el lobo, queriendo más de lo que merecía,
como de costumbre. Se tendría que morir de hambre.

—Estaba en St Edmunds, —dijo Remus, desesperadamente, —Todo el tiempo, encerrado –


Madam Pomfrey me vio, no pude haber salido, mira-- —levantó su polera en un apuro, para
mostrarle a James los largos cortes furiosos a través de sus costillas.

James hizo una mueca de dolor y desvió la mirada. Remus recordó que James raramente había
visto sus cicatrices. Era Sirius, quien siempre había estado tan fascinado.

—Lo sé, —dijo James, una vez que Remus había dejado caer su polera, —Y mamá y papá lo saben
– Dumbledore explicó todo, le dijo a Moody que no había forma de que tuvieras algo que ver. Pero
querrá hablar contigo, de todas formas.

—En… el ataque, ¿alguien resultó herido?

—Seh. Unas pocas muertes. Algunos muggles, y una familia mágica.

—Mierda.

—¿Estás bien?

—Honestamente no tengo una respuesta para ti, Prongs.

—Claro. Lo siento.

—¿Cómo ha estado tu verano? —preguntó Remus, desesperado por alejarse de más malas noticias.
—¿Bueno?

—Seh, nada mal. Bueno, la guerra ha esto… pero ya sabes, mucho vuelo. Mary estuvo aquí un
poco, también, para ver a Sirius-- —James se detuvo en el instante, —Lo siento.

—¿Cómo está Mary?

—Oh, bien. Ya conoces a Mary. Él em…la envió a casa esta mañana, después de que oímos que
estabas desaparecido. Fue su idea ir a buscarte, hizo casi todo – incluso le gritó a Dumbledore, no
podía creerlo.

—Ok. —Dijo Remus fríamente. James frunció el ceño,

—Moony, él lo lamenta tanto.

—Eso he escuchado.

—Era un desastre, cuando escuchamos que desapareciste, y sobre los ataques – pensó todo tipo de
cosas locas – que habías sido raptado, o amenazado, o algo. ¿Puedes… puedes por lo menos hablar
con él? Él es miserable

—No me importa cómo se siente. —Mintió Remus. —No quiero hablarle.

—Es un idiota, —dijo James, —Soy el primero en admitirlo. Él imbécil no piensa, solo hace lo que
sea que pase por su cabeza. Pero… bueno tienes que recordar, su familia – la forma en que lo
trataron, lo que pasó en Navidad--

—Sé lo que pasó en Navidad. —Escupió Remus. —También estaba ahí, James.

—Sí, lo sé, pero--

—Y me sentí mal por el entonces, realmente lo hice. Me sentí mal por él cuando éramos niños y
cada vez que lo herían, y cuando lo echaron; he pasado tanto tiempo sintiéndome tan mal por él.
Pero esto… esto. —Se detuvo. Las lágrimas arruinarían todo. Sin lágrimas.

James estaba muy callado.

—Te dejaré descansar. —Dijo, finalmente, poniéndose de pie para marcharse.

***
Jueves 12 de Agosto, 1976

Remus no dejó la habitación por el resto de la tarde, excepto para usar el baño una vez. No era
mejor que St Edmunds, pensó, autocompasivamente. Mejor comida, obviamente, y magia, y
silencio, pero… bueno, aún pasaba todo su tiempo tratando de evadir a todo el mundo, ¿no?

Moody todavía estaba en la casa, lo podía oler. Moody tenía un extraño olor, una combinación de
una magia muy fuerte y poderosa, pesada y metálica como el hierro, con algo más – brazas de
carbón, o madera carbonizada. No se iría hasta hablar con Remus, entonces Remus no se movió.

El olor de Sirius era demasiado familiar – más fuerte en la casa, que ahora llamaba hogar,
permeando cada habitación. Él no había estado lloriqueando por su cuenta todo el verano – no
importaba lo que James hubiera dicho, Sirius tenía a los Potters, y a Mary, y a su mejor amigo,
todos diciéndole lo maravilloso que era y lo difícil que había sido. Pobre niñito rico.
Probablemente ni siquiera había extrañado a Remus en absoluto.

Excepto… James había dicho…

No. Remus reforzó su resolución. Sirius tenía que pagar, incluso si solo era con el silencio de
Remus.

Al día siguiente, bajó por desayuno, más por cortesía hacia sus anfitriones que por otra cosa. Hizo
su mejor esfuerzo para sonreírle a la madre de James, y le agradeció cuando le sirvió un cuenco de
avena, pero frunció el ceño cuando Sirius empujó el frasco de miel hacia él. Lo ignoró, y por la
primera vez en su vida comió su avena sin endulzar. Sabía a mierda.

—Iremos al Callejón Diagon hoy día, creo, —dijo la Sra Potter, mientras la tetera hervía. —Sus
cartas llegaron esta mañana. Remus… lo siento mucho, pero tendrás que quedarte aquí, querido.
Yo conseguiré tus cosas.

—Consigo mis libros de segunda mano, —dijo Remus, sonrojándose, —Del suministro en
Hogwarts. No tengo dinero.

—Oh. Bueno, no me molesta, ya estoy surtiendo a James y Sirius.

—¡Le pagaré! —Sirius interrumpió, ansioso, —Apenas cumpla diecisiete, lo prometo.

—Lo sé, querido, —la Sra Potter le dio palmaditas al brazo de Sirius afectuosamente.

—Yo no puedo pagarle. —Dijo Remus, hablándole a la Sra Potter, pero fulminando a Sirius,
apretando sus dientes. —Incluso cuando cumpla diecisiete. Yo no tengo una herencia.

Sirius bajó la mirada, cabizbajo.

—¿Por qué Remus no puede venir, mamá? —James interrumpió, rápidamente. —Nunca ha estado
ahí antes.

—Me temo que no es muy seguro, amor, —la Sra Potter suspiró, —Dumbledore y Moody ambos
acordaron… después del ataque.

Remus dejó caer su cabeza en sus manos. Vio su vida pasar frente a sus ojos – siempre sería así.
Lugares a los que no podría ir, cosas que no podría costear, amigos a los que no les podría hablar.
Cuando la guerra termine, aún seguirás siendo un hombre lobo maricón con un chip en el
hombro. Esa desagradable voz volvió.
—Espera. —Dijo James, repentinamente, —¿¡Nuestras cartas llegaron!?

Remus levantó la mirada, confundido. La Sra Potter estaba sonriendo traviesa, sus ojos brillaban,

—Dios mío, —dijo, sacando tres gruesos envoltorios de su delantal, —Si les tomó tanto en
entenderlo, entonces estoy muy preocupada por tus resultados en los TIMOs… —le entregó a cada
chico su carta, y ellos las abrieron.

Remus miró fijamente la lista en el pergamino. Extrañamente, la cosa que lo impresionó más fue su
‘Aceptable’ en Pociones. Eso definitivamente era obra de Lily Evans. Historia de la Magia;
Extraordinario, Cuidado de Criaturas Mágicas; Extraordinario, Encantamientos; Extraordinario… y
el resto; Supera las Expectativas. Un revoloteo de emoción empezó en su estómago. Esos eran
jodidamente buenos resultados.

—¡Sí, Moony, hermosura! —lo animó James, leyendo por encima de su hombro.

—¿C-como te fue? —preguntó Remus, encogiéndose. James le mostró su papel – tenía casi todo
con Supera las Expectativas, y dos Extraordinarios – uno en Defensa Contra las Artes Oscuras y
otro en Transformación.

—¡Ve a mostrarle a tu padre! —dijo la Sra Potter, después de besar a su hijo jubilosamente. El Sr
Potter aún no había dejado su estudio, hasta donde Remus sabía. James le llevó un plato con
tostadas, también.

Sirius estaba mirando a Remus del otro lado de la mesa, mordiendo su labio.

—¿Te fue bien, entonces? —preguntó tentativamente. Remus asintió breve.

—Estoy bastante contento, seh. —Él desesperadamente quería saber cómo le había ido a Sirius –
más que nada para saber si le había ido mejor en Historia de la Magia. Afortunadamente, no
necesitó preguntar. Sirius deslizó su pergamino por la mesa. Remus inclinó su cuello para mirarlo.

Habían logrado la misma cantidad de TIMOs, en distintas asignaturas. Las calificaciones


‘Extraordinarias’ de Sirius habían sido en Transformación, Defensa Contra las Artes Oscuras e –
increíblemente – Estudios Muggle. Remus intentó no sonreír frente a esto. En su lugar fulminó a
Sirius fríamente y dijo,

—Te vencí en Historia.

* **

La Sra Potter y los chicos se fueron poco después del desayuno, y Remus estaba solo. Salió, al
jardín y se sentó en el borde de la baja pared del patio, mirando a las hectáreas de verde campo
abierto. Sacó sus cigarrillos. Solo le quedaban tres. Tal vez podría ir a la ciudad más tarde y
comprar algunos – tenía un poco de cambio en su bolsillo trasero. Muy alto para robar, esto días.

—Lupin.

Remus esperó que sus hombros no se hubieran tensado tan visiblemente al sonido de esa voz
grave. Se giró, lentamente,

—¿Todo bien, Moody? —estaba agradecido de tener el cigarrillo. Algo detrás de que esconderse.

—¿Puedo acompañarte?
Remus se encogió de hombros. Moody se sentó en la pared junto a él. —Es un día encantador.

—Seh, estupendo…

—¿No hay duda de que el chico Potter te habló sobre el ataque hombre lobo?

Remus asintió, apreciando la franqueza de Alastor. Terminemos con esto.

—Sep. —Exhaló, lentamente, haciendo un aro de humo. —¿Qué es lo que quiere preguntarme?
Sabe que estaba encerrado.

—He hablado con Albus y Poppy, ambos han confirmado tu paradero.

—Yuppii. —Dijo Remus, sarcásticamente. Moody le dio una mirada severa con su ojo funcional.

—Aunque, tenemos sospechosos. Uno en particular, alguien del que tal vez hayas oído.

Un escalofrío recorrió a Remus, sus manos empezaron a tiritar. Fingió que solo estaba quitando la
ceniza.

—¿Greyback? —preguntó, sin color en su voz.

—Greyback. —Confirmó Moody. Remus apagó su cigarrillo y se aferró a la pared con ambas
manos, como si se fuera a caer.

—No sabía que estaba… no había oído de él atacando a nadie en un largo tiempo. Pensé que estaba
en el extranjero, en alguna parte.

—Has estado investigando, ¿no? —dijo Moody, con una nota desafiante en su voz, —No puedo
decir que te culpo, chico. Me gustaría saber todo lo que pudiera. No ha tratado de contactarte,
¿entonces?

—¡No! —Remus estaba en shock. ¿¡Por qué demonios!?

—Si has hecho tu investigación apropiadamente – y Dumbledore dice que eres listo – ¿entonces
sabrás que Greyback tiene una particular inclinación por los niños?

—Mm. —Remus se tuvo que detener de tocar la antigua cicatriz en su costado, esas marcas de
dientes de once años de edad.

—¿Nunca te preguntaste por qué?

—Él es un monstruo. —Dijo Remus, firmemente. Jugó con su cajetilla de cigarrillos – necesitaba
otro, para mantenerse tranquilo. Lo que daría por un porro.

—Lo es, —Moody estuvo de acuerdo, —Pero tiene un motivo, por más demente que parezca.
Tenemos razones para creer que le gusta transformar niños tan jóvenes, así puede aparecer cuando
tienen edad suficiente – y son suficientemente fuertes – para unírsele.

—¿¡Unírsele!?

—En su mente, él es tu padre. —Dijo Moody, como si no fuera nada, —Querrá que… sigas el
negocio familiar, como si lo fuera.

—Eso es desagradable. —Remus se puso de pie, prácticamente gritando.


—Lo es. —Respondió Moody, impávido. —Pero necesito que estés consciente. Greyback no ha
sido visto en Gran Bretaña desde la última persona que transformó. —Aquí le dedicó una mirada
puntiaguda. —Pero la familia mágica asesinada anoche – todos excepto su niño más pequeño, que
fue mordido, pero sobrevivió. Un marca tenebrosa fue conjurada encima de la casa.

Definitivamente estaba trabajando con Voldemort, entonces. Simplemente brillante.

—¿Es por esto que no puedo ir al Callejón Diagon?

—Es mejor que te mantengas alejado de áreas mágicas pobladas por un tiempo. Hasta que lo
atrapemos.

—¿Hogwarts?

—Hogwarts es seguro, —dijo Moody, —Pero no Hosmeade. Le pediré a Dumbledore que te


mantenga alejado.

—Oh. Ok.

—Y no más escapes.

—Eso no… eso fue por otra cosa. —Remus suspiró. Luego pensó en algo. —¿Qué pasó con el
niño? ¿El que fue mordido? —levantó su cigarrillo a sus labios y tomó una calada – pero se dio
cuenta que no lo había encendido. Moody chasqueó sus dedos, y se encendió inmediatamente.

—En St Mungo. —Dijo el auror. —Siendo tratado. Estará bien.

—Oh, ¿en serio? —Remus se pudo haber reído. Miró a través de los campos de nuevo. Era un día
tan hermoso. —Hasta la luna siguiente, supongo.

—Las personas indicadas llegaron ahí a tiempo. Haremos lo que podamos.

Las personas indicadas. Remus se preguntó si es que las ‘personas indicadas’ habían sido
responsable de que lo arrastraran a St Edmunds. —Tenemos un amigo en común. —Dijo Moody,
de la nada.

—¿Hm? —Remus le frunció el ceño.

—Leo Ferox. Buen hombre.

—Oh, claro - ¿cómo lo conoce?

—Fuimos juntos a la escuela. Cruzamos caminos en el trabajo, a veces – y por supuesto trabajando
para Dumbledore. Escuché que tú y tus amigos planean unirse, ¿es cierto?

Remus tenía la impresión que Moody sabía su respuesta, y solo quería que Remus lo confirmara
por sí mismo.

—Sí. —Asintió. —Sé que no soy James, o… pero no soy malo en duelo, y si puedo ayudar, quiero
hacerlo.

—Si te pareces en algo a tu padre serás más que ayuda.

Remus asintió, tristemente. ¿Cómo se supone que sabría si se parecía en algo a su padre? Qué cosa
más estúpida había dicho.
—No sé sobre eso. —Dijo, amargadamente, —Tengo unas pocas limitaciones que mi padre no
tenía.

—Podrías mirarlo de esa forma, —Moody ladeó su cabeza. —Podrías mirarlo de otra forma.
¿Cuántos hombres lobo crees que tenemos de nuestro lado?

Remus frunció el ceño, como si Moody lo hubiera insultado. ¿Es por eso que Dumbledore lo
mantenía tan cerca? ¿Es por eso que no le había alertado al ministerio tan pronto como Remus
había sido reportado desaparecido? No sabía si eso era mejor o peor. Por lo menos alguien pensaba
que era útil.
Verano 1976 (Parte Tres: Conversaciones de paz)

No era fácil para Remus mantener a Sirius a cierta distancia mientras se estaba quedando con los
Potters. La casa era lo suficientemente grande, pero eso no importaba mucho en una casa familiar;
algo que Remus recién estaba aprendiendo. La Sra Potter le dio a Remus su espacio durante el
primer par de días, pero después de eso estaba claro que ella no tenía idea de la grieta existente
entre los merodeadores, y esperaba que los tres chicos pasaran todo su tiempo juntos como de
costumbre.

A pesar de que ellos estaban incómodos con este arreglo, por sus propias razones, ninguno quería
decepcionar o preocupar a Euphemia. Entonces se llegó a una tregua incómoda, y Remus pasaba la
mayor parte de su tiempo leyendo su libro, sentándose suficientemente cerca de James y Sirius para
que no luciera sospechoso.

Grant había dicho que no dolería siempre – y aunque no había tenido todos los datos de la
situación, Remus estaba empezando a creerle. Aún sentía furia hacia Sirius – pero dolía menos,
mientras las últimas semanas del verano pasaban en un torrente de luz solar y cielos azules. Era
capaz, por lo menos, de ser civil, y Sirius parecía estar agradecido. De todas formas, había dejado
de intentar arrinconar a Remus en conversación cada cinco minutos.

Además, después de su conversación con Moody, Remus tenía otras cosas ocupando su mente. Por
años ahora, había estado actuando bajo la idea de que Greyback no lo conocía, que tendría el
elemento sorpresa de su lado. Pero ahora parecía que Greyback podría estar buscándolo, también.
No le diría a los merodeadores, no hasta que supiera más. No tenía que preocuparlos más; si
Moody decía que Hogwarts era seguro, entonces Remus estaba inclinado a creerle por ahora. Los
Potters claramente confiaban en él, y eso tendría que ser suficiente. Lo que era mejor; él conocía a
Ferox.

Remus había tenido a Ferox en su mente también. Una vez más, su antiguo profesor parecía ser la
opción más segura cuando se trataba de hacer preguntas. Él entendía la necesidad de Remus por
saber más – incluso si no sabía exactamente por qué. Y Remus no quería molestar al Sr Potter, no
cuando ya parecía tener el peso del mundo en sus hombros. Le enviaría una lechuza a Ferox tan
pronto como estuviera de vuelta en la escuela – tan pronto las cosas se hayan calmado en esta
reciente revelación.

Mientras tanto, Peter venía cada día, y salían en sus escobas, o descansaban en el césped, fumando,
escuchando el tocadiscos de Sirius y tomando sol. Remus se tornó de un cálido café avellana, que
lo hacía lucir más sano que nunca, y su cabello se aclaró un tono más rubio.

En el penúltimo día de las vacaciones, estaban solo haciendo esto – hacía mucho calor para
moverse, y los cuatro estaban descansando en sus espaldas quemándose bajo el sol. Remus se
había posicionado un poco alejado de los otros, solo para mostrarle a Sirius que no había mordido
el anzuelo. (Y porque Sirius tenía un molesto hábito de quitarse la polera, y Remus estaba tratando
de no notarlo.)

—Entonces cuéntenme de nuevo, —Peter bostezó mirando al sol, con los brazos detrás de su
cabeza, —¿Cómo era el Autobús Noctámbulo? Siempre he querido subir.

—Sueña en grande, Petey. —Dijo Sirius arrastrando las palabras.

—No fue tan genial, —respondió James, —No puedo esperar hasta que todos podamos aparecer –
las lecciones empiezan en Enero.
—Voy a ser basura. —Dijo Peter, desamparado, —Dezzie ha estado leyendo los libros teóricos, no
puedo entenderlo.

—Bueno es mejor que confiar en ese estúpido bus. —James se quitó los lentes y frotó sus ojos, —
Está bien para locaciones mágicas, pero el conductor seguía perdiéndose en camino a St Edmunds.

El estómago de Remus dio un vuelco. Realmente, realmente odiaba la idea de que James y Sirius
hayan estado ahí. Se sentía como si hubieran visto una parte privada de él que hubiera preferido
mantener escondida. Como la primera vez que se transformó frente a ellos.

—No puedo creer que me perdí eso también. —Peter suspiró. —¿Habían muchos muggles? ¿Cómo
era?

—Vamos Pete, —dijo James, —Es el hogar de Moony del que estás hablando.

—Está bien. —Dijo Remus.

—Apuesto que es genial, vivir con muchas otras personas de tu edad, —dijo James, alentador. Era
el pesar más grande de James, haber crecido como hijo único.

—Es… —Remus buscó la palabra indicada. —Es ruidoso. ¿Ustedes entraron?

—Padfoot lo hizo, gateó bajo un hoyo en la cerca trasera.

—Aunque no entré al edificio. —Dijo Sirius, girando sobre su estómago. Los músculos en su
espalda se movieron suavemente bajo su piel y Remus tuvo que luchar para no morder su labio. —
Una perra empezó a lanzarme piedras.

—Matrona. —Confirmó Remus.

—Debió haber sido. —Sirius asintió, obviamente complacido por la atención, —Si ella trata a las
personas de la misma forma que trata a los perros entonces no te culpo por haber huido.

—No fue realmente por ella. —Dijo Remus, con intención.

—Aunque fue suerte que Prongs y Padfoot te encontraron, ¿eh Moony? —Peter sonrió, felizmente
ignorante, —¡De lo contrario estarías perdido en Londres muggle!

—No estaba perdido. —Dijo Remus, fríamente, finalmente dejando su libro a un lado. —Estaba
con un amigo.

—Pero James dijo--

—Dije que estaba en una ocupación ilegal, Pete, no solo. Estaba con este chico muggle – perdón
Remus, ¿olvidé su nombre…?

—No nos dijo su nombre. —Dijo Sirius, salido de la nada. Remus se sentó y le entrecerró los ojos.
Sirius lo estaba mirando de una forma extraña, pero eso solo irritó más a Remus.

—No. —Respondió, —No lo hice. —Se puso de pie. —Voy a entrar, hace mucho calor.

James, quien parecía haber comprendido que la conversación había tomado un rumbo poco
placentero, también se puso de pie.

—Seh, tienes razón Moony. ¿Deberíamos entrar un poco? Beber algo y hacer el lavado que mamá
nos pidió. Volverá pronto.
La Sra Potter había salido por la tarde para hacer un recado, y el Sr Potter estaba trabajando. Gully
estaba en algún lugar de la casa, por supuesto, pero nunca daba a conocer su presencia a menos que
fuera llamado. Los chicos estaban prácticamente solos.

—Iré a casa si van a hacer deberes, —gruñó Peter, luchando por ponerse de pie, —Puedo hacer
tareas del hogar en la mía.

—Anímate Wormy, —James le dio una palmadita en su hombro sudado, —Hay tartas de gelatina
en la cocina, puedes tener una de mermelada si quieres.

Los cuatro caminaron de vuelta a la casa por el césped fresco y quebradizo, deteniéndose en el
cobertizo para que Sirius y James dejaran sus escobas primero. Pete fue directo adentro por su tarta,
y Remus se quedó en el patio, entre todos ellos, sintiéndose muy agotado y agitado. Se sentó en la
baja pared de ladrillo de nuevo y escuchó a Sirius y James bromear animadamente dentro del
cobertizo.

—Debo pulir la manija de nuevo antes de empacarla…

—Maldita sea Prongs, ya la pules dos veces al día.

—Se llama cuidar tu equipamiento, Black.

—La llamo frustración sexual.

—¡Jódete!

Hubo una riña y Remus pudo oír la jubilosa risa de Sirius mientras los dos amigos forcejeaban. —
¡Espera a que volvamos a la escuela y pueda maldecir tus pelotas! —James rio,

—¡No te atrevas – algunos de nosotros usamos nuestras pelotas!

—¡Imbécil! Voy a – oh mierda, cuidado…

—¡Ah! —lloró Sirius, —¡Mierda! Eso dolió.

Ambos se tambalearon de vuelta a la luz del día, Sirius sujetando su mano.

—¿Qué hiciste? —preguntó James, inclinándose. Empalideció, después de haber visto la mano de
Sirius, y se alejó, —Lo siento amigo, sabes como soy con la sangre…

—Eurgh, está sangrando mucho, también…

—¡Oye, aléjate de mí!

—¿Qué debería hacer? ¿Esperar a que tu mamá llegue a casa?

—No tienes opción – no sé ningún hechizo sanador…

—Ow, duele jodidamente…

—Oh, por el amor de dios, —Remus se puso de pie, entrecerrando los ojos. —Déjame ver.

Sirius y James ambos se giraron para mirarlo. Los ojos de Sirius se posaron en los de James, luego
de vuelta a Remus, antes de caminar, mano extendida. El corte era bastante profundo, la sangre
corría en riachuelos por las largas muñecas blancas de Sirius.
Remus tragó saliva, —Necesitas limpiarlo, se infectará… espera, tengo unas cosas en mi maletero.

Condujo a Sirius por la cocina, escaleras arriba al baño del primer piso y abrió el grifo helado.
Tenía algo de TCP restante en su maletero de St Edmunds, donde a menudo tenía que cuidar sus
propias raspaduras cuando Madam Pomfrey no estaba. Lo trajo, junto con algunos algodones y
gasa.

—Ven aquí. —Dijo sentándose en el borde de la bañera y señalándole a Sirius que se siente en el
asiento del baño. Obedeció, aun extendiendo su mano con cautela.

Estaba mucho más helado, en el baño, tranquilizadoramente estéril, como la enfermería. Remus
encontraba eso muy calmante. Sirius fue apacible y dócil, confiando completamente en Remus con
ojos alerta, como una mascota.

—¿Qué es eso? —preguntó mientras Remus vertía un poco de desinfectante en el algodón.

—TCP. —Dijo, —Limpiará la herida.

—¿Es muggle?

—Estoy seguro que funcionará igual, —Remus arqueó una ceja. Tomó la muñeca de Sirius,
apretándola más bruscamente de lo que necesitaba. Su piel estaba caliente del sol. Remus podía
sentir su pulso. —Va a picar. —Dijo, mientras presionaba. Sirius hizo una mueca de dolor, y
Remus recordó del tiempo después de Navidad que pasaron en el baño de los Potter, perforando la
oreja de Sirius.

—¿¿Dolerá?? —Sirius tuvo pánico al último minuto, cuando Remus estaba listo con el pin.

—Bueno lo hemos entumecido un poco, pero seh, probablemente. —Dijo Remus, de hecho, —No
seas una niñita.

—¡Sé gentil conmigo, Moony!

Ambos habían reído, y Remus lo sacudió afectuosamente;

—Quédate quieto gran cobarde.

Terminó de limpiar la herida y luego la envolvió en gasa, atándola pulcramente.

—Probablemente palpite un poco. —Explicó. —Se supone que debe ser ajustado. Detiene el
sangrado.

—Gracias, Moony.

—Cuando quieras. —Remus se iba a poner de pie, ubicando ambas manos en la fría porcelana de
la bañera. Sirius repentinamente se acercó y tocó su brazo.

—Lo siento.

—Lo sé. —Respondió Remus. —Lo has dicho.

—Lo que hice… —Sirius lamió sus labios nerviosamente, aun sujetando el brazo de Remus como
si esa fuera la única cosa manteniéndolo en el lugar.

—No. —Remus frunció el ceño, su resolución se debilitaba.


—Pero debemos hablar--

—No podemos. —Dijo Remus, simplemente. —No puedo, de todas formas. No hay palabras para
lo que me hiciste.

—No. —Sirius dejó caer su cabeza. —Tienes razón. —Lo dejó ir, pero Remus no se fue, aunque
sabía que debía. Sirius pasó su mano herida a través de su cabello en frustración. —Soy tan idiota.
—Dijo.

Remus no refutó esto. Sirius continuó. —Fue realmente un muy buen año, ¿no, quinto año?
Pasando las lunas juntos, y las fiestas… luego fui y lo jodí todo.

—Bueno. —Remus cedió. —Cometí unos errores también. Hice las cosas… las cosas fueron
diferentes, después de mi cumpleaños.

—¿Qué? ¡Moony, no! —los ojos de Sirius se expandieron. Lucía tan serio y sincero que Remus
quería perdonar todo en ese momento. —Sé que no fue… tu no hiciste nada mal. Eso, lo que pasó
en tu cumpleaños, fue…

Remus contuvo la respiración mientras Sirius buscaba la palabra. —…fue muy valiente. —
Terminó Sirius.

Remus pestañeó. ¿¡Valiente!? ¿Qué demonios se supone que significaba eso? Sirius vio su
reacción, y trató de cubrir sus rastros,

—Solo quiero decir que no deberías preocuparte por eso. No… eso no cambió nada, ¿ok?

—Ok. —Remus miró hacia abajo, luego – sintiéndose un poco más valiente, miró hacia arriba de
nuevo. —Nunca hablamos de eso.

—Eres mi mejor amigo, Remus.

—Sirius, por favor…

—Y sé lo que hice. No hay palabras, no, entonces me callaré y… haré acciones en vez, ¿ok?
Probaré que lo siento, cada día. Lo juro, nunca haré otra cosa estúpida sin pensar de nuevo.

Remus le regaló una pequeña sonrisa,

—Oh vamos.

Sirius sonrió también, luciendo aliviado.

—Seh, ok, tal vez un poco ambicioso. Nunca haré nada para herir a ninguno de mis amigos, jamás,
¿qué tal?

Remus respiró profundamente. Perdonarlo sería un alivio.

—Es un inicio.
Sexto Año: Septiembre

Miércoles 1 de Septiembre, 1976

—Este es el año, chicos. Este año finalmente pasará. Seis años de espera y finalmente valdrán la
pena.

—No puedes estar hablando de lo que creo que estas hablando, —Remus arqueó una ceja por
encima de su libro.

—Oh sí, —James estaba sonriendo como un ebrio, —Lily Evans definitivamente se va a dar cuenta
de que está loca por mí. Puedo sentirlo.

—¿Aunque, estás seguro? —Sirius sonrió, —Has sentido esto antes.

—Lo he hecho, —James asintió, respetuosamente, —Tienes mucha razón, Padfoot. Pero algo es
diferente esta vez. Puedo prácticamente saborearlo. El amor está en el aire.

—O lujuria, —murmuró Remus, dando vuelta a la página, —Probablemente solo estás pescando
las hormonas de estos idiotas. —Señaló a Sirius y Peter, quienes seguían mirando por la ventana
del tren, buscando a sus respectivas novias.

—¿A quién llamas idiota, Moony? —respondió Sirius, —No puedo evitarlo si vuelvo locas a las
mujeres con deseo.

—¡SIRIUS JODIDO BLACK, PODRÍA MATARTE! —el grito furioso de Mary pudo haber roto
el vidrio. Sirius prácticamente saltó dos metros de su asiento.

Remus asintió satisfecho.

—Locas con algo, de todas formas.

James estalló en carcajadas, casi ahogándose en los Grajeas Berti Botts de todos los sabores que
había estado masticando.

Nadie estaba más feliz por la reconciliación de Remus y Sirius que James. No dijo nada
directamente, pero tan pronto como notó que sus dos mejores amigos ya no estaban manteniendo la
distancia, estaba sonriendo de oreja a oreja, de vuelta a su usual ser travieso. Y por consecuencia,
de vuelta a su obsesión por Lily Evans.

Lily entró al compartimiento a este punto, justo detrás de Mary, quien había irrumpido como un
torbellino. Lily le sonrió a Remus y ocupó el asiento libre junto a él, él sonrió de vuelta y se
acomodaron para ver el espectáculo.

—¿¡Qué fue lo que hice!? —preguntó Sirius, ofendido.

—¿¡Realmente no sabes, cierto!? —Mary se paró con sus manos en sus caderas, una mirada de
disgusto en su rostro. Lucía espectacular cuando estaba enfadada, sus aros de oro tintinearon, sus
ojos delineados con kohl estaban muy abiertos y ardían. —¿¡Callejón Diagon!? —estampó su pie.

Los ojos de Sirius se ampliaron.

—Carajo.
—¡Vete a la mierda, Black! —Mary se giró y salió corriendo. Sirius se arrastró para seguirla a
través del corredor, justo cuando el tren empezaba a moverse,

—¡Oye, Mary, espera! ¡Lo siento…!

Remus se volteó hacia Lily,

—¿Qué hizo?

—Olvidó su cumpleaños, —Lily sonrió, —Tal parece que habían planeado encontrarse en el
Callejón Diagon y ella esperó por dos horas…

—Oh mierda, —James se pegó en la frente, —Se supone que debía recordarle…

—Ustedes dos son igual de malos, —Lily resopló. —Godric ayude a las chicas lo suficientemente
estúpidas para casarse con alguno de ustedes.

—¿Alguien ha visto a Desdemona? —preguntó Peter, distraído. Lily sacudió la cabeza y los chicos
se encogieron de hombros. Peter se puso de pie, —Los veré más tarde… —y caminó fuera del
compartimiento.

—Maldita sea. —Dijo James, —¿Qué le pasó a los merodeadores?

—Oye, yo estoy aquí, —dijo Remus, volviendo a su libro.

—¡Mi único verdadero amigo! —James sonrió, —Tú nunca me dejarías por una chica, ¿cierto,
Moony?

—Ninguna posibilidad, —respondió Remus, volteando la página de nuevo.

—Espera, —exclamó Lily, agarrando el hombro de Remus, —¿¡Por eso te llaman Moony!?

Remus le regaló una media sonrisa y asintió muy levemente. Lily lucía asombrada,

—¡No puedo creer que no me di cuenta antes!

—Espera, —James frunció el ceño, —¿Darte cuenta de qué? Es solo una broma interna, ¿cierto
Remus? Una cosa estúpida que inventamos cuando éramos niños, no es un gran secreto o algún--

—Prongs, —Remus sacudió su cabeza riendo, —Está bien; ella sabe.

Los ojos avellana de James se expandieron, y los miró a ambos. Lily soltó una risita, sus ojos
brillaban y Remus repentinamente vio exactamente por qué ella volvía tan loco a James.

—Eres un idiota, Potter. Pero por lo menos puedes guardar un secreto.

—Bueno, por supuesto, —James enderezó su espalda e infló su pecho, —Haríamos cualquier cosa
por Moony.

Remus estaba bastante emocionado por eso, y tuvo que levantar el libro para esconder su rostro.
Esperó que Lily supiera que James estaba siendo bastante honesto, y no solo llamando la atención
por su aprobación. La puerta del compartimiento se abrió y Marlene entró. Ella se había cortado el
cabello de forma prolija durante el verano, como Mia Farrow. Fue muy bueno. Ella sonrió y movió
su cabeza en saludo a sus amigos, sentándose junto a James.

—Sirius y Mary están teniendo un apropiado partido de gritos afuera, es demente. —Miró a Lily,
luego a James, luego a Remus, —¿De qué me perdí?

***

Mary perdonó a Sirius para cuando habían llegado a Hogwarts, con la promesa de que la llevaría
por un día a Hogsmeade para compensarlo. Remus estaba complacido – podía honestamente,
realmente decir eso, sin amargura. Sentía que Sirius había dibujado una línea bajo su beso, de
vuelta en el baño de los Potter, y estaba en las manos de él, Remus, de honorar y respetar esa línea.

A Sirius le gustaba Mary. Remus solo tendría que superarlo, es todo. Y sí, bien, a veces Remus
fantaseaba sobre besar el hueco en la clavícula de Sirius, sobre trazar una línea desde el fondo de
su garganta hasta su ombligo - ¿¡y qué!? Ese era puramente el problema de Remus. Tendría que
centrar su atención en otra parte. Tal vez Christopher se había vuelto deslumbrantemente atractivo
por el verano.

El banquete y el sorteo fueron magníficos y tranquilizadoramente predecibles como siempre. Los


amigos hablaron sobre sus nuevos itinerarios (Lily estaba extremadamente decepcionada al
descubrir que Remus había decidido dejar Pociones, pero prometió hacerle competencia en
Encantamientos), sus veranos (evadiendo con tacto el cumpleaños de Mary) y la presión inminente
de los ÉXTASIS. Todo felizmente normal, Remus pensó para sí mismo mientras terminaban sus
postres y se levantaban, bostezando, listos para la cama.

—Estoy muerto, —dijo James, estirándose, —Esta será una noche temprana, ¿eh, Marlene?
Práctica a primera hora--

—Oh no, Potter, tu vienes conmigo. —Dijo Lily severamente. Él pestañeó, como su no pudiera
creer su suerte. Ella frunció el ceño, —Tenemos que guiar a los de primer año a la cama - ¿¡ya
olvidaste que eres un prefecto!?

—Oh mierda, seh -- o sea carajo -- o sea… uuuups.

Lily hizo una seña de desaprobación, levantándose,

—Tendremos que trabajar en tu lenguaje, también. Vamos. —Ella miró a los otros, —La
contraseña es ‘corazón de león’.

Ellos le agradecieron, y se adelantaron, dejando atrás a James, luciendo confundido pero


agradecido.

Sirius se dejó caer en el sofá más grande y cómodo de la sala común, tomando suficiente espacio
por tres personas. Mary se le unió con una sonrisa indulgente, descansando sus pequeños pies por
encima de sus piernas del chico. Peter y Marlene empezaron un juego de ajedrez en la alfombra
frente al fuego, y Remus tomó su libro. Todo como debe estar, sonrió pacíficamente.

Un capítulo después, Sirius evidentemente se había aburrido.

—¿Entonces, cuando es nuestra primera fiesta? —preguntó a la habitación en general.

—Nuestro primer partido es en Noviembre, —dijo Marlene desde el piso, sus ojos en el juego. No
podías desviar la mirada por un momento cuando estabas jugando con Peter – nadie sabía cómo lo
hacía. —Puedes organizar la fiesta de la victoria si quieres, Black.

—Falta muuuucho para eso. —Ronroneó Mary, —¿Halloween? Cerca de tu cumpleaños. Podemos
hacerla después del banquete.
El estómago de Remus rugió a la mención de un banquete. Dejó su libro a un lado,

—Me pregunto si hay tiempo para bajar a las cocinas…

—No puedes posiblemente tener hambre, —Sirius arqueó una ceja, —¡Te repetiste tres veces el
postre!

—Probablemente tienes razón. —Remus suspiró y se instaló de vuelta en el sillón. Se movió de


lado, colgando sus largas piernas sobre el extremo, quitándose sus zapatos sucios, y volviendo a su
libro. Era Dickens – Los papeles póstumos del Club Pickwick – y divertido, pero seco, de forma
que realmente tenías que concentrarte en orden de encontrar las partes divertidas.
Desafortunadamente, un estómago lleno, un largo día y una cálida chimenea no condujeron a la
concentración, y Remus pronto se quedó dormido.

Debió haber pasado solo una media hora, cuando Remus despertó de golpe al sonido de risas
estridentes.

—¡Quédate quieto Potter!

—¡Estoy tratando!

Remus pestañeó un par de veces, confundido y mareado. Miró alrededor para encontrar a Pete y
Marlene rodando sobre la alfombra riendo, Mary de pie junto a Lily cerca del espacio del retrato,
donde James parecía estar realizando un muy complicado y vigoroso jig Irlandés. Remus sonrió
somnoliento, y se sentó, su espalda estaba adolorida de dormir todo doblado como una reposera. Se
giró a la izquierda, solo para hacer sonar el cartílago en su cuello, y atrapó a Sirius mirándolo con
una suave sonrisa inconsciente. Remus arqueó una ceja, lo que pareció romper el hechizo, y Sirius
pestañeó, luego apartó la mirada, rápido.

—¿Qué pasó? —estaba preguntando Mary, con las manos en sus caderas,

—Tonto idiota estaba llamando la atención, como siempre. Su hechizo rebotó en una armadura y
se devolvió. —Lily estaba medio riendo, medio tratando de arrinconar a James por suficiente
tiempo para conjurar el contra-hechizo.

—¿¡A quién estabas tratando de hechizar!? —Sirius se levantó ahora, cruzando la habitación.

—Jodido Mulciber, —dijo James, un cómico ceño fruncido en su cara mientras sus piernas se
movían energéticamente debajo,

—Petrificus Totalus —dijo Sirius, con un bostezo. James se congeló, y cayó al piso tan rígido
como una tabla.

—¡Black! —Lily suspiró.

—¿¡Qué!? —Sirius sonrió, —¡Solo estaba tratando de ayudar!

Remus soltó una risita, aún estirándose. Probablemente era hora de dormir. Se levantó lentamente,
mientras que Sirius, Mary y Lily se pararon junto a James, discutiendo sobre que hechizo romper
antes – el hechizo danzador o el petrificador – y Sirius estaba en favor de simplemente levitarlo a
la cama así.

Justo cuando Remus se estaba encaminando en dirección al dormitorio de los chicos, vislumbró a
Christopher. El chico de quinto año estaba bajando las escaleras, con una brillante insignia de plata
de prefecto clavada orgullosamente en su pecho. Desafortunadamente, Christopher no se había
vuelto increíblemente guapo durante el verano, de hecho, todo lo contrario. Obviamente había
estado en algún lugar muy caluroso y soleado por el verano, y su pálida piel Inglesa estaba
chamuscada con rojo brillante y pelándose grotescamente en su nariz.

Se miraron fijamente por un momento, antes que Christopher mirara a sus pies, luego se marchó
sin una palabra. Remus sintió el aguijón de la culpa. Tendría que disculparse, en algún punto.

***

Miércoles 8 de Septiembre, 1976

—Con sus TIMOs ahora a sus espaldas, y sus ÉXTASIS en más de un año, no caigan en la trampa
creyendo que este será un año fácil. En su sexto año yacen los cimientos para sus exámenes
avanzados, y el trabajo que harán será esencial para determinar las oportunidades disponibles para
ustedes una vez que dejen la escuela…

Remus luchó para ahogar un bostezo. Podría haberse sentido nervioso, preocupado, impulsado a la
acción – y lo había estado. La primera vez que escuchó este discurso. Estaban a medio camino de
la primera semana de sexto año, y hasta ahora cada profesor había hecho algún tipo de variación en
su propia charla. Esta mañana, el sermón lo estaba dando el Profesor Flitwick, y por lo tanto lo
hacía ligeramente más interesante por su pequeña voz chillona.

Remus miró afuera de la ventana. Era la luna llena esta noche, y estaba inquieto. Tenía una horrible
sensación al respecto, al igual que sus punzadas tempranas y oleadas de adrenalina. Era la primera
luna llena que pasaría con los merodeadores desde esa terrible noche en Junio. Era la primera luna
llena después del ataque hombre lobo en Agosto – desde que había huido de St Edmunds.

Los asesinatos sonaban fuerte en su mente. La familia se llamaba Munday – ambos padres habían
sido hijos de muggles. Había estado en los periódicos, y Remus había leído todo lo que pudo
mientras estaba donde los Potters. Buscó de arriba abajo por una mención de Greyback, por una
imagen, una descripción – lo que sea. Si este… hombre estaba detrás de él, entonces necesitaba
estar armado con información. Pero no había nada. La prensa no estaba publicando nada más de lo
que Moody ya le había dicho.

La carta para Ferox la había escrito hace casi una semana ahora. Estaba quemando un hoyo en el
bolsillo trasero de Remus. Había estado esperando tener un chance para escabullirse a la lechucería
solo.

Querido Profesor Ferox,

[sabía que Ferox ya no era un profesor, pero no sabía de qué otra forma llamarlo, y no podía
obligarse a dirigirse a él con algo tan familiar como ‘Leo’.]

Espero que esté bien que le escriba. Tenía algunas preguntas y no podía pensar en nadie más que
podría saber. Hablé con Alastor Moody mientras estaba quedándome con los Potters este verano,
y dijo que usted está bien. Espero que no esté en ningún lugar muy peligroso.

Moody me dijo que la familia Munday fue asesinada por Greyback. Dijo que Greyback podría
intentar buscarme, y hacer que me una a él. Espero que sepa que nunca me uniría a ese lado.
Aunque, quiero estar preparado si viene a por mí. ¿Puede decirme algo útil? Ni siquiera sé cómo
luce.

Lamento molestarlo con esto, pero realmente usted es la única persona a la que le puedo
preguntar, porque usted conoció a mi padre, y me conoce a mí.
Gracias,

Remus J. Lupin.

Sabía que se supone que las cartas terminaban ‘completamente suyo’ o ‘fielmente suyo’, o algo
así, pero parecía algo tonto y formal. Le preocupaba que Ferox pudiera pensar que estaba tratando
mucho de parecer maduro.

—¿Moony? ¡Arriba despierta! —Sirius sacudió su hombro.

—¿¡Qué!? —Remus levantó la mirada, pestañeando y aturdido. Sirius estaba de pie junto a él, y
todos los demás estaban empacando sus cosas,

—La lección terminó, tontito. ¿A dónde te fuiste?

—Solo me distraje, —respondió Remus. Se enderezó y guardó su propio surtido de plumas y


pergamino dentro de su bolsa de libros, poniéndose de pie.

El rostro de Sirius se suavizó. Se inclinó y dijo muy bajo,

—¿Es por esta noche? ¿Estás nervioso?

Remus en parte se encogió de hombros, en parte le dio una sonrisa aseguradora,

—No más que de costumbre.

—Estamos libres ahora, —dijo Sirius, animadamente – él estaba disfrutando demasiado su


itinerario ÉXTASIS, habiendo dejado cuatro asignaturas. —¿Quieres pasar a los invernaderos?

—Nah, —Remus sonrió, —Está bien. Yo de hecho… tengo que ir a la lechucería. Tengo que
enviar una carta.

—¿Oh sí? Iré contigo, James tiene otra jodida reunión de prefectos. Juraría que tú nunca fuiste a
tantas reuniones,

—Nah, como que se lo dejaba todo a Evans, para ser honesto, —Remus sonrió malicioso, —Por
supuesto, yo no estaba tratando de impresionarla.

Sirius rio,

—Jodidamente cierto – por lo menos sabes dónde están tus prioridades, Moony. ¿Para quién es la
carta?

—Eh… ¿te molesta no preguntar? —Remus miró hacia abajo, mientras dejaban la sala de clases,
caminando con un paso más largo que de costumbre así que Sirius tendría que caminar más rápido
para alcanzarlo. Era un truco fácil, pero tenía que haber algún beneficio por ser alto.

—Oh, por supuesto, amigo. —Sirius asintió respetuosamente, —No me prestes atención, solo
estoy aburrido, sabes.

Había estado extremadamente flexible últimamente, ansioso por surtirle a Remus con cualquier
prestación que pidiera. Remus pensó que probablemente se podría librar con besuquear a Mary en
la mesa del comedor de Gryffindor con la bendición de Sirius, de la forma que eran las cosas.

Llegaron a la lechucería rápido – con la luna menguante los niveles de energía que Remus estaban
sobre el techo – luego uno detrás del otro subieron la estrecha escalera de caracol final.
La lechucería era un lugar hermoso, según los estándares de cualquiera (siempre ignorando el olor
a mierda de pájaro) con la mejor vista de cualquier lugar del castillo. Era un brillante y espacioso
lugar con altas vigas, llenadas con los suaves sonidos de los búhos posados. Sirius obedientemente
esperó a una respetable distancia mientras Remus seleccionaba el búho de mejor aspecto (no tenía
idea de dónde estaba Ferox, o que tan lejos, y quería un ave que estuviera a la altura del trabajo),
amarró su carta y lo dejó ir a través el gran ventanal.

Sirius se estaba inclinando por la ventana del lado opuesto, mirando hacia abajo al bosque
prohibido.

—¿Qué tan lejos crees que llegamos, el año pasado? —preguntó, —Un par de kilómetros por lo
menos…

—Por lo menos, —convino Remus, uniéndose en el alfeizar de la ventana.

—¿Crees que podemos alcanzar esas montañas? Hay cuevas, apuesto. Cuando era pequeño
realmente me hubiera gustado vivir en una cueva. Reggie y yo íbamos a escapar de casa e íbamos a
habitar cuevas.

—Rarito, —Remus sacudió su cabeza. —Te congelarías.

—Seh, Bueno no piensas sobre ese tipo de cosas cuando tienes siete, ¿no?

—Supongo. Nunca realmente pensé sobre escapar, honestamente. Muchos chicos lo hacían de
hecho, pero la policía normalmente los llevaba de vuelta. Matrona solía decir que si uno de
nosotros se perdía no importaba – aun así le pagaban, al final de la semana.

—Moony, eso es…

Remus soltó una risa, y se movió,

—Vamos, salgamos de aquí, tengo hambre.

Empezaron a descender la torre lentamente por la escalera de caracol, pero tuvieron que detenerse a
medio camino cuando escucharon pasos subiendo. El estómago de Remus se revolvió cuando vio
que era Christopher. Se había recuperado un poco de su quemadura de sol, pero aún tenía un brillo
caliente alrededor de sus mejillas y nariz. Se congeló cuando vio a Sirius, con Remus justo detrás
de él.

Los dos chicos se aplanaron hacia la pared lo mejor que pudieron para dejarlo pasar.

—Hola, Chris, —Remus sonrió, cortésmente.

—Hola. —Respondió Christopher, sin hacer contacto visual. Ah. Definitivamente aún estaba
molesto por la forma en que Remus le había hablado al final del término pasado. Remus había
estado preocupado de eso – pero supuso que necesitaba un poco un balde de agua helada. El pin de
plata destelló en las túnicas de Chris, y Remus intentó no hacer una mueca de dolor. Podía sentirlo
en sus dientes, una sensación de mareo y vómito.

—Bien hecho siendo prefecto, —dijo, tratando de sonar amigable y alentador.

—Seh… gracias. —Christopher asintió. Aún no levantó la mirada, exactamente, pero intentó mirar
el espacio sobre el hombro izquierdo de Remus, y le regaló una débil sonrisa mientras pasaba.

La proximidad a la plata era extremadamente desagradable, y la cabeza de Remus se revolvió,


mareándolo. Cuando Christopher pasó a ambos, Remus se tambaleó hacia adelante y tuvo que
agarrar el hombro de Sirius para mantenerse en balance. Se tuvo que concentrar en su respiración
para evitar desmayarse hasta que Christopher alcanzó la lechucería, y apenas notó que Sirius había
deslizado un fuerte brazo por su espalda para sujetarlo.

Cuando abrió sus ojos, y el mareo había pasado, Remus pensó que debieron haber sido solo unos
pocos segundos que se quedaron así, sujetándose al otro en la oscura escalinata. (Tengo que dejar
de quedar atrapado en lugares confinados con él, la parte lógica del cerebro de Remus le
reprendió.) Se dio cuenta que había estado apretando el hombro de Sirius bastante fuerte, y lo dejó
ir rápidamente, dando un paso atrás y ajustando sus túnicas.

—Lo siento, —dijo, —Me tomó por sorpresa,

—Está bien, —Sirius sonrió, dándose la vuelta y caminando bajo las escaleras de nuevo, —Otra
razón para odiar a los prefectos, ¿eh?
Sexto Año: Octubre

Sábado 9 de Octubre, 1976

—Ugh, —Remus se tambaleó poniéndose de pie mientras la transformación se completaba y su


cuerpo se acomodaba de vuelta a su forma humana.

—¿Eso no pareció tan malo? —dijo James, justo habiéndose transformado él mismo.

—Depende a que te refieras con malo, —Remus hizo una mueca, poniéndose sus pantalones
rápido.

James desvió la mirada, cortésmente para preservar su modestia, y Sirius, todavía un perro, se
acercó con la polera de Remus en su boca, ofreciéndola con la cabeza ladeada. —Gracias Padfoot,
—Remus sonrió. Quería acariciar al perro en la cabeza, y tuvo que seguir recordándose que este era
Sirius.

—Gracias a merlín que es Sábado, —James bostezó, tomando asiento en un sillón destartalado. Se
hundió tristemente bajo su peso, los resortes chirriaron.

—Seh, si Madam Pomfrey me deja salir de la enfermería, probablemente me vaya derecho a la


cama de todas formas, —respondió Remus, ahogando un bostezo, y acostándose en su catre.

—Tienes suerte, —dijo Peter, apareciendo de la nada, en una alejada esquina de la habitación, —
Se supone que voy a llevar a Dezzie a Hogsmeade a las once. Prongs, ¿no tienes que conducir a los
de tercer año?

—Nah, —James bostezó de nuevo, ruidosamente, —Ahora que Evans sabe sobre el pequeño
problema peludo de Remus me está dando algunas libertades. Ese niño de quinto año con la
quemadura de sol lo va a hacer en mi lugar.

—Evans no sabe nada más, ¿o sí? —Sirius finalmente reapareció, uniéndose a James en el sillón.

James sacudió la cabeza, inclinándose hacia atrás en el sofá y cerrando los ojos. —Oye, —Sirius lo
empujó, —Tenemos que irnos pronto, no te duermas.

—Váyanse ustedes, —murmuró Remus, —Descansen un poco. Gracias por venir, y todo eso…

—¿Vienes a Hogsmeade, Moony? —preguntó Sirius, jalando a James para levantarlo, —¿Tres
Escobas?

—No puedo, —Remus sacudió su cabeza, —¿No les dije? Revocaron mi permiso. Después de los
ataques…

—¿¡Qué!? —Sirius lucía indignado, —¡No pueden castigarte a TI por algo que otro bastardo hizo!

—¡Shhh! —Remus movió su mano, frunciendo el ceño. Madam Pomfrey podría estar en camino
bajo el túnel – además, tenía dolor de cabeza, —No es para castigarme, es por mi seguridad. Ahora
piérdanse, todos ustedes.

Se fueron justo a tiempo, Madam Pomfrey entró a la cabaña solo unos minutos más tarde. Lo
examinó rápidamente, y, satisfecha, acompañó a Remus de vuelta al castillo. Le prescribió unas
pocas horas de sueño en la enfermería, que él estaba más que feliz por aceptar. Con todos sus
amigos en Hogsmeade, no había mucho que se estuviera perdiendo.

Despertó alrededor del almuerzo, su estómago rugía como de costumbre. Madam Pomfrey
evidentemente había anticipado esto; había un plato de fiambres y pan en su mesita de noche, junto
con un bowl de fruta y una gran copa de jugo de calabaza, que vació primero.

Remus estaba tan hambriento, de hecho, que no notó la carta puesta encima del bowl de fruta entre
dos manzanas hasta que estaba bien inmerso en la construcción de su segundo sándwich. Cuando
vio que estaba dirigida para él en una manuscrita familiar de los cientos de ensayos devueltos de
Cuidado de Criaturas Mágicas, casi dio vuelta su plato en su afán de abrirla.

Querido Remus,

Es un placer escuchar de ti, no me importa en lo más mínimo.

No puedo revelar mi presente locación, pero te aseguro que estoy tan a salvo como me es posible
estarlo. Me alegra saber que estás bien – Dumbledore me contó sobre tus resultados en los
TIMOs. Estoy increíblemente orgulloso de ti, Remus, sé que debiste haber trabajado muy duro.
Sigue así y te prometo que nada puede detenerte.

Es perfectamente natural que quieras saber más sobre Greyback. Solo desearía tener más que
contarte. Me temo que nunca he trabajado con ningún caso relacionado a hombres lobo en el
ministerio – y si quieres mi opinión, nadie ha hecho más investigaciones útiles sobre licantropía
desde tu padre – y como sabes, estaba bastante equivocado sobre un número de cosas.

Sé que Greyback era un mago peligroso antes de ser mordido, y es uno de los hombres más crueles
de los que he escuchado – salvo por Voldemort mismo. El consejo que lo liberó contra los deseos
de tu padre creían que era un vagabundo muggle – tomaría esto como que significa que se viste
andrajosamente, es un hábil manipulador.

Lamento no poder darte más que esto. Sin embargo, quiero enfatizar que la cosa más importante
que sabemos de Greyback es que él es peligroso. Si tienes incluso la más leve sospecha de que sabe
dónde estás, entonces debes contactar a Dumbledore inmediatamente. Solo Dumbledore puede ser
confiado.

La mejor de tus suertes con tus ÉXTASIS.

1. Ferox.

Remus leyó esto dos veces, luego leyó el primer párrafo una vez más, solo por la fascinación.
‘Estoy increíblemente orgulloso de ti, Remus’. Qué cosa más maravillosa. No había sólida
información ahí, por supuesto. Nada que Remus ya no había considerado – por supuesto que
Greyback debe lucir como un vagabundo; esa es la mejor forma de evadir llamar la atención. Y
Remus era la última persona que necesitaba escuchar que tan peligroso era este hombre. La carta
de sintió preciosa, a pesar de todo. Solo los merodeadores le habían escrito antes.

—Buenas tardes querido, —Madam Pomfrey emergió detrás de las cortinas. Ella tenía un sexto
sentido para saber cuándo estaba despierto.

—Hola, —le sonrió, con las alentadoras palabras de Ferox aún en mente.

—Estás de buen ánimo, —le sonrió de vuelta, —Aunque no te culpo - ¡una noche casi perfecta!
Eres libre de irte tan pronto como quieras.

—Gracias, —columpió sus piernas fuera de la cama enseguida, luego levantó la mirada, rápido, —
Eh… ¿Madam Pomfrey? ¿Puedo preguntarle algo?

—Por supuesto, Remus, —respondió, ocupándose desmontando su cama ahora que la había
dejado. Lo hizo con un movimiento de su varita, en una de las más elegantes y simples magias que
Remus había visto.

—Me gustaría aprender sobre hechizos sanadores. Solo cosas básicas – no soy bueno en Pociones
– de hecho, lo dejé.

—Mm, lamento escuchar eso, —dijo, ordenando su mesita de noche ahora, —La realización de
pociones es una habilidad útil.

—Claro, pero solo quiero ser capaz de curarme después de una luna llena – una vez que la escuela
termine, ya sabe…

Madam Pomfrey detuvo lo que estaba haciendo y se sentó en la cama para mirarlo. Cuando era un
niño pequeño, quedaban a la altura de los ojos cuando ella se sentaba. Ahora ella tenía que mirar
hacia arriba mientras que él le superaba en altura, y pensó por primera vez que era una mujer muy
pequeña. Nunca había olvidado la mañana que lo había sujetado entre sus brazos, y lo seguro que
le había hecho sentir entonces. Él probablemente podría levantarla ahora, si quisiera, y de alguna
forma ella todavía le daba la misma sensación de seguridad.

—Está bien, Remus, —dijo, después de estudiarlo, —Le enseño a una pequeña sección de
estudiantes las bases de sanación los Martes en la tarde. Eres bienvenido para unirte, si lo deseas,
aunque no tiene ninguna calificación.

—¡No sabía que usted hacía eso!

Ella sonrió afectuosamente, levantándose de nuevo y continuando con su trabajo.

—Es para preparar a los estudiantes que quieren empezar su entrenamiento como sanadores una
vez que hayan dejado Hogwarts. Solo pude suponer que sanación no era el camino que habías
tomado como carrera cuando hablaste con la Profesora McGonagall el año pasado,

—Oh sí, claro… —frotó su nuca, levemente avergonzado. Nunca había pensado sobre sanación –
más que nada porque pensó que probablemente involucraba mucho de pociones, pero también
porque estaba bastante seguro que nadie querría contratar un hombre lobo para cuidar gente
vulnerable.

La sala común estaba casi vacía, siendo un día soleado de otoño y un fin de semana de
Hogsmeade. Remus entró al dormitorio bastante ruidosamente, permitiendo que la puerta se cerrara
de golpe. James se sentó en su cama, sorprendido,

—¡Maldita sea!

—¡Oh, lo siento! —Remus se encogió, —¡Pensé que estarían en Hogsmeade!

—Íbamos a ir, —Sirius se giró en su propia cama, bostezando, —Pero nuestras camas lucían tan
cómodas…

—Maldición, no quería dormir tanto. —James se levantó, estirándose. —Iba a pasarle a Rosmerta
un poco de dinero para el whisky ardiente para Halloween, también.

—No te preocupes, conseguí que Peter lo hiciera. —Respondió Sirius, acostándose en su espalda,
sin hacer señales de que planeaba levantarse en absoluto. —¿Es hora de almorzar?
—Seh, —Remus sonrió, complacido de tener a sus amigos por una tarde que había esperado que
fuera muy aburrida y solitaria. —¿Deberíamos bajar?

—Déjame tomar una ducha primero, —James asintió, caminando somnoliento hacia el baño. —
Ugh, y realmente tengo que empezar el ensayo de Defensa Contra las Artes Oscuras en patronuses
- ¿alguno de ustedes lo ha hecho?

—Bosquejado, —dijo Remus, revisando una pila de su propia tarea, —Puedes echarle un vistazo si
quieres, pero apuesto que lo sabes mejor que yo de todas formas.

—Apenas he tenido tiempo para leer, —gritó James desde el baño. Nunca cerraba la puerta, y
trataba todos los lugares como los camarines de quidditch, —Con el próximo juego y estas
patrullas de prefecto – no es que me esté quejando por ellas… aunque los patronuses se ven
bastante cool, quiero ser el primero en lograrlo.

Remus no respondió, pero pensó que James probablemente sería el primero en conjurar un
patronus. No solo porque era el mejor en el año en Defensa Contra las Artes Oscuras, pero – de
acuerdo a los libros que Remus había leído hasta ahora, de todas formas – parecía que tenías que
ser capaz de conjurar un recuerdo feliz y extremadamente rápido. James parecía ser el más
probable en lograr esto. Remus pensó que probablemente podría lograrlo también – pero tal vez no
muy rápido. Hizo una nota mental para pensarlo más antes de la lección práctica.

—Entonces, sorteamos el alcohol, —estaba diciendo Sirius – fuertemente, para que James pudiera
oírlos por encima del agua corriendo, —La comida es fácil – y será justo después del banquete, de
todas formas, entonces nadie tendrá hambre excepto Moony.

—Jódete. —Dijo Remus, alegremente, instalándose en su propia cama, aun tratando de pensar en
recuerdos felices.

—Decoraciones… —continuó Sirius, sonriendo, —Bueno le pedí a Avni en Hufflepuff que haga
algo creativo con calabazas, entonces veremos cómo eso resulta… entonces todo lo que
necesitamos es música. ¿Harás eso de nuevo, no, Moony?

Remus se encogió de hombros,

—Podría hacerlo, pero la última vez todo el mundo puso solo lo que querían de todas formas. —No
quería admitir que no estaba esperando particularmente la fiesta de Halloween. No era que no
amara emborracharse con whisky ardiente y ver a James comportarse como un imbécil en la pista
de baile. Pero no podía quitarse el recuerdo de la última fiesta de Gryffindor en la sala común, y
como había terminado para él.

—Está bien, —Sirius le aseguró, —Solo pon en marcha los primeros discos. Eh… algo que puedan
bailar, ¿esta vez?

Remus sonrió y arqueó una ceja,

—Puedes bailar a Pink Floyd, si lo intentas lo suficiente.

—Sé que tienes estándares, pero eh… Mary preguntó si ¿podías poner algo que ABBA, tal vez? —
preguntó Sirius con una suave mueca, como si le causara dolor físico.

—Oh, Jesús, —Remus se dejó caer en su cama, dramáticamente, dejando un brazo encima de su
rostro, —Perdóname.

Sirius rio, lo que incluso hizo a ABBA valer la pena.


—¡Mierda! ¡Mary! —gritó James desde el baño.

Sirius frunció el ceño,

—¿Qué? —gritó de vuelta.

James salió corriendo del baño, completamente empapado y goteando en las losas del piso, una
toalla alrededor de su cintura.

—¡Mary! —dijo de nuevo, —¡Se supone que la ibas a invitar a Hogsmeade, para compensarle por
su cumpleaños!

—Oh, maldita mierda. —Sirius golpeó su cabeza, irritado, —¿¡Cómo lo sigo olvidando!?

—No es tu culpa, amigo, —dijo James tomando otra toalla para secar su cabello, desordenándolo
aún más en el proceso. —Has estado ocupado.

Remus pensó que esto era extremadamente caritativo de James, y de hecho un poco una mentira,
realmente. Sirius era el menos ocupado de los merodeadores – casi nunca se molestaba con su
tarea, no estaba en el equipo de quidditch, no hacía nada extracurricular, y estaba tomando menos
asignaturas incluso que Peter. Además de las detenciones y su dedicado compromiso a las bromas
prácticas, Mary era la otra real preocupación de Sirius.

—Ah, bueno, ella me perdonará. —Sirius suspiró, —La invitaré a salir la próxima vez, y realmente
volverme loco el Día de San Valentín.

—Faltan meses para eso, —le recordó Remus.

Sirius se encogió de hombros. James sacudió su cabeza, poniéndose sus lentes y hurgando en su
armario por ropa,

—Es tu funeral, amigo, —dijo, —Vas a perder a esa chica si no tienes cuidado.

El corazón de Remus saltó.


Sexto Año: Halloween
Chapter Notes

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Martes 26 de Octubre, 1976

Abordar el Expreso de Hogwarts en Septiembre.

Escuchar a David Bowie

Escuchar a T-Rex

Navidad donde los Potters

Ganar un juego de ajedrez

Empezar un libro nuevo

Terminar un libro nuevo

La voz de Grant en el teléfono

Una broma perfectamente ejecutada

Vencer a Sirius en Historia

Vencer a Sirius en todo

Correr a través del bosque a toda velocidad con Padfoot

La sonrisa de Sirius Black

Besuquear a Sirius…

—Ugh, ¡concéntrate! —murmuró Remus, furioso, para sí mismo mientras caminaba por los
corredores hacia la enfermería. Un grupo de Slytherins de primer año que estaban pasando junto a
él saltaron frente a su arranque, luego se escabulleron, susurrando. Oh genial, pensó Remus,
apuesto que Snape ya les dijo todo sobre Loony Lupin. Hablar solo realmente ayudará…

Iba en camino a su primera sesión de estudio con Madam Pomfrey y los estudiantes adelantando su
entrenamiento de sanadores, y estaba usando su tiempo libre para listar todos sus recuerdos más
felices. Solo un recuerdo en particular seguía irrumpiendo. Si mi patronus es un perro negro, se
dijo, tendré que irme de Hogwarts para siempre y nunca más mostrar mi cara.

—¡Hola, Remus! ¿Qué estás haciendo aquí?

Había alcanzado la enfermería ahora, y encontró a Marlene esperando afuera, sonriéndole,


aferrando un gran texto contra su pecho.

—Hola, —le sonrió de vuelta, —Estoy aquí para las lecciones de sanación.

—¡Oh wow! ¡No tenía idea que querías ser un sanador! —su sonrisa se hizo más grande.

—Eh… bueno seh, o sea solo estaba interesado… ¿qué hay de ti?
—¡Oh sí, siempre ha sido lo que he querido ser! —dijo orgullosamente.

Remus intentó parecer no haber sido tomado tanto por sorpresa. Esa se sentía como el tipo de cosa
que debía saber de sus amigos – pero entonces, Marlene siempre había sido un poco más privada
que Lily o Mary.

Secretamente, Remus siempre había sentido un cariño especial por Marlene. Era callada y tímida,
como él, menos abrasiva que Mary y menos mandona que Lily. Recordó una vez, en un momento
de confusión a los trece años, haber decidido que le gustaría ella. Eso le avergonzaba ahora, pero
tenía la sensación que si se lo contaba, vería el humor en ello. De hecho, ahora que lo pensaba,
Marlene tenía la inherente buena naturaleza y sensible actitud que probablemente le quedaba a una
sanadora.

Aparte de esto, durante la lección de Madam Pomfrey, Marlene era claramente la estudiante
estrella. Parecía conocer la mitad de los hechizos de antemano, y la medi-bruja con aprobación le
dijo que tenía un don natural. Marlene se sonrojó con orgullo frente a esto, y Remus se dio cuenta
que era la primera vez que la había visto tan segura de sí misma. Siempre lucía tan insegura.

—¡Caray, debería empezar a tomar lecciones tuyas! —dijo, mientras dejaban la enfermería más
tarde.

—Oh, cállate, —sonrió, tímidamente, —Me vencerás una vez que tengas tiempo para ponerte al
día.

—Lo dudo, —la empujó de forma juguetona. —¿No quieres ser una bateadora profesional,
entonces?

—¡Ja, ninguna posibilidad! —rio, —Deberías ver en el estado que está mi hermano, y solo ha sido
un profesional por unos pocos años. Aunque no me molestaría ser la sanadora de los Cannons. O
cual sea el equipo en el que Potter termine – entonces los seguiré viendo después de que termine la
escuela.

—¡Nos veremos de todas formas! —dijo Remus, —No te puedes deshacer de nosotros así de fácil.

—Eres una dulzura, Remus, —ella lo empujó con el codo. —Hey, realmente estoy esperando esta
fiesta - ¿¡los rumores son ciertos!?

—Eh…

***

El Halloween de 1976 caía un Domingo, y debido a la naturaleza de la tarde, le habían dado libre
el Lunes a los estudiantes de Hogwarts. Esto, en la mente de Sirius, no pudo haber sido más
perfecto.

Las fiestas de los merodeadores se habían vuelto de un estatus legendario, y habían susurros por
todo el castillos especulando sobre que exactamente tendrían preparado los cuatro chicos. Se
mencionaban copiosas cantidades de alcohol, potenciales fuegos artificiales – Remus escuchó un
Hufflepuff, que juraba a ojos cerrados, que habían conseguido una banda real, con instrumentos y
todo.

—¿Qué creen? —rio James, —¿Qué los estoy escondiendo bajo mi cama?... eh… aunque, podrían
tener razón sobre los fuegos artificiales…

—¡James! —Remus gruñó, —¡Eres un prefecto!


—Exacto, —sonrió, inflando su pecho, —Y tengo la autoridad de sancionar cualquier celebración
que me parezca.

Remus había empujado tentativamente a Lily frente a esta declaración – sin querer meter a James
en problemas, pero igualmente sin querer verla humillada.

—Mira, Remus, después de seis años estoy aprendiendo a solo seguir la corriente hasta donde
ustedes chicos concierne, —dijo sin quitar la mirada de sus gráficos de Aritmancia, —Si Potter y
Black quieren una fiesta, encontrarán una forma – solo voy a limitarme a extinguir hechizos y
asegurarme que nadie salga herido. Además, —y ahora sí levanto la mirada —Creo que todos
necesitan algo que los anime un poco. La guerra, ya sabes…

Eso fue, entonces. Si Lily Evans estaba de acuerdo con una fiesta, Remus supuso que él tendría que
estarlo por lo menos. Además, era una fiesta para celebrar el cumpleaños de Sirius, también, que
caía el Miércoles siguiente. Y tendrías que ser capaz de una crueldad súper-humana para privar a
Sirius Black de una celebración de cumpleaños.

Este era un punto delicado con Mary, quien había sido olvidada alrededor de dos veces ahora y
estaba perdiendo rápidamente la paciencia con su frívolo y fácilmente distraído novio. El problema
era, ella parecía tener la impresión de que Remus era la mejor persona para hablar de esto.

—No soy una idiota, —suspiró, unos días después de haber perdonado a Sirius por su último
desaire (no sin antes haber encantado todas las copas en la mesa de Gryffindor para derramar todos
sus contenidos en su cara), —Sabía cómo era antes que empezáramos a salir, y mi tía siempre
decía, ‘no puedes cambiar a un hombre…’

—Mm. —Respondió Remus, esperando sonar cariñoso y solidario. Evidentemente lo hizo, porque
ella siguió hablando,

—Y, ya sabes me gusta el hecho de que no siga las reglas, y que no le importe lo que diga todo el
mundo. Solo me gustaría que le importara lo que yo pienso…

—Estoy seguro que le importa. —Murmuró Remus.

—Aunque, no lo demuestra… y, de hecho, él no es el único chico guapo en Hogwarts. —Dijo esto


con una mirada coqueta en su rostro, mientras un alto Ravenclaw de séptimo año pasaba junto a
ellos. Roman Rotherhide – Remus había escuchado a muchas chicas susurrar sobre él. Tenía
cabello rubio enrulado, igual de largo que el de Sirius, y oscuros ojos café.

Mary lamió sus labios, sus propios ojos seguían al chico mayor mientras dejaba la biblioteca.
Remus cerró su libro de golpe,

—¿Vámonos?

***

Domingo 31 de Octubre, 1976

La tarde de la fiesta, Remus estaba acostado en su cama con las cortinas cerradas, escuchando
Diamond Dogs por la centésima vez, tratado de evadir todo lo que estaba pasando escaleras abajo.
Las chicas parecían haber unido fuerzas y convirtieron la usualmente cómoda, levemente
desordenada sala común de Gryffindor en una mezcla entre venta de artículos usados y un
mostrador de cosméticos de Boots. Podía prácticamente oler el perfume desde su cama, y hacía que
le picara la nariz.
Se estaban ‘arreglando’, Mary y Marlene le habían dicho, aunque Remus no podía ver que
significaba, exactamente – excepto que parecía involucrar muchos espejos, muchas risitas, y una
cantidad impía de fijador para el cabello.

James estaba probando nuevos bateadores para el equipo de quidditch, y Remus asumió que Sirius
estaba con él. Peter estaba ayudando a Dezzie a ‘elegir un vestido’ para la fiesta (aunque Remus
sospechaba que esta era sola una excusa; una mirada al mapa de los merodeadores le dijo que Peter
Pettigrew y Desdemona Lewis estaban solos en el baño de prefectos.)

Solo y exiliado de la sala común, Remus había considerado ir a la biblioteca – pero Christopher
estaba ahí, y parecía que estaba sentado cerca de la entrada (un error de novato – tenías mucha
mejor iluminación cerca del final junto a las ventanas), lo que significaba que Remus tendría que
decir hola, y Christopher daría alguna respuesta fría encogiéndose de hombros, y eventualmente
Remus tendría que sortear todo eso, pero justo ahora él no estaba con el jodido humor, ¿¡ok!?

Sintiéndose muy mal consigo mismo, se reclinó en la cama y levantó su varita, perezosamente
levitando el disco de su cubierta y hacia la aguja. Había sacado el tocadiscos de su lugar usual en
la repisa de Sirius y lo había dejado al final de su cama, esperando que con las cortinas cerradas
pudiera sonar lo suficientemente fuerte para ahogar las charlas agudas filtrándose por las escaleras.

‘In the year of the scavenger, the season of the bitch

Sashay on the boardwalk, scurry to the ditch

Just another future song for lonely little kids…’

—Oh, hola. —Sirius asomó su cabeza entre las cortinas. Remus se sentó.

—Hola, —respondió, inquieto, levemente avergonzado, como si lo hubiera encontrado haciendo


algo que no debería estar haciendo, —¿Quieres tu tocadiscos de vuelta?

—Nah, —Sirius movió una mano. Abrió más las cortinas, y para el horror de Remus, trepó dentro,
gateando por la cama. Se acostó en su espalda junto a Remus y escuchó el disco con él.

Estuvieron en silencio por un largo tiempo, ambos mirando el toldo rojo de la cama por encima de
ellos. Remus seguía diciéndose que Sirius se estaba comportando perfectamente normal. Él
holgazaneaba en la cama de James todo el tiempo; no significaba nada.

Finalmente, para su alivio, Sirius habló.

—Rompimos con Mary.

Ah. Entonces eso era todo. Remus arqueó sus cejas,

—¿En serio? Lo siento, amigo.

Sintió a Sirius encogerse de hombros a su lado,

—Nah, está bien. No era como que estaba enamorado de ella o algo.

—Hay más peces en el océano.

—Seh, —Sirius soltó una risita. Ambos se quedaron en silencio de nuevo. La delgada y aguda voz
de Bowie sonaba entre ellos. La primera canción terminó y el oleaje atronador de Sweet Thing
empezó. —Amo esta canción. —Comentó Sirius. Remus murmuró de acuerdo.
‘If you want it, boys, get it here thing,

Cuz hope, boys, is a cheap thing, cheap thing’

—Lo hicimos. —Dijo Sirius, repentinamente. —Mary y yo.

—Hicieron… oh. ¿Cuándo?

—En el verano. Una o dos veces desde que volvimos a Hogwarts.

—Claro. Es… o sea, ¿no te dejó por eso?

—¡No! —Sirius le frunció el ceño, —Gracias por el voto de confianza, pero no creo que fui tan
terrible. Solo rompimos, es todo.

—¿…Cómo fue?

—¿Qué rompimos?

—¡No! ¿¡…Como fue… eso!?

Sirius sonrió enigmáticamente,

—Oh seh… fue bueno. Genial. No como lo había imaginado, pero… seh, bueno.

—Bueno… bien, entonces.

—Ella es realmente hermosa. Mary.

—Seh, lo es.

‘Then let it be; it's all I ever wanted

It's a street with a deal, and a taste

It's got claws, it's got me, it's got you…’

—¿Recuerdas cuando éramos niños, y estábamos convencidos de que Bowie era un mago? —dijo
Sirius.

Remus sonrió afectuosamente al recuerdo,

—Seh, pienso que aún como que creo que lo es.

—Algún día, cuando todos vivamos en Londres, lo encontraremos, y entonces le podemos


preguntar.

Remus estalló en risas.

—¿¡Qué!? —Sirius le sonrió de vuelta.

—¡No puedes solo conocer a alguien como Bowie!

—No veo por qué no. Podemos ir a uno de sus conciertos, para averiguar donde vive. Ten un poco
de imaginación, Lupin – una vez que seamos mayores de edad podemos hacer lo que sea.

Rebel Rebel empezó a sonar. Era prácticamente el tema de musical de Sirius ahora.
—Lo que sea. —Remus sonrió travieso. —Tú ya crees que puedes hacer lo que sea.

—¿Me estás llamando arrogante? —Sirius entrecerró los ojos, sentándose. Estaba sonriendo.
Remus sonrió de vuelta.

—¿Vas a negarlo? —respondió, —Tu ego es tan grande que tiene su propia órbita.

—¡Cruel!

—Tu ego es tan grande, —Remus continuó, astutamente, —¡Que cuando estabas haciéndolo con
Mary probablemente cerraste los ojos y te imaginaste a ti!

—¡Me hieres, Lupin! —Sirius alcanzó una almohada y empezó a golpearlo con ella. Remus le
golpeó con la rodilla en la pantorrilla, dándose vuelta para tratar y detener el ataque de Sirius, pero
Sirius fue más rápido. Riendo, trepó encima de Remus, forzándolo hacia abajo, sujetando sus
muñecas por encima de su cabeza. —¡Ja! —celebró, triunfante. —¡Discúlpate!

—No. —Remus arqueó una ceja, y forcejeó por librarse. Sirius estaba sentado a horcajadas sobre
él ahora, y se preparó contra los movimientos de Remus, empujándolo hacia abajo.

—¡No puedes escapar! —dijo Sirius, —¡Te tengo, Moony!

Sus ojos se encontraron y todo fue diferente. Remus se volvió muy consciente de la falta de espacio
entre ellos, cada forma y ángulo en que el cuerpo de Sirius estaba tocando el suyo. Se movió hacia
arriba, deliberadamente, probando, y Sirius lo empujó de vuelta.

—Sirius, —susurró Remus, tentativamente, escuchando la captura de su propia voz. —¿Qué


estamos haciendo?

—Sh, —Sirius sacudió su cabeza. —Shh, —dijo Sirius de nuevo, inclinándose hacia adelante
ahora, dejando ir las muñecas de Remus, —Solo esto… solo… —su cara estaba enterrada en la
almohada junto a ellos, Remus podía sentir su respiración acelerándose por encima del estribillo de
apertura de Rock ‘n’ Roll with Me.

‘You always were the one that knew…’

—Ok, —susurró Remus. Lo haremos.

Si esto era lo que Sirius quería, Remus no iba a hacer más preguntar – no creía que tenía suficiente
sangre en su cerebro para formular una idea, de todas formas; estaba dolido, tenso con deseo, y
Sirius estaba presionándolo, contra las partes de Remus que se preocupaban más por la presión.
Empujó sus manos entre ellos buscando a tientas los botones de sus jeans. Sirius se tensó
levemente, pero lo permitió, dejando a Remus hacer todo. Dejando que Remus lo tocara.

Estaba momentáneamente tímido sobre su cuerpo – lo huesudo que su cuerpo se debía ver; lo
incómodas de sus manos. Pero pronto no hubo espacio para la timidez, Sirius seguía moviéndose, y
Remus estaba perdido, completamente perdido en la extraña familiaridad de otra persona, y el
espléndido olor del cabello de Sirius.

Terminó casi tan rápido como había empezado. Todo lo que tomó fue el ángulo correcto contra la
cadera de Sirius y Remus jadeó, estremeciéndose, viendo estrellas, y un segundo más tarde Sirius
dejó salir un gemido ahogado en las sábanas.

En los tranquilos momentos que le siguieron, yacieron jadeando y tensos. Luego Sirius se volvió a
levantar, y se quitó de encima, dando vuelta en su espalda. No dijeron nada mientras abrochaban
sus pantalones y estiraban sus ropas. Remus se negó a ser el primero en hablar.

—Me dejé llevar un poco. —Dijo Sirius, aclarando su garganta.

Remus pestañeó.

—Claro… —tragó la saliva, secamente,

—Lo siento.

—¿Qué? No, está bien.

Sirius lucía incómodo – Remus nunca lo había visto tan perdido antes.

—Voy a tomar una ducha. No falta mucho para el banquete.

—Claro. —Remus asintió de nuevo, observando a Sirius cuidadosamente bajarse de la cama y de


vuelta a las cortinas. Se detuvo y se giró rápido, luciendo ligeramente en pánico,

—¿No le dirás a nadie?

Remus resopló y sacudió su cabeza.

—Como si lo fuera a hacer.

Sirius asintió, y cerró la cortina detrás de él.

Remus se volvió a desplomar en la cama, su mente aun poniéndose al día. Si no estuviera tan
confundido, estaría furioso.

Chapter End Notes

'Boots' es una cadena Británica farmacéutica que vende maquillaje y artículos de


belleza.
Sexto Año: Fiestas y Pústulas
Chapter Notes

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He's in love with rock'n'roll, woah

He's in love with gettin' stoned, woah

He's in love with Janie Jones, woah

He don't like his boring job, no

And he knows what he like to do

He knows he's gonna have fun with you

You lucky lady!

Domingo 31 de Octubre, 1976

El banquete de Halloween en Hogwarts fue tan terrible que la primera cosa que hizo
inmediatamente después fue emborracharse tanto como fuera humanamente posible.

No fue terrible en ningún sentido externo, por supuesto. La comida estaba deliciosa, como siempre
– un glorioso asado de cerdo dorado con crujiente de manzana cubierto de un flan amarillo
pegajoso para el postre. Solo fue terrible para Remus. Sirius no estaba siendo grosero, o frívolo –
ni siquiera estaba tratando de evadir a Remus. Era exactamente su espantosa dedicación a la
normalidad lo que lo hacía tan terrible. Sonreía. Reía. Bromeaba. Llamaba a Remus ‘Moony’ sin
un rastro de vergüenza. Remus no tenía más opción que seguirle la corriente – después de todo,
había prometido no decirle a nadie.

Válgame, no tenía la menor idea de cómo le diría a alguien una cosa como esa.

“Oye, James, ¿alguna vez Sirius ha ido a la cama contigo y después como que se terminaron
tocando un poco?”

Oh dios, ¿¡qué pasa si lo había hecho!? También estaba Lily, por supuesto, la persona más
comprensiva que Remus conocía después de James – aunque la idea de hablarle a una chica sobre
ese tipo de cosas era mortificante. Mary era la persona más sexualmente experimentada que Remus
conocía – y él absolutamente, cien por ciento, no podía hablarle a ella sobre Sirius.

No era que ella estuviera molesta. Cuando la fiesta estaba al máximo (Remus bajó tres shots de
whisky tan pronto como se presentó la oportunidad), Mary bajó del dormitorio de las chicas
vestida para matar en un muy apretado vestido rojo, que hizo incluso a Remus mirarla por unos
segundos. Roman Rotherhide de Ravenclaw fue el primero en ofrecerle una bebida, y los dos
pasaron el resto de la tarde completamente absortos entre ellos, de una u otra forma.

Remus se escondió junto al tocadiscos por un momento, deliberadamente poniendo los más
abrasivos, menos bailables discos que pudo encontrar. The Stooges’ We Will Fall, rápidamente
seguido por Sister Ray, luego un poco de Captain Beefheart para asegurarse. Eventualmente fue
dominado por un grupo de chicas de cuarto año que se confabularon contra él sujetando los LPs de
David Cassidy y Bay City Rollers. Después de eso, se dedicó al bowl de ponche.
Sirius estaba teniendo un buen momento, obviamente. Él y James fueron anfitriones gregarios,
como siempre, haciendo las rondas como los buenos herederos sangre-pura que eran. La sala
común se seguía llenando mientras cada estudiante venía de todas partes del castillo, y se hizo tan
caluroso que Remus terminó tomando una botella de Infusión de Brujas que había llenado con
whisky, y se sentó solo junto a la ventana abierta fumando en cadena.

Marlene se acercó en algún punto, para ver si estaba bien, y para preguntar si Sirius estaba viendo
a alguien, ahora que él y Mary habían terminado. Remus frunció el ceño frente a la mirada
esperanzada en sus ojos y le dijo que no le importaba una mierda. Ella frunció el ceño, pero lo dejó
solo después de eso.

Alrededor de las nueve en punto, las cosas se volvieron muy borrosas. La última cosa que
recordaba era la perfecta presentación de Peter y Desdemona de Paradise by the Dashboard Light
(confía en Peter para que le guste Meatloaf, de toda la música muggle en el mundo). Remus
vagamente recordaba sonreír estúpidamente mientras el par se columpiaba alrededor de la
habitación, rojos y sudados pero teniendo el momento de sus vidas, cantando el dueto a todo
pulmón.

You gotta do what you can

And let mother nature do the rest

Ain't no doubt about it

We were doubly blessed

'Cause we were barely seventeen

And we were barely dressed...

La siguiente cosa que supo Remus, estaba en el baño del dormitorio, inclinado sobre el inodoro,
vomitando sus entrañas. Debió haber llegado un poco tarde, porque su polera y pantalón estaban
mojados y apestaban. La habitación se giró y sacudió, y se acostó en las calmantes baldosas
heladas, mientras los últimos compases de Rebel Rebel sonaban desde las escaleras.

—¡Oye, Moony! Despierta amigo, —la voz de James retumbó en su cabeza palpitante unas horas
más tarde.

—Gnuuughh.

—Maldita sea, —James suspiró, —¡Scourgify! Vamos, arriba, es el turno de Padfoot de vomitar…

Remus pestañeó a la luz brillante, e intentó ponerse de pie. Su baño era pequeño para empezar,
solo había espacio para un lavabo, un baño y una bañera. No había realmente espacio para tres
chicos larguiruchos de dieciséis años, dos que estaban tan ebrios que apenas se podían mantener de
pie. Remus retrocedió hacia el lavabo mientras Sirius se arrojaba al inodoro, ruidosamente
vomitando. Afortunadamente su cabello estaba atado.

Remus pestañeó de nuevo, mirando atontadamente por un momento, antes que James lo jalara del
brazo,

—Vamos Moony, amigo mío, hora de la cama, ¿eh?

—Mm. —Murmuró, sintiéndose infantil e inútil. Permitió que James lo condujera fuera del baño y
hacia su cama. Ugh. Las sábanas aún estaban desordenadas, y el tocadiscos de Sirius seguía
encaramado precariamente al pie. James lo movió mientras Remus trepaba bajo las mantas, aún en
sus jeans y calcetines.

—Pfft, se supone que tú eras el responsable, —James resopló, bromeando, mientras cerraba las
cortinas. —Buenas noches, Moony.

—Jaaaaames… —lloriqueó Sirius desde el baño. James hizo un gesto de desaprobación con la
cabeza, y Remus cerró sus ojos.

La resaca al día siguiente fu tan horrenda que Remus pensó que probablemente no bebería nunca
más.

***

Miércoles 10 de Noviembre, 1976

La semana siguiente, Remus estaba completamente tenso cuando Sirius estaba cerca. Ni siquiera
estaban solo los dos – y era difícil saber si esto había sido ideado por Sirius, o si era una
consecuencia de estar en un internado. Seguramente, Remus no hizo ningún esfuerzo por
encontrarlo solo - ¿¡quién sabía qué podría pasar!?

Había bastantes explicaciones, de esto estaba seguro. Solo tenía que pensar sobre ello. Tal vez
Sirius solo estaba dispuesto a hacerlo – ambos eran adolescentes, después de todo. Remus había
estado disponible, y no le había puesto ninguna resistencia. Tal vez este era el tipo de cosas que los
chicos ricos hacían en un internado. Encontrar algo duro contra que frotarse. Podía incluso ser un
poco el lado canino de Sirius saliendo a la luz.

La peor parte era que a Remus ni siquiera la importaba cual había sido la razón. Solo quería que
pasara de nuevo. Tan culpable como sabía que debía sentirse, pasó cada noche acostado en su cama
y deseando, deseando que Sirius viniera. O que él, Remus, tuviera el coraje para levantarse e ir
hacia Sirius él mismo. Pero el coraje nunca llegó, y después de una semana (que abarcó el
cumpleaños de Sirius, un fin de semana de Hogsmeade, La Noche de las hogueras y una luna llena)
Remus simplemente tenía que intentar y rendirse.

Como de costumbre cuando enfrentaba una crisis, Remus había creado una fiel lista para ayudar a
equilibrar sus ideas. Estaba titulada: Razones para olvidar la situación Sirius.

1. Sirius claramente quería pretender que nunca había pasado. Un buen amigo debería respetar
sus deseos.
2. Remus quería ser un buen amigo, porque, después de todo, perder un amigo era
potencialmente mucho peor que nunca más volver a tocar a Sirius. ¿Cierto?
3. Sirius estaba dejando muy en clara su profunda y permanente atracción hacia las chicas.
Todas las chicas. Cada chica.

Este último punto era el más sobresaliente. Un contribuyente factor a la enmarañada caída en la
fiesta de Halloween habían sido los obstinados intentos de Sirius por coquetear con cada chica en
la habitación arriba de quince años. Intentos extremadamente exitosos. Cuando la siguiente semana
había pasado, era de conocimiento común que Sirius ahora estaba viendo casualmente a Avni
Chaudry, la Hufflepuff que había encantado las calabazas para brillar en la oscuridad.

Esta era una situación familiar, ahora, y Remus estaba por lo menos agradecido de que ya no era
un prefecto, y corriera el riesgo de toparse con Sirius y Avni besuqueándose en la torre de
Astronomía. Aunque, empezó a evadir los invernaderos.
La vida avanzaba pesadamente. El grupo de estudio de Remus se reagrupó, uno a uno se acercaron
sigilosamente a él en la sala común, o la biblioteca, para cortésmente preguntar si el asiento junto a
él estaba ocupado, y luego – una vez que él había confirmado su disponibilidad – instalándose y
preguntando si le importaría chequear algo por ellos, o darle su opinión en algún punto u otro. A
Remus no le importaba. Era una buena distracción, y mucho más sana que drogarse, por lo menos.
Christopher no se unió, pero Remus supuso que tal vez solo estaría ocupado con sus TIMOs.

La tercera luna llena ese año fue igual de bien que las dos anteriores – James juró que había
vislumbrado un unicornio, realmente en serio, esta vez. Y las lecciones con Madam Pomfrey se
volvieron un agrado inesperado, al punto que Remus era ahora competente sanando menores
abrasiones y moretones. No más TCP para él.

Entonces realmente, se dijo repetidas veces, él, Remus John Lupin, no tenía razones en absoluto
para ser infeliz. Todo estaba como debía estar – incluso James y Lily se estaban llevando bien sin
lanzarse maldiciones o maleficios. El vacío solo estaba dentro de él – su vida externa estaba más
llena que nunca.

A raíz de esto, estaba bastante sorprendido de recibir una carta una tarde tranquila en la biblioteca.
De hecho ‘recibir una carta’ podría ser exagerado. Un avioncito de papel se enterró en su nuca,
mientras estaba tratando de convertir una ecuación aritmética Aggripan a la forma Chaldean. Siseó
en dolor y lo tomó, mirando a su alrededor. Estaba solo, pero sabía de quien era la culpa
exactamente. Los encantamientos locomotores de James eran legendarios. Lo desdobló, aplanó y
empezó a leer.

¡Reunión de merodeadores! Hemos permanecido inactivos mucho tiempo.

Esta noche. Medianoche. Tapiz del jardín. Travesura.

No pudo evitar sonreír. No habían hecho una broma apropiada hace mucho tiempo.

***

Jueves 11 de Noviembre, 1976 (Medianoche)

—¿Quién es?

—Soy yo.

—Oh, hola Moony, encontraste la capa entonces. ¿Sirius está contigo?

—¡Pensé que estaba contigo!

—Nah, tenía patrulla.

—¿Qué hay de Wormtail?

—Está aquí, en mi hombro. No alcanzábamos de otra forma.

—Ustedes dos están haciendo mucho ruido.

—¡Padfoot!

—Prongs.

—¿Cómo llegaste sin la capa?


—Caminé, imbécil.

—Suerte que Filch no te vio.

—Yo nací con suerte.

El ‘tapiz del jardín’ estaba en la planta baja, solo a unos pocos metros de la entrada de las
mazmorras. Por esto, Remus había presumido que la broma estaría apuntada a Slytherin. No estaba
equivocado. James tenía una caja de madera muy grande con él, que estaba impulsando a lo largo
con su patentado encantamiento locomotor.

—Algunos de los bubotubérculos accidentalmente se cruzaron con algunos hongos bola, —


susurró, mientras bajaban las escaleras hacia las mazmorras. —La Profesora Sprout me pidió que
los tirara en el montón de composta, pero pensé que sería un desperdicio…

—¿Dónde los vamos a poner? —susurró Sirius de vuelta, emocionadamente.

—Bueno no sé la contraseña de Slytherin de este año - ¿y ustedes?

Todos sacudieron sus cabezas, excepto por Peter, quien – aún posado en el hombro de James –
hizo un chillido en negativa. James suspiró, solo medianamente decepcionado, —Entonces pensé
que probablemente solo podríamos dejarlos esparcidos un poco – están casi a punto de esporar,
creo…

Una vez que alcanzaron los sucios, bajos niveles del castillo parecidos a una cueva, Peter se
transformó de vuelta a sí mismo, y James dejó abajo su caja. Levantó la tapa presentando una
generosa cantidad de por lo menos cien grandes, amarillentos, gentilmente palpitantes
champiñones.

—Eugh. —Dijo Peter.

—Sep, —James sonrió, levantando uno cuidadosamente de la caja. Era casi del tamaño de una
pelota de tenis, —No los aprieten, están llenos de pus y listos para explotar.

—Esto va a ser excelente. —Sirius sonrió, alcanzándolos y tomando dos.

Rápida y eficientemente empezaron a esparcir los raros, fungos llenos de pus – detrás de
candelabros, sobre entradas, debajo de alfombras y dentro de armaduras. Los híbridos de hongos
bolas-bubotubérculos estaban palpitando desagradablemente en sus manos, y Remus pensó que
James tenía razón; estaban listos para estallar en cualquier minuto, dejando las mazmorras
cubiertas de un fétido pus amarillento.

Tal vez habían terminado la mitad de la casa, cuando las orejas de Remus se agudizaron – tenía la
extraña sensación de que estaba siendo observado. Girándose, se encontró con los brillantes ojos
amarillos de la Sra Norris, asomándose alrededor de una esquina con esa presumida, odiosa mirada
en su cara aplastada.

—Mierda, —susurró, —¡Rápido, miren!

—¡Oh carajo! —dijo James, —Ustedes tres tomen la cama y escóndanse, yo--

—¿Quién anda ahí? —ladró la voz de Filch.

—¡Rápido! —siseó James, y empezó a correr en la dirección opuesta.


Peter, Sirius y Remus se miraron, antes de telepáticamente decidir esconderse en la entrada abierta
más cercana – que justo resultó ser el baño de niñas-

—Ese maldito gato tiene algo conmigo, —murmuró Sirius, —Desde que me convertí en un
Animago.

—¡Puedes hablar! —respondió Peter irritado, jugando con sus manos. Remus había arrastrado la
caja de champiñones detrás de ellos, y estaba buscando desesperadamente por un lugar para
esconderla.

—¡Empújala frente a la puerta! —dijo Sirius.

—No creo que eso--

—¡Locomoto!

—¡No!

Sirius no era tan bueno en este encantamiento como James. Siempre ponía mucha fuerza detrás de
él. Todo lo que Remus pudo hacer fue agacharse y cubrir su cabeza, mientras la caja de delicados
hongos bolas-bubotubérculos se golpeaba fuertemente en la puerta del baño, haciendo explotar
cada última pústula con un enfermizo chapoteo.

Peter desapareció completamente, encogiéndose a su tamaño de rata en el último momento, y


escabulléndose bajo el desagüe más cercano por refugio. Sirius, siempre confiando en sus
habilidades, simplemente se paró ahí como estúpido mientras galones y galones de pus explotaban
en su cara, cubriendo el baño entero en el proceso.

Algunas veces era demasiado fácil no idolatrar a Sirius Black.

Chapter End Notes

La letra al inicio es de 'Janie Jones', de The Clash.


Paradise by the Dashboard Light de Meatloaf (ignoren la opinión de Remus, es un
snob de la música – Meatloaf es Dios).
Sexto Año: Límites
Chapter Notes

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I can’t help from crying

Oh no, boy, you ain’t done nothing wrong

You just make me feel so good it hurts me

Cuz I’ve been without you so long

And now I got a good kinda hurt

I got a good kinda hurt

Oh boy, you make me, you really make me come alive

Viernes 12 de Noviembre, 1976

Los atraparon, por supuesto – solo a Sirius y Remus. El pensamiento rápido de Peter lo sacó de
aprietos, y James había corrido lo suficientemente rápido a tiempo. Quería decirle a McGonagall
que toda la cosa había sido su idea pero Sirius no lo dejaría.

La jefa de la casa les dio una de las peores reprimendas que habían tenido en años – lo hizo peor el
hecho de que estaba vestida en su camisón de tartán y reprimiéndolos, lo que no era para nada
divertido, pero extremadamente aterrador. Estuvieron de pie en su oficina, cabizbajos, goteando
pus hasta que los mandó a la cama. Veinte puntos de casa perdidos, y detención hasta Navidad. Ah
bueno.

—Ustedes dos tienen una hora libre antes del almuerzo mañana, —dijo antes de partir, —Espero
que los dos se reporten a las mazmorras para limpiar su desastre. Sin magia.

Sirius estaba furioso, y después de que se bañó fue a la cama sin decir una palabra. Pete se sentó al
final de su propia cama, luciendo pálido y preocupado.

—¡De verdad lo siento! —le susurró a Remus, desesperadamente, —Me da pánico, a veces solo
pierdo el control cuando estoy asustado…

—Está bien, —respondió Remus, cansado, —Es solo detención.

—De todas formas, —dijo James desde su cama, —No encontraron ninguno de los hongos que
escondimos, aún…

James tenía bastante razón, y en una sublime vuelta del destino, los hongos bola-bubotubérculos
explotaron temprano la mañana siguiente, justo cuando la mayoría de los Slytherins estaban en
camino desde las mazmorras al Gran Salón para desayunar. Así que por lo menos la noche no
había sido una completa pérdida de tiempo.

—¿¡Fueron ustedes dos!? —Lily miró a Remus, asombrada, cuando le dijo por qué no podía
encontrarla en la biblioteca antes del almuerzo, —¿¡No Black y Potter, Black y tú!?
—No actúes tan sorprendida, —frunció el ceño, —Soy capaz de ser un idiota tanto como todos los
demás.

—No, pero pensé que Sirius y tú ya no hablaban.

—¿¡Por qué pensarías eso!?

—Oh, algo que Mary dijo, supongo…

—¿Qué dijo Mary? —Remus sintió una llamarada de calor dispararse por su cuello - ¿Sirius le
había dicho algo a Mary? ¿Algo estúpido se le había salido cuando se estaban acurrucando?

—No sé, —dijo Lily luciendo medianamente sorprendida, —Pregúntale, no puedo recordar bien,
solo creí que había dicho algo sobre que ustedes dos no estaban hablando. De todas formas,
¿pueden tratar de no destruir más baños este año? Gryffindor ya tiene la menor cantidad de puntos,
y ni siquiera es Navidad.

El ataque sorpresa en el corredor había hecho que Gryffindor perdiera veinte puntos más, y una
noche de detención extra para Remus y Sirius. James se sentía terriblemente culpable, pero el
sentido de caballería y honor de Sirius intervino, y aún no lo dejaría confesar.

Por supuesto, fue una historia muy diferente más tarde ese día, cuando él y Remus estaban de pie
afuera del baño acordonado, esperando a que Filch llegara con cubetas y trapos.

—Jodido Wormtail, todo esto es su culpa.

—No lo es. —Remus bostezó, inclinándose contra la pared. No había dormido lo suficiente.

—¡El pequeño bobalicón escapó como la sabandija que es!

—Hey, sé amable, —Remus frunció el ceño, —Solo lo hizo porque alguien se emocionó mucho y
reventó todos esos champiñones.

—Estaba pensando rápido. —Sirius levantó su barbilla, desafiante.

—No estabas pensando en absoluto.

—¡Bueno tú no estabas haciendo nada!

—¡Estaba tratando de esconderlos! ¡Si hubiéramos escondido la caja y nos hubiéramos metido
bajo la capa, nadie se hubiera metido en problemas!

—¡Bueno no dijiste eso en el momento! —escupió Sirius.

—¡No me diste la oportunidad!

—Aún no tenía que salir corriendo. —Sirius se cruzó de brazos, inclinándose contra de la pared
opuesta.

Cansado y malhumorado, Remus escupió de vuelta,

—James salió corriendo también. No te veo insultando su nombre.

Sirius lo fulminó, furioso. Como es que alguien se atreve a hablar contra James Potter en la
presencia de Sirius Black. Remus puso los ojos en blanco y miró al techo hasta que Filch llegó.
Argus Filch era uno de los adultos más desagradables que Remus había conocido. A Matrona le
hubiera agradado. Un amargado, odioso, hombre peculiar en el lado equivocado de la edad media,
Filch era el conserje y un soplón, quien parecía odiar a los estudiantes más de lo que cualquiera
que trabajaba en la escuela debía. Esto parecía ser más evidente cuando le permitían administrar
las detenciones.

Dejó caer dos grandes cubetas de madera a sus pies con una mueca maliciosa en su rostro, y abrió
la puerta. Durante la noche, el pus parecía haberse secado y haber dejado una costra amarillenta
sobre la mayor parte de las superficies que había impactado. Remus arrugó la nariz. Filch les
entregó a ambos trapos y cepillos de fregar.

—Volveré a chequearlos en dos horas. —Dijo, —Deberían haber terminado para entonces. Sin
varitas ni cosas raras. —Les dedicó una mirada de desprecio y los dejó a ello.

Remus miró a Sirius, quien obviamente aún estaba molesto con él. Enderezó su espalda.

—Yo empezaré por allá, —señaló con la cabeza el final del baño, —Tu ve por allá. —Señaló el
lado opuesto.

—Bien. —Remus se encogió de hombros, tomando la cubeta y llenándola en el lavabo. Sí, de


hecho, eso era perfecto. Se mantendrían en sus propios lados y terminarían con esta cosa estúpida.

Sirius no le estaba hablando, y se dio la vuelta, trabajando en silencio. Remus siguió su ejemplo.
Dos podían jugar a este juego. Sirius lo estaba haciendo mucho más fácil.

Remus nunca lo admitiría, pero no le importaba limpiar, y de hecho lo encontraba bastante


satisfactorio. Por desagradable que se veía el pus, salía fácilmente de los azulejos blancos con un
poco de jabón y agua, entonces el trabajo no era tan exigente físicamente, hasta que se trataba de
limpiar las paredes. Esto era más difícil solo por tener que alcanzar y estirarse, lo que lo cansó e
hizo que sus hombros dolieran.

Adicionalmente, el pus de los bubotubérculos no era pus de hecho, de acuerdo con el texto de
Herbología que Remus había hojeado en un apuro antes de limpiar – decía que no era sucio o
tóxico. De hecho, tenía bastantes propiedades curativas – y aunque esta mugre era la mancha de
una cruza accidental, probablemente no podía hacer más daño que el jugo de calabaza.

El pequeño baño estaba inquietantemente tranquilo, con los dos chicos trabajando silenciosamente
y solo el ocasional sonido de chapoteo cuando llenaban sus cubetas o cuando fregaban el piso. A
Remus no le molestaba la atmósfera fría, tampoco – de hecho le ayudaba a concentrarse. Había
sabido por un buen tiempo que sus sentimientos por Sirius raramente se entrometían con su
habilidad de estar irritado por Sirius.

Cuando había pasado la primera hora, habían conseguido remover todo rastro del desorden, todo lo
que quedaba hacer era un enjuague final. Remus lavó su cubeta un par de veces más, y tomó la
oportunidad para lavar sus manos y su cara, que se había acalorado con el esfuerzo. Sirius se le
unió en el lavabo, pero no hablaron.

—Casi terminado, —intentó Remus, tentativamente.

Sirius resopló, irritado,

—No gracias a Wormt-

—Cállate sobre Wormtail, ¿¡quieres!? —dijo Remus, exasperado, —¡Madura!


Sirius frunció el ceño, y no dijo nada, Lavó sus manos y su cara también. Remus intentó no mirar.
Se dio vuelta hacia su propia pared, y empezó a escurrir agua limpia sobre esta, limpiando lo que
quedaba de espuma del jabón.

Una sombra apareció en su hombro, y se preparó para discutir más.

—Te faltó ese poco. —Sirius bufó, molesto, empujando a Remus con el codo fuera del camino y
fregándolo él mismo. Ofendido, Remus le frunció el ceño de vuelta,

—Pensé que nos estábamos limitando a nuestros propios lados.

—Seh, pensé que podría confiar en ti para hacer un trabajo decente.

—¡Si no tuviera tu respiración en mi nuca todo el tiempo!

—Eres tan sensible, —escupió Sirius.

—Nah, solo estás actuando como un idiota. —Remus lo empujó con el codo, más fuerte de lo que
quería.

Sirius lo empujó contra la pared, y Remus se resbaló, agarrando a Sirius para estabilizarse. Furioso
lo empujó de vuelta. —Imbécil. —Dijo.

Sirius lo besó.

Sirius besaba como nadie; lánguido, firme y sin prisa. Remus respondió instantáneamente, sus
manos se empuñaron en la tela de la camisa de Sirius, queriendo pasar sus dedos por el pelo del
otro chico. Pero Sirius se separó antes que pudiera hacerlo, dando un paso atrás, luciendo
horrorizado consigo mismo. Sus labios estaban rojos y brillantes, levemente entreabiertos. Remus
tuvo que desviar la mirada.

—Remus yo… mierda, lo siento. No sé qué sigue pasándome.

—Está bien. —Dijo Remus, sin mirarlo a los ojos.

—Sabes que no soy un--

—Seh, —dijo Remus, —Seh, claro. Yo tampoco. —Dijo rápido y sin pensar. Lo dijo para evitar
que Sirius dijera la palabra.

Estuvieron en silencio un poco más. El corazón de Remus estaba acelerándose, apenas podía
pensar con claridad. Se acercó, tomando la delgada tela blanca de la camisa de Sirius entre sus
dedos y jalándola levemente, finalmente mirando a Sirius a los ojos.

—Nadie se va a enterar, —dijo Remus, suavemente, haciendo eco a algo que le habían dicho una
vez.

Sirius lo miró de vuelta, sus ojos ardían.

—¿No dirás nada?

Remus sacudió la cabeza y Sirius se acercó un poco. Remus continuó, ahora más valiente,

—No. Nosotros… nosotros no tenemos que parar. A menos que quieras—

Sirius lo besó directo en la boca de nuevo. Ambos sabían que habían cruzado una línea, pero no
podían hacer nada ahora, y fue tan, tan bueno, y sus cuerpos estaban duros uno contra el otro, sus
manos buscaban a tientas hebillas de cinturones, como si hubieran sabido que este era el plan
desde el inicio.

Cuando terminaron, se aferraron al otro por largos segundos, exhaustos. Luego Sirius se removió
cuidadosamente, dando un paso atrás. Remus anhelaba jalarlo de vuelta, para nunca terminar. Tocó
el cabello de Sirius una última vez, fingiendo estar acomodándolo en el lugar. Se miraron a los
ojos, descarados y sin vergüenza por unos cortos segundos.

—Eres encantador, —dijo Sirius, tan suavemente.

Remus solo pudo sonreír de vuelta gentilmente, no sabía que decir. La habitación se había enfriado.
—Vamos, —Sirius empezó a abrochar sus pantalones, desviando la mirada, finalmente, —Será
mejor que terminemos de limpiar.

Remus asintió, aún mudo, incapaz de hacer mucho más que inclinarse de espaldas contra la pared
mientras miraba a Sirius lavarse las manos de nuevo, y tomar su trapo. La señal de él marchándose
era muy familiar, y Remus no pudo evitar decir,

—No vas a–no huyas, esta vez.

Sirius lo miró de vuelta, un poco sorprendido, y un poco algo más.

—No voy a ninguna parte, Moony. —Habló gentilmente.

—Oh, ok. Bien, entonces.

—Me sentí mal sobre eso. La última vez. Lo siento. —Estaba en el otro lado de la habitación
ahora, y tal vez eso hizo que fuera más fácil hablar. —Pero pensé que estarías enojado o algo. No
sé.

—No, no lo estaba.

—¿Aún somos amigos, cierto?

—¡Por supuesto! Siempre seremos amigos, Padfoot.

Remus estaba haciendo una promesa, aunque su cerebro estaba muy nublado para realmente
reconocerlo en ese momento.

Sirius había reconocido, sin embargo vergonzosamente, que lo que fuera que estaba pasando iba a
volver a pasar de nuevo. Había asumido el rol que siempre tomaba – impulsivo, expectante e
irresponsable. Por su parte, Remus tomó su propio rol – el que sería responsable. Él guardaría los
secretos; él aceptaría lo que le daban; él sería responsable. Si esas son las cosas que necesita,
decidió Remus, entonces esas son las cosas que le puedo dar. No era nada en absoluto.

Valiente, lo había llamado Sirius una vez, en otro baño, no hace mucho. Remus no sabía entonces
si lo era o no, realmente, pero le había gustado como sonaba en ese momento, y le gustaba aún más
ahora. Ahora, con el sabor de Sirius aún en sus labios, y los ecos de placer aún asentados en su
cuerpo.

Mientras observaba a Sirius terminar de escurrir la otra pared, apresurando el agua bajo la
alcantarilla con su trapo, y levantando la mirada para sonreírle, de vez en cuando, Remus se dio
cuenta que lo que había estado esperando todo este tiempo era que Sirius fuera valiente. Lo que se
le ocurría, ahora, con la claridad de un rayo, era que él, Remus, podía ser valiente por ellos dos.
Chapter End Notes

La canción al inicio es 'Good Kind of Hurt' de Pleasure Seekers.


Sexto Año: Nueva Normalidad
Chapter Summary

Advertencia mención de contenido sexual en este capítulo, pero nada directo.

Chapter Notes

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Oh shadow love was quick and clean, life's a well-thumbed machine

I saw you watching from the stairs, you're everyone that ever cared

Oh lordy, oh lordy, you know I need some loving

I’m movin’, touch me!

John, I'm only dancing

She turns me on, but I'm only dancing

She turns me on, don't get me wrong

I'm only dancing...

Mediados de Diciembre, 1976

Después de eso, pasaba a menudo. Él nunca lo iniciaba; no necesitaba hacerlo. Sirius venía a él.
Remus se encontraría siendo arrastrado a una sala vacía, o a su baño compartido – una o dos veces
Sirius incluso trepaba silenciosamente a la cama de Remus, conjurando un hechizo silenciador
antes de empujar sus hombros hacia abajo y recorrer sus manos por el cuerpo de Remus,
estremeciéndose con deseo. Aunque nunca bajo las sábanas, eso sería queer. Se escabulliría tan
pronto como terminara.

Casi siempre ocurría en un apuro. Remus sabía que esto era en parte la vergüenza de eso. Pero
también sabía que era porque ambos lo necesitaban tanto – cuando estaban juntos sus cuerpos
zumbaban con el deseo por el otro.

Dos veces no eran iguales. A veces podían ser confiados y atrevidos, a veces era tímidos, y uno
necesitaba estímulo del otro. A veces ni siquiera se trataba de hacerlo, y se limitaban solo a besarse
– o por lo menos, la idea de Sirius de besarse, que era brutal, feroz, e ingrata. Los labios de Remus
se sentían chamuscados, crudos, por días y días.

Después no hablaban de eso, pero – si el tiempo lo permitía – se sentaban uno al lado del otro e
invariablemente compartían un cigarrillo, silenciosamente hasta que estuvieran listos para
lentamente volver a caer en sus bromas usuales. Remus sentía que en esos momentos Sirius
probablemente hubiera preferido estar con alguien más. Una novia o – incluso peor – James.
No soy al que quiere, se dijo Remus, lastimosamente, solo soy el que está aquí. La peor parte es
que él sabía que era suficiente. Si Sirius solo venía a él en la oscuridad y silencio, entonces eso era.
Era mejor que no tenerlo. Que alguien como yo llegue a tener a alguien como él .

Tenía que compartir, por supuesto. Si es que era el deseo de Sirius por esconder lo que estaba
pasando, o que simplemente era incapaz de mantenerse comprometido a una persona, después de
Avni hubo otras. Un desfile de hermosas, brillantes, animadas chicas; Florence y Daisy y Tessa y
Eunice. Remus no creía que ninguna de estas citas eran serias, y al principio por lo menos, no le
envidió su diversión. Nunca pedí nada más, se dijo.

Y a Remus le gustaba que fuera privado. Nunca había sido alguien a quién le gustara la atención, y
pensaba que si incluso era un hecho que lo que él y Sirius estaban haciendo no era diferente a lo
que Sirius hacía con cualquiera de las chicas a las que se había apegado, entonces Remus prefería
que James y Peter no supieran. Tal vez podría contarles sobre Grant, algún día, eventualmente –
pero no a Sirius. Era muy complicado.

Le gustaba saber que él y Sirius podían estar en una habitación llena de gente, y nadie tenía la
menor idea de lo que habían estado haciendo solo la noche anterior, o incluso dos horas antes. Le
gustaba tener eso. Le gustaba ver a Sirius con una chica, y pensar no importa, más tarde me
pertenece.

Tenía permitido ser feliz, después de todo. Tenía permitido tener algo solo para él especialmente
cuando, en otras áreas de la vida de Remus, las puertas se estaban cerrando, y le estaban
arrebatando cosas.

Hubo otro ataque hombre lobo durante la luna de Diciembre, que cayó temprano en el mes ese año.
Los testigos describieron a más de una criatura – estaban trabajando como manada. El ministerio
fue puesto en alerta máxima, y toda la escuela estaba hablando sobre eso. Los merodeadores no
sacaban el tema alrededor de Remus – ni siquiera Sirius. No podía culparlos; les habría arrancado
las cabezas si alguien trataba de simpatizar, o ser amable sobre el tema.

Aun así, tenía que aguantar a todo el resto; cada otro estudiante en la escuela que había empezado
a usar joyería de plata, o que hablaba sobre la mejor forma de defenderse de un ataque de lobo.

—¡Deberían atraparlos a todos! —escucharon a un chico de quinto año decirle a cualquiera que lo
escuchara en el comedor una tarde. —¡Mantenerlos encerrados, alejados de la gente normal!

—¿Por qué no pueden etiquetarlos? —susurró Avni, la tarde siguiente, cuando ella, Sirius, Remus,
Peter y Lily estaban viendo la práctica del equipo de quidditch de Gryffindor. —O sea, ya está el
registro, y pueden rastrear a magos menores de edad - ¿¡por qué no rastrean animales peligrosos!?
No tiene sentido.

—No son animales, —siseó Lily entre dientes, —Son personas.

Remus mantuvo sus ojos en la pista. Sirius igual.

—¡Dile eso a los Mundays! —respondió Avni, estirando su falda y dándole a Lily una mirada de
superioridad, —Dile eso a esta última pobre familia. —Se acurrucó más cerca de Sirius en las
gradas, abrazando su brazo,

—Sirius, querido, tengo frío…

—Ve adentro, entonces. —Gruñó, quitándosela de encima, sus ojos seguían en James, gritándole
algo a su guardián.
—¿Disculpa? —Avni frunció el ceño.

—Ya me escuchaste. —Respondió Sirius, despreocupadamente, —Lárgate.

Ninguno de ellos vio mucho a Avni después de eso.

Pero no evitó que otras personas hablaran. Remus tuvo que disolver su grupo de estudio temprano
porque todos querían saber si él les podía recomendar algún libro bueno en ‘criaturas mestizas’ y
defensa contra criaturas oscuras. Al final todo lo que pudo hacer fue decirles que hablaran con el
profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, y que si no querían ayuda con cosas para la escuela,
entonces sería mejor que lo dejaran tranquilo.

Lily encontró a Remus trabajando tarde esa noche en la sala común tratando de ponerse al día con
el trabajo que se había perdido mientras estaba en la enfermería después de una luna. Estaba
exhausto y adolorido y extremadamente susceptible pero ella se acercó y se sentó junto a él de
todas formas, descansando su cabeza en su hombro, un brazo alrededor de su espalda. Ella olía
bien, y le dio un gentil abrazo, suspirando suavemente contra su clavícula. Ella no habló, pero
Remus siempre estaría agradecido por eso.

A mediados de Diciembre, el asunto empeoró. Remus recibió dos cartas.

Querido Remus,

Espero que tu sexto año vaya bien. Odio ser el portador de malas noticias, pero como tal vez ya
sabrás, hubo un ataque durante la última luna llena.

[Remus puso los ojos en blanco ante esto. ¿Por qué los adultos pensaban que los adolescentes no
leían las noticias? ¿¡Especialmente cuando estaban en medio de una guerra, y les concernía
directamente!?]

No tengo duda en que la Profesora McGonagall estará hablando contigo pronto, pero pensé en
ponerme en contacto. He estado hablando con Alastor Moody, quien está preocupado por tu
seguridad. Me dice que te quedas con los Potters cada año para Navidad. Los Potters son
personas excelentes, y sé que James es un amigo muy cercano, pero, Remus, no se puede confiar
en ellos para protegerte. Ellos harían todo lo que esté en sus manos – no tengo duda de esto, pero
la sensación que tengo es que si Greyback intenta rastrearte, entonces el único lugar donde no
podría encontrarte sería Hogwarts.

No te estoy diciendo que hacer, por supuesto. Pero te estoy rogando que consideres tu propia
seguridad y la de aquellos que te rodean.

Mis mejores deseos,

1. Ferox

Bueno, Ferox claramente le estaba diciendo qué hacer, incluso si solo estaba pasándole
instrucciones de Moody. El corazón de Remus de hundió cuando terminó de leer esta carta, pero lo
peor estaba por llegar:
Sr Lupin,

Ha llegado a mi conocimiento que en su decimoséptimo cumpleaños el próximo año, usted será


legalmente mayor de edad como es definido por su sociedad.

Mientras que la ley del Reino Unido establece que usted todavía es un menor, hemos sido
informados que sus circunstancias invalidan esta legislación.

A partir del 10 de Marzo de 1977, usted ya no estará bajo el cuidado del Reformatorio de
Hombres St Edmunds. Cualquier artículo o activos financieros mantenidos en fideicomiso para
usted serán devueltos en no más de treinta días laborales a partir de esta fecha. No debería haber
ninguna necesidad para que usted vuelva a las dependencias.

Le deseamos lo mejor en sus futuros proyectos.

Sinceramente,

Sra. J. Orwell.

Mierda. Remus leyó esta carta solo una vez, luego empujó al fondo de su maletero. No podía
pensar sobre eso ahora.

Le contó a los merodeadores sobre la primera carta – omitiendo los detalles de Greyback, por
supuesto. Tenía que hacerlo; no había otra forma de explicar por qué no podría ir a Londres para
Navidad. Más tiempo para hacer sus deberes, se dijo. Podría no ser el único estudiante
quedándose; los de séptimo año con sus ÉXTASIS acercándose podrían quedarse para tomar
ventaja de una sala común vacía. Probablemente podría disfrutar de una Navidad bastante
agradable en la biblioteca, si quería. Además una cena de Navidad en Hogwarts no era nada a lo
que negarse.

—No es jodidamente justo. —Vociferó James, cuando lo escuchó, —¡No eres peligro para nadie,
la luna llena no será hasta el año nuevo!

—Aunque, es la cosa de la manada, —respondió Remus, aflojando su corbata y dejándose caer en


la cama. Había sido un día muy largo de lecciones, y tenía por lo menos tres horas de tareas frente
a él. —Están preocupados de que me capturen o que me una a ellos o algo.

—Pensé que le agradabas a Ferox, —Sirius frunció el ceño, dejando caer su bolso de libros
despreocupadamente en el medio de la habitación, —Debería saber que nunca te unirías a ellos.

—Lo sabe, —dijo Remus, —Pero cree que puede que intenten forzarme o… bueno, nadie de
nosotros realmente sabe que puede pasar si me encuentro con otro…

James, Peter y Sirius intercambiaron una mirada incómoda. Remus se quitó su suéter escolar que le
daba comezón, para darles un momento para pensar sobre ello. Cuando resurgió, con su cabello
desordenado con la estática, les regaló su más grande sonrisa,

—Está bien, de todas formas, realmente no me importa. Será genial tener un poco de paz y
silencio; estoy esperando tener un descanso Navideño de ustedes chicos.

James soltó una risita, y sacudió su cabeza. Tomó su bolsa de lona de quidditch marrón,

—Nadie te cree, Moony. Bien, tengo práctica, después una hora para los deberes, luego patrulla
con Evans. —Alguien más hubiera enumerado esta lista de obligaciones con un cansado aire de
martirio. Pero James lucía como si estuviera teniendo el mejor día de su vida. —¿Vienes, Black?

—Nah, estás bien por tu cuenta, Prongs, —Sirius sacudió su cabeza. No había dejado de mirar a
Remus desde que se había desabotonado su camisa de la escuela. —Ve tu, yo empezaré esa tarea de
Encantamientos…

—Seh, claro, —James sonrió malicioso, —¿Quién es esta noche, Florence de nuevo? Nos vemos.
—Bajó las escaleras estrepitosamente, silbando una melodía alegre.

Sirius se giró hacia Peter.

—Anda a verlo entonces, Pete, ¿si quieres?

—Nah, —Peter sacudió su cabeza. Lucía preocupantemente cómodo sentado en su cama,


inclinándose contra la cabecera con sus notas de Encantamientos esparcidas frente a él.

—Oh claro, ¿probablemente vas a ver a Dezzie?

—Nop, —sacudió la cabeza, lamiendo la punta de su pluma, —Tiene una patrulla esta noche. Y
dice que tenemos que tomarnos en serio nuestros estudios ahora que somos estudiantes para
ÉXTASIS… ¿Puedo hacer mi tarea con ustedes dos?

Remus y Sirius se miraron. Sirius arqueó una ceja. Remus se encogió de hombros. Sirius se puso de
pie.

—Te cuento que – olvidé devolver ese libro a la biblioteca. Será mejor que vaya y – oh, Moony,
mientras estoy en eso, no había otro libro que me dijiste que debería…

—Oh, claro, ¡sí! —Remus se levantó de un salto también, forcejeando con un suéter de lana
limpio, —Eh… es un título complicado, será mejor que te ayude a encontrarlo.

—Oh, ¿quieren que vayamos a la biblioteca, entonces? —preguntó Peter, finalmente levantando la
mirada de sus notas.

—No hay punto, —dijo Sirius, mientras ambos salían disparados hacia la puerta, —No tomará
mucho…

—¿¡No tomará mucho!? —murmuró Remus, en las escaleras.

—¡Tenía que decir algo!

Caminaron a través de la sala común sin interferencias, pero una vez que estaban afuera en el
pasillo, estaban un poco perdidos.

—¿Qué hay del baño de chicas del cuarto-- —empezó Sirius,

—No. —Interrumpió Remus.

—Bien. Eh… el salón de Encantamientos está vacío, ¿creo? Los Viernes Flitwick termina
temprano y no hay ningún club.

—¿¡Cómo sabes eso!?

—Oh, cállate y sígueme, —Sirius sonrió travieso.


Pusieron un hechizo básico de alarma en la puerta y empujaron el escritorio en frente para
asegurarse – pero las tardes de los Viernes eran típicamente bastante seguras; todos querían
pretender que las salas de clases no existían.

Después, se volvieron a vestir, arreglaron su cabello y se sentaron en el escritorio de Flitwick a


fumar.

—De hecho vamos a tener que ir a la biblioteca ahora. —Dijo Remus, soplando una cadena de
anillos.

—Nah, —Sirius sacudió su cabeza, —Solo diremos que no lo tenían.

—Bueno eso estaría bien, excepto que de hecho estaba planeando hacer mi ensayo de
Encantamientos esta tarde…

Sirius puso en blanco sus hermosos ojos y arregló su hermoso cabello. Remus luchó el impulso de
suspirar.

La habitación estaba al mismo lado del castillo que la pista de quidditch. Podían oír el sonido débil
pero estridente del silbato de capitán de James en algún lugar debajo de ellos. Sirius exhaló humo,
con nostalgia. Remus se preguntó cuánto extrañaba jugar quidditch. Se preguntó si debía preguntar,
o si eso sería demasiado.

—Moony, ¿definitivamente no vas a venir para Navidad?

—Seh. Tengo que confiar en Ferox. Él me conoce, conocía a mi padre.

—¿Conocía a tu padre? Nunca nos contaste.

—No tengo que contarle todo a ustedes, —Remus se retorció irritado, tomando una calada
profunda a su cigarrillo. —Trabajaba con él, charlamos un poco sobre eso, es todo.

—Bueno, si confías en él entonces.

—Lo hago. —Remus estaba consciente de su tono, pero no hizo nada para temperarlo.

—¡Ok! Solo iba a decir… —Sirius tragó saliva, —Bueno, o sea, yo podría quedarme también. Por
la Navidad. En Hogwarts. Si eso está bien contigo.

—Oh. —Remus frunció el ceño, tomado con la guardia baja, y se giró para mirar a Sirius. —
¿Quieres quedarte?

—No deberías estar atascado aquí solo, James tiene a su familia – y a Pete, si se desespera mucho.

—Seh, ¿pero no te estarán esperando? ¿Los padres de James? Están locos por ti.

Captó la sonrisa de Sirius frente a eso – un brillante destello de júbilo, lo que hizo que el corazón
de Remus latiera más rápido.

—Pueden tener una Navidad como una familia, por una vez, sin mí interrumpiendo. Vamos,
Moony, ¿no quieres compartir la sala común conmigo? Estaré callado y te dejaré estudiar si eso es
lo que realmente quieres.

Le regaló una sonrisa tímida, y Remus apagó su propio cigarrillo, de inclinó y lo besó,
intensamente. Aún no se había acostumbrado realmente a ser capaz de hacer eso.
—Si claro. —Dijo alejándose, deleitándose con el cálido rubor en las mejillas de Sirius

Notas de traducción.

Hola! Tengo mucho de qué hablar pero lo haré breve.

1.- Hoy entré a clases así que pueda que empiece a subir menos capítulos (voy a tratar de subir por
lo menos uno por día)

2.- No sé si ustedes lo saben, pero les cuento igual, hace un buen tiempo salió la idea de un grupo
de gente para hacer una webserie de este hermoso fanfic, y están en proceso de crowdfunding, se
tienen en Instagram como @atydwebseries, por si quieren echar un vistazo.

3.- Muchas gracias por sus comentarios!! Me motiva mucho a seguir traduciendo, siento que todo
el esfuerzo vale la pena! Igual si alguien me quiere ayudar redactando los capítulos que ya están
subidos le agradecería con el alma.

-evasoura

Chapter End Notes

La canción al principio es 'John, I'm Only Dancing' de David Bowie.


Sexto Año: Pie’s de Fruta

Miércoles 15 de Diciembre, 1976

—Ok, entonces probablemente no tenga tiempo para otro de estos hasta el próximo término, —le
dijo Remus a su grupo de estudio, observando el reloj de pared. Eran casi las nueve de la noche.
Miró sus caras ansiosas, y tuvo que volver a mirar a sus papeles – era desconcertante, manejar tanta
atención, —Pero estaré aquí casi cada noche de todas formas, entonces si tienen algunas
preguntas…

—Gracias, Lupin, —coreó el grupo mientras empezaban a ordenar y a disolverse.

—Feliz Navidad, —asintió, mientras se dispersaban hacia sus propias esquinas de la sala común, o
se iban a la cama.

Él mismo quería tener una noche temprana. Era la última semana del término y ya había terminado
casi todo su trabajo, a menos que sus profesores fueran lo suficientemente crueles para asignar más
en los últimos días antes de Navidad. Bostezó, y se estiró, inclinándose hacia atrás en sus silla con
los ojos cerrados.

—Ajem. —Alguien sentado en la mesa aclaró su garganta incómodamente. Remus abrió sus ojos,
avergonzado, y se inclinó hacia adelante en su silla.

—Oh, lo siento – pensé que todos se habían ido.

—Lo siento, —respondió Christopher, agarrando un libro, —Solo quería decir… Feliz Navidad.

Remus sintió un incómodo revoltijo de alivio y culpa en su estómago. Pobre Christopher.

—Gracias – Feliz Navidad para ti, también. ¿Grandes planes?

El chico se encogió de hombros,

—Solo familia. ¿Y tú?

—Me quedo aquí.

—Oh. ¿No por tu cuenta?

—Em… Sirius Black se va a quedar también.

—Por supuesto. Escuché lo que pasó con su familia.

—Mm. —Remus no quería hablar de Sirius con Christopher en absoluto, pero mucho menos de la
familia Black. Christopher era sangre pura también, y probablemente sabía más de lo que Sirius
hubiera estado cómodo.

—Bueno, —Christopher se iba a poner de pie, —Nos vemos en Enero, supongo.

—¡Espera! —dijo Remus, rápido, alcanzándolo pero sin tocarlo. Christopher se levantó, pero miró
hacia abajo a Remus, sus ojos con esperanza, Remus bajó la mirada, —Lamento la forma en la que
te hablé antes del verano. Fui un completo idiota.

Christopher no disputó esto. Pero sonrió,


—Está bien. ¿Espero que no haya sido algo que…hice?

—¡No! —Remus sacudió la cabeza, vehementemente. Deseó que Christopher se sentara. —No, lo
prometo, solo era yo siendo un imbécil molesto. Estaba pasando por otras cosas, no debí haberme
desquitado contigo.

—Ok. Bueno… gracias por decirme esto.

Remus sonrió, sintiéndose un poco mejor. Christopher mordió su labio, luego dijo, —¿Entonces…
te gustaría una visita a Hogsmeade en el año nuevo? La librería tiene una venta en Enero, o
podríamos ir solo por una cerveza de mantequilla.

—Lo siento, Chris, no puedo. —Remus se sintió horrible, y vio caer el rostro de Christopher.

—Claro. Probablemente vas a ir con Potter y Black y… cuál es su nombre.

—Peter. Pero no – de hecho, no puedo ir a Hogsmeade, lo tengo prohibido.

—Oh. ¿En serio?

—En serio, —Remus asintió, con seriedad, agradecido de que no tenía que mentir.

—¿Tiene que ver con el por qué ya no eres un prefecto?

—…Seh. —Ok, esa era una mentira, pero ¿a quién le hacía daño?

—Wow, ok. —Christopher arqueó sus cejas y Remus no estaba seguro si estaba impresionado, o
levemente preocupado.

—¡Moonyyyyy! —la voz de Sirius gimoteó desde el dormitorio de chicos, —¡James me está
lanzando bolas de nieve, detenloooo!

Remus rio, y empezó a ponerse de pie.

—¿Bolas de nieve? —dijo Christopher, irónicamente, —¿En tu dormitorio?

—Abren la ventana y las sacan del techo.

—¡Ayúdanos, Moony! —lloriqueó Peter, —¡Necesitamos refuerzos!

—No puedo creer que seas amigo de ese grupo, —dijo Christopher, con una pizca de indignación,
—Son tan inmaduros.

—Yo también, —Remus se encogió de hombros, arremangándose las mangas de su túnica y


poniéndose de pie, —¡Voy en camino chicos! —gritó con todas sus fuerzas, marchando hacia la
escalera.

***

Domingo 19 de Diciembre, 1976

Fue un invierno muy frío ese año, y la nieve empezó a caer temprano sobre el castillo. Los
merodeadores usaron esto con gran efecto, y James perfeccionó un hechizo que habilitaba a las
armaduras que se alineaban en la mayoría de los corredores de las salas de clases que escupieran
bolas de nieve de sus visores a variados intervalos. A Remus le gustaba el frío – o tal vez solo le
gustaba abrigarse y sentarse junto al fuego. Por lo menos en el invierno nadie preguntaba por qué
usaba mangas largas todo el tiempo.

Y estaba emocionado – tal vez más emocionado de lo que había estado por una vacación Navideña.
Amaba ver a los Potters, y amaba su casa y su pueblo, y ser testigo de cómo era una familia
apropiada de una vez. Pero estar solo con Sirius por una semana entera; eso era algo que nunca
pudo haber imaginado que pasaría, incluso dos meses atrás.

Acompañaron a James y Peter hasta el borde de los terrenos – tan lejos como Remus podía ir.

—¿Estás seguro? —preguntó James, una última vez, —Ferox nunca dijo que no tenías permiso, y a
Mamá y Papá honestamente no les importaría en absoluto…

—El próximo año, espero, —Remus se encogió de hombros, —Puede que haya acabado para
entonces. Y no me lo perdonaría si algo le llegara a pasar a tu familia por mí culpa.

—¿Black? ¿Realmente le vas a decir que no a los pie’s de fruta de mamá?

—Ah, pero no lo estoy haciendo, mi querido Prongs, —Sirius sonrió detrás de su bufanda roja y
dorada, —Envió unos por adelantado, a la primera hora en la mañana. Tengo una caja entera.

—Frustrado de nuevo, —James sonrió. Abrazó a Sirius, y luego a Remus, quien estaba sorprendido
por eso. No podía recordar si se habían abrazado antes.

—Ve sube a ese tren, ¿eh? —Sirius le golpeó el hombro, —Tendrás a Evans completamente para
ti…

James le guiñó, luego se apresuró, Peter se escabulló junto a él, despidiéndose con la mano de
Remus y Sirius. Los dos chicos se quedaron ahí por un rato, viendo como los estudiantes de capas
negras caminaban a través de la nieve blanca y pura, todos hablando alegremente sobre sus planes
para el receso, los regalos que esperaban, y la ansiedad de ver a sus familias.

—¡Nos vemos, Remus! —Christopher le sonrió, con las mejillas sonrojadas mientras pasaba
caminando, —¡Que tengas una buena Navidad!

—Tú también, —Remus asintió, sonriéndole. Se sentía mucho mejor, ahora que se habían
aclarado.

—Ese niño de nuevo. —Murmuró Sirius, —¿¡Quién es!?

—Ya te dije, es de quinto año. En mi grupo de estudio.

—Claro. Luce completamente aburrido.

—Él está bien. —Remus sonrió para sí, esperando que Sirius no lo notara.

Una desagradable voz vino desde sus espaldas.

—¿Qué pasa, los Potters también te echaron?

Remus buscó su varita mientras se giraban, y casi esperó ver a Snape. Estaba sorprendido de
descubrir que era Regulus Black de pie en la nieve, su cara pellizcada con frío.

—No. —Respondió Sirius, acaloradamente, —Solo me quedaré aquí este año.

—¿Por qué? —preguntó Regulus, plenamente. Le entrecerró sus ojos a su hermano, como si
estuviera esperando por un remate.
—No es asunto tuyo, ese es el por qué. Ahora corre, pequeño Reggie, estoy seguro que mami te
espera.

Regulus hizo una señal de desaprobación, y arqueó una ceja, como para mostrar que no mordería
el anzuelo de Sirius. Remus lo odiaba, y apretó sus puños, lo que Regulus vio, o percibió, porque le
dedicó una mirada aguda a Remus, y Remus supo que estaba recordando su último altercado en
Enero. El joven visiblemente se armó de valor, luego le habló directamente a Remus,

—¿Ya no eres más un prefecto, Loony Lupin? Me pregunto ¿por qué? ¿Tiene que ver con mi
hermano delincuente tal vez? ¿Seguramente ese grasiento mestizo de Severus no estaba diciendo la
verdad…?

Remus pudo haberlo golpeado, si no hubiera estado ocupado deteniendo a Sirius de hacer lo
mismo. Forcejearon en la nieve, Sirius gruñendo,

—Retira eso pequeño lame-botas---

Afortunadamente, Remus era más fuerte. Regulus se escabulló, carcajeando hacia Hogsmeade y el
tren.

—Puedo maldecirlo desde aquí. —Gruñó Sirius, una vez que Remus lo dejó ir.

—Preferiría que no lo hicieras, —respondió Remus. Se volteó hacia el castillo nevado, —Mira, —
lo animó, —Lo tenemos prácticamente para nosotros.

—Seh, —dijo Sirius, distraído, aun disparándole miradas a las huellas de su hermano, —Vamos
entonces, entremos. Me estoy congelando las pelotas.

Su mal humor duró hasta el almuerzo, cuando bajaron al Gran Salón.

—Caray. —Dijo Sirius, mientras entraban a la sala. Estaba casi completamente vacía, solo con tres
estudiantes – un Slytherin de séptimo año y dos Ravenclaws de sexto año – sentados en la misma
mesa, a la cabeza del salón.

—Creo que es la guerra, —susurró Remus, mientras se acercaban a la mesa, —Los padres quieren
a sus hijos en casa esta Navidad.

—Solo tú y yo, entonces, Moony, —Sirius sonrió, —Los huérfanos de la torre de Gryffindor.

A pesar de la pequeña fiesta, el gran salón había sido decorado de plateado y dorado, con brillantes
serpentinas colgando de cada viga como cabello de ángel, un deslumbrante árbol que parecía
brillar de alguna parte entre sus ramas, y una bandada de alegres petirrojos encantados para dar
vueltas alrededor de la habitación y silbar familiares tonos Navideños. Remus pensó que Flitwick
realmente se había excedido, este año.

Sirius se sentó junto a él, en vez de en frente, como de costumbre. No conversaron mucho con el
resto de la fiesta; los dos Ravenclaws estaban obsesivamente evaluándose sobre Aritmancia, y el
Slytherin estaba en una profunda conversación con el Profesor Slughorn.

—¿Recuerdas primer año? —dijo Sirius, mientras la comida aparecía – los elfos domésticos
claramente no estaban descansando para Navidad, —Fuimos solo tú y yo para Navidad entonces,
también.

—Seh, —Remus sonrió a su Pastel de Pastor1 , cálido con el recuerdo. Había pasado cada Navidad
con Sirius desde que tenía once años. —Electric Warrior.
—Tendremos que escucharlo, más tarde.

Lo hicieron también. Se estiraron en la alfombra en frente de la chimenea y se acostaron en sus


espaldas, escuchando el álbum a todo volumen. Sirius reprodujo Monolith dos veces porque sabía
que era la favorita de Remus, y Remus toleró las tres repeticiones de Jeepster por el bien de Sirius.

You slide so good,

With bones so fair,

You’ve got the universe reclining in your hair,

Cuz you’re my babe…

Satisfecho, cálido y contento, Remus tranquilamente se quedó dormido al sonido de la bella voz de
Marc Bolan y guitarra vibrante. Se despertó un poco después, con la espalda adolorida. Giró su
cabeza y descubrió que estaba solo en la alfombra, y el disco había dejado de sonar. Sentándose
rígido, Remus miró a su alrededor buscando a Sirius, quien estaba sentado un poco más allá,
acurrucado en un sofá, susurrándole a su espejo compacto.

Remus se relajó, inclinándose hacia atrás en sus codos y observando gentilmente por un rato, la luz
del fuego calentando las facciones de Sirius con un fino brillo, suavizando sus puntiagudos ángulos
en suave mármol griego. Era tan dolorosamente bello. Obviamente todos sabían eso, la belleza de
Sirius no era solo para Remus, pero a veces se sentía como si lo fuera. No tenía nada que ver con
desear a Sirius, entonces, era mucho más. A Remus lo volvía loco.

Eventualmente, Sirius susurró una despedida al espejo y lo cerró de golpe. Le sonrió a Remus, y
lentamente se desplegó, estirando sus largas extremidades por fuera de los lados del sofá. Remus
observó, inmóvil,

—¿Cómo está James?

—Bien, —respondió Sirius, con esa mirada creciendo en sus ojos que Remus había llegado a
reconocer como una señal de que algo maravilloso estaba a punto de ocurrir. Sirius se levantó de la
silla y se acercó por encima de Remus. —Me extraña, obviamente.

—Obviamente, —dijo Remus, repitiendo sin escuchar, solo mirando como Sirius se acercaba.
Avanzó hasta él, la luz del fuego ahora ardía a través de él como una llamarada, motas de oro
parpadeaban en sus pupilas. Se hundió en sus rodillas a horcajadas sobre el cuerpo tendido de
Remus, y se inclinó hacia adelante – no muy lejos; no demasiado lejos que Remus no tuviera que
acercarse un poco para cerrar ese espacio extra entre ellos. No le molestaba. Siempre valía la pena
el esfuerzo.

Estaban acostumbrados al otro ahora – Remus había pensado que había sido bueno al inicio, la
primera vez – pero después de un mes de exploración secreta habían desarrollado un íntimo
conocimiento que Remus no sabía que podía tener con otra persona. Se sentía sintonizado con los
varios movimientos y reacciones del cuerpo de Sirius como si fuera el suyo. Conocía el lenguaje
en cada jadeo, o tensión, el código en sus besos, o las formas que Sirius trazaba en sus propias
cicatrices.

Aunque, hacía el momento que se separaban el más difícil. Sirius estaría callado al inicio, y Remus
solo escucharía su respiración, el tirón en su pecho, los signos de calma abrumadora. Y esperaría.

La risa, la sonrisa descarada, la palmada en el muslo que le indicaba a Remus que había terminado,
y que estaban de vuelta a la normalidad.
—¿Quieres un pie de fruta? ¡Muero de hambre!

Ahí estaba. Sirius se levantó de un salto, tomando sus jeans y retorciéndose en ellos, antes de
mover su varita,

—Accio caja de galletas. —La caja azul rey vino volando bajo las escaleras y llegó a Sirius tan
fuertemente que casi lo golpea. —Uuf.

—Tu trabajo con la varita es muy amplio, —dijo Remus, abrochando sus propios pantalones y
poniéndose una polera. Muy acalorado para un suéter.

Sirius le arrojó un pie de fruta, sentándose de nuevo en el sofá, luego frotó su rodilla haciendo una
mueca de dolor.

—Quemadura con la alfombra.

—Deberías ver mi espalda. —Respondió Remus, como si estuvieran discutiendo el clima. Se


instaló en el sofá apuesto a Sirius.

Comieron sus pie’s en silencio. Cuando terminaron, Sirius lamió la fruta pegajosa de sus dedos y se
quitó las migas de su torso.

—¿No te vas a poner tu polera? —preguntó Remus, doblando el envase de su pie en ordenadas
porciones triangulares.

—Nah. No hay nadie aquí.

—Sí, pero aún… —Remus hizo un ademán. Sirius sonrió travieso.

—Mojigato.

Remus rio, lanzándole el envase doblado.

—Puto.

Notas de Traducción:

1.- ‘Sheperds pie’ o su traducción literal al español ‘Pastel de Pastor’ es un pastel de carne molida
con cobertura de puré de papas de origen Inglés El plato tiene muchas variantes pero los
ingredientes que lo definen son la carne roja molida cocinada en salsa con cebollas y un aderezo de
puré de papa. (Fuente: Wikipedia)
Sexto Año: Doce Noches
Chapter Summary

Advertencia por uso de drogas (hierba), beber, fumar y sexo (no gráfico).

Chapter Notes

See the end of the chapter for notes

I sing with impertinence, shading impermanent chords with my words

I borrowed your time, and I’m sorry I called, but the thought just occurred

That we’re nobody's children at all.

After all.

Jueves 20 de Diciembre, 1976

Sirius cantaba en la ducha. Remus no estaba seguro si era algo nuevo, o si lo había estado haciendo
por mucho tiempo y Remus simplemente no lo había notado – él típicamente había estado
evadiendo las veces que Sirius se duchaba. De todas formas, mientras Remus se vestía, lo escuchó
y sonrió. No tenía una voz mala, realmente – nada especial, pero afinada. Estaba obsesionado con
The Doors en ese momento, y hacía una perfecta imitación del profundo grito Americano de Jim
Morrison.

—C’mon, c’mon, c’mon now TOUCH ME BAAABE, —rugió por encima del siseo de la llave.
Pudo haber sido entrañable, incluso seductor, si no lo hubiera arruinado cantando junto a las
trompetas, también, —¡ BA-DAH Ba-daah…!

Salió del baño en una niebla de vapor; su piel estaba sonrojada, su polera humedecida por su
cabello. —¿Qué? —le arqueó una ceja a Remus, —¿No hay aplauso?

Remus puso sus ojos en blanco, abriendo la puerta,

—Apúrate, muero de hambre…

Se sintió raro dejar la aislamiento de la torre de Gryffindor, dónde ya se habían hecho sentir en
casa, y entrar al resto del castillo, dónde todo lo demás era igual. Fueron a desayunar temprano, y
los dos Ravenclaws, una chica y un chico, se sentaron más cerca de ellos esta vez.

—¿No es ridículo que sirvan esta cantidad de comida cuando solo hay cinco estudiantes? —la
chica, que tenía grandes ojos con gafas de ojos de gato y una masa de pecas, remarcó, —Parece un
desperdicio…

Los platos en frente de ellos se habían llenado de huevos fritos, tocino, morcilla1 , frijoles tostados,
tomates fritos y tostadas – sin mencionar cereal, avena y jugo de frutas.
—Nah, —respondió Sirius, observando a Remus apilar su plato, —Claramente nunca has visto a
Moony comer aquí.

—Cállate. —Respondió Remus, su boca ya estaba llena.

Aun así, los Ravenclaws observaron, fascinados, hasta que Remus estaba demasiado avergonzado
para seguir comiendo. Afortunadamente, en ese momento llegó una distracción en la forma de las
lechuzas con el correo matutino. Uno aterrizó frente a Remus. Tres en frente de Sirius.

—Tú eres popular. —El chico Ravenclaw se inclinó. Era delgado y pequeño, con una nariz
puntiaguda.

—No lo animen. —Dijo Remus. Su propio paquete era suave, y envuelto en un papel de color
lavanda. Era de Lily, sin duda. Sirius tenía cinco o seis envoltorios de colores brillantes – ninguno
rojo, notó Remus con alivio. No hay vociferadores de Walburga este año.

—Vamos a patinar en hielo antes del almuerzo, —la chica Ravenclaw sonrió, alegremente, —El
lago está congelado. ¿Quieren venir?

—Suena bien, —Sirius asintió, dejando a un lado su correo sin abrir. Remus lo colectó antes de
que se fueran de la mesa del desayuno, y lo llevó al dormitorio con ellos.

—¿¡Todas estas son tarjetas Navideñas!? —preguntó, revisándolas.

—Oh, seh, eso creo. —Sirius se encogió de hombros, abriendo su armario y hurgando en el fondo,
abriendo cajones y sacando zapatos viejos que ya no usaba.

—¿De quién son?

—De quien sea.

Remus frunció el ceño, luego vislumbró algo en la mesita de noche de Sirius. Otra pila de tarjetas
sin abrir. Empezó a abrirlas. Sirius claramente no estaba interesado.

‘Querido Sirius, que tengas una maravillosa Navidad, muchos besos, Imelda.’

Mm

‘Para el chico que tiene mi corazón, feliz Navidad y todo mi amor, S.’

‘Querido Sirius, por favor encuéntrame en Hogsmeade bajo el muérdago por un beso… ¿y tal vez
algo más? Emmeline.’

‘Mi príncipe de cabello negro, no podré descansar hasta que esté entre tus brazos…’

—Sirius.

—¿Qué? —respondió su voz ahogada en respuesta. Estaba a la mitad enterrado al fondo de su


armario ahora, en sus manos y rodillas.

—Estas son todas de chicas…

—¡Ajá! —finalmente reapareció, apoyándose en sus tobillos, sujetando un par de patines de hielo
en alto, —Sabía que había traído un par en primer año.
—¿Me estás diciendo que tus pies no han crecido desde que tienes once?

—Tienen un encantamiento, —explicó Sirius, quitándoles el polvo, —Crecen para que me queden.
¡Solo lo mejor para los Blacks!

—Inteligente. Aunque, estas tarjetas…

—Oh, ¿esas? ¿Para qué las abriste? Querrás tener cuidado. Una de ellas me roció perfume.
Perfume. —Hizo una mueca.

—¿Y con todas estas chicas has…?

—Realmente, Moony, estoy halagado. Mientras que estoy seguro de lo legendario que es mi vigor,
no. Solo son chicas. Me envían cosas todo el tiempo.

—¿Todo el tiempo?

—Oh vamos, ¿qué estás, celoso? —Sirius desordenó el cabello de Remus, —Solo son tarjetas.

—Supongo…

—Ahora, vamos a buscarte unos patines.

—No quiero, me romperé el cuello.

—Estarás bien, te mostraré cómo hacerlo.

Remus tomó la pila y siguió revolviéndolas.

—Deben haber veinte aquí, en total…

—Mira, Remus, por qué no te buscamos a ti una novia, entonces no estarás tan interesado en mi
vida amorosa.

—¿¡Qué!? —Remus miró fijamente a Sirius. Estaba siendo bastante sincero, con una mirada de
leve preocupación en su rostro. El corazón de Remus se hundió. ¿En serio?

—Seh, creo que a esa Ravenclaw de las pecas le gustas. ¡O Marlene! ¿Qué hay de Marlene? Es
bonita, amable. Le agradas.

—Ofreció besarme una vez, —dijo Remus, pero sacudió su cabeza, —Aunque era una broma –
Marlene no está interesada en mi. No necesito una novia.

—No lo critiques hasta que lo hayas probado, —Sirius le guiñó, —Bien, veamos que podemos
hacer sobre esos patines…

Patinar en hielo era marginalmente mejor que volar una escoba, pero no tanto. El lago estaba
completamente congelado, pero Remus no podía quitarse la idea de que podría romperse en
cualquier momento, y seguía dándole palmaditas a su bolsillo para revisar que podía alcanzar su
varita. Sirius, obviamente, era natural. Al igual que el chico Ravenclaw – Arnold – y el par estaban
compitiendo de un lado al otro por el hielo. Remus los observó, nervioso, tratando de no
tambalearse.

—Aquí, —la chica de las pecas – Tina – se deslizó hacia él, sonriendo amablemente, —Pon tus
manos en mis hombros si quieres, y mira mis pies,
Lo hizo, agradecido, parado detrás de ella mientras lo conducía firmemente alrededor en un
pequeño círculo. Pensó que se estaba acostumbrando.

—Me pregunto si el pulpo está bien… —dijo él, después de haber estado muy callados por un
momento.

—Ugh, nunca había pensado sobre eso. ¿Crees que hibernará? —Tina se asomó hacia abajo al
hielo con interés, —No creo que realmente haya leído nada sobre el pulpo.

—Yo tampoco. —Respondió Remus, dejando ir de sus hombros e intentando avanzar unos pocos
metros sin ayuda. —Aunque, le agradaba al Profesor Ferox, lo vi alimentarlo una vez.

—¿En serio? —ella lo miró, ansiosa y curiosa, —¿Con qué lo alimentó?

Remus se encogió de hombros,

—Ni idea. Algo que se veía desagradable.

—Extraño a Ferox, —ella suspiró, —Realmente le daba vida a sus lecciones. Terminé
abandonando Cuidado de Criaturas Mágicas. Tomando un curso extra de Finanza Goblin, en su
lugar.

—Oh, eso suena… eh… interesante.

—Lo es, —ella asintió, sin un rastro de ironía, —Te puedo prestar un libro, ¿si quieres?

—Eh… gracias…

Después del almuerzo, Remus y Sirius volvieron a la torre. Remus notó que la pila de tarjetas había
desaparecido, pero no lo mencionó. Encendió la pequeña chimenea de la habitación y buscó un
sueter más grueso que ponerse.

—¿Todavía tienes frío? —preguntó Sirius, bostezando.

—Me congelo. —Respondió Remus, poniéndose un segundo par de calcetines y levantando sus
manos frente al fuego.

—Deberías haberte movido un poco más, hacer que la sangre bombee. Aun así, —su tono cambió;
tornándose malicioso y bromista, —¿Tuviste una buena charla con pecas?

—Tina. Está interesada en Finanza Goblin.

—Excelente, te puedes casar rico.

Remus le lanzó una zapatilla.

—¡Oye! —ladró Sirius con risa, —Solo estoy tratando de ayudarte a salir un poco, Moony, debes
tener otros intereses fuera de ese jodido grupo de estudio.

—Creo, si es que, estaría estudiando más si empezara a salir con Tina. Lo que no voy a hacer. —
Remus sopló entre sus manos ahuecadas, luego las alzó hacia el fuego de nuevo. El frío parecía
haberse colado y quedarse aquí.

Se giró para mirar a Sirius, quien estaba inclinado contra la cabecera de su cama, mirando. Sus
labios estaban rizados en una sonrisa traviesa.
—La cama está caliente…

***

Viernes 21 de Diciembre, 1976

—Jodido Regulus

—Pasó hace dos días, supéralo.

—Es un imbécil.

—Lo sé. ¡Un poco a la izquierda!

—No puedo ir más a la izquierda, no queda espacio.

—¡Cuidado! Ahí no…

—Uuups. De todas formas, debiste haberme dejado golpearlo.

—No ibas a golpearlo, de ibas a romper un nudillo. No puedes golpear.

—¡Sí puedo!

—No, no puedes. Mira, ¿te puedes concentrar por favor? Sigues perdiendo.

—He golpeado a mucha gente – uups, lo siento…

—Has jugado a las peleas con James. No es lo mismo.

—Oh, y tú sabes cómo golpear, ¿no es cierto Moony?

—Sí, lo sé, de hecho – ¡ajá, gané!

—No es justo. ¿No nos podemos acercar?

—No, eso es trampa.

—Oh bien, olvidé que eres riguroso con las reglas, Prefecto Lupin…

Remus cruzó sus brazos y dejó a Sirius parlotear. Había ganado de forma justa. Habían estado
jugando este juego por alrededor de dos horas ahora, y Remus era de lejos el mejor. Nunca antes
había vencido a Sirius en nada al primer intento. Era una sensación excelente, y se lo iba a
presumir.

El juego involucraba levitar variados artículos que habían encontrado en la sala común –
gobstones, ranas de chocolate, plumas, zapatillas – y dispararlos a una velocidad a través de los
‘arcos’, construidos cortando hoyos de variados tamaños en las sábanas de Peter y James, que
habían colgado a través de la habitación, dividiéndola. (Remus había tenido sus comentarios sobre
cortar las sábanas de sus amigos por aburrimiento. Pero Sirius había razonado que no podían cortar
hoyos en sus propias sábanas, que estaban usando.)

La mejor parte era que nunca tenían que ordenar. Una vez que habían pasado todo por los arcos,
todo lo que necesitaban hacer era caminar por las sábanas y empezar de nuevo del otro lado.
Empezaron a hacer esto ahora, cruzando la mitad de la habitación con la chimenea. Era acogedor.
—Me pregunto si esto es como acampar, —dijo Remus, pensativo.

—Nunca lo he hecho. —Respondió Sirius. —James piensa que es divertido que nuestra familia
nunca lo hizo.

—Siempre he querido. —Meditó Remus, empezando a levitar una bola de cristar que alguien
despreocupadamente había dejado rodar bajo el sofá. —Pero me gustaba la idea de cualquier lugar
que no fuera St Edmunds.

Frunció el ceño, levemente, habiéndose sorprendido a sí mismo. ¿Por qué había sacado el tema de
St Edmunds? Nunca hablaba de eso en frente de nadie en Hogwarts. Sirius no parecía
desconcertado.

—Seh, no te culpo. —Dijo, mirando la bola de cristal flotante, —Vas a romper eso.

—No lo voy a hacer, le estoy apuntando al gran sofá. —Demostró Remus moviendo hacia atrás su
varita y luego con un corto movimiento, envió la bola de cristal zumbando a través del hoyo más
pequeño, aterrizando con un suave ‘thump’ en el otro lado. Remus le sonrió traviesamente a Sirius,
quién sacudió su cabeza con incredulidad.

—Es aterrador lo bueno que eres en esto. Súbete en una escoba y serías un jodido buen cazador.

—No, gracias. Tu turno.

Sirius seleccionó un gobstone. Era fáciles de levitar, pero mucho más difícil de apuntar. Era terrible
entendiendo sus propios límites.

—¿Jugabas ese juego muggle, en St Edmunds? —preguntó Sirius, casualmente, disparando el


gobstone demasiado fuerte y perdiendo la sábana al final, enviándolo por encima.

—Falta. —Dijo Remus, —¿Qué juego muggle?

—Él que corren y patean. Los vimos jugándolo cuando nosotros… eh, en el verano.

—Oh. Fútbol. No, nunca me gustó. Ya tenía muchos moretones.

—Seh, lo siento, no lo pensé. Por supuesto. —Sirius se quedó callado por un momento después de
eso. Remus lo conocía lo suficientemente bien para reconocer que estaba armando algo – una
pregunta, o una declaración. Mientras tanto, Remus empezó a disparar plumas como dardos a
través de cada espacio en las sábanas. Finalmente, Sirius había reunido el coraje que necesitaba, o
había preparado las palabras indicadas. —¿Es realmente horrible, vivir ahí?

Remus bajó su varita. Nunca se había quejado de St Edmunds – no en frente de los merodeadores,
o nadie, excepto por Grant, porque Grant sabía. Estaba a punto de decir ‘Nah, está bien, la verdad’,
y encogerse de hombros – pero algo lo detuvo. Esa era una mentira, y no necesitaba mentir, justo
ahora.

—Es… no es horrible, pero es… ruidoso. Siempre tienes que cuidar tu espalda, y nadie realmente
se preocupa mucho por ti. Se tienen que asegurar que no mueras, o te arresten, o mueras de hambre
o lo que sea, pero realmente no les importa.

No estaba de humor para seguir jugando. Alcanzó su bolsillo trasero y sacó sus cigarrillos,
encendiendo uno con la punta de su varita, luego le arrojó la cajetilla a Sirius. Sirius solo la
sostuvo, pasando su pulgar por encima de un poco de papel que salía de la unión en la solapa.
—Sé cómo se siente, —murmuró. Eso fue todo lo que dijo, y eso fue suficiente, en ese momento.
Rápidamente levantó la mirada y sonrió, —¡Mira lo que puedo hacer!

Sacó un cigarrillo de la cajetilla y lo ubicó entre sus labios. Una mirada de concentración voló en
sus ojos por un momento, luego chasqueó sus dedos, y el cigarrillo se encendió por sí mismo. Su
sonrisa se amplió alrededor del cigarrillo, y miró a Remus por un elogio.

—Caray, —Remus sonrió, —Eres listo.

***

Sábado 22 de Diciembre, 1976

—¿Qué estás haciendo?

—¿Qué es lo que parece? —respondió Remus severamente, por encima de su texto. Había pasado
unas pacíficas horas solo en su cama, hasta que Sirius había marchado dentro de la habitación
oliendo a nieve y chocolate caliente. Había ido a patinar en hielo de nuevo, y Remus se había
librado esta vez, buscando un poco de tranquilidad.

—¿¡No estás estudiando en Navidad!? —Sirius se dejó caer junto a él en la cama, luciendo
escandalizado.

—No es Navidad, ni siquiera es víspera de Navidad, solo es un día normal. Y me gusta leer,
muchas gracias. —Remus se alejó de él, girándose y sujetando el libro sobre su cabeza para leer.

—Cómo han cambiado los tiempos, ¿eh Moony? —Sirius soltó una risita, quitándose sus calcetines
y un grueso suéter de lana.

Era uno que los Potters le había comprado – este año la ropa de Sirius había sido mucho más
práctica y cómoda que antes – vagamente algo especialmente a la medida o cortado finamente.
Todavía era muy obvio que era un aristócrata, nacido y criado – eso estaba claro en su conducta, en
cada frase enunciada que decía. Pero estaba más contento, y eso se notaba mucho igualmente. —
Yo recuerdo a un niño que odiaba leer, y hacer tareas, y--

—Mm, y yo recuerdo a alguien que amaba hacerlas, y era el mejor en cada asignatura… —Remus
se volteó hacia él, finalmente, —¿Qué pasó, no te gustó la competencia?

—Pfft. Podría ser mejor que todos ustedes, si quisiera. —Esto no lo estaba presumiendo. Sirius
siempre había sido excepcional cuando se trataba de magia intuitiva, e intensamente diligente en
investigaciones – cuando le convenía.

—¿Entonces por qué no lo haces?

—Prefiero hacer otras cosas, —se encogió de hombros.

La conversación había llegado a un callejón sin salida – eso difícilmente pasaba con Sirius, a
menos que sacaras el tema de su familia. Y esto seguramente tenía que ver con los Blacks – o por
lo menos Sirius pensaba que sí. Ellos querían que fuera un Slytherin, entonces terminó en
Gryffindor. Querían que fuera el buen heredero sangre-pura, entonces se hizo amigo de los Potters
y escapó. Querían que tuviera las mejores notas en sus exámenes para probar que los sangres pura
eran mejores que todos los demás – entonces usaba sus talentos exclusivamente en formas que los
molestara.

Remus volvió a su libro. Dos líneas más abajo, Sirius dio un largo suspiro.
—Estoy aburrido.

—Ve y juega ajedrez con el dúo dinámico. —Respondió Remus, re-leyendo la segunda línea.

—Ugh, no tan aburrido. Pasé toda la mañana con ellos. Están bien, pero merlín, todo es tan literal.

—Habla con James entonces.

—Tiene unos familiares visitando, o algo. Hablaremos después de la cena. De todas formas, no
estoy de humor para hablar.

Remus dejó su libro a un lado.

—¿Oh?

—Aunque, no quiero molestarte. —Dijo Sirius, inocentemente, acercándose.

—Puede esperar.

***

Domingo 23 de Diciembre, 1976

—Muéstrame como golpear, ¿entonces?

—¿¡En serio!? —Remus suspiró,

—Mortalmente Sirius. —El otro chico movió sus cejas. Remus se quejó. —Oh, vamos, —Sirius se
rio en su cara, —¡Muéstrame! Enséñame algo, Profesor Lupin.

Estaban descansando en sus pijamas, en la sala común. La torre de Gryffindor aún estaba siendo
limpiada en las noches por los elfos domésticos, pero las divertidas criaturitas habían tenido el
sentido para dejar los ‘arcos’ de sábanas, incluso si habían ordenado todos los proyectiles. El
efecto era de una extraña cortina bloqueando las ventanas en el otro lado, excepto por los cinco
focos de luz invernal que se transmitía a través de los cortes en la tela.

—Ok, pero necesitas algo que golpear en el que no te hagas daño.

Terminaron encontrando un espacio vacío en la pared y conjurando un encantamiento suavizador


en él. Sirius se puso de pie ahí, ansiosamente, esperando instrucciones. —Haz un puño. —Dijo
Remus. —No, ok, no así… sí, pon tu pulgar ahí, a menos que te lo quieras romper. Ok, ahora
quieres tenerlo a la altura del hombro… seh, entonces… eh…

Remus eventualmente recurrió a demostrar unas pocas veces en la pared, antes de físicamente
reposicionar los brazos de Sirius en orden de tener bien el ángulo, —Piernas separadas, no te
inclines tanto hacia adelante… ok, inténtalo ahora…

Tomó alrededor de veinte minutos, pero al final Remus consideró que Sirius era por lo menos lo
suficiente competente para moretear un ojo.

—¿Dónde aprendiste esto? —jadeó Sirius, exaltado con su éxito.

—St Edmunds.

—Oh, seh… —agachó la cabeza.


—No, no así, —Remus sacudió su cabeza rápidamente, dándose cuenta de que Sirius
probablemente se lo estaba imaginando a él arrinconado contra un grupo de enormes, muggles
rudos. —Algunos de los chicos mayores me enseñaron, un par de veranos atrás. Eran todos un
poco rudos, les gustaba pelear, pero eran amables conmigo.

—Ah, —los ojos de Sirius brillaron con la luz del entendimiento, —¿Ese fue el año donde
empezarse tu incursión en el crimen organizado?

—¿¡Mi qué!? Oh, seh, los cigarrillos. Sep, ese verano.

—Nunca olvidaré cuando entraste al tren con esas botas.

—Ugh, no, —Remus cubrió sus ojos con sus manos. Le avergonzaba cada vez que recordaba la
forma en la que había actuado, —Era tan odioso.

—Yo no creí eso. De todas formas, tenías una buena razón. —Sirius frotó sus nudillos. Estaban
rojos de golpear la pared tantas veces, y Remus luchó el impulso de tomar la mano de Sirius y
besar cada dedo. —¿Tu, eh… algunas vez supiste algo más sobre Greyback? —preguntó Sirius,
tentativamente, sacando a Remus de su ensueño.

—Seh, una que otra cosa. —No quería guardárselo para si mismo, pero lo hizo de todas formas,
sentándose de nuevo y tomando un periódico, solo para tener algo entre manos.

—Moony, sé que odias hablar de él. Eso.

—No, está bien. —No estaba engañando a nadie.

—No crees… los ataques de los últimos meses…

Remus lo miró, solo para chequear su expresión. Lucía ansioso, pero no aterrorizado. Por lo menos,
no de Remus.

—Seh, —confirmó asintiendo de forma breve, —Fue él. Moody me dijo.

—Mierda.

—Seh. Mierda.

—¿No crees que venga tras de ti?

—No veo por qué lo haría. —La mentira descarada debió haberlo shockeado, o por lo menos
haberle causado una punzada de culpa. Pero esto estaba justificado, se dijo Remus, esto era para
proteger a sus amigos. Tocó la cicatriz en su costado por encima de su pijama, y si presionaba
ligeramente podía sentir los hoyuelos y pliegues en su carne hecha por esos espantosos dientes. —
No es como si pudiera hacerme algo más ahora. Lo peor ya pasó.

—Moony.

No era una pregunta o una petición, y ambos la dejaron en el aire.

***

Lunes 24 de Diciembre, 1976

—¿Tenemos algo de hierba? —preguntó Sirius mientras caminaban de vuelta desde el desayuno en
Víspera de Navidad. Esquivaron de nuevo un torneo de ajedrez con los Ravenclaws. A Remus de
hecho no le molestaba la idea, pero Sirius había decidido que eran intensamente aburridos y no
podían ser tolerados.

—Cuando dices ‘tenemos’, —respondió Remus, secamente, —¿Te refieres si tengo?

—Bien, ¿tienes algo de hierba?

—No.

—Pero sabes donde hay.

—Tal vez.

—Ese es mi pequeño delincuente. Vamos entonces, enséñame.

Remus suspiró,

—Tenemos que ir afuera, a los invernaderos – y probablemente fumar ahí también, no quiero a los
elfos domésticos aturdidos. Hace mucho frío, preferiría que no.

—Vamos, Moony. ¡No has estado afuera en siglos!

—Lo sé, eso fue deliberado.

—Vamos. —Sirius lo estaba jalando de la manga ahora, y porque no había mucho más que hacer,
y realmente quería un porro, Remus se lo permitió. Buscaron sus capas y salieron del castillo,
apresurándose a través de las delgadas sábanas de nieve hacia los invernaderos. Detrás de ellos,
enterrados en una caja, Remus desenterró los brotes ilícitos, envueltos en papel café. Tendría que
pagarle a quien fuera que le pertenecían – si lo descubría, por su puesto.

Los invernaderos mismos no tenían nieve en sus techos; siendo lo suficientemente cálidos en el
interior.

—¿Podemos ir ahí dentro? —sugirió Sirius, tiritando.

—¿Estás demente? Spout baja dos veces al día para revisar las mandrágoras. Tiene que ser en otro
lugar.

—¿La cabaña?

—A la mierda. —Gruñó Remus, sin pensar. Sirius lo miró, sorprendido, y sacudió su cabeza
disculpándose, —Odio ese lugar. Por favor, ¿otro lugar?

—Ok, lo siento… eh… ooh, ¡ya sé! —agarró a Remus de la muñeca esta vez, su mano con guantes
todavía estaba milagrosamente cálida.

Remus descubrió a donde iban antes de llegar – y era de hecho un tanto brillante. Se estaban
acercando a la estatua de la bruja jorobada, de un ojo, cuando el estudiante Slytherin de séptimo
año dio vuelta en la esquina al otro final del corredor. Se detuvieron, probablemente luciendo
extremadamente culpables.

—¿Qué están haciendo ustedes dos? —preguntó, elevando su cabeza, enjuiciándolos.

—Solo damos un paseo. —Respondió Sirius, altivamente, —Es un castillo libre.

—Lo que sea. —El Slytherin puso sus ojos en blanco, aburrido. Siguió caminando pasándolos, con
sus túnicas moviéndose a su espalda. Remus sacó el mapa, tan pronto como estuvo fuera de vista, y
vio el pequeño punto con su nombre en él en camino a la biblioteca. Perseus Flint.

—Bleagh, —Sirius hizo una mueca cuando lo vio, —Creo que es un pariente…

Entraron al pasaje secreto, conjuraron un hechizo iluminador y enrollaron sus capas para poder
sentarse cómodamente en el piso de piedra.

—Debimos haber traído el tocadiscos, —dijo Sirius, —Podríamos acomodarnos bastante aquí, no
sé por qué nunca pensé eso antes.

—Tú y tus fantasías de vivir en una cueva, —Remus se burló, tendiendo toda su parafernalia. Le
gustaba enrolar, era un proceso placentero. —No pasaremos el resto de la Navidad aquí adentro.

Aunque, sí pasaron las siguientes horas ahí, mentes a la deriva, murmurando estúpidas bromas al
otro o tarareando canciones a medio recordar. Para la hora del almuerzo, tenían un hambre voraz, y
soltaron risitas todo el camino al Gran Salón. Sirius tenía los ojos rojos, con una sonrisa tonta, y
Remus sabía que no lucía mucho mejor. Solo estaba agradecido que Dumbledore no estaba ahí; los
hubiera descubierto en el instante.

Fueron arrastrados a un juego de ajedrez después del almuerzo, una vez que la mesa había sido
vaciada, y Sirius de hecho se volvió muy competitivo en su intento por vencer a Tina, quien debió
haber sido la campeona reinante de Ravenclaw. Remus estaba encontrando difícil concentrarse, y
eventualmente dejó su cabeza en la mesa y se deslizó en el sueño profundo.

Fue despertado por un empujón una hora más tarde.

—Estás roncando, Moony. —Sirius soltó una risita.

—¿Estás bien? —preguntó Tina, su cara inquisitiva se asomaba a través del tablero de ajedrez. Ella
había ganado, eso parecía.

—¿Mmm? Oh, seh… —intentó sentarse derecho, sintiendo un tirón en su espalda mientras lo
hacía. —Lo siento, no debí haber dormido lo suficiente anoche.

—Luces bastante pálido, —continuó. Sus ojos se desplazaban a través de él analíticamente, —¿Tal
vez deberías acostarte un poco? Sirius dijo que estuviste ocupado toda la mañana trabajando en
Herbología, entonces no me sorprende que estés cansado.

Sirius empezó a reír, compulsivamente, y Remus le dio con el codo fuerte en las costillas.

—Seh, iré a acostarme, gracias.

Volvió lentamente a la torre, primero en el caso que Sirius decidiera seguirlo, y porque su cadera le
dolía por haber dormido en una posición estúpida. Su cabeza estaba más clara, y decidió tomar un
baño caliente, para ver si eso ayudaba. Llevó su libro de Aritmancia al baño con él, esperando que
impidiera que se quedara dormido de nuevo.

Solo había estado en el agua por diez minutos cuando la voz de Sirius irrumpió en el dormitorio,

—¿Moony?

—Estoy en el baño. —Llamó de vuelta. La puerta se abrió, Remus hizo una mueca negativa, —No
dije que podías pasar…
—No es nada que no haya visto. —Respondió Sirius, maliciosamente. Remus pestañeó - ¿estaba
Sirius de hecho comentando sobre el reciente giro que había tomado su relación, o solo era otro
comentario improvisado? Tal vez hablaba con James en el baño. Remus no estaría sorprendido.
Sirius se inclinó casualmente contra el lavabo, —James me dio la contraseña del baño de prefectos,
¿si preferirías ir allá?

—Estoy bien, gracias.

—Ok. Tengo una idea.

—¿Involucra fumar hierba en un túnel?

—Sí.

—Brillante,

—Aunque, no solo eso – me gustaría salir.

—¿En serio? —Remus sonrió travieso, cerrando sus ojos e inclinándose hacia atrás. Aquí vamos…

—¿Cómo suena la Cabeza de Puerco?

Remus abrió sus ojos.

—Suena completamente demente.

—¡Excelente! —Sirius sonrió, —Iremos después de la cena, entonces.

Remus hizo intentos poco entusiastas de cambiar la opinión de Sirius, pero cuando un plan había
sido ideado, por lo general estaba básicamente escrito en piedra. Particularmente si involucraba
romper las reglas de la escuela.

—No tengo permitido ir a Hogsmeade…

—Moony, es la Víspera de Navidad.

Entonces fueron. Después de compartir un largo porro en el túnel (al final de Honeyduckes,
obviamente – a Remus no le gustaba la idea de estar drogado por todo el largo camino a través del
pasaje), treparon dentro de la tienda de dulces (robando unas pocas ranas de chocolate en el
camino) y afuera a la calle principal oscura y vacía.

Las Tres Escobas era el único lugar que lucía acogedor en absoluto – pero Sirius supuso que
Rosmerta podría delatarlos con McGonagall si los viera ahí.

—Lo que sería completamente demente, —dijo en una rabieta, —Tengo diecisiete, debería tener
permitido hacer lo que quiera.

La Cabeza de Puerco no era ni cercanamente acogedora como eran las Tres Escobas, pero aún tenía
una atmósfera amable. La clientela era privada, apilada en grupos hablando entre ellos, y el barman
seguramente, pero le sirvió a Sirius y Remus sin preguntar, y fueron capaces de encontrar una mesa
y taburetes sin problema. Había un olor peculiar alrededor del lugar, algo que a Remus le gustaba
mucho, pero no podía realmente encontrar. Revolvió un tipo de deseo extraño dentro de él, que
intentó ahogar en whisky.

Bebieron mucho, y rápido, atrapados en la sobreexcitación del otro.


—No he bebido desde Halloween. —Dijo Remus, atrevidamente,

—Ugh, estaba tan enfermo esa noche, —rio Sirius, —No recuerdo ni la mitad.

—Yo sí. —Dijo Remus. Sirius captó su mirada y la sonrisa cayó de su rostro. Sus cejas de
fruncieron y miró hacia abajo a su copa vacía,

—Por supuesto que recuerdo esa parte, Remus.

Se sintió un poco culpable después de eso. Una pequeña parte de él quería castigar a Sirius por el
daño que le había hecho, incluso si, al final, quería olvidar todo y solo ser feliz. El alcohol
afortunadamente es la solución ideal para este problema en particular. Por lo menos, Remus
pensaba eso. Sonrió ampliamente,

—La primera vez que me emborraché, —dijo vaciando su copa, —Fue ese verano que conseguí las
botas y todo eso – estaba tan borracho que pensé que iba a morir.

—Me embriagué un poco en un banquete familiar cuando tenía trece, —recordó Sirius, ordenando
dos copas más chasqueando sus dedos, —Pero no tanto como para tu cumpleaños ese año… aun
así, era todo lo mismo para Madre, y sacaba la varita…

Hizo un amplio movimiento, de acuchillar con su propia varita en mano, e imitó la voz puntiaguda
y precisa de su madre, —El heredero Black muestra comportamiento apropiado en todo momento,
—slash, slash.

Remus hizo una mueca de dolor, pensando sobre las pantorrillas de Sirius. Sirius lo miró de
soslayo, a medio corte, —Lo siento, —dijo, cruzándose de brazos mientras llegaban los whiskies,
—No es divertido, no sé por qué actúo así.

—Saliste, ahora, —dijo Remus, seriamente, —No tienes que volver nunca.

—Seh, —dijo Sirius, arrastrando las palabras y encorvándose en su asiento, —Es el problema de
Reg ahora. Desagradable pequeño tal y tal - ¿sabes cuantas veces tomé la culpa por él? Cuántas
veces me interpuse entre… solía ser un apropiado llorón, pero Madre odia el llanto, ella dice que
hace a los hombres mariquitas, los hace, bueno, lo que sea, alguna idiotez, pero de todas formas,
Reg lloraba, y yo hacía algo peor para distraerla, y ella haría lo suyo, —slash, slash. Sus ojos
brillaban y sus mejillas estaban sonrojadas, —Sabes, si alguno de nosotros hubiera aprendido a no
llorar, entonces tal vez… pero supongo que Reg aprendió, al final, mierda de corazón frío.

Tomó un trago largo. —Lo siento, no debería lloriquear. Especialmente no a ti. Sabes todo sobre
mi jodida falta de autocontrol.

Le tomó un segundo o dos para que Remus se diera cuenta que Sirius estaba hablando del incidente
con Snape. No quería hablar de eso, la conversación ya era suficientemente melancólica, y sabía
que pasaba cuando dejabas que la bebida te deprimiera.

—Está bien, —murmuró, —Probablemente es algo bueno de todas formas. Yo casi nunca lloro,
creo que perdí la habilidad en algún punto. Tal vez soy como Reg.

—Tú no eres como Reg. —Dijo Sirius vehementemente, apretando la rodilla de Remus. Remus le
sonrió, atontado, y Sirius quitó su mano rápidamente, mirando a su alrededor furtivamente en caso
que el gesto hubiera sido notado.

—¿Puedes oler eso? —preguntó Remus, sintiéndose muy borracho ahora. Se estiró como un gato.
Era tan familiar, tan profundo y fascinante – como una presa, o… no, estaba justo fuera de alcance.
—¿Cerveza rancia? ¿Olor corporal? —sugirió Sirius, haciéndose reír.

—No, es un animal o algo…

—Lo siento, amigo, —se encogió de hombros, —Podría transformarme en un perro y olfatear, pero
creo que estoy demasiado ebrio para recordar cómo transformarme de vuelta…

Dejaron el pub, prontamente después de eso. El olor había infectado a Remus, inquebrantable y
abrumadoramente deseable, se sentía más que ebrio – casi lobezco. Le transfirió esta sensación a
Sirius, y lo empujó contra la pared en la oscuridad de un callejón, besándolo ferozmente,
presionando sus caderas contra él. Eventualmente Sirius tuvo que empujarlo, usando más fuerza
que de costumbre,

—Hey, —susurró, —Aquí no, alguien puede vernos…

Se arrastraron de vuelta a Honeydukes, a través de la puerta y dentro de la bodega – con lo que


Remus hubiera estado más que feliz, pero Sirius no lo volvería a tocar hasta que estuvieran dentro
del oscuro, oscuro túnel. No habían estado juntos así antes, después de beber – y ninguno de ellos
tenía la suficiente presencia mental para iluminar sus varitas, entonces estaba completamente
oscuro, pero Remus estaba caliente con el whisky y Sirius estaba igual de anhelante que él ahora
que estaban solos, y fue lo mismo que había sido, solo que mejor, más urgente y fluido y
desordenado, y Remus sintió una oleada de coraje, antes de separarse y hundirse en sus rodillas,
sujetando a Sirius en el lugar, y fue enervante, pero dios, valió tanto la pena escuchar ese jadeo
sorprendido,

—¿Qué estás…? – ¡oh!

***

Día de Navidad, 1976

Como era de esperarse, ambos chicos despertaron el Día de Navidad con un golpe de resaca.

—Dime que hay una cura, Moony, —lloriqueó Sirius desde su cama, —Tú eres el que está
tomando lecciones de sanación…

—Tú eres el que está tomando Pociones, —gruñó Remus debajo de su almohada. —El dolor es una
cosa de pociones, yo hago cortes y abrasiones.

—Inútil.

—Cállate.

Pero no fue bueno, ahora que estaban despiertos, y no había nada que ninguno de ellos pudiera
hacer al respecto. Él salió de sus sábanas, con la cabeza latiendo al doble del tiempo que se
tambaleaba a través de la habitación hacia el baño. —Ducha fría, —le murmuró a la cama de
Sirius, —Luego desayuno. Huevos fritos, confía en mí.

No pudieron enfrentarse a abrir regalos y los dejaron, en su lugar tambaleándose escaleras abajo
para comer, sin arreglar su cabello o haciendo mucho esfuerzo para lucir bien en absoluto.
Dumbledore estaba ahí, y les sonrió benevolentemente mientras tomaban sus asientos en la mesa,

—¡Feliz Navidad, para todos! —retumbó su voz, animada, aparentemente inconsciente frente a las
muecas de dolor de Sirius y Remus.
El desayuno sí mejoró las cosas, de alguna forma – por lo menos estabilizó sus estómagos, y
después ansiosamente volvieron a la torre para abrir regalos. Remus recibió la usual cantidad de
plumas, chocolates, libros y prendas tejidas como de costumbre, y estaba muy complacido de
recibirlas. Nada de Matrona este año – supuso que estaba cortando las relaciones temprano, como
después de su cumpleaños no esperaban que volviera a St Edmunds. Enterró esa idea con un
cigarrillo.

James se contactó prontamente después de eso, a través de los espejos compactos, y ambos le
desearon una feliz Navidad.

—¿Están bien ustedes dos? —frunció el ceño a través del cristal, —Se ven un poco pálidos.

—Resaca, —gruñó Sirius.

—Celoso. —Respondió James.

—Rarito. —Dijo Remus.

Después, él tomó una siesta, aún cansado por la noche anterior, y despertó a tiempo para el
almuerzo lo que, en la opinión de Remus, era básicamente un Día de Navidad perfecto.

***

Boxing Day, 1976

—¿Por qué se llama boxing day, de todas formas?

—Nadie sabe, —Remus bostezó por encima de su avena, —Es uno de los grandes misterios de la
vida.

—Debe ser una cosa muggle. Le preguntaré a mi profesor de estudios muggle.

—¿Tú haces estudios muggle? —el Slytherin, Flint, estaba mirándolo a lo largo de la mesa.

Sirius le mostró dos dedos, luego se giró, ignorándolo. Remus siguió comiendo, el azúcar rubia se
derretía en su lengua. Sus rodillas chocaban bajo la mesa y era encantador.

Repentinamente, las lechuzas llegaron, chillando en el salón con una urgencia inusual. Había más
que de costumbre, también. Remus se dio cuenta que Dumbledore y McGonagall no estaban en el
desayuno. Tina, sentada al lado opuesto, recibió su correo primero y lo abrió.

—Es de mamá… —sus ojos se ampliaron y se levantó de la mesa enseguida, apresurándose fuera
del salón. Flint hizo lo mismo, luego Arnold.

—¿Qué está pasando? —preguntó Remus, mientras Flitwick suspiraba pesadamente, sacudiendo su
cabeza. Les pasó las dos copias restantes del Diario El Profeta. Se inclinaron juntos para leerlo.

‘MUGGLES ATACADOS EN CRISIS NAVIDEÑA’ proclamaba el encabezado.

“Anoche, mientras miles dormían seguramente en sus camas en la noche Navideña, más de cien
muggles por toda Gran Bretaña fueron atacados en sus hogares. La oficina de Aurores confirmó
esta mañana que los ataques fueron de naturaleza mágica, y que tenían la intención de causar
daños.

Los ataques tomaron lugar en un nombre de locaciones, aparentemente apuntando a familias con
conexión al mundo mágico – aquellos con familiares mágicos o historia de muggle-mágicas
relaciones. Las ofensas abarcan desde hechizos menores hasta – en algunos casos – el uso de
maldiciones imperdonables. No hay sospechosos de momento. El ministro de Magia espera hacer
una declaración hoy día más tarde.”

La Profesora McGonagall llegó mientras estaban leyendo, con Flint, Tina y Arnold. Tina parecía
haber estado llorando. Flint estaba frunciendo el ceño miserablemente.

—Han escuchado las noticias. —Dijo la profesora, su voz era más delgada que de costumbre, tensa
y cansada. —Si sus padres han solicitado que vuelvan a casa, entonces haremos arreglos enseguida
para asegurar que lleguen a salvo.

—¿Hay algo que podamos hacer, Profesora? —Sirius se puso de pie, frunciendo el ceño. Flint puso
sus ojos en blanco.

—No, Sr Black, gracias. Simplemente mantengan la calma y continúen de forma normal.

—Por favor, Profesor Flitwick, —sollozó Tina, —Necesito ir a casa ahora, es mi tía… —Arnold
puso su brazo alrededor de su hombro, y le susurró algo consolador.

—Vamos, Moony, —murmuró Sirius, —Veamos si James sabe algo…

—¡No sé nada! —dijo James, casi tan pronto como abrió el espejo para responder a su llamada. —
Papá se fue al ministerio con Moody, me dejaron leer el periódico, pero no hay nada más. Aunque,
todos saben quién lo hizo – mortífagos.

Sirius asintió, gravemente.

—¿Voldemort? —preguntó Remus, —¿Tiene tantos seguidores? Más de cien, decía en el


periódico, por todo el país, en una noche…

—Deben haber sido más que lo que pensaban. —Dijo James.

—Bueno, —Sirius se sentó, su boca era una línea lúgubre, —Solo mi familia contarían por al
menos veinte.

—Ellos no son tu familia, —dijo James, ferozmente. Él y Sirius se miraron fijamente por un
tiempo, y Remus se estremeció, levemente, sintiéndose intruso. El temperamento de Sirius estaba
aumentando, Remus no necesitaba sentidos amplificados para darse cuenta de eso.

—Si Reg fue uno de ellos, lo voy a…

—¡Black! —siseó James, —Nadie sabe quién de ellos fue. Cálmate, ¿ok? Moony, ¿estás ahí?

—Seh, —Remus se volvió a acercar a la vista del espejo. James lo miró,

—No lo dejes ser un imbécil sobre esto, ¿ok?

—¿¡Qué quieres que haga yo!? —preguntó Remus, desconcertado. Las crisis familiares de Sirius
eran usualmente el trabajo de James. El rol de Remus era diferente.

—¡Solo distráelo!

Remus personalmente no pensaba que eso sonaba como la mejor idea. No se desharía del problema
– y James casi definitivamente no aprobaría las técnicas de distracción de Remus. Sirius habló un
poco más con James, y Remus los dejó. Pensó añorando el último porro, descansando en la mesita
de noche escaleras arriba. Probablemente no era apropiado.
***

Jueves 27 de Diciembre, 1976

Arnold, Tina y Flint fueron a casa en el Boxing Day, entonces después de eso solo eran ellos dos (y
los profesores, por supuesto, pero parecían estar en una conferencia eterna, la cara de McGonagall
lucía cada vez más cansada cada vez que Remus la veía).

Sirius hizo una rabieta. No quería salir, no quería quedarse adentro. No quería fumar, o beber, o
comer, o jugar. Solo quería hacer nada. Remus hubiera estado bastante contento de permitírselo, si
solo no afectara tanto la entera atmósfera del castillo.

Intentó la idea de James de distraerlo.

—¿Quieres jugar ese juego?

—Nah, soy del asco.

—Seh, pero yo no.

—Juega tú, entonces. —Se encogió más en su silla, con los brazos cruzados. Remus suspiró.

—¿Quieres salir en tu escoba? Iré contigo y todo.

—No tengo mi escoba aquí.

—Podemos tomarlas prestadas del cobertizo. A Hooch no le importará.

—Nah, no me gusta usar las escobas de otras personas.

—Snob.

Sin respuesta.

—¿Ajedrez?

—Aburrido.

—¿Tarea?

Eso solo fue respondido con una mirada oscura.

—¿Quieres un oral?

—¡Maldita sea, Moony!

—¿Qué? No me están quedando opciones, Jesús. Solo trato de animarte.

—No me quiero animar.

—Sí, eso está claro. —Jugó con un hilo suelto en su manga, —¿Quieres ir donde los Potters?

Sirius levantó la mirada,

—¿Qué?

—No me molesta, —dijo Remus, honestamente. —Si necesitas verlos. Si tú… necesitas a James.
Por un momento, Remus no estaba seguro de que iba a hacer Sirius. Parecía considerar la idea, y
Remus deseó no haberla sugerido. Pero sacudió su cabeza.

—Nah. —Dijo, —¿Qué tipo de amigo sería si te dejara aquí solo?

Eso enfureció a Remus. Tiró del hilo en su manga, rompiéndolo.

—Bueno no estás siendo mucho un buen amigo ahora, para ser honesto. Sé que no estás de humor,
pero--

—No es que no esté de humor. —Escupió Sirius, enojado, —Estoy furioso. Mira, no sabes como
es, tener una familia ahí afuera haciendo lo que merlín sabe – personas con las que de hecho estoy
relacionado, Moony.

—Oh dios, cambia el jodido disco, ¿quieres? —Remus gruñó, poniéndose de pie listo para lanzarse
a las llamas, lo siento James, pensó, no soy tú. —Pobre Sirius Black, el niño rico mimado con la
familia malvada.

—Oye, cuidado.

—Bueno lo siento, pero he tenido seis años de esto, ahora. No, no sé como se siente, porque no
tengo una familia, mucho menos una malvada. ¿Sabes lo que tengo? Una manada de jodidos
hombres lobo, esperando que sea mayor de edad para que finalmente pueda irme y unirme a todos
los otros monstruos.

—Moony…

—Tengo a un brutal jodido asesino de niños homicida ahí afuera esperándome. Y no mucho más,
para ser honesto. No tengo a los Potter, o un Tío – ni siquiera tengo un jodido futuro. Entonces, si
no te importa, prefiero no tener que sentarme aquí a escucharte a ti lloriquear sobre lo difícil que lo
has tenido.

Solo decidió a medio camino hablando que iba a irse, pero esperó que no se viera de esa forma. No
se había permitido estar así de furioso en un muy largo tiempo – y, como siempre, había sido Sirius
quien había logrado desatarlo. Fue a la biblioteca, porque no había ningún otro lugar, y porque
Sirius casi definitivamente lo buscaría ahí primero. Era raro, caminar a través de los pasillos y
escaleras vacías. Podía escuchar a los retratos susurrar mientras pasaba, y no le gustaba.

Cuando llegó a la biblioteca, se dio cuenta que no tenía un siguiente paso planeado. Había dejado
toda su tarea de vuelta en el dormitorio, entonces no podía chequear sus notas. Podía invocarlas,
supuso – pero de alguna forma eso le quitaba peso al punto de haberse ido.

Remus solo fue a la estantería más cercana y sacó un libro al azar, sentándose en el sillón más
cómodo que pudo encontrar. Era de pociones. Justo su suerte. Por primera vez en unos años,
Remus usó Letiuncula Magna para leer. Era más fácil, y su cabeza estaba muy desordenada para
concentrarse mucho. Aún así, lo calmó.

—Remus.

Cerró sus ojos y respiró, antes de levantar la mirada.

—Lamento haber gritado, Padfoot.

—Lamento haber lloriqueado. —Sirius se encogió de hombros.


—Bueno, está bien estar enojado a veces. Es normal. —Remus sonrió, dejando un libro a un lado.
Se levantó y caminó hacia la entrada de la biblioteca, donde estaba Sirius, manos en sus bolsillos,
como un niño arrepentido. —Aunque, fui un imbécil, no debí haber dicho esas cosas.

—Ah, eran ciertas. Soy un mocoso rico mimado.

—Seh, —Remus sonrió, desordenando su cabello perfecto, —Aunque, no me importa.

—Podemos hacer una de esas cosas que querías hacer, ahora. ¿Si todavía quieres…?

—¿Cuál? ¿Ajedrez?

—Oh seh, —Sirius arqueó una ceja, —Definitivamente ajedrez.

***

Viernes 28 de Diciembre, 1976

—¿Quieres hablar de eso? —preguntó Sirius, en la tarde. Finalmente Sirius le había permitido
ponerse al día con su tarea, y estaba jugando un juego de solitario con un mazo de cartas que había
encontrado. Remus nunca había visto a Sirius ocupado en una actividad tan silenciosa antes, y
seguía robándole miradas.

—¿Mm? —levantó la mirada de su tarea de Herbología, pretendiendo que había estado


completamente absorto en la identificación de pétalos.

—¿Quieres hablar de eso? —repitió Sirius, aun mirando sus cartas, —¿La cosa de Greyback?

—Oh, eso. —La garganta de Remus se secó. —No, no quiero. Aunque, gracias.

—Si estás seguro… —dijo Sirius, levantando una carta y le dejó en otra pila. —Solo porque dijiste
que no creías que estaba detrás de ti, pero luego ayer dijiste…

—Seh, lo sé. —Dijo Remus, sintiendo su pulso acelerarse, —Es solo… no quiero pensar sobre eso
justo ahora. ¿Ok?

—Ok, entonces. —Sirius levantó la mirada y sonrió.

Remus sonrió de vuelta, y sintió tal oleada de amor por Sirius Black que lo mareó.

***

Sábado 29 de Diciembre, 1976

—¡Falta! —celebró Remus, jubilosamente, cuando las zapatillas de Peter navegaron por encima de
la línea del arco.

—Mierda. —Sirius suspiró. —Sabía que era un poco ambicioso.

—Deberíamos dejar esto, —dijo Remus, reajustando las sábanas colgadas, —Imagina jugar esto
con más gente.

—Evans nos haría sacarlo.

—Solo después de haberlo intentado, apuesto.


—Te gusta, ¿no es cierto?

Remus le dio una mirada penetrante,

—No esto de nuevo…

—¿¡Qué!? —Sirius sonrió con malicia, levitando una manzana del bowl de frutas que habían
dejado los elfos.

—Estas obsesionado con buscarme una novia.

—No lo estoy. Solo no quiero que te pierdas ninguna de esas cosas. —Sirius hizo que la manzana
pasara a través del espacio más grande y lanzó un puño al aire, —¡Sí!

—Cinco puntos. —Respondió Remus, secamente, —Aún pierdes por veinte. —Aclaró su garganta,
—Y no me estoy perdiendo nada.

—Sé que tú crees que no, Moony, pero solo estoy diciendo--

—Bueno, no.

—No te enojes conmigo.

—No lo estoy. —Remus disparó un tintero a las sábanas tan fuerte que lo perdió y salpicó toda la
tela blanca con una mancha azul brillante.

—Luces bastante furioso. —Sirius bajó su propia varita, girándose hacia Remus. Remus no lo miró.

—No quiero una novia, ¿cuántas veces?

—Sé que tú dices eso, pero… no puedo evitar pensar que debe haber una razón detrás… creo que
sé por qué. —Sirius se estremeció, incómodo, y Remus lo miró, oblicuo, su corazón latía en su
pecho. Debió haber esperado esto, eventualmente. —Es por la cosa del hombre lobo, ¿no? —dijo
Sirius.

Remus abrió su boca, luego la cerró de nuevo. ¿En serio? ¿¡En serio!? Se sentó, con la cabeza entre
sus manos, e intentó no reír. Sirius confundió esto por algo más, y dijo gentilmente, —Estás
preocupado que una chica lo descubra, ¿cierto? Pero, o sea, Evans sabe, y ella está bien al respecto,
entonces no entiendo por qué no encontrarías a alguien más… y tus cicatrices no son tan malas
como crees.

—Oh ¿en serio? —Remus resopló.

—Sí, —Sirius asintió, alentadoramente. —Son cool. Y tú… o sea, ya sabes, eres bastante guapo.
Eres alto y eres em…

Remus lo miró, curioso. Sirius Black estaba sonrojado.

Jesús Cristo, pensó Remus, ¿en qué nos hemos metido?

***

Domingo 30 de Diciembre, 1976

—¿Qué tan lejos crees que han llegado Pete y Desdemona?


—Ugh, ¿por qué estás pensando sobre eso? —Remus arrugó su nariz en la oscuridad.

—No sé, —respondió Sirius, —No puedo dormir.

Remus se giró a su costado, y miró a través de la habitación, donde Sirius estaba acostado en su
cama. Podía claramente diferenciar su figura pálida, estaba acostado en su espalda, mirando hacia
arriba al toldo, con los brazos detrás de su espalda.

—¿No estás cansado? —preguntó Remus. Ambos habían estado en su cama, solo hace una hora.
Sentía la ausencia intensamente, pero no había nada que pudiera hacer al respecto.

—Supongo que no. Sigo pensando sobre mañana.

—¿Mañana?

—El último día del año.

—Sep. —Sería su último día solos, también. Todos iban a volver el primero de Enero, y la burbuja
en la que habían vivido por los últimos once días estallaría. —¿Estás haciendo resoluciones? —
preguntó Remus, bostezando.

—No realmente. Solo lo de siempre. —Sonaba triste. —Cosas que tengo que dejar de hacer.

—Bueno. —Remus pensó rápido, —¿Por qué no piensas sobre las cosas que quieres hacer?

—¿Cómo qué?

—Oh, no sé, —Remus ahogó otro bostezo, —¿Como que siempre estás hablando sobre ir a
Londres? Londres muggle. Apropiadamente, o sea, no solo una ocupación ilegal de mala muerte en
Mile End.

—¡Oh sí! —dijo Sirius, animándose, —Deberíamos hacer eso, en el verano. ¿Podemos ir a
Carnaby Street?

—No veo por qué no.

—Quiero aprender a tocar guitarra.

—Por supuesto que sí…

—Y acampar.

—Mmm.

—Y ver a Bowie en un concierto.

Remus sonrió, suavemente, escuchando los sueños de Sirius mientras se quedaba dormido.

***

Lunes 31 de Diciembre, 1976

—¿Sabes algún hechizo para remendar? —preguntó Remus, pensativo, tomando sorbos de una taza
de té desde su sofá favorito y mirando a las sábanas que tendrían que sacar hoy día.

—¿Por qué sabría algún hechizo para remendar? —preguntó Sirius, desde el piso. Estaba sentado
con un calderón y un libro junto a él, tratando de crear sus propios fuegos artificiales para celebrar
la Víspera de Año Nuevo.

—Solo estaba pensando sobre las sábanas…

—Pfft, —Sirius movió una mano, —Ni siquiera se darán cuenta.

—Debemos arreglar la bola de cristal que rompimos, también.

—Nah.

—Y probablemente deberíamos buscar esas piezas de ajedrez que – eh – se perdieron… —dos días
atrás habían accidentalmente disparado un set entero por la ventana. Habían invocado la mayoría
de las piezas de vuelta, pero la reina y los dos caballos estaban en los arbustos en algún lugar más
abajo.

—Mira, todos sabían que íbamos a estar solo los dos aquí para Navidad, —respondió Sirius,
moviendo su varita cuidadosamente por encima del calderón, —Era su responsabilidad poner bajo
llave cualquier cosa que no querían que fuera disparada por la ventana.

—¿Y la cama de Peter?

—Dejó de hacer ese ruido raro, ahora.

—Seh, pero aún suelta risitas cuando te sientas en ella.

—Él descubrirá como arreglarlo, o conseguirá que Desdemona le ayude. Te preocupas demasiado.

BANG

Los contenidos del calderón explotaron en la cara de Sirius, empujándolo a sus espaldas y llenando
la habitación con una columna de humo verde lima. Remus corrió hacia la ventana, tosiendo,
tratando de no reírse de la expresión impactada de Sirius, con su cara negra con hollín.

—Te dije que solo deberíamos preguntarle a Flitwick.

El polvo se asentó, y ahora toda la habitación estaba cubierta de una fina capa verde. Remus
arqueó una ceja. Sirius sonrió travieso.

—¿Déjaselo a los elfos domésticos? Me voy a duchar.

Él sí fue con Flitwick, al final, y el pequeño profesor de Encantamientos estaba solo muy
complacido de impartir algún consejo para crear los perfectos fuegos artificiales – sin ninguna
poción complicada o calderones. —Aunque me hizo prometer que no le diría a McGonagall que
me enseñó esto, —Sirius rio, —Realmente ha aumentado mi estimación, viejo Flitters.

—No puedo creer que fuiste sin mí. Yo soy el mejor en encantamientos. —Murmuró Remus,
mientras trepaba fuera de la ventana de la habitación para sentarse en el borde junto a Sirius.

—¡Estabas durmiendo! —Sirius lo empujó con el codo jovialmente.

—Aun así. —Gruñó Remus, cruzándose de brazos contra el frío. Sus piernas colgaban
precariamente por el borde, pero no le tenía tanto miedo a las alturas como antes. Gracias al
implacable entrenamiento de escoba de James. Solo había tomado una siesta temprano para
asegurarse que se quedaría despierto hasta medianoche – que estaba solo a unos minutos.
Estaba bastante tranquilo, afuera, y además del ocasional ruido de animales aumentando desde el
Bosque Prohibido, o el suave ulular de los búhos en la lechucería podrían haber estado
completamente solos en el mundo. Estaba contentos de sentarse en este silencio, mientras los
últimos momentos de 1976 se escapaban bajo un congelado cielo invernal. Remus sintió una
profunda sensación de satisfacción y alegría. Era agridulce. Estaba esperando ver a James, Peter y
las chicas de nuevo. Estaba esperando el término de primavera. Pero aun ási, tan pronto como el
Expreso de Hogwarts llegara a la estación la tarde siguiente, todo lo que él y Sirius habían
compartido por las últimas doce noche tendría que ser guardado y cerrado bajo llave hasta que
fuera seguro que resurgiera.

Sirius alzó su reloj de bolsillo – uno que había recibido para su decimoséptimo cumpleaños de los
Potters. Lo sostuvo en alto para que Remus pudiera leerlo también. Cinco segundos. Sirius le
sonrió, y apretó su rodilla.

—¿Listo? —levantó su varita.

Remus sonrió de vuelta, y asintió,

—Listo.

Notas de Traducción:

1.- ‘Black Pudding’ o Morcilla, es un tipo regional que se origina en el Reino Unido e Irlanda. Se
elabora con sangre de cerdo, grasa de cerdo o cebo de res y un cereal. (Fuente: Wikipedia)

Este capítulo fue eterno…

Chapter End Notes

La canción al inicio es 'After All' de David Bowie.


Sexto Año: Mala Luna Creciente
Chapter Notes

See the end of the chapter for notes

Gather 'round all you people

Watch me while you can

Been trawling too long, I've been losing out strong

For the strength of another man

I've been hasty, wasty standing on the backstep

Waiting for the phone to ring

But this semi-acoustic love affair

Is driving me to the brink

I'm just looking for a friend

I'm just looking for a friend

You don't have to be a big wheel, you don't have to be the end

I'm just looking for, looking for a friend

Martes 1 de Enero, 1977

—¡Ahí vienen! —Sirius prácticamente estaba saltado junto a Remus mientras observaban los
carruajes sin caballos acercarse a la entrada del castillo.

—Gracias a dios. —Bromeó Remus, —Algo de conversación inteligente.

—Oh cállate, la verdad es que me amas. —Sirius le dio una patada en la pantorrilla.

Lo hago, pensó Remus, de verdad lo hago. Pero por supuesto, esto no era a lo que Sirius se refería.

James desembarcó de los carruajes misteriosamente conducidos, como un soldado volviendo de la


guerra. Él y Sirius se sonrieron, hasta que Remus pensó que ellos dos deberían ser los que se
deberían estar besuqueando, no Sirius y Remus. Lily y Peter bajaron del carruaje más atrás, y
Remus la abrazó a ella y le saludo con la cabeza a él.

—¿Buena Navidad? —preguntó Lily, —¡Gracias por los chocolates!

—Gracias por los guantes, —respondió moviendo sus manos para demostrarle, —Realmente
cálidos.
—Seh, gracias por los guantes, Evans, —James movió sus propias manos cubiertas de lana.

Lily se sonrojó profundamente, y murmuró algo sobre no haber querido dejar a nadie fuera.

Más temprano, Remus y Sirius habían caminado solos a través de los pasillos vacíos del castillo
haciendo eco y siendo acallados con los susurros de los retratos y los espeluznantes fantasmas a la
deriva. Pero cuando todos volvieron, era como si la escuela se hubiera transformado al instante.
Las losas del piso traqueteaban con las ocupadas charlas de amigos reuniéndose, cada arco y
columna lleno de estudiantes en túnicas negras. Remus sintió como si estuviera despertando de un
extraño y tranquilo sueño.

Era increíble lo rápido que todo volvió a la normalidad – Peter y Desdemona empezaron a pelear
casi inmediatamente, Lily maldijo a James a mitad de la cena, Mary tenía historias de su novio más
reciente, a lo que Marlene estaba poniendo los ojos en blanco. Sirius solo tenía ojos para James,
por supuesto, pero Remus estaba muy consciente de las miradas que estaba recibiendo de otro lados
– todas las tarjetas Navideñas sin responder le iban a cobrar la cuenta.

—Entonces, ¿que estuvieron hacienda ustedes dos? —preguntó James, con la boca llena de carne
asada, —No dijeron mucho cuando hablamos…

Sirius y Remus se miraron por el momento más breve, lo suficientemente largo para que Remus
notara el brillo de pánico en Sirius y le sonrió a James,

—Pasé la mayor parte del tiempo tratando de que Padfoot no se metiera en problemas, obviamente.

James y Peter se rieron, y eso fue lo que todos necesitaban. Sirius se volvió a relajar, sus hombros
cayeron, y Remus lo observó por debajo de sus pestañas. Esto no iba a funcionar. Era todo
demasiado imposible.

La noche anterior, justo antes que se quedara dormido, Remus había tomado una decisión. Tenía
que hablar con Sirius. La ironía no se le escapó, que después de días y días de solo hablar, la
solución parecía ser hablar más. Pero esta vez haría a Sirius escuchar.

Solo necesitaba una oportunidad, que aceptó que no sería fácil. Una oportunidad, y solo un poco
más de tiempo. No era lo suficientemente valiente aún. Justo ahora, cada canción que escuchaba le
recordaba a Sirius; cada oración sensiblera en cada novela. Tal vez no estaba listo para dejarlo aún.

Sirius seguramente no lo estaba. Remus había intentado cuestionarlo, después de que todos habían
vuelto por unos pocos días, y Sirius había aceptado una invitación a Hogsmeade de Emmeline
Vance.

—¿No crees que deberíamos parar? ¿No es un poco confuso para ti?

—¿Por qué sería confuso? No es lo mismo. —Sirius arqueó sus cejas en genuina sorpresa.

—Oh. —Dijo Remus, suavemente. Estaba agradecido que estaban en un armario, y estaba oscuro,
—¿Oh, no lo es?

—Bueno, no. Ella es una chica. Tú eres Moony.

—¿Qué quiere decir eso?

—Solo quiere decir… ya sabes. Tú y yo… no somos… y ella… erm… oh, por el amor del cielo,
—se irritó, y se rindió tratando de explicar, —Solo no puedo ver ninguna razón para parar, ¿ok? Es
divertido, ¿no?
—Seh. —Remus suspiró.

—Mira, si alguien te invita a ti a salir, eso estaría bien, obviamente.

—Claro. —Remus asintió, —Que amable de tu parte.

—Oh, vamos, no seas así… —Sirius empezó a besarle el cuello, y después de eso Remus no estaba
en posición para discutir.

Tuvo bastantes oportunidades, realmente. Era tan débil como Sirius, cuando todo estaba dicho y
hecho.

Además, era solo un secreto – como Sirius había dicho una vez, mucho antes que todo se volviera
tan complicado; ‘tú no eres Moony si no tienes un secreto’. Podía lidiar con secretos. Excepto. Se
estaba volviendo más difícil – especialmente alrededor de la luna, cuando sus nervios estaban más
finos y cada emoción quemaba a flor de piel. Luego él vería a Sirius con una chica u otra, vería
como ella quitaba una pelusa de su suéter escolar, o que estirara su corbata o que él envolviera sus
brazos alrededor de su cintura y querría hacerla trizas.

A veces pensaba que debía ser tan obvio, seguramente todos se podían dar cuenta – ¿seguramente
James se daría cuenta? Remus estaría sentado con ellos, o caminando junto a ellos, o desayunando,
y sus ojos encontrarían los de Sirius, y ¿Cómo nadie más podía sentirlo?

Le hacía sentir culpable. Remus se preguntaba si estaba mintiéndole a Sirius incluso más de lo que
Sirius se estaba mintiendo a sí mismo. Remus estaba siendo deshonesto sobre lo que quería, sobre
lo mucho que él significaba para él, y al final podía ver que estaba confundiendo aún más a Sirius.
Lo mejor era exponer todo, luego lidiar con las consecuencias.

Aunque, aún no. Tal vez después de la luna llena.

***

Jueves 6 de Enero, 1977

Remus despertó afuera. Esto estaba muy mal. El cielo estaba azul y moteado con nubes. Había
árboles, negros, con ramas torcidas. La brisa helada en su piel, y el piso cubierto de hojas caídas a
sus pies. No estaba bien, pero era más placentero que de costumbre. Pestañeó contra la luz
mañanera, y miró a su alrededor, para encontrarse con sus tres amigos mirándolo cautelosamente.
Sirius se quitó su capa rápidamente, y se la entregó a Remus,

—Ten, hace frío…

—¿Qué pasó? ¿Por qué no estamos de vuelta en la cabaña? —Remus frunció el ceño, envolviendo
la capa a su alrededor. Se dio cuenta que James estaba jadeando pesadamente, y sujetando su brazo
de una forma extraña, —¿Te hice daño, Prongs?

—No a propósito, —James sacudió su cabeza, obviamente queriendo mantener a Remus en calma,
—Estabas… seguías tratando de escapar de nosotros, es todo. No pudimos hacer que nos siguieras
como de costumbre, ni siquiera Padfoot.

—Recuerdo… —Remus frunció el ceño, y se puso de pie, —¿Estábamos cazando?

—Tú estabas cazando. —Dijo Sirius, mirándolo de forma peculiar, —Había algo que realmente
querías. En Hogsmeade.
—¿En Hogsmeade…? —todo volvió a él como si estuviera siendo inundado por un mal sueño. Ese
olor. Lo había olido por primera vez en Víspera de Navidad en la Cabeza de Puerco, e incluso
entonces no había sabido que era. ¿Cómo pudo haber sido tan estúpido? —¿Estás seguro que no
estás herido? —preguntó Remus, de nuevo, mirando a James.

James asintió fervientemente, su cabello desordenando agitándose en la brisa mañanera.

—Vamos, —indicó con su cabeza, —Tenemos que volver a la cabaña antes que Madam Pomfey
llegue ahí…

Él los siguió, pisando con cautela el piso rocoso del bosque a pies descalzos.

—No estamos muy lejos, —dijo Sirius, caminando lentamente junto a él, —Conseguimos como…
pastorearte en la dirección correcta… pero seguías tratando de escapar.

—Ustedes tienen que volver al castillo, —dijo Remus, incapaz de mirarlos a los ojos, —Creo…
creo que algo pudo haber pasado anoche.

—No pasó nada, Moony, —dijo Peter, —No te perdimos de vista en ningún momento,
honestamente.

—Eso es bueno, —Remus asintió. La cabaña estaba a la vista ahora, —Pero aun así deberían ir.
Confíen en mí.

Afortunadamente, lo hicieron; aún bastante inquietos por lo que fuera que había ocurrido antes que
Remus volviera a su forma humana. Remus entró a la cabaña, se vistió y se sentó tranquilamente en
la cama para esperar por Madam Pomfrey. Ella no vino. En su lugar, fue McGonagall quien abrió
la trampilla, casi una hora después del alba.

—Sr Lupin, —dijo, en la inusual forma energética que usaba cuando una detención se aproximaba.

—¿Dónde está Madam Pomfrey? —preguntó, sintiendo frío repentinamente.

—Ella está en otros asuntos esta mañana, en Hogsmeade, —dijo la profesora, su cara alineada con
preocupación, —Me pidió a mí que le atendiera. ¿Está herido?

—No, estoy bien. ¿Qué pasó en Hogsmeade?

—Acompáñeme, Lupin —dijo su profesora, girándose rápidamente de vuelta al túnel, —Si se


encuentra bastante bien, entonces deberíamos volver al castillo tan rápido como sea posible.

—Por favor —tuvo que caminar rápido para seguirle el paso, lo que no era fácil cuando sus huesos
todavía se estaban volviendo a acomodar en su posición normal, —Por favor, profesora, ¿qué pasó
en Hogsmeade?

—Me temo que no puedo--

—Fue un hombre lobo, ¿no es cierto? ¿Un ataque?

—Remus. —Ella se giró y lo miró. Estaban a la altura de los ojos, estos días, y él seguía creciendo.
—¿Cómo lo sabe? —ella preguntó, bruscamente.

—Pude olerlo – al otro. Sabía que estaba cerca. ¡No fui yo! Lo juro.

—No, lo sabríamos si usted hubiera escapado. —Ella parecía estar muy segura respecto a eso,
entonces no objetó.
—¿Fue malo?

—…Sí.

—¿Alguien murió?

—Me temo que sí. Ahora realmente no puedo hablar sobre ello, entonces solo te llevaremos de
vuelta al castillo, ¿está bien? Sé que Poppy usualmente te deja en la enfermería por un día o algo
para descansar, ¿pero cree que podría ir a las lecciones como de costumbre hoy día? Creo que sería
mejor evadir cualquier sospecha.

—Por supuesto.

—Puede venir conmigo si se siente mal en cualquier punto.

—Estaré bien. —Su voz era grave y hueca. Nunca había conocido a otro. Ahora que sabía que
había uno cerca.

—Remus, —dijo McGonagall, dedicándole una mirada severa, —Esto no fue tu culpa. Esto no fue
culpa de nadie. ¿Me entiende?

—Sí, profesora. —Era mejor decirle a los adultos lo que querían escuchar, la mayor parte del
tiempo. Tal vez podría escribirle a Ferox, o incluso a Moody. Remus desesperadamente quería
hablarle a Sirius sobre eso en privado, pero supuso que tendría que esperar un poco.

Lo sabía todo, ahora. Había otro lobo en Hogsmeade para Navidad, y había estado esperando la
luna llena. Tenía que estar del lado de Voldemort – en el lado de Greyback – porque, en la opinión
de Remus por lo menos, tendrías que estar demente o ser malvado o ambos para quedarte en un
lugar cerca de personas durante una luna llena. ¿Debió haberle dicho a alguien que había
reconocido el olor en víspera de Navidad? ¿Podría haber salvado una vida? No había estado
seguro, y no quería tener problemas por haberse fugado.

El salón al desayuno estaba zumbando con las noticias; búhos volando de un lado al otro. Lily se
sentó deliberadamente junto a Remus y apretó su mano bajo la mesa. Él la apretó de vuelta,
agradecido, y pensó en lo fácil que sería enamorarse de ella si fuera ese tipo de hombre.

—Es horrible, —dijo Marlene, con los ojos llorosos, leyendo el periódico por encima del hombro
de Mary. —Esa pobre mujer, asesinada en su cama…

Había sido una joven pareja, que se había mudado a Hogsmeade en Noviembre. Ambos mágicos,
pero ella era hija de muggles. Ella había muerto, su esposo había sido mordido y aparentemente
estaba en St. Mungos. Su foto de bodas agraciaba la página frontal del Profeta, y a Remus le
causaba nauseas mirarla.

—¿Todavía está suelto? —preguntó Remus, manteniendo la mano que no estaba sujetando la de
Lily estirada en la mesa, así nadie podía verlo temblar.

—Eso parece, —confirmó Mary, aún absorta en el artículo, —Nadie pudo atraparlo. Esta noche no
hay luna llena, entonces estamos todos a salvo por lo menos por otro mes, supongo… ese es el
problema con los hombres lobo, si no los atrapas en la luna, entonces ¿cómo se supone que los
capturas en absoluto?

—Debe haber una prueba, o algo, —Marlene frunció el ceño, —Un encantamiento revelador.

—Seh, —respondió Mary, pensativa, —Tal vez… pero podrías terminar encontrando al
equivocado…

—Bueno, suena como que todos están en el lado de tu-sabes-quien de todas formas, entonces no
creo que importe—

—Hablemos de otra cosa. —Dijo Lily, fuertemente.

—Seh, —James asintió, —Defensa Contra las Artes Oscuras sigue - ¿alguien ha tenido alguna
suerte con sus patronus aún?

Solo James, hasta ahora. Media hora más tarde, la clase se quedó boquiabierta y observó a James
producir un espectacular ciervo plateado, que galopó espectralmente alrededor de la habitación. El
profesor aplaudió, e invitó a todos los demás a intentar – con varios niveles de éxito. Lily consiguió
el fragmento de algo, pero aún no estaba claro qué era. Peter no tuvo suerte en absoluto, y (sin
sorprender a nadie) Sirius conjuró algo distintivo con la forma de un perro, pero sin el brillo sólido
de la creación de James.

Remus apenas sintió su varita moverse. No debía estar sorprendido – en una mañana como esa era
imposible conseguir un recuerdo feliz por tanto tiempo, además que, estaba exhausto por la luna
llena.

—Lo conseguirás, Moony, —lo alentó Sirius, dándole una incómoda palmadita en la espalda
mientras dejaban la sala. —Siempre lo haces.

Remus asintió, preguntándose cuál era el recuerdo feliz de Sirius. Remus había estado usando
varios recuerdos de su Navidad juntos, aunque con pobres resultados.

—Mi mente está en otra parte, para ser honesto, —dijo, suavemente, de forma que solo Sirius
pudiera oírlo.

—Por supuesto, —respondió Sirius, igual de bajo, —Es de esperarse.

—Lo sabía. —Susurró Remus, rápidamente, mientras los últimos pocos estudiantes dejaban la sala.
Sirius se detuvo, observándolo con esa horrible mirada que había tenido toda la mañana. Remus
sujetó su brazo. —Quiero decir, no exactamente, no sabía que eso pasaría, pero…

Sirius cerró la puerta detrás del último estudiante, y susurró un hechizo silenciador.

—¿Pero qué?

—¿Recuerdas cuando fuimos a la Cabeza de Puerco? —dijo Remus, rápido, y aun susurrando
porque al parecer no podía hacerse alzar la voz. Sirius asintió, —Olí algo.

—Pensé que solo estabas ebrio…

—Seh, —Remus asintió, —Creo que yo también – o pensé que era… em… bueno, tu porque
quería… —aclaró su garganta, —De todas formas, era definitivamente otro. Un hombre lobo. Creo
que era hembra.

—No era Greyback, entonces. —Dijo Sirius, con una mirada de inmenso alivio.

—No. —Dijo Remus.

—Bueno, gracias a Godric por eso. —Sirius le dio un apretón al hombro de Remus. Su rostro se
tornó a preocupación nuevamente, igual de rápido, —Pero Moony, si tú pudiste olerle, crees que
también podría…

—No lo sé. Creo que sí.

—Ok. Ok, Bueno no vino detrás de ti, entonces… Todo estará bien. —Aún estaba sujetando a
Remus por el hombro, manteniéndolo en el lugar, como un ancla. Lo necesitaba desesperadamente,
pensó Remus. Cada instinto le decía que corriera.

Remus pensó por un momento que Sirius lo besaría, pero tenían que ir a otra lección, y el profesor
de Defensa Contra las Artes Oscuras había regresado, golpeando la puerta de su propia sala en
confusión. Sirius lucía decepcionado (o por lo menos, Remus pensó eso – pudo haber sido una
ilusión) y le dio un apretón final a su hombro antes de separarse.

—¡No le digas a James! —dijo Remus, apresurado, mientras desbloqueaban la puerta, —Por favor,
no le digas a nadie.

—Ok, Moony, —Sirius asintió lentamente, —Lo que quieras.

Chapter End Notes

La canción al principio es 'Looking for a Friend' de David Bowie.


Sexto Año: Derramando Secretos
Chapter Summary

No hay mayores advertencias para este capítulo – pero hay discusión de homofobia
hacia el final.

Viernes 14 de Enero, 1977

Remus se acomodó y giró bajo sus sábanas, incapaz de descanzar. Su cama en Hogwarts estaba
calificada como una de las más cómodas en las que había dormido – una segunda cercana a la que
ocupaba donde los Potters, de todas formas. Raramente había tenido problemas para dormir en ella.
Pero las últimas noches habían pasado casi completamente desveladas.

No podía dejar de pensar sobre el hombre lobo en Hogsmeade, sobre la pobre mujer que había
muerto, y el hombre que despertaría en St Mungos para descubrir que su vida completa había sido
destruída. Remus había padecido de esto desde que tenía memoria – la idea de este hombre siendo
forzado a transformarse por primera vez – probablemente solo, probablemente aún en duelo. Era
insoportable. Sentía una horrible, inamovible sensación de culpa.

Entonces Remus no durmió. Había resuelto en el leer la mayor parte de la noche, hasta que no
podía seguir con sus ojos abiertos. Esta noche, ni siquiera se podía concentrar en un libro.

Se giró de estómago, para ver si eso ayudaría. No, de esa forma su rostro estaba todo apretado en la
almohada. Se giró a su costado, pero esto hacía que le doliera la cadera. El otro lado hacía que se
acalorara su oreja. Gruñó suavemente.

—Oye, Moony, —susurró Sirius, mientras las cortinas se abrían, —¿Qué pasa? —trepó dentro
silenciosamente, con un rápido lumos y un hechizo silenciador. Se arrodilló al final de la cama,
mirando a Remus.

—Lo siento, ¿te desperté? —Remus entrecerró los ojos frente a la luminosidad innecesaria.

—Seh, pero está bien. —Sirius se movió y se dejó caer junto a Remus.

—Oh, —Remus torció sus labios, avergonzado, —Mira, realmente no estoy de humor para…

—¡Oh, no, yo tampoco! O sea… bueno, de hecho, ahora que lo mencionas… pero no, no es por lo
que vine.

—Claro.

—Entonces, ¿qué pasa?

—No puedo dormir.

—Me doy cuenta. ¿Quieres un cigarrillo?

—No me quedan.
—Está bien, tengo algunos de Emmeline. Vamos, ¿deberíamos ir escaleras abajo? Es tarde, nadie
estará ahí y Prongs nos hará mierda si fumamos aquí.

—Ok. —Remus fingió ir de mala gana. Secretamente le emocionaba que:

1. Sirius estaba preocupado por él, y


2. Sirius quería pasar tiempo a solas con él sin despertar a James.

El hecho de que los cigarrillos ofrecidos venían de la novia actual de Sirius era un hecho que
Remus estaba dispuesto a pasar por alto por ahora. Escaleras abajo, se instalaron junto a la ventana,
en el sofá. Ambos abrazaron sus rodillas y se sentaron frente al otro, de forma que si Remus se
estiraba solo un poco sus pies chocarían.

—Entonces, —Sirius inhaló, encendiendo un cigarrillo silenciosamente para luego pasárselo a


Remus, antes de encender el suyo. Era probablemente algo que impresionaba a las chicas. También
impresionaba a Remus, pero no lo iba a demostrar. —¿Cuál es el plan?

—¿Plan? —Remus frunció el ceño.

—¿¡Has estado despierto toda la noche por las últimas tres noches y no tienes un plan!? ¿¿Estás
seguro que eres Moony??

—Quiero volver a La Cabeza de Puerco. —Dijo Remus, enseguida.

Sirius dejó que sus ojos parpadearan, pero tomó las noticias lentamente. Exhaló humo, mirando
afuera de la oscura ventana a la luna menguante por encima de ellos antes de volverse hacia Remus
para hablar.

—Claro. Ok, creo que puedo entender por qué. —Tomó un profunda calada de su cigarrillo, —
¿Invisible?

—No. —Remus sacudió su cabeza, tomando cortas caladas nerviosas de su cigarrillo, —No, si está
ahí – si ella está ahí, entonces quiero conocerla.

—Remus. No.

—¿Por qué no? —respondió Remus, acaloradamente. Estaba listo para una pelea, si Sirius quería
una. Eso se sentiría bien; eso sería algo.

—¿¡Porque es peligoso!? ¿¡Porque nunca le has visto y no sabes cómo es excepto que asesinó a
una mujer la otra noche!? ¿¿Porque ni siquiera tienes diecisiete aún y si tienes que defenderte con
magia podrías hacer que te echen de la escuela??

Sirius lo estaba mirando fijamente mientras decía todo esto, incrédulo. Remus pestañeó en shock.
Apagó su cigarrillo y se puso de pie, usando su estatura en contra de Sirius,

—No puedes decirme que hacer. Solo no te metas en mi camino.

—¡No seas así! Mira, entiendo cómo te sientes--

—Ja.

—Ok, no entiendo, —Sirius sacudió su cabeza impacientemente, —¡Pero quiero que estés a salvo!

—Lo estaré – falta mucho para la siguiente luna llena, ella no tendrá ninguna ventaja sobre mí--
—¿¡No crees que esto es exactamente lo que quiere Greyback!?

—¿Qué estás diciendo? —gruñó Remus. —¿Que estoy siendo estúpido?

—No, no estúpido, solo… imprudente.

—¿Sirius Black, dándome un sermón sobre imprudencia? Muy jodidamente divertido.

—Oye. —Sirius se puso de pie, enojado.

Sí, aquí vamos, dijo algo en Remus, vamos, inténtalo.

—Bueno es bastante hipócrita de ti para decirme a mí que no me ponga en peligro. —Continuó


Remus, sabiendo que estaba siendo cruel, —¡No estabas tan preocupado por mi seguridad a estas
alturas el año pasado!

El rostro de Sirius se desplomó, bajó la mirada hacia la alfombra y Remus vio lo que había hecho.

—Eso… eso no es justo, Moony. —Dijo Sirius, suavemente.

La vida no es justa, quería decir Remus – pero sabía lo infantil y petulante que eso sonaría. Esta no
era una discusión que ninguno de ellos iba a ganar, y él estaba cansado, tan cansado de
preocuparse y pensar e imaginar y no dormir.

—Tengo que conocerle. —Dijo, finalmente. —Creo que me volveré loco de lo contrario. Creo que
ya me estoy volviendo loco.

—Ok. —Sirius se recuperó, y pasó su mano por su cabello. —Ok, que hay de Ferox, ¿has intentado
hablarle?

—Pensé sobre eso. Él trataría de detenerme. Moody también. Es su idea que no tenga permitido ir
a Hogsmeade en el primer lugar.

—Está bien… está bien, iremos, ¿ok? Juntos. Le diremos a James, y--

—No quiero que nadie más sepa. —Dijo Remus ferozmente, —Es privado.

—Merlin, Moony, no estás haciendo esto fácil--

—¡No es fácil! ¡Es jodidamente difícil, ok, pero tengo que hacerlo!

—¡Ok! —Sirius levantó ambas manos en señal de paz.

Estamos peleando, pensó Remus, estamos peleando y él es el que está tratando de calmarme. Eso
le hizo sentir un poco mareado, y tuvo que sentarse en el sofá más cercano. Se inclinó hacia
adelante, con la cabeza entre sus manos.

—Lo siento, —dijo con una voz muy suave, —Sé que estoy siendo… eso solo que todo es tan…

—Lo entiendo, Moony. —Sirius se sentó junto a él. —Estoy tratando de ayudar.

—No puedes ayudar, —dijo Remus, —Tengo que hacer esto por mi cuenta, no puedo arriesgar a
nadie más, tengo que ser yo, tengo que hacerlo… —Remus empezó a hablar, y todo salió como un
revoltijo de balbuceos por falta de sueño. —Si puedo conocerla, entonces tal vez… tengo que
conocer a Greyback, algún día. Solo sé que tengo que hacerlo. Y quiero hacerlo – no para unirme a
él, o algo así, solo para – conocerlo. Y para entender. Por qué hizo lo que hizo y por qué… por qué
me hizo quien soy.

Lágrimas empezaron a derramarse de la nada, y cubrió su rostro, avergonzado. Sirius estaba en


silencio junto a él.

—Moony… —apoyó una fría mano tentativamente en el hombro de Remus, suavemente, como si
Remus fuera a darse la vuelta y empujarla de golpe como un animal salvaje, —Él no te hizo quien
eres.

—Me hizo lo que soy. —Oh dios, estaba sollozado, ahora. Deseó no haber empezado toda esta
conversación, deseó simplemente haber enviado a Sirius de vuelta a la cama.

La última vez que había llorado había sido en una situación similar – había estado sentado junto a
un chico que amaba, diciendo algo que dolía decir. Grant lo había contenido, y le había hecho
sentir que todo estaría bien. Remus sabía que no tenía ningún derecho de esperar lo mismo de
Sirius.

Cuando los hombros de Remus empezaron a sacudirse con la emoción, Sirius se movió levemente,
pero no fue a ningún lado. Remus escuchó que hizo un ruido extraño – que pudo haber sido
simpático, o solo confundido, pero se movió más cerca y deslizó su mano hasta la de Remus y
apretó sus dedos. Patéticamente, Remus apretó de vuelta mientras lloriqueaba furioso sobre
Greyback, y la pobre mujer asesinada, y la horrible injusticia de todo

***

Sábado 15 de Enero, 1977

Remus despertó al amanecer, aún acurrucado en el sofá, cubierto en una manta de lana del armario
ubicado en la esquina de la sala común. Frunció el ceño contra la luz del sol, pestañeando y
confundido mientras lentamente recordaba dónde estaba. Sirius aún estaba ahí, del otro lado,
sentado con su cabeza inclinada hacia atrás durmiendo, boca abierta. Por supuesto Sirius no
roncaba.

Remus deseó poder observarlo un poco más en la tenue luz mañanera, pero había estado doblado
toda la noche y necesitaba estirarse desesperadamente. Se movió cuidadosamente, sus tensas
extremidades crujieron como las ramas de un tejo anciano. Sirius se movió, tosió levemente y abrió
sus ojos.

—Buenos días, —gruñó, sentándose. —¿Qué hora es?

—Casi las siete. —Respondió Remus, después de una rápida mirada al reloj de pared.

—James estará en pie para quidditch en un minuto.

—Seh.

—¿Estás bien?

Remus apoyó sus pies descalzos en la alfombra y frotó su pierna izquierda que estaba dormida.

—Dormí, por lo menos. —Respondió. —Lamento lo de anoche.

—Pff. —Sirius movió una mano, bostezando, —No fue nada. He tenido crisis mucho peores.

—¿Qué están haciendo aquí abajo a esta hora par de imbéciles? —James vino saltando las
escaleras, escoba en mano. Los miró a ambos, en sus pijamas y con la manta de Remus. —
¿Durmieron aquí?

—Tuvimos que. —Respondió Sirius, estirándose, —Lo que sea para escapar de tus ronquidos.

James sonrió, sacudiendo su cabeza.

—Raritos. ¿No quieres acompañarme por una rápida vuelta a la pista antes de practicar, Padfoot?

—Nah, —Sirius bostezó de nuevo, —Voy a volver a la cama. Es Sábado, Potter, lunático.

—Tenemos Hogsmeade, más tarde, no duermas demasiado. —Advirtió James, —Lo siento,
Moony. —Le dio una mirada excusándose.

—Está bien, —respondió Remus, —Ustedes vayan y diviértanse. Tengo tarea. Obviamente. La
sala común estará agradable y tranquila.

—Los veo a ambos al desayuno, ¿entonces? —preguntó James, casi saliendo de la habitación,
ansioso por ser el primero en la pista.

La sala común se empezaría a llenar, pronto – el equipo de quidditch de Gryffindor primero,


después algunos estudiantes más entusiastas esperando quitarse sus deberes del camino antes del
viaje al pueblo fijado para más tarde. Remus miró a Sirius,

—¿De verdad vas a volver a la cama?

Sirius arqueó una ceja.

—Seh. ¿Quieres venir?

Por primera vez en días, Remus se rio.

***

—Hola Remus, ¿me puedo sentar aquí?

Remus levantó la mirada con el ceño levemente fruncido que tenía más que ver con el complejo
gráfico de Astronomía que con haber sido interrumpido. Sonrió tan pronto como vio quien era, y
asintió.

—Por supuesto, Chris, adelante. —Señaló cinco sillas vacías en la mesa que estaba usando.
Christopher se sentó a un asiento de Remus. —¿No quisiste ir a Hogsmeade?

—Oh, bueno, sabía que tú no podías ir, y estoy atrasado en un par de cosas, entonces… —
Christopher lucía ligeramente nervioso. Se sentó con sus cuadernos y pergaminos en su regazo,
observando a Remus inquietamente.

—Eh… ¿vas a sacar tu trabajo? —le incitó Remus, vagamente asombrado.

—¡Sí! Lo siento… —Christopher rápidamente empezó a esparcir sus notas, incómodo,


sonrojándose intensamente.

—¿Estas bien, Chris?

—Mm hmm, sep…


—Ok. Bueno, estoy haciendo Astronomía y armando un apropiado desastre. Tú eres bastante
bueno con las estrellas y cosas, ¿no es cierto?

—Seh. Quiero decir no brillante. Pero ok, seh, eh… ¿quieres que lo mire?

—Gracias, —Remus le deslizó su gráfico.

—Oh claro, puedo ver dónde estás mal, estás fuera por unos grados… —Christopher sacó su
compás y empezó a trazar una nueva trayectoria para Venus. Remus estaba bastante feliz para
dejarlo seguir con eso, y empezó a hojear entre sus planificaciones. Tenía que hacer Historia, pero
había perversamente planeado dejarlo de los últimos como un gozo. Probablemente le podría decir
eso a Christopher para alivianar el ambiente; era el tipo de cosas que Chris hacía también. Sirius
solo sacudiría la cabeza desconcertado y lo llamaría un empollón.

Estaba justo a punto de decir algo, cuando Christopher se le adelantó.

—Empecé a leer algunos libros muggle. —Dijo, en un apuro, como si lo hubiera estado preparando
por un tiempo. —En Navidad.

—¿En serio? —Remus sonrió, cortésmente. Le había estado diciendo a Christopher por mucho
tiempo que se estaba limitando al no leer libros de autores no-mágicos. —¿Cómo te fue?

—¡Sí! Ha sido genial. Me gusta más la poesía… —fue una declaración bastante inocua, pero
Christopher lucía como si estuviera derramando su secreto más oscuro. Sus mejillas estaban
carmesí ahora, y no estaba mirando a Remus mientras hablaba. —Yo eh… me gusta Oscar Wilde,
mucho.

—¿Oh? —respondió Remus, firmemente, preguntándose a donde iba esto.

Pensaba que tenía una buena idea de lo que Christopher se refería, de hecho, pero necesitaba
comprar tiempo mientras pensaba en cómo reaccionar. ¿Seguramente no iban a hablar de esto aquí
y ahora, a las tres de la tarde un Sábado en la sala común medio vacía? ¡Había estudiantes de
primer año jugando gobstones en la alfombra por el amor de dios!

—Sí, y… y Christopher Isherwood. —Continuó Christopher, valientemente. Eso era valiente,


decidió Remus. Era tal vez la cosa más valiente que había presenciado.

—Claro, seh… —aclaró su garganta, deseando saber cómo responder correctamente. —Puede que
te guste Truman Capote, también.

Christopher lo miró, medio ansioso, medio asustado.

—Ellos son eh… ¿ellos son tu tipo de escritores también, entonces? —Christopher estaba
mordiendo su labio bastante fuerte ahora, Remus estaba preocupado que rompiera a través de la
piel.

—Em… seh.

No sabía cómo se sentía al respecto realmente. Había tenido un indicio – más que un indicio –
sobre Christopher por bastante tiempo. Pero no había esperado esto en un millón de años.
Christopher lucía increíblemente aliviado, y se acercó.

—¿Hace cuánto lo sabes? —susurró.

Remus se inclinó hacia atrás, en pánico por quien podría estar escuchando. Miró alrededor
rápidamente, luego frotó su nuca.

—Cristo, —suspiró, —Realmente necesito un cigarrillo. ¿Quieres dar un paseo?

Esta era tal vez el peor momento posible para hablar de esto. Pero no era culpa de Christopher.
Christopher no sabía sobre la situación de los hombres lobo, o Greyback, o la actitud sin sentido de
Sirius con respecto a sexualidad, o incluso que los merodeadores estaban planeando ir a la guerra
en solo un año. Christopher solo sabía una cosa, y Remus sabía que necesitaba un amigo.

Fueron a la Torre de Astronomía, sabiendo que era probable que estuviera vacía – todas las parejas
estaban en Hogsmeade hoy día. Se sentaron afuera, de espaldas contra el parapeto, y Remus fumó
y Christopher jugó con sus manos en su regazo.

—¿Hace cuanto lo sabes? —preguntó de nuevo.

—Desde que tengo quince. —Respondió Remus. —El verano ante-pasado. ¿Tú?

—Em… creo que siempre he tenido algo así como una idea. Pero. Seh, tal vez solo hace unos
pocos meses.

—Todo va a estar bien, sabes. —Dijo Remus, esperando sonar creíble. No era exactamente una
mentira pero no estaba seguro.

—¿Los otros merodeadores saben? ¿Sobre ti?

Remus se estremeció, recordando el calor de la piel de Sirius contra la suya temprano esa mañana.
Como había sujetado su mano mientras lloraba. Como se había ido temprano del desayuno para
encontrarse con Emmeline. Sacudió la cabeza,

—Nah. Aún no.

—Ninguno de mis amigos sabe. Tú eres a la única persona que le he contado.

Remus no sabía que decir al respecto. No todo el mundo tenía un Grant, supuso. Medio rio, medio
suspiró.

—Lo siento, Chris. Desearía tener algún consejo o algo, pero no se bien que decir.

—Está bien. Es bueno saber que hay alguien más… ¿es así con muggles?

—¿Hm? Oh, bueno… quiero decir hay muggles queer, seh. Obviamente, Oscar Wilde y eso. Solían
poder enviarte a prisión, pero está bien ahora. Bueno. No bien. No es… o sea, aún es mejor no ser
queer, supongo. ¿Qué hay de los magos?

—Igual, —Christopher respondió, lúgubremente, —Es mejor no serlo.

Estuvieron en silencio por un poco. Remus empezó otro cigarrillo. Se estaba volviendo un hábito
horrible; luchaba por subir las escaleras apenas sin jadear.

—¿Remus? —dijo Christopher.

—¿Sí?

—Estoy contento… eh, estoy contento que si había alguien más que… supiera… entonces estoy
contento que seas tú.
Dios. Pensó Remus, ¿por qué tienes que ser tan jodidamente dulce?

***

Dentro de todo, había sido un Sábado muy ocupado. Y aún no terminaba, se dijo Remus mientras
se acostaba en la oscuridad, tan quieto como fuera posible, esperando que la respiración de sus
amigos se apaciguara, para indicarle que todos estaban durmiendo. Se estaba manteniendo quieto y
en silencio para tratar de engañar a Sirius – no podía permitirse una interrupción esta noche. Tenía
lugares a donde ir.

Sí, ok; le había dicho a Sirius que no iría a La Cabeza de Puerco. O por lo menos que no iría sin él.
Pero, Remus se justificó, esto era muy importante, y tenía que ir solo. No podía ser responsable de
poner a más personas en riesgo de lo que ya lo había hecho. Y, de hecho, pensó,
malhumoradamente, mientras empezaba a salir de la habitación, con la capa de James escondida
bajo su túnica, ¿quién era Sirius para demandar algo de Remus? Que lo hicieran de vez en cuando
claramente no significaba que tenían un derecho especial sobre el otro. Sirius no podía tener todo a
su manera.

Se cubrió con la capa de invisibilidad en la oscuridad de la escalinata, y luego caminó


silenciosamente a través de la mitad de la sala común vacía y fuera del espacio del retrato. Tenía el
mapa y tenía su varita, nada más.

Más pronto de lo que había esperado, Remus ya se encontraba afuera de la estatua de la bruja
jorobada, y luego estaba en el túnel, caminando a una velocidad que raramente manejaba. No
necesitó iluminar su varita, como usualmente lo hacía cuando los otros estaban con él. Solo se
abrió paso a través del aire helado, el olor del chocolate se estaba haciendo más fuerte a cada
minuto y nunca había sido tan poco apetecedor.

En Honeydukes, fue capaz de pasar a través de la puerta frontal de la tienda sin mucho problema,
aunque tenía una horquilla que le había robado a Mary solo en caso. Y repentinamente, estaba ahí;
de pie solo en Hogsmeade. Siguió caminando, era la única opción. Ya podía olerla de antemano,
ella todavía estaba ahí, o había estado recientemente. El corazón de Remus empezó a martillear.
Estaba más aterrado de lo que había estado en su vida – más asustado de lo que había estado el año
pasado, habiendo despertado para descubrir lo que Sirius había hecho.

Afuera de La Cabeza de Puerco finalmente se detuvo por aire. El olor era bastante fuerte ahora. La
luz se filtraba a través de las sucias ventanas de pub, y Remus podía ver que no estaba ocupado
adentro, aunque habían clientes. Se quitó la capa, respirando el frío aire de Enero.

Hubo movimiento a sus espaldas; un ruido como un jadeo de deleite.

—¡Ahí estás! ¿Quién es un chico bonito, entonces?


Sexto Año: La Noche Larga
Chapter Summary

Este capítulo es ligeramente oscuro. Ambos en términos de temas y angustia cosas


emocionales.

Ella no era lo que él había esperado. Bueno, no sabía que había esperado – pero seguramente no
era esto. Ella era pequeña, pero tenía la postura de alguien mucho más alto. Sus puntiagudas
facciones angulares se hacían más severas por su cabeza rapada y grandes ojos grises nublados que
se enfocaban en él con un destello depredador. Ella tenía una boca amplia, y su labio había sido
cortado en algún punto, y se había sanado terriblemente. Tenía cicatrices también; tantas como él,
pero casi invisibles bajo un complejo encaje de pequeños tatuajes circulares, en espiral a través de
su piel dañada por el clima en intrazables secuencias.

—Remus Lupin, —dijo en una rasposa voz grave. Tenía una horrible sonrisa amenazadora.
Mostraba todos sus dientes – que estaban en malas condiciones, descolorados e irregulares. —He
estado esperándote, mi querido.

Él enseguida sacó su varita, adoptando una postura de duelo.

—¡Bota eso! —gruñó, alzando una mano – sus uñas eran largas, amarillentas y en forma de garras,
sucias con tierra.

Su varita traqueteó en el piso, y el quedó boquiabierto. Remus estaba congelado en el punto. Ella
se paró solo a metros, y su varita estaba dentro de su alcance, pero no podía mover un músculo.
Ella rio, su aliento duro y blanco en el aire invernal, —Te vi aquí en Víspera de Navidad, —dijo.
Apuntó al oscuro callejón, —Te vi ahí, con el humano. Los seguí a ambos.

—¿Qué quieres? —preguntó, firmemente, mirándola hacia abajo. Era repulsiva, inmunda – su capa
era de la enmarañada piel pesada de un animal, arañada de piojos y otras alimañas. Apestaba a
bosque, y putrefacción, y sangre. A pesar de eso, algo lo atrajo – algo familiar, seguro y
bienvenido. Manada, le dijo el lobo, un grave gruñido desde algún lugar en sus adentros. Manada.

—Nosotros te queremos a ti, hermano. —Dijo, dando un paso adelante.

Ella dejó caer su mano, y él sintió un click deshacerse en sus músculos, y retrocedió,
automáticamente.

—¿Nosotros? —preguntó, buscando coraje ahora que podía volver a moverse. Agarró su varia y
ella lo permitió.

—Nosotros. Todos. —Dijo, dando otro paso adelante. Caminaba con un pie delante del otro, como
un animal. Sus pies estaban descalzos sobre los adoquines, negros de suciedad.

—¿Quién es ‘nosotros’? —preguntó, mirando hacia atrás, rápido. Estaba casi en la puerta. Si
retrocedía lo suficiente, sería visible desde las ventanas del pub.

—Tu familia, Remus Lupin.


—Oh, ¿claro? —preguntó, aún distraído por su progreso hacia el pub. Tenía que acercarse a las
personas. —Bueno, —intentó sonreír, —Si somos una familia, será mejor que te compre un
trago…

—Apestas a terror humano, Remus Lupin. —Dijo, ladeando su cabeza.

—Lo siento, —dijo, encogiéndose de hombros. —¿Quieres el trago, o no?

—Si te complace.

—Genial… —empujó la puerta con algo de alivio, y entró al mugriento pub. Nunca se había
sentido realmente ‘a salvo’ en La Cabeza de Puerco, pero nunca había estado tan contento de estar
rodeado por otros magos; oscuros o no. Había tal vez cinco o seis de ellos, incluyendo al viejo
barman con barba canosa. Unos pocos los miraron por debajo de sus capuchas mientras los dos
hombres lobo entraban – pero si tenían alguna pista sobre la situación, no dieron señales de ello.

Ella se sentó en la mesa, sin quitar sus ojos de Remus en ningún momento. Él no ordenó nada, solo
se sentó opuesto a ella. Él ubicó ambas manos en la mesa, sintiendo que esta era la opción más
segura; esperando que ella viera que no planeaba atacar.

—Entonces. Conoces mi nombre. ¿Cuál es el tuyo? —no sabía de donde había salido esta actitud
caballerosa – si es que era locura momentánea o solo el resultado de su propia estupidez, pero lo
estaba manteniendo a salvo por ahora.

—Livia.

—¿Livia…?

—No necesitamos otros nombres. Le pertenecemos a la manada.

—Claro, ok. Entonces… ¿fuiste enviada por la manada?

—Fui enviada por mi padre.

—Greyback.

Ella no respondió, solo siguió mirándolo con sus extraños ojos violentos. Ella no pertenecía a
interiores, intuyó. La cola de su capa estaba cubierta de barro, y había tierra esparcida en las partes
de su piel que eran visibles. De cerca, podía ver que sus tatuajes no eran simplemente círculos –
eran fases de la luna. —¿Es Greyback realmente tu padre? —preguntó Remus, manteniendo su voz
baja.

—Él es nuestro padre. —Dijo.

—Ordenen o lárguense. —El alto barman anciano apareció junto a ellos. Remus levantó la mirada,
deseando saber cómo transmitir pensamientos.

—Eh… cerveza de mantequilla, por favor.

Livia no dijo nada, y el barman no la cuestionó, solo chasqueó sus dedos, y la botella apareció. Él
se devolvió al bar. Remus limpió el borde de la botella cuidadosamente, y tomó un trago. Era
mucho más enfermiza, y no lo suficientemente fría. —Ok, —le dijo nuevamente a Livia, —Estás
en la manada de Greyback. ¿Eso eh… debe ser agradable? Tú--

—Te llamé, Remus Lupin. —Le interrumpió Livia, volviendo a acomodarse en su silla. Remus
estaba convencido que aún no la había visto pestañear. —Escuché que me estabas llamando,
cantabas tan hermoso.

—Te refieres en la luna…

—Esperé tanto como pude, pero la caza era muy buena y tenía hambre… —sus ojos destellaron
intensamente, como si el recuerdo todavía estuviera fresco, —¿Por qué no viniste? No te
encerraron; seguí tu rastro por días después.

—No soy un asesino. —Dijo. —Yo no cazo.

Ella rio,

—Locura. ¿Qué te han hecho, mi pobre hermano? Padre me contó que habías sufrido bajo la mano
de los humanos, pero no sabía cuánto.

—Yo no sufro. —Respondió Remus, indignado. —He tenido suerte. Ellos me cuidan.

—Pobre niño, —dijo tristemente, —No lo sabes. Pero por supuesto, eso no es tu culpa. ‘¿Cómo
podrían ver algo más que las sombras si nunca se les permitió mover su cabeza?’

—¿Platón? —Remus se sentó derecho, curioso, —¿Greyback les deja estudiar filosofía muggle?

—Mi padre no me pone limitaciones. Mi padre desea que sea libre y fuerte y sabia.

—Y una asesina.

—Los lobos no pueden asesinar. Lo sabes, Remus Lupin.

—Pero nosotros no somos lobos ¿o sí? —susurró. —No todo el tiempo.

—Somos lo que somos. —Respondió. Ella estaba disfrutando esto, lo podía notar. —Puedes usar
ese uniforme y mover tu tonto palo, pero tienes más en común conmigo que con cualquiera en ese
castillo. —Lamió sus labios, —He venido para traerte a casa, Remus Lupin.

—¿Por qué ahora?

—El momento es el correcto, —ladeó su cabeza, —Padre prefiere esperar hasta que seamos
mayores de edad – así podemos ir hasta él con un verdadero entendimiento de nuestro lugar en el
mundo; al lugar que la inmundicia de los humanos nos ha forzado. Pero el tiempo es corto para
todos nosotros, estos días.

—No voy a ir contigo. —Dijo. —Pertenezco aquí. Soy un mago.

Ella rio de nuevo, una risa gutural y profunda que se sacudió en su pecho y que hablaba de largos
inviernos fríos en duros ambientes implacables.

—Un mago, —escupió, tristemente. —¡Pensar que una magnifica bestia como tú aspiraría a ser tal
criatura! No conoces la mitad del poder que tienes, Remus Lupin. Tampoco Dumbledore.

—Aun así no iré a ninguna parte.

—Padre sospechó que sería difícil. Está ansioso por conocerte.

Eso envió un escalofrío bajo la columna de Remus. Ella sonrió de nuevo, leyéndolo como un libro.
Remus tragó saliva, secamente, ignorando la cerveza de mantequilla ahora.
—Me gustaría conocerlo. —Respondió, tenso.

—Con el tiempo, —ella asintió, —Una vez que hayas entendido cuál es tu lugar.

—¿Cómo es él? —Remus apenas suspiró la pregunta. Los ojos de Livia brillaron, y él tuvo la
impresión de que ella no lo estaba viendo; ella estaba imaginando algo maravilloso.

—Él es magnífico.

—¿¡Tú piensas eso…!? —Remus apenas pudo mantener la emoción de su voz, —¿Lo llamas tu
padre, después de lo que te hizo?

—Él me elevó. —Siseó, sus ojos se estaban enfocando de nuevo, sus cejas se estaban frunciendo.
—Me dio el más grande don. Y te lo dio a ti, Remus Lupin. Tu padre te está llamando a casa.

—Y tú estás aquí por eso, ¿cierto? —la miró de pies a cabeza. Ella se encogió de hombros
levemente,

—Mi padre creyó que podría ser la correcta para persuadirte. Me di cuenta en Víspera de Navidad
que estaba equivocado – no sabíamos que tus deseos yacían en otra parte. —Ella lamió sus labios
de nuevo, sus ojos lo recorrieron, —Esto no será un problema, debes sabes. La manada no
discrimina. Encontrarás a alguien de tu gusto.

—No voy a ningún lado. —Repitió. —Puedes decirle eso. Y quiero que tú te vayas antes de la
siguiente luna.

—No te hagas ilusiones, mi querido hermano, —ella arqueó una ceja, —Estoy aquí por una
petición de mi padre. Vine a hablar contigo, y nada más.

—¡Asesinaste a una mujer!

—Los lobos no pueden asesinar, Remus Lupin. Te esperé. Cuando no viniste, seguí mi naturaleza.
No es fácil, lo sé. Aprender que el mundo no es lo que parece, es muy doloroso. Pero aprenderás. Y
vendrás con nosotros.

Ella percutió un ritmo en la mesa cubierta de cerveza con sus desagradables uñas, y una vez más
Remus se encontró congelado en el lugar. Ella sonrió, y pasó una garra negra a través de su brazo,
lentamente. Era horrible, vil, repugnante, producía escalofríos en su carne, pero no podía escapar.

—Te atraparán, así, —susurró, —Te enjaularán, encadenarán y te atarán hasta que estés casi
demente por el hambre. Serás golpeado y traicionado. Estarás solo y vivirás con miedo. Esta es una
promesa, Remus Lupin.

Su corazón ahora estaba martilleando contra sus costillas, estaba mareado con terror, pero aun así
no se podía mover, o hablar, o reaccionar. Ella enterró sus uñas en su brazo, y el no pudo gritar,
pero lágrimas de dolor humedecieron sus ojos mientras gotas de sangre oscura burbujeaban a
través de su piel penetrada. —Y vendrás a nosotros, arrastrándote, vencido, y tu padre te dará la
bienvenida con los brazos abiertos y el amor de la manada. Nunca más estarás solo.

*CRACK*

Alguien apareció en el pub, captando la atención de Livia. Remus no pudo girar su cabeza para ver,
pero ella lo hizo, aun agarrando el brazo de Remus con todas sus fuerzas, su rostro se tornó amargo
y enfadado.
—¡Argentum creo! —gritó una voz hosca, y Livia chilló, dejando ir a Remus y cubriendo su rostro,
mientras cadenas de plata aparecían del encantamiento, enredándose alrededor de su cuello y
brazos. Gruñendo de dolor, le siseó a Remus,

—¡Te veré pronto, hermano! —antes de aparecer, con un abrasador *CRACK*.

Las cadenas cayeron al piso cubierto de serrín como una serpiente reluciente, y Remus se
desplomó hacia adelante, finalmente libre. Le dio la espalda a su salvador y vomitó, su brazo
palpitaba y la plata ahogaba su cabeza.

—Finite. —Dijo la misma voz hosca, haciendo que las cadenas (y el vómito) desaparecieran en un
instante, —Lo siento por eso, Remus.

Leo Ferox se sentó en el asiento opuesto, donde Livia había estado hace solo unos segundos.
Remus le pestañeó a través de sus ojos humedecidos, y sacudió su cabeza, limpiando su boca
rápidamente,

—Está bien… —graznó, sintiéndose débil y sacudido hasta la médula. —Gracias.

—¿Estás bien? —preguntó Ferox, sus ojos azules estaban llenos de preocupación parental.

—Creo que sí, solo es la plata… —Remus asintió, sujetando su brazo y tomando un rápido trago
de la cerveza de mantequilla para limpiar el sabor amargo en su boca. —Seh. —Asintió de nuevo.

—Bien. —El rostro de Ferox se tornó severo. Se inclinó por encima de la mesa y le dio un golpe a
Remus en la nuca. Remus dio un pequeño gritito y bajó la cabeza, más por el shock que dolor.
Miró fijamente a Ferox, herido. Su antiguo profesor lo fulminó de vuelta, —¡Entonces puedes
decirme que demonios crees que estás haciendo!

—Yo estaba… ella estaba…

—Sé exactamente qué era ella. Nosotros la hemos estado rastreando por semanas.

—¿Nosotros?

—Moody y yo, —dijo Ferox, impaciente, como si este no fuera el punto, —¿No te dije que tan
peligroso era Greyback? ¿¡No fui claro!?

—Fuiste claro. —Remus frunció el ceño. —Pero puedo tomar mis propias decisiones.

—Obviamente. —Gruñó Ferox.

El alto barman de la barba canosa apareció detrás del hombro de Ferox, con un vaso de whisky
ardiente. Ferox lo aceptó, y lo bebió enseguida. —Gracias, Abeforth, —le asintió al barman, quien
asintió y se fue de nuevo. Ferox sacudió su cabeza, aún enfadado, —Tienes suerte que él te vio.
¡Tienes suerte que él sabía suficiente para contactarse con Moody antes que él contactara a alguien
más!

—¿Por qué, quién es él? —Remus se volteó para mirar.

—No importa. —escupió Ferox, captando la atención de Remus de nuevo. —Pero tienes jodida
suerte.

—¡Ok, ok! —Remus miró sus manos. Su brazo había dejado de sangrar, pero estaba picando
bastante desagradablemente. Quién sabía qué tipo de mugre tenía debajo de sus uñas. —Lo siento.
—¡No es suficientemente bueno, Remus! —Ferox suspiró, profundamente. —¡Fuiste estúpido y
despreocupado, y pudiste haber hecho que te mataran! ¿Sabes lo que querían? ¿¡Sabes por qué ella
te estaba esperando!?

—Sí. —Respondió, groseramente, cruzándose de brazos, con cuidado de no golpear que tenía
herido, —Ella me dijo.

Ferox bufó, furioso,

—¡Ellos quieren hacerte uno de ellos!

—¡Ya soy uno de ellos! —gritó Remus, poniéndose de pie tan rápido que su taburete cayó hacia
atrás, rebotando en el sucio piso de pub y atrayendo la atención de todos. A Remus no le importó.
Empezó a caminar hacia la puerta. Ferox lo siguió hasta afuera. Remus caminó más rápido,
dirigiéndose a Honeydukes, —No eres mi padre. ¡Ni siquiera sigues siendo mi profesor, entonces
jódete y déjame solo!

Su terror se había tornado en rabia muy rápidamente, su cabeza aún palpitaba por la plata, y por
haber sido golpeado (justo como la jodida Matrona, jodidos adultos son todos jodidamente
iguales), su brazo dolía y picaba más que nunca. Y Remus no era rápido caminando la mejor de las
veces. Ferox lo alcanzó fácilmente. Agarró su hombro,

—¡Oye! Mira, tal vez fui un poco duro, pero… Jesús Cristo, ¡Lupin! Nos diste a todos tal susto.

Remus se detuvo frente a eso,

—¿Todos?

Ferox suspiró de nuevo.

—Vamos. Será mejor que te lleve de vuelta al castillo. Hay algunas personas esperándote.

Antes que empezaran a caminar de vuelta, Ferox conjuró un patronus, un enorme pájaro de patas
largas, para enviar un mensaje a Hogwarts de que ambos estaban a salvo.

—Dumbledore lo sabe, entonces. —Remus suspiró.

—Me temo.

—Y McGonagall, supongo.

—Te espera mucha detención, Remus, no te mentiré.

Remus resopló, y miró a Ferox apropiadamente por la primera vez. De hecho – ni siquiera tuvo que
levantar la mirada. En los dos años desde la última vez que se habían visto, Remus lo había
alcanzado en altura. Estaban a la altura de los ojos. Ferox aún tenía cabello dorado, toscamente
guapo y desgastado por el clima, pero ya no era el héroe que Remus había adulado a los trece años.
Era solo un hombre – un soldado en una guerra, como todos ellos.

—De verdad lo siento. —Dijo Remus, —Sabía que era estúpido, no puedo ni siquiera explicarme.

—Ah, no tienes que hacerlo, chico, —Ferox le dio una palmada en el hombro, —Es solo natural,
sabiendo lo que sabes sobre él.

—Nunca había conocido otro… hombre lobo… antes. —Dijo. —¿Todos son así?
Ferox lo miró oblicuo,

—¿Qué crees tú?

Remus pensó sobre esto mientras caminaban, y eventualmente sacudió su cabeza.

—No, supongo que no pueden ser. —Suspiró, —Hay buenas personas y malas personas. Buenos y
malos magos. ¿Por qué los monstruos deberían ser diferentes?

—Remus mi viejo amigo, si pudieras hacer que todos los demás entendieran eso entonces no creo
que habría una guerra.

***

Fue llevado directo a la oficina de Dumbledore. Remus nunca había estado adentro antes, e inducía
casi la misma ansiedad que conociendo a Livia. Era una habitación ventilada de techos altos con
retratos cubriendo las paredes y gabinetes llenos de curiosidades extrañas. Espantosamente,
Dumbledore estaba solo, sentado en su escritorio, escribiendo en una larga pieza de pergamino.
Remus se quedó en silencio por lo menos por cinco minutos.

—Sr Lupin. —Dijo el director, finalmente. —Parece que siempre nos encontramos bajo las
condiciones menos placenteras.

—Seh. Bastante justo. —Remus asintió. Había tenido una noche bastante agitada para preocuparse
sobre lo que Dumbledore tenía que decir. Dije que lucharía por tu jodida causa, anciano, ¿qué
más quieres?

Dumbledore observó su indiferencia cuidadosamente.

—Ha hecho una cosa muy peligrosa, esta noche.

—Seh, —levantó su brazo vendado.

—Sabe que eso no es a lo que me refiero.

—Lo sé. —Respondió Remus, dejando caer su cabeza, tratando de lucir arrepentido. Si no hubiera
tenido el chance de calmarse con Ferox, entonces probablemente hubiera tenido mucho más que
decir. Lo sé profesor, usted no se está refiriendo a ningún daño físico que pude haber tenido. Esa
es claramente la última de sus preocupaciones, considerando que me he estado haciendo pedazos
por ocho años antes que alguien decidiera intervenir.

Dumbledore, por supuesto, no sabía sobre el secreto de los merodeadores. Él bien pudo haber
sabido sobre los esfuerzos de Madam Pomfrey para ayudar a Remus, pero si lo hacía, no había
mostrado interés.

Entonces Remus se calló y tomó su castigo, esperando que eventualmente Dumbledore lo dejara ir
y pudiera volver a la cama. Hubo un sermón sobre responsabilidad y madurez. Le recordó
severamente que la guerra era más grande que él, y que sus propios motivos personales no
importaban. —Todos hacemos sacrificios… —(seh, Remus resopló internamente, algunos más que
otros presumiblemente.)

—¿Entiende, Remus?

—Sí, director.
Después de esto, le tuvo que dar a Dumbledore un recuento detallado de todo lo que él y Livia
habían discutido. No era mucho – Remus no podía evitar sentirse un poco decepcionado de cuan
poco había aprendido él mismo. Dumbledore parecía complacido, sin embargo – tanto como
Dumbledore parecía ser una cosa u otra. Varios de los relojes en uno de los gabinetes de cristal
empezaron a chillar, y Remus se dio cuenta que eran las tres de la mañana. Ahogó un bostezo.

—Sí, —Dumbledore asintió, como si Remus hubiera hecho un punto muy interesante, —Tal vez es
suficiente por esta noche. Puede ir a la cama, Sr Lupin.

Remus asintió somnoliento y se puso de pie, frotando su cadera que estaba tensa por haber estado
sentado en duros asientos de madera toda la tarde.

—¿Profesor? —preguntó, justo antes de irse. Dumbledore había vuelto a escribir su carta, y no dio
señales de haber escuchado al chico, entonces Remus solo continuó de todas formas, —Livia dijo
que no sabía de la mitad del poder que poseía. Y ella podía hacer magia sin varita, y no verbal, y—

—Sus talentos no fueron nada fuera de los ordinario, Sr Lupin, —respondió Dumbledore, sin
levantar la mirada, —Ella claramente ha estudiado las artes oscuras, y puede que sea
particularmente dotada. No resida en eso.

—Ok entonces. —Respondió Remus, aún más decepcionado. —¿Es eh… el Profesor Ferox sigue
aquí?

—El Sr Ferox se está quedando en Hogsmeade por unos pocos días. Buenas noches, Remus.

—Em… buenas noches, director.

La Profesora McGonagall lo estaba esperando afuera de la oficina. Lucía furiosa, pero no dijo nada.

—Estoy segura que ya lo han reprendido suficiente por una noche. —Dijo, tensamente.

—Oh, —Remus suspiró, —Puedo aguantar un poco más, si le hace sentir mejor.

Ella le arqueó una ceja, haciendo una señal de desaprobación, pero siguió caminando. Cuando
llegaron al espacio del retrato, ella se detuvo y dijo,

—Dos meses de detención, cada noche excepto las lunas llenas. Y dígale a esos muchachos que
vuelvan a la cama enseguida.

Él trepó a través de la sala común y encontró a James, Sirius y Peter ahí, esperando en sus pijamas.
James estaba caminando de lado a lado junto a la chimenea, Peter estaba intentando no quedarse
dormido, inclinado en su codo, y Sirius, quien había estado sentado derecho en un sofá, saltó en el
momento que vio a Remus.

—¿¡A qué crees que estás jugando!? —gritó, dando zancadas a través de la habitación, —
¡Huyendo solo!

—Por favor no, Padfoot, estoy muerto… —Remus suspiró, haciendo una mueca de dolor. Le
estaba empezando a doler la cabeza. Solo quería dormir – había hablado suficiente esta noche.

—¿¡Tienes alguna idea de lo que fue descubrir que te habías escapado!? —gritó Sirius. Remus le
arqueó una ceja.

Sirius pestañeó, y dio un paso atrás, levemente, bajando la mirada. —Para todos nosotros, me
refiero.
—Puedo imaginarlo. —Dijo Remus, —Y lo siento, ¿pero puedo por favor solo ir a la cama?
Pueden tener un arranque conmigo en la mañana.

—Seh, apártate, Black. —James se acercó, y dejó una mano en el hombro de Sirius. Sirius se la
quitó de encima, agitado. James suspiró, quitándose sus lentes. —Es tarde, estamos todos cansados.
¿Estás seguro que estás bien, Moony?

—Bien. —Remus asintió, tan, tan agradecido con James Potter.


Sexto Año: Negociaciones

Domingo 15 de Enero, 1977

La mañana siguiente durmió hasta tan tarde como le fue posible, para posponer la confrontación
latente. No podía hablar con ellos, aún no, no hasta que tuviera su cabeza clara. Ellos tendrían
tantas preguntas – algunas que no podía responder, algunas que no quería responder. Tomó una
ducha más larga que de costumbre – algo de Livia parecía haberse aferrado a él, y giró el grifo
inmediatamente, tratando de escaldarlo. Las marcas de garras que había dejado ya se estaban
sanando, pero aún picaban bajo el suéter de lana de Remus.

Bañado y vestido, Remus se dirigió a su maletero y buscó un pedazo de pergamino vacío, antes de
garabatear una desordenada nota:

Si aún está en el pueblo, me gustaría hablar de nuevo.

La dobló en un apuro, la metió en su bolsillo y se dirigió a la lechucería. Los merodeadores estaban


en la sala común, en el mismo estado que habían estado la noche anterior. Remus los miró, en
pánico, luego dobló su cabeza y siguió caminando.

—Moony, espera —lo siguieron, los tres, a través del espacio del retrato. No importaba, no podían
discutirlo abiertamente, él sabía esto y ellos lo sabían.

—Voy a la lechucería. —Dijo, marchando a la cabeza.

—¿No quieres desayunar? —preguntó Peter.

—Después.

—Moony, ¿podemos hablar de lo que pasó anoche? —preguntó James, sonando aún muy cansado.
Remus supuso que había estado soportando la peor parte de la frustración de Sirius. Bien; deja que
alguien más haga esa parte.

—Aquí no.

Desafortunadamente, todos ellos lo siguieron a la lechucería – que resultó estar completamente


vacía – excepto por los búhos, por supuesto, los que en su mayoría estaban durmiendo.

—¿A quién le estás escribiendo? —preguntó Sirius enseguida. Remus cerró sus ojos, suspiró, y
siguió atando su nota al búho más cercano.

—Ferox. Mi antiguo profesor.

—¿¡Por qué!?

Remus dejó caer el hilo que estaba ocupando e hizo una señal de negación mientras se agachaba
para tomar la nota. Continuó explicando, calmado.

—Él está en Hogsmeade. Lo vi anoche, pero quiero verlo de nuevo.

—¿Qué estaba haciendo en--

Remus hizo otra señal de desaprobación, forcejeando con su tercer intento por atar la nota en la
agitada pata del ave. Sirius estaba de pie mucho más cerca, inclinándose hacia él, demandando
respuestas, y Remus apenas podía concentrarse.

—Está trabajando con Moody, y lo llamaron ahí para traerme de vuelta--

—¿Llamado por quién?

—Mierda, dame un minuto, ¿¡quieres!? —escupió Remus.

Sirius retrocedió, luciendo como si de verdad quisiera decir algo más, pero se estaba mordiendo la
lengua. James tocó su hombro de nuevo. Remus los ignoró a ambos y ató la carta en el ave tal vez
demasiado apretada, porque le picoteó furiosamente antes de emprender su vuelo, hacia el pueblo.
Podría quedarse ahí, tal vez, podría no tomarle mucho tiempo. Pero su estómago rugió. Se volteó
hacia sus amigos.

—Ok. ¿Desayuno?

—¿Nos vas a contar--

—Sí, Padfoot, bien. Vamos a em… buscar algunas tostadas y caminar o algo, ¿ok?

Entonces eso hicieron. Remus empapó por lo menos cinco trozos de tostadas en el Gran Salón, las
envolvió en unas servilletas y las metió en los bolsillos de su túnica. Los otros tres merodeadores lo
siguieron, observándolo cautelosamente como si no estuvieran muy seguros de qué esperar de él
aún.

—Bien. —Dijo, una vez que estuvieron afuera, —Todos ustedes tienen que cerrar la boca y
dejarme contarles, ¿ok? Sin interrupciones.

Ellos asintieron solemnemente mientras caminaban. Vio a Sirius apretar sus labios. Terco, pensó
Remus, rencorosamente. Puedes escucharme, de una vez. Entonces, habló.

Lo encontró mucho más fácil que hablar con Dumbledore – por lo menos estaba seguro que los
merodeadores estaban de su lado. Intentó explicar todo con tan poco contexto emocional como le
fuera posible. Sabía que había otro hombre lobo cerca. Fue a buscarle, conoció a Livia, Ferox
intervino.

—Moody habló conmigo el verano pasado, —explicó, finalmente, —Me dijo algo, y me hizo…
solo me hizo pensar sobre lo útil que puedo ser, eso es todo. Tengo que dejar de mirar mi
problemita peludo como… bueno, un problema. Si vamos a la guerra con criaturas oscuras,
entonces como una criatura oscura debo estar--

—No eres una criatura oscura. —Dijo James, repentinamente, —Eres nuestro Moony.

Remus se encogió de hombros. No habría apostado que James fuera el primero en interrumpir,
pero ahora estaba bastante contento que lo había hecho. Hizo una pausa; no había nada más que
contar. James todavía lo estaba mirando, con una pequeña arruga en su entrecejo. Empujó sus
lentes por el puente de su nariz, claramente pensando muy profundamente. Peter, por supuesto,
lucía ansioso. Estaba mirando sus pies, frotando sus manos. Remus no miró a Sirius. En vez de eso
buscó sus cigarrillos.

—Entonces, —dijo James, después de tragar saliva, —Ella se fue, ¿no? ¿La hombre lobo?

—Livia, —dijo Remus, con el cigarrillo entre los dientes, —Seh, creo que Ferox la espantó.

—Demasiado jodidamente bien, —James asintió, mucho más cómodo tomando acción, —Y
apuesto que con Moody en el caso ella no volverá pronto, ¿eh? ¿Entonces, estás en muchos
problemas? ¿Con Dumbledore?

—No creo. —Remus suspiró. Frotó su cadera adolorida, —Creo que Dumbledore estaba más
preocupado que le jodiera su círculo de espionaje, más que romper las reglas.

—A él no le gustaría verte herido. A ninguno de nosotros. —Dijo James, sinceramente. Notó la


incómoda postura de Remus, —Vamos, hay una banca por aquí abajo, puedes terminar tus
tostadas.

Caminaron lentamente hacia la orilla del lago, donde había algunas bancas de piedra. Hacía mucho
frío para que hubiera alguien más afuera a esta hora un Domingo, y Remus observó la tardía niebla
matutina por encima de la oscura superficie del agua mientras tragaba los restos de sus migajas.
Sirius no había hablado aún, desde la lechucería, y Remus estaba tratando de no notarlo. Sirius se
sentía traicionado – Remus lo sabía tan bien como que su nombre era Remus Lupin. Traicionado,
aún si no tenía realmente el derecho de sentirlo. Esto no es sobre ti. Quería sisearle al triste,
silencioso Sirius.

—No puedo creer que dormimos por la noche más emocionante del año, eh. —James empujó
suavemente a Remus, tratando de animar la un tanto sombría atmósfera.

—No fue tan emocionante, —Remus le sonrió en respuesta, dándole lo que quería, —Fue una
mierda. Si Ferox no hubiera llegado… no sé.

—¿Crees que ella pudo haber desaparecido contigo? —preguntó Peter, aún jugando con sus manos
regordetas.

—No lo sé. —Respondió Remus, —Creo que… tengo la impresión, de todas formas, que ella
necesitaba que yo accediera. Como que tenía que ser yo quien tomara la decisión – de lo contrario
supongo que se podrían agrupar y raptarme.

—¡Bueno entonces! —dijo James, dándole una palmada a su muslo triunfantemente, —No hay
problema, ¿o sí? Bueno o sea, no hay duda.

—No, por supuesto que no. —Dijo Remus, rápidamente, —Nunca me uniría a Greyback.

—Bueno entonces. —Respitió James, satisfecho.

Remus miró sus manos, aún pegajosas de las tostadas. Las limpió en las piernas de sus pantalones.
Por supuesto que no. Por supuesto que nunca lo haría. Excepto. —¿Moony? —dijo James,
percibiendo el peculiar silencio.

—Nunca me uniría a él. —Dijo Remus, cautelosamente. —Y Livia era… ella era terrible, pero. —
Inhaló, —No todo lo que dijo estaba mal.

—¿Qué se supone que significa eso? —estalló Sirius. Remus aún no lo miró, acalorado.

—Solo que – bueno que los magos nos tratan injustamente, y… y… Ugh, ustedes no lo
entenderían.

Sirius saltó de golpe, como si hubiera estado fijado hasta un punto de quiebre. Fulminó a Remus
como si estuviera a punto de empezar a gritarle. Luego de marchó, a un paso rápido.

—¡Black! —James se puso de pie, —¡Oye!


—Está bien. —Remus movió una mano, —Lo siento, no debí haber dicho nada, no puedo
explicarlo apropiadamente.

—Ha sido un imbécil tan bipolar últimamente. —James resopló, aún observando como el otro
chico se marchaba.

—Síguelo, si quieres, —dijo Remus. —Honestamente, eres el mejor para tranquilizarlo cuando
está así. Wormy y yo los encontraremos luego, ¿sí?

—Ok… —dijo James, moviéndose, —¡Gracias, Moony!

—Esos dos son tan raros a veces. —Dijo Peter, observando como James alcanzaba al otro chico.
—Juraría que ya no sé en que andan. Es todo guerra esto y guerra aquello…

—Seh, es un poco molesto, cierto. —Respondió Remus. Lo había querido decir de forma
sarcástica, pero pobre Peter nunca había sido rápido para captar las indirectas.

—Seh, tu sabes a lo que me refiero, ¿no, Moony? Solo creo… solo tenemos dieciséis, ¿no podemos
pensar en otra cosa que en hacer lo ‘correcto’ todo el tiempo? Solíamos divertirnos.

Remus solo estaba escuchando a medias. Se estiró, frotando su cadera de nuevo para ver si se
movería.

—Creo que puede que vuelva a la cama, Pete. O a la biblioteca. ¿Por qué no vas a ver a Dezzie?

—¿Qué? ¿¡No te enteraste!? —Peter lo miró incrédulo mientras ayudaba a Remus a ponerse de pie.

—¿De qué?

—Ella me dejó.

—Oh mierda. —Remus pestañeó, —¡Lo siento, amigo! ¿Eso también fue anoche?

—La semana pasada. —Dijo Peter, con una frialdad poco común en su voz.

—¡Lo siento! —dijo Remus de nuevo avergonzado. No creía haber hablado con Peter de hecho por
lo menos por unas semanas – había estado tan enredado con Sirius, y la manada de lobos, y Sirius,
y Christopher… había resuelto en mejorar su relación con todos sus amigos. Después de todo, tan
pronto cumpliera diecisiete ellos serían todo lo que tendría. —Realmente lo siento, Wormtail. —
Dijo amablemente, —¿Quieres jugar ajedrez, entonces?

***

Lunes 16 de Enero, 1977

Remus lamentaba genuinamente haberse enterado sobre Peter y Dezzie. Ella nunca había sido
realmente parte de su grupo, pero era una chica bastante agradable, y había hecho feliz a Peter –
ella le había dado algo que James y Sirius no tenían, y que era especial por sí mismo. La ruptura
aparentemente se debió a un cambio en sus actitudes. Habían estado juntos desde que tenían
catorce, y a los dieciséis parecía que Desdemona deseaba abrir un poco sus alas.

—¿Puede que cambie de opinión? —sugirió Remus frente al sombrío rostro de Peter por sobre su
tercer juego de ajedrez.

—Lo dudo, —bufó Peter. —Creo que le gusta ese chico Roman Rotherhide. Imbécil. Caballo a F3.
—¿Pensé que Mary estaba con él?

—Mary está con todo el mundo, —Peter rio maliciosamente. —Ella es como la versión femenina
de Padfoot.

La respuesta de Ferox llegó después ese Domingo en la tarde.

Remus,

Me temo que no puedo invitarte a Hogsmeade, pero puedo encontrarme contigo para la cena el
Lunes en la tarde en el castillo. Te veo afuera del Gran Salón a las 6pm.

Eso estaba bien. Bastante bien – podría preguntar lo que necesitaba preguntar de todas formas.
Remus asistió a sus lecciones como de costumbre el Lunes, y le dijo a los merodeadores al
almuerzo. Sirius le estaba hablando de nuevo, pero no apropiadamente. Por cada paso que
avanzaban, él y Remus retrocedían tres más.

—Tomaré el té con Ferox esta noche, —explicó. —Entonces no los veré hasta más tarde.

Sabía que James tenía práctica de quidditch, que Peter estaría viendo, ahora que no tenía novia.
Sirius se sentó derecho.

—¿Deberíamos ir también?

—¿Por qué? —preguntó Remus, dedicándole una mirada frívola. Sirius se encogió de hombros y
volvió la mirada a su sopa.

Cuando dieron las seis, Remus estaba prácticamente paseando por los pasillos. No quería lucir
demasiado ansioso, entonces esperó en una escalera antes de bajar los últimos escalones un minuto
pasada la hora. Esto resultó ser un error. Cuando llegó ahí, Mary había encontrado a Ferox y le
había atacado con conversación.

—¡Remus! —ella le sonrió mientras descendía, —¡Mira quién está aquí!

—Es el Sr Lupin a quien vengo a ver, —Ferox sonrió fácilmente, apretando la mano de Remus. Se
sintió muy maduro.

—Estoy tratando de convencerlo para que vuelva a enseñarnos, —explicó Mary animadamente, —
Lo extrañamos, ¿no es cierto, Remus?

—Eh… seh, por supuesto. —Remus asintió. Mary le sonrió y tocó su brazo, inclinándose de una
forma muy familiar. No podía recordar si ella había hecho eso antes.

—¿Puede esperar aquí? —le preguntó a Ferox, aún tocando a Remus, —Marlene bajará en un
minuto, a ella le encantaría verlo…

—Me temo que nosotros necesitamos continuar, —dijo Ferox, amablemente, —Tal vez en otro
momento Señorita MacDonald. Remus, ¿me acompañas?

Remus siguió a Ferox escalera arriba, en vez de camino al salón, dejando a Mary en el primer piso.
—Pensé que podíamos tener un poco de privacidad, —murmuró Ferox, —El Profesor Kettleburn
amablemente me ha dejado usar mi vieja oficina.

Remus solo había estado una vez en la oficina de Cuidado de Criaturas Mágicas desde que Ferox se
había ido – para pedir una extensión en un ensayo después de una luna llena. Kettleburn era una
especie de hombre espartano, que había decidido no decorar en absoluto, pero tenía pilas de
papeles esparcidas por todos lados. Ferox ordenó esto cuidadosamente con un movimiento de su
varita antes de conjurar bebidas y dos platos para la cena. La comida apareció justo como lo hacía
en el Gran Salón – jamón, huevos y patatas fritas esta noche.

—Mi favorito, —Ferox sonrió, señalándole a Remus que empezara a comer. Se alimentaron
silenciosamente por unos minutos, y Remus disfrutó la primicia de cenar con un amigo, en vez de
con cientos de personas.

—Entonces. —Dijo, limpiando los restos de yema de huevo con una patata, —Quería hablar sobre
Livia.

—Mírate, —Ferox le señaló con la cabeza, —Dos años atrás apenas podía hacerte decir dos
palabras sobre ti mismo.

Remus se encogió de hombros,

—Ya no hay tiempo para ser tímido, supongo. Hay una guerra.

—Acaso no lo sé. —Ferox suspiró. —Está bien, continúa chico,

—Ok. —Remus respiró profundamente. —No quiero unirme a ella – ellos – Greyback. No quiero
ser parte de su… su manada, o nada así.

Ferox asintió, pero no dijo nada. Remus, inspirado, continuó, —Pero… creo que podría
encontrarlos fácilmente. Creo que ellos me pueden encontrar a mí. Y aún me quieren. Eso es lo que
Dumbledore quiere, ¿no es cierto? Una entrada con los hombres lobo. Puedo hacer eso. Sé que lo
que hice fue estúpido – y no lo volveré a hacer, no mientras esté en Hogwarts, no hasta que sea
mayor de edad por lo menos. Pero… ahora que la conozco, ahora que sé cómo son, no les tengo
miedo. Puedo hacerlo.

—Ya veo. ¿Dumbledore te ha dicho—

—No, pero no soy estúpido. —Dijo Remus, despectivamente, —No me ha pedido hacer nada,
porque él nunca pregunta. Solo se asegura que sepas lo que quiere. Pero hay cosas que yo quiero,
también.

—¿Y qué son esas cosas?

—No voy a firmar el registro, en mi cumpleaños. —Dijo Remus, firmemente. —No me expondré
al ministerio. He investigado – si lo hago, me tendré que reportar tres días cada mes. Me
encerrarán – asumo, no está muy claro de la información que han dejado. No puedo mantener un
trabajo, así. Si Dumbledore necesita un espía, entonces necesita que sea imposible de rastrear,
también.

—Ya veo, —dijo Ferox de nuevo, —Pero—

—No he terminado. —Interrumpió Remus. —Después. Si ganamos. Quiero amnistía para los
hombres lobo. Incluso la manada de Greyback. No Greyback, obviamente, pero sus seguidores.

—Remus, eso es completamente—

—No lo es. —Remus se cruzó de brazos. —No lo sabe. Livia puede ser mierda de murciélago, pero
no está equivocada. Un decisión entre la libertado bajo Greyback o aprisionamiento bajo el
ministerio es fácil de tomar.
Ferox lo miró, por mucho tiempo. Remus bebió su jugo de calabaza, tenía la garganta muy seca. Su
corazón estaba latiendo tan rápido que pensó que Ferox sería capaz de escucharlo.

—Estas no son necesariamente cosas que Dumbledore puede hacer, —dijo Ferox, lentamente.

—Mentira. —Remus dejó su copa en el escritorio, un poco brusco.

—Se lo puedo ofrecer. —Ferox suspiró, sonando derrotado, —Pero no puedo hacer promesas.

—Bueno, —respondió Remus, fríamente, —Cumplo diecisiete en dos meses. Entonces ahí está el
plazo.

—Caray. —Ferox rascó su cabeza. Sonaba impresionado, más que furioso, —No me recuerdas ni
la mitad a Lyall, ahora. ¿Qué pasó con ese niño temperamental que siempre se metía en
problemas?

—Todavía soy temperamental. —Dijo Remus, simplemente, —Creo que Lyall probablemente
también lo era. No es que Dumbledore pueda solucionar todos mis problemas. Pero quería poner
todas mis cartas en la mesa.

—Bastante justo. —Ferox asintió. —Todo es justo en el amor y la guerra, ¿eh?

—No lo sabría. —Respondió Remus.

Sus platos desaparecieron, repentinamente, y luego reaparecieron, cargando dos piezas de pastel de
chocolate con cobertura de frutas. Los devoraron silenciosamente, ambos absortos en sus
pensamientos, ocasionalmente mirando al otro.

—¿Cómo van las cosas con Moody? —preguntó Remus, casualmente. —Supongo que
probablemente no puede contarme nada.

—Supones bien, —Ferox asintió. —Aunque, Moody está bien. Completo chiflado, pero estoy
alegre que esté de nuestro lado.

—¿Y Achilles?

—Achilles está bien. —Ferox sonrió. —Se está quedando con un amigo mío. Hablando de eso -
¿Cuánto tiempo lleva el romance, eh, Lupin?

—¿¡El qué!? —Remus lo miró, con ojos muy abiertos. Ferox rio,

—¿Con la Señorita MacDonald, abajo? Te hubiera emparejado mejor con Marlene, pero supongo
que el corazón quiere lo que quiere, ¿eh?

—¡Oh! —Remus se relajó, —No, Mary solo es una amiga.

—Hm, —dijo Ferox, obviamente no creyéndole en absoluto. —Entonces ¿Qué provocó este
cambio de personalidad?

—¿Por qué tiene que ser por una chica? Dos años es un largo tiempo. —Dijo Remus, molesto. —
No es como que haya cambiado repentinamente. Mire, primero dije que ayudaría a Dumbledore a
luchar cuando tenía catorce. —Trató de explicar. —Y el año pasado, James Potter nos dijo a todos
que planeaba unirse, tan pronto como terminara la escuela, y todos dijimos que nosotros también,
y yo… yo siempre iba a hacerlo, sabe, pero solo porque James y Sirius querían. Nunca tuve una
razón por mi cuenta, realmente.
—Todos vamos a sufrir, si ya sabes quién gana. —Dijo Ferox.

—Seh, supongo. —Remus asintió diplomáticamente. —Lo sé. Pero o sea… bueno realmente nunca
antes había tenido tanto en juego. Ahora que conocí a Livia, no creo que nada vaya a ser tan
grandioso para mí después que termine la escuela, no importa quien esté en el poder. Quiero algo
en que apostar. Si vivo.

—No deberías compararte con ellos, Remus. La manada.

—No puedo evitarlo, ¿o sí? Todos lo harán. ¿Conoce a mi amigo, Sirius Black?

—No muy bien, —respondió Ferox, —Los Potter los acogieron, ¿no? Pensé que era un poco raro,
conociendo su familia.

—¡Exacto! —dijo Remus, triunfante, —Sirius es mi mejor amigo, y un Gryffindor, y los Potters lo
aman – pero para todos los demás él aún es un Black. Pasará el resto de su vida tratando de no
serlo, no importa cuántas cosas buenas haga. Porque la gente nunca olvida cosas como esa – ellos
piensan que lo que eres te convierte en quien eres. Es lo mismo para mí.

Remus estaba teniendo problemas para seguir explicando. Ferox lucía completamente perdido.
Suspiró, pesadamente, —Lamento que esto tenga que pasar por usted. Es la única persona que
conozco que tiene alguno peso con Dumbledore en quien confío. Quien confía en mí.

Ferox lo observó de nuevo, con una expresión fija.

—Lo intentaré, Remus. Estás pidiendo mucho.

Remus frunció el ceño. Pensó sobre Livia – sus pies descalzos, su ropa andrajosa; su terrible tos y
la mirada vacía en sus ojos. No era forma de vivir.

Podría estar pidiendo mucho. Pero Remus nunca había pedido nada en su vida. Esperó que
Dumbledore recordara eso.
Sexto Año: Mary, Mary
Chapter Summary

Advertencia por sexo.

Chapter Notes

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Mary, Mary, where you goin' to?

Mary, Mary, can I go too?

This one thing I will vow ya,

I'd rather die than to live without ya,

Mary, Mary, where you goin' to?

Viernes 5 de Febrero, 1977

El resto de Enero pareció pasar como un borrón, y Remus solo intentó volver a la normalidad. La
luna llena cayó a principios del mes, y Remus amenazó con encerrar a los merodeadores fuera de
la cabaña si no prometían quedarse adentro esta vez. Eventualmente sabía que perdería su fuerza de
voluntad y les permitiría dejarlo salir de nuevo – pero sintió que debía estar seguro, por lo menos
por un tiempo.

La repentina distancia entre Remus y Sirius era dolorosa, y lo hizo más difícil el hecho que su
relación (tal como era) había sido secreta todo el tiempo. Remus restauró su táctica usual, de
sumergirse en sus estudios, mientras Sirius se absorbía en Emmeline. Estaba haciendo una rabieta,
Remus lo sabía. Y por primera vez, no lo culpó. Toda la compleja situación solo le había probado a
Remus que tenían que parar tan pronto como pudieran. Se estaba volviendo imposible mantenerse
amigos, y necesitaban ser amigos antes que nada.

El problema era, que Sirius no había vuelto a acercarse a él en absoluto desde la noche que habían
dormido en la sala común. Remus estaba aterrado de que esto significara que ya había terminado –
que Sirius había llegado a darse cuenta por sí mismo, y simplemente había decidido detenerse. Y
Remus no lo permitiría. No podía solo terminar, sin que ninguno de ellos mencionara algo al
respecto. ¿Cierto?

Me tomaste la mano. Quería decir. Me viste llorar.

El día siguiente a la luna llena de Febrero, Remus se acostó en su cama de costumbre en la


enfermería, meditando estas cosas. Tenía un corte en su brazo, que Madam Pomfrey le había dicho
que usara para practicar sus encantamientos sanadores. Era muy básico, pero estaba tan cansado
después de su transformación,

—Tienes que intentarlo, querido, —le dijo la medi-bruja, sin simpatía, —Si quieres ser capaz de
cuidarte después de las lunas, entonces solo tendrás que aprender a buscar la fuerza.
Presionó el corte, que ya se estaba sanando de todas formas, haciendo otro esfuerzo desganado por
arreglarlo. Nada. Las marcas que Livia había dejado se habían tornado rosado pálido ahora, y
Madam Pomfrey creía que probablemente se desvanecerían, con el tiempo, como no eran heridas
mágicas inherentemente.

—Eres bienvenido a marcharte, —le llamó, ahora, desde su oficina. —Si solo te vas a sentar ahí a
lloriquear… Ve a ver a tus amigos.

Remus no se molestó en decirle que eran sus amigos – o más bien, un amigo en particular – por el
que estaba lloriqueando. Pero nunca lo pensaba dos veces cuando ella le daba permiso para irse,
entonces se puso de pie y se vistió rápido, apresurándose fuera de la enfermería,

—¡Nos vemos el Jueves! —le gritó, mientras se iba.

Era pasado el almuerzo, y solo quedaba una lección ese día – Cuidado de Criaturas Mágicas – para
la cual Remus no estaba de humor. Ya estaba adelantado respecto a la clase de todas formas, y
nadie lo extrañaría. Caminó por los corredores sin destino por un tiempo, aún pensando sobre
Sirius y Emmeline, y como él siempre iba a… un minuto.

Se detuvo y frunció el ceño, mirando el retrato más cercano. Algo estaba muy raro. La pintura
representaba a un mago anciano con poco cabello y una pequeña pulcra barba de chivo
asomándose por un largo telescopio dorado. Por alguna razón, estaba usando una enorme peluca
rojo brillante con rulos. No parecía molestarle – solo siguió ajustando su vista por el artilugio,
murmurando suavemente para sí mismo. Remus resopló, y miró la siguiente pintura.

Esta contenía un grupo de bonitas, pastoras regordetas cuidando su rebaño – y todas ellas tenían
pelucas rojo brillante también. Lo mismo con el siguiente retrato – una bruja acarreando una
desbordante canasta de furta, con llamativos rulos escarlata en su cabeza. Y el siguiente – un monje
siniesto, quien tenía la peluca de hecho por encima de su capucha. Ninguno de los personajes en las
pinturas parecía perturbados en absoluto, mientras Remus seguía el camino de bizarras pelucas
hasta el entresuelo del tercer piso.

—¡Padfoot! —jadeó Remus, cuando encontró al culpable.

Sirius estaba a gusto, con las manos en sus bolsillos, charlando casualmente con una ninfa marina
soltando risitas en un gran cuadro dorado. Cuando vio a Remus chilló y se sumergió en las olas
más abajo.

—Aw, Moony, ¿para qué la asustaste? —le reprochó Sirius, —Estaba a punto de conjurar el
hechizo.

—¡Esto es brillante! —Remus sonrió, señalando todos los retratos que había pasado, —¿Cómo no
me dijeron que lo iban a hacer? ¿Está James en esto?

—Seh, está tomando el ala este. —Sirius asintió, moviéndose a la siguiente pintura. —Solo
tuvimos la idea volviendo al dormitorio esta mañana. Lo siento, pensamos que aún estabas
durmiendo.

—Madam Pomfrey me dejó ir…

—Oh claro. Probablemente quieres ir a la biblioteca, ¿o algo? Casi termino aquí, no necesitas
quedarte.

—No, yo--
—¡Oh mierda!

El gran reloj del gran salón empezó a sonar – cada salón de clases estaba a punto de abrirse de
golpe, y estudiantes saldrían en masa para sus siguientes lecciones. —¡Sabrán que fuimos
nosotros! —dijo Sirius, —¡Rápido! —sacó la capa de invisibilidad de James de entre sus túnicas y
la levantó como una carpa.

Remus se apresuró por esconderse debajo, agachándose levemente para compensar su diferencia de
altura. Ambos se presionaron contra la pared y esperaron. Las puertas empezaron a abrirse de golpe
una por una, y torrentes de estudiantes llenaron el previamente silencioso espacio. Invisibles y
atrapados, Remus se dio cuenta que este era el mejor chance que había tenido en días.

—Oye, —susurró directamente al oído de Sirius. Sintió como el otro chico se tensó. —¿Todavía
estás enojado conmigo?

—¿A qué te--

—Me estás evitando.

—No lo estoy haciendo. —Sirius se presionó hacia atrás, repentinamente, mientras una chica de
tercer año se acercaba un poco. Se presionó directamente al pecho de Remus, entonces sus cuerpos
completos se estaban tocando ahora, prácticamente. —James dijo que necesitabas espacio. —
Murmuró, —Y me dejaste fuera de la misión de la Cabeza de Puerco, incluso después que dijimos
que iríamos juntos.

—¡No era una misión! —susurró Remus, luchando por mantener su voz baja. La gente se estaba
dando cuenta que los retratos vandalizados ahora, apuntándolos y riendo alrededor de ellos. —¡Y
nunca llegamos al acuerdo de ir juntos!

—¡Bueno, envió el mensaje de que quería espacio! —le respondió Sirius. Se giró, de forma que
podía susurrar en el oído de Remus también. Aún se estaban tocando en algunos lugares, tratando
de no tocarse en otros.

—Lo siento, ¿ok? —respondió Remus, —¡No te lo tomes tan mal!

—¡No me lo estoy tomando mal! —farfulló Sirius, moralmente ofendido, —Haces que suene
como--

—¿Como qué? —lo desafió Remus,

Podía sentir como Sirius empezaba a alejarse, entonces lo besó. A la mierda. Afortunadamente,
Sirius lo besó de vuelta, mientras los pasillos se vaciaban nuevamente, el ruido lentamente
desaparecía, los dos chicos escondidos a plena vista bajo la capa estaban completamente
inadvertidos.

Finalmente, Sirius se separó, y Remus lo permitió.

—Entonces te gusto de nuevo. —Gruñó Sirius. —No puedo seguirte el jodido paso.

—¿De qué estás hablando? ¡Tú me estabas evitando!

—¡Pensé que eso querías!

—Bueno… sí, ok, lo hice, pero no hasta que habláramos por lo menos.
—Realmente no sé de qué tenemos que hablar, —Sirius quitó la capa. Su cabello cayó suavemente
de vuelta a su lugar, mientras que el de Remus estaba desordenado con estática hasta que lo
acomodó. —O estamos haciendo… ya sabes, o no.

Dios, amo discutir contigo, pensó Remus, sintiendo el calor subir por su cuello, el deseo por Sirius
lo estaba quemando, podría discutir contigo por siempre.

—¿¡Entonces!? —dijo Sirius, retrocediendo un paso de Remus, despertándolo de su ensueño


lujurioso. —¿Cuál es?

—Bueno es un poco injusto preguntarme eso justo ahora…

Sirius mordió su labio inferior y arqueó una ceja. Remus casi murió.

—Vamos, entonces. —Sirius movió su cabeza, dirigiéndose a la escalinata más cercana, —Me voy
a saltar Adivinación, el dormitorio está vacío…

***

Jueves 10 de Febrero, 1977

Que desastre. Para el final de la semana siguiente estaban básicamente de vuelta al inicio. Sin
hablar, solo tocándose. Sirius salía públicamente con Emmeline, y en la noche trepaba a la cama de
Remus – previendo que no hubiera moros en la costa, por supuesto. Sirius por sobre todo era
discreto, en este caso por lo menos. En cambio, Remus estaba encontrando esa parte más difícil que
nunca.

Unos meses atrás hubiera estado bien – había estado bien. Solo otro secreto que añadir a la lista,
otra parte de sí mismo que no debería dejar que los otros vieran. Pero muchas cosas habían pasado
desde entonces. Lily sabía que era un hombre lobo, por ejemplo – eso había sido un sorprendente
alivio. Compartir un secreto con ella había sido una cosa buena; estaba bastante seguro. Luego
estaba Christopher, tan valiente exponiendo su alma, y todo lo que Remus podía ofrecerle de vuelta
eran verdades a medias.

Cuando se trataba de eso, Remus podía enfrentarse a una viciosa asesina en un callejón oscuro;
podía hacerle demandas a Dumbledore mismo. Pero no podía decirle que no a Sirius. Un real
jodido desastre.

En un momento de completa debilidad, Remus incluso se encontró casi confesándole todo a James.
Estaban en la biblioteca, buscando algún obscuro texto de Defensa Contra las Artes Oscuras,
cuando Potter sacó el tema del Día de San Valentín, que estaba a la vuelta de la esquina.

—Voy a invitar a Evans a Hogsmeade este fin de semana, obviamente, —dijo animadamente, —
Dirá que no, por la tradición, pero me la estoy ganando, lo puedo sentir.

—Mm. —Remus suspiró, pasando sus dedos a lo largo de las tapas de cuero de los textos antiguos.
No era como si él quisiera celebrar el Día de San Valentín – era un estúpido día de niñitas que no
quería tener nada que ver – pero resentía a todas las personas que querían hacer cosas al respecto.

—Y Wormtail de hecho invitó a salir a Dorcas Meadowes. —James rio, agachándose para revisar
una repisa más abajo, —¿Puedes creerlo? A veces pienso que tiene más agallas que nosotros.

—¿Quién es Dorcas Meadowes?

—La conociste, ¿o no? Hufflepuff en nuestro año.


Remus se encogió de hombros.

—Supongo que Sirius llevará a Emmeline a Hogsmeade. —Dijo.

—Seh, eso creo. —Dijo James, sacando un libro y abriéndolo para revisar el índice. —U otra de
sus muchas fans, si la deja antes de entonces.

—Hmph.

—¿Qué?

—Nada. —Remus sacudió la cabeza, tomando un libro al azar y pretendiendo leerlo.

—¿No lo estás juzgando un poquito ahí, o sí, Moony? —le sonsacó James, sonriendo.

—¡No. Por supuesto que no! —Remus luchó por controlar sus expresiones, —Padfoot puede hacer
lo que quiera. Pero… no crees que él es… no lo sé, un poco demasiado, todas estas chicas. Como
que está llamando la atención.

—No son tantas chicas, ha estado con Emmeline desde Diciembre, ¿no es cierto?

—Enero. —Respondió Remus, maliciosamente. —Estaba soltero para Navidad.

—Bueno entonces. Está bien. El resto solo es coqueteo. Siempre le ha gustado la atención.

—Sí, pero…

—Mira, tu solo necesitas dejar que Sirius sea Sirius. Es un poco imbécil a veces, pero lo ha tenido
difícil. Deja que disfrute si quiere. —James se puso de pie y lo miró oblicuo, evaluándolo. —Sabes,
Moony, tampoco te mataría divertirte un poco.

—Ja. —Remus resopló.

—¡Oh, amigo! —James se inclinó por sobre su hombro para leer el libro que Remus había abierto,
—¡Bien hecho, lo encontraste!

Tener un poco de diversión. Entonces, tal vez Remus podría culpar a James – por lo que pasó
después de todas formas.

***

Sábado 12 de Febrero, 1977

Ella le había estado coqueteando por siglos – Remus sabía muy bien como lucía coquetear, ahora.
En la forma que ella le sonreía, la cabeza inclinada hacia abajo. La forma en que había empezado a
presionar una mano en su pecho cuando la hacía reír (que también definitivamente parecía pasar
más a menudo últimamente). Ese tierno pequeño meneo que hacen las chicas cuando están
arreglando sus medias. Eventualmente, se encontraron solos en la sala común el fin de semana de
Hogsmeade justo antes del día de San Valentín, deberes terminados, sentados apretados en el sofá
– y ella solo preguntó. Que era mucho más de lo que Sirius había hecho.

Remus y Mary siempre había sido buenos amigos; le agradaba mucho. Su naturaleza alegre y
despreocupada siempre le había atraído a su propio lado más sombrío; su confianza a la
introversión del chico. Había ignorado su coqueteo completamente, encontrándolo medianamente
halagador, pero de lo contrario poco interesante, hasta que ella decidió quedarse en el castillo con
él en vez de ir a Hogsmeade.
—¿Por qué no estás en una cita, de todas formas? —preguntó Remus, mientras terminaban de
anotar sus últimas notas para sus ensayos de Historia.

—Quería pasar tiempo contigo, —ella le sonrió, acomodándose de vuelta al sofá, su cadera
tocando la suya. —No puedo tenerte aquí todo solo.

—No soy tan divertido como Roman Rotherhide, apuesto, —Remus rio, aún sin creer realmente
hacia la dirección que iba esto. La mano de la chica estaba en su rodilla. ¿Iba a dejarla ahí? Oh
diablos, no, no la iba a dejar…

—Bueno eso no lo sé, —dijo, con voz grave, inclinándose hacia él ahora, mientras sus largos dedos
se movían lentamente hacia arriba, —Me gustaría juzgarlo yo misma… —pestañeó lentamente, y
se acercó, besándolo suavemente en los labios. Él estaba congelado en el momento. Ella sonrió
descaradamente, —¿Bueno? ¿Te parece?

Ella era muy bonita. No era tan cercano con ella como lo era con Lily, entonces realmente, razonó
- ¿Dónde estaba el daño? Lo que fuera que estaba pasando con Sirius claramente no significada que
ninguno de ellos no podía mirar a otro lado. Y si Sirius podía hacerlo, entonces él también. Solo
justo.

Él la condujo escaleras arriba.

—Eres encantador, —le susurró, acostada en su cama, ojos oscuros. Él deslizó su mano a lo largo
de sus suaves muslos. Entre sus piernas estaba mojada como el aceite tibio.

Después, no estaba seguro de qué pensar. Seguramente no era nada de qué quejarse – ella era
hermosa, y el ardor de la sangre de la chica alrededor de él era definitivamente bastante fascinante.
Pero no era lo mismo que esas oscuras noches furtivas con Sirius; no tenían nada de la rica
complejidad, el seguro entendimiento. Los suaves, blandos senos de Mary no era susutituto para el
firme agarre de Sirius. Sus suaves gemidos no lo excitaban de la misma forma que los calientes
gemidos ásperos de Sirius.

Todo dicho y hecho, mientras que Remus estaba seguramente agradecido de haber tenido la
experiencia, no creía que era algo que estaba muy interesado en repetir.

***

Domingo 13 de Febrero, 1977

Solo un día después del experimento con Mary, Sirius estaba de vuelta. Era media tarde, pero
James y Peter estaban en la biblioteca estudiando para su próximo examen de Estudios Muggles.
Empezó como siempre, en silencio y tranquilidad, una necesidad desesperada. Sirius estaba
agarrando y quitando la ropa de Remus – luego se giró y pareció detenerse. Olfateó la almohada.

—¿Ese es…? Huele como… —inhaló de nuevo. —¿El perfume de Mary?

—Seh, —respondió Remus, inquieto. Recién se había quitado su polera y ya se estaba sintiendo
expuesto, no muy seguro si estaban deteniéndose en absoluto o solo charlando casualmente. —Ella
estuvo aquí. Ayer.

—Oh. Claro. ¿Ella y tú?

—Bueno… fue algo casual. ¿Está…bien?

—Seh, —los ojos de Sirius se nublaron levemente, como si su mente estuviera trabajando
extremadamente rápido. —Seh, por supuesto. ¡Bien por ti, amigo!

—Sé que ustedes dos fueron… pero fue hace tiempo, y tú estás con Emmeline, entonces…

—¡Por supuesto! ¡Estoy complacido por ti, honestamente, Mary es genial!

—Seh, lo es.

Hubo unos pocos momentos de silencio y Remus consideró volver a ponerse su polera. Pero luego
Sirius se acercó, su expresión cambió, como si una tormenta hubiera pasado. Tocó la cicatriz que
empezaba en la clavícula de Remus y recorrió con su dedo a través del imperfecto camino hasta su
ombligo. Remus se estremeció.

—Entonces, ¿Cómo estuvo?

—¿Qu-qué? —Remus solo quería cerrar sus ojos y relajarse bajo el tacto que los largos dedos de
Sirius.

—El sexo. —Dijo Sirius.

Los ojos de Remus se abrieron, en confusión. ¿¡Él quería saber!?

—Fue… bueno. Ella es, em… tan suave, ya sabes. Quiero decir, ya sabes…

—Seh, —Sirius respiró en su cuello, casi encima de él ahora, sus manos trabajando en el cinturón
de Remus.

Después se sentaron uno junto al otro y todo lo que Remus quería hacer era apoyar su cabeza en el
pecho ardiente de Sirius y cerrar sus ojos y dejarse ser. Pero no lo hizo. Miró a su amigo, quién ya
había encendido un cigarrillo, su piel seguía sonrojada y brillante, y pensó, tristemente – esto
nunca será suficiente.

Chapter End Notes

La canción al inicio es 'Mary' de The Monkees.


Sexto Año: Heniokhos
Chapter Notes

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Viernes 4 de Marzo, 1977

—Me voy a volver demente. —Dijo Marlene, una tarde, mientras la biblioteca estaba cerrando.
Presionó sus ojos con sus dedos, exhausta. Su cabello estaba desordenado como un diente de león
de pasar sus manos a través de él tan a menudo. —Pensé que los TIMOs eran exigentes…

—Eso rima, —cantó Mary, animada, enrollando cuidadosamente su pergamino.

—Eso ayuda, gracias, MacDonald. —Marlene puso sus ojos en blanco.

—Tú decidiste seguir con pociones. —Mary le golpeó suavemente la frente con su ensayo
enrollado.

—Es un requerimiento para el entrenamiento de Sanación. —Marlene suspiró, —Desearía no tener


que hacerlo.

—No entiendo por qué lo odias tanto, —Lily bostezó, colgando su cartera en su hombro, —
Pociones es divertido, es lógica.

—Oh, cállate Evans. —Dijeron Mary y Marlene al unísono.

Remus rio, y pasó su brazo alrededor de la pelirroja.

—Pobre Lily, —dijo, en una simpatía burlona, —Tan incomprendida en su búsqueda por
conocimiento.

Ella se rio también, y dejaron la biblioteca juntos. Habían estado juntos ahí cada noche de la
semana excepto cuando Lily tenía deberes o Marlene tenía quidditch; entonces solo eran Remus y
Mary. Lo que estaba sorprendentemente bien – Mary hizo unas pocas bromas de su breve lío, pero
no había mencionado querer hacerlo de nuevo, y aparentemente estaba viendo a Roman Rotherhide
de nuevo. Remus estaba aliviado. Un amorío secreto ya era suficiente.

Era temprano para estar estudiando, pero los cuatro habían decidido volver a reunir su grupo de
estudio este año en orden de pasar la primera etapa de sus ÉXTASIS. Aún faltaba un año para los
exámenes finales, pero en la opinión de Lily y Remus, no había tal cosa como estar muy preparado,
particularmente con los exámenes base anuales en Junio.

—Estoy muerta, —dijo Mary, mientras se acercaban al retrato de la mujer gorda (su peluca había
sido removida por el Profesor Flitwick hace solo unos días - aparentemente se había encariñado
bastante con ella). —¿Día libre, mañana?

—Si quieres, —dijo Remus, bostezando también, —Dije que haría un grupo de estudio grande el
Domingo, entonces estaré agradecido por el descanso.

—No sé cómo lo haces, Lupin, —Mary sacudió su cabeza de incredulidad. —Aunque, eso es
perfecto, deja la tarde del Sábado libre.

—Tienes otra cita con Roman, ¿no? —preguntó Marlene, sonando un poco irritada.
—Sí, Marlene, —Mary puso sus ojos en blanco, —A pesar de tu muy aparente desaprobación…

—¡Solo creo que deberías ir más despacio, es todo! —escupió Marlene, pasando los dedos a través
de su cabello de nuevo.

—Bueno, como lo hemos discutido antes, no es asunto tuyo con quien salgo, ¿¡o sí!? —dijo Mary,
arqueando una ceja a su amiga. Marlene se había tornado de un poco característico color rosa
acalorado ahora, y estaba mirando el piso. Remus miró a ambas chicas en sorpresa. Nunca había
visto que se hablaran así entre ellas – usualmente eran las mejores amigas.

—Vamos, todos estamos cansados, —dijo Lily, apurando el paso, — Blatherskite —le dijo a la
mujer gorda, quien se movió a un lado para que todos pudieran entrar.

—¡Evans! —el grito de James los encontró incluso antes de haber estado a medio camino en la
entrada.

—Seh seh, buenas tardes, Potter, —Lily suspiró, sacudiendo su cabeza. Remus captó su pequeña
sonrisa, aunque ella trató de cubrirla detrás de su largo cabello.

—¡Y Moony! —James continuó, —¿Dónde han estado?

—Haciéndonos el amor furiosamente a todas nosotras, obviamente, —dijo Mary,


inexpresivamente, empujando a Sirius a un lado para sentarse cerca de la chimenea.

—Es verdad, —Lily sonrió, sentándose en el centro de la alfombra, —Es un semental.

—¡Tomó las tres de nosotras para satisfacerlo! —dijo Marlene, luciendo un poco más animada.

—Oh por dios, por favor cállense… —Remus gruñó, tomando asiento en su sillón de costumbre.
—Estábamos en la biblioteca, como si no lo supieran.

—Ah, por supuesto, —James le guiñó. —No digas más, Casanova.

—Brr. —Mary alzó sus manos hacia el fuego, —Este castillo está congelado.

—Escocia es congelada. —Respondió Sirius, monótonamente. Estaba levitando un avioncito de


papel perezosamente alrededor de la habitación, encorvado en su asiento.

—Solo estamos en Marzo, —dijo Lily, con descaro, —Empezará a hacer más calor pronto. No
puedo esperar por el verano.

—Nah, entonces hará mucho calor, —Mary suspiró, —Nuestro departamento es ridículo, incluso
si abrimos todas las ventanas. Aunque, supongo que puedo hacer magia este año – ¿lo tengo
permitido si mis familiares son muggles?

—Oh, yo lo hago, —dijo Lily mordiendo su labio, —¿Se supone que no debemos?

—¿Por qué no te quedas conmigo, Mary? —dijo Marlene, —Tenemos más espacio en nuestra
casa, es más fría.

—Bueno no me importaría tener unas vacaciones, —murmuró Mary, aun frotando sus manos. —
No he tenido una desde que papá perdió su trabajo. Solíamos ir a la playa cada año. Margarate o
Skegness.

—Ooh, yo fui a Cornwall el año pasado, —dijo Lily, —Fue encantador, acampamos justo junto a
la playa.
—Acampar de nuevo. —Gruñó Sirius. —No hagas que Potter empiece…

—¿Evans, te he dicho cuando amo acampar? —dijo James, sonriendo dementemente de su puesto
junto a la chimenea. Estaba jugando con su snitch dorada, pasándola de una palma a la otra, —Es
uno de mis grandes placeres en la vida.

—Estoy hablando de campamento muggle, Potter, —Lily hizo una señal de negación con la
cabeza, estirando su falda por encima de sus rodillas conscientemente, —En tiendas muggles –
nada de fantasiosos hechizos ampliadores…

—No puede ser tan diferente —respondió James, sin inmutarse, —Estos dos nunca han acampado,
—señaló a Remus y Sirius con la cabeza.

—Como que lo hicimos, en Navidad, —dijo Remus, lanzándole una mirada desafiante a Sirius,
quien le regaló una lenta sonrisa en conspiración.

—¡Hey! —dijo James, repentinamente, dejando la snitch volar en alto, y luego alcanzándola de
vuelta, —¡Todos deberíamos ir a acampar!

—¿Qué? —dijo Sirius, sentándose.

—¡Este verano! —James asintió, emocionado, —¡Es nuestro último veranos antes de tener que ser
adultos – y todos seremos mayores de edad, deberíamos hacerlo!

—¿Todos nosotros? —preguntó Marlene, mirando a Mary de reojo.

—Todos nosotros, —confirmó James, —¿Qué piensas, Evans?

—Bueno… —Lily levantó la mirada hacia él, —Tiendas separadas para chicos y chicas, ¿cierto?

—Pfft, no eres divertida. —Mary sonrió traviesa. Lily le dio una patada desde el piso, y continuó,

—Ok, Potter – con una condición…

—¡Lo que sea!

—Tiendas muggles.

—Oh.

***

Sábado 5 de Marzo, 1977

Si tienes diecisiete años de edad, o cumplirás diecisiete antes del 31 de Agosto del año 1977, eres
elegible para un curso de doce semanas para Lecciones de Aparición del instructor de Aparición
del Ministerio de Magia, empezando el Lunes 4 de Abril, 1977.

Por favor firmar abajo si desea participar.

Costo: 12 Galeones.

Remus miró la nota pegada en el tablón de anuncios de Gryffindor y suspiró.

—Te prestaré el dinero. —Dijo Sirius, junto a su hombro.


—Preferiría que no lo hicieras.

—Remus, soy ridículamente rico.

—Estoy bastante consciente de eso. —Escupió, irritado. Miró al tablón de nuevo. Remus había
querido aprender cómo aparecer por casi todo su tiempo en Hogwarts. —Ok. —Asintió, —Pero te
pagaré. De verdad.

—Lo sé, —dijo Sirius empujándolo con su cadera, juguetonamente. —Vas a hacer más dinero que
todos nosotros, algún día, gran empollón.

—Ja. —Resopló Remus. —Poco probable, a menos de Dumbledore se decida de una vez.

—¿Dumbledore? ¿Qué tiene él que ver?

Remus miró a su alrededor, furtivamente. La sala común no estaba ocupada, pero no estaba vacía
tampoco.

—No puedo decirte aquí. —Dijo, —¿Escaleras arriba?

Sirius ladeó su cabeza, con una mueca de una expresión inocente que hizo a Remus estallar de risa,

—No para eso. Quita tu mente de tu trasero, Black.

Se dirigieron al dormitorio. Estaba tranquilo y silencioso – Peter estaba en detención en algún


lugar con Filch y James estaba patrullando.

—¿Entonces? —Sirius fue directo a la cama de Remus, sentándose con las piernas cruzadas y
alerta, —¿Qué pasa con Dumbledore?

Remus se sentó del lado opuesto, no muy cerca.

—Yo… ¿te acuerdas que tuve esa cena con Ferox? Después de conocer a Livia.

—… seh, por supuesto. —Sirius se concentró enseguida. No lo habían discutido, desde que se
habían arreglado.

—Ok, bueno no te enojes conmigo, pero… como que hice algunas demandas. A Dumbledore.

Sirius lo miró fijamente, inexpresivo. Remus continuó tragando saliva pesadamente, —Le dije que
si quería que les ayudara, si querían que fuera un embajador para los hombres lobo, o lo que sea,
entonces quería algo a cambio. Protección, para los otros en la manada de Greyback, primero que
nada.

Sirius abrió la boca, entonces – aparentemente pensándolo mejor – la cerró de nuevo, y esperó.
Remus continuó, observándolo cuidadosamente por cualquier señal de enojo o desaprobación, —Y
pedí que no me obliguen a firmar el registro, en mi cumpleaños.

—Bueno, eso es razonable, por lo menos, —dijo Sirius con un suspiro. —Pero, Moony… la otra
cosa…

—Lo sé, —Remus asintió, —Son asesinos, algunos de ellos. Lo sé. Pero ellos son… no creo que
ellos conozcan otra forma. Creo que si queremos mostrarles que hay otras opciones, mejores
formas de vida, entonces… eso tiene que empezar con amabilidad.

—Amabilidad. —Repitió Sirius.


—No perdón, —dijo Remus, rápidamente, —No estoy diciendo que deberían salir completamente
impunes, pero… o sea, tienes que admitirlo, el ministerio ha manejado la licantropía muy mal,
hasta ahora. Cuando ganemos esta guerra, hay una oportunidad para hacer las cosas mejor. Para
todos los magos. Incluso mestizos.

Sirius lo estaba mirando de vuelta, con el ceño levemente fruncido. Sus profundos ojos azules
enfocados intensamente, como si estuviera buscando algo en el rostro de Remus. Luego asintió
levemente.

—Esto es realmente importante para ti, ¿cierto?

—Sí. —Dijo Remus, sin titubear.

—Tendrás que convencer a muchas personas.

Remus asintió.

—Lo sé

—Aunque, te ayudaremos. —Dijo Sirius, sin romper el contacto visual. —Peter y James y yo –
Evans también, probablemente, esa chica te adora.

—No podría pedir--

—No necesitas hacerlo, —Sirius sacudió la cabeza. Se inclinó hacia adelante y besó a Remus, tan
gentilmente en los labios, vagamente un susurro. —Lo que sea por nuestro Moony.

Más tarde ese día, Remus estaba en camino al salón de Flitwick – el amable profesor de
Encantamientos le había permitido usarlo para sus sesiones de tutoría, con tal que todo estuviera
ordenado después. Tenía un mapa de la costa sur en su bolso, y estaba esperar llegar lo
suficientemente temprano para tener el chance de estudiarlo. Si iban a ir todos de vacaciones en ese
verano, entonces alguien iba a tener que organizarlo.

La primera luna llena del verano caería el primero de Julio, y Remus estaba esperando poder
quedarse una noche extra en Hogwarts para eso. Ya le había preguntado a James si podía quedarse
con los Potters la semana siguiente, y James, por supuesto, había accedido ansiosamente. Luego
tendrían su viaje para acampar, y luego… Remus no tenía pista alguna de cuál sería su siguiente
movimiento. De vuelta a Mile End, tal vez; si Grant aún estaba ahí. No podía quedarse donde los
Potters para siempre; no una vez que cumpliera diecisiete.

—¡Hola Remus! —le saludó Christopher, esperando fuera de la sala. El corazón de Remus se
hundió, levemente. Por supuesto que Christopher llegaría temprano. Nunca se perdía una
oportunidad para encontrar a Remus solo.

—Buenos días, Chris, —le sonrió cortésmente. —¿Deberíamos entrar?

Encantaron los pupitres en una forma de ‘u’, de forma que hubiera suficiente espacio para
demostraciones prácticas, luego se instalaron, sacando sus libros.

—¿Qué harás después? —preguntó Christopher, sobre interesado.

—Cena. —Dijo Remus simplemente, aplanando el mapa y localizando Cornwall. —Luego


detención, me temo. Hasta tarde. —Era una luna llena – aunque hubiera estado en detención de
todas formas. McGonagall nunca se arrepentía de un castigo.
—Es una pena, —Christopher suspiró, —Siempre estás en detención estos días.

—Sep, —Remus rio, —Soy un chico malo y rudo.

Christopher se rio, incómodo. Aunque tenía buenas intenciones, pero Remus tenía la impresión que
estaba raramente cómodo con el estilo de humor merodeador. Le tomaba acostumbrarse a él.

—¿Has leído esto? —Christopher empujó el libro por el escritorio, cubriendo la playa que Remus
había estado inspeccionando. Suspiró y lo miró. El Auriga.

—Nop, —Remus sacudió su cabeza, tomándolo y leyendo el resumen.

Después de una herida en Dunquerque, Laurie Odell es enviando a un hospital de veteranos


convaleciente. Ahí se hace amigo de Andrew, un objetor de conciencia que actúa como ordenanza.
Pero cuando Ralph, un mentor de sus días de escuela, reaparece en su vida, Laurie es forzado a
elegir entre los dulces ideales de la inocencia y los distintivos placeres de la experiencia.

Oh, pensó Remus. Es ese tipo de libro.

—Es un libro muggle. —Explicó Christopher, emocionado, —Es realmente bueno. Te lo puedo
prestar, ¡me encantaría saber qué opinas!

—Seh, le daré un intento gracias. —Remus asintió, rápidamente escondiéndolo al fondo de su


bolso antes que alguien más entrara.

En ese momento, hubo un golpe en la puesta. Ambos chicos se voltearon para ver a Emmeline
Vance asomar su cabeza. Ella era una chica inmensamente hermosa, con una caída de rulos
dorados y grandes ojos verdes como manzanas. Otra Ravenclaw, ella estaba en séptimo año
también, y previamente había salido con Roman Rotherhide mismo. Ella sonrió, entrando,

—Hola, Remus, —dijo en su suave voz femenina. Él trató de ser cortés en respuesta, pero sabía que
sonaba frívolo.

—Hola Emmeline. No te esperaba.

—Oh, no, no estoy aquí para tu pequeño club de estudio, —ella sonrió de nuevo, arrugando su
nariz de una forma que hubiera lucido tierna o adorable para cualquiera menos para Remus y
Christopher. —Esperaba que Sirius estuviera aquí.

—No está.

—¡No, lo notar! —rio, guturalmente, moviendo su cabello sobre su hombro. —Pero dijo que me
encontraría en la torre de Astronomía hace media hora…

Remus solo se encogió de hombros, inexpresivo. Ella hizo una señal negativa. —Bueno, si lo ves,
¿le dirías que me encuentre esta noche, después del toque de queda?

—Está ocupado esta noche.

—¿¡Haciendo qué!? Ugh, ¿no está viendo a esa chica MacDonald de nuevo, o sí?

—Nunca se sabe, con Sirius, —dijo Remus, cruelmente, tratando de no sonreír.

—Bueno. ¡Dile que si no es cuidadoso me va a perder!

—Oh, definitivamente lo haré.


Ella cerró la puerta, y Remus resopló, sacudiendo la cabeza.

—¿Realmente sabes dónde está? —preguntó Christopher, con el ceño levemente fruncido.

—Nah, —respondió Remus, —Pero podría adivinar. Probablemente está con James en algún lado.

—Esos dos. —Christopher suspiró, —Son divertidos, a veces, pero causan tantos problemas. No
tengo idea de cómo demonios Potter consiguió terminar como prefecto. Y Black, él solo es…

—¿¡Él es qué!? —dijo Remus, bruscamente.

Christopher pestañeó, asombrado.

—¡Sé que es tu amigo! Lo siento, solo quiero decir… es un imbécil arrogante a veces.

—Seh, —Remus asintió, relajándose. Pensó sobre la promesa de Sirius, que había hecho hace poco
más de una hora en la cama de Remus. Si otras personas no podían ver a ese Sirius, entonces ellos
se lo perdían. ¿Quiénes eran Emmeline y Christopher al fin y al cabo?

No eran merodeadores; no era importante.

—No te equivocas. —Remus se encogió de hombros. —Bien, ¿dónde quieres empezar?

Chapter End Notes

‘El Auriga’ de Mary Renault fue publicado en 1953.


Sexto Año: Diecisiete
Chapter Summary

Intenso consumo de alcohol, conflictos, angustia y vómito en este capítulo.

Jueves 10 de Marzo, 1977

—¡FELIZ CUMPLEAÑOS, REMU!

Tres desgarbados, ruidosos, altamente emocionados adolescentes saltaron en la cama de Remus al


primer rayo de sol. No era igual que cuando tenían once. Por un lado, las piernas de Remus eran
mucho más largas; por el otro, ellos eran mucho más pesados.

—Quítense imbéciles, —gruñó Remus, —¿Qué hora es?

—El tiempo es inmaterial, —dijo James, usando un sombrero puntiagudo de colores brillantes de
fiesta, —Es tu cumpleaños.

—¡Tu decimoséptimo cumpleaños! —agregó Sirius, usando un sombrero de fiesta de lunares algo
inclinado en su cabeza.

—¡Eres mayor de edad! —dijo Peter, poniéndole a Remus un cuarto sombrero, dejando el elástico
bajo su barbilla.

Remus los fulminó a todos, incrédulo.

—Van a hacerme usar esto todo el día, ¿cierto?

Los tres asintieron, perfectamente al unísono, las serpentinas de sus sombreros cónicos rebotaban y
brillaban en la tenue luz mañanera.

—Es impermeable, —explicó Sirius animadamente, —Entonces incluso te puedes bañar con él. —
Le guiñó, y Remus esperó no haberse sonrojado. Sirius había estado en su cama solo hace unas
horas atrás, por una razón muy diferente, y Remus estaba empezando a encontrar la rápida
transición cada vez más difícil de soportar.

Solo media hora más tarde, y Remus se había vestido (con el sombrero aun firmemente en su
cabeza), había abierto alrededor de cincuenta tarjetas de cumpleaños deseándole felicidades (—¡No
sabía que conocía a cincuenta personas!) y había comido un generoso trozo del pastel de chocolate
de la Sra Potter.

—Y recibirás un regalo apropiado más tarde, —dijo James, crípticamente, —En la fiesta.

—Ustedes están dementes, —dijo Remus, mientras salían de la sala común, —No deberían hacer
todo este problema.

—Cállate, Moony. —Dijo Peter, con buena intención.

—¡Feliz cumpleaños Remus! —corearon las chicas en el comedor. Todas estaban usando
sombreros de fiesta también, aparentemente gracias a la persuasión de Lily.

—Genial, Evans, —James le guiñó, dándole un astuto empujoncito con su codo, —Sabía que no
nos decepcionarías.

—Oh, jódete, Potter, —ella lo empujó de vuelta, luciendo bastante complacida y un poco
sonrojada.

Las usual rendición de tres rondas de ‘Feliz Cumpleaños’ acompañaron el desayuno cumpleañero
de Remus, y él estaba tan acostumbrado ahora que incluso se puso de pie e hizo una tímida
reverencia una vez que habían terminado. Luego llegaron las lechuzas.

Había una tarjeta de Ferox, que era inesperada – Remus no estaba seguro si aún estaban en
términos para hablar después de su última reunión. También había una nota de Dumbledore.

Rompió el sello rojo rápido bajo la mesa, y lo leyó tan rápido como le fuera posible.

Sr Lupin,

Muchas felicidades por el día,

Tengo entendido que tenemos un par de cosas que discutir. Por favor preséntese en la oficina del
director a las 4pm esta tarde.

Sinceramente,

Albus Dumbledore.

—Aquí vamos. —Suspiró, despacio. Sirius, quien tenía el molesto hábito de leer por encima de su
hombro, se acercó,

—¿Quieres que alguien vaya contigo?

Remus sacudió su cabeza, pero le sonrió a Sirius, tratando ser amable,

—Nah. Gracias por la oferta, pero creo que es mejor si lo hago solo.

Sirius asintió, luciendo preocupado de todas formas.

El día pasó lentamente, la reunión con Dumbledore asechaba al final como una araña malévola.
Remus intentó imaginarse el escenario en su cabeza – tratando de crear un guion, o por lo menos
algo coherente que decir en defensa de sus demandas salvajes. No se le ocurrió nada, y a las
3.45pm esa tarde se encontró caminando a la oficina del director muy lentamente de hecho.

Había estado demente por siquiera sugerir esto en primer lugar. Nadie más necesitaba una razón
para ayudar con la guerra – James nunca lo haría. Pero entonces, Remus supuso, que no había nada
que James quisiera que Dumbledore pudiera darle. A menos que Dumbledore tuviera la clave para
el amor eterno de Lily Evans.

Encontró la escalinata abierta, y ascendió lentamente, recordando solo en el último minuto quitarse
el sombrero de fiesta de su cabeza.
—Buenas tardes, Sr Lupin. Feliz cumpleaños.

Dumbledore estaba sentado en su escritorio, como de costumbre. Esta vez no estaba escribiendo
cartas; estaba esperando pacientemente, con una sonrisa amable en su rostro.

—Gracias, —respondió Remus, débilmente, sentándose en la silla del lado opuesto. Lo pensó por
un momento antes de decir. —¿Le importaría solo llamarme Remus?

—Como desee, —Dumbledore asintió. Parecía estar de buen humor. —¿Cómo se siente, ser mayor
de edad?

—Está bien.

—Tengo un par de cosas para usted, enviadas por la Sra Orwell.

—¿¡Matrona!?

—De hecho. —Dumbledore señaló una caja de zapatos, que parecía haber aparecido de la nada en
el gran escritorio de caoba. —Creo que hay unos pocos artículos ahí que le pertenecen, que estaban
resguardados en St Edmunds.

—Oh, wow… —Remus tocó la tapa de la caja, tentativamente, pero no la abrió. Quería estar solo
para eso.

—También está el tema de su herencia.

—¿¡Mi qué!?

—Su padre dejó un testamento. Dejó algunas provisiones para su madre, y el resto para usted. No
era un hombre rico, debo decir, pero de todas formas, su bóveda en Gringotts ahora le pertenece a
usted. —Dumbledore sacó una llave de su bolsillo y la pasó a través del escritorio.

Remus la sostuvo en su mano, y pensó sobre Lyall – quién no había estado en su mente por
algunos meses.

—Gracias. —Dijo, recordando sus modales.

—Y hay otros asuntos legales, como bien sabe. —Dumbledore dejó sus manos frente a él, largos
dedos delgados entrelazados. Estaba esperando una respuesta.

—El registro. —Dijo Remus.

—El registro. —El director coincidió. Sacó una pieza de pergamino y la empujó a través del
escritorio. Era un formulario

Ministerio de Magia: Declaración Infección de Licantropía.

Remus sintió nauseas. Había una línea punteada al final, esperando por su firma. Se apoyó en sus
manos y miró a Dumbledore.

—¿Qué quiere que haga con ella?

—Leo Ferox me hizo creer que usted ya tenía una muy buena idea de qué hacer con ella, Remus.
—Respondió el anciano, con ojos serios. —Usted es un adulto, lo dejo en sus manos.

Remus tomó el pergamino inmediatamente, lo sostuvo a la altura de sus ojos y lo rompió


limpiamente en dos. Dumbledore sonrió de nuevo. —Hecho admirablemente.

—Aunque, Ferox le dijo algo más. —Dijo Remus, tratando de mantener contacto visual pero
encontrándolo extremadamente difícil. Dumbledore no era como nadie más – él olía igual
fuertemente a magia como cualquier otro mago o bruja, pero nada más. No tenía ningún
significado único en absoluto.

—Lo hizo. Creo, tal vez, que usted puede anticipar mi respuesta.

Remus sintió algo desinflarse dentro de él, haciendo espacio para la creciente furia.

—Entonces es un no. —Dijo plenamente.

Dumbledore inclinó su cabeza, gentilmente,

—No completamente. Una solicitud de paciencia, tal vez.

—Con respeto, —Remus escuchó la dureza en su propia voz, y le sorprendió, pero le dio aún más
valentía, —No hay tiempo para la paciencia.

—Nunca lo hay, cuando se es joven. —Respondió Dumbledore, suavemente. —Remus, sé cómo le


deben parecer las cosas, créame.

—Usted no la vio. Ellos están sufriendo. En este momento.

—Mucha gente está sufriendo, Remus. Usted ha pasado poco precioso tiempo en el mundo mágico
aún-

—¿¡Quién tiene la culpa de eso!? —murmuró Remus ferozmente. Dumbledore le dedicó una
mirada silenciadora,

—Pero una vez que lo haya hecho, usted verá, usted entenderá por qué las actitudes están a un
buen tiempo de cambiar. Lo que usted está pidiendo—

—¿¡Qué hay de lo que USTED está pidiendo!? —gritó Remus, incandescentemente, —De Ferox, y
Moody y los Potters y---

—¡Estoy pidiendo un enorme salto de fe! —dijo Dumbledore muy fuertemente – no gritó; no podía
llamarle grito en absoluto – pero ya no era amable. —De muchas personas. Y seguiré pidiéndolo
hasta que se haya ganado la guerra. Ese debe ser nuestro foco, por ahora.

—Quiero ganar la guerra, —dijo Remus, aún tratando de controlar su volumen, —Tanto como
cualquiera. Pero quiero algo que valga la pena ganar, también.

—Con el tiempo. Cuando tengamos los recursos. Cuando tengamos la fuerza para luchar otra
batalla.

—Quiero una promesa.

—Estoy consciente de eso. —Dijo Dumbledore, su voz cambió casi imperceptiblemente, un


profundo ceño fruncido se alineaba en su frente. —No puedo darle una.

—Bien. —Remus se puso de pie. —Entonces yo le estoy prometiendo a usted. No me voy a rendir.

Estaba furioso, y Dumbledore tuvo el descaro de sonreírle.


—No esperaría menos del hijo de Lyall Lupin.

Remus quería gritarle que se fuera a la mierda, pero decidió que como ya había sido expulsado de
una institución hoy día, era probablemente mejor evitar cualquier otro riesgo de expulsión. Tomó
la caja de zapatos, se dio la vuelta y se marchó.

Remus estaba prácticamente ciego con rabia mientras bajaba la escalera de espiral de la oficina de
Dumbledore, con la caja de zapatos bajo su brazo, cabeza agachada, entonces chocó directamente
con Sirius esperando al fondo.

—¡Woah! —dijo Sirius, presionando ambas manos contra el pecho de Remus en un intento de
hacer que disminuyera el paso, —¿Qué pasa, Moony?

—¿Qué estás haciendo aquí? —escupió Remus.

—Solo te estaba esperando – sé que no querías compañía, solo pensé--

—¡Nunca escuchas una mierda! —vociferó Remus, empujándolo para pasar. Sirius agarró su brazo
y no lo dejó ir, permitiéndole a Remus arrastrarlo a medias a lo largo del corredor,

—Lo sé, soy terrible, —estaba diciendo, trotando levemente para mantenerle el paso a las largas
zancadas de Remus, —Nunca hago lo que me piden, ¿cierto? Sigue gritándome, lo merezco – hey,
¿quieres golpearme?

Remus se detuvo y lo miró, la mercurial sonrisa en su rostro. Esa sonrisa burlona de Sirius Black.

—No. No quiero golpearte.

—Oh bien. ¿Quieres golpear una pared?

—No. —Remus siguió caminando, un poco más lento.

—¿Quieres drogarte?

—No.

—¿Emborracharte?

—… Tal vez.

—¡Perfecto! —dijo Sirius. Ahora estaban caminando a un paso regular, hacia el comedor, —
Porque creo que eso es lo que la mitad de la escuela piensa hacer después de la cena. ¿Qué hay en
la caja?

—Es… —Remus la sostuvo con ambas manos, ahora. No era muy pesada, no podía haber mucho.
Podía sentir hojas de papel deslizándose dentro. —Solo algo, creo que mi papá me lo dejó. No lo
voy a abrir hasta más tarde.

Sirius se encogió de hombros, fácilmente,

—Bastante justo.

***

La amabilidad general de Sirius continuó a través de la cena – salchichas y puré con salsa de
cebolla – hasta el postre, cuando Emmeline apareció. Remus había estado a medio camino de un
buen humor cuando ella apareció en la mesa y se apretó en el regazo de Sirius. Lo besó, directo en
la boca, por un largo tiempo.

—Feliz cumpleaños, Remus, —le sonrió cortésmente, una vez que habían terminado.

Él asintió en respuesta, y dejó abajo su cuchara. Ella no pareció notarlo. —Estoy tan emocionada
por la fiesta. —Dijo, generalmente, a la mesa.

—Debería ser buena, —dijo James, jovialmente, —Los cumpleaños de Moony siempre lo son.

—¿Por qué es que todos te llaman Moony, de todas formas? —preguntó Emmeline, mirando a
Remus. Él le frunció el ceño,

—No todos. Solo mis amigos.

Ella pestañeó, y frunció el ceño, los pliegues de sus cejas arruinaron su belleza solo
momentáneamente. Sirius apretó su cintura,

—Hey, Em, ¿por qué no nos vemos más tarde? Tenemos que preparar algunas cosas.

—Ok, —ella sonrió de nuevo, —Recuerda tu promesa… —ella lo besuqueó de nuevo.

—¿Promesa? —preguntó Remus, en su habitación, quince minutos más tarde. James y Peter
estaban viendo las decoraciones en la sala común, y Sirius había inventado una excusa para no
ayudar. —¿Qué le prometiste?

—Oh, solo que la acompañaría de vuelta a su sala común después de la fiesta.

Remus arqueó una ceja,

—¿Vía Torre de Astronomía?

Sirius rio, desabrochando su camisa para cambiarse,

—Tal vez. ¿Por qué?

—Nada. —Remus se sentó en su cama. La caja de zapatos aún estaba sin abrir, en su mesita de
noche. No iba a abrirla hoy día. Tal vez ni siquiera mañana.

—¿Qué hay de ti y Mary? —preguntó Sirius, seleccionando una camisa negra limpia de su
desordenada cajonera, —¿Esa cosa terminó ahora, o qué?

—Seh. —Remus asintió, observándolo. Es ahora, pensó, ahora es cuando le cuentas. —Fue solo
un experimento, más o menos… ¿Sabes a lo que me refiero?

—¿Mm? —murmuró Sirius, concentrado en abrochar su camisa. —¿Qué, no fue bueno?

—Estuvo bien. No tan bien como… —tragó saliva, y lo dijo rápido, —No tan bueno como cuando
somos tú y yo.

Sirius levantó la mirada de sus botones, observando a Remus a través de la habitación. Remus
estaba agradecido por la distancia. La expresión de Sirius era difícil de leer, entonces Remus
presionó. —¿Es así contigo?

Sirius se giró a su armario, buscando por jeans ahora. Con la espalda volteada, dijo suavemente.
—Sí.

—¿Disculpa? —dijo Remus, alzando su voz.

Sirius suspiró, pero no se volteó. Cerró el cajón, aparentemente decidiendo que los jeans que
llevaba puestos estarían bien.

—Dije que sí. Es mejor contigo.

—Claro. —Remus estaba tan sorprendido por esta respuesta que no podía pensar en nada más que
decir. Desafortunadamente, esto le dio a Sirius la oportunidad de hablar en su lugar. Se dio la
vuelta, acomodando su largo cabello hacia atrás, casualmente.

—Supongo que es porque nos conocemos tan bien, ¿eh? ¡Bien, será mejor que baje y ayude antes
que Prongs venga por mí con un hechizo de piernas de gelatina! Enviaremos a Peter a buscarte
cuando todo esté listo.

Con eso, Sirius desapareció escaleras abajo.

***

Cuatro horas más tarde, y Remus estaba bien y realmente ebrio. Ebrio no, borracho. Cocido.
Intoxicado. Paralítico. No podía recordar cuanto había bebido, y no le importaba. Iba a tener un
buen momento si eso lo mataba. A la mierda Dumbledore. A la mierda Greyback, Ferox, Livia,
Emmeline y Sirius jodido Black. La fiesta estaba en el clímax, todos ahora usaban un brillante
sombrero puntiagudo de cumpleaños, moviéndose con la fuerte música. A Remus ni siquiera le
había importado los álbumes disco.

Se tambaleó hacia un sofá y se sumergió con otra botella de algo rico y fuerte. Se estaba sintiendo
muy acalorado y somnoliento. Cansadamente, permitió que su mirada buscara a Sirius, parloteando
junto al tocadiscos, caderas inclinadas hacia delante solo lo justo. Remus se permitió observar por
un poco más. Tenía el derecho. Su primer beso había sido exactamente un año atrás. Era un tonto
pequeño aniversario, considerando todo lo que había pasado entremedio, pero Remus sintió una
leve vibración de satisfacción de todas formas. Maldito cerdo.

—Emmeline y él han estado juntos por un buen tiempo ahora. —Le dijo Lily a Remus, sentándose
en el brazo del sofá. Sus ojos estaban grandes y desenfocados, ella tenía una sonrisa muy simple.
Remus cuidadosamente tomó control de sus expresiones faciales y le sonrió de vuelta como si no le
hubiera importado.

—Suenas sorprendida.

—Bueno, lo estoy un poco. No lo veía como el tipo de chico que quiere a una chica regularmente.

Remus se encogió de hombros, porque no podía hablar sin decir mucho. Lily siguió a pesar de
todo. —Y – sé que suena horrible, y sé que es tu amigo, entonces soloo dime que mecalle, pero
como que pensé… ya sabes, que solo estaba saliendo con ella para molestar a su familia.

—¿Aquéte refieres? —preguntó Remus, tomando un trago muy largo de su whisky ardiente.

—Ohh, ya sabes, —arrastró Lily, tal vez más borracha que él, —Tods saben que Black está en una
rara cruzada contra su madre… nunca sale con chicas sangre pura. Estaba Mary… —empezó a
contar las conquistas de Sirius con sus dedos, —Ella es hija de muggles… Evangelina, Florence,
Avni… ahora Emmeline.
—Puede que solo sea una coincidencia. —Remus estaba preocupado de no poder controlar su voz
por más tiempo; se estaba volviendo horriblemente aguda y nerviosa.

—Pfff. —Lily se rio, derramando un poco de su propia bebida. —Sssssrus Black nunca hace
nadaah por coincidencia. Esssta tooodo calculado con él. —Soltó una risita para sí misma, alzando
la copa a sus labios, —Se follaría a un vampiro si hubiera uno en Hogwarts.

Remus se puso de pie muy repentinamente, con los nudillos presionados. Lily casi se cayó del
brazo del sofá del susto.

—¿Quepasa? —preguntó, confundida, mirándolo adormilada.

—Yo… voy a vomitar. —Dijo Remus, dándose cuenta que realmente lo iba hacer. Se escabulló
escaleras arriba tan rápido como pudo y se tambaleó hacia el baño justo a tiempo, alcanzando la
taza del inodoro.

Se balanceó sobre sus tobillos, sudando frío. Había bebido demasiado, ahora solo quería acostarse
y dormir y no pensar sobre nada. Remus se lavó los dientes y la cara con agua helada. Se sentía
menos nauseabundo, pero no menos sobrio. Se puso sus pantalones de pijama y abrió la puerta.

Sirius estaba de pie del otro lado, inclinándose contra el poste de su cama, con sus manos en sus
bolsillos. Se veía tan fondo a sí mismo. Sus ojos se encontraron y se mantuvieron. Sirius desvió la
mirada primero.

—Vine a ver si estabas bien.

Remus cerró la puerta a sus espaldas, dando un paso adelante.

—Seh, —respondió débilmente, —Solo un poco muy ebrio, es todo. Me voy a la cama.

—Mira, sobre lo que dije, —empezó Sirius. Remus se preparó, no muy seguro de que venía. —
Realmente lo siento. —Dijo Sirius, desamparado. —Ni siquiera sé por qué pero… solo lo siento,
¿ok?

Apoyó una mano en el hombro de Remus, aparentemente en un gesto apologético. Estaba caliente
en la piel desnuda de Remus, pero no lo quitó. Solo esperó que finalmente se separaran, y que
pudiera ir a la cama. Sirius volvería escaleras abajo a la fiesta. Pero en su lugar, Sirius lo besó.
Sintiéndose como un estúpido, Remus lo besó de vuelta, hambrientamente, pasta dental y whisky.

Sirius lo empujó hacia adelante, tambaleándose levemente, y apoyándose pesadamente en Remus,


agarrando ambos de sus hombros ahora. Remus se separó, repentinamente recordando que estaba
mal.

—Estás ebrio. —Dijo.

—Seh, —arrastró Sirius, sonriendo, —Tu igual.

—Seh, —Remus concordó. Retrocedió, dejando que Sirius buscara balance por sí mismo. Frotó su
nuca. —No creo que deberíamos… creo que te vas a arrepentir.

—¿Desde cuándo te importa? —ronroneó Sirius, inclinándose de nuevo. Remus retrocedió,


bruscamente, presionando su mano en el pecho de Sirius para mantenerlo alejado.

—No, Sirius. ¿Qué hay de Emmeline?


Sirius sacudió su cabeza vertiginosamente, frunciendo el ceño.

—¡Que se la cojan! —gruñó. Remus puso sus ojos en blanco,

—Pero ya lo haces, ¿no es cierto, Black? Ese es el problema.

—Entonces… —Sirius habló lentamente, mente nublada con la bebida, —Tenemos que parar
nuestro… algo, ¿solo por ella?

—¿¡Nuestro ‘algo’!? Dios, Sirius, eres increíble.

—¿¡Qué!?

—Siiiiiiiriuuuuuuuus… —la chillona voz de Emmeline hizo eco escaleras arriba, —¿Dónde
estáaaaas?

Ambos se giraron, mirando las sombras.

—Será mejor que vayas con ella. —Dijo Remus, caminando hacia su cama. Sirius lo siguió como
un cachorrito perdido, tirando del elástico de sus pantalones de pijama necesitadamente.

—Vamos, solo…

—¡No!

—¡Siiiiriuuuuuuus…. Voy a buscarte!

Remus lo empujó por última vez,

—¡Ve, no la quiero aquí arriba!

Sirius lo miró por un poco más, la bebida aún adormecía sus reacciones, haciéndolo lento y
estúpido.

—Ok, pero volveré… podemos hablar…

—No. —Dijo Remus, de nuevo. —Ya hablamos. Se acabó. Buenas noches, Sirius.
Sexto Año: Separación
Chapter Summary

Este capítulo tiene spoilers del final de ‘El Auriga’ de Mary Renault, que recomendé
en un capítulo previo.

Remus despertó la mañana siguiente con una resaca y una enorme sensación de alivio. Tenía que
haber estado borracho para hacerlo, pero lo había hecho. No más celos, no más preocupaciones, no
más angustiosos cuestionamientos. La clave ahora, decidió, era mantener una distancia, y construir
barreras.

Para cuando había terminado de ducharse la mañana después de su decimoséptimo cumpleaños,


Remus tenía un plan de acción. Cerraría bajo llave la puerta de lo que fuera que había sido su
relación con Sirius – estaba bien ver la Navidad como un preciado recuerdo, o sentirse un poco
solitario, un poco incompleto – pero esto era enteramente necesario, tanto para su salud como para
su sanidad.

Sirius no era todo el mundo, a pesar de parecerlo a veces.

Remus había demostrado esto casi inmediatamente. Saliendo del baño, se topó con James – quién
lucía como si no hubiera tocado una gota de licor la noche anterior, a pesar de haber bebido tanto
como todos los demás. Esa exasperante buen fortuna Potter aparentemente aplicaba a resacas,
también.

—¡Buenos días, Moony! —le sonrió con las mejillas sonrojadas, vestido en sus túnicas de
quidditch. Hoy no era un día de práctica, ¿pero por qué eso debería detener a James? Alzó su
escoba, —¿Te gustaría dar una vuelta por la pista? —esta era un broma antigua – él le preguntaba,
y Remus siempre hacía una mueca.

Remus observó furtivamente las dos camas hechas, y las dos con las cortinas aún cerradas, donde
(presumiblemente) estaban Peter y Sirius aun durmiendo.

—Seh. —Dijo Remus. —Vamos, entonces.

—¿¡Eh!? —James se detuvo de golpe.

Remus asintió, casualmente,

—Iré contigo. Tengo que mejorar en vuelo, puede que sea útil cuando terminemos la escuela.
Tengo tu vieja escoba en algún lado, déjame buscar…

Le dio crédito a James, después de su sorpresa inicial estaba completamente emocionado por la
idea, e incluso se mordió la lengua cuando vio el estado de la sucia y descuidada escoba de Remus.
Simplemente ofreció pulirla, luego condujo a Remus hacia abajo a la pista de quidditch
parloteando sobre ejercicios simples y básicos para ‘aumentar la confianza’.

Y no fue terrible. James era un profesor muy paciente, y Remus se sentía en manos seguras – el
chico de las gafas ni siquiera se rio después de la tercera vez que se cayó. Después, Remus sintió
que incluso entendía a James un poco mejor. Era una sensación saludable, caminando de vuelta al
desayuno, hambriento y adolorido y lleno de energía. Su primer experimento había ido bastante
bien, de hecho, que Remus decidió, que le diría que sí a todo lo que sus amigos le pidieran de ahora
en adelante. De esta forma, se mantendría ocupado hasta que Sirius volviera a ser igual a lo que
fuera que había sido antes.

Al desayuno fueron recibidos por una fila de Gryffindors con ojos irritados, todos inclinándose
soñolientamente en sus codos, Mary y Marlene sentadas apoyadas en sus espaldas, sujetándose en
la otra.

—Cristo, —Mary le hizo una mueca a James y Remus, —¿¡No han estado ejercitando!? Jodidos
lunáticos.

—¿¡Tú fuiste, Moony!? —Sirius levantó la mirada, haciendo una mueca de dolor y frotando su
aparentemente adolorido cuello.

Remus solo se encogió de hombros levemente, luego desvió la mirada. Sirius no intentó hablarle de
nuevo.

Estaban a mitad de la comida – Remus como de costumbre devorando la mitad de su peso corporal
en pan, huevos fritos, frijoles tostados y tocino; todos los demás jugaban con su comida con
expresiones débilmente nauseabundas o sino drenando una gran taza de café negro – cuando Lily
se enderezó, abriendo mucho los ojos repentinamente, como si la hubieran electrificado.

—¡Oh mierda! —dijo, luego le dio una patada a James bajo la mesa, —¡Potter! —siseó, —¡Nunca
le dimos a Remus su regalo!

James le sonrió burlón, y Remus arqueó una ceja,

—¿James y tú me compraron un regalo? ¿Juntos?

—Todos lo hicimos, —rio James, —Y no hay necesidad de golpearme, Evans, lo tengo justo aquí,
—sacó una caja de cuero café de entre sus túnicas. Era del tamaño de su mano, suave y lucía
lujosa, con un borde dorado en relieve. Se parecía a ese tipo de cosas donde las chicas dejan sus
joyas finas.

—¿Todos ustedes…? —Remus aceptó la caja, curioso. —Espero que no hayan gastado mucho,
saben que no puedo--

—Oh, cállate, Moony, —Peter bostezó, devorando lentamente su avena, —Juntamos el dinero
entre todos para ti – casi todos en Gryffindor querían aportar.

—No solo Gryffindor, tampoco, —Marlene sonrió, —Casi todos a quienes le preguntamos,
¡incluso algunos profesores!

Remus solo estaba mirando la caja hacia abajo ahora, porque sabía que probablemente se había
sonrojado. Una emoción cálida, burbujeante estaba quemando su garganta, entonces la tragó, con
dificultad, lo que no ayudó.

—¡Ábrelo, Remus! —escuchó la voz de Lily. Quitó el envoltorio, y la caja se abrió con facilidad
en un placentero movimiento uniforme. El interior era de terciopelo azul oscuro, y entre los
pliegues descansaba el tesoro más hermoso que Remus había visto.

Era un reloj de bolsillo dorado, en una larga cadena fina, pulido intensamente que estaba
prácticamente brillando. La tapa estaba decorada con un intrincado remolino de hojas y patrones
rodeando el escudo en el centro que había sido grabado en una manuscrita elaborada con sus
iniciales: R. J. L.

Se abrió con el toque más suave, y vio que dentro la cara del reloj era de nácar, y brillaba
hermosamente bajo las manecillas doradas que hacían tictac firmemente. La otra mitad parecía
contener una brújula.

—¿No sabía que funcionaban en Hogwarts? —murmuró,

—¡Es especial! —dijo Mary, ansiosa, —No apunta al norte, o a donde sea que apuntan las
normales. ¡Si dices el nombre de alguien que quieres, apunta en su dirección!

—¡Inténtalo, Moony! —lo animó James.

Remus miró a sus amigos, nervioso, luego rápidamente levantó el reloj a sus labios y susurró,

—Lily Evans.

Enseguida, la aguja se dio la vuelta, apuntando directamente al otro lado de la mesa. Lily sonrió
tímidamente. James le dio una patada bajo la mesa,

—Jodido don Juan.

—Ustedes son todos increíbles. —Dijo Remus, esperando no sonar ahogado. —Jodidamente
increíbles.

Por la primera semana, el nuevo régimen de Remus parecía bastante efectivo. Seguramente lo
mantenía ocupado. Decía que sí a todo; felizmente dejando lo que fuera que estuviera haciendo en
el momento para ayudar a un estudiante más joven con su tarea, o llamar un grupo de sesión de
estudios cuando la clase de TIMOs de Cuidado de Criaturas Mágicas entró en pánico por las
esfinges. Acompañó a Lily en patrullas, discutió sobre literatura con Chris, habló de tácticas de
quidditch con Marlene y jugó infinitos juegos de ajedrez con Peter (y perdió cada vez). Era el ángel
de la torre de Gryffindor.

Porque Sirius no era la única cosa que Remus estaba ignorando.

La vieja caja de zapatos que le había dado Dumbledore aún descansaba bajo su cama, juntando
polvo y cerrada, como probablemente había estado por muchos años – tal vez en alguna repisa de
la oficina de Matrona. ¿Por qué era una caja de zapatos? Se preguntaba Remus, mientras se movía
y volteaba en su cama cada noche. Algo tan mundano, tan cotidiano. Hacía lo que fuera que había
dentro más aterrador. Confía en Matrona para ser tan despiadadamente práctica. Ni siquiera era de
una buena tienda de zapatos, como Clarks o Johnson’s. Era de una marca barata, como todo lo que
había recibido en St Edmunds.

La caja podía haber contenido infinito número de cosas; y no era que Remus no estuviese curioso.
No era que no trataba de imaginar que había ahí dentro. Las escrituras de una casa donde pudiera
ir a vivir, eso sería bastante brillante. Tal vez algo de dinero viejo. Fotografías. Una carta de su
padre, una explicación – podría contener respuestas a preguntas que ni siquiera había imaginado.

Pero no la abrió. Lo sabría una vez que abriera la caja, todo el misterio desaparecería, y lo dejaría
con algo decepcionante. Porque no podía haber nada dentro que lo dejara realmente satisfecho.

Entonces, siguió manteniéndose ocupado; asegurándose de cansarse cada día para caer directo al
sueño cada noche, incluso cuando los otros chicos se quedaban despiertos charlando, planeando
bromas. Pero Sirius ayudaba, también. Por alguna increíble vuelta del destino, parecía darle
espacio a Remus.
Si Sirius recordaba las duras palabras de Remus la noche de la fiesta, entonces no lo mencionó.
Pero no intentó acorralarlo solo, o tratarlo con algún tipo de resentimiento o desdén. Remus
concluyó que Sirius había:

1. Estado demasiado borracho para captar algo, o;


2. Había tomado la palabra de Remus, y había preferido distanciarse silenciosamente.

Para Remus, con los exámenes en el horizonte, era más preferible la opción 2, entonces decidió
creerla.

Su separación fue tan sutil, y tan completa, que pronto incluso Remus tenía dificultad creyendo que
habían sido cercanos en absoluto. Seguramente, para todos los demás, debía ser como si nada
hubiera cambiado.

Sirius todavía era Sirius – extrovertido, amante de chicas, descarado, rebelde, devastador. Y Remus
solo era Remus – tranquilo, privado, estudioso y un sufrido merodeador secundario.

Mientras Marzo terminaba, la fiesta de cumpleaños ahora estaba a semanas a sus espaldas, hubo
solo un momento cuando la situación casi llegó a un punto de quiebre, pero fue rápidamente
despojado, con la ayuda de un tercero inesperado.

Fue la tarde de un Viernes, y Remus estaba conduciendo un curso de duelo introductorio.


Christopher estaba ahí – Christopher nunca estaba lejos, estos días – pero la mayoría de la clase
eran primerizos, y mucho más jóvenes. Solo estaban repasando algunos hechizos básicos de
desarme y diversión, cuando la puerta del salón de Encantamientos se abrió, pero nadie entró.
Todos se giraron para mirar, y murmuraron ‘Peeves’, antes de volver a sus posiciones de ataque.
Remus sabía que no.

Siguió el rastro de olor alrededor de la habitación, y observó abrirse la puerta de la oficina de


Flitwick muy levemente, como si alguien hubiera pasado una brocha por la manija en su camino
dentro. Flitwick confiaba en Remus, y dejaba su oficina abierta en caso que necesitaran
equipamiento – guardaba un gran número de colchones que eran buenos para practicar duelo, al
igual que un kit de sanación de emergencia. Remus aclaró su garganta,

—¡Eso está bien! Sigan practicando, recuerden enunciar bien y fuerte, para mí… Vuelvo
enseguida.

Se deslizó por las esquinas de la habitación mientras decía esto, luego entró a la oficina.

—Sirius, —siseó Remus, —Sal de aquí, esto no es--

—¡Solo me estoy escondiendo de Filch! ¡Ten corazón, Moony! —Sirius se quitó la capa de
invisibilidad, con una sonrisa familiar en su rostro. El tipo de sonrisa que normalmente le
conseguía lo que quisiera. Remus se erizó.

—¡Tienes la capa, escóndete en otro lugar! Casi término aquí, de todas formas, se irán en un
minuto.

—Bueno entonces no es una gran cosa, ¿o sí? Solo me quedaré hasta que se hayan ido. ¡Incluso
podría aprender algo!

—¿Remus? ¿Estás bien ahí? —un golpe en la puerta. Christopher.

—¡Sí, lo siento! —Remus le dedicó a Sirius una última mirada furiosa, antes de salir. Sirius sonrió
y se desvaneció de nuevo. Remus dejó la puerta abierta, y sabía que Sirius se había aburrido y
había dejado la oficina. Remus lo visualizó inclinándose casualmente contra la pared, observando
con una sonrisa torcida.

Remus continuó enseñando lo mejor que pudo, tratando de ignorar la distracción. Se sentía
horriblemente expuesto, siendo observado así, sabiendo que Sirius estaba tan cerca. Cuando la
clase finalmente terminó, Remus los apresuró a todos afuera, diciendo que se necesitaba la
habitación para algo más. Todos se fueron, conversando emocionadamente sobre el próximo fin de
semana. Todos excepto Christopher.

—Te ayudaré a ordenar, —dijo, ansioso, mientras los últimos estudiantes salían, exclamando
despedidas a Remus mientras se marchaban.

Christopher y Remus en breve volvieron a arreglar el salón de Encantamientos, restaurándolo a su


orden de costumbre. Podía sentir a Sirius observándolos en todo el tiempo, lo cabellos de su nuca se
erizaban.

—¿Leíste ese libro? —preguntó Christopher, —¿El Auriga?

Remus hizo una mueca de dolor, pero asintió,

—Seh, fue bueno.

Había sido bueno. Difícil de leer, en algunos puntos, preocupantemente identificable. Pero algo de
alivio, también.

—¡Oh, me alegra tanto que te haya gustado! —dijo Christopher. Remus podía imaginar a Sirius
haciéndole una mueca a Christopher, emocionándose tanto por un libro. —¿Qué hay del final?

—Oh, seh, fue bueno. Me gustó.

—¿En serio? —Christopher arrugó la nariz, —Yo no. Me hubiera gustado de Laurie hubiera
elegido a Andrew, ¿tú no?

Por supuesto que Christopher se identificaba con Andrew – dulce y estudioso y casto.

—Me gustó Ralph. —Remus se encogió de hombros, —Incluso si no era perfecto, era más… no lo
sé. ¿Interesante?

Remus había pensado que Ralph sonaba muy jodidamente sexy, de hecho – pero había estado
visualizando a Sirius todo el tiempo, lo que pudo haberle agregado mucho más. Realmente
esperaba que si Sirius estaba escuchando – y por supuesto que lo estaba, él era Sirius, después de
todo – que no estuviera entendiendo una sola palabra de lo que estaba diciendo Christopher.

—Creí que te gustaría más, —dijo Christopher, con un tono de tristeza. Estaba de pie junto a
Remus ahora, su bolso colgado en un hombro, listo para irse. Solo vete, rogó Remus, internamente.
—Me recordó un poco a tu amigo, Sirius Black.

—¿¡Oh!? —eso captó su atención. Y la de Sirius también, Remus podía prácticamente sentirlo
enderezarse.

—Seh, —Christopher sonrió tímidamente, —Lo siento, pero es bastante obvio que sientes algo por
él.

Remus solo pestañeó, atontado. Christopher rio suavemente, —Es una pérdida de tiempo, Remus,
¿no lo puedes ver? Sí, él es… hermoso, y todo, pero claramente está loco por las chicas. Tú tienes
que… quiero decir, tu mereces alguien que se preocupe por ti al igual que tú te preocupas por él.

—Christopher, yo no-

Christopher lo interrumpió con un beso – solo se acercó y besó a Remus, como si fuera así de fácil.
El primer instinto de Remus fue empujarlo; esto no era nada como lo que él había querido.
Afortunadamente, fue solo un leve roce de labios.

—Oh, Chris… —Remus suspiró, —Yo… tu eres tan buen amigo, y…

Oh mierda. No debió haber dicho ‘amigo’. Amigo era la peor palabra posible. Podría
prácticamente ver cómo se rompía el corazón de Christopher. Pero solo por un momento, antes que
esa mirada superior de labios tensos sangre pura se apoderara de él. Sacudió la cabeza, retrocedió.

—Está bien. Honestamente. Preferiría que fuéramos amigos a que no, si eso es todo lo que
podemos ser.

Remus hizo una mueca de dolor.

—Vamos, —Christopher sonrió, como si nada hubiera pasado. —Hay tarta de filete y riñón esta
noche, tu favorito.

Dejaron el salón – solo ellos dos – y Remus suavemente cerró la puerta detrás de él, para evadir
sospechas.
Sexto Año: Apariciones

Sirius no apareció para la cena. Emmeline deambuló alrededor y le preguntó a James donde estaba,
pero James solo se encogió de hombros,

—Lo siento, —dijo, —Estábamos en una misión temprano, pero le perdí el rastro. Espero que Filch
no lo haya atrapado…

—¿Y por qué estaría Filch buscando a Sirius? —preguntó Lily, dejando abajo el tenedor y cuchillo
y dedicándole una mirada directa a James.

—Em… estoy seguro que no lo sé. —Dijo James rápidamente, observando su puré de patatas como
si fuera la cosa más fascinante en el mundo. Veinte minutos más tarde, los prefectos fueron
reunidos para una reunión de emergencia para discutir un problema en el quinto piso –
aparentemente todas las armaduras habían empezado a cantar ópera.

Todos los estudiantes fueron ordenados a dirigirse a sus salas comunes por el resto de la tarde, y
cuando Peter, Remus, Marlene y Mary alcanzaron la torre, encontraron a Sirius ahí, sentado frente
a la chimenea, fumando. ¿De dónde sacó los cigarrillos? Se preguntó Remus. Normalmente me
pide a mí. Sirius Black no era el tipo que compraba sus propios cigarrillos; era un mendigo
profesional.

—¿Todo bien, Black? —preguntó Mary, animadamente.

—Seh bien. —Gruñó Sirius, aun mirando el fuego.

—¿No tenías hambre? —preguntó ella.

—Nop. —Inhaló y exhaló humo, como un dragón inquieto.

—Ah, —Mary arqueó una ceja, y miró a los demás, —Estás en uno de tus ánimos, ya veo.

No respondió frente a esto. Remus a menudo olvidaba lo bien que Mary conocía a Sirius.
Admiraba la despreocupada, no sinsentido forma en que lidiaba con él; su propio instinto era a
menudo era de consentirlo y rendirse. Tenía que darle una vuelta al libreto de Mary, pensó.

Cuando Christopher volvió de su reunión de prefectos, Remus se adhirió a él como pegamento


tanto tiempo como la fuera posible. En parte porque sabía que lo había herido, y quería mostrarle
que nada había cambiado. En parte porque sabía que Sirius no se acercaría a ellos mientras
estuvieran juntos. Se sentaron en el sofá junto a la ventana al fondo de la habitación, lo más
alejado de la chimenea. Era el mismo lugar donde Sirius se había sentado con Remus hace solo
unos meses, donde habían discutido, luego se habían arreglado. Pero no estaba pensando sobre eso.
Estaba escuchando a Christopher descargarse sobre la breve reunión de prefectos.

—…y todo el mundo sabe que Potter probablemente tuvo algo que ver, pero obviamente no hay
ninguna prueba porque es básicamente un vándalo profesional, y todo el mundo lo ama, entonces
se libra de todo. Incluso Lily Evans se ha rendido, nunca lo reprende tanto como solía hacerlo.

—Oh, ¿en serio? —Remus fingió interés, observando el respalda del sofá de Sirius.

—Sí, —Christopher asintió, —Se ha suavizado. Incluso le pregunté qué pensaba que deberían
hacer para castigar a los bromistas, ¡y ella de hecho se rio! ¡Dijo que era bastante gracioso de
hecho, y que no había herido a nadie, que debía animarme! Solía admirarla, sabes.
—Tal vez deberías animarte, —Remus suspiró, —Suena gracioso. Dios sabe que todos podríamos
reírnos un poco.

—Los prefectos se supone que deben respetar todas las reglas, —respondió Christopher, un eco de
McGonagall en su voz, —No solo las aburridas. De todas formas, si te sientes así, no sé para qué
me molesto.

Empezó a ponerse de pie,

—Chris, —Remus lo miró, —Por favor, no seas así. Te cuestionaré en Runas si quieres.

—No tengo ánimo. —Respondió Christopher, cortante, —Me voy a dormir. —Se encaminó hacia
los dormitorios. Remus suspiró de nuevo, y frotó sus ojos. Le dio unos pocos minutos y luego se
puso de pie él mismo. Había sido un día desafiante.

Pero por supuesto, no había acabado. Tan pronto como Remus se había cepillado los dientes y
cambiado a su pijama, Sirius tomó su oportunidad. Estaba de pie a mitad de la habitación con una
cara como relámpago, brazos cruzados. Remus se sintió un poco en desventaja, en su pijama y
descalzo, pero intentó permanecer estoico y asinitió.

—Hola, Sirius. Solo voy a la cama. —Trató de caminar hacia su lado de la habitación, pero Sirius
le bloqueó el paso.

—Realmente me enojaste, ¿lo sabes? —dijo, furioso.

—¿Disculpa? —Remus retrocedió, frunciendo el ceño. Sirius continuó, prácticamente vociferando.

—Si estabas tratando de ponerme celoso, entonces creo que es muy jodidamente bajo de tu parte,
Remus.

Remus puso sus ojos en blanco, lo que sabía que sacaría a Sirius aún más de quicio.

—Oh, por supuesto. —Dijo, sarcásticamente, —Todo es sobre ti, ¿no es cierto? ¡Por el amor de
dios, se supone que ni siquiera debías haber estado ahí! ¿¡Por qué no te marchaste con el resto del
grupo!?

—¡Pensé que querías bajar a cenar juntos! Como se supone que iba a saber que estabas teniendo
encuentros secretos con ese… ese…

—No he estado teniendo ‘encuentros secretos’ con nadie más que contigo, idiota. —Escupió
Remus, —Y ya has hecho que me arrepienta de eso. Christopher es mi amigo, ¡y de todas formas
no es de tu jodido interés, entonces mantente lejos!

—¡Bien! —gritó Sirius, —¡Si es lo que quieres!

—¿¡Eso dije, no!?

Remus estaba furioso, tan furioso que sabía que si permanecía ahí más tiempo diría algo de lo que
se arrepentiría. A ambos les gustaba la última palabra en una discusión, era una de las formas en la
que se parecían. Como no tenía a donde ir, empujó a Sirius de camino a su cama, y cerró las
cortinas tan vigorosamente que casi arrancó los anillos del marco.

En unos pocos momentos, escuchó los enojados pasos de Sirius estamparse de vuelta escaleras
abajo. Bueno, pensó Remus. Si no había entendido el mensaje antes, ahora si lo hizo.
***

Lunes 4 de Abril, 1977

Bastante inconvenientemente, la primera lección de Aparición ese año cayó en la luna llena de
Abril. Remus ya estaba intensamente nervioso de antemano – en ese tipo de forma temblando y
sudando – sobre estas lecciones; añadiendo el desafío que usualmente tenía manteniendo su magia
bajo control en los días previos a la luna, y estaba seguro que sería una receta para un desastre.

—¡Puede que termine al otro lado del país! —le dijo a Lily en voz baja mientras hacían la fila
afuera del Gran Salón.

—No puedes, —ella le aseguró. —Le pregunté a la Profesora McGonagall; solo han levantado las
medidas de aparición en el salón, entonces no creo que puedas salir.

—¿De verdad? Ok, eso es bueno. —Asintió, tratando de calmarse. Había sido interminablemente
útil, teniendo a Lily informada sobre el problemita peludo. Ella tenía mucho mejor sentido común
que James o Sirius.

—De todas formas, —ella susurró, —Deberías dejar de actuar como si fuera algo malo, ser extra
fuerte a veces. Yo habría pensado que era una ventaja, especialmente para alguien tan listo como
tú.

Eso lo golpeó de una forma rara. Nadie había sugerido que intentara ser positivo sobre su problema
antes. Bueno, a excepción de Livia. No tienes idea de la mitad del poder que posees, Remus Lupin.

Dentro del salón, la Profesora McGonagall introdujo a los ansiosos estudiantes de sexto y séptimo
año al alto, y delgado oficial del ministerio que estaba ahí para enseñarles aparición. Remus ya
había, por supuesto, leído un poco al respecto, y ya sabía las ‘tres d’s’, pero había esperado que
hubiera más que eso.

Después de muy poca instrucción, en la opinión de Remus, se les entregó a los estudiantes unos
aros de madera, y les pidieron que simplemente ‘lo intentaran’. Captó la mirada de Mary mientras
llevaban sus aros a un espacio libre. Ella hizo una mueca abriendo mucho los ojos y él se rio, lo
que hizo que se ganara una mirada severa del instructor. Sin querer hacer una mala impresión,
Remus re-enfocó su atención al aro.

Era bastante difícil concentrarse, cuando todos a tu alrededor estaban girándose en su lugar,
sudando y estremeciéndose, como cachorritos siendo entrenados para dar vueltas. Aun así, Remus
cerró sus ojos y lo intentó.

Deliberación. Sería mejor no tomárselo tan rápido; como volar en una escoba. Lento y seguro se
gana la carrera.

Determinación. Realmente, realmente quería vencer a Sirius.

Destinación. El aro ni siquiera estaba tan lejos. Había acompañado a la Sra Potter una distancia
más larga, esa vez.

Remus intentó recordar como se había sentido eso. La magia, jalándolo hacia adelante – no, más
como… más como siguiendo un canal, como agua arremolinándose bajo el desagüe de una bañera;
si presionas tus dedos en los hoyos puedes sentir la sensación de succión del vacío… era un poco
como eso.

—¡MIERDA! —sonó un grito, causando un lapsus en la concentración de Remus. Abrió sus ojos
para ver a James y Sirius en el piso, mirando al otro, confundidos, frotando sus frentes. Oh no,
pensó Remus, ¿ya lo consiguieron?

—Idiotas. —Rio Mary. Todo el resto se estaba riendo también, y Sirius lucía completamente
descolocado, mientras se ponía de pie y quitaba el polvo de sus túnicas con un aire solemne.

—¿Qué pasó? —preguntó Remus.

—Ambos saltaron al mismo tiempo y se golpearon. —Ella resopló. —Imbéciles. No estoy


sintiendo nada, ¿y tú?

Remus sacudió su cabeza. Cerró sus ojos de nuevo y se concentró tanto como pudo, buscando
sentir lo que fuera que lo empujaría por el camino correcto. Pensó que lo tenía, intentó girarse, pero
no fue a ningún lado. Por lo menos no se cayó.

Algo no estaba bien. Esto era como la cosa estúpida del patronus de nuevo (aún no había
conseguido producir uno; era uno de los únicos que no lo habían hecho. Incluso Peter había
producido un tenue destello plateado.) Solo que el truco para eso era tener un recuerdo alegre – y
Remus aceptó que los recuerdos felices no eran su fuerte. Esto, sin embargo, esto requería
determinación. ¿Y acaso no estaba determinado?

Justo entonces, el instructor sancionado de aparición del ministerio pasó a su lado, y Remus captó
el olorcillo de su magia. Era peculiar y fuerte – zumbaba. Le recordaba la forma en la que la vieja
TV en la sala de recreación de St Edmunds juntaba estática en la pantalla. Cuando era un niño,
Remus extendía sus manos frente a ella en admiración, y apretaba la bizarra energía de otro mundo,
como si pudiera absorberla.

Hubo un chasquido en la mente de Remus, como hielo trisándose. ¡Eso era! Remus relajó su
cuerpo. No tenía que buscar el canal indicado, o intentar sentirlo – ya lo podía sentir. La habitación
estaba llena de magia, gruesa y metálica y caliente-fría contra sus dientes. Siempre podía sentirla,
solo había aprendido a desconectarla durante los años. Eso era más difícil de hacer durante una
luna llena, pero en este escenario, eso podía no ser una desventaja, como Lily había dicho…

Cerró sus ojos, tomó aire, y se movió – se sintió solo como el giro más leve, el movimiento de una
varita, o arquear una ceja. Dejó que la magia hiciera todo el trabajo, y cuando abrió los ojos con un
jadeo, estaba dentro del aro.

—¡Bravo! —el instructor estaba aplaudiendo con sus delgadas manos delicadamente, sin producir
sonido.

—¡Bien hecho, Moony! —exclamó James a través de la habitación, un gran chichón con forma de
huevo crecía en su frente.

—¡Bien hecho, Remus! —animaron las chicas.

Remus miró a sus pies, avergonzado, pero emocionado.

***

Viernes 15 de Abril, 1977

A mediados de Abril, parecían no haber límites para la recién descubierta confianza de Remus. Era
cauteloso con ella, por supuesto – no le dijo a nadie (¡dios lo libre!) en caso de que pudiera pensar
que era arrogante, o incluso peor – peligroso. Pero sabía que algo había cambiado. Por muchos
años hasta hora, Remus había considerado su licantropía y las sensaciones incontrolables y los
sentidos incrementados, como una limitación a su magia. Si las semanas pasadas le demostraban
algo – era que había sido incorrecto.

Tal vez su malentendido se debía simplemente por el hecho que se habían hecho muy pocos
estudios en hombres lobo en el mundo mágico. O tal vez Livia había tenido razón – Remus había
sido instruido por las personas equivocadas todo el tiempo.

Ahora, en privado, llevó a cabo varios experimentos, desde simples hechizos básicos, a
transformaciones y transmutación mucho más complejos. Todos ellos eran mucho más fáciles
cuando se relajaba, cuando se anclaba a lo que fuera de magia que ya estaba ahí en el espacio a su
alrededor. Antes, conjurar un hechizo se sentía como sacar agua de un pozo dentro de él, una
pesada cubeta en un cabrestante. Después del descubrimiento de aparición, sentía como si hubiera
estado de pie en un lago todo el tiempo – y que todo lo que necesitaba hacer era beber. Incluso
había empezado a dar pasos hacia la magia no-verbal.

Mientras tanto, tenía exámenes para los que prepararse, y mientras que su recién descubierta fuerza
seguramente le sería útil en sus exámenes prácticos, Remus aún tenía que completar varios papeles
escritos. En esta tarde en particular, había convencido a James (y por extensión, Peter) que
estudiara con él. Era un brillante día de primavera, y los últimos fríos del invierno habían
desaparecido lo suficiente para que todos acordaran que sería bueno sentarse afuera por un cambio.

Se instalaron en el pasto, libros abiertos, James leyendo con la lengua entre sus dientes y una
pluma detrás de su oreja, Peter desganadamente apuntando notas en hinkypunks.

—No es justo, —lloriqueó, —No hay ÉXTASIS o TIMOs este año, ¿por qué tenemos que tener
exámenes en absoluto?

—No querrían que pierdas tu enfoque, Wormy, —respondió James, aún absorto en su libro. —
Piensa que es práctica para los ÉXTASIS.

—Prefiero que no. —Peter hizo una mueca. —Moony, ¿tienes las notas para--

—Martes, Jueves y Domingos. —Dijo Remus, prontamente, sin levantar la mirada de su ensayo de
Defensa Contra las Artes Oscuras.

—¿Qué? —Peter rascó su cabeza.

—Martes, Jueves y Domingos. —Repitió Remus. —Esos son los días que hago grupos de estudio,
y esos son los días donde ayudo a otras personas con su trabajo. Necesito el resto del tiempo para
ponerme al día con mis cosas.

—Oh, pero yo soy tu mejor amigo, —lloriqueó Peter, —¿Por favooor, Moony?

—Menos tiempo besuqueando a Dorcas, más tiempo organizando tus notas. —Remus sonrió
travieso. Era muy fácil ser piadoso cuando no tenías permitido besuquear a quien querías
besuquear. Hablando de ello.

—¿Todo bien, chicos? —Sirius vino caminando a través del césped hacia ellos, Emmeline trotando
junto a él. James levantó la mirada y sonrió, Peter se movió para hacer espacio.

—¿Dónde has estado? —preguntó James, —Nunca te veo estos días.

—No es mi culpa que te hayas vuelto uno de ellos, prefecto Potter. —Respondió Sirius, fríamente,
—Tuve detención.
—Tu pasas más seguido en detención de lo que yo paso haciendo algo prefect-esco, — respondió
James, levantando la mirada, ahora en modo merodeador. Le asintió a Emmeline, quien se sentó
plenamente junto a Sirius, alisando su falda hacia abajo, —¿Todo bien, Em?

—Hola James, —ella le sonrió de vuelta, —Peter, Remus. ¿Están estudiando?

—Desafortunadamente, —gruñó Peter. —Aunque, Moony no está ayudándome.

—Oh, toma, sáciate, de una vez, —escupió Remus, ya no estaba bromeando.

—Creo que es una buena idea, —dijo Emmeline, alentadoramente, —Quitarse eso del camino
antes de Hogsmeade este fin de semana. Creo que es responsable, ¿no crees, Sirius?

—Supongo.

—Hablando de eso, —ella continuó, ignorando su indiferencia, —¿Qué quieres hacer en


Hogsmeade? ¿Te encontraré allí, o irás a buscarme fuera de mi sala común?

—Ugh, no lo sé. ¿Por qué tiene que ser un gran problema?

Peter, a pesar de su rechazo inicial, repentinamente se volvió fascinado por sus notas de Defensa
Contra las Artes Oscuras, cabeza inclinada sobre el pergamino.

—A otros chicos no les molesta hacer planes para salir con sus novias, —dijo Emmeline, su voz
estaba bordeando el chillido. Claramente esto no era algo nuevo para ellos.

Como Peter, James y Remus empezaron a concentrarse en sus libros y notas como si sus vidas
dependieran de ello. Sirius y Emmeline siguieron peleando a pesar de todo.

—No soy los otros chicos, —gruñó Sirius, —Pensé que te gustaba eso.

—Igual yo. —Respondió.

—Entonces, ¿qué? ¿Soy un novio terrible porque no quiero seguirte de lado a lado como un
imbécil sensiblero?

—¡Eso no es lo que estoy pidiendo y lo sabes!

—Deja de quejarte entonces.

—No me estoy que--

—Suena como eso. Llanto, llanto, llanto.

Emmeline abrió y cerró su boca unas pocas veces, claramente queriendo responder algo, pero sin
querer sonar como un lloriqueo. Finalmente, se sentó en silencio, mirando al suelo. Sus ojos lucían
un poco más brillantes que de costumbre, y Remus finalmente sintió simpatía por ella. Pobre chica.

—Oh Merlín, no hagas un berrinche. —Se quejó Sirius frente a su silencio. —Si estás enojada
entonces tengamos una discusión, si estás bien entonces dame un beso – pero por favor no hagas
un berrinche.

—Ugh, esas son las únicas dos opciones contigo, ¿¡no es cierto, Sirius!? —escupió Emmeline,
poniéndose de pie y cruzando sus brazos frente a su pecho.

—Sep. —Respondió, sonriendo traviesamente con esa característica sonrisa de Sirius Black.
—¡Oh! —lanzó sus manos por el aire y se marchó, de vuelta al castillo.

Una vez que se había ido, solo quedó el silencio incómodo. James aclaró su garganta.

—No fue muy amable, Pads. —Dijo por encima de su texto. —Está molesta ahora.

—Ella siempre está molesta, —se quejó Sirius, —¿Qué hay de mis sentimientos?

—No estoy convencido de que tengas. —Dijo James, sin titubear. —¿Qué crees tú, Moony?

Remus levantó la mirada de su propio libro, esperando lucir hostigado y desinteresado – como si
no hubiera estado prestando atención ensimismada.

—¿Mm?

—¿Padfoot tiene sentimientos?

Sirius captó su mirada. Remus enderezó su espalda, desvió la mirada.

—Definitivamente no.

Sirius se puso de pie sin una palabra, y se marchó.

—¿Sirius? ¡Oye! —James se puso de pie, pero Sirius no miró atrás. James rascó su cabeza,
volviendo a sentarse, inquieto. Estuvo pensativo por un momento antes de mirar a Remus. —
Moony… ¿algo está pasando entre ustedes dos?

Remus lo fulminó.

—¡Pregúntale a él!

—Lo hice. No me dirá nada.

—¿…de verdad? —Remus estaba genuinamente sorprendido. Había estado casi seguro que Sirius
le había contado cada sucio detalle. Debía estar realmente avergonzado.

—De verdad. —James lo estaba mirando muy intensamente ahora, —¿Qué pasa?

—Yo… yo me acosté con Mary. —Por lo menos era verdad. Peter soltó un tipo raro de jadeo,
junto a él, pero Remus lo ignoró. —Lo descubrió, es todo.

—¿¡Tu… qué!? —las cejas de James se arquearon en una sorpresa desenmascarada. Rápidanente
volvió a arreglar sus facciones, aclarando su garganta, —Oh, bueno bien por ti, amigo. No tenía
idea que ella y tú…

—Fue algo de una vez. —Dijo Remus, rápido.

—Ok. Claro, bien. ¿Por qué Sirius está molesto por eso? Él y Mary rompieron hace meses.

—Seh. —Respondió Remus, tristemente. Suspiró, —Oh, ten Pete, te paso mis notas. ¿En qué estás
atascado?
Sexto Año: La Caja
Chapter Notes

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Las gradas de quidditch un Domingo eran el único lugar que garantizaba ser pacífico y silencioso
en Hogwarts. Remus había estado yendo allí cada semana desde su cumpleaños para observar el
final de las sesiones de entrenamiento espartano de James, y para tener sesiones de vuelo por su
cuenta, después.

Sin embargo esta mañana, mientras se tambaleabahacia las gradas, descubrió que no estaba solo.

—Hola, Lily, —Remus sonrió, sorprendido, —¿Qué estás haciendo aquí?

Lily se dio la vuelta y le pestañeó, con la boca abierta en una pequeña ‘O’ rosada, como si no
hubiera estado esperando a nadie más. Sus ojos se dispararon hacia la pista, luego de vuelta a
Remus nerviosamente, y le regaló una sonrisa tímida,

—¡Hola! Eh… solo estaba viendo a Marls practicar. Apoyo moral y todo eso.

—Oh, claro. ¿Te importa si te acompaño?

Ella sonrió y movió su bolso, como haciendo espacio para él, aunque las gradas estaban
completamente vacías. Se sentaron en silencio y observaron la práctica por un poco. James estaba
entrenando a los cazadores y al guardián, entonces la mitad del equipo estaba ahí hoy día. Remus
vagamente recordó la iniciativa de James de una ‘sesión de enfoque’, lo que se había vuelto un
alivio para el resto del equipo de Gryffindor, ya que significaba que no tenían que de hecho
practicar todos los días, incluso si James lo hacía.

—Eh… ¿Lily? —dijo Remus, después de un momento, —¿Sabes que Marlene no está practicando
hoy día?

Ella miró hacia abajo a sus rodillas, su cabello caía en una sábana cobriza frente a su rostro.

—Sí. —Susurró.

—¿Entonces estás aquí para ver…?

—No me digas decirlo, Remus, —ella sonaba derrotada. Levantó su cabeza, empujando su cabello
detrás de su oreja, —Continúa, déjame oírlo.

—¿¡Qué!? —Remus estaba asombrado. La prefecto Lily Evans, toda deshecha. Sirius lo amaría.

—Moléstame, búrlate de mí, soy una completa idiota… —suspiró, mirando hacia la pista, —Ya lo
sé.

—No creo que seas una idiota solo porque te guste James. —Remus rio, empujándola jovialmente,
—Pero… o sea, es un poco gracioso, después de todo este tiempo.

—Ugh, lo sé. —Ella gruñó, —Maldición, no puedo creerlo.

—¿Él lo sabe?

—¡No! —ella lo miró incrédula, —¡Moriría absolutamente!


—¿¡Por qué!? —Remus se rio de nuevo, —¿Honestamente no crees que él te rechazaría? ¡Ha
estado esperando exactamente esto por cinco años!

—¡Exacto! —dijo, moviendo violentamente sus manos, abriendo sus dedos en una señal de
exasperación. —Él ha querido esto desde siempre, y yo solo lo he querido por… eh… bueno tal
vez un buen tiempo, de hecho… pero ni siquiera tanto como él. Si le digo ahora, él es tan intenso.
Puede que le rompa el corazón.

Ella mordió su labio, aun observándolo volando, soplando su silbato y apuntando enfáticamente a
los aros de goles.

—Puede que sí. —Remus acordó, —Pero creo que James Potter consideraría un honor que le
rompieras el corazón.

Ella resopló,

—Remus, honestamente, suenas igual de mal que él. No soy esta… no lo sé, ‘chica de ensueño’
que va a entrar en su vida y hará toda las cosas terribles maravillosas. No es un cuento de hadas. Yo
no soy un cuento de hadas. Soy realmente molesta. Soy un complete desastre en las mañanas –
pregúntale a Mary – y odio perder discusiones, y grito cuando me enojo, y mi nariz corre cuando
lloro. No sé nada sobre quidditch y realmente no quiero aprender, tampoco.

—¿Y? —Remus sonrió. —Estoy bastante seguro que ya sabe casi todo eso. Si no entonces no creo
que le haga daño descubrirlo. De todas formas, no es como si James fuera perfecto. He olido sus
calcetines.

Lily rio.

—Gracias, Remus.

—¿Vas a decirle?

Ella arrugó su nariz pecosa.

—Nah. Quiero pensarlo un poco más primero.

—¿Solo lo vas a mirar andando en su escoba por horas al final?

Ella lo empujó, riendo.

—¡Si es que quiero! Es una vista agradable, ¿Qué puedo decir? —ella sacó su lengua y volvió a
mirar con la boca levemente entreabierta. Remus sonrió, y le dio el único consejo real que tenía.

—No esperes tanto. Se hace más difícil, mientras más esperas.

Lily lo miró, curiosa, y Remus instantáneamente se arrepintió de haber dicho algo.

—¿Oh sí? —dijo, —Pareces bastante sabio sobre el amor, de la nada.

—Nah. —Se rio, esperó que fuera bastante convincente, —Solo leo mucho.

***

“I could have given you all of my heart,

But there’s someone who’s torn it apart.


And he’s taken nearly all that I have got,

But if you want I’ll try to love again…”

—Black, la próxima vez que decidas romperle el corazón a alguien, ¿puedes hacerlo fuera del
período de exámenes? —gruñó Lily mientras Sirius entraba a la sala común y cada radio,
tocadiscos y gramófono a veinte metros a la redonda empezó a vociferar la trágica, afligida voz de
PP Arnolds.

“Baby I’ll try to love again, but I know…

The first cut is the deepest…”

—¿¡Qué quieres que haga al respecto!? —rugió Sirius, alrededor de la habitación, tratando de
silenciar cada parlante a la vista.

Había sido un doloroso, interminable melodrama, pero Emmeline y Sirius finalmente se habían
separado. Y aparentemente nadie trataba a Emmeline Vance así, entonces como represalia, ella le
puso un maleficio avanzado, que significaba que cada vez que entrara a una habitación canciones
de rupturas empezaban a sonar. Esto usualmente estaba limitado a reproductores de música, pero
ocasionalmente, cuando no había nada más alrededor, los retratos habían empezado a estallar con
canciones también.

—¡Solo discúlpate y has que levante el jodido hechizo! —respondió Lily.

“Cuz when it comes to being lucky, he’s cursed,

when it comes to lovin’ me, he’s worst…”

—¡No tengo nada por qué disculparme! —escupió en respuesta, forzadamente, —¡Silencio!
Silencio, silencio, SILENCIO!

La música finalmente se detuvo. Quien sabía por cuánto. Remus no se involucró, solo podría
empeorarlo, y Sirius había estado con un humor terrible toda la semana.

—Hay que admitirlo, —murmuró Mary. —La chica es creativa. —Ella estaba acariciando a
Marlene, quien estaba acostada boca abajo en la alfombra, Mary estaba trenzando su largo cabello
rubio. Cada vez que terminaba, la desarmaba, estiraba suavemente, y volvía a empezar. A veces
Remus pensaba que nunca entendería a las chicas. Aun así, Marlene, quien usualmente odiaba ser
molestada, parecía estar disfrutándolo bastante, lucía bastante pacífica.

—Oh seh, adelante, toma su lado, todas. Jodidas mujeres. —Sirius se dejó caer en el sofá opuesto a
Lily y se sumergió, mirando el fuego. —¿Alguien tiene un cigarrillo?

Remus tenía, pero no dijo nada.

—No me sorprende que te haya dejado, —Mary sonrió, —Eres un imbécil miserable estos días,
estoy bien harta de ti. —Ella le guiñó en broma, y el ceño fruncido del chico se desvaneció.

—Me amas, realmente, —murmuró.

—Hablemos de otra cosa. —Dijo Marlene, desde el piso. —No sobre exámenes o jodidas
relaciones. Potter, ¿qué pasa con este viaje para acampar?

—Todo listo – ustedes solo tienen que presentarse, —James sonrió, —Con sus tiendas,
obviamente.

—Papá dice que puedo pedir prestadas las de la familia, mientras las cuide, —dijo Lily, —Dos
para dos personas.

—Acogedor. —Dijo Sirius, sarcásticamente, —Con siete de nosotros yendo.

—Ocho, —dijo Peter, —James dijo que podía llevar a Dorcas.

Remus gruñó internamente ante esto. No era que no le agradara Dorcas; Dorcas estaba bien. Pero
había estado esperando tener unas vacaciones de verano con todos sus amigos cercanos, nadie más.
Gracias al cielo que Mary no llevaría a su novio más reciente. Aunque, con Mary, su cambio de
chicos era muy rápido para hacer cualquier tipo de planes a largo plazo.

—Bueno esperaba que ustedes chicos llevarían su propia tienda, de hecho. —Respondió Lily,
dedicándole a Sirius una mirada frívola.

—Mamá dijo en su última carta que hay una tienda de suministros de campamento en nuestro
pueblo, —dijo James, rápidamente, siempre el pacifista, —Entonces todos nosotros iremos a
conseguir las nuestras tan pronto como lleguemos a casa. Definitivamente vienes a quedarte, este
verano, ¿cierto Moony?

—¿Si todavía está bien? —preguntó Remus, ansiosamente. No tenía un plan b. Tal vez James le
dejaría quedarse una de las tiendas después. Ugh, que idea más deprimente.

—Por supuesto, —James sonrió magnánimamente, frotando ambas manos, —Este verano será
genial.

—¿Cómo vamos a llegar a Cornwall? —preguntó Marlene. —¿Apareciendo?

—Si todos pasamos, seh.

Miraron a Peter, culpablemente. Aún no había conseguido bien llegar a cualquier lado sin
astillarse.

—Realmente lo estoy intentando, —dijo, avergonzado. —¿Podría tomar el Autobús Noctámbulo?

—Estará bien, —dijo James, animadamente. —Lo prometo. El mejor verano.

***

Mother

You had me

But I never had you

I wanted you

You didn’t want me.

Viernes 24 de Junio, 1977

Y realmente, Remus pensó para sí mismo, mientras dejaba su último examen del término –
Cuidado de Criaturas Mágicas, escrito – gracias al cielo por el eterno optimismo de James. Era una
de las únicas cosas que hacía seguir adelante a cualquiera de ellos, estos días.

Los exámenes eran igual que siempre habían sido – más fácil, tal vez, por lo menos cuando se
trataba de magia práctica. Afortunadamente nadie esperaba un patronus este año. Aunque, había
algo tranquilizador sobre un itinerario, y fechas límites y ejercicios cronometrados. Todo hacía
buen sentido común, y no alentaba mucho a los pensamientos independientes. Remus estaba
agradecido por una oportunidad para apagar su cerebro. Especialmente cuando se había puesto una
muy personal fecha límite por su cuenta.

Una vez que su examen final había terminado (y hoy día era el día), abriría la caja de zapatos.
Había estado descansando bajo su cama por unos buenos tres meses ahora. Apenas la había mirado
de reojo. Lo que fuera que hubiera dentro sería disruptivo, lo sabía. Incluso si no era nada más que
unas notas aburridas de Matrona, viejos trabajos de la escuela o algo, sabía que solo pensar sobre
todo el problema de St Edmunds lo decaería eventualmente. Se dijo que era muy sensible y
maduro; necesitaba su cabeza clara para los exámenes.

Pero era finales de Junio ahora, y no tenía nada más que hacer. Por supuesto, siempre había algo
que hacer – los ÉXTASIS empezarían fervorosamente el próximo año; debía adelantarse. Hubo
una conversación sobre una fiesta de final de año, y se podría empezar a preparar para eso.
Realmente debía ponerse al día con la lectura de las clases de sanación de Madam Pomfrey
también; estaba lamentablemente por detrás en moretones.

Almorzó primero. Experiencias desagradables generalmente se enfrentaban mejor con el estómago


lleno. Había exámenes fijados para esa tarde para Estudios Muggle y Adivinación – ambos que
James y Sirius estaban tomando.

—Moony, ¿para qué son los globos aerostáticos? Aún no lo entiendo… —rogó James, luciendo
muy agotado.

—Estarás bien, —dijo Lily, sirviéndose un poco de jugo de calabaza, —Estudios Muggles debería
ser fácil para ti, después de Transformación avanzada.

—Wow, gracias Evans, —James sonrió. Todo el mundo miró a Lily, quien se sonrojó y volvió a su
comida.

—Nunca he visto nada en una bola de cristal. —Peter suspiró profundamente.

—Dile que verás un grim, —dijo Sirius, animadamente, —Eso es lo que haré.

—¿Por qué un grim?

—Solo tengo la sensación que ella de hecho verá uno, mañana en la tarde, alrededor de las dos en
punto. —Sirius sonrió travieso. James y Peter empezaron a reír, para la confusión de las chicas.

Remus holgazaneó afuera del Gran Salón tanto tiempo como le fue posible con sus amigos, hasta
que todos tuvieron que irse para el examen. Desperdiciar unos minutos no hará daño…

Pero eventualmente, era tiempo de enfrentar la verdad. Después de todo, mientras más pronto lo
hiciera, más tiempo tendría por sí mismo para procesarlo. Incluso si no era nada; incluso si solo
tenía que lidiar con otra decepción. Tenía un buen libro a mano, y completo acceso a la colección
de discos de Sirius, entonces la tarde no tendría que ser completamente desagradable.

Cerró las cortinas alrededor de su cama, aunque estaba solo en el dormitorio. Sopló el polvo de la
tapa de cartón, y eso lo hizo toser.
— Scourgify, —dijo con voz ahogada, apuntando con su varita a las sábanas para quitarles la sucia
materia gris. No había vuelta atrás ahora. Tan rápido como quitándose una bandita, levantó la tapa.

Al principio, lucía completamente inofensivo. Todo adentro era plano – papeles, presumiblemente,
sorteados dentro de ordenados envoltorios de variados tamaños, de variadas edades.

Sus papeles de admisión en St Edmunds - Remus John Lupin, 5 años 3 meses, fecha de llegada
12/07/1965. Reportes escritos por sus profesores de escuela primaria – todas las notas eran
‘pobres’. ‘Demuestra muy poca aptitud para academia’, se leía en una, ‘Incapaz de aprender.
Puede ser adaptado para trabajo no calificado.’ Malditas perras.

Su certificado de nacimiento. Era uno muggle – supuso que su madre no había sido admitida en St.
Mungo. Remus descubrió que había nacido en su hogar, en Bristol, de todos los lugares. El nombre
de su madre era Hope, y su padre estaba listado como ‘Desempleado’. Todo esto, Remus lo leyó
con paciencia impasible, como un archivista sorteando a través de documentos relacionados a
alguna historia antigua, no a su propia vida. Pero luego vinieron las fotografías.

Eran en blanco y negro. Muggle; inmóviles. Una de un bebé regordete vestido en un tejido blanco,
con botones con forma de conejitos. Remus supuso que ese era él, no había nada escrito detrás,
solo el sello de Boots. Había otra, que debió haber sido tomada cuando llegó a St Edmunds. En
ella, era capaz de reconocer algunas facciones – la mirada oscura y cautelosa, la boca con una
determinada mueca. Estaba mirando hacia arriba – a quien fuera que estaba tomando la foto,
presumiblemente – y lucía aterrado.

La última imagen era la peor. Era una familia que no recordaba.

Estaba Lyall, alto y delgado y desgarbado, cabello revuelto y pequeños anteojos con el marco
torcido. Estaba sonriendo – Remus nunca lo había visualizado sonriendo. Sentada en un sofá
floreado junto a él había una pequeña mujer que lucía bastante joven. Tenía un inmaculado cabello
rubio platinado en una apropiada colmena de los sesentas, y vestía un pulcro vestido que mostraba
su hermosa figura. Su nariz era un poco larga y aguileña, pero tenía un rostro amable. En su regazo
había un niño pequeño, riendo, su cara toda arrugada con alegría. Ella lo estaba mirando, su boca
estaba abierta - ¿Qué habría estado diciendo?

Remus la dejó a un lado, sintiéndose un poco mareado. Se dio cuenta que había estado aguantando
la respiración por un largo tiempo, y exhaló. Quedaba un sobre. La manuscrita en él no era el de
Matrona. Aunque, no había sido sellado, entonces tal vez ella lo había leído antes. Tal vez era por
eso que ella no se lo había dado. Haciéndose de valor una vez más, Remus sacó una carta, doblada
pulcramente en tres partes. Estaba escrita en un bonito papel de carta con un diseño floral en los
bordes. La manuscrita era bonita también.

Mi querido niño,

Sé que no tengo derecho de dejarte esta carta. Pueden que pasen unos buenos años antes que la
recibas – si la recibes en absoluto. Espero que lo hagas, y espero que cuando lo hagas, tengas
edad suficiente. Aun así, no espero tu perdón.

No puedo pensar en qué decirte. ¿Cómo puedo explicar? Tú fuiste mi hermoso, precioso niño
desde el momento que naciste. No – desde el momento que te sentí moverte dentro de mí. Tu padre
y yo nos amábamos mucho, y tenerte había triplicado nuestra felicidad mil veces. Fuiste amado, mi
pequeño Remus, ruego que no lo hayas olvidado. Pero eras muy joven, y me dicen que a veces
olvidar es mejor.

Cuando ocurrió el accidente, te prometí que haría todo lo que pudiera para mejorarlo de nuevo.
Tenía alguna estúpida idea de que solo amándote sería suficiente.

Luego cuando Lyall nos dejó a ambos, lo intenté por ti. Juro que lo intenté. Pero nunca fui una
chica muy lista, y nunca tan fuerte o práctica como tu padre. Necesitabas tanto, y tenía tan poco.
No tenía familia una vez que me casé con él, sabes, ellos me dijeron que tomara una decisión. Mis
padres no lo aprobaban, e incluso después de que él se fue, sabía que no te aprobarían a ti.

No puedo decir cuanto lo siento, y dejarte ir. En mi corazón sé que es lo más seguro, y lo mejor
para ti, al final. Sé que nunca te olvidaré, y sé que siempre esperaré volver a verte. Ruego que
cuando llegue el momento, no deba serte difícil encontrarme.

Todo mi amor,

Hope Jenkins.

Remus dejó la carta de vuelta en el sobre y cerró la caja. Dejó la caja bajo la cama. Trepó bajo las
pesadas mantas y se acurrucó haciéndose pequeño, como solía hacerlo en St Edmunds. Sentía
como si un hoyo hubiera sido abierto dentro de él, un gran, enorme vacío. Lágrimas se acumularon
en sus ojos, y porque estaba solo, dejó que cayeran.

***

Sábado 2 de Julio, 1977

Nunca había pensado mucho sobre su madre. Por lo menos, no desde que había estado en
Hogwarts, que parecía estar tan lleno de Lyall y todos sus logros y errores. Obviamente hubiera
sido mejor tener una madre que no tenerla, pero no estaba seguro de qué se había estado perdiendo
todo ese tiempo. Matrona no había sido muy maternal, pero no le pagaban para amar a todos los
niños que cuidaba.

Esta ventana dentro de la vida de Hope – dentro de su propia vida – era aterradora para Remus, y
deseó nunca haber leído la estúpida carta. Aun así, la leyó más de una vez. La leyó cada noche, por
el resto del término, como si leyendo la palabra ‘amado’ le pudiera hacer sentirlo. No podía.

Los merodeadores se quedaron dos noches extra en Hogwarts, por el bien de Remus. La primera
luna llena del verano caía el 1 de Julio, y era más conveniente (sin mencionar más seguro para los
Potters) si Remus la pasaba en la Casa de los Gritos. Bueno, se suponía que debía estar en la Casa
de los Gritos, pero por supuesto Wormtail, Padfoot y Prongs tenían otras ideas. Libres de exámenes
y emocionados sobre el verano, tuvieron una de las mejores lunas llenas que habían tenido en
meses.

Aun así, Madam Pomfrey insistió en su usual curso de cuidado, y le dio a Remus un fuerte brebaje
para dormir para asegurar que descansara por la mañana siguiente,

—Viajar por polvos flú puede provocarte nauseas las mejores veces, —le advirtió, —Mejor
prevenir que lamentar.

Iban a viajar esa tarde, usando la chimenea en la oficina de McGonagall. Remus despertó justo
después del almuerzo, y descubrió que no estaba solo.

—Hola, Moony, —dijo Sirius, suavemente, sentado en la silla junto a su cama. Sus ojos estaban
oscuros, lucía como si hubiera estado dormitando, también.

—Hola, —respondió Remus, sentándose, estirándose, —Deberías estar en cama, luces destruido.
—Cállate, luzco hermoso, —respondió Sirius, bostezando. —De todas formas, James está dando
vuelta la habitación tratando de empacar, no dormiría nada. ¿Hambriento?

—Siempre.

—Bien, se supone que tengo que asegurarme que comas, —señaló el plato descansando en la
mesita de noche, cargado de fruta y sándwiches. Remus tomó una manzana y la devoró,
hambriento.

Ninguno de ellos dijo mucho por un rato, pero Sirius comió un par de uvas. Desde Marzo, habían
perfeccionado el arte de hablar poco con tan poco detalle o contacto visual como fuera posible.
Podías llamarlo una amistad, si no sabías como había sido antes.

—Me siento un poco mal. —Dijo Sirius, desde la nada, mirando los cordones de sus zapatos.

—¿Mm?

—Me siento un poco mal sobre la forma en que te hablé, hace un tiempo. Sobre tu amigo eh…
¿Christopher?

—Seh. —Remus terminó su manzana, hasta la madre, que dejó a un lado, alcanzando un sándwich
ahora. Queso y pepinillos. —Fuiste un poco grosero, pero está bien. No he pensado mucho sobre
eso.

—Oh, eso es bueno. —Sirius asintió. Miró a Remus, luego rápidamente desvió su mirada fuera de
la ventana. —Pensé que tal vez… pensé que él podía ser la razón por la que decidiste parar.

Remus no necesitaba preguntar a qué se refería. Sirius estaba siendo bastante claro.

—No. —Dijo Remus, escogiendo sus palabras cuidadosamente. —No tenía que ver con él. Te lo
dije, él es mi amigo, es todo.

Sirius asintió, valientemente.

—Seh, te creo. Lo hago.

Remus se dio cuenta, tristemente, que aún no entendía. Aún no sabía por qué ellos no podían
continuar de la forma que estaban. Estúpido, hermoso, chico imposible.

—Mira, Sirius, —dijo, aún cauteloso, —Solo… He tenido un poco una mierda de año,
honestamente. Tal vez estoy teniendo una vida de mierda, no lo sé. Están pasando muchas cosas en
este momento que realmente no puedo controlar. Entonces como lo veo… si algo me está haciendo
miserable que puedo controlar, entonces…

—Oh, claro. Lo entiendo.

—¿Seh?

—Nunca querría hacerte miserable, Moony.

Eso no es a lo que me refería. Pensó Remus, Eso no es lo que quise decir. Pero no tenía la energía
para más. No tenía los recursos. Tendría que ser suficiente, por lo menos hasta que todo dejara de
ser tan crudo.

—¿Son voces lo que oigo? —Madam Pomfrey vino bulliciosa alrededor de la cortina del hospital,
alegre y sonrojada, —¡Bueno! Luces mucho mejor. ¿Están esperando el verano, chicos?
Chapter End Notes

Canciones:
-'First cut is the deepest' de Cat Stevens (interpretada por PP Arnold)
-'Mother', de John Lennon
Boots es un lugar en el Reino Unido donde puedes revelar fotografías.
Verano 1977: Parte 1
Chapter Notes

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Television man is crazy, saying we’re juvenile delinquent wrecks,

Oh man! I need TV, when I got T.Rex!

Remus se sintió extrañamente sin ataduras, llegando donde los Potters con todas sus posesiones
terrenales, moviéndolas a una habitación temporaria. Tenía que decirle a alguien lo que había
pasado – y pronto. Si solo pudiera encontrar a al Sr Potter solo, tal vez… pero ambos padres de
James estaban más ocupados que nunca este año, corriendo dentro y fuera de la casa en recados, o
en reuniones secretas a las que los chicos no tenían permitido asistir.

—Pero todos somos mayores de edad, —protestó James.

—Aunque, todavía eres mi niñito, —la Sra Potter besó su cabeza, condescendientemente, mientras
limpiaba sus platos del desayuno.

James lucía altamente insultado por esta muestra de cariño infantil, pero los ojos de Remus se
humedecieron con lágrimas y se tuvo que excusar.

Tenían una semana para prepararse para el viaje de campamento, y en el primer día mismo se
marcharon rumbo al pueblo para conseguir una tienda. Remus nunca había acampado en su vida,
pero aun así se encontró mejor equipado que James, Sirius o Peter, quienes estaban en turnos
distraídos, aterrados y fascinados por cada uno de los artículos en la tienda. Cayó en Remus la
responsabilidad de hablar con el vendedor sobre cosas aburridas como mantas de tierra y estacas y
aparejos. Al final, se quedaron con dos sensibles tiendas café y naranjo para dos personas,
ignorando las súplicas de Sirius para que consideraran un número verde psicodélico.

Al día siguiente, Remus tenía que chequear que todos tuvieran ropa muggle apropiada, como irían
a un lugar de campamento muggle, luego tuvieron un curso rápido de cocina de Gully el elfo
doméstico.

—¿No pueden las chicas cocinar? —lloriqueó James, mientras el horrible hedor de huevos
quemados llenaba el aire. La Sra Potter, quien había estado observando divertida se puso de pie y
le dio un leve golpe en la cabeza,

—Qué hombre he criado aquí, —tomó aire, —Si no puedes cocinarle el desayuno a una jovencita,
no esperes que pase la noche.

—Urgh, ¡Mamá! —James frunció el ceño, repulsivo, mientras Sirius y Remus se partían de la risa.

Pasaron el resto del tiempo planeando todas las cosas que harían con la libertad de sus vacaciones,
viendo las funciones en el cine local (había una película de Bond, y Aeropuerto 77, que era la
personalmente la favorita de Remus) y por supuesto, volando en sus escobas. Sirius estaba bastante
impresionado por la reciente mejora de Remus, y de hecho consiguieron organizar un juego de
quidditch a muy pequeña escala (sin la snitch, Peter como Guardián).

No había señales de Moody, este verano. El Sr Potter explicó por la cena una noche que las
medidas de seguridad en su casa habían aumentado, y Moody estaba de vuelta en la oficina de
Aurores, organizando cosas ahí. Remus estaba aliviado – había atado a Moody y Ferox juntos en su
mente, entrelazándolos con el encuentro de Livia y la cruel determinación de Dumbledore. En todo
eso, después del año que había tenido, Remus estaba esperando unas pocas semanas alejado de
cualquiera más adulto que él.

Estaba decidido que todos aparecerían en Cornwall, excepto Peter, quien había fallado su prueba.
La Sra Potter había ofrecido amablemente llevarlo como acompañante, antes de desaparecer de
vuelta a casa, pero Peter insistió en tomar el Autobús Noctámbulo. De esta forma, decidió, podría
ir a buscar a Dorcas en el camino.

La tarde anterior, James, Sirius y Remus se amontonaron dentro de una cabina telefónica roja al
final de la calle de los Potters para coordinarse con lo que Sirius llamaba ‘el contingente
femenino’.

—¿Puedo apretar los botones, Moony? —preguntó James, pasando sus dedos por encima del
teclado plateado.

—¿En qué lado hablas? —dijo Sirius, sujetando el auricular a la altura de sus ojos para
inspeccionar.

—Oh, por el amor de dios, ustedes dos, cálmense… —Remus digitó el número de la casa de Lily,
quitándole el auricular de plástico negro de vuelta. Sonó un momento, y esperó que Lily contestara
el teléfono, y no alguno de sus padres.

—Buenas tarde, ¿Casa de los Evans? —respondió una joven.

—¿Lily?

—¿Quién habla, por favor?

—Eh… Remus Lupin.

Sonó un bufido y una risa muy grosera, luego la persona del otro lado gritó lejos del auricular;

—¡LILY! ¡Es para TI!

Remus esperó, balanceando su peso de pie a pie, Sirius y James lo observaban ansiosamente.

—Gracias, Pet, —dijo la voz de Lily del otro lado.

—No te demores mucho, estoy esperando una llamada de Vernon.

—¿Hola! —la voz de Lily sonó más fuerte, directo en el auricular.

—Hola Lily, habla Remus.

—¡Hola Remus! Lo siento, esa fue mi hermana. ¿Están todos listos?

—Sep, eso creo. Peter ya se fue creo. ¿Ustedes?

—Mary y Marlene llegaron aquí justo antes del té. Acordamos una de la tarde, ¿no es cierto?

—Seh, una de la tarde, justo fuera del sitio de camping. Hice que James se consiguiera un mapa.

—Oh bien. Creo que mi mamá me dejó pedir prestado el A a la Z.


—Genial.

James estaba tirando de la manga de Remus. Él suspiró, —¿Eh, Lily? James y Sirius nunca antes
han usado un teléfono, ¿puedes hablarles por un minuto así me dejan tranquilo?

Lily rio,

—Venga entonces, irritará a Pet.

Remus se inclinó hacia atrás contra el vidrio y observó a James y Sirius pelear por el teléfono,
tomando turnos para gritarle algo a Lily y luego presionar el auricular a sus oídos y escuchar
maravillados. La noche empezó a caer alrededor de ellos, y si alguien hubiera pasado caminando
hubiera visto a tres chicos del pueblo perdiendo el tiempo en una cabina telefónica, sin
preocupación alguna.

***

Sábado 9 de Julio, 1977

La primera vez de Remus apareciendo fuera de Hogwarts pudo haber ido un poco mejor, pero por
lo menos no terminó en un árbol, como James. Terminó, de hecho, alrededor de un kilómetro al sur
del lugar, en la playa.

Había estado en la costa antes, en los viajes de verano en St Edmunds – tres veces en Margarate,
una vez en Southend. No podía decir que había disfrutado particularmente estas salidas – o por lo
menos no las disfrutó más de lo que las hubiera disfrutado sentado en el patio trasero de St
Edmunds. Eran lugares ocupados y ruidosos, llenos de niños llorando y perros ladrando y extraños
olores azucarados y atracciones de feria de colores brillantes.

Esta playa estaba casi desierta, a excepción de unos pocos niños – puntos en la distancia, realmente
– una cometa azul y rosa volando. El día era lo suficientemente cálido, el cielo azul y la arena
suave y amarilla. Sabía que debía empezar a caminar hacia el sitio de camping, para encontrarse
con los otros, pero en su lugar se sentó por unos minutos, solo para mirar. El océano no era verde,
o azul brillante, como en fotos de libros – era más como un tipo de gris como el concreto. Aún
bonito, brillando bajo el sol de mediodía. En la distancia, Remus justo podía divisar una larga
forma en el horizonte. ¿Esa era Francia? Podría ser. Podía pretender que lo era.

Remus no había sido capaz de relajarse, donde los Potters. Se había sentido como un visitante allí;
alguien que no pertenecía. No sabía a donde sí pertenecía. Ahora que tenía diecisiete, podía ir a
donde quisiera. ¿Sería lindo vivir aquí, en Cornwall? Recientemente había descubierto que había
nacido en Bristol, y se preguntó cómo sería ahí; también estaba junto al mar. Remus nunca había
pensado que viviría en otro lugar que no fuera Londres. Una vez, pensó que probablemente nunca
dejaría Essex.

Eventualmente, se sintió muy culpable y tuvo que ir a buscar a los otros. La caminata fue
vigorizante, y después de un año siendo confinado a Hogwarts, era emocionante el hecho de ser
capaz de ir a algún lugar solo. El lugar de camping mismo estaba a medio camino de la playa, en
una larga extensión de césped cuidadosamente cortado. Unas pocas familias ya habían instalado
sus tiendas, y las madres y padres estaban sentados afuera de ellas en sillas reclinables, absorbiendo
el inusual sol Inglés de verano con copas de té y periódicos.

Mary, Marlene, James y Sirius estaban sentados en una banca de picnic afuera de la oficina del
sitio, que era un poco más que una pequeña cabaña de ladrillos. Mary y Marlene dieron un salto
cuando lo vieron,
—¡Pensamos que te habíamos perdido!

—Me desvié, —explicó, —Terminé en la playa – no en el agua, por suerte.

—Todos la jodimos, un poco, —Mary rio, mientras relataban los extraños lugares donde habían
terminado. Excepto por Lily, quien había llegado precisamente al lugar que ella había querido. Ella
estaba dentro de la oficina, anotándolos.

Hecho esto, el grupo se dirigió a buscar el lugar perfecto para instalar sus tiendas. James y Sirius
decidieron que esto necesitaba ser tan cerca de la playa como fuera posible. Luego ahí estuvo el
problema de erguir las tiendas de hecho, que fue infinitamente fascinante para los dos chicos
sangres pura.

Lily estuvo a cargo, canalizando su personalidad de prefecto, leyendo las instrucciones y ladrando
órdenes.

—No ese gancho no, dije el de la otra esquina… maldita sea, Black, usa el martillo, ¡no tus botas!
Vamos, rápido, no tenemos todo el día…

—Caray, Evans, —James sonrió, con sus brazos en alto, sujetando uno de los postes en el lugar
mientras Mary y Marlene intentaban pasar la lona por encima, —¿Alguna vez has considerado ser
entrenadora de quidditch? Serías increíble.

—No, por favor, —dijo Marlene, ahogada bajo la pesada tela. —Dejaría el equipo si tuviera que
soportarlos a ustedes dos soplándome silbatos.

Tomó casi dos horas, pero fue muy divertido, y todos estaban muy complacidos consigo mismos
una vez que las cuatro tiendas estaban instaladas en una pulcra fila, mirando hacia el mar.

—Bien hecho, chicos, —Lily sonrió, sentándose con las piernas cruzadas en el césped esperaron
que la tetera hirviera, —Y nada de magia. Serán muggles aún.

Peter y Dorcas llegaron prontamente después de eso, luciendo muy desordenados y cansados por su
larga travesía en el Autobús Noctámbulo.

—Se detuvo dos veces en Guernsey antes de empezar a dirigirse al sur… —explicó Dorcas,
luciendo vagamente perturbada. Peter aceptó una taza de té y se sentó en silencio, bostezando.

Una vez que habían despertado un poco, Mary decidió que era momento de ir a la playa. Eran
alrededor de las tres de la tarde para entonces, pero aún estaba bastante caluroso, y tenían horas de
luz solar aún. Las chicas desaparecieron dentro de sus tiendas para ponerse sus trajes de baño.
Sirius y James habían estado tan emocionados sobre la posibilidad de trajes de baño muggles que
habían estado usándolos todo el día de todas formas, y Remus – aún en jeans y mangas largas – no
estaba planeando quitarse su ropa bajo ninguna circunstancia.

Se quitó sus zapatillas y calcetines, cuando alcanzaron la arena, pero ignoró los ruegos de los otros
para que se uniera a ellos en el océano. Estaba suficientemente feliz sentándose en la arena,
disfrutado el cálido sol en su espalda y escuchando a las gaviotas gritar en lo alto. Las chicas
chillaron también, y sumergieron sus pies en el agua congelada, e hicieron un juego de correr de
ida y vuelta con la marea, desafiándose una a otra a sumergirse. James fue golpeado por una ola
cuando no estaba mirando – muy ocupado mirando las largas piernas desnudas de Lily. Válgame,
Remus la atrapó lanzándole unas cuantas largas miradas a él también. Esos músculos eran bastante
difíciles de ignorar.

Sirius, como de costumbre estaba por su propia cuenta. Se encaminó hacia la olas como si fueran
tan cálidas como un baño, y tan pronto como tuvo el agua al altura de la cintura, se sumergió,
pulcramente y con la gracia de un pez. Nadó por largas brazadas, y volvió luciendo más feliz de lo
que Remus lo había visto en un largo tiempo.

Después, envueltos en toallas, las chicas le mostraron a los chicos sangres pura como construir
castillos de arena sin magia, y James y Peter se invirtieron extremadamente a crear un complicado
sistema de riego para asegurar que el foso estuviera apropiadamente lleno todo el tiempo.

De vuelta a las tiendas cocinaron la cena – afortunadamente Marlene y Dorcas se ofrecieron a


supervisar esto, friendo tocino encima de una pequeña quemador a gas que el padre de Lily había
donado. James y Lily fueron a comprar – aparentemente leche – y volvieron con una caja de sidra.

—¿¡Bebidas muggles, también!? —exclamó Sirius.

—Estamos teniendo una experiencia completa, aparentemente, —James se rio. Lily soltó una risita
luego se sonrojó y desvió la mirada.

Remus ya podía ver a donde se encaminaba la tarde, y se sentó tan lejos de Sirius como fuera
posible. Ya habían acordado que Sirius y James compartirían una tienda, con Peter y Remus en la
otra, entonces por lo menos no habría incomodidad ahí. Solo tenía que cuidar lo que bebía.

Mary había encendido una fogata usando magia mientras Lily no estaba (—nadie le diga, ¿está
bien? No voy a sentarme aquí congelándome el coño mientras Potter y Black juegan a frotar palos
de madera.), y Marlene había traído una radio inalámbrica, entonces una vez que las latas de sidra
habían sido repartidas era una escena bastante acogedora de hecho.

—¿Cuánto tiempo han estado saliendo ustedes dos? —le preguntó Dorcas a James y Lily. Ellos
dieron un salto, mirando al otro culpablemente.

—¡No estamos saliendo! —chilló Lily, moviéndose para sentarse junto a Remus, como para
probarlo. Mary y Marlene intercambiaron una mirada, y Sirius le lanzó una mirada confusa a
James.

—Oh, ¡lo siento! —Dorcas sonrió, inadvertida, —Solo creí… pero Sirius y Mary, ustedes solían
salir, ¿cierto?

—Lamentablemente, —chilló Mary, riendo. Sirius le sacó la lengua.

Marlene, quien había estado leyendo una guía turística que había traído del centro de información
de visitantes, aclaró su garganta ruidosamente,

—Hay unas ruinas de un castillo no muy lejos de aquí, ¿podríamos ir mañana? —lo que sutilmente
cambió el tema a planes para el resto de la semana. Las vacaciones acampando parecían involucrar
mucha caminata, Remus se dio cuenta. Esperaba que su cadera soportara todo eso.

Unas pocas latas después y todos ellos estaban en un modo muy atontado. La bebida era pura y
clara, lo que Remus sabía que era un signo peligroso cuando se trataba de sidra. Todos tendrían un
dolor de cabeza que les partería el cráneo si no eran cuidadosos. Aunque, no dijo nada – todos
estaban tan felices, ¿por qué arruinarlo preocupándose sobre las consecuencias?

Dorcas estaba apoyándose en el pecho de Peter, usándolo como un sofá, tarareando suavemente a
la música. Él estaba tratando de pasa su mano bajo su polera, y pensó que estaba siendo discreto.
Mary y Marlene estaba susurrándose una a otra, estallando en risitas de vez en cuando. James y
Sirius estaban lanzando piedras al fuego – era obviamente un tipo de competencia, pero Remus no
pudo descubrir cuales se supone que eran las reglas.
Una melodía familiar empezó a sonar en la radio - Mott the Hoople. Era vieja por un par de años
ahora, pero había sido la favorita en las fiestas de Gryffindor,

“Billy rapped all night about his suicide,

How he’d kick it in the head when he was twenty-five,

Speed jive, don’t wanna stay alive, when you’re twenty five…”

—¡Súbele! —Mary empujó a Marlene, quien movió su varita hacia la radio, perezosamente, luego
abrió otra lata. Todos se quedaron callados para escuchar, asintiendo al son y marcando el pulso
con sus pies suavemente en el césped. Cuando llegó el coro, todas las chicas cantaron en ese todo
suave y bajo que las chicas son tan buenas en hacer,

“All the young dudes, carry the news…”

Cuando la canción terminó se aclamaron ebriamente, riendo entre ellos.

—Maldita sea, los amo chicos, —arrastró Marlene, —Todos ustedes son mis mejores amigos,

—Igual para ti, McKinnon, —Sirius sonrió a través de las llamas, alzando su lata.

—¡Shhh! —ella le apuntó ebriamente con un dedo, mareada, —Conozco tu juego, Black. Te haré
saber, que no eres mi tipo.

Todos se rieron, incluso Sirius.

—Cuándo te vamos a encontrar a ti una buena chica, ¿hm Remus? —dijo Lily, pensativa,
acercándose a él por calor y apoyando su cabeza en su hombro.

Él sonrió lánguidamente, poniendo un brazo afectivamente alrededor de ella.

—Seh, mereces un poco de diversión, Moony, —James le guiñó.

Remus evadió la repentina mirada de Sirius tomando otro trago de su lata.

—Tengo bastante diversión con ustedes chicos. —Dijo.

—¿Alguna vez has tenido una novia, Remus? —preguntó Dorcas. Ella no quería decir nada con
eso; ella no los conocía muy bien. Pero hubo un silencio incómodo de todas formas. O tal vez
Remus fue el único que lo notó. Levantó la mirada hacia Mary tímidamente y sonrió.

—Nah, —dijo.

—Aww, —dijo Dorcas, bastante ebria, —¿Por qué?

Repentinamente, Remus se dio cuenta. Marlene tenía razón – él amaba a estas personas, cada uno
de ellos. ¿Cuál era el punto, escondiendo secretos de ellos? Esta no era decisión de Sirius, esta no
era decisión de nadie excepto él. Tomó aire y miró al fuego de nuevo.

—Soy gay. —Dijo.

Peter se ahogó en su bebida. En la esquina de su ojo, Remus vio a James pasar las manos a través
de su cabello, sentándose derecho. Vio la boca de Mary caer abierta, y escuchó a Marlene hipar
sorprendida. No se atrevió a mirar a Sirius. Su estómago se volteó y se preparó para ponerse de pie,
caminar lejos y aparecer en algún lado. Cualquier lado.
Pero luego Lily levantó su cabeza. Le besó la mejilla y lo abrazó más fuerte, antes de volver a
apoyarse en su hombro.

—Aún mereces un poco de diversión. —Dijo, decisivamente.

Chapter End Notes

La canción es (¡por supuesto!) All the Young Dudes, escrita por Bowie, interpretada
por Mott the Hoople.
Él ‘A a la Z’ es un mapa de carretera popular en el Reino Unido.
Verano 1977: Parte 2

Sweet handsome friend, I can tell you truly

that I've never been without desire

since it pleased you that I have you as my lover;

nor did a time ever arrive, sweet handsome friend,

when I didn't want to see you often;

nor did I ever feel regret,

nor did it ever come to pass, if you went off angry,

that I felt joy until you had come back;

nor [ever].

- Tibors de Sarenom

Dos horas más tarde…

Peter y Dorcas se estaban besuqueando, rodando en el pasto. Todos estaban ebrios, pero ellos
probablemente eran los más ebrios.

—¡Vuelvan a su tienda, si van a hacer eso! —James les lanzó una lata de sidra vacía.

—¿Te importa, Moony? —se asomó Peter, con la cara roja y la vista nublada, —¿Si vamos a la
nuestra? Puedes amontonarte con Prongs y Padfoot, ¿no?

—Oh, no te preocupes, —Remus sacudió una mano, —Encontraré un lugar. —Sirius aún no le
había dirigido la mirada, y tenía la sensación que después de las revelaciones de la tarde no sería
particularmente bienvenido.

Peter y Dorcas desaparecieron, hubieron unas risitas ahogadas desde dentro de la tienda, y luego el
fantasmal vacío de un hechizo silenciador.

—¿Comparte una tienda con nosotras si quieres, Remus? —dijo Mary, levantándose para ir a su
propia tienda. Lily asintió.

—Seh, nuestra tienda es mucho más grande – ven con nosotras.

—Gracias chicas, —sonrió – realmente estaba agradecido. —Ustedes vayan – aún no estoy
cansado. Creo que solo iré a caminar.

Se puso de pie, extremidades tensas y adoloridas, y se encaminó hacia el océano. Estaba bastante
oscuro ahora, alejado del fuego, pero Remus siempre había sido capaz de ver en la oscuridad. La
marea estaba más fuerte que nunca. Una fría brisa corrió hacia adelante, y buscó en su bolsillo
trasero un cigarrillo. Lo encendió e inhaló profundamente, cerrando sus ojos, sintiendo que ahora
realmente podía pensar.
Estaba orgulloso de haberlo dicho, no importaba la reacción, pero aún consideraba irse. Ok,
entonces todos no estaban cerca de golpearlo, pero quien sabía cómo actuarían todos en la fría luz
mañanera, despiertos y sobrios. ¿Era mejor o peor que ser un hombre lobo?

Aún podía aparecer, si quería; ir a buscar a Grant, tal vez. Remus sintió súbita culpa. No había
pensado en Grant en un tiempo – tal vez no en todo el año. El otro chico había sido tan amable con
él; lo había acogido y había estado dispuesto a que se quedara indefinidamente. Le había dado a
Remus algunos consejos excelentes también, si solo Remus los hubiera tomado. Mantente lejos de
los chicos ricos.

—¿Todo bien, Moony? —James se acercó. Remus se giró. Sirius estaba con él, luciendo
avergonzado. Parecía que James lo había arrastrado contra su voluntad. Remus no estaba
sorprendido.

—Todo bien, —asintió. Le ofreció un cigarrillo a James. James sacudió su cabeza, no.

—Solo… quería ver que estuvieras bien.

—Bien, gracias.

—Bien.

—Lo siento si hice las cosas incómodas.

—¡No lo hiciste! —dijo James, un poco demasiado ansiosamente, como si hubiera estado
esperando que Remus sacara el tema primero. Sirius hizo una mueca de dolor, pero solo Remus lo
notó. —Honestamente, amigo, nos alegra que nos hayas dicho, realmente.

Remus solo asintió, y miró de vuelta al océano, tomando otra calada de su cigarrillo. Detrás de él,
escuchó a James empujar a Sirius, obviamente intentando de hacer que dijera algo tranquilizador y
amigable, pero sin resultado.

James habló de nuevo, —No huyas, ¿ok, Moony?

Remus se dio la vuelta, arqueando una ceja. James estaba sonriendo, —Seh, sabemos como eres.
Quédate, ¿ok? Todo está bien. Incluso a Pete no le molestó tanto.

—Pete, —Remus resopló, —Está demasiado ocupado tratando de irse a la cama con Dorcas.

—No puedo culparlo. —James rio. Tocó el hombro de Remus, —¿Quieres hablar de ello?

Remus sacudió su cabeza, mirando hacia abajo. Apagó su cigarrillo e inmediatamente encendió
otro. Sirius quería uno, podía notarlo. Pero Remus se estaba sintiendo beligerante, y a menos que
Black lo pidiera, como un ser humano normal, no iba a conseguir uno.

—Gracias, James. —Dijo Remus, intencionadamente, exhalando humo, —Eres un amigo de


verdad.

—Aún merodeadores. —James sonrió, cansado. Bostezó, —Creo que voy a dormir. ¿Vienes?

—Voy a tener otro después de este. —Remus alzó su segundo cigarrillo.

—Yo tendré uno también. —Dijo Sirius, bruscamente. James asintió, ahogando otro bostezo, y
dándose la vuelta.

—No vuelvan apestando a ceniza, ustedes dos. —Exclamó por sobre su hombro, mientras
caminaba hacia la fogata en el césped.

Remus volvió su mirada hacia el océano, pero le entregó a Sirius la cajetilla. Lo escuchó sacar un
cigarrillo, encenderlo, inhalar. Esperó.

—¿…por qué dijiste eso? —dijo Sirius.

Remus cerró sus ojos y sonrió suavemente. No quería una pelea, pero estaba listo para una –
siempre estaba listo.

—Quería hacerlo. Solo tenía que saber que pensaban, de una forma u otra.

—Es como si hubieras ido y cambiado todo a mí alrededor. —No sonaba acusatorio. Sonaba
herido.

—No quise hacerlo. —Dijo Remus.

—¿Estabas esperando que dijera algo también?

—No, no estaba esperando nada. —Escupió Remus. —No tenía que ver contigo, de hecho.

—Ok, ok. —Sirius alzó sus manos en rendición, aun luciendo incómodo. —Solo… soló pensé que
me hubieras dicho a mí primero, eso es todo. Dada la… situación.

Esto tomó a Remus completamente desprevenido, y finalmente miró a Sirius,

—¿¡Quieres decir que no sabías!? ¿¡Cómo pudiste no saberlo!?

—Dijiste que no lo eras. —Sirius se encogió de hombros. —Como yo dije que no lo era. Pensé que
ambos estábamos en la misma página, es todo.

Remus encontró que su furia volvía. Típico de Sirius, nunca pensando sobre nada más que su
propia gratificación personal, ni siquiera una vez considerando que alguien más tenía sentimientos
o pensamientos.

—Obviamente no lo estábamos. —Dijo, fríamente. —De todas formas, no veo como eso importa
ahora. Si eso es todo lo que te preocupa, entonces no. Estás a salvo. —Dijo Remus, firmemente. —
No le voy a contar a nadie sobre tú y yo, y dudo que alguien sospeche de ti, con tu considerable
historial con chicas. No veo por qué te importa tanto lo que yo le diga a la gente.

—Me importa. —Protestó Sirius.

Remus cerró sus ojos. Unos pocos meses atrás, eso hubiera sonado maravilloso. Pero dios, estaba
tan cansado.

—¿¡Remus!? —Sirius sonaba medio molesto, medio aterrado, —Me puedo preocupar por ti y no…
ya sabes, no gritarlo desde los techos.

—Querer acostarte conmigo no es lo mismo que preocuparse.

—¡Remus! Maldita sea, solo porque no soy… no he llegado a donde sea que tú, aún. No significa
que no tengo el mismo… agh, por la mierda. —Sirius maldijo su propia desarticulación.

—¿Y todas las chicas? —Remus hizo un gesto de desaprobación.

—Eso… eso es diferente.


—Ok. —Remus suspiró, su voz estaba vacía. Estaba dispuesto a dejarlo ahí. Sirius no.

—No lo entiendes.

Remus no dijo nada. No veía que tenía que entender. Solo tenía que ser el más fuerte aquí.

Sirius continuó, con una mano en el brazo de Remus. —Cuando pienso sobre mí con ellas, puedo
solo… verlo, ¿sabes? Sé cómo va a resultar. Sé qué se supone que debo hacer. Cuando pienso
sobre tú y yo… ya sabes, los reales tú y yo. Es solo… no puedo ver cómo termina. Solo intenté no
pensar sobre eso. Entonces, sé que fui un poco un imbécil, pude haberlo manejado mejor, pero lo
juro, no quería que terminara así. —Su respiración era hueca ahora, Remus podía oír sus latidos
acelerarse a cada segundo, —No quería que terminara en absoluto, honestamente.

Remus asintió. Empujó la mano de Sirius, gentilmente, mirando hacia el océano. Sabía que Sirius
lo estaba mirando, pero siguió hacia adelante.

—Mira, Sirius, no quiero ser cruel, sí entiendo todo eso. —Realmente lo hacía - ¿acaso no le había
dado vueltas a todo, en su propia cabeza? —Sé que no es fácil para ti.

Sirius hizo un sonido de alivio, parecía relajarse levemente. Tal vez estaban llegando a alguna parte
de una vez.

Remus continuó, —Pero… sí es fácil para mí. Soy queer, ¿ok? Sé que cuando empezamos dije que
no lo era y… bueno no debí haber dicho eso, porque lo soy. Y no estoy diciendo que tú eres queer
también, o que tienes que serlo, o nada, pero no pude seguir de la forma que estábamos sin que
tu… solo, no sé, lo reconocieras.

Sirius lo estaba observando muy cuidadosamente mientras decía esto, pensando profundamente.
Remus sabía cómo lucía cuando estaba pensando; cuando estaba resolviendo un problema. No era
travieso, o descarado, o sarcástico, era profundamente solemne y serio. Era muy jodidamente sexy,
de hecho, pero Remus trató de ignorar esa parte.

Finalmente, terminó de pensar, Sirius asintió brevemente.

—Ok entonces. —Dijo, simplemente.

—¿¡Qué!? —Remus frunció el ceño.

—Jodidamente reconocido. Mensaje recibido. —Sirius apagó su cigarrillo en la arena húmeda.

—Entonces… ¿qué? —Remus suspiró, —¿Solo dejamos las cosas como están?

Sirius rascó detrás de su oreja, mirando hacia abajo, un extraño gesto tímido.

—Preferiría que no.

—Preferirías que no. —Repitió Remus, estupefacto.

—No. O sea, si quieres que vaya alrededor contándole a todas las personas que conozco entonces
lo siento, pero no todos tenemos las pelotas como tu. Necesito más tiempo. Pero… lo podría
intentar.

—Lo podrías intentar. —Esta no era la respuesta que Remus había esperado cuando la
conversación empezó. —¿A qué te re--

Sirius lo interrumpió, apoyando una palma en la mejilla de Remus para girarlo en su dirección, y
besándolo gentilmente en los labios.

—Me refiero a que lo intentaré. —Dijo, mientras se apartaba. —Te extraño, Moony.

Oh, tu irías a decir algo así… Remus lo tomó y lo jaló de vuelta. Era como agua después de una
droga, techo en una tormenta – todavía estaban en el punto de girar el mundo y cualquier estúpido
cliché sensiblero que pudieras imaginar. Se besaron por un largo tiempo, y cuando se separaron
estaban prácticamente jadeando con alivio.

—¿No más chicas? —preguntó Remus, aún sujetando a Sirius en el lugar, como si fuera a escapar.

—No más chicas. —Sirius accedió. —Veamos como esto resulta primero.

—Oh, encantador. —Remus lo dejó ir, satisfecho.

—Cállate, —Sirius lo empujó con su hombro, con las manos en lo profundo de sus bolsillos. —
Vamos, ¿volvamos a la tienda eh? Me congelo.

Caminaron hacia las tiendas y la fogata desvaneciéndose con sus espaldas hacia el viento.

—Creo que estoy ebrio, —dijo Remus, estremeciéndose. Se sentía todo revuelto. —Tomo malas
decisiones cuando estoy ebrio.

Sirius se rio y apretó su hombro rápido,

—Lo sé. Te prometo que esta no es una de ellas.

—Ok. —Estoy confiando en ti…

Desafortunadamente, se encontraron con que ninguna de las tiendas estaba disponible. La tienda
que Remus había estado compartiendo con Peter estaba bien y realmente ocupada, por los sonidos
de ella. Sirius hizo una mueca traviesa, y conjuró un fresco hechizo silenciador sobre la carpa
flameante.

—Amateurs. —Murmuró.

Había un hechizo silenciador conjurado sobre la tienda de James y Sirius también. Mary asomó su
cabeza de la siguiente, riendo,

—¡Son James y Lily!

—¿¡Hablas en serio!? —Sirius estaba boquiabierto. —Maldita sea. Quiero decir… wow, como que
quiero entrar y darle un apretón de manos.

—Tengo la sensación de que sus manos están ocupadas, —Remus arqueó una ceja.

—¿Quieres venir conmigo, Remus? —preguntó Mary, un poco borracha.

—¿Qué hay de Sirius?

—Oh, claro… ugh está bien, iré con Marls. Buenas noches, chicos. —Gateó a través del césped
hacia la tienda de Marlene.

Sirius y Remus se miraron por unos momentos, antes que Sirius entrara primero. La tienda de las
chicas era mucho más cómoda que la de ellos, llena de mantas y almohadas y un colchón inflable.
—Sabía que debíamos haber dejado que las hijas de muggles nos sortearan. —Gruñó Sirius,
mientras se instalaba. El colchón era viejo y se hundía levemente al medio, haciéndolos girar
juntos en una forma casi cómica. Al final, la única forma se estar cómodos era acurrucarse como
cucharas.

—¿Esto está bien? —preguntó Remus, mientras deslizaba un brazo alrededor de la cintura de
Sirius.

—Por supuesto. —Respondió Sirius.

—Podríamos dormir solamente…

—Sonoro Quiescis.

—Ah, ok…

Bueno. Había pasado un tiempo.

Después, Remus se sintió más despierto que nunca en su vida. Su cerebro estaba zumbando con
preguntas, declaraciones, pensamientos, palabras. Se sentía como salir de un escondite, como
quitarse un disfraz que había usado por mucho tiempo. Quería mostrarle cada parte de sí mismo a
Sirius; quería que Sirius lo viera,

—¿Sirius?

—¿Mmhh?

—Hay algo más que necesito contarte.

—Oh merlín, —gruñó Sirius, dando vueltas en su espalda, somnoliento, —¿Ahora qué?

—Yo em… bueno, no tengo donde vivir.

—¿¡Qué!? —Sirius abrió sus ojos y se dio la vuelta enseguida, —¿¿Qué??

—Desde que cumplí diecisiete. Ya sabes, soy mayor de edad ahora, entonces…

—¿Entonces ellos solo te echaron?

Remus asintió, agradecido de compartir el problema.

—Seh, entonces una vez que Hogwarts termine el verano siguiente no tengo a dónde ir…

—Bastardos. —Dijo Sirius, furioso. Miró a Remus muy seriamente, —Puedes quedarte con James
y conmigo, donde los Potters. No les molestará, sé que no. Luego cuando termine la escuela
encontraremos nuestro propio lugar.

—¿¡Lo haremos!? —Remus arqueó sus cejas.

—¡Sí! —respondió Sirius, alegremente, cruzando sus brazos detrás de su cabeza, —Será igual que
en la escuela – tú, yo, James y Pete, todos juntos.

—Oh, —Remus se dio cuenta a lo que se refería. —Seh, suena genial. Tengo un poco de dinero
que me dejó Lyall.

—Pfft. —Respondió Sirius, —Tengo suficiente dinero para todos nosotros, no te preocupes por
eso.

—Ok, —dijo Remus. —No me preocuparé.

—Ve a dormir, —dijo Sirius, —O estarás destrozado mañana.

—Ok, —repitió Remus, cerrando sus ojos.


Verano 1977: Parte 3
Chapter Notes

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Remus se despertó bajo un lienzo brillante, Sirius respiraba suavemente junto a él. Estaba un poco
muy cálido y húmedo, pero no se hubiera movido por nada del mundo. Acostado pacíficamente
bajo las mantas, aún podía saborear la sal en la piel de Sirius, sentir sus latidos. Al fondo del saco
de dormir, sus pies estaban entrelazados.

Sirius se movió, arrugando su rostro antes de abrir sus ojos.

—Buenos días.

—Buenos días.

—Mierda, mi boca está seca.

—Seh, la mía también, —coincidió Remus, pasando su lengua por sus dientes. Toda esa sidra. —
¿Podría ir a buscar agua de la bomba?

—Seh, ambos iremos. ¿Crees que alguien más esté despierto?

Remus escuchó cautelosamente, luego sacudió su cabeza. Esperó que Sirius no estuviera
preocupado de que los atraparan – ¿seguramente nadie cuestionaría que compartieran una tienda?
¿Qué otra cosa pudieron haber hecho? Era probablemente un poco apresurado para empezar a
interrogar a Sirius, entonces Remus se mordió la lengua mientras se vestían silenciosa y
rápidamente, buscando su ropa al fondo de la cama, que parecía haberse dispersado en la noche.

Salieron de la tienda y pestañearon fuertemente contra la brillante luz mañanera, Remus pensó que
todo parecía lucir diferente. Lo mismo; pero no tanto como lo recordaba. Más real; sólido y
anclado.

Se tambalearon el dirección a la bomba de agua con sus cantinas, y mientras caminaban, uno junto
al otro, y Remus sintió que su corazón estallaría con alegría. Estúpido, realmente, una cosa tan
pequeña. El sitio de camping era encantador y pacífico, gorriones pasaban rápidamente entre los
árboles por encima de ellos, y ocasionalmente un campista asomaba su cabeza y les deseaba un
cortés ‘buenos días’ a los chicos mientras pasaban.

La bomba de agua estaba en el compartimiento de las duchas, y ambos se inclinaron para lavar sus
rostros rápido, antes de llenar sus cantinas, al igual que las otras que habían traído consigo.

—La tienda vende empanadas, —dijo Sirius, pensativo, moviendo su cabeza en dirección a la
pequeña cabaña de madera con un toldo azul y blanco, —¿Deberíamos conseguir algunas para el
desayuno, volviendo al campamento como héroes?

—Buena idea, —Remus sonrió tímidamente.

Compraron demasiadas empanadas de Cornualles, pero estaban recién salidas del horno, escamosas
y mantecosas y calientes, y Sirius no tenía control de sus impulsos.

De vuelta a las tiendas, nadie había despertado aún, aparentemente, entonces Remus y Sirius
decidieron que llevarían su desayuno a la playa. Se sentaron en una duna de arena, uno junto al
otro, masticando pacíficamente y lamiendo la grasa de sus dedos después.

—Podría acostumbrarme a esto, —dijo Sirius con una sonrisa, pasando sus manos por sus jeans,
suspirando felizmente hacia la vista. La arena se había limpiado por la noche junto a la marea.
Todo era perfecto e inmaculado. —Nunca antes había tenido unas vacaciones apropiadas.

—Yo tampoco.

Remus limpió sus propias manos en sus pantalones de pana y arrancó inquietamente restos de
césped.

—Oye, —dijo Sirius, —¿Qué pasa Moony? Dijimos sin preocuparse.

—Lo siento.

—¿Qué pasa?

—Solo me estaba preguntando algo. Es estúpido, no te preocupes.

Estuvieron en silencio de nuevo. Remus jugó inquieto un poco más. Suspiró. —¿Por qué conmigo?
—preguntó, suavemente.

—¿Hm?

—¿… por qué conmigo, en primer lugar? ¿Por qué no James, o… literalmente cualquier otra
persona? ¿Es solo porque… porque te lo permití? ¿Camino de menos resistencia?

—Obviamente no. —Sirius bufó, frunciendo el ceño. —¿A qué te refieres por qué no James? No
me gusta James.

—Tu… oh.

—Creo que por lo menos podemos admitir que nos gustamos. —Sirius arqueó una ceja, golpeando
suavemente la cadera de Remus a través de la fina tela de su polera. Remus asintió,

—Seh. Solo pensé. No lo sé.

—Nunca nos tocábamos, mucho.

—¿Qué?

—Antes de follar. —Dijo Sirius, como hecho. —Solía forcejear con James todo el tiempo,
solíamos compartir cama a veces y todo. Tu no. Te mantenías separado. Sin tocar.

—Era… tímido.

—Me dio curiosidad, supongo. Una Navidad, ¿recuerdas cuando Andromeda vino donde los
Potters? Estaba realmente tenso, convencido de que mi madre vendría a buscarme cada cinco
minutos, saltaba siempre que la puerta sonaba.

—Lo recuerdo. —Dijo Remus, suavemente. —Tercer año.

—Bueno, la puerta sonó, y yo estaba temblando, estábamos en el descanso de la escalera, creo. Tu


como que apretaste mi hombro y… bueno solo se sintió realmente bien. Significaba más, porque
eras tú. Se sintió como si tu… no sé, me hubieras elegido, o algo. No pude sacarlo de mi cabeza
por semanas.
—¡Teníamos catorce!

—¿Y?

—Mary y tú empezaron a salir poco después de eso.

—Seh, mira como eso resultó. —Sirius resopló una risa. Remus se rio también, a pesar de todo. —
Luego en tu cumpleaños, —dijo Sirius, su voz vaciló un poco, como si fuera algo difícil para él de
que hablar. —Tú… me besaste.

—Lo hice. —Respondió Remus, firmemente. —Lo siento.

—No me lo esperaba, solo fue tan de la nada. Había estado pensando sobre ti, antes de eso, pero
realmente no sabía… no sabía que estaba pensando sobre eso. Luego pensé… que tal vez fue mi
culpa, como que te había dado algún mensaje, como si te hubiera engañado para que lo hicieras o
algo.

—¿¡Qué!? ¡No! En serio, realmente quería besarte.

—Oh. Bien. Porque me sentí tan terrible sobre eso, ya sabes – fue tu primer beso, y fui y lo arruiné
todo.

—Eh… —Remus suspiró, —Mira, ya que estamos siendo honestos, sería mejor que lo supieras –
no fue mi primer beso.

—¿¡Qué!?

—Seh… el verano anterior, como que conocí a alguien. Nunca le dije a ninguno de ustedes. No
quería… no quería que supieran que era queer.

—Ese chico. —Dijo Sirius, repentinamente, —En la ocupación ilegal muggle, en Mile End.

—Su nombre es Grant. —Explicó Remus.

—Bueno, lo odio.

Remus se rio.

—Está bien, él es tan amable que ni siquiera le importaría.

—Lo odio aún más.

—Debería intentar y verlo este verano. Ha sido tan bueno conmigo, ni siquiera sabes la mitad de la
historia.

—Iré contigo, si quieres.

—…gracias, eso es amable.

—Moony, —dijo Sirius, suavemente.

—¿Mm?

—De verdad lamento todo.

—Está bien.
—No lo está.

—Sí lo está.

—No lo—

—¡Sirius! Por el amor de dios, ni siquiera te puedes disculpar sin empezar una pelea. Te estoy
diciendo – está bien. Estaba siendo injusto. Creo… creo que estaba pidiéndote algo que ni siquiera
yo entiendo propiamente. Lealtad o amor o lo que sea.

—Sí te amo, Moony. Los amo a todos ustedes; tú, James, Peter.

—Seh, —Remus suspiró. Cerró sus ojos, como para re-dirigir la conversación. Cuando los abrió de
nuevo, Sirius lucía ansioso. Remus sonrió, tranquilizadoramente, —¿Esperas con ansias séptimo
año?

—No sé. Es un poco aterrador, ¿no es cierto?

—¿Te refieres por la guerra?

—La guerra. —Sirius coincidió, —Otras cosas también. Último año antes de tener que madurar.

Remus se rio, suavemente,

—Yo no creo que vayas a madurar nunca, Padfoot.

—He sido tan egoísta. —Sirius había vuelto a la melancolía.

—Dije que está bien.

—Aunque, no lo está, —su ceño se frunció levemente, como si estuviera buscando las palabras que
necesitaba. Remus contuvo la respiración, inseguro de que venía, pero de alguna forma sabiendo
que necesitaba escucharlo. —Tienes tantos secretos, y debe ser tan mierda, guardarte las cosas, —
empezó Sirius, ganando más impulso mientras hablaba, —Y lo hice todo peor, solo te di más cosas
que esconder…

Amé guardar tu secreto, quería decir Remus, guardaría mil más, por ti. Sabía que este tipo de
pensamiento solo podría empeorar las cosas, entonces no dijo nada. Sirius se atrevió a acercarse,
tomando la mano de Remus y sujetándola. Remus la apretó de vuelta.

—No es que esté avergonzado de ti, o esto, es… un millón de otras cosas. Desearía poder decirles
a todos, desearía estar listo. Lo estaré, Moony, lo prometo.

Sirius lo miró, lleno de súplica. Remus lo perdonó completamente. Ya no era difícil mirarlo a los
ojos.

—James parecía… estar bastante bien conmigo siendo queer. —Incitó Remus, suavemente. Se
sentía un poco en desventaja, sacando a James como tema – James pertenecía a Sirius, Remus no
tenía derecho de intervenir.

—Por supuesto que lo estaba, el hermoso bastardo, —Sirius resopló, —Jodido príncipe entre los
hombres, ¿cierto? Lo sé. Sé que probablemente estaría bien con esto, incluso, —apretó los dedos
de Remus, —Pero… él es mi mejor amigo, y solo no quiero que eso cambie aún. No me gustaría
estar a solas con él y que se esté preguntando… Incluso si él no estuviera pensando sobre eso, yo lo
estaría.
—Ok, —dijo Remus. Estaba de acuerdo con todo, sabía que era estúpido. Pero era tan fácil ahora.

—¡Buenos días, chicos! —gritó Mary desde el campamento, Sirius jaló su mano de vuelta, rápido,
dedicándole a Remus una mirada apologética, —¡Gracias por las empanadas!

Ambos se giraron y le saludaron con la mano. Sirius se puso de pie, extendiendo un brazo para
ayudar a Remus a levantarse.

—Vamos, —dijo, sus ojos brillaban, —No puedo esperar por sacarle la mierda a Prongs por
finalmente haberse liado.

—¡No frente a Lily! —le advirtió Remus, —Te maldecirá la entrepierna.

—Bueno, no puedo permitir eso, soy unido con mi entrepierna.

—¿Sirius?

—¿Remus?

—Esto no es solo por el verano, ¿cierto?

Sirius lo miró y sonrió,

—Maldición, espero que no.

Afortunadamente, nadie tenía mucho interés en saber que habían hecho Sirius y Remus la noche
anterior, porque las noches de todos los demás habían sido igual de memorables. Peter le dedicó
una mirada extraña, pero eso pudo haber sido la resaca. Mary estaba sonriéndoles a todos
satisfecha, mordiendo su empanada y tratando de encontrar la mirada de Lily.

Marlene estaba envuelta en mantas, luciendo bastante verde y soltando gimoteos ocasionales.

—¿Todo bien, Marls? —preguntó Remus, gentilmente.

—Mmmmph.

—Pobre amor, —Mary hizo una señal de desaprobación, acariciando la cabeza rubia de su amiga
gentilmente, —Fuiste un poco dura con el Old Rosie, ¿no es cierto? Aun así, podría ser peor.
Dorcas aún no ha vuelto del baño.

James y Lily estaban sentados uno junto al otro, pero no demasiado cerca. Lily había sujetado su
cabello en una coleta, y estaba conscientemente mirando al suelo, comiendo su empanada con un
tipo de resignación silenciosa. James lucía absolutamente contento, pero estaba tratando de no
demostrarlo demasiado.

—Entonces… —Mary sonrió, ampliamente, mirando a su alrededor a todos, —Nos quedaremos


con los nuevos arreglos para dormir por el resto de la semana, entonces, ¿les parece?

—Me parece. —Dijo Sirius, casualmente.

—Y a mí, —Peter asintió, con la boca llena de carne molida.

Marlene dio un silencioso, nauseabundo pulgar arriba. James y Lily se miraron, luego desviaron la
mirada.

Una vez que todos habían terminado de comer, las chicas arreglaron una expedición al bloque de
duchas. Los chicos siguieron después, toallas bajo sus brazos y Sirius molestó a James sin piedad.

—No, vete, no te diré nada. —James rio.

—Esto es puramente por propósitos académicos, —le reprendió Sirius, —Será un asunto de interés
histórico, futuras generaciones necesitarán saber que maravilloso festín tuviste que realizar en
orden para finalmente convencer a Evans de--

—¡Solo hablamos!

—Oh, ¿entonces el hechizo silenciador fue para…?

James se tornó de un rojo brillante y desapareció dentro de un cubículo de duchas. Sirius soltó una
risita triunfante.

—¿Alguien quiere saber sobre mí y Dorcas? —preguntó Peter, inocentemente.

***

Las ruinas del castillo estaban a alrededor de 8 kilómetros de caminata, lo que nadie parecía pensar
que era demasiado lejos. Marlene se había despertado un poco después de ducharse y comer, y
todos decidieron que el aire fresco era probablemente la mejor cura para la resaca. Cerraron los
cierres de sus tiendas, guardado cosas de valor en mochilas – junto con algunas empanadas que
quedaron y botellas de agua – y se marcharon a alrededor de las once.

Siguieron un sendero junto a la costa, que se enroscaba y gradualmente se empinaba en un cerro.


La vista en la cima era asombrosa, pero Remus estaba teniendo dificultad para disfrutarla – sus
ojos se humedecieron y sus piernas ardían con el esfuerzo de caminar cerro arriba. Sirius, Marlene
y Mary hicieron una carrera hacia la cima; Marlene llegó de las primeras a pesar de sus nauseas.
James sorprendió a Remus apaciguando su paso para acompañarlo en su propia marcha arrastrando
sus pies.

—¿Todo bien ahí, Moony? —preguntó, animadamente,

—Brillante, —jadeó Remus, inseguro si estaba usando sarcasmo o solo sonaba como un terrible
mentiroso.

—No tenemos apuro, tómatelo con calma.

—Hmmph.

—Padfoot no se comportó mucho como un idiota anoche, ¿o sí? ¿Sobre toda la… eh… sobre lo
que nos contaste?

Remus sacudió su cabeza, centrándose en respirar, y en el horrible sonido de rechinido-click que


había empezado a sonar en su cadera cada vez que daba un paso.

—Bien, —James asintió, aliviado, —Solo me preocupaba que pudiera ser, ya sabes cómo era su
familia sobre este tipo de cosas. Estaba indeciso si dejarlo solo contigo honestamente, pero pensé
que solo le darías un golpe si se desubicaba.

—Todo está bien, —jadeó Remus, —No te preocupes.

—Bien. —Repitió James, y se detuvo, porque Remus se había detenido. Solo por un momento.

Los otros seis habían crestado el cerro ahora, y habían desaparecido por el otro lado. Solo habían
estado caminando por veinte minutos, pensó Remus sombríamente. Se preguntaba si se podría
aparecer más adelante – pero la parte de ‘deliberación’ sería difícil, sin un mapa, o habiendo visto
el lugar antes. Estaba avergonzado, teniendo a James esperándolo, pero por lo menos no era una de
las chicas.

—Lo siento, —dijo, secándose el sudor de su frente, —Usualmente no es así de malo tan lejos de
la luna.

—Está bien, —James se encogió de hombros, —Estamos de vacaciones, no en una ruta de marcha.

—¿No quieres alcanzar a Lily? Estaré bien.

—Le estoy dando un poco de espacio. Creo que está avergonzada.

—Aunque realmente le gustas, —dijo Remus, alentadoramente, —Ella me dijo.

—Lo sé, —James sonrió, con esa mirada tonta, ensoñadora mientras miraba por sobre la cima del
cerro, —No puedo creer mi jodida suerte. —Aclaró su garganta, —Pero solo hablamos, ¿está bien?
Esa es la verdad, no le digas nada a Black.

Remus rio, estirándose,

—No lo haré. —Volvieron a caminar, firmemente. El sol estaba alcanzando su punto más alto,
flameante por encima de sus cabezas de forma que tenían que entrecerrar sus ojos, o mirar a sus
pies.

—Hablamos de ti, de hecho, —dijo James. —Bueno, Lily lo hizo. Yo escuché.

—¿Oh?

—Seh – nada horrible, ¡lo prometo! Creo que solo era probablemente la sidra y estábamos
hablando sobre como eras un buen amigo, y luego ella dijo algo sobre ser valiente y dar a conocer
tus sentimientos y vivir honestamente, o… oh, no lo sé, estaba demasiado ocupado asombrándome
que ella me estuviera hablando siquiera.

Remus le sonrió a James, y quería abrazarlo en nombre de Lily.

Alcanzaron el castillo dos horas más tarde, una buena media hora por detrás del resto del grupo,
quienes los habían esperado.

—Lo siento, —dijo Sirius, una vez que estuvieron a una distancia de los otros, —No creí.

—Estoy bien, —Remus sonrió, tratando de esconder su cansancio, —Tuve a Prongs.

—Hay un bus local que va de vuelta al sitio de camping, lo chequeé, —dijo Sirius, galantemente,
—Podemos tomarlo de vuelta, ¿si quieres?

—Estoy bien.

El castillo era una ruina, hermosa piedra gris en el sol de verano, erguido contra el océano
brillante, cientos de metros abajo. Remus vagamente pudo creer que alguien realmente había
vivido ahí – las estrechas escaleras de espirales se habían derrumbado y no conducían a ningún
lado, largo césped y dientes de león amarillos habían invadido lo que pudo haber sido una vez un
gran comedor. Había ranuras de flechas en las paredes que quedaban, y grafitis tallados en los
parapetos, donde sin duda algún aburrido soldado había aguardado una vez, mil años atrás. Tal vez
no había sido mucho mayor de lo que ellos eran. La guerra nunca cambiaba.

James, Peter y Sirius empezaron una muy entusiasmada pelea de espadas con algunos palos
perdidos que encontraron, mientras que Remus se sentó a enrolar cigarrillos en una pila de rocas,
observándolos.

—Estarías mucho más en forma si no llenaras tus pulmones con esa mierda, —dijo Marlene en
desaprobación.

—Estoy aquí por un buen tiempo, no por uno largo, Marls, —respondió, secamente, lamiendo la
tira adhesiva en el papel y pegándola cuidadosamente.

Hizo cuatro o cinco, solo para pasar el tiempo, apilándolos ordenadamente en una vieja caja de
fósforos que había guardado para ese propósito. Observó a Sirius, jugando a ser un caballero contra
Peter el dragón, y riendo mientras James capturaba a Lily – aparentemente ahora una princesa –
levantándola sin esfuerzo alguno por encima de su hombro y corriendo por las puertas del castillo.
Ella se rio y estampó sus puños contra su espalda juguetonamente, y cuando la dejó abajo ella lucía
tan feliz en sus brazos.

Eventualmente, algunos de los otros turistas empezaron a molestarse un poco con los ocho
adolescentes perdiendo el tiempo, entonces decidieron que era tiempo de volver a la playa y pasar
el tiempo de la tarde refrescándose en el mar.

Lily y James condujeron el grupo esta vez, de la mano, charlando felizmente como si hubieran sido
así de íntimos por años. Una punzada de envidia se disparó a través de Remus. No era que quisiera
tomar la mano de Sirius. Por un lado, hacía demasiado calor, por el otro, no podías mantener a
Sirius quieto por mucho tiempo.

—Ustedes vayan adelante, —exclamó Sirius, —Moony y yo tomaremos una pausa para fumar.

Marlene hizo un gesto de desaprobación una vez más, pero se apresuró en alcanzar a los otros.

Remus y Sirius se sentaron en la pared de piedra por un rato, fumando.

—Hay un pub ahí abajo, —Sirius señaló más adelante el camino. —Lo vi cuando subimos, tiene
un jardín. ¿Quieres ir a perder el tiempo?

—Seh, —dijo Remus, sorprendido. Eso sonaba ideal. —¿Pero no quieres alcanzar a James?

—James ya no me ama, —Sirius suspiró, dramáticamente, apoyando su muñeca contra su frente


como una mujer mayor a punto de desmayarse, —Su corazón ha sido reclamado por otra.

Remus se rio, luego se atrevió a decir,

—Oh bueno. Me tienes a mí.

—Te tengo a ti, —Sirius asintió con una sonrisa, bajando de la pared con un salto. —Vamos,
entonces. Podría matar por un trago.

El pub era una pequeña cabaña blanqueada con persianas amarillo mostaza, un techo de tejas rojas
y una pulcra línea de geranios rojos plantados en macetas afuera. Adentro estaba oscuro, mohoso y
cavernoso; Remus tenía que agacharse debajo del bajo techo. Los hoscos trabajadores apoyados en
el bar se dieron la vuelta para mirar mientras entraban, y por un momento Remus se preguntó si
había sido una mala idea después de todo.
Aun así, Sirius ordenó dos tragos de cerveza, y los llevaron afuera al jardín, sentándose en una
mesa bajo un árbol de haya por sombra. Mientras se encaminaban, el malhumorado barman y los
antipáticos locales se giraron de vuelta a sus propias bebidas, obviamente decidiendo ignorar a los
dos chicos. Remus estaba seguro que había escuchado a uno de ellos murmurar ‘jodidos majos’, lo
que tomó como un insulto personal, aunque por supuesto pudo haber sido mucho peor. Aun así,
estaban solos en el jardín, y tenían la privacidad que habían estado buscando.

Sirius estaba impasible frente a la actitud de los otros – tal vez no lo notó; tal vez solo no pensaba
que valía la pena preocuparse por los muggles.

—Es genial aquí, —dijo, dando un trago a su brumosa cerveza tibia, —¿Crees que podríamos vivir
aquí, cuando todo acabe?

—Me gusta Londres, —respondió Remus, —Es a lo que estoy acostumbrado.

—Recuerda que prometiste que podríamos ir a Carnaby Street, —dijo Sirius, jugando con la caja
de fósforos de Remus, —Este verano. Te obligaré a cumplirlo.

—¿Cuándo dije eso?

—Navidad.

—Oh, claro. Ok, iremos.

—No puedo creer que lo olvidaste.

—Bueno también pasaste la mitad de la Navidad tratando de convencerme para conseguirme una
novia entonces…

—Uggh, —Sirius gruñó, aparentemente avergonzado, —Lo siento. Pensé que me ayudaría a eh…
sentirme menos interesado en ti. Suena un poco ridículo ahora que lo pienso…

—Ahora suena ridículo, —Remus le dio una patada suave bajo la mesa.

—Los procesos de pensamiento lógico no son mi fuerte, Sr Moony, —Sirius rio, con un giro
aristocrático de su cabeza, —Vas a tener que acostumbrarte a eso si vamos a… em… si vamos a…

—Empezar a salir… —sugirió Remus, gentilmente. Sirius le dedicó una sonrisa apologética,

—Salir, seh. —Acordó. —Lo siento.

—Llegarás ahí, —dijo Remus, casualmente, tomando un trago.

Y con eso, se rompió el hielo, y empezaron a hablar. Y hablar, y hablar. Era así de fácil; después
de meses fallando en comunicarse, parecía que las puertas se habían abierto de golpe. Descubrieron
que una vez que habían empezado, no podían parar. Remus recordaría alguna suposición que había
hecho; algo que había creído haber pensado sobre alguna interacción hace tiempo, y lo que había
pensado que significaba en ese momento. Y Sirius sacudiría su cabeza con ojos grandes y ansiosos
y diría;

—Pero Moony, no fue así para nada.

Cuando se trataba de detalles de importancia, Remus descubrió que gran parte de su miseria había
sido provocada por sí mismo; que la mayor parte del tiempo Sirius no había querido hacerle daño,
y que a menudo ni siquiera había sabido que le estaba causando dolor a Remus en absoluto – era
solo su tergiversada idea de lo que estaba pasando. Incluso hablaron de Mary.

—Realmente me gustaba, —dijo, —Creo que eso me descolocó, al principio. Ya sabes, no era que
las chicas no lo estuvieran haciendo para mí, en ese departamento… y ella era tan segura de sí
misma.

—Pensé que estabas con ella porque no querías estar conmigo.

—No. —Dijo Sirius, firmemente, —Ese es un pensamiento horrible. Fue por ella, no por ti. —Lo
miró, —Lo siento.

—Ja, no lo sientas. Eso me hace sentir mejor, de hecho.

—De todas formas, —Sirius sonrió travieso, —¿Qué hay de ti y Mary?

—Oh dios, —Remus enterró su rostro en sus manos, —No. Estoy tan avergonzado.

—Está bien. Me gustó. —Sirius arqueó una ceja, dedicándole a Remus una mirada tan intensa que
probablemente haría que lo arrestaran en algunas partes del país.

—Me di cuenta. —Se sonrojó, —No ayudó para sentirte menos interesado, ¿entonces?

—Aparentemente no.

—No pude creer que no te importó eso. Y aun así, cuando te enteraste sobre Chris…

Sirius se enderezó, luciendo molesto,

—Él. —Gruñó.

—No hay nada entre nosotros. Solo somos amigos.

—Y… este otro chico… ¿Grant? ¿Era tu…? —Sirius se estremeció, obviamente incómodo
mientras luchaba por articular la palabra, —¿Tu novio?

—No realmente, —respondió Remus, fácilmente, —Es difícil de explicar. Él es… un amigo. Me
preocupo tanto por el como por ti, y James, y Peter, y las chicas.

—Más secretos, Remus. —Sirius pasó sus manos a través de su cabello, frustrado, —No puedo
seguirte el paso, no sé cómo lo haces. ¿Puedes dejar de esconder cosas? ¿De mí, por lo menos?

—No lo sé. —Dijo Remus, suavemente, —Será difícil.

—Pero lo puedes intentar. —Sirius sonrió. Remus soltó una risita, y asintió.

Terminaron sus bebidas, y decidieron volver al campamento.

—Te enseñaré a nadar. —Le ofreció Sirius.

—Jódete, quieres. —Resopló Remus.

—Hay algo más que estés manteniendo en secreto, ¿eh, Remu? —Sirius lo empujó, mientras se
encaminaban lentamente cerro abajo. Era mucho más fácil, de vuelta, pero estaban caminando
bastante lento de todas formas.

—Nop, —Remus rio. Se sentía liviano como el aire – era como estar drogado; no tener que
esconder nada en absoluto, —Queer, analfabeto, sin techo, hombre lobo… —los listó con sus
dedos, —Creo que es todo. Oh, y mi madre.

—¿¡Tu madre!?

—Me llegó una carta, en esa caja de cosas depresivas de Dumbledore. Fotos, y una carta – una
disculpa.

—Oh, caray, ok. ¿Qué de--

—No, no quiero hablar de eso aún. Lo siento.

—Bien, —Sirius se encogió de hombros, —Digamos que podemos hablar de cualquier cosa,
excepto de nuestras madres.

—Perfecto. —Remus asintió.

Notas de Traducción:

Holi, vengo aquí a decir que amo sus comentarios, enserio, me animan mucho a seguir. Voy a
tratar de avanzar en capítulos por adelantado para subir uno cada día. Y voy a insistir que si
alguien quiere ayudarme a redactar la historia (preferentemente desde el inicio) por favor que
comente, siempre contesto por mi cuenta (evasoura), porque esta no es mía, y siento que es un poco
intrusivo usarla para eso. Así que eso, también trataré de subirlos todos bastante temprano. Se les
agradece su apoyo, y ustedes son magia.

Chapter End Notes

-Old Rosie es una sidra, y si bebes mucho lo lamentarás


-Empanadas de Cornualles son el arte de la gastronomía del Reino Unido.
-Al incidente que Sirius se refiere (que desencadenó su interés en Remus) ocurrió en el
Capítulo 51.
Verano 1977: Parte 4
Chapter Summary

Advertencia por temas de homofobia en este capítulo.

El resto de la semana en Cornwall pasó en un completo torbellino, hasta donde Remus y Sirius
concernían. Pasaban largos días en la playa y en las colinas, vagando a través de pintorescos
pueblecillos, explorando cuevas y bebiendo en el jardín del pub. Cenaban exclusivamente
empanadas, pescado y patatas fritas y helado, y en la noche – oh, las noches eran lo mejor de todo.

Durante el día, si los otros estaban alrededor, patearían una pelota de un lado al otro en la arena, o
Remus consentiría caminar un poco en el borde de la playa – jeans enrollados y mangas largas
firmemente encima. Si eran solo ellos dos, entonces enrollaría sus mangas a la altura de sus codos,
exponiendo antiguas cicatrices, y Sirius se transformaría en Padfoot y jugarían a lanzar y perseguir
ramas y su propia cola. Y a menudo conseguía estar solos, porque todos los demás parecían querer
seguir escabulléndose.

Lily y James eran los peores – cuando no estaban discutiendo se estaban besuqueando;
gratuitamente, y lánguidamente.

—¡Se supone que son prefectos! —les gritó Mary, después de la tercera noche, encontrándolos
prácticamente horizontalmente frente a la fogata.

—¡Oh, como si no te hubiera atrapado a ti cientos de veces en mis rondas! —Lily rio, levantándose
y arreglando su ropa de todas formas. —Y a ti, Black, entonces puedes dejar de mirar.

—¿Qué? —Sirius pestañeó, inocentemente.

Estaba llevando de vuelta un bowl de haberlo lavado en el bloque de duchas. Remus había estado
bastante sorprendido por eso – Sirius se había voluntariado para lavar los platos todas las noches
hasta ahora (—Me gusta bastante hacerlo, de la forma muggle, —le había confesado, en secreto, —
Madre solía obligarnos a hacer el trabajo del elfo doméstico como castigo a veces, pero yo solo lo
encontraba relajante, honestamente.)

—No me involucres a mí en tus sórdidas escapadas, —estaba diciendo Sirius, mojigatamente,


dejando abajo la cubeta. —He sido un perfecto caballero todo el viaje.

—No estoy convencida que no te has estado escabullendo con alguna chica muggle en el pueblo.
—Dijo Marlene. Estaba acostada en una toalla en su ropa interior, tomando sol. Su cuerpo era
bastante largo y muy pálido.

—Como te atreves, —Sirius la golpeó con su toalla de cocina, haciéndola soltar un gritito y fruncir
el ceño, —He ido a la cama temprano cada noche, ¿no es cierto, Moony?

Remus se atoró en las galletas que había estado comiendo, y James lo tuvo que golpear en la
espalda un par de veces antes de recuperarse. Pagarás por eso más tarde, Black, fulminó a Sirius,
con sus ojos vidriosos.

Una vez que James se había calmado sobre el ‘Evento Lily Evans’ (como Sirius lo había llamado,
a sus espaldas) lo suficiente para pensar bien, había estado sorprendido de que Sirius y Remus
ahora estaban compartiendo una tienda, y sospechaba, por todas las razones erróneas.

—¿No van a empezar a pelear de nuevo, ustedes dos? Saben que solo se provocan en tan corta
proximidad…

—Tienes razón, Prong, —dijo Sirius, animadamente, —Tú duerme con Moony y yo compartiré
con Evans.

Eso puso un final a esa línea de cuestionamiento, pero no a la repentina sobreprotección de James
por Remus. Era amable – seguramente nada de que quejarse – pero un poco incómodo. Remus
nunca había tenido algún tipo de figura de un hermano mayor – a menos que contaras a Ste o
Craig, quienes le habían enseñado a robar y a beber y a golpear apropiadamente – pero James
ahora parecía estar determinado de hacer su mejor, torpe intento de buen corazón. A mitad de la
semana, Remus estaba un poco sorprendido de que nadie había mencionado la confesión que había
hecho la primera noche. No era que quisiera que alguien hiciera un escándalo, o dijera algo astuto
o ambiguo, pero… aun así. ¿Absolutamente nada? Sacó el tema con Sirius en un momento
tranquilo, y él se rio,

—Bueno si Prongs le dio a todos ese jodido discurso no me sorprende.

—¿Discurso?

—Seh, me hizo a un lado y me dijo que si empezaba a tratarte diferente me golpearía.


Probablemente no le dijo eso a las chicas – tal vez Lily lo hizo. —Sirius se estiró, caninamente,
acostado en su estómago.

Estaban pasando el tiempo en la playa, solos, en una tranquila extensión de arena que hasta ahora
nadie había descubierto. Sirius estaba en su traje de baño y Remus estaba tomando la oportunidad
para mirarlo tanto como quisiera, y tan descaradamente como se le antojara. De vez en cuando
tomaba un puñado de suave arena amarilla y la derramaba sobre la piel de Sirius, solo para
observar a los granos deslizarse como agua por los músculos de su espalda.

—Me estás tomando el pelo. —Dijo Remus, perezosamente, sin creerle a Sirius.

—Desearía estarlo. Lo juro, fue tan difícil no reírme en su cara y solo contarle todo. —Se giró,
quitándose la arena descuidadamente, —Tendré que ir a bañarme en un minuto, si sigues haciendo
eso.

—Esa es la idea, —Remus sonrió travieso. Sirius en el océano era su nueva cosa favorita que
mirar.

Remus aun así realmente no le creyó, hasta el último día de sus vacaciones. Estaban todos tratando
de empacar las tiendas – las cuales no parecían querer volver a caber en las bolsas en que habían
llegado – y Remus había terminado haciéndose cargo, porque Peter, Sirius y James no parecían
entender el concepto de las instrucciones. Las chicas habían desarmado su propio campamento en
menos de una hora, y se estaba volviendo un poco vergonzoso.

—Bien, esa clavija necesita salir primero, y luego hay un tipo de lona encima que necesitamos
quitar, de lo contrario todo se enredará… —dijo Remus, rascando su cabeza. James y Sirius
hicieron esto exitosamente y empezaron a doblar el lienzo café.

—Qué haríamos sin ti, Moony, —James soltó una risita.

—Seh, —dijo Peter desde el suelo, donde estaba colectando las clavijas, —Quién habría pensado
que serías bueno en todas estas cosas.

—Bueno, siempre he sido el sensible, —murmuró Remus, sin realmente prestar atención, hojeando
a través de los siguientes pasos en el instructivo. Luego se dio cuenta que todos se habían quedado
callados, y James estaba de pie frente a Peter.

—¿A qué te refieres con ‘estas cosas’?

Peter levantó la mirada, confundido, y frotó sus manos,

—Ya sabes, cosas de terreno – cosas de hombres. No quise decir--

—Pete. Una palabra. —Dijo James, su voz era extrañamente violenta y plana; canalizando a
Euphemia Potter en un modo severo. Se marchó, hacia la playa, Peter lo siguió nervioso detrás, aun
jugando con sus manos.

—Cosas de hombres. —Murmuró Sirius, aunque lucía ansioso y pálido también.

—¿¡Qué fue todo eso!? —preguntó Remus, acercándose para tomar las clavijas que Peter había
dejado a un lado.

Sirius sacudió su cabeza, y no volvió a hablar hasta que Peter y James volvieron, Peter lucía
bastante estremecido. Remus deseó poder haber dicho algo, pero sintió que solo empeoraría el
problema.

Cuando llegó el momento de decir adiós, nadie quería despedirse. Remus se encontró mirando
tristemente los cuatro cuadrados amarillentos de césped donde habían estado las tiendas, mientras
que James y Lily se aferraban al otro, despidiéndose.

—¿Vas a volver a Essex, Remus? —preguntó Mary, animadamente.

—Me quedo con los Potters por un tiempo. —Respondió Remus, tratando de animarse.

—¡Que suerte! —dijo Mary, —Yo tengo que volver a Croydon – Marlene me invitó a quedarme
con ella, pero Mamá dice que no me ve lo suficiente, de hecho.

—Eso es bueno, —Remus sonrió, —Es bueno ser extrañado.

Peter y Dorcas se fueron primero, encaminándose a lo largo de la carretera para buscar un lugar
aislado para tomar el Autobús Noctámbulo. Remus se despidió con la mano, y todo parecía estar
bien, pero eso solo pudo haber sido la presencia de James. Las chicas aparecieron – una vez que
Lily finalmente dejo ir a James, prometiendo visitarlo antes que terminara el verano, prometiendo
escribirle, haciendo a James prometerle llamarla por teléfono. Ella abrazó a Remus, y luego – tal
vez justo en un momento de felicidad ciega, abrazó a Sirius también.

James, Remus y Sirius aparecieron de vuelta donde los Potters con, de alguna forma, más éxito que
la primera vez. Remus terminó en el jardín trasero, por alguna razón, Sirius en algún lugar en el
pueblo, pero la Sra Potter estaba fascinada de verlos de todas formas, y decidieron que todos ellos
necesitaban algo de comida apropiada, enseguida.

—¿Deberíamos contactarnos con el hogar por ti, Remus? —preguntó el Sr Potter, casualmente en
la cena, —No estás haciendo otro acto de desaparición, ¿o sí? No podemos tenerlos llamando a la
policía muggle de nuevo.

—Oh – eh, no, yo… em… —Remus titubeó por encima de sus patatas cocidas - ¿Qué podría decir,
para hacer que dejaran de preguntar? ¿Qué le podría comprar un poco más de tiempo? Sirius le dio
una patada bajo la mesa, y le dedicó una mirada. Adelante, Moony, decía; di la verdad. Remus miró
al Sr Potter, —De hecho, ahora que tengo diecisiete, no hay un lugar para mí en St Edmunds.

—Oh bien, —la Sra Potter sonrió benignamente, —¡Te tenemos todo el verano, entonces!

Así de simple.

—Te lo dije, —susurró Sirius, mientras se deslizaba en la cama de Remus, pasada la medianoche.
—Los Potters aman acoger gente.

—¿Deberías estar aquí? —susurró Remus en respuesta, ansiosamente, —¿Qué hay de James?

—Roncando, lo podía escuchar a través de la pared.

Remus no presionó más – después de todo, quería a Sirius ahí. Se sentía extraño, acostarse solo en
una gran cama doble después de pasar una semana apretados en una tienda. Tener otro cuerpo
cerca era reconfortante. Tener el cuerpo de Sirius cerca era aún mejor.

—Bien hecho por contarles. —Dijo Sirius, suavemente, tomando la mano de Remus bajo las
cobijas. Hacía eso a menudo, y solo en la cama, en la oscuridad. A Remus no le molestaba.

—Seh, solo le estoy contando todo a todos, esta semana, —Remus rio.

—No hay nada de malo en pedir ayuda, Moony. A la gente le gusta ayudar a sus amigos.

—Lo sé. —Remus besó la frente de Sirius – uno de los muchos privilegios que ahora tenía
permitido. A Sirius le gustaba dormir escondido bajo las cobijas, como una criatura hibernando.
Lo hacía parecer más pequeño de lo que era, y hacía a Remus sentirse protector. Otra cosa que
estaba bien sentir, ahora. —¿Sirius?

—¿Mm?

—¿Eso que dijo Wormtail, realmente te molestó?

Sintió a Sirius tensarse contra él, e instantáneamente deseó no haber sacado el tema. Intentó
suavizarlo, —Solo… ya conoces a Pete, es un poco un idiota a veces, pero es bruto, no odioso. Se
acostumbrará. Se acostumbrará a mí. La próxima vez que necesite hacer su tarea, no importará.

—He escuchado cosas así antes, es todo. —Dijo Sirius, muy bajo, de forma que Remus, quien
usualmente tenía perfecta audición – más que perfecta – tuviera que escuchar cuidadosamente. —
Sobre ser un hombre. Ya sabes qué tipo de cosa.

—¿De tu madre?

Sirius no habló, pero movió su cabeza levemente y Remus lo tomó como que estaba asintiendo.

No estamos hablando sobre madres. Remus tuvo que recordarse. Solo apretó la mano de Sirius, y
dijo la única cosa en la que podía pensar.

—Bueno entonces, sabes que todas eran idioteces.

***

Sábado 30 de Julio, 1977


James Potter no era tan listo como Remus le había dado crédito. Habían vuelto de Cornwall hace
una quincena. James había hablado con Lily por teléfono desde la cabina telefónica al final de la
calle exactamente catorce veces. Y exactamente catorce veces, Remus había tenido que acompañar
a James a la cabina, poner las monedas en la ranura, marcar el número por él, y mostrarle como
cortar, al final.

Las llamadas duraban alrededor de una hora, usualmente permitiéndole a Sirius y Remus sentarse
afuera en una pared de ladrillos, a fumar. Ocasionalmente caminaban a lo largo de la calle, pero la
mayoría de las veces solo esperaban que James terminara.

—Jodido idiota. —Remus suspiró, mientras salía de la cabina por decimocuarta vez. —¿Qué tan
difícil es recordar unos simples pasos? Hizo estudios muggles, ¿acaso no explican estas cosas?

—Aww, se emociona mucho para recordar algo. —Sirius se rio, —Ten un poco de simpatía por el
idiota enamorado.

—No. Seré amargado y miserable para siempre. —Gruñó Remus, jugando con su encendedor.

—Oh bien, amo cuando estás todo oscuro y molesto.

—Jódete.

—Mm, oooh seh, ahora llámame un estúpido imbécil, eso realmente me pone… —bromeó Sirius,
con el cigarrillo entre sus dientes, brazas brillando en sus ojos. Remus lo empujó de forma que se
tambaleara de la pared, riendo.

—Estás siendo un estúpido imbécil.

—Solo por ti. —Sirius apagó su cigarrillo. Hubo un sonido sordo y oscuro en la distancia, y todo el
rostro del Sirius se iluminó. Agarró el brazo de Remus, —¡Mira! ¡Ahí viene, justo a tiempo!

Remus puso sus ojos en blanco. Sirius había tenido otra razón para complacer a James. Cada tarde,
mientras esperaban que los enamorados terminaran su llamada, una cosa maravillosa pasaba –
frente a los ojos de Sirius, de todas formas. Una motocicleta conducía a través del pueblo –
probablemente algún hippie de edad de camino a casa desde su aburrido trabajo, pensó Remus,
petulantemente.

Era una Triumph Bonneville T120 (Remus odiaba saber esto, pero después de haberla visto por
primera vez Sirius los había arrastrado a un kiosko de periódicos para comprar cada revista de
motocicletas que pudieran encontrar, hasta que habían identificado el modelo), con un tanque rojo
cereza, cada centímetro de cromo pulido a un plateado brillante. Sirius estaba locamente
enamorado, Remus estaba locamente celoso.

Una vez que la moto había pasado, Sirius dio un suspiro de satisfacción, luego volvió a trepar la
pared, y observó a Remus por un tiempo. Hacía eso a menudo, ahora. Remus tuvo que aprender a
que no le importara mucho; ser escrutinizado. Sirius ladeó su cabeza, —¿Es la luna? ¿Te está
haciendo gruñón?

—Probablemente. —Remus se encogió de hombros. —Usualmente me vuelve intranquilo1 .

—Seh, me di cuenta, anoche. —Sirius le guiñó.

—Oh por dios, cállate, idiota odioso.

Sirius sonrió y sacó su puntiaguda lengua rosada.


Remus estaba nervioso por la luna. Sería la primera luna llena que no pasaría en Hogwarts o en St
Edmunds. (Aunque presumiblemente había habido otra luna llena, una vez, hace tiempo, con su
madre.) El Sr Potter lo había hecho a un lado, después de que estuviera acordado que Remus se
quedaría por el resto del verano, y le explicó su plan de acción.

No era que le importara mucho a Remus; una habitación bajo llave era una habitación bajo llave.
Esta vez era el ático, y Moody se había ofrecido para hacer guardia afuera, asegurándose que la
familia estuviera a salvo. El Sr y la Sra Potter (sin mencionar James y Sirius) le habían asegurado
repetidas veces a Remus que no estaban preocupados en lo más mínimo, y que no debía
preocuparse tampoco. Pero por supuesto que lo hizo, de todas formas.

Sirius quería ir con él – igual que James, pero James por lo menos tuvo suficiente sentido común
para darse cuenta que no sería posible. Nadie iba a lograr pasar a Moody – quien tenía un nuevo
ojo azul eléctrico, aterrador y horriblemente encantado.

—He tacleado hombres lobo antes, —dijo bruscamente, mientras Remus era dirigido por la
escalera hacia el ático, —Siempre he tenido buenos resultados, mínimas bajas.

Esto no hizo que Remus se sintiera mejor, pero no estaba seguro si suponía hacerlo.

Fue una mala noche. Tal vez era la presencia de Moody. Tal vez al lobo no le gustaban las alturas.
Tal vez podía oler a sus compañeros de juego, Prongs y Padfoot, y se sintió solo. Tal vez el lobo
solo odiaba a Remus, quien sabía. De todas, cuando despertó descubrió que había destrozado la
habitación; había hecho trizas las cortinas y había arañado las tarimas. Al final, el lobo había
mascado sus propias patas de la frustración.

Con las manos sangrando, la piel hecha jirones, Remus se acostó en la oscuridad, su corazón
latiendo, esperando que el dolor amainara, o que alguien viniera y lo ayudara; lo que fuera que
ocurriera primero.

La Sra Potter lo remendó, e hizo un buen trabajo, pero aún tuvo problemas para sujetar su varita
por unos pocos días, mientras la piel volvía a crecer. No podía sujetar una escoba, tampoco,
entonces tenía que observar mientras Peter, Sirius y James practicaban, como en los viejos
tiempos.

Remus descubrió otras formas de ocuparse. Se hizo de una vieja copia de un libro telefónico y pasó
más tiempo del que era probablemente sano buscando cada ‘Jenkins’ en Bristol. Habían muchos de
ellos, pero no Hopes. Desesperanzador2 . No importaba, intentó decirse. Había estado bien por
doce años sin ella.

—Cuéntame un secreto, —susurraría Sirius, tarde en la noche – cada noche, iba hacia Remus, —
Dime algo que nadie sabe.

Y Remus lo haría – porque hacía feliz a Sirius, y esa era una ocupación que valía mucho la pena –
de hecho, Remus se estaba dando cuenta, que hacer feliz a Sirius podría ser la única cosa que
valdría la pena hacer, por el resto de su vida.

—Yo fui quien le dijo a Philomena Pettigrew que fuera a América.

—¡Tu nunca!

—Sep, en el baño en Víspera de Navidad.

—Astuto bastardo. ¿Cómo consigues hacer que las chicas se mueran por hablar contigo, eh? ¿cuál
es tu secreto?

—Tal vez confían en mí porque saben que no intento llevarlas a la cama.

—Una reflexión intrigante. Cuéntame otro secreto.

—Em… no lo sé, te he contado todo. —Todo lo que no te haría daño, añadió, silenciosamente.

—No lo has hecho, —dijo Sirius, sus labios ahora contra los de Remus, mientras trepaba encima de
él, deslizando sus manos bajo la polera de Remus. Presionó su lengua en el labio inferior de
Remus, —Voy a saber todo sobre ti, algún día, lo prometo.

Remus lo besó profundamente, creyendo cada palabra.

Notas de traducción:

1.- No pude encontrar la palabra perfecta, pero quiere decir que no se cansa.

2.- ‘Hope’ es esperanza en inglés, ‘hopeless’ es desesperanzador.


Verano 1977: Parte 5
Chapter Summary

Advertencia por lenguaje/actitudes homofóbicas y en general mierda desagradable de


los 1970s.

Chapter Notes

See the end of the chapter for notes

1977 and we are going mad

It's 1977 and we've seen too many ads

1977 and we're gonna show them all

Apathy's a drag.

Lunes 29 de Agosto, 1977

Remus despertó de su segunda luna llena ligeramente mejor que la anterior, pero incapaz de
moverse. Moody lo había aprisionado a la cama (mantenida en el ático específicamente para este
propósito) usando algún tipo de magia avanzada. No dolía, pero era bastante humillante, teniendo
que acostarse ahí y esperar a ser liberado, sin ropa encima. Sirius había estado vehementemente en
contra de la idea, pero no lo dañaba, y era mejor que la alternativa. A Remus no le importaba como
se sentía el lobo al respecto.

—Hiciste mucho ruido, —dijo Moody, mientras lo liberaba, —Pero es de esperarse.

—¿Qué hacen los otros? —preguntó Remus, poniéndose rápidamente sus jeans, deseando que
Moody se fuera, o por lo menos se diera la vuelta, —¿Los hombres lobo de los que sabe el
ministerio?

—O lidian con ello en casa así – con un Auror chequeando antes y después – o se reportan a las
celdas de mantenimiento del ministerio. Te conseguiré un panfleto, si quieres.

—No gracias.

Remus tenía la clara impresión que Moody no aprobaba la decisión de Remus de no registrarse.

Escaleras abajo, en su habitación normal, la Sra Potter había dejado un conjunto de túnicas en la
cama para él – no uniforme, pero normales, cotidianas. El tipo que James y Sirius usaban fuera de
la escuela. Esperaba que fueran de segunda mano; no quería saber como les pagaría si empezaban
a comprarle ropa.

—Son para salir, —explicó James, cuando Remus preguntó, —¡Callejón Diagon hoy día!

Con el primer día de escuela no muy lejos, habían acordado que los chicos se quedarían en el
Callejón Diagon por los últimos días de las vacaciones de verano. El Sr y la Sra Potter se irían una
semana por negocios para Dumbledore, aparentemente, aunque no confirmaron ni negaron esto.
Incluso Moody no pudo discutir que Remus fuera al Callejón Diagon esta vez,

—Lleno de Aurores, estos días – encubiertos, ni siquiera lo notarías.

—Y tengo diecisiete, —dijo Remus, cortante, —Entonces soy libre de ir a donde me plazca.

—Absolutamente, —dijo Euphemia, cansada.

Sus cartas de Hogwarts habían llegado solo hace una semana, y para la sorpresa de todos James
había sido nombrado Delegado, como se evidenciaba por una nueva insignia dorada adjunta dentro
de su sobre.

—¡Maldita sea! —jadeó James,

—¿¡Qué mierda!? —Sirius frunció el ceño.

—¡Lenguaje! —les reprendió la Sra Potter.

Había estado bastante orgullosa, por supuesto, pero James solo estaba interesado en contarle a Lily,
y se apresuró a enviarle una lechuza enseguida – en menos de media hora, descubrieron que ella
había sido nombrada Delegada.

—¡Es el destino! —declaró James, —¡El destino!

Usaron polvos flu para llegar al Calderón Chorreante, un hogareño, pub mágico anticuado que
también hacía de hostal, punto de reunión y en general centro de la comunidad, hasta donde Remus
sabía. James había registrado dos habitaciones idénticas, y después de haber sido recibidos por un
tabernero jorobado de aspecto extraño, los cuatro merodeadores dirigieron sus maleteros escaleras
arriba para instalarse. Remus estaba compartiendo con Peter, porque ninguno Remus ni Sirius
pudieron inventar una excusa para compartir una juntos. Las habitaciones eran adyacentes, que era
pequeño consuelo, pero no mucho.

El Callejón Diagon no era como Hogsmeade, como Remus había pensado que sería; estaba más
lleno, bullicioso, ruidoso – lo equivalente mágicamente a cosmopolita. Las calles estaban ocupadas
con piñas de estudiantes, y cada tienda estaba ocupada hasta sus techos.

Gringotts fue la primera parada para todos, y Remus siguió a James y Sirius alrededor del banco
palacio, estupefacto por la completa extrañeza de todo. Remus nunca antes había estado en un
banco muggle, pero nada lo pudo haber preparado para Gringotts; goblins y pasajes secretos y
montañas y montañas de oro. James y Sirius se pasearon alrededor como miembros VIP – válgame,
probablemente lo eran. Los goblins se arrastraban a sus pies, lo que Remus encontró enormemente
desagradable, pero realmente no pudo decir nada al respecto. Deseo que Lily estuviera ahí, o
Marlene y Mary – cualquiera un poco más cerca de la tierra.

Remus descubrió que le habían dejado solo bajo cuatrocientos galeones en la bóveda que una vez
habían pertenecido a Lyall Lupin. Esto sonaba como una enorme cantidad para Remus – hasta que
vio la mirada de lástima en el rostro de Sirius. Silenciosamente tomó suficiente para sus libros y
algunas túnicas nuevas, al igual que un poco de sobra para convertirlo en dinero muggle.

Remus estaba tan destruido después de la luna llena y los polvos flu y el banco, que una vez que
retiró su dinero tuvo que volver a la habitación en el Calderón Chorreante para colapsar. Los otros
prometieron que dejarían las compras para el día siguiente, y pasarían el resto de la tarde viendo
escobas y suministros de quidditch. Remus estaba muy cansado para que le importara, y se
desplomó en su pequeña cama, muerto para el mundo por lo menos por quince horas. Ni siquiera
despertó cuando los otros volvieron tambaleándose a media noche, oliendo fuertemente a whisky,
haciéndose callar ruidosamente y riendo.

Al día siguiente, Lily llegó, y su compra escolar empezó con ansias. Ella y Remus tenían mentes
metódicas similares cuando se trataba de completar tareas, y confirieron privadamente en un plan
de acción, antes de ordenar a los otros tres chicos por el resto de la mañana. Remus deseó poder
haber tenido más tiempo en Flourish y Blotts, pero como habían dejado los libros de los últimos
(siendo los artículos más pesados de la lista), James, Sirius y Peter estaban realmente agotados a
este punto, y al borde de la sublevación si no iban por algo de helado.

Entonces; volvieron al Calderón Chorreante a dejar sus bienes y almorzar algo, (—¡Por el amor de
dios, James, no puedes tomar helado antes de haber comido comida real, es ridículo!), luego a
Florean Fortescue, donde Sirius intentó comprarle a Remus una cucharada de cada sabor (—
Vamos, Moony, es solo justo, nunca lo has probado antes; ¿¡cómo sabrás cuál es tu sabor
favorito!?)

Una vez que todo esto había sido completado, Remus encontró su energía casi completamente
agotada de nuevo, y eran solo las dos de la tarde. Consideró tomar una breve siesta, pero era su
última noche en Londres, y tenía una cosa que realmente necesitaba hacer antes de irse.

Le tomó un poco de tiempo conseguirse un momento a solas, pero en el baño en Florean Fortescue,
Remus tomó la oportunidad de sacar su reloj de bolsillo. Lo abrió – el mecanismo igual de
satisfactorio como había sido la primera vez que lo había usado – y susurró, —Grant Chapman, —
a la mitad de la brújula.

Esperó que la flecha empezara a apuntar al este, pero alarmantemente, empezó a dar vueltas
incontrolablemente, giraba y giraba, cada vez más rápido. La brújula no venía con instrucciones,
pero Remus tenía la terrible sensación de que algo que había sabido desde el principio estaba
finalmente siendo confirmado. Grant no estaba a salvo. Grant necesitaba ayuda.

***

I live off you!

And you live off me!

And the whole world lives off of everybody

See we gotta be exploited!

See we gotta be exploited!

By somebody by somebody by somebody…

Remus se apresuró de vuelta a la pequeña mesa afuera de la heladería, donde sus cuatro amigos
estaban sentados, haciendo ruido estridente sobre algo que Peter justo había hecho con su batido.

—Todo bien, Moony, —Sirius le sonrió mientras Remus se acercaba, —Estos chicos quieren ir y
hacer turismo o algo, pero suena aburrido, ¿quieres escabullirte a Carnaby Street, finalmente?

—¡Seh, genial! —dijo Remus, forzando una sonrisa. Le expandió los ojos a Sirius, esperando que
entendiera el mensaje. Afortunadamente, Sirius era muy hábil siguiendo señales secretas, y se
acercó enseguida.

—¿Qué pasa? —susurró, —Estás en un real estado.

—Tengo que ir a encontrar a Grant. —Dijo Remus, agitado. —¡Mira! —le mostró a Sirius la
brújula girando descontrolada.

—¿Justo ahora? —Sirius frunció el ceño, —Pero nosotros íbamos a--

—Ahora. —Dijo Remus. —No puedo explicarlo, solo tengo que hacerlo, sé que tengo que hacerlo.
¿Podrías decirles algo a James y Peter? No sé qué – solo si preguntan.

—¿Qué? ¡No, yo voy contigo!

—Sirius…

—Remus. —Sirius imitó su tono severo y arqueó una ceja.

Remus suspiró. Esta era probablemente una de esas cosas donde se supone que debía incluir a
Sirius. Se tragó su temperamento y cedió.

—Ok, bien.

—¿Deberíamos solo decirle a los demás a donde vamos?

—No. No discutas esto conmigo. —No quería que nadie más supiera sobre Grant.

Sirius, aparentemente reconociendo que Remus solo llegaría hasta ahí, asintió, y no presionó su
suerte. Le dijeron a los otros que iban a Carnaby Street, a mirar las tiendas, pagaron y se
apresuraron en marcharse, sin mirar atrás.

Tuvieron que cambiarse a sus ropas muggle primero, y una vez que habían dejado el Callejón
Diagon se encaminaron hacia la estación Charing Cross y alcanzaron dos trenes hacia la ocupación
ilegal en Mile End, que Remus pensó que era probablemente el mejor punto para empezar. Para
cuando llegaron ahí eran casi las cuatro de la tarde.

Remus no estaba seguro si fue el año de negligencia o solo la retrospectiva que hacía lucir la
perspectiva de los edificios mucho menos acogedora que el verano pasado. El olor a moho era más
fuerte, parte del linóleo parecía haberse arrancado, exponiendo sucias tejas crema agrietadas. Era
un día caluroso, pero aun así se sentía frío adentro. Adz, el hombre que Remus había conocido el
año anterior, era el único del grupo original aun viviendo ahí.

—¿Grant? —rascó su cabeza, luciendo aturdido, —Seh, creo que fue al oeste, cuando se hizo muy
difícil por aquí. ‘ammersmiff, tal vez. Derriban este lugar la próxima semana, me voy a Brixton.

—¿¡Hammersmith?! —dijo Remus, —¡Eso está al otro lado de la ciudad!

—Seh hizo algunos amigo ahí supongo. Grant siempre es bueno haciendo amigos, cuando le
conviene.

Dijo esto un poco bruscamente, a Remus no le gustó, y automáticamente se hizo lucir más alto,
enderezando sus hombros. Adz lo miró de arriba abajo irritablemente y escupió, —Mira, si no él
quiere que lo encuentren, no lo harás.

Entonces, devuelta a Central line, y fueron al otro lado de la ciudad. Mientras pasaban Tottenham
Court Road, Remus se sintió culpable por arruinar el día de Sirius en Londres muggle, y
secretamente prometió compensárselo la próxima vez que tuviera oportunidad. Aun así, Sirius
estaba teniendo un sorprendentemente buen rato; tan cautivado por las escalinatas y barreras de
entrada como Remus lo había estado por Gringotts.

Hicieron un cambio en Notting Hill, luego caminaron, porque Remus no tenía idea de a dónde
estaban yendo, excepto por su nariz, y la brújula, que estaba girando menos erráticamente ahora, y
parecía estar intentando guiarlo en una vaga dirección.

—Es increíble, —dijo Sirius, mirando a las casas mientras caminaban, asomándose por ventanillas
de tiendas y deteniéndose para observar autobuses de dos pisos pasar. —He vivido en Londres la
mayor parte de mi vida, y nunca lo había visto así.

—Me alegra que te estés divirtiendo, —dijo Remus, distraído. Estaban en Sheperd’s Bush ahora,
estaba bastante seguro. Eran pasadas las seis de la tarde, y se estaba ralentizando. Su cadera dolía
del traqueteo en el metro; sus pantorrillas estaban adoloridas por la caminata, y su espalda dolía
por el terrible hechizo aprisionador de Moody.

—Sentémonos por un minuto, ¿quieres? —preguntó Sirius, con una mirada de profunda
preocupación. —Mira, hay un parque por ahí.

Era Sheperd’s Bush Green – por lo menos Remus sabía dónde estaban. Consintió descansar solo
por un poco – estaba muy preocupado que una vez que se sentara sería imposible que se volviera a
levantar.

—Entonces te llevaré en brazos. —Dijo Sirius.

—Jódete, quieres. —Remus resopló, descansando sus codos en sus rodillas e inclinándose hacia
adelante. Sacó el compás para revisarlo una vez más. —Ugh, ¡se está volviendo loco de nuevo! —
gruñó, —Pensé que estaba llegando a alguna parte…

—Puede que sea porque estás agitado —sugirió Sirius, delicadamente. —Eh… ya sabes, porque se
alimenta de tu emoción hacia esa persona que estás buscando. Entonces tal vez si tu…

—¿Me estás diciendo que me calme? —Remus frunció el ceño.

—Puede que ayude. —Respondió Sirius, igualmente. —¿Qué te parece si me cuentas algo sobre
Grant? ¿Algo bueno?

—Si crees que ayudará… —no tenían tiempo para esto, Grant lo necesitaba justo ahora… Pero a
este punto, Remus estaba dispuesto a intentar de todo. Incluso si solo era una táctica de Sirius para
conseguir más información. —Eh… su nombre es Grant Chapman. Lo conocí en St Edmunds en
1975. Le gustaba la misma música que a mí, es amigable, eh…

—¿Cómo luce?

—Lo has visto.

—No apropiadamente, era un perro. De todas formas, el punto es que tú pienses sobre él.

—No estoy haciendo nada más que pensar sobre él. —Escupió Remus. Cerró sus ojos y tomó aire.
—Cabello rubio. Rizos. Eh… creo que ¿ojos azules? Seh, azules. Tiene un diente frontal torcido.
La última vez que lo vi estaba más delgado… —un bulto de ansiedad se alzó en su garganta. —
Eh… —tartamudeó.

—Sigue, —le incentivó Sirius, —¿Les gusta la misma música? ¿Entonces Bowie? T.Rex.
—Seh, y a él le gusta, em… Deep Purple.

—Cool, ok, entonces ¿así es como se volvieron amigos?

—Seh, —Remus asintió, sintiéndose un poco mejor, enfocándose en lo positivo, —Era el único en
St Eddys que no era un completo maniático, o criminal – o sea, tenía unos pocos cargos, pero no
como… no serios. Luego un día él… bueno el solo me besó, y así es como supe… —Remus miró
a Sirius rápidamente para chequear si estaba bien seguir adelante. La sonrisa de Sirius se había
tensado un poco, pero asintió de nuevo. —Él ha sido un buen amigo, aparte de eso, —explicó
Remus, —Nunca me hace sentir mal sobre mí mismo. Nunca me hace sentir raro, o diferente.

—Suena realmente como un buen amigo. —Dijo Sirius, cortésmente.

—Seh. Y él haría lo que fuera por mí. Por es que necesito… —miró hacia abajo a la brújula, y vio
que ahora estaba apuntando al oeste – un poco débil, pero lo suficientemente claro para Remus.

Se pusieron de pie y la siguieron. Eran pasadas las siete ahora, no habían comido desde el
almuerzo y el sol empezaba a ponerse. Lily, James y Peter sin duda se estarían preguntando donde
estaban. Sirius no se quejó, solo se mantuvo en silencio y lo siguió mientras Remus murmuraba
para sí mismo, siguiendo la pequeña flecha dorada en su palma y oliendo el denso aire Londinense.

Sheperd’s Bush era mucho mejor que Mile End, y parecía estar zumbando con vida nocturna. Pubs
y clubs estaban llenándose alrededor de ellos con adolescentes y gente joven de cada subcultura;
chicos disco en brillante satín y lentejuelas, mugrientos skinheads en suspendedores y botas,
rockeros old school con cabello enmarañado y punks con sus chaquetas con tachuelas y rostros
llenos de metal. Finalmente, mientras estaban llegando en Latimer Road, Remus se detuvo en seco.

—Ahí. —Dijo, señalando al otro lado de la oscura calle a un edificio con ventanas oscurecidas, y
escaleras conduciendo a un sótano. Música fuerte estaba resonando hacia la calle – quienquiera que
fuera la banda, tenían poco cuidado por sus instrumentos, e incluso menos por los tímpanos de la
audiencia. —Está ahí dentro. —Dijo Remus, firmemente. La brújula confirmaba esto, apuntando
derecho hacia adelante.

El sótano – lucía un poco más animado de lo que Remus estaba cómodo. Al igual que la ‘música’,
fuertes exclamaciones y gritos estaban resonando desde adentro, acentos del extremo este, furia
adolescente. Delgados punks de dientes amarillentos estaban afuera en grupos, verde cabello
puntiagudo y pesadas cadenas. Remus se sintió horriblemente vulnerable en su ropa de pana usada
y un gigante jersey de abuelo, pero Sirius estaba aún más fuera de lugar, con su largo cabello
hippie y su inconfundible postura educada.

—¿Deberíamos entrar? —preguntó Sirius, sin un rastro de nervios.

—Em. —Dijo Remus. Estaba a punto de sugerir que fuera solo, cuando el destino intervino.

—Lárgate de aquí jodido marica, —estaba gritándole un brabucón a un joven que se estaba
tambaleando hacia la calle, cabeza agachada, manos en los bolsillos. Tenía un desastre de cabello
rubio sucio, y un olor que Remus reconocería en cualquier lugar en la tierra.

—¡Grant! —Remus se dirigió hacia él, corriendo a través de la calle sin siquiera mirar.

Grant no lo escuchó, y se estaba encaminando lentamente a través de la calle, encorvado. Había


algo mal en la forma que estaba caminando; su paso torcido y sesgado. Apestaba a ginebra barata,
incluso a metros de distancia. Los punks lo estaban mirando lascivamente, gritando viles
obscenidades para espantarlo. Grant se giró y se burló de vuelta, mostrándoles dos dedos y
balbuceando incoherencias.

—¡Grant! —dijo Remus de nuevo, alcanzándolo, debajo de una luz amarillenta en la calle. Grant
finalmente se detuvo y se giró, entrecerrando los ojos. La pared detrás de ellos había sido pintada
con spray con distintos slogans disparates:

‘EAT THE RICH’,

‘BUZZ KIDS AND THE GIRL NEXT DOOR/DON’T WANNA PLAY IN YOUR COLD WAR’,

‘FUCK NATIONAL SERVICE’.

—Jesús Cristo. ¿Qué estás haciendo aquí? —Grant se tambaleó, borracho, se inclinó contra una
pared y sujetó su costado, como si algo le estuviera doliendo ahí.

—¡Buscándote! —Remus caminó hacia él, tratando de ver su rostro, oscurecido por la sombra.

—Claro, obviamente… maldita sea, ¿¡cómo lo logras cada vez!? —Grant sacudió su cabeza.

No se veía bien. Lucía terrible. Estaba delgado; más delgado de lo que debería estar, más delgado
de lo que era realmente sano. Su cabello estaba lacio y lucía como si no hubiera sido lavado por un
tiempo, y tenía un mosaico de moretones hacia abajo en un lado de su rostro, desapareciendo bajo
su polera, morada y fea.

—¿Qué te pasó?

—Un jodido punk pasó, ¿no es cierto? —Grant se rio, un horrible sonido ahogado, entonces se
tambaleó de nuevo y se sentó en el pavimento. —Lo siento amigo, estoy un poco mareado. —Dio
un par de arcadas, pero no vomitó, entonces escupió.

Remus se agachó junto a él, con las manos temblando.

—¿Quién hizo esto? ¿Pasó ahí dentro? —se inclinó, tratando de conseguir una mirada apropiada al
pobre rostro abollado de Grant.

Era definitivamente Grant, pero estaba cambiado, casi más allá de su reconocimiento. Se había ido
la mezclilla azul brillante y sonrisa descarada que Remus recordaba. Reemplazada por unos pitillos
negros desgarrados, ojos cetrinos fantasmales, unos piercings que lucían repugnantes en su nariz,
ceja, labio que definitivamente estaban infectados.

—Quítate, —Grant se balanceó, violentamente, ebrio. Él no hubiera golpeado a Remus, y no


hubiera dolido si lo hubiera hecho, pero Sirius saltó hacia adelante en un instante,

—Oye, retrocede, amigo,

Grant pestañeó y levantó la mirada hacia Sirius, alzando una mano para bloquear sus ojos de la luz
del farol de la calle. Frunció el ceño, luego se burló,

—¿¡Y quién mierda eres tú!? Jódete quieres, estoy hablando con mi amigo. —Se giró hacia
Remus, —¿Quieres un trago? —e intentó volver a levantarse. Remus lo ayudó, agarrándolo
firmemente debajo del brazo.

—No creo que necesites beber más… ¿Qué te parece algo de cena?

Un flash de sobriedad volvió a las facciones de Grant.


—¿Tienes dinero?

—Sí, por supuesto, —Remus asintió, tratando de guiarlo lejos de la horrible calle en la que estaban,
—Vamos, te compraré cena, ¿Qué te gustaría?

—Oh, me conoces, soy fácil, —Grant soltó una risa, inclinándose pesadamente contra él, pero por
lo menos permitiéndose ser guiado.

Sirius los siguió, luciendo bastante incómodo. Grant ni siquiera lo notó hasta que habían alcanzado
un café, en algún lugar camino arriba. Un poco más sobrio para entonces, todavía se estaba
apoyando en Remus, y Remus pudo oir un extraño silbido en su respiración que le dijo que Grant
estaba adolorido.

—¿Aquí? —Remus se giró hacia Sirius, cuestionándolo. Sirius miró a la ventana iluminada, las
baratas sillas plásticas dentro, con una terrible mirada de desagrado, pero se encogió de hombros,

—Probablemente será lo mejor que encontraremos por aquí.

—¡Tú de nuevo! —gruñó Grant, —Pensé que te había dicho que te perdieras.

—Grant, —dijo Remus, gentilmente, —Este es Sirius, mi amigo de la escuela.

Grant le dedicó una segunda mirada, entrecerrando sus ojos (u ojo, de todas formas, solo uno de
ellos se abría apropiadamente),

—Bueno que me jodan. —Murmuró, aún balanceándose, —Bastante guapo.

Sirius lucía avergonzado, entonces Remus condujo a Grant dentro del café para sentarse,
ordenando tres tazas de café y pie y patatas fritas. Pollo y champiñones.

—No quiero problemas de ustedes. —Dijo el hombre rudo desde detrás de la encimera, mientras
servía las tazas de té grisáceo. —Conozco sus tipos.

—Jódete viejo sucio, —arrastró Grant, —Apuesto que pagarías por ello si pudieras.

—¿¡Qué dije!?

—Mire, —Remus se puso de pie, rápido, —Está más sobrio, lo mantendré callado, lo juro. Pagaré
por adelantado, estará bien una vez que haya comido…

El gran hombre lo miró apreciativamente, sus ojos viajando hacia Sirius, aún sentado, luego hacia
Grant, luego de vuelta a Remus,

—¿Qué son ustedes, caridad Cristiana?

—Algo así. —Remus asintió, tratando lucir religioso. De la religión que pareciera. De todas
formas, eso satisfizo al dueño del café, quien volvió detrás de la encimera, presumiblemente para
calentar su comida.

—Dios, —Grant se rio en su té, —Te vuelves más majo cada jodido año, Remus mi viejo patán.

—Solo por favor deja de intentar pelear con todo el mundo por cinco minutos, ¿quieres?

Grant resopló fuertemente, luego soltó una risita.

Cuando la comida llegó, Grant se internó en ella como si no hubiera comido en semanas. Remus
esperó que eso no fuera cierto, pero juzgando por el estado de su figura huesuda, las cosas no
lucían bien. El pie y las patatas fueron devorados en minutos, y Remus ordenó una tarta de hornear
para después, al igual que algo más de té.

—¿Dónde estás viviendo? —preguntó, esperando que sonara amable y no acusatorio. —¿Qué
estabas haciendo en ese club?

—Emborrachándome. —Murmuró Grant. Estaba más calmado ahora que había comido, más lento,
y más dócil.

—Bueno, haz logrado eso. Los moretones…

Grant levantó la mirada, repentinamente, directo hacia Remus. Estaba fríamente sobrio, sus ojos
agudos y amplios, como si el rostro de Remus fuera un espejo y él se estuviera viendo a si mismo
por la primera vez. Tocó con sus mugrientos dedos el costado abollado de su mejilla.

—Me metí en un altercado hace un par de días. —Dijo, —Pero a la mierda, me voy mañana, voy a
Brighton. Enfermo de jodido Londres. Enfermo de la jodida miserable mierda de Londres. Todos te
quieren usar, de la forma que puedan. ¿Sabes a lo que me refiero?

—Seh, —exhaló Remus. Se sentía tan inutil. Quería mirar a Sirius para tranquilizarse, pero parecía
de alguna forma irrespetuoso para Grant.

—¿Cómo está la escuela, niño majo? —le preguntó Grant, tragando su té como un trabajador de
obras.

—Oh… ok, ya sabes. Bien. ¿Qué hay en Brighton? ¿Un lugar donde vivir? ¿Un trabajo? ¿Como
vas a llegar allí?

—Tengo amigos, —Grant se encogió de hombros, luego hizo una mueca de dolor. Se había roto
una costilla, Remus se dio cuenta, y se reprendió a sí mismo por no haberlo notado antes.

—¿Necesitas ir a un hospital? ¿Cuánto tiempo has estado así?

—Sin hospitales, —gruñó Grant, encogiéndose en su asiento protectoramente, —Creen que soy un
adicto. Probablemente luzco como uno, ¿no?

—Fui a Mile End, vi a Adz.

—Esa perra. Se puede ir a la mierda y todo. Mira, préstame un billete de diez ¿quieres? Estoy bien
con eso, dame tu dirección y te pagaré de vuelta.

—No si te vas a emborrachar con eso.

—¡Oye, Sr alto y poderoso! Te haré saber que merecía un buen trago. Me han roto el corazón. Tú
recuerdas como eso se siente.

Le dedicó una menos que sutil mirada a Sirius. Sirius, para su crédito, no reaccionó, pero miró al
azucarero. Alguien había apagado su cigarrillo en él.

—Realmente lo siento, Grant. —Dijo Remus, sinceramente, —Mira… ¿en dónde estás durmiendo
en este momento?

—Arriba en la calle,

—¿Es seguro allí?


—Perdí mi llave.

Bueno, Remus pensó para sí mismo. Por lo menos tiene una cerradura. Había estado a medio
camino de decidir escabullir a Grant de vuelta al Callejón Diagon y solo enfrentar las
consecuencias cuando lo descubrieran.

Ordenaron más té y Grant comió un poco más. Una vez que habían terminado, se había vuelto
mucho más agradablemente más flojo y somnoliento; ebrio con el estómago lleno. Sirius y Remus
lo ayudaron a volver a su habitación, en una vieja terraza Edwardiana que parecía como si hubiera
estado abandonada por años. Aun así, adentro estaba ocupada y era más hogareño que el
condenado edificio en Mile End. Una joven se asomó por la puerta de la habitación contigua,
tímida, con su rostro con pecas que desentonaba con su fijado mohicano verde.

—¿Grant? Dios, ¿ebrio de nuevo? ¡Te dije que el vodka no es un jodido analgésico, anda a ver a un
maldito doctor! —levantó la mirada hacia Remus, —¿Tú quien eres?

—Un amigo, solo estoy tratando de asegurarme que esté bien…

—Estará bien, se pone así.

Sirius conjuró un silencioso hechizo para abrir la cerradura de la puerta de Grant y Remus acarreó
a Grant a medias hacia adentro, instalándolo tan cuidadosamente como pudo en el colchón en el
piso. Era una habitación pequeña, con una pequeña ventana redonda. Sin muebles, había una pila
de revistas en una esquina con una lámpara apoyada en la cima, una mochila llena de ropa, un
espejo que tenía los bordes oxidados, y lo que parecía como un pequeño lavabo – una barra de
jabón, un cepillo de dientes y un bowl vacío.

Grant se acurrucó en el colchón y empezó a roncar suavemente. Remus se arrodilló frente a él,
frunciendo el ceño. La chica punk se paró junto a la puerta, brazos cruzados, mirando a Sirius de
arriba abajo.

—Dijo que iba a Brighton mañana, —le dijo Remus, —¿Es verdad?

—Si consigue el dinero para su ticket del tren, —se encogió de hombros, —Dijo que se lo robaron,
la semana pasada. Estaba viendo a este tipo muy bruto. Lo trataba como la mierda, pobre.

—Tendrá el dinero. —Dijo Remus, firmemente. —¿Te asegurarás de que vaya? ¿Estará a salvo?

—No soy su niñera, —se encogió de hombros, retrocediendo, —Tengo suficientes problemas.

—Encantador. —Dijo Sirius con una ceja arqueada mientras desaparecía de vuelta a su habitación.

—Cierra la puerta, —dijo Remus, sacando su varita. Quería arreglar tanto como pudiera mientras
Grant aún estaba durmiendo. Repasó su lista de hechizos sanadores – solo los había hecho en sí
mismo, hasta ahora, pero nada había ido muy terriblemente mal…

—¿¡Qué demonios estás haciendo!? —Sirius se acercó, mientras Remus apuntaba su varita hacia el
pecho de Grant. —¿¡Qué hay del Estatuto del Secreto!?

—A la mierda, —gruñó Remus, —No puedo solo dejarlo así.

Sirius dio un paso atrás y observó como Remus hacía su mejor esfuerzo por sanar las costillas de
Grant, luego aclarar los moretones y el ojo morado. Después se inclinó hacia atrás, meditando. Se
volteó hacia Sirius, —Bien, creo que necesito quedarme aquí esta noche, —Dijo, —Podría dejarle
algo de dinero, pero… creo que es mejor si me aseguro que llegue a Brighton mañana, si eso
todavía es lo que quiere hacer, cuando esté sobrio.

—Bien, —Sirius asintió, —Aunque, tenemos que llegar a Kings Cross…

—Seh, llegaré a tiempo. Solo puedo aparecer desde Victoria.

—Ok. —Sirius asintió de nuevo. Se sentó, inclinándose contra la pared opuesta. Se quitó su
chaqueta y la dobló debajo de sí mismo.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Remus, —Tienes que volver al Callejón Diagon.

—No, no tengo. —Sirius se encogió de hombros. —Me puedo quedar.

—Pero James…

—Oh claro, seh, espera… —Sirius buscó dentro de su bolsillo y sacó el espejo compacto. Remus lo
observó envidiosamente. Desearía tener uno. Se lo daría a Grant, y nunca lo perdería de nuevo. —
Oye, Potter, ¿estás ahí? ¿Prongs? —Sirius le estaba hablando al dispositivo, —Hola… mira,
Moony y yo vamos a una fiesta aquí, llegaremos un poco tarde… no le digas a nadie, ¿ok? Nos
vemos mañana… seh… seh… no, lo prometo. Ok. Gracias. —Lo cerró y miró a Remus, —Ahí,
listo.

—No tenías que hacer eso. Si estás preocupado sobre dejarme aquí con él, realmente solo me estoy
asegurando de que esté bien.

—Y yo me estoy asegurando de que tú estés bien, Remus. —Respondió Sirius fríamente. —No te
voy a dejar pasar toda la noche solo en este lugar. Vamos, acomodémonos. Hay bastante piso para
los dos…

La culpa de Remus aumentó aún más, cuando Sirius le dedicó una sonrisa brillante y le extendió un
brazo. Su última noche antes de la escuela, gastada en el piso de una casa temporal de un muggle,
y ni siquiera se estaba quejando. Remus se sentó también, y se acomodó para instalarse bajo el
brazo de Sirius. Por lo menos estaban juntos ahora. Sirius besó su cabeza, y ambos observaron a
Grant, durmiendo como un niño.

—Lo siento. —Dijo Remus, exhausto, —Él no es… no quiero que pienses que usualmente actúa
así. Obviamente ha tenido un tiempo difícil.

—¿Qué le pasó? —preguntó Sirius, muy suavemente, —¿Qué pasó para hacer que terminara aquí,
así?

—Lo echaron de St Edmunds, dos años atrás, —Remus bostezó, sus ojos empezaban a pesar. —No
tenía ningún otro lugar a donde ir… no puede conseguir un trabajo porque no hizo sus exámenes en
la escuela. Y estoy adivinando que no tiene una residencia apropiada.

—¿Remus?

—¿Mm?

—Esto no te pasaría a ti, ¿cierto? Porque nos tienes a nosotros.

—Seh, —murmuró somnoliento, solo prestando atención a medias, —Te tengo a ti, Padfoot. No te
preocupes por mí.
Notas de traducción:

Hola! Las personas interesadas con ayudar me pueden hablar a mi ig (@evasoura), o a mi correo
soumoraless@gmail.com (preferiblemente al ig, me demoro menos en responder) -evasoura

Chapter End Notes

Dos canciones en este capítulo, ambas por X-ray Spex. La primera es de 'Paper Bag',
la segunda es de 'I Live Off You'.
Séptimo Año: De Vuelta a la Escuela

Por un horrible momento justo cuando despertó, Remus olvidó dónde estaba. Respiró el
bochornoso aire, el tenue hedor de periódico podrido, olor corporal y orina. Se acostumbró al piso
duro, que había exacerbado sus varios dolores durante la noche. Luego abrió sus ojos y vio a Grant,
acostado en el colchón del lado opuesto, mirándolo de vuelta. Lucía un poco mejor.

—Buenos días. —Susurró Grant,

—Buenos días, —respondió Remus, moviéndose contra Sirius, quien aún estaba profundamente
dormido, la cabeza contra la pared. Se removió con cuidado y le susurró a Grant, —No te
preocupes, él duerme como los muertos. Lo despertaré en un rato.

—No puedo recordar mucho. —Susurró Grant, acostado en su lado, descansando su cabeza en una
almohada que lucía sucia y manchada. —Lo siento si fui un imbécil. Creo que estoy siendo un
poco imbécil, estos días.

—Estuviste bien, —Remus sacudió su cabeza, —Solo… triste, tal vez.

Grant lucía afligido, entonces Remus se movió para levantarse.

—¿El baño? —preguntó.

—Abajo. Te mostraré. —Grant se levantó, cautelosamente, luego parecía asombrado, —Caray, —


dijo, tocando su costado, —Debió solo haber sido un moretón, después de todo. Sabía que no
necesitaba un doctor.

Remus tensó sus labios y siguió a Grant hacia afuera. Escaleras abajo ya estaba vivo con actividad,
a pesar de la hora tan temprana. La casa parecía ser una especie de comunidad, llena de todo tipo
diferente de personas. Había un lavabo exterior en el jardín trasero (más como un patio que había
sido convertido en una parcela) y una ducha al aire libre, que Remus no podía imaginar que fuera
muy divertida en el invierno.

Aun así, la gente era amigable y todos decían hola a los dos chicos mientras pasaban – lo que
Remus remarcó.

—¿Todos parecen amables?

—Están bien, —respondió Grant desde adentro del baño, —Solo he estado aquí unos pocos días.
Me voy tan pronto como pueda.

—¿A Brighton? Lo mencionaste anoche…

—Oh, ¿lo hice? Seh, ese era el plan… —Grant salió de la caseta, luciendo avergonzado, —
Aunque, tal vez el próximo mes.

—¿Qué hay ahí? ¿Amigos?

Grant asintió,

—Seh – uno de los chicos amables del lugar de Mile End. Tengo una prima ahí también – la última
Chapman que no me odia. Tiene un pub, dijo que me contrataría si podía juntar mi mierda y pagar
el boleto de tren. —Suspiró pesadamente, lavando sus manos, luego su rostro en una cubeta con
agua tomada de un gran tope de agua verde junto a la puerta trasera. —Se suponía que debía
‘probarme a mí mismo’.

—Eso no parece muy… —¿Qué quería decir Remus? ¿Familiar? ¿Amable? Grant claramente
había experimentado muy poco de eso de todas formas.

—Nah, ella es bastante justa, —respondió Grant, palpando sus bolsillos y resultando vacíos. Remus
le pasó su caja de cigarrillos enrolados, y el encendedor. Grant asintió apreciativamente, y continuó
explicando mientras encendía uno, —La he decepcionado antes un par de veces. Sobre todo si mi
Abuelo estaba involucrado ya sabes que no lo soporto.

Remus asintió, tratando ser comprensivo. Grant tenía una enorme familia – Irlandesa Católica,
había dicho una vez – pero las revelaciones entre ellos casi siempre eran tensas; particularmente
donde su abuelo patriarcal concernía.

—No me tomes a mal, —estaba diciendo Grant, —Realmente iba a ir, esta vez, fue… pero solo
resultó mal de nuevo. Mucho ha resultado mal, honestamente.

Remus quería abrazarlo, pero lucía tan delgado, tan débil y huesudo, le daba miedo hacerlo.

—¿Cuánto es? —preguntó, buscando dentro de sus bolsillos, —Tengo un poco de dinero, lo dejó
mi padre, puedes tener el boleto, te llevaré a la estación hoy día.

—No podría hacer eso, —Grant alzó sus manos.

—No es para quedártelo, obviamente, —dijo Remus rápidamente, —Me lo debes. Mira, tengo un
año más de escuela, luego volveré y te buscaré – y estarás trabajando en el pub de tu prima,
¿cierto? Entonces me podrás pagar de vuelta - ¿Cuánto es? ¿Diez libras?

—Cuatro. —Grant suspiró. —Tenía cuatro la semana pasada también, pero yo… yo las perdí. No
las bebí, lo prometo.

—¿¡Cuatro libras!? Te puedo prestar eso. Está bien.

—¿¡Hablas en serio!? —Grant lo miró fijamente, pestañeando.

—Por supuesto, —Remus asintió, frunciendo levemente el ceño, —¿Por qué no? Tú harías lo
mismo por mí.

—Yo… —Grant sacudió su cabeza, luego presionó la palma de su mano en un ojo, como si
estuviera sobrecogido con la emoción. —Gracias, Remus. Eres tan buen amigo.

—Tú harías lo mismo por mí, —repitió Remus.

Se le ocurrió por la primera vez que él y Grant tenían de hecho la misma edad. Grant siempre había
sido tan sabio, tan astuto y protector, que Remus lo había considerado mayor; más maduro. Pero
solo tenía diecisiete, y la vida había sido muy cruel para Grant tanto como lo había sido con
Remus. Tal vez incluso más cruel, porque después de todo, Remus sabía en su corazón que nunca
estaría en la calle; nunca podría estar solo mientras los merodeadores estuvieran ahí. Necesitaba
aprender a dejar de poner a la gente en pedestales; dejar de esperar tanto de todo el mundo.

Dio un paso hacia adelante entonces, y abrazó al otro chico, cuidando no quemarse con el
cigarrillo.

—¿Cuándo te volviste tan alto, de todas formas? —rio Grant, ahogado bajo el brazo de Remus.
—No lo hagas, —Remus soltó una risita, separándose, —Sirius me molesta todo el tiempo.

—Sirius. —Grant sacudió su cabeza en asombro, —Sirius y Remus. Maldita sea. ¿Es él? ¿El chico
rico que rompió tu corazón?

—Eh… seh. Aunque, está bien ahora.

—Eso espero, Remus amigo.

***

Hubo tiempo para que Grant empacara sus escasas posesiones, y para que Sirius y Remus lo
llevaran por desayuno en un pequeño café en la estación Victoria.

—Vas a engordarme, —le dijo a Remus, mientras tragaba su segundo bocadillo de tocino.

—No creo, —dijo Remus, empujándolo en las costillas.

Sirius había estado callado toda la mañana – pero entonces, él nunca funcionaba bien en una noche
de pobre sueño. Lucía solo ligeramente desordenado, su cabello un poco menos brillante que de
costumbre, sus ojos un poco nublados. Remus podía notar que todavía estaba fascinado por las
imágenes y sonidos de Londres muggle – solo que por supuesto no podía explicarle eso a Grant.

Grant miraba a Sirius con una cautela similar. Se disculpó por su comportamiento la noche anterior,
e intentó explicar que se lo habían topado en una ‘mala noche’. Parecía más dócil frente a Sirius,
menos impertinente – tal vez percibiéndolo como socialmente superior, y por lo tanto
medianamente peligroso. Remus bien recordaba lo alien que le habían parecido Potter y Black, una
vez hace tiempo.

—Ustedes dos tienen su propio tren que alcanzar, ¿eh? —dijo Grant, sus ojos viajaron hacia Sirius,
luego Remus, luego de vuelta.

—Seh, pero tenemos tiempo. —Dijo Remus. —Toma, quería darte esto… —le entregó a Grant un
pedazo de papel que tenía la dirección de los Potters anotada en él, —Es donde estoy viviendo
cuando no estoy en la escuela. ¿Me enviarás una carta cuando estés instalado? ¿Una postal?
Promételo.

—Seh, ok, —Grant asintió, guardándolo, —Te lo advierto, mi manuscrita es mierda y apenas
puedo escribir bien.

—No me importa eso. Solo quiero saber dónde estás, la próxima vez. ¿Necesitas estampillas? Debí
haber comprado estampillas…

—Puedo conseguir estampillas, —Grant tocó su brazo, —Has hecho suficiente. Honestamente.

Se abrazaron de nuevo en la plataforma. Grant le dió un apretón de manos a Sirius, lo que fue raro,
pero cortés de su parte.

—Te visitaré, en Navidad tal vez, o el próximo verano, —dijo Remus.

—Jodidamente bien te creo, también – no me puedo librar de ti, ¿cierto? —Grant sonrió. Su
primera sonrisa genuina hasta ahora – esto calmó un poco más a Remus de alguna forma. —Como
imanes, tú y yo, ¿eh? Siempre vuelven a juntarse.

Esto tocó a Remus de tal forma que tuvo que abrazar a Grant de nuevo, hasta que el otro chico se
rio y lo empujó para separarse, —Está bien, está bien – tengo un tren que alcanzar, sabes…

Y por supuesto, Remus y Sirius también. Tan pronto como Grant desapareció a través de las
puertas del tren, corrieron en dirección al baño de hombres para aparecer en Kings Cross. Dentro
del cubículo Sirius finalmente habló. Tocó el brazo de Remus, donde Grant lo había hecho solo
minutos antes,

—Luces exhausto. Déjame hacerlo, tú puedes hacer de acompañante.

—¿De verdad? —Remus pudo haber dicho que no estaba más cansado que Sirius, quien se había
desgastado tanto como él lo había hecho – pero eso hubiera sido una mentira. Estaba incluso muy
cansado para discutir.

—De verdad. —Sirius asintió, tomando su brazo.

—Gracias por quedarte conmigo. Gracias por ayudarlo.

—No seas tonto. —Sirius le regaló una pequeña sonrisa. —Él obviamente… él te ama.

—Él-- —pero Remus no tuvo la oportunidad de terminar su idea; estaba dando vueltas a través del
espacio, ruido y color se difuminaban mientras él y Sirius dejaban Victoria y aterrizaban – con
bastante gracia – justo afuera de Kings Cross.

No tuvieron más opción que correr hacia la plataforma – y encontraron a James colgándose de la
puerta del tren moviendo las manos frenéticamente,

—¡Maldita sea! ¿¡Dónde han estado ustedes dos!?

—¡Lenguaje! —el rostro de Lily se asomó por la ventana contigua, —¡Eres Delegado ahora,
deberías estar dando el ejemplo!

—¡Estoy dando un ejemplo, reprendiendo a estos gilipollas! —respondió James mientras Sirius y
Remus trepaban el tren justo cuando el guardia sopló el silbato.

—¡Lenguaje! —dijo Lily de nuevo, —Honestamente, James, realmente tienes que empezar a
madurar este año, eres mayor de edad, necesitas empezar a actuar…

—¿¡Acaso no es brillante!? —James le sonrió a Remus, quien ahora estaba sentado en el piso del
carruaje, recuperando el aliento. Sirius estaba doblado con las manos en sus rodillas, luciendo
shockeantemente poco-Sirius; cara roja, cabello por todos lados. James los reprendió a ambos,
cruzando sus brazos, sus insignias de Delegado y de Capitán de Quidditch brillando en su oscura
túnica. —Entonces ¿dónde estaban?

—Te dije. Fiesta. —bufó Sirius.

—¿Qué banda?

—No los conoces. Banda muggle.

—¿Por qué no volvieron anoche? ¿¡Dónde durmieron!?

Sirius le dio una fugaz mirada nerviosa a Remus, y Remus pudo ver que estaba al borde de revelar
todo. Se levantó rápido,

—No dormimos. Siguió toda la noche. Desayunamos y luego vinimos directo aquí.
Sirius lo miró con asombro antes de asentir, James sacudió su cabeza.

—Demente. Y peligroso. En serio, chicos, no hagan eso de nuevo.

—No lo haremos. —Murmuró Sirius, mirando a sus pies.

Lily apareció en el corredor, manos en sus caderas, luciendo hermosa y aterradora.

—Potter. —Dijo. —Tenemos que dirigir la reunión.

—¡Tienes razón! —James sonrió, olvidando todo sobre sus amigos sin aliento, siguiendo a la
pelirroja hacia el carruaje de prefectos. —¡Los veo más tarde, chicos! —exclamó, absorto.

—Eres un muy buen mentiroso, —le dijo Sirius a Remus. Tal vez fue la falta de sueño, o el dolor
en su cadera, pero esta frase golpeó a Remus de mala forma.

—¿¡Qué se supone que significa eso!? —escupió.

—Nada. —Sirius bajó la mirada de nuevo. —Vamos, busquemos a Pete.

Peter estaba sentado con Mary, Marlene y Dorcas en el compartimiento que Lily justo había
dejado. Lucían un poco superados en número, mientras las chicas pasaban consejos para hechizos
reforzadores de uñas.

—¡Pensamos que se perderían el tren! —dijo Marlene, mientras Remus y Sirius entraban.

—Me conoces, McKinnon, —Sirius le dedicó su sonrisa más encantadora, —Me gusta hacer una
entrada.

—Y ahora estás arrastrando al pobre Remus contigo, —Mary se rio, —Ven y siéntate aquí, Lupin,
yo te protegeré de ese delincuente. —Ella se apretó en su asiento para hacer espacio junto a la
ventana. Remus tomó el espacio, agradecido.

—¿Dónde estaban? —preguntó Peter, —Me dejaron solo con Lily y James. Hubiera preferido ser
un fantasma.

—Fiesta. Nos quedamos hasta tarde. No dormimos. —Sirius movió una mano, bostezando. Se
sentó del lado opuesto a Remus, y cruzó sus brazos, apoyándose cansadamente contra la ventana.

El tren empezó a moverse, y Remus cerró sus ojos – porque estaba exhausto, pero también porque
de esa forma no tenía que responder más preguntas sobre donde habían estado. Las chicas
empezaron a hablar más suavemente, y eventualmente se quedó dormido.

Cuando despertó, ya estaban en Escocia, las oscuras colinas pasaban rodado, un poco de lluvia
golpeaba las ventanas.

Sirius estaba acurrucado en el asiento opuesto al suyo, completamente escondido bajo las capas de
todos los demás. Remus podía escucharlo respirar apaciblemente; profundamente dormido.

Mary justo estaba deslizando la puerta abriéndola mientras Remus se estiraba, saludándola
somnoliento. Ella le sonrió y le saludó de vuelta pero luciendo seria. Marlene frunció el ceño,

—¿Qué pasa?

—Acabo de ver a Lily, —susurró Mary, —Algo pasó en el carruaje de prefectos, —observó a
Sirius, aún un bulto bajo las capas, y bajó su voz aún más, de forma que Remus y Marlene se
tuvieron que acercar, —James y Regulus se pelearon. Ambos están bien, pero se volvió bastante
desagradable, por como sonaba… Regulus estaba diciendo algunas cosas realmente locas, Lily
estaba bastante perturbada.

—Él es uno de ellos, —susurró Marlene, luciendo ansiosa, —La familia Black son los partidarios
más fuertes de ya-sabes-quien, todos lo saben.

—Sh. —Dijo Remus, rápidamente, —No sabemos sobre qué fue. Pudo haber sido cualquier cosa.

Las chicas se quedaron calladas después de eso, pero intercambiaron miradas preocupadas con la
otra y Remus pudo notar que pensaron que él estaba siendo ingenuo.

Se inclinó hacia atrás y miró hacia afuera de la ventana por un tiempo, escuchando los relajados
latidos de Sirius y preocupándose por Grant y deseando más que nada que lo peor ya estuviera
detrás de ellos.
Séptimo Año: Trueno

Ni Remus, ni Peter – quien también había estado en el carruaje – le dijeron nada a Sirius sobre lo
que Mary les había informado. Peter probablemente se mantuvo en silencio porque no estaba
seguro de que tan valiosa era la información. Remus se mantuvo en silencio porque era un cobarde,
y si tenían que haber malas noticias, prefería que James las diera.

Y bastante justo, James apareció para encontrarlos en la plataforma del tren con un ojo luciendo
muy rojo, y un uniforme escolar desordenado.

—¿Qué te pasó a ti? —Sirius bostezó, inadvertido.

—Te digo más tarde. —Murmuró James, antes de alcanzar a Lily para conducir a los estudiantes
de primer año en la dirección correcta.

Estaba lloviendo suavemente, y oscureciéndose – Remus estaba muy agradecido de no tener que
estar cruzando el lago. Aun así, era agridulce, trepar a los carruajes sin corceles una última vez con
Sirius, Mary y Marlene (Peter había decidido seguir la miel y subir en uno con Dorcas y sus
amigas). Mientras llegaban a los terrenos del castillo Remus miró la construcción de piedra y se
preguntó si este sería su último recuerdo de llegar a Hogwarts. Tal vez volvería a una reunión en
diez años. Ese era un pensamiento placentero, aunque 1987 parecía completamente imposible
entonces.

Remus intentó prestar atención cercana a la ceremonia de sorteo, la línea nerviosa de pequeños
estudiantes de primer año, el abollado sombrero viejo, el semblante severo pero amable de
McGonagall. Intentó grabar cada momento en su memoria – pero no era fácil; había tantas
distracciones.

Primero, estaba el ojo de James, que aún no explicaba. Luego estaba Regulus, quien estaba
evidentemente ausente. Snape, contemplando como siempre, sus ojos nunca dejaban la nuca de
Lily Evans. Christopher, quien seguía tratando de encontrar la mirada de Remus, y Sirius, quien
estaba completamente inconsciente de todo lo demás, y simplemente estaba fascinado por estar de
vuelta en Hogwarts; su verdadero hogar. Remus estaba intentando disfrutar el buen humor de
Sirius sin lucir mucho como que lo estaba mirando. Era realmente arte.

Justo cuando Dumbledore anunció que la cena estaba servida, las puertas al fondo del salón se
abrieron. Todas las cabezas se giraron para mirar – excepto por Remus, quien solo necesitó ver
morir la sonrisa en el rostro de Sirius para saber quién era.

Regulus no se apresuró hacia su asiento, como Remus probablemente lo hubiera hecho,


avergonzado de llamar la atención. No, Regulus era un Black hecho y derecho, y caminó con su
usual postura real, lentamente y con propósito, cabeza en alto. No había evidencia de que James
había hecho algún daño, pero Remus sabía que Reg lucía incluso más pálido que de costumbre, y
oscuro alrededor de los ojos como si hubiera estado durmiendo muy poco últimamente. El
Slytherin de sexto año hizo un gran escándalo para que hicieran espacio para él, como si fuera un
invitado de honor, en vez de su compañero de escuela. Incluso la atención de Snape fue
momentáneamente distraída, mientras se inclinaba sobre la mesa para apretar la mano de Regulus.

Todo esto tomó solo unos pocos momentos, pero dejó una indeleble marca en los Gryffindors de
séptimo año, mientras todos miraban a Sirius con cautela.

—Amigo, —dijo James, muy suavemente, —Necesito contarte algo, después. En privado. —Miró
a Remus y Peter mientras decía esto, para que supieran que ellos estaban incluidos en esto.

Sirius solo asintió, y mantuvo su cabeza agachada por el resto de la cena, solo jugando con su
comida.

El corazón de Remus dolía, pero no había nada que pudiera hacer. Su sentimiento de separación
fue inadvertidamente exacerbado por Lily y James, quienes seguían apretando las manos del otro
bajo la mesa. Remus no sabía cuándo Sirius y él tendrían la próxima oportunidad para estar solos.

Después de la cena, fue casi insoportable esperar a que Lily y James terminaran sus tareas de
Delegado y Delegada. Remus estaba cabeceando en su sofá, fallando al enfocarse en su texto de
ÉXTASIS de Cuidado de Criaturas Mágicas, sus párpados se hacían cada vez más pesados.

—Psst, Moony, —James lo despertó, finalmente, con una gentil sacudida, —Vamos, todos vamos
al dormitorio.

Remus pestañeó, mirando a su alrededor en sorpresa – la sala común estaba casi vacía.

Arriba en su dormitorio, todos sus maleteros habían llegado, sus camas estaba hechas y los pijamas
estaban extendidos en ellas. La lluvia aún golpeaba el vidrio de las ventanas, y Remus podía oler
una tormenta en camino, electricidad y presión haciendo el aire sentirse grueso y muy cerrado.

Sirius estaba paseándose por la habitación, y aunque la ventana estaba abierta apestaba a cigarrillos
de su cadena de humo. Se había duchado en algún punto, y su cabello aún estaba húmedo en las
puntas, goteando en la polera marrón que usaba para dormir. Peter justo estaba saliendo del baño,
ya en su pijama y oliendo levemente a pasta dental.

—No me despertaste. —Dijo Remus neutralmente a Sirius. Sirius se encogió de hombros,


despreocupado, sentándose en su cama,

—Lucías cómodo. Pensé que probablemente te haría bien descansar. —Se giró hacia James. —¿Y
bien?

—Es sobre Regulus, —dijo James, sin rodeos.

—¿Él te hizo eso? —Sirius señaló el ahora muy prominente ojo morado de James.

—Seh. —James asintió. Lucía furioso – una emoción extraña en James. —Seh, intercambiamos un
par de palabras en el carruaje de prefectos…

—Palabras.

—Seh, —la mandíbula de James estaba tensa, y la parte de atrás de su cuello estaba enrojecida.
Apretó sus puños, —Al parecer Regulus y algunos de sus amigos tenían un problema con que
Evans fuera Delegada.

—Oh no, —dijo Peter, dándose cuenta de lo que había pasado, —James, él no…

—Él habló mucho. —Dijo James.

—Pero tú no. —Dijo Sirius. Aún estaba sentado en la cama, sus hombros desplomados.

—¡Prongs! —Remus suspiró, impacientemente, —¿¡No lo atacaste primero!? Sabes que eso es
exactamente lo que ese grupo quiere de nuestro lado. Solo debiste haberlo ignorado.

—No lo hizo muy fácil. —Escupió James, aún furioso. —De todas formas, no te molestes, todo
esto fue de Lily.

Remus se preguntó qué era lo que ella tenía que decir – no se pudo imaginar que ella se habría
tomado muy bien que James hiciera el papel de caballero blanco. Pero entonces, Mary había dicho
que ella había estado muy perturbada. —No lo herí, de todas formas. —James continuó. Había
empezado a pasearse por la habitación, ahora que Sirius se había detenido. —Solo quería que se
callara – iba a usar silencio, o tal vez scourgify en su boca, ya sabes – pero la pequeña comadreja
lo esquivó e intentó devolvérmelo, entonces usé piernas de gelatina. Ahí fue cuando Mulciber me
atacó, y Evans nos petrificó a los tres. Solo por un par de minutos. Aun así, le di a Regulus,
entonces tuvo que ir a la enfermería a que lo arreglaran.

—¿Estás en problemas? —preguntó Peter, mordiendo sus uñas.

—Nah, —James movió una mano, —Muchos testigos dijeron que Reg estaba incitándolo, y al
final era Gryffindor v/s Slytherin entonces McGonagall y Slughorn acordaron darnos un chance
para ser ‘civiles’. —Hizo una mueca frente a esto.

—¿Pero Reg está bien? —preguntó Sirius, muy bajo.

—Seh, bien. —James asintió. Dejó de moverse y rascó su cabeza, incómodo, —Aunque, hay algo
más…

Sirius levantó la mirada. Sus brazos estaba cruzados frente su cuerpo, pero no de una forma
desafiante – más como si fuera para protegerse.

—¿Qué?

—Regulus, cuando Lily lo petrificó él cayó, y tuvimos que levantarlo a un asiento. Se había
enrollado sus mangas para duelo, y cuando lo estaba moviendo, vi… vi… en su brazo…

—¿Prongs? —Sirius estaba mirando a su amigo con ojos tan encendidos que sus pupilas eran
llamas idénticas – lucía desesperado, como si estuviera deseando que James no le dijera.

—Tiene la marca.

Peter hizo un sonido, y se sentó pesadamente en su cama. Remus mordió su labio, y se quedó
quieto, porque no podía pensar en nada más que hacer que no luciera sospechoso.

Sirius tragó saliva – Remus podía ver su manzana de adán moverse – luego miró hacia abajo, luego
de vuelta hacia James. Ahora lucía desafiante. Se encogió de hombros de nuevo, lo que
probablemente pretendía ser casual, excepto que se estaba abrazando, entonces pareció petulante.
Arregló su cabello,

—Bueno entonces. —Dijo, —Supongo que sabemos como mi familia pasó su verano, entonces.
Bien. Está bien. Él eligió su bando. Yo elegí el mío. —Asintió, como si estuviera de acuerdo
consigo mismo. —Bien. —Repitió.

—Padfoot, —James se acercó a su amigo, —Estoy enojado con Reg, ¿ok? No estoy… no tiene que
ver contigo, todos saben que tú no eres uno de ellos.

—Lo sé. —Dijo Sirius, casi violentamente. —Está bien. —Apretó sus manos aún más sobre sus
brazos y Remus se sintió mareado con el impulso de correr hacia él y envolver sus propios brazos a
su alrededor. —¿Evans está bien?

—Seh, ella está bien. —Dijo James, —O sea, creo que ella estaba herida, pero… bueno, ella es
más fuerte que yo. Más fría bajo presión.

—¿Quieres que hable? ¿Con Reg, me refiero?

—Yo lo dejaría, amigo, —James sacudió su cabeza. —McGonagall y Slughorn saben todo ahora,
solo lo empeorarías.

—¿Todo? —Sirius volvió a levantar la mirada. Las esquinas de sus ojos estaban rojas – pero eso
solo pudo haber sido el cansancio.

—No todo, —James admitió, —No sobre la marca, quería dejarte eso a ti…

—…Ok. —Sirius volvió a bajar la mirada. Estuvieron todos en silencio por un largo tiempo, antes
que James volviera a intentar, heroicamente.

—¿Quieres hablar de ello?

—No. —Respondió Sirius. —Solo quiero ir a la cama.

—Seh, buena idea. —Dijo James, pasando sus dedos a través de su cabello.

Estaba haciendo la usual cosa que hacía James – haciéndose cargo, asesorando y manejando la
cosa que le pasaba a Sirius – pero el viento obviamente estaba lejos de sus velas. No estaba seguro
de que hacer. Remus deseó poder decirle, telepáticamente; él sabía exactamente qué hacer. Pero era
una mala idea. No necesitaba agregar sus propios disparates en la pila. Simplemente tendría que
esperar.

Todos se prepararon para dormir en silencio, desempacando un par de cosas, reclamando sus
espacios en la encimera del baño, instalándose de vuelta en la cómoda y familiar habitación que
habían compartido por una niñez entera. Remus tomó una rápida ducha, para quitarse Londres de
encima, luego se cepilló los dientes y se vistió para la cama.

Cuando volvió a abrir la puerta, se encontró las cortinas cerradas alrededor de todas las camas
excepto la suya. Ligeros ronquidos venían de la de Peter, pero James y Sirius todavía estaban
despiertos. Si Remus se concentraba lo suficiente, podía incluso percibir como estaban acostados
(James en su espada, jugando con la snitch dorada de arriba abajo, Sirius acurrucado en su
costado), y qué tan relajados estaban (para nada). Aunque, eso se sintió como una invasión a la
privacidad, entonces solo intentó trepar tan silenciosamente como le fuera posible a su propia cama
de cuatro postes, esperando poder descansar apropiadamente por fin.

No tuvo tanta suerte.

—Remus. —La cabeza de Sirius se asomó por detrás de las cortinas. Remus giró su cabeza,

—Sirius. —Susurró de vuelta.

Sirius abrió la cortina y – después de una breve mirada a las otras camas – Remus trepó tan
silenciosamente como pudo. Adentro estaba completamente oscuro, pero él podía ver la cálida
forma de Sirius, arrodillado frente a él. Movió su varita.

—Sonoro Quiescis .

—James aún no está dormido, —le advirtió Remus, —¿Estás seguro que quieres que--

—Sí, —respondió Sirius, —Por favor quédate, solo por un poco. —Se acercó y tomó la mano de
Remus, apretándola. Remus cedió y finalmente puso sus brazos alrededor de Sirius, acercándolo.
Fue un inmenso alivio.

—Lo siento mucho sobre Reg.

—¡Ni siquiera es mayor de edad!

—Lo sé.

Se separaron, y se sentaron con piernas cruzadas, uno frente al otro. La cabeza de Sirius estaba
agachada, su cabello cubría su rostro. Probablemente recordaba lo bien que Remus podía ver en la
oscuridad.

—No puedo creer… sé que es estúpido, debí haber sabido que lo haría, pero… no lo sé, supongo
que solo esperaba que él…

—No es estúpido. —Dijo Remus. —Y no sabemos si se unió voluntariamente. Recuerda lo que te


hicieron a ti, cuando querían que tú te unieras.

Sirius hizo una mueca de dolor, pero no se alejó.

—Seh. —Murmuró. —Dudo que hayan llegado así de lejos con Reg. Él siempre fue… él siempre
lo había querido más que yo. Todo el circo; la aprobación de nuestros padres, el respeto que
recibes de los sangres pura solo por ser un Black. Nos gusta ser populares, y poderosos. Solo tiene
sentido. Por eso es que todos somos Slytherins.

—Tú no eres un Slytherin.

—No, no lo soy. —Sirius exhaló, tembloroso, —Solía pensar…

—¿Qué?

—Solía pensar… que tal vez no me sortearon en Gryffindor porque soy valiente, o caballeresco,
como James lo es. Tal vez solo no era bienvenido en Slytherin porque no tenía la ambición.

—¿¡Ambición!? —Remus lo miró fijamente, —Sirius, lo que Reg está haciendo, no es… no es
nada de lo que enorgullecerse. Es cobardía; está haciendo exactamente para lo que ha sido criado,
sin pensar, sin cuestionar.

—Sí, pero…

—Y tú eres la persona más valiente que conozco.

—Moony…

—De verdad. —Dijo Remus con tal seriedad que detuvo a Sirius completamente.

—Gracias. —Sirius sonrió. Se inclinó hacia delante de nuevo, tomando la tela de los pantalones de
pijama de Remus y respirando suavemente. —Pensé que mantener en secreto lo de tú y yo sería lo
más difícil de este año, —dijo, —Olvidé la estúpida guerra.

—Seh. —Remus no estaba seguro como responder. Deseó poder olvidar la guerra también. Sirius
levantó la mirada hacia él, percibiendo su inquietud,

—Aún es difícil. —Dijo, —Mantener esto en secreto, —sus dedos seguía jugando con las mangas
del pantalón de Remus. —Siento que estamos tan separados, cuando los otros están alrededor.
—Estamos bastante cerca ahora, —ofreció Remus, esperando animarlo un poco. Funcionó. Sirius
tomó esto como una invitación y finalmente lo miró a los ojos, sonriendo. Se inclinó hacia adelante
y mientras sus labios se encontraban Remus se forzó a olvidar todo lo demás, solo por un momento.

Después, se encontraron trepando bajo las cobijas por calor, somnolientos y afectuosos.

—No me debería hacer tan cómodo, —bostezó Remus, —Será mejor que vuelva a mi cama.

—Aún no, —susurró Sirius, tímidamente.

—Ok. —Aunque sus ojos se sentían muy pesados. Estaba corriendo real peligro de quedarse
dormido.

—¿Remus?

—Mm.

—Cuéntame un secreto. —Los dedos de Sirius se entrelazaron alrededor de los suyos.

—Em. No sé.

—Adelante. Algo bueno. Alegre.

—Eh… —Tal vez ahora era el momento indicado. No le gustaba sacar el tema de la familia Black,
pero después de todo, no era sobre Regulus o Walpurga. —Podría contarte algo que hice en mi
segundo año, si no te enojas…

—¿Qué hiciste?

—Promete que no te enojarás. Es un poco… bueno, recuerda que tenía trece, y que solo quería
ayudar.

—¡Merlín, Moony, solo dime!

—Narcissa, —dijo, —Yo em… yo le di la idea de usar el juramento inquebrantable. Ya sabes,


para librarse del matrimonio.

El matrimonio, no tú matrimonio, porque eso aún era muy doloroso.

Sirius estaba callado. Remus mordió su labio, y giró su cabeza en la almohada para ver el rostro de
Sirius. —Realmente lo siento por interferir… Pero tu me diste ese hechizo de lectura, y estabas
tan… solo pensé que eras tan increíble e inteligente y valiente, quería hacer algo para ayudarte por
una vez.

—¿Pero no quisiste contarme eso?

—Yo, eh… no, no quería. Al principio no quería arruinarlo. Después había pasado tanto tiempo,
solo no pareció que valía la pena.

—¡Moony! —Sirius exhaló de nuevo – exasperado esta vez. —¡Honestamente, tú y tus secretos!

—¡Lo siento!

—¡No lo sientas! —Sirius soltó una risita, bostezando de nuevo y moviéndose levemente para
acomodarse, —Supongo que lo había pedido. Y… eso es jodidamente impresionante. No pude
haber pensado en eso, a los trece.
—Bueno, no lo hiciste. —Remus sonrió travieso.

—¿Entonces de hecho fuiste y hablaste con mi prima?

—Seh. Ella era aterradora.

—Aún lo es. —Sirius resopló. —Todas jodidas lo son.

—No pienses sobre eso ahora, —Remus lo reprendió, —O tendré que animarte de nuevo, y no
puedo pensar en más secretos esta noche.

—Hay otras formas… —respondió Sirius, astutamente. Remus se rio, esperando que el hechizo
silenciador aún estuviera seguro.

—Zorra.
Séptimo Año: Compra de Plumas
Chapter Summary

Advertencia homofobia/ lenguaje homofóbico y bullying

Viernes 9 de Septiembre, 1977

—Siete años. Siete años en esta escuela. Y no he aprendido nada. —Dijo Remus, mientras buscaba
frenéticamente el pasaje correcto en su libro de Historia.

Había doce de ellos abiertos, de momento, y no podía recordar cuál tenía el mejor contraargumento
para el Acto de Re-locación Pixie de 1382. Siete de los libros yacían abiertos en el escritorio frente
a él, tomando casi todo el espacio. Cinco más levitando a la mitad del aire, al nivel de sus ojos, de
forma que pudiera chequear por referencias como quisiera.

—Si tú no has aprendido nada, ¿entonces qué oportunidad tenemos el resto de nosotros? —
Christopher sonrió pacíficamente desde su punto en el piso. Estaba sentado cruzado de piernas,
libros en la alfombra frente a él.

—No he aprendido nada útil. —Respondió Remus, impacientemente, aún buscando.

—¿Cómo definimos útil?

—Lo que sea que me ayude a pasar mis ÉXTASIS.

—Oh, porque realmente jodiste tus TIMOs… —Christopher hizo una señal de desaprobación
sarcásticamente.

—Los TIMOs son completamente diferentes. —Contraatacó Remus, finalmente encontrando el


pasaje que necesitaba, ahora perdiendo su pluma. —Terriblemente agotador… —encontró su
pluma (detrás de su oreja, bastante vergonzosamente), pero ahora… —Mierda.

—¿Qué? —Christopher levantó la mirada.

—Perdí mi tintero…

—Deberías conseguir una de esas plumas con tinta. Podemos buscar en Hogsmeade, el próximo fin
de semana si quieres.

—Seh, por qué no… —Remus continuó levantando libros.

—Aquí, tengo un lápiz si es solo para tomar notas… —Christopher gateó bajo el escritorio ahora
para buscar su bolso de libros. Remus se sintió un poco culpable entonces, por tomar todo el
espacio.

—Lo siento. —Dijo, dando un paso atrás de toda la locura por un momento, —Está bien. Todo
estará bien una vez que consigamos hacer correr de nuevo el grupo de estudio…

—¿Hablando solo, Moony? —James y Sirius aparecieron en túnicas de quidditch (Sirius todavía
estaba oficialmente fuera del equipo, pero nada iba a detenerlo de usar la pista en días libres, y por
lo menos lo mantenía distraído.)

—Por las bolas arrugadas de Merlín. —Dijo Sirius, mirando al escritorio de Remus. —¿¡No puedes
tener toda esta tarea después de la primera semana!?

—Estoy leyendo sobre mi materia. —Respondió Remus, irritado de nuevo.

—Aquí tienes, Remus, —Christopher reapareció desde debajo de la mesa, blandiendo un lápiz.

—¡Gracias! —Remus lo tomó y empezó a garabatear en su pergamino.

—Oh, hola Black, —Christopher le asintió cortésmente, agachando la cabeza.

Remus levantó la mirada, a media frase. Sirius estaba mirando a Christopher con un aburrido tipo
de desdén.

—Hola. —Asintió. Miró a Remus, —Grupo de estudio, ¿cierto?

—No, solo estudio ordinario hoy día, —explicó Remus. —Pero justo estaba diciendo que
deberíamos hacer una reunión pronto, si la gente aún la quiere hacer.

—¡Por supuesto que lo harán! —dijo Christopher, emocionado, —Nos ayudaste a la mitad de
nosotros con los TIMOs el año pasado.

—Seh, —dijo Sirius, de la nada. Lucía pensativo, lo que era peligroso. —Seh, puede que me una
este año. ¿Qué piensas tú, Prongs?

James levantó la mirada desde el sofá, donde estaba puliendo su escoba.

—¡Amigo, estoy suficiente ocupado de por sí! --Lo siento, Remus.

Remus se encogió de hombros. Miró a Sirius,

—Odiarías estar en un grupo de estudio.

—Bueno nunca lo sabré a menos que lo haya probado, ¿cierto? Y tú siempre estás diciendo que es
un año tan importante.

—Mm, he estado diciendo eso por los pasados tres años, de hecho…

—¡Y finalmente hizo efecto! — Sirius sonrió. Esa sonrisa burlona de Sirius Black. Aún con toso
entre ellos dos ahora, era completamente encantadora. —Además, —Sirius continuó, mirando a
Christopher ahora, —Puede que sea capaz de impartir un poco de mi sabiduría.

Remus no continuó discutiendo. Había aprendido su lección – no podía decirle nada a Sirius, solo
tenía que dejar que lo descubriera por sí mismo. Y sí, él probablemente quería unirse al grupo de
estudio porque Christopher estaba en él. Pero después de todo; Sirius había tomado la decisión de
mantener su relación en secreto; Sirius había decidido pretender que realmente quería hacer sus
deberes. Remus solo le seguiría la corriente.

Mientras tanto, Remus sintió como si se estuviera tambaleando a través de la primera mitad del
término. No había estado tan abrumado por su currículum desde su primer año. Todo parecía diez
veces más complicado de lo que lo había estado el año anterior, y los requerimientos de los
ensayos eran por lo menos de treinta centímetros más largos. Se sintió repentinamente muy
culpable por pasar el verano entero relajándose y complaciéndose, mientras todo el tiempo seguía
pasando.

Incluso habiendo dejado Pociones, Astronomía y Herbología, todavía estaban Aritmancia, Historia,
Encantamientos, Transformación, Defensa Contra las Artes Oscuras y Cuidado de Criaturas
Mágicas; todo lo cual parecía haber alcanzado nuevos niveles de complejidad mientras el año final
se aceleraba. Sin mencionar las lecciones extra que estaba tomando con Madam Pomfrey.

No por primera vez, Remus estaba extremadamente agradecido de no ser más un prefecto, cuando
se encontró pasando casi todo su tiempo escondido en las entrañas de la biblioteca, entrecerrando
sus ojos por encima de textos antiguos con polvo en su cabello. Se quedaba por su tiempo libre en
las lecciones, la mitad de su almuerzo, y más que de costumbre todavía estaba ahí hasta que
Madam Pince lo echaba.

Al final, estaba emocionado por encontrarse con su grupo de estudio de nuevo, solo para tener un
poco de compañía humana.

—¡Ahí estás! —Christopher lo encontró afuera del salón de Encantamientos después de sus
lecciones un Jueves. El Profesor Flitwick había sido lo suficientemente amable para prestar su sala
de clases por otro año.

(—¡No tengo duda alguna que usted tendrá su propio salón de clases, algún día, joven Lupin! —
había chillado animadamente el pequeño profesor. Remus se sonrojó y no comentó. Un día su
secreto saldría a la luz; todos sabrían por qué no era el indicado para enseñar, o incluso estar en
una escuela en absoluto, y luego ¿qué?)

—Aquí estoy, —le respondió Remus a Chris con una sonrisa, —¿Me estabas buscando?

—No particularmente, solo no te he visto mucho la semana pasada. Ni siquiera en la sala común.

—He estado leyendo ahí por una hora cada noche, —dijo Remus, —… pero solo una vez que la
biblioteca esté cerrada. —Y antes que Sirius bajara la escaleras bostezando a las una de la mañana
diciéndole que fuera a la cama.

—Admirable dedicación, —Christopher asintió mientras entraban al salón y empezaban a


arreglarlo a su gusto. —Pero no te esfuerces demasiado, ¿ok? ¡Trata de disfrutar un poco tu último
año!

—Disfruto estudiar. —Dijo Remus, firmemente, desempacando sus libros. Esto no era exactamente
una mentira, pero sabía que sonaba defensivo.

La verdad era; sabía que estaba trabajando más duro de lo que lo necesitaba, y por más horas. Pero
era mejor que quedarse despierto toda la noche preocupándose por los varios otros problemas que
lo perseguían. Aún no había oído de Grant – aunque eso solo podían ser los caprichos del correo
muggle. No había pensado apropiadamente en su madre aún, aunque sabía que debía hacerlo.
Había habido tres reportes de ataques hombres lobo por el verano, y habían hecho un arresto.
Cuando se reducía a eso, los ÉXTASIS eran la única cosa que Remus podía afrontar de momento.

Y no creía de hecho que alguien realmente lo había extrañado, exactamente – después de todo,
ellos estaban muy ocupados también. Lily y James tenían una completa nueva multitud de
responsabilidades, encima de sus ÉXTASIS. Lily estaba tomando Pociones Avanzadas, James
tenía quidditch. Peter y Dorcas estaban rompiendo y volviendo, pero parecía mantenerlo bastante
ocupado, y Marlene estaba trabajando más duro que nunca este año en camino a sus exámenes de
admisión a la academia de sanación. Mary, por supuesto, tenía un novio nuevo, lo que la mantenía
ocupada.
—Necesitas un descanso. —Estaba diciendo Christopher, tomando su asiento junto a Remus, como
su segundo al mando. —Es todo lo que digo.

—Ok, —Remus asintió, como si realmente lo estuviera considerando.

Estaba bien para Christopher; era un sangre pura. Incluso si no trabajaba tan duro como lo hacía,
todavía había probablemente un simple trabajo en el ministerio esperándolo una vez que terminara
la escuela. Si Remus trabajaba cada hora del día y conseguía una E en cada ÉXTASIS, todavía no
veía mucho futuro más allá de un trabajo de medio tiempo y dependiendo de sus amigos por ayuda.
Eso si Greyback no lo atrapaba primero, o si el ministerio no lo encerraba.

Los otros estudiantes empezaron a llegar, entonces pudieron dejar de hablar de eso. Era un grupo
más pequeño que el año pasado, pero aún había alrededor de una buena docena. No podías esperar
que todos aparecieran la primera semana. Sirius si vino, para la sorpresa de Remus y el deleite de
las chicas.

—¡Siéntate aquí, Sirius! —Martha Eriksson, una Hufflepuff de quinto año, le saludó con la mano.

Sirius sonrió cortésmente y accedió, sentándose directamente opuesto a Remus en los pupitres
ordenados en forma de herradura. Remus le saludó con la cabeza, e intentó no mantener contacto
visual por tanto tiempo antes de gentilmente aclarar su garganta y dirigirse a la habitación.

—Hola a todos, —sonrió, mirando alrededor, —Es bueno verlos a todos de vuelta. Eh.
¿Deberíamos empezar eligiendo una materia? ¿Alguien está teniendo problemas con algo?

Los de quinto año estaban teniendo un mal rato con Astronomía, y Christopher se ofreció como
voluntario para encaminarlos a través de las teorías de Eudoxus en movimientos planetarios. Tres
de los estudiantes de sexto año estaban atascados en un ensayo de historia, y los de segundo año
querían ayuda con Transformación.

—Ok, —le dijo Remus a los de sexto año, —Si ustedes chicos pueden esperar un poco, solo haré
que estos dos empiecen en lo de Transformación primero…

—Yo puedo hacer eso, —dijo Sirius, repentinamente.

—¿De verdad? —Remus pestañeó, arqueando una ceja escéptica.

—De verdad. —Respondió Sirius, fríamente, —Soy mejor en Transformación que tú, de todas
formas.

—Oh, ok entonces…

Los dos estudiantes de segundo año lucían muy complacidos de tener a Sirius Black, cuya
reputación en la escuela como el rebelde y general rompecorazones le precedía, prestarles atención,
aunque Martha Eriksson lucía un poco furiosa.

La sesión, predestinada para dos horas, fue muy buena, en la opinión de Remus. Intentó no
acercarse mucho a Sirius, aunque había mucha risa y ruido viniendo de esa esquina de la
habitación. Al final todos parecían haber logrado lo que fuera que querían lograr, y Sirius incluso
se quedó detrás para ayudar a ordenar el salón.

—¿Estarás bien aquí? —le preguntó Christopher a Remus, —Se supone que debería estar
patrullando con Lily.

—Estaremos bien. —Dijo Sirius, con lo que probablemente pensaba que era una muy dulce
sonrisa, pero estaba bordeando la manía.

—Ok, bien. —Christopher le dedicó una mirada arrogante, antes de voltearse hacia Remus, —
¿Nos vemos el Sábado para compras de papelería?

—Genial, seh, nos vemos en la sala común después del desayuno. —Remus asintió, ayudando a
Sirius a empujar un pupitre de vuelta a su lugar.

—¡Nos vemos!

Tan pronto como se cerró la puerta, Sirius detuvo lo que estaba haciendo y ubicó sus manos en sus
caderas, frunciendo el ceño.

—¿¡Vas a ir a Hogsmeade con él!?

—Dije que lo haría. —Remus frunció el ceño, tomado por sorpresa, —Necesito una pluma nueva.
¿Cuál es el problema? Puedo juntarme con ustedes después que compremos plumas, ¿no?

—Pero pensé que tú y yo iríamos… apenas te he visto esta semana.

—No estaríamos solos, James y Peter estarían ahí. No es como si te estuviera quitando nada.

—Lily y James estarán por su cuenta. Y Peter y Dorcas, probablemente. —Sirius estaba en real
peligro de lloriquear ahora. Remus sabía que debía intentar y evadir un berrinche, si podía.

—Puedes acompañarnos a Christopher y a mi, si quieres. —Dijo. Sirius hizo una mueca.

—Compra de papelería.

—Necesitas plumas también. La única razón por la que se me siguen acabando es porque tu te
robas todas las mías.

—Pero Moony…

—No estás celoso, ¿cierto?

—Por supuesto que no. —Sirius sacudió su cabeza, y volvió a los pupitres, usando su varita para
devolver todo a su orden. Suspiró, pesadamente, —Iré a la compra de papelería, entonces.

Remus sintió una punzada de culpa.

—Veré si me puedo librar de Chris después. ¿O podríamos buscar a los otros e ir por un trago?

—No iré a Madam Puddifoots. —Dijo Sirius oscuramente, una pizca de humor volvía a su rostro.
Remus sonrió y le dio una palmada en el hombro,

—Bien. O tendré que hacer que dejes de gustarme

—Como si pudieras. —Sirius tomó su muñeca y lo jaló cerca, besándolo apasionadamente en los
labios.

Oh, pensó Remus, no hemos hecho esto por un tiempo. Se sintió realmente culpable, entonces. Tal
vez Sirius tenía razón - había estado tan envuelto en todo lo demás que había descuidado la única
cosa que podría haberlo hecho un poco más soportable.

Se separaron y Sirius miró la puerta, humedeciendo sus labios.


—¿Tienes que correr a la librería o algún lado?

Remus sacudió la cabeza. Sirius sonrió travieso. —Bien. Colloportus .

La cerradura de la puerta cliqueó.

***

Sábado 17 de Septiembre, 1977

—¿¡Has encantado tus jodidas cortinas cerradas, lunático!? —la voz de James despertó a Remus y
Sirius el Sábado del viaje a Hogsmeade.

Remus se sentó de golpe, ojos muy grandes. Miró a las ventanas, que se movían mientras James
intentaba entrar. Sirius tomó un acercamiento más casual, girándose lentamente y gruñendo,

—Jódete, Potter.

—¡Te perderás el desayuno!

—Bajo en un momento.

—¡Hogsmeade hoy día, recuerda! Sala común a las diez en punto.

—¡Lárgate, Prongs!

—Encantador. —Murmuró James, pero las cortinas dejaron de sacudirse, y en unos pocos
momentos sus pasos pudieron ser oídos retrocediendo, desapareciendo bajo las escaleras.

Remus exhaló. Presionó una mano en su pecho, sintiendo su corazón martillear fuerte, y se obligó a
calmarse.

—Cristo. —Exhaló.

—¿Un poco salton ahí, Moony? —Sirius sonrió, girándose en su espalda y estirando sus brazos
sobre su cabeza.

—Realmente necesito dejar de quedarme dormido aquí.

—Estás bien. El encantamiento lo contuvo, ¿no?

—James y tú tienen problemas de limitaciones. —Remus levantó el pesado cobertor.

—Probablemente. ¡Hey, no te vayas! —Sirius se acercó para tomar su brazo.

—¡Desayuno! —insistió Remus, buscando su ropa interior.

Se bañaron, vistieron y apresuraron hacia el Gran Salón, justo a tiempo para las últimas sobras de
tostadas y unas pocas cucharadas de avena.

—Lo espero de Black, pero no es común que tú te pierdas una comida, Remus, —comentó Lily,
hojeando su copia de El Diario El Profeta.

—Me quedé despierto hasta tarde leyendo. —Dijo Remus. —Puedo levantarme tarde un Sábado si
quiero…

—No estaba diciendo que no podías. —Ella hizo una señal de desaprobación, como si él estuviera
siendo hipersensible. Bajó el periódico, —Estaba patrullando con Christopher Barley ayer en la
tarde. Mencionó que ustedes iban a ir a Hogsmeade juntos hoy día…

—¿Mmph? —Remus levantó la mirada hacia ella, sin vergüenza, boca llena de tostada y miel.

¿Qué fresco infierno? Todos lo estaban mirando, repentinamente, con varios grados de curiosidad
asombrada. Tragó. —Seh. Solo a Scrivenshaft’s, necesito una pluma nueva.

—Se llevan bastante bien, ¿no es cierto? —preguntó Lily, inocentemente.

—Hacemos el grupo de estudios juntos…

—¿Él te invitó a tí, Remus? —Mary se unió.

—¿Qué tiene que ver eso?

—Oh, vamos, —ella sonrió, —Chris es definitivamente… ya sabes; ‘de esa forma’. Él es bastante
afeminado.

—¿Lo es? —preguntó Remus, incómodo. —No lo había notado. Solo vamos a comprar plumas,
nada más.

—Pero si le gustas--

—Merlín, déjenlo solo, ¿¡quieren!? —dijo Sirius, acalorado, fulminando a ambas chicas, —Solo
porque Christopher es… lo que sea, no significa que Moony automáticamente tiene que salir con él.
No está tan desesperado.

—Oye, —dijo Remus, aliviado por la interrupción, —¿¡Quién dice que estoy desesperado en
absoluto!?

—Exacto. —Sirius asintió, —¿Ven? No está interesado.

—Oh, pero Chris es muy amable, —dijo Lily, —Pensé que serían una buena pareja. Intereses
similares y todo eso.

—Tal vez Moony no quiere salir con alguien similar. —Sirius interrumpió, dejando abajo su taza
de café un poco más fuerte de lo necesario.

Remus subrepticiamente puso una mano en su rodilla bajo la mesa, esperando tranquilizarlo. Sirius
lo miró de soslayo, luego miró a su plato. Afortunadamente, entendió el mensaje.

—No puedes dejar que cosas así te molesten. —Susurró Remus en el camino de vuelta a la sala
común, tan pronto como los otros estuvieran a una distancia.

—Debería molestarte a ti. —Respondió Sirius, aún furioso.

—Seh, pero necesitas aprender a ser más sutil si vamos a--

—Oh, estamos de vuelta a esto otra vez. —Sirius suspiró, pesadamente, —Lo siento si no soy tan
bueno en toda esta mierda clandestina como tu.

—¿¡Qué!? —Remus lo miró fijamente. Sirius metió sus manos en sus bolsillos y murmuró,

—Nada. —Se apresuró, alcanzando a James y dejando a Remus caminando por sí solo.
—¿Todo bien? —Lily ralentizó su paso, mientras James y Sirius empezaban a charlar
animadamente más adelante.

—Bien. —Respondió Remus.

Estaba de mal humor ahora. ¿¡Quién creía que era Sirius, quejándose sobre que tan difícil era
mantener secretos, cuando fue idea suya mantener la relación secreta en primer lugar!? Debió solo
haber ido con Chris e ignorado a Sirius por el resto del día - eso le enseñaría una lección.

—¿Qué dijo? —preguntó Lily.

—¿Hm?

—Sirius, —Lily señaló con la cabeza a los dos chicos de cabello negro más adelante a la cabeza,
—¿Está siendo un imbécil? Porque le daré permiso a James para maldecir sus orejas, si está
actuando extraño sobre ti siendo…

—Oh, no, no es así, —Remus movió una mano y forzó una sonrisa, —Era algo más. Cosas
estúpidas, no te preocupes.

Christopher estaba esperando en la sala común, con una sonrisa tímida en su rostro. Remus sonrió
de vuelta, caminando hacia él. —¿Listo? —preguntó, animadamente.

—Seh, —Christopher asintió, emocionado, —Tengo una lista de libros que quiero buscar, también
- ¿si eso está bien contigo? O sea, si tienes tiempo, antes que tengas que encontrarte con tus
amigos…

—Tú eres mi amigo también, Chris. —Dijo Remus, esperando que Sirius escuchara.

Era un buen día afuera, soleado, para finales de Septiembre, con solo un pequeño frío en el aire,
queriendo decir que para el momento que los estudiantes habían llegado al pueblo la mayoría de
ellos estaban lo suficientemente cálidos para haberse quitado sus pesadas capas. Remus dejó la
suya, porque raramente se quitaba algunas de sus prendas, pero Chris se la quitó una vez que
alcanzaron la primera fila de tiendas,

—¡Ooooh, mírenlo! —un brusco silbido de lobo sonó detrás de ellos. Ambos se giraron para ver a
Barty Crouch y Regulus Black no muy lejos, ambos riendo molestamente.

—Ignóralos. —Chris le murmuró a Remus, —Están en mi clase de Pociones, son unos imbéciles.

—Vamos, —dijo Remus, —Veamos tu lista…

Pasaron una placentera par de horas juntos sin ser perturbados por nadie. Remus compro una de las
elegantes plumas auto-rellenadora de tinta, al igual que una ordinaria como respaldo. Fueron a la
librería después y Christopher compró tanto que tuvo que conjurar un encantamiento alivianador en
la bolsa solo para llevarlo todo de vuelta.

—Mi maletero está casi lleno de antemano, —se rio, —Que con todos los libros que traje conmigo.
¿Has leído Otras Voces, Otros Ámbitos?

—No, no leí mucho este verano…

Todo estaba yendo bastante bien, hasta que decidieron dirigirse a las Tres Escobas como una
parada final. Remus estaba sintiendo que casi había perdonado a Sirius, ahora, habiéndose
calmado, aunque estaba un poco aprensivo sobre ver a los otros con Christopher.
—Lily dijo que le habías contado sobre venir a Hogsmeade… —dijo, casualmente. Christopher
frunció el ceño,

—Seh, creo que salió en la conversación.

—Ya sabes que ella es una de mis mejores amigas, —dijo Remus, esperando no sonar mucho
como que estaba acusando a Christopher de nada, —Entonces… ella sabe que soy queer…

—Mm, ella sabe que yo lo soy también. —Dijo Christopher. —O asumo que lo sabe. La mayoría
de las personas se dan cuenta antes que yo, creo. Aunque, Lily es una chica muy amable.

—Seh, claro, —Remus asintió. —La cosa es, creo que ella pensó que esto era… em… ya sabes,
como que veníamos a Hogsmeade juntos. Entonces… solo, si vemos a mis amigos, puede que
actúen un poco extraño.

—Oh, —dijo Chris, luciendo confundido, —Eh… ¿ok? ¿Preferirías que no fuéramos al pub, en
caso que estén ahí?

—¡No! —dijo Remus, rápido - sabía que era un asco explicándose, —Solo quise decir--

—¡Ahí vienen! —esa molesta voz los interrumpió de nuevo. Justo habían girado una esquina, y
encontraron su camino bloqueado por los dos Slytherins de sexto año.

—Oh, pierdanse, ¿quieren? —Remus suspiró, impacientemente. —Vayan a buscar a alguien más
que molestar.

—Cuidado, Loony Lupin, —parloteó Regulus, —¡Chrissy boy aquí es un lame-pollas!

Chris se tornó rojo brillante y miró a sus pies. En un arranque de rabia, Remus sacó su varita y
adoptó una posición de duelo.

—¡Jódete, Black! —gritó, —¡O le diré a mami que aún juegas quidditch!

Regulus frunció el ceño, y sacó su propia varita.

—Seh, —se añadió otra voz, —¡Y yo le diré a todos tus compañeros raritos como mojabas la cama
hasta que tenías diez años! —Sirius apareció en el hombro de Remus. Remus rio.

—¿Es verdad?

—Sep.

—¡Cállense! —estalló Regulus, furioso. No se tornaba rojo cuando estaba avergonzado, pero se
volvía un tono más pálido. —¡Flagrante!

—¡Protego! —gritó Sirius, desviando la maldición justo a tiempo.

—¡Solo espera! —Regulus gruñó, retrocediendo.

—¿Qué vas a hacer, darme detención? —Sirius rio, —Tiemblo en mis botas. Corre, hermanito.

Regulus cerró sus puños.

—¡Tu no eres hermano mío! —escupió, mientras se giraba y se marchaba, Barty lo siguió, luciendo
molesto por no haber tenido su propia diversión.
—Me acomoda. —Dijo Sirius, suavemente, muy despacio. Se volteó hacia Remus y Chris, —¿Tres
Escobas?
Séptimo Año: La Mente Maestra

No podía haber sido una coincidencia que Sirius hubiera aparecido exactamente en el momento
correcto, pero Remus estaba tan aliviado en ese instanteque no lo mencionó. Sirius estaba siendo
tan amigable con Chris, y Remus no quería empezar cualquier tipo de discusión. Lo que fuera que
había pasado esa mañana claramente había sido una casualidad; todo estaba bien, todos estaban
felices.

—No puedo creer que aún tenga permitido ser un prefecto. —Dijo Lily ferozmente, cuando
escuchó lo que había pasado con Regulus. —Él ha estado peor que nunca este año – y no me hagan
empezar con el chico Crouch, me da escalofríos. —Se estremeció visiblemente, y James puso un
galante brazo alrededor de sus hombros.

Christopher se encogió de hombros, nervioso,

—Está bien, puedo manejar a esos dos idiotas.

No habían mencionado lo que Regulus había dicho de hecho cuando volvieron a contar lo que
ocurrió, a petición de Chris. Aun así, lucía un poco abrumado, sentado con los cuatro
merodeadores y la Delegada en Las Tres Escobas. El propio círculo social de Christopher era
bastante pequeño, y generalmente mucho más tranquilo.

—Debemos enseñarles una lección, —dijo Sirius, señalándole a Rosmerta por otra ronda de
cervezas de mantequilla.

—Otra más, —suspiró Remus, muy despacio.

—¿Qué tipo de cosa estás pensando, Pads? —James se inclinó hacia adelante, emocionado.

—Necesitaría pensar mucho. —Dijo Sirius, pasando sus manos en su barbilla pensativamente,
como un profesor anciano.

—No hemos hecho una broma en años, —destacó Peter, ojos brillando, —No desde… eh…

—Los hongos bola-bubotubérculos. —Señaló Remus, dándole un sorbo a su bebida.

—Es mejor si solo te cubres los oídos, Christopher, —le advirtió Lily irónicamente, —No hay
forma de detenerlos una vez que están en modo-plan.

Remus le sacó la lengua. Era bastante cierto; ya estaba empezando a tener esas familiares
mariposas en su estómago que siempre tenía cuando los merodeadores se embarcaban en una nueva
misión.

—Ustedes no herirían a nadie… ¿Cierto? —Chris miró ansiosamente a Sirius y James, quienes
estaban haciendo su cosa de comunicación telepática, sonriéndose como lunáticos y moviendo sus
cejas.

—¿¡Qué nos miras a nosotros!? —Sirius le guiñó, —Moony es el peligroso.

—Como te atreves. —Respondió Remus, sonriendo traviesamente, —Todos saben que ustedes tres
me llevan por el mal camino. De todas formas, es séptimo año, y hemos hecho todo lo que se puede
hacer.
—¡Ten algo de imaginación! —dijo James, —No puedo creer que estoy escuchando esto del chico
que una vez literalmente cambió el tiempo por diversión.

—¿¡Ese fuiste tú!? —saltó Chris, luciendo ofendido. Remus negó con la cabeza.

—No hice nada ‘literalmente’. Jugamos con los relojes.

—Cuanto tenías once, —dijo Sirius, —Organizaste solo e implementaste un ataque a gran escala de
polvo picapica en los chicos Slytherins.

—Semillas de rosa mosqueta. —Corrigió Remus.

—¡Y! —añadió Peter, brincando emocionadamente, —Tú fuiste el que perfeccionó el hechizo de
expansión de jabón que hizo volar todos los baños en segundo año.

—Ok, seh, ayudé con eso… ¡Fue un esfuerzo en equipo!

—Remus, ¿no fuiste tú quien inventó ese hechizo de cruce de palabras para detener a los Slytherins
de usar insultos? —preguntó Lily, sonriéndole dulcemente, con la lengua entre los dientes.

—¡Oh, me gustó ese! —Chris se animó un poco.

—No lo inventé. —Dijo Remus, —Solo… eh… hice la investigación.

—Ves. —Le dijo James a Christopher. —Moony es nuestra mente maestra criminal. Sin él, no
seríamos las leyendas que somos hoy día.

Christopher miró a Remus, evidentemente observándolo bajo una completamente nueva luz,
Remus suspiró, pesadamente.

—Los odio a todos.

—¿Eso significa que nos ayudarás con otra broma?

—…Sí.

—¡Yo ayudaré también! —dijo Chris, repentinamente, luciendo más alegre de lo que lo había
hecho en horas.

—Oh por el amor de dios. —Gruñó Lily. —Supongo que será mejor que alguien los monitoree a
ustedes chicos, si es solo por su salud y seguridad… estoy dentro.

—Excelente. —James sonrió.

Remus les sonrió de vuelta, tratando de ignorar la sensación de ansiedad creciendo en su pecho.

***

Lunes 3 de Octubre, 1977

Querido Remus,

Lamento no haber escrito antes he estado muy ocupado. Lo siento por mi mala escritura. Estoy en
el pub de mi tía Val en Hove y es muy agradable. Ella me esta dejando trabajar aqui y quedarme
en su habitación sobrante pero me mudare por mi cuenta cuando tenga algo de dinero guardado.
Espero que vengas a verme cuando puedas. Puedes llamarme al número al final si quieres.
Espero que la escuela este bien. Espero que Syri Sirus Siry tu amigo con el cabello largo te este
cuidado al igual de bien que tu me has cuidado a mi.

Mucho amor de Grant Chapman.

P.D. ¿Supiste que Marc Bolan murió? Fue un accidente de auto. Pensé en ti cuando lo oi y espere
que no estes tan triste.

Remus sostuvo la carta, escrita en un poco de angosto papel encrespado arrancado de un cuaderno,
y suspiró con alivio. Lo dobló cuidadosamente y lo deslizó dentro de su bolsillo, sonriendo para sí
mismo. Grant estaba a salvo. Grant estaba a salvo.

—¿De quién era eso? —preguntó James, captando la sonrisa de Remus.

—Un amigo de St Edmunds, —respondió Remus fácilmente. Sirius levantó la mirada, y Remus
asintió levemente. Sirius sonrió también. Remus aclaró su garganta y volvió a su desayuno. —
Marc Bolan murió.

—¡Oh no! —Mary, Lily y Sirius dijeron al unísono.

—¿Quién es-- —empezó James,

—El cantante de T.Rex.

—¡Oh seh! ¿Esa no era la banda muggle con la que ustedes dos estaban obsesionados en primer
año?

Mary hizo una señal de desaprobación, poniendo sus ojos en blanco,

—Jodidos sangres pura.

—Oye. —Dijo Sirius, empujándola con su codo. —Aunque, esas son realmente malas noticias.
Hey, yo sé que deberíamos h--

—No. —Dijo Lily, repentinamente, —¡Conozco esa mirada, Black!

—¿Qué? —mostró su más inocente expresión. Lily no sería engañada.

—Fiestas no.

—Oh vamos, Evans, es por--

—Te diré lo que le dije a James. —Ella sacudió su cabeza, —Cumpleaños están bien, pero no
durante exámenes, ¡y no tan temprano en el año!

—¿¡Prongs!? —Sirius fulminó a su amigo. James lucía incómodo,

—Lo siento, amigo, accedí a eso… ya sabes Delegado y todo…

—¡Traición! —Sirius lo apuntó dramáticamente, —¡Deslealtad! ¡Alevosía!

—Está bien, cálmate… —Lily se puso de pie. —Te estoy dejando tener tu cumpleaños, ¿no es
cierto? Deja solo a James.
—¿Te vas? —James levantó la mirada hacia ella.

—Pociones. —Ella respondió, —Quiero llegar temprano para preguntarle algo a Slughorn.

—Te acompañaré. —James se puso de pie también, ansiosamente. Sirius frunció el ceño, pero
James estaba inadvertido. Tomó la mano de Lily, y sin desviar la mirada de ella, —Nos vemos en
un momento, ¿Pads? Y te veo en el almuerzo, Moony…

Sirius se quedó mirando después de que la pareja dejó el salón, cabezas inclinadas cerca mientras
charlaban alegremente.

—¿Puedes creerlo?

—¿Qué? —Remus untó su tostada y reflexionó sobre los méritos de la miel versus la mermelada.

—¡Prongs no queriendo una fiesta!

—Bueno, sí es bastante temprano en el año…

—A estas alturas el año pasado hubiera estado completamente dentro. Es ella.

—Oh querido, —Mary rió, —Sé que anda mal contigo, Sr. Black.

—No hay nada de malo conmigo, soy el mismo que siempre he sido, es--

—¡Exacto! —ella le arqueó las cejas, —Tú nunca cambias. Estás celoso.

—Pfft. —Sirius cruzó sus brazos y se sumergió en su asiento. Sus piernas se estiraron bajo la mesa
y chocaron con las de Remus. —Como si estuviera celoso de él.

—No de James, —Mary puso sus ojos en blanco, —Estás celoso de Lily. Ella te ha quitado a tu
mejor amigo y ahora te sientes abandonado, ¿cierto?

Sirius se quedó muy callado. Bajó la mirada, luego se volvió hacia Mary.

—No. —Dijo, muy ferozmente, levantándose, —Voy a Pociones. —Masculló, marchándose, lejos
de la mesa del desayuno. Mary suspiró profundamente, en esa forma que las chicas hacían cuando
creían que los chicos estaban siendo particularmente densos.

—Honestamente. —Sacudió la cabeza. —Tú estás de acuerdo conmigo, ¿no es cierto, Remus?

Remus se encogió de hombros. Él solo quería desayunar en paz. Mary le hizo una señal de
desaprobación, también. —Hombres. —Dijo, exasperada, —Emocionalmente inestables, todos
ustedes. Bien, tengo libre esta mañana, voy a la biblioteca. ¿Tú?

—Seh, pero tenía algo más que quería hacer.

—Como quieras, —ella le sonrió, levantándose y marchándose también.

Finalmente solo, la mente de Remus empezó a trabajar, los inicios de una idea formándose. No
estaba en desacuerdo con Lily exactamente – las fiestas eran una distracción masiva, y no
realmente justo para todos los demás. Pero al mismo tiempo, odiaba ver la emoción de Sirius
aplastada; particularmente por James, quien siempre había sido una fuerza totalmente positiva en
su vida.

No podía evitar sentir que él, Remus, debía ser capaz de hacer algo para animar a Sirius. Después
de todo, había hecho cosas más locas antes. Pero qué hacer…

Para distraerse, releyó la carta de Grant mientras terminaba de comer, luego escribió una corta
respuesta.

Querido Grant,

Gracias por tu carta. Estoy tan alegre de que todo esté yendo bien con tu tía.

Amaría ir a verte en Navidad, si no entonces, durante el verano tal vez. Te llamaré tan pronto
como pueda – Espero que el primer fin de semana en noviembre.

¡Un asco las noticias de Bolan! Gracias por contarme, no recibimos noticias aquí.

Hablamos pronto,

Remus

Se la enviaría a los Potters apenas pudiera. Aunque, no había resuelto el problema de Sirius.
Remus tenía una sensación tan fuerte de que necesitaba hacer algo – un gesto. No romántico
exactamente, pero… dramático. Quería hacer algo por sí mismo, algo que haría a Sirius orgulloso
de él. Esto no era un secreto, se dijo Remus; no en el sentido usual. Era una sorpresa. Un regalo.
Pero ¿¡qué!?

Justo cuando Remus se estaba levantando para dejar el comedor, Emmeline Vance pasó en una
nube de dulce perfume y cabello rubio. Algo hizo click en el cerebro de Remus y se apresuró para
alcanzarla,

—¡Hey! ¡Hey, Emmeline! ¿Te puedo pedir un favor…?

***

Viernes 7 de Octubre, 1977

Había tomado toda la semana entre lecciones y deberes, pero Remus finalmente lo había descifrado
para el viernes en la mañana. Era un poco loco, lo era por qué no le había dicho a nadie sobre eso.
Ellos podrían pensar que era un poco extraño, yendo de forma tan excesiva, únicamente para
animar a Sirius. Pero eso solo parecía valer tanto la pena en ese momento; hacer feliz a Sirius.

Las instrucciones de Emmeline habían sido relativamente claras, pero Remus le había hecho
algunos de sus propios retoques para asegurarse. Le había pagado con lo último de su tabaco y ella
había jurado discreción, aunque ella había dicho que no le diría a nadie de todas formas porque le
gustaba mucho la idea – amaba a Marc Bolan también. Los siguientes pocos días él pasó haciendo
trabajo preliminar en la biblioteca, escondido en su escritorio favorito cerca de una de las ventanas
traseras, donde la luz era buena.

El viernes en la mañana, despertó temprano – más temprano que James, incluso – tomó prestada la
capa de invisibilidad y se aseguró de que todo estuviera en lugar. Hizo una nota mental para
mejorar en fijar hechizos cronometradores mientras caminaba por su camino a través de los
pasillos, tocando cada retrato, estatua y armadura con su varita.

Cuando todos los demás estaban empezando a despertar, Remus había terminado, y estaba
dormitando en un sofá en la sala común.

—¡Buenos días, Moony! —James lo despertó animadamente, en su kit completo de quidditch,


escoba en mano.

—Mm buenos días…

—¡Nos vemos en Encantamientos! —exclamó mientras salía a través del espacio del retrato.
Remus se sentó derecho y escuchó cuidadosamente.

Silencio… pasos… James silbando… luego… ¡Sí! La mujer gorda empezó a cantar en un alto
falsete;

“Ride it on out like a bird in the sky ways

Ride it on out like you were a bird

Fly it all out like an eagle in a sunbeam

Ride it on out like you were a bird…”

—¿¡Qué mierda!? —exclamó James.

Remus sonrió y lanzó un puño al aire. Funcionó.

El resto de la mañana fue un caótico deleite. Cada retrato en el castillo había empezado a cantar
‘Ride a White Swan’ en repetición – y no solo los retratos. Cada radio, gramófono, tocadiscos,
estatua lo que fuera que pudiera hacer un ruido estaba ahora cantando melodiosamente el más
grande hit de Marc Bolan.

La mejor parte fue que la mayoría de los estudiantes hijos de muggles también estaban cantando,
como era una canción tan pegajosa.

El ruido era tan malo al final, que McGonagall anunció que las lecciones serían canceladas por el
día mientras los profesores resolvían en cómo detener el canto – Remus había añadido una medida
de seguridad que significaba que ‘Silencio’ solo resultaría en un aumento del volumen.

Sirius estaba fascinado, por supuesto.

—¿Quién crees que lo hizo? —preguntó Peter, emocionadamente en la mesa del desayuno.

En el fondo algunas chicas de sexto año estaban cantando junto con el metálico barítono de la
armadura;

“Wear a tall hat like a druid in the old days

Wear a tall hat and a tattooed gown

Ride a white swan like the people of the Beltane

Wear your hair long, babe you can't go wrong...”

—No necesito pensar, lo sé. —Dijo Sirius, con aire de suficiencia.

Remus sonrió. Mary se inclinó hacia adelante ansiosamente,

—¿¡Quién!?

—¡Prongs, obviamente! —dijo Sirius, —Probablemente tratando de compensarme lo de la fiesta.


El estómago de Remus se hundió. El idiota.

—Caray, —dijo Mary, —¿James? ¿Por sí solo? —ella lucía escéptica. Buena vieja Mary.

—Increíble, ¿cierto? —Sirius seguía diciendo, —¡Ni siquiera pensé que Prongs conocía alguna
canción de T-Rex!

—Mm. —Dijo Remus, irritable, —Qué cosa más graciosa, eso.

—¿Qué te pasa a ti? —Mary lo empujó, —¡Pensé que te gustaba T-rex!

—Me gusta. —Respondió Remus, con los labios apretados. Se puso de pie. —Si las lecciones están
canceladas, supongo que iré y me pondré al día con algo de tarea.

Sirius levantó la mirada, confundido.

—¿Pensé que íbamos a – eh - jugar ajedrez? —Remus se encogió de hombros,

—No estoy de humor. —Se fue rápido, antes que su molestia se volviera muy obvia.

Fue a la biblioteca, por supuesto (era el único lugar silencioso en el castillo) pero no se podía
concentrar en nada – además, alguien se había atrevido a sentarse en su asiento favorito. Solo eran
dos estudiantes de segundo año, y Gryffindors también – si quería ocupar la carta de merodeador
podía fácilmente hacer que se movieran. Pero estaba de humor para sufrir en silencio, entonces
eligió un escritorio más pequeño.

Alguien había tallado algo en la madera – quién sabe hace cuanto tiempo, todo en este maldito
castillo era tan viejo. Era un poema – unas pocas líneas de versos adolescentes.

Nunca beses a tu amante en las puertas del jardín

El amor el ciego - ¡pero tus vecinos no!

Remus resopló, a pesar de todo. Estúpido. Ni siquiera rimaba apropiadamente.

—¿Todo bien, Remciturno?

Remus levantó la mirada para ver a Sirius apresurándose hacia él, esquivando suavemente entre los
grandes escritorios de estudio. Un grupo de chicas sentadas detrás de Remus soltaron risitas
chillonas. Remus se encogió más hacia abajo en su asiento, cruzando los brazos.

—Estoy ocupado. —Gruñó, abriendo el libro más cercano en una página al azar.

—Mm, eso parece. —Sirius tomó una silla, la giró y se sentó, cruzando sus brazos en el respaldo y
apoyando su barbilla en ellos, mirando a Remus en esa irritante forma, con esa irritante sonrisa
burlona.

—Vete. —Dijo Remus, mirando su libro.

—Moony. —Sirius sonrió, —Fuiste tú, ¿cierto?

Remus se encogió de hombros. Sirius resopló, —Imbécil, ¿¡por qué no solo lo dijiste!?

—No quería.

—Ok…
—No lo sé.

—¿Podría ser que estás completamente demente, en adición a ser un idiota bipolar?

—Jódete. —Remus estaba empezando a sonreír. Odiaba que Sirius siempre pudiera hacer eso.
Sirius dio un leve suspiro.

—Sabes, Moony si insistes en ser tan discreto todo el tiempo, habrá malentendidos…

—Lo sé. —Remus se sintió incómodo. No estaba acostumbrado a que Sirius fuera el lógico. —Lo
siento. —Sus hombros se hundieron y miró hacia abajo nervioso. —Aunque, ¿te gusta?

—¡Por supuesto que me gusta idiota! —exclamó Sirius, estampando su mano en el escritorio. —Es
increíble, Remus. Gracias. Yo… —Sirius se sonrojó levemente, —Yo realmente lo amo.

—¿De verdad? —Remus levantó la mirada hacia él.

—De verdad. Siempre he amado tu magia. Es tan… tú.

—Cállate. —Remus sintió que se sonrojaba. Era aún más difícil no sonreír, cada músculo de su
rostro estaba conspirando en su contra.

Le dio una patada al pie de Sirius bajo la mesa. Sirius le dio una patada de vuelta.
Séptimo Año: Cae la Oscuridad
Chapter Summary

Advertencia, este capítulo se hace un poco aterrador

Viernes 4 de noviembre, 1977 – 2:00 AM en la Torre de Gryffindor

—Creo que hay algo en la idea de cambio de color. —Arrastró James, usando su copa para hacer
un gesto amplio. Afortunadamente, estaba vacía, y no se derramó.

—Nah, es muy obvio, —Sirius sacudió la cabeza, igual de ebrio que James, pero manejándose
remarcablemente bien, por una vez.

—Además, —Lily bostezó, desde donde estaba sentada en el piso, su cabeza apoyada contra la
rodilla de James. —¿Qué cambiamos? ¿Sus túnicas?

—¡Todo su dormitorio! —sugirió Mary, la única aún bailando, balanceando sus brazos por sobre
su cabeza y moviendo sus caderas a una sensual canción de Nina Simone. —¡Una renovación
completa! ¡Rosado brillante!

—Aunque, ¿por qué rosado? —dijo Sirius, —A algunas personas puede gustarles el rosado.

—¡Ja, habla por ti, Black! —Marlene le hizo una mueca. Estaba sentada de cabeza en un sofá, sus
piernas se columpiaban sobre el respaldo, largo cabello rubio tocando el piso. Sus ojos estaban
fijados en Mary moviéndose frente a la chimenea.

Eran los últimos de pie después de la fiesta del decimoctavo cumpleaños de Sirius, que había sido
tan estruendosa y exagerada como de costumbre. El único chico que no era de séptimo año de pie
era Christopher, quien lucía como que estaba teniendo problemas para mantener sus ojos abiertos,
pero se aferraba valientemente, tomando notas de la actual lluvia de ideas para la broma hacia
Slytherin.

—Aunque, ¿Cómo llegaríamos a sus túnicas siquiera? —preguntó Peter, jugando con la etiqueta en
su botella de cerveza, —Tuvimos el mismo problema en primer año, ¿recuerdan? Con el polvo
picapica.

—Oh seh, —James asintió, —Es cierto – fue más fácil escabullirse dentro de su sala común que
descubrir como los elfos domésticos organizaban el lavado…

—¿Cómo se colaron? —preguntó Marlene, frunciendo el ceño, —No pueden haber perfeccionado
un hechizo de invisibilidad a los once años…

—No hagas preguntas y no te diremos mentiras, McKinnon. —Sirius le guiñó. Él estaba mirando a
Mary bailar también, sus ojos brillaban con intoxicación. —De todas formas, hemos decidido no
hacerlo.

—Tú decidiste. —Corrigió James.

—¡Es mi cumpleaños!
—No, ya no lo es, —Peter le lanzó un cojín. Sirius le lanzó uno de vuelta, luego James lanzó otro,
y pronto todos estaban ebriamente lanzándose cojines de un lado al otro, riendo atontados.

—Bien, —Marlene rio, después haber esquivado uno grande y redondo de terciopelo, —Me voy a
la cama. Apoyó sus manos en la alfombra y se empujó hacia adelante cuidadosamente. Limpió sus
jeans mientras se levantaba, un poco inestable en sus pies, luego se dirigió al dormitorio de las
chicas.

—Noo, —Mary la tomó de la cintura, —¡No te vayas, Marls, baila conmigooo!

Marlene rio ligeramente, pero Remus captó un extraño destello de irritación en el usual plácido
rostro de Marlene mientras gentilmente se libraba del agarre de Mary y retrocedía.

—Estoy segura de que uno de los chicos accederá. —Dijo, cortante, —¡Buenas noches, todos!

—¡Buenas noches! —corearon en respuesta. Remus vagamente se preguntó qué estaba pasando
entre las dos mejores amigas, pero estaba demasiado ebrio y somnoliento para fijarse en eso por
mucho tiempo.

—Creo que iré al dormitorio, también. —Christopher ya estaba de pie, como si hubiera estado
esperando que alguien más admitiera su rendición así no era el primero. —¡Aunque no decidan
nada sin mí!

—Realmente no creo que nadie vaya a formular un plan esta noche. —Lily bostezó de nuevo. —
Nos vemos mañana, Chris.

—Buenas noches. —El chico menor se despidió moviendo la mano a todos de forma animada e
incómoda.

—Si nadie quiere bailar conmigo, —Mary suspiró, moviéndose para apagar el tocadiscos, —
Supongo que será mejor que vaya a tener un poco de sueño reparador .

—Y yo, —Peter se levantó, terminándose los residuos de su bebida.

—Y yo-- —Lily se estaba levantando, cuando James la jaló hacia su regazo, abrazándola cerca.

—No vayas aún…

—Mmm… —ella se acurrucó contra él, somnolienta, y ellos se volvieron uno solo, envueltos en el
gran sofá de cuero. Remus les pestañeó adormilado y maravillado una vez más que habían
molestado a James por años sobre su seguridad de que él y Lily estaban hechos el uno para el otro.
Era divertido como habían terminado las cosas.

—Absolutamente obsceno. —Sirius hizo una señal de desaprobación, haciéndole una mueca a la
pareja. —Bueno, si ese es el camino por el que va esta fiesta, seguiré el ejemplo de Wormtail…
¿Vienes, Moony?

—Sip. —Remus se levantó del sofá que habían estado compartiendo (manteniendo una cortés y
discreta distancia, como lo habían estado haciendo toda la tarde).

Siguieron a Peter escaleras arriba, y descubrieron que él estaba encerrado en el baño, ruidosamente
cepillándose los dientes y haciendo gárgaras. Remus estaba exhausto, y se sentó en el final de su
cama para esperar, bostezando y frotando sus ojos.

—¿Buen cumpleaños? —le preguntó a Sirius.


—Brillante. —Sirius le sonrió de vuelta.

—Bien.

—…Si esperamos hasta que Pete se quede dormido—

—Mala idea, Padfoot, especialmente si James aún no está de vuelta. De todas formas, estoy
agotado. —Bostezó de nuevo, como para probar su punto, —En otro momento. —Esto era un poco
una mentira blanca. Después de demasiadas veces que casi los atrapan, Remus había estado
limitando la cantidad de tiempo que pasaba en la cama de Sirius. Parecía tan furtivo y deshonesto.

—Otro momento. —Sirius suspiró. —Solo… Es mi cumpleaños, y apenas te he visto.

—¡He estado aquí todo el día! —Esto era cierto, por supuesto – pero era cierto que todos los
merodeadores habían estado, y Lily.

—Tú sabes a lo que me refiero. —Sirius sacudió la cabeza impacientemente.

Remus lo sabía, pero no tenía una respuesta que complacería a Sirius. Este mismo problema seguía
apareciendo, y, bastante, francamente, Remus se estaba aburriendo. Especialmente como no había
forma posible de resolverlo hasta que Sirius finalmente, decidiera tomar una decisión. Cansado, y
volviéndose más irritable cada segundo, Remus se levantó y empezó a cambiarse rápidamente a su
pijama.

Sirius se puso de pie y se acercó a él, cruzando el haz de luz lunar golpeando las ancianas tarimas.
—No me estás evadiendo, ¿cierto? —preguntó.

—¡No! —masculló Remus, —Solo estoy ocupado. Tengo mucho encima. —Si, había dicho esto
una vez, lo había dicho mil veces.

—Ok. —Dijo Sirius, lentamente. —Solo, ya sabes. Lily y James también están ocupados, pero aun
así parecen encontrar tiempo para--

—Aunque, nosotros no somos James y Lily, ¿¡o sí!? —Remus arqueó una ceja. Honestamente.

Sirius lucía herido.

—No… pero,

—Esa fue tu decisión. —Dijo Remus, abotonando su camisa de dormir. —¿Qué fue lo que dijiste?
No ‘gritarlo desde los techos’. Pensé que lo querías de esta forma.

—Yo… —Sirius lucía perdido.

Remus puso sus ojos en blanco, exasperado.

—Dijiste que necesitabas tiempo. Te lo estoy dando. Pero no puedes seguir lloriqueando sobre eso.

Sirius se retrajo. Remus sabía que había ganado, pero no había alegría en la victoria.

Afortunadamente, Peter eligió ese momento para salir del baño. Se encaminó directo a su cama,
cabeza agachada, moviéndoles una mano perezosamente,

—Buenas noches, chicos…

—¡Buenas noches Pete! —respondieron ambos, animadamente.


***

Sábado 26 de Noviembre, 1977

Ellos podían superar pequeñas peleas como esa en esos días – podían despertar la mañana
siguiente y ambos estar listos para dar vuelta la página. Por lo menos hasta la próxima vez. Al
final, el deseo por el otro, su afecto – y más que nada su amistad – parecía ser lo suficientemente
fuerte para ganarle a cualquiera de sus otros problemas. Era un estado de ser que Remus más tarde
aprendería que estaban tomando mucho por sentado.

Encima de esto, había una guerra, lo que podría haber explicado bastante. Todos estaban levemente
melodramáticos, y los nervios estaban crudos al final. Los encabezados no estaban ayudando:

MINISTERIO ALLANA TRES CASAS EN BUSCA DE ARTEFACTOS PROHIBIDOS

TERCER ATAQUE DE VAMPIROS EN DOS SEMANAS

MINISTRO JENKINS DA UN PASO ATRÁS A RAÍZ DE DESAPARICIONES

REGISTRO HOMBRE LOBO ‘PELIGROSAMENTE MAL GESTIONADO’ REVELAN FUENTES


DEL MINISTERIO

Y esos eran solo los periódicos de esta semana. Algo estaba pasando con los Slytherins también –
más de los usuales disparates clasistas. Por el verano – o tal vez antes de eso – parecía haberse
formado una jerarquía, creando obvia división en la casa más controversial de Hogwarts.

Regulus Black siempre había acarreado una cierta cantidad de influencia, por supuesto. El heredero
de la más noble, exclusiva y adinerada familia sangre pura había sido muy popular entre su
ambicioso grupo de pares desde su primer día de escuela. Sucesivamente, se había rodeado con una
facción de estudiantes sangre pura que parecían hacerse más repugnante cada año. Excepto por
Barty Crouch Jr, tal vez, quien había sido increíblemente repugnante incluso como un niño
pequeño.

Ahora en su sexto año, Regulus no hizo nada para disipar los rumores de que no solo era un
mortífago, sino también en regular comunicación con Lord Voldemort mismo. De hecho, Regulus
parecía estar disfrutando su aumento de poder, que (de acuerdo a Christopher, quien compartía
variadas clases con él) incluso algunos profesores estaban observando. Se sostenía diferente.
Caminaba con su espalda derecha, su barbilla elevada, una permanente mueca fijada en su pálido
rostro. Remus difícilmente podía reconocer al nervioso, chico afligido que Sirius una vez había
llamado ‘Reggie’

Regulus no era estúpido. Nunca había tenido una detención, en todo su tiempo en la escuela, y era
tan brillante como su hermano mayor cuando se trataba de sus lecciones. Aun así, cosas
desagradables parecían pasarle a todo el mundo que lo rodeaba. Un Hufflepuff de cuarto año quien
(según el rumor) había volteado un tintero en el escritorio de Regulus mientras estaba estudiando
en la biblioteca fue encontrado dos días después encerrado en un armario de escobas en las
mazmorras, blanco como una hoja y completamente mudo. Había sido enviado a casa para
recuperarse y no se le había visto desde entonces.

La práctica del equipo de quidditch de Ravenclaw se había tardado media hora más tarde a raíz de
una mezcla con las nóminas – queriendo decir que la práctica del equipo de Slytherin tuvo que ser
aplazada para el día siguiente. La próxima vez que los Ravenclaws se reunieron tuvieron que
cancelar su práctica en absoluto, al igual que suspender un próximo partido con Gryffindor, porque
nadie era capaz de tocar sus escobas sin recibir cientos de pequeñas astillas, que solo podían ser
removidas por Madam Pomfrey.

Y las palabras ‘¡sangres sucia lárguense!’ habían sido talladas mágicamente en la pizarra del salón
de Estudios Muggle, de forma que la lección tuvo que ser desplazada mientras los profesores
investigaban.

Por supuesto, nadie nunca cuestionaba a Regulus, y, como no había testigos a ninguno de estos
crímenes, no se podía hacer nada. Aunque todos sabían, todos los que habían tomado un bando en
la guerra. La creciente crueldad y frecuencia de dichos ataques había arrojado una sombra por
encima del castillo que cada estudiante percibía ahora, si no lo habían hecho los años previos.

Pudo haber sido la razón de por qué tantas personas querían ayudar a los merodeadores a planear
su siguiente broma. Aunque eso también tenía mucho que ver con Christopher.

—¿¡Le dijiste a todo el mundo!? —Remus suspiró, exasperado, mientras un chico de tercer año se
escabullía del salón de estudio, sonrojado y sonriendo después de ofrecer sus servicios para la
causa (‘¡Hago cosas estallar todo el tiempo en pociones!’ Había explicado, sin un rastro de ironía.
Remus le había asegurado que James y Sirius estarían fascinados de escuchar eso.)

—Solo se lo mencioné a un amigo… —respondió Christopher avergonzado. —Tú sabes, mucha


gente tiene resentimiento por Slytherin, y siempre es una buena idea tener un amplio rango de
experiencia…

—Los merodeadores no revelan las fuentes de sus bromas. —Remus respiró, pesadamente mientras
hacían su camino de vuelta a la torre.

—No es revelar la fuente, —contraatacó Christopher, —Es… eh… colaboración.

—¡No colaboramos, tampoco!

—¿Por qué no? ¿No se supone que para eso estamos luchando? ¿Inclusión?

—Inclusión, sí. Igualdad, sí. ¿Cooperativas para Planear Bromas? No.

Christopher resopló con risa. Remus sonrió. Christopher tenía una incómoda risa, rebuznante, como
un burro. Era bastante gloriosa de presenciar.

—Entonces, —Christopher resopló, recuperando el aliento y secando sus ojos, —¿Cuáles son tus
planes Navideños? ¿Te quedas aquí de nuevo?

—Mm, tal vez… o a lo mejor voy donde los Potters. Todo depende si James va a pasarla con la
familia de Lily o no.

—Oh, Merlin, no, —Christopher hizo una mueca, —Creo que los prefería cuando se odiaban. Las
reuniones de prefectos son tan aburridas ahora, ellos pasan todo el tiempo hablándose. Lo
suficiente para darte dolor de muelas.

—Yo creo que es lindo —dijo Remus. —James ha estado loco por Lily desde segundo año, si
finalmente puede decirle lo increíble que es a ella en vez de decirnos a nosotros, entonces es mejor.

—Seh, supongo que tienes razón. Todos deberíamos ser igual de suertudos. —Christopher suspiró.

Estuvieron en silencio un poco después de eso, solo caminando juntos. Cuando giraron la siguiente
esquina, Remus se dio cuenta de que no habían pasado a nadie en un tiempo. Bastante justo, era un
sábado, pero no era un fin de semana de Hogsmeade, y el clima era muy pobre para que alguien
estuviera afuera.

Finalmente una estudiante de primer año vino corriendo en su dirección a través de un arco que
conducía al ala este. Sus ojos estaban grandes y aterrados, miró a los dos chicos mayores,

—Ooh, —chilló, —No vayan allí abajo, ¡es horrible! —y corrió pasándolos de largo,
presumiblemente de vuelta a su casa.

Chris y Remus se miraron. Chris lamió sus labios, luego arqueó sus hombros levemente,
arreglando su boca.

—Soy un prefecto… entonces será mejor que…

—Iré contigo. —Remus le dio una palmada en el hombro. Christopher asintió, luciendo muy
aliviado. Remus deseó que James estuviera ahí – o Sirius.

Caminaron uno junto al otro a través del arco, y se encontraron envueltos en total oscuridad. Era la
mitad de la tarde, y Remus sabía que usualmente había ventanas en este corredor, e incluso en la
noche nunca estaba así de oscuro. Algo estaba muy mal.

—Lumos, —susurraron ambos, iluminando la punta de sus varitas y sujetándolas en alto,


conjurando haces de luz blanca a través de las losas grises, los tapices rojo sangre, las brillantes
armaduras. Parecía estar vacío. Christopher dio un valiente paso delante de Remus, aclarando su
garganta,

—¿Hola? ¿Hay alguien ahí? —llamó.

Sin respuesta, completo silencio. Christopher se dio la vuelta para mirar a Remus, entrecerrando
los ojos y elevando un brazo a sus ojos contra la luz de la varita iluminada de Remus, —¿Tal vez
deberías ir a buscar a un profesor?

—Ven conmigo, entonces, —dijo Remus.

—Yo…

Hubo un ruido. Un desagradable, repugnante, fangoso chapoteo, justo delante de Christopher.


Ambos se giraron y apuntaron sus varitas a eso, pero solo encontraron una esquina vacía. El
corazón de Christopher estaba latiendo fuerte, apestaba a adrenalina y terror. —Hay algo aquí… —
susurró, asustado.

—Vamos, —dijo Remus, —Vamos y busquemos ayuda…

—Creo que está por aquí… —Christopher caminó hacia delante de nuevo, y Remus le perdió la
vista y tuvo que guiarse por el olor. Esto era particularmente desconcertante – Remus nunca había
visto una oscuridad tan negra que no pudiera ver a través de ella.

—¿Chris? —avanzó, moviendo su luz alrededor.

—Lo encontré… es… ¡No! ¡Oh Merlín, no! ¡No! —Christopher empezó a gritar, en algún lugar
más adelante en el pasillo.

Sin pensarlo, Remus corrió hacia adelante, siguiendo los terribles llantos.

—¡Chris!

Casi se tropezó con él. Christopher estaba acurrucado en el piso, manos cubriendo su cabeza,
meciéndose y lloriqueando. —¿Qué…? —preguntó Remus, temblando ahora, mientras Christopher
lo apuntaba. Remus usó su varita para seguir el brazo tiritando de su amigo, finalmente iluminando
su tormento. Remus casi gritó también.

Un cuerpo – un horrible, putrefacto, cuerpo arrastrándose hacia ellos a través de la oscuridad de


terciopelo. Se dejó caer hacia adelante con un fuerte golpe, tratando de alcanzar a Christopher. Los
ojos estaban intactos, amarillo y rojo – ambos vacíos y voraces. Todavía tenía la mayoría de su
piel; una grotesca paleta de gris moteado y un profundo moretón morado. Gimoteó, un cadavérico,
sonido estridente a través de torcidos dientes amarillos.

Remus alzó su varita, y se paró frente a Chris. Estaba a punto de disparar un maleficio de retroceso,
la única cosa que pudo pensar en tan poco tiempo – cuando eso fijó sus ojos hambrientos en él. En
un segundo, se desvaneció.

Remus pestañeó, jadeando, y repentinamente el pasillo se llenó de una pálida luz lechosa, mientras
una luna llena se alzaba frente a él. El grito murió en su garganta, y estaba preso del horror -
¿¡cómo era eso posible!? ¡La luna llena no caería en una semana! Tenía que correr, tenía que
alejarse de Christopher, pero… espera un minuto.

—¡Sé lo que eres! —el terror de Remus se convirtió en alivio, mientras levantaba su varita una vez
más, y gritaba confiadamente; —¡Riddikulus!

La luna empezó a expandirse y transformarse una vez más - esta vez en una enorme pelota de
playa blanca, que empezó a rebotar y saltar por las paredes, antes de convertirse en una nube de
burbujas de jabón. Remus rió, tan fuerte como pudo bajo las circunstancias, y el boggart
retrocedió. Tomó su oportunidad, y tomó a Christopher – aún acurrucado, ojos fuertemente
cerrados – bajo el brazo, tirándolo de vuelta hacia el arco tan rápido como pudo.

Salieron del otro lado jadeando y pestañeando fuertemente en la luz. Christopher estaba agarrando
las túnicas de Remus fuertemente, su respiración era pesada, rostro pálido.

—Mierda. —Murmuró Remus, sintiéndose bastante estremecido él mismo.

—¿¡E-e-ese era un boggart!? —tartamudeó Christopher.

—Seh, seh, lo era… nunca había visto uno antes, ¿y tú?

Chris sacudió su cabeza. Remus le dio una palmadita a sus manos, dispuesto a dejarlo ir.

—Hey, está bien. No fue real, ¿recuerdas? Vamos, tenemos que decirle a alguien, antes que alguien
más se tope con eso…

—Yo iré. —Dijo Christopher, recuperando algo de su coraje, —Iré ahora… ¿Estás bien para
esperar aquí? ¿En caso que venga alguien?

—Por supuesto. —Remus asintió. —Nada va a pasarme. —Sonrió, tratando de alivianar la


situación, pero Christopher aún estaba muy estremecido. Asintió lúgubremente, y se marchó, aún
agarrando su varita.

Solo, Remus buscó dentro de lo profundo de los bolsillos de sus túnicas y sacó el mapa de los
merodeadores. Lo había tenido por un tiempo ahora, por preocupación de que James tomara un
vistazo algún día y se preguntara por qué él y Sirius estaban compartiendo el baño tan seguido. —
Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas, —susurró, tocando el pergamino.

El mapa inmediatamente cobró vida, tinta esparciéndose como enredaderas a través de la página.
Remus lo sujetó a la altura de sus ojos y buscó frenéticamente el corredor con el boggart. Ahí
estaba, y ahí estaba él, ‘Remus Lupin’, claramente marcado al final.

Siguió su largo con su dedo, estaba completamente vacío; aparentemente los boggarts no
aparecían, no era suficiente substancia, tal vez. Alcanzó el final, ahí había un segundo arco en el
otro lado, lo recordaba, cubierto por un tapiz. Tres personas estaban esperando ahí, bastante
quietas. Barty Crouch Jr, Garrick Mulciber y… el estómago de Remus se hundió, aunque no estaba
tan sorprendido en absoluto. Aquí estaba; prueba en blanco y negro. Regulus Black.
Séptimo Año: Navidad Parte 1

En una miserable vuelta del destino, la luna llena de diciembre de 1977 cayó el Día de Navidad.
Todos los merodeadores acordaron quedarse en Hogwarts, con un plan de viajar de vuelta donde
los Potters en el Boxing Day. Lily les hizo prometer que se encontrarían tan pronto fuera posible
en el Callejón Diagon,

—Es el único lugar al que mis padres me dejarán ir por mi cuenta, —le explicó a Remus, —Quería
ir donde los Potters también, pero son protectores y no han conocido a James aún.

—¿Por qué no invitas a James a tu casa? —sugirió Remus. Lily mordió su labio y se encogió de
hombros.

—Es solo un poco complicado. Tal vez para el receso de Pascua.

Fue una Navidad muy desanimada, realmente. James estaba extrañando a Lily, Peter obviamente
deseaba estar en casa, no atascado en la escuela, Sirius estaba ansioso e inquieto cuando él y
Remus estaban en la misma habitación con alguien más, y Remus mismo estaba gruñón e irritable,
esperando que la luna tomara el control.

No hicieron nada muy Navideño tampoco, además de bajar a almorzar con los otros estudiantes
que se habían quedado. Le habían prometido a la Sra. Potter que no iban a intercambiar regalos
hasta que pudieran estar todos juntos.

—Me siento terrible. —Remus suspiró, mientras envolvía su bufanda alrededor de su cuello, listo
para empezar a encaminarse hacia la cabaña, más delante de sus amigos. —Ustedes chicos
deberían estar en casa. Yo pude haberme quedado por mi cuenta – o haber usado tu ático de nuevo,
Prongs.

—No seas tonto, —James sacudió su cabeza valientemente, —Sé lo malo que es para ti, en el
ático, atado así. La cabaña es el mejor lugar – por lo menos todos podemos correr un poco.

Y tenía razón, por supuesto. Todos necesitaban una buena carrera, y en la mañana, Remus despertó
y miró los rostros sonrojados y sonrientes, y supo que todos se sentían mucho mejor por eso.

No pudieron irse inmediatamente, por supuesto, Madam Pomfrey no lo permitiría. Remus tenía
prescrita su mañana de sueño como de costumbre, y esperó que los otros merodeadores tomarán la
oportunidad para hacer lo mismo.

Cuando despertó en la enfermería, Sirius estaba sentado en la silla junto a él, sonriendo, con dos
maletas a sus pies.

—¡Listo cuando tú lo estés! —dijo, animadamente, y Remus sintió una punzada de culpa de nuevo.
Sirius necesitaba ir a casa con los Potters tanto como James.

—¿Has empacado por mí? —Remus se sentó, pestañeando, —Caray.

—Por supuesto que no, —Sirius resopló, —Prongs lo hizo. Aunque, me aseguré que tomara el
libro en tu mesita de noche.

Remus abrió su boca para hablar, pero Sirius alzó una mano, —Y el que estaba bajo tu almohada.
No te preocupes, Moony, nada se me escapa.
—Gracias, —Remus sonrió. —Solo déjame vestirme, entonces…

—¿Seguro que estarás bien para viajar con polvos flu? —preguntó Sirius, mientras Remus se
deslizaba fuera de la cama. Sus pies descalzos aterrizaron en las frías losas. Se sentía un poco débil
y mareado, pero no peor que de costumbre. Asintió,

—Seh. Aparecí después de una luna llena una vez, ¿recuerdas?

—Ok. Pero deberías decirlo, si no te sientes capaz.

—Lo haré. Pásame mis jeans, ¿quieres?

Sirius accedió. Remus se vistió, lentamente, chequeando su cuerpo con cada estiramiento y vuelta,
asegurándose que todo estaba funcionando como debía. Estaba muerto de hambre, pero dispuesto a
esperar por la comida de la Sra Potter. —¿Dónde están los otros? —preguntó Remus, agachándose
para atar sus cordones.

—Sala común, —respondió Sirius. Sujetó en alto su espejo compacto plateado, —Le haré saber a
Prongs cuando estemos de camino a la oficina de McGonagall, ellos nos encontrarán.

—Genial. —Remus asintió. Se detuvo por un momento, mareado de nuevo, y pretendió solo estar
estirándose.

—¿Moony?

—¿Mmm…? —Remus empezó a atar su segundo zapato, concentrándose mucho.

—Le voy a contar a Prongs, durante la Navidad.

—¿¡Qué!? —se enderezó tan repentinamente que tuvo que agarrar el brazo de Sirius para evitar
tambalearse. Su cabeza daba vueltas, y pestañeó un par de veces mientras restauraba su equilibrio.
—¿Contarle… a Prongs?

—Seh. —Sirius lucía muy pálido, sus ojos grandes, —¿Si eso está bien para ti? Creo que es lo
mejor.

—Por supuesto. Seh. O sea. Wow. ¿Por qué ahora?

Sirius se encogió de hombros,

—Algo tiene que ceder. Y estoy loco por ti.

El rostro de Remus se empezó a calentar y desvió la mirada. Empujó el pie de Sirius con el suyo,

—Cállate.

—Nunca. —Sirius sacó su lengua. —¿Entonces está bien?

—Seh. Por supuesto que sí. ¿Me avisarás… cuándo?

—Definitivamente. Quiero elegir el momento correcto.

—Ok.

—Iré a buscar a Pomfrey ahora, ¿debería?


—Gracias. —Y con eso, Sirius saltó y desapareció detrás de la cortina. Remus se sentó en su lugar
por unos pocos minutos, aturdido. Bueno. La gente siempre puede sorprenderte.

***

La tarde del Boxing Day donde los Potters fue un bienvenido cambio de aire. Euphemia quería
saber todo sobre Lily, y Fleamont quería saber cómo estaba funcionando la nueva formación de
quidditch de Gryffindor. Esto condujo a un muy largo e involucrado debate entre Peter, Sirius,
James y su padre, mientras se quejaban sobre el nuevo pobre cazador – algo Eriksson – y se
escandalizaron por si este sería el final de la racha de victorias de Gryffindor de seis años.

Al final, Remus y Euphemia los abandonaron y fueron a la cocina para ayudar a Gully con el
lavado. La Sra. Potter sacó un asiento para Remus junto al lavabo, y dijo,

—Solo siéntate ahí, mi amor, y puedes secar. No quiero que estés de pie toda la tarde, o nunca te
levantarás mañana. Y suena como que los chicos tienen muchos planes.

Trabajaron en un silencio agradable por un tiempo, Remus practicó varios hechizos de secado antes
de rendirse y solo usar un paño de cocina. Tal vez nunca sería bueno en encantamientos
domésticos.

—Viene con la práctica, —Euphemia sonrió. Su rostro estaba suave en el brillo de las luces
navideñas, y aunque lucía cansada, y más anciana de lo que Remus le había recordado, lucía
contenta y hogareña. Justo como una madre debía lucir, en su mente.

—¿Sra. Potter?

—¿Sí querido?

—Usted conoció a mi padre, ¿no es cierto?

—¿Lyall? Un poco, pero no bien. Monty lo conocía mejor, cruzaron caminos en el ministerio una o
dos veces… y creo que ambos eran aficionados de unos pocos tragos los viernes en la noche en el
Caldero Chorreante, —ella cloqueó su lengua indulgentemente.

—¿Qué hay de Hope?

Euphemia dejó abajo el plato que había estado a punto de entregarle, y lo miró hacia abajo. Él
tragó saliva, —¿Hope Lupin? Mi madre. Ella era una muggle.

—Sí, lo sé, querido. Solo la conocí una vez.

—Pero la conoció. —Observó a la madre de James, asombrado. ¿Por qué nunca se le había
ocurrido antes? Ella se quitó sus brillantes guantes amarillos y se sentó en la silla junto a él.

—Solo fuimos presentadas. Ambas estábamos embarazadas, en el momento, esa es la única razón
por la que recuerdo. Ella era mucho más joven que yo, y – como tú dices – una muggle. Nos
movíamos en círculos diferentes, supongo. Lyall era un hombre muy privado.

—¿¡Cómo era ella!? —preguntó Remus, desesperadamente, —¿Ella era… bonita?

—Oh, Remus, —Euphemia se acercó y tomó su mano, que estaba fría por el agua, y se sintió un
poco muy familiar. Él no quería alterarla, entonces le permitió hacerlo. —Ella era muy bonita, de
lo que recuerdo. Cosita pequeñita, cabello rubio, y una sonrisa encantadora. Muy pequeña,
recuerdo haber pensado – aunque junto a Lyall, todos lucían pequeños. No recuerdo cuál era la
ocasión, pero ambas estábamos enormes – recuerdo que ella me dijo que estaba esperando para
marzo. Yo le dije que se contactara si necesitaba algo, pero me temo que nunca lo hizo. Tal vez
ella no sabía cómo hacerlo.

Remus bajó la mirada. Si hubiera sobrevivido a su infancia ileso, tal vez con el tiempo su madre
podría haber hecho más amigos. Tal vez ella sería amiga de la Sra. Potter, y tal vez todos hubieran
pasado las navidades juntos.

—Me entregaron una carta, —dijo Remus, lentamente. —Cuando cumplí diecisiete. Ella la escribió
– Hope – antes de dejarme. Dijo… dijo que podía intentar buscarla.

—¿Eso es lo que te gustaría?

—No lo sé. Tal vez ella ya ha cambiado de opinión.

—Remus. —Dijo Euphemia, muy ferozmente, —Te puedo prometer que ella no lo ha hecho. Si
quieres buscar a tu madre, entonces dime. Monty puede hacerlo enseguida.

Remus levantó la mirada, finalmente, y sonrió.

—Gracias.

Se fue a la cama temprano, y fue despertado por Sirius, trepando bajo las cobijas. La casa se había
hecho silenciosa, y estaba muy oscuro afuera.

—Lo siento, —susurró Sirius, oliendo levemente a brandy, y todo su cuerpo estaba cálido mientras
deslizaba sus brazos alrededor de Remus, —No quería despertarte.

—Seh, querías. —Murmuró Remus, somnoliento. —No le has dicho a Prongs aún, ¿entonces?

—Nah, —Sirius sacudió su cabeza contra el brazo de Remus, enterrando su rostro bajo el cobertor,
—Pensé que mañana. Después del Callejón Diagon, antes de la cena.

—Ok. —Remus suspiró, cerrando sus ojos y acomodándose de vuelta para dormir. Justo antes de
que cayera en un sueño profundo, susurró, —Será mejor que pongas una alarma o algo, entonces,
así puedes volver a tu propia cama, antes… —Pero no. Sirius se había quedado dormido.

***

Martes 27 de Diciembre, 1977

—¡VAMOS, VAMOS! ¡APÚRENSE! —James estaba vociferando escaleras arriba mientras


Remus buscaba su gorro de lana.

—Cálmate Moony. ¡Casi estamos listos! —gritó Sirius de vuelta, desde la punta de las escaleras,
donde estaba re-arreglado cabello en el espejo.

—¡Sin gritar en la casa, niños! —llamó Euphemia desde la cocina.

—No puedo encontrarlo. ¿Lo empacaste? —Remus resopló, apoyándose en el marco de la puerta.

—Te dije, le dejé eso a Prongs. ¡OYE, PRONGS! ¡OLVIDASTE EL GORRO DE MOONY
BASTARDO!

—¡TE PEDÍ QUE ME AYUDARAS! —gritó James de vuelta, —¡DIJISTE QUE TENÍA TODO
BAJO CONTROL!
—¡ASUMÍ QUE SÍ!

—¡LO SIENTO, MOONY!

—¡ESTÁ BIEN, PRONGS! —Remus se unió, un poco avergonzado. —Iré sin él. —Dijo, —No
hace tanto frío.

—Ten el mío, —Sirius se encogió de hombros, ladeando su cabeza de nuevo, aún mirándose en el
espejo, —No quiero arruinar mi cabello, de todas formas, Accio gorro.

El gorro de lana rojo de Sirius, engalanado con un león de Gryffindor vino disparado desde el
basural que él llamaba una habitación, y Remus lo agarró a mitad del aire y lo posó en su cabeza.

—Ok. ¡Vamos!

—¡Por fin! —James los encontró debajo de las escaleras, donde había estado esperando por una
buena media hora ahora.

—¿Dónde está Wormtail?

—Envió una lechuza, no está de humor, aparentemente. Imbécil gruñón.

—Seh, bueno por una vez no lo culpo por no querer viajar con polvos flu a Londres en un día
invernal solo para verte a ti y a Evans besuquearse. —Bromeó Sirius.

—¡Eso no es todo lo que hacemos! —las orejas de James se tornaron rojas. —De todas formas, si
eso fuera verdad, ¿por qué vienen Moony y tú?

—Quiero algunos libros nuevos y él es un voyeur. —Remus se encogió de hombros. —Venga,


¿Nos vamos?

Remus recordó mantener sus ojos y boca cerrados esta vez, y le gustaba pensar que había llegado a
la chimenea del Calderón Chorreante con algo de dignidad, incluso si se había tropezado con la
puerta de hierro fundido. Afortunadamente, se tambaleó directo a los brazos de Lily, mientras ella
había estado esperando ansiosamente su llegada.

—¡Oof! —dio un gritito, tambaleándose solo un poco manteniéndose estable. —¡Hola, Remus!

—Hola, —río, recuperando su propio balance, —¡Mi heroína!

—Muy tarde, Prongs, —dijo Sirius, limpiándose, mientras salía cuidadosamente por encima de la
rejilla, —Ya la has perdido por un mejor hombre.

—Era inevitable, supongo. —James sonrió, siguiéndolo por la salida. Lily dejó ir a Remus
inmediatamente y se lanzó hacia James, quien lucía completamente fascinado.

Consiguieron encontrar una mesa para sentarse en el acaudalado pub, y ordenaron cuatro cervezas
de mantequilla.

—Está muy ocupado, ¡No es cierto! —dijo Remus, elevando su voz por encima del estruendo
mientras empujaba a través de las multitudes de clientes con las bebidas.

—Ventas, —dijo Lily, casualmente, —Oxford Street está igual de mal, estuve ahí con Mamá esta
mañana.

—¿Alguien aquí que conozcamos? —preguntó Sirius, alzando su cabeza para mirar alrededor a los
rostros,

—Em… no realmente… Ooh, eh, vi a Frank, más temprano - ¿recuerdan a Frank Longbottom? Era
Delegado en nuestro primer año. —Dijo Lily antes de agachar su cabeza y concentrarse en su
bebida – y la mano de James, que estaba en su cadera y se escabullía lentamente debajo de su
suéter verde de lana.

Una vez que habían terminado sus bebidas, estaban todos ansiosos por salir del ruidoso, demasiado
caluroso pub y al aire fresco. La calle, sin embargo, estaba igual de amontonada. Parecía para
Remus que la población mágica entera de Gran Bretaña debía estar atestada en estas pocas calles
torcidas, todos envueltos en pesadas capas de invierno, acarreando bolsas y canastas y cajas,
animadamente deseando feliz navidad o groseramente irrumpiendo a través del ajetreo y bullicio
para llegar a la tienda que querían.

—¡Traten de mantenerse juntos! —James dijo por encima de su hombro hacia Sirius y Remus,
antes de prontamente desaparecer dentro de la multitud con Lily.

—Vamos a hacer nuestras compras y los encontramos después, —resopló Sirius, descolocado. —
¿Dijiste que querías libros?

—Seh, —Remus asintió, distraído. —¿Puedes oler eso?

—¿Oler qué? —preguntó Sirius, tirando de la túnica de Remus en dirección a Flourish & Blott’s.
Remus lo siguió, pero oliendo el aire de nuevo. El problema es que era muy difícil describir un olor
– incluso a Sirius, quien sus propios atributos caninos a veces salían a la luz incluso cuando estaba
en forma humana.

—No lo sé. —Dijo, despreocupadamente, —Solo huele distinto que la última vez. La magia. Son
probablemente todas estas personas.

—¿¡Puedes oler magia!?

—Oh. Seh, puedo.

—Alucinante.

La librería estaba frenética, pero a Remus no le importaba. Hubiera estado contento de deambular
por las repisas todo el día, fila por fila, eligiendo y leyendo resúmenes y acariciando cubiertas.
Estaba teniendo la mejor tarde que había tenido en años, hasta que fue interrumpida.

—Bueno, bueno. Miren quien es. —Remus levantó la mirada, y vio a Snape de pie a solo unos
pocos metros de distancia. Apestaba a plata, entonces Remus mantuvo la distancia.

—¿Qué quieres, Snivellus? —Él hizo un gesto de desaprobación, pretendiendo estar


despreocupado, volviendo al libro que estaba mirando.

—Tú y tu pequeña banda de delincuentes puede pensar que son dueños de la escuela, Loony Lupin,
—Severus sacudió la cabeza, —Pero no tienes ninguna razón para reclamar el Callejón Diagon.
Tengo permitido comprar donde quiera.

—Bueno. Lárgate y compra, entonces. —Remus se encogió de hombros, dándose la vuelta. Estaba
empezando a sentir náuseas, y quería que Snape y lo que fuera que estaba escondiendo debajo de
su túnica desapareciera.

—Estás en mi camino. —Snape entrecerró sus fríos ojos negros. Empezó a avanzar hacia Remus,
alcanzando por encima de su hombro un libro de pociones. Las manos de Remus empezaron a
temblar, entonces dejó su libro abajo y se alejó, metiendo sus manos dentro de sus bolsillos.
¿Dónde estaba Sirius?

—¿Te sientes bien, Loony? —Snape sonrió maliciosamente.

—¿Qué estás haciendo con tanta plata encima, rarito? —ahogó Remus, apoyándose en la estantería
a sus espaldas, sus ojos lagrimeando.

—Uno no puede ser demasiado cuidadoso. —Murmuró Snape. —Te pillas con todo tipo de cosas,
por aquí.

—¿Todo bien, Snivellus? —La voz de Sirius vino desde detrás de ellos. Remus suspiró con alivio
mientras Snape retrocedía, luciendo como si lo hubieran atrapado robando. Sirius dio un paso desde
detrás de una estantería, brazos cruzados, —¿Te perdiste de camino al Callejón Knockturn, cierto?
¿O tal vez solo estás en la ciudad para tu lavado de cabello anual?

—Jódete, Black.

—Oh, por favor, después de ti, —Sirius hizo un ademán con la mano, permitiéndole a Severus
marcharse, mascullando oscuramente para sí mismo. Remus soltó una risita, débil.

—Gracias, —dijo.

—¿Estás bien?

Hm. Sería mejor no preocuparse sobre la plata. Probablemente solo es Snape siendo su usual
personalidad repugnante.

—Bien. —Remus sonrió. —Venga, vamos y busquemos a los otros, ¿Quieren?

—¿No quieres comprar tus libros?

—Nah, —Remus sacudió su cabeza, —Solo quiero tomar una nota con los nombres, ver si Pince
los ordenará para la biblioteca de la escuela por mí. Gratis, de esa forma.

—Bastante justo. Vamos entonces, es agobiante estar aquí.

Tuvieron que empujar la mayor parte de su camino hacia la salida, y una vez que estaban afuera,
Remus necesitaba respirar, y tuvo que inclinarse contra la pared del callejón junto a la tienda.

—¿¡Estás seguro de que estás bien!? —preguntó Sirius, arreglando un mechón de su largo cabello,
ansiosamente.

—¡Bien! —exhaló Remus, asintiendo de nuevo. La sensación nauseabunda estaba disminuyendo,


ahora, él solo necesitaba un minuto. —Solo la luna, probablemente. Aún cansado.

—¿Qué quería Snivellus?

—Oh, los disparates de costumbre, —Remus arrugó su cara, —No creo que quería toparse
conmigo. ¿Qué es el Callejón Knockturn?

—Por ahí, —Sirius señaló con la cabeza al otro lado de la calle hacia otro callejón, levemente más
amplio que en el que estaban de pie, que claramente conducía a más tiendas. —Es donde los tipos
más marginados pasan el rato. Magos oscuros, banshees bajo cubierto, vampiros. Ese tipo de
cosas.
—Oh. —Y hombres lobo. Remus supo esto instantáneamente. Había un muy leve rastro, ahora qué
sabía que buscar. Alguien que había estado ahí recientemente. No Livia.

—El papá de James me estaba diciendo que están planeando allanar algunas de las tiendas ahí
abajo en el Año Nuevo – creo que están abasteciendo suministros ilegales. Te apuesto lo que sea
que es a donde Snivellus se escabulló.

Remus miró fijamente al Callejón Knockturn por un tiempo, mientras recuperaba su aliento. Lo que
fuera que era el extraño olor, venía de allí. Había olido algo así antes; de Moody. Magia Oscura –
oxidada en las esquinas, carne carbonizada. Se estremeció.

—¿Artículos de Calidad para Quidditch? —sugirió, —Si James está por algún lado será allí,

—¡Buena idea! —Sirius asintió, —Vamos entonces.

Dejaron el oscuro callejón, y salieron dentro de la brillante luz solar invernal. No había nevado
este año, pero aún estaba amargamente frío, y el cielo estaba despejado, haciendo el aire fresco y
encrespado con energía. Mientras cruzaban la calle, lentamente pasando entre grupos de brujas
comprando con sus hijos, los magos deteniéndose para pasar el tiempo del día, y los elfos
domésticos corriendo mandados por sus amos, la energía pareció cambiar, ligeramente. Hizo que
los cabellos en la nuca de Remus se erizaran, como la llegada de un depredador. Se tensó, y miró
alrededor. Vislumbró a Lily y James mirando la última escoba en la ventana de Artículos de
Calidad para Quidditch. Estaba a punto de girarse y captar la atención de Sirius, cuando ocurrió.

BANG

La fachada del Caldero Chorreante explotó en una columna de espeso humo rojo sangre.
Ladrillos, madera y cristal volaron hacia la calle. Hubo apenas un microsegundo de silencio
aturdido antes de que empezaran los gritos, llantos de dolor, terror y shock. El caos alrededor de
ellos pareció expandirse y contraerse, como una ola de expansión.

CRACK CRACK CRACK, personas estaban apareciendo a su alrededor – muchos se estaban


yendo, pero unos pocos estaban llegando, también. Estos eran los que hicieron algo que dentro en
lo profundo de Remus quisiera empezar a gruñir.

BANG

Otra tienda, más alejada por arriba de la calle explotó también, luego otra, y…

—¡Agáchate! —todo el cuerpo de Sirius placó a Remus y lo tiró al suelo. Ambos cubrieron sus
rostros mientras Artículos de Calidad para Quidditch se convertía en humo.
Séptimo Año: Navidad Parte 2

La tierra se estremeció, y Remus cerró sus ojos con fuerza, su estómago boca abajo en los
adoquines. Todo después de ese momento – viendo las cabezas de Lily y James girarse, antes que
el edificio al frente de ellos explotara – había hecho tan poco sentido. Era todo muy lento, o rápido,
y Remus descubrió que no reaccionó de su forma usual – estaba débil, aterrado, su comprensión
nublada. Se sentía aturdido.

Levantaron sus cabezas – él y Sirius – mucho después de que todo se había silenciado. Cuando la
gente alrededor de ellos se estaba poniendo de pie, estaban gritando, o llorando. Alguien
definitivamente estaba llorando, una mujer. Ese parecía el más fuerte de todos. Y alguien se estaba
riendo, también, una risa fina, un carcajeo agudo en la distancia, alegría pura.

El Callejón Diagon lucía como el sitio de un bombardeo. Las tiendas que habían sido destruidas
eran como dientes rotos en una mandíbula abierta; extrañas manchas azules de cielo donde algo
más debería estar. Era difícil ver mucho desde el suelo, pero vislumbraron entre el polvo más abajo
en la calle hacia Gringotts, de donde parecía venir la mayor cantidad del ruido,

—¡Ustedes dos! —siseó una mujer, caminando en su dirección desde detrás, hurgando entre los
escombros, su varita alzada, —¡Retrocedan! ¡Detrás de mí! —Ella dio un paso adelante. Sus
túnicas eran marrón oscuro, un uniforme de auror.— ¡James! —ahogó Sirius, su voz era extraña y
se escuchaba sofocada, con terror. Se puso de pie, sus túnicas estaban todas sucias y su cabello
lleno de hollín. Medio corrió, medio se tambaleó, hacia el espacio en el cielo donde se había
erguido la tienda de artículos de quidditch, minutos atrás.

—Sirius no… —Remus tosió, débilmente, siguiéndolo, sintiéndose estúpido y pesado.

—¿¡James!? —Sirius estaba gritando, pero tantas personas estaban gritando.

—¡Sirius! —Remus tosió de nuevo, tratando arduamente de seguirle el paso, pero se había
golpeado la cadera cuando cayó al suelo, y sus oídos aún le zumbaban, y sus ojos estaban
empezando a nublarse mientras se secaba las lágrimas con sus sucias muñecas. —Sirius—

—¡SANGRES SUCIA FUERA!

Remus cayó de rodillas, cubriendo sus oídos, y no fue el único. La voz parecía estar justo detrás de
él – dentro de su cabeza, estaba en todas partes. La multitud estaba en silencio, finalmente, todos
miraron a su alrededor, pestañeando, buscando al dueño de la horrible, maliciosa voz.

Lo que fuera que estaba pasando, pasó en la distancia – Remus podía oler magia ahora, y ver rayos
de luz disparándose a través de la nube de polvo rodeando Gringotts. Pudo oler a Moody, y…
¿Ferox? Tal vez él. Y a los mortífagos. Reconocía a algunos de ellos, a otros no – pero estaban ahí,
y había muchos de ellos. ¿Dónde estaba Sirius? Las ruinas de la tienda que se había erguido antes
aún estaba soltando humo, y Sirius se había encaminado directo a ella, el muy idiota.

Apretando los dientes, y no sin un poco de dolor, Remus se levantó de nuevo. Tenía que
encontrarlos.

Los gritos de la batalla se estaban haciendo más fuertes, más desesperados; la mujer que les había
ordenado a él y a Sirius que retrocedieran se había unido, y la conciencia de Remus le dijo que
debía ir y ayudar. Pero James, Lily y Sirius…

—¡Morsmorde! —la misma voz habló, cerca y muy lejos.


El humo llenando la calle pareció retorcerse y oscurecerse, expandiéndose y arremolinándose hacia
arriba para formar a una enorme serpiente entrelazada con una hueca calavera de ojos vacíos
gritando.

—¡Es él! —gritó un hombre cerca de Remus, —¡Es ya sabes quién!

—¡Silencio! —alguien lo maldijo silenciándolo. Una extraña quietud, más luces – azul, verde,
amarillo, rojo, y luego…

CRACK CRACK CRACK, ¡se estaban escapando!

Por primera vez, Remus pensó en sacar su varita, forcejeando con sus túnicas que había tomado
prestadas. Mientras lo hacía, sus dedos rozaron algo más – suave y pesado. Sus dedos se cerraron
alrededor de su reloj de bolsillo y lo sacó, abriéndolo rápido y diciendo en voz alta,

—Sirius Black.

La aguja ni siquiera titubeó, pero apuntó hacia adelante inmediatamente, y Remus la siguió hacia
las ruinas de la tienda. —¿¡Sirius!? ¿¡Sirius!?

—¡Moony! —una mano agarró a su hombro y lo giró desesperadamente.

—¡James!

James lo abrazó fuertemente, y Remus ni siquiera pensó en lo inusual que era, solo estaba tan, tan
agradecido, y aliviado, que lo abrazó de vuelta. Lily apareció por encima de su hombro, pálida, su
cabello se caía de su coleta, ropa manchada con ceniza. Tenía un corte justo por debajo de su cuero
cabelludo, sangre oscura filtrándose hacia abajo hasta su ceja izquierda. Y Sirius también, gracias
a dios gracias a dios gracias a dios.

—Te perdí. —Dijo Remus, su voz era grave, una vez que James lo dejó ir. Uno de los lentes en sus
gafas estaba trizado.

—Lo siento. —Dijo Sirius, sonando igual de horrible.

—Será mejor que vayamos y ayudemos, —dijo James, sacudiendo ambos hombros, —La batalla—

—Terminó. —Dijo Remus. —Escaparon. Desaparecieron, la mayoría. ¿Cómo es que ustedes dos…
—miró a Lily y a James, aún sin creerlo realmente.

—Frank. —Dijo Lily, con la voz mucho más pequeña de lo que Remus le había escuchado. James
pasó un brazo alrededor de ella. —Frank es un auror. Nos lanzó una maldición de retroceso, junto
antes de que la tienda estallara, luego protego, creo. No… no sabía qué hacer. —Sus ojos se
llenaron con lágrimas, y James pasó su otro brazo alrededor de ella, envolviéndola completamente.

—Yo tampoco. —Dijo Remus, como si eso ayudaría. —Ni siquiera saqué mi varita.

Aunque, Sirius estaba agarrando la suya. Lucía terrible; feroz como un demonio, ojos llenos de
odio,

—Yo voy de todas formas. Puede que aún necesiten ayuda. —Dijo.

Remus lo agarró de los hombros, sorprendiéndose incluso a sí mismo con su fuerza.

—No. Te. Atrevas. —Gruñó, mirando a Sirius a los ojos. Algo distintivamente canino pasó entre
ellos, entonces, y Remus casi pensó que iban a pelear de hecho, y eso hubiera sido un tipo de alivio
si lo hacían. Pero por supuesto, James intervino.

—Moony tiene razón, —dijo, —Debemos—

CRACK

—¡Niños!

—¡Papá!

Fleamont Potter había llegado junto a James. Tomó a su hijo, luego a Sirius, luego a Remus –
quién se había recuperado lo suficiente ahora para darse cuenta de que ya estaban siendo muchos
abrazos– y luego miró con horror lo que quedaba del Callejón Diagon. Sus cejas pobladas se
fruncieron, y se dirigió a su hijo.

—¿Todos ustedes están bien? Tu madre los quiere de vuelta en la casa inmediatamente, ha sido
llamada para St Mungo’s, de lo contrario ella estaría aquí.

—¿Deberíamos quedarnos a ayudar? —preguntó James, luciendo preocupado, aún sujetando a Lily
firmemente contra su pecho. Qué jodido héroe, pensó Remus. Él aún estaba sujetando a Sirius por
los hombros, apretando fuerte porque no podía abrazarlo.

Fleamont miró a James y pareció que su orgullo aumentó aún más. Sonrió,

—No, hijo, está todo en buenas manos – Moody está ahí, y Dumbledore viene en camino. Solo los
quiero a todos ustedes en casa y a salvo, antes que algo—

—¡Nadie se va! —estaba gritando un hombre, abriéndose paso entre la multitud y los escombros
con un paso autoritativo. —No hasta que hayan sido cuestionados por– oh, hola Monty. No sabía
que estabas aquí.

—Amos, —el Sr Potter le saludó con la cabeza al oficial del ministerio. —Llegué tan pronto como
pude. Me llevo a los chicos a casa, estaban comprando y los atraparon.

—¿Es así? —el oficial – Amos – se acercó para mirarlos. —¿Nombres?

—Amos, ¿ese so realmente nec—

—¿Nombres? —repitió, con un tono más duro.

—Bueno tú conoces a James, lo has conocido desde que tenía cinco, por el amor del cielo… —
Fleamont sacudió la cabeza. —Y esta es la Señorita Evans, ¿presumo? —observó a Lily, quien
había dejado de llorar, pero aún lucía muy aterrada.

—Sí. —Chilló. —Lily Evans.

—¿Evans? —Amos la observó pensativo. Sacó un poco de pergamino de su bolsillo, —Evans,


Evans… ¿nombre de sus padres?

—No los conocería. —Dijo, sus ojos viajaron entre James y el oficial, —Soy hija de muggles.

Amos la miró por debajo de su nariz de nuevo, luego le lanzó una mirada a James con una grosera
ceja arqueada.

—Ya veo. Muy bien. ¿Y ustedes dos? ¡Oh jojo! ¡A ti te conozco! ¡Eres el heredero de los Black!
—Era. —Masculló Sirius. Se liberó del agarre de Remus y metió sus manos en sus bolsillos,
adoptando una hosca actitud irritable que siempre aparecía cuando su familia era mencionada.
Remus deseó poder decirle que no hiciera eso. No lo hacía lucir menos culpable.

—Él viene a casa con nosotros, también. —Dijo Fleamont, rápidamente. —Sirius ha vivido con
nosotros por bueno más de un año ahora, y—

—Vamos vamos, Monty, —Amos hizo un gesto de desaprobación, —¿El heredero de los Black?
No soy estúpido, y tampoco tú. Tendrá que ser interrogado.

—Absolutamente no. —Fleamont alzó su voz. Remus nunca antes lo había visto gritar – era
incluso más aterrador que una marca tenebrosa. —¡Son estudiantes, niños, por el amor de Godric!

—Hay muchos niños estudiantes en su lado, también, por lo que he escuchado. —Dijo Amos, —
Bastantes Black, también.

—Eso no me importa. Puedes hablar con Dumbledore si tienes qué, pero soy responsable por estos
chicos y me los llevo a casa ahora mismo.

—¿Qué hay de ti? —Amos repentinamente se giró hacia Remus, quien pestañeó. A veces olvidaba
que los Potters lo incluían en sus responsabilidades.

—R-Remus. —Dijo, tratando de ser valiente, pero fallando miserablemente. ¿Qué pasa si este
hombre sabe algo? ¿Qué pasa si sabe que soy un hombre lobo? —Lupin.

—Hmph. —Amos tomó una nota, pero no hizo más preguntas. —Todos tienen que esperar aquí un
poco mientras hablo con Dumbledore. —Dijo, pomposamente.

—Como el demonio lo haremos. —Fleamont resopló. —Si quieres ir e interrumpir a Albus


Dumbledore mientras él asiste en la investigación de un ataque terrorista por el bien de unos pocos
adolescentes asustados, entonces—

—¡Amos! —Alguien - ¿Realmente era Frank? – gritó desde la distancia, —¡Dónde demonios
estás, te necesitamos aquí - se trata de Leo!

El oficial se volteó, bruscamente, y dedicándole una última mirada reacia a Sirius, corrió hacia la
voz. El Sr Potter saltó a la acción, sin tomar chances,

—Rápido, chicos - ¿todos ustedes están bien para apareces? ¿Señorita Evans, probablemente será
mejor que venga con nosotros por ahora?

Lily asintió, y James la besó, antes que ambos desaparecieran juntos, de la mano. Fleamont le
asintió a Sirius y Remus, antes de desaparecer con un fuerte CRACK él mismo. Remus miró a
Sirius. Sirius lo miró también, aún furioso, aún lleno de un caliente deseo de venganza.

—Oh no. —Dijo Remus, firmemente, luego, apenas pensándolo, tomó el brazo de Sirius,
fuertemente, y se preparó para aparecer con él.

Sirius luchó, a medio camino – el estúpido tonto fácilmente los pudo haber astillado, mientras
luchaba contra el hechizo de Remus, solo queriendo quedarse donde estaba la pelea. Pero Remus
fue más fuerte – el aire estaba lleno de restos burbujeantes de magia, rugiendo, y Remus la bebió,
superando a Sirius con el puro peso de su propia determinación.

Llegaron al pórtico delantero de los Potters con tanta fuerza que sus cabezas se golpearon juntas, y
se separaron, jadeando, sintiéndose chamuscados.
—¡Maldita sea, Moony! —jadeó Sirius, frotando su brazo donde Remus lo había agarrado.

—Tuve que… detenerte… idiota… —Remus se dobló hacia adelante, puso las manos en sus
rodillas. Se sentía completamente agotado, pero zumbando; nervios encendidos con estática.

James abrió la puerta,

Sirius empujó pasando a Remus sin mirarlo.

Lily se quedó por alrededor de una hora, bebiendo copa tras copa de té, mientras Gully iba y volvía
de la cocina, moviendo sus pequeñas manos arrugadas y sacudiendo su cabeza lamentablemente. El
Sr. Potter se disculpó profundamente con Lily, esperando que se encontraran de nuevo pronto bajo
mejores circunstancias – antes de encerrarse en su estudio. Después de eso se sentaron en silencio
por la mayor parte del tiempo; con la ocasional interrupción de James o Sirius.

—¡Snape! —vociferó Sirius, paseándose de atrás adelante, —Lo vimos en la librería, amenazó a
Moony - ¡debe tener algo que ver con eso!

—No lo sabes. —Dijo Lily, estremecida, observando el patrón de su taza de té.

—¿¡Aunque, alguno de ustedes los vio!?

—No. —James sacudió su cabeza. —Muy ocupado tratando de ponernos a cubierto.

—No. —Lily sacudió su cabeza.

—No… —dijo Remus. Sirius levantó la mirada hacia él,

—Moony. Tú oliste algo. Me dijiste, ¿recuerdas? ¿Sabes quien—

—¿¡Remus puedes oler a las personas!? —Lily levantó la mirada, medio shockeada, medio
cautelosa. —¿Cómo un aroma?

—No es como… es solo un… una cosa de lobos. Instinto. Pero no. Yo no… —Remus deseó que la
tierra lo tragara.

Podría decirles. Pero no quería revelárselo a Sirius así; no mientras estaban furiosos con el otro, y
aterrados, y Lily y James estaban sentados justo ahí.

—Moony. —Dijo Sirius, en una voz muy grave y oscura que ninguno de ellos había escuchado
antes. —Dime. ¿Quién?

Remus miró a James, desesperadamente por ayuda, pero él solo lo estaba mirando de vuelta,
esperando. Lily también, su boca ligeramente abierta. Miró a Sirius de nuevo, e intentó sostenerle
la mirada.

—Creo que Regulus estaba ahí. Pero muchas personas estaban ahí Sirius—

Sirius lanzó sus manos en alto y dejó la habitación en completo silencio. Lily emitió un suspiro
muy cansado.

—James, —dijo, —Creo que será mejor que vaya a casa. Mamá y Papá se preguntarán.

James insistió en aparecer de regreso con Lily, luego volver por su cuenta. Remus deseó que no lo
hubiera hecho. No quería que lo dejaran solo. Solo, todo volvía a inundarlo de vuelta en su mente,
una película vívida. El ruido, el humo, el completo terror. Y vergüenza. No había actuado. Su
primera oportunidad de probárselo a Dumbledore, y Moody, e incluso Snivellus, que estaba del
lado correcto, y dispuesto a pelear por ello. Pero no había esperado que fuera así. Nunca había
considerado que cuando el momento llegara, y estuviera en el campo de batalla con las únicas
personas que amaba en el mundo – todo lo que querría hacer sería encontrarlas, y huir.

Cuando James volvió, se encontró a Remus paseándose por la habitación, caminando por la misma
extensión de alfombra que Sirius había hecho antes.

—¿Estás bien, Moony? —preguntó, nervioso, tomando dando lentos pasos hacia adelante, con los
brazos en alto, como si Remus fuera una bestia indomable.

—No hice nada. —Murmuró Remus, aún paseándose. —Solo… no pude moverme. Yo no pude
pensar.

—Remus… —James siguió hablando en ese firme, amigable tono. Era más tranquilizador de lo
que Remus quería admitir. —Nadie pudo. Fue horrible; es la cosa más aterradora que ha pasado.

Remus se detuvo muerto, y miró a James. Le dio una media sonrisa y se encogió de hombros, —
Ninguno de nosotros sabía qué hacer.

—Sirius sí. —Lo desafió Remus. —Él fue el que se levantó. Quería ayudar…

—Aunque Sirius nunca piensa, Moony, lo sabes.

—Oye, habla por ti, Potter. —Sirius repentinamente apareció en la puerta, brazos cruzados. Sus
ojos estaban un poco enrojecidos, pero ya no lucía furioso. Remus le sonrió, con optimismo, a las
espaldas de James. Sirius le sonrió de vuelta, tranquilizadoramente.

—Iba a decir, —James rio, —Que eso es lo que te hace tan valiente, imbécil. Tu solo quieres
correr y ayudar, incluso si es la peor idea en el mundo.

—Sí, ok, no fue una buena idea. —Dijo Sirius, sentándose en el sofá, junto a James.

—Por lo menos tú hiciste algo. —Dijo Remus, —Por lo menos te levantaste.

—Tú también te levantaste, Remus. —Dijo Sirius, suavemente.

—¡Después de que tú lo hiciste! —respondió Remus, —Fui patético, fui… ¿¡Cómo vamos a ganar
esta guerra si va a ser así!? Si estoy muy asustado para…

—Yo también estaba asustado. —Dijo Sirius, levantando la mirada. —No soy tan demente. Aún
estaba aterrado, quiero decir. Maldita sea.

—No lo menciones. —Dijo James, pasando su mano por su cabello, aún arenoso con restos de
escombros. —Me tomó tanto tiempo incluso darme cuenta que había pasado – y todo en lo que
pude pensar fue en llevar a Lily a un lugar seguro. Pensé que solo haría lo que fuera para
asegurarme que ella estuviera a salvo.

—Ahí lo tienes entonces. —Dijo Sirius, firmemente. —Así es como ganaremos.

***

La Sra Potter no volvió de St Mungo’s en toda la noche, pero Fleamont salió de su oficina para
decirle a los chicos que había hablado con ella, y que ella estaba bien, antes de pedirle a Gully que
le hiciera un sándwich y cerrara la puerta de nuevo.
Peter los visitó, blanco y estremeciéndose – había oído las noticias, aparentemente tenía un primo
trabajando para El Diario El Profeta. Aunque no había información útil. No había un recuento de
muertos aún, no había sido terminado. Peter se quedó para la cena, pero James era el único capaz
de mantener una conversación apropiada, y eventualmente Peter se fue. Cuando Remus anunció
que quería ir temprano a la cama, los otros dos se encogieron de hombros y accedieron a ir
escaleras arriba también.

Después de bañarse y quitarse el polvo y el humo de su cabello, se cepilló los dientes en el frío
baño tranquilo e intentó no pensar sobre lo extraño que se sentía estar haciendo cosas tan normales
en un día tan anormal. Podía escuchar a Sirius y James murmurando suavemente en la siguiente
habitación, solemnes tonos tensos. Decidió dejarlos solos.

Horas más tarde, Remus estaba seriamente arrepintiéndose de esa decisión. No podía dormir. Él
esperó y esperó que Sirius viniera, hasta que se dio cuenta que probablemente aún debía estar con
James, y podría no venir en absoluto. Remus se acostó en su espalda e intentó mantener que sus
pensamientos no se volvieran tan fuertes. Esta guerra, seguía pensando. Esto es a lo que accediste.
Se lo prometiste a Dumbledore. Se lo prometiste a tus amigos.

Finalmente, a las horas de la madrugada, cuando estaba enfermo del cansancio y los primeros
rayos rosados del amanecer se filtraban alrededor de las cortinas, su puerta se abrió. Sirius se
deslizó a través de la habitación con la cautela de un gato.

—¿Remus? —susurró desde el pie de la cama. Remus se giró.

—Estoy aquí.

Sirius prácticamente voló hacia él, deslizándose debajo de las cobijas y enterrando su cabeza bajo
el cobertor. Se aferraron al otro, y todo se estabilizó. Remus sintió que finalmente estaba en calma.
En un momento, Sirius se movió ligeramente y susurró,

—¿Cuéntame un secreto? ¿Uno bonito?

Remus se detuvo. Besó el cabello de Sirius.

—También estoy loco por ti.


Séptimo Año: Navidad Parte 3

Lunes 2 de Enero, 1978

La semana y media siguiente fueron una de las más oscuras que Remus podía recordar. Cuando la
Sra Potter finalmente llegó a casa el día siguiente del ataque, estaba pálida y agotada, y abrazó a su
familia tan fuerte, como si hubiera pensado que no los vería de nuevo.

—Alrededor de cincuenta muertos, eso escuché. —Dijo solemnemente, —Aunque fue más que
nada triaje. Cientos de heridos.

—¿Alguno… alguno de los nuestros? —preguntó el Sr Potter. Lucía como si no hubiera dormido
en horas – y de hecho, hasta donde Remus sabía, no había ido a la cama tampoco.

Euphemia asintió, cerrando sus ojos.

—Luego. —Dijo. Dedicándole una mirada a los chicos. James lucía indignado.

—Podemos escuchar. —Dijo. —¡Todos somos de edad, y estábamos ahí cuando ocurrió!

—¡Sí, sé que estaban ahí! —gritó la Sra Potter, su voz era estridente. La boca de James se cerró
enseguida y bajó la mirada, avergonzado. La Sra Potter se puso de pie. —Voy a acostarme.

Dejó la habitación, y los hombres se sentaron en silencio.

—Lo siento, papá. —Murmuró James.

—Está bien. —Fleamont se quitó sus lentes y frotó el puente de su nariz. —Todos estamos
afectados. Tu madre y yo necesitamos que ustedes chicos escuchen, y hagan lo que se les pida
hasta que sea momento de volver a la escuela, ¿entienden?

Todos asintieron, a regañadientes, y Remus vio los músculos en la mandíbula de Sirius tensarse.
Era una marca de su respeto por el Sr Potter que no haya protestado. —Ahora, —Fleamont
continuó, —Esta casa va a estar muy ocupada por los próximos días, y ustedes van a ver muchas
personas importantes haciendo un trabajo muy importante. No hagan muchas preguntas, y no hagan
nada que estorbe.

—¿No podemos ayudar? —preguntó James, ansiosamente.

—Sí. —Fleamont asintió. —Siendo anfitriones corteses y ayudando a tu madre.

—Sí, papá. —James suspiró, mirando hacia debajo de nuevo, obviamente decepcionado.

—James… —empezó Fleamont, acercándose para tocar el brazo de su hijo.

Remus y Sirius tomaron eso como su línea para despejar la mesa, y esperaron alrededor en la
cocina, ayudando de mala gana a Gully con el lavado.

—No sé por qué todo el escándalo. —Gruñó Sirius, con los codos sumergidos en la espuma del
jabón. —Si supieran la mitad de las cosas de las que somos capaces – podríamos de hecho ayudar.

—Tendremos nuestra oportunidad. —Respondió Remus, mirando afuera de la ventana mientras


secaba los platos. El jardín estaba muy oscuro, y una fría niebla se suspendía en el aire,
dificultando ver mucho más allá de la pared del patio. Solo podía diferenciar los arcos de quidditch
de James en el césped, y la tenue luna menguante. No le gustaba no ser capaz de ver mucho más
allá, lo volvía inquieto.

—Es fácil para ti decirlo. —Sirius aún se estaba quejando, —Ya te has probado a ti mismo.

—¿¡Qué!? —Remus levantó la mirada hacia él, confundido, y momentáneamente distraído por la
ventana.

—Con esa hombre lobo que conociste, el año pasado. Ya te has enfrentado al enemigo y le
mostraste a Dumbledore que puede confiar en ti.

—No creo que expliqué eso apropiadamente, si eso es lo que tú crees… —dijo Remus. —Livia no
era… eso no fue sobre la guerra.

—Dumbledore cree que sí. Moody cree que sí. Ellos hablan sobre los hombres lobo todo el tiempo
– lo útil que serás tratando de convencer a las criaturas oscuras de unirse a ya sabes quién.

—¿Podemos hablar de otra cosa?

—Bien.

No hablaron sobre nada. Terminaron los platos en completo silencio. Remus miró fuera de la
ventana a la oscuridad de los terrenos de los Potters y buscó por… algo.

Finalmente, James volvió, justo cuando terminaron de ordenar lo último de la vajilla.

—¿Todo bien, amigo? —preguntó Sirius, animadamente.

—Seh, —James se encogió de hombros, luciendo de alguna forma más sabio; más maduro. —Solo
cosas con papá, ya saben.

Sirius y Remus se miraron, y Remus sabía que ambos estaban experimentando la misma amarga
envidia. ¿Qué significaba tener un padre como Fleamont Potter? ¿De tener uno en absoluto?

—Dije que iba a llamar a Lily, ¿si ustedes dos querían un paseo por el pueblo?

—¿Por qué no? —Dijo Sirius, dejando el paño de cocina encima del grifo.

—Oh, Moony, ¿papá dijo que te diera esto? —James le extendió un pequeño rollo de papel. Remus
lo abrió rápido, mirando por encima del pulcro nombre y dirección escritos ahí. James ladeó la
cabeza, curioso,

—¿Qué es?

—Oh nada. Un libro por el que le estaba preguntando. —Remus metió la nota en su bolsillo. —
Vamos. Las llamadas son más baratas después de las seis.

James finalmente aprendió cómo usar la cabina telefónica sin ayuda, entonces no había nada que
hacer para Remus más que inclinarse contra el muro junto a Sirius, esperando. Enroló cigarrillos
para pasar el tiempo; había cortado los dedos de sus guantes en Noviembre explícitamente para ese
propósito.

—No me refería a ti. —Dijo Sirius, suavemente. —Cuando dije criaturas oscuras.

—Sé que no. —Remus lamió el pegamento y luego lo dobló estirándolo. Le entregó el cigarrillo
completado a Sirius, quien lo tomó y lo dejó detrás de su oreja. Remus empezó otro.
—Tienes que enseñarme como hacer eso algún día. —Murmuró Sirius, observándolo
apreciativamente. —Apuesto que podríamos crear un hechizo para hacerlo instantáneamente.

—Probablemente, —Remus suspiró, alineando el tabaco. —Pero me gusta hacerlo de esta forma.

—Bastante justo.

Estuvieron en silencio de nuevo. Remus terminó el segundo y lo sostuvo entre sus dedos índice y
pulgar, preguntándose si fumarlo o no. A la Sra Potter no le gustaba el olor, y odiaba añadirle
problemas. Pero por el otro lado, realmente podría usar algo para calmar sus nervios. Sirius
también, si el constante movimiento de su pierna significaba algo. Estaba mordiendo sus uñas,
también.

Remus encendió su cigarrillo con un chasquido de sus dedos, e inhaló. Sirius siguió su ejemplo. Su
pierna se detuvo.

—Aunque lo soy. —Dijo Remus, exhalando.

—¿Qué?

—Una criatura oscura, como tú dijiste.

—Moony, no…

—Sep, —Remus asintió, mirando hacia los campos frente a ellos, y la autopista detrás de eso. —
Entonces cuando hablas sobre querer probarte a ti mismo, sí entiendo a lo que te refieres. Las
personas confían en hombres lobo tanto como confían en hijos deshonrados de magos oscuros.

—Lo sé. No quise actuar como…

—¿Cómo que eres el único que tiene algo en juego en esta guerra?

—Seh, así. Lo siento. No quise hacerlo.

—Lo sé, —Remus sonrió, mirándolo, finalmente. —Lo siento sobre Regulus.

—Bueno. —Sirius arrastró sus pies en la gravilla, —Ya lo sabía, más o menos. Por supuesto que
estaba ahí.

—Voy a trabajar tan duro en esta broma contra Slytherin cuando volvamos a la escuela. Será mi
mejor trabajo.

Sirius rió, un honesto sonido abandonado, estirando su cabeza hacia atrás.

—Godric, Moony. —Sonrió ampliamente, —Cuando dices cosas así me dan ganas de comerte la
boca.

—Ja, —Remus resopló. Lanzó una mirada hacia James, dentro de la cabina telefónica roja,
parloteando con una enorme sonrisa en su rostro, —Tal vez solo aún no…

Sirius lucía melancólico de nuevo.

—Voy a contarle, solo no con todas estas cosas malas pasando, ¿sabes?

—Lo sé. —Remus asintió. Lo sabía. No quería que Sirius lo supiera, pero la idea de que James
finalmente se enterara sobre ellos era mucho más aterradora de lo que se había preparado. ¿Por qué
estremecer a todos de nuevo?

—¿Remus? Si te pregunto algo, ¿me dirías la verdad?

—Ok. —Su estómago se volteó involuntariamente, pero se armó de valor.

—¿Qué era la nota del papá de James? No era un título de un libro, ¿cierto?

—No. —Remus lo aceptó, —No lo era. —Buscó dentro de su bolsillo y lo sacó, acariciando el
suave, grueso pergamino por un momento antes de entregárselo a Sirius.

Sirius lo abrió rápido y miró hacia abajo.

—¿Hope Jenkins? —leyó, sus cejas estaban fruncidas, —¿Qué significa?

—Es un nombre. —Dijo Remus, rápidamente, —El nombre de mi madre. Y dirección.

—¡Oh! —Sirius exhaló, re-leyéndolo, aún frunciendo el ceño. —Tu madre. —Pronunció la palabra
como si nunca hubiera considerado siquiera la posibilidad de que Remus tuviera tal cosa.

—Seh, —Remus tomó el pergamino de vuelta, metiéndolo de vuelta en su bolsillo. —Sé que
dijimos que hablaríamos de lo que fuera excepto de madres, pero. Bueno. Dumbledore me dio una
carta que ella me había escrito, hace tiempo después de que Lyall muriera. Ella dijo que podría
intentar encontrarla, cuando fuera mayor de edad, entonces… el Sr Potter la encontró, supongo.

—¿Qué vas a hacer con eso? ¿Escribirle?

—Seh creo que lo haré.

Sirius movió su mano de la pared, rozando los dedos de Remus sutilmente.

—Bueno. Espero que la encuentres.

***

El Sr Potter había estado en lo cierto – por los días siguientes, su casa estaba más ocupada de lo
que Remus la había visto desde la fiesta Navideña del ’73. Excepto, por supuesto, había muy poco
que celebrar. Estas eran las personas más cercanas a Dumbledore – muchas de ellas estaban
trabajando para el ministerio, pero todas ellas eran leales a él antes que nada. Eran la primera línea
de la guerra.

Algunos de ellos eran rostros familiares – Moody, por supuesto, quien usualmente gastaba su
tiempo para dedicarle un brusco movimiento con su cabeza en forma de saludo a los tres
adolescentes quienes ahora estaban pasando sus días observando la chimenea por nuevos visitantes.
Luego estuvo Frank Longbottm mismo, igual de agradable y de buena naturaleza como Remus lo
recordaba. Vino la mayoría de las veces con su novia, Alice, la joven que había protegido a Sirius
y Remus de vuelta en el día del ataque.

Los gemelos Prewett fueron otra sorpresa – James y Sirius estaban muriéndose por ponerse al día
con ellos, y compartir cada vil acto que habían cometido en Hogwarts desde que los chicos
mayores se habían marchado. Se habían vuelto bastante guapos, hombros amplios y con sus
facciones un poco más bruscas a raíz unas pocas aventuras – pero aun así compartían el mismo
carácter fácil y malicioso sentido del humor. A menudo traían a su hermana pelirroja, y su esposo,
con el cabello igualmente naranjo.
Todos los invitados solo se detenían para conversar por un momento con James, Remus y Sirius,
antes de desaparecer dentro del estudio del Sr Potter, o sino dirigirse al jardín para aparecer
(aparentemente Moody había conjurado un hechizo encima de la casa de los Potters haciéndola no
sólo imposible de rastrear, si no también de ponerle un rastreo de aparición). Como consecuencia,
la sala de estar y el pasillo principal empezó a sentirse mucho como la plataforma 9 ¾.

En las tardes, la Sra Potter llegaría a casa, luciendo agotada y determinada. Aún tenía una sonrisa
para todos, y estaba lista para hospedar a quien fuera que estaba en la casa por comida. Ella no era
nada espectacular.

La noche anterior que se esperaba que los chicos volvieran a Hogwarts, Moody, Frank y Alice
estaban acompañándolos para la cena – estofado de carne con dumplings. Estaban teniendo una
tarde muy placentera.

Frank y Remus estaban teniendo una muy intensa discusión sobre hechizos defensivos, y Alice y
los chicos (incluyendo a Fleamont) estaban discutiendo sobre que equipo de quidditch iba a ganar
la liga

A la izquierda de Remus, Moody se inclinó hacia adelante para dirigirse a la Sra Potter, y susurró.

—¿Escuché que Ferox saldrá, mañana?

—¿¡Saldrá!? —Remus se dio la vuelta, cortando a Frank a media frase, —¿Salir de dónde?

Moody arqueó una ceja, haciendo que su misterioso ojo mágico sobresaliera grotescamente,

—Jodido buen oído que tienes, chico. Serías un buen auror.

Remus sacudió su cabeza impaciente,

—¿Profesor Ferox?

—Sí, querido, —Euphemia explicó, calmada, —Leo Ferox fue herido en el ataque del Callejón
Diagon. Ahora está estable, y se estará quedando con su abuela por un tiempo para recuperarse
completamente. Lo siento, olvidé que él enseñó en Hogwarts, ¿lo conocías bien?

—Algo así. Era mi profesor favorito, —dijo Remus, sus intestinos se revolvieron. —Él está… ¿qué
pasó? ¿Estaba en una de las tiendas?

—Estaba en terreno, en la batalla con nosotros, —dijo Frank, —Estaba al medio, no puedes culpar
su técnica, estaba disparando hechizos mejor que nadie, pero todos tenemos mala suerte a veces.

—¿Pero él estará bien? —Remus dejó abajo su tenedor ahora, no iba a comer más.

—Con el descanso apropiado. —La Sra Potter asintió, sonriendo ampliamente.

Todo el terror que Remus había estado tratando de ignorar por los últimos días volvió golpeándolo.
Agarró la base de su silla y miró su plato y pensó sobre Ferox, yaciendo inconsciente entre los
escombros. Un buen hombre fuerte como él, derribado. Remus sintió una cuchillada de furioso
desafío en su estómago, afilando su enfoque. Iba a mejorar, no importaba que tomara. Iba a ser más
rápido; más valiente. La próxima vez que la batalla viniera a él, estaría listo.
Séptimo Año: Responsabilidades

Lunes 9 de Enero, 1978

Remus escribió tres cartas en su última noche antes de la escuela ese receso Navideño. Dos
necesitarían una estampilla muggle, y serían enviadas por el buzón de Royal Mail al final de la
calle antes que se fueran a King’s Cross. La segunda podía esperar hasta que llegara a Hogwarts, y
pudiera usar una de las lechuzas de la escuela.

La primera era para Hope:

Querida Señorita. Jenkins,

Mi nombre el Remus Lupin. Mi padre fue Lyall Lupin, y creo que soy su hijo.

Ahora tengo diecisiete años. Me fue entregada una carta escrita por usted en 1965. Espero que no
le moleste que le esté escribiendo. Si quisiera responder, me gustaría mucho eso.

Le saluda atentamente,

Remus John Lupin.

(Pensó que sería mejor firmar con su nombre completo, aunque hubiera estado muy sorprendido si
hubiera otro Remus Lupin viviendo en Gran Bretaña. También pensó que era mejor mantenerlo
breve y directo al punto. Ella apreciaría eso, tal vez, si decidía ignorar la carta.)

La segunda carta era para Grant.

Querido Grant,

Espero que hayas tenido una buena Navidad. Desearía haber podido visitarte, pero me quedé con
la familia de mi amigo y es difícil escaparse.

Espero que estés bien. ¿Cómo va el trabajo? ¿Has ahorrado para un apartamento, aún? Yo tendré
que empezar a pensar sobre eso pronto. Es mi último término de escuela, en la vida, y en Junio
estaré viviendo en el mundo real. Espero poder verte entonces.

Por favor responde tan pronto como puedas, y hazme saber cómo estás.

Su servidor,

Remus.

(No quería poner ‘atentamente’, porque parecía tonto y sobre-formal. No quería poner ‘con amor’,
porque eso parecía muy extremo. Entonces al final, ‘su servidor’, parecía la más simple y honesta
forma de escribirlo.)
—¿Entonces solo te queda enviar la carta de Ferox? —preguntó Sirius, mientras tomaban asiento
en su compartimiento de costumbre en el Expreso de Hogwarts. Estaban completamente solos –
Peter había ido en búsqueda de Dorcas, quien aparentemente le había escrito una carta muy
ardiente en el receso Navideño, mientras que James y Lily fueron directo al carruaje de prefectos.

—Solo la de Ferox. —Remus asintió, dándole palmaditas a su bolsillo. Sirius se sentó en la misma
banca que él, reclinándose hacia atrás y estirado sus piernas en el regazo de Remus, brazos
cruzados detrás de su cabeza. Remus resopló indulgentemente, —Ponte cómodo, por qué no.

—No me molesta hacerlo. —Sirius sonrió maliciosamente. —Entonces. —Dijo, —¿Qué carta
esperas más que tenga una respuesta?

—¿Qué respuesta estoy esperando más? —Remus arqueó una ceja secamente, —¿Te refieres entre
mi ex profesor herido en batalla, mi joven-delincuente ex novio o la madre que me abandonó?

—Bueno, cuando lo pones así, —Sirius sacudió la cabeza. —Honestamente, la cantidad de cosas
que te guardas.

—¿Preferirías que estuviera lloriqueando todo el tiempo? —Remus suspiró, abriendo el libro que
había traído para el viaje encima de las piernas de Sirius.

—No, —Sirius murmuró, mirando hacia el techo de carruaje pensativamente. —Pero, o sea. Si no
me tuvieras a mí para hablar de estas cosas, estaría preocupado de que tu cabeza explote.

—No explotaría, muchas gracias, —Remus le dio una palmada a su rodilla suavemente con la
bolsa naranja de penguin1 —Eres tan dramático. Lidié con eso perfectamente bien antes que tú
decidieras involucrarte.

—¿¡Como!?

—Bueno. —Remus mordió su labio, —Yo eh… pensarás que es estúpido.

—¿Qué?

—Yo… hago listas, en mi cabeza. Pros y contras. Y a veces tengo que pretender conversaciones,
ya sabes, para ayudarme a resolver un problema…

—Maldita sea, Moony, —Sirius se sentó derecho, farfullando. —Completamente loco.

Remus rio,

—Seh, ok. Tal vez un poco demente.

Sirius quitó sus pies del regazo de Remus y se acercó hacia él en el asiento,

—¿Alguna vez has tenido una conversación imaginaria conmigo?

—¡No! —respondió Remus, cerrando sus ojos mientras sentía la respiración de Sirius en su cuello.
—Solo tengo conversaciones imaginarias con gente sensible.

—Bueno tal vez ahí es donde te equivocas… —Sirius empezó a besar a Remus, muy suavemente
justo detrás de su lóbulo. Remus se estremeció, el libro cayó al piso del carruaje.

Repentinamente, la puerta se abrió con un traqueteo, y risitas podían ser oídas en el corredor. Sirius
y Remus se separaron de golpe justo cuando Marlene y otra chica se tambalearon hacia adentro,

—¡Oh! —los ojos de Marlene se ampliaron en sorpresa, sus mejillas se enrojecieron, —Pensé que
este carro estaba vacío…

—Nop, —Sirius se inclinó hacia atrás, luciendo fascinado. Estaba mirando a Marlene con un brillo
muy malicioso en sus ojos. Le guiñó a la chica viniendo detrás de ella, una chica de sexto año alta
y de cabello oscuro que Remus creyó reconocer vagamente. —Patel. —Sirius inclinó la cabeza.

Oh dios, pensó Remus para sí mismo, ¿¡podría Sirius posiblemente haber tenido viejas conquistas
de las que ni siquiera sé!?

—¿Remus, has conocido a Yasmin? —preguntó Marlene, tomando un asiento opuesto a él, —Ella
es la nueva Guardiana.

—Oh, claro, hola. —Remus asintió, saludándole con la mano incómodamente.

—¿Sin Mary? —Sirius estaba arqueándole una ceja a Marlene, como si él supiera algo. Remus
estaba confundido y un poco aturdido.

—Sin Mary. —Respondió Yasmin, con una mueca similar.

—Ella está hablando con uno de los prefectos de Ravenclaw, —dijo Marlene, rápidamente, —¡No
es como que la estamos evadiendo deliberadamente o nada! —Marlene lucía… ¿¡se estaba
sonrojando!? ¿Por qué todos estaban actuando tan extraño? Remus se movió en su asiento, notando
la extraña atmósfera.

—Mm. —Dijo Sirius, aún sonriéndole a Marlene con aire de suficiencia, —¿En qué andaban
ustedes dos entonces?

Yasmin hizo una señal de desaprobación, y lo miró directamente a los ojos con una sonrisa torcida
ella misma.

—Nada. ¿En qué andaban ustedes dos? —arqueó una ceja insinuante y Remus casi saltó del shock.
¿¡Ella sabía!? ¿Solo quién era esta chica Yasmin, entones?

—¡Nada! —dijo Sirius sentándose derecho.

—Bien entonces. —Marlene se encogió de hombros, su rostro se estaba aclarando mientras se


acomodaba hacia atrás en su asiento luciendo como si justo hubiera ganado un particularmente
gratificante juego de ajedrez. —Lo dejaremos ahí, entonces, ¿quieren?

—Bien. —Sirius se inclinó hacia atrás también, cruzando sus brazos. Yasmin soltó una risita, y
Remus solo rascó su cabeza.

—¿Qué estamos dejando dónde? —le preguntó a Sirius, más tarde esa noche. Estaban caminando
lentamente hacia la lechucería antes del toque de queda. Había comido mucha cena, y de alguna
forma se estaba arrepintiendo, ahora.

—Moony, realmente. —Sirius rio, —¿Alguien tan observador como tú no ha notado algo diferente
sobre Marlene, últimamente?

—No sé de lo que estás hablando. —Jadeó, teniendo problemas, como siempre, con la escalera de
espiral.
Remus no quería admitir que si era observador, era solo a Sirius a quien estaba observando.
Normalmente consideraba a las chicas un completo misterio, y raramente tenía alguna idea de que
estaba pasando con ellas a menos que se lo dijeran explícitamente. Lily y Mary hacían esto más a
menudo que Marlene, quien siempre había sido tan privada como él lo era.

—Oh vamos, Moony, —Sirius rio, —¿Marlene y Yaz? No me digas que no viste – ellas estaban
una sobre la otra antes de darse cuenta que el compartimiento no estaba vacío.

Remus se detuvo – en parte porque necesitaba un momento para recuperar su aliento, en parte
porque no podía creer lo que Sirius estaba diciendo.

—¿Quieres decir, que Marlene es…?

—Sip.

—Y Yasmin…

—Sip.

—Maldita sea.

—Sip. —Los ojos de Sirius estaban brillando traviesamente. —¡No puedo creer que no lo hubieras
descubierto ya!

—Bueno. —Remus bufó. Estaban casi en la cima, ahora. —Estoy bastante impresionado que tú sí.
Viendo como aparentemente no tenías idea de mí, después de que hubiéramos estado follando por
un año.

—No fue todo un año. —Respondió Sirius, defensivamente, alcanzando la cima y mirando a su
alrededor furtivamente, antes de entrar al salón vacío.

Remus vino detrás de él, y buscó un búho apropiado. No era una travesía muy larga, no creía.
Parecía recordar a Ferox diciéndole que su abuela vivía en Liverpool. Había sido una carta difícil
de escribir, pero necesaria, considerando que se había separado en términos difíciles. Simplemente
le deseó a Ferox que estuviera bien, y añadió algunos detalles inconsecuentes sobre su preparación
para los ÉXTASIS.

—Entonces si Marlene sabe… —dijo Remus, pensativo, atando la carta a la pata del búho elegido.

—Seh, lo sé. James sigue. —Sirius suspiró.

—No pretendo seguir insistiendo… —dijo Remus, apologéticamente, liberando al búho para volar
a través de la ventana más cercana. Lo observó irse.

—No, prometí que lo haría. —Sirius dejó caer sus manos en alto. —De todas formas, el término va
a ser lo suficiente como una pesadilla con los ÉXTASIS y la guerra… preferiría no tener nada más
de que preocuparme.

—¿Estás nervioso?

—Me cago.

—Encantador. —Remus puso sus ojos en blanco, —¿Puedo ayudar?

—No si es que vas a sugerirme tener una conversación imaginaria con Prongs…
—No veo por qué no, —Remus se encogió de hombros. —Prongs es fácil de hacer. Simple y
predecible.

—Mm, no como otros. —Murmuró Sirius. —De todas formas, no es lo que dirá lo que me
preocupa. Sé lo qué dirá. Será como cuando tu… em…

—… salí del closet… —sugirió Remus, amablemente. Sirius asintió, tímidamente.

—Sé que será su usual persona honrada. Estoy más preocupado sobre las cosas que no dice…

—Bueno. —Dijo Remus, girándose de la ventana, —No hay nada que puedes hacer sobre eso.

—¿¡Black!? ¿Bla-aaack? ¡Oye, Padfoot! —el bolsillo de Sirius empezó a gritarle. Sirius sonrió,
buscando su espejo compacto y abriéndolo,

—Hablando del diablo.

—¿Dónde estás, imbécil? —la voz de James retumbó fuera del espejo.

—Lechucería.

—¿Moony está contigo?

—Sep.

—Dumbledore quiere hablar con él.

—¿¡Ahora!? —Sirius desvió la mirada hacia Remus, cuyo estómago se hundió. Esto nunca era
bueno.

***

Una hora más tarde…

Remus no estaba sorprendido de encontrarse a los tres merodeadores (y Lily – quien a este punto
también podría tener su propio apodo y acceso al mapa, de todas formas) esperando afuera de la
oficina de Dumbledore por él. Estaba agradecido – estaba en tal estado que si hubiera tenido que
caminar solo de vuelta a la torre probablemente se hubiera perdido.

—¿Y bien? —preguntó Sirius, ansioso como siempre por ser el primero en saber.

—Em. —Dijo Remus.

—Vamos, —dijo Lily, tomando su brazo gentilmente, —No tienes que contarnos, solo queríamos
saber que estabas bien.

—Por supuesto que tiene que contarnos. —Sirius frunció el ceño. Remus le dedicó una mirada de
advertencia.

—¿Podemos ir a un lugar un poco más privado? No la sala común…

—¿Dormitorio? —sugirió Peter.

—Seh. —Remus asintió.

No les hablaría hasta que llegaron allí, y usó el tiempo para resolver exactamente cómo iba a
explicar sin herir por lo menos los sentimientos de Sirius, sin importar si dañaba el orgullo de
James. Dumbledore no había dicho que no le podía contar a nadie. Solo que ejercitara cautela con
quien le decía. Por tu seguridad, y la de ellos, le había advertido el anciano ominosamente. Remus
aún tenía serias dudas sobre si Dumbledore estaba preocupado por su seguridad o no,
personalmente, pero mantuvo su boca cerrada. Tenías que ser cuidadoso de lo que decías, en la
posición de Remus.

Finalmente, se apilaron en la habitación de los merodeadores – incluso Lily, lo que era un poco
raro, especialmente cuando ella se sentó en la cama de James, como si lo hubiera hecho cientos de
veces antes. Remus se sentó en la tapa de su maletero. Ni siquiera había tenido tiempo para
desempacar, aún.

—¿¡Entonces!? —preguntó Sirius de nuevo, impaciente, inclinándose contra el poste de su cama,


—¿Qué quería Dumbledore?

—Me dio una misión. —Remus miró hacia la alfombra gastada mientras decía esto, sin mirar a
nadie a los ojos. Aún no podía creerlo realmente él mismo.

—¿¡Él qué!? —James sorprendió a Remus por hablar primero. —¿Él te dio a ti… no a ninguno de
nosotros?

—James, —dijo Lily, bruscamente, tocando el brazo de su novio, —Es obviamente algo para lo
que Remus es más adecuado.

—Hombres lobo. —Dijo Sirius. Remus levantó la mirada y lo miró a los ojos. Lucía molesto,
entonces Remus sonrió.

—Seh. Lo he hecho antes, ¿no es cierto?

—Tú has hecho… —empezó Lily, luego sacudió su cabeza, como si lo estuviera pensando mejor.
—¿Qué necesita de ti? ¿Por qué ahora?

—Creen que hay uno en Hogsmeade, —explicó Remus, lentamente, —Los centauros le dijeron, o
algo. —(Estaba nublado en esos detalles, porque cuando Dumbledore se lo había estado explicando
Remus había estado tratando muy fuertemente de no vomitar de los nervios), —Dumbledore quiere
que em… ‘haga saber mi presencia’, la próxima vez que esté en el pueblo. Ver si… eh… toma la
carnada.

—¿¡Carnada!? —Sirius prácticamente gritó.

—… Es solo una expresión. —Respondió Remus.

—No es una muy buena, —dijo Peter, nerviosamente, mordiendo sus uñas.

—Lo siento. —Remus se encogió de hombros. —No se preocupen por mí. Si hay un hombre lobo,
y es uno de los de Greyback, entonces no creo que esté en ningún peligro. Quiere que me una a él,
¿recuerdan?

—Seh, yo recuerdo haber recibido mi propia invitación para unirme a ese bando. —Dijo Sirius,
con un escalofrío. Remus deseó que no hubiera dicho eso. La última imagen que necesitaba en su
cabeza justo ahora era la del cuerpo inconsciente de Sirius cayendo de la chimenea de los Potters
en esa horrible noche.

—No será así. —Dijo, tensamente. —Puede que no pase nada en absoluto, ellos puede que ni
siquiera estén aquí por mí. Y estuve bien, la última vez, ¿no?
—¡Solo porque Ferox apareció! —Sirius había olvidado que no estaban solos, se estaba preparando
para una pelea apropiada.

—Lo sé, pero soy mayor de edad, ahora… Sé que esperar. —Remus trató de mantener su propia
voz plácida, esperando que eso le recordara a Sirius mantenerse a raya.

—¡Es tan peligroso, Remus! —empezó Lily.

—¡También lo sé, pero no me dieron una elección exactamente! —escupió. Ella bajó su cabeza y
apretó sus labios. Él no había querido alzar su voz hacia ella, pero tendría que sentirse mal sobre
eso luego. Justo ahora era mucho pedir.

—¿Cuándo? —preguntó Sirius, más calmado que antes.

—El próximo fin de semana de Hogsmeade.

—Eso es en dos semanas. —Dijo James, —Después de la próxima luna…

—Van a aumentar la seguridad en el pueblo, obviamente. —Dijo Remus. —Después de la última


vez.

—Ok, voy a necesitar que me expliquen un par de cosas, aquí… —dijo Lily, con un profundo ceño
fruncido en su frente.

—¿James, podrías? —rogó Remus, —Creo que solo quiero ir a la cama…

—Sí, por supuesto. —James asintió, entrando en acción enseguida. —Podemos hablar sobre esto
mañana, cuando todos hayan tenido algo de tiempo.

—Gracias. —Remus sonrió, débilmente, poniéndose de pie, pensando en ir y lavarse sus dientes,
esperando estar solo en el baño por unos minutos para recomponerse.

—¿Moony? —dijo James rápidamente, mientras los otros se levantaban, —No quise decir que tú
no debías tener una misión, o que no podías hacerlo, o nada--

—Lo sé, —Remus asintió, dándole una palmadita en el hombro. —Créeme, si Sirius o tu pudieran
hacerlo en mi lugar, no sería la primera elección de Dumbledore. Supongo que solo fui suertudo,
¿eh?

Dentro del baño, cerrado con llave, presionó su espalda contra la puerta, e intentó regular su
respiración. Ahora que sus amigos sabían, todo se volvió mucho más real para él. La idea que lo
había estado royendo desde que Dumbledore le había descrito la tarea se había instalado en él. Tú
nunca realmente creíste que él te pediría esto. Remus se reprendió, nunca realmente creíste que
serías útil. Ten cuidado con lo que deseas, Loony Lupin.

Mareado y temblando, ahora presionó su oreja en la puerta del baño. Todos habían dejado la
habitación. Todos excepto uno. Abrió la puerta sin pensarlo dos veces, y se paró cara a cara frente
a Sirius.

—¿Estás bien? —preguntó Sirius, sus fríos ojos azules llenos de preocupación. Remus sacudió su
cabeza.

—No.

Sirius se acercó, y Remus se aferró a él.


Notas de Traducción:

1.- Penguin Books es una editorial británica.


Séptimo Año: Preparación
Chapter Notes

See the end of the chapter for notes

Strange it is to be beside you, many years and tables turned

You'd probably not believe me if told you all I've learned

And it is very very weird, indeed

To hear words like "forever" plead

Those ships run through my mind I cannot cheat

It's like looking in the teacher's face complete

I can say nothing to you but repeat

what I heard;

That love is just a four letter word.

Martes 9 de Enero, 1978

—Bien, Moony, —James marchó dentro del gran salón la mañana siguiente acarreando una pila de
libros sobre la que apenas podía mirar. Los dejó caer de golpe en la mesa del desayuno frente a
Remus, interrumpiendo la avena con la que había estado jugando. No tenía mucho apetito, de
alguna forma.

—¿Qué son estos? —se acercó para tomar el libro más cercano. Hechizos Avanzados Defensivos.

—Potter, —Lily enderezó su espalda, mirando por encima de la pila con asombro, —¿¡Has estado
en la biblioteca!? ¿¡En la mañana!? ¿¡En vez de estar volando!?

—¡Necesitamos preparar a Moony, Lily!

—Pero… ¡dijiste que las mañanas eran sagradas para ti! —dijo Sirius.

—¡Dijiste que tenías que rendirle homenaje a los dioses de la pista de quidditch! —sonrió Peter.

—Puedo perderme una mañana. —Dijo James, despreocupadamente.

—¡Prongs! —Remus agarró su mano, y se dejó caer frente a él dramáticamente, —Estoy


conmovido.

—Quítate, —James jaló su mano de vuelta, sus orejas se tornaban rojo brillante. —Todos puedes
dejar de burlarse de mí. ¿¡Soy el único tomándose esto seriamente!?

—¡Hey! —Sirius sonrió travieso. Remus y Peter gruñeron en anticipación de lo que venía, —Yo
soy siempre Sirius.

Peter y Remus se cubrieron sus ojos avergonzados, pero debió haber sido la primera vez que Lily
había oído esa broma porque resopló con risa tan repentinamente que su té salió disparado por su
nariz. Esta fue la cosa más graciosa que incluso los merodeadores habían visto en años, y todos
estuvieron histéricos por unos buenos cinco minutos – cada vez que alguno de ellos conseguía
detenerse, Lily volvería a resoplar, o James movería sus cejas y estarían inevitablemente estallando
en risas una vez más.

Cuando finalmente se calmaron, Remus abrió el primer libro ansiosamente y decidió que comería
su avena después de todo.

Fueron a lecciones con un nuevo sentido de propósito, y James sugirió que todos se encontraran en
la biblioteca después de la última campana para empezar a trabajar en preparar a Remus para lo
que fuera que le esperaba. Hicieron esto cada día por toda una semana, expropiando un bloque de
seis escritorios detrás de algunas pilas en una esquina, donde podían tener completa privacidad,
empujándolos todos juntos y cubriendo la cosa en textos de teorías de batalla, técnicas de duelo,
encantamientos defensivos y maleficios. Peter incluso hizo un amenazante letrero que decía
Consejo de Guerra de los Merodeadores: No Molestar, que funcionaba como un encantamiento
(posiblemente porque había sido literalmente encantado por Lily) y quería decir que podían dejar
su trabajo ahí y volver cuando quisieran.

Remus abandonó sus grupos de estudio, pidiéndole a Christopher que se hiciera cargo, James
nominó a Marlene para que se hiciera cargo en dos de sus sesiones de quidditch, e incluso Lily dejó
de ir a las reuniones del Slug Club esa semana. (Aunque sí intentó irrumpir en el estudio de
Slughorn para intentar conseguir algo de Felix Felicis para Remus, pero no tuvo suerte y casi la
atrapan). En breve, los cinco pasaron tanto tiempo como les fue posible trabajando para la misma
causa; preparar a Remus para su misión.

Había estado molestando a James antes, pero Remus realmente estaba conmovido – solo que
difícilmente había algo de tiempo para fijarse en eso, como todos estaban dedicados a estudiar más
que cualquiera de ellos lo había hecho antes. Remus solo agradecía a sus estrellas de la suerte que
James era tan bueno en defensa contra las artes oscuras; nunca habían tenido un profesor que se
quedara más de un año en la materia, entonces el propio conocimiento de Remus estaba parchado.
Los esfuerzos combinados de James y Lily lo ayudaron a cubrir más terreno en una semana de lo
que había tenido desde sus TIMOs.

—Eres bueno en encantamientos, y esa es la mitad de la batalla. —dijo James apreciativamente,


cuando llegaron a la sala común vacía una noche, —El resto es solo pensar rápido y determinación.

—Y sabemos que puedes hacer eso. —Lily lo alentó, ordenando el desorden que habían hecho
tratando de congelar en el aire los cojines del sofá.

—No será como el Callejón Diagon, —le aseguró Sirius, dándole una palmada en la espalda, —
Porque sabes que viene. Has tenido tiempo para prepararte.

—Fácil para ti decirlo… —Remus mordió su labio. —Soy solo bueno en la mayoría de esto, aquí,
con ustedes chicos, pero si de hecho estuviera defendiéndome… y todavía no puedo hacer un
patronus.

—No te preocupes por eso, ahora, solo enfócate en las cosas simples. —Le aconsejó James,
frotando su barbilla, —El patronus vendrá – no es como si no fueras suficientemente fuerte; te
apareces como si no fuera nada.

—Eso es fácil. —Remus suspiró. —Eso es solo pensar. Los patronus son sentir.

—¿Alguien me puede dejar bajar, ahora? —llamó Peter desde por encima de sus cabezas, donde
estaba paralizado a la mitad del aire.

***

Querido Remus,

Gracias por escribirme. Mi Navidad estuvo bien. Nunca había comido pavo antes, fue bueno

No tengo apartamento aún, pero estoy intentando. Aún me estoy quedando con mi tía como podrás
ver por la dirección, pero me gusta aquí. Me gusta el océano y puede que aprenda a nadar.

Estoy viendo este chico de aquí abajo, pero no es tan inteligente como tú. Aunque tiene un buen
cuerpo.

Te extraño mucho.

Tu Grant. Xxx

***

Querido Remus,

Gracias por tu carta, estoy tan complacido de oír de ti.

Me gustaría empezar asegurándote que estoy bastante bien siguiendo los eventos en el Callejón
Diagon por la Navidad. Lamento haber escuchado que tus amigos y tú estaban ahí también –
había esperado que la guerra hubiera terminado para cuando estuvieras listo para dejar la
escuela.

Me estaré quedando con mi abuela por un poco más de tiempo. Pero espero estar de vuelta en el
trabajo en Pascua a más tardar. No tengo duda que entenderás por qué no puedo decir nada más
que eso.

La mejor de tus suertes con tus ÉXTASIS.

1. Ferox.

***

Domingo 15 de Enero, 1978

La semana siguiente, estaban definitivamente más seguros de lo que hacían, y Remus estaba
sintiéndose más confiado que nunca – mientras no pensara tanto sobre la increíble habilidad de
Livia de hacer magia sin varita. Intentó convencerse de que estaba sobre-preparado, si nada. Que
Dumbledore le había meramente pedido que mostrara su rostro en Hogsmeade, para ver si el otro
lobo (si es que había otro lobo) lo olfateara. Puede que ni siquiera tuviera que usar lo que James le
enseñó en absoluto.
Seh, claro – esa desagradable voz en la parte de atrás de su cabeza; siempre tarde en la noche,
cuando todos los demás estaban durmiendo y él estaba solo – como siempre hubieras sido tan
suertudo.

Pasaron todo el día Sábado en la biblioteca, los cinco, pero el Domingo Lily había sido requerida
para mediar una disputa de prefectos y Peter tenía una tarde de detención por pobre vestimenta del
uniforme, entonces por una buena porción del día fueron solo Remus, James y Sirius trabajando en
su pequeño rincón de estudio.

Sirius y James estaban en la lista negra para la sección restringida, entonces Remus entró solo, y
volvió con el libro de maldiciones más grande que pudo encontrar.

—Hay unos chicos de segundo año al otro lado del salón haciendo apuestas si es que estamos
realmente por detrás estudiando para los ÉXTASIS o si solo estamos planeando la broma más
increíble que ha visto Hogwarts. —Dijo dejando caer el gran tomo encima de tres más.

—Estoy tan orgulloso de nuestro legado, ¿no es cierto, Sr Prongs? —Sirius sonrió malicioso por
encima del libro del que estaba tomando notas.

—Bastante, Sr Padfoot, bastante. —Respondió James, escaneando el glosario. —¡Ajá! —tomó un


libro triunfantemente, y empezó a pasar páginas.

Sirius levantó la mirada.

—¿Encontraste algo bueno?

—Tal vez… —murmuró James, leyendo rápido.

Remus empezó a mirar los contenidos de un libro de maldiciones. Los títulos de los capítulos eran
realmente horribles, y esperó que no tuviera que de hecho usar nada de esto.

—Ok, —dijo James, —Mira esto. —Había terminado de leer, y dio vuelta el libro para mostrarle a
Remus y Sirius, quienes estaban del otro lado de la mesa. —Realmente creo que este tipo de cosas
juega a favor con tus habilidades, Moony. Son todas cosas intuitivas con un gran golpe por detrás,
de la forma que haces bromas.

Sirius y Remus ambos se levantaron para observar el libro, inclinándose hacia adelante encima del
escritorio. Los hombros de Remus aún estaban adoloridos de la luna pasada – los días sin-dolor
entre las lunas parecía estar acortándose mientras más crecía; sus tendones se sentían como soga
dura frotándose contra el hueso. Se estiró para frotar un punto particularmente doloroso mientras
leía, haciendo presión con las puntas de sus dedos y respirando levemente por el dolor.

Sirius se movió más cerca, y – tal vez sin pensar – se acercó para frotar el punto doloroso con sus
propios dedos largos. Era mucho mejor en eso que Remus, quien sintió una ola de alivio mientras
Sirius trabajaba en pequeños, suaves círculos en su músculo. Suspiró, cansado.

Remus fue el primero en terminar de leer, y levantó la mirada hacia James. Aunque el chico de las
gafas no estaba mirando al texto. Los estaba mirando a ellos, del otro lado de la mesa.
Específicamente al punto donde la mano de Sirius estaba tocando el cuello de Remus. La boca de
James se había abierto levemente, y había una pregunta en sus ojos.

Remus se movió para alertar a Sirius, quien finalmente levantó la mirada hacia su amigo. Viendo
inmediatamente lo que había hecho, solo lo observó de vuelta, quieto por un momento. Remus casi
esperó que retrocediera y quitara su mano. Pero no lo hizo. En su lugar, Sirius envolvió su brazo
alrededor de los hombros de Remus, y lo apretó, muy deliberadamente, mientras mantenía la
mirada conectada con James.

James cerró la boca, mirándolos a ambos de nuevo, y asintió, sin decir una palabra. Remus se
enderezó, dejando caer el brazo de Sirius.

Tenía que dejarlos solos, eso era obvio. Aclaró su garganta,

—Eh. Estoy seguro que hay un libro que he leído que profundiza más que esto. Creo que tengo una
copia arriba, yo eh… solo iré a buscarlo… los veo en una hora o algo, ¿tal vez?

Sirius y James asintieron, aun mirándose. Remus se fue rápido, agradecido de que la biblioteca
estaba casi vacía. Se sintió caliente y frío enseguida, una sensación parecida a la culpa, incluso
cuando sabía que no debía sentirse así. A medio camino hacia la torre, se topó con Lily,

—Hola, Moony, —ella sonrió, —¿Has visto a Potter?

—Biblioteca, —dijo Remus, —Pero yo… no iría, si fuera tú. Él y Sirius están conversando.

—Oh, puedo interrumpir una conversación… —empezó a caminar. Remus tocó su brazo
rápidamente,

—Lily, no. —Mordió su labio, —Lo siento, pero realmente pienso que debes darles un poco de
tiempo. Sirius realmente lo necesita, ¿ok?

—¿¡Qué pasó!? —Lily lucía sorprendida por su seriedad.

Remus suspiró, pesadamente. Bueno, ella estaba a punto de descubrirlo, de todas formas, y era
tanto derecho suyo contarlo como era el de Sirius.

—Em… ven conmigo, ¿deberíamos ir afuera?

—Ok… —Lily lo siguió, luciendo curiosa y preocupada al mismo tiempo, un pliegue formándose
en su pecoso entrecejo.

Afuera en la encrespada luz solar invernal todo parecía un poco más animado. Remus se armó de
valor, su estómago daba vueltas. Tenía que seguir recordándose a sí mismo que él había estado
queriendo esto; tenerlo todo a la vista. Solo que ahora, parecía completamente aterrador.
Deambularon hacia el lago. Remus observó por encima de la superficie, entrecerrando los ojos
contra los fragmentos de luz deslumbrante reflejados.

—¿Remus? —preguntó Lily, —¡Me estás poniendo nerviosa!

—¡Lo siento! —pestañeó, —Eh… es sobre Sirius y yo.

—¿Sirius y tú? Oh no, ¿qué han hecho? Solo ustedes dos podrían meterse en problemas durante la
primera semana.

—¡No, no es nada así! —Remus rio, a pesar de todo. Frotó su nuca, buscando a su alrededor las
palabras indicadas, —Mira, ¿sabes como siempre me estás diciendo que deberías… buscar a
alguien?

—Seh… —Lily frunció el ceño, estudiando su rostro.

Remus arqueó una ceja, esperando que ella lo procesara. Tomó más de lo que había esperado, pero
sus ojos se ampliaron repentinamente. —¡Oh dios!
Ella cubrió su boca con sus manos y se sentó bastante repentinamente en la banca de piedra
cercana. Remus se sentó junto a ella, lentamente, sus articulaciones tensas. —¿¡Sirius!? —dijo.

—Sirius. —Él asintió.

—Oh dios.

—Seh… lo siento.

—No, Remus, no lo sientas, yo solo… wow, ok, dame un minuto.

Él lo hizo, esperando pacientemente, mirando hacia el lago. No la miró a ella, porque no


importaba. Lily estaría bien, Lily lo tomaría bien.

—¿Y él siente lo mismo por ti? ¿Estás seguro, Remus?

—No podría estar más seguro. —Remus sonrió – era repentinamente muy fácil sonreír. Tiró de su
capa y del cuello de su suéter hacia un lado cuidadosamente, para mostrarle el moretón rojizo-
morado que había dejado la boca de Sirius unas noches atrás.

—¡Oh dios! —dijo de nuevo. Él lo cubrió, sonrojándose, pero aun sonriendo. —¿James sabe?

—Se está enterando justo ahora. Es por eso que quería que les dieras un poco de espacio.

—Seh, no, por supuesto. —Ella asintió, —Entiendo.

—He querido contarte por siglos.

—¿Siglos? ¿Hace cuánto que…?

—Desde el verano. Bueno. Se hizo serio durante el verano. Pero… estábamos em… bueno habían
estado pasando cosas desde hace un tiempo antes de eso. Desde que Sirius rompió con Mary.

—Maldita sea. —Ella sacudió su cabeza de nuevo. —Entonces, ¿qué? ¿Sirius es tu novio? ¿Estás
enamorado de él?

—Woah, —Remus pestañeó, moviéndose hacia un lado, —O sea, ¡calma! Solo em… mira ahora
está a la vista y eso es suficiente.

Lily lo observó por un largo tiempo, evaluándolo. Luego asintió.

—Bien entonces.

Remus arqueó sus cejas.

—¿¡Bien entonces!?

—Tú dijiste que es serio. ¿Él no está solo… em… no está solo jugando?

—No. Definitivamente no. Sé que es inesperado…

Lily sacudió su cabeza y lo miró con sus grandes ojos serios.

—¿Eres feliz?

—Sí. —Sin titubear.


—Bien, entonces. —Dijo, energéticamente, de vuelta a su persona sensible. Ella se inclinó y besó
su mejilla. —Mira, no tomé adivinación, porque es demente, pero estoy bastante segura que todos
tendremos un tiempo de mierda bastante pronto.

—Dios, suenas más como James cada día, es ridículo. —Resopló Remus. Ella le dio una palmada
leve en su rodilla,

—¡Escúchame! Va a ser difícil. Y está ocurriendo más rápido de lo que pensé. Va a ser aterrador,
todo el tiempo, por un largo tiempo. Pero si podemos seguir siendo felices juntos, y haciéndonos
felices… entonces bien. Brillante. Si es Sirius para ti, y tú para Sirius, entonces brillante.

—Jesús, Evans. —Remus enterró su rostro en el cabello de la chica, acercándola en un gran abrazo.

***

Lily y Remus esperaron otra media hora o algo antes de volver a la biblioteca, donde descubrieron
que los libros habían sido todos pedidos, y James y Sirius habían desaparecido. Remus no traía el
mapa consigo, pero afortunadamente Lily conocía a James, y se encaminaron directo a la pista de
quidditch.

Bastante seguro, dos figuras familiares estaban compitiendo en el aire entre los aros de goles en sus
escobas. James estaba ganando, pero no por mucho – Remus podía notar por la postura de Sirius
que estaba esforzándose tanto como pudiera – no lo había visto concentrándose así en volar desde
que había sido expulsado del equipo.

Lily y Remus se sentaron, amigablemente en las bancas de más abajo, y esperaron, practicando
unos pocos hechizos de defensa básicos.

—Entonces la última vez que me encontré con un hombre lo-- —estaba diciendo Remus.

—Aún no puedo creer que eso pasó… —Lily sacudió su cabeza, impresionada.

—--Ferox apareció y le disparó algunas cadenas de plata, entonces ella se apareció bastante rápido.
Podría intentar eso, pero solo soy bueno en transfiguración, ¿y qué pasa si la plata se dispara de
vuelta y me atrapa?

—Puede que haya una poción que ayude con tu problema con la plata —Lily mordió su pluma, —
Le preguntaré a Slughorn. Pero de lo contrario puede que no valga la pena el riesgo.

—Bastante justo…

THUD, THUD. Dos pares de botas aterrizaron frente a ellos. James y Sirius estaban de pie
jadeando y sudando, ambos agarrando sus escobas. Lily enruló su cabello alrededor de un dedo y
ladeó la cabeza, y Remus luchó para no hacer lo mismo.

—¿Todo bien, chicos? —ella rompió el hielo. Ellos asintieron.

—Necesitábamos una pausa. —Explicó Sirius, apologéticamente. —Cambio de escenario.

Remus levantó la mirada hacia James, nerviosamente.

—¿Todo bien, Prongs? —preguntó, solo consiguiendo mantener el tremor fuera de su voz.

James miró a Sirius, luego a Remus. Sacudió su cabeza, bajando la mirada, y se acercó con un
brazo abierto, jalando a Remus para que se pusiera de pie,
—Ven aquí gran imbécil, —estalló, envolviéndolo en un abrazo de oso.

Chapter End Notes

La canción al inicio es 'Love is just a Four Letter Word' de Bob Dylan pero
famosamente (y perfectamente) interpretada por Joan Baez.
Séptimo Año: Instinto
Chapter Notes

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—¡Le dijiste! —Remus besó a Sirius tan pronto estuvieron solos.

—Bueno, él lo había descifrado… —dijo Sirius, riendo, mientras era empujado hacia atrás dentro
de su dormitorio. Lily y James tenían que dirigir una reunión de prefectos y Peter todavía estaba en
detención. Remus había arrastrado a Sirius escaleras arriba tan rápido como pudo, todas las
incomodidades y dolores olvidados.

—Pero le dijiste. —Remus insistió, pasando su lengua por el cuello de Sirius, desde su clavícula
hasta el lóbulo. Sirius se estremeció y la parte trasera de sus rodillas chocó con el marco de la
cama. Remus le dio un empujón que era medio urgente, medio juguetón, y cayeron juntos.

—Merlín, —jadeó Sirius, mientras Remus continuaba con su asalto, trepando encima de él, una
rodilla a cada lado de las caderas de Sirius, —Si hubiera sabido que responderías así, le hubiera
dicho a Prongs hace--

—Cállate. —Remus lo besó intensamente en los labios, manos en el cinturón de Sirius. Sirius
obedeció.

Remus estaba un poco sorprendido, también. ¿Quién hubiera pensado que esa confesión lo pondría
tanto? Si no era cuidadoso, le estaría diciendo a todos quienes conociera.

—Entonces, —dijo, media hora después, sentado junto a la ventana en sus boxers, encendiendo un
cigarrillo. Sirius yacía en la cama, aún, vagamente aturdido y mirándolo. —¿Salió bien?

—¿¡Mm!? —Sirius pestañeó muy lentamente, como si sus párpados estuvieran pesados. Remus
sonrió, exhalando humo, tratando de apuntar por el espacio de la ventana,

—James. ¿¡Qué dijo!?

—Creo que la primera cosa fue ‘a que mierda estás jugando’, pero desde ahí mejoró. —Sirius
resopló.

—¿Hizo muchas preguntas?

—Algo así. Nada que no esperaba, supongo. ¿Qué hay de Evans?

—Dijo ‘oh dios’ como cien veces, pero se recuperó bastante rápido.

—Prongs también. Excepto que el imbécil no le va a decir a Wormtail por nosotros, dice que
nosotros tenemos que hacerlo.

—Bueno. Es bastante justo. —Remus le dio una calada a su cigarrillo de nuevo, luego exhaló
humo dentro de la habitación, observando como llenaba el espacio entre ellos. —¿Qué preguntó?

Sirius cerró sus ojos, inhalando.

—Nada escandaloso. Por cuanto tiempo, cuándo empezó, por qué no le dije… ese tipo de cosas.

—¿Qué dijiste?
—Le dije la verdad. ¿Me enrolas un cigarro?

Remus ya lo había hecho. Lo extendió. Sirius se giró en su estómago y estiró su largo brazo pálido
a través del humo para tomarlo, lo ubicó entre sus labios y chasqueó sus dedos. Inhaló, luego se
giró de vuelta, exhalando con un suspiro.

—¿Cómo te sientes? —preguntó Remus, incapaz de quitar sus ojos de encima. Aún parecía
milagroso más allá de lo creíble. Sirius Black, desnudo, en mi jodida cama.

—¿Justo ahora? Radiante, maravilloso. —Sirius guiñó maliciosamente. —¿Sobre Prongs? Ok.
Bien, creo. —Se estiró, una mano desapareció bajo una de las almohadas. —¿Qué es esto?

—¡Oh! —Remus se sonrojó, saltando desde la ventana, —Recibí algunas cartas de vuelta. Ferox
está bien. Y, ehm…

—Grant. —El labio de Sirius se curvó mientras tomaba la postal que Grant le había enviado desde
Brighton. Tenía una foto a color del muelle en el frente, el océano se veía azul y el sol estaba
brillando. Remus estaba tan alegre de que lo había enviado. Era agradable visualizar a Grant en un
lugar brillante y animado como ese. Sirius continuó fumando mientras lo leía. —¿¡Está viendo a
alguien con un buen cuerpo pero te extraña!?

Remus saltó hacia la cama y le quitó la tarjeta, levantándola en alto de forma que Sirius no la
pudiera alcanzar.

—Está viendo a alguien con un buen cuerpo y me extraña. Afirmaciones separadas.

—Bien. —Sirius cruzó sus brazos, inclinándose hacia atrás de nuevo, aun echando humo, —Espero
que tú le estés escribiendo sobre mi hermoso cuerpo.

—Por supuesto. —Remus rio, acostándose junto a él. Observaron las cortinas de terciopelo rojo
juntos. —No estás celoso, ¿cierto? —preguntó Remus, tentativamente.

—Pfft, no. —Sirius lo empujó gentilmente con su codo. —Curioso, tal vez…

—¿Sobre…?

—¿Qué crees? ¡Él y tú! Nunca me contaste ningún detalle…

—Teníamos quince, no había detalle. Solo nos besuqueamos. —Remus hizo una señal de
desaprobación, —Honestamente, que cosas preguntas.

—James preguntó, sobre nosotros.

—¡Él jamás!

—Bueno, no lo hizo, pero sé que quería hacerlo.

—No él no quería, tú solo estás siendo vanidoso. —Remus se inclinó para apagar su cigarrillo en
la fría taza de té en su mesita de noche. Sirius lo tomó por la cadera y lo jaló hacia él. Remus cerró
sus ojos y se permitió ser jalado.

—---Gracias a Godric que tenía el mapa, hubiera ido a la bibl--¡POR LAS BOLAS DE MERLÍN!
—la puerta se abrió de golpe y Peter se quedó de pie jadeando en la entrada, tapando sus ojos con
sus manos.

Remus saltó de la cama como si Sirius estuviera en llamas, y empezó a buscar sus pantalones en el
piso, gritando,

—¡Lo siento Pete, lo siento Pete! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda!

—¿¡Qué carajo!? —gritó Peter de vuelta, aun cubriendo sus ojos.

Sirius tiró el cobertor hacia arriba, mirándolos a ambos, luego estalló en risas,

—Wormy, tenemos algo que contarte.

***

Viernes 20 de Enero, 1978

A Peter le tomó un poco de tiempo acostumbrarse, pero a todos les costó, realmente – incluso a
Remus y Sirius. Seguían olvidando que los merodeadores sabían, y se habían acostumbrado tanto a
evadirse conscientemente que eran peculiarmente tímidos para mostrar cualquier tipo de afecto
frente a los otros. Por supuesto, Remus se seguía recordando que era mejor mantener un perfil bajo,
de todas formas; aún tenían que preocuparse por el resto de la escuela.

—Aunque, le podrías decir a Christopher. —Dijo Sirius, mientras dejaban la biblioteca por la
última vez antes del viaje de Hogsmeade. Era casi media noche y habían tenido que ser
ahuyentados por Madam Pince, quien no los dejó quedarse más tiempo, incluso cuando Lily y
James le mostraron sus insignias de Delegado y Delegada.

—Oh, ahora recuerdas su nombre, —Remus bostezó, apretando sus libros contra su pecho –
realmente solo para tener algo a que aferrarse.

—Solo estoy diciendo, —Sirius replicó el bostezo y cubrió su boca, pero continuó hablando, —Él
ya sabe la mitad, no hace daño contarle el resto. No es realmente justo dejar que continúe a la siga
tuya cuando no hay chance en--

—¿¡Sirius Black, estás celoso!? —Lily soltó una carcajada, atontada con sobre-cansancio.

—No. —Sirius respiró pesadamente, nariz en el aire, —Solo no quiero ningún malentendido.

—Bueno si sobrevivo mañana entonces lo pensaré. —Remus bostezó de nuevo.

Eso hizo que todos se quedaran en silencio y se arrepintió de haberlo dicho. Caminaron de vuelta a
la sala común en un silencio solemne. La torre de Gryffindor estaba pacífica y más que nada vacía
– unos pocos chicos de segundo año pasado su toque de queda volaron hacia sus dormitorios tan
pronto vieron a James y Lily, y los merodeadores tomaron sus asientos de costumbre junto a la
chimenea. Remus se instaló en su sofá e inmediatamente volvió al libro que había estado leyendo
antes que Pince groseramente interrumpiera.

Sirius movió su varita hacia la tetera colgando encima de la chimenea y Lily invocó unas tazas de
té limpias de la alacena, pero aun así nadie habló hasta que el agua estuvo hervida y el té se
estuviera preparando en su recipiente.

—Moony, —dijo Sirius, suavemente, —Deja el libro a un lado, ¿eh? Ya hemos hecho demasiado.

—No se siente como suficiente. —Respondió Remus, sintiéndose susceptible e irritable. —Sé que
me estoy perdiendo algo.

Todos seguían mirándolo, y hasta ahora no sabía si era porque estaban asombrados (o repelidos)
sobre toda la cosa con Sirius, o si es que estaban convencidos que estaba a punto de escapar y
unirse a los hombres lobo.

—Es mucho. —Dijo James, ahora sirviendo el té y entregándole a Remus un platillo, —


Honestamente, sabes suficiente ahora para salir tranquilo de cualquier examen de Defensa Contra
las Artes Oscuras. Será mejor que te saltes las clases el resto del año.

—Esto no es un examen. —Escupió Remus. La taza y el platillo se sacudieron en sus manos,


entonces lo dejó a un lado en el brazo del sillón. Tenía la sensación de que Sirius había notado eso,
pero afortunadamente nadie más.

—Pero Moony, —Peter le dio un sorbo a su propio té ruidosamente, —Has hecho esto antes. El
año pasado.

—Exactamente, —James asintió, alentadoramente.

Remus suspiró, y no dijo nada más. Cuál era el punto; lloriquear no lo iba a llevar a ningún lado.
Bebió su té, obligando a su mano a mantenerse quieta. No podía dejar de pensar que este era
potencialmente el peor momento del mes para una misión. Solo a cuatro noches de la luna llena, su
magia se sentía más fuerte que de costumbre, pero también menos predecible. Estaba inquieto, su
piel se tensaba, sus sentidos al descubierto y su humor acalorado. Sabía que estaba olvidando algo.
Solo lo sabía. Un oscuro presentimiento que le decía que todas las maldiciones en el mundo no
servirían.

Se puso de pie, bruscamente, volteando la taza de té del sofá. Sirius fue rápido, y la detuvo a la
mitad del aire con un movimiento de su varita. Remus ignoró esto.

—Voy a la cama. —Dijo, tronando sus nudillos.

—Ok, Moony, —James asintió, animadamente. Miró a Lily, —Creo que nos quedaremos aquí
abajo por un poco.

Peter miró a Sirius, y luego a Remus con una expresión de profundo terror. Remus sacudió la
cabeza.

—Está bien, Wormtail, realmente solo voy a dormir. Los veo a todos mañana.

No durmió. Su cerebro no lo dejaría. Odiaba a Dumbledore, y odiaba a Greyback, odiaba la guerra,


y mientras las horas pasaban y pasaban, odiaba a Peter también.

Aunque no odiaba al otro hombre lobo; el que no era Greyback. Igual que él no había odiado a
Livia, aunque lo aterraba. Mientras Remus pensaba más sobre lo que estaba frente a él, estaba
menos seguro sobre su preparación.

Sí, sabía más maldiciones ahora que Regulus y Severus combinados (probablemente), pero
mientras más recordaba su encuentro con Livia, menos útil parecían estas cosas. ¿No lo había
dicho ella misma? “Puedes usar ese uniforme y mover tu tonto palo, pero tú sabes que tienes más
en común conmigo que cualquiera en ese castillo.” Él sabía que ella era más fuerte que él; ella lo
podía herir si quisiera – pero no lo había hecho, no realmente. En su lugar, recordó la lástima que
había sentido, inmediatamente, después de su encuentro. Recordó el deseo de ayudarla, y su
conversación con ambos Ferox y Dumbledore.

Mientras se amanecía, Remus yacía despierto, pensando a miles de kilómetros por hora, su corazón
martilleando y su estómago burbujeando con ansiosa anticipación. Si tenía que ir a la guerra,
entonces bien. Pero esta era su batalla, y sería bajo sus propios términos.
***

It was an April morning when they told us we should go

As I turned to you, you smiled at me

How could we say no?

Oh, the fun to have

To live the dreams we always had

Oh, the songs to sing

When we at last return again

Slipping off a glancing kiss

To those who claim they know

Below the streets that steam and hiss

The devil's in his hole

Sábado 21 de Enero, 1978

El desayuno esa mañana fue un asunto desolador. Remus estaba vorazmente hambriento, pero
nadie más parecía estar comiendo. Sirius estaba bebiendo café negro, y ya lo estaba volviendo
inquieto; seguía saltando en su asiento. Mary y Marlene eran las únicas actuando medianamente
normal, porque ninguna de ellas sabía sobre la misión.

—¿Tres Escobas, más tarde? —preguntó Mary, animadamente.

Lily y James asintieron, tratando de sonreír, y lográndolo solo luciendo levemente trastornados.
Estaban tomados de manos bajo la mesa de nuevo, y Remus estaba tratando de no pensar en eso, en
su lugar alcanzando el plato de tocino por otra porción.

—¿Puedo llevar a Yaz? —Marlene le estaba preguntando a Mary. Mary arqueó una ceja.

—O sea, supongo…

—Genial. —Marlene sonrió. La boca de Mary se torció, pero no dijo nada.

La caminata a Hogsmeade pareció más larga que nunca. Afortunadamente Lily y James tenían
tareas que cumplir, entonces por lo menos no estaban siguiendo a Remus, solo esperando.
Desafortunadamente, Sirius tenía energía nerviosa por tres personas, y Remus podía sentirla
emanar de él en olas.

—¿A dónde deberíamos ir? —murmuró, suficientemente bajo de forma que solo Peter y Remus
pudieran oír.

—A todas partes, supongo.


—¿Ayudaría si fuera Padfoot?

—Si quieres.

—¿Debería cambiar también? —preguntó Peter.

—Si quieres.

Remus fue incapaz de mostrar mucho interés. Estaba demasiado ocupado tratando de resolver si
Hogsmeade olía genuinamente diferente, o si era porque usualmente trataba de ignorar olores como
los humanos.

Se escondieron dentro de un callejón entre unas tiendas y Peter y Sirius se transformaron detrás de
unos basureros. Wormtail trepó a la palma de Remus, y él lo sentó en su hombro. El peso era un
pequeño consuelo, incluso si sus bigotes le hacían cosquillas al cuello de Remus. Era bueno tener a
Padfoot también, grande y negro y nervioso, trotando junto a él como un acompañante leal. Sí.
Mucho mejor cuando tus amigos no son humanos, en la opinión de Remus. Por lo menos, ahora.

Caminaron. Remus evadió deliberadamente la calle principal, en su lugar vagó alrededor de las
partes traseras de las casas. ¿Cuántas personas vivían en Hogsmeade? ¿Cuántas estaban
potencialmente en peligro, sin siquiera saberlo? Intentó olfatear el aire, y era como ejercitar un
músculo que había permitido que se atrofiara.

Algunos aromas eran más fuerte que otros. Padfoot, obviamente, y Wormtail. Desechos domésticos
de los basureros, composta de los patios traseros, y magia – ese pesado, sabor metálico que se
instalaba en su lengua como melaza, cuando estaba así de cerca de la luna. Otros estudiantes, el
enfermo dulce aroma de Honeyduke’s y el reconfortante olor de pergamino emanando de
Scrivenshaft's.

El bosque. Podía oler el bosque, si realmente trataba. Cerró sus ojos brevemente e inhaló. Verde,
rico, denso, rebosante de vida… y magia. Al principio parecía un capricho indulgente, solo una
idea de que le gustaba bastante el olor, y quería acercarse. Pero mientras más lejos caminaban, y
más se acercaban, más importante se sentía. Remus tenía la impresión de que algo lo había estado
conduciendo en esta dirección por algún tiempo ahora.

El Bosque Prohibido asechaba enormemente por encima del pueblo, kilómetros y kilómetros de
oscuridad y peligro, contra un telón de montañas azul-grisáceo. Por la primera vez (como un
humano, de todas formas) Remus tenía la necesidad de entrar – para explorar.

Padfoot gimoteó junto a él mientras dejaban Hogsmeade y el camino a sus espaldas. Se preguntó si
Sirius podía olerlo también, pero era imposible conseguir algún tipo de sentido de él en forma de
perro. Remus intentó apagar su mente racional por un momento - ¿había algo ahí en absoluto, o
solo estaba sobre-pensando?

La magia en el bosque no era la misma de Hogwarts; no era humana, no tenía ese olor a pólvora
metálico que Remus había llegado a asociar con la mayoría de los magos y brujas que conocía. Era
más orgánica; menos precisa; un embriagador, característico olor a tierra y a podrido. Había poder,
ahí. Sabía esto instintivamente – mareador, enorme, poder capaz de mover la tierra. Lo habría
aterrado, en algún momento. Pero mientras Remus más se acercaba, más seguro estaba – el poder
era suyo, si lo quería. Todo lo que necesitaba hacer era dejarlo entrar. Otro aroma se reveló; un
animal; sangre. Remus sentía al lobo revolverse, y su deseo de entrar al bosque aumentó casi
imposiblemente de resistir.

Padfoot ladró, bruscamente, y corrió frente a él. El enorme perro se volteó hacia Remus, erizando
su pelaje y emitiendo un grave gruñido. Remus pestañeó, volviendo en sí. Wormtail estaba
hablando y estremeciéndose en su hombro – tal vez lo había estado haciendo por unos minutos,
ahora.

—Sirius. —Remus frunció el ceño. —Muévete.

Padfoot continuó gruñendo. Wormtail emitió otro chillido, antes de escabullirse bajo las túnicas de
Remus hacia su bolsillo izquierdo. Remus se sintió acalorado y furioso – como si le hubieran
arrebatado algo que quería. Que necesitaba. Se movió hacia adelante, y Sirius se transformó de
vuelta a sí mismo.

—¿¡A dónde vas!? —dijo, aun bloqueando el camino de Remus. —¿¡No puedes olerlo!?

Remus dejó de tratar pasar y captó la mirada de Sirius.

—¿Tú sí? —susurró, incrédulo.

—Hay algo malo ahí. Debe ser el lobo.

—Lo es. —Remus asintió, ansiosamente. ¿¡Seguramente eso era obvio!?

—Aunque, no puedo esta seguro. —Sirius frunció el ceño.

—Yo sí. —Respondió Remus. —Déjame pasar.

Sirius se movió de nuevo, bloqueándolo.

—No. —Dijo. —Ya hiciste lo que dijo que tenías que hacer. Sabemos que está ahí. Vamos de
vuelta, ahora.

—Yo… —Remus miró por encima del hombro de Sirius, hacia la salvaje oscuridad invernal más
adelante. Quería tanto esto. Más que cualquier cosa que haya querido; excepto – tal vez – al chico
frente a él. —Tengo que. —Terminó. No era suficiente explicación, pero era todo lo que tenía.

—¡Ahí están chicos! ¿Dónde está Pete?

El debate entre Sirius y Remus fue interrumpido por el animado grito de James. Ambos se giraron
para verlo dar zancadas hacia ellos desde el pueblo, junto con Lily. —¿Qué están haciendo aquí
afuera? Pensé que se suponía que debían estar esparciendo tu aroma por todo el pueblo o algo.

—Seh, justo íbamos a volver ahora. —Dijo Sirius – a lo que Remus pensó que era bastante
descarado, sin mencionar presuntuoso.

—Ustedes vayan. —Dijo Remus. —Yo no.

—¿No qué? —preguntó Lily, confundida. —¿Dónde está Peter?

Remus podía sentir el cálido peso del pequeño cuerpo peludo de Wormtail en su bolsillo, pero no
dijo nada. James había estado agonizando por meses sobre cuando contarle que eran animagos a su
novia, y ahora era definitivamente el momento menos indicado.

—No volveré con ustedes. Tengo que ir ahí. —Apuntó al bosque, consciente de lo demente que
sonaba.

—¿¡Tú qué!? —James lucía preocupado. Sus ojos viajaron hacia Sirius automáticamente, lo que
solo molestó aún más a Remus. Sirius no era su niñero, por el amor de dios.
—El lobo está ahí. —Explicó Sirius, —Y Moony se ha vuelto completamente loco y ha decidido
que tiene que ir ahí y enfrentarlo justo ahora.

La cabeza de Remus se giró de vuelta a Sirius, indignado y traicionado.

—¡No me he vuelto loco, imbécil! —dijo, ferozmente. ¿Cómo le podía explicar que esto era justo
lo que tenía que pasar? Que él lo sabía, en lo profundo de su médula; en su mismo centro. —
Ustedes chicos vuelvan, o esperen aquí. No lo entenderán.

—Ayúdanos a entender, Remus, —Lily dio un paso adelante, gentilmente, —Esto no es como tú,
metiéndote en una pelea…

Remus casi se rio un su cara. ¿Acaso nadie recordaba quién era? ¿Lo que era?

—No voy a pelear con nadie. —Dijo. —Solo quiero hablar con él. Eso es lo que se supone que
debo hacer.

Todos ellos lo estaban mirando, no convencidos. Su furia se encendió de nuevo, y tuvo una idea
muy desagradable – que fácilmente podía pasar por encima de ellos, si quisiera. La magia en el
bosque era más que suficiente; le hacía sentir fuerte. Podía forzar a sus amigos a quedarse en su
lugar, ni siquiera lo cansaría, probablemente ni siquiera necesitaría su varita. Esta noción ardió tan
brillantemente que le aterró.

Miró a Lily de nuevo, negándose a mirar a Sirius o James. —Estábamos equivocados – esta no es
una batalla. Y yo no soy un arma contra los hombres lobo, —trató de explicar, —Yo soy un… no lo
sé, una forma de entrar. Ellos necesitan saber que no quiero hacer daño.

—Pero Remus, si están del lado de ya-sabes-quien…

—¡No lo están! —Escupió. —No todo ellos.

Lily lucía insegura, y Sirius estaba prácticamente fulminando a Remus con su indignación. Remus
pasó sus manos por su cabello. No lo iban a entender. ¿Cómo podrían? Él apenas lo hacía. —
Miren. —Dijo. —Esto es importante, y necesito que todos ustedes confíen en mí.

No era una petición, y tampoco fue recibida como una. James y Lily se miraron entre sí, luego a
Sirius. James asintió.

—Ok, Moony.

Sirius hizo un ruido de protesta, pero Remus estaba muy lejos para preocuparse. Se lo compensaría
más tarde, cuando pudiera pensar claramente; cuando cada instinto en él no le estuviera diciendo
que corriera a toda velocidad dentro del bosque.

—Ok. —Asintió de vuelta. —Quédense aquí. —Un tirón en su diafragma mientras la magia se
apoderaba – él nunca estaría seguro si es que lo había hecho a propósito, y en ese momento
simplemente no le importaba.

Se giró y empezó a caminar dentro del bosque, rápido, sus largas piernas dando largas zancadas,
sus amigos a su espalda, inmóviles, incapaces de seguirlo.

Chapter End Notes


La letra de la canción a la mitad es de 'Achilles Last Stand' de Led Zeppelin.

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