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Salud mental para victimas de desastres − Manual para

trabajadores
Table of Contents
Salud mental para victimas de desastres − Manual para trabajadores........................................................1
Prefacio...................................................................................................................................................3
Objetivos.................................................................................................................................................4
Introducción............................................................................................................................................4
Capítulo 1. Resumen histórico y papel de la salud mental.....................................................................6
Resumen histórico en Estados Unidos............................................................................................7
Conceptuación del papel de la salud mental: función del consejero de salud mental como
participante en la etapa posterior a los desastres....................................................................8
Aspectos socioculturales................................................................................................................12
Capítulo 2. Contenido básico de salud mental.....................................................................................15
Reacciones ante factores estresantes/estrés................................................................................15
Enfrentamiento y adaptación.........................................................................................................16
Pérdida y duelo..............................................................................................................................19
Sistemas de apoyo social..............................................................................................................21
Respuesta ante la crisis y resolución de la misma........................................................................22
Sistema biopsicosociocultural........................................................................................................26
Capítulo 3. Etapas del desarrollo de la conducta del damnificado.......................................................27
Etapas del desarrollo de las reacciones ante los desastres..........................................................27
Capítulo 4. Programas de intervención para damnificados..................................................................33
Establecimiento de un programa de intervención para damnificados............................................34
Consulta y educación.....................................................................................................................34
Intervención y orientación en crisis para damnificados..................................................................40
Capítulo 5. Poblaciones con necesidades especiales..........................................................................48
Niños..............................................................................................................................................49
Ancianos........................................................................................................................................52
Personas con enfermedades mentales..........................................................................................54
Personas con infección por VIH/SIDA...........................................................................................56
Individuos con problemas de abuso de sustancias........................................................................57
Trabajadores de socorro................................................................................................................58
Salud mental para víctimas de desastres.............................................................................................61

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Salud mental para victimas de desastres − Manual para
trabajadores
RAQUEL COHEN

ORGANIZACIÓN
PANAMERICANA
DE LA SALUD
RAQUEL E. COHEN, MD, MPH
Profesora Titular
Departamento de Psiquiatría
de la Escuela de Medicina
Universidad de Miami, Florida

Traducción realizada por la:


Organización Panamericana de la Salud

Editores responsables:
Lic. Verónica Ontiveros Ruiz
Dr. J. Alberto Santos Pérez
EDITORIAL EL MANUAL MODERNO

Organización Editorial El Manual Moderno


Panamericana México, D.F. − Santafé de Bogotá
de la Salud

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1
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Av. Sonora 206, Col. Hipódromo, 06100 Ltda
México, D.F. Carrera 12−A No. 79−03/05
Santafé de Bogotá

Salud mental para víctimas de desastres


Manual para trabajadores
D.R. Copyright 1999, por la:
Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS)
Oficina Regional de la Organización Mundial de la Salud
525 Twenty−third Street, N.W.
Washington, D.C. 20037 − E.U.A.

ISBN 92−75−32273−2 (Organización Panamericana de la Salud)

Una publicación del Programa de Preparativos para Situaciones de Emergencia y Coordinación del Socorro
en Casos de Desastre de la OPS/OMS.

Las opiniones expresadas, recomendaciones formuladas y denominaciones empleadas en esta publicación


no reflejan necesariamente los criterios ni la política de la OPS/OMS ni de sus estados miembros.

La realización de esta publicación ha sido posible gracias a la contribución del Gobierno de los Estados
Unidos de América a través de los Fondos de Cooperación OPS/EE.UU., y al apoyo financiero de la División
de Ayuda Humanitaria Internacional de la Agencia Canadiense para el Desarrollo Internacional (IHA/CIDA),
de la Oficina de Asistencia al Exterior en Casos de Desastre de la Agencia de los Estados Unidos de América
para el Desarrollo Internacional (OFDA/AID) y del Departamento para el Desarrollo Internacional del Reino
Unido (DFID).

En coedición con:

Editorial El Manual Moderno, S.A. de C.V.,


Av. Sonora núm. 206,
Col. Hipódromo,
Deleg. Cuauhtémoc,
06100 México, D.F.
ISBN 968−426−837−8 (Editorial El Manual Moderno)

Miembro de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana, Reg. núm. 39

Impreso en México en los talleres de Programas Educativos, S.A. de C.V.,


Calz. Chabacano núm. 65, Local A,
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Organización es marca registrada de


Panamericana Editorial El Manual Moderno. S.A. de C.V.
de la Salud

2
Cuando el centro de la vida de uno se ha destruido como el interior de un edificio, no nos
puede extrañar que nos tome tanto tiempo para encontrar aunque sea una puerta que pueda
empezarse a cerrar

Ellen Goodman
The Boston Globe, 1998

Prefacio
Es un privilegio escribir el presente prefacio a Salud mental para víctimas de desastres. Manual para
trabajadores. Este manual y guía para capacitación, no obstante su presentación elemental y su finalidad
práctica, representa un compendio notable de los conocimientos más avanzados en la materia.

Si bien es difícil predecir el momento en que sucederá cada evento, los desastres, naturales o de origen
humano, son sucesos trágicos pero predecibles, en nuestro planeta. En todas partes se informa
habitualmente de huracanes, terremotos, erupciones volcánicas, inundaciones, explosiones y otras
catástrofes de esta índole. El costo de los desastres lo pagan por igual las víctimas que viven la experiencia
de manera directa y los demás miembros de nuestra sociedad.

El reconocimiento incipiente de las repercusiones psicosociales y psicofísiológicas a corto y largo plazo que
tienen los desastres es una aportación sutil a nuestra comprensión de la adaptación y enfermedad en los
seres humanos. La oportunidad de ayudar a los damnificados mediante la intervención inmediata y eficaz,
puede desempeñar una función crucial en la prevención de muchas de las secuelas adversas a corto y a más
largo plazo que hemos aprendido a reconocer.

Después de los desastres graves, las personas ansiosas por ayudar suelen sentir una satisfacción que puede
considerarse apropiada y eficaz. Sin embargo, el flujo de voluntarios no capacitados y desorganizados puede
agravar el problema. Los profesionales de la salud mental que están formados para diagnosticar y tratar los
trastornos psicológicos usuales en las personas son valiosos. Sin embargo, si no están capacitados en los
aspectos de salud mental pública para situaciones de desastre o si están mal coordinados, contribuyen poco
a la prevención o el tratamiento necesarios de las enfermedades.

La Dra. Raquel Cohen, autora del presente manual y guía de capacitación, se cuenta entre las autoridades
mundiales reconocidas en el ámbito de las consecuencias psicológicas y sociales de los desastres y los
métodos de intervención rápida y eficaz. Su contribución a la literatura acerca de las repercusiones
psicológicas y sociales de los desastres, no tiene paralelo. Sus experiencias excepcionales, que abarcan
desde la ayuda a damnificados hasta la orientación a grupos integrados por líderes de los gobiernos, han
sido la génesis de un modelo de intervención para atender las consecuencias de los desastres en las
poblaciones afectadas. A mi juicio, es invaluable la comprensión que demuestra la Dra. Cohen acerca de la
acción recíproca entre la psicología y la vulnerabilidad somática de los individuos y los sistemas sociales.

Espero que esta obra reciba la atención amplia que merece y que la capacitación en las intervenciones de
salud mental para situaciones de crisis se convierta en un curso obligatorio, en particular, para los
trabajadores de salud mental y, desde luego, para los proveedores de atención de la salud en general.

CARL EISDORFER, PHD, MD


Profesor y Presidente
Departamento de Psiquiatría
Facultad de Medicina de la Universidad de Miami
Miami, Florida

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Objetivos
Cada capítulo comprende los objetivos didácticos, la información acerca del contenido y la bibliografía
recomendada. En la Guía para instructores se describe el material didáctico al que pueden recurrir los
instructores, a fin de capacitar a los trabajadores que intervendrán después del desastre, este segundo
volumen el cual acompaña al presente manual y contiene situaciones de la vida real, como: videos
recomendados, ejercicios para el trabajo en grupo y páginas para retroproyector o que pueden transformarse
en diapositivas o copias.

Introducción
Los desastres, ya sean causados por el hombre o naturales, son eventos al azar que crean una devastación
incontrolable. Los desastres naturales como terremotos, huracanes, tomados, inundaciones o erupciones
volcánicas, destruyen vidas, hogares y comunidades. Durante siglos, la primera respuesta ante los desastres
ha sido ayudar a los damnificados a recuperan sus necesidades básicas, es decir, abrigo, vivienda, alimentos
y agua, mientras reorganizan lo que quedó de sus vidas. En los últimos 20 años, la realización, comprensión
y reconocimiento constantes del costo emocional de los desastres han provocado una respuesta a las
necesidades de salud mental de los damnificados. Al considerar las consecuencias emocionales y
psicológicas de los desastres, los trabajadores de la salud mental han elaborado métodos y procedimientos
para atender a los damnificados y para que los trabajadores que prestan ayuda en urgencias, reconozcan los
signos del trauma y coadyuven en la recuperación de las repercusiones de la catástrofe.

Pese a que cada desastre tiene características únicas, la respuesta universal del ser humano a las pérdidas y
los cambios catastróficos permite aplicar la información y capacitación a escala mundial. En consecuencia,
este manual se ha redactado con la finalidad de que los trabajadores presten servicios a los damnificados en
diferentes regiones del mundo, teniendo en cuenta las diferencias en cultura, idioma, tradición, religión, así
como los sistemas públicos y privados que influyen en la respuesta organizada.

El contenido de este manual es el resultado de 20 años de experiencia de campo de muchos grupos de


trabajadores que ayudan a los damnificados en Estados Unidos y los países latinoamericanos. La
información se ha integrado mediante la fusión e identificación de los campos temáticos clave que se utilizan
en los programas de socorro, incluida la Cruz Roja. Es la suma de investigaciones, observaciones y ayuda in
situ después de las catástrofes en muchas partes del mundo. Si bien el lugar de publicación de la bibliografía
es Estados Unidos, el trabajador puede obtener bibliografía mundial acerca del tema por medio de la
Organización Mundial de la Salud.

El manual está estructurado como un compendio básico de los conocimientos actuales, que se
complementará con el volumen Guía para instructores en paralelo con los capítulos del Manual para
trabajadores. La Guía para instructores estará a disposición de los instructores encargados de adiestrar a
los equipos de socorro. El instructor que capacite de manera eficaz a los trabajadores podrá preparar
material didáctico adicional y, agregar ejercicios, viñetas y guiones para la escenificación de roles e informes
de experiencias personales y de su región en situaciones de desastre.

Temas clave de la atención de la salud mental para damnificados

Los objetivos de la ayuda a los damnificados son:

• aumentar la comprensión del estrés para mitigar su efecto;

• reducir al mínimo las repercusiones del trauma mejorando las estrategias de adaptación;

• establecer y mejorar la comunicación y la habilidad para resolver problemas para obtener


tipos concretos de ayuda;

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• restablecer la adaptación y el funcionamiento social en el marco de los sistemas de socorro
rápidamente cambiantes;

• apoyar las relaciones con otros damnificados y miembros del personal de los organismos
que proporcionan atención sanitaria, refugio y asistencia económica;

• trabajar con los organismos de la comunidad para facilitar la vinculación de los recursos de
la comunidad con las necesidades de los damnificados;

• continuar promoviendo la resolución de la crisis y la adaptación a los cambios en la


comunidad en la etapa posterior al desastre, para que los damnificados puedan seguir
respondiendo de manera normal a los cambios anormales en sus vidas; y

• estimular la resolución de la crisis y la adaptación a los cambios en la comunidad en la


etapa posterior al desastre, para seguir respondiendo normalmente a un evento traumático
anormal.

LOS DAMNIFICADOS

El término damnificado en esta guía se refiere a las personas y familias afectadas por un desastre y sus
consecuencias. Las víctimas de los desastres han experimentado un evento inesperado y estresante que ha
deteriorado su capacidad de adaptación. Los damnificados son de todas las edades, clases socioeconómicas
y grupos raciales o étnicos, ya que las catástrofes afectan en forma indiscriminada a la población de la zona
que sufre el impacto.

Aunque los damnificados pueden presentar síntomas de estrés físico o psicológico, no los consideramos
trastornos mentales, sino indicios de que las personas están tratando de hacer frente a exigencias inusitadas.
Algunas víctimas sufren más que otras, esto depende de varios factores relacionados como las
enfermedades crónicas o las pérdidas recientes.

Pueden ser en particular susceptibles a las reacciones físicas y psicológicas producidas por un desastre,
aquellos quienes:

• son vulnerables como resultado de vivencias traumáticas previas;


• están en riesgo a causa de mala salud o enfermedades crónicas recientes;
• experimentan estrés intenso y pérdidas graves como consecuencia del desastre;
• carecen de habilidades para resolver la crisis, y
• no tienen apoyo social y psicológico.

Los ancianos son un grupo que puede tener dificultades particulares para enfrentar un desastre y sus
consecuencias. Es frecuente encontrar damnificados mayores que viven solos y aislados de sus sistemas de
apoyo. Por tanto, suelen tener miedo de pedir ayuda. Los problemas típicos en este grupo después del
desastre son los sentimientos depresivos, una sensación de desesperación y una falta de interés por rehacer
sus vidas.

Los niños son otro grupo con necesidades especiales en riesgo, ya que por lo general no tienen la capacidad
para comprender y racionalizar lo que ha sucedido. Por consiguiente, pueden presentar problemas
emocionales o de conducta en el hogar o la escuela como reacciones normales a la situación anormal; entre
otros, fobias, trastornos del sueño, pérdida de interés en la escuela y conducta difícil.

Las personas que tienen antecedentes de enfermedades mentales también pueden necesitar atención
especial. El estrés que acompaña a una situación de desastre, a menudo causa en esta población problemas
de adaptación que son resultado del estrés más intenso o de las dificultades adicionales para obtener los
medicamentos habituales.

Las personas que estaban pasando por alguna crisis en su vida en el momento del desastre también
merecen ayuda especial. Este grupo abarca aquellas personas que en el pasado reciente se hayan
divorciado o enviudado y las que se hayan sometido a cirugía mayor. Estos damnificados pueden ser en
particular vulnerables al estrés generado por un desastre natural y perder ciertas habilidades para resolver
las crisis.

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ENFOQUE MULTIDISCIPLINARIO

El objetivo de la capacitación en atención de la salud mental para víctimas de desastres es proporcionar a los
consejeros de diferentes disciplinas (enfermería, trabajo social, paraprofesionales) la información que
precisan para resolver los problemas a los que se enfrentarán. Puesto que la atención de la salud mental en
situaciones de desastre trata problemas en el marco amplio del desarrollo social, económico y de las
comunidades, se precisa la orientación de muchas disciplinas: demografía de la comunidad, sistemas
sociales, ciencias de la conducta, políticas y gestiones gubernamentales en situaciones de desastre,
medicina y psicología clínica. Cada una de estas disciplinas ha confeccionado métodos especializados para
los programas de intervención en etapas posteriores a los desastres.

Si bien las metodologías para la atención a los damnificados pueden aplicarse a diferentes regiones de un
país, los procedimientos y enfoques de los problemas variarán en función de las diferencias culturales,
sociales y económicas, así como de las realidades políticas. Se prevé que el contenido de este Manual se
adapte y se estructure para diferentes regiones del mundo, de modo que dé cabida a la realidad de las
poblaciones que se atiendan.

ORGANIZACIÓN DEL MANUAL

El Manual se divide en cinco capítulos. Cada uno consta de conocimientos fundamentales que aumentan
progresivamente la capacidad del trabajador de la salud para participar en la urgencia y en el programa de
asistencia después del desastre, al unísono con los demás organismos gubernamentales. El trabajador que
utilice el Manual podrá elegir el número y combinación de los capítulos que desee leer de acuerdo con la
labor que se le encomiende, la que a su vez se definirá conforme a sus tareas.

Cada capítulo incluye las partes que se mencionan a continuación:

1. Objetivos didácticos: Se describen los conocimientos, la habilidad y la actitud en que se


instruirá al trabajador.

2. Contenido: En cada capítulo se ha incorporado el material que servirá de apoyo a las


guías para ayudar a los damnificados. La intención fue dar al trabajador suficiente material
para que seleccionara lo necesario para adaptar sus conocimientos previos a las exigencias
de las tareas posteriores al desastre.

3. Bibliografía: Los artículos que se han seleccionado aumentarán los conocimientos del
trabajador, pero no representan la bibliografía completa acerca de los temas tratados. Puede
satisfacerse cualquier interés especial por un tema determinado, mediante una búsqueda por
computadora.

Capítulo 1. Resumen histórico y papel de la salud mental


RESUMEN DEL CAPÍTULO

Descripción: Introducción a la aplicación del contenido para la participación en los programas de salud
mental posteriores al desastre.
Finalidad: Poner la función de la salud mental en un contexto multidisciplinario después del desastre.

Presentar guías socioculturales para comprender las reacciones posteriores al desastre de


distintas poblaciones.
Contenido: • Resumen histórico en Estados Unidos.
• El consejero o trabajador de salud mental como participante y ayudante en las
actividades de socorro.
• Variables socioculturales clave que afectan la conducta del damnificado.

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Objetivos • Aprender acerca de los acontecimientos históricos clave en el campo de la intervención
didácticos: en crisis después de los desastres.
• Determinar y diferenciar la función, aptitudes y actitudes del consejero o trabajador de la
salud mental en un entorno multidisciplinario.
• Reconocer los factores socioculturales de la población damnificada que influyen en las
reacciones posteriores al desastre.
• Detectar los problemas que se plantean en materia de diversidad cultural durante las
actividades de evaluación, búsqueda y asistencia inmediata, orientación en crisis e
intervenciones posteriores al desastre.
• Reconocer las semejanzas y diferencias importantes entre grupos culturales.

Resumen histórico en Estados Unidos

Los cambios en la política y la capacitación con respecto a los desastres durante los años de 1970 a 1990
proporcionan el marco para la atención de la salud mental en los programas de socorro. En 1973, en una
junta con el equipo de expertos encargados de analizar los problemas de salud mental que presentaban los
damnificados del desastre de Búfalo Creek, Virginia, EUA, los profesionales hicieron observaciones que
generaron nuevas ideas acerca de los programas de intervención y desastre.

En 1974 se añadieron datos al creciente cúmulo de conocimientos, en una junta encargada de oír los
informes acerca del tomado que asoló a Xenia, Ohio. Los datos revelaron tipos de reacciones humanas
semejantes a aquellas que caracterizan a la pérdida aguda, el duelo, los estados de ansiedad y la depresión.
Durante otra reunión de profesionales, se pidió al autor que compartiera sus experiencias en Managua con
un equipo de trabajadores que había participado después del terremoto de 1972 y que intercambiara ideas
con otros trabajadores del campo.

En ese momento, los profesionales todavía estaban intentando organizar un método sistemático para
formular guías de salud mental para la asistencia en casos de desastre. El intercambio de conocimientos
entre los profesionales de América Latina y Estados Unidos fue el comienzo de la confección de modalidades
de intervención en la conducta en casos de desastre. Después de varios años, la experiencia adquirida en
todo el mundo a partir del trabajo en los desastres, ayudó a formular las normas clínicas para el trabajo con
los damnificados.

AUTORIDAD LEGISLATIVA DE LA ATENCIÓN DE SALUD MENTAL PARA VÍCTIMAS DE DESASTRES

En 1974, la promulgación en Estados Unidos de la Ley de Socorro en Casos de Desastre (sección 413 de la
ley pública 93−288) sentó las bases para el desarrollo sistemático y organizado de este campo. La ley reza
como sigue:

Asistencia y capacitación para la orientación en situaciones de crisis. Se autoriza al


Presidente (por conducto del Instituto Nacional de Salud Mental) a prestar dichos servicios o
la capacitación a los trabajadores que prestan atención a las víctimas de desastres
catastróficos, a fin de aliviar los problemas de salud mental que cause o agrave dicho
desastre o sus consecuencias.

La Ley de Socorro en Casos de Desastre autoriza un programa de intervención en crisis para los
damnificados de los desastres catastróficos mediante el apoyo de subvenciones a los servicios directos que
se presten a éstos y capacitación en intervención en crisis en casos de desastre para los trabajadores de
socorro. Este programa se formuló en cooperación con el Federal Emergency Management Agency, FEMA
(Organismo Federal de Manejo de Urgencias), el cual proporciona financiamiento para su apoyo.

Esta ley se promulgó en respuesta al reconocimiento de que los desastres producen una variedad de
trastornos emocionales y mentales que, si no se tratan, pueden volverse crónicos e incapacitantes. Los
programas de orientación en crisis financiados conforme a la sección 413 están destinados a proporcionar
alivio inmediato y a evitar los problemas a largo plazo.

La asistencia al amparo de este programa se limita a los desastres declarados catastróficos por el

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Presidente. Además, este programa se dirige a complementar los recursos y los servicios de los gobiernos
estatales y locales. Por tanto, podrían obtenerse subvenciones a corto plazo para los servicios de
intervención en crisis para los damnificados, si los programas existentes de los organismos no pueden
prestarlos.

Los resultados de la aprobación de esta ley fueron un plan detallado para satisfacer las necesidades de salud
mental de los damnificados de los desastres, un medio para canalizar los recursos y estructuras en el caso
de aquellos desastres que afectan a las poblaciones de la comunidad, y una coalescencia de los esfuerzos
de los profesionales de la salud mental, la Cruz Roja estadounidense y el gobierno en todos los niveles,
incluso en el que entonces era el National Institute of Mental Health, NIMH (Instituto Nacional de Salud
Mental) y el FEMA.

La Ley de Socorro en Casos de Desastre solidificó la posición de muchos profesionales de la salud mental
interesados en participar en eventos catastróficos. El NIMH emprendió la tarea de la capacitación masiva
mediante programas de adiestramiento de personal, en colaboración con FEMA. A medida que dispuso de
fondos, el NIMH organizó talleres largos, que duraron semanas, para los profesionales de múltiples
disciplinas interesados en prestar servicios de salud mental en situaciones de desastre. Se fortaleció la
oportunidad de trabajar en red con otros organismos del gobierno que prestan socorro, ya que se empleó a
los representantes de estos organismos como profesores e integrantes de los grupos de expertos. Esta
actividad también se vinculó a la Cruz Roja estadounidense, y evolucionó hacia relaciones nacionales y
locales entre los consejeros o trabajadores de salud mental y los capítulos locales de la Cruz Roja.

Conceptuación del papel de la salud mental: función del consejero de salud mental
como participante en la etapa posterior a los desastres

En esta sección se tratan la función y cambio en el papel que desempeña el consejero. La función de éste
debe aclararse teniendo en cuenta que tendrá que prestar asesoría técnica al participar con el personal
multidisciplinario del organismo de socorro en urgencias después del desastre. Los componentes subjetivos y
objetivos de su función contribuyen a un modelo no definido en este momento. Para ser más específico, los
trabajadores de la salud mental están empezando a formar parte de los programas bien organizados del
gobierno y la Cruz Roja, que han operado durante mucho tiempo. Dichos programas han establecido
funciones, cargos, aptitudes, responsabilidades y guías explícitas para tratar con individuos damnificados, no
pacientes. Al ingresar a este campo, el trabajador de la salud mental debe cambiar su modalidad usual de
trabajo y su marco teórico por un sistema nuevo de pautas y, al mismo tiempo, adquirir conocimientos,
aptitudes y actitudes para trabajar con personas que no están enfermas, sino traumadas. Se necesitan
conocimientos y aptitudes nuevas para trabajar en cada etapa de la evolución de los desastres. En la fase de
respuesta inmediata, lo que se exige del consejero es diferente en cantidad y calidad a lo que se requiere en
la fase de recuperación a largo plazo. El carácter y el ritmo cambian de manera constante como
consecuencia de: 1) las secuencias de las emociones y los procesos de adaptación afectados; 2) el ritmo de
recuperación de la comunidad a medida que se reorganiza después del desastre y 3) los cambios en la
organización de los sistemas de los organismos de socorro y los refugios donde se presta atención masiva,
los centros de la Cruz Roja, los centros de solicitud de asistencia en casos de desastres de FEMA, los cuales
cambian con el tiempo la intensidad de sus servicios y las características de la asistencia. Este grado de
intensidad y el ritmo de la demanda de acción y asistencia cambian con el tiempo a un ritmo más prolongado
y lento, el cual caracteriza a la resolución de la crisis y exige más paciencia y perseverancia, aunque
recompensa menos al narcisismo y altruismo del consejero. Las expectativas incipientes con respecto al
trabajador que participa en la etapa posterior al desastre, las propias y las de los demás, pueden producir
malestar y confusión por su papel. El consejero necesita sentirse más cómodo a medida que intente ejercer
sus nuevas funciones y desempeñar las tareas de búsqueda activa de víctimas, como entrar a un hogar o
aceptar una taza de café en la mesa de la cocina mientras obtiene información con respecto a cómo se está
adaptando el damnificado a las consecuencias del desastre. Muchas facetas del trabajo posterior incorporan
tareas de ayuda al damnificado no tradicionales, como buscar animales domésticos perdidos, obtener
números telefónicos de los ajustadores de las compañías de seguros, plomeros o instaladores de techos.

Aunque los consejeros son sinceros en su deseo de ayudar a los damnificados, aún no están seguros de sus
propias expectativas y de las de los demás acerca de sus actividades. Al avanzar en su capacitación, deben
prepararse para adaptarse a las situaciones del trabajo de urgencia en casos de desastre con las que están
poco familiarizados y para elaborar métodos para lidiar con la realidad del acceso difícil y el uso rápido de
sólo un mínimo de información disponible. La experiencia les ayudará a cambiar las actitudes aprendidas

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para que se sientan más cómodos y sean más flexibles cuando colaboren con otros profesionales de ayuda
en casos de desastre. Al trabajar con colegas de la Cruz Roja estadounidense, el FEMA, la Civil Defense
(Defensa Civil), y los organismos locales de servicios legales y de rescate, surgirán problemas relacionados
con el material confidencial, la combinación de la responsabilidad de tareas mutuas y el respeto de los
sistemas de valores y los estilos de comunicación de los demás. Los consejeros de salud mental pueden
entrar en conflicto con tradiciones muy antiguas que guían la conducta de otros trabajadores del programa de
socorro/urgencia. A menudo, la autoridad para tomar decisiones generales recae en el organismo
gubernamental principal para casos de desastre. En ocasiones, algunas de estas decisiones se toman sin
consultar ni considerar las repercusiones en la salud mental de los damnificados. Dichos hechos han
producido problemas para los consejeros de salud mental en su intento por lograr la colaboración y
cooperación de los equipos multidisciplinarios.

El rango y las normas de conducta profesional que forman un sistema de valores y una escuela psicológica
de pensamiento dentro de su propio grupo cultural, se unen a los métodos dispares de trabajo de muchos
consejeros de salud mental en los entornos de socorro. Los límites profesionales, tal como existen en un
entorno clínico, no sólo definen la estructura y las responsabilidades de los servicios clínicos en los
programas tradicionales, de donde se reclutan muchos de los miembros del equipo, sino que definen el
dominio de los consejeros. Existe una situación muy distinta en la etapa posterior al desastre cuando se
exige bastante a los consejeros de salud mental para atender las necesidades de la comunidad y este
dominio no tiene ningún límite reconocible que guíe a los organismos comunitarios. El consejero debe
establecer los límites, y priorizar las necesidades y recursos; lamentablemente, no pueden satisfacerse todas
las necesidades detectadas. En esta situación extrainstitucional, el consejero se topará con funciones en
conflicto, “activo−promotor−movilizador” frente a “pasivo−receptivo−consejero/terapeuta”, que es la función
que han ejercido muchos consejeros en el pasado. A medida que se establecen estas configuraciones de
funciones, el consejero de salud mental debe considerar el contexto continuamente cambiante en que se
encuentran los damnificados mismos, reaccionando al reasentamiento repentino, a los distintos arreglos de
los refugios y a los anuncios diarios de nuevas instrucciones de las autoridades gubernamentales y los
programas de asistencia, los cuales evolucionan lentamente.

HABILIDADES DE LOS CONSEJEROS DE SALUD MENTAL

El consejero necesita adaptar sus aptitudes previas para ayudar a que los damnificados se den cuenta de
que su mundo ha cambiado y a enfrentarse a ello. Por tanto, hay que tener presente que el damnificado
necesitará actuar y tomar decisiones para resolver los problemas cotidianos. Al ayudarlo emocionalmente,
dándole apoyo e intervención, el consejero legitima los elementos sanos de las habilidades del damnificado
para la resolución de la crisis. Esto significa que se percibe a la víctima como una persona capaz de
reorganizar su vida si se le ayuda con empatía, conocimientos y respeto.

El consejero debe intervenir con un objetivo claro y apreciar los limites entre la intervención en crisis después
del desastre, el tratamiento de salud mental y la defensa de los derechos de las víctimas. Conforme a la
definición del Center for Mental Health Services U.S. Department of Health and Human Services (Centro para
Servicios de Salud Mental del Departamento de Salud y Servicios Sociales de Estados Unidos), el consejero
debe ayudar a las personas a adaptarse a las consecuencias psicológicas del desastre, a mitigar el estrés o
el daño psicológico adicional y a promover la comprensión y desarrollo de estrategias de resolución de la
crisis para que la persona recurra a ellas en el futuro. El tratamiento de salud mental implica que existe un
síndrome cuyo diagnóstico se encuentra en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales,
publicado por la American Psychiatric Association. El método y duración del tratamiento pueden variar en
tiempo y modalidad, e incluir fármacos y hospitalización. La defensa de los derechos de las víctimas supone
una función de confrontación de los organismos que prestan servicios después de un desastre. Se procura
obtener servicios para los damnificados. Aunque ayudarlos a obtener recursos es una meta, representar al
damnificado en una entrevista o resolver las controversias entre los organismos y ésta cae fuera del alcance
del programa de intervención en crisis.

Los equipos deben tener miembros con aptitudes para ayudar a niños, ancianos y a personas con
enfermedades físicas o mentales crónicas. Aunque todos los miembros deben estar formados con un acervo
común de habilidades y conocimientos variados, se precisarán aptitudes especializadas para atender las
necesidades de diversas poblaciones. Se requerirá capacitación aún más especializada para preparar al
consejero para estas tareas. En el presente manual estos temas se tratan en el capítulo 5.

ACTITUD DEL CONSEJERO O TRABAJADOR DE SALUD MENTAL

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Algunas actitudes que convendrá reforzar en el consejero para que sea eficaz la asistencia a los
damnificados son:

• Creencias. Los damnificados están reaccionando normalmente a situaciones muy


anormales. La manifestación de sus reacciones en la mayor parte de los casos es una
expresión de sus intentos de adaptación.

• Extensión de servicios a los damnificados. Los criterios de extensión son inherentes a todas
las actividades para buscar activamente a las víctimas, entrar en contacto con ellas y
ayudarlas.

• Capacidad para evitar que el damnificado se vuelva dependiente del consejero y aceptar
con tranquilidad la posibilidad del rechazo o escepticismo de la víctima.

• Aceptación de que los damnificados no sienten que necesitan servicios de salud mental y
que, por este motivo, no solicitan tales servicios.

• Capacidad de ayudar a un damnificado mediante la asistencia concreta y práctica para que


obtenga recursos.

• Facultad para adaptar la conducta común del consejero a los valores culturales del
damnificado en función de sus creencias, prestando atención a los detalles de las prácticas
sociales, tradicionales o religiosas.

• Capacidad de apartarse de los métodos usuales de clasificación de las emociones y la


conducta según categorías o etiquetas de salud mental clínicas.

• Resistencia al impulso de prometer atender la totalidad de las necesidades del damnificado,


cuando requerirán más recursos y tendrán una duración más larga de lo estipulado en el
programa de recuperación.

• Habilidad para ayudar a los damnificados a comprender el alcance y los limites del
programa de intervención después del desastre y de reconocer la reacción de impaciencia o
ira que produce el ritmo lento de la burocracia.

• Capacidad para no identificarse con las emociones del damnificado para no perder la
objetividad e inadvertidamente afectar de manera negativa la percepción del damnificado
acerca de la realidad que proviene del trauma.

• Habilidad de no desviar la atención o perder la habilidad para reaccionar apropiadamente


en un medio siempre cambiante, confuso y penoso, mientras se resuelven los problemas
mediante la acción.

• Capacidad de lidiar con cambios rápidos, edictos impuestos por los representantes
gubernamentales oficiales, jerarquías de autoridad confusas y la estructura variable de los
organismos.

• Perspectiva realista de que los representantes de otros organismos como FEMA, Cruz
Roja, Civil Defense Housing Authority (Autoridad de Vivienda) tienen diferentes objetivos,
pautas, criterios y atribuciones.

INTERVENCIÓN EN CRISIS DEL CONSEJERO DE SALUD MENTAL EN LA ETAPA POSTERIOR AL


DESASTRE

Las variaciones, complejidad y gravedad de las reacciones ante la crisis que hallan los consejeros después
del desastre plantean un desafío cuando se elaboran los planes de intervención.

El siguiente ejemplo ilustra las actividades en múltiples niveles que se llevaron a cabo para ayudar a una
familia y subraya la función cambiante del trabajador de salud mental.

10
ESTUDIO DE CASO

El esposo y la esposa, de 49 y 47 años de edad, respectivamente, y sus cinco hijos habían


emigrado hacía poco tiempo a los Estados Unidos, cuando un tornado dañó su casa. La
mujer se puso en contacto con el equipo de socorro, el cual se encontraba en una iglesia
cercana al sitio de desastre, para pedirle que la ayudaran porque pensaba que “se había
vuelto loca”. Se reunió con el consejero y le informó que sus sentimientos y su conducta
estaban cambiando. Había escuchado decir a los vecinos que era de esperar que hubiera
cambios en la conducta después del trauma del tornado. A pesar de que lo sabía, pensaba
que sus experiencias eran más graves que la “reacción postraumática normal”. Describió que
se sentía deprimida, tenía accesos de llanto y era incapaz de tomar decisiones acerca de los
quehaceres domésticos. No tenía el menor interés en nada y tenía dificultades para controlar
a sus hijos. Estaba bebiendo más de lo que normalmente tomaba en situaciones sociales y
sus amistades le habían dicho que estaban preocupadas por ello.

La casa familiar había sufrido daños, pero ya habían recibido asistencia monetaria de los
organismos del gobierno, y los trabajadores estaban listos para empezar las reparaciones.
Aunque esta parte del desbarajuste se estaba solucionando de manera satisfactoria, la
familia seguía experimentando graves dificultades. Casi todas las quejas y dificultades
expresadas por la mujer se relacionaban con su esposo, quien padecía esclerosis múltiple y
tenía problemas para desplazarse, así como un estado de ánimo voluble. A pesar de su
discapacidad, el esposo quería controlar cada trabajo de la reparación de la casa y la
distribución de los fondos que habían recibido de los organismos del gobierno. La mujer
sentía que las actitudes de su esposo complicaban más las reparaciones y quería que él se
fuera a vivir con algún pariente mientras los trabajadores estuvieran en la casa. Había
empeorado su relación matrimonial, de por sí inestable, y se sentía atrapada. Si bien antes
había podido funcionar con defensas fuertes y realistas y con el apoyo de amigos y
familiares, ahora sentía que todo se estaba derrumbando porque sus parientes más
cercanos también habían sufrido el impacto del desastre y había tenido que mudarse a otras
partes del estado.

El consejero de intervención en crisis entrevistó al esposo, la pareja y la familia para evaluar su condición
psicológica y oír sus percepciones acerca de los problemas de la familia. En su evaluación, el consejero pudo
percibir que la esposa estaba recurriendo al control excesivo para manejar sus sentimientos acerca del
trauma, se sentía responsable de la familia y no podía renunciar a la responsabilidad de ocuparse de la
cantidad de diligencias complicadas de las que tenía que encargarse para tratar con la burocracia del
organismo de socorro. Había sido incapaz de manejar con eficacia la realidad de su vida y de elaborar las
emociones que sentía como resultado del tomado y sus efectos y necesidades habían precipitado una crisis.

El consejero también se enteró de que por tradición en la cultura de la familia se consideraba que el esposo
era el jefe y tenía el control de la familia, una función a la que no deseaba renunciar. El profesional, sensible
a este sistema tradicional de valores, ayudó a la esposa a reexaminar y reevaluar su situación, enseñándole
cómo la combinación de los eventos traumáticos, los valores tradicionales y su necesidad de tener vínculos
con la familia extensa estaban exacerbando el proceso de resolución de la crisis después del desastre. Al
darle a la esposa la oportunidad de sentir alivio al expresar verbalmente sus sentimientos, luego al guiarla
para que colaborara con su esposo, en lugar de tratar de controlar su trato con los trabajadores de la
reparación, el consejero ayudó a la mujer a recuperar el control de sus emociones. Además recibió también
orientación para reconocer sus propios sentimientos internos.

A medida que la mujer se dio cuenta de que aumentaba su eficiencia, empezó a sentirse más optimista
acerca de su familia. El consejero la apoyó en una situación en la que la realidad era difícil y mostró su
aprecio por la manera en que hizo los trámites burocráticos necesarios para que le repararan su casa, a
pesar de que no estaba familiarizada con los procedimientos.

En cuanto a los demás individuos, la pareja necesitaba más que asistencia básica. La familia González tenía
muchos problemas antes del tomado; el desastre desencadenó las dificultades latentes en las relaciones
familiares que se agravaron por la crisis familiar no resuelta. El consejero precisó deslindar los límites de la
intervención en crisis posterior al desastre y luego vincular a la familia con un organismo de la comunidad
que les proporcionara recursos adicionales para resolver los problemas matrimoniales crónicos.

11
Este ejemplo señala los tipos de intervención en crisis para las víctimas que sigue a la asistencia básica y
concreta que se presta después del desastre para normalizar las condiciones de vida; muchas personas
requieren más que esta asistencia.

Aspectos socioculturales

Este componente consiste en percatarse de que en un desastre existe diversidad sociocultural en la


población. Esto motivará a los consejeros a adquirir los conocimientos necesarios para ayudar a los
damnificados de diferentes orígenes culturales. Se debe incorporar información basada en la experiencia y
los conocimientos de todas las actividades acordes con la región abatida por el desastre, en donde se ha
visto afectado un grupo de población específico (hispano, asiático, etc.).

CONCEPTOS PARA COMPRENDER LA CONDUCTA EN EL MARCO DEL MODELO SOCIOCULTURAL

• Guardan relación la conducta manifiesta, las expectativas acerca de ésta y los valores que se le asigna con
respecto a los damnificados y consejeros,

• Cómo influyen entre si la conducta y la posición social percibida, más el papel afín que la comunidad le
confiere al individuo. La posición social y el papel son símbolos (conceptos) de las expectativas culturalmente
definidas de los modelos de relaciones y conductas en un sistema social determinado. Cada persona ocupa
múltiples posiciones y hay un papel afín para cada posición, lo que comprende una variedad de conductas
que corresponden a dicho papel (conjunto de papeles) y que distintas personas perciben de diferente
manera.

• Es mediante la “ejecución” del conjunto de papeles que la persona representa su cultura y tiene acceso e
interactúa con ella. La ejecución del conjunto de papeles también sirve para formar su identidad cultural
basada en una congruencia interna y un sentido de si mismo con el cual se integra una autoimagen. Después
del desastre estas ejecuciones pueden modificarse durante un tiempo.

• La conducta surge a partir de muchos papeles modificados por las diferencias individuales y moldeados por
la situación social.

El consejero aporta conocimientos, actitudes y aptitudes obtenidos de experiencias anteriores ligadas a sus
propios antecedentes culturales. Estas características influyen intensamente en el estilo de comunicación, el
modo de relacionarse y la percepción de la reacción del damnificado. También matizan el criterio para
aceptar su sufrimiento y su dolor. La comprensión y el respeto hacia los valores culturales del damnificado
forman parte de los conocimientos que se necesitan para trabajar en los programas de intervención para
atender a las víctimas de desastres.

Las características de las familias damnificadas, como son grupo étnico, nivel socioeconómico, aculturación,
religión y enfoques tradicionales aceptados para manejar los factores estresantes, influirán en la
recuperación por el desastre. Un sistema de valores universal concreto es la relación de los seres humanos
con la naturaleza, que puede ser crítica para comprender las diferencias en los tipos de reacción ante los
desastres de las distintas culturas. Por ejemplo, los ciudadanos de Managua, Nicaragua, creían que el
terremoto de 1972 que destruyó parte de su ciudad era un castigo de la Madre Naturaleza por sus conductas
descontroladas.

Surgen muchos problemas culturales que son parte de la interacción entre el trabajador y el damnificado,
desde el primer encuentro en el refugio o el centro de la Cruz Roja. A medida que se congrega a individuos
de diferente origen en grupos a cargo de un empleado del organismo, quien necesita organizar los horarios
según las guías logísticas, uso del tiempo y el personal, se hacen evidentes los choques de criterios por
motivos culturales. La comprensión de las variaciones y secuencias de las emociones y las conductas,
basadas en las tradiciones culturales y los valores, es el fundamento de la intervención en situaciones de
desastre. Los métodos transculturales requieren modificaciones de los elementos que influyen en los
procesos de resolución de crisis bien conocidos en la práctica clínica cuando se trata con población uniforme.

En los entornos de socorro en situaciones de desastre, donde es difícil personalizar las disposiciones para
vivir, es fácil lesionar la autoestima de los damnificados, al surgir conflictos cuando la necesidad de las
víctimas de pedir ayuda choca con las propias creencias de los consejeros acerca de la forma en cómo debe
prestarse ésta. Este conflicto puede acentuarse cuando los damnificados sienten que dependen de

12
empleados del organismo que pertenecen a una cultura distinta. En una catástrofe, los damnificados que han
perdido la mayor parte de sus pertenencias, a veces se sienten humillados para pedir los recursos básicos, a
menos que el consejero utilice estrategias para “resguardar las apariencias del damificado”. El consejero
tendrá que manifestar sensibilidad de manera constante hacia la configuración orientada transculturalmente
de la relación entre el damnificado y quien lo ayuda (entre la dependencia y la autoridad o poder). Las
actitudes culturales se dan en toda clase de situaciones y median en cuánta ayuda puede aceptarse u
ofrecerse.

INTEGRACIÓN DE LA EXPERIENCIA CULTURAL EN LA PRESTACIÓN DE SERVICIOS DE


ORIENTACIÓN EN LA ETAPA POSTERIOR AL DESASTRE

La cultura de un grupo es más que sólo los tipos preferidos de conducta y la trama de la organización social.
La cultura le proporciona al individuo una visión global del universo, una concepción y clasificación de todas
las cosas y postulados existenciales en lo referente a la naturaleza del hombre y su destino final.

La visión del mundo que comparten las personas con otros miembros de un grupo refleja conocimientos
pragmáticos, sistemas de creencias, actitudes, nociones preconcebidas y jerarquías de valores. Es
importante que los consejeros tengan una comprensión de la cultura y la visión del mundo de un damnificado
para planificar, programar y prestar servicios adecuados y asequibles en armonía con el modo de vida de
éste.

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14
Capítulo 2. Contenido básico de salud mental
RESUMEN DEL CAPÍTULO

Descripción: Introducción a los conocimientos “fundamentales” que guían las intervenciones


después del desastre.
Finalidad: Seleccionar el contenido básico para formular y comprender las reacciones de
los damnificados después del desastre (evento traumático).
Contenido: Concepto básico de salud mental:
• Reacciones a los factores estresantes/estrés.
• Enfrentamiento y adaptación.
• Pérdida y duelo.
• Apoyo social.
• Reacción ante la crisis y resolución de la misma.
• Sistema biopsicosociocultural.
Objetivos didácticos: • Reseñar las teorías que explican la reacción ante factores estresantes/estrés,
enfrentamiento y adaptación, pérdidas y duelo, sistemas de apoyo social, y
reacción ante la crisis y resolución de la misma.
• Describir los fundamentos de los conocimientos que guían las intervenciones
después del desastre.
• Adquirir los conocimientos para formular y reconocer las reacciones de los
damnificados después del desastre.

Reacciones ante factores estresantes/estrés

La finalidad del presente capítulo es transmitir los conocimientos relativos a las reacciones ante factores
estresantes/estrés, procesos de enfrentamiento y adaptación, pérdidas y duelo, sistemas de apoyo social, y
reacción frente a la crisis y resolución de la misma. Este conjunto de conocimientos se presenta en forma de
síntesis, ya que el equipo de socorro opera en condiciones de urgencia y con limitaciones de tiempo para su
capacitación, así como para su trabajo después del desastre.

Factores estresantes Eventos o condiciones (trauma) que provocan reacciones físicas o psicosociales
en una persona determinada en condiciones particulares.
Reacciones Respuestas biológicas o psicosociales de una persona ante factores estresantes,
las cuales varían en intensidad, eficacia e idoneidad.
Efectos del estrés Resultados físicos o psicosociales y consecuencias acumulativas de las
reacciones; algunos de ellos son positivos o favorables.
Las reacciones frente a los eventos estresantes dependen de las características de los sucesos, los recursos
del individuo, la tarea requerida y las características del ambiente social. El resultado puede ser el
crecimiento, una dificultad temporal o un trastorno mental, y depende de la ubicuidad y persistencia del factor
estresante. En términos generales, el sistema de estrés puede ser fluctuante, abierto, dinámico y fluido.

Además, el resultado de un evento estresante puede exacerbarse por muchos acontecimientos de la vida
como:

• Etapa de la vida.
• Recursos para reaccionar.
• Sistemas de apoyo.
• Oportunidad o capacidad para influir en el ambiente.
• Significado o simbolismo concedido a la vivencia.
• Interpretación de la situación.

15
El estrés puede relacionarse en un momento dado con el estado psicofísico de la persona. Una variedad de
estímulos ambientales pueden producir estrés; diferentes individuos responden de un modo distinto frente a
los mismos estímulos.

Algunas personas parecen ser inmunes a los factores estresantes, mientras otras son en particular
vulnerables a las condiciones que producen desequilibrio personal. Los estados de estrés producen
reacciones psicobiológicas de duración variable, determinadas por el número, frecuencia, intensidad,
duración y prioridad de las exigencias a las que se ven sometidos los mecanismos de resolución de crisis del
individuo.

Concretamente, las reacciones de un individuo frente al estrés varían según:

• La situación.
• La fuerza del factor estresante (trauma).
• El estado de salud del individuo.
• Los tipos de sistemas de apoyo en la comunidad.
• La red de apoyo familiar.
• Los modos habituales de interacción humana de la persona.

Las respuestas de estrés son estados que se manifiestan por síntomas específicos, los cuales consisten en
cambios del sistema biológico inducidos por un grupo de estímulos o factores estresantes. A partir del
concepto de la preservación de la vida como mecanismo regulador interno del organismo, se puede colegir
que el estrés es resultado de una reacción de autopreservación, cuando dichos agentes externos atacan a la
persona.

La teoría del equilibrio considera al estrés relacionado con procesos cognoscitivos cuando se enfrentan
amenazas y es preciso evaluar lo sucedido. Cuando el individuo anticipa daños psicológicos o físicos,
aumenta la respuesta de estrés; ésta puede inmovilizarlo o causarle una sensación de desesperación, la cual
se expresa en forma de impotencia.

Los investigadores han descrito el estrés como resultado de la perturbación de las actividades
acostumbradas. La fuente de dicha perturbación podrían ser los factores antecedentes, mediadores o de
intervención. Estos factores, cuyo efecto es el de aumentar o reducir el estrés, consisten en eventos previos
(factores estresantes) que no se han resuelto plenamente, además de limitaciones internas y externas,
procesos cognoscitivos de carácter afectivo, así como expectativas y apoyo social con el que cuenta la
persona.

Las características sociales y psicológicas son modificadores que definen el contexto en el cual se da la
secuencia factor estresante−reacción−consecuencia y producen variaciones individuales en la secuencia de
reacciones. Los sistemas de apoyo social facilitan el desarrollo de estrategias de resolución de crisis que
ayudan a la gente a manejar los problemas dentro de limites tolerables, mantener su autoestima, preservar
sus relaciones interpersonales y satisfacer los requisitos de nuevas situaciones mediante el ensayo.

Enfrentamiento y adaptación

Enfrentamiento Es aquella conducta que protege a la persona contra el estrés interno y externo. Esta
conducta implica adaptación, defensa y control.
Otros conceptos interrelacionados que ayudan a explicar la conducta de los damnificados es el
enfrentamiento y la adaptación. En esta sección se analiza el significado del enfrentamiento de la crisis, la
relación de la misma con el estrés y los sistemas de apoyo sociales y emocionales, así como los elementos
de la conducta de enfrentamiento tendientes a la adaptación.

La conducta de enfrentamiento nos protege de la descompensación psicológica y fisiológica; suele incorporar


respuestas de acción, pero también procesos de evaluación cognoscitivos, emocionales y perceptuales. Para
resolver la crisis, la persona puede tratar de cambiar la fuente de estrés o redefinir la situación de amenaza
en función del significado o gravedad del problema. Además, la persona trata de encontrar la forma de
acomodarse y transigir, por ejemplo, mediante la aceptación pasiva, la negación, las creencias religiosas o en

16
el destino.

La conducta de protección por lo general sigue tres caminos:

1. La alteración de las condiciones que producen respuestas de estrés doloroso.

Ejemplo:

“Dr. Brown, si usted insiste en que me quede en el hospital unas horas más, seguiré su
consejo, aunque yo creo que debería irme a mi casa para ver qué le hizo el huracán.”

2. La redefinición del significado de la experiencia productora de estrés, a fin de disminuir su


importancia.

Ejemplo:

“Tuvimos suerte de que no se muriera ningún miembro de nuestra familia y que sólo unos
pocos quedaron heridos cuando se cayó el techo.” O bien, “qué suerte que el terremoto fue a
las cuatro y media, cuando las carreteras estaban vacías”.

3. La manipulación de las consecuencias emocionales, a fin de que queden dentro de límites


manejables.

Ejemplo:

“Me da vergüenza quejarme de los daños de mi casa cuando otros perdieron mucho más.”

MECANISMOS DE ENFRENTAMIENTO

La conducta de enfrentamiento tiene la finalidad de prevenir, retardar, evitar o controlar la tensión y el estrés.
Esta conducta no es inusual o rara; en realidad, toda la gente la emplea en algún momento.

Casi todos aprenden formas peculiares de enfrentar el estrés y si bien éstas varían, es usual que
correspondan a pautas de conducta de:

• Evitación.
• Alteración.
• Manejo.
• Prevención.
• Control de la expresión emocional inapropiada.

Los mecanismos de enfrentamiento pueden tomar tres rumbos diferentes:

1. El individuo puede intentar cambiar la fuente de tensión o estrés; esto supone


conocimientos y percepción de sus causas. La atención se enfoca en cambiar la situación
antes de que surjan tensión o estrés. El objeto de esta estrategia es evitar una situación

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amenazante.

Ejemplo:

“Ya es hora de que abandonemos la casa.”

2. El individuo puede intentar redefinir las situaciones a fin de controlar el grado de estrés y
reducir o amortiguar sus repercusiones. Esta es la manera en que se manejan el significado
y la gravedad del problema. Las funciones cognoscitivas y perceptuales son importantes en
este proceso. La redefinición le permite al individuo pensar que el problema no es tan
importante como para preocuparse. Esto puede hacerse mediante comparaciones que llevan
a la conclusión de que la situación podría ser peor o, de manera selectiva, hacer caso omiso
de lo negativo y enfatizar lo positivo.

Ejemplo:

“Esta tormenta parece estar amainando y no va a causar daños graves.”

3. Las respuestas de enfrentamiento pueden ser un intento por controlar el estrés, a fin de
que el individuo pueda seguir funcionando con la mayor normalidad posible. En esencia, esta
acción es un esfuerzo para mantener el estrés dentro de límites tolerables y producir una
adaptación a éste sin sentirse abrumado. Esta tercera estrategia abarca una serie de
respuestas, tales como negación, retraimiento, aceptación pasiva, optimismo excesivo,
evitación o incluso hasta pensamiento mágico, entre otras.

Ejemplo:

“Dr. Ross, tan pronto se seque el yeso, creo que podría empezar a ayudar a otros heridos;
siempre me ha gustado sentirme útil.”

Las finalidades del enfrentamiento son:

• Contener la dificultad dentro de limites que la persona pueda tolerar.


• Conservar la autoestima.
• Preservar las relaciones interpersonales.
• Aceptar las condiciones de las nuevas circunstancias.

Habilidades positivas de enfrentamiento

• Orientar la propia personalidad de manera rápida.


• Planificar medidas decisivas.
• Movilizar los mecanismos de solución de problemas en urgencias.
• Aprovechar la ayuda debidamente.
• Manejar de manera simultánea las dimensiones afectivas de la experiencia.
• Expresar emociones dolorosas de modo apropiado.
• Reconocer el dolor, pero evitar obsesionarse con los sentimientos problemáticos.
• Confeccionar estrategias para transformar la incertidumbre en riesgo manejable.
• Reconocer la necesidad de depender más de lo normal y pedir, aceptar y utilizar la ayuda.
• Tolerar la incertidumbre sin recurrir a la acción impulsiva.
• Reaccionar frente a los desafíos ambientales y reconocer su valor positivo para el crecimiento.

18
• Usar defensas y maneras de aliviar la tensión no destructoras, a fin de manejar la ansiedad.
La conducta de enfrentamiento de crisis es una reacción frente al estrés y la tensión que sirve para defender
al individuo contra daños emocionales incapacitantes.

El estrés abrumador siempre se relaciona con crisis y es el malestar emocional que se siente al experimentar
problemas persistentes o demandas excesivas. Emana de las presiones inusuales, poco comunes o
inesperadas; por ejemplo, el temor a someterse a una intervención quirúrgica o a los efectos de un desastre
natural. El estrés se relaciona con un evento o situación concretos y difiere de la ansiedad o depresión, que
también son reacciones ante los eventos traumáticos.

Habilidades negativas de enfrentamiento

• Uso de la negación excesiva, retraimiento, reclusión, evitación.


• Uso frecuente de la fantasía, prueba de la realidad deficiente.
• Conducta impulsiva.
• Furia y venganza en individuos más débiles y chivos expiatorios.
• Conducta excesivamente dependiente (evitando la separación) y contradependiente.
• Incapacidad de la persona de evocar en los demás el deseo de cuidarla.
• Supresión de emociones, lo que produce el síndrome de “desaliento−desamparo−renuncia”.
• Uso de conductas hiperritualistas sin propósito.
• Fatiga y regulación deficiente del ciclo descanso−trabajo.
• Adicciones.
• Incapacidad para utilizar los sistemas de apoyo.
El enfrentamiento se entrelaza con los recursos sociales y emocionales de la persona. El carácter de la
matriz social del individuo, es decir, la red de relaciones interpersonales con parientes, amigos, vecinos,
compañeros de trabajo y grupos pequeños facilita o, en caso contrario, dificulta e impide la resolución. Es a
este sistema social al que las personas recurren en primer término en busca de apoyo, comprensión o ayuda
para solucionar sus problemas.

El enfrentamiento también depende de las herramientas emocionales o psicológicas de la persona, es decir,


sus características en lo que se refiere a virtudes y defectos. Estos recursos abarcan la aptitud de la persona
para transmitir su autoestima y su capacidad para tolerar el desasosiego sin descompensarse ni agobiarse.

La habilidad para comunicarse facilita la expresión del problema y proporciona los medios para pedir ayuda
para resolverlo. La autoestima se refiere a la opinión positiva que tiene el individuo acerca de sí mismo; su
ausencia indica el desprecio de sí mismo.

Las estrategias de enfrentamiento se basan en un conjunto de estructuras complejas de pensamientos y


conductas, a fin de producir reacciones idóneas ante un problema, para evitar que las respuestas internas
sigan siendo dolorosas. Si un individuo no puede lograr este fin, la reacción puede ser perjudicial.

Pérdida y duelo

Las reacciones de pérdida, duelo y aflicción son conceptos sumamente útiles en el trabajo con damnificados.
Aunque el análisis de las pérdidas suele enfocarse en la muerte, en la etapa posterior al desastre puede
abarcar también:

• Destrucción de bienes materiales.


• Desempleo repentino.
• Deterioro de los procesos físicos, sociales o psicológicos.

PROCESO DE DUELO DESPUÉS DEL DESASTRE

La aflicción es una respuesta natural, reflexiva, psicológica que empieza en la infancia después de una
pérdida de cualquier clase. Ésta forma parte del proceso de recuperación y depende de la intensidad y
carácter de la pérdida, así como de la situación de la persona.

19
Duelo y La reacción que produce la pérdida, en especial si se trata de la muerte de alguien importante
aflicción o de la destrucción de objetos simbólicos en la vida emocional de la persona.
Las barreras que impiden el proceso de aflicción y duelo son:

• La satisfacción inadecuada de las necesidades básicas de la infancia.

• Múltiples pérdidas anteriores.

• El carácter de la relación con la persona desaparecida; por ejemplo, ambivalencia,


dependencia excesiva o conflictos no resueltos.

• Las circunstancias de la pérdida súbita; es decir, si fue violenta o si no se puede recuperar


al cadáver.

• Los valores culturales como “hacerse el fuerte, sin llorar”.

Muchos profesionales han llamado la atención hacia el proceso de cinco pasos del duelo por el que pasan las
víctimas de los desastres:

1. Negación.
2. Furia/ira.
3. Negociación.
4. Depresión.
5. Aceptación/resignación.

Estas cinco etapas no siempre ocurren, ni lo hacen siempre en un orden determinado. Sin embargo, las
etapas y su orden están sujetas a la influencia decisiva de la personalidad y actitud general de la persona
hacia la vida. La intervención terapéutica ayuda a la persona en duelo a progresar en el proceso, si “se
atasca” o tiene problemas para resignarse.

Los procesos de duelo, aflicción y luto incluyen elementos cognoscitivos que con frecuencia se expresan en
forma de síntomas físicos o psicológicos. El proceso empieza con el reconocimiento y aceptación de la
pérdida. El individuo necesita aceptar la realidad intelectual y emocionalmente.

Cuando solamente se produce una aceptación intelectual de la pérdida, las probabilidades de desadaptación
emocional aumentan.

El proceso de duelo hace que la persona pase sucesivamente por las etapas de choque emocional, aflicción
aguda y resignación. En el camino, suele padecer molestias físicas o volverse más susceptible a las
enfermedades; quizá se retraiga y se vuelva apático, es factible que se vuelva más hostil hacia los demás o
se aísle por completo.

Una reacción predominante es una defensa intensa de negación; es decir, las víctimas parecen preocuparse
por actividades o conversaciones que no incluyen la mención de la pérdida. Esta reacción tardía al parecer
facilita la resolución de emociones incontrolables.

A fin de comprender la función del luto, es importante examinar la calidad de las relaciones personales
interrumpidas por la pérdida. Un alto porcentaje de los dolientes no supera la etapa de impotencia y
“resignación”. A su vez, esto precipita diversos grados de depresión, incluida la interferencia en todas las
funciones de toma de decisiones necesarias para que el damnificado pueda reorganizar su vida. A raíz de
esta incapacidad para afrontar todas las interacciones humanas y burocráticas necesarias para obtener
recursos de los organismos de socorro, la sensación de crisis se intensifica. La continuación e intensificación
de la aprensión de los damnificados frente a la crisis, da lugar a una espiral descendente que lleva a una falta
de energía, depresión, pasividad, pérdida de autoestima y conducta de desamparo.

En última instancia, la forma en que una víctima se enfrenta a los problemas durante un periodo de estrés
emocional influye en el hecho de que ésta surja de la crisis con una susceptibilidad más intensa a los
trastornos mentales o con mayores probabilidades de mejorar sus habilidades de resolución de crisis

20
después del desastre.

Sistemas de apoyo social

Red social/sistema de El grupo de individuos que ejercen influencia mutua en sus propias vidas para
apoyo satisfacer necesidades humanas específicas. Para el individuo, la red social a
menudo es fuente de respeto, aprobación y definición de sí mismo. Los vínculos
en una red de apoyo social dependen del tipo y calidad de la comunicación entre
sus miembros.
Recursos emocionales Las capacidades para resolver el estrés que origina un problema, basadas en la
experiencia para solucionar problemas. Los recursos emocionales le permiten a
una persona soportar las presiones del estrés, angustia y sentimientos
depresivos, además de tener confianza en sí mismo para fijar metas y emprender
acciones eficaces. Cuando estos recursos no bastan para soportar la tensión, el
individuo puede sucumbir al estrés y manifestar conductas no adaptativas.
Recursos sociales Son la suma de las relaciones de un individuo, que forma una red de vínculos
sociales con individuos y grupos para definir y obtener apoyo emocional.
Los recursos sociales y emocionales de los damnificados guardan relación con sus experiencias anteriores
con respecto al estrés y las crisis, la pérdida y luto, así como la resolución de crisis y adaptación. La red de
apoyo emocional y social de una persona influye de manera considerable en el resultado de pasar por la
experiencia de un desastre. Por tal razón, los consejeros en desastres deben ser muy conscientes de los
tipos de recursos sociales y emocionales de que disponen los damnificados. Este conocimiento le permite al
trabajador de socorro ayudar a vincular al damnificado con esta matriz social, y aumentar la capacidad de
éste para resolver el estrés causado por el desastre.

Los grupos sociales tradicionales, estables y estructurados tienden a promover vínculos estrechos y, por
ende, protegen a sus miembros contra las consecuencias patológicas en la etapa posterior a la crisis. Sin
embargo, esta infraestructura puede alterarse o desaparecer en un desastre grave. Los profesionales que
prestan atención a las víctimas deben estar al tanto de la existencia y uso de los sistemas que proporcionan
apoyo social y emocional a los damnificados.

Algunos estudios han revelado que el damnificado logra resolver la crisis muchas veces en relación directa
con el uso de los sistemas de apoyo. Inmediatamente después de una calamidad, las personas que
dependen principalmente de sus vínculos con familiares y amigos cercanos, y menos de los vecinos y las
organizaciones formales o benéficas, suelen resolver eficazmente el estrés que produjo la catástrofe. Incluso
años después, los vínculos de estos damnificados con su sistema de apoyo social son más íntimos que antes
de la catástrofe.

Al enfrentar un evento estresante, el individuo por lo general apela primero a su reserva de mecanismos
emocionales internos, a fin de resolver el problema que tiene ante sí. Cuando estos mecanismos fracasan, el
individuo suele recurrir al apoyo de su red social. Esta estrategia de resolución de problemas, que se basa
primero en los recursos personales y después en los sociales, es el modelo generalizado de conducta que
emplea casi toda la gente.

Sin embargo, quienes están abrumados por el estrés grave, a menudo tenderán a depender primero de los
recursos sociales. Si éstos fracasan, emplearán sus propios recursos emocionales, limitados por las
circunstancias, o sea, se retraen, expresan su impotencia y se aíslan.

Es evidente que la calidad de la red social de una persona y el contexto sociocultural en que actúa son
factores determinantes primordiales de la conducta de resolución de crisis. La red social puede ser una
fuerza importante en la conservación de ciertas formas de conducta o en la determinación del grado y
dirección de los cambios. Sean cuales fueren los cambios, dicha red de relaciones en el entorno del desastre
puede apoyarlos o no y facilitar o no los esfuerzos de adaptación, según los valores sociales y culturales
aplicables a la situación.

En periodos de estrés, los individuos pueden emplear sistemas de apoyo formales e informales como ayuda
para enfrentar sus problemas. La afiliación de grupo como forma de desarrollar la red de apoyo social de la
persona, es necesaria cuando ésta se ve desplazada o reinstalada, así como en caso de quedar
completamente aislada. Esta red proporciona a la persona información, asesoramiento, protección y refuerzo

21
de la individualidad y valía personal.

Respuesta ante la crisis y resolución de la misma

Crisis Periodo crucial o momento decisivo en la vida de una persona que tiene consecuencias físicas y
emocionales. Una crisis es un periodo limitado de desequilibrio psicológico precipitado por un cambio
súbito y significativo en la situación vital del individuo. Este cambio da lugar a la necesidad de ajustes
internos y al uso de los mecanismos de adaptación externa que rebasan temporalmente la capacidad
del individuo.
TEORÍA DE LA CRISIS

El modelo de crisis ha revestido importancia considerable para los trabajadores que atienden damnificados.
Este modelo transmite el concepto de que ciertos eventos vitales originan la pérdida de las modalidades
habituales de conducta, como resultado de la confusión personal, la tensión y perturbación emocional que
acompañan al estrés. También plantea que existen periodos cruciales en que el individuo debe tomar
decisiones que tendrán consecuencias a largo plazo en su modo de vida y grado de ajuste ulteriores.

Los individuos darán diferente significado a un evento según:

• Su percepción de lo que ha ocurrido.


• Su experiencia anterior en eventos peligrosos.
• El éxito o fracaso al manejar sus repercusiones.

Por consiguiente, una crisis variará según las personas o la sociedad afectadas. Hay grupos que definirán un
evento determinado como generador de una crisis y otros no.

La fase final de la crisis incluye encontrar defensas y maneras apropiadas de dominar la sensación de
aflicción durante un estado de conmoción. Este proceso de reconstitución consiste en destinar recursos
personales y sociales a conseguir un equilibrio y funcionamiento eficaces. La activación de las aptitudes que
la persona necesita para resolver la crisis emergen en esta fase final.

Al resolver una crisis, un individuo puede intentar:

• cambiar, disminuir o modificar un problema;


• devaluar un evento buscando satisfacción en otro sitio; o
• resignarse a lo que ha sucedido y luego tratar de controlar el estrés resultante.

El individuo en crisis puede considerarse como un sistema integral afectado por la acción recíproca de los
cambios dinámicos, que, a su vez, están continuamente a merced de los mecanismos biopsíquicos naturales,
cuya función es lograr un estado de estabilidad y equilibrio personal. Ésas son las entradas y salidas de
información y energía en el sistema.

El punto esencial de crisis es que la intensidad de la energía exceda la capacidad del organismo para
ajustarse y adaptarse a ella. El individuo se ve abrumado y el sistema entra en un estado de ritmos
biológicos desequilibrados y desorganización temporal.
La fluctuación grave de un individuo frente a un evento crítico resulta de la desorganización de los sistemas
psicológico y somático. Las consecuencias de esta fluctuación abarcan la tensión personal y el estrés graves.
El desequilibrio puede depender de la muerte de un ser amado, la pérdida de ingresos o bienes materiales,
enfermedades, mudanzas u otras vivencias personales importantes.

Los cambios en los papeles personales y en las conductas usuales o previstas suelen producir, como
consecuencia secundaria, problemas en las relaciones interpersonales. En la medida en que ocurren esos
cambios, el individuo tiende a presentar nuevos estilos de conducta cuya finalidad es manejar el estrés y, por
consiguiente, disminuir el malestar y el dolor.

22
Es probable que si la respuesta de estrés es grave o prolongada, produzca una enfermedad mental. Si se
combinan eventos prolongados o graves experimentados durante el desastre, el damnificado puede recurrir a
mecanismos de adaptación, psicológicos o conductuales, problemáticos para enfrentar la situación.

La teoría de las crisis se basa en las siguientes hipótesis:

Hipótesis:

Los desastres son factores estresantes que tienen repercusiones en las víctimas, dando
lugar a una situación de crisis, la cual afecta a los sistemas biológicos, psicológicos, sociales
y conductuales.

Hipótesis:

La integración y síntesis de información fenomenológica compleja conlleva a una formulación


integral que conceptúa la situación del damnificado en un momento determinado después del
desastre. Esto le aclara la situación al trabajador de socorro y le ayuda a planear una
intervención psicológica.

Hipótesis:

En el momento del impacto, la conducta de la víctima dependerá de factores previos de la


vida y de la interpretación y definición que dé al evento amenazante.

Hipótesis:

A fin de comprender al individuo que padece de estrés, la situación específica debe incluir las
quejas principales y el problema que éste presenta, la relación de dichos problemas con la
precipitación de los factores y una descripción de los eventos vitales previos pertinentes
como parte de la evaluación y las indicaciones para la intervención en crisis.

El impacto inicial de un factor estresante puede originar un nivel de estrés estimulado por:

• El tipo y duración del desastre.

• Las pérdidas sufridas.

• El papel social del damnificado, habilidades para la resolución de crisis y el sistema de


apoyo.

• La percepción e interpretación que el sobreviviente da a la catástrofe.

Cada una de estas reacciones representa diferentes etapas de la resolución de crisis, paralelas a las etapas
del desarrollo. Estas reacciones producidas por el desastre, a su vez, pueden sufrir la influencia de otros
eventos ambientales de carácter traumático, un “segundo desastre”, producido por todo los problemas del
entorno y fragmentación de los sistemas de la comunidad.

ORGANIZACIÓN DE LOS PRINCIPIOS PARA COMPRENDER LA CRISIS

Los damnificados, cuyas vidas se ven interrumpidas por un cataclismo y a los que se ofrece ayuda para que
se recuperen de los traumatismos físicos, tienen que desarrollar una conducta de adaptación. Pueden
utilizarse las técnicas de observación psicológica y entrevista para comprender estas conductas, a fin de
evaluar el grado de aflicción y brindar la asistencia y apoyo necesarios.

A través de observaciones y entrevistas, el socorrista puede identificar las siguientes condiciones:

23
• Características de la personalidad.

• Tipo de eventos históricos que han llevado a la víctima a su nivel de desarrollo.

• Mecanismos de adaptación usuales y métodos de que dispone la victima para enfrentar las
crisis frente a traumatismos físicos y traumas psicológicos.

• Historia del desastre y cómo afectó al individuo física y subjetivamente.

• Conducta reactiva y habilidades de personalidad para adaptarse a la nueva situación,


posterior al desastre.

• Sistemas de apoyo social y comunitario al alcance de las víctimas y uso que hagan de
estos recursos a favor de su recuperación.

• Nivel de apoyo disponible en la matriz social, tal y como se mide en función del grado de
organización de la comunidad frente a la desorganización de la unidad de urgencia oficial y
los organismos de socorro.

• Equilibrio social entre la disponibilidad de los recursos de los sistemas de apoyo e


intensidad de los factores estresantes, los cuales aumentan la dificultad para obtener la
ayuda adecuada para conseguir atención médica y psicológica.

Todas estas variables empiezan a presentar el equilibrio entre la conducta adaptativa y no adaptativa, y
pueden manifestar la vulnerabilidad de los damnificados y sus necesidades especificas antes de poder
recuperar el equilibrio psicológico. Estas variables identificarán el conjunto interactivo de respuestas que
influye en el curso de la resolución de la crisis, a medida que interactúan con las condiciones de desastre.

Los damnificados recurren primero a sus propias habilidades de personalidad para adaptarse. Si no pueden
resolver los múltiples eventos ocasionados por la catástrofe, a continuación tratarán de acceder a las fuentes
de apoyo, intentando obtener asistencia del personal de atención en urgencias. Si estos recursos no están
disponibles o son insuficientes para satisfacer las demandas de los eventos vitales producidos por el
desastre, los damnificados pueden apelar a las creencias, valores y símbolos que se originan en su cultura.
En la conducta posterior al desastre, muchos de ellos aprovechan todos los recursos disponibles
simultáneamente y de manera complementaria.

Después del desastre y con el transcurso de las horas, algunos damnificados no son capaces de resolver sus
problemas y siguen presentando ansiedad, apatía, ira, pesadillas, insomnio y dificultades en sus relaciones
interpersonales. En algún momento en la conducta de resolución de crisis del damnificado, el socorrista
encontrará una coyuntura que lleve a un punto final sano o patológico. El trabajador de socorro necesita
adquirir las aptitudes y conocimientos con los cuales evaluar la situación y tomar en consideración los
procedimientos de intervención terapéutica que apoyen y guíen a los damnificados hacia el logro del mejor
resultado posible, dada la situación. Este objetivo requiere planificar la logística y capacitar al personal de
orientación en crisis.

También en la etapa posterior al desastre, el personal de socorro puede estar expuesto al estrés del desastre
y presentar problemas emocionales. Los familiares de los damnificados, los profesionales médicos y los
socorristas son vulnerables a las consecuencias del estrés posterior al desastre. Los trabajadores de socorro
pueden prever problemas emocionales como repercusión de un peligro natural, incluidas las reacciones
como temor, choque, aturdimiento psíquico, ansiedad, depresión y quejas psicosomáticas.

REACCIONES EMOCIONALES

Se han identificado varias etapas de la resolución de crisis después de un desastre. Estas etapas se
superponen y los damnificados se regresan sin distinciones claras a otras etapas. Esta capacidad emocional
es una reacción normal en los damnificados que experimentan respuestas de estrés, y su estado emocional
puede fluctuar durante algún tiempo.

Al principio, el damnificado utiliza la negación de la realidad de la situación o de las repercusiones físicas del
trauma. Un damnificado puede verbalizar aceptación de lo que ha sucedido o incluso admitir estar agradecido
de que no sea peor. Esta falta de reacción emocional frente a la realidad de las molestias o cambio, señala
una necesidad de defenderse de la asimilación plena de las consecuencias del trauma. El nivel de

24
adaptación a las manipulaciones necesarias para la intervención médica puede variar de las quejas leves a
las exageradas, a una falta de interés aparente.

Al integrarse en la conciencia la realidad de la nueva situación, puede aparecer en la víctima un conjunto


nuevo de síntomas:

• Episodios de reacciones emocionales intensas que sobrecargarán la defensa de negación.

• Inquietud, manifestaciones de ansiedades, habla rápida o disminuida, resistencia pasiva al


asesoramiento médico o episodios cortos súbitos de irritación, signos de frustración.

• Reacción desvalida e indecisa a las órdenes.

• Indicios de desorganización psíquica, con el transcurso del tiempo y según la intensidad del
traumatismo somático.

• Episodios de temor, fluctuaciones del estado de ánimo sin episodios de llanto y


resentimiento por pedidos insignificantes de los profesionales de socorro.

Necesita vigilarse un tipo importante de conducta, a la que se describe como la “culpa del superviviente”.
Esta conducta se define como sentimientos ambivalentes de estar agradecido por estar vivo y, al mismo
tiempo, sentirse culpable por estar vivo cuando otros han muerto o sufrido lesiones peores. Esta conducta
puede anteceder sentimientos de depresión o ideación paranoide y puede ser precursora de depresión
paranoide clínica.

Trastorno por estrés postraumático

El trauma psíquico es un proceso que se inicia con un evento catastrófico al que se enfrenta una persona y
que es una amenaza abrumadora aguda para la supervivencia. Cuando ocurre el evento, el sistema nervioso
central pierde la capacidad de controlar los efectos de desorganización que produce la experiencia y provoca
un estado de desequilibrio. El evento sume a la persona en un estado traumático, que dura el tiempo que
necesitan los sistemas del cerebro para regresar a un estado organizado. Existe una necesidad de
comprender la nueva visión del mundo; o sea, el por qué, el cómo y el significado del hecho de que ocurriera
el evento.

La constitución genética, física y de personalidad de un individuo, su estado mental cuando sucedió el


evento, el nivel de desarrollo psicológico, los sistemas de apoyo existentes, y el contenido, intensidad y
duración del evento, contribuyen a la gravedad del efecto traumático.

La característica central del trastorno por estrés postraumático es la aparición de síntomas típicos después
de experimentar un evento psicológico traumático o eventos fuera de lo que por lo general se considera la
gama normal de la experiencia humana.

Los síntomas característicos son:

• Reexperimentación del evento traumático.


• Aturdimiento de la capacidad para reaccionar hacia el mundo exterior o de participar en él.
• Síntomas del sistema nervioso autónomo de disforia o cognoscitivos.

Las reacciones frente a los efectos del desastre o de sus consecuencias pueden producir en el damnificado
expresiones conductuales y emocionales diversas:

• Recuerdos de tipo obsesivo del evento que se repiten y preocuparse por ellos. Éstos pueden aparecer en
sueños o pesadillas.

• Periodos en los que se sienta distante y aislado. Este aislamiento puede perturbar las relaciones sociales
de manera intermitente.

25
• Síntomas de excitación del sistema nervioso autónomo y ser más sensible a ruidos fuertes o situaciones
desconocidas que reaparecen varios meses después del trauma psíquico del desastre.

• Problemas de memoria y dificultades para realizar tareas cotidianas habituales.


Estos cambios sutiles en la personalidad y en la sensación de competencia social son difíciles de diferenciar
de las características emocionales preexistentes de la persona o la respuesta aguda al impacto del desastre.
No obstante, el socorrista debe tener en cuenta estos cambios en el funcionamiento al hacer la evaluación
diagnóstica de la calidad de la reacción de estrés, el nivel del trauma psíquico y las secuelas de la resolución
de la crisis psicológica.

Sistema biopsicosociocultural

CONCEPTOS FUNDAMENTALES EN QUE SUSTENTA LA COMPRENSIÓN DE LOS DAMNIFICADOS*

* Adaptado de Weiner, H. Perturbing the organism. The Biology of Stress Experience.


Chicago Press: Chicago II 1,1992.

• El organismo es un sistema dinámico en evolución de intercambio y procesamiento de información.

• Existe en un ambiente en constante transformación donde se da una transferencia de información dentro


del cerebro y el ambiente y entre ambos.

• La relación recíproca entre los subsistemas consiste en una gran variedad de señales de comunicación de
una manera rítmica regular o irregular.

• El organismo es un sistema de comunicación complejo del intercambio de información mediante señales


que provienen de fuentes externas e internas y afectan el ritmo de estas señales de comunicación
(neurológicas, hormonales, endocrinas).

• La experiencia estresante perturba estos ritmos y afecta su función, a veces desorganizándolos.

• La función es un concepto unificante y dinámico que se centra en un enfoque integrado del organismo en su
mundo. Los patrones de la fisiología y la conducta son interdependientes.

• Cualquier perturbación en un componente del organismo conducirá a un cambio en su función, lo que sirve
de base a la teoría de respuesta de estrés. Casi todas las funciones vitales operan de manera rítmica, a
intervalos diferentes. Estos ritmos están perturbados cuando su modalidad operativa usual experimenta un
cambio; sufren trastornos por las experiencias estresantes, que se manifiestan en cambios en los
sentimientos y la conducta, la cual puede entenderse como indicio de que las funciones biológicas están
perturbadas.

• Se presentan determinadas respuestas apropiadas integradas y coordinadas con respecto a cada


experiencia estresante. A veces, según las características individuales, estas respuestas son inapropiadas,
excesivas o inadecuadas, en cuyo caso surgen los síntomas.

BIBLIOGRAFÍA

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of Psychology and Health, Vol. 4 (Ed) Baum A, Singer JE, Taylor SE. Hillsdale, NJ: Lawrence Erlbaum, 1984,
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Hobfoll SE, and Freedy JR. The availability and effective use of social support. Journal of Social and Clinical
Psychology, 1990;9:(1),91−103.

26
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Disasters and Mental Health: Selected Contemporary Perspectives, Saunder, B. (Ed.)., NIMH/DHHS,
Washington, D.C., Govt. Printing Office, 1985.

Weiner H. Perturbing the Organism − The Biology of Stress Experience, The University of Chicago Press:
Chicago, Illinois & London, England, 1992.

Wilkinson CB. Aftermath of a Disaster: The collapse of the Hyatt Regency Hotel skywalks. American Journal
of Psychiatry. 1983;140:(9),1134−1139.

Capítulo 3. Etapas del desarrollo de la conducta del damnificado


RESUMEN DEL CAPÍTULO

Descripción: Sentar las bases para reconocer la respuesta de crisis y la conducta adaptativa
del damnificado en las fases secuenciales posteriores al desastre.
Finalidad: Clasificar sistemáticamente los procesos de conducta en las fases
secuenciales.
Contenido: Etapas del desarrollo de las reacciones individuales después de los desastres
naturales.
Objetivos didácticos: • Cobrar conciencia de la conducta, el pensamiento y los sentimientos de los
damnificados con el transcurso del tiempo después del desastre.
• Conceptuar las secuencias de los cambios a medida que el damnificado se
adapta a diferentes etapas del desastre.

Etapas del desarrollo de las reacciones ante los desastres

Tratar de comprender a los damnificados, es decir, su sufrimiento, por lo que han pasado y los problemas a
los que se enfrentarán en el futuro cercano, es una experiencia humana única, desafiante y que invita a la
reflexión.

Las reacciones humanas frente a una catástrofe tal como evolucionan con el transcurso del tiempo, pueden
analizarse conforme a las siguientes fases de transición:

• Fase de la amenaza.
• Fase del impacto.
• Fase de recuperación.
• Fase de corto plazo.
• Fase de largo plazo.

En la siguiente sección, las reacciones humanas documentadas durante estas fases se organizan y se
describen según su tipo: biológicas, psicológicas/emocionales, interpersonales y socioculturales. Estos

27
informes no son exhaustivos, puesto que los efectos del desastre interactúan con el conjunto de esfuerzos de
adaptación de que disponen los seres humanos para enfrentar las circunstancias desconocidas e
incontrolables. Son muy escasas las crónicas documentadas acerca de las respuestas de los damnificados y
la conducta de adaptación en la etapa de las últimas consecuencias, tanto en la literatura como en los relatos
anecdóticos.

FASE DE LA AMENAZA

La tecnología moderna ha desarrollado la capacidad de pronosticar muchos desastres naturales mediante el


uso de satélites meteorológicos, radar y señales de radio que pueden seguir las tormentas, los huracanes,
las marejadas y otros muchos desastres devastadores. Los medios impresos y electrónicos que se emplean
para enviar señales de urgencia y mensajes acerca del posible peligro preparan y alertan a la población
amenazada. Así se inicia la etapa conocida como la fase de la amenaza. Esta no se presenta en el caso del
impacto súbito de un terremoto, el cual no puede predecirse.

Lamentablemente, no existe ningún informe ni estudio acerca de la respuesta biológica a la señal de “alerta”
mediante estímulos auditivos o visuales. No obstante, podemos inferir un aumento de los niveles de ansiedad
y otras respuestas fisiológicas basadas en las reacciones de temor ante los estímulos de “alerta”. Estas
reacciones varían según las experiencias de los individuos en la región afectada, la tradición cultural y las
expectativas basadas en desastres anteriores en la zona.

Perspectivas psicosociales

Se ha observado que después de que los medios de información pronostican un desastre natural inminente,
las personas se interesan tanto en oír las últimas noticias, que organizan sus rutinas diarias de modo que
tengan acceso a la radio o la televisión. Los rumores son fuentes persistentes de información distorsionada
que se transmiten por redes de comunicación informales.

Las reacciones ante las innumerables “noticias” de las que se entera la gente varían de un individuo a otro y
conforme a las costumbres culturales y sociales. Algunas personas responden rápidamente con acciones
responsables planificadas y apropiadas. Otras, aquellas que niegan la posibilidad de que ocurra el desastre,
aplazan los planes para protegerse y cuidar sus bienes materiales. Algunas de las respuestas conductuales
parecen representar el mito de la invulnerabilidad personal y convicciones como “a mí no me va a pasar” o
“no puede azotar aquí”. Otras personas asumen una actitud de dejar la responsabilidad en manos del
“poderoso gobierno” que “nos tiene que cuidar”. En este caso, los individuos optaron por reaccionar con una
postura agresiva pasiva. Muchas veces, prevalece el sentido del humor y circulan muchos chistes en el
grupo.

En todos estos tipos de expresiones adultas median las normas culturales y sociales. No existen informes
documentados acerca de cómo reaccionan los niños.

En esta fase, las defensas adaptativas que se utilizan son predominantemente psicológicas:

Negación Afecta la percepción de la realidad externa y se relaciona estrechamente con


las experiencias sensoriales.
Represión Consiste en evitar que las ideas y sentimientos dolorosos/atemorizantes pasen
al nivel consciente.
Formación reactiva Expresión de sentimientos como el temor, de manera paradójica; por ejemplo,
en las personas que organizan y asisten a “fiestas por el huracán”.
Perspectiva interpersonal

A medida que la noticia del peligro inminente invade la comunidad y la intensidad de las emociones aumenta
la tensión nerviosa, las relaciones interpersonales cambian de estilo. Esta agitación familiar exacerbada
puede compararse con la utilidad del “trabajo motivado por la preocupación” que, de manera moderada, es
un buen mecanismo de adaptación. Por ejemplo, los miembros de la familia se comunican entre si y planean
medidas de apoyo provechosas. Se compran más artículos esenciales. Se convocan reuniones para una
variedad de actividades familiares preparatorias que abarcan desde la previsión hasta la asignación de tareas
convenidas con antelación.

Perspectivas socioculturales

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Las actividades socioculturales de la comunidad paralelas a las de la fase preparatoria inicial por la que
pasan las personas, también empiezan a influir en las reacciones personales. Por ejemplo, planear reuniones
religiosas puede ser producto de las costumbres religiosas, los rituales y otras características de los sistemas
sociales tradicionales de la comunidad afectada. Todas las influencias ambientales de índole cultural y social
repercuten en la manera en que las personas se comportan y reaccionan ante la amenaza del desastre
inminente.

FASE DEL IMPACTO

Perspectiva biológica

Se cuenta con escasos estudios acerca de las reacciones biológicas que se producen unas pocas horas o
días después del impacto del desastre y las consecuencias de los efectos traumáticos de las secuelas. Las
descripciones de algunos damnificados acera de sus reacciones, observadas en sí mismos y apoyadas por
estudios en animales, indican que existen cambios en los niveles neuroquímicos del sistema nervioso central
relacionados con las reacciones de estrés, que pueden afectar las respuestas del sistema imunológico. Se
han registrado quejas constantes o intermitentes de fatiga, agotamiento y diferentes niveles de intranquilidad,
acompañados por cambios en el apetito y el sueño.

Perspectivas psicológicas/emocionales

Los damnificados manifiestan reacciones psicológicas y emocionales que corresponden a la gama completa
de la ansiedad. Al cambiar la forma en que las personas se perciben a sí mismas, experimentan temor,
preocupación, vergüenza y culpa. Aunados a sus dificultades para adaptarse y resolver los problemas de su
nueva situación, hay cambios en las maneras habituales de reaccionar y comportarse.

Durante esta fase, los sentimientos de temor, ansiedad, aprensión y desmoralización “inundan” a las víctimas
como olas, a veces más fuertes y otras más débiles, pero de manera constante durante cierto periodo. A
continuación se mencionan otras reacciones psicológicas y emocionales clave que se observan durante esta
fase:

Ilusión deposición central: Creencia de que la persona afectada recibió exclusivamente “la
fuerza destructiva del impacto” y sufre las peores consecuencias, en comparación con los
demás.

Ofuscamiento cognoscitivo: Diferentes niveles de desorientación, desorganización, lentitud


del pensamiento, confusión, dificultades para tomar decisiones, incapacidad para
comprender lo que otros están diciendo y confusión con el tiempo, que pueden durar de unas
pocas horas hasta varios días.

Aturdimiento psíquico: Sentimientos de aplanamiento, falta de interés, incapacidad para


reaccionar, que le dificultan relacionarse con personas que han sido importantes.

Destrucción del “manto de la muerte”: Incapacidad para seguir negando su propia finalidad
por medio de la muerte; cuando una persona ha estado muy cerca de morir o ha tenido que
soportar la muerte de un ser querido, es difícil restituir la protección de la negación.

Se ha observado la existencia de un conjunto de defensas adaptativas durante esta fase. Los mecanismos
como la “negación” ayudan al individuo a adaptarse y a manejar el cambio doloroso e increíble de su vida. El
siguiente diálogo entre un consejero de salud mental y un damnificado ilustra cómo la negación sirve para
mantener el control de las emociones.

Consejero de salud mental:

“Debe haber sido una experiencia muy alarmante para usted ver que el agua subía y no
había nadie que lo rescatara.”

Damnificado:

29
“Bueno, fue toda una experiencia, como una aventura, como ir al cine y ver una película de
miedo. Sabía que alguien vendría y esperé. No estuvo tan mal.”

Otra manifestación de la necesidad de controlar las emociones es el grado de obediencia dócil y pasiva a los
mandos, las órdenes o los reglamentos de las autoridades de rescate que presentan algunos damnificados.
En cambio, otros se vuelven rebeldes, se oponen a cualquier regla y demuestran un deseo de estar a cargo
de sus propias rutinas en los refugios de desastre. Esta conducta ejemplifica la necesidad de controlar las
situaciones para evitar sentirse abrumado por sentimientos dolorosos e intensos.

Perspectiva interpersonal

Los observadores han encontrado que en las relaciones interpersonales con el primer grupo de trabajadores
de socorro que aparece en escena, algunos damnificados se comportan de manera indefensa, dócil,
dependiente e indecisa. Otros exigen, se quejan y dicen tener derecho o atacan a las autoridades por las
consecuencias del desastre, como chivos expiatorios. Una proporción pequeña de los damnificados se aísla
y no se comunica.

Algunos damnificados se sienten culpables porque otros fueron menos afortunados. Por ejemplo, si su casa
está menos dañada o perdieron a menos seres queridos, parecen tener que realizar acciones que simbolizan
expiación, mientras dan explicaciones defensivas de por qué se salvaron de un destino tan malo como el de
sus vecinos.

Las defensas adaptativas, que parecen ayudar a los individuos a emprender las actividades de adaptación
que ellos necesitan para seguir adelante en los días difíciles que siguen, varían desde la conducta rígida y
obsesiva en su interacción con otros individuos, por una parte, hasta la indecisión, volubilidad de sus
opiniones y seguir cualquier sugerencia de los demás.

Algunos damnificados forman grupos fácilmente y brindan apoyo individual a los trabajadores de socorro o a
los demás. A veces, la conducta de apoyo es inapropiada y se resiente. Todos estos esfuerzos individuales,
ya sean para relacionarse unos con otros o para aislarse, parecen ayudar al individuo a manejar la sensación
de crisis, urgencia, amenaza y el mundo desconocido en el que han caído.

Perspectiva sociocultural

La comunidad se transforma después del impacto de un desastre. Las características socioculturales de la


comunidad antes del impacto seguirán repercutiendo en la conducta de la persona en especial con respecto
a las operaciones de apoyo y socorro. Dos ejemplos ilustran este impacto:

Después del terremoto de Managua (1972), las personas cayeron de rodillas para rezar y
permanecieron así durante horas, sin que dispusieran de ningún medio de recuperación
debido al impacto masivo en todos los recursos sociales.

Los ciudadanos en el desastre de Revere, Massachusetts (1978) usaron linternas para avisar
a los botes que había víctimas en los techos.

FASE DE RECUPERACIÓN

Perspectiva biológica

Con el tiempo, los damnificados manifiestan reacciones somáticas. Además, los profesionales médicos que
atienden a las víctimas informan que aumentan las quejas psicosomáticas, hay más interferencia con las
funciones biológicas comunes y una exacerbación aguda de los padecimientos somáticos crónicos. Se
informa de aflicciones cardiovasculares, y las enfermedades controladas como hipertensión y diabetes,
precisan un reajuste de medicamentos.

Perspectiva psicológica/emocional

30
Cuando los damnificados regresan por primera vez a su vecindario y comprenden las consecuencias del
impacto del desastre, presentan una variedad de reacciones psicológicas/emocionales. Al comenzar a
evaluar lo que se requerirá para reconstruir sus vidas, las reacciones observadas abarcan la gama entera de
manifestaciones conocidas como luto, duelo, desesperación y “elaboración” de las pérdidas, que los
profesionales de salud mental conocen tan bien.

Para muchos damnificados, la vida se convierte en una serie de días dolorosos, mientras lidian con la tarea
de lograr la resolución y la resignación. Manejan las emociones personales y las relaciones interpersonales,
mientras se ocupan de manera simultánea de los quehaceres cotidianos. A veces, los damnificados viven
momentos de intensa impotencia.

Se manifiestan distintos grados de vulnerabilidad que tienden a despojar a las personas de sus defensas
adaptativas y de resolución acostumbradas. Algunas veces fallan sus mecanismos psicológicos habituales, lo
que les causa problemas para cumplir con las múltiples necesidades que exigen decisiones que tienen que
tomar para reconstruir sus vidas.

A veces estas conductas interfieren intensamente con la tarea de tratar con el personal de reconstrucción.
Estos trabajadores, quienes tienen que limpiar después que la devastación ha destruido las estructuras de
calles y casas, necesitan interactuar con los ciudadanos. Deben utilizar equipo para limpiar los caminos,
remolcar árboles desarraigados, reparar tuberías de agua y reconectar cables eléctricos. Para ello, los
trabajadores se entrometerán en “los espacios vitales” de los damnificados. Se han documentado reacciones
emocionales y violentas que son resultado de los malos entendidos entre damnificados y trabajadores de
reconstrucción.

Además tienen que tomarse decisiones e iniciarse las negociaciones con plomeros, arquitectos, bancos y
demás instituciones, cuya asistencia es necesaria para devolver el hogar a la normalidad. Estas tareas
requieren que la víctima sea capaz de pensar con claridad para resolver problemas y se encuentre en un
estado de estabilidad emocional. No obstante, es posible que estas dos características estén afectadas en
momentos tan cruciales.

En esta etapa es fácil lastimar los sentimientos de los damnificados y que entren en conflicto por tener que
pedir ayuda. En consecuencia, éstos tienen que suprimir la humillación y el orgullo. La conciencia de haber
perdido una sensación familiar de seguridad e independencia, sin saber si alguna vez la recuperarán,
aumenta el dolor amargo de esos momentos.

Perspectiva interpersonal

Durante la fase de recuperación, surge una mezcla de pautas de conducta en las relaciones interpersonales,
algunas de ellas de carácter paradójico. Por ejemplo, algunos damnificados que prefirieron estar en grupo al
principio de la etapa posterior al desastre, cambiarán su conducta y se aislarán, reaccionando con una
independencia rígida. Estos individuos tendrán dificultades para intercambiar tareas y recursos y compartir
los bienes materiales provistos por el equipo de rescate.

También en esta fase parece difícil que las personas mantengan relaciones continuas y confiables. Estas se
enojan con facilidad, se sienten heridas y discriminadas si no reciben su ración justa de recursos de
“socorro”, culpan a otros por su destino o se sienten culpables y se vuelven ambiciosos. En zonas donde los
recursos son particularmente escasos, parte de la población asume el papel de “víctima” cuando se acumula
la frustración, acompañado de exigencias basadas en los derechos, impotencia aprendida, expectativas con
respecto a la ayuda y reacciones depresivas.

La intrusión creciente de los eventos que se suceden después del desastre, combinada con las consiguientes
pérdidas sufridas, hacen que el individuo se sienta fracasado al negociar con los demás. La persona puede
creer que ahora hay “pruebas” de que depende de otros, en lugar de ser fuerte, competente y estar en
control. Estas reacciones empiezan a alterar y a distorsionar las relaciones entre el individuo y el sistema de
apoyo, y algunos damnificados evitan participar con otros como método para recuperar el control.
Paradójicamente, esta conducta multiplica sus problemas para manejar la crisis, porque para resolver sus
problemas tienen que interactuar con muchas personas. Con el tiempo, casi todas las personas dejan de
menospreciarse y reaparecen sus rasgos de personalidad y aptitudes sociales típicos.

Perspectiva sociocultural

31
Durante esta fase, surgen en la comunidad grupos e individuos que realizan esfuerzos activos, que ayudan a
revitalizar la estructura social de la comunidad y a que los organismos sociales afectados vayan funcionando
poco a poco con mayor eficacia. Los damnificados, quienes han recuperado cierto sentido de la normalidad,
empiezan a asumir las funciones asignadas a los organismos gubernamentales, religiosos, sociales y de
servicio social. Se recupera un sentido de competencia y predomina la continuación de las funciones para
ayudar a los damnificados, a medida que los trabajadores de socorro externos terminan sus funciones en la
comunidad.

La actividad religiosa organizada continúa en muchos grupos de la comunidad, a veces con una celebración
más entusiasta de los rituales restablecidos y reactivados, como Acción de Gracias por la vida o rezos por los
muertos.

FASES A CORTO Y LARGO PLAZO

En la fase a corto plazo se observa una reducción del caudal de auxilio a la comunidad. Ésta había
culminado justo después de la fase del impacto, con sus actos heroicos, altruistas y benévolos de
generosidad dirigida hacia la comunidad misma y al mundo exterior. De modo ocasional, esta efusión de
objetos y contribuciones agrega otra dificultad, cuando los funcionarios tratan de ser justos y correctos al
elegir a quienes recibirán la ayuda humanitaria.

La documentación de los eventos y reacciones que aparecen en este periodo es escasa en la bibliografía y
se describen pocas observaciones en informes. Poco a poco el personal de los organismos de asistencia y
de socorro deja la zona afectada, por lo que quedan pocos observadores que documenten las reacciones
humanas. Existen pocos estudios que tengan por objeto registrar los procesos de adaptación de los meses o
los años posteriores al desastre.

Sin embargo, se sabe por narraciones anecdóticas y artículos de periódico, que casi todos los damnificados
reconstruyen sus vidas y que se erigen nuevas construcciones en la comunidad. Los niveles de readaptación
de las personas varían conforme a los recursos de que disponen los damnificados. Algunos grupos siguen
manifestando ansiedad crónica y depresión, en especial los ancianos. Una elevada proporción de
damnificados parece resolver las situaciones de crisis mediante pautas individuales de adaptación y
resignación a las vivencias y pérdidas.

No se sabe cuán extensas son las “cicatrices” de la experiencia del desastre que todavía llevan muchos
damnificados. Algunos autores han documentado reacciones psicofisiológicas ante estímulos que son una
“señal” del trauma, como el sonido de la lluvia en el techo, los avisos de tomados en los medios de
información o el retumbar de un tren que suena como terremoto.

Los damnificados parecen utilizar de manera más intensa y constante sus sistemas de apoyo durante mucho
tiempo. Muchos meses después del desastre, siguen teniendo necesidad de “ventilar”, de que los demás
reconozcan el carácter traumático del evento, y de recibir la aceptación de una conducta que todavía sienten
ajena a ellos mismos.

A medida que la comunidad empieza a ver el trauma producido por el desastre en su debida perspectiva,
emergen las historias aclaratorias. El desastre se convierte en un hito que une a los individuos y les permite
compartir un sentido de la historia que es única de los damnificados.

Existen pocas investigaciones documentadas en la bibliografía y a título de anécdotas de vivencias acerca de


las respuestas de los damnificados y de la conducta de adaptación en la fase de las últimas consecuencias.
En la mayor parte de los desastres documentados, una gran proporción de la población regresa a sus
actividades aunque sus vecindarios sigan estando en vías de reorganización.

BIBLIOGRAFÍA

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Disaster Medicine 1986:1(4).

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32
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Tyhurst JS. Psychological and social aspects of civilian disaster. Canadian Medical Association Journal
1957;76:383−393.

Capítulo 4. Programas de intervención para damnificados


RESUMEN DEL CAPÍTULO

Descripción: Introducción de
programas de
intervención para
damnificados y de guías
aplicadas y operativas.
Finalidad: Examinar la finalidad,
alcance y aplicación de
las guías para la atención
de damnificados.
Contenido: • Semejanzas y
diferencias con otros
tipos de programas de
intervención de salud
mental.
• Características
especiales de la atención
a los damnificados:
− Consulta y educación
− Intervención en crisis
Objetivos didácticos: • Adquirir conocimientos
acerca de las estructuras
básicas necesarias para
establecer un programa
para damnificados.
• Identificar las
metodologías de
búsqueda y asistencia

33
inmediata que existan y
estén a disposición de los
consejeros de salud
mental.

Establecimiento de un programa de intervención para damnificados

La planificación de servicios de salud mental en el ambiente que priva después de un desastre requiere
conocimientos, paciencia y sobre todo flexibilidad. Los consejeros de salud mental se encontrarán con
situaciones únicas en su profesión. Además, tendrán que colaborar con las redes y autoridades ya
establecidas en la zona.

Atañe a los administradores la responsabilidad de prestar un servicio de salud mental dentro de la trama de
organismos gubernamentales, comunitarios y voluntarios que ayuden a los damnificados a resolver los
problemas posteriores al desastre. Los administradores se encargan también de proveer métodos de
recopilación de información, canales de comunicación y un sistema para establecer la responsabilidad de los
consejeros.

Prestar atención a los damnificados exige claridad al organizar la ayuda, repartir el trabajo y delegar
autoridad. Durante la fase de ejecución de un programa de servicios de salud mental para víctimas de
desastres, surgen cuestiones que hay que planear como: financiamiento del proyecto; selección, orientación
y capacitación del personal; y confección de las estructuras administrativas y de flujo de información. El
planificador de los servicios de salud o el director del proyecto, con la ayuda de un grupo de trabajo, se
encarga de cada una de estas cuestiones conforme progresa el proyecto. Hay que asignar límites y
responsabilidades precisos a los trabajadores de socorro, o sea, lo que harán ellos mismos y los servicios
para los que es necesario remitir a otros organismos.

Los programas pueden ser descentralizados o centralizados. Los primeros suelen tener centros ubicados en
los vecindarios afectados. Se asigna la responsabilidad de la atención en esa zona a un equipo, de cuyos
miembros uno funciona como administrador y supervisor de las actividades del equipo y además informa al
director del proyecto. Los proyectos con una estructura más centralizada pueden contar con un solo
establecimiento, pero puede encomendarse la responsabilidad de la búsqueda y asistencia inmediata y la
orientación en crisis a los equipos que estén dentro de una zona geográfica particular.

Cada tipo de programa requiere un sistema para llevar los registros y recopilar información. El programa
debe tener procedimientos para llevar registros exactos de los fondos asignados para el local, equipo,
materiales, suministros y remuneración del personal. También se precisan registros confidenciales para
anotar las observaciones de los consejeros, las medidas adoptadas y el progreso logrado en la ayuda a los
individuos y las familias.

Al avanzar el proyecto, surge la necesidad de evaluar el desempeño individual y colectivo e informar a las
autoridades acerca de las actividades del programa. Mediante el examen de los formularios con las
estadísticas, las autoridades se enterarán de las actividades de cada consejero y adquirirán una perspectiva
de los damnificados y sus problemas. Los datos pueden utilizarse para hacer nuevas asignaciones o para
modificar las estrategias programáticas. Además, esta información puede compilarse en forma sistemática
para proporcionar informes provisionales al grupo de trabajo, los líderes de la comunidad y el organismo de
financiamiento.

Consulta y educación

La consulta y la educación en casos de desastre constituyen uno de los campos más nuevos y desafiantes
del trabajo en materia de salud mental. En la actualidad se elaboran nuevas estrategias y tácticas, surgen
criterios modernos y se ensayan métodos innovadores. En las situaciones que siguen al desastre, el objetivo
de la consulta es aumentar la capacidad del trabajador de socorro para ayudar a un damnificado y colaborar
con varios organismos de socorro.

El objetivo principal de esta modalidad es educar al personal de los organismos de atención en casos de
desastre para que puedan incorporar los conocimientos y la comprensión acerca de los temas de salud

34
mental en la tarea de ayudar a los damnificados. Los consultores de salud mental deben tener conocimientos
profundos de las teorías psicosociales y los procedimientos asistenciales de desastre, a fin de alcanzar este
objetivo.

La educación es un recurso para los trabajadores que están en comunicación estrecha con los medios de
información al público o tienen la oportunidad de educar grupos en su comunidad. Los trabajadores
experimentados que ayudan a los organismos públicos y privados de asistencia a los damnificados, emplean
las consultas. La capacitación en materia de intervención en crisis, dirigida a las operaciones, requiere
ejercicios de escenificación de roles y supervisión continua una vez que los trabajadores interactúan con los
damnificados. Los enfoques de intervención deben adaptarse a las características de los damnificados y al
tiempo transcurrido durante la etapa posterior al impacto.

Algunos de los problemas típicos de la consulta en la etapa posterior al desastre son:

• Dificultad para procurarse recursos.


• Responsabilidades burocráticas, reglamentos y metodología de distintos organismos.
• Falta de un plan difundido para la coordinación de los organismos.
• Diferentes puntos de vista y objetivos.
• Competencia por el poder y el “territorio”.
• Comunicación interdisciplinaria.

CONSULTA CON ENFOQUE DE ORGANIZACIÓN ADMINISTRATIVA

Después de un desastre, cuando se ha rescatado a muchas personas y se las ha agrupado en un entorno


físico seguro, surge de manera espontánea una comunidad cambiante y transitoria. Aparece una red de
organismos asistenciales de socorro integrada por personal de rescate laico, religioso, voluntario y oficial del
gobierno. El objetivo principal de esta red es proporcionar bienestar físico, tratar los traumatismos somáticos
y proceder, en última instancia, a ayudar a los ciudadanos afectados a que reorganicen sus vidas.

Los siguientes factores afectan el éxito de un consultor de salud mental que trabaje en esta red de
trabajadores de socorro:

• La medida en que la red que vincula a los organismos asistenciales aprueba la función del
consultor.

• Los conocimientos, actitud y aptitudes del consultor.

• La calidad y cantidad de información al alcance del consultor.

MODELO CONCEPTUAL Y TEORÍA

Con base en un modelo conceptual que sustente y guíe las intervenciones, un consultor de salud mental
puede ayudar mejor a integrar las teorías psicológicas y las operaciones de socorro con los damnificados. La
falta de dicho modelo es una de las condiciones que con mayor frecuencia lleva al fracaso a los programas
de consulta.

El especialista en salud mental debe conceptuar su propia conducta como la movilización de un conjunto de
influencias que, a su vez, se verán afectadas por el sistema mismo. En este caso, el sistema se compone por
los miembros de los equipos asistenciales. Luego, en calidad de colaborador, el consultor puede iniciar la
interacción dinámica con el personal del organismo de socorro. Esta interacción dinámica es una parte
esencial del proceso de planificación en curso que da lugar a las estrategias para la atención a las víctimas
del desastre.

Aunque el consultor de salud mental y los miembros del personal del organismo de socorro tienen distintos
antecedentes profesionales, deben conjuntar sus esfuerzos y combinar su pericia, aptitudes y energía en pos
de una meta común. Ciertos campos teóricos de estas disciplinas profesionales han tenido éxito en otras
actividades de intervención:

35
• Conceptos relacionados con la organización y administración de los programas de socorro
para damnificados.

• Intervención y atención en crisis.

• Principios y prácticas de consulta.

• Principios y prácticas de la educación.

De estas amplias esferas de la psicología social y las operaciones asistenciales en situaciones de desastre,
se puede formular un marco filosófico para la intervención, consulta y educación en los programas para las
víctimas de los desastres.

PRINCIPIOS Y GUÍAS

Las siguientes pautas son esenciales para la elaboración de este modelo. Tenerlas en cuenta ayudará al
consultor de salud mental a organizar las estrategias de intervención para atender las necesidades físicas,
biológicas o psicosociales de los damnificados.

• Las actividades del consultor siempre deben tener por objeto elaborar procedimientos
prácticos y útiles para el miembro del organismo que participará como beneficiario y el
damnificado en quien se centrarán los servicios.

• El consultor debe tomar en consideración las prácticas tradicionales y culturales, así como
las pautas de conducta aceptadas en el entorno de atención a las víctimas del desastre; los
criterios resultantes deben reflejar esta comprensión.

• La consulta y la educación deben abordar los problemas o las dificultades inmediatos


concretos de conductas que preocupan al trabajador. Sin embargo, no deben pasarse por
alto las oportunidades de participar en una planificación más amplia y a más largo plazo para
la agencia del trabajador.

• El establecimiento de relaciones profesionales debe persistir continuamente en cada nivel


de la organización para encontrar individuos que puedan ayudar a resolver los problemas.
Sin embargo, el consultor debe seguir siendo sensible a la confidencialidad y a los efectos
perjudiciales que un abuso de confianza pudiera tener en la función de la salud mental.
Compartir información o mencionar ocasionalmente algo de lo que el trabajador de socorro
se enteró ha sido una de las fuentes más comunes de fracaso de las actividades de salud
mental.

• Se debe recabar, organizar y analizar la información durante todas las actividades. También
es necesario elaborar un sistema continuo de retroalimentación para compartir con los
trabajadores y ayudar al consultor a centrarse en los objetivos. Un consultor puede perder de
vista con facilidad los objetivos específicos convenidos de manera verbal durante las
reuniones interinstitucionales de planificación.

• El consultor de salud mental también debe ser consciente de los recursos disponibles para
los trabajadores de socorro, individualmente y en grupo. El consultor puede modificar
después los modelos de atención para las víctimas de los desastres, con el fin de seleccionar
y apoyar los criterios de salud mental más apropiados para la resolución de la crisis y la
solución de problemas acerca de la atención a los damnificados.

• El principio de la consulta y la educación se basa en las necesidades detectadas por los


trabajadores. Al cambiar la situación, el consultor y el trabajador de una agencia de urgencia
o ayuda deben reevaluar los servicios asistenciales del trabajador y reconsiderar los
objetivos. La tarea del trabajador cambiará con las necesidades de los damnificados. El
consultor de salud mental que tenga información reciente acerca de cómo está cambiando el
ambiente, estará mejor preparado para ayudar a los trabajadores a evaluar sus servicios.

36
• La evaluación y un sistema organizado de intercambio de información proporcionará más
que sólo datos; le proporcionará al consultor de salud mental un panorama más completo de
las actividades asistenciales y más flexibilidad en las actividades de intervención, ya sea
empleando técnicas de consulta o métodos de instrucción.

• El consultor siempre debe reconocer que el marco de la atención se encuentra en el


contexto de una comunidad social cambiante. Siempre habrá lagunas, incluso en los
informes más recientes. Las intervenciones deben centrarse en las operaciones que
movilizarán a la agencia y a las personas que participarán en la atención a los damnificados.
El consultor puede elegir un método de consulta o sugerir una intervención educativa.

PLANIFICACIÓN DE LA INTERVENCIÓN

Un consultor de salud mental que presta servicios en un refugio temporal u otra instalación de vivienda
transitoria es algo más que un profesional independiente que únicamente atiende las necesidades de los
damnificados. El consultor también ayuda al personal de otras instituciones a detectar problemas y
determinar los mejores procedimientos para tratar a los individuos traumados. Para tal efecto, el consultor
debe confeccionar un plan de intervención acorde con las demás actividades de los organismos de ayuda en
casos de desastre.

Los componentes clave de un plan de intervención incluyen:

Conocimientos: Los conceptos de desastre, conducta relacionada con éste y método de


intervención que se obtienen antes de una catástrofe.

Información: La determinación del grado de pérdida sufrida por la comunidad, con base en
los medios de información, las encuestas in situ y acudiendo a los lugares donde se alberga
a los damnificados. Es también importante recopilar información que brinde una apreciación
cultural de los efectos del desastre.

Evaluación: Una evaluación de cómo los organismos asistenciales se han organizado en


una red y han asignado prioridades a las necesidades de los damnificados, con el fin de ser
capaces de identificar con rapidez las influencias culturales de la comunidad y las influencias
psicológicas en los damnificados y los trabajadores de socorro.

PROBLEMAS QUE PUEDEN PLANTEARSE DURANTE LA CONSULTA

Durante la consulta pueden plantearse (y de hecho se hace) problemas que debe resolver el consultor de
salud mental encargado de la intervención del programa para las víctimas. A continuación se presentan
algunos ejemplos.

Diferencias en la formación profesional

Suele haber diferencias en los sistemas de valores, los antecedentes y la formación de los profesionales que
participan en las actividades posteriores al desastre. La falta de familiaridad del personal del organismo
asistencial con la metodología de salud mental crea un problema único, que complica el desconocimiento
general de los procedimientos de atención en situaciones de desastre. Esta brecha entre el trabajador de
sistemas de socorro y los consultores puede levantar barreras enormes en la comunicación.

La colaboración e integración exitosa de diferentes objetivos y técnicas en la atención a las víctimas del
desastre dependerán de qué tan satisfactoriamente puedan centrarse el consultor y los trabajadores de
socorro en los objetivos simultáneos de ayudar a los damnificados a desarrollar sus habilidades de
adaptación, así como a reconstruir y reorganizar sus vidas. Esto puede lograrse ampliando los conocimientos
de salud mental y las aptitudes de los trabajadores de socorro.

Grado de responsabilidad en la solución de problemas

El consultor de salud mental debe evaluar el grado de responsabilidad por la solución de problemas que
parece apropiado, con base en la tarea a su cargo y los recursos. El consultor puede decidir ofrecer su
asesoramiento técnico cuando se lo soliciten, pero no participar de modo permanente. O bien, puede decidir

37
participar de manera más activa, asumiendo las funciones de colaboración a largo plazo en todas las fases
de atención a los damnificados e interactuar en muchos niveles.

Coordinación de las intervenciones

La logística de los procedimientos y la incompatibilidad de los horarios pueden complicar aún más la
coordinación de los métodos de intervención. En una situación de desastre, donde el tiempo es un factor
crítico, aquel que pasa un trabajador de socorro con un consultor de salud mental compite con la intensa
demanda del tiempo y los servicios del trabajador por parte de los damnificados. Esta pugna produce una
tensión de por sí, aunque las dificultades disminuyen a medida que ambos trabajadores encuentran modos
de economizar tiempo y energía.

TIPOS DE CONSULTA

Son dos los tipos de consulta que se prestan con mayor frecuencia después de un desastre:

Consulta de casos (centrada en los damnificados)

La función principal de la consulta de casos es elaborar un plan para ayudar a una determinada víctima del
desastre que tiene dificultades de carácter inusual. En algunos casos, el consultor de salud mental indaga
personalmente las necesidades psicológicas y sociales del individuo. Los trabajadores de la institución
colaborarán más adelante discutiendo el caso con éste.

La consulta de casos centrada en la víctima es la que se necesita con mayor frecuencia en un programa de
atención a damnificados. El consultor informa a los trabajadores del organismo de urgencia acerca de la
naturaleza de las dificultades y sugiere posibles soluciones para mitigar dichas dificultades.

Por lo general, el trabajador presentará al consultor los detalles del caso. A veces, el profesional de salud
mental examina al damnificado, llega a un diagnóstico y hace una recomendación al trabajador del programa.
El trabajador traduce los aspectos apropiados de la recomendación en un plan de acción factible en el
entorno asistencial.

El siguiente es un ejemplo de una consulta de casos centrada en el damnificado:

Una enfermera de la Cruz Roja que trabajaba en el refugio pidió ayuda para tratar a una
mujer que no podía tomar decisiones. Se le habían ofrecido varias opciones para el
reasentamiento, pero cambiaba de opinión todo el tiempo y no podía decidirse a dejar el
refugio. Esta mujer había estado en un desastre anterior y había perdido algunos bienes
materiales. Los recuerdos del pasado interferían con su elección de una opción. El consultor
de salud mental instruyó a la enfermera acerca del efecto de la ansiedad y los recuerdos de
las emociones pasadas en la mujer. Posteriormente, la enfermera decidió que primero
necesitaría dedicar algún tiempo a ayudar que la mujer comprendiera sus temores, para que
pudiera entender que esta reubicación no sería una repetición de la experiencia anterior.
Después de que acalló sus temores, la enfermera pudo proceder con la formulación de los
planes de vivienda.

CONSULTA CENTRADA EN EL PROGRAMA

Un segundo tipo de consulta se centra en la elaboración o modificación de los programas de reubicación y


los procedimientos administrativos con el fin de prevenir, diagnosticar y tratar de manera oportuna, así como
rehabilitar a las personas con trastornos mentales relacionados con el desastre. Los tipos de problemas que
se plantean al consultor son variados, pero es probable que se refieran a:

• La planificación del programa de urgencia.


• La organización administrativa.
• Los métodos de prestación de servicios múltiples.
• La formulación de políticas de las agencias.
• El reclutamiento, capacitación y utilización del personal de socorro.

38
• El establecimiento de vínculos con otras instituciones de servicios.

El receptor de la consulta centrada en el programa puede ser un administrador, un grupo de directores de


programas (como la Cruz Roja) o un comité (por ejemplo, un grupo de trabajo de funcionarios de gobierno).
El tema de la consulta de salud mental sería el programa en cuestión.

El siguiente es un ejemplo de una consulta de casos centrada en el programa:

Después de una tormenta marina devastadora que dañó muchos hogares, los damnificados
se alojaron en un motel grande, donde se asignó una habitación a familias de tres o cuatro
miembros. Se aprobaron sumas fijas de dinero para pagar las comidas en el comedor del
motel. Uno de los problemas más graves era la falta de canales de comunicación eficaces
entre los organismos asistenciales, los miembros del personal del motel y las familias. Las
dificultades se manifestaron en la conducta de los adolescentes, que no tenían ningún medio
de transporte. Los actos esporádicos de vandalismo, los robos y la conducta escandalosa
empeoraron las relaciones de por sí tensas entre la gerencia del motel y los damnificados.
Algunas mujeres empezaron a presentar signos y síntomas de depresión, insomnio,
irritabilidad y hostilidad. También hacían demandas poco realistas al personal de servicio.
Los consultores de salud mental se trasladaron al motel como miembros de un equipo.
Después de pasar varios días reunidos con cada grupo y obtener la información necesaria
para analizar y comprender las complejidades del problema, se hizo evidente que el personal
del organismo carecía de los conocimientos para comprender y manejar los problemas
cotidianos del grupo. Un consultor de salud mental se reunió con el administrador del motel
para tratar la dimensión humana del problema. Además, para subsanar el síndrome de
“agotamiento” de los trabajadores, la administración cambió los procedimientos y empezó a
rotar al personal para que pudiera haber un componente de “descanso y relajamiento” en los
horarios de operaciones del personal. El consultor proveyó conocimientos y ayuda para el
manejo de actitudes, a fin de solventar la necesidad detectada.

EDUCACIÓN Y COLABORACIÓN

El consultor de salud mental ayuda al reorganizar y reconstruir las vidas de los damnificados y a promover la
incorporación de servicios de salud mental en las comunidades devastadas por el desastre. Estos
componentes deben tener la finalidad de lograr que se proporcione diagnóstico y tratamiento inmediato de
manera oportuna a los damnificados que sufren las consecuencias psicológicas de la calamidad.

El profesional de salud mental será más apto para cumplir la función de consultor y aumentar su potencial
como enlace crucial en la red de atención a las víctimas, si el modelo de apoyo se basa en una aplicación
integrada de los principios de la atención en situaciones de desastre y las teorías de la conducta psicosocial.

El consultor tiene la oportunidad de organizar actividades educativas cada vez que recibe una solicitud de
ayuda en las operaciones de socorro. Todas las actividades colaborativas en las operaciones de atención a
los damnificados tienen un elemento de instrucción que se incorpora a fin de ayudar a los trabajadores a
solucionar los problemas que tienen en su trabajo. Los trabajadores de socorro se benefician agregando
habilidades a su repertorio personal y reduciendo las posibilidades de malos entendidos.

Es este aspecto educativo de instrucción de la colaboración el que convierte a la educación en un método


importante de reasentamiento de damnificados. La meta es difundir la aplicación de los conocimientos de
salud mental del consultor a las instituciones que seguirán trabajando en la reinstalación de los damnificados,
en etapas secuenciales del desarrollo de la conducta de las víctimas.

A fin de ser eficaz al asistir a los trabajadores para que traten los problemas del damnificado, el consultor de
salud mental necesita definir y poner límites concretos con el máximo de transferencia de la enseñanza. La
razón se halla en el ambiente que generan las crisis, las limitaciones de tiempo, la rotación de personal y los
cambios bruscos en las políticas de los programas de asistencia en casos de desastre. Por consiguiente,
sería más práctico y eficaz un componente educativo directo, preciso y bien definido que las condiciones más
lentas, metódicas y repetitivas típicas del proceso para modificar actitudes, estereotipos y prejuicios de los
trabajadores de socorro. Los destinatarios de tales actividades de instrucción son las instituciones de rescate,
los miembros del personal de los organismos de atención a damnificados, la comunidad y los grupos cívicos,
sociales o políticos en la zona atendida por los organismos de servicios sociales.

39
INSTRUCCIÓN AL TRABAJADOR DE SOCORRO

La puesta en práctica de las actividades educativas requiere que los consultores de salud mental sean
competentes para organizar a la comunidad, comunicarse verbalmente y por escrito, realizar intervenciones
terapéuticas y supervisar. Quizás, la habilidad más necesaria sea la de ser un buen maestro, es decir, ser
capaz de impartir conocimientos, además de tener métodos o la confianza para comprender la conducta de
los damnificados y sus necesidades.

A fin de lograr los objetivos de instrucción, los consultores de salud mental deben confeccionar programas a
corto y largo plazo para profesionales y voluntarios. En el periodo que sigue a una catástrofe, los
trabajadores de salud mental y de socorro requieren una orientación rápida y flexible justo después del
desastre. Tiempo después, se debe elaborar un programa mejor planificado de apoyo e instrucción continuos
a los profesionales y voluntarios del programa. El contenido de la instrucción variará según la experiencia, las
necesidades concretas y los antecedentes educativos de los que la reciban.

La necesidad primordial de instrucción consiste en la adquisición de conocimientos y la comprensión de las


reacciones de los damnificados después de un desastre. Al analizar las fases cronológicas del mismo
(preimpacto, impacto y posimpacto), los participantes examinan los tipos de problemas médicos y
emocionales que pueden padecer los damnificados en cada fase. La instrucción sobre los conceptos de
estrés, pérdida y duelo, sistemas de apoyo social y emocional, así como resolución de crisis y adaptación son
decisivos para adquirir competencia para solucionar las consecuencias de los desastres.

ENSEÑANZA AL PÚBLICO

Ésta debe comenzar inmediatamente después del desastre y se debe continuar hasta que termine el
proyecto. El énfasis de dicha enseñanza varía con el tiempo. Los objetivos de una campaña de enseñanza al
público relacionada con la atención a los damnificados son:

• Obtener apoyo generalizado para el programa.


• Reconstruir la comunidad.
• Dar a conocer los servicios disponibles.
• Informar a la comunidad acerca de las actividades y el progreso del programa.

La aprobación y el apoyo de la comunidad son necesarios para la planificación y puesta en práctica eficaces
de un programa para damnificados. Además, cuando se inicia un programa, es indispensable difundir
información acerca de sus actividades y el sitio en que tienen lugar. Este tipo de información puede asumir
diversas formas: orientar al público y a los damnificados sobre el hecho de que ciertos síntomas físicos y
emocionales son reacciones normales al estrés después de una catástrofe, y señalar que, si una víctima
necesita ayuda, puede llamar a los programas y pedirla al personal.

Intervención y orientación en crisis para damnificados

Orientación en crisis Técnica de intervención que restaura la capacidad de los damnificados para manejar
y resolver las situaciones estresantes en que se encuentran y les ayuda a reordenar y
reorganizar su mundo. Enseñanzas acerca de las emociones abrumadoras que
producen las situaciones de estrés después de los desastres, a fin de ayudar a los
damnificados a recuperar la confianza en su propia capacidad y la esperanza.
OBJETIVOS DE BÚSQUEDA Y ASISTENCIA INMEDIATA

• Aporte de enseñanzas e información acerca de los recursos disponibles para que reorganicen sus vidas.

• Ayuda en la identificación de sentimientos ambivalentes, aceptación de necesidades, solicitud de ayuda y


aprobación del apoyo de consejeros.

• Ayuda con asignación de prioridades a las necesidades, obtención de recursos y aumento de la capacidad
personal para resolver las prioridades concretas que se identifiquen.

40
• Oportunidad de participar y sentirse parte del grupo.

• Suministro de un método estructurado para percibir determinados problemas, observaciones de sí mismos,


conducta y emociones intensas mediante la ayuda para comprender, definir y ordenar los acontecimientos
del mundo, considerado éste en su sentido más amplio.

El método de búsqueda y asistencia inmediata puede ser el comienzo para relacionarse con la intervención
de salud mental. En dichas situaciones, búsqueda y asistencia inmediata pueden seguirse por orientación en
crisis.

El objetivo de la intervención psicológica después del desastre es aliviar la aflicción emocional o la


desorganización cognoscitiva del damnificado, o ambas, además de ofrecer experiencias correctivas y
suministrar información apropiada. El orientador en crisis puede ayudar a los damnificados a interpretar las
emociones abrumadoras que experimentan, a fin de que comprendan la naturaleza reactiva de sus
sentimientos, para que recuperen la confianza en su propia capacidad y la esperanza.

Los elementos específicos de la intervención en crisis, así como búsqueda y asistencia inmediata son:

• Reorientación y adaptación al periodo de transición social.


• Evaluación de la red de apoyo.
• Determinación del funcionamiento cognoscitivo y emocional, nivel de ansiedad, reacciones
depresivas, temor e ira.

Durante la primera fase de intervención después del desastre, la actividad principal es el proceso de
búsqueda activa de víctimas. Esta técnica de “primeros auxilios” ayuda a los damnificados a reorientarse y
adaptarse a su nueva realidad transitoria. El método de búsqueda y asistencia inmediata es el primer paso
indispensable para que un damnificado empiece a resolver la sensación de agobio por los sucesos del
desastre.

Si bien los damnificados necesitan ayuda para enfrentar la realidad y decidir qué es lo que ha sucedido, lo
que está pasando, y lo que acontecerá en el futuro, hay que tener mucha cautela para no debilitar las
defensas psicológicas que empleen. Estos mecanismos de defensa, que le dan al damnificado una sensación
personal de que conserva el control, consisten en negar la gravedad de una lesión, pérdida o trauma, y cierta
incertidumbre con respecto al evento catastrófico.

Asimismo, aunque las expresiones de conmiseración ayudan, no hay que reforzar o recompensar el papel de
víctima. Hay que promover y movilizar las partes más sanas de la personalidad del damnificado para mejorar
su capacidad de “resistir” por el momento.

Es menester evaluar las reacciones emocionales del damnificado para decidir qué atención se ha de prestar
a la situación y evaluar los niveles de ansiedad, depresión, temor e ira. Hay que movilizar todos los recursos
del sistema de apoyo y las responsabilidades de la vida cotidiana pueden repartirse entre los miembros de la
familia.

El mismo consejero en crisis debe buscar un equilibrio entre descanso y trabajo. Además, deben promover
redes para mejorar sus propios sistemas de apoyo y prevenir el “agotamiento”. Los consejeros en crisis
siempre deben tratar de facilitar la expresión y la comprensión de las emociones dolorosas que forman parte
de todas las fases de recuperación.

El entorno donde los damnificados están físicamente ubicados es una variable importante que afectará la
elección de la intervención psicológica. La rapidez con que entran y salen grandes grupos de damnificados
en los albergues y los pocos trabajadores adiestrados en la atención en crisis, hace importante que los
trabajadores comprendan las repercusiones de su interacción. Esta situación transitoria debe, por
consiguiente, moldear el tipo de intervención que se utilice.

METAS Y OBJETIVOS DE LA ORIENTACIÓN EN CRISIS

Fomentar el dominio de la conducta de resolución de crisis obliga al consejero de salud mental a promover la
acción dirigida a las “incógnitas” producidas por el cambio de ambiente. Las medidas apropiadas consisten
en ayudar a los damnificados a seguir los procedimientos del albergue temporal, a esperar noticias sobre los

41
acontecimientos después del desastre o a enfrentar la falta de información sobre el paradero de otros
miembros de la familia.

Además, el consejero de salud mental puede proporcionar orientación al damnificado acerca de dónde
concentrar sus esfuerzos. Es fundamental comunicarle que puede albergar una esperanza y transmitirle una
actitud de interés y confianza en las probabilidades de un desenlace satisfactorio.

A continuación figuran los objetivos concretos de la intervención en crisis:

• Identificar los problemas generados por el desastre y las dificultades que plantea la
necesidad del cambio.

Ejemplo:

Ayudar a los damnificados a adaptarse a la posibilidad de que no puedan volver a su casa y


tengan que pasar mucho tiempo en un refugio de urgencia.

• Hacer una lista de opciones y estrategias encaminadas a la acción.

Ejemplo:

Explicar a los damnificados que en unos días se les proporcionará una lista de opciones de
procedimientos para obtener recursos y de las alternativas para solucionar su situación vital.

• Elaborar un árbol de decisiones y los pasos para llevarlas a cabo.

Ejemplo:

Elegir a una persona para que ayude de manera permanente a los damnificados, o introducir
un equipo de trabajadores de socorro que esté a disposición de las víctimas.

• Poner en operación las opciones.

Ejemplo:

Explicar las múltiples operaciones del refugio a los damnificados y “mostrarles” cómo
funciona cada una.

• Adoptar medidas para resolver los problemas de los damnificados y conocer su reacción
con respecto al desenlace y las consecuencias.

Ejemplo:

42
Conversar con los damnificados acerca de los problemas que enfrentarán cuando
abandonen el refugio y preguntarles cuál es su reacción.

GUÍAS PARA LA INTERVENCIÓN

Evaluar las necesidades de salud mental de los damnificados en un entorno de asistencia posterior al
desastre puede ser un asunto complejo. El ambiente es sombrío, el tiempo es corto y no se tiene acceso a
los métodos de actividades comunes. En medio de esta confusión, los trabajadores en crisis necesitan
evaluar el estado o condición mental y emocional de los damnificados y decidir cómo se afectarán sus
capacidades para tratar de resolver sus problemas inmediatos y si es necesario de remitirlos para que
obtengan ayuda profesional.

El consejero debe considerar pautas que lo ayuden a tomar decisiones acerca del tipo y nivel apropiados de
actividad que pueden realizar los damnificados. Por otra parte, las intervenciones deben programarse en
función de las posibilidades de que sean inmediatas o se retrasen, además de que dependen del estado
emocional de los damnificados y la dotación del personal de urgencia.

A fin de evaluar el funcionamiento del individuo, el consejero en crisis debe investigar los siguientes factores
de riesgo que dan indicios de las reacciones emocionales:

• Madurez psicosocial o inmadurez en la personalidad del damnificado.

• Función que cumple el estrés con respecto a las perspectivas sociales de desempeño,
ajuicio de los damnificados y de otras personas que vivan con ellos, dentro o fuera del
refugio temporal.

• Estrés ambiental persistente con respecto a las condiciones sociales y físicas, incluidas
intervenciones tales de tipo médico, el reasentamiento, falta de intimidad.

• Crisis accidentales en la vida del damnificado, antes o después del desastre, que lo afecten
a él o a sus seres queridos.

PRINCIPIOS EN QUE SE BASA LA INTERVENCIÓN EN CRISIS

Es necesario preparar al damnificado para la orientación e intervención en crisis después del desastre. El
consejero de salud mental lo logra a través de la información que precisa para planear la intervención, al
demostrar su capacidad y credibilidad, al describir el plan de intervención psicosocial y al obtener la
cooperación del damnificado en el plan.

El consejero debe analizar las actitudes y expectativas del damnificado acerca de la intervención, para
después pasar a la etapa de colaboración. Con base en este análisis, el consejero en crisis formula de
manera tentativa el problema, el plan de acción o ambos.

Los consejeros en crisis deben familiarizarse con diversos modelos y elegir la combinación más apropiada
según las características del problema. Los objetivos son aliviar la aflicción emocional o la desorganización
cognoscitiva, o ambas, así como señalar experiencias e información correctivas al damnificado.

Es de suponer que los damnificados son capaces de resolver sus propios problemas después de que se les
ayuda a identificar las barreras para las soluciones o a reorientar su conducta hacia la exploración de
soluciones nuevas. En un inicio, los damnificados pueden traspasar la dependencia del consejero como un
mecanismo para obtener su confianza. Por lo general, se debe aconsejar con cuidado, aunque esto no
impide que se informe a los damnificados acerca de los asuntos pertinentes con respecto a los cuales no
tengan información o que estén equivocados con el fin de que solucionen mejor sus problemas.

La comunicación en la entrevista inicial suele ser difícil, ya que muchas veces los damnificados manifiestan
maneras distorsionadas de comunicarse, a causa de su intensa angustia y su desorganización cognoscitiva.
También es frecuente que se pongan a la defensiva. Para que el consejero tenga éxito en el establecimiento
de una comunicación irrestricta, depende de su capacidad general para lograr que el damnificado confíe en
éste y en sí mismo.

43
Los damnificados necesitan ayuda para resolver la crisis actual, provocada por el desastre. Hablar del “aquí y
ahora” sirve para establecer una relación, para que el consejero proporcione retroalimentación u opciones
para la solución de problemas, y ayuda a que el damnificado analice formas realistas de avanzar hacia la
solución de los mismos.

En otras ocasiones ciertos análisis de los métodos de solución de problemas empleados por el damnificado
pueden servir para comprender la manera en que enfrentará la situación actual. El significado y simbolismo
que incluyen las respuestas psicofísiológicas de la persona a los acontecimientos presentes, dependen en
gran parte de las experiencias anteriores. Por consiguiente, el recuerdo parcial del pasado puede ayudar a
comprender la manera en que la víctima percibe los problemas que enfrenta y las opciones aceptables en
función de su propio sistema de valores. La interpretación que vincula emociones o conductas que los
damnificados no relacionaban entre sí, suele ser terapéutica. Esto permite que las personas encuentren un
sentido a emociones que no estaban claras al ponerlas en perspectiva, y aumenta su sensación de dominio y
control.

Es indispensable reforzar las acciones positivas y recordar a los damnificados sus aptitudes y habilidades
personales en la solución de problemas. Es importante concentrarse en las aptitudes personales que estén
funcionando de manera satisfactoria y no sólo en las deficiencias o maneras patológicas de resolver sus
problemas.

La finalidad de la intervención es producir un cambio en la capacidad del damnificado para solucionar


problemas, la cual se ha debilitado a raíz de las condiciones desastrosas. De manera específica, el estado
mental de los damnificados se caracteriza por las siguientes manifestaciones:

• Expresan sentimientos de disminución de la confianza en sí mismos y no pueden recordar


su capacidad pasada para superar los episodios traumáticos. Se sienten abrumados por las
circunstancias externas posteriores al desastre, además de sus propios sentimientos y
pensamientos confusos, los cuales surgen como reacción frente al mundo nuevo,
desagradable y poco familiar.

• Creen que el fracaso será el resultado de todas sus experiencias traumáticas y de crisis, lo
que sirve para fortalecer sus sentimientos de culpa y vergüenza como parte de la regresión
adaptativa.

• Tienen resentimiento porque otras personas en quienes confiaban parecen no ayudarles o


no están dispuestas a ello. La conducta de respuesta de dichas personas, entre las que se
cuenta el personal multidisciplinario, puede causar auténticamente irritación, en virtud de sus
expectativas con respecto a que los damnificados expresen agradecimiento, en vez de que
sientan que tienen derecho a los servicios. La propia fatiga y frustración del consejero en
crisis añade a menudo un círculo vicioso entre los damnificados, sus familiares y los
trabajadores.

• Dependen cada vez más de otras personas por falta de una retroalimentación que evite
disminuir su autoestima. Esto crea un distanciamiento cada vez mayor entre el damnificado y
los sistemas de apoyo potencial.

• Pierden la fe en los valores de grupo y en opiniones que sostenían o en sus compañeros, lo


que, en el pasado, les daba una sensación de seguridad y significado en el mundo. Los
damnificados necesitan ayudar para restablecer y reordenar su fe.

El objetivo principal de la intervención en crisis es ayudar a que los damnificados adquieran una sensación
interna de orden y perspectiva, de modo que puedan organizar su propio ambiente conforme reciben ayuda
para procesar las emociones dolorosas e intensas que acompañan al periodo posterior al desastre. Otro
objetivo es ayudar a los damnificados a buscar, adquirir y aprovechar los recursos de los organismos de
asistencia para la recuperación para que los ayuden a reordenar su mundo y durante el proceso se sientan
cómodos, seguros y con confianza en sí mismos.

TIPOS DE INTERVENCIÓN SEGÚN LAS FASES POSTERIORES AL DESASTRE

Primera fase: Actividades triage, debriefing y primeros auxilios

44
El objetivo primordial de la primera fase es reducir el estrés. Las urgencias psicológicas requieren evaluación
inmediata y rápida de la conducta de la persona. Los datos de que se dispone para tomar decisiones son
mínimos, además de que el tiempo y la energía humana son limitados. Las habilidades y conocimientos que
se necesitan para tratar múltiples problemas pueden parecer abrumadores.

La situación de urgencia no sólo exige una nueva función del trabajador en crisis, sino que implica también
ciertos tipos de intervención que pueden clasificarse con el concepto de selección o triage.

Las operaciones de selección en casos de desastre son los procedimientos que utilizan los miembros del
equipo y otros trabajadores en crisis para evaluar la conducta, calibrar el grado y nivel de la crisis, así como
para suministrar información. Estos conocimientos se transmiten al equipo asistencial para que planifiquen la
ayuda, de modo que puedan aliviar la situación inmediata y las reacciones psicofisiológicas de los
damnificados, dejándolos ventilar sus sentimientos y compartir sus experiencias.

Inmediatamente después del desastre, los damnificados pueden estar desorganizados emocionalmente
durante un lapso transitorio. La desorganización cognoscitiva afectará la atención y concentración, el nivel de
interés y participación, la capacidad para dejar de obsesionarse con la catástrofe, la capacidad de
aprendizaje para absorber la información que proporciona el personal y recordar las aptitudes disponibles
para solucionar los problemas. El objetivo terapéutico debe ser ayudar a que los damnificados reduzcan al
mínimo los efectos de la desorganización y reforzar su dominio cognoscitivo. Deben ponerse en práctica
procedimientos para que las víctimas se sientan más competentes y sigan siendo conscientes mediante el
relato de sus historias y la validación de su sufrimiento.

Estas son las esferas de ayuda psicológica que sirven para manejar la desorganización cognoscitiva:

• Ayudar a los damnificados mediante el reforzamiento de su nuevo mundo social, por


ejemplo, al demostrar la forma de programar el tiempo y planear el espacio y al reconocer la
organización práctica de su vida diaria.

• Fortalecer la conciencia de que las reacciones sociales de la persona son apropiadas y


enseñarle las reacciones normales después de un trauma. Muchos damnificados creen que
“se están volviendo locos” porque observan los cambios en su conducta social.

• Ayudar a que los damnificados identifiquen las relaciones causales realistas entre los
acontecimientos y las reacciones y discutirlas de manera individual o en grupos (éste es uno
de los objetivos del método de debriefing, diseñado por primera vez para todo el país,
después del huracán Mitch en Honduras en 1998, conformado por un componente educativo
y por compartir reacciones emocionales traumáticas).

Con respecto al manejo de la desorganización emocional, el consejero de salud mental debe ser capaz de
evaluar con rapidez el tipo y las cualidades del efecto predominante, por medio de la interacción social con
los damnificados. Los principales efectos que se advierten en la fase inicial son tristeza, temor e ira, los
cuales se manifiestan en múltiples formas y con intensidad muy variable. Algunas veces, su expresión es
intensa, mientras que otras se reprimen y su expresión es defensiva, como por ejemplo, compostura fingida,
calma y dependencia pasiva.

Durante la etapa de selección y primeros auxilios, el trabajador no debe tratar de modificar estas conductas
defensivas. Constituyen una especie de recuperación psicológica inicial, la cual conserva el funcionamiento
de la personalidad durante la fase aguda. Aunque estas conductas encubren las emociones, el trabajador no
debe alterar la expresión de las emociones encubiertas hasta que llegue el momento y el sitio adecuados,
cuando éste pueda permanecer con la víctima para velar por que se dé un proceso de recuperación de cierta
estabilidad emocional.

Entre los objetivos de la intervención con damnificados albergados en refugios figuraría ayudarles a
conseguir su comodidad física, una organización cognoscitiva creciente y una especie de control emocional.
Esto sirve para disminuir su sensación de impotencia, su conducta indecisa o regresiva y su convicción de
que son incapaces de resolver problemas. Con ello, mejora su confianza en su capacidad personal, su
autoestima, su flexibilidad para considerar soluciones alternativas y su capacidad para tolerar la confusión y
la información contradictoria, las cuales son características de esta primera fase de atención.

45
Con el paso de los días, los consejeros de salud mental que intervienen en las crisis deben definir prioridades
para la acción, como ayudar a mejorar la orientación de las víctimas, reforzar su enfrentamiento con la
realidad y ampliar sus sistemas de apoyo. También deben surgir en los refugios otros sistemas de apoyo de
facto en el grupo de damnificados.

La gran variedad de recursos disponibles debe organizarse de manera que se satisfagan las necesidades
concretas de los damnificados, sean materiales o psicológicas. El personal de intervención en crisis puede
movilizar la ayuda idónea al observar la forma en que se conducen los damnificados o el trato que reciben.
Esto requiere un tipo especial de técnica que le permite al trabajador enterarse directa y personalmente a
través de los damnificados de lo que perciben como necesidades inmediatas. El trabajador luego puede
colaborar con personal de otros organismos y movilizar recursos para que los damnificados se sientan
atendidos, en vez de desesperados, impotentes y desvalidos.

Segunda y tercera fases

En la medida en que se reubica a los damnificados de los refugios a vivienda temporal y después a sus
hogares reconstruidos, surge una etapa nueva de duelo y crisis. Esto requiere un repertorio creciente de
actividades de intervención de salud mental, que incluyen la intervención en crisis con el objetivo de lograr la
resolución de la misma, y ayudar con las reacciones depresivas que surgen como respuesta al “segundo
desastre”.

Las actividades terapéuticas pueden ayudar a lograr algunos de los siguientes objetivos al apoyar a los
damnificados:

• Impartir enseñanza y suministrar información acerca de la ayuda disponible.

• Ayudar a identificar los sentimientos ambivalentes relacionados con el reconocimiento de


las necesidades y la solicitud y aceptación del apoyo de los trabajadores.

• Ayudar a interactuar en el plano cognoscitivo, al asignar prioridades a las necesidades,


aceptar consejos acerca de cómo obtener información y aumentar la capacidad de adaptarse
a la desarticulación de sus vidas.

• Proveer un método estructurado para percibir determinados problemas, observaciones que


hagan los propios damnificados, pautas de conducta y emociones intensas mediante la
ayuda para comprender, definir y ordenar los acontecimientos del nuevo mundo.

Una vez que se logran estos objetivos, es posible separar cada problema y hacer sugerencias para
resolverlos. Al mismo tiempo, se ponen en perspectiva diversas esferas de la realidad cognoscitiva,
emocional, conductual y social como un primer paso para comprender lo que sucede.

Todas estas actividades son preparatorias para otras ulteriores. Si los damnificados necesitan y aceptan la
ayuda que les brinda el orientador en crisis y situaciones de urgencia, se encaminan de manera natural a los
métodos ahora aceptados de terapia y asistencia en crisis durante varias semanas. Si es preciso, se les
remite a otro grupo de salud mental.

REACCIONES FRENTE A LOS ANIVERSARIOS

Las familias informan que al cumplirse otro año de la fecha del desastre vuelven a surgir recuerdos
relacionados con sus emociones. En general, los medios de comunicación refuerzan estos recuerdos al
publicar las imágenes del evento. La aflicción puede oscilar desde revivir el trauma hasta evocar el duelo no
resuelto. Para los damnificados que han sufrido pérdidas significativas, el duelo sigue en curso un año
después. Para aquellos damnificados que se enfrentaron a situaciones anormales después del desastre, el
aniversario también puede proporcionarle la oportunidad de continuar la recuperación.

PLANIFICACIÓN PREVENTIVA DE LAS REACCIONES FRENTE A LOS ANIVERSARIOS

Los consejeros en crisis deben estar preparados y prever un aumento de las solicitudes telefónicas de ayuda
para obtener orientación adicional. Muchos damnificados descubrirán que la orientación telefónica y el apoyo
para identificar sus emociones como reacciones sanas era todo lo que necesitaban. Otros requerirán mayor

46
asistencia y remisión.

El día del primer aniversario del desastre, es posible que los trabajadores mismos se estén preparando para
volver a casa de sus familiares, por lo que es posible que les resulte difícil separar sus propios sentimientos
de las reacciones de los damnificados. Los trabajadores necesitarán apoyo de colegas con más experiencia y
de sus supervisores.

Al considerar el contenido de las pautas anteriores, el programa de intervención de salud mental puede
organizarse en dos campos principales de actividades asistenciales. El primero es la intervención directa,
cara a cara, con las familias que se albergaron en los refugios durante la etapa aguda de la urgencia. Al
guiarse por los conocimientos de las fases cronológicas y la manifestación secuencial de los fenómenos de
las crisis, el consejero puede identificar y organizar varios métodos destinados a ayudar a los niños y a sus
familias durante las fases del aniversario de la crisis, la resolución y adaptación. El segundo campo se centra
en las actividades en la comunidad, puesto que las familias se reinstalan en una vivienda temporal o
permanente, lo que puede significar un cambio total de vecindario o redes de apoyo de otras personas. En
esta situación cambian las fases de resolución de la crisis y habrá que recurrir a diferentes procedimientos de
intervención en crisis, así como a individuos y a organizaciones de apoyo a las comunidades.

El objetivo de la asistencia en salud mental para familias durante el periodo de aniversario es el uso eficaz de
intervenciones que: 1) restauren la capacidad del niño al nivel de funcionamiento propio de su etapa de
desarrollo y lo ayuden a manejar la situación de estrés en qué se encuentra él mismo y 2) ayuden a la familia
a reorganizar su mundo para que pueda brindar un apoyo adecuado de crianza al niño.

La consulta con organismos de atención infantil que les ayuden a prever las dificultades cerca del aniversario,
ofrece oportunidades amplias de asistir a las familias y a los niños traumados por un desastre. Los
empleados de las escuelas son colaboradores importantes que ayudan a los niños a resolver la crisis a largo
plazo en la etapa posterior al desastre.

BIBLIOGRAFÍA

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Capítulo 5. Poblaciones con necesidades especiales


RESUMEN DEL CAPÍTULO

Descripción: Identificación de las reacciones características de las


poblaciones con necesidades especiales afectadas por un
desastre.
Finalidad: Describir las intervenciones necesarias para ayudar a las
poblaciones con necesidades especiales.
Contenido: • Características de diferentes poblaciones y sus
necesidades:
− Niños
− Ancianos
− Personas con enfermedades mentales
− Personas con infección por VIH/SIDA
− Personas con problemas de abuso de sustancias
− Personas que cuidan a otros y trabajadores de socorro
• Identificación y descripción del agotamiento.
Objetivos didácticos: • Identificar y describir las reacciones características de las
poblaciones con necesidades especiales afectadas por un
desastre.
• Describir las operaciones necesarias para ayudar a las
poblaciones en riesgo.

48
Niños

Un desastre produce diversas reacciones en los niños, diferentes en cada uno según un grupo de variables.
El tipo, grado y proximidad del impacto del desastre en un niño de una familia que vive en una zona
geográfica determinada, tienen que comprenderse desde el punto de vista de la psicología infantil y la
perspectiva de respuesta ante el desastre.

Los siguientes conceptos son útiles para comprender las reacciones de un niño frente a un desastre:

• Etapa del desarrollo.


• Género, grupo étnico y nivel económico.
• Estilo de resolución de crisis habitual.
• Intensidad del impacto.
• Disponibilidad de sistema de apoyo e “idoneidad” para las necesidades del niño.
• Grado de desarticulación.
• Acceso al socorro y a la asistencia comunitaria para las víctimas.

Con base en estos conceptos, el programa de intervención de salud mental para damnificados se puede
organizarse en dos campos principales de actividad. El primero es la búsqueda de víctimas, la intervención
cara a cara durante la misma o con familias albergadas en los refugios durante la etapa aguda de la
urgencia. El segundo comienza cuando se reubica a las familias en viviendas temporales o permanentes, lo
que puede significar un cambio completo de vecindarios o redes de apoyo por parte de otras personas. De
manera simultánea, cambian las fases de la resolución en crisis, las cuales requerirán diferentes
procedimientos terapéuticos.

El objetivo de la intervención de salud mental para damnificados es restaurar la capacidad del niño al nivel de
funcionamiento propio de su etapa de desarrollo y ayudarlo a manejar la situación de estrés en que se
encuentra. El trabajador también ayuda a los miembros de la familia a reorganizar su mundo para que
puedan brindar un apoyo adecuado al niño.

La consulta con organismos de atención infantil ofrece oportunidades amplias de ayudar a los niños
traumados por un desastre. Los empleados de las escuelas son colaboradores importantes que ayudan a los
niños a resolver la crisis a largo plazo, durante la etapa posterior al desastre.

TRAUMA PSÍQUICO PRODUCIDO POR UN EVENTO CATASTRÓFICO

A continuación se tratan aspectos clave, que son los elementos esenciales para ayudar a un niño a resolver
la crisis por un desastre.

• Las reacciones del niño varían según la etapa de desarrollo de los sistemas cognoscitivos, afectivos y de la
conducta social.

• Los fenómenos reactivos observados después de un evento catastrófico son reacciones de los sistemas
biopsicosociales y los primeros intentos de adaptación a la desorganización de éstos.

• La conducta de la familia y la sociedad hacia un niño ejerce una influencia intensa que puede facilitar u
obstaculizar el proceso de resolución del trauma. La dependencia del niño en la familia para recibir
orientación cognoscitiva y apoyo socioemocional se ve afectada por la etapa de desarrollo, los conflictos
psicosexuales y la psicopatología preexistente.

• El proceso de duelo acompaña a cualquier trauma psíquico catastrófico a raíz de la pérdida de la


configuración corporal, los lazos interpersonales, la visión del mundo y la familiaridad, así como la ilusión y la
confianza.

• La depresión reactiva como síndrome clínico es distinta de la expresión del trauma psíquico y de la
resolución eficaz o ineficaz del duelo.

Las prácticas de intervención actual con niños abarcan los tres elementos que figuran a continuación.

49
1. La oportunidad de que el niño esté expuesto a los elementos aterradores de un desastre
en un ambiente sin amenazas.

Ejemplo:

Actividades como hacer dibujos, compartir historias y los temas de desastre


en el juego permiten a los niños “revivir” y adaptarse a éste.

2. El desarrollo de mecanismos de adaptación a situaciones que siguen siendo difíciles.

Ejemplo:

La adaptación a nuevos entornos ayudan a los niños a adaptarse a la


pérdida de su casa.

3. El acceso a relaciones sociales de apoyo.

Ejemplo:

El apoyo a los padres en la crianza de sus hijos ayuda a que éstos se


adapten cuando el desastre no ha afectado la capacidad del padre o la
madre para resolver los problemas.

Variables clave que influyen en las reacciones de los niños damnificados

• Velocidad del inicio.


• Duración del trauma.
• Probabilidad de que vuelva a suceder.
• Grado de amenaza a la vida.
• Grado de exposición a la muerte, el fallecimiento y la destrucción.
• Proporción de la familia afectada.
• Función de la persona que cuida al niño en el trauma.
• Grado de desplazamiento en la continuidad del hogar.
• Separación de la familia nuclear.
• Reavivamiento de las ansiedades de la niñez.
• Ansiedad comunicada entre padres e hijos.
• Perspectivas culturales.
MODELO DE ATENCIÓN DE DAMNIFICADOS PARA ORIENTAR A LOS NIÑOS

Un modelo de atención de damnificados para niños puede requerir asistencia adicional y debe incluir un
servicio de diagnóstico y tratamiento para aquellos niños y sus familias que reconocen que necesitan ayuda y
acuden a orientación psicológica. El modelo también debe proporcionar servicios especiales de consulta para
los organismos de servicios sociales que trabajan en el programa de damnificados, con conexiones directas
entre los equipos de orientación psicológica y los organismos. De esta manera, se remiten los casos con
problemas especiales para discutir y solucionarlos, a fin de ayudar a los organismos de servicios sociales a
obtener recursos para la familia y el niño.

Objetivos de la orientación con niños damnificados

• Ayudar al niño a adquirir una sensación interna de perspectiva, de modo que pueda organizar su propio
ambiente.

50
• Colaborar en el proceso de recuperación que consiste en compartir las emociones dolorosas provocadas
por los eventos estresantes, a fin de que el niño ponga los acontecimientos en su debida perspectiva.

• Asistir al niño para acercarse a los miembros de su familia y a los equipos de urgencia para aprovechar los
recursos disponibles que le proporcionen una sensación reconfortante, seguridad y afecto.
El modelo debe incluir un programa de discusiones en grupos regulares de profesionales que asistan a los
niños. El objetivo de estos programas es prestar ayuda a los profesionales para solucionar sus problemas
actuales y aumentar sus aptitudes terapéuticas, de apoyo. Puesto que apoyar a niños huérfanos o separados
de sus padres después de un desastre es un componente nuevo de los sistemas de bienestar social, los
profesionales necesitan ayuda y apoyo en su trato con los pequeños y en su comunicación con los familiares.

A continuación se mencionan los componentes de un modelo para un programa de intervención para niños
traumados.

Establecimiento de la relación y recopilación de información en lo referente al trauma: El trabajador


describe la finalidad y el proceso para ayudar a los niños traumados; luego procede a recabar información
detallada acerca del trauma que sufrieron la familia y el niño.

Evaluación del niño y la familia: El trabajador recopila información acerca de la estructura familiar, las
vivencias del niño durante el desastre, experiencias traumáticas anteriores y la presencia de secuelas o
síntomas de reacciones de estrés postraumático.

Entrevista en relación con el trauma: El trabajador facilita al niño el relato de la experiencia traumática
mediante dibujos o escenificación de papeles, los cuales promueven la atención particular a detalles como
qué vio, escuchó, olió y a quién le atribuye la responsabilidad del evento.

Identificación de los problemas relacionados con la crisis: El trabajador ayuda al niño a identificar
problemas como dificultades relacionadas con pesadillas, reactividad fisiológica o control de impulsos. El
trabajador ayuda a la familia a que identifique otros problemas, como la adaptación a sus propias secuelas
del trauma y a las de su hijo, habilidades de crianza y comunicación familiar.

Métodos de intervención en crisis: Los trabajadores proporcionan terapia de juego a corto plazo, terapia
de actividades, familiar o de grupo, según se requiera, en función de la edad del niño y las necesidades de
las familias después del desastre. Se consulta con otros proveedores de servicios, que incluyen el sistema
escolar, los servicios sociales y los padres sustitutos.

Prevención de recaídas: El trabajador ayuda al niño a adquirir habilidades para adaptarse a las
consecuencias y situaciones posteriores al trauma. Se espera que regresen algunos síntomas, lo que se
considera normal. Se da permiso para volver a recibir intervención, en caso de ser necesario.

Técnicas para apoyar a las familias

• Desarrollar estructuras y redes de soporte.


• Establecer horarios fiables.
• Elegir actividades que eleven la autoestima.
• Fortalecer las relaciones sociales.
• Participar en actividades de grupo.
• Satisfacer las necesidades materiales y personales.
• Promover las relaciones y el apego a los demás.
• Identificar los factores de riesgo.
• Saber cómo reaccionan los niños en casa y escuela.
• Aprovechar la ayuda y los recursos a su alcance.
Efectos directos de un evento catastrófico en un niño
Traumatismo corporal Cambios sensoriales
• Dolor • Visuales
• Excitación del sistema nervioso autónomo • Auditivos
• Aumento de la tensión • Olfatorios
• Pérdida de funciones
Expresiones emocionales Cambios cognoscitivos
• Temor • Lenguaje
• Aflicción • Comunicación

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• Ansiedad
Reacciones traumáticas Desorganización del
• Padres sistema social
• Hermanos • Escuela
• Amigos • Religión
• Familia extensa • Empleo de los padres
• Vivienda
RESPUESTAS DE LOS NIÑOS EN LA FASE REACTIVA AL EVENTO CATASTRÓFICO
Preescolares
Sistemas somáticos Sistema afectivo
• Inmovilización muscular, hiperactividad • Afecto restringido/plano
• Rabietas, movimientos lentos, sin propósito • Aislamiento
• Desorganización de las funciones corporales adquiridas • Respuestas de furor/agresivas
• Signos del sistema nervioso autónomo, vómito, llanto • Temor/preocupación
• Trastornos del sueño/alimentación, palidez cutánea, • Ansioso/suspicaz
hiperventilación
• Mirada fija con pupila dilatada, sobresaltos
Sistema cognoscitivo Sistema de la conducta social
• Recuerdos recurrentes, pensamientos, fantasías sobre el • Evitación, dependencia, pasivo/intenso,
evento vigoroso/impulsivo
• Perturbaciones en el contenido de los sueños • Pérdida parcial del control de esfínteres
• Disminución de la capacidad adquirida, lenguaje • Aumento de la actividad autoerótica
• Cambio visoespacial, concentración • Juego abrupto, destructor
• Descripción distorsionada de fenómenos visuales
Escolares
Sistemas somáticos Sistema afectivo
• Nivel de energía afectado • Labilidad del afecto; ansioso, triste, risa
• Lentitud de movimientos, baja intensidad o rápidos, frenéticos, fácil, “nervioso”
impulsivos • Cautela; temor a arriesgarse o regresar a
• Desorganización del sistema nervioso autónomo; lugares familiares
apetito/sueño/eliminación • Más miedo a competir, perder,
extraviarse
• Sentimientos de más
dependencia/menos independencia
• Más sensibilidad de las reacciones
emocionales ante los estímulos
sensoriales que hacen recordar el evento
traumático
• Proceso inicial de duelo y reacciones a la
pérdida
Sistema cognoscitivo Sistema de la conducta social
• Constricción e hipervigilancia • Juego expresivo obsesivo compulsivo,
• Funciones intelectuales afectadas; torpe, obtuso conversación, curiosidad por el evento y
• Rumiación obsesiva y más distracción que afecta la pérdida de sus consecuencias
la memoria • Reacciones irregulares y caprichosas
• Menos asociaciones que conducen al recuerdo espontáneo de frente a los padres
las características del evento • Alegatos y desobediencia
• Aumento de fantasías acerca de cómo podrían haber cambiado • Control de impulsos deficiente
los hechos, desenlace controlado del incidente • Dificultades para regresar a sus rutinas
• Aparición de problemas de aprendizaje • Cierta pérdida de hábitos, costumbres,
aptitudes

Ancianos

Los ancianos tienen reacciones y necesidades particulares después del desastre. Muchas personas
mayores, en especial aquellas que carecen de recursos o que su capacidad física está disminuida, pierden
los sistemas importantes de apoyo en el vecindario destruido. También pueden tener más problemas para
“navegar” por los canales de ayuda del sistema de urgencia. Esta situación se multiplica si los ancianos son

52
pobres, inmigrantes o trabajadores sin capacidades.

Los problemas particulares de los ancianos que refuerzan las dificultades de adaptación después de un
desastre son:

• La reubicación con miembros de la familia donde la intimidad, el espacio personal y la rutina


diaria son una fuente adicional de estrés.

• Dificultades con los ritmos de sueño y la dependencia de medicamentos para dormir.

• Sensación de desorganización o confusión como resultado de las pérdidas de “señales” en


las actividades diarias.

La reacción de las personas mayores ante un trauma incluirá el efecto de lo que vieron, oyeron, sintieron,
olieron y la repetición de crisis del pasado. Esto último no es sencillamente producto de la regresión o de
reacciones desencadenantes. Es esencialmente un intento normal de fundamentar las reacciones que uno
tiene a lo que es familiar.

PAUTAS PARA AYUDAR A LOS ANCIANOS A ADAPTARSE AL DESASTRE

Al trabajar con ancianos damnificados, los consejeros de salud mental deben concentrarse en el
restablecimiento de la confianza y la dignidad. Las siguientes pautas orientarán a los trabajadores en su labor
de ayudar a los ancianos damnificados a adaptarse a las consecuencias de un desastre:

Reconstruya y reafirme nexos y relaciones: Necesitan cuidados y cercanía física. Deje


que los ancianos se identifiquen con la persona a la que deseen estar apegados; sin
embargo, no dé por sentado que las relaciones familiares son amistosas.

Considere su preocupación por la seguridad: Los ancianos necesitan saber que tienen
opciones al tomar decisiones acerca de su seguridad. La evacuación es un tema sumamente
complejo en un desastre. Los ancianos pueden correr más riesgos en las evacuaciones que
si permanecen en sus hogares.

Hable de la tragedia: Recuerde que tal expresión puede ser hablar de su vida y no del
evento inmediato. No impida que hablen, ya que validar las preocupaciones del pasado es
una parte importante de establecer confianza para prepararse para enfrentar a las
preocupaciones actuales. Los ancianos también responden bien a la música y a las
oportunidades de pintar o crear una obra de arte para comunicar sus reacciones.

Prevea lapsus en la comunicación: Durante las conversaciones puede ser que el anciano
vaya del pasado al presente y viceversa. Los trabajadores pueden confundirse cuando una
persona habla de eventos y relaciones del pasado en función de las realidades del presente.
Es importante recordar que la conversación puede ser enteramente racional y lógica desde el
punto de vista de la persona.

Comprenda que la presión inhibe la memoria: Si una persona mayor olvida un nombre,
lugar, o parte de un acontecimiento, el trabajador debe ser muy precavido y evitar presionarla
para que se acuerde.

Prepárese para la conversación esporádica: Los trabajadores deben estar preparados


para la conversación esporádica de los ancianos acerca del desastre, dedicando lapsos
cortos a concentrarse en determinados elementos de la experiencia traumática.

Proporcione información objetiva: Las personas mayores desean información objetiva,


pero pueden asimilar los hechos sólo poco a poco. A menudo piden que se les repita la
misma información varias veces. A la larga, la integrarán y lograrán controlar mejor el evento
mismo.

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Haga predicciones a corto plazo: Hay que aclarar fechas y lugares particulares de los
acontecimientos. Ayuda al esbozar los eventos en un calendario o reloj para que puedan
seguir más fácilmente el futuro. Los trabajadores deben dedicar tiempo atendiendo las
necesidades básicas en forma detallada, como quién ayudará a la persona mayor, dónde
pasará la noche, dónde conseguirá la ropa y cuáles de sus pertenencias podrá rescatar.

Establezca rutinas rápidamente: Es mejor reiniciar rutinas familiares, de ser posible, ya


que las rutinas se consideran un ancla en la vejez.

Tranquilice al anciano normalizando sus reacciones: El trabajador debe asegurar al


anciano que perder la concentración o la memoria, tener dolencias físicas y depresión, son
reacciones normales frente a la situación anormal después del desastre, que pueden no
tener nada que ver con el proceso de envejecimiento.

Reacciones de los ancianos frente a los eventos traumáticos

• Temor a la muerte
• Necesidad de permanencia
• Reconexión con el pasado y los amigos
• Regresión

− Temporal
− Entra y sale del estado regresivo
− Quizá no tenga amigos o familiares en la
actualidad

• Pérdidas múltiples

− Temor al reasentamiento
− Pérdida del futuro
− Pérdida de los valores pasados

• Necesidad de integrar la pérdida al contexto de la vida


• Desorientación, sensación de aislamiento
• Cierta negación
• Respuesta inmediata de temor, seguida de ira y frustración
• Respuestas fisiológicas

− Trastornos del sueño


− Trastornos del apetito
− Episodios de crisis

Personas con enfermedades mentales

Los cambios históricos en la atención a las personas con enfermedades mentales y a las personas sin
vivienda que habiten en la comunidad ha dado lugar a poblaciones en riesgo que necesitan ayuda especial
después del desastre. Aunque en comparación con la población total son pocos los individuos con estas
necesidades que se alojan en refugios o viviendas dañadas, cada una necesita un manejo eficaz con
diferentes métodos. La mayoría de los damnificados que padecen problemas mentales necesitarán ayuda
adicional a la intervención en crisis.

Los individuos que presentan una variedad de enfermedades mentales mostrarán reacciones diferentes
frente a los múltiples factores de estrés que se presentan después de las consecuencias de un desastre. En
esta situación, se clasifica a estas personas en tres categorías principales:

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Personas que viven en los hospitales de las zonas dañadas: Para estos individuos, los
problemas en la organización de su vida cotidiana consisten en los trastornos por la
interrupción del suministro de electricidad, agua, alimentos, atención médica y personal de
enfermería.

Personas que viven en hogares comunitarios: Estos individuos pueden verse afectados
por la pérdida de sus hogares, la alteración de su medio circundante, o la limitación del
acceso a los medicamentos. La pérdida de un entorno familiar puede agudizar sus
reacciones emocionales, que se expresan por medio de síntomas.

Personas que viven con sus propias familias o familias sustitutas: Estos individuos
también pueden manifestar más síntomas como consecuencia de factores similares a los
que afectan a las personas que viven en hogares comunitarios.

Si se encuentra a estas personas acompañadas de un adulto conocido que los ayude, quizá no sea difícil
hacer una evaluación para el diagnóstico y los medicamentos necesarios. Esto no sucede cuando se
descubre a la persona sola, en cuyo caso los signos de trastornos cognoscitivos, desorientación y serias
dificultades para explicar quiénes son resultan características de una persona que necesita atención especial.
Además, un individuo que no puede tomar medidas sencillas que le pueden salvar la vida, necesitará
supervisión individual. Siempre hay que descartar cualquier traumatismo craneoencefálico no diagnosticado
ocurrido durante el desastre, que pudiera causar síntomas similares.

Los individuos que exhiben una conducta inapropiada dada la situación, deben evaluarse con rapidez. El
trabajador debe pedir una consulta para obtener un diagnóstico diferencial entre estrés agudo y enfermedad
mental, según las tres condiciones siguientes:

Reacciones de estrés Cambios en las funciones cognoscitivas de orientación, memoria, pensamiento y


dificultades para tomar decisiones; cambios en las emociones, labilidad,
embotamiento, aplanamiento; no hay pérdida de la conciencia de la realidad o la
identidad; conducta socialmente aceptable y relaciones pasivas. (continúa)
Reacciones psicóticas Expresiones de ansiedad, afectivas, del pensamiento y la conducta; respuesta
agudas de sometimiento a la urgencia; pasa de la apatía, depresión, expresión de
pensamientos extraños o dificultades para comprender, a la hiperactividad, la
manía, ser poco realista y difícil de controlar.
Efecto de los Los signos pueden asumir las características de muchos síntomas psiquiátricos;
traumatismos un examen neurológico puede mostrar los signos del traumatismo.
craneoencefálicos
Muchas personas con enfermedades mentales dependen de los medicamentos y debe ser una prioridad
obtener información acerca de su régimen. A continuación, debe tratarse de estructurar su horario y alejar a
estas personas de situaciones con estímulos intensos siempre que sea posible. También puede ser útil que
otros damnificados ayuden a estas personas en las actividades básicas de la vida diaria.

Los damnificados en los albergues se congregan de manera repentina y con dificultades en un entorno de
desesperación y poco conocido. Las conductas que exhiben las personas con enfermedades mentales o
problemas de personalidad, a medida que tratan de adaptarse y resolver la crisis, podrían definirse como
“antisociales”, si violan las reglas, no aceptan los horarios, se niegan a tomar su turno para tratar con quienes
ayudan, o como “buscapleitos”, y algunas también roban y mienten. El diagnóstico de estas conductas y la
decisión de cuáles son causadas por la ansiedad y cuáles por trastornos de personalidad puede poner a
prueba las habilidades de los trabajadores. Puesto que el procedimiento diagnóstico debe ser rápido durante
la fase de urgencia, será difícil evaluar las emociones que motivan la conducta antisocial. El mejor método
consiste en fijar límites más estrictos para evitar las perturbaciones por estas conductas.

Los damnificados que actúan de esa forma como consecuencia de la ansiedad, se sentirán aliviados si se les
proporciona estructura y apoyo. Expresarán remordimiento o culpa y verbalizarán algunos de sus temores.
En el caso de los individuos agresivos, egocéntricos y cínicos, los trabajadores necesitan adoptar medidas
más drásticas, por ejemplo, segregar a la persona del grupo, hasta que puedan imponerse otras medidas
individuales.

Salvo en los casos de personas con enfermedades graves, casi ningún individuo con una enfermedad mental
necesitará medidas especiales, aparte de las instrucciones acerca de cómo comportarse en el refugio.
Pueden sentir un gran alivio cuando se les dan explicaciones cuidadosas de lo que ha sucedido y los planes

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que se han hecho para los próximos días. En los casos donde el retraso mental es grave, y se presenta
acompañado de minusvalías físicas, puede ser necesario pedirle a otro damnificado que ayude con la higiene
diaria, la alimentación y las actividades para dormir.

Personas con infección por VIH/SIDA

Los individuos con infección por VIH/SIDA son un desafío especial para quien trabaja con damnificados.
Como consecuencia de los mitos generalizados y la falta de conocimientos acerca de la transmisión del VIH,
los damnificados sienten temor y ansiedad cuando se enteran de que un individuo que es seropositivo al VIH
vive, duerme, o usa los inodoros cerca de ellos en un refugio. Los trabajadores de salud mental pueden
ayudar a educar a los damnificados y otros trabajadores a fin de reducir el temor a la infección.

Depender de personas de diferente preparación para atender damnificados da lugar a una mezcla de valores,
actitudes y diferencias culturales, además de diversos niveles de preparativos para situaciones de urgencia.

En un desastre, existe un fenómeno que consiste en centrarse en algún problema, quizás uno de menor
importancia, que puede proporcionar cierta sensación de control de los damnificados. Los trabajadores
experimentados se sienten más cómodos con la información relacionada con la infección por VIH/SIDA que
los que son nuevos y sin experiencia.

El siguiente es un resumen de conocimientos básicos acerca de la infección por VIH/SIDA que necesitan los
trabajadores en los programas para damnificados:

1. Reconocer que los individuos con la infección por VIH/SIDA son un nuevo grupo en riesgo
en la planificación de la atención para las víctimas de los desastres.

2. Identificar las necesidades médicas, psicosociales y legales únicas de este tipo particular
de damnificados.

3. Organizar en los organismos de socorro en urgencias, líneas claras de responsabilidad


con respecto a las necesidades de los individuos con infección por VIH/SIDA en refugios,
vivienda especializada y hospitales.

4. Planificación en una estructura coordinada, para establecer los vínculos entre las
instituciones médicas y los organismos del gobierno para atender las necesidades de los
damnificados diagnosticados con infección por VIH/SIDA.

5. Incorporar las pautas para la atención de urgencia en la capacitación y los manuales de


urgencia para atender a estos damnificados.

6. Levantar un inventario de recursos existentes y potenciales para resolver los problemas


relacionados con la infección por VIH/SIDA, que incluya la disponibilidad de personal
sanitario y de salud mental; los medios del sistema de salud pública, las prisiones e
instituciones de salud mental, así como los preparativos para casos de desastre de las
organizaciones y redes que existan en la comunidad.

7. Preparar material de capacitación acerca del manejo de desastres para incorporarlo en los
programas de capacitación en la infección por VIH/SIDA de la comunidad.

8. Configurar un proceso del tipo del “modelo de refugios” para solucionar los problemas
diarios de los damnificados que vivan con individuos infectados.

9. Elaborar modelos comunitarios de urgencia que se centren en la preparación previa y los


métodos de prevención en la atención a esta población.

10. Ser consciente de los derechos legales de los individuos con infección por VIH/SIDA.

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11. Consultar con organismos de salud mental y especializados en la infección por VIH/SIDA
con respecto al personal de salud mental médico y no médico, y el personal de salud
especialmente capacitado para trabajar con damnificados.

12. Impartir instrucción especializada sobre la gestión en salud mental durante épocas de
desastre para promover actitudes terapéuticas dirigidas a los damnificados con infección por
VIH/SIDA.

Individuos con problemas de abuso de sustancias

Los individuos que dependen de las drogas o el alcohol plantean problemas de manejo difíciles para los
programas de socorro. En la fase del impacto, las personas adictas a drogas o alcohol manifiestan signos
fisiológicos de la abstinencia cuando no las pueden conseguir. La conducta y el contenido de la comunicación
son indicios de que el usuario de las sustancias es consciente de que no podrá obtener las drogas que
necesita. Debe haber una lista de las manifestaciones psicofísiológicas comúnmente observadas acerca de
la abstinencia de sustancias para que la utilice el personal de socorro.

El esfuerzo que se necesita para ayudar a un individuo que está manifestando síntomas de la abstinencia de
drogas o alcohol dependerá del potencial de muerte y la intensidad del dolor y el malestar. El trabajador
necesita colaborar de manera estrecha con el personal médico para auxiliar en el tratamiento de estos
damnificados. Después de haber controlado la fase aguda, la intervención psicosocial en crisis es el método
de atención recomendado.

SIGNOS DE DROGADICCIÓN Y ABUSO DE DROGAS

Los siguientes signos de abstinencia de drogas pueden preverse en los damnificados que abusan de
sustancias cuando no tienen acceso a las drogas después de un desastre:

• Aprensión o incomodidad vaga y temor de una catástrofe inminente.

• Debilidad muscular evidente incluso con el esfuerzo más leve.

• Temblores bruscos, rítmicos, aleatorios, evidentes durante el movimiento voluntario y el


reposo.

• Psicosis o delirio, o ambos, que se asemejan al delirium tremens (DT); posibles ataques de
angustia agudos.

SIGNOS DE ALCOHOLISMO Y ABUSO DEL ALCOHOL

Los individuos adictos al alcohol mostrarán diversos signos de irritabilidad del sistema nervioso central y
malestar general, pero “sobrevivirán” la etapa aguda del periodo posterior al desastre. Si la conducta y los
signos del sistema nervioso central son disfuncionales, el individuo representará un problema para el
personal administrativo del refugio. En general, estos individuos causan dificultades de manera agresiva
pasiva, en lugar de perturbar activa y agresivamente las áreas de vivienda. Los signos y síntomas de la
abstinencia del alcohol son:

• Los primeros síntomas o los leves (delirium tremens inminente) pueden aparecer en la
primera semana después de la última bebida.

• Se afectan el aparato digestivo, el sistema muscular y el sistema nervioso central.

• Pueden surgir pautas vegetativas (sueño), y psicológicas y conductuales generales.

• Las manifestaciones avanzadas o graves, incluida la aparición de una irritabilidad más


intensa, temblores graves y alucinaciones auditivas graves, pueden ser indicios del delirium

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tremens inminente.

Trabajadores de socorro

Los desastres reúnen a los trabajadores de los servicios de urgencia de diversas disciplinas. Algunos llegan
de inmediato con cometidos claros y de gran prioridad. Otros llegan con diferentes niveles de experiencia
previa y habilidades y se les asigna a puestos de socorro. Los trabajadores de urgencia siempre tratan de ser
útiles y proceden a rescatar heridos, recoger muertos y aplicar los métodos de triage para establecer las
prioridades en materia de intervención. Resisten largas horas de esfuerzo sin pensar mucho en los alimentos
o el reposo. Este grupo de trabajadores plantea un reto desde el punto de vista de la planificación y
operacionalización de un programa de intervención para damnificados.

Cada tipo de trabajador se desempeña en diferentes organizaciones que guardan relaciones mutuas con el
objetivo común de atender a los damnificados. Una vez reclutados para ayudar en determinado sitio, casi no
se identifica o se clasifica la compatibilidad entre el trabajador y la asignación. Esta situación suele producir
conflictos de funciones, ambigüedad y malestar. Los trabajadores tienen por lo general funciones múltiples. A
menudo atienden necesidades diversas, y a veces incompatibles, de los damnificados.

Centrarse en las repercusiones emocionales de estos factores estresantes en los trabajadores de socorro y
en sus reacciones, conducta y sentimientos, guiará los métodos para ayudarlos a realizar su deber. Dichas
reacciones pueden variar desde una adaptación satisfactoria y el crecimiento hasta las secuelas patológicas
y crónicas que vuelven disfuncional a un individuo.

AGOTAMIENTO/QUEMADO

“Agotamiento” es el término que se utiliza para describir los múltiples elementos del tipo de estrés
ocupacional que experimentan los trabajadores de socorro. A la mayoría de ellos no se les enseña a buscar,
identificar y manejar sus propias necesidades físicas y emocionales. A menudo no reconocen que éstas son
normales en estas situaciones muy anormales. No entienden que a menos que las satisfagan de manera
constante, no podrán funcionar de manera uniforme y sensible al prestar apoyo.

Los siguientes factores se han identificado como barreras para el uso de los métodos preventivos para
disminuir el agotamiento:

• Normas profesionales exigentes y perspectivas de alto nivel para uno mismo.

• Renuencia o malestar al hablar de los sentimientos por el temor de mostrarse débil e


inseguro acerca del desempeño de su función.

• Negación o supresión de los sentimientos durante las situaciones difíciles, a fin de funcionar
de manera adecuada.

• Malestar al reconocer y hablar de los sentimientos en cuanto surgen.

• Temor de reconocer la necesidad de ayuda afectará negativamente la evaluación del


desempeño en el trabajo y las oportunidades de promoción.

• Dificultad para juzgar las propias reacciones y desempeño cuando se está abrumado y
afligido.

• Vergüenza ante la conciencia del contraste entre la situación personal y la del damnificado.

Los planificadores de socorro y directores de programas ya disponen de una serie de métodos para prevenir
el agotamiento y ayudar a los trabajadores. Estos métodos ayudan a los trabajadores a adquirir técnicas y
habilidades para manejar el estrés. La importancia del ejercicio, el régimen alimenticio, la relajación y la
recreación ahora se incorporan en las condiciones laborales.

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Hoy en día, en el método de debriefing se hace hincapié en las reacciones emocionales de los trabajadores,
quienes están tratando de manejar las sensaciones internas novedosas que se han acumulado de sus
experiencias dolorosas. Estas intervenciones se hacen en grupos pequeños, imponiendo límites de
confidencialidad y con objetivos específicos.

La estructura del método de debriefing es una secuencia de procesos, entre otros:

• Descripción de las actividades al interactuar con damnificados.

• Identificación y reconocimiento de las reacciones emocionales paradójicas y extrañas del


trabajador.

• Reconocimiento de sentimientos ambivalentes en algunas situaciones.

• Asociación de los sentimientos con trastornos del sueño, apetito, control de impulsos e
irritabilidad.

El “líder” de salud mental resume la discusión, responde a las preguntas y refuerza el mensaje de que las
reacciones de los trabajadores de urgencia son reacciones normales ante situaciones anormales. Otro
método consiste en un sesión organizada después de un incidente especialmente traumático con personas
que hayan participado en estas situaciones y estén manifestando signos de estrés psicofisiológico. La sesión
es confidencial y no se emiten juicios ni críticas.

Condiciones que se presentan en el estrés ocupacional

• Presiones de tiempo.
• Sobrecarga de trabajo.
• Refuerzo positivo mínimo.
• Mucha probabilidad de conflicto.
• Desgaste de energía y atención al damnificado prolongados.
• Incidentes de crisis coincidentes en varios damnificados al mismo tiempo.
• Crisis personal en la vida del trabajador.
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_________________________________________________
Esta obra ha sido publicada por la
Organización Panamericana de la Salud
en coedición con
Editorial El Manual Moderno, S.A. de C.V.,
y se han terminado los trabajos de esta
primera edición el
29 de octubre de 1999 en los talleres de
Programas Educativos, S.A. de C.V.,
Calz. Chabacano núm. 65, Local A,
Col. Asturias, 06850
Empresa certificada por el
Instituto Mexicano de Normalización y Certificación A.C.,
bajo la norma ISO−9002:1994/NMX−CC−004:1995
con el número de registro RSC−048
México, D.F.

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1a. edición, 1999

_________________________________________________

Salud mental para víctimas de desastres


Manual para trabajadores

RAQUEL COHEN

Salud mental para víctimas de desastres. Manual para trabajadores, constituye un compendio notable de los
conocimientos más avanzados en este campo, en un mundo en el que cada vez son más dramáticos los
efectos de los desastres naturales ya sean huracanes, terremotos, erupciones volcánicas, inundaciones, etc.
Destaca aspectos cruciales en el manejo de las distintas víctimas de los desastres, con especial atención a
los más vulnerables, niños, personas de edad avanzada, enfermos por HIV, individuos farmacodependientes
y su interacción con otras víctimas.

Esta obra tiene un formato sencillo y muy accesible, y está dirigida a todas aquellas personas que de alguna
manera se encuentran involucradas en la atención de esta población, así como en las repercusiones
psicosociales y psicofisiológicas a corto y largo plazo de los desastres. Su principal objetivo consiste en
proveer un flujo de ayuda ordenada, inmediata y eficaz, adiestrando a los elementos de salud mental pública
y previniendo de esta forma las secuelas adversas que ya están bien identificadas.

La autora, Dra. Raquel Cohen, es una autoridad reconocida a nivel mundial en el ámbito de las
consecuencias psicológicas y sociales de los desastres y los métodos de intervención; posee una amplia
experiencia en el manejo de las situaciones antes descritas, ha sido requerida por diversos organismos
gubernamentales y no gubernamentales de socorro a damnificados; una de sus últimas participaciones fue la
ayuda a los habitantes de las regiones afectadas por el huracán Mitch en Centroamérica.

Salud mental para víctimas de desastres. Manual para trabajadores, es un instrumento que contribuirá a
disminuir al máximo las consecuencias sociales y psicológicas en todas aquellas personas que se
encuentran afectadas por alguna catástrofe. Además, se complementa con una Guía para instructores
(publicada en esta misma colección) que servirá de ayuda para las personas que deben crear y ejecutar
programas de capacitación y orientación sobre salud mental en casos de desastres.

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