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El corazón de las tinieblas

Joseph Conrad

La Nellie, una pequeña yola de crucero, se inclinó hacia su ancla, sin el menor
aleteo de las velas, y quedó inmóvil. La marea había subido, el viento estaba
casi en calma y, puesto que se dirigía río abajo, lo único que la embarcación
podía hacer era echar el ancla y esperar a que bajara la marea.

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