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El rescate
Todo estaba negro como el carbón y el viento aullaba por el océano enfu recido que creaba olas enormes.
Cappy estaba cansado y perdido, y
pero
mientras la espuma congelada se engrosaba sobre sus alas, lentamente co- menzó a planear hacia abajo, en
dirección a la furia del mar. Finalmente, atravesó las nubes. Al ver las poderosas olas más abajo, con un estallido
desesperado de energía batió sus alas en un intento de mantenerse arriba, fue en vano. Planeó cada vez más cerca
de las olas... y de una muerte segura. De repente, vio un pequeño objeto oscuro que se parecía a un tronco
revolcado en el mar. Era un kayak. Mientras una ola tras otra golpeaba la pequeña embarcación, esta se balanceaba
como un pequeño corcho sobre el humeante mar. Había un esquimal solitario sentado en medio del kayak. Cappy
circunvoló la embarcación que luchaba por mantenerse a flote, hasta que al final, demasiado débil para volar,
aterrizó sobre ella justo enfrente del esquimal.
Las patitas de Cappy intentaron aferrarse de la superficie resbaladiza del kayak, mientras observaba el rostro del
niño esquimal que lo miraba a él también, totalmente sorprendido. El niño estaba cubierto por un pesado abrigo
hecho de intestino de morsa, resistente al agua, y un delantal tam- bién impermeable. Sus manos, desnudas y
enrojecidas, se aferraban fuer- temente del remo de doble pala, hecho a mano. Cappy intentó adherirse a la cubierta
congelada, pero una ola enorme casi lo arrastró. Agitó sus alas

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