LÓGICA MATEMÁTICA

U1 Introducción a la lógica y principios de la semiótica

S1 Historia, clasificación y propósito de la lógica y principios de

semiótica
 S1| Historia, clasificación y propósito de la
lógica y principios de semiótica

ÍNDICE

►Orígenes, historia y desarrollo de la lógica 3

►Clasificación de la lógica 7
● Lógica pragmática o informal 7
● Lógica aristotélica o lógica formal 8
● Lógica proposicional 9
● Lógica simbólica 12
● Propósito de la lógica 17
►Principios de la semiótica 19
● La tradición francesa de Ferdinand de Saussure 20
● La tradición estadounidense de Charles Sander Pierce 21
►Referencias 24
Índice
Orígenes, historia y desarrollo de
la lógica
La lógica se define como una disciplina
teórico-filosófica que estudia los prin-
cipios, métodos y leyes utilizados para
diferenciar el razonamiento correcto del
equivocado, entendiendo que un razo-
namiento correcto se forma cuando las
premisas de un argumento específico
son verdaderas, garantizando que su
conclusión o inferencia también lo sea,
y donde el razonamiento incorrecto es lo
contrario a lo expresado anteriormente
(Irving y Copi, 2013; Aspeitia, 2003).
El objetivo de la lógica se basa en
apoyar a quien razona, a reconocer sus
capacidades innatas de discernir y evaluar
argumentos verdaderos de los que no lo
son, para ello, se utilizan las herramientas
adecuadas que pueden llegar a determi-
narse por sistemas de signos y símbolos
que, finalmente, permiten identificar,
entrenar y desarrollar esas habilidades
del pensamiento agudo involucradas en
el proceso (Irving y Copi, 2013).
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lógica y principios de semiótica
Para llegar a todo lo enunciado ante-
riormente, la lógica ha atravesado todo
un proceso histórico de concepción,
generación y perfeccionamiento de
sus conceptos y definiciones, así como
de sus herramientas. Según Ferreirós
(2010), su historia milenaria podría ser
comparable con ciencias como la astro-
nomía o la geometría, y su nacimiento
oficial podría remontarse a las reflexiones
hechas por filósofos griegos como Aristó-
teles, Parménides, Pitágoras, Heráclito y
los estoicos, alrededor de los años 200
y 350 a.C.
Precisamente, fue Heráclito (540 –
480 a.C.) el primero en utilizar el término
“logos” para referirse a la ley del universo,
sin embargo, entre sus contempo-
ráneos ya se encontraba sobre la mesa.
Los griegos contemporáneos a él con-
cebían el mundo como un todo ordenado
y se rechazaban las relaciones no pro-
porcionales, al tiempo que compartían el
Índice
pensamiento parmenídeo de creer que
el pensar y el ser eran lo mismo, sin lograr
distinguir la relación existente entre lo real
y lo irreal. De este modo, se gestaba una
lógica que podría denominarse como pri-
mitiva, donde su objetivo era buscar las
relaciones del ser real (Pérez, 1954).
En esa búsqueda de las relaciones
reales, asociadas al concepto “logos”,
surge una forma de predicar acerca de las
semejanzas reales y que se conoce como
el problema de la “analogía”, donde, según
Peréz (1954), “toda analogía expresa que
algo ejerce su acción según un ‘logos’, ley
o principio óntico-real”. De acuerdo con
lo anterior, el padre Erardo W. Platzeck
(1954), en el seminario de filosofía de la
Facultad de Filosofía y Letras de la Uni-
versidad de Barcelona, expresa que para
los presocráticos la lógica determina su
base en el principio de identidad, aplicado
al universo como un todo, lo que con-
llevaba a preguntarse si la mente humana
estaba disponible a la verdad. Esto debido
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a que el “logos” humano se consideraba
verdadero si era el reflejo exacto de lo real.
Posterior a estos planteamientos, se
conocen formulaciones enunciadas por
Parménides (530 – 515 a. C.), Heráclito
(540 – 480 a.C.) y Pitágoras (590 – 475 a.
C.) que buscaban resolver los problemas
que iban surgiendo de cada uno de ellos.
No fue hasta la participación de Socrátes
(470 – 399 a. C.) que se intentó unificar
las tendencias existentes, llegando al
punto en que Platón propuso su propia
definición del concepto de lógica bajo la
influencia de las matemáticas y sobre una
socrática de la misma (Pérez, 1954). De
igual manera, sucedió con Aristóteles (384
– 322 a. C.) quién consideró la lógica como
la ciencia de las definiciones y las demos-
traciones, permitiendo considerarla como
parte fundamental de la filosofía (Ferreirós,
2010).
Al realizar una mirada retrospectiva,
sin duda, los griegos fueron los primeros
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Índice
en preguntarse por una relación básica
del universo que subsumiera a todas
las demás, hecho que sentó las bases
para empezar a preocuparse por las
relaciones existentes en el universo y sus
integrantes (Pérez, 1954).
Según Martínez, (1985), conviene con-
siderar que la definición de la lógica puede
contener dos vertientes o líneas crea-
doras: la lógica tradicional (o, en algunos
casos, la llamada ‘lógica clásica’) y la
‘lógica moderna’. Para la primera vertiente,
se sabe que tiene su primera aparición
hacia el siglo IV y que se asocia, principal-
mente, con Aristóteles (para quién la lógica
es una herramienta que ayuda a refinar el
pensamiento).
En su obra describió y clasificó los
silogismos válidos como aquellos que,
efectivamente, se siguen de las premisas;
además, utilizó contraejemplos para
demostrar el concepto de silogismo no
válido. Entendiendo que los silogismos
están compuestos por proposiciones: la
premisa mayor o universal y la premisa
menor o particular, de las cuales, después
de hacer el respectivo análisis, se llega a
una conclusión también conocida como
inferencia (Solís y Torres, 1985).
En esa misma obra, Aristóteles utilizó
variables o letras para representar pro-
posiciones arbitrarias, lo que le permitió
darle forma de principios lógicos a sus
silogismos, lo cual, para Solís y Torres
(1985), se convierte en una de las carac-
terísticas más importantes de su aporte.
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El concepto de silogismo de Aristóteles
puede visualizarse en el siguiente ejemplo:
Premisa 1: todos los niños tienen frío.
Premisa 2: Nicolás es un niño.
Conclusión: Nicolás tiene frío.
Posteriormente, la lógica presentó un
período de estrecha relación con el len-
guaje, al punto que era considerada como
una de las tres ciencias: lógica, retórica y
dialéctica (Ferreirós, 2010). No obstante,
se experimentó una rápida evolución y se
desarrolló durante la Edad Media, donde
se introdujo la concepción de la lógica,
denominada lógica matemática y que
remonta desde el siglo VII con Leibniz
(1684). Como su nombre lo indica, esta
lógica ha mostrado un desarrollo amplia-
mente relacionado con las matemáticas
(Solís y Torres, 1985).
Leibniz es considerado un autor impor-
tante y de gran relevancia en la definición
de la lógica actual o moderna. Esta afir-
mación se encuentra basada en que fue
claramente una anticipación a la lógica
matemática, aun cuando permaneció
inédita hasta principios del nuevo siglo
(Martínez, 1985).
Para Beth (1965), en su obra Mathe-
matical thought: an introduction to the
philosphy of mathematics, el aporte lógico
de Leibniz fue tan relevante que destaca
tres aspectos importantes. El primero
de ellos está enfocado en la construcción
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lógica y principios de semiótica

de un lenguaje científico universal, que posee la capacidad de representar cualquier

argumentación y proceso de formación científico. El segundo está asociado a un cálculo
general del razonamiento, creando así un sistema absolutamente conformado por
formas argumentativas concluyentes; lo que se deriva en la teoría formal de la deducción.
Por último, se destaca la teoría formal de la definición asociada a un sistema relacionado
a formas definitorias.

Leibniz utilizó exitosamente métodos y herramientas matemáticas para la inter-

pretación de la definición de lógica de Aristóteles o, en otras palabras, la silogística
aristotélica; de igual manera, su obra fue ampliamente aprovechada por Gödel al pasar
del razonamiento a cálculos aritméticos (Solís y Torres, 1985).

A partir de ahí, se han sentado las bases para lograr el desarrollo que ha presentado
la lógica hasta la actualidad, donde se incluyen autores como George Boole (1854),
Peano (1893), Cantor (1874), Hilber (1920) y Augustus De Morgan (1847), quienes han
investigado y aportado en el campo del razonamiento relacionado con las matemáticas,
permitiendo analizar la lógica de las inferencias matemáticas (Ferreirós, 2010).

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Índice
Clasificación de la lógica
Después de analizar y comprender
el desarrollo y evolución del concepto
de lógica, es el momento de abordar
algunos tipos de lógica más relevantes y
conocidos. En esta ocasión, se abordará
el concepto de lógica pragmática (o
lógica informal), la lógica aristotélica
(o lógica formal), la lógica proposicional,
la lógica simbólica y, por último, la lógica
combinatoria.
Lógica pragmática
o informal
En 1950 nace una nueva disciplina
nombrada como lógica informal, retórica
contemporánea o pensamiento crítico, en
respuesta a la exclusión del argumento
como herramienta de persuasión racional.
Característica que se presentaba en la
lógica formal o aristotélica, aun cuando en
sus orígenes se incluía el silogismo para
controlar los argumentos científicos y las
demostraciones.
S1| Historia, clasificación y propósito de la
lógica y principios de semiótica
Posteriormente, esta característica se
heredó a la lógica matemática, en donde
escaseaban los análisis de la calidad lógica
de argumentos que eran aplicados a dife-
rentes ámbitos de la vida cotidiana en áreas
que se producían en los lenguajes naturales
y que no podían, ni debían formalizarse;
todo esto para identificar algunas limita-
ciones de la lógica formal (Sánchez, 2006).
Es así como la lógica informal, en
palabras de Sánchez (2006), recobra el
rol de analizar la calidad y la corrección
de un argumento de la vida cotidiana;
dando como resultado el concepto de
lógica informal a la combinación entre
la lógica con el arte de la argumentación
discursiva, en otras palabras, de la com-
binación entre la lógica y la retórica,
buscando así la persuasión racional. No
fue hasta 1970 que se desarrolló la lógica
informal en Estados Unidos y Canadá con
el objetivo de fomentar la resolución de
problemas y el pensamiento crítico.
Para Kahane (1995) y en palabras de
Sánchez (2006) es importante asociar
el arte de convencer o persuadir con
la lógica informal, buscando aprovechar
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lógica y principios de semiótica

la rigurosidad de la lógica matemática y lógica formal, ya que la primera se enfoca

sus herramientas que garantizan la validez
de argumentos deductivos e inductivos.
Por otro lado, es relevante conocer que
en la escuela holandesa de Van Eemeren
y Grootendorst se desarrolló una corriente
diferente para analizar un argumento, y se
trata de utilizar la pragma-dialéctica para
estudiar el aspecto dialógico de la argumen-
tación, con el objetivo de encontrar métodos
que permitan llegar a acuerdos o a resolver
diferencias, más que persuadir racional-
mente (Sánchez, 2006).
Finalmente, Harada (2008) invita a con-
siderar la lógica informal como un campo
filosófico abierto y en pleno desarrollo,
donde se establece que el objeto de estudio
de la lógica informal es diferente al de la
concretamente en los argumentos de la
vida real y los aspectos semánticos, prag-
máticos, retóricos y dialógicos.
Lo anterior, concuerda con lo expresado
por Sánchez (2006), donde la lógica
informal incluye estructuración y reparación
de un argumento, explicitación y valoración
de las premisas e identificación de falacias
como herramientas para llevar a cabo un
análisis crítico de los argumentos de la vida
real en un abanico infinito de escenarios,
lo que conlleva a rechazar que la validez y
aceptabilidad de un argumento formulado
en lenguaje natural, como puede ser el
español, dependa, exclusivamente, de la
forma lógica que posee ese argumento
cuando se traduce a un lenguaje o sistema
lógico (Ahumada et al., 2006).

Lógica aristotélica o lógica formal

La concepción de la lógica formal como idea sienta sus bases desde los pensa-
mientos de Aristóteles en su obra El organon, donde planteaba la silogía aristotélica
como parte del establecimiento de una teoría de las refutaciones. Sin embargo, es bajo la
influencia de los lógicos matemáticos (quienes cuestionaron su obra) que se generaliza,
hacia mediados del siglo XIX, lo que hoy se conoce como lógica matemática o lógica
formal (Peña, 1991). De esta manera, algunos autores relacionan la lógica formal con
la lógica matemática, combinando el desarrollo de trabajos de autores que van desde
Aristóteles hasta Leibniz.

La lógica formal incluye la palabra ‘formal’ en su nombre porque sólo se encuentra

interesada en aquello que se denomina como ‘forma’ a los enunciados que analiza.
Esto puede entenderse en que la lógica formal permite escribir o expresar los pensa-
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mientos a través de la escritura alfabética
convencional o a través de alguna notación
o escritura específica, pero buscando
siempre que se facilite la verdad lógica o
validación de un enunciado y la corrección
lógica de la inferencia o conclusión que de
ahí parte, mediante la identificación o cap-
tación visual (Aspeitia, 2003; Peña, 1991).
A modo de ejemplo, y tal como lo enuncia
Peña (1991) en su obra Rudimentos de
la lógica matemática, si se utilizara una
notación matemática o simbólica para
analizar enunciados, se obtendría como
resultado un saber calculable, que puede
asemejarse con la matemática, y que
permitiría validar un enunciado como ver-
dadero o falso, después de pasar por un
proceso para examinar y definir qué parte
de dichos enunciados pueden ser cata-
logados como verdaderos o falso, según
sea el caso.
Aun así, en algunos casos, y depen-
diendo de la notación simbólica utilizada,
puede considerarse si se dificulta la iden-
tificación visual de la validez lógica de un
enunciado. En respuesta a lo anterior,
surge la lógica matemática desarrollada en
un lenguaje natural, que utiliza escrituras
alfabéticas ordinarias provenientes de una
lengua o idioma específico para demostrar,
a través de la captación visual, la verdad
de los enunciados y sus vínculos referen-
ciales de una manera más sencilla.
Para finalizar, es posible indicar que uno
de los legados más importantes que se
tomaron en la lógica formal de la obra de
Aristóteles, es que fue el pionero en la
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lógica y principios de semiótica
historia de la lógica en utilizar variables,
letras o símbolos con un significado general
para dar forma de principios lógicos a sus
silogismos, lo que posteriormente le per-
mitió representar proposiciones, tal como
se ha venido enunciado a lo largo de la
definición de lógica formal (Solís y Torres,
1985).
Lógica proposicional
Se denomina lógica proposicional al
tipo de lógica donde las proposiciones
o enunciados forman la única categoría
semántica básica (Solís y Torres, 1985).
Es por tanto, el sistema lógico más simple
que se puede encontrar, donde sus cons-
tantes lógicas son según Gamut (2002),
las conectivas y la negación.
Lo que quiere dar a entender que las dos
primeras hacen referencia a las constantes
lógicas que vinculan dos oraciones y, así,
es posible formar una oración compuesta,
para que, finalmente, la constante lógica de
la negación pueda operar sobre una oración
específica. Un ejemplo de proposición puede
entenderse de la siguiente manera:
Todos los hombres son altos:
x=2*3
Lo anterior puede asociarse a identificar
el objetivo de la lógica proposicional, el cual
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lógica y principios de semiótica

se establece como esa rama de la lógica Es decir, se ocupa netamente de conocer

que se encarga de analizar y estudiar las
formas en las que se relacionan propo-
siciones entre sí y, específicamente, la
relación que se genera en un razonamiento
al estar conformado por proposiciones.
Es importante aquí resaltar que no es pro-
pósito de estudio de la lógica proposicional
comprender el contenido de dichas propo-
siciones, ya que esta se enfoca netamente
en sus posibles relaciones (Arnaz, 2010).
Ahora bien, la lógica proposicional
puede estudiarse desde el punto de vista
de la semántica, de lo sintáctico y de lo
algorítmico. La lógica proposicional, vista
desde un enfoque semántico, trata la
semántica desde un punto de vista lógico.
si las proposiciones son verdaderas o no
(Trelles y Rosales, 2002).
Para identificar el valor de verdad de las
proposiciones se hace necesario disponer
de un lenguaje simbólico que, a su vez,
puede tratarse de un lenguaje artificial, y
donde se debe proveer, inicialmente, de
una presentación sintáctica del mismo
para obtener después lo que se quiere
interpretar, todo esto debido a que resulta
más cómodo y sencillo representar pen-
samientos y expresiones por medio de
símbolos. Esos pensamientos se enuncian
mediante proposiciones donde se afirma
algo a través de oraciones declarativas,
que bien pueden ser verdaderas o falsas.

Presentación sintáctica del lenguaje proposicional

Ahora, para formar ese lenguaje simbólico del que se hablaba anteriormente, se
necesita tener un metalenguaje de nuestro lenguaje-objeto y que estará compuesto por
nuestro lenguaje simbólico. Ese metalenguaje en nuestro caso, será el español y que
será empleado como lenguaje de nivel más elevado y por lo tanto, no será formalizado.

De igual forma, se agregarán signos y se establecerá la forma en la que pueden com-

binarse entre sí. Es por eso que primero se presentarán los signos, quienes también
podrán ser llamados símbolos primitivos; posteriormente, se indicará cómo están enca-
denados entre ellos y sus respectivas reglas de formación (Trelles y Rosales, 2002).

Símbolos primitivos

Los símbolos pueden estar compuestos por letras mayúsculas del alfabeto, a los
cuales se les pueden adicionar subíndices en el caso de que haga falta, y se les asignará
el nombre de símbolos proposicionales.
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A, B, C, . . . , A1, B2, C3

También se encuentra el grupo de conectores o conectivos lógicos, a cada uno de

ellos se les asigna una forma de leerlos y vocalizarlos, y un nombre para identificarlos
(tabla 1).

Tabla 1

Conectores lógicos
Nombre Símbolo Lectura
Negación ~ No
Conjunción ∧ y
Disyunción ∨ o
Condicional → sí
Bicondicional ↔ sí y sólo sí

Nota. Tabla de elaboración propia basada en Trelles y Rosales, 2002, p. 34.

Un dato importante a tener en cuenta es que el conector asociado a la negación se

caracteriza por ser un conector monádico, lo que quiere decir que afecta a una propo-
sición solamente, mientras que el resto se conocen como conectores diádicos, pues
pueden afectar a más de una proposición.

Ahora, se tienen los símbolos llamados auxiliares, los cuales cumplen la función ya
conocida en la gramática de los signos de puntuación.

( ), [ ], {}.

Todos los símbolos anteriores forman expresiones del lenguaje al combinarse entre
sí. Sin embargo, para establecer expresiones formuladas correctamente y que puedan
considerarse como proposiciones, estas deben seguir unas reglas de formación. Estas
reglas indican que las letras proposicionales simbolizan proposiciones arbitrarias,
mientras que los conectores o conectivos lógicos son empleados cuando se desean
generar proposiciones más complejas (Solís y Torres, 1985).

A modo de ejemplo, los mismos autores indican que se podría establecer que ~A
representa la negación de la proposición que se encuentra representada por esa letra
proposicional A.
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Ahora bien, se identifican las siguientes la expresión y de no encontrarse dentro

reglas de formación para las fórmulas bien
formadas (FBF):
► Toda letra proposicional es una
fórmula bien formada.
► Si A es una FBF, entonces ~A,
también lo es.
► Las únicas FBF son las que pro-
vienen de las dos reglas anteriores en
un número infinito de veces.
de los aceptados en la tabla 1, se podría
concluir que no es una FBF y ahí finaliza el
proceso (Solís y Torres, 1985).
Por otro lado, la expresión no corres-
ponde a ninguno de los dos casos
anteriores, entonces puede entenderse
que no era FBF y finaliza el discerni-
miento. Si, por el contrario, resultará que la
expresión pertenece a alguno de los casos
ya mencionados, entonces se procede a
analizar cada expresión por separado.

Después de conocer las fórmulas sobre La lógica proposicional representa este

las cuales se rige la formación correcta de
proposiciones, es posible diferenciar, de
manera más sencilla, las fórmulas que se
encuentran bien formuladas de las que
no. Para esto, se verifica primero si la
proposición o expresión es una letra pro-
posicional; si lo es, estaría por terminado
el proceso de validación. De no ser así, se
identifica el conector o conectivo lógico de
proceso en diagramas que se conocen
como árboles, y resulta en un proceso
más cómodo y práctico (Trelles y Rosales,
2002), cuyo objetivo final será que los
seres humanos puedan describir las rela-
ciones entre proposiciones y demostrar
cuáles argumentos pueden catalogarse
como verdaderos y cuales no para proponer,
formalmente, su corrección (Arnaz, 2010).

Lógica simbólica

La lógica simbólica o lógica moderna edifica sus cimientos en la premisa de la lógica

formal planteada por Aristóteles, donde se busca determinar qué es lo que hace definir
a un argumento como válido o no. Partiendo de ahí, la lógica simbólica incluye, con un
mayor grado de participación, aspectos como la inclusión sistemática del simbolismo y
que, de esta manera, sea posible comprender la estructura de los argumentos correctos
y las leyes lógicas que lo rigen (Arnaz, 2010).

12
Índice
Por otro lado, Irving y Copi (2013)
establecen que, aunque ambos tipos
de lógica tienen orígenes muy similares,
la lógica moderna difiere en que no inicia
analizando proposiciones categóricas, por
el contrario, su objetivo es identificar los
argumentos válidos de no válidos, para
esto, emplea conceptos y técnicas muy
similares a las planteadas en la lógica
proposicional.
De esta manera, se inicia identificando
los conectores o conectivos lógicos fun-
damentales de quiénes dependen los
argumentos deductivos para, posterior-
ment,e establecer una explicación general
Los símbolos de conjunción, negación y disyunción
La lógica simbólica hace uso de sím-
bolos que resultan conocidos, es el caso
del símbolo de conjunción, negación y
disyunción, quienes son, en gran medida,
similares a los empleados en la lógica
proposicional. Así mismo, para contex-
tualizar la utilización de estos símbolos
es necesario clarificar los conceptos de
enunciados simples y enunciados com-
puestos, ya que todo argumento que se
quiera analizar se compone de, al menos,
un enunciado de tipo compuesto (Irving y
Copi, 2013).
Según los autores anteriores, cuando
se habla de enunciados simples, se
está haciendo referencia a ese tipo de
enunciado que no está conformado por
S1| Historia, clasificación y propósito de la
lógica y principios de semiótica
de los mismos y definir los métodos a uti-
lizar para erigir un valor de verdad a partir
de una prueba de validez (Arnaz, 2010;
Irving y Copi, 2013).
Para llevar a cabo ese proceso, esta
rama de clasificación de la lógica hace uso
de símbolos, ya que facilita, ampliamente,
la reflexión y el análisis sobre los argu-
mentos, haciendo que toda la atención
se enfoque en la estructura interna de
las proposiciones, los argumentos y las
conexiones lógicas formadas entre sí. Ele-
mentos que, según Irving y Copi (2013),
son fundamentales cuando se trata de
discernir un argumento deductivo.
ningún otro enunciado. Mencionando un
ejemplo:
Nicolás es dedicado.
Se entiende por enunciado compuesto
a todo aquel que se encuentra constituido
por dos o más enunciados simples. Un
ejemplo de esto:
Nicolás es dedicado y Nicolás es
amable
A. Conjunción
Se habla de conjunción cuando se unen
dos enunciados a través de la palabra “y”,
y se conoce a esos enunciados como
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lógica y principios de semiótica

conyuntos. Retomando el ejemplo anterior, es posible indicar que “Nicolás es dedicado”

y “Nicolás es amable” es una conjunción compuesta por dos conyuntos (Irving y Copi,
2013).

Es relevante resaltar como empieza a hacerse necesario el uso de símbolos únicos

que no permitan tener ambigüedades en el proceso, esto debido a que la palabra “y”
puede emplearse en oraciones y argumentos que no necesariamente sean conjunciones;
lo cual conlleva a confusiones al momento de determinar la veracidad de un argumento.
En este caso, se reemplazaría esta palabra por el símbolo “∧” o “•” (para algunos
autores), representandose entonces de la siguiente manera (Irving y Copi, 2013).

El enunciado:

Nicolás es dedicado. ∧ Nicolás es amable.

La notación simbólica:

Nd ∧ Na

Donde Nd hace referencia al coyunto “Nicolás es dedicado”, y Na hace alusión al

coyunto “Nicolás es amable”.

Ahora, de acuerdo con Irving y Copi (2013), se tiene claro que todos los enunciados
poseen un valor de verdad: o pueden ser verdaderos o pueden ser falsos. En este
caso, el valor de verdad aplicado a las conjunciones está estrictamente ligado al valor
de verdad de sus dos conyuntos. Esto quiere decir que si los dos conyuntos son
verdaderos, la conjunción es verdadera, mientras que si sucede lo contrario puede
concluirse que es falsa.

B. Negación

Se conoce también como contradicción o negativa, y se forma adicionando la palabra

“no”, “es falso que” o “no es el caso que” al enunciado original. Lo anterior puede ejem-
plificarse de la siguiente manera.

El enunciado:

Nicolás no es dedicado.

Es falso que Nicolás es dedicado.

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lógica y principios de semiótica

No es el caso que Nicolás sea dedicado.

Previniendo ambigüedades, es posible que esas palabras que denotan negación

puedan reemplazarse por el símbolo ‘~’, conocido también como virgulilla; donde los
enunciados anteriores podrían expresarse de la siguiente manera:

P = Nicolás no es dedicado.

Q= Es falso que Nicolás es dedicado.

R= No es el caso que Nicolás sea dedicado.

Reemplazando las palabras de negación en los enunciados ejemplificados por las

letras P, Q y R, quedaría lo siguiente.

La notación simbólica:

~P

~Q

~R

Es importante comprender esto para llevar a cabo el proceso de asignación de valor

de cada enunciado, que la negación de cualquier enunciado verdadero es falsa y la
negación de cualquier enunciado falso es verdadera.

C. Disyunción

La disyunción también puede llamarse como alternancia, y se forma cuando se agrega

la palabra ‘o’ entre dos enunciados. De manera muy similar a la conjunción, cuando se
combinan dos enunciados mediante una disyunción estos reciben un nombre, en este
caso, se denominan disyuntos o alternativas y pueden observarse así:

Nicolás es dedicado o Gabriel es amable.

El carro es verde o el carro es azul.

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lógica y principios de semiótica

Siguiendo la premisa de evitar ambigüedades al utilizar la palabra ‘o’, se utiliza el

símbolo ∨, y se puede interpretar de dos maneras: disyunción inclusiva o disyunción
exclusiva.

Ejemplo 1

El enunciado:

Nicolás es dedicado o Gabriel es amable.

La notación simbólica:

Nicolás es dedicado ∨ Gabriel es amable.

Nd ∨ Ga

Ejemplo 2

El enunciado:

El carro es verde o el carro es azul.

La notación simbólica:

El carro es verde ∨ el carro es azul.

Cv ∨ Ca

Donde:

En el primer ejemplo, Nd hace referencia al disyunto “Nicolás es dedicado”, y Ga se

refiere al disyunto “Gabriel es amable”.

En el segundo ejemplo Cv hace referencia al disyunto “el carro es verde”, y Ca se

refiere al disyunto “el carro es azul”.

La disyunción inclusiva se determina como verdadera en el caso de que alguno u

otro disyunto sea verdadero o cuando ambos lo sean. Mientras que, para la disyunción
exclusiva, se interpreta mediante una confirmación de que al menos uno de los enun-
ciados que la componen es verdadero.
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lógica y principios de semiótica

De esta manera, se tienen en cuenta reglas y aspectos claves a tener presentes al

momento de analizar cada una de las proposiciones de un argumento, como bien es
sabido, la finalidad de estos análisis es determinar con rigor y precisión su condición de
validez (Pongutá, 2016).

Propósito de la lógica

A lo largo de todo el recorrido del estudio

de la lógica, su clasificación, orígenes e
historia, ha hecho énfasis en cómo, desde
que apareció la lógica en la Antigua Grecia,
ha estado presente en los cuestiona-
mientos más profundos que el ser humano
se ha planteado para suponer su realidad.
Se encarga de proveer de leyes, reglas,
normas y procedimientos para desarrollar
conscientemente el proceso de pensar;
de acuerdo con ello, permitir distinguir los
razonamientos correctos de los que no lo
son.

Claro está que el proceso de razonar

es propio del ser humano y se ejecuta sin
necesidad de estar en contacto con una
ciencia específica. Sin embargo, cuando
se trata de tomar decisiones que pueden
afectar el bien propio o el colectivo, se
debe realizar con un rigor especial, exac-
titud y cuidado, ya que de hacerlo de
manera incorrecta no le permitiría al ser
humano evolucionar en la sociedad y, por
ende, conllevar a una carencia de sentido
importante (Gramajo, 2010).

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lógica y principios de semiótica

Cuando se razona sobre un asunto en específico, se exponen ideas o argumentos

para defender, apoyar y justificar las conclusiones que de ahí provienen. A medida que
se entrene el ejercicio de preguntarse si la conclusión a la que se acaba de llegar es
verdadera o no, se hará más fácil discernir el razonamiento correcto del incorrecto, el ver-
dadero del falso. Los métodos y técnicas usadas para lograr tal fin son proporcionados
por la lógica (Irving y Copi, 2013).

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Principios de la semiótica

Para Klinkenberg (1995), la definición de semiótica es clara: se trata de la ciencia de

los signos. Aunque no fue sino hasta épocas recientes que se incluyó como un campo
de las ciencias, fue planteada hacia finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, hasta
la década de 1960 empezó su proceso de institucionalización. El filósofo americano
Charles S. Perice y el lingüista suizo Ferdinand de Saussure comparten la formulación
de esta disciplina.

Los principios de lo que se podría pensar como semiótica se remontan en la anti-

güedad, llegando a considerar que sus bases se cimentaron en la lógica aristotélica,
donde presentaban las amplias preocupaciones que se tenían para definir reglas que
rigen la comunicación humana.

Es por esto que se podría decir que la semiótica comparte intereses y reflexiones con
la filosofía del lenguaje, pues se preocupa por entender y comprender la similitud entre
los lenguajes que posibilitan la comunicación en los seres humanos como el lenguaje
verbal, lenguaje visual, entre otros; llegando incluso a analizar los lenguajes de los
animales (Klinkenberg, 1995).

Retomando la definición de la semiótica como tal, su objeto de estudio está dirigido

hacia el funcionamiento de los símbolos y signos entre los seres humanos (Klinkenberg,
1995). Es importante notar que, aunque existen similitudes entre sus dos fundadores y
que serán repasadas posteriormente, hay también diferencias claras entre las concep-
ciones que cada uno da a sus planteamientos.

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La tradición francesa de Ferdinand de Saussure
Giménez (2016) acepta la idea expuesta
por de Saussure, donde la semiótica o
semiología se enfoca en “estudiar la vida
de los signos en la vida social”, se identifica
claramente la necesidad de establecer
cómo se definen los conceptos de signo,
símbolo y código.
Saussure estableció dicotomías en tér-
minos de sistema y proceso, como es el
caso de lengua y habla. Podría definirse
entonces que la lengua se conceptualiza en
un sistema de signos que recubre el carácter
de institucionalidad social. Por su lado, el
habla se determina como el actuador dis-
cursivo de la lengua en el proceso.
Con base en lo anterior, Saussure
(1906) no pretendía descubrir la dimensión
referencial de los signos, por el con-
trario, buscaba establecer la dimensión
diferencial de los mismos, ya que sobre
esta se sentaron las bases de la tradición
semiótica francesa.
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Para Saussure en palabras de Giménez
Montiel (2016), la concepción del símbolo
comprendía la designación del signo
lingüístico o el significante como signos
motivados, según el eje de la semejanza
y de la analogía, debido a que el símbolo
nunca se encuentra vacío. Esto quiere decir
que siempre existe un vínculo entre el
significante y el significado. A modo de
ejemplo, se menciona el símbolo de la cruz
roja, en ese caso, esta siempre debe estar
presente y no es posible reemplazarla por
cualquier otro símbolo (Rizo, 2016).
En ese sentido, para Saussure era claro
que se necesitaba para todos los casos
en los que se buscaba definir el concepto
de símbolo y signo, algo que emitirá con
intención y algo capaz de captar el mensaje,
descodificando los signos incluidos, sin
importar si eran arbitrarios o motivados, a
lo cual Giménez (2016) denomina emisor
intencional y receptor capacitado (p.
180) (Rizo, 2016).
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La tradición estadounidense
de Charles Sander Pierce
Retomando la definición conceptual
de símbolo que se plantea en la tradición
estadounidense de Pierce, es notoria su
amplia diferencia con la establecida por
Saussure. En este caso, Pierce suprime el
agente emisor intencional y la noción de
quién interprete en la definición del signo; a
su vez, muestra una posición tajantemente
contraria a su propuesta clasificatoria
tripartita, donde la definición de sím-
bolos incluía signos arbitrarios como los
signos encontrados en la lengua. En con-
traposición, denominan iconos e indicios.
De este modo, según Pierce (1976),
la introducción de un modelo triádico de
significación de procesos se define de
la siguiente manera:
Un signo o representamen es algo que,
para alguien, representa o se refiere a
algo en algún aspecto o carácter. Se
dirige a alguien, esto es se crea en la
mente de esa persona un signo equi-
valente o, tal vez, un signo aún más
desarrollado. Este signo creado es lo
que llamo ‘interpretante’ del primer
signo. El signo está en lugar de algo, su
objeto (p. 47).
Es así como, para Pierce, se genera
una clasificación tripartita compuesta
de iconos, indicios y símbolos dentro del
S1| Historia, clasificación y propósito de la
lógica y principios de semiótica
significado de signos. Donde para él, los
iconos pueden establecerse de diagramas,
metáforas e imágenes; los indicios median
entre una conexión clara e importante
con sus respectivos objetos; finalmente,
los símbolos se determinan como los
signos convencionales (Giménez, 2016)
(Rizo, 2016).
En resumen, se puede concluir que en el
planteamiento peirceano de la semiótica y,
por ende, del signo y el símbolo no se hace
necesario la presencia condicionante de
un emisor intencionado, ni siquiera cuando
sea aplicada a fenómenos en donde no
se presenta un emisor humano, tal como
lo concluye Humberto Eco en su Tratado
de semiótica general citado por Giménez
Montiel (2016; (Rizo, 2016).
Para Eco, la existencia de la significación
está garantizada metodológicamente en
que exista un destinatario de tipo humano,
pues sólo podría decirse que se proyecta
una función semiótica generada por un
código.
De esta manera, el símbolo y el signo
se comprenden desde el planteamiento
de Pierce como dos conceptos base que
se relacionan con una semiótica de la sig-
nificación, en vez de una semiótica de la
comunicación (Giménez, 2016; Rizo, 2016).
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Aun cuando la concepción peirceana
del símbolo sea aceptada y adoptada por
muchos campos de estudio de la ciencia,
existe algunos como en la filosofía, la
literatura o las ciencias sociales, donde
no termina de ajustarse del todo al uso
común, mientras que esta concepción se
utiliza con más frecuencia en antropología,
psicología, la lógica y sociología (Giménez,
2016; Klinkenberg, 1995; (Rizo, 2016)).
De manera general, existen dos
corrientes conceptuales que estudian
y componen la semiótica, la de
Saussure y la de Peirce; estas presentan
rasgos similares y comparten caracterís-
ticas semejantes. Saussure contemplaba
la semiología como la ciencia que estu-
diaba todos los sistemas de símbolos o
signos, mientras que Peirce, de manera
general, veía a la lógica como otro nombre
diferente para llamar a la semiótica, donde
se interesaba por los signos de manera
formal.
Una anotación relevante de Klinkenberg
(1995) es identificar la convergencia impor-
tante entre ambos autores, es decir, lo que
para uno es semiótica y lo que es semio-
logía para el otro; en conclusión, se trata
de la ciencia que estudia los signos que
funcionan como un sistema formal.
Siguiendo la misma línea, surgen varie-
dades de modelos por utilizar y relacionar
con la palabra semiótica o semiología para
referirse al estudio de las ciencias de los
signos; sin embargo, se destacan entre
todas ellas dos vertientes o distinciones.
S1| Historia, clasificación y propósito de la
lógica y principios de semiótica
En la primera de ellas se establece una
relación entre la semiología y las semióticas,
entendiendo a la semiología como acepción
más general y aquella disciplina que abarca
todos los tipos de lenguaje; por el contrario,
del término semiótica se establecen rela-
ciones hacia un término más particular y
abarca uno de los tipos de lenguajes.
Un ejemplo de lo anteriormente puede
ser que en la semiótica se clasifique la
lengua, los colores de una pintura, los
olores del bosque, el carro, el lenguaje
de señas, etc. Ahora, cada una de estas
semióticas constituyen, a su vez, a
la semiología como disciplina general.
Respecto a la segunda vertiente o dis-
tinción, se destaca a la semiología como la
disciplina que estudia el funcionamiento de
técnicas que han sido desarrolladas con el
objetivo de comunicar algo en la sociedad;
mientras que aquí el término semiótica
puede enfocarse más hacia lo general.
Para este caso, los pictogramas, los
gestos de la lengua de signos y los sím-
bolos propios de instituciones podrían
tomarse como ejemplos de la definición de
la semiología. Y los elementos que no pro-
yecten algún mensaje o que no hayan sido
creados para comunicar algo específico
no podría hacer parte de esta definición,
como es el caso de los colores de una
pintura, los olores de la selva, que no se
consideran parte de la definición.
No obstante, muchos autores y estu-
diosos consideran que es importante
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establecer una ciencia que se encargue de estudiar y analizar estos últimos elementos,
que por su falta de “sentido” no alcanzan a formar parte de la definición de semiología,
pero que, sin embargo, pueden presentar una cualidad de significancia con un sentido
determinado. Otros autores proponen que esa ciencia sea la semiótica, debido a su
enfoque más general.

Finalmente, podría decirse que al encontrar diferencias importantes en el proceso

de definir semiótica y semiología y donde, además, se les relaciona con elementos y
contenidos tan variables, cada investigador ha optado por analizar, encontrar y asignar
los objetos y las metodologías que consideren más adecuadas para comprender los
signos, símbolos y su relación con la forma de comunicación del ser humano.

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