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EL CONFLICTO POR EL AGUA EN LOS RÍOS

TIGRIS Y ÉUFRATES
por María Ollé | Feb 13, 2023

La ONU advierte que, para el año 2050 la demanda mundial de agua dulce
crecerá en más del 40% y factores como el cambio climático y una mala
gestión del recurso intensificarán las disputas por el agua. De no revertirse la
tendencia, por lo menos una cuarta parte de la población mundial vivirá en
países con una “falta crónica o recurrente” de agua potable, especialmente,
en la región de Oriente Medio. El conflicto por la gestión del agua en los ríos
Tigris y Éufrates pone de manifiesto la importancia de cooperar y gestionar
bien este recurso transfronterizo.
INTRODUCCIÓN
La ONU reconoce el agua como recurso estratégico y denomina a las cuencas
internacionales como zonas acuíferas estratégicas compartidas por al menos dos
países. No obstante, el reparto del agua está determinado por las características
geográficas de la región, lo que a su vez establece cuál de los países tiene más
capacidad de controlarla. Por lo tanto, la posición geográfica es determinante para
establecer ventaja. Este es el caso de quien se encuentre en la parte superior del
río, tiene más capacidad de controlar el recurso que los países que se encuentran
en los tramos finales como sucede en este caso. Los ríos Tigris y Éufrates, ambos
tienen su origen en Turquía, transitan por Siria y desembocan en Iraq (ver imagen).

Recorrido de los ríos Tigris y Éufrates. (Quora)

Sin embargo, los tres países han priorizado sus intereses de manera unilateral,
hecho que ha obstaculizado un acuerdo entre las tres partes para abordar el
conflicto. La cuestión sobre la regulación del uso de los recursos hídricos de la
cuenca está vinculada a la desintegración del Imperio Otomano. La división de
éste significó el fin del control del recurso por una autoridad y quedó dividido en
los nuevos estados de Turquía, Siria e Iraq. A partir de los años 20, Turquía, país
geográficamente privilegiado por situarse en el origen del río, construyó un
elevado número de presas. Entre 1923 y 1950, construyó tres presas, en la década
de los 50 otras 10 y ya para los años 90 el número se elevó a 140. Después de
China, Turquía es el país con mayor número de presas construidas. A partir de
aquí, se ha ido aumentando la competencia por el agua, a medida que construían
presas para protegerse de las inundaciones y hacer frente a las sequías. Entre las
más destacadas se encuentran las presas de Keban y Taqba en Turquía y Siria, y
las presas de Karakaya y Haditha construidas en Turquía e Iraq respectivamente.
El principal problema fue que ninguno de estos proyectos se realizó con una
coordinación oficial entre sí, ni con reconocimiento de los derechos de agua
transfronterizos.

Por otro lado, una serie de factores externos también han jugado un papel
importante a la hora de intensificar la disputa. En primer lugar, el hecho de
que Turquía se unió a la OTAN, mientras que Siria e Iraq mantuvieron los lazos
con la URSS, aumentó la tensión en cuanto a su gestión. Como segundo factor,
cabe destacar las discrepancias entre las partes en cuanto al PKK y la disputa
territorial de la provincia de Hatay.

EL VALOR ECONÓMICO Y POLÍTICO DEL AGUA


Es evidente que el agua de estos ríos juega un papel importante en la economía y
la subsistencia de estos países, dado que son utilizados para el suministro, la
agricultura y la producción energética. Sin embargo, el crecimiento demográfico,
la falta de instalaciones eficaces para el tratamiento de residuos, las sequías y la
inestabilidad por las políticas hídricas entre los países siguen afectando al acceso
de agua potable. En Iraq, la falta de agua ha provocado la pérdida de puestos de
trabajo y ha forzado el desplazamiento de su población. Y, es que, Iraq depende
del Tigris y del Éufrates para el 98% de su agua. Glada Lahn y Nouar
Shamout denuncian que, desde la década de los 70s, cuando tuvo lugar la gran
construcción de presas, el río ha perdido el 40-45% de su caudal.

El agua de ambos ríos no sólo juega un papel en la economía, sino que también se
ha visto utilizada como arma política para presionar a otros Estados para obtener
beneficios sobre cuestiones regionales. Por ejemplo, en 1987, Turquía y Siria
negociaron un acuerdo en el cual Turquía se comprometía a ceder 500 metros
cúbicos por segundo de agua a Siria, mientras que Siria se comprometía a poner
fin a su apoyo al PKK. Aunque Turquía lo ha incumplido más tarde con el Proyecto
Anatolia.
La sequía y la bajada del caudal a sacado a la luz ruinas de antiguas ciudades mesopotámicas. (Al Jazeera)

INCOMPATIBILIDAD DE LAS PARTES EN LA GESTIÓN


El principal problema recae en la incompatibilidad por la gestión de las cuencas
del Tigris y Éufrates. A lo largo de los años, cada país ha llevado a cabo diversas
medidas de manera unilateral imposibilitando llegar a un acuerdo común.

Por un lado, Turquía es el país que juega con una posición de ventaja en cuanto a
su gestión, no sólo en términos geográficos, pero también es importante tener en
cuenta que es el país con más estabilidad económica y política. Por lo tanto, tiene
la capacidad de emprender proyectos como el Proyecto de Anatolia Suroriental.
Este proyecto también conocido como GAP se originó en la década de los 70 e
incluye 22 presas y 19 centrales hidroeléctricas. Tiene como objetivo mejorar la
calidad de vida de la población local y contribuir a un desarrollo económico.
Aunque el impacto del proyecto en la región preocupa a los activistas
medioambientales.
Por otro lado, tenemos a Siria e Iraq que reconocen las aguas del río como un
recurso compartido. En 1996, la Liga de los Estados Árabes apoyó la posición de
ambos países cuando adoptó la Resolución nº 5553 en la cual reconoció el Tigris
y el Éufrates como “ríos internacionales” y pedía a estos países árabes una
distribución equitativa de los recursos hídricos.

INTENTOS DE COOPERACIÓN FALLIDOS


Han sido varios los intentos fallidos de cooperación entre las partes. En 1983 se
creó el Comité Técnico Común con el objetivo de llegar a un acuerdo y a una
distribución equitativa del recurso en cada país. Sin embargo, la falta de una visión
común entre las partes sobre cómo consideraban que se debía gestionar el agua
hizo fracasar los intentos de negociación.

Presa de Karakaya sobre el Éufrates turco, parte del «Proyecto Anatolia». Fuente: Wikipedia.

Durante la primera década del siglo XXI, se caracterizó por un intento de cooperar
pacíficamente entre las tres partes para gestionar los recursos hídricos. En 2001,
tuvo lugar un comunicado conjunto entre Siria y Turquía que abogaba por el uso
sostenible de los recursos terrestres e hídricos de la región mediante proyectos
conjuntos. Aunque este comunicado no se tradujo en acciones concretas, sirvió de
marco para los acuerdos alcanzados a finales de la década de los 2000. Entre los
acuerdos alcanzados, cabe destacar el Memorando de Entendimiento sobre la
gestión del agua firmado entre Siria y Turquía en 2009. Sin embargo, no se llegó
a ratificar. De manera similar se firmó otro Memorando con Iraq el mismo
año.00

Los intentos de cooperación se explican principalmente por dos factores. El primer


factor vendría dado por los cambios internos en Turquía y la consecuente
mejora de las relaciones entre las partes, dado que la entrada en el poder del
AKP se caracterizó por el enfoque de “cero problemas con los países vecinos”. Por
otro lado, el segundo factor está relacionado con la influencia de la perspectiva de
adhesión de Turquía a la UE en su política del agua.

CONCLUSIÓN
Es evidente que es necesario alcanzar un acuerdo trilateral para abordar
colectivamente los graves problemas medioambientales, sobre todo teniendo en
cuenta que en las próximas décadas se prevén importantes cambios en la
temperatura e intensas precipitaciones. La degradación de los suelos y del agua en
la región seguirá ejerciendo más presión sobre las poblaciones locales. Pero, por
ahora, este acuerdo entre las tres partes parece lejos de ser palpable, al menos en
el corto plazo.
Mapa de los recursos hídricos de la cuenca del Tigris y Éufrates. (Mapa cedido por Cassini)

Como se ha visto, hasta los años 60 se puede decir que existía una cierta armonía
entre las partes, y hacia la primera década de los 2000 hubo otro intento de
acercamiento. Sin embargo, han sido los proyectos de gestión del agua que se han
tomado de manera unilateral juntamente con otros factores internos y externos los
que han intensificado las tensiones y la disputa.

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