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Se trata del molusco más inteligente conocido, cuya variedad de especies va desde
ejemplares pequeños (menores a 15 cm) hasta ejemplares enormes (algunos pueden
rondar los 9 metros).
La conducta del pulpo ha llamado la atención del ser humano desde que fue capaz de
explorar la vida submarina, sobre todo por su capacidad mimética, es decir, imitativa.
Las células de la piel del pulpo poseen pigmentos llamados cromatóforos, cuya
función es cambiar el color y la apariencia del animal de manera instantánea cuando éste
se haya en situaciones de peligro, o para maximizar sus posibilidades en la cacería.
Esta capacidad imitativa puede alcanzar conductas asombrosas, como en el caso del
pulpo imitador o Thaumoctopus mimicus.
Los pulpos son básicamente omnívoros: pueden comer cualquier cosa, desde peces
pequeños, otros moluscos y pequeños crustáceos, hasta algas.
Para ello suelen enredar a su presa en sus tentáculos y llevarla hacia el pico córneo
con el que la desgarran. Los pulpos son esencialmente depredadores.