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DISCIPLINA EN LA IGLESIA
Hay un detalle significativo con la disciplina en la iglesia, muchos líderes y pastores la practican
siguiendo las costumbres pero no según la Biblia. Entonces, el tema de discusión no debe ser la
cuestión sobre si debe o no debe haber disciplina en la iglesia, sino sobre qué es realmente la
disciplina y cómo ejercerla.
Muchos confunden la disciplina eclesiástica con un castigo público o un juicio de condenación para
el ofensor. Otros han limitado la disciplina solamente para pecados de tipo sexual. Y otros más,
han hecho de la disciplina tan sólo un periodo de tiempo en la que un miembro de la iglesia estará
en inactividad, osea una sanción temporal que después que se haya cumplido (al tiempo señalado)
terminará y el hermano volverá a su rutina de siempre.
Este tipo de disciplina muchas veces es ejercida con una fría rigurosidad, con poco amor, sin base
bíblica y poca prudencia; esto hace que muchos miembros abandonen la iglesia o terminen por
apagarse espiritualmente. La Biblia nos da respuesta clara sobre todo esto, Dios ha determinado
qué disciplina debemos ejercer en Su iglesia y la manera en que debemos llevarla a cabo.
No se debe confundir “disciplina” con “castigo”. El castigo puede ser parte de la disciplina pero el
castigo por sí solo no es la disciplina. Hebreos 12:1-11 (Este pasaje es una consecuencia al mensaje
del capítulo 11, lo que quiere decir que la disciplina que se trata aquí son todas las pruebas y
sufrimientos que pasaron los hombres y mujeres de Dios mencionados anteriormente).
En este sentido, la iglesia que disciplina formativamente a sus miembros no tendrá que
disciplinarlos correctivamente después.
A esto se le conoce como la disciplina correctiva. Como parte de esta disciplina, existe un orden o
proceso de conducta que DIOS ha establecido para su Iglesia. Habrán veces en que algunos
hermanos o líderes saldrán de este molde debido a su desobediencia, y existe una forma de
corrección que la Biblia nos enseña y nos da pautas para saber cómo actuar en determinados
casos:
Se deberá hacer una reprensión pública en el caso de pastores, maestros o líderes que después de
haber sido amonestados por dos o tres testigos, en privado, insisten en vivir pecando.
Sin embargo, no se debe aceptar ninguna acusación contra ellos que no sea hecho por dos o tres
testigos del hecho. Y todo debe ser hecho sin parcialidad. 1 Timoteo 5:19-21.
Se debe buscar su arrepentimiento en forma privada con el pastor y/o los hermanos ancianos que
el pastor crea conveniente. Mt.18:15-16
En caso que la rebeldía del hermano sea de mirada pública y él persistiera en su mala conducta: La
Iglesia unida en oración, retirará del todo su comunión y la cobertura espiritual para este
hermano, esto incluye:
Entregarle a Satanás (1Co.5:4-5). No quiere decir que se le envía al infierno, sino que se le quita la
comunión y la oración por él, con el fin de que se arrepienta.
Ni aun comer con él (1Co.5:11). Si la comunión con este hermano sigue igual, se estará dando pie a
que él continúe en su práctica desordenada.
Esto no quiere decir que se le someterá a un juicio público, sino que sencillamente la iglesia hará
todo en oración y con prudencia.
Nota: Cabe resaltar que aquí último se está hablando de un hermano que está viviendo
deliberadamente en desorden y pecado ante la vista de los incrédulos (públicamente), con una
mala actitud. No estamos hablando de alguien que haya caído en algún pecado o de alguien que
confiesa ser débil ante un pecado particular, ya que en estos casos aquellos hermanos pasarían
directamente al proceso de restauración.
Usar el castigo de los miembros para imponer autoridad sobre los demás.
Sólo “disciplinar” los pecados de tipo sexual o de aparente rebelión contra el líder.
Estas formas incorrectas de disciplinar a los hermanos son realizadas debido a que un pastor es
más esclavo de sí mismo que siervo de la palabra de Dios:
“Yo he escrito a la iglesia; pero Diótrefes (un pastor de la época), al cual le gusta tener el primer
lugar entre ellos, no nos recibe. Por esta causa, si yo fuere, recordaré las obras que hace
parloteando con palabras malignas contra nosotros; y no contento con estas cosas, no recibe a los
hermanos, y a los que quieren recibirlos se lo prohíbe, y los expulsa de la iglesia.” 3 Juan 1:9-10
Seguir fielmente los procesos que enseña la Biblia, retirar de la comunión al ofensor es el último
recurso.
“Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle
con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.
Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo. Porque el que se cree ser
algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña.” Gá.6:1-3
“Si alguno no obedece a lo que decimos por medio de esta carta, a ése señaladlo, y no os juntéis
con él, para que se avergüence. Mas no lo tengáis por enemigo, sino amonestadle como a
hermano.” 2 Tes.3:14-15